ROQUE DALTON Para ascender al alba Roque Dalton

Para ascender al alba Antología poética

R Para ascender al alba Antología poética Roque Dalton

Primera edición impresa por el Ministerio de Educación, 2018 Primera edición digital por el Ministerio de Educación, 2020 © Fundación Roque Dalton, 2020 Imagen de cubierta: Roque Dalton, con el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, en la playa de Varadero, Cuba © Archivo de la Fundación Roque Dalton Diseño de cubierta: Diego Hermolina

Nayib Armando Bukele Ortez Comité Editorial del Ministerio de Educación Presidente de la República de El Salvador (hasta junio de 2019) Carlos Mauricio Canjura Linares, Félix Ulloa, h. Sandra Micaela Hernández, Sandra María Castillo, Vicepresidente de la República de El Salvador Hugo Higinio López, Carlos Rodríguez Rivas, Miguel Huezo Mixco Carla Evelyn Hananía de Varela Ministra de Educación Coordinación editorial Susana Reyes, Sandra Micaela Hernández, Ricardo Cardona Alvarenga Osvaldo Hernández Alas Viceministro de Educación Corrección crítica Wilfredo Alexander Granados Paz Ricardo Castrorrivas Director Nacional de Educación Media interino ad honorem (III Ciclo y Media) Diseño y diagramación Rocío de Los Ángeles Galicia Orellana, Carlos Rodríguez Rivas Jonathan Isaí Rivas Coordinador ad honorem del Instituto Nacional de Formación Docente Apoyo técnico: Hever Eduardo Mendoza, Francisco Antonio García, Oliver Romeo Morales, Francisco Méndez

Edición digital de circulación libre en el marco de la emergencia por la pandemia covid-19. Cualquier forma de reproducción requiere permiso previo del editor. Índice

Presentación ...... 11 Nota editorial ...... 13

Poemas tempranos ...... 15 Aída, fusilemos la noche ...... 17 Compañero perenne ...... 18 Pequeño canto para un estudiante chipriota ...... 19 Pregunta sin signos ...... 19 Respuesta ...... 20 Envío ...... 20 Hoy no puedo cantarte ...... 21 Tres poemas a la Patria ...... 22 ¿Desde dónde, Patria? ...... 22 Ya eso quedó atrás, Patria ...... 22 Patria ...... 23 Canto a nuestra posición ...... 24 El hermano negro ...... 27 Predicción y mandato ...... 28 Tu misión ...... 29 Cantos para el trabajador y el futuro ...... 30 I. Motivo ...... 30 II. ¿Dónde? ...... 31 III. El lugar ...... 32 IV. Entonces… ...... 33 V. La voz explicativa ...... 33 VI. El futuro ...... 34 Cuándo cantarte, Patria ...... 35 Perennidad pipil ...... 36 Propietario del alba ...... 37 Palabras ya dichas ...... 37 El ángel y la sed ...... 39 I ...... 39 II ...... 39 III ...... 40

La ventana en el rostro ...... 41 Estudio con algo de tedio ...... 43 Los locos ...... 44 Muertos ...... 45 Hora de la ceniza ...... 46 I ...... 46 II. El cínico ...... 47 III. Odiar el amor ...... 47 IV. Mi dolor ...... 48 V. Y sin embargo, amor...... 49 La ropa ...... 49 La poesía ...... 50 Mi caballo ...... 51 Días ...... 51 Pedimos ...... 52 Para la paz ...... 53 Antimatemática ...... 54 Mía junto a los pájaros ...... 55 I ...... 55 II ...... 56 Por qué escribimos ...... 57 Sueño lejos del tiempo ...... 58 Recuerdos ...... 59 Solidaridad ...... 60 Cuestión de corazón ...... 60 IV. Tierra de El Salvador ...... 61 El perseguido ...... 62 El turno del ofendido ...... 63 Me habéis golpeado azontando ...... 65 Lejos está mi patria ...... 65 Te amo ...... 67 Insomnio ...... 67 Yo veo ...... 68 María Tecún ...... 69 María Quezalapa ...... 70 I ...... 70 II ...... 71 Desnuda ...... 71 Arte poética ...... 72 Vieja con niño ...... 73 Las feas palabras ...... 74 Sobre las campanas ...... 74 Los derechos humanos ...... 75 Job ...... 75 I ...... 75 II ...... 75 El dulce hogar ...... 76 Por el ojo de la llave ...... 76 Hijo de puta ...... 77 El vecino ...... 77 El vanidoso ...... 78 Alta hora de la noche ...... 78 Megalomanía ...... 79 La aristocracia ...... 79 El general Martínez ...... 80 Madrigal ...... 80 Lo terrible ...... 80 Yo quería ...... 81 Los testimonios ...... 83 El brujo Juan Cunjama ...... 85 I ...... 85 II ...... 85 La zona de la llama ...... 86 La cruz ...... 87 Rito para que nazca una flor en la gran pirámide ...... 88 La raíz en el humo ...... 88 I. La tierra ...... 88 II. La vida ...... 89 III. Las emigraciones ...... 91 IV. El humo ...... 93 V. La pregunta ...... 94 Restauración del hombre por Quetzalcóatl ...... 98 El tlamatini ...... 101 Al maíz ...... 103 I ...... 103 II ...... 104 Terreno mortal ...... 105 Tata ...... 106 La Carreta Chillona ...... 106 La Siguanaba ...... 107 El Cipitín ...... 108

Textos y poemas muy personales ...... 109 III. A. A...... 111 VI. Centroamérica comparada ...... 113 XII. La raza de la piedra ...... 114 XIV. Diario inconcluso ...... 114 XVI. Confesiones ...... 115 XVII ...... 116 XX. Talepate ...... 117 XXI. Doméstica (19…) ...... 118

Los pequeños infiernos ...... 119 Mediana edad ...... 121 Hora cero ...... 121 Sobresalto ...... 122 El exilio ...... 123 Descubrimiento del Guernica ...... 124 Perdido ...... 124 Él pasa por una fábrica ...... 125 Sueño ...... 125 Diciembre ...... 126 Para cuando la muerte… ...... 127 El hijo pródigo ...... 127 IV ...... 127 XV. Los inmortales ...... 129

Doradas cenizas del fénix ...... 131 Soñar la mesa ...... 133 Asalto general ...... 135

Taberna y otros lugares ...... 137 Americalatina ...... 139 27 años ...... 139 El descanso del guerrero ...... 139 Temores ...... 140 El gran despecho ...... 141 El alma nacional ...... 141 O. E. A...... 142 Buscándome líos ...... 142 Atardecer ...... 143 Sobre dolores de cabeza ...... 143 La mañana que conocí a mi padre ...... 144 Los jóvenes ...... 146 50 aniversario ...... 147 Después de la bomba atómica ...... 147 Historia de un amor ...... 148 II. Escrito en una servilleta ...... 148

El amor me cae más mal que la primavera . . . . . 149 El amor ...... 151 Hablar y no hablar contigo ...... 151 Mujer inteligente se aproxima ...... 151 Lo que falta ...... 153 Guerra ...... 153 Epigrama ...... 154 Verte desnuda ...... 154 Siempre ...... 155 Hasta luego ...... 155

Un libro levemente odioso ...... 157 Ars poética 1970 ...... 159 Saudade ...... 159 Minipoemas para visualizar ...... 160 I. El azar ...... 160 II. Dios ...... 160 III. Esfera ...... 160 I V. Ya ...... 160 V. Muchacha cubana en un comedor estudiantil ...... 161 VI. La nueva generación ...... 161 VII. Actualidades culturales de esta semana ...... 161 VIII. Primera plana ...... 161 IX. Sabia que es la historia ...... 161 X. Metasemántica ...... 162 XI. El talento ...... 162 XII. Fajín de segunda edición ...... 162 XIII. Poeta soñoliento… ...... 162 XIV. Más bien presumidillo ...... 162 XV. Para la historia ...... 162 XVI. Desperdicios ...... 163 XVII. Latinoamérica en la década de los setenta ...... 163 Poemas católicos ...... 163 IV. Católicos y comunistas en América Latina: algunos aspectos actuales del problema ...... 163 Conversación tensa ...... 163 Paráfrasis ...... 164 No, no siempre fui tan feo ...... 164

Las historias prohibidas del Pulgarcito ...... 167 Antología de poetas salvadoreños (I) ...... 169 Tiáhuit Tzuntzunat ...... 169 Vamos a Sonsonate ...... 169 Dos poemas sobre nuestro más famoso escritor ...... 170 I. El salvadoreño-nicaragüense ...... 170 II. El año de Gavidia ...... 170 Todos ...... 171 Poema vegetal ...... 172 VI. Epitafio ...... 172 Larga vida o buena muerte para Salarrué ...... 174 Mi más hondo anhelo ...... 176 Ganarás el pan con el sudor de tu frente ...... 177 II. El sudor de la frente ...... 177 La guerra es la continuación de la política por otros medios y la política es solamente la economía quintaesenciada . . . . . 180 IX . Poema de amor ...... 180 XXXVI . Reflexión ...... 181 Un libro rojo para Lenin ...... 183 15. Tomar el poder (y el leninismo) por las hojas ...... 185 17. En una biblioteca de Pekín, mirando símbolos caligráficos chinos, ubico poemas leninistas ...... 185 I. Revolución ...... 186 Revolución ...... 186 II ...... 186 III. Revolucionario ...... 186 IV. Necios. Pérfidos ...... 186 53. La patria ...... 187

Historias y poemas de una lucha de clases ...... 189 Sobre nuestra moral poética ...... 191 Tercer poema de amor ...... 191 Los policías y los guardias ...... 191 Arte poética 1974 ...... 194 Como la siempreviva ...... 194 Como tú ...... 195 Atalaya ...... 196 Ultraizquierdistas ...... 196 Profecía sobre los profetas ...... 201 Acta ...... 203 La pequeña burguesía ...... 204 La gran burguesía ...... 204 Historia de una poética ...... 207 El Salvador será ...... 209

Biografía ...... 211 Presentación

La literatura, ese vehículo capaz de transportarnos en el tiempo y en el espacio, constituye una de las mejores opciones para cultivar el espíritu, acrecentar el capital cultural y practicar el ocio positivo. En cualquier circunstancia, pero sobre todo en tiempos de como el que súbitamente hemos tenido que afrontar ahora que la inminente amenaza del covid-19 nos ha obligado a permanecer puertas adentro, la lectura es un sabio ejercicio de esperanza y buen ánimo, de fe y certeza en el porvenir. Esta razón nos ha movido, como Ministerio de Educación, a acercar a toda la población salvadoreña, y con especial cariño a la comunidad educativa, la palabra esclarecedora y contundente de Roque Dalton, nuestro poeta mayor, símbolo de coherencia intelectual, estatura humana y alegría por la vida, embajador de la idiosincrasia salvadoreña, «interpelador» irónico y crítico infatigable. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a Dalton y a la Fundación Roque Dalton por permitir la difusión libre de tres de las obras más significativas de nuestro autor, la antología poética Para ascender al alba, el poema-collage Las historias prohibidas del Pulgarcito y la novela Pobrecito poeta que era yo, que estarán disponibles de manera virtual durante el periodo de confinamiento domiciliar por la pandemia covid-19. Es nuestro mayor deseo que las familias salvadoreñas aprovechen positivamente las circunstancias adversas y compartan el placer de la lectura de este y otros libros durante este tiempo en el que la mejor decisión es quedarse en casa.

Carla Hananía de Varela Ministra de Educación

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Nota editorial

La selección de poemas que ahora presentamos ha sido tomada de trece títulos de la producción de Roque Dalton: Poemas tempranos, La ventana en el rostro, El turno del ofendido, Los testimonios, Textos y poemas muy personales, Los pequeños infiernos, Doradas cenizas del fénix, Taberna y otros lugares, El amor me cae más mal que la primavera, Un libro levemente odioso, Las historias prohibidas del Pulgarcito, Un libro rojo para Lenin e Historias y poemas de una lucha de clases; de acuerdo con lo recibido por parte de los herederos del autor. Para la selección de los poemas de este título, el Comité Editorial del Ministerio de Educación realizó un proceso de consulta con docentes especialistas de Ciencias Sociales y de Lenguaje y Literatura de tercer ciclo de Educación Básica y de Educación Media, certificados por el Plan Nacional de Formación de Docentes en Servicio, así como con referentes técnicos de los diferentes niveles y modalidades educativas del Ministerio de Educación. La selección se basó tanto en criterios técnicos y pedagógicos, como en los valores estéticos, la expresión de sentimientos y emociones, las reflexiones del autor sobre su vida, la época histórica y los conflictos de la sociedad en que le tocó vivir. Temas como la identidad nacional, el amor, la patria, la poesía, la vida y los ideales de nación en los que creyó, así como las características estético-literarias que hacen de la obra de Roque Dalton un antes y un después en las letras nacionales y latinoamericanas se ven reflejados en esta selección. Todo con el propósito de provocar en los estudiantes del sistema educativo un gusto por la lectura y una valoración de la literatura nacional, y formarlos como personas conscientes y sensibles cuyas competencias ciudadanas y productivas los conviertan en hacedores de una cultura de paz.

13 Dejamos, pues, a disposición de los estudiantes de tercer ciclo de Educación Básica y de Educación Media, en particular, y de la población salvadoreña, en general, una muestra representativa de la poesía de uno de los escritores más prolíficos de El Salvador, cuya trascendencia va más allá de las fronteras patrias.

Comité Editorial

14 Poemas tempranos Poemas tempranos

Este título agrupa los textos publicados por Roque Dalton en diferentes medios periodísticos y revistas entre los años 1956 y 1959. El título de esta recopilación fue acuñado por Rafael Lara Martínez para No pronuncies mi nombre. Poesía completa, tomos I, II y III de la colección Orígenes, publicación de la Dirección de Publicaciones e Impresos, en 2005. Aída, fusilemos la noche

Aída, fusilemos la noche y la terrible miseria colectiva. Aquí tenemos estas cuatro manos y tenemos mi voz. Nos respaldan tus ojos y tu suave manera de ir queriéndome. Nos respalda esa sangre proyectada hasta el cuerpo del hijo. Nos respalda esta atmósfera este pan cotidiano y estas cuatro paredes que tutelan los besos. Rompamos, Aída, esta tormenta amarga. Hay que construir pañuelos con luceros para secar las lágrimas del hombre. Hay que llevar al niño a su música antigua. Hay que volver a fabricar muñecas y hay que sembrar maíz en las ciudades. Hay que dinamitar los rascacielos y dar lugar para que ascienda el trigo. Hay que hacer instrumentos de labranza con los buses urbanos. Aída, fusilemos la noche y esa horrible bandera. Aída, fusilemos la noche y los negros cañones y las bombas atómicas; fusilemos el odio y la terrible miseria colectiva.

Poemas tempranos 17 Compañero perenne

A Miguel Ángel Alfaro Hoy somos menos para edificar sonrisas. Menos para rodear la altura de las noches con palabras alegres; menos para ejercer esfuerzos para ser más totales. Hoy somos menos para soportar lo amargo de los días indóciles, menos para romper los muros asfixiantes y soltar a los pasajeros; hoy somos menos ante la miseria, hoy somos menos para asesinar el hambre.

Compañero perenne: que no decaiga tu corola limpia porque somos menos, es el gran sin embargo de la visión futura, porque si somos menos, tu aliento proyectado nos va a construir más grandes. Te has ido con tu rosa y con tu frente intactas, con tu visible anatomía rota con nuestro compromiso en gestación esperanzado.

Siempre estuvimos juntos: registrando con piedras los vientres de los árboles, soñando en las esquinas con futuros más francos, coleccionando novias incompletas y mujeres sin sueños de sexos prolongados hasta el alma, mintiendo en los hogares los domingos acerca de la misa no escuchada, bebiendo la alegría de las camisas nuevas

18 Para ascender al alba estableciendo la palabra joven en cien bares inhóspitos, estructurando hermanos cada día y sobre todo manteniendo la llama del amor a la vida. (Y es que amar a la vida es odiar la miseria, asesinar el hambre y libertar a los pájaros; es soportar con esperanza la amargura y mientras tanto dinamitar los muros asfixiantes; es amar al amor universal y caminar alegres con los ojos abiertos.)

Compañero perenne: aquí estamos juntos los que te hemos querido. Aquí estamos de pie.

Pequeño canto para un estudiante chipriota

Pregunta sin signos Hermano lejano. Hay deseos de piedra que agigantan los pechos. Hoy me ha picado el alma y he revisado humanamente mi tamaño. No sé si es que me faltan contraseñas o desde mis pulmones, mil puños reclamantes persiguen mi garganta, no sé si este olor de mi camisa nueva e inesforzadamente suntuosa; o este ir al cine cotidiano

Poemas tempranos 19 o este leer periódicos imbéciles o este amar desde mi puerta a todas las chicas que transitan respirando manzanas, o este ir al café con los amigos metidos en seguros pantalones o este tiempo caluroso lleno de moscas asaltantes. No sé, no sé absolutamente, pero hay un algo en mí carente de algo.

Respuesta Tiene que ser tu lucha lo que falta. Tiene que ser tu lucha de pedradas contra oscuros cañones y fusiles británicos de hielo. Tiene que ser tu lucha de delicadas manos convertidas en alicates ácidos para romper cadenas. Tiene que ser tu lucha de trincheras de libros y barricadas fuertes construidas con tormentas, y lápices, y códigos, y brillantes compases y gabachas. Tiene que ser tu lucha lo que falta.

Envío Yo te saludo, compañero, constructor de amplísimos futuros. Desde aquí voy contigo, ahí va mi canto fuerte y mi garganta; ahí va mi impulso, mi calor, mi mano. Ahí van mis huesos y mis venas largas; mi revisado porte, mi total bandera. Ahí va mi amor. Ahí va mi piedra tuya.

20 Para ascender al alba Hoy no puedo cantarte

Te he de cantar mañana cuando tenga tiempo y no asesinen con rápidos puñales a las gargantas telúricas en todos los caminos; cuando puedan los hombres ir sin el drama inquieto de ser pájaros solos en los parques horrísonos; cuando devuelvan a cada firmamento su palidez de azúcar marinera y su apariencia de agua musical tranquila; cuando nos dejen bailar en todos los lugares y se amarre a la tierra el canto libertad de paz presente; cuando ya tengan los muchachos horas libres para ir por las avenidas despreocupadamente, con el puño escondido, silbando tonterías. Te he de cantar entonces, mujer marginada necesariamente, porque mientras recorra las barriadas nocturnas ese viento frío cantando epidemias y se agiganten las tormentas amargas sobre los países y los automóviles, sobre las fábricas y las amapolas, sobre los borrachos y las plazas públicas, sobre los burdeles y las soleadas escuelas infantiles y queden las gangrenas acercándose siempre a los jardines, mi voz solo valdrá contándole a los hijos esta aritmética de dolor vivísimo, solo valdrá dinamitando vendas, asesinando prejuiciales palabras, entronizando asfaltos en las vidas. Te he de cantar hasta mañana, amor, cuando tenga tiempo.

Poemas tempranos 21 Tres poemas a la Patria

¿Desde dónde, Patria? Desde todo principio. Desde las eternas luchas populares, desde el pan expropiado, desde cada cicatriz admonitoria, desde todos los puños impetuosos y del fondo del grito y las montañas, nos persigue, Patria, hasta el final de siempre lo inmenso de tu imagen compromiso. Hemos visto tu rostro y tus cadenas: Te nos has hecho un agitado dolor obligatorio. (Ya han volado los sueños de los días antiguos. Ya no hay otra esperanza que incendiar cada noche.)

Y nos han complicado, Patria, en tu futuro: desde estos pasos nuevos, desde todas las celdas probatorias, desde la raíz de nuestros juramentos, de más de alguna imagen nuestra escarnecida, desde cada hijo enfermo inimportante, desde cada sollozo masticado por nuestra esencia última, hemos de hacerle propaganda a tu mañana.

Ya eso quedó atrás, Patria Patria, tremenda vena, encumbrada ilusión, domingo mío: te siento desandar para ir de frente fue mi pálida acción preterizada, mi incertidumbre regresar sin atenuantes,

22 Para ascender al alba tal fue mi posición, tal fue mi nube. Todo ese orín es muerto. Toda esa podredumbre, las mil piezas de un antiguo dolor prefabricado y sordo, toda esa sensación de ser gusano, de tener negra la tos y el firmamento, legislativo el hábito y la sombra como excusa final para el regreso, Patria, todo ese orín es muerto. Eres ahora ruta apresurada, acicate veloz, ansia violenta. (Hoy me he vuelto a parir y como un viento te llevo aprisionada entre mis ropas.)

Patria Patria, bandera insomne, voz de amor arterial, piedra inviolable: quiero anidarme totalmente en tu garganta, quiero hacer de tus ojos dos cuchillos de luz para mi lucha, quiero buscar mil sangres en cada sobresalto de tu ancestral columna de vergüenza, quiero fundir mi sangre y tu fisonomía, quiero beber tus mármoles violentos, quiero evitar en tus sandalias las impuras manchas de antiguos lodos arrojados. Patria, espada purísima, aurora concebida en las trincheras: quiero hacer de este amor un centinela que tenga el corazón por fortaleza, quiero hacer de mi lucha una rutina y del darte la sangre mi futuro. Quiero con letras rojas escribir tu nombre en los muros del viento las veces necesarias para que todos tus hijos agonicen

Poemas tempranos 23 haciendo palpitar tu santa levadura. Patria, mi madre agraria, mi amor inigualado mi destino vital, ¡mi única causa!

De «Presencia de la Patria».

Canto a nuestra posición

A Otto René Castillo Nos preguntan los poetas de aterradores bigotes, los académicos polvorientos, afines de las arañas, los nuevos escritores asalariados, que suspiran porque la metafísica de los caracoles les cubra la impudicia:

¿Qué hacéis vosotros de nuestra poesía azucarada y virgen? ¿Qué, del suspiro atroz y los cisnes purísimos? ¿Qué, de la rosa solitaria, del abstracto viento? ¿En qué grupo os clasificaremos? ¿En qué lugar os encasillaremos? Y no decimos nada. Y no decimos nada. Y no decimos nada.

Porque aunque no digamos nada, los poetas de hoy estamos en un lugar exacto: estamos en el lugar en que se nos obliga a establecer el grito. (Ah, ¡cómo me dan risa los antiguos poetas empecinados en vendarse los ojos y en embadurnar de pétalos y de pajarillos famélicos la giba del dolor anonadante que se encarama sólida

24 Para ascender al alba encima del hombro positivo universal desde el primer amanecer y el primer viento, y que se olvidaron del hombre!) Estamos en el lugar exacto que la noche precisa para ascender al alba. (Muchos poetas inclinaron sus insomnios antiguos sobre la fácil almohada azul de la tristeza. Construyeron ciudades y astros y universos sobre la anatomía mediocre de un nido de muñecas cristalinas y exiliaron la voz elemental hasta planos altísimos, desnudos de la raíz vital y la esperanza. Pero se olvidaron del hombre.) Estamos en el lugar donde se gesta definitivamente la alegría total que se atará a la tierra. (Ay, poetas, ¿cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y oscuros desperdicios de vida sin estrellas? Gritasteis alegría sobre un hacinamiento de cadáveres, cantasteis al plumaje regalón y a las ciudades ciegas, a toda suerte de tísicas amantes. Pero os olvidasteis del hombre.) Estamos en el lugar donde comienza el astillero que va a inundar los mares con sonrisas lanzadas.

Poemas tempranos 25 (Ay, poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre lleno de hormigas y definitivamente sin pan, que os olvidasteis de los niños enfermos sin juguetes, que os olvidasteis del modo de tragar de las más negras minas, que os olvidasteis de la noche de estreno de las prostitutas, que os olvidasteis de los choferes de taxis vertiginosos, de los ferrocarrileros de los obreros de los andamios, de las represiones asesinantes contra el que pide pan para que no se le mueran de tedio los dientes en la boca, que os olvidasteis de todos los esclavos del mundo, ay, poetas, ¡cómo me duelen vuestras estaturas inútiles!)

Estamos en el lugar en que se encuentra el hombre, en el lugar en que se asesina al hombre, en el lugar en que los pozos más negros se sumergen en el hombre. Estamos con el hombre porque antes, muchísimo antes que poetas

26 Para ascender al alba somos hombres. Estamos con el pueblo porque antes, muchísimo antes que cotorros alimentados, somos pueblo. ¡Estamos con una rosa roja entre las manos arrancada del pecho para ofrecerla al hombre! ¡Estamos con una rosa roja entre las manos arrancada del pecho para ofrecerla al Pueblo!

Diario Latino, 29 de diciembre de 1956.

El hermano negro

Yo también soy América. Langston Hughes Estoy desde mi abrazo queriendo apuñalar los ojos sordos de tu dolor de siglos y cadenas. Mi amor por ti, lo siento de ese modo, he venido desde la azucena del vientre de mi madre encadenado a mí. (Siento el amor amor rondando persistente mis paladares rojos: un gusto a coco bronco, un olor a trabajo sudoroso, una camisa eléctrica esencialmente trópico, un apretón calloso de tus manos de piña, tu corazón caimito sangrando mieles amplias sobre estos ángulos de hueso y de poemas. Tu cariño dental alborozado. Tu gran nomenclatura de palabras, tus costillas de jungla,

Poemas tempranos 27 tu paisaje definitivamente al lado de nosotros.) Hermano negro. Grande como el amor de una montaña. Profundo como el beso de luz de nuestras lunas llenas marineras. Dadme tu mano. Dadme tu alto cariño, tu dulzor de mango. Yo te daré mi voz. Mi altiva canción áspera. Mi grito huracanado contra el odio, mi lucha denodada, mi esperanza fuerte.

Predicción y mandato

Un día llegarán hasta tu orilla muchas bocas con sombra. Germinaciones torvas aplastadas bajo el peso infinito de podridas estirpes pretenderán hablar como la muerte de un joven estandarte en tu recuerdo. (¿Abogará por mí siquiera un beso?) Un día llegarán con ácidos presagios, con la palabra exangüe y sin embargo con una precursión de duda hacia la parte más amante de tu dulce costado. Un día llegarán con todos los cuchillos a decorar mi indócil estatura de heridas panorámicas y a conspirar contra mi torre con la complicidad de tus credulidades. (¿Abogará por mí siquiera un beso?) Un día llegarán desde los odios, desde la protegida y sucia tranquilidad de las lujurias clericales,

28 Para ascender al alba desde el asesinar inacabado, desde la rubia inmolación, desde el estiércol ciego a interpelar tu amor por mi estatura. (¿Abogará por mí siquiera un beso?) Yo te convoco a amarme. A amarme aun cuando mi voz perenne y su postura vegetal y su alegría verde caiga bajo las piedras vertical e invencible. A amarme aun cuando a mi júbilo concreto lo ahoguen las tormentas necesarias. A amarme aun cuando los hombres pongan antisépticas cruces sobre mi nombre herido A amarme aun cuando las repentinas flores rojas se eternicen abiertas como emblemas en mi pecho inconcluso. A amarme aun detrás de los gusanos. A amarme aun ante el abrazo de mis huesos.

Tribuna Libre, 9 de marzo de 1958.

Tu misión

Abro mi anatomía primitiva para que me fecunde tu sonrisa. Amor, amor, ¿qué me sucede cuando substituyes la vibración nupcial que me despierta? Encomiendo a tu cuerpo, a tus secretos dones adversarios, a tu manera de mirarme,

Poemas tempranos 29 a tu brutal huida, a tu tenaz ofrecimiento inacabado, a tus ansias de amar que me adivinan como un soldado atónito encomiendo a tu sangre apresurada; a tu total medida que me deja el abrazo sin lugares, encomiendo encomiendo a tu beso todo mi amanecer futuro y mi sonrisa, todo mi amar al hombre colectivo toda mi floración de fuego que combate mi lugar en la cumbre indispensable y mi altiva raíz. Todo te lo encomiendo.

Cantos para el trabajador y el futuro

A ti que gritas: destruiremos, destruiremos, destrozando la noche desde las cornisas empapadas en sangre, yo que mantengo en alto mi alma terrible, lanzo un desafío. Vladimir Mayakovsky I Motivo Todo trabajo tiene un eco de palomas. La vida es sólo paz con agregados. ¿Por qué esta situación entonces? ¿Este odio sordo negador de la verdad más clara? No pueden ser mis ojos, no soy yo. No pueden ser mis aprehensiones, no soy yo. No soy yo, no soy yo.

30 Para ascender al alba Como un triste animal ensimismado me he puesto a valorar exactitudes. El hombre puede ver. (Es indudable que has sido tú, distinta de mis piernas, la que ayer se abrazaba a mi deseo.) El hombre puede ver. Ha visto mucho con los ojos cerrados en silencio. ¿Por qué esta situación entonces, esta total inercia, esta postura horizontal del corazón del mundo? Digamos basta de una vez y coloquemos la verdad en la ruta. Todo trabajo tiene un eco de palomas. La vida es solo paz con agregados.

II ¿Dónde? ¿Donde será el lugar? ¿Qué páramo brillante recibirá la dicha como un nido teiforme? Hombres, suelos, batallas, volcánicos acendros sin fin, raza constante; oráculo de espuma descubierto, estepas ubicadas como el pan vientre inconsultamente atroz: ¿Dónde el lugar? ¿Y dónde el inmutable espacio definido que empezará a cantar eternamente? ¿Dónde se abrazarán los besos musicalmente alegres? ¿Dónde nacerá el hombre del hombre liberado del hombre? ¿Dónde aparecerá la vida de la vida la muerte de la muerte? ¿Dónde? ¿Dónde será el lugar?

Poemas tempranos 31 III El lugar Hoy me falta la voz, espacio puro, por pequeña y por pobre. Pido a las hoscas luchas, a la gigante conjunción de todos los orígenes a la violencia intacta de nuestros meridianos deparada para alumbrar un día futural como una flor incandescente; pido a todo lo que de generoso tiene la convivencia de los universos, al escarlata amor de las distancias conquistadas, a los caminos levantados como enhiesta promesa sin designios; pido a la amalgama sindical de los océanos a lo más esencial de las montañas salpicadas por el inmerecido acercamiento de la sangre; pido a la noche a la profunda arteria iconoclasta que levanta a los héroes a lo más simple y más tremendo de la vida, de las flores, de nuestro amanecer y nuestras perspectivas, pido, pido otra voz por hoy, la desbordada fuerza de nueva miel que tiene la esperanza para cantarle a esta concentración de corazones rojos, a esta ancha mano indoblegable, a esta construcción multiplicada con la que marcharé resucitado hasta la vida.

32 Para ascender al alba IV Entonces… Entonces ya no habrá fantasmas aplastando las flores. Los panes liberados colocarán en todos los lugares su estela parecida a la canción de un sol. La dicha respirable ya estará derramando sus guijarros enormes de aromas conseguidos sobre la curvatura existencial del mundo. Y el ciervo gris y la paloma, y la pradera gris y tú, y Dios y los acantilados, y yo y las siluetas de los ríos alegres, y la luz y nosotros, y la alegre muchacha con sus tibios pezones de ciruela y la altitud del ser y la materia sonreirán al hombre con la nueva cara del colectivo amor.

V La voz explicativa

(Arte poética) No nos equivoquemos, compañero. Yo amo la rosa amarga, la comunicación tonal del pájaro tranquilo, el viento que me lleva de la mano, el río que se quiebra sobre la pétrea veleidad de un bosque, la demanda de amor de un mar que ruge. Amo las sábanas fecundas donde construyo alegre sexuales universos, los abstractos cabellos que beso como lirios nocturnamente solos, la compañera piel del vientre que soporta

Poemas tempranos 33 mi cuerpo incontenido, la lluvia, la garganta, el perro, la tiniebla. Todo eso amo. Mas cuando se entroniza en mi horizonte una perenne negación del gran futuro y me amarran los curas con blancos billetitos, con hostias de colores los magnates, y me escupen, y me explotan, y me hunden en oscuros hemisferios el alma en que guardaba mi cariño, no puedo embadurnarme las palabras con luceros silvestres, ni establecer rosada la sonrisa donde no cabe más que la protesta.

VI El futuro Tal vez ya no estaré frente a los vientos. (No lo puedo decir sin que me tiemble la flor de la sonrisa.) Tal vez se habrá extraviado mi figura y ya mi pecho erecto será espacio de ascendientes raíces. Tal vez ya no estaré, tal vez ya estaré muerto. Mas cuando llegue, cuando fructifique, cuando estalle la dicha y esparza sus dinámicos retoños por el mundo, mi voz, mi altura y yo volveremos a ser, porque sobre mis huesos navegarán alegres los pasos conquistados como nuevos bajeles.

San Salvador, febrero de 1957.

34 Para ascender al alba Cuándo cantarte, Patria

Cuando la patria nace antiguamente como la preferida estrella que se mece junto al misterio azul del grito primogénito cuando la patria permanece intacta desde el raudal de sangre con que nos parieron, cuando la patria inexpresable canta desde el amurallado hueso que oponemos al aire, cuando la patria de aurorales árboles, de rojo barro partidario del hombre, de volcanes bramando como la universal unión de las reclamaciones, alza su diccionario y martirologio desde nuestra garganta denunciada, cuando la patria es ese prisma puro que nos señala la única posibilidad de amar, entonces, es que desde las geologías interiores surge la clara voz del alba, la profética traída a cuentas del futuro y su música.

Porque es la patria punto de partida, básica piedra tumultuaria extendiéndose, savia y semilla de la floresta cantadora del hombre, misiva leal hacia aglomeraciones fraternas y ecuménicas.

Así nos surge el canto Y la patria renace junto a cada palabra…

Poemas tempranos 35 Perennidad pipil

Entonces fue la selva el panorama, la agrupación de agrestes valladares vivientes, el tiempo rectilíneo pudriendo sus serenas permanencias de olvido entre las hojas húmedas vencidas, las raíces sin luz y el esqueleto del leopardo.

El hombre hizo cadáveres, particulares dioses, y estableció el maíz como un orden cereal.

Para no ser inconsonante con el volcán y el sol, Tutecotzimit planteó la vida como una diaria sed o un puño vigilante:

«Es un pueblo creciente, sin fragores inútiles: la colmena y el pez: corpóreas donaciones; el arado repite su agrícola milagro, su limpidez sinfónica rescata la madera. La obsidiana y el fuego se cazan como pájaros. La noche adicta al alba concentra alegremente sus latidos oscuros; el tabaco, el ocote, el insólito añil, logran su primitiva fiesta de marea aliciente. La esmeralda, inconclusa como lágrima viva, quema su agua compacta, su incorruptible estirpe de mínima laguna.

Por sobre la mortal tenacidad de las guerras, el pálido estandarte de las epidemias y el odio, la traición ponzoñosa de la serpiente y las hechicerías, la muerte y sus escamas idolátricas, se avanza con los días silábicos y rápidos

36 Para ascender al alba hacia la limpia arquitectura de una nueva y feraz cosmogonía.»

Allí quedó la voz como camino.

El fruto será bello.

Propietario del alba

Se me sube la paz a la garganta para estallarme en altos palomares, para estallarme en todo lo que canta como dios especial, sin luz ni altares.

Se me sube la paz y la recibo casi eléctricamente, con perfiles de una roja ansiedad. (Alado vivo y alado he de vivir junto a los miles de anónimos gigantes por la vida, de altas figuraciones del futuro, pioneros de la dicha establecida.)

Y pues tengo la paz, la paz me crece con un grito ancestral, árbol oscuro que no cae, ni tiembla, ni enmudece….

Palabras ya dichas

Tomadlo todo. Lleváoslo todo, Arrebatadlo todo, soberbios animales de fisiológicas argumentaciones, ilimitados amantes del jazz-band, cretinos

Poemas tempranos 37 maravillosamente alimentados y cubiertos, eléctricos diletantes de parroquia en pos de aplauso viciosillos innombrables ávidos de mujer y de salvar el alma a toda costa, profesores de gélida corbata y bolsa llena que discurseáis sobre la bondad del clero sin vomitar, desde el más hondo y traicionado de vuestros cementerios, canallas de cocktail, pulcrísimos postgraduados del odio, maniquíes ausentes, atildados exaltadores de la indiferencia y los puñales. Tomadlo todo. Lleváoslo todo. Arrebatadlo todo.

Está el parque dominical con sus mendigos, están los mantillones de España, los autos deportivos, la simple virginidad de las empleadas, las misas soportadas sin chistar, la homosexualidad azul poblada de divanes y versos de Hans Arp, las borracheras absolutamente idénticas y trágicas, los bares exclusivos, el aprecio laurélico de los viejos maestros taumaturgos que interminable y seriamente cantan floridas loas a vuestra sólida normalidad. Está también el porvenir gerente, el vital doctorarse hasta más no poder, el matrimonio justo sin desfloraciones pero abundante en lámparas y anillos de brillantes bendecidos; está la vejez blanca, el pasaporte blanco para llegar a Dios sin aduanales molestias. ¿Qué más queréis? Decid, vociferad: ¿Qué más queréis? Tanto que soy os dono la montaña, su recipiente espacio y su árbol.

38 Para ascender al alba Tomadlo todo, os digo. Lleváoslo todo. Arrebatadlo todo.

Dejadme solamente la esperanza que escojo.

El ángel y la sed

Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte. Vicente Aleixandre

I Tus pasos y otra ruta. Mi corazón estático. Mis detenidos pasos sobre mi corazón estático. ¿Qué más para el dolor corporizado acompañando la profunda sal de mis impulsos? No somos ya el hermoso ayer ni la total entrega...

II He llorado por hombre y por la lejana pureza de tus labios. Dulce la tarde nueva de amanecer sin ti, mas con tu luz y tu temblor entre la algarabía silenciosa de mis manos, dulce la soledad en que te invoca mi alma dulce la clara fiebre que deshojo, dulce, amada, la lágrima, han constituido para mis tormentas la piedra soportal y el agua fresca, y el desnudo puñal

Poemas tempranos 39 y tigre hambriento destruyendo la flor que no renace en mi pecho. Viña del Mar ¿recuerdas? El mar helado y negro, el viento y sus caballos asesinando el alba y el pequeño silencio de la vida en esa arena pura y los dos besos últimos. ¿Por qué no he de llorarte, segadora de mi ansia, ola total del insurrecto mar que desperdicio, desde el árbol de sangre con que ahora camino?

III Ven desde tu ribera renacida, hija de tus cabellos y las rocas, ven desde tus dolores compartidos, ven desde tus nevadas influencias, ven desde el verbo nuevo que me diste, desde el grito olvidado que enarbolas, desde el ritmo glacial que has desterrado. Ven a mi corazón, ven a mi pólvora, ven a la limpia carne a la que fuimos completos como el agua, ven a esta adolescencia que he parido de nuevo, ven, furiosa, a mi sed, a la gigante espuma del pecho naufragado que me vence.

40 Para ascender al alba La ventana en el rostro Poemas tempranos 41 La ventana en el rostro

Es el primer poemario publicado por Roque Dalton en México por Ediciones de Andrea en 1961. El contenido del libro es un resumen de las vivencias personales del poeta. En 1957 viaja a Moscú como invitado al VI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, donde participa en varios eventos culturales. En diciembre de 1959, luego de un abucheo colectivo en contra del presidente José María Lemus, Roque es detenido, acusado de sedición y conspiración, y es condenado a muerte. Cuatro días antes de ser ejecutada esta sentencia, gracias a un golpe de Estado que derrocó al presidente Lemus, el poeta es liberado el 26 de octubre de 1960. Tres meses después, es capturado nuevamente. En febrero de 1961 es expulsado hacia México, donde inicia estudios de Antropología y continúa sus labores literarias. Estudio con algo de tedio

Clov: —Llora... Hamm: —Luego, vive. De Fin de partida, de Beckett. Tengo quince años y lloro por las noches.

Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar y que antes bien hay otras cosas en el mundo más apropiadas para decir cantando.

Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez y me he quedado desnudo en mis habitaciones para sorber la tarde hecha minúsculos pedazos por el reloj.

Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear. No hay nadie a quien dejar piadosamente perdonado. Está uno y su cara. Uno y su cara de santón farsante. Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca, el gesto que escondemos todo el día, el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos el día en que lo sepan todo las buenas gentes y nos retiren el amor y el saludo hasta los pájaros. Tengo quince años de cansarme y lloro por las noches para fingir que vivo. En ocasiones, cansado de las lágrimas, hasta sueño que vivo.

Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.

Os habla, más que yo, mi primer vino, mientras la piel que sufro bebe sombra...

La ventana en el rostro 43 Los locos

A los locos no nos quedan bien los nombres.

Los demás seres llevan sus nombres como vestidos nuevos, los balbucean al fundar amigos, los hacen imprimir en tarjetitas blancas que luego van de mano en mano con la alegría de las cosas simples.

¡Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios, los pobres Juanes y los taciturnos Sergios, los Alejandros con olor a mar!

Todos extienden desde la misma garganta con que cantan sus nombres envidiables como banderas bélicas, sus nombres que se quedan en la tierra sonando aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.

Pero los locos, ay señor, los locos que de tanto olvidar nos asfixiamos, los pobres locos que hasta la risa confundimos y a quienes la alegría se nos llena de lagrimas, ¿cómo vamos a andar con los nombres a rastras, cuidándolos, puliéndolos como mínimos animales de plata, viendo con estos ojos que ni el sueño somete que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?

Los locos no podemos anhelar que nos nombren, pero también lo olvidaremos...

44 Para ascender al alba Muertos

Yo escribí de los muertos sin saber de sus rudas zarabandas nocturnas...

Fue cuando murió mi primer hijo y mi novia murió a su manera y mi madre se quedó sin morir, pero no importa, porque ya había barrido gritando de sus ojos la luz...

Sin invitación, sin desnudez apropiada, sin miedo justo a mi medida, llegué hasta sus territorios terribles con el cabello roto y el hambre vocinglera:

Reñían horriblemente, como hermanos.

Sus uñas de aire rasgaban sus mejillas y sus pechos de aire y su furia caía sobre mis ojos como si la batalla solamente sirviera para insultarme por vivir...

De entre todos ellos, Oolge hacía brillar como una luna llena su ancha ferocidad que merecía el respaldo del mármol o de la peor espina.

Golpeaba a los demás y a mi miedo con más crueldad que un niño, como si desde el principio del tiempo hubiese recibido sin quererlo la espantosa encomienda de vengar a Dios.

¡Oh, amigos, es duro ver matando a los que descansan en paz, es más grave que quedarse solo, sabiendo que uno no sirve ni para que lo maten!

La ventana en el rostro 45 Oolge me dejó escapar aquella noche porque era evidente en mi temblor de manos el odio por la vida.

Desde más allá de la muerte sus tenues camaradas me miraron partir con un desprecio inmenso absolutamente avergonzado de mi respiración...

Hora de la ceniza

I Finaliza septiembre. Es hora de decirte lo difícil que ha sido no morir.

Por ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises libros hermosos que no entiendo, no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia y me cae sin motivo el recuerdo del primer perro a quien amé cuando niño.

Desde ayer que te fuiste hay humedad y frío hasta en la música.

Cuando yo muera, sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, mi bandera sin derecho a cansarse, la concreta verdad que repartí desde el fuego, el puño que hice unánime con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

Hace frío sin ti. Cuando yo muera, cuando yo muera dirán con buenas intenciones que no supe llorar.

Ahora llueve de nuevo.

46 Para ascender al alba Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto como hoy.

Siento deseos de reír o de matarme.

II El cínico Claro es que no tengo en las manos el derecho a morirme ni siquiera en las abandonadas tardes de los domingos.

Por otra parte se debe comprender que la muerte es una manufactura inoficiosa y que los suicidas siempre tuvieron una mortal pereza de sufrir.

Además, debo la cuenta de la luz...

III Odiar el amor La luna se me murió aunque no creo en los ángeles. La copa final transcurre antes de la sed que sufro. La grama azul se ha perdido huyendo tras tu velamen.

La mariposa incendiando su color, fue de ceniza. La madrugada fusila rocío y pájaros mudos.

La ventana en el rostro 47 La desnudez me avergüenza y me hace heridas de niño.

El corazón sin tus manos es mi enemigo en el pecho.

IV Mi dolor Conozco perfectamente mi dolor: viene conmigo disfrazado en la sangre y se ha construido una risa especial para que no pregunten por su sombra.

Mi dolor, ah queridos, mi dolor, ah querida, mi dolor es capaz de inventaros un pájaro, un cubo de madera de esos donde los niños le adivinan un alma musical al alfabeto, un rincón entrañable y tibio como la geografía del vino o como la piel que me dejó las manos sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar.

Mi dolor tiene cara de rosa, de primavera personal que ha venido cantando. Tras ella esconde su violento cuchillo, su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer y que trazó los días de lluvia y de ceniza que mantengo.

Amo profundamente mi dolor, como a un hijo malo.

48 Para ascender al alba V Y sin embargo, amor... Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas, yo sabía que al fin iba a quedarme desnudo en la ribera de la risa.

Aquí, hoy, digo: siempre recordaré tu desnudez entre mis manos, tu olor a disfrutada madera de sándalo clavada junto al sol de la mañana; tu risa de muchacha, o de arroyo, o de pájaro; tus manos largas y amantes como un lirio traidor a sus antiguos colores; tu voz, tus ojos, lo de abarcable en ti que entre mis pasos pensaba sostener con las palabras.

Pero ya no habrá tiempo de llorar.

He terminado la hora de la ceniza para mi corazón.

Hace frío sin ti, pero se vive.

La ropa

Mis vestiduras vienen de una noche con sol. Sólo ante me desnudo sin amar, sólo para ellas mi carne permanece tranquila, sólo con ellas estoy cierto de ser concreto y uno,

La ventana en el rostro 49 corteza amante y buena del corazón que antes estuvo solitario en la sangre.

Por ello es de considerarse más grande que un desnudo dios griego: como una serpiente a la que hubiese matado con mis manos o como el brazo blanco de esa mujer que se me da sin hablar, una corbata comunica mi garganta y mi pecho, como un camino puro hacia lo que en mis entrañas genera lo que digo y lo que tengo que callar.

Y la camisa, cual telón de fondo para la guitarra, y los zapatos nuevos de ácido olor a hembra, los pantalones de tres años que en el polvo y la nieve, que en el sucio mercado multicolor y en los severos clubes, me dieron la razón contra la dulce piel que por las calles los hombres aseguran odiar.

Comprendo por todo ello mi singular ventaja, me afano con un handicap de superpuesta tela.

Vamos a amarla, corazón. La ropa es penetrable como una esposa joven o un castillo de piedra.

La poesía

El hombre de los ojos iracundos preguntó: ¿Qué es la poesía?

El hombre de los ojos limpios

50 Para ascender al alba mirole profundamente, sin proferir palabra.

En su mirada había poesía.

Mi caballo

Yo tenía un caballo más hermoso y más ágil que la luz.

Una ola de sangre parecía piafando. Una pequeña tempestad con ojos. Una montaña indócil de bien labradas patas.

Un día nació muerto mi caballo y los vientos huyeron de mi asombro y mi cara…

Días

Hay días en que las negras soluciones nos caen en la vida, como tormenta cruel y el corazón apenas logra sacar al sol sus múltiples preguntas.

Y porque crucificados en la mayoría de los árboles nuestros pasos encuentran que la arena termina, que ante la piedra hiriente sólo cabe la fuga o la alfombra de sangre que podríamos dar, surge de nuestra cárcel ese pequeño miedo que nos trae a las manos un grito por vencer.

Hay días en que se creería que bien vale la pena detenerse, retroceder al sueño, morirse simplemente con la facilidad de un ave volando sobre el centro del mar.

La ventana en el rostro 51 Esos días heridos, menos mal, se corrompen y es desde la plena muerte en que nacieron que se fugan a tiempo para salvarnos la vergüenza y la paz.

Se vive, a pesar de ellos, aunque se viva de prestado, aunque sea derecha la mano que se extiende, la lástima que damos, aunque el único puño espere en las espaldas de la sombra su palabra y su tiempo...

Pedimos

Pedimos que nos amen, que nos dejen amar, pedimos que no nos hagan quedarnos solos, atados a los ángeles; que no dejen testigos desde ahora esperando la imagen honda de nuestras lágrimas; pedimos que no insistan en herirnos el lugar de la ira; pedimos que las esposas doren el blanco pan y nos conviden a la mesa del júbilo, que los muchachos y las muchachas recuesten su frescura de musicales líquenes sobre la llamarada que nos nació en las voces; pedimos la sonrisa desde nuestra lastimadura más presente y el escudo fraterno desde el opaco miedo que nos podría suceder; pedimos el abrazo, el ambulante nido para la desangrada palabra que un día descubrimos y que venimos ahora a repartir...

52 Para ascender al alba Para la paz

Será cuando la luna se despida del agua con su corriente oculta de luz inenarrable.

Nos robaremos todos los fusiles, apresuradamente.

No hay que matar al centinela, el pobre sólo es función de un sueño colectivo, un uniforme repleto de suspiros recordando el arado. Dejémosle que beba ensimismado su luna y su granito.

Bastará con la sombra lanzándonos sus párpados, para llegar al punto.

Nos robaremos todos los fusiles, irremisiblemente.

Habrá que transportarlos con cuidado, pero sin detenernos y abandonarnos entre detonaciones en las piedras del patio.

Fuera de ahí, ya sólo el viento.

Tendremos todos los fusiles, alborozadamente.

No importará la escarcha momentánea dándose de pedradas con el sudor de nuestro sobresalto, ni la dudosa relación de nuestro aliento con la ancha niebla, millonaria en espacios: caminaremos hasta los sembradíos y enterraremos esperanzadamente a todos los fusiles, para que una raíz de pólvora haga estallar en mariposas sus tallos minerales en una primavera futural y altiva repleta de palomas.

La ventana en el rostro 53 Antimatemática

Dicen que los poetas...

Yo no sé nada, ni es menester hablar nada de mi alarido oculto que hace años, escondido en cuadernos colegiales, formaba parte amarga de este ser que me crece. Pero, caramba, esta calle impronunciable donde el Danubio toca mis ansias extranjeras, me da ese no sé qué que me agobiaba cuando el padre Esnaola, vasco y jesuita él, cejudo bondadoso, se echaba sobre mí con sus cosenos, sus ángulos rectángulos horrísonos y su álgebra sotánica con que me fecundaba de pavor.

(Estoy con mi cerveza madrugando sin Dios, el que se daba maña también para colarse entre mi angustia de muchacho, y claro, sin hablar alemán, sin ser homosexual o ejercer de algún modo el qué me importa, he de rememorar mis ejemplares torturas para darme valor.)

¡Aquel Bruño infernal y Anfossi puma! ¡Ay, escorpiona trigonometría, aritmética impura y mala pécora, números corruptores de menores, álgebra fascistoide y mal parida!

¡Logaritmos, oíd mi manifiesto: no sé multiplicar, no sé sumar, no sé raíz cuadrada! Me río y solamente conozco este camino por el que huyo desde mi pasado.

Viena, julio de 1957.

54 Para ascender al alba Mía junto a los pájaros

A Aída (Mujer: hoy que amanezco con un grito distinto entre las venas, tomo tu mano musical, rodeo con miel suave y titánica la vida. Hacia tu cuerpo y tu futuro parto desde mí mismo. Advengo hasta tu amor mundial. Avanzo y canto.

Vengo no de la lluvia clavada por la noche, no de la cruel montaña de pájaros multánimes, no de las flores tácitas y su diseminado jubileo; vengo desde donde el amor es repartido sin trasudadas zarzas, desde donde la hierba levanta su diminuta estirpe hasta los vientos, desde donde la paz hizo trigales, dioses eléctricos, canciones y horizontes joviales, perdurables; desde donde se esculpe diariamente a besos el alboreado rostro del mañana.

Vengo y te quiero más, porque amanezco.)

I Amazona de barro recostada sobre mi sangre y mis rebaños, ruda amazona tutelar sin nieblas ni fantasmas, desnuda mía desencadenada sobre los sedimentos de mi trópico: ¿quién ante vientres vírgenes o fugitividades inasibles conocerá este triunfo, esta batalla con heridas dulces? ¿quién podría asomarse a nuestros besos nocturnos sin renacer a la raíz, al fuego, a la copa colmada?

La ventana en el rostro 55 Eterno es nuestro amor. Volviendo los ojos del simple espíritu hacia siempre, siempre estás junto a mí, paz frutecida, siempre estoy junto a ti, fruta y esposa, siempre estamos los dos, poblando el tiempo.

¿Quién hizo de tu mano mi corazón más cierto? ¿Quién ha podido hacer, intuir, dejarnos este amor de veraneras y aguas? ¡Ah, júbilo orgulloso con claveles y címbalos! ¡Ah, capitán amor de lecho fiel y ríos!

Savia otorgada, entraña con hospitalidad de pan y abrazo: somos toda la fiesta, amor, amada, toda la exaltación de estrellas increíbles, toda la cifra de las flores, toda la tierra, toda la atlética lujuria del maíz.

Cuando te tengo, hay aves...

II A veces estoy triste. Digo: antigua amada, corza de metal esplendente y alta noche, cuando atravieso la distancia terrible que ata mi corazón a tu estatura, caigo hasta los puñales, ódiome, rabiosamente trato de cantar y lloro.

Siempre vuelven las aves sin embargo...

56 Para ascender al alba Por qué escribimos

Uno hace versos y ama la extraña risa de los niños, el subsuelo del hombre que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda, la instauración de la alegría que profetiza el humo de las fábricas.

Uno tiene en las manos un pequeño país, horribles fechas, muertos como cuchillos exigentes, obispos venenosos, inmensos jóvenes de pie sin más edad que la esperanza, rebeldes panaderas con más poder que un lirio, sastres como la vida, páginas, novias, esporádico pan, hijos enfermos, abogados traidores nietos de la sentencia y lo que fueron, bodas desperdiciadas de impotente varón, madre, pupilas, puentes, rotas fotografías y programas.

Uno se va a morir, mañana, un año, un mes sin pétalos dormidos; disperso va a quedar bajo la tierra y vendrán nuevos hombres pidiendo panoramas.

Preguntarán qué fuimos, quiénes con llamas puras les antecedieron, a quiénes maldecir con el recuerdo.

La ventana en el rostro 57 Bien. Eso hacemos: custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

Sueño lejos del tiempo

Hubo un tiempo en el que yo sabía mucho de los muertos.

Si me paraba ante la noche en las últimas calles que mi desolación podía soportar, advertía claramente sus voces llamándome desde la niebla natal y recordándome tenazmente la futura adhesión al hielo inabarcable de los cuerpos perdidos.

Sabía que los muertos giraban agitando sus terribles cabellos de cristal, vestidos de guerrera hiedra, afanosos de utilizar la santa bestialidad que aún conservaban de la vida.

Dios era un muerto incomprensible.

La vida era aprender a morir.

Ahora, después de nuevos himnos, nuevos mares de lágrimas, después de nuevos ojos presentes desde los números, desde las sólidas hogueras, crueles y persistentes, desde las casas taciturnas donde aman los esposos a sus desnudas novias, desde un cadáver de hospital, concreto y duro amigo para mi pregunta,

58 Para ascender al alba desde los inviernos anticipadamente sangrantes, desde las iglesias que crecen y crecen sobre las iniciales del esclavo, sé que los muertos arriaron su bandera y como los hijos pobres del olvido nos dejaron la vida por construir, la vida pastoral, corsaria o cósmica, limpia de sus antiguos obstáculos (de sombra, o de silencios especiales) y de sus graves imágenes y su clamor secreto escondido en los árboles.

Los muertos están muertos. Se quedaron atrás. Muertos.

Recuerdos

La celda es oscura y silenciosa… ¡Ah, la luz de tus ojos; ah, tu voz!

La celda es húmeda y fría… ¡Ah, el calor de tu cuerpo entre las sábanas!

La celda es dura, hiriente… ¡Ah, tus manos de pájaro y caricia!

La celda es maloliente… ¡Ah, el olor de tu paso en las mañanas!

La ventana en el rostro 59 La celda es solitaria… ¡Ah, tu abrazo!

Solidaridad

No puedes salir de la celda. Son oscuros y fuertes los barrotes.

Pero no desesperes, no.

Tú no puedes salir, mas entre el frío de esos hierros se te cuela en la celda todo el amor del mundo...

Cuestión de corazón

La cárcel hace todo lo posible por doler: es la húmeda tumba de los días más solos; es la cruel, muerta mano que introduce sus múltiples dedos azules por los poros para llevarnos su fría suciedad hasta donde estaría el alma; es la noche de hierro que nos cae de pronto; el pozo sin estrellas donde se olvida hasta el olvido, donde el silencio suena como un duro tambor desesperante.

60 Para ascender al alba Pero hasta la cárcel puede llegar a amarse, cuando uno tiene suficiente corazón…

IV Tierra de El Salvador

Tierra de El Salvador madre nuestra y madre de nuestras raíces más antiguas: vive para nosotros los que tenemos el cuerpo rodeado de esperanza ahora que es la hora de la lucha gigante por coronar de miel tu antiguo vientre móvil generador del pan destructor albo de la muerte y en la hora de mañana cuando junto a tus manos deposite la aurora su paisaje de luz definitiva

Los campesinos y los obreros son contigo

Bendita eres entre todas las tierras de la tierra bendito sea el surco y la semilla bendito el embarazo mineral y el agua bendito sea el pan bendito el que lo come sin cadenas

La ventana en el rostro 61 El perseguido

Me queda un peso en el bolsillo, siete cigarros, un lápiz muy pequeño…

Ya ni pañuelo tengo, pero todo está bien, muy bien: me queda la esperanza...

62 Para ascender al alba El turno del ofendido El turno del ofendido

Este poemario obtuvo mención honorífica en el Tercer Concurso Literario Hispanoamericano y fue publicado por la editorial de Casa de las Américas de la Habana en 1962. Fue escrito durante el tránsito del autor por México, Praga y Cuba; para esta época, el joven poeta ya había sufrido cárcel, tortura y destierro. Me habéis golpeado azotando la cruel mano en el rostro (desnudo y casto como una flor donde amanece la primavera)

Me habéis encarcelado aún más con vuestros ojos iracundos muriéndose de frío mi corazón bajo el torrente del odio

Habéis despreciado mi amor os reísteis de su pequeño regalo ruboroso sin querer entender los laberintos de mi ternura

Ahora es la hora de mi turno el turno del ofendido por años silencioso a pesar de los gritos

Callad callad

Oíd

Lejos está mi patria

Lejos del mundo, lejos del orden natural de las palabras; lejos, a doce mil kilómetros de donde el hierro es casa para el hombre y crece como una rara flor enamorada de las nubes; lejos del crisantemo, del ala suave del albatros, de los oscuros mares que blasfeman de frío;

El turno del ofendido 65 lejos, muy lejos de donde la medianoche es habitada y nos dicta la máquina su voz sobresaliente;

lejos de donde ya quedó atrás la esperanza, de donde el llanto nace muerto o se suicida antes de que lo ahogue la basura;

lejos de donde los pájaros odian, de donde te hablan de amor hediondos lobos y te invitan a un lecho de marfil;

lejos de donde los jardines atentan contra su belleza con los cuchillos que les dona el humo;

lejos, lejos, lejos de donde el aire es una gran botella gris;

de donde todos ofrecen terribles pompas de jabón y ángeles depravados beben con niños cínicos el veneno de la apostasía contra todas las auroras que pueden; lejos de la murmuración de las máscaras; lejos de donde las desnudas nos ciegan con la luz de su piel; lejos de la consolación de los vómitos; lejos de la sensualidad del pantomimo, de la resaca de sus imprecaciones sin fondo;

lejos, terriblemente lejos de donde corretean por las calles los monstruos de seda, de donde los bosques tiemblan derrotados y huyen, de donde cada llave tiene una puerta que la espera sin sueño; de donde germina ciega la música del oro y ladran desatadas las jaurías del cobalto;

lejos, definitivamente lejos de donde muere el mártir lapidado por la mofa y el santo es un payaso que se queda callado.

66 Para ascender al alba Te amo

Todos los días bajo todos los climas en todos los lugares te amo.

La mañana surge de pronto en las ventanas y me incorporo lentamente desde la tibieza, con agua fresca curo las heridas del vino, y te amo.

Con nada de lo que me circunda hay desacuerdo pero contra todo ello te amo.

Y en la vida me hundo palpo nuevas palabras nuevos gestos ajenos en el sol de la calle alzo mi arrasada frontera.

Te amo.

Vuelvo a la soledad y te amo.

Inútil todo lo demás.

Te amo.

Insomnio

El cielo es un gran lago el lago es un pequeño cielo.

(En este sanatorio se oyen gritar hasta las piedras los pinos como grandes dedos fuera de la tumba reciben de la luna sólidas sombras sombras de humo negro o de granito.

El turno del ofendido 67 Quisiera volver a El Salvador pero no sé si es un país soñado un deseo tan sólo hijo del fuego verde de mi enfermedad)

El insomnio es una red roja o violeta un pozo sin fondo que ni el amanecer soluciona un crucifijo en llamas que no termina nunca de quemarse

¿Fue eso una remota campana o el corazón?

De nuevo son las cuatro de la mañana.

Yo veo

Creo que nos han engañado suficientemente.

Ahora poseo la llave del jeroglífico pues me la dio el dolor entre risas de ebrio entre escupitajos de carcelero y miradas de perro furioso sin piedad.

También sé lo siguiente: será difícil acostumbrar a los hombres para esa desnudez en que recae quien posee la luz será duro convencerlos de que toda risa hasta hoy fue en contra suya que las manos tendidas hacia ellos tenían todas uñas crueles.

(Hace un poco de frío pero es mejor así pues se apagaron las hogueras mortales el rubor de la piel a pleno bacanal el febril mito que hace nacer el vino avecindado en la sangre las telarañas tenaces de la lengua.)

68 Para ascender al alba Ahora mismo voy a quitar algunos de los últimos velos.

De las heridas me haré cargo yo.

María Tecún

Los días de leyenda en que me amabas sin hacer preguntas hicieron que la ciudad tomara la cara de un juguete como en los nacimientos al dejarte en las noches iba a mi casa alegre por calles de aserrín.

En el espejo tembloroso y tristón de los charcos me miraba la cara al lado de la luna me buscaba tus besos para que no alumbrasen los sueños de los pájaros perdidos en mi almohada.

Policías de barro y gallos de hojalata en silencio se burlaban de mí guiñándose a saber cómo los inmóviles ojos y es que a mi paso hasta los dormidos chismeaban con envidia en sus [habitaciones y decían que tú eras la novia del Niño Dios.

Con musgo arrancado de donde nacen los Chorros de Colón me esperaban los jardines del sueño con su frescura verde pero el calor de la punta de tus dedos había sido una puñalada tan [honda que al amanecer el nixtamalero lavaba en mis pupilas como en dos guacalitos de sangre su gran ojo desnudo.

Entre árboles de papel de china vestidos desde el corazón del añil pasaba el nuevo día escuchando una orquesta de arcángeles [ancianos que con su cabello de algodón formaban nuevos ríos en la brisa.

El turno del ofendido 69 Después yo te encontraba a la par del crepúsculo –con su alto árbol de fuego incendiado de veras– y lamía en tus manos la piel del mazapán.

En los alrededores los muñecos con mejillas de flor bebían sus cervezas de polen y de humo. Ay pero a los pocos meses se te ocurrió crecer y te me fuiste lejos con un horrible gesto de persona mayor: desde entonces la ciudad recobró su tamaño de siempre y en sus negras calles de asfalto los ciudadanos pegan con las manos a mi alma de muchachito triste que todavía necesita jugar.

María Quezalapa

(Variaciones) I Tlaloc en vez de las semillas de su frente mieles echó en la copa velluda de tu madre miel de caimito por los dulces talapos desflorado miel de la flor de infundia que te destinó desde entonces a mi sueño.

Entre el bejuco muriéndose en el suelo podrido de la selva entre la raíz arterial del bálsamo que desgarraba la piel de las culebras entre las hojas naufragadas desde el aire caliente a la altura del jugo más alto de la tierra ella se echó a dormir llevándote como otro corazón.

Pero nueve meses después recién parida te sumergieron en la poza bruja para que abrieras los ojos bajo el agua.

Por eso tu mirada es honda cuando lloras por eso se te ama mejor bajo la lluvia por eso tu saliva parece que se bebe entre la arena.

70 Para ascender al alba II Tu color de cacao suavizado en la leche de una cabra salvaje. Tu color de mariposa oscura amasada con flores de jazmín. Tu color de venada intocable mojada por la hierba. Tu color de huracán en verano levantando las raíces del cobre. Tu color en el río hace amar a los peces la frente de la tierra. Tu color en la tierra asombra a las raíces que te ven caminando. Tu color en los árboles es una clara noche regando sus perfumes. Tu color en el aire es de un nuevo arcoíris que sale del maíz.

Desnuda

Amo tu desnudez porque desnuda me bebes con los poros, como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites, me abre todas las puertas para que te adivine, me toma de la mano como a un niño perdido que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo pasa a ser mi universo, el credo que me nutre; la aromática lámpara que alzo estando ciego cuando junto a las sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados cabes en una copa vecina de mi lengua,

El turno del ofendido 71 cabes entre mis manos como el pan necesario, cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.

El día en que te mueras te enterraré desnuda para que limpio sea tu reparto en la tierra, para poder besarte la piel en los caminos, trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda, como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.

Arte poética

A Raúl Castellanos La angustia existe.

El hombre usa sus antiguos desastres como un espejo.

Una hora apenas después del crepúsculo ese hombre recoge los hirientes residuos de su día acongojadamente los pone cerca del corazón y se hunde con un sudor de tísico aún no resignado en sus profundas habitaciones solitarias.

Ahí tal hombre fuma gravemente inventaría las desastrosas telarañas del techo abomina de la frescura de la flor se exilia de su misma piel asfixiante mira sus torvos pies cree que la cama es un sepulcro diario no tiene un cobre en el bolsillo tiene hambre solloza.

Pero los hombres los demás hombres abren su pecho alegremente al sol

72 Para ascender al alba o a los asesinatos callejeros elevan el rostro del pan desde los hornos como una generosa bandera contra el hambre se ríen hasta que duele el aire con los niños llenan de pasos mínimos el vientre de las bienaventuradas parten las piedras como frutas obstinadas en su solemnidad cantan desnudos en el cordial vaso del agua bromean con el mar lo toman jovialmente de los cuernos construyen en los páramos melodiosos hogares de la luz se embriagan como Dios anchamente establecen sus puños contra la desesperanza sus fuegos vengadores contra el crimen su amor de interminables raíces contra la atroz guadaña del odio.

La angustia existe sí.

Como la desesperanza el crimen o el odio.

¿Para quién deberá ser la voz del poeta?

Vieja con niño

Con miedo y encorvada buscando los últimos secretos de la vida al nivel de los pasos con el infinito cansancio de no poder intentar ni el esfuerzo toda apagada por las burlas de la luz sin nada que olvidar todo presente pesando cada día más usando el argumento del temblor y él con su vestido marinero todavía impecable soberanamente preocupado por todos los pájaros que pasan

El turno del ofendido 73 Las feas palabras

En la garganta de un beodo muerto se quedan las palabras que despreció la poesía.

Yo las rescato con manos de fantasma con manos piadosas es decir ya que todo lo muerto tiene la licuada piedad de su propia experiencia.

Furtivamente os las abandono: feas las caras sucias bajo el esplendor de las lámparas babeantes sobre su desnudez deforme los dientes y los párpados apretados esperando el bofetón.

Amadlas también os digo. Reñid a la poesía la limpidez de su regazo. Dotadlas de biografía ilustre. Limpiadles la fiebre de la frente y rodeadlas de serenas frescuras para que participen también de nuestra fiesta.

Sobre las campanas

Las campanas son los gritos jorobados del aire.

Los gritos jorobados, sí, que se quedaron aprisionados en la altura sujetos a la euforia gris o llameante de los anunciadores de Dios.

Hay campanas de escuela, claro está, pero esto es cosa de ángeles vivaces y no tienen que ver los vecinos del odio.

74 Para ascender al alba Los derechos humanos

(Recogido textualmente de una conferencia)

—¿Hay negros en este cementerio? —Enterrados no. Pero sí hay negros. Los dos sepultureros son negros.

Job

(Sobre un cuadro de Arnold Belkin) I Árido por el hambre abatido por el paso del desprecio desde entonces ya no tiemblas.

El increíble Hacedor te traicionó a pedradas usó sus hados como piedras sus mentados destinos apostó con tu duda a toda costa ocultada con vergüenza.

Malaya de tu fe en los inhóspitos designios de la crueldad [todopoderosa ¡ah crispado de ti para parecer natural en la vecindad del aullido!

II Escucha ve a Izalco la raíz de mi patria a Juayúa roída por la niebla en los amaneceres del verano llénate allí los ojos de ceniza escupe tu arrepentimiento sin causa e invita al amor de Dios entre los amenazados.

Alguno te hablará de niños muertos de mariposas muertas en la caída de los derribados por sorpresa.

El turno del ofendido 75 Oh remoto abuelo estafado: ¡qué lejos de nuestra hermosa violencia calienta para ti el sol!

El dulce hogar

(Sobre el filme de Truffaut Los 400 golpes) Los niños desesperados vagan por las calles suplicando ternura a los gatos.

Rodeados de imbéciles desconocidos no hallan otro camino que el de sacarle la lengua a la historia. Mientras tanto los padres hablan de no poder pagar el gas fornican con los ojos en blanco sobre las alfombras se compran trajes y chillan contra esta época de perdición esperando tan sólo que el crío vuelva a casa para caer sobre los hombros de su corazón como fieras domésticas.

Por el ojo de la llave

Los mercados como un revuelto mar de grillos enemigos las manos de la desnuda estrujando la arena sin preguntar quién la cabalga el pequeño coro de viejos fumando silenciosos ante el volcán dormido los ojos de los lagos sirviendo como casas a la luz los cementerios desperezándose al sol como gordos lagartos los niños panzudos en los barrios del lodo apedreando barquitos de papel y pájaros desde detrás de sus mocos los desocupados extendiendo la playa de piojos que tienen por camisa los homosexuales hurgando entre las piernas de los jóvenes en los cines con olor a iglesia orinada los borrachos militantes de la desesperación lanzando el grito hediondo de hueca furia en medio de la noche los jirones del hambre que dejan los robafrutas en las tierras que guardan la tierra prisionera y la arboleda y el aire.

76 Para ascender al alba Hijo de puta

Mi madre fue la María Pintura.

Sólo yo supe que se llamaba Isabel y que le gustaba que le dijeran mamá Chabelita y que lloraba por gusto al ver salir el sol y que le gustaban unos caramelos en forma de pescaditos porque decía que se parecían a mí.

El vecino

Tiene una esposa, más bien, fea.

Tiene dos hijos que sacaron sus ojos y que por estos días persiguen a los gatos en el barrio.

Trabaja, lee mucho, canta por las mañanas; pregunta por la salud de las señoras; es amigo del pan, del panadero; suele beber cerveza al mediodía; conoce bien el fútbol, ama el mar, desearía tener un automóvil, asiste a los conciertos, tiene un perro pequeño, ha vivido en París, escribió un libro –creo yo que eran versos–, se siente satisfecho al ver los pájaros, paga sus cuentas al final del mes, ayudó a reparar el campanario…

Ahora está en la cárcel prisionero: también es comunista, como dicen…

El turno del ofendido 77 El vanidoso

Yo sería un gran muerto.

Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas con esos deliciosos colores del veneno.

Habría flores de todos los aromas en mi tumba e imitarían los adolescentes mis gestos de júbilo, mis ocultas palabras de congoja.

Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno. Pero solamente tú recordarías mi manera de mirar a los ojos.

Alta hora de la noche

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendría la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos, sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas. Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras. Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto: desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre. Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

78 Para ascender al alba Megalomanía

Federico II con todo y ser emperador de los altivos alemanes fue excomulgado por el Papa de entonces: es que hizo obligatorio el estudio de la medicina a los médicos antes de que cobrasen por recetar infusiones o extirpar carne de la carne del hombre.

A Miguel Servet lo excomulgaron poco antes de hacerlo coincidir con la ceniza: dicen que para apresurar las condiciones de seguir discutiendo las intrépidas ciencias en la cómoda eternidad.

Martín Lutero creyó que Dios Padre sufría del hígado divino viendo por entre las nubes cómo los curas gordos correteaban por los barrios de las ciudades en provecho de indulgencias pagadas al contado. Excomulgado fue por defender el hígado de Dios.

Acciones tan maravillosas tendría yo que hacer –flaco, débil, el ojo taciturno, el aspecto abolido– para que también me excomulgasen dejando a salvo mi honrada vanidad para siempre.

La aristocracia

¿Compartir con vosotros el inocente aire? ¿Ver las praderas que miráis? ¿Adivinar el agua que romperá las redes de la misma sed? ¿La calle y sus doce nuevos aromas hacer lecho común de pasos tan distintos? ¿Cruzarnos tan siquiera bajo los sicomoros pensativos?

«Mi berlina, ¡que traigan mi berlina!»

El turno del ofendido 79 ¡Rápido, a tomar té con las estatuas, a desencrucijar al Minotauro, a limpiar los residuos de la orgía, a mear cerca del conde-duque de Olivares!

¿Cómo no odiar entonces todo eso de vuestros sindicatos?

El general Martínez

Dicen que fue un buen presidente porque repartió casas baratas a los salvadoreños que quedaron…

Madrigal

Era más hermosa que una fábrica checoeslovaca cuando uno piensa en ella después de una tortura de cuatro horas en las habitaciones más claras y aireadas del cuartel de la Guardia Nacional.

Lo terrible

Mis lágrimas, hasta mis lágrimas endurecieron.

Yo que creía en todo.

En todos.

Yo que sólo pedía un poco de ternura, lo que no cuesta nada, a no ser el corazón.

80 Para ascender al alba Ahora es tarde ya.

Ahora la ternura no basta.

He probado el sabor de la pólvora.

Yo quería

Yo quería hablar de la vida de todos sus rincones melodiosos yo quería juntar en un río de palabras los sueños y los nombres lo que no se dice en los periódicos los dolores del solitario sorprendido en los recovecos de la lluvia rescatar las parábolas deshojadas de los amantes y dároslas al pie de los juegos de un niño elaborando su dulce destrucción cotidiana yo quería pronunciar las sílabas del pueblo los sonidos de su congoja señalaros por dónde le cojea el corazón dar a entender al que sólo merece un tiro por la espalda contaros de mis propios países imponeros de los éxodos de las grandes emigraciones que abrieron todos los caminos del mundo del amor aun del arrastrado por ahí por las acequias hablaros de los trenes de mi amigo que se mató con un puñal ajeno de la historia de todos los hombres desgarrada por la ceguera por los arrecifes del mito del siglo que acabarán mis tres hijos varones de la lengua del pájaro y la espuma furiosa en la estampida del gran cuadrúpedo y quería hablaros de la Revolución y de Cuba y de la Unión Soviética y de la muchacha a quien amo por sus ojos de mínima tormenta

El turno del ofendido 81 y de vuestras vidas llenas de amaneceres y de personas que preguntan quién lo vio quién dijo eso cómo podría hacerse yo llegué antes que tú y de todas las cosas de la naturaleza y del corazón y sus testimonios de la última huella digital antes del aniquilamiento de los animalillos y la ternura quería sí deciros todo eso y contaros muchas historias que sé y que a mi vez me contaron o que aprendí viviendo en la gran habitación del dolor y cosas que dijeron otros poetas antes que yo y que era bueno que supierais

Y no he podido daros más –puerta cerrada de la poesía– que mi propio cadáver decapitado en la arena

México-La Habana-San Salvador-Praga. 1961-1965.

82 Para ascender al alba Los testimonios Los testimonios

Fue publicado en 1964 por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) con motivo del Cuarto Congreso Hispanoamericano de Casa de las Américas. Este poemario es el resultado de los estudios de antropología realizados por Roque Dalton durante su exilio en México.

84 Para ascender al alba El brujo Juan Cunjama

I Mi vieja piel la de culebra mi piel de pelo pálido soportando las olas de la lluvia mi cuchillada riente mis rodillas solemnes en su decrepitud a través del andrajo

Mi amado cuerpo puro que se mantuvo lejos de la mujer entre las garras del verano mi pie triunfal mi pata inexpugnable por las espinas de las rutas remotas

Mi mugre mi orgulloso desprecio para los días de los hombres mi brazo y mi bordón como dos viejas madres de río seco mis huesos de ceniza y saliva mis venas apagadas mi desesperación de dientes amarillos batiéndose con máscara de risa en retirada final

Mi amor el olvidado gesto de adolescente taciturno mi miedo de varón mi valentía de varón miedoso el cansancio que me hace caminar

II El diablo y dios la misma cosa el ala de los muertos suena en la noche con el mismo miedo

Los testimonios 85 Todo es igual tan sólo fuerzas lentas dormidas tócale al hombre despertar para ocupar los hondos secretos de la vida

Yo sé lo que te digo la química del rezo negro me basta para honrarte los pasos la voz diseminada de las hierbas te mezclo en pomos nunca tocados por el sol soy el único libre el único sin amos bajo mi techo de flores apagadas

Duermo en un ataúd de pino rojo así no he de morir así será mi muerte un sueño más un despertar simplemente aplazado

Contra el gusano blanco mi carne y su cristal de maravilla mientras el mero yo con Tlaloc de la mano caminará en las gotas de la lluvia sobre los árboles y el mar

La zona de la llama

(Mixcoac) País del golpe muerto lago construido a golpes de sombra en la inocencia del verano edificaciones manoseadas por el polvo ermitaño cerros aniquilados por la cólera del viento que tiende sus llameantes dedos sobre las rutas olvidadas.

¿Dónde quedó la huella del furtivo pie del guerrero? ¿Dónde la fresca sangre del venado

86 Para ascender al alba y la canción que se enredaba en los bejucos amantes de los árboles?

Hoy sólo el humo bajo el sol la llama junto al ojo mordido la sed hiriente junto a la piel del corazón el desfallecimiento por la sombra.

La cruz

¿De quién es ese extraño Dios? ¿Ese que ahora véndennos rigurosamente medido? ¿Por qué desde su dura cruz dicen que exige nuestro odio? ¿Por qué a su cielo único y solitario no pueden subir nuestras bellas serpientes de colores nuestros jóvenes hijos embriagados en la celebración de sus bodas secretas?

Ya con el látigo bastaba ya con el hambre el nudo que nos rompe la furia del mosquete ya con la vehemencia de la espada buscándonos la raíz del aliento.

Pero tenían que llegar hasta el altar de piedra pisar el rostro de la fe que juramos al bosque en la primera lluvia de nuestra juventud.

Pero tenían que vencer a nuestros dulces dioses escupirlos vejarlos hundirlos en el lodo de la vergüenza abrir la desnudez de hierba y agua de su infancia inmortal a nuestros ojos torpes ya iniciados

Los testimonios 87 por las brillantes baratijas en la ingenua del asombro.

Rito para que nazca una flor en la gran pirámide

A Rosa María Aquí te dejo este buchito de agua pirámide del sol en la cúspide para ayudarte contra la calcinación del mediodía la vejación de ese rayoso dios que es antigua en tu contra

Todos te pisan y te traen polvo abofetean con los pies tu gran hinchadura de piedra te arañan y te orinan en idiomas molidos pero nadie recuerda que la frescura fue tu mejor ceremonia

Por eso yo te traigo este buchito de agua el río y yo te lo depositamos en la frente para que tú sonrías y pronuncies una flor

La raíz en el humo

I La tierra

(Tierra de los colores en la edad de oro donde no se quemaba la madera o la piedra sólo los ojos esperando la aurora el momento de orar al Formador

«Oh huracán rayo y relámpago tú que sabes las cosas grandes y pequeñas nuestro tributo es el amor que multiplica nuestras manos en muchas manos que te honran

88 Para ascender al alba Concedednos la paz y el reposo la justicia de nuestro propio ser con una sola lengua te lo pedimos corazón del cielo corazón de la tierra»

Todo el día los hijos del viejo Tepeu y los hijos del difunto Olomán con una sola lengua te lo pedimos corazón del cielo corazón de la tierra

Concedednos la paz y el reposo tú que sabes las cosas grandes y pequeñas todo el día los últimos hermanos Ahau los descendientes de los Quenech y los Coh

La tierra de los colores desde entonces testigo justa testigo como que no dice nada suficiente era el humo de los volcanes por eso no se quemaba la madera o la piedra

Pero eso sí ya desde entonces abandonada por el sordo Creador y Formador corazón del cielo corazón de la tierra que no comprendía que amáramos más al miedo

La vieja tierra de los colores misteriosa vomitada por el mar)

II La vida

Ahí crecía como la hiedra el escudriñamiento de los calendarios ahí velábamos la rumorosa elaboración de la miel ahí hacíamos crecer el legado de Tonacatepetl el maíz hijo de la sangre del tapir y la serpiente ahí quitamos la vida se la sacamos por los ojos a palos a Cuaumichín que nos exigía la furia inútil y la dedicación a la muerte

Los testimonios 89 ahí éramos convocados por la vara de un cascabel sonando para oír a Tutecotzimit hablar mirando al cielo de los dioses amables ahí fraternizábamos en los tiempos de hambre los maseguales con los orgullosos tecutzín teúles hombro con hombro tristes hasta con la familia real y los chinancaeli ahí bailábamos el tun y jugábamos a la pelota ahí dormíamos con los poros chupando la tierra una piedra bajo la cabeza para hacer los sueños imborrables [y maestros ahí confesábamos nuestros remordimientos a la fiera o al árbol ahí apedreábamos al hombre-mujer y afeitábamos al ladrón ahí sólo el guerrero glorioso podía ser adúltero glorioso ahí aprendíamos el uso de la macana y la espada y el camino veloz de las flechas como amados insultos ahí echábamos cal viva en el vientre herido de la tristeza con el huacal del tamborón el silbido de culebra del pito de caña y la música tragada de la chirimía enemiga del aire ahí llorábamos al muerto sólo mientras aún no llegaba al lado de los [dioses ahí repartíamos con los dedos los colores que el añil robó al mundo ahí hasta el agua tenía su geometría ahí planeábamos la preñez de la hija charlando entre humosos tazones de ixtatol y chocolate amargo ahí arrebatábamos de la muerte a los arrepentidos canjeándoles la vida por el degollamiento de una perdiz ahí sacábamos sangre de la virilidad del elegido para conducirnos a fin de que comenzase a sufrir en el mismo lugar de su delicia ahí trocábamos el cacao y las plumas por la fruta y el esclavo interrogábamos al vecindario de los astros multiplicábamos la figura del hombre en el barro hilábamos pulíamos aprovechábamos hasta la estría de la estría fermentábamos el pétalo y las hojas hacíamos crecer lo que solo no crece regocijábamos adivinábamos sabíamos leer muchas páginas del libro de la vida amábamos

90 Para ascender al alba III Las emigraciones Para tenerte asegurado tomado eternamente del pelo torpe los dioses limpiaron de tu oscura sangre el egoísmo el útil egoísmo. ¿Qué te costaba permanecer tranquilo en Cuzcatlán Izalco Apanecath Guacotectli Tehuacán Apastepequeth incluso en Mita Quiriguá Copán pastoreando tu dicha para el engorde sordo en medio de esa música sorda de la paz cerrados tus ojos llenos de luz para que esta no escapase a cualesquiera otros ojos acechantes?

«Y conocimos que al Norte aún había pueblos que iban por las montañas como insensatos grandes y pequeños con la mirada perdida en busca sólo del bocado lleno de sangre el pecho del último alimento

Pueblos fieros decían las noticias enajenados viviendo en la sangría pueblos que no adoraban a los dioses pipiles que eran dignos por ello de saber nuestra furia

Pueblos de voz confusa de costumbres raídas capaces sin embargo del miedo y del tributo

Ya trocaremos con ellos nuestro saber por viandas nuestra adivinación por su arrodillamiento nuestro alfabeto por sus sahumerios el favor de los dioses por la adhesión a nuestro camino

Suframos caminando entre las piedras el polvo y los abrojos bajo la lluvia o el bochorno del aire saturado de sol

Los testimonios 91 suframos la picada de los mozotes y las alimañas pero llevemos nuestra luz al Norte y al Oriente

Quetzalcóatl nos guía con su piedra verde clavada en la madera sus huellas son nuestra defensa contra el extravío su espalda el rumbo para nuestros ojos

Caminemos todos presurosos suponiendo la sed que nos espera los Ilocab los Dan honremos con nuestra prisa la sabiduría que los dioses han guardado hasta ahora sólo para nosotros

No nos arredre la fatiga ni la enfermedad ni los peligros del camino llevamos cogollos de aguacate y zumo de cáscaras de morro para las caídas hojas de cuztipactli para las quebraduras raíz de la estrella –la preciosa– para la picadura de las víboras hasta chichipactli llevamos para los ahogos y flores de izquisúchil –solamente ella es flor– para la piel tocada por algún fuego de tantos

Opu Viento de la Noche El Invisible con nosotros los guiados por su custodio que loamos en su honor usando conchas marinas rescatadas de la calcinación

Echad a vibrar el gran tambor –con el tambor el trueno es nuestro siervo– el que se toca a golpes de bastón incansable

Echad a correr a puro ruido la noticia:

He aquí que los mejores entre los mejores de la tierra que acuña el arcoíris vanse con sus mujeres y sus hijos al Oriente y al Norte

92 Para ascender al alba con las palabras que abren la ruta de la selva con las respuestas que doman al río y al alud con el saber que envidian la nube y el venado

Vanse con la palabra –también a ella ayudáronle a crecer– para repartirla entre todos los otros hombres de maíz o nopal los dispersos de más allá de muchos montes los que siendo deudores de la misma semilla ni quedaron creciéndose allá de dónde venimos por el mar ni llegaron a lo que hoy es nuestra tierra –moldeada como un cántaro por mares de sudor– a hacernos compañía mientras ganábamos este tamaño de alma».

IV El humo Aquí para entonces ya estabas ya estabas erguido sediento vencedor de la serenidad de Tlapallan en su misterio cotidiano pero no queda la mínima noticia el pergamino telegráfico desde el fondo del polvo la carta de los ojos que te vieron orando apacentando los rebaños ahítos del rebote verde de la luz

Quemáronse los códices donde tu planta recaía para siempre y el calendario –granero de los días– también murió en el fuego Núñez de la Vega y Landa los dos obispos los dos temerosos de nuestros posibles demonios inderrotables al fuego lo que con el fuego tiene trato dijeron y ahí la huella de tu pie descalzo volvió al humoso cuarto de los siglos perdidos

Los grandes brujos me lo han contado con pocas palabras: ahora sé que en el principio llegaste en siete barcas huyendo desde Tula de Palenque la ciudad

Los testimonios 93 que no puede olvidar ni el ojo ni el olfato pacífico tu éxodo con la Estrella de la Mañana al frente pero huyendo desde Tula de Anahuac temeroso en tu éxodo segundo huyendo de los Sectarios de la Luna enemigos a pesar de la misma malaria sin cantar llegabas a los ahogados llanos espinosos huyendo huyendo con planes de homenaje para el deseo curtido pero el último jarro de pulque roto derramada su leche de maguey rompía con su ruido la última declaración de fe en la holganza

A los grandes brujos les debo mi pequeño saber: bailando sobre una sola pierna en círculo con caite de cuero crudo y dos ojos de venado en cada mano calientes para controlar el humor del rayo me han repetido, repetido, repetido como se limpia un hueso al cabo de tanto sol en la arena la palabra: huyendo llegó mi padre con tu padre huyendo para guardar su miedo entre negros volcanes pero también para defenderlo para defender su miedo contra todos aunque un segundo miedo haya de desecharse para honrar la paz del miedo original

V La pregunta

A José Rodríguez-Ruiz ¿Quién has sido te has hecho esta pregunta quién has sido orgulloso señor del Valle de los Sismos quién has sido tú de ciudad y luces enfundado en algodón extraño y grande perdido entre los vasos de la blasfemia contra ti mismo jinete del alcohol cliente de todas las fiebres quién has sido mortal que bien lo sabes

94 Para ascender al alba ajeno que bien lo disimulas quién has sido idólatra penoso de tu fe?

Sobre la lengua del agua me parece que nos vino tu voz pero hoy –es dura la palabra– hasta el agua está vieja su colgadura verde le hiere la decrepitud del olvido.

(Son las inundaciones las que hacen desconfiar de este recuerdo: aún contra la ternura del pan su persistente pata golpeante gota a gota en los días oscuros vence hasta despertar de su cercano confinamiento al hambre.

La época del charco baja de la montaña hasta el solar dominio de la sal.)

De ahora en adelante recuerda que te amo: yo sé de tus rodillas dobladas del balbuceo antiguo cuando te sumergías sólo con los poros abiertos en el mar de la milpa salvaje.

Pues yo soy tu mejor testigo oh gran desnudo original el único que podrá desvestirte porque conozco cada palabra secreta que te falta y vela la ira de los vientres sagrados.

¿Podría si no recordar tu adhesión a la piedra?

La carne de la piedra no era aún de piedra ya fijada tú le desfigurabas el perfil con el dedo ahí se molía el grano de la harina lunar surgía el hacha la mirada –ave hiriente– de la flecha el alimento de la honda veloz que transformaba en suave piedra abolida al pequeño león más preocupado entonces por las tórtolas.

Los testimonios 95 ¿Podría en otra forma hablarte de tu miedo?

Todo lo que brillaba todo lo que brilla lo que puede brillar: las escupidas del volcán el rayo en las tormentas de la aurora las brujas con las caras pintadas de oro y cal como un plato la baba del lagarto comiéndose la piel de las lajas el río en la tercera noche de luna el fuego aún el fuego preparado por uno.

(Ya vendría después el extranjero y su ojo de siniestra luz sus espadas hirientes como heridos espejos en la furia sus varejones de la llamarada mortal su –no lo pronuncio sin lástima de ti– caballo arrollador con sus cascos tenaces y sus chispas.

Y el oro visto con nuevos ojos –¡qué dolor!– ¡el oro el oro!)

¿Podría de no ser quien he dicho saber tus apetencias?

El pedazo de tierra templando al sol sus nudos nutritivos el tránsito a la par del aire sin murallas permitiendo con la sonrisa blanca el tráfico del polen la paz de la fumada en el traspatio entre el sobresalto de las gallinas y la risa sin dientes de la montaña de mazorcas la ardiente paz desde el fondo del mundo del sudor luceando a ojo limpio sobre aquel surco aún no restañado la mujer la mujer la mujer al alcance de la mano nocturna atada con mecate fresco a la orilla del corazón su desnudez de fruta oscura el sabor del hijo en la mejilla sus manos adivinadas desde el primer deseo el coro de hijos ya preparado en la primera noche

96 Para ascender al alba la música con toda su osamenta y sus rincones de temor y audacia desde la chirimía y el patio de cuero del tambor hasta el metal chirriante entre sus dientes eléctricos la música y la danza para danzar con todas entre todas las cosas y crear el olvido con su vértigo dulce como un velo de miel el corazón de todo corazón contra la cabeza todos los corazones a uno desechando abatiendo sus ágiles cabezas dejándolas entre las hormigas locas asustadas postergándolas para un momento de verdadero espanto en que se necesiten sus ojos desorbitados las plumas de color el espejo que no se ahuma náufrago en los cañaverales o las escobillas de la desolación canjeado en su reposo por el escudo áspero.

Pero no detiene el espejo la flecha mortal o el balazo y tú te mueres viéndote morir contento como si fueras el vecino que huye dejándote con tu hilillo de sangre en el lodo.

Pero quién quién al final ahora que adivinamos un final ahora que detrás de ese final vamos quién has sido –dando fuerza al arroyo contra el río en la crecida que mata compañero de leche de la piedra– quién quién por ti mismo por amor de ti mismo ¿quién has sido?

Los testimonios 97 Restauración del hombre por Quetzalcóatl

(Versión del texto náhuatl) En verdad que fue trabajosa la creación del hombre. Los dioses con ser los dioses probaron en su afán el gusto del error muchas veces y muchas veces destruyeron con la mano airada su obra en desatino.

Los hombres de barro los hombres de madera los hombres comidos por el tigre los perseguidos por el viento que volviéronse monos los quemados por el fuego que llovió (los niños muy niños) los que perecieron cuando se hundió el cielo cuando se hizo agua el cielo y se vino abajo los hombres de maíz no dieron satisfacción al Formador al Dador del ser no afirmaron ser verdaderamente merecidos.

(Oh corazón del aire verde tristes estaban los cielos sin espejos sin los espejos de los ojos del hombre oh corazón de pétalos marinos)

Mas luego fue Quetzalcóatl a Mictlán se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancihuatl –la pareja de amantes y amos de las tinieblas– y en seguida les dijo con respeto: vengo en busca de los huesos preciosos de los huesos preciosos que tú guardas vengo a tomarlos a eso vengo.

Y díjole Mictlantecuhtli: ¿Para qué? ¿Qué harás con ellos Quetzalcóatl? Y una vez más respondió Quetzalcóatl: De ellos se harán los hombres

98 Para ascender al alba perdurables los hombres que serán verdaderos aunque lo duden los que no serán muertos antes de despertar por la ira fracasada de los dioses. Ellos habitarán la tierra. Los dioses –doy testimonio de tal cosa– se preocupan porque alguien viva en la tierra feamente desnuda.

Mictlantecuhtli brillándole los ojos: Está bien –dijo– pero antes haz sonar mi caracol y da vuelta cuatro veces alrededor de mi círculo bellísimo. Prueba es esta –dijo en voz baja para sí– imposible de cumplir pues mi caracol no tiene agujeros sonoros sordo es mi caracol. Y se reía.

Mas Quetzalcóatl llamó a los gusanos y a los abejones –ambos con ojos de topacio apagado– aquellos hiciéronle los agujeros y estos entraron luego haciendo que sonara el caracol.

Al oír el arpegio Mictlantecuhtli: Está bien –dijo– llévate los huesos. Pero en cambio a sus gentes dijo pronto: Decid decidle a Quetzalcóatl que tiene que dejarlos decidles a los dioses que no ha de llevarse Quetzalcóatl nuestra preciosidad.

(Oh corazón robado angustia aposentada como un ave mortal en adelante sólo la soledad el pálido vacío sólo la débil seña del abandono en la pupila violada

Oh corazón de sed oh hijo del despojo nacido en desnudez entre las manos ásperas de la humillación)

Los testimonios 99 Nuestro aguerrido padre sintió en los poros el peligro a su nahual consultó y fue a coger los huesos estaban juntos los del hombre y la mujer con ayuda del nahual los tomó e hizo un hato.

Pero los dioses habían hecho un agujero siniestro un hoyo un cráter del tamaño de la cólera para evitar la fuga de la preciosidad de sus hijos.

Ahí cayó Quetzalcóatl entre las codornices muerto cayó –se amorteció de presto– los huesos preciosos esparcidos.

Y las codornices royeron los huesos (padres nuestros lo mismo) que no podían llorar los del hombre los de la mujer hasta que resucitó Quetzalcóatl tornó al mar de la vida Quetzalcóatl y liando los huesos fuese como la brisa a Tamoanchán –de ahí bajamos– su nahual rezongando sin que se le secara aún el sudor del peligro.

Luego la preciosidad fue molida finamente y colocada en un barreño no menos precioso por Cihuacóatl culebra de espadarte y por Quilashti semilla de verdura.

Quetzalcóatl sobre los huesos sobre el polvo de ellos se sangró su miembro esbelto –como un magnífico animal no terminado– e hicieron penitencia por la germinación Apantecuhtli el Señor del Canal el Ribereño Huictlolinqui el Señor de la Pala que se Mueve el Agitador de la Azada Tepanquisqui el que representa el que porta la Enseña Tlallamánac el que sostiene la Tierra y Tzontímoc el que desciende de cabeza los dioses.

Hicieron penitencia hasta que el prodigio fue evidente el prodigio tanto tiempo y con tantos anhelos rotos postergado y se dijeron:

100 Para ascender al alba Han nacido oh dioses los hombres los merecidos por la penitencia por ellos hemos sufrido los todopoderosos infinitamente sea pues la alegría entre nosotros ahora somos completos porque tenemos quien nos nombre quien en nosotros crea y nos dé culto.

(Alegría alegría oh corazón rescatado de la noche violenta pupila del mejor león hundida en vasos de luto ya por siempre iniciada en la victoria de la luz oh corazón de piedra manantial sobre el regazo del asombro alegría alegría la desnudez es la más bella fruta)

El tlamatini

Y ahora hablaré –salven los dioses la rectitud y la frescura de mi lengua– del lugar de los muertos del sitio sin salida ni calle a donde todos van pues es casa común común región de perderse.

Los que mueren de muerte natural los que la vida apagan porque la llama es vieja o débil su condición fulgurante van a Mictlán a someterse a duras pruebas a purificarse y ser dignos del descanso.

Por ello junto a sus cadáveres se incinera un perrillo para que los conduzca y acompañe en los corredores tenebrosos.

Al cabo de las pruebas los muertos del Mictlán desaparecen aun para los dioses se esfuman en la nada dejan de ser para siempre

Los testimonios 101 aun en esta tierra donde se acorralan y se acobardan los vientos.

Los que mueren en negocios con el agua los ahogados los hidrópicos y los gotosos los fulminados por el rayo –fuego del aguacero– en los brazos de Tlaloc inauguran su muerte. Sus cuerpos no son hechos ceniza sepultura reciben en el húmedo suelo.

Estos van al Tlalocan ciudadela de grama poblado de ají verde reino de las mazorcas desnudas vientre del agua playa para las flores. Y de la mano de Tlaloc caminan para los siglos de los siglos su ruta de torrente sin fin (coro del agua donde nacen y viven los aromas).

Los que mueren en el combate guerrero los que de sangre y bruces caen en la batalla los que en poder del enemigo mueren los que en luminosos sacrificios sucumben dignos son de la gloria de la esplendente compañía de los dioses.

Ellos van al cielo al lugar donde vive el sol.

Ahí mantendrán para siempre fechas de fuego y oro para sus almas claras antorcha blanca flores ardientes aromas de la estrella voz de brasa.

También en este cielo quedan las muertas del primer parto las que con un prisionero en el vientre apagan para el mundo los ojos.

102 Para ascender al alba Para los niños para los que de niños penetran en la muerte sin haber comenzado a adivinar su rostro nuestros dioses señalan asimismo un sitio y un destino.

Estos pequeños muertos –su vida fue un tierno tallo de maíz tronchado– van al Chichihuacuauhco el medio cielo dominado por el árbol-nodriza.

Esto es lo que se ha de saber en la vida para ordenar los pasos en una forma sabia. Pues si a la muerte vamos hemos de saber los lugares entre los que se ha de repartir nuestro destino.

Así he dicho en alta voz el tlamatini es posible que yo sea el que la melodía del secreto conoce.

Al maíz

I Como bello residuo del primer cadáver fulges levantas los orgullos de la harina dulcísima raíz diseminada en ti misma oh vencedora de un mar de espadas verdes.

En nuestra sangre está tu duro polvo trasegado de altar nos usa en su deber de vegetal con dioses y en el brillo colérico de nuestros ojos sales a combatir la oscuridad a mordisquearla para que por lo menos no crezca en este húmedo mundo donde hasta el fuego perece en el pantano.

Los testimonios 103 (No teníamos nada que llevar a la boca sangrábamos masticando pedrerías náufragos en el hambre llorábamos como los más abandonados de los niños.

Inventamos la blasfemia para que nos oyeran los dioses pobladnos de saciedad oh creadores de huérfanos les gritábamos ingratos que a cambio de la música de nuestros pasos no nos dais el sustento.

De la proyectada esbeltez de nuestros cuerpos sólo la gracia del vacío va quedando mirad los huesos solos en la piel mirad cómo temblamos

¿O seremos de nuevo fácil botín de la muerte? ¿Como los primeros remedos de hombre ya destruidos no hemos alcanzado el merecimiento? ¿También nuestro paso por la tierra ha sido un breve sueño hemos llegado al duro despertar? ¿Tanto hemos fallado al júbilo inicial recién gritado por vosotros en la germinación? ¿Qué mal hicimos para estar padeciendo tan cruelmente después de bien nacidos?

Aprendizaje duro es el del hambre ácido ministerio de marchitos oficios por eso fue lo primero que nos dieron a probar los dioses el hambre la enemiga inaugurada en el origen la compañera desde entonces desde el primer entonces adivinándonos a través del andrajo)

II Son tus panecillos pequeños como dientes furiosos focos de la luminosidad hecha polvo sin mancha polvo nutricio para el músculo hambriento empujado por el corazón al amor o la guerra.

Yo no creo en la leyenda de tu origen si fueras sólo sangre de tapir

104 Para ascender al alba si sólo sangre de serpiente fueras ¿De dónde sacarías tu clima enamorado? ¿De dónde te vendrían los relámpagos con los que participas en la chicha sagrada con los que otorgas alas al prístino aguardiente?

Hay algo en ti de lava solidaria algo de río al sol bajo las piedras algo de hueso de las nubes algo de la ceniza de la cal.

Padre del alimento hondo vientre del pan causa determinante de los bríos hijo de los clamores hambrientos de nuestros primeros padres pervive el hambre el hambre oh no nos abandones jamás nunca jamás.

Maíz padre maíz tu nombre pronunciamos en la primera en la última hora oh no nos abandones jamás nunca jamás.

Lo único que queda eres de nuestros dioses oh no nos abandones jamás nunca jamás.

Terreno mortal

Ahí donde la araucaria se vuelve gris y viscosa y el eucalipto corrompe sus pulmones azules. Ahí donde el cedro cae entre la podredumbre con las duras venas abiertas. Ahí donde no se aventuran las raíces caminantes del bálsamo. Ahí donde sólo te espera la culebra crucial, la hedionda barba amarilla de ojo flechador entre el sonido a cuchillo de los pájaros negros. Ahí donde los férreos dedos del fango empiezan a tocarte con la sed del postergado y la del loco. Ahí deberás establecer tu

Los testimonios 105 condición suculenta, tu baile de ojos ante una Muerte que terminará por desesperarse y huir hacia las Tierras del Norte, buscando hombres más blancos y más débiles.

Tata

Cuando la María Lúe le dijo a su marido que había parido una serpiente, que todos los nueve meses en espera del crío habían terminado en ese retorcimiento viscoso y veloz de color verde que a duras penas podía mantenerse entre los mimbres de la cuna, aquel, el Secundino Lúe, salió al patio de la casa, le dio filo al machete y regresó a la habitación con el rostro congestionado. Después le dijo a la María: ¿Ve lo que pasa por putear con el diablo? Y le dio un primer machetazo, hondo, en la frente. Enseguida abrió la cuna. Pescó hábilmente por lo que debe ser el cuello a la serpiente y se fue con ella al monte. En un huatal hermoso, con olor a humedad y calor de ayer, la dejó ir. Dios te bendiga, pues –musitó–. Al regresar al pueblo, el Secundino traía los ojos colorados, colorados.

La Carreta Chillona

(1848) Chilla que chilla la carreta chilla que chilla con sus doce muertos sus bueyes de oro muertos chilla que chilla la carreta aullido de palo palo muerto chilla que chilla la carreta su mechero de azufre azufre muerto

106 Para ascender al alba La Siguanaba

La que tenía los ojos como el agua profunda que se viste de negro con las piedras del fondo de la poza la que tenía la piel apetecible como la pulpa del níspero que mece al aire su miel entre los pájaros la que tenía en la saliva el fuego de los peces límpido pedernal del beso casto para los climas del único lecho permitido Sihuélut choza y palacio hizo su cuerpo de espíritus indignos oidor y conversador hizo su corazón de negras lenguas invisibles exagerado y ávido hizo su anhelo de placeres vecinos del asco.

Abandonó su marido y su hijo –Cipitín este, el del ombligo como una piedrecita de cacao– y dedicose a vivir al pie de la lascivia al lado de las palabras que causan dolor. Iracundo su ánimo lejos sus previsiones del orden de los dioses hechizó a ese hombre que la quiso entre todos que hizo posible un día el florecimiento de su vientre poniéndole abejas furiosas en el cerebro que dejaron la tenue tela de su razón agujereada como una red de mar.

Tlaloc ha puesto en ella sus ojos iracundos.

Los testimonios 107 El Cipitín

(Elogio) El niño antiguo, tayte de los conejos, protector de sus largos días de celo, canta en la aurora, entre legiones de pájaros y lluvia de insectos buenos. Ha husmeado en todas las hornillas de la ciudad cercana y se ha dado un atracón de ceniza. Ha salvado de caer en el foso al viejo labrador ebrio que regresaba a casa sobre las últimas sombras de la noche. El niño poderoso, el más jovial de los abandonados, recibe ya sin embargo pocas ofrendas de júbilo. Más bien un fácil olvido de hombres y mujeres lo rodea y una nueva incredulidad de niños lo comienza a rechazar. Oh hijo de Sihuélut, haced propicio el prado, con rocío de renacimientos, para nosotros los que te invocamos en cada ocasión de contento. Guárdanos tu miel extraña, la protegida por las hormigas locas, para el día que nuestra vejez pueda canjeártela por la justicia de una larga vida.

108 Para ascender al alba Textos y poemas muy personales Textos y poemas muy personales

Es el resultado de una compilación que hace el mismo Roque Dalton de creaciones que habían sido publicadas en su antología Poesía escogida con el título de «Textos y poemas muy especiales» (Educa, 1983). La mayoría de estos textos están escritos en prosa. III A.A.

Yo tuve un amiguito llamado A.A. Como asistíamos al mismo colegio (el de Santa Teresita del Niño Jesús, de las señoritas Gozalbo), como hicimos juntos la primera comunión y vivíamos en el mismo barrio (y como, en una u otra forma, nuestros padres habían abandonado para siempre a nuestras madres, convertidas desde entonces, por fuerza de las circunstancias, en santas y heroínas –amén de incansables trabajadoras–), nos reuníamos diariamente para hacer las tareas escolares, memorizar canciones infantiles («el ratón con dientes fuertes / la jirafa con su chal / y el pequeño elefantito / da la mano a su mamá» o aquella en francés que sonaba más o menos «petitón de vuá / que sabé mufer / sabe mushuré / a la mister flite, etc.») e imaginar, tomando apuntes escritos de las posibilidades, qué tipo de relaciones misteriosas en el plano interpersonal habían hecho posible surgir, del matrimonio de San José y la Virgen Santísima, al Niño Dios (que tan antipático nos caía entonces por los exagerados colochos con los que nos lo representaban y por su cara de solterona gorda –este es un concepto que no manejábamos en aquella época, pero que se hizo claro con el paso de los años– y su pancita sin ombligo, actitud nada reñida con la tradición cultural salvadoreña, que ha sido capaz de legarnos una bella copla en este sentido: «Ha nacido un niño/ más lindo que el sol / nalgas de aguacate / barriga e’tambor»). Como odiábamos, Dios Santo, a Quique Soler, que nos llevaba todo un año de edad y que de vez en cuando pasaba a darnos noticias inquietantes en el campo de nuestra sed. «No sean pendejos -decía- los niños nacen cuando el papá le mete la paloma en el culito a la mamá. Luego el papá se la corta con un cuchillo hervido. La mamá hace así y la paloma se va adentro y allí se forma el niño. Por eso hay que querer mucho a nuestros papás, porque cortarse la paloma quiere gallina. Aunque vuelva a crecer». Cómo me idolatró A.A. cuando descubrí la existencia y la función del espermatozoide en un cuaderno de apuntes de enfermería de mi mamá. A.A. quiso entonces que hiciéramos un pacto de sangre rompiéndonos la yema del dedo gordo con un güishte, como hizo Tim Macoy con el indio Jerónimo. Desde entonces, la mayor parte de las veces, tratábamos de seguir el «todos para uno y a la visconversa» de los Tres Mosqueteros, pero debo confesar que también teníamos nuestros

Textos y poemas muy personales 111 momentos unilateralizantes. Por ejemplo, hubo una temporada que A.A. tomaba mis cuadernos y mis libros en cuanto yo me descuidaba y estampaba en cualquier página interior su firma de entonces «L-Lobo», cosa que me irritaba sobremanera y me hacía proferir en su contra, una o varias de las diez malas palabras que conocía. Es decir: caca, junene, marica, qué-te-importa, comete un huevo en torta, tu nana, cipote cabro, espermatozoide, guilo-mac-guilo y guimi-uan-foc. Mi amiguito tenía unas cejas rarísimas, algo así como el símbolo convencional con que los holgazanes pintores académicos nos indican que una gaviota o un petrel está a punto de desaparecer tras el horizonte; unos labios gordísimos que no me atrevo a llamar reventones porque odio las expresiones de la mariconería española; unos hombros oblícuos que le obtuvieron de la crueldad ambiente del colegio el definitivo apodo de «Coca Cola»; y, sobre todo, unas preciosas nalgas de mulata que fueron grave problema para esa su niñez que deseaba antes que nada ser brusca y feroz. Además, hacía los dibujos más encantadoramente espantosos que recuerdo. Deseo declarar solemnemente en esta noche, que lamento en lo más hondo de mi corazón no conservar uno solo de sus cuadernos de entonces pues estoy seguro de que tendrían enorme valor como objetos raros y bellos en cualquier mercado artístico serio y visible. ¡Qué Chagall ni que indio envuelto, como se dice en El Salvador! En la secundaria ya –después de tantos años me llena de alborozo confesarlo– A.A. y yo hicimos una versión patana del Himno del Externado de San José; un himno en particular para nuestra promoción de alumnos, resumiendo el grito de guerra frente a las novias que nos solían abandonar por excesivamente pedigüeños del cuerpo (redactado en términos tales que ni los monjes más imaginativos de la orgía medioeval habrían sido capaces de prever); trece himnos de borrachos, destinados a variar infinitamente según el lugar de la parranda; una colección de hurras para los encuentros intercolegiales de basketball, más importante para el adolescente salvadoreño promedio que las dos primeras guerras mundiales (y más peligrosos, ciertamente); algunos poemas a la bandera y a la madre; innumerables composiciones descriptivas que se leyeron en la Cátedra de Literatura impartida por el reverendo padre Alfonso de María Landarech, alias Tapón; un truculento drama en verso –preñado, a pesar de todo, de fuertes resabios de inocencia y candor– contra uno de nuestros condiscípulos, llamado Tecolote, que llegó a ser Príncipe del

112 Para ascender al alba Colegio y más tarde, ya en la vida (tarado quizás por aquella ostentación jerarquizante, típicamente jesuita) Juez de Policía de San Salvador; y un proyecto de hoja suelta, que no llegó a imprimirse, en la cual felicitábamos gozosamente al pueblo salvadoreño en ocasión de haberse incendiado la Catedral Metropolitana, con todo y que –desgraciadamente, decíamos– se salvó el señor Arzobispo. Sería verdaderamente tan interesante comprobar lo que habríamos hecho A.A. y yo, que juntos arrostramos además los terrores del estallido de un panal de avispas guitarrón a nuestros pies; las iras bestiales de aquel viejo policía degenerado que rondaba por el Campo de Marte y al cual apodaban «Viaje de Agua» por la inverosímil frecuencia de las detenciones que practicaba; los afanes de una carrera de triciclos cuesta abajo; el desprendimiento mutuo en el enamoramiento simultáneo con respecto a Nuna, la niña rubia con cara de heredero bretón que luego creciera tanto (me refiero a la cara) y adoptara la apariencia de una amplia playa de mármol en donde todavía buscamos inútilmente huellas de calor y piedad; qué habríamos hecho, repito, si la vida nos hubiera concedido a esta edad la cercanía constante, cuando, bien que mal, sabemos que hay tanto dolor entre las flores del mundo y tanto cuchillo huérfano en los árboles y tanta serpiente que matar y tanta lágrima que pide sólo un hombro amigo, y tanto frío que nos da sed de una mirada hermana para sentir que aún podremos sacar al sol el corazón vapuleado. Sólo pensarlo me reconcilia con el mes de mayo. Y debo averiguar por qué.

VI Centroamérica comparada

En Nicaragua hay un gran lago de agua dulce con tiburones ídem. El presidente de la República de Nicaragua es el hijo del presidente de la República de Nicaragua. Hay pues en la tradición nicaragüense, presidente de la República de Nicaragua padre y presidente de la República de Nicaragua junior. Los ciudadanos nicaragüenses se distinguen por tener el diafragma abdominal, es decir, los pilares del diafragma, de color azul, y el pulmón derecho verde. Por ello la cirugía torácica y las autopsias se hacen bajo juramento de guardar el secreto

Textos y poemas muy personales 113 y no se permite en el país la presencia de cirujanos extranjeros. Por lo demás los nicaragüenses son idénticos a los salvadoreños, quienes, como se sabe, se distinguen del resto de los hombres por no tener píloro y ser tan susceptibles al alcohol que en nuestro país las botellas de vinagre se venden con una etiqueta de calavera y tibias.

XII La raza de la piedra

La raza de la piedra lleva su sangre impávidamente, a saltitos imperceptibles. Sólo una posibilidad hay de dar al trasto con su afán: encender de pronto toda la ruta que le falta por recorrer, antes de poder competir con la urgencia de ser feliz que tiene ese niño bizco a quien pegaron las chiquillas esta mañana. Aún así las cosas –yo sé– es evidente que debemos recargar cuanto menos la mano. ¡Pero qué va! La naturaleza del hombre, con la cual jode tanto el padre Peccorini, la naturaleza del hombre se fuga por ahí. ¿Habría algo por hacer?

XIV Diario inconcluso

Mi nueva habitación es agradable: grande, soleada y con una terraza que termina sin avisar en la copa de un gran árbol. Lo más terrible en ella (digo, en mi habitación agradable) es un armario enorme, de color blanco-sucio que casi llega al techo y que muestra un espejo gigantesco en cada una de las tres puertas gordas. Tiene altorrelieves de madera, en ese estilo grasoso y polvoriento de fines de siglo pasado, que hoy solamente se podrían encontrar en los muebles de los prostíbulos de España. Parece, también, un animal antediluviano sorprendido desnudo en la Belle Époque. Sin embargo, para qué ser fatuo, para qué disimular. En esta habitación he llorado ya dos veces y he tenido en silencio a esa muchacha leve por quien no debéis preguntar.

114 Para ascender al alba XVI Confesiones

Mis grandes amores en la vida fueron: mi madre (desde los dos años y medio hasta hoy); mi aya manca, Genoveva (desde el año y medio hasta eso de los ocho años, supongo, que fue cuando ella murió, vulnerada por la cruel orfandad adulta y el cáncer); el fútbol y la Virgen María (desde los once hasta los quince años); una muchacha llamada Gladys (desde los quince años, hasta los quince y nueve meses, que fue cuando ella ratificó su antigua decisión de casarse con otro, tendencia marcada por el oportunismo de derecha que yo había combatido desde que nos conocimos); el billar –no la carambola, sino el pool;– el conjunto de alumnos de mi promoción en el Externado de San José, la cerveza y unos mariscos negros llamados en El Salvador «conchas de burro» (desde los quince años y nueve meses hasta los veinte años, aunque había que hacer dos reservas de permanencia: siguen presentes en mi alma el 76 por ciento de mis compañeros de promoción externadista y no hay duda de que, con la perspectiva que dora la nostalgia [escribo esto en Ceské Budejovice], en la actualidad amo más que nunca, con auténtica desesperación, las conchas de burro); mi esposa y mis tres hijos (en pelea, durante algún tiempo, con el billar, la cerveza y las conchas, pero en definitiva triunfantes, hasta la fecha y hasta siempre), la Revolución y el concepto abstracto del Comunismo (también en pelea con los amores anteriores, ya de por sí peleadores, entre los dieciocho y los veintitrés años ‒como la policía sabe, ingresé al Partido Comunista a los veintidós años, pero recuerdo que aún me permití unos ocho meses entre la utopía, el sueño y la acomodación del espíritu cristiano); una muchacha llamada Cecilia y la poesía (desde los veintitrés hasta hoy) contra quienes sólo el concepto concreto que tengo ahora de la Revolución y que se parece mucho al que se encarna a la Revolución Cubana ha vuelto a pelear (desde mis veintisiete años, cumplidos en Cuba por cierto). Sé que debería hablar también de mis amores llamados Dalton: mi padre y mi hermana. Pero ¿hasta dónde ellos han sido otra cosa que yo mismo? Si se lee bien todo lo anterior, es posible comprender nítidamente que a quien más amé en la vida fue a mí mismo. No me opongo a tal conclusión implacable, palabra de honor. Es más: pienso que todos esos amores míos pueden sentirse halagados porque quien los amó con tanta intensidad fue un gran egoísta, quizás uno de los más grandes de este siglo ecuménico.

Textos y poemas muy personales 115 XVII

Crítica a la primera edición de mi libro El turno del ofendido (firmada con el seúdónimo de «Espectador» e inédita hasta la fecha, gracias al celo anticomunista de don Napoleón Viera Altamirano, director-propietario de El Diario de Hoy, de San Salvador, donde la crítica iba a publicarse, el cual director- propietario la encontró peligrosamente elogiosa)

Hemos recibido el libro de poemas El turno del ofendido, del joven bardo salvadoreño Roque Dalton García. Conociendo de antemano la grácil delicadeza de la obra anterior de Dalton, hemos sido cautelosos. Antes de abrir el libro (que trae viñeta de un tal F. Beltrán) nos hemos lavado las manos con jabón Lifebuoy, nos cepillamos los dientes e hicimos una ligera ablución hacia la faringe (siempre leemos la poesía en voz alta), colocándonos a posteriori en cada lagrimal (a fin de evitar el choque que sucede cuando se lanzan del gotero pendiente como una espada de Damocles hacia la pobre pupila aterrada) dos gotas de antiséptico refrescante. Así, con una sensación de justificadora catarsis, encendimos la lámpara que preside las noches del escritorio, disponiéndonos a romper las páginas siamesas con un cortapapel de marfil (que, al pensarlo bien ahora, recordamos no haber esterilizado convenientemente) y atacar, con el denuedo de un sistema digestivo que sabe inminente una pierna de jamón a la barbacoa, el copioso material de este nuevo título que enriquece las no muy opulentas listas bibliográficas de El Salvador. Operación esta última (atacar con denuedo) que vino en el tiempo más pronto y más fácilmente de lo que nuestros preparativos hacían esperar: el tomo de Dalton no tenía páginas siamesas, resultado –entendemos– de la necesidad de ahorrar papel que existe bajo el régimen castrista, financiador de la susodicha publicación. El autor es aún muy joven. Aunque no le conociéramos personalmente, como le conocemos, eso se nota en el poema introductorio, en el cual la augusta sombra de Quevedo no alcanza a apagar, en la forma que sería deseable, ese chispazo ofensivo de casi alegre irresponsabilidad que los criollos angry young men gustan elevar

116 Para ascender al alba como bandera de ostentación contra nuestro apreciado y tan costoso sentido del orden. No auguramos, a decir verdad, un futuro fructífero a El turno del ofendido ni a su autor. Independientemente de las insolencias y otras cosas aún peores –ya previstas por el Código Penal vigente– que proliferan en las páginas del libro, hay un mal gusto permanente y una pérdida de la perspectiva armónica tan…

XX Talepate

Se llamaba Julio, pero por pequeño y por moreno todo el mundo le decía Talepate. En la actualidad hay, se puede decir, un desacuerdo fundamental sobre la identificación de su frase favorita (han declarado sobre ello, tanto su mujer –de este domicilio, mayor de edad, de oficios diarios y agotadores en la administración del mesón la Pastorela, y de nombre Tancho– como sus hijos llamados Óscar, Lidia, N –el tercero–, N –el cuarto– y Julito). Sin embargo, sobre todo en esta época de personas débiles e impresionables, se ha afirmado ya en el fondo de muchas mentes una notable tendencia hacia la aceptación, sin mayores aspavientos dilatorios, del hecho primigenio (¡hum!) que nos indicaría lo siguiente: la frase favorita de Talepate era, por lo menos en el sentido de amadísimo-y-reiterado-exabrupto, una cualquiera de las que solía emitir, a grito pelado, en las noches invadidas que corrían del sábado al domingo. O sea: «Aquí no hay más tren que el que pita y ese soy yo», «Estoy hablando con la dueña de la casa, no con las putas», «Aquí no hay más que arroz y gallo, caldo de gallina sapita, cruz, calavera y camposanto», «No soy laguna para mantener lagartos, ni excusado de hoyo para mantener cerotes», «Yo le encaramo Sandino al más soplón y salgo en caballo blanco», «Échenme ese trompo a l’uña, a ver si tatarateya», «Estamos malos, Carlota, yo chuña y vos en pelota» o bien la consabida (aunque dudosa) «Ay, Colón, tus hijos lloran, pero no de hambre sino de necesidá».

Textos y poemas muy personales 117 XXI Doméstica (19…)

Te desnudarás y bajarás hacia mí confiada en tu candor de antes, sin pronunciar la palabra de todos los días, sin decirme siquiera: «Tente, que el Formador ha inaugurado la semana de Su furia y no se aprueba en estos días hacerse de la vista gorda». Buscas mi perdición, buscas mi perdición. Cerrarás los ojos y me besarás las pestañas y tu aliento penetrará en el rincón de mis audacias. «A propósito –me dirás luego– ¿has visto cómo son bellas las rosas del jardín de ese nuevo vecino, el de aspecto desvalido pero nada difuso, como dirías tú?» Y yo intentaré hablarte de mis viejos triunfos (de la cárcel, de la monjita esa, del retrato que me dedicó Marinello) y te pediré que abras una lata de cerveza y que traigas el caviar (aunque haya de comenzarse el pote grande, el último) y comenzaré a hablar de mi desesperación por París y de que es falso (¡oh blasfemia!); al fin de cuentas, que yo lleve esa incomprensible basura de tanta sangre indígena en las venas y de que esto no podrá seguir por mucho tiempo así, que yo deberé volver a casa, al Partido, a mi hora de hacerse matar por las cosas en que uno cree antes de encontrar a una mujer como tú. En fin, algo como eso. Y tal vez finja odiar tu despreocupada desnudez, mi pececillo, a tal grado que tú también pienses si no será mejor mandarlo todo al diablo, aunque no haya nadie más en la vida que te haga lucir radiantes, hasta gorditas, las rosas que amas recibir al crepúsculo.

118 Para ascender al alba Los pequeños infiernos Los pequeños infiernos

Este poemario obtuvo mención honorífica en el concurso de poesía de Casa de las Américas en 1966. Fue publicado por primera vez en No pronuncies mi nombre. Poesía completa, tomo III, colección Orígenes, Dirección de Publicaciones e Impresos, en 2008.

120 Para ascender al alba Mediana edad

Pasan los años del estilo brioso. Pasan los años en que se pronuncian ciertas palabras con desprecio: cipreses, huir, melancolía, por ejemplo.

Llevas tu sed ante el espejo y se te echan encima las espinas: la certidumbre huele mal, eres al fin el caballero solo, el que temías ser, el que alejabas con un poco de burla de tu lado.

Eclesiástico y tácito, si quieren, menos dado a las lágrimas, más duro, como el buen pan de Dios en la medida que se aleja del horno.

Hora cero

Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura. Borges He aquí de nuevo esa difícil situación: tener miedo a la muerte gloriosa, obligatoria.

¿Desear la vida con desprecio es un acto de pureza?

Estoy siempre confuso entre los desnudos que se jactan a mi lado de cumplir fielmente con sus pasos trazados con rigor desde ayer por el dedo del combate.

Los pequeños infiernos 121 Sobresalto

Sólo entre los muchachos aprendo los grandes deberes.

Fugitivo de los duros montes soy, dedicado a bordar la esplendidez de mi tumba.

Las semillas que desalojara el aire, el agua hollada por la niebla caliente, esas aves de espalda esmeraldina han sido mi sustento. Y tan sólo estos niños que llevan en sus ojos la huella del verano me hacen temer, pensar en severidades solemnes.

No debo nada a mi sinceridad, mi otro juez único.

Sin embargo ahora querría beber o fumar algo embriagante y limpiador. (Ahora, palabra que germina de pronto como la fruta en el espejo, que no nos deja impunes.)

La vigilancia de los niños es honda como el mar en las noches sin estrellas. Nos obliga a vivir de lamento en lamento, llevar en las espaldas nuestra propia bruma, nuestro techo de pétalos. Su maldición es, con todo, un engaño, un fuego sólo vivo para alumbrar el gran conciliábulo.

Lecho de piedras y canciones, amanecer de mis últimos huesos, perfil del sueño sembrado en el amor: ¿no seréis suficientes poderes para mi descargo, si alguien me acusase de intentos graves en orden a resucitar?

Padre Lobo escupido por la distancia, Madre Víbora desesperada por una pregunta:

122 Para ascender al alba ¡no me juzguéis por haber perdido mi casa, por poseer solamente fronteras y recuerdos!

Mi silencio es todavía un grito mutilado por la intemperie, no hay imágenes de paz en los muros (Hay sí, grandes avisos que reclaman mi ciego cadáver y hablan de diez prodigios cometidos por alguien que me ama, maniatada por la vergüenza.)

Tengo sed, ansias de aquel vacío: después de algunos días me desmentiré de todo lo dicho.

Oh sediciosa soledad: la humedad de viejas prisiones florece en tu pequeño horizonte pintado de sangre: el aroma de los besos se rompió en mil pedazos, se hizo injuria devastada, vértigo.

¿O es el alma que se pone su pobre abrigo de musgo?

El exilio

Días para permanecer cabizbajo en la soledad de antiguas ruinas que surgen de la tierra viva y llena de hierbas de las últimas lluvias días espinosos en que duele la alegría de los seres amados y la mirada reclama su [pozo oscuro días en que no se soporta el espectáculo de la tempestad enérgica del mar que soltó sus últimas ligaduras de la profundidad que lo detiene días abiertos al ángel de la conmiseración para que alce vuelo el sollozo como una golondrina a quien nadie mirará días de color lento en que se desdibujan las facciones del amor

Los pequeños infiernos 123 Descubrimiento del Guernica

El toro impávido ante la lengua de los muertos la muerte derramada bajo los cascos implacables la impiedad del caballo entre el dolor de las lámparas y el amor mío por el sueño deslumbrado de pronto por el remordimiento.

Perdido

(De Zurich, 1957) Oh amor de la violencia que adivino desde mi acongojada soledad tálamo mal venido que hoy querría junto a mi pobre garra en abandono

Risa para los niños crueles del sueño consigue solamente mi cara feroz grave comprobación en este tiempo injusto en que la edad me daba la primera flor seca

Oh cómo la sangre las batallas los arrasamientos son sólo cosa de esos mismos niños y cómo lo frenético es a lo vivo como una lluvia roja calificando un campo de nieve matinal

Siete palabras señalan mis siete sueños y entre ellas derrota es la que duele más pero la calma es demasiado cara en el camino andamos en el camino andamos

124 Para ascender al alba Él pasa por una fábrica

(De México, 1961) Mientras tiembla la piel bajo las ásperas camisas en el patio nocturno mojado por la huelga toda la ferocidad del mundo se detiene con un cigarrillo y el amor es un ave perdida en el mar sobreviviente de la tormenta del recuerdo.

El viento bate las cejas de los viejos habituados a ver agonizar el pan mientras la miseria engorda sus telarañas en los cuarteríos cercanos que permanecen despiertos.

Y yo me avergüenzo de ser el solitario que simplemente sigue su camino en la noche loando hasta hace un momento la tranquilidad y haciendo planes para visitar Chapultepec en la mañana de mañana domingo.

Sueño

Bajo tu pelo amargo se pierden los caballos azules, los de mi propio sueño. Y el prado que yo hice, la montaña, el río predilecto que tanto me costó imaginar. Todo bajo ese pelo que me distrae hasta de tu desnudez. Devuélveme mi mundo. Ríndete a mi sueño vacío, apiádate, puéblamelo de nuevo. Sé en él la débil avecilla, no el huracán tremendo. No me ames así. Apiádate, apiádate. Permanece callada. Uva final del mundo. Piedra con su agua negra derramándose. Seco incendio si quieres. Corazón arrancado del amanecer.

Los pequeños infiernos 125 Diciembre A Ricardo Bogrand

Súbdito de tus grandes venas de asfalto súbdito de injurias secretas de injurias no anunciadas ni por la voz hundida que me queda sojuzgado como un animal polvoriento el corazón vigilado por un hosco gendarme bajo la lluvia perdido –eso es– perdido entre tus baratijas entre tus vencedores utensilios tus eslóganes que imprecan contra la derrota pero que no calman mi hambre mi hambre –anodina quizás– de hombre pobre mi hambre de dientes y barriga y frío y de llanto cordial cuando lo que se necesita es una piedra.

Así camino en estos días de ciega cerradura mordisqueando el frío que no alivian los mitos ni la solemnidad de la niebla: mis huesos en el parque España admiten comparaciones con la soledad el abandono es mi propia casa y lo que se necesita –no lo olvido– es una piedra.

Hasta el rango del último cobre me niega la aptitud de pastor severo para qué engañarse –dicen– con las excusas de albos sueños para qué preparar el amanecer desde ahora en que ya tenemos bastante con temblar.

Así camino México el último de tus heridos soy el último de los que se amontonan sobre tus alcantarillas buscando un vientre cálido para no ver pasar la rabia.

Y lo que se necesita es una piedra.

126 Para ascender al alba Para cuando la muerte…

(De México, 1962)

Para cuando la muerte con sus pájaros de espuma negra brote de mi piel para cuando mis huesos interroguen al aire por sus jugos y mareas y del ojo caído las raíces eleven sus rituales desolados para cuando ya sea el substituido por los caminos el único que falta para cerrar la cuenta de los pasos del día mis palabras ahogadas seguirán animando en tu cuerpo de plata la cosecha madura

Al olvido tenaces dimos muerte completa viajeros de la misma religión amorosa

El hijo pródigo

IV ¿Cuál será nuestro rostro?

No somos hijos de la bella-Reina-de-Mayo nuestra madre castiga sus viejos pechos contra las piedras del río y aúlla y hiede mostrando su lengua que alcanza hasta los ojos desorbitados

¿Cuál será nuestra heredad?

No somos dueños del lecho en que despierta el maíz nuestra tierra es de piedra y lodo donde no germinan los jóvenes [cadáveres hacienda de las culebras ¿cerosas? que silban en medio de todas las tormentas que nos empujan al mar.

Los pequeños infiernos 127 ¿Cuál será nuestro alimento?

No somos leves masticadores de harinas y mieles grandes hostias de ceniza nos persiguen el agua es dura y quemante para nuestros labios empolvados devoradores de lagartos negros y huevos de animales extraños.

¿Cuál será nuestra palabra?

No somos pastores de las sílabas que cantan pronunciamos palabras espinosas con la lengua llagada decimos que no odiamos la esclavitud frente a una libertad de coyote hemos domesticado la verdad para azotarla con un criterio de tres cabezas como el de Yeysún.

¿Cuál será nuestro destino?

No somos aspirantes a la vecindad del sol nos basta cultivarnos para el agrado de los sacerdotes sacrificadores sabemos que cada una de nuestras venas espera sus cuchillos y hablamos con satisfacción de la túnica que llevaremos el último día.

¿Cuál será nuestra fe?

No somos guardianes de esos grandes anhelos el pequeño vicio saciado nos conmueve hasta el llanto la siesta es el mejor poema la aceptación es el estado ideal creemos en nosotros mismos y en nuestras jóvenes mujeres en medio de una gran soledad llena de frutas.

Somos un pueblo joven.

Y esa aparente tristeza es una forma de dignidad.

128 Para ascender al alba XV Los inmortales

Las patas de la ciudad dejaron su marca en nosotros, los recién llegados.

Todo era como un recuerdo de la infancia contagiado por el sopor de estos días, recuerdo de juegos despreciables y de primaveras que ocultaban algo [siniestro

La amargura era un dios en el que tratábamos de no creer, pero en contra de nuestro vivir de reojo bien pronto las patas de la ciudad tomaron posesión de nuestro pecho. Poca culpa, si contamos con nuestro silencio, tuvo en ello la ciudad. Para todo éramos los desconocidos, y el odio hacía que los vecinos golpearan antes de preguntar cuán hondo compartíamos su vieja congoja. ¡Oh uniformidad que facilita el daño! ¡Oh aridez que desconoce la bienvenida!

Pero ahí también os hallé: generación de las preguntas que ninguna edad tuvo el coraje de hacer, príncipes de la duda hablando de romper tambores con lanzas no [estrenadas, solitarios enmarañados que agotasteis la vejación y la penuria: sólo vosotros podréis desmenuzar la inmortalidad, extraer la gloria de los desalojos nuestros de cada día, como quien con la calma de su paso llena de majestad los vestidos más viles.

Porque, ¿debéis aceptar acaso que la tierra prometida es también un enorme mar de estiércol, que el tiempo prometido transcurrirá en un enorme mar de estiércol?

Los pequeños infiernos 129 Hay estiércol, no hay duda. Todas las alas de la rosa de los vientos están manchadas.

Pero, ¿es que ha pasado la edad de las grandes hazañas? ¿Vuestros brazos han caído también en la trampa de las lamentaciones? ¿Es que podríais deponer vuestra raza de cataclismos por las insinuaciones de una confusión, a lo más, digna del sonrojo?

Sabedlo: no servís para renegados, no tenéis el lúgubre, torvo valor de los traidores, cualquier señal de asco en torno vuestro os mataría pronto, después de algunos balbuceos.

Y al final ser un buen hombre no es una cosa tan horrible, aun para quien ama y profesa su vocación de sedicente.

Yo os hallé buscando amor y os supe vencedores de antemano: dioses de largos cigarros, recelosos de las aleluyas, herederos de ceremonias para asombrar a quienes ignoran que la renuncia es la mejor posesión.

130 Para ascender al alba Doradas cenizas del fénix Doradas cenizas del fénix

Es un poemario donde Roque Dalton ensaya el surrealismo. No fue publicado como un poemario individual; pero fue incluido en las antologías: Poesía escogida de Educa (1983), La ternura no basta de Casa de las Américas (1999) y en No pronuncies mi nombre. Poesía completa, tomo III, colección Orígenes, Dirección de Publicaciones e Impresos (2008). Soñar la mesa

(Poema con una o dos profecías)

El hecho de que hoy sea jueves no le dice nada a mi hambre tampoco el que hayan pasado tantas mujeres por mi vida (no es una manera de decir pues una vez aceptada mi fealdad los días perdidos en el amor cuélganme como una llave trágica)

Ay profesores de Historia críticos cegatos y meticulosos luego diréis que apelamos a la mentira cuando decimos que tenemos [hambre pero vosotros los que nunca supisteis lo que es almorzar con té cenar con sopas de agua desayunar con una galleta o un cigarrillo os engañáis tanto como todas las novias clarividentes.

No quiero proponer nada al mundo ya suficiente tiene con sus tristes historias que corren como infinitas gotas de mercurio. Lo único que hago es decirme que tengo hambre hambre de gran ciudad civilizada y fina tanta hambre que me excito al ver pasar los gatos que me excito sexualmente digo al ver pasar los gatos cultor como soy de todas las delicias entrelazadas.

Algún día conoceré a un amigo que se llame Heberto Padilla o algo así que sea fino como una casa de campo en el otoño de México hablará francés y sabrá todo lo que por hoy se puede saber sobre vinos y me invitará a comer y me invitará a comer y me invitará a comer.

Mas mientras tanto estoy con hambre el hambre es una especie de cáscara de hierro que te mete los grandes colmillos en los hombros y lucha para hacerte rodar por el suelo esa fauce.

Señor Mauricio de la Selva: ¿cómo se atreve Ud. a irse sin dejarme dinero? Ud. trabaja en la Universidad (llega siempre a la hora)

Doradas cenizas del fénix 133 Ud. está muy bien relacionado en el distrito Ud. incluso puede permitirse tener muy mal carácter ¿por qué no dejó entonces esos diez pesos mexicanos que hasta mis cien orgullos suplicaran anoche?

Acepto que aún ayer yo tenía cien pesos pero no negará que los billetes son muy malos escudos para evitar que el mundo nos invada y si Rosa María quiso ir a ver conmigo El Lazarillo de Tormes no es de ponerse a gritar por el barrio: «Ay qué daños me causa la belleza».

(Rosa María es la chica que más me ha gustado en México ella no me amará jamás porque soy feo y pobre y hasta seguro estoy de que algún día en Praga -menciono esta ciudad para mostrar mis tendencias- alguna buena gente me dirá que se ha casado y que hace hijos sorprendentes con su joven marido con quien almorzará y desayunará (cenarán siempre afuera) hasta que sus dos muertes los separen.

Ay Sardanápalos irremediables: quiero hundirme en el más negro infierno a causa de la gula quiero morir del corazón gordo y rosado aterrorizar a los doctores con mis intemperancias frente al menú.

Tengo hambre caracoles tengo hambre hambre sana y robusta como un joven odioso hambre que crece bien nada torcida hambre hasta con carnet de identidad y estilo propio familia antigua dos apellidos y caprichos.

Señor: ¿cuándo estaré contigo en ese paraíso de cuatro patas que sueño?

México, otoño de 1961.

134 Para ascender al alba Asalto general

Asaltaron a las estatuas por no querer desembocar a las lavanderías asfixiantes a los peces muertos y sus raíces asaltaron a los toreros podridos a los códigos civiles en la edad del [engorde a los profesores de violín virtuosos de la piel como un molusco asaltaron a las íntimas degollaciones de los pastores suicidas que sudaban de rubor melodioso entre la brisa que venía de la Laguna [Verde asaltaron al médico que ubicó en una hernia el retrato de un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia asaltaron a los flanes de vainilla que defienden temblando la cultura [cristiana asaltaron a la luz en cuanto salió del huevo de la gallina ciega asaltaron a las escobas de azucena las de limpiar telas de araña-bruja asaltaron al amor a la gran habilidad de la lengua a las muletas del campeón mundial a las primeras planas de los diarios nocturnos que mastican las muchedumbres para solaz de las ambulancias asaltaron a la incultura sexual de las cofradías de Panchimalco asaltaron a la rumba que llenó de miel los cementerios al llanto de las máscaras de cuero de Rusia y anilina asaltaron a los huertos sembrados de plata donde los ancianos modelan callosamente sus espectros asaltaron a mil novecientos sesenta y tres asaltaron al verbo columpiarse asaltaron a las cucarachas heroicas asaltaron al próximo terremoto y a su epicentro de clavel y gemidos asaltaron a la fama de Cristo a la desnudez de los elefantes y las pampas asaltaron al vino de la circuncisión a las tetas de la aurora y la melancolía de los sargentos vírgenes asaltaron al lodo de hacer pasteles a la pedrada amorosa al sapo de regalo asaltaron al derecho de gozar el paludismo en la era glacial a la perspectiva de baja que domina en los Ateneos a los bigotes de las gordas solteras

Doradas cenizas del fénix 135 que no hablan inglés y recitan poemas de Alfredo Espino asaltaron a los huecos de la nariz asaltaron a las denuncias a las programaciones de las cámaras de tortura a las agonías del coleccionista de girasoles que teme a Castro y envía a la dry cleaning sus palillos de dientes asaltaron a los estrategas del Pentágono a los cosméticos a la sed asaltaron a los bichos en el sobaco de los ángeles asaltaron a la clandestinidad de los oboes asaltaron a don Alfredo Palacios y al Presidente de Colombia asaltaron a la fábula de la grama loca a las piscinas temperadas al álgebra al consomé de pollo a los eclipses a la teoría de los juegos a la sordomudez del dólar a las muchachas que no creen en la ginebra anticonceptiva asaltaron a los poemas sobre el progreso a los buses selváticos sarampionados por la luna al bello infierno poblado de barómetros que usa Ximena para jugar conmigo al ajedrez asaltaron a los patos caídos en el error a los sollozos de los cineclubes al laurel tiroteado al etcétera asaltaron a la lucha de clases asaltaron a la paz asaltaron a la metafísica asaltaron a la rueda de caballitos a la Unesco a los jeep Land Rover asaltaron al expresionismo alemán a la verdad a los sectarios de San Estanislao de Kostka a las cabezas reducidas a la ropa de jersey a la numismática al libro Obras completas y otros cuentos de Tito Monterroso asaltaron a mi mamá asaltaron al himno nacional a las noticias del proyecto de irrigación en Argelia asaltaron al Partido Demócrata Cristiano a las enfermedades de los conquistadores al gerundio a la Ley de Ohm asaltaron al espíritu de sacrificio a los escalafones a los pasaportes diplomáticos al secreto de la confesión al delito asaltaron al amor que no osa decir su nombre al pus enamorado por cuatro industrias de transformación asaltaron a la ayuda de Dios a la noche al día a todas las fechas asaltaron a los asaltantes a los asaltados y al asalto asaltaron a las exclamaciones me asaltaron

136 Para ascender al alba Taberna y otros lugares Taberna y otros lugares

Este poema-collage obtuvo el premio de poesía Casa de las Américas en 1969. Fue publicado en La Habana el mismo año de su premiación.

138 Para ascender al alba Americalatina

El poeta cara a cara con la luna fuma su margarita emocionante bebe su dosis de palabras ajenas vuela con sus pinceles de rocío rasca su violincito pederasta.

Hasta que se destroza los hocicos en el áspero muro de un cuartel.

27 años

Es una cosa seria tener veintisiete años en realidad es una de las cosas más serias en derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad.

El descanso del guerrero

Los muertos están cada día más indóciles.

Antes era fácil con ellos: les dábamos un cuello duro una flor loábamos sus nombres en una larga lista: que los recintos de la patria que las sombras notables que el mármol monstruoso.

El cadáver firmaba en pos de la memoria iba de nuevo a filas y marchaba al compás de nuestra vieja música.

Taberna y otros lugares 139 Pero qué va los muertos son otros desde entonces.

Hoy se ponen irónicos preguntan.

¡Me parece que caen en la cuenta de ser cada vez más la mayoría!

Temores

Cuando la nieve caiga en mi país Doña Ana no estará más en su vergel canas de coco verde arrugas dulces del maíz cerrada estará la rosa abierto estará el clavel.

Cuando el otoño conquistador lleve sus manos a mi país el General Beteta habrá regresado del Petén oh deshielo sin hielo oh vidrios de fuego feliz con mil cuatrocientos hombres marchando bien.

Hostia por los deseos púrpura no te perderás el viento de las doradas playas corona tus miedos en cada tiro un conejo hasta la raza destruirás olor de yeso piel hecha para quemar aquí me quedo.

Gracias a Dios y a la flor de Izote y a la exactitud de Varela heráldica gratísima sabiduría lentamente baladí oxidada por esta lejanía del alma en vela.

País mío vení papaíto país a solas con tu sol todo el frío del mundo me ha tocado a mí y tú sudando amor amor amor.

140 Para ascender al alba El gran despecho

País mío no existes sólo eres una mala silueta mía una palabra que le creí al enemigo

Antes creía que solamente eras muy chico que no alcanzabas a tener de una vez Norte y Sur pero ahora sé que no existes y que además parece que nadie te necesita no se oye hablar a ninguna madre de ti

Ello me alegra porque prueba que me inventé un país aunque me deba entonces a los manicomios

Soy pues un diocesillo a tu costa

(Quiero decir: por expatriado yo tú eres expatria)

El alma nacional Patria dispersa: caes como una pastillita de veneno en mis horas. ¿Quién eres tú, poblada de amos, como la perra que se rasca junto a los mismos árboles que mea? ¿Quién soportó tus símbolos, tus gestos de doncella con olor a caoba, sabiéndote arrasada por la baba del crápula? ¿A quién no tienes harto con tu diminutez? ¿A quién aún convences de tributo y vigilia? ¿Cómo te llamas, si, despedazada, eres todo el azar agónico en los charcos? ¿Quién eres, sino este mico armado y numerado,

Taberna y otros lugares 141 pastor de llaves y odio, que me alumbra la cara? Ya me bastas, mi bella madre durmiente que haces heder la noche de las cárceles: ahora me corroen los deberes del acecho que hacen del hijo bueno un desertor, del pavito coqueto un pobre desvelado, del pan de Dios un asaltante hambriento.

Penitenciaría Central, octubre de 1960.

O. E. A.

El presidente de mi país se llama hoy por hoy coronel Fidel Sánchez Hernández pero el general Somoza, presidente de Nicaragua, también es presidente de mi país. Y el general Stroessner, presidente del Paraguay, es también un poquito presidente de mi país, aunque menos que el presidente de Honduras o sea el general López Arellano, y más que el presidente de Haití, monsieur Duvalier. Y el presidente de los Estados Unidos es más presidente de mi país que el presidente de mi país, ese que, como dije, hoy por hoy, se llama coronel Fidel Sánchez Hernández.

Buscándome líos

La noche de mi primera reunión de célula llovía mi manera de chorrear fue muy aplaudida por cuatro o cinco personajes del dominio de Goya todo el mundo ahí parecía levemente aburrido tal vez de la persecución y hasta de la tortura diariamente soñada.

Fundadores de confederaciones y de huelgas mostraban cierta ronquera y me dijeron que debía

142 Para ascender al alba escoger un seudónimo que me iba a tocar pagar cinco pesos al mes que quedábamos en que todos los miércoles y que cómo iban mis estudios y que por hoy íbamos a leer un folleto de Lenin y que no era necesario decir a cada momento camarada.

Cuando salimos no llovía más mi madre me riño por llegar tarde a casa.

Atardecer (I) ¡Afán de ser una delicada criatura en el centro del ruido! El ruido del hacha en el árbol injusto, las llamas devorando el laurel infernal. A semejanza nuestra, este cementerio poblado de matas de plátano, ignorado bajo el grueso mantel de polvo, es una espléndida guirnalda de llagas que sólo quedan en la memoria y que fueron sanadas hace muchos años en un camino cualquiera, por algún hijo de Dios a quien no bastó crucificar. Río que lo minas, hinchando excesivamente a sus muertos: a mi contenida violencia de extranjero estás destinado como nunca. ¡Entrégame entonces, sin reservas, tu noche aglutinante, tu casa azul como la dulce esquizofrenia de los poetas iletrados de América! Mientras tanto, la vanidad de nuestro hastío pueble la esperanza de pálidos enemigos, majestuosos y vacilantes como un animal de cuerpo excesivo, tal la jirafa.

Sobre dolores de cabeza

Es bello ser comunista, aunque cause muchos dolores de cabeza.

Y es que el dolor de cabeza de los comunistas se supone histórico, es decir que no cede ante las tabletas analgésicas sino sólo ante la realización del paraíso en la tierra. Así es la cosa.

Taberna y otros lugares 143 Bajo el capitalismo nos duele la cabeza y nos arrancan la cabeza. En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba de retardo. En la construcción socialista planificamos el dolor de cabeza lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario.

El comunismo será, entre otras cosas, una aspirina del tamaño del sol.

La mañana que conocí a mi padre

…ese padre de quien no diré nada de quien apenas tengo esa manera de inclinar la cabeza… Aragón Calculo que yo tendría unos tres años, quizás un poco menos. Ahí estoy sentado en un suelo fresco de mosaico, empiyamado por estar un poco enfermo del estómago, jugando con un ganchito de cabeza de mujer, matando hormigas y enterrándolas apenas con la tierrita que sacaba de las junturas del piso. En el fondo hay un patio con árboles y plantas florales y el aire es fresco, brillante y matutino, de un olor inolvidable que en ocasiones he vuelto a reconocer en varias partes del mundo, con diversidad de emociones según los líos presentes en mi vida. Veo a Fidelia, la Pille, limpiando con un trapo sucio los cuadros de la pared: una reproducción del Ángelus, paisajes y naturalezas muertas impresas en papel y compradas en el almacén Goldtree Liebes. La Pille ya era vieja, con la cabeza menos gris que unos años después, pero, con todo, gris, muy gris, llevando su cara de hombre con paciencia, cara de hombre sobre todo por las grandes ventanas de la nariz y excepto por el piquito que formaba su labio superior en la parte más alta. En eso tocan la puerta y la Pille va a abrir, dejando el sacudidor en una mesita y limpiándose el polvo de las manos en su gran delantal oscuro. Abre la puerta de la habitación contigua, la que da a la calle y yo oigo una voz extraña de hombre, que pregunta por mi madre y la Pille que se ríe e invoca a San Cayetano Bendito antes de contestar que mi madre

144 Para ascender al alba está trabajando con un caso urgente de trepanación cerebral del doctor Zepeda Magaña pero que pase por favor adelante que puede tomar aunque sea una tacita de café y que va a perdonar el desorden de la casa y que así podrá ver al niño aunque sea un ratito y que inclusive si él quiere ella puede ir en el carro a buscar a María a la Policlínica ya que al fin y al cabo si el paciente se va a morir se muere con enfermera especial o sin enfermera especial. A mí me pica una condenada hormiga en el dedo en ese preciso momento y suelto un grito completo, como pidiendo público, y sin siquiera quitarme el bichito de encima como ya sabía hacerlo evidentemente (rascándolo con las uñas y aplastándolo contra la carne o el piso). Alguien me toma por los brazos y me alza del suelo registrándome y preguntándome por qué me pasó y yo respondo mostrando el dedo encogido donde la hormiga muerde aún furiosamente, alzando su mínimo fondillo hasta el cielo raso. Entonces me doy cuenta de que fue la Pille quien me alzó y que luego de quitarme la hormiga me muestra, como se hace con un pollo en venta o con un lechón, al hombre con quien hablaba y que se ha llegado hasta aquí adentro con una tranquilidad que se me impone de inmediato. Yo me limito a abrir los ojos y la Fidelia me alarga más, ofreciéndome para ser besado. El hombre lo hace y me pica el cachetío con su mejilla azul y yo me echo hacia atrás y busco el cuello de la Pille para colgarme y esconder la cara. La Pille dice que ese señor es mi papá y que debo besarlo, pero yo me hago el bobo y decido quedarme ahí, como un gusano de seda asustado por su primera ojeada al mundo. Siento que el señor me pega una nalgada suave, me pasa una mano por el pelo, mi lindo pelo rubio de entonces que era la esperanza de mi mamá para que yo me distinguiera de por vida como un ser superior entre el conglomerado de murushos y jiludos cabellos salvadoreños; y, luego, me quita el calcetín del pie derecho, desnudándomelo y tomándomelo entre la mano inmensa y fuerte y me lo aprieta pero sin hacerme daño, más bien siento unas cosquillas tibias que me dicen que el señor no es tan bravo como toda la gente grande que no sean mi mamá y la Pille. Después se pone a hablar de cosas que no entiendo. Quien más habla es la Pille, oscilando entre la alegría explosiva y las lágrimas de humillación y el señor sólo responde con palabras cortas y gruñidos y luego de un rato dice que tiene que irse. La Pille me coloca en el sofá y yo me quedo allí muy quieto haciendo cara hosca. El señor fuma

Taberna y otros lugares 145 como pensando y derrama la ceniza del cigarrillo en el suelo. Vuelve a acercárseme y me roza la cara con los dedos antes de dirigirse de nuevo hacia la calle precedido por Fidelia, quien, después de varios Dios-me-lo-bendiga dichos fervientemente y del ruidazo de la puerta al cerrarse, vuelve hasta mi más alegre que nunca, diciendo cosas como una ametralladora y mostrándome un sobre blanquísimo del cual extrae un puñado de billetes que comienza a contar mojándose los dedos con saliva, exactamente como mi mamá diría que jamás debe hacerse. En la calle un auto ronco echa a andar.

Los jóvenes

…seres inquietantes como nuevas especies que vivieran en un espacio tangente con el nuestro, acechando nuestra autonomía y superioridad. Nosotros no oímos hablar demasiado del siglo, pero el sol nos encuentra parados en su centro.

Olvidamos bien pronto el olor a pólvora de nuestra infancia, los secos sabores del hambre, la caballería del frío, etc.

La Historia es este momento: esperamos a nuestra amiga en los barandales de Vaslavski Namiesti, cuando la experiencia ya está en la universidad y las bibliotecas y los mejores pollos de Praga en el grill del Palace Hotel.

Alguien nos propone la dialéctica y nosotros sólo escuchamos un pregón en favor de los laberintos que nos pide olvidar los hilos salvadores de Ariadna. Nos proponen el futuro y nosotros nos defendemos del futuro como de un murciélago que nos azotase la cara.

146 Para ascender al alba Y aunque no queremos ser personajes patéticos, nos sentimos por las mañanas viejos y enfermos. Nuestros maestros son nuestros poetas: «Soy el hombre, nada me vencerá si rompo la vieja vida metida en una pose».

50 aniversario

Un hombre sale al patio trasero de su casa (ahí no llega nunca el duro viento del otoño) tiene en sus manos una pequeña copa de aguardiente y se mesa con cariño el cabello aquí las canas del hambre aquí las de aquel día en que fue héroe entre miles de héroes aquí las huellas del asco las señales de quien tocó con dedos jóvenes la grandeza las del temor las de la inmensa alegría las del todopoderoso conocimiento

En el fondo del cielo luce una estrella que él llama esperanza

El hombre alza su copa y bebe.

Después de la bomba atómica

Polvo serán, mas, ¿polvo enamorado?

Taberna y otros lugares 147 Historia de un amor

(Documentos) II Escrito en una servilleta

Alzo mi copa, camaradas, y ante todo pido que me perdonéis por atravesar sin permiso y sin compostura las puertas de la emoción: nuestro hermano de tan lejano país, nuestra hija de las entrañas, niña de nuestros ojos, fundan su noble casa sobre una firme piedra. Hijos del pueblo, comunistas los dos, han escuchado la fulminante voz del corazón. La alegría es también revolucionaria, camaradas, como el trabajo y la paz. Boda de flores rojas, ¡hurra, por ellos! ¡Mucho amor uno al otro! Siempre fieles y mutuamente apoyados nos darán hijos hermosos (sea esto dicho con el perdón) que lucirán muy bien los primeros de mayo, y es que a partir de ahora cada uno es un camarada multiplicado por dos. Esto es como si dijéramos el lado práctico del romance. Comamos y bebamos, camaradas.

148 Para ascender al alba El amor me cae más mal que la primavera El amor me cae más mal que la primavera

Este poemario se publicó por primera vez en la revista Istmo, en 1973.

150 Para ascender al alba El amor

El amor es mi otra patria la primera no la de que me ufano la que sufro

Hablar y no hablar contigo

El poeta ese oficiante pasado de moda payaso de la lujuria volátil horticultor de secretos famosos te ama como sabe anacrónicamente demonizándote angelificándote dejando ver el cobre de sus mentiras las armas con que ya se repite

(Oh brillo que le falta al poeta oh magia que no es capaz de crear oh clima en suspenso como en el ojo del ciclón que no se le concede: actuemos todos como si ustedes no fueran indispensables

Mujer inteligente se aproxima (6 de julio de 1970. A.M. Aeropuerto Internacional José Martí, La Habana.) La parafernalia de la mesura paradójicamente te hizo imprescindible no traer flores.

El amor me cae más mal que la primavera 151 Pero ella viene volando como uno de los amigos de Neruda desde las vecindades de la Staatsoper de Viena todo lo fenomenológica que puede.

Ordena tus fetiches, Roque Dalton tus privilegios precoces entre la intelectualidad ponles bigotes a todas tus Giocondas hoy correrá peligro el argumento de la desnudez.

Ella es la antítesis de la inmolación Antiexhibicionista desenmascarante cinematografical ella es la estrella de la Abadía de Ciencias del más citado país viene galopando entre los deseos más oleaginosos pero hoy correrá peligro el argumento de la desnudez.

La prueba está en que ha usado un telegrama venezolano o sea que si no descubres el matiz insufrible en esta historia estarás inmediatamente perdido.

Por mi parte lo que tú quieras, Roque Dalton dime solamente en qué te puedo servir dime si te alcanzo un sacacorchos o un saco de corchos o de una vez al mismo Schopenhauer a la mierda tu experiencia con las niñas acomodadas esta vez correrá peligro el argumento de la desnudez.

No corras a ciegas dentro de ti mismo no trates de huir no tendrías dónde ocultarte ahora ya es más tarde que nunca.

Afila tus grandes frases el lenguaje puede siempre fracasar pero es más duradero adiéstrate en negar las más claras derrotas.

Ella viene volando vestida de talento no hay remedio aunque algún truco eficiente debe haber.

152 Para ascender al alba Al fin y al cabo son los recuerdos los que ungen sus deseos.

Lo verdaderamente seguro es que en esta ocasión correrá peligro el argumento de la desnudez.

Lo que falta

...la otra persona, como persona, se ha convertido en una necesidad para él... Marx «Los clásicos son interesantes»: blasfemia mía de ayer, al salir de ver Romeo y Julieta.

Hoy aumentó la cuota de tomates para ensalada y aparecieron unas acelgas enormes.

El pan sobra, los huevos alcanzan, el arroz y los frijoles aburren como las cataratas.

La escasez da un poco de hambre mental y muchísima de la otra, decía ayer el gordo Flores.

Pero con la merluza y dos bistecs dejaremos atrás la semana.

Lo que verdaderamente falta en Cuba eres tú.

Guerra

Mi verdadero conflicto hondureño-salvadoreño fue con una muchacha.

El amor me cae más mal que la primavera 153 Epigrama

A M. L. Somos la pareja menos infinita y menos adánica que podría encontrarse en estos últimos treinta años de historia.

Desde el punto de vista muscular apenas hemos hecho poco más que dos perros. Desde el ángulo cultural hemos despertado bien pocas envidias.

Pero este amor nos ha devuelto mejorados al mundo y, entre nosotros, inolvidables.

Ahora vamos a hacer que alguien sonría o paladee un pedacito de dulce tristeza hablando de nuestro amor en este poema.

Verte desnuda

A María del Carmen

Pececillos de la imaginación desnudos caramelos que se perdieron en la escalera al cielo perlas hirsutas entreabiertas abuelas pepinos salados del alba sabiduría metamorfoseada ¿por dónde os debo penetrar oh colección de hierbas y cosas organizada con el pretexto de un nombre de mujer de un modo de ilustrar a la muchacha con que siempre soñé?

154 Para ascender al alba Siempre

Si me olvidas olvídame con toda tu alma olvídame con todo tu cuerpo olvídame con todo tu amor olvídame siempre vuelve a olvidarme siempre lucha persiste en el olvido siempre

Hasta luego

Volveré inmediatamente amor espérame no voy a volver tarde nunca más voy a volver tarde sólo voy a volver y cuando vuelva será temprano de por sí siempre que vuelva será temprano e incluso a lo mejor será temprano para siempre no te enojes duerme un poquito ahora es demasiado tarde pero yo voy a correr en un sentido contrario

El amor me cae más mal que la primavera 155 al del mundo para que se nos haga más temprano a todos contra el sol voy a correr apretando los ojos hasta que todo lo demasiado tarde desaparezca todo será muy rápido alcanzaré a llegar a tiempo para despertarte con el ruido de la prisa o la intromisión de la mañana que ha llegado conmigo y no quiso esperar disciplinadita a la puerta.

156 Para ascender al alba Un libro levemente odioso Un libro levemente odioso

Escrito entre 1970 y 1972, fue publicado por primera vez en México. La sátira es el condimento principal de este poemario.

158 Para ascender al alba Ars poética 1970

Las letras de un poema no son las piececillas de una máquina el mapa perfecto para explicar la teoría molecular las letras de un poema son los días en que no tuve tus noticias la foto de la muchacha asesinada tan parecida a ti la absurda muerte de Alfredo las arenas que se nos metieron en los ojos las promesas hechas mientras el bus corría entre Orly e Inválidos

Luego viene algo como el olvido un olvido organizador

Por eso es que los poetas se persignan entre carcajadas ante la teoría del conocimiento

Saudade

Lo que me ha dado la vida caballos impermeables riéndose a cada rato de mis numerosos resfriados

También una manera de ser comunista que el día que se ponga de moda una de dos: pero mejor me callo

También un corazón que ya abusa

Y una muchacha que indudablemente debió pensarlo mejor

Un libro levemente odioso 159 La vida se llevó en cambio todos mis poemas escritos en un barrilete casi meteorológico y se llevó mi viejo traje de payaso mi olor de amigo tonto mi sonrisa que da ganas de llorar e inclusive un poquito de hambre

Así que mejor apártense de mi camino

Minipoemas para visualizar

I El azar Echas los dados sobre el césped.

Se asoma una lombriz de tierra con un enorme chichón y los puños en alto.

II Dios Dios en calzoncillos de lana, largos, en la juventud del otoño.

III Esfera La jorobadita que dio aquel mal paso.

IV Ya Ya estuvo bueno con los querubines y las querubinas girasoles sin nalgas ofertorios de la aberración.

160 Para ascender al alba V Muchacha cubana en un comedor estudiantil Era llena de gracia, como las vietnamitas…

VI La nueva generación El ingenio de Francia de su boca fluía pero los muchachos terminaron por llamarla La Panzona.

VII Actualidades culturales de esta semana Conversatorio sobre la poesía conversacional

Mesa redonda sobre el círculo vicioso.

VIII Primera plana

Joven cuentista sometido a violenta descortazarización.

IX Sabia que es la historia Si Guillermo Tell hubiera nacido en Alicante habría sido torero y le habría quitado toda la maldita gracia a las corridas.

Un libro levemente odioso 161 X Metasemántica Algazara, salmodia, sandía, rana: palabras con sabor a nalga, a maná.

XI El talento

El talento es pura gana de molestar a los demás.

XII Fajín de segunda edición

No se la pierda usted. La primera edición agotada en dos semanas. La primera novela testimonial sobre el lumbago.

XIII Poeta soñoliento… Puedo escribir los versos más tristes esta noche…

XIV Más bien presumidillo Yo soy el gallo de la gallina de los huevos de oro.

XV Para la historia Comunicado conjunto de un hombre y una mujer.

162 Para ascender al alba XVI Desperdicios La raza aria: la raza en el aire. La zarza eternamente ardiendo: sirve para ahuyentar a los mosquitos.

XVII Latinoamérica en la década de los setenta El zapatero a sus zapatos, la bomba al Consulado de los Estados Unidos.

Poemas católicos

IV Católicos y comunistas en América Latina: algunos aspectos actuales del problema

A mí me expulsaron del Partido Comunista mucho antes de que me excomulgaran en la Iglesia Católica.

Eso no es nada: a mí me excomulgaron en la Iglesia Católica después que me expulsaron del Partido Comunista.

¡Puah! a mí me expulsaron del Partido Comunista porque me excomulgaron en la Iglesia Católica.

Conversación tensa

¿Qué hacer si sus peores enemigos son infinitamente mejores que usted?

Un libro levemente odioso 163 Eso no sería nada. El problema surge cuando los mejores amigos son peores que usted.

Lo peor es tener sólo enemigos.

No. Lo peor es tener sólo amigos.

Pero, ¿quién es el enemigo? ¿Usted o sus enemigos?

Hasta la vista, amigo.

Paráfrasis

Dos patrias tengo yo:

Cuba

y la mía.

No, no siempre fui tan feo

Lo que pasa es que tengo una fractura en la nariz que me causó el tico Lizano con un ladrillo porque yo decía que evidentemente era penalti y él que no y que no y que no nunca en mi vida le volveré a dar la espalda a un futbolista tico el padre Achaerandio por poco se muere del susto ya que al final había más sangre que en un altar azteca y luego fue Quique Soler que me dio en el ojo derecho la pedrada más exacta que cabe imaginarse claro que se trataba de reproducir la toma de Okinawa pero a mí me tocó ruptura de la retina un mes de inmovilización absoluta (¡a los once años!)

164 Para ascender al alba visita al doctor Quevedo en Guatemala y al doctor Bidford que usaba una peluca colorada por eso es que en ocasiones bizqueo y que al salir del cine parezco un drogadicto desvelado la otra razón fue un botellazo de ron que me lanzó el marido de María Elena en realidad yo no tenía ninguna mala intención pero cada marido es un mundo y si pensamos que él creía que yo era un diplomático argentino hay que dar gracias a Dios la otra vez fue en Praga nunca se supo me patearon cuatro delincuentes en un callejón oscuro a dos cuadras del Ministerio de Defensa a cuatro cuadras de la oficina de la Seguridad era víspera de la apertura del Congreso del Partido por lo que alguien dijo que era una demostración contra el congreso (en el hospital me encontré con otros dos delegados que habían salido de sus respectivos asaltos con más huesos que nunca) otro opinó que fue un asunto de la cia para cobrarse mi escapatoria [de la cárcel otros más que una muestra de racismo antilatinoamericano y algunos que simplemente las universales ganas de robar el camarada Sóbolev vino a preguntarme si no era que yo le había tocado el culo a alguna señora acompañada antes de protestar en el Ministerio del Interior en nombre del Partido Soviético finalmente no apareció ninguna pista y hay que dar gracias a Dios nuevamente por haber continuado como ofendido hasta el final en una investigación en la tierra de Kafka en todo caso (y para lo que me interesa sustentar aquí) los resultados fueron doble factura del maxilar inferior conmoción cerebral grave un mes y medio de hospital y dos meses más engullendo licuados hasta los bistecs

Un libro levemente odioso 165 y la última vez fue en Cuba fue cuando bajaba una ladera bajo la lluvia con un hierro M-52 entre manos en una de esas salió de no sé dónde un toro yo me enredé las canillas en la maleza y comencé a caer el toro pasó de largo pero era un gran huevón no quiso volver para ensartarme pero de todos modos no fue necesario porque como le iba contando yo caí encima del hierro que no supo hacer otra cosa que rebotar como una revolución [en África y me partió en tres pedazos el arco cigomático (muy importante para resolución estética de los pómulos).

Eso explica por lo menos en parte mi problema.

166 Para ascender al alba Las historias prohibidas del Pulgarcito Las historias prohibidas del Pulgarcito

En este libro Roque Dalton usó la técnica del collage para moverse en las intrincadas avenidas de la historia nacional. La primera publicación apareció en México en 1974.

168 Para ascender al alba Antología de poetas salvadoreños (I)

Tiáhuit Tzuntzunat* Shihuí shiquica nuna-huey palti fagaque tey mina taga azu-inte nemetzhmaca Naja-niáu nacrímulina

Tiáhuit Tzuntzunat, nacúnet, Shigui Malsé abrazo tipal tiuhtine musta, Naja nec ma se porrazo

Shihui chupí nunámic, palti fagaque tey mina a su tí cuchía miam nunámic nu-yúlo ni metzchma nahuit túmic platicua se cuaxte

A su itéa nashnecqui, ma shi neshilgui ishalyu mixtum a su tí neshnecqui siguápil nu-yúlo ni metzshmá chucuásin túmin palticúa náhuit listum.

*Canto náhuatl de la zona de Sonsonate.

(Vamos a Sonsonate Venga y tráigame a la señora para que oiga lo que le digo porque si no te doy castigo –te doy cuero–, ya me voy removiendo…

Vamos a Sonsonate, mi niña, a ver, siquiera un abrazo, porque si no va mañana yo me doy un porrazo.

Las historias prohibidas del Pulgarcito 169 Ven un instante junto a mí para que oigas lo que quiero decirte: que si no me quieres, alma de mi corazón, te doy cuatro pesos para que compres tu refajo.

Si acaso no me quieres, no me digas cara de gato. Y si me quieres, mujer de mi corazón, te daré seis pesos para que compres cuatro listones.)

Dos poemas sobre nuestro más famoso escritor

I El conflicto salvadoreño-nicaragüense

…ya podemos perdonar a Darío. J. E. Pacheco Rubén: los salvadoreños (¡ejem!) perdonamos en ti al nicaragüense genial, es decir al discípulo de don Chico Gavidia.

II El año de Gavidia Viejito loco, a punto siempre de ahorcarte con las hilachas de tu pelo de indio: de nepente en nepente a saber si tuviste tiempo para pensar en tu papel moral.

Mario asegura que recibías una pensión de trescientos pesos, que caíste en un país de tontos a tu medida y que te construiste un túnel exclusivo hacia el bunker de la métrica y otro hacia antiaéreo de los Olimpos de Grecia y de Tlapallán.

170 Para ascender al alba Pero a tus compatriotas les caía el fuego del cielo y les subía el fuego de la tierra, y les batía el fuego del Norte y les remataba el fuego del Sur.

Nadie habrá odiado a Darío como tú, digo yo, pero esas son babosadas muy humanas.

Hoy Pepe y Armijo dicen que fuiste hegeliano e Ítalo que eres un catecismo para todos nosotros.

Por mi parte nada debo agradecerte porque no me importa lo que has hecho: para mí siempre fuiste poco más que el tío-abuelo enfermo de Pepe Luna Gavidia, un mi compañero del Externado.

Y no es que te saque la lengua y te haga musarañas: Tampoco actúo así con mi hijo, el chiquitío.

Lo que yo digo es que el año de Gavidia no fue 1966 sino 1932.

(Que en realidad fue el año de todos y cada uno de los salvadoreños de este siglo.

Por ahora.)

Todos

Todos nacimos medio muertos en 1932 sobrevivimos pero medio vivos cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros que se puso a engordar sus intereses sus réditos y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo medio muertos medio vivos

Las historias prohibidas del Pulgarcito 171 Todos nacimos medio muertos en 1932

Ser salvadoreño es ser medio muerto eso que se mueve es la mitad de la vida que nos dejaron

Y como todos somos medio muertos los asesinos presumen no solamente de estar totalmente vivos sino también de ser inmortales

Pero ellos también están medio muertos y sólo vivos a medias

Unámonos medio muertos que somos la patria para hijos suyos podernos llamar en nombre de los asesinados unámonos contra los asesinos de todos contra los asesinos de los muertos y de los medio muertos

Todos juntos tenemos más muerte que ellos pero todos juntos tenemos más vida que ellos La todopoderosa unión de nuestras medias vidas de las medias vidas de todos los que nacimos medio muertos en 1932

Poema vegetal

VI Epitafio La flora salvadoreña murió sin confesión a lo largo de este siglo. Su esqueleto pulimentado y alguna excrecencia por aquí y por allá (que no es sino la barba hipócritamente vital que le crece al cadáver), acogen aún a las más célebres aves de rapiña. Fueron sus asesinos (entre otros):

172 Para ascender al alba THE SALVADOR RAILWAY COMPANY, COOPERATIVA ALGODONERA, S.A., DUPONT INTERNATIONAL, H. DE SOLA E HIJOS, GENERAL MOTORS INTERNATIONAL, RAILWAYS OF CENTRAL AMÉRICA, ANDRÉS MOLINS Y CÍA., COMPAÑÍA SALVADOREÑA DEL CAFÉ, ASOCIACIÓN CAFETALERA DE EL SALVADOR, CAFÉ LISTO, S.A., INDUSTRIAS UNIDAS SOCIEDAD ANÓNIMA, MITSUBISHI, DON ALBERTO MASFERRER, CUERPOS DE PAZ, QUIÑÓNEZ HERMANOS, ASERRADEROS DE EL SALVADOR, CIGARRERÍA MORAZÁN, ANASTASIO SOMOZA INC., MINISTERIO DE AGRICULTURA Y GANADERÍA, BOY SCOUTS DE EL SALVADOR, ASOCIACIÓN DE GANADEROS DE EL SALVADOR, ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE LA TIERRA, SHERWIN & WILLIAMS, LA AUXILIADORA, S. A., INSTITUTO DE COLONIZACIÓN RURAL, GENERAL MAXIMILIANO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, CAJAS DE CRÉDITO RURAL, CÁMARA DE COMERCIO E INDUSTRIA DE EL SALVADOR, POLICÍA DE HACIENDA, COMPAÑÍA DE ALUMBRADO ELÉCTRICO DE SAN SALVADOR, BOND & SHARE, INSTITUTO DE VIVIENDA URBANA, CENTRO NACIONAL DE AGRONOMÍA, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES TROPICALES, GUARDIA NACIONAL, CLUBS RURALES AGRÍCOLAS, SERVICIO COOPERATIVO INTERAMERICANO, FAMILIAS DUEÑAS, GUIROLA, SOL, DAGLIO, SAMAYOA, GIANMATTEI, SALAVERRÍA, BORGONOVO, GUTIÉRREZ, CRISTIANI, REGALADO, DEINNINGER, WRIGHT, UMAÑA, ORELLANA, SOL-MILLET, DUKE, ROMERO-BOSQUE, MEARDI, PECCORINNI, RENGIFO, MORÁN, ÁLVAREZ, HERNÁNDEZ, JEREZ, DALTON, SACA, BENDIX, NOTHEBON, MEZA-AYAU, MUYSHONDT, BANCO INTERNACIONAL DE DESARROLLO, PLYWOOD, S. A., INTEGRACIÓN ECONÓMICA DE CENTROAMÉRICA, ODECA, LA PRENSA GRÁFICA, MONSEÑOR FRANCISCO CASTRO RAMÍREZ, MOLINOS DE EL SALVADOR, S. A.

Las historias prohibidas del Pulgarcito 173 Larga vida o buena muerte para Salarrué

Dios lo bendiga y lo haga un santo don Salarrué muchas gracias por sus dulces guáshpiras por los tetuntazos de ternura con que me ha somatado las arganillas del corazón que si se muere mañana es viernes las Ánimas Benditas lo cundundeyen y lo hagan seguir camino que San Pascual Bailón me lo ampare y me le tape las veredas del chimbolero y que la Virgen de Candelaria me lo mande bien a la llama para el cielo caballero en un caballo bien maiciado que no sea sombristo ni tan entelerido como el de mi general Claramount y que para mientras tanto en la vida me lo tengan galán y chelón que no le falte la salud el pisto ni el amor necesario que coma sus tres tiempos y le sobren amigos la pura mar y sus conchas como si hubiera obtenido la piedra azul que vomita la culebra zumbadora cuando es derrotada por un hombre de bien que me le caiga también la bendición del Cipitillo y la del Cadejo Blanco no liunque que ahora estén un poco caídos de la moto frente a los cantantes peludos de la televisión todos ellos medio mirame y no me tentés y que también le lluevan y le valgan las bendiciones de don Gerardo Barrios y doña Adelaida de los indios Anastasio Aquino y José Feliciano Ama de don Pedro Pablo Castillo y el maishtro Felipe Soto de Catuta y el Choco Albino del Negro Lagos la María Jacobo

174 Para ascender al alba Firuliche y el viejo cascarita de don Chico Gavidia todas ellas entre una tronazón de cohetes de vara y la silbazón de las buscaniguas y de gritos de viva Romero hijos de puta santo remedio para que se pueda echar a la rabadilla otros setenta años y allá para su ciento cuarenta aniversario yo pueda disponer de algunas maracandacas (y de permiso para entrar al país) y nos podamos enzaguanar juntos un par de talaguashtazos del mejor chaparro de Oriente con boca de chacalines y chilmol de jícama de Cojutepeque cutuquitos de caña y una pailada de pedazos de marañón japonés

Seguro que para entonces habrá ya en el mundo menos truncias y nadie dirá ya que aparten a la catapulta a un lado para continuar siguiendo y la señora Guaramba aún irá diciendo por los caminos «¡Ve pué!» pero de pura contentura y sabiduría y nadie les pegará en las nalgas a los cipotes por ispiar por los hoyitos de la carpa del circo más bien todo el país será una chulada de circo para niños con payasos cosmonautas y mistiricucos de Saturno con repartición de sorbetes de mora y caramelos de leche de burra de puro choto para todos y chilate con nuégados para los papases y las mamases a la salida y bolsas de alboroto quiebradientes y güishte vitaminado y panes con chumpe de tres chunchucuyos y pupusas de loroco automáticas envueltas para llevar a las casas de cada quien casas bien pintaditas y tiperías con traspatio para jugar escondelero y aprietacanuto

Las historias prohibidas del Pulgarcito 175 y los hombres serán milagreros exactos no tan desproporcionados como San Isidrito el hijuepuerca y considerarán el «para vos nuay» como un insulto incomprensible usado allá en un tiempo viejo y más cuico que el Cuico Gómez en una época más gedionda que un muerto gediondo nacido de la terrible reprimenda de la papamama papamama tiempo y época felizmente finados para siempre ¿y sabe desde cuándo don Salarrué? desde el momento en que alguien aunque sea aquel cipote aprietado y cabeza de huizayote ponga en manos del pueblo la honra de la Juana el puñal con mango de concha y el Tata Pueblo mire la hoja puntuda con cara de vengador y diga «pues es cierto» y cierre la noche

Así que ya le digo don Salarrué

Y ya con esta me despido entre triste y alegre como currunchiche mareño me aparto revira contra clubis por las dudas y ahí lo dejo en la felicidad de su cumpleaños

Mi más hondo anhelo

A Ítalo Sírvame un plato de a peso niña Lala bien partiditas las conchas con su cebolla despelucada y su tomatiyo nuevo que ni esté puchagua ni lagrimoso me les pone curtido chile y bastante limón me da también un limón para chupar aparte las conchas en cualquier plato hondo niña Lala

176 Para ascender al alba no importa que sea en ese de peltre descascarado y no me vaya a poner la cuchara filosa porque me puedo rebanar las encías me va destapando de una vez una Regia bien frívola y me va ir dando permiso de que me meta para allá dentro porque con tanto policía en las vecindades niña Lala no vaya a ser el tuerce que me puedan joder.

Ganarás el pan con el sudor de tu frente

II El sudor de la frente 1.ª) Desmonte. Hay que preparar la tierra que se va a sembrar. En el mes de febrero de cada año se corta la hierba que ha crecido silvestre en la parcela. Para ello los campesinos utilizan el machete y la cuma y, en oportunidades, el hacha o el azadón para derribar árboles o extraer las raíces que inutilizan la tierra. El monte cortado se deja sobre el suelo para que se seque con el sol y esté apto para ser quemado.

2.ª) Hacer la ronda. Para evitar que cuando se dé fuego al monte seco aquel pueda extenderse a las propiedades vecinas y causar daños, se hace una ronda que circule toda la tierra que se va a sembrar; la ronda tiene por lo menos una vara de ancho y en ella se hace una limpieza total, eliminando todo lo combustible. La ronda es una zona para aislar la quema.

3.ª) Quema. La hierba seca aislada por la ronda es quemada. Las cenizas fecundan el suelo. La ronda y la quema se hacen en marzo.

4.ª) Intermedio de espera. Con las cenizas, el terreno queda preparado para la siembra, pero hay que esperar las lluvias. Regularmente se espera 20 a 30 días por las lluvias.

5.ª) Surqueada. Al iniciarse las lluvias se procede a formar los surcos para la siembra. En tierras planas se utiliza un arado de madera con

Las historias prohibidas del Pulgarcito 177 punta de hierro tirado por una yunta de bueyes. El alquiler de la yunta, que es muy frecuente entre los pequeños propietarios y minifundistas, cuesta alrededor de veinte colones. Entre surco y surco debe haber media vara de distancia. Si la tierra es de ladera no se puede utilizar arado y entonces el campesino tiene que ir abriendo hoyos de dos pulgadas y media de hondo, con un instrumento de madera llamado huizute. Es un chuzo o estaca que se hace de la punta de una cuma (machete-hoz) vieja, colocada en el extremo de una vara.

6.ª) Siembra. Paralelamente a la surqueada, dos sembradores van siguiendo a la yunta o al hombre del huizute y van depositando los granos de maíz en los surcos u hoyos.

7.ª) Pajariteado. Cuando empiezan a brotar las plantitas de maíz, los pájaros causan mucho daño en la milpa. Hay que contratar los servicios de un muchacho que se encarga de espantarlos. Se le pagan 75 centavos diarios y dos tiempos de comida. El pajariteado dura unos quince días.

8.ª) Deshierbo. A los 20 días de sembrado el maíz hay que limpiar la milpa de plantas parásitas.

9.ª) Dobla. Cuando el maíz llega a la madurez se procede a tronchar la planta para que la lluvia no le cause daño. Simultáneamente se hace un segundo deshierbo.

10.ª) Tapisca. Pasadas unas dos semanas de la dobla, se procede a cosechar, es decir, a cortar la mazorca y a acomodarla en un lugar adecuado de la parcela. Hay que agregar que a partir de la dobla un campesino se queda en la parcela para evitar los robos.

11.ª) Recogienda de la cosecha. Se utilizan carretas para transportar las mazorcas previamente introducidas en matates. Los dueños de las carretas cobran 5 colones por viaje. En una buena cosecha para una parcela de una manzana hay que calcular unas cuatro carretadas.

178 Para ascender al alba 12.ª) Destuzada. La operación de quitar la hoja de la mazorca se llama destuzar y se realiza asignando a cada trabajador tareas equivalentes a seis matates pequeños para deshojar. Se utiliza una pequeña estaca de hueso o el cuerno de un venado.

13.ª) Desgranada. Consiste en separar el grano de la mazorca y se realiza por el aporreamiento de la mazorca en cajones.

Con el maíz desgranado termina el ciclo productivo y el campesino se preocupa entonces de vender su grano o de almacenarlo para el consumo familiar de todo el año. Una manzana de tierra buena da una cosecha de cinco a seis fanegas de maíz, que se vendieron el año pasado a 30 colones cada una, cuando el maíz fue entregado en el domicilio del comprador y a 25 colones cuando fue entregado en la casa del productor. De manera que con los datos anteriores, podemos calcular la economía de la producción del maíz así: si se cosechan cinco fanegas de maíz los ingresos del campesino son de 150 colones, más o menos. Los egresos se descomponen así: salarios devengados por el trabajador, 80 colones aproximadamente; alquiler de la yunta 25 colones aproximadamente; gastos menudos y alquiler de la carreta, 15 colones. La ganancia neta es pues de 30 colones (12 dólares) por un ciclo de trabajo de más de seis meses. Agréguese la circunstancia muy frecuente de que el campesino tenga que pagar el correspondiente censo por arrendamiento de la tierra y entonces se esfuman los treinta colones de ganancia, en tal caso el campesino no obtiene de ganancia ni un solo centavo, lo único que ha logrado es subsistir, durante todo ese tiempo y movilizar el dinero. Dice Marguerite Thibert, de la oit, en su libro Los problemas del trabajo en El Salvador (hablando del pan que corresponde a este sudor de la frente), lo siguiente: «La ración diaria que tradicionalmente dan las empresas agrícolas a sus trabajadores (y que recibe el trabajador y no su familia) consiste en cinco gruesas tortillas de maíz cubiertas por un puñado de frijoles negros, todo ello frío y una pequeña porción de sal. La cantidad de materia prima es de una libra a una y media libra de maíz y tres onzas de frijol por día y hombre. Los fisiologistas estiman que esta alimentación contiene una cantidad

Las historias prohibidas del Pulgarcito 179 razonable de calorías y proteínas vegetales que el organismo humano necesita, pero desde el punto de vista social es casi imposible imaginarse que esta ración monótona y de difícil digestión pueda constituir la dieta de seres humanos. Y desde el punto de vista psicológico es difícil creer que tal alimentación pueda contribuir al desarrollo completo de la personalidad para cuya formación la agudeza de todos los sentidos tiene que aportar los elementos del discernimiento… La cantidad de alimentación para el campesino ha sido tradicionalmente fijada en El Salvador en una monotonía tal que aproxima la alimentación humana al forraje».

La guerra es la continuación de la política por otros medios y la política es solamente la economía quintaesenciada

(Materiales para un poema)

IX Poema de amor Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como «silver roll» y no como «gold roll»), los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos, los siempre sospechosos de todo («me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño»), las que llenaron los bares y burdeles de todos los puertos y capitales de la zona (“La Gruta azul”, “El Calzoncito”, “Happyland”), los sembradores de maíz en plena selva extranjera,

180 Para ascender al alba los reyes de la página roja, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo de las picadas del escorpión o la barba amarilla en el infierno de las bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos.

XXXVI Reflexión No existen «los misterios de la Historia». Existen las falsificaciones de la Historia, las mentiras de quienes escriben la Historia.

La historia de la mal llamada «Guerra del Fútbol», la han escrito la cia y el Pentágono y los servicios de Inteligencia de los Gobiernos de El Salvador y Honduras y los plumíferos de las oligarquías de ambos países, los agentes de publicidad de las industrias de integración, los expertos en relaciones públicas y mercadeo a nivel centroamericano, los sesudos y generalmente anónimos editorialistas y los cronistas y los reporteros de la gran prensa ístmica (radio & tv including),

Las historias prohibidas del Pulgarcito 181 las secciones de información y de guerra psicológica de los Estados Mayores unificados en el condeca, etc., etc.

La falsificación de la historia de esa guerra en su continuación por otros medios, la continuación de la verdadera guerra que se desarrolló bajo las apariencias de una guerra entre El Salvador y Honduras: la guerra imperialista-oligárquico-burguesa-gubernamental contra los pueblos de Honduras y El Salvador.

182 Para ascender al alba Un libro rojo para Lenin Un libro rojo para Lenin

Roque Dalton escribió este libro de poemas y ensayos en ocasión de conmemorarse el centenario del natalicio de Vladimir Ilich Lenin. Fue publicado en Managua en 1986. Luego, por uca Editores en 2001 y por la Dirección de Publicaciones e Impresos en No pronuncies mi nombre, Poesía completa, tomo III, en 2008.

184 Para ascender al alba 15 Tomar el poder (y el leninismo) por las hojas

Tú dices: «El problema del poder es que hay que tomarlo.»

El aventurero dice: «Entonces no hay problema.»

El anarquista: «¡Qué tomar el poder ni tomar el poder! De lo que se trata es de destruir el poder, todo poder…».

El derechista, que no osa decir su nombre: «¿Cómo dice? ¿Qué es lo que hay que tomar? ¿El problema o el poder? El sentido de la frase no es claro…»

El burócrata del subdesarrollo: «Esa es una reflexión antipartido y revela apresuramiento pequeñoburgués. Es necesario comprender que, por ahora, basta con lo que tiene nuestro partido, visión elaborada, por cierto, arduamente, a través de casi cincuenta años: una perspectiva de poder.»

El contacto más constante que ellos tienen con el leninismo es su acuerdo en el sentido de que tú no eres leninista.

17 En una biblioteca de Pekín, mirando símbolos caligráficos chinos, ubico poemas leninistas

Dedico estas versiones a Andras Simor, por cuyos señalamientos localicé los caligramas, y también al imperecedero recuerdo de Bertolt Brecht, nuestro común antecesor en este tipo de traducciones.

Un libro rojo para Lenin 185 I Revolución: Movimiento de color rojo en la vieja casa del hombre.

Revolución:

Fuego en el invierno y en el verano, siempre correspondiente a la hora-la-naturaleza, siempre expuesta al viento.

II Miseria-del-pueblo exige: Revolución. Revolución exige: dureza noble de corazón. Revolución no teme la muerte. Teme-la-muerte-No-Revolución.

III Revolucionario:

Hombre en concordancia consigo mismo y con el movimiento de color rojo que estremece su casa. Hay también movimiento en su corazón. Hay un pájaro rojo en su corazón. Su corazón es un pájaro rojo que extiende las alas.

IV Necios. Pérfidos:

Aquellos que quieren soterrar la llama y hablan mal del viento. Para ellos la vida es la-vieja-casa-en-quietud. Quieren cortar las alas a los pájaros rojos.

186 Para ascender al alba 53 La patria

En las actuales condiciones del mundo, la patria para los trabajadores sólo existe en aquellos países donde los trabajadores conquistaron el poder.

Los trabajadores soviéticos tienen patria, y los chinos, y los polacos, y los vietnamitas y los cubanos.

En las sociedades divididas en clases (o sea en el llamado «mundo libre»), en los países donde hay pobres y ricos (o sea en el llamado «occidente cristiano»), la patria es para los explotadores el lugar donde ejercen principalmente su explotación (o sea, donde tienen «el asiento principal de sus negocios») y para los explotados el lugar donde los explotan.

Esa situación tuvo, desde luego, una historia y en ella surgieron himnos y banderas y héroes y sentimientos: de todo eso se apropiaron los explotadores y construyeron una gran máscara para engañar a nuestros ojos y a nuestro corazón.

Los trabajadores, los pobres salvadoreños; los trabajadores, los pobres hondureños; los trabajadores, los pobres guatemaltecos; no tienen patria.

Un libro rojo para Lenin 187 Aunque toda la riqueza nacional fue labrada con la sangre y el sudor de sus pueblos, de sus trabajadores, El Salvador, Honduras, Guatemala, son patria únicamente de los dueños de la patria, propiedad de los dueños, de la sangre y el sudor de los pueblos.

Los explotadores son tan dueños de esas patrias que cuando sus contradicciones se hacen críticas echan a pelear entre sí a sus respectivos pobres. Así defienden por la fuerza su interés y al mismo tiempo dividen a los pobres que cada día están más solos, cantando el himno nacional y agitando la bandera, en la fría noche de la patria ajena.

Los trabajadores y los pobres sólo tienen un medio para tener patria: hacer la revolución.

188 Para ascender al alba Historias y poemas de una lucha de clases [poemas clandestinos] Historias y poemas de una lucha de clases

A finales de 1973 Roque Dalton regresa a El Salvador en forma clandestina. Usa documentos de identidad personal con otro nombre y ha cambiado significativamente sus rasgos faciales. Entre 1974 y 1975 escribe textos predominantemente políticos firmados con diferentes nombres para evitar su identificación. En 1977, este poemario se publicó con el título de Poemas clandestinos en una edición artesanal. Sobre nuestra moral poética

No confundir: somos poetas que escribimos desde la clandestinidad en que vivimos.

No somos, pues, cómodos e impunes anonimistas: de cara estamos contra el enemigo y cabalgamos muy cerca de él, en la misma pista.

Y al sistema y a los hombres que atacamos desde nuestra poesía con nuestra vida les damos la oportunidad de que se cobren, día tras día.

Tercer poema de amor

A quienes te digan que nuestro amor es extraordinario porque ha nacido de circunstancias extraordinarias diles que precisamente luchamos para que un amor como el nuestro (amor entre compañeros de combate) llegue a ser en El Salvador el amor más común y corriente, casi el único.

Los policías y los guardias

Siempre vieron al pueblo como un montón de espaldas que corrían para allá como un campo para dejar caer con odio los garrotes.

Siempre vieron al pueblo con el ojo de afinar la puntería y entre el pueblo y el ojo la mira de la pistola o la del fusil.

Historias y poemas de una lucha de clases 191 (Un día ellos también fueron pueblo pero con la excusa del hambre y del desempleo aceptaron un arma un garrote y un sueldo mensual para defender a los hambreadores y a los desempleadores.)

Siempre vieron al pueblo aguantando sudando vociferando levantando carteles levantando los puños y cuando más diciéndoles: «Chuchos hijos de puta el día les va a llegar».

(Y cada día que pasaba ellos creían que habían hecho el gran negocio al traicionar al pueblo del que nacieron: «El pueblo es un montón de débiles y pendejos –pensaban– qué bien hicimos al pasarnos del lado de los vivos y de los fuertes».)

Y entonces era de apretar el gatillo y las balas iban de la orilla de los policías y los guardias contra la orilla del pueblo así iban siempre de allá para acá y el pueblo caía desangrándose semana tras semana año tras año quebrantado de huesos lloraba por los ojos de las mujeres y los niños huía espantado dejaba de ser pueblo para ser tropel en guinda desaparecía en forma de cada quién que se salvó para su casa y luego nada más sólo que los bomberos lavaban la sangre de las calles. (Los coroneles los acababan de convencer: «Eso es muchachos –les decían– duro y a la cabeza con los civiles

192 Para ascender al alba fuego con el populacho ustedes también son pilares uniformados de la Nación sacerdotes de primera fila en el culto a la bandera el escudo el himno los próceres la democracia representativa el partido oficial y el mundo libre cuyos sacrificios no olvidará la gente decente de este país aunque por hoy no les podamos subir el sueldo como desde luego es nuestro deseo».)

Siempre vieron al pueblo crispado en el cuarto de las torturas colgado apaleado fracturado tumefacto asfixiado violado pinchado con agujas en los oídos y los ojos electrificado ahogado en orines y mierda escupido arrastrado echando espumitas de humo sus últimos restos en el infierno de la cal viva.

(Cuando resultó muerto el décimo guardia nacional. [Muerto por el pueblo y el quinto cuilio bien despeinado por la guerrilla urbana los cuilios y los guardias comenzaron a pensar sobre todo porque los coroneles ya cambiaron de tono y hoy de cada fracaso le echan la culpa a «los elementos de tropa tan muelas que tenemos».)

El hecho es que los policías y los guardias siempre vieron al pueblo de allá para acá y las balas sólo caminaban de allá para acá.

Historias y poemas de una lucha de clases 193 Que lo piensen mucho que ellos mismos decidan si es demasiado tarde para buscar la orilla del pueblo y disparar desde allí codo a codo junto a nosotros.

Que lo piensen mucho pero entre tanto que no se muestren sorprendidos ni mucho menos pongan cara de ofendidos hoy que ya algunas balas comienzan a llegarles desde este lado donde sigue estando el mismo pueblo de siempre sólo que a estas alturas ya viene de pecho y trae cada vez más fusiles.

Arte poética 1974

Poesía perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras.

Como la siempreviva

Mi poesía es como la siempreviva paga su precio a la existencia en términos de asperidad.

Entre las piedras y el fuego, frente a la tempestad o en medio de la sequía,

194 Para ascender al alba por sobre las banderas del odio necesario y el hermosísimo empuje de la cólera, la flor de mi poesía busca siempre el aire, el humus, la savia, el sol, de la ternura.

Como tú

Yo, como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan la poesía de todos.

Historias y poemas de una lucha de clases 195 Atalaya

Una religión que te dice que sólo hay que mirar hacia arriba y que en la vida terrenal todo es bajeza y ruindad que no debe ser mirado con atención es la mejor garantía para que tropieces a cada paso y te rompas los dientes y el alma contra las piedras rotundamente terrenales.

Ultraizquierdistas

Los pipiles que no comprendieron la cruz y la cultura más adelantada y no quisieron agachar la cabeza frente a la Corona de España y se alzaron en las sierras con las armas en la mano contra el conquistador.

Los que durante los 300 años de la Colonia sí mantuvieron la llama de la rebeldía indígena y murieron cazados en el monte o en el garrote vil o en la horca y se negaron a coexistir pacíficamente con el Encomendero en el seno de las encomiendas y los repartimientos.

Pedro Pablo Castillo y los comuneros de 1814 que expropiaron los fusiles a las autoridades militares de San Salvador y los apuntaron contra los opresores del pueblo.

En cambio Matías Delgado y los próceres terratenientes de 1821 no fueron ultraizquierdistas (porque hicieron la Independencia por la vía pacífica aunque la Independencia fuera más que todo para ellos y los pobres centroamericanos siguieran allá abajo explotados humillados hambreados engañados y dependientes.

Anastasio Aquino sí lo fue porque con lanzas de huiscoyol y cañones de palo

196 Para ascender al alba sublevó a los nonualcos contra el Gobierno central (no tomó el poder porque no supo que había ganado la guerra después de haber inventado la emboscada y haber legislado como un marxista de este lado del Lempa y haber expropiado a los ricos de San Vicente que habían escondido su oro bajo las enaguas de San José).

Don Chico Morazán también lo fue y lo fue a nivel centroamericano Gerardo Barrios por poco no entra en la colada si no es que se le ocurre agarrar viaje al frente de las tropas para ir a Nicaragua a echar plomo contra los filibusteros gringos de Walker.

De ahí hubo un largo período en que los revolucionarios salvadoreños dejaron de ser ultraizquierdistas y se volvieron tan decentes como burgueses el ultraizquierdismo desapareció ante el empuje del conservadurismo burgués del liberalismo burgués y la Constitución burguesa de la expropiación burguesa de la tierra común de la entronización del Dios burgués del café más omnipotente en lo referido a la República que su símbolo de palo y colochos llamado ni más ni menos que Salvador del Mundo.

Todo iba muy bien hasta que se apareció ese ultraizquierdista llamado Farabundo Martí que encabezó un ultraizquierdista Partido Comunista Salvadoreño en el que militaban un montón de ultraizquierdistas entre otros Feliciano Ama Timoteo Lúe Chico Sánchez Vicente Tadeo Alfonso Zapata y Mario Luna.

No pudieron ser ultraizquierdistas hasta el final porque no tenían con qué y fueron asesinados en número de treinta mil.

Historias y poemas de una lucha de clases 197 En 1944 hubo otra epidemia de ultraizquierdismo cuando hasta los militares se contagiaron y se alzaron el 2 de abril contra el tirano Martínez con el asentimiento ultraizquierdista de todo el pueblo.

Una huelga nacional ultraizquierdista terminó con el régimen asesino en lo que este se dedicaba a fusilar a los ultraizquierdistas del 2 de abril.

Uno de ellos fue tan ultraizquierdista y tan poco conciliador que con un ojo de menos y con los testículos y los huesos machacados le dijo al cura que lo fue a confesar que no le flaqueaba el espíritu sino tan sólo el cuerpo. Víctor Manuel Marín era su nombre.

Ese año hubo además otros dos casos notables de ultraizquierdismo salvadoreño uno fue cuando 200 jóvenes armados entraron por el lado de Ahuachapán provenientes de Guatemala para tratar de derrocar a Osmín Aguirre y otro fue cuando el ultraizquierdista Paco Chávez Galeano se batió a tiros con la Policía en el parque de San Miguelito.

Como la cosa estaba agarrando color de hormiga los ricos desempolvaron la mejor de las armas contra el ultraizquierdismo o sea las elecciones las elecciones para coexistir en las urnas donde todos los salvadoreños fueran igualmente engañados con música de fondo de democracia y paz.

Con elecciones y uno que otro golpe de Estado el ultraizquierdismo fue reducido a la mínima expresión a pesar de que Castaneda Castro hubo de darle metralla cada vez que le pareció prudente y Osorio persecuciones muerte cárceles (aunque hay que aceptar que hubo ultraizquierdistas

198 Para ascender al alba que comprendieron a tiempo las ventajas de coexistir mediante contundentes argumentos escriturados en cheques Embajadas Ministerios premios de la lotería becas casas en la colonia Centroamérica mujeres guaro).

Pero ya bajo Lemus estaba aquí otra vez el ultraizquierdismo más necio que una mula armando la tremolina y mostrando ultraizquierdistamente el hambre y la desesperación que inundaban el país (cada vez que bajan los precios del café como que todo el mundo se vuelve ultraizquierdista) hubo manifestaciones ultraizquierdistas y tiros ultraizquierdistas y bombas ultraizquierdistas y muertos ultraizquierdistas y además por todas partes cundía el ultraizquierdista ejemplo de Cuba y de Fidel.

Total que Lemus se vino al suelo y subió una Junta de Gobierno que hablaba de ultraizquierdismo pero hasta ahí nomás y no tenía nada en las manos para pensar siquiera en ser ultraizquierdista de verdad.

Mientras la Junta hablaba y el pueblo de nuevo ultraizquierdista pedía armas la Alianza para el Progreso tomó el poder.

Otra vez había habido un susto grande y hubo de reforzarse el sistema electoral coexistente la oposición de su Majestad las frases reformistas y democratizantes y se declaró terminada la era de la explotación del hombre por el hombre.

Pero de un día para el otro todo el movimiento obrero organizado de El Salvador

Historias y poemas de una lucha de clases 199 amaneció ultraizquierdista y organizó una huelga que arrodilló al gobierno de Rivera.

Para colmo de males los maestros se volvieron ultraizquierdistas y algunos curas también y hasta algunos opositores propiedad hasta entonces del gobierno.

En vista de lo cual el nuevo gobierno (presidido por un enano ladrón de apellidos Sánchez y Hernández) dio dos serios pasos que son ejemplares para la lucha contra el ultraizquierdismo.

En primer lugar lanzó al pueblo a que se quitara la calentura peleando contra Honduras.

En segundo lugar apeló a la organización que se suponía era el corazón de la ultraizquierda para que se subordinara al Gobierno en esa gran cruzada nacional.

El pc se partió en dos ante la situación la mayoría que aceptó dejar de ser ultraizquierdista se quedó con el nombre la minoría que decidió seguir siendo ultraizquierdista se salió de la carpa encabezada por un panadero llamado Salvador Cayetano Carpio.

Después surgieron dos organizaciones ultraizquierdistas las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y el Ejército Revolucionario del Pueblo erp con el propósito de que en adelante los verdaderos ultraizquierdistas salvadoreños tengan con qué carajos ser ultraizquierdistas hasta el final o sea hasta tomar el poder tan ultraizquierdistamente como sea necesario en este país dominado por la ultraderecha.

200 Para ascender al alba O sea que se trata de ser ultraizquierdistas eficaces y no sólo ejemplares ultraizquierdistas derrotados como los pipiles y Pedro Pablo Castillo y Anastasio Aquino y Gerardo Barrios que terminó fusilado por los Dueñas y los muertos del 32 y los invasores de Ahuachapán y Paco Chávez y el montón de caídos del pueblo bajo Castaneda Osorio Lemus El Directorio Julión Rivera Sánchez Hernández y el bandido actual.

En un país como el nuestro donde todo está cerca y concentrado donde el amontonamiento histórico es tan denso el ultraizquierdismo que no se quede en palabras y tenga con qué ser ultraizquierdista en los hechos irá siempre más hondo calando en el corazón popular que sigue estando en la ultraizquierda del pecho.

Profecía sobre los profetas

A N. Viera Altamirano y herederos, a la familia Dutriz, a la familia Pinto.

Puesto que la palabra debía ser como la mujer en el momento del amor como lo que verdaderamente entregamos en el momento de la muerte (cuando se ilustra una manera de ser que es fuente de vida el restablecimiento de la pureza la gran construcción del descubrimiento) los profetas tendrán que colocarse aquí para ser juzgados cada uno esperando su turno de pasar al espejo para apelar ante el gran coro de víctimas.

Historias y poemas de una lucha de clases 201 Ay entonces del grito que no se emitió para dolerse de los hermanos sino para corromper sus oídos al tiempo que se loaba a su enemigo ay entonces de la frivolidad con que se apoyó la vigencia del becerro de oro ay entonces de las mariposerías con que se puso cortapisas a la identificación y al ajusticiamiento del hambre ay del traslado del crimen hacia los hombros de los débiles ay de las complicidades ay de las delaciones ay de los servilismos ay de los soplos al oído del verdugo ay de las tolerancias ay de las mentiras matutinas y vespertinas.

Porque toda esa miasma se derramó sobre la inocencia del pueblo sobre su blanco candor caído del cielo de gran desalojado del paraíso y no habrá rueda de molino suficientemente aplastante para las cabezas de sus envenenadores de quienes quemaron con perfume las pupilas de sus centinelas de quienes rompieron sus tímpanos con gritos de loras sobrevivientes de la experiencia de Jericó.

Ni de los vivos ni de los muertos habrá perdón para ese uso de la palabra.

El inocente gigante justiciero despertará de su ensordecimiento abrirá sus profundos ojos anegados por los profetas y los fulminará en sus propios asientos enraizados a la derecha del Amo desenmascarado para los siglos de los siglos para nunca jamás.

202 Para ascender al alba Acta

En nombre de quienes lavan ropa ajena (y expulsan de la blancura la mugre ajena)

En nombre de quienes cuidan hijos ajenos (y venden su fuerza de trabajo en forma de amor maternal y humillaciones)

En nombre de quienes habitan en vivienda ajena (que ya no es vientre amable sino una tumba o cárcel)

En nombre de quienes comen mendrugos ajenos (y aun los mastican con sentimiento de ladrón)

En nombre de quienes viven en un país ajeno (las casas y las fábricas y los comercios y las calles y las ciudades y los pueblos y los ríos y los lagos y los volcanes y los montes son siempre de otros y por eso está allí la policía y la guardia cuidándolos contra nosotros)

En nombre de quienes lo único que tienen es hambre explotación enfermedades sed de justicia y de agua persecuciones condenas soledad abandono opresión muerte

Yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo

Historias y poemas de una lucha de clases 203 La pequeña burguesía

(Sobre una de sus manifestaciones) Los que en el mejor de los casos quieren hacer la revolución para la Historia para la lógica para la ciencia y la naturaleza para los libros del próximo año o el futuro para ganar la discusión e incluso para salir por fin en los diarios y no simplemente para eliminar el hambre de los que tienen hambre para eliminar la explotación de los explotados.

Es natural entonces que en la práctica revolucionaria cedan sólo ante el juicio de la Historia de la moral el humanismo la lógica y las ciencias los libros y los periódicos y se nieguen a conceder la última palabra a los hambrientos a los explotados que tienen su propia historia de horror su propia lógica implacable y tendrán sus propios libros su propia ciencia naturaleza y futuro.

La gran burguesía

Los que producen el aguardiente y luego dicen que no hay que aumentar el sueldo a los campesinos porque todo se lo van a gastar en aguardiente.

204 Para ascender al alba Los que en la vida familiar hablan exclusivamente en inglés entre cuadros de Dubuffet y cristales de Bohemia y fotografías tamaño natural de yeguas traídas de Kentucky y de Viena y nos cobran diariamente en sudor y sangre su doloroso despertar cotidiano en este país de indios sucios tan lejos de New York y París.

Los que han comprendido que Cristo si se miran bien las cosas fue realmente el Anticristo (por todo eso de amaos los unos a los otros sin distinguir entre los pelados y la gente decente y eso de los cristianos primitivos conspirando en la complicidad de las catacumbas y de la agitación contra el Imperio Romano y el pez tan parecido al martillo y la hoz) y que el verdadero Cristo nació en este siglo y se llamó Adolfo Hitler.

Los que votan en El Salvador por el presidente electo de los Estados Unidos.

Los que propician la miseria y la desnutrición que producen a los tísicos y a los ciegos y luego construyen hospitales tisiológicos y centros de rehabilitación de ciegos para poderlos explotar a pesar de la tuberculosis y la ceguera.

Los que no tienen patria ni nación aquí sino sólo una finca que limita al noroeste con Guatemala al norte con Honduras al sureste con el golfo de Fonseca y Nicaragua y al sur con el océano Pacífico en la cual finca los americanos han venido

Historias y poemas de una lucha de clases 205 a montar algunas fábricas y en donde poco a poco han ido surgiendo ciudades pueblos villas y cantones llenas de brutos que trabajan y de brutos armados hasta los dientes que no trabajan pero mantienen en su puesto a los brutos que trabajan.

Los que dicen a los médicos y a los abogados y a los arquitectos y a los agrónomos y a los economistas y a los ingenieros que quien a buen palo se arrima buena sombra lo cobija y que hay que hacer cada año Códigos Penales más drásticos y hoteles y casinos iguales a los de Miami y planes quinquenales iguales a los de Puerto Rico y operaciones civilizadoras consistentes en eliminarles la mancha azul del culo a los distinguidos señores y señoras y regadíos que lleven la poquita agua de todos exclusivamente hacia la tierra donde crece ese buen palo que tan buena sombra da sobre todo a quienes no están profesionalmente dispuestos a dar vela en el entierro a tanto jediondo y a tanto descalzo.

Los que para tener libertad de prensa y derechos constitucionales compraron diarios y radios y plantas de tv con todo y periodistas y locutores y camarógrafos y compraron la Constitución Política con todo y Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia.

Los que para dormir seguros no pagan al sereno de la cuadra o del barrio sino directamente al Estado Mayor Conjunto de la Fuerzas Armadas. Los que efectivamente tienen todo que perder.

206 Para ascender al alba Historia de una poética

Para E. S.

Puesiesque esta era una vez un pueta de aquí del país que no era ni bello ni malo como Satanás (como él soñaba que era) sino mero feyito y pechito y retebuena gente que a puras cachas hacía el tiempo para escribir entre sus estudios de Teneduría de Libros y su trabajo en los Juzgados.

El pueta nacional amaba a la justicia y a las muchachas (tal vez un poquito más a las muchachas que a la justicia) (pero eso no es tan pior si uno no sabe el talle que tiene la justicia por estos lares) y sábado a sábado hacía sonetos al pueblo al futuro que vendrá y a la libertad para tirios y troyanos todo ello ya con la mirada llameante después de haber llamado pan al maíz y vino al guaro.

Así fue su vida y su obra de las que se hablaba en las tertulias de «La Masacuata» y que hasta llegaron a despertar un comentario benevolente de Roberto Armijo.

Un día sucedió que subió hasta las nubes el precio del papel: y tanto en los Juzgados como en la Academia le racionaron implacablemente las hojas al pueta a fin de que no las desperdiciara en nada que no fuera su tétrico trabajo judicial y su aprendizaje contable.

El pueta echó de ver clarito y para más señas en un día de la semana bastante alejado del sábado

Historias y poemas de una lucha de clases 207 que en el fondo de todo había un atentado contra la poesía que no se podía quedar así por mucho y que el gobierno hablara del alza del petróleo.

Fue entonces que comenzó a escribir en los muros con su mero puño y letra en los tapiales y en las paredes y en los grandes cartelones de las propagandas.

No le fue leve el cambio muy por el contrario al principio cayó en profundas crisis de concepción creadora.

Es que en los tapiales no lucían bien los sonetos y frases que antes le embriagaban como «oh sándalo abismal, miel de los musgos» se miraban todas cheretas en las paredes descascaradas.

Además los serenos y los orejas y los cuilios y los Guardias Nacionales de todas maneras se lo iban a encumbrar (si es que no lo venadeaban de entrada) aunque lo que pintara en los muros fueran versos como «fulge, lámpara pálida, tu rostro entre mis brazos» o «no hay Dios ni hijo de Dios sin desarrollo».

De ahí que el pueta agarrara vara de una vez y se metiera a la guerrilla urbana (erp: Sección de Propaganda y Agitación de la Dirección Nacional) para quien ahora pinta en los muros cuestiones como éstas: «viva la guerrilla» «lucha armada hoy – socialismo mañana» «erp».

208 Para ascender al alba Y si alguien dice que esta historia es esquemática y sectaria y que el poema que la cuenta es una tremenda babosada ya que falla «precisamente en la magnificación de las motivaciones» que vaya y coma mierda porque la historia y el poema no son más que la puritita verdá.

El Salvador será

El Salvador será un lindo y (sin exagerar) serio país cuando la clase obrera y el campesinado lo fertilicen lo peinen lo talqueen le curen la goma histórica lo adecenten lo reconstituyan y lo echen a andar.

El problema es que hoy El Salvador tiene como mil puyas y cien mil desniveles quinimil callos y algunas postemillas cánceres cáscaras caspas shuquedades llagas fracturas tembladeras tufos.

Habrá que darle un poco de machete lija torno aguarrás penicilina baños de asiento besos pólvora.

Historias y poemas de una lucha de clases 209

Biografía

Roque Dalton (1935-1975) . Escritor e intelectual salvadoreño, cuyo nombre completo fue Roque Antonio Dalton García, hijo del estadou- nidense Winnall Dalton y la salvadoreña María García Medrano. Estuvo casado con Aída Cañas, con quien procreó tres hijos: Roque Antonio (caído en combate durante la guerra civil como miembro de las fpl), Juan José y Jorge. Cursó Derecho en la Universidad de Chile y en la Universidad de El Salvador; también cursó Etnología en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1956 obtuvo el Premio Centroamericano de Poesía otorgado por la Universidad de El Salvador y en 1969 fue galardonado con el Premio Casa de las Américas (Cuba) por su libro Taberna y otros lugares. En 1997 la Asamblea Legislativa de El Salvador le otorgó la distinción de Poeta Meritísimo de El Salvador y el 29 de mayo de 2012 la Uni- versidad de El Salvador lo distinguió con el título de Doctor Honoris Causa. Desde muy joven, Roque Dalton se destacó en la política y en la creación literaria. Entre sus títulos destacan: La ventana en el rostro (poesía, 1961), César Vallejo (ensayo, 1963), Taberna y otros lugares (poesía, 1969), «¿Revolución en la revolución?» y la crítica­ de derecha (ensayo, 1970), Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador (relato testimonial, 1972), Caminando y cantando (teatro, 1973), Las historias prohibidas del Pulgarcito (poema-collage, 1974), Pobrecito poeta que era yo (no­vela, 1976), entre otras publicaciones.

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