Otomíes Y Nahuas De Pahuatlán (1960-2010) New Rurality in the Huasteca Poblana: Otomíes and Nahuas of Pahuatlán (1960-2010)
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DOI: http://dx.doi.org/10.24901/rehs.v39i154.383 Nueva ruralidad en la Huasteca poblana: otomíes y nahuas de Pahuatlán (1960-2010) New Rurality in the Huasteca Poblana: Otomíes and Nahuas of Pahuatlán (1960-2010) Libertad Mora Martínez FACULTAD DE ARTES, BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA / PIRED AC, [email protected] Este artículo tiene como objetivo dar cuenta de una serie de cambios en la economía de dos comunidades indígenas, nahua y otomí, en un mismo municipio (Pahuatlán) de la región Huasteca poblana. El análisis comprende el periodo que va de los años sesenta del siglo pasado a la primera década del nuevo milenio. La producción agrícola y su comercia- lización han pasado a segundo término entre las estrategias de reproducción de la unidad doméstica, superadas por la actividad artesanal, la movilidad laboral y la migración trans- nacional. Con el enfoque de la nueva ruralidad se propone revisar cuáles han sido las alter- nativas de subsistencia nahuas y otomíes durante ese tiempo, qué nuevos procesos se han gestado, así como quiénes fueron y son los partícipes de unas y otras actividades. Palabras clave: nueva ruralidad, campesino, movilidad, migración, Huasteca poblana. The objective of this article is to explain a series of changes in the economy of two indige- nous communities –Nahua and Otomí– living in the same municipality (Pahuatlán) in the Huasteca region of Puebla. The analysis spans the period from the 1960s to the first decade of the new millennium, during which agricultural production and commercializa- tion were surpassed in importance by artisanal activities, labor mobility and transnational migration. Using the New Rurality approach, we set out to examine the options for sub- sistence that these Nahua and Otomi adopted during the study period, the processes that were generated, and the identities of participants in the different activities. Keywords: new rurality, peasantry, mobility, transnational migration, Huasteca, Puebla. Fecha de recepción: 26 de enero de 2016 / Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2017 / Fecha de versión definitiva: 8 de mayo de 2017 La disputa teórica esde un enfoque antropológico, dar cuenta de las alternati- vas económicas que imperan en los contextos rurales del Dpaís remite a una serie de procesos novedosos en los cuales Relaciones Estudios de Historia y Sociedad 154, primavera 2018, pp. 71-136, issn 0185-3929 71 LIBERTAD MORA MARTÍNEZ están inmersos indígenas y mestizos. La pluriactividad no es un fe- nómeno exclusivo de este milenio. La gente que habita en zonas rurales ha subsistido desde tiempos remotos gracias a combinar va- rias actividades para satisfacer sus necesidades básicas. Pese a ello, algunos estudios antropológicos y de sociología rural han realizado sus análisis homologando el sujeto a una sola vía: el campesino liga- do a la producción agrícola. Incluso ocurre que la gente que ya no se dedica a esa actividad, se le sigue considerando campesina. Esto puede obedecer a distintas causas: o bien el concepto de “campesi- no” remite a un campo semántico amplio e impreciso que no refiere exclusivamente a la actividad agrícola, o bien ocurre que los acadé- micos no guardan interés por dar cuenta de la realidad social. En ese sentido, me parece, se debe ser claro en la “pertinencia empírica de los términos”.1 Como sugiere David Skerritt, campesino es una categoría que presenta varios problemas a pesar de su aparente sencillez. “¿De qué hablamos cuando utilizamos el término campesino, sea como sus- tantivo sea como adjetivo?”2 En ese tenor, cuestionarnos acerca de qué sujetos estamos hablando, y de las condiciones precisas de su contexto, resulta no sólo útil en términos prácticos para los análisis académicos, sino incluso ético y necesario para dar cuenta de la rea- lidad social; una realidad que se caracteriza por la diversidad cultu- ral, la cohabitación de diferentes grupos en espacios de fronteras porosas, el papel preponderante de las tecnologías de información y comunicación en contextos de globalización. Al respecto, habrá que recordar la postura crítica de Michael Kearney, quien propone “no sólo repensar el concepto de campesi- no sino incluso [...] reemplazarlo por términos que se adecuen me- jor a las dinámicas y características de la vida rural moderna”.3 A 1 Jairo Tocancipá-Falla, “El retorno de lo campesino: una revisión sobre los esencia- lismos y heterogeneidades en la antropología”, Revista Colombiana de Antropología (41) (2005): 9. 2 David Skerritt Gardner, Campesinos: ¿de qué hablamos? (Xalapa: iihs, uv, 1998), 4. 3 Julio Mario Palacios Urueta, “Movimiento campesino en el sur de Santander. Una lucha por el acceso a la modernidad” (Tesis de maestría en Antropología Visual y Docu- mental Antropológico, flacso Ecuador, 2013), 18; Michael Kearney, Reconceptualizing the Peasantry: Anthropology in Global Perspective (Boulder: Westview Press, 1996). 72 Relaciones Estudios de Historia y Sociedad 154, primavera 2018, pp. 71-136, issn 0185-3929 NUE VA RURALIDAD partir de ello, sugiere cambiar el término peasantry (campesino) por polybians (poly = muchos; bios = vida, modos de vida), con el cual pretende dar cuenta de la diversidad de alternativas de subsistencia económica y la variedad de sitios en los cuales los grupos pueden vivir. Es decir que no resulta obligado, ni siquiera frecuente, que las personas estén fijas en un sólo lugar, y tampoco que se dediquen a una sola actividad económica. Sin embargo, esta propuesta despertó ciertos reparos. Uno de ellos fue señalado por Eric Wolf, quien insis- tía en diferenciar los conceptos empleados en el análisis, de aquéllos utilizados en la descripción; o bien, de la propia identificación de la gente, es decir, cómo y con qué actividades se reconocen los actores sociales.4 En la misma sintonía, aunque puntualizando aún más el debate, el antropólogo colombiano Jairo Tocancipá-Falla señala lo siguiente: el uso de los términos también posee una relación, continuidad y perma- nencia que se vincula con otras dimensiones en lo político, lo económico y lo social. Es comprensible entonces que Kearney trate de desechar el concepto de peasantry y sustituirlo por otro que refleje con más agudeza la realidad social que estudia. Sin embargo, su invención no es una manifes- tación del uso social por parte de los actores que experimentan los cambios sociales y económicos, ni es parte del proceso de representación que tienen de sí mismos.5 En este punto conviene considerar la propuesta de Wolf, quien “reconoce al campesinado como un grupo social no sólo desde el punto de vista económico, sino en su aspecto simbólico”,6 y señala que “el objetivo principal del campesino es la subsistencia y el esta- tus social que se obtiene dentro de un pequeño campo de relaciones sociales”.7 La interrogante, entonces, se reitera: ¿cómo se identifican 4 Palacios, “Movimiento campesino”, 20; Eric R. Wolf, Las luchas campesinas del siglo XX, trad. Roberto Reyes Mazzoni (México: Siglo XXI, 1999). 5 Tocancipá-Falla, “Retorno de lo campesino”, 15. 6 Tania Jeanine Wuest Silva, “¿Nueva Ruralidad en México?” (Tesis de licenciatura en Sociología, uam, 2004), 14; Eric R. Wolf, Los campesinos (Barcelona: Labor, 1987). 7 Wolf, Luchas campesinas, 10, citado en Palacios, “Movimiento campesino”, 23. Relaciones Estudios de Historia y Sociedad 154, primavera 2018, pp. 71-136, issn 0185-3929 73 LIBERTAD MORA MARTÍNEZ los actores sociales? En este caso en particular: ¿cómo se han identi- ficado los nahuas de Xolotla y cómo los otomíes de San Pablito, ambos en el municipio de Pahuatlán? ¿Cuáles son las estrategias de subsistencia en distintos momentos entre ambos grupos? Este trabajo busca dar cuenta de las alternativas económicas que han persistido en una porción de la región geográfica-cultural del país conocida como Huasteca poblana, así como de los procesos locales que a partir de éstas se han gestado. Se trata de un esbozo general de las actividades económicas que se abandonaron, las que se mantienen y las que se han comenzado a practicar. Abordar dos casos distintos tiene como objetivo señalar las diferencias entre una y otra comunidad indígena en el mismo municipio, destacando las respuestas locales y la capacidad de agencia de los actores sociales. Estos dos casos contradicen la vieja idea de que “las sociedades rura- les se caracterizan por una homogeneidad social fuertemente con- trastante con la heterogeneidad propia de las relaciones urbanas”.8 En función de ello y como lo advierten Grajales y Concheiro, enfo- ques teóricos como el de nueva ruralidad “señalan la emergencia de diversas corrientes críticas respecto de las concepciones tradiciona- les del mundo rural”.9 Con énfasis en la ruralidad, este trabajo adopta un esquema que no reduce la economía rural a lo agrícola,10 en el que el análisis de los cambios “no se limita al ámbito econó- mico, aunque se le da prioridad, sino que también abarca cambios en la sociedad”.11 Es a partir de dicho marco de análisis que se pro- pone la explicación de las economías nahua y otomí, en el periodo que va de los sesenta a la primera década del nuevo siglo. Cabe se- ñalar que la información original presentada fue obtenida en dis- tintos periodos de trabajo etnográfico, realizados entre el año 2007 y el 2016. 8 Sergio Grajales Ventura y Luciano Concheiro Bórquez. “Nueva ruralidad y desa- rrollo territorial. Una perspectiva desde los sujetos sociales”. Veredas (18) (2009): 148. 9 Ibid., 146. 10 Cristóbal Kay, “Estudios rurales en América Latina en el periodo de globalización neoliberal: ¿una nueva ruralidad?” Revista Mexicana de Sociología 71(4) (2009): 613. 11 Idem. 74 Relaciones Estudios de Historia y Sociedad 154, primavera 2018, pp. 71-136, issn 0185-3929 NUE VA RURALIDAD De la comunidad campesina cerrada a la nueva ruralidad Hasta mediados de los años ochenta del siglo anterior, la comuni- dad como referencia teórica tuvo gran influencia intelectual en los círculos académicos dedicados al estudio de temas sociales en gene- ral, y de la antropología mexicana en particular, en su versión in- digenista de inspiración culturalista.