UN RINCÓN

Mi nombre es… Ya ni lo recuerdo. Pero mi vida, esa sí que no la olvido.

Nací como cualquiera…una persona que no tenía nada, dicen… Y que después lo tuvo todo. Pero… ¿Cómo lo consiguió?, murmuran.

Sentada en el andén frente a la tienda de la señora Elvira, veo a los niños jugar con un balón, Julián el niño que siempre me sonríe, lo patea hacia donde estoy yo, el balón se detiene tan cerca de mis pies que casi puedo tocarlo, apoyé mi mano en el piso para levantarme y patearlo, di un paso hacia atrás y adelanté mi pierna, alcance a patear, pero su hermano cruzó frente a mí a toda velocidad… Su pie llego primero y el balón se elevó del piso atravesando la calle, mis ojos se encontraron con la mirada de tristeza que Julián posó sobre mí. Quizá este sea el recuerdo perfecto, el que penetra mi existencia.

Mi madre vende empanadas y arepas en el norte de la ciudad, frente a un edificio que está en construcción, el mismo donde trabaja mi padre, él hace un trabajo muy importante, porque tiene que colocar los ladrillos para formar las casas y los apartamentos que los vendedores ofrecen a la gente. Las casas, el parque, los parqueaderos llenos de carros, y los jardines, todo hecho de cartón y en miniatura, están sobre una mesa, en el salón, donde la señora Inés tiene su escritorio. Me siento frente al salón de ventas y mi mente, atraviesa la ventana para que pueda volverme pequeñita, y así entrar en las hermosas casitas de cartón, y pasear por los jardines. Al final del día, mi madre me hace señas, yo corro junto a ella y esperamos que mi padre nos alcance en la esquina, cuando ya estamos juntos volvemos a nuestra casa, luego de un largo recorrido, llegamos, entro y me siento en la cama donde duermo con mamá y papá, la cama está recargada contra la única pared de ladrillo que tenemos, las otras tres son de lata y cartón, entonces cierro los ojos por un momento y cuando los abro me encuentro en una casa muy grande llena de flores de colores donde tengo mi propia cama y un cuarto con

1 paredes tibias de terciopelo rosado. Mi madre prepara la cena y papá coloca un mantel en la mesa de madera mientras yo le ayudo con los pocillos y un plato, para servir leche caliente y pan.

A mi mente llega, aquella tarde, que mi madre no me llevo con ella, le pidió a la señora Carmen que me cuidara y me hizo prometerle que sería la niña mejor portada del mundo. Cuando mi madre se despidió me senté en una butaca y ahí esperé. Luego de un rato doña Carmen se fue, solo dijo ―ya vengo‖ no sé por cuanto tiempo estuve sentada, casi inmóvil en ese sitio, de repente sentí que los brazos de don Sergio me levantaron de la silla y su boca muy cerca de mi oreja susurro, ―vamos a jugar preciosa‖ luego me tumbó sobre la cama y me empezó a hacer cosquillas yo no paraba de reír hasta que un fuerte dolor en medio de mis piernas y los quejidos de don Sergio me dejaron sin respiración, quise gritar pero su mano tapó mi boca y me dijo que si decía algo, él le contaba a mi madre que yo me había portado mal. Así que guardé silencio y decidí que nunca más quería volver a jugar.

Mi cabeza se mantiene baja desde entonces, no puedo dejar de ver hacia el piso y en las noches cuando ya mamá y papá están dormidos yo me levanto despacito, voy hacia el rincón, ahí, donde están las cajas de cartón llenas de ropa, y dejo que el llanto limpie mi pena hasta que el cansancio me vence y me quedo dormida. Aun cuando veo a aquel hombre me paralizo por completo y casi no puedo respirar, él siempre saluda a mi madre muy amablemente y le dice que yo estoy muy linda, que debe cuidarme, porque cuando grande seguro me convertiré en una hermosa mujer. Mi madre ríe y le agradece sus palabras, entonces él pone su mano en mi cabeza y desordena mi cabello. Mamá me regaña porque yo no lo saludo y porque, según ella, soy maleducada con mi comportamiento. Pero, solo yo sé, que no debo dejar que don Sergio vuelva a lastimarme, así, que guardo silencio y dejo que mi madre diga lo que quiera.

Cuatro o cinco años después, una fuerte lluvia desbordó la quebrada cercana a mi casa, la fuerte corriente se lo llevó todo, la cama, las cajas con la ropa, las paredes y el techo; sólo se salvó la pared de ladrillo. De ella yo me agarré con

2 todas mis fuerzas para que el agua no me llevara. Mamá y papá terminaron al final del barranco, cuando me pude soltar, fui directo a ellos, los sacudí con todas las fuerzas que me quedaban, pero siguieron dormidos, coloqué mi cabeza en el pecho de mi madre y cuando desperté una enfermera me pregunto mi nombre.

Hoy cumplí dieciocho años, es mi último día en la casa de Bienestar Familiar, la trabajadora social me entregó las escrituras de una casa de interés social, dice que el gobierno me la regaló, igual que a todas las personas que perdieron su rancho el día que la quebrada se desbordo. Ya soy mayor de edad y no puedo vivir más aquí, entonces reúno mi ropa y al salir toqué las cortinas ya gastadas por el tiempo, el sol las hizo más claras y la tela casi transparente deja pasar un rayo de sol que recojo con mi mano y lo guardo en el bolsillo del pantalón azul que llevo puesto, luego camino hacia la salida mientras deslizo las manos por las paredes frías de ladrillo, poso los ojos en el piso blanco, y en la cama que me mantuvo calientica durante cuatro años, les dije adiós para siempre.

Con la trabajadora social subimos a un bus que nos llevó a un barrio con calles angostas y casas de tres pisos, rodeadas de jardines. Caminamos hacia la casa número quince, queda al lado de un parque, entonces ella abre la puerta blanca y me invita a pasar. ―Esta es tu casa‖, me dice, ―toma este dinero, te alcanza como para un mes, ahora debes conseguir trabajo‖. Mis ojos no pueden creerlo. Es el hogar que tanto soñé. pero… Está tan vacío que hasta duele verlo. Imagino que mi madre y mi padre estarían tan felices de poder vivir aquí, yo iría al colegio tomada de su mano y su beso en mi frente me duraría todo el día, luego cuando yo llegara del colegio iríamos a vender empanadas al edificio en obra donde trabaja mí padre y ya cuando el sol se canse de calentarnos y se vaya a descansar para dormir por doce horas, papá saldría de trabajar y los tres juntos caminaríamos a nuestra casa, pero antes de llegar pasaríamos por la panadería de doña Lucy, papá me compraría la galleta más grande de chocolate que venden y mi madre pediría seis piezas de pan y una bolsa de leche, suficiente para la cena y guardamos una parte para el desayuno del día siguiente. Caminaríamos de la mano y ya en nuestro barrio yo correría y me pararía frente a la casa número quince, la que tiene un jardín lleno de flores de colores.

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Hoy estoy aquí frente a este edificio que están construyendo vendo empanadas y arepas y en las tardes vuelvo a mi casa. En ella tengo una cama y un jarrón lleno de flores del jardín.

En las noches me levanto despacito y me acurruco al lado de un mueble de madera donde guardo mi ropa, espero que el llanto limpie mi pena y el cansancio me domine, hasta quedarme dormida. Cada amanecer despierto y espero que la luz del nuevo día me devuelva la vida, que la quebrada y don Sergio se llevaron.

Rossy Ruíz.

Rossy Ruíz. Artista y realizadora de sueños, la humanidad atada a sus realidades, buscando caminos que seguir y recargando sus fracasos en un destino incierto, quizá trazado por un ser invisible que en unos casos traza sus vidas y en otros, es la misma vida la que los dirige. Alimentan las voces que desbordan mi imaginación. Es entonces cuando la hoja se va manchando con la tinta negra de mi bolígrafo, creando historias que siempre tienen algo que contar. Rossy Ruíz, madre, mujer, esposa. Libre en un mundo opresor.

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CAOS TEMPORAL

Al principio se tomó como capricho de un reloj, que en ocasiones fuera hacia adelante, y en otras fuera hacia atrás, sobre todo cuando últimamente abundan tantos relojes irreverentes. No fue hasta que todos los relojes del pueblo les dio por hacer lo mismo, que empezó a ser de interés público.

Se empezó a ver que en todo el mundo, se hacían videos de distintos tipos, relojes alterando su dirección a manera de coreografía, al ritmo de la música, de esta manera se convirtió en moda lo que pasaba en el pequeño pueblo, que hasta el momento había pasado desapercibido para el mundo. Sin embargo, lo que empezó a preocupar al mundo, fue que estos relojes comenzaban a salirse de control, pues el boom pasó y ellos parecían haberlo tomado como costumbre.

Quienes estaban más preocupados por esta situación eran los mismos relojes que hacían parte del desorden, pues era algo que se les salía de las manecillas, el hecho se volvió tan complejo que ya era difícil encontrar dos relojes que marcarán la misma hora, y si los había era probable que no duraran mucho en la sincronía. Poco a poco, en la medida en que la "costumbre" fue expandiéndose por los pueblos vecinos, se empezaron a dar cuenta de que lo que había era una pandemia, que si no se controlaba llegaría a todos los relojes de mundo. 5

Dicen las antiguas relojuras, que hay un reloj que marca las horas del universo, que si por alguna razón a ese reloj -que por lo pronto se desconoce cual es pues el cosmos mismo se sujetaría a la dirección de sus manecillas- le ocurre algo sería demasiado grave para la relujidad. De solo imaginar el caos los pobres relojes tiemblan del miedo, y recuerdan con vergüenza los videos que hacían de adelantar y atrasar el tiempo.

Lo que se temía ya ha sucedido, es una pandemia, y ya ha hecho de las suyas con más de la mitad de la relujidad, la idea de un reloj que ha sido tildado de loco, cada vez más resuena en los relojes afectados, la idea consiste en que si, dado el caso, la pandemia se expandiera lo suficiente como para descubrir el reloj que demarque dicho tiempo, teniendo en cuenta que ya se han hecho suficientes estudios de relojes afectados en que su disparidad, ha predominado la dirección contraria.

Sin embargo, a cada uno de los relojes le está sujeta una porción del tiempo del cosmos. Unos con una porción más grande, y otros con una porción más pequeña, algo que los relojes quizás nunca descubrirán por su obsesión de creer que todo estaba en manos de un solo reloj. José Eduardo Cortés.

ANTE LA FABULESCA LEY.

Ante la Ley de los animales hay un perro guardián. Un gato se presenta frente a él y el perro le dice que no puede entrar. El gato supo que por fin se entendería con un perro, era una oportunidad que no podía perder. Entonces le dijo: -Señor perro, disculpe mi insistencia pero… ¿usted órdenes de quién obedece? El perro, al que nunca le habían surgido inquietudes de este tipo, se calló. El gato al ver la consternación del perro, le sumó una pregunta.

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-¿Está su vida destinada a custodiar mi entrada? El perro, en este momento, más que nunca, tuvo que reprimir su instinto de perseguir gatos. José Eduardo Cortés.

José Eduardo Cortés. Un miembro del Taller de Escrituras creativas con una imaginación prolífica y un sentido de la ironía que puede verse en sus textos. El trabajo con el lenguaje le permite crear nuevos referentes de ficción.

¿CUÁNDO SUCEDIÓ?

―Pero el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar y aunque el olvido, que todo lo destruye haya matado mi vieja ilusión guardo una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón‖. Alfredo Le Pera-Carlos Gardel.

Con un vaso de café en mis manos llego a mi hogar dispuesta a descansar de un largo día de responsabilidades cumplidas en perfecto orden. Me dirijo a mi habitación y con cada paso una alexitimia profunda se apodera de mi ser, inexplicablemente pequeñas gotas cristalinas deslizan por mis mejillas.

- ¿Pero, ¿qué ocurre? ¿Qué es este sentimiento tan hipofrénico que se ha apoderado de mí?...

Continúo en dirección a mi habitación y sin despojarme siquiera de lo que cubre mi cuerpo caigo en mi cama con un golpe seco; pero ni el cansancio logró hacerme caer en sueño profundo, que era lo que más anhelaba en ese momento. Tal vez porque durante dos largos días no lograba conciliar el sueño, cada latido incrementaba mi desaliento; anhelaba en ese momento estar tan liviana como una hoja seca que cae de un árbol en otoño.

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En el conticinio sujeto en mis manos el diario que había abandonado meses atrás por las ocupaciones que cada vez iban en aumento, tomo asiento y al momento de quitar el nudo del cinto rojo, una hoja manuscrita, cae al suelo, me inclino para tomarla y mientras la abro hay algo que me es muy conocido…tal vez es la caligrafía. El huracán de sentimientos efímeros consumió mi cordura al saber que era de mi papá, en su relato me contaba que consideró que era el lugar más adecuado para dejar plasmados algunos de sus anhelos, puesto que semanas atrás había ido a mi apartamento, pero solo estaba Rosita, la señora de servicios generales y ella le había comentado que estaba de viaje. Leí el siguiente párrafo:

―Hija, mis decisiones erradas en la vida me han hecho perder tu amor y ahora han acortado mis días de vida…ya no tengo tiempo para resarcir mi error, siempre estás en mi círculo del recuerdo y ni la muerte podrá impedir que la llama de la culpa desaparezca de mi alma. Con amor: Manuel‖.

Mi corazón se convierte en algo inefable…esas gotas cristalinas que habían salido horas atrás se convierten en río y como de novela, recibo la llamada.

Karen Gallo.

Karen Gallo. 18 años. Esta joven integrante del Taller de Escrituras creativas desarrolla, en imágenes de la cotidianidad, propuestas narrativas que tocan la sensibilidad de los lectores. En este caso, mediante este relato corto, quiere que los sentimientos de las personas se activen para impedir que ―las espinitas‖ que pone la vida hieran las relaciones con sus seres queridos.

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LA OLA ROSA (Fragmento de novela)

5. . En la vacuidad dentada de la fiera cordillera Andina la tormenta dispara flashes desnudando las fauces que devoran por efecto del parpadeo inevitable de la pareja y de Francesca la vida misma, se empupila aquel firmamento de lados opuestos a la velocidad de los rayos, Francesca y su esposo en la huida están por lados opuestos de la cordillera, se encuentran-desencuentran en una plegaria de cabeza elevada hacia las nubes, sin detenerse en el frenético descenso vertiginoso hecho bolo alimenticio y la espesa manigua les estrecha gargantas hasta la asfixia. Tiritando en miedo-soledad rueda él por entripadas cuestas que son despojos de osamenta entre laberintos digestivos de las minas por el costado occidental. Ahora bien, cambiando esa perspectiva, ella por su parte se encuentra del costado oriental y se vería del tamaño de un pequeño caracol que asciende lentamente y ya estaba a poca distancia del páramo, a unos 2 centímetros exactamente, en su recorrido tras abandonar el pueblo se perdía el rastro al transcurrir las horas, si la buscáramos con detenimiento estaría apenas a un milímetro de donde comenzó, con VISION SATELITAL, lógicamente. Sobra decir que ese pueblo y esa mina son dos tumores en medio de un ataque de epilepsia de la tormenta visto en MRI, y en el medio está el cuerpo calloso con ramificaciones, el río. Es la taxonomía de esa bestia viva que son las montañas en la guerra fratricida y sus cicatrices de décadas. Allí está, abrevando el trauma de Sobreviviente de la guerra, recubierta en pelaje pardo

9 estampado de jaguar HECHO a quemarropa con acero caliente cual marcaganado del mestizaje violento, comienzo de la historia, es la última fotografía.

–Otro parpadeo–, Francesca de este lado de la cordillera –a punto de dar a luz–gritó el tío parlanchín en la puerta de la casa de la partera, mientras –se vino abajo el socavón–del otro lado gritan algunos muy vivos sobrevivientes del estallido- derrumbe.

–Sería el último parpadeo–, en la vida metafórica de la pareja, tal vez, bajo el abrigo de las ráfagas indiscriminadas del avión fantasma tardío que devoró las tinieblas esa noche, noches que emanan del tatuaje del jaguar donde ni siquiera penetra el lector braille, allí todos tiemblan con su rugido, todos ciegos por la guerra. En el olvido dejamos el temblor romántico de la pareja y de Francesca , las manos separadas de sus cuerpos ardientes fueron encadenadas, las de la pareja de Francesca por la minera en el reclutamiento de uno de los ejércitos desde que era bien chico y las manos atadas de Francesca porque sería una madre pasada por el tamizado del escarnio pueblerino que la somete y subyuga, capitis diminutio, por ser considerada como – la puta que le dio por planificar, dice la partera a las asociadas del movimiento del parterismo, – con esposo desaparecido y dizque que cumple sus deberes conyugales por temporadas, ¿porque esa FRANCESCA me pide sagrados bebedizos más seguido que la regadera de la lluvia le pide copula el trópico falo? si es que a la pareja de Francesca lo sueltan a raticos, es solo durante los inviernos pesados de la minera, pregunta sin respuesta.

Antes de cerrar los ojos Francesca llora percibiendo en su cuerpo esa furia del feto que implosiona, el estallido atómico de aquel dolor que nunca volverán a sentir ninguno de los dos, madre-hijo. Debería hacer que la vida parezca más suave, – cavila Francesca–pero en realidad lo que acontece es toxicidad y mutaciones por la separación, el bebé y yo saldremos a respirar con branquias debajo de mares lagrimales coronados de ojos gatunos que verán solo en la oscuridad maligna todas las formas, dotadas de boca vampírica, callada y chupa sangre del prójimo esta envainada la saeta de lengua viperina, que además este adefesio de parto parece

10 un plan de todo incluido –suspiraba FRANCESCA para sí misma y agrega a la partera–, venimos -al nuevo mundo con garras retráctiles afiladas que se aferran a cualquier materialidad. Vida de mutantes solitarias, cual hiel ponzoñosa, genéticamente enredadas a la otra de la una, mejor olvidar, me dicen que perdonar al violador, cómo es eso de tal vez futuro feliz, eso está por verse–le dijo FRANCESCA a la partera.

Ella logra con ayuda del tío parlanchín entrar al rancho de la partera a tientas, hay una radio encendida en ―voces del secuestro‖, corrientazos abdominales-lumbares de dos corazones naciendo atenazados a un cordón de pilas de 180 pulsaciones por minuto hacen que FRANCESCA se desgonce perdiendo estabilidad de las piernas embarradas y ensangrentadas que ahora no pueden soportar más el tonelaje –que carga FRANCESCA de la culpa según le dicen en la emisora popular o de injusticia en su Voz interior estéreo que alucina que escucha hace días–. Por ello cayó sobre la mesa de la cocina, aparentemente un cortocircuito cuando el cordón le da la vuelta al cuello del bebé y lo asfixia, se siente que sube por la zona lumbar al cerebro y por eso se incorpora, al rompe, como un resorte de balineras FRANCESCA y gorjeando, –¡cu-cu cu-cu!, la hora de nacer.

Francisco Cabrera.

Francisco Cabrera. Abogado, con una visión crítica de la sociedad y del mismo Derecho. Sus textos son densos y narran hechos crudos con imágenes fuertes y un lenguaje con un lenguaje a ratos crudo, directo, y otras veces con toques surrealistas.

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EL GANCHO

Mi padrastro Humberto era un señor campesino, muy importante y muy apreciado por las personas que lo llegaron a conocer. Tenía un recuerdo muy simbólico de vida, una gran cicatriz sobre su estómago, a lo largo del costado derecho, más o menos de la altura del ombligo hacia abajo, arrugada, aproximadamente unos 10 centímetros de largo por tres de ancho.

Cuando alguno de nosotros, sus hijos, preguntaba ―¿papá, por qué tienes eso?‖ nos contaba. Cuando prestó el servicio militar, allá por 1948, en una ciudad llamada Bogotá, el día 9 de abril a él y a muchas personas les tocó vivir una horrenda matazón. Habían asesinado a un líder político muy importante, Jorge Eliécer Gaitán. La ciudad se enloqueció, las calles eran un caos de sangre, de muertos, de heridos. Mi padrastro fue uno de esos heridos, pero muy mal herido. Se encontró en una de esas volquetas con las que recogían cadáveres y casi cadáveres, para mantener algo de limpieza.

Recuperando el conocimiento veía cómo se desangraba, vio sus vísceras por fuera, al aire. De lo que hiciera en ese momento dependía su vida. A su lado había una muertita con unos pollerones, esas faldas grandes que las señoras de la época usaban. En el pollerón halló uno de esos ganchos metálicos ovalados que terminan como en una aguja y se usan para atravesar la ropa y sostenerla. Una nodriza. Fue metiendo todo lo que tenía por fuera de su vientre y cerrando con ese gancho, pienso que fue muy difícil para él, realmente heroico: sin más 12 herramientas, sin más ayuda. Ese adminículo le salvó la vida, su cuerpo encapsuló el gancho y allí quedó, allí nació su famosa cicatriz.

Siempre que mi madre notaba que él nos estaba contando esa historia lo regañaba, ―Mijo, no le cuente eso a los niños porque en la noche no pueden dormir y de pronto tienen alguna pesadilla‖. Es importante saber que nuestro padre tuvo el valor que necesitaba para luchar por su vida. Ese tiempo era algo así como las historietas de Walt Disney, pero sin pato Donald, pues no teníamos T.V. ni radio, sólo la paz que nos deja una niñez bonita, sana, inocente, llena de valores. Él le respondía a mi madre: ―Matilde no diga eso, a los niños les gusta que yo les cuente la historia‖.

Para mis hermanitos, Alberto de unos 6 a 7 años Tulia de 5 Devora de 4 y Moisés de unos 2 añitos, era muy divertido que su padre se recostara un rato a reposar y entonces ellos lo acariciaban y le frotaban la barriguita para que él empezara a contar su película, algo así como frotarle la barriga al buda. Yo miraba y escuchaba, desde la distancia, ya era más grandecita.

María del Carmen Tinjacá

María del Carmen Tinjacá Poveda. En épocas de violencia llegué a Bogotá, desde Oiba, Santander del Sur, tenía 11años y me recibieron unos sacerdotes jesuitas. A los 15 años me casaron con un chileno, me separé a los 16. Volví a vivir con los sacerdotes, me dieron empleo con ellos en sus oficinas. A los 25 años me independicé y tuve mi propia familia y mis 4 hijos, hoy día profesionales. Estudié Secretariado general, Administración de negocios, Diseño de modas. Este momento es el mío y lo vivo sin perder el Tiempo. Mi pasatiempo es servir a quienes lo necesitan porque siempre vivo muy agradecida con Dios, con las personas que han pasado por mi vida y con todo el amor que me han brindado

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¿PARA QUÉ OCURRIÓ?

Estamos llegando a casa, con el sol y mi perro. Hay un hombre tomando fotos a la fachada del conjunto, pienso ¿qué estarán haciendo? ¿Será que hay alguna celebración de hoy sábado en la tarde...? Hay hombres y mujeres con uniformes negros, con la sigla C.T.I. en las espaldas, veo los carros con logos de la Fiscalía. Continuamos hacia la escalera; el vigilante sale corriendo a alcanzar un carro que se pasó sin anunciarse. Le pregunto al vigilante:

- ¿Por qué están los de la Fiscalía?

- Están investigando un problema de ahí.

-Ahí donde?

-Abajito.

No insisto más. Comprendí que había algo grave, por el silencio desértico de intranquilidad que se siente en el lugar. Avanzando hacia la escalera veo a mi querida vecina, Julia, acercándose en compañía de su esposo, los espero como de costumbre para saludarlos; ella de inmediato me dice ―se murió mi Manú.‖ Inicialmente pensé que me hablaba de su perro.

- ¿Qué Manu?

- Mi hijo, nuestro hijo.

- ¿Cómo así?

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- No me pregunte nada que no quiero hablar.

- Listo, no pasa nada, si me necesita estoy aquí.

- Gracias.

Seguimos en silencio, los veo desaparecer en la escalera, conocía al joven por su nombre, no por el apodo cariñoso. Pude leer en ellos la rabia, el inmenso dolor, el miedo, la angustia la , la tristeza, la depresión y demás emociones que afloran en estos momentos, todo contenido por la vergüenza social y personal.

El padre, un señorazo de pies a cabeza, bastante mayor que su esposa, de hecho, él ya lleva tiempo pensionado. Ella, toda una dama, relativamente joven, muy inteligente, muy interesada por las problemáticas políticas nuestro país y, al parecer, más exigente que su esposo. Tienen una hija mayor que no vive con ellos, se independizó desde muy jovencita; cosa que le duele bastante a la señora Julia porque ella quería que su hija compartiera más tiempo con ellos. Manú, igual de caballero a sus padres, con tan solo 22 años, estudiante de Física pura.

Impactada, inmóvil, cabizbaja, me quedo pensando…como la muerte convoca todas las instancias, mueve todo por dentro y por fuera, lo político, lo social, lo religioso, lo personal, lo familiar entre otras más…

Al entrar al apartamento, veo por la ventana de la cocina que los del CTI dan instrucciones al fotógrafo en el parqueadero, veo el charco de sangre en el suelo. No sabía cómo habían ocurrido las cosas y me llega un torrente de preguntas. ¿Qué quiso decir Manú a sus padres con este acto tan violentamente impactante? En el día de su grado de Físico Puro. ¿Sería que les mintió? ¿Sería que los quiso castigar? ¿O Ese es el Plan de su alma? Son infinitas las repuestas a estas preguntas. Me digo: ¿qué aleja a un joven de su misión de vida? Un joven de los quilates de Manú.

Más tarde me entero por Bautista una de las personas que los ayudo a subirlo al carro aún con vida, pero convulsionando. En la mañana estaban listos, los tres,

15 dentro del carro para ir a la universidad. Manú dice a sus padres, ―un momento que se me quedó el carnet de la U‖. En las cámaras se ve cuando, subiendo, al tiempo se va quitando el traje de grado, la chaqueta, la camisa, la corbata. Los padres esperan dentro del carro, ellos vieron caer una sombra al piso, pero no le dieron importancia porque estaban felices esperando que Manú regresara; al ver que se demoraba, se bajaron del carro para ver qué pasaba y ven a su hijo en el piso.

Se necesita mucho amor…mucha gallardía, mucha compasión para conducir un carro en medio del estado de shock de la situación. Uno no acepta lo que está pasando y quiere que las cosas sean como uno las ha planeado, las ha pensado y quiere entregarle la vida de uno a ese ser que está muriendo ahí. Hasta que, por fin, le toca aceptar en medio de la desesperación, siente que le están arrancando las entrañas en carne viva. Los médicos de la CardioInfantil, a la 1:00 P.M. les comunicaron que había fallecido.

Fui la única persona del conjunto que asistió al entierro, porque me siento conocida de la familia, nos encontrábamos cotidianamente en las escaleras, comentábamos asuntos del conjunto y en el parqueadero. El joven y el padre me ayudaban con los paquetes cuando coincidíamos.

¿Hoy en día, no hay velorio como ahorro emocional y económico? ¿O es sólo cuando es un suicidio? En el ritual del velorio es donde se ventilan los sentimientos, emociones, gustos, disgustos, víctimas, victimarios, excluidos y demás situaciones por resolver. En la iglesia también todo es muy rápido, los sacerdotes desde sus prácticas religiosas pretenden dar respuestas… dando la impresión de todo bajo control.

El día que Dios me llame, estaré lista, tranquila, en paz, por haber hecho lo que yo creí correcto. Por eso quiero que estén más contentos, felices, en mi velorio. Quiero que se escuche música clásica, el bolero de Rabel, La traviata, la melodía de la vida… entre otras.

María Teresa Herrán.

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María Teresa Herrán Duarte. Soy una persona muy sensible, con el ánimo de ayudar a todo el que Dios ponga en mi camino. Me encanta escuchar a las personas, sus historias, para poderlas apoyar en la medida que Dios me lo permite con mis conocimientos desde las Constelaciones Familiares y mis prácticas de Yoga. Cuando me identifico con el tema de una historia entonces me interesa completamente. Mis escritos se basan en historias reales y personajes reales, se cambian los nombres, lugares y fechas para proteger la intimidad de los mismos. Si una persona me pide ayuda, bien, se la doy, y si no también está bien.

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YO DECIDO CUÁNDO Y CÓMO

Desde el lugar donde me encontraba, en búsqueda de una familia en la cual vivir mi vida terrenal, yo decidí estar en una familia que me deseará, me esperará y planeará mi llegada y lo más importante es que me aceptará tal y como soy, que tomo mis propias decisiones y deseo vivir esta vida con intensidad. Encontré a mis padres que cumplían con los requisitos que yo tenía, ya estando en la recta final para alcanzar la meta propuesta, no me aguanté cumplir con las 40 semanas de gestación reglamentarias en las entrañas de mi madre, por mi gran deseo de vivir, ver los rostros de mis padres que con ansiedad han preparado mi lecho, yo quiero participar de todo este proceso y esta es como la primera pilatuna que realizo a mi familia.

Cuando el gran grupo de apoyo que me espera, ―mi familia‖, se alistaba para recibirme, yo decidí colaborar en la organización de todo. ―Cómo se les ocurre realizar una fiesta para mí y sin mí‖, ¡pues no!, si desean celebrar para mí, yo quiero estar‖. Al igual que todos los integrantes de mi familia, quiero compartir los valores del trabajo en equipo, la solidaridad, el liderazgo y participación, necesito aprender desde ya. ¡Yo tengo que apoyar mi fiesta, con mi presencia!, que mejor sorpresa para los invitados que mi llegada anticipada a este mundo y con 34 semanas decidí hacerlo.

Pido disculpas por las carreras y apuros en que puse a mis padres, en especial a mi madre, ¡perdón!, poniendo en riesgo su salud.

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Los demás integrantes de mi equipo me disculparán y respetarán mi decisión de querer estar estos primeros meses en el seno de mi hogar, mientras aumento de peso y gano defensas para combatir cualquier eventualidad que pueda poner en riesgo mi salud física y mental. El gran día de graduación de mi sistema inmune podremos brindar en sociedad, con mi universo familiar, estoy deseoso de conocerlos, verlos, sentir sus brazos, sus suaves caricias, jugar con mis primos y tíos…

Amo entrañablemente mi vida y la voy a vivir con intensidad, por eso mis padres estarán más dedicados a mí que nunca, porque yo también necesito exclusividad, los elegí para mí y solo para mí por lo menos los primeros meses, el trinomio padre, madre y yo con ese contacto piel a piel será fabuloso en mis primeras días, semanas y hasta meses, con lo cual se afianzará más ese vínculo familiar que todos necesitamos durante todo el ciclo de la vida.

Mi fiesta, qué más fiesta que tener papá y mamá y que me acompañen juntos todas las lunas y todos los soles de mi vida y poder disfrutar con ellos la lluvia y el sol en su despertar, su esplendor, llevarlo a descansar para dar paso a la luna con su complicidad y encanto que siempre nos arrullará en la primavera y el verano de la vida, siempre estaremos juntos.

Mis abuelos que con tanto esfuerzo y cariño me han esperado por años, pero falta poco muy poco según el calendario, unas lunas y estaré listo, cuando menos lo piensen ingresaré a la escuela y a la universidad, tomaré el rumbo de mi propio destino como fruto de mi gran red familiar y en todos y cada uno de estos pasos fundamentales en mi vida yo siempre decidiré cuándo y cómo.

Miryam Fonseca Ballesteros.

Miryam Fonseca Ballesteros. Con una actitud siempre jovial, a esta integrante del Taller de Escrituras creativas le gusta desde niña transmitir los conocimientos adquiridos, manifiesta que ―desde la experiencia de la vida personal y laboral, de lo académico y cultural, me encantan la gestación y la maravilla de la creación, de generar vida, y la creación literaria es mi refugio para transmitir mi sentir y

19 manifestar lo enamorada que estoy de la vida y agradecida con Dios, mi familia y mi trabajo‖.

PUTREFACTOS Y ACTUALIDAD.

El Odiado se sienta en el sofá, en su mano izquierda tiene el cuchillo que estuvo a punto de usar en el cuello del guardia y en la otra mano tenía el volante que le había sido entregado por debajo de la puerta.

Nuestro instinto animal se ha extinguido por culpa de los excrementos del partido, tú y yo sabemos que la realidad se está difuminando en los inmortales volantes de la comunicación y la publicidad, pero estos aún no alcanzan el arrodillamiento de Dios. Han sido los peligrosos y organizados discursos del estado los que nos han manipulado y demostrado que el poder ha corrompido la mente de los ―Falsos Profetas del no pensar‖, pero ellos no tienen la culpa, en El Olvido sabemos que fueron ―Los Pensadores‖ los que nos condenaron a estos falsos profetas y es ahora donde nuestra humanidad está cegada y cabresteada por los ojos de miseria, de los periódicos y de la radio. He aquí, mis condenados amigos, las putrefactas agujas del virus del ―NO IMAGINAR‖. Virus que consumió las arterias de la humanidad.

Pero este virus no siempre existió, fue hasta cuando los que dominaban la tierra, ―los Pensadores o Intelectuales‖ y sus aclamados discursos del elogio al amor, a la vida eterna y el alcohol, ya no bastaron para excitar a los obreros o, mejor dicho, por las sectas del no pensar. ―Los Arrastrados‖, así fueron nombrados durante la Revolución de las Rosas, Los Arrastrados fueron la única plaga que hizo que ―la evolución‖ y este virus fuera el verdugo de la realidad.

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―Malditos demonios‖, resonaba en la mente del Odiado mientras miraba el volante entregado por el guardia, aquel volante era una orden directa a asistir al discurso y oír las palabrerías de los políticos; aunque la realidad había cambiado las ratas nunca salieron de sus huecos. El Odiado suelta el cuchillo, toma la chaqueta negra, da tres pasos largos, está al frente de la mesa del comedor. Jala la silla de madera y se desploma en ella.

Añoro cuando pasábamos por la Avenida novena con calle dos y nos entregaban los elaborados periódicos donde nos recordaban lo inútiles que éramos ante la vida; el uso cotidiano de drogas sintéticas, de música barata, de las disqueras vacías y mp3 llenos, de las seguidas batallas ganadas por las sectas del “no pensar” y como sus muertos y fusiles eran inmortalizados por Los Arrastrados. Estas, entre muchas razones, fueron los susurros de los suicidas en los puentes. Claro, ustedes y yo no se liberan de esta salvación donde El Orden, la Paz y el No Imaginar se convierte en el esqueleto de la realidad. El Odiado, tirado en la silla, mira al techo y de sus cuerdas vocales saltó tal carcajada que recordaba lo muerto que estaba.

El Odiado extiende su mano intentando tomar el cuchillo, pero fue inútil y eso hizo que sus flojas piernas se extiendan y con sus temblorosas manos toma el cuchillo y sin pensarlo lo esconde en su chaqueta. Camina a la puerta y con la frialdad de sus huellas deja marcado el camino que recorre de la puerta a la calle, la corriente de aire lo guía vago por las calles del Olvido. Sin levantar la mirada voltea a la izquierda y observa la sombra que lo persigue y que lo abandonará cuando llegue la oscuridad. Sube la mirada y toma nuevamente a la izquierda, las personas a su alrededor corrían esperando llegar a la plaza, algunos Arrastrados chocaban, otros se caían y a los lados las paredes reían. El Odiado llega a la plaza de los Condenados; solo quería escuchar el discurso del Vocero del Paraíso y huir de aquel lugar sin dar rastro de que su sombra y él estuvieron allí.

Entre la multitud de la plaza el Odiado hacía múltiples piruetas para así llegar a la primera fila, la gente se encontraba dopada, drogada y aturdida por los tres sentimientos inyectados por el estado, era tal la furia con que gritaban que la

21 rebeldía y descontrol se unificaba en las siglas del miedo. De la parte superior de la plaza sale el vocero de Paraíso y con él su traicionera sonrisa.

— Callados bastardos — dijo con todos sus pulmones y la plaza se calla. — Amados compatriotas, hoy como se les informó por la radio se dio captura a unos desafortunados, mezquinos y rebeldes ―Pensadores‖ provenientes de una de las caravanas de migrantes de los estados de la Gula— extiende su mano derecha, señala al cielo y del bolsillo izquierdo saca un volante de los que fue entregado como orden e invitación.

— Camaradas — lee la frase que está en el volante —, “Es momento de matar a la manzana y la imaginación que Dios no pudo”, hacedlos seguir. —

Del extremo derecho de la plaza salen los fornidos y armados soldados del Olvido, los soldados trotaban en filas paralelas. Paran. Voltean. Chocan las botas y quedan mirando a los Arrastrados.

— Saludad todos a los Pensadores — Con cadenas y recubiertos de polvo entran 8 personas a la plaza, los Arrastrados comienzan a gritar y chiflar, como los animales pudientes que son...

— Malditos, muerte, demonios, caerán sus cabezas —

En la primera fila se encontraba El Odiado detalla cada Pensador y detiene su mirada en una mujer de color canela, en cuyas cuencas dos bestias oscuras galopaban en el alma de este maldito, su esquizofrénico y ondulado cabello lo excitaba a usar el cuchillo, degollar al soldado que estaba al frente suyo, clavar el cuchillo en su estómago, sacar sus vísceras en la hoja de acero y que los Arrestados tragaran sus tripas mientras ella y él eran atravesados por balas de libertad y los besos taparían la palabra lujuria en el diccionario, ese galopeo lo convertía en uno de ellos, sabía que una bestia había dejado de estar naufrago en el Olvido y tenía que usar el cuchillo en la espalda del partido, pero antes tenía que seguir siendo un Arrastrado más en El Olvido.

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— ¡Disparad!

Michael Sánchez

Michael Sánchez. Con un fuerte interés en los temas de la vida social-urbana y una visión crítica de la misma, este miembro del Taller de Escrituras creativas logra crear en este texto una atmósfera que transita entre un futurismo con elementos de ciencia ficción y un presente que cuestiona el papel del estado en la manipulación de masas. También ha producido relatos cortos sobre el trasegar de la urbe bogotana.

EL ELFO QUE REPARABA CORAZONES

¿Sabías que existe un elfo que tiene una habilidad muy especial? Si vas a visitarlo él te ayuda a reparar tu corazón cuando tienes mal de amores.

Neil puso a funcionar su taller una vez más. Todos los elfos y elfas trabajaban bajo sus órdenes. Eran expertos en reparar relojes, juguetes y corazones. Habían sido entrenados por seres intergalácticos avanzados. Ellos les habían enseñado cómo trabajar con estos corazones y ponerlos en marcha de nuevo. Este trabajo era muy solicitado ya que diariamente se herían y dejaban de funcionar un número indefinido de corazones y por eso su trabajo era muy pedido.

Los extraterrestres les habían enseñado a los elfos un sistema muy sencillo de reparación de corazones. Las voces de éstos resonaban: ―Pequeños seres elementales: el trabajo que han sido llamados a realizar es muy sencillo. Han sido seleccionados por el gran Señor, nuestro creador, por sus habilidades tan especiales. El trabajo consiste en reparar los corazones humanos de la siguiente forma: encuentren el centro del pecho, allí donde borbotea la sangre y se escuchan los latidos del corazón. Sus manos deben volverse transparentes y deben hacerlo mientras los seres que son atendidos duermen. Deben encontrar las manecillas de los corazones que ya no funcionan bien, que se han quebrado por causa del rápido aleteo de las pulsaciones, el cual produce el mal funcionamiento de las manecillas del corazón y a veces su rompimiento, 23 dependiendo del grado de profundidad del sentimiento experimentado por las personas en cuestión. Su trabajo es muy delicado y, por lo tanto, necesitan mucha concentración. Las delicadas manecillas deben ser manipuladas con sumo cuidado o si no girarían en sentido contrario ocasionando un daño irreparable a los corazones. Estos girarían en el rencor y la tristeza del que sólo quiere vengarse del ser que ocasionó su dolor. Al contrario, si realizan el trabajo bien, irradiarán misericordia y amor a los corazones de los humanos, a través de sus manos mágicas. El paciente experimentará un alivio y una paz maravillosos, y estará listo para dejar que su corazón se llene de amor de nuevo.

Los extraterrestres les mostraron a los duendes en su bola de cristal a una chica que montaba su cebra favorita. La niña era morena y cantaba algo en yoruba. Cantaba su gran amor hacia su primo: un amor no correspondido, que le hacía soltar lágrimas. Zina consintió a su amiga Rayada y ésta la lamió con su áspera lengua. La niña se sintió un poco mejor, pero siguió llorando. Uno de los elfos sintió su corazón vibrar intensamente al ver a la desconsolada niña y la eligió para sanar su corazón herido. Algodón, que así se llamaba este elfo, localizó a Rayada por medio del pensamiento y la cebra llevó a la niña al taller de corazones en reparación más cercano. Entonces Zina entró en el taller y fue conducida por unas hadas a donde el elfo. Algodón le cantó una canción de cuna, al instante Zina cayó profundamente dormida. Algodón purificó sus manos en una vasija con agua de nítidos sentimientos que le habían dado los unicornios. Luego metió sus manos, ya invisibles por el efecto del agua de los unicornios, buscó el centro del pecho de la niña, deslizó sus manos hasta alcanzar las manecillas y le mandó pensamientos de misericordia y amor por todos los seres de la tierra. Zina deseó irradiar desde el centro de su corazón amor a los animales. No sólo a su querida Rayada sino a todos los sapos y serpientes, camaleones y ardillas, insectos y aves. Y también quiso ayudar a alegrar los corazones de niños de su edad que no habían sido amados. Se sintió dispuesta a compartirles el amor que borboteaba por sus venas, el amor incondicional de los ángeles, o seres intergalácticos que ayudan a expandir la Luz de la pureza de los corazones. Algodón la dejó irse a cuidar otros seres vivientes del planeta Tierra, aunque sabía que la iba a extrañar. Pero al

24 conocer bien su oficio sabía que no debía dejar que su propio corazón se dañara al girar en la tristeza. Los seres intergalácticos felicitaron a Algodón por lo bien que hizo su trabajo y lo prepararon para su siguiente tarea.

Luisa Jiménez.

Luisa Fernanda Jiménez. Bogotá, 1976. Desde temprana edad disfrutó de la lectura gracias a los libros que le traía su madre Myriam, en español e inglés. Estos la llevaban a universos soñados que le sirvieron de inspiración para crear sus cuentos. En los cuentos de su infancia había siempre hadas, duendes, brujas, unicornios, príncipes y princesas, además de los animales de las fábulas. Sus escritores favoritos son: Michael Ende, Margaret Mahy y Neil Gaiman. Le encantan las historias de fantasía, ciencia ficción y los libros sobre ángeles. Estudió Lenguas e hizo una opción en Literatura. En sus textos podemos ver una auténtica recuperación de la infancia idealizada. También ha producido textos en talleres de la Biblioteca de Servitá y Virgilio Barco.

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MI TODO Y MI NADA

¡Qué hice? Estoy temblando, no sé si es de euforia o valentía, fue un instante sin explicación, casi siniestro. Pero, ¿qué? Finalmente lo merecía, tuve la impresión por un instante, de estar levitando como lo hace una hoja seca, sin voluntad, que la lleva y la trae el viento, no me sentía no estaba en mí, caminaba muy rápido, pero tenía mucho frío pese a que estaba abrazada a mi abrigo. Empezaban a caer gotas muy grandes, en ese momento llegó un aroma muy familiar, que logró sacarme de esa penumbra en la que me encontraba. Como un sabueso de caza me dispuse a toparme de donde venía ese aroma a café recién tostado. Era inevitable no entrar.

El recuerdo me perseguía, tenía esa sensación que deja el despojo, como cuando el feto renuncia a su matriz, al nido a su madriguera, lo hace con un llanto desgarrador, no sé si es por percibir su desnudez cubierta de sangre, placenta y meconio o es por desprenderse del nido.

Esto ya era inevitable, tenía que pasar y justo fue hoy, voy a dejar el día en paz que finalmente no tiene culpas en este trance. Aunque siempre lo recordaré, lo ofrendaré sin siquiera pensarlo, porque los sucesos son como las cicatrices que no desaparecen, los recuerdos los borra el olvido con el despiadado y feroz tiempo.

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Pero…Ya no había vida, vivíamos con el dolor de la muerte a pesar de estar vivos, esto era como la flor que mal nació, nació en el sepulcro, en la muerte, donde no hay nada, el todo se perdió, solo nos queda una trágica historia cubierta de penumbras, porque éramos como la puñalada en la misma herida.

Recuerdo la última noche -por eso tomé esta decisión- todo me lo permitías, eras tan pusilánime, que tanta quietud me paralizó, nunca me hacías un reproche, nunca calmabas mis arranques de ardor, era tanta la pasión que me carcomía, esa noche…. me consumía el deseo, mis gemidos y lamentos eran de regocijo conmigo, estaba como una loba en celo, era tanta la pasión que me devoré, ahí estabas…. pero ausente, ido, perdido, por eso te odié con toda mi miseria humana.

Ahora estoy vacía para llenarme de momentos buenos, de días no tan raros como los que vivíamos, mí idolatrado diario, quiero vivir momentos reales, recorrer caminos, elegir, pedir, dar, pensar, reír, ser escuchada, ser amada, ser acariciada, tropezar, caer, pararme y seguir.

Ya no tengo más que recriminar, fuiste único, recogiste todas mis carencias sin reproches, me quedo con una sensación de ansiedad y tristeza, además te privé de razonar, yo era la que pensaba, decidía y cuando quería te cargaba y nunca me podías decir nada, pero esa nada me cansó, me debilitó tanto que preferí tirarte al contenedor de la basura donde nunca podrás volver a prolongar un instante. Yo adoraba tu presencia, aunque no tenías alma, también eras adjetivo, pero fuimos, por eso en cada página dejaba pedacitos de mi alma, éramos un delirio mutuo, me dabas libertad y placer, pero ya estás en mi pasado y aquí dejo esta paradoja.

Hilda Barroso.

Hilda Barroso Niño. Estudió Educación Preescolar, fue ama de casa y la mujer más feliz. Una participante del Taller de Escrituras creativas que se caracteriza por ser ecuánime y tranquilamente analítica. Su lema es: ―La realidad es la madre de la fantasía‖.

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EL MONSTRUO DE AVIGNON

Yo soy Sophie Leblanc, tengo 62 años, viví en la Provincia de Avignon junto con mis amorosos padres Alexandre Leblanc y Sarah Lemoine, mis hermanos: Michelle de 8 y Antoine de 5.

Una tarde cualquiera del mes de julio mi padre le dijo a mamá que haríamos un viaje en yate por el mar Mediterráneo, aprovechando la temporada de verano, y que además invitaría a su mejor amigo Emmanuel para que le ayudara a capitanear el yate.

Habían transcurrido cinco días de viaje y me encontraba durmiendo cuando unos ruidos extraños me despertaron. Y me impulsó a los brazos de un cuadro dantesco, había sangre por todas partes, todos mis familiares estaban muertos menos mi padre quien al verme no pudo disimular su estupor. Sentí un miedo indescriptible, por un segundo pensé que me atacaría de la misma forma, pero no, en su locura me arrojó al mar para que fuera éste, en su insondable inmensidad, mi asesino.

Mientras yo vagaba por las azules aguas del Mediterráneo agarrada de un tronco que apareció de la nada, mi padre se encargaba de borrar los vestigios de su vil acto. Pero, ¿qué lo condujo a realizar acto tan atroz? Después de haber tenido tanto éxito en sus negocios había tomado malas decisiones y realizado convenios

28 económicos que lo llevaron a la quiebra. Y la muerte de su esposa lo sacaría del pozo en el que estaba hundido.

Pero el destino es inexplicablemente extraño, yo, una pequeña de tan solo doce años, debería haber muerto durante esos cuatro interminables y oscuros días sin agua, sin alimento, a la deriva, en medio de alucinaciones. Pero mi destino era vivir. Finalmente, un barco griego me rescató de lo que se suponía sería mi destino.

Mi rescate fue noticia y pronto llegó a oídos de mi padre, él no lo pudo soportar y tomo la drástica decisión de apagar su existencia. Dolor, tristeza, miedo, cobardía, arrepentimiento o tal vez una mezcla de estos sentimientos lo llevaron a tomar esta alternativa sin regreso. Nunca lo comprendí, solo sé que en mi alma quedó un vacío insondable y un dolor indescriptible, incomparable.

Pero, ¿qué pasó por la mente del señor Alexandre? Tendríamos que remontarnos a su niñez. Él fue un niño mimado que lo tuvo todo. Pero, en su familia había un oscuro secreto, su padre sufría de esquizofrenia, enfermedad que heredó. Con el pasar del tiempo, y ayuda médica, Alexandre hizo frente a este mal, pero eso no significaba que estuviera sano y lo supo guardar muy bien. Las voces regresaron a su cabeza y día tras día eran más frecuentes, el saber que estaba a punto de quedar en ruinas fue el punto de quiebre que hizo sucumbir su mente y maquinar tan macabra matanza.

Tan solo hoy, después de cincuenta años, soy capaz de abrir mi corazón y contar al mundo entero la pesadilla que soporté, el dolor que sentí al ser traicionada por quien debía protegerme ante cualquier adversidad.

Para mi fortuna en mi camino hallé personas que me enseñaron que hay seres humanos íntegros, honestos y llenos de bondad. Fueron ellos quienes ayudaron a sanar mi corazón, a minimizar el dolor y a perdonar a aquel monstruo...aquel monstruo que fue mi padre.

Luz Myriam Betancourt.

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Luz Myriam Betancourt. 1964. Le interesan varios géneros literarios, pero le gustan las novelas policiacas. Uno de sus libros preferidos es Love Story. Como integrante del Taller de Escrituras creativas hace en este texto un ejercicio de imaginación basado en una historia que tuvo gran resonancia en los medios de comunicación. No es aficionada a los deportes, pero le encanta la natación.

MI AMOR EXTRATERRESTRE

Año 3019, el mundo fue invadido por extraterrestres, llegaban de marte. Estos seres no se tomaron al mundo con violencia, llegaron muy amigables, su apariencia no es como nos los pintan, feos. Hubo uno, Melquiades de quien me enamoré perdidamente, era alto, blanco, de ojos azul cielo, labios carnosos y rosados naturalmente. En la soledad de mi habitación pensaba: ―si tan sólo él supiera cuanto lo amo‖, así me mantenía despierta largas horas. A menudo somos tan tímidos y asustadizos como para dejar escapar nuestros sentimientos y perdemos la oportunidad de descubrir un verdadero amor. Él me hacía sentir especial y única, es algo que nunca había experimentado de la misma forma con nadie más. Cuando estaba a su lado sentía espasmo repentino en el estómago que me hacía saltar y temblar al verlo.

Si tan sólo pudiera explicarle al mundo este amor tan profundo, es como tratar de contar las gotas del mar y todos los rayos del sol. Este amor imposible desgaja mis sentimientos y mis días se visten con colores grises.

Esta historia taciturna tuvo vida en Cartagena de Indias. A veces es necesario tomar riesgos y expresar nuestros sentimientos, porque el amor no dicho es muchos más doloroso que el amor no correspondido. Por eso tomé la iniciativa de enamorar a Melquiades y lo llevé a disfrutar un atardecer en las murallas de La heroica, es uno de los momentos más románticos del día. Contemplar esa extraordinaria imagen de color y

30 tranquilidad se convierte en una situación de ensueño, en este lugar la puesta del sol se vuelve mágica, tiene un aura difícil de explicar, allí quería atrapar a Melquiades.

¿Quién soy yo? Les contaré, soy la bisnieta de Dubys Álvarez y mi nombre es Catleya. Mi bisabuela me dio ese nombre porque le fascinaban las orquídeas.

Le tomé las manos muy cariñosamente a Melquiades, sentí muchos nervios, miedo, el corazón me latía a cien, me quedé sorprendida de lo que estaba haciendo. Le solté rápidamente las manos, aún así seguía nerviosa, lo miré a la cara y le dije lo que sentía, él, sorprendido me dijo: ―qué inesperado y agradable es escuchar esto‖. Pero me comentó que estaba casado con una marciana, ahí me mató. Lloré como una niña pequeña con dolor y muchos sentimientos. Sentía que se me partía el corazón. Decidí alejarme, pero día y noche lo tengo en el pensamiento.

Y no me apetece salir con chicos terrestres, sólo me queda su recuerdo y el corazón me dice que no lo olvidaré, mi alma lo amará eternamente y mi cuerpo sólo dejará de amarlo cuando mi corazón deje de palpitar.

Estoy consciente de mi destino, mirarlo de lejos y nada más mientras se encuentre en la tierra.

Dubys Álvarez Pantoja

Dubys Álvarez Pantoja. Cartagena,1958. Vive en Bogotá desde 1982, aquí echó raíces. Siempre le gustó la literatura, encuentra en ella la fuente vital de expresión de sentimientos y emociones. Desde hace cinco años asiste a talleres literarios en Usaquén. Tiene un excelente sentido del humor y habilidad para construir personajes que recuperan la nobleza elemental del ser humano. Le fascinan los poemas de Amado Nervo, en especial el poema En paz porque es un poema que celebra la vida.

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