UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

COLONIAS OBRERAS EN EL PORFIRIATO CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO EN PERALVILLO

TESIS

QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

LICENCIADO EN HISTORIA

PRESENTA

ERANDY LÓPEZ MÉNDEZ

ASESOR

DRA. JOSEFINA MAC GREGOR SÁRATE

2013

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COLONIAS OBRERAS EN EL PORFIRIATO

CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO EN

PERALVILLO

Erandy López Méndez

Directora de tesis: Dra. Josefina Mac Gregor Gárate

25 de junio de 2013 Agradecimientos

Agradezco a mis maestros y hermanos por haberme conducido hasta este punto, por seguir guiándome hacia adelante y por ayudar a sostenerme. Con especial cariño y admiración a la doctora Josefina McGregor, por sus consejos y tolerancia. A la memoria de mi padre, mi primer maestro, que dejó sembrada su ternura y su gran corazón en todos quienes disfrutamos de sus consejos y sabiduría. Agradezco a mi madre, por la fortaleza que tuvo para defendernos. A Deyanira, mi compañera de infancia, mi cómplice en las mejores aventuras y quien ha sufrido conmigo las más lamentables pérdidas; a Lenny, la más pequeña de las tres y de futuro prometedor; a Helios y Adilene, por alegrarle la vida a la familia con sus travesuras y aciertos; agradezco a Yesenia y a Vania por ser para mí las hermanas mayores que no tuve; a mis hermanos Manuel y Toño; a mis abuelos y a mis tíos que no menciono, pero recuerdo a todos con agradecimiento. Agradezco a Edgardo por su apoyo, sus consejos y su cariño.

I Índice general

Introducción 1

1. Desarrollo económico de México al iniciar el siglo XX 10

1.1. Paz y desarrollo industrial del régimen de Porfirio Díaz ...... 11 1.2. Crecimiento demográfico ...... 18

2. Ciudad en expansión 23

2.1. Surgimiento de empresas fraccionadoras ...... 27 2.2. Condiciones legales ...... 32 2.3. El caso de la colonia del Rastro ...... 37

3. Servicios públicos 52

3.1. Saneamiento ...... 55 3.2. Obras de dotación de agua potable ...... 59 3.3. Pavimentación de calzadas y vías públicas ...... 62

4. Condiciones de vida en la colonia del Rastro 64

Anexos 87

Bibliografía 91

II Índice de figuras

1.1. “Habitaciones” a las afueras de la ciudad, C.B.Waite, Habitación y vivienda, campestre y rural de ciudad, 1901-1909 ...... 21

2.1. Ley de división de límites de la municipalidad de México decretada el 28 de julio de 1899, publicado en, Memorias del Ayuntamiento, 1889, p. 331...... 44 2.2. Detalle del plano donde se observa el trazo de la colonia nombrada Peralvillo, en realidad Rastro...... 45 2.3. Límite del ayuntamiento de México con Guadalupe Hidalgo, publicado en Memorias del Ayuntamiento, 1899...... 45 2.4. Los llanos de Peralvillo quedaron dentro del ayuntamiento de México ...... 46 2.5. Plano de la Colonia del Nuevo Rastro, 1912 ...... 51

3.1. Proyecto de colector y atarjeas para la parte norte de la ciudad, 1907 ...... 58 3.2. Proyecto de distribución de agua. Colonia Nuevo Rastro, 1907 ...... 60 3.3. Plano de la colonia del Nuevo Rastro de la Ciudad, 1910 ...... 63

4.1. Plano de la Ciudad de México dividido en cuarteles, 1910 ...... 66 4.2. Planos de terrenos de las colonias Nuevo Rastro, Maza y Ferrocarril-Hidalgo, 1907 . . . 67 4.3. Viviendas al oriente de la calzada de Guadalupe, Dreffes, E. J. G., Peregrinación a Villa de Guadalupe Secuencia Fotográfica, 1912 ...... 71 4.4. Viviendas al oriente de la calzada de Guadalupe, Dreffes, E. J. G., Peregrinación a Villa de Guadalupe Secuencia Fotográfica, 1912 ...... 72 4.5. Suburbios de la Ciudad de México, C.B.Waite, Habitación y vivienda, 1901-1909 . . . . 77

III ÍNDICE DE FIGURAS IV

4.6. Damas acompañadas de nanas indígenas ...... 82 7. Plano de la Colonia del Nuevo Rastro, 1912 ...... 88 8. Proyecto de colector y atarjeas para la parte norte de la ciudad, 1907 ...... 88 9. Plano de la colonia del Nuevo Rastro de la Ciudad, 1910 ...... 89 10. Planos de terrenos de las colonias Nuevo Rastro, Maza y Ferrocarril-Hidalgo, 1907 . . . 89 Índice de cuadros

1.1. Gobernadores del Distrito ...... 16 1.2. Población del Distrito Federal y de la ciudad de México 1857-1910 ...... 20

4.1. Mortalidad por año ...... 73 4.2. Muertes en el Caurtel I por categoría de enfermedades de 1900-1908 ...... 73 4.3. Las principales enfermedades del aparato digestivo ...... 74 4.4. Principales enfermedades del aparato respiratorio, Cuartel I ...... 76 4.5. Las principales enfermedades de acuerdo con la nomenclatura internacional de enfermedades generales ...... 77 4.6. Promedio de casos de tifo exantemática por mes ...... 78 4.7. Muertes por alcoholismo en la Ciudad de México Porcentaje en el Cuartel I ...... 80 8. Formación de las colonias en la Ciudad de México según informes del Ayuntamiento . 90

V Introducción

El presente trabajo tiene como objeto de estudio la consolidación de la colonia del Rastro en la última década del porfiriato; desde los elementos que motivaron su creación, como el crecimiento económico y la afluencia demográfica a la ciudad de México; la participación de las personas que hacían las veces de empresarios o de gobernantes, hasta las repercusiones en la salud, percibidas por todos los habitantes de la ciudad y sufridas en la misma colonia. El objetivo es mostrar que la colonia del Rastro que se formó como uno de los efectos del crecimiento demográfico en la capital del país a inicios del siglo XX, fue una colonia dedicada a los grupos económicamente menos favorecidos que sufrieron las carencias del desabasto de servicios públicos que beneficiaban a la capital. Este asentamiento fue necesario, tomando en cuenta el aumento de la población en la capital. Pero de un fenómeno natural, propio de una ciudad en desarrollo, el crecimiento se transformó en uno de los peores efectos que tuvo el auge económico en el porfiriato. Las malas condiciones de vida de los habitantes de la colonia así lo demuestran. La colonia del Rastro fue conocida popularmente en sus inicios como la , a pesar de que las autoridades del Ayuntamiento de México le otorgaron el nombre del Rastro desde su fundación. La costumbre popular de llamar a una gran extensión de tierra en el norte de la ciudad con el nombre de “llanos de Peralvillo” hizo que los capitalinos nombraran de la misma manera a la primera colonia que se asentó en esa zona, aunque oficialmente su denominación fuera distinta. Se inició la investigación con el estudio del surgimiento de una de las colonias al Norte de la ciudad durante el régimen porfirista; de entre ellas, la colonia Peralvillo resultaba más atractiva por ser de las primeras fundadas en aquella zona de la ciudad y porque su registro en los documentos del ayuntamiento ofrecía mayores posibilidades de rastrear. El nombre “Peralvillo” aparece en reiteradas ocasiones para nombrar distintos lugares o cosas. La

1 INTRODUCCIÓN 2 histórica entrada a la ciudad de México por la parte norte se reconocía como la Garita de Peralvillo. Cercano a este lugar se estableció un barrio, junto al de , que recibió el nombre de barrio de Peralvillo. El hipódromo establecido en la parte occidental de la calzada de Guadalupe también se llamó Hipódromo de Peralvillo. Como ya se dijo, la colonia en la que se enfoca el presente estudio (colonia del Rastro) fue la primera que se formó en esta zona, pero fue nombrada con el mismo apelativo: colonia Peralvillo o de Peralvillo; posteriormente, alrededor de 1910, se formó un nuevo asentamiento con el nombre oficial de colonia Peralvillo; esto ocasionó innumerables problemas a las autoridades del periodo cercano y, posteriormente, a los investigadores que se acercaban a documentos que hacían alusión a la colonia del Rastro con indistintos nombres; o bien, a documentos que hacían referencia a la que actualmente es la colonia Peralvillo pero atribuyéndole los antecedentes de la colonia del Rastro. La primera solicitud que hizo el empresario extranjero David de Gheest para fundar una colonia en la ciudad de México se fecha en 1889. En un plano titulado Plano oficial de la ciudad de México, levantado por la Comisión de Saneamiento y Desagüe del Ayuntamiento entre los años 1889-1890/1891, se registra el trazo de la colonia de David de Gheest por primera vez, pero el nombre que el arquitecto le asigna es el de Peralvillo. A partir de allí, en todos los planos recibió este nombre, a pesar de que en documentos oficiales fuera reconocida como del Rastro. Desde 1906, cuando el gobierno firmó un contrato para que una compañía dotara al sitio de obras públicas, la colonia del Rastro retoma su nombre oficial. En el presente trabajo se habla de esta colonia con el nombre de Peralvillo, principalmente, porque las fuentes primarias así lo hacen. Aunque el periodo que abarco no coincide con la existencia de la actual colonia Peralvillo, no sobra hacer la advertencia de que al usar el nombre de Peralvillo me referiré únicamente a la que actualmente se conoce como colonia del Rastro. Ahora bien, dado que un objetivo de este trabajo es mostrar el desarrollo de la ciudad de México como el marco de la expansión urbana, hay necesidad de la consulta de obras generales de la historia de México y de aquellas que hagan una valoración de sus procesos económicos. La primera obra de consulta obligada para una investigación sobre el México porfirista es el trabajo coordinado por Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. Esta obra tiene la bondad de ser un estudio exhaustivo en los temas que toca; gracias a esto, la especificidad de mi tema de investigación se ha beneficiado de los detalles con los que ilustra su historia general. Sobre todo, la investigación social en el periodo porfiriano INTRODUCCIÓN 3 ha sido de la mayor utilidad por representar los efectos sociales de las transformaciones económicas y políticas. Las condiciones higiénicas, las medidas gubernamentales implementadas y las repercusiones sociales de la población de la ciudad de México son expuestas en esta obra. El tema urbano y sus implicaciones ha sido abordado por diversos autores con objetivos distintos y desde distintas perspectivas. Para este trabajo, ha sido útil la publicación de la arquitecta Ethel Herrera Moreno, 500 planos de la Ciudad de México.1 Esta obra general que aborda la historia de la ciudad de México a través de planos generales y específicos del crecimiento de la ciudad, además de ser una guía de los planos más representativos, inserta cada uno de ellos en el proceso histórico del país y le da voz a los geógrafos que con trazos representaron la organización de distintas poblaciones. A través de los trazos se observa el desarrollo interno de la urbe y su posterior expansión física. En los planos se observa el crecimiento de la ciudad, que rebasa sus antiguos límites y contagia del desarrollo a sus áreas circundantes. Al mismo tiempo, manifiesta la inserción de los servicios públicos que aparecen representados en la parte central de la urbe y que, al pasar el tiempo, se van extendiendo a sus periferias. En estos planos aparece el trazo de la colonia del Rastro con el nombre de Peralvillo. Por otro lado, María Dolores Morales, en su obra El comportamiento empresarial de dos pioneros de fraccionamientos en la Ciudad de México, nos ha aportado un estudio de estos personajes en la historia de nuestro país. La hipótesis general que nos presenta esta autora es que las leyes de desamortización incorporaron al mercado las tierras que hasta ese momento habían sido propiedad de la iglesia y de comunidades indígenas. Esto, que significó el triunfo de la reforma liberal, fue favoreciendo al empresario productivo que se adecuaba a las exigencias del capitalismo. Se trataba de una economía carente de circulante que buscó, con la apertura del mercado de tierras, una dinámica que lo reactivara. Esta reforma fue bien aprovechada por quienes tenían la capacidad de adquirir una masa importante de tierras. El fenómeno que se presentó, que evidentemente no es exclusivo de la época, fue que personas con poder económico se desempeñaran en actividades administrativas del gobierno. De esta manera, aprovecharon los conocimiento que su cargo les daba para incrementar su fortuna. De este estudio de Morales nos interesa el análisis sobre la actividad de estos personajes como fraccionadores de terrenos. Esta obra muestra las fortunas que produjeron para Francisco Somera, fraccionador de la colonia de los

1Ethel Herrera Moreno, 500 planos de la Ciudad de México, México, Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, 1982, INTRODUCCIÓN 4

Arquitectos y para Rafael Martínez de la Torre, de la Guerrero, la adquisición de terrenos agrícolas a bajo costo y la ganancia que les arrojó la venta de lotes en colonias consideradas urbanas, las cuales, en un momento dado, crecieron en forma exponencial.2 Estos dos casos que aborda la autora son diferentes entre sí; uno de estos empresarios es un hombre casado con las operaciones financieras del final de La Colonia, y el otro, un burgués emprendedor del porfiriato. De esta comparación es importante destacar la ruptura histórica que Dolores Morales observa en las operaciones financieras. A medida que aumenta la demanda de vivienda surgen otras formas de proceder al fraccionamiento de terrenos. El sector social que hizo crecer a la ciudad estaba conformado principalmente por obreros y artesanos, y, precisamente, el acierto de Martínez de la Torre fue ver en este sector su objetivo a satisfacer, lo que se tradujo en mayores beneficios comparados con los que tuvo su colega Somera, a pesar de que éste eligió a la clase económicamente más poderosa. Fue una actividad propia del dinamismo capitalista de la época liberal la que Martínez de la Torre utilizó para aprovechar las condiciones que ofrecía la demanda de vivienda. Este manejo de la situación le aseguró el éxito en su empresa. Las cuestiones políticas que identificó la autora entre funcionarios y empresarios son valiosas para la investigación por la semejanza de esta dinámica en todas las operaciones de colonización y urbanización de la época. En el caso de la , el acuerdo entre el gobierno de Lerdo de Tejada y el fraccionador Martínez de la Torre, tenía el lema gubernamental que pretendía hacer de los obreros pequeños propietarios. La realidad muestra que no fueron estos obreros los que adquirieron los lotes, sino los intermediarios (10 hombres adquirieron el 62 por ciento de la tierra), pero un censo muestra que la colonia estaba habitada en su mayoría por obreros y artesanos. Éstos se convirtieron en arrendatarios que tuvieron la oportunidad de conseguir vivienda más barata que la que ofrecían las vecindades del centro de la ciudad. El fin de Martínez de la Torre era realizar la venta de estos lotes de una forma rápida para seguir invirtiendo sus ganancias. La autora afirma que la diferencia entre sus dos empresarios está en el grupo en el que enfocaron su negocio, pero sin duda debe contemplarse la etapa en la que cada uno llevó a cabo su empresa, pues aunque Somera hubiera querido dedicarse a vender casa habitación a los trabajadores, este sector no representaba gran demanda de vivienda durante el periodo de su actividad,

2María Dolores Morales, “El comportamiento empresarial de dos pioneros de fraccionamientos en la ciudad de México” en Enrique Florescano, (coordinador), Orígenes y desarrollo de la burguesía en América Latina 1700-1955, México, Editorial Nueva Imagen, 1985, p. 151. INTRODUCCIÓN 5 como sí lo fue dos décadas después. Por otra parte, el libro de Jorge Jiménez, La traza del poder, muestra una visión general de la especulación urbana que comenzó a partir de la segunda mitad del siglo XIX con la expansión territorial de la capital; este momento marcó el “inicio de una serie de especuladores que a pequeña o a gran escala fueron adquiriendo terrenos agrícolas para lotificarlos y venderlos como lotes urbanos.”3 En este estudio, los personajes que participaron en este proceso como empresarios promotores de esta expansión y, además, como importantes figuras políticas. Para este trabajo también me he servido de la información y del estudio realizado por este autor al respecto de la colonia del Rastro, pues como su planteamiento es cronológico, el trabajo ayuda a tener una visión completa del proceso legal que dio forma a la colonia. Mediante los tres informes generales de las colonias fundadas en el Distrito Federal que provienen de 1906, 1908 y 1930 se complementa la información y nos presenta, si no un trazo lógico de la historia de la colonia que abordo, sí la necesidad de un análisis comparativo entre las distantes versiones gubernamentales respecto del estatus de las colonias. El autor, además, nos ofrece una detallada y útil investigación sobre los personajes político-empresariales que participaron en el proceso especulativo de la ciudad. Al respecto de las obras públicas, Priscilla Connolly hacen un análisis de las propuestas para estudiar el tema y hace un cuestionamiento de los deberes del Estado en cuanto a la dotación de servicios públicos, ya que demandar estos servicios al Estado sin contemplar su forma de operar en el periodo determinado, implicaría decir que fue primero el Estado y posterior a él la construcción de obras de beneficio social. La autora afirma que en este punto debe entrar el análisis histórico para observar que no son acontecimientos que se sucedan en el tiempo, y que no es la existencia del Estado la que determina la creación de los servicios, sino que en la mayoría de las ocasiones puede observarse el efecto contrario, es decir, “No solo el Estado hace obras públicas, sino también las obras públicas hacen al Estado”4 Además, asegura Priscilla Connolly, la construcción de obras públicas no solo responde a las exigencias del momento, sino también al peso tradicional de las instituciones antecesoras, es decir, la forma en cómo habían procedido anteriores órganos de gobierno ante las necesidades de obras de

3Jorge Jiménez Muñoz, La traza del poder: Historia de la política y de los negocios urbanos en el Distrito Federal: de sus orígenes a la desaparición del ayuntamiento (1824-1928), México, Dedalo Codex, 1993, p. 8. 4Priscilla Connolly, “Obras Públicas. Introducción” en Sandra Kuntz Ficker y Priscilla Connolly, coordinadoras, Ferrocarriles y Obras Públicas, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, El Colegio de México y el Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, 1999, p. 150. INTRODUCCIÓN 6 urbanización. Entre los factores enlistados por la autora que deben tomarse en cuenta para entender la manera de proveer las obras y servicios se encuentran: las funciones o atributos que el gobierno tiene marcadas por una legislación o bien por la costumbre que los gobiernos anteriores le hayan heredado; la ideología política del Estado, el “deber ser” y los medios tecnológicos con los que se cuente. Con el conocimiento de estos aspectos se podrían dar los márgenes de acción del gobierno y la definición de obras públicas. En el marco de las normas y necesidades de la sociedad se desenvuelve una interacción que permite institucionalizar nuevas formas de resolver necesidades, renovando los márgenes de acción. Esta visión de la autora es un planteamiento del problema que obliga ha realizarse la pregunta para los estudios posteriores en el mismo tema. Por su parte, Rodríguez Kuri, en su estudio sobre “Gobierno local y empresas de servicios”, presenta una relación directa entre los monopolios y el retraso en la modernización de los servicios que se tenían concesionados, y resalta con el ejemplo histórico la posibilidad de que las instituciones de gobierno, al valorar la percepción social, rompan estatutos que aparentan ser inviolables. Es decir, que esta percepción social funcionaba como una presión constante para realizar transformaciones en las relaciones con empresas particulares que desembocan en beneficios. Sin embargo, el presente trabajo, justamente se enfoca en los perjuicios causados por la forma en que operaba el gobierno al otorgar concesiones a particulares sin atender las necesidades sociales. Además, la forma en que operaron las empresas lucrativas no fue en ningún grado limitada por las exigencias gubernamentales, sino que fueron toleradas y hasta propiciadas, tomando en cuenta que muchos de los empresarios formaban parte del aparato gubernamental. Las nuevas relaciones con empresas particulares permitieron la participación de múltiples servidores que podrían competir por las concesiones ofreciendo mejores propuestas. En la búsqueda de ganancias, aprovecharon la demanda de vivienda y consiguieron grandes ganancias; posteriormente, fue preciso incursionar en la satisfacción de una necesidad que hasta entonces no había sido cubierta, como lo fue la dotación de obras públicas para las colonias que previamente habían sido objeto del mismo fin lucrativo. Para el estudio más concreto de la colonia, el Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF) brindó las fuentes que permitieron terminar el proyecto. Especialmente el ramo de “Colonias” que reúne la emisión de leyes del ayuntamiento para controlar los asentamientos, y los contratos firmados con los INTRODUCCIÓN 7 fraccionadores que contenían los incisos que regían sus operaciones; ambos tipos de documentos hicieron posible conocer los elementos que se tomaban en cuenta para legalizar las nuevas colonias y también para observar los que se obviaban. Asimismo, la planoteca del archivo ilustra el proceso de la colonia como parte de la capital. Para presentar las condiciones de vida de los habitantes de la colonia, el AHDF cuenta en los ramos de obras públicas con diversas denuncias que los habitantes realizaron al ayuntamiento para solicitar algún servicio público y utilizan la descripción de sus condiciones de vida para respaldar su petición. Para este mismo tema, el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud y la Hemeroteca Nacional de México cuentan con información de instituciones de salud que muestran registros mensuales sobre las condiciones de salud en la ciudad de México. Esta información resulta, para uno de los apartados, un respaldo para mostrar las malas condiciones de vida de la población. La investigación en este tema de trabajo muestra que las colonias del mismo tipo que la del Rastro son concebidas como un problema para la capital, pues se convirtieron en focos de insalubridad y de enfermedades que se intensificaban con el crecimiento de su población. Y aunque la introducción de servicios en la ciudad de México era relativamente nueva, desde mucho tiempo atrás se habían diseñado distintos métodos para que la zona central atemperara los efectos generados por la dinámica de una concentración poblacional de su magnitud. A finales del siglo XIX las transformaciones en la ciudad de México se aceleraron de una manera nunca experimentada. La estabilidad relativa del país con el gobierno de Porfirio Díaz y la inserción de México en la economía internacional a partir del 1880,5 fueron factores que intervinieron en esta transformación. La ciudad de México registró una ampliación espacial en 4.7 veces, del año de 1858 a 1910; se fundaron nuevas colonias, provocando una ampliación de la zona urbana. Sin embargo, los servicios públicos de los que disfrutaba la urbe no llegaron de igual manera a todos los barrios y colonias, mucho menos a los últimos territorios que se adhirieron a la ciudad. El Estado, que tomó como una tarea suya la organización del crecimiento de la ciudad, no pudo controlar su expansión. Aunque a mediados del siglo XIX, la creación de nuevas colonias tenía la intención de atraer a población extranjera o con cierto poder económico para poblar las nuevas zonas

5Felipe Leal y José Wonderberg, La clase obrera en la historia de México, v. 2, Siglo XXI-IIS-UNAM, México, 1980, p. 20. INTRODUCCIÓN 8 urbanas, la mayoría de las que surgen después de 1880 se caracterizan por un establecimiento sin el pretendido orden. El aumento de las zonas pobladas era un fenómeno inevitable dado el aumento demográfico, sin embargo, el gobierno no adoptó el carácter rector que se había propuesto. La población que se asentó en áreas hasta entonces deshabitadas tuvo participación en el desarrollo de la ciudad de México. El hecho de mantener privadas a la mayoría de las nuevas poblaciones, sin muchos de los beneficios que ofrecía la modernidad, encarnó una disparidad para el progreso general de la ciudad, pues se convirtieron en barrios insalubres propensos a la gestación de epidemias. En el presente trabajo pretendo demostrar las siguientes hipótesis:

El crecimiento demográfico que se dio en la ciudad de México durante el porfiriato fue un fenómeno que rebasó las medidas de control del gobierno.

Los intereses de las compañías fraccionadoras que surgen en esta etapa se manifestaron por encima de las necesidades básicas para la vida. El negocio que representaba la demanda de vivienda no contemplaba concesiones a la calidad de vida y a la prevención de problemas sociales.

Existe una correspondencia directa entre las condiciones de vida de la colonia y los problemas que genera a la capital. La mala situación en la que vivían las personas de la colonia del Rastro no les permitía hacerse de una vivienda honrosa. Esto, aunado a la falta de los más indispensables servicios públicos (atarjeas, desagües, recolección de basura, luz, agua potable), creaba condiciones propicias para hacer de los habitantes las principales víctimas de enfermedades y para convertirse en centros de grandes epidemias.

Para comprobar lo antes mencionados planeo dividir este trabajo en cuatro capítulos. En el primero presentaré el contexto histórico de la formación de estas colonias: la relativa paz social del régimen de Porfirio Díaz y el crecimiento industrial en la ciudad de México, que implicó el crecimiento de la oferta de trabajo; factor que contribuyó al crecimiento demográfico. El segundo capítulo tratará sobre las empresas fraccionadoras que se hicieron cargo del poblamiento de estos territorios, y también las políticas gubernamentales enfocadas al desarrollo urbano, que permitieron el fraccionamiento de terrenos, la expansión de la ciudad y la fundación de nuevas colonias como la del Rastro. INTRODUCCIÓN 9

El tercer capítulo mostrará los servicios públicos que configuraron la calidad de vida de los colonos de Peralvillo, y en el cuarto, realizaré una valoración de la calidad de vida de los pobladores de esta zona con el respaldo de la información generada por la institución encargada de la salud y de las descripciones que los transeúntes realizaron del lugar. Capítulo 1

Desarrollo económico de México al iniciar el siglo XX

Este primer capítulo tiene el propósito de mostrar el crecimiento económico de la capital del país con el centralismo que la política porfirista había adoptado para consolidar su poder. Asimismo, tiene el objetivo de observar que quienes recibieron los mayores beneficios al invertir en nuestro país, recibieron, además, por parte del gobierno de México, grandes incentivos que conllevaron perjuicios para la sociedad. La Ciudad de México recibió una gran inyección de capitales extranjeros durante este periodo, y una de sus principales intervenciones se hizo en la construcción férrea para conectar las zonas de mayor importancia económica del país. Pero esto solo fue una de las partes en las que se observó el dinamismo económico. Las empresas que se dedicaron a la urbanización de la capital percibieron positivamente estos cambios, pues el crecimiento demográfico que se observó implicó nuevos mercados que abastecer. De esta forma, las empresas que recibieron las concesiones de los servicios públicos y de fraccionamiento de terrenos se beneficiaron doblemente: por un lado, recibieron las bondadosas concesiones que el gobierno otorgó a las empresas que dedicaran sus esfuerzos y capitales para el desarrollo de la ciudad y, por otro, aprovecharon el alza en la demanda de vivienda por el incremento de los grupos marginados. El continuo crecimiento urbano les aseguraba a las personas o compañías que se enfocaron a estos grupos un dichoso porvenir, pues hicieron de la necesidad de vivienda y de la urbanización su principal negocio. La ciudad fue dotada de los mejores servicios de aquella época, pero la expansión que ésta tuvo integró asentamientos que, por carecer de servicios básicos, estaba poblado de habitantes más propensas

10 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 11 a adquirir las enfermedades más graves por la insalubridad y la pobreza en la que vivían. Estas graves consecuencias surgieron del crecimiento económico y de las políticas gubernamentales enfocadas a la modernización en manos de grupos que no repararon en las repercusiones sociales que implicaban sus negocios.

1.1. Paz y desarrollo industrial del régimen de Porfirio Díaz

De las estrategias que el gobierno porfirista implementó para mantenerse como gobierno, deben mencionarse dos por su relación con el caso que nos interesa: la primera fue darle estabilidad política al país, y la segunda se enfocó en incentivar el crecimiento económico. La estabilidad, además de necesaria para mantenerse en el poder, era el primer paso para desarrollar la segunda. Los países debían estar convencidos de esta estabilidad para invertir sus capitales. Esta política era una necesidad para la existencia del gobierno porfirista y debía mantenerse a cualquier precio. La consolidación de la dictadura se vinculó con la estabilidad interna y el surgimiento de un estado mexicano efectivo y poderoso. La pacificación del país fue un complejo proceso de múltiples facetas que hasta 1900 tuvo gran éxito y constituyó uno de los mayores logros de los ideólogos porfiristas. La paz social, que estaba estrechamente relacionada con la formación del estado mexicano, constituyó el prerrequisito para el incremento constante de los ingresos del país.1 Esta paz porfiriana ha permitido a algunos autores decir que “...a finales del siglo XIX hubo en México una tregua en las luchas civiles y ese pequeño periodo de calma sirvió a la capital para aliñarse un poco y para sacudirse el polvo...”2 La calma de este periodo solo puede aceptarse en comparación con el medio siglo que le precedió. Esta paz relativa fue suficiente para que, hacia 1880, la industria de la ciudad de México cobrara un impulso que había abandonado durante las anteriores décadas de tormentas políticas y militares que sacudieron al país. El sistema ferroviario de 630 kilómetros en 1876, que correspondían en su mayor parte a la linea de México a Veracruz;para 1906 contaba con 17,5100 kilómetros de rieles.3

1Friederich Katz, Nuevos ensayos mexicanos, México, Era, 2006, p. 141. 2Maria Elodia Terrés, La Ciudad de México: sus orígenes y desarrollo, México, Porrúa, 1977, p. 84. 3Sandra Kuntz, “Los ferrocarriles y la formación del espacio económico en México, 1880-1910”, en Sandra Kuntz Ficker y Priscila Connolly, coordinadoras, op. cit. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 12

Dentro del despunte económico es indispensable tomar en cuenta la importancia del capital extranjero en nuestro país. “El flujo de inversiones extranjeras –por un valor de casi 1200 millones de dólares– ayudó a que el producto nacional bruto se elevara a una tasa anual de ocho por ciento.”4 Las condiciones económicas y sociales que permitieron una mayor estabilidad del país fueron incentivos para los empresarios que querían invertir su dinero y recibir por él grandes ganancias. Los empresarios extranjeros que aparecieron en México con grandes sumas de dinero, se hicieron partícipes de la apertura de nuevos centros fabriles y fueron el apoyo de otros para impulsar la producción de muchas plantas manufactureras que se establecieron en el periodo.5 El país que tuvo mayor participación en México durante el siglo XIX fue Estados Unidos, pues después de la intervención francesa, los países europeos se mostraban hostiles hacia México, razón por la cual, fueron los vecinos del norte quienes lograron hacia los años 70 una mayor injerencia económica. Los inversionistas norteamericanos fue considerada por Porfirio Díaz como un peligro para el país. Como un contrapeso al poder estadounidense, el gobierno de México promovió paulatinamente políticas que invitaban a las potencias europeas a invertir en el país y a desafiar en él la supremacía estadounidense. Cuando esta invitación fue atendida, se dio libre acceso al capital extranjero y se hizo de México “...uno de los principales escenarios de la rivalidad europea-norteamericana en América Latina.”6 La inyección de capitales no se distribuyó en todas las ramas de producción ni en todas las zonas del país por igual. La mayor parte de estas inversiones se dieron en el sector de la explotación de materias primas, como los minerales y productos agropecuarios, particularmente en aquellas mercancías que tenían mayor demanda en el extranjero. Exceptuando el caso de los textiles, podemos decir que la infraestructura ferroviaria fue una de las actividades que recibió más capital extranjero. Sin embargo, aunque durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, el ferrocarril fue el sistema de transporte por excelencia, las tasas de ganancia de estas empresas eran muy bajas, a pesar de los subsidios que el Estado otorgó, desde 1800 hasta 1890, cuyo monto representó en algunos casos más del 50 por ciento del costo de las obras.7 La explicación a la gran importancia que el extranjero otorgaba al desarrollo ferroviario es sencilla,

4Ibidem. 5Hira de Gortari y Regina Hernández Frayuti, La ciudad de México y el Distrito Federal. Una historia compartida, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1988, p. 87. 6Friedrich Katz, op.cit, p. 40. 7Sandra Kuntz, op. cit., p. 110. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 13

“el gran capital no puede penetrar en los mercados extranjeros a lomo de mula. Requiere de transporte eficiente que les permita introducir los productos industriales al mercado local y extraer materias primas y minerales en la magnitud necesaria para mantener el proceso productivo en los países centrales.”8 “Para que pudiera despejarse el camino a la comercialización de la economía, lo primero que se necesitaba, como requisito fundamental ineludible, eran transportes modernos; en la época eran los ferrocarriles“.9 Dentro de las zonas conectadas, la ciudad de México fue de las mejor comunicadas. “El ferrocarril llegó al Valle de México y cambió la fisonomía, modificó las relaciones productivas y distributivas. En 1910 se tenía una red ferroviaria de jurisdicción federal de 19,280 km. La construcción de las líneas ferroviarias que tenían como origen la ciudad de México, reforzaron su importancia y la constituyeron así en la localidad urbana mejor comunicada con las principales ciudades del país.”10 Cuatro lineas ferroviarias atravesaban la ciudad de México, el Ferrocarril Central, el Mexicano, el Nacional Mexicano y el Interoceánico. La dinámica de la capital del país se incrementó y como añadidura se reforzó su importancia comercial dentro del país. La introducción de la electricidad incentivó aún más la concentración de la industria en la metrópoli. La importancia que las vías férreas le dieron a la ciudad de México, fue congruente con la importancia económica y política que ésta tenía en el periodo pre-ferrocarril. Por eso es que Sergio Miranda afirma que el cambio en la calidad de los transportes de la ciudad de México fue un reflejo del crecimiento económico y en población de la ciudad.11 Las industrias manufactureras observaron en la capital uno de los grandes centros demográficos y económicos con grandes ventajas, cada vez más amplias y propicias al avanzar el proceso de desarrollo. Contaba con características que favorecieron la absorción de las innovaciones técnicas e hicieran posible la expansión de la producción: abundaba la mano de obra apta que se había formado en el semillero de las artesanías, y, con ayuda de la mejora en los transportes, era posible atraer operarios calificados de las zonas rezagadas del país. La demanda urbana que se interesa cada vez más por productos manufacturados, incentivó la diversificación en la producción de las fábricas de papel y las imprentas, las fábricas de aceite, las

8Gustavo Garza Villarreal, El proceso de industrialización en la ciudad de México (1821-1970), México, El Colegio de México, 1985, p. 114. 9Fernando Rosenzweig, El desarrollo económico en México 1800-1910, México, El Colegio Mexiquense, 1989, p. 200. 10Ibidem, p. 109. 11Sergio Miranda, : de suburbio veraniego a ciudad, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p 142. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 14 manufactureras de tabaco, las fábricas de vidrio, las cementeras, la industria alimenticia, etcétera. La capital era casi el único mercado para el producto de estas primeras industrias,12 si a caso podríamos extenderlo a las otras grandes ciudades: Monterrey, Guadalajara, , Veracruz. El crecimiento económico tuvo un reflejo en las condiciones de vida en la ciudad de México. La relación de causalidad entre desarrollo económico y la urbanización podría aplicarse a la ciudad de México, pues, como ha sido históricamente, fue el principal asentamiento de personajes extranjeros representantes de los grandes capitales, que querían convertir a esta ciudad en un lugar digno de su presencia. La dotación de los servicios públicos más modernos para la ciudad de México se vio correspondido con su despunte económico. El desagüe definitivo, que tuvo lugar entre 1903 y 1912 liberó una gran cantidad de terreno que propició la expansión de la ciudad; la introducción del drenaje también fue posible; la mejora en el abastecimiento de agua potable vino hacia el año de 1906, la luz eléctrica para el alumbrado público se logró desde 1896 y de esta manera se inició “un proceso económico y tecnológico que desbordaría el ámbito de la iluminación pública,”13 pues para 1905 la ciudad pudo utilizar, por vez primera, la energía generada por hidrogravedad en el complejo de Necaxa, con buenos resultados para la economía del país. Una teoría urbana ha planteado que el crecimiento económico tiene una correspondencia directa con la industrialización del país y ésta, a su vez, tiene un efecto en el desarrollo de la urbanización. Sin embargo, aunque el desarrollo económico e industrial vayan de la mano, la relación de éstos con la urbanización es menos clara. El desarrollo urbano en la ciudad de México tuvo matices muy grandes que debemos considerar para poder sopesar la contribución del crecimiento económico y de la industrialización en el desarrollo urbano. Lo que puede decirse es que el crecimiento que va de la mano con la industrialización genera una fuerza que funciona como centro de gravitación para muchos trabajadores, produciendo grandes aglomeraciones humanas que llegan a las urbes a poblar los suburbios.14 Las grandes obras públicas que llevó a cabo el régimen porfirista tuvieron una relación con el capital

12Miguel Messmacher, La ciudad de México. Base para el conocimiento de sus problemas, México, Departamento del Distrito Federal, 1979 13Ariel Rodríguez Kuri, “Gobierno local y empresas de servicios: la experiencia de la ciudad de México en el porfiriato”, en Sandra Kuntz Ficker y Priscila Connolly, op. cit., p. 182. 14Gustavo Garza Villarreal, op. cit., p. 31. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 15 privado en calidad de proveedores, contratistas o concesionarios. El grado en el que se estableció esta relación no fue el mismo en todos los casos, pero sin duda es importante tomar en cuenta la influencia de las empresas de capital privado en la construcción de las obras. Priscilla Connolly menciona que el estudio que se les ha dedicado a estas empresas ha sido mínimo en comparación con la importancia que han tenido en las políticas gubernamentales: “para los que nos hemos dedicado al tema de las obras y servicios públicos importa menos el impacto de las políticas gubernamentales en el desarrollo de las empresas que la influencia de éstas en la determinación de las políticas”.15 La intervención privada en los servicios públicos representó un factor importante en el proceso de urbanización que emprendió el gobierno porfirista. La distribución de aguas pasó a manos de empresas privadas. En 1884, el ayuntamiento de la ciudad de México aprobó un contrato en el cual se arrendaba a Carlos Medina el ramo de aguas. Así, uno de los servicios más importantes de la ciudad fue entregado a una compañía que lo administraría con un carácter especulador. Se trataba de una competencia entre el interés de lucro y la intención de brindar a la ciudadanía un servicio público. Aunque esta empresa no llegó a consolidarse, para las relaciones que el ayuntamiento entabló con empresas privadas fue un precedente en sus nuevas políticas económicas con las que el gobierno convivió durante todo su mandato. Esta experiencia dio un punto de referencia para las posteriores negociaciones entre el gobierno y las empresas concesionarias de los servicios públicos. En 1886 los esfuerzos por electrificar algunas zonas de la ciudad se entrecruzaron nuevamente con los intentos de empresas distintas a la Compañía de Gas y Luz Eléctrica (CGLE) –una empresa de capital inglés–, que pretendían romper el virtual monopolio que esta compañía tenía sobre el servicio.16 El ayuntamiento había firmado en 1884 un contrato con la CGLE de alumbrado público para la ciudad de México en el que se reconocía a la empresa la facultad de reclamar el derecho al tanto. Se trataba de un derecho que otorgaba la prioridad a una empresa en la adquisición de un bien inmueble. Pues, por ser la más antigua en el ramo, tenía preferencia sobre las demás para recibir alguna concesión. Este privilegio a una de las empresas resultaba una deficiencia en las transacciones mercantiles,17 ya que se trataba de un derecho que imposibilitaba la competencia entre las empresas, privando al gobierno de los posibles beneficios de escoger a la empresa que le ofreciera la mejor propuesta.

15Priscilla Connolly, op. cit., p. 143. 16Ibidem, p. 180. 17Ibidem, p. 182. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 16

La nueva visión para relacionarse con las empresas de capital privado permitió romper con los privilegios a ciertas empresas y posibilitó la participación de otras, principalmente, extranjeras. Nuevas zonas en la ciudad que aún se iluminaban con trementina se abrieron para la Compañía Mexicana de Electricidad (CME), de origen inglés, con un capital de 320,000 libras. Asimismo, se le otorgó a esta empresa la construcción de infraestructura para la venta de energía como fuerza automotriz para el alumbrado privado. Ahora bien, dentro de esta labor urbanística de la ciudad, las autoridades del Distrito Federal tuvieron un importante papel. Después de 1903, todas las funciones del gobierno y administración, así como los recursos y bienes de las municipalidades del Distrito pasaron a manos del Consejo Superior de Gobierno del Distrito Federal, órgano dependiente del Ejecutivo.18 Esto dio más estabilidad al gobierno por depender directamente del poder Ejecutivo. La permanencia de Porfirio Díaz en el poder permitió la consolidación de una estructura cerrada de gobierno y a partir de esta premisa, fue consolidándose el primer grupo de “Portafolieros nacional”.19 Estas personas ocuparon puestos importantes tanto del gobierno local como nacional, a la par que lo hacían en las actividades bancarias, inmobiliarias y urbanizadoras de la ciudad de México. Como puede observarse en las siguientes tablas, los principales cargos políticos fueron ocupados en distintas ocasiones por una misma persona, lo que puede dejarnos ver la preponderancia que fueron adquiriendo para rotarse el cargo y su habilidad para manejar el puesto.

Cuadro 1.1: Gobernadores del Distrito

Año Gobernador 1900 Guillermo Landa y Escandón 1900 Angel Zimbrón 1900 Ramón Corral 1901 Guillermo Landa y Escandón 1901 Ramón Corral 1903 Guillermo Landa y Escandón 1911 Samuel García Cuéllar

A estos personajes les sobraban oportunidades de inversión, pero les faltaba el capital. La unión con

18Sergio Miranda Pacheco, “La hacienda municipal del Distrito Federal, en Sergio Miranda coordinados, Nación y Municipio en México. Siglos XIX y XX, México, Universidad Autónoma de México, 2012, p. 272. 19Jorge Jiménez Muñoz, op. cit 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 17 inversionistas extranjeros, quienes contaban con información técnica y financiera para hacer negocios, vino a reforzar este equipo de “portafolieros”20, pues a las ventajas con las que contaba el grupo político por el acceso a información privilegiada, se agregó un grupo financiero que fue el eslabón que conjugó fuerzas y pudo garantizar el éxito de sus proyectos. La urbanización de la ciudad estuvo en manos de este grupo quien, por medio de distintas asociaciones, pudo controlar el desarrollo urbano de la metrópoli. Un ejemplo de estos personajes, de suma importancia para nuestra investigación, fue Pablo Macedo, un político y empresario activo en las compañías prestadoras de servicios urbanos. Este personaje participó en diversos cargos públicos: cuando se desempeñó como diputado, se aprobó la ley de Terrenos baldíos, fechada el 25 de marzo de 1894. Cuando el gobierno, de acuerdo con dicha ley, puso a remate terrenos, Macedo adquirió muchas propiedades, con las cuales fundó en 1893, junto con su hermano y otras personas, la colonia Toriello Guerra en , se hizo propietario de terrenos en el Rancho de Romita y en la colonia del Rastro; participó como vicepresidente de la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de México, S.A. encargada de urbanizar colonias periféricas. Además, fue miembro de la mesa directiva de la Convención reeleccionista, pues, como mucha gente beneficiada con su papel en el gobierno, Pablo Macedo veía en la permanencia del porfiriato la continuidad de sus propios intereses.21 Los servicios públicos y de vivienda de muchos citadinos quedaron subsumidos al interés de los concesionarios de fraccionamientos en la ciudad de México. La especulación mobiliaria, ya en una forma capitalista, era solo un medio para obtener utilidades.22 Las condiciones urbanas que resultaron del crecimiento económico en la ciudad de México estuvieron determinadas, como las grandes empresas, por un afán de crecimiento y modernización. Inversionistas que se enfocaron a la urbanización de la ciudad de México no perdieron de vista las grandes ganancias económicas que implicaba el crecimiento demográfico, y el aumento de la demanda de vivienda que se cubrió con la expansión de la ciudad bajo los intereses de estas empresas fraccionadoras.

20Los portafolieros son hijos ilegítimos del capitalismo; su actividad fraudulenta y aventurera se ubica perfectamente dentro del concepto de la libre empresa y el riesgo empresarial que prodiga este sistema. Se caracterizan por poseer abundantes ideas aptas para la inversión y escasos recursos para llevarlas a cabo; se vinculan a los sectores capitalistas nacionales y extranjeros para sugerir proyectos seguros y redituables de inversión; trafican con la influencia y se reproducen gracias a las concesiones obtenidas en los medios gubernamentales, haciendo usufructo de información privilegiada contando con el aval oficial garantizado para sus proyectos. 21Ibidem, p. 88. 22María Dolores Morales, op. cit., p. 160. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 18

El papel del gobierno en este nuevo proceso de monopolio de la tierra tuvo distintas caras: el fraccionamiento con supuestos propósitos de utilidad pública, “convertir al pobre trabajador en propietario”, fue principalmente, un medio para obtener ganancias. Las demandas de estos grupos fueron concedidas a empresas que hicieron de las obras y servicios su principal negocio.

1.2. Crecimiento demográfico

La tendencia de las ciudades ha sido, hasta ahora, una expansión constante. En algunas etapas, a veces largas, se detiene, solo mientras supera los obstáculos que impiden su camino; en otras, su expansión es más acelerada, pero los registros históricos permiten ver esta tendencia al crecimiento. El rasgo esencial de la demografía en esta época de urbanización capitalista es un aumento sistemático del porcentaje de población urbana con respecto al total del que tiene una nación. El crecimiento que manifestó la ciudad de México en el periodo del porfiriato no es comparable al que se dio en las grandes ciudades capitalistas, como Londres, que pasó de 959 mil habitantes en 1800 a 2.5 millones en 1850 y a 4.2 millones en 1890; París con 1.1 millones en 1850 elevó su población a 2.5 millones en 1890; Chicago, de 1850 a 1890 tuvo una astronómica tasa anual de crecimiento poblacional de 89 por ciento.23 Sin embargo, el fenómeno que se presentó en la ciudad de México se enmarca en esta misma tendencia. El crecimiento económico de un sistema centralizado dotó a la ciudad de México de una infraestructura que requería de una mayor fuerza laboral para poder operar; este centro de gravedad laboral se consolidó a partir del periodo porfirista, pero llegó a tal grado la atracción que, como veremos, este crecimiento demográfico se convirtió en un problema al no poder asimilar a toda esta masa de gente al funcionamiento de la capital. El desarrollo económico de una ciudad se traduce en un aumento demográfico, pero éste define su establecimiento tomando en cuenta criterios que priorizan algunas zonas y rezagan a otras. Las oportunidades de conseguir trabajo, de contar con servicios públicos y el contacto con lo que ofrece la modernidad son sin duda una posibilidad de mejorar la forma de vida, y por lo tanto, la capital, que palpaba este crecimiento en carne propia, era en este sentido el paraíso terrenal. Sin embargo, no era un resultado ineludible el hecho de que vivir en esta zona implicara recibir beneficios, ni tampoco que la capital tuviera capacidad geográfica ilimitada para dar vivienda a todos quienes así lo requerían.

23Gustavo Garza Villarreal, op. cit., p 31. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 19

La Ciudad de México, como capital del país, ha sido receptora de habitantes de las regiones más alejadas del territorio, que llegaron a ella por el centralismo económico y político que el siglo XIX marcó la vida nacional en detrimento del desarrollo de una provincia demasiado lejana como para percibir los incipientes rasgos de progreso social.24 Como podemos ver, esta tendencia al crecimiento tiene matices importantes, fundamentales para la comprensión de una población. En México, la tendencia al crecimiento demográfico se observa, aunque lenta pero claramente, desde mediados del siglo XIX. A partir de la promulgación de las Leyes de Reforma por el gobierno de Benito Juárez, hacia 1860, pudo formarse la ciudad moderna; este cambio trastocó las formas de propiedad urbana, sentando así, las bases del crecimiento posterior. Los liberales impusieron la desamortización de los bienes del clero católico –y de los bienes de manos muertas en general–, lo cual puso a disposición de los hombres de negocios muchos terrenos pertenecientes hasta ese momento a las parroquias y a los monasterios. A partir de ese momento “el centro acogió a las clases populares”,25 pues numerosos edificios, antes ocupados por el clero, quedaron disponibles. Desde el punto de vista del crecimiento demográfico, “es importante destacar el papel que desempeñaron los ferrocarriles en el estímulo de la migración interna, tanto en la expulsión como en la atracción de pobladores.”26 Se convirtieron en un importante elemento de redistribución de la población durante el porfiriato y cubrieron la necesidad de mano de obra en las zonas más desarrolladas, e incluso, en el caso de la capital, saturó y rebasó las necesidades. El crecimiento de las vías férreas tiene una relación con el crecimiento demográfico. El incremento de 1900 a 1910 alcanzó una taza de crecimiento del doble con respecto al periodo comprendido entre 1823 y 1874. El movimiento importante de la población se dio a raíz de la reubicación de la mano de obra campesina de acuerdo con una nueva distribución productiva por regiones.27 Las condiciones de paz que llegó a tener el gobierno porfirista, junto con el impulso que le dio al sector económico, fueron condiciones que permitieron la proliferación de los habitantes del país. Los límites geográficos se modificaron con el crecimiento económico y demográfico en la Ciudad.

24Ethel Herrera Moreno, op. cit., p. 164 25Claude Bataillon, La ciudad y el campo en el México central, México, siglo XXI, 1972, p.50. 26Gustavo Cabrera Acevedo,“Cuatro siglos de historia demográfica: 1521-1930.” Conferencia, Colegio Nacional, México, D. F., noviembre, 1982, en Vivienda, V8 N1 ene-mar, 1983, p. 47. 27Ibidem. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 20

Cuadro 1.2: Población del Distrito Federal y de la ciudad de México 1857-1910

Año Distrito Federal Ciudad de México 1857 200 000 – 1862 210 327 – 1870 225 000 – 1871 – 275 996 1872 280 000 315 996 1874 244 828 316 590 1877 230 000 327 512 1878 250 000 327 512 1880 241 110 344 964 1881 250 000 351 804 1885 290 212 400 683 1888 350 000 530 000 1889 329 535 443 181 1892 350 000 463 646 1894 326 913 447 132 1895 331 781 476 413 1900 368 898 541 516 1902 367 446 539 177 19010 471 066 720 753 Fuente: Sergio Miranda, Tacubaya: de suburbio veraniego a ciudad, op. cit., p. 92.

La circunscripción geográfica de las inversiones favorecía a la capital, pues “era la localidad que garantizaba las mayores ganancias en actividades no agrícolas o extractivas. La inversión extranjera no hizo más que asentarse en un espacio privilegiado acelerando el proceso concentrador.”28 El fraccionamiento de terrenos fue una muestra más de la expansión de la ciudad. El cambio de suelo de muchas de las propiedades de la Iglesia hizo que éstas pasaran a manos de particulares que las emplearon para habitación, establecimientos fabriles y apertura de calles en diversos rumbos de la ciudad.29 Estadísticas muestran que desde 1895 a 1910 “el Distrito Federal recibía más de la cuarta parte del total de los inmigrantes”.30 El fenómeno que se presentó en 15 entidades, en donde la cantidad de foráneos superaba a la de nativos, se incentivó en el Distrito Federal. El promedio de habitantes por localidad rural

28Gustavo Garza Villarreal, op. cit., p. 132. 29Hira de Gortari y Regina Hernández Frayuti, op. cit., p. 61. 30Moisés González Navarro, “El porfiriato. Vida social”, en Daniel Cosío Villegas, coordinador, Historia Moderna de México, Hermes, México, p. 27. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 21 para 1910 fue 153 por km2 y para las zonas urbanas, de 7,395; entre éstas se encontraba el Distrito Federal que encabezaba la lista con 39,333.31 “La ciudad de México creció a un ritmo menor en términos relativos, aunque debe recordarse que ya era la ciudad más poblada del país y así se mantuvo, en 1895 contaba con 330 mil habitantes y en 1910 llegó a más de 470 mil. A su incremento contribuyó decisivamente la centralización y los beneficios de una economía en expansión que la convertían en uno de los polos de atracción migratoria más importante del país.”32 En el censo de 1900, haciendo una sencilla resta, se dejaba ver que de las 92,405 familias que habitaban en la ciudad, solamente 79,206 de ellas tenían vivienda, es decir, que 13,199 familias quedaban sin hogar determinado. Este grupo ocupaba las moradas de 10 a 20 pesos, los mesones que cobraban tres centavos diarios; en los cuales llegaban a juntarse hasta 20 personas por cuarto, o bien, permanecían a la intemperie.

Figura 1.1: “Habitaciones” a las afueras de la ciudad, C.B.Waite, Habitación y vivienda, campestre y rural de ciudad, 1901-1909

El crecimiento demográfico no vino solo; con él llegó un incremento en las ya de por sí alarmantes

31Ibidem, p. 40. 32Hira de Gortari, “¿Un modelo de urbanización? La ciudad de México de finales del siglo XIX”, en Secuencia, Núm. 8, mayo-agosto de 1987. 1. DESARROLLO ECONÓMICO DE MÉXICO AL INICIAR EL SIGLO XX 22 cifras de mortalidad, cosa en la que el gobierno creía haber trabajado con los medios de salubridad para contrarrestarlas. En 1900, las cifras de mortalidad eran de 50 sobre un millar, en 1905, de 45 y en 1910, de 43. Sin embargo, también se sustentaba la opinión de que la salud pública no era asunto de exclusiva competencia del gobierno, sino también de los particulares: lo indicaba así el hecho de que “mientras en los barrios pobres la mortalidad llegaba a 62, en las zonas habitadas por personas de clases educadas y acomodadas, bajaba hasta 28.”33 El sector infantil era el que más alteraba estas cifras. Una explicación de la mortalidad infantil distinta a la anterior, la dio Justo Sierra, quien atribuyó a las chozas húmedas en las que habitaba mucha gente, a la carencia en el vestido, a la falta de higiene elemental, al descuido de las madres que frecuentemente sufrían sífilis y tuberculosis, a alimentar a los niños con pulque y con otros productos no menos nocivos, las principales causas de este fenómeno.34

33Moisés González Navarro, op. cit., p. 47. 34Ibidem. Capítulo 2

Ciudad en expansión

Nada más curiosa y digna de estudio que la labor de transforma- ción de la capital que ha dilatado su superficie, más allá de las vetustas garitas; más allá del cinturón de zanjas y canales que la ciñeron antaño, cubriendo extensos potreros que nos sirvieron en nuestra niñez para juegos infantiles.1

La expansión de la ciudad fue vista por los intelectuales porfiristas como un fenómeno controlable, donde las mejores familias podrían poblar las colonias residenciales. Dado el crecimiento demográfico, la ciudad se pobló de gente de escasos recursos; los refinados asentamientos no fueron una solución a las necesidades de la mayoría de los citadinos. Las características de la población de la capital hicieron que las empresas de vivienda cambiaran su segmento de mercado hacia quienes realmente solicitaban vivienda. Las formas en que se había establecido esta gente fueron diversas, pero, con la iniciativa de las empresas fraccionadoras de organizar estos asentamientos, la ilegalidad que proliferaba empezó a modificarse. En estas empresas fraccionadoras se puede observar el grado en que los funcionarios de gobierno que, en asociación con capital extranjero, se introdujeron en este negocio. A pesar de que los gobernantes eran los más interesados en la legalidad de los asentamientos, no pudieron controlarlos por medio del registro de los asentamientos ante el ayuntamiento. Lo que pudo contener en alguna medida los asentamientos irregulares fue el fortalecimiento económico de algunas empresas privadas gracias a los incentivos gubernamentales y a la fuerza que les dio reunir múltiples capitales para competir como uno solo. El caso de la colonia del Rastro representó un buen ejemplo de la forma de operar en el negocio

1Archivo Histórico del Distrito Federal (en adelante AHDF), Boletín Oficial del Consejo Superior de Gobierno del Distrito Federal, México, martes 26 de enero de 1909.

23 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 24 de la vivienda. La ciudad de México se expandió y rompió los contornos que la aprisionaban.2 El ensanchamiento de la ciudad tuvo distintos periodos, Dolores Morales ha subdivido en tres etapas el crecimiento de la ciudad. La primera, la más larga y a la que ha denominado como de estancamiento va de 1811 a 1857. Las siguientes, van de 1857 a 1899, y de 1900 a 1910. De las tres, la primera etapa se caracteriza por su lento crecimiento, ocasionado por la prácticamente inexistente demanda de vivienda. Durante las dos últimas etapas que abarcan 50 años, la ciudad sufrió grandes cambios: de los 8.5km2 con los que contaba en 1858, se amplió hasta llegar a 40.5 km2 en 1910.3 A principios del Siglo XX en la capital del país existía una población de medio millón de habitantes, de los cuales, 68 por ciento se alojaba en la ciudad y municipio de México y el resto en las otras municipalidades.4 Los límites del Distrito Federal han tenido cambios a lo largo de su historia; Desde su inicio, en 1824, se conformó por la ciudad de México y otros seis municipios: Tacuba, Tacubaya, Azcapotzakco, y Villa de Guadalupe, con un área de 220.6km2. En 1862 se amplía el territorio y se definen sus municipios: uno central y 16 municipios foráneos que se agrupaban por instancias político administrativas superiores llamadas partidos. Hacia 1898, por los problemas limítrofes que presentaba el Distrito con los estados de México y Morelos, el gobierno porfirista realizó los acuerdos y tratados necesarios con estos estados para establecer los límites que, más o menos, se mantienen en la actualidad. Internamente la Municipalidad de México se organizó en en ocho delegaciones, mientras que las municipalidades foráneas se organizaron en seis perfecturas o distritos que agrupaban 21 municipios. En 1903, por efecto de la ley de 26 de marzo de ese año, se redujeron a 13 los 22 municipios.5 Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad de México, a consecuencia de esta misma ley, recorrió sus límites territoriales y aumentó su extensión para cubrir la periferia que se poblaba con los nuevos asentamientos. La creación de nuevas colonias6 tuvo la intención de formar zonas que agruparan a las clases

2Ethel Herrera Moreno, op. cit., p. 178. 3Dolores Morales, “La expansión de la ciudad de México: el caso de los fraccionamientos”, en Ciudad de México: Ensayo de construcción de una Historia, México, Sep-INAH, 1978, p. 190, 4Jorge Jiménez Muñoz, op. cit., p. 21. 5Sergio Miranda Pacheco, “La Problemática Municipal en el Distrito Federal, 1912-1917”, en Estudios de Historia Moderna y contemporánea de México, V 28, 2004 p. 87. 6El origen de las colonias urbanas y su nombre fueron producto de la colonización del territorio nacional emprendida desde 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 25 acomodadas que se habían establecido hasta ese momento en el centro histórico de la ciudad y que habían compartido esta zona con los tugurios en los que se alojaba la población más pobre llegada a la ciudad. Se trataba de una invitación a grupos extranjeros para que vinieran al país. El primer proyecto de expansión territorial de la Ciudad ubicó a las colonias alrededor del . La primera fue la de los Arquitectos y posteriormente la de los Azulejos, clasificadas como colonias residenciales. Pronto surgieron asentamientos con un objetivo diferente; se creó la Guerrero que rompió con la tendencia de establecer colonias adecuadas para un grupo de personas con mayor capacidad económica, que ocupaba sus recintos para descanso y distracción. El pensamiento positivista, partidario del progreso, concebía a la ciudad como un espacio regulable por el raciocinio y la planificación: colonias cuadriculadas y vías rectas. En una descripción de la Ciudad que apareció en el Boletín Oficial del Distrito Federal en 1909 se expresa la sensación de ser testigo del ensanchamiento de la ciudad:

El que hubiera gozado del privilegio de vivir en los tiempos coloniales, aquí en la opulenta Capital de la Nueva España, quedaría maravillado si resurgiera a la vida, para contemplar cómo la vara mágica del moderno progreso ha cambiado la faz del México de hoy, convirtiéndolo, sin paradoja en otra ciudad desconocida y con aspecto europeo en sus nuevas y elegantes barriadas.7

Pero el fenómeno que se presentó en la Ciudad de México vino a cuestionar el planteamiento progresista y racional. A pesar de que el ensanchamiento asombroso de la ciudad se haya identificado como un fenómeno de toda ciudad moderna, en la mayoría de los casos, los asentamientos humanos en las periferias de la urbe se dieron sin planificación y sin respetar las ordenanzas del ayuntamiento para estas prácticas. Las primeras colonias del porfiriato en este proceso de expansión de la ciudad se llevaron a cabo para un grupo social específico. Éstos eran los sectores altos y medios, entre los que se reclutaban empleados del gobierno y particulares, con un sueldo medio típico de ochenta a cien pesos.8 Por otra parte, la creciente población pobre continuaba viviendo en condiciones de hacinamiento en las vecindades (tanto

1824.Las primeras colonias urbanas se erigieron sobre las bases de las leyes de colonización expedidas a partir de esa época. 7Boletín Oficial del Distrito Federal, 1909. 8Mario Barbosa Cruz,“Insalubres e ‘inmorales’: alojamientos temporales en la ciudad de México, 1900-1920”, en Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, El Colegio de México, Universidad de Barcelona, Vol. VII, núm. 146(053), 1 de agosto de 2003, en http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(053).htm, 18/02/2013. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 26 en antiguas casonas como en nuevas edificaciones construidas con este fin), en barrancas improvisadas en terrenos no permitidos y en “alojamientos temporales”.9 La violación a las restricciones legales en las que incurrieron los asentamientos poblacionales a las afueras de la ciudad impidieron que el gobierno les diera certificación de colonias. Sin embargo, una vez que las dimensiones de estos sitios tuvieron un crecimiento inocultable, el gobierno se vio obligado a reconocerlos como tales y a obrar en consecuencia, es decir, dotarlas de los medios de urbanización correspondientes. Mientras transcurrió el periodo ilegal de estos lugares sus problemas se fueron incrementando. La forma tan rápida en la que se dio la expansión de la ciudad condujo a algunos a decir que, a pesar del crecimiento que experimentaba desde finales del siglo XIX, los habitantes de la capital no tenían una idea de ciudad como un espacio centralizado, sino como un grupo de “rumbos”, como un espacio fragmentado. Esta idea se fundó en el análisis de algunos acontecimientos que se presentaron en estas décadas, tales como el intento porfiriano de cambiar la nomenclatura, superando de esta manera a los tradicionales límites de la urbe marcados por las viejas garitas de cobro de aduanas.10 Esta fragmentación es una característica urbana presente en la ciudad desde comienzos del siglo XX, producto de una rápida expansión física sin que en las nuevas áreas se mostrara una continuidad que aglutinara un solo asentamiento. Para quienes trabajaban y vivían en las calles, esta idea se confirmaba: la ciudad se restringía a una pequeña área urbana, que en la mayoría de casos no sobrepasaba un rango de cinco manzanas.11 Sin embargo, la ampliación de los límites de la ciudad que hacía parecer una reunión de barrios no duró mucho tiempo. La destrucción simbólica de los márgenes de la ciudad, fue consecuencia de la llegada de un número mayor de inmigrantes rurales, quienes lograron integrarse mucho más rápido que en otros tiempos, cuando la presencia de extraños había sido menos visible en la pequeña ciudad. De esta forma los rumbos se confirmaron como estructuras espaciales con una movilidad constante de acuerdo con su vida social y económica.12

9Ibidem 10Jorge Jiménez Muñoz, op. cit, p. 21. 11Mario Barbosa Cruz,“Rumbos de comercio en las calles: fragmentación espacial en la ciudad de México a comienzos del siglo XX”, en Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad Autónoma de Barcelona. Vol. X, núm. 218 (84), 1 de agosto de 2006, en http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-218-84.htm, 18/02/2013. 12Ibidem 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 27

A medida que se iba colonizando el territorio que comprendía la ciudad, se acabaron las distancias físicas entre centro y los barrios, pero la marcada diferencia siguió observándose en cuanto a que el desarrollo no fue homogéneo. Las cosas que impedían que se introdujeran algunos beneficios se explicaba, en un inicio, porque se encontraban fuera de las demarcaciones del ayuntamiento, por lo que, aunque este último contara con recursos, no podía realizar ciertos servicios a los asentamientos con calidad de externos; posteriormente, cuando se expandieron los límites, la razón fue que los nuevos asentamientos eran irregulares y, administrativamente, el ayuntamiento no tenía conocimiento de tales colonias. En el caso de aquellas que fueran colonias autorizadas, la carencia de servicios se excusaba porque los habitantes necesitaban realizar ciertas obras base para que el ayuntamiento pudiera intervenir e introducir la cañería, agua, etcétera, cosa para la que los grupos se habían mostrado imposibilitados.

2.1. Surgimiento de empresas fraccionadoras

En el último tercio del siglo XIX comenzó una nueva forma de inversión de capitales en la ciudad de México. Se trataba de la especulación de tierras agrícolas suburbanas convertidas en fraccionamientos para viviendas. Entre los factores que propiciaron esta actividad estaba el cambio de clima económico generado por el triunfo de la reforma liberal, el cual había implicado la desamortización de bienes de la Iglesia y el aumento demográfico que se tradujo en un aumento en la demanda de vivienda, pero los empresarios que empezaron a incursionar en la compra de terrenos y bienes raíces resultaron ser, en la mayoría de los casos, gente que ocupaba cargos políticos con poder sobre los proyectos que se emprendían en la capital y con información de primera mano. Éstos que se han nombrado “portafolieros”, supieron aprovechar sus oportunidades en asociación con poseedores de capitales. Entre los fraccionadores había quienes no cubrían los requerimientos legales, razón por la cual fueron combatidos bajo el pretexto de no contar con autorización para emprender tales fraccionamientos. Los procedimientos mercantilistas, como veremos, evolucionaron a tal grado que el mercado de vivienda y de servicios públicos era concentrado por unas cuantas corporaciones que habían logrado reunir capitales menores y empresas que ofrecían distintos servicios en un solo cuerpo. Las Leyes de Reforma que habían tenido la intención de construir un estado moderno, donde los hombres fueran legalmente iguales, consideraron indispensable acabar con una sociedad que estaba 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 28 constituida sobre corporaciones protegidas con privilegios. El gobierno liberal procuró brindar las condiciones para que cada individuo tuviera las posibilidades legales de hacerse pequeño propietario. Económicamente, la desamortización significaba integrar a la economía de mercado 54 por ciento del territorio urbano que hasta ese momento estaba en manos de la Iglesia católica. Esto significaba reactivar la economía nacional, mediante la venta de bienes raíces para formar otra, constituida por hombres autónomos e iguales ante la ley. Además de que la liberación de las tierras permitiría a los individuos convertirse en propietarios. En un principio, encontramos inversionistas que buscaron la forma de incrementar su fortuna y que vieron una oportunidad al adquirir los terrenos rematados por el gobierno a bajo costo para después fraccionarlos y venderlos a un costo multiplicado exponencialmente. De estos emprendedores se pueden identificar personas que ocuparon cargos administrativos en el gobierno mexicano, quienes conocían las posibilidades de aprovechar las grandes ofertas y la manera más fácil de conseguirlas. Los primeros intentos se presentaron a mediados del siglo XIX y consiguieron grandes fortunas con el fraccionamiento de los terrenos. María Dolores Morales ha realizado una investigación del caso de Francisco Somera, quien emprendió el primer fraccionamiento en la ciudad de México para formar la colonia de los Arquitectos.13 En su trabajo muestra la jugosa ganancia que le representó a este personaje su ingeniosa labor (20 veces más del costo inicial del terreno). Pero lo que nos interesa destacar de este trabajo es la situación en la que este personaje se desenvolvió, pues en el periodo que va de 1840 a 1889, en el que desarrolló su actividad, la demanda de vivienda no era tan grande, por lo que la formación de su colonia, más bien, tenía la intención de construir un área de descanso, es decir, una segunda casa para gente económicamente cómoda. Los lotes estaban pensados para gente que gozaba de una calidad de vida satisfactoria y con posibilidades de pagar el servicio de un lugar que ofreciera tranquilidad. El diseño de la colonia fue una labor que le costó a Somera 30 años de su vida, durante los cuales no pudo concluir ni vender todos los lotes. La escasa demanda de vivienda en ese tiempo entre el grupo al que estaban dirigidas fue la razón principal de que no diera fin a la formación de esta colonia. La especulación de bienes raíces tuvo su inicio a finales del siglo XIX cuando comenzó la explosión demográfica en la ciudad de México. De las colonias creadas en el ayuntamiento de la Ciudad de México,

13Dolores Morales,“Francisco Somera y el primer fraccionamiento de la ciudad de México 1840-1889”, en Formación y desarrollo de la burguesía en México, siglo XIX, México, Siglo XXI, 1978, p. 210. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 29 tres son fundadas antes de 1880, a partir de este momento y hasta 1907 se tiene el registro de 29 más. Entre la población recién llegada a la ciudad se hallaba un numeroso contingente de trabajadores y artesanos que demandaban vivienda, por lo que los fraccionadores atendieron este nuevo mercado. La fundación de colonias se enfocó al mercado que, en cuanto recursos económicos, era más pobre. De esta forma comenzó la construcción de colonias obreras que se caracterizó por su creciente demanda de vivienda. La actividad de los fraccionadores se dividió entre legales o ilegales. Los primeros cumplían con los requisitos impuestos por el ayuntamiento de la ciudad (mencionados en el siguiente apartado)y aprovechaban los beneficios que éste les otorgaba, mientras que los segundos fraccionaban sus terrenos sin enterar al ayuntamiento, sin cumplir con las normas gubernamentales y sin establecer la relación entre fraccionadores y gobierno que marcara derechos y obligaciones. Entre las colonias legalizadas se formaron planificaciones parciales de muy diversa extensión, situadas en donde mejor convenía a los intereses económicos de los fraccionadores; 14 tenían como común denominador la cercanía con la ciudad, pues ésta fue la principal razón de que mucha gente hubiera abandonado su lugar de nacimiento y emprendiera el camino a la capital a tratar de mejorar su futuro. Así es como las colonias proliferaron en las zonas periféricas a la zona urbana. Difícilmente se puede hacer una división entre colonias por su calidad, ya que los documentos en donde se registraban eran similares en todas las aprobaciones de la Dirección de Obras Públicas. Las características físicas de cada predio dicen mucho del fin con el que eran diseñados, pues tenían que adecuarse a las posibilidades de quienes eran candidatos a adquirirlas. Jorge Jiménez ha cuantificado para 1900 veinte colonias con características sociales definidas. Algunos ejemplos son la destinada a la clase alta, la San Rafael para la clase media y la Morelos para los sectores más bajos de la sociedad.15 Ahora bien, también tenemos que agregar que el hecho de que los asentamientos obtuvieran su legalidad no implicaba que recibieran los servicios públicos. Los distintos tipos de mercados no tenían el mismo poder económico para adquirir los mejores proyecto de urbanización. Las compañías operaban

14Dolores Morales, “La expansión de la ciudad de México: el caso de los fraccionamientos”, en Alejandra Moreno Toscano, et al., Ciudad de México. Ensayo de construcción de una Historia, México, Sep-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1978, p. 190. 15Jorge H. Jiménez, op. cit, p. 25-35. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 30 tanto para sectores de clase media y alta como para los de menor estatus. En esta división que determinaba el poder adquisitivo residía la mayor o menor calidad en las propuestas de vivienda. Las normas gubernamentales no eran una garantía de servicios públicos ni de señalamientos urbanísticos ni técnicos de una colonia, por el simple hecho de que no fueron exigencias gubernamentales hasta los años de 1906. Para que las zonas residenciales pudieran fundarse, se debía conquistar al sector que iba a poblarlo. Los sectores bajos, a diferencia de la clase media y alta, no buscaban residencias con características que aseguraran la reproducción de sus costumbres y su prestigio, sino solo un lugar para estar. Antes que las normas gubernamentales, lo que regía la forma de operar de los fraccionadores era su mercado. Las compañías fraccionadoras de terrenos, como un producto de la acumulación de experiencias, empezaron a operar en nuestro país contando con la experiencia de empresarios en esta materia, pues inicialmente la división y venta de terrenos fueron proyectos de una sola persona. Las primeras compañías fraccionadoras vinieron de Estados Unidos, la primera en 1883, The Chapultepec land Improvement Company, adquirió un millón y medio de varas cuadradas de terrenos pertenecientes a la Hacienda de la Teja y el Rancho de los Cuartos, su capital inicial fue de $100,000.00 divididos en 1,000 acciones de $100.00 cada una. La segunda compañía fue la de los cirqueros estadounidenses Orrin, quienes en 1902 iniciaron la formación de la en el potrero de Romita, al suroeste de la ciudad. En representación de la Compañía de Terrenos de la Calzada de Chapultepec, firmó el Gerente de la compañía Eduardo W. Orrin con la Comisión de Hacienda y Obras Públicas. La organización de compañías para hacer que múltiples fuerzas colaboraran en una sola empresa fue difícil de consolidar en México. En 1880, el regidor Pedro Lascurain, con la intención de obtener fondos para construir las obras que permitieran la provisión de agua potable para la ciudad de México, diseñó un modelo para obtener $500,000 pesos por el procedimiento de emitir mil acciones de $500 pesos cada una, que pagarían un rédito de 12 por ciento anual a los suscriptores, pero la estrategia no funcionó como se esperaba. “En junio de 1881, la suscripción hubo de suspenderse, por la poca respuesta del mercado. Lacónico y enojado, don Pedro afirmó: ‘la sociedad no está aún dispuesta a promover o ayudar ... en aquello que más directamente le atañe; en cambio, todo lo exige y lo espera de las autoridades’.”16 Antes del periodo porfiriano, se fundaron solamente cuatro colonias, pero de 1880 a 1900 el registró

16Ariel Rodríguez Kuri, op. cit., p. 171. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 31 indica un incremento a 19 asentamientos y de 1900 a 1910 se organizaron 26 colonias más, de las cuales solo seis fueron organizadas por compañías fraccionadoras: en 1902 la Compañía de Terrenos de la Calzada de Chapultepec fundó la colonia Roma; la Compañía colonia , otra con este mismo nombre; en 1904 la Compañía de Mejoras de la Ciudad, la Cuauhtémoc; en 1906 la Compañía de la Nueva colonia del Rastro retoma el proyecto de David de Gheest y urbaniza la colonia; en 1910, la Compañía Nueva Colonia del Valle igualmente retoma la colonia del mismo nombre. Las demás colonias fundadas fueron registradas a nombre de una sola persona. Es decir que la cooperación de capitales no se asentó hasta finales del periodo porfirista; antes, estas operaciones se había realizado a título personal. Esta figura individual fue solamente una representación legal, porque en la realidad, los dueños del capital recibieron la cooperación de múltiples eslabones que contribuyeron con el negocio. La figura de asociaciones representó un paso adelante en los mecanismos para realizar las obras de fraccionamiento y urbanización. Con la organización de compañías se consolidó la fuerza económica que permitió una ventaja ante posibles contrincantes en el mercado. Gilberto Urbina, ha dividido en dos la forma en que llegaron a organizarse los fraccionadores del porfiriato: a) En una, la compañía pedía autorización al gobierno de la ciudad para crear una colonia, presentando proyectos urbanísticos en nuevos terrenos, especialmente al suroeste del casco de la ciudad, apegados en la medida de lo posible, a los señalamientos técnicos y urbanísticos indicados en la reglamentación respectiva. Mecanismo que, principalmente, estuvo presente en el establecimiento de colonias destinadas para la clase alta y media. b) En otra, los interesados en fraccionar, principalmente individuos a título personal, poco les ocupó solicitar el permiso correspondiente a las autoridades respectivas, estableciendo sus propias condiciones económicas y sociales. Ello propició asentamientos irregulares carentes de los servicios públicos más indispensables. Fue un mecanismo a través del cual se establecieron muchas de las colonias capitalinas.17 Esta división revela una desventaja favorable para las compañías que cumplían con los requisitos legales y, además, contaban con recursos económicos mucho más grandes que los que tenían aquellos individuos que operaban a título personal. Sin embargo, esta división no significa una oposición total, pues, como veremos en posteriores apartados, las personas que participaron en las compañías, primero

17Gilberto Urbina Martínez, “Los fraccionamientos en la ciudad de México durante el porfiriato. El caso de la colonia del Valle”, México, FFyL-UNAM, 2010, tesis de Maestría en Historia. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 32 operaron sus negocios a título personal. La división presentada establece una escisión que responde al grado de organización al que pudieron llegar los empresarios en su negocio de especulación de tierra. La experiencia y la capacidad de realizar un trabajo mejor planeado, y, sobre todo, cumplir con los requisitos para operaran sin obstáculos que entorpecieran su actividad comercial dio ventaja a aquellas empresas que laboraban en forma de sociedades que unían sus pequeños capitales para formar uno solo. El ejemplo de la colonia del Rastro revela este proceso de desarrollo donde se llevaron a cabo las operaciones comerciales. Esta colonia había iniciado como un proyecto individual de David de Gheest,18 aunque con la cooperación de algunos asesores como Pablo Macedo19 que se destacaba como un buen empresario y prestigiado político porfirista; sin embargo, este proyecto fue retomado por una sociedad de empresarios organizados en la Compañía de Obras y Bienes Raíces en la que participó nuevamente Pablo Macedo. Esta compañía terminó el negocio de la formación de esta colonia y proyectó la construcción de las obras de urbanización que habían quedado pendientes.

2.2. Condiciones legales

Como podremos ver en el presente apartado, las normas que rigieron el establecimiento de nuevas colonias se redujeron, desde el movimiento liberal hasta el inicio del siglo XX, a normas que más bien eran incentivos para la formación de colonias. El reglamento facilitaba la introducción de material de construcción, excluía de impuestos a los dueños y pobladores durante los primeros años de fundación,

18De este personaje no se sabe mucho, Jorge Jiménes lo presenta como un duelista. David de Gheest había llegado a México, procedente de Francia. Jorge Jiménez dice que por un problema de damas surgido en el Hipódromo de Peralvillo, se batió con un coterráneo llamado Oliver y lo mató.Jorge Jimenez Muñoz, op. cit, p.96. 19Su nombre completo era Pablo Macedo y González de Saravia (1851-1918), se recibió de licenciado en Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia; tuvo a su cargo la redacción de El Foro, periódico diario de jurisprudencia y legislación, propiedad de José Ives Limantour. Enseñó Derecho Penal de 1877 a 1886 y en 1896 volvió a la cátedra para explicar economía política hasta 1901 que se convirtió en el director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia; participó en varias publicaciones de temas jurídicos y mercantiles. Por todo lo anterior mereció ser parte del grupo de los científicos dentro del porfiriato. Sobre su actividad política y empresarial se tiene bastante evidencia: fue secretario de gobierno del Distrito Federal (1876- 1880); diputado al Congreso de la Unión(1880-1882, 1882-1901, 1906-1911) (AHDF, Asuntos Varios, vol. 1302, exp. 135.) y director de la Escuela de Jurisprudencia, entre otro cargos. “Fue de los iniciadores del negocio de la turba extraída de los lagos de y formó parte de la Compañía Exportadora de Combustible Mexicano de Patente, S. A., así como de la nueva Compañía para la Limpia de Vegetación y Azolves de los Lagos de Chalco y Xochimilco, S. A.” Siendo miembro de la Compañía de Pavimentos y Adoquines de Asfalto Comprimido consiguió el monopolio de los contratos de pavimentación del ayuntamiento de México cuando su hermano era el presidente del mismo y había expedido la convocatoria para contratar dicho trabajo. Después de la fundación de la colonia del Rastro, también participó como vicepresidente en la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces(Jorge Jiménez Muñoz, op. cit., p. 85.) 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 33 y solamente exigía la delimitación de avenidas y áreas públicas que pasarían a ser propiedad del ayuntamiento. Aunque los problemas que generaba el aumento acelerado de estos poblados fueron palpables desde los primeros asentamientos destinados a sectores de bajo nivel económico, las normas se institucionalizaron hasta 1903. Sin embargo, la aparición de las leyes no condujo al fin de los problemas; los decretos que daban a conocer nuevas y mejoradas leyes mostraban que el nivel del problema había superado las restricciones legales. Ante esta cuestión el gobierno no tuvo más que emitir continuas prohibiciones y categorizar el tipo de problemas que le implicaban las colonias. Como ya se dijo, las leyes de Reforma impulsadas por el gobierno liberal tuvieron como objetivo remediar en lo posible los grandes abusos introducidos en el ejercicio del derecho de propiedad que se habían convertido en una división de la propiedad territorial: “mientras que unos pocos individuos están en posesión de inmensos e incultos terrenos, que podrían dar subsistencia para muchos millones de hombres, crecida mayoría de ciudadanos, gime en la más horrenda pobreza sin propiedad, sin hogar, sin industria ni trabajo.”20 Así decía el abogado Ponciano Arriaga en su discurso sobre el derecho de propiedad regulado. Para este personaje, “...el sistema económico de la sociedad mexicana no satisface las condiciones de la vida material de los pueblos, por lo que, desde que un mecanismo económico es insuficiente para su objeto preciso, debe perecer. Las leyes habían establecido la inviolabilidad de la propiedad privada ¿Pero realmente era así? Una vez fijado y santificado el derecho de propiedad ¿éste no engendra deberes y restricciones?”21 La ley de Desamortización de Bienes de Manos Muertas, promulgada por Ignacio Comonfort el 25 de julio de 1856, asentaba que todas las fincas rústicas que poseían o administraban como propietarios las corporaciones civiles o eclesiásticas de la República, se adjudicarían en propiedad a los que las tenían arrendadas. Por corporaciones se comprendían todas las comunidades religiosas de ambos sexos, cofradías y archicofradías, congregaciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos, colegios, y en general toda instancia que tuviera el carácter de duración perpetua e indefinida. Esto propició que las propiedades que estaban en manos de la iglesia diversificaran su uso, principalmente para ofrecer vivienda a los que la solicitaban y podían pagar por ella.22

20Francisco Zarco, Historia del Congreso Extraordinario Constituyente de 1856-1857, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, t1, 1857, p. 547. 21Ibidem. 22Ma. Dolores Morales, op. cit. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 34

La normatividad que se estableció para la fundación de nuevas colonias, en la segunda mitad del siglo XIX, se había planeado para incentivar el asentamiento de extranjeros en México, lo que implicaba, en términos económicos, la entrada de capital para el desarrollo urbano. Las leyes eran incentivos para su establecimiento. Durante el gobierno de Benito Juárez se expidieron dos decretos importantes. Uno, dictado el 6 de febrero de 1861, eliminó el derecho de traslado de dominio; dio facultades a los propietarios de fincas rústicas y urbanas para subdividirlas con su parte proporcional de gravamen hipotecario y favoreció a aquellos fraccionamientos que incorporaran extranjeros entre su población. Otro, emitido el 13 de marzo de 1861, dio franquicias importantes a los colonos extranjeros, como la de exceptuarlos del pago de contribuciones durante cinco años y de eximirlos del pago de derechos de importación de insumos para la formación y fundación de la colonia. En 1862, la Secretaría de Justicia y Fomento liberó por cinco años el pago de los terrenos, así como por los materiales que se introdujeran en éstos. A pesar de los atractivos incentivos que promovían la fundación de colonias, de 1857 a 1874 solamente cuatro se establecieron en la ciudad de México: la de los Arquitectos, Barroso o de los Azulejos, Santa María y Guerrero. La actividad no tuvo mayor dinamismo hasta el periodo del porfiriato. En el decreto sobre Colonización y Compañías Deslindadoras promulgadas por Manuel González, el 15 de diciembre de 1883, en el artículo 19, se estableció que para obtener la autorización de colonizar las compañías debían deslindar los terrenos baldíos que trataran de habitar, reportar su extensión aproximada y el número de colonos que se establecerían en ellos en un tiempo dado,23 así como dar cuenta de los materiales que se introdujeran a éstos. En 1883, con el fin de obtener los terrenos necesarios para el establecimiento de colonos, el ejecutivo mandó deslindar, medir, fraccionar y valuar los terrenos baldíos o de propiedad nacional, nombró al efecto la comisión de ingenieros que consideró necesarias. Finalmente, el 25 de marzo de 1894 se publicó la ley sobre Ocupación y Enajenación de Terrenos Baldíos.24 Múltiples denuncias de los habitantes de la ciudad llegaron al ayuntamiento para declarar terrenos baldíos con la intención de hacerse de ellos. En este periodo inició un proceso acelerado de fundación de colonias en terrenos que habían sido adquiridos por esta ley. La política que adoptó el gobierno durante esta etapa fue permitir las construcciones en las nuevas colonias para, posteriormente, dotarlas

23Jorge Jiménez Muñoz, op. cit., p.10. 24Derechos del pueblo mexicano. México a través de sus constituciones, México. Congreso. Cámara de Diputados, IV v, artículos 24-27, p. 318 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 35 de servicios, sin que se precisara cuándo debían establecerse ni quién se obligaba a hacerlo. Esto provocó que los fraccionamientos carecieran de los servicios durante muchos años.25 Hacia 1900 hubo varias iniciativas emitidas por el gobierno con la intención de regular la fundación de colonias y la creación de obras públicas, todas ellas hacían mayor hincapié en que los proyectos de urbanización y de colonización presentados en el ayuntamiento debían estar aprobadas por la Dirección de Obras Públicas del ayuntamiento de la ciudad o por personas facultadas por ella misma. ...en el servicio de obras públicas se ha procurado continuar en el camino del orden; y á ese efecto se dictaron varios acuerdos, ya con el fin de que en las vías públicas no se ejecuten obras sino por la Dirección del ramo ó con su conocimiento por los contratistas y personas facultadas por el ayuntamiento, ya mandándose que la misma dirección forme las especificaciones para la pavimentación de las calles...26

Posteriormente, un decreto expedido el 23 de marzo de 1903, con la misma intención de controlar la expansión urbana, emitió la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal. Estas leyes pasaron de los ayuntamientos del Distrito a la Secretaría de Hacienda las escrituras de las propiedades. Pasaron a ser bienes de la Federación las calles, plazas, lotes destinados a servicio público. Además, el decreto indicaba los lineamientos para autorizar nuevas colonias y precisaba que el ayuntamiento de la ciudad quedaba como garante de su cumplimiento. Entre los lineamientos destacan:

1. Que el ayuntamiento aprobara el trazo de las calles de la colonia, las cuales tendrían que medir, por lo menos, veinte metros de ancho.

2. Que los fraccionadores cedieran gratuitamente al ayuntamiento las partes del terreno destinadas a la construcción de vías públicas.

3. Que los fraccionadores proveyeran atarjeas, agua potable y pavimentación a la colonia.

4. Que los propietarios de terrenos salvaguardaran la exigencia de espacios verdes, plantaran árboles y reservaran la décima parte del total de la colonia en cuestión para parque público.

5. Que destinaran, al menos, una manzana y dos lotes para la construcción de un mercado y escuelas públicas.27

25Dolores Morales, ”La expansión de la ciudad de México: el caso de los fraccionamientos”, op. cit., p. 190. 26AHDF, Colonias, vol. 519, exp. 23, “Bases Generales de trazo e higiene a que debe sujetarse las nuevas colonias”, en Memorias del Ayuntamiento, 1900, p. 14. 27Ibidem. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 36

Las reglas para la admisión de nuevas colonias de 1903 federalizaron la hacienda municipal“con el pretexto de resolver las continuas calamidades -inundaciones, epidemias, inseguridad en las calles, etcétera- que vivía la capital y poner en mejores condiciones a los ayuntamientos para que cumplieran con la prestación de los servicios urbanos que estaban entre sus obligaciones”.28. La ley referente a la dotación de servicios públicos de las colonias estaba pensada para prevenir las consecuencias negativas que había generado este fenómeno, pero la realidad demostró la ineficacia de la pretendida organización. Tres años después de la emisión de estas leyes, un informe sobre colonias del Distrito Federal dice: “La fiebre de fraccionamiento de terrenos y de construcciones por la que atravesamos en esta época de evolución, nos ha sugerido algunas reflexiones importantes acerca de las colonias que aparecen a diario.”29 Esta nueva reflexión, muestra el descontrol del gobierno en materia de expansión urbana. Los fraccionadores que fundaron colonias ilegales no procuraron cumplir con la normativa, por muchas o muy claras que fueran las normas. A partir de estas condiciones, las autoridades dividieron a los asentamientos por la relación que habían establecido con el gobierno: las autorizadas por la municipalidad de México, las que se conocían pero no estaban reconocidas y las que habían sido recibidas por ayuntamientos foráneos del Distrito Federal en la antigua administración y a los cuales debían darse los servicios de urbanización correspondiente. Antiguamente, dice el informe de 1906, los dueños de terrenos poco o nada se cuidaban de consultar a las autoridades respectivas si podían llevar a cabo el trazo de calles, la venta de lotes y la construcción de casas; y menos aun se preocupaban de contar con servicios de tanta magnitud como los de provisión de agua, desagüe, alumbrado, etcétera. De estas omisiones verdaderamente graves y de esta falta de previsión han resultado sitios insalubres, sin atarjeas, sin condiciones de vida que llevan el indebido título de colonias y que no poseen de éstas sino el nombre, pero ninguna de sus condiciones.30

Este informe tenía el propósito de terminar con estos “focos de insalubridad o guaridas de bandidos”, por lo que se presentó nuevamente una disposición legal, a decir de las autoridades, perfectamente clara en sus conceptos, que pretendían echar por tierra toda dificultad para cumplirla.31

28Sergio Miranda, “La hacienda municipal del Distrito Federal”, op. cit., p. 280. 29AHDF, Colonias, vol. 560, Las colonias de la municipalidad de México y en el Distrito Federal, México, 1906. 30Ibidem. 31El art. 328 del Código Sanitario decía: “Las casas que se construyan después de la promulgación de este Código, en colonias donde no existan los servicios municipales sanitarios de atarjeas, provisión de agua potable, pavimentación y limpia, NO PODRÁN HABITARSE MIENTRAS DICHOS SERVICIOS NO SE ESTABLEZCAN. Estas casas, como todas las de la ciudad, llenarán los requisitos establecidos por este Código en el capítulo establecido a habitaciones. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 37

De acuerdo con las últimas normas, la posición que ocupaba la colonia de nuestro interés, la del Rastro, estaba dentro del primer grupo de colonias, las que tenían autorización para su establecimiento en la municipalidad de México. Pero la aprobación había sido concedida por la Secretaría de Fomento a David de Gheest antes de 1903. Es decir que, aunque en el contrato se establecieron los compromisos tanto del fraccionador como del ayuntamiento, ninguna de las dos instancias quedó encargada de realizar las obras públicas necesarias.

2.3. El caso de la colonia del Rastro

El caso de la colonia del Rastro, se enmarca en el periodo febril por fraccionar la periferia de la ciudad. Las nuevas colonias, que surgían como hongos después de una lluvia, abandonaron el carácter ordenado que había caracterizado a las colonias residenciales surgidas en el siglo XIX. Aunque se siguieron formando zonas residenciales, su número fue mucho menor si lo comparamos con el de las colonias populares. La zona norte de la capital se caracteriza por ser representativa de viviendas para un sector social muy pobre. Éstas compartieron características que les han merecido ser señaladas como los rumbos más sucios y abandonados, a pesar de su cercanía con la ciudad. En los relatos que describen a la ciudad con sus habitantes y sus costumbres, han trascendido estos lugares por el violento contraste que representaban frente a las zonas residenciales en donde brillaban los palacios. Cercano el siglo XX, la ciudad de México recorre su límite norte, lo que antes terminaba en la garita de Peralvillo había avanzado hasta Río Consulado y mostraba nuevos asentamientos. El primer plano general de la ciudad que manifiesta en el norte de la ciudad la existencia de esta colonia, es un trabajo de la Comisión de Saneamiento y Desagüe del Ayuntamiento fechado entre 1889-1890/1891. En este mapa, la colonia del Rastro es registrada como colonia Peralvillo. Posteriormente, la colonia del Rastro se registraría como Peralvillo en todos los planos generales de la ciudad; junto a ella se observa la . Su representación se encuentra en planos que muestran la distribución de agua, del alumbrado eléctrico, de atarjeas, de pavimento, etcétera, aunque todos ellos identifican la existencia de los nuevos

En el caso de aquellas colonias autorizadas antes del 30 de junio de 1903, que cuenten con los servicios de urbanización indicados por el Código Sanitario, podrá edificarse en terrenos de dichas colonias con entera confianza, sujetándose a lo que el propio Código previene y a la disposición municipal del 17 de marzo de 1903; y en caso de no estar admitida la colonia, las autoridades respectivas del distrito no están obligadas a dar servicio municipal alguno, en consecuencia, todas las fincas que en tales condiciones se construyan NO PODRÁN HABITARSE”. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 38 asentamientos, ninguno de estos servicios hace presencia en la zona. Los procesos legales de la fundación de la colonia se pueden identificar en tres momentos. En el primero, David de Gheest solicita al Gobierno Federal el permiso para establecer una o más colonias en el oriente de la ciudad; esta solicitud es aceptada, pero el gobierno demanda los planos para que procediera la aprobación: dichos planos fueron presentados ocho años después al ayuntamiento de la ciudad de México. En este segundo momento, en el que se presentan los planos para una colonia, participa el señor Pablo Macedo en representación de David de Gheest y, además, junto a estos, se le solicita a la ciudad que incluya en su demarcación estos terrenos. El tercer momento se refiere al contrato del ayuntamiento con la Compañía de Obras y Bienes Raíces para dotarla de obras de urbanización. La referencia histórica más antigua de esta colonia la encontramos en 1886 en una solicitud presentada por David de Gheest al Gobierno Federal para presentar sus intenciones de fundar nuevos asentamientos al norte de la ciudad. En respuesta, además del contrato con múltiples incisos, se publicó un decreto en el Diario Oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1889, en el cual se daba a conocer la concesión para fraccionar nuevos asentamientos poblacionales. En el documento se lee: El presidente de la República se ha servido dirigirme el decreto que sigue: Porfirio Diaz, Presidente Constitucional del los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes a saber: Que el Congreso de la Unión ha tenido á bien decretar lo siguiente: Que el Congreso de los Estados Unidos Mexicanos; Artículo único. Se aprueba el contrato celebrado el 28 de diciembre de 1888, entre el C. General Carlos Pacheco, Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, en representación del Ejecutivo de la Unión y el Sr. Carlos David de Gheest, para el establecimiento de una o más colonias en los terreno que posee en propiedad en la parte oriental de la ciudad de México, exceptuando el inciso III del artículo 4o del mismo contrato, el cual queda suprimido.32

De este documento se deben destacar varios aspectos y complementarlos con la información oficial que no fue publicada. Lo primero es que la concesión que se le otorgó a Carlos David de Gheest le implicaba beneficios, pues el permiso para fundar una o varias colonias en terrenos de su propiedad, comprendía una extensa área de la parte oriente de la ciudad. Se trataba de los terrenos incluidos entre

32Decreto publicado en el Diario oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1889.–Núm. 152. en AHDF, vol. 519, exp. 12, Colonias,“El Gobierno del Distrito remite ejemplares del contrato celebrado entre la Secretaría de Fomento y el Sr. Carlos David de Gheest para establecer una o más colonias al Oriente de esta Capital. García Truel y Pablo Macedo solicitan una colonia en los terrenos del rastro”. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 39 las garitas de Peralvillo y San Lázaro, la Penitenciaría y el Peñón de los Baños. La o las colonias podían establecerse por él mismo, o por medio de una o más compañías.33 Aunque esta concesión no se consolidó por completo, muestra una actitud generosa por parte del gobierno federal; sobre todo, porque las obligaciones impuestas a Carlos David de Gheest eran muy limitadas con respecto a los beneficios que se le otorgaron. Este documento, además de anunciar el permiso, estableció las obligaciones de ambos firmantes, el gobierno y los concesionarios. Los artículos del 1o al 3o establecieron las obligaciones de Carlos David de Gheest, el 4o anunciaba las exenciones que el gobierno daría y el último estableció los motivos por los cuales caducaría el contrato. Entre las obligaciones referidas, podemos identificar, en primer lugar, que los fraccionadores debían marcar claramente calles, plazas o parques futuros; remarcarían dos lotes destinados para escuelas y dos más para las oficinas de policía o cualquier otro objeto de utilidad pública y común. El área marcada para estas zonas públicas pasaría a ser propiedad del gobierno. La construcción de vías férreas quedó reservada a la consideración de los propietarios. Las propuestas estarían sujetas a las condiciones de orden público que se establecieran por las leyes y reglamentos expedidos por las autoridades competentes; así, una vez que el trazo contemplaba todas estas especificaciones, se encontraba sujeto a las pruebas que la Secretaría de Fomento y el ayuntamiento hiciera en el terreno. Este compromiso de ceder al gobierno algunas áreas para beneficio público fue posteriormente institucionalizado en las leyes de 1903, aunque, por la expansión de la ciudad el gobierno solicitaba áreas públicas desde antes de la ley orgánica. Además, en el documento se fijaron plazos fijos para poblar las colonias: la obligación consistía en construir, por cuenta de los concesionarios o por la de los colonos, por lo menos, diez casas en cada uno de los primeros diez años, contados desde que el trazo de la colonia quedara aprobado por la Secretaría de Fomento y el ayuntamiento de la ciudad de México. De suerte que, al fin de esos diez años, estuvieran construidas, por lo menos, cien casas en una colonia. Por casa se entendía, según el documento, ”para los efectos de este contrato, una habitación compuesta con un mínimo de cinco piezas o cuartos, de piedra, tepetate, adobe, madera, fierro u otros materiales, que ocupara una superficie de 150 metros cuadrados, con cimentación conveniente“. Si alguna de las viviendas tuviera más de un piso o más de las cinco piezas expresadas, se computaría, para los efectos del contrato, por dos o más casas en la proporción que queda

33Ibidem fj., 3 y 3v. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 40 expresada; y si en un año se construyeran más de diez casas, el número excedente podría ser tomado en cuenta para el año o años siguientes.34 En este mismo documento, Carlos David de Gheest quedaba obligado a presentar a la Secretaría de Fomento un plano de los terrenos en que se establecería la colonia o las colonias, para que sus límites quedaran claramente definidos. Entre las exenciones que se incluían, se enumera:

A David de Gheest y a los colonos que se establecieran en los terrenos que eran objeto del contrato se les permitió la no contribución predial con el Gobierno Federal durante cinco años contados para cada edificio desde que, a juicio de la Dirección de Contribuciones, se encontrara habitable en su totalidad o en parte.

Se estableció por diez años la exención de toda contribución municipal establecida o por establecer, sobre los terrenos destinados a dicha colonia o colonias, así como sobre las casas, fábricas, talleres o establecimientos industriales que en ella se asentaran.

Por el mismo plazo de diez años, una exención para el derecho de portazgo perteneciente al Municipio, que causarían los siguientes artículos destinados a la construcción de casas y otros edificios de las colonias: madera labrada o sin labrar, ladrillo, teja, piedra de construcción, losa, resinto, cal común e hidráulica y arena.

Por último, las causas por las cuales caducaría el contrato serían por faltar el concesionario a cualquiera de las obligaciones que le imponían las fracciones I y V del artículo 2o y 3o. La caducidad sería declarada administrativamente por la Secretaría de Fomento, previa audiencia del concesionario y surtiría los efectos siguientes:

El concesionario perdería las concesiones que se le otorgaron en el articulo 4o del contrato; pero los colonos establecidos ya o en vía de establecimiento cuando la caducidad se declarara, continuarían gozando las exenciones establecidas.

La ciudad conservaría la propiedad de las calles y lotes marcados para ofrecer servicios públicos.

34Ibidem, fj. 3v. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 41

En ninguno de los artículos del contrato se hizo referencia a la construcción de las necesarias obras de urbanización para la colonia. La mayor parte de los requerimientos se limitan a solicitar requisitos administrativos: delimitar el área de las colonias para impedir errores, cumplir con la cantidad mínima de casas en las colonias. Lo que parecería un mayor sacrificio para los empresarios sería el ceder a la Federación calles, plazas, y los lotes solicitados para construir edificios de beneficio público. A pesar de que dotar de obras de urbanización representaba, desde inicios del siglo XX, una necesidad apremiante, en ninguno de los contratos se estableció un plan para construirlas, lo que implicó que los problemas se acrecentaran por la falta de estos servicios. En un contrato que el gobierno hizo con los hermanos Limantour se muestra que la necesidad de poner coto a los problemas que generaba la expansión de la ciudad era evidente para las autoridades. Antes de terminar, deben hacerse presentes los suscritos que, aunque ya es indispensable á juicio de la Comisión de Obras Públicas, impongan algunas condiciones á los concesionarios para establecer colonias, relativas a que estas queden obligadas á formar el terraplén de las calles que se establezcan al nivel que se indique, para que las casas que se construyan tengan los desagües o derrames necesarios, que tan indispensables son para la higiene pública, como lo tiene demostrado la experiencia, aliviando así en algo las cargas que reporta el ayuntamiento con la formación de dichas colonias en el presente caso, por tratarse de un asunto que está iniciado hace más de dos años, y que con posterioridad á él se han hecho otras concesiones sin ese requisito, han creído de equidad y sin que sirva de precedente, que se consigne en la 4a de las bases estipuladas, que la ciudad no se obliga a prestar ningún servicio municipal, hasta tanto los vecinos o compradores de los lotes levanten por su cuenta el piso de las calles a la altura conveniente, para que pueda establecerse el pavimento y comunicarse los derrames y demás servicios con el sistema general de la ciudad, insertándose esta cláusula en los documentos de compra-venta.35

El primer contrato con David de Gheest (1889) para establecer una o más colonias firmado por el gobierno es contemporáneo al que se refiere la cita; sin embargo, esta posición del gobierno pudo haber sido un precedente para que, en las posteriores concesiones, se implementaran las correspondientes obligaciones, pero no fue así. En los siguientes contratos, como el que se firmó para el establecimiento de la colonia del Rastro, no se introdujeron medidas para prevenir malas consecuencias. En 1896 el apoderado jurídico de David de Gheest, el licenciado Pablo Macedo, dirigió esta vez ya no al gobierno federal, sino al presidente del ayuntamiento de la ciudad de México, una solicitud

35AHDF, Memorias del ayuntamiento 1887-1892, 1888, p. 148. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 42 acompañada de un plano del trazo hecho en los terrenos que circundaban el nuevo Rastro de la Ciudad, entre el Río del Consulado, el Gran Canal del Desagüe, el Canal del Norte y la Estación del Ferrocarril del Nordeste –los planos solicitados a Pablo Macedo tenían un límite de seis meses, pero el lapso de distancia entre la primera solicitud de los fraccionadores y la fecha en la que se entregó el plano de la colonia del Rastro fue de ocho años–. En Cabildo de 5 de mayo de 1897 se autorizó el establecimiento de la colonia y se aprobaron los planos respectivos36 sin que se mencionara ningún tipo de obligación de los empresarios para realizar alguna obra pública. Los planos de la colonia del Rastro, dirigida por el licenciado Pablo Macedo al ayuntamiento, contenían la petición de acuerdo con la concesión que el gobierno federal le había otorgado, de aceptar esta colonia y además de integrarla a la delimitación del ayuntamiento. Conforme a la citada concesión, el trazo de esta colonia debe someterse a la apropiación del ayuntamiento que Ud. dignamente preside, es decir que se autorice por el ayuntamiento el establecimiento de la nueva colonia del Rastro, incorporándose los terrenos que la forman al perímetro de la Ciudad y además ceder a éste las calles y plaza que forman dicha colonia y cuatro lotes para escuelas, estaciones de policía o cualquier otro objeto de utilidad pública.37

Esta nueva petición para que la colonia quedara dentro de los límites de la ciudad, planteada por los faccionadores, fue aprobada por los miembros del cabildo con algunas consideraciones de alta trascendencia. El dictamen favorable para los fraccionadores que la Comisión publicó en el año de 1898 decía: Siendo sumamente extensa la superficie de la Ciudad, con relación a su población y por lo tanto, siendo superiores las necesidades que tiene a las rentas del Municipio, la Comisión ha creído que por algunos años no es conveniente que se extienda la superficie actual de la ciudad; pero en este caso especial cree que se debe de recibir la colonia que proponen los Sres. Macedo y Garcia Truel, por haber construido el ayuntamiento un edificio que requiere un servicio especial, como es el Rastro y donde se necesita facilitar los medios para que se establezcan cerca las numerosas personas que tienen negocios en el establecimiento; por esa razón propone la administración de la colonia formando parte de la ciudad, pero cree que estando esta colonia fuera del perímetro para el que está calculado el saneamiento de la Ciudad y estando por circunstancias especiales en situación de que requiera un servicio especial de drenaje cree que por lo pronto no debe tomar el ayuntamiento el compromiso de hacer servicio municipal, sino es hasta que la

36AHDF, Decreto publicado en el Diario oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1897, op. cit. 37AHDF, Decreto publicado en el Diario oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1897, op. cit. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 43

densidad de la población que hay en la colonia lo haga necesario.38

Un año después se dio a conocer la ley que establecía los nuevos límites de la municipalidad de México, (28 de julio de 1899). Esta nueva demarcación absorbió el contorno de la ciudad que se había ido poblando y definió límites con los ayuntamientos vecinos. En las Memorias del ayuntamiento de 1899 que dan a conocer esta ley se ilustra con dos planos los nuevos contornos. El primero muestra la demarcación de la ciudad con los ayuntamientos vecinos y el segundo precisa los límites entre los ayuntamientos de México y Guadalupe Hidalgo. Con este último podrían definirse los terrenos al oriente de la ciudad que recibió en concesión el señor Gheest en la primera solicitud que hizo al Gobierno Federal para establecer una o más colonias, pues, la nueva demarcación incluye los cuatro puntos de referencia entre los que se encontraban sus terrenos.

38Ibidem. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 44

Figura 2.1: Ley de división de límites de la municipalidad de México decretada el 28 de julio de 1899, publicado en, Memorias del Ayuntamiento, 1889, p. 331. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 45

Figura 2.2: Detalle del plano donde se observa el trazo de la colonia nombrada Peralvillo, en realidad Rastro.

Figura 2.3: Límite del ayuntamiento de México con Guadalupe Hidalgo, publicado en Memorias del Ayuntamiento, 1899. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 46

Figura 2.4: Los llanos de Peralvillo quedaron dentro del ayuntamiento de México

Las demarcaciones con las municipalidades de , de Tacubaya, de Mixcoac, de y con el Estado de México, fueron descritas en la emisión de esta ley y posteriormente enmarcadas por un plano general de la ciudad. Sin duda, la coincidencia de la solicitud de Pablo Macedo y el decreto de la nueva demarcación tienen relación. El proceder del ayuntamiento debió corresponder a la petición de los fraccionadores para que se incluyeran sus propiedades en la demarcación de la ciudad, pues los terrenos antes considerados agrícolas, pasarían a ser parte de la urbe y, por lo tanto, su precio se incrementaría. El fruto solo fue cosechado por los propietarios de los terrenos, ya que en el mismo documento los beneficios para la población, como lo eran las obras públicas, quedaron aplazados para otro momento. La colonia pudo fundarse sin ninguna obligación por parte de los fraccionadores más que los requisitos formales, que no iban más allá de poner en orden documentos con el gobierno. De 1886, que inició el proceso para obtener el permiso, a 1908 las autoridades no se ocuparon en buscar mejores 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 47 condiciones para esta colonia a pesar de la importancia que le veían a los terrenos que circundaban al Rastro. Por el contrario, eludían la responsabilidad de ocuparse de los servicios hasta que la colonia se fuera poblando. El control que el gobierno tenía del crecimiento urbano sí existía pero sus objetivos no estaba el de asegurar buenas condiciones de vida para los capitalinos. Nuevas leyes se emitieron para corresponder a la obligación moral de un Estado moderno, las “Reglas para la Admisión de las Nuevas colonias” se aprobaron en marzo de 1903 con “el espíritu de control estatal sobre la urbanización privada que se había experimentado en otros países.”39 Estas reglas contenían un proyecto de urbanización para las colonias, pero su aplicación no fue retroactiva para las colonias fundadas con anterioridad a este año. En el informe general que da cuenta de la creación de colonias en el Distrito Federal, elaborado en 1906 por Antonio Torres Torrija, no se distingue la mano del Estado que se había propuesto dar orden a tal crecimiento. Según este informe, durante los últimos tres años, solo seis colonias habían sido autorizadas por el ayuntamiento; 14 habían sido aceptadas por los municipios foráneos y tenían que introducirles los servicios; seis más, no habían sido aceptadas por no estar de acuerdo con las reglas expedidas. Es decir que, solamente eran seis colonias, sin contar a las 14 que se habían registrado recientemente, las que cumplían con los requisitos y habían tenido oportunidad de recibir la dirección gubernamental. Fue en 1908 que el ayuntamiento anunció un nuevo contrato referente a este mismo predio. No se trataba de una concesión para un nuevo proyecto de fraccionamiento, sino de un plan de urbanización para una colonia ya existente. Éste fue concretado entre la Dirección General de Obras Públicas y la Banca de Obras y Bienes Raíces a petición de esta última. Es decir, fue una compañía de interés particular quien se propuso resolver el rezago de esta colonia. En este mismo año la comisión de embellecimiento recibió para su estudio un contrato concertado con la Dirección General de Obras Públicas y la Cia. Bancaria de Obras y Bienes Raíces S.A. en relación con las obras de urbanización de la colonia del Rastro. Para las autoridades resultaba conveniente que las obras propuestas por la compañía se efectuaran en las calles referidas, pues la zona circundaba al rastro de la ciudad. En este acuerdo realizado con previa seguridad de que el trato con David de Gheest firmado en 1899 había caducado, el gobierno tomó a su cargo la obligación de hacer el reembolso de los gastos en términos semejantes a los que regían en diversas colonias de la ciudad.

39Jorge Jiménez Muñoz, op. cit., p. 23. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 48

Este contrato se dividió en tres partes a saber: la relativa a las obras de saneamiento, la de las obras de dotación y distribución de agua potable y la que se refiere a la pavimentación de las calzadas y la construcción de banquetas. A decir de las autoridades, “Dicho proyecto formado por el Sr. Ing. Roberto Gayol, y aprobado por la Dirección General de Obras Públicas, está en perfecta armonía con el plan de saneamiento de toda la ciudad, del cual es únicamente una extensión ó continuación,”40 y así lo confirma la siguiente cita que forma parte del contrato. ...puesto que se trata de ejecutar obras de urbanización en vías públicas, que tienen ya el carácter legal de calles, y que tanto por esta razón como por la proximidad del nuevo Rastro, requiere aún por consideración de higiene, que se ejecuten esas obras. Según podrá comprenderse por la exposición que a grandes rasgos se ha hecho del contrato, las obras de urbanización deberán ejecutarse, en lo relativo al saneamiento de conformidad con un proyecto que está en armonía con el plan de saneamiento de la ciudad, y siguiéndose las especificaciones tanto en estas obras como en las demás de urbanización, siendo esas especificaciones las mismas que las que rigen en todas las obras semejantes que se llevan a cabo en la Ciudad en la colonia. Ya se ha hecho notar que en lo relativo a la provisión de aguas, se ha pactado la perforación de pozos en terrenos que deben ser considerados enteramente eficaces para sustituir de agua a la Nueva colonia.41

Los términos de reembolso que se adoptaron en el convenio están basados en los contratos semejantes que se establecieron para otras áreas de la ciudad: en donde el contratista recibía una parte del aumento en las contribuciones que las mismas obras originarían. Se estipula a este respecto que se abrirá una cuenta en la tesorería, abonándose a la compañía, el costo de las obras y que los pagos se harán a razón de $1.00 por metro lineal del lote sin construcción que cause el impuesto de pavimentos y atarjeas y a razón de $5.00 por metro lineal del lote en construcción. Estimando la Comisión que el contrato es en todas sus partes conveniente a los intereses de la ciudad consulta: Única dígase a la Secretaría de Gobernación que el ayuntamiento aprueba por considerarlo conveniente a los intereses de la ciudad, el contrato concertado con la Dirección General de Obras Públicas y la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces S.A., para la ejecución de determinadas obras de urbanización en terrenos de la colonia del Nuevo Rastro. México, Mayo 7 de 1907 42

40AHDF, Colonias,vol. 520, exp. 41. 41Decreto publicado en el Diario oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1889.–Núm. 152. AHCM, vol. 519, exp. 12. 42Ibidem. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 49

Esta compañía se ocupó de la urbanización de la colonia del Rastro y puso en práctica toda la experiencia que había adquirido. En esta sola empresa se reunieron múltiples capitales para fortalecer su actividad y brindarle a la ciudad la variedad de servicios que necesitaba. Posteriormente, La Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces, S.A. que había recibido la concesión para urbanizar, junto a varios accionistas, fundaron la Compañía de la Nueva Colonia del Rastro. Entre los accionistas encontramos a los señores Francisco Pérez Vizcayno, Luis G. Tornel, Pedro Galindo y Pimentel, Enrique Orozco, José N. Payró, Manuel Elguero y Carlos Morquecho, quienes constituyeron el 30 de julio de 1908, ante el notario Jorge Fernández, la Compañía Nueva Colonia del Rastro, S. A. Ésta se inició con un capital social de $450,000.00, representados en 4,550 acciones de $100.00 cada una. De las referidas acciones, 60 de ellas se repartieron de la siguiente manera: Francisco Pérez Vizcaino, 10, Luis G. Tornel, 10, Pedro Galindo y Pimentel, 10, Enrique Orozco, 10, José N. Payró, 10, Manuel Elguero, 5 ,y Carlos Morquecho 5. El resto de las acciones (4,490) correspondían a la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces, S. A. Los empresarios tuvieron un perspicaz desempeño en la fundación y desarrollo de esta colonia. De los más destacados se encuentran David de Gheest, Pablo Macedo y Fernando Pimentel. Los dos primeros se habían asociado con la Empresa de Pavimentos de la Ciudad de México, la cual, gracias a la asociación con otras empresas, había tomado bajo su cargo grandes obras en la capital. En 1889, junto con la Compañía de adoquines de asfalto, firmaron un contrato con el ayuntamiento de la ciudad de México para pavimentar cien calles de la ciudad con adoquín de asfalto comprimido.43 En este mismo año obtuvieron el permiso para establecer una o más colonias al oriente de la Capital y más tarde, en 1897, diseñaron el fraccionamiento de la colonia del Rastro. Por su parte, Fernando Pimentel, el maestro de los negocios –como lo nombra Jorge Jiménez– intervino en el desarrollo de esta colonia hasta 1906, y entre los asociados de su compañía se encontraba Pablo Macedo. La evolución de las empresas inmobiliarias de este periodo tuvo como principal estratega en México a Fernando Pimentel y Fagoaga, quien, tras su amplia experiencia en los negocios, había descubierto la íntima relación que existía entre las diversas ramas de producción de servicios para la urbe. Su compañía se fundó en 1906 y absorbió a una empresa de cementos, otra de pavimentos y a socios que aportaron un porcentaje del capital total.

43AHDF, Memorias del ayuntamiento, 1889. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 50

El control gubernamental funcionó como un mecanismo que privilegiaba a determinadas compañías fraccionadoras y urbanizadoras. Solo permitía que las empresas o personas autorizadas pudieran dar estos servicios. Y como hemos visto, este mercado fue configurándose como un lugar donde compitieron antiguos o actuales funcionarios públicos, quienes fueron fortaleciendo sus empresas prestadoras de servicios con la reunión de múltiples capitales, lo que les daba una ventaja ante sus posibles contrincantes. Estos empresarios, favoritos del ayuntamiento, unieron fuerzas y diversificaros sus servicios para abarcar todo el mercado. De esta manera, el fraccionamiento de la propiedad agrícola y su evolución terminó convertido en un negocio territorial urbano apoyado por las leyes de urbanización. Junto al contrato que el ayuntamiento firmó con la Compañía de la Nueva colonia del Rastro se adjuntó una escritura que daba cuenta de los 3 propietarios de todas las manzanas que iban a urbanizarse en la colonia del Rastro. Junto á decimos.- Que la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces S. A. Por escritura que pasó el 15 de febrero del presente año ante el Notario Público, Señor Lic. Don Luis Guerrero, adquirió del Señor Don Luis García Truel la manzanas III a la VIII, XXVII, XXIX, XXXI y la llamada José de Teresa, ubicadas todas en la colonia del Rastro.- Que la misma Compañía Bancaria por escritura pública de fecha 4 del actual, otorgada ante el Notario Público Señor Don Ignacio Alfaro, adquirió del Señor Don Francisco Pérez Vizcayno las manzanas número X, XIV, XV, XVIII, XIX, XXII y XXIII ubicadas también en la colonia.- Debe advertirse que en las enajenaciones de que se ha hecho mérito anteriormente, no fueron comprendidos los terrenos y calles que son propiedad del H ayuntamiento.- El Señor Don Francisco Pérez Vizcayno se reserva la propiedad de las manzanas XI, XXXIV, XXXVII, XLVI y XLIX.- La manzana XI, está dentro del perímetro que debe urbanizarse según el contrato de fecha 4 de Abril último, celebrado entre la Dirección General de Obras Públicas y la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces S. A. Las cuatro manzanas restantes o sea las números XXXIV, XXXVII, XLVI y XXIX, quedan fuera del perímetro que debe urbanizarse según el contrato..-Conviniendo a nuestros intereses como propietarios de los terrenos de que nos favorezcan y puedan derivarse del contrato celebrado en 27 de Diciembre de 1889, entre la Secretaría de Fomento y el Señor Carlos David de Ghest, relativo al establecimiento de una o más colonias en la parte Oriente de la Ciudad de México, por el presente hacemos denuncia formal y expresa de las franquicias y exenciones citadas, y a Ud. Suplicamos se sirva haber por hecha esta manifestación para todos los efectos á que hubiere lugar....mayo 11 de 190744

44AHDF, vol. 1221, exp. 657, 1906, Nueva colonia del Rastro.- Urbanización de las calles de esa colonia. 2. CIUDAD EN EXPANSIÓN 51

Figura 2.5: Plano de la Colonia del Nuevo Rastro, 1912

La Nueva colonia del Rastro quedó registrada como propiedad del licenciado Luis Guerrero, del señor Ignacio Alfaro y de Francisco Pérez Vizcayno, este último había sido un empresario muy activo desde las gestiones en las que, junto a Pablo Macedo y David de Gheest, dieron origen a esta colonia. Este hombre se convirtió en el propietario con el mayor número de manzanas en la colonia. De estos terrenos, una porción la vendió a Luis Guerrero, reservándose otra para sí. Posteriormente, su actividad como accionista de la compañía contratada por el gobierno para urbanizar la colonia, resultó, no azarosamente, un negocio redondo al ser él mismo, propietario de una parte de la zona por urbanizar. Recapitulando, puede decirse que los empresarios configuraron un negocio redondo. Su poder legal y económico les permitió monopolizar los proyectos urbanos, al tiempo que las propiedades que se beneficiaron con la dotación de servicios públicos, no fueron de pequeños propietarios sino de los tres grandes dueños de la colonia. De tal manera que la propiedad privada, dividida en manzanas y en lotes, aumentó el valor de sus terrenos con el subsidio del gobierno, quien cubriría los gastos de la compañía urbanizadora. Capítulo 3

Servicios públicos

El presente capítulo reúne, por un lado, las políticas generales que se emprendieron en el ayuntamiento para dotar de servicios públicos a la capital; y por otro, el inexistente beneficio que las mismas políticas implicaron para la colonia del Rastro, pues, a pesar de que el gobierno autorizó la fundación de ésta colonia, el plan no contempló los servicios urbanísticos mínimos de la época, lo que se tradujo en una de las zona con las peores condiciones de higiene en el noroeste del ayuntamieno de la ciudad de México. Sin sistemas de desagüe, sin contar con agua potable, ni energía eléctrica y banquetas, los míseros habitantes de la colonia se convirtieron en víctimas de enfermedades infecciosas que les producían la muerte. Al hablar de obras o servicios públicos nos referimos a la naturaleza pública de una construcción o servicio, en el sentido en que su producción y su consumo se realizan de manera colectiva o porque proporcionan algún beneficio comunal al satisfacer necesidades sociales.1 Estas obras, a pesar de lo indispensable que puedan ser para una buena calidad de vida, son un producto histórico que la humanidad ha ido perfeccionando al pasar el tiempo. Para el caso concreto del periodo porfirista, el ferrocarril, la luz eléctrica, y otros servicios eran productos muy novedosos, pero, a pesar de lo modernos, se hacían indispensables para la sociedad. Las epidemias y los altos índices de mortalidad por la insalubridad de la ciudad hacían más evidente esa necesidad. La introducción de dichos servicios en la urbe le dio el aspecto de modernidad, semejante al que se exhibía en las ciudades europeas, pero su distribución no fue homogénea en todas sus áreas. La mala reputación que la ciudad de los palacios tenía, conducía a que la prensa y algunos extranjeros

1Priscila Connolly, op. cit., p. 146.

52 3. SERVICIOS PÚBLICOS 53 la describieran como una “cloaca con aires de modernidad”. Estas críticas fueron combatidas por el gobierno con códigos sanitarios que no representaron una solución real al problema, pues por más estrictas que fueran las medidas y más caros los castigos, no dejaban de ser una salida superficial que no atacaba el problema de raíz. La introducción de los servicios públicos a la ciudad suponía la base para la salud de la urbe, pero el proyecto tuvo cuestionables características, pues la prioridad que tenían ciertas zonas del núcleo urbano significó un perjuicio para aquellas que quedaron en segundo, tercero o último orden de importancia. El agua, por ejemplo, siempre fue un problema para la ciudad por su abundancia y por su dudosa pureza. “En 1885 las autoridades aseguraban que la ciudad disponía de 110 a 115 litros de agua potable por habitante; pero en realidad la cuota no pasó de 80 hasta 1904, año en que subió a 244. . . ”2 El consumo de agua potable solo fue posible con las obras que la traerían de Xochimilco. Tras este acontecimiento “El Imparcial informó satisfecho que gracias a ellas se había reducido a la mitad el promedio de enfermedades del aparato digestivo y era de esperarse la disminución de otras. . . ”3 En suma, puede decirse que la solución a los problemas de higiene solo sería posibles con los servicios públicos que sirvieran de base para cumplir las normas de higiene. En 1906 se emitieron las leyes de urbanismo, lo que parecía un paso más sólido. En las colonias del Norte hubo un retraso con respecto al momento en que llegaron estas novedades a la urbe, la tardanza se debió a dos circunstancias, la primera obedeció a cuestiones gubernamentales, pues desde el momento de su aprobación, el gobierno se manifestó imposibilitado para brindar o exigir a los fraccionadores que ofrecieran estos servicios. La segunda razón fue el pauperismo que caracterizaba a la población, lo que hacía de sus habitantes, individuos incapacitados para brindarse a sí mismos los servicios básicos. La existencia del código de sanidad emitido por el gobierno tampoco implicó un beneficio para esta zona. Parecía incluso, que estos reglamentos iban en contra del gobierno, pues, múltiples denuncias ciudadanas los utilizaban para exigir al ayuntamiento que dotara de servicios a las zonas donde las condiciones de vida eran una violación al código sanitario. La carencia de la infraestructura y de servicios públicos, aunado a la pobreza, imposibilitaba los buenos resultados de cualquier medida sanitaria. Así

2González Navarro, op. cit., p. 93. 3Ibidem 3. SERVICIOS PÚBLICOS 54 se explica que los códigos emitidos para combatir la insalubridad no se reflejaran en la disminución de enfermedades y muertes. En el caso de la colonia del Rastro, los servicios públicos, como ya se indicó, fueron aprobados hasta 1908. El contrato fue establecido entre el gobierno de la ciudad y la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces, S.A. a petición de esta última. Desde la planificación de la colonia, en 1897, hasta la fecha del dicho contrato, las medidas para dar mejores condiciones de vida a la gente de esta colonia habían sido nulas. Los fraccionadores no se comprometieron ni fueron obligados a brindar la infraestructura adecuada de una zona urbana. El gobierno, por su parte, manifestaba estar imposibilitado para otorgarle ese tipo de servicios. En los contratos firmados para fundar otro tipo de colonias, que pueden designarse como zonas residenciales, contemporáneas a la colonia del Rastro o anteriores a 1906, puede observarse que, a pesar de que el gobierno no exigió a ninguno de los fraccionadores un compromiso para urbanizarlas, sus condiciones eran mejores a las que existían en el noroeste de la ciudad. Las características de la colonia del Rastro agravaban los problemas para ella misma, principalmente porque los requisitos para que la Dirección General de Obras Públicas interviniera, requería primero de la colaboración de los colonos. En el caso de la creación de las vías públicas, los pobladores o los dueños de los predios, que no necesariamente eran los mismos, debían nivelar las calles, requisito que nunca fue cubierto, debido, en mayor medida, a que los habitantes, además de estar incapacitados económicamente, no eran dueños del lugar y, en el caso de los propietarios, el desinterés impidió cubrir estos prerrequisitos. Desde que se aprobó su fundación, la colonia, gráficamente se encontraba en una área externa a la ciudad; para las autoridades de la metrópoli era de mayor importancia brindarle los servicios a las colonias ya establecidas dentro de los marcos de la ciudad y a aquellas que por su importancia económica y política así conviniera, en vez de desperdiciar las limitadas capacidades en estas nuevas áreas. Desde 1889 que se le otorgó el permiso de establecer una o más colonias a David de Gheest, no solo no se hizo una propuesta para darle servicios públicos, sino que el gobierno se negó a darle servicios de limpia y vigilancia que le habían sido solicitados por los fraccionadores. El ofrecimiento de brindarle las obras de urbanización vino de una compañía privada más tarde. Esta propuesta ofrecida al ayuntamiento fue bien recibida por tratarse de una colonia que rodeaba al rastro de 3. SERVICIOS PÚBLICOS 55 la ciudad, por lo que fue aceptada sin desavenencias. La compañía bancaria de Obras y Bienes Raíces S. A. era quien se encargaría de ejecutar las obras de saneamiento, de provisión, entubación y distribución de agua potable de los terraplenes y de pavimentación de las calzadas y construcción de banquetas. Las características de las obras, a decir de las autoridades, eran una prolongación de las que se habían diseñado para la ciudad y para las colonias nuevas en las que habían dado buenos resultados.

3.1. Saneamiento

El desagüe de la ciudad de México fue la obra máxima de la política sanitaria del porfiriato para la ciudad de México. En octubre del año de 1886 la ciudad se convirtió en un verdadero lago; más de 500 casas se inundaron y 8 se desplomaron, por lo que el ayuntamiento discutía seriamente la institucionalización de canoas para navegar en la ciudad de las cloacas.4 Pero ante todos estos problemas surgían innumerables críticas para el gobierno, que destacaban que éste descuidaba lo principal por atender lo superfluo. Se culpaba al gobierno de las inundaciones de ese año porque durante los dos años previos había descuidado desazolvar las atarjeas. Se intentó dar solución a este problema por diferentes medios, como la instalación de bombas para limpiar las atarjeas, pero se abandonó este plan porque no trajo solución al problema. Solo la obra completa del desagüe remediaría todas estas calamidades. En 1900 se pudieron inaugurar estas obras, con un costo cercano a los 16 millones de pesos. A pesar de la aparente solución, los problemas no se terminaron. En la zona norte había sido construida desde 1872 la zanja cuadrada en lo que entonces eran los contornos de la ciudad, como una manera de contener el agua que venía del norte. Ésta siguió presentando problemas, pues a pesar del desagüe del Valle, cuando se acumulaba el agua, ésta se desbordaba e inundaba las viviendas que la circundaban en las colonias Valle Gómez, Maza y Peralvillo. La continuación de la obra del desagüe fue el drenaje. En 1898 se contrató la obra, pero tuvo un desarrollo muy lento, lo que ocasionó mayores problemas de higiene. La obra de drenaje vino a sustituir el sistema de extracción de las materias fecales, que se hacía en carros cerrados y nocturnos. Para el año de 1903 el presidente informó la terminación de cuatro colectores del drenaje. Alfonso Icaza dice que la obra tuvo un costo de treinta millones de pesos y que la urgencia por terminarla fue muy grande

4Gonzalez Navarro, op. cit., p.111 3. SERVICIOS PÚBLICOS 56 debido a que se abrió la totalidad de las calles para colocar los tubos. El movimiento capitalino, no solo el de vehículos, sino hasta el de peatones, se vio poco más que interrumpido, “Atravesar una calle, sencillamente, era tarea propia de un alpinista consumado.”5 México tuvo la sensación, gracias al desagüe y a las obras de saneamiento, de que podía salir a saludar al siglo XX con la confianza de figurar entre los primeros países del mundo. El cotejo entre el año 1877 y la primera década de esta centuria muestra en la capital un cambio muy importante y favorable para la ciudad en general, pero en particular, las colonias pobres, que se gestaban en las afueras no recibieron tales beneficios. La expansión urbana en malas condiciones expresa un problema de fondo de la sociedad porfirista: el olvido de los que no contaban con grandes ni pequeños capitales para invertir y venían la ciudad en busca de oportunidades de vida. Al fundarse la colonia del Rastro, los servicios de limpia y vigilancia les fueron negados, a pesar de que ya formaba parte de la demarcación citadina y de que otras áreas que se encontraban en el mismo caso sí recibían estos servicios. Las descripciones que llegaron al ayuntamiento sobre la insalubridad en la que vivía aquella gente y los problemas que ocasionaba a los que transitaban por sus calles no recibieron un remedio pronto. La explicación gubernamental a la negativa de dar solución se explicaba así: ...que las cosas a que se refieren están fuera de los límites de la Ciudad y ésta no cuenta con los elementos que son indispensables para hacer los servicios en extensión indefinida. Para dar desagüe á las casas citadas, sería indispensable construir atarjeas y colectores, cuyo costo debe ser expensado por los vecinos, pero mientras no existan esos elementos de desagüe, se van a dictar providencias para evitar que se arrojen los desechos de las casas a las zanjas y cunetas que se han convertido en un foco de infección.6

La respuesta del ayuntamiento a las solicitudes de los vecinos no era una negativa total: usaban argumentos al parecer razonables, pero que no hacían más que dar largas a la resolución de los problemas. Por ejemplo, el argumento de que los terrenos donde estaban las necesidades se ubicaban fuera de los límites de la ciudad y que no contaba el gobierno con recursos para brindar beneficios indefinidamente, parece argumento razonable, sin embargo, según la ley de 1889, este territorio había pasado a formar

5Alfonso de Icaza, Así era aquello, 60 años de vida metropolitana, México, Botas, 1957, p. 132. 6AHDF, Ayuntamiento, vol. 611 exp. 12, “Los vecinos de la calzada prolongación de las calles de Peralvillo piden se manden componer estas por encontrarse en malas condiciones de higiene”. 1903. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 57 parte del ayuntamiento y no, como argumentaba, estaba fuera de los límites de la ciudad. Aquí además, argüían el deber de los vecinos de proporcionar trabajos previos para que pudieran intervenir. Esta colonia adolecía de lo mismo que muchas comunidades de provincia, con la diferencia del hacinamiento que, como periferia de una urbe, empeoraba su situación. Tras una queja anónima que denunciaba el mal servicio de los baños públicos, el inspector sanitario del Cuartel 1o informó las condiciones de los excusados de la casa situada en la colonia Valle Gómez, conocida con el nombre de Casa Blanca. ...decirle que la disposición del escusado es tal, que los excrementos quedan sin la debida corriente y su presencia en el lugar es motivo para que los vecinos conviertan ese lugar en un muladar, por otra parte no teniendo atarjea los contornos de la casa, por cualquier lugar que se de salida á los desechos causará igual mal. Creo, por lo mismo, que mientras se derramen los desechos á la calle, los vecinos tendrán pretexto de convertir ese lugar en muladar.7

A la solicitud del inspector de dotar de atarjeas, la comisión de Obras Públicas respondió con la siguiente negativa: La Dirección de Obras Públicas informa que como la colonia Valle Gómez no ha sido autorizada por el ayuntamiento y por lo mismo éste no ha contraído obligación alguna, no le corresponde aunque sus recursos se lo permitieran, emprender los gastos consiguientes para el establecimiento de desagües... y que en esa virtud, tiene que considerarse como predio de propiedad particular el área toda ocupada por esa colonia.8

La confrontación de las respuestas que las autoridades dieron a la colonia del Rastro y la que ofrecieron a la del Valle son dos ejemplos muy ilustrativos de sus argumentos contradictorios. En el caso de la primera colonia que sí contaba con el permiso oficial, se le requerían gastos que era obligación de los vecinos, porque el ayuntamiento no contaba recursos ilimitados; en el caso de la segunda, se argumentaba que no se intervendría en la construcción de atarjeas porque, aunque se contara con recursos, la colonia no estaba autorizada por el ayuntamiento. El hecho es que esta zona no contó con servicios propios de una ciudad. El contrato firmado con la Compañía de Obras y Bienes Raíces, en 1908, contemplaba la construcción de colectores, de atarjeas y, en el caso de que estas obras requirieran, también se brindaba la entubación; albañales pluviales para las casas, los pozos de vista que traerían muchos beneficios a la comunidad

7AHDF, Albañales, “El Consejo S. de Salubridad comunica que la casa con el nombre de ’Casa Blanca’ en la colonia Valle Gómez carece de albañal recibiendo sus desechos un caño descubierto”, vol, 334 exp. 328, 1902. 8AHDF, Albañales, vol. 334 exp. 328, 1902. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 58 porque las aguas negras serían conducidas por tubos colocados a profundidad evitando el brote de aguas residuales que tantos daños provocaron; coladeras pluviales que evitarían las inundaciones. Este contrato libraba de los requisitos que el ayuntamiento exigía a los vecinos para intervenir en la construcción de servicios, pero establecía en la cláusula “UNDÉCIMA, El costo de las conexiones de los albañales que se construyen en las casas y en las atarjeas ó colectores, no serán cubiertos por la Dirección General de Obras Públicas sino por los respectivos propietarios.”9

Figura 3.1: Proyecto de colector y atarjeas para la parte norte de la ciudad, 1907

Lo cierto es que, a pesar del comprobado servicio de estas construcciones en otras zonas de la ciudad, aquí, los efectos que pudieron tener en la mejora de la salud no fueron palpables en las estadísticas de salud, al contrario, las muertes ocasionadas por la contaminación que venía de aguas residuales aumentó con más celeridad a partir de 1906.

9AHDF, “Urbanización de la Nueva colonia del Rastro.- Referente a Contrato de la Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces para la ejecución de estas obras en la Nueva colonia del Rastro”, vol. 1224, exp. 746, 1913-1914. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 59

3.2. Obras de dotación de agua potable

De manera general, la ciudad que “se alza sobre agua” era desde tiempo inmemorial la que sufría de sed y grandes problemas de higiene por falta de este líquido. Aunque esta carencia era evidente para todos, el gobierno porfirista siguió afirmando que la capital contaba con más agua que Madrid, París y algunas otras capitales. Pero “Hasta los periódicos gobiernista afirmaban que sin agua era inútil el código sanitario.”10 La población de la colonia del rastro se allegaba del líquido a través de distintos medios. La fuente de este líquido más próxima fue el canal del Norte también llamada zanja cuadrada. “La ubicación y dirección del canal es al sur de la colonia que se distinguía por Peralvillo y hoy por Nuevo Rastro; su dirección es la misma que tiene el límite de separación entre dicha colonia y terrenos que están al Norte y Oriente de la vía del Ferrocarril Interoceánico.”11 Este canal había sido construido para proteger a la ciudad de los acometidos de agua en época de lluvias. En el año 1879 se abrió este canal al que se le dio el nombre de canal del Norte, por su ubicación con respecto a la ciudad. Esto hizo que la ya existente zanja cuadrada se prolongara –por eso la herencia del nombre–. El canal se construyó con el objeto de que las aguas de ese rumbo y las que pudieran desbordarse del Río Consulado fuesen por este canal al Peñón de los Baños y Texcoco sin que entrasen a la ciudad.12 La zanja de la Vaquita se localizaba entre el límite Oriental de la Estación del Ferrocarril de Hidalgo y el Occidental de la colonia del Nuevo Rastro, hoy calle del Boleo, siguiendo por la parte norte de dicha colonia, separando los terrenos de ésta de los terrenos de la Vaquita, que no formaban parte de la zanja cuadrada y estaba comprendida en lo que hoy se conoce por calle del Boleo y el Río Consulado.13 Por otro lado, el “Nuevo Rastro” era dotado de agua a través de una toma exclusiva. En 1897 que Pablo Macedo presentó los planos de la colonia en representación de David de Gheest, hizo una petición para que de la toma de este importante edificio de la ciudad pudieran tomar el líquido y abastecer a una parte de los terrenos de la colonia. Esta petición fue negada.

10González Navarro, op. cit., p. 93. 11AHDF, “Obras Públicas pide informe sobre el canal del norte llamado también canal desaguador o zanja cuadrada que sirve de limite sur a la colonia del Rastro”, Vol. 3888, exp. 1071, 1902. 12Ibidem. 13Ibidem. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 60

Por lo que puede observarse, la falta de agua no era el problema sino la pureza de ésta que siempre implicó problemas muy graves para esta colonia y para toda la población de la ciudad. Un curioso relato muestra las implicaciones de la falta de agua potable por estos lugares: ¡ESOS PULQUEROS!–Un abogado que regresaba de Tlálpan, vio cerca de la garita de Peralvillo que unos carreteros estaban ”bautizando“ el pulque de las barricas que conducían, pero esta operación la estaban haciendo con el agua inmunda de la acequia que pasa á orilla de la calzada. Traslado al Consejo Superior de Salubridad.14

Al respecto de la falta de agua potable se habló en el contrato con la Compañía de Obras y Bienes Raíces S.A., en su sección undécima, en donde se trató la provisión, entubación y distribución de agua potable, según los planos que la Dirección General de Obras Públicas había aceptado. En él se relataba la planificación de las obras y se fijaban los acuerdos.

Figura 3.2: Proyecto de distribución de agua. Colonia Nuevo Rastro, 1907

La Compañía deberá, perforar el número de pozos artesianos que sean necesarios, á fin de obtener un rendimiento mínimo de 2,000 litros por día para cada casa que se construya en las manzanas que pertenecen al la Compañía y marcadas en el plano anexo á este contrato, y al que se refiere la cláusula primera. La Compañía deberá proceder desde luego á la perforación del primer pozo artesiano. Deberá la Compañía además, hacer la instalación de una planta de bombas centrífugas sistema “HOLLEY” en los términos que se expresan en el mismo contrato.15

14El Tiempo, Ciudad de México, 7 de febrero de 1900, p. 3. 15AHDF, “Contrato de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz S.A. para la ministracion de la fuerza destinada a los Sres. de la planta de bombas para el servicio de aguas en la Nueva colonia del Rastro”, vol. 1213, exp.499, 1907. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 61

Las especificaciones en lo que se refiere a la cantidad de los materiales, a decir de la Dirección de Obras Públicas, eran las mismas que se habían observado en las obras llevadas a cabo en la capital. Con respecto a las obras de dotación de agua potable, la Comisión fijó su atención en la manera propuesta en el contrato, para poder surtir de agua a las casas que se edificaran en los terrenos que se urbanizaran. En la celebración del contrato que tuvo en cuenta esta consideración se pactó que para contar con la debida dotación de agua en la colonia, perforaría la compañía contratista el número de pozos artesianos necesarios, a fin de que obtuviera un rendimiento mínimo de 2,000 litros por día para cada casa que se construyera en los terrenos, obligándose la compañía, a la perforación del primer pozo, a reserva de ir construyendo los demás a medida que fueran siendo necesarios. Estos pozos son de las mismas condiciones de los que se han perforado en la colonia de la Condesa. Se pacta además, que la compañía proceda a la instalación de una planta de bombas sistema “HOLLEY”, semejantes también a las que ya existen y están funcionando en la colonia de la Condesa. Las condiciones con respecto a los pozos y a las bombas, son las que la experiencia ha indicado como convenientes, en vista de los resultados obtenidos en la Condesa y Cuauhtémoc. Está pactado el establecimiento de todos los pozos de válvulas de retención, cajas de incendios y demás accesorios del sistema.16

Esto a su vez requirió de la luz eléctrica para que pudieran funcionar las bombas solicitadas. Un informe del ayuntamiento posterior al contrato con la mencionada compañía informa que ...habiendo recibido esta Dirección la planta de bombas instalada para el servicio de aguas para la nueva colonia del Rastro, procede la celebración de un contrato con la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz S. A. Para la ministración de la fuerza destinada á los motores de dicha planta. En tal virtud tengo el honor de enviar á Ud, por separado un proyecto de contrato, suplicando á esa Superioridad se sirva decirme si merece su aprobación á fin de proceder á legalizarlo. Sirvase Ud. Aceptar las seguridades de mi atenta consideración. México, Abril 23 de 1909.17

En un plano general de la ciudad en el que se presenta la distribución de lámparas, se observa que, antes de este contrato con la Compañía Mexicana de Luz, la parte norte, de las colonias enmarcadas dentro de los límites del ayuntamiento de México, solo la colonia Valle Gómez contaba con tres lámparas, paralelas a la vía que transporta a Guadalupe Hidalgo. El contrato para abastecer a la colonia del Rastro

16Decreto publicado en el Diario Oficial correspondiente al día 24 de diciembre de 1889. Núm. 152. En el AHCM, vol. 519, exp. 12, 1889. 17AHDF, “Contrato de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz S.A. para la ministracion de la fuerza destinada a los Sres. de la planta de bombas para el servicio de aguas en la Nueva Colonia del Rastro”, vol. 1213, exp.499, 1907 3. SERVICIOS PÚBLICOS 62 del servicio de electricidad se erigió bajo las siguientes normas. El documento estipula la construcción de un tramo de colector de 1.50 de diámetro y en otra solamente de 1.25. La construcción de este colector aunque destinado en un principio a sanear los terrenos de la colonia ya referida, estaba pensada para que ulteriormente fuera utilizada para otros terrenos de la colonia Valle Gómez, de la colonia Maza o de la de la Bolsa.18

3.3. Pavimentación de calzadas y vías públicas

Los pavimentos de la ciudad de México a finales del siglo pasado eran de adoquines, en la mayor parte de las rutas de la ciudad, y de simple tierra, en las vías de los barrios bajos.19 De los dos tipos de adoquín que se usaba, el adoquín asfáltico cubría las principales calles de la ciudad: Plateros, Cinco de Mayo, Tacuba, 16 de septiembre y la avenida Juárez. El adoquín de recinto se empleó en el resto de la parte comercial de la ciudad. En el Paseo de la Reforma se empleó, por primera vez, el sistema Mc-Adam, que consistía en ir cubriendo con piedras cada vez más chicas la avenidas, con un espesor de unos diez centímetros. Posteriormente, a este pavimento se le adicionó chapopote, aumentando así su tersura y consistencia. A inicios del siglo XX, los barrios bajos siguieron carentes de este servicio, por ello, se presentó una petición de los vecinos de la calle de Peralvillo para que se instalara el sistema de desagües y de carros de limpia, pues estos ciudadanos consideraban que “la base para que la Capital pueda llegar a disfrutar de buenas condiciones sanitarias consiste en la higiene de los suburbios, y esta parte en que habitamos por su posición topográfica, parece especial atención, por ser del Norte los vientos dominantes.”20 Los vecinos obtuvieron la siguiente respuesta: “tengo el honor de manifestar a Ud. que las cosas á que se refieren están fuera de los límites de la Ciudad y éstas no cuenta con los elementos que son indispensables para hacer los servicios en extensión indefinida.”21 Los trámites para brindarle estos servicios también esperaron hasta el contrato con la Compañía Bancaria de Bienes Raíces y ya en este último proyecto, no se contempló a la colonia en su totalidad, pues en los planos puede observarse que solo algunas de las calles de la colonia, las que rodeaban la salida del Rastro, estaban incluidas para ser

18AHDF, Colonias,vol. 520, exp. 41. 19Alfonso de Icaza, op. cit., p. 132. 20AHDF, “Los vecinos de la calzada prolongación de las calles de Peralvillo piden se manden componer estas por encontrarse en malas condiciones de higiene”, Ayuntamiento,vol.611 exp.12, 1903. 21Ibidem. 3. SERVICIOS PÚBLICOS 63 pavimentadas. En el contrato relativo a la pavimentación se establecieron las condiciones en que habría de construirse los terraplenes y las guarniciones de las banquetas: las banquetas serían de cemento conforme a las especificaciones que regían a la Ciudad. Para la pavimentación de las calles, se adoptó el sistema de empedrado, teniendo en cuenta que por la ubicación de la colonia, no sería posible afrontar el elevado costo que tenía el asfalto. En este apartado, una vez más, el ayuntamiento hacía referencia a que las condiciones para la pavimentación eran las mismas que las establecidas en las otras colonias.22

Figura 3.3: Plano de la colonia del Nuevo Rastro de la Ciudad, 1910

22AHDF, Colonias,vol. 520, exp. 41. Capítulo 4

Condiciones de vida en la colonia del Rastro

Este apartado reúne algunos relatos que describen las condiciones de vida de los habitantes de la colonia del Rastro con el propósito de mostrar las dificultades que sufría la gente de esta colonia y las aledañas, y el riesgo de que toda la ciudad padeciera epidemias a consecuencia de mantener suburbios tan insalubres. Como un refuerzo a los relatos, presento estadísticas de las causas más frecuentes de muerte elaboradas por el Consejo Superior de Salubridad, con las cuales se puede llegar, por una vía distinta, a conocer las condiciones de vida. De este estudio ha resultado que fueron las enfermedades infecciosas (enfermedades gastrointestinales y del aparado respiratorio) las principales causas de muerte; es decir, enfermedades que, dada su presencia a nivel masivo, no se agotan con diagnósticos individuales, sino que conducen a buscar la explicación en las malas condiciones en las que se encontraba toda una comunidad. La colonia Peralvillo, que pasó a formar parte del ayuntamiento de la Ciudad de México, a partir de la nueva demarcación establecida en 1899, le añadió a su cercanía física con la ciudad una cercanía administrativa. Aunque esto traería a los fraccionadores grandes beneficios por el hecho de que sus propiedades podían ser mercantilizadas como suelo urbano y no rural, también para los pobladores esto podría implicar la segura y pronta dotación de beneficios para el desarrollo urbano de la comunidad. Esto último no ocurrió, la nueva demarcación no implicó mayores compromisos para el gobierno. Las zonas que se fueron cubriendo de viviendas exigían una actividad del gobierno para la organización de los asentamientos, sin embargo, su injerencia se redujo al mínimo. Según los informes que el ayuntamiento ofreció para mostrar las circunstancias en las que se encontraban las colonias de reciente creación, existía una ausencia en el mejoramiento, pues la mayoría de las colonias eran asentamientos ilegales, por lo que

64 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 65 los reglamentos para urbanizar no se aplicaron en ellos. El censo que se realizó en 1900 registró una población de 57,195 personas dentro del primer cuartel de la ciudad, en el que se encontraba nuestra colonia, éste era, el tercer cuartel más grande según su población, solo después del segundo y tercer cuarteles. En este año, en la zona norte del cuartel se gestaban nuevos asentamientos, algunos tenían una población grande, aunque no detenida en su crecimiento, se trataba de las colonias de Guerrero o Buenavista y Violante o de Tepito, mientras que en formación se encontraban las colonias del Rastro, Valle Gómez y Maza. No hay datos precisos que muestren el ritmo de crecimiento en este cuartel, pues los resultados del censo que se realizó en 1910 no proporcionan información a este nivel. El único dato que ofrecen es el de la población total del ayuntamiento de México de 471,066 habitantes, lo que significó un crecimiento del 28 por ciento con respecto al censo de 1900 (368,777 habitantes). A pesar de no contar con cifras precisas que muestren el crecimiento, podemos decir que las colonias de la zona norte se cubrieron de población: Peralvillo, Valle Gómez y Maza, y, a juzgar por los transeúntes, se caracterizaban por ser de las más pobladas en la zona norte; según cálculos de una mujer que denunciaba lo antihigiénico del lugar, unas cuatro mil personas vivían en la colonia conocida como Valle Gómez.1 Además de esto, uno de los elementos para observar su rápido crecimiento es el número de muertes en el cuartel, que, a partir de 1907, lo consolidó como el segundo en cuanto a índice de mortalidad en todo el ayuntamiento. Estas estadísticas sin duda hablan de las condiciones y los estragos que se sufrían por la pobreza de sus habitantes y la falta de servicios públicos. Estos índices de mortalidad mostraban la necesidad de tales servicios, pues crecían en la medida en que aumentaba el número de habitantes. Al respecto, un informe de 1906 registra en este mismo cuartel, además de las colonias ya mencionadas, un nuevo grupo de asentamientos: Chopo, Morelos, Progreso, la Bolsa y Romero Rubio.2 El hecho es que a pesar de la multiplicidad de asentamientos establecidos a una velocidad acelerada, ninguno de ellos se despega de las características generales que definen a esta zona. La ruptura de los límites urbanos que se dio en la demarcación norte-oriente se cubrió de la gente más pobre, en contraste con lo que pasaba en aquellas zonas residenciales que circundaban al Paseo de la Reforma; el crecimiento poblacional de este tipo de lugares implicó graves problemas sociales para la ciudad de México, en los

1AHADF, vol. 1224, exp. 746, 1910. 2Boletín Oficial del Consejo de Gobierno del Distrito Federal, México, viernes 8 de enero, no. 3, tomo XVII, p 38. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 66 que ningún factor, ni el apogeo económico característico del porfiriato, ni la introducción de los servicios públicos más modernos, pudieron alterar la decadencia en las condiciones de vida de esta zona.

Figura 4.1: Plano de la Ciudad de México dividido en cuarteles, 1910 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 67

Figura 4.2: Planos de terrenos de las colonias Nuevo Rastro, Maza y Ferrocarril-Hidalgo, 1907

Entre los problemas que implicó el crecimiento demográfico y la prioridad que el gobierno daba a algunas zonas de la ciudad, se encuentran los problemas de salud entre las personas menos beneficiadas por la modernidad. A las estadísticas de muerte contribuían los peor comidos, los menos abrigados y los que no podían pagar para recibir atención médica. En todas las zonas en las que se dividía la urbe se encontraba gente de este tipo, pero la zona que por excelencia estaba poblada por la gente más modesta se enmarcaba en los límites del cuartel I. Las descripciones de esta zona aportadas por sus propio habitantes, por visitantes de la ciudad y por las mismas autoridades, pueden funcionarnos como imágenes para percibir los problemas que forman parte de las características que definían a las colonias del rumbo. La primera cita se trata de una petición de los vecinos del rumbo de Peralvillo, fechada el 17 de julio de 1903, dirigida al Consejo Superior de Salubridad y posteriormente a la Dirección General de Obras Públicas del ayuntamiento de México, para solicitar los servicios de desagüe y de limpia. Usan la descripción de las condiciones antihigiénicas en las que viven para decir que tales circunstancias representan una violación a las leyes de sanidad. ... ha ya demasiado tiempo que somos víctimas del más punible de los abandonos, abandono tanto más deplorable cuanto que contraviene las leyes de la higiene, puede asegurarse, es causa de grandes males para esta parte de la ciudad, que por su orientación es barriada en sus miasmas por los vientos dominantes que soplan sobre 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 68

la Capital. Al tomarnos la libertad de dirigirnos a Ud., es para mostrarle nuestra situación y solicitar el más apropiado remedio á los males que nos afligen. Carecemos por completo de desagües y el de las casas van á dar á las zanjas que por cenagogas ni pueden tener ninguna circulación los desechos ó materiales fecales que en ellas se arrojan. Los carros de la limpia no hacen servicio alguno por este rumbo y como la policía nos obliga a hacer el barrido de la calle y á recoger las basuras éstas permanecen amontonadas en el interior de nuestras habitaciones, produciendo con sus emanaciones miasmas insoportables que son causa no pocas veces de graves enfermedades. Por lo expuesto verá Ud., que se cometen dos infracciones al Código Sanitario una el que los desechos permanezcan amontonados en el interior de las habitaciones y la otra que los desagües sean arrojados en zanjas, tanto más si estas no pueden tener o no tienen comunicación libre en su corriente. Infracciones éstas, Señor Gobernador, de las que no se nos pueden culpar en lo más mínimo; como es fácil comprenderse. Punto demasiado bien definido que la base para que la Capital pueda llegar a disfrutar de buenas condiciones sanitarias consiste en la higiene de los suburbios, y esta parte en que habitamos por su posición topográfica, merece especial atención, por ser del Norte los vientos dominantes. Así es, Señor Gobernador, que respetuosamente nos dirigimos a Ud. haciéndole conocer nuestras necesidades y pidiéndole el remedio para ellas, ofreciendo solamente emplear nuestros afanes todos, por corresponder y ayudar en lo que nos permita nuestras humildes y escasa facultades y circunstancias. -Hilario Rojas.-Antonio Martínez.-Amado Garrido.-Rafael Moran.-Guadalupe Paz.-Jesús G. Guerra.-Antonio Arenas.-Miguel T. Jiménez.-Rafael Santoyo.-Antonio Santoyo.- Pablo Carvajal.-Juan Ramírez.-José Domímguez.-M. Sainz.-Manuel Uriarte.- Enrique Figueroa.-rubricas. Libertad y Constitución México, julio, 20 de 1903.3

La zona norte que rodeaba a la ciudad era fea e insalubre: múltiples denuncias al ayuntamiento solicitaban se quitaran los montones de basura que generaban gases sumamente desagradables; que la zona norte no fuera el sitio donde se tiraran los cadáveres de caballos y todo tipo de animales que, además del mal olor, atraían a carroñeros que se alimentaban, esparcían la suciedad y provocaban enfermedades. Pero el abandono que sufrían los habitantes continuó, a pesar de los denuncias de tales condiciones. El siguiente relato de un transeúnte fechado en el año de 1910, da cuenta de los continuos estragos del lugar

3AHDF, “Los vecinos de la calzada prolongación de las calles de Peralvillo piden se manden componer estas por encontrarse en malas condiciones de higiene.”, Ayuntamiento, vol. 611, exp. 12, 1903. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 69 en el que convergían las colonias Valle Gómez, Maza y Peralvillo. Hacia el oriente de la calzada de Guadalupe, en terrenos inmediatos a la ex-garita de Peralvillo y que pertenecen a la Municipalidad de México, existen dos barrios cuyo estado es verdaderamente triste y peligroso, causando gran repugnancia el aspecto que presentan dichas barriadas que llevan el nombre de colonias “Maza” y “Valle Gómez”, respectivamente constituyen dos barrios infecciosos, que amenazan la salud de los vecinos que habitan ese rumbo, pues además de que las zanjas que limitan una parte por ese lado de la referida calzada, están llenas de desperdicios y de animales muertos, que en perfecto estado de descomposición flotan en las pútridas y cenagosas aguas, muchas calles tienen caños descubiertos con aguas estancadas y corrompidas; que carecen de drenaje y por último, no se pude impedir que los terrenos no fincados sean convertidos en basurero. Ya en otras veces este ayuntamiento ha presentado algunas iniciativas con el objeto de que se presente alguna extensión a ese rumbo, que no obstante su proximidad a la metrópoli, es quizá el más sucio y abandonado y si bien es cierto que se encuentra fuera de los límites de la Municipalidad de Guadalupe Hidalgo, no es menos cierto que constituye un serio amago para los de esta ciudad; además, las personas que a diario tienen que pasar por enfrente de esa zona mísera y repugnante experimentan una impresión de positivo desagrado, principalmente al observar el asqueroso conjunto de infectas barrancas de madera que constituyen lo que por sarcasmo se ha dado en llamar "Mercado Valle-Gómez". Se impone pues la necesidad de poner un drenaje, siquiera provisional en ambas colonias, mandar limpiar los terrenos cercados: destruir las barrancas que se acaban de mencionar, así como las basuras y por último hacer cumplir a los vecinos, en cuando sea posible, el reglamento de aseo de las calles. 4

Con motivo de la llegada del primer centenario del inicio de la revolución de Independencia, el gobierno se preocupó por darle mejor vista a la Ciudad y, sin embargo, los arreglos no llegaron a la zona. Por ello, el propio ayuntamiento de Guadalupe Hidalgo solicitaba a su homólogo de la ciudad de México, que se retiraran los basureros de la calzada de Guadalupe: La Calzada de Guadalupe está marginada hacia el Oriente y hasta la antigua exgarita de Peralvillo, por varias zanjas, algunas de ellas llenas de agua estancada y fétida, las cuales unidas a los basureros que se encuentran inmediatos á dichas zanjas, principalmente en el lado oriente que corresponde a las colonias Maza y Valle Gómez, producen un olor muy desagradable, que se nota perfectamente al recorrer esa parte de la Calzada... por sí sola constituye, actualmente una amago para la salubridad pública en general, la existencia de las expresadas zanjas y basureros causa una impresión muy desagradable a las personas que tienen que recorrer indispensablemente ese tramo de la Calzada para venir a esta ciudad, sea en tranvía, en carruaje o a pie...5

4AHADF, vol. 1224, exp. 746, 1910. 5AHDF, Salubridad e higiene, “El ayuntamiento de Guadalupe Hidalgo propone que se quiten los basureros que existen en las colonias Valle Gómez y Maza.”vol. 646, exp. 26, 1910. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 70

Las medidas tomadas por el gobierno ante los graves problemas no fueron una solución completa a la insalubridad de la ciudad y las estadísticas muestran con números la gravedad a que llegó el problema. Una parte de la demanda de vivienda era satisfecha por la intervención de las compañía fraccionadoras de terrenos. Objetivamente, la obtención de una vivienda representó un beneficio real, pues implicaba un espacio para establecerse, para descansar y dormir, asearse, comer y convivir con la familia, la cual tendría un lugar, tras la salida de la madre o padre trabajadores, en donde permanecer seguros; además de que estas colonias garantizaba una relativa cercanía a los centros de trabajo. Y, como dice Dolores Morales, eran alojamientos, si no propios, mucho más baratos que los que se ofrecían en el casco de la ciudad.6 Pero el hecho de considerar mejor este tipo de viviendas, no significó que estuviera en un ambiente propicio. Para poder hacer una mejor valoración es necesaria una comparación con otras colonias en donde los índices de higiene y mortalidad revelan condiciones propicias para un mejor desempeño individual y familiar. Las características que revela el plano de la colonia muestran una traza rectangular en donde se marcan lotes más o menos homogéneos que oscilan entre los 100 y 300 metros cuadrados. Estas dimensiones poco nos pueden decir, pero si hacemos un ejercicio de comparación podemos darnos una mejor idea de las diferencias que había con otras colonias. Por una lado, en las zonas residenciales situadas en los alrededores del Paseo de la Reforma, los terrenos para una sola vivienda eran normalmente de mil metros cuadrados; los había de menor dimensión y también algunos que contaban con más de dos mil metros cuadrados, pero lo normal era que oscilaran entre los mil metros. Las porciones en las que se dividieron la colonia Peralvillo y sus asentamientos vecinos eran dimensiones físicas pensadas para un sector de posibilidades económicas mucho más reducidas. A esto, hay que agregar que, además de la gran diferencia entre las superficies de los terrenos según la colonias, la mayoría de los lotes no eran adquiridos en propiedad, sino en calidad de arrendados y se ofrecían espacios menores, lo que significaba una significativa reducción de los 300 metros cuadrados que aparecían en el plano. Este fraccionamiento al interior de los lotes implicaba una mayor posibilidad de conseguir vivienda porque los gastos se reducían. Por sus ubicación,fuera de la ciudad, por su inexistente planificación urbana y sus reducidas

6Dolores Morales, “La expansión de la ciudad de México: el caso de los fraccionamientos”, en Alejandra Moreno Toscano, et al., Ciudad de México. Ensayo de construcción de una Historia, México, Sep-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1978, p. 190. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 71 dimensiones y servicios podemos decir que la zona estaba destinada a trabajadores, artesanos, obreros, etc. Es decir que, de acuerdo con las características de los compradores, las ofertas de los fraccionadores se ajustaban para que pudieran realizar sus operaciones mercantiles: el reducido tamaño de los bolsillos de estas personas fue proporcional a las características de vivienda ofrecidas.

Figura 4.3: Viviendas al oriente de la calzada de Guadalupe, Dreffes, E. J. G., Peregrinación a Villa de Guadalupe Secuencia Fotográfica, 1912 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 72

Figura 4.4: Viviendas al oriente de la calzada de Guadalupe, Dreffes, E. J. G., Peregrinación a Villa de Guadalupe Secuencia Fotográfica, 1912

Para ilustrar de mejor manera las condiciones de vida, observemos sus efectos reflejados en las enfermedades de las que existe registro estadístico en el boletín mensual que ofrecía el Consejo Superior de Salubridad. Las estadísticas muestran resultados por cuarteles, muy útiles para este trabajo porque, a diferencia de muchas zonas que englobaban asentamientos tan diversos en cuanto a condición económica se refiere, el cuartel al que pertenece nuestra colonia es relativamente homogéneo. En estos informes resalta el índice de mortalidad que va aumentando a medida que avanza el periodo de diez años de observación. Las estadísticas muestran, a partir de 1903, que el índice de mortalidad de este cuartel comienza a ser mayor con respecto al que sufre la ciudad en su nivel promedio. Usando como punto de partida el censo de 1900, puede apreciarse que inicialmente la ciudad en su conjunto padecía una mortalidad mayor que el cuartel I, pero para el año de 1905 los papeles se invirtieron, la mortalidad del cuartel pasó a 54’7 mientras que el promedio para la ciudad fue de 52’03. La tendencia al alza no terminó aquí, se sostuvo hasta 1910, año en el que la ciudad en general bajó a 42’58 y el cuartel I se elevó a un altísimo 67’48. Aunque la zona a la que nos hemos venido refiriendo no era la demarcación que le aportaba a la ciudad la mayor cantidad de muertos, ésta representó el tercer lugar con mayor índice de mortalidad de 1900 a 1907. A partir de este último año la gravedad en los problemas de salud colocó a este cuartel en el segundo lugar por la cantidad de muertes ocurridas en 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 73

él. Lo que acontecía en estos lugares siempre fue considerado por el gobierno como problemas fuera de su incumbencia, por las pocas repercusiones que éstas pudieran implicarle. Las malas condiciones que aquejaban a los habitantes reflejaban las graves desigualdades materiales de los habitantes de la ciudad.

Cuadro 4.1: Mortalidad por año

Zona/año 1900 1902 1906 1907 1909 1910 Ayuntamiento de México 49’99 52’77 52’03 51’5 57’47 42’58 Cuartel I 41’13 45’73 54’7 65 78’18 67’48 Fuente: Boletín del Consejo Superior de Salubridad (BCSS)1900-1910

Las enfermedades que afectaban más a la población de la Municipalidad de México hablan mucho de las condiciones que pudieron gestarlas, pues la pertenencia a una clase social implica, evidentemente, todo un modo y un estilo de vida: ingresos y riquezas, seguridad económica, entorno físico, número de miembros de la familia y ritmo de los nacimientos, oportunidades para educar a los hijos, etcétera.7 A partir del análisis de las causas de muerte se podrán acotar las condiciones en las que vivía el grupo de interés.

Cuadro 4.2: Muertes en el Caurtel I por categoría de enfermedades de 1900-1908

Categoría 1900 1902 1903 1906 1907 1909 1910 1911 % % % % % % % % Enfermedades generales 14.96 15.79 12.74 17.66 18.41 23.05 18.53 18.38 Id del sistema nervioso 5.29 4.43 4.70 4.93 4.99 6.06 5.43 5.27 Id del aparato circulatorio 3.45 4.01 4.02 3.07 4.23 4.65 4.21 4.44 Id del id respiratorio 19.58 22.06 20.71 22.34 22.38 21.36 22.69 23.41 Id del id digestivo 39.91 42.28 44.28 37.67 38.50 36.09 40.81 41.03 Id del id genito urinario 1.18 0.92 1.36 0.90 1.25 0.96 1.14 1.25 Estado puerperal 0.35 0.65 0.34 0.46 0.26 0.49 0.47 0.44 Enfermedades de la piel 0.63 0.69 0.61 0.37 0.55 0.78 0.98 0.42 Id de los órganos de la locomoción 0.20 0.04 0.00 0.00 0.03 0.11 0.00 0.03 Vicios de conformación 0.00 0.08 0.20 0.19 0.16 0.13 0.18 0.16 Primera infancia 2.59 3.59 4.22 3.97 3.13 3.47 3.75 3.42 Vejez 0.51 0.27 0.20 0.68 0.47 0.78 0.80 0.65 Afecciones por causas exteriores 0.24 0.15 0.20 0.31 0.97 0.78 0.31 0.68 Enfermedades mal definidas 3.29 5.05 6.47 7.47 4.67 1.27 0.47 0.47 Suma 100 100 100 100 100 100 100 100 Fuente: BCSS 1900-1910

7Jeremy Noah Morris, Aplicación de la epidemiología, traducido por Francisco García-Sanz, Barcelona, México, Salvat, 1985, p. 60. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 74

Según las estadísticas del Consejo Superior de Salubridad, los problemas generados en los aparatos digestivo y respiratorio eran los principales males que aquejaban a la población de esta área. Las enfermedades que tienen que ver con el aparato digestivo representaron en promedio, el 40 por ciento de las causas de mortalidad entre los habitantes de aquel cuartel en el periodo 1900-1911. En su mayoría, estos padecimientos son de origen infeccioso ocasionados por ingerir alimentos en descomposición o manipulados por personas enfermas, por el contacto con líquidos contaminados con aguas residuales, entre otros.

Cuadro 4.3: Las principales enfermedades del aparato digestivo

Enfermedades del aparato digestivo Porcentaje Diarrea y enteritis (en menores de dos años) 14.48 (bis) diarrea crónica 2.78 Diarrea y enteritis (de dos años y más) 10.67 Cirrosis del hígado 3.62 Fuente: BCSS 1900-1910

De las 20 enfermedades en las que se desglosaban las relacionadas con el aparato digestivo se encuentran casos muy significativos por sus implicaciones. En primer lugar, estaba la diarrea que ocasionó el mayor número de muertes, no solo en este cuartel, sino en toda la ciudad durante el periodo de observación (1900 - 1910). El concepto es revelador, ya que es exclusivo para la población infantil. El dato crudo que pueden dar las estadísticas va acompañado de la ilustración del tipo de vida de estos seres indefensos. La muerte de niños es una evidencia irrefutable de la pobreza material de un grupo social, pues este descuido o la no atención encuentra su explicación en las necesidades tan apremiantes que padece una familia, lo que afecta inevitablemente al eslabón más débil quien parece no ser percibido. Ahora bien, aunque la principal víctima de la diarrea era el sector infantil, dentro de esta población (de 0 a 2 años) no todos tienen el mismo riesgo de padecer la enfermedad y/o morir de ella. La desnutrición o el bajo peso al nacer, que a su vez puede ser ocasionado por la mala alimentación de la madre, la ausencia de lactancia materna, entre otros, son elementos que determinan el grado de riesgo de contraer la enfermedad. Sin embargo, los altos índices en los que se presenta este mal rebasan las explicaciones individuales y obligan a buscar elementos en las condiciones generales. El agua o los alimentos, como la leche u otros productos utilizados para el destete del infante, 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 75 contaminados debido a la mala eliminación de excretas, la manipulación de los alimentos por las madres enfermas o por su falta de higiene, son las principales causas de la enfermedad. Este problema, a su vez, era ocasionado por la práctica usual entre los comerciantes de ponerle a la leche, diversas sustancias. En unos análisis que se hicieron a la leche, descubrieron agua combinada con sesos de animal, esta adición tenía como objetivo que la leche no perdiera consistencia. Ejemplos como éste dan idea del grave problema que la población enfrentaba, particularmente si no se tenía recursos para adquirir productos de buena calidad.8 La segunda frecuencia más alta de muerte era causada por la misma diarrea y enteritis, pero dentro de un sector que iba de los dos años de edad en adelante. El 18 por ciento que sumaban las cuatro principales enfermedades de esta categoría no pueden explicarse individualmente, sino que se debe analizar desde un nivel más amplio, de tal manera que la respuesta pueda corresponder a la dimensión del problema. Cuando las enfermedades infecciosas afectan a comunidades completas, el análisis médico debe rastrear explicaciones que abarquen el fenómeno masivo del acontecimiento en las condiciones o elementos que comparte su vida cotidiana toda la comunidad afectada. La investigación médica que ha detectado los virus, bacterias, parásitos y hongos contenidos en alimentos o bebidas que causan las enfermedades, también ha señalado que cuando los brotes de alguna enfermedad de carácter infeccioso adquieren una condición masiva, suelen ser resultado de carencias básicas a nivel social, como por ejemplo el déficit en el suministro de agua potable.9 En el caso de la colonia Peralvillo, Valle Gómez y Maza, el único medio para que los habitantes obtuvieran el líquido para sus distintos usos, era a través del canal, que indudablemente estaba contaminada con los desechos de la zona central de la ciudad y por los mismos residuos del rastro, que daban las condiciones para desencadenar estas enfermedades. Las enfermedades que tienen que ver con el funcionamiento del aparato respiratorio representaron, aproximadamente, el 22 por ciento; éstas se explican por la temporada y por la contaminación atmosférica. Según la ciencia médica, “La contaminación atmosférica crónica originada por la combustión doméstica e industrial de carbón es el factor urbano-ambiental que ha suscitado más sospechas.”10 De las enfermedades del cuartel I que se agrupan en esta categoría, la bronquitis aguda

8González Navarro, op. cit. 9M. López Brea y J. C. Sanz Moreno,“Infecciones gastrointestinales”, en José Angel García-Rodríguez y Juan J. Picazo, Microbiología médica. 2 Microbiología clínica, Madrid, Mosby, p. 229. 10Jeremy Noah Morris, op. cit., p. 60. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 76 era la más fuerte, con un 30.9 por ciento entre las de su categoría.

Cuadro 4.4: Principales enfermedades del aparato respiratorio, Cuartel I

Enfermedades del aparato respiratorio Porcentaje Bronquitis aguda 30.97 Neumonía 24.84 Bronco-neumonía 19.15 Fuente: BCSS 1900-1910

Nuevamente, la bronquitis aguda tenía mayor incidencia en niños menores de cinco años. Los factores que se consideran propulsores de este padecimiento, en la mayoría de los casos, señalan a la contaminación atmosférica y nos remiten a los lugares de vivienda y a las condiciones externas que compartía una buena parte de la población. En el caso del grupo infantil, se explica por el estado en el que las familias vivían: realizaban todas sus actividades en una sola habitación, cocinaban con leña y o carbón, provocando grandes cantidades de humo que tenían que ser respirados por los niños que permanecían siempre en el hogar. Por otro lado, la noción del “mal aire” es muy antigua entre los pueblos. La identificación de una atmósfera contaminada no ha requerido de la observación de científicos que hagan un análisis de campo para descubrir en las condiciones ambientales, una de las causas del malestar de quien los inhala. La atmósfera propicia para la propagación de las epidemias son explicables por la presencia humana a poca distancia, en general “la atmósfera es más rica en gérmenes en los barrios bajos y los patios de la ciudad que en las avenidas aireadas, parques y jardines.”11 Las condiciones de vida que se conformaban con la inexistencia de servicios públicos como agua, drenaje; el hacinamiento en las pobres viviendas con nula ventilación; la alimentación escasa y de mala calidad y la falta de hábitos de higiene fueron rasgos que se hicieron más comunes en esta zona de la periferia de la ciudad y brindaron las condiciones propicias para la propagación de innumerables enfermedades.

11Hervé Harant, Las epidemias, traducción de Johanna Givanel, Barcelona, Oikos-tau, 1971, p. 81. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 77

Figura 4.5: Suburbios de la Ciudad de México, C.B.Waite, Habitación y vivienda, 1901-1909

Los registros históricos mundiales afirman que el hacinamiento causado a su vez, por el inicio del proceso industrial trajeron enfermedades como la tuberculosis. En el caso de la ciudad de México, el cuartel I que tanto hemos descrito, mostraba mayor incidencia en esta enfermedad. De los padecimientos dentro de la categoría de generales, la tuberculosis pulmonar era la que más muertes causaba.

Cuadro 4.5: Las principales enfermedades de acuerdo con la nomenclatura internacional de enfermedades generales

Enfermedades generales Porcentaje Tuberculosis de los pulmones 21.6 Alcoholismo 14.1 Tifo exantemático 9.1 Viruela 9.0 Tuberculosis abdominal 5.4 Sarampión 5.3 Fuente: BCSS 1900-1910

Dentro de su grupo, la tuberculosis pulmonar representó el 21.6 por ciento de las enfermedades; para todo el cuartel, representó la tercera causa –solo después de la diarrea entre niños y adultos y la bronquitis– de las muertes en esta zona. Esta enfermedad infecciosa también se caracterizaba por ser altamente contagiosa. La tuberculosis se puede desarrollar prácticamente en todos los órganos de 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 78 nuestro cuerpo, pero el más frecuente es el pulmonar. Las fuentes de infección suelen ser a partir de los esputos secos del suelo que se transmiten principalmente por vía respiratoria. Otra vía es la digestiva, fundamentalmente por la ingestión de leche contaminada. La tuberculosis fue una causa grave de muerte porque a las malas condiciones de vida se le agregaron condiciones que favorecieron su contagio, es decir, el hacinamiento en el que se encontraban los habitantes de los suburbios de la ciudad completó el cuadro propicio. Las relaciones entre las grandes familias en espacios reducidos y con pobre ventilación favorecieron la propagación de esta enfermedad. Otras dos enfermedades que tuvieron importancia fueron el tifo exantemático y el alcoholismo, la primera formaba parte de la lista de enfermedades epidémicas que sitiaron a muchas de las grandes ciudades del mundo y que a pesar de las tragedias que trajeron al país, no pudo destronar a la diarrea que cobraba más víctimas que cualquiera de las terribles epidemias mundiales. Los inspectores del Consejo Superior de Salubridad elaboraron un informe a fines de 1892 y principios de 1893, acerca de las condiciones de higiene del Distrito Federal. La inspección de 303 casas en el cuartel número 1 de la ciudad demostró que en el 93 por ciento había tifo; 12 estaban en pésimas condiciones higiénicas; en 4 había crup, viruela en 3 y escarlatina en una. Las políticas de sanidad del país, aunque se concentraron en la metrópoli, no superaron los problemas existentes. Para el periodo de estudio de este trabajo, resulta un poco complicado hacer una comparación con las cifras presentadas en el informe mencionado, sobre todo porque los datos con que se cuenta no se presentaron en todos los años a este grado de desagregación. Los años para los que hay registro muestran que los casos de tifo que se dieron en el cuartel I, exceptuando 1910, fueron superiores al promedio de toda la ciudad.

Cuadro 4.6: Promedio de casos de tifo exantemática por mes

Año Promedio del Promedio del cuartel Ayuntamiento 1905 4.8 3.2 1907 5.9 5.0 1908 7.3 7.7 1909 6.0 4.6 1910 6.6 8.2 Fuente: BCSS 1900-1910

Los insectos representaron una importancia muy alta en la transmisión de enfermedades. En el caso 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 79 del tifo exantemático, el principal organismo de transmisión era el piojo del hombre, quien funge como un huésped intermediario del tifus exantemático y de otras enfermedades como la fiebre recurrente.12 La falta de hábitos higiénicos, como el asearse, manipular con limpieza utensilios y comida, procurar la limpieza del hogar, etcétera, forman parte de una cultura que está íntimamente relacionada con la pobreza material, inserta, como en un ciclo sin fin, en un ambiente que propicia la gestación de una forma de vida ajena a la humana, pero con graves repercusiones para ésta, pues las bacterias, los virus y hasta los insectos hacen de ella su principal víctima. La pobreza hacía de esta gente una presa fácil. Como sucede en todo cultivo, el terreno en donde se siembra también debe estar considerado para ver qué tan prolífico puede ser para el nacimiento de nuevos organismos. La relación que se establecen entre dos organismos, en donde uno puede ser virulento se desarrolla según las tres siguientes posibilidades.

Puede haber alojamiento temporal sin reacción de ninguno de los organismos. No hay ninguna reacción de defensa del huésped, el cual no se siente aludido. En este caso, éste es un portador sano.

Una reacción inmediata del huésped interviene y propone eliminar a aquél, que se convierte de este modo, en un agresor, o a reducirlo en un foco. El estado del huésped es denominado refractario. Este estado puede caracterizarse por diferentes tipos de inmunidad.

El agresor penetra y se multiplica o se desarrolla sin relación específica del huésped. Se trata del estado de receptividad. La movilización de los medios de defensa específicos ocasiona un conflicto de enfermedad.13

Esta relación esquemática, que en la práctica difícilmente se presenta, sirve con fines ilustrativos. Las causas favorables de la actitud del organismo humano frente a la agresión se determina por distintos factores. La edad juega su papel: las fiebres eruptivas se contraen, por regla general, durante la primera infancia. La influencia que tiene la alimentación debe igualmente observarse. En la mayoría de los casos, ciertas carencias favorecen la infección, pero, por su parte, una alimentación insuficiente o desequilibrada constituye un elemento desfavorable para la resistencia. La dieta que se componía de tortilla, frijol, chile, café, pan, fruta o legumbres que había en exceso cuando era su temporadas como jitomate, lentejas, habas, quelites, verdolagas, flor de calabaza, y por otro lado, escasez de proteínas proporcionadas, principalmente, por la carne y la leche, con los peligros que estas últimas representaban por las pésimas condiciones higiénicas de su manejo y conservación

12Ibidem, p. 34. 13Ibidem, p. 34. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 80

Por otro lado, el problema de alcoholismo que sufrió el cuartel I es también alarmante. Las estadísticas con las que contamos señalan la relativa importancia de esta enfermedad en los casos de muerte en el Cuartel I, sin embargo, la comparación de los casos que se presentaban en esta zona resultan mucho más alarmantes si los comparamos con el total de registro de la ciudad, a tal grado que en 1909, los 198 casos de muerte que se registraron en este cuartel por alcoholismo, representaron el 42 por ciento del total de casos de la ciudad de México.

Cuadro 4.7: Muertes por alcoholismo en la Ciudad de México Porcentaje en el Cuartel I

Año Casos en cuartel I Porcentaje 1905 14 6.8 1906 35 11.3 1907 85 18.4 1908 148 27.8 1909 198 42.4 1910 141 41.6 Fuente: BCSS, 1900-1910

Con los anteriores porcentajes podemos observar una tendencia ascendente en los casos que se presentan en el cuartel, ubicando en el año de 1909 el más alarmante, pues significa que de los ocho cuarteles en los que se dividía la ciudad de México, el Cuartel I tenía prácticamente la mitad de muertes por esta causa. Realizar un análisis causal de esta enfermedad sería muy aventurado, pero sí podemos considerar el alcoholismo como un factor más de las insanas condiciones de vida de esta gente. Sin duda para el gobierno y para los médicos este problema era inocultable, mucho más por las dimensiones que iba cobrando y en lo que podría convertirse, si no se tomaban medidas de inmediato. Una valoración de las consecuencias en la salud, ocasionadas por las precarias condiciones de vida que existían en la ciudad, fue presentada por el mismo gobierno. Con la intención de tomar medidas preventivas para las enfermedades contagiosas, el gobierno expuso el trabajo de un médico quien, además de que abordaba el problema que se había presentado en otros países por un ataque de cólera, justificaba la importancia de la acción temprana del gobierno a este respecto. Me ha parecido conveniente hacer preceder el proyecto de que hablé del conocimiento de esta noticia alarmantísima de las propiedades que puede llegar a tomar el cólera asiático en una población pobre, mal alimentada y sucia, pues como las condiciones de la clase más baja de nuestra ciudad, son tan semejantes á las descritas 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 81

por el Dr. Bizard en Rusia, no podemos dejar de pensar que si el cólera nos invadiera, causaría estragos semejantes en relación con la población desheredada de la Capital. Pero no debemos olvidar que si las epidemias comienzan siempre por las clases infelices, cuando han llegado a desarrollarse alcanzan a las que por sus condiciones de fortuna pueden clasificarse en grupos superiores y hasta á las que disfrutan de la más amplia comodidad.14

Observación similar le merece la epidemia persistente de tifo que la capital estaba sufriendo desde hacía cuatro años: ... la experiencia adquirida entre nosotros mismos y apoyada en observaciones concluyentes, demuestran que el tifo comienza por aparecer en las moradas de los pobres, que se disemina entre los miembros de la misma familia y que de ahí se extiende a todas las clases sociales. En el mismo escrito demostramos cómo la aglomeración y las malas condiciones higiénicas de la clase pobre son factores de mucha importancia en la diseminación de la epidemia; y que si se lograra disminuir la aglomeración o mejorar las condiciones higiénicas de los lugares ocupados por esas personas, se evitaría entre ellas la diseminación de la enfermedad. Si, pues, las mismas condiciones que permiten la difusión del tifo son las que permiten la expansión del cólera no podremos prepararnos para la defensa de esta última enfermedad sin extinguir antes la epidemia actual de tifo.15

Y por si estos argumentos no fueran suficientes, este documento, que pretende salvar a la ciudad de la enfermedad del tifo y el cólera, presenta estadísticas de las muertes ocasionadas por esta enfermedad en cuatro años (1907-1910), los cuales ascienden a 2,608 personas, y las implicaciones económicas que podría acarrear el receso laboral de otras tantas personas contagiadas, el médico añade: “El mismo número de personas que se han inutilizado temporalmente para el trabajo, en el mismo espacio de tiempo y por el citado mal, fue de !11920¡” 16 En efecto, esto es importante porque a pesar de no ser el cuartel de mayor población, en muchos informes anuales, sobre todo los más cercanos a 1910, la mayor cantidad de muertes por diarrea son ofrecidas a las estadísticas por el cuartel I, y como el mismo estudio dice, hay razones para que así lo fuera pues El bacilo del cólera vive en el aparato digestivo, pero si éste está enteramente sano, no penetran en la sangre los productos que ese germen elimina y no produce la enfermedad. Todas las causas que deterioran el tubo digestivo favorecen por tanto la

14AHDF, sección salubridad e higiene, vol. 646 exp. 27, 1910. 15Ibidem. 16Ibidem. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 82

introducción de esos productos á la sangre.17

La visión del médico autor de este informe fue muy sensata al problema de salud pública, sobre todo porque las medidas reclamadas no anteponían principios humanitarios –que no tenía caso mencionar por el desinterés que las autoridades habían mostrado en el periodo de su existencia–, sino que logró mostrar la urgencia que había en la atención de estas condiciones, pues de no hacerlo, los daños repercutirían en costos sociales invaluables. Un problema de salud epidémico podría ocasionar una parálisis económica por la población diezmada. Además, debía ponerse un alto porque este problema no se detendría en un solo sector social, sino que se extendería hasta cobrar víctimas entre las clases pudientes. La importancia de la salubridad, así como de la electrificación y de la urbanización, tuvo siempre como eje directriz a la ciudad de México y se subordinó a ésta las necesidades de obras de urbanización de la periferia.18

Figura 4.6: Damas acompañadas de nanas indígenas

Numerosos informes al ayuntamiento de México mencionan esta región norte de la ciudad. Se quejan

17Ibidem. 18Sergio Miranda, Tacubaya: de suburbio veraniego a ciudad, op. cit., p. 209. 4. CONDICIONES DE VIDA EN LA COLONIA DEL RASTRO 83 de los problemas que sufre y mencionan que estas insalubres zonas no solo eran feas, sino también peligrosas. Tras la firma de un contrato para urbanizar una colonia del norte en 1912, un funcionario con espíritu justiciero emite su opinión respecto de la necesidad de apoyo de sus habitantes: Desde otro punto de vista considero sociológicamente útil y aún benéfico dicho contrato, pues merced a él, la clase obrera, en la que el ahorro y la cimentación de sus hogares apenas comienza a esbozarse entre nosotros, podrá realizar estos altos fines, ya que la Compañía los fomenta por medio de facilidades extremas en la adquisición de pequeños lotes para la construcción de casas modestas, y por ende al alcance del gremio, dando así lugar a la estabilidad, abriendo la puerta a sus aspiraciones de orden, aseo y cohesión, neutralizando en cierto modo las funestas consecuencias de la viudedad y de la orfandad; en concreto, realizando una obra benéfica en alto grado para una corporación tan expoliada y tan digna de apoyo y protección.19

El espíritu salvador de la revolución se mostraba compasivo con los pobres de la ciudad, pero, hasta ese momento, las personas y compañías autorizadas para otorgar los servicios públicos no obraban con el mismo propósito que manifestaba el autor de la anterior cita. Al parecer, las malas condiciones no se alteraron tras el movimiento revolucionario, antes bien, los mismos actores siguieron operando sus empresas en la misma sintonía y las condiciones de vida continuaron con la misma tendencia que habían mostrado de 1900 a 1910.

19AHDF, colonias, vol. 520 ,exp. 46,“El consejo Superior de Gobierno del Distrito remite una copia con especificaciones y planos relativos, la cual se refiere a la compañía de Terrenos de Peralvillo para el establecimiento de una colonia nueva”, 1912. Consideraciones finales

El crecimiento económico deseable para toda ciudad, que en México se observó con claridad en el periodo del porfiriato, también se tradujo en graves problemas para el país. En particular, en las zonas en donde se concentraba este desarrollo fue donde se observaron los mayores problemas ocasionados por la densidad demográfica. El crecimiento urbano de la ciudad de México demandaba mano de obra que pudo entrar gracias a la infraestructura ferrocarrilera que conectaba varios puntos de la república con la ciudad de México. Ante el crecimiento urbano, el gobierno porfirista promulgó leyes para el control de la expansión territorial que se observaba. Sin embargo, éstas no fueron suficientes para legalizar la actividad fraccionadora. y aunque se anunciaba la necesidad, los servicios públicos para los nuevos terrenos no se incluyeron como norma para los fraccionadores. Gracias a esta omisión para predecible en una economía creciente y centralizada como la era la mexicana, pero mitigar sus repercusiones se consideró como un descuento a las ganancias. En el primer punto se concluye que, efectivamente, las leyes del gobierno no fueron suficientes para controlar la expansión territorial generada por el crecimiento demográfica, pues, en el año de 1899 había 22 colonias de las cuales, solo tres estaban registradas como legales ante el gobierno. En el caso concreto de la colonia de El Rastro también se cumple la hipótesis de la superación de las leyes porfiristas con las cuales se pretendía contra el crecimiento de la ciudad. A pesar de que nuestra colonia se incluía en la lista registrada ante el ayuntamiento, la violación al orden se da en la calidad de vivienda que se proporcionó. Las normas que prevalecían en el momento de la fundación de la colonia no reglamentaban la inserción de los servicios públicos. Esto permitió que los fraccionadores, además de ofrecer terrenos relativamente pequeños, no invirtieran mayores gastos en el diseño de una colonia y pudieran ofrecer lotes a bajo costo. Pero la aglomeración de los habitantes, aunado a la falta de servicios, produjo áreas insalubres que repercutieron en la salud de los habitantes.

84 CONSIDERACIONES FINALES 85

A las autoridades que colaboraban con los fraccionadores o que fraccionaban ellos mismo, convenían estas leyes relajadas. Posteriormente, con las leyes de 1903 referentes a los servicios públicos, los empresarios fraccionadores organizaron compañías dedicadas a venderle servicios al gobierno, quien tomó la tarea de urbanizar las colonias periféricas a la ciudad. La participación de Pablo Macedo puede resumirse en la historia de la colonia del Rastro en las siguientes líneas: Después de consolidar su importancia política en el gobierno de Porfirio Díaz y de afianzar su desempeño como empresario y fraccionador, ayudó a David de Gheest a obtener el permiso del gobierno federal que le permitió establecer una o más colonias al nor-oriente de la ciudad. Para 1898 consiguió que se aprobara el proyecto de la colonia del Rastro y que este territorio fuera contemplado dentro de los límites del ayuntamiento de la Ciudad de México; ocho años después, en 1906, el ayuntamiento declaró caduco el contrato con David de Gheest, y se estableció uno nuevo con la Compañía Bancaria y Bienes Raíces de México, S.A. – en la cual participó Pablo Macedo como accionista–, para dotar de obras públicas a la zona. Hasta ese momento no parecía haber una relación entre empresarios y gobierno. Las innumerables solicitudes o quejas de los ciudadanos se dirigían a las autoridades, y en ninguna de ellas se responsabilizaba de aquellos que ofrecían terrenos en venta sin la garantía de los servicios. El caso de la colonia del Rastro ejemplifica mejor la fusión de estos dos grupos. Cada uno de ellos operaba en provecho del otro: el gobierno otorgó los permisos legales y beneficios a su alcance para que los fraccionadores tuvieran una garantía de éxito en su empresa. Para el gobierno esto significaba una válvula de escape porque en esos lugares se ubicaba la gente que causaba más problemas en la urbe. Durante mucho tiempo, el ayuntamiento pudo olvidarse de ellos argumentando imposibilidades económicas o problemas fuera de su jurisdicción. Las condiciones en que se alojaron los trabajadores y artesanos muestra el mínimo grado de importancia que tuvieron para el inversionista y para el propio gobierno, pues a pesar de que no fue un asentamiento irregular, las condiciones en las que quedó su población no fueron un compromiso ni del gobierno ni de los fraccionadores. Para los obreros, a pesar de contar con una vivienda, sus condiciones de vida no representaron una garantía para su desarrollo. A medida que la población crecía en esta parte de la ciudad, tales condiciones empeoraban, la inexistencia de servicios públicos, aunado a la pobreza CONSIDERACIONES FINALES 86 que caracterizaba a la población se tradujo en enormes índices de mortalidad y degradación moral. A pesar de los graves problemas que acarreaba a la ciudad, la mala apariencia que estos rumbos daban a los visitantes de la capital, las altas probabilidades de que las clases acomodadas se contagiaran de las epidemias que estas zonas podían desencadenar. El balance entre los perjuicios y ganancias no se realizó. El primer intento por dotar a estas colonias de obras públicas fue iniciativa de una compañía privada, lo que podría considerarse como un dinamismo automático generado por el interés de estas empresas y que al realizarse traería beneficios generales. Sin embargo, las evidencias muestran que las obligaciones que no se marcaron a este tipo de organismos, a pesar de no ser en beneficio de ellas, sino de los pueblos que resultarían afectados, traerían repercusiones para la totalidad de una nación, pues las áreas más olvidadas repercutieron en el desarrollo de la totalidad de una sociedad. La labor de las compañías privadas se convirtió en un derecho exclusivo para realizar sus operaciones lucrativas en esta áreas. 87

Anexos ANEXOS 88

Planos originalesAnexos

Figura 7: Plano de la Colonia del Nuevo Rastro, 1912

Figura 8: Proyecto de colector y atarjeas para la parte norte de la ciudad, 1907 ANEXOS 89

Figura 9: Plano de la colonia del Nuevo Rastro de la Ciudad, 1910

Figura 10: Planos de terrenos de las colonias Nuevo Rastro, Maza y Ferrocarril-Hidalgo, 1907 ANEXOS 90

Información de la fundación de colonias según los tres informes del

Ayuntamiento de la Ciudad de México, 1903, 1906 y 1930

Cuadro 8: Formación de las colonias en la Ciudad de México según informes del Ayuntamiento

Año Colonias Fraccionadores Año Colonias Fraccionadores Año Colonias Fraccionadores 1857-59 De los Arquitectos 1858-77 Barroso Guadalupe o de los y Azulejos Loreto Barroso 1958-59 Santa María Flores Hermanos 1873-74 Guerrero 1882 De la Teja The Chapultepec 1882 De la Teja Salvador Malo land Improvement o Company Juárez 1882 Violante o Tepito 1882 Violante o Tepito Juan Violante 1886 Morelos 1886 Morelos Ignacio Hernández 1884 Del Progreso Eduardo Zozaya y Santiago Kern 1888 Candelaria Atlampa Adela M Limantour 1886 Vallejo Pedro Salazar 1905 Vallejo Ignacio del Villar 1889 Indianilla Francisco Lascurain 1897 Del Paseo Del Paseo 1889 Hidalgo 1889 Hidalgo Pedro Serrano 1889 Carrera Lardizábal Manuel Carrera Lardizábal 1891 San Rafael 1890 San Rafael Enrique Tron, León Signoret y Eduardo Garcín Diaz de León Concepción Paredes 1893 Toriello Guerra Pablo Macedo 1894 La Vaquita Jacobo Mercado 1899 Valle Gómez Rafael Valle Gómez La Bolsa 1899 Del Cuartelito 1900 Nápoles Orombelo G. Nibbi 1900-03 San Alvaro José Sánchez Trujillo 1903 Del Carme 1903 Santa Julia 1903 La Viga 1904 Imparcial Rafael Reyes Spíndola 1899 De Peralvillo David de Gheest 1888-97 Del Rastro David de Gheest 1906 Del Rastro Colonia del Nuevo Rastro S. A. 1906 Altavista San Angel Land Co. 1903 Limantour Limantour 1902 Roma 1902 Roma Eduardo W. Orrin Gerente de la Compañía de terrenos de la Calzada de Chapultepec 1902 Roma Compañía de terrenos de la Calzada de Chapultepec 1902 Condesa 1902 Condesa Compañía 1902 Condesa Compañía Colonia Condesa Colonia Condesa 1903 Nueva colonia 1903 Nueva colonia Leandro Payró 1903 Nueva colonia Leandro Payró del paseo del paseo del paseo 1904 Cuauhtemoc 1904 Cuauhtemoc Compañía de 1904 Cuauhtemoc Compañía de mejoras mejoras dela ciudad de la ciudad Bucareli Bucareli 1903 Chopo 1903 Chopo Del Triangulo Del Triangulo 1901 La Blanca Jesus Rojo 1901 La Blanca Jesus Rojo 1907 Romero Rubio Carlis Rivas 1907 Romero Rubio Carlis Rivas 1907 Fraccionamiento Paulino Ortega Central Fonseca 1908 Carreteraco Juan Escudero Vda. De Rivas 1908 Ex-Molino de Benjamín Bonilla Santo Domingo 1909 Magdalena Mixhuca Compañía Mercantil 1909 Maza José Bermot Romano 1909 Maza José María Maza 1910 Del Valle Colonia del Valle y y Nueva del Valle Nueva del Valle S.A. 1910 Peralvillo Ignacio del Villar FUENTES 91

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