GANADERÍA Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII

Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII

José Ignacio Gómez Zorraquino Universidad de

La villa de Tauste, enclavada en las Cinco Villas aragonesas, vivió durante el siglo XVIII del uso silvo-pastoril de la tierra, quedando el uso agrario relegado a un alejado segundo plano. La amplia extensión territorial de sus montes (unas 40.000 hectáreas) y el beneficio logrado por la «alera foral» (con , Pradilla y monte del Castellar) permitió el desarrollo de una amplia cabaña ganadera que se benefi- ciaba de los montes comunes, de los pastos de propios,... Fue el año 1564 cuando las tierras de propios sufrieron una pequeña reestruc- turación. El libre uso vecinal de los pastos dio paso a la subasta pública de unas zonas de pastos de propios (Trasmontes, Tras la Arba y «hierbas sueltas») y la reserva de otros pastos de propiedad municipal para los ganados de las carnicerías, el ganado de las «adulas», el ganado de la primicia y el ganado mayor de la población (Huerta Baja, «hierbas sueltas», El Soto y El Tablar). Posteriormente, en 1583, la Casa de Ganaderos de Tauste (agrupación de los ganaderos taustanos) logró que las hierbas de Trasmontes fuesen para su libre uso, a cambio de 500 libras jaquesas anuales. Después de esta medida solamente quedaron como hierbas de propios subastadas las de Tras la Arba y algunas «hierbas sueltas», que tenían como destinatarios últimos los ganados trashumantes del Pirineo navarro (roncaleses principalmente) y aragonés. Así pues, en los años 1564 y 1583 se crearon unas reglas de juego para los pastos de propios (los montes comunes eran de libre uso para los taustanos) donde tenían cabida los ganados mayores y menores estantes y los ganados menores trashumantes. Este «acuerdo» logrado se rompió en 1768 y en los años posteriores, cuando la Admi-

— 847 — JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ZORRAQUINO Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII nistración central estableció que las hierbas de propios debían ser repartidas entre los ganaderos taustanos, dejando las sobrantes para la ganadería trashumante1. Esta normativa citada sobre pastos no fue la única y, además, durante el siglo XVIII (especialmente en la segunda mitad) proliferaron las disposiciones sobre la venta de baldíos y reparto de tierras concejiles (no suponían la concesión de permisos para realizar rompimientos de tierras). Con tanta legislación nueva, y con la inclusión del Canal de Tauste dentro del proyecto del Canal Imperial de Aragón, se produjeron algunos cambios en los derechos heredados por los ganaderos taustanos, lo que pro- vocó algunas disputas y enfrentamientos2. La anual convivencia en Tauste de los rebaños estantes con los rebaños trashuman- tes, desde San Miguel hasta Santa Cruz, añadía la posibilidad de un mayor número de conflictos a los ya tradicionales roces entre los vecinos de dicha villa. La amplia regulación de los derechos y obligaciones que tenían los propietarios de ganado grueso y menudo de Tauste cuando pastaban sus ganados en los bienes de propios se veía permanentemente alterada por innumerables incumplimientos, algunos denunciados y otros resueltos «in situ». Tengamos en cuenta que a los constantes con- flictos entre agricultores y ganaderos debemos unir la rivalidad entre los ganaderos de dicha villa por el control de determinados pastos adjudicados o repartidos entre los diversos propietarios de ganado mayor y menudo. Tampoco podemos olvidar las ten- siones creadas en los mojones de las poblaciones con las que no existía alera foral o en los hitos que delimitaban cada zona de pasto, como si siempre la hierba del municipio o zona colindante fuese mejor que la del propio. El agua para el ganado también era un permanente foco de tensiones, ya que dar de beber agua al ganado se convertía en una necesidad igual de vital que la comida3. También queremos señalar las especiales

1 GÓMEZ ZORRAQUINO, J. Ig. «Rebaños en los bienes de propios de Tauste en el siglo XVIII» (en prensa). 2 Las disputas y enfrentamientos por motivos jurisdiccionales, derechos heredados y un diverso aba- nico de cuestiones no son exclusivas del siglo XVIII. Así, en 1472 se localiza una disputa entre el Concejo de Tauste y el propietario de la pardina de La Gabardilla con el fin de que dicha pardina formase parte del patrimonio municipal. Jimeno de Urrea, vizconde de Biota, señor de y propietario de La Gabardilla, en los términos de Tauste, denunció el 26 de noviembre de 1472 ante los jurados de Zaragoza que gentes de la villa de Tauste, cumpliendo órdenes de los jurados taustanos, habían irrumpido en La Gabardilla un día del mes de noviembre talando un huerto con árboles frutales y destrozando otros bienes de dicha heredad. Como luego analizaremos, la misma actitud anexionista mostró el Concejo de Tauste con respecto a la pardina de Mira, situada al norte del término de Tauste y propiedad de la familia Frontín. PALLARÉS JIMÉ- NEZ, M.Á. «La Gabardilla y Mira en Tauste, hace quinientos años», Suessetania, nº 18, 1999, pp. 58-61. 3 Las ordinaciones de 1582 recuerdan la necesidad de cuidar del agua de las balsas como algo necesario para que los montes fuesen de utilidad para los ganados y para que éstos aumentasen. Dichas ordinaciones recuerdan que hasta ese momento la apropiación del agua de las balsas tenía «pena de degüella de una res de día y dos de noche « y para su cumplimiento debía estar «el ganado en la balsa y tomando aquel bebiendo o antes de sallir de la mota de la balsa». Sin embargo, en 1582 se establecía «que no solo

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disputas de la iglesia parroquial de Santa María de Tauste con algunos ganaderos para reclamarles el diezmo de su producción anual. Finalmente, analizaremos la oposición de los ganaderos taustanos contra el régimen de aprovechamiento de pastos en las zonas regadas por el Canal de Tauste4. Los conflictos más importantes entre agricultores y ganaderos estaban fundados en la presión que ejercían los agricultores para ganar tierras de labor al monte y la resistencia de los ganaderos a perder dichas tierras. Los ganaderos provocaban tensiones cuando sus rebaños invadían los campos sembrados y cuando penetraban en las rastrojeras y éstas mantenían la cosecha recién cortada. De ambas cuestiones había regulación municipal. Así, las ordinaciones de la villa de Tauste de 1647 y 1683 prohibían sembrar y escaliar a los agricultores en las partidas de Trasmontes, Tras la Arba y «dehesas sueltas», todas ellas tierras de propios, tradicionalmente des- tinadas al pastoreo5. No se decía nada de los montes comunes, destinados a satisfacer las demandas de los agricultores y ganaderos. Las ordinaciones de 1582 obligaban a los agricultores a limpiar bien los campos de fajos, con el fin de no dificultar la entrada de los ganados a los rastrojos. Si los pastores retiraban los fajos sin el con- sentimiento del dueño incurrían en la pena de 50 sueldos6. Una prueba ilustrativa de las disputas entre agricultores y ganaderos es el expe- diente judicial a instancia de Joaquín Pola y José Sola, infanzones y labradores de

se pueda llevar la pena de cinquenta sueldos que ahora imponemos cogiendo y tomando dichos ganados bebiendo antes de sallir de la mota de la balsa sino que también aquella se pueda llebar por el guarda o dueño de la balsa, hijo o criado suyo, viendo que dicho ganado está bebiendo en dicha balsa o detenido en ella pareciéndole que está bebiendo, aunque quando llegue esté el ganado ya en huyda...». ANGOY, V. Corralizas de privilegio y montes comunales en Tauste. Recopitación de Documentos Históricos, Diputación de Zaragoza-CAI-IberCaja, Alagón, 1990, pp. 25-26. 4 Sobre los conflictos entre labradores y ganaderos, propietarios y arrendatarios de la tierra, por los montes y comunales, por la propiedad y aprovechamiento del agua durante el Antiguo Régimen deben destacarse los trabajos de ORTEGA, M. La lucha por la tierra en la Corona de Castilla al final del Antiguo Régimen. El expediente de Ley Agraria, M.A.P.A., MADRID, 1986, PP. 35-133. REY CASTELAO, O. Mon- tes y política forestal en la Galicia del Antiguo Régimen, Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1995, pp. 56-62 y 124-161. 5 En el supuesto de querer escaliar algún vecino se establecía un largo proceso de regulación y con- trol así como de multas en caso de incumplimiento de la normativa. ANGOY, V., Corralizas de privilegio... op.cit. pp. 34-35. Sobre la importancia del marco jurídico local que se ocupa de las roturaciones en la España del siglo XVIII, SÁNCHEZ SALAZAR, F. Extensión de cultivos en España en el siglo XVIII. Roturas y repartos de tierras concejiles, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación- S. XXI, Madrid, 1988, pp. 45-59. 6 También se regulaba que los vecinos que trillasen en el monte se les guardase un pedazo de rastrojo y si algún ganadero lo incumplía debía satisfacer la suma de 33 sueldos y 4 dineros jaqueses. ANGOY, V. Corralizas de privilegio... op.cit. pp. 29-30.

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Tauste, contra el ayuntamiento de Tauste, sobre roturación de tierras en los propios7. Así, el 12 de marzo de 1797, Joaquín Pola y José Sola solicitaron que el ayuntamiento de Tauste les concediese licencia para roturar en la corraliza de propios de Val de Cas- tán (perteneciente al cuarto de La Socarrada, en la partida de Tras la Arba) un pedazo de tierra espartal de 14 o 16 cahizadas. Dichos agricultores justificaban sus deseos de roturación por la facilidad que había de riego gracias a la acequia de , y con arreglo a la Real Provisión de 26 de mayo de 1770 y al Real Decreto de 28 de abril de 17938, argumentando que se permitía la roturación de terrenos de propios siempre que no se perjudicase a terceros ni al común9. Sin embargo, Pola y Sola estaban desesperados por las escasas posibilidades que tenían de roturar dichas tierras atendiendo al siguiente dato: desde la publicación de las citadas reales cédulas no se habían concedido licencias a los agricultores para roturar en los montes de propios10. Además, añadían que se daba la circunstancia de que en dicho periodo siempre han «[...] ocupado en la referida Villa los Empleos de Regidores, Síndicos y Deputados los mismos que han mantenido y mantienen sus respectibos revaños de ganados lanares

7 También participó en la reclamación un menor de edad de 7 u 8 años, pobre miserable, que que- ría romper tierras en Val de Espartera (apoyado por el presbítero Antonio Sola, su tutor). A dicho menor, el Ayuntamiento de Tauste le acusaba de tal y de no tener medios para cultivar las tierras. Además, dicho ayuntamiento argumentaba que el terreno de Val de Espartera dehesa para ganados y donde la corporación no tenía facultades para permitir roturaciones (se refiere a la zona de Trasmontes, donde la Casa de Ganaderos de Tauste disfrutaba de pastos perpetuamente a cambio de pagar 500 escudos anuales a la Junta de Propios y la obligación de ceder la «hierba salobre» para beneficio de los propios). La corporación municipal también acusaba al presbítero Antonio Sola de aspirar a roturar todo el terreno destinado a pastos, utilizando para ello a numerosos vecinos. AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 947-8, ff. 50v-51r. 8 Nov. Rec. de las Leyes de España, tomo III, libro VII, tít. XXV, ley XVII, pp. 566-570. 9 Ni la ley de 26 de mayo de 1770, ni las leyes de 2 de mayo de 1766 y 11 de abril de 1768, pre- suponían un permiso para los rompimientos. Solamente se determinaba el reparto de las tierras de propios labrantías, baldías y concejiles que se cultivasen en virtud de la facultad real en la real provisión de 11 de abril de 1768 se especificaba que «no se autorizaba a los pueblos para romper terrenos sin preceder el consentimiento del Monarca» SÁNCHEZ SALAZAR, F. Extensión de cultivos en España en el siglo XVIII, op.cit. pp. 42-43. 10 La legislación sobre repartos de tierras de propios en el último tercio del siglo XVIII implicaba directamente a los concejos, controlados muchos de ellos por personas interesadas en la defensa de los aprovechamientos ganaderos. Esto provocaba retrasos y olvidos a la hora de aplicar la legislación. En la Baja Extremadura, los miembros de los concejos relegaron a un segundo plano la normativa sobre roturas y se interesaron más por la fórmula del repartimiento por tasación de las hierbas de los propios, con el fin de asegurarse pastos concejiles para sus rebaños. LINARES LUJÁN, A.M. «De la apropiación del usufructo a la privatización de la superficie. Las tierras concejiles en la Baja Extremadura (1750-1850)», Noticiario de Historia Agraria, nº 9, 1995, p. 110.

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[...]»11. Dichos agricultores ampliaban esta visión pesimista criticando a los ganaderos en los siguientes términos acusatorios: «[...] A más de haver obtenido el Pueblo por Real Concesión treinta y dos corralizas con el paso muy limitado, se han extendido y alargado sobremanera por los Comunes, convirtiéndolos en Corralizas a perjuicio del Público. Que a más de todo esto tienen en otro y que igual número de Desas en los restantes Montes llamado de Tras la Arva, que no de muchos años a esta parte por no necesitarlas los Ganaderos de Tauste tenían a arrendarlas y pasturarlas los Forasteros Roncaleses y Ansotanos, de las que éstos ya no pasturan sino cinco corra- lizas, quedando las restantes a beneficio de los Ganaderos del Pueblo, haviéndose aún advertido en algunos de éstos que verificado el desfloro de sus yervas las han vendido a dichos Forasteros hervajantes [...]. No bastan aún las muchas fuerzas de los Empleados en el Real Proyecto para contener los excesos de los Ganaderos, que acometen con sus ganados, assí de noche como de día, por los Plantíos, Preparados y Sementeras, assí sujetos a los pagos del Rey como por los que están conservados para las Cavallerías de la lavor y para la Adula del Pueblo [...]»12. El 14 de marzo de 1797 la Real Audiencia notificó a la justicia y Ayuntamiento de Tauste que en tres días debía resolver el recurso interpuesto por Joaquín Pola y José Sola. La respuesta del concejo taustano fue que consideraba justa la negativa a con- ceder licencias de roturación, argumentando la existencia de problemas en la acequia de Figueruelas y que la petición de roturaciones «[ ...] no puede ser otro objeto que el de incomodar a la Pastura sin ninguna utilidad de la agricultura. Deve hacerse presente que en sus Huertas se hallan puestas en cultibo más de siete mil cahizadas de tierra y en sus Montes más de dos mil, para cuya administración solo hay ciento veinte y siete Pares de labor y el total de sus vecinos no pasa de sietecientos. Y assí necesitándose para la buena administración más de trescientos pares de labor y cuasi duplicado vecindario, el aspirar a nuevos rompimientos no puede llevar otro objeto que el de perjuicio de tercero [...]»13. La oposición del Ayuntamiento de Tauste a que se roturasen tierras en los mon- tes de propios en 1797 continuó en 1805, cuando tal prohibición se basaba en una declaración de 20 de enero de 1648 entre el ayuntamiento y la asociación ganadera

11 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 947-8, f. 10r. Joaquín Pola y José de Sola hacen una loa a Ramón de Pignatelli porque «[,,,] dispuso las roturaciones de muchos terrenos adjudicados a los Propios [...]», tales como los Sasos del monte de Canduero y los comprendidos debajo de la Real obra de las Norias. También roturó otras muchas porciones de montes comunes en los Escalios. Todo ello proporcionó «[...] unas precio- sas Posesiones de viñeros y empeltrerías [...]» op.cit. f. 10v. 12 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 947-8, f. 10v. Para poder interpretar mejor estas cuestiones expuestas en el texto les remitimos a nuestro trabajo Rebaños en los propios de Tauste en el siglo XVIII (en prensa). 13 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 947-8, ff. 50r-51v.

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—testificada por el notario real Baltasar Robres Losilla— por la que en las partidas de Trasmontes, Tras la Arba y «hierbas sueltas» no se podían «[...] sembrar Campos, en pena si de aquí adelante los sembrasen se los pueda tomar la Villa con los dichos sembrados y sean a beneficio y utilidad suya [...]»14. Este «apoyo» del Ayuntamiento de Tauste a la Casa de Ganaderos de dicha población y a la ganadería en general —que contrasta con la extensión de cultivos15 y también con la privatización de las tierras de propios y comunes en otras poblacio- nes16— puede ser interpretado en la misma línea argumental que en 1797 planteaban los labradores Joaquín Pola y José Sola. Así, podemos constatar la presencia en el Ayuntamiento de Tauste (en 1800) de tres destacados miembros del colectivo ganade- ro: el regidor Félix Joaquín de Ayerbe, el diputado de común Manuel Cupillar y el sín- dico procurador general Manuel Navarro17. Estos munícipes figuraban en 1803 como miembros de la asociación ganadera y tenían respectivamente 487, 514 y 645 cabezas de ganado menudo de vientre18. También podemos deducir que el Ayuntamiento de Tauste, a través de su junta de propios, beneficiaba a los ganaderos en detrimento de los agricultores en el capítulo de la primicia. Así, los agricultores satisfacían el 10 por 100 de sus cosechas mientras que los ganaderos pagaban 1 cordero por cada 41 que criaban (estaban exentos los ganaderos forasteros)19.

14 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 4.201-3, pza. 1ª, f. 6v. En dicha declaración de 1648 también se esta- blecía que cualquier persona «que quisiere escaliar algún campo» en los montes comunes lo debía notificar antes al justicia y jurados y éstos al justicia de la Casa de Ganaderos de Tauste para que el concejo y dicha asociación nombrasen una persona de cada institución (que cobrarían respectivamente 10 sueldos diarios) con el fin de examinar el posible perjuicio para el pastoreo y hacerlo constar después en el libro de la villa. Las penas por incumplimiento de la norma ascendían a 200 sueldos jaqueses la primera vez (pagaderos en dos partes iguales al Concejo de Tauste y a la asociación ganadera) y 30 días de cárcel la segunda vez. op.cit. ff. 7r-8r. 15 Felipa Sánchez Salazar analiza los concejos (cuyas rentas de propios no bastaban para atender a sus necesidades) que acudían al Consejo de Castilla proponiendo la rotura de tierras como una solución para crear nuevos arbitrios con los que cubrir las deudas. Entre 1700 y 1800 se dirigieron al Consejo de Castilla 959 peticiones para roturar tierras, de las que 19 peticiones provenían de Aragón (donde se solicitaba la roturación de 3.024,80 has). SÁNCHEZ SALAZAR, F. Extensión de cultivos.... op.cit. pp. 62-65. 16 En el siglo XVIII las tierras de propios y comunes se empezaron a privatizar en España como consecuencia de las ocupaciones, las incorporaciones a las propiedades colindantes, la transformación de la tenencia temporal en perpetua, los cercados y las enajenaciones. SÁNCHEZ SALAZAR, F. Extensión de cultivos... op.cit. p. 102. 17 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 1.420-10, s.f. 18 ADZ. Intendente IV- 211, doc. nº 10, ff. 30r-32r. Esta interrelación entre los detentadores del poder local y el control de los propios para el sustento de sus ganados ha sido estudiada para Mérida por S. Fuentes Morcillo, quien destaca una Real Provisión de 3 de septiembre de 1776 que deparó a los concejales la oportunidad de monopolizar las tierras de propios eliminando parcialmente a los ganaderos trashumantes. FUENTES MORCILLO, S. Los propios de Mérida en la segunda mitad del siglo XVIII y primeros años del XIX, U.N.E.D., Mérida, 1986. 19 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj.: 1.791-1 pza. 1ª, f. 4r; caj. 4.201-3. pza. 2ª ff. 4v-5r.

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El ayuntamiento de Tauste podía eludir la presión de los agricultores contra su negativa a permitir roturaciones en los propios gracias a las posibilidades de roturar que le ofrecían los montes comunes. A favor de la corporación municipal también se sumaban los argumentos esgrimidos y apoyados por los regentes en la respuesta de 1797 a la Real Audiencia. Nos referimos a la escasa presión demográfica, al reduci- do número de caballerías de labor y la existencia de una nada despreciable zona de regadío que podía cubrir las expectativas locales del momento. Aún así, dicho ayun- tamiento echó mano de la ordenanza municipal número veinte que decía lo siguiente: «[...] Que en los Montes Comunes de dicha villa no puedan sembrar ni rozar sino tan solamente los vecinos y habitadores de ella. Y que los tales vecinos en los Campos y Tierras que de presente tienen y de aquí adelante rozasen en dichos Montes comunes no tengan ellos ni solo el uso y gozo solamente y no dominio, que éste siempre ha de ser y quedar, como por la presente ordinación queremos que quede para dicha Villa. Y los que no fuesen vecinos de ella si sembraren en dichos Montes Comunes puedan pacerse libremente y sin pena alguna los tales sembrados y a los ganaderos de dicha Villa. Y que los vecinos no puedan vender ni agenar las dichas tierras a estrangero alguno, empero entre los vecinos lo puedan hacer y ésto el uso y ususfructo de ellos solamente [...]»20. Esta normativa sobre la roturación de los montes comunes tenía la finalidad de evitar la llegada de nuevos colonos. Sin embargo, la regulación debió ser violada sistemáticamente —provocando innumerables conflictos sociales—21 si atendemos a la demanda puesta en 1805 por el ayuntamiento de Tauste contra varios vecinos de Castejón de Valdejasa que habían roturado tierras en los montes comunes de Tauste22. Los vecinos de Castejón de Valdejasa se defendían alegando que los montes de Tauste eran «dilatadísimos» y no los podían cultivar sus vecinos. Por contra, decían que los términos de Castejón de Valdejasa eran «escasísimos para emplear las caballerías de labor»23. Además, la mejor defensa era la presentación de varias escrituras públicas de venta de campos en los montes comunes de Tauste, realizadas por los vecinos de

20 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 4.201-3. pza. 1ª; ff. 5v-6r. ADZ. Intendente IV-211, doc. nº 5. 21 Los conflictos sociales originados por la rotura o plantío de tierras son innumerables en toda Espa- ña. SÁNCHEZ SALAZAR, F. Extensión de cultivos... op.cit. pp. 113-138. E. Fernández Clemente estudió la oposición de los ganaderos de la villa de Cantavieja a la puesta en cultivo de una zona de montes comunes y su cesión de treudo. FERNÁNDEZ CLEMENTE, E., «La crisis de la ganadería aragonesa a fines del Antiguo Régimen: El caso de Cantavieja», Teruel, nº 75, 1986, pp. 127-138. 22 Los vecinos de Castejón de Valdejasa acusados eran Pedro Ruiz, Andrés Conde y otros. AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 4.201-3, pza, 1ª ff. 26r-26v. 23 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 4.201-3, pza. 1ª, ff. 26r-26v.

— 852 — — 853 — JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ZORRAQUINO Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII dicha villa a los vecinos de Castejón de Valdejasa, y otras escrituras de permutas de fincas con vecinos de Remolinos24. La citada demanda del ayuntamiento de Tauste contra algunos vecinos de Castejón de Valdejasa que cultivaban tierras en los montes de Tauste se había generado por una denuncia de Matías Aparicio, vecino de Tauste y arrendatario de la primicia de dicha población en 1803 (por la que había pagado 1.510 duros de oro). Cuando Matías Aparicio se puso a recaudar la primicia se dio cuenta de que tenía problemas para cobrarla a los vecinos de Castejón de Valdejasa que trabajaban campos en los montes de Tauste (bien como propietarios o como arrendatarios) y a los ganaderos forasteros que herbajaban con sus ganados en los propios de Tauste. Ante estas dificultades, el arrendatario de la primicia solicitó el 10 de septiembre de 1803 a la Junta de Propios de Tauste que solucionase el problema. Dicha junta contestó al arrendatario a mitad de dicho mes y año con los siguientes planteamientos: «[...] Que los vecinos de Castejón de Valdejasa no pueden tener tierras propias en los montes de dicha villa ni adminis-

24 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 4.201-3, pza. 3ª, ff. 28r-55r, ff. 65r-68 y ff. 69r-137v. En 1804 se constatan las siete ventas de fincas siguientes:

Vendedor/es Comprador/es Situación Extensión Precio

Anselmo Roche y María Manuel Murillo y Poyos Royos, cruceta de 5 cahíces 55 L y 5 s. Lorente, cónyuges, vecinos Pascuala Lezcano, Val de Carro de Tauste cónyuges, vec. de Castejón de Valdejasa

Manuel Artaxona y Francisca Idem Idem. 6 cahíces 102 L de Oiz, cóny. vec. de Tauste

Francisca Salas, mujer de Idem Montes comunes 8 cahíces 80 L Gregorio Roche, vecina de Tauste

Antonio Longás, vecino Idem. Poyos Royos en la 2 cahíces y 27 L de Tauste cruceta de Val de Carro 4 hanegas

Manuel Laborda y Manuela Idem Xinebral 4 chíces 25 L y 10 s. Rodriguez, cónyuges, vecinos de Tauste

Diego Cavello y Michaela Idem Cruceta de Val de Carro 3 cahíces y medio 32 L Martínez, cónyuges, infanzones, vecinos de Tauste

Mariano Martínez y Manuela Idem Idem. 5 cahíces 34 L Betored, cónyuges

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trar en ellas, pues en las ordenanzas municipales de la misma expresamente se pre- biene que las tierras de dichos montes no pueden laborearse ni venderse a forasteros. Por cuyo motivo y por haber llegado noticia del ayuntamiento que algunos de dichos vecinos, en contravención de esta ordenanza, las habían vendido a los de Castejón, está en el día practicando las más vivas diligencias para averiguar qué porciones son las enagenadas y proceder a lo que corresponda. En quanto a los ganaderos hervajantes en las corralizas sobrantes se ha obser- vado de tiempo inmemorial que no han pagado la Primicia en esta villa y sí en los Pueblos de su domicilio o vecindad [...]»25. Como ya hemos adelantado, los conflictos en el mundo agrario no se reducían exclusivamente a las disputas entre agricultores y ganaderos por el control de las rotu- raciones en los montes comunes y en los montes de propios. También se regulaban los excesos de los ganados sobre los campos de labor y sobre las hierbas de los montes, y todo lo relacionado con el agua de abrevar los ganados y otras cuestiones. Así, la villa de Tauste tenía una ordenanza municipal con el título Pena de los ganados en Guertas, Montes y Bardenas de la villa y los Ganados que entraren a pacer las Yer- bas que la villa tiene Arrendadas y otros. En dicha ordenanza se tenía en cuenta los daños que hacían los ganados menudos en las hierbas de la huerta y montes, tanto si estaban arrendadas como si no lo estaban. Ante esto se regulaba lo siguiente: «[...] Los ganados que entraren a pacer en las Yerbas de la Guerta de dicha villa de la Carrera de Tudela arriva y en lo demás de la Guerta de aquella que no estuvieren Arrenda- das tenga una degüella de día y dos de noche, y el Pastor si fuere de día Ochenta sueldos y fuere de noche Ciento y sesenta sueldos jaqueses, aplicaderas las dichas penas la Mitad al Acusador y la otra Mitad a los Justicia y Jurado. Y el Ganado que entrare en las Yerbas assí de la Guerta como al Monte de dicha villa que aquella tiene Arrendadas tenga de Pena Quinientos sueldos jaqueses [...] aplicadera dicha pena como arriva se dice [...]. Y Respecto de las Cavalgaduras que se prehendaren en dichas Yerbas vendidas y por vender tengan de pena quatro sueldos por cada una, aplicaderas los tres sueldos para el Dueño de la Yerba y el Quarto para el Accusador y más aprecio. Y el Justicia o Jurados que fueren allados con sus ganados en dichas Yervas vedadas sean pesquisados y tengan la misma pena, exceptado las Adulas. Y que qualquiere vecino de dicha villa pueda hacer dichas prehendadas[...]»26. Ser forastero y estar pastando en hierbas reservadas para otros fines fueron sufi- cientes motivos para que, en 1761, el Capítulo y Hermandad de Ganaderos de Ganado Grueso de Tauste interpusiese un pleito contra Miguel Bonel, vecino de Boquiñeni,

25 ADZ. Intendente, IV-211. doc. nº 5 s.f. 26 El escribano Pedro José Molina dio fe el 22 de marzo de 1770 de que lo expuesto es la ordenanza 54, en el folio 42 vuelto del ejemplar consultado de las ordinaciones. AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 2.033-9.

— 854 — — 855 — JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ZORRAQUINO Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII porque éste el 31 de marzo de dicho año cuidaba su ganado menudo en la dehesa reservada para las yeguas de la villa de Tauste. Los peritos tasaron los daños en 50 libras jaquesas y hasta que satisfizo dicha pena le inmovilizaron 16 carneros27. En 1756, la misma Hermandad de Ganaderos de Ganado Grueso tuvo problemas con el arrendatario de las carnicerías de Tauste (en ese momento era Juan Miguel Cardona, ganadero, vecino de la misma población). Dicho arrendatario pretendía que la yeguada de los vecinos no pastasen en una parte de la dehesa que habitualmente utilizaban, más concretamente «las yerbas del soto alto, adesal y tamarigal». La sentencia, de 13 de noviembre de 1756, declaraba que el capítulo y hermandad de yegüeros de dicha villa debían ser mantenidos en la posesión del tamarigal litigioso donde pastaban sus yeguas28. Un conflicto habitual era el que provocó Lorenzo Ros, vecino y ganadero de la villa roncalesa de Garde, que con su ganado herbajaba en 1795 en Tauste —y en 1796 en Ejea de los Caballeros. Ros había estado con el ganado en 1795 en las hierbas adehesadas de Tras la Arba sin tenerlas arrendadas. Por este motivo se le impuso por parte del Ayuntamiento de Tauste una multa de 25 libras jaquesas, más las costas del expediente sancionador. Dicho ganadero era reincidente, ya que en 1792 y 1793 había pagado por el mismo motivo dos sanciones de 25 escudos cada una. En el caso que nos ocupa, Ros había sido arrendatario de las hierbas del monte redondo de Mira (de dominio particular)29 y había penetrado en los montes de Tauste hasta la partida de Peñalba (distante tres horas del monte de Mira), por lo que obligatoriamente había pasado y pastado en las corralizas de Tras la Arba y eso era castigado con multa30. Con el mismo conflicto, pero con peor suerte, se encontró Bernabé Urzainqui, vecino de la población roncalesa de Urzainqui, mayoral del ganado lanar de Joaquín Marco, labrador y vecino de la misma población, que con su ganado herbajaba en los montes de Tauste. Bernabé Urzainqui pasó en marzo de 1770 ocho días en la cárcel de Tauste, hasta que su amo satisfizo la pena de 25 escudos más las costas del proceso. El motivo de la reclusión fue que dicho pastor había sido denunciado por los guardas de los montes (Melchor Chavarría y Manuel Guedea Moral) por estar con su rebaño en las corralizas arrendadas por Tomás Enciso, vecino de Urzainqui. Joaquín Marco,

27 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 825-2, ff. 1r, 26r y 33r. 28 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 3.362-9. ff. 23r-28r. 29 Este paraje, situado al norte del término de Tauste, fue una pardina propiedad de la familia Frontín (muchos de sus miembros eran infanzones de Tauste). En 1538, el Concejo de Tauste intentó incluir el tér- mino de Mira en su jurisdicción directa. Varios taustanos pretendían que el señor de Mira no les prohibiera hacer uso de estas tierras para pacer, roturar, leñar o cazar y habían instado a los oficiales de la villa a que iniciaran pleito contra dicho señor. PALLARÉS JIMÉNEZ, M. Á. «La Gabardilla y Mira en Tauste...», op.cit. pp. 62-63. 30 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 2.526-3. pza. 2ª. ff. 3r-26r.

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dueño del ganado, justificó la actuación del pastor alegando que las dos corralizas que tenía arrendadas en el cuarto de Santa Engracia eran limítrofes con las dos corralizas contratadas por Tomás Enciso y habían llegado al acuerdo de disimular recíprocamen- te el paso de sus ganados de unas hierbas a otras, por estar confinantes, y no causarle perjuicio alguno a otros particulares31. Una clara disputa de los ganaderos agrupados en la Casa de Ganaderos de Tauste con los ganaderos propietarios de los ganados trashumantes —rearrendatarios de hier- bas en los propios— se puede observar en 1734. En dicho año —y seguramente como norma—, a los ganados enfermos de viruela y otras enfermedades contagiosas de los ganaderos de Tauste se les señalaron pastos en las aleras forales de Puialjez y Campo de (montes comunes), desde Santa Cruz hasta San Andrés. Solamente «[...] llegado San Andrés, el Justicia de Ganaderos mandaba salir dichos ganados enfermos de dichos Comunes, mandando señalar tierra en Val de Manzana o otros comunes a la parte de acá de la Arba, para que los ganados roncaleses que tenían arrendados los quartos confrontantes a dichos Comunes [Santa Engracia y Socarrada] los pudieran gozar libremente y sin contagio. Yéndose éstos, se les volvía a señalar tierra a dichos enfermos hasta San Andrés [...]». La Casa de Ganaderos de Tauste recurrió la medida del justicia de ganaderos alegando que no había ninguna ordenanza que estableciera que desde Santa Cruz a San Andrés debían salir los ganados enfermos de una zona de pastos elegida como «conveniente» para el resto del año. La disputa debió continuar sin que conozcamos hasta el momento el resultado final del conflicto32. Estas tensiones entre los propietarios de ganados estantes y ganados trashumantes quedaron reguladas en la concordia de 27 de junio de 1739 entre los acreedores cen- salistas y la villa de Tauste. Se estableció que los ganaderos de dicha villa no podían entrar en las hierbas de los ganaderos forasteros en todo el año, quedando castigado el incumplimiento con 25 libras jaquesas cada vez que penetrasen. Tampoco podían entrar los ganaderos forasteros en las hierbas de los ganaderos taustanos, y en caso de violación de la norma, la pena por pastar con el ganado era de 8 reales y 8 dineros. Esta regulación estaba justificada en la concordia porque los ganaderos taustanos incum- plían los pactos cuando entraban con sus rebaños en las hierbas que tenían arrendadas los roncaleses33. Como ya hemos adelantado, el agua también era un foco de tensiones entre los ganaderos en Tauste. La escasez de tan preciado líquido en los pastos de secano obliga- ba a cuidar al máximo las balsas creadas para recoger el agua de lluvia. Cualquier mal uso de dichas balsas o la apropiación del agua allí recogida tenía su correspondiente

31 AHPr.Z. Pleitos civiles. caj. 2.033-9. 32 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 980-1. ff. 6r-6v. También en ff. 74 y 19v-20r. 33 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 300-10. p. 20.

— 856 — — 857 — JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ZORRAQUINO Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII sanción. Así, contamos con un caso en que el traspaso de la muga por el ganado se hizo para abrevar. Fue el 8 de noviembre de 1769 cuando los guardas del monte de Tras la Arba (Melchor Chavarría y Francisco Casanoba) apresaron a Manuel Charral (mayoral de Ramón Pérez, labrador, ganadero, vecino de Urzainqui) quien estando en la Bardena Real había entrado en el término de Tauste con 309 cabezas de ganado menor para abrevar en la balsa de la partida del Tejar de Sancho Abarca. El castigo de esta acción estaba regulado mediante concordia entre los vecinos del valle de Roncal y los vecinos de Tauste, por la que «[...] cada vez que los Ganados Roncaleses pasasen de la Bardena del Rey existente dentro del término de aquel Reyno al de dicha villa, sus yerbas, aguas y pastos, haya de pagar el Dueño del Rebaño entrante ocho reales de día, y diez y seys de noche. Y en la misma pena incurran los vecinos de Tauste por cada vez que alguno de sus Rebaños respectibos entrasen en la referida Bardena [...]»34. La Iglesia tampoco era ajena a los conflictos ganaderos. Tengamos en cuenta que todos los ganados que pastaban en las dehesas y montes de Tauste estaban obligados a satisfacer anualmente el décimo de corderos y cabritos que nacían en dicho terri- torio a la iglesia parroquial de Santa María de Tauste35. Sin embargo, en los años 1773 y 1779 encontramos la negativa de tres ganaderos de Tauste (Pascual Cardona, Manuel Navarro y Manuel Cupillar) a satisfacer el diezmo a la citada iglesia, argu- mentando que ya lo habían pagado en Castejón de Valdejasa, lugar donde habían estado con el ganado herbajando. Sin embargo, el capítulo eclesiástico de Santa María presentó una firma que había ganado en el mes de mayo de 1755, gracias a la cual tenía derecho a percibir el diezmo siguiente: «[...] los corderos que prohixan las obejas y cabras de los Ganaderos Parroquianos de Tauste en las Dehesas y Montes de dicha villa y nazen y se acarrazan a sus madres [...]; y esto aunque acontezca y suzeda que los Dueños de los Ganados para conserbar las yerbas de sus Dehessas o por otro motibo saquen por algún tiempo las Obejas, Cabrería y cría después de nacida y acanrazada de las Dehesas donde nacieron a Lugares y términos estraños y convezinos como son Canduero, , Pradilla, Novillas, Ejea, Castejón, Montes del Castellar y Bardenas de Nabarra. Igualmente a percivido la Décima de la Cria de los Ganados y Cabrerías de los vecinos y Parroquianos de dicha Villa de Tauste que nacen fuera de dichas Dehessas [...]. Y en la misma forma como Diezmador

34 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 654-2, f. 3r y 7r-7v. Acuerdos semejantes debían existir con la ciudad navarra de Tudela y con las villas navarras de Buñuel, Fustiñana y Cabanillas. op.cit. f. 5v. En el caso que nos ocupa, dos peritos tasaron los daños analizando los terrenos que pertenecían a cinco corralizas y a la balsa, fijando los siguientes daños: 30 reales de 16 cuartos en la 1ª corraliza, 16 reales de 16 cuartos en la 2ª corraliza, ningún daño en la 3ª corraliza, 10 reales de 16 cuartos en la 4ª corraliza, 15 reales de 16 cuartos en la 5ª corraliza y gran daño (sin poderlo valorar) por abrevar en la balsa. op.cit. f. 13r. 35 Recordemos que la primicia la cobraba la Junta de Propios de Tauste.

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Unibersal [...] está por el mismo tiempo imemorial en el derecho usso y possessión de percivir y cobrar la Dézima de Corderos y Cabritos de los Ganados Forasteros que arriendan o en otro modo tienen Dehessas o Yerbas de Parizón [...] y nacen y se acarrazan a sus madres y estando pasturando éstas en dichas Dehesas [...]36. Esta amplia casuística elaborada por el capítulo eclesiástico de Santa María no fue compartida por el Cabildo Metropolitano de Zaragoza cuando el 15 de septiembre de 1779 acusaba a la iglesia taustana de no haber recibido «sobrecarta» de la firma ganada en 1755, y eso significaba «no estar en la Posesión» expuesta. Además, tampoco había prosperado el recurso de la iglesia de Santa María de Tauste contra los ganaderos Pascual Cardona y Manuel Navarro, cuando éstos habían pagado los diezmos en Castejón de Valdejasa en 177337. El uso y la costumbre obligaba a los ganaderos forasteros que con sus rebaños herbajaban en invierno en Tauste a satis- facer la mitad de los diezmos38. El «proteccionismo» que encontraba la Casa de Ganaderos de Tauste y sus asocia- dos en los pastos de propios y en los montes comunes se vio roto con las restricciones que tenía la ganadería en la zona regada por el Canal de Tauste39. La villa de Tauste regaba del Canal de Tauste y de las aguas del río Arba una extensión que Ignacio de Asso sitúa en 1798 en 4.100 cahizadas en la «huerta baja» y 1.900 cahizadas en la «huerta alta»40. El concejo taustano hablaba en 1797 —según ya hemos expuesto— de 7.000 cahizadas de huerta. Esta extensión territorial regada tenía limitada la entrada de ganado desde el 28 de febrero de 1783, dos años después de la inclusión del Canal de Tauste dentro del Proyecto del Canal Imperial de Aragón, cuando se prohibió pastar en los sembrados o en las tierras preparadas para la siembra y todas las reclamacio-

36 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 152-3, ff. 2r-34. El capítulo de la iglesia parroquial de Santa María de Tauste solamente admitía cobrar la mitad de la décimas en dos supuestos, aplicados ambos a los ganados trashumantes. Primeramente, cuando los ganados de los «forasteros» saliesen de las «yerbas Parizonales» (sic) a los pastos de otras poblaciones limítrofes y, en segundo lugar, cuando dichos ganados procreaban los corderos y cabritos en los pastos de verano (crías tardías). Tengamos en cuenta, que los ganados trashuman- tes estaban en los pastos de Tauste desde San Miguel hasta Santa Cruz de mayo. 37 AHPr.Z. Pleitos civiles, caj. 152-3, ff. 169r-170r. 38 ADZ. Intendente, IV-211, doc. nº 5. 39 Recordemos que el Canal de Tauste se pretendió incorporarlo a la empresa del Canal Imperial de Aragón en 1772. Fue una real orden de 12 de agosto de 1781 el momento de la aprobación de la inclusión del Canal de Tauste dentro del Proyecto del Canal Imperial de Aragón. Anteriormente, el 12 de agosto de 1780 se había firmado el contrato de compra del Canal de Tauste —que daba riego en malas condiciones a Tauste y otras poblaciones, llegando a regar 19.091 cahíces de tierra— por un precio de 394.691 reales de vellón. PÉREZ SARRIÓN, G. El Canal Imperial y la navegación hasta 1812, Institución «Fernando el Católico», Zaragoza, 1975, p. 65. Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. El Canal Imperial de Aragón, 1766- 1808, Inst. «Fernando el Católico», Zaragoza, 1984, p. 243. 40 ASSO, Ig. de, Historia de la economía política de Aragón, Zaragoza, 1798, (ed. facsímil, Guara, Zaragoza, 1983), p. 37.

— 858 — — 859 — JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ZORRAQUINO Conflictos ganaderos en Tauste en el siglo XVIII nes debían resolverse por medio del juez conservador del Proyecto. En un primer momento no se debieron cumplir dichas obligaciones, ya que si la puntual prohibición supuso un gran quebranto, todavía fue mayor el enfado porque las justicias locales habían perdido la potestad de regular y autorizar el pastoreo en las tierras regadas. En 1794, Tauste tanto como Pradilla, , Mallén, Gallur, Boquiñeni y Novillas se quejaron del gran perjuicio que les causaba la prohibición de introducir ganados en las tierras regadas por los canales41. Sin embargo, las quejas no prosperaron e incluso se pormenorizaron todavía más las regulaciones que limitaban el acceso del ganado en el regadío. Si seguimos a Guillermo Pérez Sarrión, en 1798 fue promulgado un reglamento donde se especificaba el régimen de aprovechamiento de pastos en toda la zona regada y donde se prohibía la entrada de ganados en los campos cultivados, planta- dos, sembrados o preparados para ello, en los cosechados hasta que no se retiraran los frutos, y en todos en caso de lluvia hasta pasados tres días de ésta. En caso de infracción se imponían multas en dinero, trabajos forzados en las obras del Canal y el diezmo del ganado. Sólo podían gozar de los pastos señalados en cada lugar los ganados mayores y menores de los vecinos, y las caballerías y yuntas de los vecinos de otros pueblos que allí administraban tierras. Quedaba así excluido del arriendo o cesión a las grandes cabañas foranas42. Con este reglamento los pastos de esta zona regada quedaban fuera del control de la Casa de Ganaderos de Tauste y de sus amplias prerrogativas. Por primera vez, los agricultores habían triunfado sobre los ganaderos, que aparecían como los perdedores de una pequeña «batalla», ya que estas restricciones en el pastoreo no debieron tener un gran significado en Tauste si atendemos a la extensión de sus pastos. Tengamos presente que «[...] a mediados del siglo XIX, a pesar de haber experimentado un cierto crecimiento desde finales del siglo XVIII, las superficies de cultivo todavía represen- taban un peso muy pequeño del total de la extensión territorial municipal y estaban repartidas entre el vecindario [...]» (había 6.700 hectáreas de cultivo de las 40.000 hectáreas de extensión que tenía el término municipal de Tauste)43. Hay que esperar

41 PÉREZ SARRIÓN, G. Agua, agricultura... op. cit. p. 377. 42 PÉREZ SARRIÓN, G. Agua, agricultura... op. cit. p. 378. Todas las yuntas y caballerías podían pacer en las tierras autorizadas al ir al trabajo, haciéndolo sólo en las márgenes o en los campos inmediatos no sembrados; y en las fiestas y temporadas de descanso sólo en los lugares que se señalaran, y siempre en manada, nunca individualmente. Se fijaba un número máximo de cabezas por vecino, que estaba sujeto a diversas variables, determinadas por el juez conservador de acuerdo con las justicias, ayuntamiento y síndico procurador de cada pueblo. 43 GERMÁN, L. «Cambio económico y conflictividad social en las Cinco Villas durante el período de entreguerras (1914-1936), en V Jornadas de estudios sobre Cinco Villas. Historia Contemporánea, Centro de Estudios de las Cinco Villas, Ejea de los Caballeros, 1992, pp. 15-126.

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hasta los años finales del siglo XIX y luego en el primer tercio del siglo XX —con la difusión de la maquinaria y los fertilizantes— para poder hablar de un predominio del uso agrícola sobre el uso silvo-pastoril. A lo largo del trabajo hemos expuesto algunos conflictos repetidos permanente- mente en la historia de las relaciones de los agricultores y de los ganaderos. Además, hemos tenido presente los pequeños cambios que se produjeron en Tauste en el siglo XVIII respecto al tradicional uso del suelo (destinado mayoritariamente a la explota- ción silvo-pastoril) y en el acceso al disfrute de los bienes agrarios comunes, ya que ambos aspectos provocaron algunos enfrentamientos que no habían tenido razón de ser en los momentos previos a la aplicación de la política reformista en el campo. En cualquier caso, los conflictos expuestos no tienen la virulencia de los aconte- cimientos desarrollados con ambientes mucho más crispados. Todavía no encontra- mos el desmantelamiento de los terrenos de uso colectivo que llevaron a cabo «los instigadores de la desamortización y de la reforma agraria liberal» y que generaron innumerables conflictos44, algunos de ellos plasmados en manifestaciones violentas.

44 SABIO ALCUTÉN, A. «Resistencias campesinas a la venta de comunales en Aragón: las vías legales para amortiguar impactos, 1855-1985», en PIQUERAS, J.A. (coord), publicación del Ministerio de Agricultura (en prensa). Sobre el proceso de privatización de los montes públicos se hacen imprescindibles: El número mono- gráfico de la revista Agricultura y Sociedad, nº 65, 1992, coordinado por JIMÉNEZ, J. I. y MATA, R., Pro- piedad y gestión de los montes españoles en los siglos XIX y XX. También el trabajo del Grupo de Estudios de Historia Rural, «Más allá de la «propiedad perfecta». El proceso de privatización de los montes públicos (1859-1926)», en Noticiario de Historia Agraria, nº 8, 1994, pp. 99-152. DE LA TORRE, J. y LANA, J. M. «El asalto a los bienes comunales. Cambio económico y conflictos sociales en Navarra, 1808-1936», Historia Social, nº 37, 2000, pp. 75-95. GERMÁN ZUBERO, L. ha estudiado la privatización de los pastos en Zargoza en: «Acampos. El proceso de privatización de los pastos en Zaragoza (1699-1901), Agricultura y sociedad, nº 79, 1996, pp. 85-116.

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