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Sierra Menera guía general de Sierra Menera

Edita Centro de Estudios del Comarca del Jiloca

Textos Tomás Sanz Serrano Teresa Bellido Luis José Mª Cereza Abadías Con la colaboración de Francisco Martín Domingo

Fotografía Daniel Bellido Luis: 14 (derecha), 85 (abajo) Teresa Bellido Luis: 13 arriba, 19, 21, 25 (arriba izquierda), 73 (abajo derecha), 74 (abajo izquierda y derecha), 81 (arriba derecha), 83(arriba derecha), 124, 140 José M. Cereza Abadías: 91, 92, 93, 94, 95, 99 arriba, 99 abajo, 101, 102, 103, 104, 105 ( abajo derecha e izquierda), 107, 109, 110 y 111 arriba José Luis Gordillo: 63 (derecha, izquierda) Fernando Herrero Loma: 17 abajo José Ramón López Navarro: 18 Francisco Martín Domingo: 16, 23, 29, 30, 31, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42 y 43 Tomás Sanz Blánquez: 46, 59 (derecha), 66 (abajo), 77 (arriba) Tomás Sanz Serrano: 13, 25 (arriba derecha), 48, 50, 51, 52,53, 54, 56, 57, 58, 59 (izquierda), 60, 61, 62, 64, 65, 66 (arriba), 67 (abajo), 72, 73, 74 (arriba), 75, 76, 77 (abajo), 78, 81, 82, 83 (arriba izquierda), 84, 85 (arriba derecha e izquierda), 86, 114 (izquierda), 122, 125, 127 (izquierda), 136, 137, 140 Ricardo Pedro Polo Cutando: 3, 6, 8, 9, 10, 11, 20, 22, 24, 25 (abajo), 27, 28, 29, 37 (arriba), 39, 40, 44, 45, 68, 69, 70, 79, 80, 83 (abajo), 87, 88, 89, 90, 96, 97, 98, 108, 111 (abajo izquierda y derecha), 112, 113, 121, 123,126, 128, 129, 131, 135,139

Ilustraciones Tomás Sanz Serrano: 47, 49, 50, 52, 54, 55 (arriba y abajo), 71 Ricardo Pedro Polo Cutando: 100, 106

Idea gráfica y maquetación Ricardo Pedro Polo Cutando

ISBN 978-84-613-3698-2

D.L.

Imprime

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Índice

Prólogo ...... 7

Introducción ...... 9

Medio físico ...... 12 Situación geográfica ...... 12 Clima ...... 16 Hidrología ...... 18 Humedales ...... 24 Pueblos y arquitectura ...... 30

Geología ...... 46 Principales unidades litológicas ...... 47 La «radiografía» del interior de la sierra ...... 49 Sierra Menera en el pasado ...... 50 Curiosidades geológicas y puntos de interés ...... 56

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Vegetación ...... 70 Características generales ...... 71 Comunidades vegetales ...... 72 Curiosidades botánicas ...... 79

Fauna ...... 90 Aves ...... 91 Mamíferos ...... 101 Anfibios y reptiles ...... 107 Invertebrados ...... 110

Conservación ...... 114 Zonas de especial protección para las aves ...... 115 El paisaje ...... 117 Impacto ambiental de las minas ...... 119 Conservación medioambiental y desarrollo ...... 121 El futuro de Sierra Menera ...... 124

Rutas e itinerarios ...... 130 Barranco Cardoso y minas de ...... 130 Minas de Ojos Negros y Setiles ...... 134 El rodeno y los humedales ...... 138

Agradecimientos ...... 142

Bibliografía ...... 143

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Prólogo

Una vez más, nos sentimos orgullosos de presentar un nuevo ejemplar de la colección de Guías comarcales dedicadas a la divulgación de nuestros espacios naturales, en este caso de Sierra Menera, una pequeña cadena montañosa que penetra, desde las Serranías de Albarracín, en la comarca del Jiloca.

Su principal característica es la existencia de yacimientos férricos que se han explotado desde la antiguedad. Las actividades mineras, frecuentes en una provincia rica en recursos naturales como es , suponen una oportunidad para el territorio, pero también una importante fuente de impactos negativos sobre el entorno. El momento en el que cesa la actividad es especialmente duro para la población, que ve marchar la oportunidad de ganarse el “pan de cada día”. Al igual que ha sucedido en otras zonas, como en la vecina Comarca de Cuencas Mineras, el paisaje queda además marcado para siempre, y requiere de costosas iniciativas técnicas destinadas a la recuperación de los ecosistemas.

El caso de Sierra Menera presenta una gran singularidad, la actividad minera ha creado un paisaje único, caracterizado por taludes, caminos y oquedades, en los que podemos observar una interesante mezcla de color. Lo que en otro día fue riqueza, ahora es una digna oportunidad de desarrollo para el extremo más occidental de nuestra Comarca. Podemos decidir entre contemplar el paisaje con nostalgia, o comenzar a valorarlo como se merece, dándolo a conocer en el exterior.

Esta cadena montañosa discurre por , , Ojos Negros y , adscritos actualmente a la Comarca del Jiloca. En la parte que corresponde a nuestros vecinos de la Comunidad de Teruel y a Castilla-La Mancha, pues no olvidemos que Sierra Menera ha sido durante siglos el límite entre los reinos peninsulares, podemos encontrar también espléndidos humedales, sobre todo en Rodenas, Pozondón, Almohaja, Setiles y . Estas masas de agua, de enorme valor faunístico, son unos puntos imperdonables para los naturalistas.

Sierra Menera es un enclave con gran belleza natural, con un carácter único, en el que muchas familias pueden todavía disfrutar y aprender de su rico patrimonio, también histórico y cultural. Esperamos que esta guía ayude en esta labor de dar a conocer, de divulgar, uno más de esos valiosos espacios naturales que se esconden en nuestra amplia Comarca.

Rosario Ramón Lavilla, Consejera de Cultura de la Comarca del Jiloca

Otoño en el marojal. Barrio Minero de Ojos Negros

Prólogo 7 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:25 Página 8

Introducción

Sierra Menera debe su nombre al hierro y su explotación, en lo que ha sido una importante actividad minera. Aunque podemos remontarnos a la época celtibérica, romana y musulmana, donde ya se realizaba la extracción, transformación y forja del mineral, fue el s. XX el que imprimirá a «la sierra minera» su verdadero carácter. La actividad extractiva realizada durante más de 80 años, desde 1900 a 1986, ligada a la existencia de grandes depósitos de hierro, ha creado un paisaje, una morfología y una manera de entender el territorio que todavía hoy perdura.

El tiempo parece detenerse en las proximidades de las minas de hierro, donde encontramos restos del patrimonio minero, antiguas naves, tolvas y cargadores del mineral, el ferrocarril construido a tal efecto, e incluso los propios barrios mineros. No obstante, este territorio no sólo enriquece al visitante en lo cultural e histórico, sino que aguarda agradables sorpresas relacionadas con el disfrute de la naturaleza.

Sierra Menera, atalaya del Jiloca, cierra el paso hacia otros reinos y constituye una de las elevaciones más importantes de la comarca, conteniendo a la cota máxima, el cerro de San Ginés. Muestra una unidad que se prolonga hacia el sur conectando con la Sierra de Albarracín, con la que comparte algunos aspectos de su riqueza natural.

Contribuyendo con el reconocimiento de nuestros valores naturales, esta publicación trata de llamar la atención sobre aspectos de gran relevancia a nivel comarcal que, además, gozan de singularidad a escalas regionales e incluso nacionales. Sierra Menera constituye, en sí misma, un afloramiento geológico singular, rodeada de materiales mucho más modernos. La presencia de los grandes huecos de explotación contribuye a poner al descubierto dichos materiales, creando un «paisaje lunar» digno de mención. La geología es uno de los aspectos más destacables que dotan de interés a esta porción de nuestro territorio comarcal, compartido con Castilla y la vecina Comunidad de Teruel.

Carrascas y campos de cultivo en las cercanías de

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Descubriremos a través de esta guía aspectos que no dejarán de sorprendernos sobre un territorio que creemos conocer, como la existencia de Puntos de Interés Geológico, grutas y cuevas, una gran riqueza mineral (con referencias internacionales) o el Paisaje Protegido del Rodeno, reflejado también en una singular arquitectura popular roja.

La vegetación muestra un importante exponente del bosque autóctono mediterráneo, tan esquilmado por las roturaciones y repoblaciones en el resto del territorio, que guarda además curiosos endemismos, algunos incluso únicos en Sierra Menera. Un aspecto más que contribuye a crear zonas de enorme belleza paisajística, a pesar de los impactos que la minería produjo en el entorno.

En los montes y campos la fauna muestra claros síntomas de expansión y recuperación, con la presencia de especies exigentes de hábitos forestales, mezcladas con otras propias del agro, más acostumbradas a la presencia humana. Seguro que encontraremos en este apartado curiosidades y anécdotas, que nos hablan de especies inhóspitas en nuestro territorio.

La presente guía cierra con dos capítulos imprescindibles, en los que cabe preguntarse por el futuro inmediato de un territorio con claros valores ambientales, pero en una difícil situación actual, en la que la despoblación pone en tela de juicio el mantenimiento de las actividades tradicionales, y el posible desarrollo de otras nuevas. En estos capítulos queremos reflejar el notable potencial que posee el territorio de Sierra Menera, de cara a su aprovechamiento turístico sostenible, a la vez que se fomenta la preservación de su patrimonio, cultural y natural.

Así mismo, es posible diseñar algunas rutas que nos permitirán acercarnos a algunos de los valores reflejados en estas páginas, pudiendo disfrutar del aire libre y de un paisaje único. A la vez podremos poner en alza unos recursos que los propios habitantes tienen como estandarte y como seña de identidad. Todo ello acompañado de otros itinerarios ya existentes y de una pequeña red de miradores que nos situarán «a vista de pájaro» sobre estas hermosas montañas.

Laguna de los Majanos. Setiles

Introducción 9 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:25 Página 10 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:25 Página 11

a c b d e

a. Molino harinero de Ojos Negros b. Campos de cultivo en las cercanías de las salinas reales de Ojos Negros c. Paridera de la Carnicería. Villar del Salz d. Nevada en Sierra Menera e. Castillo de Peracense Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:25 Página 12

Medio físico

Situación geográfica

Sierra Menera es una de las numerosas cadenas montañosas que se enclavan en el Sistema Ibérico. Es un macizo montañoso que forma parte del conjunto de sierras que constituyen las Serranías de Albarracín.

Ocupa una extensión que ronda los 25 kilómetros de longitud y una media de 15 kilómetros de ancho, en los cuales se levantan las cumbres de una cadena montañosa serpenteada por numerosos barrancos. La alineación de la sierra sigue la misma dirección que el Sistema Ibérico en conjunto, noroeste-sureste. Dentro del Sistema Ibérico turolense, Sierra Menera queda situada en la parte central del extremo occidental. No obstante, aunque Sierra Menera es turolense en su mayor extensión, también ocupa tierras castellano manchegas, en la provincia de Guadalajara.

Río Jiloca a Zaragoza Laguna de A-1507

Bello TE-V-4307 El Poyo del Cid Odón GUADALAJARATERUEL TE-29 Villalba de los Morales TE-V-4301Caminreal JILOCA N-211

Torrijo del Campo a Tarragona Blancas

A-23 TE-V-4305 Río Jiloca

a Madrid N-211

SIERRA MENERA Pozuel del Campo CM-2112 de Dueñas Ojos Negros TE-V-9025

Setiles N-234 Barrio Minero Laguna de Majanos Villar del Salz TE-V-9023 TE-V-9024

TE-59

Tordesilos

La Laguna Peracense

Ródenas TE-V-9022 TE-58 COMUNIDAD DE Alba TERUEL Torrelacárcel SIERRA DE ALBARRACÍN Almohaja TE-57 a Teruel 12 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:25 Página 13

El pico más alto de Sierra Menera es el Monte de San Ginés, a 1601 m de altitud sobre el nivel del mar, es la atalaya de esta sierra y del valle del Jiloca. San Ginés es el punto con mayor altitud de toda la Comarca del Jiloca. Esta característica se ha utilizado para la colocación de un repetidor de radiotelefonía, con lo cual lo reconocemos fácilmente. A sus pies se encuentra la Balsa de los Pozuelos

Sierra Menera resulta ser un accidente geográfico que ejerce función de divisoria de aguas y de límites administrativos. Precisamente, esta divisoria de aguas en Sierra Menera tiene la particularidad de determinar el destino del agua que precipita, es decir, en función del lado de la sierra en que caiga el agua ésta acabará en ríos de la vertiente mediterránea o atlántica.

Por la vertiente mediterránea, las ramblas y arroyos que nacen en la cara oriental de Sierra Menera, se convierten en afluentes del río Jiloca, que tras verter sus aguas en el Jalón, pasa a formar parte del río Ebro alcanzando el mar Mediterráneo. La zona septentrional de la sierra, a pesar de estar incluida en la vertiente mediterránea, no tiene salida al mar, puesto que aporta sus aguas hacia la cuenca endorreica de Gallocanta. En cuanto a la cara occidental de la sierra, el agua encauzada fluye hacia el océano Atlántico a través del río Gallo, afluente del Tajo.

Administrativamente, la vertiente este de Sierra Menera la comparten la Comarca del Jiloca y la Comarca Comunidad de Teruel, esta última en una menor proporción. La vertiente oeste sin embargo, pertenece a dos provincias. La mitad sur, turolense, pertenece a la Comarca Sierra de Albarracín y la mitad norte se encuentra en tierras de Guadalajara.

Dentro de la Comarca del Jiloca, Sierra Palomera se sitúa de forma paralela a Sierra Menera, en el extremo opuesto de ésta, separadas por el valle fluvial del río Jiloca, estructurando gran parte del territorio comarcal. Este valle, con una anchura media de unos 11 kilómetros y desarrollado, en parte, por los aportes sedimentarios de estas dos sierras, permite su puesta en cultivo tanto de regadío como de secano

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Junto con la Sierra Palomera, la Serranía de Cucalón y la Sierra de Santa Cruz-Valdelacasa, conforman las unidades montañosas más importantes de la Comarca del Jiloca. Sierra Menera, al tratarse además de una zona de tradición minera, adquiere una mayor identidad, tanto a nivel provincial como autonómico.

Los elementos geográficos que delimitan Sierra Menera son los siguientes: La parte norte de la sierra queda limitada por las estribaciones montañosas de las Sierras de Caldereros y la Sierra de los Castillejos de Zafra. La zona sureste por la Sierra de Almohaja. La parte suroeste queda limitada por los páramos de Pozondón y las estribaciones de los . Al oeste se sitúa un amplio valle que discurre desde Ródenas hasta Setiles. Al este queda una zona de transición donde Sierra Menera se desdibuja hacia el valle del Jiloca, en donde se distinguen las lomas de Ojos Negros y Villafranca del Campo.

A grandes rasgos, Sierra Menera se puede dividir en dos grandes sectores. Estas unidades presentan, en líneas generales, diferencias fisiográficas. El límite imaginario entre estos dos sectores se encontraría en el municipio de Villar del Salz.

Diferencias entre la mitad norte y sur de Sierra Menera. A la izquierda la mitad norte, más abrupta. A la derecha el sector meridional, con relieve más suave

En la mitad norte, con mayor anchura que la mitad sur, predominan los terrenos abruptos, con grandes desniveles y barrancos encajados en estrechos valles. La máxima altura en esta mitad norte la alcanza el Mojón Alto, con 1591 m de altitud. En cambio, la mitad sur presenta un relieve mucho más suave, principalmente en la cara oeste, donde se encuentran más presentes los afloramientos de rodeno.

Los accesos a Sierra Menera se realizan por carretera. Se puede llegar tanto desde la provincia de Teruel como de Guadalajara, ya que los distintos municipios que se sitúan en la sierra, se encuentran prácticamente interconectados por vías secundarias.

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Desde la provincia de Teruel podemos acceder desde , , Villafranca del Campo o por Monreal del Campo. Desde la provincia de Guadalajara se puede acceder desde varios puntos hasta alcanzar la CM-2112 que pasa por Setiles y Tordesilos. El acceso principal es la carretera que va a Madrid desde Monreal, la N-211. Allí se toma el desvío a El Pobo de Dueñas y así desviarse por la carretera CM-2112 hacia Tordesilos.

La Vía Verde de Ojos Negros es la más larga de España. Se encuentra acondicionada como tal desde el municipio turolense de Santa Eulalia hasta Torres Torres, en la provincia de . Se divide en dos tramos: I y II. El tramo Ojos Negros I, con 70 km de longitud, abarca las provincias de Valencia y Castellón. El tramo Ojos Negros II, tiene 92 km acondicionados y transcurre en la provincia de Teruel, desde a Santa Eulalia. En el año 2009 se realizarán las obras para acondicionar 17 km más Ferrocarril minero de la Vía Verde de Ojos Negros I. Con esta actuación, la vía verde conectará Santa Eulalia con el Puerto de . La conexión final concluirá con el El transporte del mineral desde las minas de Ojos Negros hasta el acondicionamiento Puerto de Sagunto se realizó por ferrocarril. Para tal efecto, se desde Santa Eulalia hasta construyó una vía de más de 200 km. El tramo de esa vía que Ojos Negros. No obstante, existe un discurre por Sierra Menera todavía se conserva en su mayor parte. proyecto para realizar Más deterioradas se encuentran las infraestructuras asociadas, este acondicionamiento como tolvas, almacenes, cocheras, etc. Todos estos edificios e de un modo peculiar, aprovechando que este instalaciones forman parte de un patrimonio cultural con tramo conserva en buen identidad propia, diferenciador de cualquier otro que conviene estado la vía. Así, se preservar. puede colocar un vehículo adaptado a la circulación sobre la vía El ferrocarril minero, de vía estrecha, solamente funcionó como que puede ser tren de mercancías mientras duró la explotación de las minas. Sin accionado a pedales o embargo, desde hace unos pocos años, se están desarrollando con una pequeña ayuda motora. iniciativas para el reaprovechamiento de las antiguas estructuras ferroviarias. En este sentido destaca la puesta en funcionamiento de la Vía Verde de Ojos Negros. Una vía verde es precisamente un antiguo trazado ferroviario en desuso, acondicionado como infraestructura para el desplazamiento no motorizado.

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Clima

La distribución climática de Aragón, basada en el criterio de Köppen, clasifica el clima de Sierra Menera como de tipo submediterráneo continental frío. Se caracteriza por presentar una elevada amplitud térmica y escasas precipitaciones. La gran amplitud térmica se debe fundamentalmente a las temperaturas mínimas que se registran en invierno, propiciadas por el asentamiento de un anticiclón. Los días de heladas duran casi dos meses y medio. La temperatura media anual ronda los 10,5 ºC y la precipitación media anual es de 471 mm.

Los elementos orográficos son unos factores climáticos que influyen espectacularmente en el clima. Este es el caso de Sierra Menera, al formar parte de la Cordillera Ibérica, interviene en el reparto de las precipitaciones. Este fenómeno se llama efecto Foehn: la llegada de las masas de aire húmedo provenientes del océano Atlántico encuentran la Cordillera Ibérica, que obstaculiza el paso de la masa de aire. Ésta se ve obligada a ascender por las laderas de la vertiente oeste. En el ascenso por la Ibérica, el aire cargado de humedad se va enfriando y condensando, dando lugar a precipitaciones. Conforme la masa de aire sobrepasa la cumbre, ésta se va tornando más seca, pues ya ha ido descargando agua desde el oeste de la cordillera.

Las ramblas, muy violentas tras las tormentas, provocan la inundación de los campos y edificios cercanos como, por ejemplo, las salinas de Ojos Negros

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Tormenta en Sierra Menera

Para conocer algo más del funcionamiento del clima en Sierra Menera, hemos realizado una ficha climática con los datos que recoge la estación meteorológica más completa de la sierra, la de Setiles. Esta ficha climática de Thornthwaite, nos revela las características del clima de tipo seco subhúmedo presente en estas montañas.

El clima de Sierra Menera viene caracterizado por una gran falta de agua en época estival, en la que no encontramos reservas de agua en el suelo desde el mes de julio hasta octubre. A partir del aumento de las precipitaciones en el mes de septiembre, el suelo se va recargando de agua, hasta que en el mes de noviembre comienzan a constituirse las reservas hídricas del suelo. Una vez el suelo se recarga al completo de agua, el excedente pasa a formar parte de la escorrentía superficial, como sucede en marzo y abril. Meses en los es que fácil observar que, aunque no haya llovido recientemente, los cauces siguen portando agua.

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Hidrología

En Sierra Menera no nace ningún río, sin embargo, hay una amplia red de barrancos y ramblas que drenan sus aguas hacia la vertiente mediterránea o atlántica. Hasta hace algunas décadas, estos cauces portaban un caudal prácticamente permanente, aunque, eso sí, fluctuante a lo largo del año. Hoy en día, estos cauces están prácticamente secos, convirtiéndose en afluentes ocasionales del río Jiloca, al este de Sierra Menera, y del río Gallo hacia el oeste.

La fisiografía de la sierra también influye en este caso en el desarrollo de los barrancos y ramblas. La mitad norte de la sierra, mucho más abrupta en comparación con la mitad sur y, sobre todo, en comparación con la cara oeste de ésta, permite que el agua fluya a gran velocidad, propiciando la erosión del suelo y la excavación de regueros que irán adquiriendo poco a poco mayor nivel, llegando a formar barrancos muy encajados en la cabecera, con un cauce incipiente que dará lugar a dilatadas ramblas en el curso medio y bajo del cauce.

Rambla de Palomarejos, Pozuel del Campo. Las bajas temperaturas invernales cubren de hielo la superficie del curso. En los márgenes existen chopos cabeceros que subsisten gracias al agua de este cauce

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La vertiente este de Sierra Menera cuenta, en este sentido, con un sinfín de barrancos y ramblas articulados que constituyen unos afluentes del río Jiloca, más bien esporádicos. En los montes de El Pedregal, en tierras castellanas, nace uno de los más importantes afluentes del Jiloca, un claro ejemplo del largo trayecto de las ramblas. Se trata del barranco de la Marajosa, que al llegar a tierras aragonesas recibe el nombre de rambla de Palomarejos. En Pozuel del Campo se une con la rambla de la Hoz, proveniente de los alrededores del Barrio del Hospital de Ojos Negros, donde pasan a formar una sola rambla conocida como la rambla de la Cañada, la cual, antes de llegar al Jiloca, atraviesa el casco urbano de Monreal del Campo.

Otra rambla importante es la llamada rambla del Valle. Recibe ese nombre en Villafranca del Campo, tras la unión del barranco Matamula y la rambla de Valtorres. Estos dos últimos cauces nacen en Peracense. Resulta curioso cómo la rambla de Valtorres ejerce función de división administrativa natural entre Villar del Salz y Peracense y deja de serlo al llegar a Villafranca del Campo. Allí cambiará de nombre para llamarse «Rambla de Saletas» y desembocará a un kilómetro escaso del núcleo urbano, a pocos metros del cruce de las carreteras de Villar del Salz, Villafranca y Santa Eulalia.

Continuando hacia el sur encontramos la rambla de la Fuente del Hornillo. Su nacimiento se encuentra en Alba, concretamente en el Cerro del Buitre, al suroeste del término municipal y desagua en Santa Eulalia. Recibe como afluente a la rambla de Almohaja. A partir de ese punto de encuentro el cauce de la rambla de la Fuente del Hornillo deja de estar encajado y se abre. Hasta su desembocadura en Santa Eulalia la rambla adquiere la función de división natural entre los municipios de Santa Eulalia y Alba.

Finalizando este recorrido por la cara este de Sierra Menera encontramos la rambla de los Raboseros. Nace en Almohaja y discurre prácticamente paralela a la rambla de Almohaja. Al entrar en el término municipal de Santa Eulalia, recibe las aguas del barranco del Tío Cristóbal. Tras pasar las últimas estribaciones montañosas, la rambla de los Raboseros hace un quiebro en su dirección, pasando de una dirección NO-SE a SO, hasta alcanzar el sur del casco urbano de Santa Eulalia.

Rambla de Almohaja

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La vertiente occidental de Sierra Menera presenta grandes diferencias en cuanto a la red de drenaje. En comparación con la vertiente este, los barrancos y ramblas se encuentran menos desarrollados, sobre todo en la mitad sur, donde el relieve es mucho más suave y alomado. El agua desciende por suaves laderas, con escasa fuerza como para excavar un cauce bien definido. Sin embargo, con mayor o menor rapidez, el agua caída en la vertiente oeste de Sierra Menera fluirá hacia el río Gallo, afluente del río Tajo que nace a pocos kilómetros, en la vecina Sierra de Albarracín.

Al norte existen numerosos barrancos, bien desarrollados, que confluyen en Setiles, donde se produce un efecto embudo. Los más importantes son la rambla Segundo y la rambla de los Villares, que reúnen la mayoría de los barrancos que allí se forman y que pasarán a formar uno sólo en donde tras abrirse paso entre escuetos valles, verterá sus aguas al río Gallo, ya en la localidad de .

La Laguna. Tordesilos

La mitad sur de la cara oeste de Sierra Menera, donde la red de drenaje se encuentra más laxa, presenta sin embargo más humedales. Destaca por su extensión La Laguna, muy cerca del cruce de las carreteras que van a Villar del Salz, Ródenas y Tordesilos, acondicionada recientemente como área recretativa.

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Tras episodios de lluvias las ramblas conducen el agua caída sobre la sierra, enriquecida con numerosos sedimentos de arrastre. Estos sedimentos pueden tener diversas granulometrías, lo cual influirá en el modo de transporte de los mismos. Las arenas, limos o arcillas viajan normalmente suspendidos en el agua, sin embargo, las piedras y bloques, que pueden pesar varios kilos, necesitan un gran volumen del agua circulando a gran velocidad para que puedan ser arrastrados. Los materiales se van depositando a medida que la velocidad del agua disminuye y eso ocurre cuando disminuye la pendiente y el terreno se va allanando.

Conforme transcurre el tiempo, el agua de las ramblas baja más limpia, ya que ha ido depositando los sedimentos a lo largo de su curso. A esta circunstancia se une el hecho de que el agua que porta el cauce ya no proviene directamente de la escorrentía superficial, sino del subsuelo. Es decir, tras lluvias continuadas, el agua se infiltra en el suelo, descendiendo hacia el acuífero, recargándolo, para posteriormente aflorar en superficie. El transcurso del agua por la capa edáfica tiene una función de depuración. Lo que era una rambla de agua torrencial, cargada de sedimentos a gran velocidad, pasa a convertirse en un arroyo de aguas transparentes que, en ocasiones, sigue activo hasta el comienzo de la época estival, época en la que resulta excepcional

Pequeño barranco con en Sierra Menera que las masas de agua permanezcan constantes. abundantes sedimentos en la vertiente occidental Pequeño arroyo de aguas cristalinas

Tradicionalmente, las ramblas han sido aprovechadas como fuente de recursos. Las ramblas propician unos hábitats especiales y, a su vez, extremos, donde sobreviven especies capaces de soportar condiciones ambientales difíciles para la supervivencia de los organismos, como son los largos periodos de sequía, así como la resistencia a las embestidas de fuertes crecidas tras las tormentas. Destacan en este sentido las especies vegetales, que por su incapacidad de desplazarse, se encuentran adaptadas a estas condiciones excepcionales típicas del área mediterránea, dotando de mayor valor ecológico a las características naturales de Sierra Menera.

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Muy típico en las ramblas del valle del Jiloca ha sido la plantación de chopos cabeceros. Se trata de chopos negros que, al escamondarlos (poda periódica de las ramas del árbol), constituían un interesante aprovechamiento maderero, al utilizar la madera como vigas para la construcción de viviendas o como leña para las estufas. Las ramblas, con sus cauces más o menos intermitentes de agua, permitían la plantación de estos chopos en sus orillas y, de esta manera, contribuían a mejorar la economía de sus habitantes.

Chopos cabeceros junto a la rambla de la Fuente, Almohaja

Otro de los aprovechamientos tradicionales de las ramblas, han sido los áridos. El cascajo retirado de los cauces se aprovechaba en las construcciones particulares. Hoy en día la extracción de áridos de los cauces es una actividad sujeta a autorización previa. La extracción de áridos puede ocasionar unos efectos contraproducentes, no sólo a nivel ecológico o paisajístico, sino que también puede aumentar el riesgo natural asociado a las ramblas. Las orillas quedan desprotegidas y se producen cambios morfológicos en el lecho y los márgenes que, a su vez, alteran el equilibrio de la corriente. La modificación de la corriente de agua puede provocar la desviación de cauces, aumento de su pendiente y, todo ello, puede incrementar el potencial erosivo del agua.

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Como se ha comentado anteriormente, no es fácil ver el agua en Sierra Menera, lo cual no quiere decir que no la haya. Los cursos de agua superficial permanente son muy escasos, sin embargo, el subsuelo se encarga de custodiar el preciado tesoro.

El pozo y lavadero de Rodenas, con las pilas y brocal tallado en arenisca, es uno de los más conocidos de Sierra Menera

Existen zonas donde el agua de escorrentía tiene dificultades para ser drenada. Los cauces quedan desdibujados y el agua no puede seguir un curso claro. En esta situación, las características litológicas de los suelos juegan un papel especial. Así pues, si el suelo se encuentra constituido por materiales impermeables, el agua permanecerá sobre él y se formarán humedales. En cambio, si el suelo está formado por materiales permeables, el agua percolará hacia el subsuelo hasta alcanzar el acuífero. En Sierra Menera, las áreas con difícil drenaje y con predominancia de materiales calcáreos, constituyen unos importantes y fundamentales puntos de recarga de acuíferos.

Los moradores de Sierra Menera bien lo conocen y desde antiguo se han proveído de agua mediante su extracción con pozos, puesto que el nivel del acuífero se encuentra a pocos metros de la superficie. Es fácil encontrar pequeños huertos cerrados con paredes de piedra, en los cuales existe un pozo que permite regar los cultivos.

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Humedales

Repartidas por la sierra también encontramos numerosas balsas. Se trata de pequeños humedales, en ocasiones muy efímeros. Sin embargo, en un ambiente donde el agua brilla por su ausencia, por pequeña que sea la cantidad de agua disponible, tiene una valiosa importancia. Estas balsas suponen una fuente de vida esencial para el desarrollo de diversas comunidades animales, permitiendo además el crecimiento de especies vegetales higrófilas que aportan un mayor valor ecológico a la zona.

Laguna de los Majanos. Setiles

Estas balsas pueden parecer una simple charca o un mero lugar para el abrevado del ganado, sin embargo, no debemos subestimar el gran valor de estas balsas, puesto que en un medio con escasez de agua disponible, constituyen todo un oasis de vida. Propiamente definido, estas balsas son humedales. Un humedal lo constituye aquella lámina de agua que permanece de forma temporal o permanente, permitiendo el desarrollo de comunidades vegetales higrófilas y especies animales acuáticas ligadas a este medio, que de forma conjunta suponen una importante fuente de biodiversidad.

El origen del agua que contiene el humedal en cuestión puede tener distinto origen. Podemos hablar de humedales que se forman por la acumulación de agua de escorrentía superficial tras las precipitaciones y también tenemos aquellos humedales que se alimentan de una surgencia de agua in situ o bien proceden de algún manantial no muy alejado. Estos últimos también recogen agua de escorrentía y, en ocasiones de sequía, cuando el nivel freático se encuentra lejos del suelo, pueden continuar funcionando con el agua que le llega por las ramblas y barrancos tras las tormentas.

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• Balsas ganaderas

Algunos de los humedales se construyeron con fines ganaderos. Ejercen papel de abrevadero, ovino mayoritariamente, pero también lo aprovecha la fauna forestal. Son fáciles de construir, generalmente, pues consisten en una represa situada en medio de un cauce, ya sea un pequeño barranco, un reguero, etc. Con el objetivo de que retengan un mayor volumen, se refuerzan las paredes con tierra y piedras. Cuando el cauce porta agua, coincidiendo por norma general tras precipitaciones recientes, la balsa se llena hasta rebosar. El sobrante pasa de nuevo al cauce.

Aparte de la función biológica de los humedales, este tipo de balsas ganaderas que acumulan el agua de escorrentía superficial tienen una función de prevención de avenidas. Conforme el agua va circulando por su cauce, llena las balsas que encuentra a su paso. De esta manera, se produce una laminación de la «avalancha» de agua y, así, el torrente de agua pierde volumen y velocidad.

Balsas ganaderas: Almohaja (arriba) y Tordesilos (abajo)

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• Pozos y galerías mineras

En Sierra Menera encontramos otro tipo de humedales muy especiales y exclusivos. Se trata de las lagunas formadas en zonas de explotación minera abandonadas. Los enormes huecos realizados durante la extracción a cielo abierto y las galerías constituyen ahora un vaso gigante que recoge el agua de escorrentía de sus laderas.

Estas lagunas son singulares desde el punto de vista paisajístico pero, seguramente, lo sean más en sentido biológico. La lámina de agua queda embalsada en el fondo del vaso de la mina, pero en su camino por las laderas de la mina hasta alcanzar el fondo de la misma, el agua disuelve y arrastra sedimentos que contienen una alta concentración de hierro. Por lo tanto, las condiciones ambientales de este tipo de lagunas son muy específicas y poco habituales, ya que las explotaciones mineras y, en este caso, de mineral de hierro, se encuentran muy localizadas a lo largo de la geografía. Un estudio microbiológico seguramente descubriría la presencia de especies exclusivas de este tipo de ambientes tan inusitados, con unas condiciones ambientales muy extremas. Con toda probabilidad, encontraríamos bacterias del hierro, que son capaces de utilizar este mineral para realizar sus funciones metabólicas. Esta circunstancia añade un mayor valor natural a Sierra Menera.

Embalsamiento en uno de los pozos principales de las minas de Ojos Negros

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• Manantiales y zonas inundables

La fisonomía de la sierra es un fuerte condicionante sobre el tipo de humedal que en ella se puede desarrollar. De esta manera, la cara expuesta al este de Sierra Menera, más abrupta y con escasas planicies, dificulta la formación natural de humedales. El agua, al descender rápidamente por las inclinadas laderas, encuentra fácilmente los barrancos que la encauzan hacia otros cauces principales. Esta característica hace que las balsas tengan un carácter artificial, puesto que para formarse, necesitan la colocación de una represa en un cauce, por pequeño que sea éste, para que de esta manera se pueda retener el agua.

Laguna endorreica en el término de Ródenas

Sin embargo, lo que sucede en la cara oeste de Sierra Menera presenta diferencias considerables, pues la orografía presenta pendientes mucho más suaves. Incluso hay lugar para amplios y abiertos espacios de llanuras. En estas circunstancias, cuando el agua de escorrentía alcanza estos terrenos más llanos, incapaz de fluir por un cauce bien definido, puede quedar estancada formando un humedal. Sin embargo, no siempre podrá evolucionar hacia esta forma. Si la litología es permeable, el agua percolará hacia el subsuelo constituyendo un punto de recarga del acuífero. Estos puntos de recarga también pueden constituir un punto de descarga del acuífero, de modo que cuando el suelo se encuentre saturado de agua, ésta aflorará en superficie, pudiendo formar un humedal.

En la cara oeste de Sierra Menera encontramos tres grandes humedales, la balsa de los Pozuelos en Ródenas, la laguna en Tordesilos y la laguna de los Majanos en Setiles.

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A los pies de la cara occidental del Monte de San Ginés encontramos un valle que se extiende hasta Setiles. Este valle se caracteriza por la continua presencia de humedales, desde su cabecera hasta el final. En la cabecera encontramos precisamente la Balsa de los Pozuelos, de gran importancia ecológica, pues alberga una serie de plantas cuya presencia es muy rara en Aragón. Una circunstancia que aumenta aún más si cabe el valor natural de Sierra Menera y pone de manifiesto la necesidad de mantener el patrimonio natural de la mano de un desarrollo sostenible.

Balsa de los Pozuelos. Ródenas

A la balsa de los Pozuelos se accede desde la carretera que va de Ródenas a Pozondón (TE-V-9022). Entre los kilómetros 12 y 13 se toma el camino que conduce hacia el repetidor de San Ginés y, a pocos metros desde este desvío encontraremos a la izquierda del camino la balsa. Se encuentra en una hondonada, rodeada por unas suaves laderas cultivadas con cereal, que conforme aumenta la pendiente, dan paso a un pinar de repoblación y un quejigar laxo con Quercus faginea. La balsa de los Pozuelos mantiene agua durante todo el año. Su sustrato es silíceo. El agua presenta poca eutrofización y ello permite el desarrollo de comunidades higrófilas muy raras en la provincia de Teruel, exclusivas de áreas muy bien conservadas. Resaltan en este enclave la presencia de taxones de gran valor como Santolina rosmarinifolia, Gnphalium uliginosum, Alopecurus aequalis, Senecio lividus, Eleocharis acicularis, Verónica scutellata, Aster aragonensis, Mentha cervina, Trifolium dubium, T. resupinatum, T. striatum, T. strictum, Pilosella castellana, Spergularia segetalis y Thymus izcoi.

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En Tordesilos, encontramos La Laguna. Se trata de un humedal con un área de inundación de más de 15 ha y con claras evidencias en los suelos adyacentes de que fue mucho más extensa. En época estival apenas se puede ver la lámina de agua por la invasión de un denso carrizal. En las inmediaciones hay un merendero a la sombra de una chopera. Entre los valores que priman en esta laguna destaca la presencia y nidificación de numerosas aves.

Acabando el recorrido por este valle, encontramos la Laguna de los Majanos. Es un humedal permanente, con un área de inundación que supera las 10 ha. Parte de su aporte hídrico proviene de un azud que llega desde la base de las minas. Junto a la laguna, hay un merendero. Es fácil encontrar en este paraje numerosas anátidas. Laguna de las Suertes. Almohaja

La cara este de Sierra Menera, con una mayor actividad de barrancos y ramblas, ofrece poco protagonismo a los humedales. No obstante, destaca la Laguna de Almohaja. También es conocida como la Laguna de las Suertes. Tiene un área de inundación de cerca de 11 ha, aunque se encuentra muy desecada por los canales que la circundan. A pesar de ello, es un área muy apreciada por las aves acuáticas.

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Pueblos y arquitectura

Sierra Menera se encuentra salpicada de pequeños municipios que, a lo largo de la historia, han sabido aprovechar los recursos que la sierra les ofrecía. Los bosques proporcionaban abundante madera y caza, los manantiales y pozos proveían de agua, el ganado podía alimentarse de los pastos y, en las zonas más llanas, se podía cultivar tanto el cereal de secano como pequeñas huertas de regadío.

No obstante, el recurso distintivo de Sierra Menera es el mineral de hierro. Quedan huellas de antiguos asentamientos humanos, hoy desaparecidos, que testifican el aprovechamiento de este mineral mediante primitivas técnicas metalúrgicas. En este sentido, podemos encontrar por la sierra numerosos escoriales, restos de los hornos donde se realizaba el proceso de obtención de hierro. Otra de las actividades peculiares en Sierra Menera, muy relacionada también con la actividad extractiva, ha sido la producción de sal. Existen dos antiguas salinas reales, una de ellas en Ojos Negros y la otra en Alba. La de Ojos Negros todavía conserva en pie parte de las estructuras utilizadas para la producción de sal.

El carácter fronterizo de la zona hizo que la mayoría de los pueblos presenten y conserven elementos fortificados para la defensa. Primero la reconquista y posteriormente la defensa con la tierra de Castilla, allá por el siglo XIV, influenció para que las poblaciones se fortificasen, habiendo conservado hasta nuestros días recintos murados en Pozuel, Ojos Negros o el Castillo de Peracense.

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La arquitectura popular se ha caracterizado siempre por el empleo de los materiales que se dan en la zona, adaptando las técnicas a los materiales constructivos en función de la geología del entorno inmediato donde se asientan. En concreto, en el entorno de Sierra Menera, se aprecia en las localidades situadas al norte (Blancas, Pozuel y Ojos Negros) una mayor abundancia de piedra caliza para la construcción de viviendas, pajares, parideras, etc. En Ojos Negros ya se empiezan a apreciar elementos de rodeno, utilizado principalmente para la realización de dinteles monolíticos y el uso como sillares escuadrados en las esquinas. Más al sur, en las localidades de Villar del Salz, Peracense y, cómo no, Ródenas, el empleo de la piedra de arenisca es constante y casi exclusivo, dando una fisonomía y una plasticidad significativa a las localidades. En toda la zona resulta interesante apreciar la abundancia de buena forja aplicada a la vivienda, con rejas, llamadores, bocallaves y clavos que muestran la abundancia del hierro y el buen hacer de los herreros locales.

Uno de los múltiples ejemplos de trabajo en forja que podemos apreciar en estas localidades. Alba del Campo

Vista de la muralla del poblado de Torre Gabasa

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Se pueden contar hasta doce municipios integrados en la sierra. Su disposición se caracteriza por ocupar lugares cercanos a valles, evitando las altas cumbres y zonas montañosas. En este sentido, los municipios asentados en la vertiente este de Sierra Menera se sitúan a una altitud que ronda los 1200 metros sobre el nivel del mar. En cambio, en la vertiente oeste de la sierra, con un piedemonte de menor pendiente, la altitud va desde los 1256 metros en Setiles, hasta los 1407 metros en Pozondón.

Como primera característica, destaca que Sierra Menera es un territorio muy poco poblado. De hecho, nos encontramos ante un desierto demográfico, ya que la densidad de población es inferior a los 10 hab./km2. Al comparar la densidad demográfica en la sierra, vemos que los municipios pertenecientes a la Comarca del Jiloca son los que tienen mayor densidad de población. Ojos Negros se encuentra a la cabeza con 5,6 hab./km2. Almohaja sin embargo, es el municipio cuya densidad demográfica es la menor de todas, apenas 1,1 hab./km2.

Nos encontramos ante un territorio despoblado, con un crecimiento vegetativo negativo, a lo que se suma el gran envejecimiento de su población, donde prácticamente la mitad de su población tiene más de 65 años de edad.

En líneas generales, la agricultura continúa siendo la actividad principal en Sierra Menera. En algunos casos, como ocurre en Villar del Salz y Almohaja, resulta incluso la única actividad productiva. El resto de actividades de producción que siguen a la agricultura son la construcción y el sector servicios. Casi la mitad de los habitantes de Sierra Menera tiene su puesto de trabajo fuera de su municipio.

Demografía de Sierra Menera

Población Año Superficie Densidad de Población 2007 (km2) población > 65 años (%) (nº de habitantes) (hab/km2) año 2007 [*Año 2006]

ARAGÓN 1.296.655 47.719,2 27,2 20,2* Provincia de Teruel 144.046 14.808,7 9,7 24,6* Comarca del Jiloca 14.253 1.932,1 7,4 31,6* Blancas 168 73,8 2,3 35,3* Ojos Negros 510 90,9 5,6 44,4* Peracense 121 28,7 4,2 45,0* Pozuel del Campo 114 27,9 4,1 46,7* Villar del Salz 93 38,7 2,4 50,5* Comarca Sierra de Albarracín 5.041 1414 3,6 33,2* Pozondón 89 67,6 1,3 48,9* Rodenas 86 44,3 1,9 46,6* Comarca Comunidad de Teruel 45.953 2.791,6 16,5 21,8 Alba del Campo 250 69,53 3,6 43,8* Almohaja 28 25,6 1,1 33,3* CASTILLA LA MANCHA 1.977.304 79.462 24,9 18,3* Provincia de Guadalajara 224.076 12.212 18,3 16,3* El Pedregal 92 23 4,0 45,9* Setiles 128 57 2,2 47,3* Tordesilos 130 46 2,8 38,6*

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• Blancas

Realizando un recorrido reposado, en la zona ubicada más al norte, donde se pierde prácticamente la sierra, se ubica Blancas. La arquitectura predominante en esta localidad es el empleo de mampostería con argamasa, aunque sin llegar a despreciar otras formas constructivas como son el uso del tapial. Existen también elementos realizados en buena sillería como pueden ser la torre de la iglesia parroquial, antigua torre defensiva de un recinto amurallado en el que se ubicó la población medieval. En ella todavía se aprecian aspilleras y matacanes. Otro elemento significativo en el que se empleó buena sillería en arcos, esquinas y aleros es la Casa Grande, estilísticamente más aproximada a modelos castellanos que al palacio aragonés predominante en el valle. Dispersas por la localidad se aprecian diferentes portadas con arcos apuntados realizados también en sillería, o dinteles monolíticos sobre jambas de sillería que en alguna ocasión reciben una pequeña moldura en la parte superior.

La Casa Grande, el ejemplo más destacado de casa solariega en la localidad

Destacan también en esta localidad una serie de construcciones relacionadas con el aprovechamiento del agua de indudable valor estético y estilístico. La actual fuente de los tres caños es una remodelación de una anterior, en la que se ubicaba el complejo de fuente abrevadero y lavadero. Más arriba se ubica un arca de recogimiento marcando en una de sus dovelas lo que parece la fecha de 1629. Este arca de recogimiento pudo funcionar como primera fuente de la localidad, aunque todavía faltan datos para poder constatarlo. Otras arquitecturas relacionadas con el agua son la fuente del charaiz, los numerosos pozos existentes, con brocal cerrado por aproximación de hiladas o los aljibes de mampostería con bóveda apuntada como el ubicado en las proximidades de la Virgen de la Carrasca o en Cañaherrera. Mención aparte merecen el edificio antiguo de la Virgen de la Carrasca, datado en fechas próximas al año 1400 por José M. Carreras.

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• Pozuel del Campo

Limitando el término se ubica la localidad de Pozuel, una de las poblaciones donde más claramente se puede apreciar la importancia del núcleo defensivo, con puertas en el interior de la localidad que dan paso al antiguo recinto amurallado, ahora invadido por la construcción de viviendas particulares. La arquitectura de la localidad destaca por el uso de mampostería de caliza, unida con argamasa. Podremos apreciar elementos como el ayuntamiento, edificio del siglo XX con un remozado aire rústico, construcciones destacadas son la ermita de San Fabián y San Sebastián, así como la de Santo Domingo, ambas fechables a finales del XV, principios del XVI. Interés presenta también la denominada Fuente de Allá, posiblemente la más antigua conservada de nuestra comarca. Otra fuente a reseñar es la fuente del Charaiz, con una inscripción con la fecha de 1660, así como la fuente de la plaza, de 1958. También del XX son los aljibes conservados, con un curioso arco apuntado para dar acceso al depósito y canales alrededor o frente a ellos para el abrevado de las ovejas.

Pozuel del Campo, donde todavía vemos vislumbrar el recinto amurallado original

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• Ojos Negros

Un poco más al sur se ubica Ojos Negros, centro neurálgico de la sierra. En Ojos Negros destaca el empleo de la mampostería de piedra caliza, aunque es en esta localidad donde podemos comenzar a ver un significativo empleo de la piedra de rodeno, característica particular de las poblaciones situadas más al sur. Destacado interés presentan los restos conservados del castillo con el Torreón, la muralla bien definida y la Fuente Vieja a los pies de la misma.

Pero es el patrimonio industrial, sin duda, lo más significativo en la población. Además de las minas cuenta con un molino de viento, rehabilitado para la visita turística. Cuenta también con unas salinas, conservadas en explotación hasta principios de los años 80 del pasado siglo. Se conserva de estas instalaciones el pozo, los almacenes y las balsas, aunque falta un esfuerzo importante para ponerlas en valor y ser un elemento de atracción turística. El sistema tradicional de extracción de agua era el del empleo de una noria movida por una caballería instalada en el piso superior del pozo, siendo sustituida por un motor en los últimos años de Vista de la población con la muralla explotación. conservada. Al fondo se puede apreciar como la explotación minera ha cambiado el paisaje

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La abundancia de mineral de hierro y su explotación minera, motivo por el cual se asentaron las poblaciones desde antiguo, además de haber dejado un paisaje peculiar, ha supuesto que tanto en Sierra Menera, como en la vecina comunidad de Albarracín, se den gran cantidad de elementos de forja que complementan las fachadas de las viviendas en rejas, llamadores, clavos, etc.

A principios del siglo XX fue cuando se realizó la explotación masiva del mineral, creando la Compañía Minera de Sierra Menera que construyó a pie de mina una colonia de población para vivienda de los trabajadores. Estas viviendas presentan paralelismos con otras barriadas obreras creadas en similares fechas en diferentes puntos de la geografía nacional.

En la localidad también existen interesantes construcciones para la explotación agrícola del medio, destacando la gran cantidad de colmenares conservados o la arquitectura de piedra seca en la construcción de refugios de pastores.

• Villar del Salz

En Villar del Salz apreciaremos ya el paisaje en el que asoma la piedra de rodeno, y por tanto la arquitectura construida con ella. En la localidad es característico el empleo de la misma tanto para la vivienda habitacional como para los edificios secundarios e, incluso, para la construcción de elementos tan significativos como ermitas, peirones e iglesia.

En el interior de la población encontraremos viviendas que hacen vislumbrar el carácter defensivo con saeteras en sus muros, también podremos apreciar otros elementos como una casa solariega del XVIII, la fuente, en las afueras de la población, el ayuntamiento, edificio muy esbelto construido en rodeno y próximo a lo que debió ser el ayuntamiento original, del que se puede apreciar la característica lonja en la parte inferior.

Casa solariega en Villar del Salz

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• Peracense

Ya en el extremo sur de la Comarca del Jiloca se sitúa Peracense, dominado por el impresionante castillo, en buen estado de conservación y construido al menos desde finales del XIII, aunque con transformaciones posteriores como es lógico. Se trata de una fortaleza de planta irregular dividida en recintos sucesivos, donde se pueden contemplar diferentes dependencias propias de estos recintos. Esta construido en rodeno integrándose perfectamente en las formaciones del mismo material que afloran alrededor.

La localidad presenta el mismo tipo de construcción, destacando portadas doveladas o adinteladas, la iglesia barroca, los peirones que circundan la población y las diferentes viviendas en una localidad que todavía no ha sido invadida excesivamente por el fachadismo contemporáneo. La influencia del medio físico en la construcción de la arquitectura local es si cabe más patente que en cualquier localidad próxima.

Vista del castillo desde Peracense, se aprecia la patente mimesis entre paisaje y castillo

Vista de la localidad desde el castillo En cuanto a la arquitectura relacionada con el aprovechamiento del agua destacan los numerosos pozos construidos, frecuentemente utilizando como brocal un bloque monolítico de sillería de rodeno tallado circularmente. Un elemento significativo en la localidad es la conservación de neveras, algunas en el interior de los corrales privados, pero todavía se puede apreciar una al exterior de la calle.

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• Alba del Campo

Un poco más al sur, siguiendo la vertiente oriental, entramos en la Comunidad de Teruel. El primer municipio que encontramos es Alba del Campo, localizado en las estribaciones de la sierra, en un piedemonte dominado por el todavía impresionante castillo.

Destaca el urbanismo creado a lo largo de la ladera del castillo, habiendo descendido hasta el llano la edificación de las viviendas. Característica de la orografía y la necesidad, en este urbanismo se pueden apreciar diferentes callejones que dan paso a viviendas en el fondo, calles empinadas frente a otras llanas o construcciones en sillarejo, mampostería, o incluso tapial, recuperado en esta localidad como modo de construcción para la vivienda.

Recorriendo el interior de la localidad encontraremos el ayuntamiento, con la típica lonja en la parte inferior, una serie de viviendas que conservan el encanto del buen hacer de la arquitectura tradicional, así como otras viviendas destacadas, en las que se trabajó con esmero el espacio reservado a la fachada y se utilizó el tapial en las partes posteriores. También son destacables la antigua torre de la iglesia parroquial, realizada en mampostería y sillería para las esquinas, o el templo actual, con una torre barroca realizada en ladrillo y gran esmero decorativo.

Ya en el valle, en las proximidades al término de Villafranca podremos apreciar el puente de la Fonseca, un buen ejemplo de la edad moderna de este tipo de elementos arquitectónicos.

Alba del Campo

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• Almohaja

Subiendo de nuevo hacia la sierra, en un pequeño valle se encuentra la localidad de Almohaja. Se trata de un pequeño pueblo también accidentado por su ubicación en la ladera de una colina. En esta localidad volveremos a apreciar el uso casi exclusivo de la mampostería como sistema constructivo para la vivienda, aunque el tapial todavía esta presente. Destacan la iglesia parroquial, sobria exteriormente, con la torre a los pies. También es digna de mención la casa consistorial, con una lonja en la parte inferior de dos arcos, así como una vivienda con escudo heráldico.

En cuanto al patrimonio hidráulico podremos ver la fuente, con un pequeño caño y varios abrevaderos escalonados. Esta fuente, al igual que la de Peracense y Ojos Negros fue realizada por la Compañía Minera de Sierra Menera durante los primeros años de implantación, posiblemente como forma de buena voluntad hacia a la localidad.

Vista de Almohaja

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• Ródenas

En la Comarca Sierra de Albarracín, pasando a la vertiente occidental de Sierra Menera, se encuentra Ródenas, una población donde se esta realizando un importante esfuerzo para atraer turismo, habiendo habilitado un centro de interpretación de la arquitectura del rodeno.

En esta localidad, como no podía ser de otra forma, el empleo de la piedra de rodeno es casi exclusivo, tanto para la realización de la arquitectura popular, como para su uso en edificios importantes, como la iglesia parroquial, incluso en su interior para la formación de los casetones que forman sus bóvedas laterales, mientras que la bóveda estrellada de la nave central también ha empleado el rodeno para su construcción.

Ródenas al atardecer

Podremos apreciar varias casas solariegas, en algunas de las cuales se pueden ver los emblemas heráldicos conservados en sus fachadas, así como balcones de barrote retorcido, torneado y con aplicación de pletina formando decoración floral.

Pero quizá sea la arquitectura popular, por ese uso exclusivo de la piedra local, la que da un sabor destacado a la localidad. Como dice Javier Ibáñez, el encanto de la localidad estriba en la ausencia de encalados aplicados a las viviendas, mostrando un gusto singular por la arenisca y su característico color rojizo.

Como patrimonio hidráulico habría que destacar el lavadero, diferente de lo que se observa en otras localidades, ya que la ausencia de fuente hasta entrado el XX hizo que el abastecimiento se realizara mediante pozos, al igual que el lavadero, que no aprovecha las aguas de una fuente, sino que dispone de pilas individualizadas que se llenan de un pozo.

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• Pozondón

Mas al sur esta Pozondón, otra localidad incluida dentro del parque Cultural de Albarracín con un centro de interpretación de la arquitectura tradicional.

En esta localidad podremos ver el empleo de la caliza como base fundamental para la construcción de vivienda, soliendo estar encalada y enlucida en la vivienda, y vista en los edificios secundarios. Se trata de una mampostería regularizada, con la labra de sus caras sin llegar a ser siquiera aparejo de sillarejo, pero pudiendo distinguir perfectamente las hiladas en la construcción. No obstante también existe el empleo de la arenisca, reservada en este caso a los edificios principales, tales como el ayuntamiento y la fachada y torre de la iglesia parroquial, así como a dinteles y jambas de puertas, o en la realización de las esquinas. El uso del rodeno es exclusivo también en el espectacular castillo de los Ares, a unos kilómetros del casco urbano y del que se conservan restos de la muralla y la mitad de un torreón circular que se resiste a su desplome a pesar del tiempo y la falta de intervenciones en el mismo.

En cuanto al patrimonio hidráulico destaca en la localidad la construcción de un gran aljibe en el XIX para abastecer a la población, ubicado en la plaza de la localidad.

Ayuntamiento de Pozondón, realizado en rodeno

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• Tordesilos

Entrando en la provincia de Guadalajara, buscando la vertiente oeste de la sierra, encontraremos la localidad de Tordesilos. Para la descripción de la edificación en esta localidad podrían repetirse las características expresadas en la anterior, con la salvedad de que el empleo de la mampostería de caliza no presenta la regularización presente en Pozondón y el empleo de la piedra de rodeno para los arcos, dinteles y vanos de las viviendas es todavía más patente. Así mismo comparte con Pozondón el espacio reservado para el rodeno en la iglesia parroquial, en portada y torre.

Se trata de una localidad donde el empleo de la piedra seca para cerramiento de corralizas y edificaciones secundarias esta generalizado. Es difícil distinguir en ciertos puntos donde comienza el casco urbano y donde los huertos, habiendo conseguido una interesante articulación de ambos en un mismo conjunto.

Casa solariega en Tordesilos. La reserva de la piedra de rodeno para la realización de vanos y esquinas es patente

• Sétiles

Continuando la carretera, a pocos kilómetros pasaremos por Setiles. El empleo de la mampostería, en muchos casos enlucida, será la fórmula tradicional del cerramiento de la vivienda. No obstante, el empleo de arenisca para la labra de portadas, esquinas y dinteles se deja notar de nuevo. Son destacables varias edificaciones, como la Casa Fuerte, edificio con estructuras defensivas, conservando varias saeteras y con una reforma dieciochesca en el que el empleo de elementos decorativos de figuras antropomorfas, guirnaldas y rosetones muestran la calidad y el capricho del maestro cantero. No es la única vivienda destacada por el empleo de la arenisca para realizar formas caprichosas, pues cerca encontramos una gran portada fechada en el año 1752, con destacado empleo del casetón como forma decorativa. En otros casos serán formas más sencillas las que realicen los engalanamientos de puertas, con el simple empleo de sillares de grandes dimensiones y dinteles monolíticos. En muchos de estos dinteles se podrán apreciar inscripciones y fechas.

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Aplicado a esta arquitectura podremos apreciar buenos barrotes, llamadores y clavos de forja destacando sin duda los clavos de la Casa Fuerte por sus dimensiones y trabajo. Otros elementos interesantes son las dos fuentes existentes en la localidad, la una de finales del XIX, con el uso de dos grandes volutones flanqueando un pilón central. La otra del año 1932 asemeja sencillamente la estética a su predecesora. Junto a la localidad, en el arrollo de los Villares, se puede apreciar un puente de mampostería, que en origen debió ser de sillería a juzgar por sus basamentos.

Portada labrada en sillería en Setiles Iglesia parroquial de El Pedregal

• El Pedregal

Mas al norte, pasando por la localidad de El Pobo y enlazando con la carretera de Madrid se sitúa El Pedregal, cerrando la sierra por la parte noroeste. En esta localidad volvemos a encontrar el empleo masivo de la mampostería de piedra caliza, con dinteles de madera. En casos puntuales podemos ver dinteles monolíticos de rodeno. Destaca como construcción la iglesia parroquial bajo la advocación de San Pedro, un ejemplo de neogoticismo de finales del XIX, curioso por su excepcionalidad en el ámbito de la sierra, si bien sobrio en cuanto a su concepción exterior.

La localidad es conocida en un gran área de influencia por las propiedades salutíferas de la fuente de los Villares, a la cual se desplazan muchas personas para poder llenar sus garrafas y consumir diariamente esta agua. En la localidad se encuentra otra fuente, aunque en este caso no se han popularizado cualidades terapéuticas, si es cierto que sirve como fuente, abrevadero, lavadero y continúa para regar un complejo de huertos contiguos a la fuente.

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a d b c e

a. Rodeno. Peracense b. Columna erosionada en las salinas reales de Ojos Negros c. Detalle del Peñón de las Minas d. Mina Coral e. Detalle mineral Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 46

Geología

Sierra Menera constituye, geológica y morfológicamente, una unidad con entidad propia, claramente diferenciada en el territorio, formando un bastión que separa la Ibérica aragonesa de la castellana. Formada por el choque continental de la placa Ibérica con la Europea, en lo que denominamos Orogenia Alpina, la Cordillera Ibérica forma un conjunto de elevaciones alternantes y casi paralelas, con una orientación NO-SE, que permiten un diverso mosaico de afloramientos geológicos. Dentro de esa diversidad, los afloramientos más escasos son los Paleozoicos, pudiendo encontrarlos únicamente, dentro de los límites de la Comarca del Jiloca, en la Sierra de Cucalón, en los Montes de Gallocanta y, sobre todo, en Sierra Menera.

Esta última forma una «isla» paleozoica, rodeada por materiales más modernos, y fácilmente distinguible a gran escala. Presenta una enorme singularidad geológica, conformada por su diversidad de litologías, así como por su paisaje minero, fruto de la interacción secular entre el hombre y las entrañas de la Tierra, que quedan expuestas al viento y el sol, tras aguardar pacientemente ocultas durante muchos millones de años.

Así, la geología es un aspecto que dota de carácter y personalidad propia a esta parte de la comarca, y la hace digna de mención en el conjunto del patrimonio natural aragonés. A la vez, es un elemento que ha marcado indudablemente las vidas de sus habitantes durante años, siendo hoy una profunda herida que se resiste a cicatrizar en el recuerdo.

Lago natural formado por la acumulación de agua de escorrentía, en uno de los principales huecos de extracción de hierro, en las Minas de Ojos Negros

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Mapa Geológico de Sierra Menera. Uniendo y unificando coloraciones de los cuatro mapas geológicos de la zona, elaborados por el IGME escala 1:50.000, obtenemos este mapa simplificado, que nos muestra la disposición de los principales grupos litológicos. Sierra Menera destaca en verde, formada por los materiales más antiguos del territorio

Principales unidades litológicas

Un vistazo rápido a un mapa geológico simplificado de la zona nos permitirá distinguir tres grandes unidades:

En amarillo y gris aparecen los materiales más modernos, del Cenozoico (últimos 65 millones de años), constituidos por depósitos de arcillas y conglomerados, procedentes de la erosión de las partes más elevadas del territorio. Forman un extenso manto en disposición casi horizontal, que ocupa el fondo de los valles, y que se extiende rellenando la depresión del Jiloca.

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Paisaje «lunar» en el interior de uno de los núcleos de explotación de las Minas de Ojos Negros. Se aprecia el gran contraste de litologías existente en los taludes, debido al cambio súbito de tipo de roca. En primer plano, formación pizarrosa del Silúrico

En azul, los materiales calizos del Jurásico (hace unos 200 millones de años) forman un extenso ramal que conecta al sur con la Sierra de Albarracín, donde están muy bien representados, y con los páramos calizos castellanos al oeste. Se prolongan hacia el este apareciendo de nuevo bajo el manto terciario, al otro lado del valle del Jiloca, en Bueña. Su particularidad radica en que forman una bifurcación justo a la altura de Almohaja, descubriendo y cercando a los materiales más antiguos, que forman Sierra Menera, propiamente dicha.

En verde, los materiales Paleozoicos son los más antiguos, con edades comprendidas entre los 500 y 400 millones de años, forman una unidad claramente diferenciada, correspondiente con las cotas más altas, y con la unidad de relieve de Sierra Menera.

De forma complementaria, encontramos pequeñas manchas correspondientes con el Cretácico, en azul claro, o con el Triásico, en marrón y rojo, que, aunque forman pequeños afloramientos, también tienen su importancia, como veremos más adelante.

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La «radiografía» del interior de la sierra

Realizando un corte geológico transversal de Sierra Menera, desde los llanos de Castilla (al Oeste) hasta el comienzo del valle del Jiloca (al este), podremos comprender mejor cómo se disponen los distintos estratos en el interior terrestre, de manera simplificada pero didáctica.

Sierra Menera constituye un eje principal en torno al cual buzan los materiales circundantes, en sentido opuesto a cada uno de sus lados. Los materiales Paleozoicos, más antiguos, se sitúan en la parte central, plegados en forma de «A» (Anticlinal), y bastante fracturados y fallados. Esta unidad se divide en dos periodos: el Ordovícico, con materiales más antiguos (entre 500 y 430 m.a.), y el Silúrico, algo más moderno, que se sitúa sobre el anterior, y que aflora de manera casi puntual a lo largo de la superficie de la Sierra. El conjunto Paleozoico está formado por un complejo de distintos tipos de roca muy metamorfizadas, que forman un auténtico puzzle, debido al desplazamiento de unos bloques respecto a otros a través de fallas. Este fenómeno es observable en las excavaciones de las minas, donde se observa el cambio súbito de coloraciones en las rocas de los taludes, lo que hacía más difícil localizar el hierro mineral.

Corte geológico de Sierra Menera. Este esquema gráfico muestra la disposición en profundidad de los materiales, en torno a la Sierra, realizando un corte desde la parte castellana, hacia el Valle del Jiloca, al este. Observamos cómo existe un gran pliegue anticlinal, cuyo centro se ubica en la propia Sierra Menera

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Sucediendo a estos estratos, y en coloración parda-rojiza (en el mapa), aparecen los materiales del Periodo Triásico, donde incluimos el famoso rodeno o arenisca roja, tan importante en municipios como Peracense o Villar del Salz. Estos están parcialmente cubiertos por los materiales Terciarios que ocupan el fondo de los valles, tanto en la parte del Barrio Minero, como en el lado castellano, en Setiles. En función de los procesos erosivos, pueden llegar a aflorar, sobre todo en toda la mitad sur de Sierra Menera. El Jurásico forma un manto de espesor variable, más o menos plegado, que se dispone sobre el Triásico. Aparece a ambos lados de Sierra Menera, una vez superados los pequeños valles antes mencionados, y de forma bastante súbita, a través de lo que parecen fallas posteriores a su deposición. Forman una unidad geomorfológica mediante una serie de cotas elevadas de forma alomada y aspecto blanquecino, sometidas a procesos de disolución por el agua de escorrentía. En el territorio comarcal, abarca la mayor parte de los municipios de Ojos Negros, Pozuel y Villafranca del Campo. El Terciario forma esos estratos casi horizontales, o inclinados a favor de la pendiente, que conforman las tierras más aptas para las labores agrícolas, de tipo arcilloso y coloración rojiza o anaranjada (en el primer caso, procedentes de la erosión del rodeno). Sierra Menera en el pasado La mejor manera de analizar y comprender mejor un paisaje como el que nos ocupa, tan marcado por la geología de la región, es realizando un breve recorrido histórico por las principales etapas por las que ha pasado Sierra Menera. • El origen de los depósitos de Hierro Durante la Era Paleozoica, hace entre 550 y 245 millones de años, la Península se encontraba predominantemente sumergida, formando parte de una extensa plataforma continental que recibía el aporte de sedimentos desde las tierras emergidas. Así, se iban acumulando arenas, arcillas y calizas, en función del nivel del mar en cada momento, formando unos extensos depósitos sedimentarios, amontonados unos sobre otros.

Paleozoico Crestas formadas por cuarcitas paleozoicas, el afloramiento más abundante y de mayor resistencia Periodo Edad erosiva de esta Era, que ocupa la parte central y más alta de Sierra Menera. Se encuentran fuertemente 250 fracturadas y plegadas, debido a su notable Pérmico 300 m.a. antigüedad. «Barranco Cardoso», término de Almohaja 300 Carbonífero 360 m.a. Columna estratigráfica 360 simplificada de los Devónico 410 materiales Paleozoicos m.a. en Sierra Menera. En 410 color se señalan los Silúrico 435 depósitos m.a. representados en el 435 territorio, y en blanco Ordovícico 500 m.a. los ausentes. Elaborado 500 en base al mapa Cámbrico 540 Geológico 1:50.000 del m.a. IGME 50 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 51

Formación singular del Paleozoico, concretamente del Cuarcitas arenosas de la zona de los Castillejos, en el Periodo Silúrico. Se trata de pizarras muy fracturadas término de Ojos Negros. En ellas se observa todavía la de coloración negruzca variable, y conteniendo clastos matriz arenosa de la que proceden, por procesos de de cuarcita amarilla-cérea. Puede observarse en el metamorfismo regional fondo de las hoquedades de la mina de Ojos Negros

A medida que han transcurrido los millones de años, el peso de los materiales ha ido compactando los sedimentos de manera que, a mayor antigüedad, más metamorfizados se encuentran. Así, en los afloramientos más antiguos encontramos rocas compactas y duras formadas a partir de arenas, las cuarcitas, que adquieren una tonalidad blanquecina. Es el caso de la cresta de Sierra Menera (Atalaya) y el cerro de San Ginés. Poco a poco, en estas cuarcitas se va distinguiendo el tamaño de los granos de arena (como sucede en los Castillejos), y van dando lugar a rocas de menor dureza, como pizarras y esquistos, formadas a partir de limos y arcillas, en lugares más alejados de la antigua costa. Estas últimas entran ya en contacto con los materiales más modernos, del Triásico.

Dentro de esta Era, a finales del periodo Ordovícico (hace unos 430 m.a.), se produjo el depósito de uno de los materiales más importantes de Sierra Menera, sin el cual el aspecto de su paisaje sería hoy totalmente distinto. Hablamos de los depósitos del mineral de hierro, en el denominado Piso Ashgilliense. Dicha acumulación se produce por un fenómeno no demasiado frecuente, lo que le ha dado una notable importancia como yacimiento a nivel nacional. El hierro, metal en forma oxidada, procede normalmente de los procesos de erosión y desintegración de otras rocas, en las que se encuentra contenido como impureza. Estos acúmulos están asociados al arrasamiento de un importante volumen de depósitos calizos que, al disolverse, dejaría poco a poco un residuo pardo-rojizo que iría ganando entidad con el tiempo. Es lo que en geología se conoce como enriquecimiento supergénico.

Más tarde, estos depósitos se fueron cubriendo por otros destacando, ya en el Silúrico, una singular formación constituida por arcillas negras dotadas de pequeños fragmentos de cuarcitas amarillentas, y de aspecto céreo. Este afloramiento, marca un enorme contraste paisajístico allá donde aparece, generalmente dentro de los socavones mineros, y sugiere la presencia de procesos paleoerosivos y de arrastre de materiales diferentes, que acaban depositándose juntos.

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• Formación del Rodeno y cambios en el nivel del mar

Ya en la Era Mesozoica, el Triásico se encuentra bien representado Columna estratigráfica estratigráficamente en Sierra Menera, aunque en superficie de de la Era Mesozoica. afloramiento es más bien escaso. Se caracteriza por la existencia Observamos como el Triásico aparece bien de grandes fluctuaciones (de varios millones de años) en el nivel representado en la de las aguas marinas, determinando tres grandes paquetes Sierra, aunque su sedimentarios bien diferenciados. superficie de afloramiento sea inferior en comparación El más conocido y antiguo de los tres, es el Buntsandstein, vocablo con el Jurásico. De éste, alemán que designa a las areniscas rojas, o el rodeno, como lo apenas encontramos conocemos aquí. Asociado a un proceso de retirada del mar y un rocas de su parte más moderna, el Malm. El arrasamiento erosivo continental, que transportó gran cantidad de Cretácico Inferior arenas y pequeños fragmentos de grava, acumulándose también está ausente lentamente en abanicos aluviales primero, y en cursos en la zona meandriformes, después. De ahí que presenten un aspecto tosco, Mesozoico con grandes clastos de grava en su inicio, y vaya decreciendo el Periodo Edad tamaño de grano en su parte más alta. Hoy forma un interesante Superior 65 afloramiento, denominado Paisaje Protegido en su conjunto, que 96 ocupa los municipios aragoneses de Villar del Salz, Peracense, Inferior 96 Almohaja y Alba, y que conecta con el conjunto de Albarracín y

Cretácico 135 sus pinares. Malm 135 154 Dogger 145 Sobre el conjunto anterior, encontramos el Muschelkalk, 180 representado por calizas dolomíticas poco fosilíferas, Jurásico Lías 180 correspondientes con un nuevo episodio de avance del mar sobre 205 tierra firme. Aparece de forma casi simétrica, en los extremos Keuper 205 230 Norte y Sur de Sierra Menera, en los términos de Ojos Negros, por Muschelkalk 230 un lado, y Alba, por otro. 245 Triásico Buntsandstein 245 Sobre éste, la nueva retirada del mar generó depósitos 250 continentales que denotan una gran aridez y ausencia de cursos fluviales, apareciendo materiales ricos en sales y yesos. Actualmente el Keuper se corresponde con los antiguos aljezares de Ojos Negros, y con las Salinas reales, tanto de Ojos Negros como de Alba.

Afloramientos de Rodeno en su etapa más reciente, donde se observa una reducción importante del tamaño de grano, de tipo arenoso. Esto indica que se formó en un ambiente fluvial, más húmedo que el anterior. Foto tomada en el término de Ródenas

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• Mares someros cálidos en Sierra Menera

Aunque no son tan completos como en la Sierra de Albarracín, los afloramientos Jurásicos próximos a Sierra Menera tienen un gran interés de cara a estudiar las condiciones ambientales en el pasado de este territorio. Mayoritariamente están formados por calizas tableadas, con diferentes grados de inclinación, que Un habitante típico de representan el Jurásico Medio o Dogger. Así mismo, aparecen los mares Jurásicos era el abundantes depósitos margosos de aspecto blanquecino, que Ammonites, un molusco representan el Jurásico Inferior o Lías, estando especialmente similar a los actuales calamares, que poseía representado el tránsito entre estas dos divisiones, en el conocido una curiosa concha como piso Toarciense. espiralada. En la foto observamos una sección Se trata de sedimentos de origen marino con abundantes muestras casi perfecta en un estrato calizo, donde se de fauna fósil extinta, fundamentalmente de invertebrados, que nos aprecian las cámaras muestran la antigua existencia de mares someros con un clima casi interiores que servían tropical, quizás muy similar al actual Mar Rojo. En la Sierra de para regular la flotación del animal. Alrededor de Albarracín se han citado también restos de vertebrados marinos este aparecen pequeños depredadores, como el caso de prehistóricos cocodrilos o de fragmentos de Tallos de pliosaurios, que se alimentarían de los anteriores. Crinoideos (Lirios de mar)

Resto fósil de un Bivalvo de la familia de la actual Vieira, No es frecuente encontrar Ostreidos en estratos los Pectínidos. Las partes duras y calcáreas de estos Jurásicos, siendo fósiles guía del Cretácico. No organismos se han conservado bien en el interior de los obstante, es posible encontrar en la zona ejemplares estratos como este, quizás perteneciente a un antecesor del género Ostrea actual El grupo mejor representado es el de los moluscos, a través de distintas clases: por un lado los Braquiópodos, caracterizados por presentar una concha fuertemente asimétrica, cuentan con fósiles muy característicos del Periodo, como las terebratulas y rynchonellas. Estas se acompañan de toscos y rudimentarios moluscos bivalbos, que poco a poco fueron sustituyendo a los anteriores, al estar mejor adaptados. En este caso cabe destacar la existencia también de familias que apenas han cambiado a lo largo de la historia evolutiva, por su gran éxito adaptativo, como los pectínidos o los ostreidos. Los ammonites y belemnites representan a los cefalópodos (con aspecto de calamar) cubierto por una concha espiralada, en el primer caso, y con una estructura interna fusiforme en el segundo (su aspecto suele recordarnos a las antiguas balas de rifle). Los ammonites son muy frecuentes en estos estratos, siendo un caso de fósil alóctono, al llegar flotando hasta su lugar de sedimentación final.

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En ocasiones, podemos observar estas formas Los estratos Jurásicos muestran a menudo restos de circulares en los estratos que pertenecen a antiguos actividad biológica del pasado, indicando condiciones Corales solitarios. Esto nos indica la presencia, hace muy diferentes a las que hoy conocemos para el lugar. más de 180 m.a., de mares someros cálidos, con un rico En este caso se trata de una lumaquela o roca fosilífera, ecosistema marino con restos de Bivalbos y Braquiópodos de pequeño tamaño También aparecen citados en la zona restos de esponjas y corales, tallos de crinoideos, y un sinfín de organismos. Dentro de los corales, podemos encontrar fragmentos cilíndricos aislados, correspondientes a pólipos de corales solitarios, que solían habitar zonas más profundas, fuera de la zona fótica.

A menudo todos estos restos aparecen fragmentados y mezclados con la propia roca, formando auténticos lechos fangosos que han quedado petrificados, formando lumaquelas o rocas fosilíferas. Así mismo, podremos encontrar lechos de bioturbación, restos dejados por la remoción del sedimento originada por antiguos gusanos marinos de tamaño variable. Esto es frecuente en los escasos afloramientos del Jurásico superior (Malm) de la zona, que quizás guardan conexión con los famosos megaplanolites de Bueña.

En definitiva, durante el Jurásico, el territorio comprendido en la actual Sierra Menera, mantuvo un aspecto notablemente distinto al actual, constituyendo un lugar hundido y ocupado por grandes masas de agua pertenecientes al mar Tethys, el predecesor del Mediterráneo.

Por su parte, el periodo Cretácico presenta afloramientos sólo puntuales en la zona, en los términos de Pozuel y Blancas, habiendo sido desmantelado por los procesos erosivos. Representa el tránsito hacia una nueva etapa de retirada del mar.

Bloque diagrama que representa, en función de los restos encontrados en los estratos, las posibles condiciones de vida existentes en lo que hoy conocemos como Sierra Menera. El símil más cercano a este ecosistema sería el actual Mar Rojo, pero con especies ya extintas

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• La Orogenia Alpina y la elevación de Sierra Menera Cenozoico Periodo Edad

Durante el Cenozoico se distinguen dos momentos importantes, el Cuaternario Últimos primero de ellos, correspondiente con el Terciario, supuso la 2 m.a. aparición de condiciones continentales donde la Orogenia Alpina 2 Plioceno 5 (último gran episodio de elevación continental, asociado al m.a. choque de la placa Ibérica con la europea) conduciría a formar un 5 relieve muy similar a lo que observamos hoy día. Es el momento Mioceno 23 en el que forjan las grandes depresiones del Ebro y Jiloca, y en las m.a. 23 zonas inversas aparecen las mayores cotas del territorio, en lo que Oligoceno 34 hoy conocemos como Sierra Menera. Al mismo tiempo que el m.a. Terciario terreno se eleva, la erosión va desmantelando los materiales y 34 Eoceno 53 generando un gran manto sedimentario, que rellena los m.a. principales valles. 53 Paleoceno 65 Durante los dos últimos millones de años de la historia del m.a. planeta, en el Cuaternario, se produce el encajamiento de las Columna estratigráfica actuales redes fluviales, aprovechando las desigualdades que representa, en color, los materiales que topográficas, y generando una remoción de materiales mucho han quedado más moderna que el resto. Es por ello que observamos estos representados en los materiales predominando en la vertiente este de Sierra Menera, afloramientos del territorio, por los efectos de la cuenca hidrográfica del Jiloca. correspondientes al Cenozoico (últimos 65 m.a.)

Esquema que resume el proceso de formación de Sierra Menera, fruto de la interacción simultánea, durante millones de años, de los procesos de sedimentación, la elevación continental orogénica, y los procesos erosivos

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Curiosidades geológicas y puntos de interés

• Minas de hierro (Ojos Negros, Setiles y Almohaja)

La propia Sierra Menera debe su nombre a la actividad extractiva realizada durante cientos de años, asociada al mineral de hierro, en lo que ha sido uno de los yacimientos más importantes de nuestro país. Localidades como Ojos Negros, muestran la existencia de explotaciones realmente antiguas de este mineral, asociadas a las épocas celtibéricas primero, romanas y musulmanas después. Tal y como los historiadores han constatado, los «Hoyos Negros» que dan nombre a esta localidad, tienen mucho que ver con el uso ancestral del mineral de hierro, en lo que eran grandes cúmulos de escorias resultantes de la calcinación para su uso. La explotación moderna, a través de la llamada Compañía de Sierra Menera, abarcó desde 1906 hasta 1987, a través de minas a cielo abierto, que modificarían profundamente todo su paisaje, hoy visible desde todo el valle del Jiloca.

La presencia de pequeñas galerías en taludes y terraplenes, atestiguan la notable antigüedad del uso del hierro en la zona, seguramente ya desde épocas prerromanas. En las fotos mostramos la entrada de una de estas galerías, por un lado, y el aspecto resultante de la explotación moderna, con grandes taludes, por otro

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Panorámica del hueco mayor de explotación Los depósitos de hierro se corresponden con oxihidróxidos en las Minas de Ojos (goethita y limonita), siendo el residuo insoluble en el proceso de Negros, tomada desde lavado de calizas y dolomías del Ordovícico Superior, formadas en la cara Sur del mismo. En color pardo aparecen un medio arrecifal marino. Su aspecto polvoriento y poco los depósitos de hierro, consolidado hizo poco necesario el uso de explosivos, siendo su que aparecen extracción directa, por medio de palas y excavadoras. El alternados con otros materiales sin valor procedimiento era sencillo, consistente en abrir grandes huecos en económico el terreno, que iban creciendo horizontalmente, mientras se cargaba el mineral en camiones y tolvas. A continuación se procedía a ahondar el yacimiento, creando un sistema en graderío o terrazas, que se conectaban por medio de rampas. El material estéril, formado por sedimentos y fragmentos de roca, en ocasiones de gran tamaño, era desplazado al exterior del hueco, formando un conjunto de enormes taludes, que son los que se divisan desde los Barrios mineros. Quienes conocen bien el proceso, dicen que durante los últimos años se realizó una «explotación de rapiña», en la que se desmontaron totalmente las gradas, dejando profundos taludes verticales, y dificultando así nuevas extracciones. Actualmente existen algunas concesiones puntuales, donde el hierro es utilizado como consolidante para cementos en áreas próximas a la mina, con una rentabilidad muy baja. En la Estadística Minera de España correspondiente al año 1907, se habla de que eran estas las únicas minas de hierro en explotación en la provincia, con una extensión superficial de 1.005 hectáreas y 99 áreas, habiéndose obtenido 215.845 toneladas de mineral, con un valor en bocamina de 431.629 pesetas con 40 céntimos, cantidad hoy ridícula.

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En la primera imagen se observa el hueco menor de explotación de las minas de Ojos Negros, cuyos terraplenes vierten justo donde se ubica el Barrio minero del Hospital. En la segunda imagen aparece la parte alta de las minas de Setiles, ya en la parte castellana

Las minas de hierro cuentan con tres núcleos principales, ubicados en tres términos municipales distintos. Las principales, ubicadas en el término de Ojos Negros, están situadas en la vertiente este de Sierra Menera, y son la parte más visible y de mayor entidad. Constan de dos grandes huecos de explotación: el mayor, ubicado en la parte alta de la Sierra, tiene casi 2 km de longitud en línea recta, y aparece oculto por grandes terraplenes desde los barrios mineros. El más pequeño, se encuentra junto al Barrio del Hospital, en la parte baja de la Sierra, y está permanentemente ocupado por agua. Destaca, en el primer caso, la presencia de grandes taludes verticales, con líneas horizontales que marcan los antiguos niveles de las terrazas, así como pequeñas oquedades que reflejan la existencia de antiguas galerías, de explotación más tradicional. En estos huecos es posible observar la alternancia súbita de unos tipos de roca sobre otros: calizas ordovícicas, cuarcitas amarillas, pizarras negras que sobresalen sobre todo lo anterior, etc. Un puzzle que muestra la enorme actividad tectónica que ha desplazado, a lo largo de millones de años, unos bloques respecto a otros.

En la vertiente oeste de Sierra Menera, ya en Castilla, encontramos las minas de Setiles. Es posible acceder a ellas a través de la pista que conduce, desde el Barrio del Hospital, al mirador de la Marajosa, continuando pista abajo. Cuenta con un pequeño grupo de explotación, y otro mayor, ubicado más abajo, que contiene varios huecos ocupados por lagos naturales que han recogido el agua de escorrentía. Destaca la presencia, en su parte más alta, de un gran peñón cuarcítico formado por dos bloques, descansando uno frente a otro.

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Por último, las minas de Almohaja, ubicadas junto a esta localidad, en la carretera a Peracense, fueron abiertas para aprovechar un pequeño yacimiento de hierro que quedaba justo en la trayectoria del ferrocarril minero. De menor tamaño, cuentan hoy con restos de algunas galerías, pequeños terraplenes y un cargador del mineral en los vagones del tren, junto a la vía, ya muy deteriorado.

El paisaje resultante, en lo que en su día fue uno de los mayores impactos ambientales que ha conocido nuestra provincia, muestra un complejo de aspecto casi lunar, que recuerda a los paisajes volcánicos. La diversidad de litologías queda al descubierto en los taludes y terraplenes, formando un mosaico de vivos colores en contraste. Los grandes huecos de explotación, dejan un espacio vacío impresionante, a menudo truncado por algún pitón o roca de gran tamaño, demasiado dura para ser extraída, y ahora abandonada en medio del caos. Sin lugar a dudas, es una escena que no deja indiferente a nadie, y constituye hoy día un nuevo recurso a explotar, desde el marco del turismo y el ocio.

En los huecos de explotación dejados por la actividad minera, aparecen pitones y grandes rocas que se mantienen en la mina, como si de monumentos naturales se tratase. Su dureza y tamaño, en comparación con el carácter terroso del hierro, dificultaron en su día su extracción

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• Minerales

No podemos obviar, dentro de la geología de Sierra Menera, un aspecto tan importante como es la materia mineral. Los minerales son las pequeñas piezas que forman esos agregados naturales, las rocas, otorgándoles sus características intrínsecas de dureza, erosionabilidad y composición química. En circunstancias especiales, cuando el ambiente y el espacio lo permiten, experimentan un crecimiento ordenado que da lugar a cristales, con un aspecto que nos resulta muy llamativo.

Sierra Menera constituye uno de los referentes importantes en la mineralogía de Aragón, la presencia de las minas a cielo abierto ha permitido acceder a lugares profundos y ocultos por sedimentos, desvelando interesantes secretos naturales, algunos de ellos destacables a nivel internacional.

El mineral de hierro muestra un aspecto terroso y poco compacto, con una coloración parda característica de su estado oxidado. Todavía hoy existen pequeñas concesiones que permiten su explotación puntual, en los lugares donde todavía resulta accesible

El gran protagonista de Sierra Menera es, sin duda, el mineral de hierro. El depósito original de siderita (carbonato de hierro, FeCO3), asociado a calizas y dolomías ordovícicas, se fue alterando y produciendo un residuo de oxihidróxidos de hierro, donde predomina la goethita. Esta se muestra en dos variantes fundamentales: la mayoritaria y objeto de explotación, es la limonita terrosa o pulverulenta, de una coloración desde pardo a amarillento. La otra, más compacta, es una forma intermedia con la siderita, y suele mostrar una serie de prismas hexagonales de tamaño variable.

Además, esos materiales oxidados contienen una serie de minerales accesorios, como es el hematites, acompañado por cristales de cuarzo y otros.

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El mineral de hierro, compuesto por goethita, procede de la alteración de la siderita, un carbonato de hierro presente en las antiguas calizas Ordovícicas. A menudo podemos observar nódulos compactos y duros, entre el mineral de hierro, correspondiente a esa siderita medio alterada. Es característica la aparición de pseudocristales hexagonales

La calcita (CaCO3), forma la roca caliza en los afloramientos Jurásicos y Cretácicos, mostrando dos variantes importantes en la zona de las minas: el aragonito, que aparece formando cristales blancos, más o menos transparentes y en forma piramidal. Al parecer, son los de mayor tamaño, y entre los mejores de Aragón dentro de los que no forman maclas características. A menudo se encontraban dentro de grandes bloques de dolomías, formando geodas de gran vistosidad, que todos los mineros llevaron en algún momento a sus casas. Por otro lado, la dolomita es una variante de calcita que ha incorporado magnesio en su composición química, en un proceso posterior. Los cristales blancos y casi cúbicos, que todavía podemos encontrar en las escombreras, forman parte de uno de los minerales mejor representados en esta localidad.

Uno de los minerales más abundantes es la dolomita, con coloración pardo-blanquecina y forma casi cúbica, está formada por Carbonato cálcico y magnésico. En las voladuras con dinamita saltaban grandes bloques de dolomías que, al partirse, dejaban al descubierto geodas de aragonito, presentes en las casas de todos los mineros por su bella apariencia

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Ya hemos mencionado en otros apartados la importancia en la zona de los minerales de origen evaporítico e interés económico, asociados a los depósitos del Keuper. Hablamos de la Halita o sal común, y los yesos (sulfato cálcico), capaces de formar rocas monominerales.

Así mismo, encontramos otros minerales de mayor rareza y presencia más o menos puntual en las minas, como la Pirita, asociada a pequeños nódulos en pizarras del Silúrico; la magnesita, que puede tener concentraciones importantes en profundidad; o la forsterita, una variedad del olivino, que tiene en la zona uno de los yacimientos de mejor conservación en Aragón. Dentro de las geodas que presentan cristales de dolomita, se han citado minerales de aspecto plateado y grisáceo, correspondientes a importantes rarezas a nivel internacional: se trata de la Todorokita, A menudo, entre los rancieita y jianshuita (Calvo, M. 2008). Esta última, se descubre por montones de mineral de hierro, podemos vez primera en China, y Ojos Negros es una de las escasas encontrar minerales localidades en las que se da cita de este mineral, accesorios o a nivel mundial. acompañantes del mismo, como los cristales de cuarzo o el hematites

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• Grutas y cavidades

Cuando observamos en el campo estratos de roca caliza de gran espesor, su formación suele estar ligada a medios sedimentarios marinos, de profundidad variable. La roca caliza se forma por precipitación de carbonatos disueltos en las aguas, reacción que se ve favorecida por las altas temperaturas del medio o por acción biológica (abundancia de organismos fotosintéticos).

Sin embargo, ¿qué sucede en la actualidad, con la roca expuesta a temperaturas bajas y agua de lluvia? El CO2 se disuelve en el agua de lluvia a temperaturas bajas, y forma un ácido carbónico débil. Este sí es capaz de actuar sobre los carbonatos y da lugar a bicarbonato, soluble en el agua. En definitiva, se disuelve la roca.

Este fenómeno, propio de latitudes medias, repetido durante miles de años, va disolviendo la roca y da lugar a una serie de formas características: en superficie se forman lapiaces (surcos y canales superficiales), en profundidad grutas con estalactitas y estalacmitas. Incluso si la disolución está avanzada, pueden darse desplomes del terreno, formando huecos en forma de embudo llamados dolinas. Este relieve característico, se denomina «Karst», y el proceso «Karstificación».

Fotografías tomadas en el interior de la Sima de los Sares, en el término de Blancas. Se trata de una gruta formada por subsidencia del terreno, a la que se accede desde el techo, en un pozo de 6 metros de profundidad

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Vista panorámica de la ubicación de la entrada a Cueva Negra (en el centro de la fotografía), en el límite municipal entre Ojos Negros y Pozuel En los afloramientos calcáreos de Sierra Menera, en los municipios de Blancas, Pozuel, Ojos Negros y Villafranca del Campo, la caliza muestra multitud de grietas y oquedades de distinta entidad, algunas de ellas auténticas grutas. Aunque por lo general no suelen tener grandes dimensiones, algunas de ellas muestran recorridos de hasta 44 metros de longitud, como es el caso de la Sima de los Sares, en Blancas. Se trata de una oquedad producida por el desplome o subsidencia del terreno, previa disolución del mismo. Consta de una entrada a través de un pozo vertical de 6 metros de profundidad, que da paso a dos galerías sin salida. Actualmente carece ya de estalactitas, debido al mal uso de la gruta por parte de sus visitantes.

En Ojos Negros encontramos varias cavidades sobradamente conocidas por sus habitantes, como las de Peña Rubia, consistentes en grietas poco profundas que se van estrechando poco a poco, hasta convertirse en gateras. Cueva Negra, con forma redondeada en su entrada, se encuentra justo en el límite municipal con Pozuel. Otras son meros abrigos naturales, como el Caño del Gato, en el cerro de San Pascual.

Lo cierto es que el subsuelo aguarda un intrincado laberinto de conductos y galerías que, en un momento dado, pueden emerger a la superficie por acción del agua y su disolución. En algunos lugares como los llanos de Pozondón, es posible observar cómo ese complejo se ha desplomado y forma los campos de dolinas.

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• Salinas Reales (Ojos Negros y Alba)

Explotaciones ligadas a la monarquía aragonesa, que datan del S. XIII, pero abandonadas hace décadas, cuentan todavía con las cubetas de desecación del agua que, rica en sales, era extraída de un pozo. Aparecen así mismo, restos de canalizaciones y cisternas más modernas, que han quedado también en ruinas.

En el término de Alba encontramos los restos de lo que fueron unas importantes salinas reales, que fueron mandadas destruir a mediados del siglo XVIII, por lo que hoy solo mantienen una mínima parte de su estructura. Se adivinan las charcas de evaporación, y se puede observar la presencia de, al menos, tres pozos de donde se extraía el agua, rica en sales.

Las Salinas Reales de Ojos Negros todavía mantienen, aunque en estado de grave deterioro, los antiguos edificios de explotación, así como parte de las balsas y empedrado para la evaporación

La Piedra del Tormo es un hito geomorfológico de interés, formado por rodeno basal, y muy conocido por los pastores y paseantes de la zona

• Piedra del Tormo

Singularidad geológica ubicada en el entorno de la Estación de la Gerencia, término de Ojos Negros, accediendo a la misma a través de un cómodo sendero producido por el tránsito habitual de ganado. Se sitúa en el comienzo de la ladera este de Sierra Menera, bajo unos afloramientos rocosos de cuarcitas que se conocen como «Los Castillejos».

Se corresponde con un afloramiento de Conglomerados rojos, asociados a la Facies Buntsandstein o Rodeno, del Triásico Inferior. Tiene unas dimensiones importantes, con unas viseras y repisas en las que se resguardaba a menudo el ganado en episodios tormentosos.

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• El Peñón de las Minas

Cuentan los mineros que un día, en plena extracción del mineral, apareció una dura roca de aspecto ferroso, pero muy compacta. Acudieron varios de ellos con palancas y picos para sacarla, algo que no llegaron a conseguir. Hoy encontramos esta roca en la parte norte del hueco mayor de las Minas de Ojos Negros, en el fondo del barranco. De coloración parda, contrasta con el negro pizarroso de la periferia, y tiene una altura con un equivalente de casi tres pisos.

El peñón de las minas es una roca de enormes dimensiones, que no pudo ser extraída finalmente de la explotación, pese a los muchos intentos realizados

• Peña Rubia

Hito geológico muy popular situado en el término de Ojos Negros, a lo largo del recorrido del GR-24, que conecta esta localidad con Villar y Peracense. Se trata de un modesto pero singular cortado calizo, en el que se ubica la entrada a una de las cuevas o grutas kársticas que podemos encontrar en el territorio. Se accede a pie desde el pueblo de Ojos Negros, a unos 40 minutos.

• Peña Redonda

Peña Redonda es un Cerro de aspecto singular, ubicado en el término de Ojos Negros, en las proximidades de las Salinas Reales y el Santo Cristo de Herrera. Es lo que en geología se conoce como «cerro testigo», formado por la actuación de la erosión en materiales horizontales, en los que los estratos de mayor dureza ocupan la posición más alta, en este caso calizas.

Peña Redonda es lo que en geología se conoce como «cerro testigo», y tiene el aspecto de una gran mesa, distinguible a varios km de distancia

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• Los Aljezares

Entre las Salinas Reales y el núcleo de Ojos Negros, se encuentra una antigua explotación de los yesos asociados al Keuper, formación del Triásico superior, otro ejemplo de una de las antiguas formas de aprovechamiento de los recursos naturales, ya en desuso.

Frontal de una explotación yesífera, abandonada a mediados del siglo XX por su falta de rentabilidad

• Barranco Cardoso

En la localidad de Almohaja, encontramos un paraje singular formado por un barranco con gran calidad paisajística. La geología marca, a través del rodeno y varias crestas de cuarcitas, una imagen que se complementa con la presencia de una vegetación bien desarrollada, y algunos saltos de agua de pequeña entidad. Su singularidad radica en la posibilidad de observar, de forma clara, el punto de contacto exacto entre el rodeno y las cuarcitas Paleozoicas, estando cifrado en hace 245 millones de años. Aunque dicho contacto es concordante, las cuarcitas se encuentran sumamente replegadas y fracturadas.

Desde el Barranco Cardoso podemos observar un curioso paisaje donde, una vez más, la geología aporta esa clara singularidad. Allí podemos observar el fuerte contraste entre las cuarcitas paleozoicas y el rodeno, el cual muestra varias rocas con aspecto extraño y restos de antiguos poblados

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a c d e b f g

a. Centaurea triumfetti b. Entorno de la Carrasca de los Tocones. Peracense c. Polygala nicaeensis d. Senecio gallicus e. Sedum acre f. Marojal de Villar del Salz g. Valeriana tuberosa Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 70

Vegetación

A nivel botánico, Sierra Menera se caracteriza por la presencia de grandes masas forestales de bosque mediterráneo, más o menos fragmentadas por la actividad humana, y con un elevado interés natural, al ser claros vestigios de la vegetación autóctona de nuestro entorno. Además, dicha extensión contiene un importante número de especies consideradas de interés por la Unión Europea, que bien podría haber dado lugar a su declaración como Lugar de Importancia Comunitaria, a caballo entre Castilla y Aragón.

Ejemplar de Chenopodium exsuccum, fotografiado en la mina Coral de Ojos Negros

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Caracteristicas generales

Las áreas topográficamente más elevadas, con sus pronunciadas pendientes, dificultan notablemente el desarrollo normal de las prácticas agrícolas, permitiendo que la vegetación se mantenga al margen de las roturaciones y asentamientos humanos. Esto permite en Sierra Menera, la presencia de una de las más notables extensiones forestales autóctonas en el territorio comarcal, que sigue creciendo año tras año.

Las condiciones climáticas de nuestra comarca determinan enormemente la composición y morfología de las comunidades vegetales, propias del piso supramediterráneo. Las especies se encuentran adaptadas a la escasez general de precipitaciones, cuyo rango anual se mantiene inferior a los 600 mm, así como a las fuertes oscilaciones térmicas, diarias y estacionales, con inviernos duros y largos. Esto se traduce en árboles de pequeño porte, con hoja endurecida y en muchos casos perenne, que se resiste a las pérdidas de agua por evapotranspiración. La carrasca (Quercus rotundifolia) va a estar presente en toda la masa arbórea, constituyendo un bosque mediterráneo característico que incluye también otras especies de interés.

La casi total ausencia de repoblaciones forestales en la zona nos permite presumir de contar con un bosque autóctono, formado por especies plenamente adaptadas a las condiciones aquí reinantes, que aseguran un buen funcionamiento del ecosistema. A pesar de la ausencia de roturaciones, el bosque sí ha soportado presión ganadera, a través del pastoreo; y leñera, a través de lo que se denominan «suertes», en las que se rifan derechos de explotación del monte de propiedad municipal. Esto determina un sustrato arbóreo con árboles de pequeño porte, casi arbustivo, entre el que se desarrolla un matorral variable. En los últimos años, el abandono progresivo de las actividades agrarias ha conllevado una recuperación paulatina del bosque, que se vuelve cada vez menos accesible para el hombre, y con un mayor riesgo de incendios forestales, pero que también va colonizando los espacios con mayor riesgo de erosión, como es el caso de los taludes mineros.

Perfil de vegetación simplificado para un corte transversal de Sierra Menera. En el dibujo se observa como se trata de un bosque mediterráneo que varía su estructura y composición en especies según la litología y la orientación. El marojal y quejigal aparece distribuido en materiales ácidos, prefiriendo la vertiente más húmeda (oeste)

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Comunidades vegetales

El bosque mediterráneo original, previo a la actuación de la mano del hombre, estaba formado por una masa mixta de quercíneas. Actualmente presenta en este territorio variaciones importantes en función del tipo de suelo y la orientación topográfica. Podemos distinguir así dos grandes comunidades vegetales, diferentes en composición, aunque de similar porte, que ocupan los distintos afloramientos geológicos.

• Sierra Menera y la vegetación de suelos ácidos

Los suelos ácidos se forman sobre rocas duras y pobres en sales, en las que el mayor tamaño de las partículas favorece el lavado y desaparición de las mismas en profundidad. Esto condiciona la existencia de especies poco exigentes, adaptadas a estas duras condiciones, propias de los lugares donde afloran materiales cuarcíticos, pizarrosos y areniscosos. En definitiva, después del clima, la geología marca el carácter de las comunidades vegetales en el territorio.

En la imagen de la izquierda aparece el quejigo (Quercus faginea), y a la derecha el marojo (Q. pyrenaica), dos de las especies arbóreas de interés que forman parte del bosque mediterráneo

Coincidiendo con la unidad paleozoica de Sierra Menera, propiamente dicha, el manto forestal forma una comunidad acidófila de gran interés cuyo sustrato arbóreo se caracteriza por la mezcla alternante de tres especies: la carrasca, acompañada del marojo (Quecus En la fotografía, tomada en el término de Villar del Salz, pyrenaica) y de quejigo (Q. faginea). Bajo observamos los componentes típicos de la formación estas, un denso matorral en expansión de suelos ácidos, con la carrasca acompañada de estepa, brecina y gayuba, de porte rastrero ocupa hasta el último de los recovecos dejados bajo los árboles, con la jara o estepa (Cistus laurifolius), la brecina (Calluna vulgaris) y el enebro (Juniperus oxycedrus), como máximos representantes. Con un porte rastrero, pero de suma importancia como planta que retiene el suelo y lo protege de la erosión, está la gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), que forma auténticos mantos vegetales bajo el matorral mediterráneo.

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Una planta bastante común bajo el matorral es Arenaria montana, de flores blancas, indicadora de condiciones de montaña y ambientes frescos

Bajo el sustrato arbustivo, encontramos un conjunto de plantas nemorales, que precisan de condiciones casi de sombra permanente, pero que son propias del bosque mediterráneo, adaptadas a la grave carencia estacional de precipitaciones. Características son Arenaria montana, Linaria aeruginea, o el género Helianthemum. Las partes más soleadas mantienen floridas extensiones de tomillar (desde el tomillo común, hasta T. zygis y T. mastichina), lavanda (Lavandula stoechas), Teucrium y Saponaria ocymoides, esta última de llamativas flores rosadas, muy común en primavera.

En las partes más altas encontramos extensos prados silíceos, con un diverso mosaico de colores durante la floración primaveral. En ellos predominan las gramíneas, acompañadas por representantes de la familia de las compuestas. Entre estas últimas, aparecen varias especies de interés, de carácter montano, como Aster aragonensis, o varias especies de Pilosella (P. capillata, P. officinarum o P. pseudopilosella).

Los prados silíceos aparecen intercalados con el bosque y ocupando las partes más altas y expuestas al viento, como la imagen de la izquierda, tomada en Villar del Salz. A la derecha una de las plantas que aparecen en estos prados, de la familia de las Liliáceas

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Sabina rastrera (Juniperus sabina), indicadora de condiciones de alta montaña, aparece puntualmente en las zonas más elevadas, como las crestas de San Ginés (en la foto)

Relacionado con estos prados, cabe destacar la presencia de la sabina rastrera (Juniperus sabina), formando manchas de un llamativo color verde que contrasta con el de la hierba circundante. Es una especie que marca el tránsito hacia un nuevo piso bioclimático, el Oromediterráneo, caracterizado por mayores rigores asociados a la mayor altitud. Esta formación es muy abundante en la Sierra de Albarracín, a partir de los 1.600 metros, pero es sumamente escasa en el Jiloca. En Sierra Menera podremos observarla entre los términos de Villar del Salz y Ródenas, así como en San Ginés, donde es más abundante. La flora rupícola está También en las zonas altas, al resguardo de los roquedos, aparecen adaptada a una comunidades interesantes de vegetación rupícola, que tiene que carencia casi total de suelo, pero gusta de enfrentarse a la casi total carencia de sustrato. En estas destaca la condiciones de sombra. presencia de claveles silvestres (Dianthus lusitanicus, D. legionensis, A la izquierda Sedum etc), o varios helechos de zonas secas, como la Doradilla (Ceterach brevifolium, a la derecha officinarum). el té de roca (Jasonia tuberosa), una planta muy apreciada en la zona

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Aunque cada vez es más difícil cruzarse un rebaño por el monte, todavía las partes más bajas, en contacto con las tierras de labor, aparecen formaciones vegetales muy modificadas por el pastoreo. El ganado ramonea el matorral abriendo senderos que permiten acceder a las lomas, efecto que desaparecerá en pocos años de seguir con la dinámica actual. En estos prados se forman extensas áreas ocupadas por el gamón (Asphodelus En las partes más bajas de Sierra Menera, todavía sobre ramosus), con otras pequeñas herbáceas y sustrato ácido, encontramos formaciones adehesadas del bosque mediterráneo, producidas por el pastoreo. leñosas nitrófilas. En primavera aparecen auténticas alfombras de gamones tapizando todo el suelo, en el cual han sido devoradas las matas de jara y brecina

La llegada de vientos cargados de humedad desde la parte castellana, encuentran una clara barrera orográfica en Sierra Menera, ascendiendo con rapidez y favoreciendo su condensación. De ahí la frecuente entrada de tormentas y frentes por esta parte de la comarca hacia el valle del Jiloca, efecto que han aprovechado también los aerogeneradores. No obstante, al descender por la vertiente este, ya en el valle minero, el aire está más seco y desprovisto de humedad, creando unas condiciones En la imagen de la izquierda observamos, más secas y mesomediterráneas. Ese gran contraste puede con una tonalidad de observarse claramente desde la cresta de Sierra Menera, al verde oscuro, la comparar ambas vertientes. Así, en la ladera aragonesa, el matorral comunidad vegetal de la ladera este de Sierra se encuentra más desarrollado, predominando la carrasca Menera, en el lado semiarbustiva, mientras que en la ladera castellana, predomina el aragonés. En esta marojal y quejigal, siendo más abundantes los árboles que el predomina la carrasca, matorral. Por tanto, además del clima y la geología, las diferencias con el barrio minero al fondo. En la imagen de orientación juegan un papel importante, de cara a determinar derecha, la vertiente el asentamiento vegetal. Todo ello conforma un paisaje con castellana, más húmeda, diversidad, con cambios notables y sobre todo, con un bosque alberga un rico bosque mixto de marojo y natural bien conservado. quejigo, con tonos en verde claro

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• Sierras adyacentes: Comunidades de suelos básicos

Los materiales Mesozoicos, de origen marino, presentan suelos ricos en sales carbonatadas que les confieren un carácter distinto, y es algo que queda reflejado en la vegetación. Hablamos de las sierras adyacentes, que bordean Sierra Menera, y que están formadas por calizas y margas, en un aspecto blanquecino que contrasta claramente con el rojo de las areniscas del rodeno, o con el pardo de las cuarcitas y pizarras. Es el caso de lo que sucede en Ojos Negros o Villafranca, así como al otro lado de la Sierra, en Setiles o Pozondón.

En este caso, la vegetación cuenta con una concentración muy elevada de sales minerales, por lo que este no es el factor limitante. Sin embargo, para poder absorber estas sales es necesario disponer de cantidades abundantes de agua, en la que poder disolverlas. En este caso es el agua el factor que más limita la producción vegetal, por lo que aparecen especies más resistentes a la sequedad.

En este territorio la comunidad de suelos básicos se encuentra en cotas más bajas, por lo que resulta más accesible a la actividad humana. Por ello, muestra un mayor grado de alteración, tanto por las roturaciones agrícolas, como por el pastoreo o los asentamientos humanos. El bosque se encuentra entonces muy fragmentado, y es difícil encontrar árboles de porte considerable.

En la fotografía, tomada en el límite municipal entre Ojos Negros y Pozuel, se observa un carrascal en proceso de expansión, acantonado en las laderas de un barranco

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El árbol predominante es la carrasca, que presenta un porte arbustivo resultado de la explotación para leña, realizada durante cientos de años. Es por ello que en la zona la conocemos como «chaparra».Forma una serie de «islas vegetales» mezclándose con el agrosistema, alcanzando un mayor porte y grado de cobertura en las lomas con mayores pendientes y más aisladas. En los últimos años, el envejecimiento poblacional ha causado una reducción considerable del uso de la leña, por lo que poco a poco el bosque se va recuperando y aumenta su extensión. En los lugares más soleados y llanos, seguramente encontraríamos la sabina albar (Juniperus thurifera) acompañando a la carrasca, aunque hoy sólo quedan algunos vestigios en municipios como Blancas.

De porte menor, encontramos una orla de arbustos espinosos, adaptados a la escasez de agua, con especies predominantes como el rosal silvestre (Rosa canina) y las aliagas (Genista scorpius), que dan paso al toyago (G. mugronensis) en las parameras de Blancas y Pozondón. Acompañando encontramos plantas aromáticas de pequeño porte, como el tomillo, y otras como la manzanilla borde (Santolina rosmarinifolia) o la Salvia. Son plantas que segregan aceites aromáticos que sirven como mecanismo de defensa natural ante el ataque bacteriano o fúngico, y que tienen un gran valor terapéutico e industrial para el ser humano (fabricación de cosméticos y perfumes).

En las zonas más pastoreadas y afectadas por la explotación leñera, donde el sustrato arbóreo ha llegado a desaparecer por completo, aparecen amplios mantos de gamones (Asphodelus ramosus) que cubren gran parte del suelo, adoptando el resto de plantas un porte mínimo, casi rastrero, para escapar al diente del ganado, así como al embate del viento.

En la imagen de la izquierda observamos una de las lomas, de sustrato básico, en el término de Ojos Negros y con Sierra Menera al fondo. El uso leñero y el pastoreo han conformado una comunidad esteparia. A la derecha detalle de una de las especies más extendidas en esta Comunidad vegetal, el gamón

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Dentro de las comunidades vegetales de suelos básicos, encontramos en Sierra Menera una pequeña comunidad especial que supone un caso extremo de adaptación, y que son las plantas halófilas. Asociado a los afloramientos yesíferos del Keuper, encontramos afloramientos de aguas muy ricas en sales, donde es preciso desarrollar mecanismos especiales de supervivencia, encontrando especies muy raras y localizadas en pocos puntos de nuestra geografía. En el término de Ojos Negros, ligado a las explotaciones de yesos y sal, aparecen citadas plantas resistentes a concentraciones de sal incluso superiores a las del agua marina. Es el caso de Camphorosma monspelliaca, que podremos observar en las balsas de evaporación de las Salinas Reales. Es poco frecuente, y en Aragón aparece ligada siempre a afloramientos Terciarios, ricos en sal y sulfato cálcico. Así mismo, aparecen citadas para la zona otras como Frankenia pulverulenta o Cressa cretica.

Por otro lado, ligadas a la formación en la zona de pequeñas balsas temporales de agua salobre, el Catálogo Aragonés de Flora Amenazada recoge al menos otras tres especies de interés, en este caso acuáticas: Marsilea strigosa, Exacullum pusillum y Elatine Imagen de Macropoda. Camphorosma monspelliaca, una de las especies halófilas más frecuentes en los prados de las Salinas Reales, en el término de Ojos Negros

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Curiosidades botánicas

• Árboles Monumentales

Las especies arbóreas de carácter singular, generalmente por su antigüedad, constituyen una parte importante a destacar en el Patrimonio natural de un territorio, sobre todo por el interés que suscitan entre el público general.

Sierra Menera ha sido un lugar sometido a fuertes presiones humanas desde la antigüedad, ligado sobre todo a la explotación del mineral de hierro. Por ello no es tan frecuente encontrar ejemplares de notable porte, que puedan considerarse Monumentales, salvo en unos pocos casos. Entre ellos, el mejor ejemplo es la «Carrasca de los Tocones», en el término de Peracense. Este anciano ejemplar de Quercus rotundifolia aparece convenientemente señalizado desde el pueblo, mostrando un claro vestigio de lo que en otros tiempos fue un bosque extenso, poco a poco adehesado y transformado por el hombre. Con sus 11 metros de altura y 610 centímetros de perímetro presenta una forma irregular y el tronco se ramifica en 2 grandes ramas, las cuales se hallan cubiertas ampliamente por líquenes de los géneros Parmelia y Xanthoria. Como curiosidad, podemos observar una profunda oquedad en su tronco y varias heridas longitudinales en las ramas, provocadas seguramente por el impacto de varios rayos, siendo frecuentes las tormentas en la zona.

La carrasca de Peracense, dividida en dos grandes ramales principales, muestra un aspecto elegante y majestuoso, otro de los muchos atractivos naturales que podemos encontrar en Sierra Menera

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Sabina de Blancas. Superviviente de los antiguos bosques mixtos de sabina albar y quercíneas

Saliendo ya de Sierra Menera, en dirección al valle del Jiloca, encontramos a la anciana sabina de Blancas, representante de lo que antaño fue un bosque mixto de sabina albar y quercíneas, ocupando las actuales parameras declaradas como ZEPA. Es un viejo ejemplar de sabina albar (Juniperus thurifera), que puede ser incluso milenaria, según las estimaciones de los expertos.

Por último, mencionaremos las carrascas centenarias de El Pedregal, el primer pueblo de Guadalajara, en su límite provincial con Teruel. Pueden visitarse fácilmente desde los barrios mineros, en una pista de tierra que se dirige al Santo Cristo de Herrera. A pocos kilómetros del mismo, aparece una amplia dehesa en el paraje de la «Fuente de los Villares», en la que aparecen varios árboles de porte majestuoso. Se trata de carrascas que fueron podadas y manejadas por el hombre, pero sin ser taladas. Debemos su actual existencia a que antaño fueron propiedad de un convento, que no precisó de su uso para leña.

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• Plantas parásitas

Entre estas montañas podemos encontrar algunas plantas que se aprovechan de otras para obtener su alimento. Es el caso de algunas, completamente parásitas, como el orobanche (Orobanche gracilis), o la cuscuta (Cuscuta epithymum), que, a través de su raíz, se conectan a los vasos de otras plantas, absorbiendo su savia elaborada. Su color rojo se debe a que carecen de clorofila, ya que no realizan fotosíntesis. Entre estas encontramos un ejemplo muy curioso en el matorral de Sierra Menera, asociada a la jara, como parásito estricto de la misma. Se trata del chupamieles (Cytinus hypocistis), planta menuda que aparece siempre a los pies de este arbusto, del cual obtiene el alimento, con una coloración amarillo-rojiza y un aspecto poco común, casi esférico y carnoso. Pertenece a la rara familia de las raflesiáceas, cuya especie más famosa se corresponde con la Rafflesia, la planta parásita con la flor más grande del mundo, presente en Indonesia. El chupamieles sería su equivalente ibérico, aunque es mucho más modesto.

Una de las curiosidades botánicas de Sierra Otras como el «matatrigo» (Rhinanthus minor), son hemiparásitas, Menera son sus plantas parásitas. En este caso es decir, se aprovechan de otras plantas pero también fabrican su observamos dos alimento mediante fotosíntesis, de ahí su color verde. ejemplos de holoparasitismo, en el cual dichos vegetales carecen de clorofila. A la izquierda el orobanche (Orobanche gracilis). En la imagen derecha la cuscuta (Cuscuta epithymum)

El «matatrigo» (Rhinanthus minor) es una planta verde que también parasita a otros vegetales a través de conexiones radiculares, siendo una especie hemiparásita

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• Plantas medicinales

Desde tiempos inmemoriales las plantas silvestres han sido utilizadas como fuente natural de sustancias útiles al hombre, en ocasiones para tratar enfermedades o para aliviar ciertas dolencias leves. Actualmente, dicho uso se encuentra en regresión, desaconsejado por los problemas que pueden ocasionar errores de identificación de las especies, o derivados de la dificultad de controlar las dosis correctas de la sustancia en cuestión.

En Sierra Menera, al igual que en otras muchas zonas rurales de nuestro país, cuentan con una cierta trayectoria en la utilización de algunas de las plantas silvestres que crecen en este lugar. El tomillo (Thymus vulgaris) o el té de roca (Jasonia tuberosa) han sido recolectados por nuestros padres y abuelos en las lomas cercanas a los pueblos, para tratar trastornos digestivos, tal y como hacemos hoy con la manzanilla.

Colonizando una escombrera en las minas de Setiles, la vulneraria (Anthyllis vulneraria), es una planta frecuente en Sierra Menera, con grandes propiedades curativas en lo referente a heridas superficiales Actualmente, existen casos de explotación comercial de algunas de estas plantas, que abastecen a la industria farmacéutica, como es el caso de la abundante gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), utilizada para el tratamiento de dolencias y enfermedades renales.

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Pero también tienen propiedades beneficiosas otras plantas Multitud de plantas menos conocidas, pero de carácter frecuente en Sierra Menera. Es poseen sustancias que pueden resultar de el caso de la primavera (Primula veris), de flor amarilla, una de las utilidad en el campo de primeras plantas en florecer en época estival, como su nombre la medicina natural y indica. Su raíz y flores pueden prepararse para el tratamiento de la farmacología. Algunas de ellas muy conocidas, epilepsia, así como para el catarro bronquial. Las heridas y como la gayuba erosiones cutáneas, que podían hacerse los pastores al caminar (izquierda), y el por el monte, podían curarse con la preparación de alcoholes o cantueso (derecha) aceites con esencia de cantueso (Lavandula pedunculata), o con extractos de vulneraria (Anthyllis vulneraria).

Dedalera (Digitales purpurea). Utilizada tradicionalmente para tratar arritmias e insuficiencia cardiaca

La dedalera (Digitalis purpurea), hermosa planta que crece en lugares sombreados y altos, presenta unas llamativas flores púrpuras en forma de dedal. Ha sido empleada tradicionalmente como fuente de extractos útiles para tratar la arritmia y la insuficiencia cardiaca, ocasionando la muerte en aquellos casos en los que no se utilizaba la dosis justa, prescrita por un médico.

La legislación actual limita notablemente la recogida de plantas silvestres, algo que hemos sustituido casi totalmente por la gran oferta de productos medicinales en farmacias y herbolarios. No obstante, conviene conocer la utilidad de muchas de las especies que observamos, algo que nos debe motivar de cara a la preservación de la biodiversidad en nuestros campos y montes.

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• Endemismos botánicos

El término de endemismo botánico hace referencia a la existencia de una especie vegetal cuya área de distribución es más o menos reducida, y de carácter único en un territorio concreto. De este modo, estamos acostumbrados a escuchar datos sobre endemismos ibéricos, especies presentes en la Península y ausentes en el resto del mundo, o de forma más concreta, endemismos a nivel regional o autonómico.

Más raro es tener noticia de especies propias de nuestro ámbito inmediato, el valle del Jiloca. Es el caso de especies como Limonium viciosoi, que se complementan con otras de límites algo más amplios, como Geranium benedictoi o Puccinellia pungens.

Sin embargo, en este caso queremos llamar la atención sobre la existencia de un endemismo propio del ámbito de estudio de la presente publicación. En definitiva, hablamos de una especie vegetal que aparece únicamente en Sierra Menera, estando ausente en el resto del mundo. Esto confiere un interés notable a nuestro territorio, como reservorio único de una pequeña población vegetal. Se trata de Santolina ageratifolia, una planta de la familia de las compuestas, propia de terrenos secos y con un aspecto general parecido al grupo de las manzanillas. Aunque fue observada hace muchos años, se definió como parte de la población de S. rosmarinifolia, otra planta común en nuestros montes. Es en el año 1997 cuando se observa con detenimiento y se define como una nueva especie (López Udias & Fabregat Llueca, 2001).

Actualmente ha sido definida y estudiada su población, la cual se encuentra acantonada en la parte sur de Sierra Menera, en las proximidades de Almohaja y el cerro de San Ginés, entre los 1.300 y los 1.450 m de altitud.

• Colonización vegetal

En Sierra Menera es posible observar un curioso fenómeno natural asociado a la recuperación de los ecosistemas originales tras la existencia de una perturbación, en este caso, como consecuencia de las actividades humanas. Hablamos aquí de la sucesión ecológica, el conjunto de etapas que atraviesa el ecosistema para avanzar hacia un estado de mayor complejidad y equilibrio.

A pesar de lo que pueda parecer a primera vista, en los taludes mineros se está produciendo un evento ecológico de gran dinamismo y rapidez, la colonización vegetal. Las condiciones de litología, pendiente y orientación, dificultan más o menos el proceso, determinando su rapidez. En la imagen observamos la entrada del marojal en los límites de la antigua explotación, en las minas de Ojos Negros, apareciendo en el suelo desnudo las primeras herbáceas y matorral

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Aunque el bosque se recupera paulatinamente tras el casi total abandono de las actividades ganaderas y leñeras, en la zona minera es posible observar un caso de sucesión primaria, en la que las especies deben partir de cero en un suelo desnudo, dejado al descubierto por la explotación. El proceso atraviesa una serie de etapas temporales a través de las que la vegetación va cambiando su composición y estructura. En primer lugar, aparecen las especies menos exigentes, que no necesitan ni siquiera de la formación previa de suelo, como es el caso de los líquenes primero, y los musgos después. Estos últimos ya favorecen la aparición de un manto de alteración pardo y rico en materia orgánica, que puede originar un suelo incipiente. Así mismo, algunas especies vegetales riparias aprovechan los huecos y grietas presentes entre las rocas, favoreciendo la rotura de las mismas con el crecimiento de sus raíces. Más tarde, van germinando las arrastradas por el viento, de gramíneas y otras herbáceas que rápidamente retienen el poco suelo formado con su entramado radicular. En pocas semanas pueden tapizar de verde un talud completo. Por último, las especies leñosas, arbustivas (en este caso la jara) y arbóreas, entran a formar parte del complejo, etapa final del proceso, que deriva en una masa boscosa diversa y bastante cerrada.

La ocupación vegetal de medios rupícolas es la más difícil, como consecuencia de la carencia casi total de un sustrato sobre el que fijarse. Tiene lugar en varias etapas, en las que primero aparecen los líquenes y musgos, y después la vegetación herbácea y leñosa, como las matas de cantueso de la imagen

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Las minas de hierro han dejado grandes superficies de taludes terrosos y arenosos, en los que la colonización vegetal se produce con mayor facilidad. Sin embargo, también encontramos escombreras de material estéril en las que se alternan bloques de roca de tamaño variable con el resto del sedimento. Y por último, es en los taludes de roca pura donde el avance vegetal se hace más lento y costoso. El resultado final es un mosaico diverso en el que la vegetación lucha por aferrarse a un nuevo sustrato colonizado, inicialmente sin competidores, aportando un servicio ambiental de indudable valor. Especies como la gayuba o la brecina, tapizan un suelo pedregoso y seco, reduciendo considerablemente la erosión y permitiendo un filtrado progresivo del agua de escorrentía, que permanecerá por más tiempo en el subsuelo.

Cabe destacar, así mismo, la colonización de ciertos sustratos en los que aflora el mineral, dando lugar a condiciones de elevadas concentraciones de metales pesados, que las plantas deben tolerar. Es por eso que en las partes más pardas de los taludes, la vegetación aparece muy poco desarrollada, algo que se ve afectado también por la existencia de grandes pendientes. Es en estos lugares donde la lentitud de la colonización vegetal supone un mayor riesgo erosivo.

Cada año es posible observar como la vegetación natural se va adueñando de los antiguos terrenos mineros, en ocasiones soportando elevadas concentraciones de metales pesados. En las fotos observamos Pilosella, de flor amarilla, y Saponaria, de flor púrpura sobre una escombrera, dos géneros frecuentes en las minas

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a b c d

a. Orchis langei. Marojal de Villar del Salz b. Limodorum abortivum Marojal de Peracense c. Ophrys scolopax. Entorno de la Carrasca de los Tocones d. Orchis coriophora. Marojal de Peracense

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a c d b e

a. Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) b. Cogujada común (Galerida cristata) c. El alimoche (Neophron percnopterus) es un visitante ocasional d. Escarabajo de las hojas e. Mariposa duende oscuro, junto a ella, su peor enemigo, una araña cangrejo Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 90

Fauna

La Sierra Menera se encuentra dentro del Sistema Ibérico castellano- aragonés, con alturas máximas de 1500 metros aproximadamente. De cara a la descripción de la fauna va a ser determinante los diferentes tipos de biotopos o hábitats que podemos encontrar en este espacio natural.

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus), laguna de Setiles

Como zonas húmedas encontraremos un gran número de balsas que acumulan el agua de lluvia y, en las proximidades, la gran y el río Jiloca. Esto significará que aves relacionadas con medios acuáticos podrán ser vistas en la zona. En las faldas de la sierra vamos a encontrar un medio estepario-agrosistema en forma de estepa cerealista y abundantes parameras alfombradas de plantas aromáticas que, en primavera, le darán un especial color y olor. El medio mediterráneo, igualmente, va estar ampliamente representado en forma de bosques de encinas o chaparros, coscojares, quejigares y algún rodal de roble melojo que, en algunos lugares de la sierra, formarán agrupaciones boscosas casi impenetrables, siendo mas seca la vertiente aragonesa.También podemos encontrar pinares en los extremos de Menera, como puede ser en San Ginés. El medio rupícola, en forma de peñascos, cortados y ramblas, así como los taludes de las minas abandonadas de Ojos Negros, también aportará especies relacionadas.

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Aves

Las aves son las especies animales de más fácil visión. Dentro de las rapaces (aves majestuosas y cada vez menos odiadas) el buitre (Gyps fulvus) va a estar ampliamente extendido si bien no cría en este espacio pero sí en las cercanías, como por ejemplo en el cañón del río Piedra. A causa de la abundancia de ganado lanar, Sierra Menera siempre ha sido una zona de oteo de buitres por las numerosas carroñas que quedaban por los campos. Ahora y desde el mal de las vacas locas y la obligación de recogida de cadáveres, los buitres lo tienen peor… y se está envolviendo a la especie en polémicas de ataque a reses vivas, problema que nunca tendría que haber llegado.

En la zona cría perfectamente el águila real (Aquila chrysaetos), con varias parejas sobre todo en la parte central de Sierra Menera. Es la reina de los cazadores alados. El águila azor-perdicera (Hieraetus fasciatus) está ausente, estando las poblaciones más cercanas en la comarca de Calatayud. La culebrera europea (Circaetus gallicus) y el aguililla calzada (Hieraetus pennatus) crían en la sierra, destacando que la culebrera, fácilmente reconocible por su color Aunque el águila real es blanco inferior, permanecerá inmóvil en el aire, cerniéndose, como un gran depredador, en los cernícalos, cuando escudriña el terreno en busca de reptiles ocasiones no descarta nutrirse de alguna para su dieta. El alimoche (Neophron percnopterus) puede ser carroña abandonada, igualmente visto, incluso en elevados números en ciertas épocas, como el caso de la sobre todo en las cercanías de Monreal del Campo, debido a la fotografía. Es frecuente observar en Sierra proximidad de un matadero. Por supuesto que no podemos Menera ejemplares descartar la cría en la extensión de Menera. jóvenes, manchados de blanco

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Recuerdo como, incluso un mes de septiembre, observé un águila pescadora (Pandion haliaetus) cerca del barrio centro de Ojos Negros, que estaría de migración y que no descarto recalara temporalmente por Gallocanta. Milano negro (Milvus migrans) y Milano real (Milvus milvus) pueden ser vistos y muy reconocibles por todo el mundo debido al escote de su cola. El azor (Accipiter gentilis) y el gavilán (Accipiter nisus) serán los cazadores de las zonas boscosas, pudiendo detectarlos en nuestros recorridos por la sierra, por los rastros de sus cazas a palomas, mirlos y sus abundantes desplumaderos.

Un macho de cernícalo común cebando a sus crías con lo que parece ser un pollo de codorniz. Es una rapaz que puede nidificar tanto en árboles como en roquedos o construcciones humanas

El halcón peregrino (Falco peregrinus) también es habitante de la zona, así como el alcotán (Falco subbuteo) de rojas plumas en las «perneras» y el abundante cernícalo común (Falco tinnunculus), que criará en parideras abandonadas o roquedales y peñascos. A destacar que en la zona se ha visto varias veces Elanio azul (Elanus caeruleus), si bien se ha detectado en épocas de paso, aunque yo no descartaría su cría en algún bosque de encinas de la Sierra o alrededores.

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Por las grandes extensiones de los campos de cereal podremos ver a los aguiluchos cenizo (Circus pygargus) y aguilucho pálido (Circus cyaneus) y cerca de zonas húmedas se podrá identificar al aguilucho lagunero (Circus aeruginosus).

El mochuelo es una rapaz crepuscular y nocturna, que gusta de posarse en oteaderos como montículos de piedras o postes

Para terminar con la descripción de las rapaces, citaremos las nocturnas, de más difícil detección, y entre las que destacaremos al poderoso búho real «Gran Duque» (Bubo bubo), el búho chico (Asio otus), mochuelo (Athene noctua), autillo (Otus scops) rapaz muy pequeña de inconfundible reclamo que emite al anochecer en las noches veraniegas, lechuza (Tyto alba), etc, así como el búho campestre (Asio flammeus) en migración y ligado al medio acuático.

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Las avutardas fueron Otro grupo de aves con importancia en Menera van a ser las mucho más abundantes relacionadas con el medio estepario, campos de cultivo, en la zona hace años, parameras, etc. La avutarda (Otis tarda), antaño abundante en la asociadas a las grandes extensiones de viñedos. zona, vuelve a verse habitualmente y casi podemos decir que Aún podemos verlas en hasta cría en el espacio de la Sierra, ya que hace unos años se los meses estivales. En la fotografía una recogió un pollo de avutarda en Ródenas. Recuerdo como me de avutardas, el macho contaban en Ojos Negros que, cuando en el pueblo había viñas, las en primer plano avutardas campaban a sus anchas, y ellos relacionaban la desaparición de las mismas con el arranque de las cepas, no quedando prácticamente nada de este cultivo en el pueblo en la actualidad. Las avutardas crían y se ven con facilidad en la cuenca de Gallocanta y en los cercanos pueblos de y Campillo, en la provincia de Guadalajara. Localidades como Blancas, Pozuel, Ojos Negros y Villafranca vuelven a ver a esta impresionante ave, sobre todo en los meses veraniegos.

El más esquivo sisón (Tetrax tetrax) también ocupa este espacio pudiéndolo detectarse en Blancas, El Pedregal y Pozuel, principalmente. Recuerdo un mes de mayo en el término municipal de Pozuel como seguí el celo de un sisón a través del casi imperceptible canto de un macho que hinchaba su cuello negro, cerca del corro de celo, que ocupaba la linde entre un yermo y un campo de cereal.

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La «Turra», como se conoce en la zona, acude a menudo a En los anocheceres de primavera y verano aún se puede oír el beber a las balsas sinfónico canto del alcaraván (Burhinus oedicnemus) en las estepas temporales, pudiendo almacenarla mojando de la Sierra, si bien se ha detectado una disminución de las sus plumas para dar de poblaciones, antes más abundantes. La ortega (Pterocles orientalis) beber a sus crías. En primer plano aparece el sigue fiel a sus bebederos en los días de canícula del estío y su macho, siendo la inconfundible reclamo alegra el medio estepario. En la zona se le hembra (detrás) más manchada conoce como «turra» y para mí es de las aves emblemáticas de las faldas de Menera.

Otra de las aves que dan valor natural a esta zona castellano- aragonesa es la alondra Ricotí o de Dupont (Chersophilus duponti), detectable en la paramera de Blancas y en algún lugar del monte de Ojos Negros (Los Cerritos, las Monjas). En ambas ubicaciones he comprobado su presencia e incluso he fotografiado algún ejemplar.

Completaremos la nómina de esteparias con la alondra común (Alauda arvensis), cogujada común (Galerida cristata), cogujada montesina (Galerida theklae), totovía (Lullula arborea), terrera común (Calandrella brachydactyla), terrera marismeña (Calandrella rufescens) y la inconfundible calandria (Melanocorypha calandra) con su corbata negra en el cuello.

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La cercanía de Gallocanta a Menera aportará especies como la célebre grulla común (Grus grus), que abandonando sus dormideros en la cuenca lagunar, vuela hacia los campos del Jiloca en donde de noviembre a febrero no va a ser difícil de identificar. Asimismo anátidas como el Ánade azulón (Anas platyrhynchos), cerceta común (Anas crecca) pueden ser vistas en lugares cercanos a zonas húmedas por la Almohaja, Ródenas y en los balsetes del agrosistema, rascón (Rallus aquaticus), chorlitejo chico (Charadrius dubius) y algún andarríos chico (Actitis hypoleucos) aumentarán la nómina de la avifauna de la zona.

La perdiz (Alectoris rufa), codorniz (Coturnix coturnix), paloma torcaz (Columba palumbus) y la tórtola (Streptopelia turtur) se someten a la presión cinegética cada temporada, con déficit en los últimos años secos para la codorniz y rarificación de la tórtola común, especie que preocupa a los estudiosos de la ornitología. Por el contrario la tórtola turca (Streptopelia decaocto) prolifera por doquier estando íntimamente ligada al medio urbano de pueblos y ciudades.

Abubilla (Upupa epops), habitual en la sierra en primavera y verano

Del resto de las aves y con la intención de no hacer una lista extensa de toda la avifauna de la Sierra, iremos citando algunas especies características o algunas otras dignas de destacar. Cuco (Cuculus canorus), críalo (Clamator glandarius), pito real (Picus viridis), pico picapinos (Dendrocopos major), ocupan arboledas de la zona, siendo las dos primeras especies que parasitan en nidos de otras aves. La abubilla (Upupa epops) es ampliamente conocida por su cresta y canto. En las noches de verano no será difícil de ver en trayectos automovilísticos nocturnos algún chotacabras gris o pardo (Caprimulgus europaeus o ruficollis), las conocidas «gallinas ciegas». Igualmente he podido comprobar la cría en la zona de una bella ave de colores azules, la carraca (Coracias garrulus) que muestra una clara expansión desde sus abundantes poblaciones en el sur y centro peninsular. La comprobación la hice con un pollo a principios de agosto, en una zona comprendida entre Ojos Negros y Monreal del Campo.

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Entre los vencejos y golondrinas citaremos a los chirriantes vencejos comunes (Apus apus), avión común (Delichon urbica), avión roquero (Hirundo rupestres) y golondrina común (Hirundo rustica). Recuerdo como en las murallas de piedra de rodeno del castillo de Peracense pude comprobar una inusual reunión de cientos de aviones roqueros y comunes en época cercana a la migración. Igualmente, y de paso, podrá ser detectado el vencejo real (Apus melba) con su impresionante pechera blanca.

De entre los negros córvidos, «grajos» para la gente y no de muy buen agüero para muchos, citaremos al cuervo (Corvus corax) en zonas rocosas, corneja (Corvus corone), grajilla (Corvus monedula), especie gregaria de bordes cenizosos en su cabeza, que crían en taludes arenosos o rocosos y se pueden ver en Peracense y otras ubicaciones. La chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) será una especie habitual en las parideras diseminadas por los campos y en los farallones rocosos y ramblas; sus cantos como quejidos y su curvo pico rojo y patas roja la hacen inconfundible. La abundante urraca (Pica pica) y los estorninos negro y pinto (Sturnus unicolor y vulgaris), reproductor el uno e invernante el otro, completan la lista de córvidos de la zona, junto con el ruidoso arrendajo (Garrulus glandarius), más común en los bosques frondosos de la parte castellana. Cuervo (Corvus corax)

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Finalmente nos quedara por citar la amplia familia de los paseriformes, pájaros en general, que aportan a la avifauna de Sierra Menera unas 60 especies, que en pura lógica no repasaremos una a una y para cuya identificación se tendrá que ser experto en algunos casos o detectarlas en otro por los reclamos que, en muchos casos, serán sobradamente conocidos por los habitantes de estos lugares.

Destacaremos entre otros al mirlo común (Turdus merula), zorzal común (Turdus philomelos), zorzal charlo (Turdus viscivorus), estos dos últimos como invernantes, carbonero común (Parus major), herrerillo común (Parus caeruleus), mito (Aegithalos caudatus), reyezuelo sencillo (Regulus regulus) y trepador azul (Sitta europea), unos pajarillos más típicamente de pinar, pero que se ven por plena sierra y en determinados bebederos.También citaremos al conocidísimo petirrojo (Erithacus rubecula), tarabilla común (Saxicola torquata), tarabilla norteña (Saxicola rubetra) de evidente ceja blanca, colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) que criará en roquedales y hasta en las casas de los pueblos.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)

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Curruca mirlona, fotografiada sobre las ramas de un rosal silvestre

Luego hay una serie de pajarillos como los mosquiteros, muy pequeños, de color verde oliváceo o gris, que se verán sobre todo en meses como marzo y septiembre, realizando pequeños vuelos a la caza de insectos, o las currucas, de las que por lo menos 6 especies se darán por la sierra, destacando la curruca zarcera (Sylvia communis), curruca rabilarga (Sylvia undata), curruca carrasqueña (Sylvia cantillans), curruca mosquitera (Sylvia borin) y curruca mirlona (Sylvia hortensis), caracterizadas por ser pequeñas avecillas inquietas y de sonoros reclamos.

De las collalbas encontraremos los tres representantes de las mismas, es decir, la collalba gris (Oenanthe oenanthe) por las eras cercanas a los pueblos, la collalba rubia (Oenanthe hispanica), más en pleno campo y zonas esteparias y la collalba negra (Oenanthe leucura) en agrupaciones rupícolas. Destaco estas especies, sobre todo, por el nombre que se les dan en algún pueblo de la zona, como es el caso de Ojos Negros, donde a la collalba gris se le llama «zorribalba» y a la collalba rubia «zorribalba marina». Igualmente destacaré (lo he fotografiado en época de migración) un pajarillo con cría muy restringida en la península ibérica, cual es el pechiazul (Luscinia svecica), que lo hice en un bebedero en las minas abandonadas de Sierra Menera.

La collalba gris, o «Zorribalba» como se conoce en algunos pueblos como Ojos Negros, es muy frecuente de observar en pajares y eras, cerca de los pueblos, en los meses estivales

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En relación a los alcaudones, todos los vecinos que han tenido (antiguamente) pájaros en jaulas recuerdan a unas aves que se los llegaban a matar dentro de las mismas, exhibiendo una inusitada fuerza en sus patas y pico desgarrador. Estos eran los alcaudones, que en el territorio de estudio se dan comúnmente dos especies, el alcaudón común (Lanius senator) y el alcaudón real (Lanius excubitor), si bien cito también al alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio) que un verano pude contemplar a satisfacción en el soto de Villar del Salz.

Los sotos acogerán igualmente un precioso pájaro, la amarilla oropéndola (Oriolus oriolus) de color inconfundible y cuyo reclamo en varias notas prolongadas asemejan una pequeña sinfonía. Igualmente en los taludes de las minas abandonadas de Ojos Negros y en las piedras de rodeno que rodean el Castillo de Peracense he podido detectar roquero rojo (Monticola saxatilis), bella ave de colores rojo y azul, que no pasa por ser muy común en la zona.

Finalizaremos con los pajarillos más populares entre la gente, sobre los que se dice que antes se enjaulaban y que hoy en día esta Alcaudón real (Lanius excubitor) penado. Así citaremos el jilguero o cardelina (Carduelis carduelis), pardillo común o pajarel (Carduelis cannabina), cuyos machos en primavera exhiben un pecho rojo «casi sanguíneo», verdecillo (Serinus serinus), verderón común (Carduelis chloris), verderón serrano (Serinus citrinella), especie no habitual en la Sierra, pero que pude ver en lo alto de la Atalaya, supongo venido de alturas cercanas como Javalambre o sierras de Albarracín, pinzón común (Fringilla coelebs), que llaman «nevador» en algunos pueblos, triguero (Miliaria calandra), escribano montesino (Emberiza cia), escribano soteño (Emberiza cirlus), escribano cerillo (Emberiza citrinella) y, acabaremos la revisión de las aves de Sierra Menera, citando a las tres especies de gorriones, el gorrión común (Passer domesticus), gorrión chillón (Petronia petronia) y gorrión molinero (Passer montanus).

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Mamíferos

Pasando a continuación a la descripción de los mamíferos de la Sierra, nos vamos a encontrar con las dificultades que siempre aparecen cuando tratamos estas especies animales, y no es otra que su escasa presencia a la vista humana. Sus hábitos predominantemente nocturnos y su huida de la presencia del hombre hace que la contemplación de mamíferos sea un privilegio, por lo que tendremos que recurrir en muchas ocasiones a rastros, huellas o señales, o bien a esperas en amaneceres u horas crepusculares. A diferencia de las aves, en que por el número de especies se nos haría prolijo citarlas, en el caso de los mamíferos de Sierra Menera se pueden nombran prácticamente todas.

Esta fotografía tomada a un macho durante la berrea, muestra como el ciervo se encuentra en plena expansión en Sierra Menera, amparado por la protección que le otorgan las masas forestales

Empezando por el ciervo (Cervus elaphus), diremos que es una especie en expansión. La cercana reserva de los Montes Universales en las poblaciones de Orihuela, y , aporta un censo de más de mil ejemplares a los que se les quedan pequeños los pinares y valles de la citada reserva. Por la zona de San Ginés, bosques de la parte castellana de la Sierra, Villar del Salz, faldas de Menera que miran a Ojos Negros, El Pedregal y otras localidades, la presencia de ciervo va a ser habitual. Incluso hay avistamientos en zonas de estepa cerealista algo alejada de las marañas boscosas. La caza y alguna enfermedad, como la pasteurelosis, declarada años atrás y que diezmó parte de los efectivos, son las principales amenazas de la población de ciervos. Es muy gratificante acercarse en época de berrea (septiembre) a la Sierra y poder oír algún bramido de los machos, que solemnizan con ello su presencia ante el resto de los machos y hembras.

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El corzo (Capreolus capreolus), pequeño cérvido de evidente escudo blanco anal, va a tener más expansión y presencia en Menera que su pariente el ciervo. Aunque de costumbres más esquivas, es una de las especies de mamíferos que más se está extendiendo por Aragón (zona de Calatayud, Pirineo e incluso en los alrededores de Zaragoza), y esta zona de Teruel no iba a ser menos, sobre todo por la cercanía de buenas y antiguas poblaciones de corzo en pueblos de Guadalajara como La Yunta, Campillo, Molina, etc. El corzo cría con normalidad en Menera y sus «ladridos» pueden ser escuchados cuando perciben una señal de alarma, típico grito que nos ayudará en su identificación.

Pareja de corzos sorprendidos en un secano al atardecer

El jabalí (Sus scrofa) es otra de las especies que va a más en toda la comarca del Jiloca, ante la despoblación de las zonas rurales y la falta de tareas de limpieza forestal, pues, en la espesa vegetación, se siente el rey. Sierra Menera acoge abundancia de jabalíes y, en toda la comarca, se organizan importantes cacerías todos los años. Los campos de maíz a orillas del Jiloca o las zonas húmedas de los pueblos de Menera serán visitados frecuentemente de noche, por el jabalí, que igual dejará su rastro en los campos de patatas. El águila real será uno de sus predadores naturales del jabalí, sobre todo a los rayones y jabatos.

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El gato montés (Felis silvestris) va a ser un perfecto depredador que mostrará su gran agilidad en los encinares que constituyen su hábitat preferido. Los micromamíferos, conejos, liebres y aves son el fundamento de su dieta. Veteranos cazadores de la zona decían de él que «es peor que tres zorras», haciendo referencia a su extremada astucia y admiración como fino cazador. El principal problema de esta especie, no sólo en Menera, sino en toda España, es su cruce con gatos domésticos que viven en los pueblos y frecuentan el monte y las afueras, dando lugar a gatos cimarrones que ponen en jaque la población salvaje de este félido.

El tejón (Meles meles), de hábitos casi nocturnos, gusta más de zonas húmedas en sotos, ramblas etc. Sus madrigueras son identificables por la abundante tierra que mueven y los pelos que dejan. Su observación de día será milagrosa.

El zorro es un activo predador en campos y montes, llegando también a entrar en los pueblos

El zorro (Vulpes vulpes) va a ser el mamífero más emblemático de la Sierra y, sobre todo, de los pueblos de la misma. Abunda, se le caza y es protagonista de infinidad de dichos e historias. Fuertemente territorial, los espacios que quedan vacíos por bajas de la pareja son ocupados por otras que vienen de términos limítrofes, pudiendo decir que los montes de la Sierra están saturados de zorros. Se dan casos de zorras que se acercan temerariamente a los pueblos y a sus basureros, e incluso su acercamiento al ser humano es en algunas ocasiones atracción y temeridad, pues estas historias suelen terminar mal. De cría primaveral, por el mes de mayo. Uno de los espectáculos más gratificantes que la naturaleza nos brinda en estos contornos es la observación desde la madrugada de los zorreznos y sus jugueteos a las puertas de la madriguera, ante la mirada vigilante de la madre.

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La gineta es un hábil predador nocturno asociado a medios forestales, cuya presencia suele pasar a menudo inadvertida. En Sierra Menera ha sido observada en varias ocasiones, aunque no parece ser muy abundante

La gineta (Genetta genetta) no va a ser muy abundante por la Sierra, teniendo lugar algún avistamiento por la noche, o bien a través de la constatación de la caza de dos ejemplares en el barrio minero de Ojos Negros en los años 90. Parece más ligada a bosque mediterráneo. El turón (Mustela putorius) es igualmente escaso y más relacionado a sotos y riberas de ríos. Pariente directo del domesticado «hurón», he encontrado ejemplares atropellados en Villar del Salz y Monreal del Campo. La comadreja (Mustela nivalis), conocida como «paniquesa» en la zona, es experta cazadora de roedores. Es un mamífero que puede ser visto de día, criando en eras y zonas rocosas cerca de los pueblos. La garduña (Martes foina), «fuina» en algunos sitios, es menos conocida pero más abundante de lo que se cree. Ligada a medios rupestres, se suele reconocer su presencia por las letrinas, donde acumula sus deyecciones. Pesa entre 1 y 2,5 kg, destacando por su inconfundible babero blanco.

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El erizo (Erinaceus europaeus) va a ser muy común, sobre todo en verano, ya que en invierno está medio aletargado. Mantiene buenas poblaciones por la zona, donde dicen que «salen más cuanto más llueve». Al comer insectos y ratones que perjudican los huertos y cosechas goza de buen cartel, siendo de los mamíferos con más aprecio por estas tierras.

El conejo (Oryctolagus cuniculus) abunda en toda la zona, pero dependiendo del estado de las dos enfermedades que los diezma, la mixomatosis y la enfermedad vírica hemorrágica. Básico en la dieta de los predadores (águila real, búho real, gato montés, zorro…) ocupa lugar destacado en sus pirámides tróficas y en los morrales de los cazadores del lugar. La liebre (Lepus granatensis) ha disminuido en los últimos años en los somontanos de la Sierra y soporta, igualmente, presión cinegética. El lirón careto (Elyomis quercinus), al que se conoce con el curioso nombre de «rata murgañosa» en Ojos Negros, cría en nidos de urraca u otros córvidos y lo podemos encontrar principalmente en los encinares.

Dos especies cinegéticas con tradición en Sierra Menera, el conejo (izquierda) y la liebre (derecha), son la base alimentaria de muchos predadores en el ecosistema

Citaremos a continuación el resto de roedores grandes y micromamíferos (ratillas, ratones, topillos) que «pululan» tanto en el campo como en los pueblos. Así podremos detectar topo ibérico (Talpa occidentalis), rata de agua (Arvicola sapidus), rata común (Rattus norvegicus), rata campestre (Rattus rattus), ratón moruno (Mus spretus), ratón de campo (Apodemus sylvaticus), ratón casero (Mus musculus), topillo común (Pitymys duodecimcostatus), musaraña (Crocidura russula) y musarañita (Suncus etruscus), que pasa este último por ser el mamífero más pequeño que existe en el mundo. Todos estas especies son básicas en la alimentación de muchas rapaces diurnas y nocturnas y, a su vez, son el azote de los azafraneros (cada vez menos) que utilizan artilugios y artimañas para combatirlos como los fuelles y pucheros para hacer fuego, en su batalla por salvaguardar la cebolla del azafrán.

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Murcielago pequeño de herradura

Un repaso sistemático a todos los mamíferos de esta zona quedaría cojo sin citar la presencia de los desconocidos y enigmáticos murciélagos. Su identificación es complicada de no cogerlos en mano o con macrofotografía. En teoría, por esta zona de Sierra Menera y Alto Jiloca, se describen hasta 15 especies diferentes de quirópteros, en cualquier caso constataremos la segura presencia del orejudo gris (Plecotus austriacus), murciélago común (Pipistrellus pipistrellus) y el murciélago pequeño de herradura (Rhinolophus hipposideros).

No me gustaría terminar esta pequeña revisión de los mamíferos de Sierra Menera sin citar dos emblemáticas especies ¿ausentes? de nuestra zona de estudio, cuales son el lobo (Canis lupus) y el lince (Lynx pardina).

El lobo campeó y crió por estas tierras hace 90 años y los más viejos de los pueblos recuerdan historias que les contaron o vivieron de ataques a rebaños, avistamientos, etc. Es difícil que en la Sierra haya actualmente lobos, salvo algún individuo errático (cría ya en zonas de Soria y Guadalajara) que, al aparecer y realizar algún ataque a ovejas o cabras, moviliza a todos los cazadores de los pueblos y fabulan acerca de la «fiera» que ataca sus rebaños. Todos recordaremos episodios al respecto vividos hace unos años en Peracense, Ródenas y Almohaja. Se organizaron batidas pero al «casi león» o «mitad zorro-mitad lobo» no se le cazó. Que nadie lo dude: era un lobo, aunque sin su captura….cualquier especulación es válida.

Del lince, con distribución actual muy al sur de Teruel, he constatado igualmente historias y presuntos avistamientos tiempos atrás. Parece ser que en un pueblo cercano a Menera se cazó hace años un «gatazo de cola corta y pelillos en las orejas» y cuya piel se guardaba. A pesar de mi interés no pude recabar más información, aunque podría tratarse en realidad de un gato montés.

Biotopos adecuados no les faltan en la zona de nuestro estudio, tanto al lobo como al lince, favoreciéndoles además la progresiva despoblación de estas tierras. Si bien científicamente, y observando sus actuales mapas de distribución peninsular, en el caso del lobo, no parecen tan extrañas sus apariciones, pero sí lo son en el caso del lince. De todas las maneras, tanto una como otra especie, se verán envueltas siempre en enigmas y misterios.

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Anfibios y reptiles

Los anfibios y reptiles serán otro grupo de animales que habrá que considerar como fauna de Sierra Menera, si bien las especies de este grupo no van a gozar de fervor popular. Los reptiles y, en especial, las serpientes, son perseguidas desde antaño, focalizando en la víbora el hecho de ser un animal dañino y peligroso para el hombre, dejando de considerar el importante papel que anfibios y reptiles realizan en nuestros campos y huertos, controlando ratoncillos e insectos que dañan producciones y cosechas, aparte de ser alimento de muchas otras especies de aves y mamíferos. Esquivan al hombre siempre que pueden y, por tratarse de una zona con bajas temperaturas en muchas épocas del año, no van a ser de gran abundancia en los territorios de la Sierra.

De aspecto amenazador, la culebra bastarda carece de veneno, siendo un gran predador de especies a menudo perjudiciales para las cosechas

Los anfibios por otra parte, preocupan a la comunidad científica, pues «a la chita callando» van desapareciendo de nuestros campos y montes. Plaguicidas, tratamientos de las cosechas, nuevos usos de la tierra, nuevas técnicas agrícolas basadas en la maquinaria, parecen ser la causa de una desaparición larvada, a lo que añadiremos causas más globales, como puede ser el incremento de las radiaciones ultravioletas (debilitación capa de ozono de la atmosfera), fragmentación y destrucción de biotopos e incluso el cambio climático, hoy en día aludido por todos. Pero el hecho cierto es que las poblaciones mundiales, nacionales y regionales de anfibios cada vez van a menos, y algunas especies se sitúan en niveles preocupantes de supervivencia.

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Rana común (Rana perezi)

Citando en primer lugar las diferentes especies de anfibios, podremos encontrar en Sierra Menera la rana común (Rana perezi), ranita de San Antón (Hyla arborea) de verde pardusca coloración, que gusta de lugares húmedos y que, por estos lugares, encuentra un límite de distribución peninsular al este. El sapo partero común (Alytes obstetricans), cuyo agudo reclamo en verano se suele confundir con el canto de un ave, ocupa fuentes y abrevaderos en los pueblos, y es digno de destacar, para verlo, la carga de huevos que portan a sus espaldas. El sapillo pintojo meridional (Discoglosus jeanneae), de difícil detección, el sapo de espuelas (Pelobates cultipres), que con su espolón en sus patas traseras le permiten enterrarse en adversidades o en el invierno, el sapo corredor (Bufo calamita), el sapillo moteado (Pelodytes punctatus) y el sapo común (Bufo bufo), el más grande de los sapos, con llamativos ojos de color rojo y cuya presencia en los huertos, para algunos hortelanos, es señal inequívoca de mantener a raya las plagas que acecharán sus producciones. El sapo común el anfibio que goza de más fervor popular dentro de este grupo de animales, pero siempre dependerá de para quiénes y dónde.

Dentro de los reptiles abordaremos en primer lugar las diferentes especies de lagartijas, como la lagartija ibérica (Podarcis hispanica) común en todos los pueblos, lagartija colilarga (Psammodromus algirus), llamando la atención por su larga cola y blancas franjas laterales y la lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus).

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El «ardacho» (Lacerta lepida) es un reptil frecuente en las zonas soleadas y expuestas, generalmente visible siempre junto a un escondrijo o pequeña madriguera, allí donde la vegetación escasea

El lagarto ocelado (Lacerta lepida) puede alcanzar un considerable tamaño. Su nombre procede de los ocelos azules que muestra en sus flancos, siendo una imagen relativamente frecuente el ver a un lagarto tomando el sol en una roca o en una tapia. El eslizón ibérico (Chalcides bedriagai) aparecerá al levantar alguna losa y observar como las patas son escasamente visibles, confundiéndolo la mayoría con pequeñas serpientes.

La culebra de escalera (Elaphe scalaris) y la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) que puede pasar de los 2 metros, son dos de las especies comunes, finas cazadoras de roedores, presentando la última una gran potencia para asfixiar a sus presas por su enroscamiento.

La coronela meridional (Coronella girondica) y la culebra viperina (Matrix maura) que se puede ver en muchas ocasiones dentro del agua, serán totalmente inofensivas. Dejaremos para el final la denostada víbora hocicuda (Vipera latastei), de cabeza triangular, pupila vertical y zig-zag en su cuerpo, que posee veneno letal y, ante su encuentro, lo mejor es dejarla pasar y no incomodarla para nada. La eliminación de muchas serpientes cuando son vistas se justifica por el «si acaso» son víboras. Es recomendable caminar en nuestras excursiones por la Sierra y en días de calor con calzado de monte y calcetines que cubran los tobillos.

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Invertebrados

Finalizaremos el repaso de la fauna de Sierra Menera, considerando el inmenso grupo de los invertebrados, con miles de especies, sobre todo de insectos, a los que por motivos de espacio no vamos a profundizar en su descripción. Además, este es un mundo en el que se dan, en su estudio, verdaderos especialistas, que, aunque parezca curioso, siguen descubriendo hoy en día nuevas especies para la ciencia.

Aragón en su conjunto y Teruel en particular acogen endemismos destacables y los insectos, en general, van a cumplir su misión en la naturaleza, sin los cuales muchos procesos que en ella se dan serían imposibles, tales como, por ejemplo, la polinización de las plantas. Así pues por la inmensidad de este apartado de la fauna, sólo destacaré algunas especies que gozan de más conocimiento popular. El escorpión habita El escorpión (Buthus occitanus) se puede encontrar por estos lugares pedregosos en páramos y lomas con lugares, acompañando a la escolopendra (Scolopendra cingulata) y poca vegetación. a la tarántula (Lycosa tarantula). Morarán debajo de las piedras o Generalmente podemos en agujeros en la tierra. Son invertebrados míticos, protagonistas encontrarlo durante el día bajo losas y en de historias, magias y hechizos. agujeros del terreno

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Una de las joyas entomológicas de nuestras montañas turolenses es la Isabelina, mariposa nocturna que gusta de pinares y masas de vegetación abundante. En Sierra Menera aparece de forma ocasional, procedente de la Sierra de Albarracín

Blanca Esbelta (Leptidea sinapis) Podalirio (Iphiclides podalirius)

Las mariposas van a ser más vistosas y observables que los anteriores. Así veremos especies como la Papilio machaon (de grandes alas amarillas y negras), la nocturna Graellsia isabelae, verde y de preciosas y alargadas alas que, aunque con querencia a bosque de coníferas, algún ejemplar se verá por Menera, y alguna otra como la Erebia zapateri, y la Polyommatus icarus, pequeña y con alas violeta con ocelos negros y rojos.

Vemos pues como el visitante que se acerque a Sierra Menera, ya sea en excursiones por su amplio espacio, ya sea a cualquiera de sus pueblos, podrá encontrarse con una variadísima fauna. Numerosas especies animales entre aves, mamíferos, reptiles, anfibios, insectos, que darán valor a estos rincones turolenses y castellanos, y en los que la Naturaleza será una vez más un punto de referencia ineludible.

Fauna 111 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 112 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 113

b a c d a. Marojal en primavera, entre Villar del Salz y Ródenas b. Carrascal del Pedregal c. Rodeno en el castillo de Peracense d. Atardecer en la laguna de Setiles Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 114

Conservación

Las minas de hierro han sido, sin duda, el elemento más emblemático de Sierra Menera. Su explotación, una época de desigual prosperidad, su cierre, la agónica decrepitud de lo que un día llegó a ser.

Estación del ferrocarril y edificio de la gerencia. ¡Hasta los balcones han sido arrancados!

Desde que en 1987 cesara la explotación minera, el abandono de las infraestructuras construidas para tal fin fue fulminante. Su deterioro progresivo, con saqueos incluidos, aún amarga más el recuerdo. Prácticamente inservibles, sólo las aves utilizan las cocheras o tolvas como dormidero. Alguno de los edificios se utiliza de paridera para guardar el ganado. A pesar de todo, las paredes se resisten a caer y a desaparecer para siempre en el olvido.

Han pasado ya más de veinte años desde el cierre de las minas. Es hora de mirar al futuro, de convertir la nostalgia en cultura viva, de valorar los recursos naturales de la sierra. Es hora del desarrollo sostenible.

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Zonas de especial protección para las aves

Las minas de hierro han forjado la identidad de Sierra Menera. Más allá del valor etnológico, las minas constituyen un interesante punto de interés geológico, despiertan curiosidad desde el punto de vista naturalista y componen un marco paisajístico incomparable.

Una parte de Sierra Menera ha sido designada como Zona de Especial Protección para las Aves. Esto significa que el área propuesta como ZEPA tendrá un reconocimiento y protección a nivel europeo. Esta figura de protección responde al cumplimiento de la Directiva Aves (79/409/CEE). Las ZEPAs y las Zonas Especiales de Conservación (ZECs), designados por cada Estado Miembro a partir de la propuesta previa de Lugares de Importancia Comunitaria, conforman la Red Natura 2000.

Las zonas que compongan la Red Natura 2000 quedarán sujetas a las condiciones de protección fijadas en la Directiva Hábitats (Directiva 92/43/CEE). Con esta red, se pretende garantizar la adecuada conservación de la biodiversidad propia de espacios naturales y, también, de aquellos que se encuentran humanizados, con una estrecha conexión al medio natural, como son las zonas rurales agrícolas o ganaderas.

Existen dos ZEPAs que ocupan parte de Sierra Menera. Se trata de las Parameras de Pozondón (código ES0000308) y las Parameras de Blancas (código ES0000302), consideradas ambas como áreas de interés para especies de aves esteparias amenazadas.

Odón

ZEPA Parameras de Blancas

Blancas El Pobo

El Pedregal Pozul del Campo Monreal ZEPAs «Parameras de del Campo Pozondón» y «Parameras de Blancas» Setiles Ojos Negros

Villafranca del Campo

Villar del Salz

Tordesilos Peracense

Ródenas Alba Almohaja

ZEPA Parameras de Pozondón Santa Eulalia Pozondón

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Superficie que ocupan las ZEPAs «Parameras de Pozondón» y «Parameras de Blancas» en cada municipio que las integran. Fuente: Gobierno de Aragón

Municipios que integran la ZEPA Superficie que ocupa cada municipio (ha) «Parameras de Pozondón»

Pozondón 2.037,64 Ródenas 369,72 Almohaja 53,39 Peracense 0,28 Total 2.461,03

Municipios que integran la ZEPA Superficie que ocupa cada municipio (ha) «Parameras de Blancas»

Blancas 3.200,36 Odón 802,92 17,06 Torralba de los Sisones 8,37 3,14 Bello 1,10 Total 4.032,95

La extensión aproximada de Zonas de Especial Protección para las Aves en Sierra Menera es de alrededor de 2.000 ha.

Algunas de las especies de aves presentes en esta ZEPA se encuentran incluidas en el Catálogo de Especies de Fauna Amenazada de Aragón. Algunos ejemplos son la Ganga Ortega, la Alondra de Dupont o la Chova Piquirroja. Todas ellas clasificadas como sensibles a la alteración de su hábitat.

Otra de las figuras de protección que establece la Directiva Hábitats es el llamado Lugar de Importancia Comunitaria. Sierra Menera no tiene ningún área designada como tal, sin embargo, tiene muchos valores por los cuales, bien podría adquirir dicha figura de protección. En este sentido, encontramos amplias zonas de sabina rastrera, quejigales y marojales, escasos en la Comarca del Jiloca, que suponen un vestigio de lo que fue la vegetación autóctona en esta sierra. Otro de los hábitats que reconoce la directiva y que se encuentran presentes en Sierra Menera, son las denominadas cuevas no explotadas por el turismo. En Blancas encontramos varias cuevas de este tipo, bien conocidas por espeleólogos. Además, contamos también con otros hábitats de interés especial en los estanques temporales mediterráneos. En Sierra Menera se encuentran esparcidos por toda la sierra, siendo los de mayor tamaño los situados en la vertiente oeste. En estos humedales, se abastece el ganado, la fauna forestal y, además, supone el hábitat de numerosos anfibios y otras especies acuáticas.

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El paisaje

Desde lejos, sobre todo si se observa desde el valle del Jiloca, la percepción de Sierra Menera queda fácilmente identificada por los numerosos aerogeneradores colocados en su vertiente castellana. También se distingue por estar frecuentemente cubierta por un manto azulado. Cuando la luz del sol incide sobre la gran masa de aire que se extiende por el valle del Jiloca, los elementos que se encuentran a lo lejos aparecen de un color azulado característico, más intenso cuanto más lejos nos encontramos.

La realidad es bien distinta conforme nos acercamos, pues el color azul da paso a una amplia gama de tonalidades. Esta coloración se debe a la vegetación y sus cambios al paso de las estaciones, pero, sobre todo, a la variedad de suelos que se distribuyen por toda la sierra.

El castillo de Peracense es el ejemplo más significativo del uso de la piedra de rodeno

Podemos encontrar suelos de tonos grisáceos dominados por las calizas y cuarcitas, rojizos por las areniscas de rodeno e incluso manchas negruzcas producto de la antigua metalurgia del hierro. Estas características edáficas, sobre todo el color, se han reflejado en la toponimia del lugar. Los ejemplos más claros son los nombres de dos de los municipios que se sitúan en Sierra Menera: Ojos Negros y Ródenas. El primero de ellos debe su nombre a los «hoyos» o agujeros negros, producto de la extracción minera, que encontramos por todo el término municipal. Por otra parte, Ródenas, hace honor a la piedra de rodeno que se encuentra en el lugar y que tradicionalmente ha sido utilizada como material de construcción.

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El paisaje de Sierra Menera se puede dividir en varias unidades. Existen zonas montañosas de orografía accidentada, entre las cuales se forman estrechos valles, pero también encontramos extensas planicies cerealistas, principalmente en las zonas de transición de la sierra y en los tramos más abiertos de los valles. A su vez, estas unidades de paisaje son muy heterogéneas entre sí. Existen montañas completamente cubiertas de vegetación arbórea y arbustiva, otras son parcamente pobladas de pequeñas matas de plantas aromáticas y, en zonas marginales, representando la característica primordial de Sierra Menera, el paisaje desértico guardan la huella de las antiguas explotaciones mineras.

Conforme nos acercamos a los barrios ocupados por las antiguas explotaciones mineras vemos las infraestructuras abandonadas, que rozan un estado fantasmagórico. Al adentrarnos en las zonas de extracción podemos contemplar las gigantescas perforaciones, con unos taludes casi verticales de color parduzco que pueden alcanzar decenas de metros de profundidad, con el suelo a flor de Vista panorámica de piel, sin apenas vegetación. Todo ello conforma un escenario una zona de extracción minera, con los propio de ambientes marcianos. aerogeneradores castellanos al fondo

Panorámica desde uno de los miradores acondicionados en la zona minera

El recorrido por los distintos paisajes naturales que ofrece Sierra Menera no dejan indiferente a nadie. Si a eso sumamos los paisajes etnológicos, todavía adquiere mayor valor. El barrio minero, la estación de ferrocarril, el complejo de la gerencia, constituyen uno de los pocos ejemplos de poblado industrial construido «ex novo» a comienzos del siglo XX en la provincia de Teruel. Estos poblados industriales con sus viviendas, tiendas, zonas de servicios y ocio, marcando una clara jerarquización laboral y social, fueron muy frecuentes en los valles catalanes y vascos, pero apenas se extendieron por el interior peninsular.

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Impacto ambiental de las minas

Las minas de Sierra Menera han aportado beneficios a los habitantes de Sierra Menera y a quienes se trasladaron hasta aquí para trabajar en ellas. Su explotación, supuso una diversificación de las actividades productivas en la zona. Pero llegó el cierre y sólo quedaron enormes huecos en el alma de Sierra Menera, una fuerte despoblación y también, la búsqueda de otras posibilidades.

Las explotaciones mineras causaron un fuerte impacto ambiental antes de su puesta en marcha, durante, e incluso tras el cierre de las mismas. Antes de comenzar con las extracciones de mineral, se necesitó preparar el terreno de donde se obtenía el mineral, construir las infraestructuras e instalaciones necesarias para el procesado y traslado. Las minas de Sierra Menera tenían tal nivel de explotación, que se necesitó la construcción de un ferrocarril de más de 200 km de longitud para transladar el hierro extraído en las minas hasta el puerto de Sagunto. Allí se construyó un Alto Horno y un embarcadero para darle salida por mar. Todo este impacto infraestructural ya se produjo sin haber comenzado la extracción de hierro.

Durante la explotación de las minas, el mayor impacto estuvo asociado a la remoción de cantidades ingentes de toneladas de tierra, que cambiaron por completo la fisonomía de la sierra. En unas zonas se extrajo la tierra, creando grandes agujeros, mientras que en otras se depositaron las impurezas y materiales estériles, creando grandes taludes que avanzaban hacia el valle a medida que se iban depositando nuevos materiales.

Como sucede con otras actividades industriales, se podría esperar que con el cese de la extracción en 1987 los impactos ambientales desapareciesen. Este no es el caso de las actividades mineras, pues sus efectos resultan irreversibles. A pesar de ello, la naturaleza sigue su curso. Los taludes de las minas están siendo colonizados por arbustos y árboles de mayor porte.

Taludes de las minas a cielo abierto

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La colonización vegetal espontánea de las antigua minas ha comenzado, aunque de forma muy lenta

Sin embargo, una de las recientes preocupaciones ambientales sobre el impacto de las antiguas minas radica en el uso que se vaya a hacer de las mismas. La preocupación va mucho más allá del impacto paisajístico. Las minas de Sierra Menera constituyen un lugar degradado en un medio poco poblado. Esto supone un atractivo para otras industrias que generan residuos contaminantes, al igual que ha sucedido con otras zonas mineras en España. La conversión de las antiguas minas en vertederos de residuos peligrosos es uno de los ejemplos. La implantación de este tipo de actividades se escuda en que los huecos de las antiguas minas ya están excavados, en que el área está degradada y, además, en que al ser un lugar poco poblado, se perjudica a pocos habitantes. Una vez se llenan los huecos de las minas con toneladas de residuos, se coloca encima un manto vegetal, formando un perfil similar al de la montaña antes de ser excavada y a simple vista, parece que se ha realizado una restauración paisajística. Sin embargo, la problemática ambiental no hace otra cosa que agravarse.

En el caso de las minas de Ojos Negros y Setiles, es necesario aplicar una protección especial al paisaje humanizado y, en cierta manera, degradado, para que las futuras generaciones puedan contemplar los resultados de las actividades extractivas en estos espacios mineros únicos. Las minas pueden constituirse como un revulsivo en la dinamización de Sierra Menera, partiendo de una curiosa oferta cultural y científica. El espacio de las minas, en sí, es formidable para realizar actividades de geoturismo. Las infraestructuras asociadas a la explotación aportan incluso un valor añadido, puesto que ayudan a entender el antiguo funcionamiento de la mina, las condiciones de trabajo, de vida, etc.

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Conservación medioambiental y desarrollo

El pasado de Sierra Menera debe utilizarse para construir su desarrollo futuro. Si de algo sirve la historia, la experiencia, las vivencias, es para aprender de los errores, continuar con lo que ha funcionado, ya sea aquí o en otros lugares, y así, ser capaces de construir un futuro de calidad.

La actividad extractiva supone actualmente un modelo de producción insostenible tanto ambientalmente como socialmente. Aunque parezca que las minas son gigantescas e interminables, el hierro se agota. Hablamos de un material no renovable, es decir, se necesitarían miles de años para volver a formarse unas minas con tal cantidad de hierro. En las mejores condiciones para la actividad, ésta duraría lo que se tardarse en extraer todo el mineral de las minas. Por lo tanto, es una actividad que hasta en el mejor de los casos, tiene un fin escrito. Es cierto que mientras funciona es una fuente de recursos y supone la creación de empleo, pero sin opciones de continuidad. Tal como un día se crean puestos de trabajo, otro se esfuman. Es un ejemplo típico de pan para hoy y hambre para mañana.

El modelo de desarrollo ideal es el que utiliza sus recursos de manera que permite seguir utilizándolos generación tras generación. Esto es lo que se llama desarrollo sostenible. Al igual que ocurre en el ámbito familiar, el desarrollo sostenible es precisamente saber utilizar la herencia que recibimos de nuestros antepasados y ser capaces de seguir transmitiéndola a nuestros descendientes.

El paisaje es uno de los de los atractivos potenciales de la sierra, preservarlo es una prioridad ante cualquier modelo de desarrollo. Formaciones de rodeno en el término de Ródenas

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La explotación minera no es un modelo de desarrollo sostenible, pues impide que futuras generaciones puedan hacer uso del mineral. A pesar de todo lo bueno y malo que han supuesto las minas en Sierra Menera, en la actualidad conforman un patrimonio digno de ser conservado, puesto que es parte de la identidad cultural de Sierra Menera.

Las energías renovables son uno de los elementos que contribuyen al desarrollo sostenible, pues la fuente de generación de energía no se agota, al contrario de lo que ocurre con los combustibles fósiles o la minería del hierro. Varios son los aerogeneradores que coronan Sierra Menera, y es que las corrientes de aire que circulan sobre las crestas de las sierras, convierte a éstas en uno de los escenarios más propicios para transformar la fuerza del viento en energía eólica.

Sin embargo, a pesar de las ventajas de esta energía limpia, también existen algunas desventajas asociadas. Aparte del impacto ambiental derivado de la infraestructura y del funcionamiento del aerogenerador, existe otro impacto denominado impacto visual debido a que estos elementos artificiales sobresalen en un entorno natural. Asimismo, ni los beneficios ni los impactos tienen porqué revertir en el mismo lugar. De hecho, los aerogeneradores de Sierra Menera tienen una mayor afección ambiental para los moradores de fuera del término en el que se ubican, sobre todo para la vertiente aragonesa, sin embargo, no sucede lo mismo en este caso con los beneficios económicos, que se quedan en los municipios castellanos.

Aerogeneradores en la cresta de Sierra Menera

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Sobre la desvinculación entre el origen de la producción y el destino de productos, el impacto ambiental y el desarrollo económico, Sierra Menera ya tiene experiencia. Primero fueron las minas, donde el impacto ambiental todavía permanece. Sin embargo, el desarrollo económico no permaneció en Sierra Menera, sino que se desplazó al Puerto de Sagunto, desde donde partían por mar las mercancías hacia ciudades de Europa y Estados Unidos.

Ahora son los aerogeneradores los que producen impacto ambiental sobre Sierra Menera, desluciendo lo que puede ser un futuro Parque Cultural, donde estos gigantes nada tienen que ver con el espíritu natural y cultural que se pretende transmitir.

El dilema de elegir un desarrollo u otro a costa del detrimento del patrimonio natural y cultural es difícil de resolver. Hay que apostar por el desarrollo, pero haciendo que este sea sostenible. Se trata de integrar el desarrollo y la conservación sin que la mejora de uno produzca una merma en el otro.

Mina Coral, al fondo aerogeneradores

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El futuro de Sierra Menera

Lo que el futuro deparará es impredecible e incierto. A pesar de ello, se pueden establecer estrategias que conduzcan al futuro deseado. Son los moradores de Sierra Menera quienes deben elegir el futuro que desean y, por lo tanto, quienes deben sentar las bases de su futuro, bien sea a través de iniciativas propias o participando activamente en los procesos de toma de decisiones.

Varios proyectos implican a Sierra Menera como escenario principal de desarrollo. Vamos a comentar dos de ellos, pues están de actualidad. Por una parte, una novedosa forma de finalizar la Vía Verde de Ojos Negros y por otra parte, un Parque Cultural.

Tramo de vía en Sierra Menera

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Vía abandonada a los pies de las minas de Ojos Negros

El ferrocarril por el que circuló el antiguo tren minero partiendo desde Santa Eulalia del Campo hasta el Puerto de Sagunto, pasó a ser una infraestructura en desuso desde que en 1972 se firmara un acuerdo con RENFE para enviar el mineral por la vía ferroviaria convencional. Poco a poco fue desmantelado, y desde el año 2002 se han realizado numerosas actuaciones para reconvertir la antigua vía de ferrocarril minero en una Vía Verde. Los trabajos hasta ahora realizados, tanto en la provincia de Teruel como de Valencia, han consistido en desmantelar las vías para dejar un suelo firme sobre el que puedan circular personas y vehículos no motorizados.

El tramo de vía comprendido entre Santa Eulalia del Campo y las minas de Ojos Negros se mantuvo en servicio hasta el cierre de las minas en 1987, por lo que no fue desmantelado. Este tramo todavía conserva en su mayor parte la infraestructura viaria y ha quedado, de momento, fuera de la vía verde.

Los municipios implicados de la Comarca del Jiloca y la Comarca Comunidad de Teruel en este último tramo ferroviario han elaborado un proyecto alternativo para su rehabilitación, aportando una original alternativa a la tradicional Vía Verde. Consiste en conservar y acondicionar la infraestructura viaria y colocar sobre ella un vehículo adaptado a la circulación sobre la vía. Este vehículo, que puede ser accionado a pedales o con ayuda motora, completaría la oferta turística de la Vía Verde de Ojos Negros y podía generar una atracción turística y una dinamización del entorno. Esta iniciativa ya ha tenido éxito en otros lugares que se encuentran en una situación similar a la de Sierra Menera.

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Vista panorámica desde el cerro de la Solana. Ródenas

Por otra parte, hay que destacar el plan para el futuro Parque Cultural de Sierra Menera. Esta subcomarca es un amplio espacio natural que atesora numerosas muestras de patrimonio cultural, en todas sus expresiones, sobre todo arqueológico y etnológico. Por este motivo, reúne un conjunto de requisitos necesarios para su formulación como Parque Cultural. Existen experiencias previas en Aragón, sin ir más lejos, en la vecina Sierra de Albarracín, donde en 1998 se declaró la figura del Parque Cultural.

Los elementos concretos de Sierra Menera que pueden integrarse en este futuro Parque Cultural ya los hemos ido comentando con mayor detalle a lo largo de este libro. Como elementos naturales, que deberían integrarse conjuntamente con los culturales, debemos destacar los ricos y variados ambientes de bosques de marojales o quejigales, escasos en la Comarca del Jiloca, páramos, humedales, riachuelos encajados en estrechos valles, dolinas, los paisajes agrícolas y toda la fauna asociada a todos y cada uno de estos ambientes. En su conjunto, ofrecen un paisaje de estupendos y coloridos contrastes que no dejan indiferentes a los visitantes, más aún si los contemplamos desde los miradores que se distribuyen por Sierra Menera.

En cuanto al patrimonio cultural, encontramos ejemplos diversos que abarcan desde restos arqueológicos hasta la reciente explotación minera. Las minas de hierro, emblema de Sierra Menera, es uno de los principales ejemplos de patrimonio industrial de la provincia de Teruel, sin embargo, también existieron otro tipo de explotaciones que deberían revalorizarse, como las minas de sal en Ojos Negros y Alba. Otros elementos que forman parte del patrimonio cultural de Sierra Menera son las fortificaciones y castillos de origen medieval, como el castillo de Peracense o los restos de murallas en Ojos Negros y Pozuel.

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La arquitectura popular, la forma constructiva más cercana a la naturaleza, resulta curiosa en cuanto a formas y materiales utilizados, donde la piedra de rodeno imprime una característica distintiva en el sur de la sierra. El patrimonio hidráulico viene caracterizado por la escasa presencia de cursos de agua corriente. Por ese motivo predominan los pozos, fuentes y también aljibes que recogen el agua de lluvia. Pero la cultura va más allá de estos elementos físicos y, a este respecto, destaca la etnología, las tradiciones, fiestas, artesanía, gastronomía, etc.

La declaración del Parque Cultural y la selección de sus objetivos es una competencia del Gobierno de Aragón. A pesar de ello, las acciones que se realicen en un futuro deberán tener en cuenta la conservación y protección del patrimonio, tanto natural como cultural, así como su restauración en caso necesario, además de la difusión y promoción de todos estos elementos. De esta manera se lograría una puesta en valor y una dinamización del medio rural de forma sostenible.

Aparte de estos proyectos a corto-medio plazo, cabe destacar en este apartado las políticas que están acorde con un posible desarrollo de Sierra Menera. En este sentido, Sierra Menera, como entorno rural, natural, cultural y con problemas de despoblación, resulta objetivo esencial en las políticas de desarrollo. Precisamente estas políticas promueven la mejora del medio rural en base a la conservación del patrimonio natural y cultural que permita una diversificación económica sostenible, que genere puestos de empleo y fije población, mejorando la calidad de vida en el medio rural.

Construcción en piedra de rodeno. Plaza de Villar del Salz. Al frente, el Ayuntamiento y a la derecha el trinquete, antigua lonja

Sabina de Blancas. Se trata de una sabina albar de gran tamaño recogida en el Inventario de Árboles Singulares de Aragón

Conservación 127 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 128

a d b c a. Rodeno en el castillo de Peracense b. Pequeña laguna en las cercanías de Ródenas c. Interior de la mina Coral. Ojos Negros d. Reflejos en La Laguna. Tordesilos Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 129 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 130

Itinerarios

Barranco Cardoso y minas de Almohaja

Comenzamos el recorrido en la plaza de la Iglesia de Almohaja, desde donde descendemos calle abajo, hacia el exterior del pueblo. Tomamos la pista que conduce a la ermita de la Virgen de la Rosa, pudiendo preguntar en el pueblo para asegurarnos de tomar la dirección correcta. En pocos metros, abandonamos el pueblo hacia el oeste, atravesando lo que antaño fue la laguna de Almohaja, ahora desecada y convertida en pastizal.

Barranco Cardoso

a Peracense

TE-58

Mina Mina

Mina

Las Suertes a Santa Eulalia del Campo

Cerro de la Nova Almohaja

Barranco e la Virgen

Barranco Almohaja

Barranco Cardoso

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Un tramo importante de nuestro recorrido sigue el PR TE-4 Pozondón-Almohaja, una derivación del GR-10 de Albarracín, por lo que está señalizado con líneas amarillas y blancas.

Tras pasar la ermita, la pista llega a la antigua vía del tren minero, junto a lo que fue la estación de Almohaja, lugar donde la férrea se bifurca en dos ramales para permitir el cruce de trenes en distinta dirección. Seguimos en ascenso por pista de tierra, siguiendo las marcas del PR. A la izquierda, dejaremos el Cabezo de la Fuente (1390 m), y a la derecha el Alto de la Nava (1385 m).

Laguna de las Suertes. Almohaja

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Siguiendo pista arriba (eligiendo el camino de la izquierda) durante 1,5 km aproximadamente, llegaremos al alto del Barranco Cardoso. Se trata de un magnífico lugar en el que se observa un arroyo encajado en las cuarcitas paleozoicas, bajo nuestros pies, así como unos grandes farallones de rodeno, en los que existen restos primitivos de actividad humana. Los antiguos pobladores del lugar, empleaban las cornisas del rodeno como refugio de ganado. El bosque dominante es el carrascal, con un rico sotobosque silíceo de cantuesos y brezos.

Desde el punto de vista geológico, es muy interesante observar, justo en el borde derecho del camino, el contacto entre el Triásico inferior (rodeno) y el Paleozoico (cuarcitas), en un claro límite que representa una antigüedad de 245 millones de años.

Una vez hayamos descansado en los pastos verdes que allí encontramos, podemos emprender el descenso siguiendo nuestros pasos, y desviarnos a la izquierda por una pista que nos conduce al Barranco de la Virgen, señalizado con marcas del PR.

Esta pista nos conduce directamente a las antiguas minas de Almohaja. Observaremos antiguos terraplenes y edificios mineros, junto al Cerro del Ardal (1421 m), marcado con antena de TV.

Continuando de frente en descenso, atravesamos un carrascal mezclado con pinos de repoblación, llegando a las vías del tren minero. Merece la pena observar los cargadores de mineral que permitían llenar los vagones, ya en estado de ruina.

Utilizando las vías, hacia nuestra derecha (hacia el sur), regresaremos de nuevo a Almohaja en unos 30 min., cerrando así nuestro recorrido.

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Minas de Ojos Negros y Setiles

Proponemos a continuación un circuito circular que nos permitirá, a lo largo de unos 15 km, conocer en detalle el paisaje minero asociado a las explotaciones de Ojos Negros y Setiles, en torno al límite entre Castilla y Aragón. El recorrido puede hacerse en bicicleta o en vehículo, aunque los más atrevidos podrán hacerlo a pie.

El Peñón

a El Pedregal

La Marajosa a Ojos Negros

TE-V-9025

Mina SIERRA MENERA

a Setiles Barrio del Centro Barrio del Hospital Mina Lobo Mina a Villar del Salz

Mina

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Partiendo de la localidad de Ojos Negros, a través de la carretera local que conduce a Villar del Salz, nos detendremos en el primer grupo de casas que encontramos, el Barrio del Hospital. Dejando atrás el primer camino, señalizado con el acceso a los miradores «Marajosa» y «Alto del Lobo», tomaremos el siguiente a mano derecha, el cual asciende en dirección a los terraplenes mineros. Tras tomar un desvío a mano izquierda, encontraremos dos grandes naves correspondientes a la antigua compañía minera. En este lugar podemos realizar la primera parada, dejando el vehículo a una distancia prudencial de las construcciones en estado de ruina. A pocos metros a nuestra izquierda, se abre el primero de los huecos de explotación minera, ocupado por un lago natural, procedente del agua de lluvia. La vista merece sin duda la pena, en la que será posible observar cómo el avance de la vegetación natural, lucha por sujetar una tierra suelta, arrastrada por el agua de escorrentía.

Continuando en ascenso, dejaremos a la izquierda una pista y continuaremos recto, viendo que el camino dibuja una pronunciada curva. Justo al pasarla tomamos el camino de la izquierda, dejando de nuevo el coche aparcado al final del camino. Aquí podremos asomarnos, con precaución, a la parte norte del hueco mayor de las minas, donde también aparece el Peñón, una enorme roca parda que contrasta con el negro de la pizarra circundante. El libre tránsito en estos lugares no es recomendable, dado el alto riesgo de desprendimientos en la zona, como atestiguan los enormes bloques de roca acumulados en los taludes. Por ello, no atravesaremos los vallados existentes ni nos acercaremos demasiado a los bordes.

Regresando unos metros sobre nuestros pasos, seguiremos ascendiendo por el camino señalizado en dirección a los Miradores. Podemos dirigirnos en primer lugar al Alto del Lobo, en la pista izquierda, y después continuar por la derecha hacia La Marajosa. Desde este terraplen, a los pies del parque eólico de reciente instalación, podremos observar una panorámica magnífica del valle del Jiloca y las sierras circundantes, con el molino de viento de Ojos negros, Las Salinas Reales, o Peña Redonda. Un panel interpretativo nos ayudará a interpretar los principales hitos geográficos del entorno.

Mirador de la Marajosa

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Mina de Setiles

En descenso por la pista central, hacia el lado castellano, encontramos las minas de Setiles. El acceso está restringido al encontrarse en explotación, pero podemos observar desde arriba los huecos dejados por la actividad minera, ocupados también por pequeños lagos de aguas pardas. En lo más alto, un enorme bloque cuarcítico descansa apoyado sobre otro mayor, a modo de gigante mausoleo natural, que parece rememorar la ausencia de las múltiples víctimas de la actividad minera.

La instalación de aerogeneradores en torno a toda la línea de cresta de Sierra Menera, nos permite acceder a la misma a través de pistas formidables, que permiten contemplar la poblada y verde vertiente oeste, en el lado castellano. Se trata de un lado fresco y más húmedo, que recibe el aporte constante de nieblas y nubes que condensan al superar este obstáculo natural. Podremos observar en la lejanía las numerosas balsas y lagunas que se encuentran en torno a localidades como Setiles o Tordesilos, así como otros pequeños lagunazos dispersos entre la masa forestal, que sirven de abrevadero a ciervos, corzos y jabalíes.

Antes de llegar al final de la hilera de molinos, a mano izquierda parte una pequeña pista que desciende a través de las minas. Podemos dejar aquí el vehículo y caminar unos metros hasta la parte más alta del enorme hueco de explotación. La panorámica es entonces inmejorable, observando a lo lejos las partes recorridas al inicio de nuestra visita. Los colores pardos del hierro contrastan con otros blancos, amarillos y negros, en una imagen que nos resultará difícil de olvidar.

Seguiremos pista abajo, observando con cuidado los terraplenes y el contraste de colores, entre el verde del bosque, y el naranja ocre de algunos huecos dejados por las explotaciones. Llegaremos así al inicio de nuestro recorrido, finalizando nuestra visita al paisaje minero.

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El rodeno y los humedales

Partimos desde la localidad de Villar del Salz, uno de los municipios de Sierra Menera, donde la piedra de rodeno deja su huella sobre la arquitectura. A la salida del pueblo en dirección a Ródenas, a unos 1,7 km, encontramos un rincón muy pintoresco que merece la pena visitar. Se encuentra junto a un pequeño puente de rodeno por donde transcurría la antigua carretera. En época de lluvias, un pequeño arroyo discurre tranquilamente a los pies de un talud cuarcítico prácticamente vertical. En primavera, queda cubierto de un manto violeta debido al cantueso que crece entre sus grietas.

La Laguna. Tordesilos

a Ojos Negros a Villafranca del Campo

Villar del Salz

TE-V-9023

a T a ordesilos

Alto de la Carnicería

La Laguna a Villafranca del Campo

Cerro de la Solana

TE-V-9024

Ródenas Peracense Castillo de a Almohaja Peracense TE-58

San Gines

Los Pozuelos

a Pozondón 138 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 139

Itinerarios 139 Sierra Menera OK:Oriche 168 OK 30/9/09 19:26 Página 140

Continuando por la carretera, a unos 2,2 km a mano izquierda encontramos una pista, por donde transcurría la antigua carretera. Se puede circular en coche y nos permite adentrarnos en la naturaleza y hacer las paradas que consideremos oportunas, pues no circulamos por la vía principal. Al ascender por esta pista encontramos rodales tendidos en el suelo de sabina rastrera (Juniperus sabina), uno de los pocos lugares de la Comarca del Jiloca donde puede observarse esta especie indicadora de condiciones de mayor altitud (piso Oromediterráneo). Al finalizar esta pista, volvemos a alcanzar la carretera principal. Tomando dirección a Ródenas, pero cogiendo un camino que sale a la derecha a tan solo 100 metros nos dirigimos hacia la laguna de Tordesilos. Existe un área de esparcimiento junto a este humedal con mesas, columpios, fogones y fuente. El humedal ocupa una gran extensión, es posible no poder ver la lámina de agua principalmente cuando el carrizo invade todo el área encharcada. Sin embargo, con unos prismáticos podemos observar la avifauna asociada a este humedal.

Volviendo a la carretera hacia Ródenas, podemos contemplar el inmenso valle cerealista y el llamativo paisaje de rodeno. Al llegar a Ródenas, merece la pena aparcar el coche y dar una vuelta a pie por sus calles, pues atesora muestras de arquitectura tradicional construidas en rodeno. Continuando por la carretera hacia Pozondón, a unos 4,5 km, se encuentra señalizado el desvío para acceder al monte de San Ginés, a 1601 metros de altitud, es el punto más alto de la Comarca del Jiloca. A unos 500 metros de ese desvío, continuando por la carretera a Pozondón, encontramos un camino a la izquierda, desde donde podemos ver un humedal de grandes dimensiones. Volviendo por la pista que conduce al monte de San Ginés, a unos 1,3 km, vemos la Balsa de los Pozuelos, se encuentra rodeada de cultivo de cereal, por lo que si queremos acercarnos a pie, será mejor esperar al verano cuando ya se haya cosechado.

Vista desde el monte de San Ginés. Se pueden apreciar los humedales de la vertiente oeste de Sierra Menera

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Paisaje de rodeno en la carretera de Ródenas a Peracense

Al retomar la pista, a los 1,3 km hay un cruce de caminos, el central nos conduce a San Ginés y el de la izquierda nos acerca a otros humedales. En la cumbre del monte de San Ginés se encuentra la ermita del mismo nombre. Desde esta cima disponemos de un excelente mirador desde el que contemplar reposadamente el paisaje. Observaremos perfectamente como la vertiente oeste de Sierra Menera se encuentra muy salpicada de humedales. Descenderemos por la cuesta hasta el cruce con los cuatro caminos, para tomar el que se encuentra a nuestra derecha. Continuamos unos 2,7 km donde cogeremos el camino de la izquierda que conduce hacia el centro de la rambla. Allí se encuentra un pequeño balsete. De mayor tamaño es el que se encuentra continuando por el camino que abandonamos previamente y al que accedemos al tomar el siguiente camino que parte hacia la izquierda.

Damos media vuelta y continuamos todo recto durante casi 1,5 km hasta llegar a la carretera que va de Ródenas a Peracense. El paisaje es muy distinto, las extensiones cerealistas dan paso ahora a un paisaje de rodeno, con enormes peñascos donde numerosas aves buscan cobijo. Continuando por la carretera, llegamos hasta el castillo de Peracense. Erguido sobre otro mausoleo natural de peñascos de rodeno de impresionante tamaño y color, sin duda una ubicación estratégica.

Para finalizar este recorrido, continuamos por la carretera, descendiendo hacia el municipio de Peracense, donde podemos pasear por sus calles. La piedra rojiza es en este caso, al igual que en la vecina Ródenas, el material más utilizado en sus construcciones.

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Agradecimientos

• Al Centro de Estudios Espeleológicos Turolenses, y concretamente a Juan Carlos Gordillo Azuara, por su colaboración y aportación de magníficas fotografías sobre la sima de Blancas.

• A Francisco Martín Domingo, por colaborar con su visión artística de los pueblos de Sierra Menera.

• A Tomás Sanz Blánquez, por su disposición a la hora de mostrarnos la riqueza de las minas de hierro de Ojos Negros.

• A todos los fotógrafos colaboradores.

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Bibliografía

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