El Monasterio De Santa Maria De Puerto (Santoña)
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JUAN ABAD BARRASUS EL MONASTERIO DE 1 SANTA MARIA DE PUERTO INSTITUCION CULTURAL DE CANTABRIA CENTRO DE ESTUDIOS MONTAWESES DIPWTACION REGIONAL DE CANTABRIA EL MON¿\STERIO DE SANTA MARIA DE PUERTO (SANTOÑA) 863 - 1210 JUAN ABAD BARRASUS EL MONASTERIO DE SANTA MARIA DE PUERTO INSTITUCION CULTURAL DE CANTABRIA CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES DIPUTACl ON REGl ONAL DE CANTABRIA SANTANDER 1985 Juan Abad Barrasús EDITA:INSTITUCION CULTURAL DE CANTABRIA Juan de la Cosa, 3 39004 SANTANDER IMPRENTA:Artes Gráficas Bedi,a Africa, 5 39001 SANTANDER I.S.B.N.: 84-85349-47-4 Depósito legal: SA. 381.-1985 INDICE CAPÍTULO1.-El periodo fundacional y los primeros abades (863-973) Dificultades para fijar la fiecha fundacional, %-Monacato y recon- quista, 10.-Eremitismo y monaquismo, 11.-Peculiaridades de Canta- bria, 12.-La cronología de Argaiz, anterior al 836, 13.-La fundación de San Andrés de Aja, 16.-Todos los autores adelantan la fecha fun- dacional de Santa María de Puerto al 863, 17.-Período fundacional de Santa María de Puerto, 19.-E1 obispo Antonio, el abad Flavio, Rebelio y Nepociano, 23.-E1 pleito sobre la villa de Carriazo, 30.-Una demar- cación d'e límites, 33.-Una venta privada y la donación de una heredad en Rasines y Carasa, 35. CAP~TULO11.-El abad Paterno y la primera incorporación a Nújera (1047-1052) .......................................... El condado de Castilla después ,de la muerte de Fernán González, 37.- La reforma cluniacense, 41.-E1 Fuero de Santona, 43.-La ocupación de los monasterios de la villa de Escalante, 58.-La incorporación a Nájera (1052), 60. CAP~TULO111.-El periodo de expansión del monasterio (1054-1135?). Reinados de Fernando I, Sancho IZ y Alfonso VI. ............ El monasterio de San Martín de Laredo, 70.-Donación de heredades en Rasines y Carasa, 75.-E1 abad Martín, 76.-Los primeros años del gobierno del abad Martín (1075-1083), 79.-San Martín de Carria- zo, 80.-E1 monasterio de San Juan y San Jorge dmeColindres, 82.- Continúa la expansión del monasberio, años 1084-1095, 85.-Donaciones hechas por Alfonso VI1 el Emperador y privilegios concedidos a Santa María de Puerto, 110. CAP~TULO1V.-Incorporación definitiva de Santa Maria de Puerto a Santa María la Real de Nújera ........................... La incorporación a Nájera según los historiadores, 124. CAP~TULOV.-Ultirnos documentos del Cartulario. Los priores de Nájera. Alfonso VIII, el abad Pelegrin y la repoblación de Laredo. Una pesquisa de bienes. 1175-1213 ..................... 139 CAP~TULOVI.-Organización interna del monasterio y vida espiritual Monasterio y monacato, 169.-Benedictinismo o pactualismo en Santa María de Puerto, 172.-Profesión o «traditio», 178.-La comunidad de Puerto, 180. CAP~TULOVI1.-La economía del monasterio ..................... 209 Creación y evolución del dominio territorial, 209.-Expansión del dominio (1068-1210), 215.-Las áreas de expansión, 221.-Estructura económica del dominio, 224.-E1 señorío territorial, 224.-Relaciones entre el monasterio y los campesinos, 238.-La producción agrícola. La explota- ción agraria, 249.-Pequeñas industrias, 260.-Economía monetaria, 263. Apéndices: APÉNDICEPRIMERO: Cuadros estadísticos, 267. APÉNDICESEGUNDO: Cartulario de Santa María de Puerto, 281. 1 EL PERIODO FUNDACIONAL Y LOS PRIMEROS ABADES (863-973) a) Dificultades para fijar la fecha fundacional.-El fijar el tiempo de fundación de un monasterio es bastante más complicado de lo que pudiera parecer a primera vista.l No siempre será posible establecer con certeza la data fundacional. Si hay que conjeturarla, conviene razonar brevemente la conjet~ra.~ Esto que es válido para todo monasterio, lo es más aún para los que, como Santa María de Puerto, carecen de documento propiamente fundacional, y no cuenta, por otro lado, con bases suficientes para una precisa delimitación crono- lógica. Como más abajo se verá, los primeros documentos del cartulario dan por supuesta la existencia del cenobio, y no una existencia balbuciente sino con vita- lidad capaz de reclamar unos bienes de su pertenencia. Una circunstancia se nos antoja especialmente digna de interés: la condi- ción, que siempre tuvo Santa María de Puerto, de monasterio «fronterizo», a caballo de una zona geográfica en continua disputa política, entre Asturias, Castilla, Alava y más tarde Navarra, que acabaría incorporándolo con carácter definitivo en el siglo XII.3 Esta situacidn de inestabilidad debe pesa como otra dificultad a la hora de establecer la fecha fundacional. Sabemos que toda frontera es y supone un riesgo y unas interinidades que no aportan precisa- mente claridad y precisión. Insistiendo en el hecho de que, el primer documento, que nos habla, por extenso, de Santa María de Puerto, sea una devolución de bienes por sentencia judicial, hemos de ser especialmente agudos y exigentes, máxime si en el 1 GUERIN,P. M.: «Cabe mejorar la cronología monástica». Rev. Altamira, núms. 1, 2 y 3, 1967, p. 131. 2 FORT COGUL,E.: «Sugerencias para un monasticum Catalanuiac». Yermo, vol. IV, núm. 1, 1966, p. 87. 3 Ver cap. 11. propio documento se alude a unos personajes y a unos hechos envueltos en una revolución en el lejano reino de AsturiasP Otro punto digno de consideración, sobre el que insistiremos, es la primera mención l(836, enero 18) de un abad de Puerto: «Ego Zeziuus abbas de Port et presbiter testis~.~¿Es dato suficiente para suponer Ea existencia de una abadía o monasterio en todo el rigor de la palabra? Nosotros y también otros histo- riadores, creemos que no debe menospreciarse este dato, que, sino a dar la fecha exacta, puede ayudarnos a establecer, como Fray María Patricio de Guerín aconseja, el «periodo fundacional~.~ No es fácil, por otra parte, fijar las mínimas condiciones para que se pueda hablar de vida monástica. El citado P. Guerín dice a este respecto: «para que haya vida monástica son necesarias dos cosas: monjes y monasterio. El monasterio sin monjes no pasa de ser un edificio desocupado y los monjes sin monasterio son como «regimientos nómadas, si ya no individuos desorien- tados. Porque a los monjes les presta unidad, no solo el edificio en que moran, sino también aquel lazo de unión que llamamos comunidad^.^ Sabemos, por otra parte, cómo muchas veces el término monasterio, no alcanza la plenitud jurídica que es su constituyente propio y esencial, otorgán- dose tal denominación a iglesias familiares, o simplemente a sencillas ermitas, nacidas al calor de la obra colonizadora. Carecemos, también, de otro medio de comprobación de la fecha de fun- dación de nuestro monasterio: el criterio de quién o de quiénes le asignaron una fecha en la época más próxima a la posible funda~ión.~Por ignorar ignoramos quién o quiénes fueron los fundadores reales de Santa María de Puerto. b) Monacato y reconquista.-Los monasterios son una manifestación de la tarea colonizadora peninsular, con la particularidad de una «fabulosamente alta densidad monástica»? puesta al servicio de la colonización. Esta densidad y el aislamiento del resto de Europa -naturalmente relativo- son para Linage Conde las dos más profundas características del monacato hispánico.1° Este 4 Ver más abajo, NEPOCIANOy REBELIO. 5 ALAMO,J. del: Colección Diplomática de San Salvador de Oña, doc. 2,27. 6 Ob. cit., p. 135. 7 Ob. cit., p. 135. 8 GUERIN, ob. cit., p. 136. 9 LINAGE CONDE,A.: LOS orígenes del monacato benedictino ... 1, p. 345. 10 Sobre Monacato y Reconquista, Monacato y Repoblación, pueden encontrarse refe- rencias más o menos completas en las Historias Generales de España. Son especialmente interesantes los datos y comentarios de PEREZ DE URBEL,J.: LOS monjes españoles en la Edad Media; LINAGECONDE: Ob. cit., pp. 345 y SS.; PÉREZ DE URBEL, J.: LOS primeros siglos de la Reconquista; SANCHEZALBORNOZ, C.: España, un enigma histórico, t. 11. mismo autor nos habla de la no demasiada preocupación jurídica de los colo- nizadores a la hora de fundar un cenobio. Transcribimos, sus palabras, en gracia a su claridad: «Entre los colonizadores norteños, que ganaban nuevos mojones a la cristianidad, fundar cenobios para asentarse en ellos, era algo tan natural qEe no creemos exigiese una especial vocación. Bastaba tener el deseo de asentarse con garantías -sociales antes que legalistas, incluyendo, cIaio está, en ellas el tinte religioso ineludible- en las zonas yermas, y poseer unas vagas aspiraciones ultraterrenas, para decidirse a revestir de la forma monas- terial las nuevas explotaciones agrícolas creadas. Y así es como la nueva geo- grafía peninsular se fue poblando de presuras cenobíticas ... Entre los benemé- ritos aventureros dispuestos a dejar sus lares para conocer nuevas experiencias y mejorar su suerte, muchos optaban por hacerse monjes, para 10 cual la fun- dación de nuevos monasterios, de mínimas exigencias, casi nulas, eran algo sumamente asequible y cómodo... El asentamiento de la futura comunidad en las tierras aprehendidas no coincidió siempre con la fundación del monasterio, sino que se retrasaba bastantes años, hasta toda una generación cuando los propietarios decidían hacerse monjes, con pacto o sin él, y aportar al nuevo cenobio sus presuras».ll «Esa su índole de hombres de empresa colonizadora, la falta de disciplina eclesiástica, aquella misma indeterminación del comienzo de la vida religiosa entre el resurgimiento de la vida colectiva en el terreno poblado y la conversión en monasterial de la comunidad agraria, el tono fron- terizo de la existencia, ¿no abonaban el terreno a un cierto laxismo en la cuestión?»12 Este hecho irreversible e irrefutable, no facilita, cuando la documentación no