NOTAS

Francisco Palau y Quer, 1872-1972. Notas para un centenario

El 20 de marzo de 1872 moria en el P. Francisco de Jesus Maria José (Palau y Quer), carmelita teresiano exclaustrado. Como tantos hombres de valor, ha quedado casi en la penumbra. Y, no obstante, su personalidad y su acti­ vidad en tiempos dificiles debieran ser mejor conocidas. Ademas, no pocos aspec­ tos de su vida y de su doctrina recobran hoy una actualidad especial. Son estos aspectos de persona inquieta en anos casi locos y de nuevas visiones los que desea­ mos exponer aqui brevemente 1.

Ca/'âcte/', formaci61l, andallZas

Francisco Palau y Quer presenta el recio temple de sus hombres y de sus tie­ rras. Nacio en Aytona el 29 de diciembre de 1811, mientras su padre luchaba en el Somatén contra los invasores franceses y su madre se debatia por sacar adelante a sus otros cuatro hermanos. Estas circunstancias dieron la base elemental al ca­ racter y temperamento de Palau: sobrio, concentrado, enérgico, luchador, perseve­ rante. En los estudios primarios demostro el nino cualidades nad a ordinarias para la ciencia. Por 10 que su hermana Rosa, ya casada, se 10 Hevo consigo a Lérida, para que cursara Humanidades como alumno externo deI Seminario. Estamos en 1823. El seminarista aytonense curso Filosofia en 1827, ganando par oposicion una beca. Sus estudios siguen normalmente segun el plan deI Seminario hasta terminar su primer curso de Teologia, vera no de 1832, en que los trunco inesperadamente y con gr an disgusto de sus padres, para hacerse Carmelita Descalzo. Esta resolu­ cion deI joven en modo alguno fue precipitada 0 aturdida. Durante anos se alimen­ taba ya con las ob ras de Santa Teresa de Jesùs y de San Juan de la Cruz. El 21 de octubre de 1832 fue recibido en Comunidad Francisco Palau y Quer,

1 He aqui la bibliografia màs importante sobre el P. Francisco: ALEJO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Vida deI P. Francisco Palau y Quer. , Imprenta Imperia, 1933. GREGORIO DE JESÛS CRUCIFICADO, Brasa entre cenizas. Bilbao, Desclée de Brouwer, 1956. ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Historia de la Reforma teresiana. Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1968, pp. 458-462. Herencia y testimonio. Antologia de los escritos deI siervo de Dios Padre Francisco Palau, O. C. D. Fundador de las Carmelitas Misioneras. Roma 1970. JOSEFA PASTOR MIRALLES, Hablo contigo. zAmas a la Iglesia? Barcelona 1971. MARÎA ROSARIO DEL CARMELO, El misterio de la Iglesia". 1811-1872. Tesis presentada en el Pontificio Instituto Regina Mundi de Roma. 1962. 356 A. RODRIGUEZ CUESTA en el convento de San José de Barcelona, Noviciado y Colegio a la vez por las adversas circunstancias deI pals. Era la Comunidad mas numerosa deI Carmelo Te­ resiano en el Principado. En el aspecto religioso-carmelitano, el ambiente de la Comunidad dejaba bastante que desear, no obstante los laudables esfuerzos de los Superiores y de los demas religiosos. Por donde la formacion teresiana de Fr. Fran­ cisco mas bien fue fruto deI trabajo personal que deI Maestro de novicios. El 15 de noviembre de 1833 se consagraba a Dios en el Carmelo Teresiano con el nombre de Fr. Francisco de Jesus Maria José, cuando ya rugla la tempestad contra las Ordenes Religiosas. El nuevo Carmelita era consciente de ello y estaba dispuesto a jugarse heroicamente la vida por su vocacion. Y aSI fue. El 25 de julio de 1835 las hordas revolucionarias asaltan los conventos de Barcelona y Fr. Fran­ cisco se salva por puntos de la muerte, primero en el Castillo de Montjuich y luego en los montes de Vich. Desde la ignorada soledad vicense se pone en contacto con sus Superiores, que 10 mandan al Seminario de Lérida, para que termine sus estudios teologicos y se ordene de sacerdote. ASI 10 hace y recibe las Ordenes Sagradas en la Catedral de Barbastro el 26 de abril de 1836. Su primer servicio ministerial 10 realiza gozoso en la parroquia de San AntoHn de su querida Aytona, coma ayudante deI Sr. pa­ rroco. Aqui permanecio el celoso Carmelita hasta el veranD de 1838. Ante la fuga deI senor Obispo de Lérida, Dr. D. Julian Alonso, al cuartel car­ lista de Berga, en la frontera pirenaica, nuestro Carmelita siguio su ejemplo, movido exelusivamente por sus ardientes deseos de auxiliar a la Iglesia y salvar las aImas de sus hermanos. Aqui desarrollo un apostolado eficadsimo entre los soldados, exponiendo inlcuso su vida al enfrentarse por este motivo con los propios jefes carlistas. Al caer Berga en manos de Espartero el 6 de julio de 1840, el P. Fran­ cisco transpuso la frontera francesa con las trop as derrotadas. Hasta 1851 el exiliado Carmelita vive en el Pirineo francés, entregado a una vida austerisima de penitencia y soledad. Su apostolado se reduce a los desterrados espanoles, a los que sostiene y alienta contra toda esperanza. La fama de sus vir­ tudes atrae a no pocos disdpulos, hombres y mujeres, con los que ensaya por pri­ mera vez un género de vida, muy similar a la de los Desiertos Carmelitanos 0 casas de retiro y mortificacion. Pensaba que con esto ayudaria a la Iglesia deI mejor modo posible en las aciagas circunstancias que atravesaba. Pero no es com­ prendido por las autoridades eelesiasticas galas, 10 que precipita el fracaso de sus experimentos fundacionales. Al amparo dei Concordato dei Gobierno de Bravo Murillo con la Santa Sede, 16 de marzo de 1851, el P. Palau retorno definitivamente a la patria y se puso a disposicion deI senor Obispo de Barcelona, Dr. Costa y Borras, quien le encomen­ do la direccion de los Ejercicios Espirituales deI Seminario. En la mente deI Car­ melita bulHa un apostolado original, que podriamos llamar de alta cultura religiosa, para luchar contra la ignorancia religiosa deI pueblo, una de las causas principales de su rebajamiento moral. El P. Francisco llamabalo "Escuela de la Virtud" y con­ sistla substancialmente en un cielo ordenado de lecciones sobre el dogma y la moral cristianos, expuestas en modo de controversias, en que el publico tomaba parte. Para que 10 probase el Sr. Obispo le cedio la parroquia de San Agustfn de Barcelona. En esta iglesia 10 ejercito el P. hasta 1854 con gran éxito y provecho de Barcelona. Ante ello, el Carmelita penso extenderlo a las grandes ciudades de Espana. Pero por eso mismo concito contra si el odio de los enemigos de la fe, que, aprovechandose de la primera huelga general de Barcelona, marzo de 1854, con gran astucia envolvieron con ella la ob ra deI P. Palau y las autoridades civiles cerraron violentamente la "Escuela de la Virtud" y a su autor 10 confinaron en , 7 de abril de 1854. FRANCISCO PALAU Y QUER 357

No se arredro por esta injusta y safiuda persecucion el P. Francisco, sino que en la isla desplego una predicacion evangélica extraordinaria, recorriéndola varias veces y elevando su bajo nivel religioso. Beneficiandose de un indulto general de Isabel II, publicado por ü'Donnell el 1 de mayo de 1860, el P. Francisco se libro deI confinamiento ibicenco, y regreso a lldrcelona, julio de ese mismo afio. Venla con sus fuerzas flsicas mermadas, pero agigantadas las espirituales. Sobre todo, con la seguridad de su carisma en la Iglesia de Dios, a saber: ayudar a los miembros abandonados dei Pueblo de Dios pOl' las obras de misericordia de asistencia a los enfermos y ensenanza a los ignorantes. Convencido de que ésta era su carisma eclesial, como el Sefior se 10 habla rev~lado en la clausura de la Mision, que predicaba en la catedral de Ciudadela el 12 de noviembre de 1860, a su realizacion se entrego con la tenacidad impresionante que le era propia. Y adaptando a este carisma las distintas fundaciones, que tenla diseminadas por Baleares, Catalufia y , le sorprendio la muerte en 1872. Atm le sobraban fuerzas para evangelizar las grandes ciudades de Barcelona, Madrid y otras regiones de Espafia con misiones, etc. Y hasta probo en aquélla métoc1os originales de combate, coma el ejercicio dei Orden Sagrado dei Exorcis. fado, que tantos disgustos y persecuciones le acarrearon, incluso de las autoridades eclesiasticas.

Sacerdote, no polftico

Cuanc10 el sacerdote actua dentro de 10 sacral, no suele haber problemas. Estos aparecen en seguida cuando se proyecta en 10 secular. Sobre todo en ese campo inseguro de la poHtica. El P. Francisco se vio obligado a caminar por la difîcil vida poHtica deI si· glo XIX. Pero cuido siempre muy bien de distinguir su caracter sacerdotal deI de mero espafiol. Como éste, tenla sus preferencias, que iban con los tradicionalistas. Su sistema poHtico 10 creyo mas apto para fomentar y asegurar el progreso de Espafia. Pero ni aun entre ellos actuo coma poHtico; ni mucha menos se puso al frente de soldados. Sabemos que cuando en 1838 huyo al Cuartel General Carlista de Berga, alH se entrego a un apostolado sacrificado y heroico en bien espiritual de sus tropas. Cuando comprobo con dolor, que la moralidad de éstas no respon­ dIa al ideal que defendlan, las anatematizo con celo eliano. Y, jugandose la vida, se presento coma un vidente ante el Conde de Espafia, anunciandole de parte de Dios la derrota de sus ejércitos 2. Y se cumpli6 inexorablemente. En su retorno y permanencia en la patria, ya asegurado el liberalismo de Isa­ bel II, el P. Palau trabaj6 cuanto pudo, primero, para reducirse al ministerio sacer­ dotal ,y segundo, para que en él no apareciese para nad a el matiz poHtico. Es que el Carmelita era muy consciente de que los enemigos de la Religi6n tenlan en las manos la mejor y la mas facil arma para hundir sus empresas apost6licas con solo airear sus antecedentes carlistas. En este sentido tuvo experiencias doloroslsimas y bien contra su voluntad. Cuando la prensa liberal de Barcelona se dio cuenta de la eficacia extraordinaria de la "Escuela de la Virtud", no solo para Catalufia, sino para Espafia entera, machaconamente trala a sus columnas los antecedentes car­ listas de su autor, para terminar por envolver esa obra en la huelga general de la Ciudad Condal de 1854 y arrancar de las autoridades civiles el cierre de la "Es­ cuela" y el confinamiento de su autor en Ibiza 3.

2 GREGORIO DE JESÛS CRUCIFICADO, O. C., p. 40. 3 Sobre el apostolado de la «Escuela de la Virtud>l, su naturaleza, organizaci6n y fines, véa· se: MARIA TERESA AUBACH, La «Escuela de la Virtud>l, ,;escuela de socialismo cristiano?, en «Ana· lecta sacra tarraconensia>l 44 (1972) 99·150. 358 A. RODRIGUEZ CUESTA

Estas tfllgicas experiencias obligaron al Carmelita a extremar su prudencia en el campo polltico, renunciando incluso a 10 que lîcitamente podîa hacer todo ciu­ dadano, para no poner en peligro sus empresas en bien de la Iglesia. El P. Francisco se convenci6 plenamente que la polîtica es el peor t6xico deI ministerio sacerdotal; mediatiza 0 anula por completo su eficacia salvadora. Por eso, cuando en 1868 funda en Barcelona el semanario cat6lico "El Ermitano", eli­ mina todo mote, que pueda separaI' unos cat6licos de otros y le pone este lem a : jLiber/adl, jSoberania Nacionall, jSufragio Universa/l Sorprendente en un hombre chapado a la antigua y que transpiraba carlismo por todos sus poros. Pero sabia muy bien que el apostolado de la prensa no se debîa vincular a ningun credo po­ lîtico, sino s610 al Evangelio. Y él aspiraba a crear un rotativo que sirviera de instrumento seguro de informaci6n a todo hombre de buena voluntad. En su se­ manario leemos conceptos coma estos: "Si los partidos poli/icos entran en ba/alla lino en con/ra y otro a favor de la Religion Catolica: en el terreno de las fuerzas materiales los Ee/esiasticos y los Religiosos guardemos neutralidad, demos Ull abra­ zo a dos hermanos que rifien y en el abrazo la paz. En el altar ofrezcamos nuestra sangre a Dios irritado meze/ada con la de Jesûs. j Felices si Dios la acepta! ... No aspiremos a gloria mayor!" 4. "El Ermitano" fue catedra de segura informaci6n; de una politica espanola sana y serena, tanto sobre problemas nacionales coma internacionales. El sistema polîtico-social, que expone en todas sus columnas, muestra su entronque irrompi­ ble con Balmes (1810-1848) y Donoso Cortés (1809-1853), sus contempor€meos. Es éste un punta importante, que estudiaremos detenidamente en otra ocasi6n.

El misterio de la 19lesia

Se ha podido decir sin exageraclOn que el P. Palau lleg6 "a plal'imarla [la 19le­ sial con imagelles de tal riqueza de contenido dogmatico, que dudo que nadie le haya represen/ado de una manera tan perfecta, convirtiéndola en centro de foda la vida espiritual de las aimas" 5. Para el P. Palau la Iglesia es el Cuerpo Mistico de Cristo, cuya Cabeza es el mismo Salvador, Dios y hombre. A ese Cuerpo pertenecen Marîa, tipo y figura insuperables de la Iglesia; los santos deI cielos; las aImas deI Purgatorio; los justos de ia tierra. Y hasta los mismos angeles ... La Iglesia es Dios y los pr6jimos for­ mando un mismo y unico organismo sobrenatural, deI que es el alma el Espîritu Santo. Y éste debe ser el objeto unico de nuestro amor, de nuestros sacrificios, de toda nuestra vida... Finalmente, toda la vida deI cristiano tiene que consistir en las relaciones de amor con esta Iglesia Santa, infinitamente perfecta e infinitamente amable. Esta visi6n panoramica de la eclesiologîa deI P. Francisco es 10 suficiente­ mente atractiva para sentir la tentaci6n de introducirse en su espaciosa exposici6n. Pero no es de este lugar 6. Mas no se crea que este inefable "misterio de la Iglesia" fuese claro al Carme­ lita desde el principio de su vida. Todo 10 contrario. A 10 largo de ella Dios le fue descorriendo lentamente ese velo misterioso. Y, no obstante, él 10 sentîa en 10 profundo de su ser coma algo vivo y palpitante, que le impulsaba irresistiblemente

4 El Ermitaiio, 28 de enero de 1869, p. 3. 5 GREGORIO DE JESUS CRUCIFICADO, o. c., p. 122. 6 Véase su obra chisica sobre esta materia: Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia. Ms. Arch. Cas. Gen. de las C.M.T. de Tarragona. MARiA ROSARIO DEL CARMELO, O. C. JOSEFA PASTOR MIRALLES) Maria, tipo y figura de la Iglesia en el pensamiento deI P. Fmncisco Palau a.C.D. Ms. Arch. Cs. Gen. de las C.M.T. de Tarragona. La Iglesia, realidad. Tarragona 1969. Florilegio de pensamientos deI siel'vo de Dios. FRANCISCO PALAU Y QUER 359 a obrar en su servicio; a correr, a ir siempre adelante, sin saber claramente adonde. y asî se convirtio la Iglesia en torcedor de su vida, en purificacion activa y pasiva a la vez, en noche oscura cerradîsima hasta llegar "a los rompientes de la aurora" de! cielo. De este modo la Iglesia fue para la vida espiritual deI Carmelita purga­ cion, iluminacion y transformacion. La Iglesia es asî realidad transcendente en la vida dei P. Francisco, cuyas et a­ pas mutuas de relaciones amorosas el propio paciente las describe bajo los sîmbo• los seductores de "amante de la Iglesia", "ami go de la Iglesia", "desposado de la Iglesia", "esposo de la Iglesia" y "padre de la Iglesia", de jan do asî fuertemente articulado el largo camino de la perfeccion con el misterio de la Iglesia.

Amante de la 19lesia. Llena la etapa de su nifiez y adolescencia. Ama a la Igle­ sia sin conocerla: "Yo no la conoCÎa, y ella 110 se me revelaba; no obstante, la pa­ siôn de amor no estaba en mi ociosa, sino que creCÎa de ano en ano hasta devoraJ' mi corazôn" 7.

Al11igo de la 19lesia. Es el perîodo mas largo de su vida. Empieza con su en­ trada en el Carmelo (1832), que la realiza como acto de servicio a la Iglesia, hasta 1860. Etapa larga y dura. Llueven persecuciones y fracasos; desterrado en tierra ajena, confinado en la propia. Y todo eUo, por la Iglesia, que, sin embargo, no acaba de manifestarsele. En el fondo de su sel' presiente su misterio y esto le con­ forta; pero no 10 sien te y esto le entristece.

Desposado de la 19lesia. Es el fruto de su vida transfigura da en la soledad im­ ponente deI islote deI "Vedra" de 1857 a 1860. Despegado de todas las cos as tem­ porales, sumida su inteligencià en la meditacion continua deI misterio de la Iglesia, Dios le revela, al fin, su belleza inmaculada, libre de las arrugas deI tiempo. Y su espîritu incandescente se precipita en eHa como lava de volcan: es su desposada. En consecuencia, no debe poner su am or en otra cosa, pues la Iglesia 10 abarca todo: Dios, Cristo, Marîa, los projimos. Este hecho consolador de sus desposorios con la Iglesia tuvo lu gal' en agosto de 1861: "Mi uniôn, mi enlace espiritual con la 19lesia, hija ûnica y predilecta de Dios, este es el objeto ûnico y principal que tien en mis ejercicios" 8.

Esposo de la 19lesia. Ahora las etapas se acortan. Son exigencias deI amor. Los dos estan seguros deI propio amor. Y es el Sacramento de la Eucaristîa el lugar de eS1S rtlaciones de amor entre el alma y la Iglesia: "Hay otra uniôn mas venerada y es la Sacramental. En el August/simo Sacramento dei Altar, tû te presentas a mi sacramentall11ente en tu cabeza (Jestls Sacramentado) y mora/mente unida a tu ca­ beza: alli te das toda entera a mi, sacramentall11ente en tu cabeza y moralmente en Ioda y COll todo lu cuerpo, pues que donde va lu cabeza vas tlÎ con todo tu cuerpo ... " 9.

Padre de la 19lesia. Es el ultimo grado de amor entre la Iglesia y el P. Palau. Recibio esta gracia durante su actividad misionera en Ibiza de 1864-1866. El sacer­ dote, que vive plenamente su consagracion, participa de la fecundidad de la misma 19le,ia y se convierte en padre de la Iglesia, al serIo de las aImas, que son Iglesia. y es precisamente en este punto culminante de su vida espiritual y apost6lica, don­ de se deshace el dualismo de oracion-apostolado, que le habîa tortura do toda su

7 Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia, 172. 8 Carta a Juana Gracias, dei 23 de agosto de 1861. Cartas, 3, 133 (manuscl'ito para uso pl'i­ vado de las a.M.T.). , Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia, 127. 360 A. RODRIGUEZ CUESTA vida. Ais, todo resuelto, la paz, don y fruto deI Espiritu Santo, se adueiia' de su espiritu para siempre. Ni se crea que esta maravillosa vida eclesial es patrimonio de los hombres. AI contrario: puede y debe sel' también de las mujeres. Pues la base teol6gica es idén­ tica: ella& son también Iglesia. El P. Palau adoctrina a sus hijas c6mo deben vivir este misterio de la Iglesia hasta en sus mas altas manifestaciones, que hemos bre­ vemente indicado: "En esta segunda union todas las miradas de la esposa van dM­ gidas al clierpo moral y misterio de Jesûs". Este cuerpo es dei esposo, es suyo y estâ lInido con él, y esta union es inejable, es aquélla de quien dice el Apostai que es un projul1do misterio y el mâs venerado Sacramento" 10.

Flindadol'

El" P. Palau siente la necesidad de hallar nuevas formas de apostolado en bien de la Iglesia. En unas fracas6, en otras triunfo; y todas son prueba palmaria de su amor ûnico a la Iglesia. Y como, no obstante, su amor 10 veia siempre pobre y li­ mitado, pOl' eso querfa que otras aImas supliesen sus presuntas deficiencias. Y ésta es la rafz humana mas profullda de su carisma fundacional. Sobre él vendria, si entraba en los planes de Dios, 10 sobrenatural, que 10 darfa sel' y configuraci6n dentro de los carismas eclesiales. POl' eso, a 10 largo de su vida, flota en el ambiellte su allsia de fUlldador. Ya en el destierro de Francia (1840-1851) con los disdpulos, tanto hombres como mu­ jeres, que se someten a su direccion, erige Casas 0 Comunidades en servicio de la Iglesia. Y como esta convencido que la soledad, la penitencia y la oraci6n son el mejor apostolado, a él se entrega sin desfallecimiento alguno; y en esa vieja pers­ pectiva, que habia heredado deI Carmelo, orienta sus diversas fundaciones. Asi surgen la de Montdesir (1845) y de St. Aubin, de hombres, y la de Nuestra Sefiora de Livron (1846), de mujeres. Estos intentos primerizos de fundador fraca­ saron muy pronto. En 10 humano, pOl' la inexperiencia deI fundador; pOl' el mismo género de vida eremftico, ya superado en la Iglesia de Dios; y, finalmente, pOl' la doblez de algunos seudo-ermitafios, que con su vida poco ordenada, desprestigiaron la instituci6n deI P. Palau. En 10 divino, porque Dios no queria que ese fuese el medio de ayudar a su Iglesia en aquellos momentos. El P. Francisco sinti6 profun­ damente su fracaso de fundador. Pero no se desalent6. En el fondo, él mismo no estaba seguro que fuese ese "su carisma". Pero, como no veia otro mejor, p1'o­ b6 ese. Este no ver claro su "carisma de fundador" sera una de las purificaciones mas duras y continuadas, a que Dios someti6 a este su siervo, para arrancarle toda apo­ yatura humana. Vuelto a Espafia en 1851, establece dos casas de ermitafias; una, en Lérida, y otra, en Aytona. Sobre ellas estaba el P. Francisco, que doto a esas incipientes Comunidades de unos estatutos elementales, de clara procedencia tere­ siana. Es claro, que la incertidumbre que pesaba sobre el particular en el espîritu deI fundador, repercutla fuertemente en su obra, en estas primeras Casas. POl' 1853 apareda la fundaci6n de Santa Cruz de Vallcarca, en las estribaciones deI Tibida­ bo (Barcelona), de hermanos, dirigida pOl' el propio Fundador. Con el confinamiento deI P. Francisco en Ibiza (1854) se cort6 de raiz su acti­ vidad fundadora en la Peninsula y todas sus Casas, ya de por si poco firmes, co­ rrieron graves riesgos. De hecho pOl' 1854 el Sr. Obispo de Lérida cerraba las de Aytona y capital. En cuanto a la de Vallcarca, se cerraba 0 abrfa segûn soplaban los vientos. Y coma el Sr. Obispo de Barcelona apreciaba grandemente al Carme-

JO Cm·ta a Juana Gracias, dei 23 de agosto de 1861. Cartas, 3, 132. FRANCISCO PALAU Y QUER 361 lita, la defendi6 a uItranza. Los disdpulos mas fieIes al Maestro, le siguieron al destierro ibicenco y asi surgi6 en la isla una nueva Casa en 1855, "Es CubeIls". Por va rios afios fue refugio deI esplritu dei P. Palau. El 1857 es crucial para la vida dei P. Fundador. Dios le revela claramente el "misterio de la Iglesia" en las soledades dei "Vedra" y dei "VedraneIl". y desde ese momento ve sin sombras su misi6n en el Cuerpo Mistieo de Cristo, su carisma fundacional, a saber: al'rancando dei espirÎtu teresiano, ayudar a la Iglesia ell sus miembros desvalidos de enfermas e ignorantes. A la ensefianza, pues, y al cuidado de enfermos se dediearian sus hijos e hijas. Recobrada su Iibertad en 1860 se entrega de Ileno a reorganizar su ob ra fun­ dacional, tant as veces fracasada. Lo primero que tuvo que hacer fue cambiar la mentalidad de sus disdpulos, convenciéndoles de que ese cambio era voluntad de DiJs. Tarea ciertamente nada faci!. Durante afios los habia lanzado par el nrosto­ lado de oraci6n y soledad y ahora de golpe, sin olvidar aquél, tenian que dedicarse al aJJostolado de colegios y hospitales. Se comprende que este trabajo dei Fùndador fllese el mas delicado y que mas quebraderos de cabeza y sufrimientos le propor­ cion6. Pero era imprescindible. Sllperadas estas difieuItades, los colegios y Casas Asistenciales surgieron con mas celeridad que 10 que permitian el numero de miem­ bras de la Congregaci6n 11. Ante el crecimiento de la Congregaci6n el Fundador crey6 necesario obtener su aprobaci6n de Roma, la que consigui6 el 8 de enero de 1867. Respaldado por eIla, su obra se extendi6 por las Baleares, Catalufia y Arag6n. Y en este quehacer, cul­ minante de su vida, le sorprendi6 la muerte. Poco antes habla redactado "Regla y COllstituciones de la Orden Terciaria de Carmelitas Descalzos de la Congregacion de Espaiia", que public6 en Barcelona, 1872. De claro marchamo teresiano, diri­ gida con su espiritu, la Congregaci6n se extendi6 rapidamente 12. Pero es claro que esas Constituciones no se pudieron probar en vida dei Fun­ dador. Y asi a su muer te se originaron no pequefias dificultades, que son prueba de toda obra de Dios. Ahora, al siglo de existencia, la obra deI P. Francisco ha cuajado en dos florecientes Congregaciones de derecho pontificio: CARMELITAS MISIONERAS (C.M.), que tienen en la actualidad 173 casas, divididas en 6 Pro­ vincias y 3 Delegaciones, con un total de 2.053 profesas y 60 novicias; CARMELI­ TAS MISIONERAS TERESIANAS (C.M.T.), con 83 casas en 3 Provincias, con 963 profesas y 29 novicias 13. Ambas Congregaciones son la mas riea corona de este Carmelita extraordinario deI siglo XIX.

;,Profeta a contesta/ario?

En la raiz de todo profeta hay un contestatario. Pero no a la inversa. Las mo­ livaciones, que Ianzan a ambos a la lucha contra 10 establecido, son muy distintas. C asi siempre de orden opuesto. El contestatario obra de propio impulso, el profeta pOl' el de "otro", de Dios que 10 envia. Ambos luchan contra el orden injusto exis­ tente. Pero mientras el profeta respeta las personas y mira los modos y medios, el contestatario 10 avasalla todo; no respeta personas, medios ni modos; no se detiene ni ante la violencia. Cuando Yavéh se queja de que no enviaba El a los profetas y estos iban; ni les hablaba y ellos vociferaban, engafiando aSI a su Pueblo, esta­ bleda definitivamente la diferencia radical entre el profeta y el contestatario. Ante la proliferaci6n de movimientos contestatarios en la actualidad y ante la continua lucha que el P. Francisco mantuvo de par vida contra la autoridad, casi

Il Cien anos al servicio de la Iglesia. Tarragona 1964. 12 GREGORIO DE JESUS CRUCIFICADO, Cien anas de vida carmelitana. Barcelona 1960, p. 7. 13 Canspectus Ordinis Carmelitarum Discalceatorum. 1971. Romae 1971, pp. 338·349; 349·355.

7 362 A. RODRIGUEZ CUESTA siempre civil, algunas veces eclesiastica, unD se siente tentado de enrolarlo entre ellos y considerarlo como precursor de los mismos. Nada mas extrafio y falso. Cierto que el P. Palau se enfrento ininterrumpidamente a la autoridad civil de la Espaîia decimononica. Pero no por serlo; sino porque se salia de su cauce legi­ timo y porque su actuacion era gravemente perjudicial a la Iglesia y a la patria. Entonces su conciencia 10 envia a combatirla, siempre respetando las personas y uti­ lizando los medios que aconsejaba la moral cristiana. Esta ecuanimidad y caridad, caracterlsticas deI enviado de Dios, deI profeta, aparecen hasta en los momentos mas ardientes de la lucha. Como, v. g., cuando se decide a lanzar un periodico, con que defender sus ideales. Escribe: "Separado de vosotros, contemplo vuestra obm, )' )'a os constitll)'ais en repûblica 0 monarqula, )'0 tomaré interés en la forma de gobiel'llo que fijéis, la examinaré )' os advertiré, como buen amigo, sobre los vi­ cios que la pierdan. "El Ermitano" no os sera hosti!, sino companero de vista" 14. Todavia fue mas delicado el Carmelita, cuando tuvo que oponerse a las auto ri­ clacles eclesiasticas. Le llegaban al alma estos enfrentamientos. Sabla, mejor que nadie, que todo 10 que fuera dividir a los hijos de Dios y, sobre todo, a las ove jas de sus pastores, era atentar al cleseo ardiente de Cristo. Por 10 tanto, solo constre­ îiido pOl' la conciencia, pOl' Dios mismo que 10 metla pOl' ese doloroso via-crucis, se oponia a las clecisiones de sus Obispos. Cuando todo el infierno, asi 10 creta sinceramente el P. Palau, se alzo contra su obra fundacional de los Pirineos franceses y encizafio a los sacerdotes galos con­ tra ella, esparciendo todo género de calumnias contra los Hermanos y Hermanas y en fuerza de las cuales el Sr. Obispo, Mr. Doney los suprimio en 1847, al Fun­ clador no le quedo mas remedio que oponerse con todas sus fuerzas a las ordenes injustas clel Ordinario de Montauban. La documentacion existente prueba hasta la sackdad la buena voluntad del P. en un asunto, en que irresponsablemente se habia mancillaclo la· honra de miembros selectos deI Pueblo de Dios. Si no se llego a una honrosa solucion, propuesta pOl' el P., es claro que la culpa no fue deI Fundador. Todavla fue mas doloroso para el corazon deI P. Francisco tenerse que oponer a dos Obispos seguiclos cle su querida Diocesis de Lérida. El P. no podia aprobar el comportamiento deI primero, D. Pedro Cirilo Uriz, con las incipientas Comunida­ des cle Hermanas en Lérida y Aytona. Y asi se 10 manifesto con entera libertad, aunque quizas en términos demasiado duros. El Fundador llevaba las de perder. y aSl, aprovechando el sefior Obispo su confinamiento en Ibiza (1854), cerro ambas cacas. Al recobrar la libertad, el P. Palau desde Barcelona volvio a pensar en sus Comunidacles de Lérida y Aytona (1863), maxime cuando habia nuevo Ordinario, pues a D. Pedro 10 habÎan trasladado a Pamplona. Pensaba con el nuevo Obispo arreglarlo todo mejor. Mas fue todo 10 contrario. Mons. Uriz informo erroneamen­ te a su sucesor sobre el P. Francisco. Y en fuerza de ello, éste no solo le prohibio suscitar el problema de las Hermanas, sino que le quito todas las licencias en su Diocesis, amenazandole que si intentaba residir en Aytona, emplearfa contra él "el brazo secular". Es claro que ante semejante atropello, el Carmelita no se podÎa cruz al' de brazos, sino que se defendio con la energÎa en él caracterlstica. El Obispo ilerdense, al fin, reconocio su equivocacion, hizo las paces con el Fundador y le ayudô gencrosamente en las dos casas de Lérida y Aytona (1868). Cuando en su casa de Santa Cruz de Vallcarca se entrego con todo cela al ejer­ cicio dei Exorcistado (1864-1866), las fricciones con las autoridades eclesiasticas de la Ciudad Condal fueron frecuentes, no obstante que el P. no 10 aplicaba sino a aquellos posesos, que le traian los parrocos con el permiso deI Sr. Obispo. A pesar Ge esta cautela, la presion sobre el Prelado barcelonés fue tan fuerte de los distin­ tos sectores de la ciudad, que cuando el P. Palau se presento a él para informarle

14 El Ermitafio, 5 de noviembre de 1868, p. 3. FRANCISCO PALAU y QUER 363 directamente de este su apostolado, sus frutos y permiso para continuar ejerciéndo- 10, el Sr. Obispo se 10 nego. El Carmelita se plego humildemente a su Superior: "Recibido el mandato de 13 de abri! (1866), quedo inmediatamente cumplido por la parte que me tocaba. Desde aquella fecha ni he lenido ni recibido energumenos de nÎnglilla clase" 15. Esto no impidio naturalmente que, usando de su derecho, acu­ cliese a la auto rida cl superior, el Papa y el Concilio, clefenclienclo su apostolaclo ciel Exorcistaclo. Como se ve, la vida carismatica ciel P. Francisco esta empedracla de frecuentes encuentros con las autoriclades. Pero solo las resistio cuanclo Dios le forzaba a ello; solo miranclo el bien cie la Iglesia y cie la patria, que fueron el norte cie su vicia; siempre clispuesto a colaborar sinceramente con ellas en ese orclen.

Escritor

El Carmelita no fue un escritor brillante. Escribi6 como era: claro, franco y clirecto. Una vez mas el estilo es el hombre. El apostolaclo cie la pluma fue uno cie los prefericlos ciel P. Francisco. Como cie todos los hombres grandes ciel Novecien­ tos, v. g., Claret, Os6, etc. Se clieron cuenta ciel pocler arrollaclor de la prensa. En general, el Carmelita no cogi6 la pluma con intenci6n literaria 0 cientifica, sino por el bien cie las aImas. Y casi siempre, impelido por la lucha. Para defencler sus combatidos ideales religiosos 0 patri6ticos. Iglesia y revoluci6n son los polos opues­ tos entre los que se balancea sin descanso su recia inteligencia, clefencliendo aquélla a ultranza y atacanclo a ésta sin descanso. He aqui sus obras impresas:

1. Lucha del alma con Dios ... Montauban, Imprenta de Florestie, Plza. Real, 1845, 380 p. Trata ciel "triunfo cie la Religi6n Cat6lica en Espafia" y "deI exter­ minio de las sectas impias que la combaten". Se reeclit6 en Barcelona, 1869. 2. Catecismo de las virtlldes ... Barcelona, Imprenta cie los Hermanos Torras, 1851. Es una especie de texto para los alumnos cie la famosa "Escuela de la Virtud". 3. Escllela de la Virtud vindicada ... Madricl, Imprenta F. Gamayo, 1859, 181 p. La escribi6 el P. Francisco en clefensa de este original apostolado. Envi6 un ejem­ plar a San Antonio Maria Claret, para que se 10 entregara a Isabel II, pues era su confesor. 4. Mes de Maria ... Barcelona, Imprenta de Pablo Riera, 1862, 94 p. 5. La Iglesia de Dios figllrada por el Espiritll Santo en los Libros Sagrados. Album religioso cledicaclo a la Santidacl cie Pio IX por una Sociedacl cie Artistas bajo la direcci6n ciel P. Francisco Palau, Pbro. Misionero Apostolico. Barcelona, Esta­ blecimiento tipogrMico de Narciso Ramirez y Rialp, 1865, 56 p. Y 22 lam. 6. El Exorcistado. Influencia cie este Ministerio sobre la ruina 0 salvaci6n de la socieclad actual. Observaciones dirigiclas a los PP. deI Concilio Romano (Vatica­ no 1) por la redaccion ciel Ermitafio, 1869. 7. Reglas y Constituciones de la Orden Terciaria de Carmelitas Descalzos de la Congregacion de Espana. Barcelona, Imp. cie Crist6bal Mir6, 1872, 32 p.

A estas obras hay que afiaclir su famoso semanario "El Ermitafio", cuyo primer numero sali6 en Barcelona con cuatro paginas el 5 cie noviembre de 1868 y el ulti­ mo el 25 cie julio de 1873. Sin clucla, el mayor esfuerzo perioclistico deI P. Fran­ cisco para clotar a la Iglesia espafiola deI Novecientos cie un instrumento serio de informaci6n y clefensa.

15 Mas informaciôn en Mis relaciones con la Hija de Dias, la Iglesia, p. 221. 364 A. RODRIGUEZ CUESTA

De su producci6n manuscrita merecen especial interés:

1. De quiditate Ecclesiae. Sin duda, la obra mas importante deI Carmelita en el orden intelectual 0 cientlfico. Fue el fruto de sus largas meditaciones sobre el misterio de la Iglesia en la soledad de Montdesir, Pirineos franceses. La escribi6 hacia 1846 en latîn. Al regresar a Espana, la present6 a la censura eclesiastica deI Obispado de Gerona. El censor tach6 "como escandalosas y atrevidas" algunas de sus proposiciones. Se ve que el censor no entendi6 a este eclesi610go. Pero parece que fue imitil. Por des gracia la obra se perdi6 en la guerra espanola de 1936. 2. Mis l'elaciones con la Hija de Dias, la Iglesia. 2 vol. Lo que es la obra anterior en el orden cientîfico es la presente en el espiritual. Es la extraordinaria vivencia eclesial deI P. Palau. Por elio la pérdida deI primer volumen en la guerra espanola de 1936 es irreparable. El segundo se conserva en el Archivo de la Casa Gen. de las Carm. Mis. Teresianas de Tarragona.

S6lo con el enunciado de los libros deI P. Francisco aparece clara su talla de escritor. Su apostolado en este campo corre parejo con el de los demas ejercitados por este infatigable campe6n de la Iglesia y debelador de toda revoluci6n.

He aquI, a grandes rasgos, la compleja personalidad de este Carmelita Teresia­ no deI Novecientos. Lanzado por la Providencia en su vértice asolador, supo ser fiel a su vocaci6n teresiana; limpiarla de la herrumbre de los tiempos; hacerla fe­ cunda al servicio de la Iglesia y de la patria con el oido siempre atento a los signos de los tiempos; nos da asi a los hombres deI siglo XX una lecci6n permanente de entrega al ideal. De ahf que, al celebrar este ano el primer centenario de su muerte, es muy justo conmemorar su obra, para que nos sirva de testimonio, luz y gufa.

ALBERTO RODRIGUEZ CUESTA, OCD Triana, 9 Madrid-16