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047. Santo Domingo de Silos 6/10/09 07:54 Página 2539 S ANTO DOMINGO DE SILOS / 2539 SANTO DOMINGO DE SILOS Se encuentra Silos situado al sudeste de la provincia de Burgos, en el valle de Tabladillo, junto al río Mataviejas, lugar poblado desde antiguo por varias comunidades religiosas como Santi- báñez del Val o San Mamés de Ura. Los primeros cronistas e historiadores que se ocuparon de Silos, al igual que sucedió con Arlanza, trataron de justificar un presunto origen visigodo. Una conflictiva noticia ofrecida por el obispo burgalés Alonso de Cartagena (1385-1456) en una obra hoy extraviada, hacía también del monasterio fundación del rey Recaredo, en el 593. A comienzos del siglo XVI, el abad de San Pedro de Arlanza, fray Gonzalo de Arredondo, recoge otra leyenda según la cual el conde castellano Fernán González cercó a un capitán de Al-Mansur, llamado Silos, en la ciudad de Sila. Tras la toma, el subordinado del caudillo musulmán se convirtió al cristianis- mo, y con objeto de memorar el acontecimiento el conde fundó un establecimiento religioso. En los albores del siglo XVII el historiador Juan de Mariana pensaba que el nombre de Silos derivaría del destierro al que fue obligado Santo Domingo por el rey de Navarra, García (Exi- lensis). Ya a fines del siglo pasado el benedictino silense, M. Férotin mantuvo este pretendido visigotismo de Silos que, sin embargo, rechazó posteriormente el P. Luciano Serrano, como había hecho con Arlanza y Cardeña. Otra polémica fue la suscitada por la irrupción histórica de Silos en los dominios de los condes de Lara, en el curso del siglo X. Ya el propio Férotin consideró que el primer docu- mento conservado relativo al monasterio, emitido por Fernán González, se remontaría al año 919. Para Serrano, en esa fecha se habría producido la emancipación de la dependencia fami- liar que los condes ejercían sobre el monasterio. En vida de su progenitor, Fernán González habría reconocido sus términos jurisdiccionales. Sin embargo –tal como veíamos en el caso de Arlanza–, esa cronología no puede mantenerse, ya que responde a una interpolación tardía en un documento del 954. En ese año el conde hacía donación, al monasterio de San Sebastián, del lugar donde se había construido, así como de sus aledaños, muchas tierras y posesiones, haciéndose referencia al abad Placencio y a su comunidad, que en el futuro debía regirse por la Regla de San Benito. Su significación durante esta su primera andadura, debió ser muy limi- tada, encontrándose entre los varios centros monásticos que constituían las posesiones de los condes castellanos, por detrás de otros de la importancia de Cardeña, Arlanza o Valeránica. De hecho, se ha remarcado que hasta mediados del siglo siguiente, éste fue el período más inestable de su historia medieval. Es fácil que la fluctuación fronteriza y los conflictos arma- dos de fines del siglo X provocaran el abandono del monasterio y a comienzos del XI se pro- cediese lentamente a restaurar su antigua situación patrimonial. El también monje de Silos Gaspar Ruiz de Montiano nos proporciona noticias en torno a la existencia, junto al monasterio de San Sebastián, de otro con la advocación de San Miguel, que recibe donaciones entre 1023 y 1057. Éste ha sido el argumento base para soste- ner que, en sus inicios, Silos estaba ocupado por una comunidad dúplice, separada en dos monasterios. Aunque tal institución monástica no era, en absoluto, extraña en ese período, teniendo en cuenta el silencio de Grimaldo –hagiógrafo de Santo Domingo– sobre esta cues- tión, Miguel Vivancos ha sostenido que este dato pudiera haber sido objeto de una mala inter- pretación, ya que el diploma bien podría referirse, en realidad, al monasterio o iglesia de San Miguel de Montesinos, también en territorio de Lara y propiedad de Silos. Durante la primera mitad del siglo XI la vida de San Sebastián de Silos decayó considera- blemente y, como otros muchos centros monásticos de importancia, durante la centuria anterior, pudo acabar siendo integrado en el dominio de alguno de mayor entidad, quedando reducido a priorato. Sin embargo, a mediados de siglo experimentó una importante reforma; después, no 047. Santo Domingo de Silos 6/10/09 07:54 Página 2540 2540 / S ANTO DOMINGO DE SILOS sólo recuperó el terreno perdido, sino que alcanzó uno de sus períodos más prósperos. Su artí- fice fue un monje del poderoso monasterio de San Millán de la Cogolla, Domingo Manso. Tras sus primeros pasos retirado como eremita, hacia el 1030 se trasladó al centro riojano, donde tomó el hábito, coincidiendo con la reforma experimentada en aquel lugar, dentro del contexto de renovación monástica impulsada por Sancho III Garcés (1000-1035). Personaje de gran carisma, desarrolló una efectiva gestión en el priorato emilianense de Santa María de Cañas, tras lo cual alcanzó el cargo de prior. En este período se opuso a la injerencia sobre el monasterio del rey García Sánchez III (1035-1054), que pretendía disponer de sus bienes, por lo que se vio obligado a abandonarlo. Después de un breve destierro en el monasterio de Tres Celdas, se trasladó a Castilla, donde fue acogido por el hermano del navarro, Fernando I (1035-1065), quien, según Grimaldo, le puso a la cabeza de la debilitada comunidad monás- tica de San Sebastián de Silos en 1041. Restaurada la vida espiritual del instituto monástico, como eficaz administrador llevó a sus máximas cotas las desaprovechadas posibilidades que éste ofrecía, atrayendo a todos los sectores laicos. En este sentido, en la segunda mitad del siglo, coincidiendo con la restauración del monasterio, toma protagonismo la familia Finojosa, que apoyará a la institución, vinculándo- se a ella en varias generaciones y haciendo de Silos su panteón familiar, hasta mediados del siglo siguiente. El primero de que tenemos noticias, aunque confusas y muy tardías, es Muño Sancho de Finojosa († c 1080). Debió tratarse de una familia de segundo orden entre las que dominaban el primitivo condado castellano desde el reinado de Fernando I: Álvarez, Ordó- ñez y Lara. Más tarde, en 1086, uno de los hijos de Munio, Fernando Muñoz, destacaba en la corte de Alfonso VI como mayordomo regio. Tras la batalla de Atapuerca (1054) –entablada entre ambos monarcas, García Sánchez III y Fernando I, por el control de las tierras fronterizas de sus respectivos reinos– y la muerte del navarro, el abad Domingo debió impulsar un acercamiento a su monasterio de origen, comen- zándose a establecer estrechos lazos, tal como pone de manifiesto el estudio textual de ambos escriptorios, en el que “a menudo resulta muy complicado distinguir lo emilianense y lo silense” (Díaz y Díaz). En general, y como ha puesto de manifiesto Ann Boylan, a partir de toda su pro- ducción manuscrita se perciben constantes influencias de modelos originarios de otros centros de mayor importancia, como puede ser el de Valeránica. De hecho, ya durante la segunda mitad del mismo siglo, la semejanza entre los escriptorios de este último y Silos ha hecho pensar a Bar- bra Shailor en una interacción, que pasaba por el préstamo de ejemplares a este último. El apoyo de la monarquía continuó con los sucesores de Fernando I. En 1067 Sancho II (1066-1072) entregaba el monasterio de Mamblas. En un documento fechado sólo unos meses más tarde, se constata por vez primera la existencia del concejo de la población aneja, que pros- peró junto al monasterio y que se convirtió en una fuente de rentas de primer orden. Seguramen- te, en el mismo 1072, tras su brusco acceso al reinado castellano-leonés, Alfonso VI (1072-1109) buscaba la aceptación de los poderes castellanos por medio de donaciones a las instituciones reli- giosas. Silos era beneficiado con el monasterio de San Pedro de Cobiellas y su villa anexa en un diploma que confirmaban Sisebuto de Cardeña, Ovidio de Oña y García de Arlanza. En 1073 fallecía Domingo Manso. Durante su gobierno el monasterio acogió las nuevas directrices monásticas cluniacenses, alcanzó un considerable desarrollo ampliando su dominio territorial gracias a la atracción ejercida sobre la monarquía y la alta nobleza y, en definitiva, puso las bases para el ulterior apogeo. Sin embargo, al margen de su importante actividad doméstica, la institucional en el reino –frecuentemente mitificada– debe relativizarse. La docu- mentación no avala un papel más destacado a nivel institucional respecto al resto de los gran- des abades benedictinos castellanos: Íñigo de Oña, García de Arlanza y Sisebuto de Cardeña. A fines de diciembre de ese año se celebraron los funerales de Domingo Manso y, tres años más tarde, el 18 de mayo de 1076, el obispo Jimeno de Burgos procedió a la elevación de sus reliquias y a su canonización, siendo introducido en la iglesia y consagrado a su memo- ria un altar, acontecimiento que relata su biógrafo Grimaldo. Pocos meses después, durante el 047. Santo Domingo de Silos 6/10/09 07:54 Página 2541 S ANTO DOMINGO DE SILOS / 2541 verano, el monarca entregaba al monasterio el lugar de San Frutos y su territorio en Segovia, invocándose al santo en el diploma. A partir de la Vita de Grimaldo se puede constatar que, con el tiempo, este acontecimiento acabó por convertir a Silos en un importante centro de peregrinación regional, alternativo al de San Millán, que abarcaba Castilla la Vieja y La Rioja. Como remarcó Derek Lomax, este culto, no siendo estrictamente local, tampoco llegó a ser internacional, ya que, aunque la distancia respecto al camino francés no era excesiva, entre los peregrinos consignados en la Vita no se registra ninguno extrapeninsular. A pesar de la escasez de diplomas conservados pertenecientes a estos años, es posible apreciar que el santo-abad es invocado en la documentación desde el segundo decenio del siglo XII, junto a la antigua advocación principal; a partir de la década de los veinte consta como único titular (1125).