Andanzas Recoletas
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Emiliano Antonio Cisneros Martínez, OAR Andanzas recoletas Los antiguos ministerios en Perú 2004 1 A modo de presentación Las páginas que siguen son el fruto de un trabajo hecho por afición y amor a las cosas comunitarias durante los años 1987-92 durante mi residencia en Lima y Roma. Comenzaron como un recoger datos dispersos en boletines y libros de Cosas notables domésticos, aparte recuerdos personales, referidos a la presencia agustina recoleta en el Perú. Son fruto, pues, de lo que otros recogieron anteriormente y legaron a la posteridad. Al retornar al Perú para iniciar mi servicio episcopal en Chota, las nuevas tareas impi- dieron la continuidad de este trabajo y no he hecho después otra cosa que cerrar algunos capí- tulos que estaban inconclusos o que se han cerrado con posterioridad. Por eso los apuntes han quedado, como se indica en el título y subtítulo, como Andanzas recoletas referidas a los an- tiguos ministerios en Perú, o sea, aquellos en los que tuvimos una presencia más o menos prolongada y ahora están confiados al trabajo pastoral de otros hermanos, casi siempre sacer- dotes diocesanos en sus respectivas jurisdicciones. La casa de Chota sería la excepción, pero ha sido incluida como parte de un capítulo más amplio como es el de la Prelatura de Chota, que quedaría inconcluso si no figurara ese acápite. Si bien también esa parte del trabajo se refiere a la permanencia de la comunidad al servicio de la parroquia de Todos los Santos, de la ciudad. Cuando se cierra ese capítulo esta- ba también por cerrarse el servicio en ese ministerio parroquial y se preparaba una presencia nueva y distinta en la misma ciudad. Los profesionales de la Historia se darán cuenta de inmediato de que estas notas no tienen el rigor que se requiere para ser historia escrita. Son más bien materiales que reúnen una serie de datos para los interesados en el tema (¡Ojalá lo sean los frailes recoletos del Perú!) y que tal vez, algún día, puedan servir en algo a quienes quieran tratar con mayor com- petencia y rigor el tema de la presencia y actuación de los agustinos recoletos en el Perú. Fr. Emiliano A. Cisneros Martínez, oar 2 I.- RECOLECCION AGUSTINIANA AMERICANA Y SU DESARROLLO EN EL PERU 1. ANTECEDENTES AGUSTINOS EN AMÉRICA LOS AGUSTINOS EN AMÉRICA Los primeros religiosos agustinos que llegan al continente americano desembarcan en San Juan de Ulúa (Méjico) el 22 de mayo de 1533. La expedición la componían siete religio- sos de la provincia de Castilla. En ese mismo año se funda en Ocuitoco el primer convento agustino de América, al que seguirán otros más. La vitalidad de estas primeras fundaciones mejicanas dará pronto lugar a la creación de una provincia totalmente independiente de la de Castilla (1568). Colombia será el segundo escenario hollado por los pies de los agustinos. El padre Vi- cente de Requejada en compañía del explorador Nicolás Federman, después de recorrer varios de los actuales estados venezolanos se interna por Colombia en 1536. En 1539 toma parte en la fundación de Tunja de la que será el primer párroco. El primer convento agustino se levantará en Bogotá en 1575. A fines del siglo habrá provincia independiente (en 1596 el decreto, en 1601 la ejecución). Las próximas fundaciones en el orden cronológico serán las del Perú. En 1548 llega el padre Agustín de la Sma. Trinidad a preparar el hospedaje para la primera expedición que arribará en 1551. Seguirán después las fundaciones de Bolivia (a partir de 1559), Venezuela (1570), Ecuador (1573), Panamá (1594), Chile (1595) y Argentina (1620). La vida agustina se establece y da frutos en amplísimas regiones del continente y su aportación a la obra evangelizadora y de civilización está a la altura de las grandes Ordenes religiosas que misionan las nuevas tierras. Su trabajo se concretiza en la primera evangeliza- ción de múltiples grupos humanos, fundación y civilización de pueblos, enseñanza de la doctrina cristiana y de las técnicas del cultivo del campo, creación de hospitales, albergues... Los conventos son centros de culto y de cultura. Entre los fundadores de la universidad de Méjico se encuentra el agustino Alonso de la Veracruz, la personalidad más importante que aportó España a América en el siglo XVI.1 El espíritu de aquellos primeros hijos de San Agustín que recorren las nuevas tierras es el espíritu ardiente que les imprimió Santo Tomás de Villanueva. No faltarán entre los histo- riadores de etapas pretéritas quienes vean en ellos a los primeros recoletos o en todo caso a sus precursores. Hijos de ese mismo espíritu son los primeros agustinos llegados al Perú a los que se juntarán otros procedentes de Méjico. LOS AGUSTINOS EN COLOMBIA El padre Vicente de Requejada fue el primer agustino en llegar a Colombia y el primer párroco de Tunja. Décadas más adelante, el padre Gabriel de Saona y otros dos religiosos procedentes de la provincia del Perú y Ecuador intentan las primeras fundaciones de la actual Colombia. Fracasa el primer intento de fundar en Tunja, pero cuaja el de Bogotá (1575). Posteriormente llegarán las fundaciones de otros conventos que serán centro de operaciones y punto de referencia obligado para doctrineros y misioneros. El de Leiva, fundado en 1594, está ligado a la futura recolección que surgirá pronto en El Desierto de la Candelaria. Otros muchos conventos se van levantando a lo largo y ancho 1 Ruiz, Alipio: La Provincia del Santísimo nombre de Jesús en México, en Los agustinos en América Latina, p. 15 3 del territorio colombiano. El crecimiento de estas fundaciones dará lugar a fines del s. XVI a la creación de una nueva provincia, segregada de la de San Miguel de Quito, que comprenderá los conventos y doctrinas del Nuevo Reino (Colombia) y Tierra firme (Venezuela); se exceptúan los conventos de Cali, Pasto y Popayán. El decreto de creación está fechado en 1596 y 1597 y se ejecuta en el capítulo provincial de 1601 celebrado en Cali. La nueva provincia de Nuestra Señora de Gracia del Nuevo Reino (lleva el mismo título que la del Perú) contaba al momento de su creación con 61 religiosos; de ellos 48 eran sacerdotes; 7 conventuales, 2 más en formación, 30 doctrinas en Colombia y 10 en Vene- zuela. En el seno de esta provincia y en los años que siguen a su creación surgirá el movi- miento recoleto del Nuevo Reino o la Recolección americana. 2. ORIGENES DE LA RECOLECCION AMERICANA A ORILLAS DEL GACHANECA Por caminos que a los ojos humanos son insospechables se fue preparando la recolec- ción agustiniana en estas latitudes. Juan Rodríguez, sujeto de excelentes prendas, renuncia al mundo para buscar a Dios en el silencio y la penitencia, y arrastra en pos de sí a otros con semejantes propósitos (1595). Después de aposentarse sucesivamente en dos lugares distintos entre Tinjacá y Ráquira se establecen definitivamente a orillas del río Gachaneca en un vallecito que lleva su nombre. Son alrededor de diez ermitaños; viven en pequeñas habitaciones rústicas y pobres, donde se dedican a la oración y penitencia. Cada cierto tiempo se reúnen todos para las cola- ciones espirituales en que reciben mutua ayuda y estímulo y la orientación de algún clérigo que forma parte del grupo. La fama de estos anacoretas crece rápidamente y no tarda en aumentar el número. En 1597 se están haciendo gestiones ante la curia eclesiástica de Santafé para edificar una capilla y se dan los pasos para que el pintor milanés Francisco del Pozo, radicado en Tunja, plasme en el lienzo la imagen de María en el misterio de la Presentación. Este es el cuadro que desde 1597 preside la vida que se desarrolla en el valle. Por estas mismas fechas, los agustinos que poco antes han fundado el convento de la villa de Leiva atienden las doctrinas de Ráquira, Tinjacá y Tijo. En este lugar se encuentra un anciano fraile: ronda los setenta años, ha conocido los halagos del mundo, ha ocupado cátedra en la universidad de Alcalá, incluso llegó a aspirar al puesto de protomédico -una especie de ministerio de salud- de Felipe II, ha renunciado a todo, familia incluida, para consagrarse a Dios en la Orden agustina y ha pasado al Nuevo Mundo para gastar sus días en la obra de la evangelización de las tierras nuevas que no habían oído hablar de Cristo. Es el padre Mateo Delgado. Cuando la vida de los monjes tope con las primeras dificultades surgidas de lo que po- dríamos llamar el auge vocacional, y la nueva situación produzca desajustes que requieran la intervención de una persona experimentada y prudente, no encontrarán mejor recurso que acudir al padre Mateo, el doctrinero de Tijo, para que les oriente en esos momentos de incer- tidumbre. A la luz de datos que aporta el padre E. Ayape en sus Fundaciones y Noticias podría colegirse que una de las causas del creciente malestar pudo ser el sentido anacorético o ce- nobítico que había de darse a la vida del grupo en lo sucesivo. De hecho algunos de los fun- 4 dadores se retiran del valle de Gachaneca y no aparecerán en la historia que continúe hacién- dose en este valle, sin que conste por otra parte que abandonaran sus ideales anacoréticos. Por otro lado, el recurso al padre Mateo para que les orientara y guiara, el deseo de éste de establecer la recolección agustiniana de cuyo origen había sido testigo en España; la vo- luntad de los monjes de que se fuese introduciendo la Recolección y Descalcez de N. P. San Agustín que florecía mucho en España 2 y su determinación de donar la capilla y posesiones a la Orden con el compromiso de fundar un convento de recolección iban allanando el camino para la realización posterior.