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E Número 14, ABRIL - JUNIO, 2011 Universidad de

Carta del director 3 Atalaya, un sitio preclásico en las 133 costas de Acajutla Prefacio 5 Fabricio Valdivieso Héctor Samour La Laguneta, sitio arqueológico de 185 Prólogo a la presente edición 9 Oriente: un estudio del paisaje Rufino Antonio Quezada cultural Fabio Esteban Amador A manera de prólogo 11 Ramón D. Rivas Resumen de investigaciones geofísicas 207 El complejo Guazapa en El Salvador: 17 y arqueológicas al sur de Joya de La diáspora tolteca y las migraciones Cerén, 2007 pipiles Payson Sheets William R. Fowler an Amador Rethinking southeast Maya agricul- 215 La Costa del Bálsamo durante el post- ture: A view from the manioc fields 67 clásico temprano (900-1200 d. C.): of Joya de Cerén una aproximación al paisaje cultural Christine Dixon nahua-pipil Marlon Escamilla Agricultura maya clásica en el com- 229 plejo Joya de Cerén. Plataformas, Etnicidad chorotega en la frontera 91 sur de Mesoamérica senderos y otras zonas limpias Geoffrey McCafferty George Maloof

El papel del templo en el paisaje pipil: Transformaciones de identidad en 245 Excavaciones de un templo postclásico 113 El Salvador en la época colonial en la zona de los Izalcos temprana: gente y cerámica de la Kathryn Sampeck villa de San Salvador en el siglo XVI Jeb J. Card

La revista más antigua de El Salvador Fundada el 5 de mayo de 1875 Director fundador: Doctor Esteban Castro El hierro de la tierra del Reino de 283 Cerámica polícroma Copador en El 339 Guatemala: los ingenios de hierro en Salvador. Análisis de los contextos El Salvador. Un acercamiento desde de Tazumal, San Andrés y Joya de la arqueología histórica Cerén Heriberto Erquicia Claudia Alfaro Moisa

Evidencia del uso agrícola del sitio 305 Investigaciones recientes en la 363 San Andrés durante el periodo ‘Gruta del Espíritu Santo’ en Corin- to, Morazán protoclásico Ramón D. Rivas Brian R. McKee Preliminary ceramic compositional Visitas a los sitios de arte rupestre 317 analysis from de La Arenera site, 373 El Letrero y Las Caritas en Guay- Pacific Nicaragua mango, Carrie L. Dennett, Lorelei Platz, Sébastien Perrot-Minnot, Philippe Geoffrey G. MacCafferty Costa y Ligia Manzano Nuestros Colaboradores 399 Carta del director

Tres preguntas básicas a la hora de ‘inventar’ la nación están articuladas en frases como ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde va- mos? Premisas tan necesarias como importantes para definir ‘lo nacional’, en un contexto dinámico de ‘construcción’ y ‘deconstrucción’ del discur- so de la comunidad. Por ello están presentes en toda investigación sobre los orígenes de la tribu y las huellas perdidas del pasado inmemorial de la colectividad. Esta edición de La Universidad está dedicada a la arqueología salvadoreña y mesoamericana. Las investigaciones de académicos de la comunidad mundial de científicos que aquí publicamos tratan de dar res- puesta a las preguntas arriba planteadas. A través de sus trabajos pode- mos seguir las huellas de los dos grandes pueblos mesoamericanos, mayas y nahuas, que marcaron y marcan nuestras señas de identidad. En El Salvador los estudios arqueológicos ayudan a esclarecer la base que sustenta las teorías de la llegada de los primeros pobladores al territorio de Cuscatlán. Por un lado provienen de un haz común tolteca y utoazteca de la Meseta del Anáhuac, constituido por varias migraciones norte-sur del centro de México hacia Cuscatlán. Y por otro lado, tanto el actual territorio de Guatemala como el de Honduras y El Salvador, estaba poblado por 44 pueblos mayas emparentados entre sí por un tronco co- mún olmeca y protomaya, procedente de Yucatán y el actual Estado de Mérida. Para rastrear una de estas migraciones es de gran importancia el ensayo de William R. Fowler que aquí presentamos a nuestros lectores, «El complejo Guazapa en El Salvador, la diáspora tolteca y las migraciones pipiles». Siempre en el plano de las migraciones nahuas, el trabajo investi- gativo de Marlon Escamilla, «La Costa del Bálsamo durante el postclásico temprano (900-1200 d. C.) : una aproximación al paisaje cultural nahua-

La Universidad 3 pipil», es clave para identificar la franja de la actual Costa del Bálsamo como un territorio nahua. Para sustentar la presencia maya en nuestro territorio tanto el tra- bajo científico de Payson Sheets, «Resumen de investigaciones geofísicas y arqueológicas al sur de Joya de Cerén, 2007», asi como el del investigador George Maloof, «Agricultura maya clásica en el complejo Joya de Cerén. Plataformas, senderos y otras zonas limpias», nos explican el contexto de los pueblos mayenses en nuestra actual geografía y su inconfundible in- fluencia. Otro aspecto tocado en los ensayos que ahora presentamos es el de nuestro pasado colonial, que se aborda en el ensayo de Jeb J. Card, «Transformaciones de identidad en El Salvador en la época colonial tem- prana: la gente y la cerámica de la villa de San Salvador en el siglo XVI». Los trabajos aquí expuestos, de eminencias del saber científico de prestigiosas universidades de Estados Unidos, México, Francia, Canadá y El Salvador abordan a fondo, desde el punto de vista arqueológico, nuestro pasado precolombino y colonial. En este sentido este número especial de La Universidad dedicado a la arqueología responde al deber que como universidad tenemos de estimular, fomentar y difundir las investigaciones científicas especializadas.

“HACIA LA LIBERTAD POR LA CULTURA”

David Hernández

4 La Universidad Prefacio

En el marco de la conmemoración del BICENTENARIO del Primer grito de Independencia de Centroamérica, La Universidad, una de las revistas universitarias más antiguas, más prestigiosas y portadora de importantes interpretaciones y explicaciones de los problemas y del desarrollo de la sociedad salvadoreña en diversas etapas de su vida, nos presenta —en su número 14 de la Nueva Época—, un aporte histórico cultural de grandes dimensiones. Bajo un título muy sencillo y adusto, «Arqueología de El Sal- vador», nos presenta dieciséis ensayos fascinantes sobre la vida, los grupos étnicos, la acción, las creencias, las formas de expresarse, las relaciones de poder, las formas de organización social y de producción, la vida en las ciudades y en las zonas rurales, las manifestaciones religiosas, las mi- graciones, las relaciones comerciales, las guerras, las expresiones del arte rupestre y la cerámica utilitaria y artística, de los pobladores originarios del territorio que hoy conocemos como El Salvador, Mesoamérica y Centro- américa. Estos estudios complementarán, confirmarán con bases más - sóli das y, en muchos casos, modificarán nuestras interpretaciones del pa- sado, al ofrecernos una visión renovada de importantes aspectos de la historia precolombina y colonial que, como lo muestran los hallazgos de los investigadores que se han reunido en este número, siempre está en transformación. Me atrevo a afirmar que estamos ante un nuevo impulso de la arqueología en El Salvador, ante una renovación profunda de los

La Universidad 5 estudios arqueológicos, antropológicos, lingüísticos y culturales que traerá resonancias inéditas en las formas como nos hemos concebido, como nos pensamos, como hemos definido nuestras identidades y como nos proyec- tamos hacia el futuro. Las investigaciones son diversas en las temáticas, el tiempo y la geografía. En algunos casos estamos frente a los círculos concéntricos y rostros y cuerpos humanos del arte rupestre en Ahuachapán o ante las manos y las imágenes humanas en rojo de este mismo arte en Morazán. Otras estamos en las costas de Acajutla frente a Atalaya, un sitio que se estableció nueve siglos antes de nuestra era, o en Ciudad Vieja, en Suchi- toto, Cuscatlán, en el siglo XVI. En el siglo XII nos sitúa en Cihuatán y Santa María frente a templos y viviendas, asentamientos y planificación urba- nos, cerámica y braceros ceremoniales del complejo de Guazapa, hoy departamento de San Salvador, o al sur de Mesoamérica, en Nicaragua, y en Usulután, El Salvador estudiando, las especialidades productivas, las estrategias de distribución de la economía (importación/exportación) de la cerámica y la decoración, rastreada desde 500 años antes de Cristo. Igual nos transportan a Izalco, a Joya de Cerén, al ‘Imposible’, al oriente del país y nos presentan temas agrícolas, paisajes culturales que denotan organización espacial, adaptación geográfica, formas de construcciones y otras actividades, con seguimientos en períodos de más de mil años. La investigación cubre casi todo el territorio salvadoreño. En estos informes de investigación, puede comprobarse que hoy en día la nueva arqueología se ocupa del estudio de los campos de culti- vo, las casas habitación de los campesinos, las grandes ciudades, las gran- des construcciones de los palacios y templos ceremoniales, de las plantas, los animales, las redes comerciales, las pautas migratorias, la organización religiosa, militar y de conquista. Detrás de estas investigaciones se llega a comprender la gestación de los grandes poderes de la época. Por ejem- plo, el complejo Guazapa fue uno de estos espacios que recibe grandes migraciones de pueblos del norte; por ello, Cihuatán se convierte en un sitio donde se configuró la peculiar cosmovisión mesoamericana sobre la creación del mundo, el origen de los dioses y el principio de los reinos. Los migrantes pipiles de Cihuatán se consideraban como auténticos tolte- cas con una conexión histórica y directa con Tollan, que durante mucho tiempo se identificó con Tula, en Hidalgo, México, pero que recientes in- vestigaciones muestras que Teotihuacán fue esa ciudad legendaria.Cada vez estamos más cerca de comprender, en forma más exacta, como se

6 La Universidad construyeron las más importantes arquitecturas, las esculturas, las cerámi- cas, los caminos, la poesía, y como todo esto es parte integral de cómo se forma la política de la ciudad y de lo que podía entenderse como Estado en aquellos tiempos. Un esfuerzo colectivo extraordinario de reconstruir la historia de nuestros pueblos originarios. Agradezco a todas las instituciones, universidades, coordinadores, investigadores y funcionarios que han colaborado para que este número 14 de La Universidad divulgue estos conocimientos arqueológicos que son un aporte ahora imprescindible para comprender nuestra historia y nues- tra cultura.

Héctor Samour Secretario de Cultura de la Presidencia

La Universidad 7 8 La Universidad Prólogo a la presente edición

Presentamos con verdadero orgullo este número especial de la revista La Universidad dedicado a la arqueología mesoamericana, en especial a la salvadoreña. Lo hacemos en el marco de la misión universal de la Universidad como institución encargada de propiciar y de estimular la investigación científica. Asimismo, es un reconocimiento a la labor anónima, abnegada y desinteresada de un nutrido grupo de arqueólogos y paleontólogos de la comunidad científica mundial, quienes desde hace varias décadas han investigado la arqueología salvadoreña y mesoamericana. Nos merece especial reconocimiento el Prof. Dr. William R. Fowler, de la Universidad de Vanderbilt, USA, quien ha coordinado este número temático, y quien, con su valiosa y vasta experiencia al frente de la revista Ancient Mesoamerica, viene a enriquecer tanto la calidad como la riguro- sidad científica de este homenaje especial deLa Universidad a los estudios arqueológicos salvadoreños y centroamericanos. Aquí encontraremos los restos de nuestras civilizaciones precolom- binas, en trabajos como el de Payson Sheets, «Resumen de investigaciones geofísicas y arqueológicas al sur de Joya de Cerén, 2007», en el de Kathryn Sampeck, «El papel del templo en el paisaje pipil: excavaciones de un templo postclásico en la zona de los Izalcos», en el de William R. Fowler, «El complejo Guazapa en El Salvador, la diáspora tolteca y las migraciones pipiles» y no por último, en el trabajo de Marlon Escamilla, «La Costa del Bálsamo durante el postclásico temprano (900-1200 d. C.): una aproxima- ción al paisaje nahua-pipil». La búsqueda de nuestros orígenes nos lleva a tener un profundo respeto por las civilizaciones precolombinas de nuestros ancestros, pues a través de las investigaciones aquí presentadas por los científicos de pres- tigiosas universidades de Estados Unidos, Canadá, México y El Salvador,

La Universidad 9 nos damos cuenta del fabuloso avance que tenían nuestros antepasados en múltiples ramas del conocimiento como la arquitectura, la astronomía, las matemáticas, la cerámica, la orfebrería, la agricultura o la medicina, así como en sus prácticas artísticas del arte rupestre y la danza, y también su concepción cosmogónica, en su panteón de los dioses, la mayoría de ellos surgidos como representación de la naturaleza como la lluvia, el fue- go, el viento, el aire y las estrellas. No dudamos de que nuestros lectores sabrán aprovechar al máxi- mo las investigaciones aquí reproducidas y que la Universidad de El Salva- dor pone de esta manera a disposición de futuras investigaciones. Den- tro de este marco de apertura, es digno de mencionar la recién firmada Carta de Intenciones y de colaboración entre la Secretaría de Cultura y la Universidad de El Salvador, cuyo primer fruto es la publicación de las investigaciones de William R. Fowler sobre la fundación de San Salvador en Ciudad Vieja, en el Valle de la Bermuda. En este sentido cabe recalcar también el artículo del Dr. Ramón Rivas, Director de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, «Investigaciones recientes en la Gruta del Espíritu Santo en Corinto, Morazán». Queremos hacer país contribuyendo a conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y construir nuestro futuro. No dudamos que los trabajos aquí ofrecidos nos ayudaran en suma a definir la partida de nacimiento de este esfuerzo de Nación que llamamos El Salvador.

“HACIA LA LIBERTAD POR LA CULTURA”

Rufino Antonio Quezada Sánchez Rector Universidad de El Salvador

10 La Universidad A manera de prólogo

En nuestro país, desde hace ya algunos años, la arqueología se ha venido institucionalizando hasta niveles que nadie hubiera podido pronosticar. El Es- tado, por medio de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, dispone de un Departamento de Arqueología que realiza inspecciones arqueológicas, administra los parques arqueológicos nacionales, pero también rescata, in- vestiga, conserva y divulga las investigaciones arqueológicas. Las noticias so- bre hallazgos y vestigios antiguos, o sobre estudios que de ellos se hacen, se abren hueco en los medios de comunicación con más frecuencia. Y es que a nivel mundial la arqueología es una ciencia joven, pero a su vez ya bastante madura. El interés por la arqueología se inscribe en la tendencia general del ser humano en nuestros días por recuperar su pasado, pero concretamente, su pasado más lejano, los orígenes de nosotros mismos. Es de aplaudir esta iniciativa de la Universidad de El Salvador, por medio de la Editorial Universita- ria, que se une a este esfuerzo con un número especial sobre tan importante tema. Sabido es que la madurez de la civilización trae consigo el acentua- miento de la conciencia histórica, de forma que los pueblos, cuanto más cul- tos, más se preocupan de esclarecer los pasos que han dado hasta llegar al presente. De esta manera encuentran las razones de por qué son como son, por qué sus ciudades tienen esa disposición, cómo se formó el lenguaje, de qué se sirve para comunicarse, por qué cree en los dioses que venera y no en otros. La historia, sin duda, está de moda en el mundo culto.

La Universidad 11 A través de la arqueología, del estudio de los vestigios y monumen- tos propios de las culturas antiguas, entramos en contacto con esa huma- nidad más desnuda y virgen que ahora puede resultar tan sugestiva y a la vez tan útil de recuperar. Por todas partes aparecen las huellas de su paso. Son en ocasiones monumentos que han quedado siempre a la vista de todos; las más de las veces, sin embargo, los restos materiales del pasado se han enterrado en el transcurso de los siglos. La arqueología se ocupa de unos y de otros; de los segundos, extrayéndolos cuidadosamente de la tierra. Por ello se ha armado de procedimientos y técnicas que le permiten detectar dónde se hallan los sitios, para estudiarlos y preservarlos. Es también un punto de partida el escudriñar los textos antiguos referidos a la zona, si los hay, por ejemplo, las descripciones de viajeros. De igual forma, la toponimia es fuente importante de datos, ya que el nombre de un lugar, de una ciudad, puede revelar alguna particularidad importante de su historia o de sus raíces culturales. Pero, sin lugar a dudas, la visión directa de campo es uno de los recursos más inmediatos. Los ya- cimientos o monumentos enterrados suelen dejar indicios superficiales que pueden ser percibidos por un observador experimentado. En El Salvador, son conocidos ya más de mil sitios arqueológicos que se encuentran distribuidos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional. Podemos decir que el territorio que hoy conocemos como El Salvador tuvo una densa población prehispánica. Sabido es que los sitios arqueológicos carecen de adecuada vigilancia y que un noventa y cinco por ciento de ellos no son vigilados y están a la intemperie, por lo cual son vulnerables a la depredación y a los daños antrópicos. Por estas mismas razones, la investigación, consolidación y restauración (acciones que re- quieren de un presupuesto generoso) se hacen también muy difíciles. La falta de educación orientada a hacer conciencia de la impor- tancia del patrimonio cultural en particular hace que muchos salvadore- ños no le concedan el valor que tiene este patrimonio arqueológico y las implicaciones de no conservarlo. Hasta hace relativamente poco tiempo, las autoridades encargadas del patrimonio cultural en nuestro país hicie- ron muy poco por proteger sitios arqueológicos (prehispánicos y colonia- les). Posiblemente, la ineficacia de la legislación y los pocos recursos, el poco interés o a lo mejor los compromisos políticos para hacer valer las le- yes, tanto como la no idoneidad que funcionarios de la época han dado como resultado —ya que hasta el día de hoy se percibe— que desde en- tidades gubernamentales y municipales, hasta lotificadores y constructo-

12 La Universidad res privados, se dieran a la tarea de construir carreteras, calles, drenajes, servicios de distribución de agua potable, casas, colonias residenciales y embajadas en extensas zonas arqueológicas sin pensar en el impacto de estas acciones. En países densamente poblados como los nuestros urge el diseño de verdaderas estrategias de rescate y puesta en valor del patrimonio ar- queológico. Los arqueólogos y los que trabajan para la cultura deben unirse para ello. Ya alguien una vez dijo que el arqueólogo —y esto vale para nuestras realidades sociales y culturales y en concreto, para el patrimonio arqueológico— debe tener clara su misión, así como el desafío histórico que tiene frente a las generaciones presentes y futuras, ante los constantes cam- bios reales y conceptuales y ante el desarrollo y el progreso de su sociedad. El arqueólogo no debe verse a sí mismo ni permitir que la comuni- dad lo mire como el investigador de un pasado estéril, sin importancia para el presente y para el futuro de la sociedad. Para ello es necesario que sus investigaciones y los resultados de estas sean difundidos a la comunidad, pues, una comunidad arqueológica aislada no contribuye al desarrollo de la arqueología en función social, como coadyuvante de la identidad na- cional, de la libertad y el desarrollo. Por lo tanto, debemos de procurar no crear islas. A menudo se dice entre los arqueólogos, «este proyecto es mío» o «este proyecto es de fulano de tal». Eso debe de terminar de una vez por todas, porque en vez de contribuir al desarrollo de esta importante área del conocimiento la mina y crea solo asperezas. Si hablamos de arqueología en nuestro contexto salvadoreño, es necesario incluir dentro de este tema lo relativo a conservación, consolida- ción, integración, realización y revitalización, rehabilitación, restauración, re- construcción, reintegración, y valoración de un bien arqueológico, se trate de una estructura o de un complejo. Estos conceptos han sido motivo de controversia en muchas ocasiones y en infinidad de sitios. Los detractores de estos procedimientos adoptan posturas antagónicas, a veces en forma mal intencionada, por razones de índole política o simplemente protagonismo, para satisfacer ambiciones personales o simplemente por ignorancia. Tam- poco aceptan lo que se ha establecido en documentos y convenciones como la Carta de Atenas (1931), la Carta de Venecia (1964), la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural Natural (1972), la Carta de Veracruz (1992), la propia Declaración Universal de los Derechos Huma- nos (Artículos 27 y 28), nuestra Constitución Política y la Ley Especial del Pa- trimonio Cultural.

La Universidad 13 Constatamos que la administración de recursos por parte de las instancias competentes ha sufrido a causa de la falta de un criterio clara- mente identificado, que permita evaluar la importancia de recursos cultu- rales, como por ejemplo los sitios arqueológicos. Está comprobado que la relevancia de un sitio puede tener numerosas dimensiones en el espectro de lo social a lo científico. Esto, precisamente, es lo que obliga a insistir en que la legislación concerniente a la protección del patrimonio cultural debe ser revisada periódicamente para evitar que sea superada por el avance de la ciencia y la tecnología, o por el contrario, que se convierta en un freno para la investigación. Sin embargo, la legislación y los regla- mentos relativos deben también implementarse con acciones administra- tivas que agilicen la intervención del Estado y faciliten la acción de las entidades de desarrollo o las empresas privadas que, frecuentemente, ven afectados sus intereses por la burocracia o una dudosa eficiencia. En varios de nuestros países —pues El Salvador no es la excepción— existen legislaciones vigentes que datan de hace muchos años y que ca- recen de reglamento complementario o actualizado, lo que impide un control adecuado de la situación arqueológica. En El Salvador toda inter- vención del suelo en cualquier parte del país que lleve como objetivo la excavación de más de un metro de profundidad para cualquier fin debe- ría ser reportado a las autoridades competentes de cultura. Esto quiere de- cir que en cada Casa de la Cultura deberíamos contar con arqueólogos debidamente capacitados no solo en su campo de estudio sino que tam- bién en las leyes que conciernen al patrimonio cultural. Frecuentemente se pone como argumento que no hay recursos para implementar el resca- te y el salvamento arqueológico, pero más importante que los recursos es la conciencia colectiva para preservar los bienes culturales, que deben ser consecuencia de una educación general encaminada a este propósito. De este modo, antes de hacer cualquier modificación con fines de cons- trucción o de desarrollo agrícola, debe solicitarse un estudio preliminar del sitio para determinar la existencia histórica del lugar. Por último, en vista de que hay arqueólogos que no tienen suficien- te entrenamiento para evaluar adecuadamente la aplicabilidad de los recursos arqueológicos a problemas no culturales, con frecuencia se deja de comprender la aplicabilidad de otras disciplinas en el estudio de los depósitos arqueológicos. En este sentido, es oportuno incorporar desde su inicio a especialistas de otras áreas en las operaciones de rescate, pues enriquecen el trabajo de investigación. Además, la aplicación del método

14 La Universidad multidisciplinario en la protección de recursos arqueológicos en peligro en- cierra problemas en la cuatro áreas principales del desarrollo de proyec- tos: planificación, trabajo de campo, análisis de laboratorio y publicación. Por ello, deben considerarse previamente los fondos necesarios para cubrir las necesidades del proyecto y considerar el método multidisciplinario no solo en la consecución de los fondos, sino en el desarrollo del trabajo mis- mo. Asimismo, debe tenerse conciencia de que lo arqueológico no está restringido únicamente a lo prehispánico; los arqueólogos deben estar ca- pacitados para resolver problemas de rescate de toda índole, en lo que respecta a la época colonial y también a la republicana o independiente. Invito a leer con ánimos de aprender los artículos que en este nú- mero especial se presentan ya que los autores, en su mayoría, son desta- cados profesionales en arqueología que ahora nos ofrecen el producto de sus hallazgos. En buena hora, esperemos que este número motive para profundizar más en esta importante rama del conocimiento y en los estu- dios que tengan que ver con nuestro país.

Ramón D. Rivas Director de Patrimonio Cultural Secretaría de Cultura de la Presidencia

La Universidad 15

El complejo Guazapa en El Salvador: La diáspora tolteca y las migraciones pipiles

William R. Fowler

En este trabajo presento las evi- siglos de la época prehispáni- dencias arqueológicas de un ca [Fowler 1989a: 32-49, 1989b, grupo de asentamientos prehis- 1989c, 1995: 144-164, 2001]. pánicos ubicados en las zonas oc- El náhuat, un dialecto del cidental y central de El Salvador idioma nahua de la familia uto- que fueron ocupados durante el azteca, es todavía hablado en período postclásico temprano los estados mexicanos de Puebla, (900-1200 d.C.). Quiero exponer Veracruz y Tabasco, y en el oc- el significado de la cultura mate- cidente de El Salvador, especial- rial de estos sitios, su origen y su mente en los pueblos de Santo filiación étnica. Voy a demostrar Domingo de Guzmán, Nahuizal- que la cultura material de estos co e Izalco. Clasificado por Una sitios tiene su origen en el México Canger [1993] como uno de los central, en sitios de filiación tolte- dialectos periféricos del «azteca ca. En mi opinión, los principales general», este subgrupo incluye habitantes de estos sitios fueron además del náhuat pipil salva- grupos de habla náhuat que emi- doreño, el de la Sierrra Norte de graron de México hacia Centro- Puebla, el este de Puebla (Chi- américa como parte de la «diás- lac), el sur de Guerrero y el ná- pora tolteca», una secuencia de huat del Istmo de Tehuantepec movimientos poblacionales que (incluyendo variantes de la costa ocurrieron durante los últimos del Golfo) [véase también Cam-

La Universidad 17 pbell 1988:275-279; Dakin, 2001: tas por varios cronistas e historia- 364]. Esta agrupación tiene im- dores de los siglos XVI y XVII, como portantes implicaciones para la por ejemplo, Motolinia, López de interpretación arqueológica de Gómara, Ixtlilxochitl y Torquema- las migraciones pipiles, indicando da [Fowler, 1989a: 32-36]. Estos que la población náhuat pipil de movimientos poblacionales han El Salvador procedió de un tronco llamado la atención de los estudio- ancestral en la región de Puebla, sos mesoamericanistas desde me- la costa del Golfo o el sur de Gue- diados del siglo XIX [Habel, 1878; rrero, o una combinación de es- Haberland, 1964; Lehmann,1920; tas regiones. Linné, 2003b (1942); Lothrop, 1927; El término pipil es deriva- Seler, 1888; Spiden, 1915; Squier, do del nahua pilli (plural pipiltin) el 1852; Stoll, 1958 (1884); Thompson, cual significa ‘niño’ o ‘noble’ [Mo- 1948]. Mucha de la información lina 1977 (1571): 81-82]. El segun- sobre las migraciones pipiles [re- do significado es el más relevante sumida por Fowler, 1989a: 32-36] en el presente caso, ya que se en- es de naturaleza etnohistórica y tiende como una referencia a los las interpretaciones tradicionales linajes nobles de estas sociedades [Borhegyi, 1965; Jiménez Moreno, [Fowler, 1989a: 200] e indica un 1959, 1966; Lehmann, 1920] care- papel trascendente para los lina- cen de evidencias arqueológicas jes nobles en la organización de fidedignas. las migraciones de los grupos de De la misma manera, uno habla náhuat de México a Cen- de los grandes obstáculos para troamérica y el emplazamiento entender las migraciones pipiles de asentamientos nuevos en Cen- ha sido la falta de identificación troamérica. Cuando llega Pedro de sitios arqueológicos en Centro- de Alvarado en 1524, casi todo américa que puedan interpretar- el oeste y el centro de la actual se como asentamientos pipiles y República de El Salvador, entre el que fechan a una época sustan- río Paz y el río Lempa, fue territorio cialmente anterior a la Conquista. pipil, con una población prehis- Aunque los datos etnohistóricos pánica estimada de aproximada- indican que al tiempo de la Con- mente 400,000 a 500,000 personas quista, en 1524, los pipiles contro- [Fowler, 1988; 1989a: 150-151]. laron la región de Escuintla en la Las migraciones pipiles región del sureste de Guatemala, desde México hacia Centroamé- pocas localidades en el oeste y rica fueron mencionadas y descri- centro de Honduras y el oeste

18 La Universidad y centro de El Salvador [Fowler, estos dos sitios es esencialmente 1983; 1989a: 51-65, 1989c], la falta idéntica. Por ende, es razonable de datos arqueológicos ha deja- concluir que los dos sitios fueron do el tiempo de la llegada de los ocupados contemporáneamen- pipiles en disputa. He argumenta- te por miembros de un mismo gru- do en otros estudios, con base a po étnico, quienes participaron evidencias arqueológicas, que los en el mismo sistema económico, grupos de habla náhuat arriba- social, político e ideológico. Ade- ron a Centroamérica en múltiples más, la cultura material de Cihua- oleadas de migración, iniciadas tán y Santa María revela fuertes tempranamente en el periodo afinidades toltecas de parte del clásico terminal y continuadas grupo que ocupaba los dos sitios. a través del postclásico [Fowler, Más específicamente, el inventa- 1981; 1989a, 1989b; véase también rio de la cerámica y otros objetos Wolf, 1959: 120-121]. Sin embargo, de estos dos sitios indica, sin duda Lyle Campbell [1985] ha sostenido, razonable, que fueron asenta- con base a evidencias lingüísticas, mientos ocupados por grupos de que solamente un movimiento mi- habla náhuat durante el postclá- gratorio ocurrió, el cual tomó lugar sico temprano. en el postclásico tardío. Dicha in- La identificación de - Ci terpretación simplemente ignora huatán y Santa María como sitios las fuertes evidencias arqueológi- ocupados por nahuas estriba en cas de la presencia nahua durante los siguientes argumentos explíci- el postclásico temprano en El Sal- tos, basados en evidencias con- vador. cretas empíricas: Las mejores evidencias 1. Es universalmente acepta- arqueológicas sobre las migra- do que el fenómeno tolteca, ciones y la presencia tolteca conocido en Tula, Hidalgo, en El Salvador provienen de las la Huey Tollan o la ‘gran To- investigaciones de los sitios Ci- llan’ de la crónicas, fue prin- huatán y Santa María, dos asen- cipalmente un producto de tamientos del período postclási- la antigua cultura nahua co temprano, localizados en la [Brotherston, 1995: 118 - 121, cuenca de El Paraíso, en la parte 2001; Cobean, 1990; 1994; Co- central del valle del río Lempa, bean y Mastache, 1989; 1995; de la zona nortecentral de El Sal- 2001b: 239, 2007; Davies, 1977: vador [Fowler,1981; Fowler y Ear- 161-167; Kaufman, 1974: 49; nest,1985]. La cultura material de León-Portilla, 1980:21, 47; Mas-

La Universidad 19 tache y Cobean, 2000; 2001; dos aquí [Fowler, 1981, 1983, Mastache Flores, 1994; Wolf, 1989a]. Los toponimios na- 1959: 122]. Aunque Tula pudo huas en El Salvador también haber sido habitado tam- tienen la misma distribución bién por algunos otros grupos [Vivó Escoto, 1972]. etnolingüísticos tales como otomíes, huastecas, mayas o El complejo Guazapa del mixtecas, los principales ocu- postclásico temprano pantes de la capital tolteca fueron nahuas. Ya que el tema principal del pre- 2. Existen afinidades sumamen- sente trabajo es el complejo ce- te cercanas entre el comple- rámico Guazapa y sus afinidades jo cerámico de la fase Tollan toltecas, será conveniente ofre- del postclásico temprano de cer aquí un breve resumen de Tula, Hidalgo, en el altiplano sus características definidas. El del México central, y el com- complejo cerámico Guazapa del plejo cerámico Guazapa de postclásico temprano fue origi- El Salvador [Acosta, 1956- nalmente definido por el autor en 57; Cobean, 1990; Cobean su tesis doctoral con base en los y Gamboa Cabezas, 2007; materiales de los sitios de Cihua- Diehl, 1983; Fowler, 1981: 117 tán y Santa María [Fowler, 1981: - 287; Weaver, 1981: 363-374]. 117-287; Fowler y Earnest, 1985]. Estas afinidades pueden ser Sin embargo, después de su defi- trazadas también en cada nición en base a los materiales de uno de los otros aspectos de Cihuatán y Santa María, algunas la cultura material tolteca y investigaciones llevadas a cabo de la fase Guazapa, desde los durante las últimas tres décadas trazos urbanos de los sitios has- indican que los diagnósticos de ta la arquitectura, técnicas ar- este complejo no se limitan al va- quitectónicas, la escultura, las lle de El Paraíso. Otros investiga- figurillas, la lítica y más. dores que trabajan en El Salvador 3. La distribución de la pobla- ahora rutinariamente usan el ter- ción náhuat documentada mino ‘complejo Guazapa’ para históricamente en El Salva- referirse a rasgos de cultura mate- dor desde el momento de la rial, principalmente de cerámica, Conquista y el siglo XVI cubre del período postclásico temprano el mismo territorio que los si- relacionada a la cerámica de la tios prehispánicos presenta- fase Tollan de Tula. Efectivamen-

20 La Universidad te, los marcadores del complejo 117-269]. El complejo está con- Guazapa ahora se conocen de formado tipológicamente por los un buen número de otros sitios del siguientes grupos cerámicos: occidente y centro de El Salvador. Estos sitios incluyen Chalchuapa, Las Lajas Burdo [Fowler, 1981: 129- Igualtepeque, Isla El Cajete, Ta- 151] (Figuras 2-4). Es caracteriza- cuscalco, Cerro Ulata, Las Marías, do por una pasta muy burda y Carranza y otros (Figura 1). dura de color café o café rojizo y superficies alisadas sin engobe, El complejo cerámico la forma predominante de este Guazapa fue definido por el autor grupo es un brasero o incensario con base en un análisis tipo-va- gigante de forma bicónica (‘re-

Figura 1. Sitios arqueológicos del complejo Guazapa en El Salvador. riedad modificado (siguiendo el loj de arena’), con pared gruesa, análisis tipo-variedad modificado bordes o rebordes engrosados elaborado y llevado a cabo por hacia el exterior y decoración al E. Wyllys Andrews V. [1976] sobre pastillaje, especialmente espigas la cerámica del sitio de Quelepa, cónicas modeladas y aplicadas El Salvador). La colección anali- sobre los cuerpos de las vasijas zada consistió en más de 28,000 (Figuras 1a-g, 2). Debajo del bor- tiestos de cerámica [Fowler, 1981: de hay una pestaña formando

La Universidad 21 un panel que lleva una serie de tipos cerámicos más diagnósticos medallas o botones contiguos del complejo Tollan (postclásico en toda la circunferencia de la temprano) en Tula » y que la for- vasija. La misma secuencia de ma bicónica de brasero con de- reborde, cadena de medallas y coración espigada no aparece pestaña se repite en la base. Es- como diagnóstico del complejo tos incensarios grandes o braseros Corral (clásico terminal) de Tula. son prácticamente idénticos a los Cobean [1990: 406-407] ofrece un de forma bicónica encontrados resumen detallado de contextos en Tula, Hidalgo, donde se cono- intersitios de braseros idénticos o cen como Abra Café Burdo [Co- similares en Mesoamérica. bean, 1990: 399-430]. También Otras formas de Las La- se han encontrado en el sitio de jas Burdo incluyen vasijas esféri- Miramar, en la depresión central cas, fitomorfas, montadas en una de Chiapas [Agrinier, 1978]. A base pedestal (Figuras 1h-i, 3); y veces la decoración al pastillaje braseros en forma de cuenco con consiste de una efigie modelada fondo plano, paredes divergen- decorada, frecuentemente en la tes y bordes con un filete impre- forma de rostro de Tlaloc, también so aplicado al exterior (Figuras 5 se encuentra en los grandes incen- y 6). Botellas con efigie de Tlaloc sarios de Cihuatán y Tula [Boggs, de Las Lajas Burdo modelado de 1972: 51-52; Cobean, 1994: 414, Cihuatán [Boggs, 1972: 52, Figura 421-426, Lámina 196; Figura 196a, 16a, b, c] son también relaciona- 196d]. También ocurre un motivo das a las de Tula [Acosta, 1956- de vegetación al pastillaje pero 1957: Figura 19,3; Diehl 1983: Figu- parece poco frecuente. La altura ra 25] y de Veracruz [Druker 1943: de estas vasijas es de 90 a 110 cm Lámina 24]. y el diámetro del borde varía de 44 a 60 cm. Un ejemplo excava- Tamulasco Sencillo [Fowler 1981: do por Boggs de la Estructura O-4 152-163] (Figuras 6 y 7). Este gru- de Cihuatán mide 108 cm de al- po, que se caracteriza por una tura y tiene diámetro de más de pasta de textura mediana, relati- 60 cm [Boggs, 1972: Figura 15]. Es vamente dura, de color café cla- significativo para la cronología ro o café rojizo, es una vajilla de de Cihuatán que Cobean [1990: uso doméstico. Se presenta en 407] considera que «Abra Café escudillas con fondo plano y pa- Burdo (en especial la Variedad redes divergentes; escudillas de Abra) es uno de los siete u ocho pared convexa; ollas de cuello

22 La Universidad Figura 2. Grupo Las Lajas Burdo. a-g, Braseros com- puestos; h-i, vasija fitomorfa; efigies.

Figura 3. Grupo Las Lajas Burdo brasero compuesto.

La Universidad 23 Figura 4. Grupo Las Lajas Burdo: Tipo Estriado, Filete Impreso.

Figura 5. Grupo Las Lajas Burdo: Tipo Estriado, Filete Impreso.

24 La Universidad Figura 6. Tamulasco Sencillo. a, cuenco de lados con- vexos; b, c, f-h, comales; d, e, tecomates.

Figura 7. Tamulasco Sen- cillo, ollas.

La Universidad 25 alto y cuello corto; tecomates y formas más comunes en el Tamu- jarras grandes con pared gruesa lasco Sencillo. y vertical para el almacenaje de Una forma interesante de líquidos. Las superficies son bien ali- vasija en ambos grupos cerámicos sadas y a veces moderadamente es la vasija grande de pared grue- pulidas, generalmente sin engobe, sa y vertical. Estas vasijas pueden aunque algunas vasijas quizás lle- haber servido para preparar y al- van engobe de la misma pasta del macenar chicha. Considerándo- cuerpo de la vasija. Las formas prin- los juntos, García Rojo y Tamulasco cipales de este grupo cerámico son Sencillo, en términos tecnológicos, ollas, escudillas y comales que pue- componen la mayoría de un sub- den ser relacionadas con prepa- complejo doméstico dentro del ración, almacenamiento y servicio complejo cerámico Guazapa, de comidas o líquidos. Las formas aunque algunos tipos, como las de las escudillas y ollas replican tres vasijas de almacenaje de pared de «las cinco formas básicas de la vertical, podrían ser clasificadas cerámica tolteca» [Acosta, 1956-57: dentro de un subcomplejo cere- 16]. monial. Ambos grupos cerámicos son distribuidos en la extensión de García Rojo [Fowler, 1981: 163- los dos sitios. 178] (Figuras 8 y 9). Este grupo es La cerámica monocroma una versión de Tamulasco Sencillo de engobe rojo es muy común en con engobe rojo pulido. La forma los sitios postclásicos del occidente predominante es una escudilla de y centro de El Salvador. El grupo fondo plano y paredes divergen- cerámico Guajoyo con engobe tes. Algunas ollas también se en- rojo de Chalchuapa [Sharer, 1978: cuentran con frecuencia. Como 63] parece ser muy similar al gru- el Tamulasco Sencillo, esta es una po cerámico García Rojo, pero el vajilla de servicio. El grupo cerá- grupo Guajoyo no tiene el cajete mico García Rojo es esencialmen- de fondo plano y paredes diver- te el grupo cerámico Tamulasco gentes. Es interesante que en el Sencillo con adición del engobe sitio postclásico de Naco, Hondu- rojo. Una diferencia importante ras, los tipos Fulano Unslipped y entre estos dos grupos cerámicos Algo Red parecen tener la misma es que la escudilla de fondo plano relación tecnológica que tienen y paredes divergentes es la forma Tamulasco Sencillo y García Rojo predominante en el grupo García [Wonderly, 1980: 5]. Rojo, mientras que las ollas son las

26 La Universidad Figura 8. García Rojo, escudillas.

Zancudo Polícromo sobre Blanco blanco, la cual fue ampliamente (Figuras 8 y 9). Las vasijas de este distribuida en Mesoamérica du- grupo son caracterizadas por una rante el postclásico temprano. La decoración policroma geométri- elección de los colores, motivos ca, pintada en tres o cuatro co- y las formas de vasijas con pare- lores (negro, café, rojo y naranja) des divergentes son similares a los sobre un engobe blanco duro y de otros polícromos o bicromos bien pulido. Los motivos en gre- de sitios precolombinos tardíos cas, triángulos y líneas curvas son en Centroamérica. Algunos de comunes. La mayoría de las vasi- los motivos simples del grupo ce- jas son escudillas de fondo plano rámico Delirio Rojo sobre Blanco y paredes divergentes y vasijas de Quelepa son muy similares a cilíndricas con paredes verticales. los motivos geométricos encon- La cerámica Zancudo Polícromo trados en el grupo Zancudo [An- sobre Blanco parece ser una ma- drews, 1976: Figuras 136 d,u]. Hay nifestación local de una tradición similitudes en la forma de las va- de polícromo rojo y negro sobre sijas y los diseños entre Zancudo

La Universidad 27 Figura 9. García Rojo. a, plato; b-i, escudillas; j-r, ollas y vasijas cilíndricas.

Polícromo Blanco y Forastero Bi- Polícromo del Istmo de Rivas, Ni- cromo de Naco, Honduras [Won- caragua [Healy, 1980: 163-188], derley, 1980: figura 4]. Algunos de así como el Mora Polícromo del los diseños más complicados de Valle de Tempisque de Costa los especímenes Zancudo se ase- Rica [Baudez, 1967: Planche 39]. mejan a los de Vagando Polícro- Sin embargo, hay que hacer hin- mo de Naco [ibid.: Figuras 5, 6]. capié en que estas similitudes son También hay una vaga similitud muy vagas y en este momento el en el color y el motivo entre el gru- grupo cerámico Zancudo Polícro- po cerámico Zancudo Polícromo mo Blanco no puede ser directa- sobre Blanco y el grupo Las Vegas mente relacionado con cualquier Polícromo del Valle de Comaya- otro grupo o tipo de otra región. gua de Honduras [Stone,1957: Fi- Es probable que la mayoría de las gura 44]. Una semejanza genéri- similitudes entre los polícromos dis- ca en la forma y el estilo puede cutidos aquí se deba a su propio ser observada entre el grupo ce- desarrollo dentro de una tradición rámico Zancudo y el Papagayo común.

28 La Universidad Figura 10. Zancudo Po- lícromo, ollas y vasijas de lados verticales.

Figura 11. Zancudo Polícromo, a-i; Jején Policromo, j, k.

La Universidad 29 Jején Policromo sobre Rojo (Figura nante de este grupo es Tamoa 12). Decoraciones naturalisticas y Rojo sobre Bayo. La forma que geométricas en negro, blanco y más sobresale es una escudilla algunas veces amarillo o naran- hemisférica con soportes trípodes. ja, pintadas sobre un engobe rojo Las decoraciones incluyen líneas suave son los rasgos distintivos de incisas y ruedas pintadas en rojo este grupo cerámico. Los motivos en el interior. Cerámicas tipo Ta- se asemejan a los de la cerámica moa Rojo sobre Bayo son general- Mixteca-Puebla de México. Las mente relacionadas con Macana formas incluyen escudillas de pa- Rojo sobre Café encontradas en la red divergente y vasijas de pared fase Tollan de Tula [Cobean, 1990: vertical. Se encontró una escudi- 289-312]. Mientras que las formas lla Jején Rojo casi completa con de las vasijas y los soportes del pared convexa y base pedestal grupo cerámico Tamoa son casi en excavaciones de la Estructura idénticos a los de Macana Rojo SS-53 de Cihuatán, descrita como sobre Café, la decoración pinta- una copa Polícromo Mixteca-Pue- da de Tamoa Rojo sobre Bayo no bla [Bruhns, 1980a: figura 6]. Bru- es tan compleja o diversa como hns y Amaroli [2006; 2009] mencio- la encontrada en las muestras de nan el grupo Banderas Polícromo tipo Macana, pero Cobean [1990: que puede ser similar, pero, que 297] señala que hay una variedad yo sepa, no existe una descripción de Macana que tiene una deco- publicada de este tipo cerámico. ración muy simple limitada a un Al igual que el Zancudo Po- área pequeña de la superficie de lícromo sobre Blanco, este grupo la vasija. Esta descripción podría cerámico parece ser un producto ser aplicada también a Tamoa local y la mayoría de las formas, Rojo sobre Bayo. También se pre- con excepción de la vasija de pa- sentan incensarios en forma de red vertical, reproduce los rasgos sartén idénticos a los encontrados más comunes del grupo cerámico en Tula [Cobean, 1990: 457-463], García Rojo. donde están asignados, de acuer- do a Cobean [1990: 463], exclusi- Tamoa Bayo (Figura 13). Una pas- vamente a la fase Tollan. ta color bayo, relativamente fina, bien dura y una superficie bien Plomiza Tohil (Figura 14). Definida pulida distingue a este grupo, un primero por Shepard [1948], esta importante diagnóstico del com- distintiva vajilla dura de color gris plejo Guazapa. El tipo predomi- lustroso con decoración incisa y

30 La Universidad Figura 12. Jején Policromo.

Figura 13. Tamoa Bayo. a-f, Inciso; g-r, Rojo sobre bayo.

La Universidad 31 frecuentemente en forma de va- hasta Panamá [Cobean, 1990: 49, sijas efigies, es un marcador indis- 483-485; Shepard, 1948: 103-114] y cutible para el postclásico tem- es «un marcador excelente para prano. Las formas incluyen cajete ocupaciones contemporáneas de silueta compuesta, vasijas de con el apogeo de Tula [fase To- pared vertical, jarras de cuello llán] como un centro urbano del bajo y vasijas efigies. La cerámica postclásico temprano» [Cobean, plomiza o Plumbate se originó en 1990:484]. Con base en fechas de el este de la región de Soconusco radiocarbono de sitios de varias (Xoconochco) de Chiapas, Méxi- áreas de Mesoamérica, Johnson co, en el período clásico medio y MacNeish [1972: 51] calcula- tardío [Neff, 1989; Lee, 1978]. Sus ron un lapso de duración de 900 fabricantes eran pipiles, quienes a 1250 d.C. para la Plomiza To- habían habitado por siglos en So- hil, lo cual concuerda bien con conusco [Cobean y Mastache, el fechamiento de la fase Tollan 2001b: 240]. Los tiestos de Plomiza en Tula por Cobean y de la fase Tohil están representados por una Guazapa en El Salvador. proporción relativamente menor en el complejo Guazapa, en Ci- Polícromo Nicoya (Figura 15). huatán: solamente 149 tiestos en Usamos el término ‘Polícromo Ni- la colección de estudio para este coya’ como una designación ge- análisis. Gloria Hernández, en su nérica para referirnos a la cerámi- excavación de la Estructura P-20 ca polícroma de pasta fina, con en 1975, encontró una olla minia- engobe pulido de color blanco a tura completa efigie de pájaro, si- gris y decoración pintada en rojo, milar a una ilustrada por Shepard amarillo, anaranjado y negro, que [1948: Figura 16m]. Un fragmen- aparece en muchas zonas del su- to de cabeza de pájaro supues- reste de Mesoamérica. Como la tamente de Cihuatán también Plomiza Tohil, el Polícromo Nico- fue reportado por Shepard [1948: ya fue una vajilla ampliamente 109]. comercializada durante el post- Quizá la vajilla es más ex- clásico temprano [Baudez, 1967; tensamente comercializada en Healy,1980: 169-170; Lothrop, Mesoamérica durante el post- 1926: 115] y de ese modo, tam- clásico temprano. La distribución bién sirve como un marcador del geográfica de la cerámica Tohil postclásico temprano, periodo en Plumbate se extiende desde el el que aparece en todas partes occidente y centro de México de Mesoamérica. La pasta rela-

32 La Universidad Figura 14. Plomiza Tohil.

Figura 15. Policromo Nicoya.

La Universidad 33 tivamente fina es cubierta con un contacto con la región del Pacífi- engobe blanco fino y duro, blan- co de Nicaragua y Costa Rica. co rosado o blanco grisáceo, el Cualquiera que sea la lo- cual lleva pintado decoraciones calidad de su fabricación, como naturalísticas geométricas. Las se mencionó previamente, la formas predominantes incluyen cerámica Papagayo Polícromo cajetes de silueta compuesta, ca- estaba ampliamente difundida jetes de pared convexa y vasijas en toda Mesoamérica durante el de pared vertical. La mayoría de postclásico temprano y ha sido las muestras encontradas en Ci- frecuentemente encontrada en huatán se parecen mucho al tipo asociación directa con la Plomiza Paloma Polícromo Negro y Rojo Tohil, indicando por lo menos una sobre Blanco del grupo cerámico contemporaneidad parcial de es- Papagayo del Istmo de Rivas en tos dos grupos cerámicos. Baudez el suroeste de Nicaragua [Healy, [1967: 209] y Healy [1974: 276-277; 1980: 163-167]. Una característi- 1980: 169-170] han proveído bue- ca distintiva del Paloma Polícro- nos resúmenes de la distribución mo es la alteración, a través de intersitio del Papagayo Polícromo la cocción, del engobe blanco a y su asociación con Plomiza Tohil un color gris ahumado, un rasgo [Lothrop, 1926, tomo 1: 115; 1927: que también aparece con mu- 185-186,205; Shepard, 1948: 137- cha frecuencia en las muestras 139]. Una reafirmación de esta de Cihuatán y Santa María. Bau- asociación fue descubierta en un dez [1976: 142] ha sugerido múlti- escondrijo en Tula, Hidalgo, por ples centros de fabricación de la el proyecto de la Universidad de cerámica Papagayo en El Salva- Missouri [Cobean, 1990: 488; Diehl dor y Honduras, tanto como en et al., 1974]. la región de la Gran Nicoya. Asi- mismo, Lange [1986: 169] indica Esculturas de cerámica a tama- que muchos de los especímenes ño natural. El complejo Guazapa que supuestamente proceden destaca esculturas de cerámica del Gran Nicoya, muy probable- de tamaño natural en forma de mente sean de Honduras. Ya que efigies modeladas de animales el origen de este grupo cerámico (principalmente jaguares y sapos) es dudoso, la presencia de tiestos y deidades nahuas (especial- ‘Papagayo’ (o Nicoya) en un sitio mente Xipe Totec, Tlaloc, Hue- no puede ser inequívocamente hueteotl y Mictlantecuhtli), fa- interpretado como evidencias del bricadas de la misma pasta que

34 La Universidad Las Lajas Burdo [Casasola, 1975]. queólogos del Instituto Nacional Dos ejemplares completos o casi de Antropología e Historia exca- completos pero fragmentados se varon una efigie de Xipe Totec han hallado en el sitio Carranza, asociada a 24 entierros ceremo- 1 km al sur de Cihuatán [Amaroli, niales en un conjunto residencial 2002; Amaroli y Bruhns, 2003; Bru- cerca del recinto sagrado de Tula hns y Amaroli, 2004]. Las efigies Grande [Gamboa Cabezas et al., de Xipe de Cihuatán y Carranza 2010]. Esta es la primera efigie de son semejantes a la efigie tama- Xipe conocida de Tula. La exis- ño natural de Xipe Totec de Tazu- tencia de efigies de cerámica en mal, Chalchuapa [Boggs, 1944b; tamaño natural y especialmen- Fowler, 1989: Figura 17]. El Xipe de te, la presencia de ciertos rasgos Tazumal corresponde en todos sus como los ojos entrecerrados y la detalles a la efigie de Xipe Totec boca abierta también vinculan de Coatlinchán, cerca de Texco- los Xipes del complejo Guazapa co, en el valle de México [Saville, con sitios en el centro y sureste de 1897: Lámina 23; Scott 1993: 36-38, Veracruz [Drucker, 1943: Láminas Láminas 21, 22; Mateos Higuera, 45-48; García Payon, 1951: 30-31; 1993: Figura 37, 45]; también se Gútiérrez Solana y Hamilton, 1977: asemeja a una estatua de cerá- Figuras 2, 5, 6, 60, 62; Medellín Ze- mica de Xipe Totec de Teotihua- nil, 1960: Lámina 53]. cán encontrada en un contexto postclásico temprano Mazapán Comentario sobre la cultura [Linné, 2003a (1934): 83-86, Figuras material del 113 y 114; Scott, 1993: 22-25, Lámi- complejo Guazapa nas 1-9]. Son conocidas, además, efigies similares en el lago de Güi- Tal como este resumen indica, ja, El Salvador [Boggs, 1976b]. el complejo cerámico Guazapa En el México central, las destaca muchos aspectos estilísti- contrapartes de las efigies del cos, tales como formas de vasijas complejo Guazapa son conoci- y técnicas decorativas que deri- das como xantiles y se consideran van del complejo Tollan de Tula un rasgo tolteca del postclásico [Cobean, 1990; Cobean y Masta- temprano [Cook de Leonard, che, 1989; Diehl, 1983]. De hecho, 1956-57: 40; MacNeish, Peterson, el caso puede ser expresado de and Flannery, 1970: 225]. Sin em- manera más fuerte: el complejo bargo, hasta hace poco no se Guazapa reproduce precisamen- conocían en Tula. En 2007, ar- te la mayoría de las formas, modos

La Universidad 35 decorativos y características tec- ductos del desarrollo de la región nológicas del complejo Tollan de del sur de Mesoamérica. Tula. Un ejemplo destacado de Los rasgos no cerámicos esta correspondencia es la simili- también relacionan a Cihuatán y tud de los braseros Las Lajas Bur- Santa María con el centro tolteca do bicónico espigado, idénticos de México. Una lista parcial inclu- a los encontrados en Tula [Acos- ye figurillas estilo Mazapán, figuri- ta, 1956-57: Figura 17,7; Cobean, llas con ruedas, husos o malacates 1990: Figura 193D; Diehl,1983: 104, y técnicas y aspectos formales de Figura 25; Boggs, 1972: Figura 15; la industria de piedra tallada, es- Fowler, 1981: 129-139]. Algunas pecialmente, puntas proyectiles veces, como los braseros gran- bifaciales y puntas de flecha he- des de Tula, llevan una cara efi- chas de fragmentos de navajas gie modelada del dios de la lluvia, prismáticas de obsdiana [Fowler, Tlaloc, del México central [Diehl 1981]. 1983: Láminas 39,40; Boggs, 1972: Los conceptos de plani- 51; Cobean, 1990: Figura 196d]. ficación urbana fueron también Por otra parte, también traídos de Tula a El Salvador por debe resaltarse que los dos grupos los nahuas. El plano del recinto cerámicos decorados principales, ritual central (el llamado Centro Zancudo Polícromo sobre Blanco Ceremonial Poniente) de Cihua- y Jején Polícromo sobre Rojo, no tán es muy evocativo de la zona parecen tener paralelos precisos central de Tula en muchos aspec- en el material publicado de Tula tos y fue quizás aún más parecida o el Valle de México [Cobean, al plan del recinto central de Tula 1990; Cobean y Mastache, 1989; Chico [Cobean y Gamboa Ca- Sanders et al., 1979], aunque las bezas, 2007; Mastache y Cobean, formas y modos decorativos cier- 2000; Suárez Cortés, Healan y Co- tamente son similares. Esta caren- bean, 2007]. De manera especial cia de correspondencia directa se destacan las relaciones espa- de estos grupos podría indicar ciales entre la pirámide principal que las similitudes más cercanas (Estructura P7 de Cihuatán y la con el complejo Guazapa deben Pirámide C de Tula), el juego de buscarse en otra región nahua de pelota y un conjunto de palacio México, tal como el sur de Puebla localizado hacia el sur de la pi- o la costa del Golfo, en Veracruz y rámide principal, un plano neta- Tabasco, o en el sur de Guerrero. mente tolteca en origen [Michael También es posible que sean pro- E. Smith, 2008: 85-89]. Rasgos o

36 La Universidad elementos arquitectónicos, deri- hasta América Central [Borhegyi, vados de las normas arquitectóni- 1965: 40-41; Fowler, 1989a: 30-40, cas toltecas, encontrados en Ci- 41; Jiménez Moreno, 1966: mapa huatán incluyen la construcción 5; Luckenbach y Levy, 1980]. de decoración talud-tablero en En lo que sigue de esta edificios públicos; columnas de sección se ofrece un resumen piedra canto rodado; una estruc- detallado de los datos arqueo- tura redonda, dos juegos de pe- lógicos relevantes de Cihuatán y lota cerrados en forma de I y una Santa María. Después, discuto los estructura alargada con aposen- cambios en los patrones de asen- to adosado formando una T (sala- tamiento en el occidente y centro claustro); almenas de barro co- de El Salvador asociados con la cido, probablemente colocadas llegada de la grupos del comple- como elementos decorativos en jo Guazapa a esta área, duran- los techos de los templos, y siste- te el siglo IX d.C., incorporando mas de drenaje hechos de tubos datos de sitios adicionales en la de arcilla cocida o drenajes recu- discusión. Finalmente, concluyo biertos con lajas o algún tipo de con una consideración sobre los toba [Braniff y Hers, 1998: 63-68; procesos socioculturales asocia- Fowler, 1981: 78-117, 99, 448; Hea- dos con la presencia tolteca en el lan, 1989: 63-64]. occidente y centro de El Salvador Algunos de estos rasgos, en el postclásico temprano. tales como las figurillas con -rue das y efigies de cerámica tamaño Cihuatán y Santa María natural, sugieren conexiones tan- to con la costa del Golfo como Cihuatán, localizado en el río A- con las tierras altas del México celhuate, cerca de la ciudad central [Casasola García, 1976- actual de Aguilares, a 37 km de 77]. Estos paralelos no son nada San Salvador, ha sido investigado sorprendentes ya que las eviden- por un buen número de estudio- cias etnohistóricas y lingüísticas sos desde que fue explorado por indican claramente que grupos Antonio Sol [1929], quien identi- de habla náhuat derivados de ficó el sitio como un centro pipil. los toltecas se expandieron fuera Stanley H. Boggs trabajó en el sitio del centro de México, dirigiéndo- en 1954 y 1965 [Boggs, 1972]. Tres se hacia la región de la costa del proyectos arqueológicos princi- Golfo y procedieron por la parte pales se llevaron a cabo en los baja del Istmo de Tehuantepec años ochenta del siglo pasado,

La Universidad 37 dirigidos por Bruhns [1980], Fowler nales) más importantes del sures- [1981] y Kelley [1988] . te de Mesoamérica durante el Bruhns ha sugerido que postclásico temprano, Cihuatán, «los soberanos de Cihuatán eran fue construido en una localidad de origen foráneo, quizá última- defendible, en una serie de cerros mente de Veracruz o parte de con vista al valle. El área del sitio la oleada de migración tolteca, es extensa, cubre al menos 375 la cual pasaba en Guatemala ha. Consiste de un recinto cere- al mismo tiempo» [Bruhns, 1986: monial principal, conocido como 302]. No hace falta señalar que el Centro Ceremonial Poniente, el esta aseveración está llena de di- cual, como hemos mencionado ficultades. Aparte del problema arriba es muy similar al recinto ri- de las dudas que los especialis- tual de Tula. Este incluye una gran tas han expresado con respecto pirámide de 18 m de altura, 10 edi- a la existencia de una migración ficios o monumentos públicos, dos tolteca a Guatemala [Brown, juegos de pelota en forma de I y 1985; Navarrete, 1976, 1996; Ló- una zona residencial para la eli- pez Austin y López Luján, 2000: te. Adyacente se encuentra una 58], esta declaración no toma en zona residencial combinada con cuenta la distribución del náhuat edificios públicos, conocida como en México, la cual está centra- el Centro Ceremonial Oriente. La da precisamente en la región de zona residencial no-elite se obser- la costa del Golfo [Adams, 1991: va dispersa alrededor de los dos 349-350; Canger, 1983; García sectores principales del epicentro. de León, 1976; Luckenbach and El arreglo de la zona residencial Levy, 1980]. Además, esto evita no elite es muy similar a la de Tula, la pregunta crucial sobre la filia- compuesta de una serie de gru- ción étnica de los ocupantes de pos de casas de tres o cuatro es- Cihuatán. Kelley [1988: 5-7] tam- tructuras de un solo cuarto, loca- bién elude el tema, refiriéndose lizado alrededor de una pequeña más bien a los habitantes de Ci- plaza central [Healan, 1989; Mas- huatán como una «población tache Flores, 1994: 24; Mastache mexicana o mexicanizada», una y Cobean, 1999]. Como en Tula, caracterización que, en vista de el plano de asentamiento residen- las evidencias presentadas aquí, cial de Cihuatán indica la división carece de significado. jerárquica del estatus entre las eli- El centro de uno de los tes y la población no-elite. altepetl (ciudades-estados regio-

38 La Universidad Santa María, un centro re- sitios aparecen repentinamente, gional secundario, localizado a sin antecedentes de un desarrollo 16 km al este-noreste de Cihua- local. Las evidencias arqueoló- tán, fue excavado en 1976 como gicas de estos sitios son más con- parte del Proyecto Arqueológico gruentes con una interpretación Cerrón Grande [Fowler y Earnest, de una migración nahua hacia El 1985; Fowler y Solís, 1976]. La cul- Salvador y toma de territorio en el tura material repite explícitamente valle de El Paraíso en el postclásico todos los aspectos de los de Ci- temprano. huatán. El patrón de asentamien- El fechamiento estilístico to, la arquitectura, la cerámica, del complejo cerámico Guazapa los artefactos de piedra tallada de los dos sitios indica una crono- y las figurillas de los dos sitios son logía sincronizada con el postclá- esencialmente idénticos en forma sico temprano, fase Mazapán del y contenido, con la excepción de Valle de México, convencional- que Santa María no parece tener mente fechada a 950-1200 d.C. una zona residencial de la elite [Blanton et al., 1993: 138-142] o bien definida, tal como hay en Ci- con la fase Tollan de Tula, Hidal- huatán. Santa María fue un sitio go, fechada a 950-1150 [Cobean, más pequeño que Cihuatán, con 1990; Cobean and Mastache, un área de aproximadamente 36 1989]. Los marcadores importan- ha. Como Cihuatán, Santa María tes encontrados en los dos sitios fue localizado en una posición de- son las cerámicas Tohil Plumbate fendible, con una vista del extre- y Nicoya Polícromo (Papagayo y mo oriente del valle, alcanzando relacionados), las cuales fueron una distancia de unos 12 km. ampliamente distribuidas a través Cihuatán y Santa María de Mesoamérica durante este son sitios de un solo componente período [Diehl et al., 1974]. Nóte- (desarrollados en un solo período), se que todas la correspondencias es decir que no proceden de una de cerámica entre Tula y Cihua- continuación de la fase Fogón del tán (resumidas arriba) fechan en valle de El Paraíso [Fowler, 1981: la fase Tollan. 16-27; Fowler and Earnest, 1985]. Fechamientos radiométri- Bruhns y Kelley parecen estar de cos apoyan los fechamientos es- acuerdo con nuestra conclusión tilísticos [Fowler, 1981: 46-53]. Los sobre este punto [Bruhns, 1980: 130- medios calibrados de un grupo de 106,97; Kelley, 1988: 14-16]. Los ele- ocho determinaciones de radio- mentos toltecas descritos de estos carbono, siete de Cihuatán y uno

La Universidad 39 de Santa María, derivados del durante este período y, efecti- programa de computadora de- vamente, buenas evidencias ar- sarrollado por el Quaternary Isoto- queológicas de muchos sitios en pe Lab [1987] de la Universidad el occidente del país también in- de Washington, corren de 774 a dican una presencia nahua, con 1441 d.C. La media más tempra- un inventario de cultura material na pertenece a un nivel de pre- que puede ser agrupado dentro construcción y provee así un ter- del complejo Guazapa o asigna- minus post quem. La media más do a un complejo relacionado. El reciente está asociada a un nivel centro importante de Chalchua- de construcción muy profunda y pa fue probablemente ocupado no es aceptable una fecha tan por nahuas durante el postclásico reciente para ese tipo de contex- temprano. Los nuevos elementos to. Excluyendo estas dos fechas, culturales que aparecen en Chal- el rango de las fechas medias ca- chuapa en el grupo Tazumal en libradas es de 888 a 1226 d.C. Un este período incluyen arquitec- promedio calibrado, tomando en tura de forma talud-tablero, un cuenta los valores relativos [ca- templo con plataforma de planta librated weighted average] de circular, un juego de pelota en for- las cinco determinaciones más ma de I, una efigie de cerámica confiables, es 979 ± 42 antes del tamaño natural de la deidad na- presente: 1023 d.C., con rangos hua Xipe Totec, dos esculturas de calibrados de 998 d.C. [1023] 1150 piedra Chacmool, el tallado bifa- a 1σ de probabilidad y 982 d.C. cial en la industria de obsidiana, [1023] 1160 a 2σ de probabilidad. la obsidiana verde y varios tipos nuevos de cerámica, incluyendo Evidencias del complejo Plomiza Tohil y Polícromo Nicoya. Guazapa en otros sitios Por supuesto, la obsidiana verde y los tipos de cerámica indican Si los argumentos aquí expues- un intercambio más que una filia- tos son aceptados, se afirma la ción etnolingüística. Chalchuapa presencia de una población de exhibe una secuencia muy lar- habla náhuat en el valle de El ga de ocupación prehispánica y Paraíso de El Salvador durante el Sharer [1978: 211-212] interpreta postclásico temprano. Es poco estos cambios como un resulta- probable que Cihuatán y Santa do de aculturación, producto de María fueran los únicos centros los contactos económicos con la de habla náhuat en El Salvador población pipil del área. Sheets

40 La Universidad [1984: 107], por otro lado, interpre- ca tamaño natural de Xipe Totec y ta las evidencias como el indica- Mictlantecuhtli, similares a las cono- dor de la llegada de una nueva cidas de Cihuatán [Boggs, 1976a, población a Chalchuapa durante 1977]. Desafortunadamente, es el postclásico temprano. Estoy de muy poco conocida la cultura ma- acuerdo con Sheets y propongo terial de la región del lago de Gui- que Chalchuapa fue uno de los ja, pero razonablemente puede ser principales centros de los pipiles interpretada como un fenómeno del occidente de El Salvador du- afiliado al complejo Guazapa. rante el postclásico temprano, Un importante centro del probablemente debido en gran complejo Guazapa, localizado parte a la existencia de una ruta cerca de la costa del Pacífico, es de intercambio que operaba en el sitio conocido como Cerro Ula- esta región desde el preclásico ta. Ubicado cerca del cantón de medio, conectando esta zona con Santa María Mizata, en la Cordi- las tierras altas de Guatemala. La llera del Bálsamo del occidente ruta fue cortada por la erupción de El Salvador, este sitio fue men- catastrófica del volcán Ilopango cionado por Lardé [1926: 221] y en el siglo V [Dull, 2001: 16; Dull, Longyear [1944: 78] y documen- Southon y Sheets, 2001] pero reco- tado por el autor en 1988 [Fowler, bró su importancia unos 100 o 150 Amaroli y Arroyo, 1989: 25-27]. Si- años después. Sin embargo, pa- tuado a una altitud de aproxima- rece que Chalchuapa también damente 400 m sobre el nivel del fue el centro de una presencia mar, en la cima del cerro Ulata, teotihuacana significativa en el este sitio obviamente fue localiza- occidente de El Salvador durante do con una consideración defen- el período clásico medio. siva. El camino hacia el cerro es La región del lago de Güija, extremadamente empinado, as- en el departamento de Metapán, cendiendo a unos 200 m en una en el noroeste de El Salvador, es distancia de 1.5 km. En la cima, muy conocida por los petroglifos la cual domina una vista hacia el de la isla de Igualtepeque, los cua- norte, el este y oeste y el océano les representan tanto motivos de Pacífico hacia el sur, se destaca animales fantásticos como caras un recinto ceremonial orientado de Tlaloc [Longyear, 1944: 21; Jimé- linealmente, cubriendo un área nez, 1959]. También han sido en- de aproximadamente 150 a 300 contradas en la zona, cerca de la m. La estructura más grande de ribera del lago, efigies de cerámi- esta construcción en este com-

La Universidad 41 plejo es una pirámide de aproxi- Al noroeste de Cihuatán, madamente 8 m de altura. Otras cerca del pueblo de Tacachico, construcciones monumentales en el departamento de La Liber- ocupan una terraza artificial con- tad, está el sitio de Las Marías, tigua, abajo del recinto ceremo- otro centro del complejo Guaza- nial del sitio. Entre los artefactos pa [Bruhns y Amaroli, 2006]. Las diagnósticos recolectados de la investigaciones en el sitio han sido superficie en 1988 se encontró un dirigidas por Paul Amaroli y Karen tiesto grande de un incensario bi- Bruhns, pero sus resultados toda- cónico Las Lajas Burdo espigado vía no están publicados. Los in- y una punta de flecha hecha en formes preliminares sugieren que navaja prismática. Las Marías puede ser tan grande Cabe mencionar que como Cihuatán, con la misma for- Marlon Escamilla ha organizado ma de plano urbano. el Proyecto Arqueológico Cordi- Cabe mencionar también llera del Bálsamo para compro- el sitio intrigante de Loma China, bar la hipótesis de que en esta en la región del bajo río Lempa, zona existen sitios pipiles del post- del departamento de Usulután en clásico temprano que pueden fe- la zona centro-oriental El Salvador. charse al periodo más temprano Este sitio fue excavado durante de la fase Guazapa; es decir que los años de 1980 a 1983 por Ma- su ocupación posiblemente sea nuel Méndez [1983], asistente del anterior a la de Cihuatán. Departamento de Arqueología En su reconocimiento ar- de la entonces Administración del queólogico de la zona, llevado Patrimonio Cultural, como parte a cabo en 2010, Escamilla [2011] de una operación de salvamen- ha registrado tres sitios nuevos del to asociada a la construcción del complejo Guazapa: Jicalapa, embalse hidroeléctrico San Lo- Miramar y El Panteoncito. Todos renzo. Desafortunadamente, el son sitios relativamente pequeños sitio no fue investigado sistemáti- compuestos de 15 a 20 montículos camente y la cerámica y los arte- arreglados en plazuelas situadas factos no han sido descritos. Sin en planicies angostas (‘lengüe- embargo, es conocido que seis tas’) encima de las aristas más al- entierros fueron excavados, estos tas de la cordillera, a elevaciones estaban asociados a varias vasi- de 400 a 600 metros sobre el nivel jas de cerámica, artefactos de del mar. obsidiana y otros objetos. En un entierro se hallaron 11 vasijas mo-

42 La Universidad nocromas, 13 vasijas Plomiza Tohil, Discusión 34 vasijas Polícromo Nicoya y un vaso piriforme de tipo Anaranja- ¿Qué significan estas evidencias do Fino de la costa del Golfo de fragmentarias expuestas aquí? México. También se encontró en Mientras el número de sitios del este entierro cuatro pequeños dis- complejo Guazapa no es grande, cos de cerámica con decoración probablemente debido a la falta de mosaico de pirita, turquesa, de investigación sistemática, un jadeita y conchas. Dos de los dis- patrón consistente está comen- cos fueron dañados y los motivos zando a definirse, revelando que no se pudieron distinguir. Los otros Cihuatán y Santa María no esta- dos representan a un guerrero o ban solos en el mundo tolteca pi- comerciante tolteca ataviado pil. Aunque las evidencias se pre- con un casco, una coraza, vesti- sentan a manera de bosquejo, do y sandalias. La figura lleva un parece que áreas grandes y sig- escudo en una mano, mientras la nificativas del occidente y centro otra mano estaba extendida ha- de El Salvador fueron invadidas y cia una serpiente emplumada, la ocupadas por una población de cual hace arco sobre la cabeza habla náhuat, relacionada con de la figura humana. Los discos los toltecas, durante el postclási- probablemente eran adornos de co temprano. En algunos casos, la vestimenta del individuo del se asentaron en lugares que ya entierro. También estaban aso- habían sido ocupados por siglos ciados al entierro dos navajas pris- antes, como en Chalchuapa. En máticas de obsidiana verde. Hay otros casos se asentaron en luga- poca duda de que los discos con res como Cihuatán, donde no ha- decoración de mosaico fueron bía ocupación previa. En otros, fabricados en uno de los principa- tomaron una localización defen- les centros toltecas, posiblemente siva tal como en el Cerro Ulata. Es en Tula o Chichen Itzá. Es razo- posible que exista una diferencia nable especular que el individuo temporal con los sitios que se en- con quien fueron enterrados los cuentran en localizaciones defen- discos viajó de lejos a El Salvador dibles en las cimas de la montaña desde algún centro tolteca, quizá establecidos poco antes que los en una misión comercial [Fowler, de los valles interiores. Debe ser 1989a: 42-43; 1995: 156-157]. recordado, sin embargo, que Ci- huatán fue totalmente destruido por un incendio al final de esta

La Universidad 43 ocupación. Este hecho nos aler- Mastache [2001b: 239] han pun- ta sobre hostilidades armadas tualizado, la transformación de durante el postclásico temprano, las instituciones básicas en Meso- entre poblaciones pipiles esta- américa por los toltecas involu- blecidas o entre grupos pipiles y cró cuatro procesos importantes no pipiles. Estos centros defensi- interrelacionados: (1) la expan- vos pueden haberse establecido sión de poblaciones toltecas de tanto en el postclásico temprano habla náhuat hacia regiones más como tardío. Uno puede predecir allá del centro de México; (2) la que más sitios como estos pueden fundación en varias regiones de ser encontrados, especialmente México y Centroamérica de di- en las tierras altas de la cordillera nastías reales que afirmaron su ori- del Bálsamo. Loma China no pa- gen tolteca (generalmente mito- rece estar dentro de este patrón y lógico); (3) la consolidación de un puede ser el único caso con estas sistema enorme de redes comer- características, ya que el sitio fue ciales que se extendieron desde pequeño y provincial, localizado Costa Rica y Nicaragua en el sur en la periferia del bajo Lempa, al hasta Nuevo México y Arizona en este del principal territorio pipil es- el norte y (4) cambios importantes tablecido durante el postclásico en la religión e ideología de los temprano. Quizá, comerciantes pueblos mesoamericanos, inclu- toltecas con su base en un cen- yendo la introducción de deida- tro principal como Cihuatán o Las des nahuas y la difusión de la épi- Marías viajaban hacia la periferia ca del hombre-dios Quetzalcóatl oriental del territorio pipil o al terri- a través del centro de México, torio lenca del oriente de El Salva- Yucatán, las tierras altas de Gua- dor en misiones de intercambio. temala y otras áreas. Cada uno Las migraciones pipiles ha- de estos procesos está claramen- cia Centroamérica y la presencia te revelado cuando analizamos relacionada con los toltecas en El muy de cerca y desde esta pers- Salvador durante el postclásico pectiva las migraciones pipiles y temprano representan un impor- la presencia tolteca en El Salva- tante aspecto de la historia cultu- dor. Ahora examinaremos cada ral de Mesoamérica, un aspecto uno de estos procesos. que hasta muy recientemente no Como es bien conoci- fue apreciado por su impacto en do, el siglo X fue una época de el mundo tolteca. Tal como Ro- turbulencia social y política en berto Cobean y Alba Guadalupe el México central, lo que trajo el

44 La Universidad colapso de los principales centros fuera del centro de México y co- epiclásicos, tales como Cacaxtla menzaron a posicionarse en otros y Xochicalco y el establecimien- territorios y regiones tal como la to de la gran ciudad de Tollan costa del Golfo de Veracruz y Ta- en Tula, Hidalgo, como la capital basco, sino también a otros gru- del imperio tolteca [Evans, 2004: pos étnicos que fueron desplaza- 370-373]. El centro de la cultura dos por los movimientos nahuas. coyotlatelco de Tula Chico [Co- Algunos de estos grupos aparen- bean y Mastache, 2001a], que temente viajaron hacia el este había sido fundado alrededor del hasta Yucatán. Otros, por varias año 650 d.C., fue destruido por un razones económicas y políticas, incendio a mediados del siglo IX continuaron su migración hacia el (Robert H. Cobean [comunica- sur. Llegando a El Salvador, ellos ción personal, 14-8-2002] reporta encontraron un vasto y fértil terri- un cambio en la cronología de torio relativamente despoblado, Tula que hace retroceder todas ya que el colapso del reino maya las fases por 50 años) [véase tam- clásico de Copán probablemen- bién Evans, 2004: 357-358; López te resultó en una reducción de la Austin y López Luján, 1996: 166, población en el occidente y cen- 182-183; Suárez Cortés, Healan y tro de El Salvador durante el siglo Cobean, 2007]. Cobean y Mas- IX tardío. Los grupos de habla tache [2001b: 270] especularon náhuat que llegaron a la región que este evento podría haber es- sureste de Mesoamérica en esta tado asociado al conflicto entre época encontraron una gran los seguidores del rey sacerdote oportunidad de colonización y Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl y expansión. Posteriormente, Tollan los del culto del dios Tezcatlipoca fue refundada a principios del si- con su sacerdote Huemac [Ni- glo X [Suárez Cortés, Healan y Co- cholson, 2001]. Así, la destrucción bean, 2007: 50] y hay que supo- de Tula Chico, aproximadamente ner que el Estado tolteca dirigía en el año 850 d.C., puede marcar expansiones comerciales y posi- la expulsión de Quetzalcóatl y la blemente también colonistas a inauguración de los movimientos tierras distantes, aprovechando la de poblaciones fuera de Tula. Es- existencia de rutas de intercam- tos movimientos representan los bio conocidas y enlaces cultura- comienzos de la diáspora tolteca; les en aquellas zonas. involucraron no solo a grupos de Con respecto a la procla- habla náhuat, quienes migraron mación de herencia tolteca por

La Universidad 45 las dinastías reales, todos los gru- bernantes kaqchikeles y k’iche’s pos étnicos en el centro de Méxi- de las tierras altas mayas, quizás co durante el postclásico tardío más a través de Chichen Itzá que querían trazar su conexión con de Tula [Carmack, 1968; 1981: 44- la dinastía real tolteca para legi- 52; Florescano, 1999: 44-51; Fox, timizar su soberanía [López Austin 1978: 272-275, 1980; Hill, 1996: 65]. y López Luján, 2000: 43]. El mejor Sin embargo, cabe mencionar ejemplo conocido, por supuesto, que Cihuatán puede haber sido es aquel de los mexicas, quienes considerado una Tollan durante adquirieron su conexión con una el postclásico temprano [Pohl, dinastía tolteca legítima a través 1999a: 178-179]. Considerando los de su primer emperador Acama- numerosos reclamos por la heren- pichtli del centro epitolteca de cia tolteca de grupos indígenas Culhuacán [Evans, 2004: 450-451; dentro y más allá del centro de Smith, 2003: 34, 44]. Esta prácti- México y la urgencia sociopolíti- ca fue también común entre los ca de parte de estos grupos para grupos no nahuas, fuera del área trazar su conexión con la civiliza- del centro de México, quienes ción tolteca, parece justificada la más frecuentemente hicieron la hipótesis de que los grupos pipiles conexión mítica o simbólica, más de Cihuatán y otros centros del que genética o históricamente. complejo Guazapa de El Salva- Quizás el más famoso de tales dor se consideraban nada más y ejemplos es el caso del rey mixte- nada menos que verdaderos tol- ca 8 Venado ‘Garra de Jaguar’, tecas con una conexión histórica quien viajó a un centro conocido y simbólica directa con la Tollan como Tollan para recibir su ya- de Tula, Hidalgo. caxihuitl o nariguera tolteca y ser Las redes comerciales bien transformado simbólicamente en desarrolladas —el tercer proceso un teuhctli o señor de un teccalli de Cobean y Mastache— forma- (casa noble) [Byland y Pohl, 1994: ron una parte crucial del sistema 138-147; Flannery y Marcus, 1983; económico tolteca y los bienes López Austin y López Luján, 2000: exóticos llegaron a Tollan de to- 46, 65; Marcus, 1994: 253, Figuras das partes de Mesoamérica y el 12.2, 12.3, 12.4; Smith, 1973: 71-72, suroeste de Estados Unidos. Los figuras 55, 60, 61; Pohl, 1994: 84, sitios del complejo Guazapa en El 1999a: 188, 1999b: 193]. También Salvador también participaron en son bien conocidas las putativas nexos comerciales de larga dis- conexiones toltecas de los go- tancia, los cuales trajeron recursos

46 La Universidad de obsidiana desde Guatemala, El cuarto proceso mencio- conchas marinas y otros produc- nado por Cobean y Mastache tos de la costa del Pacífico, la tiene que ver con los cambios en cerámica Plomiza Tohil y Polícro- la religión, la idelogía y la intro- mo Nicoya, desde sus respectivas ducción de deidades nahuas a áreas de manufactura, y proba- través de Mesoamérica durante blemente un número de artícu- el postclásico temprano [D. Ca- los perecederos no preservados rrasco, 1982; López Austin y López arqueológicamente tales como Luján, 2000]. Los sitios del comple- pieles de animales y plumas de jo Guazapa, especialmente del pájaros tropicales. A principios área de Cihuatán, son dignos de del siglo XVI, el área central de El mención por las efigies de deida- Salvador fue especialmente des- des nahuas de cerámica tamaño tacada por la producción de tex- natural, principalmente de Xipe tiles de algodón y manufactura Totec. Representaciones de Tla- de teñidos de añil [Fowler, 1989a: loc, Mictlantecuhtli y Huehueteotl 172-178] . Podríamos especular también se han encontrado. No que uno de los principales pro- puede haber duda de la filiación ductos comercializados desde nahua de estas deidades y por Cihuatán a cambio de otros bie- extensión, uno infiere que la mi- nes fueron los textiles de algodón gración pipil trajo a El Salvador teñido. El cacao es frecuente- nuevos conceptos religiosos y mente mencionado como uno cosmológicos que habían origina- de los artículos de gran interés en do entre las poblaciones nahuas la producción prehispánica en el tempranas, algo muy parecido sureste de Mesoamérica. Pero Ci- como Tula en sí mismo. Por ejem- huatán no estaba localizada en plo, elementos importantes de la una región productora de cacao. cosmovisión nahua son reflejados Los mercaderes de Cihuatán más en la planificación de los espacios bien intercambiaban textiles de sagrados de Cihuatán y Tula, los algodón por cacao [Kelley, 1988: cuales muestran una relación es- 158-162]. La obsidiana era otro pacial casi idéntica entre las prin- bien controlado y comercializado cipales plataformas de templos, por los habitantes de Cihuatán y juegos de pelotas, el tzompantli y era un producto importante en su otras estructuras (véase la discu- economía [Fowler et al., 1987; Ke- sión de Cobean and Mastache lley, 1988: 195-200]. [2000, 2001b] del recinto ritual de Tula).

La Universidad 47 Podemos estar seguros, El modelo de colonización entonces, de que las migraciones y el establecimiento de los grupos El modelo de colonización im- de habla náhuat en el occidente plica una migración directa del y centro de El Salvador fueron una Estado y el asentamiento en tie- parte importante de los cambios rras distantes del territorio-núcleo, drásticos que los toltecas introdu- primariamente con propósitos de jeron sobre toda Mesoamérica expansión de la política de domi- durante el postclásico temprano. nación y explotación económi- Sin embargo, un debate conside- ca. Otro de los objetivos que el rable siempre existe con respec- Estado persigue con colonizar es to a la naturaleza precisa de los el proselitismo religioso. La colo- sitios del complejo Guazapa en nización normalmente toma lugar El Salvador. Corriendo el riesgo en una serie de oleadas; la prime- de la simplificación, uno puede ra oleada implica una conquista reconocer dos interpretaciones militar, con ejércitos expertos y opuestas respecto a este tema. especializados. De tal modo que La primera posición vería los cen- los ejércitos son compuestos ex- tros del complejo Guazapa como clusivamente de tropas de hom- colonias comerciales auspiciadas bres quienes frecuentemente por el Estado tolteca. Se puede toman mujeres compañeras de hacer referencia a esta posición la población conquistada o colo- como el ‘modelo de coloniza- nizada y sientan los procesos de ción’. La segunda posición vería aculturación entre la población estos sitios como evidencias de dominante y la cultura subordina- una expansión lenta e indepen- da. Raramente una colonización diente de los movimientos de po- en esta primera oleada puede in- blación nahua, la cual en efecto, volucrar a una población demo- se había separado del Estado tol- gráficamente diversa, incluyendo teca. Se puede hacer referencia tanto a mujeres y niños como a a esta posición como el ‘mode- hombres, quienes se implican de lo de expansión independiente’. forma directa en la colonización. En las páginas siguientes vamos En la mayoría de los casos, sin em- a examinar brevemente algunas bargo, una colonia con una com- de las implicaciones de ambos posición demográfica diversa se modelos. desarrolla dentro de la primera o segunda generación, después de la dominación inicial, ya que

48 La Universidad las mujeres y los niños siguen a los bién tiene consecuencias econó- hombres como miembros de fa- micas. La colonización abarca milias hacia la tierra colonizada. actividades económicas tanto Los miembros de familia, siguien- para la subsistencia como para do en el patrón de la conquista, la acumulación de riqueza perso- incrementan el número de espe- nal. Pero los colonizadores tam- cialistas de ocupación en la co- bién están interesados en enviar lonia. Artesanos especializados riqueza en especie a la nación de con oficios tales como carpinte- origen. Los pagos en especie fre- ros, albañiles, herreros y sastres se cuentemente toman la forma de instalan en la nueva tierra y son metales preciosos, pero también ellos quienes fabrican y distribu- incluyen otros recursos natura- yen artículos que reflejan el centro les, productos de la agricultura o de origen de los especialistas. Los bienes manufacturados. En situa- comerciantes forman otro seg- ciones coloniales más desarrolla- mento de la población colonial y das, los colonizadores demandan proveen un vínculo con el Estado pagos de impuestos en especie materno. Los estilos de la arqui- para los Estados de origen. El tectura colonial también reflejan movimiento de bienes en sentido sus centros de origen. Los espe- contrario, generalmente toma la cialistas religiosos, generalmente, forma de adquisición de bienes también incrementan en número codiciados en la tierra nativa, artí- durante las primeras generacio- culos de comida y bebida valiosos nes, sucediendo el escenario de en la colonia, vasijas, contenedo- conquista inicial y en algunas si- res y utensilios para el almacena- tuaciones procuran propagar la je de comida y bebidas; artículos religión de su origen entre los nati- de vestir y adornos personales. La vos del territorio colonizado. adquisición, consumo y distribu- Normalmente, los miem- ción de tales artículos llegan a for- bros de la colonia en una tierra mar parte importante del intento extranjera mantienen contactos continuo por mantener la identi- regulares con los gobernantes o dad cultural de los colonizadores. administradores de la nación de La aplicación del mode- origen. Estos contactos son el re- lo de colonización para interpre- sultado de la alianza política que tar la naturaleza de la presencia es mantenida entre la colonia y tolteca en El Salvador enfatiza la nación de origen. La continui- las extraordinarias similitudes de dad de la alianza política tam- la planificación urbana, la arqui-

La Universidad 49 tectura y la cultura material entre cias en Tula de artículos que con- Tula y Cihuatán. Es decir, al en- firmen una relación de comercio contrar estas similitudes de ma- o tributo con El Salvador, aunque nera muy fuerte, uno podría pre- bien podría tratarse de bienes pe- ferir el modelo de colonización recederos, tales como el cacao y como la mejor explicación de los los textiles de algodón. El modelo datos empíricos. Sin embargo, de colonización es ciertamente ciertas expectativas del mode- digno de considerar; sin embar- lo de colonización no están muy go, creo que la explicación alter- bien apoyadas por los datos de nativa es más probable. Cihuatán y otros sitios. Uno de los problemas más grandes es la falta de bienes u objetos que podrían ser interpretados como el resul- El modelo de expansión tado del contacto regular con independiente Tula. Especialmente la falta de artefactos de obsidiana verde, Esta tesis propone una migración cuyo hallazgo se podría esperar de grupos de habla náhuat del de Cihuatán, si los habitantes o altiplano central de México ha- los gobernantes efectivamente cia Centroamérica que actuaron mantenían el contacto con Tula. por iniciativa propia, sin el apoyo Otro problema es la falta de es- o auspicio del Estado tolteca. En cultura de piedra, tales como contraste con el modelo de colo- soportes atlantes, serpientes em- nización, el cual involucra motivos plumadas o Chacmools (aunque económicos, políticos y religiosos un Chacmool burdo es conocido explícitos, el único motivo en la de Chalchuapa). Sin embargo, expansión independiente es la cierto grado de continuidad en búsqueda de un espacio vital, un el contacto con la cultura tolteca objetivo anhelado por muchos (aunque no necesariamente con grupos del postclásico mesoame- Tula en sí mismo) es claramente ricano. Como un paralelo histó- indicado por la presencia de cier- rico podríamos considerar, por tos tipos de cerámica en Cihua- ejemplo, las migraciones chichi- tán y el resto de sitios de la épo- mecas del noroeste de México ca (discutidos arriba), los cuales hacia el altiplano central durante paralelamente aparecen en Tula el postclásico tardío, las cuales solamente en la fase Tollan. Otro trajeron poblaciones nahuas ha- problema es la falta de eviden- cia el valle de México después

50 La Universidad del colapso de Tula, o las migra- una caracterización final, podría- ciones tempranas de los primeros mos notar que los colonizadores mexicas —las migraciones de Az- independientes llevan su propia tlán o Chicomoztoc, en la perife- religión e ideas cosmológicas ria noroeste mesoamericana de consigo cuando invaden nuevas los grupos que participaron en la tierras y en este aspecto veríamos fundación de Tenochtitlan. Estos una pequeña diferencia de la fueron movimientos de grupos ét- conducta del Estado auspiciador nicos enteros organizados por un colonista. líder carismático tal como Xolotl ¿Como serían las correla- de los chichimecas o Tenoch de ciones de la cultura material de los mexicas. Las historias políticas una expansión independiente? de estos grupos migrantes son Uno esperaría amplias similitudes complejas, pero lo que importa entre la cultura de los inmigran- para el argumento presente es tes y la cultura de los Estados de que una vez que arribaron en el origen, tales como en los artículos valle de México, estos grupos se de uso diario como herramientas, establecieron en zonas donde armas, vasijas y contenedores tenían posibilidad de prosperar para comida y bebida. Los pla- y florecer, eventualmente desa- nos urbanos y formas de residen- rrollando su propio Estado pode- cias también deberían tener una roso. Ellos no tramaron alianzas semejanza cercana a los proto- políticas con el Estado de origen y tipos de su tierra natal, aunque si eran obligados a pagar tributos algunas modificaciones pueden por una política de dominación, ocurrir. Las expresiones religiosas algunas veces se rebelaron y las significativos como representacio- hostilidades llegaron a ser motivos nes de deidades u objetos usados para la migración continuada. en los rituales deben ser esencial- Por ejemplo, Matos Moctezuma mente idénticos a los de la cultura [1995: 55] sugiere que los mexicas de la tierra de origen. Aun así, al- pagaban tributos a los toltecas gunas divergencias serían eviden- de Tollan y que ellos más tarde tes. Uno esperaría, por ejemplo, atacaron Tollan, contribuyendo que con el paso del tiempo y la al colapso de la ciudad-estado exposición a otras tradiciones cul- tolteca a mediados del siglo XII. turales, alguna mezcla estilística A finales del siglo XII el mismo pro- ocurriría en la fabricación de los ceso fue repetido por los tepa- artículos de uso diario. El comple- necas de Atzcapotzalco. Como jo cerámico de los grupos inmi-

La Universidad 51 grantes, quizá, agregaría nuevas pequeñas cantidades de obsidia- formas y elementos decorativos, na verde, no en Cihuatán, sino en mientras se mantienen las técni- otros sitios pipiles en el occidente cas esenciales, los elementos y y centro de El Salvador. las cualidades de las formas bá- sicas de la cerámica del lugar de Conclusiones origen. Desde mi punto de vis- ta, esto es lo que vemos cuando En este artículo hemos vincula- comparamos el complejo Guaza- do las migraciones pipiles con pa con el complejo Tollan de Tula. la llamada diáspora tolteca. Sin Las vajillas de servicio utilitario o embargo, la diáspora tolteca diario cambiarán con el tiempo. consistió de varios grandes mo- Los grupos cerámicos Tamulasco vimientos poblacionales. Hemos y García Rojo de Cihuatán no tie- identificado tres acontecimientos nen antecedentes o paralelos en claves en la historia de Tollan en el complejo Tollan de Tula, aun- Tula, Hidalgo, México, que provo- que las formas de estos dos gru- caron migraciones de grupos de pos son similares a las de la cerá- Tula hacia el este y el sureste de mica de Tula. Mesoamérica: (1) el colapso de Si los contactos regula- Tula Chico a mediados del siglo res con la tierra de origen no son IX, (2) la reformulación del Estado mantenidos, algunos rasgos serían tolteca y su fundación nueva en perdidos o reemplazados. Los bie- Tula Grande durante el siglo X y nes disponibles por medio de una (3) el colapso del Estado tolteca red comercial de larga distancia, de Tula Grande a mediados del tales como las vasijas de los tipos siglo XII. Plomiza Tohil y Polícromo Nicoya Hemos vinculado el com- serían adquiridas, pero quizá, con plejo Guazapa de El Salvador menos frecuencia. Cihuatán de- y las primeras migraciones pipi- pendía mucho de la obsidiana les principalmente con el primer para hacer implementos de cor- evento, el colapso de Tula Chico. tar y tallar. La obsidiana verde de Propongo que grupos de habla Pachuca, Hidalgo, si no estuviera náhuat abandonaron y fueron disponible de la tierra tolteca, se- expulsados de Tollan al final de ría reemplazada por obsidiana de la fase Corral, es decir, cerca del Guatemala [Fowler et al., 1987]; 850-950 d.C., como parte de los algunos contactos esporádicos eventos relacionados con la ex- podrían explicar la presencia de pulsión de Tollan del rey Topiltzin

52 La Universidad Quetzalcoatl y su facción [Suárez corporaría aspectos de ambos Cortés, Healan y Cobean, 2007: modelos. No sería imprudente 50]. Algunos fueron hacia la re- argumentar que los movimientos gión de la costa del Golfo de Ve- de expansión independiente re- racruz y Tabasco, algunos hacia sultaron en la llegada de muchos el oriente de y noreste de Puebla, grupos de habla náhuat a Cen- algunos hasta Guerrero, algunos troamérica, mientras la coloniza- viajaron hasta Yucatán para par- ción directa del Estado tolteca ticipar el la fundación de la dinas- fue responsable de algunas colo- tía de Kukulkan en Chichen Itzá. nias comerciales en el área. Por Otros continuaron hacia el sur del ejemplo, el asentamiento pipil de Istmo de Tehuantepec y a lo largo Soconusco, en el sureste de Chia- de la costa del Pacífico de Gua- pas, podría verse muy bien como temala y El Salvador donde ellos el resultado de una colonización establecieron muchas dinastías motivada por las actividades de filiación tolteca pipil. comerciales directas del Estado Hemos presentado dos auspiciador, por el control del modelos teóricos que pueden comercio del cacao de Soconus- explicar las migraciones pipiles: co. El sitio Loma China, descrito un modelo de colonización y un anteriormente, podría verse muy modelo de expansión indepen- bien como una colonia comercial diente. Además de la evaluación tolteca, o más precisamente, un de las evidencias de la cultura pequeño enclave comercial. La material presentada aquí, la cro- ubicación de este sitio en la fron- nología de radiocarbono de Ci- tera entre territorio pipil y territorio huatán favorece la hipótesis de lenca es intrigante. Loma China la llegada a El Salvador de grupos fue, sin embargo, mucho más pe- relacionados a los toltecas, desde queño, menos complejo y menos mediados hasta finales del siglo X, diversificado que un sitio epitol- lo cual encaja bien con el modelo teca principal como Cihuatán o de la expansión independiente, si Santa María. estos grupos se desplazaron poco Otro juego de problemas, a poco durante el curso de varias los cuales no han sido abordados generaciones tal y como muchos en este ensayo, tiene que ver con otros grupos nahuas documenta- la relación entre las sociedades dos históricamente lo hicieron. pipiles del complejo Guazapa del Es posible, por supuesto, postclásico temprano y los pipiles crear una reconstrucción que in- de Cuscatlán y el occidente del

La Universidad 53 país del postclásico tardío, quie- of Archaeology and Ethnology, nes controlaron la mayor parte Harvard University, tomo 63, no. 1. del centro de El Salvador cuando Peabody Museum, Cambridge, los españoles y sus aliados indí- Mass. genas arribaron en 1524. Al igual que Tula, Cihuatán fue saqueada ------[1991]. Prehistoric y quemada probablemente a Mesoamerica, edición revisada. mediados del siglo XII. ¿Pudo este University of Oklahoma Press, Nor- evento estar relacionado con el man. colapso de Tula y qué conexión tenían los pipiles de Cuscatlán Agrinier, Pierre [1978].«A Sacrificial con este evento? Muchas más Mass Burial at Miramar, Chiapas, evidencias e investigaciones se- Mexico». Papers of the New World rán necesarias para resolver este Archaeological Foundation, 42. problema. Por ahora, hemos es- Brigham Young University, Provo. tablecido que el mundo tolteca en el postclásico temprano se ex- Alvarado, Pedro de [1934].«Carta- tendió hacia los fértiles y populo- relación a Hernán Cortés, Utatlán, sos valles del occidente y centro 11 de abril de 1524; Carta-relación de El Salvador. Esperamos que fu- a Hernán Cortés, Guatemala, 28 turas investigaciones pongan más de julio de 1524». En Libro viejo de atención al complejo Guazapa y la fundación de Guatemala y pa- su importancia en la historia cul- peles relativos a D. Pedro de Alva- tural de El Salvador y el sureste de rado. Sociedad de Geografía e Mesoamérica. Historia, Guatemala.

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66 La Universidad La Costa del Bálsamo durante el postclásico temprano (900-1200 d.C.): Una aproximación al paisaje cultural nahua-pipil Marlon Escamilla

Desde el altiplano central mexi- vador [Fowler, 1989a]. Dentro de cano hasta tierras centroameri- las características más relevantes canas, los nahua-pipiles prota- de los asentamientos de la fase gonizaron masivos movimientos Guazapa, descrita por Fowler migratorios durante los periodos [2011] para el postclásico tem- clásico tardío (600-900 d.C.) y prano, se pueden mencionar dos: postclásico (900-1524 d.C.). Aun- la ubicación y la arquitectura es- que es difícil establecer una fe- tratégicamente defensiva. Por lo cha exacta de la llegada de los general, estas características de- grupos nahua-pipiles a Centro- fensivas eran aprovechadas por américa, existe evidencia lingüís- las sociedades nahuas a través tica, histórica y arqueológica que de procesos de apropiación del indica una fuerte migración pipil paisaje natural de ciertos rasgos durante el postclásico temprano geomorfológicos, transformándo- (900-1200 d.C.). Para el periodo los en paisajes culturales. Sin em- de la Conquista (1524), los gru- bargo, las razones por las cuales pos nahua-pipiles se encontra- los grupos nahua-pipiles migraron ban localizados en el sureste de hacia este particular paisaje y la la costa pacífica centroamerica- situación sociopolítica que emer- na, sureste de las tierras altas de gió a raíz de este movimiento po- Guatemala y específicamente en blacional son aún ambiguas. la parte central y oeste de El Sal-

La Universidad 67 En el presente artículo se con angostas planicies, extraordi- analizarán los recientes descu- narios riscos y angostos valles. Este brimientos de sitios arqueológi- paisaje natural —que hoy en día cos postclásicos registrados en nos cautiva— fue el mismo paisa- la Costa del Bálsamo, desde una je que cautivó a diferentes grupos perspectiva de la arqueología culturales, viajeros e investigado- del paisaje, por el Proyecto Ar- res en el pasado. queológico Costa del Bálsamo Ephraim Squier, en su visi- (PACB). Asimismo, se discutirán las ta que realiza a Centroamérica posibles razones por las cuales los durante el año de 1853, describe nahua-pipiles migraron desde el la Costa del Bálsamo como una altiplano mexicano, la situación zona en la cual los indígenas se en- sociopolítica que emergió y hasta contraban casi totalmente aisla- qué punto las similitudes que exis- dos, permitiendo la conservación ten en el patrón de asentamiento de su lengua —el antiguo náhuat y la cultura material entre los sitios o mexicano— sus costumbres y sus del área de Tula en las tierras altas antiguos rituales. Squier puntualiza centrales de México y los sitios re- que la conservación de estas tra- gistrados en la Costa del Bálsamo diciones culturales es el producto en El Salvador son el reflejo de un del difícil acceso de la zona y de proceso de emulación asociado la hostilidad de los indígenas. Por a una posible diáspora migratoria. lo general, menciona Squier, estos asentamientos se encuentran ubi- La Costa del Bálsamo y sus cados en las partes altas de los ce- asentamientos pipiles rros que se encuentran paralelos, bajando hacia la costa. Muchas Ubicada en el sector sur-oeste del preguntas intrigantes emergen actual territorio salvadoreño, la al leer la descripción de Squier: Cordillera del Bálsamo conforma ¿quiénes eran los grupos indígenas una espectacular barrera natu- que observó? ¿Qué filiación cultu- ral que interactúa con el Océa- ral tenían? ¿Por qué se asentaron no Pacífico y los valles internos en este particular paisaje? En base (Figura 1). Una de sus principales a la mención del náhuat como características geomorfológicas lengua utilizada y a la toponimia son las impresionantes ‘lengüetas’ de diversos pueblos y asentamien- que descienden desde una altura tos locales se puede inferir que la aproximada de 1500 msnm hasta zona estaba poblada por grupos el nivel del mar, formando crestas de filiación nahua.

68 La Universidad Figura 1. Ubicación de algunos de los sitios arqueológicos perte- necientes al complejo Guazapa. El sector ampliado presenta sitios registrados en la Costa del Bálsamo.

Actualmente, el Departamento las investigaciones mencionadas de Arqueología de la Secreta- y en base al interés temático del ria de Cultura (Secultura) cuenta presente artículo, destacan dos con un inventario aproximado de investigaciones: el Proyecto Izal- más de 25 sitios arqueológicos co, dirigido por William R. Fowler registrados en la Cordillera del durante la temporada de 1988, y Bálsamo. Aunque se han desarro- el Reconocimiento Arqueológico llado importantes proyectos de en la Cooperativa San Isidro, diri- investigación arqueológica en el gido por Miriam Méndez en el año pasado, que abarcan algunos 2007. sectores puntuales de la cordillera William Fowler [1989], du- [Fowler et al., 1989; Amaroli, 1986, rante la temporada de 1988, diri- 1992; Escamilla, 1999; Revene y gió el Proyecto Izalco, planteaba Bruhns, 2007; Méndez, 2007], esta dentro de sus objetivos y metas aún constituye una zona poco la ubicación y el registro de sitios explorada. En base a lo anterior, arqueológicos pipiles de los pe- la Costa del Bálsamo, hasta cier- riodos postclásico y colonial en to punto, puede ser considerada la región de los Izalcos y la Costa como una zona prístina para la in- del Bálsamo [Fowler et al., 1989]. vestigación arqueológica, poten- En total, visitaron 41 sitios arqueo- cializando la ubicación de sitios lógicos, 26 de los cuales fueron re- arqueológicos no registrados. De gistrados por primera vez. El resto

La Universidad 69 fueron sitios ya registrados que se Miriam Méndez [2007] revisitaron para actualizar datos. como parte de una consultoría Uno de los sitios relevantes des- solicitada por la Cooperativa San crito a raíz de este Proyecto es el Isidro, desarrolla un reconocimien- sitio Cerro de Ulata, ubicado en el to arqueológico en dicha Coope- municipio de Teotepeque, depar- rativa, ubicada en el municipio tamento de La Libertad (Figura 1). de Tamanique, departamento Aunque este sitio fue registrado de La Libertad. Como resultado por Lardé [1926] y mencionado de esta consultoría se registraron por Longyear [1944], es hasta la 4 sitios arqueológicos, El Cabro, El visita que realizan los investiga- Guiliguiste, El Tecolote y El Cam- dores del Proyecto Izalco cuando po, los cuales presentan similitu- se desarrolla por primera vez una des en su patrón de asentamiento descripción detallada del mis- y en su cultura material. Méndez mo. En el informe preliminar del concluye que estos sitios registra- Proyecto Izalco, los autores des- dos dentro de la Cooperativa San tacan el difícil acceso al sitio y el Isidro pueden ser interpretados alto grado de depredación del como pequeños asentamientos mismo. La interpretación del sitio domésticos que probablemente Cerro de Ulata como un asen- fueron regidos por un sitio mayor. tamiento de la fase Guazapa se Asimismo, Méndez, en base a la basa en la similitud en el patrón ubicación estratégicamente de- de asentamiento, la arquitectura fensiva de los sitios y a la identifi- y la cerámica con el sitio Cihua- cación de tipos cerámicos como tán, por lo cual se considera que Las Lajas, ubica cronológicamen- ambos sitios son contemporáneos te a los sitios en el postclásico [Fowler et al., 1989]. Asimismo se temprano. Aunque Méndez no registró un tiesto de un incensario menciona que los sitios registra- del tipo Las Lajas Burdo espiga- dos en la Cooperativa San Isidro do descrito en Cihuatán [Fowler, pertenecen a la fase Guazapa, 1981]. Fowler concluye que los es muy probable que estos perte- sitios del postclásico temprano nezcan a dicha fase. muestran una tendencia a estar Recientes investigaciones ubicados en lugares altos, como arqueológicas [Escamilla, 2010] en la cima de cerros, probable- en el área de la Cordillera del Bál- mente como una estrategia emi- samo han permitido la identifica- nentemente de defensa [Fowler ción y el registro de sitios arqueo- et al., 1989]. lógicos de filiación nahua-pipil del

70 La Universidad postclásico temprano (900-1200 vados, por lo cual la descripción d.C.) en la zona geográfica de la que se presenta a continuación Costa del Bálsamo. En su mayoría es preliminar, se espera imple- estos sitios prehispánicos son pe- mentar el programa de excava- queños asentamientos que mues- ción durante la temporada de tran una arquitectura y un patrón campo 2011-2012. de asentamiento estratégica- mente defensivos, conformado Sitio Jicalapa por montículos bajos, pequeñas plazuelas, plataformas y posibles El sitio arqueológico Jicalapa se puestos de vigilancia. Aunque la encuentra ubicado en el munici- investigación arqueológica en es- pio de Jicalapa, departamento tos sitios es mínima aún, se puede de La Libertad, específicamente inferir que el uso de estos espacios al sur del actual pueblo de Jica- pudo estar asociado a contextos lapa (Figura 1). El sitio se localiza domésticos, cívico-ceremoniales sobre la parte alta de la loma y de control. En referencia a la La Nancera, a una altura de 475 geomorfología, estos sitios se en- msnm. El asentamiento se en- cuentran ubicados en las angos- cuentra delimitado hacia el norte tas planicies de las partes altas de por el actual pueblo de Jicalapa, las crestas o lengüetas, optimizan- al sur por el final de la lengüeta do al máximo el control del pai- conocida como La Nancera, la saje a través de la altura, la pla- cual desciende de 475 msnm a nicie y lo angosto del espacio. A 100 msnm, hasta el lugar donde continuación se presenta la des- convergen el río San Pedro con el cripción de tres sitios, Jicalapa, río de Cupa, que junto con el río Miramar y El Panteoncito, registra- El Carrizo son afluentes del río La dos por el Proyecto Arqueológico Perla. Hacia el este lo limita el río Costa del Bálsamo (PACB) du- San Pedro y hacia el oeste el río El rante la temporada 2010. Cabe Carrizo. mencionar que durante esta tem- El sitio está conformado porada solamente se realizó un por 18 estructuras de las cuales 15 reconocimiento arqueológico, el son montículos y están divididos cual incluyó el registro y mapeo en tres grupos y distribuidos sobre de sitios arqueológicos, así como tres diferentes terrazas (Figura 2). la recolección superficial de ma- La distribución espacial de las es- teriales culturales. Hasta la fecha tructuras se da a lo largo del eje estos sitios aún no han sido exca- norte-sur, el cual es determinado

La Universidad 71 Figura 2. Plano del sitio arqueológico Jicalapa.

por la topografía de la lengüeta. tema constructivo aparentemen- El grupo A, ubicado en el límite sur, te está conformado por rocas presenta siete montículos (M1-M7) volcánicas. No se logró identificar distribuidos sobre la Terraza 1. De en la superficie ningún tipo de re- igual forma el grupo B está com- pello. Actualmente, la angosta puesto por siete montículos (M7- lengüeta en la cual se ubican las M14) ubicados sobre la Terraza 2. estructuras se encuentra dividida Finalmente, en el límite norte, se en diferentes parcelas, por lo me- encuentra ubicado el grupo C, el nos se lograron contar cinco par- cual contiene un montículo (M15) celas divididas por cercos. El uso asociado a una roca con una de- de la tierra actualmente es agrí- presión cóncava, a manera de cola, algunas parcelas presentan cúpula, en su parte superior. En su maíz y frijol, otras no presentan mayoría, los montículos son bajos, siembra alguna. En términos de con alturas que oscilan entre 0.5 conservación, el sitio se encuen- m y 1 m, a excepción del montí- tra relativamente bien conserva- culo 14 que presenta una altura do, a excepción del montículo 14 aproximada de 2 m. En algunos que presenta huellas de saqueo y casos se logró documentar los el montículo 10, que ha sido parti- límites de plataformas rectangu- do por la mitad debido a que una lares y alineamientos de piedras vereda cruza sobre el mismo. ubicados en la angosta planicie Dentro de los materiales de la cresta de la lengüeta. El sis- recolectados se logró identifi-

72 La Universidad car material lítico como puntas Sitio Miramar de flecha de obsidiana negra, fragmentos de manos y meta- El sitio arqueológico Miramar se tes. Respecto a la cerámica se encuentra ubicado en el munici- logró identificar algunos tiestos pio de Tamanique, departamento del tipo cerámico Las Lajas. En de La Libertad, específicamente términos de distribución espacial, en los terrenos de la Cooperativa es impresionante cómo los anti- Acahuaspán (Figura 1). El sitio se guos pobladores aprovecharon localiza aproximadamente a 1 km al máximo el angosto espacio al noroeste del Peñón El Cabro, de la cresta de la lengüeta, que sobre una corta y angosta pla- en muchas ocasiones no supera nicie alta de la loma El Cabro, a los 20 m en su eje este-oeste. Sin una altura de 605 msnm. El asen- duda alguna, la apropiación de tamiento se encuentra delimitado este paisaje en particular estuvo hacia el norte por la prolongación en parte determinada por las ca- de la lengüeta, al sur nuevamen- racterísticas geomorfológicas que te por la prolongación de la len- el área presenta, las cuales fueron güeta y por el Peñón El Cabro. aprovechadas con el objetivo de Hacia el este lo limita la quebrada construir asentamientos estraté- El Cusuco, descendiendo de 605 gicamente defensivos. Aunque msnm hasta 400 msnm, y hacia el todavía falta mucho por investi- oeste con el río Acahuaspán, des- gar, Jicalapa se puede conside- cendiendo hasta 400 msnm. rar como un sitio habitacional en El sitio está conformado el cual se desarrollaban prácticas por 14 montículos con una distri- de control o vigilancia. bución espacial de las estructuras En base a los materiales a lo largo del eje noroeste-sureste, culturales recolectados y al pa- el cual está determinado por la trón de asentamiento, los cons- topografía de la lengüeta (Figura tructores y habitantes del sitio Ji- 3). El extremo sureste del sitio pre- calapa pueden ser considerados senta una distribución de estruc- como grupos asociados a la fase turas agrupadas y está confor- Guazapa, quienes se asentaron mada por los montículos M2 - M6, en la zona durante el postclásico los que parecen formar una pe- temprano. queña plazuela. El resto de mon- tículos (M7-M14) se encuentran relativamente alineados a lo lar- go del eje noroeste-sureste y dis-

La Universidad 73 Figura 3. Plano del sitio arqueológico Miramar.

tribuidos sobre el sector más an- Miramar le pertenece a la Coo- gosto de la lengüeta. En base a perativa Acahuaspán, el uso de su ubicación, aparentemente los la tierra actualmente es agrícola, montículos 1 y 14 sirvieron como con siembras de maíz y frijol. En espacios de control o vigilancia. términos de conservación, el sitio Aunque en la Figura 3 solamen- se encuentra relativamente bien te se presenta la distribución de conservado. 14 montículos, cabe puntualizar Dentro de los materiales que hacia al costado oeste de la recolectados se logró identifi- lengüeta, descendiendo aproxi- car material lítico como puntas madamente 40 m, se registraron de flecha de obsidiana negra, dos montículos (M15 y M16) que fragmentos de manos y metates. probablemente sirvieron como Debido a que el sitio fue pros- espacios de control o vigía. La pectado cuando el maíz y el frijol altura de los montículos oscila en- estaban crecidos, se dificultó un tre 1 y 2 m. El sistema constructivo poco la recolección de material. aparentemente está conformado A pesar de ello, se logró identifi- por rocas volcánicas. No se logró car cerámica postclásica. En tér- identificar en superficie ningún minos de distribución espacial, al tipo de repello. Debido a que el igual que el sitio Jicalapa, los an- terreno donde se ubica el sitio tiguos pobladores aprovecharon

74 La Universidad al máximo el angosto espacio de cuentra delimitado hacia el norte la cresta de la lengüeta, que en por la prolongación de la lengüe- algunos trayectos no superaba ta y por el cantón y caserío San los 20 m, lo cual también denota Isidro, al sur por la prolongación una apropiación del paisaje con de la lengüeta. El Panteoncito características geomorfológicas se encuentra aproximadamente que fueron aprovechadas en tér- 1.5 km al norte del sitio Miramar, minos defensivos. Aunque el sitio sobre la misma lengüeta. El límite no ha sido excavado todavía, se oeste está marcado por el final puede considerar que el sitio Mi- de la lengüeta, la cual desciende ramar tuvo un uso habitacional de 610 msnm a 541 msnm. El extre- en el cual se desarrollaban prác- mo este presenta una pequeña ticas de control o vigilancia y pro- prolongación de la lengüeta que bablemente, prácticas ceremo- posee un eje este-oeste y termina niales. descendiendo de 610 msnm a 400 Al igual que Jicalapa, el msnm. sitio Miramar puede estar asocia- El sitio está conformado do a grupos de la fase Guazapa, por 21 estructuras que se encuen- lo anterior se infiere en base a los tran divididas en siete grupos (Fi- materiales culturales recolecta- gura 4). La distribución espacial dos, al patrón de asentamiento de las estructuras se da a lo largo y a las características geomorfo- de dos ejes, un eje largo orienta- lógicas del paisaje apropiado, el do de norte a sur y un eje corto cual fue aprovechado y explota- orientado de este a oeste; ambos do en términos defensivos. ejes forman una L invertida que está determinada por la topo- Sitio El Panteoncito grafía de la lengüeta. El grupo A, ubicado en el límite norte, pre- El sitio arqueológico El Panteon- senta tres montículos (M1, M2 y cito se encuentra ubicado en el M3), distribuidos sobre una plata- municipio de Tamanique, depar- forma formando una plazuela. El tamento de La Libertad, especí- grupo B, ubicado en el límite este, ficamente en los terrenos de la está compuesto por dos montícu- Cooperativa San Isidro (Figura los (M13 y M14) formando tam- 1). El sitio se localiza sobre la par- bién una plazuela. El grupo C se te alta y en el sector norte de la encuentra ubicado sobre el eje loma El Cabro, a una altura de norte-sur y está conformado por 610 msnm. El asentamiento se en- tres montículos (M4, M5 y M6) los

La Universidad 75 Figura 4. Plano del sitio arqueológico El Panteoncito.

cuales forman una pequeña pla- grupos F y G con respecto a los za. El grupo D, ubicado sobre el demás grupos no está a escala. eje norte-sur, está compuesto por En su mayoría, los montículos son cuatro montículos (M7, M8, M9 y bajos, con alturas que oscilan en- M10) que forman también una tre 0.5 m y 1.5 m. En algunos casos plazuela. El grupo E se encuentra se logró documentar los límites de ubicado sobre el eje norte-sur y plataformas rectangulares y ali- está conformado por dos montí- neamientos de piedras ubicadas culos construidos sobre una pla- en los límites de la planicie superior taforma, formando una pequeña de la lengüeta. El sistema cons- plaza. Aproximadamente 0.5 km tructivo aparentemente está con- al norte del grupo E, siempre so- formado por rocas volcánicas. No bre el eje norte-sur, se encuentran se logró identificar en la superficie los grupos F y G. El grupo F está ningún tipo de repello. Debido a conformado por tres montículos que el terreno donde se ubica el (M15, M16 y M17) que forman sitio El Panteoncito le pertenece a una pequeña plaza. Finalmente, la Cooperativa San Isidro, el uso el grupo G marca el límite sur del de la tierra actualmente es agrí- sitio y está compuesto por cua- cola, con siembras de maíz y frijol. tro montículos (M18, M19, M20a En términos de conservación, el y M21), formando una pequeña sitio se encuentra relativamente plaza. Cabe mencionar que en bien conservado. la Figura 4, la distancia entre los

76 La Universidad Dentro de los materiales área de la Costa del Bálsamo. Los recolectados se logró identifi- habitantes de El Panteoncito pue- car material lítico como puntas den ser interpretados como un de flecha de obsidiana negra, grupo de la elite que controlaba fragmentos de manos y metates. diversas prácticas culturales, tales Acerca de la cerámica, se logró como prácticas religiosas asocia- identificar algunos tiestos del tipo das a rituales, prácticas agrícolas y cerámico Las Lajas. En términos prácticas de control de comercio. de distribución espacial, es impre- En base a los materiales sionante cómo los antiguos pobla- culturales recolectados, al patrón dores aprovecharon al máximo la de asentamiento y a la apropia- cresta de la lengüeta y el angosto ción del paisaje, los constructores espacio de la misma, algunos tra- y habitantes de los sitios Jicalapa, yectos de la lengüeta no supera- Miramar y El Panteoncito pue- ban los 20 m en su eje este-oeste. den ser considerados como gru- Al igual que los sitios Jicalapa y pos nahua-pipiles asociados a la Miramar, la apropiación de este fase Guazapa, quienes se asen- paisaje en particular estuvo en taron en la zona de la Costa del parte determinada por las carac- Bálsamo durante el postclásico terísticas geomorfológicas que el temprano, probablemente como área presenta, las cuales fueron parte de las primeras oleadas mi- aprovechadas con el objetivo gratorias que estaban llegando de construir asentamientos de- desde el altiplano mexicano has- fensivos, como se ha dicho. Aun- ta la costa pacífica centroameri- que falta mucho por investigar, El cana. Panteoncito se puede considerar Desde la perspectiva de como un sitio cívico-ceremonial la arqueología del paisaje, la cual en el cual se desarrollaban prác- basa su enfoque en la idea que ticas rituales, ejercicio de control, los seres humanos construyen y vigilancia y poder político. Asimis- transforman su medio ambien- mo, es probable que el sitio fuese te de una manera fundamental, utilizado como área habitacional los asentamientos nahua-pipiles restringida para miembros de la de la Costa del Bálsamo brindan elite. una oportunidad para explorar A diferencia de los sitios diferentes aspectos, entre ellos Jicalapa y Miramar, el sitio El Pan- manifestaciones de adopción teoncito probablemente funcio- y transformación del paisaje. En nó como un centro rector en el algunos casos, estas manifesta-

La Universidad 77 ciones y transformaciones son el culturales como formas de vida, producto de procesos migratorios prácticas sociales, percepción y de apropiaciones simbólicas de del entorno y apropiaciones del lugares y espacios deseados. Pro- espacio y el paisaje, entre otros bablemente la Costa del Bálsamo aspectos. El concepto de paisaje fue interpretada por los grupos es interpretado como el producto migratorios nahua-pipiles como el de diversos factores sociales y de lugar idóneo para el desarrollo de agencia humana. A diferencia de apropiaciones del paisaje, no solo la percepción del paisaje como en términos prácticos sino tam- un rasgo natural, la arqueología bién simbólicos, como parte de del paisaje interpreta al paisaje un proceso de emulación con la mismo como una construcción finalidad de conservar prácticas cultural. Existen diferencias onto- culturales identitarias. lógicas entre los investigadores En base a lo anterior, se que interpretan al paisaje como pueden formular muchas pregun- una entidad independiente al ser tas interesantes en relación a las humano y aquellos investigadores migraciones nahua-pipiles: ¿se que interpretan al paisaje como puede considerar este movimien- una construcción a través de la to de población como el resulta- agencia del ser humano [Preucel do de un proceso de migración? y Hodder, 1996]. Knapp y Ashmo- ¿O este movimiento de población re [1999] enfatizan las diferencias puede estar asociado a una diás- en el uso del concepto de paisaje pora migratoria? Si es así, ¿qué en arqueología como una transi- tipo de condiciones produjo esta ción de la conceptualización del diáspora? ¿Cuáles fueron las con- paisaje como algo pasivo a una secuencias sociales, demográfi- percepción activa que va más cas y políticas de esta diáspora allá de una entidad compleja re- migratoria? lacionada con el diario vivir de los seres humanos. ¿Migración o diáspora? El movimiento de personas Movimiento y apropiaciones a través del paisaje podría estar del paisaje relacionado con varias razones. Stanley Tambiah [2000] señala La antropología, a través de la dos posibles tipos de movimien- arqueología, ofrece la oportuni- tos de población: 1) una migra- dad de explorar el pasado con el ción voluntaria de personas que objetivo de reconstruir aspectos llevan con ellos una variedad de

78 La Universidad habilidades profesionales y prác- sándose en la definición de diás- ticas culturales en busca de me- pora de Safran, sugiere que las jores oportunidades económicas diásporas son muy variables, pero y oportunidades de vida, con el la mayoría involucran las siguien- fin de establecerse de una ma- tes características comunes: a) nera permanente o temporal, y la dispersión de un lugar natal, a 2) un desplazamiento involuntario menudo traumática, a dos o más causado ya sea por agitación o regiones extranjeras; b) una me- inestabilidad política, guerra civil moria colectiva y mítica acerca o por desastres naturales. Tanto del lugar de origen, incluyendo su los migrantes voluntarios como ubicación, su historia y sus logros; los involuntarios pueden ser inter- c) una fuerte conciencia de gru- pretados como una formación po étnico sostenida durante un de comunidades diásporicas. prolongado periodo de tiempo y Samir Dayal [1996] afirma que el basada en un sentido de carác- concepto de diáspora es más ter distintivo, en una historia co- útil como categoría discursiva mún y en la creencia de un des- que brinda o esclarece asuntos tino en común, y d) una relación complejos sobre la complicidad problemática con las sociedades o connivencia multicultural. Parti- de acogida, sugiriendo una falta cularmente importante es el con- de aceptación o al menos la po- cepto de una representación del sibilidad de que otra calamidad ‘tipo ideal’ de la diáspora [Safran, pudiera acontecerle al grupo. To- 1991]. William Safran sostiene que das las características anteriores las comunidades dispersas de un deben ser identificables y recono- ‘centro’ original hacia un lugar cibles en el registro arqueológico. ‘periférico’ mantienen una memo- Bruce Owen [2005] sugiere que ria o un mito acerca de su tierra las correlaciones arqueológicas natal o tierra de origen. Sin em- de la diáspora deben ser recono- bargo, estas comunidades creen cibles de la siguiente manera: a) que no son, o que tal vez no se- la dispersión de la cultura material rán plenamente aceptados por de un lugar de origen podría estar su país, nación, estado o pueblo asociada cuando esta aparece de acogida. Al mismo tiempo ven bruscamente en asentamientos su hogar ancestral como un lu- permanentes como una secuen- gar de eventual retorno, un lugar cia de largo plazo en la zona pe- para mantener o restaurar. Asi- riférica. Esta cultura material ope- mismo, Robin Cohen [1997], ba- ra en ámbitos de comunicación

La Universidad 79 como, por ejemplo, en la ropa, basado en el habitus practicado decoración corporal y decora- en su tierra natal y replicado en su ción cerámica, entre otros, y en el nuevo territorio. ámbito del habitus, por ejemplo, en el uso del espacio en contex- Investigadores y estudio- tos domésticos y ceremoniales, las sos han debatido a lo largo del prácticas funerarias, entre otros; tiempo la afiliación cultural de los b) el mito y la memoria colectiva pueblos nahua-pipiles, la ubica- sobre la tierra natal pueden estar ción de los sitios arqueológicos y asociados con la aparición de las características geomorfológi- iconografía particular o prácticas cas del paisaje elegido por ellos rituales; c) la fuerte conciencia [Amaroli, 1986, 1992; Batres, 2009; del grupo étnico conservada en Bove, 2002; Brunhs, 1980, 1986, un periodo de tiempo prolonga- 2005, 2006; Brunhs y Amaroli, 2009; do puede estar asociada con la Chinchilla, 1996, 1998; Fowler,1981, identidad permanente manteni- 1985, 1988, 1989a, 1989b, 1989c, da por una generación o más, a 1991, 1995, 2005, 2011; Fowler et través de la cultura material com- al., 1989]. Sin embargo, la eviden- partida, en particular en aquellos cia disponible indica que durante rasgos relacionados con un estilo el postclásico temprano (900-1200 distintivo de identidad, por ejem- d.C.) los asentamientos pipiles plo, ropa, decoración de cerá- estaban distribuidos por todo el mica, símbolos, entre otros; d) la centro y oeste de El Salvador. Dos relación problemática con las so- de las principales características ciedades de acogida puede es- de estos asentamientos son su tar asociada a los asentamientos ubicación en la parte alta de los ubicados en lugares estratégica- cerros y la arquitectura amuralla- mente defensivos, por ejemplo, da, lo que refleja consideraciones sitios localizados en la cima de los defensivas [Fowler, 1989a]. Asimis- cerros, sitios amurallados, entre mo, estos asentamientos se cons- otros. Las identidades colectivas truyeron en suelos prístinos, lo que de las comunidades en diáspora significa que no se ha documen- son fundamentalmente definidas tado ocupación alguna que date por una relación continua con antes del año 900 d.C. en los sitios su tierra de origen. Es importante de la fase Guazapa. Sin embargo, destacar que esta identidad co- las razones por las cuales los gru- lectiva puede ser construida en pos nahua-pipiles adoptaron esta base a un proceso de emulación particular geomorfología defensi-

80 La Universidad va aún no están claras. ¿Cuál fue complejo Coyotlatelco: 1) las co- la situación socio-política que sur- munidades asentadas en lo alto gió como resultado del movimien- de las colinas, y 2) los asentamien- to de la población nahua-pipil en tos situados en pendientes con El Salvador durante el postclásico una elevación baja. Por lo gene- temprano (900-1200 d.C.)? ¿Cuá- ral, los sitios ubicados en las partes les fueron las razones que motiva- altas están casi siempre rodeados ron la elección y apropiación de de acantilados o pendientes muy una ubicación defensiva? ¿Exis- pronunciados, esta configuración ten sitios nahua-pipiles no defen- ofrece una excelente posición sivos en el postclásico temprano? defensiva y ofensiva en términos ¿Quién era el grupo cultural que de estrategia militar. Estos asen- habitaba la zona a la llegada de tamientos defensivos podrían es- los grupos nahua-pipiles? ¿Esta- tar relacionados con la situación ban desplazando los nahua-pipi- sociopolítica que se vivía en la les a comunidades locales de fi- región de Tula. La cultura de Tula liación diferente a la nahua-pipil? se centró en dos recintos cere- ¿O se encontraban batallando moniales: Tula Chico al norte y entre sí con el objetivo de contro- Tula Grande al sur. Las primeras lar la tierra y el comercio? ¿Está etapas de Tula Chico se constru- relacionada la apropiación física yeron y ocuparon durante la fase del paisaje defensivo de la Costa Prado (ca. 650-750 d.C.) y pare- del Bálsamo con un proceso de ce haber sido el centro principal emulación del lugar de origen? hasta la fase Corral (ca. 750-850 Las implicaciones de estas pre- d.C.). Existen pruebas que indican guntas son importantes, ya que que Tula Chico fue abandonado resaltan las transformaciones cul- alrededor del año 800 y 850 d.C., turales a través de la apropiación después de lo cual se intensificó del paisaje y la imposición de una la construcción arquitectónica plantilla nueva en él. hacia el sur, en el centro de Tula Mastache y Cobean Grande [Mastache et al., 2002]. [1989], basándose en la investiga- La situación sociopolítica ción realizada en el altiplano cen- entre Tula Chico y Tula Grande tral mexicano, específicamente podría estar asociada y ser inter- en la región de Tula —el posible pretada como una de las razo- lugar de origen del pueblo nahua- nes que motivaron la migración pipil— observaron dos tipos de diaspórica desde las tierras altas asentamientos asociados con el centrales de México hasta Cen-

La Universidad 81 troamérica. Conjuntamente, las sus asentamientos en las angostas características de los asentamien- planicies de las crestas del sistema tos defensivos son particularmen- de lengüetas de la Costa del Bál- te importantes porque podrían samo (Figura 5). Aunque el patrón estar relacionados con una emu- de apropiación del paisaje pare- lación simbólica practicada por ce ser el mismo, la funcionalidad los nahua-pipiles en la Cordillera de los sitios difiere. El sitio Jicalapa del Bálsamo. y Miramar presentan similitudes en la distribución del espacio, ambos Consideraciones finales sitios probablemente fueron utili- zados como áreas habitacionales Considerado como uno de los con cierto grado de prácticas ce- mejores ejemplos de movimien- remoniales. Por el contrario, en el to de población a gran escala caso del sitio El Panteoncito, este en la historia cultural del Nuevo parece haber funcionado como Mundo, las migraciones postclá- un sitio rector cívico-ceremonial sicas de los grupos nahua-pipiles desde el cual la elite controlaba continúan planteando diferentes las prácticas políticas, ceremo- interrogantes relacionadas con niales y comerciales. las razones que motivaron a es- Actualmente existen dos tos grupos a migrar en diferentes posibles interpretaciones por las oleadas durante el clásico tar- cuales los nahua-pipiles constru- dío y el postclásico temprano, y yeron sus asentamientos en la sobre cuáles fueron las razones Costa del Bálsamo. Por un lado, la socio-culturales que originaron la Cordillera ofrece características adopción, apropiación y transfor- topográficas que pudieron ser mación del particular paisaje del explotadas desde una perspec- la fase Guazapa en el actual terri- tiva militarista, adoptando luga- torio salvadoreño. res estratégicamente defensivos. Los recientes descubri- ¿Por qué defensivos? ¿Quiénes mientos arqueológicos registra- eran los grupos culturales que se dos por el Proyecto Arqueológico encontraban coexistiendo duran- Costa del Bálsamo (PACB) permi- te el postclásico temprano? ¿De ten proponer un patrón cultural de qué grupos culturales se estaban apropiación del paisaje durante defendiendo? ¿Fueron grupos el postclásico temprano. En él los satelitales de filiación maya o ha- grupos nahua-pipiles se encontra- brán sido grupos de filiación na- ban adoptando y construyendo hua? Las extremas características

82 La Universidad Figura 5. Vista hacia el sur del montículo 12 del sitio El Panteonci- to. Nótese el grado de inclinación de la topografía en el costado este. defensivas de estos sitios hacen de preservar su identidad y desa- suponer una actividad socio-po- rrollar prácticas culturales que los lítica hostil en la cual los nahua- diferenciaran de los demás gru- pipiles establecieron sus prácticas pos culturales contemporáneos a culturales. ellos. Por otro lado, es posible Con respecto a las razo- que estos asentamientos fueran nes que motivaron a los grupos construidos en el pasado por gru- nahua-pipiles a migrar desde el pos culturales que no solamente altiplano central mexicano hasta aprovecharon los recursos am- la costa pacífica centroamerica- bientales y topográficos que la na, probablemente el modelo zona ofrece, sino también se be- de una diáspora migratoria sea neficiaron de posibles recursos el que más se aplica. En base a simbólicos que el paisaje local les la definición propuesta por Safran ofreció. Probablemente la apro- [1991] sobre diáspora, la cual piación y modificación de este sostiene que las comunidades tipo de paisaje de altura esté aso- dispersas ‘periféricas’ mantienen ciada a una emulación simbólica una memoria o un mito acerca de los nahua-pipiles con relación de su tierra natal o tierra de ori- a su lugar de origen, el altiplano gen ‘centro’, al mismo tiempo central mexicano, con el objetivo ven su hogar ancestral como un

La Universidad 83 lugar de eventual retorno, un lu- con una introducción repen- gar para mantener o restaurar; los tina de cultura material. Algu- grupos nahua-pipiles mantuvieron nos aspectos de la arquitectu- una fuerte memoria y un mito so- ra nahua-pipil, como los juegos bre su tierra natal. Esta memoria de pelota en forma de I, tem- se ve reflejada en los materiales plos a manera de plataformas culturales, en el patrón de asen- con diseño de talud-tablero, tamiento y en la apropiación del sitios amurallados o empaliza- paisaje durante la fase Guazapa dos y particulares prácticas de en la Costa del Bálsamo. Los pro- enterramiento podrían estar blemas socio-políticos entre Tula relacionados con asentamien- Chico y Tula Grande, los cuales tos de ocupación prolongada, conllevaron al abandono de Tula con el fin de mantener una Chico alrededor del año 800-850 identidad particular. Los sitios d.C., probablemente sean razo- arqueológicos del altiplano nes que motivaron la diáspora central de México, como La nahua-pipil. Mesa, se encuentran ubicados Con el fin de determinar en la parte alta de una colina y si estos asentamientos están aso- presentan elementos arquitec- ciados a una diáspora migrato- tónicos como muros, terrazas, ria, en base al modelo de Owen plataformas y numerosas ba- [2005], se proponen las siguientes ses rectangulares y circulares correlaciones arqueológicas: [Mastache y Cobean, 1989]. 1. La dispersión de la cultura 2) La memoria colectiva y el material tanto en los ámbitos mito acerca del lugar de ori- comunicativos y de habitus. gen. Algunos materiales cultu- Este aspecto se puede ana- rales, tales como representa- lizar en las características de ciones de deidades mexicanas la cerámica y la arquitectura. en cerámica y lítica, podrían La introducción de grupos ce- estar relacionados con una rámicos asociados a grupos fuerte memoria colectiva en nahua-pipiles en El Salvador, referencia a su lugar mítico de tales como figurillas de ruedas origen. del tipo Costa del Golfo, flau- 3) Fuerte conciencia del grupo tas cerámicas, figurillas del esti- étnico mantenida a lo largo lo Mazapán, cerámica del tipo del tiempo. La ocupación per- Plomiza Tohil y Las Lajas, entre manente de los asentamientos otras, puede estar asociada se podría asociar con una fuer-

84 La Universidad te conciencia de grupo étni- pone, con el fin de mantener co sostenida durante un largo el recuerdo de su tierra natal y tiempo, en base a un sentido con la posibilidad de un even- de carácter distintivo. El obje- tual retorno. tivo de esto sería mantener la El paisaje cultural de la identidad de la comunidad Costa del Bálsamo durante el de origen por una generación postclásico temprano refleja una o más, reflejada en la cultura complejidad social relacionada material compartida. con la adopción de lugares tan- 4) La relación conflictiva con to estratégicamente defensivos grupos culturales locales. La como simbólicos. Aunque aún apropiación de los lugares de- existen muchas preguntas por fensivos en aprovechamiento responder en relación al paisaje de las características geomor- cultural de los grupos nahua-pi- fológicas del paisaje podría piles en la Cordillera del Bálsamo, estar vinculada a una relación actualmente los datos arqueo- problemática con los grupos lógicos recolectados y analiza- culturales locales. Asimismo, dos indican que las migraciones esta práctica podría estar re- postclásicas de los grupos nahua- lacionada con una emulación pipiles probablemente estuvieron simbólica basada en apropia- asociadas a un modelo de diás- ciones del paisaje practicadas pora migratoria, en la cual los es- en su lugar de origen. Lo ante- tos grupos se apropiaron y trans- rior se refleja en el hecho que formaron un paisaje defensivo de existen sitios arqueológicos del difícil acceso, como las lengüetas mismo periodo cultural en el al- de la Costa del Bálsamo (Figura tiplano central mexicano que 6). Esta apropiación del paisaje muestran el mismo patrón de no solamente se realizó con fines asentamiento, entre ellos pue- defensivos, estratégicamente mi- den mencionarse: La Mesa, litaristas, sino con fines simbólicos Magoni, Atitalaquia, Batha, a través de un proceso de emu- Tanthé, El Xithi y El Águila [Four- lación simbólica con su lugar de nier y Bolaños, 2007]. Todas las origen, el altiplano mexicano. prácticas culturales explica- El desarrollo del Proyecto das anteriormente podrían es- Arqueológico Costa del Bálsamo tar relacionadas con el ‘tipo (PACB) constituye una oportu- ideal’ de representación de nidad para ampliar el conoci- lugares que Safran [1991] pro- miento sobre las primeras oleadas

La Universidad 85 Figura 6. Vista hacia el sur de la lengüeta El Cabro. En primer plano se observa el Peñón El Cabro. Esta fotografía fue tomada desde el montículo 1 del sitio Miramar.

migratorias de los grupos nahua------[1992] «Linderos y geo- pipiles durante el postclásico tem- grafía económica de Cuscatlán, prano desde una perspectiva de provincia pipil del territorio de El la arqueología del paisaje. Dicha Salvador». Mesoamérica 21:41-70. perspectiva intenta abrir nuevas corrientes de interpretación que Batres, Carlos [2009]. «Tracing the permitan interrelacionar lo ma- ‘Enigmatic’ Late Postclassic nahua- terial, lo social y lo ideológico en pipil (A.D. 1200-1500): Archaeological relación a la apropiación de es- study of Guatemalan south pacific pacios y paisajes. coast». Master of Art, dissertation. Southern Illinois University Carbon- dale. Bibliografía Bove, Frederick Joseph [2002]. Amaroli, Paul [1986]. «En la bús- «The Archaeology of Late Post- queda de Cuscatlán: Un proyec- classic Settlements on the Guate- to etnohistórico y arqueológico». mala Pacific Coast». En Incidents Manuscrito inédito. San Salvador: of Archaeology in Central Ameri- Patronato Pro-Patrimonio Cultural. ca and Yucatan: Essays in Honor of Edwin M, Shook, editado por

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90 La Universidad Etnicidad chorotega en la frontera sur de Mesoamérica

Geoffrey McCafferty

«Etnicidad» es un concepto de difícil La ambigüedad de dicho aplicación a las poblaciones vivien- concepto, que tiene cualidades tes. Esto, en gran parte, se debe a objetivas y subjetivas, ha sido con- la naturaleza dinámica y a las com- siderada por antropólogos tales plejas relaciones de las identidades como Barth [1969] y Cohen [1974]. sociales, que incluyen religión, na- La etnicidad subjetiva representa cionalidad, estatus y ascendencia. aquellos conceptos internaliza- Etnicidad es también un término dos de identificación propia que contextual y fluido, como la publi- son significativos, con expresio- cidad de la cerveza Corona: «en nes externas que corresponden el día de St. Patrick todos somos ir- solo coincidentemente. Por ejem- landeses». Este concepto, además, plo, un individuo indígena pue- es relativamente nuevo, antropoló- de mantener fuertes conexiones gicamente hablando: evolucionó con su comunidad a pesar de a mediados del siglo XX, a partir que haya adoptado en el exte- del rechazo del concepto de raza rior características de la cultura [Bentley, 1987]. Los antropólogos predominante. Alternativamente, reconocieron que existe una pre- la etnicidad objetiva puede ser ponderancia de las características expresada a través de símbolos culturales sobre los rasgos biológicos más visibles como la vestimenta, y por ende, la etnicidad se convirtió la ornamentación o el lenguaje, en un tapiz de fibras sociales. entre otros rasgos. Mientras estos

La Universidad 91 pueden ser útiles para señalar del pasado [consultar también identidad y para excluir a ‘otros’, McGuire, 1982]. también pueden expresar mensa- Un caso de estudio más jes mixtos y contener significados relevante para este tema es una idiosincráticos. Por esta y otras ra- serie de investigaciones sobre la zones, los antropólogos contem- etnicidad nahua en el centro de poráneos son cautelosos en el uso México [Berdan et al., 2008; Stark del concepto de «etnicidad», que and Chance, 2008]. Empleando a menudo es muy complicado un rango de evidencia etnohistó- para un uso práctico como herra- rica, arqueológica y artística, un mienta de análisis [Bentley, 1987]. equipo de investigadores evaluó Igualmente, arqueólogos conser- el concepto de etnicidad nahua vadores abandonan cualquier in- antes de la Conquista, asociado tento de reconocer etnicidad en con el imperio Azteca, y también el pasado y califican este esfuerzo el de los descendientes coloniales como una locura total. y actuales. El ejemplo más rele- Una arqueóloga que le ha vante del tema es el de Barbara dedicado atención considerable Stark [2008]. Ella describe la iden- a la arqueología de etnicidad es tificación de la etnicidad nahua Siàn Jones [1997], con un enfoque en el Golfo de México y sus rela- en Europa antigua. Tal vez por la ciones con los nahuas cholultecas intensidad del nacionalismo de la de la región poblana en el altipla- región y por la abundante infor- no de México para el postclásico mación textual y artística disponi- medio. Para la región llamada ble, la etnicidad es más discutida ‘Sauce’, Stark considera rasgos dentro de un esquema arqueo- como patrones de asentamiento, lógico. Un aporte importante del rituales domésticos y un rango de trabajo de Jones es el valor de cultura material como cerámica combinar información arqueoló- policromada, formas de vasijas, gica con modelos históricos para figurillas y uso de obsidiana. Entre inferir potenciales símbolos impor- sus conclusiones, Stark dice que tantes de identidad, incluyendo las expresiones de la identidad ét- identidad étnica. Este enfoque de nica varían en relación con fuer- combinación —combinar arqueo- zas externas, como en el imperio logía e historia— ofrece un pode- Azteca, y que en el caso de Sau- roso potencial para sobrellevar ce la etnicidad fue situacional. algunos de los desafíos de identifi- Este ensayo presenta una car cualidades de grupos étnicos aplicación similar al enfoque de

92 La Universidad combinación de etnicidad ar- Aunque no está documentado a queológica usando el estudio de fondo por los primeros cronistas, caso de Centroamérica poco an- sus raíces mesoamericanas han tes del contacto. Interpretaciones servido para compararlos con po- recientes del mundo mesoameri- blaciones autóctonas de lengua cano sostienen que la frontera sur chibcha. En total, la afirmación estaba localizada en la región de de identidad cultural mesoame- la Gran Nicoya, en el Pacífico de ricana es clara, aunque su base Nicaragua y Noroeste de Costa sea en fuentes históricas. Rica [Carmack y Salgado, 2006; Esta evidencia histórica Smith and Berdan, 2003]. Estos ar- fue enriquecida a través de la gumentos están basados en evi- historia del arte por académicos dencia etnohistórica y lingüística como Samuel Lothrop [1926], Do- de poblaciones que hablaban ris Stone [1982] y Jane Day [1994], náhuat y oto-mangue en el área, quienes consideraron fuertes ele- al momento de la conquista es- mentos estilísticos ‘Mixteca-Pue- pañola a principios del siglo XVI bla’ en la cerámica polícroma de [Abel-Vidor, 1980; Ibarra, 2001; Fi- la zona. Prominente entre estos gura 1]. elementos están las imágenes de Algunos cronistas como la serpiente emplumada, un ras- Oviedo [1950], Torquemada go diagnóstico del culto de Quet- [1975-83] y Motolinia [1951] regis- zalcóatl que se propagó a través traron detalles de las culturas de de Mesoamérica en el epiclásico la región, incluyendo el panteón y postclásico temprano [Ringle et mexicano, el sistema de calenda- al., 1998]. rios y las prácticas rituales [Fowler, La combinación de la 1989; León Portilla, 1971]. La ma- cerámica polícroma del estilo yor parte de la información per- Mixteca-Puebla con elemen- tenece a los nicaraos, hablantes tos etnohistóricos sugieren una de la lengua náhuat. Este pueblo ideología religiosa del centro de adopta el origen del nombre de México, así como también la ce- su rey, Nicaragua, posteriormente rámica de origen de Cholula en el resto de la nación retomó dicho la ideología de los inmigrantes nombre como parte de su identi- chorotegas en Centro América, dad. Se cree que los chorotegas lo que despertó mi curiosidad. hablantes de la lengua oto-man- Debido a mi interés, a lo largo de gue pertenecen a una migra- la carrera en la arqueología, en ción más temprana en la región. la etnicidad y la arqueología de

La Universidad 93 Cholula [McCafferty 1989, 2003, micos, incluyendo Nigel Davies 2007], viajar a Nicaragua me pa- [1977], han sugerido que «la vida reció la oportunidad ideal para de un hombre Viejo» corresponde estudiar uno de mis temas favori- al doble de un ciclo de 52 años tos en tierra virgen, hablando ar- del calendario mesoamericano, queológicamente. Mi trabajo en es decir, 104 años. Siete u ocho Cholula usualmente consideraba ciclos antes que Torquemada, la transición del periodo clásico pondría las migraciones alrede- al postclásico, cuando poblacio- dor del 750 u 850 d.C. Un estima- nes relacionadas con los Mayas, do más conservador, de un solo conocidas como ‘olmeca-xica- ciclo, pondría a las migraciones lanca’, emigraron hacia el centro alrededor de 1200 - 1250. Des- de México. Junto con la llegada afortunadamente, estos dos pe- de los olmeca-xicalanca se in- riodos corresponden a cambios trodujeron las primeras muestras dramáticos en el registro arqueo- de cerámica polícroma del estilo lógico del Pacífico de Nicaragua: Mixteca-Puebla, algunas son mar- el primero corresponde a la tran- cadamente similares a la cerámi- sición entre los periodos Bagaces ca polícroma temprana del Pa- y Sapoá, cuando los rasgos meso- cífico de Nicaragua [McCafferty americanos comienzan a apare- y Steinbrenner, 2005a]. Siguiendo cer. El segundo se da durante la las especulaciones sugeridas por transición del periodo Sapoá al el gran etnohistoriador mexicano Ometepe, cuando presuntamen- Wigberto Jiménez Moreno [1942, te los nahua-nicaraos reemplaza- 1966], las migraciones de estos ron a los chorotegas en la región enigmáticos olmecas, pueden ser de Rivas. los responsables de ambas migra- A partir del año 2000, in- ciones: de Cholula y de la Gran tensas excavaciones arqueológi- Nicoya. cas se han conducido a lo largo La cronología es un ele- de la costa del Lago de Nicara- mento importante en la evidencia gua para evaluar los argumentos etnohistórica sobre la migracio- históricos [McCafferty, 2010; Mc- nes fuera de México. De acuerdo Cafferty et al., 2009]. Importantes a Torquemada [1975-83], quien centros regionales de la cultura escribió a principios del siglo XVII, chorotega se han encontrado en las migraciones ocurrieron «7 u 8 los sitios de Santa Isabel y Tepe- vidas de un hombre Viejo» antes tate, junto con el sitio secundario de su tiempo. Algunos acadé- de El Rayo. Todos estos sitios da-

94 La Universidad tan del período Sapoá, entre el Niemel 2003; Salgado 1996]. Una 800-1250 de la Era Cristiana, con- excepción notable es el proyecto sistente con la llegada histórica de 1960, dirigido por un arqueólo- del las poblaciones oto-mangue, go de la Universidad de Harvard, migrantes del centro de México. bajo la dirección de Gordon Wi- El nombre ‘chorotega’ deriva de lley, en la región de Rivas [Norweb, la cultura cholulteca del altiplano 1964]; este trabajo fue sintetizado de México, en la capital religiosa por Paul Healy [1980] para su di- de Cholula. La hipótesis del pro- sertación de doctorado, y su pu- yecto era que los modelos cultu- blicación continúa siendo la base rales derivados de Cholula serían de interpretaciones actuales. útiles para interpretar la cultura El sitio de Santa Isabel fue material de Nicaragua y sobre uno de los más estudiados por todo, las estrategias de la identi- Willey. Entre los años 2000 y 2005, dad étnica del grupo migratorio. arqueólogos de la Universidad de En base al rico material Calgary prospectaron el núcleo cultural de los tres sitios nicara- interno del sitio de 300 ha, exca- güenses, especialmente en la vando cinco de los montículos re- bella cerámica polícroma con sidenciales más grandes del sitio fuertes similitudes a la tradición [McCafferty, 2008; McCafferty et estilística Mixteca-Puebla de Cho- al., 2006]. Este representa el es- lula y en la abundancia y la diver- tudio arqueológico más intenso sidad de otros tipos de artefactos, alguna vez conducido en Nica- es posible evaluar la identidad ragua, el cual produjo una rique- étnica de los habitantes. Este do- za de información para evaluar cumento considera los elementos prácticas de etnicidad en el cen- estilísticos de la decoración cerá- tro primordial de la jerarquía del mica, las formas de las vasijas, los asentamiento. patrones alimenticios, las figurillas Uno de los descubrimien- y la ornamentación como indica- tos sorprendentes fue que la cro- dores de identidad cultural. nología de la cerámica del post- Las investigaciones ar- clásico estaba equivocada: los queológicas previas en el Pacífi- estilos diagnósticos tardíos apa- co de Nicaragua requirieron va- recen varios cientos de años más rias prospecciones para investigar temprano [McCafferty, 2008; Mc- patrones de asentamiento y pe- Cafferty y Steinbrenner, 2005b]. queños proyectos de salvamento En base a las 25 fechas de radio- [Espinoza et al., 1999; Lange, 1996; carbono de los tres sitios, ahora

La Universidad 95 sabemos que lo que había sido pruebas estratigráficas profundas reconocido originalmente como en el sitio El Rayo, donde un cam- diagnóstico de los nahua-nica- bio rápido y dramático evidente raos; de hecho, fue introducido en la cultura material ocurrió en con la llegada de los Chorotegas el 800 d. C. [McCafferty, 2010; [McCafferty, 2010]. McCafferty et al., 2009]. La cerá- En el año 2008, las investi- mica autóctona era roja y pulida gaciones se trasladaron para ini- conocida como Tola Tricromo con ciar prospecciones en el sitio de variaciones de Chavez Blanco so- Tepetate, el sitio precolombino en bre Rojo, probablemente asocia- el borde norte de la moderna ciu- da a las poblaciones chibchas, la dad de Granada. Este lugar está cultura nativa. Dentro de un nivel asociado con la capital chorote- estratigráfico de 30 cm (Figura 2), ga de Xalteva [Carmack y Salga- que posiblemente representa un do, 2006]. Desafortunadamente, ciclo de cincuenta años, el grupo el desarrollo moderno y el intenso cerámico se transforma a uno típi- saqueo han destruido gran parte camente asociado al postclásico: de la zona arqueológica. Fue po- el Papagayo Polícromo y Sacasa sible excavar uno de los últimos Estriada, cerámica cotidiana ge- montículos existentes y exponer neralmente asociada con el gru- varios entierros múltiples de un ce- po chorotega [Healy, 1988]. Es in- menterio adyacente [McCafferty, teresante que, justo antes de esta 2010]. transición, la cerámica polícroma Un corte reciente para se asocia con la cerámica polícro- abrir un camino expuso un ce- ma con características similares a menterio precolombino en el sitio la cerámica Delirio de El Salvador El Rayo, en la Península de Asese, y Ulúa del este de Honduras. Esto al sur de Granada. En los años sugiere que los cambios culturales 2009 y 2010, el equipo excavó el caracterizados como chorotegas cementerio, un área residencial pueden tener más antecedentes multicomponente, y otro cemen- mayas que mexicanos. terio asociado con un pequeño La preservación excep- santuario o altar [McCafferty, cional de los restos botánicos y 2010; McCafferty et al., 2009; Wi- faunísticos en los sitios Santa Isa- lke et al., 2011]. bel y El Rayo proveen una fuen- Una importante pieza del te sin precedentes de datos para rompecabezas cronológico fue inferir antiguos tipos de alimenta- descubierta como resultado de ción [López Forment, 2007; Mc-

96 La Universidad Figura 1: Mapa que indica las migraciones de México a Nicaragua

Figura 2: Secuencia estratigráfica del cambio en la cerámica entre los periodos Bagaces a Sapoa en El Rayo.

La Universidad 97 Cafferty, 2008]. De particular in- Madeira, Pataky y Bramadero, lo terés es la ausencia de plantas y que posiblemente indica que exis- animales domésticos. Los peces tieron diferentes centros de pro- comprenden casi la mitad de los ducción, y por lo tanto, complejas restos faunísticos, pero el vena- redes de intercambio [Steinbren- do sirvió como una de las fuentes ner, 2010; Figura 3]. El análisis inten- principales de la dieta. Reptiles, sivo de la composición cerámica aves, anfibios y moluscos de agua está en marcha para determinar dulce también fueron consumi- este aspecto de la política econó- dos, sin embargo, aún no hay mica [Dennett, s/f.; McCafferty et evidencia de perro o pavo do- al., 2007]. méstico. Centenares de semillas Como se mencionó ante- carbonizadas han sido recupera- riormente, todas estas tipologías se das y representan exclusivamente pueden reconocer en el periodo especies silvestres. El jocote, una Sapoá, pero el análisis detallado pequeña fruta usada para hacer está en proceso de identificar mi- vino agrio, comprende el 70 % de crocronologías que serán más sen- los restos macrobotánicos. A tra- sitivas a los cambios culturales. Por vés del análisis del material micro ejemplo, Vallejo Polícromo apare- y macrobotánico, se puede afir- ce primero en Santa Isabel, alrede- mar que el maíz no jugó un papel dor de 1000 d.C., pero en El Rayo importante en la dieta chorote- aparece unos 100 años antes. Otro ga durante el periodo Sapoá. En tema de mucho interés para el cambio, la presencia de miles de análisis de la influencia mesoame- posibles láminas de rallador en ricana, es la presencia de elemen- Santa Isabel sugieren que la yuca tos simbólicos Mixteca-Puebla; la puede haber jugado un papel bella serpiente emplumada que importante en la dieta del lugar aparece en Vallejo Polícromo, es- [Debert y Sheriff, 2007]; curiosa- pecialmente en la variedad Mom- mente estas muestras microlíticas bacho, muestra una decoración raramente son encontradas en que se combina con finas líneas Tepetate y El Rayo, lo cual sugiere incisas. Estos rasgos están datados una significativa diferencia en la alrededor de 1000 d.C., con ele- alimentación entre las partes nor- mentos que luego se encuentran te y sur del área de estudio. en el grupo de códices Borgia del La cerámica polícroma centro de México (Figura 4). De aparece en un arcoíris de colo- hecho, Gilda Hernández Sánchez res en los tipos Papagayo, Vallejo, [2010] ha sugerido recientemente

98 La Universidad Figura 3: Cerámica policromada del periodo Sapoa.

que la iconografía del estilo de los pueden haber iniciado este estilo. códices aparece primero en los La estética de la imagen polícromos mexicanos alrededor propia, lo que algunas veces se del año 1200 d. C., lo que implica denomina ‘cuerpo bello’, es otra que los chorotegas de Nicaragua forma de identidad que puede

La Universidad 99 reflejar etnicidad, entre otras cua- disponibles en las figurillas mono- lidades [Reischer y Koo, 2004]. cromas y polícromas, que presen- Como Rosemary Joyce [2005] ha tan características del peinado, señalado, se puede recuperar pinturas en el cuerpo o tatuajes y arqueológicamente a través de prendas de vestir (Figura 7). Estas la modificación corporal (modi- características de estética perso- ficación dental o craneal, etc), nal tienen similitudes con la iden- ornamentos y a través de repre- tidad mesoamericana, pero pro- sentaciones artísticas. Una gran bablemente se relacionan más al variedad de ornamentos han sido genero, estatus o edad, que a la recuperados en los sitios cho- identidad étnica. La mayoría de rotegas del Pacífico de Nicara- las figurillas con características gua, estos restos incluyen cuentas sexuales parecen ser femeninas de collar, pendientes y orejeras y se pueden relacionar con do- [McCafferty y McCafferty, 2009, cumentación histórica «que los 2011]. Desafortunadamente, no Chorotega permitían a sus muje- fueron encontrados con restos res mandar» [Espinoza, 2007; Wer- humanos en buen estado de ner, 2001]. Laura Wingfield [2009] conservación, así no se conoce recientemente completó un doc- nada sobre el sexo o la edad de torado sobre el tema de mujeres individuos con los cuales se halla- chamanes de la región de Gran ron estos objetos. Algunos objetos Nicoya, basado en las figurillas y orejeras de paredes delgadas precolombinas. Es posible que la han sido encontrados en los tres autoridad política y espiritual se sitios (Figura 5); las diferencias en fusionaran en una sociedad cho- tamaño pueden estar relaciona- rotega. Estas figurillas podrían ha- das a edad o estatus. Cientos de ber jugado un papel simbólico en tiestos cerámicos de pendientes las ceremonias relacionadas. trabajados fueron recuperados Los patrones funerarios en Santa Isabel, mientras que es- también se distinguen entre dife- tos fueron escasos en los sitios de rentes comunidades. En Santa Isa- la región de Granada. Otros ob- bel, los infantes eran enterrados jetos de joyería incluyen conchas en ollas forma de zapato (Figura del mar, piedra verde o ‘jade so- 8). Laura Wingfield las llama ‘ollas cial’ y huesos tallados en formas vientre’ por la forma distendida de variadas (Figura 6). las vasijas y decoraciones aplica- Las representaciones ar- das en el ‘pie’, que recuerdan la tísticas del ‘cuerpo bello’ están anatomía femenina (semejantes

100 La Universidad 4 55

Figura 4: Imagen de serpiente em- plumada de Tipo Vallejo. Figura 5: Ejemplos de orejeras. a trompas de falopio). Adultos y se encontraron restos humanos adolescentes eran enterrados en en el interior, en cambio, estaban posición flexionada directamente dispersos alrededor de las urnas. en el suelo [McCafferty, 2008]. En Una vasija que se diferenció fue Tepetate, sin embargo, los adul- una pequeña olla con la cara de tos fueron enterrados dentro de un roedor, modelada e incisa en vasijas en forma de zapato y al- el exterior, que contenía fragmen- rededor de ellas, los entierros de tos craneales humanos de varios infantes no fueron reconocidos. individuos (basado en la edad). Dos cementerios fueron excava- Es interesante que varios dos en El Rayo, posiblemente re- cráneos aislados fueron descu- presentan a la elite y algunos en- biertos alrededor de las urnas. tierros aislados [Wilke et al., 2011]. Posiblemente estos presentan Las vasijas en forma de zapato cabezas-trofeo enterradas como fueron abundantes, pero rara vez ofrendas. Debido a la mala pre-

La Universidad 101 Figura 6: Joyería de concha, pie- dra verde y hueso.

102 La Universidad Figura 8: Urna en forma de zapato.

Figura 7: Figurillas policromadas

La Universidad 103 Figura 9: Soportes de vasija con representación de Ehecatl.

servación y a la perturbación por rar una identidad étnica y evaluar las raíces, se hallaron los cráneos la afiliación mexicana. La alimen- en mal estado. En dos ocasiones tación, definida como el conteni- fueron encontrados en asocia- do, la preparación y el consumo ción con largas láminas bifacia- de alimentos, se ha descubierto les, finamente trabajadas. En uno como un rasgo muy sensible que de los casos, el cráneo se encon- expresa etnicidad. Una de las pri- tró dentro de una vasija y la nava- meras señales de alerta que tu- ja había sido colocada dentro de vimos sobre nuestra hipótesis de la boca. Navajas idénticas están etnicidad mexicana fue la ausen- representadas en las decapita- cia de comales en Santa Isabel. ciones rituales en sitios mesoame- Los comales son planchas anchas ricanos como El Tajín y Chichén y poco profundas típicamente Itzá, aproximadamente durante usadas para calentar tortillas. En el mismo periodo. el periodo postclásico de Cholula representan el 20 % de los tiestos Discusión con bordes [McCafferty, 2001]. La ausencia de comales indica la En base a esta extensa informa- ausencia de tortillas y con ello, un ción conocemos bastante sobre gran golpe al concepto de etni- la alimentación chorotega. Varias cidad mexicana. Los comales es- líneas específicas de evidencia tán ausentes también en El Rayo pueden ser usadas para conside- y Tepetate. De los centenares de

104 La Universidad semillas carbonizadas, ninguna notó la presencia de dioses im- fue de maíz, una semilla durade- portantes: Quiateot y Hecat, que ra que se preserva aun cuando la corresponden al Tlaloc mexicano mayoría no. El análisis de fitolitos (Quiateot = ‘dios de la lluvia’) y el y de residuos de fragmentos de dios del viento Ehecatl. Ambos as- manos y metates [Dennett y Simp- pectos de estos dioses se encuen- son, 2010] recuperó evidencia de tran en el registro arqueológico. la preparación de frutas no iden- Son muy comunes los soportes de tificadas (probablemente jocote), vasijas del dios del viento, en dife- pero sin evidencia de maíz. Tam- rentes tipos de cerámica polícro- poco el análisis en curso de fito- ma (Figura 9). Como se mencionó litos en los sedimentos orgánicos anteriormente, la serpiente em- de Santa Isabel han identificado plumada también es un motivo maíz, a pesar de que el maíz es prominente y representa otra fa- una especie fácilmente identi- ceta del complejo Quetzalcóatl/ ficable. La ausencia de maíz es Ehecatl. En base al contenido ico- sorprendente, ya que refuta la no- nográfico, hay evidencia del con- ción de una identidad mexicana. tacto con la ideología religiosa También contrasta con el uso de del centro de México que estaba maíz, comales y tortillas durante activa alrededor del 1000 d.C., y el período histórico temprano de tal vez tan temprano como en el Nicaragua. Tal vez, estos fueron 800 d.C. introducidos por los nicaraos del Otro aspecto predomi- postclásico tardío o por los gru- nante de la práctica religiosa de pos del centro de México que se México central, que está ausen- asentaron en Nicaragua después te en el Pacífico de Nicaragua de la Conquista, pero más inves- durante este periodo, son los in- tigación debe dirigirse para com- censarios. La quema de incienso prender la historia de este grupo era una forma fundamental para étnico. comunicarse con lo supernatu- La ideología religiosa es ral y los incensarios representan otra característica que a menudo un componente importante del se usa para diagnosticar identi- complejo cerámico en el post- dad étnica. La evidencia etno- clásico temprano de Cholula. No histórica para el postclásico de se han encontrado incensarios Nicaragua enfatiza dioses y prác- del período Sapoá en los sitios ticas mexicanas [León Portilla, chorotegas. Es claro que otras va- 1972]. Por ejemplo, Oviedo [1950] sijas pueden haberse usado para

La Universidad 105 este propósito, pero incensarios adoptaban rasgos mexicanos por especializados, precisamente los medio de un proceso gradual de de asa larga como los sahumado- contacto y aculturación? res, son diagnósticos de prácticas Los rápidos cambios pre- religiosas mesoamericanas, como sentes en la transición del periodo parte de la propagación del cul- Bagaces hacia Sapoá en El Rayo, to de Quetzalcóatl de los periodos pueden indicar el reemplazo de epiclásico y postclásico temprano la población, lo que sugiere la [Ringle et al., 1998] incorporación de un grupo étni- En conclusión, diez años co invasor. Aun así, este cambio de investigación arqueológica en ocurrió en un periodo de tiem- el Pacífico de Nicaragua han pro- po de varias generaciones, por ducido información abundante lo cual puede ser un ejemplo de que apoya, al mismo tiempo que equilibro puntualizado. contrasta, las expectativas de una En base a la intensidad de identidad mexicana para los cho- este proyecto de investigación y rotegas. Mientras unos elementos la calidad de la información ob- superficiales, como la adopción de tenida, el autor se siente obliga- dioses mexicanos, corresponden do a proclamar algo importante a una afiliación con el comple- sobre la etnicidad chorotega. Tal jo religioso Mixteca-Puebla, otros vez por la ambigüedad causada elementos más básicos como la por la abundancia de informa- alimentación indican una prácti- ción, no estoy de acuerdo con la ca regional más específica. Esta afirmación simplista de identidad compleja contradicción se puede mexicana que ha caracteriza- relacionar a la distinción objetiva/ do las interpretaciones previas. subjetiva que se discutió en la in- Sin embargo, hay claras conver- troducción de este ensayo; donde gencias. Las serpientes emplu- claros símbolos contrastan con sím- madas del estilo Mixteca-Puebla bolos internos más significativos. son mexicanas, indudablemente, Un desafío para la inter- a menos que su presencia varios pretación arqueológica es el uso años antes cambie las posiciones de artefactos sincrónicos para y haga la iconografía del estilo reconstrucciones diacrónicas, es- códice esencialmente nicara- pecialmente cuando los periodos güense. Alguna de la cerámica son tan largos. ¿Es esta confusión policromada nicaragüense es el resultado de cambios dinámi- tan parecida que estaría en las cos, mientras los grupos indígenas mesas de los laboratorios en Cho-

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112 La Universidad El papel del templo en el paisaje pipil: Excavaciones de un templo postclásico en la zona de los Izalcos

Kathryn Sampeck

El reconocimiento de la valle del trían la organización sociopolítica río Ceniza, realizado entre los y ritual en el postclásico tardío en años 1994 y 1995, estuvo enfoca- la zona occidental de El Salvador. do en Izalco colonial. El proyecto investiga un área desconocida Historia de las excavaciones arqueológicamente, pero muy rica en documentos históricos El rescate de la zona del bypass que pertenecen a la conquista fue un proyecto que contó con española y los pipiles. Preguntas colaboración de varios ramos muy importantes para los investi- del gobierno, organizaciones no gadores eran ¿cómo se distingue gubernamentales y cooperación a los pipiles arqueológicamente? internacional. El Proyecto de Res- ¿Cómo era la vida cotidiana de cate del Bypass de Sonsonate fue los piples antes la conquista espa- iniciado por Concultura, por me- ñola? En este ensayo presenta- dio de la Dirección de Patrimo- mos datos sobre un solo lugar, sin nio Cultural y el Departmento de embargo, este sitio donde ubica- Arqueología. Por medio de una mos un pequeño templo, es una llamada telefónica a las 7:30 de llave para entender el pasado. la mañana, en el año 1994, oficia- Por medio de evidencia del uso y les de Concultura nos informaron colocación de una estructura, ve- de que ya había comenzado la remos que principios nahuas nu- construcción de una nueva sec-

La Universidad 113 ción de carretera —el bypass de de Izalco y pertenece a las fases Sonsonate. La carretera estaba cronológicas de Irraraga y López metida en el corazón del área de (ver abajo), el postclásico tardío y nuestro interés: la zona pipil. La la conquista española. zona de construcción de la ca- Además, siendo excava- rretera fue ubicada entre Izalco, ciones de rescate, las excavacio- Nahulingo y Sonsonate. nes del montículo de Conacaste El Ministerio de Obras Pú- eran parte de un programa de blicas, especialmente la Direc- pozos de sondeo para entender ción General de Caminos, pro- las características de deposición porcionó la mayoría del trabajo del suelo, secuencias de cambios y los implementos para investigar de cultura material y formas ar- la zona. La programa Fulbright de quitectónicas. Las excavaciones los Estados Unidos compró herra- extensivas del Conacaste investi- mienta, implemento y abasteci- garon detalles de la construcción miento arqueológico. El Patrona- de una estrutura bien preservada. to Pro-Patrimonio Cultural proveía Otras excavaciones de siete lu- de fondos para pagar vigilancia gares más investigaron pequeñas y proteger las excavaciones. To- casas coloniales y rasgos de todas dos los artefactos son parte de épocas. Antes de continuar con la colección del Museo Nacional la descripción de los métodos, te- ‘David J. Gumán’. Hicimos un nemos que discutir la secuencia reconocimiento de la ruta de la cultural en la zona de los Izalcos. carretera y encontramos un mon- tículo de un metro de altura y una Fases cronológicas serie continua de sitios pequeños de casi todas épocas. Propusi- El reconomcimiento del valle del mos la excavación de los sitios en río Ceniza proporcionó datos mayor peligro y además, un ma- abundantes sobre cambios en yor reconocimiento de la zona. cultura material durante toda la Los oficiales de Obras Públicas ocupación humana en la zona cumplieron con la mayoría de (ver Tabla 1). El tema de este en- nuestros pedidos e hicimos exca- sayo requiere un resumen de los vaciones extensivas de un montí- períodos antecedentes y siguien- culo pequeño, registrado con la tes al postclásico tardío. designación Sitio 18 y aqui llama- do Conacaste. El sitio arquelógi- co está ubicado en el municipio

114 La Universidad Tabla 1. Fases cronológicas del valle del Río Ceniza

Fecha Período Fase A.D. 1880 - 1900 República Tensun II A.D. 1825 - 1880 República Temprano Tensun I A.D. 1650 - 1825 Colonial Tardío Shupan A.D. 1580 - 1625 Colonial Temprano Marroquin A.D. 1500 - 1580 Conquista Española Lopez A.D. 1100 - 1500 Postclásico Tardío Irarraga A.D. 800 - 1000 Clásico Terminal Herrera A.D. 600 - 800 Clásico Tardío Guzman A.D. 425 - 600 Clásico Medio Garcia A.D. 200 - 450 Clásico Temprano Fuentes 400 B.C. - A.D. 200 Late Preclassic Diaz 700 - 400 B.C. Middle Preclassic Cerrato 1100 - 700 B.C. Early Middle Preclassic Cepeda

Fase Herrera (clásico terminal / post- Rojo sobre Blanco, Plumbate To- clásico temprano, d. C. 800 a 1000) hil y efigies en cantidades bajas. Platos para ofrenda de Bambudal El periodo del clásico terminal se- Rojo con soportes incisados con ría testigo de una dramática des- imágenes de Tlaloc son comunes población, evidenciada por el y diagnósticos del periodo. La bajo número de sitios en la zona. pasta de la cerámica en gene- Los sitios anotados eran general- ral tiene más inclusiones de mica mente más pequeños que los del que las fases anteriores. Una pas- clásico tardío. Los centros impor- ta dura y roja como un ladrillo se tantes del clásico tardío todavía mira frecuentemente. Jarros con tenían habitantes, pero confor- cuellos cortos y bacínes con en- maban un asentamiento minús- gobe rojo y bruñido son formas de culo comparado a la población tratamiento de la superficie que que antes ocupaba el lugar. La caracterizan el periodo. Incensa- cerámica se distingue por jarros rios del tipo Las Lajas son parte de con bordes exagerados y encor- este ensamblaje. vados, atributos semejantes a los de la fase antecedente, pero todavía más exagerados. La ce- rámica importada incluye Delirio

La Universidad 115 Fase Irarraga (postclásico tardío Fase López (conquista española, A.D. 1100 a 1500) A.D. 1500 a 1580)

En la fase Irarraga, el asentamien- Durante las décadas de la con- to sería más extensivo que en la quista española y los años sub- fase Herrera. Los asentamientos siguientes, el asentamiento era eran colocados en zonas que pro- centralizado, posiblemente el veían acceso al control del agua, resultado de un proceso de con- como vados. El tipo cerámico gregación. Además, la cantidad más común fueron los cajetes y de sitios eran bajos —parecía jarros con engobe rojo y bruñido el resultado de la despoblación y una pasta muy dura y roja, con ocasionada por las guerras de pocas inclusiones. El tipo cerámi- Conquista y pandemias de en- ca Catalina Rojo sobre Blanco fermedades del Mundo Viejo. estaba conformada casi exclu- Cerámicas típicas de esta fase sivamente por cajetes con lados son Teshcal Rojo sobre Natural y delgados y encorvados, ador- Cirilio Rojo sobre Gris. Los diseños nados con motivos geométricos presentes en estos tipos eran muy como grecas y volutas. Otro tipo semejantes a los de Catalina Rojo de cerámica común era Gines sobre Blanco, pero con pastas Café, análogo al Grupo Joateca, distintivas. La pasta del tipo Tesh- designado en Chalchuapa. Esta cal es café claro, y la de Cirilio es cerámica lleva mangos anchos gris, con inclusiones de mica ob- o de lóbulo (lug) y una superficie servables. La cerámica utilitaria es bien lisa, la pasta contiene canti- semejante al Grupo Gines, inclu- dades de arena. Los incensarios yendo ollas grandes con mangos de este período eran espigados y anchos horizontales o jarros con algunos eran del estilo Mayapán, asas de lóbulo (lug) y todas con con efigies de animales (monos) una superficie bien lisa. Cajetes y dioses, particularmente, Xipe de molcajete se encuentran fre- Totec. Prácticamente todos los cuentemente. Las asas de efigie artefactos que salieron de las ex- son encontradas por cántaros. En cavaciones descritas pertenecen cambio, los incensarios espigados a la fase Irarraga. son más raros, estos tienen forma de vaso y el tipo cerámica de Vajilla (ware) de Guatemala de Mica.

116 La Universidad un poco más profundos al rum- Metodología bo oriente, más cerca el río Que- queisquillo. La estructura estaba La misma metodología fue em- dañada por saqueos anteriores y pleada por todas las excavacio- por actividades de arado y culti- nes. Los pozos de sondeo midie- vo de caña. Considerando estas ron 2 x 2 m, orientados por las ajas condiciones, la estructura estaba de la estructura. Típicamente, se bien preservada. La mayoría de excavó al nivel del humus, en un los muros, un empedrado y los solo nivel; los niveles siguientes rasgos enterrados estaban toda- eran removidos en niveles de 20 vía intactos hasta el momento de cm. Al encontrar un cambio en excavación. Los muros estaban el suelo, excavábamos en niveles completamente cubiertos con naturales. Cuando un nivel natu- suelo erosionado del relleno de ral era más profundo que 20 cm, la plataforma. Las excavaciones dividíamos el nivel natural en nive- revelaron una subestructura com- les arbitrarios de 20 cm hasta lle- puesta por muros de apoyo, cons- gar a la base del nivel natural. Por truido con piedras del río y el relle- lo menos, excavamos un pozo de no estaba hecho de una mezcla sondeo hasta el subsuelo (suelo de barro y piedra (Figura 2). La sin restos orgánicos o artefactos) tercera parte del lado oriente de para entender la secuencia de la estructura lleva un empedra- ocupación completa. do de piedra del río. Al lado po- niente se encuentra una escalera Sitio Conacaste de dos escalones (Figura 3). Otro escalón estaba al lado sur, muy Estructura 1: Un templo ceremonial cerca, mostrando el camino al empedrado y a la superficie de la Antes de excavación, la estructu- plataforma. ra era un montículo bajo material Los primeros pozos esta- esparcido con tiestos del período ban ubicados en línea, en direc- colonial temprano y postclásico ción oriente-poniente y dividían tardío (Figura 1). La estructura el montículo por la mitad. Los pri- se ubicó por una alta terraza del meros niveles de excavación en- río que se amplía hasta un plano contraron bastante piedra al lado pequeño. Los suelos no son muy oriente y prácticamente nada de profundos, pero en esta área se piedra al lado poniente. El sue- ve una loma pequeña y los suelos lo era bien duro, un sedimento

La Universidad 117 Figura 1. Estructura 1 de Sitio Conacaste antes de excavación. Rumbo al sur.

Figura 2. Estructura 1 de Sitio Conacaste depués de excavación. Rumbo al noreste.

118 La Universidad fluvial de una mezcla de barro y Estructura 1-sub arena. Con la luz de la mañana, logramos observar la estratifica- Después de los primeros niveles ción fina del barro bajo la zona de de excavación encontramos me- arado, indicando que el relleno nos piedra; posiblemente esto sea era húmedo, posiblemente colo- un resultado de la ubicación, en cado mientras llovía. El suelo bien un nivel más abajo que la super- compacto en toda la estructura ficie de arado. Estos niveles más indica que el metódo de cons- profundos eran menos desorde- trucción era de barro lodazalado. nados. La abundancia de piedra Los primeros niveles no te- al lado oriente probablemente nían muchos artefactos, pero los representa el movimiento del em- cambios en la cantidad de mate- pedrado por el arado. La presen- riales sugiere que los constructo- cia de rasgos de construcción y res del templo ocuparon fuentes preconstrucción nos guiaron en diferentes para el relleno. Gene- las divisiones de niveles de exca- ralmente, el lado oriente llevaba vación. Los rasgos más profundos menos inclusiones. El relleno es- encontraron los restos de la pri- taba húmedo al momento de la mera fase de excavación, la Es- construcción y era barro casi puro tructura 1-sub. La evidencia de en la zona oriente-sur, mientras la Estructura 1-sub era una pared que en el área adjunta al muro, ubicada a un nivel más profun- por el lado poniente, el suelo tenía do que los muros del templo, y a más arena. Un poco más al norte, orientación diferente. el relleno otra vez llevaba más ba- rro. Fue difícil identificar el nivel de Detalles de construcción humus anterior (la superficie don- de se construyó la estructura). El El muro norte tenía rasgos con tercer nivel de excavación de la grandes cantidades de piedra. estructura llegó hasta la base del Suponíamos que estos rasgos de muro de apoyo, y el cuarto nivel piedra eran la base del muro, sin llegó a la base de las construccio- embargo, en algunas zonas no nes y los rasgos anteriores. tiene su misma orientación. Es posible que estos rasgos pertene- cieran a una estructura anterior. Consecuentemente, la cercanía con el muro norte es la ubicación más probable de la Estructura

La Universidad 119 Figura 3. Plano de las excavaciones de la Estructura 1, Sitio Conacaste.

Figura 4. Fachadas y secciones de la arquitectura de la Estruc- tura 1, Sitio Conacaste. a. sección de aja primario; b. fachada del muro poniente; c. fachada del muro sur; d. sección de aja secundario;e. fachada del muro poniente de la superestructura.

120 La Universidad 1-sub. Las excavaciones por el la de Naco, Honduras, aunque la lado exterior del muro norte de- construcción de piedra del río es mostraron que los restos de esta muy común en el suroeste y parte estructura pasaron bajo del muro central de Honduras. Esta conec- norte, separados por aproxima- ción a Naco no es una sorpresa, damente 40 cm del suelo. Más ya que Wonderley propuso que abajo de la Estructura 1-sub se los edificios del postclásico tardío encuentra el subsuelo. están asociados con cerámica Los muros de apoyo del distintiva que indica una presen- lado oriente estaban construidos cia pipil. en un solo episodio y medían un metro de ancho (Figura 4). Es po- Rasgos sible que la fachada exterior estu- viera soportada por una trinchera Esperamos que la excavación de antes de levantar los cursos de los rasgos profundos y llenos de piedra. Rocas grandes y oblon- piedra iban a explicar por qué la gas eran ocupadas en forma de esquina sureste estaba tan pro- viga voladíz (Figura 4). Los alba- funda, así como las funciones de ñiles escogieron piedra natural en los rasgos. Varios rasgos con pie- la forma apropiada para hacer dra del río probablemente eran una viga voladíz, una construc- los restos de muros caídos, posi- ción semejante a los muros mayas. blemente resultado del saqueo. El lado oriente de la estruc- Algunos de estos rasgos con pie- tura era notable por la evidencia dra estaban aún más profundos, de que el muro y sus rasgos aso- más abajo que la zona de sa- ciados seguían a mayor profundi- queo, además de estar hechos dad que los muros de otros lados, anteriormente o al momento de especialmente del lado oriente. la construcción del templo. Des- Los muros de apoyo al lado po- pués de la excavación, estos ras- niente tenían uno o dos cursos, gos profundos parecían bajos. Tal mientras el lado oriente tenía más vez los constructores tuvieron que cursos (4 o 5). La esquina sureste quitar árboles antes de construir era más profunda que las demás. el templo y llenaron el vacío resul- Esta parte es la más cercana a la tante con piedra, o existían unos quebrada, pero parecía que no bajos en la zona por otras razones. había ninguna cuesta obvia. Los rasgos no indican que rasgos La arquitectura, sin em- clásicos o preclásicos causaran el bargo, tiene más asociación con hundimiento del suelo, además,

La Universidad 121 Figura 5. Rasgo 3, una ofrenda de incensarios en la Etructura 1, Sitio Conacaste. Rumbo al sur.

Figura 6. Incensarios del Rasgo 3 ofrenda. Arriba: efigie de mono. Izquierda, bajo: pie de Xipe Totec, incensario estilo Mayapán-style censer.

122 La Universidad no tenían ningún artefacto como les carbonizados. Es posible que ofrenda. Resulta que la esquina este rasgo fuera un fogón para baja de la estructura se debía a uso doméstico o ceremonial. El la topografía precedente. Los ar- otro rasgo, Rasgo 23, tenía relleno quitectos antiguos añadieron más con pocas cantidades de tiestos cursos en los muros de apoyo, y mostró bordes definidos en el para compensar la cuesta. pozo. Es posible que este pozo se La estructura superior (su- hubiera ocupado para almace- perestructura) se indicó por la naje. presencia de un empedrado. Este piso de piedra estaba cons- Rasgo 3: Una ofrenda truido con un solo nivel de piedra, a veces contenía pedazos de El Rasgo 3 era el más interesan- talpetate o rocas pequeñas. El te de la estructura y sugiere que relleno más bajo del empedrado la estructura funcionaba como llevaban barro y cantidades ba- un templo: era una ofrenda que jas de piedra, como el resto del contenía varios incensarios que- relleno de la estructura. brados y colocados en una cripta Una mancha de poste (Figura 5). El relleno era distinto (postmold) grande (Rasgo 22) pa- al relleno de barro casi puro de recía ser parte de la construcción la plataforma en que se halla- del templo. Desfortunadamente, ron bastantes tiestos, pedazos de no encontramos más manchas carbón y bajareque quemado. El de poste. Entonces, es dificil de- suelo era homogéneo, pero más cir con seguridad qué tipo de es- oscuro y arenoso que el relleno tructura podría haber apoyado de la mayoría de la estructura. el poste, pero es razonable decir La parte superior del rasgo que un poste en este lugar podría parecía un altar, construido de un estar soportando un techo para empedrado de piedra pequeña y la superestructura. una fachada norte de empedra- Otros dos rasgos eran par- do también. Los fragmentos de te del uso y la construcción del los incensarios estaban encima templo. El Rasgo 2 era un pozo el empedrado, en una matriz con pequeño cerca el centro de la mucha ceniza y fragmentos de plataforma y contenía tiestos y bajareque quemado y carbón. piedra del río. El borde del pozo Encima de los tiestos de incensa- estaba quemado pero no te- rios había un nivel de tierra que- nía nada de ceniza ni materia- mada que contenía fragmentos

La Universidad 123 carbonizados de huesos de ani- Mayapán (Figura 6). males. En un nivel más bajo que Estas características sugie- el empedrado había un cimiento ren una serie de etapas o fases de piedra grande, es decir, otro de un rito como Tlacaxipehualiztli nivel de empedrado. A la base de o una serie de ritos que eran enla- este nivel de empedrado, encon- zados por razón de función o im- tramos numerosos fragmentos de portancia mitológica. Tlacaxipe- piedra quebrada por fuego. De hualiztli era la fiesta de despellejo este modo, el Rasgo 3 empedra- que sucedía en la primavera. Los do estaba formado por varios ni- ‘dueños’ del pellejo prestaban el veles de piedra que sostenían los pellejo a imitadores del dios Xipe incensarios. Encontramos el bor- Totec, quien llegaba a la comuni- de del pozo excavado en la pla- dad a pedir almas y dar bendicio- taforma para hacer la ofrenda. nes para un periodo de 20 días. Es La evidencia del borde del pozo posible que Xipe esté menos aso- indica que se debería excavar en ciado con la fertilidad que con el el relleno de la plataforma y que gobierno y la guerra. El hecho la ofrenda no fue construida al que los incensarios no estaban mismo momento que la platafor- completos sugiere que eran que- ma. Rasgo 3 es la única ofrenda brados en otro lugar y luego los de la estructura. celebrantes recogían los peda- El motivo de la ofrenda citos y los echaban en la cripta era ceremonial. Esta función es- para quemarlos. La colocación taba indicada por los contenidos de los restos en una cripta evoca del rasgo: incensarios. Otros frag- el ceremonialismo de un entierro. mentos de vasijas eran cajetes Este punto final, en un es- que pudieron servir para ritos tam- cenario mortuorio, es crucial para bién. Los contenidos de la ofren- enteder la función y la significa- da mostraban tres características ción de la ofrenda. Becker propu- importantes: 1) una variedad de so que algunos entierros mayas se incensarios; 2) todas las vasijas pueden entender como ofrendas estaban incompletas; 3) los restos para los templos que los cubre, en se ubicaron en una cripta. Los vez de que los templos sean mo- incensarios de la ofrenda tenían numentos a los que están sepulta- varias formas, incluyendo formas dos adentro. Los entierros podían espigadas, una efigie de mono ser ofrendas al dios de la tierra. y un gran jarrón decordado con Las ofrendas que incluyeron restos Xipe Totec en alto relieve, estilo humanos ayuda a ‘impregnar’ el

124 La Universidad contexto y proveer la base para arollo económico, político y social. renovar la vida. De este modo, Antes del templo. A un nivel más la ofrenda es un entierro porque profundo que el templo encon- tiene restos humanos, pero la tramos artefactos preclásicos. El función del rasgo es la de una rasgo 14 era un pozo bien defini- ofrenda. Becker expuso que este do y rellenado con tiestos gran- continuo conceptual de ofrendas des de ollas, en un buen estado y entierros no estaba limitado al de conservacón. El estado de los mundo maya o a la clase elite. contenidos sugiere que era una Es posible extender la fun- deposición de un solo momento y ción de ofrendas todavía más. Las no una acumulación gradual de ofrendas sin entierros humanos se materiales. podrían considerar entierros. Se- Para entender la estructu- gún Nagao, en el pensamiento ra mejor, tenemos que examinar azteca, el concepto de poder sa- el paisaje alrededor. ¿Cómo era grado de un dios se puede repre- el contexto del templo? Espera- sentar por medio de un imitador, mos que el templo fuera el co- un ídolo u otro entramado con- razón de la comunidad pipil. A ceptual que lleve las insignias de continuación describimos las es- un dios. En este ámbito de equi- tructuras más cercanas al templo, valencias, un dios podrá ser ente- designado Sitio 26. rrado por medio de la ceremonia de la ofrenda. Nagao propuso Sitio 26 que las ofrendas de esculturas de Tonacatecuhtli y su entierro como El Sitio 26 se encuentra aproxima- víctima de sacrificio proveía las se- damente 100 m al norte del Sitio millas para sustancia en el futuro. Conacaste (Figura 7). Parte de La quema de ofrendas es relativa- la construcción de la carretera mente rara, pero algunas se han bypass requería la remoción de encontrado en el Templo Mayor los primeros 30 cm del suelo en de Tenochtitlan y en Tlatelolco. toda el área de construcción. En Por lo menos, un dios enterrado en muchas partes de esta zona el el sitio Conacaste era Xipe Totec, suelo no era muy profundo, por patrón de orfebres y gladiadores y consiguiente, estamos seguros de del renovamiento agricultural. Es que no había nada de otras es- posible que los pipiles de la zona tructuras alrededor de Conacas- de Izalco sacrificaron la efigie de te. El Sitio 26, antes de la excava- Xipe Totec en un esfuerzo de des- ción, parecía un grupo de piedras

La Universidad 125 Figura 7. Mapa de la región de reconocimiento del valle del Río Ceniza, con detalle de los sitios Conacaste y 26.

126 La Universidad de río en la cima de una loma Estructura 1 y 3. El grupo de pie- baja, en un cañal en la llanura al dras de río correspondía a los res- poniente del Río Quequeisquillo. El tos de dos estructuras. Las paredes sitio se presentó como otros en el estaban construidas con piedras valle, acumulaciones de piedra y de río y roca rasca. El piso de las tiestos no asociados con un mon- estructuras era difícil de percibir, tículo. Observamos tres concen- pero unos artefactos estaban ali- traciones de piedra, uno al nor- neados por un solo nivel. Las pa- te, otro en el centro y otro al sur. redes se levantaron encima de un Las excavaciones revelaron tres nivel de humus antiguo. La base estructuras mal preservadas, la de las paredes de la Estructura 3 piedra en la superficie correspon- era un poco más profunda que la día a los lugares de las estructuras de Estructura 1, llegando aproxi- (Figuras 8 y 9). Las estructuras es- madamente 40 cm abajo de la taban formadas con piedra rasca superficie actual. Unas de las pie- pero labrada y piedras grandes dras visibles antes de excavación de río. Después de que la maqui- era in situ en las paredes. naria quitó el humus de la zona En medio de los grupos no notamos otras estructuras. El de piedra al centro y al sur, el suelo en esta zona era de 10 cm suelo era relativamente profun- hasta 50 cm de profundidad, por do, pero no observamos rasgos lo cual estamos seguros de que culturales, mucho menos huellas estas tres estructuras son todas las de arado. Asimismo, las excava- edificaciones del área (Figura 10). ciones en la zona del grupo sur de piedras no revelaron rasgos Estructura 2. Esta zona no tenía o edificios, aunque la superficie tanta piedra como el centro y el mostraba abundante piedra. Es- sur, pero la estructura estaba re- tas piedras fueron colocadas por lativamente bien preservada. La razones culturales y probable- Estructura 2 descubrió una esqui- mente representan los restos de na suroeste y una pared al sur. No una estructura que no sobrevivió podíamos definir las otras partes a la destrucción por arada. Es po- de la estructura. El rasgo 1 era un sible que fuera un grupo espurio pozo que llegó unos centimetros de piedra causado por la acción adentro el subsuelo, el cual con- de la arada. Ya que la piedra siste en esta zona en piedra podri- ocupó una zona distinta, es más da (saprolite). probable que estaban relaciona- dos a otra estrutura en vez de ser

La Universidad 127 Figura 8. Mapa en plan de las excavaciones de Sitio 26.

Figura 9. Foto de las estructuras del Sitio 26, rumbo al norte

128 La Universidad materiales de las Estructuras 1, 2 o Lockhart llamó este sistema ‘ce- 3. La imagen que estas excava- lular’, ya que cada componen- ciones nos presentan es la de un te tenía la potencialidad de ser templo aislado cuyas estructuras una entidad independiente. Las más cercanas no corresponden a preferencias nahuas a favor de la elite. ¿Cómo es esto posible? El la simetría y la independencia en templo debe ser el corazón de la la organización, resultó en un pa- comunidad y para las antiguas ci- trón de asentamiento esparcido, vilizaciones el templo es una fuen- ya que los asentamientos eran te de poder. Para entender mejor en intervalos iguales. El patrón el rompecabezas de este patrón celular se han encontrado en el de asentamiento, tenemos que valle de México y otras zonas. En discutir algunos principios nahuas. el presente caso, propongo que esta estructura representa el con- El puesto del templo cepto ‘celular’ llevado al extre- mo. Normalmente, el templo está El historiador James Lockhart pro- ubicado en el asentamiento prin- puso que el mundo nahua antes cipal, rodeado por casas elites y y después la conquista española, edificios gubernamentales. La ra- era una unidad en varios aspec- zón de su ubicación en forma ais- tos. Una zona extensa ocupó los lada fue la de proveer un aceso mismos conceptos políticos, eco- igualitario a toda la comunidad. nómicos y sociales. El alcance La independencia del altepetl se de estas similitudes llegó mucho encarnó en el templo, por medio más allá de México, ya que los del requisito de movimiento a tra- pipiles izalcos ocuparon la misma vés del altepetl para realizar las terminología y los principios orga- actividades principales. Toda la nizacionales. Dos de los principios gente, sin importar su rango, tenía nahuas eran la simetría y la inde- que pasar el paisaje del altepetl pendencia. Ahora bien, la unidad para usar el templo. Los ritos y las política de los nahuas era el alte- ceremonias no tuvieron que estar petl. Cada altepetl tuvo su terri- colocados en una villa o capital, torio, templo, dioses especiales, porque era parte del paisaje pipil. consejo y líder, un teuctli o tlatoa- La jerarquía política creó una red ni. Cada altepetl era indepen- de poder penetrativo en todo el diente y cada una de sus partes paisaje. Ellos pudieron mantener constitutivas (el calpulli) represen- su poder sin observar el templo tó la independencia del altepetl. constantemente. La unidad polí-

La Universidad 129 Figura 10. Perfil del muro oriente, Unidad 4 del Sitio 26.

tica no se debió entonces porque Documento electrónico. Consul- el poder estaba concentrado en tado el 10 de abril de 2011 desde un solo lugar, sino todo lo contra- http://www.famsi.org/reports/00027/ rio, ocurrió gracias a la dispersión, index.html para que todos los elementos de la vida social, política, e económi- Becker, Marshall J. [1992]. «Burials ca —el callialli (hogar), el calpolli, as Caches, Caches as Burials: A y el altepetl— eran mantenidos New Interpretation of the Meaning por la jornada a través del paisaje of Ritual Deposits Among the Classic de los Izalcos. Period Lowland Maya». En New Theories on the Ancient Maya. Bibliografía E. C. Danien y R. Sharer (eds.), pp.185-196. The University Museum, Ashmore, Wendy [1987]. «Cobble University of Pennsylvania, Phila- Crossroads: Gualjoquito Architecture delphia. and External Elite Ties». En Interaction on the Southeast Mesoamerican Coggins, Clemency Chase [1988] Frontier, Eugenia J. Robinson, edi- «On the Historical Significance of tora, pp. 28-48. Gran Bretaña: BAR Decorated Ceramics at Copan International, Series 327. and Quirigua and Related Classic Maya Sites». En The Southeast Barnes, William [2003]. Icons of Classic Maya Zone, pp.95-124. Empire: Royal Presentation and the Gordon R. Willey y Elizabeth Boo- Conception of Rule in Aztec México. ne (eds.). Wahington, D.C.: Dum-

130 La Universidad barton Oaks. Thames and Hudson

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132 La Universidad Atalaya, un sitio preclásico en las costas de Acajutla

Fabricio Valdivieso

Resumen asentamientos que vivieron de la caza, la recolección, la explota- Atalaya (registro 6-4) es un sitio ar- ción del medio y la agricultura du- queológico cercano a la ciudad rante todo el período preclásico. de Acajutla y ubicado en el can- Las relaciones entre un sitio y otro tón El Coyol, departamento de aún son objeto de estudio de los Sonsonate. El sitio representa un arqueólogos, sin embargo, se es- asentamiento costero del período pecula que estos asentamientos preclásico medio y tardío, entre el en épocas más tempranas desa- 900 a.C. y el 250 d.C., y está loca- rrollaron sus propias modalidades lizado a 1.5 km de la costa oceá- culturales. Estas están expuestas nica, contiguo a los ríos San Pedro en los artefactos —sobre todo en y Sensunapán. Para el periodo la cerámica— que en ocasiones de asentamiento, estos últimos logran diferenciar variantes esti- debieron representar una signifi- lísticas entre un asentamiento y cativa fuente de insumos para la otro, aunque con frecuencia se subsistencia. Tanto Atalaya como perciben claras semejanzas, sinó- otros sitios arqueológicos de la nimo de contacto o intercambio. misma época, localizados en la Los asentamientos más tardíos del costa pacífica (desde el Soco- preclásico denotan una clara es- nusco en México hasta El Salva- tratificación social, con redes de dor), forman parte de una red de intercambio establecidas y regio-

La Universidad 133 nalizadas, lo cual es un importante El presente documento foco de interés para los investiga- define, mediante la observación dores del pasado. Para muchos de estratos y la recuperación de arqueólogos y académicos, por artefactos en las 66 operaciones su temprana periodización, estos realizadas, el componente ar- sitios preclásicos formaron las ba- queológico contenido en la pro- ses de las grandes culturas que piedad. Cada excavación fue habitaron la región en épocas controlada mediante niveles arbi- posteriores, como es el caso de trarios de 20 cm cada uno, cuya los mayas del período clásico. tierra fue cernida para recuperar Los límites funcionales de la totalidad de la evidencia hu- Atalaya aún no han sido estable- mana contenida en el subsuelo. cidos con precisión, sin embargo, Las excavaciones profundizan se sabe de la existencia de montí- hasta estratos libres de eviden- culos y restos de material arqueo- cia arqueológica y en ocasiones lógico diseminados en la superfi- se detienen sobre las superficies cie en diferentes sectores dentro culturales. El material extraído fue de un área no mayor de 1.5 km2, lavado, contado, clasificado y al- con dirección a la costa y a los macenado en bolsas herméticas márgenes de los ríos San Pedro marcadas y cajas plásticas. y Sensunapán, sector que hemos Dichas excavaciones han reconocido en este caso como permitido definir la frecuencia ‘Llano de Atalaya’. espacial y temporal del mate- El estudio realizado tiene rial arqueológico contenido, la por objeto definir los límites fun- profundidad de localización de cionales y estructurales del sitio ar- contextos culturales y el recono- queológico Atalaya dentro de la cimiento tipológico de artefactos porción localizada en un terreno que sugieren aspectos culturales no mayor de 40 mz., contiguo al relacionados a los antiguos habi- río San Pedro en la hacienda del tantes del área. Los resultados fi- mismo nombre: Atalaya. En dicho nales reconocen la extensión del espacio se pretende ejecutar un asentamiento prehispánico en la proyecto de construcción deno- propiedad, en la cual se preten- minado Planta Generadora de de ejecutar el proyecto construc- Energía Eléctrica, bajo la respon- tivo antes referido. sabilidad de PROGELCA S.A. de Los resultados del análisis C.V., la misma entidad que patro- de artefactos permiten concluir cina el presente estudio. que Atalaya se trata de un sitio

134 La Universidad que debió establecerse durante y 0276639, N 13º36’34” y W0 el período preclásico medio, alre- 89º50’13.49”. Comprende un área dedor del 900 a.C. y fue abando- no mayor de 279,558 m2, equiva- nado en algún momento del pre- lentes a 40 mz. clásico tardío, alrededor del 250 Esta propiedad limita al d.C. La cerámica tiene relación norte y noreste con el río San Pe- dentro de los complejos Colos dro, al oeste y sur con terrenos (900-650 a.C.), Kal (650-400 a.C.), propiedad de Mario Enrique Oli- Chul (400-200 a.C.) y Caynac (200 vares y Rafael Antonio Olivares y a.C. – 200 d.C) definidos por Ro- la PETENERA S.A. de C.V. En una berto J. Sharer para la región de pequeña porción al este, limita Chalchuapa. con la propiedad de Roxana Ma- Los estudios arqueológicos ría Argueta. El sitio se localiza a en la región han sido muy escasos. 1.5 kilómetros hacia el suroeste de De este modo, las actividades de la costa y a 1.8 de la ciudad de intervención arqueológica aquí Acajutla. realizadas robustecen el acer- El terreno está conforma- vo científico-cultural de la región do por suelos barrosos con plan- central y oriental de El Salvador tación de caña. En los terrenos y sus vínculos con otras regiones. próximos se tienen bosques y Se espera que los resultados del mangle, cocoteros y áreas fango- presente estudio sirvan de herra- sas en invierno, algunas zonas son mienta científica para futuras in- utilizadas para el pastoreo. vestigaciones, en la promoción La zona que localiza el si- de la historia arqueológica de la tio arqueológico Atalaya, dentro localidad y el reconocimiento de de la hacienda del mismo nom- los procesos evolutivos de las so- bre, se ubica en un llano contiguo ciedades prehispánicas desde las a la costa, con dos ríos: el río San más remotas épocas. Pedro y el río Sensunapán. El sector de mayor concen- Ubicación y área de estudio tración de material arqueológico en superficie se localiza en las áreas El proyecto Planta Generadora contiguas al denominado Montí- de Energía Eléctrica se encuen- culo Principal y sobre este, espacio tra ubicado en el cantón El Co- que no excede los 60 m de largo y yol, municipio de Acajutla, de- 30 m ancho promedio. La observa- partamento de Sonsonate, en las ción en superficie es limitada por la coordenadas Lambert 0409414 plantación de caña.

La Universidad 135 La propiedad ha sido mo- Antecedentes deradamente afectada por la remoción de suelos ocasionada Atalaya está localizada en el De- por maquinaria pesada para dar partamento de Arqueología de lugar a una calle rural, alterando la Secretaría de Cultura, según la parcialmente el montículo princi- ficha 6-4, registrada por Manuel pal. Otras afectaciones de con- Méndez. Atalaya se localiza en sideración en la zona son propi- los cantones El Suncita y Atalaya, ciadas por el arado y actividades del departamento de Sonsonate, antrópicas relacionas con la agri- 4 km al noroeste de la ciudad de cultura industrial. Acajutla. El registro oficial del sitio

Figura 1. Ubicación del sitio arqueológico Atalaya. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

136 La Universidad Figura 2. Ubicación y área en estudio. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

Figura 3. Ubicación del Montículo Principal dentro de la propie- dad. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Val- divieso.

La Universidad 137 Figura 4. Levantamiento topográfico del sitio. Por Toponort S.A.

138 La Universidad Figura 5. Montículo Principal dentro de la propiedad. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

Figura 6. Montículo Principal dentro de la propiedad. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

La Universidad 139 carece de fecha, sin embargo, pán. Atalaya, según Haberland, otras referencias hacen suponer presenta la misma cerámica que que estos registros debieron efec- , aunque con variantes tuarse a finales de la década de importantes en las formas de la fi- 1970 y posiblemente a principios gurillas y en la cerámica. Según el de 1980, época en que Manuel arqueólogo, uno de los hallazgos Méndez debió laborar para Pa- más importantes en Atalaya lo re- trimonio Cultural. Según Méndez, presentan fragmentos con deco- este sitio inmediato a la playa se ración polícroma sobre una base encuentra formado por tres mon- roja, los cuales son comparables tículos, uno de los cuales se expo- con piezas polícromas preclásicas ne parcialmente excavado. encontradas en los altos de Gua- Wolfgang Haberland hizo temala, aunque no se tienen en referencia al sitio por primera vez Atiquizaya. Para Haberland, las en su publicación de 1977, ‘Un semejanzas de artefactos entre Complejo Cerámico en el Occi- las regiones de Atalaya y Atiqui- dente Salvadoreño’, en Colec- zaya permiten sugerir la existencia ción de Antropología e Historia Nº de un complejo cerámico del pe- 12, publicado originalmente en in- riodo preclásico. glés en 1956: ‘A pre-classic Com- Se tiene también una refe- plex of Western El Salvador’. Para rencia más remota sobre la zona; Haberland, este sitio constaba de esta es otorgada por Jorge Lardé tres montículos pequeños, entre en 1926, relacionada a un sitio lo- los cuales, el número 2 fue obje- calizado en la misma zona, con- to de investigación mediante una tiguo a la salida a la playa. Este trinchera. De esta investigación sitio es denominado Bocas del se lograron recuperar evidencias Sunzunat: «En los sedimentos de que sugieren una temporalidad este río (departamento de Son- y posibles relaciones con otros si- sonate), se han encontrado ob- tios de la misma época. El mon- jetos arqueológicos; un estudio tículo Reich, según Haberland, determinado de ellos conducirá estaba formado de tierra y mate- probablemente al establecimien- riales cerámicos. Sus estudios son to de la sucesión de las civilizacio- comparados con los materiales nes indianas en la provincia de los recuperados en Atiquizaya, un Izalcos». [Lardé, 1926]. Esta misma sitio aparentemente de la misma referencia es publicada por John época que Atalaya localizado en Longyear III en 1944: «In the terra- el departamento de Ahuacha- ces of this river have been found

140 La Universidad archaeological specimens. A ca- minado ‘Montículo Principal’. Este reful study of these will probably yace sobre una plataforma larga lead to the establishment of the de forma arriñonada con orienta- succession of Indian civilization ción desviada 18º del norte, con in the province of the Izalcos». un poco más de 70 m de ancho [Longyear III, 1944]. Este sitio está y aproximadamente 100 m de registrado con la ficha 6-5 en los largo. Las primeras evaluaciones cuadrantes de registro del actual del material hacen suponer que Departamento de Arqueología, se trata de un asentamiento del registrado también por M. Mén- periodo preclásico, sin mayores dez. Según la ficha, está localiza- datos. do contiguo a la costa, en las te- De este modo se pidió a nazas del río Sensunapán y río San la empresa la ejecución de activi- Pedro, en Acajutla. Méndez hace dades de investigación arqueoló- constar que entre los sedimentos gica en el área, siendo necesario del río se perciben fragmentos ar- que todo trabajo que contemple queológicos, sin dar mayores da- la remoción o alteración del sub- tos. suelo quede estrictamente prohi- Luego de varias décadas, bido sin antes presentar un estu- la primera inspección técnica se dio técnico. Se esperaba que el hizo efectiva el día 17 de febrero estudio arqueológico requerido de 2009, por Julio César Alvara- mediante excavaciones de son- do, miembro del Departamen- deo permitiera delimitar las áreas to de Arqueología del entonces de protección a las evidencias Concultura. Dicha inspección se culturales contenidas. realiza en virtud de una solicitud El 27 de julio del mismo año de inspección por parte de la em- se realizó una segunda inspec- presa PROGELCA S.A. de C.V. ción arqueológica en la zona, por El resultado de aquella el Lic. Fabricio Valdivieso, arqueó- primera inspección propició la re- logo contratado por la referida dacción de un informe y una re- empresa. Se confirmó la presen- solución de carácter jurídico, las cia de material arqueológico en cuales confirmaron la existencia mediana densidad, concentrado de un sitio arqueológico en la pro- en el sector del Montículo Princi- piedad. Dicho sitio expone mate- pal, el cual ha sido parcialmente rial arqueológico en la superficie alterado por construcciones mo- y un montículo de aproximada- dernas. mente 5.5 metros de altura, deno-

La Universidad 141 Los antecedentes regio- tio El Carmen (Registro 2-7), muy nales relacionados al período cercano a Aguachapío, ubicado preclásico y a la costa occidental también en el municipio de Ju- se orientan hacia la evaluación jutla, a tres kilómetros de la costa de sitios como Aguachapío (Re- del Pacífico. Se encuentra en uno gistro 2-8), localizado cerca del río de los brazos del estero El Zapote, Aguachapío, en el municipio de en un área de manglares. (departamento de Ahua- El Carmen fue estudiado chapán). Este sitio consta por lo en la segunda mitad de la déca- menos de tres montículos con ma- da de 1980 por Paul Amaroli, Ar- teriales culturales presuntamente thur Demarest y Bárbara Arroyo. del período preclásico tardío. Se- Se trata de un pequeño sitio con gún la ficha de registro, el Montí- un montículo redondeado de culo 1 mide aproximadamente 3 aproximadamente 3 m de altura m de altura y 30 m de ancho con y una cima más o menos aplana- una orientación oriente-poniente, da, sugerida como un montículo y 70 m de largo con dirección de ocupacional. Según la ficha de norte a sur. Aguachapío, registra- registro, los saqueos revelaron ca- do en 1986, exhibía para aquel pas estratigráficas que contenían entonces varias decenas de per- material arqueológico. foraciones de saqueo, algunas El resultado de aquellas viejas y otras recientes, según la investigaciones en El Carmen ficha. El Montículo 2 podía ser de evidenció la existencia de tres iguales dimensiones, pero al mo- hornos ubicados en la base del mento del registro, en 1986, no fue montículo y pisos de barro con posible acercarse debido a un impresiones de huellas humanas, espeso cultivo de caña madura. depósitos subterráneos y estadios Según la fuente, el Montículo 3 ha constructivos para la estructura. sido dañado por la actividad agrí- Las pruebas de carbono 14 su- cola e intensivamente saqueado. gieren que El Carmen es un asen- Este último mide alrededor de 20 m tamiento preclásico temprano de diámetro y tan solo un metro (1470 +- 90 AC y 1590 +- 150 AC), de altura. Este sitio también fue vi- siendo el sitio más antiguo hasta sitado por el arqueólogo Federico el momento registrado en El Sal- Paredes en el año 2007. vador. La evaluación cerámica Uno de los antecedentes corresponde con la fase Locona arqueológicos más representati- de Chiapas y Guatemala, aun- vos en la zona corresponde al si- que con variantes. Según los re-

142 La Universidad sultados predominan las formas Procedimiento de tecomate con decoración del tipo Ocos y Barra y rasgos com- Las actuales intervenciones son partidos con la región costera de de carácter exploratorio, en un Chiapas y Guatemala, percibidos mínimo de 66 pozos de sondeo ar- en otros artefactos [Arroyo, Bár- queológico denominados ‘ope- bara et. al., 1993]. raciones’. Dichas operaciones se Por último, los estudios de distribuyen estratégicamente a lo reconocimiento de los sitios pre- largo y ancho de la propiedad, clásicos realizados en el año 2007 sin que estas afecten el sector del por Federico Paredes logran de- montículo principal y la platafor- terminar la existencia de al menos ma, a excepción de la Operación 13 sitios: «Dicho esfuerzo de reco- A12, la cual pretende reconocer nocimiento cubrió el área sur del de manera preliminar el compo- departamento de Ahuachapán, nente parcial del inmueble prehis- la cual comprende las primeras pánico. elevaciones rumbo a la sierra de La ubicación de las ope- como límite norte y el raciones está dada en base a la Océano Pacifico como limite sur. orientación del Montículo Prin- La investigación se centró en la cipal, de donde se desprenden planicie costera, generalmente al tres (3) ejes denominados de la sur de la carretera La Hachadura, siguiente manera: A, B y C, orien- sin embargo, se realizaron dos vi- tados hacia los flancos del montí- sitas a sitios al norte de la misma, culo. De este modo, el eje A, des- que dieron como resultado en de el flanco suroeste, se desvía el registro de un sitio previamen- 289º del norte. El eje B, desde el te desconocido (San Benito) y la flanco noreste, mantiene la direc- recolección de datos importan- ción del montículo a 18º del norte, tes en otro muy poco conocido mientras que el eje C es orientado (La Palma, reportado por Perrot- a 109º desde el flanco noreste. Las Minnot en 2006). Los trabajos operaciones han sido colocadas realizados dan cuenta de 13 si- en puntos, cada 20 m, y distribui- tios visitados, de los cuales 5 de- das de la siguiente manera: ben considerarse como registros nuevos de la zona (San Benito, El Eje A: 12 operaciones Mapache, El Escondido, El Poeta Eje B: 19 operaciones Campesino y 3 cerritos de Nueva Eje C: 21 operaciones York)» [Paredes Umaña, 2008].

La Universidad 143 Se ubican 14 operaciones distribución o frecuencias arqueo- más en algunos puntos estratégi- lógicas en la propiedad, ya sea cos dentro de las 40 mz que com- de manera diacrónica o sincróni- ponen la propiedad. Los criterios ca. La evaluación cualitativa del están dados en base a la obser- material pretende obtener mor- vación de la topografía estable- fologías y tipologías, sin perder su cida en las curvas de nivel. Estas procedencia en cada operación, operaciones se abrevian Op.1, estrato y nivel. Con el registro mor- Op.2, en adelante. fológico y tipológico pueden su- Cada operación se esta- gerirse temporalidades y posibles blece en dirección norte-sur, con relaciones macrocontextuales con un área de 1m x 2m, con profun- otros asentamientos. didades variables, dependiendo El cierre de cada exca- de la frecuencia del material ar- vación dependió de la carencia queológico contenido. Los con- total de material cultural o de la troles de cada operación serán localización de estratos arqueo- por niveles arbitrarios de 20 cm. lógicamente estériles. En algunos Las Operaciones 10, 11, 12, 13 y casos, la excavación se suspendió 14 ocupan un área de 1 x 1m. La al localizar suelos considerados Operación 15 fue extendida un como superficies culturales. Estas metro más hacia el sur y un metro superficies son observadas al en- más hacia el este, con el objeto contrarse rasgos considerados in de reconocer los rasgos acaeci- situ sobre una superficie de mayor dos en la misma. compactación y clara diferencia Todas las operaciones fue- en su composición relativa. ron controladas mediante con- Cada excavación fue re- troles arbitrarios de 20 cm cada gistrada con fotografías previas y una, con el datum ubicado en posteriores a la intervención, así la esquina noreste, a 20 cm de la también se documentaron rasgos superficie. El material extraído en y perfiles mediante dibujo técnico cada nivel fue cernido para recu- a escala y alturas en cada deta- perar las muestras totales conte- lle. Los rasgos acaecidos fueron nidas. Cada estrato fue descrito minuciosamente limpiados y re- al tiempo en que se tomaba el gistrados mediante fotografías, di- control del material acaecido en bujo y video; luego los materiales cada uno, en términos cuantita- fueron extraídos para análisis de tivos y cualitativos. Los resultados laboratorio y registro en gabinete. cuantitativos permiten evaluar la

144 La Universidad También se tomaron cor- Resultados generales tes a escala y registro de las con- diciones del Montículo Principal y Composición estratigráfica la plataforma en la cual yace. Cabe señalar que las inter- La composición estratigráfica en venciones se vieron obstaculiza- el área de estudio la componen das por la plantación de caña, la cinco estratos básicos entre 0 y cual limita la movilidad y la visibili- 220 cm de profundidad. El prime- dad dentro del área. No obstante, ro de estos estratos, denominado el control general las actividades Capa I, corresponde al humus, se valió del uso de binoculares generalmente de color negro, con distanciómetro, GPS, radios, con limo e inclusión de raíces. Esta banderines, un circuito de surcos capa ha sido severamente altera- para agilizar la comunicación in- da por las actividades agrícolas, terna y vehículo. El proyecto re- sobre todo por la remoción de tie- quirió de 21 auxiliares, 2 asistentes rra ocasionada por la máquina de técnicos en campo y el arqueólo- arar para la siembra de caña. Sin go director del proyecto. duda, este estrato fue también al- Las investigaciones se terado en décadas pasadas por acompañaron de reconocimien- otro tipo de cultivo, propiciando tos pedestres en sectores cerca- la turbación de posibles contextos nos al área, con la intención de arqueológicos incluidos, aquellos registrar posibles sitios próximos a próximos a los niveles superficia- Atalaya cuya información pueda les. El humus por lo general tiene articularse a este estudio. Los es- un grosor entre 20 y 60 cm y sue- pacios con remanentes culturales le exponer material arqueológico de interés identificados en esta en densidades que van desde la ocasión fueron registrados con mínima y baja, en casi todas las coordenadas Lambert y en gra- operaciones, hasta la media, en dos, minutos y segundos con GPS. raras ocasiones, como es el caso Con el objetivo de faci- de las operaciones A12, B19, C9, litar una mayor compresión del C10 y C16. A pesar de esto, cabe estudio, los resultados de la inves- señalar que en varios casos la tigación y las interpretaciones se densidad en esta capa es nula, valen de dibujos a escala e ilustra- situación percibida en las opera- ciones hipotéticas explicativas en ciones A2 y B13 y C13. formato digital. El segundo estrato básico estaba conformado por la Capa

La Universidad 145 II, compuesta de tierra café os- mos al río San Pedro, el cual arro- cura muy fácil de confundir con ja material de arrastre en mínima el humus o tierra negra, con la di- densidad. Esta capa parece no ferencia de que esta capa es un formar parte de los estratos bási- poco más compacta, con limo y cos de la zona. ocasionalmente expone piedrí- Un tercer estrato lo con- nes y arenisca. Se puede percibir forma la denominada tierra café en las operaciones A1, A2, A7, A8, compacta, reconocida como A9, A12 y en todas las operacio- Capa III, aunque en ocasiones nes del eje B y C, incluyendo las aparece como Capa II. Puede operaciones satélites. Alcanza presentarse clara u oscura como grosores mínimos de 15 cm, has- en la Operación 8. Este estrato ta los máximos de 80 cm, aunque muestra limo arcilloso y pocas ve- en un caso excepcional (la ope- ces expone piedrínes y arenisca. ración A12) alcanza casi los 140 Suele presentarse sobre los ras- cm sobre el Montículo Principal gos arqueológicos o cubriendo del sitio con material en alta den- los suelos culturales. Se distribuye sidad. En este estrato el material por casi toda la propiedad, entre arqueológico puede tenerse en los 60 y 120 cm de profundidad, nula y mínima densidad, como el con grosores mínimos de 15 cm caso de las operaciones 2, 5, 8, y máximos de 80 cm. El material 10, 11, 12, 13, 14, A1, A2, A7; en arqueológico contenido en este casi todo el eje B, desde la B2 estrato puede ser nulo o mínimo hasta la B14, y en las operaciones —tal es el caso de las operacio- C1, C2, C12, C13 y C19. También nes 6, 9, 10, 11, 12, 13, 14, A1, A2, se encuentra en baja y mediana A3, A4, A5, A7, A8, A9, A10, B2, B3, densidad en las operaciones 1, 3, B4, B5, B6, B7, B8, B9, B10, B11, B12, 4, 6, 9, A8, A9, A11, B16, B17, B18, B13, B14, B16, B17, B18, B9, C1, C2, C3, C4, C5, C6, C7, C9, C10, C9, C3, C4, C5, C7, C9, hasta la ope- C14, C15, C16, C17, C18, y C19; y ración C19­— y de baja a media- en alta densidad en las operacio- na densidad en las operaciones nes 7, A12, B19, C8 y C21. 8, A11, A12, C20 y C21, hasta una Otra capa la define un densidad alta únicamente en la estrato de tierra negra percibi- operación 7. do únicamente en la operación El cuarto estrato, deno- B1, denominada también como minado Capa IV, que en ocasio- Capa II. Este estrato parece co- nes representa la Capa III, está rresponder con sedimentos próxi- conformado por tierra café con

146 La Universidad piedrínes de 0.5 cm a 30 cm, se- a su máximo en el nivel 4, desde micompacta, posiblemente resul- donde desciende hasta el nivel 6. tado de sedimentos. Este estrato La densidad relativa es seguida algunas veces expone arenisca de las operaciones satélites, sobre color gris, con un grosor mínimo todo las excavaciones concen- de 20 cm y un máximo que puede tradas en el sector noroeste de superar los 40 cm. Generalmente la propiedad, donde lograron re- carece de material arqueológi- cuperarse 2,144 fragmentos. Tam- co y en caso de que exista, este bién concentran la mayor parte se presenta en mínima densidad, del material entre los niveles 2 y 4, posiblemente revuelto con tierra hasta descender a suelos caren- del estrato superior. Se ha logrado tes de material arqueológico en percibir en las operaciones del el nivel 5. Las excavaciones en el eje A, siendo esta el área de me- eje B logran recuperar al menos nor actividad antrópica dentro 1,073 fragmentos, siendo este el del área en estudio. de menor densidad, seguidas por El quinto estrato define la el eje A, con 1,776 fragmentos. En esterilidad arqueológica. Se tra- este último la frecuencia de arte- ta de una capa compuesta de factos alcanza hasta el nivel 10, arena gris semicompacta, la cual ya que la Operación A12 fue rea- puede presentarse como capa lizada en el área de la plataforma V, IV o incluso III, como es el caso del Montículo Principal. Los ejes A en algunas operaciones satélites. y B demuestran que la mayor con- Esta capa puede llegar a perci- centración de material se localiza birse entre los 80 y los 100 cm de entre los niveles 2 y 4, aunque con profundidad, o a partir de los 150 menor frecuencia que las densi- cm de profundidad, bajo los sue- dades percibidas en los ejes C y los culturales. las operaciones satélites del sec- tor noroeste. Las excavaciones en Frecuencia general de artefactos, el sector noreste exponen mate- diacrónico y sincrónico rial en mínima densidad o nulo. Conforme a los resultados La mayor densidad de material de las excavaciones y a la obser- contenido puede percibirse en vación de material en superficie, las operaciones localizadas en el se logra percibir que el material Eje C, con 4,411 fragmentos re- arqueológico se dispersa en una cuperados. La concentración de mayor densidad en el sector este estos asciende desde el nivel 1 del Montículo Principal, abarcan-

La Universidad 147 Tabla 1: Vista global de datos cuantitativos por niveles NIVELES EJE A EJE B EJE C SATÉLITES TOTAL Nivel 1 246 236 612 272 1,366 Nivel 2 316 358 862 589 2,125 Nivel 3 306 232 1,045 603 2,186 Nivel 4 260 178 1,083 643 2,164 Nivel 5 140 35 654 37 866 Nivel 6 30 21 155 - 206 Nivel 7 115 8 - - 123 Nivel 8 99 5 - - 104 Nivel 9 140 - - - 140 Nivel 10 124 - - - 124 TOTAL 1,776 1,073 4,411 2,144 9,404

do la Op. C21 y extendiéndose Morfología y tipología de entre las operaciones C19 y C20, y artefactos después sobre el mismo montículo. Esta alta densidad se disipa cerca El material arqueológico que más de la operación A11, en el sector acontece es la cerámica. Dentro oeste del referido montículo, 10 m de este grupo se perciben con antes de la operación B19, en el mayor frecuencia los cuerpos, se- sector norte del montículo. La den- guido por los bordes, asas, bases/ sidad mediana puede percibirse soportes y por último los miscelá- entre las operaciones A10, con di- neos. El segundo grupo de arte- rección al norte y rumbo a la ope- factos más frecuente es la obsi- ración B18 en la misma dirección, diana, entre la cual sobresalen las distribuyéndose por el sector sureste lascas, las navajillas y los núcleos. de la propiedad y a la altura de las El tercer grupo lo conforma la lí- operaciones 1, 4, 7, 8 y 9 (próximo tica. En este grupo destacan las a la operación C3). La baja densi- piedras talladas, es decir, todos dad se percibe en las operaciones los fragmentos de basaltitos o de A7, con dirección a la operación andesitas con rostros tallados pro- B1, en el sector norte de la propie- blemáticos. A las piedras talladas dad, y cubre hasta la operación C1 le siguen las manos de moler, los en el sector este. En el resto de la fragmentos de metates, las donas propiedad es mínima la muestra de y por último una cuenta. material arqueológico tanto en su- perficie como en excavaciones.

148 La Universidad Gráfico 1. Densidades relativas de material arqueológico conte- nido en diacronía, en relación a la totalidad recuperada por ejes.

Gráfico 2. Frecuencia general relativa de artefactos arqueológi- cos sincrónico.

A. La Cerámica erosionados y otros tan pequeños que no dejan distinguir su morfo- Morfología general. Aunque se logía. No se tienen piezas enteras tiene una rica variabilidad de for- exceptuando el hallazgo de un mas y decoraciones, el grueso del sello entre los misceláneos cerá- material cerámico recuperado lo micos. constituyen fragmentos burdos, Se obtienen bordes que carentes de engobe, muchos dejan distinguir la existencia de

La Universidad 149 Gráfico 3. Eje A. Frecuencia relativa de artefactos arqueológicos sincrónicos.

Gráfico 4. Eje B. Frecuencia relativa de artefactos arqueológicos sincrónicos.

150 La Universidad Gráfico 5. Eje C. Frecuencia relativa de artefactos arqueológicos sincrónicos.

Gráfico 6. Satélites. Frecuencia relativa de artefactos arqueológi- cos sincrónicos.

La Universidad 151 Figura 7. Plano de densidades

cuencos y cajetes medianos y pe- nes biseladas, con labio afilado y queños, así como ollas grandes, base curva, como el encontrado medianas y pequeñas, estas últi- en la Op.C8. Se distinguen teco- mas reconocidas por el tamaño mates con bordes redondeados; proporcional de las asas. Las hay hay también vasos, como los de de paredes delgadas y gruesas, las operaciones A12 y 9. Uno de entre estas últimas se tiene una los cuerpos encontrados en la Op. con una hendidura que corre en C8 distingue un tecomate mode- la zona central de la pieza. Entre lado presuntamente fitomorfo, -si las formas de las vasijas se distin- milar a la forma de una calabaza, guen algunas globulares o de revestido de engobe rojo con fon- paredes curvo convergentes. Se do bayo en la sección de la base. reconocen cántaros, platos con Otros tecomates recuperados cuello corto, comales con pasta en la Op. C7 son decorados con gruesa (como el hallado en en la hendiduras externas modeladas o Op. 7), aunque también se tiene simplemente exponen superficie un plato o comal con terminacio- lisa con bordes redondeados.

152 La Universidad Estas vasijas pueden pre- Con relación a la forma sentarse simples y compuestas, de los bordes, estos se presentan muchas con formas modeladas, frecuentemente evertidos, otros otras incluyen la decoración con redondeados, los hay con pare- agregados ya sean pastillas, tiras des divergentes o recto-divergen- o pequeñas salientes modeladas, tes, muchos con biseles externos o como el caso de un espécimen internos percibidos en cuencos y recuperado en la Op. A10. Los ollas. Se tienen bordes con labios fragmentos recuperados pueden afilados, algunos son abultados incorporar pintura monocroma, salientes y otros son directos re- bicroma y diseños polícromos. dondeados o con tiras salientes Otros especímenes suelen en la pared externa del borde, utilizar la técnica negativo batik bajo el labio. tipo Usulután. También se tienen Algunos bordes son deco- piezas con superficies lisas, algu- rados con canales externos y Ba- nas bruñidas, mate o lustrosas, in- tik Usulután, como el caso de un cluso en las piezas con batik.Otras ejemplar extraído en la Op. C5. superficies son rugosas o de color También se distingue un caso en el bayo, también los hay con estrías y que el borde expone labio afilado abultamientos en la parte interme- y bisel externo con cuerpo decora- dia. La decoración también pue- do con dos canales anchos y una de presentar líneas incisas, estas superficie bruñida. Este fue extraí- últimas se tienen pintadas, otras do de la Op. C8. En la Op. C9 fue representan canales horizontales recuperado un borde con cuerpo externos elaborados ya sea sobre compuesto, modelado con de- el bisel o el borde, o bajo el mismo coración festonada en el área de en la parte exterior de la pieza. Los intersección. Se tienen pruebas de canales pueden presentarse en la existencia de cajetes con pun- uno, dos y hasta cuatro paralelos. tos de intersección decorado con También se recuperaron hendidura modelada entre la base fragmentos de cerámica negra, y el cuerpo, con borde afilado. como el caso de un espécimen En la Op. 7 fue recupera- recuperado en la Op. C9, el cual do un borde plano rematado con supone un cuenco compuesto de festón, poco usual en la cerámica curva discontinua con borde abul- del sitio. Otros ejemplares, como el tado y decorado con líneas inci- caso del espécimen recuperado sas, curvadas y elaboradas previo en la Op. 8, expone reborde bajo. a la cocción.

La Universidad 153 Los fragmentos recupe- perado en la Op.C17, adoptan la rados también distinguen cuellos forma zoomorfa, con interior hue- de cántaros, ollas y cuencos. Es co similar a algunos especímenes frecuente percibir la presencia de reportados en sitios del preclási- ollas grandes con cuellos cortos y co tardío de la región de Chal- ollas medianas con cuellos largos, chuapa y Santa Ana, así como aunque también, en el caso de los en Aguachapío y la costa del cántaros, estos se perciben con departamento de Ahuachapán. cuellos largos. Hay cuellos rectos Ejemplares similares han sido recu- como curvodivergentes. También perados en la comunidad Nueva han sido percibidos platos con Esperanza, en la región del bajo cuello corto, como los ejemplares Lempa, departamento de San Vi- recuperados en las operaciones cente. C9, C11, C14 y C15. Algunos de los platos antes referidos exponen Pasta. Se distinguen piezas de bases convexas; en uno de estos, paredes delgadas y gruesas. Es nos referimos al espécimen recu- muy frecuente distinguir el uso de perado en la Op. C14, el borde es pasta roja con inclusión de pómez pintado con una franja roja. molido o concha molida; aunque En cuanto a las asas, se tie- también se tiene pasta negra en nen grandes, medianas y peque- muy escasa cantidad, a la que se ñas, todas verticales y de correa, le añade pómez molido. También algunas delgadas, otras gruesas. se distinguen piezas que utilizan Las bases recuperadas pasta blanca y pasta con inclusión pueden presentarse planas, simi- de mica. lares a las recuperadas en la Op. C20, o convexas; muchas con su- Superficie. Se ha mencionado que perficies lisas de color bayo, pero la gran mayoría de fragmentos re- también se tiene la presencia de cuperados tienen superficies suma- una base con interior blanqueci- mente erosionadas, con desgastes no. En la Op. 9, algunas bases de severos. Algunos son el resultado de vasos presentan cuerpos con de- turbaciones del medio, incluyendo coración modelada. arrastre y meteorizaciones, lo que En cuanto a los soportes, produce degradación severa en se ha determinado la existencia la materia. Las superficies pueden de especímenes que utilizan bo- también presentarse rugosas o tón, otros son acuminados y otros, posiblemente carecían de deco- como el caso del ejemplar recu- ración pintada o engobes. Esto se

154 La Universidad percibe en piezas completas recu- tos de cuerpos y bordes que dis- peradas en otros sitios de la misma tinguen decoración monocroma, época, cuya funcionalidad está bicroma y polícroma. Algunas pin- destinada a las labores domésticas turas fueron aplicadas antes de la como contenedores o para usos cocción y otras, posterior a la mis- culinarios. Lo anterior es definido ma. Algunos especímenes añaden por muchos arqueólogos como hematita especular en la pintura cerámica netamente utilitaria. roja. Algunos fragmentos de Entre los monocromos se Atalaya se presentan parcialmen- tienen aquellos carentes de en- te ahumados. Las superficies de gobe. No obstante se han logra- muchos otros son lisas, algunas bru- do determinar engobes crema o ñidas, las hay también lustrosas. En blanquecinos, cuerpos con pintura algunos casos las superficies expo- blanca o pintura roja. También se nen estrías. Los alisamientos en la perciben cuerpos naranja mate y superficie crean en el barro tonali- rojo mate. Cabe mencionar nue- dades naranja mate, un color muy vamente la existencia de fragmen- frecuente en estas piezas. tos negros. Las aplicación de pintura y De los fragmentos bicro- la decoración incisa y estríada so- mos, algunos tienen banda roja bre la superficie generalmente fue en el área del borde y bayo en el realizada antes de la cocción de la sector del cuerpo, tal es el caso pieza. Es posible que las estrías fue- de un fragmento recuperado en ran realizadas con un instrumento la Op. C17. tipo peine, de cerdas muy finas, En la Op. B16 se recuperó como el caso de los ejemplares re- un fragmento bicromo que ex- cuperados de las operaciones A9 pone líneas negras sobre rojo. La y B19, los cuales también incluyen decoración pintada puede com- pintura roja. binarse con la incisión. En algunos Un fragmento encontrado casos se tienen canales o hendi- en la Op. C16 expone impresiones duras contiguas al borde pinta- de pasto en negativo, casi a modo das de blanco. de estría. Se supone que debió Los fragmentos polícromos deslizarse sobre la superficie previa- han sido muy escasos. Únicamen- mente a la cocción de la pieza. te se ha extraído un cuerpo y un borde de las operaciones C8 y Decoración pintada. Ya se ha di- C18, los cuales incluyen pintura cho antes que se tienen fragmen- roja, crema amarillento y un co-

La Universidad 155 lor verdoso oscuro o negro, con cíficamente cajetes y cuencos, diseños geométricos. Wolfgang suelen percibirse líneas delgadas Haberland, en 1956, recuperó en onduladas y paralelas verticales, Atalaya fragmentos polícromos ya sea en el interior como en el ex- preclásicos con descripciones si- terior de la pieza, así como man- milares a los ejemplares extraídos chas en negativo. El batik puede en esta ocasión, aunque con va- percibirse en superficie lustrosa o riantes en el diseño. Los ejempla- mate. res recuperados por Haberland También se tienen cuerpos los compara con cerámica recu- y bordes con superficies negras y perada de un sitio próximo a Las lustrosas y bruñidas decoradas Charcas, en las afueras de la ciu- con batik Usulután, tal es el caso dad de Guatemala [Haberland, de un ejemplar recuperado en la 1977]. Op. A12. En otro caso relacionado a la cerámica polícroma del pe- Decoración incisa. Los diseños ríodo preclásico, especímenes incisos en la cerámica de Atala- similares fueron recuperados en ya son variables, sobresalen las una formación troncocónica en líneas, muchas de estas están Casa Blanca, Chalchuapa, du- elaboradas sobre la superficie rante los rescates que se realiza- roja o carentes de engobe. En la ron en virtud de la construcción mayoría de casos las líneas fueron de una carretera contiguo al sitio, añadidas antes de la cocción de en el año 1998. Un último caso la pieza, aunque también se en- a citar es el del sitio El Edén, muy contraron fragmentos con incisos cerca de El Carmen, reportado postcocción. por Paul Amaroli, quien también Las incisiones más senci- recuperó algunos tiestos polícro- llas pueden ser líneas delgadas mos [Amaroli, 2009, conversación dispuestas en uno, dos y tres pa- personal]. ralelas horizontales o diagonales, Robert J. Sharer en Chal- generalmente rectas. Pueden chuapa identifica cerámica po- percibirse algunas líneas curvas lícroma dentro del grupo Jeróni- poco profundas, líneas incisas mo, variedad Perulapán, dentro arqueadas y paralelas, como el del complejo Colos del preclásico caso del ejemplar recuperado medio (900-650 d.C.). en la Op. B19, y líneas con trazos En cuanto a los especíme- irregulares. También se presentan nes decorados con batik, espe- líneas incisas gruesas o semigrue-

156 La Universidad sas poco profundas, dispuestas en Discusión. Aunque es posible que posición vertical. Pueden tenerse existan formas o ideas locales combinaciones de líneas incisas para la manufactura de utensilios paralelas con líneas arqueadas cerámicos, muchos de los frag- como abanico, con engobe rojo. mentos encontrados en Atalaya En otros casos las líneas pueden no distan de los ejemplares re- alternarse con pequeños puntos gistrados por Robert J. Sharer en incisos paralelos, como el caso de Chalchuapa, Haberland en Ata- un cuerpo carente de engobe, laya y Atiquizaya, y de los frag- recuperado de la Op. C8. En este mentos recuperados por otros ejemplar la decoración expone arqueólogos en Casa Blanca, El tres líneas incisas diagonales y dos Edén, Aguachapío y otros sitios en frecuencias lineales de pequeños la región occidental del país. Sin puntos incisos paralelos. En otro duda, Atalaya debió tener con- caso el diseño expone líneas inci- tacto con otras áreas, de donde sas diagonales bajo una línea hori- debieron provenir algunas cerá- zontal. micas o incluso, algunas influen- Otros diseños incisos pre- cias estilísticas que luego debie- cocción exponen líneas quebra- ron manufacturarse en la zona o das en triángulos verticales en en el mismo sitio. Aunque cabe forma de ‘V’ que parten desde el advertir que los fragmentos en borde, tal es el caso de un espéci- esta ocasión recuperados pue- men recuperado en la Op. C14. den ser muy variables en la com- Los diseños más complicados re- posición de la pasta, en el caso presentan figuras geométricas de que estos fuesen comparados que se combinan o alternan con con fragmentos de otros sitios, se- puntos incisos. En la Op. C20 se tie- ría útil remitirlos a futuros estudios ne un cuerpo decorado con líneas mucho más extensos. Es decir, incisas entramadas, formando pueden existir semejanzas en for- cuadros en una superficie áspera. mas y estilos, pero variantes en su composición, lo cual quedará to- Decoración agregada. La deco- davía pendiente de comprobar. ración agregada puede presentar No obstante, las actuales obser- tiras salientes del cuerpo o agre- vaciones en cuanto a la decora- gados modelados a modo de es- ción y forma permiten las siguien- pigas, recuperados de la Op.C12. tes sugerencias como un punto Las asas y soportes también son de partida para la interpretación agregados. de la cerámica del sitio.

La Universidad 157 En primer lugar, es intere- polícromos preclásicos en aque- sante destacar la existencia de lla ocasión identificados son des- fragmentos polícromos en un si- critos como una combinación de tio con atributos preclásicos. Esta cuatro colores: rojo, negro, blanco cerámica es comparable con los y amarillo, con diseños geomé- especímenes reportados por Ha- tricos, incluyendo círculos, zonas berland en Atalaya y Atiquizaya, y rectangulares, bandas y líneas. Sharer en la región de Chalchua- Sharer identifica cuerpos de pare- pa. También Amaroli reporta polí- des verticales con bases planas y cromos en el sitio el Edén en el de- bordes directos, así como cuerpos partamento de Ahuachapán. convexos y bases cóncavas con El primero en otorgar refe- bordes desconocidos, aunque po- rencia sobre esta cerámica polí- siblemente directos. El arqueólogo croma preclásica en El Salvador también distingue tecomates de es Wolfgang Haberland, en 1956 bordes directos y jarras con cue- y nuevamente en 1977. El investi- llo largo de borde directo. Según gador compara los especímenes Sharer, en conversación personal encontrados en Atalaya con una con Haberland, este último com- pieza completa resguardada por para los polícromos de Chalchua- el señor Karl-Heinz Nottebohm, pa con los encontrados en Atala- supuestamente encontrada en ya y Atiquizaya en 1956. la colonia Mariscal cerca de Las Finalmente, los polícromos Charcas, en la ciudad de Gua- de Chalchuapa, semejantes a los temala. Según el Sr. Nottebohm, de Atalaya, son ubicados por Ro- dicha pieza proveniente del sitio bert J. Sharer dentro del grupo Je- antes referido en Guatemala fue rónimo en el complejo Colos, del analizada por Edwin Shook, quien período preclásico medio. Sharer, le asignó un período inmediato a en su publicación de 1978, confir- Las Charcas, considerando que ma la existencia de especímenes esta cerámica puede realmente polícromos en los depósitos de Las representar la primera cerámica Charcas, en Kaminaljuy. Aparen- polícroma en los Altos de Guate- temente es la misma consulta que mala [Haberland, 1977: 10]. Sharer realiza a Haberland en 1971, Años más tarde, en las in- confirmando el dato [comunica- vestigaciones realizadas en Chal- ción personal en páginas 19-20]. chuapa por la Universidad de Las publicaciones relacionadas a Pensilvania, proyecto dirigido por la cerámica polícroma preclásica Robert J. Sharer, los especímenes son sumamente escasas y en El

158 La Universidad Salvador las referencias de Sharer da. y Haberland parecen ser las úni- Otro grupo cerámico com- cas publicadas. parable son las muestras de frag- No obstante, fuera de las mentos con agregados, y algu- publicaciones, los polícromos pre- nas con decoración Usulután las clásicos también han sido recupe- cuales parecen corresponder con rados en el sector de Casa Blanca. los especímenes de Sharer repor- En 1998, durante los trabajos de tados para el grupo Cara Sucia y rescate realizados en el sector del Jicalapa, dentro de la variedad bypass en la carretera contigua a Zunzal y Jicalapa Usulután, el pri- la ciudad de Chalchuapa, el re- mero dentro del complejo Kal (650 dactor del presente informe fue d.C. – 400) y el segundo dentro del testigo presencial de la existencia complejo Chul (400 d.C. - 200 d.C.) de fragmentos polícromos prove- del preclásico medio hacia el pre- nientes de depósitos subterráneos clásico tardío, los cuales podrían del período preclásico. Los análisis indicar la existencia de este sitio de aquellos artefactos aún que- en dichos períodos y su traslación daron pendientes. en ambas épocas o interfases. En el sitio El Edén, próximo También se tienen mues- a las costas de Ahuachapán, Paul tras de cerámica negra, compa- Amaroli [conversación personal, rables con algunos especímenes 2009] reporta el hallazgo de ce- reportados por Sharer dentro del rámica polícroma del preclásico. grupo Pinos, variedad Jorgia Coar- El Edén es un asentamiento pre- se-Incise en el complejo Chul del hispánico descrito recientemente preclásico medio y Cay- nac por el arqueólogo Federico Pa- del preclásico tardío. A su vez, los redes Umaña, quien, mediante fragmentos acanalados y festo- recolección superficial, recuperó nados aquí reportados, así como cerámica del período preclásico los abultamientos intermedios y di- medio y tardío [Paredes Umaña, seños incisos son percibidos en la 2008: 33-34]. Lo anterior puede sig- cerámica de los grupos Nonualco nificar un referente en cuanto a la y Santa Tecla en los mismos com- distribución de estos especímenes plejos Chul y Caynac. Lo anterior en el territorio salvadoreño. Esta permite sugerir nuevamente como cerámica polícroma merece ma- posibles testimonios de interfase el yores estudios, los cuales podrían preclásico medio y el preclásico definir su origen temporal y un tardío. área de distribución más detalla- No obstante, mucha de la

La Universidad 159 cerámica en negativo Usulután locales, la decoración o atributos recuperada en Atalaya es com- pudieron verse influenciados por parable con la cerámica repor- elementos externos al asenta- tada también por Sharer para las miento. Sin embargo, faltan más fases Caynac, en los grupos Izalco confirmaciones en base al análisis y Tepecoyo del preclásico tardío de las pastas en las muestras aquí de Chalchuapa. También son re- obtenidas. comendables las comparaciones de Haberland con Atiquizaya. Misceláneos En resumen, luego de per- cibir un estilo cerámico, como el Los misceláneos son piezas cerá- polícromo de nuestra referencia, micas distinguidas de las vasijas comparable con la fase Colos de y figurillas. En Atalaya se encon- Chalchuapa (sugerido por Robert traron dos especímenes: un anillo J. Sharer) dentro del período pre- doble y un sello con espiga. clásico medio y sumado a otros El anillo doble fue recupe- estilos, técnicas y formas que per- rado de la Op. C8, estaba elabo- miten concordancias cerámicas rado con paredes gruesas y termi- con los reportes otorgados por naciones redondeadas y suaves. el mismo Sharer, las muestras de Este ejemplar fue decorado con Atalaya parecen acercarse a dos agregados pequeños, cada los especímenes de las fases Kal, uno con pequeñas líneas incisas Chul y Caynac entre el preclá- horizontales, posiblemente atribui- sico medio y preclásico tardío; y das a la forma de un animal. dentro del complejo preclásico Robert J. Sharer compara sugerido por Wolfgang Haberland algunos ejemplares encontrados en 1977. De este modo, Atalaya en Chalchuapa con los reportes pudo encontrar su existencia en- de otros investigadores en Chiapa tre los años 900 a.C. y 200 d.C. y de Corzo, Pavón, Cerro de las Me- verse relacionado con sitios de la sas y Tres Zapotes en México. Para misma época. Es posible que mu- Sharer, el mejor ejemplo de su uso cha de la cerámica haya sido traí- proviene de Chiapa de Corzo, en da de otras partes e incorporada donde se reporta el entierro de un en aquella sociedad para fines individuo con seis anillos dobles en utilitarios y ceremoniales; aunque su cintura, lo que indica un vínculo la fuente de manufactura para con el uso o función de estos uten- algunos otros artefactos pudo silios [Sharer, 1978: 61]. también depender de los recursos En El Salvador se reportan

160 La Universidad anillos dobles provenientes de sitios mento de Cuscatlán. Uno de los preclásicos como Jayaque [Casa- más conocidos sellos proviene de sola, 1977] y fincas contiguas a la la colonia San Mateo, en San Sal- ciudad de Santa Ana, incluyendo vador, posiblemente del periodo Sinaí y Rosita, como resultado de preclásico. Casasola, en 1977, re- sondeos arqueológicos y resca- cupera en Jayaque tres sellos rec- tes en los que el autor fue testigo tangulares, planos, descritos con presencial. En Jayaque, Casasola un pequeño agarradero sobre la recupera tres ejemplares sencillos sección posterior, relacionados a y dos decorados, los cuales son la fase Teotepeque (700 a.C. al relacionados con la fase Teotepe- 500 a.C.) y Tamanique (500 a.C al que y Tamanique, dentro del pe- 200 a.C.). riodo preclásico medio y tardío. En cuanto al sello recupe- Figurillas rado de la Op. C15, corresponde a un espécimen redondo, como Morfología y decoración. Se recu- un disco, con una espiga acumi- peraron 21 fragmentos de figuri- nada en la parte posterior y una llas antropomorfas, las cuales su- estampa de figuras ondulantes y gieren la figura femenina, algunas circulares, posiblemente fitomorfo con bustos poco pronunciados en el frente. y brazos que descansan sobre En El Salvador, uno de los el vientre en gestación. Algunos más tempranos reportes arqueo- fragmentos representan piernas lógicos relacionado a sellos lo estilizadas que corresponden con proporciona Stanley H. Boggs, figuras erguidas, otros sugieren quien reporta un ejemplar cilín- brazos, cuerpos sin cabeza con drico encontrado en el escombro caderas fracturadas y carentes de los montículos de Tazumal, du- de piernas, algunos con el deta- rante las excavaciones realizadas lle del ombligo, otros con la zona a mediados del siglo XX. En años de los glúteos pronunciados. Un posteriores, otros arqueólogos ejemplar expone los brazos que han reportado sellos prevenien- descansan sobre el vientre, posi- tes de sitios como Cara Sucia en blemente en gestación (Op. A12). Ahuachapán y en Chalchuapa, Se tienen cabezas que muestran incluyendo Casa Blanca, datados la cabellera elaborada. para el periodo preclásico. Tam- Uno de estos ejemplares, bién en la Hacienda La Presita en extraído de la Op. C17, incorpo- San Miguel; en Colima, departa- ra aplicaciones de tiras y pastillas,

La Universidad 161 atribuyendo ornamentos como zona oriental del país, Wyllys An- collar, cinturón y faldellín decora- drews V., conforme a los estudios do con punzonadas y líneas inci- realizados en el valle de San Mi- sas. guel, incluyendo Quelepa, define Aunque muchos de los cuatro tipos de figurillas, dos de ejemplares recuperados carecen estos dentro del periodo preclási- de engobe o pintura, en la ope- co en la fase Uapala. ración C8 se recuperaron dos fi- Otros trabajos de mucha gurillas decoradas, una de estas importancia los proporciona Luis con restos de engobe crema y la Casasola, en 1977, quien, para la otra con remanentes de pintura zona central de El Salvador, repor- roja con hematita especular. Es- ta la recuperación 173 ejemplares tos especímenes con pintura roja de figurillas antropomorfas en el si- no son comunes en otros sitios de tio arqueológico Jayaque, prove- la época. nientes de excavaciones arqueo- lógicas. Según Casasola, la gran Pasta y superficie. Todas la figuri- mayoría de estos especímenes llas recuperadas son sólidas, mo- aparece en actitud sedente; en deladas. Se tienen especímenes cuatro de los casos se encuentran con superficies color beige y ros- erguidos con los brazos sobre el tros bruñidos, aunque la mayoría vientre, de forma muy similar a la exponen superficies rugosas o postura encontrada en Atalaya. burdas, resultado de la erosión. Para Casasola, estas figurillas co- Estas piezas fueron elaboradas en rresponden al periodo preclásico, pasta roja con mica en mediana aunque sugiere que los individuos densidad. erguidos posiblemente sean más tardíos que el tipo sedente den- Discusión. Los trabajos más so- tro del mismo periodo [Casasola, bresalientes relacionados con las 1977]. Por otro lado, Haberland, figurillas en El Salvador son pre- en 1956 y 1977, reporta el hallaz- sentados en las clasificaciones go de figurillas o figulinas, como otorgadas por Payson D. Sheets les nombra, del período preclási- [Robert J. Sharer ed., 1978] para co en Atiquizaya, departamento Chalchuapa, quien define tres de Ahuachapán, y en Atalaya complejos: Kulil (1,200 a. C. – 600 [Haberland, 1977]. Otros sitios pre- a. C.), Xiquin (600 a.C.- 350 a.C.) clásicos y próximos a la costa que y Tat (350 a.C. – 300 d.C.), dentro denotan el uso de figurillas tam- del periodo preclásico. Para la bién son Aguachapío, San Benito

162 La Universidad y Guayaba, en el departamento su forma son un distintivo preclá- de Ahuachapán, tal lo demues- sico. Los especímenes recupera- tran algunos ejemplares recolec- dos en esta ocasión en Atalaya tados por el arqueólogo Federico se acercan mucho a los especí- Paredes en 2008, provenientes de menes registrados en la región de una recolección superficial [Pare- Santa Ana, Chalchuapa y Atiqui- des Umaña, 2008]. zaya, y en la región de Kaminal- Muchos arqueólogos rela- juyú en Guatemala, incluyendo cionan estas piezas en gestación Las Charcas. El uso de figurillas con la agricultura, aunque aún similares llegó a extenderse hasta no se ha definido su verdadera la región del valle de Zapotitán, función. En este caso se tiene un incluyendo Jayaque y El Cambio, ejemplar encontrado en el rasgo y hasta la región del valle de San de la Op. C17, asociado a cerá- Miguel, tal como se ha dicho. Lo mica doméstica. anterior sin duda, representa una En resumen, con los pre- transmisión de ideas interregiona- sentes hallazgos se respalda la les entre la costa y las regiones in- definición de Wolfgang Harber- teriores en aquella remota época. land en 1977, que compara los especímenes recuperados de Lítica Atalaya con Atiquizaya, aunque, según el investigador, las figurillas Piedras talladas. En total, se ob- son más elaboradas en el primer tuvieron 32 fragmentos de piedras sitio que en el segundo. Pese a las con superficies talladas. Estas pie- variantes y diferencias de las figu- zas exponen formas problemáti- rillas entre ambos sitios, Haberland cas, sugestivamente pueden co- los sugiere como parte del mismo rresponder a metates, manos o complejo cerámico preclásico de incluso esculturas, como el caso occidente. El arqueólogo observa de un ejemplar encontrado en también en estas piezas similitu- la Op. B19. Todas estas piezas son des con figurillas procedentes de elaboradas en basalto. Las Charcas, expuestas en el Mu- seo Nacional de Guatemala para Manos. Se recuperaron 17 manos finales de la década de 1970. En de moler, la mayoría fragmen- las Charcas también se reportan tadas, aparentemente elípticas. fragmentos polícromos preclási- Solamente se encontró una com- cos similares a los encontrados en pleta, proveniente de la Op. B9, Atalaya. Este tipo de figurillas por aunque también se obtuvieron

La Universidad 163 fragmentos de mano con formas dona completa. Esta pieza fue rectangulares extraídas de las localizada dentro de un contexto operaciones C9 y C17. Estas pie- doméstico, asociada a cerámica zas son elaboradas en basaltos y piedras de moler, junto a otras degradados. piedras irregulares. La dona en En la Op. C1 se recuperó esta ocasión recuperada ha sido un objeto, el cual, por su forma, elaborada en basalto, similar a la posiblemente se trate de una materia utilizada en las piedras de mano de moler grande. moler y otras rocas talladas.

Metates. Se obtuvieron 9 meta- Cuenta. Se recupera una única tes, de los cuales solamente uno y pequeña cuenta fracturada, estaba completo, proveniente de proveniente de la Op. C17. Esta la Op. C1. El metate completo es cuenta está elaborada en mosco- de forma elíptica, con base semi vita, con forma de barril miniatura y redonda, canal de molido plano asociada a un rasgo de vasijas do- carente de bordes. También se mésticas y carbón. Se encontró en percibe un fragmento sin bordes tierra revuelta del estrato de tierra y base plana extraído de la Op. 7. café compacta. Otros fragmentos también deno- tan la utilización de metates con Discusión. La forma de las manos base redondeada y superficie de y metates de Atalaya son pareci- molido plana, aunque también das a las formas encontradas en los hay con canal de molido con otros sitios preclásicos de El Salva- bordes cerrados y hondo, y cuer- dor [Valdivieso, 2000]. La presencia po circuniforme, tal es el caso de de estos utensilios confirman la pre- los especímenes recuperados de paración de alimentos en el área, las operaciones C6 y C7. Todos los resultado de una sociedad seden- metates han sido elaborados en taria que subsiste del trabajo agrí- basalto degradado. cola. Por su tamaño y difícil despla- zamiento, es posible que la materia Dona. Únicamente se obtiene un prima fuese obtenida de alguna ejemplar extraído de la Op. C15. fuente próxima en la zona. Los ba- Dicho espécimen se encuentra saltos pueden localizarse contiguo fracturado. Su forma permite in- a los ríos. terpretarse como una dona in- Se sabe que estas piezas conclusa, ya que su orificio central ocupan un lugar especial en la no es atravesado como en una cocina nativa dentro de la vida

164 La Universidad doméstica. Los metates son en- mente esta roca vítrea era traída seres importantes para la prepa- en bloques y preparada en el ración de alimentos, tanto en las asentamiento, aunque no se des- comunidades campesinas actua- carta la idea del intercambio de les como en las comunidades in- piezas ya elaboradas en otros sitios. dígenas prehispánicas. En Atalaya Lo anterior nos remite a considerar este instrumento formó parte de los la existencia de especializaciones implementos de cocina en la co- en el manejo de recursos, incluyen- munidad y se ha visto asociado a do la manufactura de piedras de rasgos que incluyen cuencos y ollas moler. Sin duda, esta referencia es fragmentadas. una prueba de la estratificación Por otro lado, las donas social en un asentamiento costero son asociadas a la faena agríco- del período preclásico. la, aunque también se ha dado el Conclusiones caso de localizarse en contextos domésticos en sitios arqueológicos El montículo principal del período clásico y postclásico. Este ejemplar es uno de los pocos En la superficie se percibe un casos encontrados in situ en un sitio montículo sobre otro montículo preclásico. más bajo, lo cual permite sugerir una estructura de menor tama- Obsidiana ño sobre una base o plataforma de mayor extensión. La elevación Se recuperan 72 navajillas de obsi- más alta es de aproximadamente diana, todas unifaciales, 176 lascas 5.5 m de altura y 34 m de diáme- y apenas 3 núcleos. Este material tro promedio, sobre la plataforma es muy parecido a la obsidiana que alcanza los 100 m de largo, proveniente de las fuentes de Ix- aproximadamente con 70 m de tepeque y Chayal en Guatemala. ancho máximo, medidas sugeri- Lo anterior permite considerar un das desde el arranque del mon- modelo de intercambio a distan- tículo visto en superficie y defini- cia y en el presente caso, un sitio do por las curvas de nivel de 8.5 que converge dentro de una red m.s.n.m a lo largo y ancho. La comercial extensa. forma del montículo más alto es Considerando la presencia cónica, con morfología alterada, de lascas y núcleos, puede sugerir- mientras la base o plataforma es se la manufactura de implementos irregular, arriñonada, con aproxi- de obsidiana en el sitio. Posible- madamente 1 m de altura. Este

La Universidad 165 conjunto presenta una orienta- Las curvas de nivel en el si- ción desviada a 18º del norte. tio permiten distinguir una variable Los montículos, sobre todo la pla- de 9 m.s.n.m en el sector suroeste taforma, han sido alterados por de la propiedad, hasta los 5.5 m el arado y la siembra intensiva, en el sector este con dirección al mientras el montículo más alto fue río San Pedro, y 6 m al norte con alterado o cortado por una calle rumbo al mismo río. El arranque de terracería en el sector sur. del montículo desde la superficie Esta evidencia arquitec- es percibido en la curva de 8.5 m tónica se localiza en el extremo s.n.m. y la parte más alta se tiene sur de la propiedad en estudio. a los 13.5 m.s.n.m. Su ubicación limita al norte, este y Las curvas de nivel sobre oeste con el río San Pedro, preci- el montículo (Figura 10) permiten samente con las siguientes distan- distinguir una variable de 50 cm de cias: 66 m al norte, 65 m al este y elevación en un área no mayor de 56 m al oeste. El río Sensunapán 5 m promedio, en el sector norte se localiza a 1.06 km de distancia de la plataforma (curva de 9.50). hacia el sur del montículo princi- Esta pequeña elevación permite pal y a 1.13 km del montículo prin- sugerir la existencia de otra estruc- cipal hacia la costa. tura de menor tamaño sobre la La densidad arqueológica plataforma en el sector norte. Po- se intensifica en el sector este del siblemente se trate de un conjunto montículo, lo que evidentemen- estructural compuesto. Al observar te es representado como el área las curvas de nivel de 9 m en el de mayor actividad antrópica. Lo área central del montículo, las mis- anterior sugiere este flanco como mas que corren sobre la platafor- la posible fachada principal de la ma, se percibe que estas cierran estructura, o su principal flanco en este sector, creando en planta de acceso en épocas prehispá- una forma arriñonada. Este hecho nicas. La forma del montículo, en permitiría sugerir una depresión su largo, adopta la orientación formada por dos estructuras, una desde la costa, al suroeste, hacia contigua a la otra, aunque ambas el río San Pedro, al noreste; mien- sobre una misma plataforma, re- tras el referido flanco de acceso conocida esta última por la curva parece dirigir su frente hacia una de nivel de 8.5 m y 8 m. La curva apertura entre los ríos San Pedro y de 9.5 m posiblemente puede co- Sensunapán, en el sector sureste rresponder con la estructura de (Fotografías 13 y 14A). menor tamaño localizada en el

166 La Universidad sector norte, el mismo rasgo po- es un indicativo de la carencia de dría extenderse hacia el área de remanentes antrópicos. Las evi- la curva de 9 m, conformando dencias humanas percibidas en la el volumen total de la estructu- Op. A12 se localizan precisamente ra menor sobre la plataforma. En sobre el rasgo arquitectónico y no resumen, el montículo podría in- bajo el mismo, lo cual parece indi- terpretarse como una estructura car que las actividades humanas compuesta por dos cuerpos arqui- inician paralelamente a la existen- tectónicos sobre una plataforma, cia de la edificación y no antes, cuya fachada principal se tiene aunque futuros estudios podrían en el flanco este (Figura 11). llegar a contradecir esta postura. Con relación al sistema Los constructores se per- constructivo, por la observación al cataron de esta planicie y de las rasgo percibido en la operación ventajas que otorga la geomor- A12, se infiere que la plataforma fología de la zona, apta para la fue elaborada con tierra apisona- edificación. No se tienen suelos da o compacta, utilizando barro y que permitan considerar inunda- materia orgánica. Es posible que ciones o alteraciones naturales esta estructura, tal como sucede sobre la estructura. Lo anterior de- con otros inmuebles de la misma bió dar la pauta para un estable- época en Mesoamérica, fue edi- cimiento prolongado. ficado con un sistema de cons- Otros ejemplos de cons- trucción sencillo, a base de tierra trucciones de tierra en épocas e inclusión de piedrínes. Aquí está preclásicas pueden verse en representada por una capa sólida Casa Blanca y Trapiche, en la re- color café, carente de fragmentos gión de Chalchuapa, en los sitios arqueológicos. El Cambio y La Cuchilla en el valle Esta estructura parece ha- de Zapotitán, en la Finca Rosita y ber sido construida desde un pri- Carcagua, en la región de Santa mer momento, al establecerse el Ana, sitios del valle de Cara Sucia asentamiento, aparentemente en en la costa de Ahuachapán e in- el preclásico medio, según la eva- cluso en regiones muy distantes luación de la cerámica. Lo ante- como Kaminaljuyú en Guatema- rior se sugiere ya que esta edifica- la, entre otros. Lo anterior hace ción se localiza sobre el estrato de suponer que los primeros habitan- tierra café mezclada con arena, tes traían consigo el conocimien- el mismo puede percibirse en toda to en la edificación de estructuras la propiedad. La capa con arena de tierra, es decir, la forma de

La Universidad 167 Figura 9. Orientación morfológica del montículo principal. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

Figura 10. Vista en planta del montículo principal de Atalaya. Tomado de Toponort S. A.

168 La Universidad Figura 11. Dibujo hipotético explicativo. Representación gráfica de la forma posible del montículo principal en base a las curvas de nivel. Dibujo por Fabricio Valdivieso. construcción del montículo prin- en la Op. A12, a casi 2 metros de cipal de Atalaya no se trata de profundidad, bajo la Capa II. El una innovación local, más bien arranque del edificio posiblemen- es un procedimiento constructivo te se encuentre entre estas dos adoptado de otras partes. últimas operaciones. La variante constructiva En esta ocasión no fue puede tenerse en el patrón de posible reconocer el estilo arqui- asentamiento. Ya otros arqueó- tectónico del inmueble, más que logos lo han observado, el patrón la propuesta emitida en base a de asentamiento de los sitios pre- los levantamientos topográficos. clásicos varía por regiones, algu- Tampoco fue posible reconocer nas exponen un mayor número las funciones propias de la estruc- de estructuras y distribuciones tura y esclarecer dudas en cuan- muy distintas. En otros casos sue- to al sistema constructivo en el len tenerse terraplenes frente a los área de mayor elevación, ya que montículos, tal es el caso de la Fin- los objetivos en esta ocasión no ca Rosita en Santa Ana. No obs- estaban encaminados al estudio tante, los sondeos en Atalaya per- de caracteres estructurales. miten considerar la carencia de modificaciones al terreno o apla- El sitio Atalaya nados artificiales en los sectores colindantes con la estructura, ya El sitio Atalaya se localiza en un sean plazas, áreas de templetes u pequeño llano, con 1.7 km de otros. norte a sur y a más de 5 km des- La relación percibida en- de el este del río San Pedro, con tre los estratos de la Op. A11 y Op. dirección al oeste; se encuentra A12 muestran una clara diferen- limitado por el río Sensunapán, cia de componentes. Lo anterior cuya planicie desvía el rumbo puede deberse a la presencia del hacia el norte con dirección a la rasgo arquitectónico acaecido ciudad de Sonsonate. El llano en

La Universidad 169 Figuras 12. Llano de Atalaya. (a) Zona de expansión del asentamiento. Las activi- dades antrópicas parecen orientarse con dirección a la entrada y salida al llano, al al sur y sureste del montículo principal. (b) Perspectiva de ubicación del área estructural y la dinámica gráfica en la explotación de los recursos dentro del llano. El área de estructura se encuentra en un punto intermedio dentro del llano. La fle- cha verde indica la entrada al llano, y la flecha amarilla señala la estrecha salida al mar. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

170 La Universidad Figura 13. (a) Ubicación del montículo principal, acceso al llano por las planicies del noroeste y salida al mar. Puede verse que entre el río Suncita y San Pedro, al este, se cierra la salida al mar, mientras el río San Pedro y Sensunapán al oeste permiten un limitado estrecho a la playa. En el llano de Atalaya convergen los tres ríos, propiciando tres desembocaduras. B- Límites naturales. Los ríos Sensuna- pán y San Pedro forman una barrera natural o un estrecho con apertura gradual hacia el noroeste, en la planicie costera de Acajutla. Tomado de Google Earth 2009, adaptado por Fabricio Valdivieso.

La Universidad 171 que se localiza Atalaya está limi- San Pedro y Sensunapán, hacia tado por el río San Pedro hacia el el pequeño llano cerrado por oeste, norte y noreste, el río Sen- ambos ríos, aprovechando el es- sunapán en el sector sur y sureste caso y único estrecho de salida y una pequeña entrada a la pla- al mar. El sitio Atalaya se localiza ya con escasos 50 m de acceso, prácticamente al centro de este aproximadamente, entre la bo- pequeño llano, entre los ríos San cana de ambos ríos, en el sector Pedro y Sensunapán, tal se ha suroeste del llano (Fotografía 7B, dicho, y la costa. El denominado 8A y 8B). En esta planicie conver- montículo principal ocupa el sec- gen los tres ríos: Suncita, San Pe- tor noroeste del asentamiento. La dro y Sensunapán, propiciando orientación de la estructura pa- tres desembocaduras en una sola rece condicionarse a la disposi- bocana. Lo anterior sin duda pro- ción geográfica de ambos ríos y dujo una rica fuente de produc- la costa. Este entorno facilita el tos marinos y de agua dulce. establecimiento del asentamien- El marco geográfico for- to, aprovechando las condicio- mado por los ríos San Pedro y Se- nes del medio (Figura 13). El llano sunapán en el llano de Atalaya ofrece todos los recursos básicos limita el acceso hacia la región para la subsistencia permanen- oeste, norte y sureste con direc- te, circundado por dos ríos como ción hacia los planos costeros del fuentes de agua fresca y alimen- litoral del departamento de Son- tos, y sumando un tercer afluen- sonate. En el sector oeste se tiene te: el río Suncita al oeste del río el cauce del río San Pedro ,que San Pedro, al mismo tiempo que forma un quiebre de rumbo des- se tiene un acceso controlado de el noroeste hacia el suroeste, hacia la costa, bosques de man- hasta coincidir con el cauce del gle, una planicie que facilita el río Suncita, contiguo a la costa, desplazamiento y suelos ricos en cerrando los accesos al mar en minerales, elementos aptos para este sector. El sector sureste, por la agricultura intensiva. El acceso el otro lado, es obstaculizado por al llano también es un elemento el río Sensunapán en su salida ha- propicio para establecerse, ya cia la planicie con dirección al li- que esta geografía permite una toral. Una vía pedestre en épocas vía controlada hacia otras regio- prehispánicas, sin duda, debió nes, regulando el comercio y la darse desde el valle de Sonso- administración de recursos. nate, entrando entre los dos ríos, En muchos sitios meso-

172 La Universidad americanos, el criterio de selec- méstico asociado con figurillas en ción del área para asentarse se un contexto de habitación fue en- viene dando desde el preclásico contrado en El Matazano, un sitio o formativo temprano, más allá preclásico, en el cantón El Tablón de los 3 mil años, con anteceden- muy cerca de Bolinas, contiguo a tes en el arcaico, cuando inicia la ciudad de Santa Ana. Las ex- el desarrollo de las sociedades cavaciones en El Matazano en basadas en la explotación del el año 2002, fueron dirigidas por medio y destinadas al estableci- el arqueólogo que redacta y la miento. El hábitat preferido por las entonces Unidad de Arqueología comunidades preclásicas para de Concultura. En dicho lugar no establecerse, según se percibe, es se perciben montículos más que a orillas de lagunas y manglares. pequeñas elevaciones, las cua- Esta observación es otorgada por les posiblemente corresponden a otros investigadores en sitios de la remanentes domésticos. Este de- costa del Pacífico de Guatemala talle supone el uso de figurillas en y Chiapas, aunque también en áreas habitacionales. el área de Chalchuapa pueden A juzgar por el tamaño de percibirse los primeros asenta- la estructura o montículo principal mientos a la orilla del río Pampe y la extensión del asentamiento, y de la laguna Cuzcachapa, así esta comunidad debió tener una como en los sitios del preclásico estructura social jerárquica, en medio en la región del Cerrón donde debieron convivir muchas Grande, en la cuenca media del familias. En Atalaya, las eviden- río Lempa, buscando las fuentes cias arqueológicas, entre rasgos y de agua. materiales, permiten creer en un Los rasgos arqueológicos asentamiento conformado por percibidos en las operaciones unidades domésticas distribuidas realizadas en el Eje C y satélites al contorno del montículo princi- permiten distinguir un área con pal del sitio, pero sobre todo con- remanentes domésticos. En la centradas hacia el sector este de operación C17 fue localizado un la estructura de mayor dominio en rasgo in situ, en el cual se asocian el área. Estas viviendas debieron una mano de moler, fragmentos edificarse con materiales pere- de ollas y cuencos y en el mis- cederos, cuyo sustento depende mo contexto se tiene una figurilla de los recursos de los ríos y mar, fracturada. Un rasgo comparable caza, recolección y agricultura. en donde se percibe material do- Se trata de una economía mixta.

La Universidad 173 En ninguna de las 66 operaciones nuevos grupos invasores en toda realizadas fue posible determinar la zona occidental y central del la existencia de campos de culti- país. Estos argumentos podrían vo dentro del área arqueológica. representar factores que consoli- Algunos arqueólogos como Wi- darían la región en un nuevo ho- lliam Fowler Jr. han sugerido para rizonte cultural dentro del período estos asentamientos tempranos la clásico, aunque Atalaya se vio en posibilidad de que los sembrados abandona aparentemente hasta se encontrasen a los costados del la colonia. núcleo urbano o en las colinas de las montañas y entre las casas; en los mismos campos de cultivo debieron encontrarse gran varie- dad de árboles frutales como el Aporte teórico mamey, jocotes, capulines, agua- cates y morros, los cuales comple- Según la evaluación tipológica mentaban la dieta [Fowler, 1995]. y la morfología de artefactos, Los sondeos en Atalaya Atalaya existió hacia el período sugieren la carencia de influen- preclásico medio y tardío. La ce- cias volcánicas en el área, sobre rámica se percibe dentro de los todo la influencia del volcán de complejos Colos (900-650 a.C.), Ilopango (TBJ) en el clásico tem- Kal (650-400 a.C.), Chul (400-200 prano (420 d.C.), cuya ceniza es a.C.) y Caynac (200 a.C. – 200 común encontrar en otros sitios d.C) definidos por Robert J. Sharer preclásicos de El Salvador. En este para la región de Chalchuapa. El caso, el sitio debió ser desocupa- marco temporal de Atalaya con- do en el preclásico tardío sin que trasta con las fases Las Charcas se volviese a percibir un rebrote (900/750-600 a.C), Majadas (600- de actividad humana en el área 500 a.C.), Providencia (500-200 por muchos siglos. a.C.), Verbena (200-100 a.C.) y Aún no han sido esclare- Arenal (100 a.C.-200 d.C.) en Tri- cidos los motivos que propiciaron nidad-Kaminaljuyú en los altos de el abandono de Atalaya, como Guatemala [Velazquez Muñoz, en otros sitios preclásicos de la 2009]; Miraflores entre el 100 a.C región, aunque algunos arqueó- y 250 d.C. [Sharer y Demarest, to- logos han creído en la migración mado de Fowler, 1995]; Jocotal y propiciada por el agotamiento Duende en la costa de Chiapas; de los recursos y la llegada de Jocotal, Conchas y Crucero en

174 La Universidad Figura 14. Hipotético reconstructivo de rasgo doméstico encon- trado en El Matazano, Santa Ana. Esta escena expone una pie- dra de moler con su mano, vasijas domésticas, presunto material constructivo y una figurilla todo en un mismo contexto. Dibujo por Claudia Alfaro, informe por Fabricio Valdivieso, Concultura, 2002.

Figura 15. Una visión hipotética de Atalaya en el preclásico tardío. Recreación digital por Fabricio Valdivieso.

La Universidad 175 Figura 16. Sitios arqueológicos preclásicos en la zona occidental de El Salvador. Por Fabricio Valdivieso

Figura 17. Perfil a escala del Montículo Principal. Dibujo y adapta- ciones: Fabricio Valdivieso. Calco: Julio Alvarado.

176 La Universidad El Mesak, y Jocotal y Crucero en gra a las redes de contacto más Salinas La Blanca, estos últimos próximas, localizadas en el valle en la costa del Pacífico de Gua- del río de Cara Sucia, a menos de temala [Pye, 1992]. Los estudios 20 kilómetros hacia el occidente en las aldeas más tempranas han en la costa de Ahuachapán. En permitido el descubrimiento de este último valle, la planicie coste- nuevos complejos cerámicos en ra se reduce a 8 kilómetros de an- las diferentes regiones de la cos- cho, lo suficientemente estrecho ta del Pacífico desde Chiapas, la para que los antiguos habitantes costa occidental, central y centro pudiesen explotar de manera oriental de Guatemala, hasta la permanente los recursos, estable- costa oriental entre Santa Rosa y ciéndose en la zona durante un El Carmen en los territorios guate- largo período [Fowler, 1995]. En malteco y salvadoreño, respec- dicha región han sido registrados tivamente (ver mapa de Arroyo, al menos una decena de sitios 2001: 2). preclásicos dentro de todas las Atalaya debió formar par- subfases: temprana, media y tar- te de las redes de comercio e in- día [Fowler, 1995; Paredes Umaña, teracción regional de la época. 2008]. Muchas de estas aldeas Lo anterior es percibido en la ce- arqueológicas subsisten próximas rámica, figurillas, obsidiana y otros a manglares, agua dulce y recur- atributos que no son propios o sos del mar. En dicho sector se exclusivos para esta comunidad. localiza uno de los asentamien- Sus contactos parecen verse vin- tos más remotos registrados en El culados con sitios en la región de Salvador: El Carmen, del período Chalchuapa y Santa Ana, la re- preclásico temprano, cuya fecha gión del valle de Cara Sucia, la más antigua se tiene en 1,470+-90 cordillera de Apaneca y el valle d.C. según C14 [Arroyo, Dema- de Zapotitán, o incluso formar par- rest y Amaroli, 1993], asignado al te del intercambio con Kaminalju- complejo Bostán (1,400 – 1,200 yú, Bilbao, Monte Alto y Vista Her- a.C.), una variante de la fase Lo- mosa en Guatemala, incluyendo cona de Chiapas. Conforme a la su participación en el comercio cerámica de otros sitios en Guate- de obsidiana proveniente de las mala, Barbara Arroyo sugiere que fuentes de Ixtepeque y Chayal. al parecer cada región compar- Atalaya, en la región cos- tió las principales características tera del departamento de Sonso- del formativo temprano a lo largo nate, geográficamente se inte- de la costa, pero individualmente

La Universidad 177 desarrollaron otras características preclásico medio este sistema propias [Arroyo, 1997]. debió verse más corrompido, con Los primeros pobladores el advenimiento de las especiali- de Atalaya, en el preclásico me- zaciones y un sistema social más dio, sin duda provenían de algu- estratificado en donde los recur- na región próxima, con antece- sos debieron sujetarse a otras dentes del preclásico temprano, normas de control más desarro- aunque no se tienen pruebas de lladas. La estratificación social ello más que la inmediata edifi- puede percibirse en la diversidad cación de un montículo de tierra de artefactos cerámicos, la obsi- en la zona. Los edificios de tierra diana y el volumen de las estruc- efectivamente tienen trascen- turas, las cuales parecen sugerir dencia hacia épocas anteriores, un aumento de población con lo cual puede percibirse en El Car- jefaturas más complejas. Para el men, donde se tienen pruebas de preclásico medio se tuvo un ma- construcciones a base de barro yor control de los recursos agríco- compactado y separadas por re- las y el desarrollo de técnicas de llenos de barro con arena [Arroyo, producción, mientras aumentan Demarest y Amaroli, 1993: 241], si- las tradiciones cerámicas hacia tio que consta de un solo montí- el preclásico tardío, este último culo. como un preludio a los grandes Barbara Arroyo ha sugeri- avances del período clásico en do para la costa de Guatemala, Mesoamérica. la existencia de sociedades con Según William Fowler, es a heterarquía igualitaria en las épo- partir del preclásico medio, aproxi- cas más tempranas. Este sistema madamente 1000-900 a.C., con de heterarquías podría haber una base de subsistencia ya esta- existido en varias comunidades blecida, cuando ocurre una fuer- de la época, donde los indivi- te expansión demográfica en el duos debían integrarse mediante occidente y en la zona central del conexiones sociales a un sistema país, posiblemente relacionada grande de colaboración, con el con la introducción y el desarro- objeto de garantizar el acceso a llo de nuevas variedades de maíz las zonas con abundancia de re- más productivas [Fowler,1995]. cursos disponibles. Luego, aque- En El Salvador el centro más des- llos pobladores se movían de un tacado de la época es Chal- sitio a otro, al gastar los recursos chuapa. Fowler considera que del lugar [Arroyo, 2001]. Para el alrededor del 500-400 a.C., la ex-

178 La Universidad pansión demográfica se percibe determinadas áreas. considerablemente en las zonas de tierra caliente, por debajo de Referencias los 1,000 metros de altitud y en aquellas de tierra templada has- Amador, Fabio Esteban [2000]. ta los 1,400 metros, percibiéndose «La Sociedad de El Carmen, El un incremento considerable en Salvador: Un análisis de la cultu- el número de sitios, ampliándose ra material del período formativo con ello los contactos interregio- temprano en la periferia sudes- nales y desarrollándose una serie te de Mesoamérica». En Pape- de nexos culturales a través del les de Arqueología, Fundación sureste de Mesoamérica, uniendo Clic. El Salvador. Disponible en: el occidente de El Salvador con http://arqueologiasalvadorena. las tierras altas centrales de Gua- clic.org.sv/wp-content/uploads/ temala durante el preclásico tar- pdf/compilaciones/ElCarmen.pdf dío [Ídem]. Atalaya debió formar 11.04.09 parte de este fenómeno regional en el cual podría explicarse su ori------[2001]. «Evaluación de gen y trascendencia. los modelos conceptuales de inte- Un criterio para el estable- racción y desarrollo in situ». En XIV cimiento en esta área puede de- Simposio de Investigaciones Ar- berse, además de la abundancia queológicas en Guatemala, 2000 de recursos proporcionado por las (editado por J.P. Laporte, A.C. zonas costeras y un terreno plano Suasnávar y B. Arroyo), pp.977- y fértil, a la adecuada geografía 983. Guatemala: Museo Nacional cerrada por dos ríos, con un ac- de Arqueología y Etnología. ceso controlado en el sector este y un acceso o salida controlado Andrews E., Wyllys V. [1976]. La al mar. Para muchos especialis- Arqueología de Quelepa, El Sal- tas, en el preclásico tardío la gue- vador. San Salvador: Dirección de rra ya jugaba un importante rol Publicaciones e Impresos. dentro de las dinámicas sociales, por lo que era importante asen- Arroyo, Bárbara [2001]. «La regio- tarse en tierras estratégicas, don- nalización en la Costa del Pacífi- de se facilitara el control de los co: Sus primeros pobladores». En recursos. Atalaya, al encontrarse XIV Simposio de Investigaciones cerrada por dos ríos, de manera Arqueológicas en Guatemala, teórica, se limitaría el acceso por 2000 (editado por J.P. Laporte,

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La Universidad 183 nistración del Patrimonio Cultural. Hugo Chávez Asistente en gabinete Dibujo de materiales Créditos TOPONORT El Salvador SA de CV. Agustín Núñez Servicios de Topografia Asistente en campo y gabinete Dibujo arqueológico José Atilio Vasquez Asistencia en el dibujo de planos José Feliciano Ramos Asistente en campo y gabinete Google Earth Fotográfica en campo Fotografía satélite

Julio Alvarado Asistente en gabinete Calcos y diagramación Ilustraciones

184 La Universidad La Laguneta, sitio arqueológico de Oriente: Un estudio del Paisaje Cultural

Fabio Esteban Amador

Introducción El sitio La Laguneta fue do- cumentado inicialmente durante El presente ensayo se enfoca en el un reconocimiento regional de análisis de la evidencia cultural re- Oriente por el equipo del Proyecto cuperada en el sitio La Laguneta, Atlas Arqueológico de la Región ubicado en el oriente de El Salva- Oriente de El Salvador [Amador dor. Los resultados aquí presenta- 2007, 2009]. Luego de consultar el dos son producto de programas registro nacional de sitios arqueo- de levantamiento de mapas, ex- lógicos e informes disponibles en cavación y análisis cerámico rea- el Departamento de Arqueología lizados entre los años 2006 y 2007 de la Secretaría de Cultura, se de- [Amador 2007, 2009, 2011, Amador cidió hacer una investigación que et. al., 2007], por un equipo que explorara dimensiones culturales, incluyó estudiantes de la Universi- temporales y estilísticas para exa- dad de El Salvador, la Universidad minar las diferencias y similitudes Tecnológica y la Universidad Es- existentes entre sitios en Oriente y tatal de Georgia. El proyecto fue Occidente (por ejemplo Quelepa, dirigido por Fabio Esteban Amador Grupo Tazumal, Los Llanitos, Loma con la asistencia y colaboración China y San Andrés). Además de de las antropólogas Paola Gar- llevar a cabo un levantamiento nica, Rosa María Ramírez y el ar- arquitectónico de las estructuras, queólogo Jeffrey B. Glover. también se realizaron pozos de

La Universidad 185 Figura 1. Mapa topográfico del sitio Laguneta sobrepuesto en foto aérea. Mapa por Jeffrey B. Glover y fotografía aérea por CNR.

sondeo en diferentes áreas, con el cual desemboca hacia el oc- el propósito de fechar las estructu- cidente en el Río Lempa. Aproxi- ras, documentar contextos intac- madamente 15 estructuras y 13 tos, así como obtener artefactos rasgos arquitectónicos constitu- de los períodos de ocupación del yen el sitio, estos están dispuestos sitio. A continuación se presenta en un área relativamente plana un análisis de parte de los compo- que se extiende por unas 10 hec- nentes arquitectónicos y un análi- táreas. Las estructuras visibles so- sis cerámico comparativo. bre la superficie incluyen: un jue- go de pelota, una acrópolis con Geografía Cultural varias superestructuras en forma de pequeños montículos, plazas El sitio La Laguneta se encuentra rodeadas de montículos con es- ubicado en el departamento de calinatas, estructuras circulares y Usulután, República de El Salva- otros rasgos aún no definidos. En dor. La zona donde se ubican total, el área construida de La La- las estructuras que componen el guneta cubre un espacio relativa- sitio se encuentra delimitada ha- mente similar al sector occidental cia oriente y sur por el Río Gaspar, de Quelepa [Andrews, 1976].

186 La Universidad Paisaje Arquitectónico dos que se eleva un promedio de 6 m de altura. Este gran montícu- El paisaje cultural construido es lo domina el margen oriental del dinámico y demuestra procesos sitio y colinda con el río Gaspar, de organización espacial, adap- es decir, formalmente solo se te- tación geográfica, forma y orien- nía acceso principalmente por tación. Por lo tanto, lo que apre- medio de escalinatas al costado ciamos en el presente del sitio es occidental (y posiblemente norte el fruto de múltiples cambios en y sur) de la acrópolis. Pensamos construcciones y modificaciones que el lado norte no tuvo esca- a lo largo de más de mil años. El si- linatas ya que el ángulo es muy tio cambia su forma en función de inclinado. De la misma forma, el quien maneja el poder y a su vez, lado sur está muy cerca de otras estos cambios de poder generan estructuras que rodean la plaza otras nociones de cosmovisión, mayor y solamente el lado occi- ritual, áreas de festejos privados dental tiene un acceso libre ha- de las elites y comunitarios, zo- cia la parte interna del sitio. Sin nas de comercio, talleres, vivien- embargo, creemos que estos ac- das, plazas abiertas y espacios cesos pudieron estar activos en sagrados. Todos estos espacios diferentes períodos y optamos funcionan dentro de una visión por el acceso desde una esca- común. Con el paso del tiempo linata en el costado occidental, se integran nuevos elementos, se ya que también este acceso se ajustan los paisajes y se reinterpre- puede observar en pequeñas es- ta el espacio. Esto es significativo tructuras que rodean la plaza. La porque es aquí donde se pueden estructura fue denominada como notar grandes y menores influen- acrópolis debido a que es la es- cias culturales, rupturas en redes tructura dominante del sitio y de de intercambio e interacción, así mayor envergadura e inicialmen- como detalles de la vida de la co- te pensamos que esta estructura munidad que se identificaba con fue el centro cívico-religioso del este sitio en diferentes tiempos. sitio. Sobre su superficie eleva- da se encuentran varios rasgos, Acrópolis incluyendo dos super-estructuras de forma piramidal de unos 5 m La acrópolis es una estructura de altura en sus costados sur y escalonada con una base de oriente. También se pueden ob- aproximadamente 100 m cuadra- servar pequeños rasgos en for-

La Universidad 187 Figura 2. Mapa topográfico del sitio Laguneta, el cual demuestra la ubicación de estructuras y pozos de sondeo. Mapa por Jeffrey Glover.

188 La Universidad ma de estructuras recto-lineales y de otros grupos y aún se desco- perimetrales en el costado norte noce su función en la plaza. Este en los márgenes norte, poniente montículo no fue excavado du- y sur. Consideramos que esta es- rante la investigación. El extremo tructura, por su forma y volumen, norte de la plaza está demarca- probablemente representa una do por el juego de pelota. En to- de las estructuras más tempranas tal, estimamos que la plaza tiene del sitio, tal como lo indicaron los un mínimo de 200 metros cuadra- fragmentos cerámicos recupera- dos en su totalidad. dos de tres pozos de sondeo so- bre la acrópolis. De igual forma, Grupo Oriental las estructuras tempranas (Uapa- la) de Quelepa son similares en El grupo oriente está compuesto dimensión y estilo [Andrews,1976]. por montículos relativamente pe- queños, pero que con seguridad Gran Plaza tuvieron una función esencial en el sitio (Estructuras 4,5,6,7 y 8, ver La plaza es el espacio central del mapa). Directamente al sur de sitio. No se sabe con certeza cuá- la acrópolis se encuentran tres les son los límites de la plaza, pero estructuras (E-6,7 y 8) las cuales se expande por un área de gran están perfectamente separadas dimensión. La plaza es un área re- entre las mismas (aproximada- lativamente plana delimitada en mente 25 metros) y orientadas 15 su extremo oriente por una serie grados al oriente del norte, la mis- de montículos (Estructuras 4,5,6,7 ma orientación de la acrópolis, el y 8, ver mapa) y el río Gaspar. Una juego de pelota y la estructura en pequeña estructura (E-4) parece el extremo occidente. La estruc- demarcar la esquina sur-oriente tura E-7 es el montículo central y del sitio y de la plaza. Su extre- curiosamente también está ali- mo sur también esta demarcado neado con la estructura central por el curso del río Gaspar. Hacia de la plaza (E-2). Este montículo el occidente no son visibles otros fue excavado en su acceso lateral montículos hasta llegar a una que da hacia la plaza. El propó- muy larga estructura que escapa sito de estos pozos de sondeo fue identificación por su inusual forma de verificar la existencia de una y disposición (E-11). El rasgo ‘cen- escalinata u ofrendas conmemo- tral’ de la plaza es un montículo rativas de la estructura. También (E-2), el cual se encuentra aislado queríamos documentar cómo la

La Universidad 189 Figura 3. Fragmento de Incensario Espigado Tipo: Puas Lolotique encontrado durante las excavaciones de la Estructura E-7 en Laguneta. plaza y la estructura se integraron. rar algún evento de gran impor- Lastimosamente, la mala condi- tancia en la antigua ciudad. Lo ción de la estructura no permitió curioso también es que esta ce- encontrar escalinatas in situ, sin rámica ha sido fechada a la fase embargo, encontramos significa- Lepa [Andrews, 1976] o periodo tivos rasgos que evidenciaron di- clásico tardío, cuando Quelepa, versos niveles o gradas. Posible- entre otros sitios, evidencia una mente lo más significativo de esta influencia externa de gran impor- estructura fue la recuperación del tancia. ¿Por qué fue importante o cuello de un incensario espigado simbólico utilizar un incensario de identificado como Púas Lolotique, manufactura local en una con- fragmento grande de incensario memoración que marca el inicio que, según Andrews, usualmente de una nueva era por líderes que, se encuentra al pie de escalina- de acuerdo a Andrews, provie- tas, depositados como ofrenda y nen de lejos? Es posible que fue- sin evidencia de un uso anterior. ra por respeto a los antepasados, Es muy posible que esta vasija paso de poder de los antiguos a fuera utilizada por los habitantes los nuevos gobiernos, acto sim- de La Laguneta para conmemo- bólico de transferencia o simple-

190 La Universidad mente que la gente no cambió su te pequeños fragmentos de cal identidad, solo su ideología. Te- en las superficies inclinadas que mas de gran importancia que se dan hacia la parte interna de la exponen aquí para abrir el deba- estructura fueron testimonio de su te en la comunidad de estudiosos antiguo acabado exterior. Tam- de la Prehistoria de El Salvador y bién se ubicó un piso de piedras Oriente. toscamente puestas en la par- te superior de la estructura. Un Juego de Pelota pozo de sondeo, ubicado sobre la parte superior de la estructura Ubicado en el sector norte-cen- longitudinal oriente, demostró un tral del sitio, se encuentra el Jue- piso superior sin previas etapas go de Pelota. Esta estructura está constructivas, ya que un relleno orientada 15 grados al oriente del sólido fue el componente de este norte, una desviación notable pozo de casi dos metros de pro- en todas las estructuras del sitio, fundidad. Esta es nuestra primera al igual que el juego de pelota pista sobre la temporalidad del de Quelepa [Andrews, 1976], Los sitio, ya que los juegos de pelota Llanitos [Longyear, 1944] y Salto son escasos en Oriente y hasta la El Coyote [Amador, 2007, 2009]. fecha, los existentes, aparte de La La forma del juego de pelota es Laguneta, se encuentran en Que- la clásica forma I, con una distan- lepa [Andrews, 1976], Los Llanitos cia norte-sur de 80 m y este-oeste [Longyear, 1944] y Salto Coyote de 40 m aproximadamente. Las [Amador, 2009, 2011]. estructuras alargadas y paralelas El juego de pelota es defi- tienen 2 metros de altura. Las ter- nitivamente un rasgo arquitectó- minaciones norte y sur están de- nico mesoamericano, que hace marcadas por un muro angosto su aparición en el oriente de El y de poca elevación, pero que Salvador en el período clásico delimita las terminaciones per- tardío [Andrews, 1976]. Por lo me- fectamente y aunque ha sufrido nos existen tres sitios con juegos muchos daños por actividades de pelota en Oriente, los cuales agrícolas y el paso del tiempo, han sido fechados a este perío- este rasgo es aún visible. Las ex- do, por lo que Andrews argumen- ploraciones realizadas en el jue- ta que es parte de la llegada de go de pelota demostraron una una nueva identidad del centro estructura severamente dañada de México. Esta nueva identidad por el paso del tiempo. Solamen- incluye elementos como hachas,

La Universidad 191 Figura 4. Comparación de Dimensiones y Orientación General de los Juegos de Pelota en Oriente. De izquierda a Derecha: A- Quelepa, B-La Laguneta, C-Los Llanitos, D-Salto El Coyote.

yugos y palmas, que han sido en- ción que todas las estructuras del contradas en Quelepa pero no sitio, 15 grados al oriente del nor- en La Laguneta. Motivos tallados te. Lo curioso de esta estructura incluyen nuevas representaciones es su elevación máxima la cual de deidades como Ehecatl, dios se encuentra en el centro de la del viento, el cual parece ser una misma, a unos 6 m de altura, sin re-interpretación de Quetzalcóatl embargo, la estructura es extre- en el clásico tardío. También exis- madamente angosta, tenie un te evidencia de una influencia promedio de 10 m de ancho en tecnológica en la aparición de todo su cuerpo. Es posible que cerámica Tohil Plomizo, Nicoya y exista evidencia de una escali- otros grupos cerámicos produc- nata asociada con la parte más to de intercambio a largas dis- alta y central de esta estructura, tancias con la región de Centro lo que podría convertirla en una América. especie de entrada formal hacia la gran plaza. Otros rasgos simi- Otros rasgos lares a muros perimetrales fueron detectados en la esquina noro- Al extremo poniente del sitio se riente y sur del sitio, sin embargo, encuentra una estructura alarga- las limitantes de la temporada de da de unos 100 metros de largo, campo no permitieron investigar orientada hacia la misma direc- estos rasgos.

192 La Universidad Figura 5. Antropóloga Rosa María Ramírez estudia cerámica re- cuperada de las ex- cavaciones en Lagu- neta.

Análisis cerámico cerámicas que cada grupo social elabora. El proceso de análisis de las mues- El estudio de los materiales tras recuperadas durante las ex- recuperados de las 7 unidades de cavaciones fue llevado a cabo sondeo produjo un total de 2,345 en el un Laboratorio establecido tiestos. La mayoría de estos tiestos durante el estudio en el Instituto fueron recuperados de contextos de Estudios Históricos, Arqueológi- mixtos y demostraron una gran cos y Antropológicos (IEHAA) de fragmentación y pobre conserva- la Universidad de El Salvador, con ción de las superficies exteriores el objetivo de establecer una cro- e interiores, lo cual obstaculizó la nología preliminar y obtener una identificación de muchos de estos muestra de los diferentes rasgos materiales por falta de elementos culturales que sobresalen en la diagnósticos. producción, el diseño y las formas

La Universidad 193 Metodología empleada en el uso de cerámica para establecer análisis cerámico una cronología regional y nues- tra identificación y clasificación El método de análisis utilizado se realizó en base a las identifi- para el estudio de la cerámica caciones, descripciones y análisis fue el sistema ‘tipo-variedad’. Este del material utilizado por Andrews sistema funciona con materiales [1976]. Se tomó como base no fragmentados o completos que solo la clasificación cerámica he- provienen de superficie o estratos cha por el autor, sino también la culturales de sitios arqueológicos nomenclatura usada en el estu- y que contienen numerosos atri- dio. butos, los cuales pueden ser ana- Andrews presenta una lizados de acuerdo a sus propias versión modificada del sistema características y a los objetivos Tipo-Variedad que varía del for- del investigador [Robles Castella- mato original en dos puntos: nos, 1990]. El sistema de análisis • los nombres se refieren a uni- tipo-variedad ha sido y sigue sien- dades que se asemejan a gru- do utilizado en análisis cerámico pos de cerámica, más que a en Mesoamérica, especialmente tipos de cerámica; en el área maya. La ventaja de • los nombres de variedades es- este sistema es que permite rea- tán eliminados. lizar estudios comparativos entre diferentes complejos cerámicos Resultados a nivel regional e interregional, entre los diferentes tipos y varie- El análisis tipo-variedad ha encon- dades que son definidos y/o iden- trado la presencia de 40 grupos tificados por cada sitio. Asimismo, cerámicos, 15 tipos cerámicos y 1 la comparación de tipos y varie- variedad cerámica. Estos grupos dades permite establecer posi- cerámicos demuestran una cro- bles conexiones cerámicas entre nología preliminar que abarca el diferentes sitios y áreas culturales. preclásico medio y el preclásico El estudio cerámico de La tardío, el clásico temprano y clá- Laguneta se relaciona estrecha- sico tardío, incluyéndose grupos mente con el trabajo de Andrews Café Negro Pinos, para los preclá- [1976] en Quelepa, departamen- sicos medio y tardío, Moncagua to de San Miguel. El trabajo semi- Ordinario para el clásico tem- nal de Andrews provee el único prano; y grupo Rojo Sirama para ejemplo en la región Oriente del el clásico tardío. Es importante

194 La Universidad Tabla 1. Grupos cerámicos que fueron identificados durante el análisis de los materiales recuperados del sitio Laguneta en orden cronológico Grupo Tipo Variedad Fase Fre- cerámica cuencia Guaymango Guaymango rojo sobre Guaymango Kal-Chul (700 a 200 a.C) 4 crema Izalco Usulután Izalco Usulután pintado Uapala (500-400 a.C. al 1 de rojo 150 d.C) Probablemente Incisión burda Uapala (500-400 a.C. al 1 relacionado a Izalco 150 d.C) Usulután Café Negro Pinos Café Negro Pinos Uapala (500-400 a.C. al 12 150 d.C) Café Negro Pinos Café Negro Pinos pinta- Uapala (500-400 a.C. al 3 do de rojo 150 d.C)

Rojo sobre anaran- Uapala (500-400 a.C. al 3 jado 150 d.C) Moncagua Ordinario Filete Impreso Shila (150-625 d.C.) 1 Rojo Sirama Temprana Shila (150-625 d.C.) 9 Rojo Sirama Temprana con filete Shila (150-625 d.C.) 2 punzonado Rojo sobre blanco Shila (150-625 d.C.) 6 Zamorano Obrajuelo Ordinario Incisión ancha Lepa (625-1000 d.C.) 1 Obrajuelo Ordinario Modelado Lepa (625-1000 d.C.) 2 Probablemente Incisión fina y punzo- 1 relacionado a Obraj. nado Ordinario Rojo Sirama Lepa (625-1000 d.C.) 198 Rojo Sirama Incisión fina Lepa (625-1000 d.C.) 1

Púas Lolotique Lepa (625-1000 d.C.) 13

Púas Lolotique Espinada compleja Lepa (625-1000 d.C.) 4 Blanco Guayabal Lepa (625-1000 d.C.) 21 Blanco Guayabal Incisión Ancha Lepa (625-1000 d.C.) 1 Engobe blanco no Rojo sobre blanco Lepa (625-1000 d.C.) 10 definido Delirio Anaranjado sobre Lepa (625-1000 d.C.) 17 blanco Taisihuat Polícromo Quelepa Lepa (625-1000 d.C.) 34 Probablemente Poli- Lepa (625-1000 d.C.) 12 cromo Los Llanitos Polícromo Tecomatal Lepa (625-1000 d.C.) 2

Policromo engobado Lepa (625-1000 d.C.) 13 de blanco

La Universidad 195 mencionar que se crearon varios en Oriente, específicamente en grupos provisionales para un con- contextos del preclásico tardío y junto de tiestos que no concuer- proto-clásico. Andrews [1976] ha dan con los grupos descritos por reportado casi un 50 % de su mues- Andrews [1976] para el sitio Que- tra de Quelepa de la fase Uapala lepa, Beaudry para el sitio Asan- con este componente cerámi- yamba [1982] o incluso grupos co, sin embargo, es Sharer [1978] descritos por Sharer [1978] para quien encuentra grupos más tem- Chalchuapa. A continuación se pranos asociados a la cerámica presentan los grupos clasificados Kal, fechada entre 800 y 500 a.C. y la fase cerámica donde han en Chalchuapa. De igual forma, sido ubicados temporalmente por el grupo Café Negro Pinos fue en- Sharer [1978] y Andrews [1976]. contrado en Quelepa como en Chalchuapa durante el preclá- Cronología sico tardío. Estos grupos no sola- mente sirven para identificar una Consideramos de gran impor- primer etapa constructiva en La tancia el establecimiento de la Laguneta, sino también son útiles contemporaneidad del sitio, prin- para evidenciar el establecimien- cipalmente con los grupos esta- to de redes de intercambio que blecidos para la cronología de abarcaban no solamente oriente, Quelepa por Andrews [1976], ya sino el occidente y Chalchuapa. que solamente 30 kilómetros sepa- De hecho, tanto Izalco Usulután ran a estos dos importantes sitios. como Café Negro Pinos tienen una considerable distribución en Complejo Uapala el altiplano de Guatemala. La evi- dencia sugiere que los habitantes La historia cultural del sitio inicia de La Laguneta participaron en durante el período preclásico redes de intercambio e interac- medio-tardío, tal como lo ejem- ción con la región oriental con si- plifican los grupos cerámicos aso- tios como Quelepa, así como con ciados a la fase Uapala de Quele- sitios de occidente, la zona de pa, fechados entre 500 y 400 a.C. Chalchuapa y el altiplano Guate- a 150 d.C. Los grupos más repre- malteco, en sitios como Kaminal- sentativos de esta etapa formati- juyú, durante el preclásico tardío. va del sitio La Laguneta son Izal- Estas tempranas muestras fueron co Usulután y Café Negro Pinos. recuperadas de exploraciones de El Izalco Usulután es muy común sub-estructuras sobre la acrópolis,

196 La Universidad Figura 6. Muestra Ce- rámica del Complejo Uapala en Laguneta. A. Izalco Usulutan, B. Café Negros Pinos

donde se encontraron mixtos con pretado como evidencia de una un relleno estructural interno. posible despoblación general de la región, debido a la erupción Complejo Shila volcánica de Ilopango [Sheets, 1984]. Las evidencias cerámicas Un segundo período de ocupa- diagnósticas de la fase Shila de ción fue documentado para el Quelepa también son evidentes período clásico temprano, evi- en Laguneta, de hecho, conside- denciado por los grupos Mon- ramos que la acrópolis evidencia cagua Ordinario y Rojo Sirama, varios episodios constructivos y variedad temprana. Pocos frag- posiblemente fue creciendo en mentos de estos grupos fueron volumen a través el tiempo. Los identificados, lo cual se ha inter- pocos fragmentos de la fase Shila

La Universidad 197 Figura 7. Muestra Ceramica del Complejo Shila. A. Moncagua Ordinario. B. Rojo Sirama – Variedad Temprana

198 La Universidad Figura 8. Muestra Cerámica del Complejo Lepa. (A) Obrajuelo Ordinario. (B) Rojo Sirama. (C) Puas Lolotique. (D) Quelepa Policromo. (E) Los Llanitos Polícromo.

La Universidad 199 en La Laguneta forman parte de Complejo Lepa un patrón durante el clásico tem- prano en oriente, lo cual indica El último período de ocupación una ruptura en las redes de inter- del sitio está relacionado con cambio e interacción con el área materiales cerámicos diagnósti- occidental y maya, ya que pocos cos asociados a la fase Lepa de son los fragmentos diagnósticos Quelepa. Los grupos más repre- que se han encontrado de esta sentativos son Obrajuelo Ordina- última región en contextos fase rio, Rojo Sirama, Púas Lolotique, y Shila en oriente. Es posible que los Polícromos Quelepa y los Llani- durante este importante periodo tos. Lo más asombroso de nues- de transición cultural se establecie- tros resultados es el porcentaje de ran nuevas identidades regionales fragmentos de la fase Lepa que que más que incorporar, excluyen fueron identificados y la compa- las regiones aledañas (tal como ración con los otros dos períodos los centros mayas) e incorporan de ocupación de los sitios. El 89 % a la vez, atributos de la periferia de los materiales cerámicos iden- sur-oriental mesoamericana. Es tificados del sitio La Laguneta has- probable que durante el período ta el momento están fechados clásico temprano, los habitantes para el período clásico tardío. de La Laguneta se interesaran en Una comparación en- consolidar sus esfuerzos y crear un tre ambos sitios, Quelepa y La sitio de gran importancia, posible- Laguneta, para este período es mente equivalente a Quelepa. No importante, ya que ambos sitios podemos verificar una rivalidad, comparten grupos cerámicos, un pero seguramente los recursos na- incremento en la construcción de turales y otros estuvieron en juego diferentes elementos arquitectó- durante este importante período nicos como el juego de pelota ya que entonces se inician los gran- en ambos sitios y los grupos arqui- des proyectos de construcción evi- tectónicos sur en La Laguneta y denciados en toda la región. No el grupo Occidente en Quelepa. obstante, estamos seguros de que Los pozos de sondeo ubicados en estas interpretaciones tomarán un el grupo sur de La Laguneta dan rumbo más acertado con la con- a conocer un aspecto ritual del tinuidad del programa de explora- sitio, ya que al inicio de sus escali- ción y excavación del sitio. natas encontramos grandes frag- mentos de incensarios espigados y grandes cuchillos posiblemente

200 La Universidad en conmemoración de un nuevo Conclusiones período en el sitio. De igual for- ma los encontramos en el grupo Este ensayo ha dado a conocer occidental de Quelepa, pese a brevemente las características una importante diferencia. Los arquitectónicas y cerámicas del escondrijos de Quelepa contuvie- sitio La Laguneta durante los pe- ron elementos de carácter ritual riodos preclásico tardío, clásico que han sido identificados como temprano y clásico terminal. El objetos de un culto del centro de enfoque, sin embargo, es en la México [Andrews, 1976], especial- fase Lepa de La Laguneta con un mente encontrados en el com- énfasis en la forma y distribución plejo Yugo-Hacha-Palma, aso- de la arquitectura, así como un ciados al juego de pelota, y las análisis comparativo de la cerá- importantes palmas con relieves mica y depósitos especiales en de Ehécatl. ¿Qué significan estos ambos, La Laguneta y Quelepa. elementos foráneos en Quelepa? ¿Qué significa la evidencia hasta Para Andrews, estos elementos ahora recuperada? significan el inicio de una nueva La fase Lepa durante el era, un nuevo orden y una nue- clásico tardío se encuentra es- va cosmovisión foránea. A pesar trechamente relacionada con de la importante intrusión cultural cambios significativos en la dis- en esta región por probables mi- tribución de estructuras, orienta- grantes, el sitio sufre un repentino ción, forma y volumen [Ashmoo- abandono durante el siglo X. En re, 2011]. Nuevos conceptos de La Laguneta, no hemos podido espacios incluyeron plazas rodea- encontrar ningún rasgo asociado das de estructuras o grupos de con estas intrusiones culturales del patio y la adición del juego de clásico tardío, sin embargo nues- pelota como marcador simbó- tras investigaciones fueron limita- lico de una nueva comunidad y das en comparación a Quelepa posible cosmovisión. Más aún, y la falta de estos materiales en los materiales cerámicos y líticos nuestra colección no excluye la encontrados en ofrendas espe- probable existencia de estos. ciales o escondrijos en La Lagu- neta, como en Quelepa, sugieren nuevas afiliaciones culturales. En Quelepa existe evidencia de una interrupción en las tradiciones lo- cales y la imposición de patrones

La Universidad 201 más ‘mesoamericanos’, los cuales cambios [Ashmoore, 2011]. Este reflejan una influencia del occiden- concepto también ha sido utilizado te hacia la zona oriental. Pero en La para explicar cambios en la ela- Laguneta, la escala y la magnitud boración arquitectónica de sitios, de la influencia no parece ser igual. abandono de construcción, hiato ocupacional, entre otros cambios Desplazamiento Lateral que se dan en vista de la llegada de nuevos líderes los cuales impo- Desplazamiento lateral es un con- nen su ideología, transformando el cepto que ha sido definido por paisaje cultural, pero sin borrar las Ashmoore como un correlativo de huellas de sus predecesores. nuevos episodios de ocupacio- En el caso de Quelepa (ver mapa) nes y las posibles razones por tales se pueden observar cambios dra-

Figura 9. Comparación de Desplazamiento Arquitectónico en Quelepa y en La Laguneta. (A) Mapa de la porción central del Sitio La Laguneta [Glover. En Ama- dor, 2009]. (B) Porción central de la Ocupación Lepa en la zona ocidental de Quelepa [Andrews 1976].

202 La Universidad máticos al inicio de la fase Lepa, el occidente. De la misma manera, especialmente, se evidencia una el juego de pelota que fue construi- fase constructiva al lado occiden- do durante la fase Lepa con una tal del sitio, la cual desde esta eta- orientación de 15 grados al oriente pa está separada del previo centro del norte, al igual que en Quelepa ceremonial por la quebrada Agua [Amador, 2009, 2011]. En varios ca- Zarca. El desplazamiento lateral en sos (e.g. Copán, Chalchuapa), la este ejemplo se puede observar en llegada de un nuevo gobernante dos formas: una, las construcciones significa el inicio de un periodo de previas en Quelepa no son destrui- construcción que refleje las nuevas das y son poco modificadas, espe- tendencias, sin embargo, la arqui- cialmente las grandes plataformas tectura existente en estas ciudades orientales; sin embargo, surgen mu- sigue siendo una importante eviden- chas pequeñas estructuras en el cia del pasado y su relación con el lado occidental del sitio. El grupo presente. El hecho que la arquitec- sur está demarcado por la Estructu- tura asociada a antiguos gobernan- ra 29, la cual demuestra una nueva tes no haya sido destruida, sugiere orientación (hacia el occidente) respeto [Ashmoore, 2011] por la que también lo refleja el juego de autoridad suprimida. La decisión pelota, ubicando el nuevo extremo de construir nuevos edificios cerca norte del sitio. Ambas estructuras es- de los antiguos sugiere una conti- tán orientadas 15 grados al este del nuidad de los espacios sagrados norte, al igual que los arreglos espa- y del poder. Sin embargo, mo- ciales en La Laguneta. Es notoria dificaciones como la orientación la importancia de la integración de y la expansión de edificios elite nuevos arreglos y espacios impor- demuestran la imposición de un tantes en el sitio, tal como se obser- nuevo orden. De cierta forma, los va en el juego de pelota de Quele- nuevos líderes reemplazan, modi- pa donde la estructura occidental fican y construyen nuevas estruc- es parte de una antigua plataforma turas diferentes a los estándares de la fase Shila [ver mapa, Andrews, antiguos, y demarcan un nuevo 1976]. paisaje cultural y su lugar en la his- El grupo sur de La Laguneta toria. demuestra un arreglo importante en la expansión arquitectónica del sitio, además de la orientación y el acceso de las estructuras, las cuales evidencian una proyección hacia

La Universidad 203 Ofrendas Lepa deres de este período. En el caso de La Laguneta, también pode- Depósitos especiales cerámicos mos observar la ubicación de un durante la fase Lepa en Quelepa incensario espigado tipo Púas (Estructura 29) incluyen una vasi- Lolotique y un chuchillo de obsi- ja polícroma y un incensario espi- diana, ambos encontrados en las gado [Andrews, 1976; Ashmore, gradas del acceso principal a la 2011], lo que Ashmore considera Estructura 7. Sin embargo, esta una ofrenda dedicada al monu- ofrenda sugiere una identidad mento. Sin embargo, en la estruc- local que conmemora la llegada tura más grande del sector orien- de una nueva era, pero conscien- te de la fase Lepa en Quelepa te de una continuidad de su iden- (Estructura 22) se encontró una tidad. ofrenda, la cual sugiere prácticas de renovación junto con la toma Identidad en Oriente en el clásico de poder de una nueva autori- tardío dad [Ashmore, 2011]. Los objetos en el Chache 22 de la Estructura Andrews [1976] ha propuesto un 22, incluyen tres discos de cerámi- fuerte argumento de una nueva ca Lepa depositados juntos con identidad impuesta durante el un cuchillo de obsidiana, dos las- clásico tardío en Quelepa, que cas de obsidiana, un fragmento se refleja en el desplazamiento de hematita y pedazo de arcilla lateral y en las ofrendas que su- anaranjada [Andrews, 1976: 28; gieren orígenes en el centro de Ashmore, 2011]. Estas ofrendas en México. Sin embargo, esta evi- Quelepa durante la fase Lepa evi- dencia no ha sido aún documen- dencian conexiones hacia el oes- tada en otros sitios excavados en te y hacia Mesoamérica durante el oriente de El Salvador. Nuevas el clásico tardío. Especialmente evidencias de La Laguneta ofre- son relevantes las relaciones con cen la oportunidad de observar fuentes de obsidiana en Guate- comportamientos y patrones en mala y no con fuentes cercanas un sitio de menor escala, pero de en Honduras. Esta selectividad de igual importancia en relación a las los líderes en Quelepa de preferir tradiciones regionales. La falta de relaciones hacia al occidente es materiales de procedencia o de indicativo de la dirección de la influencia del centro de México influencia, así como de los nexos en La Laguneta no significa que establecidos y preferidos por los lí- no puedan existir, sino que es ne-

204 La Universidad cesario llevar a cabo programas en lugar de desaparecer, se con- de excavación más intensivos, solida, a pesar de los contactos para poder incrementar muestras inter-regionales. cerámicas regionales y detectar Los trabajos arqueológi- posibles intrusiones foráneas. No cos realizados hasta la fecha no obstante, las evidencias hasta la pueden establecer con certeza fecha recuperadas sugieren que el nombre de los habitantes ni su persiste un patrón de producción afiliación cultural, pero podemos y la tradición de una identidad lo- decir con precisión que esta co- cal. La evidencia de la Estructura munidad sufrió un cambio en el 7 en La Laguneta es significativa, orden de sus espacios, de su po- ya que los elementos empleados der y su ideología. Sin embargo, en el evento de su enterramiento parece ser que sus tradiciones y son símbolos de poder, tradición, sus antepasados siguen siendo arte, cultura, cosmovisión y ritual. parte de sus vidas, tal como lo evi- Es posible que el juego de pelota, dencian las conmemoraciones y así como la construcción del gru- ofrendas. Esperamos que futuros po sur en La Laguneta marquen trabajos en Oriente logren escla- un paso a la integración de la co- recer más atributos de esta iden- munidad a un mundo mesoameri- tidad desconocida, que no fue cano y centroamericano, sin em- reemplazada pero que optó por bargo, esta sociedad no perdió adaptarse ideológicamente y po- su memoria ni su identidad, sino líticamente sin perder su memoria que se vio fortalecido por dichos ancestral. cambios. La identidad en oriente,

La Universidad 205

Resumen de las investigaciones geofísicas y arqueológicas al sur de Joya de Cerén, 2007

Payson Sheets

Introducción poblaciones eran grandes y den- sas, como de 300 o 400 habitan- Antes de los años sesentas, la ma- tes por cada kilómetro cuadrado yoría de arqueólogos pensaba [Culbert y Rice, 1990]. Después que la densidad de la población de esto, en mi reconocimiento de los sitios arqueológicos mayas del Valle de Zapotitán, estima- era baja [Sharer, 2006]. Pensa- mos densidades poblacionales ban que poca gente había vi- en buenas zonas, de aproxima- vido en esos lugares porque se damente 200 personas por kiló- trataba más que todo de centros metro cuadrado. Era obvio que ceremoniales y además, se asu- las milpas no eran suficientes para mía que el sistema de agricultu- abastecer de alimento a pobla- ra adecuado para abastecer la ciones como estas. Además de la alimentación de estas personas milpa, probablemente, el cultivo y había sido la milpa, basada en el el método produjeron las calorías cultivo del maíz. Sin embargo, en suficientes para esas poblaciones, 1960 el proyecto Tikal inició un re- aunque hasta hoy no hay una res- conocimiento de la población, in- puesta satisfactoria. vestigando no solo estructuras de la elite en el centro, sino también las casas de la gente común [Wi- lley, 1982]. La sorpresa fue que las

La Universidad 207 Investigaciones de 2007 hacer correcciones durante el res- to de 2007 y una parte de 2008, Para investigar más sobre la agri- cuando se hicieran los análisis de- cultura de los mayas durante el tallados de los datos geofísicos. periodo clásico en el valle de Za- La segunda etapa, la pros- potitán, organizamos las investi- pección geofísica, estaba bajo la gaciones de mayo y junio de 2007. dirección de Mónica Guerra, estu- Sabemos ya mucho sobre las mil- diante graduada en geología de pas cercanas a las casas dentro la Universidad de Colorado. Ella del sitio Joya de Cerén, porque usó un instrumento geofísico de hemos excavado varias en cada radar penetrante del suelo, con operación y excavamos el jardín antenas de 270 y 400 megahertz. de cocina de la Unidad Domésti- Recolectó datos muy detallados ca #1 [Sheets, 2002; 2006]. Pero de la Red 1 y la Red 2 antes del hasta ahora no sabíamos nada 3 de junio, cuando teníamos que de la agricultura a distancia del mandar el instrumento al dueño, el pueblo. Yo escribí una propues- Dr. Larry Conyers en Denver. Ella ta a la Nacional Geographic So- encontró muchas anomalías en ciety, al Comité de Investigación los datos, entonces decidimos in- y Exploración, la cual ellos apro- vestigar varios de ellos con un ta- baron. La propuesta constaba ladro. El taladro sacó muestras de de tres etapas de investigación: suelos y sedimentos para que pu- mapeado, prospección geofísica diéramos ver qué hay abajo, has- y excavaciones arqueológicas. ta una profundidad de unos 4 m. Las investigaciones en el campo Sin embargo serían necesarios casi siguieron estas tres etapas. 10 meses para estudiar los datos. La primera etapa, el ma- La tercera etapa eran las peado, estaba bajo la dirección excavaciones. Hicimos las exca- de Adam Blanford, estudiante vaciones en junio, seis pozos de graduado de la Universidad de prueba, cada uno de ellos medía Colorado. Él hizo un mapa (Figu- 2 por 3 m y unos 3 m de profun- ra 1) de los tres lotes al sur del sitio didad para llegar a la superficie Joya de Cerén, usando una teo- de la tierra en el periodo clásico. dolita. También hizo un mapa de Christine Dixon, estudiante gra- cada una de las dos redes para duada de la Universidad de Co- las investigaciones geofísicas (Fi- lorado, estaba encargada de la guras 2 y 3). Recobró los datos de descripción de las excavaciones elevación que serían usados para de pozos de prueba.

208 La Universidad Figura 1. Mapa de Lotes 190-192, al sur de Joya de Cerén.

Excavamos dos pozos rra blanca joven (TBJ) de la erup- en el Lote 191, dentro de la Red ción del volcán de Ilopango, era geofísica # 1. Los Pozos 3 y 4 casi plana y bastante compacta. fueron excavados en un lugar Parece un lugar de multi-uso, sin de interés geofísico. Lo que en- embargo no conocemos los de- contramos en el nivel clásico fue talles de este uso. Al hacer una una superficie limpia casi com- inspección detallada de la super- pletamente de vegetación. Solo ficie, vimos que habían surcos (o habían un árbol, unos arbustos y camellones) en años anteriores, unas plantas muy pequeñas; y antes de la erupción del Loma la superficie, formada de la tie- Caldera. Pero el uso del terreno

La Universidad 209 Figura 2. Red Geofisico #1, con Pozos de Prueba 3 y 4, y lugares del taladro.

Figura 3. Red Geofísica #2, con lugares del taladro.

210 La Universidad niveló el lugar hasta el punto en el ver si disminuye a la distancia. En- que desaparecen los surcos. La contramos una milpa en estos po- distancia de un surco al otro es de zos con características similares a aproximadamente 1.15 m, lo cual las milpas que hemos encontrado es mucho más grande que las dentro del pueblo en las excava- distancias entre los surcos de las ciones en años anteriores, en refe- milpas de maíz. Sin embargo, es rencia a la distancia entre surcos, casi igual a la distancia entre ca- la distancia entre las plantas y el mellones en el campo de cultivos número de plantas que crece en que encontramos en los pozos de cada lugar. Por eso no vimos evi- prueba 1 y 2, por esto pensamos dencia de que la productividad que estuvieron cultivando las mis- disminuyera con la distancia. Un mas plantas aquí unos años antes aspecto interesante es que quien de la erupción y luego cambiaron cultivaba esta milpa sembró dos el uso del terreno de agricultura a o tres semanas después que sus multi-uso abierto. vecinos del pueblo. Es decir que Dentro del lado este del el maíz no era maduro, porque las Lote 190 (Figura 1) excavamos los mazorcas solo tenían diámetros pozos de prueba 5 y 6 y encon- de 4 cm y necesitaban dos o tres tramos maíz en una milpa. Este semanas más para madurarse. hecho es importante para el pro- No pienso que el sembrador fue- yecto, porque queríamos averi- ra perezoso, solamente atrasado guar si la productividad de maíz con respecto a sus vecinos. en la milpa disminuía en la medi- Dos pozos de prueba (Po- da que el cultivo se alejaba de zos 1 y 2) excavados en el lado las casas de Joya de Cerén. Los este del Lote 191, encontraron un pozos excavados se encuentran rasgo de gran importancia. Ex- a unos 200 m al sur del centro de cavamos abajo, hacia la superfi- la comunidad. Sabemos que la cie del periodo clásico, y encon- productividad de maíz cerca de tramos surcos (camellones) muy las casas dentro del pueblo era grandes. El volumen de cada extraordinario, aproximadamente uno es muchas veces más grande 6000 kilos en cada hectárea en que los surcos de maíz en las mil- peso seco [Sheets y Woodward, pas, miden 1.15 metros de surco 2002]. Un aspecto clave de la a surco. Hicimos una inspección propuesta a National Geographic muy detallada de las unidades era investigar si esta productivi- de tefra más profunda de la del dad continúa al sur del pueblo, o Loma Caldera (Unidades 1 – 3),

La Universidad 211 Figura 4. Christine Dixon con surcos grandes en Pozo de Prueba #1.

Figura 5. Payson Sheets con yuca moderna arriba, y dos raices de yuca pre- servada con yeso dental del Pozo de Prueba # 1.

212 La Universidad buscando troncos de vegetación Implicaciones sembrados en el lugar y no en- contramos nada. Parece ser que La importancia de encontrar un los agricultores limpiaron toda la campo de cultivo sofisticado e vegetación arriba de los surcos intensivo de yuca, probablemen- antes de la erupción del Loma te con árboles frutales, es inmen- Caldera. Al hacer la inspección sa. La yuca fue domesticada en de cada surco, vimos que habían las Américas hace unos miles de lugares vacíos, grandes y largos años, pero en ningún sitio arqueo- adentro. Estos huecos corres- lógico se ha descubierto yuca ponden a raíces que se descom- cultivada. Joya de Cerén Sur pusieron poco tiempo después cambió esta percepción, pues de la erupción, dejando el es- ya sabemos que los mayas del pacio vacío hasta que llegamos periodo clásico cultivaron mucha nosotros. Para preservar cada yuca. La yuca puede producir raíz, compramos yeso dental y lo muchas más calorías en cada vertimos en cada lugar vacío que metro cuadrado que el maíz o el encontrábamos. Por la forma de frijol. Gracias a este descubrimien- las huellas nos pareció que algu- to podemos proponer el cultivo nas raíces eran yuca (Manihot yuca para otros sitios arqueológi- esculenta), algunos agricultores cos mayas. Proponemos que el que viven en la comunidad Joya cultivo de yuca abasteció a po- de Cerén estuvieron de acuerdo. blaciones densas en el periodo Posteriormente, ingenieros agró- clásico, razón por la cual los ar- nomos del CENTA también con- queólogos deben empezar a bus- firmaron que los moldes de raíces car evidencia de yuca cultivada eran yuca. Pero ellos nos infor- en otros sitios arqueológicos. En maron que algunas raíces no son el futuro vamos a explorar algún de yuca y que probablemente método para detectar yuca culti- eran de árboles frutales. Estamos vada que no dependa tanto de haciendo algunos contactos con la buena preservación, como ha biólogos que puedan ayudarnos sido el caso de Joya de Cerén. a identificar más raíces de estos Una buena posibilidad es buscar pozos de prueba. gránulos de almidón (fécula) que pueden ser preservados en suelos de cultivos. De esta manera, po- demos contribuir a la arqueología de la agricultura maya en Joya

La Universidad 213 de Cerén y en otros lugares de la P.D. (ed.), pp.139-144. Austin: región maya. Si tenemos éxito en University of Texas Press. extender un tipo de análisis para la yuca afuera de Joya de Cerén, ------[2006]. The Ceren Site: puede ser utilizado en otros luga- An ancient village buried by vol- res tropicales en Mesoamérica, el canic ash in Central America. Área Intermedia, y América del 2nd Ed. Thomson Wadsworth, Bel- Sur. mont, CA.

Referencias Citadas Sheets, Payson y Michelle Woodward [2002]. «Cultivating Biodiversity: Culbert, T. Patrick, and Don Rice (Eds.) Milpas, Gardens, and the Classic [1990]. Precolumbian Population Period Landscape». En: Before the History in the Maya Lowlands. Volcano Erupted: The Ancient Ceren Albuquerque: University of New Village in Central America, edi- Mexico Press. tado por Payson Sheets, 184-191. Austin: University of Texas Press. Sharer, Robert, with Loa Traxler [2006]. The Ancient Maya. Stanford Willey, Gordon [1982]. «Dennis Ed- University Press, Stanford CA. ward Puleston (1940-1978): Maya Archaeologist». Maya Subsisten- Sheets, Payson [2002a]. «The chipped ce: Studies in Memory of Dennis E. stone artifacts of Ceren». En: Before Puleston, editado por K. Flannery. the Volcano Erupted: The Ceren Nueva York, Academic Press, 1-15. Village in Central America, Sheets,

214 La Universidad Rethinking southeast Maya agriculture: A view from the manioc fields of Joya de Cerén, El Salvador Christine C. Dixon

Mesoamerican scholars have ming apparent as methods of recently modified normative, recovery are advanced and in- over-simplified reconstructions of terpretations are revised [Fedick, ancient Maya agriculture by see- 1996]. Questions remain unanswered king multiregional perspectives, about ancient Maya subsistence, which account for variations in particularly the role that root crops micro-environments and ecolo- such as manioc (Manihot sp.) pla- gies, edaphic conditions, soil che- yed. Lack of material evidence for mistry, agricultural strategies, and Classic Period Maya (AD 250-800) the complexities of community agriculture has been identified as and individual cultivation choices one of the key restricting factors [Beach et al, 2002; Dunning, 1989, in advancing our understanding 1992, 1996; Fedick, 1996; Fedick of these practices [Murtha, 2002]. and Ford, 1990; Killion et al., 1989; Thus, the evidence for cultivation Robin, 1999, 2003, 2006; Webb et from Cerén, El Salvador affords a al., 2004; Wingard, in press]. The remarkable opportunity to exami- Mesoamerican triad of maize, ne ancient Maya agriculture and beans, and squash remains cen- to produce a more accurate re- tral to these updated reconstruc- construction of this community’s tions, however the significant role subsistence system. This paper of a variety of other cultigens and specifically focuses on the latest agricultural strategies are beco- data and interpretations of ma-

La Universidad 215 nioc cultivation at a Classic Maya at Cerén include malanga (Xan- site. thosoma sp.), maize (Zea mays), The ancient Maya village manioc (Manihot sp.), squash of Cerén is located in west-cen- (Cucurbita sp.), cotton (Gossy- tral El Salvador and is situated on pium hirsutum), nance (Brysonima a terrace west of the Río Sucio crassifolia), chile peppers (Cap- in the Zapotitán Valley [Sheets, sicum annuum), hackberry (Cel- 2006]. The Cerén village was ra- tis sp.), calabash fruit (Crescetia pidly abandoned when the near- sp.), cacao (Theobroma cacao), by Loma Caldera volcanic vent and others [Lentz et al., 1996; erupted approximately 1500 years Sheets and Woodward, 2002]. The ago (c. AD 590 SD 90). Within a emphasis here is on one cultigen, few days to one week, the entire manioc, and the fields where it site was buried under multiple me- was grown south of the Cerén vi- ters of volcanic ash, resulting in llage center. the unparalleled preservation of Manioc is a bush that pro- a Classic Maya site [Sheets, 2002]. duces large roots with approxima- Since 1978 extensive archaeolo- tely five to ten tubers per plant. gical research has been conduc- The plant favors areas with good ted at Cerén and the extraordina- drainage and less compacted rily preserved structures, artifacts, soils [Cock, 1985; Hansen, 1983]. and agricultural fields continue to The cultivation of manioc has long profoundly contribute to unders- been hypothesized as potentially tandings of ancient Maya com- significant to ancient Maya diets moners [Sheets, 2002]. In addition for a variety of reasons: it has a to the agricultural ridges, furrows, high caloric content, it is relatively and beds themselves, the impres- undemanding on the soil, and it sions of plants have been preser- tolerates droughts well [Bronson, ved in the Loma Caldera ash at 1966]; Research involving the role Cerén, so that precise replicas of manioc in Classic Maya sub- of the plants can be made by fi- sistence has suffered from the lling hollows with plaster [Sheets, scarcity of direct evidence for its 2002]. Thus, individual plaster casts cultivation [Crane, 1996; Flannery, of plants document fine-grained 1982; Pohl et al., 1996; Pope et detail such as root size and sha- al., 2001; Miksieck, 1991: 180]. Gi- pe, corn kernels, plant stalks, and ven the ease with which manioc even some leaves [Sheets, 2002, can be cultivated and its parti- 2009]. The plants that were grown cular tolerance of poor soils and

216 La Universidad droughts, it is likely this was utilized wide, 22 cm in height, and spa- in various regions throughout the ced 1 meter from ridge-top to dynamic and varied Maya agri- ridge-top. These separate plots of culture landscape. The Cerén re- manioc growth were identifiable search affords valuable insights by clear boundaries between the into manioc production at one manioc beds and areas of open Classic Period village. spaces, maize fields, and other The initial 2007 discovery manioc fields [Dixon, 2009]. of regularly spaced and well- Differences in ridge height, constructed beds found 200 me- spacing, and of course the plant ters south of the site center, com- casts all make it possible to rea- bined with the size of tuber casts, dily distinguish manioc from maize indicated the extent of manioc fields (Figure 3). One boundary, production at Cerén was much the eastern boundary of Manioc greater than previously recor- Field 1 is marked by a separa- ded [Dixon, 2007; Sheets et al., tion of a maize field in the north 2009] (Figure 1). Interestingly, all and Manioc Field 2 in the south of the fields were harvested, whi- and this boundary provides an le in a few areas partially replan- interesting look at the relations- ting had occurred. As is typical hip between maize and manioc of many root crops, manioc rots cultivation in this area. The nor- within one to two weeks of remo- thern ridges of this maize field are val from the ground, so a large typical in height and spacing for harvest suggests that processing maize, however, in the southern also occurred. One typical way to area the maize ridges gradually process manioc consists of remo- increase in size and in ridgetop to ving the external cortex (or skin) of ridgetop spacing between beds- the tubers, cutting the tuber into becoming more typical of ma- small pieces, drying these in the nioc fields. Maize plants that were sun, and then grinding them into present at the time of the eruption a flour, referred to as almidón in document that these ridges were the Cerén area today [Quezada dedicated to maize production, Perla personal communication, however, it appears a portion of 2009]. this field might have been used Three distinct manioc plots at one time to cultivate manioc have been identified at Cerén to given the size and spacing of the date (Figure 2). It was grown in ridges and beds. This type of crop large beds approximately 20 cm rotation illustrates the dynamic

La Universidad 217 Figure 1

Figure 2

218 La Universidad nature of farming choices inclu- Manioc Fields 1 and 2 ding the shifting from one cultigen and Manioc Field 3 have very di- to another in the same location. fferent bed constructions [Dixon, Additionally, all of the maize fields 2009, 2010] (Figure 4). The beds of previously excavated at Cerén Manioc Fields 1 and 2 were cons- were planted in ridges perpendi- tructed with broad, flat tops and cular to slope in order to maximi- well-packed almost vertical walls, ze water infiltration [Sheets, 2002]. while the beds of Manioc Field 3 The maize located east of the ma- are distinctive in their hyperbolic nioc field was planted parallel to shape and greater height and the ground slope with no physical width. This field is almost twice the separation between manioc and height of the other manioc beds maize. This organization of fields at the site. maximizes water drainage, which The stylistic differences creates a beneficial environment between manioc beds were for manioc growth. While in a mai- likely either a strategy to mitiga- ze-centric perspective we might te excess run-off and/or the ma- expect to see maize cultivation terial expression of how different dominating the layout for agricul- farmers envision proper manioc tural fields, in this case it is clear planting. The larger, hyperbolic- that manioc needs were prioriti- shaped beds might represent an zed over maize. adaptive response to the issue Along Manioc Field 1’s eas- of erosion; however, the ground tern boundary, the southern por- slope in Manioc Fields 1, 2, and tion is marked by the staggered 3 shows no significant variation. orientation of manioc beds to the Paleotopographic studies further west and those to the east, both upslope from these fields would of which are constructed with allow more in-depth assessment the same style, height and spa- of whether this change in bed cing. Given that good drainage construction was related to con- is important for manioc growth, it trolling runoff. From current analy- seems unlikely that this transitional sis, neither advantages nor disa- area is related to drainage or ero- dvantages to either construction sion control. It is more likely that style are apparent in these adja- this boundary is marking a chan- cent fields. If topographic reasons ge in land tenure, perhaps even for different types of manioc fields different land ownership [Dixon, are ruled out, then it very well may 2010]. be that these stylistic differences

La Universidad 219 Figure 3

Figure 4

Figure 5

220 La Universidad represent the autonomous choi- storage growing in the garden ces and practices of different [Sharer, 2002, 2006]. The differen- Cerén farmers [Dixon, 2009, 2010; ces in the kitchen garden manioc Sheets, 2009]. Despite the stylistic located in the center of the villa- differences, the manioc beds sha- ge and the full-fledged manioc red several characteristics which fields to the south leads one to indicate an overarching field or- hypothesize that there were very ganization for the region: 1) their different functions of each and overall orientation is 120o east of perhaps conceptual differences magnetic N, 2) all manioc fields as well. The intensive manioc fields drain towards the Rio Sucio, 3) the appear to be employed well be- field boundaries between plots yond simple household consump- are consistently aligned to 120o tion. It is possible that inhabitants and 30o east of magnetic North, were involved in the production and 4) all of these beds had been of flour (almidón) beyond their harvested just prior to the Loma own needs, something which can Caldera eruption [Dixon, 2009; be considered to be intermittent Sheets, 2009]. crafting or multi-crafting, following Prior to our 2007 disco- Hirth [2009]. Further research into very of separate manioc fields, a the quantity of manioc grown at few unharvested manioc plants Cerén will facilitate an assessment were found within the Cerén vi- of the distribution, production, llage center, such as the manioc and consumption of manioc. found in the kitchen-garden of Questions about distribution, whe- Household 1 [Sheets, 2002]. The ther manioc was confined to the small number of manioc plants household economy, exchanged found and their location in do- within the village, or distributed far mestic contexts, like the kitchen beyond the village will enlighten garden, suggested that manioc us about the domestic economy was not a main crop but used to of the inhabitants. The nature of supplement the diet. It is likely consumption also needs to be that these manioc plants were considered, since manioc foods- utilized in a manner similar to that tuffs may have been eaten or of its use in Joya de Cerén today. drunk in massive feasts and/or as Namely, the roots were harvested part of quotidian meals. Just like only when immediately needed other foods, such as maize and for household consumption, and animals, manioc may have been otherwise remained in natural consumed in mundane and sa-

La Universidad 221 cred contexts [Nancy Gonlin per- shook and the sky filled with lava sonal communication, 2011; Gon- and ash. lin and Lohse, 2007; Masson, 1999]. As Nancy Gonlin and I The fine-grained chronology pro- have discussed elsewhere, the vided by the Loma Caldera erup- maize-centric views of Mesoame- tion affords a high degree of accu- rican researchers might be biasing racy in assessing events at Cerén. us to ignore the significant contri- It is highly likely that harvesting of butions of other crops to ancient the manioc fields and a ritual feast Maya diets, culture, and ideology within the village [Sheets, 2002] [Gonlin and Dixon, 2011]. Consi- coincided. Cerén’s ritual feasting der the possibility that Cerén is in evidence near Structure 10 inclu- fact similar to many other sites in ded the remains of a deer-skull the Maya region both in terms of headdress [Brown, 2001; Sheets, dietary consumption and produc- 2002], surely a ceremonial artifact. tion. An interesting shift then oc- Ethnographically, the white-tailed curs in our perception of ancient deer is still utilized in the cuch ce- Maya cultivation and culture. remony of modern Maya groups While undoubtedly maize fields to ensure a successful harvest grew throughout the Maya area, [Pohl, 1981]. Harvest rituals and perhaps other intensively cultiva- feasts have been documented as ted crops, in particular manioc, important aspects of many cultu- were much more prevalent than res both past and present [Dietler our previous reconstructions have and Hayden, 2001]. Agricultural included. It is hoped that recent production is directly connected lithic analysis will aid in correcting with feasting in that agricultural at least part of this conception products are the basis for such [Heindel, 2011; Sheets, 2011]. community events and the orga- Assessing the quantity of nization of production and labor manioc production at Cerén will are vital elements of hosting a suc- be a key aspect to examining cessful feasting event. Taken to- staple crop production at the site gether, the deer-skull headdress, and reanalysis of previously collec- the massive quantity of harvested ted geophysical data might aid in manioc, the coordinated manioc this process. One potential area of and maize harvests, and time of additional manioc cultivation has the year all suggest that the villa- already been identified at the site, gers were on the verge of a ma- to the west of the Cerén village jor cultural event when the earth center where manioc beds were

222 La Universidad discovered in a road cut in 2009 Acknowledgments (Figure 5). In light of the manioc field discoveries, reassessment of Thankfully Nancy Gonlin, Errin We- previous geophysical and drilling ller, and Payson Sheets reviewed investigations from 2005 also sug- earlier drafts of this paper and gests that there might be further significantly aided in its develo- manioc fields in this region. pment. Any errors are my own. Continued research at Many thanks are due to Queza- Cerén will provide better data da Perla, Darna Dufour, and Matt from which to assess the role of Sponheimer for their expertise. manioc at the site. Whether it was Gratitude is also owed to CON- one component in a diverse agri- CULTURA, El Salvador, the gover- cultural system, a staple crop pro- nment of El Salvador, and the duced for village consumption, people of Joya de Cerén. Thank or a specialized cultigen traded you Payson Sheets, David Lentz, in the Zapotitán Valley remains to Larry Conyers, Errin Weller, Monica be determined. We are only now Guerra, Adam Blanford, George beginning to understand how the Maloof, Angie Hood, Andy Tetlow, villagers themselves organized and all others who have shared in manioc production, processed research at Joya de Cerén. The ti- and consumed manioc, and even reless dedication and work of Pay- how they might have perceived son Sheets and many archaeolo- of manioc in terms of mundane gists who have worked at Cerén and ritual uses. To ascertain the continues to provide a solid foun- role of manioc at Cerén will requi- dation for this and future research. re further documentation of the Finally my deepest gratitude is extent of cultivation and the inter- owed to my family- Nanny, Mom, pretation of evidence pertaining Dad, Mickie, Lance, Tommy, Sie- to rituals. What is clear at present rra, Savannah, Lance Jr., James, is that these data are providing a and Matthew- and to my ama- link between agriculture and ritual zing and patient wife Lauren. in the Maya area and that the manioc fields of Cerén continue to change our view of the agricul- tural landscape of Classic Period Maya.

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La Universidad 227

Agricultura maya clásica en Joya de Cerén. Plataformas, senderos y otras zonas limpias

George Maloof

Introducción Durante el trabajo de campo del año 2009 del proyecto denomina- Desde los estudios realizados a do Agricultura Maya, se encontró mediados del siglo XX, la agricul- evidencia suficiente para apoyar tura clásica maya se ha caracteri- el uso de una estrategia agrícola zado tradicionalmente por haber intensa con base en el cultivo de estado muy bien organizada y de- yuca (Manihot esculenta) y maíz sarrollar un alto nivel de intensifi- (Zea mays), por parte de los pobla- cación para poder mantener a las dores de Joya de Cerén durante numerosas poblaciones que vivían el período clásico medio. Sin em- en los grandes centros [Abrams, bargo, varias de las operaciones 1995; Sheets et al., 2007]. Incluso a carecieron de evidencia directa nivel local, las poblaciones de los que pruebe un cultivo extenso. sitios del período clásico medio en Estas operaciones por lo general el Valle de Zapotitán y sus alrede- se encontraron en la colina desde dores eran suficientemente gran- la que se puede ver toda la zona des como para sostener una es- del proyecto, en el mayor ángulo trategia agrícola más extensa de de la pendiente, a pesar de que la que habría sido normalmente una de ellas se encontró cerca necesaria para mantener a una del borde de la terraza fluvial se- aldea [Black 1983]. cundaria, al sureste del grupo prin- cipal de excavaciones.

La Universidad 229 La falta de evidencia de Terrenos abandonados un cultivo activo en estas áreas sugiere que el nivel de cultivo no Cuatro de las operaciones (Oeste, estaba orientado a aprovechar A, C y O) mostraron evidencia de al máximo el espacio cultivable restos de surcos agrícolas aban- disponible, lo cual, según Dixon, donados en un área que se man- se puede interpretar como poca tuvo relativamente rústica. Aun- presión para producir alimentos que se recuperaron varios moldes por parte de los habitantes de de plantas en estas operaciones, Joya de Cerén durante el perío- la mayoría parecen ser ramas de do clásico medio [Christine Dixon, árboles aisladas que probable- comunicación personal, 2009]. mente cayeron en la zona con Por otra parte, con base la erupción de Loma Caldera o en el nivel de producción de las plantas silvestres, puesto que no parcelas de yuca y maíz calcu- hay evidencia de plantación o lado por Sheets [2009] con datos mantenimiento intencional. del proyecto, los rendimientos ha- La Operación Oeste fue brían sido muy elevados y se ha- una de las cuatro primeras exca- bría cosechado una gran canti- vaciones llevadas a cabo duran- dad de productos agrícolas. Con te el trabajo de campo de 2009. estos altos rendimientos, la nece- Esta operación se situó sobre el sidad de reservar áreas para el punto de inflexión de la colina, procesamiento de cultivos habría al oeste de la zona del proyec- sido una preocupación impor- to. Las excavaciones revelaron tante para los agricultores mayas evidencia de restos de grandes que trabajaban en estos campos. surcos agrícolas abandonados en Un total de 10 operacio- un área que se mantuvo relativa- nes excavadas durante el trabajo mente sin ningún tipo de siembra de campo del año 2009, casi la o cultivo. En la operación no se mitad, mostraron pocas pruebas identificó evidencia alguna de de un cultivo intencional de cual- cultivos intencionales que pudie- quier tipo, o claramente arrojaron ran pertenecer al período inme- evidencia de espacios que deli- diatamente anterior a la erup- beradamente no se cultivaron. ción. Se seleccionaron las ope- raciones A, B y C para observar si las circunstancias encontradas en la Operación Oeste se debieron

230 La Universidad Figura 1. Mapa de la zona del proyecto del 2009 que mues- tra las operaciones excavadas con una proyección de las áreas de cultivación.

Figura 2. Colina que domina la zona del proyecto, donde se en- contró evidencia de las zonas despejadas. La aldea Joya de Ce- rén está a la derecha, al otro lado de los árboles (Fotografía toma- da por Payson Sheets).

La Universidad 231 Figura 3. Mapa de la zona del proyecto del 2009 dividido por áreas de uso.

Figura 4. Mapa de la zona del proyecto del 2009 que muestra las operaciones de excavación. Las operacio- nes en este artículo están marcadas en rojo.

232 La Universidad a una característica aislada de te sur del pozo de prueba, cerca la superficie del período clásico de la pared oeste, la cual corres- medio o a la falta de cultivos más ponde a un fragmento de 10 cen- arriba en la colina, como se había tímetros de largo, probablemente notado en los Pozos de Prueba 3 y de un tallo de yuca, identificado 4, colocados sobre la cima de la por un nódulo de crecimiento colina durante el trabajo de cam- de aproximadamente 4 cm en el po de 2007 [Blanford, 2007]. extremo inferior [David Lentz, co- Las excavaciones revela- municación personal, 2009]. La ron otra área de surcos agrícolas naturaleza singular de esta planta altamente erosionados que co- indica que brotó probablemen- rresponden aproximadamente te de forma silvestre y que no se a las dimensiones de los surcos plantó a propósito. Además, la utilizados para el cultivo de yuca presencia de una planta de yuca en otras partes del sitio. Esta área en esta ubicación contribuye a la parece que se dejó en barbecho evidencia de que en este lugar se el tiempo suficiente para que los cultivó yuca y que posteriormente cantos fueran casi impercepti- se abandonó en algún momento, bles. A pesar de que no hubo evi- antes de la erupción del volcán dencia de cultivo controlado de Loma Caldera. forma deliberada, se encontraron La Operación O presentó varias cavidades de plantas que surcos pisoteados pero recono- podrían ser raíces de yuca y tu- cibles, que se encontraban en bérculos en la superficie de ocu- mejores condiciones que los sur- pación del clásico medio e inme- cos en las operaciones que se to- diatamente debajo de esta. Estas maron como ejemplos de áreas plantas de yuca podrían conside- abiertas. Además, se encontró rarse silvestres, ya que no existe un pequeño número de plantas evidencia de siembra o mante- de maíz que crecieron probable- nimiento intencional. Además de mente de forma silvestre. Los da- las plantas de yuca, se encontró tos indican que esta área había evidencia de otros tipos de vege- sido cultivada y posteriormente tación; sin embargo, la superficie abandonada mucho más recien- se mantuvo razonablemente lim- temente que cualquiera de las pia dentro del área observada en otras áreas encontradas durante la operación. este trabajo de campo. La Operación C solo tuvo una cavidad de planta en la par-

La Universidad 233 Plataforma nivelada la plataforma que limpiaron. La pendiente de la plataforma me- Tres de las operaciones (D, H y J) día solo tres grados, mientras que revelaron el extremo superior de la zona de los surcos de yuca me- surcos de siembra de yuca que día un promedio de 10 grados. se encontraron en la mayoría de En la Operación J la pla- las otras operaciones excavadas taforma tomó la mayor parte del durante el trabajo de campo. La área excavada. No se encontró parte noroeste de las tres excava- resto alguno de plantas en el área ciones mostraron áreas que fue- de la plataforma, lo que indica ron niveladas y deliberadamen- que era una superficie que se te se mantuvieron limpias. En el mantenía cuidadosamente. La caso de la Operación D, aproxi- plataforma, sin embargo, mostró madamente la mitad del área evidencia de cantos del tamaño excavada formaba parte de la de lo que podría ser yuca, que plataforma que estaba limpia y habían sido abandonados hacía más nivelada, mientras que en la mucho tiempo y luego nivelados. Operación J todo, a excepción En la intersección entre la de la esquina sureste, se había plataforma y el inicio de los can- limpiado y en la Operación H solo tos, se localizó un área que pa- se encontró una fracción del área recía mostrar evidencia de una nivelada en la esquina noreste. gran cantidad de tráfico peato- La ubicación de la Ope- nal. Esta zona tenía una pendien- ración D se decidió con base en te este-oeste de cinco grados y los resultados de la excavación otra pendiente norte-sur de tres de la Operación Norte y la del grados. La presencia de esta área pozo de prueba se decidió por de gran tráfico es lógica dado la extrapolación del surco que se que el inicio de los surcos habría encuentra más al sur en la colina, sido el lugar más obvio para ca- en la Operación Norte. Las ex- minar a través de la zona, para cavaciones revelaron el extremo acceder a cada uno de los surcos superior de los surcos de siembra independientes, lo que minimiza- de yuca seguidos por una zona ría el riesgo de dañar los surcos o que fue nivelada y deliberada- los cultivos en ellos. mente se mantuvo rústica, en la esquina noroeste. En el caso de la operación D, cerca de la mitad del área excavada era parte de

234 La Universidad Figura 5. Mapa de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación Oeste.

Figura 6. Mapa de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación C.

La Universidad 235 Figura 7. Molde de planta C1A1, el cual se ha interpretado como un posible fragmento de tallo de yuca (Manihot esculenta). Nótese el nódulo de crecimiento cerca del centro (Fotografía por Payson Sheets).

Figura 8. Mapa fotográfico de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación O. Las manchas blancas en el piso de la operación son exceso de yeso dental.

236 La Universidad Figura 9. Mapa de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación D.

Figura 10. Mapa fotográfico de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación H.

La Universidad 237 Figura 11. Mapa fotográfico de la superficie del periodo Clásico Medio de la Operación M con la ubicación de un posible sendero.

Figura 12. Mapa fotográfico de la superficie del periodo Clásico Medio de trabajo con la ubicación del área nivelada y el posible marcador de campo.

238 La Universidad Otras áreas limpias cer continuaba hacia el suroeste. Debido a que los residentes de la Las otras tres operaciones (B, M aldea actual de Joya de Cerén y P) también mostraron eviden- han reportado otras estructuras cia de ser áreas que se limpiaron en la zona fuera de los límites del intencionalmente; sin embargo, parque arqueológico, el propósi- no hubo asociación directa de to de este sendero fue probable- estas operaciones con los surcos mente conectar a otro grupo de de siembra de yuca o maíz. Sin casas con el área principal de la embargo, las Operaciones M y P aldea perteneciente al período tuvieron especial relevancia, ya clásico medio. que cada una contribuyó con La Operación P es la más evidencias únicas para el trabajo lejana a la zona de concentra- de campo de 2009. ción. Se excavó para caracterizar La Operación M fue la la zona más baja de la segunda excavación más al noroeste que terraza del río y para estudiar si los se realizó durante el trabajo de grandes surcos de yuca se prolon- campo del año 2009. La ubica- gaban hasta este punto. La ex- ción se seleccionó con el fin de cavación reveló un área que se evaluar un lugar que se alejara de había mantenido relativamente la zona central de las excavacio- rústica, así como un espacio nive- nes y así observar si continuaban lado cuidadosamente en la esqui- los mismos patrones que se ha- na suroeste, el borde más al nor- bían detectado en las operacio- te, orientado aproximadamente nes al oeste. Situada en la parte a 120 grados. Esta orientación es más escarpada de la colina que casi perpendicular a la orienta- domina la zona del proyecto, la ción general de la mayoría de las operación reveló un área bien estructuras domésticas, los cantos mantenida, sin cultivar y con res- de cultivo en el sitio arqueológico tos de pequeñas plantas poco vi- y el curso del río Sucio [Sheets, co- sibles. En el extremo superior de la municación personal, 2009]. Este Operación M se identificaron los espacio nivelado posiblemente restos de un posible camino que es la esquina de una plataforma se alejaba del centro del pueblo. elevada. Tras la excavación en la El camino seguía una trayectoria superficie de ocupación, se en- de aproximadamente 15 grados contró que tanto la plataforma al este del norte magnético, ha- como sus alrededores habían sido cia el sitio arqueológico y al pare- recubiertos intencionalmente con

La Universidad 239 una capa de tierra blanca joven, periodo clásico, según las estima- tefra, de la erupción del volcán ciones de Black [1983, 1982], llegó Ilopango, con unos seis centíme- hasta 100.000 personas (180 per- tros de grueso. La excavación en sonas por km2). La teoría de que esta superficie reveló la presencia el maíz era el cultivo más utilizado de un basurero superficial con para mantener a estas grandes abundantes restos de basura or- poblaciones ha recibido apoyo gánica, que abarcó aproximada- tradicionalmente, a pesar de que mente tres cuartas partes del piso la evidencia científica muestra del pozo de prueba hacia el oes- que el cultivo de maíz no habría te y parecía continuar más allá sido suficiente para alimentar a de las paredes norte, sur y oeste. estas multitudes [Sheets et al., Además de una abundante can- 2007]. A pesar de que este ‘he- tidad de carbón y otros restos car- cho’ ha sido cuestionado por la bonizados, el basurero tenía una idea del cultivo de yuca [Sheets cantidad inusualmente grande et al., 2007], existen algunos pro- de granos de frijol carbonizados, blemas que deben abordarse. tanto de frijol corriente (Phaseo- Puesto que la yuca una lus vulgares) como de frijol lima vez que se ha cosechado solo tie- (Phaseolus lunatus), así como al- ne un máximo de dos a tres días gunas mazorcas de maíz (Zea antes de que empiece a podrirse mays) y hasta posiblemente una [Sheets, comunicación personal, cáscara de calabaza (Cucurbita 2009], se debe tener en cuenta moschata) [Lentz, comunicación un método de procesamiento y personal, 2009]. Al igual que los almacenamiento que fuera ca- abundantes restos botánicos en- paz de maximizar la cantidad de contrados, se recuperó una am- tiempo en el que hubiera podido plia muestra de artefactos cultu- usarse como fuente viable de ali- rales como tiestos de cerámica y mento. Aunque en algunas zonas herramientas líticas. de América del Sur los tubérculos enteros se almacenan en pozos Discusión de almacenamiento forrados con zacate [Lentz, comunicación per- En el apogeo del periodo clásico, sonal, 2009], hasta el momento no los grandes centros mayas alber- se ha encontrado evidencia de gaban poblaciones muy grandes. esta práctica en el pueblo ni en Incluso localmente, la población el área de cultivo [Sheets, comu- del valle de Zapotitán durante el nicación personal, 2009]. Como

240 La Universidad se ha mencionado anteriormen- de prueba indica que mantenían te [Dixon, 2009; Sheets, 2009], el grandes zonas cuidadosamente método de procesamiento alter- limpias y despejadas de cultivos. nativo más aceptable habría sido Por último, la evidencia recolecta- pelar y secar los tubérculos y lue- da durante el trabajo de campo go molerlos hasta formar un tipo de 2007 reveló otra posible plata- de harina, conocida localmente forma hacia el norte de la zona de como almidón. Durante el presen- cultivo, muy cerca del propio sitio te trabajo de campo se recuperó [Dixon, 2007]. El uso más lógico de en la Operación P evidencia que una extensión de espacio abierto apoya el posible procesamiento y limpio en las inmediaciones de de tubérculos de yuca. En concre- la zona de cultivo, por lo tanto, to, se halló un conjunto de herra- sería para el secado de los tubér- mientas para procesar yuca, iden- culos pelados antes de preparar- tificadas por Sheets [2009]. Con el los para el proceso de molienda. fin de poder preparar y procesar Además, esta área sería ideal la enorme cantidad de yuca que para el secado y menos adecua- habría sido cosechada en el área da para el cultivo, por ser la parte de cultivo, habrían sido necesarios más empinada de la colina. espacios abiertos, grandes y bien Por último, varias de las mantenidos, adecuados para el operaciones que revelaron zonas procesamiento y secado. despejadas también mostraron Los datos recolectados evidencia de cultivos anteriores. durante el trabajo de campo del Estas áreas habían sido cultivadas año 2009 indican que no se esta- en algún momento antes de la ba cultivando yuca activamente erupción de Loma Caldera, pero en la parte más empinada de la se habían abandonado a propó- colina en el momento de la erup- sito y preparado para otra activi- ción del Loma Caldera. Los pozos dad. La decisión consciente de de prueba excavados durante el no utilizar estas áreas indica que trabajo de campo del año 2007 la presión de producir alimentos en la cima de la colina ofrecen no era grande y los cultivadores evidencia adicional de que no podían permitirse el lujo de dejar se estaban realizando cultivos estas áreas marginales sin produc- en esta zona ni se habían hecho ción [Dixon, comunicación perso- ahí por mucho tiempo [Blanford nal, 2009]. 2007]. Además, la información obtenida de muchos de los pozos

La Universidad 241 Conclusión Agradecimientos

La investigación sobre las prácti- Ante todo, quisiera darle las gra- cas agrícolas mayas en Joya de cias a la Fundación Nacional Cerén apenas comienza. Con de Ciencias (National Science el fin de caracterizar mejor las Foundation) por su apoyo, pues- actividades que se produjeron to que nada de esto habría sido en la víspera de la erupción de posible sin su ayuda. También Loma Caldera, que sepultó la me gustaría agradecerles a las aldea Joya de Cerén y sus al- siguientes personas por su conse- rededores durante el periodo jo y apoyo durante la investiga- clásico medio, se debe llevar a ción y la redacción de este do- cabo una investigación más de- cumento: al Dr. Payson Sheets, tallada. El mejor método para en primer lugar, por haberme cubrir la mayor área posible en la invitado a unirme al equipo y en menor cantidad de tiempo es el segundo lugar, por su apoyo y la radar de penetración de suelos. fe que ha tenido en mi trabajo. Este proceso ya se había inicia- También me gustaría darle las do en el trabajo de campo en gracias a Andrew Tetlow por su 2007 [Guerra, 2007] y debe con- humor, apoyo moral y habilidad tinuarse a mayor escala. Estos para mitigar el estrés y la tensión. estudios, junto con las excava- Muchas gracias también a Chris- ciones complementarias, son ne- tine Dixon por su apoyo y por cesarios para poder obtener una todos los debates que contribu- imagen más clara de la dimen- yeron a aclarar muchos detalles sión del área reservada para ac- sobre los mayas y sus prácticas tividades alternativas, así como agrícolas a lo largo del trabajo la razón por la cual estas áreas de campo. También me gustaría no estaban siendo cultivadas en agradecer al Dr. David Lentz por el momento en que el sitio fue ofrecernos desinteresadamente abandonado rápidamente. su experiencia en la identifica- ción de varios moldes de yeso con formas extrañas siempre que se necesitaba. Por último, quie- ro agradecerles a todos nuestros amigos de Joya de Cerén que trabajaron con nosotros durante todo el proyecto del 2009. Sin su

242 La Universidad esfuerzo y dedicación en la bús- University of Colorado at Boulder. queda de su propia historia no se Dixon, Christine C. [2007]. «Classic habría podido recolectar estos Period Maya Agriculture: Test Pits datos. ¡Gracias a todos por un 1 and 2, 5 and 6». En Joya de Cerén gran trabajo de campo y una ex- 2007 Preliminary Report, Payson D. periencia de vida excepcional! Sheets (ed.), inédito, University of Colorado at Boulder. Referencias citadas ------[2009]. «Manioc Agricul- Abrams, Elliot M. [1995]. A Model ture». En Joya de Cerén 2009 Pre- of Fluctuating Labor Value and liminary Report, Payson D. Sheets the Establishment of State Power: (ed.), Manuscrito inédito, Universi- An Application to the Prehispanic ty of Colorado at Boulder. Maya, Latin American Antiquity, vol. 6, no. 3: pp. 196-213. Sheets, Payson D. [2009]. «Consi- derations, Summary and Conclu- Black, Kevin D. [1983]. «The Zapotitán sions». En Joya de Cerén 2009 Pre- Valley Archaeological Survey». En: liminary Report, Payson D. Sheets Archaeology and Volcanism in (ed.), manuscrito inédito, Universi- Central America: The Zapotitán ty of Colorado at Boulder. Valley of El Salvador, Payson D. Sheets (ed.). Austin: Universtity of Sheets, Payson D., Christine C. Texas Press, pp. 62-97. Dixon, Monica F. Guerra and Adam Blanford [2007]. «Manioc Blanford, Adam [2007]. «Test Pits Cultivation at Cerén, El Salvador: 3 & 4 on the Hilltop». En Joya de Occasional Kitchen Garden Plant Cerén 2007 Preliminary Report, or Staple Crop?». Manuscrito inédi- Payson D. Sheets (ed.), inédito, to, University of Colorado at Boulder.

La Universidad 243

Transformaciones de identidad en El Salvador en la época colonial temprana: La gente y cerámica de la villa de San Salvador en el siglo XVI Jeb J. Card

Introducción no y comidas o vinos. Además, documentos históricos informan La antigua villa de San Salvador sobre la participación de los mix- (ahora llamada Ciudad Vieja) tecas y otros mesoamericanos en estaba en uno de los sitios tem- la conquista española de Centro- pranos de intensa interacción américa. La mayoría de la cultura entre europeos y mesoamerica- material portátil, especialmente nos. Ahora reposa en uno de los la cerámica, evidenció la existen- sitios coloniales mejor preservados cia de una población indígena del siglo XVI. Fundada en 1528, significativa en San Salvador. La no fue construida dentro de un mayoría de la cerámica estaba asentimiento indígena, como la hecha localmente y conforme al mayoría de ciudades colonia- estilo indígena, principalmente al les. Casi toda la arquitectura y pipil. Sin embargo, varios cam- un poco de la cultura material bios en la producción y forma de portátil recuperada por métodos la cerámica denotan cambios arqueológicos, reflejan la cultura en la identidad de los habitantes del Renacimiento, lo cual podría indígenas de San Salvador. Por esperarse de un centro colonial. ejemplo, el hecho que adoptaran Las importaciones desde Sevilla influencias estilísticas de España e eran más o menos lujosas, como Italia, usando platos al estilo ma- platos de mayólica, vidrio italia- yólica, pero con diseños pipiles.

La Universidad 245 La información estilística de estos de la construcción [Daugherty, platos sugiere que la villa de San 1969: 49; Fowler, 1989: 82]. Salvador continuó ocupada casi Ahora Ciudad Vieja está el doble del tiempo documenta- protegida por ley y en buen esta- do por la historia, posiblemente do de preservación. Tiene poca hasta 1560. Durante esta ocupa- vegetación y construcción mo- ción extendida, una nueva gene- derna (al contrario de muchas ración creció con una identidad ciudades coloniales situadas de- nueva, no simplemente la de las bajo de ciudades actuales, cuyo comunidades específicas de sus acceso a los restos arqueológicos padres, sino en una nueva cas- se encuentra impedido). ta colonial: el ‘indio’, y además, A pesar de la importan- como sansalvadoreños. cia histórica y arqueológica de Ciudad Vieja es el sitio de este asentimiento temprano de la la segunda villa de San Salvador Conquista y de estar bien preser- y el primer asentamiento perma- vado y conocido por la historia, nente colonial en El Salvador. La la investigación arqueológica sis- villa de San Salvador supuesta- temática empezó hasta 1996. En mente fue abandonada en 1545, años recientes, varias instituciones sus habitantes se trasladaron a han trabajado en la investiga- su sitio actual, la ciudad de San ción, el manejo y la preservación Salvador. Ciudad Vieja está ubi- de Ciudad Vieja, incluyendo a cacada 32 km al noreste de San la Academia Salvadoreña de la Salvador actual y 10 km al sur de Historia [Escalante Arce, 2002] y Suchitoto, en el departamento el Consejo Nacional para la Cul- Cuscatlán. Está localizada en- tura y el Arte (ahora, Secretaria cima de una meseta pequeña, de Cultura) [Erquicia, 2004]. La in- en un área conocida como La vestigación más exhaustiva es el Bermuda. El Cerro Tecomatepe Proyecto Arqueológico Ciudad domina la vista de Ciudad Vieja, Vieja (PACV), dirigido por William con el volcán Guazapa en la dis- R. Fowler. Este proyecto inició en tancia occidental. La meseta no 1996 y realizó (en colaboración y era un sitio idóneo para el asen- con el permiso del Consejo Na- tamiento. Los pipiles de varios cional para la Cultura y el Arte) pueblos (supuestamente conquis- un mapa topográfico, recolec- tados) se vieron obligados a cor- ción de la superficie [Fowler y Tim- tar bosques densos, sacar piedras mons, 2006; Hamilton et al., 2006], grandes y nivelar la meseta antes prospección geofísica [Fowler et

246 La Universidad al., 2007], excavaciones exten- pañoles y mexicanos y los k’iche’ sas de quince estructuras y otros mayas en Guatemala, culminan- rasgos del sitio [Fowler ed., 2006; do con una batalla cerca de Hamilton, 2010] y el análisis de Quetzaltenango, con pérdidas los artefactos recolectados de la serias en ambas fuerzas [Díaz del superficie y de las excavaciones. Castillo 1955:2:123]. El análisis de la cerámica de Ciu- El 8 junio de 1524, los con- dad Vieja, por el autor, y las con- quistadores (ahora 100 a caballo, secuencias para nuestro enten- 150 españoles a pie y 5000-6000 dimiento de las transformaciones aliados mexicanos) encontra- en Mesoamérica durante la épo- ron un gran ejército pipil cerca ca de la conquista y la coloniza- de Acajutla [Alvarado, 1924: 80; ción española, forman los temas Fowler, 1989: 137-138]. A partir de de este artículo. esta batalla y unos cinco días más tarde, cerca de Tacuscalco, los San Salvador y la conquista españoles y los mexicanos destru- española de America Central yeron la fuerza pipil y avanzaron a la capital de Cuscatlán. Los pi- Después del imperio azteca en piles huyeron de la ciudad, y por 1521, Hernán Cortés envió a su te- buena razón: los españoles esta- niente Pedro de Alvarado a con- ban tomando muchos esclavos tinuar la conquista de México a la de la gente, un negocio muy im- Centroamérica. El 6 de diciembre portante para los conquistadores de 1523, un grupo pequeño de en los primeros años de la época españoles y varios miles de tlax- colonial [Las Casas, 1985: 79; Lu- caltecas y otros guerreros indíge- ján Muñoz y Cabezas Carcache, nas, aliados con el nuevo gobier- 1994: 55]. Poco tiempo después, no colonial, salieron del Ciudad los españoles y mexicanos regre- de México/Tenochtitlán, al sur. saron a Guatemala. Caminando en Oaxaca, Tehuan- En abril de 1525, un gru- tepec, Soconusco y las tierras al- po pequeño de españoles con tas de Guatemala, este ejército 300 aliados mexicanos salieron encontró poblaciones grandes y de Guatemala y fundaron la pri- más o menos agradables, de za- mera villa de San Salvador. Pedro potecas, mixtecas, y nahuas [Díaz Escalante Arce [2001: 34] escribe del Castillo, 1955: 2: 122]. Pero en que no se conoce con seguridad febrero 1524, comenzaron las ba- la ubicación de esta primera villa. tallas entre los conquistadores es- Lardé y Larín [2000: 80, 102] escri-

La Universidad 247 bió que estaba en la capital de tro, 1996: 87-91,197-202] en un va- Cuscatlán o cerca de ella, pero lle con una población casi nula, otros han sugerido la misma ubi- en una frontera entre los territorios cación que la segunda villa, el si- pipiles de Cuscatlán al sur y oeste, tio de Ciudad Vieja [Barón Castro, y los lencas y cholutecas al nor- 1996: 41-42]. Dos contextos exca- te y este [Fowler y Earnest, 1985]. vados en Ciudad Vieja tienen es- Tiestos cerámicos excavados en tratigrafía arquitectónica pero no Ciudad Vieja en contextos colo- ayudan con la pregunta acerca niales fechan alrededor del perio- del establecimiento de la prime- do clásico terminal al postclásico ra villa. Uno de estos, designado temprano (800–1200 D.C.) y evi- Estructura 6F3 [Fowler, Timmons y dencian una ocupación efímera West, 2006], contenía mayólica de la misma época que el centro fechada al periodo 1525-1545, en ceremonial en Cihuatán, pero no un caso, y posiblemente después hemos encontrado contextos de de 1530, en el otro. Algunos platos esta época in situ. Nuestras exca- hechos localmente sugieren una vaciones no han encontrado ras- fecha cercana a 1530, pero no es tros de ocupación (no hay rasgos concluyente. Erquicia [2004] ex- arquitectónicos ni artefactos) en cavó una estructura contigua a la los siglos inmediatamente ante- Estructura 4D1, en el lindero norte riores a la conquista española. Si- de la plaza. Él sugiere que la es- tuada encima de la meseta, con tructura temprana podría ser re- un muro construido en los bordes presentativa de la ocupación de de la meseta, sin poblaciones 1525, pero nota que no hay cam- hostiles cercanas, la ubicación de bio en los artefactos en compara- la segunda San Salvador proba- ción de aquellos de la ocupación blemente se eligió por razones de del periodo 1528 -1545 y 1560. En defensa, después la destrucción algún caso, en 1526, los pipiles se de la primera villa. Se trazó la pla- sublevaron contra los españoles, za, la iglesia y una cuadrícula de que huyeron a Guatemala [Barón calles y solares que llegó a cubrir Castro, 1996: 39-44]. un área de 45 ha, en la misma for- Dos años después, un gru- ma de otras ciudades coloniales po más grande de españoles y españolas (Figura 1) [Remesal, especialmente, conquistadores 1964-66: vol. 2, bk. 9, ch. 3, p. 201]. mexicanos, regresaron y fundaron San Salvador era una la segunda villa de San Salvador, base militar para la pacifica- el 1 de abril de 1528 [Barón Cas- ción del norte de Centroamérica

248 La Universidad Figura 1. Mapa de las calles, cuadros, y muros de Ciudad Vieja. Mapa de Conard Hamilton, modificado por el autor.

[Barón Castro, 1996: 106–110] y man, 1979: 348]. Los encomende- contra la entrada de otros con- ros tenían derechos legales sobre quistadores españoles rivales de 12,000 trabadores pipiles en la Nicaragua y Panamá [Barón Cas- provincia de Cuscatlán. Varios de tro, 1996: 152–163]. Fundada por ellos probablemente hicieron las 73 vecinos en 1528, la población calles y los muros de San Salvador de españoles en San Salvador os- [Sherman, 1979: 314, 324, 348; Kra- cilaba entre 50 y 70 vecinos, con mer, 1994: 7-8]. Sus comunidades 44 encomenderos, en 1545 [Sher- también enviaban comida y otro

La Universidad 249 material de tributo a San Salvador siblemente quince años después [Fowler, 1989: 155-186]. Adicional- el permiso de traslado. mente, los conquistadores tenían Los conquistadores espa- esclavos capturados o compra- ñoles eran una minoría en San dos en Centroamérica o México, Salvador. La mayoría de con- y posiblemente de África, en un quistadores en la villa eran con- aproximado de 500 esclavos li- quistadores mexicanos, guerreros berados de los habitantes de San mesoamericanos, aliados del rei- Salvador en 1548 [Sherman, 1979: no español. Ellos peleaban para 71-73, 148; Fowler, 1989: 53, 56; Ba- la gloria y las metas de sus propias rón Castro, 1996: 61; Lardé y Larín, comunidades en México y por los 2000: 194]. Los conquistadores no derechos y privilegios que la guerra solamente capturaban esclavos de Conquista les diera a ellos y sus para usos personales, sino para descendientes [Fowler, 1989: 135; venderlos en los mercados de las Barón Castro, 1996: 66; Lardé y La- otras colonias, donde proveyeron rín, 2000: 53; Escalante Arce, 2001: una gran fuente de riquezas en 20-21; Matthew, 2004, 2007]. Tres- las primeras décadas de la Con- cientos conquistadores mexicanos quista. Posiblemente no sea una de Soconusco formaron parte de coincidencia que, en los años de la hueste indígena que llegó cuando estas prácticas se termi- a San Salvador en 1525, menos naron [Sherman 1983], los vecinos de la mitad regresaron a Gua- de San Salvador pidieron permiso temala en 1526 [Matthew, 2004: legal para trasladar San Salvador 79]. Cuando Jorge de Alvarado a una ubicación más cercana a reconquistó los territorios rebeldes la capital prehispánica de Cus- de América Central, comenzando catlán, con mejores recursos na- en 1527, su ejército tenía de 6000 a turales y poblaciones más gran- 7000 conquistadores mexicanos de des que pudieran ser fuentes de Tlaxcallan, Quauhquechollan, Cho- riqueza y comercio. En 1545, el lula, Coyoacán y Oaxaca. En total, Rey concedió permiso para tras- de 10,000 a 12,000 conquistadores ladar San Salvador a su ubicación mexicanos participaron en la con- actual, cambiando su título de quista de Centroamérica. Miles de villa a ciudad. Pero los resultados ellos colonizaron Guatemala y mi- de nuestro análisis [Card, 2011] les más colonizaron San Salvador. sugieren que la ocupación y el Varios emigraban con sus familias comercio de cerámica importa- y otros colonos del norte [Matthew, da continuó en Ciudad Vieja po- 2004: 78–86]. Un grupo de estos,

250 La Universidad según los documentos históricos, Fowler, 2006a, 2006c]. Esta política, está compuesto por sesenta mixte- al igual que el decreto real de que cas, lo que podría explicar uno de colonos deben casarse con muje- los tipos raros de cerámica en Ciu- res locales o traer una esposa de dad Vieja. Gutiérrez Gris Pulido es España, fue diseñada para promo- un tipo de cerámica que no se ha ver la estabilidad de la comunidad. encontrado en otros sitios de El Sal- Pero el asentamiento de mucha vador, pero similar a los cajetes trí- de esta población, especialmente podes de Oaxaca y Tehuantepec los conquistadores, era inestable; en los siglos antes de la Conquista ellos usaban San Salvador como [Card, 2007: 230–236; Lardé y Larín, una base de operaciones. 2000: 192–193]. Ningún habitante de la villa Esta población mezclada de San Salvador era permanente. vivía en una villa construida con Los europeos cruzaron el mar con intenciones de permanencia. Mu- dirección a México o Panamá, cho trabajo fue dedicado a la después de llegar a San Salvador, construcción de estructuras con buscaban esclavos y oro en Hon- cimientos formales y grandes de duras [Barón Castro, 1996: 135-136, piedra (Figura 2), muros sólidos 150, 165-166, 187] o conquistas nue- de tapia y una cantidad inmensa vas en Perú [Escalante Arce, 2001: de tejas y baldosas, posiblemen- 119-121; Thomas, 2000: 11]. Ellos co- te para llenar el requerimiento de municaban su identidad extranje- encomenderos que tenían casas ra por medio de la arquitectura, la permanentes de piedra y ladri- planificación urbana y la importa- llo [Sherman, 1979: 94-96; Kramer, ción de artículos suntuosos desde 1994: 12]. Varias estructuras tenían Europa. Los conquistadores mexi- una ornamentación más elabora- canos eran usados como fuerzas da, incluyendo columnas de pie- móviles, marchando a cualquier dra labrada, pisos mosaicos, pisos parte de la colonia que estuviera de baldosas en diseños polícromos en peligro. Se necesitaban pipiles y al menos un caso de tejas vidria- de varias comunidades de la zona das (probablemente importadas para trabajar en San Salvador. En de Europa). Además, el cabildo un inicio, nadie era de San Salva- requirió que los vecinos practica- dor, pero con el tiempo una nueva ran algunos oficios que poseían. generación de sansalvadoreños Este mandato del cabildo es refle- nació y su impacto sutil se eviden- jado en el descubrimiento de dos cia en la cultura material. En una herrerías [Barón Castro, 1996: 133; clase nueva de cerámica, ellos

La Universidad 251 Figura 2. Excavaciones en Estructura 6F4, Ciudad Vieja, con ejemplos de cimientos y arquitectura en estilo español. Foto por William R. Fowler.

Figura 3. Copa de vidrio encontrado en Estructura 3D2, Ciudad Vieja. Foto por el autor.

252 La Universidad utilizaron conceptos de diseño los conquistadores mexicanos. de ambos lados del Atlántico. Los Solo dos estructuras (3D1 nuevos habitantes de San Salvador y 3D2) en el centro de la villa tie- rompieron barreras entre la gente, nen niveles relativamente más produciendo modos de cultura y altos, representando el uso des- cultura material nuevas, al mismo echable de las botijas en tiendas tiempo que estaban forzados en y mercados centrales. Una de nueva clase de identidad opresiva. estas estructuras (3D1) tenía ele- mentos arquitectónicos lujosos Las vasijas de cerámica y [Fowler, 2006b]. La otra (3D2), por vidrio importadas a la villa de presentar evidencia de botijas, San Salvador vasijas locales de cocina y una copa importada de vidrio, podría Casi toda la cerámica usada en haber sido el sitio de una taberna la villa de San Salvador estaba u otro tipo de comedor comercial hecha localmente en la tradición [Card, 2007: 496–499]. También mesoamericana, específicamen- había una herrería situada de for- te pipil. La cerámica europea ma muy accesible para viajeros a constituye solo 1.67 % de la ce- caballo [Fowler, 2006c; Fowler et rámica colonial de Ciudad Vieja. al., 2007]. Una tercera estructura Este nivel es casi el mínimo para (6F1), en el norte del sitio, parece un sitio de la época colonial es- que era el solar de un encomen- pañola, ya sea pueblo indígena o dero. Roberto Gallardo [2004, ciudad española, pero los ejem- 2006] excavó esta estructura e plos más cercanos a este nivel hizo esta hipótesis al explicar su son primariamente pueblos indí- tamaño grande y su elaboración genas [Card, 2007]. Este nivel es arquitectónica. Además, una di- probablemente producto de una versidad de cerámica indígena ocupación corta del sitio y de su no hecha en Ciudad Vieja [Card, ubicación en el lado occidental 2007: 520–526, 555–556, 562] y ja- de Centroamérica, donde otros rros para el transporte de líquidos sitios del siglo XVI tenían proble- o granos [Card, 2007: 499–500], mas logísticos para obtener im- sugieren que fue un centro de re- portaciones de España [Blaisdell- colección de tributos. Sloan, 1999]. Además, la villa de La colección pequeña San Salvador era un asentamien- pero diversa de cerámica y vi- to español, pero la mayoría de los drio importados de Europa sig- residentes eran mesoamericanos: nifica que los colonos españoles

La Universidad 253 de San Salvador tenían motivos una pintura veneciana de 1533 para gastar recursos y riquezas representa vidrio de filligrana y en significativas al obtener lujos en 1542, el rey inglés Henry VIII tenía un contexto de condiciones logís- un juego de escudillas de filigrana ticas difíciles. Hemos encontrados [Shepard, 1991: 66]. Un origen en tres clases de vasijas importadas a el Nuevo Mundo no es imposible, Ciudad Vieja: vidrio (solo un ejem- porque la producción de vidrio plo), botijas y mayólica. empezó en México después de 1535, siendo Puebla un centro de Copa de vidrio veneciano exportaciones en 1542. Pero hay otros ejemplos de vidrio venecia- Solo una pieza de vidrio colonial no en sitios coloniales tempranos, se ha identificado en Ciudad Vieja como Nueva Cádiz en Venezuela (Figura 3). Es similar a los ejemplos [Willis, 1980: 31–33]. de vidrio veneciano de la segun- El descubrimiento de esta da mitad del siglo XVI [Tait,1979: copa en la Estructura 3D2, com- Figuras 90 y 102] y tiene la forma binado con la ubicación central de una copa de cerámica del de 3D2, representa el uso intensivo siglo XVI influenciada por formas de vasijas de cocina y un uso más europeas que fue encontrada intensivo en el sitio (relativamen- en la Ciudad de México [López te, en Ciudad Vieja) de botijas de Cervantes, 1976: 62, Lámina XIII]. transporte. Por ello, parte de nues- La copa de Ciudad Vieja es de tra hipótesis es que en la Estruc- vidrio transparente y claro (por lo tura 3D2 funcionaba como una cual su origen probable es Vene- taberna u otro tipo de comedor cia, porque el vidrio castellano te- comercial. La primera licencia de nía un tinte amarillo o verde [Do- restaurante en Norteamérica se ménech, 2004: 105]), con rayas concedió en la Ciudad de México de lattimo, vidrio blanco opaco el 1 de diciembre de 1525, pero que está empotrado en el cristal otras ventas y comedores fueron de la copa. Esta técnica, vetro a fundados en Veracruz, Cholula y filligrana, apareció en el segundo otros lugares en México el siguien- cuarto del siglo XVI, durante la te año, especialmente en las ca- ocupación de la villa de San Sal- lles y vías de transporte y viaje, tal vador [Tait, 1979: 49]. En Venecia, como sucede ahora. [Farga y Inés los hermanos Catanei aplicaron Loredo, 1993: 77–7]. En la Ciudad en 1527 una patente para el pro- de México, por un tomín se com- ceso [Page, 2004b: 18], además, praba una cena de pan y agua y

254 La Universidad por una sobrecarga de 33 %, se hu- Once de los trece bordes biera comprado vino, queso, vina- (una parte muy diagnóstica) de gre, aceite y una sala donde pasar las botijas encontradas en Ciu- la noche en una taberna [Farga dad Vieja tienen una de las dos y Inés Loredo, 1993: 73-76; Vargas formas asociadas a las botijas y Casillas, 1996: 162]. Este tipo de tempranas. Siete de ellas tienen servicio demandado por viajeros, una boca con perfil similar a la especialmente el vino, podría ex- letra ‘U’, como los ejemplares plicar la copa fina de vidrio y las encontrados en Concepción de botijas de la Estructura 3D2. la Vega en República Dominica- na, en un sitio ocupado en el pe- Botijas riodo 1494-1562, pero en declive después de 1525 [Goggin, 1960: Las botijas eran los envases de- 34; Ortega y Fondeur de Ortega, sechables del imperio español. 1978]. Otros ejemplos (clasifica- Eran usados para llevar mercade- dos por Marken como bordes rías del interior después que una Tipo 2) posiblemente vinculados nave fondeaba en el puerto. San a los que tienen bocas en forma Salvador estaba, como en la ac- de U de Ciudad Vieja, fueron en- tualidad, en el interior, por ello las contrados en naufragios en las botijas eran necesarias para trans- Bahamas en la primera mitad del portar líquidos, como vino o aceite siglo XVI [Marken, 1994: 16-18]. Las de oliva y granos sólidos (como el botijas tempranas de Caluco Vie- trigo). Tienen una forma globular jo [Verhagen, 1997: 305, Figuras o romboide, podrían ser vidriadas 7.33c, 7.33e, 7.34a], un sitio en el con un engobe de plomo, lo que occidente de El Salvador que es- les daba un acabado de color gris tuvo ocupado a finales del siglo o amarillo encima de barro blan- XVI e inicios del siglo XVII, no son co. Las botijas son el tipo más co- similares a las botijas de Ciudad mún de cerámica importada, con Vieja. Cuatro bordes encontrados 426 tiestos encontrados en Ciudad en Ciudad Vieja tienen la forma Vieja. Con una excepción, todas más común de las botijas tempra- estas vasijas tienen rasgos diag- nas, cuyas bocas se asemejan a nósticos del estilo temprano de una letra ‘V’ curvilínea (Figura 4) botijas [Goggin, 1960: 10-11, Figura [Goggin, 1960: 9-11, Figura 3c-e; 3; Marken, 1994: Figura 4.1] perte- Marken, 1994: 50-51, Figura 4.1]. neciente al siglo XVI, antes de la Además de los bordes, el barro fecha general de 1580. y las medidas de las paredes de

La Universidad 255 las botijas de Ciudad Vieja son de Ciudad Vieja era usada para la similares a algunas de las botijas producción de azúcar. La mayoría tempranas en varios sitios del siglo de estas vasijas tardías primaria- XVI [Goggin, 1960: Tabla 8]. Las mente encontradas en la superfi- botijas de Ciudad Vieja no tienen cie son de un tipo llamado Telesfo- asas, elementos normalmente ro, fechado a 1650-1825, en el valle asociados con botijas tempranas del Río Ceniza en el occidente de y no medianas o tardías (Goggin, El Salvador [Sampeck, 2007: 332– 1960). Pero hay ejemplos de bo- 334]. La combinación de la botija tijas tempranas sin asas [Marken, tardía y los elementos de los tiestos 1994]. Una botija completa (sin Telesforos en Ciudad Vieja (análisis asas) proveniente de Panamá en colaboración con Kathryn Sam- Vieja del siglo XVI [Patronato Pa- peck, analista de la cerámica del namá Vieja, 2006: 51], tiene forma Río Ceniza), ubica las actividades similar a los fragmentos encontra- de la caña de azúcar en un perio- dos en Ciudad Vieja. do temprano, en el siglo XIX, al final De los dos últimos ejemplos de la época colonial o inmediata- de bordes fuera de estas catego- mente después de la independen- rías, uno está dañado al punto no- cia. diagnóstico y es del tipo temprano. Es importante para la data- El otro no es temprano y no per- ción de Ciudad Vieja y la villa de tenece a la villa de San Salvador. San Salvador, que no hay ejem- Este borde tiene forma y pasta de plos de botijas de estilo mediano, barro diagnósticos de botijas tar- con bocas en forma de anillo de días, al final de la época colonial barro grueso, en lugar de los cue- [Goggin, 1960: 19; Marken, 1994: 51, llos delgados y gráciles de las boti- Fig. 4.3B]. Esto es un rastro de una jas tempranas. Las botijas de estilo ocupación efímera, probablemen- mediano reemplazaron a las boti- te del siglo XIX; como la ocupación jas tempranas alrededor de 1580 es del clásico terminal – postclásico y posiblemente en la década de temprano, no hemos encontra- 1560 [James, 1988: 59]. Hay varios do contextos de esta ocupación, ejemplos de estas botijas medianas solo rastros individuales. Además en Caluco Viejo, como parte de la de esta botija, hay una pequeña industria salvadoreña de cacao a cantidad de tiestos de vasijas he- finales del siglo XVI. Nadie transpor- chas localmente que pertenecen taba productos a Ciudad Vieja en a esta época. El análisis preliminar botijas después de 1570 o 1580. sugiere que en esta época, el área

256 La Universidad Mayólica bre-Blanco (solo dos fragmentos) (Figura 5). Columbia Sencilla es La ‘mayólica’ (cerámica vidria- parte de la tradición de cerámica da con engobe opaco, hecho morisca, su estilo tecnológico de con estaño) es un tipo cerámico la época islámica en España con- importante y diagnóstico de la tinúa después de la Reconquista. época colonial. La cantidad de La cerámica de estilo italiano es mayólica recuperada de Ciudad un signo de la popularidad inter- Vieja es de solo 23 tiestos, la can- nacional de la mayólica italiana tidad más pequeña proveniente en los mercados de Europa occi- de un sitio colonial significativo. dental en el siglo XVI [Lister y Lister, Sin embargo, tenemos informa- 1987: 140–151; Gaimster, 1999]. La ción sobre importación de mayó- mayólica de estilo italiano típica- lica de una fuente inesperada: la mente ocurre un poco más tarde cerámica pipíl. en las colonias, pero estaba pre- El tipo de mayólica más sente en la Ciudad de México común en Ciudad Vieja es Co- alrededor de 1530 [Lister y Lister, lumbia Sencilla (nueve ejemplos), 1982]. Su presencia contemporá- tal como se espera de un sitio nea en San Salvador confirma la colonial español. Este tipo ocurre importancia de los productos del mucho durante la época colonial Renacimiento no solo italiano, sino española, la forma de una escu- también de la cuenca mediterrá- dilla encontrada en Ciudad Vie- nea, en las colonias tempranas. ja se fechó a inicios de la época colonial [Goggin,1968: 122-123]. Platos indígenas y cronología Otros tipos incluyen fragmentos de San Salvador de un color azul diferente, usado en engobe de jarros medicinales Mucha más evidencia de esta en el siglo XVI (tipo Caparra Azul) influencia se encontró en platos [Deagan, 1987: 62-63; Goggin, hechos por alfareras indígenas 1968: 134-135] y bacínes para uso (la mayoría de los alfareros tradi- higiénico, como artículos de lujo cionales en Centroamérica han importados. sido mujeres), usando técnicas Fragmentos de mayólica tradicionales (hechas a mano, del estilo italiano (pero hecho no en tornos ni vidriadas) y mate- probablemente en Sevilla) están riales locales (barros y engobes de presentes en Ciudad Vieja, espe- cerámica que se cocinan al color cíficamente el tipo Sevilla Azul-so- café claro o bayo), pero adop-

La Universidad 257 Figura 4. Cuello de una botija española, estilo temprano, con la forma de letra ‘V’ curvilínea. Encontrado en Estructura 6F1, Ciudad Vieja. Foto por el autor.

Figura 5. Plato de mayólica en estilo italiano. Tipo Se- villa Azul-sobre-Blanco. Encontrado en Estructura 5E2, Ciudad Vieja. Foto por el autor.

258 La Universidad tando las formas de las vasijas eu- un fenómeno (cultura material hí- ropeas y pintándolas con diseños brida) de las colonias europeas. tradicionalmente pipiles (diseños Ciudad Vieja es uno de pocos si- geométricos en rojo sobre color tios donde la población indígena café claro). En sitios postclásicos usó vasijas hibridas a este nivel. tardíos en El Salvador y el sureste El uso más intensivo en Ciu- de Guatemala, cajetes con estos dad Vieja estuvo en la Estructura elementos se encontraron en va- 2F1, una casa con indicaciones sijas de servir, en varios casos con de residencia indígena [Hamilton, soportes trípodes [Card, 2007: 179– 2006, 2010: 141–149]. Excavacio- 181, 192–193]. Cajetes como estos nes en los linderos sureste de Ciu- estaban en uso en la villa de San dad Vieja, hechas por Conard Salvador, pero eran menos elabo- Hamilton, revelaron una casa con rados y no contaban con diseños patrón de cerámica residencial icónicos, una transformación co- [Card, 2007: 476–479] con eviden- mún en los sitios coloniales, donde cias de producción de textiles. La imágenes de gente y animales arquitectura de la Estructura 2F1 pudieran ser símbolos religiosos y es muy diferente de la arquitec- políticos y estaban considerados tura de la mayoría de estructuras potencialmente diabólicos por los del sitio, que son de estilo espa- españoles. ñol. Los cimientos son irregulares Sin embargo, a razón de 2 en la construcción, la estructura a 1, platos con estos mismos ele- es ovalada, no hay divisiones in- mentos pero en forma de un plato ternas y no se habían usado tejas llano de borde ancho, reempla- ni baldosas. Los únicos elementos zaron a los cajetes como vasija de cultura española en la Estruc- para servir en Ciudad Vieja. Estos tura 2F1 son 25 fragmentos de hie- platos son el 17 % de las vasijas re- rro, incluyendo clavos coloniales. cuperadas en Ciudad Vieja y se La abundancia de platos aquí, encuentran en todas las excava- con su uso general en el sitio, evi- ciones entre el 9 y el 29 % de las dencia el uso indígena y español vasijas asociadas con estructuras de los platos híbridos. Un patrón específicas, incluyendo las casas similar a la innovación de cerá- de los encomenderos españoles mica híbrida por parte de los indí- y las de las familias indígenas. La genas y europeos ha sido encon- colección de 582 fragmentos de trada en comunidades europeas platos indígenas es uno de los re- con refugiados indígenas, como cursos más importantes al estudiar en Old Mobile (Mobile Viejo) en

La Universidad 259 Alabama [Silvia 2002]. En la ma- platos indígenas. Doce clases de yoría de sitios españoles, las vasi- formas adaptadas de dos siste- jas híbridas eran usadas principal- mas de clasificación de mayólica mente por los colonos españoles, [Lessman, 1979; Rackham, 1977] posiblemente por la falta de su se encontraron en los platos indí- mayólica preferida. genas. Esos sugieren que los restos El análisis de los platos in- de mayólica (23 piezas) no son dígenas tiene aspectos muy téc- muy representativos de la cerámi- nicos, considerados de forma ex- ca importada a la villa de San Sal- tensa en otros lugares [Card, 2007; vador. n.d.]. Sin embargo, un resumen es Cuando se comparan las muy importante por sus vículos a formas de los platos indígenas la historia de la villa de San Salva- con una secuencia de mayóli- dor y el inicio de la colonia de San ca italiana [Card n.d., utilizando Salvador. Los tipos de mayólica Hess 2002; Lessmann, 1979; Live- morisca son más comunes en Ciu- rani y Reggi, 1976; Poole, 1997; dad Vieja que los del estilo italia- Rackham, 1977; Rasmussen, 1989; no, pero casi la totalidad (99.1 %) Watson, 1986], los resultados son de los platos tienen la forma del- importantes, por la cronología de gada y ancha de los platos italia- San Salvador temprano (Figura nos (Figura 6). Además, los cinco 7). Cerca del 67 % de los platos platos indígenas ‘moriscos’ tienen indígenas de Ciudad Vieja tienen un engobe rojo, algo usado en formas primariamente en uso du- pocos platos indígenas ‘italianos’. rante los años de ocupación do- Los alfareros pipiles y los españo- cumentadas para la villa de San les (los primeros clientes de los Salvador, 1528–1545. Pero el 20 % platos indígenas, antes de que de las formas eran más comunes toda la comunidad los adoptara en Europa después de 1545, inclu- durante la ocupación de la villa yendo el 14 %, que solo aparece de San Salvador) preferían el es- a mediados de la década de tilo italiano. Probablemente con- 1540, en el periodo del permiso ceptualizaban los platos moriscos de traslado de San Salvador o un como no deseables, marcados poco después. como una clase distinta. En un nivel más detalla- do, una variedad de elementos y formas de platos de estilo ita- liano están representados en los

260 La Universidad Figura 6. Plato indígena, con forma en estilo italiano. En- contrado en Estructura 4C1, Ciudad Vieja. Dibujo por Francisco Galdámez, foto por el autor.

Implicaciones de la García, 1997; Sampeck, 2007; Ver- cronología extendida hagen, 1997: 321–329], manifiesta una ocupación de Ciudad Vieja Esta evidencia significa que Ciu- que comienza en 1528, va deca- dad Vieja todavía funcionaba yendo en fechas cercanas a 1560 como asentamiento y consumía y termina definitivamente antes mayólicas importadas y copiadas de 1570. por alfareros indígenas después El permiso de 1545 indica del traslado oficial, probable- la fecha cuando se inició la cons- mente alrededor de 1550 y 1560 trucción de la ciudad nueva y (cuando las formas más tardías cuando los vecinos empezaron a de los platos en Ciudad Vieja trasladarse a la ubicación nueva. eran populares). La existencia de En este caso, la villa continuaba botijas tempranas significa que la funcionando como una comuni- importación se termina antes de dad aparte de la ciudad de San 1570. Además, la falta de por- Salvador, es probable que con celana china encontrada en El residentes indígenas y españoles Salvador a finales del siglo XVI, (peninsulares o solo criollos, no sa- después de la fundación de Ma- bemos), por esta razón continuó nila y el intercambio regular entre la importación de mayólica. La Nueva España y China [Fournier- comunidad de Ciudad Vieja estu-

La Universidad 261 Figura 7. Figura Diagrama por el autor. son tipos que fechan después de 1545, y evidencian que la villa de San Salvador estuvo ocupada hasta 1560 o posible 1570. ejemplos, 24 con superior, grupo El después. comunes más son pero 1545, de cerca empezaban que formas son ejemplos, 62 con medio, el en grupo El documentadas. fechas las de periodo al pertenece ejemplos, 92 con inferior, grupo El Vieja. perfiles en la derecha y números asociados significan las cantidades de formas de platos indígenas encontrados en Ciudad Secuencia de mayólica italiana. La caja flaca indica las fechas documentadas de la villa de San Salvador. Los Salvador. San de villa la de documentadas fechas las indica flaca caja La italiana. mayólica de Secuencia

262 La Universidad vo ocupada por casi el doble del tidad no es solo una construcción tiempo conocido a la luz de los de la mente, sino también es una documentos. forma de relacionarse socialmen- Si la villa fuera abandona- te y de actuar tomando en cuen- da en 1545, los naturales de la villa ta esta red de relaciones. En la pudieron tener como máximo die- manufactura de la alfarería en ciséis años de edad, los mayores Ciudad Vieja, podemos ver hue- iban empezando sus vidas como llas de cambios sutiles en las redes adultos jóvenes. La mayoría de sociales y en la identidad de los sansalvadoreños naturales debie- alfareros de San Salvador y las pri- ron ser niños, pero una ocupación meras etapas de la etnogénesis del año 1555 al 1560 diera el tiem- de la identidad indígena en el sis- po suficiente para que creciera tema colonial. una segunda generación en la villa, nuevas familias con otra ge- Variación en la cerámica de Ciu- neración de decendientes. Este dad Vieja cambio en la cronología tiene implicaciones importantes para Hemos presentado datos sobre la transformación y el desarrollo la cerámica importada: botijas y de la cultura mesoamericana en mayólica, también hemos exami- la época colonial temprana. El nado los platos indígenas, parte diseño y producción de la cultu- de la tradición pipil pero con la ra, incluyendo la cultura material, forma de las vasijas italianas. La pasó de la gente que se estaba gran mayoría de la cerámica de trasladando de sus comunidades Ciudad Vieja es de esta tradición a San Salvador, a las manos de pipil (principalmente en un grupo sus descendientes, los primeros cerámico, el grupo Alvarado), la sansalvadoreños. cual constituye el 96 % de la cerá- mica del sitio. Este grupo es par- Producción de cerámica te de una tradición postclásica indígena y transformación de en El Salvador y Guatemala, en identidad las áreas de los nahua-pipiles en el tiempo de la Conquista [Card, La identidad es difícil de entender 2007: 189-199, 205-212, 216-217; solamente por medio de la infor- compare con Beaudry, 1983: 175- mación arqueológica. Hay una 176; Bove, 2002: 187-188; Haber- frase famosa en arqueología: «las land, 1964; Kosakowsky, Estrada- vasijas no son personas». La iden- Belli y Petitt 2000: 210, 213, Figura

La Universidad 263 Figura 8. Ejemplos de cerámica Al- varado en la tradición pipil: (a) sart én sin elaboración; (b) cántaro con elaboración pintada en naranja; (c) cajete trípode, originalmente pintado al mínimo en los suportes y el borde; (d) interior de un cajete, con un ejemplo característico de los diseños geométricos encontra- dos en platos y cajetes en el grupo Alvarado y similar a los cajetes en asentamientos pipiles en Guatema- la y El Salvador. Fotos por el autor.

Figura 9. Fragmento de olla en modo Peñacorba. Encontrado en el basurero de Estructura 6F4, Ciu- dad Vieja. Foto por el autor.

264 La Universidad 14; Sampeck, 2007; Sharer, 1978: La ocupación de Ciudad 60, Figura 30e1-3; Urban, 1993: Vieja, a pesar de que fue una 43–44, Figura 6.6]. Con variacio- ocupación corta —de más o me- nes, esta tradición posee diseños nos tres décadas —, tiene eviden- geométricos pintados en rojo, cia estratigráfica de cambios en sobre engobe de color café cla- la producción del primer grupo ro, engobe blanco u otra super- cerámico, el grupo Alvarado. Du- ficie clara. En el caso de Ciudad rante la ocupación de 1528 a ca. Vieja, la pasta de barro tiene un 1560, estos microestilos, con pa- color similar al engobe, de un co- trones de distribución a nivel de lor café a café claro, con varios casa o barrio, formaron un grupo ejemplares (especialmente, jarros más homogéneo, con implicacio- para transportar líquidos) cocidos nes sobre la identidad y las redes al naranja (Figura 8). sociales. Podemos decir con seguri- El grupo cerámico Alva- dad que la mayoría de cerámica rado, además de la mayoría de en Ciudad Vieja estaba hecha en ejemplos ‘normales’ del grupo, la tradición estilística y tecnológi- tiene tres ‘modos’ (Figueroa, Pe- ca de los pipiles. A excepción de ñacorba, Oliveros). Un modo, en Gutiérrez Gris Pulido (mencionada la jerga arqueológica, es un ele- anteriormente como un tipo me- mento especial que aparece en nor en Ciudad Vieja) que sigue una minoría de los artefactos y las tradiciones de Oaxaca y Te- que no ocurre de forma suficiente huantepec, no podemos ver en con otros elementos de los gru- la cerámica mucha influencia de pos al definir un tipo o variedad. las regiones de los conquistadores Es como la construcción lógica: mexicanos. Pero no hay seguri- todos los ejemplos de un modo dad sobre cuáles fueron los luga- (por ejemplo, el modo Peñacor- res pipiles de procedencia de los ba) son parte de los tipos en el residentes o alfareros de San Sal- grupo Alvarado, pero no todos los vador. Una posibilidad es que pa- del tipo tienen un modo en parti- trones de variación en la produc- cular. Tiestos de cada uno de los ción de la cerámica de Ciudad tres modos minoritarios tienen el Vieja son evidencia de las raíces mismo barro, las mismas formas y y orígenes diferentes de los alfa- los mismos diseños pintados de los reros, o al menos, de diferencias tiestos del grupo Alvarado, pero idiosincráticas entre los producto- también tienen una diferencia res individuales. distinta de producción. Esto po-

La Universidad 265 Figura 10. Mapa de las exca- vaciones de Estructura 6F4, Ciudad Vieja. Dibujo de Fran- cisco Galdámez, modificado por el autor.

Figura 11. Perfil del muro norte de la Unidad 99-2.9, en el basurero de la Estruc- tura 6F4, Ciudad Vieja. Porcentajes de cerámica del modo Peñacorba en la derecha. Dibujado por el autor.

266 La Universidad Figura 12. Mapa de las excavaciones de Estructura 3D2. Unidades con ‘D’ muestran disminución del modo Figueroa en los niveles supe- riores, y con ‘D-S’ son significativos estadísticamente. Unidades con ‘I’ muestran incremento del modo Figueroa en los niveles superiores, y en la unidad con ‘I-S’ son significativos estadísticamente. Mapa dibu- jado por Francisco Galdámez y modificado por el autor. dría indicar diferentes métodos ra de la casa [Arnold, 1991: 92–93; idiosincráticos de producción por Fry, 1979; Rice, 1987: 184; Underhill, parte de grupos pequeños de 1991]. alfareros (posiblemente dentro Los tiestos del modo Fi- de una familia) o alfareros indivi- gueroa son muy duros y resuenan duales [Deal, 1998: 31–37]. El pa- cuando son golpeados. Esta cali- trón de distribución de los modos dad es producto de procesos de también es destacado, en la ma- bruñido y pulido intenso antes de yoría de ejemplos de cada modo la cocción1. Los tiestos del modo asociado con una estructura, su- giere una producción y un uso 1 El uso de temperaturas altas en el ámbito doméstico, con un en la cocción no es imposible, pero posible intercambio limitado fue- los tiestos Figueroa no son diferentes del grupo Alvarado, en general, en la

La Universidad 267 Figueroa son similares a la loza Ohl de la casa de un encomendero Dura (Ohl Hard Ware) de Chal- (Estructrua 6F1). Probablemente chuapa, que incluye en el grupo se trata de parte de un solar, tres cerámico Nunuapa, cántaros muy salas construidas al estilo español similares a los de ellos en el grupo (incluyendo una cocina) y un ba- Alvarado [Sharer, 1978: 78-79]. La surero lleno de huesos y restos de mayoría de los tiestos de Figue- animales fueron excavados por el roa (76.1 %) se recuperaron en la autor [Card, 2006; Scott, 2006] (Fi- Estructura 3D2 o cerca de ella2 y guras 2, 10). en estructura 3D1, solo 35 m al su- El aspecto distinto de los roeste3. tiestos del modo Oliveros no se El modo Peñacorba está debe al tratamiento de la super- identificado por líneas de bruñido ficie, sino en la falta de partículas muy intenso, con espacios no pu- grandes de poma volcánica en lidos entre las líneas (Figura 9), un la pasta, una inclusión común en elemento encontrado en el tipo otros tiestos del grupo Alvarado. Joateca en Chalchuapa, posi- Esta carencia hace que los ties- blemente contemporáneo con tos Oliveros se muestren blandos Ciudad Vieja [Sharer, 1978: 64-65] y friables. Fueron encontrados pri- y en el grupo Granadillas del valle mordialmente (70.6 % de la totali- de Zapotitán [Beaudry, 1983: 175]. dad del modo Oliveros en el sitio) Casi la totalidad de los tiestos Pe- cerca de Estructura 2F1 (donde el ñacorba (97.6 %) fueron extraídos 9.4 % son del tipo Alvarado). de la Estructura 6F4 (15.5 % de la cerámica Alvarado), un buen Producción y costumbre indicio para sugerir una produc- ción y distribución a nivel domés- Estas distribuciones significan que tico [Stark, 1985]. La Estructura 6F4 hubo producción de cerámica en está en el norte del sitio, cerca las casas. Con más exploración del sitio esperamos encontrar más frecuencia o morfología de núcleos ‘microestilos’. Las vasijas hechas de cocción. en estas casas se usaron primaria- 2 Los tiestos Figueroa confor- mente para su uso interno, pero man el 21.5 % de toda la cerámica de parece que varios ejemplares la Estructura 3D2. fueron vendidos, intercambiados 3 Los tiestos Figueroa confor- o usados para otras funciones en man el 4.7 % de la cerámica de 3D1; otras partes del sitio. Un origen de las cantidades en otras estructuras del las diferencias pequeñas podría sitio son mucho menores. 268 La Universidad encontrarse en la historia de la variación en los modos. Además, villa de San Salvador. El área de es evidente que los alfareros que Ciudad Vieja no estaba ocupada no practican sus habilidades por antes de que los españoles fun- un tiempo (incluso un periodo tan daran la villa. Todos sus residentes corto como un año) podrían ad- se trasladaron de otras comuni- quirir cambios importantes en su dades desde varias distancias: ‘estilo’ [Deal, 1998: 35]. En los pri- España, México, varias partes de meros años caóticos de la Con- la región pipil en Guatemala y El quista (donde podemos incluir la Salvador, y probablemente (pero posibilidad de trabajo involunta- no hay evidencia directa en los rio) y el establecimiento de una documentos), del Caribe y África. comunidad nueva, podemos Los pipiles provinieron de distintas imaginar interrupciones de acti- comunidades de origen. Debido vidades como la producción de a que los españoles tenían enco- cerámica. miendas en muchas partes del Los modos del grupo Alva- área pipil, los pipiles se incorpora- rado tienen patrones de distribu- ron en varias operaciones de los ción horizontales, lo cual eviden- dos ejércitos de la familia Alvara- cia una producción doméstica, do y otras acciones de los vecinos a la vez, indica los diferentes orí- de San Salvador después de 1528. genes de los residentes de la villa. Los alfareros eran de la región pi- Pero los modos también tienen pil y tenían tradiciones de cultura patrones de distribución vertica- en común, incluyendo la cultura les. En los tres lugares de produc- material. Podemos ver esto en ción de estos modos hay un pa- las similitudes entre la cerámica trón general de disminución de los de Ciudad Vieja, especialmente modos, cuyas características son del grupo Alvarado, y los tipos y reemplazadas por las característi- grupos postclásicos de El Salvador cas de referencia de la cerámica occidental y el sureste de Guate- Alvarado. En el basurero de la Es- mala. Sin embargo, esperamos tructura 6F4, dos unidades de ex- que cada pueblo y comunidad cavación tenían estratigrafía, en tuviera su propia variación de es- ellas el nivel de los tiestos del modo tas tradiciones, su propio ‘sabor’ Peñacorba fue más grande en los o costumbre [Reina y Hill, 1978: niveles inferiores y más antiguos, 231-251]. Esos orígenes diferen- del 45 al 55 % de la cerámica e tes de los pipíles de San Salvador iba disminuyendo con el tiempo podrían explicar los patrones de hasta un rango de 12 a 16 % de la

La Universidad 269 cerámica en los últimos niveles (Fi- históricos mencionan tributos de gura 11). El basurero grande de la alfarería de Apopa a San Salva- Estructura 2F1 muestra un patrón dor en 1532 y Nahuizalco en 1548 similar (pero menos dramático), [Fowler, 1989: 153-154]. Sin embar- Oliveros conforma el 14 % de la go, no pensamos que estas expli- cerámica en el inicio de la depo- caciones tengan mucha validez. sición y disminuye a niveles de 9 a Los cambios en la cerámica de 11 % en dos unidades, y a 3.8 % en Ciudad Vieja son sutiles y disper- una tercera unidad. En la Estructu- sos. Si los proveedores estaban ra 3D2, no hay niveles distintos de cambiando, se esperarían cam- deposición como en los basureros bios más obvios en el estilo o ma- de las estructuras 2F1 y 6F4. Pero terial. Además, en la estratigrafía 16 unidades en ella tienen niveles no hay un cambio completo, pero artificiales de excavación (de 20 sí una disminución gradual con los cm o menos, dependiendo de el años. El cambio más grande entre contexto de la unidad). De estas la cerámica de Ciudad Vieja y la 16 unidades tenemos el mismo tradición pipil es la adopción de patrón (Figueroa es el más común la forma del plato italiano, copia- en niveles inferiores, pero disminu- do de modelos de mayólica que ye con el tiempo) en 12 unidades. probablemente solo estuvieron En estas, el patrón es significativo presentes en el tiempo de la Con- estadísticamente al nivel de con- quista en San Salvador. fidencia del 95% en 7 unidades. El La mejor explicación es caso contrario, donde el tipo Fi- que la escala de producción y dis- gueroa es el más común en los ni- tribución no cambió, como tam- veles superiores, estadísticamente poco cambió el lugar de produc- comprobado, ocurre en solo una ción. Por el contrario, los métodos unidad (Figura 12, Tabla 1). de producción inicialmente varia- Una posibilidad que expli- bles se unieron en un nuevo modo ca este homogenización es que de comunidad [Rouse, 1960] de se estaba dando un cambio en la San Salvador. Con el tiempo, las producción y distribución general fuerzas de competencia en el de la alfarería. La centralización mercado y en una comunidad de de mercados en un mercado iguales podrían producir una con- central podría afectar la distribu- formidad del estilo, algo visto en ción [Fry, 1979]. Posiblemente esta los costumbres de comunidades cerámica era importada en can- tradicionales en América Cen- tidades grandes. Los documentos tral [Reina y Hill, 1978: 231-251].

270 La Universidad La interacción entre las casas de especialmente en contextos de varias etnias y grupos de iguales casas multiétnicas, es un factor en San Salvador presentaba po- importante en las comunidades sibilidades y presiones nuevas en coloniales [Lightfoot, 2005]. En las las elecciones durante la produc- primeras décadas de la Conquis- ción [Lemonnier, 1988: 32-37]. La ta, las autoridades españolas ex- estandarización de atributos de hortaron a los conquistadores a producción no necesariamente casarse con mujeres locales. Entre significa la estandardización del un cuarto o un tercio de ellos lo trabajo [Arnold y Santley, 1993]. hizo [Carrasco, 1997: 88; Kramer, La interacción y las nuevas re- 1994: 12]. Isabel Costilla, hija de des sociales (acompañadas con un conquistador español, Gaspar nuevas ideas sobre identidad y de Cepeda, y una mujer proba- roles en la comunidad), incluyen- blemente pipil, nació en la villa do actividades en grupos como de San Salvador en 1529. En 1543, la obtención y el procesado del se casó en la iglesia de la Santísi- barro y otros materiales, pudieron ma Trinidad, con el vecino espa- hacer que los productos de casas ñol Gómez Díaz de la Reguera, diferentes parecieran más indistin- en uno de los pocos matrimonios guibles [Lemonnier 1988: 83-89]. documentados en la villa. Otros Esta transformación pudo matrimonios, hogares multiétni- ser muy poderosa con una nue- cos y la interacción cotidiana en- va generación de gente (y sobre tre miembros de una comunidad todo, alfareros) nacida en San produciendo cultura material fue Salvador. Miembros de las fami- parte de lo que ocurrió en Ciudad lias de la primera generación de Vieja entre personas de orígenes alfareros probablemente dieron e identidades de muchos lugares adiestramiento en las técnicas y de México y Centroamérica. los estilos de las ‘viejas costum- bres’, según las formas de pro- Conclusiones ducción de las comunidades de origen [Arnold, 1991: 26-35]. Pero La creación y adopción de vasijas las fuerzas del mercado pudieron híbridas por la población indíge- reafirmar tendencias nuevas en na, la decoración de estas vasijas técnicas, provocando uniformidad hibridas con estéticas pipíles y la en la producción [Deal, 1998: 26- homogenización de las técnicas 35]. de la producción de cerámica, El cambio generacional, indican una cultura material nue-

La Universidad 271 va en una comunidad nueva. embargo, la etnogénesis también Solo el uso de las formas de platos se podría haber establecido en europeos parece como un proce- contextos de opresión, con una so de aculturación o mestizaje, en identidad impuesta a un grupo este caso, los platos son puestos por sus opresores [Voss, 2008: 33- en la clase indígena de cajetes, 37]. con su mismo uso y elaboración. En la villa de San Salvador, Los otros cambios no denotan los los cambios en la producción de estilos o la tecnología europeos. cerámica, incluyendo la adop- En su lugar, estos cambios mar- ción de ideas extranjeras y el es- can el comienzo del estilo y las tablecimiento de un nuevo modo técnicas en la cultura material de comunidad en la segunda ge- de una comunidad de gente de neración, reflejan más flexibilidad todas partes de Mesoamérica y en su identidad y expansión de su Centroamérica, gobernados por redes sociales. Pero estos también una elite española que colabora podrían ser indicadores pequeños con sus aliados mexicanos. Debe- de las primeras etapas en la forma- mos notar no la transición de ‘indí- ción del sistema colonial de castas, gena’ al mestizo, sino el inicio de donde los vínculos a los lugares y la transformación de los tlaxcal- las historias estaban suplantados tecas, cholutecas, cuscatlecas, con categorías nuevas basadas en xochitotecas y otras identidades, ideas de raza. El sistema no estaba a la clase o casta de ‘indio’ en el formado por completo en las pri- sistema étnico colonial. El ‘micro- meras décadas de la época colo- patriotismo’ está documentado nial [Rodríguez-Alegría, 2005], pero como un valor importante en los eventualmente este sistema toma- documentos coloniales en nahuatl, ba miembros de comunidades de yukateco y otros idiomas indígenas cada altepetl o kah y los traslada- [Lockhart, 1992; Restall, 1998]. Pero ba a una clase amplia de indios. en el caso de los mexicanos de No estamos diciendo que gente se Guatemala, documentos legales olvidó de sus raíces o no resistía es- muestran una flexibilidad entre su tas transformaciones, pero los cam- identidad como indígenas o con- bios en asuntos materiales como la quistadores y el desarrollo como producción de cerámica reflejan una comunidad e identidad nue- cambios en las relaciones sociales vas [Matthew, 2004]. Esta flexibi- y estos a su vez generan un contex- lidad es parte de la agencia de to de transformaciones políticas de los mexicanos en Guatemala. Sin identidad y poder.

272 La Universidad Tabla 1. Operación 3D2. Porcentajes de normal (sin modo) y cerámica en el modo Figueroa, ambos en el grupo Alvarado, por nivel artificial

Nivel 1 Nivel 2 Nivel 3 p-valor

Unidad Normal Figue- Total Normal Figue- Total Normal Figue- Total % roa % tiestos % roa % tiestos % roa % tiestos 03-1.24 96.3 3.7 27 71.4 14.3 14 NA NA NA no suf. 03-1.25 55.6 11.1 9 80.8 5.1 78 NA NA NA no suf. 03-1.46 64.7 35.3 17 71.4 28.6 7 NA NA NA .751 03-1.48 70.0 25.0 20 57.2 35.7 28 NA NA NA .393 03-1.57 72.7 18.2 11 50.0 38.4 26 NA NA NA .198 03-1.60 58.3 0.0 12 90.2 7.3 41 23.1 69.2 13 .004 03-1.64 42.9 14.3 14 66.0 26.7 206 NA NA NA .816 03-1.67 84.8 10.9 92 29.0 32.3 31 NA NA NA .000 03-1.69 91.7 8.3 12 45.9 54.1 61 NA NA NA .004 03-1.70 86.7 6.7 15 53.0 44.0 100 NA NA NA .006 03-1.74 92.3 3.1 65 83.6 6.9 360 NA NA NA .208 03-1.137 72.7 9.1 22 76.5 2.0 51 NA NA NA no suf. 03-1.139 87.5 0 16 22.2 77.8 9 NA NA NA .000 03-1.147 92.5 0 40 93.1 0 87 70.5 22.5 302 .000 03-2.61 88.6 8.6 35 33.3 61.9 42 NA NA NA .000 03-2.62 73.3 23.3 30 90.0 3.3 30 NA NA NA .025 Nota: La columna final tiene el p-valor de una prueba de significancia de chi al cuadrado (en varios casos, no hay cantidades suficientes al hacer una prueba). Unidades con diferencias estadísticamente significativos son marcados.

coloniales a su cargo. Los fondos Agradecimientos fueron proporcionados por Con- cultura, la Foundation for Ancient El Proyecto Arqueológico Ciudad Mesoamerican Studies, Inc., el H. Vieja se llevó a cabo con el per- J. Heinz III Charitable Fund, la Na- miso del Consejo Nacional para tional Geographic Society, Tulane la Cultura y el Arte (Concultura, University, Vanderbilt University, ahora Secretaría de Cultura de la National Science Foundation la Presidencia) de El Salvador, (Beca No. 0331533), y el Wenner- dirigido por William R. Fowler. El Gren Foundation for Anthropolo- Museo Nacional de Antropología gical Research. Otros miembros de El Salvador amablemente pro- del proyecto que han ayudado porcionó el acceso a artefactos en esta investigación son William

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282 La Universidad El hierro de la tierra del Reino de Guatemala: Los ingenios de hierro en El Salvador. Un acercamiento desde la arqueología histórica Heriberto Erquicia Cruz

Si bien, los primeros vestigios de fundición y elaboración de objetos de hierro para el actual territorio salvadoreño se encuentran en las dos pe- queñas herrerías registradas en el sitio arqueológico de Ciudad Vieja, el primer asentamiento estable de San Salvador (de 1528 a 1545), no es sino hasta la primera mitad del siglo XVIII que la industria del hierro se desarrolla en el Reino de Guatemala. La historiografía centroamericana ha documentado muy bien la temática de la siderurgia del Reino de Guatemala; ahora la arqueo- logía, a través de un proyecto de reconocimiento y registro de sitios ar- queológicos-históricos, ha destacado varias de esas obras de ingeniería hidráulica y extraordinaria arquitectura que se encuentran esparcidas en el centro y occidente del actual territorio salvadoreño.

A manera de introducción 2009, 2009a, 2009b, 2010], llevado a cabo por la Universidad Tecno- La historiografía centroamericana lógica de El Salvador junto con la ha documentado muy bien la te- Academia de Historia de El Salva- mática de la siderurgia del Reino dor, la arqueología ha destacado de Guatemala. Ahora, a través varias de las estructuras que ser- de un proyecto de registro y re- vían para forjar el hierro, obras de conocimiento de sitios arqueo- ingeniería hidráulica y magna ar- lógicos-históricos [Erquicia, 2008, quitectura que se encuentran es-

La Universidad 283 parcidas en el centro y occidente del actual territorio salvadoreño. La producción antigua de La arqueología histórica hierro en el actual El Salvador ha abierto su camino a partir de las intervenciones arqueológicas El ‘hierro de la tierra’, tal y como en edificios considerados de valor denominaron los españoles al histórico, tales como iglesias, cas- metal extraído de los yacimientos cos de haciendas, plazas, entre americanos, se convertiría, para otros, casi siempre como apoyo a la segunda mitad del siglo XVIII en las labores de restauración, con- el ‘Hierro de Metapas’. Su explo- servación y puesta en valor del tación fue una más de las ricas patrimonio cultural edificado de fuentes de divisas para la región determinado período histórico o centroamericana en la época estilo arquitectónico. Estas inter- colonial. El aparecimiento del tra- venciones, a veces realizadas en bajo del historiador costarricense situaciones de emergencia, han José Antonio Fernández denomi- dejado entrever la carencia de nado «Mercado, empresarios y una investigación o documenta- trabajo. La siderurgia en el Reino ción necesaria sobre los inmue- de Guatemala», publicado por bles. En este contexto se ha lleva- Concultura en 2005, nos brinda do a cabo dicho proyecto base, parte de la historia desconocida el cual ha reconocido, registrado, de este rubro importante de la inventariado, catalogado y con- economía de las antiguas provin- textualizado sitios arqueológicos cias. Este ha sido en gran medida históricos en El Salvador. la base documental del registro En esta oportunidad se de los Ingenios de hierro en El Sal- exponen los resultados del pro- vador. yecto, en donde se ha logrado Los vestigios más tempra- documentar nueve sitios a partir nos localizados en El Salvador, de sus restos físicos, siguiendo ras- en donde se estaba elaborando tros históricos-documentales que, hierro, se encuentran en el sitio sumados a sus características ar- arqueológico de Ciudad Vieja, el queológicas y arquitectónicas, primer asentamiento estable de se han logrado identificar como la villa de San Salvador de 1528 ‘ingenios de hierro’, los cuales for- a 1545. Estos vestigios consisten man parte del rico patrimonio cul- en dos pequeñas ‘herrerías’ que tural arqueológico histórico salva- fueron excavadas y documenta- doreño. das por William Fowler entre 1998

284 La Universidad y 2003 [Fowler, 2002, 2003]. Lo más maquinarias de los ingenios de probable es que en esas herrerías hierro [Ibíd. 95]. se elaboraban objetos para la Reitera Fernández [2005] construcción, todo tipo de herra- que debido al contexto de aisla- mientas y armas, como lo sugie- miento en que se encontraba el ren algunas menciones históricas Reino de Guatemala respecto a que dan cuenta de los hechos de la metrópoli, los ingenios de hierro la época del siglo XVI temprano. surgieron por muchos en las pri- Para Fernández [2005] «El meras tres décadas del siglo XVIII, hierro fue el más importante de sin embargo el cambio gradual los metales ´plebeyos´ pero no de la política española referente podía compararse en su valor de a las comunicaciones restableció cambio con la plata, a pesar de la oferta de hierro europeo. Es así que su valor de uso era mucho como surge el auge de la explo- mayor» [Fernández, 2005: 18]. Así, tación del hierro de la tierra, el los ingenios de hierro brindaron el cual tuvo su apogeo entre 1750 recurso para la elaboración de los y 1811, principalmente se debió instrumentos utilitarios más impor- a dos factores internos y uno ex- tantes en el desarrollo de muchas terno. Los internos respondieron actividades destacadas de la al ‘boom’ añilero que demandó vida cotidiana de las colonias. más instrumentos de hierro y el Alrededor de 1674, Mar- otro a la construcción de la nue- celo Flores de Mogollón descubrió va capital del reino, Nueva Gua- los depósitos férricos de Metapas temala de la Asunción; el factor (Metapán), pero no fue hasta las externo convino de la compe- primeras tres décadas del siglo tencia que tuvo que enfrentar la XVIII que esta industria se desarro- producción local de hierro con la llo en el Reino de Guatemala. A producción europea del mismo mediados del decenio 1810, casi [Ibíd., 20-57]. al final de la época colonial, Me- tapán era conocida como ‘Meta- La extracción de las minas y pán del Fierro’. Mientras el hierro la elaboración del hierro en era solo uno de los muchos mine- los ingenios hidráulicos del rales del subsuelo metapaneco, Reino de Guatemala. el entorno natural ofrecía la ma- teria prima para elaborar carbón Como bien lo describe Fernández y los ríos de montaña proveían la [2005], las minas eran abiertas, sin fuerza hidráulica para mover las la construcción de tiros o túneles.

La Universidad 285 En ellas se utilizaban herramientas para sacar las escorias y un ‘alqui- básicas para obtener el mineral ribuz’, una abertura tubular para superficial, tales como almáda- que entrara una corriente de aire nas, mazos de hierro con mangos provocada por ‘barquines’ o fue- largos para romper las piedras. lles movidos por fuerza hidráulica. Una vez extraído el mineral era En el horno se colocaban capas reducido con mazos a pedrus- alternas de carbón vegetal y de cos, proceso conocido como ‘re- mineral, recargándolo en la pa- fogar’. Este proceso consistía en red opuesta al alquiribuz para evi- excavar un agujero en el suelo, tar que se bloqueara la entrada usualmente esférico, haciendo en de aire. Al encenderse el horno su fondo moldes para que el ma- bajo la constante corriente de terial semi-procesado se dividie- aire de soplo, el metal se fundía ra. Dicha concavidad se llenaba y concentraba en la concavidad con capas alternas de leña hasta central, de donde se tomaba ya el borde, dejando una concavi- frío. El proceso final, una vez enfria- dad en el centro que permitiera do el hierro, se cortaba y después encender el fuego desde abajo. de caldearlo se sometía a un gran Posteriormente se colocaba el martillo o martinete también mo- material sobre la leña y una vez vido por energía hidráulica. [Ibíd., concluida esta etapa era condu- 60-61]. Las altas temperaturas re- cido para su posterior tratamiento queridas para el procesamiento en el ingenio [Ibíd., 60]. final, que requerían de fuelles mo- En seguida, nos explica vidos por fuerza hidráulica en los Fernández [2005], ya en el inge- ingenios, se vieron facilitadas por nio, este proceso consistía en el la energía de los caudalosos ríos fundido de material refogado, de montaña del Reino de Guate- que para entonces había perdi- mala [Ibíd., 62]. do agua y material orgánico. Los hornos eran de una vara de alto Los Ingenios de Hierro en por una de circunferencia y en el El Salvador fondo se hacía una concavidad de un tercio de vara para que Ingenio de Hierro de Atapasco, se concentrara el material fundi- Quetzaltepeque do. Estos hornos tenían que llegar a temperaturas de 1,540 grados Se ubica 2 kilómetros al norte de centígrados para poder fundir el la ciudad de Quetzaltepeque, hierro. El horno tenía una boca departamento de La Libertad,

286 La Universidad dentro de los terrenos de la Finca firma la existencia de obrajes de Río Claro. hierro en las jurisdicciones de Opi- Las menciones sobre esta co y Quetzaltepeque [Escalante, antigua hacienda giran alrede- 2007, s/p]. dor del ingenio de hierro en sus Actualmente, el ingenio linderos norte. Es una de las pocas de Atapasco consiste en los restos propiedades que se ha ubicado de cimientos, paredes, muros de su pertenencia al poder eclesiás- contención, canaletas, colum- tico, pues fue parte de las hacien- nas, pilas de caída y contención das en propiedad de los Domini- de agua, nichos en las paredes cos de San Salvador. y otros elementos arquitectóni- Las primeras referencias cos y de ingeniería hidráulica de documentales provienen de me- la época, los cuales servían para diados del siglo XVIII, estudiadas hacer funcionar el antiguo inge- por Fernández [2005] y sintetiza- nio de hierro (Figura 1). La fuerza das por Pedro Escalante Arce hidráulica, para hacer trabajar [2007]. En resumen, estas referen- este ingenio de hierro, provenía cias destacan a la hacienda de del río Sucio, el cual se encuentra Atapasco por la ubicación de un a escasos 30 metros en la actuali- ingenio de hierro perteneciente dad. a la orden de los dominicos. En 1746, los monjes lo habían arren- Ingenio de Hierro Santo Ángel de dado a Ignacio Mirasol y sub- la Guarda, Sonsonate arrendado a José de Lara Mogro- vejo, quien estaba produciendo Se ubica en la ciudad de Sonso- siete mil quinientas libras anuales nate, en el barrio El Ángel. de hierro [Fernández, 2005: 80]. A Según Fernández [2005], este ingenio corresponden los res- hacia 1730 se tiene la mención tos arqueológicos a orillas del río del dueño del ingenio de Sonso- Sucio, en la hacienda Río Claro, nate, don Enrique de Sessi y Julbi, muy cerca del puente colonial el cual pagó impuestos por fun- de Atapasco, puente que forma- cionamiento, comercio y explota- ba parte de la infraestructura del ción llevados a cabo en su ingenio Camino Real. La Relación geo- ante la Real Hacienda. El ingenio gráfica de la provincia de San Sal- de Sonsonate, para ese momen- vador, elaborada por el alcalde to, era uno de los dos ingenios de mayor de San Salvador, Manuel hierro que se encontraban en la Gálvez de Corral, en 1740, con- Alcaldía Mayor de San Salvador y

La Universidad 287 Figura 1. Vista de planta de los restos del Ingenio Atapasco, Que- zaltepeque, La Libertad.

Figura 2. Vista de planta de los restos del Ingenio San Miguel, Me- tapán, Santa Ana.

288 La Universidad Enrique de Sessi y Julbi era parte ingenio de fundir hierro y varias de los inmigrantes recién llegados piedras de este metal…» Asimis- a Centroamérica que tuvieron mo, también menciona que para una presencia importante en la 1865, existían en Sonsonate 14 tra- siderurgia colonial, que ya para piches de hierro, de los cuales 7 entonces pertenecían a la elite eran movidos por fuerza hidráuli- local. Por otra parte, Sessi Julbi ob- ca [Barberena, 1998: 55-70]. En- tuvo el privilegio de pagar 200 pe- tre 1909 y 1914, Barberena [1998] sos anuales en lugar de pagar el visita Sonsonate, ahí señala que quinto al diezmo correspondiente en Sonsonate existieron varios y canceló diez años por adelan- conventos. Anota que el prime- tado en 1732. El ingenio de hierro ro que se fundó fue el de Santo de Enrique de Jesús Gulbeque Domingo, bajo el patronato de El —una corrupción de Enrique de Santo Ángel de la Guarda, en el Sessi y Julbi— se encontraba sin barrio de este nombre. Este con- funcionar y los oficiales de la Real vento fue poseedor de un ingenio Hacienda ordenaron se rematara de hierro, a orillas del Río Grande, en 1747, para resarcirse del quinto del cual se conservan todavía al- que había dejado de pagar des- gunos restos [Ibíd., 66]. Significa de hacía varios años [Fernández, ello que para inicios del siglo XX, 2005: 72-87]. dicho ingenio de hierro ya se en- En la Estadística General contraba en desuso. de la República de El Salvador de En la actualidad, el sitio 1858 a 1861, elaborada por Igna- Santo Ángel de la Guarda de Son- cio Gómez, existe una mención sonate se encuentra en un avan- del río Grande —de Sonsonate-– zado deterioro, tanto por el cre- como el ojo de agua del Ingenio, cimiento urbano de la ciudad de en referencia a que este movía la Sonsonate junto con las activida- maquinaria del ingenio de Hierro des antrópicas que recibe a diario, del Santo Ángel de la Guarda de como por la acción de la natura- Sonsonate [Gómez, 1990: 216]. leza. Solamente se puede observar Por su parte, Santiago Bar- algunas paredes principales y un berena menciona que: «…a unos rasgo arquitectónico que proba- 8 kilómetros al Noreste de Son- blemente sea el horno donde era sonate y en la margen derecha fundido el hierro. Su estado de con- del Rio Grande existían, cuando servación es deplorable. el señor Ipiña escribió su citado informe, los restos de un antiguo Ingenio de hierro San José,

La Universidad 289 Metapán el de San José en la década de 1780, obedeció a la incapacidad Se encuentra ubicado en la Ha- del sistema imperial de comercio cienda San José El Ingenio, den- de proveer el material requerido tro del Parque Nacional de Mon- por el auge añilero. Entre 1791, tecristo, Metapán, departamento la producción de hierro del inge- de Santa Ana. nio San José casi desapareció, Ignacio Gómez menciona cuando el arrendatario Darío J. que el río San José mueve la má- Moche, un mulato, no pudo se- quina de hierro de Don José María guir produciendo debido a que Luna, quien es su propietario. Un solo pudo trabajar los meses de dato interesante es que para esa agosto septiembre y octubre por época hay siete máquinas de hie- ‘defecto de aguas’. San José fue rro, pero de estas solamente tres propiedad de Nicolás López, lue- están funcionando, entre ellas se go pasó a manos del padre Juan encuentra la de San José Ingenio Gerardo López; sin embargo, a la [Gómez, 1990: 98-99]. muerte de este en 1803, Juan Mi- Por su parte, Barberena guel y Leal adquirió el ingenio en [1998], a principios del siglo XX, la suma de 3,400 pesos [Fernán- afirma que en la hacienda San dez, 2005: 107-116]. José se encuentra un buen inge- Glenda Rodríguez Rivera nio de hierro, además alude que: [1995], quien participó a media- «…Metapán es justamen- dos del decenio de 1990 en el te famoso por sus riquezas Proyecto Arqueológico Casco minerales: los señores Luna Colonial de la Hacienda San José Hermanos, hijos de aquella El Ingenio y es autora del artículo ciudad y verdaderamente que lleva el mismo nombre, ase- nobles por su ilustración y vera que: honorabilidad, explotan las «… en el año 1795 comenzó minas de hierro en su ingenio la producción de hierro en San José, sacando excelen- San José, aunque su produc- te calidad de éste artículo y ción haya sido sumada con aún esperan capitales y bra- la del ingenio San Rafael. zos que las exploten…» [Bar- Hay por lo tanto una eviden- berena, 1998: 174]. cia histórica de sus inicios, además de proporcionar Según Fernández [2005], la apa- una fecha del fin comercial rición de tres ingenios, entre ellos de las actividades de hierro

290 La Universidad como es el año de 1801, en XVIII. En la actualidad, por sus ras- que se aprecia que se labo- gos arquitectónicos y el estado ró 28, 000 libras de hierro» de conservación, se relaciona [Rodríguez, 1995: 6-7]. con San José y la casa patronal del Ingenio El Rosario, a manera Sabemos que el ingenio continuó de comparación para lograr una funcionando, ya que se registra comprensión de la magnitud y di- producción en 1807, bajo la pro- mensiones. piedad de José Miguel y Leal. Se- El recorrido de este inge- gún el informe de Goodyear, para nio demuestra que San Miguel no el año de 1880, San José Ingenio cuenta con la misma suerte que se dedicaba a la producción de su contemporáneo San José, pero hierro [Ibíd., 7]. sí cuenta con cierta continuidad Se cree que la construc- hasta las postrimerías del siglo XIX ción de este ingenio se realizó en lo que se refiere a la familia en alrededor de 1783, fecha que propiedad y al funcionamiento aparece como ‘83’ en la pared de sus instalaciones. Tanto el in- del edificio, en el cual estaría co- forme del Intendente de San Sal- locado un molino de agua donde vador en 1807 como la Estadística aparece inscrito el dato ‘año 83’. general de 1858-1861 donde ubi- Sin embargo, afirma Rodríguez can a Francisco y Domingo Arbizú [1995], sabemos que la produc- como sus dueños en el orden res- ción de hierro inicia su registro pectivo, contempla la posibilidad para el año de 1785 [Ibíd., 9]. de esta familia —que forma parte de la entonces elite guatemalte- Ingenio de Hierro San Miguel, ca— como la primera propietaria Metapán del ingenio en cuestión. En el informe de Minas de Se encuentra en el Caserío y Can- 1880 menciona la veta de San Mi- tón San Miguel Ingenio, Metapán, guel como una de las más explo- departamento de Santa Ana. tadas, al igual que la de San José; Según la documentación sin embargo, no se menciona la de Fernández [2005] y la reseña persona propietaria de la misma. de Escalante [2007], San Miguel Ninguno de estos datos es men- parece ser contemporáneo a San cionado en la monografía depar- José, es decir, la posibilidad de tamental de Barberena, limitando su entrada en funcionamiento a la referencia a la hacienda del partir del último cuarto del siglo mismo nombre en la que se cul-

La Universidad 291 tiva café, caña de azúcar y trigo, Ingenio de Hierro El Rosario, cuenta con un molino para sacar Metapán harina y con un ingenio para ela- borar hierro [Barberena, 1998]. Se encuentra en el Cantón El Ro- El sitio San Miguel, consiste sario, Metapán, departamento en los restos de un antiguo Inge- de Santa Ana. Las últimas referen- nio de Hierro, el cual posee varios cias documentales disponibles so- canales y canaletas, una canale- bre el funcionamiento del Rosario ta principal en donde bajaba el se remontan a la Estadística Ge- agua hacia una pileta, que hacía neral de 1858-1861, ya citada en girar una rueda de madera para este artículo. De las 7 existentes generar energía hidráulica. Se en el municipio de Metapán, solo pueden observar cimientos, pare- San José, San Miguel y El Rosario des, muros de contención, cana- se encontraban trabajando para letas, columnas, pilas de caída y ese momento en que Gómez contención de agua, nichos en las [1990] realiza su Estadística. El Ro- paredes y otros elementos arqui- sario pertenecía a un propietario tectónicos y de ingeniería hidráu- de apellido Planas. Resulta pecu- lica, los cuales servían para hacer liar la omisión de este ingenio en funcionar el antiguo ingenio de el informe del Intendente de San hierro (Figura 2). Lastimosamente Salvador, Gutiérrez y Ulloa [1962] hoy en día se encuentran casas en 1808, probablemente se trate modernas sobre las estructuras de los ingenios de San Rafael o el antiguas, por lo que es difícil de de El Carmen que el mismo inten- entender más allá la distribución dente menciona. Sus coordena- de los espacios históricos, debido das no concuerdan a cabalidad a la alteración que está sufriendo con la ubicación del Rosario, ya día a día el sitio. Cabe mencionar que los mencionados aparecen que este Ingenio es el que presen- con 3 y media leguas al N.E. de ta las proporciones más grandes Metapán, en el camino Real de de todos los registrados por este Guatemala; mientras que El Car- proyecto. La fuerza hidráulica, men lo sitúa 3 leguas al N, cami- para hacer trabajar este ingenio no a Esquipulas [Gutiérrez y Ulloa, de hierro, provenía del río San Mi- 1962]. guel El Ingenio, el cual se encuen- Ante esta situación aún no tra a escasos 10 metros hacia el resuelta lo suficiente, Escalante sur de los restos antiguos. Arce [2007] sugiere que El Rosario formaría parte de los más anti-

292 La Universidad guos, pero este ya no se encon- tran una canaleta principal en traba trabajando al momento de donde bajaba el agua hacia una la visita del Arzobispo Cortés y La- pileta, que hacia girar la rueda rráz. Él menciona en 1768 el fun- de madera que generaba ener- cionamiento de Santa Gertrudis, gía hidráulica. Se pueden obser- San Rafael y El Carmen (Escalan- var cimientos, paredes, muros de te, 2007: s/p). contención, canaletas, colum- Las particularidades ac- nas, pilas de caída y contención tuales de este sitio son el buen es- de agua, nichos en las paredes tado de conservación de la anti- y otros elementos arquitectóni- gua casa patronal, la cual pese a cos y de ingeniería hidráulica, los algunas modificaciones, mantie- cuales servían para hacer funcio- ne relativamente intactos sus ele- nar el antiguo ingenio de hierro mentos arquitectónicos originales (Figura 3). La fuerza hidráulica, y representa a su vez una magnífi- para hacer trabajar este ingenio ca muestra de las antiguas casas de hierro, provenía del río El Ro- rurales que quedan en El Salva- sario, el cual se encuentra a unos dor. Esta no es la misma situación 20 metros hacia el sur de los res- del segundo componente ar- tos antiguos y el que tuvieron que quitectónico del conjunto, que desviar desde el norte a través de consiste en el antiguo ingenio de una larga canaleta. hierro. Este presenta un grave de- terioro que, pese a su condición, Ingenio de Hierro Santa Gertrudis, la monumentalidad de sus di- Metapán mensiones exhiben los materiales constructivos como mampostería, Se encuentra en el Caserío Santa piedra y ladrillo. En una visita rea- Gertrudis, Cantón Aldea El Zapo- lizada por Enrique Kuni Mena [s/f] te, Metapán, departamento de del Departamento de Historia de Santa Ana. la Administración del Patrimonio Este ingenio plantea otras Cultural, menciona que esta últi- situaciones que conducen a un ma edificación presenta un 70 % temprano desaparecimiento, de buen estado, las 15 pilastras y pues si bien podría ser uno de los toda la parte superior de la cana- más antiguos por la mención rea- leta permanecen prácticamente lizada por Cortés y Larraz [2000], el intactas. informe de la Intendencia en 1807 Entre los restos de un anti- menciona la existencia de este guo Ingenio de Hierro, se encuen- ingenio y hacienda de lo mismo

La Universidad 293 Figura 3. Vista de planta de los restos del Ingenio y casco de ha- cienda El Rosario, Metapán, Santa Ana.

Figura 4. Vista de planta de los restos del Ingenio Santa Gertrudis, Metapán, Santa Ana.

294 La Universidad en posesión de Antonio Martínez. raba energía hidráulica. Se pue- No es posible precisar a ciencia den observar cimientos, paredes, cierta su funcionamiento, ya que muros de contención, canaletas para mediados del mismo siglo de contención de agua, nichos y en las posteriores referencias en las paredes y otros elementos documentales no se menciona arquitectónicos y de ingeniería el funcionamiento del mismo. Sin hidráulica que servían para ha- embargo, Barberena [1998] dife- cer funcionar el antiguo ingenio rencia a Santa Gertrudis como un de hierro (Figura 4). La fuerza hi- ingenio ‘suspenso’ respecto al Ro- dráulica para hacer trabajar este sario, San Francisco y otros, a los ingenio de hierro provenía del río que se refiere al estado ‘ruinoso’ Tahuilapa, cuyo cauce tuvieron de estos [Barberena, 1998: 167]. que desviar, al menos en parte, No obstante, el severo es- a través de una larga canaleta, tado de destrucción que presen- para obtener el preciado líquido ta respecto a sus similares podría que movería las máquinas. responder a un temprano aban- dono del trabajo siderúrgico, o Ingenio de Hierro El Carmen, bien a la destrucción paulatina Metapán ante posibles inundaciones por encontrarse en una vega inme- Se ubica en el cantón el Panal, diata a un río de caudal media- Metapán, Santa Ana. Fernández no; pero también debe tomarse [2005] plantea que este ingenio en cuenta que las actividades estuvo funcionando antes de 1770 agrícolas, ganaderas y recreati- durante el primer ciclo siderúrgico vas que rodean inmediatamen- del Reino de Guatemala, antes te a la estructura pueden haber del segundo auge que supuso la ocasionado extracción de mate- construcción de la nueva capi- rial rocoso y otros daños irrepara- tal del Reino, tras la destrucción bles que caracterizan al ingenio de Santiago de los Caballeros en de Santa Gertrudis. 1773. El sitio Santa Gertrudis, Si bien es una de las insta- consiste en los restos de un an- laciones de los ingenios de hierro tiguo ingenio de hierro, el cual sobre las cuales se tienen referen- posee una canaleta principal en cias más tempranas, no existe su- donde descendía el agua ha- ficiente información que indique cia una pileta, esta hacía girar la evolución de su propiedad. Du- la rueda de madera que gene- rante el siglo XVIII estuvo en manos

La Universidad 295 de Juan Bernardo Posadas, proba- más importantes de la siderurgia blemente originario de Metapán, metapaneca en el Reino de Gua- periodo donde según registros temala, teniendo sus puntos más del funcionamiento, El Carmen no altos en 1771, 1779 y 1786 consi- permanecía en actividad todo el derando los ciclos y variables de año, sino que este dependía de la producción metalífera. Este la disponibilidad de caudal del río comportamiento estaba sujeto a Chimalapa para generar energía condiciones del complicado mer- hidráulica. Situación que sucedió cado regional, favorecido por co- en 1779, cuando el ingenio traba- yunturas como las interrupciones jó únicamente durante el invierno del tráfico marítimo entre la me- [Fernández, 2005: 104], dejando el trópoli y sus territorios, así como la caudal bajo para el riego de las construcción de la Nueva Guate- vegas durante la estación seca, mala de la Asunción, en el último tal como se hacía a mediados del cuarto del XVIII [Escalante, 2007]. siglo XIX cuando este aún funcio- Probablemente la importancia naba [Gómez, 1990: 98]. de su producción respecto a sus Se desconoce cómo se similares expliquen la compleji- produjo el cambio de posesión dad del diseño arquitectónico hacia 1801, cuando en los regis- y las dimensiones de considera- tros aparece Antonio Hernández ble tamaño que caracterizan a como propietario y 6 años des- las actuales ruinas de un ingenio pués aparece a nombre del pe- cuyo funcionamiento cesa pro- ninsular Jorge Guillén de Ubico, un bablemente entre 1860 y las pos- importante hombre de negocios trimerías del mismo siglo. y política quien poseía una tienda El sitio El Carmen consiste en la misma localidad, al tiempo en los restos de un antiguo Inge- que fungía como alcalde segun- nio de Hierro, el cual posee dos do de Metapán en 1811. Años canaletas en donde caía el agua después tuvo el mismo cargo en hacia unas piletas que hacían gi- la población guatemalteca de rar una rueda de madera para Chiquimula, otra importante zona generar energía hidráulica. Se de actividad minera [Fernández, pueden observar cimientos, pare- 2005: 115]. des de fachada de las cuales al- De acuerdo con las de- gunas presentaban nichos, muros claraciones para el pago de im- de contención, canaletas, colum- puesto, Nuestra Señora del Car- nas, pila de caída y contención men se perfila como uno de los de agua, entre otros elementos

296 La Universidad arquitectónicos y de ingeniería López, de origen local y aparen- hidráulica, los cuales servían para temente con las suficientes posibi- hacer funcionar el ingenio de hie- lidades para enviar a algunos de rro (Figura 5). Hoy en día los an- sus miembros al seminario, siendo tiguos restos se pueden observar, este fenómeno muy común du- cercados (probablemente) por rante el dominio español para vin- el propietario, pero por la cerca- cular a las elites locales con el po- nía del caserío y de la calle que der central. Dicha familia estuvo conduce hacia él, es subutilizado involucrada con la posesión del para servicio sanitario y otras acti- ingenio San José en la década vidades que lo van deteriorando de 1780 [Fernández, 2005: 113]. poco a poco. La fuerza hidráulica Hacia 1807 la propiedad aparece para hacer trabajar este ingenio a nombre de Antonio Hernández, de hierro provino del río Chimala- pero no se cuenta con registros pa, el cual se encuentra a esca- de su producción que puedan in- sos 5 metros hacia el oeste de los dicar su importancia respecto al restos del Ingenio. resto. Ingenio de Hierro San Rafael, La crisis en el mercado co- Metapán lonial de la siderurgia después de 1811 parece haber afectado el Se ubica en el cantón y caserío funcionamiento de este ingenio. San Rafael, Metapán, Santa Ana. Al formar parte de una propiedad Aún no es precisa la fecha exac- dedicada también al añil y el ta o probable de su construcción, azúcar, el ingenio cesa sus funcio- la única mención es la de un nes antes de 1850 [Gómez, 1990: ‘Ingenio de López’ durante la vi- 98,99]. Sabemos esto porque ha- sita del Arzobispo Cortés y Larraz cia 1910 todavía existía la hacien- [2000], quien sugiere que se trata da del mismo nombre, dedicada de uno de los primeros ingenios al cultivo de caña de azúcar, ce- construidos. Por su parte, Fernán- reales y repasto, conteniendo un dez [2005] plantea un vínculo del antiguo ingenio en estado ruinoso párroco y de su familia del mismo [Barberena, 1998: 166]. apellido a la producción del me- Una de las características tal en San Rafael. del sitio es su notable aislamiento A partir de la mención de geográfico en comparación con José Calderón como administra- sus similares que se encuentran dor en 1779, la propiedad de este cerca o al paso de los antiguos ingenio se mantiene en la familia caminos y rutas. Su acceso fue

La Universidad 297 Figura 5. Vista de planta de los restos del Ingenio El Carmen, Metapán, Santa Ana.

Figura 6. Vista de planta de los res- tos del Ingenio San Rafael, Meta- pán, Santa Ana.

298 La Universidad muy difícil para que fuera visitado bajar este ingenio de hierro pro- por Cortés y Larraz, por lo que su vino del río Tahuilapa, el mismo mención podría deberse más a la que era utilizado para mover la posible vinculación del párroco y maquinaria del ingenio de Santa su familia como propietarios, que Gertrudis. a la importancia o cercanía del ingenio en la zona. Ingenio de Hierro San Francisco El sitio San Rafael consiste de Paula o El Brujo, Metapán en los restos de un antiguo inge- nio de hierro, el cual posee una Se ubica en el caserío el Ingenio, canaleta principal en donde caía Metapán, Santa Ana. el agua hacia una pileta que ha- La escasa existencia de cía girar una rueda de madera datos sobre este ingenio permite para generar energía hidráulica. suponer que se trata de la última Se pueden observar cimientos, de estas edificaciones, al mismo paredes, muros de contención y tiempo que es la más pequeña canaleta, columnas, pila de caí- y modesta de sus similares. Apa- da y contención de agua; entre recen registros entre 1807-1811 otros elementos arquitectónicos y a favor de Juan de Dios Mayor- de ingeniería hidráulica, los cua- ga, cuyo expediente, gracias a les servían para hacer funcionar su participación en un levanta- el antiguo ingenio de hierro (Fi- miento en 1811, ha sido posible gura 6). Es importante recalcar estudiar, por parte de Fernández que los materiales de construc- [2005]. ción utilizados en este ingenio en Fernández [2005] alude su totalidad son piedra y mortero a la construcción del ingenio de de cal, a diferencia de los demás San Francisco de Paula mediante ingenios estudiados, los cuales es- un préstamo otorgado por el ve- tán construidos con piedra, ladri- cino de Guatemala, José Antonio llo de barro cocido y mortero de Batres. Mayorga era un importan- cal. Hoy en día los antiguos restos te y activo comerciante y agricul- se pueden observar en un lugar tor, poseedor de varios créditos y donde es poco accesible, ya que deudas con otros miembros im- hay que transitar río abajo para portantes. Es bastante probable poder llegar a los restos. Su estado la incursión de Mayorga en la si- de conservación es óptimo por la derurgia, pues se dió en un mo- misma razón de estar aislado. La mento en que las crisis de la me- fuerza hidráulica para hacer tra- trópoli y sus colonias americanas

La Universidad 299 Figura 7. Vista de planta de los restos del Ingenio El Brujo o San Francisco de Paula, Metapán, Santa Ana.

trajeron efectos que condujeron a agua hacia una pileta que hacia una efímera vida productiva de la virar una rueda de madera para empresa. generar energía hidráulica. Se pue- En 1910 aún se le conoce den observar cimientos, paredes, como ingenio San Francisco, ya muros de contención, una canale- en estado ruinoso, ubicado en el ta principal, columnas, pila de caí- cantón El Brujo y a orillas del río del da y contención de agua, una lar- mismo nombre [Barberena, 1998: ga canaleta que traía el agua de 173], razón por la cual se le conoce por lo memos unos 200 metros de también como ingenio El Brujo. Es el largo y un puente de mampostería último ingenio de hierro construido para esta canaleta, entre otros ele- durante el auge del hierro en Me- mentos arquitectónicos y de inge- tapán, que por su efímera vida es niería hidráulica de la época (Figu- un símbolo de la fragilidad del mer- ra 7). Lastimosamente hoy en día la cado colonial y de sus empresarios, construcción principal del Ingenio sujetos a su ubicación periférica en se encuentra subutilizada como el mercado, a las condiciones lo- un establo para ganado. La fuerza cales de férrea competencia por hidráulica para hacer trabajar este los pocos recursos y a los conflictos ingenio de hierro vino del río Angue del poder local. o Anguiatu (limítrofe El Salvador- El sitio El Brujo consiste en Guatemala), el cual se encuentra los restos de un antiguo ingenio de a escasos 20 metros hacia el sur de hierro, el cual posee una canaleta los restos del Ingenio. principal desde donde abatía el

300 La Universidad Consideraciones Finales de Reino de Guatemala. Es en este momento que junto a otros Los productos de la tierra, como hechos sucesivos de la misma ín- se les denominó durante el perío- dole, los cuales ocurren en otras do colonial, al cacao, el bálsamo, latitudes de la Centroamérica co- el añil, la cochinilla y el hierro, en- lonial, darían paso a escribir una tre otros, jugaron un papel funda- nueva era para las Provincias del mental en el desarrollo socioeco- Reino de Guatemala. nómico, político y étnico de las El estudio de los ingenios sociedades provinciales del Reino de hierro desde la arqueología, de Guatemala. no está desligado de las fuentes A inicios del siglo XIX, en históricas y de la tradición oral. las postrimerías de la dominación La arqueología histórica, como española, las provincias centro- disciplina que estudia los restos americanas resienten numerosos materiales apoyándose en los atropellos de las elites comercia- documentos históricos, tiene mu- les y políticas que se encuentran cho que aportar al conocimiento en la capital del Reino. Sumado e interpretación de la historia de a ello, los cambios sociopolíticos nuestros pueblos. Es así que en El que se estaban desarrollando en Salvador la arqueología histórica, Europa y en las otras colonias es- a partir de la década de 1990 ha pañolas, francesas e inglesas, lle- jugado un papel elemental en la van a pensar a los pobladores de construcción del conocimiento las provincias que es el momento de la historia. justo de rebelarse ante el orden Los ingenios de hierro establecido. como referentes de la cultura De tal cuenta que la re- material de nuestros antepasa- gión que en su momento llegó dos y su contexto histórico, nos a ser conocida como ‘Metapán brindan una ventana al pasado y del Fierro’ jugó un papel trascen- nos llaman a conocer, entender, dental, junto con San Salvador, preservar y disfrutar ese patrimo- León y Granada, en los primeros nio de identidad local, nacional y movimientos emancipadores de regional. la Centroamérica colonial. En En este sentido, se valora noviembre de 1811, en Metapán el patrimonio cultural en general, una rebelión popular desencade- —ya sea este material, inmate- nó un ataque a las autoridades y rial, mueble e inmueble—, a partir a los símbolos del poder colonial de él se construyen los referentes

La Universidad 301 simbólicos y relatos históricos que cumento digital inédito. permiten a un grupo humano Erquicia Cruz, José Heriberto. compartir y cohesionarse en torno [2010]. «Arqueología Histórica de a las diversas tradiciones y expre- El Salvador: los resultados de la siones culturales, que son la base segunda fase del Proyecto de de las identidades de una nación Reconocimiento y Registro de Si- diversa, heterogénea y plural, tios Arqueológicos Históricos de El como la salvadoreña. Salvador (PAHES-UTEC)». En: XXIII Simposio de Investigaciones Ar- queológicas de Guatemala, en el Referencias Bibliográficas Museo de Arqueología y Etnolo- gía de la ciudad de Guatemala. Gutiérrez y Ulloa, Antonio [1962]. Guatemala, 2010. Estado general de la provincia de San Salvador, Reyno de Guate------[2009]. «Resultados mala, 1807. San Salvador: Ministe- del Proyecto de Reconocimien- rio de Educación. to y Registro de Sitios Arqueoló- gicos Históricos de El Salvador, Archivo del Departamento de His- PAHES-UTEC». En XXII Simposio de toria [s/f]. «Difusión de Investiga- Investigaciones Arqueológicas ciones de Concultura. Expedien- de Guatemala, en el Museo de te: HA-10. Ingenios de Hierro de Arqueología y Etnología de la ciu- Metapán». dad de Guatemala.

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302 La Universidad charlas. Sofía Mata (coord.). San Salvador: Centro Cultural de Es- Fowler, William R. Jr. [2003]. «Pro- paña en El Salvador. yecto Arqueológico Ciudad Vie- ja: Temporada 2002-2003». Infor------[2008]. «Proyecto de me preparado para el Consejo Registro y Reconocimiento de si- Nacional para la Cultura y el Arte tios arqueológicos históricos de El (Concultura), San Salvador. Salvador». San Salvador: Universi- Gómez, Ignacio [1990]. Ministro dad Tecnológica de El Salvador. de Relaciones Exteriores. Estadís- tica General de la república de Fernández, José Antonio [2005]. El Salvador, 1858-1861. San Salva- Mercados, empresarios y trabajo. dor: DPI / Academia Salvadoreña La siderurgia en el Reino de Gua- de la Historia. temala. San Salvador: DPI. Rodríguez Rivera, Glenda Marina. Fowler, William R. Jr. y Roberto Ga- [1995]. «Proyecto Arqueológico llardo (comps.) [2002]. Investiga- Casco Colonial de la Hacienda ciones arqueológicas en ciudad San José El Ingenio, Parque Mon- vieja, El Salvador. La primigenia tecristo, Metapán, departamento villa de San Salvador. Colección de Santa Ana, república de El Sal- Antropología e Historia, Vol. I. San vador». En: Revista Utz´ib. Guate- Salvador: DPI. mala: Asociación Tikal.

La Universidad 303

Evidencia del uso agrícola del sitio San Andrés durante el periodo protoclásico

Brian R. McKee

Introducción los ríos Sucio y Agua Caliente (Fi- gura 1). La antigua Laguna Ciega San Andrés es uno de los sitios ar- de Zapotitán se situaba 5.5 km al queológicos más grandes y mejor oeste del sitio. La laguna era pan- conocidos en El Salvador. Casi tanosa y medía aproximadamen- todo su conocimiento pertenece te 1 x 2 km antes de su drenaje a la ocupación del periodo clási- [U.S. Army Map Service, 1954]. Era co tardío, sin embargo, el sitio fue una fuente importante de recur- ocupado antes y después del pe- sos como peces, mariscos, aves y riodo clásico. Este articulo exami- plantas acuáticas durante la épo- na la evidencia de la ocupación ca precolombina [Black, 1983]. de San Andrés en el periodo pro- San Andrés estuvo ocupado por toclásico. En el parte occidental lo menos desde el periodo preclá- del parque arqueológico de San sico medio hasta el postclásico Andrés, las excavaciones descu- tardío, además de su ocupación brieron campos agrícolas cubier- durante la época histórica y los tos con una capa de ceniza del tiempos recientes [McKee, 2007]. volcán Ilopango, o Tierra Blanca Durante el clásico tardío, fue el Joven (TBJ). centro regional primario de la je- San Andrés está ubicado rarquía política y económica del en la parte central del Valle de Valle de Zapotitán [Black, 1983]. Zapotitán, en la confluencia de La cerámica decorada y la arqui-

La Universidad 305 Figura 1. Mapa de El Salvador indicando la ubicación de los sitios arqueológicos. Tomado de McKee 2007:26.

Figura 2. Mapa del Parque Arqueológico San Andrés in- dicando la ubicación de las estructuras grandes, los po- zos de sondeo de 1999 y los pozos donde se encuentran evidencia de agricultura del protoclásico. Tomado de Mc- Kee [2007: 228]. Basado en el mapa de Choussy [1995].

306 La Universidad tectura del clásico tardío indican pello [Amaroli, 1996; Boggs, 1943: que es muy probable que sus ha- Ries, 1940]. Aunque Boggs [1943] bitantes fueran mayas, aunque la sugirió que el repello es yeso de cerámica cotidiana es distinta a la lima, Payson Sheets [comunica- cerámica de los sitios Mayas con- ción personal 2004)], basado en firmadas como Copán y Quiriguá. unas pruebas conducidas en San Andrés tiene una Chalchuapa, dijo que el repe- zona central de arquitectura mo- llo consiste en ceniza volcánica numental con montículos más fina —tal vez de la erupción en pequeños en sus alrededores. El el protoclásico de Ilopango. La parque arqueológico, de 36 ha, Plaza Norte se extiende al sur y al incluye la zona central, en el lado oeste de la Estructura 5 (La Cam- noroeste del Río Sucio y sus alre- pana). Incluyendo la plaza y la pi- dedores inmediatos. Hay montí- rámide, La Campana mide 20 m culos más pequeños en una zona arriba de la llanura aluvial del Río de varios kilómetros alrededor del Sucio [Begley et al., 1997]. En to- parque. Black [1983] indicó que tal hay entre 200,000 y 300,000 m3 hay una distribución continua de de relleno y repello en las plazas artefactos cubriendo una área sur y norte en San Andrés [McKee, de 3 km2. El área total no se sabe 2007: 211], todo es artificial. Las con seguridad, porque nadie ha excavaciones conducidas hasta conducido un reconocimiento ahora en la zona central [Amaro- detallado por todo el sitio. Los li, 1996; Begley et al., 1997; Boggs, únicos mapas [Boggs, 1943: 114; 1943; Dimick, 1941; Mejia, 1984; Choussy, 1995] solo muestran el Ries, 1940] indican que la mayo- área monumental y sus alrededo- ría, si no todo, de la arquitectura res inmediatos. La Figura 2 mues- monumental fue construido en el tra la mayoría del sitio adentro del periodo clásico tardío, después parque nacional. de la erupción en el protoclásico Hay dos grupos arquitec- del volcán Ilopango. tónicos en la zona monumental. Hay menos evidencia de La Plaza Sur mide 130 m de nor- las ocupaciones que anteceden te a sur, por 120 m de este a oes- la erupción de Ilopango. Amaroli te. Hay cuatro pirámides y varias [1996] encontró unos tiestos pre- otras estructuras en la plaza. Las clásicos cuando analizó materia- estructuras fueron construidas les recuperados por excavacio- con adobes y bloques de talpe- nes conducidas en las décadas tate y están cubiertas con un re- de 1970 y 1980, y Begley et al.

La Universidad 307 [1997] encontraron unos tiestos afectaron el Valle de Zapotitán del preclásico medio en una su- durante los tiempos precolombi- perficie abajo de la plataforma nos, incluyendo las erupciones del de La Campana. McKee [2007] Talpetate Inferior entre 434 y 639 excavó vestigios de rasgos agrí- d.C. [McKee, 2007: 44, 49-50], del colas del periodo protoclásico en Loma Caldera entre 610 y 671 d.C. unos pozos, en la zona oeste de [McKee, 2002a], y del San Andrés las Plazas Sur y Norte. Presento los Talpetate Tuff entre 785 y 995 d.C. detalles de estos rasgos abajo. [Hart, 1983; McKee, 2007: 44]. Nuestro conocimiento de El volcanismo y el Valle de la cronología de la erupción de Zapotitán Ilopango ha cambiado mucho en los años recientes. Como resul- San Andrés y el Valle de Zapoti- tado de los estudios del Proyecto tán han sido afectados por varias Protoclásico, Sheets [1983] repor- erupciones volcánicas. La erup- tó que la erupción ocurrió en 260 ción de Ilopango fue la erupción + 114 d.C., pero una revisión y re- más grande en Centroamérica interpretación de la calibración durante los milenios recientes [Dull de las dataciones de radiocarbo- et al., 2010]. Estudios recientes indi- no indica que la erupción ocurrió can que el volumen total de tefra más tarde, entre 408 y 536 d.C. (ceniza volcánica) de la erupción [Dull et al., 2001]. Estudios más re- tbj de Ilopango fue más de 84 km3 cientes sugieren que es posible [Dull et al., 2010]. El estrato de te- que la erupción causara un even- fra de Ilopango mide entre 35 y 50 to atmosférico global en el año cm de grosor en los pozos donde 536 d.C. [Dull et al., 2010]. Aunque se encuentran los surcos protoclá- la conexión entre estos eventos no sicos en San Andrés [McKee 2007]. es segura, se puede indicar que la Hart y Steen McIntyre [1983] indi- erupción ocurrió mucho más tar- can que hay depósitos de tefra de de lo que pensábamos. de Ilopango hasta 99 cm en la Brady et al. [1998] usaron zona alrededor de San Andrés. la cerámica del intervalo de 75 - El Valle de Zapotitán y todo el 420 d. C. para definir el periodo occidente de El Salvador fueron protoclásico en las tierras bajas abandonados por un periodo, mayas. Además, la reevaluación entre unas cuantas décadas y de la cronología de la erupción dos siglos después de la erupción de Ilopango hecha por Dull [2001] [Dull et al., 2001]. Otras erupciones indica que esta división tiene utili-

308 La Universidad dad para definir el periodo inme- y la distancia entre los surcos es diatamente antes de la erupción. entre 85 y 100 cm [McKee, 2007: Es claro que la cerámica de los ni- 249-252]. La forma de los surcos veles arriba de la tefra de Ilopan- está bien preservada e indica su go pertenece al clásico tardío uso para cultivo en la época de la [Beaudry-Corbett, 2002; McKee, erupción de Ilopango. El Rasgo 2 2007], y es distinta a la cerámi- de la Operación 99-1.12 también ca debajo de la tefra —hubo un consiste en una serie de tres sur- cambio cultural muy claro. Mu- cos y camellones bien definidos cha gente que vivió en la Valle (Figura 4). Hay de 70 a 95 cm en- de Zapotitán murió, y los demás tre los surcos y su altura es de 12 a abandonaron la región por varias 20 cm. El Rasgo 2 de la Operación generaciones; los colonos que lle- 99-1.15 es una serie de tres surcos garon después de la erupción te- y camellones bien definidos en el nían una cultura material distinta. suelo, debajo de la tefra de Ilo- pango. La distancia entre los sur- Los surcos protoclásicos de cos mide 75 a 100 cm, su altura es San Andrés de 12 a 15 cm. El Rasgo 1 de la Operación 99-1.16 es otra serie de Excavé una serie de pozos de son- tres surcos y camellones. La altura deo en el área al oeste de la zona de estos es de 15 a 20 cm y hay monumental, en 1999, para inves- de 80 a 90 cm entre los surcos. tigar vestigios domésticos en esta zona. Aunque mi meta principal Otros surcos precolombinos era investigar depósitos fechados en El Salvador al periodo clásico tardío, la ma- yoría de los pozos llegaron a la Otros campos agrícolas preco- superficie del protoclásico, abajo lombinos con surcos y camellones de la capa de tefra de Ilopango. han sido reportados en varios lu- En cuatro de los 17 pozos, encon- gares en El Salvador y fueron en- tré surcos y camellones en el suelo terrados bajo tefra de tres erup- del nivel protoclásico (Figura 2). ciones distintas. El Rasgo 1 en la Opera- Los más conocidos y me- ción 99-1.6, consiste en una serie jor preservados están en el sitio de tres surcos y camellones abajo Joya de Cerén. Estos surcos fue- de la tefra de Ilopango (Figura 3). ron enterrados por la tefra del Los surcos tienen una altura de 8 volcán Loma Caldera entre 610 y a 10 cm arriba de los camellones, 671 d.C. [McKee, 2002a]. Además

La Universidad 309 Figura 3. Fotografía del perfil occidental de la Operación 99-1.6 de San Andrés. Los surcos y camellones son visibles en el piso y el perfil.

Figura 4. Fotografía del perfil occidental de la Operación 99-1.12 de San Andrés. Los surcos y camellones son visibles en el piso y el perfil.

310 La Universidad de los surcos, la ceniza del Loma sado en la cerámica, y una fecha Caldera preservó la forma de las de radiocarbono de 895-800 a.C. plantas cultivadas como huellas [Amaroli y Dull 1999]. La distancia en la tefra fina [Sheets y Wood- entre los surcos mide entre 56 y ward, 2002]. Los investigadores en 84 cm y su altura promedio (entre Cerén usaron yeso dental para lle- camellón y surco) es 11 cm [Ama- nar las huellas y hacer moldes de roli y Dull, 1999]. la forma de las plantas originales. Otros investigadores tam- Los moldes indican que la mayo- bién han reportado evidencia ría de las plantas cultivadas en los de cultivo debajo de la TBJ tefra surcos eran maíz, a veces acom- de Ilopango. Earnest [1976] ex- pañado de frijoles. También los cavó unos 130 m2 de un campo arqueólogos encontraron eviden- de camellones y surcos en la Ha- cia de otras plantas en un jardín cienda Santa Bárbara durante el de cocina [Sheets y Woodward, proyecto Cerrón Grande. Sheets 2002]. Los surcos y camellones de [1982] ha reportado dos campos maíz en Joya de Cerén son muy de cultivo expuestos debajo de parecidos a los de San Andrés. la ceniza de Ilopango en cortes Hay un promedio de 80 cm entre de construcción en el Valle de los surcos en Cerén, estos tienen Zapotitán. He visto surcos y came- una altura de 10 a 20 cm [McKee, llones similares abajo la ceniza de 2002b]. No encontré huellas en la Ilopango en varios lugares en el tefra de Ilopango en San Andrés, Valle de Zapotitán. Según Amaroli y por eso no puedo identificar las y Dull [1999], la distancia entre sur- especies de plantas cultivadas cos publicado por Earnest [1976] y con seguridad, pero basado en Sheets [1982] varia entre 61 y 147 su similitud con los surcos de Ce- cm, con una altitud promedio de rén, es muy probable que fueran 10.5 cm. usados para cultivar maíz. Amaroli y Dull [1999] re- Interpretaciones portan unos surcos descubiertos debajo de la tefra Cuscatlán. Hay El cultivo de maíz y otras plantas cuatro ubicaciones donde cam- usando un sistema de surcos y ca- pos de cultivo estuvieron expues- mellones tiene una larga historia tos en cortes de construcción en- en El Salvador. Esta tecnología tre Santa Tecla y San Salvador. La agrícola estuvo en uso durante tefra Cuscatlán tiene una fecha los primeros siglos del primer mi- del periodo preclásico medio, ba- lenio a.C., por lo menos, hasta el

La Universidad 311 séptimo siglo d.C. Es muy proba- protoclásica en comparación a ble que su uso continúe bastante la cerámica del clásico tardío, y tiempo después. La actividad vol- el hecho que casi toda la cons- cánica de El Salvador nos da una trucción monumental fue hecha oportunidad muy buena para es- después de la erupción de Ilo- tudiar la agricultura precolombi- pango. na. Una cosa muy interesante es Mediante el estudio de los la continuidad de la tecnología. vestigios en campos de cultivo en- Los campos de cultivo en San An- terrados debajo de varias capas drés son muy parecidos a los que de ceniza volcánica, podemos están cubiertos con la tefra Cus- mejorar nuestro entendimiento de catlán y a los de Cerén en su for- la tecnología agrícola precolom- ma, la distancia entre los surcos y bina en El Salvador. También po- la altura de los mismos. demos utilizar estos vestigios para La ubicación de los cam- entender mejor la población que pos agrícolas tan cerca de la vivió en el país en los siglos pasa- zona monumental de San Andrés dos. respalda la hipótesis de que su población era mucho menor du- rante el protoclásico que durante el clásico tardío. Otras evidencias incluyen la escasez de cerámica

312 La Universidad Agradecimientos y Roberto Gallardo [1997]. «Exca- vation and Restoration on Struc- Quiero dar mis agradecimientos ture 5, the Campana». En Preli- a Bill Fowler por invitarme a par- minary Report of the 1996 and ticipar en este volumen. También 1997 Seasons at San Andrés, El tengo que agradecer a Payson Salvador, Christopher Begley (ed.), Sheets para compartir sus datos 12-39. Manuscrito en posesión del y por extenderme la oportunidad autor. trabajar en el sitio Joya de Cerén hace muchos años. Black, Kevin D. [1983]. The Zapoti- tán Valley Archaeological Survey. Referencias Citadas En Archeology and Volcanism in Central America: The Zapotitán Amaroli, Paul E. [1996]. «Investiga- Valley of El Salvador, Payson D. ciones arqueológicas en el área Sheets (ed.), 62-97. Austin: Univer- de nuevas instalaciones en el Par- sity of Texas Press. que Arqueológico San Andrés. In- forme presentado a la Dirección Boggs, Stanley H. [1943]. «Notas de Patrimonio Cultural, Concultu- Sobre Las Excavaciones en la ra. San Salvador. Hacienda San Andrés, Departa- mento de La Libertad». Tzunpame Amaroli, Paul y Robert Dull [1999]. 3:104-126. «Milpas prehispánicas en El Salva- dor». En XII Simposio de Investiga- Brady, James, E., Joseph W. Ball, ciones Arqueológicas en Guate- Ronald L. Bishop, Duncan C. Pring, mala, 1998, Juan Pedro Laporte Norman Hammond y Rupert A. y Héctor L. Escobedo (eds.), 562- Housely [1998]. «The Lowland 572. Guatemala: Museo Nacional Maya ‘protoclassic’». Ancient de Arqueología y Etnología. Mesoamerica 9:17-38.

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La Universidad 315

Visitas a los sitios de arte rupestre El Letrero y Las Caritas en Guaymango, Ahuachapán

Sébastien Perrot-Minnot, Philippe Costa, Ligia Manzano

Introducción crece considerablemente en el invierno; en ellos viven diversas es- El municipio de Guaymango se pecies de peces y hasta peque- encuentra en el occidente de ños cangrejos. El Salvador (departamento de Esta área rural de clima Ahuachapán), en la zona de caliente y húmedo estaba anti- transición entre las montañas de guamente cubierta por una exu- la Sierra de Apaneca y los cerros berante vegetación. No obstante, y llanos de la costa (Figura 1). La la actividad agrícola ha provoca- topografía accidentada de las do la deforestación de gran parte sierras costeras de El Salvador del territorio. En los bosques que produjo valles encajonados, que- subsisten se pueden reconocer, bradas, abrigos y grandes pare- en particular, árboles de madre dones rocosos donde las antiguas cacao, varillo, guayabo y jocote. culturas precolombinas dejaron Hoy en día, el municipio, importantes expresiones artísticas de 14 cantones y 62 caseríos, tie- rupestres, por ejemplo, la Piedra ne una población de unos 24,000 Sellada (Ahuachapán) y la Pin- habitantes. tada de San José Villanueva (La No existe actualmente Libertad). El municipio de Guay- una política local de difusión y va- mango es atravesado por varios lorización del patrimonio arqueo- ríos y riachuelos cuyo volumen lógico. Los vestigios más visibles

La Universidad 317 Figura 1. Situación de Guaymango en de El Salvador y mapa del municipio. Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador.

Figura 2. Vestigios de una iglesia en el pueblo moderno de Guay- mango. Foto: Sébastien Perrot-Minnot.

son los de la antigua fachada de ubicados respectivamente en los una iglesia del siglo XVIII, en la ca- cantones de Istagapán (al sur del becera municipal (Figura 2). municipio) y La Paz (al noreste). Decidimos estudiar las ma- Ligia Manzano, actual di- nifestaciones gráfico rupestres de rectora de la Secretaría de Arte los sitios de El Letrero y Las Caritas, y Cultura de la Universidad de El

318 La Universidad Salvador (UES) nos había propor- Gobierno Francés estudiaron va- cionado interesantes informacio- rios otros sitios de arte rupestre de nes sobre ambos sitios, que había El Salvador en los departamentos visitado en 2005-2006 en el marco de San Vicente, Cabañas y La Li- del Proyecto ‘Arte Rupestre de El bertad; en la costa de este última Salvador’, dirigido conjuntamente departamento, examinaron los por la Escuela de Artes de la UES y grabados de la Pintada de San el Departamento de Arqueología José Villanueva y de El Letrero del del Consejo Nacional para la Cul- Diablo (ver bibliografía). tura y el Arte (Concultura). Cabe notar que a pesar El deseo de profundizar de que el arte rupestre constituya nuestro conocimiento de los sitios un aspecto destacado del lega- de El Letrero y Las Caritas tiene do precolombino de El Salvador varias justificaciones. Sébastien (con más de un centenar de sitios Perrot-Minnot [2006, 2007a; Perrot- conocidos), su cronología y con- Minnot et al., 2005] dirigió varias texto cultural han permanecido, temporadas arqueológicas en hasta la fecha, escasamente do- la zona del sitio de Cara Sucia, cumentados. en la costa del departamento Las visitas a El Letrero de de Ahuachapán (jurisdicción de Guaymango y a las Caritas iban San Francisco Menéndez). Estas a permitir seguir con nuestras re- investigaciones se enfocaron en flexiones sobre el significado cul- la definición de las expresiones tural del arte rupestre. Estas visitas, y dinámicas culturales en la cos- fruto de una colaboración entre ta [Perrot-Minnot, 2006, 2007a; la Universidad de El Salvador y el Perrot-Minnot et al., 2005]. En el CEMCA, fueron realizadas en ju- marco de esta problemática, Sé- nio y octubre de este año y dieron bastien Perrot-Minnot y Philippe lugar a un levantamiento fotográ- Costa emprendieron también un fico a escala (Figura 14), un dibujo estudio de los petrograbados de y un análisis de los petroglifos; se la Piedra Sellada, en el sector San sacaron calcos de una parte de Benito del Parque Nacional El Im- los grabados de El Letrero. Ade- posible (Ahuachapán; artículo en más, se efectuó una encuesta proceso de publicación en la re- oral entre la población, con el fin vista Mexicon). de conocer la historia de la con- Ambos arqueólogos del servación de los sitios, las tradi- Centro de Estudios Mexicanos y ciones orales sobre los mismos y Centroamericanos (CEMCA) del la existencia de otros vestigios ar-

La Universidad 319 queológicos en los alrededores. Y «hay aquí un lugar llamado Morro se llenaron fichas de registro para Grande, donde se encuentran cada uno de los sitios (Anexo 2). vestigios de un antiguo asenta- En el presente informe, tras miento» [Longyear, 1944: 75]. presentar los antecedentes de la Pocos años más tarde, en investigación arqueológica y los su «Índice de sitios arqueológi- datos etnohistóricos del municipio cos de El Salvador», Jorge Lardé de Guaymango, describiremos y Larín [1950: 47] presentó Mo- los sitios y analizaremos, luego, las rro Grande como un lugar «con manifestaciones gráfico rupestres. abundante cerámica y cimientos de piedras». Antecedentes de la En 1988, William Fowler, investigación arqueológica Paul Amaroli y Bárbara Arroyo [1989] visitaron y registraron al- La arqueología del municipio de gunos sitios de la jurisdicción de Guaymango ha despertado el in- Guaymango, en el marco del Pro- terés de los especialistas desde la yecto Izalco, que se enfocaba en primera mitad del siglo XX. Dicho los asentamientos pipiles postclá- municipio no se encontraba tan sicos. lejos de Cara Sucia, cuyas ruinas En 1996, Paul Amaroli habían alcanzado cierta fama realizó para el Green Project un desde que el historiador Santiago informe sobre el patrimonio ar- Barberena trajo a San Salvador la queológico e histórico del Parque escultura del ‘disco del jaguar’, Nacional ‘El Imposible’ (depar- en 1892; además, Guaymango tamento de Ahuachapán). En estaba en el territorio de los pipiles este informe, Amaroli se refiere de Izalco y aparecía en las fuen- también a sitios de los territorios tes etnohistóricas. Desde Ephraim circundantes, mencionando los G. Squier [1855], los pipiles no de- pueblos pipiles etnohistóricos de jaron de intrigar a los investigado- Apaneca, Ataco, , Jujutla, res… San Pedro Tuxtla y Guaymango En 1944, John Longyear [Amaroli, 1996: 15]. publicó un inventario de sitios ar- Las visitas efectuadas por queológicos de El Salvador, clasi- los investigadores del Proyecto ficados por departamentos. Este ‘Arte Rupestre de El Salvador’, en inventario incluye el sitio de Guay- los años 2005 y 2006, a los sitios de mango, visitado por Longyear en El Letrero y Las Caritas, marca el 1941 o 1942. El autor reporta que inicio del estudio del arte rupestre

320 La Universidad de la jurisdicción de Guaymango. y Larín [2000: 204] opinaba que su Dicho Proyecto realizó levanta- nombre autóctono era una co- mientos fotográficos y calcos de rrupción de ‘Guaynango’ o ‘Gua- los petrograbados [Manzano y ytenango’. Según este autor, el Pérez, 2006: 15, 20, 22]. toponímico significaría literalmen- Poco después, en octubre te ‘valle de las ranas’, pues pro- de 2006, Roberto Gallardo, jefe cede de ‘guay’, rana, y ‘mango, del departamento de investiga- nango, tenango’, valle, lugar ro- ciones del Museo Nacional de An- deado o amurallado. tropología ‘Dr. David J. Guzmán’, Aunque la rana tenía su examinó el sitio El Letrero. En abril lugar en las mitologías nahuas, no de 2007, en una segunda visita, se conocen muchas representa- en la cual Gallardo estuvo acom- ciones de este animal en los ves- pañado por Marielba Herrera y tigios arqueológicos de la costa Ana Claudia María Alfaro [2008], occidental de El Salvador. Pero se procedió a un levantamiento cabe notar que Peccorini [1913] fotográfico detallado de los pe- mencionó el descubrimiento, cer- trograbados, un reconocimiento ca del Puerto de Acajutla, de «un y una recolección superficial de pequeño ídolo de cobre, fundido, cerámica. en forma de sapo». Actualmente, el inventario El capitán Pedro de Alva- de sitios arqueológicos del Depar- rado, como lo indica en la segun- tamento de Arqueología del Con- da carta de relación que dirigió sejo Nacional para la Cultura y el a Hernán Cortés, Gobernador Arte de El Salvador (ahora Secre- de Nueva España, pasó por un taría de Cultura de la Presidencia) pueblo llamado ‘Guaimango’ en reporta 15 sitios en el municipio de 1524 [Juarros, 1936]; pero no que- Guaymango. La cronología de los da claro si se trata de un pueblo vestigios prehispánicos abarcaría de la costa guatemalteca o sal- al menos los períodos clásico y vadoreña. postclásico. Sabemos que en 1550, el asentamiento denominado hoy Datos etnohistóricos ‘Morro Grande’ contaba con una población de unos 250 habitantes La toponimia de los pueblos suele [Lardé y Larín, 2000]. dar indicaciones sobre la identi- A principios del siglo XVIII, dad de los antiguos habitantes. el lugar fue abandonado a cau- En el caso de Guaymango, Lardé sa de una «formidable plaga de

La Universidad 321 vampiros chupadores de sangre que (Escuintla) hasta el río Micha- humana» (ibid.). Al respecto, es toya, se hablaba el idioma pipil, interesante citar un pasaje de la mientras que entre los ríos Micha- Estadística general de la Repú- toya y Los Esclavos vivían comu- blica de El Salvador (1858-1861) nidades xincas; más allá de este según el cual «en muchos puntos último río, por Pasaco y Moyuta, [de la jurisdicción de Guayman- se hablaba todavía otro idioma, go] se tocan vestigios de pueblos el popoluca o moyuta [ver tam- antiguos, que fueron estinguidos bién Feldman, 1974]. Pero al este a causa de una plaga de mur- del río Paz se encontraba el pue- ciélagos que las invadió como a blo pipil de Mopicalco, atravesa- principios del siglo pasado, según do por Alvarado en 1524 [Amaroli, asegura la tradición». 1996: 15]. Posteriormente a la referi- El occidente de El Salva- da plaga se fundó el actual pue- dor se caracterizaba igualmente blo de Guaymango. por cierta diversidad étnica. Expli- En 1732, los vecinos del ca Amaroli [ibid.] que «en vísperas mismo poseían 48 cacahuatales de la conquista, el área del Par- [Lardé y Larín, 2000], lo que revela que Nacional El Imposible que- una importante actividad agríco- daba cerca a los linderos entre la y cierta prosperidad económi- tres grupos étnicos: pipil, xinca y ca. En 1770, según el arzobispo de pokomam. Estos linderos muy po- Guatemala Cortés y Larraz, Guay- siblemente fluctuaban durante el mango tenía una población de período postclásico». 607 indígenas y 55 ladinos, y per- A principios del siglo XVI, tenecía al curato de Caluco [Cor- Guaymango era un poblado pipil tés y Larraz, 1958]. de la provincia de Izalco. Se cal- Abordemos ahora la cues- cula que en 1519, antes de los de- tión de la afiliación lingüística y sastres conllevados por la primera cultural de los habitantes de Guay- epidemia desatada por los euro- mango en el siglo XVI. peos, la región pipil de Izalco ha- Estrada Belli [1998: 323- bría contado con una población 324], en su tesis doctoral sobre relativamente densa comprendi- la evolución de las sociedades da entre 54,000 y 100,000 perso- complejas de la Costa Suroriental nas [Fowler, 1988; Fowler, Amaroli de Guatemala, explica que en el y Arroyo, 1989: 1]. Dicha región momento de la conquista espa- se destacaba por su abundante ñola, de la capital pipil Izquitepe- producción de cacao, como lo

322 La Universidad atestigua una carta dirigida por el varias grietas. oidor Diego García de Palacios al Los petrograbados cu- Rey Felipe II, en 1576. bren una superficie de 19 mts de largo y 4 mts de alto (Figuras 5, 6). Descripción de los sitios de La parte central del área graba- El Letrero y Las Caritas da muestra una fuerte densidad de motivos. Los petroglifos fueron El Letrero ejecutados según varias técnicas incluyendo la percusión, el raya- Los petrograbados de El Letrero do y la abrasión. La pintura que ocupan una parte del paredón rellena ciertos grabados no pa- del abrigo rocoso llamado Las La- recer ser muy antigua; sabemos jas, a una altitud de 200 msnm, en que ciertos sitios con petroglifos el caserío San Martín, a 400 m al fueron pintados en tiempos his- suroeste del caserío Istagapán (Fi- tóricos [Coladán y Amaroli, 2003: guras 3-4-8). La topografía en este 145]. Cabe notar que unos pocos sector se caracteriza por cerros y grafitis fueron trazados sobre los profundas quebradas. Cerca del petrograbados precolombinos sitio corre el río Metalío, y al pie desde la visita, en abril de 2006, del abrigo brota un manantial; de los investigadores del Proyecto agua cae también del techo del ‘Arte Rupestre de El Salvador’. abrigo (al menos, en el invierno). En el piso del abrigo se A pesar de la existencia de redu- pueden apreciar tiestos utilita- cidos bosques, en particular en rios (posiblemente postclásicos) y las riberas del río Metalío, el pai- fragmentos de navajas de obsi- saje rodeando el abrigo Las Lajas diana. es predominantemente agrícola, con la presencia de campos de Las Caritas maíz y potreros. El abrigo rocoso, de tipo Como los de El Letrero, los pe- ‘catedral’, alcanza una altura de trograbados de Las Caritas han más de 15 m, una longitud de 40 sido plasmados en el paredón de m y una profundidad de 15 m. Tie- un abrigo rocoso, el cual se en- ne una orientación de 130 º sures- cuentra en la pendiente de una te. La roca, identificada como ig- quebrada, en el cantón La Paz nimbrita [Manzano y Pérez, 2006: (Figuras 9-14). Un riachuelo corre 20] es muy porosa y de un color al pie del abrigo. El mismo es ro- blancuzco. El paredón muestra deado por un pequeño bosque,

La Universidad 323 Figura 3. El abrigo rocoso de El Letrero. Foto: Philippe Costa.

Figura 4. Realización del calco en El Letrero. Foto: Ligia Manzano.

324 La Universidad Figura 5. Dibujo de los petrograbados de El Letrero realizado por medio de un calco de las fotografías digitales. Por Philippe Costa.

Figura 6. Copia del calco de los petrograbados de El Letrero en la Universidad. Foto: Ligia Man- zano.

La Universidad 325 Figura 7. Detalle de los petrograbados de El Letrero: representa- ción de una criatura reptil. Foto: Philippe Costa.

Figura 8. Otro detalle de los petrograbados de El Letrero: repre- sentación de posibles vulvas. Foto: Philippe Costa.

326 La Universidad Figura 9. El abrigo rocoso de Las Caritas. Foto: Sébastien Perrot- Minnot.

Figura 10. El paisaje visto desde el abrigo de Las Caritas. Foto: Sébastien Perrot-Minnot.

La Universidad 327 pero como en el caso de El Le- y relativamente porosa. Se obser- trero, el paisaje es esencialmente van varias grietas en el paredón. agrícola; a menos de cien metros Los petroglifos cubren una del sitio Las Caritas se extienden superficie de 13.50 de longitud y campos de maíz. En el fondo de 2.70 m de altura (Figura 11). Reve- la quebrada fluye el río Istagapa. lan el uso de las técnicas siguien- El abrigo tiene unos 8 m de tes: percusión, rayado, abrasión. altura, 23.50 m de longitud y hasta Algunos grabados conservan pig- 6.48 m de profundidad. La roca – mentos rojos y negros, probable- ignimbrita- es de color blancuzco mente modernos.

Figura 11. Dibujo de los petrograbados de Las Caritas realizado por medio de un calco de las fotografías digitales. Por Philippe Costa.

Figura 12. Detalle del paredón de Las Caritas. Foto: Sébastien Pe- rrot-Minnot.

328 La Universidad Figura 13. Petrograbado de Las Caritas mostrando a un ser humano muy estilizado. Foto: Sébastien Perrot-Min- not.

Figura 14. Durante el levantamiento fotográfico de los petrograba- dos de Las Caritas. Foto: Sébastien Perrot-Minnot.

La Universidad 329 En el piso del abrigo se Manifestaciones gráfico pueden apreciar tiestos utilitarios rupestres y decorados, que datan proba- blemente del postclásico. Es inte- Es posible reconocer, por medio resante observar que no pudimos del análisis de las manifestaciones hallar tiestos en los cercanos cam- gráfico rupestres, una afiliación pos cultivados. cultural común entre los dos sitios.

Características comunes La diversidad iconográfica de El Letrero Los sitios Las Caritas y El Letrero se ubican a menos de 10 km uno del La parte central del Letrero es otro. Como gran parte de los sitios muy cargada, con una abundan- de arte rupestre de El Salvador, cia de líneas curvas que definen El Letrero y Las Caritas ocupan formas abiertas y cerradas y líneas abrigos rocosos situados en que- rectas paralelas que conforman bradas. Presentan una morfolo- motivos de difícil interpretación gía similar de los abrigos, con una (Anexo 3: Plano 2, ilustración 6). notable diferencia de tamaño Se reconocen varios cuadrados (Anexo 3: Plano 1). El entorno es cruzados por líneas diagonales muy parecido (Anexo 3: Plano 3, (Anexo 3: Plano 2, il. 4 y 5), motivo ilustración 7 y Plano 5, ilustración que se repite una vez en Las Ca- 8), con asociaciones al elemento ritas, y un grupo de círculos con- agua, y la técnica del grabado es céntricos, con un punto que mar- común. En Centroamérica, la ma- ca el centro, son bien visibles en la yor parte de los sitios de arte ru- parte superior (Anexo 3: Plano 2, il. pestre —pero no todos, como se 2). Este conjunto de formas acu- ha dicho a veces— están situados muladas, que aparecen como cerca de ríos, riachuelos y lagos. un todo compacto y difícilmente Otro aspecto sumamente legible, recuerda sitios de la cos- interesante es la presencia, en el ta y del centro de El Salvador en piso de los abrigos, de cerámica particular, El Letrero del diablo prehispánica, la cual ayudará a de Sonsonate, la Pintada de San contextualizar las manifestacio- José Villanueva en La Libertad y la nes gráfico rupestres (se trata de Cueva de los Fierros de Cabañas. una oportunidad relativamente Los círculos concéntricos son un rara en Centroamérica; cf. Künne motivo del arte rupestre universal, y Strecker [2003: 12]). el cual, sin embargo, no es tan co-

330 La Universidad mún en El Salvador. En la Piedra cuerpo de serpiente y cara de Sellada del Parque El Imposible, una posible serpiente de perfil, a 20 Km del Letrero, se ven dos con varios colmillos visibles, en su grupos de círculos concéntricos boca abierta, pero sin lengua cla- (Anexo 3: Plano 6, il. 1). También ramente definida (Anexo 3: Plano en Morazán, en el sitio de la Ko- 2, il. 1). El cuerpo, de aproxima- quinca, se encuentran varios gru- damente cuatro metros de largo, pos (Anexo 3: Plano 6, il. 2). A pe- define almenas. Otras caras de sar de estos parecidos, existe una serpientes de perfil, más peque- diferencia con todos estos sitios: ñas, son reconocibles en el regis- buena parte de las figuras de El tro grabado. Esta representación Letrero son figurativas. tiene muchos parecidos con la de Se reconocen claramente otro abrigo ubicado en Honduras, dos vulvas profundamente gra- en el departamento de Francisco badas a proximidad una de la Morazán, en la cercanía de Tegu- otra (Anexo 3: Plano 2, il. 3). Las cigalpa. En este abrigo se hacen vulvas son un motivo corriente del frente dos serpientes de varios arte rupestre mundial, pero en El metros de largo cuyo cuerpo de- Salvador es un tema más discreto. fine también almenas (Anexo 3: En la Poza de los Fierros de Gua- Plano 6, il. 5), con la boca abierta tajiagua, en el departamento de de perfil, la lengua bífida sacada Morazán, es posible reconocer y una seguramente lleva plumas claramente algunas representa- [Doris Stone, 1957: 91]. En el alti- ciones (Anexo 3: Plano 6, il. 3 y 4) y plano de Guatemala, en el sitio se ha identificado una posible en de La Casa de las Golondrinas, en Las Caritas (Anexo 3: Plano 4). el departamento de Sacatepé- Algunas posibles ‘caritas’, quez, existen tres representacio- conformadas por una línea en nes de serpiente (Anexo 3: Plano 6, forma de ‘corazón’ que define el il. 6 y 7). Las tres son interpretadas contorno externo de la cara y tres como temas de la iconografía de puntos para representar los ojos y las elites mexicanas del postclási- la boca, son reconocibles (Anexo co [Robinson, 2002: 633, 2004: 170, 3: Plano 2, il. 5), pero se distinguen 2006: 962, 2008: 141]. Otra com- de la forma característica que tie- paración interesante sería con la nen en el sitio de las Caritas. criatura reptil que aparece en las La parte superior del regis- pinturas rupestres posclásicas de tro está atravesado por la repre- estilo mixteca-puebla de Ayarza sentación de un monstruo con (Santa Rosa), en las tierras altas

La Universidad 331 orientales de Guatemala [Perrot- cuerda una cara: esta constituido Minnot 2007b]. de un par de dos círculos concén- Si en el postclásico es po- tricos que conforman ojos y un sible apreciar, en el altiplano de ovalo aplastado que forma una Guatemala y en el occidente boca. Una serie de líneas cortas de El Salvador, muchas similitu- paralelas verticales, que bajan des y influencias del altiplano de de la supuesta boca horizontal, fi- México, atribuidas a migraciones guran un tipo de barba o dientes de grupos mexicanos, Robinson (Anexo 3: Plano 2, il. 8). Recuerda [2008: 137] recuerda que recla- un motivo del sitio ubicado en la marse parte de los ancestros tol- isla de Igualtepeque, en el lago tecas era un tipo de propaganda de Guija, en el departamento de corriente para legitimizar un gru- Santa Ana, muy parecido por la po que llegaba al poder, aunque forma de definir los ojos y los dien- no fuera mexicano. tes o barba (Anexo 3: Plano 6, il. La parte derecha del re- 8). gistro es muy distinta con la re- Más a la derecha de esta presentación de un personaje de representación, hay un relieve del perfil, bien definido, con un pec- paredón sin grabados y después toral, un arete, viendo hacia la iz- se observa otro panel densamen- quierda y con el brazo izquierdo te esculpido con círculos concén- levantado (Anexo 3: Plano 2, il. 7). tricos compartimentados, círculos El personaje está representado simples, círculos con rayos alrede- en una actitud solemne y con el dor, grupos de puntos y otras for- ceño fruncido. Frente a él, pare- mas que recuerdan la parte cen- ciera que algún elemento surge tral del paredón (Anexo 3: Plano del cuello de otro posible perso- 3, il. 1). naje, y se divide en varios chorros Un espacio sin glifos de o retoños. Aunque es difícil la lec- varios metros sigue, y siempre a la tura de esta escena, podría ser derecha y al límite del abrigo, se la representación de un eventual encuentra una concentración im- sacrificio humano. Cabe notar portante de depresiones, las más que las pinturas de Ayarza aso- grandes no exceden unos 10 cm cian una gran criatura reptil con de diámetro, aproximadamente un personaje amputado de un alineados horizontalmente, prác- brazo [Perrot-Minnot, 2007b]. ticamente al nivel del suelo del Debajo de mencionada abrigo (Anexo 3: Plano 3, il. 2). escena de El Letrero, un diseño re- Otras se encuentran incluso afue-

332 La Universidad ra de los límites del abrigo. Todo il. 1). Sin embargo, existen algunas este grupo aislado de puntos es pocas cuadradas (Anexo 3: Plano comparable con el conjunto de 5, il. 2) y unas con nariz y mejías depresiones observable en Piedra (Anexo 3: Plano 4, il. 9 y 10). La Sellada, cuyo registro grabado gran mayoría se encuentra a altu- incluye en su parte central una ra de hombre (1.50 m). concentración importante cons- A pesar de la simplicidad tituida exclusivamente de cúpu- del tema, no es corriente en El las, casi al nivel del suelo (Anexo Salvador y menos en estas canti- 3: Plano 6, il. 10). En Las Caritas, dades. En el sitio de El Letrero del se ve un grupo de depresiones Diablo de Sonsonate, se pudo similar pero difiere por estar en la identificar una ‘carita’ (Anexo 3: parte superior del registro y estar Plano 6, il. 11); en los sitios de La cruzado por otros motivos (Anexo Peña Blanca, La Montañona y 3: Plano 3, il. 1). En Honduras, en el El Tablón, constituidos de rocas departamento de Francisco Mo- al aire libre, en el departamento razan, a 22 km al sur de Teguci- de Chalatenango, se reconocen galpa, los abrigos rocosos de Las ‘caritas’, repetidas y de rasgos si- Cuevas Pintadas de Ayasta, aco- milares en la forma, en la técnica gen grandes grupos de puntos y en el tamaño asociadas con que forman líneas (Anexo 3: Plano grabados de líneas curvas (Anexo 6, il. 9). 3: Plano 6, il. 12). Las ‘caritas’ no son el úni- El caso particular de Las Caritas co motivo tratado en el abrigo; como ya lo hemos visto, se distin- Como el nombre del sitio lo in- guen un grupo de depresiones, lí- dica, el tema principal reconoci- neas curvas y rectas y un cuadra- ble es el de un rostro humano, sin do cruzado. Además, una figura cuerpo, representado cerca de antropomorfa grabada de forma cien veces, en la mayoría de los muy simple, está compuesta de casos de forma muy simple y de dos arcos para los brazos y las un tamaño entre 10 y 20 cm. La piernas, una línea vertical rema- forma más repetida se compone tada por un punto conforma el de un círculo en el cual dos hoyos tronco y la cabeza (Anexo 3: Pla- definen los ojos y un óvalo aplas- no 4, il. 3). Otro motivo parecido tado o incluso un hoyo más pro- está presente en el abrigo, pero fundo conforma la boca (Anexo sin el arco inferior para las piernas 3: Plano 4, il. 2, 4, 6 y 7 y Plano 5, ni el punto para la cabeza (Anexo

La Universidad 333 3: Plano 4, il. 5). Una representa- denotar la continuación de una ción muy estilizada antropomorfa misma tradición durante cierto comparable existe en la Poza de tiempo. los Fierros de Guatajiagua (Anexo Tanto el estilo de los gra- 3: Plano 6, il. 13). bados como el material cerámico observado en los abrigos apuntan Conclusión hacia una datación del postclá- sico. Por las informaciones de las Las Caritas y El Letrero son sitios fuentes etnohistóricas, podríamos rupestres cercanos parecidos, en asociar las manifestaciones gráfi- la morfología y la técnica, a mu- co rupestres a grupos pipiles. chos otros sitios de las regiones Los abrigos conforman centrales y de la costa occiden- una protección natural contra la tal de El Salvador. Sin embargo, a lluvia y podían acoger cazado- pesar de estas similitudes, el estu- res de forma puntual, además de dio comparativo en detalle de los tener una función sagrada. El vín- grabados demuestra diferencias culo con el elemento agua pare- notables entre los dos lugares. ce demostrado por la presencia El Letrero, con su manan- abundante de ríos y manantiales tial que sale de la pared del abri- en el entorno inmediato de los go y sus dimensiones impresionan- abrigos. Sin embargo, las diferen- tes, presenta una variedad de cias estilísticas indican probable- estilos, figurativos o no. La organi- mente que la función de los sitios zación de los grabados en grupos debía ser más compleja que una en varios lugares del paredón, simple asociación con el agua. delata tal vez varios períodos de Una misma interpretación semán- actividad rupestre, aunque solo tica hubiera llevado a una simili- las excavaciones arqueológicas tud más grande en la iconografía podrían dar indicios al respecto. de los temas empleados. En cambio, en Las Caritas, Al nivel de la costa occi- la repetición más de cien veces dental de El Salvador, se nota una del motivo que da el nombre al concentración de sitios rupestres sitio, a pesar de que no es el úni- ubicados en quebradas, a la ori- co tema abordado, es un caso lla de la planicie costera y de la realmente singular en el país. Si la llanura de la Sierra Apaneca-lla- razón o el sentido de tanta repeti- matepec. La diversidad estilística ción de un mismo motivo es difícil de los grabados y las diferencias de aclarar, por lo menos, podría en la cronología de los materiales

334 La Universidad asociados, en el corpus de sitios daciones». Informe. Green Project. costeros, revela distintas realida- San Salvador. des culturales. Para profundizar la cues- Coladan, Elisenda y Paul Ama- tión de la cronología y afiliación roli [2003]. «Las representacio- cultural de los sitios de arte rupes- nes rupestres de El Salvador». En: tre de la costa occidental de El Arte rupestre de México oriental Salvador, planteamos la realiza- y Centro América, M. Künne y ción de excavaciones en La Pie- M. Strecker (eds.), 143-161. Berlín: dra Sellada en 2009. Gebr. Mann Verlag. Al nivel turístico, se apoya- rá a la sensibilización del público, Costa, Philippe [2007]. «Los pe- por medio de artículos de prensa y trograbados de la Cueva de los de la elaboración de rótulos para Fierros (Departamento de Ca- los sitios. Esto ayudará a la con- bañas, El Salvador)». Ponencia servación del patrimonio rupestre presentada en el VIII Coloquio que aún no goza de mucho re- Guatemalteco de Arte Rupes- conocimiento en el país y podría tre. Universidad de San Carlos de permitir, en un futuro, el desarrollo Guatemala, septiembre de 2007. de proyectos eco-turísticos auto- sostenibles que involucren a las Costa, Philippe y Sébastien Perrot- comunidades cercanas de los si- Minot [2007]. «Los petrograbados tios. de San José Villanueva (depar- tamento de La Libertad, El Salva- Bibliografía dor)». Ponencia presentada en el II Congreso Centroamericano de Alfaro, Claudia y Marielba Herrera Arqueología. San Salvador, octu- [2008]. «Sitio El Letrero: un espacio bre de 2007. sagrado con grafías rupestres». Ponencia presentada en el IX. Cortez y Larraz, Pedro [1958]. Des- Coloquio Guatemalteco de Arte cripción geográfico-moral de la Rupestre. Universidad de San Car- diócesis de Guatemala. Guate- los de Guatemala, septiembre de mala: Biblioteca ‘Goathemala’ 2008. de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, vol. 20. Amaroli, Paul [1996]. «Recursos (Escrito en 1770). culturales del Parque Nacional El Imposible: evaluación y recomen- Estrada Belli, Francisco [1998].

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338 La Universidad Cerámica polícroma Copador en El Salvador. Análisis de los contextos de Tazumal, San Andrés y Joya de Cerén

Claudia Alfaro Moisa

Los sistemas culturales se sustentan en las necesidades diversas de los miem- bros de una sociedad de forma individual y colectiva [Sharer y Ashmore, 1987: 5]). Cada uno de sus componentes posee una función para mante- ner el sistema, relacionada con los otros componentes del mismo median- te la estructura (redes de relaciones) y proporciona una visión sincrónica e interrelacionada de las sociedades reguladas [Ibíd]. El presente artículo se presenta un panorama general de la cerámica polícroma Copador en El Salvador; el origen del término, una reseña de las principales investigacio- nes y su distribución geográfica. Se enfoca en la comparación de los con- textos arqueológicos de su hallazgo en los sitios de Joya de Cerén, Tazumal y San Andrés. El documento es una reseña correspondiente a la primera fase de investigación de la tesis de Licenciatura a defender en 2011.

Origen del término ‘copador’ y sobre todo en su fase terminal. establecimiento de su El término ‘Copador’ fue su- cronología gerido por Alfred V. Kidder cuando hacía referencia al área de distri- La cerámica Copador ha sido de bución de este estilo, comprendida interés en investigaciones arqueo- por las zonas de Copán, suroeste lógicas focalizadas en el perío- de Honduras y la zona central de El do clásico tardío y es reconocida Salvador [Boggs, 1950: 264]. como marcador de dicho período

La Universidad 339 Longyear afirma que la ubicados bajo las Estelas I, J y M; manufactura de la cerámica polí- esto permitió establecer y ubicar la croma Copador se efectuaba en cerámica Copador en el período talleres especializados en Copán clásico tardío [Boggs, 1944: 42]. (apuntándose este sitio como el Para Longyear los datos lugar de origen, debido a la ausen- de dos estelas indican el principio cia del Falso Copador o Arambala) de un Copador desarrollado, y la y desde ahí eran distribuidos hacia fecha del último monumento er- Chalchuapa para su comercializa- guido en Copán, la escultura G1, ción [Longyear 1952:64]. Longyear señala su probable fin [Longyear ubica el Copador Polícromo en el 1952: 45]. área mesoamericana dentro del La correlación de fechas periodo full classic (clásico tardío asociadas por Longyear se basó 600-900 d. C.), el cual corresponde en la secuencia cronológica por al tipo identificado como ‘Polícro- Goodman-Thompson-Martínez, mo Maya Rojo, Negro y Naranja donde los investigadores estable- sobre Naranja’ [Sharer 1978: 55]. cen analogías íntimas entre varios Anteriormente, la cerá- estilos cerámicos provenientes de mica polícroma Copador junto a las tumbas del Tazumal y la cerá- los tipos Arambala, Gualpopa y mica polícroma excavada bajo la otros polícromos eran cataloga- estela M, fechada en 9.16.5.0.0 y dos dentro del grupo designado determinada para el 757 d.C. [Bo- como cerámica maya polícroma ggs, 1945: 42]. Boggs encuentra se- [Boggs, 1943: 132-133 y 1945:21]. mejanzas con la cerámica hallada Cabe destacar que en las fichas bajo la estela I, cuyo fechamiento de catálogos del Departamento es de 9.12.5.0.0, es decir, 677 d.C. de Arqueología que abarcan las [Boggs, 1945]. Posteriormente, Wol- investigaciones arqueológicas de fang Haberland lo ubica dentro de las décadas de 1930 a 1940, se su secuencia para cerámica pre- reconocen los siguientes tipos ce- hispánica de El Salvador en el pe- rámicos: Plomizo, Polícromo Maya; ríodo full classic, entre el 500-1000 monocromos, bícromos y polícro- d. C. [Haberland, 1960: 23], es de- mos [autores varios, 1930-1949]. cir, sumando cien años en relación Las investigaciones arqueo- con la cronología de Longyear lógicas en Copán arrojaron datos (Ver Cuadro 1). relacionados con el fechamien- to y el hallazgo de cerámica tipo Copador Polícromo en escondrijos

340 La Universidad Cuadro 1. Fechamientos de cerámica Copador en estelas de Copán

Monumento Fecha en Fecha en la Característica de la Período la estela era cristiana ofrenda Copador Estela I 9.12.5.0.0 + (677 d.C)+ Dos vasos cilíndricos co- Full classic/ pador decorados con clásico glifos, vasija copador tardío decorada con perso- najes, cuenco simple copador con decora- ción glífica y círculos concéntricos, vasijas copador de silueta compuesta zoomorfa, jarra copador con el glifo ‘kin’, jarra copador decorada con un glifo; algunas contenían carbón y caracoles. 24 estalactitas, bivalvos y cinabrio.+ Estela J 9.13.5.0.0 + (702 d.C) Bivalvo, incensario, Full classic/ vaso cilíndrico copa- clásico dor, vasija efigie copa- tardío dor, jarra copador con dos asas.+ Estela M 9.16.5.0.0. (757 d.C. )+ Solo presenta un vaso Full classic/ + copador corto y uno clásico largo con motivos tardío antropomorfos, una perla,fragmentos de hueso, conchas, car- bón y obsidiana, jarros monócromos miniatura, un cuenco pequeño de engobe rojo de he- matita especular sobre naranja, dos cuencos bícromos de engo- be rojo de hematita especular sobre blanco muy fino, un par de ore- jeras y un par de vasos cilíndricos.+ Secuencia de Goodman-Thompson-Martínez. [Boggs 1945: 41, 42] [Longyear 1952: 51-52]

La Universidad 341 A medida que las investi- finalizar el análisis cerámico de la gaciones arqueológicas experi- muestra, Sharer ubica la cerámi- mentaron un auge en la década ca polícroma Copador en la fase de los sesenta, Robert Sharer ana- tardía del período clásico, dentro lizó una muestra cerámica amplia del Complejo Cerámico Payu, procedente de Chalchuapa. La Fase Payu del 600-900 d. C. [Sha- muestra analizada se componía rer, 1978: 111]. Asimismo, ubicó de aquella tomada por William dentro de este complejo cerámi- Coe a finales de los cincuentas y co a los tipos Arambala, Gualpo- del material cerámico producto pa, Guazapa, Ayutuxtepeque y de las excavaciones arqueológi- Tapalhuapa [Ibid, 1978: 117] (Ver cas del Proyecto Chalchuapa. Al Cuadro 2).

Cuadro 2. Secuencia de la cerámica polícroma Copador Complejo Unidades Tipo- Grupo cerámi- Variedades de cerámica cerámico Variedad * co Copador polícroma Copador ** Payu (650-900 d.C.) *Grupo cerámico 1. Copador Polícromo Chiquihuat Variedad Glífica A+ Clásico tardío *Grupo cerámico 2. Copador Polícromo Gualpopa Variedad Glífica B+ *Grupo cerámico 3. Copador Polícromo Ayutux Variedad Glífica C+ *** *Copador 4. Copador Polícromo *Grupo cerámico Polícromo Variedad Glífica D Copador (Ver nota) *Pushtan 5. Copador Polícromo *Grupo cerámico Variedad Glífica E + *** Arambala *Pacho Inciso 6. Copador Polícromo *Grupo cerámico Variedad Figura A + Tepeto 7. Copador Polícromo *Grupo cerámico Variedad Figura B+ Jujutla 8. Copador Polícromo Variedad sin Especificar + 9. Pacho Inciso.+ * Tomado de la secuencia cerámica para Chalchuapa [Sharer, 1978:111] ** Muestreo de 17 ejemplares de cerámica copador proveniente de Tazumal [Ibid: 55, 132-133] *** Variedades glíficas C y E ausentes en Copán [Viel: 103] + Variedades identificadas en Tazumal [Sharer: 54-55] Nota: La variedad Figura A se ha encontrado en Joya de Cerén, asimismo la Variedad Glífica D.

342 La Universidad En la zona de Chalchua- Stanley Boggs, en su pu- pa, la cerámica polícroma Copa- blicación de 1950, Archeological dor junto con la cerámica Gual- Excavations in El Salvador, desta- popa provienen de la tradición ca el uso de hematita especular, cerámica Huiscoyol dentro de la engobes rojo y negro, figuras an- Fase Xocco, fechada en 500 d.C. tropomorfas y zoomorfas [Boggs, [Sharer, 1978: 117]. Sumado a ello, 1950]. En otra publicación señala otras evidencias arquitectónicas «… unas variedades de Copador y asociaciones entre tipos cerá- (especialmente la de falso Copa- micos sugieren el establecimiento dor) y Salúa (Polícromo Campa- de relaciones comerciales con na) parecen haber sido produc- lugares como Copán y las Tierras ción de alfareros salvadoreños, Bajas en su fase más temprana. a juzgar por su abundancia y dis- En la zona costera, el sitio tribución…» [Boggs, 1963: 47], lo arqueológico Cara Sucia, que fue cual refuerza el planteamiento de el asentamiento periférico sur de la Kidder sobre la distribución geo- cultura Cotzumalhuapa durante el gráfica de la cerámica polícroma período clásico tardío, las relacio- copador. nes comerciales con tierras mayas Durante el desarrollo del se reflejan en el hallazgo de cerá- Proyecto Chalchuapa, entre 1966 mica polícroma Copador en de- y 1970, Sharer establece los atri- pósitos de la fase Tamasha [Sharer butos de la cerámica Polícroma en Von Schonfeld, 1995: 14]. Copador basándose en el análisis En cuanto a los atributos cerámico de 14 vasijas completas de la cerámica polícroma Copa- y 104 fragmentos procedentes de dor, los primeros fueron reconoci- la zona investigada [Sharer: 54]. dos por Longyear, identificando Los atributos giran en base a los tres atributos principales: tres ele- motivos decorativos, morfología mentos jeroglíficos identificados cerámica y la composición de la con las letras A, B y C; presencia pasta y engobes. (Ver Cuadro 3). de personajes sedentes de cúbito El contexto de la muestra era de ventral, sentados o de pie; pája- tipo ceremonial y funerario de las ros representados en forma natu- estructuras 1B y 1C, el material ral convencional o cierta estiliza- procedía de las excavaciones ción. También señala un patrón o realizadas por Stanley Boggs en frecuencia de motivos de acuer- los años 1942, 1943, 1944 y 1953 do a la combinación de formas y [Ibid, 1978: 133]. decoración [Longyear 1952:60].

La Universidad 343 Cuadro 3. Atributos de la cerámica Copador Identificación de -Hematita especular, pintura negra y usualmente naranja atributos * sobre engobe color crema o naranja. -Los motivos más comunes son los elementos glíficos (pin- tados en rojo y color naranja de relleno) y figuras de perfil (antropomorfas y zoomorfas-aves- delineados en color negro y rojo, rellenos de color naranja) -Pasta fina y suave color crema. [Sharer, 1978:53]

Formas y dimensio- *Cuencos cilíndricos de paredes verticales de base plana nes* y borde recto [Sharer, 1978:53] *Cuencos de paredes divergentes de base convexa y borde recto[Ibid:53] *Cuenco de paredes compuestas, de base convexa o base recta, bordes rectos o ligeramente divergentes[Ibíd., 1978:53]

Tratamiento** Pasta: Fina, homogénea, color crema (beige), similar a la pasta del tipo Izalco; pequeñas inclusiones de cuarzo, integradas y distribuidas de forma regular. Textura com- pacta y homogénea. Algunas variedades presentan pas- ta menos fina y menos uniforme, color bastante regular similar al 10 YR 8/3, de núcleo color negro, reducido en ocasiones [Viel 1993: 103] Superficie: Engobe pulido, aspecto variable, generalmen- te brillante, pero no son raras las superficies mate. El engo- be presenta matices desde el beige (10 YR 8/3) y anaran- jado (5 YR 7/6). Se observan en algunas ocasiones efectos incontrolados de la cocción diferenciada [Ibid: 103] Decoración: Policromado en rojo y negro sobre el engo- be. Se emplean los colores rojo hematita especular (5 R 3/6, 7.5 R 3/6), negro (5 YR2/1, 2/2, 3/1) y rojo anaranjado (10 R5/8, 2.5 YR 5/8, 4/8). En ocasiones se observan rastros de pintura blanca, la decoración en los platos trípodes, cuencos simples y compuestos es interna y externa; mien- tras que en los vasos y en los cántaros la decoración es externa. [Ibid: 103]

*[Sharer, 1978:53]/**[Viel 1993: 103]

344 La Universidad Área de distribución de la mán y Beltrán, 2002: 281]. El ar- cerámica Copador queólogo guatemalteco Juan en Mesoamérica Luis Velázquez, reportó del hallaz- go de cerámica polícroma Co- La evidencia de cerámica polí- pador en la zona del Quiché en croma Copador es indicador de Guatemala (comunicación per- la dinámica participación co- sonal en el 2009). mercial e ideológica de varios Cerca de la frontera con asentamientos mayas del clásico Belice se reporta la recolección tardío, ubicados entre la franja de tiestos de cerámica polícroma fronteriza de Guatemala y el cen- Copador durante la Expedición tro de Copán, el lado sur oriental del Museo Británico en el siglo y Tierras Bajas centrales [Sharer y XIX, durante las investigaciones Sedat, 1971: 12]. en Pushilá [Bishop y Beaudry 1994; Entre los sitios arqueológi- Bishop et al.1986; Joyce 1929; Ha- cos de la zona oeste de Honduras mmond, 1975 en Bill, Braswell y que reportan evidencia de cerá- Prager, 2005: 460]. mica polícroma Copador se en- cuentran Copán, Santa Rosa [Ko- Estudios de cerámica Copa- sakowsky y Belli, 1997:713], Paraíso dor en El Salvador y Cafetal [Canuto, Bell y Bill, 2007: 912], El Cajón, Gualjoquito, Valle Los primeros hallazgos re- de Sula, Valle de Comayagua, La gistrados se remontan a 1920 y Sierra en el Valle de Naco, parte fueron hechos por Samuel K. Lo- Baja del Valle de Motagua y po- throp, quien excavó pozos de cos hallazgos en Quiriguá [Urban sondeo en la zona de Milingo y los y Schortman, 1984: 241, 245 y 248] Almendros en San Salvador. En el y el Valle de Ulúa [Joyce, 1984: último sitio, Lothrop encontró en el 288; Hirth, 1984: 313]. mismo nivel estratigráfico alfarería En Guatemala se reporta Tohil plomiza, Maya y Nicoya po- en el Altiplano Oriental: Asunción lícroma y fragmentos de figurillas Mita [Sharer: 55] y Chiquimulilla que representan a Tlaloc. [Cobos [Kosakowsky, Belli, Pettit, 1997], 1994: 22]. Destacaba las carac- Costa Sur de Guatemala, Tiqui- terísticas de la cerámica ‘Maya’ sate [Belli y Kosakowsky, 1997]; como la presencia de escritura Tierras Bajas: Motagua [Román glífica, figuras antropomorfas y zo- Ramírez, 2006] y en la Vega del omorfas. Cobán [Acuña, Menéndez, Ro-

La Universidad 345 Durante el año de 1926, yendo a la asociación de los Samuel Lothrop reconoce el eventos eruptivos con el mate- aporte de Lardé y efectúan jun- rial cerámico atrapado entre las tos la exploración del Cerro El Za- capas de ceniza. A partir de sus pote, en el barrio de San Jacinto investigaciones, Lothrop propone (San Salvador). Los resultados de la primera secuencia cultural pre- los trabajos efectuados demostra- hispánica para El Salvador, en la ron que los materiales de la capa cual reconoce los diversos perío- superior representaban una varie- dos de ocupación representados dad de culturas arqueológicas, por la cerámica. Lothrop estable- ya que se podían distinguir cerá- ce períodos de ocupación tem- micas propias a tipos Arcaicos, prana (equivalente al período alfarería del tipo Maya, cerámica preclásico); de culturas mayas plomiza y vasijas con la imagen (equivalente al período clásico) y de Tláloc las cuales correspon- pipil (equivalente al período post- dían a la cultura pipil. Contribu- clásico) [Ibid: 23].

346 La Universidad Hasta entonces no había rasgos arqueológicos. una definición de los tipos ce- En 1942 se realiza la pri- rámicos que se emplean en la mera temporada de excavacio- actualidad, como la cerámica nes arqueológicas controladas polícroma Copador, Chancala, en el sitio arqueológico Tazumal. Guarumal y Guazapa entre otros. Stanley Boggs efectúa trabajos Hacia 1941, John Dim- de excavación en EB1-1 y EB1-2 y mick, Maurice Ries y Stanley Boggs realiza estudios de cerámica y ar- excavan en la Campana San An- quitectura. [Cobos 1994: 24 y 25]. drés y efectúan estudios arqueo- Las investigaciones dejan lógicos formales de cerámica y como resultado una gran canti- arquitectura prehispánica. El área dad de cerámica. Por primera vez seleccionada para los trabajos se elabora el Catálogo de Investi- se enfocó básicamente a liberar gaciones correspondiente a 1942; las fachadas de las estructuras 1 cabe mencionar que el investiga- (Montículo A) y 3 (Montículo C), dor continúa empleando el térmi- abrir una trinchera en las áreas sur no de cerámica ‘maya’. Hacia y suroeste del denominado mon- 1943, Boggs excava las estructu- tículo «Campana» (Estructura 5) y ras E1-C, Tumba 1 y E1-B. Para la en otro montículo localizado en la temporada de excavaciones de Plaza Norte y cercano a la Cam- 1953 investiga la Estructura E1D, pana, hacer pozos de prueba en enfocándose en el escondrijo 50- la parte oriental de la estructura 2. En cada una de estas tempo- 3 [Ibid: 24]. Dentro de los diversos radas de investigaciones se deno- tipos cerámicos detectados se mina la cerámica Copador. encuentra el hallazgo de cerámi- John M. Longyear III y ca de la ocupación del período Stanley Boggs efectúan el reco- clásico tardío, como la cerámi- nocimiento de las investigacio- ca polícroma Copador, Polícro- nes de Tazumal haciendo énfasis mo Campana, entre otros. Es de en cronologías y en la cerámi- notar que dentro de los reportes ca [Longyear, 1944: 56-72]. Lon- de campo no existe la denomina- gyear ubicaría posteriormente la ción del tipo Polícromo Copador. cerámica Copador en la esfera Este proyecto brindó datos valio- Tepeu, asociada a Copán, den- sos emanados de la descripción tro del período clásico en la fase de tipos cerámicos asociados full classic, entre el 850-1100 d.C. con materiales líticos, figurillas, [Ibid: 80]. entierros, arquitectura, entre otros

La Universidad 347 En 1952 Longyear realiza excavaciones arqueológicas en investigaciones arqueológicas en San Andrés. En la temporada Copán, haciendo énfasis en cro- de 1978 Jorge Mejía efectúa el nologías y en la cerámica. Re- hallazgo de importantes rasgos copila y sistematiza las caracte- ceremoniales característicos del rísticas de la cerámica Copador clásico tardío, entre los que se como la decoración y aísla en un destacaron piezas de cerámica pequeño catálogo las figuras de- polícroma Copador en contexto tectadas en la cerámica Copa- ceremonial [Cobos 1994: 36-38]. dor proveniente de Copán y de El Entre 1978 y 1979 se eje- Salvador. cuta el Proyecto Protoclásico di- Uno de los proyectos em- rigido por Payson Sheets, cuyo blemáticos fue sin duda el Pro- objetivo era ubicar sitios arqueo- yecto de Chalchuapa, dirigido lógicos en el Valle de Zapotitán y por Robert Sharer, que dio conti- efectuar estudios arqueológicos y nuidad al proyecto arqueológico geológicos [Ibid 1994: 39]. Se pro- iniciado por William Coe en 1954. fundiza en el estudio de la cerá- Las temporadas de excavaciones mica prehispánica, enfocándose en los años 1967, 1968, 1969 y 1970 en el material arqueológico pro- permitieron sistematizar la cerá- cedente de El Cambio y de Joya mica recolectada durante estas de Cerén. El estudio de Susan temporadas [Sharer 1978: 3]. Es- Chandler en El Cambio aportó la tablece las secuencias cerámicas secuencia cerámica para el Va- de Chalchuapa que servirían de lle y estableció la relación entre base para posteriores estudios ar- tipos cerámicos y la estratigrafía; queológicos en el área. por otro lado, se profundiza con Hacia 1974, William Fowler análisis químicos de composición y Howard Earnest realizaron la- de pasta y engobes de la cerá- bores de rescate en la zona del mica polícroma Copador, Gual- embalse del Cerrón Grande; se popa y Arambala. Dichos estu- registran ejemplares de cerámica dios fueron realizados por Judith polícroma Copador en los sitios A. Southward y Diana C. Kamilli de Hacienda Colima [Crane 1974: [Sheets 1983: 147]. 18], El Tanque y El Perical [Fowler y Tras el hallazgo de Joya Earnest, 1976: 25] de Cerén, Sheets organiza las Durante 1977, el Museo temporadas de investigaciones Nacional de Antropología de El arqueológicas en 1989,1991, 1992 Salvador organiza una serie de y 1994. Dentro del Proyecto Joya

348 La Universidad de Cerén, se dio continuidad a tipos cerámicos pertenecientes a los estudios cerámicos iniciados la Fase Payu [Velásquez y Hermes, en el Proyecto Protoclásico, efec- 1996: 556]. tuados por Marilyn P. Beaudry- Durante 1996 se efectúan Corbett, quien se focalizó en los rescates en el sitio La Viuda, por contextos arqueológicos de cerá- los arqueólogos Howard Earnest mica polícroma Copador, Gual- y Katherine Sampeck, donde se popa, Arambala, Guazapa entre recuperó cerámica del clásico otros [Sheets, 2002: 117-138]. tardío. Dentro de esta se destaca La zona de la Cordillera la cerámica polícroma Copador del Bálsamo se ha caracterizado y Guarumal, junto con restos den- por hallazgos arqueológicos de tales y pintura roja [Earnest y Sam- los períodos preclásico, clásico y peck, 1996: 9]. postclásico. En 1992, Paul Amaroli En el centro de la capi- efectúa en Madreselva el hallaz- tal, durante el año de 1994, el ar- go de un entierro perteneciente queólogo Blas Castellón efectúa a un adulto, que contaba entre excavaciones en la Catedral Me- sus ofrendas, cerámicas policro- tropolitana de San Salvador, re- ma Copador y Chalate Tallado cuperando artefactos coloniales [Amaroli, 1992: 4]. y prehispánicos. Dentro de la ce- En 1993 se inician las ex- rámica prehispánica se encontró cavaciones en Nuevo Cuscatlán, cerámica polícroma Copador y encabezadas por José Luis Veláz- Ulúa, entre otras [Castellón, 1994: quez y Bernard Hermes. Ellos ha- 15]. llaron en los sectores I y V, en la En el siguiente cuadro se estratigrafía perteneciente al clá- enumeran algunos hallazgos ce- sico tardío, cerámica polícroma rámica Polícroma Copador en El Copador, Gualpopa, Arambala Salvador: y Machacal Púrpura, entre otros

La Universidad 349 Zona o departamento Sitio Arqueoló- Referencia gico Área El Paraíso, Embalse del Ce- El Tanque Fowler & Earnest, 1976 rrón Grande, Chalatenango Hacienda Santa Bárbara, Embalse El Perical Fowler & Earnest, 1976 del Cerrón Grande, Chalatenango Hacienda Colima, Embalse del El Remolino Fowler & Earnest, 1976 Cerrón Grande, Cuscatlán Municipio de Chalchuapa, Depar- Casa Blanca Ohi, 2000 tamento de Santa Ana Municipio de Chalchuapa, Santa Tazumal Boggs, 1940, 1941,1943 y 1950; Sharer, 1978. Ana Municipio de Ataco, Los Tablones Hallazgo en 2009 Comunicación personal Ahuachapán con Arqueólogo Roberto Gallardo, Municipio de Cara Sucia, Departa- Cara Sucia Fichas de Catálogos de Investigación, De- mento de Ahuachapán partamento de Investigaciones, MUNA Departamento de Sonsonate Hacienda San An- Fichas de Catálogos de Investigación, De- tonio Monterrico partamento de Investigaciones, MUNA Departamento de La Libertad Hacienda Tula Fichas de Catálogos de Investigación, De- partamento de Investigaciones, MUNA Municipio del Puerto de la Liber- Playa El Zonte Gallardo, 1998 tad, Departamento de La Libertad Municipio de Opico, Departamen- San Andrés Dimmick &Ries, 1941; Mejía, 1977; McKee, to de La Libertad 1994. Municipio de Opico, La Libertad Joya de Cerén Sheets; 1981, 2002 Municipio de Antiguo Cuscatlán, Madreselva Amaroli, 1992 Departamento de La Libertad Municipio de Antiguo Cuscatlán, Nuevo Cuscatlán Velásquez y Hermes, 1993-1994 Departamento de La Libertad Municipio de Antiguo Cuscatlán, La Viuda Earnest &Sampeck, 1996 Departamento de La Libertad Municipio de Opico, La Libertad El Cambio Chandler en Sheets, 1983; González, 2005; Castillo, 2006 y 2007

Municipio de San Salvador, Depar- Cerro El Zapote Lothrop y Lardé, 1926; Boggs y Longyear, tamento de San Salvador 1944. Municipio de San Salvador, Depar- Milingo Lothrop y Lardé, 1920 tamento de San Salvador Municipio de San Martín, Departa- Los Almendros Lothrop y Lardé, 1920 mento de San Salvador Municipio de Candelaria de la Lotificación San Alvarado,2008 Frontera, Departamento de Santa Antonio Abad Ana Municipio de Guazapa, Departa- Lotificación Méndez, 2008 mento de San Salvador Aragón Cuadro elaborado por la autora.

350 La Universidad Imagen 2. Distribución de la cerámica copador en El Salvador. Elaborado por la autora.

Análisis de contextos arqueoló- realizar su posterior análisis asocia- gicos de la cerámica polícroma do a la temporalidad, en base al copador en El Salvador. Casos: análisis estratigráfico. Los análisis Tazumal, San Andrés y Joya de completos de los datos se refleja- Cerén rán en el documento final de tesis. Este tipo cerámico puede La cerámica Copador contextua- tener diversos atributos relacio- lizada junto a otros tipos cerámi- nados con las funciones sociales cos y artefactos son indicadores tomando en cuenta los contextos de una amplia red cultural y de arqueológicos: la decoración po- comercio entre varios asenta- dría indicar afiliación a un grupo mientos, entre los que se incluye cultural, estatus social y en algu- Tazumal y San Andrés en El Salva- nas ocasiones linaje. Lewis Binford dor, Kaminaljuyú (actual ciudad sostiene que «en [algunos] ca- de Guatemala) y Copán (Hondu- sos la cerámica puede jugar un ras), así como con otros puntos de papel importante en cuestiones las tierras bajas mayas. En cada de religión e ideología» [Binford, uno de los contextos se procurará 1972: 77-79] delimitando a su vez describir la cerámica polícroma un área geográfica correspon- Copador, asociarla en base a las diente a un grupo o varios grupos formas y decoraciones a determi- culturales. La distribución geográ- nados contextos arqueológicos y fica, comparación del material

La Universidad 351 arqueológico, estudio de la es- lícromo Copador con figuras zo- tratigrafía y la arquitectura entre omorfas, antropomorfas, puntos estos centros permitió establecer y glifos. A partir de la temporada vínculos entre zonas aparente- de 1952 en el Tazumal, Boggs re- mente distintas. dacta dentro de las Fichas del Catálogo de Investigación corres- Tazumal pondientes a Tazumal descripcio- nes de la cerámica, dentro de las Durante 1943, Boggs excavó la que aparece finalmente descrita Estructrua E1-C, Tumba 1 y reco- como cerámica tipo ‘Copador’. lectó durante esa temporada Asimismo aparecen ya denomina- siete ejemplares de cerámica po- dos los tipos cerámico Gualpopa y lícroma Copador decorada con Arambala. Todos los hallazgos de pseudoglifos, diseños geométri- ambas temporadas están relacio- cos y nadadores. Durante esta nados con aspectos ceremoniales temporada, en la Estructura E1-B, y funerarios, asociados con las eli- dentro de la Tumba 2, se ubican tes de Tazumal durante el período 19 piezas de cerámica polícroma clásico tardío. [Datos extraídos de Copador. En la Tumba 2, Entierro las Fichas de Catálogo de Investi- G, también se encontró un cuen- gaciones Tazumal 1953]. co polícromo Copador de silueta compuesta con forma de batra- San Andrés cio. La Tumba 3 presenta un caje- te Polícromo Copador decorado En 1977, el Museo Nacional de An- con pseudoglifos, mientras que en tropología de El Salvador organizó la Tumba 4 se halló un cajete Po- una serie de excavaciones en San lícromo Copador decorado con Andrés. Jorge Mejía realizó en la figuras geométricas [Datos extraí- acrópolis hallazgos importantes; dos de las Fichas de Catálogo de las excavaciones se focalizaron en Investigaciones Tazumal 1943]. la Estructura E7, Unidad B, ubica- En la temporada de ex- das en la Acrópolis. [Cobos, 1994: cavaciones de 1953 en Tazumal, 36-38] en la Estructura E1D, dentro del El hallazgo se compone de escondrijo 50-2, se ubican un ca- un pedernal excéntrico junto a un jete Polícromo Copador con aves sahumerio monocromo (Rasgo 1), acuáticas, figuras antropomorfas acompañado por 7 conchas de y un quincunce. Mientras que en Spondylus con restos de pintura la Tumba 7 se halla un cajete Po- hematita especular, una espina de

352 La Universidad mantarraya, obsidiana, una cuen- 3). Junto con cerámica de estilo ta de jadeíta (Rasgo 2), así como asociado a la zona del Petén en tres variedades de cerámica polí- Guatemala. [Datos extraídos de las croma Copador: 2 copadores con Fichas de Catálogo de Investiga- figuras de monos y glifos, 1 copa- ciones San Andrés 1978] dor con nadadores y glifos (Rasgo

A. Rasgo 1 y 2

B. Parte del Rasgo 2

C. Parte del Rasgo 3

El hallazgo de Mejía relaciona la mido por la población común y cerámica polícroma Copador a corriente. un ámbito ceremonial, acompa- ñado de materiales relacionados Joya de Cerén con rituales asociados a gober- nantes. Un pedernal excéntrico, La antigua comunidad de Joya espinas de pescado y mantarra- de Cerén fue enterrada por una ya, conchas, hematita especular erupción ocurrida alrededor de y cerámica importada de la zona 650 d.C., en un punto situado a del Petén hacen suponer que el menos de un kilómetro hacia el polícromo Copador consumido norte de Joya de Cerén. [Sheets, por la elite era distinto al consu- 2002: 5 y 8]. Fueron expulsados

La Universidad 353 materiales que variaban desde ce- Complejo 1, de las Estructuras 2A niza fina hasta bombas volcánicas y 2B y de la Estructura 3. [Beau- de un metro de diámetro. En poco dry, 1989: 91-93]. Las estructuras tiempo, estos materiales enterraron poseen carácter doméstico, rela- el asentamiento bajo varias capas cionado con actividades de pro- de ceniza que sumaron de 4 a 8 cesamiento de materias primas y metros de espesor. [Ibid: 8]. almacenaje. [Sheets, 2002: 45- 48]. Joya de Cerén constituía Las estructuras 2A y 2B son una comunidad aparentemen- de tipo residencial, mientras que te pequeña, muy posiblemente la Estructura 3 es de carácter cí- tributaria a San Andrés. La exten- vico. [Ibid: 58-64]. De las muestras sión total aún no ha sido precisa- de Copador provenientes de di- da, pero la información disponi- chos contextos, no han demostra- ble sugiere que era menor de 20 do ser un tipo empleado en cere- hectáreas [Ibid: 3]. monias, más bien de tipo utilitario La mayoría de cerámica y de servicio. polícroma Copador proviene del

Imagen 3. Complejo 1 Joya de Cerén. Plano tomado de Plan de Manejo Joya de Cerén. Getty Institute, FUN- DAR.

Cerámica polícroma Copador de variedad des- conocida encontrada en el Complejo 1, junto con Gualpopa, Campana, Mocal en el grupo de polí- cromos; engobe raspado Guazapa, Cashal y Obra- je Rojo, entre tipos utilitarios. [Beaudry , 1989: 91]

354 La Universidad Imagen 4. Complejo 2 Joya de Cerén. Plano tomado de Plan de Manejo Joya de Cerén. Getty Institute, FUNDAR.

Cerámica polícroma Copador de una variedad desconocida de encontrado en las estructuras 2A y 2B, junto con Gualpopa, La Presa, Sacazil y Tazula entre los polícromos; engobe raspado Guazapa y Obraje Rojo de tipo utilitarios [Beaudry, 1989: 92].

Imagen 5. Plano tomado de Plan de Manejo Joya de Cerén. Getty Institute, FUNDAR.

Una variedad desconocida de cerámica polícroma Copador encontrado en la Estructura 3, junto con tipo La Presa Rojo en la categoría de polícromos; Guaza- pa y Obraje Rojo como utilitarios [Beaudry, 1989: 93].

La Universidad 355 Comentarios identifica el glifo ‘C’. Se destaca la ausencia de cuencos de silueta Se han tomado como base dos compuesta y base plana, común sitios arqueológicos que ofrecen en los hallazgos arqueológicos de el contexto ceremonial, Tazumal Tazumal. y San Andrés, con presencia de En el sitio arqueológico de ofrendas de tipo funerario y ritual Tazumal, por el contrario, predo- procedentes de estructuras con mina la decoración tradicional de características asociadas a las eli- la cerámica polícroma Copador tes gobernantes. Joya de Cerén propuesta por Sharer, cuya forma posee estructuras de uso cotidia- predominante es la de cuencos no, con zonas de procesamiento de silueta compuesta y base pla- y almacenaje. Ambos contextos na con acanaladuras y una can- arrojan datos sobre la presencia tidad limitada de la decoración de la cerámica polícroma Copa- ‘melón-stripe’ (dos ejemplares). dor como parte de las ofrendas y Las variedades cerámicas del Po- como cerámica utilitaria. lícromo Copador son de Copán. Otro punto a destacar es En la fase terminal del la relación de la cerámica po- período clásico tardío se detec- lícroma Copador referida a los tan diferencias notorias en la ce- contextos funerarios y ceremo- rámica proveniente de los sitios niales. El tipo de estructuras don- arqueológicos de Tazumal y San de fue encontrada indicaban su Andrés. Pero en ambos sitios hay papel doméstico y no ritual. Los presencia de cuencos trípodes y, datos arrojados de las investiga- en menor escala, vasos de forma ciones arqueológicas de Joya de recta y vasijas zoomorfas. Cerén apuntan a la utilización de Los contextos difieren, -Ta la cerámica polícroma Copador zumal presenta la cerámica po- en actividades domésticas como lícroma Copador relacionada a el almacenaje y para contener contextos de tipo ceremonial y alimentos y bebidas. funerario de las elites gobernan- La decoración y formas tes, acompañada de ofrendas cerámicas comunes de la ce- de cerámica polícroma fina no rámica polícroma Copador en local, como vasos estucados y Joya de Cerén es la de cuencos Ulúa; ofrendas de jade, incensa- simples de base convexa, predo- rios, entre otros artefactos. minando la decoración tipo ‘me- Mientras tanto, Joya de lón stripe’ y glíficas; de ellas solo se Cerén ofrece un ámbito domés-

356 La Universidad tico y cotidiano, la cerámica po- Bibliografía lícroma Copador es menos refi- nada (pasta gruesa, decoración Alvarado, Julio [2009]. «Informe menos depurada) así como los inmediato de inspección arqueo- restos orgánicos (comida) deno- lógica por hallazgo fortuito». Infor- tando su uso cotidiano. me Inédito, Departamento de Ar- Este tipo de constantes queología, Secretaría de Cultura indica que en Joya de Cerén la de la Presidencia, San Salvador, El cerámica polícroma Copador no Salvador. era considerada como un bien suntuario, salvo algunos ejempla- Acuña, Mary Jane, Dámaris Me- res de manufactura fina proce- néndez, Edwin Román & Boris dente de lugares fuera del Valle Beltrán [2002]. «Evidencia del de- de Zapotitán. Hasta la fecha no sarrollo doméstico en el grupo ha sido asociada a contextos fu- de la Vega del Cobán, cuenca nerarios. La cerámica polícroma media del río Motagua, Teculu- Copador de Joya de Cerén es tán, Zacapa». En XV Simposio de más burda y de menor calidad de Investigaciones Arqueológicas en acabado, probablemente hayan Guatemala, 2001, J.P. Laporte, H. sido reproducidas en masa para Escobedo y B. Arroyo (eds.), 578- su comercialización. 583. Museo Nacional de Arqueo- Sus características morfo- logía y Etnología, Guatemala. lógicas no denotan la fineza de la (Versión digital). cerámica polícroma Copador de la Estructura 7 de San Andrés, o la Amaroli, Paul [1992]. « I n f o r m e encontrada en el complejo cere- de Excavaciones en Madreselva». monial del Tazumal. Informe Inédito. Departamento En el caso de la cerámica de Arqueología, Secretaría de polícroma Copador relacionada Cultura de la Presidencia, El Sal- a otros tipos cerámicos, pueden vador. señalarse atributos relacionados con las funciones sociales, to- Earnest, Howard y Fowler, William mando en cuenta los contextos [1985]. «Settlement patterns of the arqueológicos: donde la decora- Paraiso Basin of El Salvador». Jour- ción podría indicar afiliación a un nal of Field Archaeology, Vol. 12, grupo cultural, estatus social y en 1985, U.S.A. algunas ocasiones, linaje.

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La Universidad 361 362 La Universidad Investigaciones recientes en la ‘Gruta del Espíritu Santo’ en Corinto, Morazán

Ramón D. Rivas

Un importante trabajo de inves- nada rocosa (a una altura de 820 tigación en el sitio arqueológico msnm) en el contorno noroeste de conocido como ‘Gruta del Es- la ciudad de Corinto. En los últi- píritu Santo’ viene realizando la mos años, esta ciudad se ha con- Secretaría de Cultura de la Pre- vertido en un importante centro sidencia (Secultura) con los ar- de comercio, comunicado por queólogos, conservadores y an- dos carreteras pavimentadas por tropólogos de la Coordinación varios frentes, que la conectan de Arqueología, dependencia de con las ciudades de Cacaopera la Dirección Nacional de Patrimo- y San Francisco Gotera. Se trata nio Cultural. El proyecto se lleva a de un lugar idílico entre montañas cabo gracias al apoyo del ‘Fon- y serpenteado por caminos inter- do del Embajador’, que ofrece la comunales que unen cantones, Embajada de los Estados Unidos villas y pueblos de la zona, desde de Norteamérica acreditada en donde se puede apreciar el im- nuestro país. portante valle del río Sapo. La Gruta del Espírituo San- Me decían que, tradi- to es un acogedor lugar que se cionalmente, los miércoles y los encuentra localizado al extremo domingos son días de mercado oriente del departamento de Mo- (aunque en la práctica parece razán, al norte del municipio de ser solo estos últimos). En ellos se Sociedad. Instalado en una empi- dan cita comerciantes de munici-

La Universidad 363 pios aledaños y de Honduras para cia de un constante desarrollo. comerciar aparejos, monturas Naturalmente, los emigrantes que de cuero, jarcias, sombreros de se fueron durante y después del palma, productos lácteos como conflicto armado, principalmente queso duro, pero sobre todo, im- para los Estados Unidos, son mu- plementos para labrar la tierra: chos. Ahora el municipio se nutre chuzos, cumas, machetes y aza- de las remesas. dones. No debemos olvidar que En otros tiempos, los indí- Corinto y el departamento de genas, tanto de Honduras como Morazán fueron lugares duramen- del lugar, intercambiaban pro- te golpeados por la guerra. Los ductos durante estos días de pobladores —de acuerdo con mercado: frutas (sobresaliendo Mariela Janeth Moncada, antro- las granadillas), marquesotes, póloga que investiga el entorno alborotos, ajonjolí y manzanilla, humano en el marco del proyec- que llegaba desde Honduras. Las to de investigación— «viven con ventas de aves de corral abun- un pie en el lugar y con otro en daban, así como las bestias. Se el exterior, principalmente en el afirma que Corinto es el segundo gran país del Norte, por el proce- centro comercial más importante so acelerado de migración que se después de San Francisco Gote- dio durante y después de la gue- ra. El parque se caracteriza por rra fratricida de los ochentas»1. un elegante y acogedor espacio Esta gente aún se debate con sus que sustituyó la característica pla- tradiciones entre el pasado y el za original, que durante la guerra presente. Al momento de la visita sirvió para que los helicópteros ya se habla de la celebración de del Ejército llevaran y recogieran sus fiestas patronales, que se cele- tropas. brarán el 29 de junio, en honor a Se trata de un espacio pú- San Pablo. blico edificado en los últimos años Moncada ha podido re- y una iglesia en construcción que gistrar ya un buen número de en el conflicto fue quemada. La referentes culturales en donde iglesia, para su edificación, recibe claramente se constata que los apoyo técnico de la Coordina- lugareños viven entre la nostalgia ción de Zonas y monumentos his- y la realidad actual. Esto no es tóricos. Por todos lados se obser- malo, pero sí es importante refor- van edificios en construcción , por lo cual, el lugar tiene la aparien- 1 Entrevista del autor a la an- tropóloga Mariela Janeth Moncada. 364 La Universidad zar la identidad, tanto de los que Haberland quien estudió el sitio se han ido como de los que se entre 1972 y 1977 [Haberland, han quedado. 1991], las evidencias pertenecen La gruta en estudio es- al período preclásico (1200 y 200 conde un preciado tesoro que se a.C.)[Haberland, 1954]3. registra como monumento nacio- Pero los pictogramas im- nal desde 1972, año en que —de presos sobre las rocas tendrían acuerdo con don Argelio Álvarez un aproximado de unos 10 mil Villegas, que trabaja en el sitio años de antigüedad. Es un abri- desde hace 16 años como res- go rocoso que contiene pinturas ponsable del lugar— «el lugar fue rupestres. Cerca de la entrada se comprado por el Ministerio de Ha- encuentran unos bloques rocosos cienda ese mismo año; y de inme- que posiblemente formaban par- diato se transfirió al Ministerio de te del techo de la cueva, la cual Educación» 2. fue, indudablemente, más gran- Don Rogelio afirmó —con de en la antigüedad. la seguridad que muestran sus pa- Es muy probable —por labras y como quien no se cansa lo que relatan los estudios pre- de narrar historias del lugar— que vios— que la Gruta del Espíritu fue el coronel Arturo Armando Santo fuera ocupada por pueblos Molina quien ordenó estas sabias durante el período prearcaico diligencias. o paleoindio[Barberena, 1950]. Don Argelio y don Eutinio Lo interesante del lugar es que son los encargados de darle vida 3 En este estudio Haberland, a este importante sitio arqueoló- del Museo Etnológico de Hambur- go, Alemania, recopila información gico nacional. El parque arqueo- y datos científicos de diferentes sitios lógico, que en su totalidad está rupestres como los petrograbados conformado por 27 manzanas, del río Titihuapa en el departamento de San Vicente y los de la cueva del hoy está bajo la custodia y pro- Toro, en el departamento de Usulu- tección de Secultura. El lugar es tán. Asimismo, incluye los que figu- considerado, por científicos en la ran en la cueva del cerro El Carbón y los llamados Fierros de Guatajiagua, arqueología y otras áreas afines, ambos en el departamento de Mora- como la principal muestra de arte zán, y los pictograbados de Sigüenza, gráfico rupestre existente en El en el departamento de Cuscatlán, Salvador. Según estudios realiza- además de la piedra de La Luna, en el lago de Güija. Véase también del dos por el arqueólogo Wolfgang mismo autor [1974]: Culturas de Amé- rica Indígena/Mesoamérica y Améri- 2 Entrevista del autor a don ca Central. México: Fondo de Cultura Argelio Álvarez Villegas. Económica. La Universidad 365 Figura 1. Fotografía tomada por Oscar Camacho.

Figura 2. Fotografía tomada por Oscar Camacho.

366 La Universidad se trata, sin duda alguna, del han sido una amenaza e inclu- primero con evidencia humana so a veces, un grave problema. en El Salvador. Estamos hablan- Hoy en día, un creciente parque do de unos 13 mil años antes de reforestado rodea a esta eviden- Cristo[Barón Castro,1977]. Por los cia única del pasado de nuestros estudios lingüísticos y la cerámica pueblos. sabemos que fue ocupado por Al subir la imponente gru- lencas [Rivas, 2004] de la rama ta, por un sendero se observa la potón desde el preclásico medio ciudad de Corinto y todo el me- hasta el postclásico, convirtiéndo- dio natural que le rodea, carac- se en un sitio importante cultural terizado por formaciones rocosas y religiosamente. De esto dispon- que nosotros comúnmente co- go de evidencias por mis amplios nocemos como talpetate. Desde estudios con los lencas, sería inte- lejos parecen inmensas manchas resante abordarlos en un artículo sobre la tierra. académico. El arqueólogo Shione Shi- A simple vista, se constata bata, coordinador del Departa- que las pinturas que sobreviven mento de Arqueología, es quien son, en su gran mayoría,­ repre- lidera la investigación arqueoló- sentaciones humanas. También gica del monumento, acompa- hay manos dibujadas. Observé ñado de arqueólogos naciona- que existen escasas representa- les graduados de la Universidad ciones de animales, aunque en Tecnológica de El Salvador, de los otros tiempos deben de haber estudiantes egresados Julio Alva- sobresalido. También vi algunas rado y Óscar Camacho y Mariela figuras que podrí­an representar Janeth Moncada, a quienes men- plantas. La mayoría de imágenes cionamos antes. son pintadas en rojo, los coloran- Los arqueólogos persi- tes utilizados son probablemente guen conocer la estratigrafía del de origen mineral: ocres, rojos, lugar. El día anterior a mi llegada etc. ya habían iniciado la excavación. Los estudios actuales se- Con eso —según Shibata— se tra- guramente revelarán importantes ta de llegar a la roca madre. Se detalles. Por lo menos, es lo que quiere averiguar si hay vestigios yo observé. Aunque don Rogelio de la época paleolítica (antes de me afirmó que durante la guerra la elaboración de cerámica) o muchos árboles maderables se ocupaciones de otros pueblos. los robaron y que los incendios La francesa Elisenda Co-

La Universidad 367 Figura 3. Dr. Haberland fotografía la Gruta del Espíritu Santo, 1977. Foto de Archivo

368 La Universidad ladans, en la década de los no- Se han detectado pro- ventas, también investigó el lugar blemas en el estudio de los pic- [Coladan, 1996, 1998]. Con esta togramas, y entre ellos la cientí- nueva investigación se quiere fica detalla los siguientes: «Uno profundizar más al respecto. Por es la naturaleza de la piedra, es su parte, la arqueóloga y restau- como una esponja. Adentro tiene radora Claudia Ramírez, quien un tipo de costra blanca, pues, forma parte del mismo proyecto cuando atraviesa la piedra se y estudia la parte de las transfor- vuelve a depositar y se cristaliza. maciones pictográficas, afirma: Esto recubre la pintura y la defor- «Este abrigo jamás ha tenido un ma. Hay muchos lugares donde diagnóstico, solo casos puntuales la pintura ya no se ve. Desde los que los arqueólogos han señala- años cincuenta a los ochenta, la do. Parte de este diagnóstico es gente ha hecho fogatas, dejó ho- llegar a conocer los valores que llín y en algunas partes reventó tienen el lugar» 4. la roca en la parte superior. En una investigación suce- Hay casos de vandalismo de que, cuando ya se han encon- ya que, a lo largo de los años, la trado esos valores (científicos), se gente ha tirado piedras y bala- tiene la pauta para formular un zos y ha rallado las pictografías. ‘plan de manejo’. Por lo que ex- Otro problema que se tiene es la plica Ramírez, por el momento se filtración de agua, que ha oscure- está tratando de documentar, lo cido mucho la pared rocosa. De más que se pueda, las pictogra- acuerdo con Claudia Ramírez, se fías, y para ello se van registrando ha encontrado material cerámi- los daños; si estos son antrópicos o co del período clásico y de la fase son de carácter natural. Se están lepa; pero también se han encon- tomando muestras de las pinturas, trado algunos petrograbados que así como del biodeterioro, y de datan del postclásico. Por lo que acuerdo con la arqueóloga, estas se ha podido constatar hay una se enviarán a Colombia para su superimposición de pinturas, que respectivo análisis de laboratorio. nos dice se elaboraron de forma Ramírez es de la opinión que «si en continua [Ibíd.]. el futuro se quiere restaurar, ya se La cueva está bastan- dispone del análisis o de lo que se te contaminada y hay bastante debe estudiar» [Ibíd.]. filtración de agua con material pétreo, lo que se llama lixidación 4 Entrevista llevada a cabo (costra blanca), que daña las pin- por el autor.

La Universidad 369 turas. Eso contamina y crea con- Referentes bibliográficos fusión en la datación. Otro proble- ma es que, por varias décadas, Barberena, Santiago [1950]. «La la cueva fue utilizada para que- Gruta de Corinto». En Anales del mar leña para carbón. En fin, con Museo Nacional ‘David J. Guz- toda la documentación que se mán’. Tomo No. 3. San Salvador: va a sacar de las pictografías se Dirección de Publicaciones, Minis- pretende hacer el levantamiento terio de Educación. gráfico y se realizará una exhibi- ción itinerante de los resultados. Barón Castro, Rodolfo [1977]. La La idea es llevar las cuevas población de El Salvador. San de Corinto (‘La Gruta del Espíritu Salvador: UCA, Editores (Primera Santo’) a la gente. Por su parte, Edición, 1942). y como miembro del mismo pro- yecto, el museógrafo Leonardo Coladán, Elisenda [1996]. «Pintu- Regalado del Museo Universita- ras rupestres e industria lítica las- rio de la Utec, elabora una pro- queada del oriente de El Salva- puesta gráfica para la exposición dor. La Gruta del Espíritu Santo y museográfica, la cual mostrará al sus alrededores». Informe prelimi- país este impresionante lugar. nar inédito presentado a Concul- Estoy seguro de que en los tura, San Salvador. próximos años, con estos trabajos de investigación, la gente no solo ------[1998]. «Nuevos Datos del lugar —aunque es a ellos a sobre el Arte Rupestre de El Sal- quienes el esfuerzo apunta en pri- vador». Informe preliminar inédi- mera instancia, para que conoz- to presentado a Concultura. San can su medio cultural y natural—, Salvador. sino del país, dispondrá de impor- tantes insumos académicos para Haberland Wolfgang [1954]. poder revalorar el rico y preciado «Apuntes sobre Petrograbados patrimonio cultural, que es abun- de El Salvador». Comunicaciones dante en este nuestro pequeño, 3. San Salvador: Instituto Tropical pero grande país. de Investigaciones Científicas, Universidad de El Salvador.

Haberland Wolfgang [1991]. «In- forme preliminar de investigacio- nes arqueológicas en la gruta

370 La Universidad de Corinto y sus alrededores». de Cultura Económica. Mesoamérica. Antigua Guate- mala: Centro de Investigaciones Rivas. Ramón D. [2004]. Pueblos Regionales de Mesoamérica y indígenas y Garífuna de Honduras Plumsock. Mesoamerican Studies. (Una caracterización). Tegucigal- CIRMA. pa: Editorial Guaymuras.

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La Universidad 371

Preliminary ceramic compositional analysis from the La Arenera site, Pacific Nicaragua

Carrie L. Dennett, Lorelei Platz, Geoffrey G. McCafferty

Abstract

Ceramic compositional analysis has begun to provide critical support in understanding ceramic economy, especially production and distribu- tion strategies, and archaeological typology in Pacific Nicaragua that was previously based primarily on surface decoration. Here we present preliminary results of an ongoing study exploring the paste composition of Tempisque period (500B.C.–A.D. 250) Izalco-style Usulután and Rosa- les Zoned Engraved ceramic types from the site of La Arenera. Findings suggest that Rosales wares were produced within Pacific Nicaragua but, based on petrological composition, were likely produced beyond the site itself. Further, all Usulután-like samples were likely produced within Pacific Nicaragua—a contradiction to our original hypothesis that some of the Usulután-like wares were imports from El Salvador and others lo- cally made. Of particular interest is the presence of two discrete com- positional paste types for the Nicaraguan-produced Usulután-like wares which indicate distinct and unrelated parent rock (and thus geological and geographical) sources for the clays and inclusions. In the final dis- cussion we explore what the results of this preliminary analysis may inti- mate about the local ceramic economy of La Arenera and its broader external social connections.

La Universidad 373 Introduction thod, results, and interpretation of the compositional analyses. In When we began our preliminary the final discussion we undertake research for this paper the goals a cursory overview of Usulután were relatively modest; we wan- ceramic production at an interre- ted to—through a combination gional level, situate our sample in of quantitative and qualitative relation to this data, and begin to petrological compositional analy- formulate potential sociocultural ses—both create a description of interpretations for the trends we and identify the relationship bet- are seeing at La Arenera. ween what we believed were (1) imported Usulután ceramics and, La Arenera (2) locally-produced Usulután imitation and Rosales Zoned En- Located at the base of the Neja- graved types from the site of La pa-Miraflores volcanic alignment Arenera, Managua, Nicaragua (a series of fissure vents) on the (Figure 1). Our preliminary results northwest side of modern day have, however, led to a unique Managua City the site of La Are- and far more interesting glimpse nera, which literally translates to into the ceramic economy of a ‘the sand quarry’, covers an area Tempisque period (500B.C.–A.D. ranging somewhere between 40 250) occupation entombed by hectares and 1 km2 [McCafferty volcanic debris. What we found 2009; McCafferty and Salgado were distinct types of Usulután, 2000]. A preliminary evaluation of the majority of which appear to the site conducted in 2000 led by have been produced within Pa- Geoff McCafferty and Silvia Sal- cific Nicaragua, and non-local to gado Gonzalez identified a well- the site, but still likely Nicaraguan- preserved Tempisque period—or produced, Rosales Zoned Engra- La Colonia phase (500 B.C.–A.D. ved wares. This provides a very di- 300) in the local Managua chro- fferent, though equally complex, nology—occupation buried be- picture of the local ceramic eco- neath layers of volcanic sand nomy than initially expected. and/or debris (Figure 2). This tem- Our presentation begins poral placement is identified by with a brief overview of the site it- diagnostic Tempisque ceramic self, including the sample selected types including negative resist for presentation. This is followed by painted Usulután-like wares, Rosa- a more technical look at the me- les Zoned Engraved, and Obanda

374 La Universidad Figure 1. Location of Managua City, Nicaragua.

Figure 2. The archaeological surface with volcanic sand layer in profile behind [McCafferty, 2009].

Black-on-Red. Also present in the is evidence of final reoccupa- excavations were obsidian ma- tion dating to approximately A.D. terials—possibly from the Guino- 1–300. However, ceramics disco- pe source in Honduras. It may be vered within the occupational le- that earlier occupations exist at vel also include traces of diagnos- La Arenera but the brevity of ex- tic Bagaces period (A.D. 250–800) cavations in 2000 did not permit ceramics including Chavez White- deeper stratigraphic exploration. on-Red [McCafferty and Salgado, Above the layers of volcanic sand 2000] which may suggest a slightly

La Universidad 375 longer and more recent extension The Rosales Zoned Engraved type of the occupational sequence. was selected for two reasons: first, because it is an ubiquitous and The Ceramic Sample diagnostic Tempisque period type in Pacific Nicaragua specifically, Our sample selection focused on and Greater Nicoya, generally the Tempisque period occupa- [Healy, 1980: 211; Lange, 1992: tion buried beneath the volcanic 115]; and second, because we sands. These 16 sherds were ex- assumed this type—based on ma- pressly selected by Platz, in con- croscopic visual similarities in pas- sultation with Silvia Salgado of the te colour and texture—would be University of Costa Rica, to help directly comparable to what we create a description of and iden- believed were locally-produced tify the relationship between what Usulután ‘imitation’ wares. we believed were a combination The ‘real’ Usulután sherds of imported Usulután ceramics (n=5; described as Usulután Red and locally-produced Usulután- Rimmed in the compositional like ‘imitation’ and Rosales Zoned analysis) were initially identified Engraved types from the site (see as Late to Terminal Preclassic (100 Table 1). Because Usulután-style B.C.–A.D. 250) Izalco-style Usulu- ceramics have been characteri- tán wares based on their charac- zed as a significant marker of the teristic descriptive definition of a Mesoamerican southeast peri- lighter-coloured, hard-fired fine phery and, in general, Mesoame- paste with multiple wavy-lined re- rican influence for so many years sist decoration (see Figure 3) [De- [Cagnato, 2008; Demarest and marest and Sharer, 1982: 813, 819]. Sharer, 1982; Goralski, 2008], it was Many of these sherds demonstra- deemed prudent and most inter- te a carbon-rich reduced core esting to examine how the exam- which seems to be characteristic ples at La Arenera ‘fit into’ current of hard-fired fine paste ceramics understandings of the broader from throughout El Salvador and pre-Columbian Usulután ceramic Honduras. sphere. Based on earlier research The ‘imitation’ Usulután regarding Usulután wares in Ni- wares (n=6), although displaying caragua [Lange et al., 2003], we the diagnostic multiple wavy-lined hoped to discover the produc- resist decoration, were generally tion location from which the ‘real’ of a coarser, iron-stained (reddish Usulután-like sherds originated. coloured) paste. According to

376 La Universidad Table 1. Petrological Thin Section Samples from La Arenera

Thin Catalogue # Section ID Type Variety Vessel Form Comments Type (N-MA) AR1 65-00-30-B-22 Usulután Red Rim Dish (?) Real? AR2 65-00-37-B-16 Usulután Red Rim Comp. Silhouette Real? AR3 65-00-36-B-7 Usulután Red Rim Comp. Silhouette Real? AR4 65-00-31-B-10 Usulután Red Rim Comp. Silhouette Real? AR5 65-00-30-B-180 Usulután Red Rim Comp. Silhouette Real? AR6 65-00-30-B-33 Usulután Comp. Silhouette Imitation AR7 65-00-36-B-73 Usulután Collared Bowl Imitation AR8 65-00-31-B-85 Usulután Collared Bowl Imitation AR9 65-00-30-B-105 Usulután Dish (?) Imitation AR10 65-00-31-B-68/? Usulután Shallow Bowl Imitation AR11 65-00-30-B-72 Usulután Comp. Silhouette Imitation Rosales Zoned AR12 65-00-30-B-656 Large Bowl Engraved Rosales Zoned AR13 65-00-30-B-691 Large Bowl Engraved Rosales Zoned AR14 65-00-30-B-639 Comp. Silhouette Engraved Rosales Zoned AR15 65-00-30-B-644 Large Bowl Engraved Rosales Zoned AR16 65-00-30-C-218 Unknown Engraved Dennett, to the naked eye these Ceramic Compositional samples look generally more simi- Analyses lar to typical pastes from Pacific Ni- caragua across all chronological Traditional ceramic analyses in periods, and dissimilar to the Usu- Pacific Nicaragua have focused lután Red Rimmed samples. Paste on typological classification ty- colour and visible inclusions in the pically based on a combination fabric make these ‘imitation’ Usu- of surface decoration and vessel lután sherds seem more closely re- form [e.g., Healy, 1980; Knowl- lated (though in no way identical) ton, 1996; Lothrop, 1926; Norweb, to the typical Rosales Zoned Engra- 1964; Salgado, 1996; Steinbrenner, ved (n=5) fabrics from La Arenera. 2010]. Preliminary compositional

La Universidad 377 Figure 3. An Izalco style Usulután sherd from La Arenera [McCafferty, 2009].

Figure 4. Inclusion grain-size proportions for individual sherds in the La Arenera sample.

378 La Universidad analyses utilizing a combination of ples was completed by Platz and NAA and petrological methods, Dennett utilizing standard point however, have given us more in- counting procedures [Bishop et depth information regarding ge- al., 1982; Stoltman, 1989, 1991]. neral geographical manufacture This method involves the measu- zones and, potential hints toward, rement and classification (lithic distribution patterns [Bishop et. vs. mineral) of the grain size of al., 1988, 1992]. Our ongoing re- inclusions in the paste using a 1 x search project is aimed toward 1 micrometer grid superimposed using this same combination of ar- on the slide to obtain a random, chaeometric techniques in order representative sample. Grain in- to garner a better understanding clusions less than 0.02 mm are of Tempisque period materials— categorized as matrix (inclusions a chronological time period that presumed native to the clay), 0.02 has never been studied utilizing to 0.55 mm as silt, 0.55 to 2 mm as these methods. While we antici- sand, and anything larger is con- pate equally interesting and infor- sidered gravel. The results of point mative results from the NAA analy- counting procedures should aid sis of our sample sherds (currently the ceramic analyst in potentially being conducted by Ron Bishop distinguishing unique ‘paste reci- of the Smithsonian Institution), we pes’ and constructing basic re- are unable to report on this as- search questions which can then pect at this time. Here in we report be addressed and/or clarified the petrological component of through qualitative petrological the analysis. description. Qualitative analysis of the samples was completed by Methodology Dennett using standard petrologi- cal optical microscopy procedu- The analyses utilized in this project res designed to identify and des- involves a combination of well- cribe the different types of mineral established quantitative (point and lithic inclusions present in the counting) and qualitative (exami- fabric [Bishop et al., 1982]. nation of lithic and mineral inclu- sions utilizing optical microscopy) techniques for describing and interpreting the composition of archaeological ceramic fabrics. Quantitative analysis of the sam-

La Universidad 379 Results and Analysis tern of proportional distributions. What might be best described as Quantitative Point Counting: Results ‘orphan samples’—extreme oc- currences of very silty and very Figure 4 features a ternary matrix-rich grain-size profiles that diagram that visually outlines the overlap with, respectively, both results of our point counting pro- Rosales and Usulután Red Rim- cedure. Individual point count med types—bookend a small clus- summaries are represented based ter of roughly equal proportions of on the proportions of matrix, silt, matrix and silt inclusions but with and sand sized inclusions present highly variable amounts of sand- in each. Because the presence of sized inclusions. That said, the ‘imi- gravel-sized inclusions was extre- tation’ Usulután samples seem to mely rare (to the point of insigni- be more closely related to Rosa- ficance), this variable was elimi- les samples, in terms of grain size, nated from the procedural result than the Usulután Red Rimmed quantification. Samples of initially examples. presumed imported Red Rimmed Usulután wares are represented Quantitative Point Counting: with red squares, locally-produ- Analysis ced ‘imitation’ Usulután in yellow, and Rosales Zoned Engraved in As stated above, the purpose blue. of undertaking a point counting Several distinct trends analysis is to help distinguish bet- were observed in the proportional ween unique ‘paste recipes’ (also grain sizes of the three sample ty- presumably discriminating bet- pes. Red Rimmed Usulután sherds ween local and nonlocal pastes), cluster fairly well, based on grain as well as create feasible research size, and lean toward a more ma- questions and provide and explo- trix-rich composition than either of ratory framework for subsequent the other types. The Rosales Zoned petrological composition analy- Engraved sherds also cluster quite sis. Results of the present point tightly, demonstrating coarser silt- counting procedure managed to sand-sized grain profiles —there all of these objectives. We have is also no overlap apparent with demonstrated that discernable the Usulután Red Rimmed sam- differences exist between each ples. Finally, ‘imitation’ Usulután of the types—especially between sherds present a scattered pat- the two Usulután types—with re-

380 La Universidad gard to grain size, although some composition evidence inform type of grain-size related relation- us about the manufacturing ship seems to exist between Rosa- origin of any of these types— les Zoned Engraved samples and were any actually imports to most of the ‘imitation’ Usulután the site? (as initial macroscopic analyses suggested based on visual simi- larities in colour and inclusions). In Qualitative Petrological Composi- conjunction with our initial queries tion: Results of the samples outlined above, there were several research ques- Usulután Red Rimmed. Preliminary tions born out of this quantitative petrological analyses of samples analysis and they include: associated with Usulután Red Ri- mmed (initially believed to be an 1. The relatively tight clustering import to the site) ceramics pre- of Usulután Red Rimmed and sent a fairly consistent ‘recipe’, Rosales Zoned Engraved types with all examples demonstrating a may be suggestive of standar- relatively fine, iron-rich clay matrix dization in production of these dominated by quartz, opaques types. Does the compositional (likely magnetite and/or hemati- analysis support or refute this? te), devitrified materials, and bio- 2. Are the differences in grain- tite mica. Larger inclusions (and size proportions witnessed bet- potential types of temper) are ween the Usulután types the predominantly quartz, followed result of different petrological by lesser amounts of opaque and compositional profiles, or are ferrous inclusions, vitric tuff with they merely the result of diffe- quartz phenocrysts, and iron-stai- rent manufacturing ‘recipes’ ned, altered volcanic glass and utilized with similar clays? biotite mica. 3. Similarly, is the apparent gra- All of these suggest parent in-size relationship between igneous environments of a felsic several of the Rosales Zoned nature and, in this highly volca- Engraved and ‘imitation’ Usu- nic region, were likely created by lután samples compositionally dacitic volcanic activity and lava supported, or do they simply flows. While there is a tendency to share coincidental grain-size see dark red to brown iron staining trends? occur in more iron-rich mafic and 4. Finally, can the petrological intermediate (a mix of felsic and

La Universidad 381 mafic) environments, minor felsic cross polar light due to the large accessory minerals such as mag- amount of mafic rock-forming mi- netite—which is well represented nerals present. These minerals are here—alter with heat and water packed, in most examples, into loss to hematite (which, in turn, al- the matrix with numerous varie- ters to ochre) and provide a pos- ties of clastic and igneous lithic sible explanation for the iron-stai- inclusions. The numerous large ning and vitric alteration we see in inclusions present in most of the these samples. The occurrence of samples often make it difficult to rare shell inclusions in samples AR1 assess the clay matrix itself. Domi- and AR3 is of interest and may aid nant lithic materials include wea- in assessing provenience where thered and iron-stained volcanic reasonable comparative material tuff, scoria, plagioclase-phyric an- is available. desite, and pyroxene-phyric ba- salt. Mineral inclusions, in general ‘Imitation’ Usulután. Analyses of decreasing order of abundance, the ‘imitation’ Usulután type pre- include plagioclase feldspar (the sent a group of ceramics with a dominant mineral present), ortho- completely different petrological pyroxene, clinopyroxene, opa- composition than the Usulután ques (magnetite and hematite), Red Rimmed type discussed abo- olivine, and hornblende. AR7 is ve. Unlike the Red Rimmed type, the only example with rare instan- these samples demonstrate some ces of quartz. These petrological inconsistency in the ‘recipe’ used characteristics suggest parent to create the vessels—while the igneous environments of a more petrological composition is similar, mafic nature and, in this highly the relative amounts and types volcanic region, were likely crea- of mineralogical and lithic inclu- ted by basaltic to andesitic volca- sions can vary quite dramatically, nic activity and lava flows. in some cases, between samples. Clay matrices range from fine Rosales Zoned Engraved. The grained with well-sorted, silt-sized Rosales samples present, once inclusions (AR7, AR8) to conges- again, a completely different pe- ted with moderately-sorted, silt- to trological composition than either sand-sized inclusions (AR6, AR9, of the Usulután types. Within this AR10). sample group there appears to Generally speaking, these be significant variation in the ‘re- fabrics are very colourful under cipes’ used to make this type, as

382 La Universidad well as minor variation in the pe- inclusions, and very few mine- trological composition itself. All of rals— rare occurrences include the Rosales samples contain signi- tiny fragments of feldspar, quartz, ficant amounts of volcanic clastic and biotite. These petrological and flow materials, which serves characteristics suggest parent to group them together (to some igneous environments of a more extent) and simultaneously diffe- intermediate nature and, in this rentiate them from the Usulután highly volcanic region, were «likely types. created by dacitic to basaltic vol- AR12, AR14, and AR15 canic activity (including clastic/ present an iron-rich clay matrix explosive activity) and lava flows». full of ‘ugly and chunky’ heavily stained and/or decomposing/al- Qualitative Petrological Composi- tering lithic and mineral inclusions. tion: Analysis All are dominated by large lithic inclusions, especially iron-stained Results of the petrological compo- ‘foamy’ pumice, scoria, altered sition analysis indicate significantly basalt. Mineral inclusions shared different paste compositions for by these three samples include each type examined which, in turn, dominant plagioclase feldspar, suggests the likelihood of different followed by decreasing and far geological sources and geogra- less frequent amounts of clino- phical manufacturing areas. The pyroxene, orthopyroxene, opa- compositional analysis also allows que inclusions, and biotite. Where us to address, to varying degrees, they differ is in rarely occurring mi- the research questions we derived nor/accessory minerals and lithics from the quantitative point coun- such as altered quartz (AR14 and ting analysis. Here we discuss the AR15), olivine (AR14), hornblende first three of those questions in turn, (AR15), gabbro-like agglomera- elaborating in the final discussion tions (AR15), and vitric tuff (AR15). the question as to whether or not AR13 and AR16 present glassy any of the types were potentially matrices, however they are diffe- locally produced or imported into rent in every other respect. AR13 the site. is an ash-tempered fabric with iron-stained, altered tuff and tiny 1. The relatively tight clustering fragments of feldspar, quartz, and of Usulután Red Rimmed and biotite. AR16 contains a wide va- Rosales Zoned Engraved types riety of pumice types, opaque may be suggestive of standar-

La Universidad 383 dization in production of these appear to be made by related types. Does the compositional potting groups and are likely from analysis support or refute this? more than one production place/ site/area. However, having said The Usulután Red Rimmed ware that, all of the samples belong to demonstrated a general consis- the same general geological envi- tency in both grain size and petro- ronment. Although there appears logical composition. This suggests to be significant variation in the that, for this particular set of sam- paste ‘recipes’ used to make this ples, the vessels were likely pro- type, significant similarity in the fi- duced in a similar geological and nished vessels (the actual sherds geographical location by potters themselves) suggests a standardi- (single, multiple, or communities?) zed knowledge of how to create with a specific understanding of these vessels as a final product. how the pastes are to be prepa- red, as well as how the vessels 2. Are the differences in gra- should be built and subsequently in-size proportions witnessed decorated. Referring back to Ta- between the Usulután types ble 1, we note that all but one of the result of different petrolo- these samples were of a composi- gical compositional profiles, te silhouette form. Future research or are they merely the result may focus on whether the con- of different manufacturing sistency in paste recipe—for Usu- ‘recipes’utilized with similar lután Red Rimmed vessels at La clays? Arenera—extends across different vessel forms (e.g., dishes or sha- The differences in grain-sized pro- llow bowls) in the assemblage. This portions are definitively not merely would lend greater support to the the result of different manufactu- argument for standardization in ring ‘recipes’ utilized with similar production of this particular ware. pastes. The clays and inclusions Like the Usulután Red Ri- encountered in each of these ty- mmed samples, Rosales Zoned pes are completely distinct, both Engraved wares demonstrated in terms of grain size and petro- relative consistency in grain si- logical composition. As we anti- zes. However, the same degree cipated at the outset, these two of consistency was not witnessed types of Usulután wares are com- in the petrological composition pletely unrelated in every aspect of these samples. They do not all other than decorative style.

384 La Universidad 3. Similarly, is the apparent three types—Usulután Red Rim- grain-size relationship bet- med, ‘imitation’ Usulután, and Ro- ween several of the Rosales sales Zoned Engraved. Following Zoned Engraved and ‘imita- the petrological analysis, it was tion’ Usulután samples com- apparent that the ‘imitation’ Usu- positionally supported, or do lután and Rosales Zoned Engra- they simply share coincidental ved types were not from the same grain-size trends? location of production, and it was uncertain whether or not the Usu- The proximity of grain-sized pro- lután Red Rimmed samples were portions witnessed for several sam- ‘real’, imported ceramics from El ples (see Figure 4) is not an artifact Salvador—the supposed Usulután of petrological composition and/ ‘heartland’. Through subsequent or ‘recipe’ relationships between research, however, we have be- Rosales Zoned Engraved and the gun to make strides toward a bet- ‘imitation’ Usulután types. They ter understanding of provenience demonstrate completely different and, perhaps, more complex so- profiles in both respects and simi- ciocultural phenomenon. In the fi- lar grain size appears to be merely nal discussion we turn to examine coincidental. Lack of intra-sample these aspects of provenience with consistency for the ‘imitation’ Usu- the goal of shedding some new lután sherds, although overlap- light on the Tempisque period ce- ping to some degree with both of ramic economy at La Arenera. the other types, seem to provide us, most significantly, with an idea Discussion of the potential range of grain- size compositions we can expect The fourth research question outli- to encounter in paste ‘recipes’ ned in our compositional analysis amongst these types. —also one of the main questions Initial macroscopic obser- that drove the original sample se- vations undertaken in the samples lection— was whether or not the selection suggested similarities petrological composition eviden- that were not apparent during ce could inform us about the ma- the quantitative or qualitative nufacturing origin of any of these examination. In fact, results of the types. We wanted to know if we compositional analyses have de- could discern which types may monstrated an almost complete have been the result of local pro- lack of relationship between the duction and/or which were im-

La Universidad 385 ports to the site. In order to begin a more thorough understanding examining aspects of provenien- of ceramic provenience and dis- ce it is first imperative to grasp a tribution in Pacific Nicaragua [Bis- better understanding of the geo- hop et al.,1988, 1992]. Unfortuna- logical areas from which these tely, their massive Greater Nicoya ceramics were produced. Once Ceramic Project did not include this has been realized we move any reference material for Usulu- into the final portion of our discus- tán wares, and little is reported on sion which attempts to couch the the ceramic paste composition La Arenera samples, specifically of Managua area ceramics. As a the Usulután wares, into a broader result, we were required to begin interregional framework of Izalco- the creation of our own profiles style Usulután ceramic manufac- based on current knowledge of ture, exchange and emulation. volcanism and geology in Paci- fic Nicaragua, and guided by the Volcanism and Provenience earlier work of Bishop and Lange. That La Arenera is located Highly volcanic regions such as on the slope of a series of volcanic Pacific Nicaragua can often pre- fissure vents (the Nejapa-Miraflores sent a homogeneous volcanic Lineament) and was inundated geological landscape that can in the past by periods of explosi- impart a general ‘sameness’ to ve volcanic activity is substantial the chemical composition of ba- and informative, especially with sic clay sources. However, inclu- regard to questions of local cera- sions added to these clays (espe- mic production evidence. While cially pyroclastic materials) can we are not currently certain which help tease out and create distinct volcanic eruption buried the site, geological profiles, or fingerprints, there are two reasonable possibili- that allow us to distinguish bet- ties. ween geographic areas or re- The first, and most obvious, is the gions of origin for these materials Nejapa fissure vent itself. Traditio- [Bishop et al., 1992: 136–138]. Ron nal tephrochronology (dated la- Bishop and Fred Lange, working yers of tephra deposition) states with various other colleagues, that this fissure exploded violently have laid the groundwork for some time between 1050 B.C. and demonstrated the ability of and 50 B.C. (550 B.C. +/– 500 yrs). both chemical and petrological The existence of Izalco-style Usu- composition analyses to provide lután wares [Demarest and Sha-

386 La Universidad rer, 1982: 819], however, would the Late Tempisque-Early Baga- push the date of this eruption—if ces periods (approximately A.D. it is the actual eruption that buried 1–500). La Arenera—to some time after Regardless of which vol- 200–100 B.C. The composition of cano (or even a combination of this (as well as previous and sub- the two) inundated La Arenera, it sequent) eruption was tholeiitic seems apparent that the volcanic basaltic flow and clastic materials parent rock environment of the [Global Volcanism Program, 2010; site location prior to this catastro- Rausch and Schmincke, 2010]. phic activity had a largely basal- The second alternative tic character (and this is true of possibility for the inundation of most of the volcanoes around the La Arenera is from the Apoyeque Lake Managua area). Thus, based volcano, which is part of the Apo- on the compositional analysis, the yeque Volcanic Complex that sample type most likely produced constitutes the Chiltepe Peninsu- locally in the site area would have la and extends (from the western been the ‘imitation’ Usulután—as side) into the south-central portion we believed them to be at sample of Lake Managua. The last known selection. The mafic, mineral-rich and highly explosive daisitic erup- and iron-stained nature of the in- tion of this volcano—one of the clusions in the ‘imitation’ Usulután largest pyroclastic explosions ever wares associates these ceramics recorded [Global Volcanism Pro- with this type of geological en- gram, 2010]—occurred at roughly vironment. While we cannot say 50 B.C. +/– 100 years. While it is with certainty that the ceramics possible that the Apoyeque erup- were produced at La Arenera un- tion inundated the site of La Are- til we have sufficient comparati- nera, it may be more reasonable ve data, the hypothesis for future to hypothesize that the site was study is that they most likely were victim of both this and the Nejapa from this general area . This line of eruption sometime after 150 B.C., thinking may also be supported by given the site’s proximity to both the seemingly chaotic variety of volcanoes. The severe disruption paste ‘recipes’ and the wide va- that would have resulted from riety of vessel forms (see Table 1) this relative ‘onslaught’ of volca- witnessed in these samples. It may nic activity in the area may also be reasonable to infer that the- explain why there is no significant se wares were most abundantly evidence of reoccupation before accessible from a wider variety

La Universidad 387 of local potters—who may have plosive activity. The iron-rich stai- been experimenting, based on ned matrix coupled with heavily an overall lack of standardization, stained and altered minerals, as with new forms and a decorative well as glassy lithic (especially pu- technology introduced from the mice) inclusions in these samples north at this time—than we might are highly reminiscent of mono- see from imported wares derived chrome wares—Sacasa Striated from a circumscribed number of and Rivas Red—from the site of Te- sites or potting groups. petate, Granada [Dennett, 2009]. Following this line of volca- They also seem related, in terms nic and geological argument we of general petrological compo- conclude, then, that both the Usu- sition, to monochromes from the lután Red Rimmed and Rosales site of Santa Isabel, Rivas (Figure Zoned Engraved types were not 5) [Dennett et al., 2008], but are produced locally as their com- missing the important and domi- positional profiles do not seem to nant andesite component that match the general local environ- defines ceramic pastes from that ment. If this is the case, where are site (although the Rosales AR15 these types potentially coming sample would fit comfortably with from? ceramics produced at Santa Isa- Rosales Zoned Engraved bel). is a ubiquitous type found throug- Support for this line of ar- hout Greater Nicoya during the gument comes from Bishop et al. Tempisque period. At sample se- [1988], who found that—from their lection, it was assumed that this extremely limited sample—Rosales type would most likely represent Zoned Engraved ceramics seem a locally-produced ceramic pro- to derive, in terms of chemical duct. However, the compositio- composition, from the Rivas area. nal analysis suggests that they are Bishop et al. [1992] also suggest not locally produced but, rather, that the high iron content witnes- imported into the site through sed in later period Papagayo po- whatever means (trade, exchan- lychromes is characteristic of the ge, gifting, etc.). The intermedia- Isthmus of Rivas and we assume te nature of the inclusions in the- that this occurrence can likely be se wares intimates production in confidently extended slightly dee- parent geological environment per into the past. While we are not related to dacitic to andesitic vol- absolutely certain that these Ro- canoes with episodic clastic/ex- sales samples derive from the Isth-

388 La Universidad Figure 5. Rivas Red paste from the site of Santa Isabel, Department of Rivas, Nicaragua. Photomicrograph taken in 5x PPL (left) and 5x XPL (right). mus of Rivas (between Granada ragua; and Momotombo, León, and Rivas), we hypothesize that Nicaragua. There are also several further compositional analyses will volcanoes in highland Costa Rica likely demonstrate that they are. that might ‘fit the bill’, but we feel The Usulután Red Rimmed they are an inadequate direction type, with a composition type qui- for investigation at present. Given te different than the other two al- the wide-ranging distribution of ready discussed, is likely not locally these potential provenience loca- manufactured but rather, like Ro- tions, it becomes difficult to pinpo- sales, represents an import to the int any particular place without site. Given the felsic nature of this more research. However, an ove- paste and its inclusions, it seems to rall lack of ‘hard-fired’ ceramics in represent parent geological ma- Pacific Nicaragua—like that we terials of dacitic volcanic activity see with the Usulután Red Rimmed characterized by a matrix domina- samples—also presents a poten- ted by quartz and glassy, altered tial problem and raises questions, lithics. We are hesitant to assign a although not so complex as to rule potential production location sim- out a potential Nicaraguan pro- ply because we have no compa- venience [see Lange et al., 2003]. rative base to work from. Potential So the question then remains, was provenience areas—established the Usulután Red Rimmed type volcanoes with dacitic flow and ‘real’, meaning that it was impor- pyroclastic activity—are few and ted from El Salvador (as originally far between. Some preliminary hypothesized) or is there some considerations might include Ilo- other possible explanation? We pango, San Salvador, El Salvador; turn now to take a more serious San Cristóbal, Chinandega, Nica- look at Izalco-style Usulután and

La Universidad 389 how the Usulután Red Rimmed fired, multiple-line resist Usulután» samples from La Arenera articula- [Demarest and Sharer, 1982: 813]. te with current knowledge regar- This final stage of development ding the production, exchange is represented in the Izalco-style and emulation of Izalco-style ne- wares like the Red Rimmed sam- gative resist decorative techni- ples from La Arenera. ques along the southeast Meso- Production of Usulután (es- american periphery. pecially variants of the later Izalco style) across time, however, was Production, Exchange, Emulation, not limited to western El Salvador. and Interpretation of Izalco-style By roughly 200 B.C.–A.D. 50, the Usulután hard-fired Izalco-style Usulután was being both (sparingly) im- One major obstacle for resear- ported into and produced across chers working outside of the Usu- the Mesoamerican southeast lután ‘heartland’ of Preclassic pe- periphery including the sites of riod El Salvador has traditionally Chalchuapa, Santa Leticia, and been the deeply entrenched and Quelepa in El Salvador, as well as overly simplistic idea that hard- several sites in the Copan , La En- fired, negative resist decorated trada, Naco Valley, Ulua Valley, wares originate from El Salvador Santa Barbara, and Comayagua and were traded or exchanged Valley regions of Honduras—whe- outward from their point of pro- re local typologies include names duction. Beginning in the early such as Muerdalo Orange and 1980s, a general consensus was Bolo Orange [Cagnato, 2008: 52; achieved among archaeologists Demarest and Sharer, 1982; Go- working in El Salvador that ‘Usu- ralski, 2008: 43–60, 70, Table 1]. The lután’ was simply a decorative existence of Izalco-style Usulután (negative resist technique) mode throughout areas of El Salvador rather than a chaotic series of va- and Honduras led to the hypothe- rieties to be subsumed under a sin- sis—initially developed by E. Wyllys gle type, but that the origin of this Andrews V—of a Late Preclassic decorative mode was (perhaps period (post 300 B.C.) interaction as early as 1100 B.C.) western El sphere, based on production and Salvador. The developmental de- distribution, called the ‘Uapala corative sequence ranged from sphere’ (Figure 6) [Cagnato, 2008; «early, relatively crude, simple line- Goralski, 2008: 88–90]. This sphere and-blob resist variants...to hard- is represented by ceramics, sites,

390 La Universidad Figure 6. Map of the Uapala Ceramic Sphere Boundaries (after Robinson 1988, in Goralski 2008:1992). and likely languages (Lenca) east nally been interpreted as eviden- of the Rio Lempa, in El Salvador ce for the importation of Usulután and Honduras (the traditional into the country (as a status or southeast periphery), and is diffe- prestige good) rather than local rentiated from the earlier Middle production/emulation. However, Preclassic ‘Provedencia and Mira- we now know that not only was flores spheres’ of Maya-speaking most of the Usulután produced Mesoamerica proper (western El locally but also that many of the Salvador and southwest Guate- imported Usulután wares were mala — the Usulután ‘heartland’) produced at other sites within Hon- [Cagnato, 2008: 54; Goralski, duras—with only trace amounts of 2008: 91]. El Salvadorian-produced wares Goralski [2008: 71] states [Cognato, 2008; Goralski, 2008: that Usulután types throughout 255]. For example, at the site of El Honduras are known strictly from Guayabal in the Paraíso Valley of elite contexts, which has traditio- Honduras, researchers have dis-

La Universidad 391 covered locally-produced Izalco- given by elites to forge alliances style Usulután and imports from and incur debts». the Copan Valley and other pla- Given the recent explora- ces [Cagnato, 2008: 68]. tion and interpretative develop- This new understanding ments of Late Preclassic Usulután of the Uapala-Usulután sphere ceramics, how does this informa- has also resulted in new inter- tion helps us garner a better un- pretations. Cagnato [2008: 93], derstanding of Usulután wares at for example, suggests that elite La Arenera? Can we articulate groups at El Guayabal might not the presence of Usulután wares have had the ability or necessity in Pacific Nicaragua with the to import ‘real’ Izalco-style Usulu- broader Uapala-Usulután sphere tán from El Salvador, instead ma- operating to the north? While the king their own versions for an elite results of the current project are display of prestige goods. Emula- strictly preliminary, we believe we tion, she suggests, demonstrates can begin to posit potential inter- knowledge of these fine wares pretations, in the hope that they and may reflect an elite desire to will drive further investigation and exhibit long-distance sociopoliti- elaboration in the near future. cal connections or to ‘fit in’ to a broader regional trend. Goralski Interpreting Usulután Ceramics at [2008: 278] similarly suggests that La Arenera the development of the Uapala- Usulután sphere is the result of In this paper we have demons- both importation and emulation. trated that at least one type, The exchange of Usulután within the ‘imitation’ Usulután from La the sphere, however, may provi- Arenera, was likely locally produ- de more intimate clues about the ced based on geological and role of Usulután as an elite good. volcanic data from the area. We Goralski [2008: 284] suggests, ba- believe, again based on petrolo- sed on production and distribution gical composition, that the Red patterns, that Uapala-Usulután Rimmed Usulután may have been was likely used as «daily serving produced in Pacific Nicaragua as vessels for elites to reinforce sta- well. This is not an entirely shocking tus differences, as a special servi- interpretation, given that earlier ce ware used in ritual feasts with compositional (INAA) analyses other elites to force or renegotia- have suggested that Usulután te status differences, and as gifts wares were likely being produced

392 La Universidad in the Managua area [Lange et pes may favour an interpretation al., 2003]. Recent work by Craig similar to that discussed by Goral- Goralski [2011 personal commu- ski [2008: 284]. The co-occurrence nication] also suggests that our of Nicaraguan-produced Izalco- interpretations are heading in the style Usulután wares and obsi- right direction, if not correct. In his dian artifacts likely derived from compositional analysis of cera- Honduran sources implies a direct mics from throughout Honduras, knowledge of the socioecono- and including samples from El Sal- mic (at least, if not sociopolitical vador, he found that conducting as well) framework operating to petrological analysis of the sherds the north of La Arenera. It may be was futile. The reasoning being that leaders (chiefs?) were parti- that, in all cases, the paste was cipating in a Pacific Nicaraguan so fine and lacking any type of version, or extension, of the Ua- diagnostic inclusions that micros- pala-Usulután interaction sphere, copic variation and composition where locally-produced forms of was almost impossible to detect— this prestige good were somehow the result forcing a compositional gifted or exchanged between study almost completely based leaders from different sites or po- on chemical analysis (INAA). This litical-economic zones (allied terri- was certainly not the case for the tories) in a social setting designed La Arenera samples (with ample to foster new, or maintain existing, diagnostic inclusions) which, ba- alliances and/or affiliations. sed on Goralski’s work, suggest Supporting this hypothe- that none of the sherds derived sis is the Rosales Zoned Engraved from a northern production sour- sample at La Arenera which, by ce and were, most likely, produ- all appearances, seems to be co- ced within Pacific Nicaragua. ming from the Granada or Rivas Given the paucity of ar- areas of the Isthmus of Rivas. Long chaeological investigation at viewed as a status or ritual ware, Tempisque period (Late Preclas- Rosales may have been another sic) sites in Nicaragua, it is cu- form of “elite” or leader exchan- rrently impossible to know whether ge material. Healy [1980: 239–241] or not Usulután decorated cera- also notes the occurrence of Usu- mics are limited to elite contexts, lután Resist wares in the Rivas re- as is apparent for sites in Uapala gion. In fact he also forwards, in his ceramic sphere. However, the paste descriptions, two discrete existence of two discrete paste ty- paste types—one a poor-quality

La Universidad 393 imitation and the other a more re in the Rivas-Granada area of “authentic”-looking paste. The the Isthmus of Rivas. Further we dominant paste inclusions he no- found that there are two distinct tes are of feldspar and quartz, are paste types for the Usulután-style not typically dominate composi- ceramics from the site, both of tional categories for the area but which appear likely to have likely seem closer to those Red Rimmed been produced within Pacific Ni- types from La Arenera. It would be caragua. We are certainly not the interesting to see if petrographic first to suggest that Usulután-style analyses could, in the future, de- ceramics were produced in Pa- fine a relationship with the La Are- cific Nicaragua [see Healy, 1988; nera samples. Lange, 1992]. However, this is the Obviously there is much first time (as far as we know) that more work to be done and we this type of detailed petrological realize that these preliminary compositional provenience study analyses are merely that: prelimi- has been conducted at the site nary. However, we feel that this level. Finally, we have attempted project represents a good starting to articulate the preliminary results point—including a series of testa- of the La Arenera study with the ble hypotheses—for exciting and broader Uapala-Usulután cera- informative future research. mic sphere of the Mesoamerican southeast periphery, suggesting Conclusions that Izalco-style Usulután wares may have served as prestige go- In this paper we have introduced ods utilized locally for status di- the site of La Arenera, provided fferentiation and regionally as a preliminary results of the first com- tool for forming or maintaining positional analysis conducted on sociopolitical and socioeconomic the site’s ceramic assemblage, alliances and/or affiliations. and attempted to geologically Comparative petrogra- contextualize our findings. The re- phic information from other re- sult has been a more detailed un- gions—especially Honduras, El derstanding of the provenience Salvador, and northwest Costa of both Usulután-type and Rosales Rica—would be useful in suppor- Zoned Engraved ceramic types. ting these provenience interpre- We found that Rosales ceramics tations. We are hopeful that the are likely being produced and im- results of ongoing INAA and XRD ported into the site from somewhe- analyses will help clarify the com-

394 La Universidad positional relatedness both within Cagnato, Clarissa [2008]. «El Gua- and between types from La Are- yabal: Life at a Late Preclassic nera, and with other regions for Center in the El Paraíso Valley, which compositional databases Honduras». Unpublished M.A. the- currently exist. sis, Yale Graduate School of Arts and Sciences, New Haven, CT. References Demarest, Arthur A., and Robert J. Bishop, Ronald L., Frederick W. Sharer [1982]. «The Origins and Lange, Suzanne Abel-Vidor, and Evolution of Usulután Ceramics». Peter C. Lange [1992]. «Compo- American Antiquity 47:810–822. sitional Characterization of the Nicaraguan Ceramic Sample». In Dennett, Carrie L. [2009]. «Hecho The Archaeology of Pacific Nica- en el Pacífico de Nicaragua: Iden- ragua, Frederick W. Lange, Pay- tifying Locally Produced Ceramics son D. Sheets, Anibal Martinez, and Evidence for Exchange at and Suzanne Abel-Vidor (eds.), Tepetate (N-GR-10)». Poster pre- 135–162. University of New Mexico sented at the 74th Annual Mee- Press, Albuquerque. ting of the Society for American Archaeology, Atlanta, GA. Bishop, Ronald L., Frederick W. Lange, and Peter C. Lange Dennett, Carrie L., Geoffrey G. [1988]. «Ceramic Paste Composi- McCafferty, and Paul W.O. Hoskin tional Patterns in Greater Nicoya [2008]. «Preliminary Assessment of Pottery». In Costa Rican Art and Ceramic Composition from the Archaeology: Essays in Honor of Santa Isabel site (800-1250 CE), Frederick R. Mayer, edited by Fre- Pacific Nicaragua». Paper presen- derick W. Lange, pp. 14–44. John- ted at the 41st Annual Meeting of son Publishing, Boulder, CO. the Canadian Archaeological As- sociation, Peterborough, ON. Bishop, Ronald L., Robert L. Rands, and George R. Holley [1982]. «Ce- Global Volcanism Program [2010]. ramic Compositional Analysis in Smithsonian Institution, National Archaeological Perspective». In Museum of Natural History: Glo- Advances in Archaeological Me- bal Volcanism Program. Electro- thod and Theory, Vol. 5, Michael nic Document accessible from: B. Schiffer (ed.), 275–329. Acade- http://www.volcano.si.edu/. mic Press, New York.

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396 La Universidad Rausch, Juanita, and Hans-Ulrich Stoltman, James B. [1989]. «A Schmincke [2010]. «Nejapa Te- Quantitative Approach to the phra: The Youngest (c. 1 ka BP) Petrographic Analysis of Ceramic Highly Explosive Hydroclastic Eruption in Thin Sections». American Antiquity Western Managua (Nicaragua)». 54: 147–160. Journal of Volcanology and Geo- thermal Research 192:159–177. ------[1991]. «Ceramic Petro- graphy as a Technique for Docu- Salgado González, Silvia [1996]. menting Cultural Interaction: An «The Ayala Site: A Bagaces Period Example from the Upper Mississi- Site near Granada, Nicaragua». In ppi Valley». American Antiquity Paths to Central American Prehistory, 56:103–120. Frederick W. Lange (ed.), 191– 220. Boulder: University of Colorado Press.

Steinbrenner, Larry L. [2010].«Pot- ting Traditions and Cultural Con- tinuity in Pacific Nicaragua, A.D. 800–1350». Ph.D. dissertation, De- partment of Archaeology, Univer- sity of Calgary, Calgary, AB.

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Nuestros Colaboradores

William R. Fowler. Profesor y catedrático de Antropología en la Universidad de Vanderbilt, Nashville, Tennessee, ha dirigido excavaciones arqueoló- gicas en México, Guatemala y El Salvador. Comenzó sus investigaciones arqueológicas y etnohistóricas en El Salvador en 1975. Dirigió investigacio- nes de Cihuatán entre 1978 y 1980. Su proyecto más reciente es sobre el sitio Ciudad Vieja, la primera villa de San Salvador, donde se llevan a cabo investigaciones desde 1996. Sus intereses principales en la antropología y la arqueología son la economía política, la etnicidad y las migraciones.

Geoffrey McCafferty. Es Profesor y Catedrático de Arqueología en la Uni- versidad de Calgary, Alberta, Canadá. Recibió el Doctorado en Antropo- logía de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY), Binghamton, Nueva York. Es coeditor de la revista académica Ancient Mesoamerica. Ha traba- jado en México y Nicaragua.

Kathryn Sampeck. Es Profesora y Catedrática de Antropología en la Universi- dad Estatal de Illinois, Normal, Illinois. Recibió el Doctorado en Antropología de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, Louisiana. Ha trabajado en Bolivia, El Salvador y el estado de Tennessee, EE.UU.

Fabricio Valdivieso. Arqueólogo salvadoreño, especialista en estudios mesoamericanos. Es parte de la primera promoción de arqueólogos for- mados en El Salvador por la Universidad Tecnológica (UTEC). Posee estu- dios y otras capacitaciones en Estados Unidos y Japón. Ha dirigido más de una veintena de proyectos arqueológicos. A su vez ha trabajado como consultor especializado en proyectos de desarrollo para el patrimonio cul- tural de El Salvador. Su trabajo le ha permitido impartir múltiples ponencias tanto en su país natal como en el extranjero. Entre los años 2002 al 2008

La Universidad 399 dirigió eficientemente el Departamento de Arqueología de la entonces Concultura.

Fabio Esteban Amador. Es un arqueólogo especializado en culturas Meso- americanas. Amador estudio arqueología en la Universidad de Rutgers y recibió su doctorado de la Universidad de Nueva York en Buffalo. Ha tra- bajado en sitios en Norte, Centro y Sur América y en el presente trabaja para National Geographic y colabora en proyectos de investigación en Yucatán y el Caribe. Fabio Esteban también es miembro fundador de la Organización Latinoamericana de Arqueología Subacuática (OLAS), una comunidad de profesionales dedicados al estudio y conservación del pa- trimonio cultural sumergido en las Américas.

Payson Sheets. Es Profesor y Catedrático en la Universidad de Colorado, Boulder, Colorado. Recibió el Doctorado en Antropología de la Universi- dad de Pennsylvania. Ha trabajado en El Salvador, Costa Rica y Panamá. Lleva más de treinta años dirigiendo el Proyecto Arqueológico Joya de Cerén.

George O. Maloof. Obtuvo su Licenciatura en Arqueología en la Universi- dad Estatal de Arizona y una Maestría en Antropología con especialidad en Arqueología de la Universidad de Costa Rica, donde fue el primer gra- duado de tal especialidad. Vive en Buenos Aires y Costa Rica y trabaja en el Área de Arqueología del Proyecto Hidroeléctrico El Diquís. Aunque su área de especialidad es la Vertiente del Caribe Central de Costa Rica, le interesa la arqueología de El Salvador y los mayas de la frontera este de Mesoamérica. [email protected]

Marlon Escamilla. Es alumno del programa de doctorado en Antropolo- gía de la Universidad de Vanderbilt , USA; y catedrático de la Escuela de Antropología de la Universidad Tecnológica de El Salvador. Por más de una década formó parte del equipo de investigadores del Departamento de Arqueología de El Salvador dirigiendo proyectos de investigación ar- queológica en diferentes áreas del país. Sus intereses académicos están enfocados en la arqueología del paisaje, la antropología del movimiento, migraciones, arqueología subacuática y el estudio del arte rupestre.

Jeb J. Card. Es un arqueólogo de Mesoamérica y de la época colonial,

400 La Universidad principalmente, española. Completó estudios doctorales en la Universidad de Tulane en 2007. Entre 2008 y 2009, fue investigador visitante en el Cen- ter for Archaeological Investigations, Southern Illinois University Carbonda- le, donde organizó una conferencia internacional sobre material cultura hibrida. También es editor de un libro sobre este tópico, publicado en la Southern Illinois University en 2012. En El Salvador, además de su análisis en Ciudad Vieja, ha trabajado en las excavaciones del sitio La Campana, San Andrés; en la ciudad Maya de Ek Balam en Yucatán, México; y en ex- cavaciones en Tennessee, Luisiana, Mississippi, y Nueva York en los Estados Unidos.

José Heriberto Erquicia Cruz. Arqueólogo por la Universidad Tecnológica de El Salvador, es también Maestro en Ciencias Sociales por la FLACSO-Gua- temala. Es miembro de número de la Academia Salvadoreña de la His- toria. Actualmente trabaja como investigador y docente en la Dirección de Investigaciones de la UTEC, y es consultor en trabajos de investigación arqueológica y patrimonio cultural.

Brian McKee. Ha trabajado en la arqueología de El Salvador desde 1989. La mayor parte de su trabajo se ha realizado en el Valle de Zapotitán, es- pecíficamente en los sitios Joya de Cerén y San Andrés. Tiene licenciaturas en Antropología y Geología de la Universidad de Colorado, una maestría en Antropología de la Universidad de Colorado, y un doctorado en antro- pología de la Universidad de Arizona. En los años recientes ha trabajado en la arqueología de los Estados Unidos, principalmente en los estados de Arizona y Utah.

Sébastien Perrot-Minnot. Es Investigador asociado al Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA, Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia) y Director Pedagógico de la Alianza Francesa de Guatemala. Participó en investigaciones arqueológicas en Francia metropolitana, la Guayana Francesa, Chile, Guatemala y El Salvador. En El Salvador, rea- lizó trabajos de campo en sitios prehispánicos de los departamentos de San Vicente, Cabañas y Ahuachapán. En 2006, defendió en la Universidad de París 1 (Panthéon-Sorbonne) la tesis doctoral “Definición arqueológica de la entidad cultural de Cotzumalguapa (Guatemala-El Salvador)”, bajo la dirección del profesor Eric Taladoire. Trabaja también en el campo del

La Universidad 401 periodismo cultural y científico; en 2006, junto con Gemma Gil y Dennys Mejía, recibió en el Museo Popol Vuh (Guatemala) el Premio Huun a la prensa arqueológica, por un artículo publicado en el matutino guatemal- teco Prensa Libre.

Philippe Costa. Es estudiante de doctorado en arqueología de la Universi- dad de Paris 1 (Panthéon-Sorbonne), investigador asociado al Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) y actualmente, director del Proyecto «Reconocimientos y Contextualización del Arte Rupestre Sal- vadoreño 2011» por parte del Centro de Estudios Mexicanos y Centroame- ricanos (CEMCA), Embajada de Francia en El Salvador y la Universidad de El Salvador, Maestría en Restauración de Monumentos, Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).

Ligia Manzano. Actualmente Secretaria de Arte y Cultura de la Universidad de El Salvador y Codirectora del Proyecto «Reconocimientos y Contextua- lización del Arte Rupestre Salvadoreño 2011» por parte del Centro de Estu- dios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), Embajada de Francia en El Salvador y la Universidad de El Salvador. Participación como docente investigador en el proyecto del CIC-UES «Historia de las Artes Plásticas en El Salvador. Fase de Preconquista», sobre la Expresión de la Gráfica Rupestre en 2004. Participación en el estudio sobre el «Arte Rupestre de El Salvador», Facultad de Ciencias y Humanidades y Departamento de Arqueología en 2006.

Ramón Rivas. Es doctor en antropología graduado en Holanda. Ha hecho estudios antropológicos sobre los garífunas en Honduras. Actualmente es Director de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de la Presiden- cia de El Salvador.

Claudia Alfaro Moisa. Inició su trabajo en el Museo Nacional de Antropo- logía de El Salvador como parte del departamento de Museografía. Pos- teriormente inicia en 2004 sus estudios de Licenciatura de Arqueología en la Universidad Tecnológica de El Salvador. Desde 2005 a la fecha, está a cargo de la curaduría de la Colección Arqueológica Nacional; ha colabo- rado en publicaciones especializadas del Museo Nacional. Actualmente forma parte del Departamento de Arqueología fungiendo como investi- gadora y curadora de exposiciones.

402 La Universidad Carrie Dennett. Tiene una Licenciatura en Antropología de la Universidad de Trent en Peterborough, Ontario, Canadá. Es candidata al Doctorado en Arqueología en la Universidad de Calgary, Alberta, Canadá y editora asistente de la revista académica Ancient Mesoamerica. Ha participado en investigaciones de campo en Honduras y Nicaragua.

Christine Dixon. Is a Ph.D. student at the University of Colorado, Boulder who has participated in archaeological fieldwork at Cerén since 2005. Her 2006 MA degree research examined previously collected ground-penetrating radar data at Cerén and her current Ph.D. research now focuses on the broader implications of the Cerén agricultural system, in particular the ma- nioc fields. She currently teaches at Bellevue College and Pacific Lutheran University in Washington.

La Universidad 403