La Mosca En La Botella Raaele La Capria
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Neil Postman Raaele La Capria (Nápoles, 1922) Tecnópolis. es escritor, guionista y traductor. Se licenció en La rendición de la cultura a la tecnología Derecho en 1947, y en 1950 se estableció en Roma, donde continúa viviendo. José Ardillo Tras publicar en 1952 su primera novela, Un día de Los primeros navegantes impaciencia, el éxito le llegó casi diez años después y otros fascículos de la historia universal cuando su segunda novela, Herido de muerte, se Agustín García Calvo alzó con el galardón literario más importante de ¿Qué es el Estado? Italia, el Premio Strega, en 1961. Doce años después escribiría su tercera y última novela, Amor Nicholas Carr y psique, de la que más tarde renegaría. La pesadilla tecnológica Desde entonces, su estilo se volcó hacia una forma Samuel Butler de ensayo donde se entremezclan literatura, Destruyamos las máquinas autobiografía, lirismo y crítica social. Entre estas obras, destaca su trilogía sobre su ciudad natal: La Gustav Landauer armonía perdida (1986), El ojo de Nápoles (1994) y Llamamiento al socialismo Napolitan Graffiti. Tal como éramos (1998); así Grupo Marcuse Raaele La Capria como sus reflexiones sobre literatura: Falsas La libertad en coma (ed. ampliada) partidas (1974), Literatura y saltos mortales (1990) y El sentimiento de la literatura (1997), reunidos Raffaele La Capria posteriormente en un solo volumen (2002; 2011). La mosca en la botella. En 2003 la prestigiosa colección «I Meridiani» Elogio del sentido común compiló lo más destacado de su obra en dos volúmenes. Ha sido distinguido con el Premio En preparación Campello (2001), el Premio Chiara (2002) y el Premio Alabarda d’Oro (2011), todos ellos por su Pier Paolo Pasolini carrera literaria. Las bellas banderas Un clásico italiano… La Capria es un autor que no ha De entre sus libros publicados más recientemente, André Prudhommeaux necesitado acumular libros para convertirse en una destacan A corazón abierto (2009), Un amor en los La tragedia de Espartaco años de la Dolce Vita (2009), La belleza de Roma referencia firme en la literatura italiana contemporánea. (2014) y A mis queridos amigos: adiós (2016). Carla Melazzini ―El País Como guionista destaca, entre otras, su Enseñar al príncipe de Dinamarca participación en la película Las manos de la ciudad Lurdes Martínez El sentido común de La Capria es un arma irónica e (1963), vencedora en 1963 del León de Oro a la Saqueadores de espuma instrumental para contrarrestar el conformismo impues- mejor película del Festival de Cine de Venecia. El to por la «alta charlatanería» de las tertulias mediáticas. film denunciaba la especulación y corrupción Andoni Alonso & Iñaki Arzoz la mosca en botella ―Antonio Debenedetti urbanística en Nápoles. El desencanto del Progreso Ha traducido al italiano a escritores como Jean-Paul Sartre, T. S. Eliot o George Orwell. BIC: DNL Traducción de Salvador Cobo La mosca en la botella Elogio del sentido común ~ seguido de El sentido común y la evidencia y Apólogo sobre la evidencia negada ~ RAFFAELE LA CAPRIA Prólogo de Jean-Marc Mandosio Epílogo de Alfonso Berardinelli Traducción de Salvador Cobo Colección Casus belli, 8 Primera edición: Junio 2019 Título: La mosca en la botella Subtítulo: Elogio del sentido común Título original: La mosca nella bottiglia. Elogio del senso comune Autor: Raffaele La Capria Prólogo: Jean-Marc Mandosio Epílogo: Alfonso Berardinelli Traducción: Salvador Cobo Diseño de la colección: Miguel Sánchez Lindo Maquetación: Andrés Devesa Corrección ortotipográfica: Salvador Cobo Impreso por: Kadmos ISBN: 978-84-120322-0-8 Depósito legal: M-18769-2019 Para pedidos e insultos: [email protected] Índice Prólogo, Jean-Marc Mandosio..........................................................7 La mosca en la botella. Elogio del sentido común......................15 Sobre la Libertad y el sentido común................................103 El sentido común y la evidencia.....................................................111 Apólogo sobre la evidencia negada...................................123 Epílogo, Alfonso Berardinelli........................................................127 Notas imposibles sobre política italiana, Salvador Cobo........135 Desde que la ciencia demostró que la Tierra es redonda, y que no es cierto que el sol gire alrededor de la Tierra sino que en rea- lidad sucede al contrario, es como si entre los sentidos y el mun- do exterior se hubiese roto un pacto secular y en su lugar se hu- biera instalado la sospecha. Sí, es verdad, los sentidos me dicen que la Tierra sobre la que camino es plana, pero en realidad no es así, me están engañando. Y si ya no es cierto todo aquello que la experiencia me hacía ver que era cierto, quiere decir que en- tre mi cuerpo y yo, entre yo y yo mismo, se ha abierto una frac- tura insalvable, y que el yo natural, dotado de sentido común y de percepción inmediata, ha sido reemplazado por un yo con- ceptual que lo contradice y lo corrige sin descanso. Es verdad que el primero está arraigado en nuestro ser desde la prehisto- ria, mientras que el segundo es relativamente joven, y cuenta apenas con algún que otro siglo. Y a veces tengo la sensación de que el milenario sentido común, sojuzgado por el apenas secu- lar intelecto conceptualizador, se rebela en ciertas ocasiones y lanza llamamientos y señales desesperadas para afirmar su ver- dad evidente pero no reconocida contra aquello que con razón o sin ella le parece un abuso, una abstracta e injusta vejación. Incluso he imaginado una historia especial ad usum delphi- ni, donde el pueblo milenario del sentido común, que vive en contacto con las cosas de la tierra y con las verdades de hecho, es atacado de pronto por los Ixos, una civilización supercon- ceptualizadora, que exhiben una lengua complicada e incom- prensible, usan armas sofisticadas e invencibles; y estos bárba- ros y actualizados mind invaders, con la ciencia y la abstracción, vuelven esclavo al pueblo del sentido común, que sin embargo es mucho más numeroso, y que si solamente fuese consciente de su propia fuerza... Y aquí es mejor poner freno a la fantasía y retomar el discur- so como hago en este libro, calmadamente. 17 § Nuestro yo natural se ha sentido durante milenios en el cen- tro del mundo, y creía dominarlo. Y justo la ciencia le enseña que ese punto en el que se encuentra ya no es el centro, sino un punto cualquiera del universo. Y que su punto de vista, es de- cir, aquello que él ve desde el punto en el que le ha colocado la ciencia, es un punto de vista relativo desde el que ya no se domi- na nada: sólo poseemos una visión condicionada y parcial. Todo esto es sobrecogedor, y por decirlo con palabras muy simples, es como si al yo natural y al sentido común que le acompañaba, les faltase de pronto la tierra bajo los pies. Ya no hay nada sobre lo que apoyarse, ningún punto de re- ferencia seguro: si ya no nos podemos fiar de los sentidos se está obligado, para llegar a comprender una verdad, a seguir los complicados caminos de los conceptos, que realizan razo- namientos abstractos, a veces difíciles de seguir hasta el fondo, y que no todos son capaces de hacer. Por tanto, no sólo entre yo y yo mismo se ha creado esa fractura que los psicoanalistas han llamado el yo-dividido (consecuencia de esa situación), sino también entre categoría de personas, y entre grupos de países: aquellos que tienen la posibilidad de adueñarse del saber cien- tífico transformándolo en tecnología, y aquellos que no son ca- paces de hacerlo. Cuando esto tiene lugar quiere decir que el hombre, el hombre común, ya no es capaz de controlar las fuer- zas que lo dominan, ni siquiera con la imaginación. Esta es la si- tuación en que nos encontramos hoy. Y lo sabemos no sólo en cuanto individuos, también los pueblos lo saben. Sobre todo los del Tercer Mundo. 18 § Vivimos hoy entre objetos que el saber científico, transforma- do en tecnología, ha puesto a nuestra disposición. Tenemos ra- dio, televisión, y muchas otras denominadas «comodidades» que vuelven nuestra vida infinitamente mejor que la de nues- tros abuelos y antepasados, pero sabemos muy poco y presta- mos muy poca atención a estos objetos de los que nos servimos. ¿Cuántas personas saben realmente cómo se fabrica un tele- visor, sobre qué principio se funda el funcionamiento del reloj que llevamos en la muñeca, del móvil que llevamos en el bolsi- llo, del ordenador en el que escribimos, etcétera? También aquí, entre nosotros y estos objetos de uso cotidia- no, se ha creado una fractura, y no cabe duda de que la relación que tenemos con ellos es una relación alienada y alienante; no es la misma relación que se tenía en su día, por ejemplo, con la hoz o el arado, con el martillo o con la pluma. Y si se va más allá en el sentido del conocimiento científico, ¿qué relación, qué posibili- dad de control tenemos sobre la energía nuclear? Sabemos que se puede usar bien y que se puede usar mal; pero existe muy poca diferencia si el proceso llegado cierto punto se nos escapa de las manos, y lo que es peor, si escapa no sólo de nuestras manos, sino también de las de aquellos que la han puesto en funcionamiento. § Los confines del saber se han extendido hasta tal punto en la dirección de lo infinitamente grande y de lo infinitamente -pe queño, que nuestra mente ya no es capaz de contenerlos, pero tampoco de hacer uso de ellos, ese uso que en el pasado se deno- minaba sabiduría. La vastedad del universo, en una y otra direc- ción, ha llevado a descubrimientos y a innovaciones científicas 19 extraordinarias, en el campo de la exploración espacial y de la exploración planetaria, o en el campo de la miniaturización de los circuitos electrónicos.