VEGUETA, Número O, mayo 1992, (11-231 - Hábitat y urbanismo en el sector orien tal de la meseta norte durante el primer milenio antes

* Profesor Titular de Prehistoria. Departamento de Ciencias Históricas. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 12 loséAlberto Bachiller Gil

ste estudio tiene por objeto hacer una cimiento que de ella tenemos. Dos manifesta- Epuesta al día de los avances que la inves- ciones tardías marcarían el paso a la la Edad tigación ha logrado en los últimos años Abar- del Hierro: el dephito de Oceriilid y la esta- caremos el análisis del poblamiento durante el tua-menhir de . primer milenio antes de Cristo pero, solamen- Sobre la primera de ellas, cabe mencionar, te, hasta la llegada de Roma a estos territorios. además de su dudosa procedencia provincial, Nuestra intención es la de ofrecer una vi- que pueden ser manufacturas muy tardías de sión clara sobre el hábitat en la provincia de la Edad del Bronce o de inicios de la la Edad en este periodo, incidiendo especial- del Hierro. mente en los aspectos relativos a lugar de ha- Por lo que respecta al segundo de los ha- bitacióri, tipos de vivieridas, sistemas defen- llazgos, la estatua-menhir de Villar del Ala, po sivos, factores económicos, modos de vida, demos decir que, en caso de aceptarse su da- lugares de enterramiento. etc, dejando a un tación 850-725 aC constituiría una mani- id&, duIique 5i1i uliiiiirius totalmente, aspec- Íesración anacronica, caduca ya desde cinco tos tales como el ajuar material de las diversas siglos atrás IFERNANDFZ,J 1985.80) etapas que, siempre, han recibido una mayor Quizá en estas fechas, aunque desconoce- atención por parte de los diversos investiga- mos tanto su adscripción cultural como su da- dores. tación. haya que situar el reciente descubri- miento de una cabaña en Fuerisaiiro qiie. La etapa final del bronce indudablemente. debe informar sobre la tran- La fase final del Bronce sigue siendo, en la ac- sición del Bronce Final al Hierro en esta co-

tm!idd, un= de !os r;.,mwntcx pm: c~:,oci- i i iai La. dos de este territorio en cuanto a urbanismo se refiere. Sólo unos pocos hallazgos permiten Primera edad del hierro vincular a este periodo a algunos yacimientos Posiblemente hacia estas fechas pueda ob- Al igual que en el resto de la Meseta continúa servarse el inicio de la I? Edad del Hierro en el hábitat al aire libre y en cueva: abrigos roco- la zona 1725-700 a.c.) con la llcgada de los sos sobre el río Talegones en Calatañazor, primeros «influjos>, muy diluidos, de aCam- Cueva del Asno, Riba de Escalote, Castilvieio pos de Urnas) desde el Valle del Ebro. La pri- de Yuba, La Barbolla o Arcos de lalón. mera matización que cabe hacer PS la relativa Es, precisamente, esta escasez de hallaz- a la propia terminología de Campos de Ur- gos la que ha llevado a algunos autores a afir- nas, reiteradas veces puesta en tela de juicio mar que durante la etapa del Bronce Final (BACIIILLLR,J. A. 1986: 359, ÍDEM 1987a. 77. existió en la provincia una muy baja densidad íDEM 198713. 7) y que quizá no sea la más de población, posiblemente debida a aspec- adecuada A este respecto Almagro Gorbea tos climaticos (TARACENA,B I 94 1 a, 1 1 ) O a tac- rechaza para la Meseta el uso de términos co- tores geoiógicos (]ihKNo, A 1984, 25-50). mo uinflujos~o aformasu consideradas más o A este mismo período parecen correspon- menos imprecisamente «relacionadas> con der una serie dc hallazgos de bronce tanto los «Campos de Urnas, (ALMAGRO,M 1990: sueltos como formando depósito (Beratón, '32) San Pedro Maririqiie. C(waletia. Langa de Si la etapa final del Bronce es mal conoci- Duero), que atestigiian el comercio de este da. otro tanto cabe afirmar acerca de los ini- metal en nuestra comarca o a través de ella. cios de la Edad del Hierro en la comarca. E: ha;de esta etapa i8Gí3-7VíI a.c.) es, idili- -uu~dliie esie pcríudu u'usrrv~~riosei diidn- bién, muy oscuro por lo que respecta al cono- zamiento del proceso de sedentarización de Hábitat y Urbanismo en el sector oriental de la meseta norte durante el primer rnilenio antes de Cristo 13 las diversas poblaciones. En el Valle del Ebro do Id5 cerámicas a peine (REVILLA,Ma. L. y TIME- surgen numerosos poblados con un urbanis- NO, A. 1990: 87- 10 1 ). Desconocemos el urba- mo plenanierite desarrullado (Cortesde Nava- nismo interior de los mismos, así como sus rra, Cabezo de Monleón, Palermo 111-1V; Za- necrópolis ya que no se han llevado a cabo foras, etc.). En el otro extremo de la Meseta trabajos de excavación Norte se desarrolla la vida de Soto de Medini- Tradicionalmente se ha atribuido a los pe- Ila, que ha de evolucionar durante varios si- lendones la ocupación inicial de los castros glos Sin embargo, en nuestra comarca sólo serranos. Ya en 1788, Loperráez los sitúa al conocemos esta fase a través de escasos ha- mediodía de las Sierras Distercias, basado en llazgos, especialmente cerámicos. hecho que las anotaciones de algunos autores clásicos, contrasta con la gran pujanza cultural de los ocupando las Sierras que hoy reciben los grupos próximos del Valle del Ebro nombres de Urbión, Cebollera, y Puer- Entre los hallazgos que podemos incluir tos de Santa Inés y Piqueras, hasta las Sierras en este periodo esta un vaso exciso proce- de Cidoncs, siguen por Soria y se unen con las dente de Castilvieio de Yiiba algunos frag- del Moncayo (LOPERRÁEZ,l. 1978: 3). mentos de superficie espatulada y decoración Sin embargo, algunos investigadores han acanalada (ORTEGO1: 1961 : 165 fig 13; íDEM atribuido a algunos pueblos precélticos la 1964: 273, Iáms. 3 a 61, además de algunos más cultura material de los castros, tal es el caso con baño de grafito procedentes del mismo de Schulten que la atribuye al pueblo ligur o lugar (Riiiz ZAPATERO,G. 1984: 184, nota 28). A Bosch Gimpera que lo hace a grupos huma- estos materiales habría que unir los vasos ex- nos subsistentes del Eneolítico. Taracena

,,:,,L., ,,:,,L., 1,- ,,.-+",, ,",,,,ii,nrl-r ",A, cisos de Güiniarias de Goimaz y Nürnancia y vpiiiava yur-.., iv~Laauva ~icliiucuyriuv~ yvi algunas formas lisas pueblos pastores obligados a la trashumancia Quizá a lo que nos enfrentamos en este (TARACENA,B. 1929 26). No obstante, la distri- momento es más a una laguna en nuestra in- bución geográfica de los castros en una zona vestigación que a una escasa población en la serrana, que las fuentes clásicas dan como zona en este período. En este sentido, fruto de ocupada por los pelendones, parece prestar- la intensiticación de las labores de prospec- se a la interpretación de un determinado ción ha sido la aparición de una serie dc yaci- caráctcr cn csta agrupación tribal. Ello con- mientos qiie f~chana partir del +$oVII a C ciierda con la onininn de Rosch Gimnera SII- Se trata de los poblados de La Cororia, La Bui- poniendo a los arévdcos perietrarido con su trera, Alto de la Nevera y Alepud, situados en cultura posthallstáttica hacia- las tierras de la zona central de la provincia. Estos yacimien- Numancia, hasta establecerse en el Iímitc con tos presentan rasgos peculiares que los dife- los pelendones. Los arévacos sustituirían la rencian notablemente de los castros de la se- ruda cultura de los castros por la posthallstá- rranía, casi completamente coetáneos. Son ttica, de donde por evolucion surge la numan- poblados ubicados en pequeñas elevaciones tina (TARACENA,B 1929: 26-27). de zonas llanas, quizá con un mayor peso Posteriormente, Taracena sigue mante- agrícola, carecen de fortificaciones en general niendo que se trata de un pueblo de pastores y son de mayor tamaño que los castros. pero trashumantes que hacen !a ruta anual a lo lar- evidenciando un modelo de hábitat más dis- go del Duero. por el Norte de la Cordillera Car- perso. Poseen, además. dos momentos de petana La vida de estos pastores coincidiría ocupación, uno de la la Edad del Hierro con con el descrito en el Periplo de Avieno para una variada rcprcseriidciUri dc ccrhiicds íirids los bcribrdccs «~ribudgrtsie y íeru~que vdgd y grafitadas, y otro de época celtibérica, faltan- tras los rebaños de sus numerosos ganados 14 lose Alberto Bachiller Gil

revelando una vida semejante a la de las fie- sión céltica acaecida entre los siglos VIII-VI1 ras) La imprecisión de los límites tribaies en- a.c., que sería dominada por el grupo de los trc pclendones y arévacos, la coincidencia te- pueblos belgas, de los que formarían parte los rritorial de la zona de los castros con la co- arévacos, y su influencia debió extenderse al marca serrana, el supuesto carácter céltico del resto de la serranía ocupada escasamente y sistema defcnsivo de los anillos de piedras así, la posesión de la capital equivaldría al do- hincadas y, también, «céltico-posthallstáttico» minio arévaco de todo el territorio pelendón. de los objetos de bronce encontrados, le Ile- De ello, el citado autor deduce que las relacio- van a la conclusión de que la cultura castrcña nes políticas entrc ambos pueblos se funda- fue fruto tardío de las primeras oleadas célti- mentarían en el dominio por parte del más cas en España y se deberíd a los pelendones, fuerte, aunque es posible que convivieran en tribu más tarde sometida a los arévacos que igualdad de condiciones sociales (ALONSO,C. formó con ellos la Celtiberia Ulterior. Sincróni- 1969. 132-146). d id cuiiura de ¡os casiros, exrendiéndose Iradicionaimentc. a nivei arqueoiógico, se por el Centro y Sur de la Provincia y provincias han contemplado en esta etapa dos diferen- limítrofes, hallamos otra caracterizada por un tes grupos de hallazgos cronológicamente conjunto de necrópolis «posthallstátticas» coetáneos: los castros en el norte y las denomi- por ser producto de celtas venidos durante el nadas necrópolis posthallstlítticas en el sur y línea Hallstatt europeo y que separados del conti- del Duero. nente la desarrollarán por sus propios medios Por lo que respecta al primero de los ha- (TARACENA,B. 1933: 393-401 ; íDEM 194 1 b. 165- llazgos, objeto de recientes revisiones, sola- -,,*+,. L"" *,.L." . . !U?; ~DEM!?54. ?Ve-'206). iii~ii~~i iaiiiiiva---- iriririic;a---." 8 !VC pii~cipdes Sáenz García, intentó ofrecer en 1952 una aspectos relativos al tema que nos ocupa Se semblanza completa de la distribución de los trata de poblados ubicados en lugares alta- diversos grupos en la comarca, situando en la mente estratégicos y localizados en la mitad zona norte a los pelendones, ocupando el ma- norte provincial. Se asientan en picachos se- cizo Distércico y viviendo de sus ganados; al rranos de fácil defensa, siendo su altitud me- sur unos grupos, también pastoriles. habita- dia de unos 1.200 mts., aproximadamente. Do- rían los páramos limítrofes con Guadalajara: minan el curso de los ríos y vías naturales de bellos. tittos v lusones: en el centro habitarían comunicación. los arévacos que, al parecer, tendrían su vida En las zonas más vulnerables del poblado, ligada a la agricultura. Los arévacos, quizá, no no protegidas por los accidentes del terreno, debieron utilizar fortificación castril, sus po se erigen murallas dc mampostería en seco blados, de carácter más urbano y de mayor con piedras de careo natural y tamaño media- volumen. se defendieron mediante murallas. no, aunque en ocasiones aprovechan la aflora- pero en ellas la estrategia no estaba contiada cion de grandes rocas que incluyen en el lien- exclusivamente a la eminencia del lugar zo de la muralla en un ahorro de esfuerzo en la (SAENZ,C. 1952) Los arévacos pertenecerían, construcción. En todos los casos de la comar- por su cultura, a la Segunda Edad del Hierro y ca aparece un solo recinto murado, constando deben aparecer a partir del 400 a C en la Me- su estructura de dos paramentos exteriores, seta, según Wattemherg (WATERH~RL.F 1963: verticales n en talud, que delimitan un espacio 491 central relleno de materiales angulosos. El Alonso Fernández eleva ostensiblemente grosor de las mismas oscila entre 2,50 y 6.50

1. - ids CIÜI~U~U~~~~y vpii~dque ¡u> ~C~CIIUUIIC~riiis. y su diiurd uri.gi~~di>e ~di~uide~iirc 4 y son tardía consecuencia de una primera inva- 4.50 mts, por el volumen de los derrumbes, Habita1 y Urbanismo en el sector oriental de la meseta norte durante el primer rnilenio antes de Cristo 15 siendo la de menor entidad la del Alto de la en la esfera ideológica. Quizá, la confluencia Cruz de Gallinero de aportes continentales y mediterráneos po- Al igual que es muy variada la tipologia de tenciaron las técnicas de equitaci6n. el mejor los emplazamientos también lo suele ser la maneio del caballo y su aplicación a la guerra configuración de los recintos, dando como re- (Lucns,Ma. R. y RUBIO, 1. 1990:440-4441. sultado plantas anulares (Castilfrío),triangula- Al margen de estos sistemas defensivos, res, trapeciales (Taniñe,único que lleva su mu- se ha señalado la existencia de algunas ligeras

~ralla ~ ~- a hac;e d~ grand~qangiiloql, ovales lAlto depresiones que se han interpretado como de la Cruz de Gallinero),etc fosos, aunque ya se apuntó la posibilidad de En pocos casos se documentan las puer- que pudiera tratarse de falsos fosos fruto de la idS de al i ,=¡.iOi. de e>tos i.ecir,toc, Sr -..L ----:z.. A,. --&-.,:-l,.- -- ITann CALL~LCLVIL uc LI L~LCLL~~G~GLL LVL iaa (i.-i-- ha indicado su existencia para los castros de CENA, B. 1941a: 51-53) , Hinojosa o . El Respecto al urbanismo interior, la idea tra- caso más claro de ubicación de puertas de ac- dicional era que, en los más antiguos al menos, ceso lo proporciona, por ahora, Los Castillejos las viviendas estarían constituidas por simples de , aunque es difícil afirmar cabañas (TARACENA,B. 194 1 a: 141, en tanto que si pertenecen a este momento o a la ocupa- las construcciones de mampostería comenza- ción posterior celtibérica (BACIIILLER,J. A. rían a utilizarse en un momento posterior. 1987~:11, fig. 5-101 Los últimos trabajos de investigación ar- La defensa de estos recintos pudo refor- queológica han dado como resultado la apari- zarse con la erección de torres adosadas al ción de varias plantas de habitación de mam- lienzo exterior de la mriralla, como parece postería, predominando las rectariguldres, apreciarse en Valdeavellano de Tera (RUIZZAPA- aunque en el castro del Zarranzano se docu- TERO, G. 1977: 85-88). menta una circular quc convivc con otras rcc- Asimismo, en algunos castros ITaniñe, tangulares. También se ha insinuado la posibi- Castilfrío, Cdstillejos de Gallinero, Hinoiosa, lidad de la existencia de plantas circulares en I .aneo

I,os pobladores de estos recintos siguen ROA, J J. l980), 460 y dos dataciones del 430 practicando la metalurgia del bronce, como lo a.c. para el castro del Zarranzano (ROMERO,E atestigua el hallazgo cn el castro de El Royo 1984a: 197) de un horno de fundición y un lote de moldes Por lo que respecta al segundo de los ha- de arcilla (EIROA,J. J. 1981).La mayoría de los llazgos, las unecrópolis posthallstátticas~,se hallazgos, fíbulas, botones, aguias, etc., son trata de enterramientos de incineración en ur- también de bronce, en tanto que el hierro es na que proporcionan gran cantidad de mate- un elemento minoritario. riales, en los que predominan los elementos La aparición en Castilfrío de la Sierra de metálicos, principalmente de bronce en un un lote de pondera podría indicar la ubicación primer momento, aunque ya existen algunos en este lugar de un telar, documentando la ac- de hierro, metal que irá progresivamente au- tividad textil. mentando su presencia y haciéndose más fre- La actividad fundamental de estos grupos cuente conforme avanzamos en el tiempo. serfu !a gunaderlu, u juzgo: pur los restos Respecto a la ieriiiiliuiogía uiiiizaaa por óseos hallados y por los territorios en que se Bosch Gimpera, generalizada y tradicional- asientan en plena zona serrana. Taracena afir- mente empleada por los demás investigado- maba que eran pueblos pastores de obligada res. cabe mencionar que proviene de la tipolo- trashumancia. Sin embargo, aunque esto pu- gía hallstáttica que él observaba en muchos diera ser así en los momentos iniciales. la apa- de los elemcntos metálicos. rición de casas de mampostería y la erección No obstante, la revisión que de algunos de enormes obras defensivas, que exigen un matcriales metálicos se ha llevado a cabo (Al- gran esfuerzo comiinal, no parecen confirmar ma!uez! tiende u o!wur !as fechx ha& fines esta tesis, ya que no resulta coherente, en la del siglo VI1 a.c.A pesar de que es dificil preci- mayoría de los casos, realizar tal esfuerzo para sar una cronología basada en el estudio tipo- habitar estos lugares en época priniavera-ve- lógico de los objetos metalicos, ya que la ma- rano para luego abandonarlos a su suerte yoría tienen una larga pe~ivencia.sin embar- hasta la próxima campaña. Por ello creemos go, es palpable la tendencia en la actualidad a que, la mayor parte de estos poblados, son lu- elevar sensiblemente la cronología para los gares de habitación permanente en los que la inicios de estas necrópolis y ampliar su vida a ganadería es su principal actividad. todo el siglo VI1 a.c. Esta tendencia no sólo se En zonas más llanas, donde la aparición manifiesta para las necrópolis sorianas (Alma- de molinos es más frecuente, es posible que hez, . La Mercadera) sino que exista una agricultura complementaria también se produce en la vecina provincia de La dieta alimentaria se completaría con la Guadalajara. Ello quiere decir que serían, en caza (cérvidos y suidos) e, incluso, la recolec- buena parte, coetáneas a los castros de la co- ción de hitos silvestres Eii minas iiuviaies llldKd serrana y a los pobiaaos de ia zona podría practicarse la pesca, no documentada centro que hemos mencionado, no siendo por arqueológicamente, y con toda seguridad la lo tanto posteriores a la [!Edad del Hierro, recolección de almeja de río (Anodonta Cig- aun cuando algunas de ellas. debido a su lar- naea), hecho comprobado en Los Castillejos ga pervivencia sí rebasen este período. de Cubo de la Solana. La revisión que modernamente se ha rwli- La cronología de esta ocupación, cuyo fi- zado de la cultura hallstáttica no aconseja la nal veremos más adelante, abarca los siglos continuidad en la utilización del térrnino V!-!\/ a.c. y está siendo confirmudu pur !as da hu!!stjttico ni pocthailst6t:ico para esta zona. taciones absolutas, 530 a.c. para El Royo (EL En este sentido, estamos de acuerdo con la HdbiLat v Urbariismo eri el sector orieri~alde la meseta riorte durante el urimer niilenio antes de Cristo 17 opinión de Almagro Gorbea para quien estas tos contextos culturales de los aportes pi-oce- necrópolis del Alto Duero-Alto lalón reflejan dentes del área ibérica. un ambiente cultura¡ distinto a íos Campos ue -iocios estos aspectos nos iiustran, tam- Urnas. Estas necrópolis constituyen la fase bién, sobre los posibles modos de vida en la inicial de las necrópolis celtibéricas, denomi- zona centro meridional. Son emplazamientos nación más adecuada dada su unidad cultural en cerros, pero en zonas llanas, dominando y su perduración hasta época avanzada Esta fértiles vegas de ríos (Duero, , denominación de (tceltibéricasu.que en oca- etc.). Los poblados no estdri fortificados v en siones sólo se ha aplicado a las fases más su interior, además de los materiales cerárni- avanzadas, es preferible a la de posthallstátti- cos mencionados, aparecen frecuentes moli- IA. rrnrnri hd innn 7~) n,, m,;,A,I,:An, cll, ,,, ;,A,,,, m ,,,,m, LUJ--- ,''L,VLnuiw, ,vi. i 77". 2,). L 1UJ UIIII~UUIVIUbJiLIIU L lUJ IllUULL " YLl lJUI Lógicamente si existen cstas necrópolis que el régimen económico agrícola pueda te- deben, indudablemente, existir sus corres- ner un mayor peso que en los castros septen- pondientes poblados. Si por el momento, en trionales, pudiendo llegar a ser su principal nuestra provincia, esta asociación está insufi- base. Por lo que respecta al urbanismo. el po- cientemente documentada debe ser producto blado de Andaluz presenta diversas construc- de una laguna en las prospecciones. El hallaz- ciones rectangulares de mampostería, aun go de un poblado y, junto a él, su necrópolis cuando por el momento no podamos adscri- en e1 yarirni~ntorl~ F1 Valladar pii~rl~wriliis- birlas con claridad a iina ii otra tapa de ncii- trativo de la existencia de estas asocidciones paciiín. (BACHILLER, J A. BLANCO, A 1991 ) Todos estos rasgos nos hacen pensar, qui- Otro poblado de singular interés es el de zá, en un pueblo diferente al que habita los los Altos de Fuentepiniila. Este yacimiento castros En este sentido, la mayoria de los au- no presenta fortificación alguna, proporcio- tores coinciden en dar esta zona como habita- nando numerosos fragmentos cerámicos da por los arévacos, portadores inicialmente elaborados a mano, algunos fragmentos de de la llamada cultura posthallstáttica. Por ello, bronce y diversos molinos amigdaloides con muchas reservas, podríamos adscribir a Junto a él existe un yacimiento celtibérico, este pueblo la ocupación de estos poblados y pudiéndose observar la sustitución del uno necrópolis. en fecha temprana y en contra de por el otro. No muy lejos de ellos. ya en la la opinión de Wattenbcrg. El hccho de que los Sierra de Andaluz, al norte del pueblo, se em- hallazgos arqueológicos parecen evidenciar plaza otro poblado que pudo tener varias una continuidad de poblamiento desde fe- ocupaciones U juzgar por los rriaterialec que chas tempranas hasta la aparición dc la cultu- allí se encuenlrari (cerámica a mano. a peine, ra celtibérica. nos hace inclinarnos por crono- celtibérica y romana),no presentando fortifi- logías más antiguas para el asentamiento de cación alguna estos griipos, pobablemente este proceso se Quizá, aunque con las lógicas reservas de- inicie ya a partir del siglo VI1 a.c. bido a la escasez de datos, estos poblados que hemos venido mencionando (Alepud, La La segunda edad del hierro Corona, La Buitreta, Alto de la Nevera, Fuente- Resulta muy problemático fijar una fecha para pinilla).coetáneos cronológicamente a las ne- los inicios de la Segunda Edad del Hierro. crópolis, constituyan la tase inicial en el largo Martín Valls propone la fecha teórica del 500 período de gestación de lo que después dará 3.C. para su comienzo en la Meseta Norte. como resultado la cultura celtibérica, fruto dc siendo cstas fechas, 500-400 a.c., un período la progresiva introducción y adaptación en es- de gran inestabilidad política e intranquilidad 18 [osé Alberto Bachiller Gil general (fortificación de numerosos pobla- trata de viviendas de mampostería de planta dos], sin que se precisen las causas de esta rectangular que, a veces, deriva en otros tipos incertidumbre (MART~NVALLS, R. 1985: 1 O9), (trapeciales) que ofrecen una disposición ra- aunque Almagro Gorbea señala que pudo de- dial, adosando la mayoría su muro posterior a berse, en última instancia, a una nueva organi- la muralla. Poseen paredes medianiles y delan zación socio-económica del terrilvrio e, inclu- un espacio centra! cn el interior del poblado so, una previsible tendencia al aumento de la en el que, a juzgar por el plano de Taracena presión demográfica (ALMAGRO,M. 1990: 42). (TARACENA,B. 1929), también existirían algunas También, es posible que en nuestra comarca construcciones La cerámica quc proporciona entren en juego factores como el desarrollo y el yacimiento combina los ejemplares realiza- expansión de los grupos meridionales, que di- dos a mano cüri los torneados, mucho más versos autores identifican con los arévacos. abundantes p de clara tipología celtibérica. A fines del siglo V a.c. y primera mitad del A esta fecha puede que pertenezcan. aun- sig!~!y prsbah!err.e::tc. sc pücdan fij~ilos yüe ten~~iiiu~iiuchas reservas al respecto, ios primeros movimientos de penetración hacia poblados de la Pedriza de Ligos (ORTFGO,T el norte de la línea del Duero de estos grupos 1960. 129-131) y Los Castejones de Calataña- meridionales, iniciando el proceso de despla- zor (TARACENA,B. 1929: 19, fig. 10).En este últi- zamiento de los pobladores de los castros mo observamos la aparición de una muralla (pelendones) hacia las sierras septentrionales. dc paramentos múltiples, similar a otras pos- Posiblemente en estas fechas o poco después teriores como la de Los Castellares de Suella- se podría situar el hecho, señalado por nume- cabras, aunque en el caso de Calatañazor des- rosos autores de la nriipacifin de Niirnxnci rmurerxos e:: quS momento de 1a .da del desplazando de ella a los pelendones. poblado pudo erigirse. En este momento se puede fijar el inicio Otro grupo de poblados, también fortifica- dc algunos poblados ubicados eii la mria nor- dos y. por este hecho, tradicionalmente con- te, tradicionalmente asimilados al mundo cas- templados en la bibliografía como pertene- treño. pero que indudablemente responden a cientes al grupo castreño lo constituyen El Pi- unas concepciones urbanísticas y defensivas co de Cabrejds del Pinar, Alto del Arenal de muy diferentes. El caso más claro es el yaci- San Leonardo, El Collado, Collarizo dc Cara- miento de Arévalo de la Sierra que, a nuestro bantes, Villar del Ala v Castillo Billidn entre juicio corresponde a la penetración anterior- otros. Su cronología, quizá, sea algo más avan- mente mencionada. zada que la de Arévalo, pudiendo comenzar Las diferencias que presentan can los cas- su vida en un momento difícil de precisar pe- tros de la serranía son varias. En primer lugar, ro, posiblemente, dentro del siglo IV a.c. Una difiere el propio emplazamiento, en una zona de las razones que nos llevan a vincularlos a ,, ,c. +^ 11------l. icloi;vaiiicillt llalla y JUUI~UII~ pequeria mue- este grupo es que ia inmensa mayoría de los la que destaca muy poco del resto de las tie- materiales que allí se encuentran son frag- rras del entorno. El sistema defensivo también mentos cerárnicos elaborados a torno de clara introduce novedades, la principal estriba en tipología celtíbera. No obstante, existe un re- colocar piedras clavadas a tizón junto al lienzo ducido número de ejemplares realizados a exterior de la muralla, quc rodea totalmente el mano y olgiinos a torno lento. Asimismo, en poblado, configurando un terraplén de violen- todos ellos existe un gran amontonamiento to plano inclinado. A ello se une un nuevo sis- de derrumbes en la zona más vulnerable, lo temx de org.nizución vrbunu que hasta e! mo- que hace süpüí-iei id e~i>ie~l~idue un gran [o- mento no había aparecido en la comarca. Se rreón, muy diferente a los que parecen existir Hábitat v Urbanismo en el sector oriental de la meseta norte durante el primer mileriio aritei de Cristo 19 en Valdeavellano de Tera. En algunos de ellos dores de los castros. Por otro lado, estos po- (Cabrcjas del Pinar, Collarizo. etc.) aparece el blados presentan gran similitud con El Valla- sistema de piedras hincadas que, sin embar- dar en cl vallc del Jalón,al que ya hemos he- go, son de niayor tamaño y aparecen más es- cho rcfcrencia anteriormente. Se trata de un paciadas que en algunos castrns serranos poblado. situado en el término de Somaén, y (Castilfrío,Castillejos de Gallinero).Este sistc- su correspondiente necrópolis, unos 200 rrils. ma puede que sea una adaptación del em- al norte del poblado, en pleno barranco, y en pleado en los castros, aunque es posible que el terrriino de Arcos de Jalón. El poblado de el mal denominado «grupo de los Campos de configuración muy similar a El Pico y Alto del Urnas del Alto Jalón~también conozca este ti- Arenal, posee una muralla en la zona más vul- po defensivo. En este sentido, el poblado de nerable y, además. presenta una enorme acu- Castilviejo de Guiiosa (Guadalajara) también mulación de derrumbes en una zona de la lo posee, siendo frecuentemente paralelizado misma, donde pudo estar emplazado un to- con Cabrelas del Pinar (BcLLN,ivi.; UALH~IU,K. y rreúii de gian el-,ver-gadüia.Los riiate;iaks cc- FERNÁNDEZ.M 1978). rámicos están, mayoritariamente, elaborados Respecto al urbanismo observarnos la a torno y son de tipología celtib8rica. aunque existencia en El Collarizo de viviendas de también aparecen algunos realizados a mano. mampostería de planta rectangular, alineadas La necrópolis presenta similitudes con la veci- a lo largo del cantil oriental del poblado, Ile- na de Almahez y las de la zona de Guadalaja- gando, incluso. a rebajar la roca base del yaci- ra. Las urnas aparecen junto a una gran laja de miento. En , aunque no podemos piedra hincada y rodeada de piedras de me-

nr\r +-m.iñn 3 iii7rrgr nnr U~LCIIII~I~I~Ia qüé niomerito de !a vida dcf pa ' LVL LUIIIUI LV, Y bl.. ,>.,. !^qz~hemes podiC]^ blado corresponden, las casas aparecen ali- conocer sin realizar ningún tipo de excavación neadas en el cantil meridional y unidas entre Hemos localizado tres urnas correspondien- sí por paredes medianiles En la zona norte tes a esta necrópolis que nos han lacililado del poblado pudo existir una alineación se- vecinos de ambos niunicipios, dos de ellas irieidnte o quedar un espacio libre como ocu- elaboradas a mano y una a torno. De las ela- rre en otros poblados (BACHILLER,1. A. 1987~: boradas a mano una presenla tres asas de 16-17) cinta junto al borde y fondo plano, y la otra Otro &mento a tener en ciiwta nora vin- posee. asimismo, asa de cinta decorada con cular estos poblados al grupo eri expansión, tres líneas acanaladas. Ambas tienen superfi- es la no existencia de un nivel de incendio que cies pulidas. La urna elaborada a torno, típica- iieliiiiite dos ocupaciones (castreña y ccltibc mente celtibérica, ofrece un baquetóri en Id rica), al igual que ocurre en los castros de la unión dcl cuello con la panza (BACHILLER,1. A. y serranía Este nivel supone la destrucción de BLANCO.A 199 11 la primera ocupación castrena que es reem- iúo queremos dejar de piariiear dquí id su- plazada por la celtibérica. Ello quiere decir puesta existencia del llamado horizonte pro- que los poblados mencionados (El Pico ,41to toarévaco yue básicamente se define por la del Arenal, etc) poseen desde el inicio una aparición de cerámica a peine gr estampilla- ocupación celtibérica, aun cuando los mate- das, al igual que ocurre con el horizonte pro- riales cerámicos correspondientes al primer iovxcw~rri el Valle hledio del Duero. A nues- momento de ocupación no sean los clásicos tro juicio, actualmente. no existe ninguna refe- Posiblemente estos núcleos constituyan rencia váiidd pdra establecer este horizonte avanzaciiiias fortificadas para ei coriirui UL. de- piutüai-évaco. Las ceihicac a peinc 'y' cstari,- terminadas zonas en relación con los pobla- pilladas aparecen en contextos culturales muy 2 O losé Alberto Bacldler Gil diversos. Ya González-Tablas señaló que la ce- rior ocupación celtibéricd se produce en el rámica a peine no había que considerarla co- 320 a.c. (EIROA,l. 1. 1980).No obstante, el final mo fósil director ni de Cogotas 11 (11% Edad dcl de todos estos yacimientos puede que no sea Hierro) ni de Sanchorreja II (Ia. Edad del Hie- uniforme. Una parte de ellos son destruida y rro) (GONZÁLEZ,F: J. 1990: 57) Asimismo, Sacris- no volvieron a ser ocupados (Castilfrio de la táii de Lmia cuestiona muy seriamente !a Sierra, Los Castillelos de El Espino, Alto de la existencia del horizonte protovacceo en rela- Cruz de Gallinero, etc.), mientras que otros, ción a sus fósiles directores (cerámica a peine tras su destrucción, son ocupados por gentes y estampillada) ya que, al igual que ocurre en celtíberas, ya cn un momento avanzado de la nuestra comarca con el horizonte protoaréva- evolución de su cultura (El Royo, Cubo de la co, no existe estrato correspondiente a este Solana, etc.) Por tanto, se puede atribuir a este período en ningún yacimiento (SACRISTÁNDE pueblo celtíbero (arévaco, según las fuentes) LAMA,l. D. 1990: 193-1971,Nos inclinamos más, la destrucción de los castros, hecho que no se csmo hcmos venido expoiiiei-ido, pvr UIM observa en ouos pobiados a los que hemos evolución continuada en la que, en determina- hecho referencia (Arévalo, El Pico de Cabreias dos momentos, tiene cabida la adopción de del Pinar, etc.). las técnicas decorativas del peine y del estam- Este momento parece significar el definiti- pillado, muy limitadas por lo demás, y no sien- vo proceso de expansión del grupo arévaco do exclusivas de los grupos que van a alcanzar por la provincia. En estas fechas del siglo IV la celtiberización en nuestra comarca. a.c. en adelante, observamos en las necrópo- Así pues, el panorama que se observa en lis (SCHULEW 1969) un significativo aumento este momento es e! cigiiiente. pur un !uds. !o dcl armamento de hierro qüe susiiiuye ya, calizado en la comarca meridional y extendido prácticamente, al de bronce. Es la época en por el centro con avanzadillas hacia cl norte, a que estos grupos domirian la metalurgia del un pueblo eri exprisión portador de la cultu- hierro y con el mineral que obtienen de los ve- ra celtibérica y que podemos adscribir a los neros del Ivloncayo (MALUQUER,J. 1972-64) ad- arévacos, y por otro. ocupando las serranías quieren un mavor dinamismo e inician un pro- septentrionales, al pueblo que habita los cas- ceso de política claramente expansiva en de- tro~con una cultura material perteneciente a trimento del grupo norteño. la 13 Edad del Hierro y que podemos adscribir Todo ello nos lleva a iina niipva fase que, a los pelendones. En un primer momento, es como hemos visto, es una continuación de la posible, como afirma Alonso Fernández, que anterior y significa la Celtiberización dc todo el convivieran más o menos en paz, con un do- territorio provincial CI apogeo de esta culturd, minio por parte del más fuerte (el arévaco) cntendida en sentido global (político,cultural sobre el más débil (pelendón). y socio-económico),debió centrarse en los si- Esie equilibrio no va a aurar muci-io tiem- glos Ill y 11 a.c.,dando la impresión de que tras po Ya en el 350 a.c. se fecha el nivel de incen- las Guerras Celtibéricas la población quedó dio de Fuensauco, al que se superpone la ocu- bastante mermada. A partir de la caída de Nii- pación celtibérica de este poblado IR~MLRO,E mancia en el 133 a.c. sólo algunos núcleos de IYS4bi. Este mismo proceso de destrucción e cierta importancia (Termancia) parecen haber- incendio se observa en todos los r~strr~sque se mantenido en pie por algún tiempo. luego tienen una posterior ocupación celtibé- Los celtíberos emplazan sus poblados en rica. El Royo, Cubo de la Solana, Castillejos de una variada gama de lugares que. por lo gene- Ya!!ir,c:a, C~C.Ea e! castro de 1a Viigeii dei [di, 5011 cie Íácii defensa: cerros, iaderas, mue- Castillo de El Royo esta destrucción y poste- las, espigones fluviales, etc. Se han llegado a Hábitat y Urbanismo en el sector oriental de la meseta norte durante el primer rnilenio driles de Cristo 2 1 distinguir tres tipos de poblados. la ciudad, la tas murallas de paramentos internos permiten aldea y el castillo. Rcsulta dificil de mantener, que, en caso de abrirse una brecha en la mura- por el momento, una clasificdciGri taii iigida, lla, ésta no se desplome en su totalidad. En al- no obstante sí se aprecian diversas variantes gunos de estos poblados (El Collado) existen cntre unos poblados y otros. grandes engrosamientos que hacen suponer En primer lugar se observa la ocupación la existencia dc un torreón. Asimismo, en aigu- dc los antiguos castros (El Royo, Taniñe, Casti- nos existen fosos (Ontalvilla de Frentes, Ome- Ilejos de Gallinero. Cubo de La Solana, etc.). ñaca, etc.) que, a diferencia de los que se han En ellos parecen mantenerse las tipicas dc- señalado para los castros, se realizan cortan- fensas vjstas anteriormente. murallas de do en vertical la roca en aquellas zonas más mampostería con dos paramentos exteriores, vulnerables Esta rnstiimbre se observa en di- verticales o en talud. delimitando un espacio versos yacimientos ibéricos aragoneses (La central relleno de materiales angiilosos, ani- Tallada, Palermo, etc.). llos de piedras hincadas, etc, es aecir, los mis- Oiro grupo de pübladoc (Rabaneia dcl mos existentes. Las casas. a juzgar por los do- Campo, Fuentetecha, etc.) parece, a falta de cumentos arqueológicos que aporta El Royo, trabajos arqueológicos, que no tuvieron mu- son de planta rectangular y de mampostería ralla alguna, al menos de mampostería. La dis- El suelo de las mismas consta de una capa de posición de las casas en el interjor no es des- grava para rellenar Ins desnivdes de la roca conocida, aunque en el caso de Rabanera del base 4: sobre ella, una capa de arcilla El hogar Campo pudieron presentar una disposición presenta dos capas de arcilla entre las que se similar a la de Arévalo. En este caso las pare- inserm und corripuesia dc hag~-~-entoccerd- des pogc:io:cj & 11s ~ys~~cn~ nncihlp niip-,-- micos. Este ejemplo que ofrece El Royo se do- cumplieran una función defensiva. cumenta en numerosos yacimientos peninsu- Por último, encontramos los grandes nú- lares cn la construcción del hogar, reciente- cleos urbanos (Numancia, Tiermes, etc.).Po- mente se ha documentado en La Corraliza de blados que se han considerado conlo verda- Rayes. aun cuando corresponde a un momen- deras ciudadcs debido a la gran superficie to anterior que ocupan a diferencia de los niericiona- Al margen de esta segunda ocupación de dos antcriormente. Las casas son, asimismo, !os castra existen una serie de pnhlarins de de mampostería ir su danta rectangular o nueva creación y que presentan característi- cuadrangular, llegando incluso a formar man- cas muy similares. Su extensión es parecida a zanas divididas por calles transversales que, la de los antiguos rastios, se asientan en luga- indudablemente, responden a una nueva con- res de menor altitud, en la mayoría de los ca- cepción dc la ordenación urbana de origen sos, y se hallan también fortificados. Omeña- foráneo En Tiermes se documentan habita- ca, Ontalvilla, , etc La muralla es ciones rupcstres y exise, al parecer, UII~dddp- de mampostería con piedras de pequeño ta- tación total y un mayor acoplamiento a las ca- maño y careo natural y con paramentos inter- racterísticas morfológicas del terreno sobre el nos, hecho que ya habíamos mencionado en que sc asienta la ciudad. No obstante, la ocu- Los Castejones de Calatañazor y que se repite pación celtibérica de los dos yacimientos cn Los Castellares de Suellacabras, donde las rnericiciriadc~saparece muy alterada debido a materiales mas antiguos son celtibéricos. Es- las ocupaciones posteriores. 2 2 JoséAlberto Bachiller Gil

ria».1 Symposiinrn de Arqueoiogía Sonana, Soria. LOPERRAEZCORVALAN, l.: 1978. Descripción históri- ALMAGROGORBEA, M.: 1990. &OS Campos de ca del Obispadu de Osma. t.1, Imprenra Real. Urnas en la Meseta>.Actas del Coloquio Inter- 1788, Ed.Turner,Madrid. nacionai sobre la Edad del Hierro en la Meseta Nor- LIICAS PELLICER,M. R. y RUBIODE MIGUEL,1.: Le. Zephyrus, XXXIX-XL, 1986- 1987, Sala- 1990. «Introducción del caballo como ani- manca, pp. 3 1-47 mal de montura en la Meseta. problemáti- ALONSOHERNÁNDEZ, C.: 1969. it¿l~iude Zdragoza Seria)). Cae- BACHILL~K,1. A. y BLANCO, A. 1991. aEl poblado saraugusta, 17-1 8. Zaragoza y la necrópolis de El Valladar en el Alto Ja- - 964. «Castilviejode Yuba (Soria):Nuevo ya- 1611(Somaén-Arcos de Jalón Seria)», 'iaho- cimiento con cerámica excisa». VI11 CAN., na, VI[, La Laguna. Zaragoza. RELÉN. M ; BALB~,R. y FERNANDEZMIRANDA, M.: RCVILLA,Ma. L. y IIMENO. A,: 1990. «La dualidad 1978. «Castilviejo de Guiiosa (Guadalaja- de la cultura castreña soriana».Actas del Co- ra)) Wad-al-Hayara, 5 loquio internacional sobre la Edad dei Hierro en la EIKOAGARC~A, 1. 1.: 1980. ~Datacióngor Carbo- Meseta Nnrto 7~yhyvw,xXX!X- XL, ! 086- no-14 del castro hallstáttico de El Royo 1987 Salamanca. [Soria),, Trabajos de Prehistoria. 37, Madrid. ROMERO, E: 1984a «Novcdadcs arquitectó- - 198 1. «Moldes de arcilla para fundir metales nicas de la cultura castreña soriana: La procedentes del castro hallstáttico de El Ro- casa circular del castro del Zarranza- yo (Seria)». Zephyrus, XXXII-XXXIII, Salamanca non. 1 Symposium de Avqueoiogíci soviarza, Ft~ivHiuu~i.TV~ANLANO, 1. 1983. «La Edad del Soria. Bronce). Historia de Castilla y Lpón! t 1,Prehis- - 198413. «La Edad del Hierro en la serranía so- toria del Valle del Duero, Valladolid. riana: Los Castras)). Studia Archa~iogica.75. GONZALEZTABLAS E J.: transición a la Segun- Valladolid. da Edad del Hierro). Actas del Coloquio Inter- RW ZAPATERO, G.: 1977. ~Fortificacionesdel nacional sobre la Edad del Hierro 01 la Mwta Nor- castro hallstáttico de Valdeavcllann (So- te, Zepliyrus. XXXIX-XL, 1986- 1987, Sala- rialr Ceitiberia, 53, Soria manca, pp. 49-57. - 1984. ~Cogotasi v los primeros Campos de !!?JE?G, A: !)EX.

S~c~rsr;QvDE LAMA,J. D.: 1990. «Sobre la facies TARACENAB.: 1929. ahcavaciones en las provin- cultural de Cogotas 11 en la Cuenca Media cias de Soria y Logrono>.MJSEA, 103, Madrid del Duero) Actas del Coloquio Internacional so- + 1933. a'l'ribus celtibericas. Pelendones~ bre la Edad del Hierro en la Meseta Norte. Zephy- Homenagen a M.Sarwrento, Guimaraes. rus. XXXIX-XL, 1986-1987. Salamanca, pp. - 194 1a. Garta Arqueológica de España. Soria. Madrid. 193- 197. - 194 1 b «La antigua población dc La Rioja». SÁENZGARC~P~, C.: 1952. aVisiOn geológica de la AEA,42, Madrid. ~eografiay de la historia nrovinciales»Cel- - 1954 «Los piieblos celtib@ricos»H F M P tiberia, 4,Soria vol. 1-3, Madrid. SCHULE,W: 1969. Die Meseta-Kulturen der Iberis- WA'TTENBERG,E. 1963. Las cerámicas indígenas de *LA,- T Idlk;.a*al D--l:- t,l.,.""-.",;" D ..-1 171 hL-A&A LrICrL 1 IML"LIIi)CL. YCl llll. LYMI~LCIIILIM. U.,.l 1.) YVI L V, IVL~UI1u.