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la perla del papaloapan

Índice

Presentación 19 Cecilia Bilesio Vicepresidente de Tamsa, A.C.

Tlacotalpan 31 Diana Aguirre Beltrán

notas y Bibliografía 156

agradecimientos 159

Fotografía Primera edición: 2014 Humberto Tachiquín Benito “Tachi” © de los textos, las autoras Antonio Tachiquín Benito © de las fotografía, Humberto Tachiquin Benito, Antonio Tachiquin Benito y archivos correspondientes Diseño editorial D.R. TenarisTamsa Ricardo Salas & Frontespizio © Fototeca Nacional, imágenes de las páginas: pp. 28-29, 30, 32, Begoña Sáinz 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 42, 43 y 45 Km 433.7 Carretera México- Cuidado de la edición Vía Graciela Anaya Dávila Garibi 91697 Veracruz, Ver. México

Asesoría Síguenos Rosa María López Martínez

Diana Aguirre Beltrán Estudió la maestría en Letras Mexicanas en la unam y se desempeña como editora y coordinadora editorial de publicaciones impresas y electrónicas. Ha sido coordinadora del Diplomado de Actualización Profesional en Narrativa, organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Veracruzano de la Cultura, y ha impartido talleres orientados hacia el análisis intertextual de las obras literarias. Actualmente es docente de la y de cursos virtuales dirigidos a la promoción y el fomento cultural. Tlacotalpan

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Tlacotalpan Tlacotalpan Presentación

Los paisajes son realidades que en su relación Cecilia Bilesio Vicepresidente de Tamsa, A.C. con los seres humanos se convierten en ras- gos de identidad. Descubrirlos, centrar la mirada en el entorno en el que las sociedades construyen sus historias implica compren- derlas en toda su complejidad. Por ello, TenarisTamsa propone aquí una mirada dis- tinta del patrimonio cultural de Tlacotalpan acercándose a la fecunda llanura que le vio nacer. s Más allá de abocarse en forma exclusiva a la contemplación de su inigualable belleza arquitectónica, Tlacotalpan. La Perla del Papaloapan es una invitación a recorrer aquellos elementos, variados y persistentes, que se instalaron en el espí- ritu de sus habitantes y que han definido su carácter. Ambas, naturaleza y apariencia urbana, se trastocan aquí reflejando los sueños, las aspira- ciones, la voluntad de ser de hombres y mujeres que en las inmediacio- nes del pantano hicieron florecer a la que fuera capital de la región sotaventina. s Acorde con la intención que anima el proyecto editorial de TenarisTamsa, cuya prioridad radica en la preservación de la cultura y en la transmisión de conocimientos que permitan valorar la vasta ri- queza veracruzana, Tlacotalpan. La Perla del Papaloapan es un inusitado intento de captar —desde la profundidad del yo que se abandona en la contemplación del río, a veces mari- posa, a veces garza, otras espejo sobre el cual habitan mangle, arcadas y palme- ras— el crisol de razas que le dio forma y que, como en un efecto de espejos, dispu- so del espacio para transformarlo y, acaso sin saberlo, fundirse con él.

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Mapa de la alcaldía mayor de Tlacotalpan, obispado de Anónimo

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Rasga la aurora el vaporoso velo prendido entre los montes y las aguas, y Tlacotalpan surge, irguiendo al cielo el trémulo penacho de sus yaguas.

“vagando en el terruño”, josefa murillo.1 en el principio: el agua Diana Aguirre Beltrán

Asentada en la margen izquierda del río Pa- Cantaremos la Aguanieve paloapan, en el centro del universo, en el mítico paraíso terrenal del dios que es la reina de los sones de la lluvia, en un mundo fértil, abundante en vegetación y agua infinita que cantando la Aguanieve que muda en charcas, ciénagas, lagunas de poco fondo y tamaño vario, se alegran los corazones. en esteros, arroyos y ríos innumerables, la ciudad de Tlacotalpan habita luminosa el verde manto de las llanuras del Sotavento. Bajo su traza la aguanive2 actual, memoria de empeños conducidos por cordel y regla, por la nece- sidad de dominio, orden y equilibrio, de simetría y proporción como Si Tlacotalpan es tiempo depositado en el espacio, de imperativo de belleza, apenas se intuye la presencia de sus primeros igual manera es, desde luego, identidad: ese sentimiento pobladores, cuya mágica cosmogonía transformaba al mundo en un en- colectivo que configura una ciudad y que habrá de reco- tramado de representaciones simbólicas donde hombres, dioses y fuerzas nocerse en ella como en un espejo; ese espíritu que per- se apoyaban mutuamente y el hombre era uno solo con su entorno. manece en cada una de sus formas arquitectónicas, en la Tlacotalpan es hoy día tiempo concentrado en el que convergen el da- disposición y el decorado de sus espacios interiores y que mero de Vitruvio y el calpulli mexica, la racionalidad de la ilustración proporciona una visión unitaria de la cultura y de la na- neoclásica y la discreta irrupción en ornamento frutal de la exuberante turaleza que le vio nacer, ese carácter que sintetiza las naturaleza, es vida que lucha a diario y es nostalgia, es Chalchiutlicue historias, diversas y complejas, que desde los ámbitos —diosa de las aguas esculpida en jade— y más variados le otorgan vida y temperamento particular. la Virgen de la Candelaria. Es puerta abier- s En el principio, diría Humberto Aguirre Tinoco, fue el ta que vio transitar los buques de vapor agua. Medio de purificación y regeneración, fuerza vital que la acercaron a La Habana, a Nueva fecundante, germen de los gérmenes, origen de todas las Orleans, a Cádiz y Burdeos, es cayuco de promesas de desarrollo y de todas las amenazas de reab- pescadores, chinchorros y atarrayas; es, sorción, el agua es, en distintos sentidos, Tlacotalpan. Su también, cuna de pintores y narradores, situación geográfica la ubica al interior de un pantano de pensadores ilustres, poetas, músicos y que si bien en la temporada de lluvias, al rebozar el cauce decimeros; es las matas de verde claro, es- de sus ríos, la deja sumergida en un inmenso lago, tam- meralda y cetrino, las mecedoras de cedro bién es tierra que se renueva con el limo que las aguas rojo y mimbre ojo de pajarito. Es síntesis dejan al partir. Además, la ínsula se encuentra en un lugar de tres razas, de gentileza e ingenio, es si- privilegiado en el que convergen, enfrente de ella, dos lencio de ribera que suspende el tiempo en grandes corrientes fluviales: el Papaloapan —río de las Pescadores en Tlacotalpan el cual perdura, quedo, el eco del taconeo, el mariposas— y el Michapan, cristianizado por los ibéri- Casasola requinto y la jarana. cos como San Juan Michapan. Ambos atributos fueron A - Archivo Casasola

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apreciados primero por los indios y más tar- Le digo a mi compañero de por los españoles, quienes paulatinamente vámonos a navegar se avecindaron en el territorio que llamaron pa’ver quién llega primero Isla de la Candelaria, acompañados de los al otro lado del mar. negros esclavos, provenientes del África oc- cidental —siendo ambos precedidos por los el balajú6 negros cimarrones que, en busca de refu- gio, habían llegado huyendo del puerto de En la confluencia de estas tres culturas, la Veracruz, de los trapiches de y de la presencia de la población indígena fue men- villa de Córdoba. s De esta manera dio co- de modo que a quien eligieron como com- guando y la cosmovisión que la caracterizaba, mienzo un proceso de dominio y aculturación que estuvo regido por las parte alterna de Chalchiutlicue fue a la Virgen basada en la idea de que el ser humano y la naturaleza son una totali- posibilidades que el enclave brindaba al comercio y la ganadería, así de la Candelaria, quien año con año, el dad, fue quedando relegada. En su lugar se instauró otra que, aprove- como por otras actividades que se encontraban, casi en su mayoría, re- 2 de febrero, pasea por el río de las mari- chando parte de la sabiduría que aquélla le había proporcionado, se lacionadas con el tráfico de mercancías. La vida de la otrora isla de posas. s No muy lejos estará Yemayá, espí- orientó a la explotación de los recursos con el objetivo primordial de Tlacotalpan, con su acceso franco a lo que con el tiempo se convertiría ritu africano de las aguas marinas que ha obtener ventajas económicas. Si bien la sucesiva disminución de su etnia, en una vasta red fluvial y marítima, se mantendría ligada a ésta de ma- sido asociado de manera directa con la virgen católica y la obligada pérdida de sus tierras y el abandono gradual de su len- nera inexorable y las aguas del Papaloapan, soberanas del pantano, dis- que muy seguramente arribó a la marisma con el mundo gua serían razones suficientes para considerar que este mundo indígena, pensadoras de vida y muerte, serían figura central en el imaginario del mítico de los negros. s Mucho antes de que los ibéricos nacido de los olmecas, se perdería en forma irremediable, el mestizaje crisol formado por las tres culturas. Gonzalo Aguirre Beltrán cuenta que descubrieran la desembocadura del río Papaloapan y de aseguraría su permanencia. s En contraparte, la presencia española en en la Relación de Tlacotalpan y su partido, de 1580, se informaba que Pedro de incursionara en sus aguas inten- Tlacotalpan se incrementó notablemente en el siglo xvii, en especial a que los indios ahí asentados “adoraban a una imagen que tenían escul- tando encontrar rutas que lo llevaran tierra adentro, los raíz de la llegada de los residentes de Alvarado —acompañados de sus pida en una piedra de esmeralda (Chalchihuitl), a manera de mujer y antiguos habitantes de la ínsula, “valiéndose de artes in- esclavos y trabajadores— que venían buscando resguardo tras la incur- ésta tenían por dios; y [que] esta imagen la sacaban un día en el año y la memoriales, se dedicaron a la pesca en ríos, esteros y la- sión de los piratas en su localidad. Con ellos, la cría extensiva de ganado llevaban a lavar al río (esto es, la inmergían ritualmente en el río por ser gunas, y a la manufactura de utensilios de barro que abarcó la mayor parte de los terrenos antes dedicados a la agricultura, el agua el elemento o sustancia de su ser)”.3 Cuando los españoles inten- comerciaban en un amplio territorio”.4 El Papaloapan se fincaron las haciendas La Estanzuela y San Juan El Zapotal, y se taron imponer a San Cristóbal como el fue, desde entonces, el eje que asociado al cambio y a la imprimió una especial vitalidad a las ac- santo de Tlacotalpan, los indios, sabedo- transformación, a la vida y a la muerte, determinó y or- tividades mercantiles. En esta época, Tla- res —como en muchas otras culturas— de ganizó la forma en que las naciones prehispánicas se cotalpan se convirtió en un importante que las deidades relacionadas con el agua apropiaron del espacio y construyeron un sistema social centro de acopio maderero para la cons- profunda simbolizan la sustancia primera de basado en el complejo fluvial.5 En este último sentido, trucción de embarcaciones y cureñas de donde nacen todas las cosas, esto es, la puede decirse que la llegada de los españoles no sólo in- San Juan de Ulúa, y controló el transpor- matriz de todas las posibilidades de exis- tensificó de manera paulatina la actividad mercantil de la te de carga sobre el río Papaloapan y su tencia, su diosa no podía ser sino femenina, comunidad tlacotalpeña sino que, junto con el arribo de afluente el San Juan.s En una y otra ma- los esclavos negros, los y los mulatos libres que nera de concebir el mundo, las aguas trabajaban para ellos, estableció nuevas pautas en la ma- permanecieron desempeñando un papel nera de interpretar el entorno y adueñarse de él. De tal primordial. suerte que, citando a Antonio García de León, Tlacotal- pan se convirtió en “la isla de tres mundos” y en ella se modeló una identidad que sería compendio de un enor- Santa Rita, Tlacotalpan, Ver., Jardín de Tlacotalpan, Casas de Tlacotalpan, Iglesia, vista general río Papaloapan publicación de El Popular publicación de El Popular Charles Burlingame Waite me acervo universal. Casasola Anónimo Anónimo Y - C. B. Waite / W. Scott A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola

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las matas de verde claro el anhelo de vitruvio

Tu río es orgullo Soñé en volver al pueblo… al caserío tu orilla engalana bullente y vocinglero la luz del cocuyo donde de enero a enero en la madrugada dialogan las palmeras con el río; se oye la jarana y los portales son —como las gentes— allá en el tablón hospitalarios, limpios y sonrientes. el arpa acompaña el alegre son… platos catalanes y tazas poblanas, entre “canción del retorno”, de su propia concepción del mundo. s muchas otras mercancías. Si la influencia gonzalo beltrán luchichí.8 Pero regresemos a la historia: en medio “a tlacotalpan”, rutilio parroquín.7 andaluza ya había irrumpido en los cam- del pantano, una nueva estructura urbana pos en la manera de menear las reses, los En la naciente ciudad del Papaloapan de principios del siglo xviii, la comienza a consolidarse. Al aumentar la El incremento de los ibéricos dio pie a la congregación del pueblo en el flujos culturales venidos desde Cádiz y Se- influencia del humanismo renacentista se dejará sentir a través de población española se rectifica el trazo del área donde anteriormente se ubicaba el centro ceremonial indígena, re- villa dejarían su huella en la región. s Es la noción urbanística, lineal y simétrica de los españoles; aunque en ella primer asentamiento y este centro en el que uniéndose ambos grupos alrededor de un mismo espacio. La población en este tiempo cuando se empieza a utilizar el término perdurarán las huellas del primer asentamiento irregular característico se encontraban la plaza (hoy de Doña Marta), las Casas negra, entretanto, habitó en las inmediaciones de las tierras donde labo- jarocho, el cual estaba asociado a las jaras que los vaque- de los indígenas. Evidencia de esto último es el esquema desigual que Consistoriales, la Casa de Frailes y la parroquia con su raba, al exterior de la incipiente localidad, o resguardada en los llanos y ros afromestizos utilizaban para guiar el ganado. En un aún puede observarse en los alrededores de la Plaza de Doña Marta panteón (ahora Santuario de la Virgen de la Candelaria y en los montes, en lugares donde los españoles no se atrevían a entrar. Y primer momento la palabra jarocho tuvo una connota- —ubicada en el antiguo centro ceremonial indígena—, que permanece Plaza Miguel ) deja de funcionar como tal y se fue en este entorno, en medio de las vegas y del verde pasto, de las en- ción despectiva, pero con el paso de los años llegaría a como memoria del sincretismo que distingue a la cultura tlacotalpeña. reubica en el centro de la isla. Esta nueva plaza, junto marañadas arboledas, de las haciendas y el arreo de ganado, donde por designar, a decir de Bernardo García Díaz, “todo un com- Baste sólo pensar que cuatro siglos después, en este mismo espacio, de- con las calles que se trazan a partir de cada una de sus primera vez se escucharon las notas del son, música de la tierra, fruto plejo cultural que en ese hábitat pantanoso floreció”. cimistas y jaraneros se reunirán para darle nueva vida al son, a esa esquinas, se construirá a base de cordel y regla, según las del afromestizaje, que como todo lo nacido en el aguazal coincidió des- “música de cordaje tenso, nerviosa, vibrante e insistente, acorde con el ordenanzas de Felipe II. Conforme la población española de entonces e incluso hoy con las armonías imperecederas del río y del autóctono chirriar de los insectos”, que desborda las fiestas de la Virgen creció, la zona donde se asentaban se reubicó al oeste y pantano. s Suerte de fiesta y rito, los fandangos invadieron el Sotavento de la Candelaria. Visualicemos el emplazamiento: en el mismo núcleo su traza hubo de adaptarse a los designios del río: éste y acompañaron la vida de la Perla del donde fuera adorada Chalchiutlicue, la definió la dirección de sus anchas calles y refrescó el aire Papaloapan, denominada por aquel en- imagen del mulato, venido del descampa- de callejones y viviendas al ser el primero en recibir los tonces “capital” de la región sotaventina do, se hace presente en el rasgueo de la vientos del noreste. s Dos barrios quedaron claramente y por la que desfilaban pañuelos y encajes leona y la jarana, celebrando a la virgen formados: el de río arriba, donde se asentaron los espa- de Barcelona, listonería de Génova, cintas de venerada por los españoles, que habrá de ñoles, y el de río abajo, destinado a los indígenas. s Granada y de Francia, bramante crudo, recorrer el río para bendecir al pueblo. Al- Puesto que las viviendas de esta nueva urbe estaban cons- rededor, las viviendas coloridas, con sus truidas principalmente con caña, madera, palma y pórticos y techos de teja a dos aguas, con- zacate, los incendios que asolaron a Tlacotalpan las des- gregan la presencia anónima de quienes, truyeron casi en su totalidad, de modo que, a mediados habiéndose entendido parte de la maris- del siglo xviii se promulgó el Decreto de Cal y Canto, ma, erigieron una ciudad singular, reflejo ordenando que la fabricación de todas las viviendas se hiciera en mampostería y con tejas de barro.9 Éste es el momento en que Tlacotalpan, dirigiendo sus calles tierra Iglesia y plaza pública de Tlacotalpan Parroquia y jardín de adentro desde la curva de su ribera, converge en un punto Tlacotalpan, Ver. Casasola Casasola imaginario como abanico extendido en medio de la ciénaga. A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola

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la reina del paploapan sirva para ejemplificarla, la crónica de Aguirre Tinoco sobre la velada fúnebre con ¡Oh perla de la corona la que Tlacotalpan honró al gobernador que ciñe libre mi patria! Juan de la Luz Enríquez11 —uno de los hijos que siempre las verdes ondas predilectos de la bella Perla— en el Teatro que tu hermosura retratan, Nezahualcóyotl (“El coloso de Sotavento”) te encuentren feliz, risueña, y en la que, después de que Josefa Murillo próspera, rica y en calma, —la alondra del Papaloapan— leyera sus y que al hablar de tu suerte versos, “el recinto levantado al arte, abierto las gentes propias y extrañas, puerto de altura y ya consolidada como el al sentimiento y a la cultura de toda una po- La Habana, respectivamente. La literatura digan lo que yo te digo principal punto de acopio y tráfico de mer- blación, hubo de vibrar con el sístole y el diástole de la emoción más y el periodismo también tuvieron ilustres desde el fondo de mi alma: cancías, su economía despuntará creando honda manifestada en sus diversas facetas; era el alma misma de la co- representantes, al primer ámbito perte- es un edén de ventura una época de gran bonanza. s En aras de munidad y no la de una facción ni la de una élite en exclusividad, era la necerán, desde luego, la poeta Josefa la Perla de Papaloapan. poder comprender el complejo acervo cul- memoria y la personalidad trascendente del pueblo moldeando su ca- Murillo y el escritor Cayetano Rodríguez tural que hoy día ostenta orgullosa, en rácter, su presencia”.12 En este entorno, la cultura de Tlacotalpan se Beltrán, cuya novela Pajarito, publicada “en tlacotalpan”, juan de dios peza.10 una especie de pasado que es presente eterno, haremos una abrió más que nunca al mundo: en 1904, apenas un año después de que en 1907, reproduce con gran detalle la fisonomía y cos- síntesis de los eventos y las personas de este siglo, aunque Giacomo Puccini la estrenara en Italia, se presenta Tosca, bajo la direc- tumbres de la ciudad tlacotalpeña; al segundo, Pedro El siglo xix y los inicios del xx resumen el esplendor de la Perla del seguramente algunos de ellos se nos quedarán en el cami- ción de una compañía italiana y con la participación de la soprano Lui- Lucas Malpica, director de El Correo del Sotavento, ante- Papaloapan. La vigorosidad de sus actividades comerciales y el floreci- no. s El principal motor de esta centuria será la instala- sa Tetrazzini. Al mismo tiempo, en un diálogo abierto, en las fiestas y en cedente de El Dictamen de Veracruz (considerado decano miento de una intensa vida cultural constituyen los elementos que ter- ción de máquinas de vapor para despepitar y prensar el las calles, el fandango vive su época de oro. A decir de Ricardo Pérez de la prensa nacional). s Debido al apogeo de las activi- minarán de pincelar, en toda su nobleza, la identidad regional jarocha. algodón, además de la desaparición de las haciendas. Montfort, una vez sincretizados, los fandangos “sirvieron como afirma- dades relacionadas con la exportación internacional de Si en la anterior centuria Tlacotalpan había perfilado la que sería con el Durante el porfiriato, se reedificaron numerosas vivien- ción de lo propio —, criollo— frente al rechazo de lo extranjero productos de la zona —maderas, frutas, azúcar (que des- tiempo su traza urbana definitiva; incrementado sus actividades mer- das y se llevaron a cabo distintas obras de servicio públi- —lo gachupín—. Su afirmación, así, no sólo cumplía con las pretensio- puntó particularmente en este periodo con la apertura de cantiles al interior y el exterior de la nación; desarrollado una intensiva co. A este periodo corresponden: las Casas Consistoriales nes festivas del pueblo, sino que le imprimía una fuerte valoración de lo grandes ingenios), tabaco y aguardiente, entre otros—, cría de ganado; acopiado maderas que los macheteros dejaban listas de dos pisos, la construcción de calzadas con ladrillo, la mexicano”.13 s En la pintura, Salvador Ferrando, Alberto Fuster y, más algunos empresarios se hicieron de vapores que acelera- para el trabajo de carpinteros y ebanistas introducción del alumbrado público, el diseño y cons- tarde, Julio Montalvo retrataron tanto el ran el acopio de mercancías a lo largo de la red fluvial. del puerto veracruzano y de la misma Tla- trucción de su característico kiosko —diseñado por el paisaje de la Perla como la expresión de Entre los nombres de dichos vapores estaban: Tlacotal- cotalpan; creado algunas fábricas de la- tlacotalpeño Francisco Sánchez Terán—, el remozo de sus pobladores. Entre sus cuadros más re- pan, Carolina, Juanita, Papaloapan, El Tenoya, El Mi- drillo y cal, curtidurías y herrerías, y viejas casonas coloniales, así como la construcción del presentativos se encuentran las vistas de chapan, El Valle Nacional y El Tuxtepec. En medio de tal aprovechado los distintos mantos de sus Hospital de la Caridad, del Casino Tlacotalpeño, del Teatro la ribera de Tlacotalpan, Mi abuela vesti- prosperidad, las familias tlacotalpeñas, especialmente las aguas para comercializar su variada fauna, Nezahualcóyotl, del Colegio Preparatorio —fundado da en traje de novia y Buques en el puerto de más adineradas, convirtieron sus hogares en espacios de a partir de 1820, cuando es habilitada como por Miguel Z. Cházaro—, de su Cementerio y de la un gusto exquisito, en los que podían encontrarse “cris- Aduana; además de que finalmente reabrió sus puertas talería de Bohemía, sillones austriacos, jarrones de Sé- la iglesia de San Miguel. s Esta época estará signada por vres, vajillas de Maastricht o Vierzón, encajes de Bruselas, el interés de las autoridades públicas en fomentar el desa- cera blanca de La Habana y mantelería española[; así rrollo cultural y educativo, y por lograr que la sociedad como] muebles de madera de buena manufactura”.14 s tlacotalpeña capitalice parte de la prosperidad económi- Al finalizar estos años de bonanza, con la aparición del Ribera de Tlacotalpan ca que genera el puerto. La conjunción de ambas volun- ferrocarril y el avance de la revolución, la importancia de Casasola tades dará como resultado una sensación de bienestar en Tlacotalpan como centro mercantil comenzó a decaer. A - Archivo Casasola la que florece una acentuada sensibilidad estética. Acaso

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el espacio es una mascarones que adornan sus arcadas, en la espiritualidad materializada proporción de sus puertas y ventanas, en el declive de sus tejas que, de mutuo acuerdo …Y ya en la tarde, cuando el cielo tapan con las aguas, aleja de los muros y de la gen- tintes de tulipán y de violeta, te su precipitado curso hacia la ciénaga, más contemplar cómo estampan en la quieta allá de las corrientes del Papaloapan, hasta superficie del tardo Papaloapan, volcarse en el insondable mar que desde casas, palmas y lanchas, su silueta. tiempos inmemoriales la aguarda. s Tlaco- talpan, la ciudad que en sus inicios “surge Volví de nuevo al pueblo. En las riberas, al lado del otro, palabras todas de un dis- entre las verdes ondas como una paloma que, voluptuoso cruzando el lujuriante tró- violentas, polemizan las palmeras… curso coherente, continuo y claramente blanca”,17 que se levanta inmaculada con techos de teja sobre un campo pico, continúa inspirando el pensamiento y ¿Los portales…? ¡Lo mismo que las gentes: legible, se bifurcan por las calles, ríos vi- y un río perfectamente planos, se cubre ahora de colores que la herma- el arte tlacotalpeño. Más allá del declive Siguen hospitalarias y sonrientes! cariantes del Papaloapan madre, herma- nan con mundos caribeños y con ellos comparte una veta del espíritu en la bonanza pródiga que el siglo xix le nos de las tierras de verde limo. Ahí está el jarocho que la define: su alegría y hospitalidad, su actitud desenfadada, proporcionara, la Perla del Papaloapan “canción del retorno”, sueño occidental de inscribir al hombre en la broma presta ante cualquier motivo, su connatural vena creadora. A resurge en las postrimerías del siglo xx gonzalo beltrán luchichí.15 los patrones geométricos del orden cósmico, el círculo y lo lejos, preñado el ambiente de creencias y leyendas,18 las aves vueltas inaugurando museos, como el de Salvador Ferrando o la el cuadrado sometidos ante la vorágine del llano, ante los palabras de son lo colman todo con su canto, “Señores no sé cantar/ Casa de Cultura Agustín Lara —otro de sus hijos predi- Dirijámonos de nuevo al vital emplazamiento en el que soneros y deci- designios del río, genius loci, espíritu protector del lugar porque fui criado en el monte/ a mí me enseñó a gorjear/ la calandria y lectos—, o creando foros culturales como “Luz de No- mistas, con exaltada algarabía encienden con sus versos, con las notas del que determina su cultura. Caminemos por los corredo- el cenzontle…”,19 y la existencia, abandonada a su vitalidad creciente, che” o, bien, viviendo en el discurso de sus cronistas e requinto y la quijada, del arpa y el pandero, la memoria jarocha estre- res, sus pisos forrados de mosaicos varios, provenientes se extasía con el hechizo del taconeo en la tarima. s Todo universo ela- historiadores como Humberto Aguirre Tinoco y Gonzalo mecida donde lo bello se afianza.16 Espacio mítico en el que convergen de ultramar, lastre de prolongadas travesías, pintan los bora su propio universo ficticio, el cual se nutre tanto de la naturaleza Aguirre Beltrán; convirtiéndose en el centro del Encuen- las historias todas con su abrumadora magnificencia. Recordemos sus corredores con el barro de Marsella, con los diseños de que lo rodea como de los objetos de su propia manufactura y éste per- tro de Jaraneros y Decimistas —en el entorno de las rostros: indígenas, españoles y negros forjando vida en medio del pan- mármoles italianos que desde el siglo xix refrescan las vive, con el paso de los años, en las fachadas de las iglesias y de las vi- fiestas de la Virgen de la Candelaria— donde la música tano; silentes, y no obstante eufóricos, los portales encendidos por colo- viviendas y las convierten, al menos en la base que las viendas, en las formas de las plazas, en las bancas y las plantas que las de sus soneros y la de todos los nacidos en esta fecunda res que son ritmo y contrapunto, reflejo de los ruidos de la selva y del sostiene, en un sueño caleidoscópico donde igual coinci- habitan, en las flores de las enredaderas, en las frutas de sus árboles que región sotaventina, reúne en un perenne trovar a los le- río, del timbre estridente de sus chicharras, den las formas florales del art nouveau que la geometría embellecen el campo y ornamentan sus ar- gendarios Andrés Alfonso, Lorenzo Barcelata, Evaristo del verde encendido de sus lirios, atesti- vuelta pedacería de mármol, y en una afortunada coinci- cos, en el río que a diario todo lo refleja y Varo Silva, Cirilo Promotor, Arcadio Hidalgo, Rutilio guan ufanos la morada construida. s Uno dencia, pisos y naturaleza nativa de la marisma confun- Parroquín, Andrés Vega, Lino Chávez, Gilberto Gutié- den sus formas y colores como si desde el origen ambas rrez, por nombrar algunos, o a los decimistas como el estuvieran destinadas a encontrarse. s Abramos sus ven- venerable Guillermo Cházaro Lagos, que en reunión con tanas, aspiremos el aire fresco proveniente del río y entre el resto de la versada sotaventina de Constantino Blanco las nubes que descansan en el rejillado de las cenefas del Tío Costilla, Rodrigo Gutiérrez, Ángel Rodríguez, Ma- dosel de las camas o que apacibles se asientan en los exi- nuel Pitalúa y José Luis Muñoz nos recuerdan que esa guos pianos franceses o en las mecedoras de los prodigio- ciudad —Patrimonio Cultural de la Humanidad— asen- sos ebanistas de Tlacotalpan, descubramos esa otra tada en la margen izquierda del Papaloapan, se renueva Parque Hidalgo en Tlacotalpan vertiente mágico-poética que en algún momento bañara con las creaciones de noveles artistas que persisten Miguel Alemán develando una Casasola placa en Tlacotalpan, Ver. A - Archivo Casasola la Perla del Papaloapan y que permanece insistente en los en conservar el legado incalculable del fecundo origen de Casasola estas tierras. A - Archivo Casasola

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Vista de una calle Vista parcial de una calle en Mosaicos de viviendas Anónimo Tlacotalpan, Veracruz tlacotalpeñas MR - Marcos Rocha Anónimo 2014 1902 Tachiphoto MR - Marcos Rocha

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Crepúsculo en Tlacotalpan Calle Independencia en la ciudad Sta. Rita frente a Tlacotalpan Riberas Tlacotalpan, Ver. Casasola de Tlacotalpan, Ver. Anónimo Casasola A - Archivo Casasola Casasola M - Felipe Teixidor A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola

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Mosaicos de viviendas tlacotalpeñas Partido de basquetbol en el Orange Parque Hidalgo de Tlacotalpan Feria en Tlacotalpan, Ver. Feria de Tlacotalpan, becerra al corral 2014 Park Club Casasola Casasola Casasola Tachiphoto Anónimo A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola A - Archivo Casasola

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p. 154 p. 155 Tlacotalpan Tlacotalpan notas y Bibliografía

notas 12 Humberto Aguirre Tinoco, “Teatro en Tlacotalpan, Veracruz. Prime- Nathal (coord.), Con el sello de agua. Ensayos históricos sobre Tlacotal- Peza, Juan de Dios, La lira de la patria, México, Eusebio Sánchez Edi- ra parte”, Tramoya, núm. 49, octubre-diciembre, 1996, p. 46. pan, México, Instituto Veracruzano de la Cultura/inah, 1991. tor, 1893. 1 Josefa Murillo, Obra poética, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1984, p. 70. 13 Ricardo Pérez Montfort, “La fruta madura (el fandango sotaventino Campos, José Ángel, “La arquitectura vernácula en México”, Cuader- Priego Medina, Carmen de los Ángeles, Manual tipológico de elementos 2 Son jarocho tomado del libro de Humberto Aguirre Tinoco, Sones de la del xix a la revolución)”, Secuencia, núm. 19, enero-abril, l991, p. 45. nos de Arquitectura Virreinal, núm. 4, mayo, 1987, pp. 26-33. arquitectónicos de Tlacotalpan, México, Conaculta/inah/Gobierno tierra y cantares jarochos, México, Premiá Editora, 1983, p. 21. A pro- 14 García Díaz, op. cit., pp. 35-36. En esta sección sigo básicamente la Carretero Pasín, Ángel Enrique, “Un acercamiento antropológico a lo del Estado de Veracruz, 2004. pósito de “La aguanieve”, Aguirre Tinoco comenta que ha sido llamado información de García Díaz (op. cit.) y de Leopoldo Alafita Méndez, imaginario”, Ágora. Papeles de Filosofía, vol. 22, núm. 1, Santiago Prieto, Valeria y Luis , “Mexican vernacular architecture and “la reina de los sones”, debido a que está dedicado al agua: “elemento Ricardo Corzo Ramírez y Olivia Domínguez Pérez, “Notas para una de Compostela, 2003, pp. 177-187. the spirit of place. case of study: Tlacotalpan”, 60th icomos General primordial de la naturaleza suministrador de dones de vida” (Idem.). historia Social. Tlacotalpan en la era del Liberalismo”, en Gema Lo- Eliade, Mircea, El simbolismo de las aguas, México, Biblioteca Era, Assembly and International Symposium: ‘Finding the spirit of place, 3 Gonzalo Aguirre Beltrán, Pobladores del Papaloapan: biografía de una zano y Nathal (coord.), Con el sello de agua. Ensayos históricos sobre 1972. Tomado de https://es.scribd.com/doc/ 20048991/Eliade- between the tangible and the intangible”, Quebec, Canadá, del 29 de hoya, 3ª ed., Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en An- Tlacotalpan, México, Instituto Veracruzano de la Cultura/inah, 1991. Mircea-El-Simbolismo-de-Las-Aguas. septiembre al 4 de octubre de 2008. Tomado de http://www.icomos. tropología Social/Gobierno del Estado de Veracruz, 2008, p. 258. 15 Beltrán Luchichí, op. cit., p. 40. Figueroa Hernández, Rafael, Son jarocho, México, Conaculta/Fonca, org/victoriafalls2003/papers/A3-1%20-20Valeria%20Prieto.pdf 4 Bernardo García Díaz, Tlacotalpan. Patrimonio de la humanidad, Mé- 16 Mucho debe este párrafo a la versada de don Guillermo Cházaro Lagos. 2007. Ramírez Vázquez, Aurelio, “Tlacotalpan, testimonio histórico arquitec- xico, Gobierno del Estado de Veracruz, 2001, p. 15. 17 Peza, op. cit., p. 268. –—, Rutilio Parroquín, Instituto Veracruzano de la Cultura/Gobierno tónico de un pueblo”, en Gema Lozano y Nathal (coord.), Con el 5 José Velasco Toro y Gustavo Ramos Pérez, “Agua: símbolo de vida y 18 Antonio García de León, Fandango. El ritual del mundo jarocho a tra- del Estado de Veracruz, 2005, sello de agua. Ensayos históricos sobre Tlacotalpan, México, Insti- muerte en el bajo Papaloapan”, en Luis A. Montero García, Israel vés de los siglos, México, Conaculta/Instituto Veracruzano de la Cultura/ Fossey, Patrick, “La lección de Tlacotalpan en el marco del estudio del tuto Veracruzano de la Cultura/inah, 1991. Sandré Osorio y José Velasco Toro (coords.), Mariposas en el agua. Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, 2006, p. 53. paisaje urbano”, Extensión, año 2, núm. 15, marzo, 1981, pp. 14-15. Rodríguez Beltrán, Cayetano (Onateyac), Pajarito, México, Eusebio Historia y simbolismo en el Papaloapan, Xalapa, Universidad Vera- 19 “El pájaro cú”, versos tomado del libro de Rafael Figueroa Hernández, García Díaz, Bernardo, Tlacotalpan. Patrimonio de la humanidad, Mé- Gómez de la Puente, México, 1908. cruzana/Cuerpo Académico Historia y Cultura, 2011, p. 24. Son jarocho, México, Conaculta/Fonca, 2007, p. 65. xico, Gobierno del Estado de Veracruz, 2001. –—, Perfiles del terruño, México, Talleres Araluce, 1902. 6 Son jarocho tomado del libro de Humberto Aguirre Tinoco, Sones de García de León, Antonio, Fandango. El ritual del mundo jarocho a tra- Thiébaut, Virgine, “Paisaje e identidad. El río Papaloapan, elemento la tierra y cantares jarochos, op. cit., p. 66. Bibliografía vés de los siglos, México, Conaculta/Instituto Veracruzano de la funcional y simbólico de los paisajes del Sotavento”, LiminaR. Estu- 7 Rafael Figueroa Hernández, Rutilio Parroquín, Instituto Veracruzano Cultura/Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, 2006. dios sociales y estadísticos, vol. 11, núm. 2, julio-diciembre, 2013. de la Cultura/Gobierno del Estado de Veracruz/Rumberos y Jaro- Aguirre Beltrán, Gonzalo, Pobladores del Papaloapan: biografía de una –—, “La isla de tres mundos”, La Jornada Semanal, núm. 93, México, Disponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665- chos, 2005, p. 69. hoya, 3ª ed., Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en 24 de marzo de 1991, pp. 39-44. 80272013000200006&script=sci_arttext. 8 Gonzalo Beltrán Luchichí, Poemas y cuentos, México, El Atajo Edicio- Antropología Social/Gobierno del Estado de Veracruz, 2008. Guadarrama Sosa, Adriana, La gestión del patrimonio cultural munici- Vargas Montero, Guadalupe, “Encantamiento, hechizo, alivios y seres nes, 2000, p. 39. –—, “Tlacotalpan: su génesis, significados y ubicación en el pantano”, pal: entre la teoría y la praxis. El caso de la ciudad de Tlacotalpan, sobrenaturales en los pueblos ribereños del Bajo Papaloapan”, en 9 La mayor parte de la información presentada aquí a propósito de la La Palabra y el Hombre, núm. 79, julio-septiembre, 1991, pp. 5-22. Veracruz, a partir de su declaratoria como patrimonio mundial de la Luis A. Montero García, Israel Sandré Osorio y José Velasco Toro traza urbana y la arquitectura tlacotalpeña está basada en el libro de Aguirre Tinoco, Humberto, “Teatro en Tlacotalpan, Veracruz. Primera , México, unam, 2013. (coords.), Mariposas en el agua. Historia y simbolismo en el Papa- Carmen de los Ángeles Priego Medina, Manual tipológico de ele- parte”, Tramoya, núm. 49, octubre-diciembre, 1996, pp. 42-52. Guerrero Baca, Luis Fernando, “Documentación de los rasgos tipológi- loapan, Xalapa, Universidad Veracruzana/Cuerpo Académico His- mentos arquitectónicos de Tlacotalpan, México, Conaculta/inah/ –—, Sones de la tierra y cantares jarochos, México, Premiá Editora, cos de Tlacotalpan, Veracruz”, Diseño y sociedad, núm. 11, invier- toria y Cultura, 2011, pp. 187-203. Gobierno del Estado de Veracruz, 2004. 1983. no, 2001. Velasco Toro, José y Gustavo Ramos Pérez, “Agua: símbolo de vida y 10 Juan de Dios Peza, La lira de la patria, México, Eusebio Sánchez Edi- Alafita Méndez, Leopoldo, Ricardo Corzo Ramírez y Olivia Domín- –—, “Tlacotalpan. Patrimonio Cultural de la Humanidad”, Bitácora, muerte en el bajo Papaloapan”, en Luis A. Montero García, Israel tor, 1893, p. 271. guez Pérez, “Notas para una historia Social. Tlacotalpan en la era núm. 2, 2000, pp. 44-49. Sandré Osorio y José Velasco Toro (coords.), Mariposas en el agua. 11 Cabe mencionar que debido a la estrecha amistad que Porfirio Díaz del Liberalismo”, en Gema Lozano y Nathal (coord.), Con el sello de Guzmán Ríos, Vicente, Perímetros del encuentro. Plazas y calles tlaco- Historia y simbolismo en el Papaloapan, Xalapa, Universidad Vera- tuviera con Juan de la Luz Enríquez, y más tarde con el cuñado de agua. Ensayos históricos sobre Tlacotalpan, México, Instituto Vera- talpeñas, México, uam, 2001. cruzana/Cuerpo Académico Historia y Cultura, 2011, pp. 21-45. éste, Donaciano Lara, Díaz se involucró en la producción azucarera cruzano de la Cultura/inah, 1991. Murillo, Josefa, Obra poética, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1984. –—, “Cosmovisión y deidades prehispánicas de la tierra y el agua en los y tanto por este motivo como por el hecho de buscar un retiro tras la Beltrán Luchichí, Gonzalo, Poemas y cuentos, México, El Atajo Edicio- Pérez Montfort, Ricardo, Tlacotalpan, la Virgen de la Candelaria y los pueblos del Papaloapan veracruzano”, La Palabra y el Hombre, derrota de la revuelta de la Noria, Porfirio Díaz vivió en distintas nes, 2000. sones, México, fce, 1996. núm. 129, enero-marzo, 2004, pp. 41-64. temporadas en Talcotalpan, donde nacerían sus hijos. Cfr. García Blázquez Domínguez, Carmen, “San Cristóbal de Tlacotalpan: postrimerías –—, “La fruta madura (el fandango sotaventino del XIX a la revolu- Yampolsky, Mariana y Elena Poniatowska, Tlacotalpan, Xalapa, Uni- Díaz, op. cit., p. 38. coloniales de una región sotaventina (1760-1800)”, en Gema Lozano y ción)”, Secuencia, núm. 19, enero-abril, l991, pp. 43-60. versidad Veracruzana/ Instituto Veracruzano de la Cultura, 1987.

p. 156 p. 157 Tlacotalpan Tlacotalpan AGRADECIMIENTOS

Beatriz Aguirre Beltrán, Luis Aguirre Beltrán, José Miguel Aguirre Villar, Manuela Aguirre Villar, Martha Aguirre Villar, Rossana Beverido Gómez, Ghislaine Bonnot, Mario Cruz Terán, Óscar Hernández Beltrán, Fototeca Nacional, Fototeca de Veracruz, Joel Garrita, Gema Lozano y Nathal, Jonathan Terriquez, Mayra Mendoza Avilés, Francisco Morán Hernández, Olga Nieva Aguirre, Mario Ortiz Rovirosa, Mercedes Ramírez Llaca, Pablo Villanueva Aguirre, Guillermo Villanueva González, Débora Vives Íñiguez y Canon mexicana.

p. 158 p. 159 Tlacotalpan La Perla del Papaloapan se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2014, en los talleres de Litoprocess de la ciudad de México. En su composición se utilizaron los tipos Linotype Didot de 6, 10.5, 32 y 135 puntos y Sabon de 8.5, 10.5 y 18 puntos. Se imprimió en papel couché Magnos satín mate de 150 gramos. El tiraje fue de 1 500 ejemplares.