Orlando Furioso, Poema Heroico;
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/ jM^dff \f^iv\; ..^r c^-Í2«7 \-"i >, S * <'-''f .^. • f . ;.. -v UH *- • .-• '^•.S'i? ?fe": /^ r-si^ ORLANDO FURIOSO TOMO SEGUNDO ORLANDO FURIOSO HOEMA HEROICO de LUDOVICO ARIOSTO traducido en verso castellano CAPITAN GENERAL D. JUAN DE LA PEZUELA y CeW\o! CONDE DE CHESTE DE I,A REAL ACADEMIA ESPAÍs'OI.A TOMO SEGUNDO QVB CONTIENE LOS CANTOS DECIMOTERCERO Y SIGUIENTES^ HASTA EL VIGÉSIMOCUARTO INCLUSIVE. MADRID IMPRFNTA DE A. PEREZ DI'BRULL Flor Baja, 22 1S3 EJEMPLAR NÚM. 98 ORLANDO FURIOSO ARGUMENTO DEL CANTO DECIMOTERCERO. Así que Orlando oyó la desventura Que le contó la amada de Zerbino, Mata á los malandrines, y la oscura Gruta deja, y prosigue su camino. Al castillo de Atlante se apresura Bradamante á buscar su Paladino. El africano Rey pasa á su gente Muestra, y prepara al franco daño ingente. ORLANDO FURIOSO. CANTO DECIMOTERCERO. I. Venturosos aquellos caballeros, I De una edad, en la cual , en las regiones fieros De ásperos cerros y de montes , De cuevas de osos, sierpes y leones, Hallaban lo que hoy jueces severos No encuentran ni en las fiilgidas mansiones ! más fresca pura Mujeres que , en su edad y , Gozar merezcan palma de hermosura. II. Ya os conté que en la rústica guarida Orlando una doncella Hallado había , Y que la preguntó por qué oprimida Allí yacía; y ora os digo que ella, Por el llanto y sollozo interrumpida, triste bella Con lengua dulce y cuanto , En los más breves términos que pudo , Le narró la ocasión de mal tan crudo. ORLANDO FURIOSO, .II. (le dijo) ! «Aunque bien sé , ¡oh caballero Que lo que cuente me será un suplicio, Porque al cruel que me ha encerrado espero Que pronto esta mujer le dará indicio, Te diré todo el caso verdadero , Aunque caiga en más hondo precipicio : Ni ¿qué gusto mayor darme pudiera , Que condenarme al tìn á que muriera? IV. «Isabela me llaman: hija he sido Del Galaico Monarca, sin ventura: Bien dije que lo fui, que hoy le he perdido, Y soy hija del llanto y la tristura. Culpa es de amor mi mal que no he podido , A otro achacarle que á su rabia dura , Que dulcemente al aplaude empezar , Y al fin descubre su malicia y fraude. V.' «Vivía con mi suerte asaz feliz, Joven rica gentil bella , , , honesta , ; Y ora en lenguas me veis, pobre, infeliz , si Y hay otra aún más triste , yo soy ella . Que sepas quiero la primer raíz Que produjo este mal que me atropella; Y aunque amparo de ti reciba yo no , Es mi culpa tal vez quien del me priva. CANTO DECIMOTERCERO. ))En Bayona mi padre armó palestra, Doce meses hará con el presente. Fueron guerreros á la tierra nuestra Á justar, del Ocaso y del Oriente. es amor quien me lo muestra , Entre ellos ( ó Ó que el mérito siempre está patente) Constante el gusto mío estuvo y fijo En Zerbino , del Rey de Escocia hijo. VII. Porque al ver cuan gallardo el campo mide, Haciendo pruebas mil de bizarría, En su amor quedé presa; y pronto vide, era Y á conocer llegué que no mía ; , Y aunque ese amor á todo en mí preside, Me acuerda con placer la fantasía Que no le puse en sitio vil é inmundo, Sino en el más mejor que haya en el mundo. VIII. «Zerbino , de belleza y de valor Sobre todo campeón era eminente, Mostróme creo que me tuvo amor, , y Y quizá como el mío tan ardiente; Ni nos faltó quien del común ardor Intérprete nos fuera muy frecuente; Y si fuimos nosotros divididos , Nuestros pechos estaban siempre unidos. ORLANDO FURIOSO. IX. «Porque cuando acabó la marcial fiesta, A Escocia mi Zerbino se volvía ; Si lo que es amar sabes , manifiesta Te será la inquietud, la pena mía; Y cierta estoy que no menos molesta el le La suya corazón mordería ; Pues ello fué que á maquinar se puso , Y llevarme consigo se propuso. X. ^)Y como la diversa ley impide (Porque cristiano es él yo sarracena , ) El pedirme á mi padre, se decide A obtenerme por robo, aunque con pena. Lindante al suelo que mi patria mide , En país, de marina y tierra amena, Cabe un río un jardín frondoso había, De do el campo y el mar se descubría. XI. "Propio halló el sitio para ver cumplido Lo que la fe diversa no consiente, Y saber me hace el medio que ha elegido Para hacernos gozar vida placiente. Cerca de Santamarta ha prevenido Fuerte galera, con armada gente, Al mando de Odorigo de Vizcaya, Que no hay en tierra ó mar quien mejor haya. ' CANTO DECIMOTtRCERO. XII. »Y él , no pudiendo al caso dar efecto, Porque debía por su padre antigo Llevar al franco Rey socorro electo, En vez suya mandar quiere á Odorigo, Que es de sus servidores el dilecto, Porque le cuenta el más dispuesto amigo, Como era de esperar, si halago y dones Son llave para abrir los corazones. XIII. «Tiene el buque Odorigo ya alistado Para al tiempo prefijo ir á buscarme; Y así que vino el día suspirado, Dentro de mi jardín dejé asaltarme ; Que á la noche ese amigo, acompañado De tropa en tierra y mar apta á guardarme, I Cerca de ciudad calóse al río / mi , Y entró muy quedo hasta el pensil umbrío. XIV. «Lleváronme á la nave aparejada, Y los de la ciudad nada sintieron. De mi gente desnuda , y desarmada , Huyeron pocos, hartos perecieron , Y también gran porción fué cautivada. Así mis lares de mi vista huyeron tristeza alegría Sin , antes bien con , Esperando ver pronto á el alma mía. ORLANDO FURIOSO. XV. «Doblado apenas sobre Monsa hubimos, Cuando el cielo enrojece, el aire falta, Y negra nube hacia el Poniente vimos: Cruje el barco, la mar sube muy alta, Y ora rugir el huracán sentimos, Y á babor el Mistral de pronto salta ; Y las olas se encrespan, con tal fuerza, Que no hay ya que el timón su oficio ejerza. XVI. ))No basta arrojar lastre á la mar cruda. Ni los palos tumbar con cuerda vela y , Que contra chato escollo y roca aguda ir Nos vemos enfrente á La Rochela ; Y si el alto Señor no nos ayuda , Nos deshace y sepulta la procela; Porque el viento tan rápidos nos echa. Que nunca el arco así lanzó la flecha. XVII. «Viendo el vasco el peligro que corría, Acude á un medio que recurso fuera Siempre dudoso, y al batel me envía, Y con ambos le suelta á la mar fiera: Bajaron otros dos, y bajaría . Todo el tropel, si mano les abriera : \ mientras los Mas, con la espada contiene , Corta el cable, y del mar al sulco viene. CANTO DECIMOTERCERO. I 3 ^ XVIII. «Salvos fuimos echados á la playa Los que en la barca entramos : perecieron Los demás, con la nave ¡que mal haya ! Presa del mar nuestras riquezas fueron; Y nuestras manos, en piadosa laya, las gracias dieron Á la eterna bondad , Que así salvada del furor marino, Volver á ver me deja á mi Zerbino. XIX. «Aunque en la nave ropas he dejado , Joyas, caudal y lo que más se estima, Con que tenga á Zerbino yo á mi lado. Que tenga el resto el mar no me lastima. Do arribamos no el suelo está marcado Por caminos, ni nada allí se anima : Sólo está el monte, al cual siempre adereza El pie la mar, el viento la cabeza. «Aquí el crudo tirano, aquel que ha sido En sus promesas siempre desleal, Y está atento ideando ver fallido Cualquier designio nuestro racional , Con alevoso empeño ha convertido Mi alegría en dolor, mi bien en mal. Por él, en ese en quien Zerbino fía. Se enciende el torpe ardor, la fe se enfría. 14 ORLANDO FURIOSO. XXI. »Ó que ya en el bajel me hubiera ansiado, Y á revelarlo por temor no pasa; O que entonces se hubiera despertado Con morar solitario en gruta escasa , Resuelve al punto allí dejar logrado El vil deseo que su sangre abrasa; Aunque antes de uno desligarse intenta De aquellos dos con que en la lancha cuenta. XXII. «Era Escocés, y Almonio se decía; Y, por su fe probada fuerza brava y , Zerbino nos le dio por compañía. Al tal dijo el traidor, que mal le estaba A pie llevarme á la ciudad el ; que día A despuntar entonces comenzaba; Y le pidió que allá se adelantase , Y un palafrén seguro le mandase. XXIII. «Sin darse Almonio del designio cuenta De Odcrigo, se lanza presuroso A la ciudad, que á seis millas se asienta, Si bien de allí la encubre el bosque umbroso. Entonces, á confiarle lo que intenta Se decide al que el queda alevoso , Ya porque del no sabe cómo salga. Ya porque espera que amistad le valga. CANTO DECIMOTERCERO. 1 5 XXIV. »Corebo el bilbaíno se decía con nos salvóse El de quien hablo, que ; vivía El cual de niño se crió, y , Y en casa de Oderigo perpetuóse. De que con él comunicar podía El inicuo proyecto persuadióse, Esperando que á amar fuera más presto Lo grato y provechoso que lo honesto. XXV. nCorebo, que cortés y leal era, No le pudo escuchar sin indignarse, Y le echa en cara su insolencia fiera , Y comienzan los dos á denostarse. la se De uno y otro rabia apodera , Y las espadas sacan por vengarse. Al verlos en tal lid, con gran pavura, Yo di á correr por Taita selva oscura. XXVI. » es de esa Oderigo maestro guerra ; Y á pocos golpes , tal ventaja tuvo , Que á Corebo por muerto dejó en tierra, Y en busca mía incontinente anduvo.