La Gran Chichimeca. El Lugar De Las Rocas Secas, Beatriz Braniff C. (Coordinadora), México, Conaculta, Editorial Jaca Book, 2001, 306 Pp
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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 211 RESEÑA BIBLIOGRÁFICA La Gran Chichimeca. El lugar de las rocas secas, Beatriz Braniff C. (coordinadora), México, Conaculta, Editorial Jaca Book, 2001, 306 pp. Miguel Olmos Aguilera* La Gran Chichimeca. El lugar de las hojas secas, sidad de Colima; María de la Luz Gutié- representa para todos los chichimecólogos rrez, del INAH en Baja California Sur; Elisa una publicación que coloca en su justo Villalpando C., del INAH en Sonora; asi- valor los estudios arqueológicos de lo que mismo participan Marie-Areti Hers, del hoy llamamos norte de México y sur de Instituto de Investigaciones Estéticas de los Estados Unidos. Los que vivimos en la Universidad Nacional Autónoma de Mé- la Gran Chichimeca vemos con orgullo la xico, y Linda S. Cordell, investigadora de envergadura de esta obra, que en presenta- los Estados Unidos y miembro de la Aca- ción y calidad de investigación se encuen- demia de Ciencias de San Francisco, Ca- tra, en muchos casos, por encima de las lifornia. En cada capítulo de la obra, las publicaciones sobre la Mesoamérica cen- autoras participan indistintamente de acuer- tral. Desde la aparición de Antropología do con el período en el que se especializa del desierto, coordinado también por Braniff su investigación arqueológica. en 1976, y reeditado recientemente en Tal como lo señala la doctora Braniff 1996, han sido muy escasas las compila- en la introducción, el libro cubre 14 000 ciones que abordan con profundidad la años de historia, pero centra su atención realidad arqueológica de la Chichimeca. en las regiones y culturas mejor conoci- Esta obra, bellamente ilustrada, está es- das en el trabajo de investigación. Esta crita por cinco investigadoras que han de- obra, de carácter eminentemente diacró- dicado su vida al estudio de las culturas nico, está dividida en seis grandes capítu- arqueológicas del noroeste: la coordinado- los históricos con una introducción que ra Beatriz Braniff C., quien trabaja actual- ilustra perfectamente el contenido y las mente en el centro del Instituto Nacional premisas sobre las que se define la región de Antropología e Historia (INAH)-Univer- Chichimeca. Beatriz Braniff, reafirma su *Profesor-investigador del Departamento de Estudios Culturales, El Colegio de la Frontera Norte. Direc- ción electrónica: [email protected]. 211 212 FRONTERA NORTE, VOL. 15, NÚM. 29, ENERO-JUNIO DE 2003 profunda convicción de llamar la Gran culturas y tradiciones arqueológicas, asen- Chichimeca al actual territorio del norte de tamientos humanos y todo tipo de evi- México y sur de los Estados Unidos, de- dencias dejadas por el hombre que ha jando atrás todo tipo de confusiones y ma- habitado la Gran Chichimeca. El libro lentendidos mesoamericanistas acerca de comprende, por un lado, los territorios las denominaciones y clasificaciones del del norte –fuera de Mesoamérica– que norte de México. A propósito de las repre- no fueron colonizados por los grupos me- sentaciones de esa región y del mito que soamericanos en los actuales estados de circulaba entre los mexicas –incluso an- Coahuila, Chihuahua, Sonora, Baja Cali- tes de la llegada de los conquistadores– fornia e inclusive el territorio de Arizona, sobre lo inhóspito, salvaje y bárbaro del Nuevo México y sur de Utah y Colorado, norte, la autora lo ejemplifica citando a y por otro lado, la región de la Mesoamé- los informantes de Sahagún: rica septentrional colonizada por grupos mesoamericanos durante los primeros 12 Ellos llamaban aquella región Chichimecatlali siglos de nuestra era, y ejemplificados en –o tierra de los Chichimecas– también la Teo- tlalpan Tlacochcalco Mictlampa, –o “campos es- los actuales estados de Tamaulipas, San paciosos que están hacia el norte-lugar de la Luis Potosí, Querétaro, Guanajuato, Zaca- muerte”–, y comentaban que “Es un lugar de tecas y Durango. miseria, de dolor, de sufrimiento, fatiga, pobreza En el primer capítulo, “Los antiguos y tormento. Es un lugar de rocas secas, de fracaso, pobladores”, las autoras nos presentan las un lugar de lamentación, es un lugar de muer- te, de sed, un lugar de inanición. Es un lugar fechas y los restos más antiguos encon- de mucha hambre, de mucha muerte” (p.7). trados en territorio chichimeca: puntas fol- som, clovis, plainiev, agate basin, firtiew y cody, La obra está dividida en cinco capítu- como evidencias de la caza de fauna pleis- los: “Los más antiguos pobladores”, “Los tocénica, en la que se incluye el mamut, el nómadas de siempre”, “De las aldeas pri- buey almizclero y el Bison anticus, similar mitivas a los grandes poblados”; “Las al actual bisonte de las praderas pero de grandes rutas de intercambio y comercio” mayor tamaño. Los fechamientos del pe- y “El ocaso y la supervivencia”. Este últi- ríodo clovis ubican la presencia humana mo capítulo destaca las revueltas, contactos, entre 11 200 y 10 900 antes de nuestra era, y desencuentros entre indígenas, españo- al final del período glacial. El análisis con- les y mestizos en la época posterior a la junto de los diversos sitios esparcidos en conquista. todo el noroeste muestra otros materiales Uno de los logros de esta publicación líticos como acanaladuras de lanza, raspa- es resumir la investigación arqueológica dores, cuchillos, navajas, perforadores y sobre el norte de México generada en los herramientas de hueso (p. 17). El trabajo últimos 50 años. Cada capítulo contiene sobre la península de Baja California in- un cúmulo de información sobre la data- cluye datos de fechamiento de sitios don- ción de objetos, sitios arqueológicos, pe- de se han encontrado puntas similares a trograbados, mapas de la región, fechas, las que se utilizaron en el pleistoceno en RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 213 el norte de la Gran Chichimeca. El traba- trabajos presentados en este apartado estu- jo de Elisa Villalpando señala, en el estado dian no sólo el norte de la Gran Chichime- de Sonora, por lo menos 12 sitios asocia- ca sino las zonas consideradas como de dos con evidencias clovis. transición, representadas, por un lado, por En el capítulo titulado “Los nómadas la tradición chupicuaro, que tiene su raíz de siempre en el noroeste” se indica que en el occidente de México y abarca los el período arcaico americano comienza en actuales estados de San Luis Potosí, Gua- 5500 a.C., cuyo fin en el noroeste ocurre najuato, el altiplano Potosino, Zacatecas y entre 200 y 500 de la era cristiana, perío- Durango; por otro lado se encuentra la do marcado por la aparición de la cerámi- cultura chalchihuites, entre los límites de ca (p. 39). En el arcaico del noroeste, los Durango y Chihuahua en el sitio Loma antiguos chichimecas comenzaron a asen- San Gabriel, en Zacatecas en La Quema- tarse en planicies adonde llegaron a cul- da, y en parte de Jalisco, territorios que tivar el maíz desde 1750 antes de nuestra fueron colonizados por toltecas durante era, en los actuales estados de Arizona y el primer milenio de nuestra era. La se- Nuevo México. gunda etapa de esta tradición, alrededor Dentro de todos los ecosistemas del del año 600 de nuestra era, se caracteriza, norte de México, sin lugar a dudas el am- entre otras cosas, por las representacio- biente de la península de Baja California nes del kokopelli o flautista, encontradas representó uno de los retos más grandes también en la cultura hohokam en el sur para los asentamientos humanos. El traba- del actual territorio de los Estados Uni- jo de María de la Luz Gutiérrez muestra dos. Se presume, además, que en el corre- cómo diversos grupos humanos de caza- dor donde aparece el kokopelli se localiza dores y recolectores vivieron al sur de la una de la rutas de intercambio con el no- península. La investigación revela fechas roeste. Otros de los objetos presentes en de 4 000 años para la mujer de Jatay. Asi- esta etapa son la turquesa y la amazonita, mismo se ha encontrado, entre otros obje- pertenecientes al ajuar funerario. tos arqueológicos, parafernalia chamánica En un extenso capítulo, la investigado- como capas de cabello, bastones, tablas ra Linda Cordell nos ilustra sobre cuatro ceremoniales y pipas. A este período co- grandes tradiciones arqueológicas regiona- rresponden también las pinturas rupes- les del noroeste: hohokam, anasazi, mogo- tres de la sierra de San Francisco. llón y paquimé. Estas culturas se remontan En el tercer capítulo del libro, llama- al arcaico tardío, entre el 200 y 500, y se do “De las aldeas primitivas a los grandes prolongan hasta los siglos XII y XIII de poblados”, se expone lo que en arqueo- nuestra era. A diferencia de otras tribus logía se denomina el período formativo, principalmente de cazadores, se trata, so- que oscila entre 1400 y 50 a.C. En este bre todo, de grupos sedentarios agricul- tiempo surgen las primeras aldeas, que en tores. La autora comenta que los hohokam algunos casos coinciden con la introduc- ocuparon algunos de los desiertos extremo- ción de la agricultura en Mesoamérica. Los sos como el de Arizona y Sonora, asentán- 214 FRONTERA NORTE, VOL. 15, NÚM. 29, ENERO-JUNIO DE 2003 dose a veces en las regiones de Trincheras los o'odham [actuales pápagos del norte de en el norte de Sonora y Chihuahua, lo Sonora y sur de Arizona], de la Cuenca de que deja entrever que la cultura trinche- Phoenix, en estrecha relación de continuidad con los hohokam, se redujeron a una pobla- ras es una extensión hohokam. Lo mismo ción de cerca de 3 000 personas, mientras que, sucede con paquimé, tradición a la que se según estimaciones, hubo ahí entre 30 000 y le refería constantemente como una pro- 60 000 en 1300. ¿Qué sucedió?” (p. 169). longación mogollón. No obstante, ahora se menciona como un núcleo diferencia- En los sitios como Pueblo Bonito del do de ésta.