Diciembre 2016.Pdf
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Sumario invierno – diciembre 2016 – Nº 37 4 Los cantantes castrados / Juan J. López de los Ríos - Opera World 19 En el 150 aniversario de Lucrecia Arana / Lucrecia Enseñat Benlliure y Francisco Javier Osés Sola 25 La Temporada del Teatro de la Zarzuela 2016-17 27 La crítica operística: un análisis de su presente y su futuro / Javier Martínez Luengo 37 Conversaciones con… Antoni Ros-Marbà / Isabel Imaz 41 Las mejores mezzosopranos de la actualidad / Opera World 45 El teatro musical como espectáculo / Opera World - Ignacio García 52 El Réquiem de Verdi: ¿Acaso una ópera de difuntos? / Manuela Herrera 56 Los ciclos líricos del Centro Nacional de Difusión Musical: UNIVERSO BARROCO & XXIII CICLO DE LIED 61 Libros de Actualidad INTERMEZZO es una publicación de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid Editor: Alfredo Flórez Coordinación editorial: Julio Cano Redacción: Alfredo Flórez, Isabel Imaz, Manuela Herrera, Javier Martín Luengo, Julio Cano, Juan J. Rodríguez de los Ríos, Lucrecia Enseñat Benlliure, Francisco Javier Osés Sola e Ignacio García. Diseño, maquetación e imágenes: Equipo Kapta La Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid, no necesariamente comparte el contenido de los artículos publicados en esta revista, ya que son responsabilidad exclusiva de sus autores. Información: [email protected] Editor: [email protected] Noticias: [email protected] Depósito Legal: M-26359-2005 © de los artículos: los autores 1 3 Los cantantes castrados Juan J. Rodríguez de los Ríos - Opera World Hace ya bastantes años, posiblemente entonces Confieso, que como mi falta de conocimiento la televisión aún fuera en blanco y negro, centré acerca del tema era total, y del único castrado mi atención en un programa en el que partici- que me sonaba el nombre era el de “Farinelli”, paba el eminente psiquiatra, doctor don Juan me dije: ¿Cómo puede estar grabada la voz de Antonio Vallejo Nágera, quien, con su proverbial este hombre, si es muy anterior a este siglo? buen gusto y vasto conocimiento, habló larga- mente acerca de la música y de los castrados Ni que decir tiene, que desde entonces traté, siempre en vano, de conseguir dicho registro y En su disertación citó que entre sus objetos más de documentarme en lo que creí, y sigo creyen- raros de coleccionista figuraba la grabación de do, que es un tema tan apasionante, quizá por uno de aquellos cantantes, y hasta se dejó es- el misterio y oscurantismo con que fue tratado; cuchar un fragmento de aquella voz, que a mí hay que pensar que en varios países, entre ellos se me antojó que sonaba patética, no se si por España, hasta hace pocos años, para ignorar la autodefensa, ante una mutilación que se efec- fealdad de la palabra “castrado”, se les denomi- tuaba para servir al canto. naba “voces blancas”. 4 Después de un largo paréntesis he logrado la grabación antes citada. Se trata de un docu- mento fechado en 1902 y, según la nota que incluye la carpetilla del disco, es “el único tes- timonio de un auténtico castrado de la Capilla Sixtina”. El cantante es Alexandro Moreschi, y el fragmento interpretado el “Crucifixus”, de la Pequeña misa solemne, de Rossini. Al igual que el doctor Vallejo Nágera, lo considero una “Ra- reza” digna de formar parte de mi colección de CDs, después de tantos años transcurridos. Mi interés por conocer el universo de este tipo de cantantes me hizo profundizar tanto en el tema, que de sólo conocer el nombre de “Fari- nelli”, en el escrito que sigue, doy cabida a algo más de una veintena de los más sobresalientes castrados de la historia del canto, y una idea ge- neralizada, tratando de no herir sensibilidades, de cómo eran captados y “operados”. Los castrados o evirados, también llamados fal- setistas naturales, son un fenómeno típico del barroco italiano, debido a que, según se inter- Moreschi pretó en su momento, las mujeres no podían cantar en las iglesias. San Pablo, en una epístola Sin embargo, se llegó a creer que aquellos can- a los corintios, dice: “Mulier in eclesia tacet”: tantes emitían sonidos de poca intensidad y se “La mujer calla en la iglesia”. La frase, lógica- juzgó al falsete como una voz de calidad infe- mente, puede interpretarse de diversas maneras, rior a la de emisión natural por la que, incluso, pero, sabe Dios quién, la dirigió a las cantantes se mal juzgó esta técnica como una falsifica- que, con sus voces, solemnizaban la liturgia, im- ción de la realidad. El problema estaba creado pidiendo que volvieran a cantar en los coros de ¿Cómo conseguir que un hombre totalmente los templos. Incluso, se fue mucho más allá, en desarrollado tuviera voz de mujer? algunas ciudades-estado de Italia, se les prohi- bió que subieran al escenario a cantar. La ciencia médica era conocedora de que por una enfermedad que producía un trastorno Alessandro Moreschi testicular antes de la pubertad, denominado “Hipogonadismo masculino prepuberal”, la voz, Este revés en el arte, dio lugar a una especiali- cuando el varón dejaba de ser niño, no sufría zación masculina en los registros más agudos. cambio alguno, aunque también surgían, para- Los tenores acometían aquellas notas fuera de lelamente, otras anomalías físicas, detalladas su extensión, en falsete, empezando a surgir los más adelante. primeros sopranistas, contraltos y contrateno- res de la historia. La técnica del falsete se lo- La solución era inapelable. Había que privar a graba para obtener sonidos agudos, mediante la sangre de las hormonas sexuales masculinas el cierre de la parte posterior de la hendidura segregadas por los testículos. Sin estas glándu- de la glotis; ésta es un segmento medio de la las, la voz no tiene la más mínima alteración. laringe que comunica con la faringe, en el cual Por el arte, poco importaba el resto de las de- están contenidas las cuerdas vocales. formaciones, para someter y someterse al frío 5 corte del acero quirúrgico, para renunciar a una potencia y amplitud del hombre desarrolla- parte muy importante de la masculinidad. do, con la resultante de una categoría vocal y agilidades propias de una mujer. Se llegó a La medicina, a través de la cirugía tendría la afirmar que la voz del castrado era muy su- palabra. Se buscaron niños que estuvieran do- perior a la del hombre por la flexibilidad y la tados de una bonita voz, con características de- ligereza; superior a la de la mujer por el mor- terminadas, que abarcaban los timbres de tiple dente, y muy por encima de ambas por abarcar a contralto, y en la pubertad eran sometidos una mayor tesitura y capacidad del fiato que, a una orquiotomía o emasculación -práctica como sabemos, es la emisión de voz en una sola oriental no destinada al arte- que consistía en respiración. Por si existe duda de qué es el mor- esterilizarlos privándoles de los testículos antes dente, habrá que aclarar que es una ornamenta- del cambio de voz, a través de una operación ción especialmente utilizada por los clavicem- quirúrgica, en ocasiones practicada por un bar- balistas franceses y adoptada por los cantantes bero, destinada a detener el crecimiento de la de ópera, que consiste en alternar con rapidez laringe. una nota principal con la inferior o la superior La castración se realizaba amparada en una in- de ésta. dicación médica, se decía que para evitar ma- Tímbricamente, la voz sonaba más o menos os- les mayores, como haber recibido la coz de una cura, con mayor o menor cuerpo, pudiéndose caballería y estar expuesto a una gangrena. En principio, debió de cumplirse a rajatabla, ya que estaba penada con la excomunión y otras penas civiles, para quienes la llevasen a cabo, aunque después debió hacerse la vista gorda, ya que un barbero de Nápoles, anunciaba con un gran cartel en su establecimiento: “Aquí se castran niños”. El proceso de emasculación, debido a la medici- na, consistía en sumergir al muchacho en agua muy caliente, se le apretaba la yugular hasta que se desmayara; en otra técnica, lo atontaban con vino y la tintura de láudano -preparado, este último, a base de extracto de hidro-alcohó- lico de opio, azafrán, canela y clavo-. En ambas, con una pequeña incisión se le abría el escroto y se le extirpaban las glándulas sexuales antes de que recuperase el conocimiento, cortándose las hemorragias con eficacísimos emplastos. La operación, se decía que era casi indolora y, en la mayoría de los casos, un éxito total. Este fenómeno fue, en un principio, impulsado por una doble necesidad: la artística y la eco- nómica. En relación a la primera, se tenía un adulto con amplia caja torácica que conserva- ba alguna de las características de adolescente, como frescura y brillantez. A sus conocimien- tos a través del estudio y la técnica añadía la 6 y cuya media de vida no sobrepasaba los treinta años. Como se verá, la edad a la que llegaban los evirados era tan alta como la que se pueda llegar a tener en la actualidad. Regularmente, los que triunfaban espectacu- larmente, pronto eran adoptados y protegidos por algún aristócrata, mecenas acaudalado o jerarquía eclesiástica. De los apellidos de éstos y de los maestros que habían tenido adoptaban el seudónimo o alias; de los filarmónicos her- manos Farina, tomaría Broschi su celebérrimo “Farinelli”. Como ha quedado dicho, tras la operación, algunos efectos o síntomas secundarios les acompañaría de forma irreversible: un enve- jecimiento precoz y, a menudo, un estado me- lancólico de origen senil. En cuanto a la con- figuración del cuerpo, ésta derivaba en tres prototipos: los que conseguían una gran esta- tura, con largos brazos y piernas, tórax corto Broschi y ancho; la medicina explica este fenómeno diciendo que al no producirse la influencia androgénica sobre el cierre epifisario, el creci- equiparar a lo que hoy conocemos en las cuer- miento óseo se prolonga.