Andrea Palladio (1508-1580)
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“IL BEN PASSATO E LA PRESENTE NOIA” 1 NOTAS PARA UN CENTENARIO: ANDREA PALLADIO (1508-1580) ALFREDO VERA BOTÍ Resumen: En el quinto centenario del nacimiento de A. Palladio el autor redacta unas notas para hon- rar su memoria. Recuerda el ambiente histórico en que nació y se formó y su acceso a la gran Historia de la Arquitectura con la Basílica Vicentina, con especial referencia a sus construcciones suburbanas, las villas, haciendo ese recorrido a través de los elementos de sacralización que empleó en sus alzados, reduplicados luego en las fachadas de sus iglesias, y de los sistemas cons- tructivos tradicionales que supo utilizar para lograr con materiales simples, la creación de obras paradigmáticas que sirvieron de modelo y guía a muchos arquitectos posteriores. Palabras clave: Palladio, Historia, V Centenario, Arquitectura, Villas. Abstract: In the fifth centenary of architect Andrea Palladio’s birth, the author writes a few notes in his honor. He recalls the historical times in which Palladio was born and trained as well as his entry to the great History of Architecture with the Basilica of Vicenza. He pays especial attention to his suburban building and villas, focusing both on the sacral elements employed in his façades, which were later reduplicated also on the façades of his churches, and on the traditional systems of construction which he used with simple materials, creating paradigmatic works. These became later a model and a guide for many architects. Keywords: Palladio, History, V Centenary, Architecture, The Ville. 1 Torquato Tasso, Aminta, 2,2 38 ALFREDO VERA BOTÍ Dirijamos nuestro recuerdo 500 años atrás y a un lugar muy concreto de Italia del norte: a Padua. Esta ciudad situada en las llanuras del borde lombardo, hacía muy poco que se había incorporado a los dominios de la Serenissima. Hacía un siglo que había sido tomada por los venecianos llevados por la necesidad de buscar nuevas direcciones en las que invertir los enormes capitales que sus antepasados habían logrado en el comercio marítimo entre Oriente y Centro Europa, a medida que iban perdiendo colonias, caídas en manos de los turcos. En aquel año de 1508 y en el mes de noviembre nació en Padua, hijo de una humilde familia, un niño sin apellidos, al que bautizaron como Andrea di Pietro della Gondola, sin duda, porque su padre era un molinero que transportaba la harina en algún medio de conducción fluvial, como era habitual en la época, a través de los ríos Bacchiglione, Brentella y Brenta, desde Padua a Vicenza y Venecia, por ejemplo. Era un año cargado de una gran complejidad política ya que se había consti- tuido una Liga Santa contra Venecia, integrada por casi todos los estados italianos, el Sacro Imperio, el papa Julio II, España y Francia, y cuya finalidad era la de cas- tigar severamente a los venecianos, expulsándolos de los territorios que habían ocu- pado en la terraferma aprovechando la debilidad de los últimos Visconti de Milán y la incapacidad del emperador Maximiliano I a mantener sus feudos italianos bajo control. Padua se estaba fortificando con nuevas murallas y fosos, a toda velocidad, por campesinos traídos de los alrededores que se autoanimaban gritando el nombre de San Marcos, el patrón protector de Venecia, y cuyos proyectos iniciales se atri- buyen a fra Giocondo y Sebastiano da Lugano, entre otros. A los pocos meses se produjo la derrota de Agnadelo y apunto estuvo Venecia de verse reducida a las islas de la Laguna, pero los venecianos eran hábiles comerciantes que habían comprado y vendido de todo (especias, sedas, cereales, reliquias, traslado de peregrinos, etc.), desde Oriente hasta Occidente y ahora lograron comprar una media paz, alcanzan- do un pacto con el papa Julio II, y convirtiendo a los franceses (aspirantes a la herencia de los Visconti) en los enemigos de todos los demás y con ello, Venecia recuperó las tierras perdidas, que se introducían por la Lombardía, nada menos que hasta Bérgamo, camino de los lagos y pasos alpinos; todo un éxito diplomático pues de una apabullante derrota consiguieron sacar el máximo beneficio y estabilizar para muchos siglos, sus dominios en la terraferma. Padua fue rescatada de los imperialistas que la habían ocupado, ya que era hasta entonces era tierra feudataria del Sacro Imperio, pero tras varias escaramuzas logró volver a poder veneciano lo que condujo a nuevas fortificaciones ejecutadas mientras Andrea era un adolescente que veía como se destruía la Padua extra moe- nia en aras de la subsistencia del nuevo sistema político veneciano. Ese era el ambiente oprimido en que nació y vivió el joven Andrea. Padua ni había sido, ni era, ni lo será en el futuro, una ciudad en la que triunfara espectacu- larmente el neoplatonismo florentino, sino que, muy al contrario, eran las teorías aristotélicas, basadas en los procesos de ensayo y experimentación, más que las dis- quisiciones enigmáticas sobre el origen de las ideas, las que caracterizaban al ambiente que emanaba de la Universidad de Padua. NOTAS PARA UN CENTENARIO: ANDREA PALLADIO (1508-1580) 39 LOGIA CORNARO (G. M. Falconetto) Padua era una ciudad agrícola, que destacaba, ante todo porque era el centro de atracción de los peregrinos que llegaban de toda Europa detrás de las reliquias del franciscano San Antonio, y cuya afluencia masiva estaba condicionando el desarrollo longitudinal de la principal vía porticada que atraviesa la ciudad en dirección de la basílica del Santo. En aquel ambiente creció Andrea, en donde la arquitectura renacentista sólo había cuajado en unos pocos edificios como, por ejemplo, la villa Cornaro o los varios ensayos hechos por su arquitecto Giovanni Maria Falconetto en los tipos de puertas-cubo de la muralla padovana. En la villa Cornaro, construida con un Odeón, muy cerca de la Basílica, Falconetto había introducido un ele- mento importante en su vertebración (tomado de la Farnesina, de su amigo B. Peruzzi), el pórtico concatenado en planta baja, o logia, que es lo que la iden- tifica y bajo cuyo nombre hoy se la conoce: La Loggia Cornaro. Su promotor había sido un humanista, Alvise Cornaro (1484-1566) que la hizo construir cuando Andrea tenía 16 años (1524), precisamente en el mismo año que el futuro arquitecto entraba como aprendiz de alarife en el taller padovano de Bartolomeo Cavazza da Sossano pero que abandonaría muy poco después, cuando decidió marcharse a Vicenza para continuar su formación en el taller de Giovanni di Giacomo da Porlezza, posiblemente porque Vicenza había logrado 40 ALFREDO VERA BOTÍ un despliegue económico y cultural2 más activo que el de Padua, como conse- cuencia de su situación geográfica, más cercana a los pasos alpinos y con la Lombardía véneta, y además porque Vicenza contaba con un excelente puerto fluvial (lo que hoy es la plaza Matteotti), a cuyas orillas Palladio construiría años después dos de sus obras urbanas más emblemáticas: el palacio Chiericati y el Teatro Olímpico. Los años de su juventud se caracterizaron porque constituyeron una larga etapa de formación lenta, la misma característica que siguió Andrea en el resto de su vida, ya que sólo después de 10 años de trabajar en las obras que le encargaban al taller de Pedemuro, logró la cualificación de oficial (1534), pero sin independizarse por- que con Porlezza seguía trabajando cuando en 1538 fue enviado al frente del equi- po de trabajo que Giangiorgio Trissino3 contrató para modificar una vieja villa que tenía cerca de Vicenza, en Cricoli, en la que Andrea demostró su capacidad al dotar al edificio de dos características que no tenía, la simetría conseguida con la cons- trucción de una nueva torre, y la inclusión entre ambas de una logia análoga a la que había visto construir en Padua. VILLA TRISSINO EN CRICOLI (A. Palladio) 2 Cf. Dalla Pozza, A. M.: La cultura vicentina nel primo cinquantennio della dominazione vene- ziana, Vicenza 1970. 3 Cf. Piovene, G.: “Trissino e Palladio nell’Umanesimo vicentino’, en ‘Bollettino del CISA’, 1963 p. 13-23. NOTAS PARA UN CENTENARIO: ANDREA PALLADIO (1508-1580) 41 Trissino que era un historiador, gramático, novelista y humanista muy destaca- do de su época y con una vida que transformó la de sus hijos en una verdadera tra- gedia griega, descubrió en el alarife unas cualidades nada normales y como debió de pronosticarle un gran éxito en la construcción de villas, lo rebautizó como Palladio, en recuerdo de aquel escritor romano del siglo IV, Rutilius Taurus Aemilianus Palladius, autor de un tratado de agricultura u Opus Agriculturae, más conocido como De Re Rustica, compuesto en 14 capítulos, en los que el primero lo dedicó a describir las características de las residencias rurales romanas (materiales, cimenta- ciones, muros, pavimentos, dimensiones, funciones y servicios que debían de aco- ger; es decir, bodegas, hórreos, almazaras, heniles, establos, corrales de distintos tipos de aves, estanques con peces, leñeras, estercoleros, huertos, jardines, frutales, etc.) con los espacios internos destinados para sus usos alternativos en verano o en invierno, etc.. Era como si el Palladius romano entregara simbólicamente el testigo al Palladio padovano en la extensa actividad constructiva que desarrollará a lo largo de toda su vida, incorporando, poco a poco, las enseñanzas que sacaba de la arqui- tectura clásica y de los tratados de Columela, Varrón o Catón el Viejo y de las Cartas de Plinio el Joven, en su busca por la tipología de la “casa degli antichi”. Trissino para que entrara en contacto con la gran arquitectura clásica se lo llevó por vez pri- mera a Roma (1541), a donde volvería de nuevo en 1545-46, estudiando, una y otra vez, las ruinas imperiales de la ciudad leonina, de Tivoli, de Palestrina, de Albano, etc.. Sin embargo, en aquel primer viaje, además de la arquitectura clásica que ana- lizó y de la que se conservan múltiples dibujos en el Royal Institute of British Architects (RIBA), lo que más le impresionó fueron (aparte de algunas notas rápidas que tomó sobre lo que habían sido los grandes edificios de la época imperial) las reli- quias de los santos que se veneraban en las siete grandes basílicas de Roma y que VILLA MEDICI EN POGGIO A CAIANO (G.