trabajos de Esteban Barragán. Enmarcadas en otros contextos geográficos, son investigaciones que complementan y enriquecen últimamente el análisis de Hubert Cochet.

N o t a s

1. Alambradas ai la Sieira Hubert Cochet CEMCA - Colegio de Michoacán, México diciembre de 1991. 2. Más allá de los caminos, El Colegio de Michoacán, Zamora 1990.

Thierry Linck Centro de Investigación y Docencia Económica, México

Ló p e z c a s t r o , Gustavo (Coordinador), Urbanización y Desarro­ llo en Michoacán, El Colegio de Michoacán / Gobierno del Esta­ do de Michoacán, Zamora, 1991, 340 ps.

Este libro es producto de la Mesa Redonda epónima, organizada para avanzar en el conocimiento del fenómeno urbano michoacano, que se realizó en abril de 1991 en la ciudad de Zamora, Michoacán, a iniciativa del Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán y del Gobierno del Estado. Sin duda el mayor mérito de este libro, coordinado por el inquieto Gustavo López, es que se trata de un trabajo pionero para el estudio diacrònico del desarrollo reciente de los centros urbanos en Michoacán. Es pionero para la segunda mitad del presente siglo en el sentido de que por segunda vez, —la primera fue en el porfiriato—,'se intenta un estudio simultáneo, aunque todavía no sistemático, de la realidad urbana en Michoacán. El trabajo muestra un grave desequilibrio en cuanto a los centros urbanos estudiados y las regiones del estado comprendidas en él. Por otro lado, están ausentes las perspectivas de los procesos de metropolización incipientes y las complejas e interesantes relaciones ciudad-campo que se establecen en dichos procesos. Ello es expresión no de la falta de ganas del coordinador del trabajo, que hubiese querido incluir estudios sobre todas las ciuda­ des michoacanas; ello más bien refleja el estado del conocimiento del problema urbano en Michoacán que es una línea de investiga­ ción que, como muchas otras en nuestra dulceProvincia mexicana, aún no despega plenamente. Los antecedentes en la literatura sobre temas urbanos contem­ poráneos en Michoacán son más bien escasos; entre ellos destacan los estudios de caso en ciudades o regiones específicas del estado tales como Zamora por parte de Gustavo Verduzco (1984-1990), Ciudad Lázaro Cárdenas por Daniel Hiemaux (1984-1991), por Gail Mummert (1986-1991), la región tarasca por Robert V. Kemper (1987) y unos cuantos trabajos publicados más. Los estudios que intentan desarrollar trabajos comparativos sobre varias ciudades michoacanas contemporáneas son aún más escasos y dentro de ellos podríamos destacar los de Javier Hernández (1984) y del Consejo Nacional de Población ( conapo) (1988- 1991). El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informá­ tica ( inegi) ha publicado recientemente interesantes cartas urba­ nas de las principales ciudades y un Cuaderno (1986) con cierta sistematización sobre las más importantes. El trabajo refleja la escasa investigación sobre problemas urbanos específicos de Michoacán, quizás por tratarse de uno de los estados con menor índice de urbanización en México,quizás por falta de recursos humanos formados en el campo de la investigación demográfica- urbana-regional, quizás por la falta de incentivos para la investiga­ ción en los centros urbanos medios y pequeños. Por otro lado, si recordamos que ninguna de las ciudades o de los centros urbanos de Michoacán se encuentra comprendido entre las dieciséis zonas metropolitanas más importantes del país, se tiene como corolario una escasa y poco sistemática investigación sobre la participación las ciudades michoacanas en el contexto de la urbanización y el desarrollo en México. Por lo que respecta a los enfoques de las ponencias, destacan las perspectivas de estudio desde la economía, la demografía, la agronomía, la geografía, la historia, la sociología, el desarrollo urbano y el periodismo. Están ausentes las perspectivas psicológi­ ca, antropológica, etnográfica, cultural y otras que también se han adentrado exitosamente en el estudio de los fenómenos urbanos en otras latitudes. El libro muestra al mismo tiempo la carencia de enfoques multidisciplinarios para el estudio de los problemas urbanos de Michoacán y la heterogeneidad de los mismos. La estructura urbana estatal refleja además la inexistencia de un centro urbano de gran jerarquía —al estilo de la ciudad de México con respecto a la zona centro del país, de Monterrey y Guadalaj ara con referencia a sus entidades respectivas—, lo que plantea necesidades y metodologías ad hoc para estudiar las ciudades michoacanas. Del total de las localidades que ostentaban la categoría político- administrativa de ciudad según el X Censo General de Población y Vivienda de 19802 solamente se incluyeron estudios de , Zamora, Los Reyes, Lázaro Cárdenas, , Zacapu y ; además de un trabajo acerca de Paracho, que si bieu tiene categoría de villa, se encuentra formando parte de ese subuniverso de las zonas urbanas de Michoacán donde habitaban, en 1990 y según el criterio de la información censal,3el 61 % de la población total del Estado. En cuanto a la distribución de los trabajos se observa, por un lado, una mayor presencia de las localidades urbanas michoacanas de mayor rango del centro y occidente del estado y, por otro, la ausencia de los centros urbanos del oriente michoacano. Lo ante­ rior como reflejo de la ubicación geográfica de los centros acadé­ micos y de investigación social en Michoacán. Así a Morelia, que ocupa el primer lugar en cuanto a población total (428486 habitan­ tes en 1990), se le dedican cuatro trabajos: uno de tipo histórico, uno económico, uno de carácter socioambiental y otro de tipo periodístico; ello era de esperarse en un libro que fue editado con motivo del 450 aniversario de la fundación de Valladolid-Morelia. A Uruapan del Progreso, ciudad que ocupa el segundo lugar del estado en población (187 623 habitantes en ese mismo año), se le dedica un estudio referente a los conflictos sociales urbanos. Enseguida aparece Zamora de Hidalgo, la tercera ciudad de Michoacán (109 751 habitantes) a quien están enfocados tres trabajos: el primero sobre medio ambiente, otro sobrevida cotidia­ na y un tercero sobre el crecimiento de una ciudad agrícola. En el caso zamorano es notoria la ausencia deGustavo Verduzco, inves­ tigador que ha realizado algunos de los mejores trabajos sobre la ciudad. La cuarta localidad más importante de Michoacán, Apatzingán de la Constitución (76 643 habitantes), no estuvo representada en la Mesa Redonda porque al parecer nadie está investigándola, a pesar de ser un importante objeto de estudio en el contexto de la amplia región de la Tierra Caliente. La quinta ciudad más poblada del estado (66 983 habitantes) y la más impor­ tante del oriente, la tres veces Heroica Zitácuaro, tampoco estuvo representada, quizás por las mismas razones que Apatzingán. A la sexta ciudad michoacana más importante, La Piedad de Cabadas (62 625 habitantes), estuvo dedicado un trabajo sobre su principa­ les problemas urbanos. Con igual cantidad aparece Ciudad Lázaro Cárdenas, la séptima ciudad más poblada (53 581 habitantes) a quien se dedica un trabajo referente a latransición entre el auge y la recesión, escrito por un investigador que ha dedicado buena parte de su labor a estudiar esta ciudad planeada recientemente y las distintas fases por las que ha atravesado la misma. La octava ciudad más importante, la pujante de Morelos (50 463 habitantes) tampoco aparece representada. Lo mismo sucede con la novena ciudad michoacana, Ciudad Hidalgo (48476 habitantes), que al igual que los demás centros urbanos del oriente del estado, parece ser un objeto de estudio no abordado hasta ahora en la investigación urbano regional. A la décima ciudad más importante, Zacapu de Mier, se le dedica un trabajo referente al desarrollo urbano-industrial y las transformaciones socio-económicas, por parte de una investigadora que ha dedicado buena parte de su vida académica a la explicación de los fenómenos urbano-rurales de esa región de Michoacán. La ciudad que ocupa el rango número once, Pátzcuaro (42 459 habitantes) no fue abordada en la Mesa Re­ donda a pesar de que cuenta con una gran cantidad de estudios históricos y de todo tipo. Tampoco fue tocada la doceava ciudad michoacana, Jacona de Planearte (35 846), en la cual se lleva a cabo un franco proceso de conurbación con Zamora, constituyen­ do un caso excepcional, quizás sólo comparable con el caso Jiquilpan-Sahuayo, entre las ciudades michoacanas. Los Reyes de Salgado, ciudad que ocupa el rango número trece (32472 habitan­ tes), es abordada en un trabajo que tiene como hilo conductor la producción agrícola más relevante de la región: la caña de azúcar. Las ciudades y villas que van del rango número catorce al veintiu­ no: Nueva Italia de Ruíz (27 008 habitantes), Jiquilpan de Juárez (24 731), Puruándiro de Calderón (24 238), Maravatío de Ocampo (22 133), Yurécuaro (17 912), de Núñez (17 771), Tacámbaro de Codallos (16 091) y Tangancícuaro de Arista (16091), no están representadas debido seguramente a la carencia de investigaciones urbanas en proceso acerca de las mismas. La villa de , localidad urbana que ocupa el rango número ventidós (14 322 habitantes) tiene un trabajo dedicado a su ancestral problema: el agua potable, y a uno reciente: la basura. Las demás ciudades y villas que ocupan los sitios del 23 al 34: Zinapécuaro de Figueroa (13 402 habitantes), Ario de Rosales (13 049), Purépero de Echaíz (12 902), (12 553), Cherán (11846), Quiroga (11765), Venustiano Carranza (11342), Arteaga (10 909), (10 494), -Lombardía- (10 203), Tuxpan (6 819) y Tzintzuntzan (2 644), permanecen al margen de la investigación urbana y su ausencia es notoria en el libro. Si consideramos que en las treinta y cuatro ciudades, villas y pueblos mencionados habitaban, en 1990, 1 546 915 personas, equivalente al 44 % de la población total del Estado, podemos afirmar que deben privilegiarse como objeto de estudio sus proble­ mas estructurales y revertirse la grave carencia de centros de investigación demográficos y del desarrollo urbano en los centros académicos de Michoacán. De cualquier manera, el esfuerzo coordinado que fructifica en él y a pesar de algunos errores de imprenta, este libro puede ser visto como un punto de arranque de algo que nos puede deparar interesanrtes sorpresas y apremiantes retos: el desarrollo urbano incontenible y desordenado en un estado cuyas estructuras se encuentran en plena transición de lo rural a lo urbano, semejando y reproduciendo las pautas y problemas ya conocidos deotras zonas urbanas del país y de latinoamérica. Ojalá y que este tipo de trabajos no sea meramente coyuntural y que no tengamos que esperar otro aniversario citadino para con­ tinuar esa línea de investigación tan sugerente que es la problemá­ tica urbana, así como sus causas y consecuencias ecológicas, econó­ micas, políticas, psicológicas, sociales, territoriales y culturales. Podemos concluir diciendo que: la década de los setenta marcó en nuestro país un parte aguas al introducir la investigación urbano regional de los grandes centros metropolitanos; la década de los ochenta vió nacer la inquietud por los trabajos de las ciudades medias; y finalmente, la década de los noventa se perfila como el inicio del estudio sistemático y riguroso de los centros urbanos medios y pequeños, entes particulares en la urbanización michoacana y presentes en otras entidades con características de poblamiento y de ocupación del espacio semejantes. Las ciudades pequeñas y medianas aparecen quizás como una posibilidad aún no madurada de una mejor calidad de vida. Ello en el contexto de las tendencias a la concentración/descentralización en México que han demostrado tanto la aberración de las superconcentraciones demográficas como los terribles costos sociales de la descentraliza­ ción, así como las relativas carencias de los centros urbanos medios atrayentes para revertir las tendencias macrocitadinas.

Guillermo Vargas Uribe Escuela de Economía Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo N otas

1. Ver: Gerardo Sánchez, et. al,Pueblos, villas y ciudades de Michoacán en el Porfiriato, Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH, Morelia, 1992. Se trata de un trabajo histórico actual con base en fuentes de la época, que incluye una serie de cartas urbanas de las cabeceras de distrito de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. 2. En 1990 se omitió, no sabemos si accidental o deliberadamente, la información correspondiente a la categoría de la localidad (ciudad, villa, pueblo, etc.), que por primera vez no apareció después de estar presente casi un siglo en la historia censal mexicana, desde 1900. 3. Población urbana: “la que habita localidades con más de 2 500 habitantes”.

A guilar C amín, Héctor, La Guerra de Galio. México, Editorial Cal y Arena, México, Quinta edición, agosto de 1991,590 páginas.

“Lo que recordamos sin saber es lo único que esta verdadera­ mente en la memoria” (p. 573)

Héctor Aguilar Camín, historiador de profesión, cuenta con una variada producción de ensayos sobre historia de México, entre los que destacan: Después del milagro; La frontera nómada: Sonora y la Revolución Mexicana; Saldos de la Revolución: cultura y política de México, 1910-1980, entre otros. El oficio de historiador le ha permitido desarrollar con facilidad el ejercicio de la imaginación, resultando una variedad de textos literarios entre los que sobresa­ len La decadencia del dragón y su novela Morir en el Golfo, traducida al francés y alemán, e incluso llevada al cine. La Guerra de Galio es la segunda novela de Aguilar Camín, cuyas ediciones -cinco durante 1991- hablan del interés de los lectores. La novela está compuesta por un prólogo, un epílogo y cuatro partes que conforman un total de XIII capítulos.