COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN (1811-1834)

Tomo II Rafael Fernández Heres

Caracas, 2017 La Academia Nacional de la Historia hace esta edición con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia

CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA (1811-1834)

Tomo II Director de la Academia Nacional de la Historia Ildefonso Leal

Comisión de Publicaciones Simón Alberto Consalvi Elías Pino Iturrieta Pedro Cunill Grau Inés Quintero Germán Carrera Damas † Rafael Fernández Heres

CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA (1811-1834)

Tomo II

Caracas, 2012 © ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA

CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA (1811-1834) Autor: Rafael Fernández Heres

Hecho el Depósito de Ley Depósito Legal: DC2017002571 ISBN: 978-980-7088-82-4 Caracas-Venezuela Nos dejó un inmenso legado: el amor por el trabajo y el servicio a los demás, la honestidad como el valor más grande y un ferviente amor por nuestra patria. Tu ejemplo de vida será siempre nuestra guía. Gracias por tanto. Tú esposa, hijos y nietos.

VII

Diálogo entre un Cura y un feligrés del pueblo de Boxaca sobre el párrafo inserto en la Gazeta de Caracas, tomo I, número 20. Martes 19 de febrero de 1811. SOBRE LA TOLERANCIA. Santafe de Bogotá. Año de 1811. En la imprenta D. Bruno Espinosa de los Monteros

* El autor de este Diálogo fue el Padre Diego Francisco Padilla (1754-1829). Para mayor información sobre el P. Padilla se puede consultar el Diccionario Biográfico de los Campeones de la Liberad de Nueva Granada, Venezuela, Ecuador i Perú. Que comprende de sus hazañas i virtudes, por M. Leónidas Scarpetta i Saturnino Vergara, pp. 419-420. Bogotá, 1879.

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DIÁLOGO Sobre la tolerancia Feligres. Ya has leído, mi amado Cura, el Capítulo de la Gaze- ta de Caracas del dia 19 de Febrero de este año al número 20 en que se procura persuadir el tolerantismo religioso como conforme á la Sagrada Escriptura, y como interesante á la felicidad del Estado. Si en todas las dificultades que me han ocurrido en las críticas cir- cunstancias del tiempo presente me has prestado tu dictamen, y has arreglado mi conducta con tus consejos; no dudo, que quieras ahora ilustrarme sobre este punto, que siendo para mi extraño, y peregrino, me parece ser de muy grande importancia. Dime pues ante todas cosas, que juicio has formado del párrafo citado de aquella Gazeta? Cura. Con la mayor complacencia me dispongo à satisfacer á tus preguntas, tanto por ser una obligacion propia de mi ministerio, quanto porque advierto, que en puntos tan delicados no defieres ciegamente (como lo hacen algunos inconsiderados) á las propo- siciones, y sofismas de los seductores. Yo pues, diría, que el citado parrafo de la Gazeta aparece con todo el ayre de una espia, que se abanza para reconocer el Campo, y observar si tiene bastante re- sistencia á los golpes que se le preparan; y que es un tentar el vado del rio, para ver si se puede pasar con seguridad, y sin riesgo. Me abstengo empero de formar este juicio, porque el Autor asegura en una nota, que es verdadero Catolico, y que no procede de malicia. Es preciso darle credito, y no es licito juzgar con precipitacion. 12 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Fel. Pero si el Autor te parece inocente, el papel se te presenta como peligroso? Cur. Asi es: porque tengo conocimiento de que este ha sido el principio de las novedades, que en punto de religion han turbado otras veces los animos de los fieles. Basta haber leído el origen de las novedades, que se sucitaron en Saxonia en tiempo de Carlos V. el de las divisiones de Alemania, siendo Emperador Enrique IV y otras de que está llena la historia.1 Fel. Segun eso, debemos los Catolicos estar muy avisados, y des- confiar de esta especie de papeles, ó de proclamas en que se trata de novedad sobre puntos de religion? Cur. Asi debe ser: por que una pequeña chispa enciende un fuego muy grande, y muchas veces sucede, que los enemigos para preparar los animos incautos, aventuras algun discurso, ó tesis, que alhagando las pasiones, disponen el corazon, y lo inclinen á favor de la libertad, y de la concupiscencia. No quiero decir que el Autor de aquel papel de que hablamos haya tenido esta intencion, pues que protexta, que sujeta su discurso á la censura y se ofrece á desistir de su empeño siempre que sea convencido de que no es bueno en sí, ni últil, ni saludable al Estado. Pero en fin estos papeles tienen siempre sus peligros. Fel. Instruyeme pues que se entiende por tolerancia, y quales pueden ser sus efectos. Cur. Lo haré con la mayor claridad que pueda. Ya sabes que los Hereges separandose de la Iglesia Catolica por sus herrores, for- maron diversas sectas segun acomodaba a sus pasiones: cada secta erigió un Tribunal contra la verdadera Iglesia, y contra Jesu Christo; y al mismo tiempo queriendo cada error dominar exclusivamente se formó entre todos ellos una competencia tan furiosa, que no habia

1 Lamb, ann, 1075, ap. Pot. Coll, 1. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 13 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... sectario que no se viese à cada instante acometido de una tropa de enemigos, que apartandose de la verdad Catolica no podían sufrir los errores, que no fuesen propios de su secta. Semejante á aquellos Filisteos, que queriendo debelar al Pueblo de Dios convirtieron sus armas contra sus camaradas hasta destruirse mutuamente;2 asi Lu- tero se armó contra Wiclef, Calvino contra los Anabaptistas, unos contra otros los protestantes, y los Calvinistas contra el corifeo de su secta.3 La Alemania, la Inglaterra, la Europa toda se vió envuelta en mil contiendas obstinadas, y empezó escandalizada à aborrecer à aquellos rebeldes, que habian turbado la paz de los espiritus fieles, y recalentando los animos hasta convertirla en teatro de mil disputas, y de mil tragedias. Fel. Que hizieron entonces los Novadores? Cur. Para calmar de algun modo el odio en que habian incurri- do, pensaron en disimularse mutuamente sus errores; y à manera que cada uno de los enfermos que entra en un hospital va dispuesto à absorver en la respiracion los gaces potridos que exalan los cuerpos de los demas dolientes, en cambio de que se tolere por todos la co- rrupcion y hedor que el propio despide de su cuerpo; asi los hereges proyectaron hacer un convenio entre todas las sectas, y tolerarse re- cíprocamente, de suerte que cada partido disimulase los errores age- nos, por tal de que no fuesen revatidos, ni reprimidos los propios. Este fue el abitrio que renovaron los Calvinistas. Fel. ¿Se sosegaron de este modo los escandalos? Cur. Nada menos. Como el error lleva siempre tras si la censura, y el aborrecimiento el convenio de disimulo, no podia tener efecto entre los sectarios: sus furores se exaltaban mas cada dia, y pusieron en turbacion á las naciones enteras: los franceses, los Ingleses, los

2 Véase á Caróno par. t. §: t. 5 y á Bosuet var. de las Igl. Prot. 3 Reg. 1. 4. 14 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Alemanes se vieron precisados á tomar las armas, y los Soberanos entraron en muchos cuidados para sosegar los tumultos, y evitar las violencias, y asesinatos que experimentaban sus subditos de cada partido. Entonces fue quando propusieron los heterodoxos el últi- mo arbitrio para aquietar los animos, y reprimir el escandalo, arbitrio desesperado, y remedio inútil, que solo sirve para declarar la enfer- medad por incurable. Fel. ¿Qual fue el arbitrio, y recurso de que se valieron? Cur. El de establecer como un principio, que los errores no eran errores, que todas las sectas eran buenas, que se podian seguir con seguridad de conciencia, que todos los hereges de qualquiera secta que sean se hallan en estado de salvacion, y que creyendo esto como un Dogma, y absteniendose de perjudicar al público, nada mas se requere para dar culto a Dios, y merecer su agrado. Esto es lo que se llama tolerancia Teológica. Fel. Esta tolerancia parece dictada en el Infierno por los enemi- gos de Dios. Cur. Esta tolerancia tuvo origen del paganismo: despues la qui- so renovar Calvino, y ultimamente los libertinos han hecho muchos esfuerzos para seducir con ellas las gentes. El impio, e incoseqüente Rouseau4 se consideró hoy entre ellos como el propugnador de esta quimerica tolerancia. Fel. ¿Y los hereges creen en este absurdo, principio que á mi párecer conduce al atheísmo, y puede llamarse el error de todos los errores? Cur. Ellos dicen, y fingen que lo creen, y procuran persuadir que no dudan, ni tienen algun temor sobre su seguridad: pero en verdad su conciencia les dicta otra cosa; la perversidad de su corazon no puede sufocar del todo las impresiones que la verdad hace en su

4 Contrat. soc. C. 8. Cart. 86: Emil. &c. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 15 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... entendimiento, quieren el error, y procuran hacerse fuerza para per- suadirselo; pero en fin los miserables desde esta vida comienzan á sentir las penas que les esperan en la otra: quando se presentan mas orgullosos, mas placenteros, y descuidados, la conciencia empon- zoña, y desmiente su exterior, y les trae ínteriormente inquietos, y desconfiados. Testigos de esta verdad son Pisenino, Voltaire, y otros muchos en las extremidades de su vida. Los errores del impio tienen origen en su depravado corazon.5 Fel. Dime, te ruego, ¿y en esta infeliz tolerancia están compre- hendidas todas las sectas, aunque sea la de los Mahometanos? Cur. Al principio se contuvieron los hereges en los límites de concederla a solas las sectas christianas: despues por un enlace de principios la ampliaron á los Judios, y Mahometanos con exclusion de los Atheos, Materialistas, y Paganos:6 finalmente por la versatili- dad, é inconseqüencia propia de los hereges, fueron admitidos tam- bien a la tolerancia hasta los Atheistas.7 Solo à los intolerantes, esto es à los católicos, no les da quartel el autor del Emilio8 y dice que son peores, y mas aborrecibles que los Atheos, y los espíritus fuertes. Fel. ¿Luego los catòlicos no podemos ser tolerantes con esta tolerancia que se llama Theologia? Cur. La intolerancia theologica tan aborrecida de los libertinos es una de las notas divinas de la Iglesia Católica, es una necesaria conseqüencia de su veracidad infalible, es el timbre de su gloria, y de su perpetua estabilidad; como al contrario la tolerancia de las sectas hereticas es el argumento de su falsedad, de sus debiles principios, y de su ninguna firmeza. La Iglesia Católica se opone á todos los

5 Psalm. 13. 6 Rous. Cart. p. 59. 7 Ibid. 8 Cart. Pag. 4. 16 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 errores, no puede la luz hacer paz con las tinieblas, ni puede haber convención entre Dios, y Belial; y de aquí se sigue, que ella no puede convenir con las falsas Religiones, que no puede disimular las he- regias, ni recibir en su seno à los que se oponen à la doctrina de la verdad. Los Católicos decimos con S. Agustin9 que la Iglesia es la verda- dera Esposa, y que no puede tener amistad, ni tolerar à las esclavas, que son las sectas hereticas, y que las arroja á todas fuera de su casa con sus hijos. Decimos tambien con el mismo Santo10 que siendo nosotros como Isaac hijos de Esposa legitima, y los Sectarios hijos de la sierva, no podemos partir con ellos la herencia de nuestro Pa- dre, ni consentirles que se tengan por hijos. Sabemos por que nos lo dice Dios en las sagradas letras,11 que la Iglesia no puede ser mas que una, por que así como no hay mas que un Dios, un Jesu Cristo, y una fé, así no puede haber mas que una Religion verdadera, como no hubo mas que una Arca en los dias de Noe, fuera de la qual nin- guno se pudo salvar del diluvio,12 y como no es que una la paloma, y una la querida que describe el Espiritu Divino en los Canticos;13 simbolos todos que nos representa la unidad de la Iglesia Católica y verdadera. Una y verdadera, dice Thomas Valdenie,14 no porque es Religion de un Pais, ni por el origen de unas gentes, ni por el lugar y la Patria, sino por la profesion de una sola verdadera fé divina. Una y verdadera dice Valsechio,15 porque siendo una sola verdad, una sola debe ser la verdadera Iglesia, una sola la que puede dar verdadero y puro culto al Supremo Ser, una sola la que puede agradar al verdade-

9 Lib. de pacienc. C. 28. 10 Ibid. 11 Joann.6. 12 Ephes. t. 5. 13 Cant. 6. 14 Lib. 2. t. 2. C. 18. 15 Lib. 3. par. 2. C. 5. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 17 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... ro Dios de la verdad. ¿Y qual puede ser esta una y verdadera Iglesia, sino aquella que fue fundada por el que dixo: “yo soy la verdad”?16 ¿Qual sino la que ha tenido, y tendrá siempre una misma creen- cia, y doctrina, la que enseña la Santidad, la que está extendida por todas las partes del mundo; la que está comprobada con milagros autenticos, y defendida por innumerables martires? Esta unica, sola, y verdadera Iglesia, “no admite divisiones, ni cismas, ni errores, dice el Venerable Beda”;17 “los que sean fuera de ella parecerán como los que quedaron fuera de la Arca al tiempo del Diluvio, dice San Geronimo”;18 y para concluir con la verdad misma por esencia, oiga- mos la voz de Jesu-Cristo que dice que “el que no oyere á su Iglesia sea tenido como Publicano, y como ethnico”:19 oigamos la oracion que hace á su Eterno Padre pidiendole, que “haga a sus discipulos una sola cosa, así como el, y su Padre con un solo Dios”;20 oigamos por ultimo á San Pablo, que dice, que la Iglesia no es mas que un solo cuerpo, un solo espiritu, asi como no hay mas que una esperanza, un Baptismo, y un Dios.21 De aquí puedes inferir, ó mi amado Feligres, que para ser tole- rantes, es preciso no ser católicos, es preciso renegar de Jesu-Cristo, del Evangelio, y de todas las Escrituras Santas, despreciar la Doctri- na de los Sagrados Concilios, y de los PP. De la Iglesia. ay! quando se trata del honor de Dios, de un negocio tan grave como es la sal- vacion de las almas, no hagas caso de las cavilaciones, y sofismas de los libertinos, que por desahogar sin freno sus pasiones pretenden engañarse, y reducir a duda las verdaderas mas incontextables de la Religion. Los catòlicos debemos ser, y somos intolerantes: lo somos

16 Joann. t. 4. 6. 17 T. q. pag. 798. 18 Ep. 57. ad Dam. 19 Math 18. 20 Jo 17. 21 Ephes. 4. 18 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 si, porque sabemos que nuestra Religion es revelada por Dios, y que en la Iglesia Catòlica está el deposíto de la verdad, y la asistencia del Espiritu Divino. Nosotros no podemos celebrar una alianza religio- sa con las sectas hereticas sin dudar de la verdad de nuestra Religion, ò sin querer unir la verdad con la mentira; y las tinieblas con la luz. Sabemos que en la Iglesia Catòlica tenemos un camino recto, y se- guro para la salvacion de nuestras almas; y por tanto debemos creer, que los que estàn fuera de este camino, corren infaliblemente á su eterna condenacion; pues que Jesu-Cristo dixo: que el “que no lo creyese seria condenado”.22 Muchas cosas te podria decir sobre este punto, y te las habria dicho ya, si el enemigo no hubiera interrum- pido nuestra conversacion,23 quando en dias pasados hablabamos sobre la verdadera Religion. Fel. Lo que acabas de decir me basta para entender, que la tole- rancia, de que tratamos es no solamente un error, sino un complexo de errores. Por lo mismo me asombra, el que se hayan empeñado en defenderla, y promoverla unos hombres que se tienen por filosofos, y de quienes he oido alabar la honestidad, y la ciencia. Cur. Primeramente debes saber, que Dios “ha escondido la ver- dad á los sabios y prudentes del siglo, y la ha revelado á los humil- des y pequeños”.24 Su Magestad ha vuelto necia la sabiduria de este mundo, y dice que perderá la afectada prudencia, y reprobarà la falsa ciencia de los Doctos del siglo.25 El Dios de la verdad “ha escogido siempre lo mas endeble, y abatido para confundir à los fuertes y sa- bios de la tierra”.26 No es mucho, pues, que hombres por otra parte sabios en las ciencias profanas, peritos en las facultades de la fisica,

22 Math. 16. 16. 23 En el Aviso al público. 24 Math. II. 25 I. Cor. I. 26 Matt, 11. 25. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 19 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... ò de la politica, engreidos en el arte que poseen de dar leyes á los pueblos, y de deslumbrarlos como los pinta San Gregorio,27 ignoren, y no alcancen los Misterios, que la sabiduria eterna tiene reservados á los humildes, y á los limpios de corazon. Los sabios arrogantes del siglo, dice San Agustin,28 podran ser admirados como excelentes en la Geometria, como admirables en la especulacion de los Astros; podrán tambien poseer todos los honores, y las riquezas, pero no podràn penetrar la sabiduria que Dios ha reservado para los niños en el espiritu. ¿No te acuerdas de que la Escriptura dice que la sabiduria de este mundo es delante de Dios una crasa ignorancia?29 Por otra parte debes advertír, que los libertinos para hacer re- comendables sus errores, pintan con colores de honestidad, y de gravedad á los autores de sus perversas opiniones. Ya te acordarás, que leimos el otro dia los errores, y desordenadas costumbres del mas voluptuoso, è insensato de los Atheos, Epicuro en las excelen- tes poesias del Cardenal Polignac30 conforme à lo que habia escrito Ciceron31 con todo eso no han faltado plumas, que nos lo presenten como virtuoso, y amante de la justicia, y de la honestidad.32 Pero a pesar de los connatos con que procuran estos ocultar los vicios, y aparentar virtudes en los espíritus fuertes, las gentes sensatas se des- engañan de la supercheria siempre que tienden la vista sobre la con- ducta, y ocupaciones de tales filosofos. El teatro, el vayle, el juego les arrebata mas de la mitad de la noche: las visitas, la corte à las Damas, las conversaciones Publicas, el paseo, la crapula, el sueño largo de la siesta, y la lectura de un Libro como el Emilio, las cartas persianas, las cartas judaicas, y otros escritos impudicos, irreligiosos, sediciosos

27 L. 10. Moral. C. 16. C. 12, in Fob. 28 Serm, ad Ces. Ecel. Pleb. n. 6. 29 1. cor. 3. 30 Antilucr. 31 Lib. 1. denat. Deor. 32 Gasend. T. 5. Bael pens. div. § 174. 20 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 y envenenados, llenan los preciosos momentos del dia. ¿Te parece que esta es honestidad, que esta es virtud, y ocupacion digna de un hombre serio que pueda tratar sobre puntos de Religion? Pon los ojos atentos sobre los tolerantes que hablamos, y hallarás, que no son otras sus ocupaciones, que les es sumamente triste, y austero el silencio, que les es gravosa, e importuna la soledad, y la meditacion, que no piensan, si no en sumergirse en los placeres, y que reputan por perdida aquella parte de su vida, que no es dedicada al deleite, siguiendo el aforismo del Xefe, de los incredulos: voluptatem esse sam- mun homínís bonum. Por aquí puedes rastrear qual sea la honestidad, la gravedad, y la virtud de unas gentes, que ni temen à Dios, ni cuen- tan con la vida futura. ¿Pueden estos guardar fé en los contratos? ¿Pueden reverenciar los talamos? ¿Pueden respetar las autoridades legitimas? Cuique licet et in quemque, et cuyusvis furis utilitas et ois mensura est, dixo uno de los mas favoritos autores de los tolerantes33 por esto es que las gentes sensatas, que los hombres de bien, que las Señoras honrradas, huyen de la compañía de tales filosofos, se fastidian de sus conversaciones por lo comun impias y maliciosas, y advierten à sus hijas que se guarden, y no hablen, ni admitan algun favor de hombres que no respetan la virginidad. Por lo que has dicho de la opinion cientifica de estos filosofos; ya te he dicho con San Agustin34 que pueden ser buenos Mathema- ticos, buenos politicos &c. por que las ciencias naturales dependen de principios naturales, y se adquieren por observaciones. Pero la ciencia de la Religion, esa ciencia divina se estudia, y se aprende de otro modo muy sublime. Requiere docilidad de animo para sujetar- se à la evelacion, don de oracion para pedir con humildad las luces necesarias, para entender los Misterios, pureza de corazon para re- cibir la sabiduria divina, “la que no entra en las almas malevolas”,35

33 Hob. De Civ. c. 1. § 10. 34 Ubi sup. 35 Sp. t.1. 4. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 21 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... y orgullosas: estudio serio y detenido de la Sagrada Escriptura, de la tradicion, y de los interpretes; conocimiento de los Sagrados Conci- lios, de las obras de los Santos PP. de los monumentos de la historia Sagrada, de la sana filosofia, y de la fuerza de la razon despejada. Considera pues, si se puede componer este estudio tan serio, tan detenido, tan largo, tan espiritual; con una vida inquieta, derramada en mil otros asuntos, y divertida en mil placeres frivolos. Piensa, si un joven que no ha leido el prologo galeato de San Geronimo, ni sabe quantos Libros tiene la Biblia, ni como son las obras de San Agustin… Si un viejo divertido como Woltaire, en componer co- medias, en arreglar los teatros, en averiguar lo que hizo la Sultana en Constantinopla, y lo que hablò en Mogol, el Tamerlan; piensa, digo, si podrán hablar de los Misterios de nuestra Sagrada Religion, si podrán sentenciar sobre puntos dogmaticos, y penetrar en el San- tuario de la Sagrada Theologia! Asi verás que todas las obras de tales filosofos estàn faltas de Logica, agenas de principios, vacias de fun- damentos, llenas de equivocaciones, de contradicciones barbaras, y vergonzosas, de narraciones falsas, y fingidas, supuestas en lugares tan distantes que no se les pueda averiguar la falsedad, como en la China, en el Mogol, en la Pesia, texidas de imposturas, de sátiras, de sarcasmos contra la Religion, y de invectivas furiosas contra la san- tidad de nuestros augustos Misterios. Qualquiera que con reflexion, y sin animo prevenido leyere las obras de Rousseau, de Woltaire, y de los demas libertinos, verá si digo la verdad, y si se hayan en ellas tantas contradicciones como paginas, y tantas calumnias como pe- riodos. Por eso es que Rouseau pide que “sobre estos asuntos no se oyga la voz de los Theologos”,36 y al principio de las cartas judaicas se dice que: “no importa desagradar á los monges, y á los hypocritas indoctos”:37 por que saben los espiritus fuertes que los Theologos saben desengañar á los incautos á quienes ellos ha pervertido, y por

36 Emil. 37 Tom. 1. pref. 22 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que nada temen tanto como el ser reducidos á una serie continua- da de raciocinios, en donde se les descubre la falta de Logica, y de principios. Por eso, quando se ven en semejantes angustias, con una fingida risa enmudecen, ó con un ademan de menosprecio se retiran. No quiero hablar mas sobre esto, por que si fuere muy larga nuestra conversacion, temo que no me atiendas. Fel. La atencion con que he oido tu doctrina no me ha impe- dido hacer reflexîon sobre los grandes males que se seguirán á los Estados, si una tal tolerancia, y semejantes hombres á los que has retratado se llegasen à permitir. Cur. En verdad muy graves daños resultarian de esta tolerancia como te haré ver mas adelante: pero ahora quiero que ponderes uno solo por que es el mayor de todos. Fel. Qual es ese? Cur. Que la confusion, y mezcla de muchas naciones, y de mu- chas Sectas vendria á fundar el indiferentismo. Este peligro está ya previsto por el Cultivador Americano38 de resultas de la tolerancia del Norte. “Todas las sectas (dice) se confundiràn, y la tolerancia general degenerará muy presto en indiferencia, y esta se difundirá de una extremidad del Continente à la otra…. Cada generacion irá cayendo en mayor ignorancia de los detalles de cada secta, hasta abismarse en el mal de no hacer caso de alguna”. Este mal traerá a aquellos Pueblos otros males con el tiempo. Fel. Como miro con espanto esta tolerancia, y sus resultados, quisiera saber, si nosotros tenemos peligro de incurrir en ellos? Cur. Nosotros por la gracia de Dios estamos à cubierto de estas desgracias con la Constitucion del Estado, que acaba de pu- blicar el Sabio, y Catolico gobierno, que nos rige. Y: has leido en ella, que “la Religion Catolica Apostolica Romana es la Religion del

38 Tom. 2. C. 16. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 23 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... Estado”39 tambien has leido, que “no se permitirá otro culto pùbli- co, ni privado”;40 “y que la Provincia Cundinamarquesa, no entrará en tratados de paz, amistad, ni comercio, en que directa é indirec- tamente quede vulnerada su libertad religiosa”.41 Esta Constitucion jurada por el Estado es conforme a la Catolicidad de los Pueblos, los quales quando se dispusieron à sacudir el duro yugo de la ser- vidumbre que los tenia oprimidos, tuvieron por objeto principal de su empresa la defensa de su Religion, por la qual están resueltos á morir, deseando conservarla en toda su pureza. En este concepto, y baxo de esta condicion se dice en el Apendice, “que se admitirán en nuestra sociedad todas las naciones del mundo, asegurandolas de nuestra hospitalidad”. Fel. Muchas gracias debemos dar á Dios por el beneficio de tan sabia y christiana Constitucion, y de haber puesto las riendas del Gobierno en manos de unos hombres que velan sobre la pureza de nuestra Religion: por que según tengo entendido, corría esta mucho riesgo en el antiguo Gobierno, y esto era lo que tenia inquietas a las gentes. Cur. Es preciso que pienses con rectitud, para no caer en algu- na temeridad. Los pueblos con razon temieron que los franceses acometiesen á la Amèrica, quando vieron sojuzgada por ellos á casi toda la España: y ya sabes como andan los franceses en punto de Religion. Fel. Ya sè, que la Religion Católica ha padecido una terrible per- secucion por los Franceses, que estos han reducido á cautividad á la Cabeza visible de la Iglesia, que han asesinado en el altar a los Mi- nistros de Dios, que han destruido las Ordenes Religiosas, que han violado las Vírgenes de Jesu Christo, que han convertido en teatro

39 Const. de Cund. 40 Ibid à 2. 41 it. 1. á 15. 24 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de Comedias los Templos del Dios vivo, que han robado las alhajas del Santuario, y que en Valladolid quemaron las sagradas Imágenes del Salvador, ensuciaron las Aras consagradas, y limpiaron con los Corporales benditos las Inmundicias de sus Cuerpos. ¡Que sacrile- gos? Que violencia no han cometido los defensores de la tolerancia! Cur. De los males, y violencias, que acabas de referir no se con- sideraron seguros los Pueblos, mientras no tomasen por sí mismos el cuidado de defenderse. Desconfiados con razon del sistema antiguo de Gobierno, desconfiaron tambien de las personas que obtenían la autoridad, como que à casi todos los miraba como criaturas de aquel Godoy que adhirió á las ideas de los Franceses, que arrastró en pos de si à la mayor parte de la nobleza de España, y que ha causado la ruina de la Peninsula. No es mucho pues que el zelo de las gentes por su Religion, y su libertad le presentase à cada funcionario anti- guo, y à cada Europeo como un Satélite de Godoy, como una Espia Francesa, oi que recibiese, y denunciase al nuevo Gobierno como un principio de hostilidad, ó como un acto de contra revolucion qual- quiera palabra proferida tal vez inadvertidamente; o alguna accion, que en otro tiempo habria parecido indiferente. El zelo hace merito hasta de las acciones, y palabras indeliberadas. Ya sabes que en la re- volucion de Francia, un gesto, un movimiento que parecian adversos á la libertad se pagaban en la guillotina, y que en España padecieron muchos inocentes, que por una palabra fueron proscriptos como traidores. No hay pues que admirar, que los vicios del Gobierno en general se hayan reputado por los pueblos como delitos de los mi- nistros, que el veneno de la fuente se haya imputado á los arroyos, que se hayan tenido por amigos, ó emisarios de Bonaparte los que tal vez le eran contrarios, ni que se hayan abultado las acciones, é in- tepretado las palabras tal vez sencillas, como criminales, y maliciosas. Este era efecto del zelo, era una prudente precaucion de los Pueblos, y una indispensable providencia del Gobierno que debiendose cau- telar escrupulosamente, se veia en la precision de proceder ó mandar DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 25 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... publicar algunos hechos en particular.42 Ya has visto, que conforme ha ido calmando aquella primera desconfianza; las gentes siempre firmes en conservar su libertad, y siempre empeñadas en destruir la tirania, han variado de concepto á cerca de las pesonas que miraban antes como contrarias han puesto en libertad à las que estaban de- tenidas, y los decretos y papeles públicos que nos confirmaban en la justicia de nuestra causa, y en el concepto de la tirania con que los trataba el Gobieno Europeo, nos hacen ver, que en lo que se dixo de personas particulares, se padecio equivocacion. Fel. Quedo entendido de que no debo hacer alto en las expre- siones, y formalidades que se hicieron estampar en los motivos de la revolucion, y otros papeles de aquellos dias por las razones que has indicado. Volvamos ahora á nuestro principal asunto, por que mi curiosidad ha hecho que nos desviemos de lo propuesto. Cur. Tienes razon por que si nuestro Dialogo se extendiese mucho, entrarian en fastidio las personas que nos honran con su atencion. Hasta ahora hemos hablado de la tolerancia theologica, ó Religiosa. Fel. Hay otra tolerancia? Cur. Si, hay otra especie de tolerancia que se llama civil, aunque Rouseau acostumbrado á dictar como oraculo sin dar razon de su dicho, afirma43 que esta division es un engaño pueril, y que las dos tolerancias son inseparables. Pero se engaña por que la intolerancia theologica, es acto del entendimiento, la civil nace de la voluntad: con la primera creyendo firmemente los dogmas de nuestra Reli- gion, no podemos aprobar, ni dexar de condenar los errores que se oponen: con la segunda se puede tratar, y vivir en compañía de aque- llos que vemos errados, y de quienes lloramos la perdicion. Asi en

42 Man. 43 Emil. T. 3. p. 175. 26 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 los primeros Siglos de la Iglesia los Christianos reprobaban los cul- tos gentilicios con la una, y prestaban con la otra, todos los oficios civiles á los idolatras. Con la theologica debemos creer, que todos los que estan fuera de la Iglesia corren el camino de la perdicion eterna; y con la civil debemos amar á estos mismos, dolernos de su cegue- dad, procurar su conversion, y desearles todo su bien sirviendoles, socorriendoles, y guardando con ellos todos los comedimientos de urbanidad. De esto puedes inferir primeramente, que la intolerancia theologica no es en nosotros un impetu de odio, ni de furor contra los sectarios como falsamente nos acriminan los hereges, pues antes les amamos y deseamos su felicidad, sino una firme persuacion de que la Iglesia Catolica es la unica, verdadera, y de que fuera de ella ninguno puede esperar la salvacion: y por tanto bien lejos de abo- rrecer y perseguir á los heterodoxos, los compadecemos, pedimos incesantemente á Dios los reduzga al camino de la verdad, les desea- mos con ansia este supremo bien, y con todas nuestras solicitudes se lo procuramos. Inferiràs tambien que la intolerancia theologica es compatible, y puede subsistir con la tolerancia civil y politica, y que en algunos se han mantenido una y otra por urgentisimas causas. Fel. ¿Y es licito á los que gobiernan los Estados permitir en ellos esta tolerancia civil, y dar entrada franca, salvo conducto à los hereges, é infieles? Cur. Sin entrar en la profundidad de los secretos políticos, que ni tu ni yo podemos penetrar, y sin faltar á la veneracion que debemos à los Gobiernos, que tienen à su cuidado la salud y bien general de los pueblos, digo: que por su naturaleza es ilicita esta tolerancia general- mente tomada. Ya sabes que Dios prohibió á los Judios44 no solo la habitacion, sino la comunicación con los gentiles, que reprehendió á los Jueces hebreos por la omision que tuvieron en derribar los templos de los idolatras, y que aun à los Samaritanos era prohibida

44 Deut. 7, 2. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 27 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... la tolerancia civil con los Judios.45 Ya sabes tambien que la Escritura dice,46 que no puede haber alianza entre la luz y las tinieblas: que el Apostol manda47 evitar la comunicación con los hereges obstinados; que San Juan48 previene à los fieles, que no traten con las personas, que no siguen la doctrina catolica, y aun les prohibe la salutacion; y que San Matheo49 publica el mandamiento de Jesu-Christo á los Apostoles en que les dice, que salgan de la casa, y de la Ciudad en que no fuere recibida su doctrina. Siguiendo estas ordenaciones sa- gradas, es que la Iglesia Catolica ha tenido siempre un cuidado muy especial en impedir esta tolerancia, y comunicacion con los infieles. Fel. ¿Qué tiene la Iglesia dispuesto sobre este punto? Cur. Instuida por San Pablo50 “de que las malas compañias en- gendran malas costumbres”, ha fulminado muchas censuras contra los que tratan con los hereges, ò leen sus libros como consta de mu- chos Sagrados Concilios, y Constituciones de los Sumos Pontifices;51 y ha declamado siempre por el organo de los SS. PP. y Doctores de la Iglesia, contra este perniciosisimo trato, seminario de tantos males, y origen de la corrupcion de las costumbres, y de la propagacion de los errores. Fel. Refiereme algo de lo que dicen sobre esto los PP. dela Iglesia. Cur. No tendria fin nuestra conversacion, si te hubiese de decir lo que Santos Doctores han escrito contra semejante tolerancia. Oye

45 3. Reg. 11. 46 Joan. 4. 9. 47 Ad tit. 3. 10. 48 Ep. Can. 2. 10. 49 C. 10 v. 14. 50 Cor. 15. 33. 51 C. Achatius q. I, C. Excomunicamus, es Anathematisumus de Heret &c. C. Ex comunicamus it a que &c. 28 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 una ú otra de sus sentencias que bastarán à llenarse de asombro de que haya quien solicite la tolerancia. Fel. Estoy atento. Cur. S. Geronimo exponiendo aquellas palabras de S. Pablo à los de Galacia: “poca levadura corrompe toda la masa”52 dice, “las carnes podridas de un cuerpo se deben separar; la oveja apestada, y sarnoza se debe sacar fuera del rebaño para que no se apeste toda la manada, para que no se corrompa todo el cuerpo. Arrio no era mas que una centella, ò una chispa en Alexandria, y bastó à inflamar, y poner en combustion á toda la Ciudad, y à todo el mundo”. ¿Si este daño causó un solo herege, que males no causaria la tolerancia de todos? S. Leon Papa decia: “debemonos guardar de los que contradi- cen al Espíritu Santo, y no debemos permitir que habiten en nuestra Ciudad”.53 S. Cipriano escribió: “que debemos estar separados de los he- reges tanto quanto ellos están separados de la Iglesia Catolica, y que no debemos tener con ellos ninguna familiaridad, ningun convite, ninguna freqùencia”54 S. Thomas afirma:55 “que los hereges no solo merecen por su pecado ser excluidos de la Iglesia, y del trato con los fieles: sino aun de se arrojados del mundo; y en otra parte dice”56 “que los fieles no podemos comunicar con los hereges, ya por la excomunion con que ellos están ligados, ya por el peligro de ser seducidos, ya por que no se siga escandalo, y se juzgue que damos algun asenso a sus errores”. Todos los SS. PP. hablan del mismo modo.

52 Ad. Galat. 5. 53 Serm. 4 de Col. 54 Lib. I. Ep. 3, ad Corn. 55 r. 2. Q. II. a. 3. 56 Quodlib. 10. q. 7. r. 15. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 29 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... Fel. En atencion á lo que has dicho ¿podrán los Príncipes, ó los que gobiernan los Estados permitir esta tolerancia civil en algun caso? Cur. Es comun sentencia de los Theologos con Santo Thomas,57 que asi como Dios siendo sumamente bueno permite algunos males á fin de que no se sigan mayores, ó de que no se impidan mayores bienes: asi los Príncipes le deben imitar, y pueden tolerar à los infie- les por el mismo fin, y habiendo grave causa. Fel. ¿Qué causa puede obligar à esta tolerancia. Cur. Esa question tiene mucha dificultad: pero te dire el senti- miento de los Doctores. En algunos Reynos son tolerados los Judios justamente para mayor confirmacion, de nuestra Sta. Religion, como enseña S. Thomas,58 y te explicaré mas adelante. Pero para tolerar à los hereges, hay mayor dificultad, y rara vez se encontrarà bastante causa. Algunos autores dicen59 que no se pueden tolerar los hereges si no es por el bien comun de la Religion, y de ningun modo por el bien temporal de los Estados, por que el bien temporal es de orden inferior respecto del bien de la Religion, y aseguran que el Papa Pau- lo V se resistió à acceder à esta tolerancia, aun viendo que por esta causa estaban las Provincias amenazadas con guerra por los here- ges. Sea de esta noticia lo que fuere, es cierto, que por solo el bien temporal del Estado no pueden ser tolerados los hereges, ni se les puede dar libertad de conciencia; de tal suerte, que los Sumos Ponti- fices jamas permitieron en los Estados de la Iglesia domiciliarse los hereges ni por la ampliacion del comercio, ni por la abundancia de los mercados, ni por la perfeccion de las artes. Y si acaso en algunas

57 2. 2. q. 10 á 11. 58 Ibid. 59 Bonec. t. 2, disp. 3. q. 12. Salm tract. 2 t. C. 3. 30 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 partes se llegó à ver esta infausta tolerancia fuè sin consentimiento y sin noticia de los Papas, en sentir de un escritor muy sabio.60 Fel. ¿No me dirás por que los Papas, y los SS. PP. han procurado con tanto zelo evitar la comunicación con los hereges oponiendose à la tolerancia? Cur. Muchas son las causas que les han movido, y si tienes pa- ciencia, te dié algunas de ellas. Fel. Deseo oirte para instruirme, y atiendo con agrado, y placer. Cur. Una de las causas es, como dice S. Thomas61 para impedir que la confabulacion freqüente con los hereges corrompa la inte- gridad, y quebrante en los fieles la firmeza de su fè, y la pureza de las costumbres; por que cierto es lo que dice S. Pablo: “las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”62 y como añade en otra parte el Dr. Angelico ya citado: la “intencion de los hereges es, corromper la constancia de nuestra fè”.63 La experiencia nos en- seña esta verdad. ¿A que fin dirigen á los jovenes, y á las mugeres sus discursos sobre la revelacion, y sobre los misterios, los que están tocados de la peste heretical? ¿A que fin los que tratan con libertinos, ó leen sus libros, à que fin dicen a las Doncellas, y á los mozos igno- rantes tantas satyras contra la virtud, tantas burlas contra la Religion, tantas blasfemias contra Dios? ¡Ay! La comunicacion de los Espiri- tus fuertes, la lectura de Woltaire, de Rouseau, de Montesquieu…. Les ha inspirado el Arte de seducir, de poner lazos à la Castidad, y de combatir el Evangelio. Pregunto, ¿por que no tratan estos pun- tos de dogma con hombres doctos, e inteligentes mas bien que con los sencillos, e ignorantes? Por que no pretenden ser desengañados,

60 Coasin. 2. 1, in Decalog. diss. 2. C. 2. 61 Quodlib 1C.&.7a.15 62 1. Cor. 15. 33. 63 2. 2. q..2.a.3. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 31 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... sino “que su intencion es, corromper la constancia de nuestra fè”.64 No se contentan con estar corrompidos, se empeñan en corromper a otros, quieren asaltar el Castillo de la fè y el valuarte del pudor; y por eso como cobardes acometen á la parte mas flaca, y á la fuerza mas endeble. ¿No te parece que en este modo de proceder confiesan que sus errores no tienen apoyo, ni fundamento en que estrivar con seguridad? Fel. Asi es verdad: por que sabemos, que la Doctrina de Jesu Christo como lo previno S. M. se enseña públicamente, y sus minis- tros á imitacion de los Apostoles se presentan á la palestra, y hablan en medio del Areopago. Por lo qual se debia prohibir á los Fieles, que no tienen bastantes luces, y doctrina, que entrasen con los here- ges en confabulaciones, ni en disputas. Cur. El Papa Alexandro IV proveyó sobre este negocio, y pu- blicó excomunion contra los que sin la ciencia necesaria se entrasen en semejantes conferencias,65 y en sentir de muy graves Doctores66 no es licito á las mugeres, ni á los iliteratos entrar en disputa con los hereges, por el peligro de ser por ellos seducidos, ó escandalizados, la qual doctrina es conforme á lo que enseñó S. Thomas:67 pues estos con el fin de turbar la Fé, comienzan siempre á excitar en las perso- nas sencillas dudas contra los mysterios de la Religion, luego pasan á proponerles sofismas contra la autoridad, è infalibilidad de la Iglesia, y á excitar últimamente las pasiones mas violentas para que queden sofocados los sentimientos de virtud. Fel. Esta sola causa bastaba para detestar la compañía, y la fa- miliaridad con estos nuevos filósofos y ahora advierto que este ha sido el blanco à que se han dirigido algunas conversaciones, que yo

64 D. In ubi sup. 65 C.Quikmque de heret. in 6 66 Got. tract. 10 de infidel. q. 3. dub 10. § 2. 67 2. 2. &. 10 a 7. 32 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 he presenciado, aunque al tiempo de oirlas no entendia su malicia. Pero sigamos la enumeracion de las causas, pues me has dicho que no solo esta ha tenido la Iglesia para oponerse á la tolerancia de que hablamos. Cur. Otra de las causas es que los libertinos con sus impios sys- temas son sumamente perjudiciales al bien público, y à la felicidad de la sociedad. En verdad los Deistas, los Naturalistas, los Atheos, no solamente procuran con sus errores desterrar de los Pueblos el incomparable bien del culto verdadero dictado por Dios, sino que estableciendo todo su sistema en el deleite, ó en la fuerza, acometen tambien á los vinculos de la Sociedad, desterrando la fe reciproca, que es el vinculo que une, y asegura á los Ciudadanos, llenando el mundo de engaños, y abriendo camino á los delitos, llamando in- dustria á la falacia, sagacidad a la rapiña, derecho á la violencia, y te- niendo al juramento por demencia, á las leyes santas por fanatismo, y á los hombres virtuosos por imbeciles, y timidos. Por que, dime ¿los que no creen en Dios, pueden respetar el juramento? ¿Los que constituyen en todo el derecho en la fuerza, tendran veneracion á las leyes? ¿Los que ponen toda su felicidad en el deleite respetarán la virtud, la modestia, el pudor de la virginidad, ni el Sagrado de los talamos? ¡Miserables de los que tratan, de los que viven con tales filosofos! Ellos están expuestos al fraude, á la traicion, al antojo de las violentas pasiones que no pueden ser contenidas, sino por la Reli- gion Catolica, sino por la fè, y el temor de Dios. Estos son de los que dixo uno de ellos:68 “entre estos no hay virtud, ni honestidad, sino desenfreno diabolico. Si alguno quisiere ver una turba de impos- tores, de engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las Ciudades, en que se toleran las Sectas”. Y esta confesion vergonzosa, es de uno de los que procuraron con mas ardor la tole-

68 Andr. Muscal. Dom. V. Adv. Ap. Pichl. de not. Sanct. Eccl. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 33 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... rancia, y conforme á la que habian ya hecho otros Sectarios, tambien declamadores contra la intolerancia.69 Fel. Me asombra que en vista de semejantes daños haya quien apologice esta tolerancia: porque si yo viera que entraba en mi casa un hombre que importunamente hablaba con mis hijas, que las ase- chaba, que las referia anecdotas, tiernas y lúbricas, y que las enseñaba el Arte de sorprehenderme, de engañarme, y de atraherlas al mal…. ¿Que digo yo? Una sola sospecha de que la tal persona las podia se- ducir, me bastaria para despedirle de mi Casa. ¡Y se pretende que los Principes, y gobernadores Christianos sufran en sus Estados, y tole- ren á unas gentes, que con la continua conversacion, con mil para- doxas, y sofismas envueltos en palabras jocosas, en voces equivocas, en sentencias impias, puedan debilitar la constancia, hacer titubear la fé, y perdiendo el gusto de la virtud, inclinar los animos al vicio! Esto es no hacer caso de lo que he oido decir, que enseñaba en otro tiempo un grande hombre:70 “el templo de la Virtud no se derriba con las manos, si no con las palabras”. ¿Por ventura los Principes no pueden, ó mas bien dire, no deben libertar á sus Estados de tan peligrosa peste? Pueden poner un cordon para que no penetre en sus tierras un contagio: pueden, y deben desterrar á los que turban la quietud pública, á los que asechan las vidas, y roban los haberes de los Ciudadanos, y se pretende que no puedan ó no deban impedir la entrada en sus Dominios a estos filosofos, que conspiran contra Dios, contra la virtud, y contra la felicidad, y quietud de los Pueblos. A fe mia, que si tales Espiritus fuertes conspirasen contra los que gobiernan los Estados, no los tolerarian. Cur. Pues lo peor es, feligres mio, que no hay Príncipe, no hay Gobernador, no hay Estado seguro, donde hay tolerancia, y esta es la

69 Brentius ad C. 3. Math Jacob Andre. cone. 4. ad 2 t. luc. &c. &c. 70 Gis. lib. 2 de nat. Deor. C. 14. 34 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tercera causa de no admitir a los hereges:71 “sin sedicion no se puede predicar; mientras las cosas estan tranquilas, debemos excitar turba- ciones, por que conviene que la Religion sea turbulenta. Y en otra parte dice;”72 “cosa plausible seria, si le contasemos una grande y ro- busta sedicion, que extirpase a la Iglesia, y à todos los Magistrados”; y generalmente hablando, la Doctrina de los hereges no respira otra cosa que insubordinacion, sedicion, y turbulencia. Basta poner los ojos en los impios escritos de Woltaire, de Montesquiu, de Rouseau, y otros para convencerse de que el Espiritu que á estos defensores de la tolerancia domina, es un Espíritu de furor, de inquietud, de de- solacion, y que en su sistema no debe haber respeto a las Potestades legitimas, ni subordinacion á las Leyes, ni consideracion para con la Justicia. De aquí provienen los males, que de tiempo en tiempo se experimentan en los Reynos: la Holanda y la Inglaterra tienen por factores se sus revoluciones a los Luteranos y Calvinistas en tiempo de Felipe II y de la Reyna Isabel, Alemania las atribuyó con razon à los partidarios de Hugo Blanco en tiempo de Enrique IV y sin ne- cesidad de recurrir á las edades pasadas ¿no han sido los Espiritus fuertes los que acaban de revolver la Francia, de devastar la Italia, de destruir la Austria, y de señorearse de España? Luis XVI Fernando de Napoles, Fernando de España, no han sido victimas sacrificadas al furor de los Espiritus fuertes declamadores contra la intolerancia? Luis XIV procuró desembarazar sus Estados de los Hugonotes, y tuvo un largo y tranquilo reynado. Felipe III arrojó de sus Domi- nios à los Mahometanos, y jamas experimentó turbulencias entre sus subditos. Carlos III puso todo su cuidado en conservar la pureza de nuestra Religion en Napoles, y en España, y fue adorado de unos y otros Vasallos…. Pero apenas Fernando de Napoles abre la puerta á la tolerancia, y por consejo de Veinte……. disimula á los hereges, es abandonado de sus subditos, y destronado por los Franceses: apenas

71 Luih. T. 2.Ritt. a. 13 ad. Pichl. in ap. Pend. super augustan Conf. à II. 72 Tom.1. Gen. f. 60. ap. ipsum. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 35 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... hablan libremente en Francia los Espiritus fuertes, es decapitado el Rey, y luego que entraron en España los Exercitos libertinos, y se confederaron estrechamente con las gentes del Pais, cayó la Casa de Borbon, y muchos Españoles se volvieron Franceses. Cosa cierta es, dice Lactancio73 que los Imperios no pueden subsistir largo tiempo, permitiendo en ellos á los enemigos de la verdadera Religion. Fel. ¿Según eso los Principes, y los que gobiernan los Estados estàn en obligacion de no consentir en sus Dominios á semejantes filosofos, ni alguna casa de hereges? Cur. A esta pregunta responderà S. Agustin, el qual recono- ciendo que los hereges en todas sus empresas, y en qualesquiera servicios, o ventajas que nos ofrezcan con su industria y talentos, llevan siempre consigo el designio de pervertirnos, y de perjudicar á la Religion, á la manera que los entregados á la sensualidad en todos sus proyectos, y en todas las utilidades que ofrecen á las mugeres, llevan siempre el designio de pervertidas, y de amancillar su hones- tidad; con este conocimiento el S. Doctor recomienda eficazmente à los Principes el cuidado de no dexar que los errores penetren en sus Dominos. ¿Quién, dice el S.:74 “¿Quién con sano juicio dirá à los Reyes: no cuides de que se impugne la Iglesia del Señor en tus Estados, no atiendas à si hay ó no en tus tierras quien sea católico ò herege? Los Reyes deben castigar á los adulteros y no podran casti- gar y estarán obligados à permitir los sacrilegios, y las blasfemias? Si el Rey está obligado a impedir con leyes sabias, el que ninguno entre à violar el ageno75 talamo para conservar el honor de un marido ¿no estará obligado tambien á impedir el que ninguno venga á poner asechanzas y á amancillar la fé de los creyentes? ¿Por ventura será de menos valor el que la fe se conserve pura en la alma para Dios,

73 Lib. 5 de rust. C. 8. 74 Ep ad Bonif. 189. 75 Ep. ad Vinc 48. Modo 93. l. 2. retret. C. 5. 36 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que el que la muger se conserve pura en el cuerpo para su marido?” Y en otra parte dice el mismo S.76 “mi primera opinion era, que con solas razones se debia convencer à los hereges: pero despues la ex- periencia me ha enseñado; que es conveniente estavlecer contra ellos graves penas, como hicieron los Reyes en la antigüedad”. Fel. ¿Y no se han aprovechado de esta saludable doctrina los Principes, y Xefes de los Estados Católicos para conservarlos en paz? Cur. Para persuadirnos de que todos los Principes Católicos que han querido reynar con tranquilidad, y conservar quietos sus Domi- nios han abrazado este consejo de S. Agustin, basta poner los ojos en la historia. Baronio refiere77 un Edicto de Thedosio Emperador al que dá el renombre de Sancion de oro, en que manda que en todos los pueblos de su “Imperio no se pemitan otras gentes, que las que sigan la Religion Católica, conforme la predicaban S. Damaso Papa, y S. Pedro Obispo de Alexandria”. El Emperador Valentinìano mandò tambien78 “que los hereges fuesen desterrados lejos de sus domi- nios, y dá por razon el querer evitar que con su conversacion infi- cionen a sus Pueblos con errores, y los contaminen con su presencia y trato familiar: añadiendo que no se les deje algun lugar”. Los Su- mos Pontifices en Italia publicaron las mismas leyes: San Leon Papa mando, “que no se les permitiese poner el pie en ningun lugar de sus Estados79 para evitar los daños que podian causar”. S. Fabian Papa ordenó, que ninguno de sus subditos comunicase con los he- reges, ni se sentase con ellos à la mesa.80 En Francia se promulgaron iguales Edictos por los Reyes, y Facultades, como se puede ver en

76 Ad am. 380. 77 Leg. 5. tit. de heret. 78 Serm. 4. de Coleet. 79 Epist. ad Episc. Ori. ap. Guid Fulc. q. 10. 80 Part. 3. Tic. 4. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 37 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... Vanespan,81 y en las historias de aquel Reyno. De España no hay que hablar pues desde siglos muy remotos cuidaron sus Reyes de conser- var sus Dominios limpios de todo error hasta estos ultimos tiempos, en que la voz, y los libros de los impios la arrastraron al precipicio. Fel. ¿Pero dime como es, que à pesar de tantos males como vienen del trato con los Infieles, y hereges, eran los judios tolerados en Roma? Cur. Santo Thomas da la respuesta à esta dificultad conforme á lo que habia escrito S. Agustin. “Los judios, dice,82 se toleran en algunas partes por que en sus ritos se figuraba la verdad de la fé que profesamos, y de aquí nace un gran bien, y es, que en eso se da testimonio de nuestra fé; y se nos representa como en figura lo que nosotros creemos”. S. Agustin habia dicho tambien83 “Que los Judios siendo nuestros enemigos nos son necesarios para convencer á otros enemigos, que siendo nuestros contrarios, son tambien nues- tros testigos, que deponen contra los Gentiles à favor de nuestra fe”. Y en otra parte84 dice, “que los Judios son nuestros libreros, y nues- tros criados, y los criados quando van con sus amos a llevarles los libros, en entrando los Señores al estudio, se quedan los criados a la puerta sentados: así los Judios nos llevan consigo los libros Santos y, mientras nosotros convencemos con su Doctrina á los Paganos, los Judios esperan y se confunden”. Tambien añade S. Agustin;85 “que nos son utiles los Judios para probar, que las maravillas de nues- tra Religion no son invenciones nuestras sino que se hallan escritas desde muchos siglos atrás en los Libros de los Judios”. Por eso dice Santo Thomas, “que los Judios pueden ser tolerados, porque nos

81 2. 2. q. 10. a 11. 82 Defide ver quo non videnur C. 6. 83 Enarr. in Psal. 66. et 68. Serm. 84 Ibid. 85 Ubi sup. 38 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sirven, y traen esta utilidad: pero que en los demas infieles, y here- ges no corre la misma razon, y por eso sin una causa gavisima no se pueden permitir”.86 Y ya antes diximos que rarisimamente puede ocurrir una tal causa. En verdad: los judios eran tolerados en Roma como unos cria- dos rebeldes, que atados á la cadena podian sevir en algo à su Amo, y tal vez podian enmendarse de sus errores. Ellos no gozaban alli, como ni en Sinigalla, ni otras partes, de alguna libertad civil. Esta- ban encerrados en el Gheto, ó Barrio como en una Carcel murada, que tenia una sola entrada; debian estar alli à cierta hora de la noche antes que el juez católico cerrase las puertas; no podian salir en pú- blico los hombres sin una birretiña encarnada, ni las mugeres sin otra señal ó sambenito, que les daba à conocer por tales: no podian obtener dignidad, ni oficio público, ni ser admitidos por testigos, ni Padrinos, ni Maestros de Oficios, ni entrar en casas de Catolicos, sino à la de los Jueces por alguna necesidad, ò demanda: no podian tener criados católicos, ni curar aunque supiesen el arte de la medi- cina; les era prohibido sentarse à la mesa, asistir con los Católicos à los baños, á los paseos, convites, entrar à estudiar en los Colegios y Universidades católicas, con otras mil prohibiciones que se hallan en las Ordenanzas de este asunto.87 Fel. Esta, mas bien, que tolerancia se podia llamar una pena ó un castigo de su perfidia. Cur. Añade á todo esto la conminacion que tenian de ser ex- pulsos siempre que hiciesen irrision, ó dixesen contumelias contra

86 Paulo 4 Const. 3. Cum nimis absurdum. Pius 4. Const. 6 Rom. Ponlf. Ap Cherub. Greg. 13 Const. 68 Alias pie memorie ap. eumd. Clem. 8 et Paul 5 in brev. 1612 Decret. Card. S Severin. An 1592 Decret S. Off. 9 jan 16:0 &c. &c. &c. 87 C. et si Ferdeos, de judais. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 39 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... la Religion Catolica,88 ó excitasen algun tumulto, ó sedicion,89 ó si creciesen en tanto número, que se pudiese temer de ellos alguna traicion, ò se llegasen á menospreciar las Leyes del Estado, ó si vi- niesen á ser tan ricos, que de su opulencia se pudiese seguir algun inconveniente…. Fel. Muy escrupulosamente parece que han precedido esas Le- yes para con los Judios, pues á penas se puede imaginar una seme- jante severidad aun para con los esclavos. Cur. No te pareceria escrupulosa esta conducta, y sabia precau- cion, si tuvieses noticia del odio que los Judios nos profesan, y de los atentados que han cometido en las tierras de los Católicos: ellos tienen por costumbre maldecir tres veces al dia al nombre christiano, y ruegan á Dios que confunda y extermine á los Catolicos:90 ellos han dado de puñaladas à las Hostias Consagradas como lo hicieron en Brandeburg,91 quemaron, y pasaron á cuchillo á una multitud de Catolicos entrando en el numero el Obispo en Antioquia,92 se mul- tiplicaron de tal suerte en España que los Reyes, y los Concilios lle- garon á temerles, y resolvieron expelerlos para vivir en seguridad:93 se ensobervecieron tanto en Francia, que menospreciando las Le- yes Eclesiasticas, y civiles obligaban a las gentes á que jodaisasen; y por eso los arrojaron de Paris en 118094 envenenaron las aguas en Alemania en tiempo del emperador Carlos IV y por eso fueron quemados muchos de ellos en 1348:95 finalmente siendo esta gente

88 C. de Paganis 89 1. Christianis const. si quis in posterum. tit. de judais. 90 Thalm. Ordin. 1 Tract. 1 dist. 4. 91 Sur de rebus in orb gen an 1510. 92 Nicep. 1. 18 C.44. 93 Concil. Tolet. C. 8. 94 Hyt. de Franc. ann. 1180. 95 Cbron. Germ. fol. 168 et 199. 40 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 infame, y odiosa, nada parece ser demasiado para preservarse de sus traiciones; y asechansas. Fel. Pues si tantas precauciones han sido necesarias para permi- tir en el mundo á los Judios gente que como me has dicho con San Agustin, y Santo Thomas, aunque es enemiga nuestra, trae por otra parte alguna utilidad; parece que no habrá cautela bastante para po- der tolerar ente nosotros à los hereges, nuevos filosofos, que siendo como los Judios nuestros mortales enemigos, no nos dexan conve- niencia alguna, sino antes los perjuicios que me has hecho entender en tu discurso. Cur. Asi es en verdad. Fel. Pero yo he oido decir, que de algun modo nos seria útil la tolerancia de los hereges. Cur. Qual puede ser esa utilidad? Fel. Dicen que tolerandolos, se descubriria, quienes son los ver- daderos Catolicos, que se quitarian la mascara los hypocritas, y apa- receria lo que son en verdad: lo que no sucede ahora, pues por el temor de las Leyes (dicen) que algunos siendo en el corazon hereges, aparentan ser Católicos en lo exterior. Cur. Para que vengas en conocimiento de la perversidad de ese sofisma, dime: ¿qué fruto, ó que ventaja sacariamos de esa manifes- tacion de los hypocritas? ¿Por ventura se convertirian ellos viendose descubiertos? A lo menos se contendrian mas en seducir, en hablar, en engañar à los incautos? Viendose ya sin el freno de las leyes que los detienen, no soltarian toda la rienda à sus delirios? ¿No hablarian con toda libertad, no vomitarian en público y desvergonzadamente toda la ponzaña, que ahora por temor de incurrir en las penas de la ley apenas se atreven à propinarles disimuladamente y en secreto? Si el Leon perseguido hace daño en las Ovejas, ¿no destruiria el rebaño, si de proposito fuese cerrado con ellas en el aprisco? ¿La mansedum- DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 41 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... bre de los Corderos ablandaria la fiereza de su rabia? Conoceriamos quienes eran hereges: ¿y que fruto sacarian ellos de ser conocidos, ó nosotros de conocerlos? Ellos tienen ahora temor, y vergüenza de ser conocidos por tales, ¿será útil quitarles este único freno que los contiene, y por el qual siendo malos en si, aparentan ser buenos, y no se atreven à escandalizar en público con maldades manifiestas? Si acaso hubiera algunos hereges entre nosotros, serian ocultos: ¿qué provecho sacariamos de conocerlos? ¿Les desterrariamos? La ley de la tolerancia les garantizaria ¿Huiriamos de ellos? ¿Les negáriamos nuestro trato y comercio? La ley de la tolerancia les facultaria à que exigiesen de nosotros todas las atenciones civiles. ¿Sofocariamos to- das nuestras pasiones de curiosidad, de amor, de gratitud, y otras para no atender a sus discursos, ni sufrirles conversaciones sobre el dogma, ò sobre la moral? ¿Pero esto no es fácil aún à las gentes mas reservadas, quanto menos à personas poco instruidas, poco es- crupulosas, obligadas tal vez por el beneficio, por el cariño, por la simpatia, por el amor? “Si hay hipocritas”, dice S. Agustin,96 “si hay hipocritas entre nosotros, no queramos descubrirlos antes de tiem- po: ellos son como la zizaña, que está oculta y escondida entre el tri- go: el tiempo de descubrirla no es quando está mezclada en la troge, ò en el monton: el dia de la trilla llegará, y entonces el trigo quedará limpio en la parva; y el viento arrebatará la zizaña”. Fel. Dices bien, pero aunque es cierto, que los hereges descu- biertos, y tolerados serian mas perjudiciales, que quando estaban ocultos, y reprimidos: y aunque es cierto tambien, que nosotros no sacariamos algun provecho de conocer quienes eran hereges, por las razones que has dado: me parece que en la libertad de poder seguir la Religion Catolica ó Calvinista, sin algun temor de pena por las leyes, y en el contraste de diversas opiniones, se descubriria quienes son los verdaderos Católicos, quienes los que supiesen triunfar de los

96 L. De vera Rel. C. 6. 2: T. de mor: Eccl. Cath. C. 34 lib: 2 contra Crest, C. 34. l. de unitate Eccl. C. 18. 42 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 artificios de los hereges, y quienes los que sostuviesen su Religion à toda prueba. Entonces podriamos saber, quales eran los verdaderos Atletas que teniendo en su mano la potestad de ser, ó no ser Catòli- cos, habian merecido el Laurel en medio de las tentaciones. Cur. Y te parece que seria prudencia el que tu, para probar si tus hijas son virtuosas por eleccion, la expusieses á los peligros, y abrie- ses la puerta á las seducciones de los Mancebos, permitiendolas las visitas, las confabulaciones, &c. ¿No ves, que quando los libertinos piden que se haga prueba de la virtud, solo aspiran á que la virtud se ponga á riesgo? Si para conocer quales son verdaderos, Católicos con el pretexto de honrrarles, fuese necesario confundirles con los hereges, y exponerles á su seduccion, tambien para conocer quales son las personas castas seria preciso ofrecerlas á los peligros. ¡Ah! No: el modo de vencer en uno, y en otro exemplo es huir: el que busca el peligro en el perece y no hay menos obligacion de evitar los riesgos de perder la honestidad, que los de perder la fe. San Geronimo hablaba asi con una Doncella quando le decia:97 “Ninguno embia à sus hijas al Lupanar para experimentar si tienen resistencia, y aborrecen la corrupcion: ninguno pone á su heredero, y unigenito à aprehender el arte atrevido de comerciar en la Escuela de los Ladrones: ninguno se embarca en una nave augereada, para hacer experiencia de si puede evitar naufragio: y tu quieres exponer tu alma sencilla, inocente y libre de mal al contraste de las here- gias para aprender si eres Catholico?” Los Judios no permitian que las Doncellas leyesen el principio del Libro de Isaias, dice Thomas Waldence,98 ni el Libro de los Cantares de Salomon, para evitarlas qualquiera idea de indecencia ¿y nosotros tendremos la temeridad de presentar nuestros Pueblos á oir los sofisticos discursos, y á leer los libros de los impios, para hacer prueba de su fidelidad? “No á

97 Ad Let. 98 Tom. 1. admonit. dicir. 6. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 43 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... la temeridad, sino á la prudencia, es concedido el discernir entre el lodo, y el oro de los minerales”, decia San Geronimo,99 tratando de este punto. Fel. Ya que estoy persuadido de esta verdad, quisiera que me dixeses como se puede componer la Doctrina que me has enseñado con los argumentos con que el autor del parrafo de la Gazeta de Ca- racas pretende probar que la tolerancia está ordenada en el Evange- lio, y que es útil, y ventajosa á la sociedad. Y en verdad que los textos que alega de S. Juan parecen terminantes. Cur. Para que veas que la intolerancia civil no se opone á la caridad, como pretende la Gazeta de Caracas, debes advertir, que el mismo S. Juan, que predicaba continuamente la caridad, y que con freqüencia repetia: “Hijitos mios amaos unos á otros, porque esto basta”;100 decia tambien, y lo dexó escrito.101 “El mandamiento de la caridad nos fue dado desde el principio: pero si alguno viniere à vi- sitaros y no siguiere la doctrina que yo os he enseñado, no le habrais las puertas de vuestra casa, ni le deis los buenos dias, porque el que le saluda ya parece que comunica con sus maldades”. De aquí inferiras, que los Catolicos, como ya te he dicho, no aborrecemos al proximo sea de la secta que fuere, sino que antes bien seguimos el precepto del Evangelio amandole tiernamente, orando à Dios por los hereges, e infieles, para que les ilumine, y le conozcan, doliendonos de su per- dicion, y alegrandonos de su conversion, y de todo su bien: todo lo que detestamos son sus errores, y sus seducciones son causa de que les neguemos nuestro trato. ¿Acaso la Doncella procederá contra la caridad, quando se niega à tratar con los Jovenes, que conoce incli- nados à seducirla? ¿O acaso la fé es de menos estimacion, ó menos delicada que la pudicicia?

99 Ep. ad. Let. de inst. fil. 100 Ep. 1. 101 Ep. 2. 44 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Fel. Dices muy bien. Cur. Pues has de tener entendido, que los hereges para hacerse lugar entre las gentes catolicas, predican la tolerancia como acto de caridad, y desean que todos nosotros les amemos, y toleremos: pero ningunos son mas intolerantes, ni tienen menos caridad, que ellos. Mientras que su partido es pequeño y endeble, piden que se les tole- re: pero en habiendo crecido, pero quando se llegan a hacer fuertes, entonces se olvidan de sus principios, y se vuelven intolerantes. Cal- vino preconizaba la tolerancia al principio de su apostacia: lo mismo hizo Luthero: lo propio han hecho los nuevos filosofos pero des- pues que formaron millares de procelitos, despues que contagiaron de sus errores à la Europa, ¿Qué persecuciones no han declarado à los catolicos? Quantas batallas no les han presentado? Quantas Ciu- dades han pillado, saqueado, y reducido á cenizas? Quantos Templos han destruido? Quantos Reyes han destronado? Quantos Pueblos catolicos han pasado á cuchillo? Basta poner los ojos en la historia de May bourg para persuadirnos de que los Hugonotes, y demas hereges aspiran a ser tolerados, pero son en si furiosos intolerantes y el autor de la Gazeta de Caracas lo confiesa, quando dice en la nota, que “le costaba mucho se Católico en Irlanda, y que el mundo todo sabe quantas vejaciones, y duras privaciones politicas tienen que su- frir en aquel pais los Catòlicos”. Fel. En verdad que esta confesion que se escapó al S. Burke por si sola bastaba de prueba. Pero dime ahora, como se entienden los textos de la Sagrada Escritura, que el mismo autor de la Gazeta alega (a mi parecer con poca inteligencia) para probar la obligacion, y utilidad de la tolerancia. Cur. El texto de S. Juan en que Jesu-Cristo dixo: el que no oye mis palabras, ni las guarda, ellas mismas le juzgarán, yo no le juzgo; lo explica Santo Thomas de este modo:102 “Las palabras que yo en-

102 In Cat. aur in banc: loc. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 45 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... seño le servirán de acusadores para que no tenga alguna excusa. Yo no le juzgo” explica S. Juan Crisostomo, esto es, “yo no soy causa de su perdicion: el que no oye, y no executa mi doctrina, por si mismo se pierde, y tiene ya su juez” 103 Jesu-Cristo vino à salvar al mundo, y no a juzgarlo: mientras estuvo entre los hombres no hizo el oficio de Juez, sino de Redentor: el juicio estaba reservado por Dios para otro tiempo en que los hombres llevaran el premio de sus obras, y ellas serán las que decidan de su suerte. El texto á los Romanos104 en que S. Pablo dice, que ninguno juz- gue, ni desprecie a su hermano, se explica por S. Agustin105 de los jui- cios que temerariamente se forman sobre acciones indiferentes, que por si pueden ser buenas, ó malas: porque no es licito juzgar de una cosa que no vemos como es la intencion, y el secreto del animo. Por eso dice el Apostol, que no juzguemos precipitada, y temerariamente porque nos exponemos à errar, y por que á solo Dios está reservado este juicio, como que el solo conoce los secretos de la conciencia. El citado Santo Thomas106 entiende el texto de la carta à los Corinhios que alega la Gazeta, diciendo, que quando S. Pablo ad- vierte, que no queramos perder à ninguno ofendiendo, ó hiriendo las conciencias de nuestros hermanos que van errados; habla del uso de los idolotitos, y dice, que nos debemos abstener de dar escandalo á los enfermos, y debiles en la fe, como el se abstendria de comer carne, si de su comida resultase escandalo á los Judios; porque el es- candalo es un Cuchillo que hiere la conciencia de los flacos. Y debes advertir, que S. Pablo no dice (como se escribió en la Gazeta) “Yo me abstendria eternamente de la comida”, sino: “Yo me abstendria

103 Ap. Corn: á Lap. in Joan. 104 Ad Rom. 14. v. t.10. 12. 105 Ubi Sup. 106 In Ep. ad Cor. C. 8. lect. 2. 46 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de la carne”, por que aquí según el mismo Santo Thomas,107 hablaba el Apostol del escandalo pasivo, que podia resultar del uso de los Idolotitos, y no de las cosas necesarias á la vida como son el pan y el vino. El texto de S. Lucas108 quando Jesu Christo reprehendió à dos Apostoles que querian hacer baxar fuego del cielo sobre los Samari- tanos, está alterado en la Gazeta quando dice: “¿Ignorais qual deba ser el espritu que os anime?” J. C. no les preguntó, sino les reprehen- dió, diciendoles: “vosotros no sabeis qual espiritu es el que os ani- ma:” pensais que es un espiritu de caridad; no lo es, sino el espiritu de impaciencia, y de venganza, por haber visto que los Samaritanos no me han dado hospedage ni por una sola noche: y esta es la expli- cacion de Cornelio á Lapide.109 Ultimamente: voy à dar la verdadera Inteligencia del texto de S. Pablo en que dice, que la muger fiel puede, si es gusto de su con- sorte, habitar con el marido Infiel, y el marido infiel con la muger fiel, si le parece, Notad dice Santo Thomas110 que S. Pablo habla con los que han ya contrahido el matrimonio en el estado de infieles; y despues si convertido el uno, el que queda en la infidelidad, quiere habitar con el fiel sin contumelia del Criador, este debe permanecer con el, llevandole con paciencia, por que tal vez por medio suyo puede Dios convertirlo: y por eso dice, que el hombre Infiel es san- tificado por la muger fiel, esto es por sus amonestaciones, como -su cedió con sisinio por medio de Theodora; y tambien por que siendo legitimos esposos; el fiel no contrae alguna inmundicia por la coha- bitacion con el infiel.

107 Ibid. 108 Luc. 9. 55. 56. 109 Conm: in Luc. 110 In Ep ad Corug. C. 7. Leet. 3. Sive hec. expositio sit: Nic Gall. DIÁLOGO ENTRE UN CURA Y UN FELIGRÉS DEL PUEBLO DE 47 BOXACA SOBRE EL PÁRRAFO INSERTO EN LA GAZETA DE CARACAS... Ahora debes saber que por muchos siglos no se conoció el im- pedimento de diversidad de culto, para contraer matrimonio, hasta que como dice Basilio Ponce,111 lo determinó el Concilio Niceno primero entre los generales en el Canon 67, el qual Canon era ig- norado en muchas partes del mundo, y por eso dicen algunos con Van Espon,112 que este impedimento mas bien tuvo origen de la cos- tumbre. Pero la Iglesia Católica con justisimas causas promulgó este impedimento ya por el peligro de subversion, ya por la educacion de los hijos, ya por las incomodidades, y disgustos que no se pueden evitar ente personas tan intimas y de diversa Religion. Sta. Monica se casó con un Ethnico antes de que se tuviese noticia en Africa del Canon 67 del Concilio Niceno, pues en el Concilio de Cartago à que concurrió S. Agustin su hijo, se pidio al Papa Celestino una colección de dichos Canones, diciendole que solamente 21 de ellos habian lle- gado à noticia de aquellos Padres. Sta. Monica sufrió pacientemente las amarguras y disgustos, que le causaban los errores, y las cos- tumbres de un Marido Pagano: sus exemplos, sus oraciones, y sus lagrimas alcanzaron de Dios la conversion del Esposo y del hijo que la habian causado tantos cuidados y desvelos. Pues advierte ahora como peca contra la Logica el raciocinio del autor del parrafo de la Gazeta de Caracas, diciendo: “que á la tolerancia debió Sta. Monica, el triunfo de tener un hijo tan grande, y la Iglesia una columna como S. Agustin;” como si este Santo no hubiera podido ser tan grande, no siendo hijo de un Pagano. Sta. Monica debió á su Marido el tener un hijo: pero solo à la gracia de Dios debe la gloria de que su hijo fuese tan Santo, y tan esclarecido Doctor. Fel. Otras dificultades me restan, pero reservo proponerlas para otra ocación, por que ya nuestro Dialogo se dilata mas de lo que pensabamos.

111 Lib.7.C.66. 112 Part.2.Sur.Eccl.Tit.13.C:8. 48 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Cur. Tienes razon: no fastidiemos à los que nos escuchan; quan- do quieras, puedes proponerme todas tus dudas, que yo estoy pron- to à satisfacerlas conforme Dios me diere de luz. Fel. A Dios. Cur. A Dios.

O. S. C. S. R. E. Santafé y Junio 6 de 1811 Fr. Diego Francisco Padilla VIII

SIMÓN BOLÍVAR (Caracas, 1783 – Santa Marta (), 1830) Brigadier de la Unión y General en Jefe del Ejército Libertador de Venezuela

Invitación de Bolívar a los extranjeros de cualquier nación que sean, para que vengan a establecerse en la Provincia de Venezuela, fechada en Caracas a 16 de agosto de 1813 (*)

* Escritos del Libertador, Tomo V, pp. 33-37 (Sociedad Bolivariana de Venezuela). Caracas, 1969. En las páginas 33-37 señaladas están las versiones castellana, francesa e inglesa de esta Invitación de Bolívar a los extranjeros de cualquier nación para que vengan a Vene- zuela.

Decreto Por cuanto las Provincias de Venezuela han entrado por segun- da vez en el goce de su libertad e independencia que les fue usurpada momentáneamente por un puñado de españoles que han señalado su gobierno con horrendos crímenes y negras injusticias; siendo una de ellas la de robar, perseguir y exterminar a los honrados extran- jeros que justamente merecían la protección y consideraciones del Gobierno en nuestra primera transformación política; y por cuanto la conducta de un pueblo libre debe ser absolutamente opuesta a la que observan nuestros enemigos, que lo han sido y serán siempre de la prosperidad y felicidad de las Américas, he resuelto por tanto: Lo primero1: que se invite de nuevo a los extranjeros de cualquier nación y profesión que sean, para que vengan a establecerse es estas Provincias, bajo la inmediata protección del Gobierno, que ofrece dispensársela2 abierta y francamente; en la segunda inteligencia de que la feracidad3 de nuestro suelo, sus varias y preciosas produccio- nes, la benignidad de nuestro clima y un régimen prudente de admi- nistración que garantice la seguridad individual y el sagrado derecho de propiedad, debe proporcionarles todas las ventajas y utilidades que podrían desear en su país. Segundo: que a cualquier extranjero que milite bajo nuestras banderas, defendiendo la causa de la libertad e independencia, se le declare el derecho de ciudadano de Venezuela y se recompensen sus servicios de un modo competente.

1 En O’Leary, se lee: Primero. 2 En la copia manuscrita se lee: dispensación. 3 En Yanes-Mendoza y en O’Leary, se lee: felicidad. En la copia manuscrita dice feracidad, como en la hoja impresa en 1813. 52 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Dado en el Cuartel General de Caracas, registrado por el Secre- tario de Estados y Relaciones Exteriores, y sellado con el sello de la República, a 16 de agosto de 1813, 3º de la Independencia y 1º de la Guerra a Muerte.

Simón Bolívar

Antonio Muñoz Tebar Secretario de Estado**

** La Comisión Editora consigna en nota especial la siguiente advertencia al pie del texto que aquí se ofrece: Tomado de un impreso de época coetánea publicado en Valencia, por Juan Baillio como impresor del Gobierno y difiere del que ofrecen otras colecciones de los Escritos del Libertador y las variantes son las siguientes: (1) En O’Leary, se lee: Primero. (2) En la copia manuscrita se lee: dispensación. (3) En Yanes-Mendoza y en O’Leary, se lee: felicidad. En la copia manuscrita dice feracidad, como en la hoja impresa en 1813. IX

MANUEL VICENTE DE MAYA (San Felipe, Yaracuy, 1767 – Caracas, 1826)

Provisor Vicario General y Gobernador del Arzobispado de Caracas, sede vacante.

Excomunión Mayor LatæSententiæ impuesta a Rafael Diego Mérida el 6 de Diciembre de 1819*

* Publicada en la Gazeta de Caracas del miércoles 1º de diciembre de 1819.

55

EL GOBERNADOR DEL ARZOBISPADO DE CARACAS CONDENA LAS PROPOSICIONES DE RAFEL DIEGO MERIDA “EDICTO. “Nos dice D. Manuel Vicente de Maya, Presbítero, Dr. En ám- bos derechos y sagrada Teología, Canónigo magistral de esta santa Iglesia Metropolitana, Consiliatorio del seminario Tridentino, Exa- minador sinodal, Provisor, Vicario general y Gobernador de este arzobispado por el Illmo. Dr. D. Narciso Coll y Prat, dignísimo Ar- zobispo de esta diócesis del consejo de S. M. &c. A todos los fieles de Cristo existentes en esta diócesis, salud en el Señor. “Aunque la firmeza y estabilidad de la Iglesia fundada en las promesas infalibles de nuestro Señor Jesucristo, ha consolado y alen- tado a los fieles en medio de la cruel persecución de los Príncipes gentiles y del diábolico furor de los hereges: aunque el Evangelio apoya su autoridad divina sobre el odio mismo que el mundo pro- fesa a sus discípulos; sin embargo, como en esta grey están mezcla- das las ovejas con los cabritos, y en este misterioso campo, hasta el tiempo de la siega, permanecerá la cizaña confundida con el trigo; los pares de este rebaño y los cultivadores de esta mies, en todos los siglos del cristianismo, considerando la fe débil de unos, la estrema- da flaqueza de otros y la ignorancia de los principios de la Religión, que es común a muchos, han tenido cuidado, ya de viva voz, ya por escrito, de alentar é instruir á los fieles, para precaver los estragos de la corrupción de costumbres, y las malignas acechanzas de los hijos del padre de la mentira. De aquí ha dimanado aquella serie de ins- trucciones contenidas en las obras de los Santos Padres: en las actas y cánones de los Concilios: en los sagrados decretos de los Sumos Pontífices dirigidos a todo el cristianismo, y de los Obispos a las igle- sias particulares; en los que aparece el genuino sentido de las Santas 56 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Escrituras, los dogmas de nuestra creencia, los principios de una moral sana, la vigorosa refutación de los errores que ha vomitado la impiedad, y la condenación de sus autores. “Esta conducta uniforme de la iglesia, este celo siempre activo es el que hemos tomado por modelo para mantener entre vosotros, que componeis la grey confiada por ahora a nuestro cuidado, la fe, que es la raiz de las buenas obras, el principio de la justificación, y el fundamento de la esperanza de la vida eterna. Por consiguiente, viendo con dolor que la misma mano destructora del órden político en estas desgraciadas provincias ofree a sus habitantes el tósigo del alma en papeles sediciosos é impíos, que tienen por obgeto el inmo- derado ensanche de las pasiones, el apetito y goce de una libertad desenfrenada, que confunde al hombre con la bestia, y la ruina de la religión cristiana, fuente única del orden civil, de la unión, de la paz, de la virtud y de la vida eterna; nos hallamos obligados en conciencia a descubriros uno de los medios desoladores en un miserable folle- to titulado: “El Redactor de la Gazeta de Caracas abjura sus errores políticos y ratifica los religiosos”; el que habiendo llegado a nuestras manos, hemos encontrado en él una de aquella impias producciones, que al paso que escitan la compasión y el celo del hombre sabio y piadoso, seducen a los hombres desmoralizados, y aun a los bue- nos incautos y sencillos. Para precaver los funestos efectos de este aborto de la irreligión, os daremos en pocas palabras una idea de su contenido, capaz de inspiraros horror. “Su autor, aunque nacido y educado entre nosotros, degeneran- do de sus primeros principios civiles y religiosos, se ha transformado en uno de aquellos fanáticos que aparecen entre los hombres para oprobio de su especie. Su obra es una compilación indigesta de las imposturas y blasfemias de los hereges que han afligido a la Iglesia desde el siglo catorce en adelante: su mismo lenguage, impudencia y descaro. El atropella, como aquellos, todas las barreras del orden so- cial: en los raptos de su furor insulta a los Príncipes cristianos, a los MANUEL VICENTE DE MAYA 57 (San Felipe, Yaracuy, 1767 – Caracas, 1826) que le tributan el merecido homenage, a los Ministros de la iglesia; y con una osadía insoportable a los soberanos Pontífices. Sin religión ni decencia, reproduce las fábulas abominables que la justicia y la sana crítica habían sepultado en un eterno olvido. El apoyo de sus asertos es el testimonio de hombres, cuyos escritos ha condenado la Iglesia, como un Espinosa, que empleó la mayor parte de su vida en impugnar la religión de Jesucristo, cuya pluma infeliz ha sido el gérmen de todas las desastrosas revoluciones de estos últimos siglos, y ministrado pábulo al furor sedicioso de esos hombres llamados fi- lósofos, que hacen hoy mismo gemir a las naciones. Los hombres sa- bios y virtuosos a sus ojos son un Juan Hus, un Gerónimo de Praga, condenados solemnemente por un Concilio ecuménico cuya obsti- nación e impenitencia ha llenado de espanto al cristianismo: un Lu- tero, apóstata escandaloso, hombre corrompido hasta el esceso, cuya seducción ha separado a muchos reinos de la unidad de la Iglesia. Escudado con la falsa doctrina de estos y otros monstruos impugna los dogmas capitales. Él afirma que la “Religión santa de Jesucristo es obra de los hombres como la de Mahoma: Que el Evangelio, que nos sirve de norte para arreglo de nuestras costumbres, está falsifi- cado: Que nuestro culto es una quimera: Que los principios, que han santificado a millones de hombres, son contrarios a la moral pura: Que la fe contradice a la razón: Que el culto con que debe honrarse a Dios, depende del arbitrio del hombre. Que el cumplimiento de las profecías y los milagros que caracterizan a nuestra religión de divina, son una colección de cuentos propios para entretener a los niños: Y con una audacia aun mayor que la de los albigenses profiere los mas ridículos y escandalosos dicterios contra la maternidad y virginidad de la augusta Reina del cielo y de la tierra, la Santísima Virgen María nuestra Señora”. En una palabra: este apóstol de Satanás pretende probar que existimos hoy sin Soberano temporal a quien debamos obedecer, sin pastores de las almas, sin culto y sin ley. “La colección de estas y otras muchas herejías, es, venezolanos, la obra maestra que este infeliz hombre os ofrece para el arreglo de 58 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 vuestras costumbres y por la que os exige gratitud y reconocimiento. Pero no podemos omitir para el desengaño de muchos cristianos, que a su parecer bien intencionados se han adherido al partido de la revolución, que este famoso partidario de que hablamos, mani- fiesta en los términos más claros, que el obgeto de la revolución es la independencia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y la libertad de conciencia que mira como una consecuencia necesaria de la libertad política. “Amados hermanos mios: llorad la suerte de este desgraciado hombre, que como sabeis se ha erigido en maestro sin haber sido discípulo. Vivid constantemente unidos a la iglesia de Jesucristo: res- petad su doctrina: obedeced a sus Pastores: honrad a nuestro augus- to Soberano y a los magistrados que le representan; y aunque asi lo espero de la mayor parte de los individuos que componen esta grey, sin embargo para precaver los extravíos de los flacos, ignorantes e inmorales, usando de toda nuestra autoridad, condenamos el sobre- dicho folleto, todas y cada una de sus cláusulas, como heréticas, sedi- ciosas, depresivas de las potestades espiritual y temporal, y opuestas a las buenas costumbres; prohibiendo asimismo todos los cristianos existentes en esta diócesis leer o retener en su poder producción tan impía y escandalosa bajo la pena de escomunión mayor latæ sententiæ, que desde luego les imponemos; como igualmente a los que sabien- do que otros lo tienen o leen no los denunciaren. “Dado en el Palacio Arzobispal de Caracas, firmado, sellado y refrendado en forma a seis de diciembre de mil ochocientos diez y nueve. Dr. Manuel Vicente de Maya. Por mandato de Ssría. Dr. Josef Cecilio Avila, Secretario”. X

DOCTOR JOSE JOAQUÍN HERNÁNDEZ (Caracas, 1776 – Caracas, 1850)

Representación que el doctor José Joaquín Hernández, Proto- médico y profesor de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, presenta al Claustro universitario “con el fin de desvanecer los erro- res con que se trata de alucinar a este pueblo por algunos particu- lares que atacan directamente el dogma y creencia religiosa (…) así como el año de once lo verificó esa misma corporación contra un extranjero (…)1820”.(*) El proyecto propuesto por el doctor Hernández, si bien fue acogido favorablemente por el Claustro universitario según lo regis- tra el acta de la sesión celebrada el 10 de enero de 1821 por el Claus- tro indicado pero esta iniciativa no tuvo éxito por el avance de las circunstancias políticas y militares según se desprende de la revisión de las actas del Claustro celebradas entre el 10 de enero de 1821 y el 3 de enero de 1822.(**)

(*) En Ildefonso Leal, Historia de la Universidad de Caracas en los años de Bolívar. 1783-1830. Tomo II, pp. 214-215. Ediciones del Rectorado de la UCV. Caracas 1983; y J. de D. Méndez y Mendoza, Historia de la Universidad Central de Venezuela, tomo I, pp. 305-306. Caracas, 1911. (**) Leal, Id.

Para abrir un pliego del Protomédico invitado al Claustro a desvanecer los errores con que se trata de alucinar al pueblo en materia de religión En la ciudad de Caracas, a diez de enero de mil ochocientos veinte y uno, habiendo precedido citación ante diem por esquela del tenor siguiente: Los bedeles citarán a claustro pleno para mañana a las diez con el fin de abrir un pliego cerrado que ha remitido para él, el señor Protomédico Catedrático de Medicina. Caracas, enero nueve de mil ochocientos veinte y uno. Doctor Oropeza, Rector. Se juntaron en esta sala de Universidad el referidos señor Rector y los señores Doctores y Maestros que abajo firmarán, y después de leída la esquela de citación, se abrió el pliego y resultó ser una invitación que hace a este venerable Claustro con el fin de desvanecer los erro- res con que se trata de alucinar a este pueblo por algunos particula- res que atacan directamente el dogma y creencia religiosa, con grave perjuicio del mismo Estado y contra la letra y espíritu de la consti- tución política de la Monarquía Española; así como el año de once lo verificó esta misma corporación contra un extranjero rebatiendo cuantas proposiciones subversivas propagó, logrando de este modo ver restablecida la paz religiosa, en cuyo concepto unánimemente se acordó nombrar una comisión de dos individuos de la misma academia, eligiendo al intento los señores Catedráticos de Prima y Vísperas de Sagrada Teología doctores don José Nicolás Díaz y don Pablo Alavedra, que refutarán en primer lugar los Fanales cuatro y quinto del segundo trimestre de este periódico, y lo que parezca con- veniente de los dos números que han salido del titulado La Mariposa Negra, y si lo que no se espera saliere otro impreso en esta capital que contenga errores contra la fe y costumbres o circulare alguno 62 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de la misma clase impreso en otra parte; debiendo suplir en caso de impedimento o enfermedad de algunos de los dichos comisionados los señores doctores don Domingo Maestri y Reverendo Padre Fray Francisco Javier Soza; la comisión presentará su impugnación a otra que formarán reuniéndose siempre que sea necesario los señores doctores don Nicolás Antonio Osío, Chantre de esta Santa Iglesia Metropolitana, don Juan José Osío, don Tomás Hernández Sanavia, Reverendo Padre Fray Domingo Viana, Reverendo Padre Fray Lo- renzo Rivero y Prebendado don Luis Hernández Montesinos dispo- niendo por conclusión se pase testimonio de este acuerdo al señor Gobernador del Arzobispado, y al señor Jefe superior político con oficio, suplicándole se sirva prevenir al impresor que mientras se esté dando este discurso lo inserte en la Gaceta con preferencia a otros asuntos particulares, a cuyo intento se comisiona al señor don José Cecilio Avila para que entienda en la impresión luego que con arreglo al artículo sexto del decreto de libertad de imprenta haya ob- tenido la licencia del señor Gobernador del Arzobispado atendida la naturaleza de la materia; aplaudiendo finalmente este mismo Claus- tro el ardor religioso que han animado al individuo de su gremio que ha provocado esta reunión al desempeño de una de sus primeras y principales obligaciones, por cuyo celo se le dan las más expresivas gracias, y firmaron de que certifico. Dr. José Manuel Oropeza, Rector; Dr. Domingo Maestri, Dr. Fr. Francisco Javier de Soza, Dr. Fr. Domingo Viana, Dr. José Ceci- lio Avila, Catedrático de Sagrados Cánones; Dr. Pedro Pablo Rome- ro, Dr. Fr. Lorenzo Rivero, Dr. José Ramón Hernández, Catedrático de Mínimo; Dr. José Joaquín Hernández, Mtro. José María Benítez, Dr. Nicolás Antonio Osío, Dr. Francisco Delgado Correa, Dr. José Nicolás Díaz, Dr. José Francisco Diepa, Dr. Domingo Quintero, Dr. Pablo Antonio Romero, Dr. José Luis Montesinos, Dr. José Manuel Avila, Dr. José Antonio Anzola. Dr. José María García Siverio, Secretario. XI

DOCTOR JOSE SUAREZ AGUADO, Provisor y Vicario Capitular del Arzobispado de Caracas, sede vacante.

Sobre el Breve de 13 de septiembre de 1821 de S. S. Pío VII con- denando la sociedad de los Carbonarios, o cualquiera otro nombre que ellos puedan usar. “(…) la República nunca gozará de más seguridad, (…) y nunca progresarán más la agricultura y el comercio libres de la mala fe y ganancias injustas que los arruinan, que cuando la Religión (…) sea móvil de todos los ciudadanos”(*)

(*) Caracas: impreso por Valentín Espinal, año 1824. Folleto sin título existente en la Biblio- teca de la Academia Nacional de la Hisoria (Controversia Religiosa, 1820-29, Folletos Encuadernados). Caracas.

NOS Dr. JOSE SUAREZ AGUADO

Presbítero graduado en ambos Derechos y Sagrada Teologia, Dean Dignidad de esta Santa Iglesia Metropolitana, Provisor Vicario Capitular de este Arzobispado Sede Vacante.

“A todos los fieles de Cristo existentes en esta diócesis, salud en el Señor”. Neque aliquando fuimus in sermone adulationis, sicut scitis: neque quærentes ab hominibus gloriam nec ab vobis, nec ab aliis; sed facti sumus parbuli in medio vestrum. S. Pab. Ad Tesalonicenses Ep. 1. Cap. 2 v. 5.

Deseando agradar á nuestro Dios, y no complacer á los hom- bres, para tributar á aquel Supremo Ser lo que le es debido, y no exigir alabanzas de las criaturas, que si nos halagan en nada nos aprovechan, os digo aunque la doctrina de Jesucristo explicada por nuestra santa madre la Iglesia católica, según la divina promesa, y la feliz experiencia de mas de 18 siglos, permanece y permanecerá invariable é ilesa, triunfando, viendo nacer, y desaparecer vergon- zosamente innumerables errores, que autorizados muchas veces por el poder, y siempre favorables á las pasiones desenfrenadas, parecian indestructibles, y que habian de sufocar la verdadera creencia: es no obstante deber indispensable y urgente de los prelados de la Igle- sia, especialmente del soberano Pastor, velar incesantemente para arrancar la zizaña que el hombre enemigo seguirá sembrando dia y noche en el campo del Señor hasta la consumacion de los siglos. 66 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Los sumos Pontífices han ejercido siempre esta solicitud en la Iglesia universal, y los ilustrísimos señores Arzobispos y Obispos de esta de Venezuela, y los que á su nombre han gobernado dichas diócesis, la han desempeñado constantemente. Reciente prueba de todo esto tenemos en el breve de 13 de Setiembre de 1821 en que nuestro Smo. P. Pio VII, de muy grata memoria, cerciorado de que en Italia y otras regiones, con nuevas nomenclaturas se pretendian reproducir errores, ya desacreditados por solo sus primitivos nombres, instruye del suceso á todo el orbe católico para que no sea sorprendido, y le advierte las justas penas en que incurrirán los miserables que dejando la doctrina del Salva- dor del mundo que ha sido siempre una misma, y hace la felicidad presente y futura, se abandonasen à los delirios de las novaciones religiosas, que no solo han abierto á sus secuaces las puertas del infierno, sino que han sido precursoras de rios de sangre, de crueles disensiones privadas y públicas, y de toda suerte de calamidad. El zelosísimo Ilmo. Sr. Obispo de Mérida ha prevenido ya con este breve á sus diocesanos, y Nos que aunque sin mérito administramos esta Diócesis y estamos encargados de conservar en ella el precioso depósito de la Fe, no podemos dejar de hacer lo mismo sin ser cul- pables delante de Dios y de los pueblos: por tanto lo insertamos, y es como sigue:

PIO PAPA VII. Siervo de los Siervos de Dios. La Iglesia fundada por nuestro divino Salvador Jesucristo so- bre una piedra inmoble, contra la cual, según su propia palabra, no prevalecerán jamas las puertas del infierno, ha sido tiempo hace, y tan frecuentemente combatida por tan terribles enemigos, que sin la divina y eterna promesa, parece que habria razon para temer que la fuerza, el artificio, ó la astucia de sus enemigos, habria producido su total ruina. Pero lo que ha sucedido en los tiempos antiguos, se ha renovado últimamente, y con especialidad en nuestra deplorable edad, que parece ser la vaticinada por los Profetas cuando dicen: DOCTOR JOSE SUAREZ AGUADO, PROVISOR Y VICARIO CAPITULAR 67 DEL ARZOBISPADO DE CARACAS, SEDE VACANTE “despues en el último tiempo vendrán engañadores que se netrega- rán á la iniquidad y á sus propios deseos”. Todos conocen, como muchos calumniadores se han conspira- do en estos dias infelices contra Dios y sus Santos; y que el único fin de sus principales esfuerzos ha sido engañar al pueblo por una mun- dana filosofia, y por falacias vacias de sentido destruir la doctrina de la Iglesia, y aun la misma Iglesia, à pesar de que todos sus esfuerzos para conseguirlo han sido vanos é inútiles. A fin de lograr mas fa- cilmente su intento, la mayor parte de ellos ha fundado sociedades secretas, y sectas ocultas, por cuyo medio emprenden seducir con mas facilidad un mayor número de personas, para que tomen parte en su conspiracion, y en otros actos criminales. Pero en todos tiempos, cuando la Santa Sede ha descubierto semejantes sectas animosa y libremente ha esforzado su voz contra ellas, ha descubierto los planes que formaban en secreto contra la Religión, y aun contra toda sociedad política. Ella incesantemente ha exortado à todos à velar atentamente, à fin de que estas sectas no pudiesen poner en ejecucion los proyectos que han formado en su perversidad. Pero sin embargo es digno de llorarse que estos es- fuerzos de la Silla Apostólica no hayan sido coronados con el suceso que prometian, y que estos hombres audaces no hayan renunciado las empresas, que han proyectado, y de las cuales han resultado estos grandes males de que todos hemos sido testigos. Aun mas: estos hombres cuyo orgullo va siempre en aumento, han formado otras nuevas asociaciones secretas. Entre estas asociaciones recientemente formadas, debe primero ser nombrada la que se ha extendido por toda la Italia y por otras regiones; y que aun subdivididas en diferentes sectas, conocidas con nombres diferentes, está unida por un cuerpo comun de principios y crímenes, y es generalmente conocida bajo el nombre de la “secta de los Carbonarios”. Los miembros de esta secta fingen à la verdad un particular respeto y un admirable zelo en favor de la Religion ca- 68 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tólica, del mismo modo que por la persona y doctrina de Jesucristo nuestro Salvador, que ellos à veces blasfemamente titulan gefe y gran maestre de su sociedad. Pero estas halagüeñas palabras nada son sino armas de que usan estos hombres astutos, que se presentan con piel de ovejas, siendo interiormente carnívoros lobos. Ademas: el juramento que ellos toman, imitando á los antiguos Priscilianos, para no descubrir jamas ni en caso alguno á las perso- nas, que no estan recibidas en su sociedad, cosa alguna relativa á ella, ni informar á los miembros de un grado inferior, lo que concierne al superior; y tambien las secretas é ilegales juntas, que ellos mantie- nen, como diferentes clases de heregías, y la admision de personas de toda secta: todas estas cosas suficientemente prueban, que no hay ninguna confianza para descansar en sus protestas de fidelidad. No obstante aunque esto solo sea conjetura para juzgar de sus opiniones, los libros que ellos han publicado, y el singular modo de conducirse en sus asambleas con especialidad respecto á los grados superiores: su catecismo y estatutos; y otros documentos auténticos de la mayor importancia, como tambien el testimonio de los que ha- biéndose incorporado á la sociedad, la han abandonado y declarado á jueces legítimos sus errores y engaños: evidentemente muestran que el principal fin de losCarbonarios es procurar por toda individual, é ilimitada libertad de conducta, introducir una indiferencia en mate- ria de religion mas destructiva, que la que prevalece en todas las otras sectas: profanar, y deshonrar la pasion de Jesucristo por ceremonias que ellos han inventado: esparcir el desprecio de los Sacramentos de la Iglesia, y aun de los misterios mas sagrados, que reemplazan con otros de su propia invencion; en fin, destruir la Silla Apostólica, contra la cual estan armados de un ódio particular, formando para su ruina las mas abominables maquinaciones. DOCTOR JOSE SUAREZ AGUADO, PROVISOR Y VICARIO CAPITULAR 69 DEL ARZOBISPADO DE CARACAS, SEDE VACANTE Estos mismos documentos muestran que las reglas de los Car- bonarios, con respecto á la moral, no son menos destructivas, aun- que ellos altamente se jactan que exigen de sus partidarios ejercitar la caridad y toda otra virtud, y cuidadosamente evitar toda especie de vicio; pero que no obstante esto, no niegan su indulgencia à los mas ilícitos placeres. Ellos enseñan que es lícito matar à los que no guardan el juramento que han tomado, relativo à los secretos de la sociedad, y aunque el Príncipe de los Apóstoles S. Pedro, dice à los cristianos que deben estar sujetos à los reyes y à los que mandan bajo su autoridad; y que S. Pablo dice que deben estar sujetos á las mas al- tas autoridades; sin embargo esta sociedad enseña que es permitido formar insurrecciones, y despojar de su poder á los reyes y gobier- nos, que muy injustamente, y sin distincion designan como tiranos. Tales son los principios y las reglas de esta sociedad que ha últimamente dado orígen à los crímenes cometidos por los Carbona- rios en Italia con dolor y asombro de todos los hombres honrados y piadosos. Por esta razon es que en calidad de Pastor de Israel, es decir, de la Iglesia de Dios, y en virtud de nuestro pastoral oficio, que nos requiere para no permitir que el rebaño de Jesucristo sufra daño alguno: juzgamos no sernos permitido dejar de poner término y fin á los esfuerzos profanos de estos hombres. Nosotros somos por otra parte impelidos á la prosecucion de este objeto por el ejemplo de nuestros predecesores de feliz memoria Clemente XII y Benedito XIV: el primero de los cuales por la bula In eminenti 27 de Abril de 1738; y el último por la de Providas de 1751 han condenado, y pro- hibido estas sociedades conocidas con el nombre de Fracmazones ó con cualquiera otro con que ellos puedan darse á conocer, según su pais y su lenguaje. La sociedad de Carbonarios, debiendo mirarse, si nó como una rama de Fracmazoneria, á lo menos como una imi- tacion suya: y aunque. Nos hemos tiempo hace en dos edictos que se nos han propuesto por nuestro secretario de Estado, prohibido severamente esta sociedad, somos aun de parecer, que siguiendo el ejemplo de los susodichos nuestros predecesores, estamos obliga- 70 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 dos á publicar del modo mas solemne las penas, en que incurrirán los miembros de esta sociedad; que es lo mas preciso, como que los Carbonarios han sostenido, no setar comprendidos en las bulas de Clemente XII y Benedicto XIV; y que por tanto no deben estar sujetos á la sentencia y á las penas allí señaladas. Despues de haber tenido una especial congregacion de nues- tros venerables hermanos los cardenales de la Sta. Iglesia Roma- na, y siguiendo su parecer, como tambien nuestro propio dictámen, despues de un conocimiento cierto, y de una madura reflexion, en virtud de la plenitud de nuestra apostólica autoridad, hemos resuel- to, y decidido: que las antedichas sociedades de los Carbonarios, ó cualquiera otro nombre que ellos puedan usar, sus asociaciones, jun- tas, asambleas, y fraternidades deben ser condenadas, y prohibidas, como ahora las condenamos y prohibimos por esta bula, que siem- pre debe estar en vigor. Por todo esto prohibimos á todos, y á cada uno de los cristia- nos, cualquiera que sea su condicion, empleo, dignidad y profesion, legos ó sacerdotes, regulares ó seculares, sin pensar que sea nece- sario especificar cada clase particular, y bajo la obligación de santa obediencia les prohibimos que jamas puedan permitir, bajo cual- quiera pretexto, entrar en la sociedad de los Carbonarios, ú otro nom- bre de que puedan usar: prohibimos á todos el que la propaguen ó favorezcan, que reciban ú oculten sus juntas, y miembros en su casa, habitacion ó en otro cualquier lugar: el iniciarse con cualquiera que sea de sus grados: el tolerar sus lógias ó reuniones: el dar à sus miembros auxilio ó consejo, pública ó secretamente, directa ó indi- rectamente: el seducir ó atraer á otros con ellas: el persuadir á alguno á entrar ó iniciarse en algun grado cualquiera que sea: el asistir á sus lógias, ó ayudarlas y favorecerlas por cualquiera camino; sino que de contrario cuidadosamente se separen de tales sociedades, asociacio- nes, lógias, fraternidades, ó asambleas, bajo la pena de excomunion, en que incurrirán todos los que violen esta prohibicion, de que jamas DOCTOR JOSE SUAREZ AGUADO, PROVISOR Y VICARIO CAPITULAR 71 DEL ARZOBISPADO DE CARACAS, SEDE VACANTE podrán ser absueltos sino por Nos, ó nuestros sucesores, ó solamen- te cuando haya peligro de muerte. Mandamos, pues, à todos y à cada uno, bajo la pena de la exco- munion susodicha, denunciar al obispo, ó á las personas à quienes pueda pertenecer, tan pronto como ellos tengan algun conocimiento del hecho, si hay alguno que pertenezca á esta sociedad, ó ha incurri- do en alguno de los crímenes mencionados. En fin, para evitar con mayor certeza todo peligro de error, condenamos y prohibimos todos los catecismos y libros en que es- tan descriptos los Carbonarios y sus convenios, como tambien sus estatutos y reglas, y todas las obras que han publicado en su defensa, bien esten impresas ó manuscritas; y prohibimos á todos los fieles, bajo la misma pena de excomunion, leer ò conservar los menciona- dos libros ò alguno de ellos; y mandamos que sean inmediatamente entregados por cada uno á su obispo, ò à cualquier otro, que esté autorizado para recibirlos. Queremos que las copias impresas del presente breve apostóli- co, cuando esten signadas por algun notario público, ó comprobadas con el sello de alguna dignidad de la Iglesia, tengan la misma fuerza que el original. Que ninguno despues de esto intente audazmente oponerse á nuestra presente declaracion, condenacion, orden, prohibicion y maldicion: si no obstante alguno lo ejecutare, sepa que por este me- dio se atrae la cólera de Dios omnipotente, y de los santos apóstoles san Pedro y san Pablo. Dado en Roma en Santa María la Mayor en el año de la Encar- nacion de nuestro Señor 1821 el 13 de Setiembre y el veintidos de nuestro pontificado.= S. Cardenal Podatario.= II Cardenal Gonzalvi.= F. Causarius. 72 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Recibid pues mis amados en Jesucristo con suma reverencia y aprecio estas letras apostólicas. Conservad íntegra vuestra fe, y ren- dido vuestro entendimiento á Jesucristo, que en obras cuales ningu- no hizo ni puede hacer, nos manifestó su divina mision, la santidad y verdad de los dogmas y moral que forman nuestra santa Religion católica. Considerad la confusion que es negar al Dios Hombre el razonable sacrificio de nuestra razon, y someter ésta vilmente al im- pío que solo os habla sobre su palabra el lenguaje de un corazon corrompido. Temed mas los círculos en que con la hipocresia, sátira y chocarreria se ofende á la creencia y reglas de costumbres, que al cuchillo que en otro tiempo derramando la sangre afirmaba la Reli- gion. Tened por cierto que la República nunca gozará de mas segu- ridad, nunca serán mejor observadas sus leyes, y nunca progresarán mas la agricultura y el comercio libres de la mala fe y ganancias in- justas que los arruinan, que cuando la Religion que habla al corazon en equidad y justicia sea el móvil de todos los ciudadanos. Esta exhortacion se leerá en la misa conventual en todas las iglesias de esta capital tres dias festivos continuados, y se archivará para repetir su lectura las demas ocasiones que los venerables curas estimen conveniente para la edificacion de sus feligreses; à cuyo in- tento se pasará á los vicarios el competente número de ejemplares, para que la circulen en todas las iglesias parroquiales y filiales del distrito de su cargo. Dado en el palacio arzobispal de Caracas, firmado, sellado y refrendado en forma á 23 de Julio de 1824. Dr. Jose Suarez Aguado. Por mandado de su Sría. Dr. Jose Francisco Diepa, secretario.

Caracas: Impreso por Valentin Espinal, Año 1824. XII

LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES)

La Cátedra del Espíritu Santo convertida en ataque al gobierno de Colombia bajo el nombre de mazones. 1825.(*)

(*) Caracas, en la Imprenta de José Núñes de Cáceres. 1825. Folleto ubicado en la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas.

La Cátedra del Espíritu Santo convertida en ataque al gobierno de Colombia bajo el nombre de mazones. 1825

¿Tantum religio potuit suadere malorum? Lucretius, de rerum natura. lib. 1º ver. 101 ¿Pudo la Religión tantos horrores inspirar?

Ya es tiempo de correr el velo á una pérfida traicion, à la mas execrable y peligrosa trama que ha podido inventarse para trastornar y subvertir el gobierno de Colombia, à tiempo cabalmente en que las grandes naciones de Europa, convencidas de su estabilidad y de la sabiduria de sus instituciones, se deciden por último al reconoci- miento. El sacerdocio trabaja de concierto con el realismo absoluto, para encender de nuevo las funestas llamas de la division intestina, y cuando por fortuna no suceda esto mismo en los demas lugares de la República, lo que aseguramos es que en esta ciudad está bien conocido y averiguado su empeño. No es de ahora que se observan sus movimientos; pero callábamos en la confianza de que ellos por sí solos se delatarian, dejàndolos correr libremente por las sendas tortuosoas que han minado: y en efecto, asi ha sucedido. Pensaban los agentes ocultos de la España y sus aliados, que el silencio nacia del respeto ó temor á la predicacion de su evan- gelio político, y que lograrian hacerlo pasar por el de nuestro Di- vino Maestro Jesucristo. ¡Insensatos! ¡Que no conocen todavia el siglo en que viven! El evangelio del hombre Dios es la luz de los 76 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 hombres, por que el mismo se dio el dictado de luz del mundo, locucion enérgica, locucion propia de una boca divina que no vino á engañar ni seducir, y es todo lo contrario el nuevo evangelio que se oye predicar en los púlpitos de Caracas á los ministros del altar que pretenden ser el eco de la palabra de salud. ¿A que se reducen sus sermones y platicas? No inculcan la verdadera moral, ni con- vidan á practicarla con su ejemplo: acude el pueblo á pedir el pan de la enseñanza saludable á la reforma de las costumbres, y no hay quien se lo distribuya: ira, rabia, furor, venganza y esterminio conta los Mazones, ¡he aquí todo el fondo de sus piezas oratorias! Y lue- go tienen valor para clamorear vagamente como profetas aturdidos conta la corrupcion del siglo y las heregias. Es falso, falsísimo que en Caracas se padezcan estos males. El pueblo, gracias á la educa- cion doméstica, es morigerado y religioso; mas si por una conse- cuencia de la grande revolucion que ha logrado terminar felizmente por sus mismas virtudes morales y civiles, hubiera degenerado algun tanto de su antigua severidad, ¿podràn ser medicina de esta dolen- cia las acaloradas declamaciones del pùlpito contra la Mazoneria? En vano se disfrazan estos predicadores lobos bajo la piel de oveja, hay ya quien sepa distinguirlos y presentarlos al público desde la tribuna de la imprenta libre en su verdadero semblante, asi como ellos, abusando de la catedra del Espíritu Santo, vomitan la lava de sus dogmas liberticidas en nombre de una religion de paz, de union y caridad. No se atreven á atacar de frente el principio de la soberania del pueblo, origen puro, origen legítimo y santo del gobierno; pero que, à excepcion de muy pocos, el resto del sacerdocio ha negado y negará constantemente, por que no está acorde con su espíritu de dominacion é independencia de las leyes de los estados que los toleran y mantienen. Un pueblo soberano es espresion herética para los sacerdotes, no de la nueva ley, sino de las testas coronadas abso- lutas, que pretenden derivar sus derechos de la ordenacion divina, sin obligacion de dar cuenta alguna de sus operaciones en la tierra á otro que á Dios en la vida futura: y este es el punto de comunion LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 77 entre esa especie de sacerdotes y el despotismo: asi se dan la mano y se ayudan mutuamente: nuestro poder viene del cielo, dicen ellos, y el gobierno popular y representativo de Colombia lo hemos visto formar ayer entre las manos de los hombres: esta es una invencion de la moderna filosofia para contrariar el cumplimiento de los orà- culos divinos; pues trabajémos, sacrifiquémonos, si es menester, en las aras del servilismo, para que no prevalezca la obra de Satanás. Aquí tiene descifrado ya el público el blanco á que se dirigen los ti- ros de esas predicaciones envenenadas contra la Mazoneria. Afectan ignorar, aunque conocen à pesar suyo estos falsos profetas, que las instituciones Mazónicas han hecho en todo el mundo civilizado los rápidos progresos á que por su natural tendencia convida la ilustra- cion del siglo, como que la historia de estas sociedades prueba hasta el grado de evidencia, que nacen, adelantan, y se mantienen, donde quiera que raya la luz del saber humano, y se vive à la plàcida sombra del arbol de la Libertad, y que por el contrario no arraigan, no flore- cen, ni dan fruto, donde el espíritu de las tinieblas apaga la antorcha de la razon, y en donde la pobreza de espìritu encorva la cerviz para aguantar docilmente el yugo férreo del despotismo. De esto deducen que los mazones son los fundadores y firmes columnas del sistema Colombiano: ¿y que arbitrio para derrocarlo? Concitar á la masa del pueblo contra ellos, ensuciarlos con la mancha de la heregía, envile- cerlos con el anatema de las escomuniones, y desacreditarlos con la imputacion de enemigos del altar y del gobierno, por que no pueden decir del trono. El ataque es dirigido, aunque á su modo de entender por camino indirecto, contra la independencia y libertad de Colom- bia: pero no advierten en la ceguedad de su delirio, que los pasos que dan marchan en derechura à repoducirnos los mismos desastres y calamidades del siglo de Pirra, de su idolatrada dominacion del Rey de España. Los datos estan tomados, y el pueblo á quien se propo- nen fascinar va á decidir de la cuestion. El señor Pled, primer agente de la Francia, se presentó en esta ciudad por Setiembre de 1823 encubierto como el aspid bajo las 78 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 flores de la botànica: en lo menos que se ocupò fue en las especu- laciones de esta divertida ciencia, y cansado de fingir, manifestó lo que era en sus conversaciones sobre política, y el tema favorito de convenirle á Colombia una testa coronada. Dejó sanjadas sus inteli- gencias, y en Marzo del siguiente año de 24 vino á reemplazarle el se- ñor Chasseriau, que sin duda trajo bien marcados los hitos, pues sin titubear diò con ellos, y entró en relaciones con el alto clero. Son pú- blicos y escandalosos los obsequios que recibió de esta corporacion respetable, y no de otra ninguna de la sociedad, para quien siempre fue sospechoso desde el instante en que puso el pie en tierra. Paseos vespertinos à caballo, y convites en el pueblo de Petare fueron de- mostraciones de su grata acogida cerca de las primeras autoridades eclesiásticas: y para que mas reseñas? Mr. Malte Brun à cara descu- bierta publicó el secreto de que una de las principales maniobras que debian jugarse para el trastorno de la República de Colombia, y demas del nuevo mundo, era ganarse à los clerigos y frailes por el poderoso influjo que ejercen sobre el pueblo, á quien erroneamente quieren suponer todavia ignorante de lo que le conviene: y seriamos tan estùpidos como nos figura el sacerdocio, si no conocieramos que el señor Chasseriau vino á mover ese resorte. Los hechos sucesivos lo comprueban. El 7 de Julio del mismo año de 24, aniversario de la funesta emigracion que emprendieron los patriotas el de 14, acosados de la irrupcion del sanguinario Bo- ves, se celebrò en la iglesia parroquial de San Pablo una solemne funcion en honor y gloria de Sta. Rita, abogada de lo imposible:1 el fondo para los gastos se colectó á escote de la piedad de mu- chas devotas mugeres, todas Godas irreconciliables: dijo la oracion el señor presbìtero Ramon Comins, y con su tronante estilo pintó la perversidad de las costumbres del dia, el atraso de la agricultura

1 Señora Sta. Rita Favorecedme: Que un imposible adoro No sé que hacerme. LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 79 y del comercio con respeto á los tiempos anteriores (ya se entiende del gobierno español) y acabó maldiciendo á los impios, hereges, é incendiarios Mazones. El pueblo à quien se pensaba agradar conoció desde luego que respiraba por la herida, y no faltó de entre su seno quien llevase la denuncia al señor Intendente, y habiendo su señoria hecho comparecer á su presencia al predicador, y convencidole de las siniestras miras de su oracion, ofició al señor Provisor, Gober- nador del Arzobispado, para que lo suspendiera de las funciones de su ministerio, como efectivamente lo hizo. Con esta demostracion el padre Comins quiso purgar la nota de desafecto á la patria; pero exi- giendosele en prueba que se alistase de capellan en el ejército auxiliar del Peru, el resultado fue ocultarse hasta el mes de Noviembre, en que declarada la provincia en estado de asamblea, consiguiò de la autoridad militar quedarse quieto, y que se le alzase la suspension. Si los Mazones fueran tan inmorales como este predicador, volviendo la recìproca, podrian presentar al pùblico una imagen horrorosa de su vida, y él tendria mucho de que avergonzarse; pero es sacerdo- te, es hombre, y los principios mismos de la institucion imponen silencio. Despues en Agosto del citado año de 24, ocurrió otro suceso memorable. El Reverendo Obispo de Merida, que no es pastor de este rebaño, ni ejerce jurisdiccion en sus ovejas, supo manejar sus oficios con este señor Provisor, para que mandase publicar las bulas de escomunion contra los Mazones y Carbonarios, quien no tuvo ninguna dificultad en acceder á la instancia, despachando sus orde- nes consecutivas para que se verificase la publicacion en las misas parroquiales y conventuales. Súpolo el señor Intendente entre diez y once de la noche, vispera del dia en que iba à hacerse la publica- cion, y sin pérdida de momento requiriò à la autoridad eclesiástica por tan enorme abuso. Sin embargo, el reclamo, aunque en tiempo, no impidió que se publicasen en la parroquial de Sta. Rosalia, y te- nemos entendido que tambien en la Merced. Afortunadamente el señor presbítero, Dr. Salvador Delgado, cura de Sta. Rosalia, ilustra- 80 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 do y patriota á toda prueba, tomó à su cargo reparar el escándalo, y despues que llegaron las contraordenes del eclesiástico, subió al púlpito, y con firme denuedo manifestó á los concurrentes que se hallaban en el templo, que las bulas publicadas no debian producir efecto alguno, sino tenerse como por no leidas ni enendidas. No ha llegado à nuestra noticia que en otra iglesia se hubiese hecho igual retractacion; pero si nos acordamos del tiempo en que se mantuvo fijada en las puertas de todos los templos la memorable bula de Su Santidad Pio VII, descomulgando á los insurgentes, y como ahora no era posible refijar el mismo cartel, se hechó mano de la bula de es- comunion á los Mazones, sinónimo de insurgentes en el diccionario de los Godos. ¡Como se palpan las combinaciones de la cabala sa- cerdotal! Por mas que se escondan los eslabones de la cadena, estan enlazados, y de uno en otro se va à parar en la mano que los mueve, que siempre es una misma. Con estos y otros preparativos quisieron creer ya bien cargada la mina, y la inclinaron hàcia Petare, lugar de los festejos al señor Chasseriau. Hay circunstancias que no pueden omitirse: dia 8 de Di- ciembre en que la iglesia celebra la inmaculada Concepcion de la Virgen Maria, Patrona de España, con la prevision sin duda de atri- buir al auxilio de su mano protectora el buen éxito de este golpe si se lograba, y siendo la voz de alarma, mueran los Mazones, viva la Religion y el Rey. Este pasaje no necesita de comentarios, por que está ya visto que los Mazones son el estorbo único para restablecer la domina- cion española, y con ella los privilegios del clero secular y regular, la santa inquisicion, y las cruces de Isabel la Catòlica. No era Caracas el punto acomodado para la esplosion, por que hay en ella ojos pe- netrantes que rejistran ocultos senos, y no pueden ser deslumbrados con patrañas: se buscó por lo tanto à los pobres de espìritu, à esa gente infeliz de los campos, víctima siempre del fanatismo y de la su- percheria religiosa, que con la misma facilidad cree que los Mazones son enemigos de Dios, como que el gobierno de Colombia es una rebelion pecaminosa contra los derechos del Rey de España, y por LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 81 eso en su grito de alarma piden simultaneamente el esterminio de los unos, y la vuelta del otro. Parece que estaba en el orden de los sucesos, que habiendose malogrado la tentativa de Petare, se retiraran à sus tenebrosas ca- vernas los fervorosos y gratuitos operarios de la viña de su amo y señor el Rey de España. Pero sea su confianza ò su furor, vemos que redoblan los esfuerzos. El señor presbítero Dr. Domingo Quintero, Cura de la catedral, ha tenido á mucha gloria y honor de su ministe- rio aprovechar la ocasión de complicarse en la causa de Petare, y la Corte superior de justicia, en cumplimiento de sus deberes, y de la observancia de las leyes, trata de liquidar el grado de culpa que le re- sulte por su influencia en la ocultacion de los caudillos y fautores del motin, que el reo Andres Reyes, hallandose en capilla, manifestaba propension à declarar, y de cuyo buen propòsito se retrajo luego que se acercò á administrarle sus auxilios espirituales. Son bien sabidos los subterfugios con que este eclesiástico ha tratado de dejar burlado el procedimiento de la Corte, cuando por su propio decoro debia él mismo ofrecerse à la plena justificacion de su inocencia. ¿Y que su- cede? Que entre las cándidas y sencillas mugeres, entre los hombres fanatizados se difunde la maligna idea de que la causa formada al Dr. Quintero es una persecucion contra los clèrigos, impulsada de los Mazones: y en este sentido sube al pùlpito el Padre Fray Gregorio Betancour, Religioso del orden de la Merced, el Viernes de Dolores en la iglesia de San Felipe, y tomando el tema de los Mazones, des- pues de regalarlos con las acostumbradas injurias de hereges, impios, y escomulgados, hizo la maliciosa suposicion de que si intentaban acometer à los clérigos (parece que el Dr. Quintero los representa á todos) èl seria tambien una de las primeras víctimas que se inmolaria á su venganza. Bien seguro está el padre predicador de que la historia no presenta un cuadro sangriento de guerras Mazónicas, como de guerras de religion, y cuidado que en estas las hostias se cuentan por centenares de miles, y la sangre ha corrido en rios: asi, pues, retirese tranquilo à enjugar los sudores del pùlpito en los tiernos brazos de 82 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 su amada Suadéla, que no se coronará de la palma del martirio, si se la han de ofrecer los Mazones. Por no cortar la natural conexión de ciertos hechos, habiamos dejado por detrás la sèrie de algunos otros, y vamos á reponerlos en su lugar competente. El señor presbítero Macario Yepes en la primer semana de cuaresma subiò al púlpito de la iglesia catedral, no á instruir al pueblo en las verdades evangélicas, que la misma iglesia entresaca y consagra à cada uno de los dias de tan santo tiempo, para que sean el pan de vida de los cristianos, sino à enseñar à aborrecer al pròjimo, á escandalizarlo con las abominaciones que virtió contra la vida de los Mazones: oyeron su plática sacerdotes, que sin perte- necer à la Mazoneria, se estremecieron de horror, y todo el demas auditorio cayó en la cuenta de no ser otro su objeto, que conmover el odio público contra los patriotas bajo el nombre de Mazones. Llegó à oidos del señor Teniente Asesor despachando en interin la intendencia, el execrable abuso de la palabra de Dios, que con tan- to escarnio habia prostituido el predicador Yepes, y conforme á las leyes pidiò el cuaderno del sermon por el conducto del señor Vica- rio capitular, que no ha podido conseguir hasta ahora por frívolas escusas, una de ellas por estarse imprimiendo. Entre tanto el padre Yepes, ufano de su triunfo, no abandona el campo, y ocupa otra vez la càtedra de la verdad en la capilla del colegio el Viernes de Dolores; y siendo este un dia especialmente dedicado à la contemplacion del sacrificio de la cruz, y de la escena tràgica representada en el Calvario para la rendencion y reconciliacion del linaje humano, derramò, no el bàlsamo, sino el veneno de su oratoria sobre los Mazones, ya se entiende los patriotas, llamàndolos con sus voces descompasadas y propias de una plaza de mercado, y no del santo templo, impios, hereges, y hombres de caridad aparente. Por cierto que en la ocasión daba él de la suya muy edificante documento! No se quedò sin su premio este fervoroso Apostol de la doctri- na del Católico Fernando VII, pues acabado el sermón, el Padre Fray LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 83

Francisco de Paula Chasin, Religioso Mercedario, salió por las calles con la trompeta del fanatismo, publicando su elogio: se encuentra en la esquina de San Felipe con un cìrculo de personas de las mas respetables y bien morigeradas de Caracas, premiadas por la patria en justo galardon de los sacrificos que por ella han hecho, y figuran- dose que por lo tanto debian ser Mazones, les dirige la palabra con la insulsa pregunta, de si tambien habia sermon de Dolores en la iglesia de San Felipe? El designio fue buscar una entrada á la materia del dia, y arrastrandola por los cabellos, trajo á colacion las exelencias de la Filipica que acababa de oir al padre Yepes, reducidas á las proca- cidades que habia vertido contra los Mazones. Quiso añadir algo de su caudal, y concluyó el panegìrico con estas notables palabras: “los Mazones estan en la obligacion de retractarse y de indemnizarse, por que de lo contrario se veran expuestos á una averia”: no le faltò mas á este recojido, sóbrio, y humilde Religioso, que poner el puñal, cual otro Santiago Clemente, en las manos de los asesinos. El señor presbítero Dr. Rafael Castro salió tambien à repre- sentar su papel en esta tragi-comedia, el Domingo de Ramos por la tarde en la iglesia de la Trinidad, y desviandose del paso edificante de la oracion del Huerto, en que pudo haber instruido al auditorio en las reglas mas ùtiles y provechosas de dirigir à Dios las preces que nacen de un corazon puro y grato à los beneficios de la alta y suma Providencia, fue á parar en la digresion de los Mazones. Hagámosle justicia, y confesémos que es un prosélito del Apostolado Fernan- dino algo mas tìmido, respecto á que tuvo la cautela de no nombrar los Mazones; pero si indicarlos bajo el velo de sociedades secretas y nocturnas, condenadas por la iglesia, haciendo al fin el convite de conspirar à destruirlas. Esto último es lo esencial, por que de otro modo no es posible que veamos en Caracas otra vez á los Morillos, los Las-Torres, los Reales &c. &c., que aunque son mazones, y fun- dadores de Mazoneria, no son patriotas, que sin duda es el punto en que consiste la heregia, la impiedad, y la enemiga al gobierno y al altar. 84 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Completémos este cuadro con ciertos contrastes, todos del mo- mento, y de la actual fermentacion: los restos del desgraciado Juan Saldivia, por que era ó se sospechaba ser Mazon, fueron sepultados en las playas del Guayre, y ha costado un pleito para vencer la repug- nancia de ciertos clérigos á que sean trasladados al cementerio campal. La autoridad eclesiástica levantó un proceso con este motivo al señor Alcalde segundo, que entonces era el Dr. Angel Alamo, quien interpu- so sus oficios, para que en un pueblo cristiano no se viese el bárbaro espectáculo de arrojar de este modo el cadaver del hombre á las fieras y buitres devoradores, cuando aun entre los paganos estas reliquias se llaman religiosas, por la veneracion y respeto que infunden; y el cons- pirador Andres Reyes, ajusticiado en un público patíbulo por traidor à la patria, recibe un monumento sobre su abominable sepulcro sin oposicion alguna por parte del padre capellan del cementerio, siendo asi que la misma Sta. Escritura nos presenta el ejemplar de arrasar las casas, y salar los lugares que sirvieron de morada á los grandes mal- hechores, y de cuya práctica las leyes humanas adoptaron esta especie de castigo en señal de abominacion á su memoria. Los clérigos y frai- les, caracterizados por el testimonio público de verdaderos patriotas, aunque no sean hermanos Mazones, como hay muchos que lo son, no predican nunca contra ellos: por el contrario, los marcados con el sello del Godismo no lo sueltan de su boca, y en sus ojos encendidos, en su voz estentorea, manifiestan la violencia que sufren por no poder devorarlos en las llamas de su inestinguible aversion, disfrazada con la capa de celo religioso. En fin, se ostenta por una parte el desvelo de estirpar heregias, y por otra se pide à la Intendencia recoja como perjudicial la sagrada Biblia traducida al Castellano para la inteligen- cia comun del pueblo. ¡Que grito, si los Mazones hubieran asentado semejante proposicion! ¡La sagrada Escritura perjudicial!! En ninguna época llegó el fanatismo á tanto grado de ceguedad. “Toda escritura, dice el Apostol,2 divinamente inspirada, es útil para enseñar, para re-

2 Epistola segunda á Timoteo, Capit. 3, Ver. 16 y 17. LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 85 prender, para corregir, y para instruir en la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, y esté prevenido para toda obra buena”. Si, pero eso se entiende cuando va acompañada de las notas del padre Scio. ¿Y quien es ese sagrado espositor, ese santo Padre inspirado del cielo para aclarar las palabras del Padre mismo de las luces? Quien ha de ser? El maestro de Fernando VII, el que con la leche de su enseñanza ha formado este monstruo del despotismo. Se quieren las notas del padre Scio, por que en ellas se hace decir á la Sta. Escritura, no lo que contie- ne, sino lo que conviene: por esa notas casi no hay una accion humana que no sea una heregia, y cuando menos un pecado mortal; se diviniza el poder absoluto de los Reyes; y el del sacerdocio, no atreviendose á poner sobre el divino, se coloca en medio de los dos: ¿y donde vienen à quedar los infelices pueblos? Por escabel que deben pisar los que es- tan encima. ¿Pues que mas se necesita para que la Escritura no pueda leerse sin estas esplicaciones luminosas? Lo cierto es, que cuando S. Pablo hablò de aquel modo, la sagrada escritura no estaba infartada con esas notas, ni se habia hecho el campo de las guerras teològicas, y era su propósito, que desde la niñez se aprendiese para hacernos sa- bios en la fe, no ciega, sino ilustrada, cual conviene que sea la de unos seres racionales, en cuya frente gravó la divinidad el sello de su mismo resplandor. ¿Y cuando es que sucede todo esto? Despues que han circu- lado por todo el mundo los ridículos, pero reales decretos de su “adorado” Fernando VII, restituido á su trono “absoluto” por los esfuerzos del padre Vinueza, del Cura Merino, del Obispo Creux, y de toda la banda religiosa. Esos son los decretos que quieren poner aquí en observancia los festejadores de Chasseriau, los Comines, los Betancoures, los Yepes, los Chasines, los Castros, y los demas que no se han presentado en las palestra pulpital, pero que siembran la zizaña por otras vias ocultas, mas eficaces y seguras, como el con- fesionario, turbando la paz de los matrimonios, entibiando el amor filial, y afligiendo las conciencias de las débiles madres, hermanas, y esposas con las falsas y negras pinturas de la Mazoneria. 86 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Esta no es una induccion temeraria, sino fundada en las dis- posiciones de los decretos mayestáticos que comprenden los dos artículos del dogma sobre que rueda la predicacion de los Apostoles anti-Mazónicos. En ellos son declarados los Mazones reos de la lesa magestad divina y humana, como enemigos del trono y del altar, y la gravedad de las penas es consiguiente à la horrorosa idea que se ins- pira de la Mazoneria para constituirla en clase de crimen nefario. Se exige á cuantos han de servir los empleos el tremendo juramento de abjurar el absurdo principio de la soberania del pueblo, por que solo reside en el Rey absoluto, y esto mismo enseñan en sus sermones los ministros del nuevo símbolo de la fe española con una pequeña mutacion de palabras, subrogando en lugar del trono; el gobierno, y por patriotas los Mazones. ¡Diputados del pueblo Colombiano, Agentes y Magistrados primeros de la Nacion, aquí nos convertimos à vosotros! Volved los ojos á esta generacion de vívoras, por que si no atajais los progresos de su ponzoña, la picadura causará una herida mortal: sois los pilotos de la nave, y si no evitais este escollo, el naufragio de nuestras instituciones liberales es cierto: poder sufi- ciente teneis: el de la nacion entera os está encomendado. Reparad que si se trata de contentarla, se ensoberbece, y por el pan vuelve una serpiente. El pequeño bosquejo que hemos diseñado patenti- za el hondo abismo à que desea precipitarnos. Ved que en España han triunfado con estos mismos ardides y sendas tortuosas: que son incansables en su empresa, fecundos en arterias, y que enarbolan el làbaro de la religion para abatir las banderas de la libertad. Si nuestro propòsito fuera defender y justificar las sociedades Mazonicas, convenceriamos à no dejar duda, que son y seran siempre el baluarte erigido para contener los fieros golpes de la tirania y del despotismo contra los derechos imprescriptibles del pueblo: que de ellas no està proscrita la sagrada Biblia como libro perjudicial, sino conservada y venerada como el depósito y fuente perennal de las virtudes morales, como el foco inestinguible de la verdadera luz que ilumina á todo hombre en la carrera de esta vida, para no contrariar LOS PATRIOTAS MAZONES (MASONES) 87 nunca las leyes eternas de la naturaleza, sino seguirlas paso a paso, como el conductor seguro que les ha concedido su divino autor para llevarlos al puerto de felicidad: que el secreto con que se arma tanto ruido està recomendado en mil lugares de ese libro celestial, que el espíritu de la mentira desea sustraer de la inteligencia comun, y no puede ser malo aquello de que el mismo Salvador dio ejemplo, encargando seriamente á los Apostoles escogidos para ser testigos de su gloriosa transfiguracion en el Tabor, que á nadie revelasen lo que habian visto, hasta que el hijo del hombre resucitase de entre los muertos:3 que practican la caridad sin que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda, conforme à la regla evangélica: que estienden los lazos del amor fraternal á todos los hombres de cualquier nacion, secta ó creencia que sean, por que son hijos de un mismo padre, para todos los cuales hace resplandecer su sol, y envia las copiosas lluvias en las debidas estaciones: que trabajan en la propagacion de las luces, y en formar del género humano una sola familia en paz, igualdad, y union indestructible. No es este el objeto de nuestro escrito, sino cumplir con el pri- mer deber de los Mazones, que consiste en ser fieles á la patria, y al gobierno que ella ha establecido. La seguridad del de Colombia se ve amenazada: fermenta conta ella una activa y bien tramada cons- piracion, de que son visibles caudillos esos predicadores contra los Mazones, que emplean esta voz disimulada para envolvernos en otro alboroto como el de Petare, y concitar en el desorden al asesinato de los patriotas; deciframos sus planes parricidas para que no sorpren- dan á los incautos, si puede haber todavia alguno tan imbécil que se deje coger en la red tendida. Por la serie de los hechos que van reca- pitulados, deben desengañarse, y conocer que estan observados en todas sus maniobras secretas, y tomadas las medidas mas vigorosas para impedir que lleven otras víctimas al patìbulo, alucinadas con su cisma. De buena fe les advertimos dos cosas para su gobierno: la

3 San Mateo, Cap. 7, Vers. 9. 88 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 una, que no estando prohibidas las sociedades Mazónicas por nin- guna ley de la República, el influjo de sus sermones alarmantes es impotente para estorbarlas; y la otra, que la vigilancia de los patriotas se multiplicarà por todas partes, para espiarlos donde quiera que siembren la semilla de la seduccion. Nuestro pùlpito serà la imprenta libre, y si esta vez hemos sido moderados, en otra harémos uso de los materiales que quedan dispuestos para escribir la biografia de los sermoneros insultantes, con pluma tan negra como los colores con que ellos tiznan desde la cátedra del Espíritu Santo la conducta de

Los Patriotas Mazones. Caracas, 29 de Marzo de 1825. XIII

Iris de Venezuela, El Anglo-Colombiano, El Colombiano y El Conciso El tema de la tolerancia religiosa fue cuestión que a partir de 1811 estuvo en el primer plano, no obstante los graves problemas que azotaban al país. Rafael Diego Mérida, por ejemplo, en 1819 declaró al país que la tolerancia hacía más dichosos a los hombres conviniendo en que cada uno, “siendo como soy republicano, ado- rar a Dios como mejor le acomode: para mí todas las religiones son obra de los hombres”.* Esta idea de acoger o no la tolerancia religiosa tenía sus adhe- rentes que la expresaban en cualquier momento, lugar y medio de comunicación que tuviese a su alcance. De allí la variedad de docu- mentos procedentes de diversos sectores del país y la diversidad cua- litativa de los mismos, como se podrá observar en esta parte de esta obra. Para confirmar esta realidad presento muestras representativas del universo de artículos integrantes de esta obra. A continuación se presentan tres artículos relacionados, publicados en los impresos periódicos Iris de Venezuela, El Anglo- Colombiano, El Colombiano y El Conciso.**

* En Gaceta de Caracas, del miércoles 1º de diciembre de 1819, tomo VII, p. 2157. Edición de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1985. ** Sobre la trayectoria de estos periódicos se han consultado: Julio Febres Cordero: Historia del Periodismo y de la Imprenta en Venezuela. Caracas, 1983 (Publicación de la Academia Nacional de la Historia, Caracas) y Pedro Grases, Obras, tomo V. 90 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 1º Iris de Venezuela. Caracas, 14-I-1822 -19-XII-1823. Sección Variedades. Artículo Comunicado: Un Amigo del País, Nº 34, lunes, 2 de septiembre de 1822. Redactores: José Luis Ramos y Francisco Aranda. 2º El Anglo-Colombiano. Caracas, 27-I-1822 - 1-V-1824. Fundador: Francis Hall. Sección Variedades: Progreso del Fanatis- mo. El Anglo-Americano, Nº 12, sábado 24 de agosto de 1822. Res- puesta de El Viznieto de Guaycaypuro. 3º El Colombiano. Caracas, 9-5-1823 – 15 -11-1826. El señor A. R. es el autor de una exposición titulada La opinión de un Patriota sobre La Serpiente de Moisés, a raíz de la condena de que fue objeto el responsable de la reimpresión en caracas por un Tribunal Caraqueño. Esta exposición la publicó El Colombiano, Nº 152, Caracas, 12 de abril de 1826. 4º El Conciso. Caracas, 7-2-1832 – 1-4-1838. Redactores: Rafael Acevedo y J. Rivero. Publica diariamente las noticias del Congreso. En su edición del 1º de febrero de 1834 publi- ca una comunicación suscrita por Unos patriotas amantes de la tolerancia que expresan a la Cámara de Representantes por su iniciativa de dar curso favorable al proyecto de ley declarando no estar prohibida en Venezuela la libertad de cultos.

Variedades Artículo comunicado Cuando los patriotas más políticos y de mas ilustración e interés por el país, celebraban el artículo 7 de la capitulación propuesta por Pastos y el digno entusiasmo con que fue confirmado por parte del Libertador, se ha insertado en el número 12 del Anglo Colombiano el artículo titulado Progreso del fanatismo: que ciertamente es una con- tradicción de los deseos que animan a los pueblos, y de la conducta del Gobierno que tiranizaría a estos si prescindiera o se opusiera al voto general, por asentir al de un corto número de personas que se llaman filósofos; y que aunque lo sean, no tendrían más representa- ción que la que corresponde a otros tantos ciudadanos honrados de los muchos que labran los campos, o habitan las ciudades, y apete- cen las reformas políticas que mejoran sus arados, sus talleres, sus establecimientos científicos; y de ningún modo toleran la “mas mí- nima alteración en cuanto a la sagrada Religión católica, apostólica romana, ni a lo inveterado de sus costumbres” con que están perfec- tamente avenidos por una dulce experiencia y convicción. El articulista poniéndonos en comprometimiento en que hasta ahora no nos hemos visto por guardar justo silencio los que parece que podrían reclamar dice: “la desolada Venezuela tiene necesidad de la dulce tolerancia religiosa, sin la cual no es posible elevarla al alto puesto que el resto de la América la cede por los infinitos bienes que debe al Criador”. ¿Dónde está semejante necesidad? El ministe- rio de relaciones exteriores ha dicho con razón a todo el mundo que Colombia se ha constituido por sí sola, ¿y ha de necesitar de intro- ducir el trastorno religioso para seguir en progreso?, ¿para crecer ha 92 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de poner en choque los elementos que le dieron existencia?, ¿para qué ha de poner en choque los cimientos que le dieron la existencia? Las infinitas vidas que se han sacrificado, y las inmensas cantidades que los particulares han erogado para triunfar en la lid política, en el concepto de que el catolicismo no había de padecer lesión al- guna, ¿deberán tener por recompensa el fraude? El incremento de un Estado por accesión repentina, es temible. Haciéndose superior en número o poder el partido extranjero, sobre el mal mayor insta el peligro de la subversión del sistema político, del monopolio, etc. Los estados que han crecido sin interrupción son los que se han aumentado por agregación insensible y sucesiva. Así se conserva el carácter nacional: los que vienen de fuera fácilmente se acomodan a las costumbres e instituciones del país, y los naturales no tienen que abandonarles los puertos y las ciudades o por la preponderancia de estos, o por creerse en usos inferiores a ellos. Un proceder semejante ha sido el de nuestro Congreso y Go- bierno, sin romper unos diques que les preservan de la disolución y ruina: franquean la entrada a los extranjeros, ofreciéndoles todo género de protección y seguridad, y sin exigir de ellos en el orden religioso más que el que respeten el culto católico. La República al erigirse afortunadamente no encontró en todo su territorio otro que este; está conocido que es el único verdadero: que sus augustos ar- moniosos principios no les son contrarios, sino los más adecuados para promover toda suerte de bienes; y de que al variarse una ley que está grabada en los corazones de todos por la verdad, por la conve- niencia y por la costumbre de más de tres siglos, no puede menos que acontecer terribles desastres, de que ni el Gobierno, ni ningún particular se pueden lisonjear que se salvarían. Es infundada la reconvención que el articulista hace por los recomendables extranjeros que habitan con nosotros. Si no han fal- tado quienes hayan insultado lo más santo y nuestros templos, los mismos han tenido a más religiosidad respetar las personas y casas IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 93 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO de los extranjeros. Caracas constantemente urbana, especialmente con los forasteros, les ha guardado la más alta consideración, aunque hayan sido de diferente culto. A ninguno de ellos se ha obligado ni obligará jamás a que siga el católico, y prueba de que aun en esto ha habido la mayor moderación, es que algunos espontáneamente y significando un pleno convencimiento se han reconciliado con la iglesia, que sin inquietarles les desea en su seno: se viste de alborozo cuando los recibe, y sigue derramando sobre ellos la caridad que le anima. Los hechos contrarios que se refieren en el artículo son incompatibles con la educación del magistrado, señora y otro con- currente1 a quienes se atribuyen, y la segunda sí que podría decir: ¿la diatriba es la correspondencia de la generosidad con que franqueé mi casa y servicios? Examínese bien lo que pasó (si es que la invec- tiva merece la pérdida de tiempo), pues en la concurrencia no se ad- virtió lo que puede bien haber formado la prevención o suspicacia. Es aún más reparable la siguiente pregunta del artículo: ¿No pa- recerá menos ridículo la absoluta prohibición del puerco que la del pescado en ciertos días sin un papel mal escrito? En cuanto lo prime- ro, el autor de la prohibición, que ha desaparecido con la ley de gracia, fue Dios, soberano legislador de la Religión y de la sociedad. Fue este un precepto temporal dado a Israel y por el término y circunstancias de su duración, era tan delincuente el que lo quebrantada como el que mataba o hurtaba. Tal era su fuerza, que no un pusilánime, sino el valiente Eleazaro por no transgredirlo sufrió la muerte, todavía más justa y heroicamente, que los 300 en Termópilas por obedecer las le- yes Esparta. En orden a lo segundo, como hasta los niños saben que jamás en el catolicismo se ha vedado el uso del pescado, se entiende fácilmente que se quiso ridiculizar la abstinencia de carnes mandada en ciertos días. Es de desear que el escritor se explicara en términos

1 Norte-América no puede tenerse por ejemplar contrario. Es raro y debido a casualidades favorables que produjo la situación sucesivamente desastrosa de las potencias extranje- ras de Europa, y a la permisión del catolicismo, sin la depresión de antes. (Nota del autor del comunicado) 94 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que no le queden efugios; entonces sería convencido del dogma que niega de la potestad de la Iglesia para tales preceptos y de atacar por consiguiente la ley fundamental del Estado. Sr. articulista: escriba V. con provecho: no intente sembrar en nuestras familias la desazón y la discordia. No trate de españoladas las asistencias de la muy ilustre municipalidad a los actos religiosos: mas debería extrañarse que no asista a otras funciones como era cos- tumbre desde la más culta y venerable antigüedad. Si acaso la sagrada Biblia, la autoridad infalible de la Iglesia y el buen uso de la razón no le convencen de que el hombre no puede ser indiferente acerca de la religión, y que con demostraciones externas debe manifestarle su homenaje, crea siquiera a Cicerón, que no le sería sospechoso, y de entre las tinieblas de la gentilidad le dice:2 sua cuique civitati religio est; Deum quippe natura venerari nocit; nec quisquam est homo, qui lege quæ hoc præcipiat, careat. Mientras V. se manifieste desafecto al esplendor de las funciones de Religión, no se titule bisnieto de Guaycaypuro; pues según la Historia este impertérrito y sus compatriotas cuidaban bas- tante de sus idolillos de tierra, y caneyes en que los reverenciaban, y sabía muy bien que en otras partes de América había adoratorios magníficos, fuego sagrado, y vestales. Un Amigo del país.

Progreso del fanatismo Sírvanse Vs. SS. Redactores dar lugar en las columnas de su pe- riódico al siguiente suceso. La publicidad de semejantes restos de la intolerancia y barbarie española pueden contribuir infinito a darnos en nuestras reuniones el buen tono y el respeto recíproco que hacen tan agradables las de los hombres civilizados, como fastidiosas las que tienen lugar entre personas que desconocen las conveniencias de la sociabilidad.

2 Orat. por flaco.(Id.) IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 95 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO A la falda del Ávila en una de nuestras casa de campo se reunie- ron varias personas a pasar en recreación uno de nuestros muchos días festivos. La concurrencia era heterogénea si puede así llamarse por componerse de señoras magistradas y un hebreo. Se trató de comer y circuló como es de uso el plato de puercos. La presidenta dirigiéndose a un magistrado que tenía a su inmediación aprovechó la oportunidad para decir con mucha sal “bien podemos apurar V. y yo este plato pues que gracias a María Santísima somos cristiano viejos”3. El magistrado dándose una importancia sólo comparable a la majestad con que marcha nuestro cabildo en las procesiones4, se sonrió y dio sus altas señales de aplauso y aprobación. A todas estas, Sres. Redactores, el hebreo estaba contiguo al personaje y había sido convidado para pasar un buen día. Al fin de la mesa hubo algunas poesías y algo en ellas de rabinismo. Esta circunstancia hay quien la contradiga y yo no la doy entero crédito. Dejo al buen juicio de Vs. muchas de las reflexiones que este suceso debe producir. El entris- tece y casi desespera a los amigos del país. La desolada Venezuela tiene necesidad de la dulce tolerancia religiosa sin la cual no es posi- ble elevarla al alto puesto que el resto de la América le cede por los infinitos bienes que debe al creador. Tenemos ya felizmente entre nosotros una porción respetable de extranjeros que aunque profesan diversos principios religiosos son por su moralidad e industria otros tantos dechados de buenas costumbres. ¿Los ha llamado el gobierno para que los charlatanes los insulten? ¿Merecen de nosotros la diatri- ba por que sus padres no quisieron ni pudieron imbuirlos de otros principios? ¿No parecerá a otros menos ridículo la absoluta prohibi- ción del puerco que la del pescado en ciertos días sin un papel mal

3 Se asegura que no son estas exactamente las palabras de la señora aunque si el sentido: no había taquígrafos en la mesa. 4 La asistencia a tales actos es la atribución en que más se ha tratado de sostener a la actual municipalidad. Se han ordenado arrestos y multas para que no falten los ilustres miembros porque se asegura que según los principios diplomáticos del día la asistencia a las fiestas, estaciones y procesiones está íntimamente ligada con la salud pública. ¿Hasta cuando españoladas? 96 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 escrito? El magistrado a quien la señora dirigió su agudeza le merecía sin duda el concepto de santurrón. Concluiremos diciendo que no es la opinión de tal con la que harán su gloria los que en el nuevo mundo aspiren a libertarnos del fanatismo religioso y civil que para exterminio de razas que sin ser cristianas eran inocentes y quizá vir- tuosas, nos trajeron del otro los héroes castellanos. El biznieto de Guaycaypuro.

Sr. REDACTOR DEL COLOMBIANO.(*)

Caracas Abril 4 de 1826. Muy Sr. mío: -habiendo visto que U. en su número 149, ha im- pugnado con la solidez que acostumbra, el folleto titulado, la Ser- piente de Moisés, creo no estar engañado en la esperanza de que se dignará darle también la luz a las siguientes reflexiones que tiene el honor de dirigirle su atento seguro servidor Q. B. S. M. A. R. La opinión de un Patriota He sido simple espectador y testigo imparcial de todo lo dicho y hecho con motivo de la reimpresión de la Serpiente de Moisés: he visto y meditado los escritos que en pro y contra han salido hasta el último pliego: Constitución de Colombia defendida por la Serpien- te de Moisés, pareciéndome haber procedido en el examen de las razones de ambos partidos con solo el deseo de conocer la verdad, y porque creo que el resultado de mis reflexiones puede ilustrar la materia, ha resuelto darlo a luz como sigue:

* El Colombiano, N° 152, Caracas, abril 12, 1826. IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 97 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO Leí la Serpiente antes que fuese acusada, porque un amigo clé- rigo me la facilitó y puedo asegurar, que preguntado por él mismo delante de otro clérigo pasados unos días de haberla leído, por mi opinión le contesté con ingenuidad que no estaba de acuerdo con los principios que ella establecía, lo que dio motivo a una acalorada discusión, que tubo por resultado el convencimiento de mi amigo y conformidad con mi opinión. ¿Y cómo podría ser de otra manera? ¿Qué razón despreocupada puede resistir a los argumentos que le hice? Yo no le hago favor asegurando que tiene un sano juicio, y no conoce otra guía que la razón en todo lo que no es de estricta fe; y esta opinión que tenía de él me movió a entrar en materia. Yo principié mi discurso haciendo distinción de tolerancias: tolerancia de personas o de culto privado, y tolerancia de religiones o de culto público; le hice ver que la primera estaba admitida por la República por los artículos 3 y 183 de la Constitución por el art. 3 de la ley sobre el modo de conocer en las causas de fe, y por el art. 12 del tratado de amistad con la Gran Bretaña; y no la segunda. En seguida le hice ver que la opinión de los tolerantes o de los que establecen la necesidad de admitir la tolerancias de persona, y aun de cultos, no es herética, porque no sólo no se opone a ningún dogma definido por la Iglesia, ni aun a texto alguno terminante de la Escritura, pues los que ha citado la serpiente, se entiende con los Excomulgados “vitandos o puestos en tablillas”, y no con el resto de los herejes, sino que tiene en su favor muchos del evangelio. Después le demos- tré que la nación puede ser tolerante con cualquiera de las especies de tolerancia según sus circunstancias, por las razones siguientes, a saber: primera, que las leyes del Estado y los preceptos y dogmas de la religión, no tienen ni pueden tener alguna conexión entre sí, pues aquellas están destinadas para hacer la felicidad temporal de los pueblos, y estos la espiritual de los individuos; segunda, que la nación puede obligar a los Ciudadanos al cumplimento de las leyes por medio de penas sensibles, cuando la mayor pena de la religión es la excomunión puramente espiritual; y última, que la religión Cris- 98 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tiana, Católica, Apostólica, Romana, es exclusivamente intolerante en sus principios como lo demuestra uy bien Mr. Ducreux en su introducción a la historia eclesiástica, porque siendo ellos así dogmá- ticos como morales, invariables, no puede mudar alguien o admitir otro nuevo en su seno sin dejar de serla religión Cristiana, Católica, Apostólica, Romana; pero que la nación no es la religión: que ella a lo más podrá tener una de Estado, esto es reconocer , que la mayoría de los Ciudadanos protesta esta o aquella: pero nunca impedir al res- to el uso de la que hubiere adoptado; porque la libertad religiosa o de conciencia es uno de los derechos inalienables del hombre, el que puede tributar al Creador el homenaje que le es debido en cualquier culto que le parezca el verdadero, aunque yerre en la elección, por- que es hombre; sin que en esto pueda intervenir ningún Gobierno que no quiera arrastrar la nota de despótico, de la que ha huido Co- lombia sancionando y asegurando los Ciudadanos este derecho en la Constitución y leyes ya citadas. Hice también ver a mi amigo, que la Serpiente no sólo se dirige como se supone contra la tolerancia de religiones o cultos públicos en Colombia, sino que ataca la existencia individual de los extranjeros no Católicos;5 concluyendo con decirle que los principios de su autor no eran muy patrióticos, pues que llama impío e inconsecuente Rousseau porque fue el primero que estableció y probó hasta la evidencia, el derecho que tienen los pue- blos de insurreccionarse cuando el Gobierno ha hollado las bases de su Constitución, principio vital que hace la felicidad de Colombia y justifica su emancipación: de todo lo cual, inferí que la reimpresión y publicación de la Serpiente, era peligrosa y opuesta al verdadero patriotismo. Me extendí más, y le hice ver que era necesario no engañarnos, que el que se opone a la existencia de los extranjeros, a su libertad

5 Aún cuando la Serpiente como dicen sus defensores, sólo se opusiese a la tolerancia de religiones, siempre se verificaría oponerse a la de personas, porque aquella es consecuen- cia necesaria de esta, como se demuestra en algún párrafo. IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 99 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO religiosa, como la gozan al presente, y aun al establecimiento de cul- tos públicos en Colombia, debió oponerse a nuestra emancipación política de la España, y debe oponerse a nuestros progresos en las instituciones liberales: ¿por qué como conciliar el Gobierno popular representativo en una extensión de más de sesenta mil leguas cua- dradas con una población de sólo tres millones de habitantes cuyas dos terceras partes no saben leer ni escribir, y la tercera parte de la otra, sabrá lo que es el Gobierno representativo? Era imposible que se concibiese el proyecto de emancipar a la América o alguna sec- ción suya, sin que se creyese de primera necesidad admitir a todos los extranjeros, y entre ellos los de otras religiones que la Católica: bien se ha preconizado esta verdad aun en la Cátedra del Evangelio, como una fuerte objeción a la revolución e independencia. Y bien: se creería llamarles y admitirles para privarles del más precioso dere- cho que tiene el hombre? Enhorabuena, que a los principios como estamos, solamente se admitan las personas y se les permita un culto privado por respeto a un pueblo que doctrinado bajo la virga férrea de la Inquisición se espanta con sólo el nombre de una secta; pero quien niega que a la vuelta de pocos años las actuales leyes de Co- lombia la pondrán en la necesidad de permitir el culto al público de todas las religiones? ¿Quién podrá desconocer los efectos necesarios del art. 3 de la ley sobre el modo de conocer en las causas de fe? El establece que el seguimiento de tales causas no podrá entenderse con los “extranjeros que vengan a establecerse temporal o perpetua- mente ni con sus descendientes, los que no podrán ser de modo al- guno molestados acerca de su creencia”. Colombia pues, ha abierto sus puertos a todos los extranjeros de cualquiera religión, y una ley debe sancionarse que les permita contraer matrimonio con las Co- lombianas; y aunque así no fuese, antes de concluir esta generación no tendrá Colombia un número bastante crecido de ciudadanos de diversas religiones que reclamen la igualdad de derechos? ¿y no es el primero el libre de la religión? ¿Y quién se atreverá a negar la justi- cia con que ellos reclamarán el derecho de ejercer su religión como 100 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 los católicos ejercen la suya? Salga el que lo piense y arrastrará con los títulos de infractor de la Constitución y violador de la igualdad de derechos, todo el peso de la execración pública. Colombia pues en breve debe ser tolerante de religiones. Es necesario ser muy ex- tranjero en los principios políticos y en la historia de los pueblos, para desconocer esta verdad; y yo explicaría por esta previsión la oposición que la independencia encontró y encuentra en muchos eclesiásticos; pero como ya no les es posible contrariar la opinión pública, ni menos impedir la marcha de las instituciones liberales de la República, los mismos clérigos patriotas se implican en sus princi- pios y quieren república sin extranjeros. De todo quedó convencido mi amigo y otorgó sin réplica; y aquí le dejo yo para exponer el resto de mis reflexiones sobre lo después sucedido. Confieso que más sorpresa me hubiera causado el que no se hu- biese dado al asunto de la Serpiente la importancia que todos sabemos que el que se resintiese de ello el prebendado Santana que aunque patriota al fin es canónigo, acusado ante un tribunal civil y residencia- do a presencia de un pueblo ilustrado6 como lo habría sido cualquier ciudadano, y no veo por qué razón sino por esta se resienta de aquella publicidad, pues yo siempre creí que debía serlo todo lo posible y tanto mejor para el acusado; pues si su patrono hubiera contestado victoriosamente los argumentos de la acusación, el público se habría persuadido de su inocencia, y el jurado hubiera temido condenar un papel justificado a los ojos de la opinión: pero muy lejos de eso, el mismo Sr. Mercader estaba de acuerdo con la opinión del acusador como lo manifestó cuando, exponiendo el asesor simplemente y con demasiada imparcialidad los fundamentos de las partes, le hicieron tal fuerza los del acusador, y conoció tanto la debilidad de los suyos, que

6 Cuando Colombia defendida por la Serpiente de Moisés ha dicho en el cautiverio de 18 de Marzo se componía de muchos infelices labradores, ha demostrado en esto solo que su autor no es el prebendado Santana porque este Sr. que asistió al acto no puede decir una mentira, y todos sabemos que lo más escogido de la ciudad estaba pendiente de los labios del Cicerón moderno. IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 101 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO creyó que el asesor se había declarado en su contra; cuando el público todo sabe que lejos de ofenderle en su exposición, le hizo demasiado favor, pues se dice que bastaba oír una defensa tan desprovista de ra- zones, para juzgar de la justicia de la causa. Mas yo advierto en los papeles del prebendado Santana varios rasgos que me hacen dudar de la buena fe que debía caracterizarle en la defensa que para su oprobio, ha emprendido más como ins- trumento que como agente principal. Porque primeramente ¿no se descubre un fin siniestro en la publicación que se dio a las “cues- tiones del día”, cuando estando para decidir el segundo jurado, una pregunta se presenta bajo diferentes formas, y se hacen seis aparen- tes de dos que son en el fondo? ¿y quién no conoce que hasta con la suscripción enfática de la responsabilidad se trataba de embrollar la materia y de amedrentar el jurado? Mas como no lo consiguió, calumnia ahora contra el expreso mandato del Salvador, y asegura que “se han infundido miedos, y mando de otros irregulares arbi- trios para la condenación de la Serpiente”. ¿Y si esto es así que unas tiene que hacer para probar la nulidad? Pero hablar no cuesta nada. Advierto más: y es, que entre todos los papeles que ha combatido la Serpiente, el que lo ha hecho con más precisión es el titulado la Serpiente y Colombia; y es cabalmente contra el que más se encarniza el Prebendado Santana. Prescindo de las notas porque ellas no son más que indicaciones ligeras de las opiniones de su autor, y la fuerza del papel consiste en la comparación que hace, y la contradicción que manifiesta entre la serpiente y nuestra constitución y leyes; ¿y qué se responde a ello? Que es un aborto; pero ¿demostrar que no hay tal contradicción como está a la vista en el folleto? Eso no. ¿Y esto no se llama mala fe? Pues se llamará ignorancia. ¿Hay más? ¡que tenga valor el prebendado Santana o más bien su Mentor de ponerle por título al último papel Colombia defendida por la Serpiente de Moisés! Esto no se puede sufrir. ¿Con qué, un papel que desconoce el principio porque existe Colombia; que ataca la dulce y lisonjera tolerancia de personas y de cultos; que eclipsaría las glorias de Colombia, si no se 102 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 hubiera refutado tan victoriosamente por tantas plumas, y conde- nando como merecía; y que todo es, menos sabio y libre podrá de- fender a Colombia? ¿Cómo se aplicará aquel verbo defender? A no ser que tenga alguna nueva significación como la voz editor, siempre sostendré que es insultar a Colombia suponerla defendida por un folleto tan despreciable y condenado ya por sus leyes. Una palabra sobre la carta del Alemán. Revienta por decir que la idea de que ella es un plagio no es originaria del prebendado San- tana; antes que él alguno ha dicho que es de Voltaire, y yo no se cómo aquel grande hombre hubiera podido escribir una carta tan adaptable a las circunstancias de la serpiente, pues decir que es pla- gio porque su autor tomó de Voltaire las ideas históricas que ella contiene es condenarnos a no escribir nada histórico que este escri- to, que es un imposible. Sin embargo esto se quiere porque el estilo enérgico de la carta no es muy común. ¿Qué resulta de todo lo que se ha escrito acerca de la Serpiente? ¿Que ella ha quedado confun- dida, victoriosos su antagonistas y sus defensores, acogiéndose por último recurso a la tolerancia para establecer la intolerancia? ¿Quién tal creyera? Y luego; que mucho que los tolerantes para conservar la tolerancia ¿sean intolerantes con la intolerancia? Pero ni aun en esto voy de acuerdo con el prebendado Miguel Santana. La Serpien- te ha sido condenada como sediciosa, no como intolerante, y sus partidarios han tenido toda la libertad necesaria para escribir en su defensa sin que los tolerantes hayan hecho más que confundir sus producciones por la imprenta. Ultimamente se dice que el preben- dado Santana ha ocurrido a la Corte Superior de Justicia: de donde se infieren dos cosas –primera que no es sólo su bolsillo el de los gastos; él me lo perdone, pero por acá se trasluce algo. Segunda este Sr. quiere ver repetido el día 18 de Marzo; y luego ¿cómo le hemos de creer que dice de corazón que este día no debe contarse entre los de Colombia? El pobrecito; él verá su desengaño. Amén así sea. IRIS DE VENEZUELA, EL ANGLO-COLOMBIANO, 103 EL COLOMBIANO Y EL CONCISO OTRO Sres. Redactores del Conciso Un rinconcito por caridad en su interesante diario para el si- guiente artículo y quedarán a UU. muy reconocidos sus afectísimos servidores. Unos venezolanos. Venezuela que hasta ahora ha sido dominada por la más cruel de las plagas cual es el fanatismo religioso; alza por fin su frente hu- millada por tan largo tiempo ante este horrendo ídolo y alza por fin su frente humillada por tan largo tiempo ante este horrendo ídolo, y lanza al más profundo olvido el nefando poder de los que lo soste- nían presentando por medio de sus legítimos comisarios el hermoso proyecto de ley que declara no estar prohibida en su territorio la libertad de cultos. ¡Loor eterno, loor eterno a la honorable Cámara de Representantes del año 5º de la ley por tan digna resolución, pues que han correspondido con exactitud al deseo más ardiente de sus comitentes! Desearíamos que los dos honorables representantes de Apure y Trujillo, que han votado contra la admisión del proyecto, se convenciesen de que la triste y miserable opinión del clero preocupa- do y de cuatro viejas rezanderas, no es la opinión de los pueblos de Venezuela; y que la dicha y prosperidad de ellos pende en gran parte de la tolerancia religiosa. Recomendamos pues a dichos señores el noble y magnánimo ejemplo de los honorables Rivero y Vallenilla. ¡Legisladores! Manteneos sordos al clamor de la superstición que continuamente va a herir vuestros oídos, y dadnos en la pre- sente legislatura la ley que habéis iniciado con tanta libertad y que con tanta ansia esperan los pueblos vuestros comitentes. Recibid honorables representantes, por tan sabia medida, las felicitaciones que os hacen Unos patriotas amantes de la tolerancia.

XIV

RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 1764-Quito, 1831)

SENTIMIENTO TERCERO(*)

(*) Antonio Ramón Silva (tomo sexto de Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida recogidos por el Illmo. Señor Doctor Antonio Ramón Silva, Obispo de la misma Diócesis. Mérida, 1922), sobre materia de tolerancia el Obispo Lasso de la Vega, expresó sus ideas en diversos momentos de su trayectoria episcopal, pero es en el escrito Sentimiento tercero donde expone en forma orgánica su pensamiento sobre la materia. Para mayor informa- ción también el Obispo de Mérida, Monseñor Antonio Ramón Silva al referirse a este escrito, ilustra al lector con la siguiente información: Advertencia: En vista de los Indices que se han publicado de los trabajos del Illmo. Señor Lazo en aquella època, creemos que nuestra colección es completa; pues, aunque en ella no aparece un artículo titulado Discurso contra el Tolerantismo, la razón de ello es que ese Artículo está incluido en Mis Sentimientos, y ocupa allí el tercer lugar, como hemos podido comprobarlo, pues tenemos ambos documentos impresos en Bogotá (Ver tomo sexto, pp. VII-VIII. El sentimiento tercero, en pp. 371-388).

SENTIMIENTO TERCERO Domine ¿nonne honum semen seminasti in agrotno? ¿Unde ergo habet zizania? Et ait ellis: inimicus homo hoc fecit. Señor, ¿por ventura no sem- braste buena semilla en tu campo? ¿De donde pues tiene zizañas? Y les dice: el hombre enemigo hizo eso [Mat. C. 13]. Tolerancia, tolerancia. Y qué, ¿no nos confundimos? ¿No nos llenamos de la mayor vergüenza y temor? Quiera pues Dios que este mi sentimiento cause en todos los que habitamos, y habitaren en la República iguales efectos. De habitantes hablo: porque no excluyo a los señores extrangeros, aunque sean de las sectas que fueren. La parábola de donde he tomado las palabras, con que intento persua- dirlo, es el símil mas propio para todo, y que no quede efugio alguno. “Se asemeja dijo Jesuchristo, el Reyno de los Cielos, a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero durmiendose los hom- bres, vino su enemigo, y resembró en medio del trigo zizañas, y se fue habiendo, pues, crecido en yerba, y graneadose, aparecieron tambien las zizañas. Entónces los siervos del Padre de amilia se le acercan, y dixeron: Señor, por ventura no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde; pues, tiene zizañas? Y les dice: el hombre enemigo hizo eso”. En ello ya desde primera vista se nos presentan particularidades que debemos muy detenidamente considerar. Tenemos una causa, que aunque motiva, es lo primero que debe llamar la atencion, para que no se dispculpe la obligacion, que en general nos asiste á todos para oponernos respectivamente mas ó menos según el estado ó grado en que nos hallamos. Hombres que se durmieron nos pre- senta el sagrado texto cum dormirent homines: y siervos del Padre de 108 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 familia, a quienes como mas de cerca incumbia precaver los daños de lo sembrado. Servi Patris familias dixerunt. Por mi parte confieso no puedo dejar de considerarme en este número; del anterior ninguno de los fieles se excluye. Siervo soy del Padre de familia; los fieles hombres de la casa. El campo sabemos es la Iglesia y precisamente entendida por la circunscripción del terreno. A la verdad de Dios es la tierra, y cuanto la ocupa, y toda su redondez: (Salm. 23). Pero ahora como que se divide, y se señala parte especial in agro suo. ¿Qué mayor motivo para estimular nuestra obligación? Nos ha hecho el Señor porcion privilegiada suya. La semilla es la palabra de Dios, y no como quiera, la que ya ha hecho raíces, y crecido en yerba, sino tambien la que ya tiene fruto: cum crevisset herva, et fructum fecisset. Por lo cual no puede propiamente entenderse, sino de la misma palabra de Dios en cuanto está ya arraigada en nuestros corazones, y lleva frutos, que es lo mismo que decir, es la fé viva y con obras. De con- trario encontramos zizañas superseminavit zizania, crecissent zizania; que si se interpretan por algunas otras especies de pecados, el comun de los Padres las entienden por las heregías [Div. Tom 2. 2. Quæst. 11 art. 3.] No: no son los hereges miembros de la Iglesia en cuanto á lo formal, y constituir su cuerpo; sin embargo están en la Iglesia. ulti- mamente un hombre enemigo se nos presenta, que aprovándose del sueño de los demás es quien siembra la zizaña: inimicas homo hoc fecit, lo cual ciertamente convencerá cómo lo dicho, y con lo que la histo- ria nos recuerda, haber brotado las heregias de la perversidad de los mismos cristianos. De nosotros salieron, dijo S. Juan, pero no eran de nosotros [1. C. 2.] Y en efecto, ¿quien mas en verdad merecerá el ignominioso epíteto de hombre enemigo, que el que habiendose incorporado con Jesucristo por el Bautismo, trate de sembrarnos lo que directamente se contraría á la raíz de la vida espiritual; que en él se nos dio reengendrándosenos á la gracia? Enemigo cruel. Sin em- bargo no temamos: él podrá matar el cuerpo; al que debemos temer es al que puede tambien arrojar el alma á los infiernos. Este es Dios; pero su justicia no se exerce sino por el pecado, y contra el pecador. RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 109 1764-Quito, 1831) Dígase, pues, que debe haber tolerancia, y que sea aquella que llaman religiosa; y dándose un paso más, dígase que pueden los de las sectas casarse con las de la Religión Católica. Mi obligación á la defensa, oponiéndome en todo, está indicada, creo no necesita com- probarse. Oh Timotéo, decía el Apóstol, á este su discípulo: “guarda el depósito evitando las novedades profanas de voces, y las oposi- ciones de falso nombre de ciencia, la que prometiéndose algunos, cayeron de la fé (1ª c. 6.)”. Y en el Apocalípsis tenemos reprendido el Obispo de Pérgamo por permitir en su Diócesis los Nicolaítas (c. 2.). En breves palabras, somos los Obispos los Pastores de la casa de Israel, á quienes sobre todos corresponde la vigilancia; y no como quiera sino la de ver: frase de que usó Jesuchristo encareciendo mas esa nuestra Vigilancia: videte, vigilate: Quod autem vobis dico, omnibus dico, vigilate. A todos, velar; á los Pastores tambien ver. Esto se nos repi- te anualmente en la Misa de aniversario de nuestra consagración: y quede advertido. Por lo que hace á la inteligencia del campo, nada mas tengo que decir, con tal de que no se olvide la recta inteligencia de su division, sin propasarse á dividirle más, como me acuerdo haber oido pretendiendo pluralidad de Iglesias, y aturdirnos las orejas con la cantinela de que “la Iglesia está en el estado”. Es locución peligro- sa, y como se trata de aplicarla, error contra el Dogma. Está el alma en el cuerpo (comparación todavía muy diminuta). ¿Se sigue por ventura que el alma sea cuerpo? Hasta allá se han de precipitar. Pero concluyamos este presupuesto; y lo mismo el de la “semilla”, y el de la “zizaña”. De semilla arraigada y con frutos es de la que hablo; y zizaña que todavia, gracias á Dios, por lo que hace al punto a que me contraigo, cuando mas podemos considerarla, como esparcida al aire y péndula en el. El hombre enemigo llame toda nuestra atención. Y en primer lugar, por lo que me consta, nada me detiene afirmar no lo son los S. S. extrangeros á quienes he tratado, ni otros de quienes tengo noticia. Muchos se han casado en mi Diocesi, abjarando antes sus errores con la mayor sinceridad, y sumisión á la Iglesia. tampoco me per- 110 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 suadiré hayan aceptado el convite de su inmigración con el perverso ánimo de pagarnos con el mayor de los males, que sobre Colombia pudiera venir. A mas de esto por su instrucción y buena criansa nos han reconocido, y reconocen por una nación ilustrada; no gentil, ni salvage. Semejante infamia de “salvage” cual leí en su equivalente de que la “República no tiene Religión” es parte del atolondramien- to, que no perdona sofisterias, con tal que ilumine como dicen, sus errores. ¿Y qué adelantan? Comprobar que ni un discurso tienen para reflexionar, puesto que la cuestion supone que la Colombiana ha de ser Católica: y que mas vale no tener religion, que plantarnos las sectas. No: no piensan así los señores extrangeros. La industria, el comercio, y la mayor fraternidad en lo económico y político, es lo que todos vemos nos han traído. Otros pues son “hombre enemi- go”, y á quienes por tal deben tener tambien nuestros extrangeros. Y es claro. Estos señores comprenden cual es el verdadero espíritu de las doctrinas, con que declamándose “tolerancia”, mal entendido, se les hace convertir en su mayor daño. Dicen que la Religión Católica es tolerante; que lo fue Jesucristo; y que lo fueron los Apóstoles, enarbolando la bandera de la victoria con repetir aquello de San Pa- blo: “el varon infiel es santificado por la muger fiel y la muger infiel por el varon fiel (1º Cor. 7)”. Callan los demas, esto es, que el Após- tol hablaba de Matrimonios ya contraidos, y de solos los infieles: si qua mulier fidelis habet, virum infidelem &. Y lo que es del todo impor- tante, a saber que fuese sin ofensa del Criador y con la condicion de que sus hijos se bautizen: alioquin filii vestri inmundi essent, nunc autem mundi sunt. Luego, mas que evidente es, que el fin de la permision era de que el infiel se conviertiese, precavido en lo posible del peligro de la perversion el fiel, ó la fiel. Y respóndase ¿Nó es cierto que declarada la tolerancia, como se pretende, el peligro se aproxima, y se aleja la esperanza? Luego contra los mismos nuestros extrangeros discurren, y es cuanto alegan, cerrandole la puerta á la divina gracia, y franqueándola á la iniquidad: no una sola, sino cuantas son sectas, que se introdugesen. RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 111 1764-Quito, 1831) Esta gracia divina no se compadece con el pecado, y su delica- deza nos obliga á no aproximarnos á las ocasiones de perderla; ya que las remotas no podemos evitarlas todas, viviendo en este mundo, mar de tantas borrascas y tempestades. ¿Qué “concordia puede ha- ber de Cristo con Belial?” Dijo el Apóstol, “¿O que participación del fiel con el infiel? (2 Cor.)”. en cuyo testimonio ya vemos de contrario que ni la Religion Catolica, ni Jesucristo, ni sus Apóstoles pueden, como se quiere, decirse tolerantes. “Como se quiere” digo, porque el intento es deducir debe sancionarse la introducción de los cultos de cualesquiera sectas. La voz tolerante mas bien explica el que padece, que el que hace. Es un verbo, cuya significación es pasiva, no obs- tante que su pronunciación suene activa. De este modo me explicaba en el congreso constituyente. Asi fue que en la ley sobre el modo de proceder en el conocimiento de las causas de fé, se determinó que no inquiriendose por la Religion, o secta que los extrangeros pudie- sen tener, mientras no se inscribiesen en los libros parroquiales; con todo supiesen no podían perturbar de modo alguno nuestros sagra- dos cultos. En las discusiones se propuso allí la misma parábula con que habló, y que el padre de familia viendo ya juntamente las zizañas con el trigo, prohibió á sus siervos las arrancasen: sinite utraque crescere usque ad messem. ¿Podrá decirse que el mismo padre de familias fue el hombre enemigo, que sembró las zizañas? ¡Torpe atolondramiento! ¡Blasfemia sacrílega! Y sin embargo tolerante podrá concebirse, en cuanto sufrió la permanencia de tan mala yerba con la buena semi- lla; aunque intolerante en improbar, juzgar y condenar el hecho del hombre enemigo: inimicus homo hoc fecit. Manda se reserven hasta el tiempo de las mies y que se quemen: he aquí la condenación. Declara quien hizo el mal: he aquí el juicio. Le dá á este hombre, que tal hizo, el nombre de enemigo: he aquí el improperio. Por que cierto será eternamente, y todos confesámoslo agradecidos, que Jesucristo ese nuestro amante padre de familia, lo que hizo entre nosotros, fue lo que su misma Magestad dijo yo con las mas enfaticas expresiones. “Yo vine á poner fuergo y no quiero sino que arda: ¿Juzgais vine a 112 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 dar la paz? No: os digo vine a dar la separación? ¿Pacem?” Non, dico vobis, sed separationem. “De cinco que haya en una casa, tres se dividi- rán contra dos, y dos con tres: el padre contra su hijo, y el hijo contra su padre, la madre contra su hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera conta su suegra (Lucæ 12)”. Todo esto ya se vé, que es enseñarnos el aborrecimiento santo que debemos tener aun respecto de nosotros mismos, por no incurrir en separarnos de Dios por el pecado; y aun cuando todavía no nos hallasemos unidos á su Magestad por la gracia, no detenernos en aborrecernos, y abo- rrecer á nuestros padres, y deudos por lograrlo, según se expresa el mismo San Lucas mas adelante en el 14: Si quis venit ad me, et non odit patrem suum et matrem, et filius et fratres, et sorores adhuc autem, et animan suam, non potest meus esse discipulus. Entremos pues ya en la cuestión. Es de sancionarse dicen, la tolerancia llamada religiosa, y que se declare pueden casarse con los de la secta protestante las de la Religión Católica. ¿Pero no está con- vencido se supone lo que todavia no existe? Luego ni aun a la voz de tolerancia ha lugar. Todo es evidente. Lo que hasta de presente hemos tenido, y teníamos tambien desde antes de ahora era el trato y comercio en lo económico, y político. Puede tambien decirse mas [para que se vea nada omito de lo que quiera alegarse] y es, que iba- mos a los paises extrangeros, y en ellos sin duda alguna estabamos en medio de la tolerancia religiosa, como por dos veces me ha acon- tecido en la Isla de Jamayca, puerto de Kingston. Allí no solo oia la voz, sino que palpaba la misma tolerancia especialmente cuando me aturdían los oídos los judíos con sus clamores, y cantos descompa- sados. Riesgo hay en ello: y ojalá según es de providenciarse, no se permitiesen semejantes viajes à los debiles en la fé. Con todo, la des- proporcion de esto con lo que se pretende es sin límites, excedien- dose aun á sí mismo. Aquello es la sombra, esto es el propio cuerpo. Veamoslo claro. Ya se alejo de nosotros el que así es viajante: no era sino un miembro de nuestra sociedad: y va no á influir á que se erija el mal, sino absolutamente á sufrirlo. Yo vuelvo pues mi reflexion RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 113 1764-Quito, 1831) sobre la República, llamando con particularidad la atencion a los pa- dres de familia. ¿Que nos enseña la experiencia de muchos, muchos jovenes, y tambien hombres mayores a la vuelta de la extrangería? Vengan en hora buena ricos é ilustrados: pero si al mismo tiempo corrompidos: ¡Que dolor! Y fórmese ya la comparacion. Es toda la República la que va á exponerse con el proyecto: niños y viejos y aun los que estan por nacer, sabios e ignorantes; fuertes y tímidos; poderosos y necesitados; y el sexo femenino, que por lo mismo que es devoto, debia compadecernos por esa su piedad. Por la otra parte, la República no hay duda se resiste según es público, y notorio. Ella sin poder salir de si misma no tiene la esperanza de volver, y gozar el bien que una vez se le haya alejado. Depositada su soberanía, en cuanto al ejercicio, en los que á sus votos la representan, ella esen- cialmente la conserva en sí y es de todo el lleno de la expresión, la soberana. Luego obra de sus manos se dirá lo que sus mismos re- presentantes sancionaren: y de consiguiente que influye en su mal. ¡Triste suerte! “No hago el bien, que quiero”, repetirá con el apostol; “sino el mal que aborrezco”: non quod volo bonum hoc ago; sed quod odi malum, illud facio. ¿Dejará de ser una tolerancia que se exceda á la misma tolerancia, que se pretende? Bien pudiéramos todos seguir con la esclamacion con que alli sigue San Pablo: ¡Infelix Ego homo! ¿Quis me liberabit de corpore mortis hujus? Muerte no como quiera, sino que palparse puede, como se palpa el cuerpo, oyendo y viendo tan diferentes cultos. Pero yo me detengo. No ha lugar á la tolerancia decia, por que, en efecto, á la misericordia del Señor debemos conservarnos hasta ahora en la “Santa Religion” Católica Apostólica Romana, infirien- dose de ello, por lo mismo, es de nuestra obligación defenderla en esa su santidad. ¿Y qué, no basta la ofendamos en las materias mo- rales con la corrupcion de costumbres? He aquí un nuevo poderoso argumento, que insinuaré, como de paso. ¿Podrá, digo, sancionarse la mas pequeña corrupcion de costumbres? En las materias de fé no hallan los Teologos parvedad: todo es pecado grave, si no disculpa 114 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 la ignorancia (que rara vez deja de ser vencible) ó la falta de ple- no conocimiento. Dicha Santidad presupone la Unidad de la misma Iglesia. “Un Dios, una Fé, un Bautismo, y una su cabeza visible en la tierra”. Por tanto, si siendo Santa, es y ha sido una entre nosotros ¿de donde viene que la hagamos sufrir lo que hasta ahora no ha sufrido? No lo neguemos. Este es argumento ineluctable, que convencerá siempre: solo puede hacerle ineficaz “el hombre enemigo”, que se introduzca a sembrarnos la zizaña; y tanto mas enemigo, cuanto á la luz del dia, despiertos y velando, nos violente, cuando no podemos de otra suerte resistirle, sino con la voz, y exhortaciones. A la verdad, esa Unidad de la Iglesia se resiente, atacada su San- tidad del modo que se proyecta. Primero, por el peligro de perver- sion en la fé: y en segundo lugar por la oposicion abierta, que se hace á los sagrados Cánones. Para ello supongo antes lo que en vano es, se glorien oir los contrarios, esto es: que la tolerancia de cultos no es por su naturaleza mala, sin embargo de que los cultos siempre sean malos. Concurrir a ciertos pecados, hay casos en que deja de ser cul- pa. A Naaman curado de la lepra por Eliseo, le dijo este Profeta, ve en paz, vade in pace, contestándole al ruego que le habia hecho, que le encomendase á Dios para cuando entrase su Señor á adorar al Tem- plo de Remon, y estribando sobre su brazo, hiciese tambien él algu- na inclinacion [4. Reg. Cap. 5.] Solamente los actos internos son los, que no pudiendo padecer fuerza no tienen disculpa. Los externos tampoco la tendrán, si son demostrativos de dichos actos internos, y principalmente dándose causa de escándalo, como de contrario se convence en la heroica resistencia de Eleazaro cuando se negó á comer las carnes prohibidas, por no dar mal ejemplo a la juventud [2 Machab. 6.] Por lo mismo para que no haya culpa, como he dicho solo ha de ser un mero concurso material, sin influjo alguno directo en lo malo. Asi se entiende al Angelico Doctor en la cuestion 10 art. 11 parte segunda de su segunda parte de su suma; sirviendo esto de gobierno contra charlatanes. La comparacion de que se vale es la de la divina permision para los pecados, no ignorandose que Dios solo RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 115 1764-Quito, 1831) concurre á lo material. Y hay todavia algo de menos respecto de los hombres por que nosotros no sabemos de los males morales sacar bienes. Por ejemplo permite Dios el pecado de Pedro, para que se convierta; y Pedro, nunca puede sin pecar consentir en ese su peca- do. Ultimamente como nuestro concurso no es aquel general, y uni- versal de Dios con la criatura, sino que unas veces lo presentamos, otras no, solo una necesidad absoluta será la que nos disculpe; nunca directamente influyendo, sino solamente permitiendo. Vuelvo sobre mi discurso. No se trata de tolerar, sino de intoducir la tolerancia. Luego inimicus homo hoc fecit, debe ser la conclusion. Y sigamos. Del peligro con repetición zelosamente se ha escrito en nues- tros días, y no faltan obras magistrales antiguas y modernas, donde se beba la sana doctrina. Cieramente en uno y otro Testamento se leen sentencias, que son de temerse aun para la comunicación solo política. A la verdad puede en ella haber peligro, y á proporcion pecado. En lo religioso con dificultad deja el mismo peligro de ser muy activo. Tal es pues en primer lugar el fundamento, que debemos escrupulosamente reflexionar; por que si el comercio, la industria, lo económico, y político es lo que se busca, y queremos, no se traspase su línea. Haciendo otra cosa, digase ¿Cuál sea el fin, que para ello se proponga? No puede ser el perverso, que he refutado, de que nues- tros extrangeros sean tan tenaces en sus cultos, que quieran ser “el hombre enemigo”. Hacerles decir que no pueden por más tiempo privarse de esos sus mismos cultos, tampoco carece de tenacidad: y entonces ya algo tendría de activo su influjo; por que mas debía pesar en su consideracion, nuestro daño. Yo no convendré con que desconozcan la atracción, que envelve en si todo acto religioso falso ó verdadero. Siendo público precisamente se caracteriza de convite: el convite impele á la obstentación: la obstentación obliga á la curio- sidad: y la concurrencia, que á lo menos por esa curiosidad se haga, pasa á las alabanzas, y á los aplausos. Nada de esto está fuera del orden, convenciendose por lo mismo la actividad del peligro. Mas no sean dichos señores extrangeros los que hablen; otros lo hagan 116 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 por ellos á pretexto de complacernos en la materia, aunque repito es injuriarlos; puesto que el resultado ha de ser nuestro daño. Dígase es debido correspondiendo á sus franquezas, para mas congratular- los, permitirles el libre egercicio de sus cultos; y que se casen con nuestras colombianas. ¿Congratularlos con que ofendan á Dios? Los falsos cultos siempre son pecados. No se entrega el cuchillo, aunque sea propio, al hombre que con él se ha de matar; y esto sin que valga decir que era un loco, y que solo se quitaría la vida del cuerpo. Otro es el peligro que debo manifestar. En lo dicho no es peli- gro lo que hay, sino el mismo mal; y ya se vé que la reflexion com- prende á cuantos presten influjo, puesto que es mas que consentir. Considerémoslo, pues, tambien como meramente concurso pasivo. De los escándalos dice el Evangelio, es necesario que los haya, ya por una necesidad de la naturaleza corrompida, y ya como se explica san Pablo, hablando de las heregias, para que los buenos se prueben, y manifiesten 1( Cor. C. 11). Pero ¡hay de aquel quien viene el escán- dalo: væ homini illi, per quem scandalum venit! (Math. 18) y desgraciados tambien aquellos que hayan incurrido en el escándalo. No habrá, pues, quien salga de fiador, de que no se corromperán en la Religión muchos de nuestros conciudadanos; ya que en prudencia es impo- sible no sea así, con solo lo que indiqué de los viajantes á los países estrangeros. A estos, que pueden escandalizarse, se refieren los tes- timonios de la Escritura, que dejó á las plumas de los que han pre- cedido con sus impresos. El del Apóstol San Pablo sea el único, que alegue en aquel pasage de haber entregado á Satanás, ó excomulgado á cierto Corintio incestuoso; pues dá la razón al intento, diciendo nescitis quia modicum fermentum totam massam corrumpit? Una pequeña parte de levadura corrompe toda la masa. Si pues la benignidad de la Iglesia hacia el comun de los fieles ha tenido á bien decretar no sean vitandos todos los excomulgados, y tolera en efecto la comu- nicación con ellos, por lo cual los llamamos tolerados (restringida la privación á solos los que son vitandos) por demás será que el peligro, (medio de que me valgo), se interprete el de la excomunión. Sépase RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 117 1764-Quito, 1831) no obstante que al principio del cristianismo, asi como los pecadores ni eran tantos, ni tan graves, asi la excomunión era rara, y se temía santamente; y bastaba para que los demás fieles se separasen del que la había incurrido. Multiplicáronse los pecados, y aun con mayor enormidad: y multiplicaronse tambien las excomuniones con el cre- ce de algunos efectos más, y solemnidad. Pero como de una, y otra multiplicación se seguia que la parte sana padeciese, retorciéndose en cierto modo contra ella la pena, Martino V. sancionó la celebre extavagante Ad evitanda; y resultó la dicha división de tolerados. So- bre el peligro intrínseco de la comunicación, por lo que hace á po- derse corromper los fieles buenos con los malos, especialmente en pecados que traen consigo la corrupción, nada se dispuso, ni pudo disponerse de contrario; por que esto es de ley de la naturale- za precaverlo. No sean, pues, en horabuena los sectarios exco- mulgados vitandos, como no lo son los judíos de modo alguno, supuesto que no hayan recibido el bautismo. ¿Pero hay aquel peligro natural á que he querido únicamente contraerme? ¿Qué se me dice?: Mientras se me responde, adviértase de paso que ya esto va á ser un argumento tal que, si de presente estuviésemos sufriendo todo el peso de la tolerancia, debieramos trabajar por sacudirla, y deshacernos enteramente de ella. Dicho peligro es el de la perversion, en que no hay otras reglas para medirlo, que la menor, ó mayor capacidad, instrucción y firmeza en la fé del que comunica; y mayor ó menor “tenacidad, seduccion, y falsa ilustracion” de aquel, con quien se comunica. Vuelvo pues á preguntar ¿hay peligro? No se ocurra á que ni re- motamente se ha pensado en permitir conferencias públicas ú otras concurrencias, en que la voz de la disputa tenga lugar. Tambien ha- blan los objetos materiales, y todo lo que sea ceremonial. Muchas veces una simple lectura pone en cuestion al entendimiento; y si ha entrado por el oído oyendo á otros, trabaja tambien todo el adorno de la oratoria. No lo dudemos. Hay peligro muy activo y eficaz. Los Ministros de los cultos serán sin duda Maestros, y como tales á quie- 118 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 nes no falte, ni la adhesión á las sectas que es “la tenacidad”; ni la des- tresa en practicarlos junto con verbosidad, que es la “seduccion”; ni la erudicción, y conocimientos vastos aunque, sin solidez, que es “la falsa ilustracion”. Por el contrario como lo dicho habría de hacerse, á presencia de todo nuestro pueblo (de que uno entre mil, me atrevo á asegurar, á penas se hallará, que por su “capacidad, instrucción, y firmeza en la fé”, pueda contraponerseles) forzoso es, sea raro el que no quedase seducido. Lo cierto es que lloramos en general la falta de ilustración; y yo hallo que la que se decanta, aunque de talentos naturales, por lo mismo de haberlos embotado con doctrinas menos sanas, ya no se puede decir tengan la capacidad bastante, cual era de desearse. Los instruidos no son pocos; pero si esa instrucción se ridiculiza, lo mismo es que si no la hubiera. ¡Cuánto cuesta se la oiga! ¡Cuánto se padece á solo manifestarla! De consiguiente aunque de la firmesa en la fé es de lo que mas es de confiarse, siendo esto en el comun del pueblo, y aun en otros, por solo afeccion piadosa, muy arriesgada y expuesta es. Jesucristo no contó con ella, caso de perse- guirse al pastor. Dispergentur Oves Gregis, fue lo que infirió: Math.( 8). ¿Y entre nosoros no hay mucho de esto de un modo el mas sensible? Yo debo, pues, concluir, sosteniendo que el peligro es activo y eficaz; grande y el mayor de cuanto puedan temerse. En él se fundan los sagrados cánones: [Cap. 13 de Hæret]. Y condenadas todas las heregias, si el leer sus libros es crimen á cau- sa de dicho peligro, igualmente debe serlo cualquiera otro cami- no, que produzca el mismo efecto. Y desde luego contrayéndome al matrimonio entre sectarios y católicas, ó al contrario, hable por mi Clemente XI escribiendo al Obispo Erbipolense: “Nos, le dice, aunque por la grandeza del peligro, que, propicio Dios, confiamos pueda evitarse, intimamente nos conmovamos; con todo de mayor momento juzgamos son las reglas de la Iglesia de Dios, de la Silla Apostólica, de nuestros Predecesores, y de los sagrados cánones, que aborrecen el matrimonio de los catolicos con herejes”: Sacrorum Canonum á Catholicorum cum hæreticis conjugio abhorrentium. Benedicto RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 119 1764-Quito, 1831) XIV de Sinodo Diocesana lib. 9 C. 3 es quien le cita, y de quien des- de antes de ahora me he valido. Yo lo repito para que se confunda la calumnia, no como quiera sino intolerable (expresion del mismo Benedicto XIV Bula Magnae Nobis) intolerabilem calumniam, que ha resucitado en estos días.1 Y llamo la atención. Tenemos sanciones canónicas, que si en general ven el peligro, ya quebrantándolas, des- pues es peligro mayor. Está bien que nuestra disparidad de culto no sea en primera especie de católicos con paganos, o gentiles, que por falta del bautismo en uno de los dos, es impedimento dirimente. Ella es disparidad de culto en segunda especie impedimento solo impe- diente por ser ambos cristianos, pero sin duda alguna el peligro de poderse pervertir el católico está más próximo. Por otra parte siendo el matrimonio un contrato natural, aunque elevado á Sacramento, evidente es que es cósa mas fuerte dirimirlo, que impedirlo, y que para lo último no hay por que alegar ofensa ni de la justicia ni de la verdad; cuando mas de la conveniencia. Y concluyo: “si alguno dije- re que la Iglesia no ha podido establecer impedimentos dirimentes del matrimonio ó que en ello ha errado” anathema sit, dice el Canon IV Sess. XXIV del tridentino. Es asi que la Iglesia ha establecido la disparidad de culto de que hablo: luego anathema del que digere que no obstante dicho impedimento pueden casarse dichos extrangeros que no son católicos, con nuestras colombianas, que lo son ¿Habrá podido errar en lo impediente que es menos, y no anula, ni ofende la

1 “Alude al periódico Cometa N. 15 Trim. 5 en que citandose la Bula 34 tom. 1. se comete la depravada inteligencia, y torpe aplicación cual el mismo Sor. Benedicto trató de con- tener, y en efecto contuvo por la otra bula Magnae nobis 19 de junio de 1748. Lease toda acompañandole en los sentimientos de tan grandes imposturas y teniendose presente insiste una, y otra vez en que las dispensas deben entenderse abjurata prius hacreci: y que caso de que por alguna gravisima causa no preceda esto, el conyuge católico promete trabajar por la conversion de su consorte, y que los hijos se eduquen en nuestra santa Religion. Ruego pues encarecidamente a semejantes escritores sean despreocupados, y que conozcan que si imputan fanatismo, quinta esencia de él es la que muestran, preten- diendo se les tengo por maestros en lo moral, cuando por dondequiera arrastran aun los testimonios sagrados, según se convence del dicho periodico Cometa en el texto con que se introduce, hereticamente traducido. 120 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 justicia, ni la verdad del matrimonio; y solo será heregía decirlo para lo dirimente? ¡Qué insensatés! De todo ello se sigue, es por demas cansar la erudición presen- tando las ventajas, que trajo a la Religión el matrimonio de Clotilde con Clodoveo, y otros de iguales, ó mayores resultados. Del mismo modo haber sido casadas con paganos las Santas Mónica y Cecilia, y que ya desde el testamento antiguo se nos presentó una Ester ca- sada con Azuero. Mucho mas qme ocurre, y lo omito no obstante, pues sabemos que la humilde Ruth es recibida por su deudo Booz para esposa y que Jesucristo no se dedignó hacerla tener parte en la generacion de sus primogenitores. [Math 1.] Ciertamente todo ello no prueba otra cosa que aquel principio cardinal necesario en la ma- teria que señala el citado Benedicto XIV, a saber: que “igual injuria se hace a la Silla Apostólica en decir pueden celebrarse semejantes matrimonios sin su licencia, que en negar pueda la misma Silla Apos- tólica dispensar en sus casos [Ibi Sin. Dioc.]” Ciertamente los ojos del Supremo Pastor que la ocupe, confortados con la ayuda divina serán perspicaces mas que los del Aguila para examinar los peligros. Como al principio decia, no es de todos el ver, ni aunque tambien veamos los Obispos, puede de ello inferirse que nuestra autoridad sea sobre las disposiciones generales de los cánones. “Anathema al que digere que los ritos recibidos, y aprobados de la Iglesia Católica, acostumbrados en la solemne administracion de los Sacramentos pueden, ó despreciarse ú omitirse, ó mudarse en otros por cualquier Pastor de las Iglesias. (Can. 13 de Sac. Ses 7º. Del Tridentino)”. Ta- les matrimonios si se celebrasen, no pueden bendecirse, ni hacerse dentro de la Iglesia. todo pues está convencido. Y es evidente; por que si en lo último, de que he hablado, lo que hay es peligro evitable en sus casos, vease si siendo ello como un rasguño, podremos decir otra cosa, que lo del adagio comun ex ungue leonem. No nos detengamos. Una pretendida tolerancia que todavía por la misericordia del Señor no se ha visto en Colombia, campo fertil RAFAEL LASSO DE LA VEGA, Obispo de Mérida (Santiago de Veraguas, (Panamá), 121 1764-Quito, 1831) sembrado con buena semilla, es lo que tenemos contra el derecho y propiedad, que no hemos enagenado ni queremos enagenar de nues- tra Santa Religion. Luego solo un “hombre enemigo” pudiera traer- nos tan grave mal de resembrarnos las zizañas de cultos sectarios. Los señores extrangeros no es creíble nos sean ingratos, ni nosotros debemos dejar de corresponderles, sino con proporcionarles, al paso que más, y más nos estrechemos en lo político, el mayor de todos los bienes. Ya lo han comensado á ver asi, y sería por tanto “hombre tambien enemigo á ellos”, quien de cualquier modo abusase de su urbanidad, é ilustracion. Otros serán pues “el hombre enemigo” que si fuesen (lo que no espero) los mismos que llevan la voz del pueblo, “intolerante tolerancia”, será la que resulte como contra la misma voluntad de los mismos pueblos. En efeto su religion “Una y Santa” resiste la multiplicidad de cultos, y su impiedad. Ella nos enseña que, si en lo exterior puede la voluntad del hombre padecer fuerza, no asi en lo interno, cuyo consentimiento queda muy espuesto á peligro tan activo y eficaz, en que no meramente padecerá sino que habrá de consentir cuasi en general. Contra esto no basta que la excomunion esté como en suspenso, y no haga vitandos á nuestros extrangeros, que sean sectarios. Subsiste todavía el peligro y las prohibiciones canónicas que en todo caso deben temerse. Prueba es la pretendida libertad para los matrimonios, prohibida a menos de intervenir dis- pensa Apostólica. Ella es como un rasguño, que nos da a conocer cuan grande es Leon que nos amenaza.

XV

FRANCISCO MARGALLO (Santa Fe de Bogotá, 1765-1837) (Autor) MIGUEL SANTANA (Reimpresor)

El primero, sacerdote colombiano, y el segundo, sacerdote ve- nezolano, fueron, respectivamente, el autor del folleto La Serpiente de Moisés publicado en Santa Fe de Bogotá en 1825, y el segundo, reimpresor del folleto en Caracas a comienzos de 1826 contra la tolerancia o libertad de cultos. El folleto La Serpiente de Moisés comienza por explicar el por qué del indicado título, y escribe: Llámase así este papel para significar, que así como aquella serpiente devoró las serpientes de los Magos, así la cruz adorable de Jesucristo Nuestro Señor y su Religión San- tísima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas, dicen los P. P. Projeceterunt quæ singuli virgas suas, quæ versæ sunt in draco- nes: Sed devoravit virga Aaron virgas e forum. Exordi 7, v. 12. Este texto bíblico dice en castellano: “y echaron cada uno su báculo, que se transformaron en serpientes. Pero el báculo de Arón devoró a los báculos de ellos.”(*) Los títulos de los folletos del P. Margallo son: – El gallo de San Pedro, Bogotá. Impr. de la República, 1823. 18 p. – La Burra de Balaam, Bogotá, Impr. de la República, 1826. 4 p.

(*) Reimpreso en Caracas. Imprenta Devisme hermanos. 1826. 124 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 – El puerco de San Antonio Abad, Bogotá, Impr. de la Repúbli- ca, 1826. 4 p. – El gato enmuchilado. Bogotá, Impr. de la República, 1826. 8 p. – La Ballena. Santafé de Bogotá, Impr. de Galarza, 1825. 12 p. – El Perro de Santo Domingo. Bogotá, Impr. de Espinosa, 1823. 24 p. – El celador de la honra de María Santísima. Bogotá, Impr. de la República, 1823. 4 p. – La espada de Holofernes. Prospecto y 19 números: 28 de ene- ro-29 de julio de 1830. Bogotá, Impr. de Espinosa, 1830. 154 p. – El arca salutífera. Discurso sobre la unidad de la Iglesia ca- tólica, fuera de la cual no hay salvación, ofrecido en el Nº 8º de la Espada de Holofernes. Bogotá, Impr. de Espinosa, 1830, 10 p. – La serpiente de Moisés. Bogotá, Impr. de Espinosa, 1826, 8 p. – El cuchillo de San Bartolomé. Bogotá, Impr. de Espinosa, 1827, 1 p. – Dirección cristiana de las acciones cristianas y políticas, bajo la protección del Santísimo Patriarca Señor San José. San- tafé de Bogotá, Impr. de la Libertad, 1865, 16 p. – Dirección de almas a honra del Sagrado Corazón de Jesús. Bogotá, Impr. de Torres Amaya, 1854. – La tomineja del Funza (?). Bogotá, Impr. de Espinosa, 1826, 8 p.(**)

(**) Mario Germán Romero, ¿Un santo bogotano en la Independencia? La verdad sobre el padre Margallo. Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones, 1957, p. LA SERPIENTE DE MOISES Llámase asi este papel para significar, que asi como aque- lla serpiente devoró las serpientes de los Magos, asi la Cruz adorable de Jesucristo Nuestro Señor y su Religion santisima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas, dicen los P. P. Projecerunt quæ singuli virga suas, quæ versæ sunt in dracones: Sed devoravit virga Aaron virgas eorum. Exodi 7 v. 12.

Qui non est mecum, contra me est; el qui non colligit mecum, dispergit. Lucæ II, V. 23.

Apenas habia salido el mundo de las manos omnipotentes del Criador ya empezaron á zanjarse los fundamentos de las dos ciuda- des de que habla San Agustin:1 Jerusalen y Babilonia: fundada aque- lla por el Altísimo fundavit eam Altissimus, abrigaba en su seno los hijos de la luz; edificada esta por Belial encerraba en sus lóbregas ca- vernas los hijos de las tinieblas. Una triste y desgraciada experiencia en la mezcla de los hijos de Seth, á quienes la Santa Escritura2 llama hijos de Dios; y las hijas de Cain reputadas por hijas de los hombres, hizo ver el peligro de la comunicación con los impios, y justificó anticipadamente las severas prohibiciones de tolerantismo; mostruo horrendo para el pueblo, y la destruccion de toda religion para los que saben pensar. Un sistema que despojando al hombre del don mas precioso que ha recibido del Cielo, abre la puerta á todos los crímenes; un sis-

1 Libro de la ciudad de Dios. 2 Génesis c.2. 126 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tema que mira con igual indiferencia todas las religiones, ó que pone á nivel la única verdadera con la multitud de las falsas; un sistema finalmente, que abrigando en su seno todos los cultos, cree querer honrar al Ser Supremo con el bárbaro en su pago de, con el musul- man en su mezquita, con el judio en la sinagoga, ó con el católico en sus templos y basílicas. ¿Un sistema tal, podrá hallar apoyo en las divinas letras, ó en los escritos de los padres? Cansaría la paciencia de los lectores y me faltaría el tiempo y el espíritu si intentase recorrer las Sagradas escrituras para demostrar el odio y la detestacion con que allí se mira el horrendo sistema de la tolerancia. Nada abominaban tanto los hebreros instruidos por el Señor, y educados en su santa doctrina, como la comunicación con los profesores de diversa religion.3 Nada sentian tanto ni demos- traban con sentimientos mas patéticos, desgajándose en arroyos de lágrimas, como el haber contravenido á la Ley Santa que tan severa- mente les prohibia la comunicación con las naciones.4 ¿Los cristianos pesuadidos, y bien persuadidos de la verdad, santidad, utilidad y ventajas de su religion, cuyos intereses son eter- nos, se dejarán vencer en zelo por un pueblo escogido solo para for- mar el bosquejo, y tirar las primeras líneas del magestuoso cuadro de una religion cimentada sobre la divina revelacion, confirmada con los mas auténicos milagros, conocidos y publicados por sus mismos enemigos, regada y fecundada con la sangre de mas de once millones de Mártires, vaticinada por los profetas bajo tantos símbolos, figuras, e imágenes, y predicada por los campeones mas valientes y genero- sos que vieron los siglos? ¿Los cristianos depositarios únicos de la verdadera sabiduria bajada del Cielo y comunicada á los hombres por el padre de las lu- ces; sabiduría pudíca, modesta, pacífica, persuasible, que se acomoda

3 Deuter. c. 7. 4 Exdras. FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 127 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) con los buenos y está llena de frutos, sin fingimiento ni simulacion? Estos herederos del espíritu de Jesucristo, su divino maestro, lleva- rán en paciencia ó podrán tolerar en el recinto de los muros de Sion á los incircuncisos contra la expresa prohibicion de su Dios y Señor. Non pertransiet incircuncisus.5 El que está persuadido de la verdad de su religion, el que la ama y la antepone á todos los intereses por venta- josos que parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes quisiera verlas destruidas, y convertidos sus profesores: tal es el carácter de la verdad, que como la luz es incompatible con las tinieblas: asi Je- sucristo con Belial dice su Apostol, y por eso, escribiendo á su dis- cípulo Tito, manda evitar la comunicación con los hereges: asi San Juan el Evangelista prohibe aun la salutacion; y San Mateo publica la orden de su divino Maestro á los Apóstoles de retirarse de la casa y ciudad donde no fuera recibida su doctrina. Animada de este espíritu la Iglesia Católica que es la verdadera esposa, no puede tener amistad ni tolerar á las esclavas que son las sectas heréticas, las arroja fuera de su casa con sus hijos, como nota San Agustin;6 y los cristianos como Isaac hijos de la esposa legítima no podemos partir la herencia con los sectarios, hijos de la esclava, ni consentirles que se tengan por hijos. Instruidos por la boca del mismo Dios, sabemos que la Iglesia no puede ser mas que una, asi como es un Dios solo, un Jesucristo y una fe, no puede haber mas que una Religion verdadera. Una sola la que puede tributar el ver- dadero culto al que es la misma verdad y se complace en ella, única enemiga de las divisiones, cismas como nota el venerable Beda;7 fue- ra de la cual no hay salvacion como no la hubo fuera de la Arca, dice San Gerónimo, debiendo se tenido por publicano y étnico según la sentencia del mismo Jesucristo.

5 Isai. 6 Lib. de patient. c. 28. 7 Tom. pág. 798. 128 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Esta idea obligó á los sacerdotes romanos á disuadir al empe- rador Alejandro Severo de erigir altar y consagrar Ara á Jesucristo Dios de los cristianos, temerosos, dice Lampridio, que se cerrasen las puertas de los templos de los falsos Númenes, bien persuadidos que el momento de la adoracion de Jesucristo Nuestro Señor seria la ruina de la idolatría; siendo imposible que se tenga en pie sin caer y hacerse mil pedazos el ídolo del filistéo á la presencia de la Arca Santa. Es pues necesario para ser tolerantes, dejar el catolicismo, es preciso renegar de Jesucristo, del Evangelio y de todas las escrituras Santas, despreciar la doctrina de los Sagrados Concilios y de los Pa- dres de la Iglesia. ¿En qué vendrian á parar los designios magníficos del Hijo de Dios en el establecimiento de este grande imperio, figurado en la piedrecita de Daniel, que creciendo en un gran monte ocupaba toda la tierra? ¿Para qué fabricar una Arca á tanto costo y crecidas ex- pensas, si fuera de ella habia tablas en que indiferentemente podian salvarse del naufragio universal? ¿Qué fruto consiguieron los Após- toles Santos haciendo resonar sus voces por toda la tierra enarbo- lando el estandarte sagrado de la Cruz victoriosa, y muriendo en su defensa? ¿Qué fruto, si el mundo se habia de quedar bajo el imperio de las pasiones, dominados los hombres de sus errores, sentados en las tinieblas y sombras de la muerte al tiempo mismo que brillaba esta gran luz sobre su horizonte? ¿Y podian ellos, ni su divino Maestro mirar con indiferencia la resistencia de unos que no querian sujetarse á su imperio, la des- cortecía de otros que con frívolos pretextos desairaban su convite? Ellos que habian conocido, como ninguno otro, el carácter de la religion que anunciaban, que habian bebido en la fuente misma las mas puras aguas que debían fecundar la heredad del Señor; instrui- dos y educados en su escuela, ilustrados y fortificados por el Divino Espíritu, lejos de aprobar el espantoso y errado sistema de la tole- FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 129 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) rancia, no solo se empeñaban en su destruccion, con mas ardentía que aquel gran Rey y Profeta de Israel, que miraba sus enemigos ya disipados como el polvo, ya reducidos á nada; sino que prohiben á cuantos no tengan su doctrina, aun la salutacion Nec Ave dixcritis. Ya los representan como astros errantes, ya como árboles arrancados de raiz, ya finalmente como las olas encrespadas de un mar feroz- mentee alborotado que despuma sus confusiones prescribiendo á los primeros obispos consagrados por la imposicion de sus manos el método con que deben portarse, prohibiéndoles la comunicación, y deseando la separacion de sus iglesias como perturbadores de la pública tranquilidad. La ardentia de la caridad que abrazaba sus generosos corazones, no impedia el ardor de su zelo por su religion: el mandamiento de la caridad nos fue dado desde el principio, decia San Juan, el mas zeloso predicador de la caridad; pero si alguno viniere á visitaros, y no siguiere la doctrina que yo os he enseñado, no le abrais las puertas de vuestra casa ni le deis los buenos dias, porque el que le saluda ya parece que comunica con sus maldades. Y qué ¿no estaban ellos ani- mados de aquel mismo espíritu que reprendia al obispo de Pergamo solo porque permitia en su obispado á los Nicolaitas, y al de Tiatira porque toleraba á la impia Jesabel, símbolo de los hereges? Tales eran las máximas en que habian educado á sus primeros discípulos, estos son los sentimientos que les inspiraban: tú, decia San Pablo á su discípulo Timoteo,8 al herege evítalo. De aquí aprendieron los padres de los siglos posteriores, cuyas sentencias omito por no hacer un volumen en lugar de un papel, y solo rasladaré las palabras del Angélico Doctor Santo Tomas9 pene- trado de sus sentimientos, y que debe mirarse como el compendio de todos ellos: los hereges, dice, no solo merecen por su pecado ser

8 C. 3. v. 10. 9 2. 2. quaest 2 á 3. Quod. lib. 10. q. 7. 130 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 excluidos de la Iglesia, y del trato con los fieles, sino aun de ser arro- jados del mundo. (Y no le faltaba caridad; pero le sobraba religion) y en los Quodlibetos dice, que los fieles no podemos comunicar con los hereges, ya por la excomunion con que ellos estan ligados, ya por el peligro de ser seducidos, ya porque no se siga escándalo, y se juz- gue que damos algun asenso á sus errores. Tal es el comun lenguaje de los Santos Padres, por que amaban su religion y no eran enemigos del Papa y opresores de la Iglesia como los tolerantes. Ni discordaban sus ejemplos de sus sentimientos y sus acciones con su modo de pensar. San Juan sale del baño huyendo de la socie- dad de Corinto. Ya te conosco, decia San Policarpo á Marcion, que eres el primogénito del diablo, San Hermenegildo no admitió la Eu- caristia de mano de un obispo arriano, San Eusebio Verselense antes queria morir de hambre que ser alimentado por los hereges, que le tenian cautivo. El Pontífice Liberio rehusó admitir los dones que el Legado de Constante arriano le ofrecia en obsequio de San Pedro: y San Gregorio el grande negó las bulas á otro semejante. Pero, á todo esto se responde diciendo que eran fanáticos y faltos de la ilustracion que se adquiere en los libros de los impios, mejor que en los escritos de la rancia antigüedad. Pero es gracioso el caso que se refiere de unos niños Samo- satenses, y que descubre cuales eran los sentimientos y el espíritu de los Cristianos en aquellos siglos felices, en que se apreciaba la reli- gion sobre todo lo temporal, pudiendo decirse que sacaba el Señor sus alabanzas de la boca de los infantes que aun tenian la leche en sus labios. Jugaban estos á la pelota, la que topando en un mulo del here- ge Eunomio, la miraron con tanto horror, que no solo no la usaron mas en el juego; sino que la arrojaron á las llamas; ejemplo que en estos últimos tiempos imitó la ilustre eroina de Chantal Santa Juana Francisca Fremiot10 honor de su sexo, lustre de la Francia, fundadora de la visitacion, arrojando igualmente á las brazas un pañuelo con

10 En su vida lib. 1°. FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 131 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) que la obsequiaba en sus mas tiernos años un calvinista, diciendo, asi arderán las almas de estos en los infiernos. Este fue el legado, que ya casi moribundo dejó el grande Anto- nio á sus discípulos, prohibiéndoles severamente la comunicación y trato con los hereges y cismáticos: huidles, decia, como del veneno é imitad en esto mi conducta. Imitad como herederos de mi espíritu el odio que les hé profesado, no habiendo jamas tratado con ellos pacificamente, como vosotros sois testigos. No permitiré que un obispo tan venerable se siente en la Ca- tedra de la pestilencia, ni hable una sola palabra con los impuros hereges, decia San Panuncio á un obispo Jerosolimitano, que por simplicidad y candor se versaba entre los hereges, y diciendo y ha- ciendo lo sacó de la mano y libró del peligro. Pero a mí mas me asombra la relacion de Sulpicio en el tercer libro de sus diálogos, el que hablando del gran San Martin, obispo de Tours, asegura haber padecido detrimento y minorádose la gracia de los milagros por haber comunicado con los obispos de Trasia, aunque por la esperanza de su conversion, de cuya comunicación arrepentido desistió por la amonestacion de un Angel. Que tal ¿Aun los cadáveres de los verdaderos católicos se horrorizan en sus tum- bas y se acaloran entre sus frias cenizas: asi se refiere en el Prado es- piritual capítulo 4 que sepultado un Abad cerca de un herege, gritaba todas las noches diciendo: retírate de mí, no me toques, enemigo de la Iglesia Santa de Dios; alli tambien en el capítulo 177 se justifica la prediccion del Abad, cumplida en la desgraciada muerte del monge que habitaba la celda de Evagrio herege, ahorcado por sus mismas manos, como se lo anunció el mismo Abad. ¿Y porqué no daremos mas crédito al Prado espiritual escrito por Sefronio y aprobado en un Concilio general, que no al Emilio y otros escritos carnales del impio é inconsecuente Rousseau protector de todas las sectas, y ene- migo intolerante de solo los Católicos? 132 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Pero aun cuando toda la venerable antigüedad no se opusiese á la tolerancia; los intereses políticos, las razones de estado debe- rian armar á todos los gefes políticos, como en otro tiempo al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no solo el pe- ligro de la fe y religion por los artificios seductores, propios de los sectarios, sino tambien por la corrupcion de las costumbres, ruina de los mas florecientes imperios. Basta poner los ojos en los impios escritos de Voltaire, de Montesquieu, de Rousseau y otros para ver que el espíritu dominador de estos defensores de la tolerancia es un espíritu de furor, de inquietud, de desolacion, sin respeto á las po- testades legítimas ni subordinacion á las leyes, ni consideracion á la justicia. De aquí las facciones y revoluciones que experimentan los reinos y repúblicas. ¡Que no experimentó la Holanda y la Inglaterra en tiempo de Felipe II, y de la Reina Isabel! Alemania se resiente con razon de los partidarios de Hugo Blanco en tiempo de Henrique IV. Pero no recurramos á los monumentos de la historia á la vista de los trágicos sucesos, y espantoso trastórno y desencadenamiento de nuestro siglo. Concluyamos con Lactancio, que11 los Imperios no pueden subsistir largo tiempo, permitiendo en ellos á los enemigos de la verdadera Religion. ¿Qué sociedad, ni qué vínculos de felicidad pública pueden subsistir, estableciendo con los Deistas, Naturalistas y Ateistas por principios fundamentales de su depravado y horroroso sistema el deleite y la fuerza? Desaparece la fe recíproca, que es el vínculo de seguridad que une á los ciudadanos, sucediendo en su lugar la falacia, el engaño, la rapiña y la violencia, bajo los especiosos nombres de in- dustria, sagacidad y derecho, perdiendo el temor á la sagrada obliga- cion del juramento, teniéndolo por demencia, á las leyes santas por fanatismo, y á los hombres virtuosos por imbéciles y tímidos. Todas las virtudes naufragan en este mar de diversas y corrompidas aguas: entre estos, decia uno de ellos, no hay virtud ni honestidad, sino

11 Lib. 5 de Rust. Cap, 8 FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 133 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una turba de imposto- res, de engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las ciudades en que se toleran las sectas. Esta confesion vergon- zosa es de uno de los mas ardientes defensores del tolerantismo,12 conforme con la que habian ya hecho otros declamadores contra la intolerancia.13 Pero aun no hemos descubierto el mayor de los males: y es la indiferencia que inspiraría la confusion y mezcla de muchas nacio- nes, respecto de la Religion. Todas las sectas se confundirían, y la tolerancia general degeneraría muy presto en indiferencia, y esta se difundiría de una extremidad del continente á la otra. Cada genera- cion irá cayendo en mayor ignorancia de los detalles de cada secta, hasta abismarse en el mal de no hacer caso de alguna, como nota el Cultivador americano, de resultas de la tolerancia del Norte14. Ay! Ojalá la historia no nos presentara tan deplorables como verdaderos testimonios de estas desgracias, que han turbado los ánimos de los fieles en asuntos de Religion; dígalo la Sajonia en tiempo de Carlos IV, y la Alemania bajo el imperio de Henrique IV. El empeño de los sectarios divididos entre sí, según la diversi- dad de sus errores y pasiones, les hizo formar el proyecto insensato y horrible de la tolerancia. Apartados de la Iglesia Católica peleaban entre sí. Lutero armado contra Wiclef, Calvino contra los Anabap- tistas, unos contra otros los protestantes y los calvinistas contra el corifeo de su secta, como refiere el gran Bosuet,15 no pudiendo sufrir los errores que no eran propios de su secta, convertian sus armas unos contra otros hasta destruirse mutuamente, como los Filisteos, de que se habla en la historia de los Reyes. La Alemania, la Inglaterra,

12 Bentunt Andres Muscul. Dom. l. de adv. 13 Brentio ad C. 3. Mathei, Jacob, Andre, Conc. 4. 14 Tom. 2 Cap. 16 15 Variac. de las Iglesias prot. 134 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 la Europa toda se vió convertida en teatro de disputas y tragedias. Para calmar los novadores el odio en que habian incurrido, pensaron en disimularse mutuamente sus errores, como los enfermos de un hospital, resueltos á absorver los gaces pútridos de otros, en cambio de que toleren todos la corrupcion y hedor propio: tal es el orígen del tolerantismo, nacido en el paganismo, educado por Calvino, y últimamente amamantado por los libertinos y masones para seducir las gentes, bajo los negros estandartes del impio, é inconsequente Rousseau. Las naciones se conmueven, brillan por todas partes las armas francesas, inglesas, y alemanas heridas no tanto de los rayos del Sol, cuanto del zelo por la Religion y tranquilidad pública, turbada por los tumultos, violencias y asesinatos, ocasionados por los partidos. Sobresaltados los Heterodoxos, temiendo la ruina que les amenaza- ba el abandono de la única y verdadera Religion, inventan la toleran- cia para atrincherarse contra los dardos enemigos, establecen que los errores no son errores, que todas las sectas eran buenas, que se podian seguir con seguridad de conciencia, que todos los hereges de cualquiera secta que sean se hallan en estado de salvacion; y que creyendo esto como un dogma, y no perjudicando al público, nada mas se requiere para dar culto á Dios y merecer su agrado. Sistema horrible, inspirado por Satanás, y dictado como uno de los mayores absurdos en la cátedra de la pestilencia. Para serenar la conciencia no se quiere vivir sin religion; y para satisfacer las pasiones sin inquietud, no se abraza alguna en particu- lar. Se sustituye á ella un fantasma de religion general para mortiguar los remordimientos de conciencia, que ocasiona la infraccion de las leyes de una religion particular: este es el medio de que se vale la astuta concupiscencia, para conducir el hombre á sus fines. ¿Y podrá imaginarse, que haya en nuestros tiempos hombres que preciándose de ilustrados, y benefactores de los pueblos, quie- ran hacerse discípulos de maestros tan insensatos, y siguiendo sis- FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 135 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) tema tan absurdo, se atrevan á estampar en papeles públicos con agravio del entendimiento, que tiene por objeto la verdad, que es una sola y con injuria de la voluntad que se inclina al bien, se atrevan á decir, que cada hombre tiene derecho para elegir la religion que le parezca? ¡O delirios, que merecerían una confutacion seria, si por sí mismos no se desvanecieran! Mereciendo la execracion de la gente sensata y amante de su Religion. Que el calvinista Rousseau,16 incon- sequente en sus principios y contradictorio en sus mismas cláusulas, hable de esta manera no es de admirar: que Voltaire, aquel viejo insensato divertido en componer comedias, en arreglar los teatros, en averiguar lo que hizo la Sultana en Constantinopla, y lo que habló en Mogol el Tamerlan, delire de este modo, no es de extrañar. Pero que los hombres educados en los principios sólidos é incontrastá- bles de la Religion cristiana, que estudiaron, en unos Colegios que no eran teatros cómicos, ni escuelas de danzantes, hablen y escriban así, preciándose mas de secuaces, de esos impíos; que de discípulos de los Apóstoles, esto si que asombra. Tales son los frutos del arbol masónico. Vos autem non ita didicistis Cristum. Ephes. C. 4. V. 20. Hic niger est hunc tu Romano Caveto.17 Guardaos de estos seducto- res que bajo la piel de ovejas, son lobos rapaces; guardaos señoras honradas, guardad vuestras hijas de estos enemigos de la santa virgi- nidad, de quienes dice el Apóstol, entran á las casas, y sacan cautivas las mugercillas: guardaos de los que con los especiosos pretextos de caridad van á sepultar la Religion y erigir sobre sus ruinas el ídolo de la impiedad. Esta es, hablando con propiedad, una caridad sin luces, una cruel masedumbre, y una falsa paz. La verdadera caridad ama, procura, y solicita el bien del próji- mo, sin hacer distincion entre el Judio y el Griego; pero no tolera sus

16 “A linstant que le gouvernement usurpe la souverainete le pact social est rompu, et lous les simples citoyens rentrés de droit dans teur liberte naturelle sont forcés, mais non pas obligés d’obeir”. Emile, lib. I, cap. 10. 17 Horacio. 136 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 errores, ni sufre que se sumerjan en el mar, ni se corrompan en la iniquidad. Tal era el espíritu de San Pablo, semejante al de aquel mé- dico sabio, que no cree haber desempeñado su obligacion, tolerando la lepra, el cáncer, y las llagas de su enfermo, sino procurando su curacion. Ni se nos aleguen, con un estilo sofístico, los ejemplos de benignidad de Ntro. Adorable Salvador en el amoroso recibimiento de los pecadores, simbolizados en el Pródigo del Evangelio: ni se intente persuadir la tolerancia, trayendo el ejemplo de Jonás, repren- dido por el mismo Dios, por los sentimientos de su zelo. Estos y otros semejantes ejemplos recomiendan y prueban la misericordia con que debe recibirse el pecador al herege; y aun al Masón con- vertido. La Iglesia Santa, llena del espíritu de caridad, á todos abre sus brazos, como Esposa digna de aquel Esposo celestial, que vino á buscar los pecadores, no para tolerarlos en la iniquidad sino para convertirles á la justicia. Asi es que cuando prohibe arrancar la zizaña de en medio del trigo, advierte, que el campo es todo el mundo: Ager est Mundus.18 Tanta es su benignidad, esperando su conversion á la Iglesia, no tole- rando el abandono de su Religion, ó se cautela como explica Sto. To- mas, el peligro de arrancar el trigo: Ne forte eradicctis et triticum, cuando es mas abundante la zizaña que este; pero no permite, ni tolera que se siembre la cizaña sobre el trigo para que lo ahogue, cosas que no haria el agrícola mas estúpido; á no ser que se aprecie mas la zizaña destinada al fuego, que el trigo escogido para sus graneros. Según eso, los que gobiernan, asi la Iglesia, como el Estado, ¿estan obligados á no permitir en sus dominios á semejates filóso- fos, masones y hereges, ó cismáticos? A esta pregunta respondo con San Agustin, citado por uno de sus mas religiosos, doctos, y adictos hijos y discípulos. Reconociendo el Santo Doctor que los hereges en todas sus empresas, y en cualesquiera servicio, ó ventajas que nos

18 S. Maheo C. 13 FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 137 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) ofrezcan con su industria, y talentos, llevan siempre consigo el de- signio de pervertirnos, y de perjudicar á la Religion; á la manera que los entregados á la sensualidad, en todos sus proyectos y utilidades que ofrecen á las mugeres, llevan siempre el designio de pervertirlas y de amancillar su honestidad: asi recomienda el Santo Doctor á los Príncipes, el cuidado de no dejar que los errores penetren en sus do- minios. ¿Quien dice19 con sano juicio dirá á los príncipes, no cuides de que se impugne la Iglesia del Señor en tus estados, no atiendas si hay ó no en tus tierras quien sea catolico ó herege? ¿Los reyes deben castigar á los adúlteros, y no podran castigar, y estarán obligados á permitir los sacrilegios y las blasfemias? ¿Si el rey está obligado á impedir con leyes sabias el que ninguno entre á violar el ageno tálamo, para conservar el honor de un marido, no estará obligado tambien á impedir el que ninguno venga á poner asechanzas y amancillar la fe de los creyentes? ¿Por ventura será de menos valor el que la fe se conserve pura en el alma para Dios, que el que la muger se conserve pura para su marido? En otra parte dice20 mi primera opinion, era que con solas razones se debia convencer á los hereges; pero despues la experiencia me ha enseñado, que es conveniente establecer contra ellos graves penas, como hicieron los reyes en la antigüedad. ¿Y no sabian pregunto yo ahora, las leyes de la caridad de que estaba lleno este gran Padre de la Iglesia; ó lo saben mejor los Masonazos de las logias, vacios del verdadero espíritu de la Religion Cristiana? ¿Y no será adaptable esta doctrina cristiana á las Repúblicas en quienes deben florecer las virtudes, lo mismo que á los reinos de quienes habla el Santo Doctor? El interes de la felicidad pública que no depende ciertamente de los resortes de la política, ni menos de las intrigas ocultas de la impiedad; sino de las disposiciones de aquel Señor, que tiene en su

19 Epist, á Bonifacio 189. 20 Lib, a de las Retrac. c. 5. 138 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 mano las riendas de los imperios y traslada los reinos por los peca- dos del pueblo, el interes temporal digo, debe estimular el zelo de los que gobiernan en favor de la Religion, para atraerse las bendiciones del Cielo. Asi lo experimentó, por omitir otros ejemplos, el piado- so emperador Honorio; tanto que era dicho vulgar que parecia que competia él en honrar á Dios, y Dios en favorecerlo, mientras se portó como un enemigo implacable de la heregía; y solo experimen- tó el castigo del Cielo en aquellos estragos y calamidades que tantas lágrimas hicieron vertir á San Gerónimo cuando por una infausta condescendencia con los grandes de su corte, abrió las puertas á los hereges y dio entrada al tolerantismo. Peccatis nostris barbari fortes facti sunt. Epist. Ad Eust. 10. Los paganos mismos conocieron la importancia de este docu- mento: siempre nuestra ciudad, decia Valerio Máximo, juzgó que se habia de anteponer la Religion á todo, tambien en aquellas cosas en que quiso atender al decoro de la suma Magestad. Por lo cual no dudaron los imperios de servir á las cosas sagradas, juzgando, que en tanto se prosperaria el gobierno de las cosas humanas, en cuanto bien y constantemente obedeciesen y sirviesen á la divina potencia. Este era el punto fijo á que el Príncipe debia mirar para su gobierno, dice Lucio Floro. Omito el empeño con que Julio queria se inspirase á los ciudadanos este espíritu de religion que mira á los dioses como los Señores y Gobernadores del mundo, que presiden á todos los sucesos, que son los bienhechores del género humano: no me detendré en ponderar los sentimientos del divino Platon, que re- putaba el establecimiento de la verdadera religion, como el cuidado primero de toda república bien ordenada, desechando las religiones falsas y fabulosas; y cuidando de elegir por cabeza al que haya sido educado en ella desde la infancia. El verdadero culto es el apoyo de la República. Asi hablaba en el libro 4 de las leyes, y como si hubiera tenido que contestar á los pseudos ilustrados de nuestros dias, á na- die debe ser permitido, concluia, tener dioses particulares ó adorar al verdadero Dios según su capricho, ó formarse una religion aparte. FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 139 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) La unidad de su culto en un estado, es un centro en el cual vienen á unirse todos los miembros; pero la variedad es una semilla de discor- dia que la produce tarde ó temprano. Pero no omitiré los juiciosos sentimientos de uno de las mas bellos espíritus del siglo de Augusto, no teniendo ser tenido por hombre flaco y supersticioso atribuyen- do las desgracias del Imperio al desprecio de la Religion. Romanos, dice, vosotros pagareis la pena que han merecido vuestros padres, hasta que restablezcais los templos, y los altares de los Dioses, que se arruinaron, y renoveis sus estatuas desfiguradas por el tiempo. Si habeis llegado á ser los Señores del mundo, fue por haberos creidos inferiores á los dioses. Esta sumision ha sido el principio de vuestra grandeza: á ella debeis atribuir el feliz suceso de vuestras empresas. Desde que los dioses se vieron despreciados, han afligido á la Italia con muchos males. ¿Qué hubiera dicho, si hubiera tenido la dicha de profesar la Religion Cristiana que los falsos políticos miran con tanta indiferencia, por no decir menosprecio, y sobre cuyas ruinas se intenta erigir el toleranismo, el masonismo y todos los monstruos de la impiedad? Pero en vano por que no duerme el que guarda á Israel, ni las potestades del infierno prevalecerán contra la Iglesia. Concluyamos pues, mirando la tolerancia como la mas peli- grosa de todas las heregias; porque las encierra todas, permitiendo abrazarlas todas igualmente y dando á las conciencias aquella falsa paz que ya en los primeros siglos, según refiere Eusebio, ofrecia el hereciarca Apeles, diciendo, que no se debia inquietar á ninguno so- bre su modo de pensar, sino dejar vivir tranquilamente á cada uno en la crencia que hubiese abrazado, y que todos aquellos que pusiesen su esperanza en Jesucristo, se salvarian, con tal que viviesen en el ejercicio de las buenas obras. Y no tiene hoy dia muchos discípulos el viejo Apeles? El sagaz ingenio de Tertuliano, en el capitulo 4 del libro de prescripciones descubre todo el fondo de este desatinado modo de pensar. Ellos, dice, tienen paz con todo el mundo; porque aunque sean de diferentes opiniones, lo único que les importa es conspirar todos juntos á la destruccion de la verdad. Por eso añade, 140 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 apenas se ve cisma entre los hereges; y aunque lo haya, no se mani- fiesta; pues es la misma unidad. De lo dicho y de lo que han escrito los verdaderos sabios se ve claramente que la tolerancia y permision de cultos varios, no siendo mas que uno el verdadero, es contraria á la autoridad divina y humana; repugnante á la razon, que la consulta sin dar oidos á las pasiones, perjudicial y sumamente nociva, no solo á los derechos de la Iglesia, sino tambien, á los intereses políticos del Estado. Como en todos los siglos lo ha hecho ver, no sin gran sentimiento de los buenos, una funesta y dolorosa experiencia. Este conocimiento, unido al gran zelo que animaba á aquel célebre Apos- tol de estos últimos tiempos, San Francisco de Sales, á quien la ca- ridad, la paciencia y la dulzura que lo caracterizaban no impedian la intrepidez y magnanimidad en defensa de la jurisdiccion eclesiástica ó de la autoridad del Sumo Pontífice. Asi fue, que con una animo- sidad digna de un Ministro del Santuario se opuso valientemente á los ministros favorecidos de un poderoso Monarca, que con secretas intrigas impedía la conversion de los habitantes de Ges: el atrevido despojo de sus bienes y entradas de su Obispado decretadas por los ministros hereges no fueron capaces de intimidar su generoso cora- zon, ni inclinar su noble y cristiana condescendencia en favor de la tolerancia, y usa libre de la Religion en Cables, como lo pretendian los Ginebrinos y Bernecios, sin que sus amenazas lo espantaran, ni sus asechanzas lo intimidaran, ó el furor lo asustara; pues no estima- ba su propia vida, sino para consagrarla en un sacrificio amoroso á la gloria de Dios y salvacion de sus ovejas, y asi solia decir: cui Deus totum est, et mundus nullis est. “Dios mio: ¿quien hay que pueda compararse á vos? Hablad pues, y no calleis mas tiempo”. “Por que vuestros enemigos vocean, gritan y levantan muy alta la cabeza”. “Han maquinado los proyectos malignos contra vuestro pue- blo; y han conspirado contra los que os adoran”. FRANCISCO MARGALLO (SANTA FE DE BOGOTÁ, 1765-1837) (AUTOR), 141 MIGUEL SANTANA (REIMPRESOR) “Vamos dixeron á exterminarlos: borrémoslo del número de las Naciones: no quede memoria del nombre de Israel”. “Los Idumeos que habitan en tiendas, y los Israelitas tomando la misma resolucion han formado liga contra vos”. “Los Moabitas, Agarenos, Guebatitas, Ammonitas, Amalecitas, Filisteos y Tirios se han unido á ellos”. “Los Asirios han venido á socorrer á los descendientes de Lot, y se han juntado con todos estos pueblos para exterminarlo. Cubrid- los de confusion, y entonces, Señor, preguntarán quien sois vos, y conocerán vuestro poder. Haced que queden avergonzados, y que os teman para siempre, y mueran con la afrenta de no haber po- dido formar contra vos sino inútiles proyectos. Sepan que vuestro nombre es, el Señor, y que solo vos teneis en el universo el poder supremo.- Ps. 82”.

XVI

JOSÉ MARÍA VARGAS (La Guaira, 1786 – Nueva York, 1854)

El doctor José María Vargas formó par- te del Jurado que con seis personalidades más constituyeron el tribunal que penalizó al Padre Miguel Santana por patrocinar la publicación en Caracas del folleto La Serpiente de Moisés, es- crito por el P. Francisco Margallo. El doctor Vargas se propone hacer muy ligeras Reflexio- nes: 1. Acerca del valor de las ideas del papel; y 2. Acerca de su mayor o menor tendencia a perturbar el orden público, y por consiguiente a infringir esta importantísima ley.1

1 Caracas, 28 de marzo de 1826. Imprenta de Devisme hermano.

REFLEXIONES IMPARCIALES ACERCA DEL FOLLETO TITULADO LA SERPIENTE DE MOISES Este folleto ha llamado tanto la atencion de la parte pensadora de Caracas, que no es extraño hayan sido publicadas tantas impugna- ciones, bajo diferentes formas. Sin embargo, creemos, que el papel no ha sido todavia considerado con la debida distincion y que al cen- surarlo como sedicioso, y por tanto contrario á la ley de la libertad de imprenta, los escritores se han detenido demasiado, ó exclusivamen- te en el conjunto erróneo de su doctrina. Asi no han notado, como debieran, que son dos cosas muy diversas, el que esta produccion sea erronea y extravagante en muchísimas partes, y que sea contraria á la citada ley de la República. Haremos, pues, muy ligeras reflexiones: 1. Acerca del valor de las ideas del papel: y 2. Acerca de su mayor ó menor tendencia á perturbar el orden público, y por consiguiente á infringir esta impor- tantísima ley. 1º. El autor del folleto confundiendo por ignorancia ó malicia cuestiones enteramente diversas, ha sacado ó deja inferir conclusio- nes que á fuerza de ser generales son muy erróneas, no solo en polí- tica, sino en materia de caridad cristiana. La palabra tolerancia es entendida por los políticos y teólogos en cuatro sentidos muy diversos. 1º. como indiferencia absoluta con respecto á toda religion, suponiéndolas todas invenciones humanas, y por tanto igualmente buenas ó malas según las miras políticas que los legisladores se han propuesto al formarlas. 2. como que conce- de la posibilidad de salvarse á sectarios de diferentes religiones. Asi 146 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 ciertas sectas conceden esta tolerancia á unas, y la niegan á otras. La cristiana católica romana la niega á todas, profesando, que fuera de su seno, no hay salvacion. 3º. Como civil y política por la cual se tolera á los hombres de diferentes religiones de la del Estado ó dominante y aun se les da de- rechos civiles y políticos, en diversos grados, como en Colombia, y aun se les permite que tengan su culto público, sus escuelas y asam- bleas religiosas, como en Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania, en Italia, y en la misma Roma donde como príncipe temporal reside la cabeza visible de la Iglesia romana. 4º en fin se toma la palabra tolerancia, por la caridad fraternal, que debe reinar entre todos los hombres, de cualquiera nacion ó religion que sean. De aquí se infiere que la tolerancia absoluta en las acepciones primera y segunda, puramente teológicas, es contraria á la Religion católica, apostólica romana. Mas en la tercera acepcion, como civil y política es enteramente del resorte de la política, y muy conforme con el espíritu de caridad de la religion cristiana. Esta es la doctrina de los mismos teólogos defensores de esta religion santa. Se entiende, tambien, bajo este nombre tolerancia (dice Ber- gier) la libertad concedida por el gobierno civil á los sectarios de diferentes religiones, de ejercerlas públicamente, de seguir sus ritos y disciplina, de enseñar sus dogmas en sus asambleas, y esto es lo que se llama tolerancia civil y política. En donde quiera que hay una reli- gion dominante, que se reputa la religion del Príncipe y del Estado, la tolerancia de las demas religiones, puede ser mas ó menos lata, su ejercicio mas ó menos limitado, según las convenciones, los tratados y las leyes, que el soberano ha juzgado á propósito dar, para el bien y tranquilidad de sus súbditos. ¿Es ventajoso á un gobierno, sea el que fuere el permitir el ejercicio de muchas religiones; ó el no auto- JOSÉ MARÍA VARGAS 147 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) rizar mas que una sola? No nos toca la resolucion de este problema: corresponde á la política y depende de muchas circunstancias cuya combinacion no es facil. Asi discurre el célebre y doctísimo Bergier en su obra titulada tratado histórico y dogmático de la verdadera re- ligion. ¿Tendrá el autor del folleto que examinamos mas profundos conocimientos de ella que Bergier, ni mas zelo que este grande de- fensor contra las opiniones de los filósofos? Dejamos que responda el mismo clero ilustrado de Colombia. En la cuarta acepcion de caridad fraternal “ninguna (dice el au- tor citado), es mas tolerante que el cristianismo; porque ninguna manda tan rigurosamente la caridad universal”. “Entre la intoleran- cia ciega, y la indiferencia por toda religion hay un medio justo (dice Bergier). Este solo puede ser la tolerancia civil y política. Establecidos estos principios, veamos, como el autor confunde ignorante o quizá maliciosamente cuestiones tan diferentes y aun opuestas, para sacar expresamente ó dejar inferir las conclusiones mas absurdas. En el segundo párrafo del papel (pagina 1ª.) en pocas líneas confunde la tolerancia, en el sentido de indeferentismo, y la teológi- ca, con la civil y política, que es la de los sectarios y cultos. En todo el contexto de la obra, ya impugna la tolerancia teoló- gica, ya la indiferencia por toda la religion (vease el 1º y último §. §. de la p. 3), y antes y despues, y con el mismo tono, impugna la civil y política ó de sectarios y cultos; como si ambas cosas fuesen ó pudie- sen ser del mismo momento, ó envolviesen la misma contradiccion con la religion de Jesucristo. No es menos embrollada é incoherente su conclusion. Des- pues de proclamar, como la mas peligrosa heregía el indiferentismo y la tolerancia teológica, ensarta en un mismo párrafo y sin haberlo probado antes: “que la tolerancia civil y política es contraria á la autoridad divina y humana, repugnante á la razon, perjudicial y su- 148 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 mamente nociva, no solo á los derechos de la Iglesia, sino tambien á los intereses políticos del estado”. Ese embrollo de cuestiones tan diversas, no solo ha dado lu- gar á conclusiones disparatadas; sino que ha hecho caer al autor en contradicciones palmarias. En el párrafo 3º de la p. 10, es en donde únicamente ha sido exacto y consecuente, y en donde distinguiendo, como debe hacerlo un ministro de la Iglesia los errores de creencia de la caridad fraternal, “ama á todos los hombres, procura y solicita el bien del prójimo, sin hacer distincion entre el judio y el griego”. Y por tanto, en estas pocas lineas refuta sus conclusiones demasiado generalizadas y embrolladas y distingue cuestiones, que en todo el resto del papel confunde. Examinemos, ahora, como es que ataca la tolerancia civil y po- lítica ó de sectarios y cultos que Colombia protege. El autor prescinde al tratar de una cuestion puramente política de las pruebas políticas y va á tomarlas de argumentos y autoridades que aplicados á esta cuestion tienen muy poco peso. Asi afectando del modo mas capcioso derivarlos de autoridades en otras materias incontrovertibles; por una falta de debida distincion, propende á alu- cinar á la parte menos instruida del pueblo. Veamos las fuentes de estas pruebas. Trae á colacion pasages del antiguo Testamento, para probar la intolerancia con que el pueblo judio miraba á los que no reconocian su Dios, sin notar que siendo el gobierno judaico puro teocrático; siendo Dios, quien nombraba in- mediatamente los gefes, los sacerdotes, dictaba las leyes religiosas y civiles, dirigia todo el régimen público, mandaba declarar la guerra y hacer la paz: identificaba el régimen social con el religioso y al prínci- pe con su Dios; y por tanto establecia necesariamente la intolerancia y aun la guerra con los pueblos contrarios á este. Asi el ejército israelita era llamado ejército del Señor, Dios era su primer caudillo. JOSÉ MARÍA VARGAS 149 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) ¿Que diferencia no hay entre este pueblo enteramente teocráti- co y los demas gobiernos de las naciones dirigidas por la prudencia y sabiduría humana? Entre un pueblo, de quien Dios es el caudillo inmediato, y los pueblos cristianos en que Jesus fundó una religion puramente espiritual y celeste, y cuyas leyes solamente dirigidas á la santificacion de las almas, no tienen mas relacion con los negocios políticos y civiles, que la que pueda derivarse de las máximas genera- les de virtud y caridad universal que dictan á los hombres. El autor divino de esta nueva ley declaró que su reino no era de este mundo. Convidado una vez á decidir la contienda de dos hermanos, sobre la particion de su herencia, respondió que nadie le habia constituido por su juez: mandó á sus discípulos, que los mas distinguidos de ellos se hiciesen inferiores y siervos de los demas; para diferenciar- se de los príncipes, que ejercen poder sobre las naciones, no eligió senadores, ni gefes, ni capitanes del pueblo, sino unos pecadores desautorizados, que publicasen su doctrina, para separar de ella toda idea de poder y dominio temporal. El nombre de Dios de los ejércitos no vuelve á sonar, ni una sola vez en los libros del nuevo Testamento. El Apostol parece que sustituye á aquel título estrepitoso el apacible y dulce del Dios de la paz, como le apellida en cien partes de sus epístolas. Con el amable renombre de príncipe de paz, le vaticinaron siglos antes los profetas, prediciendo que la paz no tendria fin bajo el imperio de su ley. Nació cuando se hallaba en paz todo el orbe, aunque subyugado por un tirano. Alrededor de su cuna los espíritus celestiales proclamaron la paz á los hombres; en su venida evangelizó la paz á su pueblo y á los lejanos; y enseñó á sus seguidores que la anunciasen donde quiera que pusiesen los pies, en su partida á los cielos les dejó la paz en he- rencia; habiendo manifestado desde el primer instante en que vió la luz de este mundo, hasta el último en que le dejó “que no era Dios de la discordia, sino de la paz”. 150 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 A nadie declara guerra el Evangelio, sino á las pasiones. Los Apóstoles no defendieron mas que la doctrina de Jesus, sin emplear en esta defensa mas armas que su paciencia y su sangre. Las pruebas mismas que el autor saca de la conducta de los Apóstoles, contra la tolerancia civil y política, demuestran claramen- te, que esta no es contraria al cristianismo; porque entonces, no ha- brian usado de la amonestacion, sino del precepto. En la conducta de S. Pablo que la Serpiente cita reprendiendo al obispo de Pérgamo de tolerar á los nicolaitas, y amonestando á Timoteo que evite al herege, asi como en la de S. Juan que tambien menciona, aconsejan- do negar hasta la salutacion á los hereges no se ve mas que un zelo exaltado por la religion cristiana que estaban fundando. Ni el obispo de Pérgamo, ni Timoteo habrian sido tolerantes, si hubieran creido que en esto contrariaban la religion. Ademas bien terminantes es- tan en contra de esta intolerancia las máximas eternas del mismo fundador de nuestra religion, del mismo divino Maestro de estos Apóstoles, cuando en el cap. 5 de S. Mateo dice: “Habeis oido que fue dicho amarás á tu prójimo y aborreceras á tu enemigo. Mas yo os digo: amad á vuestros enemigos; haced bien á los que os aborrecen y rogad por los que os persiguen y calumnian; para que seais hijos de vuestro padre que está en los cielos: el cual hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos y pecadores. Porque, si amais á los que os aman ¿que recompensa tendreis? ¿No hacen tambien lo mismo los publicanos? Y si saludareis tan solamente á vuestros hermanos. ¿que haceis demas? ¿No hacen esto mismo los gentiles? ¿Que tienen, en fin, que hacer los ejemplos de un zelo siempre activo y animado de parte de los fundadores de la religion en los mo- mentos mismos de fundarla, y luchando aunque por los medios de la persuasion y mansedumbre contra los que no eran creyentes, con las determinaciones de los gobiernos encargados, no de las conciencias sino del régimen, del orden y de las acciones de los hombres? JOSÉ MARÍA VARGAS 151 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) No era bastante para el autor de la Serpiente citar los libros santos, era preciso traer á colacion la autoridad de S. Agustin y de Stº. Tomas. No estamos versados en esta materia, ni creemos nece- sario examinar los lugares á que se refiere, ver si aquel Padre y este doctor han llevado distinta opinion, en otras páginas de sus obras, y cual ha sido la de otros muchos Padres. Dejamos esta parte de la impugnacion á las plumas de muchos doctos teólogos en que abun- da esta capital. Basta al intento notar, que en esta materia puramente política, la autoridad de estos Padres, no tiene mas peso que el de su sabiduria, y que esta está muy lejos de ser infalible aun suponiéndo- los, contra la verdad, los hombres mas sabios. Ademas su zelo, como Apóstoles del cristianismo hace disimulable su opinion en calidad de teólogos; mientras que es muy vituperable por la política, y aun contraria á la caridad cristiana en los encargados de gobernar las naciones. El autor en el amontonamiento indigesto de autoridades y ejem- plos en favor de la intolerancia no se detiene en arrastrar hechos verdaderos ó fabulosos de santos y beatos que á lo sumo prueban el fervor exagerado de su creencia. Asimismo podria probarnos el de la caridad y penitencia por prácticas de una austeridad extraordinaria, como por ejemplo la de estar muchos años sobre un pilar, la de mu- tilarse los miembros, y aun castrarse. ¿Se deduce de aquí que todos los cristianos debamos hacer lo mismo, so pena de dejar de serlo ó de condenacion? ¡Lógica singular! Pues tan ridícula seria la imitacion de aquel zelo de creencia é intolerancia de parte de todo un pueblo de cristianos, como la de estas prácticas austeras. Sin duda que el tal pueblo presentaria un aspecto singular. Era menester poner en contribucion tambien á los filósofos an- tiguos. El folletista debia probar la intolerancia y entonces son bue- nas aun las prácticas de los gobiernos gentiles con tal que hayan sido intolerantes. Todos sabemos que estas pruebas á nada conducen, y que solo hacen ver que en toda sociedad organizada el cuidado de 152 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 una religion es una de las atenciones políticas del gobierno, por la íntima conexión con la moral pública, sobre que se fundan el orden y el cumplimiento de las leyes. Este cuidado de una religion lo toman los gobiernos de diversos modos y en una extension mas ó menos lata. Esta es una cuestion política que ha sido triunfantemente re- suelta por las naciones modernas mas cultas y siempre en favor de la latitud de la tolerancia. Mucho candor fue preciso para aprobar la intolerancia de los gobiernos gentiles, el sencillo autor no noto que haciendo esto justicaba la crucifixion del fundador del cristianismo que fue victima de esta misma intolerancia. No podian faltar algunos hechos tomados de la historia de las naciones modernas. Aquí es donde el escritor mas groseramente desbarra. Las épocas horribles, las escenas sangrientas que muy de paso menciona forman uno de los chocantes rasgos con que la in- tolerancia escandaliza al cristiano y llena de tristeza al filósofo. El se complace en poner el dedo sobre los anales detestables de la intole- rancia. Si se hubiera propuesto impugnarla, no podria escoger argu- mentos mas fuertes, ni que mas hablen al alma y á los sentimientos. Gracias á la ilustracion del dia tales hechos solo se perpetúan en la memoria de los pueblos, como monumentos de escándalo, cuya idea solo horroriza. Para probar de perjudicial la permision de diferentes sectarios claro está que el agumento mas obvio era presentar el cuadro mo- ral de una sociedad religiosamente heterogénea. Los hechos todos hablan en contra. Los viages de los diversos paises del mundo estan en manos de muchos; el último hombre del pueblo está oyendo re- laciones y hablando con hombres que le informan de ciencia propia las ventajas y bellezas del cuadro de las sociedades tolerantes. Esto no detiene á nuestro autor. Basta tirar dos rasgos de pluma en que se suponga lo que él imagina y ansia persuadir. Los crímenes públicos, la inmoralidad de los pueblos no nacen de la profesion de esta ó aquella religion. Dependen inmediatamente JOSÉ MARÍA VARGAS 153 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) de su educacion é ilustracion, y ademas de los efectos de una buena legislacion. Afortunadamente sucede esto asi; porque si tuviesemos que acusar á la religion exclusiva ó universal del pais, de los crímenes de los hombres, no quedaría muy bien la cristiana, apostólica roma- na. Tenemos á la vista la tabla de los delitos anuales cometidos en la católica Irlanda mucho mayor que la de los que suceden en Esco- cia é Inglaterra: y en la católica Italia, en España y en Portugal hay prácticas inmorales que son objetos de detestacion y casi del todo desconocidas en las tolerantes Inglaterra, Alemania, Holanda, Suiza y Francia. Volvemos á repetir que este grado de inmoralidad no de- pende de modo alguno de la profesion de la religion santa que en aquellos paises es universal: es el resultado necesario del menor gra- do de educacion y de ilustracion en la masa general del pueblo, por obstáculos entre los cuales la intolerancia ó mas bien una tolerancia mezquina tiene un lugar prominente. Asi examinando los hechos y los pueblos sacamos en último análisis que no la tolerancia sino la intolerancia, embarazando la ilustracion de estos es la que inflige muchas de las manchas feas con que se presenta su cuadro moral. Pero no es nuestro objeto hacer ahora la defensa de la tole- rancia. Objeto tan grandioso cuanto fecundo merece plumas muy superiores á la nuestra. Por otra parte, este trabajo está ya hecho, ocupa un lugar distinguido en obras que estan en las manos de mu- chos. Nuestro intento ha sido solo el examinar el ningun valor de las pruebas que contra ella trae el folleto en cuestion. Con todo no está demas presentar de paso unas pruebas de hecho y sabidas de todos, que de un modo el mas satisfactorio de- muestran á la evidencia que la tolerancia civil y política, no solo es cónsona con la profesion del cristianismo mas acendrado, sino que es observada por los príncipes mas cristianos. El Rey cristianísimo de la nacion francesa en medio del clero católico mas sabio y virtuoso del mundo, establece en su carta cons- titucional, no solo la tolerancia de sectarios, sino la pública de cultos. 154 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 ¿Se dirá que el clero frances es menos sabio y virtuoso que el nues- tro? Dejamos que responda la parte ilustrada é imparcial de este. En todos los paises católicos alemanes, austriacos, bávaros y electorales eclesiásticos sucede otro tanto. La España asiento del sanguinario tribunal de la inquisicion ha tolerado por mucho tiempo á los judios, siempre ha tratado y tenido íntima comunicación con los hombres públicos y particulares de las otras naciones, aunque de diferente creencia religiosa. ¿No admite á los moros en sus pueblos sin que nadie ose inquietarlos? Desengañémonos: el horror á los extrangeros, la rigurosa intolerancia que se observaba en estos paises de la América española era un resultado necesario de la política del gobierno español, abusando de la santidad de la religion para sus miras de dominacion perpetua y exclusiva. En todos los paises de Italia y en la misma Roma son tolerados los judios y los cristianos disidentes de la Iglesia romana, con tal que respeten el culto del pais. ¿El autor del papel en cuestion disputa- rá en zelo por la religion cristiana, y en conocimiento del espíritu del cristianismo con el mismo sumo Pontifice cabeza visible de la Iglesia? En este particular, uno de los atletas de la verdadera religion, respondiendo á la objecion 8, en favor de la tolerancia absoluta obra citada tom. 4, dice “supuesto que hay sinagogas en la Roma moder- na, se seguirá tambien que en el centro mismo de la religion católica, la tolerancia es una ley sagrada del derecho de gentes” y concluyen- do este mismo párrafo, añade “vuelvo á decirlo, es menester distin- guir la tolerancia civil, ó el ejercicio libre de una religion diferente de la del estado, de la licencia de los discursos y de los escritos. Cuando los calvinistas, los luteranos y los judios fuesen tolerados en Fran- cia (hoy dia lo son) sin ninguna reserva, jamas seria permitido á los unos, ni á los otros, publicar invectivas y declamaciones contra la religion dominante y contra sus gefes. Esta licencia es contraria al decoro y á la tranquilidad pública, ataca las personas, no puede pro- JOSÉ MARÍA VARGAS 155 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) ducir ningun bien, y jamas ha sido sufrida en ningun estado civiliza- do”. El autor de la Serpiente deberia saber que consecuente á estos principios de una justa distincion entre la tolerancia civil y política que Colombia sabiamente profesa, y la licencia que vulnera los dog- mas de la religion, en la misma Inglaterra en donde se toleran todos los cultos Woolston fue condenado á una multa, y murió preso por haber publicado libros impios. Que en Holanda, en la época mas brillante de su libertad (1773) los estados generales proscribieron como turbadores del reposo público, á los que componian, impri- mian ó vendian obras contrarias á la religion cristiana: y en fin que la República de Ginebra ha condenado obras escritas contra la religion y proscripto á su autor. ¿Acaso el gobierno cristiano de Colombia ha llevado la toleran- cia civil y política, mas alla, ni aun al mismo grado en que existe en todos los pueblos cristianos ya citados y en casi todos los de Europa, incluyendo á Roma asiento de la cabeza misma de la Iglesia? ¿Porqué pues tanto escándalo? Solo porque las restricciones mezquinas del antiguo gobierno español tenian un interes en hacer que el clero pre- dicase y el pueblo creyese que era pernicioso tratar con los extrange- ros. No era la religion la que cuidaba, era la ilustracion la que evitaba, como que sabia era el medio mas seguro de romper las cadenas de la servil sujecion á su pesado yugo y al imperio de las preocupaciones. ¡Que campo tan vasto se presenta al probar que la religion de Je- sucristo no se mezcla en asuntos políticos! Pero los libros sobre esta materia estan en las manos de muchos: ellos abundan de hechos, de doctrina y autoridades del Evangelio, de los Padres y concilios, que demuestran esta separacion, y que la religion no solo no prohibe que los cristianos traten con todos los hombres de cualquiera religion que sean, sino que aun manda que se sometan á las potestades aun no cristianas y no turben el orden social. Por lo que hace á la conveniencia de la tolerancia civil y política al orden y prosperidad de las naciones, creemos muy ridículo po- 156 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 nernos á probar un dogma político acerca del cual ningun hombre ilustrado duda, y de cuyas razones y ventajas ademas de abundar en todos los escritos de los publicistas, vemos cada dia pruebas de he- cho que llevan el mas firme convencimiento á la razon. 2º. Pasemos á examinar la mayor ó menor tendencia del folleto á perturbar el orden público, y por consiguiente á infringir la ley de la libertad de imprenta, y veamos hasta que grado es sedicioso. Por una parte notemos que la constitucion de Colombia en su artic. 156 declara que todos los colombianos tienen el derecho de escribir, imprimir y publicar libremente sus opiniones sin necesidad de examen, revision ó censura previa á la publicacion; sujetando á los que abusen de esta preciosa facultad á los castigos á que se hagan acreedores conforme á las leyes. Que en el primero de los abusos de la libertad de imprenta, publicando escritos subversivos, solo prohi- be os que sean contrarios á los dogmas de la religion católica apostó- lica romana. De manera que permite escribir aun contra las mismas leyes fundamentales de Colombia. Por otra parte obsevemos que la misma constitucion declara en el artículo 183, que todos los extrangeros de cualquiera nacion serán admitidos en Colombia; y que gozarán en sus personas y propieda- des de las mismas seguridades, que los demas ciudadanos, siempre que respeten las leyes de la República. Que en el artículo 184 con una justicia muy laudable, los iguala cuando hayan hecho ciertos ser- vicios á la patria á los naturales del pais, para obtener todos los em- pleos, en que no se exija ser ciudadano de Colombia por nacimiento. Que en la ley de 22 de Agosto de 1821 en el atículo 3º, despues de mandar que el seguimiento de las causas de fe, según el artículo an- terior, no se entienda con los extrangeros, que vengan á establecerse temporal ó perpetuamente ni con sus descendientes, añade, los que no podrán ser, de modo alguno molestados, acerca de su creencia, debiendo si, respetar el culto y la religion católica romana. JOSÉ MARÍA VARGAS 157 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) Que por el tratado último concluido con la Inglaterra se empeña la República en tolerar los súbditos de S. Mª. Británica de cualquiera creencia que sean, y aun les permite su culto privado respetando las leyes, usos y costumbres establecidas. Asi es, que el gobierno de Colombia admite la tolerancia civil y política de hecho y derecho. El escrito, pues, impugnando no solo el indiferentismo, y la tolerancia teológica sino tambien la civil y políti- ca (en todo el papel y aun en la segunda parte de su conclusion) ataca su constitucion fundamental, sus leyes y sus tratados. ¿Pero escribir contra las leyes fundamentales y particulares de Colombia es excitar á la rebelion y á la perturbacion de la tranquili- dad pública? Creemos que no, con tal que solo se discuta la justicia ó injusticia, la conveniencia ó perjuicio, la oportunidad ó importuni- dad de ellas, sin incitar al desobedecimiento, ó hacerlo de modo, que pueda turbar mas ó menos probablemente el orden público. Creemos mas: que una de las preciosas ventajas de la libertad de imprenta es hacer llegar á la noticia de los legisladores y demas funcionarios públicos los verdaderos efectos de las leyes y demas providencias, para modificarlas ó anularlas. La ley permite publicar las opiniones, sean verdaderas o falsas, no las reprime (Constant polit. Const.), no tiende á impedir las divaga- ciones del entendimiento humano, ni los extravíos de la razon; pres- cinde de los errores, y solo se dirige á conservar el orden social, que es ofendido mas ó menos y de un modo directo atacando los dog- mas de la religion dominante, excitando á la rebelion ó á la turbacion de la tranquilidad pública, escribiendo contra las buenas costumbres, ó difamando á los ciudadanos. Luego es libre discutir la utilidad ó conveniencia de la tolerancia civil y política á la prosperidad de las naciones. Para nosotros esta es una verdad demostrada en política, fundada sobre los principios mas liberales, sobre los hechos, sobre la experiencia uniforme de todos 158 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 los pueblos mas civilizados, constituye, en la opinion de la mayor parte de los publicistas y economistas políticos la base principal de la prosperidad de las naciones mas florecientes, y en nuestro juicio es una de las fundamentales del fomento de Colombia, es un derecho sagrado de las gentes y ejercido de hecho por todos los pueblos cris- tianos aun en mayor latitud que por el gobierno de esta República. A pesar de todo esto, esta verdad no es un dogma, que no se pueda impugnar sin infringir la ley de libertad de imprenta. Por el contrario, esta misma y otras fundamentales consagran la libertad de hacerlo. Con errores y autoridades mal traidas es que el autor la combate; mas estos errores van al tribunal de la razon, que harto juzgados los tiene, sin que la ley de imprenta pueda acriminarlos. Tan extraña seria su impugnacion por parte de un publicista ó ad- ministrador como su defensa por un teólogo ó ministro de un culto exclusivo ó dominante. Asi, en nuestro sentir, no es sedicioso el escrito por solo el he- cho de impugnar la cuestion de la tolerancia civil y política. Pasemos adelante y examinemos si al impugnarla, chocando al mismo tiem- po las leyes fundamentales y particulares del gobierno asi como sus comprometimientos con los otros estados es sedicioso excitando al desobedecimiento ó provocando á la perturbacion del orden. Todo escrito en conexión con la accion de la rebelion ó tur- bacion de la tranquilidad pública es criminal según el modo mas ó menos probable de producir este resultado. El autor á fuerza de confundir cuestiones muy diferentes, de usar la palabra tolerancia del modo mas vago, é indistintamente en cualquiera de los cuatro sentidos ya expresados, de hablar general- mente de ella como la mas peligrosa de todas las heregías (pag. 13. §. últ.) de declarar la tolerancia de cultos, contraria á la autoridad divina (pag. 14. Continuacion del mismo último §), en fin de pronunciar absurda y temerariamente que “es necesario para ser tolerantes, de- JOSÉ MARÍA VARGAS 159 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) jar el catolicismo, renegar de Jesucristo, del Evangelio y de todas las escrituras santas, despreciar la doctrina de los sagrados concilios, y de todos los padres de la Iglesia, (pag. 3. § 3.)”: da una voz de asona- da á las conciencias de los menos instruidos que son la mayor parte, desacredita, hace odioso al gobierno y detestables sus providencias poniendo aquel y estas en diametral oposicion con la cerencia de los ciudadanos; é incita á la discordia con los extrangeros que formando una parte preciosa de nuestra población, es del interés del gobierno y del pais, y un sagrado deber por los pactos celebrados, guardarles religiosamente las consideraciones prometidas, y los derechos esti- pulados que son los mismos de las gentes. Cierto es, que si el autor no hubiera ignorante ó maliciosamente embrollado y confundido las tan varias acepciones de la palabra tole- rancia, el aserto de su párrafo arriba citado entendido solamente del indiferentismo ó de la tolerancia teológica seria justo. Si no hubiera variado de objeto en el párrafo de sus conclusiones diciendo al fin de la civil y política lo que antes habia dicho de ella en las otras dos acepciones: nada erróneo y alarmante contendria. Tambien es indudable, que si el folleto fuese solamente leido por espíritus ilustrados capaces de discernir sus errores, no pasaria de ser despreciable. Mas por el modo capcioso de expresar dichas ideas, es no solamente absurdo, sino capaz de arrastrar facil y proba- blemente á los efectos antes enunciados. A esto se reduce, en nuestro concepto, toda la cuestion del ca- rácter sedicioso del papel. Aunque el papel contiene elementos para producir muchos ma- les, no se nos oculta que este resultado carece por ahora de proba- bilidad. La ilustracion del pueblo caraqueño, el desagrado que ha causado el folleto por sus ideas liberales, cuanto malévolas y con- trarias á nuestra actual posicion es un excelente correctivo. Mas el número de pensadores es el menor. A la mayor parte de lectores en 160 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que los errores perniciosos pueden cundir ¿no habria sido preferible desengañar y prevenirla contra la sorpresa, llevando el escrito al tri- bunal de la razon y del convencimiento refutarlo y demostrarlo tan despreciable como él es? En pueblos mas acostumbrados á la libertad, y á ver con sangre fria el embate de las opiniones, en pueblos mas acostumbrados á ser tolerantes, y á mantener sus pensamientos y sus conciencias mas in- dependientes de los hábitos de un despotismo mixto: la libertad de la imprenta basta, ella produce por sí el lleno de sus efectos, difunde la calma en el espíritu de los hombres, y la razon y reflexion en cuanto saben que son libres para examinarlo todo antes de creerlo. Todavía no es este nuestro estado. La Serpiente de Moises no viene sola, for- ma parte de un sistema, otros papeles la acompañan, no se trataria, en caso de intenciones perversas (cuya existencia nos abstenemos de asegurar) de que produjese ahora mismo su efecto, basta que sea un elemento de combustion preparado para un tiempo oportuno. Es verdad que la condenacion de tales impresos y su conse- cuente prohibicion, deja siempre libre su circulacion clandestina, tanto mas cierta y solicitada cuanto mas prohibida. Pero los mas criminales tienen prosélitos y circulan del mismo modo; y no por eso deben quedar impunes. Al mismo tiempo refútense sus errores; demuestrese á la razon de todos los imparciales que el folleto no aparece con un carácter alarmante sino á fuerza de confundir de un modo muy capcioso las ideas mas diversas. Y en cuanto á los parti- darios de sus miserables conclusiones hagáseles ver claro que en su creencia y en las acciones irregulares que de ella se siguen no pueden disculparse con los errores de juicio, sino que proceden por una in- tencion perversa. Entonces adonde no alcanzan las restricciones de la ley de imprenta, llega el freno de la administracion, reprimiendo los conatos criminales, desplegando contra sus asomos toda la fir- meza del gobierno. JOSÉ MARÍA VARGAS 161 (LA GUAIRA, 1786 – NUEVA YORK, 1854) Mas cediendo á nuestras propias inclinaciones, escuchando la voz de nuestros sentimientos propenderiamos á mirar con indul- gencia un pequeño crimen, por temor de darle un golpe á la libertad sagrada de la imprenta. Mucho pesa en nuestro juicio la necesidad de conservar ileso este pedestal de toda reforma saludable, este sosten de todas las libertades. Reflexionamos con Constant que los ataques á la libertad de los escritos exaspera los espíritus, obliga a recurrir á tiros indirectos, á la circulacion de producciones clandestinas, infini- tamente mas peligrosas, hace partidarios á los perseguidos, da impor- tancia á las obras mas despreciables, en el solo hecho de prohibirlas, despierta la avidez por la lectura. Que las precauciones minuciosas que se toman contra los escritos, como contra las falanges enemigas, son tales que atribuyéndoles una fuerza imaginaria les comunican una real y verdadera, que cuando mas hubo códigos enteros de leyes prohibitivas y ejércitos de inquisidores entonces mismo se difundió con mas rapidez la luz de la Filosofia por la simple razon que es- critos y doctrinas que alarmaban tanto, y causaban tanta inquietud, tantas precauciones, debian hacer una impresión muy profunda y llevar consigo una evidencia de razon muy irresistible. Mas este es el curso natural de las cosas cuando se quiere repri- mir los pensamientos de los hombres; porque el entendimiento no conoce mas fuerza que la de la conviccion. No es asi cuando estos errores son menos hijos del entendimiento, que formados por el embrollo y la sofisteria para excitar en los menos advertidos conatos malévolos. A la verdad que predicar tolerancia contra la misma intolerancia es una paradoja ridícula; valdría tanto predicar el respeto á la conser- vacion del hombre, en favor de un asesino que nos asestase sus tiros. Ademas la libertad de pensar y la de creencia son correlativas. La libertad de imprenta y la tolerancia civil y política son pues hermanas y bien identificadas. Respetar la intolerancia ó verla con consideracion en el tribunal de aquella, seria transigir con su enemigo mortal. 162 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Hemos pues presentado bajo su verdadera fuerza las razones que militan en favor del folleto como un impreso, y las que lo con- denan como revestido con un carácter de malévolo y sedicioso. El Jurado en su juicio debe haber pesado la fuerza de ambas. En el ejer- cicio de sus atribuciones la ley no le fija sino los límites discrecionales de su leal saber y entender. Si se han equivocado: la opinion pública es su único tribunal de apelacion. Nosotros tenemos un derecho de contribuir como todo ciudadano á ilustrar esta, á este intento se han dirigido nuestras reflexiones imparciales, si no lo conseguimos del todo in robus magnis et voluisse sat est. Caracas, 28 de Marzo de 1826. In ciudadano. XVII

MIGUEL SANTANA (Caracas, c. 1764 – 1840) Muy fresco aun el recuerdo del juicio a que fue sometido el Pa- dre Santana, se publicaron dos folletos suscritos por éste. Los títulos de estos folletos son: 1) Colombia defendida por “La serpiente de Moisés” y 2) “Día que no se contará entre los de Colombia el 18 de marzo de 1826, en que se comenzó a hollar en Caracas la libertad de la imprenta”. Pero recojo por curiosa, la información que da Juan Vicente González en la biografía del doctor José Cecilio Avila, que atribuye la autoría del folleto Colombia defendida por La serpiente de Moisés, al padre José Cecilio Avila; escribe González al efecto: Día que no se contará entre los de Colombia lo llamó Avila en un folleto original y oportuno, que tituló Colombia defendida por La serpiente de Moisés.* No obstante esta aseveración, atribuimos la autoría de ambos títulos al Padre Miguel Santana quien aparece suscribiendo ambos folletos, que se anexan: 1. “Colombia defendida por la Serpiente de Moisés”. Cara- cas: Imprenta de Valentín Espinal, año de 1826. 2. “Día que no se contará entre los de Colombia el 18 de marzo de 1826, en que empezó a hollar en Caracas la liber- tad de la imprenta”. Caracas: imprenta de Valentín Espinal, año de 1826.

* Juan Vicente González, Biografía del Doctor José Cecilio Ávila, p. 29. Caracas: en la Imprenta Valentín Espinal. 1858.

COLOMBIA DEFENDIDA POR LA SERPIENTE DE MOISES En todos tiempos han gritado libertad los que han intentado dominar y sujetar á sus semejantes.- Tacito.

Cuando comenzó la contienda sobre la reimpresion de esta se traslucia atacarse á lo lejos en un individuo la libertad civil; mas en- crespándose sucesivamente las pasiones por último han abortado el folleto titulado La Serpiente de Moises y Colombia, que directamente embate ya al comun de los hombres libres. El contiene una censura de la Serpiente que jamas se vió en el sistema inquisitorial. Este tri- bunal á pesar de su escrupulosidad tenia por instituto no condenar por herética una proposicion sino cuando clara y terminantemente pugnase con un dogma decidido; aplicandole otra nota si para co- nocer la oposicion mediasen deducciones. El tal folleto abanza mas; pues llenando la inmensa diferencia que hay entre los extremos de comparación con el chisme, la vulgaridad, las inferencias pueriles, y violentas interpretaciones, ha corrido el nivel de la imaginada sedi- cion sobre varios trozos de la Serpiente. ¡Escritores libres! ¿volvereis á tomar la pluma si una vez la cavilosidad interpreta á su antojo vues- tros discursos? Incorruptible jurado! ¿no se reciente vuestro digno orgullo cuando se os presenta esa pauta tiránica? El gran argumento de que se toma la sedicion es el artículo 183 de la constitucion. Por él se supone concedida la mas franca toleran- cia. Si asi fue, ¿por qué se apela poco despues al tratado con la Gran Bretaña, en que solo se concede culto privado? ¿Cómo convenir 166 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 los interesados en esta desventajosa reforma cuando antes de diez años no puede alterarse la constitucion? La Serpiente á lo mas se extiende al culto público y no estando este concedido, no contraría disposicion alguna de la República. Ademas en un sistema liberal obedeciéndose las leyes es lícito criticarlas. De otro modo el Venezo- lano, Constitucional, Observador y Colombiano, que han censurado muchas con energia, ya debieran estar temiendo el lazo que se ha puesto á la Serpiente. Seamos justos: si alguno quiere impugnar el es- crito nadie se lo impide; pero ahogarlo en el calabozo de la sedicion seria la opresion mayor, seria un triunfo suicida y bárbaro encadenar la imprenta por abatir á un ciudadano que no tiene otro delito que vestir talar negro; ser y haber formado millares de patriotas; y de- fender una de las leyes fundamentales de la República que es la mas preciosa propiedad particularmente de un pueblo libre en que unos respetando la mayoría, ven variar las leyes civiles, pero conservan inalterable la Religion, que según el nada sospechoso Rousseau en el Emilio, mas que las letras suaviza la legislatura y es el mas firme apoyo de la tranquilidad de los gobiernos. Parece contribuir á nuestra deshonra proponer siquiera, y refu- tar la otra prueba de sedicion que se ha dado de la Serpiente. No la ilustrada Bogotá, Atamaica, las misiones del Caroní y los restos de las del Rio Negro van á llenarse de espanto si llegan á saber, que las expresiones de la sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia: que los pecadores y enemigos de esta deben por su pecado ser separa- dos de su comunicación, arrojados de este mundo, y borrados del número de las naciones; se han entendido en Carácas en sentido tan material, que usando de ellas la Serpiente se ha creido, que por esto provoca á asonadas y al exterminio de los no católicos. Con solo haber abierto la primera página de la Religion no hay quien no entienda que tales sentencias miran á la detestacion y des- truccion del error; pero de ninguna manera á la de las personas; porque el dulce Jesus, legislador de la sana filosofia y el verdadero MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 167 amigo de los hombres, confundiendo en el Evangelio todos los pre- textos y ardides del odio y de la venganza, declaró que no hay una ocasión ni motivo porque sea lícito á ninguno ofender y aborrecer á su prójimo; y que es prójimo todo hombre, cualesquiera que sean su creencia, sus vicios y virtudes. Los impugnadores de la Serpiente no han podido ignorar estas máximas con que se nutre el cristiano desde los primeros años, y si atropellándolas interpretan siniestramente la Serpiente, es un efecto de malignidad notoria. Si dando pábulo á una razon orgullosa las han olvidado, su proceder encarnizado y furibundo prueba en el particular, cuan cierto es que mas sabe de Dios y de la moral un al- deano con el catecismo cristiano, que un filósofo con toda la pompa de su doctrina. No se sabe, pues, á quien ha de contestarse, si á la ignorancia afectada ó á la malignidad descubierta; pero á cualquiera que sea se le puede decir, que ella misma sin quererlo ha justificado la Serpiente; porque entre los trozos de esta, que ha propuesto para la censura, es este el segundo: “El que está persuadido de la verdad de su Religion, el que la ama, y la antepone á todos los intereses por ventajosos que pa- rezcan, lejos de tolerar sectas contrarias, antes quisiera verlas destrui- das, y convertidos sus profesores”. ¿Cómo podria la Serpiente desear ver convertidos los hereges si al mismo tiempo excitará al exterminio de sus personas? Este solo antecedente según las reglas de crítica ma- nifestaria con evidencia la sanidad del espíritu de todo el impreso, y la malicia con que se ha querido caracterizarlo de sedicioso. Es ya necesario dejar caer enteramente el juicio. No ha sido la ignorancia la causa del alboroto contra la Serpiente. Los acusadores saben que en todos los templos de Colombia, y aun en los de todas las nuevas repúblicas de América, se canta diariamente en la colecta de la misa conventual: Et gentes paganorum et hæreticorum desteræ tuæ po- tentia conterantur. Y que los paganos y hereges sean quebrantados por el poder de tu diestra. 168 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Nadie ha entendido todavia que por esta súplica la Iglesia, ma- dre de la lenidad y compasion, pretenda la muerte y ruina de los paganos y hereges, sino que depongan el error y abracen la verdad. La Serpiente no ha dicho mas, ni en diverso sentido que este. El móvil de la acriminacion no ha sido otro que el prurito de abatir al prebendado Santana, por abatir con él al Clero. Desechos ya, casi sin haberse tocado los argumentos del folleto la Serpiente y Colombia; y como la Responsabilidad solo trata con el orden, la justicia, la decencia y la filantropía, teniendo guerra declara- da al chisme, cavilosidad y fanatismo, tampoco se detiene en rebatir las notas con que se han querido poner en ridículo la Serpiente y em- brollarla con el godismo; mas para confusion de su autor sepa con respecto á la segunda, que no solo Isaac pudo ser figura de los cris- tianos, sino que Adan mismo fue cristiano, pues en la fe y esperanza de Cristo que se le reveló fue que se salvó. A la quinta, que siendo los católicos romanos por lo menos cien millones, que profesan una misma comunion de fe: que este culto está extendido por todas las partes del mundo: que en todos los lugares visibles de él ha tenido, ó tiene adoradores y templos públicos; y que según lo acredita el he- cho, es capaz de abrazar en su seno á todos los hombres sin diferen- cia de climas, ni condiciones: es ciertamente el mas célebre y el mas numeroso comparado con las sectas y con cualquiera de las varias religiones del gentilismo. A la séptima, que tanta estupidez es creer que solo los reyes son potestades legítimas, como inferir que lo qui- so asegurar á la faz de Colombia el autor de la Serpiente. A la octava, que el autor, ó autores del folleto que se impugna por ser calumnia- dores no temieron hacerse traidores. Si conocen la mano asesina que amenaza á Caracas ¿como no la han manifestado al gobierno? La complicidad que en el duende de Petare por una inicua política quiso atribuirse á los eclesiásticos ha costado caro á la República. Acaso la falta de buques de Europa que al periodo correspondiente se notó, y la dilacion del reconocimiento de la Francia han pendido en mucha parte de semejante impostura, que publicado en periódico de esta MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 169 nacion, dio aquel una seriedad temible. A la catorce, oportunidad fue en Bogotá por moverse la cuestion relativa, y la reimpresion tambien fue oportuna; por que aquí hay legisladores del siguiente congreso, y porque no siendo ellos árbitros, sino órganos de la voluntad del pueblo, que es el soberano legislador, y no los chisperos que quieren armarse con la voz pública; era muy conveniente para saber su opi- nion hacer circular la Serpiente.

REFUERZO A LA DESESPERACIÓN A pesar de los miedos infundidos, y de otros irregulares arbi- trios para la condenacion de la Serpiente, la justicia y los principios liberales de la imprenta aseguraban su indefectible absolucion, y en este conflicto sin acabar de repartirse el impreso la Serpiente y Colom- bia, se echó á rodar el otro titulado Cartas de un Aleman á S. E. el Vice- presidente. Ninguna lectura debe tener el que no haya conocido que es un miserable plágio tan podrido como mal aplicado. Cansados estan nuestros periódicos de regalarnos estas rancias mercancias, que no vendiéndose á moneda sonante despues que la crítica, y la filosofia las cuentan entre las fábulas, ó las tienen reducidas á su verdadero tamaño, las han tomado al fiado de los mismos almacenes para llenar impertinentemente unas columnas destinadas á formar patriotas, y decentes republicanos. El fin ha sido concitar la odiosidad del Clero para que ella, y no la ley de imprenta decida en el Jurado. Repetida y satisfactoriamente se ha contestado en el particular; mas por ser muy adecuada, central y concisa no es posible omitir la siguiente respuesta que en caso no desemejante dio Jeremias. “Di- jeron venid, y pensemos pensamientos contra Jeremias: porque no perecerá la ley del sacerdocio, ni el consejo del sabio, ni la palabra del profeta: venid atravesémosle con la lengua, y no atendamos á nin- guna de sus palabras”. En este rasgo está perfectamente descripto el furor concebido contra los sacerdotes, porque son el contraste del 170 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 desorden, é inmoralidad: porque siempre amigos el pueblo, y nunca traidores al Gobierno vigente, en cualquiera època han empleado su opinion y relaciones en evitar la ruina y desolacion de esos mismos pueblos, sin los cuales en el dia no habria república; porque hay á quienes importa que Colombia viva ardiendo en la discordia. Estos beneficios, ¡hombres dos veces dignos padres de los pueblos, son la honrosa causa del encono que se explica contra vosotros! Acaso las tentativas no pararán aquí, sino que se aumentarán las asechan- zas, como ya antes lo hizo la malignidad para perder hombres que tan de buena fe habian adherido á nuestra transformacion política: mas, ¡vosotros ministros de un crucificado y Dios de paz, confun- direis á vuestros adversarios con la continuacion de los beneficios, y con la paciencia: vuestra lealtad á la República no desmayará al través de las vejaciones y calumnias: la posesion en que estais de que las revoluciones modernas y antiguas no refieren un clero que en moderacion, y comportamiento os haga sombra, la conservareis á cualquiera costa! La carta se sabe que no es de un aleman, ni de un católico, ni de un filósofo. Se presume que es de uno de los que han caido bajo el artículo tercero de la ley sobre el conocimiento en las causas de fe. No lo primero; porque tal vez los mas de los extrangeros que han venido son católicos: porque los que no lo son, no han sido molesta- dos por su creencia, siendo prueba de esto el no saberse haya habido querella de esta especie en ningun tribunal. Los que buscando la vedad de la Religion han ocurrido á los eclesiásticos han observado en ellos por preludio de las conferencias la dulce y sincera caridad del Evan- gelio. Los que con otros motivos les han tratado, han conocido unos afables y honrados ciudadanos de Colombia. Tampoco los extrange- ros han dado que sentir á la Religion; esta queja de quien sí la tiene ella infandum Regina…. Es de varios criollos, que como fieras que no se contentan con que se les rompan las cadenas, todo lo han querido devorar sin perdonar lo mas augusto y venerable. MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 171

No es católico el autor de la carta, y en este punto es necesa- rio que nos detengamos á ver quienes somos, y cuantos quedamos: porque no sujetarse á los dogmas, y preceptos de la Iglesia católica, y querer alguno al mismo tiempo decirnos que es católico, y valerse de esta máscara para seducir á incautos, y atacar impunemente la Religion, es la felonia, ó hipocresia mas execrable. No es católico el que afirma, como en la línea quinta de la segunda planilla de la carta, que la Biblia, cual la reconoce la Iglesia, tiene parte que pode- mos no adoptar. La ironia manifiesta de la línea novena de la tercera planilla, no es menos opuesta al catolicismo, como lo son tambien otras cláusulas que la brevedad no permite ahora analizar. Se asegura igualmente que no es filósofo el escritor que impugnamos. A serlo no ignoraria que la Religion no se conoce por los hechos de sus ado- radores; sino por la santidad, y verdad de sus máximas: y asi no ha- bria aglomerado sucesos deshonrosos á los pontífices, porque lejos de probar su intento, aunque fuesen ciertos en toda su extension, ad- vertiria que ellos mismos manifiestan la omnipotente mano de Dios que lleva al cabo su santa obra sin que se lo impidan los pecados de los hombres, siendo uno el pontífice y otro el pecador. No es menos disonante del que profesa la filosofia, quererse abrir la puerta con un libelo, que descarada é insolentemente niega dogmas, concita á sediciones como en China y el Japon, que estimula á sustraerse de la obligacion de diezmos, prescripta por ley eclesiástica y corroborada por la civil, y que infama á los eclesiásticos acusándolos de infidentes en el confesionario. El filósofo habria conocido que con semejante conducta comprobaba que los enemigos del catolicismo cuando es- tan débiles reclaman en su favor la mansedumbre evangélica; pero luego que se ven fuertes le oprimen hasta con las armas. Si la Carta del Aleman ha cometido todos los abusos que castiga la ley de la imprenta, el supremo jurado que es el público lo ha de- cidido ya. 172 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Dia que no se contará entre los de Colombia EL 18 DE MARZO DE 1826, En que se comenzó á hollar en Caracas la libertad de la imprenta Continuado el proceso sobre la acusacion de la Serpiente de Moi- ses, no obstante la nulidades de que adolecia, según las demostracio- nes convincentes de varios impresos que corrieron, por último se reunió el Jurado en los claustros altos del convento de S. Francisco y á su rededor un concurso apiñado de mas de mil personas. La escan- dalosa y misteriosa importancia que quiso darse al negocio arrebato de sus ocupaciones á muchos infelices, á quienes el trabajo diario no alcanzaba para el escaseado pan, que acaso los señores Síndicos no procuraban que viniese de los pueblos inmediatos por embargarles todo su cuidado el éxito del impreso. El acto se comenzó, y desde antes que el orador de la acusa- cion tomase la tribuna ya serpenteaban en los ojos y semblantes de muchos el furor convencional, y la condenacion de la Serpiente. El orador confundiendo todas las tolerancias: suponiendo que la Ser- piente queria devorar á los moderados extrangeros que habitan con nosotros: esforzándose en caracterizarla de subversiva de que no estaba acusada; y al mismo tiempo abriendo juicio temerario de re- sidencia á la Religion católica, y á sus ministros, se desvió del punto preciso de la cuestion que era si el papel merecia la nota de sedicioso. El orador comprometido en el lance viendo en contradiccion sus principios y los varios complicados afectos que descubria en los espectadores, se dejó ver como uno que registrando á la ligera un gran palacio, no se determina á elegir habitacion en él. Se le notaron indicaciones veloces y transiciones repentinas, y tocaba todo cuanto en el momento parecia que agradaba y contribuia al propósito. Prin- cipió dando por cierta la inicua liga que falsamente se dice, formada MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 173 entre el sacerdocio cristiano y el imperio para oprimir irresistible- mente alma y cuerpo. Despues propuso la cuestion sobre si la Escri- tura llamaba hijos de Dios á los de Seth, y uniendo el aire chistoso, la terminó asegurando que en todos tiempos habia sido como ahora que los hombres toman á las hermosas para casarse. He aquí la su- blime produccion del pensamiento que sorprendió la admiracion, y fue improvizada de un palmoteo: pero hágase justicia al auditorio, uno solo fue el de esta importuna demostracion y otros le siguieron por el furioso serpenteo que se advertia.

Nota: La premura con que se pide este impreso hace que se interrumpa para concluirle luego.

IMPOSTURA NOVISIMA En la Revista semanal núm. 6 se acaba de asegurar que el Sr. Cura Ldo. Antonio Gonzalez, ha hecho una solemne refutacion de la Serpiente, y predicado la tolerancia en el sermon del Mandato en la Sta. I. M. ¿Ubinam gentium sumus? Este digno cura envejecido en el trabajo y la virtud, no hizo otra cosa que, acomodándose á la primera idea que ofrece la imponente accion que se celebraba, explicar la ex- tension del precepto de la caridad que á nadie excluye: reprobar la de aquellos que circunscriben sus oficios á cierto número de personas; y advertir que la misma caridad nos ordena que nos apartemos de las compañías que perjudican á nuestras almas, y recalcando sobre el particular con la parábola del trigo y la zizaña. Esto lo oyeron como 1,500 personas. Concluyamos que la preocupacion hace visionarios. Miguel Santana. Caracas: Imprenta de Valentin Espinal, año de 1826. 174 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Dia que no se contara entre los de Colombia EL 18 DE MARZO DE 1826, en que se comenzo a hollar en Caracas la libertad de la Imprenta. Sunt nonnulli qui cum patres nos, el tradito ab iis dogmata sequi fastidiunt, ipsi hæresum cupiunt autores esse…. Stus. Basilius in Isaiam. Continuado el proceso sobre la acusacion de la Serpiente de Moi- ses, no obstante la nulidades de que adolecia, según las demostracio- nes convincentes de varios impresos que corrieron, por último se reunió el Jurado en los claustros altos del convento de S. Francisco y á su rededor un concurso apiñado de mas de mil personas. La escan- dalosa y misteriosa importancia que quiso darse al negocio arrebato de sus ocupaciones á muchos infelices, á quienes el trabajo diario no alcanzaba para el escaseado pan, que acaso los señores Síndicos no procuraban que viniese de los pueblos inmediatos por embargarles todo su cuidado el éxito del impreso. El acto se comenzó, y desde antes que el orador de la acusa- cion tomase la tribuna ya serpenteaban en los ojos y semblantes de muchos el furor convencional, y la condenacion de la Serpiente. El orador confundiendo todas las tolerancias: suponiendo que la Serpiente queria devorar á los moderados extrangeros que habitan con nosotros: esforzándose en caracterizarla de suversiva de que no estaba acusada; y al mismo tiempo abriendo juicio temerario de resi- dencia á la Religion católica, y á sus ministros, se desvió del punto preciso de la cuestion que era si el papel merecia la nota de sedicioso. El orador comprometido en el lance viendo en contradiccion sus principios y los varios complicados afectos que descubria en los espectadores, se dejó ver como uno que registrando á la ligera un gran palacio, no se determina á elegir habitacion en él. Se le notaron MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 175 indicaciones veloces y transiciones repentinas, y tocaba todo cuanto en el momento parecia que agradaba y contribuia al propósito. Prin- cipió dando por cierta la inicua liga que falsamente se dice, formada entre el sacerdocio cristiano y el imperio para oprimir irresistible- mente alma y cuerpo. Despues propuso la cuestion sobre si la Escri- tura llamaba hijos de Dios á los de Seth, y uniendo el aire chistoso, la terminó asegurando que en todos tiempos habia sido como ahora que “los hombres toman á las hermosas para casarse”. He aquí la sublime produccion del pensamiento que sorprendió la admiracion, y fue improvizada de un palmoteo: pero hágase justicia al auditorio, uno solo fue el de esta importuna demostracion y otros le siguieron por el furioso serpenteo que se advertia. Los palmoteos siguientes incluso el último que fue activado por el imparcial acusador, no tu- vieron mas justo motivo que el primero. El autor de la Serpiente desde el párrafo 2 declaró bien que su designio era refutar la tolerancia teológica, “que es por la cual se pretende que los católicos auxilien á los sectarios en su error, y les aseguren de parte de Dios, que pueden vivir impunemente en él y al fin salvarse”. El plan concebido fue consecuentemente ejecutado hasta el fin. Por esto fue que aseguró laSerpiente que la tolerancia era “un sistema que mira con igual indiferencia todas las religiones, ó que pone á nivel la única verdadera con la multitud de las falsas…. Que no podemos partir la herencia con los sectarios….: que es nece- sario para ser tolerantes dejar el catolicismo… &c. &c.” A la verdad esta especie de tolerancia está en tan diametral oposicion con la ver- dadera fe, que el que conviniere en ella por el mismo hecho habria negado el dogma de la unidad de la Iglesia, y quedaria excluido de su comunion. El orador contrario desentendiéndose de todo esto, y tal vez bien persuadido de que en toda revolucion la Religion primitiva tiene desertores que se le convierten en enemigos implacables, quiso li- sonjearlos, y al mismo tiempo afectar filantropía con los extrangeros 176 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 á quienes la mas oficiosa malicia habia tratado de poner en conmo- cion y temor. Con estos objetos parece que olvidándose de que era un cristiano viejo, bastante versado en la inteligencia sana y racional de la Escritura, de los Padres y preces de la Iglesia se encargó de ha- cer al vivo el papel de un carfanaita muy carnal. Asi es que no tuvo reparo en asegurar, que al repetir la “Serpiente que no se podrán tolerar en el recinto de los muros de Sion á los incircuncisos….”, tocaba alarma para que se arrojase de los términos de Colombia á todos los que no fuesen católicos. ¿Ignoraba que en Caracas como en Pekin y en cualquiera otra parte, los muros de la espiritual Sion, son los vínculos que estrechan, caracterizan visiblemente y reunen bajo una sola y uniforme confesion de fe á los profesores del cato- licismo? ¿No sabia que dos pueden habitar una misma casa estando uno dentro y el otro fuera del recinto de la Iglesia católica? Risible cosa y sola oportuna para impresionar ánimos prevenidos, suponer que la Serpiente hablaba de la tolerancia de personas, cuando ade- mas de lo expuesto, en todos tiempos sin distincion de creencia se han admitido los extrangeros en estos paises sin reclamo de nadie, y cuando particularmente despues de la extravagante de Martino V. Ad evitanda, aun en las naciones del mas exclusivo catolicismo, como en España, no solo trafican los sectarios sino que hay algunos esta- blecidos con bienes raices, debiendo á la manera que en Colombia respetar la Religion. Hecha esta falsa imputacion á la Serpiente, el orador tomando un rumbo enteramente excéntrico, se propuso justificar la tolerancia teológica. Dios mismo por ser eterna sabiduría y verdad no la puede aprobar. No obstante aquí parece que se intentó dar principio á una revolucion religiosa, eligiéndose para fragua y profanándose uno de los sagrados asilos, particularmente destinados á la práctica y defen- sa de la misma Religion. Tales fueron las heridas que en fárrago y de un golpe se le tiraron, que habria quedado exánime y despedazada si no fuese ella tan verdadera, invulnerable é inmortal en cualquiera de sus dogmas como en el conjunto de todos. Tambien fue ofendida MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 177 en la ocasión la primogénita de la libertad, la ilustrada y religiosa Caracas, que cuando resolvió ser independiente de la España protes- tó espontánea, solemne y repetidamente que se honraba de quedar dependiente del Dios verdadero á quien habia tenido la dicha de conocer. El 19 de Abril, primero dijo Religion que Libertad. Bueno- saires sin saberlo dijo en Mayo lo mismo; y este eco difundido por la antigua América española, se ha grabado firmemente en todas las legislaturas de las nuevas repúblicas, que escarmientan con las penas de la sedicion y suversion al que trate de borrarlo. El orador como extrangero en estos nuestros antiguos y per- severantes votos, ó creyéndolos contrariados y deshechos ya, por haber dado oido indiscreto á la turba de menguados asonadores, que hace mas ruido que la modesta generacion entera del 19, estableció “una total igualdad entre todas las creencias”. Ninguna considera- cion particular le mereció la religion querida de nuestros padres, esa que según Montesquieu tiene la raiz en el cielo, fue sucesivamente revelada hasta darle Jesucristo la última mano, esa que se gloría hasta nuestros dias sin interrupcion alguna de la mision y sucesion apostó- lica, y que haciendo sin cesar guerra á todos los vicios del hombre se ha conservado una misma, habiendo visto nacer y desaparecer todas las sectas que erguidas con el auxilio del poder humano, y puestas en combinacion creyeron con seguridad destruirla; pero ¡o Religion católica romana, la mayor exaltacion de tus enemigos ha sido siem- pre el presagio mas cierto y feliz de tus triunfos y del descrédito de ellos! ¡Tu sola conservacion á despecho de tantas pasiones, prueba con evidencia que no eres obra del hombre ni de la preocupacion! La sola razon natural explorada con fidelidad enseña, que Dios aun- que no necesita del hombre no ha podido prescindir de imponerle deberes: ¿como podrá pues á la luz de la razon concebirse un Dios infinitamente santo y perfecto, y suponer que reciba con agrado cul- tos opuestos y en ellos acciones intrínsecamente malas. Un Dios que se sujetara á la adoracion que cada uno quisiera tributarle seria todavia menos que un mendigo, seria un velo negro de que todos se 178 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 valdrian para encubrir sus mas detestables crímenes, no seria el Dios del mundo que para poner á los hombres en concierto y sociedad les manifiesta á todos un mismo aspecto en que se ve la diferencia esencial de la virtud y el vicio, y en que los que le buscan con humil- dad conocen en él su adorable voluntad. Si se consulta a la revela- cion, desde el Paraiso vemos trazada una sola Iglesia ó Religion fuera de la cual nadie podia salvarse. Esta verdad está inculcada de todos modos en la Escritura: las parábolas, las figuras mas expresivas, las sentencias mas concluyentes, se encuentran en el antiguo Testamen- to: todas las páginas del nuevo dicen lo mismo: Jesucristo con su palabra de verdad y de vida ha declarado que el que no creyere se condenará: que hay ovejas que no pertenecen á su redil, y que el que no permaneciere unido á la Iglesia que él acabó de santificar con su sangre, tendrá la suerte de un gentil y de un publicano. El símbolo católico resuena á todas horas en todas las partes del mundo, y todas las furias del infierno, los ardides y engaños no han podido lograr que se borre de él el artículo que expresa que solo en la Religion ca- tólica puede esperarse salud, unam sanctum, catholicam…. Tambien se aseguró en el discurso que la Religion está solo sin intermedio alguno “entre Dios”, que es invisible, y “el corazon del hombre” que lo oculta el pecho. ¡Abismo horroroso, hijo del ante- rior y degradacion del Criador y de la criatura! ¿Con que serán reli- gion las ilusiones de una cabeza envanecida y las hediondeces de un corazon corrompido? Semejante religion fue la que mandó colocar en el primer templo de Paris á la prostituta Venus para que sobre las aras del verdadero Dios recibiese el criminal incienso de sus adora- dores. Este suceso, cuyo recuerdo sacará lágrimas á la capital de la sabiduria, fue anunciado en idioma casi profético por el elocuente padre Beauregard, predicando en la misma catedral 13 años antes. De un auditorio inmenso, los pensadores se vieron traspasados de dolor, y los falsos filósofos, los pagados de sí mismo, clamaron “se- dicioso, fanático”, como ahora en San Francisco contra el autor de la Serpiente. Esa religion tan invisible que ni templos tiene es la que en MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 179 toda la gentilidad buscó Plutarco, y no pudo encontrar. A Colombia se puede decir, Fábula de te narratur…. Refirió el orador la parábola del Samaritano que trae San Lucas en el capítulo 10, á saber: que queriendo Jesucristo hacer inexcusable á un judio que adicto á las falsas interpretaciones de la ley de amar al prójimo preguntó, quien era este, le respondió “Un judio iba de Jerusalen para Jericó, cayó en manos de los ladrones que lo robaron y dejaron casi muerto. Pasó un sacerdote y no le hizo caso: pasó un levita y tampoco se compadeció: despues pasó un samaritano y com- padecido del judio le ungió y le llevó a una posada para que le curasen ofreciendo satisfacer los costos. Entonces preguntó Jesus cual de los tres se habia portado como prójimo: respondió el Doctor de la Ley que el samaritano, y Jesus le dijo ve tú y haz lo mismo”. Seguidamente repitió como en contraste la doctrina de San Juan que en la carta 2ª. Dice: “si alguno viene á vosotros y no hace profesion de esta doctrina, no le recibais en casa ni le saludeis”. Luego el orador volviéndose á todas partes con tono burlesco preguntó ¿á quien creeremos bien al “Maestro, ó al discípulo?” Y añadió “parece que debemos creer mas bien al Maestro”. Esta aparente antilogia tan facil y trivial que un estu- diante de pocos meses de teologia se averguenza de ponerla en la cla- se, la presentó como argumento ineluctable de efectiva contradiccion, ¡blasfemia horrenda y atroz insulto al auditorio que no era todo de gañanes! Dignos caraqueños ¿pudisteis sufrir que se os tuviese por tan ignorantes ó impios, que al punto no rechasasen vuestros oidos la voz sacrílega que acusaba de contradiccion al autor de los libros santos? ¿Los que de vosotros oisteis á los Sanz y á los Montenegros cuando accidentalmente se movió en la cámara de Caracas esta misma cues- tion, no echais ahora de menos la circunspeccion, respeto y delicadeza que adornaron sus encantadores discursos? La antilogia ha desaparecido con solo haber puesto un texto al frente del otro. Cualquiera advierte que Jesucristo aprueba en el primero los oficios de caridad que un extrangero practica con un 180 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 moribundo, que apenas tiene accion para clamar por aceite y vino para sus dolencias: en el segundo manda San Juan evitar la comuni- cación con un anticristo ó seductor que con su trato puede pervertir, mas no prohibe que si se hallase en igual caso que el judio que iba para Jericó, ó en otro semejante, se le presten los auxilios de cari- dad, como pueda esto hacerse sin perjuicio del alma. ¿Donde está pues la oposicion? ¿No son diversos los respectos con que hablan el Maestro y el discípulo? Ademas de esto lo mismo que ordena S. Juan en la segunda Epístola lo mandó Jesucristo frecuentemente: “Guardaos, decia, de la levadura de los fariseos”; y en el capítulo 18 de S. Mateo dijo: “al que no oye á la Iglesia tenlo como á un gentil y á un publicano”. La caridad que en la parábola recomendó Jesucristo en su pecho la bebió S. Juan, y era su lenguaje especialmente en la vejez: “filioli… hijitos mios amaos mutuamente”. Si el orador solo por guardar á Jesucristo la cortesía de maestro, fue que le creyó, el desaforado enemigo de la revelacion Rouseau, le hace mas justicia, cuando hablando de la divinidad de la Escritura sagrada concluye así: “¿qué, diremos por ventura que el Evangelio es una historia in- ventada por gusto? Amigo mio, historias hemos visto inventadas, pero no son asi ni es este el modo de inventar; y los hechos de Só- crates, de que ninguno duda, no estan tan testimoniados como los de Jesucristo: y en sustancia, esta respuesta aparta algo la dificultad, pero no la disuelve; porque mas inconcebible seria el que muchos hombres de comun acuerdo hubiesen compuesto este libro de su cabeza, que el que uno solo haya sido el héroe verdadero de que él trata. Jamas unos autores judios hubieran encontrado con este tono, ni con esta doctrina moral; y el Evangelio está presentando unas divisas de realidad tan claras, tan grandes y tan inimitables, que si alguno le hubiera inventado, seria por su invencion mas admirable que el héroe”. No se sabe que relacion tuviera con la Serpiente el dogma de la confesion auricular: sin embargo se negó diciéndose que á lo mas seria ella un precepto eclesiástico. Esta asercion fue tanto mas perju- MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 181 dicial cuanto que podia lisonjear á muchos que por otra parte no tie- nen principios para conocer su falsedad. Que la confesion, fuera de los peligros de muerte y otros casos semejantes, se haga una o mas veces al año, es de precepto eclesiástico; pero ella misma es instituida y obligatoria por derecho divino. Jesucristo comunicando la facul- tad de perdonar pecados á los apóstoles y presbíteros dijo: “Lo que atareis sobre la tierra será atado en el cielo, y lo que desatareis sobre la tierra será desatado en el cielo”. De aquí el concilio de Trento apoyado ademas en la tradicion, que es tan palabra de Dios como la Escritura, deduce y confirma el siempre recibido y constante dogma de la confesion auricular, porque ¿como podrian perdonarse á unos los pecados y retenerse á otros, si no se confiesan al sacerdote en el santo sacramento? Rebatido de este modo el error, será otra la oportunidad de instruir mas á los fieles sobre este particular para precaverlos de las detracciones que el libertinage vomita contra la confesion sacramen- tal, que es el único medio para dar alivio y paz á un corazon inquieto y ulcerado. Lo conoce tambien asi Voltaire. Manifestando sentimiento protestó el orador que se veia preci- sado á decir “que el catolicismo no era el mas análogo á la felicidad de los pueblos”: pero ¿para qué tan inútil lástima? La Religion católi- ca que sin herida clavó la cruz en la frente de los Césares, y la grabó en los pergaminos dorados de los filósofos, no mendiga la compa- sion de nadie, bastándole que se le haga seca justicia, para ser ve- nerada como la única divina, y la verdaderamente benéfica al linage humano. La atroz injuria que en el acto se hizo á Dios, único autor de la gracia, de la naturaleza y de la sociedad, está ventajosísima- mente confundida con solo preguntar al orador, ¿Cuál de las máxi- mas del catolicismo es enemiga del hombre? Los siglos de continuo combate que él ha sufrido han sido pocos para encontrar semejante mancha: á los venideros no puede estar reservado el conocimiento de un defecto que según se dice es bien visible y aflictivo: si se pro- 182 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 cede de buena fe no podrá responderse, sino con Montesquieu ¡cosa admirable! “La religion cristiana (la católica que fue la que llamó verdadera, y murió profesando) que al parecer no tiene otro objeto que la felicidad de la otra vida, hace tambien la de esta”. No puede ser otro el resultado de un culto que en su mas reducido compendio y en la mayor extension de sus preceptos, no principia, ni termina en otra cosa que en “amar á Dios y al prójimo”. Este es el manantial perenne del puro patriotismo y de los bienes todos juntos. Olvidándose la grande prosperidad de las naciones del catolicis- mo, se propone esta como efecto necesario de las sectas. Prescíndase ahora “(porque no se diga que es misticada)” de las relaciones con la eternidad: de aquel pueblo que teniendo ganeros rehinchidos, y abundancia de ovejas fecundas dijo David, que mas dichoso era el que tenia el Señor por su Dios: prescíndase en fin de aquel receperunt“ mercedem suam…. Ya recibieron su paga”, que tan sin miedo se dirá á una persona sola como á millares de generaciones. Háblese como si la bienaventuranza estuviera en la tierra. No se supone que se crea que la felicidad de los estados consista en un poder militar, terrestre ó marino, que sacrifica la poblacion al sosten de una estéril gloria, y grava aquella con deudas é impuestos insoportables: ni en el nú- mero de sus habitantes, porque al frente de la China devorada por la mala fe en el comercio, la pequeñísima república de San Marin es mas feliz con pocos ciudadanos: ni en el lujo y fausto que nutren la inmoralidad, alejan los matrimonios y abrevian la disolucion política. Si consiste la prosperidad de los pueblos en el cultivo de las ciencias y artes liberales, nadie que haya leido los viageros exactos negará al catolicismo la gloria que ellas solo existen ahora donde ha estado ó está con esplendor esta creencia: si en la moderacion y equidad de los gobiernos, la Iglesia católica en sus concilios generales y particulares ha dado á la Europa las lecciones mas interesantes que ha tomado del sistema representativo: si en el aumento útil de la poblacion, la sola Italia ha manifestado que la religion católica lo promueve eficaz- mente lejos de impedirlo: si en la agricultura, comercio y magníficas MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 183 ciudades, el nada fanático Chateaubriand, fundado en enumeraciones y demostraciones irresistibles dice: “La Religion encontró el modo de hacer feraces los peñascos…. Los desmontes de tierras, aperturas de caminos, aumento de poblaciones, establecimientos de correos y posadas, artes y oficios, manufacturas, comercio interior y exterior, leyes civiles y políticas, todo nos viene originalmente de la Iglesia…. la Europa debe la mitad de sus monumentos y de sus fundaciones útiles á la munificencia de los cardenales, de los abades y de los obis- pos…. Nuestros misioneros nos han abierto mil fuentes de comer- cio, sin haber vertido para ello mas sangre que la suya de que eran pródigos”. En América por el testimonio de nuestros ojos podemos agregar que casi todas las poblaciones, y establecimientos de letras y beneficencia son obra de los obispos y otros eclesiásticos. Si verda- dera y principalmente consiste la felicidad de una nacion en la paz, concordia, consideracion y seguridad que gocen sus moradores: en la satisfaccion de sus necesidades y justos deseos: en que el mandante y el súbdito sean reducidos á sus deberes por la voz imperiosa de una Religion que no acepta personas: en que los menesterosos y desvali- dos tengan el garante de su existencia en la conciencia compasiva del rico: en que la buena fe sea la egide de los contratos, y el bien público sea el móvil de los ciudadanos: si en esto consiste la prosperidad temporal de los pueblos, ciertamente que donde mas se encuentra es en aquellos que tienen y practican el catolicismo. El espectáculo embelesador que presenta la region del Paraguay, hace omitir otras pruebas en el particular. Es verdad que algunas veces se ha visto naciones florecer des- pues de haber sacudido el catolicismo; mas, prescindiendo de que esto es resultado inmediato de las buenas leyes, y no de la Religion, se desvanece el argumento. Esa prosperidad ha comenzado en los nie- tos ó mas acá, quedando destruidos los abuelos, y ella no muy tarde se ha ahogado en sus propias espumas, á tiempo que otras naciones firmes en la fe católica y sin aspirar á engrandecimientos efímeros han quedado gozando la dulzura de la inalterabilidad y del sociego. 184 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 ¿Cuales habrán sido mas felices? La preocupacion misma se decide por estas. Cual sea la antigua prosperidad de la China queda indica- do. La Francia es un documento concluyente de la asercion: pero antes de acabar de sufrir los últimos males de la irreligion los cono- ció y volvió al culto de sus mayores. En 1802 el consejero Portalis en discurso al cuerpo legislativo dijo: “La Francia ha sido bastante- mente desolada, ¿pero qué hubiera llegado á ser si, sin que nosotros lo echásemos de ver, no hubieran servido las habitudes religiosas de contrapeso á las pasiones?” ¡Pensamiento eminentemente filosófico! Es de la prudente Colombia escarmentar en cabeza agena. “República, libertad y tolerancia son palabras sinónimas”, ase- guró el orador de San Francisco. Si por república se entiende un des- orden babélico, y por libertad el libertinage, se habria discurrido con razon: pero si por la primera se entiende un estado como Colombia con Dios y leyes justas, y por la segunda “la facultad de proceder dentro de los términos no prohibidos por ley natural, divina ó hu- mana”; la tolerancia bien teológica ó bien civil lejos de ser una mis- ma cosa con ellas es un mal que las mina y destruye. Aténas, maestra de repúblicas en lo antiguo, sacrificó á su intolerancia á Sócrates, idolatrado por valiente, sabio y virtuoso. Génova y Venecia fueron repúblicas sin ser tolerantes. Soleure, Lucerna, Urí, y los otros can- tones católicos de la confederacion Helvética, sin ser tolerantes, son repúblicas, y repúblicas cuales desean emular los mas de los impug- nadores de la Serpiente y de la pacífica intolerancia. Como para condenar la Serpiente parecia necesario desacre- diar de todos modos el culto católico se le arguyó de inconstancia en sus principios: se aventuró “que los teólogos católicos estaban discrepantes aun acerca de los dogmas”. Se implicó el orador. Mal puede una escuela disentir tenazmente de los dogmas ya decididos, y considerarse todavia católica: la Doctrina de la Iglesia es una sola é indivisible como ella. Lo mas imperdonable en el particular es que se trajo por comprobante la controversia sobre la infalibilidad del MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 185

Papa: pero ¿quien ha dicho que esta respetable opinion haya jamas sido declarada por la Iglesia como dogma de fe? Por haber traido la Serpiente en confirmacion sentencias de S. Agustin y Sto. Tomas con la felicidad que el imparcial habrá conoci- do, se irritó la cólera contra estas lumbreras de la Iglesia, que ademas consagraron asiduas vigilias á la dilucidacion del derecho natural y de la moral que se encuentran en las legislaturas equitativas y cultas del mundo. Estos respetables amigos de Dios y de los hombres fue- ron tildados con los epítetos de fanáticos y de agentes á propósito para monarquias de reyes déspotas. No es posible concebir como se hubiesen proferido tamaños insultos, si al menos se hubiesen leido de S. Agustin la conferencia que tuvo con el tribuno Marcelino sobre la concordia del Evangelio con el derecho de gentes, y algunos de los libros de la obra de la Ciudad de Dios; y de Sto. Tomas siquiera el art. 2. quæst. 42 secunda secundæ. Tampoco es facil comprender que sin haberse leido los escritos de estos sabios se haya blasfemado de lo que se ignora. La decencia manda á la pluma abstenerse de la decision sobre esta perplejidad que por cualquiera de los dos extre- mos se presenta dura y odiosa. No perdonados estos Santos ni aun por la sabiduría que respetó en ellos en el siglo XVI la faccion religionaria que mas ha blasonado de poseer las ciencias: no es extraño que sin saber por que ni á que venia en el caso, se descargase la mas estruendosa tormenta sobre los eclesiásticos. El canónigo Santana fue como el apoderado que recibió los oprobios en nombre de todos. Allí se dijo del patriotismo por manguillos, de la religion del sacerdote que era el estipendio que le llebaba al Altar &c. &c. &c. Allí, del conflicto y de la conveniencia, saltó reproducida la manía de la cansado-política complicidad del Clero en el espantajo de Petare; pero pero afortunadamente el escri- bano del Jurado era el mismo que habia actuado en todo el proceso de la tal conspiracion, y el abogado defensor oportunamente pidió al Sr. Alcalde que mandase testificar si en toda la causa se hallaba la 186 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 menor complicidad de algun eclesiástico: lo hizo asi, y el escribano respondió oyéndolo todo el concurso, que nada aparecia de los au- tos. Quiera Dios que una testificacion la mas auténtica y pública que puede darse en el particular haga enmudecer para siempre á los mi- serables detractores. El Clero los ha perdonado con la sincera gene- rosidad cristiana, lo mismo que á los demas que se han empeñado en calumniarle de otros modos: su correspondencia á tantas ofensas no ha sido ni será sino el ejemplo de inalterable fidelidad á la República, para comprobarles que por religion y conciencia, y no por el resorte inconstante de la especulacion es que se la obedece: su desquite no ha sido ni será sino el sufrimiento sacerdotal, y el no desistir de pro- curarles “oportuna é importunamente” su bien espiritual, y tambien el temporal si les fuese concedido. Aquella antigua experiencia, “cria cuervos y te sacarán los ojos”, que afecta al resentido de la ingratitud, está borrada del corazon de los clérigos. Se ponderó desmedidamente la intolerancia de los católicos. Si se habla de la tolerancia teológica, ella es intrínsecamente mala, y el católico debe perderlo todo antes que aprobarla. Si se habla de la civil ó del ejercicio de todos los cultos, ella es un mal que deberá sufrirse cuando sea inevitable, pero que de ningun modo debe buscarse. La misma palabra tolerancia lo significa, pues el bien no se tolera, sino se ansia. La de personas se ha dicho ya que está recibida en todo el mundo con las precauciones que señalan las leyes y los cánones. La Iglesia católica es intolerante del modo que lo es toda doctrina ver- dadera é interesante al género humano, que no puede por lo mismo sufrir el error contrario. ¿Podrá Colombia tolerar el que una nacion sea el patrimonio de una familia? ¿podrá sufir el ejercicio de la opi- nion del tormento, de la muerte del rendido en la guerra, y de otras máximas brutales que afligen á la humanidad? A semejanza, pues, de esto es la intolerancia de la Religion católica que contiene la doctrina mas verdadera y mas necesaria á todos los hombes. MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 187

No nos hallamos en el caso imperioso de la tolerancia civil. No será motivo para sancionarla la inmigracion de extrangeros. Esta debe ser moderada, de suerte que la nacion no vea sofocados su carácter y sus amados usos y costumbres: si se hiciera indiscretamen- te, Colombia se veria luego convertida en un retazo heterogéneo de la Europa. Los mismos no católicos casi todos confiesan que en el catolicismo se pueden salvar, y les es muy fácil abrazarle si quieren seguir prácticas religiosas, ó casarse con hijas del pais como frecuentísimamente se ha visto. Hasta ahora han venido muchos por el atractivo de la feracidad del terreno y lucro del comercio, sin que haya sido necesario ofrecerles un culto extraño. Se concluye con ra- zon que Colombia no se halla obligada á establecer la tolerancia, y que sí está en la situacion de un amo de casa liberal, que ofrece á todos hospedage, pero que no permite familias en ella que vengan á alterar el orden doméstico. El conato de levantar á Jesucristo en estos paises altares rivales, es el mas impolítico y el mas ofensivo á la única fe que por tres- cientos años hemos adorado. Montesquieu con bastante experiencia y precaviendo los males de alteraciones religiosas, dice: “que una religion que se cree verdadera trata siempre de propagarse, y que las que por algun tiempo han estado reprimidas despues se convierten con fuerza contra la primitiva”. La historia manifiesta que los sec- tarios, aunque divididos entre sí, tienen por punto de comunion, combinarse cuando pueden contra el catolicismo. A vista de esto ¿quien podria lamentar bastante las desgracias que sobrevendrian por apartarnos de nuestra racional y pacífica intolerancia? ¿no se- ria muy posible que, como en Paris el año de 18, al predicarse en nuestros templos, un sectario ó un jóven ignorante y aturdido grita- se, que era falsa aquella doctrina? ¿quien calcularia exactamente los desórdenes de las familias interiormente divididas por la creencia? La uniformidad de creencia no solo es un gran bien espiritual sino tambien político, pues ella es el mas fuerte y suave lazo que estrecha á la sociedad. 188 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Cuando desde el principio, ó por acontecimientos posteriores se hallan ya introducidos todos los cultos, los católicos como en Es- cosia, Irlanda y otras partes dan la prueba mas convincente de que la Religion verdadera, sin comunicar con el error, es mas tolerante que las falsas que para sostenerse apelan á las revoluciones, violencias, terrores y aun al saqueo de los templos católicos. El siglo XVI, es buen testigo en la materia. Las naciones que se proponen como triunfo de la tolerancia han atravesado siglos por canales de sangre, y ninguna de ellas es perfectamente tolerante; pues aunque las leyes lo manden, á despe- cho de ellas, la religion que en la última lucha quedó con mas poder oprime mas ó menos á las otras, particularmente á la católica. Burke nos dijo que su catolicismo habria sufrido persecuciones en la tole- rante Irlanda. Norte América no puede traerse por ejemplar, porque desde los principios no fue como entre nosotros única la religion, y porque la indiferencia en general ó mas amplia tolerancia que des- pues de la república se ha advertido, casi ha sido en favor de la cató- lica que estaba proscripta por las antiguas leyes británicas y que por su índole pacífica y promovedora de todos los bienes no solo no ha impedido la marcha del sistema político, sino que ha contribuido poderosamente, derramando las luces y la moral mas pura que han activado la industria y el comercio. La Religion en el Norte á impulso de su verdad y ventajas hace rápidos progresos, y en Caracas algunos trabajan por arrojarla del pais. Terminado el discurso de la acusacion, que en Londres no habria sido permitido contra un culto solo dominante, el canónigo Santana y su patrono debieron abstenerse de la defensa, protestando hacerla en lugar donde reinase la libertad y en asamblea mas constitucional; no obstante, el primero hizo leer dos leyes alusivas al asunto, sacrifi- cando en el momento por las razones dichas, las contestaciones que en voz perceptible á la persona que le quedaba inmediata habia dado á los argumentos del discurso. El segundo despues que el auditorio MIGUEL SANTANA (CARACAS, C. 1764 – 1840) 189 habia quedado cansado con hora y tres cuartos de oracion, y que muchos de los espectadores de mas criterio se retiraron fastidiados del extravio de la cuestion, y de proposiciones que lastimaban los oidos, comenzó la defensa entre susurros que no pudieron serenar- se pronto, y la contrajo exactamente al capítulo de la sedicion pro- bando concisa y sólidamente hasta la evidencia que la Serpiente no merecia esta nota, y caso de tenerla en sí, el canónigo Santana por reimpresor no habia incurrido en responsabilidad alguna. El Jurado despues se retiró á tener su acuerdo: lo que secretamente pasó, Dios lo sabe, y acaso algun dia tambien lo sabrá el público. El resultado del juicio fue declarar á la Serpiente reimpresa sediciosa en tercer grado, quedando libre é inmune de toda mancha la impresa en Bogotá. Esta ignominia de la imprenta fue celebrada con una orquesta que se llevó á la casa del orador de la acusacion con una palma que se le presentó y con un bolso que se formó y se le entregó. Le valió mas un discurso opresor que al vehemente y persuasivo Zea el de la Mediacion que sacó á Colombia del anonadamiento y la puso en la carrera gloriosa que ha hecho del Atlántico al Pacífico. La orquesta estuvo corriendo con alboroto por las calles hasta tarde de la noche. Si estos hechos no fueron punibles asonadas seria necesario quitar esta palabra del diccionario criminal. Otros pormenores se verán en el extenso y coordinado manifiesto, que se ha de publicar de la tragedia de la Serpiente y escena de S. Francisco. Esta condenacion, y condenacion de un reimpreso, es la pri- mera que se ha hecho en toda la República. La “Higiene Moral” que conmueve á esta en sus fundamentos, y que es capaz de bestializar á este pueblo, habiendo sido tirada en prensa extrangera corre reim- presa en Caracas, y la Serpiente que defiende el don mas estimable concedido á los hombres, y que preserva á Colombia de irremedia- bles males, y de que incautamente y á paso gigantesco se vea hecha presa de la irreligion, que convertida en sistema político nada dista de la barbarie…. Animus meminisse horret…. La Serpiente ha sido proscripta cuando ya contamos 15 años de libertad. Cualquiera que haya visto en el “Espíritu de los mejores diarios” discursos enérgicos en pro y contra de la tolerancia, dirá con indignacion republicana que en una corte monárquica fue mas liberal la imprenta que en Caracas. El que recuerde las apologias de la intolerancia que contra los escri- tos de Burke se publicaron el año de 1811, convendrá en que el 18 de Marzo de 26 no debe contarse entre los dias de Colombia, porque le haria retroceder mas allá del glorioso 19 de Abril. Miguel Santana. Caracas: imprenta de Valentin Espinal, año de 1826. Unus Dominus, una Fides, unam Baptisma. Paul. ad Ephes. Cap. 4, vers. 5. XVIII

ANDRÉS LEVEL DE GODA (Cumaná, 1777 – Caracas, 1856)

En el juicio contra el padre Miguel Santa- na, señala Juan Vicente González: “Dos hom- bres figuraron en esta contienda; el Dr. José Núñez de Cáceres, como jefe de aquel arran- que de impiedad filosófica; y el Dr. José Cecilia Avila, como defensor del clero, que se empeñó decididamente en la cuestión (…). Núñez de Cáceres publicó en El Relámpago, que redac- taba, artículos llenos de erudición irreligiosa y gracia satírica. Al reclamar auxilio, Level bajó a la palestra con sus Cartas de un Alemán a S. E. el Vicepresidente de la República,* vasto fá- rrago contra los abusos de Papas y Clero, que Avila fulminó en escritos llenos de sencillez y vehemencia”.**

* En la Biblioteca Nacional de Caracas se localizó el folleto que contiene las dos (2) cartas que escribió Level: Caracas, Imprenta de Tomás Antero, año 1826. La lectura de la carta se dificulta por el mal estado de sus páginas. Se reproduce la primera carta transcrita y la segunda carta localizada en la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia y que fue editada en la Imprenta de Tomás Antero, Caracas, año de 1826. Mayores pormeno- res biográficos enDiccionario de Historia de Venezuela, tomo II, pp. 933-935. Caracas, 1997. ** Juan Vicente González, Biografía del Dr. José Cecilio Ávila, pp. 28-29. Caracas 18.

(Nº 1) CARTAS DE UN ALEMAN A S.E. EL VICEPRESIDENTE

Exmo. S. Vicepresidente de la República de Colombia. Llamado por la constitución del estado colombiano a gozar pa- cíficamente de la libertad de sus ciudadanos de la igualdad ante las leyes, y de la seguridad y de la seguridad que ofrece a cuantos vivan en Colombia, me vine de Alemania, mi patria, donde seguía la carre- ra literaria, he servido a la República y vivía tranquilo, cuando ines- peradamente mordió y ha turbado a mi alma la Serpiente de Moisés, folleto escrito e impreso en Bogotá. Sin duda el autor sería quien con abundancia remitió ejemplares al clero de Caracas, y no contento este con repetirlos cuidadosamente, resolvió reimprimirlo para inun- dar aquella ciudad y estos territorios, y puso en alarma y escándalo a una capital culta que conoce bien las arterias sacerdotales para poner en manos del fanatismo la tea de la rebelión y el puñal asesino que ha variado los gobiernos y trastornado los imperios, ahogando en sangre inocente la libertad del hombre. Ala empresa de reimpresión salió el canónigo Miguel Santana por encargo de sus compañeros animado con la impresión a vista, ciencia y paciencia del gobierno y congreso, como alega el padre Santana en un papel público escrito con toda la osadía y petulancia de quien se cree sobre los demás y confía demasiado en la impunidad; pero este acontecimiento de mu- cha consideración por si, enlazado con acontecimientos muy serios, y fiel imitador de los que han aquejado a la especie humana, cuyos anales son una serie horrible de atrocidades que sacrílegamente lle- 194 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 van el Lázaro por delante, ha debido consternar nuestros espíritus porque vemos ya zapada la constitución en sus fundamentos, la in- tolerancia predicada con desvergüenza y furor, las conciencias alar- madas con la excomunión y el infierno, y por resultado necesario de tanto esfuerzo los hachos listos para encender las hogueras religio- sas, y nosotros los extranjeros, lo mismo que muchos colombianos ilustrados y fuertes, sin garantías que nos salven si no se hace un ejemplar que detenga estos ataques probados por la experiencia de todos los siglos como los más poderosos y seguros. El folleto referido no habla, es verdad, con los hombres de me- diana luz que lo desprecian como la obra de la ignorancia y espe- culación, empero habla con el pueblo a quien arredra con visiones, milagros y sofismas, y el pueblo es la parte mayor de los estados. Este no conocerá que aquel folleto quiere que todos los que vengan a Colombia sean judíos, y que sobre esta base ha levantado su plan exterminador. Lo cita el Génesis, Deuteronomio, Esdras, Isaías y to- dos los libros y pasajes hebreos, y pretendiendo que todos nosotros aun los que ya somos algo viejos, nos circuncidemos, exclama Lleva- rán en paciencia (los colombianos) “o podrán tolerar en el repinto de los muros de Sion (Colombia) a los incircuncisos contra la expresa prohibición de su Dios y Señor?” Non pertramiet incircuncisus. De modo que hace del pueblo colombiano un pueblo hebreo, y con- vierte la república en teocracia que debe gobernarse por las leyes hebraicas. Pone ante ojos inocentes y sencillos la palabra BIBLIA, sin discernir lo que de ella debemos adoptar, y de esta manera los obceca, los fanatiza y los hace centellear. No es creíble la impudencia con que el autor del folleto se presenta para excitar una rebelión. Alemania y la Sajonia son sus ejemplos de los deplorables testimonios de la tolerancia, y estaba reservado a ese clérigo ignorante recordar en el siglo 19 la memoria espantosa de Hildebrando y la criminal voluptuosidad de Juan de Medicis. Sabe V. E. que el primero siendo papa con el nombre de ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 195

Gregorio VII fue quien quiso plantar el proyecto de la dominación pontificia sobre todos los potentados y naciones, y tuvo el atrevi- miento de excomulgar a Enrique IV, a pretexto de las investiduras, de absolver a sus súbditos del juramento de fidelidad y de intrigar en Alemania para que Rodulfo, duque de Suavia, fuera elegido empera- dor, de que tatos y tan graves males sobrevinieron: y sabe también V. E. que aquel fraile inquieto tuvo el descaro de permanecer ence- rrado con la condesa Matilde en el palacio de ésta manteniendo al emperador descalzo a la puerta sin querérsela mandar a abrir, cuan- do tuvo la debilidad de irle a pedir la absolución. Sabe igualmente V. E. que en el siglo de los Medicis por su poder, influjo y ostentación, Juan, fue cardenal a la edad de 14 años y papa en la de 36 tomando el nombre de León X, y habiendo ago- tado su estupenda renta en festines, comedias y un lujo asombroso, echó mano del arancel de Juan XXII, para coger dinero, por el cual podía un obispo asesinar pagando 300 libras, y la bestialidad valía 250: y sabe así mismo V. E. que no bastándole tampoco esto, y que- riendo León además concluir en Roma el templo mejor del universo que comenzó su predecesor Julio II pretextó la necesidad de una guerra contra los tucos para establecer un almacén de indulgencias que sacasen almas del purgatorio, y en mi tierra pusieron la tienda los frailes agustinos a quienes cedieron los dominicos de tenderos, por cuya novedad, molestos aquellos levantó una guerra de religión por Sajonia en que tomó el pueblo parte hubo furores y por más de un siglo hubo llanto y desolación en que fueron envueltas muchas naciones y reducidas a la desgracia por causa del dinero de las indul- gencias que unos frailes no quisieron soltar a otros, y no por causa de la tolerancia. ¿Cómo, pues, se atreve La serpiente de Moisés a citar a Sajonia y Alemania subversivas y trastornadas por los intereses políticos y mundanos que tanto anhela el estado eclesiástico para vivir Sres. de los estados y sus riquezas con que fomentan el boato y ostentación de que dimanan las verdaderas serpientes? ¡Cuánto han gritado los padres sobre esto desde el siglo 4º! San Bernardo en 196 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 el 12 decía1. “Yo mismo he visto a Sujerio, el abad de San Dionisio, que para pasear tenía más de sesenta caballos”. ¿Habría trabajado su preciso con el sudor? ¿por qué los eclesiásticos trataban con el gentil Constantino, a quien el autor del folleto da el nombre de grande, y que convocó concilios y oyó y decidió querellas religiosas? Porque les dio inmunidad, tierras en la Calabria, grandes posesiones en Ita- lia, Judea, Grecia, Asia y Africa, palacios, la ciudad de Roma y su imperio y otras cosas. Por esto podía tratársele aunque cubierto de crímenes horrendos, y no contentos los clérigos con esto fingieron una donación; y en el siglo 15 quemaron en Strasburgo a unos tantos cristianos porque dudaron de su autenticidad. Si fuera cierto lo que dice Lactancio, citado en el folleto de que “los imperios no pueden subsistir largo tiempo, permitiendo en ellos a los enemigos de la verdadera religión” mucho ha que habría con- cluido el de la China que cuenta más de cuatro mil años con poder y opulencia, y allí no hay religión verdadera, esto es, católica romana. La historia de la antigüedad de esa gran nación es incontestable por- que se apoya en una exacta escala cronológica que ha comprobado la crítica más severa, y hasta los misioneros matemáticos que fueron allá en el siglo antes pasado. Jamás los chinos han profesándola re- ligión romana, ni otra que la de Confucio, sin que hallemos en ella nada de premios y castigos eternos, y acaso tan asombrosa duración de este imperio se debe a la tolerancia religiosa, porque Confucio despreciando la secta de Laokio y burlándose su sabiduría de los pe- nitentes y maltratados bonzos que echaban demonios, hacían mila- gros y perdonaban pecados, supo decir “¿por qué hay más crímenes en el populacho ignorante, que entre la gente ilustrada? Porque lo gobiernan los bonzos”. El emperador Cam-Hi echó en el siglo 17 a los misioneros porque observó que se perseguían entre sí: supo que en Roma se trataba sobre China y temió sucediese lo que en el Japón donde al favor de la tolerancia lo portugueses y españoles establecie-

1 Apología, cap. 12. ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 197 ron la religión romana, y los frailes de Filipinas de acuerdo con el rey de España introdujeron la rebelión con máscaras religiosas, el Japón ardía, estuvo en peligro el emperador y tuvieron que salir o perecie- ron todos los cristianos. No perdamos esta lección de los sacerdotes y del rey de España desde Filipinas. A V. E. no se oculta que san Jerónimo no lloraba la conducta de los grandes de la corte de Honorio como dice la serpiente, sino la iniquidad de los clérigos. Reprendiéndolos con su natural acrimonia mientras estuvo en Roma con la grande relajación en que estaban, y el clero calló porque dicho santo era estimado y escribiente del papa san Dámaso. Tan de atrás como todo esto vienen los desórde- nes sacerdotales. Pero habiendo subido a la silla el papa san Siricio, que no fue amigo de san Jerónimo, se vengaron completamente los eclesiásticos con desvergüenza2, le llenaron de calumnias, le hicieron pasar por un infame3, un trapacero embustero y mágico: le acusaron en forma, le hicieron dar tormentos, y desencadenados con el furor osadía que acostumbran sostuvieron haber hecho alteraciones en la biblia4. San Jerónimo tuvo que largarse y en Betleem lloraba las mal- dades que los eclesiásticos le hicieron. ¿Quién fue el que turbó a Inglaterra en tiempo de Isabel, cuya cita nos hace la Serpiente de Moisés? V. E. sabe muy bien que fueron los clérigos y frailes dirigidos por Roma y animados por Felipe II rey de España: otra lección terrible de los sacerdotes con esa península supersticiosa de cuya política con el instrumento. V. E. y Colombia toda deben temblar con cita del folleto, porque la Serpiente hace cier- tas citas que descubren un plan infernal como el de Japón. De Roma fue que vino a María Stuart, la reina de Escocia, rival de Isabel, el fa- moso David Rizzio pensionado por el papa, gran músico y cantador

2 Jerónimo, cap. 18. 3 cap. 22. 4 Ibid. 198 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que encantó a María, y precipitándola se precipitó también él mismo y murió a manos del marido que lo sorprendió cenando con la reina. Esta después se arregló con el conde de Bothùel, casado, con cuyos nuevos amores murió el rey que fue sepultado junto a Rizzio y el Ar- zobispo de San Andrés declaró el divorcio de Bothùel. Sin embargo de estos y otros muchos escándalos, María como católica sostuvo la guerra de religión contra Isabel como protestante, y puesta en prisión el papa Pío V excomulgó a Isabel,, relajó a sus súbditos el ju- ramento de fidelidad, e irritando las entrañas de la reina el arzobispo de San Andrés fue ahorcado por la declaración de su confesor que reveló el sigilo, y María perdió la cabeza; pero fue canonizada como mártir de la religión romana. Descubramos de una vez, Exmo. Sr. El objeto de la Serpiente de Moisés. Ella es descarada y muerde a campo raso. Ella cita como teatro de revoluciones para calentar las conciencias y levantar en Colombia el estandarte de la guerra de religión a la “Olanda… en tiempo de Felipe I”. ¿Y cuáles son esas revoluciones en ese tiempo? Las mismas que ahora las de Colombia –la independencia por causa del despo- tismo y crueldades del gobierno español, y la ganaron como ahora los colombianos. Contra esta en la independencia de Holanda es que silba la serpiente sacerdotal para que la pierda entre una lucha de las conciencias con los intereses políticos. Si la citada revolución de Ho- landa es herética, la de Colombia lo es también, y siéndolo deben to- dos los colombianos absolverse de la excomunión y reconciliarse con Fernando VII para que no queden como los flamencos, herejes inde- pendientes y separados de la España. No hay otro modo de perder la independencia colombiana que predicándola herejía de Holanda, y la serpiente se nos presenta cuerpo a cuerpo con la religión a sublevar a los devotos y fanáticos para quitar la libertad, batiendo en brecha la constitución en un artículo muy esencial de su sistema para poner los sueldos en guerra religiosa, y en seguridad venir mediando la Europa con un príncipe del Escorial para que apacigüe nuestras controversias teológicas y cese la efusión de sangre. ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 199

Pero esto es nada en el concepto de la Revista Semanal de 11 del corriente, número 4, cuyo periódico mira como pueril el negocio más grave que ha ocurrido a la república desde que afianzó su inde- pendencia en los campos de Carabobo, y yo no se cómo en Caracas no se acusa ese papelean sediciosos como la Serpiente de Moisés. Los dos redactores de la Revista quieren que al folleto hubiese acompa- ñado y a la misma rebelión, el fanatismo armado ya, la perturbación efectiva del orden, estragos y muerte: quieren que primero se derra- me sangre y sobre las hogueras congregar el jurado: quieren que ni aun así se castigue al padre Santana, sino a los asesinos a quienes el padre Santana entregó el cuchillo: y quiere que se haga cárcel pri- vilegiada para privilegiados, atacando con toda esa desvergüenza la igualdad legal. ¿Quién ha dicho al padre Santana, ni a esos redac- tores, que son mejores y más encumbrados que los demás colom- bianos? No es extraño: los redactores obran por sus principios de conveniencia y acomodados a circunstancias. Uno de ellos aconsejó al impresor que bien podía reimprimir la Serpiente, lo cual está en consonancia con sus últimos pensamientos en el folleto Libertad que tan fácilmente la encuentra en todo gobierno; y el otro quiere cir- cuncidarse transigiendo con la Serpiente y sus autores, como apoyo del despotismo que tan análogo es a sus ideas de proscripción, in- terpretaciones, obediencia ciega y demás doctrinas antisociales que consignó en un periódico, vergüenza eterna de una república libre, pero que le valió su empleo. Declarado que fue por el jurado haber lugar a la formación de causa, el padre Santana fue puesto en la cárcel, único destino que hay para los colombianos criminales sin distinción de clérigos y secula- res, y el alcalde que respetó la constitución no pudo ni debió dar otro arresto, pues la cárcel no desdora, sino el crimen. Esperamos las resultas desjurado de calificación que no pueden ser otras que las que merece un papel incendiario altamente sedi- cioso que ataca con insolencia la constitución, la cual no ha querido 200 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 engañar a los extranjeros, no los ha convidado para ser víctimas de un puñal fanático, no quiere comprometerlos a una guerra de reli- gión, no los aparta de la seguridad que tienen en el país con nuestros capitales, industria y población. El jurado debe estar cierto que trata de resolver el destino de Colombia; y que si la Serpiente de Moisés queda impune, desde la presente generación está bajo la detestación o alabanzas del universo que lo mira, porque la cuestión es del mun- do entero que tiene abiertos los ojos sobre estos nuevos estados. Yo, aunque espero del jurado un ejemplar cual corresponde, me atrevo a pedir a V. E. se sirva poner la mano sobre los resortes de la constitución para que no se relajen sus garantías, y no quedemos sujetos al furor sacerdotal los que venimos a Colombia, no a quitar a los labradores la décima parte de su trabajo, no a vivir en la holganza con el sudor de nuestros prójimos, no a lucir ridículos manguillos blancos, sino a soltar nuestra sustancia para alimentarnos y fomentar la riqueza de la república. Guaira Marzo 10 de 1826. Excmo. Sr. Un Aleman.

CARTAS DE UN ALEMAN A S.E. EL VICEPRESIDENTE

Exmo. Sr. Vicepresidente de la República de Colombia.

Valerio publícola que à los fasces, de los lictores quitó el ha- cha, y determinó se abatiesen ante las asambleas del pueblo: que mandó matar sin forma de juicio á cualquiera que tratara de erijirse soberano, y concedió el recurso de apelacion de los cónsules al pue- blo: Publícola en quien se recreaban los romanos como un verdade- ro modelo de patriotismo y aunque fue cónsul cuatro veces murió infeliz llevando las damas por su muerte un año de luto: ese mismo Valerio Publícola edificó su casa en una prominencia que á la plaza ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 201 pública dominaba, y esto nomas bastó para que le sospechase de aspirar á la tiranía. Tal es, señor, el carácter asustadizo de la libertad. Y con razon, porque la naturaleza es muy avara en sus donadios sublimes, y el de la libertad es el mayor y primero. Tiene que hacerlo bajar de los cielos, y se hace pagar muy caro sus ajencias y esfuerzos. A Colombia le cuesta diez y seis años de llanto y dolor, de luto y de sangre, de miseria y desolacion; y cuando llegó al atrio de su templo, á donde se dirije á entonar cánticos de júbilo y alabanzas, el mínimo ruido la sobresalta no sea que traten de arrebatarla el incienso que conduce al ara. Si V. E., pues, se digna por un instante fijar su atencion en esta cualidad suspicaz y hermosa de la libertad, no estrañará la gran sen- sacion que ha causado en el pueblo de Caracas la Serpiente de Moises, cuyos anillos la facilitaban el paso por todas las sinuosidades y ca- vernas de la perfidia para concluir su carrera clavando el colmillo venenoso en la obra de la justicia y la razon. ¡Que cuadro, señor, ha presentado esta culta capital! ¡Y que triunfos ha obtenido sobre los errores y preocupaciones! Yo no pude dispensarme de hacer un viaje para participar de tan grandiosa escena y ver por mis propios ojos el catafalco de la supersticion y fanatismo colocado en uno de los claustros altos del convento franciscano á donde concurrió un jen- tio inmenso, todo el en un mismo sentido. A estas ecsequias en que como era natural no entró ningun clérigo, ni fraile alguno á escep- cion de un leguito algo viejo, no ostante hacerse en su misma casa, concurrieron todos los hombres libres, esto es, el pueblo de Caracas; y á instancia del síndico, acusador de la Serpiente, fueron celebradas el sábado 18 del anterior, y no el viernes 17 que habia señalado el juez de la causa. El síndico, apoderado de un santisimo zelo relijioso, no quiso que la Serpiente desviase de las iglesias á los católicos en un dia destinado á la contemplacion en los dolores de María, y suplicó se transfiriese la reunion del jurado al siguiente. El alcalde penetrado de iguales sentimientos relijiosos se prestó á este homenaje á la reina de los ánjeles, sin embargo de la gran oposicion que hizo el sacerdote 202 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 acusado, sin duda por que le molestarìa el arresto; y tan feliz y santo respeto del síndico me proporcionó verlo todo. Leyóse ínteramente la causa, y su contenido no pudo ménos de llenar de indignacion á los que descubrieron en el padre Santana una víctima de la faccion, ó sistema sacerdotal. Entre los documentos entregados por el impresor se hallaban las notas de haberse manda- do reimprimir la Serpiente de Moises por el dean y cabildo de la iglesia metropolitana y los curas de las parroquias, en cuyos términos se llegó á imprimir la portada, pero despues se suprimió y solo aparece dando la cara uno de los miembros del citado cabildo, el virtuoso padre Santana que lleno de candor se halló en el acto del juicio mere- ciendo la consideracion de la concurrencia. Subió à la tribuna el que debia sostener la acusacion del síndico que imploró su favor, y Euse- bio el obispo de Cesarea me autoriza para con mayor razon elojiarle con las propias palabras que aquel escelente historiador eclesiástico usó al hablar del jentil emperador Constantino cuando vestido con la misma ropa de soberano pontífice de los dioses del jentilismo entró al gran concilio de Nicea. No asi con esta pompa idolátrica ocupó la tribuna el orador cristiano de Colombia, sino con el traje inocente y pobre de la virtud apostólica, y “hermoso como el ánjel del Señor atravesó por el concurso” que son las palabras del referi- do Eusebio5 aplicadas á Constantino, aunque visto por los menores de sus crímenes estaba manchado con el ucsoricidio de Fausta y el filicidio de Crispo.6 De aquella tribuna salió un globo de luz que no encandilò sino aclaro la vista, y deste modo la tension de la fibra sa- cerdotal aprocsimando los tiempos hizo que se supiera cuanto antes lo que acaso no habria podido saberse hasta pasada lo menos media centuria, y esto tratando los años intermedios con mucho mimo y delicadeza.

5 Euseb. Vit. Constant., lib. 3. Cap. 10 et 11. 6 Aurelio Victor, c. 41. Amiano Marcelino. l. 14. c. 11. Zozimo, l. 2., c. 29, San Jerónimo, in c. el catal., script. eceles. y otros. ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 203

El orador en un lenguaje castizo, y con la sencillez y el sublime del que se quiere dejar entender para persuadir, enajenando à parlan- chines de fóro y púlpito las galas engomadas, huecas y ponposas de sus discursos que llenan de aire los oidos, y manejando la sátira con la finura y destreza de Juvenal, sin perder un ápice de oportunidad para dar valor à sus periodos; se apoderò de sus oyentes y les arras- tró á sus labios, de los cuales no querian despegarse cuando con- cluyò á las dos horas de un claro y hermoso decir. Pero á mis ojos el mayor mérito deste orador, en razon de ser lo mas dificil, fue no haber traspasado la línea de lo muy necesario, ni héchosela traspasar el calor de la imajinacion, lo vastìcimo de la materia, la profundidad de sus conocimientos y el intenso amor á la libertad que le domina y le compeliò en su posicion doméstica poco agradable á tomar á su cargo la acusacion que otros esquibaron y tirar el guante. –No debiò decir mas, ni debiò decir menos–. Sarvar la línea hubiera sido imprudente, y no llegar á ella le habria hecho acreedor á la justa nota de cobarde. Lleno por consiguiente los objetos que presentaron en aquel dia los hados de la república; y esta siguiendo la vereda que tan valiente y discreto campeon descuajò, la perfumará de flores, con que la lindísima ciudad de Caracas, tan linda como la de Olimpia, serà digna de poner entre sus bosques de sauces el Júpiter de Fidias. Deste modo tambien ha hecho la Serpiente un servicio á la repú- blica el mas notable, por que obligò á decir la verdad por los medios legales, forzò á un sabio à descorrer el velo y arrancar la máscara de la hipocrecía que ha engañado en los siglos de la ignorancia, impelió à un patriota manejando las armas de la defenza natural à poner en descubierto la supersticion y sus fines, y estrechò á todos sin querer- lo à conocer de lleno el blanco y término à que se han encaminado las astucias sacerdotales. Deste modo finalmente se ha dado entre los colombianos, un toque de llamada para que todos los talentos concurran con libertad à desenvolver los principios indicados en la tribuna, y à sostener con 204 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 las pruebas de la historia y de la critica los asertos que allì se asen- taron. El tiempo es llegado inesperadamente de que comienzen à sudar las prensas en objetos tan dignos, como que son de la primer consideracion é interes, para que con franqueza, decencia y verdad se trate de cuanto cumple al bienestar de la república, y brillantes de una relijion que tan pura vino del cielo à consolar à los mortales. V. E. tendrà el grande gusto de haber visto en su gobierno este primer paso tan de acuerdo con la profecìa del redentor de que las puertas del infierno no prevaleceràn contra la relijion que nos trajo: paso que la limpiará del lodo mundano y terrenal con que las pasiones y ambi- cion han querido mancharla con pérdida de muchos hombres: paso que la dejará ver en toda su pureza evanjélica, toda espiritual, toda de otro reino, y toda concentrada en el corazon de nuestro ser sin mez- clas impropias de su majestad divina. Y. V. E. tendrà el grande placer de haber dado en su gobierno este respetable impùlso à los colom- bianos, cuya oportunidad envidio; pero sin conocimientos, yo no puedo allegar mis cortísimas lúces à las de tanto teólogo y canonista, sino solo en el caso de que alguno parecido al autor de la Serpiente de Moises insistiera en sostener el ultramontanismo y la supersticion, por que entonces le haria rendir, ménos yo que su mala causa. Esta fue la que manejò el defensor del acusado, y fue tal su destreza y artificio retórico que à pesar de su odiosa situacion provocò el gusto de cuantos le oian. Hermano su honradez con su sabiduría: entrò à la lid protestando su fé política, la fé de todo caraqueño, asentando proposiciones contrarias à todo el espíritu y letra de la Serpiente; y to- mando à su cargo la defenza del padre Santana, por la parte jurídica ó forense, sin omitir lo mínimo que pudiese favorecerle, pues hasta tocó una cuestion puramente logomàquica sobre la palabra editor, se ganó con justicia tanta celebridad en su línea, como el orador que sostuvo la acusacion. El Sr. José Toribio Iribarren, síndico munici- pal, ha dado à Colombia este dia de gloria, dia venturoso de la razon y de la verdad que ha enseñado à todos los pueblos de la tierra de que manera deben manejar sus intereses políticos: y el Sr. Iribarren ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 205 con este acto de patriotismo acendrado que tantos y tan grandes bienes trae á su patria merecerà un lugar distinguido en la historia de Colombia. La Europa que en tantos siglos no ha podido dar en sus respectivas naciones continentales la sacudida que diò el Sr. Iri- barren en un solo momento á Colombia poniendo cuatro líneas de fuego sobre un pliego de papel ¡cuantos elojios no le tributará! Tal vez ella mirará en esto lo que yo, una centella que atravesando el gran océano vaya en su territorio à derretir las cadenas con que le tiene apricionado el sacersotalismo. El nuevo mundo está llamado á cosas muy grandes que la polìtica europea conoce y quiere precaver: por esto debemos ser muy cautos y no presentarla hombres sino como el sìndico Iribarren, ni escenas sino como la del jurado de Caracas. Este se compuso de los Sres. presidente, “Felipe Mejías, Dr. Jo- sef Maria Vargas, Lazaro Carías, Juan Josef García, Carlos Cornejo, Pedro Pórras, Esteban Moloni”, despues de haber sido separados los que el padre Santana recusó, sin conocer sus directores que no se trataba de personas, sino de cosas, y que cualesquiera que ocupasen el lugar de jueces de hecho habrian inspirado á la causa de la libertad igual confianza, de modo que si fuese posible pronunciar el absurdo de que hay para ella unos mejores que otros, diria yo que lo eran los que subrogaron á los recusados. ¿Quiénes mejor que los Sres. Vargas y Molowny? Hombres de mundo, y hombres de médulas cargadas de grasa libre? Patriotas á prueba que han palpado en Europa los estragos que causan tantas serpientes ¿con qué ojo tan claro y tan largo no mirarian la de Moises? Pues estos salieron en suerte por los recusados, y hecha que fue por el letrado que asistió al juicio la reca- pitulacion prevenida por la ley, en que brilló la imparcialidad á la par de una memoria feliz y un decir agradable, se enserraron los jueces para su conferencia y votacion en un cuarto á cuya puerta estaba el cuadro del papa Sisto V. Solo esto era lo que faltaba para poner la clave al arco en la imajinacion del jurado, y ésta coincidencia casual fue desde luego un presagio fiel del resultado. 206 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Los Sres. Vargas y Molowny debieron acordarse de Reims, que conocen ocularmente, donde se hallaba el seminario ingles estable- cido por el cardenal de Lorena, en el cual se tramó la conspiracion sacerdotal para desaparecer deste mundo á la reina Isabel de Ingla- terra, cuya ejecucion llevó á su cargo el clérigo Ballard que pudo en Londres inspirar su furor al jóven Antonio Babington, quien para el caso de morir en la demanda pidió á Sisto V. una induljencia in artículo mortis. ¿Cómo era posible que aquellos Sres. no trajesen á la memoria los lloros y lamentos de las naciones cuando al entrar en el cuarto vieron el retrato de aquel pontífice que tanto ultrajó á la humanidad? ¿Cómo era posible que no enardiesen la imajinacion al recorrerla por los bastidores de sangre conque aquel papa decoró el teatro del mundo? Yo no sé si ellos creerán lo que dice un escritor modernísimo, de gran reputacion y nombradia entre los sabios por la esactitud de las narraciones, fuentes escojidas y asombrosa crìtica, de que Sisto enamorado de Isabel sin saberlo esta, como Aldonza Lorenzo no sabia que D. Quijote lo estuviese de ella, juzgando á la reina digna de producir un Alejandro Magno de tan singular union, avisó á Isabel la trama y murieron en el patíbulo catorce personas: ó si seguirán en esto; como yo á otro escritor mas antiguo que dice la descubrió el ministro Walisngham. Ello parece cierto como V. E. no ignorará, y según dicen las fuentes de donde sacó para escribir, que Sisto en 1587 lanzó una escomunion contra Isabel, y con el produci- do de muchas reliquias magnus Dei, cruces é induljencias, contribuyó al gran armamento de Felipe II, rey de España, contra la reina, qui- tándole 300 mil florines por una cantidad enorme de bulas que via- jando al América, donde valían 5 millones, fueron apresadas por los ingleses en dos buques de guerra que las traían y cojiéron. A si está en el célebre historiador Hume; pero al mismo tiempo siendo de todo corazon enemigo de Felipe, porque temia su gran poder, avisó á Isabel por bajo de cuerda, fue destrozada la escuadra española que llevaba el sobrenombre de invencible, y descubierta la intriga por el rey amenazó al papa protestándole convocar un concilio en que ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 207 descubriria sus felonias. Sisto V. mandò que el verdugo diese garrote al embajador español si Felipe II daba el menor paso que pudiese descubrirle;7 y el jurado viendo el retrato de aquel, debiò jurar en su interior que en Colombia no se repetirian estos ejemplares. Al jurado no se le ocultaba la historia política del sacerdocio en todo tiempo y nacion, quedando por medio de las conciencias árbi- tros de los tronos y estados. Desde que el papa San Victor I al fin del siglo II, quiso echarse sobre los obispos de Asia escomulgándolos,8 porque contra la opinion de aquel celebraban la pascua en el catorce- no dia de la luna de marzo, como la celebrò el apòstol San Felipe con sus tres hijas, y el evanjelista San Juan hasta su muerte, à quien siguió San Policarpo9 el obispo de Esmirna, y despues San Policrates el de Efeso con quien hubo San Victor la riña: y desde que el papa San Inocencio I al principio del siglo V tuvo la osada valentía de esco- mulgar al emperador Arcadio y su mujer Eudojia,10 insultándola con el apodo de Dalila, porque su marido con justicia, ò sin ella, desterró á San Juan Crisóstomo, obispo de Constantinopla, cuando predicó públicamente contra una estatua de la emperatriz que decia estaba muy cerca de la iglesia;11 conocerá V. E. que ya no debió haber duda de que el réjimen eclesiástico habia de sufrir un desnivel, y el tem- poral un descalabro, quedando ambos como han quedado envueltos en la política y conbinaciones de la dataria y penitenciaria roma- na; pero la inesperiencia de aquellos tiempos en una carrera nueva que abria el cristianismo no diò lugar à la reflecion. Ningun político

7 Watson, the history of Fhilip. 2. B. 18. Vol. 2. B. 19. 20. And 21., vol. 3. P. 1. And full. Bentivoglio, guerre di Fiandria, ann 1584-1588. L. 2. Tom. 2. L. 3, 4 y 5. Gregorio Leti vita di Sisto V. part. 3. L. 1 y 3. Tom. 3. Edicion de Amsterdam de 1721. 8 Socrat. L. 5. C. 22. 9 S. Irenæ adv. Hoer, l. 3. C. 3. 10 Socrat. L. 7. C. 25. 11 Socrat. L. 6. C. 18. Sozomen. L. 8. Cap. 19, et 20. Puede suceder que en el curso destas cartas, ó de los varios escritos que ha provocado la Serpiente, haya motivo para tratar detenidamente lo acaecido con San Juan Crisostomo y la causa de su destierro. 208 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 hubo que descubriera el porvenir de las usurpaciones apoyadas en la conciencia, ni era posible que lo descubriese cuando la simula- cion é hipocrecía mas refinada, concurrian al ausilio de los planes sacerdotales. ¿Cómo en aquellos tiempos habria sido posible dudar de la buena fe, cuando ademas de las divinas y atractivas lecciones de Jesus que los funcionarios del imperio romano tenian por delan- te, las miraban practicadas por los papas, obispos y presbíteros que viéndose perseguidos por los emperadores predicaban la tolerancia en sus apolojías? ¿Cómo presumir ni aun remotamente proyectos de dominacion, cuando en el año 410, siendo todavia idólatra todo el senado romano, le prestó el papa San Inocencio su convencimiento para subir al capitolio con los sacerdotes jentiles, á celebrar sacrifi- cios á los dioses tutelares á tiempo en que Alarico puso sitio á Roma y el emperador estaba en Rabena? Pero tan desgraciada imprevision ha traido males sin cuento. La tiára y diadema se confundieron à espensas de un sistema tan bien concebido, como planteado, y quedando las naciones subordinadas à la primera por virtud de las conciencias embotadas con la ignorancia de los siglos medios, se arraigò la supersticion, concluyó aquella li- bertad varonil de los anteriores, cayeron los hombres en la languidez y el sopor de la esclavitud, y solo pudo despertarlos aquella tienda de induljencias puesta en mi tierra por Leon X para que del choque de los tenderos agustinos y dominicos saliera el fraile agustino Martin Lutero que comenzò à descubrir mamotretos ò dar esos “plajios po- dridos” de que habla el impreso del padre Santana titulado Colombia defendida por la Serpiente de Moises, que tanto pudren las entrañas de los que quisieran privarnos del arte de la lectura y hacernos retrogradar al siglo VIII y siguientes. No es esto decir que yo apruebe ni profese los dogmas de Lu- tero, ni que me cuadren sus escritos virulentos como el titulado Cau- tiverio de Babilonia. Nosotros los seculares, como V. E. y yo, tenemos el gran honor de no conocer ningun heresiarca de casaca, porque ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 209 todos han sido de opalandra, todos de corona y de cerquillo, é innu- merables de mitra, ninguno de espada. Mi ànimo solo es presentar la historia y sus descubrimientos à los cuales se ha debido la vergüenza que causò al hombre ver abatida su dignidad por los estratajemas del sacerdotalismo, y su resolucion de recuperarla. Para ello se ha inten- tado muchos medios que siempre hallaron su escollo en la liga del sacerdocio con los tronos, liga que últimamente no hà mucho inculca un capuchino gaditano en su libro titulado Apolojía del trono y del altar, que Fernando VII premió haciendo al padre Velez su autor Obispo de Zeuta, de donde le ascendiò al arzobispado de Burgos mandando inundar su reino de los ejemplares de aquel libro tan sujestivo, como sofístico, declamador é hipócrita, que hizo reimprimir con profusion á pesar de ser un plajio compendioso, no podrido, sino mui nuevo de las estravagantes y ridículas obras del visionario padre Barruel. Estoi por creer que hai muchas Apolojías en Bogotà, por que la Serpiente de Moises tiene algunos pedazos de ella, y es bien esperable que veamos por acá tambien algunos parrafos y retales del “Amigo de la relijion”, cuyos siete tomos introdujo de buena fe por este puerto un patriota que fue sorprendido en otra parte por un hombre de bien, al cual tambien sorprendió un fraile mui al corriente del principio, medio y fin del incendio que causó en Cataluña dicho Amigo, en que trabaja- ba el capuchino Velez. En estas circunstancias de imposible disolucion de tan fuerte liga, uno de los resultados mas importantes en política que indirec- tamente ha traido esta lucha de independencia es haber mermado en los desastres de la revolucion mucha parte del clero del territorio erijido en república de Colombia. Yo no he conocido la revolucion hasta que ya sumamente avansada vine á él, pero por mis observa- ciones, y los informes de personas de mucho juicio creo poder decir que se dio el grito de independencia como por instinto para sacudir un yugo que tan insoportable era. Grito la naturaleza, y no el enten- dimiento acaudalado entonces de combinaciones y esperiencia, por que en fuerza de un sistema colonial planteado por la nacion mas 210 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sobria y supersticiosa de la tierra estaban los colombianos separa- dos de cuanto pudiese ilustrarles. Sentian el peso que les oprimia y agoviaba, sentian el ajobo de males, y trataron de sacudirlo, pero son conocer los elementos de la ciencia social y sus diferentes jiros para ponerse de acuerdo en sus intereses jenerales, establecerlos con solidez y evitar las azechanzas de la perfidia. Se me ha dicho como cosa ciertísima que mui pocas docenas de colombianos sabian antes del año de 1810 lo que significaba la frase “division de poderes”, y confieso que yo entónces no la conocia como despues. El clero que acaso no contaba media con ideas de la política sacerdotal, se lanzò en la revolucion por el mismo instinto y con los mismos resenti- mientos jenerales á desahogarlos, y por conclucion de la guerra, ó sea de la sòlida inauguracion de la independencia, quedó inocente y desenlazado de los vìnculos que le ligaban al clero español donde se hallaba el grueso de la cadena con el último eslabon enganchado en las argollas del vaticano. A V. E. como á mi se le figurarian sin duda en ese tiempo los pocos eclesiásticos colombianos unos cuan- tos cabos de hilo sueltos y reventados del gran ovillo que estaba en España, pero cabos mui chicos y sumamente delgados que volaban sin direccion al mas lijero soplo. Estas circunstancias y momentos tan preciosos que hasta hoy no ha podido lograr nacion alguna, ni es fácil logren para proceder sin tropiezos á sus reformas políticas dar la libertad à su pueblo, é imponer leyes al sacerdocio, para que sujetándose á sus límites no pueda contrastarla y conmover el estado por medio de las concien- cias con la capa de relijion: esos momentos y circunstancias que no vuelven sino á costa de nuevos sacudimientos mas espantosos que los primeros, no merecieron todo el aprecio de la política, y apenas el gobierno pudo asentarse, cuando con fatiga buscó à Roma. Pare- cia tener en Roma su solidez y la ecsistencia y Roma fue su ahinco. A Roma se han dirijido enviados, y Roma con desden se nos convirtiò en aquella Roma sagaz que por muchos siglos ha estudiado y soste- nido el arte de dominar. Esto mismo hicieron los godos en España, ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 211 y sus errores en semejante política fuera ………………………. la esclavizado al sacerdocio les introdujo los moros à la vuelta de cien años para no salir en ochocientos. Recaredo, por quien comenzò el reinado católico romano despues el arrianismo, se entregó tan de fir- me á los clérigos, que en 589 congregò en Toledo un concilio á que concurrieron 64 prelados y 5 arzobispos con San Leandro, que los presidió, y de los 23 decretos fue uno tenerse concilios provinciales en cada otoño para tomar residencia á los jueces y cuentas á los mi- nistros de hacienda: “ut discant quam pié et juste cum populis agere debeant, nee in angariis aut operationibus super fluis sivé pribatum onerent, sivé fiscdlem gravent”. Son las palabras del mismo concilio que por supuesto alaba muchísimo el cardenal Baronio, “Ex his quidem non tantum hæc san- cientes sunt comendandi episcopi, sed ipse rex summis laudibus celebrandus”.12 Ocurrió el godo Recaredo con este concilio al pontífice para que se lo confirmara, y se lo remitió con bastante oro y 300 vestuarios para los pobres de la iglesia de San Pedro. El pontífice, ya se ve, lleno de regosijo le contestó en 591 “Cuan gratos hayan sido al príncipe de los apóstoles los dones de V. E.13 lo testifica la bondad de vuestra vida, por que está escrito “las ofertas de los justos aplacan á Dios”:14 y le correspondió el regalo con una llavesita tocada en el cuerpo de San Pedro.15 la cual tenia hierro de las cadenas deste santo, y una cruz con parte del madero del Salvador y cabellos de San Juan Bautista. V. E. no ha tenido ningun regalo, mas tampoco ha mandado ninguno cuando se ha buscado á Roma, pero sí lo tuvo el jefe chi- leno que recibió una candela, y este aunque sea una desgracia, visto por un aspecto, no deja de ser una felicidad, visto por otro, pues no

12 Baron, ann. 589. 43. 13 Este era el tratamiento entre los godos. 14 S. Greg. Magn. Lib. 7. Epist. Ind. 2. Ep. 126. 15 Aun cuando tuviesen razon los criticos que aseguran no haber San Pedro fundado la iglesia de Roma, ni haber estado jamas en esta ciudad, no hai un inconveniente para que esté su cuerpo. Hago esta advertencia para que dichos criticos no critiquen este pasaje. 212 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 hemos tenido aquí un prelado como el que la introdujo por el sur, donde tuvieron que apagar cuanto antes el incendio que prendia buscando á Roma. Asi es que por acá se obraba en sentido gótico, é inverso de las demas naciones del orbe que tanto huyen de Roma, inclusa España y precisamente se debia dar vigor à una junta apostólica establecida en Europa, de cuya fraccion en Madrid es miembro un canónigo caraqueño con parientes, compañeros, amigos y probablemente co- rrespondencia en el territorio. Algunos han llegado á creer que convenia en política buscar á Roma, por ser un talisman para el pueblo, y abrir comunicaciones con esa capital era presentarle la cooperacion del papa en las ins- tituciones colombianas: pero me parece que hai en esto un error. Prescindiendo de que el pueblo de Colombia por su gran distancia de Roma no ha participado tanto de su influjo como los europeos, ni está sumido como algunos de aquellos en la bárbara y cruel ab- yeccion á que los han condenado las capitulaciones entre el sacer- docio y el imperio, es de advertir que donde solo hai menos de tres millones de habitantes diseminados en el inmenso terreno de mas de 118 mil leguas cuadradas, hai la mayor facilidad de dar las leyes que se quieran y fundar un estado por los principios tan deseados de los hombres sensibles al jemido de la humanidad tiranizada. La grande masa de poblacion es la que siempre ha hecho sudar al político por la dificultad insuperable de conciliar una enorme mole de voluntades, caprichos y opiniones que chocándose y contradiciéndose ostruyen el bien y hacen difícil el arreglo de la felicidad à que se aspira. El ma- yordomo de una labranza no hará con 200 peones ó esclavos lo que quiera, como haria con 6 ó 10, por que para esto basta una señal, y para los otros necesita de circunspeccion, delicadeza y trabajo. En Colombia donde se atraviesa por desiertos grandes para encontrar un pueblo de 12 ó 20 vecinos: donde este mismo vecindario corto está subdividido en labranzas algo distantes unas de otras: donde ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 213 solo hai tres capitales propiamente dichas que distando entre si cen- tenares de leguas no contienen las tres juntas la poblacion de una sola ciudad europea de tercer orden ¿qué no ha podido y puede hacerse? ¿De quien ó de qué se ha temido? ¿Qué confabulacion se respetan, ni pueden amedrentar? Los hombres deben tocarse para confabularse, y los hombres de Colombia están muy dispersos y se- parados: viven solos y aislados necesitando para tratarse de salir de su ocupacion á emprender un trecho de camino que le aparta de su primer interés, y no es asi como se critican las operaciones de un gobierno, ni como se acalora la imajinacion, ni como se hacen pre- parativos para contrariarle. Solo una causa sencible y palpable que á todos punce con fuerza y ofenda, llevando la ofensa y el peligro á los hogares de cada cual; solo esto es lo que podria formar una iden- tidad de ideas, y levantar à todos à buscarse, tocarse y prevenirse à deshacer el agravio recibido. –La opresion conocida, y la conciencia estimulada–: estos son los dos únicos resortes que creo puedan in- flamar á hombres apartados, para reunirse à pedir con calor la liber- tad y el cielo. V. E. estará convencido desta verdad, y conocerá por lo mismo que la naciente república de Colombia es responsable á la filosofía y al mundo, á la humanidad, y á la razon, de cuanto haga de menos en los derechos naturales del hombre, y de cuanto haga de mas en los deberes del ciudadano. Los colombianos han salido del seno de la naturaleza, por de- cirlo asi, à trazar una nacion, y estan sin aquellos resabios que se deben al artificio de los gabinetes: han concurrido con candor y sencillez á recibir lo que se les dé por sus representantes, y pueden recibir lo mejor y mas selecto: han podido realisar el plantel por el cual tanto ha suspirado el honrado filósofo, y ha encontrado hecho por estos cuanto puede conducirles á la cumbre de la felicidad para envidia del universo que llenaria de poblacion estos hermosos terre- nos. Los Estados-Unidos supieron aprovechar su coyuntura y son felices: conocieron que los siglos no presentan sino rarísima vez la creacion de naciones, y que al crear es cuando todo se debe hacer. 214 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 En estas creaciones, me atrevo à decirlo, es cuando se reciben hasta las quimeras de Platon, hasta las paradojas de Rousseau, por que no es lo mismo crear que reformar, como no es lo mismo enmendar lo escrito en un papel, que escribir sobre uno blanco, pues en el prime- ro se trabaja mucho y siempre quedan borrones, pero en el segundo se escribe con facilidad lo que se quiere y queda limpio. No hubiera Solon pasado los trabajos que pasó si hubiese dado leyes al pueblo de Atenas en su creacion, y Colombia se halla en estado de recibir de lleno todo el sistema y ed…………………. Del ilustre Bonnin. Y V. E. Sr., conocerá cuan ridículo es el argumento de que los Estados Unidos eran colonias de una nacion libre, y con facilidad se dieron su feliz organización y hermosas leyes. ¿A quien pertenecían y bajo que gobierno estaban los cantones suizos? Ellos eran de tiem- po inmemorial miserables esclavos del duro gobierno de mi pais, tiránico, supersticioso y fanático en aquel entónces, y dieron el grito de independencia cuando no pudieron ya sufrir por mas tiempo las iniquidades del gobierno de Alberto I. Aprovecharon estos raros momentos de creacion, tan raros en los siglos, y se dieron una cons- titucion que admira al mundo sábio, y sirvió de norma para la orga- nización federal de los Estados Unidos que la tomaron de los suizos, es decir, de un pueblo que habia sido esclavo, y al erijirse en estado independiente supo hasta darse relijion y recibirla de su parlamento, de manera que los norteamericanos no imitaron à su metropoli, sino que adoptaron las instituciones helvéticas, las instituciones que se diò un pueblo sin muelles morales, é instituciones mucho mas finas que las del antiguo Peloponeso, y sobre todo, estoi oyendo decir á V. E. que lo que no se comienza no se acaba, y de consiguiente no se logra. Inglaterra era esclava y hoy es libre. Pasó muchos trabajos para serlo, y comenzò por una casualidad que supo aprovechar en el siglo XII, y entre las luchas de reforma que no hai en creacion ha venido á parar el estado de seguridad, opulencia y felicidad que miramos. ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 215

El gobierno de Colombia tiene pruebas incontestables de que el pueblo colombiano está en aptitud de recibir todo lo bueno que se le quiera dar, por que ha recibido en paz y recignacion todo lo malo que se le ha dado. Há visto V. E. el respeto y sumision con que ha recibido leyes y decretos que por el mero hecho de haberse derogado està visto que eran malos, pues lo bueno no se quita. Ve V. E. palpa- blemente que este pueblo vive tranquilo en un verdadero caos, cual es la vasta y contradictoria lejislacion con que se administra la justicia que cada dia recibe mas leyes, y dicen los juristas que mas la enrredan y oscurecen. Jamas se ha inquietado y solo tal cual vez há tenido algun cortisimo desaogo por la imprenta, pero sufriendo tambien los ultra- jes que al instante sale á vomitar la Gaceta de Colombia. ¿Cómo, pues, no habia de recibir en quietud leyes y decretos dictados por la sana política y moral? ¿Y como no hubieran aceptado del mismo modo su independencia de la política de Roma? ¿Cómo habria dejado de con- currir à edificar una barrera de bronce entre sus intereses políticos y el influjo sacerdotal? ¿Y cómo no hubiera respetado una reforma en el clero, reduciéndole limpiamente á su puro ministerio divino y sencillez evangélica, y conduciéndosele deste modo à obrar en línea totalmente separada de intereses y honores mundanos? Pero contra los principios que marca el siglo junto con la es- periencia que presentan esas innumerables pájinas de la historia en- sangrentadas por el sistema sacerdotal apoyado en la intolerancia religiosa, su fuerte columna y fecunda fuente de lamentos y desas- tres, los coros de las catedrales se han poblado con perjuicio del fisco mientras repletas de frailes y clérigos muchas ciudades de la república, las parroquias hasta de alguna provincia casi toda entera carecen de curas que son nuestro verdadero consuelo y nuestros únicos compañeros, no los canónigos que gravitan sobre el honrado labrador el cual amanece recibiendo en su campo el rocio, y anoche- ce dejando regada con el sudor de su cansancio la sementera cuyos frutos en vez de repartirlos ente sus hijos para cubrir la desnudez, los divide con los canónigos para …. Es menester no decirlo porque 216 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 dirán que soy herege. Pero al ménos si diré à la gran rectitud y justifi- cacion de V. E. que para darles mullida cama donde parir Serpientes de Moises, y que de otra manera bien diferente se manejaban los godos à pesar de su absoluto sometimiento à los clérigos y concilios, pues hasta que los moros entraron en España no se vé canónigo, sino solo un arcipreste, un arcedeano y un primicerio ó chantre, y esto en una iglesia como la patriarcal ò primamada de Toledo que por lo mismo podia tener mas boato. Sin duda que no siendo posible hacerlo todo en un dia, no ha podido el gobierno colombiano arreglar la enseñanza, quitarla toda influencia sacerdotal, y designar autores elementales para que la ju- ventud, esperanza de la nacion, no beba en fuentes corrompidas, ni aprenda derecho canónico por el furibundo ultramontano Devo…..; pero al introducir V. E. en el consejo de gobierno la correspondencia tirada, que hasta ahora se sepa, del obispo de Mérida y del provisor de Bogotá con el pontífice romano, lejos de consultarse la prohibi- cion de tan peligrosas comunicaciones que en España se tendrian y serian castigadas por criminales han salido á lucir en los papeles públicos y con esto ya se sabe que entre el papa y clero colombiano hay relaciones. A esto se agrega que el ministro de Indias D. Ramon Pelegrin dijo francamente ante las cortes españolas que ya tenia in- troducidos en América los elementos de la discordia, y V. E. viò y dio providencia sobre la encíclica incendiaria que por de contado se habrá introducido aqui en abundancia. La encíclica de Bonifacio VIII al clero de Francia, por igual estilo é iguales razones produjo la escandalosa bula Unam sanctam y todas las consecuencias espantosas hata la muerte de aquel pontífice del modo mas doloroso. Con todo esto no es estraño que el inocente clero de Colom- bia comience á conocer de lleno la política sacerdotal, mucho mas cuando hai en él hombres que precisamente por su instruccion y capacidad han debido conocer que las instituciones políticas de la república llevan por esencia una marcha que no puede dejar al clero ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 217 como ha estado bajo el gobierno español, aun cuando no fuese mas que por la leccion que acaba de dar en España donde hizo toda ca- lidad de guerra para destruir como destruyó la libertad á fin de que no le reformase, y de aquí dimanó la Serpiente de Moises que los mis- mos godos hubieran condenado por abominable. Prueba de ello es el canon 56 del concilio IV de Toledo, que los clérigos serpentinos, esto es, defensores de la Serpiente, deben saber de memoria. “De ju- deis autem præcepit sancta synodus nemini deinceps ad credendum vim inferre. Cui enim vult Deus miseretur; et cuem vult indurat. Non enim tales inviti salvandi sunt, sed volentes, ut integra sit forma justitiæ: sicut enim homo propria arbitrii voluntate Serpenti ovediens periit, sic vocante gratia Dei propriæ mentis conversione homo quis que salva- tur”. Estoi mui distante de creer como algunos historiadores que este cànon fue para vengarse de la deposicion á que en 614 condenó a Eusebio, obispo de Barcelona, el rey Sisebuto quien mandò cortar el pelo á los judios, darles 100 látigos, desterrarlos del reino y confiscar- les sus bienes, si no se bautisaban,16 pues San Isidro ………………. tambien altamente contra la intolerancia de Sisebuto,17 y San Isidro no era hombre de venganzas; pero prueba el referido cánon la valen- tía del clero y su animosidad haciendo frente á una ley de la nacion. Todo cuanto va referido, con mucho mas, tuvo el jurado pre- sente, y à las tres horas de ensierro en conferencia y meditacion condenó á la Serpiente por unanimidad, recibiendo al salir los víc- tores y palmoteos del homenage debido à la justificacion y virtud. Siguiéronse demostraciones de júbilo, en las cuales era muy notable la mezcla de algunos hombres liberales, algunos colombianos de las mas ecsaltados contra el folleto y su reimpresor, formando una bol- sa para recoger la cantidad de la multa en que fue condenado el pa- dre Santana y aquellos mismos se suscribieron à porfia, sin perjuicio de continuar en las horquestas que salieron por las calles á rendir sus

16 Ley 3. Tit. 3. Lib. 12 del fuero juzgo. 17 S. Isidor. Chron goth. Er. 651. 218 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sonatas y cansiones al orador que patrocinò la acusacion. Yo me re- tiré conmovido de ternura para escribir todo á V. E. que tanto rego- cijo debe hallar en su corazon al tener pleno conocimiento de unos hechos tan gloriosos que acaecen en el tiempo de su administracion, aunque sea cierto que no será esta mi última carta sin embargo de que ya esperimenté los insultos del clero, no del padre Santana, pues creo firmemente que ha hecho en el folleto citadoColombia defendida por la Serpiente de Moises el mismo papel que en la reimpresion de la Serpiente. El folleto me cita á Jeremias por “adecuado, central y consiso”, y yo con Jeremias en la mano esclamaré con él adecuada, central y concisamente al autor del folleto. “¿Pobre viña del Señor? En ruinas está, abandonada y destruida: los pastores la han reducido á un estado tan lamentable: los pastores la han pisado, y “de fertil que era, se vé ahora sin pánpanos ni racimos”. Yo compadezco el furor de quien escribiò el folleto, y no puede cojerme de nuevo, por que la historia política del sacerdocio es la historia del furor; pero si diré que se necesita llevar al cabo la total aniquilacion de la Serpiente. No basta herirla, es menestar matarla, porque la herida la enfurece y entónces su mordedura es de necesidad mortal. V. E. deberá reirse, como todo hombre sensato, de la tacha de plágio en una materia en que no es permitido escribir nada nuevo, y cuyos escritos tienen precisamente todo su mérito en el plágio, de manera que cuanto mas esacto sea este plagio es mas textual la obra mas fiel y mas respetable, por que no pone de su cabeza el escritor, sino copia con relijiosidad lo que halla escrito por los historiadores coetanos, ó mas cercanos al tiempo de los acontecimientos. Esta calidad de escritos debe ser una redaccion de lo que se ha publicado ya por sabios honrados y calificados á la luz de todas las reglas de crítica: debe ser una rigurosa rapsòdia; y yo envanecido con la refe- rida tacha he querido incurrir á la fuerza en la tediosa insercion de citas, para probar que nada es mio, sino todo ajeno, todo plágio, no podrido, sino bueno é intacto, aunque con mucho polvo que se está sacudiendo con muy buen suceso desde el siglo XII, á consecuencia ANDRÉS LEVEL DE GODA (CUMANÁ, 1777 – CARACAS, 1856) 219 de los cismas de la iglesia de Roma en los siglos IX, X y XI. La luz nació de las tinieblas. Me seria muy agradable ver acusar una carta mia para que se descubriera que en efecto este pobre aleman no es filósofo, sino un pobre hombre, lo que se llama un pobre; pero encontraria quien supiese mejor que él la lengua castellana para que defendiéndole dijera mas de lo que se dijo el 18 del que espiró y la república diera otro salto, acaso, acaso mas largo que el anterior, para que fuesen mayores sus triunfos y las glorias de V. E. Guaira Abril 3 de 1826. Excmo. Sr. Un Aleman. NOTA: En la carta anterior pág. Segunda lín. 23 dice Juan XII, léase Juan XXII.

XIX

JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA (Brasil, 1796–Bogotá, 1832)

Vivió en Caracas y su corta permanencia en el país coincide con el juicio contra el Pa- dre Miguel Santana por reimprimir el folleto La Serpiente de Moisés en 1826. Este juicio inte- resó mucho a Saldanha al grado que preparó un ensayo en defensa de la tolerancia religiosa titulado Discurso Teológico Político sobre la Tolerancia, en el que acusa y refuta el escrito ti- tulado La Serpiente de Moisés. Caracas. Imprenta de Tomás Antero. 1826. Saldanha trató de leer este escrito en el jui- cio que se seguía al padre Santo, pero el Jurado no se lo permitió. Después de breve permanencia en Cara- cas, se trasladó a Bogotá, probablemente en los años 1827-1828*; y aquí murió en 1832.

* Manuel Pérez Vila, en Fundación Polar, Diccionario de Historia de Venezuela, Tomo 3, pp. 1030-1031. Caracas, 1977

Advertencia

Este Discurso fue escrito para ser recitado en el tribunal de los Jurados, por ante quien se acusaba la Serpiente de Moisés, lo que no pudo verificarse. Se hace esta advertencia, para que el lector conozca la razón por que se le ha dado la forma oratoria.

DISCURSO TEOLÓGICO, POLÍTICO SOBRE LA TOLERANCIA EN QUE SE ACUSA Y REFUTA EL ESCRITO TITULADO LA SERPIENTE DE MOISÉS Diligite inimicos vestros, et benefacite, his qui oderunt vos. Math, v. 44. Amad à vuestros enemigos y haced beneficios à los que os tienen ódio.

He aquí reducidas à un breve compendio todas las máximas del cristianismo; hé aquí la suma de la moral evanjélica; he aquí fi- nalmente el epílogo de la doctrina de Jesucristo, respectable tribunal y Sres.; he aquí, decía yo, reducidas á un breve compendio todas las máximas del cristianismo; he aquí la suma de la moral evanjélica; he aquí finalmente el epílogo de la doctrina de Jesucristo. Amar à aquellos que nos aman no es una virtud, sino un deber; hacer bien à aquellos de quienes hemos recibido beneficios, tampoco es una virtud, sino una rigorosa obligación; pero amar á nuestros enemigos, y hacer beneficios á los que Nos ódian, esta es la nota característica del verdadero dicipulo de Jesucristo, este es el espíritu que anima al cristiano verdadero. Por mi felicidad, Sres., yo naci y fui educado en esta relijion, y este es el motivo por que me lleno de un santo celo, cuando veo que aun en el siglo 19, siglo llamado por antonomacia de las lúces, y de la filosofía, aparecen hombres que pretenden abusar de ella para favorecer sus máximas perniciosas, sus perniciosos caprichos, ó una piedad poco ilustrada. Una religión santa, para hablar con el Apòstol 226 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Santiago,1 una religión pura, una religión emanada de la boca del Al- tísimo y cuya creencia por si sola, cuando no aparece revestida de la caridad es muerta y sin eficacia, como dice el Apóstol;2 esta religión, digo, no puede ser enemiga del género humano; y todo cuanto se aparta de este principio no es conforme à ella. Siendo llamado, Sres., para ser ante vosotros el órgano de uno de los dos Sres., que acusaron la terrible Serpiente de Moises, publicada en Bogotá, y después reimpresa en esta ciudad por el Sr. Prebendado M. Santana, quien aquí la distribuyó, yo debo empesar mi discurso protestando ante el cielo contra la acusación, que ambos hacen de malos cátolicos, de enemigos del papa, y del estado no solamente á los acusadores, sino à todos aquellos que no son, como ellos, intol- erantes.3 Ni yo, ni aquel de quien soy órgano, aborrecemos al estado eclesiàstico; yo respecto á los papas como sucesores de S. Pedro; pero no dudo confesar en este lugar, que Tito y Marco Aurelio son mas dignos de las bendiciones del género humano, que Alejandro VI, y Gregorio VII; yo respeto á los papas; pero desearía, que no se mezclasen en los negocios seculares. Duo sunt, quibus mundus hic regitur: auctoritas sacra pontificum, et regalis potestas.4 Con todo por mayor que sea la veneración, que tengo à esta clase, yo respecto mas la verdad y es por esta causa, que vengo à hacer ver á este tribunal, que la Serpiente, cualesquiera que fuesen las intenciones de su autor, y de su editor en esta ciudad, debe ser declarada sediciosa y contraria á la paz pública en conformidad de la ley.5

1 Epístola canónica c. 1. v. 27. 2 Idem c. 2. V. 26. 3 Serpiente p. 5. Importa mas de lo que se piensa 8.2. y 3. 4 S. Gelasio papa hablando al emperador Anastacio. 5 L. del 17 de Febrero ser del año 11. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 227 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) La Serpiente de Moises no solamente rechaza abiertamente la tol- erancia religiosa, sino aun la civil; lo que es destruir de un solo golpe la basa de la fraternidad de las naciones, de sus mutuas relaciones, de sus intereses mutuos. Este panfleto está naturalmente dividido en dos partes: en la primera quiere su autor probar, que la tolerancia, tanto religiosa como civil, es opuesta á las escrituras y Stos. padres; y en la segunda que se opone á la buena política, ó en otras palabras, que la religión, y la política son contrarias á la tolerancia. pero como este papel fue solamente acusado como sedicioso, yo le consideraré por este lado haciendo todavía algunas observaciones sobre la primera parte. Los argumentos de que se vale su autor en ella son deducidos 1º del tes- tamento antiguo; 2º del testamento nuevo; y 3º de los Santos padres y de algunas historietas, que no merecían salir del polvo del olvido, en que dignamente yacían. Yo observaré cuanto à los primeros, que hay una gran diferencia entre el pueblo judío y el pueblo cristiano, entre una y otra religión y finalmente entre las naciones idólatras, y las naciones protestantes. El pueblo hebreo siempre rebelde, y desconocido á las gracias que sobre ellos llovia el Señor de continuo, vivía siempre errante entre su culto y el de los ídolos, y es por este motivo y por la dureza de su corazón6 dice la misma escritura7 que Dios les dio leyes malas y que para impedirles que volviesen al culto de los paganos le prohibió toda comunicación con ellos. Este pueblo era mandado por Dios robar á los egipcios, conquistar la Palestina y degollar sus habitantes. Moises su caudillo, en un solo dia hace morir veinte y tres mil hom- bres; y Oza en fin es muerto de repente por querer sostener la arca

6 “In constituing a separate pople, Moses had vainly imagined that he should guard thern from the influence of every foreign idea: butan invincible inclination founded on affinity of origin, continually called back the Hebreus to the worship of the neighbouring; and the relations of comerse that necesarilly subsisted betwen them, tended every day so strengthen the propensity. Volney’s Ruines, cap. 22. sec. 13”. 7 Profeta Exequiel C. 20, v. 25. Dedi eis præcepta non bona. 228 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que se iba precipitando del carro. El pueblo cristiano al contrario ha seguido siempre constante, desde sus principios, ál verdadero Dios, no pudiendo impedir su fervor las persecuciones, antes al contrario, según Tertuliano8 la sangre de los mártires era la semilla de los cris- tianos: Jesucristo les prohíbe el hurto, les ordena que sufran con paciencia las tempestades en los mares de la vida para que puedan obtener las recompensas en el puerto de la futura y eterna; que de- sprecien los bienes perecederos, que el mundo ofrece y finalmente que amen à sus enemigos y beneficien à los mismos que los ódian. ¿Que comparación pues Sres. pueda darse entre uno y otro pueblo para que las leyes malas del primero deban ser comunes al segundo? ¿Para que sus preceptos puedan ser los mismos? Algunas cosas eran permitidas á los judíos, que no lo son à los cristianos y algunas per- mitidas á estos que no lo eran á aquellos. No es menos notable la diferencia, que existe entre una y otra religión: la judàica, si puedo explicarme asi, era toda carnal y huma- na, y la cristiana es toda celestial, y divina: la primera prometia en recompensa de las virtudes una larga vida, riquezas y delicias terre- nas, y la segunda en esta vida tormentos, y trabajos reservándoles para la venidera los premios, y las recompenzas; el Dios de los judíos cuando se muestra à Moises aparece en medio de relámpagos, de chispas, y de truenos; el de los cristianos se presenta cubierto de la fragilidad de nuestra carne, y en medio de la pobreza; el primero se titulaba Dios de los ejércitos y de las batallas, el segundo, mas suave, se titulaba príncipe de la paz: el Dios de Moises mandaba degollar los primogénitos de las naciones, y el Dios de los cristianos muere, él mismo para salvarlos; finalmente la religión judàica era un dibujo y la cristiana es la trasfiguración de Rafael. Gran Dios! hasta cuando los hombres querrán juzgarte según sus caprichos, sus preocupaciones, ó sus intereses!

8 Sanguis martium semene rat cristianorum. Apologético. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 229 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) Y por ventura las naciones protestantes están en el mismo caso para con la cristiana, que estaban los judíos para con las idòlatras? Quien no conoce la notable diferencia que hay entre unas y otras? Los idólatras adoraban tantos dioses, cuantas eran las naciones de que se componían; sus ritos y ceremonias eran tan extravagantes, y ridículas como sus mismos dioses; aquí un cochino, allá un toro; estos adoraban un perro, aquellos una piedra &c. y si en alguna cosa concordaban era solamente en no adorar al verdadero Dios, verifi- cándose de este modo el sublime pensamiento de Bosuet: todo era Dios excepto Dios, mismo. Los judíos eran entonces los únicos que prestaban culto al verdadero Dios y como he dicho ya, su constante vacilación, entre el culto de Dios, y el culto de los ídolos, dio lugar à esas leyes malas, à esa prohibición absoluta de ser admitidos los in- circuncisos dentro de los muros de la santa ciudad; pero los protes- tantes casi en todo están de acuerdo con los cristianos, y por lo tanto sería una inconsecuencia aplicar tales prohibiciones á los cristianos con respecto à los protestantes. Distingue tempora, et concordabis jura. Yo creo suficiente estas observaciones para hacer ver clara- mente que no son aplicables las leyes prohibitivas judàicas al caso presente y que por consecuencia sus malas leyes, que prohibían la tolerancia entre ellos, son intolerables entre nosotros; pero aunque confesamos la existencia de algunas leyes prohibitivas, con todo en el mismo antiguo Testamento encontramos muchos lugares, que bien claramente justifican la tolerancia. El Profeta Amós9 dice que los judíos adoraron siempre en el decierto á Moloch, Rempham y Kium; Jeremias,10 dice que Dios no pedia ningún sacrificio à sus padres cuando salieron del Egipto, y S.

9 C. 5., v. 26. 10 C. 7. y 12. 230 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Esteban11 dice muy espresamente hablando de los judíos: Ellos ado- raron el ejército del cielo, no ofrecieron ni sacrificios, ni hostias en el decierto durante cuarenta años, conducían el tabernáculo del Dios Moloch, y el astro de su Dios Rempham. Es en vista de todos estos lugares que muchos críticos ilustrados afirman que Moises tolera- ba todos estos Dioses, aunque en varios otros aparecen leyes muy severas contra la tolerancia, fundando su opinión en el pasage del Deuteronomio12 que dice “Cuando llegareis à la tierra de Canaam no hagáis como aquí hacemos hoy, pues aquí hace cada uno lo que quiere”. Los críticos que asi explican este lugar, dicen que no se le pue- de dar otra interpretación; pues que de la historia de ese viage nada consta relativamente à ningunas festividades, que hiciesen en el de- cierto, ni aun de la del pentecóstes y de los tabernáculos, ni tampoco una sola palabra de la circuncisión que era el sello del pacto entre Dios y Abraham. Además de esto alegan los mismos críticos la autoridad de Josué,13 quien dijo á los judíos: Escojed lo que mas os agrada, ó adorar á los dioses, que adorasteis en el país de los Amalecitas, ó á aquellos que adorabais en la Mesopotania; y contestando el pueblo, que adoraría á Adonai y Josué les respondió: bien pues; no adoréis à los Dioses extranjeros, prueba bien clara de que entre los judíos eran ado- rados tales Dioses. La misma historia judàica nos muestra aun evidentemente que á pesar de tales, y tantas prohibiciones, la tolerancia estuvo en uso entre los hebreos casi en todos los tiempos. Salomon, el querido del Señor, fue idólatra; Jeroboan hizo adorar dos venados de oro: Asa no destruyó los lugares altos, aunque es llamado el santo; Urias y el

11 Act. C. 7., v. 42. 12 Cap. 12., v. 3. 13 Cap. 18., v. 23. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 231 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) pequeño reino de Judá hicieron lo mismo en tiempo de Roboan. No se diga que Elias hizo bajar fuego del cielo para devorar á los Sacer- dotes de Baal; esto es un prodigio, que no tuvo ejemplo. Tampoco puede negarse que los judíos sacrificaron víctimas humanas; basta apuntar el ejemplo de Jepté14 que sacrificó su hija, y el Rey Agag hecho pedazos por Samuel delante del Señor.15 En hora buena Calmet, S. Agustin y casi todos los padres condenen su acción; S. Pablo16 hace su elogio; he aquí mas un egemplo de que algunas veces los Santos Padres están en oposición con la misma Escritura. La madre de Michas de Ephrain17 hizo dos estatuas de oro que fueron adoradas con el Dios de Israel; y Jonathas, nieto de Moyses (quien lo creyera!) era el sumo pontífice. Yo concluyo estas observaciones con estas palabras del profeta Malaquias. El nombre del Señor es grande desde el oriente al occidente, y se le ofrecen oblaciones puras en todas partes. Exâminemos ahora si Jesucristo ha enseñado la intolerancia, ó ha mandado cavar los abismos de la inquisición, y creado los verdu- gos de los autos de fe. Dos son los lugares mas notables en que se fundan los intolerantes: el primer es la famosa parábola de S. Mateo,18 en que el reino del cielo es comparado al convite que da un príncipe á sus vasallos en las vodas de su hijo. Todo estaba ya preparado; pero cuando el príncipe aguardaba los convidados, uno se había ido á su granja, y otro à su trafico: el príncipe manda sus criados á llamarlos; pero ellos los matan, por cuyo motivo el príncipe envía sus tropas, que matan los convidados y destruyen también la ciudad.

14 Jephte. Diccionario teológico portátil de Bergier art. Jephté. 15 “Los que han leído la historia de la iglesia saben que los primeros cristianos en conse- cuencia de la doctrina del arcano eran acusados de comer la carne humana. Vid, Mosheim, Dannemayr, y Gmeiner y otros en sus historias”. 16 Ad. Hebr. C. 11. 17 Juec. C. 17, 18. 18 Evang. C. 22. 232 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 La segunda parábola se encuentra en S. Lúcas,19 en la cual igual- mente el reino de los cielos es comparado á un convite dado por un particular para el que llamó à sus amigos: pero á la hora, no queriendo ellos concurrir, manda por sus criados llamar á todos los enfermos y después los manda que vayan à las plazas públicas, y que obliguen á entrar en su casa á cuantos en ellas encuentren. Los into- lerantes hacen principalmente su fuerza en estas últimas espresiones. La verdadera inteligencia de estas dos parábolas no parece difícil, pero dejando por ahora otras que pueden darse, yo adopto la de un va- ron bien ilustre por su saber y agudeza.20 “El convite es la predicación de la salvación; la muerte de los creados del príncipe es la persecución, que sufren sus Apóstoles; y los predicadores de la verdad.21 Yo no sé que pueda darse una mejor interpretación”. Las últimas palabras de la segunda quieren decir, que se debe instar, conjurar, y pedir. Y en ver- dad quien es que tiene el derecho de obligar á otro á que venga asistir à su convite? Si hubiésemos de tomar al pie de la letra todos los pasages de la Escritura, en cuantos absurdos no caeríamos? El otro lugar de S. Mateo22 que dice que el hombre que no atiende á las amonestaciones de la iglesia sea tenido como el gentil, y

19 Luc. Cap. 14. 20 Mr. de Voltaire tratado de la intolerancia. 21 A falta de razones apelan (los intolerantes) à las alegorías: dicen que tratando Jesus del convite preparado por el padre de familias, encargó este à sus siervos compeler à entrar en la sala del festin à los que no quiciesen. Interpretan ser Dios el padre de familias; la Iglesia católica, sala del banquete; siervos divinos los inquisidores, y convidados re- nitentes los hereges. Esto es abusar de las espresiones de un texto traducido, traídas à consecuencia por interpretación arbitaria. El Evangélio usa de la palabra Compeler para todos los hombres, que sus siervos hallasen en caminos y plazas; y esto debía bastar por sí solo, para no aplicar su sentido al católico incurso en heregía, cuando claramente habla de los gentiles, judíos, mahometanos y otros no cristianos bautizados: cuya circunstancia (unida con la de salir el siervo sin armas, sin tropas, sin autoridad judicial) demuestra que la compulsión allí citada es la fuerza de la persuacion de los buenos predicadores evanjeli- cos para compeler con sus razones y convencimientos à entrar en la iglesia de Jesucristo. Proyecto de Const. Relig. C. 2. Llorente Apolog. del mismo verb. Tolerancia. 22 Cap. 8., v. 17. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 233 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) el publicano23 tampoco favorece á los intolerantes; ni se habla en él de tolerancia. la iglesia y los primeros Teólogos entre los cuales tiene lugar muy distinguido el doctísimo Fleury24 han siempre entendido este lugar, asi como el otro de S. Juan: No le digáis los buenos días:25 de la escomunion, y todos saben que solamente in sacris no se pue- den comunicar los escomulgados. Toda la vida de Jesucristo no respira otra cosa sino dulzura y mansedumbre. “El es el padre de familia que recibe al hijo pródigo, el labrador que paga tanto al que viene á la última, como al que vino en la primera hora, el juez que recomienda solamente la fidelidad á la mujer adúltera, y finalmente un hombre tan benigno que hasta obra el milagro de convertir el agua en vino para contentar, y satisfacer á los convidados.26 Y será este el Dios feroz, que se recrea con la persecución del género humano? “Si quereis imitar á Jesucristo, dice todavía el mismo escritor, sed victimas, y no verdugos”. Oígase ahora por un momento la doctrina de los Santos padres sobre la tolerancia, no solo civil sino también religiosa. Tertuliano27 dice. “Es una impiedad en materia de religión quitar à los hombres la libertad de escoger una divinidad; ningún hombre, ningún Dios querra un culto forzado. S. Hilario.28 Si algunos empleasen violencia para defender la fé los obispos se les opondrían. Lactancio:29 La religión forzada no es religión; es menester persuadir y no forzar. Atanasio30 Es una heregía execrable querer atraer por fuerza, y casti-

23 Sit tibi tamquam ethnicus et publicanus. 24 Discurso sobre las libertades de la iglesia Galcana. 25 Nec ave ei dixeritis. 26 Voltaire en el lugar citado. 27 Apolog. c. 25. 28 L. 1. 29 L. 3. 30 L. 1. 234 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 gos à aquellos à quienes por la razón no se ha podido convencer “S. Justino mártir”.31 Nada es mas contrario à la religión que la violen- cia. S. Agustin” “Perseguirémos nosotros à aquellos á quienes Dios tolera?” El concilio de Toledo.32 “No se haga ninguna violencia à los judíos”. S. Bernardo, el predicador de las cruzadas.33 “Aconsejad pero no hagáis fuerza”. El clero francés cuyas asambleas son tan respetables.34 “Nosotros no hemos jamás aprobado los medios de rigor”. Flechier obispo de Nimes.35 “Nosotros sabemos que la fe se persuade; pero no se introduce por fuerza”. Fenelon hablando al du- que de Borgoña; “Conceded á todos la tolerancia civil”. El profundo Montesquieu á quien se llama herege por que daba mas crédito á Tácito que á Sempronio,36 “Si el cielo os ha favorecido tanto que os ha enseñado la verdad, habeis obtenido una gran gracia; pero será conforme á la razón, que aquellos que la han merecido aborrescan á aquellos, que no la recibieron?”. Finalmente el parlamento de Paris hablando á Henrique II. “Nos ha parecido conforme à la sana razon seguir los pasos de la antigua iglesia, que no ha empleado ninguna violencia para establecer y dilatar la religión”. Todas estas autorida- des compensan con usura una de Sto. Tomas, y otra de S. Agustín. Me parece haber demostrado con toda claridad que la toleran- cia se apoya en las escrituras, en los padres, y en los mas famosos escritores y obispos. No dudamos que en ellos, y ellas se hallan al- gunos lugares, que siendo mal entendidos, podrían dar lugar á la in- tolerancia; pero estos lugares obscuros deben ser interpretados por los mas claros y deben todos acomodarse al espíritu humilde, y dócil del evangelio.

31 L. 5. 32 C. 4. Can. 16. 33 Vease el discurso de Fleury sobre ellas. 34 Asamblea de 11 de Agosto de 1560. 35 Carta 19. 36 Libr. 25. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 235 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) La historia de las naciones desgraciadamente nos ofrece casi inumerables ejemplos de infinitos males que han sufrido los pueblos nacidos únicamente de la mala interpretación de los libros santos. Aun no ha pasado un siglo que se enseñaba generalmente que el poder de los Reyes bien fuese un Henrique IV de Francia, bien fuese un Fernando VII de España venia inmediatamente Dios; aun no hay un siglo que se enseñaba, que los papas eran señores de todo, y podían de todo disponer à su arbitrio: pero después que la filosofía empezó à derramar sus lúces, después que la misma escritura fue leída con crítica, después finalmente, que se comenzó á considerar la razón como una guía, y no como un instrumento de error y de desvio, las escrituras fueron bien interpretadas y las tinieblas de la ignorancia disipadas. Pero dígase para honor y gloria del papa ahora reinante Leon 12:37 este papa se explica de esta manera hablando al Presidente de una república Americana. “Nuestro carácter particu- lar, y la dignidad á que sin méritos fuimos elevados, exigen que no nos mezclemos en lo no pertenece al régimen de la iglesia. “Porró cum et peculiari animi índole et officii quo meritis tam imparibus fungimur ratione ab iis quae Eclesiae régimen nequaquam, attingunt, consulto abstineamus &c. Clamen en hora buena los hipócritas y fanàticos contra la fi- losofía llamándola unos ciencia de los impíos, otros la ciencia de Satanas; tiempo perdido! Mal fundadas esperanzas! La religión y la filosofía deben darse las manos para conducir el hombre à la verda- dera felicidad, la religión sostiene la filosofía en sus desvíos; y la filo- sofía con la antorcha de la razón ilumina las difíciles oscuridades de la religión separando con acierto, y prudencia lo que es de Dios de lo que es solamente la obra perecedera de los hombres. La razón, y la religión siendo obras de un mismo Dios no pueden contradecirse. Cuanto á las historietas de la pelota de los niños, del pañuelo de Santa Juana Francisca de Fremiot, y de las santas cenizas del Abad,

37 Breve de 29 de Junio de 1825 al Presidente de Méjico. 236 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que decían á las otras de un herege, que estaba enterrado cerca de él, que se apartasen, y otras tales referidas por Sulpicio Severo y Sempronio en su Prado Espiritual, obra muy verídica por haber sido aprobada en un Concilio, yo los restituyo á su antiguo desprecio, contentándome con advertir sobre esta última circunstancia, que aun cuando todos los Concilios del mundo afianzasen su veracidad, esta aprobación no añadia ni disminuía nada á esta cualidad. Como mi principal objeto en este discurso es demostrar que la Serpiente de Moises es sediciosa y no que es subversiva, limitándo- me á estas observaciones teológicas, paso sin mas demora á su parte política, en que seré también conciso y breve. Yo digo pues, Sres., que este panfleto es sedicioso: Primero; porque escita à los pueblos á la desobediencia del artículo 183 de la Constitucion, que dice: Todos los estrangeros de cualquiera na- ción serán admitidos en Colombia: ellos gozarán en sus personas y propiedades de la misma seguridad que los demás colombianos, siempre que respeten las leyes de la república”. Y segundo; porque sus doctrinas tienden à la perturbación de la tranquilidad pública. Desde las primeras páginas de este pequeño panfleto aparecen esas peligrosas máximas, esas sediciosas doctrinas, y parece si es que no me engaño, que su A. se recrea en derramarlas con muy larga mano. Y en verdad, que es lo que significan todos esos pasages de los Santos Padres, y de las Escrituras de que está lleno, y los cuales según su interpretación no solamente nos aconsejan, sino aun nos imponen la obligación de conciencia de no vivir con los hereges y de espelerlos de entre nosotros? ¿Qué otra cosa significa la alegoría de no mezclar el trigo con la zizaña? en la página segunda de la Serpien- te se lee pasage bien terminante para prueba de lo que digo. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 237 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) “Los cristianos persuadidos, y bien persuadidos de la verdad, santidad, utilidad y ventajas de su religión, cuyos intereses son eter- nos, se dejaran vencer en zelo por un pueblo escogido solo para for- mar el bosquejo, y tirar las primeras líneas del magestuoso cuadro de una religión cimentada sobre la divina revelación, confirmada con los mas auténticos milagros, conocidos y publicados por sus mismos enemigos, regada y fecundada con la sangre de mas de once millo- nes de mártires, y vaticinada por los Profetas bajo tantos símbolos, figuras é imágenes, y predicada por los campeones mas valientes, y generosos que vieron los siglos. “los cristianos, sigue la Serpiente, depositarios únicos de la ver- dadera sabiduría, bajada del cielo y comunicada à los hombres por el Padre de las lúces; sabiduría púdica, modesta, pacífica persuasible, que se acomoda con los buenos y está llena de frutos sin fingimien- to, ni simulación? Estos herederos del espíritu de Jesucristo, su divi- no maestro, llevarán en paciencia, ó podrán tolerar en el recinto de los muros de Sion à los incircuncisos contra la espresa prohibición de su Dios y Señor? ¿Y por acaso serán necesarios à este tribunal mas pruebas, prue- bas mas convincentes que el pasage que acabo de transcribir, porque se convenza que la Serpiente es verdaderamente sediciosa? Cual es la doctrina, cuales son los modelos que aquí se presentan á los fieles? La doctrina es el antiguo testamento, los tipos y modelos son los judíos. Cual era esa doctrina, y lo que hacían esos modelos, la misma Serpiente acaba de decirlo y no es preciso que yo os lo diga. ¿Y que es pues, lo que deben hacer los fieles figurados en los circuncisos, contra los protestantes, que son los incircuncisos? Vosotros lo sabeis Sres., cada fiel debe armarse de hierro y fuego para hacerles la guerra hasta echarlos no solo fuera de su país sino hasta de todo este globo, esto es hasta que todos vayan à poblar los reinos de las tinieblas, pues, que como á incircuncisos les es vedado el reino de la lúz. ¡Que piedad tan cristiana! ¡Que celo tan apostólico! Será este por ventura 238 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 el lenguaje de Jesucristo, que decía que aprendiesen de él, porque era blando y humilde de corazón? ¿No será antes el de un Inquisidor general, de un Eymeryc, de un Torquemada y de un Cárlos nono? Pero, Sres., felizmente para mi y para vosotros no es este el único lugar de la Serpiente, que está clamando altamente la conde- nación de sedicioso, pues su A. los ha pródigamente derramado en su mortal Serpiente. Tantæ ne animis coelestibus iræ?38 A la página 5 refiriendo la doctrina de Santo Tomas, dice, “Los hereges no solo merecen por su pecado ser escluidos de la Iglesia, y del trato con los fieles, sino aun de ser arrojados del mundo. Tal es el común lenguaje de los Santos Padres porque amaban su relijion y no eran enemigos del Papa, y opresores de la Iglesia, como los tolerantes. Hé aquí aun otro lugar, que manifiesta sin ninguna duda las ideas del A., y el efecto, que deseaba produjese en Colombia su Serpiente. Apartándose de los deberes, que le imponía su estado, apartándose de la misma doctrina de Jesucristo, que decía á sus discípulos, “que les dejaba en prenda y por herencia la paz”39 predica no solo el ódio contra los hereges, sino igualmente el exterminio, y la muerte. El A. escribió este pasage teniendo muy presente esta contestación que dio el Papa Urbano II siendo consultado por un obispo sobre cual penitencia debía imponerse al homicida de un escomulgado. (Canon 47 Caus. 23, Cuestion 5.a). no juzgamos que sean homicidas aquellos que por celo de la Iglesia católica matan á los escomulgados. –Non enin eos liomicidas arbitramur, quos adversus excomunicatos zelo catholicæ matris ardentes, aliquos corum trucidasse contingerit. Tampoco eran estas las instrucciones que daba Jesucristo à sus discípulos, cuando los encargó de anunciar el Evangelio à las nacio- nes, Jesucristo solo les dice, que cuando en alguna ciudad no quierán recibir su doctrina que salgan y la abandonen. El lugar de San Juan,

38 Virg. L. 1. 39 Pacem relinquo vobis: pacem meam do vobis. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 239 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) aun siendo interpretado como quiere la Serpiente manda solamente que no se les trate. La Iglesia en las persecuciones de los primeros si- glos no solo no perseguía, no solamente no empleaba la fuerza para evitar los males que ellas le cauzaban, sino todo al contrario, pre- dicaba la obediencia á los Emperadores y Prefeitos, que las hacían; predicaba la paciencia y lloraba, según la espresion del Profeta entre el vestíbulo y el altar. Pero a cuanto no se estiende el zelo de nuestra Serpiente! ninguna de estas cosas le parece bastante, y cree, enseña y predica que es menester matarlos, que se deben formar contra ellos nuevas Cruzadas; y no se como no dice que debe resucitar San Bernardo para predicarlas, y que deben renovarse las escenas de San Bartolomé y de las vísperas Sicilianas.40 “Compeler por medios violentos, dice Llorente, al catolicismo es dar testimonio de que se ignoran los de persuadir con razones. Jesucristo enseñó lo contrario. Enviando sus Apóstoles à predicar, les dijo, que si en algún pueblo sus habitantes no quisiesen recibir las verdades evangélicas, lo abandonasen y fuesen à otra ciudad. Pudo bien decirles, que los convirtiesen á fuerza de castigos terribles, mi- lagrosos, pero no quizo. Los Apóstoles mismos procuraron escitar la cólera de Jesus para que hiciese bajar fuego del cielo contra Samaria porque sus moradores eran cismáticos rebeldes, y léjos de aprobarlo Jesucristo, les respondió con espresiones ásperas y fuertes”. Proyec- to de Constit. Relig. C. 2. Hic niger es, hunc, tu Romane, caveto, dice el A. hablando de los tolerantes; pero con mas razón podemos nosotros los tolerantes decirlo: Este hombre es un enemigo ó Colombianos! Precaveos de sus màximas sediciosas, impías, y destructoras: esta no es la Serpien- te de Moises, esta es la Serpiente del Paraíso que engañó à nuestros Padres, y que de nuevo aparece para engañarnos; no deis crédito à

40 “A lo que podemos añadir otras muchas matanzas, como la de Vasi, la de Calabria, la de Irlanda &c. ocho mil hombres quemados por Torquemada, ochocientos ingleses en el reinado de la católica María &c. &c”. 240 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sus palabras, no atendáis à sus màximas: hic niger est, hunc tu Ro- mane caveto. Yo no puedo Señores pasar en silencio el cuento ridículo atri- buido por Sulpicio Severo à S. Martin Obispo de Tours en Francia, y acreditado ingenuamente por nuestra Serpiente, de que aquel Obis- po sufrió detrimento de la gracia por haber comunicado con los hereges, cuya conversión buscaba. Yo no creo Señores, que pueda existir un solo hombre dotado del sentido común que pueda acre- ditar tan ridícula, y yo mismo diré tan insolente historieta. Jesucristo impuso principalmente à los Obispos la obligación de predicar su doctrina no à los protestantes, pues entonces no existían, sino à los Judíos, y paganos. San Martin cumple con su deber, con las obliga- ciones de su ministerio, buscando la conversión de los hereges; y cuando su zelo merecía recompensa, es castigado por este hecho, y privado en parte de la gracia: lo que quiere decir que si San Martin no hubiese sido buen Obispo, habría sido colmado de gracia.41 Hé aquí á lo que se reduce este prodigio, que se nos mete à la cara como una prueba evidente de la intolerancia. Que blasfemia! “El tiempo de engañar á los hombres està pasado, dice un Príncipe de este siglo, y aquellos, que todavía quieren fundar su poder sobre la pretendida ignorancia de los pueblos, ó sobre viejos errores y antiguos abusos, veerán el coloso de su grandeza caer pricipitadamente de la frágil basa sobre que antiguamente se había elevado”42. Tal es la suerte que está guardada à los fanáticos, y hipócritas! No se contenta solamente la Serpiente con esponer sus razones teológicas para mostrar, que deben ser muertos todos los hereges para bien de sus almas, sino que mas se adelanta, y quiere que el mismo interés del Estado, que la misma política se opongan à la tolerancia, y prodigando à los hombres mas ilustres, á los filósofos

41 San Martin pidió el perdón del herege Prisciliano. Voltaire Comentario á Beccaria. Cap. 3. 42 Manifiesto del emperador del Brasil del primero de Agosto de 1822. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 241 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) mas célebres los epítetos de impíos, hereges y libertinos, juzga haber vencido á sus enemigos, así como la Serpiente de Moises, venció á las de Faraon. Yo me causaría inútilmente y abusaria de vuestra paciencia si quisiese ahora mostrar por menor las razones políticas, que apo- yan la tolerancia; yo las omito por lo tanto y solamente observaré algunas cosas relativamente à ciertos hechos que refiere la serpiente sacados de la história. Dice el A. de la Serpiente que las guerras y revoluciones, que fatigaron por tanto tiempo la Inglaterra, la Holanda y la Alemania eran consecuencias de la tolerancia, que se pretendía introducir; pero cuanto se engaña! No fue ciertamente la tolerancia, sino la intoleran- cia, no del Catolicismo, que es tolerante; sino de los Católicos, quien produjo tan desastrosos males. La guerra supone siempre discordia: y si todos los hombres fuesen tolerantes; si todos los hombres no se entrometiesen con la consiencia de los demás hombres ¿qué moti- vos habría para estas contiendas? ¿qué causas para tantas guerras? El sábio Lutero, el jurisconsulto Calvino aparecen casi al mismo tiempo enseñando doctrinas en algunos puntos diferentes y de aquí nacie- ron las guerras y las oposiciones ya de ellos entre sí y ya de ellos con los Católicos; peo responde, ó Serpiente, si los dos fuesen tolerantes, si los Católicos lo fuesen existirían esas guerras? Cállate pues, y vuel- ve á lo que antes eras. Yo quisiera, Señores, terminar aquí mi discurso; pero no puedo dejar de responder á lo que dice la Serpiente pág. 7 §. 2. “Que socie- dad, dice ella, ni que vínculos de felicidad pública pueden subsistir, estableciendo con los Deistas, Naturalistas, y Ateistas por principios fundamentales de su depravado, y horroroso sistema el deleite, y la fuerza? Desaparece la fé recíproca, que es el vínculo de seguridad, que une á los Ciudadanos, sucediendo en su lugar la falacia, el enga- ño, la rapiña, y la violencia bajo los especiosos nombres de industria, sagacidad, y derecho, perdiendo el temor à la sagrada obligación del 242 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 juramento, teniéndolo por demencia, à las leyes santas por fanatis- mo, y à los hombres virtuosos por imbéciles y tímidos. Todas las virtudes naufragan en este mar de diversas, y corrompidas aguas: entre estos decía uno de ellos, no hay virtud, ni honestidad, sino desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una turba de imposto- res, de engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una Ciudad, en que se toleran estas sectas”. Yo me avergüenzo, Sr. Al repetir estas palabras, yo me lleno de horror cuando veo que el A. de la Serpiente, que muestra algunas lúces, se precipite en tales absurdos. Como se atreve la Serpiente á decir que en las Ciudades tolerantes no hay fé, no hay virtud, no hay probidad? Como se arroja à mentir en faz de la Historia y de lo que pasa en nuestros días, y entre nuestros vecinos? Donde hay mas fé, mas probidad, y mas virtud, que en Inglaterra, y en los Es- tados Unidos del Norte? Donde la moral pública es mas respetada? Donde la fé conyugal es mas bien guardada? Donde la orfandad, y la indigencia encuentran mas protección, y apoyo? Donde hay mas Seminarios, mas Colegios, y mas hospitales de Caridad edificados voluntariamente por los fieles, que en estos dos Estados? Y vosotros intolerantes, cuales son las obras de caridad, que habeis hecho? Cua- les los Hospitales, cuales los Colegios de educación para huérfanos y pobres, que habeis mandado edificar? Por ventura no teneis reditos suficientes? El sudor de los pueblos no os pertenece con el título de diézmos? Teneis fé, teneis la verdadera religión; pero en donde están vuestras obras? La fé sin obras es muerta dice S. Tiago. Esos mismos á quienes vosotros llamais impíos, hereges y sin fé ni probidad son los que cumplen mas puntualmente con los preceptos esenciales del Evangelio, son dóciles y humildes de corazón, como su divino maes- tro, aman á sus enemigos, y los benefician, lo que no acontece entre nosotros en donde solamente reina el ódio contra los hombres, que no siguen ciegamente vuestras dotrinas. JOSÉ DE LA NATIVIDAD SALDANHA 243 (Brasil, 1796–Bogotá, 1832) Yo concluiré esta parte de mi discurso con estas palabras, de un Sabio bien conocido.43 Si quereis pues impedir el que una secta trastorne un estado, usad de tolerancia, imitad la sábia conducta que tienen la Alemania, la Inglaterra, y la Holanda.44 No hay otro partido que tomar en política con una nueva secta, mas que el hacer perecer sin piedad los gefes y los partidarios, hombres, mugeres y niños, sin exceptuar uno solo, ó tolerarlos, cuando la secta es numerosa: el pri- mer partido es el de un monstruo, el segundo el de un sábio”. Siendo, pues, como es de toda evidencia, que la Serpiente de Moises tiende à escitar, y efectivamente escita la persecucion contra los hereges, ó protestantes, es también evidente que se opone diame- tralmente al citado artículo de la constitución. La segunda proposición que he establecido es una consecuencia inmediata de la primera, porque escitando à los pueblos á perseguir à los protestantes, y à matarlos á fuego y sangre, no hay duda, que tiende efectivamente á perturbar la paz pública del Estado. Colombianos! Mis hermanos y amigos! no os dejéis engañar; la religión enseña, pero no obliga; persuade, pero no hace fuerza; instruye, pero no contringe: precaveos pues, como dice el mismo Dios; muchos se presentaron diciendo paz, paz, cuando no existía la paz,45 vosotros teneis la Biblia en vuestras manos, leedla, meditadla, nada mas os es preciso, pues en ella hallareis las sendas de vuestra felicidad. Sacerdotes del Altísimo, ministros del Santuario, depositarios del evangélio, hasta cuando permitiréis que algunos de entre voso- tros abucen de la paciencia de los pueblos? hasta cuando hablarán sus labios el pestífero idioma de la mentira? Predicad el Evangelio;

43 Voltaire Com. à Beccaria, cap. 4. 44 Añadase à estos Estados la Suiza, los Paises Bajos, la Francia, Buenosaires, Brasil &c. 45 Exequiel, cap. 13., v. 10. 244 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 pero enseñadlo con la misma simplicidad con que Jesucristo nos lo ha enseñado, predicad la concordia, la paz y la unión y no los principios y màximas de Gregorio VII, y Leon III. La religión no necesita de mentiras, ni falsos adornos para ser amable, porque ella lo es por si misma. Sucesores de los setenta y dos discípulos, Pas- tores del segundo orden, á vosotros incumbe mas que á todos este deber, á vosotros que estais encargados de dirigir las conciencias de los pueblos, ah! no abuseis de ese tribunal tremendo para favorecer vuestros intereses, y vuestras preocupaciones: sed tales cual convie- ne á hombres, á católicos, y à Pastores: el Pastor bueno da su vida por salvar sus ovejas.46 No imitéis el ejemplo del obispo Sinesio47 que decía: “cuanto à mi yo seré siempre filósofo; pero tratando con el pueblo yo seré padre. Y vos oh! Jueces, vos que estais sentado en este tribunal para ser el órgano de la ley, de la razón, y de la justicia, á vosotros me dirijo ahora: acordaos, oh! Jueces, que esta es la primera vez, que la felici- dad de los Colombianos depende de vuestro arbitrio: acordaos que vuestra sentencia no influirá solamente sobre esta capital, pero tam- bién sobre toda la República; acordaos que los Estados amigos, con quienes estamos ligados por tratados, principalmente Inglaterra y los Estados Unidos del Norte, tienen los ojos sobre vosotros; acordaos que la miserable España hizo su infelicidad proclamando la into- lerancia; acordaos finalmente, que este juicio decidirá la suerte de Colombia, esto es de su honor, y gloria, ò de su perpetua infelicidad.

Saldanha.

46 San Juan. 47 Citado por Volney en sus Ruinas, nota 104. XX

JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de , 1836)

No obstante haber nacido en Lima, el escenario de su vida po- lítica y literaria se desarrolló en Chile. Entre sus obras está la titulada Memoria Política que se reeditó en Caracas en 1829.* La edición caraqueña de su obra Memoria Política (1829) la enca- beza una nota del Editor que, aunque extensa, es útil para clarificar aspectos importantes como la autoría de la obra antes señalada y las consecuencias de la aceptación de la libertad de cultos por ser per- niciosa a la salud del estado por tres razones que allí señala; leamos lo que expresa el editor: “Tenemos la satisfacción de poder anunciar al público por el testimonio de personas fidedignas, que el autor anóni- mo de la excelente Memoria Política, por donde damos princi- pio a esta colección. Es el señor doctor don Juan de Egaña, ornamento y lumbrera de la república de Chile, honor y gloria de la del Perú, en cuya capital vio la primera luz. Ciñéndose a tratar la cuestión sobre la libertad de cultos, como filósofo y político, ha sabido probar perfectamente, sin tocar en la verdad y divinidad de la religión católica romana, y valiéndose con oportunidad así de la razón, como de la historia que no

* Ver: Pedro Grases, Obras, tomo 15 (Índice Acumulativo, I a XIV), p.202. Barcelona, 1986. 246 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 convenía en Chile la admisión y tolerancia de otras religiones o sectas distintas de aquella que es la única que ha conocido y practicado hasta hoy, de donde por identidad de razón se sigue que no conviene tampoco a los otros estados hispanoa- mericanos; y ha respondido victoriosamente a las objeciones que contra el art. 10 de la constitución chilena de 1823 y el examen instructivo que la precedió don José M. Blanco, autor del Mensajero de Londres”. “Es imposible leer esta Memoria con atención e im- parcialidad, sin quedar plenamente convencido de los tres puntos capitales que demuestra su autor, y de donde resulta, como un corolario necesario, que la libertad de cultos es per- niciosa a la salud del estado: 1º. que la multitud de religiones en un solo estado conduce a la irreligión; 2º. que la existencia de dos conduce a una lucha que debe concluir con la destruc- ción del estado, o de un de los partidos religiosos; 3º. que la uniformidad de religión es el medio más eficaz de consolidar la tranquilidad en la mesa de la nación”. “En favor de algunas personas que desean ver tratada esta misma cuestión bajo de otros aspectos, se ha creído con- veniente añadir la Apología, Notas y Adiciones, en que se res- ponde a varios pretextos y sofismas con que los tolerantistas atacan la uniformidad invariable de religión, y pretenden per- suadir la libertad de conciencia y de cultos”.**

** Memoria Política, Reimpresa enn Caracas, año de 1829. Imprenta de G. F. Devisme, calle de la Fraternidad, número 21. MEMORIA POLÍTICA SOBRE SI CONVIENE EN CHILE LA LIBERTAD DE CULTOS, REIMPRESA EN LIMA Y BOGOTÁ CON UNA BREVE APOLOGÍA DEL ART. 8 y 9 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ DE 1823 Y CON NOTAS Y ADICIONES EN QUE SE ESCLARECEN ALGUNOS PUNTOS DE LA MEMORIA Y APOLOGÍA Y EN QUE SE RESPONDE A LOS ARGUMENTOS DEL SEÑOR DON JOSÉ MARÍA BLANCO A favor de la Tolerancia y Libertad de cultos en sus consejos a los hispanos-americanos, y a los discursos de otros Tolerantistas.

Reimpresa en Caracas, año de 1829. Imprenta de G. F. Devisme, calle de la Fraternidad, número 21. Libertate opus est………...... ……Heu steriles veri, quibus una Quirítem Vertigo facit! ………………...... Euge, puer, sapias: Diis depellentibus agnam Percute. Pers. sat. V. “Es preciso ser libres. ¡O cuanto os alucinais, si quereis serlo por un vértigo de la razón, como los siervos en Roma por una vuelta ante el Pretor! Mas si poseis la sabiduría, yo os felicito. Sois libres! Ofeced un sacrificio á los dioses restauradores del buen sentido, por el que no solo les deis gracias de un don tan precioso, sino también les pidáis os le conserven sin intermisión”. 248 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 EL EDITOR

“Tenemos la satisfacción de poder anunciar al público por el testimonio de personas fidedignas, que el autor anónimo de la ex- celente Memoria Politica, por donde damos principio á esta colec- ción, es el señor doctor don Juan de Egaña, ornamento y lumbrera de la república de Chile, honor y gloria de la del Perú, en cuya capital vió la primera luz. Ciñéndose á tratar la cuestión sobre la libertad de cultos, como filósofo y político, ha sabido probar perfectamente, sin tocar en la verdad y divinidad de la religión católica romana, y valiéndose con oportunidad así de la razón, como de la historia, que no convenia en Chile la admisión y tolerancia de otras religiones ó sectas distintas de aquella, que es la única que ha conocido y prac- ticado hasta hoy, de donde por identidad de razón se sigue que no conviene tampoco á los otros estados hispanoamericanos; y ha res- pondido victoriosamente á las objeciones que contra el art. 10 de la constitución chilena de 1823 y el exámen instructivo que la precedió don José M. Blanco, autor del Mensagero de Londres”. “Es imposible leer esta Memoria con atención é imparcialidad, sin quedar plenamente convencido de los tres puntos capitales que demuestra su autor, y de donde resulta, como un corolario necesario, que la libertad de cultos es perniciosa á la salud del estado. 1º Que la multitud de religiones en un solo estado conduce á la irreligión; 2º Que la existencia de dos conduce á lucha que debe concluir con la destruccion del estado, ó de uno de los partidos religiosos; 3° Que la uniformidad de religion es el medio mas eficaz de consolidar la tranquilidad en la masa de la nación”. “En favor de algunas personas que desean ver tratada esta mis- ma cuestión bajo de otros aspectos, se ha creído conveniente añadir la Apología, Notas y Adiciones, en que se responde á varios pretex- tos y sofismas con que los tolerantistas atacan la uniformidad inva- riable de religion, y pretenden persuadir la libertad de conciencia y de cultos”. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 249

Advertencia El señor D. José Maria Blanco, autor del Mensagero de Londres. (Nota 1.) á quien mereció la constitucion de 1823 muy distinguidos elogios, critica con igual severidad tres puntos, siendo unos de ellos el artículo 10 que dice: “La religion del estado es la católica, apostolica, romana con exclusión del culto y egercicio de cualquiera otra.” Su impugnación es contra el Exámen instructivo que se publicó entonces, exponiendo los fundamentos que tuvo el congreso consti- tuyente para sancionar los artículos de dicha constitución, en donde se trata del 10. Se ha contestado al señor Blanco en el periódico La Abeja Chilena con la siguiente memoria que publicamos, revista y corregida por su autor.

DOS OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Primera. A los politicos en general. Por un cálculo moderado resulta, que desde la época de Tiberio en el imperio Romano hasta nuestros días; (y contando únicamente con personas de los países donde se ha promulgado ó admitido de hecho la libertad de cultos) habrán perecido en asesinatos, guerras, suplicios, y expulsiones como veinticinco millones de habitantes por motivos y odiosidades religiosas (Nota 2). Examinad pues si bastará solamente un edicto de tolerancia re- ligiosa, para calmar los peligros y las disensiones ocasionadas por la mezcla de cultos en un estado. 250 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834

Segunda. A los habitantes de Europa y America Todos vosotros sois cristianos de diversas sectas, ó judíos (pu- diera incluir aun á los mahometanos) que reconoceis por divinos los libros del antiguo testamento. En los historiales y proféticos estais viendo las terribles calamidades con que Dios castigaba su pueblo cuando admitia templos y cultos erigidos á otra deidad que á la de Israel: (Not. 3.) pregunto ¿Quién os ha autorizado para violar estas leyes que reconoceis por divinas? ¿En qué nuevo código os ha ase- gurado este Dios que mudará de providencia? Si lo habeis permitido por el imperio de un conflicto insuperable, no promováis estas per- misiones donde no existen tales conflictos.

VIVA JESUS. Memoria Política SOBRE LA TOLERANCIA RELIGIOSA § I. Opiniones del presente siglo

Sentiriamos que nuestros lectores reconociendo el objeto de esta discusión, la pasasen por alto atribuyéndola á preocupación. Recuer- den que es el punto político mas interesante en nuestras actuales so- ciedades: que los escritos que generalmente nos inundan, son dirigidos á proteger la tolerancia religiosa; sin que tal vez hayan leído alguno que manifieste sus inconvenientes políticos: que en los libros del día se equivoca regularmente la prohibicion y destrozo por las opiniones internas religiosas (Not. 4): que los argumentos formados á favor de la tolerancia en un país donde gran parte de sus habitantes profesa un culto distinto del dominante, se quieren aplicar á los estados donde solo se profesa una religion: y finalmente que no es lo mismo la per- misión de distintos cultos públicos en un pais reducido donde existen un mismo idioma, leyes, costumbres, &c., que en un gran imperio compuesto de distintas y separadas naciones, con leyes, costumbres, idioma, &c., diversos entre sí. Pero acerquémosnos á la cuestión. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 251

“¿Es posible (dice el señor Blanco en su Mensagero de Lon- dres) que el intérprete, y probablemente el autor de una constitución tan liberal como la de Chile, pudiese escribir el párrafo siguiente, á no entregarse como desesperado á al corriente irresistible de un pue- blo educado bajo la tiranía de la inquisicion española?” este párrafo es el del examen instructivo, que impugna la tolerancia religiosa, y que luego transcribiremos. Rogamos á nuestros conciudadanos que en este gravísimo pun- to reflexionen por sí, por la historia y por sus propios sentimientos, sin exclavizarse á los libros, ni á las opiniones del siglo. El nuestro, en que prevalecen furiosamente el duelo, el suicidio, la legitimidad de los tronos, los ejércitos numerosos y permanentes; y que ha visto la impiedad y desórden revolucionario de la culta nación francesa, y á los españoles asesinándose por la inquisición y Fernando 7.; es seguramente un siglo, que en materia de errores y delirios nada tiene que envidiar á los siglos de las cruzadas, de los juicios de Dios, del imperio universal temporal pontificio, y de los hechiceros y demo- niacos. Las investigaciones científicas en objetos físicos, producirán ciertamente Neutones y Kepleros, que fijan las leyes del movimiento de los cielos, y Colones que descubran nuevos mundos. La natura- leza oculta infinidad de misterios con el velo que puede levantar un sagaz y paciente observador; pero la moral y la política en las ocu- rrencias comunes de la sociedad casi nada tienen que descubrir de nuevo. Hábitos inveterados, conquistas irresistibles, opiniones exal- tadas, y pasiones mal conducidas, pueden corromper sus principios; pero ellos bajo de diversas formas, ó con mas bien calculadas teorías, después de algunos siglos, aparecerán los mismos en el fondo. No es, pues, del siglo de las luces, sino de la fría razón y la ex- periencia, de donde debe resultar el convencimiento de los males y bienes políticos y morales, que debe ocasionar la tolerancia religiosa. Yo espero que mis conciudadanos procederán de este modo. Por mi parte ofrezco no fundarme en alguno de los sagrados principios que 252 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 autorizan el cristianismo. Hablaré de todas las religiones como po- lítico y filósofo Protesto también que aborrezco mas la persecucion religiosa que la civil. Pero examinémos en la historia y en el corazón humano, si es asequible la igualdad y unión de intereses y deberes sociales entre personas de distintas religiones. § II. DEISMO Asentemos previamente que lo que se nombra deísmo es una ilusión meditada para eximirse de toda religion. Este deísmo para no convertirlo en ateísmo, debe tener algunos dogmas y culto; por que los hombres dirigidos en todas sus acciones por los sentidos, y por ideas positivas, no pueden adorar á Dios sin alguna especie de culto y sin idea de sus atributos. Por consiguiente he aquí una religion con sus dogmas, su ritualidad y disciplina; que siendo obra de los hom- bres, quedaría expuesta cuando menos á la censura y á los abusos, que hoy se critican en las demás religiones. Estrechémos mas el caso, y supongamos que en este deísmo no exista culto ceremonial, ni disciplina: por lo menos habrá creencia. Dejando, pues, al miserable hombre en la libertad de formarse una creencia de religion natural la mas sencilla y sin misterio, segura- mente que establecerá la existencia de un Dios criador, conserva- dor y remunerador: pero reducidos á estos simplicísimos artículos, ellos le serán tan obscuros como la consustancialidad del Verbo y la procesión del Espíritu Santo. Un Dios criador no nos presenta otra sustancia de que criar las cosas que su esencia Divina: y entonces no puede existir mal físico ni moral en el universo. Un Dios conserva- dor no puede conservar este mal. Un Dios remunerador debe pre- miar acciones libres; y esto es incompatible con el encadenamiento necesario de todos los sucesos: con su ciencia y predestinación, y con las leyes establecidas desde la existencia de todo lo creado. Se- guramente estas aparentes contradicciones, deben confundirle mas JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 253 que los misterios, que no puede impugnar por que no es capaz de concebirlos. Si nos negamos á toda creencia, y formamos una sociedad de atéos, no podría ser mas infeliz esta república. Entonces sí, que ten- dríamos necesidad de una inquisición mil veces mas horrible y per- seguidora que la de España, para sindicar los pensamientos, que son el gérmen y el taller de todos los crímenes públicos y privados. En- tonces debería dictarse un código criminal atrocísimo para las accio- nes ocultas, que supliese á los remordimientos de la conciencia, y á la presencia de un Dios justo y vengador. En una república religiosa descansan las leyes, para la mayor parte de las acciones ú omisiones morales, en el freno de la religion que reprime, ó dirige las intencio- nes o disposiciones ocultas, que pudieran preparar los delitos. Supuesto, pues, que no es posible ocurrir á un deísmo pura- mente espiritual y sin signos sensibles, ni á una creencia en que no se forme alguna idea de los primordiales atributos del Ser Supremo; debemos descartar de nuestra cuestión el último refugio y proyecto del tolerantismo que es insultar y hallar abusos en todas las religio- nes, para no profesar alguna, con el pretexto de ser puros deístas. § III. Acepciones de la expresion TOLERANCIA RELIGIOSA Cuando tratamos de la tolerancia religiosa, debemos conside- rarla en el orden político de varios modos. 1. Como simple tole- rancia; ó una prohibición legal á los magistrados y ciudadanos para entremeterse á corregir las conciencias y opiniones privadas, que no publican los hombres. 2. Como una facultad concedida para pro- fesar públicamente un culto particular, y obtener permiso de erigir templos y congregaciones de aquel culto. 3. La libertad, ó impuni- dad para no profesar religion alguna. Convenimos desde ahora en que la simple tolerancia en la forma expuesta debe permitirse, y aun 254 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 protegerse en todo gobierno. A Dios toca únicamente juzgar sobre nuestras conciencias, ó á aquel á quien querramos confiarlas por motivos religiosos Creemos igualmente que ningún gobierno puede permitir en política la absoluta irreligión, raíz fecundísima de toda inmoralidad, y funesta tendencia de nuestro siglo. Nuestra cuestión debe ceñirse únicamente á la libertad civil re- ligiosa; y creemos que con las prevenciones expuestas, tal vez hemos vencido la mayor parte de los argumentos, que indefinidamente se proponen á favor de la tolerancia. Entremos en materia. § IV. Motivos que determinaron al congreso de 823 para sancionar el art. 10 de la constitucion. El artículo del exámen instructivo que el señor Blanco copia é impugna, es el siguiente. “La tolerancia religiosa en Chile no sería tolerancia, por que ésta supone resignación á sufrir, y aquí no tenemos ni conocemos mas culto que el católico. Las demás naciones cuando han visto casi la mitad de su población compuesta de otras sectas, cuando han sufrido repetidas, largas y sangrientas guerras civiles de unas sectas con otras para ser mutuamente permitidas, y cuando han formado colonias de hombres de diversas sectas, y todos con igual derecho de fundadores, es cuando han promulgado la tolerancia religiosa, y esto con mil restricciones y peores consecuencias. En Inglaterra promulgada la tolerancia religiosa, proscribieron á los católicos, y en Francia, con la misma promulgacion, pasaron á cuchillo, y expa- triaron después á los calvinistas hugonotes; en España expelieron á los moriscos y judíos á pesar de las leyes y decretos de tolerancia. Los romanos, cuya tolerancia se exalta tanto, sacrificaron 17,000,000 de cristianos é infinitos judíos. La ley romana de las doce tablas, y otra igual de Atenas, prohibían con graves penas el culto extrangero. En la China y otras regiones de Asia, que se dicen tolerantes, nadie JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 255 puede separarse de los institutos del código moral, que es el códi- go religioso. ¡Infelices ciertamente los pueblos donde la política no cuenta para nada con la religion! Su código criminal será atroz, y su moralidad corrompida.” Por consultar á la brevedad de su periódico, omitió sin duda el señor Blanco la continuación de este artículo que prosigue diciendo: “Es tal, pues, la influencia de la religion sobre el civismo, y la permanencia de las leyes y costumbres, que entre los indios, los per- sas, los turcos y los judíos, que tienen establecido su sistema civil sobre principios religiosos, no ha podido el despotismo de Asia des- truir sus costumbres y leyes fundamentales en tantos siglos; y todo el poder de Roma, y el odio de la tierra no pueden acabar con las costumbres y civismo de los judíos, después de hallarse dispersos por todo el universo. Yo creo que Dios se ha valido de este principio natural para sostener hasta hoy la diseminada nación judaica. Al con- trario, Europa que se halla bastante débil en la religión, y que casi en todo y por todo quiere separar de ésta el civismo, hace tiempo que no tiene patriotismo, ni aun costumbres. Sin religion uniforme se formará un pueblo de comerciantes, pero no de ciudadanos.” “Ciceron juzgaba, que el poder y patriotismo de Roma lo debía á su mayor religiosidad; y la España que era en Europa la monarquía mas religiosa, ha manifestado mayor patriotismo contra Napoleon.” “Se dice que la libertad religiosa, convidando á los extrangeros, aumenta la población: pero yo creo con el autor de la Legislacion Universal, que el progreso en la población no se consigue tanto con la gran libertad de admitir extrangeros, cuanto con facilitar los me- dios de subsistencia y comodidad á los habitantes; de suerte, que sin dar grandes pasos en la población, perdemos mucho en el espíritu religioso. La suma libertad religiosa de Inglaterra (decía Montes- quieu) debe traer por consecuencia, que cada uno tenga mucha indi- ferencia para toda suerte de religion en general. Voltaire, juez nada 256 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sospechoso á favor de la intolerancia, decía con un célebre ingles, que todas las religiones nacian en Asia, y se sepultaban en Inglaterra, por que es el pais mas tolerante.” “Parece pues, que de todos modos debemos huir de esta pro- tección capaz de aniquilar el espíritu religioso, como va sucediendo en Europa. Los griegos no eran escrupulosos en materia de religion, y en Atenas fueron juzgados, y aun condenados por irreligiosidad, Diágoras, Protágoras, Pródico, Anaxagoras, y aun Eschilo y Alcibia- des. El gran político Tomas Moro juzga por el estado mas feliz aquel donde solo hubiese una religion.” “Desengañémosnos: sin religion uniforme no puede haber un civismo concorde; ni un gobierno puede tener esa absoluta indife- rencia. Jamas estuvo mas desorganizada la Francia, que cuando de apartó la religion de todos los principios políticos; y la Inglaterra con toda la tolerancia y protección que proclama, tiene establecida su formula de fe particular para sus funcionarios, y ha tenido prohibido el catolicismo.” “No condenemos á muerte los hombres que no creen como nosotros; pero no formemos con ellos una familia: y cuando nos sean muy útiles, tampoco los desechemos, dejando estos priveligios á la prudencia de nuestros magistrados. (Not. 5).” Estas razones se propusieron al congreso cuando sanciono el artículo 10 constitucional que “excluye en Chile el ejercicio y culto de otra religion que la católica romana”. Hablando puramente como filósofos, convenimos en que seria un espectáculo muy sensible y delicioso para un corazon honesto y pacífico, ver postrados antes sus respectivos altares al mahometano, al judío, al católico y al pro- testante, implorando la protección del Ser Supremo, criador y con- servador de cuanto existe: y que concluida su oración, penetrados de mutua y generosa caridad, llenasen los deberes morales y sociales con absoluta prescindencia de sus sectas. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 257

Pero no es esto lo que hemos visto desde que aparece la histo- ria, ni lo que puede suceder si verdaderamente existe en cada secta- rio una firme creencia de los respectivos artículos de su religion. El judío se presenta en el templo á llenar de maldiciones á los profanos que no forman el pueblo de Dios, ni observan las ceremonias del levítico. El mahometano no solo tiene un paraiso para los verdade- ros musulmanes, y cree digno de execración ó de desprecio al resto de los hombres. El católico cree que el único y exclusivo medio de salvarse es la fe y la práctica de su catecismo: compadece y ruega por los demás hombres como destinados á eternos suplicios. El lu- terano insulta al anabaptista, y el zuingliano implora con Lutero la maldición de Dios por toda la eternidad para el que le proponga una reconciliacion con los calvinistas. Calvino declara por los mas profa- nos é idólatras á los que siguen la doctrina de Lutero. Este y Enrique VIII, se cargan de mútuas execraciones, y los católicos son también perseguidos y proscriptos civilmente para todos los empleos de le- gislatura, administración judicial, gubernativa y aun militar. ¿Y cual es el hombre que persuadido sinceramente de alguna de estas doctrinas quiera ser el esposo, el padre, el hermano, el condoméstico de per- sonas tan réprobas y execrables? ¿Cuál el gobierno y el gefe que no distinga y prefiera la porción á quien le unen vínculos tan sagrados, y que la cree firmemente destinada por el Ser Supremo para existir con ella por un eternidad en las moradas celestiales? Si una opinión política y aun filosófica, un signo exterior, sirven generalmente de estandarte de reunión para formar partidos y desórdenes en los es- tados ¿qué sucederá con los que se hallan unidos ó separados por los sentimientos mas interesantes que pueden afectar el corazon? § V. La multitud de religiones en un estado conduce a la irreligion. Para remediar estos males solo se presentan dos recursos, que son: ó la incredulidad y absoluta irreligión: ó la uniformidad de reli- 258 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 gion en la sociedad que compone un solo estado. En efecto, de estos dos medios el primero es el que estamos experimentando en el dia: y el segundo es el único que puede encontrar la política, si no quiere conducir la república al mas alto grado de inmoralidad y corrupción. Demostrémos uno y otro. Cuantos elementos pueden formar la irreligion todos influyen en el país de muchas religiones. 1. El hombre que reconoce alrede- dor de sí centenares de sectas distintas, naturalmente concibe cierta especie de ansiedad y desconfianza sobre la certidumbre de la suya; siendo una afeccion tan general, que el ascenso crezca ó disminu- ya á proporción de la conformidad ó divergencia de las opiniones que nos rodean, especialmente en puntos en que una demostración sensible y evidente no puede cautivar nuestro corazón. Confesemos también que el ver tantos hombres adorando cada uno á Dios de distintos modos, y execrándose mutuamente infunde desprecio y aun aversión á los caprichos religiosos. 2. También induce á la irreligión la falta de una respetabilidad preventiva. En objetos sobrenaturales á quienes falta demostración, el espíritu humano solo puede apoyarse en la verdad ó prestigio de una revelacion, ó siquiera en el respeto y confianza que inspira la moral sublime del fundador. Nada de esto concurre en las religiones moder- nas, y ciertamente que de las tres mas extendidas y ramificadas, ningún prosélito trocaria su moralidad con la de Enrique VIII, Lutero, ó Cal- vino el asesino de Serveto, perseguidor de Gentilis y otros. 3. El deseo de evitar la amargura doméstica que necesariamente oprime, cuando una sola familia observa distintas religiones. En- tonces el marido, la mujer, los hijos por libertarse de la ansiedad de considerarse mutuamente réprobos, buscan en la incredulidad de sus propios dogmas el consuelo á esta congoja. 4. La facilidad y libertad concedida á cada creyente para añadir, modificar y alterar los artículos de su secta; ó para suponerse cada JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 259 individuo órgano suficiente para interpretar las escrituras y formar dogmas: los libros que se publican cada dia impugnándose mutua- mente, ó atacando el cristianismo en general; todo esto debilita de- masiado la propia creencia inclinando al sectisismo. Finalmente, toda religion tiene ritos penosos y puntos de aús- tera disciplina: en una sociedad donde la religion es exclusiva y uni- versal, se sostienen éstos, por la autoridad de las leyes, y la fuerza mas omnipotente de las costumbres; y el pomposo é imponente aparato de las ceremonias religiosas (que tanto influyen en nuestros sentidos), fomenta y vitaliza el calor religioso. ¿Pero cual es la con- gregación que por mucho tiempo, y sin estímulos externos resista la corrupcion ó la tibieza? Estas consecuencias indefectibles de la multitud de sectas y li- bertad para profesarlas, estamos experimentando en todos los países donde se promulga, ó se defiende la libertad religiosa. El espíritu y tendencia general de nuestros días, no se dirige, como en el siglo 16, á variar de religion, y exceptuando una parte de los ingleses de uno y otro hemisferio, nada se mira con mas indiferencia y aun ridiculez que las controversias teológicas. Pasaron de 70,000,000 los hombres, que bajo la dominación ó influjo francés tuvieron plenísima libertad religiosa. Rarísimo seria el que mudó religion: pero la irreligiosidad general llegó á un extremo, que siempre se avergonzará la razón humana de las impías escenas que nos presentó la Francia. Vemos el libertinaje religioso que se va propagando en las Américas españolas, y no sabemos que hasta ahora le ocurriese á alguno en nuestros paí- ses hacerse anabaptista, anglicano, independiente, presbiteriano, &c., cuyas sectas tienen tanta boga en la Inglaterra y Estados Unidos que nos proponen por modelo. Citamos con complacencia uno de los mas acerrimos y acalorados defensores de la libertad religiosa ( el es- pañol constitucional) quien en el número 10 de 819, página 89, ase- gura: que hasta ahora no se ha verificado un ejemplar de que en los países donde son tolerados los hebreos, algún cristiano se haya he- 260 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 cho judio; ni entre los católicos de toda España hubiese alguno que variase su religion por otra secta cristiana: sin embargo de la libertad y de la concurrencia de tantos millares de sectarios que componían los ejércitos ingleses y aun los franceses. Pero seguramente no se atreverá á negarnos, que gran parte de los españoles no se hiciese irreligiosa hasta el escandaloso extremo de que todos aquellos libros, que la Francia produjo en su último grado de corrupción religiosa, son los que se han traducido y corrido con la mayor celebridad en la Península. Confesará también que el gran pretexto que ha tomado la tiranía de Fernando 7° para su persecución es, no la profesión de algunas sectas religiosas, sino la absoluta irreligión. Con que, si por una parte se asienta que no hay peligro ni de- seo de mudar religion, cuando ésta es general en un pais, y por otra vemos que la libertad en ellos solo conduce á la irreligión ¿Qué ne- cesidad tenemos de esta libertad religiosa? Yo no me atrevo á afirmar que no existan algunos pocos hom- bres que al fin puedan variar su religion; pero la política no dicta leyes á favor de los raros y extraordinarios caprichos. Lo que si ase- guro es, que en los países de distintas, pero pocas religiones (que es donde existe algún espíritu religioso), por mas ilustrada, universal y sencilla, que se presente la religion que es obediente y sin privilegios civiles, cuando hay otra dominante y privilegiada; jamás, ó rara vez los prosélitos de la religion dominante abrazan la pasiva, si no es en masa y por motivos políticos. No sabemos que en Persia algún mahometano se haya conver- tido en Güebro, ni en la India en Baniano, ó de la religion de Brama, ni algún turco en cristiano griego, ó algún cristiano de España se hu- biese hecho moro después de la restauración de la monarquía goda. Esto prueba que no es la conciencia ni los “sublimes vuelos del en- tendimiento” los que influyen en la mudanza de religion; sino el in- terés y el poco respeto, y bastante incredulidad en la propia religion. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 261

Pero volviendo á nuestro primer objeto; lo cierto es, que la ten- dencia del siglo es á la irreligión: y asi vemos que los escritos reli- gionarios se dirigen á encontrar los dogmas incomprehensibles, las ceremonias ridículas, y el sacerdocio fanático, hipócrita y ambicioso. De cuantos males pueden sobrevenir á un estado, ninguno debe evitar la política con mas tenaz empeño, que el de la irreligión: ella es la fuente de toda inmoralidad; la iniciación de todos los que se reúnen á formar el desórden en las repúblicas, y de los que mas resisten el pacífico imperio de las leyes. En una revolución es el ins- trumento mas funesto de la anarquía; asi nos ha demostrado una constante experiencia, que es mucho mas fácil regenerar un estado, y conducirlo á su prosperidad, por hombres religionarios, que por libertinos irreligiosos. La España y la Francia, cuyas revoluciones han sido bastante irreligiosas, nos manifiestan que á pesar de los mas heróicos esfuerzos, el libertinaje religioso dificulta, ó sirve de pretexto para hacer abortar todos los proyectos de valor y sabiduría, por la odiosidad y partidos entre religiosos y libertinos: y el rápido y feliz éxito de los mahometanos, holandeses, ingleses, &c., demuestra cuanto ayuda á la sólida regeneración el espíritu religioso. § VI Dos religiones en un estado, conducen a una lucha que debe concluir con la destruccion del estado, o de alguno de los partidos religiosos. Si la multitud de religiones induce á la absoluta irreligión: cuan- do los estados solo comprehenden dos religiones, entonces peligra la tranquilidad social, y á cada momento se vé expuesta la república á una guerra civil. Es verdaderamente admirable la uniformidad con que la historia desde que aparece al mundo, constantemente nos presenta este peligro en los pueblos, sin que las leyes de tolerancia, y la mas absoluta libertad de conciencia y de culto, hayan podido salvarlos de este desórden. 262 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Tolerantísimos eran los asirios y persas, y siempre sufrieron su- blevaciones de los egipcios y judíos que profesaban distinta religion, hasta que se determinaron aquellos monarcas á destruir el templo de Jerusalem, y degollar al Dios Apis de los egipcios. Muy toleran- tes eran los romanos especialmente con los municipios á quienes dejaban todas sus leyes y costumbres. Solo la religion judaica era diametralmente opuesta al polytheismo del imperio, y jamás existió una sublevación mas sangrienta y obstinada que la de los judíos, cuya nación fue necesario dispersar, como también lo hicieron los asirios. La absoluta tolerancia de los árabes no puedo nacionalizar la dominación de cerca de 800 años que tuvieron en España, princi- palmente por la diferencia de religiones, que siempre sirvió de estan- darte y punto de apoyo á los cristianos para sus guerras. Los turcos en mas de tres siglos que fijaron su misma corte en las provincias griegas, no han podido nacionalizar su dominación en el pequeño país de la Grecia, por la diferencia de religiones, á pesar de la mas condescendiente tolerancia religiosa: y hoy los griegos en sus ma- nifiestos y proclamas toman la religion como el principal pretexto para esforzar la empresa de su independencia. Tolerantísimos por negociación y principios eran los holandeses, y no pudieron evitar los patíbulos, y la ilustre sangre derramada entre gomaristas y armi- nianos por disputas religiosas. Ya expusimos las atroces resultas de la tolerancia de Francia con los hugonotes, y en España con los mo- riscos y judíos. Pero contrayéndome á la Inglaterra, ¿Cuántas veces ha sido perseguida ó perseguidora, conforme ha prevalecido en el gobierno la religion anglicana ó católica, sin embargo de las leyes de tolerancia? ¿Y que arroyos de sangre católica y aun de episcopales no se ha derramado allí en los reinados de Carlos I. y II. á pesar de la tolerancia establecida de hecho y de derecho por la reina Isabel y Jacobo I? ¿No son estos mismos ingleses los que con sus edictos de tolerancia impidieron á su rey Carlos II. Restituir la plena libertad de conciencia, y expulsaron del trono á Jacobo II. por que era católico? JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 263

Deseára que me explicára el señor Blanco ¿Por qué han sido perseguidos tan cruelmente los católicos, ó por que aun hoy sufren tantas restricciones en la tolerantísima Inglaterra, si es que la to- lerancia basta para conciliar la tranquilidad en cualquiera religion? ¿Por qué los Estados Unidos han resuelto no tener religion alguna que pertenezca á la república á fin de evitar las discordias religiosas? Todo esto prueba que no es un remedio la tolerancia para conciliar la tranquilidad y el órden en los paises de distintas religiones: y que aun cuando existan muchas, es preciso que se declare que la república no pertenece á Dios alguno, para calmar las pasiones religiosas. Ley verdaderamente degradante á la deidad, y á la naturaleza humana, y que jamás ocurrió antes á algún pueblo civilizado. § VII. La uniformidad de religion consolida los estados Para evitar estos males, el mejor remedio que ha encontrado la política h asido uniformar la religion, y con esto han tomado los imperios una larga y sólida consistencia: la masa de la nación se ha mantenido tranquila y en perfecta armonía, sin otros ataques que los exteriores, ó las usurpaciones de los príncipes y gefes. Todas las conquistas romanas se hicieron nacionales uniformada en ella la re- ligion del estado, sin que un solo pueblo (á excepción del judaico) tratase jamás de eximirse del imperio de la república, y solo cedió al impetuoso ataque de los bárbaros del Norte, habiéndose comenza- do á debilitar (entre otras causas) con la división de religiones pagana y cristiana. Los godos y los francos afirmaron y nacionalizaron su dominación en España y Francia, abrazando y uniformándose con la religion del país, lo mismo que han practicado los tártaros en la China con aquella especie de religion moral que allí se observa. Los políticos romanos (de quienes siempre es preciso hablar en estas materias) no emprendían conquista en la que previamente no adop- tasen el culto de la deidad que reverenciaba el país conquistado, á fin de consolidar su dominacion con la unión de religiones. 264 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Todo esto es sumamente natural y consiguiente, principalmente en la índole de las religiones posteriores ó coetáneas a cristianismo. Todas ellas mistifican ó espiritualizan á los hombres: no hay acción humana que no deba tener una tendencia sobrenatural: la moral es inseparable de los deberes religiosos: y estas religiones, que todas son emanaciones de la cristiana, tienen la cualidad imprescindible de todas las sectas que resulten de una misma religion: esto es el mútuo desprecio y creencia de que son erróneas y aun réprobas las demás. Una estátua de Socrates, Epitecto, ó Marco Aurelio, nos es respe- table y fomenta ideas de provechosa moralidad; pero los tiempos, los simulacros, y los misterios de distintos sectarios, excitan mútua- mente la compasión y tal vez, el horror. ¡Que dolor no sentirá un padre de familia que vé salir á su esposa é hijas á una congregación sociniana, cuando él marcha con sus hijos á una congregación soci- niana, cuando él marcha con sus hijos al templo católico para cantar con san Atanasio que si su fe no se conserva integra é inviolable en el corazón de cualquier persona, esta perecerá eternamente! ¿Podrá permanecer asi algunos siglos la armonía doméstica y la pública? Ello es preciso en tal caso, ó no creer, ó consumirse de dolor. De todo lo expuesto resulta que en materias político-religiosas, pueden asentarse casi con absoluta seguridad estos principios. 1. La multitud de religiones en un solo estado conduce á la irre- ligión; y esta es la tendencia de nuestro siglo. 2. Dos religiones en un estado, conducen á una lucha que debe concluir con la destrucción del estado, ó de uno de los partidos religiosos. 3. La uniformidad de religion, es el medio más eficaz de conso- lidar la tranquilidad en la masa de la nación. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 265

§ VIII. OBJECIONES Persecución religiosa. Contra estas demostraciones ¿Cuáles son las ventajas, y cuales los argumentos á favor de la libertad político-religiosa? Nadie pudo presentarlos con mas fuerza y convencimiento que el señor Blanco: y si en lo que ha dicho se reconoce la debilidad y la ilusión, no tenemos ya que esperar á favor de esta opinión. El principal fundamento de los tolerantistas se reduce á exagerar las atrocidades de la persecución re- ligiosa y la de inquisición. ¿Pero quien ha propuesto que se destroce á los hombres por sus opiniones religiosas? La constitución solo quiere que en Chile no exista otro culto, y ejercicio público de religion que la del estado. Hemos asentado también que á nadie se debe perseguir, ni examinar sus opiniones internas y reservadas. Tampoco queremos que á los extrangeros se les impida la manifestación de su profesión religiosa, evitando siempre el procelitísmo y el culto público. Sin cas- tigar opiniones, negarémos templos para otro culto, y despediremos honestamente á los que se empeñen en proclamarlo. Este pacto y condiciones sociales las establecemos en circuns- tancias que á nadie perjudican, por que en Chile todos los ciuda- danos son católicos romanos. Es cosa admirable, que cuando las instituciones de todos los pueblos vinculan el derecho de ciudadanía á una multitud de condiciones gravosas; que cuando los extrange- ros son privados de muchos derechos civiles (siendo la Inglaterra bastante tolerante en este punto) solo para la religion se pretendan franquicias ilimitadas. § IX. Libertad para pensar y manifestar sus pensamientos. Pero esto es cautivar la razón y obligar, como dice el señor Blanco, á que el entendimiento mas noble encoja las alas en materias religiosas delante del hombre mas safio, ó de la vieja mas decrépita. 266 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 El pensamiento (dice otro tolerantista coincidiendo con el se- ñor Blanco) es libre: es una propiedad que se ha reservado el hom- bre en el pacto social: siendo libre debe serlo por consecuencia su manifestación, si no queremos formar hipócritas; el que manifiesta que sirve á Dios según su modo de pensar, debe tener un culto y ejercicio conforme á su manifestación (Not. 6). A semejantes argumentos solo quisiera dar una contestación práctica. Esto es, pusiera á su autor dirigiendo un estado en donde á cada ciudadano le fuese lícito publicar cuanto pensaba, y obrar conforme á sus pensamientos: quisiera que, cuando menos, fuese un habitante de aquel pueblo; y observarle como sufria la ejecución de los caprichos que ocurrían á los demás, especialmente los de su familia: quisiera verle á él mismo obrando según sus imaginaciones y saber como lo toleraban los otros, aun cuando él fuese el único que tuviese esta facultad. Sin duda que los que proponen tales principios, olvidan todas las leyes que, sin entremeterse á juzgar los pensamien- tos, castigan la ejecución y aun la manifestación de ellos en infinitos casos. Se olvidan de los deberes que nos imponen la armonía y tran- quilidad social, la decencia pública, la prudencia, y aun la urbanidad y delicadeza, para manifestar nuestros pensamientos aun cuando se hallen exentos de criminalidad, y mucho menos para ejecutarlos. Es verdad que el hombre no ha sacrificado al pacto social el dominio de sus pensamientos; pero si el de sus acciones externas, por que éstas influyen en el órden y la moral pública, y la sociedad tiene derecho para nivelarlas al sistema de la organización política del estado. La política pagana nos ha dejado un ejemplo admira- ble en esta parte. En los misterios de Orpheo, Ceres, Eleusina, Isis, &c., se revelaban principios religiosos y morales en que quedaban de acuerdo los iniciados; pero la ley establecia la pena de muerte para el que manifestase estos secretos de su conciencia interior, á fin de no perturbar la religion pública del estado. Otro tanto practicó el senado romano: cuando descubiertos los antiguos libros religiosos JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 267 de Numa, y viendo que sus artículos podían desorganizar el sistema actual de la religion pública, prohibió que se publicasen á persona alguna. Nada hay mas perjudicial en política, que divinizar la razón humana, y consignarle prerrogativas incompatibles con su limitación y errores. Según los principios de aquellos tolerantistas, el que piensa que es lícito tener un serrallo como los orientales, podrá formarlo en su casa, y si yo creo y quiero erigir en deidades las personas y los vicios mas repugnantes, podré á imitación de los babilonios, exigir de la república que me permita un templo para conducir mi familia á que se prostituya públicamente con los pasageros; ó como los egipcios y otras naciones colocar el Phallum, el simulacro de Priapo o el Janagat de los indios; ó formar los lúbricos bosques de Adonis. Se dirá que el gobierno no debe permitir una religion inmoral; pero á mas de que en esto nos restringe la libertad de obrar según nuestra conciencia; bastan muchas veces las opiniones supersticio- sas, fanáticas, ó generalizadas, para que se convierta, en honesto ó religioso lo mas repúgnante. Todo el imperio romano, la culta Gre- cia, el Egipto padre de las ciencias de Europa, la inmensa monarquía asiria, los phenicios, hebreos, y aun hoy los indios, han tributado un culto público, y reputado por una moral autorizada las lubricidades que acabamos de exponer; y en la Europa cristiana existió mucho tiempo el obsenisimo derecho de Prelibacion. ¿Quién nos asegura que nuestro siglo y nuestras opiniones no estarán expuestas á mayores errores, cuando no tengan otra regla ni autoridad moderante, sino sus libres caprichos? Hablémos de buena fe, y séamos imparciales. ¿Por qué ridicu- lizamos con Juvenal á los egipcios que convertían en dioses á las cebollas, ajos y rábanos de sus huertos? ¿Por qué calificamos de in- morales y bárbaros á los pueblos antiguos ó modernos donde cada persona labra ó recoga á su capricho una piedra, un metal, una figu- ra, lo adorna, lo declara dios y lo adora como tal? ¿Qué diferencia 268 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 notable aparece entre estos delirios, y la ilimitada libertad con que según esos principios cada uno puede formarse una religion, y car- gar á la deidad de atributos caprichosos? ¿Y que dirémos de la ma- yor parte de las religiones cristianas anticatólicas que asientan como principio que cada vieja decrépita, cada safio y el mas estúpido tiene libertad para interpretar las escrituras, y deducir de ella los dogmas religiosos; y que la omnipotencia diariamente y á cada hora obra un milagro iluminándolos, é inspirándole sobrenaturalmente y aun con signos exteriores, para que se constituyan doctores, de los misterios mas sublimes y sagrados? ¿Qué puede chocar mas á la razón y al buen sentido? ¿La moral religiosa que ya expusimos de los paganos, ó la de nuestras sectas del dia donde cada inspirado é iluminado in- terpreta las escrituras, y deduce dogmas tan contrarios entre sí, que solo pueden ser inspirados por distintos y opuestos dioses, pues un solo dios siempre inspiraría á todos una misma verdad? ¿Cuánto mejor seria sujetar su razón á la creencia de una vieja y de un safio, que no hablan ni creen por iluminación propia, sino por la persua- cion en que se hallan de una revelación que todo el mundo ha visto respetada por muchos siglos, y sostenida por el unánime acuerdo de infinitos doctores? Pero yo me he propuesto no impugnar religion alguna, y las razones filosóficas de mi argumento, me conducían ya á contraerme á ellas. Pasémos adelante. Al escuchar esa ponderada libertad y convicción de nuestro en- tendimiento, parece que los hombres de determinarán á establecer ó mudar religion en virtud de las claras ideas é irresistibles demostra- ciones, que les persuaden la falsedad de sus dogmas y la certidumbre de los otros. Pero el señor Blanco sabe muy bien que en todas las sectas, y especialmente en las cristianas, nada es mas imposible á la razón humana, que comprehender, y mucho menos demostrar sus dogmas y misterios. Sabe que desde que la sutileza griega y las ideas platónicas de la escuela Alejandrina suscitaron tantas cuestio- nes dogmáticas, hasta los doctores de nuestros días, siempre han sido incomprehensibles los objetos de las disputas, y obscurísimo y JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 269 aun contradictorio el modo con que interpretan los textos en que se fundan. ¿Quién supo ó entendió jamás los artículos del arrianismo, eutiquismo, monotelismo, &c.? Y quien ahora comprehenderá los misterios de la transubstanciación, gracia, libre albedrio, predestina- ción. &c., que forman las sectas de nuestros días? ¿Y quien es este hombre con tan altos derechos para ser el con- fidente y el calificador de los misterios del Altísimo? ¿No es el mismo cuyos ojos tocan la luz, y por su medio examina los objetos, ignorando hasta ahora que cosa es esta luz? ¿Qué siente y obra por el interno in- flujo de una alma, que enteramente desconoce? En una palabra, ¿qué no es capaz de demostrar las cualidades y atributos de cuanto se le pre- senta? ¿Quién es el que no puede sufrir las dudas y repugnancias que comprehende la fe de una vieja decrépita? ¿No es el que en sí mismo encierra tan incomprehensibles contradicciones? ¿Cuya razón parece un destello de la divinidad, y cuyas pasiones le constituyen muchas veces el mas despreciable y dañino de todos los seres? ¿Qué cada ins- tante toca un pequeño trozo de materia, mira la disposición de dos pe- queñas líneas, y encerrándolo todo en su mano, le dicen la geometría y la física, que aquellos objetos son infinitos en extensión ó progresión? ¿No es un Newton que examina los cielos, demarca sus provincias, es- tablece leyes y equilibrios para el giro de tantos orbes, inventa el cálcu- lo de las fluxiones, analiza los rayos del sol, y cuando quiere examinar la religión produce su miserable exposicion del Apocalypsi? ¿No es Lutero, que se jacta de que ningún doctor ha entendido é interpretado como él las escrituras sagradas, y después publica que el demonio es el que le ha enseñado que la misa no es un verdadero sacrificio? ¿Y, á este hombre encuentra el señor Blanco con tanta elevación y sublimi- dad de pensar, que puede por la nobleza de su entendimiento, decidir absolutamente de su religion? ¿Es á éste, á quien se le debe permitir no solo que piense como quiera, sino que también obre públicamente como piensa, y que la república le franquee templos, sacerdocio y pro- sélitos para sus caprichos, desorganizando el orden y armonía general de aquella sociedad? 270 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Faltando razones, se nos proponen hechos: siendo el primero, que en Inglaterra y Norte América viven los religionarios en paz, y enteramente sumisos á la autoridad del gobierno (Not. 7). Convenimos en que, cuando las religiones son muchas, é im- potente cada una para subyugar á las demás, pueden conformarse en vivir tranquila y sumisamente. Pero si alguna progresa sobre las otras, se hace perseguidora y dominante: si no progresan, concluyen, como decía Montesquieu, en la indiferencia por toda religion; esto es, en la irreligión absoluta. Pero nos dice el Sr. Blanco, que la Inglaterra es una prueba de que la multitud de religiones no conduce á la irreligion: que allí hay un espíritu religioso sincero y activo, cuando la religion ha desparecido de las clases bien educadas de Francia y España. Es preciso no entender todo esto á la letra. El partido que, con pretexto de la religion, sigue á Fernando 7° en España a pesar de su ingratitud, y horrible política, manifiesta el apego religioso de todas las clases: y en Francia, contri- buyó mucho á la elevación imperial y aun consular de Napoleon, el empeño que tomó en restaurar el catolicismo, cuya religión conserva- ba la mayor parte de las familias nobles, ó bien educadas. Sobre Inglaterra se oponen á la aserción del Sr. Blanco algunos dichos y hechos de los mismos Ingleses. Uno de sus literatos decía (dictionaire des gens du monde, verb. Religion) “Pocos siglo, ha que fuimos los mas supersticiosos de “todos los hombres: en el pasado fuimos fanáticos furiosos: “pero hoy somos el pueblo de la tierra mas frio, ó indiferente “para cuanto concierne á la religion.” Voltaire había dicho ya, que en ningún país existía tanto atheismo como en Ingla- terra. En efecto es un hecho tan notorio como raro, el ocurrido á los Ingleses, quienes entre el reinado Enrique VIII y su hija Isabel, mudaron la religion cuatro veces. La Inglaterra también precedió á la Francia en escribir contra el cristianismo, y la verdad de sus libros sagrados, a pesar de ser ésta la religion genérica del país: y el Sr. Blanco recordará, que casi todas las objeciones del corifeo fran- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 271 cés anticristiano Mr. De Voltaire, las toma de los escritos de Milord Bolimbroque y otros distinguidos Ingleses. En efecto es grande la celebridad, y pródiga la erudición con que corren allí tantos libros anti-cristianos. Aun prescindiendo de estos hechos, bastaba obser- var la suma facilidad con que en Inglaterra se crían, mudan, o alteran las sectas religiosas, para desengañarse de que no debe ser muy sóli- do y sincero el apego á la propia religion. Lo que ciertamente hay hoy en mucha parte de Inglaterra y Estados Unidos, es un espíritu religionario, ó de proselitismo, y un capricho de formar y ramificar religiones, que es muy distinto de la dócil sinceridad religiosa. Ni de otro modo hubiera podido Enrique VIII mudar en tan corto término la religion del país. Los ingleses son religionarios. Primero, por su carácter melancólico y contem- plativo. Segundo, por la índole de sus últimas revoluciones todas religionarias. Tercero, por el espíritu sectario y de proselitismo que hoy reina allí; y que, como decía un político, es la pasión mas vehe- mente después de la de conquistador. El Señor Blanco nos anuncia; que solo de sectas cristiana considerables habrá hoy como cincuenta en Inglaterra. Cuando existe este vértigo religionario, se excita una emulación entre las sectas á fin de dominar por la opinión, capaz de inducirlas á toda austeridad, y á una moralidad sublime. Así sucedió en la primera época del cristianismo con mas de sesenta sectas casi todas austerísimas; y en el siglo 13 con las instituciones monásticas. Antes es prueba de la tendencia irreligiosa del siglo, el que no se vea allí un acetismo y privaciones extraordinarias. Lo mismo digo de los Estados Unidos. Pero este vértigo pasa, y se refria por su misma pe- nalidad, y mucho mas cuando no es sostenido por las costumbres, ó por el aparato religioso y respeto nacional: y entonces declina en la absoluta irreligion: esto es lo mismo que el citado ingles nos dice va sucediendo en su pais. En efecto pudiéramos citar aquí respetables testimonios de escritores y otras personas inglesas, que nos aseguran el progreso tan rápido que vá tomando ya la irreligion en aquel país. Esto es consiguiente á la índole del entusiasmo. 272 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Finalmente, no es la intolerancia, sino el espíritu de crítica y de libertad intelectual (que es la mania del siglo) la que produce la incredulidad tanto en paises tolerantes, como intolerantes. Si la cra- sa ignorancia es madre de la supersticion, un sabiduría superficial inspira el orgullo de sutilizar sobre todo, y sujetar á nuestro exámen las cosas mas incomprensibles; hasta que, viendo al fin que nada se alcanza, ni contenta la miserable razón: se ocurre á la incredulidad, que lisonjea las pasiones desordenadas. Asi se pasa la época en que la imaginación esclaviza al entendimiento: predomina el juicio en la vejez, y el conocimiento de nuestros errores cuando se acerca la muerte; y en estas épocas, generalmente desparece la incredulidad. Platon aseguraba, que jamás había muerto algún hombre en la per- suacion de que no existía un Dios; y es un accioma el célebre dicho de Bacon: que poca filosofía produce incrédulos, y mucha hombres religiosos. Tambien se fomenta la irreligión (por lo menos en la práctica) cuando se experimenta notable contradicción entre la disciplina ó moral religiosa, y las costumbres; lo que sucede con frecuencia en el catolicismo. Mucho mas si en el sacerdocio existen abusos y atribu- ciones, que repugnan á su instituto. Los gobiernos deben dispensar el mayor aprecio y respetabilidad al sacerdocio, porque es el código vivo de la moral en que descansan las leyes; pero también deben cuidar mucho de su probidad y sugecion á sus límites ministeriales. Su influencia en el orden político; unas facultades capaces de turbar la administración civil y la sumision de los pueblos; toda exacción que tome el ayre de venalidad en las gracias y privilegios religiosos, servirán siempre de apoyo para atacar la religion y su disciplina. Un sacerdocio contraído únicamente á sus deberes morales y espiritua- les, y sostenido comoda, pero honestamente; dirigirá eficazmente las costumbres, y hará adorable la religion. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 273

§ X. La libertad religiosa fomenta la cultura. Tambien ocurrió á algunos tolerantistas, que la cultura del siglo se debe á la libertad concedida al pensamiento y su manifestación: siendo una de estas libertades la de opinar sobre Dios, sus atributos, misterios y culto del modo que se quiera. De cualquier modo que hayan pensado los hombres de los si- glos pasados; solo estaba reservado al nuestro, hablar con esta im- pudencia sobre la deidad. Convenimos en que la libertad de pensar en materias naturales puestas al alcance de nuestra inteligencia, debe contribuir á la propagacion de las luces; pero en objetos en que to- das las investigaciones son inútiles, y nada puede alcanzar el enten- dimiento mas sublime; ¿á qué podrá contribuir el triste uso de una imaginación exaltada y caprichosa? Tal empeño y libertad metafísica bastaría por sí sola para destruir la cultura y el buen gusto. Esta re- flexión va de acuerdo con la experiencia. La Grecia en la bella época de Pericles, Demóstenes, Euripides. Sofocles, Platon y Aristóteles no inventó cultos religiosos, ni se ocupaba en controversias teológi- cas. Pero esta Grecia acabó con su literatura y con todo buen sentido cuando contrajo sus estudios á ideas platónicas y disputas de con- troversia. Nada produjo de provecho el siglo escolástico y teológico de los escotistas, ocamistas, tomistas, &c. La literatura griega y latina que destellaba ya con tanto esplendor desde principios del siglo 16, se vió estacionaria, y aun sofocada y reducida al estrecho círculo de las controversias teológicas y lenguas muertas en los países donde se disputaba y proclamaba la libertad religiosa, mientras que la Italia y la España, conservando su religion exclusiva, pusieron las letras en su mayor esplendor. Lo mismo había sucedido antes con los árabes españoles que, conformes en una sola religion y sin disputas polémi- cas, ilustraron todas las ciencias cuando los griegos, olvidados de sus 274 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sabios y bibliotecas solo pensaban en ser nestorianos, eutiqueanos, monotelístas, &c. ¿Y como podrá negarse que ha sido necesario ol- vidar las controversias religiosas para que la Europa haya avanzado tanto en las ciencias naturales? ¿Qué analogía ó relación existe entre las ideas religiosas y las artes ó ciencias útiles que forman la cultura de un siglo? No me ocurre algún autor que siendo controversista, nos haya dado un libro clásico en ciencias naturales. “Este argumento se funda en un error. Como la ignorancia grosera es el semillero de la supersticion y aun del fanatismo, en los siglos de ignorancia suelen verse persecuciones por opiniones filosóficas bajo el pretexto de religion; y han atribuido á estalos progresos de la ignorancia: sucede también que donde existe el des- potismo suele apoyarse en la religion y aun en sus ministros, para oprimir las luces que fomentan la honesta y moderada libertad. Pero los hombres abusan de todo. Y vemos que Enrique VIII, Calvino, y aun los modestos suisos, predicadores de la libertad de conciencia, y del pensamiento, tomaron la religion por pretexto para los mas horribles suplicios y persecuciones.” § XI. Agravio a la religion. “Tambien nos dicen que agraviamos á una religion verdadera y divina cuando no la dejamos sostenerse por sí misma, brillar y pre- valecer en medio de los ataques y competencias de otras religiones.” Muy destituido de razón debe hallarse quien ocurre á tales sar- casmos. Si son padres de familias, permitan á sus hijos que, después de instruirlos en las mejores máximas de la moral, vivan y se acom- pañen con los hombres mas viciosos y corrompidos, seguros de que todos los delitos no destruirán una verdad moral, Si son magistrados jamás eviten las convulciones y desórdenes; porque es una verdad tan evidente como práctica, que la tranquilidad es el mayor bien in- terior de una república. Por lo que respecta á la religion; cuando JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 275

ésta exista únicamente entre los ángeles, aceptaremos su jactancioso convite. Entre tanto con hombres débiles y subyugados de errores y pasiones nos manejaremos en la religion como en todas las prácticas humanas, y usaremos de los mismos remedios y preservativos con que se dirige la sociedad. § XII. Educacion inquisistorial. Dirémos ahora dos palabras sobre las observaciones del Sr. Blan- co dirigidas especialmente al Exámen Instructivo. Se persuade este sabio, que en una constitución tan liberal como la de Chile solo pudo pro- tegerse la intolerancia religiosa por el influjo que ha tenido la inquisi- ción en nuestras costumbres. Pero se equivoca: los americanos nada detestan mas que la inquisición, y apenas habrá escrito que apoye la intolerancia religiosa. ¡Ojalá que sus mal explicados, ó mal entendidos principios no hubiesen conducido á nuestros pedantes á la irreligión, reputando este libertinage como una iniciación en la cultura, y el libe- ralismo! Pero la comisión y el congreso opinaron conforme á la irre- sistible convicción de sus reflexiones, á la voluntad universalísima de los pueblos que representaban, y al consentimiento unánime de todos los estados americanos que baña el Pacífico, en cuyas constituciones seguramente no habrá visto una ley que proclame la tolerancia religio- sa. ¿Y por qué no respetarémos el consentimiento de tantos millones de habitantes que han procedido espontáneamente, separados en mul- titud de congresos, y cuyos miembros no solo estaban bien instruidos en las razones que aprueban ó reprueban la tolerancia religiosa, sino que aun miraban con horror sus antiguas y españolas instituciones? ¿Por qué no respetarémos la práctica de todo el género humano en todos los siglos, que jamás promulgó esta tolerancia antes de que gran parte de sus conciudadanos ó de los indígenas conquistados tubiesen distintos cultos? Las cortes españolas tan liberales y tan acomodadas á las instituciones francesas ¿por qué no la proclamaron? ¿Qué mo- ralidad, ni qué ventaja política ofrece, el que en un pais todo católico, 276 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 convidemos á los hombres con leyes y templos para que profesen distintos cultos? Dice el Sr. Blanco que algún dia podrán los chilenos sér de dis- tinta opinión: si asi fuese, entonces también las leyes se acomodarán á las ocurrencias, y los males que resulten no serán culpa de lo legis- ladores, sino de la fuerza de las circunstancias. Entre tanto ¿qué mas deberá hacer una legislacion liberal, que no incomodar á nadie por su modo de pensar siempre que una jac- tanciosa publicidad ó el espíritu de proselitismo no perturbe el siste- ma organico de la República? ¿Qué mas ha dispuesto la constitución, que prohibir lo que es culto y ejercicio manifiesto? Pero los impug- nadores olvidan esta moderación; y claman sobre la persecución y la opresión de las conciencias, en que jamás pensó el congreso. No hemos visto un escritor de ideas mas exaltadas en órden á la libertad de cultos y opiniones que el célebre Deunou (Nota S.), pero su sabio admirador, traductor, y comentador el Sr. Fúnes, sin embargo de que apoya la tolerancia, y aun produce á mi parecer ra- zones mas especiosas que el autor principal; (Nota 9.) con todo, al reducir sus argumentos, pone la siguiente conclusión: (pág. 191 de ensayo sobre las garantías individuales) “De esta máxima resulta lo 1., que será de la inspección de las autoridades averiguar el momento decisivo en que debe tener lugar la tolerancia aun con respecto á aquellas sectas, que no contengan dogmas contrarios á la prosperidad del estado. Los poderes repre- sentativos principalmente, no son otra cosa que los órganos de la voluntad general. A mas de cometer un prevaricato, decretando la tolerancia en aquel mismo momento en que bien avenido el estado con su religion nacional, la repugna solo conseguirá acedar los áni- mos, extendiendo sobre ellos el velo del disgusto, y exponerse á ser víctima de su furor. El órden y la tranquilidad de los estados son unos de los bienes á que anhelan los hombres. En estas circunstan- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 277 cias la tolerancia seria contra el fin mismo de la sociedad. Es de tanta fuerza esta reflexión, que, si por el contrario disgustada la nacion con su antiguo culto, se resolviese á cambiarlo, no podrían esos po- deres hacer violencia á su intención. § XIII. Efectos funestos de la tolerancia: y véase el §. 4 y 6. Dijo el Exámen Instructivo, que las naciones solo han permitido la tolerancia religiosa después de sangrientas guerras, y cuando casi la mitad de su población se componía de religion distinta de la del gobierno; y que á estas concesiones han concurrido mil restriccio- nes, y después peores consecuencias. Ya se expusieron los desastres que se habian seguido. “¿Y que hemos de inferir de aquí? Dice el Sr. Blanco, ¿Acaso que la tolerancia religiosa obliga á matar y á expeler á traición: y que las infames acciones de gobiernos perseguidores son consecuencias de la tolerancia?” El autor del Exámen no dice que es justo ni obligatorio matar ó desterrar á los hombres en virtud de los edictos de tolerancia. Re- prueba y abomina con el señor Blanco estos hechos. Pero expone lo que indefectiblemente ha sucedido en los estados cuando existían religiones opuestas. Porque la política no considera á los hombres justos y moderados como deben ser; sino conducidos por las pasio- nes, y sumergidos en errores cuyos efectos es preciso evitar en cuan- to sea posible. La política que desde Moyses hasta Juan, y Cornelio Wit ha visto este resultado indefectible, y que aun hoy lo está viendo en los griegos, debe precaver estos males. El mismo Sr. Blanco que tiene tan cerca la Irlanda católica, y sabe sus antiguas matanzas y presentes rivalidades, conocerá si es muy fácil precaver disensiones con la tolerancia cuando hay religiones distintas, y cuyas sociedades son numerosas. Sobre si el autor del Exámen tuvo ideas erróneas, ó superficiales de la historia inglesa en este punto; nos remitimos á las sangrientas 278 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 persecusiones que se padecieron desde Enrique VIII hasta los reina- dos de Carlos I y II; y sobre todo al mismo Sr. Blanco que no puede negar, y aun confiesa en parte, la proscripcion civil que hasta hoy sufren allí los católicos. Resulta de todo lo expuesto: 1. Que en los estados donde solo existen dos religiones, peligra siempre la tranquilidad, y casi es segu- ra la destrucción de alguna de las dos sectas; donde existan muchas vendrán á concluir en la irreligión. 2. En todo desórden civil la religion servirá de pretexto y es- tandarte de reunión para formarse y sostenerse los partidos, y sus resultas serán atroces. § XIV. La tolerancia no proporciona algun bien social. Estos son los perjuicios políticos de la multiplicidad de religio- nes ¿y cuales son sus ventajas para que la política, se determine á equilibrarlas? Confieso que en cuanto he leído no las he reconocido. Dos son los egos en que se funda el órden y estabilidad social. A saber: la tranquilidad pública, y la seguridad individual. Y no hay duda que el país de religion uniforme será mas tranquilo; y existien- do menos rivalidades, se evitaran ocasiones de violar las garantías individuales. ¿Qué le falta pues á una república por que no ha puesto templos y ha provocado prosélitos para un culto y opiniones que no existen en el país? ¿Cuál es el chileno á quien le ha ocurrido ser protestante? Si es para atraernos extrangeros; los comerciantes y empresa- rios vendrán sin necesidad de culto público conducidos por su pro- pio interés: y sí se trata de colonias agrícolas, sobran extrangeros de nuestro culto, y estos serán siempre mas análogos á las costumbres del estado. Lo que nos importa es acreditarnos por el buen órden, la justicia y la inviolabilidad legal. Aun la población extrangera solo JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 279 debe ser un recurso momentáneo dirigido á desarrollar la industria y corregir el espíritu de apatía, que en la esclavitud de tantos años, y en la feracidad y despoblación de nuestro suelo, se ha infundido naturalmente. El sólido principio para poblar un estado es propor- cionar ocupación, comodidades y seguridad á sus habitantes. Por un cálculo que acaba de hacerse en los Estados Unidos, resulta, que sin contar con los extrangeros, la poblacion natural del pais ha doblado cada 25 años. ¿y que comparacion hay entre la feracidad, salubridad, feliz temperatura y proporciones agricultoras de nuestro territorio y el de Estados Unidos? § XV. Republica sin religion del estado. Por conclusión; no debo omitir que algunos tolerantistas conven- cidos de los peligros civiles y morales que debe ocasionar la diversidad de religiones en un estado, han ocurrido al arbitrio de proponer que se adopte el ejemplo de Norte América, declarando constitucional- mente que no hay religion del estado; esto es, que el cuerpo social de la nación y su gobierno no tienen alguna clase de culto con que adorar al Ser Supremo (Nota 10). Prescindamos de que en un sistema federal donde cada estado soberano tiene sus religiones particulares es casi necesario que el gobierno general no se declare por alguna en particular; lo cierto es que este arbitrio no puede evitar los peligros de las convulsiones siendo pocas las religiones; de la irreligión si son muchas; y el espíritu de corporación y partido religionario que se mez- claría en todo movimiento político. Pero no permita el Cielo que en Chile se establezca este ateísmo político, y esta nación que reunida en sociedad, no tuviese forma ni culto con que adorar á Dios. Antes pre- feriría habitar en Roma pagana, donde viese al cónsul de la república subir al capitolio rodeado de la gran pompa triunfal, para humillarse delante de Júpiter; reconocido como dios del imperio; que en un país donde los beneficios de la providencia se celebrasen en las fondas, y faltase un dios nacional á quien implorar en las desgracias. 280 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 BREVE APOLOGÍA Del art. 8 y 9 de la constitución Política de la república peruana del año de 1823, tomada de la XIII. Carta peruana. “Art. 8. La religion de la república es la católica, apóstólica, ro- mana con exclusión de cualquiera otra”. “Art. 9. Es un deber de la nación protegerla constantemente por todos los medios conformes al espíritu del Evangelio; y de cual- quier habitante del estado, respetarla inviolablemente”. Cuan grato nos es recordar que el cielo se dignó preservar del contagio de la falsa filosofía al soberano congreso que tan útilmente trabajaba en constituir al Perú libre por el año de 1823. Sus dignos miembros dotados de aquella cordura, sabiduría y fidelidad á la con- fianza del pueblo, que Moyses exigia de los representantes de Israel; como un requisito necesario para arreglar con acierto los negocios públicos,1 pusieron la primera y fundamental piedra del magnífico edificio social que levantaban, en la única religion que tiene su raíz en el cielo. Y ¿temerémos que los ilustres diputados que han de for- mar el próximo congreso extraordinario constituyente derrocarán esta piedra, ó la pondrán al menos movediza, sancionando la “to- lerancia, ó libertad de ejercer públicamente otros cultos”? No por cierto. Emulos de la sabiduría, de la fe incorruptible y de la sólida gloria de sus predecesores, la dejarán intacta, y a pesar de los clamo- res y sofisterías de unos pocos, seguirán constantemente la voluntad general de los pueblos (de quienes han recibido sus poderes) que á una voz gritan…. “La religion católica, apostólica, romana que he- mos recibido de nuestros pares…sola!...sola!” Sí: por este voto de la conciencia de toda la nación, ley única, delante de la cual debe huir avergonzada toda vana teoría, será sola

1 Deuteron. Cap. 1.v. 13. et seq. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 281 entre nosotros la religion sincera de Jesucristo, tal cual la recibió la Iglesia de sus primeros discípulos, fieles intérpretes de su doctrina, transmitida luego de siglo en siglo hasta nosotros en todos los ángu- los de la tierra por la enseñanza siempre uniforme de los pastores, que sin interrupcion les han sucedido bajo la inspección y vigilancia del primero de todos que ocupa la silla de Roma, y sirve de centro á la “unidad, invariabilidad y perpetuidad” de la doctrina, del culto y del régimen. Esta religion santa y sublime, que á manera de la luz del sol ha difundido sus resplandores por todo el universo, sin corrom- perse ni mezclarse jamás con los densos vapores que de cuando en cuando ha exhalado la estagnación de las aguas corrompidas en este ó en el otro punto de la tierra… es la única que se sentará apacible- mente sobre el trono del Perú. Ella no tendrá competidora, por que no tiene, ni puede tener igual, ni la luz puede unirse con las tinieblas. Ella será la del primer gefe del estado, la de todos los que alrededor de él tengan parte en la administración pública, la de todos los ciu- dadanos, la de nuestros hijos y nietos. Hunc socii morem sacrorum, hunc ipse teneto: Hac casti maneant in religione nepotés. No es desde luego libre á los hombres dejar de abrazar la ver- dad, desde que es conocida; y es, no una eleccion, sino un deber del pueblo y de sus representantes, reconocer y someterse á la religión católica que reúne en sí los evidentes caracteres de la verdad. Em- pero ¿Quién podrá privar á nuestros primeros diputados de la gloria de haberse sobrepuesto á las ideas filosóficas de nuestro siglo, al excluir el ejercicio de cualquiera otra en el territorio de la república2 ¡Su profundo discernimiento penetró, descubrió y burló á tiempo la oculta seducción de la palabra tolerancia, de que se abusa tanto

2 La filosofía misma, cuando no se ha cegado del todo, ha visto la necesidad de ser una la religion del estado. Montes quien ha dicho…. “Luego que el estado está satisfecho de una religion, será una ley civil muy acertada la que no sufra el establecimiento de otra”. Esprit des loix. lib. 25. Cap. 10. 282 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 en los libros de la falaz filosofía, para colocar el error á la par de la verdad, y dejarle que goce tranquilo los derechos, que solo ésta tiene y merece, entre tanto que aquel crece y se fortifica3 á fin de ocupar luego su lugar, y declararle la guerra misma contra que al principio declama con tanto énfasis y ardor. Consentir el ejercicio de las otras religiones, de cuya monstruosa mezcla ha preservado el Señor al suelo privilegiado del Perú, habría sido, “no tolerar”, sino invocar sobre él, el génio terrible de la discordia religiosa, y hacer que, donde hasta ahora brilló la luz pura é incorruptible de la fe divina, naciese el nublado de las opiniones humanas que, no solo opaca á aquella, sino también forma sobre las cabezas de los ciudadanos las tempestades, acompañadas siempre del estallido del trueno, y del espantoso estra- go de los rayos.4 Las persecuciones, los bandos, las guerras intestinas de religion han emanado siempre, ó del ciego capricho en sostener errores antiguos consagrados entre los pueblos por el tiempo y las pasiones contra la evidencia de los hechos, con que se les presenta y muestra autorizada la verdad,5 ó de la funesta libertad de pensar, que un puñado de hombres temerarios se arroga para seducir á los mis- mos pueblos, y hacerlos ú olvidar, ó resistir á las enseñanzas y órde- nes del cielo.6 La verdad, cuando se le deja estar “sola”, si no es por un abuso que ella misma condena y prohíbe á sus secuaces, asi como no pretende hacer violencia á nadie, es por su naturaleza dulce, mo- desta, tranquila, y aun condescendiente y amigable con los que no la conocen, con tal que no la menosprecien ultrajen y combatan.

3 Una perra pidió lugar en la cabaña de un pastor para parir y criar sus cachorros: al cabo con el auxilio de éstos se la apropió por la fuerza. Este apólogo es hecho para instruir á los hombres. Véase á Justino histor. libr. 43. Cap. 4. 4 Testigos las revoluciones y matanzas en Francia y en Alemania: en aquella, de resultas de la heregia de Calvino; en ésta, de la de Lutero. 5 Este fue el principio de las persecuciones de los judíos contra Jesucristo, y de los paga- nos contra los apóstoles y cristianos de los primeros siglos. 6 Origen de las guerras de religion que suscitó la pretendida reforma de Lutero, y Calvino en su propia patria. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 283

Piense cada uno lo que quiera: el Dios que escudriña los cora- zones sabrá discernir y vengar la oculta infidelidad de éstos según el grado de malicia, ó de ignorancia y descuido de donde nace. La so- ciedad religiosa, como la política solo exige que no se la escandalice con palabras, y obras que contrarían su institución y su forma. Venga desde luego á nuestras riberas el hijo de la industriosa Albión que pretende salvarse en diversas barquillas, fuera de la nave que condu- ce el que fue elegido por Jesucristo; venga el Arabe que se fia sobre la palabra de un violento impostor, que con el alfanje en la mano apareció de repente en el mundo, y obligó á marchar á los pueblos por un camino diverso del que Dios había trazado desde la creacion, y conducido de siglo en siglo hasta la reparación del género humano, disponiendo de los sucesos de las naciones y dominando sobre las leyes de la naturaleza toda entera; venga el discípulo de Confusio, que reserva á su emperador el privilegio de sacrificar una sola vez al año al Chang-Ti, ó dios del cielo en el único templo que éste tiene en Pekin, mientras que corre en tropa con sus mandarines á ofrecer la sangre de las víctimas en los que están consagrados á la tierra, á los astros, á los elementos, ó los génios que los presiden, y á los manes de sus antepasados7 :…Vengan en hora buena de todos los pueblos y naciones… sus naves muerdan la arena de nuestros puertos, y en cambio de nuestro oro y plata, cacao y cascarilla traigan los tegidos y bugerías de Londres, el café de la Moka, el té, la porcelana y esto- fas de Sancian, ó de Canton; asóciense también á nuestras tierras, y sus manos ábran nuevos sulcos para multiplicar y variar sus frutos, cultiven las artes, é introduzcan la industria en nuestros talleres y fábricas; arranquen en fin de nuestras minas con el auxilio de nue- vos instrumentos masas prodigiosas de plata…La religion en nada opuesta á los intereses temporales de la patria no impedirá jamás recibirlos en nuestros brazos. Ella ganará algunos para el cielo por

7 Chuo-king I. p. c. 2. p. 15. IV. part. c. 12. p. 208. c. 13 p. 219. Eloge de la ville de Mouk- den. p. 5. y 55. Voyages de le Gentil. t. 2. p. 135. Neuv. memoires concernant les Chinois, t. 5º. p. 19. 253. 260. 284 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 el camino de la dulzura, de la convicción, y del ejemplo; mas verá en todos, la imagen de Dios, la calidad de hombres, los derechos de hermanos, para fundar sobre ellos la hospitalidad, y desempeñar los deberes de la humanidad. El estado se aprovechará de su comercio de sus talentos y de su industria, sin que por eso sea preciso tolerar que en el reciento donde se adora el dios de la paz y de la verdad, se levante altar contra altar,8 ni haya mas culto público que aquel que practica y aprueba la iglesia católica. Se atrae desde luego á las col- menas de casa las abejas que labran la miel; pero no se les provoca, ni deja usar del aguijon con que dañarían á los que la habitan. Asi es como la sabiduría del primer congreso, sin dejarse alu- cinar por vagas declaraciones contra la intolerancia preservó por un solo rasgo de la gran carta social, á la religion y culto sincero de nuestros padres de toda mezcla y contagio. Bastaria esta breve exposición para conocer la justicia con que nuestro primer congreso sancionó en los artículos 8 y 9 de su con- stitución la exclusión de toda otra religion distinta de la católica,

8 La tolerancia debe ir hasta permitir que se predique en una misma calle á Jesucristo y á Mahoma, á Brama y Sommonacodón, y que á espaldas de un templo cristiano haya una lógia de Franc-masones. Nuestros aspirantes á la nombradía de filósofos llaman á esto “libertad de pensar, derecho del hombre”. Pero ¿Cómo no temen el juicio severo que de ellos ha hecho uno de los principales corifeos de la nueva filosofía? Es Diderot quien ha escrito en sus pensamientos filosóficos: “cuando alguien anuncia al pueblo un dogma que contradice la religion dominante, ó algun hecho contrario á la tranquilidad pública, asi justificára su misión por milagros, el gobierno tiene derecho de tratarle con rigor, y el pueblo de gritar” crucifige. ¡Qué peligro no habría en abandonar los espíritus á las seducciones de un impostor, á los sueños de un visionario! Diría esto con ánimo de condenar los milagros de Jesucristo, y de justificar á sus perseguidores y verdugos? Esta idea que después ha sido la de Voltaire y de toda la secta, era desde luego digna de la impiedad de Diderot, mas él mismo la desmiente, añadiendo: “si la sangre de Jesucristo gritó venganza contra los judíos, fue porque derramándola cerraban los oídos á la voz de Moyses y de los profetas, que lo declaraban por Mesias”: de suerte que Diderot distingue el único caso que debe hacer excepción de la regla general de intolerancia que establece. Fuera de él, (según Diderot) “el pueblo tiene derecho de gritar” crucifige “contra los que contradicen la religion de su país, aun cuando hicieron milagros”. Terrible sentencia contra nuestros filósofos á la moda, que aun sin hacerlos, quieren atraer bajo el nombre de tolerancia todas las religiones contrarias á la de su patria. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 285 apostólica, romana, y la respetabilidad de ésta bajo la protección de la nación, y de su gobierno. Más como la palabra “tolerancia é intol- erancia”, una y otra mal entendía ó sacada fuera de los límites á que deben ceñirse, es el semillero de los sofismas, y declamaciones, de que se valen nuestros pseudo-filósofos para predicarnos, tan osada- mente la “libertad de cultos”, nada será mas conducente á acabar la apología de la “intolerancia” tal cual la sancionó el primer congreso, como analizar ambas palabras, y simplificar las nociones que les cor- responden. Este es el medio mas corto y certero de desatar los lazos con que la falacia del filosofismo pretende tener cautiva á la verdad, y, excusando largas é intrincadas disputas, es por consiguiente el mas proporcionado al común de los hombres. Las palabras son los si- gnos de las ideas, y no es posible alterar el sentido de aquellas sin producir la confusión de éstas. Con este objeto añadimos las sigui- entes reflexiones. La tolerancia es siempre de algún “mal”: el “bien” se aprueba, lo “indiferente” se permite. Mas querer tolerar el mal, cuando to- davía no existe, ó no está hecho, es un lenguaje claro, ó sin apelar al sofisma y retroécano de palabras, desear que exista, ó que se haga. No es lo mismo tolerar un dolor de cabeza, cuando ha sobrevenido, y no hay medio de curarlo, que desear tenerlo. Luego la palabra “intolerancia”, que es el término opuesto, solo significa en nuestro caso, no desear, ó no querer que se introduzca en el territorio de la república el mal que infaliblemente trae consigo la diversidad de cultos. Y ¿puede haber una denegación mas justa, sabia, y prudente? ¿Deseariamos por ventura, que se introdujese la peste, ó que so- breviniese alguna otra calamidad que afligiera á la república, ó á sus ciudadanos? Que introducción de un nuevo culto, ó religion, donde se prac- tica la católica sea un “mal moral”, solo puede dudarlo quien se per- suade impíamente, ó que no se halle la verdad en ésta, ó que es indiferente á los hombres la profesión de la verdad, ó del error en el 286 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 punto mas esencial. Y que sea también un “mal político” es evidente, por el sentido propio y natural de la palabra “tolerancia” con que se le designa, y por confesión de los mismos que tanto declaman contra la “intolerancia”. ¿De donde vienen las persecuciones, las discordias, las guerras intestinas de religion, que sirven de lugar común para animar sus declamaciones; sino de que en un principio se ha tenido que tolerar, ó no se ha podido impedir que, ó sea por engaño, o sea por la fuerza se introduzca una nueva creencia, ó religion contraria á la del estado? Esta ha sido en Francia, en Alemania, y en todas las naciones y siglos la guía que puso fuego al volcán, cuya explosion después se hizo tan inevitable como destructora. Ardet adhuc Om- bos et Tentyra (decía Juvenal)9 quod numina vicinorum –Odit uterque locus, quum solos credat habendos– esse Deos quos ipse colit. Sin un Lutero, sin un Zwinglio, sin un Calvino, que á despecho del estado, y de la mayor parte de sus conciudadanos levantaron el estandarte de la rebelion, y se pusieron á dogmatizar contra la enseñanza común de la iglesia ¿se habrían visto los furores de los anabaptistas, y las guerras de los protestantes en Alemania? ¿Los sangrientos encuentros de los cantones federados de la Suisa? ¿La conjuración de Amboisa, la matanza de S. Barthelemy, las guerras de la Liga, y otras que sucesivamente se han excitado por la secta tur- bulenta de los hugonotes, y todos los incrédulos en Francia? Querer que se tolere una nueva religion, ó un nuevo culto diverso, ó contrario al que está establecido por la iglesia, porque no haya persecuciones y guerras de religion, es lo mismo que pretender que se toleren en el estado los sediciosos que conspiran contra la autoridad del gobierno y de las leyes, á pretexto de evitar las proscripciones y los torrentes de sangre, que hace correr la guerra civil en aquel lance inevitable. Los buenos ciudadanos que entonces se arman bajo la egida de la ley y para repeler la injusta agresión de los sediciosos y sus cómplic- es, no son culpables de la sangre que se derrame, sino los malvados

9 Sat. 15. v. 33. y siguientes JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 287 que emprendieron la obra de perturbar la tranquilidad pública; y los primeros pueden decir á los últimos con las palabras del apóstol: Vosotros nos habeis puesto en esta dura necesidad: “Vos me coegistis”.10 ¿Quién jamás ha declamado contra la “intolerancia” y zelo que hizo brillar Ciceron contra Catilina? Es verdad que no debe defenderse la religion con la espada en la mano; pero también lo es que el génio de la heregia, y de todo error, desde el instante en que se quita la máscara, es ser tan vehemente en sus deseos de sostenerse y propagarse, como audaz y violento en su marcha; y no pudiendo hallar su salud, ni su apoyo en la razón ó en la ley, lo emprende todo, primero por la seducción, luego por la fuerza. Mas la religion verdadera no priva á los que la profesan del derecho natural de repeler la fuerza con la fuerza ni al gobierno del de perseguir y castigar conforme á la ley á los perturbadores de la pública tranquilidad. Convengo en que, si ya se ha introducido una nueva creencia ó culto que ha arrastrado en pos de sí una gran parte de los ciudada- nos, será menester “tolerarle”, si no queda otro modo de pacificar al estado, ó de procurar el bien común de todos; asi como se tolera un dolor de cabeza, ú otro achaque del cuerpo, cuando se ha resistido á todas las medicinas. Pero no es este nuestro caso; y cuando él llega á suceder en algún pueblo ó nación, bien se deja ver, que siempre es un achaque del estado, y que éste no puede llamarse sano, ni per- fectamente feliz, mientras que lo padezca, Que por consiguiente, asi como un cuerpo valetudinario necesita de muchas, y muy delicadas precauciones para no morir en cada instante, está precisada también la ley y el gobierno que la ejecuta á tomarlas iguales, con respecto á las “sectas toleradas”, para que de una hora á otra no perezca el estado. Y pregunto:¿hay quien, teniendo en sus manos estar ó con- stituirse sano, elija atraer sobre su cuerpo algún achaque?

10 Ad Corinth. cap. 12. v. 11. 288 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Convengo también en que á nadie debe hacerse violencia para que crea. Una fe fingida por el temor es una irrisión de la verdad, que ni glorifica á Dios, ni aprovecha al que la finge. Pero igualmente es cierto, que nadie debe escandalizar á los que creen. La obligación es recíproca: y si yo no tengo derecho de obligar á nadie á que piense como yo, nadie tiene tampoco derecho de obligarme á que piense como él, ó á que deje de pensar como pienso. ¿De donde viene pues, que los mas se enfurecen contra la “intolerancia” son los que con mayor descaro insultan á la religion, y escandalizan á los débiles ó ignorantes con sus acciones, con sus palabras, y escritos anti-re- ligiosos? Declamando pues contra la “intolerancia”, no apelen á la razón, ni á la justicia; digan mejor con franqueza, que aborrecen á la religion, y á los que la enseñan o profesan. Está bien que no haya inquisición, ni calabozos, ni hogueras. Mas porque se ha proscripto este exceso, ó abuso de la “intoleran- cia” ¿será preciso tolerar en un país católico todos los cultos y todos los errores? Otro tanto valdría decir que, porque debió proscribir- se la práctica cruel que usaban los antiguos egipcios, según refiere Plutarco,11 de sacrificar los extrangeros sobre el altar de sus dioses, fuese preciso tolerar que ellos fuesen á insultar su religion y sus le- yes: ó que abolida en Atena la ley severa de Dracón que condenaba á muerte los ciudadanos ociosos,12 se debiese desde entonces tolerar la olgazaneria en la república. La iglesia desde los primeros siglos ha condenado la heregia y todo error bajo la pena del anatema; y á no ser que se crea ilusoria su autoridad, esta ley tiene siempre sus efec- tos en la “comunión cristiana”. La ley civil que en todos los estados católicos es el garante de su respetabilidad la extiende de acuerdo con aquella á la “comunión política”, y á proporcion del escándalo dado, tiene en sus manos medios justos de vengar el ultrage hecho al

11 De Iside et Osir. cap. 28. 12 Pradulph. Prat. Jurisp. Vet, Draconis 111. Barthelemy. tom. 1. p. 268. Voyage d’Anacharsis. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 289 objeto de la adoracion pública de los ciudadanos.13 La inquisición se ha abolido justamente, pero no la ley común de la iglesia, ni la civil, que por su uniformidad forma como un derecho público de los es- tados católicos, y mucho menos la ley eterna que nos manda respetar no solo la vida, la libertad, y la propiedad de los bienes temporales de nuestros conciudadanos, sino también la “propiedad” que les es infinitamente mas cara y preciosa, cual es la de su religion y creencia: Dígase pues que la iglesia es “intolerante”, que lo fue Jesucristo de quien ella ha aprendido á mirar como un pagano á todo el que no la oye y obedece, que lo es Dios que ha jurado solemnemente no tran-

13 Toda violación de los derechos naturales, y sociales del hombre es digna de la animad- versión de las leyes según nuestros filósofos; sola la violación de la religion, y del culto se quiere que sea impune, y se nos repite con Bayle (Comment. Philos. 11 par. C. 6.) que es preciso dejar á Dios el cuidado de castigar á aquellos, que solo pecan contra Dios: Duorum injuriæ, Diis curæ: y aun se atreven á citarnos el ejemplo de Jesucristo y de sus discípulos que predicaron una nueva doctrina. Mas reflexionen que todo hombre que anuncia una nueva doctrina sin hallarse en estado de probar auténticamente su misión, es un perturbador. Y si Jesucristo y sus discípulos no merecieron, ni merecen esta nota, no fue si no por que probaron evidentemente la suya. ¿Qué prueba han dado de su misión divina Arrio, Pelagio Nestorio, Lutero, Calvino, y tantos otros? ¿Han dogmatizado con la mansedumbre, moderación, paciencia y desinteres de Jesucristo y de los apóstoles? ¿Sus discípulos han sido tan apasibles como los primeros fieles? Si un herege ó un incrédulo guardase para sí solo su doctrina, es cierto que solo pecaría contra Dios. Mas el furor de hacer prosélitos, de ser gefe de secta y de destruir el partido opuesto, turba la tranquilidad pública. El que profesa otra creencia, ó ejerce públicamen- te un otro culto del que está reputado en el país por verdadero, insulta la religion del es- tado, escandaliza á los débiles en la fe, ataca la propiedad mas preciosa de los ciudadanos, la de su fe y religion. Y ¿todo esto puede quedar impune por las leyes, ó lo que es peor, puede la ley tolerar expresamente tamaños males contra el estado y los ciudadanos? El raciocinio de san Agustin, escribiendo á Bonifacio, es tan sólido como incontestable. El vale infinitamente mas que todas las sofisterías deltolerantismo . ¿Quién (dice este santo doctor) en sano juicio “dira á los reyes: no cuides de que se impugne la iglesia del Señor en tus estados, no atiendas á si hay ó no en tus tierras, quien sea católico, ó herege? Los reyes deben castigar los adulterios ¿y estarán obligados á permitir los sacrilegios y las blasfemias? Si el rey debe impedir con leyes sabias que ninguno entre á violar el ageno tálamo para conservar el honor de un marido ¿no estará obligado tambien á impedir que ninguno venga á poner asechanzas, y mansillar la fe de los creyentes? Por ventura ¿será de menor valor el que la fe se conserve pura en el alma para Dios, que el que la muger se conserve pura en el cuerpo para su marido. Ep. Ad. Bonif. 189. 290 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sigir jamás con la iniquidad y la mentira, que lo es la verdad misma que esencialmente es irreconciliable con el error. Pero, sancionada una vez la “intolerancia” ¡no vendrán los ex- trangeros, y no prosperarán entre nosotros el comercio, la navega- ción, la agricultura, las artes, la industria, la minería….! Cuando el Perú no tuviese en su seno los manantiales de la riqueza, y necesitase mendigar su prosperidad temporal á puertas agena, si esto hubiese de ser á precio de su fe, y de sus virtudes cristianas, debería decir animosamente con el profeta…..”Bienaventurado llaman al pueblo que tienen sus arcas llenas de oro, que á proporción de sus tesoros ostenta el mas brillante lujo en sus hijos, que abunda de ganados, y reboza de alegría en la plenitud de todos los bienes de la tierra; mas yo digo mejor: bienaventurado el pueblo que tiene al Señor por su Dios” Beatum dixerunt populum cui hæc sunt: beatus populus cujus Dominus Deus ejus.14 Los hombres y las riquezas pasan; Dios permanece, y no es licito trocar por todo el oro del mundo la herencia que nos dejó Jesucristo. Mas nó, no es inconciliable la religion católica con los hombres, sino con sus errores, ni buscando la eterna felicidad de los ciudadanos, les obliga á olvidar la prosperidad presente de su patria. Vendrán, si, vendrán muchos extranjeros, que pongan en con- tribución á beneficio del país sus talentos y sus brazos, y quese estrecharán con nosotros por la unidad de religion, si profesan la católica. Vendrán muchos, que depondrán sus errores para adherirse á la nuestra, atraídos por los encantos de la verdad, y por los secretos resortes de la gracia. Vendrán muchos, á quienes les es indiferente su religion, con tal que hagan su negocio, porque es muy natural que opiniones meramente humanas cedan al impulso del interés propio. Vendrán muchos, que no echarán de menos las prácticas exteriores de su culto, de que apenas se ocupan en el lugar de su origen, y que, ó sea por moderacion y prudencia, ó sea por miramiento á la socie-

14 Psalm. 114 v. 15. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 291 dad y sus leyes, respetarán las del nuestro. Pero si vinieren Franc- masones coligados á dilatar su secta, enganchando á los ignorantes ó incautos, y á minar sordamente la fe y la moral del Evangelio; si vinieren osados filósofos y ateístas insolentes á insinuar en el vulgo los principios de la irreligión y materialismo, ó fanáticos sectarios á corromper la fe del pueblo, y á turbar la paz y unión de los ciu- dadanos…..el zelo santo de la religion velará sobre sus maniobras ocultas, ó descaradas empresas, y apoyado de la ley del estado que la protege, no renovara, es verdad, los clandestinos procesos de la antigua inquisición, ni la odiosa escena de sus calabozos y hogueras; pero sí, invocará la ley y el oficio del primer magistrado para decirles con no menos firmeza que eficacia….Dejadnos en paz, y abando- nad la afortunada tierra, cuyos derechos mas sagrados habeis tenido el arrojo de violar….. Tanta ne vos generis tenuit fiducia vestri? Jam cœlum terramque… Miscere, et tantas audetis tollere moles! Maturate fugam, et dulcia linquite arva.15 ¿Puede haber cosa mas equitativa y prudente? Tales son las nociones simples y claras de la legítima “intole- rancia”. Ellas no podrán jamás obscurecerse por los sofismas, y se sobrepondrán siempre á los denuestos vituperios. El congreso no tiene que arrepentirse ni avergonzarse de haberlas adoptado, y Lima que las ha proclamado á la faz del Universo fia en su invariable ad- hesión á ellas una parte muy principal de la felicidad futura del Perú. Nada le importa que se diga por eso, que “está atrazada en la carrera de las luces”; por que está muy lejos de irlas á buscar en las tinieblas del secticismo filosófico. Ella no ignora cuanto se ha dicho en con-

15 Æneid. lib. 1. v. 132. y siguientes. Eclog. 1. v. 3. La dialefe que se comete en el último verso, compuesto con una ligera variacion de los lugares citados de Virgilio, tiene la autoridad de este insigne poeta en este elegante y descriptivo verso….ter sunt conati imponere Pelio Ossam. Gerorg. 1. v. 28. fuera de otros varios ejemplos. 292 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tra por los falsos filósofos del siglo, sabe discernir la sutil falacia de sus sofismas, no se arredra del furor de sus declamaciones, ni de sus groseras invectivas, y se gloria de ser tan anciosa de adquirir las luces que le faltan, aprovechándose de la antorcha de las ciencias y artes útiles, común á todas las naciones, como zelosa de no perder las que ha recibido del cielo, por el beneficio inestimable de la religion cató- lica que profesa, sin consentir jamás en retrogradar, para descender luego por la escala de los errores hasta el abismo de la irreligión, y fanatismo filosófico. La cuestión es saber, si la religion católica que sigue, es la única verdadera; desde entonces es evidente, que ella es y debe ser por su naturaleza “intolerante”, y que si la preocupación ó la pasión no se- gara á los mortales, deberia ser la religion del hombre y del ciudada- no en todo el mundo. Para predicar, pues, con suceso la “tolerancia”, seria preciso empezar primero por demostrarnos la falsedad de la religion católica. Mas sin ser un Hércules en el estudio de las letras, no tememos los ataques que siempre se le han hecho, y se le harán eternamente con las despreciables armas del fraude y del sofisma.

NOTAS Y ADICIONES Primera. Pag. 1. Lin. 1. El señor don José María Blanco autor del Mensagero de Londres.

Es muy singular la lógica de este señor en los “consejos” que sobre la “intolerancia” dirige á los Hispano-Americanos en uno de los “Mensageros” copiado en el Peruano de 9 de agosto de 1826 núm. 20. Atribuye á la “intolerancia” la actual incredulidad de los españoles, y de muchos americanos que se han dejado seducir por la lectura del Citador y de otros libros igualmente impíos disolutos. “Esto sucede (dice), porque la religion del país no les deja térmi- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 293 no alguno entre el conjunto de sus dogmas, y la incredulidad abso- luta”. Debiera haber advertido para discurrir con acierto, que esta espantosa alternativa no depende precisamente de la voluntad de los hombres “tolerante o intolerante”, sino que está embebida en la naturaleza de las cosas. La verdad es “una”, y desde que alguno se separa de ella, si raciocina sea por sí, sea conforme á los libros que le enseñaron una vez el principio que conduce á separarse de ella, no es posible que deje de descender principalmente por la escala de los errores hasta el último. Asi, tanto por los hechos que ministra la historia de la moderna incredulidad, como por los raciocinios de todas las sectas, por donde ésta ha ido deslizándose del “protestantismo al deísmo, de éste al materialismo”, y finalmente al “pirronismo ó incredulidad absoluta”, es una verdad demostrada con la última evidencia y reconocida aun por los mismos incrédulos, que la pretendida reforma de Lutero y de Calvino, desechando la “autoridad” de la iglesia, y adoptando el principio de la razón para conducirse por ella “sola” en materia de religion, abrió esta espantosa revolución del espíritu humano que al cabo le ha hecho caer en el último grado de ceguedad en que hoy se halla por la mayor parte; que la “tolerancia” universalmente recla- mada por todas las sectas para pensar de Dios y de sus deberes para con él como mejor parezca á cada uno, es el alimento de todos los errores y la destrucción de toda religion; que la “razón” abandonada á si misma no encuentra límites en que poder detenerse; que entre la “verdad” establecida por mano de Dios, y el “pirronismo absoluto ó duda universal” no hay medio que pueda fijar por mucho tiempo al espíritu humano; y que todo el que se precia de saber raciocinar, es preciso que sea “ó cristiano católico”, ó enteramente “incrédulo” en todo el rigor de este término. Véase las pruebas de estas verdades en la X. Carta Peruana. Luego lejos de ser la “tolerancia de las sectas” un remedio de la incredulidad, como piensa el Sr. Blanco, no haría sino extenderla, 294 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 fortificarla y hacerla para siempre incorregible entre nosotros. El co- razón del hombre se vé naturalmente tentado á dudar de su propia creencia, por mas bien fundada que sea en si misma, cuando tiene á la vista otras diversas, especialmente si llega á persuadirse que los que las profesan son hombres de talento y de instrucción. De las dis- putas y combates entre las diferentes sectas protestantes y socinianas nació por la primera vez el “deísmo” en Inglaterra; y éste después de haber contado entre sus inventores ó secuaces al Lord Herbert Cherburi, á Blount, Shastesburi, Tindal, Morgan, Chubb, Collins Walston y Bolingbroke, se vió presto convertido en “ateísmo” en la pluma de Hobbes y Taland y al fin en “secticismo” en la de David Hume. Lo mismo sucede el dia de hoy en Inglaterra, donde reina la “tolerancia” de todas las sectas, á excepcion de la religion católica; y lo mismo en los Estados Unidos de América, donde se halla estable- cida la “libertad de cultos” ó mejor diré, la “indiferencia de religion”. Y á vuelta de los “hombres sabios” que dice el Sr. Blanco, “que halló en Inglaterra, firmemente persuadidos de que el cristianismo es revelación de Dios”, y cuyo ejemplo (añade) que “le hizo estudiar con candor y esmero los libros que defienden su verdad hasta desva- necer sus dudas, y convencerlo de su antiguo error ó de su anterior incredulidad”, existen hoy en aquella capital muchísimos incrédulos de todas las naciones, que cuando no pueden escribir nada por sí contra la religion cristiana á la sombra de la “tolerancia inglesa”, se contentan á lo menos con traducir al castellano, imprimir circular los libros mas impíos que ha producido la Francia, á fin de inundar con ellos los nuevos Estados Hispano-Americanos. Lo mismo ha sucedido también en Francia, donde á mas de los incrédulos que formaba cada dia el calvinismo “tolerado” en su seno, no tuvieron los más de sus nuevos filósofos vergüenza de aprove- charse de las lecciones de incredulidad que les daba la “tolerante In- glaterra”. El primer deísta Rousseau fue discípulo y Plagiario de Tindai Morgan. Voltaire en Inglaterra fué donde hizo su sacrílego juramento de destruir la religion de Jesucristo, y del Lord Bolingbroke aprendió JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 295

á combatirla. Casi todos los materialistas ó incrédulos de Francia no han sido mas que écos y copiantes de los ingleses. En fin, lo mismo ha sucedido en nuestros días tanto en España, como en América, desde que se pudo leer con libertad esa multitud de obras, que ha producido la impiedad de los ingleses y franceses, por hombres, ó de quien la corrupción preparada de su corazón los inclina á abrazar una doctrina que los desembaraza del temor de los dioses, y de los remordimientos de la conciencia, ó de quien la igno- rancia de su religion, y de los indestructibles fundamentos de ella los ha hecho víctimas de los sofismas de la incredulidad y no les ha deja- do ver la religion, sino bajo de los colores falsos, ridículos ó atroces, con que la pintan los impíos. Los españoles é Hispano-Americanos fueron por muchos siglos “intolerantes” pero jamás “incrédulos”, hasta la época presente. Es menester, pues, buscar la causa de su actual incredulidad no en la “intolerancia”, sino en la “licencia” de leer cuantos libros impíos é inmorales se les vienen á las manos, sin crítica ni discernimiento, sin haber estudiado antes su religion y lo que es peor, con el preparativo de un corazón, que abandonado ha- bitualmente á las pasiones, jamás ha podido percibir su luz, ni sentir sus inefables consuelos y dulzuras. El mismo señor Blanco había dejado de hacerse “incrédulo” según confiesa en su escrito, á pesar de la “intolerancia” de su patria, si hubiera hecho lo que al fin hizo para desengañarse de su error. Por ventura ¿la “intolerancia” de su país le impedia estudiar mejor su religion antes de determinarse á abandonarla? Esto dictaba en todas circunstancias el “buen sentido”, y el Sr. Blanco no consentirá jamás en decir que la “intolerancia” llegó á privarle de él por algún tiem- po. Es (dice) que “la creencia debe ser fruto del convencimiento, y esto es lo que la intolerancia impide”. El convencimiento depende del peso de los motivos en que se apoya la religion cristiana, que es siempre el mismo cualquiera que sea la opinion que domine en un país, “tolerante ó intolerante”. Todo el que de buena fé y con dili- 296 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 gencia la estudia y examina, como lo hizo el Sr. Blanco (para lo cual no pueden faltarle buenos libros donde quiera que esté, si los busca y solicita) no puede dejar de rendirse á la fuerza de sus pruebas, que, según decia Fontenelle, sola ella las tiene entre todas las religiones del universo. Si á pesar de esto, su espíritu es tan rebelde, ó su cora- zón tan pervertido, que no se deje penetrar de su luz ¿qué se hará? ¿Qué se le “tolere” en su incredulidad? Sea en hora buena, con tal que la guarde para sí mismo. Mas exigir que se le “tolere” también, que en una sociedad de creyentes comunique á otros el contagio de su incredulidad, ú obre en sentido contrario á la religion de los de- más, seria lo mismo que si un ciego, por no haber podido recobrar la vista, pretendiese qué se le “tolerase” echar á perder los ojos de otros para que tampoco viesen, ó si un malvado fanático, por no haberse podido persuadir que el adulterio es un delito, quisiera que se le “tolerase” abusar de las mujeres agenas. Mas “los hombres que se ven obligados á seguir á la multitud en materias religiosas” (continua el Sr. Blanco), “no pueden exami- narlas con imparcialidad”. Y ¿Por qué no? El exámen es una opera- ción del entendimiento y nada hay mas independiente de toda traba como esta facultad. ¿Qué le importa lo que piense el vulgo de los hombres cuando trata de descubrir la verdad, que es la que mas le interesa personalmente? Cuando hubiese creido hallarla, no siem- pre podrá manifestarla á los otros, si la preocupación domina á la multitud. Pero esto solo arguye, que la reserva para sí por miramien- to á no contradecir la creencia pública, ó que carece de valor para sostener la verdad descubierta, más de ninguna suerte que le faltó “imparcialidad” en el exámen y pesquiza de ella. Los defensores de la “tolerancia” se contradicen sin pudor. Cuando pretenden, que no se puede obligar al entendimiento á creer una doctrina, alegan su natural “independencia”; mas cuando se les dice, que estudien, exa- minen y pesen los motivos de creerla, como el medio mas propio de rendir al entendimiento, y vencer su natural “independencia”, nos lo JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 297 representan como “dependiente” de las preocupaciones del vulgo, é incapaz de buscar la verdad con imparcialidad. “La intolerancia (nos dice) produce la hipocresía”. Menor mal es ésta, que el escándalo dado á los verdaderos creyentes. Sin ser hi- pócrita, con tal que sea moderado el que no ha podido convencerse de la religion de su patria, puede conformarse exteriormente con sus prácticas exteriores para evitar el escándalo, mientras que la estudia y examina mejor, y mientras que, purificando su corazón por la pe- nitencia, y haciéndose propicio al cielo por la oración, obtiene la luz de arriba, que sola puede abrirle los ojos para conocer la verdad. Si con todo no puede todavía aprobarla, le queda franco el arbitrio de que se valió el señor Blanco para huir de la “intolerancia” de su país á fin de no hacerse “hipócrita”…..emigrar á Inglaterra ó á otro país, donde se “toleren” todos los errores y todas las sectas. Esto es mas simple y justo que no pretender, que la sociedad que profesa una religion mirada por todos como celestial y divina, se preste á todos los antojos y caprichos de un mal creyente, y le “tolere” la profesión descubierta de una otra creencia, ó de ninguna. El que no puede acomodarse á las leyes de su país, ó á sus formas políticas y usos civiles los hace asi, sin que le venga al pensamiento pretender que se le “tolere” quebrantarlas. Y ¿Por qué no hará lo mismo el que no puede conformarse con su religion? “La religion se hace odiosa por la intolerancia”. Asi como toda “verdad” es odiosa para aquellos á quienes condena. Y ¿perderá por eso sus derechos á dominar ella “sola” entre los hombres que han tenido la dicha de conocerla y de seguirla? Es cierto, que ninguno de estos debe despreciar á los que todavía no la conocen, ni mucho menos aborrecerlos ni perseguirlos. Es un atributo de la verdad ser dulce, pacífica y persuasible. Mas á su vez el que no la conoce ¿Por qué ha de concebir un “odio implacable” contra ella y contra los que la profesan, según dice el señor Blanco? Si siente que su creencia particular le envilece á los ojos de su propia conciencia en medio de 298 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 un pueblo que piensa de otro modo, no tiene mas que dos medios legítimos para salir de este “envilecimiento”; ó indagar los motivos en que se funda la creencia pública del país para abrazarla, si al fin se convence, ó transferir su domicilio á otra parte donde entre otros muchos errores pueda colocar el suyo sin nota, ni envilecimiento. “El gobierno, que priva á los hombres de la libertad de adorar á Dios según lo dicta la conciencia de cada uno, los despoja de uno de los derechos mas nobles de la naturaleza humana”. Este axioma de los “tolerantistas”, que repite el señor Blanco, merece especial consideración. Vamos por partes. Primero. Ningun gobierno, ó poder legislativo puede privar á los hombres de la libertad de adorar á Dios según lo dicta la con- ciencia de cada uno, bien sea que esta sea “recta ó errónea”, mientras que este hombre tribute á Dios la adoracion, ó culto que ha escogido en lo “interior” de su entendimiento y corazón, ó también por ritos exteriores en el secreto de su casa con los domésticos que sigan la misma opinión, siempre que evite el escándalo, ó seducción. Esta es la única “tolerancia” que puede tener la ley, ó el gobierno con los disidentes en punto de religion, y con ella debe contentarse el que quiera habitar en medio de un pueblo que profesa distinta religion. Pero el poder legislativo puede y está obligado á reconocer y declarar por una ley auténtica, como religion del estado y de los ciudadanos, aquella que el pueblo ha profesado por largos tiempos, que la aprecia y ama como la única verdadera, y de cuya inmudable conservación ha pronunciado su voluntad general. Porque si esta voluntad general del pueblo es la ley fundamental de los estados libres ¿Cómo puede dejar de proclamarla el cuerpo legislativo, que no tiene otro derecho al formar las leyes, sino el de la representación y poder que le da el mismo pueblo para expresar y sancionar su propia voluntad? Este es el caso de todos los nuevos estados de América con respecto á la religion “católica romana”, sin la menor contradicción. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 299

Mas después de esto yo añado, que el poder legislativo puede también y está obligado á excluir por una ley la profesión pública de cualquiera otra religion distinta de aquella, por la cual única y ex- clusivamente se ha declarado la generalidad del pueblo. Lo primer, porque no es árbitro á separarse una sola línea del voto general de la nación; ó pueblo: pues su esencial atribución es la representación de él, y la expresión de su voluntad. Lo segundo, porque si esta religion por la cual está decidido el pueblo, es como entre nosotros la católi- ca, su carácter esencial es el de ser intolerante, é incompatible con la libertad de cultos, como se verá luego. Es imposible, pues, adoptarla ó sancionarla en un estado sin excluir el ejercicio público de los otros cultos. De lo contrario, se vendría á admitir en el estado cosas, que mutuamente se contradicen y destruyen. Esto seria lo mismo que dar á un edificio la forma circular, y querer al mismo tiempo que los puntos de su periféria no disten igualmente del centro. Lo tercero, porque la buena política debe alejar de los estados (siempre que esto fuere posible) cualquiera culto extraño ó supersticioso y no admitir otra religion que la que está en el país reputada por verdadera. Montesquieu dijo sabiamente en el Espíritu de las Leyes: “Luego que el estado está satisfecho de una religion, seria una ley civil muy acertada la que no sufra el establecimiento de otra.” Mas antes de Montesquieu lo había enseñado Platon. “En toda república bien ordenada (dice este eminente filósofo), el primer cuidado ha de ser establecer en su territorio la verdadera religion, no una falsa ni fa- bulosa, y escoger por cabeza al que haya sido criado en ella, desde su infancia, no á otro. El verdadero culto es el apoyo de la república.”16 Dije: siempre que fuere esto posible; porque en un país como en la Gran Bretaña, en los Estados Unidos, y aun en la Francia, donde está in- troducida ya desde tiempos remotos la multiplicidad de sectas, no seria posible prohibir el tolerantismo sin comprometer el sociego del estado. Mas todo lo contrario sucede en nuestras Américas; donde la

16 Plat. lib. 11. de rep. lib. IV. de leg. 300 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 religion católica romana es la única que hasta ahora se ha profesado por todos los pueblos, tan antigua como la fundación de ellos mismos, y tan apreciada, y querida, como lo indica su inmoble adhesion á ella, á pesar de las declamaciones, y sofismas de algunos innovadores. Lo cuarto, que, supuesta esta aficcion única, ó este amor exclusi- vo al culto católico, cualquiera innovación que á este respecto quisiera introducirse entre nosotros, vendria á producir forzosamente, mas escándalo, que utilidad, y á comprometer la tranquilidad, y el órden público. Altamente grabada debiera estar en la mente de nuestros le- gisladores esta máxima saludable de un publicista generalmente esti- mado. “Las grandes mudanzas en un estado (dice) son “operaciones delicadas, llenas de riesgos; y un pueblo debe ser muy circunspecto en esta materia, y no inclinarse jamás á las novedades sin las razones mas urgentes, ó sin necesidad”.17 Verdad, que toca el último grado de importancia, cuando es aplicada á aquellos por lo cual toman el mayor, y mas ardiente interés posible, asi los individuos, como las sociedades políticas, á saber, la religion. ¡Ojalá que el olvido de esta máxima no hubiese producido ya los mas tristes efectos en algún pueblo de América! Sabemos que el estado de discordia, y anarquía del desgraciado pueblo de san Juan ha sido el resultado de la ley de libertad de cultos sancionada en Buenos Aires en el artículo 12 de los tratados de amistad, comercio y navegación celebrados en el gobier- no de las Provincias Unidas del Rio de la Plata y la Gran Bretaña. La provincia de Tucuman la ha rechazado también por medio de sus re- presentantes en la sesión de 21 de setiembre de 1825; y es muy claro que semejantes semillas de discordias no pueden dejar de impedir la unión efectiva de las provincias que se denominan unidas del Rio de la Plata. Asi es, como se vé prácticamente realizado el juicioso dicta- men de un escritor del siglo 18 que decía; “la uniformidad en el culto es un estado, como el centro en que se unen todos los miembros de él; pero la variedad es una semilla de discordia, que tarde ó temprano

17 Vattel, derecho de gentes, lib.1. cap. 3. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 301 viene á producirla”.18 Previendo esto mismo, el divino Platon nos dejó escrita en sus libros de las leyes esta saludable advertencia; “á ninguno debe permitírsele tener dioses particulares, ó adorar al Dios verdadero, á su arbitrio é idea, ó hacer una religion aparte para sí”. Segundo, cuando se dice que “la libertad de adorar á Dios se- gún lo dicte la conciencia de cada uno, es uno de los derechos mas nobles de la naturaleza humana”, se habla inexactamente, ó por me- jor decir, semejante proposición se apoya en un error inexcusable, y en una equivocación manifiesta. Todo hombre tiene el deber, de seguir la verdadera religion, el deber de buscar la verdad y de huir de la mentira: asi es como debe hablarse para hacerlo en términos propios y precisos. La religion no es un sistema, ni una filosofía en que cada uno pueda seguir lo que le pareciere, sino una obligación esencial, que solo puede llenarse cautivando su entendimiento en obsequio de la palabra de Dios, desde que ella es conocida por sus propios é impermutables caracteres. Dios no quiso dejar la religion á merced de la razón, ó parecer de los hombres, que entre ellos es tan fácil de extraviarse, y varía otro tanto como sus semblantes. Y á fin de hacerla una sola é inmudable, como lo es por fuerza la verdad, se dignó él mismo revelársenos desde el principio de los siglos, y expli- carnos en la sucesion de ellos su naturaleza y principales atributos, el culto que debía tributárseles, el origen y remedio de nuestros males, nuestros deberes, destinos y esperanzas, acreditando á los que envió progresivamente á hablarnos en su nombre con hechos de que no es posible dudar, y de que solo Dios puede ser el autor, “las profesías y milagros”. Así, la historia de todos los siglos nos hace ver que la religion no siguió jamás la progresión de los conocimientos humanos, ni de la civilizacion de las naciones; que entre las mas antiguas de éstas hubo una creencia mas pura y un culto mas simple, que solo se mantuvo y

18 Jamin, pens. teol, cap. 2. n. 29. 302 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 perfeccionó en una serie de familias, y en el pueblo hebreo que al cabo se formó de ellas, el que jamás se hizo célebre ni por las ciencias ni por las arte, ni tuvo otros medios naturales de instruirse que los otros pueblos; mientras que en todos estos sin excepcion alguna, olvidada la tradiccion primitiva reinó la absurda religion del politheismo é idolatría con las prácticas mas abominables, sin que ni su civilización siempre creciente, ni la luz de la filosofía, que brilló en muchos de ellos por las meditaciones y esfuerzo de sus sabios, hubiesen podido esclarecerlos, ni darles una religion y una moral digna de Dios. Prueba irrefragable de que ni una, ni otra es invención de los hombres, sino obra de la sabiduría divina; y que por consiguiente no es la razón, ni el propio juicio ó conciencia de cada uno, sino la autoridad comprobada por la palabra de Dios la que debe dirigir al hombre, y determinarle á abrazar la religion, si no quiere volverse á extraviar. Es verdad que el hombre, libre por la naturaleza de su condi- cion, puede sin duda abrazar según su alvedrio el agua ó el fuego, la verdad ó el error; la virtud ó el vicio; el bien ó el mal: sin esto no seria capaz del mérito, siguiendo la verdad y el bien, ni llenaría el de- signio de su autor, que se propuso en su creación hacerlo partícipe de su propia felicidad á titulo de premio. Si abraza por el contrario el error o el mal, no es por un derecho, sino por un extravio de su razón, y por un abuso de su libertad moral. Luego es preciso concluir, ó que no tiene derecho alguno á seguir (y mucho menos descubierta- mente) la religion que mejor le parezca, sino precisa y únicamente la verdadera, la que Dios ha revelado, y se halla testificada por lo que Dios envió á anunciarla al mundo, y por los que le han sucedi- do sin interrupcion hasta nuestros días en la unidad esencial de la fe, de la moral y del culto; ó que con cualquiera creencia se salva la verdad de la doctrina que Dios ha revelado, y con cualquiera culto se le reverencia dignamente, y se le da el homenage que él exige de sus criaturas. Mas esta última suposicion es tan absurda, que ni aun concebirla nos es posible.”Que? (Dice el sabio autor de los Pen- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 303 samientos Teológicos)19 Que? El pagano que adora muchos dioses: el judío, el cristiano el mahometano que adoran uno solo: el cristiano que desprecia á Mahoma como un embustero: el mahometano que le honra y venera como el mayor profeta: el judio que ha crucificado á Jesucristo como un blasfemo: el cristiano que le reconoce por el Mesías anunciado por los profetas y deseado de las gentes: el deísta que niega la revelación: el judío, el cristiano, y el mahometano que la admiten: el cristiano que adora á Jesucristo como á hijo de Dios y consustancial á su padre: el sociniano que le pone en la clase de las criaturas: todos finalmente ofrecen á Dios un culto igualmente agradable á sus ojos? Lejos de nosotros una blasfemia tan horrible. El Ser Supremo no puede aprobar cultos que se destruyen unos á otros. En todo el mundo no hay mas que una religion, así como no hay as que un Dios, y solamente ésta puede honrar al Ser Supremo.” El derecho, pues, de seguir y procesar cada uno la religion de su gusto tan pregonado por los tolerantistas no es otra cosa que el abuso de la libertad en punto de religion, ó la indiferencia respecto a todas, perfectamente semejante al derecho de matar á un hombre ó de ro- barle sus bienes que en lo moral querria fundar un malvado fanático, cuando cree que asi le cumple. No es por consiguiente un despojo que hace el poder legislativo de los derechos del hombre, cuando no tolera que á lo menos públicamente se abuse asi de la libertad con perjuicio de los ciudadanos ó se muestre semejante indiferencia y menospre- cio á la religion que mira como verdadera y respeta el pueblo. En otra nota examinarémos, si este figurado derecho inventado por los tolerantistas sea un derecho natural inviolable por los pactos sociales de una nación que profesa uniformemente su religion, como quiere Payne, y con él uno de nuestros públicos escritores. “El gobierno de los nuevos estados de América (insiste el se- ñor Blanco) que emplea su poder en defensa de la intolerancia de la

19 Cap. 3, n. 1 y 2. 304 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 iglesia católica romana, excede los límites propios de su jurisdicción. La creencia en tal ó tal sistema religioso es un acto de entendimiento en que ningún gobierno puede intervenir. Tal gobierno por ejemplo cree que la iglesia romana no puede errar: uno ó mas habitantes de sus dominios cree lo contrario. ¿Ha prometido Dios infalibilidad al tal gobierno en esta contienda intelectual? ¿Quién le ha hecho dueño de las opiniones de hombres libres? &c.” Esta argumentación se apoya toda en falsas suposiciones. Supo- ne que el poder legislativo, excluyendo el ejercicio público de otros cultos distintos del católico, interviene en los actos del entendimien- to peculiares á cada hombre, se atribuye la infalibilidad en el juicio que pronuncia á favor de la religion católica romana, é intenta domi- nar sobre las opiniones de los hombres. Todo esto es evidentemente falso. La intolerancia sancionada por las constituciones de América no va hasta penetrar el santuario del entendimiento humano, ni domi- nar sobre las opiniones. Deja á cada uno que piense como quiera en punto de religion, con tal que no menosprecie la católica, ni preten- da ejercer públicamente otra distinta, que tal vez se haya hecho para si: de la misma suerte que cuando promulga una ley puramente civil ó política, no indaga si hay alguno que en lo interior de su pensa- miento la repruebe, con tal que ninguno la insulte exteriormente, ni la infrinja por los hechos. Asi se ha practicado y se practica en toda la América desde la época de su independencia. Hay muchos protes- tantes, y aun incrédulos entre nosotros. ¿A quien se le ha perseguido por sus opiniones religiosas, ó se le ha hecho la menor violencia para que mude de religion? Para sancionar la religion católica romana como única del estado, no es menester tampoco que el poder legisla- tivo juzgue precisa y directamente que ella sola es la verdadera entre todas las que profesan otras naciones y pueblos, ni mucho menos que se atribuya la infalibilidad de este juicio; bástale saber que el pue- blo á quien representa, y cuyos poderes ejerce en el acto de formar las leyes, mira como infaliblemente verdadera á la religion católica romana, y quiere que ella sola se conserve, y ejerza públicamente en JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 305 su territorio. Este es un juicio de puro hecho no dogmático. Si después juzga también, como es natural, que esta religion que el pueblo ex- clusivamente aprueba, es la que mas le conviene para conservarse en reposo y tranquilidad, y que la permisión ó tolerancia de otros cultos vendría á turbársela, y a cabo á entregarle ó á las discordias y guerras civiles, ó á la indiferencia de religion y ateísmo práctico, como lo ha demostrado cumplidamente el autor de la Memoria Política que precede á estas notas, será un juicio prudentísimo; pero meramen- te político, no teológico. ¿Dónde está, pues, la culpa que se le imputa de querer ingerirse en los actos del entendimiento, de atribuirse la infalibilidad de sus juicios, y de pretender dominar las opiniones y conciencias, que están fuera del ámbito de su jurisdicción? El mismo señor Blanco observa, que “las leyes intolerantes que se han publicado entre los hispano-americanos no son efecto del convencimiento de los legisladores, que son hombres ilustrados, sino medio de huir el cuerpo á una dificultad que no han tenido valor de mirar cada á cara, y esta es que el pueblo es intolerante, y la mayor parte del clero lo apadrina en este sentir”. Prescindo de que sea exactamente verdadera su observación pues es un hecho indu- dable á los que presenciamos aquí las cosas, que la mayor parte de esos ilustrados legisladores han “estado muy conformes con el sentir del pueblo y del clero, y muy penetrados de los gravísimos incon- venientes que necesariamente produciría la libertad de cultos; y que los pocos que han sido contrarios, á pesar del “valor que han tenido de mirar cara á cara esta dificultad”, no pudieron menos que ceder á ella, ó mejor diría, á la fuerza de la razón. Pero á lo menos prueba la observación del señor Blanco, que en el intérvalo de pocas líneas sabe contradecirse, suponiendo, primero, que los legisladores ame- ricanos han estado tan íntimamente convencidos de la verdad ex- clusiva de la religion católica romana, que han llegado á atribuirse el privilegio de la infalibilidad de su pronunciamiento á favor de ella, y el imperio sobre las conciencias; y afirmando luego que los mismos legisladores han pensado para sí de otro modo que el pueblo, y lejos 306 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de estar convencidos, no han hecho mas que ceder á la dificultad que les oponía la multitud patrocinada por la mayor parte del clero. Así es como oscila la razón de los hombres mas ilustrados, cuando se empeñan en persuadir paradojas. Otra equivocacion padece también el señor Blanco. Nosotros los católicos creemos, que la iglesia universal congregada ó dispersa, pero siempre unida á su cabeza, es decir, á la silla de Roma, es infa- lible en sus juicios dogmáticos, Si el Papa por sí solo, ó con el clero de Roma lo es, ó no, los disputan los teólogos entre sí. No era justo, pues, atribuir á nuestros gobiernos la simplicidad, ó ignorancia de creer como un dogma de fe lo que no es mas que una opinión, y mucho menos que diesen á esta tanta importancia, que quisiesen entrar en contienda con los que la rechazan, y obligarlos por fuerza á seguirla. ¡Esto me parece extremamente ridículo! “No contentos los legisladores (dice el señor Blanco) con obli- gar á las generaciones venideras á ser católicos romanos, los quieren forzar por una ley fundamental á que no permitan el ejercicio de otra religion alguna. Es tanta la ceguera de aquel pueblo, (habla del megicano), tanta su injusticia y violencia, que no ha sido posible á ningún hombre ilustrado el tratar de abrirle los ojos sobre este pun- to. Apenas puedo creerlo. No: la timidez de los hombres que saben mas que el común, es la infeliz herencia de la intolerancia española, efecto de su feroz inquisicion, que ha destruido el valor moral en los que han vivido bajo de su yugo”. Apenas puedo yo creer tampoco, que el señor Blanco insulte de esta suerte á todo un pueblo, dueño de establecer sus propias leyes, buenas ó malas como Dios le ayudare. Véamos, si mas bien puede decirse injusta y violenta su amarguísima censura, y si es mayor la ce- guera del señor Blanco que la del pueblo megicano, y de los demás de América, que en este punto no difieren de aquel. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 307

Los legisladores hispano-americanos no han pretendido obligar á las generaciones venideras á ser católicos romanos. Ellos han declara- do por una ley fundamental, que la generacion actual quiere serlo y no consiente el ejercicio público de otra religion. Nada mas. Mas esta ley fundamental, como todas las demás, puede variarse después de un tiempo señalado por las constituciones, á voluntad de las gene- raciones venideras, la cual será entonces una ley, como lo es hoy la voluntad de la presente. Este es el sentir, muy bien fundado, de un sabio americano, (el señor Fúnes) citado en la Memoria Política de Chile. “Los poderes representativos (dice) no son otra cosa que los órganos de la voluntad general…Si disgustada la nación con su anti- guo culto, se resolviese á cambiarlo, no podrían esos poderes hacer violencia á su intención.” Mas, aunque esta variación de la voluntad de la nacion sea muy posible, y deba entonces surtir su efecto, estamos muy distante de creerla un feliz acaecimiento para la república y los ciudadanos, como parece que la considera el autor de las observaciones sobre los con- sejos del señor Blanco en el Peruano núm. 21; quien después de haber observado muy bien que el antídoto de la incredulidad no puede ser la tolerancia, según piensa el señor Blanco, y reconocido la im- posibilidad de establecerla por ahora á causa de la opinión contra- ria dominante, reputa á ésta como “una de las habitudes contraídas bajo la tiranía”, y se consuela con la esperanza de que “el tiempo se encargará de desarraigarla á favor de las circunstancias, las luces y la necesidad”. Nosotros por el contrario creemos, que nuestros hijos y nietos se aprovecharán del ejemplo que les damos: de firmeza, para no dejar amancillar nuestra pura santa, y sincera fé con mezcla de opiniones heterodoxas, y, que jamás se resolverán á abrigar en su seno la serpiente de infinitas cabezas, que ó devoraría sus entrañas, ó aniquilaría su religion. Esperamos en fin de nuestras posteridad (valiéndonos de la expresión del apóstol ad Heb. 6.) una conducta mejor, y mas cercana á la salud de sus almas, y á la conservación de su bienestar social, aunque le hallamos hablado del poder que tiene 308 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de variar, ó dejar alterar su religion por la tolerancia pública de otros cultos. Confidimus autem de vobis, dilectissimi, melior a et viciniora saluti, tametsi ita loquimur. Mas la intolerancia actual de los pueblos, y aun de los “que saben mas que el común” ¿será por ventura “una de las habitudes contraí- das bajo de la tiranía….una timidez heredada de los españoles, como efecto de su feroz inquisición”, según piensa el señor Blanco, y su observador Peruano? Ya el sabio autor de la citada Memoria Política ha respondido victoriosamente á esta objeción en el párrafo 12. Yo solo añadiré, que la timidez que por algún tiempo pudo producir ó la tiranía ó la inquisición en el ánimo de los americanos, está tan le- jos de haber dejado el menor vestigio en sus corazones, que parece haberse cambiado en un valor impertérrito. El pueblo, que resolvió constantemente sacudir el yugo de la opresión, cuando todavía tenía levantada sobre sus cabezas la espada cruel é inexorable de sus opre- sores, auxiliada de los calabozos y hogueras del llamado Santo Oficio ¿temeria algo después de haber roto á aquella, y proscripto á estas para siempre? Pero este pueblo heróico y valiente, es al mismo tiem- po cuerdo y moderado: él sabe poner límites al amor de la libertad, y guardar el medio que igualmente lo aleje de los extremos. Condena como exceso detestable la feroz intolerancia ejercida por la inquisicion y los españoles; mas huye de abrir las puertas de la irreligión, ó á la discordia civil, convidando con templos, y provocando á prosélitos de un culto y opiniones que no existen en el país. Teme, es verdad, los resultados de la tolerancia absoluta y libertad de cultos; mas este temor nada tiene de supersticioso, ni fanático: es justo, racional y digno de elogio á juicio de todo hombre imparcial. O! Jamas permita el cielo que algún pueblo de América apren- da el valor moral de los filósofos incrédulos, y espíritus fuertes de Europa, que no es otra cosa, sino atreverse á negar á Dios, á hollar su divina palabra, á burlarse de la religion como si fuera una necia superstición, ó á sacudir, por lo menos, la autoridad de la iglesia, para JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 309 interpretar cada uno á su arbitrio las Santas Escrituras, y adoptar la secta ú opinión que mas le acomode, sin cuidarse si es la creencia en que debe obrar su salud eterna conforme á la voluntad inmudable de Dios. Si este es el valor moral que el señor Blanco echa de menos en nosotros, él no puede ser otra cosa que la fuerza de corazon para resistir á Dios y á su ley, muy distinto del valor físico llámase natural, ó sobrenatural, y sea obra de temperamento, de la reflexión ó de la gracia, que es la de resistir á la prepotencia injusta y violenta de los hombres, ó de luchar con la ley adversa de la naturaleza y los elemen- tos. No es ciertamente la inquisición, ni la tirania de los españoles, la que ha destruido en nosotros el valor moral, tomado en la acep- ción sobredicha, sino la razón que es de todos los tiempos, y que de acuerdo con la religion nos persuade, que es un insensato, y que á sí solo se hace todo el daño, el que á Dios resiste. Mas confiese el señor Blanco que ni una ni otra ha podido arrancarnos el valor natural, que tan poderosamente se ha desenvuelto en nuestra gloriosa transfor- mación política, con admiración de él mismo y del universo entero. “¿Es posible (prosigue el señor Blanco) que los hombres sean tan ciegos que quieran enmendar la plana al autor y juez supremo del mundo? Estamos viendo que Dios ha permitido y permite las religiones mas absurdas sin hacer violencia á los que la profesan; que al publicar la religion verdadera no lo hizo por fuerza sino por medio de la humildad y sufrimiento de sus apóstoles; y no obstante esto ¿todavia se hacen leyes constitucionales contrarias á este plan de la Providencia? Jesucristo nos dice que no tratemos de arrancar la cizaña que crecido con el trigo”. No era de esperar que nuestro consejero de la tolerancia se valie- se de tan despreciables sofismas. En todo este discurso no hace otra cosa, que disparar tiros al aire, y jamás al blanco. Yo hago solo tres preguntas al señor Blanco, que al instante descubren la impertinencia de sus objeciones. 1. Estamos viendo que Dios ha permitido los de- litos mas atroces, los asesinatos, los robos, &c. sin hacer violencia á 310 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 los que los cometen. Pregunto: los legisladores que no los toleran en la sociedad y establecen severas penas contra ellos, ¿son por ventura “hombres tan ciegos que quieran enmendar la plana del autor y juez supremo del mundo?” 2. ¿Dónde están las leyes constitucionales de alguno de los estados libres de América que por la fuerza obliguen á los protestantes é incrédulos que hay dentro de ellos á profesar la religión católica romana? 3. ¿En que estado libre de América “ha crecido ya la cizaña con el trigo”, es decir, se halla ya establecida la diversidad de religiones y de sectas juntamente con la católica? Lue- go, si el señor Blanco no se atreve á responder afirmativamente á alguna de estas tres cuestiones, y á probar su afirmación, es preciso que confiese, que ni los legisladores que no toleran las religiones absurdas tratan de enmendar la plana al autor y juez supremo del mundo, ni contrarían al plan que se propuso Jesucristo al publicar la verdadera religion por sí y sus apóstoles sin emplear la fuerza, ni tienen que arrancar la cizaña, que desde luego quiere el señor Blanco hacer que nazca con el trigo, pero que por fortuna aun no ha nacido y está todavía lejos de haber crecido con él en nuestros países. ¿Tergiversará el señor Blanco diciéndonos, que las opiniones religiosas, por absurdas que sean, no pueden compararse á los deli- tos, porque son errores del entendimiento, y no vicios de la volun- tad? Pero á mas de que esto no libra de falsedad el principio sobre que discurre y por el que quiere persuadirnos que las leyes humanas deben tolerar todo el mal que Dios permite en este mundo; á mas de que le seria muy difícil probar que los errores, á lo menos de las sectas del cristianismo, no sean efecto del orgullo, de la obstinacion y del espíritu de sedición y desobediencia á la autoridad irrecusable de la iglesia: lo único que podría concluirse de la disparidad que alegase á favor de las opiniones religiosas, es que se dejen impunes y que se permita que cada cual piense como quiera en punto de religion, pero no que se tolere el escándalo de un culto público reprobado por la religion uniforme del país, el proselitismo que le es consiguien- te, la jactancia de los sectarios, y el imponderable mal en que todo JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 311 esto debe venir á parar cual es, ó la divergencia de opinión entre los ciudadanos, los odios mútuos, y discordias civiles, ó la indiferencia de religion y el ateísmo, El error, ó desatino de un loco es también inculpable; sin embargo, si él puede ser dañoso á los habitantes, no se tolera en las calles, y se le encierra. ¿Replicará que una ley fundamental que obliga á profesar ex- clusivamente la religion católica romana, hace fuerza á los que le prefieran otra? Pero reflexione, que ninguna constitución americana obliga á profesar exclusivamente la religion católica romana, sino á los ciudadanos de la república, por cuya voluntad general reconocida y declarada por el órgano de sus representantes se ha establecido la ley fundamental de la religion del estado, y que después de promulgada, se comprometieron á guardarla por un solemne juramento. Repug- na que haya fuerza en un acto, en que ha intervenido la voluntad libre de todos, antecedente y consiguiente. Si la hay, será respecto de unos pocos ciudadanos que hayan disentido de la voluntad general; mas semejante fuerza es inevitable en todos los pactos sociales, en que siempre prevalece el voto de la mayor y mas sana parte de los que han convenido en asociarse; y es la base de todas y de cada una de las leyes fundamentales de la sociedad. El ciudadano que no pudo conformarse con la voluntad de todos, si al cabo no quiere reducirse al voto común de la sociedad, le queda franca la puerta para salir de ella, y conservar su natural libertad. Este último partido fue el que tomo el persa Otan, por no haber querido conformarse con el siste- ma de monarquía, y elección de Dario Hystaspes para gobernarla, en que habían convenido los demás príncipes de Persia, según refiere Herodoto. (Hist. Lib. 3.). Si se habla de los extrangeros, que no se han incorporado en la república por la libre aceptacion de sus pactos sociales ó leyes fundamentales, tan lejos está de que alguna constitución americana les obligue por la fuerza á profesar la religion católica romana, que á sabiendas de que siguen las opiniones de otras sectas, se les acoge 312 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 liberalmente en el territorio de los estados, no se les inquieta por su creencia, ni por los ritos exteriores que quieran practicar en lo inte- rior de sus moradas; pero tampoco se les ponen templos, ni se les conceden capillas para que ejerzan públicamente sus cultos. ¿Hay en esto la menor fuerza? ¿Responderá en fin que “el que digere que en las nuevas repú- blicas de América no se hallan mas que católicos romanos, no solo se engaña sino que se burla?” No nos engañamos, ni menos pre- tendemos burlarnos. Sabemos que hay muchos extranjeros, que no son católicos romanos; y nos dolemos al ver que hay no muy pocos americanos, que engañados por el Citador, Volney, y otros libros impíos y obscenos, si no se han vuelto del todo incrédulos, se hallan á lo menos dudosos y vacilantes en su fé, y entre tanto se entregan con desenfreno al desahogo de sus pasiones, como si no la tuvieran. Este desórden lo pondera el señor Blanco en su escrito, y con mucha razón. Pero ¿concluirémos de aquí que ya ha crecido entre nosotros la cizaña con el trigo, y que es preciso por eso tolerar las sectas de los unos y la incredulidad de los otros? No por cierto. Ninguna de las sectas extrangeras ha podido hasta ahora desenvolver ni propagar con li- bertad su ponzoña. Ningun americano, que sepamos, se ha vuelto luterano, calvinista, anglicano, presbiteriano, &c. La incredulidad de algunos de ellos se acabará tan luego, como quieran instruirse en su religion, y corregir sus costumbres. Entre tanto, ni el señor Blanco ni nadie puede aprobar que se publique un edicto de tolerancia, para que el que quiera pueda ser incrédulo, ó no tener religion ni moral alguna. Luego no puede decirse que ha crecido ya la cizaña de las sectas con el trigo del catolicismo, ni estamos en el caso de arrancar aquel, sino en el de excusar que se siembre por la tolerancia y libertad de cultos públicos; en el de impedir la introducción y libre circula- ción de los libros que atacan, ó vilipendian la religion cristiana y la moral del Evangelio; y en el de persuadir á nuestros americanos, que dando de mano á los libretes despreciables del Citador y de los otros incrédulos, se dediquen á estudiar mejor su religion, y á depurar el JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 313 gusto moral por la práctica de sus santos preceptos á fin de sentir su precio y dignidad. “Se vé, se tolera la incredulidad en América (añade el señor Blanco), pero que un protestante, que cree en Jesucristo y sus santos Evangelios, y se emplea con todo ardor en cumplir sus preceptos, tenga una pobre capilla, en que reunirse con los de su opinion, ¡que horror! ¡Esto no puede permitir la iglesia!” Si hablamos de la iglesia, es cierto que ella no puede permitir otra fe ni otro culto que el suyo: la intolerancia religiosa es de la misma esencia de la iglesia. El señor Fúnes en la nota 8 sobre las garantías de Daunou, sin embargo de inclinarse á la tolerancia civil en caso de ser ésta el único medio que tuviese el estado político para llegar á su fin, prueba por el carácter propio de la verdadera iglesia, que ella debe ser necesariamente intolerante. La iglesia “(dice) es una sociedad de fieles reunidos para la profesión de una misma fe, la práctica de unos mismos sacramentos, y la sumisión á los pastores legítimos. Luego no puede contar en su gremio al que es de otra creencia, ni admitirlo á las mismas prácticas de religion. Será el primer cuidado de los pas- tores, siguiendo el encargo de Jesucristo, velar sobre su rebaño, esto es, los fieles; separar de él á los logos y falsos profetas, mantener la unidad de la fe, y no dejar que la cizaña se mezcle con el buen grano. Esta es la suma de lo que nos enseña la escritura sagrada sobre este punto. ¿Puede haber una intolerancia ni mas justa, ni mas señalada por el espíritu del cristianismo?”. Esta fue la conducta de los apóstoles, y el camino que dejaron trillado para su imitación. Sin que en la iglesia hubiese un poder es- piritual de establecer leyes, y aplicar penas del mismo género ¿Cómo era posible que esos pastores establecidos por Jesucristo llenasen con fruto el ministerio á que los destinaba? Asi fue, que desde los tiempos primitivos privaron á los cristianos refractarios de los bienes espirituales, de que gozaban los fieles observadores de la doctrina, y sumisos á su autoridad.” 314 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 En consecuencia del mismo principio y del mismo encargo, preciso era que esos pastores se hallasen autorizados para condenar todo lo que fuese contrario á la doctrina canonizada por la misma iglesia. Separar de su seno las serpientes, y dejar difundido su vene- no, hubiera sido lo mismo que dejar mezclada la cizaña con el buen grano, y llenar á medias su ministerio.” “Dos cosas requiere el autor de las garantías para que pueda cen- surarse una opinion: un símbolo ò cuerpo de doctrina pública, y un tribunal legítimamente constituido. Nada mas justo. Sin ese cuerpo de doctrina, las decisiones corren el riesgo de ser ò falsas ó arbitra- rias: y sin ese tribunal, cualquiera otro censor careceria de garantía, para que no se le mirase como injusto invasor. Yo me valgo de estos mismos principios para asentar que las doctrinas contrarias á la en- señanaza católica están sujetas á una censura, muchas veces amarga á sus autores, pero siempre saludable, á los fieles.” ¡Un símbolo ó cuerpo de doctrina! Y ¿qué comunidad de las heterodoxas puede vanagloriarse de tener uno ni mas puro, ni mas santo, ni mas auténtico que el de la iglesia católica? No es este el lugar de convencerlo. Contentémosnos con producir aquí lo que de- cía Terutuliano: “á nosotros no nos es permitido (decía), enseñar nada de nuestra propia elección, ni recibir lo que otro ha forjado de su propio discurso. Tenemos por autores á los apóstoles del Señor: aun ellos mismos nada han imaginado de su propio fondo, sino que finalmente han transmitido á la naciones la doctrina que recibieron de Jesucristo”. De aquí concluimos nosotros que la doctrina de la iglesia es divina, santa é inmutable.” “Descendamos al punto del tribunal. Hemos visto ya que los pastores, á quienes Jesucristo encomendó el cuidado de su iglesia, fueron autorizados por él mismo para condenar todo lo que estu- viese en oposicion de la verdad. Sin esto, una doctrina revelada, que humilla la razón, y una moral severa siempre en lucha con las pa- siones, no hubiesen podido subsistir. Si el autor lo niega, no me JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 315 empeñaré en convencerlo; pero sí, en deducir de estos datos: pri- mero, que hallándose la iglesia católica en la firme persuacion de su certeza, debe creerse con derecho para sacar de este mismo símbolo sus decisiones, y para creer que el juicio que les opone á los errores que condena, no es el suyo propio, sino el del divino autor que se lo reveló. Segundo, que no menos debe también creerse con derecho para oponer sus decisiones á los que alteran la doctrina recibida, y se esfuerzan á inducir á los fieles en error. Tanto mas debe en ellos ser firme este concepto, cuanto viven asegurados que por un privi- legio de este mismo Señor; que los hizo depositarios de su doctrina, quedó no uno solo, sino el cuerpo entero de pastores ó juntos ó dispersos á cubierto de todo error.” Yo no alcanzo como es que no ignorando el autor de las garan- tías toda esta sublime teoría de la iglesia católica, pueda formarle su proceso por el capítulo de su intolerancia. Si es porque cree, que todo es ilusión y engaño, esto no basta sin haberla convencido primero, que la conocia, y procedía de mala fe. Por lo demás, vivir persuadido, que cuando la iglesia levanta el brazo de su censura, obra en fuerza de su convencimiento, y argüirla de indiscreción, es pretender que sea criminal, porque rehusa el crimen; es pretender que bajo el título de protectriz de los dogmas católicos, solo encierra una virtud tími- da, débil y vacilante; en fin es pretender que se ponga en contradic- ción de sus mismos principios.” Me he detenido en transcribir este trozo todo entero, porque no es posible justificar mejor en pocas, precisas y claras palabras la into- lerancia religiosa de la iglesia, y las necesarias consecuencias que de ella dimana: objeto uno y otro incesante de los tiros de los mal-creyentes y tolerantistas desde Bayle hasta Dounou. Mas entre éstos no falta quien, dando un paso atrás para herir luego con mas fuerza, diga: “toca pues únicamente á la iglesia zelar la pureza de la doctrina católica, y ser intolerante, censurando y condenando á la que le sea opuesta y á sus autores. Pero ¿por qué ha de entremeterse en esto el gobierno civil, 316 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que de nada de esto puede ni debe juzgar y de cuyo resorte es solo cuidad de la salud y prosperidad temporal del estado? Es preciso pues que sea tolerante, y sin esto no puede haber libertad”. De otro modo es y debe ser intolerante el gobierno civil, que la iglesia, como se dijo poco antes. La iglesia lo es, juzgando y conde- nando la doctrina opuesta á la católica y excluyendo de su seno y de la participación de sus bienes espirituales á los autores del error, si se obstinan en él: lo cual ella sola puede hacerlo, porque como aca- bamos de ver, tiene una regla cierta de sus juicios, que es el símbolo, ó cuerpo de doctrina revelada por su divino autor, y una jurisdicción ò tribunal, que le es dado exclusivamente por el mismo para pronunciar sus juicios sobre la verdad, ó falsedad de la doctrina sin peligro de engaño ó de error. Nada de esto tiene el gobierno civil, y en nada de esto puede por eso entrometerse. Mas puede muy bien juzgar el poder legislativo, si la nación á quien representa, quiere exclusivamente con- servar la religion católica que ha recibido de sus mayores (que es un punto de puro hecho) para sancionar por una ley su voluntad. Puede juzgar si la introducción de otras religiones y sectas. Y su libre ó pú- blica profesion expondría con el tiempo á peligro la “salud y prospe- ridad temporal del estado”, que es una discusion meramente política, y de su resorte. Puede en fuerza de la ley establecida el poder ejecutivo negarse á franquear templos y capillas para juntas ó congregaciones religiosas de los que disienten de la fe católica, y despedir del estado á los que con palabras, acciones, ó escritos atacan ó se burlan de las prácticas de esta, ó á los que tratan de atraer á sus sectas por la se- ducción, el interés ú otro medio á los católicos. De este modo ¿por qué no puede ser intolerante? ¿Excede por ventura nada de esto las atribuciones de uno y otro poder, legislativo ó ejecutivo?. No habrá entonces libertad de conciencia, porque la nación no ne- cesita de ella para sì, ni la quiere. No habrá libertad de cultos traídos de afuera por los extrangeros, porque la misma nacion los detesta, y no quiere que con ellos se venga á insultar su religion, y á manci- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 317 llar la pureza de su fé. No habrá “libertad de errar y de extraviarse impunemente”, que no es un don de Dios ni un “derecho natural del hombre”, como deliran nuestros tolerantistas, sino el estipendio del orgullo, de la presunción del espíritu humano, y de la corrupción de su corazón; pero reposará en paz cada ciudadano á la sombra de su viña ó higuera, después de haberse reunido todos á tributar un culto sincero y uniforme al Ser Supremo; y ninguno habrá á quien inquiete el temor de ver algún dia sus hogares teñidos con la sangre de sus parientes, amigos y conciudadanos por los ódios, discordias y persecusiones que, a pesar de los edictos de tolerancia engendra la división de creencia y de cultos. Pero volvamos á la objecion del señor Blanco contra la “in- tolerancia civil del protestantismo” en medio de la tolerancia de la incredulidad, de que acusa la América, y á sus legisladores. Este señor al hacerla, olvida sin duda que hay una tolerancia de mero hecho, y otra legal. La primera, siendo de un hecho contrario á la ley, excluye el consentimiento de la autoridad; su conducta es reservada y timi- da, su existencia precaria, y solo se mantiene y dura mientras que subsisten las causas que impiden corregir el desórden o escándalo tolerado. Mas la segunda, se apoya en la ley ó edicto, que ordena á la autoridad tolerar el mal; éste por consiguiente levanta la frente sin rubor, se establece libremente, obra y progresa en razón de su seguridad é ilimitación de tiempo. El calvinismo de Francia antes y después de la revocación del edicto de Nantes por Luis XIV pasó por esta doble especie de tolerancia. El divorcio voluntario por leyes causas suele tolerarse también entre nosotros del primer modo; mas en Roma hubo tiempo en que fué tolerado del segundo, es decir, por las leyes.20 Asi, hizo este desórden tal progreso, que las mujeres ilustres (decía Séneca, lib. 111. de benef. 16) “cuentan sus años, no por el número de cónsules, sino de sus maridos; se divorcian para casarse, y se casan para divorciarse”.

20 L. 60 §. 1. l. 61. l. 62, D. de don. int. vir. Et uxor. 318 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Si se ve pues, y si se tolera la incredulidad en la América, no es por- que tenga entre nosotros salvo conducto. A nadie le ha ocurrido hasta ahora pedir un edicto de tolerancia para ser incrédulo, como el que quisiera el señor Blanco que se concediera por los legisladores ame- ricanos á favor de sus protestantes. Los mas encubren su incredulidad por no incurrir en el horror ó menosprecio público. Esta peste nos ha venido por la multitud de libros anti-religiosos é inmorales, que vertidos al castellano ha derramado la Inglaterra en todos los puntos de América. En el estado del Perú, el gobierno condenó desde los primeros días de su independencia los libros obscenos con láminas ó sin ellas, como contrarios á la moral pública y á la educación de la ju- ventud, bajo la pena de ser quemados por mano del verdugo, y de la multa de dos mil pesos. Bajo de las mismas penas prohibió después por decreto de 3 de Agosto de 1825 la libre introducción de libros impíos que atacan la religion del estado, se burlan de ella y siembran máximas subversivas del órden social, con inconciliables con la pro- tección y respeto, que la tiene solemnemente prometidos la ley fun- damental de la constitución en el artículo 9. Esto prueba, que entre nosotros la incredulidad no tiene el menor apoyo, que la ley ha tratado de quitar el pábulo y causas de ella, y que si se mantiene es porque la injuria de los tiempos no ha permitido hacer efectivas las medidas saludables, que creyó ser las únicas que podía dictar para extinguirla. ¿Por qué, pues aumentar este mal por ahora inevitable, autori- zando también á los protestantes por una ley ó edicto de tolerancia como lo desea el señor Blanco, para que vengan á diseminar libre- mente sus errores, de cuyo mútuo conflicto, variedad é inconstancia ha tenido su orígen la incredulidad? ¿En qué vendría á parar la humil- de propuesta de tener “una pobre capilla en que reunirse con los de su opinion?” Muy pronto querrian ensancharla y construir templos espaciosos, en que dar acogida á los muchos ignorantes ò incautos que se habrían dejado engañar por el especioso atractivo, que des- pués del señor Blanco les encarecerían de que creen en Jesucristo y sus Evangelios, es decir, en las opiniones que cada secta por su antojo, ó JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 319 espíritu privado quiere hallar en los Evangelios, y de que se emplean con ardor en cumplir sus preceptos, menos el esencialísimo de obedecer á la iglesia, única depositaria ó intérprete por Jesucristo de la divina palabra, de cuyo verdadero sentido depende, no solo la verdad de los dogmas, sino también el espíritu y justa extensión de los preceptos. “¿Quién estudia la religion en España y en los pueblos que ha- blan su lengua, sino los clérigos? Pregunta el señor Blanco. Aun es- tos tienen que estudiarla por libros escolásticos que los dejan por lo común en la ignorancia de sus verdaderos fundamentos. De aquí es que tanto clérigos, como seglares si son hombres de entendimiento no timido, apenas leen un libro francés anti-religioso, cuando renun- cian en secreto toda creencia”. Es carácter propio de la ignorancia, no ser timida, sino atrevida. He aquí reconocida y confesada por el mismo señor Blanco la causa de haber caído muchos españoles y americanos en la incredulidad, desde que empesaron á leer los libros franceses anti-religiosos….. “la ignorancia de los verdaderos fundamentos de su religion”. ¿Para que buscar otra? ¿Para que echarle la culpa á la intolerancia, que por el contrario les prohibia leer semejantes libros con tanta mayor ra- zón, cuanto que ella procedía sobre el conocimiento de que la falta de instrucción sòlida, que ha sido tan común en España y América, los exponía al peligro de no poder desembarazarse de los sofismas, lazos y embustes de la impiedad? Mas no crea por eso el señor Blan- co que todos los clérigos y seglares que hablan la lengua española hayan estado condenados á “estudiar su religion únicamente por li- bros escolásticos, é ignoren sus verdaderos fundamentos”. A mas de los apologistas antiguos, no nos son desconocidos los Leland, los Lyttelton, los Seed, lo Beatie, los West, de que tal vez se aprovechó el señor Blanco en Inglaterra para instruirse y convencerse de su religion ni mucho menos los Bossuet, los Pascal, Bergier, Guence, de Luc, Gerard, &c. 320 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Dice en fin el señor Blanco: “tanto el pueblo, como el clero de los estados hispano-americanos han mostrado su amor á la li- bertad….Mas la libertad debe empezar por la parte mas noble del hombre que es la razón. Dios no manda en el Evangelio que séamos intolerantes….Me persuado que las constituciones hubieran podido echar los cimientos del estado sin mezclar esta arena movediza, que tarde ó temprano ha de hacer bombolear el edificio entero”. La libertad, aun la civil y política, tiene límites; y la que los traspa- sa (dice Ciceron, republicano él mismo y amantísimo de la libertad, lib. 1. De repl. XLIV) viene á parar luego para los pueblos y para los individuos en intolerable servidumbre. Nimia libertas et populis et privatis in nimiam servitutem cadit. Mucho menos puede salvar los lími- tes que la religion impone á la razón humana. La verdadera religion es revelada por Dios, delante de quien el entendimiento mas elevado y comprensivo en un niño que debe oir y someterse con docilidad á la palabra infalible de un ser infinitamente inteligente. La razón por sí sola no puede descubrir las verdades mas esenciales, de donde depende toda la economía de la adoracion, del culto, de la expiación y santificación del hombre, ni los medios propios de desempeñar todos sus deberes para con Dios, consigo mismo y los otros. El estéril é infructuoso ensayo de todos los pueblos y filósofos de la antigüedad, de los que entre mil absurdas prácticas de los primeros, é innumerables delirios especulativos de los segundos, los que de estos tuvieron una inteligencia mas sana y despejada solo acertaron a divisar de lejos algunas vislumbres, de las verdades, cuya absoluta necesidad por otra parte conocían es un perfecto desengaño de la impotencia de la razon. Esta solo puede ser libre, aunque siempre cuerda y contenida, para indagar cual es esa palabra de Dios por donde debe conducirse, y cual la sociedad, á quien hizo depositaria de ella, y confió su verdadera inteligencia y sentido, sin lo cual el libro que contiene esta divina palabra, lejos de fijar á los creyentes en la unidad esencial de la fe, solo serviría de dividirlos y extraviarlos. Mas desde que por sus propios, evidentes é impermutables caractéres hubiese JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 321 discernido una y otra, la razón no tiene mas derechos que ejercer, y deben en silencio dejarse guiar por la fe. Exhórtenos, pues, el señor Blanco á alzar el vuelo del ingénio ó de la razon en las ciencias naturales y políticas, y en las artes é in- dustrias humanas que son de su jurisdicción; pero no nos convide á saltar las barreras que Dios ha puesto á nuestro entendimiento, hasta querer que sacuda el yugo de la autoridad, para entregarse por sí mismo á sondear sus misterios, y formarse su religion, ó hasta per- suadirse que esto mismo sea lícito á los demás, á pretexto de la subli- midad y nobleza de nuestra razon. Esta nunca se remonta y engrandece mas, como cuando se sobrepone á si misma para aprender de Dios por el órgano de su iglesia verdades altísimas y á un mismo tiempo riquísimas de consuelos, que por sí no había podido sospechar y mucho menos alcanzar ni comprender; ó como cuando aumenta su vista naturalmente corta con el telescopio de la fe, y con este auxilio contempla en el mas perfecto reposo de su razon al Ser infinito, y se deja penetrar de la claridad del cielo. La libertad de la razón debe aca- bar donde empieza La fe divina, porque en punto de religion, aquella solo serviría de extraviarle y sepultarle en las tinieblas de error o de las dudas, mientras que ésta la esclarece, la asegura y perfecciona. “¿Nos manda Dios en el Evangelio que séamos intolerantes?” Si por intolerante se entiende el que aborrece á los que tienen otra creencia, ó los inquieta y persigue por sola esta causa, es verdad, que el Evangelio, lejos de mandarnos la intolerancia, nos la prohíbe expre- samente . En este sentido puede decirse que el cristianismo es la mas tolerante de las religiones; porque ninguna hay que mande tan rigoro- samente la caridad universal, es decir, para con todos los hombres de cualquiera nación ó religion que sean. Mas esta caridad para con sus personas, no puede ni debe perjudicar los intereses de la verdad, ni ir hasta tolerar que el error con que se han abrazado, tenga descubier- tamente culto, templos y altares con ultraje de la verdadera religion, con escándalo de sus creyentes, y con peligro manifiesto de producir 322 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tarde ó temprano la división y discordia entre los ciudadanos los al- borotos y rebeliones contra la autoridad, de que la historia de otros países tolerantes nos dá tantos y tan espantosos ejemplos. Toda la escritura santa nos enseña á no comunicar con las obras de los impíos; á precavernos del fermento, es decir, de la doctrina de los fariseos y falsos profetas; á no fiarnos de los lobos, aunque se vistan con piel de ovejas; á evitar á todo herege incorregible como subversor de la fe y paz cristiana, á huir de los seductores, cuyo carác- ter es según la instrucción común, que todos los apóstoles habían de- jado á las iglesia, testificada por S. Judas en su epístola canónica v.19 “separarse ellos mismo del cuerpo de la iglesia”. Ella nos prohíbe llevar un mismo yugo con los infieles, porque la luz (dice) no puede asociarse con las tinieblas, ni Cristo con Belial, ni el creyente con el que no cree, y últimamente nos manda mirar como un pagano, al que no oye, ni obedece á la iglesia. Es pues un deber, según el evangelio y las escrituras, huir y separarse de los hereges y mal creyentes, para que no nos perviertan, y hagan perder la unión y la paz. ¿Cómo puede pues un pueblo católico tolerar, que en medio de sus hogares venga de afuera á desplegarse á vista de todos el signo de contradicción á su fe, y á arrojarse en su seno la manzana de la discordia religiosa y civil? De lo dicho se infiere, que no es posible echar cimiento mas sólido á un estado que el de la piedra firme, unida é inmóvil de la religion católica romana. La introducción y tolerancia de las sectas, si, seria mezclarle arena movedisa, puesto que alguna de ellas jamás ha po- dido estar acorde consigo misma, ni unirse entre sí una con otra, ni mucho menos hay árgamasa con que pueda consolidarse á la católi- ca. Asi es que cada una se funde y desliza á cada paso, como la arena, según el capricho de la opinión siempre inquieta é inconstante, que á todas anima y dirige. Sobre tal fundamento el edificio del estado no podría menos que bambolear por mil partes y al fin desplomarse con estrépito. La historia lo comprueba. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 323

Cese, pues, el señor Blanco de tomar tanto empeño en abrirnos los ojos. Harto abiertos los tenemos para no dejarnos sorprender por los antiguos y conocidos sofismas del tolerantismo, que dicho se- ñor no hace mas que reproducir y aplicar contra las constituciones de América. NOTA 2.

Pag. 1. Lín. 22 y sig. Habran perecido en asesinatos, guerras, suplicios y expulsiones como veinticinco millones de habitantes por motivos y odiosidades religiosas La consecuencia, que el autor saca de este cálculo de desgracias, (sea cual fuere su exactitud) á que á lo menos sirvió de ocasión ó pretexto la religion en los estados donde había mezcla de cultos, y por consiguiente tolerancia de alguno ó de algunos de ellos, es tan im- parcial, como natural é irrefragable. Porque prescindiendo de culpar á esta ó á la otra religion en particular, y mirando solo á los hechos, á su crecido número, y á su contante é invariable repeticion siempre que existió la causa, ó la ocasión y pretexto, infiere legítimamente, que su influencia producirá en todos tiempos y lugares los mismos efectos, sin que pueda impedirlos ningún edicto que apoye la toleran- cia; y que por tanto debe conservarse entre nosotros la uniformidad de religion sin consentir en que se le mezcle otra. No asi Voltaire, quien por un través inconcebible de espíritu que ha sabido transmitir á los filósofos tolerantistas, recuerda contí- nuamente y aun exagera los mismos hechos para exigir la tolerancia, como si ésta fuera posible de conservarse por largo tiempo, donde hay mezcla ó diversidad de cultos, ó como si ella pudiera atajar el curso necesario de las pasiones violentas, á que provoca la divergen- cia de opiniones religiosas. Y lo que todavía es peor, abandonándo- se al odio insensato del cristianismo, de que se hallaba devorado, se atreve á culpar á este solo de “haber sacrificado por su intolerancia como diez millones de hombres desde Jesucristo hasta nosotros”: 324 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 asienta sin pudor, que la “espantosa cadena, casi perpetua de gue- rras de religion por catorce siglos, que allí eslabona, solo se ha visto entre los cristianos; ningún pueblo (añade), á excepcion de ellos, ha derramado una gota de sangre por argumentos de teología: y al fin concluye que los cristianos por su intolerancia han sido mons- truos cien veces mas abominables que todos los sectarios juntos de las otras religiones”. (Cuestiones sobre la enciclopedia. Atheismo, Sect. 4.) Esta cruel invectiva ha sido repetida mil veces por sus discípulos, y se repite hoy por nuestros tolerantistas con un aire de triunfo tan imaginario como ridículo. Sin querer ahora articular contra la suputación, que hace de gue- rras y matanzas; bástanos, para poner en claro la atroz calumnia, que quiere sostener con ella, considerar: lo primero, que no solo el cristianismo, si también toda religion; sea la que fuere, con tal que sea sincera, es intolerante á lo menos cuando se le contradice ó ultraje y mucho mas cuando el partido, ó secta que contra ella se levanta, comienza los atentados y violencias, como casi siempre ha sucedido. Segundo, que es falso que la causa de las matanzas y guerras entre los cristianos haya sido un motivo de religion. Tercero que es aun mu- cho mas falso, que los cristianos sean los únicos pueblos que se hayan degollado por este motivo, ó bajo de este pretexto. 1. Es imposible mirar con interes ó respeto un objeto, y dejar que se le contradiga ó ultraje. Todos los pueblos antiguos bárbaros, griegos, romanos, todos los modernos, han tenido una religion pú- blica y han obligado á los particulares á respetarla, y á conformarse con ellas; han castigado ó vengado los insultos que se le han hecho. La historia lo comprueba por una serie de doctrinas y de hechos uniformes. Lo mismo sucede aun con las opiniones políticas; el inte- rés que los hombres toman por ellas, los obliga á ser intolerantes de los que las contradicen, ó menosprecian ¿Qué discordias, proscrip- ciones, matanzas y guerras civiles no ha causado la divergencia de tales opiniones entre los ciudadanos? Helvecio decía en su libro del JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 325

Espìritu: “hay pocos hombres que si pudieran no empleasen los tor- mentos para hacer adoptar á todos sus opiniones…En general solo somos deudores de su moderación á la impotencia en que se vende prevalecer por la fuerza.” Este filósofo no hizo mas que pintar su propio carácter y el de sus consortes siempre determinado à ir hasta los últimos excesos por asegurar, ó dilatar el reyno de sus opiniones. No hay sistema filósofi- co de incredulidad que no sea intolerante, ni hay filósofos incrédulos que no sea solo moderado por impotencia. El deísmo nos ha dicho por boca de Diderot, cuando escribia sus Pensamientos Filosóficos: “cuando alguno anuncia al pueblo un dogma que contradice la religion do- minante….asi justificará su misión por milagros, el gobierno tiene derecho á tratarle con rigor, y el pueblo á gritar crucifige! Por la de J.J. Rousseau en su Carta V. de la Montaña…los ridículos que ultrajan, las impiedades groseras, las blasfemias contra la religion, son dignas de castigo…por que en este caso no solo se ataca la religion, sino á los que la profesan, se les insulta, y tienen derecho á darse por sentidos.” El Ateísmo á su vez usa de represalias, y ha predicado que “el interés del género humano exige que se derribe el ídolo de la divinidad, cuya idea y nombre solo, son propios para llenar al universo de matanzas y de locuras: que todo dogma es un gérmen de discordia y de críme- nes echado entre los hombres: que la razon irritada de los males que la creencia de un Dios ha causado á los hombres, debe empeñarse en ahogar esta nocion fatal, y que el que llegará á conseguirlo sería el amigo del género humano.” (Sist. de la nat…De l’homme). Según estos principios de cruel y feroz intolerancia, desde el instante en que el Ateismo salió de su impotencia por la anarquía y revolución francesa, hizo correr torrentes de sangre inocente, y la guillotina de los jocabi- nos ateístas destruyó en pocos meses mas de cien mil hombres. Lue- go no es solo el cristianismo el intolerante, ni el solo ha sido ocasion de matanzas; lo es, y las ha producido toda religion, toda secta, toda opinión, que se ha atribuido alguna importancia. 326 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Para saber á quien ha de culparse en las matanzas y guerras de religion, la equidad pedia indagar primero quien ha dado mérito á ellas. La historia de todos los cismas y heregias nos hace ver en los gefes y sectarios de ellas otros tantos perturbadores de la pública tranquilidad, y crueles enemigos de sus conciudadanos pacíficos que se mantenían fieles á la antigua creencia y sumisos á sus legitimos pastores. ¿Habria sido preciso, que el gobierno se mantuviese en inacción viendo arder el estado con el fuego encendido por los sedi- ciosos, y dejase impunes á los rebeldes que tomaban las armas para resistirle? ó que los católicos se dejasen degollar, ó despojar de todos sus derechos y bienes sin la menor oposición? ¿Cómo es posible condenar la ejecución de las leyes por parte del primero, y la defensa propia por la de los segundos? ¿Hay quien ignora los atentados, vio- lencias y furores de los arrianos, de los donatistas, de los albigenses, de Lutero, de Calvino, de Zwinglio, Henrique VIII? Bayle mismo, abogado acerrimo de la tolerancia, decide que es preciso reprimir á los facciosos, y castigar á todos los que turban el reposo público, “cualquiera que haya sido su conciencia”. (Comment. Philos. II. Part. c. 6. y 9). “El cuadro de los crímenes” cometidos en las guerras de re- ligion que nos ponen por delante, es ciertamente horrible; pero él no prueba mas que el de las guerras civiles. Lo que de allí se sigue únicamente es que estos son dos azotes deplorables; mas que aten- diendo á los vértigos que la humanidad suele padecer, es difícil que estas dos desgracias no sucedan de tiempo en tiempo, como la peste, la hambre, las inundaciones, la esterilidad. Buena lección sin duda, principalmente para los hereges y cismáticos, puesto que ellos son los que comienzan la guerra. Si Arrio, Manes, Donato, Juan Hus, Lutero, Calvino, etc. Hubiesen previsto los desastres, que sus delirios debían causar en el universo, quizá se habrían estremecido, y conde- nado al silencio. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 327

“La intolerancia (nos dicen) es sobre todo el vicio de la iglesia católica; y proviene de que ella excluye de la salud á todos aquellos que no le rinden obediencia. La máxima de los que fuera de la igle- sia no hay salvación, es el principio de todas las disenciones, por que no posible resolverse á vivir en paz con personas que se creen condenadas”. La iglesia católica excluye también de la salud á todos los peca- dores obstinados e impenitentes, y está persuadido de que, si no se convierten, serán condenados. Sin embargo jamás ha decidido que era preciso hacerles la guerra. Convencida de que ella sola es la que profesa la verdadera religion, cree por consiguiente que todos los que se apartan de ella y la desconocen están fuera del camino de la salud. Los protestantes, los judíos, los mahometanos piensan del mismo modo. Como la religion no parece de importancia á nuestros tolerantis- tas, ellos imaginan que Dios es del mismo parecer; que todo el que tiene virtudes morales llena los deberes de la sociedad y humanidad, y será recompensado en el cielo: “Antes de Jesucristo (nos dicen) había hombres y había moral, Sócrates, Platon, Tito, Trajano, Mar- co Aurelio han merecido mejor la felicidad eterna, que los santos á quienes la iglesia cristiana rinde culto”. Mas no toca á los filósofos, ni á nosotros colocar en -el cie lo á quien bien nos parezca. Jesucristo es el que ha decidido que “los que creyeren en el Evangelio serán salvos, y el que no creyere, será condenado”. (Marc. Cap. 16). Esta fe encierra la fidelidad á los preceptos del evangelio, por consiguiente las virtudes y buenas obras. Jesucristo lo declara asi expresamente. (Math. Cap. 25). He aquí dos condiciones que es preciso no separar. Ni los hereges, é incrédulos, á quienes falta la verdadera fe, ni los malos católicos á quienes fal- tan las buenas obras, serán participes de las promesas del Evangelio. Ningun ministro de éste enseñó á nuestros pueblos que “se podría ser justo y santo sin mas auxilio que el culto externo”; ni condenó 328 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 á delito el no creer en falsos milagros y suspercherias. Los del Evangelio, y los que aprueba la iglesia después de un maduro exámen, no lo son. Mucho menos dio por lecciones la desenvoltura por una parte y los cilicios por otra. Esta es una calumnia. Si hombres ignorantes de la religion que profesaban, y ciegos con sus pasiones, querían unir á Cristo con Belial para acallar de algún modo los gritos de su conciencia, no es respon- sable la iglesia ni la doctrina católica de su conducta y errores. En todas las religiones y sectas ha habido y hay hombres supersticiosos, ignorantes y fanáticos. “Antes de Jesucristo hubo una moral”: Dios la habia gravado en el corazon de los hombres. Mas éstos, olvidando la revelación primi- tiva, cuya tradición solo se conservó por un beneficio particular del Cielo en la familia y posteridad de Abraham, habían desconocido al “único Dios criador del universo” y se habían entregado á todos los excesos de la pluralidad de Dioses y de la idolatría. La moral entonces fue depravada por el ejemplo de unos Dioses cargados de crímenes, á quienes fue preciso dar un culto abominable y opuesto á las leyes sacrosantas de la naturaleza; y lo que es mas, fué también, ó atacada, ó desfigurada por innumerables delirios de losfilósofos . Los de nuestro siglo no serían mas instruidos, si Jesucristo no nos hubiese esclarecido por su Evangelio. Cuando por otra parte fuese evidente, que algunos de los paganos hubiesen tenido todas las virtudes morales (lo que no es) serian todavía condenables por no haber dado algún culto á Dios, y haber aprobado y practicado la idolatría. S. Pablo enseña que á lo menos los mas instruidos han sido inexcusables (Ad. Rom. 1). No nos pertenece juzgar hasta que punto puedan ser excusados los otros por defecto de conocimiento ó exceso de estupidez: este inicio es del resorte de Dios. “El único medio de evitar las disenciones y las guerras mutuas (prosiguen los tolerantistas) es tolerar indiferentemente todas las re- ligiones: socinianos, judíos, turcos, paganos todos sin excepción de- ben ser tolerados. Muchas religiones pueden muy bien avenirse entre JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 329 sí, siendo tolerantes. Esto es evidente por el ejemplo del paganismo, y hoy de los Estados Unidos de América, cuya tolerancia no daña á la sociedad”. ¿En qué sentido deben ser tolerantes las diferentes sectas para avenirse bien entre sí? ¿Deben serlo hasta el caso, en que si una de ellas se ve insultada, ó atacada no deba quejarse, ni defenderse, ni implorar el brazo del gobierno? Esta jurisprudencia es absurda, y no hay secta que se resuelva á seguirla. ¿Deben ser tolerantes en el sentido de que ninguna de ellas deba ser inquieta, zelosa, turbulenta, ni bus- car la ocasion de hacer ruido, y de irritar á las otras? Así debería ser según la moral del Evangelio; mas esto es lo que jamás observarán, á lo menos por mucho tiempo, los socinianos, los judíos, los turcos, los paganos, los cristianos mezclados entre sí. Una de dos: ó todas estas sectas deben concederse mutuamente la verdad de su creencia, y la certidumbre de su salud, que es lo mismo que decir que ninguna de ellas debe hace mas aprecio de su fé y de sus leyes que de las de sus rivales, lo que es imposible, por que esta sería la incredulidad abso- luta: ó es preciso que tarde ó temprano los principios contradictorios de su creencia y de sus leyes las hagan chocar entre sí. A menos que el gobierno sea ateo, tendrá predilecciones, y esto solo basta para hacer que nazca entre ellas la guancia del paganismo es falsamente alegada. Los paganos toleraban las diferentes especies de politeismo y de idolatría, por que todas se reducian á un mismo sistema; pero jamás toleraron á los magos, judíos, ni cristianos, por que estas tres religiones sostenían la unidad de Dios. Los cristianos, aunque desde su orígen apacibles, sumisos á todas las leyes civiles, fieles à todos los deberes de ciudadanos, fueron perseguidos. El único ejemplo que puede citarse de “tolerancia de muchas sectas” es el de los Estados Unidos de América. De ella hablarémos en otra nota. Entre tanto observo, que ella sola ha podido sostener- se hasta ahora (sin que tengamos caución alguna de lo que será en adelante) á favor de ateísmo político que profesa el gobierno general 330 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de la república, injurioso á Dios, y solo adaptable á sus peculiares circunstancias. Bayle, que pedía la tolerancia de todas las religiones, exceptuaba de ella á los ateos. Sin embargo el mismo Bayle sostuvo en otra obra, que los ateos podían ser igualmente virtuosos y buenos ciudadanos, que los creyentes. Sus discípulos han raciocinado mas consiguien- temente, y a tolerancia del ateísmo es hoy un dogma sagrado entre los filósofos. No alcanzo como algunos de los nuestros le abjuran, para escribir que no debe tolerarse el ateismo en los Nuevos Estados de América. Ellos contradicen los principios generales de donde parten para predicarnos la tolerancia. Sin embargo debemos agradecerles esta inconsecuencia: á favor de ella no tendremos ya que tolerar á unos mons- truos, que de su parte no toleran á ninguno de los creyentes, y siem- pre que pueden los exterminan, como á enemigos de la humanidad. “Todos los hombres (instan nuestros adversarios) no pueden tener las mismas ideas, la misma creencia, el mismo culto, y como toda religion inspira el proselytismo y la intolerancia, como acabais de reconocer, es imposible que deje de ser un gérmen de división. Por otra parte, aquellos que profesan diferentes religiones, no son igualmente capaces de ser mansos, indulgentes y moderado. Luego es imposible que los unos ó los otros no dejen exaltar su zelo hasta el exceso. Luego para cortar de raíz las disensiones y guerras de re- ligion, no queda mas que un solo remedio: éste es la indiferencia en punto de religion”. Excelente remedio ¡el ateísmo! Él es peor que el mal. Esto es, como si se nos digera: todos los pueblos no pueden tener la misma lengua, ni las mismas leyes, ni las mismas costumbres. Y como por otra parte cada pueblo se apasiona por las suyas y menosprecia las otras, es imposible que deje de resultar un gérmen de división, He aquí lo que hizo injustos á los griegos y romanos con los pueblos que llamaban bárbaros, y lo que mantiene á todas las naciones en estado de guerra. Luego es preciso extinguir la adhesión á las le- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 331 yes y costumbres!....El patriotismo de los griegos y romanos (como dice un enciclopedista), fue un verdadero fanatismo, que los hizo perturbadores del reposo de todas las naciones; y ha sido también el principio de muchas injusticias de otros republicanos. Luego es preciso destruir el patriotismo, ó establecer en todos los pueblos la indiferencia para con la patria! Si no es posible dar á todos los hombres la misma religion ¿lo será por ventura hacerlos á todos ateos ó indiferentes? Los mismos fi- lósofos nos dicen que el ateísmo no es para el común de los hom- bres, y que todo el que admite un Dios debe ser intolerante. Luego el gérmen de división, contra el cual declaman, es indestructible. ¿Por qué es imposible dar á todos los hombres la misma religion? Por que no todos se ponen en razon, y esta es la causa por que no pueden convenirse en nada. Y pregunto ¿el ateismo les dará una mayor dósis de razon? ¿Cómo es que la indiferencia de religion hasta ahora no ha po- dido concordar entre sí á los mismos filósofos, puesto que unos son deistas, otros materialistas, otros scépticos? Es cien veces mas absurdo querer que reine una enfermedad general y uniforme, que pensar en dar à todos una salud universal. Concluyamos mas bien (contrayéndonos á nosotros) que su- puesto que el cielo nos ha hecho el incomparable beneficio de dar- nos una sola y uniforme religion; no siendo posible por otra parte que entre muchas religiones dentro de un estado, deje de desenvolverse el gérmen de división, que produce las disensiones y guerra mutuas, según encarecen los mismos tolerantistas; si queremos gozar de una paz sólida y duradera, debemos excluir de nuestro suelo toda religion ó secta, ó el público ejercicio de ellas. 2. Es falso que la causa de las matanzas y guerras entre los cris- tianos haya sido un motivo de religion. La verdadera causa de toda gue- rra es la pasión natural al hombre de dominar, de subyugar á sus semejantes y deshacerse de aquellos que le resisten. Este empeño de una parte, de otra la impaciencia de sufrir el yugo, y el deseo de 332 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 la venganza han armado á los pueblos unos contra otros desde la creación, y producirán el mismo efecto mas ó menos hasta el fin del mundo. Si un pueblo que quería destruir á otro, si una nación dividida en dos partidos, que se temían mutuamente, han alegado el “motivo de religion” para venir á las manos. Tampoco han dejado de pretextar al mismo “tiempo el derecho natural, la justa defensa, la seguridad pública, &c.” ¿Por qué atribuir todo al primer motivo, sin traer á consideración los otros? Proceder de este modo es un rasgo de “fanatismo filosófico”. Todo hombre mira su religion como una propiedad. Esperar persuadirle, que sea menos ardiente en defenderla que las otras, es lisonjearse de poder inspirar el ateísmo á todos los hombres. Despues de estas observaciones generales, recorramos breve- mente las causas de las matanzas y guerras, cuya lista forma Voltaire. El motivo que resolvió á los judíos á revelarse contra los romanos, fué la impaciencia del durísimo yugo que les habían impuesto, y el deseo de sacudirlo. Por que este motivo los inclinó ha hallar en las profesias un sentido que no tenían, es decir, la “promesa del imperio del mundo”, según refiere el historiador Josefo ¿haremos á su reli- gion responsable de mas de un millón de judíos que perecieron en el sitio de Jerusalem, á mas de los que fueron exterminados en tiempo del emperador Adriano? Según nuestros adversarios, no fué el zelo de la religion, sino la política la que empeño á los emperadores romanos á matar á los cris- tianos por 300 años: de suerte que en su opinión la intolerancia y persecución que ejercieron los príncipes paganos, vino siempre de la política; mientras que la de los soberanos cristianos vino del “exceso de religion”. ¿Puede darse parcialidad mas inverosímil, é injusta? El motivo que armo á los arrianos contra los católicos fué el deseo de invadir las iglesias, las rentas, la autoridad del clero, y de hacerse dueños de todo. Por cierto que no habían aprendido en el Evangelio esta noble ambicion! Los católicos de su parte no tenían JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 333 necesidad del Evangelio para echar de ver que les era permitido re- sistir y defenderse. ¿Qué pasión animaba á los donatistas y circunceliones? Ellos pre- tendían restablecer la igualdad entre los hombres; mas el medio que empleaban para robarlos y saquearlos. Nos parece que sin consultar el “zelo de la religion” hacia bien el gobierno de exterminar á estos bandidos. Los que persiguieron en España á los priscilianistas eran movi- dos de enemistades y rivalidades particulares: ellos abusaron de la ambicion del tirano Máximo, que había condenado á muerte á estos hereges, por apoderase de sus bienes. Tan lejos está de que la religion fuese el motivo de esta persecución, que los obispos excomulgaron á los perseguidores. Cuando los borgoñones, los godos los wandalos inficionados del arrianismo entraron en la Europa y costas de Africa á sangre y fuego, no hacían mas que seguir su inclinación al robo y matanza, que los había estimulado á salir de sus selvas. Cuando hubieran sido judíos, paganos ó ateos, no habrían sido menos feroces. En el siglo XII fué preciso tomar las armas contra los albigenses por sus traiciones por sus perfidias y sus perjurios, que no daban lugar á tener la menor seguridad con ellos. El mismo Voltaire “(en las cuestiones sobre la enciclopedia, art. Aviñon)” dice “ que la causa de la cruzada contra los albigenses fué la ansia de apoderarse de los despojos de Raymundo Conde de Tolosa, y el pretexto su heregía y la de sus vasallos. He aquí pues matanzas inspiradas, no por la reli- gion, sino por la codicia.” Lutero era un furioso que en el libro de la libertad cristiana había decidido, que el cristiano no está sujeto á algún hombre, y declamaba fuertemente contra los legisladores y soberanos: de aquí se siguió luego la guerra sangrienta de los anabaptistas. Citado por el Papa, le amenazó que comparecería á la frente de 20 mil hombres de á pié y 334 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 5 mil de á caballo; levantó luego armas contra el emperador, hizo ar- der la Alemania con la guerra de los luteranos, y comunicó el incendio hasta las regiones del Norte. Riñó con su discípulo Carlostadio, le juró un odio eterno, y de esta ruptura se siguio luego la guerra de los sacramentarios. Por ventura ¿los soberanos estaban obligados á dejar obrar á estos sediciosos, y los pueblos católicos á dejarse degollar como carneros? El Evangelio (decía Lutero) ha causado siempre turbación, es menester sangre para establecerlo. “Zwinglio ponía esta moral en práctica: Calvino animaba á sus discípulos del mismo espíritu. ¡Eran tales apóstoles dignos de ser tolerados? Brantome (en sus memorias) Grocio (en el “Apéndice del Anti- cristo”) Voltaire mismo (en sus “ensayos sobre la historia general)” J.J. Rousseau (“en la carta á M. de Beaumont”) David Hume (en la “historia de la Casa de Tudor”) testigos todos ó jueces irrecusables, nos han mostrado las verdaderas causas de las turbaciones y matan- zas sucedidas en Francia, Holanda, Inglaterra, Escocia é Irlanda. Todos ellos convienen en que los pretendidos abusos de la iglesia católica no fueron la verdadera razon que dio orígen al protestantismo, ni la religion el motivo de las persecuciones y guerras llamadas de religion, sino por una parte el furor y violencias de los reformadores, el espí- ritu de sedicion y rebelión que los animaba contra los soberanos, su resistencia á la autoridad civil; por otra el zelo del emperador y de los reyes por conservar ó restablecer el reposo del estado y de sus súbditos; algunas veces las intrigas de la corte, y los intereses de los grandes; y especialmente en Inglaterra, el desenfreno de costumbres de Enrique VIII, su ambicion, su codicia, su tiranía. Los hechos ha- blan, y no dejan lugar á la duda. Luego no fué el motivo de tantas desgracias el zelo perseguidor inspirado por la religion, y por el clero. El autor de “cuadro de los santos”, juez harto imparcial en nuestra causa, piensa del mismo modo. “No fué la razon “(dice) ni el amor de la verdad, ni el deseo de procurar el bien estar de los pue- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 335 blos quien guió á los “apóstoles de la reforma”, sino mas bien la va- nidad de distinguirse; la ostentacion de sus nuevas ideas ó delirios, el descontento, la envidia á los gefes del clero dominante, el prurito de combatir sus opiniones, de desacreditarle, de dañarle, y de dominar en su lugar. Ved aquí cuales fueron en todos tiempos los verdaderos móviles de los heresiarcas y de los gefes de secta entre los cristia- nos”. El lo prueba por las furores de Lutero, por las crueldades de Calvino, por los golpes de tiranía de Henrique VIII. La inquisición, cuyas matanzas en forma jurídica detesta con razon Voltaire, fue obra de la política y despotismo de los reyes. “No se vió jamás (dice el papa Ganganelli en la Carta XCI, que entre otras se le atribuye) que Roma se entregase al bárbaro placer de hacer quemar á los ciudadanos que no tenían fe, ó á quienes se habían escapado algunas palabras contra ella. Jesucristo expirando en la cruz, lejos de exterminar á los que blasfeman contra él, solicita de su Padre que los perdone. Pater ignosce illis.” Una religion que á las máximas constantes de mansedumbre y caridad, añade tales ejemplos de misericordia è indulgencia ¿podrá ser responsable del fanatismo que desconoce su espíritu, ò de la cruel y sanguinaria política que no teme hollar todos sus preceptos? Un escritor célebre (Mr. Linguet en sus annales políticos) sostiene que la inquisición fué inventada y establecida por los legos, y que ella perdió en manos de los eclesiásticos una parte de su crueldad. Cuando Voltaire dice que doce millones de indios fueron ejecu- tados con el crucifijo en la mano, sabia bien que esta era una impostura. Los bárbaros españoles que devastaron la América, eran animados, no por la religion, sino por la sed del oro, por la ambicion por los zelos del mando, y acabaron por degollarse los unos á los otros. Los Toribios Mogrovejos, los Solano, los Beltranes, los Acostas y otros muchos varo- nes apostólicos que han predicado el Evangelio en nuestras tierras, fueron el modelo de la caridad, del desinteres y de todas las virtudes cristianas. 336 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Aun es mas ridículo alegar los cismas por la Silla de Roma, las guerras de los papas contra los papas, de los obispos contra los obis- pos, las culpas de algunos pontífices, que participaban del contagio y currupcion de su siglo. ¿Qué parte pudo tener en nada de esto el “zelo de la religion”, ni verdadero, ni falso? “A lo menos no se puede negar (nos dicen) que el fanatismo, ó el falso zelo de religion fué el que inflamó los cerebros ardientes de Lutero y Calvino, y de sus sectarios, y en general de todos los here- ges: de allí el origen de tantas muertes y desgracias!” En igual grado se ve encendido el fanatismo en los cerebros de Voltaire y de los demás filósofos incrédulos, que no tienen religion alguna. Luego no es la religion la que altera el cerebro y exalta las pasiones, sino el temperamento y organización de cada uno. ¿No hallamos el mismo lenguaje, el mismo furor, los mismos principios en los escritos de nuestros filósofos, en que los libros deLutero y de Calvino? Sus discípulos ¿no hicieron iguales y aun mayores males en el tiempo de la revolución francesa? ¿No han triunfado y triunfan todavía de la caída futura del cristianismo, como los reformadores se lisongeaban con la esperanza del aniquilamiento próximo del papis- mo? ¿Qué diferencia hay entre estas palabras furiosas de Voltaire: los cristianos son monstruos abominables, y los gritos tumultuosos con que resonaron los anfiteatros por 300 años: entregad los cristianos á las bestias? Cristianos ad leonem! Tert. Por cierto que no es la religion la que ha dado este tono á su cerebro, ni les ha inflamado así la bilis! En fin nos dicen: “si no hubiera religion sobre la tierra, habría un pretexto de menos para encender las pasiones”. Convengo en ellos: de la misma suerte que, si no hubiera propiedad, ni leyes, ni au- toridad, ni opiniones, los hombres no podrían tampoco disputarse sus posesiones, sus derechos, sus tronos, sus sistémas: es decir en otros términos, que si los hombres fueran brutos, no estarían animados los unos contra los otros por las pasiones de la humanidad, sino solo por las de la animalidad. ¡Sublime filosofia! JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 337

¿Por qué nuestros filósofos al mismo tiempo que calculan y vociferan tanto las matanzas por causa de religion, nos aplauden con entusiasmo las costumbres de la China, donde la crueldad de los padres hace perecer todos los años, por cuenta hecha, mas de 30000 niños? ¿Por qué no declaman con igual furor contra la barbarie de los romanos, que dejaban morir de hambre o de enfermedad todos los años un mayor número de esclavos? ¿Por qué llevan á bien el libertinaje de las cortes, y entre otras la de Paris, que impide cada año en que nazcan mas de 6 mil niños? Si conservan todavía algún sentimiento de equidad, por qué no traen á consideración y calculan la multitud de niños, que en cada año se salvan de la muerte en las casas de huérfanos, y por los cuidados que á favor de ellos inspira á los padres la idea del bautismo? ¿Por qué olvidan los hospitales de toda especie, y los esmeros de la caridad cristiana, desconocidos á las naciones infieles, que triplan y cuadruplan el número de hombres, que sin esto habrían perecido? No es pues el zelo de bien de la huma- nidad, sino el odio de la religion el que os inflama, filósofos. ¡Vosotros culpais á la religion del mal que ella prohibe, y no haceis aprecio del bien que ella inspira, ó manda! No mereceis pues ser escuchados. 3. Es menester contar con la ciega confianza de los lectores para atreverse á afirmar, como lo hace Voltaire, que las “matanzas y guerras hechas á pretexto de religion sean un vicio peculiar á los cristianos, del cual estén exentos los sectarios de otras religiones”. Cuando Zoroastro á la frente de un ejército recorría la Persia y la In- dia, regando con torrentes de sangre el “árbol de su ley”, no hablaba mas que de “religion”. Cambises, que asoló al Egipto, Dario Ocho, que hizo demoler los templos, destruyó los monumentos de los Egip- cios, é “hizo poner al Dios de éstos en el asador”, estaban anima- dos del mismo espíritu de Zoroastro. Mas de una vez los “persas” hicieron correrías en el Asia menor y la Grecia, que mando templos y despedazando las estátuas de los Dioses. Los griegos dejaron sub- sistir estas ruinas, para excitar en sus descendientes el resentimiento 338 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 contra los persas; y Alejandro no las había olvidado, cuando persiguió á sus magos. Los antiocos quisieron destruir la religion de los judíos para su- jetarlos mas eficazmente: y ¿Cuánta sangre no corrió con este mo- tivo? La “guerra sagrada” entre los griegos duró diez años enteros, y causó todos los desórdenes de las guerras civiles. Los “romanos”, que exterminaron el Druidismo en las Galias, no lo consiguieron sin efusion de sangre. Y ¿Cuánta no hicieron derramar en todas las pro- vincias del imperio por 300 años, con el fin de destruir alcristianismo ? Tácito (en sus “annales”) nos dice, que una de las guerras mas des- tructoras, que haya habido entre dos pueblos de la antigua Germania, había sido emprendida por un motivo de “religion”, Chosroes rey de los persas, juró que perseguiría á los romanos hasta forzarlos á re- nunciar á Jesucristo, y adorar al Sol;, por consecuencia millares de cristianos fueron entregados á la muerte en la Persia. ¿Se atreverá al- guno á negar, que cuando los mahometanos recorrieron las tres partes del mundo conocido con la “espada” en una mano, y el “alcoran” en otra, estaban poseídos del “fanatismo religioso”? La “religion” tuvo parte en las mas antiguas emigraciones de los “gaulas”: su ver sacrum, que los decidia á ellas, era una institución re- ligiosa. Ellos pretendian tener derecho sobre todas las naciones, que habían abandonado el culto primitivo, de que ellos solos se creían en posesión. Las irrupciones tan frecuentes de los germanos en las Galias en la época del bajo imperio; tenían enlace con la religion, y ellos (dice Gregorio de Tours) se creían obligados á hacerlas por la expia- ción de sus crímenes. En el “Oriente” hubo multitud de emigracio- nes, irrupciones, é invasiones ocasionadas por la religion, según lo prueba el autor de las Memorias para la historia de Troyes. Subiendo á los mas antiguos tiempos, vemos por el libro de las profesías de Ezequiel (Cap.30) que el “rey de Babilonia” mandó hechar abajo las estátuas é ídolos de Egipto; y por el libro de Judith (Cap. 3. Y JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 339

4), que uno de sus succesores ordenó exterminar todos los dioses de las naciones, y poner fuero á sus templos. Comparad, sabios filósofos, esta “cadena espantosa de matanzas continuada por mas de 20 siglos, y osad todavía escribir, que ningún pueblo á escepcion de los cristianos, ha derramado una gota de sangre por argumentos de teología; que los sacerdotes del cristianismo han derramado mas sangre, que los de todas las religiones falsas, &c.!” De lo dicho resulta incontestablemente probado: 1. que la into- lerancia feroz, el fanatismo el falso zelo traen su origen de las pasiones, y de los diferentes intereses de los hombres; y provienen menos de las opiniones, que del temperamento y organizacion de cada particular. 2. Que esta enfermedad ha sido comun á todas las religiones, á todos los pueblos, á todos los siglos, y aun á los ateos é incrédulos de toda especial, igualmente que á los creyentes. 3. Que los excesos atribuidos al fanatismo han provenido de otra causa distinta del zelo de la re- ligion: que el interés político de los soberanos y de los pueblos los ha precisado á comprimir y perseguir á las sectas turbulentas. 4. Que es un malísimo medio de persuadir la tolerancia el que emplean los filósofos, cuyo estiloamargo, fogoso, declamador es mas á propósito para exasperar los ánimos que para calmarlos; que la tolerancia que ellos predican, no es otra cosa que la indiferencia de religion, la que jamás lograrán inspirar á nadie, sino á aquellos hombres que hayan apren- dido del Epicureismo la indiferencia al bien público, y hayan perdido el noble sentimiento del patriotismo, de cuyo vicio se reciente ya una gran parte de Europa inficionada delfilosofismo . 5. Que para cerrar la puerta á este contagio fatal en la América, para obviar entre nosotros las matanzas y guerras de religion, y para conservar y fortificar cada dia mas el amor de la Patria, de que tanto necesitamos para ser libres y felices, es indispensable mantener la uniforme religion, que hemos recibido de nuestros mayores, sin consentir la introduccion y mezcla de otros cultos públicos, que tarde ó temprano nos dividirían, si eran 340 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 pocos; ó nos arrastrarían á la indiferencia de religion y al ateismo, si eran muchos, como lo ha convencido el autor de la Memoria. NOTA 3.

Pag. 1. Lín. 33 Y sig. Estais viendo las terribles calamidades, con que dios castigaba a su pueblo, cuando admitia templos y cultos erigidos a otra deidad, que la de Israel. Haciendo mérito de esta 2. observación pudiera alguno pensar, que el autor probaba contra su intención, que debían tolerarse entre sí é indistintamente tanto en la Europa como en la América, á cuyos habitantes dirige su observación, las religiones y cultos de los cató- licos, protestantes, judíos y mahometanos; puesto que todos estos adoran al mismo Dios de Israel, es decir, á un solo Dios criador del cielo y de la tierra, mientras que las leyes divinas del antiguo testa- mento que nos recuerda, solo prohibían bajo de terribles penas y calamidades los templos y el culto público de los ídolos. Mas si no me engaño, el autor se propuso en esta observación hacer ver á los habitantes de Europa y América, cuan falso es el “dogma de la tolerancia religiosa”, que con tanta confianza se les predica, por medio de una demostración indirecta, cuyo convenci- miento consiste en probar que los principios en que se apoya dicha tolerancia conducen por fuerza á consecuencias, que están en oposi- cion con las leyes que todos ellos reconocen por divinas. De donde es fácil inferir después, que la tolerancia no solo queda sin apoyo sólido, puesto que en algún caso se desmienten y fallan sus principios; sino también sin uso ni aplicación en los otros casos, á que esas mismas leyes divinas pueden y deben extenderse por identidad de razon. Des- envolver el discurso del autor, y añadirle lo que nos parece condu- cente á poner en claro todas las consecuencias de su demostracion contra la tolerancia es el objeto de esta nota. Una vez admitidos los principios en que se funda la tolerancia, por sus defensores tanto filósofos, como políticos ella debe extenderse JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 341

á la creencia y culto de los paganos, ó idólatras. Según los primeros, cada hombre tiene derecho á tener la creencia y profesar el culto que le sugiera su propia razon ó conciencia, ó que mejor le parezca, no solo es el interior de su corazon, sino también por todas las accio- nes que constituyen el culto exterior y publico, sin que ningún otro hombre, ni la sociedad pueda impedírselo. Según los segundos, la utilidad que uno ó muchos hombres de cualquiera creencia pueden acarrear al estado por sus luces, talentos ó industrias, es suficiente motivo para permitirles que ejerzan el culto de su religion, ó secta; y eso descubierta y públicamente, por que lo contrario seria obligar- les á ser hipócritas, ó á desmoralizarse. Luego todos los paganos que conforme á su razon ó parecer, profesan la idolatría, y que pueden sernos útiles por sus luces, talentos ó industrias, deben ser admitidos al culto público de sus ídolos, y erigir con este fin templos y altares en que libremente lo ejerza. Asi es, que no hay tolerantista consiguien- te á sus principios que no deba convenir en que la tolerancia debe ser ilimitada: es decir, que no solo los protestantes, judíos y mahome- tanos, sino también los paganos y aun los deístas, y los ateos tienen igual derecho á pretenderla. Este es un punto que ha sido demostra- do de concierto por los católicos, protestantes é incrédulos, como puede verse en Bossuet (6. Advert. á los prot.) Papin (sob. La toler. de los protest.) Bayle (Comment. filos.) Voltaire (trat.de la toler.) Hume (hist.nat. de la relig.) J. J. Rousseau (Emil, y cart. á M. de Beaumont.) d’Holbach (sist.de la nat.). Luego si en consecuencia del movimiento universal afecto á la asociación de las naciones inmigrarán á nuestro suelo paganos, profe- sores de algunas ciencias ó artes útiles, con tal que fuesen pacíficos, amantes del órden y capaces de dar un vuelo rápido á todo géne- ro de conocimientos y de industria, el gobierno estará obligado, no solo á darles una acogida favorable, sino también á tolerarles el culto público de la idolatría. El indiano por ejemplo levantará templos y altares á Brimha, y si se le antoja también á su infame y obsceno Lingham, el parsis al fuego con el nombre de Ormudz, el Chino á su 342 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Fot, el Sianes á su Somonacadón, el Japonés á su Budso, el Peguano á su Ftá, el Tibetano á su Buda ó La, el Africano á sus dioses Fetiches, &c. Ved, habitantes de la Europa y América, cristianos, judíos, y aun mahometanos, que reconoceis por divinos los libros del antiguo testamento (concluye justamente el autor de la memoria), si podríais tolerar esto, sin violar las leyes divinas consignadas en dichos libros, que Dios hasta ahora no ha abrogado, por las cuales prohibia á su antiguo pueblo tan estrechamente la tolerancia de la idolatría, y le cas- tigaba su inobservancia con tan extrañas y espantosas calamidades, de que dan testimonio sus libros historiales y proféticos! Mas si no tolerais la idolatría, vuestros principios en que apoyais la tolerancia, no son inconcusos, y admiten excepciones. Y ¿Cómo probareis entonces que el culto dado á los falsos dioses es una razon suficiente para anular los derechos que llamais naturales del hombre, y para privar á la sociedad de las utilidades ó ventajas de un idólatra capaz de dar un vuelo rápido á las ciencias y á las artes; y no lo es, el culto falso y supersticioso ofrecido al Dios verdadero, como es el de los judíos y mahometanos, ó el que por antojo se descarta de una parte esencial de la creencia y del culto, que el verdadero Dios han revelado á su iglesia, como el único que puede honrarle, cual es el de las sectas heterodoxas? No viene á ser casi la misma cosa desconocer al verdadero Dios, negarle el culto que se le debe como el idólatra, que desconocer la divinidad de su Hijo, que envió para reconciliar al hombre consigo, y lejos de darle la adoracion que se le debe relegarle entre las criaturas, como el sociniano y mahometano o blasfemarle como el judío ciego y protervo, ó á lo menos corromper su palabra, desconocer su real presencia en la Eucaristía, en vez de adoracion inferirle allí ultrages y menosprecios, separarse en fin de su cuerpo místico, desechar los medios de salud que dejo a éste, y reglar cada cual su culto según imagina, y no según el orden de Dios, como todas las sectas protestantes? Bien pudiéramos llamar idólatras en un sentido muy verdadero á los que se forman una idea falsa de Dios y de su religion, y á los que en lugar de su voz prefieren oir la de sus JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 343 falsos profetas y doctores, y dan á las patrañas de estos el crédito que niegan á la verdad del Señor! Luego, ó es preciso tolerar la idolatría de los paganos contra las leyes divinas que subsisten en su vigor, ó excluir con ellos el culto falso, supersticioso, indigno de Dios, ó injurioso á Jesucristo de las mentidas religiones y sectas heterodoxas. He aquí el último resultado de esa segunda observación del autor de la Memoria. NOTA 4.

Pag. 2. Lin. 8. y sig. En los libros del dia se equivoca regularmente la prohibicion de diversos cultos publicos en un estado con la persecucion y destrozo por las opiniones internas religiosas. Aturde la vocinglería de nuestros tolerantistas, cuando se apode- ran del lugar tan común, tan manoseado, y hoy tan inoportuno de las persecuciones y destrozos por motivo de religion. Al leer sus escritos se creería que vivimos todavía bajo la férula de la Inquisicion, y del fanatismo español. Asi es, que llenan páginas enteras de exclamacio- nes, apostrofes, lamentaciones, hipérboles, y de otras mil figuras de retórica, sin exceptuar las que son á propósito para dejar traslucir las pasiones del mas exaltado furor, Y ¿para que todo este ruido? Para combatir la injusta y feroz intolerancia, que es ya desconocida en nuestras Américas, y que consistía antes en cerrar la puerta á los extrangeros útiles de diversa creencia, en inquietar y perseguir por meras opiniones religiosas, en obligar por la fuerza á ser católicos, en tener aparejados para esto calabozos y hogueras. Mas ¿Qué constitu- ción ó ley americana aprueba estos excesos? ¿En cual de los estados se practica hoy semejante intolerancia? ¿Es ésta lo mismo que excluir el culto público de las otras religiones y sectas distinto del católico? ¿No consentir que se erijan templos, altares y ministros para ejercer- lo libre y descubiertamente? ¿No dar licencia para hacer prosélitos por la seducion, el interés ú otros medios igualmente reprobados? ¿No permitir que se insulte la religion nacional por escrito ó de pa- 344 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 labra, por signos exteriores ó con obras? ¿Despedir del estado á los que cometan tales atentados, ó sí osan también perturbar por esta causa el reposo público, o siembran máximas subversivas de la moral y del orden público, aplicarles las penas que señala la ley á los reos de tales crímenes? Nada de esto es ciertamente perseguir, ni destrozar por causa de religion, es usar de nuestro derecho, y cuidad de que nadie nos venga á dañar con pretexto de ellas. He aquí á lo que se reduce únicamente la intolerancia sancionada por las constituciones de América, y sostenida por decretos de sus gobiernos conforme á ellas. Probadnos pues en términos precisos que todo lo dicho es in- justo, violento, ó dañoso á la salud pública. Convencednos que el ejemplo de la tolerancia contraria, que alegais, practicada en otros pai- ses, donde gran parte de sus habitantes profesa un culto distinto del dominante, ó admitida en un grande estado compuesto de distintas y separadas naciones con leyes, costumbres, idioma, &c., contrarios entre sí, pueda y deba seguirse sin grandes inconvenientes y peligros en un país donde siempre se ha profesado una sola religion, la cual no quiere por otra parte el pueblo ni mudar, ni dejar que se mezcle ó altere con otras religiones, ó en un estado de corta población y extensión sujeto á un mismo idioma, leyes y costumbres. Fijad asi el estado de la cuestión, partid de principios ciertos é indudables, ra- ciocinad con derechura, órden y claridad, y si de esta suerte concluis á favor de la libertad de conciencia, y de la tolerancia indistinta y abso- luta de cultos en los Estados de América, no habrá individuo de los que la habitan que no tengáis la gloria de haberlo vuelto tolerantista á la moda vuestra. Mas valerse de ideas vagas é indefinidas de intolerancia para ar- güir contra la que tan justa y prudentemente quiere y ha establecido la nación y el cuerpo que la representa por una ley fundamental en los estados americanos, es emplear el arte de los sofistas para sorprehender y engañar á los simples é incautos; y declamar con tanto fuego y abundancia de palabras contra lo que no es del caso, JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 345 ni disputa nadie, es imitar la extravagancia del Causídico, cuya vani- dad impertinente convidó al génio festivo de Marcial á consagrarle uno de sus mas graciosos epigramas. Este sublime orador, teniendo solo que probar en juicio el hurto de tres cabrillas, declamaba con grandes gritos y gestos la jornada de Cannas, la guerra de Mitridates, la que arruinó á Cartago por sus perjurios, las de Mario y Syla, y entre torrentes de sangre romana el asesinato de Mucio Scevola en el templo de Vesta. Non de vi, neque de caede, nec veneno, Sed lis est mihi de tribus capellis. ……………………………………. Tu Cannas, Mithridaticum bellum, Et perjuria Punici furoris. El Syllas, Mariosque Mutiosque Magna voce sonas manuque tota. Jam dic, Posthume, de tribus capellis. Lib. 6. Epig. XIX. NOTA 5.

Pag. 6. Lin. 4. y siguientes. No condenemos a muerte a los hombres que no creen como nosotros, pero no formemos con ellos una familia: y cuando nos sean muy utiles, tampoco los desechemos, dejando estos privilegios a la prudencia de nuestros magistrados. Máxima excelente, cuya sabiduría no necesita de comentario. Ella es la respuesta de lo que se nos ha dicho en el Peruano número 19……“Sería el exceso de la demencia, que cuando se nos presen- tase un hombre con los talentos políticos de Pitt, ó de Canning, con los conocimientos militares marítimos de Nelson, con la ciencia médica de Hoffman, ó la astronómica de Euler, lo repeliésemos de nuestra sociedad por protestante…..Cumplan (se añade) los pactos sociales, que esto basta, sean buenos ciudadanos y Jesucristo N.S. decida de su religion”. 346 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 1. Hombres, como éstos, de un mérito extraordinario, están muy lejos de ser aventureros, ó de venir á buscar suerte en los nuevos estados de América. Ellos gozarán siempre de una justa considera- ción, y de todas las ventajas, que en todas partes se tributan á los grandes génios, sin salir de su patria, ni abandonar la culta y brillante Europa. Pero si acertáran alguna vez á venir, “no los repeleriamos de nuestra sociedad por protestantes”, sino les daríamos la mas fa- vorable acogida; y lejos de inquietarlos por sus opiniones religiosas, los dejariámos en plena libertad de ejercer su culto privadamente, ó en el interior de sus moradas con sus domésticos de la misma opinión, contentándonos con emplear sus talentos en todos los destinos científicos, militares y aun políticos que no se rocen con la religion pública, ó con sus ministros. Ellos á su vez serian harto “sabios y moderados, para no querer insultar la religion del país que les tiende los brazos, pretendiendo erigir para sí y los de su secta un público altar contra el que la ley, es decir, el voto general del pueblo ha levan- tado en el recinto de sus hogares. Y cuando trasladados entre noso- tros continuasen siempre en saberlo todo, menos lo que Dios exige de ellos para su salud, ni se dejasen iluminar por los rayos de luz que despide por todas partes la verdad del catolicismo, visto y examinado de cerca sin las mentidas sobras con que le cubren sus enemigos, y sin las fatales preocupaciones que desde la infancia se apresuran á inspi- rarle contra él sus padres, maestros y doctores de su secta; á lo menos de nada cuidarían con tan escrupulosa vigilancia, como de alejar toda sospecha de proselitismo y seduccion, ò de rivalidad y menosprecio de los que la profesan. Obrando así, nada tendríamos que ver con su creencia, y “Je- sucristo solo decidiría de su religion”, es decir, él solo juzgaría de los motivos secretos que los apegarían tenazmente á un culto falso, inventado ó alterado ayer por los hombres, desechando el que Dios ha prescripto desde un principio á su iglesia, y él solo vengaría la infidelidad de que sean culpables según el grado de malicia, ó de descuido é indiferencia de donde nace. Obrando asi, sin perjuicio de JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 347 su peculiar religion, serian también “buenos ciudadanos y cumplirían los pactos sociales”, entre los cuales el de la religion establecida por comprometimiento general de la nación obliga sin duda á todos los extrangeros, que sean admitidos á inscribirse en la lista cívica, no á deponer contra su voluntad la suya; pero sí, á abrazarla si llegan á convencerse de su verdad, ó á no contrariarla ciertamente, ni menos vilipendiarla. 2. Si volvemos ahora la vista á la muchedumbre de extrangeros de diversas religiones y sectas ¿qué ventaja podemos prometernos de atraerlos con la tolerancia indistinta y pública de sus cultos, que equi- libre los evidentes peligros á que ella nos expone de perder la unión, la paz, la tranquilidad pública, primeros y esenciales fines de la aso- ciación civil? El escritor, de cuyas ideas hablamos aquí, supone con gran confianza haber convencido, que el “libre culto no perjudica á la sociedad, sino la beneficia”. Para convencerlo, no basta exagerar los beneficios momentáneos, equívocos y posibles de suplirse por otros medios que atribuye á esta causa. Seria preciso que con mas reposo é imparcialidad hubiese también considerado, pesado y cotejado los in- convenientes y males necesarios, que la misma causa produciría entre nosotros. Seria preciso que respondiera de un modo satisfactorio á los convencimientos, que hace el autor de nuestra Memoria Política, del fatal término que tendría la introducción y tolerancia absoluta de una ó muchas religiones contra el órden, quietud y estabilidad de los nuevos estados de América. De lo contrario, su discurso es tan superficial y vicioso, como el que hace todo criminal para resolverse á cometer un delito, á nadie tan funesto como á si mismo. No hay uno que antes no se proponga algún beneficio, utilidad, ó placer. La imaginación ò el ardor de la pasión se lo exagera, y le distrae la atención de sus terribles consecuencias. Quizá en los primeros ensayos de su culpa cree hallar todos los bienes que buscaba; mas al cabo cae sobre él, y le oprime el peso de las desgracias que no quizo preveer; gime, mas en vano; se hace sabio por el dolor, pero tarde. Sero sapiunt et Phriges! 348 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 No permitia el cielo que esta tardía é infructuosa sabiduría sea la cosecha que recoja la América del empeño en que la ponen nuestros filósofos tolerantistas de sembrarla toda de falsas religiones y sectas. ¿Es preciso llenar los vacíos de la inmensidad de nuestras feracísimas tierras! ¿Es preciso poblar los Nuevos Estados de América! Si; pero también es preciso, entre varios medios de poblarla, elegir aquellos que no comprometan, ni la religion, ni la salud de nuestros pueblos. El autor de nuestra Memoria ha citado uno de los muchos políticos sensatos, que han probado que el progreso en la poblacion no se consigue tanto con la gran libertad de admitir extrangeros, cuanto con facilitar los medios de subsistencia y comodidad de los habi- tantes. ¿Qué necesidad tenemos de plantas exóticas y muchas veces degeneradas, cuando, si queremos, podemos criarlas y multiplicarlas en nuestro terreno cástizas y naturales? La América misma del norte, cuya “pronta y prodigiosa población” se encarece tanto, nos presen- ta un dato cierto, con el cual podemos asegurar que para crecer la población no necesita precisamente de extrangeros. Sea cual fuere el aumento que la inmigracion de estos haya dado á aquellos estados, consta por un cálculo recientemente hecho y citado por el autor de nuestra Memoria que “sin contar con los extrangeros” la población natural del país ha doblado cada 25 años. Este es el efecto de leyes sabias y de un buen gobierno. Y ¿en cuanta mayor progresion no irá la poblacion en nuestro suelo infinitamente superior al de los Estados Unidos en feracidad, temperatura, riqueza y proporciones de todo género, si en lugar de la ancia de llamar á los extrangeros, nos aplicamos á tener una buena legislación y un buen gobierno? ¿Si por una severa moral, cual es la del Evangelio que profesamos, protegida por las leyes, y por el zelo del magistrado, aprendemos á mejorar la educación doméstica, y á corregir los vicios del ocio, del lujo, y de la vaga Venus, que ener- van igualmente las fuerzas del espíritu y del cuerpo, é impiden la propagación? ¿Si formamos leyes sabias que faciliten y favorezcan los matrimonios, que fomenten la agricultura y crianza de ganado, JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 349 que moderen los impuestos, que protejan ó premien á los que se dedican, ó hacen algún progreso en las artes, que pongan en acción y movimiento á todos los habitantes y les proporcionen ocupación y segura subsistencia? ¿Qué persigan y castiguen rigurosamente el monopolio y las secretas maniobras con que la codicia encarece los víveres, y que hagan reinar en fin por todas partes la buena fe, y la justicia? En una palabra: religion sincera, buenas costumbres, ocupa- ción, matrimonios, cargas moderadas, zelo del bien común en la administración pública, justificación en los magistrados, y sobre todo abundancia de alimentos y de comodidad para el pueblo…..y nuestra población crecerá prodigiosamente, sin que para esto sea necesaria la ilimitada tolerancia de cultos á cuantos extrangeros quieran venir trayéndonos el espíritu de irreligion, de indiferencia á la patria, de una insaciable codicia, y otros vicios reinantes hoy en gran par- te de la Europa. “Contentémonos con que vengan los que basten (como dice sábiamente el autor de nuestra Memoria) para desarroyar por un momento la industria, y corregir el espíritu de apatía, que en la esclavitud de tantos años y en la feracidad y despoblación de nuestro suelo se ha infundido naturalmente” Para llenar estas miras, para enseñarnos ò ayudarnos á cultivar nuestros campos, á explotar nuestras minas y perfeccionar nuestros talleres sobran extrangeros de nuestro culto (añade con razon el mismo autor), y estos serán siempre mas análogos á las costumbres del estado.” Sobre todo, es muy en vano que nos fatiguemos tanto porque vengan extrangeros europeos. Ellos van viniendo, y vendrán tantos atraídos por su propio interés, que quizá tendremos que arrepen- tirnos algún dia de su demasiado número y prepotencia. Nosotros estamos muy lejos de competir con ellos en actividad, ciencia es- peculativa y práctica de navegación y de comercio, y proporciones de hacerlo con iguales ventajas. Para enlazar nuestra fortuna con la suya, seria preciso que quisieran dividirla con nosotros, comunicán- 350 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 donos sus luces y asociándonos á sus viages, empresas y ganancias, ó que amasen sinceramente al pais y á sus habitantes. Mas ellos no miran como su patria el suelo que pisan solo para enriquecerse, ha- rán siempre exclusivamente su propio negocio, se apoderarán de los ramos principales de industria y de comercio, nos dejarán en nuestra antigua ó mayor miseria y al despotismo político español sucederá el despotismo comercial extrangero, al monopólio de Cadiz el de Londres, Amsterdam, ó Nueva-York. ¿A qué conduce pues proponerles el cebo de la “libertad de conciencia y de cultos?” No es hoy el entusiasmo, ni zelo de la re- ligion la tendencia de nuestro siglo, ni el carácter común de las na- ciones europeas, y mucho menos de los viageros ó aventureros, sino mas bien la “indiferencia de religion” por un principio de filoso- fismo en los que se tienen por ilustrados, y entre el vulgo por un motivo de insensibilidad, ó de cierta especie de estupidez espiritual, consiguiente á la insubstancialidad y esterilidad de las sectas y falsas religiones. El gran motivo que hoy pone todo en movimiento es el espíritu de comercio, de interés, de ganancia. Con que encuentren esto en la América, todo lo demás nada les importa, sino es á uno que otro fanático sectario que entre los otros acertará á venir. Los comerciantes, pues los empresarios y artistas vendrán sin necesidad de culto público conducidos por su propio interés, y desde que no lo hallarán, nos volverían la espaldas por mas que los rogásemos, fabri- cándoles templos y capillas para que “adorasen á Dios á su modo”. No es así, no dice nuestro escritor. “Los hombres huyen de aquellos lugares, donde contemplan estar cerradas las puertas de su salvación, y negados los medios de conseguirla, que es el culto en que nacieron”. Pues qué? Pregunto yo. ¿La salvación de los hombres depende del culto público, cuando se hallan impedidos de tributarlo á la divinidad? Seria preciso entonces decir, que peligraba la salva- ción de un católico, que se halla en donde no se tolera el catolicismo, ó que por hallarse tullido en su lecho no pudiese ir a templo á ejercer JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 351 el culto público. Bástales en tales casos el culto del corazon, y el ex- terior ejercido privada ó secretamente, y este á nadie se le niega por ningún decreto de intolerancia. Si se suponen tan escrupulosos de su salvación por falta del culto público, que huyan de donde no pueden darlo ¿Cómo es que no temen arrogarse la temeraria licencia de dar á Dios el culto que mejor les parezca. En lugar de indagar con la ma- yor detención y esmero, si es el que Dios en realidad ha prescripto, para no exponerse por su antojo y capricho al mas funesto engaño que comprometa su salud eterna? Esto es lo que Jesucristo reprendía á los fariseos y en general á todos los hipócritas, que rehusan pasar un mosquito y se tragan un camello. Duces caesi, excolantes culicem, ca- melum autem glutientes. (Mat. 23.) Mas, “si unas repúblicas de América gozan de libertad de con- ciencia, ó son tolerantes, y si otras guardan el absolutismo de religion ¿Cómo podriámos entendernos en nuestro tráfico y comunicacio- nes? ¿Cuántos puntos no se presentarian de disputas y causas de gue- rra? ¿Cuántos insultos, provocaciones, enemistades, odios?”Hasta ahora las repúblicas americanas van acordes en negar el culto pú- blico de las otras religiones ó sectas, á excepción de una en que esta innovación ha sido rechazada por algunas de sus provincias. Mas si unas admitieran, y otras no la libertad de cultos, cada una usaría de su derecho, y no tendría por que reconvenir á la otra. La cuestión es saber, cual de ellas tendría la culpa de las disputas, odios y guerras que resultarían, asi interiores (lo que no puede dejar de suceder, según está demostrado, en la que abrió su seno á la diversidad de religiones y sectas) como exteriores con las otras que han discordado en este punto? Claro está que todos estos males ciertamente gravisimos se habrían evitado, conservando todas la “uniforme y única verdadera religion” que por una particular providencia del cielo habían recibi- do de sus mayores. Mas querer, que por que una ú otra seducida por los sofismas de los tolerantistas, ó por los artificios de la ambicion y codicia extran- 352 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 gera, condecienda en admitir la libertad de conciencia y de cultos, sigan las demás su ejemplo, es pretender que todas caigan en el mis- mo lazo que se le tiende; es pretender que si á una se le antoja tolerar también el ateísmo, ó declararse por el cisma, deban las otras hacer otro tanto para “entenderse en su mútuo tráfico y comunicaciones, ó para obviar insultos, provocaciones, enemistades, odios”; es en fin pretender, que todas tengan las mismas leyes, usos, costumbres é intereses políticos y comerciales, sin embargo de que el génio, la po- sición local, el grado del industria y energía de sus habitantes, y sus relaciones exteriores terrestres y marítimas pidan otra cosa porque de la diversidad ú oposicion de esos usos, leyes é intereses, resultan discordias, odios, guerras. Por lo demás, si creen nuestros toleran- tistas que se puede conservar la paz y unión interior de un estado con diversas religiones ¿Por qué no se podrá igualmente conservar la exterior entre distintos estados con diversas opiniones sobre la tolerancia ó intolerancia? Porque á la verdad creemos, que es mas fácil y mala de romperse entre unos mismos ciudadanos por el supremo interés de la religion, que entre estados independientes entre sí por la diversidad indiferente de sus instituciones civiles. Aun la divergencia de religiones no ha turbado la paz de los cantones federados de la Suisa por algunos siglos. El escritor pasa á valorizar sus raciocinios con un ejemplo. “La intolerancia de Justino, bárbaro soldado, para con los arrianos obligó á Teodórico, rey justo y merecedor de un elogio superior á Tito, Pio, y Marco Aurelio, á dejar de ser tolerante como hasta en- tonces lo había sido con los católicos, á obscurecer sus virtudes, y á manchar su vida en los últimos años de ella por la injusticia, la des- confianza, y la precipitación. Justino desprecia la mediacion de éste, no atiende sus razones, el Papa Juan burla su confianza, y el empera- dor (debió decir rey) se hace sombrío, y tiñe alguna vez la mano con sangre. ¿Qué fácilmente podrán repetirse escenas tan terribles entre repúblicas tolerantes unas, y otras intolerantes?” JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 353

Es inoportuno este epifonéma al pie de un cuadro históri- co, que aunque presentado con falsos coloridos, no puede servir de lección á nuestros gobiernos intolerantes. En efecto ¿son estos intolerantes, como el emperador Justine con los arrianos? ¿La into- lerancia de los católicos, por donde acabó el rey Teodórico, fue tan justa como la de Justino con los arrianos? ¿Fue la intolerancia de este el verdadero motivo de la persecución de los católicos y atroces delitos, con que Teodórico manchó los últimos años de su vida? He aquí tres cuestiones que debió examinar bien nuestro escritor, antes de resolverse á proponernos este ejemplo, como un medio de convencer los malos efectos de nuestra intolerancia. Sin negar que el rey de los Ostro-godos, mientras que gozaba el fruto de sus conquistas, y se creyó tranquilo poseedor del reino de Italia, fue justo y benéfico, y que por los consejos del célebre Casiodoro, á quien eligió por secretario de estado, dictó leyes úti- les, civilizó su reino, hizo florecer el comercio y protegió las letras; estamos sin embargo muy distantes de creer al lisongero retrato de sus costumbres que por adulación ó política nos ha dejado Sidonio Apolinar en una de sus epístolas, y mucho mas de reputarle “me- recedor de un elogio superior al de Tito, Pio y Marco Aurelio”. Un génio cruel y feroz suele dulcificarse un tiempo por la prosperidad, contrahacer las virtudes por política, y practicar el bien que le inspira un confidente sabio y virtuoso, mientras que se lo muestra insepa- rable de su propio interés. Hubo un tiempo en que Neron, el mayor de los monstruos coronados, ostentó también virtudes y fué mirado por los romanos como un presente del cielo. ¿Podrá jamás sostener el “paralelo con Tito, Pio y Marco Aurelio” un príncipe bárbaro que empuñó el cetro por el asesinato de su hermano mayor Torismundo; que bajo las apariencias de paz mato á puñaladas al rey Odoacre en medio de un solemne banquete; que marchando á España contra el rey de los suevos bajo la protesta de ser un mero soldado de la re- pública y fiel servidor del emperador Avíto, estipulaba secretamente para sí y sus sucesores la posesión absoluta de sus conquistas en 354 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 aquella parte del imperio; que sacrificó á su política y resentimiento al desgraciado Rechiar, y que en el saqueo de Astorga y de Palencia se condujo como un aliado infiel y un enemigo brutal? Justino en el oriente era cuando mas soldado igualmente bárbaro y ambicioso que Teodórico en Italia. Sin embargo despues de los males y reveces que por muchos años había sufrido el imperio, el reinado de Justino pasó por un tiempo de reposo y felicidad; y la his- toria nos lo representa también como justo, bienhechor y amigo del pueblo, reformador de las leyes, conciliador de la paz y unión entre la iglesia de Constantinopla y de Roma, y adicto á consultar y seguir en el gobierno los dictámenes del consejo que había compuesto de hombres recomendables por su sabiduría y la rectitud de sus inten- ciones. Mas para nuestros tolerantistas su crímen imperdonable y destruidor de todas sus virtudes, fué la intolerancia con los arrianos. Sea por un momento, y ¿qué tiene de semejante ésta con la nuestra? Justino quitó á los arrianos las iglesias, de que estaban en posesion, aunque usurpada por la fuerza á los católicos, ¿tienen algunas entre nosotros los protestantes, de que querramos despojarlos? Justino obligó con penas á los arrianos á abjurar la heregia, que tantos ex- trangeros había hecho en el oriente, y á reducirse al seno de la iglesia católica, de donde tan sin razon se habían separado. ¿Pretendemos nosotros que los protestantes ú otros sectarios muden por fuerza de creencia, y vengan á nuestros templos á oir la misa? Luego nuestra intolerancia reducida únicamente á no permitir la introducción, culto público y proselitismo de sectas que aun no existen entre nosotros por un motivo que creemos de utilidad pública, no puede ofender, ni turbar á las otras repúblicas que se hagan tolerantes, como se pretende que la intolerancia de Justino exasperó al tolerante Teodórico. Mas ¿puede equiparse por otra parte la persecución, que al fin de- claró Teodórico á los católicos con la intolerancia de los arrianos, de que tanto se culpa á Justino? Por ventura ¿dejar en quieta y pacífica posesión de su culto á toda una nación, sobre quien el tirano que la JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 355 subyugó no tiene otro derecho que el de la fuerza, es una misma cosa que sufrir el que unos pobres espíritus novadores, inquietos y turbu- lentos sigan tranquilamente fomentando las disensiones, gozando el fruto de sus usurpaciones, y siempre en actitud de renovar sus aten- tados, sus violencias y alborotos contra la seguridad individual y ór- den público? Nos parece que basta una pequeña dosis de razon ó de sindéresis para condenar á un príncipe, como tirano é injusto invasor de los mas sagrados derechos de la nación sobre quien reina, si, qui- siera con un golpe de su autoridad abolir la religion que ésta desde mucho tiempo atrás profesa; mientras que disculparia á lo menos el zelo de un príncipe, que se propusiera extinguir en su imperio las semillas de discordia, de injusticia y de sedición, que había sembrado entre sus súbditos la perversidad de unos pocos mal-creyentes. Pues ésta es la enorme diferencia que hay entre la intolerancia de Teodórico y la intolerancia de Justino. Teodórico halló católica toda la Italia con las demás provincias de la Sicilia, Dalmacia, Pannonia, Norica, las dos Rhecias y parte de las Galias y de España, que añadió á su conquista; y sin embargo sea por venganza, sea por ódio de sus vasallos, publi- có al fin de su reynado un edicto, señalando un dia después del cual quedaría enteramente prohibido el ejercicio del culto católico. Justi- no ve todo su imperio católico á excepción de los arrianos; les quita las iglesias para restituirlas á quienes pertenecían legítimamente; quiere que sea una sola la religion entre sus súbditos, así como es uno solo el príncipe, una sola la ley, uno solo el interés del estado, y que esa sea la religion antigua y generalmente reconocida y profesada en el imperio. ¿Cuál de los dos es mas justo y obra con mejor intención? En fin ¿fué laintolerancia de Justino con los arrianos el verdadero motivo que armó á Teodórico contra los católicos de su reyno? Si consultamos el carácter que desenvolvió este príncipe al fin de sus días, su posición política por aquel tiempo, la serie enlace y época de los hechos, concluiremos fácilmente que la persecución que declaró á los católicos fué obra de los recelos contra su fidelidad, del odio que les juró consiguiente á tales sospechas, y del deseo de vengar el 356 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que el mismo había provocado en el ánimo de sus vasallos de Italia por sus atentados y golpes de tiranía; y el pretexto, la intolerancia de Justino con los arrianos del Oriente, y el ningún suceso que tuvo la embajada que para fundar ese pretexto le dirigió: No era la religion para Teodórico, sino lo que es para la mayor parte de los políticos, un objeto en sí muy indiferente, pero que miran- do á la influencia que puede tener a favor ó en contra de sus propios intereses, unas veces la hacen plegar á la necesidad de conservar su puesto y sus ventajas, otras se valen de ella como de un velo para co- honestar sus crímenes y dar desahogo á sus pasiones. Aunque criado en la secta de Arrio, Teodórico mientras que creyó que no podía asegurar su trono, sino teniendo á su devoción los católicos de Italia y de las provincias, se contentó con obtener la tolerancia de los arria- nos y se declaró Protector del culto público y dominante de aquellos. Aun aspiró á ser gefe de la iglesia católica, y por este título dio leyes para proteger sus inmunidades de las personas y bienes eclesiásticos, permitió á sus mas favorecidos compatriotas, y aun á su misma ma- dre abrazar, ó seguir profesando el símbolo de San Atanacio, y por el contrario hubo vez en que mandó cortar la cabeza á uno de sus criados favoritos por haberse hecho arriano, diciéndoles: “si tu no has guardado fe á Dios, ¿Cómo podrás guardármela á mí, que soy un hombre?” Mas bajo de esta conducta al parecer tan favorable al catolicismo, se ocultaba la mas refinada política, ó por mejor decir, la mas solapada hipocresía; y Teodórico que había rebajado al arrianis- mo colocándole en la clase de un culto puramente tolerado, despre- ciaba interiormente al culto católico, y según la expresión digna de un escritor incrédulo (Gibbon t. 7. c. 39), tenia sobre estos objetos la “saludable indiferencia de un hombre de estado y de un filósofo”. Como tal, sabia encubrir en su pecho con el menosprecio de la religion católica, un secreto odio á sus vasallos que la profesaban; y éste solo aguardaba las circunstancias en que era preciso que se desarrollase para hacer la mas violenta explosion. La edad por una JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 357 parte que le hizo, como á todos los tiranos, zeloso, aváro, inquieto y suspicaz; el temor por otra de los proyectos que Justiniano, sobrino del emperador reinante, formaba ya de reconquistar la Italia y de incorporarla al imperio del Oriente, le echaron en los últimos años de su vida en las mas violentas sospechas de comunicación é inte- ligencia entre sus vasallos de Italia y la corte de Bizancio. El odio, que siempre les había profesado encendido de nuevo por las presen- te sospechas en su corazon, empezó á desplegar toda su actividad mucho antes que Justino se denegára á conceder la tolerancia á los arrianos; cuando por un exceso del populacho contra los judíos de Roma y de Ravena cometió la violencia de condenar á la comunidad entera de estas ciudades á una multa, y á los que no pudieron pagarla á ser azotados públicamente en las calles por mano del verdugo; cuando por un espíritu de venganza mandó demoler la capilla de San Estevan en Verona; cuando tuvo la vil cobardía de desarmar á los pueblos poco guerreros que había sujetado, no permitiéndoles mas que un cuchillo para los usos ordinarios; y cuando se reunió á los mas infames delatores para conspirar contra la vida de los senadores, á quienes sospechaba de inteligencia con la corte de Justino. Un rey ansioso de la pérdida común de sus vasallos como le lla- ma Boecio, Rex avidus communis exítii (lib. 1°.) un Rey que tendía lazos á los romanos para sorprender su inocencia, como dice el Anónimo de Valois, Rex dolum romanis tendebat, (pag. 723), era un verdadero tirano digno del odio y execración de su pueblo. Teodórico lo echó de ver, y uniendo al odio la venganza, solo busca una ocasion de ejercerla contra sus vasallos católicos á titulo de represalias. Con esta mira dirige al emperador Justino una célebre embajada para reclamar la tolerancia de los arrianos; previendo al mismo tiempo que “era muy probable”, según dice un escritor nada sospechoso á nuestro favor “(Gibbon, loc. cit.), que la corte de Bizancio por su denegación á la solicitud de Teodórico, bien fuese artificiosa ó peremptoria, sub- ministraria un pretexto para las represalias, y daría una ocasión de llevarlas mucho mas adelante que la ofensa”. Teodorico en efecto las 358 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 llevó muy adelante, y con este artificio halló su pérfida política como cohonestar el plan ya meditado y resuelto de perseguir y destrozar. En este plan entraba el Papa Juan como cabeza de los católicos, y cierto de que un tan Santo Pontífice no faltaría á su conciencia abogando por los arrianos, lo hace partir por la fuerza con los cuatro senadores destinados á la embajada, para comprometerlo de esta suerte, ó por mejor decir, para hallar un pretexto de perderlo, vuelto á Italia. Añadióse luego á éste un crímen que halló igualmente digno de hacérselo expiar por el destierro, la prisión y la muerte, á saber la veneración que la corte del Oriente testificó al primer Papa que hubo visitado á Constantinopla. Asi es que el Papa Juan, lejos de “burlar su confianza” (como se le calumnia), no hizo otra cosa que corresponder con valor y dignidad á la idea que el mismo Teodórico se había formado de su constancia, sacrificándose mas bien que fal- tar á su deber por el cobarde temor de un Rey tan despótico, como pérfido. Para consumar sus crímenes, Teodórico condenó la virtud en la persona de Boecio y en la de su suegro Symmaco. ¿Fue por ventura la intolerancia de Justino la que le puso en las manos la cruel cuchilla con que derribó las dos cabezas mas ilustres por su orígen, patriotis- mo, talentos y buenos servicios, que tuvo su reyno? Fué el furor de sus odios y sospechas! Era justo que en su propia conciencia empe- zára á hallar su suplicio. Hasta en el plato que se le sirve á la mesa, vé la airada sombra que por todas partes le persigue, y le amenaza de vengar su sangre. Este bárbaro rey desciende en fin al sepulcro acompañado de la vergüenza y del remordimiento del crímen. JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 359

NOTA 6.

Pag. 17 Lin. 20 y sig. El pensamiento es libre; es una propiedad que se ha reservado el hombre en el pacto social; siendo libre, debe serlo por consecuencia su manifestacion……. Y el que manifiesta que sirve a dios segun su modo de pensar debe tener un culto, y ejercicio conforme a esta manifestacion. A esta idea se reduce el célebre argumento de Payne, repetido por casi todos los tolerantistas, que dice al autor del discurso impre- so en el peruano número 19 ser incontestable. Ya lo ha contestado, sin dejar el menor resquicio á alguna réplica, el sensato y docto S. Egaña en su “Memoria Política”, § IX. A ella le remitimos para que se des- engañe de no ser mas que un frívolo y ridículo sofisma. Sin embargo, como el argumento segun se propone en el citado discurso, es un tegido de proposiciones ó falsas ó equívocas, un breve análisis de él servirá de separar y poner á la vista los frágiles y tortuosos hilos con que los tolerantistas urden la tela de sus capciosos raciocinios, que luego nos dan por “demostraciones” completas. He aquí el argumento. “El hombre tiene dos derechos, naturales y civiles”. Cuando se habla de los derechos del hombre, era menester no perder de vista sus obligaciones, que son igualmente unas naturales y otras civiles. No hay un solo derecho, á quien no corresponda alguna obligación que lo ciñe en sus justos límites, que es lo mismo que decir, que el hombre no tiene facultad alguna de que no deba usar precisamente conforme á la ley; de lo contrario abusaría de sus fa- cultades para resistir, á Dios, destruirse á sí mismo ó á sus semejan- tes; y un tal abuso no es, ni puede llamarse “derecho del hombre”. “Son naturales los que vienen de su origen, y los que puede mantener sin el auxilio de su semejantes”. Esta restriccion es antoja- diza. El hombre ha sido formado por la naturaleza para la sociedad. A no ser que desde su infancia haya vivido en la selva con los brutos, y como ellos, necesita del auxilio de sus semejantes para desarro- 360 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 llar todas sus facultades, y usar de ellas como hombre. ¿Cuáles son pues estas facultades ó derechos, que puede mantener sin el auxilio de sus semejantes? ¿Serán los del pensamiento? Aun para ejercer rectamente estos, necesita ilustrarse y formarse por la educación, la instrucción, el ejemplo de sus semejantes. Si pasa mas allá del pen- samiento, es decir, si quiere poner en obra lo que piensa, puede no tener medios por sí solo para ejecutarla, ó puede haber quien justa, ó injustamente se la impida por una fuerza superior á la suya: necesita por consiguiente en ambos casos del auxilio de sus semejantes. “Son los civiles aquellos naturales que no puede gozar sin el so- corro de los demás”. Esta definicion es tan viciosa como la anterior. Es verdad que todo derecho civil es tal, que el hombre no puede gozarle sin el socorro de los demás; mas no todo derecho que pide el socorro de los demás, es precisamente civil. Fuera de la asociación civil hay otras, en que el hombre no puede gozar de sus derechos sin el auxilio ó concurso de otros, como la del matrimonio, la de padres é hijos, la de familia. El carácter propio de los derechos civiles emana de la seguridad comun, que es el fin de la asociación civil, y de la sumision á la ley, es decir, á la voluntad de todos, que es el medio general de conseguir dicho fin. La facultad de gozar todos los derechos natura- les bajo la salvaguardia de la ley que consulta la seguridad de todos y de la fuerza pública que la protege, es derecho civil. De donde se sigue, que como la ley no puede servir de salvaguardia, ni la fuerza pública emplearse en proteger á un acto que es opuesto á la misma ley ó que ataca la seguridad común, todo hombre al constituirse en sociedad civil, ó adscribirse á que ya está constituida, tiene que ceder y renun- ciar para siempre el ejercicio de todos aquellos derechos naturales, que sean opuestos á la ley de la sociedad, ó incompatibles á juicio de la ley con la seguridad de todos. “Para asegurar éstos renunció una parte de su independencia”. Es decir que para asegurar el gozo de una parte de sus derechos naturales, renunció otra parte de ello. “Nada tuvo que ceder de los JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 361 primeros que no exigían amparo para su ejercicio. Ya hemos visto que estos derechos naturales son quiméricos. El hombre en ningún tiempo puede considerarse fuera de toda sociedad, é independiente del auxilio, ó amparo de sus semejantes. Constituido en sociedad ci- vil, no puede ejercer ningún acto que sea opuesto á la ley, ó incompa- tible con la seguridad de todos, aunque para su ejercicio no necesita del amparo de otros, como acabamos de demostrar. Luego tiene que ceder también á éstos. El acto interior del pensamiento es lo único que al parecer pudo el hombre reservarse, por que no está bajo el dominio de la ley. Sin embargo es evidente, que por los pactos so- ciales renunció á todo pensamiento contrario á la ley, ó al fin de la sociedad, puesto que si llega á descubrirse por algún signo exterior, incurre en la pena de la ley. Renunció también á la ignorancia y á la barbarie del estado solitario ó salvage, sujetándose á los medios de instrucción y civilización, que proporcional la sociedad y auxilio de sus semejantes. “En este caso está la adoracion á Dios. La interior”, y cuando mas la exterior privada y secreta; por que la pública no puede tributar- se á la Divinidad sino á una con los consocios, y por consiguiente uniformándola á los ritos que practica, y ha establecido la sociedad. Luego la adoracion pública no está en el caso de no nececitar del au- xilio ó cooperación de sus semejantes, ni debe (según los principios mismos del autor) numerarse entre los derechos naturales que el hombre no tuvo que ceder al asociarse civilmente. Mas aun la ado- racion interior para que sea recta y aceptable á Dios, es preciso que sea conforme á su voluntad revelada por medio de los que envió y acreditó con los signos de su infinita sabiduría y omnipotencia, y después de ellos, por los que legítimamente les han sucedido, y han sido encargados por el mismo Dios del depósito de la divina revela- ción, para conservarla integra y pura, comunicarla á los hombres y transmitirla sin interrupción á la posteridad hasta el fin de los siglos. Por consiguiente el hombre no puede tampoco ejercer rectamente este derecho sin el auxilio de sus semejantes, á saber la educación, 362 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 la instrucción, el ejemplo que son los medios por donde se aprende la religion revelada. No se lo reservó pues para sí solo al tiempo de asociarse civilmente. “El hombre puede tributar este homenage (á la Divinidad) en todo tiempo, en todo lugar”. El de la adoracion interior y privada, por que el de la pública le es imposible tributárselo, sino es en unión y conformidad con los demás individuos de la sociedad. Mucho me- nos puede formar facción con algunos de adentro ó de a fuera de la sociedad, y unirse á ellos par ser público el homenage de su ado- racion particular, diversa por su objeto ó por sus ritos de la única que aprueba y profesa la sociedad; por que esto seria ir contra la voluntad general de los consocios, y romper uno de sus principales lazos, de donde necesariamente resultaria la perturbación del órden público y peligraría la seguridad común que es el fin de la sociedad. “En el modo que juzgue mas conveniente”. En el modo que Dios ha prescripto en su iglesia, y que la sociedad formada en el seno de ésta por una providencia favorable del cielo, y firmemente resuelta á ser siempre dócil á la voz de Dios y fiel á sus votos, ha consagrado por pactos sociales, como la ley fundamental del estado. “Este es un derecho natural que no ha de tocarse, y que mantie- ne y mantendrá siempre”. Si por derecho natural se entiende la facultad física que tiene cada hombre de querer y de hacer lo que juzga mas conveniente sin respecto á la ley, sería un derecho natural la facultad de unirse á una ó muchas mugeres fuera del matrimonio, la de usar indistintamente de todas las cosas, violando la propiedad que otro ha adquirido sobre ella, la de quitar del medio al hombre que nos incomoda, arrancándole la vida. Solo en el mismo sentido se puede llamar derecho natural la facultad de adorar á Dios á su modo, es decir, de ejercer a la idolatría del pagano, la supersticion del judío, la falsa religion del mahometano, el culto arbitrario y caprichoso del pro- testante, puesto que cada uno de estos trata de adorar á Dios á su modo. El derecho natural es una facultad moral, es decir, reglada por la JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 363 ley. Es el poder que el hombre tiene de poner en acción todas las fa- cultados, que recibió de la naturaleza y que ha perfeccionado con su industria, dentro de los límites que ó Dios ó la sociedad le ha fijado por el bien común. Mas Dios, que es la suma verdad, condena todo culto falso, supersticioso, ó diverso del que se ha dignado revelar- nos como el único que le es aceptable. Luego el hombre no puede usar de sus facultades para tributarle otro. La sociedad á su vez. Ple- namente convencida de la verdad de este culto revelado por Dios, excluye la profesión pública de cualquiera otro, como peligrosa á la unidad social, y á la seguridad común, que es de su resorte. Luego dentro de esta sociedad el hombre no puede tampoco usar de sus facultades para tributar á Dios un culto público diverso. Luego ni es un derecho natural la facultad de adorar á Dios á su modo, ni el hom- bre puede mantenerla dentro de la sociedad, ni aun cuando fuera un derecho natural del hombre la adoracion interior ó privada de Dios á su modo, toca en él la sociedad excluyendo el culto público. “Este derecho en nada se compromete con lo político y civil”. El culto público diverso ó contrario al único que aprueba y practica la sociedad, es un gérmen de división entre los ciudadanos, y de desorganizacion del estado. Luego compromete á la sociedad en lo político y civil. “Recordemos como sobre esta materia hablaban los poloneses en el anterior siglo”. Los poloneses anticatólicos hablaban tan sin razon como los tolerantistas de hoy. Ellos fomentando la división y discordias civiles, servían á los proyectos de la ambicion extrangera, y comprometían la independencia de su patria. Igual servicio nos harian los protestantes y sectario que se introdugeran en la nuestra á la sombra del tolerantismo. El ejemplo de la Polonia es muy propio á convencer, cuanto se “compromete con lo civil y político” toda in- novación religiosa, á pretexto de adorar á Dios en el modo que halle cada cual por conveniente. 364 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 En la nota-“La ruina de la Polonia vino del intolerantismo”. Es un rasgo de injusticia común á los tolerantistas, atribuir las des- gracias que causa toda innovacion religiosa á los que la resisten, ó no toleran: esto es lo mismo, que si se culpára de las que suceden en el asalto de una casa por ladrones, no a estos, sino al padre de familia que se arma para defender su propiedad; ó de las que acaecen en una asonada, no á los sediciosos que la comenten, sino al magistrado que con la fuerza pública la reprime. La ruina de la Polonia estaba desde muchos siglos atrás preparada, y anunciada por los políticos, á causa de las divisiones, partidos y alborotos á que está sugeta toda monar- quía electiva, especialmente cuando en ella domina la aristocracia. El gérmen de estas divisiones, que llevaba en su seno, tentó la ambicion de las tres grandes potencias que la rodeaban, la Rusia, la Austria y la Prusia, y les abrió el camino de conquistarla, y desmembrarla para repartírsela entre sí. Este plan acabó de consumarse en 1793 por la prepotencia de Catarina, emperatriz de la Rusia, que excitaba con esta mira las turbaciones de religion, y sublevaba á los disidentes contra el gobierno; y por la incapacidad á resistirle del débil é indeciso Esta- nilao Poniatowski, que creyó ser necesario descender del torno por la misma mano que le había elevado á él en la dieta de Wilna. Asi es que la Polonia ha dejado de existir por sus divisiones y discordias, como estado libre é independiente. ¡Grande lección para cerrar la puerta al gérmen de ellas, que nos prepararía la introducción de religiones y de sectas en los estados, que acaban de conquistar su libertad é independencia! NOTA 7.

Pag. 21. Lin. 31. y sig. Faltando razones, se nos proponen hechos, siendo el primero que en inglaterra y norte america viven los religionarios en paz y enteramente sumisos a la autoridad del gobierno. Se nos ha propuesto también el ejemplo de Roma. “Allí hay tolerantismo, se nos ha dicho. Hay sinagogas de judíos y templos de JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 365 protestantes. Lo que en la capital de la cristiandad se practica ¿por qué no ha de tener lugar en el Perú? ¿Quién debe velar por la religion mas que el padre universal de la iglesia, ese anillo de la unidad?” Por lo que hace á los judíos, es verdad, que hay en Roma cierta calle ó barrio en que con separación se hallan confinadas sus casas y sinagogas. Se les obliga á llevar cierta señal que los distinga, y la tolerancia de que gozan está sujeta á muchas privaciones y restriccio- nes. El ningún peligro de que puedan contagiar á los cristianos con la espantosa ceguedad con que Dios los ha herido, y con las groseras y ridículas supersticiones de su Talmud, el estado de dispersion y de abyeccion moral y política que los hace poco temibles á los gobier- nos, y el interés de conservar en la existencia de esta única nación entre todas las antiguas, después de tantos siglos, sin templo, sin sa- crificio, sin sacerdotes, sin hogares propios, un monumento perenne é indudable de la ira del cielo por su deicidio, y del cumplimiento de los antiguos oráculos de su reprobación y de la divinidad del cris- tianismo, son causas que justifican demasiado esta única excepción, que hace en su favor la capital del mundo cristiano. Mas es falso, que en Roma se consientan templos, ni reuniones públicas religiosas de protestantes. Ya el señor Funes en la nota 8. so- bre las garantías de Daunou, había tomado á su cargo desengañarnos de esta patraña, con que á favor de la distancia en que nos hallamos de Roma, se quiso sorprendernos.” Leemos (dice) en un autor muy moderno, que en Roma, la capital del orbe cristiano, está tolerado el culto público á los judíos, y á los de las religiones reformadas….. Pero séame permitido dudar de la noticia, o mas bien rechazarla como falsa. Me da derecho á pensar así el reciente testimonio de un hombre, en quien se reúnen todos los títulos que deben cautivar el asenso del hombre mas prevenido contra la verdad. Es este el señor D. Carlos Pedemonte, sujeto muy recomendable por su talento, sus luces y su virtud, quien ejerciendo en Lima su patria los empleos de prepósito de la congregación de S. Felipe, y rector del Colegio de S. 366 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Carlos, pasó á la Europa con el objeto de restablecer su constitución enfermiza. Habiendo á su regreso arribado á este puerto, sabemos por su medio, que puesto en Madrid leyó en uno de los periódicos que corrian, la noticia de hallarse introducida en Roma la tolerancia de los cultos protestantes. La novedad que hizo en su ánimo esta anécdota, produjo en él el deseo de saber su certeza por otra via mas acreditada. Como su viage á la capital del orbe cristiano se hallaba ya resuelto, reservó esta indagación á su propia experiencia. Esta fué la que lo convenció, que esa tolerancia de cultos, de que hablo el periodis- ta, y repite el holgazan está muy distante de la verdad.” Así es como se propagan las mentiras, cuando sin exámen ni crítica se admiten hechos, solo por que pueden servir de apoyo á las opiniones propias. El señor Pedemonte, hoy Arzobispo electo de Lima, nos ha repetido por sí mismo el testimonio que dio en Buenosaires al señor Funes de la exacta indagación que hizo en Roma de los cultos protestantes, y de no haber hallado allí el menor vestigio, ni prueba de ellos. NOTA 8.

Pag. 28. Lin.14. y sig. No hemos visto un escritor de ideas mas exaltadas en orden a la libertad de cultos y de opiniones, que el celebre Daunou. Son ciertamente tan exaltadas las ideas que este autor lleva sobre la “libertad de cultos y opiniones”, que su mismo sabio ad- mirador, traductor y comentador el señor Dean Funes ha tenido que corregirlas, y se vió precisado á renunciar los principios en que pretende fundar dicha libertad. En la nota 8. Sobre las “garantías individuales” dice expresamente. Yo he creido que para promover la libertad de “opinar y la tolerancia de cultos, no debía valerme, como lo hace el autor de las garantías, de máximas generales, á saber, que la libertad de pensar es de derecho natural, y que nadie hay sobre la tierra, á quien esté sujeto el pensamiento. Este modo de discu- rrir me llevaría á resultados, que á mi juicio chocan con la razon y con la pública conveniencia.”Se seguiría en efecto lo que ya vemos JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 367 y observa alli mismo dicho señor que “á espaldas de esta libertad ha pretendido indultarse el deísmo, el ateísmo, el materialismo y la incredulidad;” y que seria necesario dejar correr sin estorbo estos sistemas en el estado, puesto que “poco contentos con abrazarlos sus profesores, se han esforzado á propagarlos.” Mas “no debe ha- ber tolerancia de estas sectas (añade el mismo señor Funes); pues ellas contienen elementos opuestos á los fines de la sociedad. Si en el plan de la sociedad no entró la religion como fin, entró á lo me- nos como medio ¿Cómo pueden pues tolerarse unas sectas que la destruyen para entregarse á un libertinage de espíritu de corazon, y de conducta? Advierta pues el autor de las Garantias (concluye) que no es delirio “como dice, ni pura devoción el rechazarlas.”Así, para fundar la tolerancia civil de las sectas del cristianismo, de las que juzga que profesando la religion de Jesucristo, y la moral evangélica, solo discrepan del catolicismo en varios artículos, se vale de otros prin- cipios políticos, cuya fuerza y aplicación á la tolerancia examinarémos en la nota siguiente. Bastaria esto para echar de ver el peligro que hay en admitir sin examen los principios de Daunou sobre la libertad de cultos y opi- niones. Sin embargo demos una vista rápida sobre ellos. Hablemos 1. de la libertad de opiniones, Daunou pretende fundarla sobre una pa- radoja, que es la falta de libertad, que en un sentido metafísico atribuye á las opiniones; es decir, por que el hombre está pasivo en ellas, y tanto mas cuanto mas las examina de buena fe y empleando su razon y ac- tividad. Así nos dice “…precisamente por que las opiniones no son libres en el sentido metafísico que acaba de explicarse, es que deben serlo en otro sentido, es decir, no tener que temer ninguna coaccion exterior, que nos obligue á profesar las que no tenemos ó á disimular las que tenemos”. Este es un principio falso, y por consiguiente todo el edificio, que levanta sobre él, se desploma por su propio peso. El entendi- miento no es libre desde luego para dejar de asentir á una verdad 368 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 evidente en sí misma, ó que se le demuestra por razones evidentes, como esta de la geometría: “los tres ángulos de un triángulo son iguales á dos rectos”; es decir, no tiene facultad de asentir á la pro- posición contraria. Mas la opinión no lo es, sino por que tiene razones en pro y en contra. Aunque el entendimiento abraza una como mas probable, por que cree superiores los motivos en que se funda, pue- de todavía con nuevo exámen y luces hallar mejores las razones de la opinion contraria, y adherirse á ella abandonando la primera. Luego aunque lleve una opinión, no está pasivo en ellas, ni se hace incapaz de dejarla: él conserva toda su actividad para verificar un nuevo exá- men, y dejarse persuadir de la opinion contraria. Si asi no lo hace, no es por falta de libertad en el entendimiento, sino por un vicio de la voluntad que las mas veces se apasiona por ésta ó la otra opinion. Por eso aunque es verdad, que no debe emplearse la coaccion exterior sino la instrucción y el convencimiento, para hacer que el enten- dimiento mude de opinión, mientras que la cree mas probable; sin embargo es un hecho probado por una experiencia diaria, que la coaccion exterior sirve muchas veces para vencer el estorbo que la vo- luntad opone al entendimiento, y reducir á éste, ya desembarazado del influjo de aquellas, á examinar mejor las razones de la opinión contraria, y rendirse al final peso de ellas. El ejemplo de innume- rables arrianos, donatistas, novacianos y albigenses, que forzados á instuirse abrieron los ojos, y al fin se convirtieron sinceramente, confirma esta verdad en lo respectivo á las opiniones religiosas. Una secta no suele desengañarse de sus errores en la embriaguez de la prosperidad, y al contrario unira su buen suceso como un signo de la aprobacion del cielo. Lo mismo sucede con todos los criminales; muchas veces la adversidad le ha hecho deponer las falsas opiniones, que eran el principio, ó el alimento de sus vicios y crímenes. No es esto decir, que deba emplearse la coaccion exterior para re- ducir precisamente á la religion á los que se han descarriado de ella, sino probar únicamente contra Daunou, que el que se descarría por JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 369 una opinión contraria queda siempre libre para volver á ella; puesto que la coaccion exterior, no siempre intentada contra el error, sino con- tra los atentados y violencias de los que habían caído en él, ha hecho volver á muchos á la religion. Por lo demás á excepción de este caso, en que la salud pública pide que se reprima la sedición ó turbación causada por los sectarios del error, la coaccion exterior es un medio, que si alguna vez ha producido buen efecto, las mas ha exasperado el mal en lugar de atajarle, y siempre es indigno de una religion como la nuestra, que se recomienda harto por sí misma, que solo promete los bienes de que abunda al que la sigue de buena gana, y cuyo carácter es la caridad y mansedumbre aun con los que yerran. La coaccion exterior tiene un influjo todavía mas claro y decidido, cuando se tratára de impedir que una mala opinión se muestre exte- riormente por palabras ú obras. Supongamos que fuera cierto, que el entendimiento no es libre para deponer la opinión que juzga mas probable; sin embargo la voluntad quedaría libre para determinar á un hombre á hablar y obrar conforme á ella, ó á abstenerse de uno y otro: es decir, que entre la pena que la causa el silencio, ó la omisión de la obra, y aquella con que se le amenaza, si habla ú obra, puede elegir la primera como menor. Y si nó ¿como es que el mis- mo Daunou asiente que la calumnia, la injuria, la sedición, de palabra ó de obra pueden y deben castigarse, “aun cuando las opiniones, de donde dimanan, se hubiesen concebido por el mas deplorable capricho como verdaderas y legítimas”? ¡Por ventura el hombre solo es libre para desechar las opiniones que le inducen á cometer estos delitos, a pesar de que las crea verdaderas y legítimas ó al menos para abstenerse de hablar y obrar según ellas; y solo deja de ser libre para deponer las opiniones, que le arrastran á la impiedad, á la blasfemia, á la heregía, ó á otros crímenes contrarios á la religion y á la sociedad, ó para callar siquiera y evitar la obra exterior? ¿O pretende reducir el código criminal á los únicos delitos de calumnia, injuria, y sedición, concediendo franquicia general para todos los demás de palabras y de obras. 370 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Este último partido, aunque siempre cubierto en tinieblas, pa- rece que es el que toma Daunou, desesperando ya de poder sacar del principio que puso, todas las consecuencias de su sistema. Así después de haber confundido estas dos cuestiones, la de “no poder ser obligados á profesar las opiniones que no tenemos, y la de no poder ser obligados á disimular las que tenemos,” para establecer ambas sobre el principio de la falta de liberad que el entendimiento padece en sus opiniones; aquí las separa, y nos dice “Guardemonos de confundir aquí dos cosas realmente diversas. Acaso no se querrá obligarnos á decir lo que no pensamos. Se trata solamente de saber hasta qué punto se podrá prohibirnos la manifestación de nuestros pensamientos. Ved aquí sobre todo la cuestión que se nos presenta para resolver”. El la resuelve concediendo la libertad de manifestar- los todos, á excepción de la calumnia, y la injuria contra los indivi- duos, y la sedición, es decir, la provocación á desobedecer las leyes, insultos á la autoridad, y maquinaciones para trastornar el órden pú- blico establecido, y la complicidad en estos discursos ó actos. “Ved aquí (dice) unos delitos ó crímenes inexcusables; ved aquí especies de opiniones que nunca es permitido proferir, aun cuando por el mas deplorable capricho se hubiesen concebido como verdaderas y legítimas. Pero á mi juicio son también éstas las únicas que sea jus- to y lícito prohibir. Por consiguiente la libertad de todas las demás, verdadera ó falsa, arriesgada ó probada, sana ó insana, inocente ó peligrosa, debe quedar intacta al abrigo de toda traba, estorbo previo y prohibición”. Aunque por estas palabras parezca que Daunou habla de la li- bertad de manifestar sus opiniones, por malas y dañosas que sean, solo por discursos ò por escritos, es claro que esta libertad trae la de obrar conforme á esas mismas opiniones, ó Daunou se contradice. Cuando por los discursos y escritos llegue á reynar una falsa opinión ¿como se podría evitar que se le siguiese en la práctica? Por ejemplo, si es lícito decir y escribir, que los bienes y las mugeres son comunes, que el derecho de propiedad es injusto y abusivo, que el matrimonio JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 371 es una traba impuesta al amor igual y universal de los ciudadanos entre sí y al patriotismo, como han opinado varios sofistas ¿como se podría impedir el robo y el adulterio? El que fuera reconvenido por estos delitos, diría que no había hecho mas que seguir su opinión, y que no había sido libre á deponerla. Se le diría que esa opinión era errada, y él repondría que esto no era otra cosa que oponer la opi- nión particular del que lo reconviene á la suya, y que ambos están igualmente expuestos á errar. Se le citaria la ley, que prohíbe el robo y el adulterio, y el preguntaría ¿como pues es lícito que se manifieste una opinión que “provoca á desobedecer esa ley”, y que según Dau- nou debía ponerse en la clase prohibida de sedición? Luego, ó éste se contradice á sí mismo, o la excepción que hace de la calumnia, injuria y sedición, como los únicos delitos ó crímenes inexcusables, deja en su vigor los principios que el mismo asienta, para excusar todos los otros crímenes aun de obra. Véamos ya las nuevas razones en que funda la “libertad de manifestar las opiniones”, sean las que fueren, á excepción de la ca- lumnia, injuria, y sedición. La 1. es general: que “prohibir ó condenar cualquiera de las otras opiniones es sojuzgar el entendimiento huma- no á una tiranía arbiraria, y poner entredicho á la razon”. La segunda es mas particular, y he aquí como la propone, “para establecer (dice) una distinción constante entre las buenas y malas doctrinas, era ne- cesario que hubiese en medio de la sociedad un símbolo político, histórico, y filosófico, ó bien una autoridad encargada de proclamar, cuando fuese preciso, en toda materia lo verdadero y lo falso: acaso habría necesidad de estas dos instituciones á un tiempo, tan mons- truosa una como otra”. “Un cuerpo de doctrina” supone que el espíritu humano ha hecho todos los progresos posibles, y le prohíbe todos aquellos que le restan, traza un círculo alrededor, de las nociones adquiridas ó recibidas, y excluyendo muchas verdades, encierra inevitablemente muchos errores, se opone al desarrollo de las ciencias, de las artes, 372 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 y de todas las industrias. En cualquiera época de la historia que se hubiese trabajado ese símbolo, hubiera contenido muchos absurdos, y cerrado la puerta á las luces, que después habrían empezado á ilus- trar el mundo. Por lo que respecta á una autoridad, que bien sea inter- pretando ese símbolo, ó bien de su propio motivo decidiese todas las cuestiones que llegasen á suscitarse, ó seria distinta del poder civil, y no tardaria á dominarlo, ó confundiéndose con él, lo transformaria en un absoluto despotismo á quien todas las personas y las cosas estarían sujetas sin reserva”. Si no hay un cuerpo de doctrina pública, ¿como sabremos no- sotros cuales son las opiniones que no nos he permitido profesar? ¿De donde sacará las decisiones el tribunal, ó sanhedrin encargado de condenarnos en ese mismo instante en que pretendiese probar que hemos caído en el error ¿que otra cosa haría, sino oponer su opinión particular á la nuestra? Y ¿qué justicia humana ó divina podría darle derecho para calificar por delito ó crimen un hecho que por ninguna ley había sido previsto? “Cuando se averiguan las causas que mas han propagado y perpetuado el error, como también las que mas han retardado la verdadera instrucción de los pueblos, se encuentran siempre en las instituciones semejantes á las que acabo de referir”. Hablando de esta suerte Daunou, no excluye la libertad de ma- nifestar sus opiniones en materias de religion; por el contrario la tiene muy presente en este capítulo IV, y en el siguiente; y la autoridad de la iglesia es la que ataca, cuando niega positivamente el poder de decidir sobre las varias cuestiones que pueden suscitarse á toda autoridad, aunque sea distinta de la civil, por la cual no puede entenderse otra que la de la iglesia. Mas, sin examinar aquí si el sceptisismo moral que establece puede ser útil á la sociedad, ni tampoco si la casi ilimitada libertad de manifestar sus opiniones políticas, históricas y filosóficas, de que tanto han abusado los modernos sofistas, deístas, ateístas, é incrédulos de toda especie, puede compadecerse con el progreso de JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 373 las luces, con el bien de la humanidad y con el órden ó reposo de los estados; yo me ciño únicamente á convencer que la libertad de ma- nifestar sus opiniones particulares en materias de religion es absurda, y repugna al carácter de la verdadera religion y á los medios exclusivos de que Dios se ha valido para establecerla, conservarla y perpetuarla entre los hombres; que hay por consiguiente una autoridad legítima para pronunciar en las cuestiones que puedan suscitarse sobre la religion, y para condenar las opiniones que le sean contrarias, y á sus autores. Daunou dice, que “prohibir, ó condenar cualquiera opinión fuera del caso de calumnia, injuria y sedición, es sojuzgar el enten- dimiento humano á una tiranía arbitraria, y poner entredicho á la razon. Todo lo que añade es como un comentario de esta máxima. Mas ella no puede ajustarse á las opiniones en materias de religion”. 1. La verdadera religion es revelada por Dios, cuya soberana vo- luntad, siendo como es de un Ser Omnipotente é independiente de sus criaturas, pero al mismo tiempo infinitamente sabio, justo, bue- no, no puede calificarse de tiranía arbitraria. Esta religion contiene misterios, es decir, dogmas incomprehensibles á la razon, por que asi agradó á Dios humillar el orgullo del hombre por el abuso que había hecho de ésta, para criar la idolatría y los mas monstruosos errores. Contiene preceptos, de que no puede hallarse el motivo en la razon humana, y cuya severidad repugna á las pasiones, por que asi dispuso curar las enfermedades del corazon. Luego ella por su propio carác- ter o esencia es menester que “sojuzgue al entendimiento humano, y que ponga entredicho á su débil y descarriada razon”. Este, como se ha dicho tantas veces, solo podrá ejercitarse en indagar, cual sea la verdadera religion, y cual la sociedad depositaria, intérprete y maes- tra de ella, pesando sus pruebas y meditando sus divinos é inconmu- tables caractéres, por donde se da facilmente á conocer á todo el que la busca con diligencia y buena fe; mas luego que sepa que Dios es el que le ha hablado por el órgano de su iglesia, su deber no menos 374 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que su gloria es someterse sin reserva, y renunciar las propias luces en obsequio de su palabra. 2. La verdadera religion es una obra perfecta y consumada por Jesucristo. Ella contiene todas las verdades, preceptos, consejos, me- dios, promesas y gracias espirituales, que el hombre necesita para obrar su salud eterna, que es el fin de la religion. El no tiene que añadir á la divina palabra, ni que discurrir por sí algo de nuevo, ni que buscar otras luces para conseguir dicho fin. San Pablo decía á los Galatas, “si alguno, aunque parezca ser un angel del cielo, os predica otro Evangelio distinto del que yo y los demás apóstoles os hemos anunciado, sea maldito de Dios”. sed licet nos, aut ángelus de cœlo evan- gelizet bobis, preterquan quod evangelizavimus bobis, anathema sit. (Gal. 1). Por otra parte, en las materias políticas, históricas, filosóficas, que son del resorte de la razon, es lícito al hombre el errar, y su engaño no tiene por lo regular consecuencia. “Se puede llegar á la verdad, como dice Daunou, después de descarríos, y por entremedio de ilu- siones. El es llamado al camino recto por esa misma actividad que ha contribuido á su extravio… á pasos inciertos y vacilantes avanza siempre… y del mismo seno de las controversias efímeras que lo ejercitan, saltan eternos rayos de una luz pura”. En fin, le es permi- tido ser temerario, y su temeridad es á veces afortunada… audaces fortuna juvat. Pero en materias de religion el engaño es de terribles consecuencias, y la menor temeridad (decía Lactancio) es la mayor imprudencia y locura, nullus hic temeritali, locus; in æternum stultitiæ pæna subeunda est, si aut persona, inquis, aut opinio falsa deceperít. (lib. XIII, cap. 13). Por eso Dios le descubre de un golpe la verdad para evitarle esos “descarríos é ilusiones” tan funestas. Le pone sin esfuerzo en el camino recto, dejándole la actividad que de otra suerte contribuiría á su estravio, para que la emplee toda en meditar su palabra, y obrar conforme á ella. Le afirma con la verdad infalible de ésta para que se exponga á dar pasos inciertos y vacilantes; y mientras que entrega el mundo, es decir, la ciencia de las cosas de este mundo á las disputas, JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 375 y controversias de los hombres, para que con harta pena recoja, si es posible, y convierta en provecho de la vida presente los pocos rayos de luz que saltan del encuentro de las opiniones humanas; quiere que aprenda la ciencia tan necesaria de su salud, y se penetre de la viva luz del cielo por un camino mas corto, é igualmente exento de peligros y de trabajo, el de la docilidad á su divina palabra. 3. A consecuencia de este carácter único de la religion verdade- ra, de su perfeccion, infalibilidad y necesidad de sus doctrinas para la salud, es que hay una distinción constante é invariable entre las buenas y malas doctrinas pertenecientes á ella. Para restablecerla pues perpe- tuamente fué necesario, que Jesucristo proveyese á su iglesia de los dos medios que Daunou mismo reconoce suficiente; es decir, que hubiese en la sociedad cristiana un símbolo religioso, y una autoridad encargada de proclamar cuando fuese preciso en las materias de reli- gion lo verdadero y lo falso: doble institución, que si fuera meramen- te humana, no dejaría de ser monstruosa, como dice el citado Daunou; por que “solo pertenece el derecho de prohibirnos los errores al que está exento de ellos, y no hay un solo hombre que no se engañe como nosotros, y acaso mas que nosotros”. Mas el símbolo, y la autoridad de la iglesia son dos instituciones divinas. El primero es el compendio de la doctrina enseñada por Je- sucristo, y por consiguiente de la divina revelación; puesto que él se dijo Dios, y lo probó por el cumplimiento de las profesías en su perso- na, por sus milagros, por su resurrección, &c. nos consta que este símbolo contiene la doctrina enseñada por Jesucristo, por que desde el origen del cristianismo se miró como formado por los apóstoles antes de su dispersión; mas estos hicieron siempre profesión de no enseñar sino lo que vieron y oyeron de boca de su maestro, y de otra parte confirmaron su doctrina por milagros, signos ciertos de la voz de Dios. ni pudo dicha doctrina dejar de venir de los apóstoles; ella ha sido creida en todos los siglos, y por todas las sociedades cristia- nas de que se compone la iglesia católica; y ésta jamás ha reconocido 376 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 otros maestros que á estos enviados de Jesucristo. La iglesia católica no ha podido tampoco alterarla, ni mudarla; ella siempre ha hecho profesión de no añadir, ni quitar cosa alguna à la doctrina antigua, ha mirado como hereges y separado de su comunión á los que tal hacen. Ni ¿como tantas sociedades dispersas, de que consta la iglesia católica, pudieron formar, ni menos ejecutar el proyecto de mudar la doctrina apostólica? Si una lo hubiera intentado, todas las otras lo hubieran al instante reclamado. Todas profesan en el artículo del mismo símbolo que dice: “creo en la iglesia católica”, que es imposible añadirle algo, o innovarlo sin caer en la heregia, y ser excluido de su seno. La autoridad de la iglesia viene igualmente de Jesucristo, que en- comendó á los pastores el cuidado de su iglesia, y los autorizó no solo para ser testigos de su doctrina, sino también para condenar con- forme á ella todo lo que estuviese en oposición de su verdad. Yo re- pito aquí lo que tan ajustada y sabiamente ha escrito el señor Funes. Sin este encargo ó misión divina, una doctrina revelada que humilla la razon, y una moral severa siempre en lucha con las pasiones, no hubiesen podido subsistir. La iglesia católica pues igualmente cierta de ser divina la doctrina que contiene su símbolo y la misión de sus pastores, está en derecho de sacar de aquel sus decisiones, y de creer firmemente, que el juicio que opone tanto á los errores que condena, como á los que alteran la doctrina recibida, y se esfuerzan á inducir á los fieles en error, no es el suyo propio, sino el del divino autor que se lo reveló. Esta fe tiene por otra parte un firme apoyo en la pro- mesa solemne de Jesucristo. Por ella, no á uno solo, sino al cuerpo entero de los pastores, asi como los hizo depositarios de su doctrina, les aseguró también el privilegio de quedar á cubierto de todo error. Ni podía dejar de ser así, puesto que toda doctrina revelada, siendo superior á la razon, solo puede manifestarse á los hombres por la vía de testimonio. El órgano pues por donde se comunica debe participar de la certeza infalible de la palabra divina que de él se vale; y si en los hechos ordinarios, la unanimidad de testigos da á su testimonio JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 377 una infalibilidad humana, ó una certidumbre invencible; en el de la re- velación, la unanimidad de “testigos establecidos por Dios” da á su testimonio una infalibilidad divina. Síguese de lo dicho, primero, que siendo la divina revelación su- perior á todos los esfuerzos de la razon humana y una obra acabada, en la cual no es ni posible, ni necesario inventar algo de nuevo para nuestra salud; el símbolo ó cuerpo de doctrina revelada, sin suponer que el espíritu humano haya hecho todos los progresos posibles, ni prohibirle todos aquellos que le restan en el inmenso ámbito de la naturaleza, de la sociedad y de las artes, sobre que puede emplearse la razon ó industria; traza ciertamente un círculo alrededor de las no- ciones de la fe y de la moral adquiridas ó recibidas por el Evangelio, y excluyendo todo error contrario á la doctrina, encierra esencial- mente toda verdad necesaria á nuestra salud; mas al mismo tiempo limitándose á esto solo, ni impide, ni se opone al desarrollo de las ciencias, de las artes, y de todas las industrias. Por la misma razon de contener una doctrina revelada, este símbolo ha sido formado en aquella época en que Dios dispuso consumar la obra de la divina re- velación por el vivo oráculo de su hijo, y predicación de sus discípu- los, cualquiera que por otra parte fuera el grado de civilización y de luces naturales en que estuviese el mundo, de las cuales no depende la sabiduría divina que reveló sus artículos. Es verdad que entre ellos no vé mas que absurdos la audaz filo- sofía de todos los incrédulos de nuestro siglo, herederos de la ter- ca ceguedad de los judíos, y del orgullo insensato de los filósofos paganos, para quienes el misterio de la cruz de Jesucristo fue ó un escándalo, ó una locura; mas esto no impide que sea en realidad á los ojos de una fe tan sumisa como ilustrada, el secreto de la sabiduría y fortaleza de Dios, y como el tipo y sello de la maravillosa alianza de la justicia con la misericordia infinita de Dios, cuyo fruto ha sido la reconciliación del cielo con la tierra, la reparación del hombre, y el triunfo sobre la muerte y las potestades del infierno. Ps.( 84. 1. Cor. 378 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 c. 1. Colos. c. 2). Es verdad también que este símbolo ha cerrado la puerta á las mentidas luces, con que Lutero, Calvino, y todos los no- vadores y sofistas han pretendido y pretenden ilustrar al mundo; el ciertamente los condena como á hombres que han tenido la osadía de sobreponer sus delirios á la palabra divina, y de trazar el camino que va derecho á la impiedad y al ateísmo. 4. Que siendo fundada la autoridad de la iglesia sobre la misión divina que Jesucristo solo dio a los pastores y no á las potestades de la tierra; y siendo el juicio que oponen estos á los errores y á sus au- tores, no el suyo propio, sino el del divino autor que se lo reveló bajo la garantía de quedar á cubierto de todo error, es consiguiente que esta autoridad, sea interpretada, ó sea decidiendo las cuestiones que lleguen á suscitarse, jamás obra por su propio motivo, sino conforme á la doctrina revelada por Dios y creida siempre por todos los fieles; que es esencialmente distinta del poder civil, cuyo objeto y fin no es la salud eterna de las almas, á que aquella se encamina, sino la seguridad y felicidad temporal de los ciudadanos; que obrando sobre una línea muy diversa de aquella que sigue el gobierno civil, solo puede y debe, no dominarle, sino dirigirle en lo espiritual; y por fin que no confun- diéndose jamás con el poder civil, no puede transformar á este en un absoluto despotismo, á quien todas las cosas y personas estén sujetas sin reserva. Habiendo, pues un cuerpo de doctrina pública é infalible revelada por Dios, sabemos ya cuales son las opiniones que en materias de religion no nos es permitido profesar; y el tribunal ó sanhedrin establecido por Jesucristo en medio de su iglesia, y encargado por él mismo de conde- narnos, si nos apartamos de la doctrina católica y tratamos de inducir á los fieles en error, tiene de donde sacar sus decisiones. Para probarnos que hemos caído en el error, no opone su opinión particular á la nuestra, sino la luz del oráculo divino á nuestras tenebrosas concepciones; y la justicia divina le da derecho de calificar por delito ó crímen un he- cho que por la ley del Evangelio contenida en el símbolo cristiano, JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 379 que profesamos desde el bautismo, había sido previsto y condenado. En estas dos instituciones divinas no puede encontrarse la causa que ha propagado y perpetuado el error, ó que ha retardado la verdadera ins- trucción de los pueblos. en ellas halla el verdadero sabio el justo límite que Dios ha puesto entre las verdades sobrenaturales que solo podemos aprender de él, y todas las otras que podemos averiguar por el estudio, la experiencia, la meditación, en que la razon libre de toda traba puede avanzar cada dia mas sin término, ni medida. Y ¿cual deberá ser el efecto del juicio y condenación de los pastores en las opiniones que se versan en materias de religion? “Por inocente que sea (dice el señor Funes) la intención con que se vier- ten, como la iglesia tiene ese cuerpo de doctrina infalible, para el que toda adicion seria tinieblas, arreglando á él sus decisiones, no podrá excusarse de advertir á los fieles el error, reconvenir al autor para ver si subsiste en su opinión ó la retracta, y según eso ó excluirlo del gremio de los fieles, ó dejarlo en su comunión, pero sin proceder á otras penas y molestias”. ¿Puede haber cosa ni mas moderada, ni mas justa? Esta fué la práctica de los primeros siglos del cristianis- mo, y será en adelante del nuestro. Tratemos ya en segundo lugar de la libertad de cultos. Daunou dis- tingue tres sistemas. Una sola religion con prohibición de todas las demás. Una religion del estado, permitiendo el ejercicio de otros cul- tos. Todas las religiones indistintamente admitidas sin contradicción, ni privilegio, ni gasto público, á favor de ninguna. El no habla de este último, que es el que quisiera, por que establece inmediatamente la libertad de las conciencias. Ataca al primero, por que la destruye radical- mente. Y solo aprueba el segundo bajo de ciertas precauciones, para que el culto dominante ó privilegiado deje libre el ejercicio de los otros, y salva la perfecta independencia de las opiniones en materia de religion. Véamos (que es lo que nos interesa) como prueba que es siempre funesto el primero de los tres sistemas, que admite un culto y excluye los demás. 380 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 El comienza por un sofisma, en que después de observar el mis- mo que “fuera de una todas las religiones son falsas”, concluye indis- tintamente que el sistema que prescribe un solo culto, y que excluye todos los demás “ha extraviado la razon, viciado las instituciones po- líticas, envilecido y depravado á los hombres, sin honrar seguramente á la divinidad; pues que al contrario él ha obligado las mas veces á desconocerla, á desfigurarla, y á ultrajarla”. Esto es lo mismo que si después de decir que todos los dioses son falsos á excepción de uno solo, se concluyera generalmente, que la religion que adora una sola divinidad y excluye las demás, había depravado la razon, los hombres, la sociedad, sin honrar al verdadero Dios. al que así discurriera, se le contestaría que todos estos malos efectos no pueden provenir de ser una sola la divinidad que se adora excluidas las demás, sino de que esa sola divinidad sea falsa: por que si fuese la verdadera, estaban justamen- te excluidas las otras que o pueden dejar de ser falsas, y de su única adoracion no habría resultado ninguno de esos inconvenientes. Y al contrario si se supone falsa la divinidad adorada aunque no excluyese otras divinidades igualmente falsas, ni el verdadero Dios seria honra- do, ni el hombre y la sociedad dejaría de ser depravada. De la misma suerte pues, no es la calidad de ser una sola la religion de un pueblo, la que deprava su culto, su razon y sus instituciones políticas, sino la de ser falsa, bien esté sola ó acompañada de otras igualmente falsas. Por consiguiente una sola religion, siempre que sea verdadera, asi como tiene derecho á ser sola, no puede mientras lo sea, sino hacer mucho bien al hombre y á la sociedad. Ella es un don de Dios, que no solo hace puro, santo y aceptable el culto, sino también dilata y ennoblece la razon, rectifica el corazon, y da á las leyes y al gobierno una sanción inviolable. La única cuestion pues que tuviera que discutir un pueblo, si llegase á dudar de su religion, no es si ha de quedar sola, sino si es verdadera, esto es, si viene de Dios. Es tan inexcusable el vicio de este raciocinio de Daunou, que su ilustre comentador no pudo impedirse de notar la “bien extraña ló- gica de su autor”. “por que asentando por una parte que una sola es JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 381 la religion verdadera, y debiendo por otra considerar como posible que sus adoradores fuesen los que prescribían un solo culto, pues los demás en su concepto eran criminales, no se percibe como dejasen éstos de honrar la divinidad. Que los demás (añade) se extraviasen en su creencia, á nadie tenían que imputarlo sino á sus vicios, y á sus errores. ¿Es por que eran depravados, que tenían un derecho para que la religion verdadera los admitiese en su seno”? No hubo de ocultársele enteramente al mismo Daunou este defecto de lógica. Asi, abandonando el método insidioso de consi- derar todas las religiones en globo, para incluir la verdadera en las consecuencias generales que saca contra todas las falsas, pasa lue- go á examinar este sistema de única religion aplicado á la verdadera; y asienta, que no por eso es mejor. Mas ¿sobre qué razones? A mi ver, demasiado frívolas. Primera por que este sistema “pone la reli- gion en duda, pues supone que hay necesidad de obligar á que se le crea verdadera, y que no brilla lo bastante con el resplandor de sus pruebas y doctrinas”. Argumento capcioso que tira, como la zorra con el cuervo de la fábula, á privarnos del tesoro de nuestra única religion con el simulado elogio de brillar por sí misma, y no tener que temer de las otras sectas; que llegue á consentir á su lado. Lo cierto es, que sucede todo lo contrario de lo que supone el autor. Un pueblo no se determina á excluir toda otra religion distinta de la que profesa, sino por que está ciertísimo de que ella es la sola verdadera y las demás falsas, y por que se halla convencido é iluminado con el resplandor de sus pruebas y doctrina. El pueblo, que á mas de su religion consiente otras, (á no ser que sea obligado á ello por la necesidad imperiosa de la paz) si, se hace muy sospechoso de que ó no está muy seguro de su creencia, ó p…. que, cualquiera creencia y culto es aceptable á Dios. de otra parte, un pueblo que adopta una sola religion, no obliga por eso, ni tiene necesidad de obligar á que la crean verdadera. Sea cual fuere la opinión de los otros, se contenta con prohibir un culto público diverso ó contrario, que ultrajaría á la religion que profesa, y comprometeria el órden y reposo del estado. 382 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 5. Razon de Daunou. El sistema de una sola religion “la despoja cuanto es de su parte de los caracteres de justicia y de mansedumbre, que debía tener para parecerse al Dios que ella adora, la reviste con las armas de la tirania, y la transforma en un poder extraordinario”. Argumento no menos capcioso que el anterior. Aquel echa mano de un elogio fingido, este de una imputación gratuita, para obligarnos á consentir en nuestro propio daño. Esto es como si nos digera: es preciso que abráis las puertas, para que se os entre en vuestra casa el mas mortal contagio, sopena de haberos por un hombre injusto, cruel, tirano, déspota… ¿Que precepto de justicia quebranta un pueblo en no permitir dentro de sus hogares que se mezcle la luz con las tinie- blas? ¿Tiene algún derecho el error á colocarse entre la verdad? Por la simple prohibición de otros cultos públicos ¿a quien inquieta, ni persigue por sus opiniones? ¿Pretende acaso dominar las concien- cias, ni obligarlas por la fuerza á la religion que profesa? ¿Ni que otro poder ejerce que el que tiene sobre sí mismo de sujetarse á la única religion, que cree emanada de Dios? no hay por consiguiente en este sistema, “ni injusticia, ni crueldad, ni tiranía, ni poder extraor- dinario”… nombres horribles, que á lo menos hoy con respecto á los Nuevos Estados Hispano-Americanos, donde está proscripta la inquisición, no tienen sentido alguno, y solo sirven á los tolerantistas de espantajos, para que despavoridos nos rindamos á dejar entrar en ellos las falsas religiones. 6. Razon. El sistema que fuera de la suya excluye las otras re- ligiones “la pone en contradicion con la seguridad individual”… ¿Peligra por ventura ésta, si no puede un individuo levantar un al- tar público contra el que ha consagrado la nación toda entera? Se- ria preciso entonces para salvarla, tolerar que un individuo tuviese también una ley aparte de la común, para gobernarse por ella… “la pone en contradicción con el esfuerzo de las facultades humanas”… ¿Puede alcanzar el esfuerzo de éstas á mejorar, ó mudar una religion revelada por el mismo Dios? “con la franquicia de las relaciones sociales”… ¿Se sacrifican á éstas la buena fe en que está un pueblo JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 383 de ser su religion la única verdadera, y digna de conservarse pura é intacta de todo error? ¿No basta para mantener las relaciones so- ciales la franquicia de las opiniones interiores, ó del culto privado y secreto, que cada cual quiera ejercer conforme á aquellas? ¿Irá esta franquicia hasta dejar que se introduzca en el estado el gérmen de las disensiones y guerras civiles? … “Y con los intereses y las con- diciones positivas de las asociaciones políticas”. Estos intereses y condiciones están embebidas en los pactos sociales. Luego si por éstos ha sido proclamada una sola religion ¿en qué sentido puede decirse que está en contradicción con los intereses y condiciones positivas de las asociaciones políticas? Despues de esto, Daunou á la usanza de todos los tolerantistas, citando al frente al religiosísimo Lucrecio, se desgañita contra las per- secuciones, atrocidades y matanzas por causa de religion, repite las quejas de que el sistema de religion exclusiva hace hipócritas, expone á peligros la sociedad, abriga el disimulo de la doctrina á que el “espí- ritu humano se ha arrojado con riesgo, descarriado, ó avanzado por caminos diversos, &c”. A todo esto se ha respondido en las notas anteriores, y seria inútil repetirlo aquí. Solo pregunto: ¿por que el es- píritu humano se ha descarriado por los diversos caminos del error y la perdición? ¿será menester darle una entera franquicia ó libertad de descarriar también á los que van por el camino de la verdad y de la vida? La mejor prueba de que donde se profesa la religion católica, como entre nosotros, no conviene absolutamente la introducción y tolerancia de otras, y aun, mucho menos de las sectas heterodoxas del cristianismo, nos la da el mismo Daunou en la segunda parte de este capítulo, en que señala las precauciones á que debe estar sujeta la religion del estado, cuando ésta no es exclusiva, ó tolera otras. Según discurre, para que la religion del estado, ó privilegiada deje libre el ejercicio del culto á las sectas toleradas, y salva la perfecta independencia de sus opinio- nes en materias de religion, es necesario que la potestad civil no sufra el 384 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 ejercicio de la autoridad eclesiástica ni aun en lo espiritual, y despoje á la iglesia de su tribunal, de sus cánones, y de su jurisprudencia; por que á los protestantes se les ha antojado infamarla con el nombre fastuoso de potencia…que declare abolidos los ritos solemnes fuera del recinto del templo, es decir, las procesiones, inclusa por consiguiente la del viático (desechado por los protestantes) del que seria preciso privar á los enfermos, ó llevarle escondido como un hurto… que reduzca el matrimonio á la clase de puro contrato (como entre los protestantes) despojándole de la dignidad de sacramento que lo elevó Jesucristo; y que prive á la potestad eclesiástica de los archivos, en que registra los “matrimonios, bautismos y mortuorios” para objetos de la mas alta importancia … que deje de reconocer un primer Pontífice fuera de la nación é independiente de sus leyes, es decir, al Papa (así como no lo reconocen los protestantes) ó le miro como un vano similácro sin el poder de ejercer las funciones espirituales de Pastor universal y cabeza visible de la iglesia establecido por Jesucristo… que desnude a los curas ó pastores de segundo órden del alto carácter que le da la potestad de atar y desatar las conciencias, administrar los sacramen- tos, é interpretar la ley divina, para ponerlos al nivel de los ministros protestantes, que no son mas que unos simples oficiales destinados á dar lecciones de moral, persuadir los dogmas, y presidir al culto… que suprima todas aquellas fiestas del culto católico, cuya observancia molestaría, ó impediría el comercio y otros actos civiles de las sectas toleradas, en cuyo culto no es festivo aquel dia. En una palabra: que para contemporizar con las opiniones de las sectas toleradas (especialmente de los protestantes) para asegurar á sus profesores la perfecta libertad de conciencias, y no causarles la menor pena ó molestia, es necesario poner trábas á la religion del es- tado, suprimir ó cercenar sus ritos, degradar á sus ministros, obligar á los que la profesan á renunciar o disimular su fe, en findescatolizar á la nación. Y para apresurar la consumación de este plan, es necesario también (añade Daunou) que el gobierno civil sufra que la religion del estado sea “ultrajada, contradicha é impugnada” por escrito y de JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 385 palabra por los profesores ó adictos á las sectas toleradas, y pierda cada dia otros tantos de sus adoradores, cuanto son los simples ó ig- norantes sobre quienes es tan fácil que prevalezca ó el artificio de los sofismas, ó la sorpresa de los lazos que por todas partes se les tien- dan; y por último, que á la sombra de esta saludable independencia de conciencias corra libremente toda opinión, no sola religiosa, sino también irreligiosa, para que sin trabas, ni peligros pueda todo el que quiera profesar y defender á cara descubierta el deísmo, el ateísmo y la absoluta incredulidad á vista y paciencia de la religion católica ¡Asi es como se eslabonan los errores, y como por el camino de la tolerancia se nos pretende arrastrar al borde de precipicio! Padres de la patria ¡Si quereis conservar la religion santa de vuestros mayores, déjadla estar sola, y no permitáis que venga de afuera á ultrajarla, esclavizarla, hollarla y al fin destruirla ninguno de los cultos profanos ó sectas im- puras, que el espíritu de vértigo ha criado en otros puntos del globo, á este respecto menos felices que el nuestro! Véase al señor Funes sobre las garantías individuales de Daunou en las notas 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15. NOTA 9.

Pag. 28. Lin. 16. y sig. El sabio administrador, traductor y comentador (de Daunou) el señor funes… apoya la tolerancia, y aun produce a mi parecer razones mas especiosas que el autor principal.

En verdad, que este ilustrado americano, (dejando salva y aun sosteniendo con vigor la intolerancia religiosa, que por su propio carác- ter y atribuciones puede y debe ejercer la iglesia contra las doctrinas opuestas al símbolo cristiano, y sus autores) apoya de otra parte la tolerancia civil con ciertas restricciones que la hacen menos absurda y perniciosa. A este fin recoge en la nota 8. sobre lasgarantías individua- les de Daunou, lo mejor que es posible decirse á favor de la tolerancia, y lo presenta con toda la fuerza, precisión y elegancia de estilo que 386 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 recomienda tanto sus producciones. Y es preciso confesar, que á no ser tan mala la causa que defiende, bajo de su enérgica pluma habría recibido todo el Crédito que le asegurase la mas completa victoria. Si Pergama dextra defendi possent… hac defensa fuissent. Séanos lícito no convenir en este punto con la opinión de este sabio respetable. Sus razones no nos parecen sólidas, ni concluyentes. El señor Funes comienza su discurso á favor de la tolerancia por dos suposiciones: primera que en un estado, donde sola la religion católica sea públicamente profesada y seguida, se haya introducido, á consecuencia del movimiento universal afecto á la asociación de las naciones, un crecido número de profesores de otras sectas pa- cíficos, amantes del òrden, y capaces de dar un vuelo rápido á todo género de industria; segunda que sin la tolerancia de tales sectarios no le fuese posible conseguir la ventaja de elevarse rápidamente á esa perfeccion de la industria… En concurrencia de estas dos circuns- tancias, cree que el “Gobierno soberano está obligado á darles una acogida favorable, y dejando la religion del estado en posesión de sus prerrogativas, tolerarles el ejercicio de la suya”. La razon principal en que funda este dictamen es, que el gobier- no civil encargado de procurar el fin de la asociación política que no es otro sino la seguridad y felicidad del estado, no desempeñaría la confianza pública, ni correspondería á su propio destino, si rehusára aquellos medios sin los cuales no podrá conseguirse dicho fin. Y pues que la tolerancia de esos cultos es el único que se le presenta, está obligado á concederla. Yo creo poder oponer á este raciocinio dos observaciones, una sobre la hipótesis en que se apoya, otra sobre el principio de donde parten primero. La hipótesis se reduce á dos suposiciones, entre las cuales me parece que hay una manifiesta contradicción. Se supone primero que antes de conceder la tolerancia ya se ha introducido en el estado un número copioso de hombres de extraño culto, capaces de dar un vuelo rápido á toda industria; y luego se supone también JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 387 que sin la tolerancia no podrémos tener á esos mismos hombres tan aparentes al progreso de la industria. ¿Se dirá que antes de la toleran- cia vinieron; pero que sin la tolerancia nos dejarán y se irán? Yo creo que no, mientras subsista el mismo motivo que los trajo, que no fué otro que el de su propio interés, si por otra parte no se les inquieta, ni incomoda por sus opiniones. Ellos supieron que venían á un país, que no toleraba todavía otros cultos fuera del suyo. No tienen pues un motivo tomado de esta privación, que ya tenían prevista, para arrepentirse de haber venido. Tomada por sí la segunda suposición me parece también harto gratuita. ¿Por qué se ha de suponer que sin los extrangeros de otros cultos no podamos progresar en las ciencias, artes é industrias? A lo menos ¿no tenemos igual derecho á suponer, que para esto podrían bastar los extrangeros de nuestro propio culto, que movidos de su interés y de las mismas causas que los otros, pudieran venir en igual ó mayor número? Mas el mismo señor Funes conviene en que cuan- do, sin la admisión de cultos estraños nos fuera posible adelantarnos en la carrera de la industria, es tan grande la ventaja de ser uniforme la religion de los ciudadanos, que el gobierno civil no podría sacri- ficar á la tolerancia. después de haber abonado á ésta, “cuando hablo así, (dice) adviértase que procedo bajo el principio de que esa tole- rancia fuera el único medio de llegar á su fin la( felicidad del estado); por que otro seria mi sentir, si le fuese practicable alcanzarlo sin ella. Es demasiado grande la ventaja de que ciudadanos unidos por las mis- mas leyes y el mismo interés político, lo sean también por el mismo culto, á fin de que el santo nudo de la religion estreche á todos de un mismo modo, y que los principios de educación se fortifiquen por la autoridad del ejemplo. Nada le quedaría entonces al gobierno en que apoyar su tolerancia”. Luego, si es posible que vengan extrangeros de nuestro propio culto y que bajo de su enseñanza, ó con su ejem- plo y ayuda nos adelantémos en al senda de la felicidad, falla la supo- sición que es la principal base del raciocinio en favor de la tolerancia. 388 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 1º. Pero demos que sin los extrangeros de otros cultos, y sin la pública tolerancia de éstos no pudiésemos arribar al grado de perfec- cion y cultura, que nos proporcionára este recurso. Si esta ventaja hubiese de comprarse á costa del órden y tranquilidad pública, claro está que era menester renunciar este medio de procurárnosla. Entre los dos fines de la asociación política, que distingue muy bien el se- ñor Funes, á saber la seguridad que conserva y perpetua la nación, y la felicidad que hace grata y perfecta la existencia de los ciudadanos, el primero es de la esencia misma de la sociedad civil; pues por obtener- la precisamente, renunciaron los hombres una parte de su libertad y derechos, y se unieron por los pactos sociales bajo el imperio de las leyes y del magistrado. Asi, faltando la seguridad pública é individual, se disuelve y perece la sociedad. Mas, el otro fin que es la felicidad, tiene sus grados. En el primero está la satisfacción de las primeras é inexcusables necesidades de la naturaleza. Este es igualmente esen- cial á la sociedad, á lo menos en cuanto ni ella, ni el gobierno debe impedir, sino antes facilitar y poner á discreción de todos y de cada uno en particular los medios de satisfacer dichas necesidades; de lo contrario perecerían los ciudadanos, de que se compone la sociedad. En los otros grados superiores está la perfeccion y cultura mas ó menos avanzada de las ciencias, artes é industrias, conducentes á la mayor comodidad, y al lujo de los ciudadanos, o á hacer grata y perfecta su existencia. La felicidad en este grado, aunque muy digna de procurarse al estado por todos aquellos medios que no estén en oposición con los otros fines fundamentales y primarios, no es ab- solutamente necesaria, ni esencial á la sociedad civil. Puede sin ella subsistir, y aun estar mas sana, ordenada y robusta á proporción de lo que dista del lujo, de la molicie, y de la corrupción de costum- bres, compañeras inseparables de la perfeccion de las ciencias, ar- tes é industrias. Esparta subsistió largo tiempo sin ciencias, artes, ni comercio; y Roma que desde su fundador, según observa Dionisio Halicarbaso, (lib. 2. y 9.) no conocía mas artes que la agricultura y la guerra, no solo se conservó por muchos siglos, sino también creció JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 389 prodigiosamente en extencion, poder y gloria; siendo el momento preciso en que empezó á decaer y arruinarse aquel, en que con la conquista de la Grecia, recibió su filosofía y sus ciencias, y con la de los reynos del Oriente sus riquezas, su comercio y su lujo. Ahora bien: un medio que conduciría á dar á una nación ese alto grado de perfeccion y cultura, sin el cual puede existir civilmen- te; pero que comprometería la seguridad pública é individual, que es su fin esencial, sin el cual se destruiría, claro está que debe ser des- echado por el gobierno encargado de su salud y permanencia. Y tal es la admisión y tolerancia de cultos extraños en un estado de religion uniforme. El autor de la memoria política, que hemos reimpreso, lo convence. Rogamos al lector tenga á la vista los §§. V. VI. VII. en que demuestra: 1º que “la multitud de religiones en un solo estado conduce á la irreligion” ó al ateísmo; del cual el mismo señor Funes dice que es “intolerable á causa de contener elementos opuestos á los fines de la sociedad”, y de aniquilar la moral pública “por entre- garse á un libertinage de espíritu, de corazon y de conducta”; y por este doble título tanto mas temible hoy en un estado, cuanto que á él es la “tendencia de nuestro siglo”: 2º que la concurrencia de dos religiones en un estado conduce á una lucha, que debe concluir con la destrucción del estado, ó de uno de los partidos religiosos; 3º que “la uniformidad de religion es el medio mas eficaz de consolidar la tranquilidad en la masa de la nación”. Luego en un estado (cual es el nuestro) que está en posesión de este medio tan eficaz de con- servarse y permanecer tranquilo, ó de conseguir el fin esencial de su asociación política, no es lícito al gobierno, ni al poder legislativo, que por procurarle la mayor perfeccion y cultura, que le es acciden- tal, abra la puerta á la pluralidad de cultos que tarde ó temprano le destruiría. La misma razon conprehende á todos los nuevos estados hispano-americanos; y es tan obvia y natural, que ella es la que ins- pira á todo hombre el cuidado de excusar muchas cosas, que harian su “existencia mas grata y perfecta”, si teme prudentemente que arruinarían su salud. 390 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Cree el señor Funes que bajo los mismos principios que asienta, es decir, que por ser el único medio que se presentaba para consul- tar la felicidad del estado, fue “que inundada la España de judíos y moros, después que éstos perdieron su dominación, los mismos gobiernos protegieron con ciertas restricciones sus cultos”, como se deja ver por las leyes 4. Título 24. Y 1. Título 25. Part. 7. Yo observo que fue muy diverso el caso en que se hallaban los españoles (en el siglo 13 de las Partidas) y el nuestro. Aquellos al tiempo de sacar del poder de los moros los reinos que conquistaban por la fuerza de las armas, se hallaban con una población compuesta en la mayor parte de judíos y de moros nacidos en la tierra, connaturalizados y arraiga- dos en ella; muchas veces era uno de los artículos de la capitulación dejarles el libre ejercicio de su religion; y cuando no eran obligados á la tolerancia por evitar las represalias contra los cristianos que vivian bajo el yugo de los moros en los reinos que todavía quedaban á estos en España. Asi, no alguna mira política de consultar la cultura y per- feccion del estado, sino ó la imposibilidad que por entonces había de echarlos fuera de la península, ó la necesidad de cumplirles la palabra dada, y de poner en salvo la religion de los cristianos subyugados, era la causa que influía en el disimulo y tolerancia involuntaria de sus cultos bajo de las mas estrechas restricciones; y por eso fué, que luego que cesó dicha causa, y no hubo nada que temer de parte de ellos, con- quistado por Fernando V. dicho el católico, el último reino de Grana- da, que pudieron conservar hasta principios del siglo 16, se apresuró el gobierno español á expeler judíos y moros de todo el territorio de la península. Mas nosotros, ni nos hallamos con protestantes naci- dos y arraigados en nuestro suelo, ni hemos capitulado sobre cultos con ellos, ni tenemos que temer las represalias. Tan lejos está de conducir al propósito del señor Funes el ejem- plo de los moros de España, que él es la mejor prueba de cuan fu- nesta es la lucha perpetua de dos religiones en un estado para una de ellas. A pesar de la tolerancia, que concedían los moros de España á los españoles cristianos, jamás pudo conciliarse la paz entre ellos, JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 391 y la religion fué siempre el móvil principal que armó á estos para hacerles á aquellos una guerra de ocho siglos hasta destruir todos los reinos que habían fundado, y arrojarlos de aquel suelo, sin dejar uno solo de ellos. Algo mas: fué tan grande el ódio excitado por esta diversidad de religiones, que no parò hasta criar dos abusos á cual mas inhumanos; el de obligar por la fuerza á bautizarse muchos ju- díos y moros, y luego el de perseguirlos y entregarlos á las llamas, sí, como era muy natural, desertaban de una religion que no amaban. Este fue el primario objeto, con que Fernando V estableció la Inqui- sicion en España, y todo el mal que ésta ha hecho se puede atribuir en un sentido muy verdadero á la introducción del mahometismo y judaísmo, y á su mezcla con el culto cristiano. Si los moros hubieran hecho en España, lo que los romanos en las provincias, ó á lo menos en los municipios que conquistaban, es decir, hubiesen uniformado la religion adoptando la de los vencidos, en lugar de tolerarla, quizá hasta hoy reinarían tranquilamente sobre los españoles, y éstos no habrían tenido que temer los calabozos y hogueras del horrendo tribunal de la fe. Bajo el simple supuesto de que la tolerancia de cultos sea el único medio, que se presentase al gobierno para conducir el estado á el fin de su perfeccion y cultura, arguya hasta aquí el señor Funes que era un deber de aquel concederla á sus profesores. Mas para apoyar su racio- cinio por todas partes, convierte ya la hipótesis en tesis, y lo que solo suponía como posible al principio, trata de probarlo como un hecho acreditado por la influencia que en su sentir ha tenido latolerancia , para poner á las naciones de Europa tolerantes en un grado de perfeccion y cultura muy superior al que tienen las naciones intolerantes. Así, después de haber considerado, que si fuese practicable alcanzar sin la tolerancia esa perfeccion y cultura, el grande bien de la uniformidad religiosa de los ciudadanos debiera atar las manos al gobierno para no acceder á ella, añade luego “es preciso confesar, que esta reflexión mas parece especulativa, que práctica en el presente estado de cosas. El grado de perfeccion y de cultura, en que la tolerancia ha puesto á las naciones 392 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de Europa, es muy superior á aquel en que se hallan la que las recha- zan”. Y esto lo comprueba, comparando el estado de atrazo en que están la España, Portugal, y parte de la Italia, y de la Alemania donde no hay tolerancia, con los progresos que han hecho en perfeccion y cultura la Inglaterra, Holanda, los estados protestantes de Alemania, Prusia, y otros países tolerantes. Para convencer que la tolerancia de muchos cultos ha sido la causa precisa de los progresos de esas naciones, era necesario demos- trar primero que ninguna otra ha podido influir en ellos; pues sola la existencia simultánea de dos cosas no arguye que la una dependa de la otra, como el efecto de su causa. Y ¿por que no podrémos atribuir el atrazo de las otras naciones al despotismo político, y á la ignorancia é ineptitud de sus gobiernos, mas bien que á la intolerancia religiosa? Es verdad que ambas cosas suelen juntarse y apoyarse mútuamente en una nacion degradada, y esclavizada, y entonces resulta el abuso de la intolerancia que va hasta expiar y perseguir á los hombres por sus opiniones aun políticas é indiferentes á la religion, y hasta dominar las conciencias por el terror de las mas crueles ejecuciones. Confe- samos que un estado sujeto á tales trabas y servidumbre no puede dar un paso á la perfeccion y cultura, y es preciso que sus habitantes sean ó estúpidos ó inertes. Pero no es este abuso, ni la Inquisicion española ó italiana la que aquí defendemos; y si por una parte cree- mos que con la uniformidad de religion intolerante de otros cultos públicos, no están reñidas las luces, ni es inconciliable la actividad del genio y la modesta libertad de pensar en materias políticas y naturales; por otra sabemos que las nuevas religiones introducidas en un estado, no siempre están exentas del propio abuso de preva- lecer por la fuerza sobre las conciencias, y de perseguir de muerte la libertad misma que quieren para sí mientras son débiles, y con tanto entusiasmo predican. La reflexion del autor de laMemoria sobre este punto es sólida é incontestable. “Como la ignorancia grosera es (dice) el semillero de la JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 393 superstición y aun del fanatismo, en los siglos de ignorancia suelen verse persecuciones por opiniones filosóficas bajo el pretexto de re- ligion. y han atribuido á ésta los progresos de la ignorancia: sucede también que donde existe el despotismo suele apoyarse en la religion y aun en sus ministros para oprimir las luces que fomentan la honesta y moderada libertad. Pero los hombres abusan de todo. Y vemos que Enrique VIII, Calvino, y aun los modestos Suisos, predicadores de la libertad de conciencia y del pensamiento, tomaron la religion por pretexto para los mas horribles suplicios y persecuciones”. Si la tolerancia es el camino único de llegar á la perfeccion y cul- tura ¿como es que los árabes de España, con su religion exclusiva, ilustraron todas las ciencias, mientras que los griegos las olvidaban entre las disputas á que se entregaban sus varias sectas? ¿Cómo Es- paña é Italia sin tolerancia de otras religiones, brillaron tanto por su literatura en el siglo 16, cuando Francia é Inglaterra con las in- novaciones de religion, que causaban los reformadores, se hallaban todavía muy atrazadas? Esto prueba que la libertad de conciencia y de cultos no es precisamente la que promueve las luces y las ciencias, sino el concurso de otras muchas causas mas ó menos secretas, que desenvuelve y pone en movimiento la revolución de los tiempos. ¡La tolerancia produce la perfeccion y cultura! Analizemos este pensa- miento. ¿En que sentido la produce? ¿Es por que deja libre el pen- samiento en materias de religion? Esta libertad solo conduce á dividir y ramificar la religion en infinidad de sectas á cual mas antojadizas y absurdas, á disputar sin fruto y sin término sobre cosas que no están al alcance del hombre, y á establecer por fin un scecticismo fatal, tan enemigo de las ciencias, como destructivo del sentimiento moral y de todas las virtudes. Y ¿quien no ve que este abuso de la razon, mas propio para extinguir las luces que para adelantarlas, ha nacido y se mantiene generalmente entre las naciones que admiten varios cul- tos? Es manifiesto el retroceso que ha hecho nuestro siglo por esta causa. Pasó ya el tiempo de los descubrimientos útiles, y la licenciosa 394 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 filosofía se ocupa por la mayor parte en criar nuevas ideas tan suti- les, como abstractas y matafisicas, de que necesita para establecer las mas extrañas paradojas, y en corromper los principios de la razon, valiéndose con descaro de toda especie de sofismas y de insidiosos discursos para sorprender los espíritus, y atacar las verdades mas importantes, sea de la religion, sea de la naturaleza. ¿Qué ha ganado el tesoro común de las luces humanas, por ejemplo, con la invención de Condorcet, sobre la aplicación del cál- culo matemático á las probabilidades morales, que pretendía preferir á las pruebas jurídicas escritas ó testimoniales únicamente admitidas en todos los tribunales del mundo por el buen sentido de las nacio- nes, y por cuyo medio deputaba á los matemáticos por únicos jueces de la tierra, para que decidiesen de la vida, de la fortuna y libertad de los hombres por décimas, veintenas y fracciones de pruebas, equi- libradas unas por otras, y reducidas á ecuaciones, adiciones y pro- ductos algebraicos? ¿Que, con la “teoría de la tierra, y épocas de la naturaleza” de Buffon, que nos presentan los anales imaginarios del mundo, desmentidos no solo por la cosmogonía de los libros santos, sino también por la observación de los hechos, debida á las sabias indagaciones de Deluc, Saussure, Blumenbach y otros físicos no me- nos distinguidos en la chimia geológica? ¿Que con el “discurso sobre la desigualdad” de J. J. Rousseau, por el que quiere persuadirnos á preferir el estado de los salvages á la vida social, sosteniendo la ex- traña paradoja de que el hombre ha nacido esencialmente para vivir solo, y que contradice la naturaleza extendiendo y perfeccionando el uso de las facultades que ha recibido de ella misma? ¿Que en fin, con la demencia de veinte sectas de iluminados de Alemania, con los sue- ños de Swendenborg, de Kant, y de sus discípulos, y con los negros misterios de las altas clases de la franc-masonería? He aquí los frutos, que entre otros muchos semejantes, ha re- cogido el espíritu filosófico hijo de la libertad del pensamiento, que ha reinado en los estados tolerantes desde la mitad del siglo anterior JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 395 acá. El parece no haberse declarado libre, sino para correr sin freno tras la vana curiosidad, á la que el amor propio casi siempre induce á traspazar los límites, en que la razon misma la ha encerrado. Asi es una observación hecha por los sabios, que todo lo que depende del espíritu filosófico, y de la libertad ilimitada del pensamiento que los cria y alimenta, ha ido sucesivamente degradándose; mientras que la maniobra en todo lo que es mecánica y manufactura, ha hecho pro- gresos incontestables, porque la industria, que no cuenta para nada con aquel, tiene una guía mas segura y un objeto inmediato, á saber, la experiencia manual, y la utilidad probada por el suceso. La tolerancia produce la perfeccion y la cultura… ¿es por que deja libre el pensamiento en materias naturales y políticas? De estas parece que habla exclusivamente el señor Funes, cuando dice, “sin libertad de pensar en materias políticas, y en el gran círculo de conocimientos humanos, el hombre es esclavo aun en el centro de su ser, y degrada- do como se halla, la apatía enerva sus fuerzas sin saberlo”. Pero ¿es por ventura esta libertad tan esencialmente conexa con la tolerancia de diversas sectas, que no pueda practicarse en un estado de religion exclusiva? Quítese el despotismo, haya libertad política, protéjase el génio de los habitantes, franquéense todos los medios de instruc- cion, y basta. El señor Funes nos invita á dar una “rápida ojeada so- bre ese inmenso cúmulo de censuras, que la inquisición había puesto en juego para cerrar los ojos de todos”. Pero este era el exceso, o abuso de la intolerancia, ó por mejor decir, del despotismo; y repeti- mos lo que el mismo señor dice mas adelante, “ése ya no existe, y si los abusos fuesen un título de extinguir lo bien establecido, el que se ha hecho de las leyes clamaría porque no las hubiese”. Pasó pues el “tiempo en que cada descubrimiento se reputaba por heregía”, y sin que sea preciso permitir la introducción de otras religiones ó sectas, sola la libre facultad de pensar en las materias naturales y políticas “echará también por tierra (entre nosotros) las barreras puestas al génio, y dándole una libertad que no tendrá otros límites, que los que Dios les ha puesto, para ejercer sus fuerzas, contribuirá en adelante 396 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 al progreso y universalidad de las luces. Desde que por ella se nos ha abierto la carrera, nos atrevemos ya á discutir públicamente los intereses mas preciosos de la humanidad, y á correr rápidamente por donde antes no se podía dar un paso sin tropiezo”. Esta misma libertad de pensar en las materias naturales y políti- cas producirá con el tiempo entre nosotros hombres, que puedan emular la gloria de los que después de muchos siglos de barbarie, de ignorancia y de esclavitud, produjo en fin la Europa… “de los Lokes y los Kantes, los Bacones, Bodines, Grocios y Puffendores, los Co- pernicos, Keplers, Leibnicios y Newtones, los Schilings y Browmes, é ilustrarán, como éstos, ya la filosofía, ya las matemáticas, ya la fí- sica, ya las ciencias morales y política”. Si se pretende lo contrario, seria preciso concluir, que no solo es necesaria la tolerancia para hacer los mismos progresos, sino también que era menester dejar de ser ortodoxo, y volverse precisamente herege ó protestante para igualar á esos matemáticos, políticos y filósofos. ¿La tolerancia en fin produce la perfeccion y cultura, por que ella abre un asilo seguro á los hombres capaces de ilustrar, y de promover las artes y las ciencias, y por que domiciliando asi sus personas, domici- lian sus luces y contribuyen á su esplendor tanto como al aumento de la población? Pero si la seguridad del asilo consiste en “no in- quietar á nadie sobre aquello mismo de que el hombre es tan zeloso, como sus opiniones religiosas”, nosotros podemos contar con la ventaja de atraer y fijar en nuestro suelo la cultura y conocimientos extrangeros, supuesto que nuestra intolerancia de cultos públicos no va hasta inquietar á nadie sobre sus opiniones religiosas, ni menos perseguirle por ellas. En esta parte la garantía que concederemos á los hombres célebres, que quieran prestarnos sus luces, es igual á la que gozan en los estados mas tolerantes de Europa y América. Mas ¿que importa esta garantía, si concurriendo un crecido nú- mero de disidentes, cuya religion va conforme con los preceptos del decálogo, se hallasen sin culto público? “En aquel estado no se vería JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 397 sin riesgo la moral pública, por que careciendo esa porción de gentes de los auxilios del culto, cuya forma exterior hace la teología del pue- blo, y sirve de lección á la moralidad de las acciones, se irían forman- do á su ateísmo práctico y corrompiendo las costumbres”. Confieso que esto es lo mas fuerte que puede alegarse á favor del culto público de los disidentes en el supuesto de haberse domiciliado muchos en el estado. Pero, no es verosímil que sin un edicto de tolerancia quie- ran domiciliarse tantos, ó que los que se domicilian á pesar de no haberlo, dejen de estar muy dispuestos á adherirse á nuestro culto. El gobierno tiene medios de inclinarlos á éstos sin violencia por premios y privilegios, especialmente si el derecho de ciudadanía se hace depender de este requisito; de otra parte, el ejemplo y comuni- cación con los católicos, la pretensión de enlazarse por matrimonio con las hijas de éstos, el aparato augusto de nuestras ceremonias y templos, y sobre todo la institución de colegios ó congregaciones destinadas á instruirlos y convertirlos á la fe católica, como los que había en Francia antes de la revolución, podrán consumar esta obra tan interesante á su salud, y al bien del estado. Ahora, si por evitar este inconveniente, fuera lícito dividir la religion pública y exponerse á los peligros y desgracias, que al fin trae consigo la diversidad de cultos; seria preciso consentir igualmente los lupanares públicos por excusar las seducciones dentro de las familias y los excesos de la incontinencia, ó tolerar la poligamía y el divorcio para no dejar lugar á los adulterios. Mucho menos peso le encuentro al motivo de excitar entre los profesores de la religion privilegiada del estado y los de las sectas to- leradas la emulación, que les obligase á competir en virtudes sociales, para ponerlo en equilibrio con los bienes que produce la uniformidad de religion y de culto. ¿Que importa la momentánea ventaja de las virtudes sociales y de los servicios al estado, á que los estimularía el zelo de la preferencia en el aprecio y protección del gobierno, si esta emulación degeneraba luego, como es muy natural, en “rivalidades, odios, disensiones y guerras civiles?” Muy poco ó nada aprovecharía 398 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tampoco para la verdadera y sólida piedad. Esta seria muy efímera, si dependiese de un breve entusiasmo que al cabo cede á la penali- dad de las virtudes; y animada, no por el único motivo de agradar ó glorificar á Dios, sino por el de acreditarse mas á los ojos de los hombres, participaría del espíritu de vana ostentación, que Jesucristo reprendió como mera hipocresía en los fariseos, y condenó como falsa é indigna de sus discípulos. El lustre pues que por este medio adquiriera el culto, seria aparente, y las virtudes de sus profesores sin otro premio, según el Evangelio, que el cáduco de la tierra. En fin, supuesto, quees de la inspección, no menos que del deber, “de las autoridades, so pena de prevaricato, violencia y arrojo teme- rario, averiguar el momento decisivo en que debe tener lugar la tole- rancia; y no siendo llegado éste, mientras que bien avenido el estado con su religion nacional, la repugna, por cuanto los poderes repre- sentativos no son otra cosa que los órganos de la voluntad general”, se sigue que en su último análisis, es la tolerancia un punto de hecho, es decir, que el pueblo la quiera, y que entre tanto son inútiles todas las razones, sean políticas, sean filosóficas de nuestros tolerantistas, á no ser que por ellas pretendan inducir al pueblo á que la consienta. Mas éste sin discurrir tanto, siente que con sola su religion puede ser perfectamente libre y feliz. NOTA 10.

Pag. 21. Lin. 7. y sig. Algunos tolerantistas, convencidos de los peligros civiles y morales que debe ocasionar la diversidad de religiones en un estado, han ocurrido al arbitrio de proponer que se adopte el ejemplo de norte america, declarando constitucionalmente que no hay religion del estado esto es, que el cuerpo social de la nacion y su gobierno no tiene alguna clase de culto, con que adorar al Ser Supremo. El autor de la Memoria ha desbaratado perfectamente esta idea absurda é impracticable entre nosotros, y siempre peligrosa al úni- JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 399 co pueblo que hasta hoy la haya adoptado; mostrando la enorme disparidad que hay entre los estados soberanos, y religionarios que componen la federación americana del Norte, y los nuestros que han adoptado el gobierno central, y profesan una sola religion. Segundo insistiendo sobre los peligros inevitables de convulciones á que quedan expuestos tarde ó temprano los estados, siendo pocas las religiones que en ellos se profesan; de irreligion, si muchas; y finalmente del pernicioso influjo que en todo movimiento político tiene el espíritu de corporación y de partido religionario, que por fuerza se mezcla sea como pretexto, sea como pábulo del fuego de las discordias y guerras civiles, según que lo deja demostrado en los §§ V. VI. Terce- ro convenciendo en pocas, pero enérgicas palabras, que semejante ateísmo político, por el cual se declara no pertenecer la república á Dios alguno, á quien celebrar públicamente por los beneficios de la Pro- videncia, ni implorar en las desgracias, es una ley mas degradante á la deidad y á la naturaleza humana, que la de postrarse delante de un ídolo, reconocido como Dios del imperio. Nada tenemos que añadir á tan sabias reflexiones. Pero como no ha faltado quien haya dicho que á lo menos “en una constitución política no debía prescribirse alguna profesión religiosa apoyando esta máxima en que Dios y sus ministros son las autoridades de la religion, la cual obra por medios y órganos exclusivamente espiri- tuales; pero de ningún modo el cuerpo nacional que dirige el poder público á objeto puramente temporales”; es preciso discernir lo que hay de verdadero y de falso en estas ideas, para ponernos á cubierto del error á que puede conducirnos su mezcla. Desde luego, que no toca, ni compete á algún poder humano prescribir una religion, sino solo á Dios por medio de aquellos á quie- nes envía y autoriza para esto, y de los que sin interrupción les han sucedido en el ministerio de llamar á los pueblos al conocimiento y profesión de las verdades que se ha dignado revelar, y de que les encargó el depósito, y les dio la inteligencia bajo la solemne promesa 400 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de estar siempre con ellos hasta la consumacion de los siglos. Los hombres sin esta misión divina usurparían el poder que no tienen, ó abusarian del que para otros fines ha puesto en sus manos la socie- dad, como abusaron los tiranos, ya para decretar por ley una religion falsa, ya para compeler á la verdadera por la fuerza, ya para alterar la substancia ó formas de ésta por su despotismo y prepotencia. La re- ligion es del resorte de la conciencia, y ésta solo se rinde al convenci- miento de la razon, y sobre todo al dulce imperio de la gracia. “Dios y sus ministros son ciertamente las autoridades de la religion, la cual obra por medios y órganos exclusivamente espirituales; pero de nin- gún modo el cuerpo nacional, que dirige el poder público á objetos puramente temporales”. ¡Verdad preciosa que debiera esculpirse con letras de oro, ó mas bien que debiera gravarse con caracteres indele- bles en la mente de los legisladores, príncipes y magistrados!. Pero esto no quiere decir, que la nacion, ó el cuerpo que la representa y obra á su nombre, no pueda declararse, conforme á la voluntad general de aquella, á favor de la religion que del modo dicho les fué anunciada á sus mayores por los ministros de Dios, le- gítimos sucesores de los primeros que fueron revestidos de la misión extraordinaria divina, y unidos á la piedra fundamental sobre que el mismo señor estableció el edificio de su iglesia; y en su consecuencia hacer de ella, de su esencial unicidad, de la obligación del gobierno á protegerla y de la de todos los ciudadanos y habitantes á respetarla, el primero y principal artículo de sus pactos sociales. Nada de esto es crear, ni prescribir una religion; es reconocerla, es rendirle el homenage que se debe á la verdad revelada por Dios, es corresponder fielmente al beneficio inestimable de la vocacion, al seno de la verdadera igle- sia, y al camino recto de la salud. En efecto: después que un pueblo ha tenido la dicha incompa- rable de ser llamado á la profesión de una religion, que revestida de todos los caracteres de verdad y de santidad, mira justamente como divina, y por consiguiente única é impermutable ¿por qué no podrá JUAN EGAÑA (Lima, 1768 – Santiago de Chile, 1836) 401 reconocer esta dádiva eminente del cielo, asi como invoca á Dios, de quien ella procede, como autor y protector de la sociedad, en el dia clásico en que se reúne por la vez primera para recibir un ser polí- tico, o constituirse civilmente? ¿Por que no comprometerse solem- nemente á conservar intacto este depósito sagrado, que debe servir de título á todos los individuos que entonces adquieren una patria momentánea sobre la tierra, para inscribirse algún dia en la perdura- ble del cielo? ¿Por qué no legarlo puro y sin mezcla á la posteridad, como el mejor plantel de las buenas costumbres, la sanción mas inviolable de las leyes humanas, y por consiguiente como el único, sólido é indestructible apoyo de la felicidad pública? ¿Por qué en fin, no protegerla por una ley fundamental contra cualquiera temerario, que por obra, ó por escritos y palabras atentase á vilipendiar á los ojos del pueblo, ó á robarles. Ó cambiarles por sorpresa y engaño este preciosísimo é inconmutable tesoro? Cumpliendo este deber el cuerpo nacional, está muy lejos de entremeterse á regir la conciencia de los hombres; no hace leyes reli- giosas, sino solo protege y hace respetar por su ejemplo las que Dios ha intimado á los mortales por el órgano de sus ministros en union y bajo la inspeccion del que por su voluntad hace sus veces sobre la tierra, y del que como tal gobierna espiritualmente el cuerpo de la iglesia: y dejando en libertad á cada uno para que piense como quiera en el secreto de su corazon, á donde solo puede penetrar la luz de la razon ó de la gracia transmitida por las propias reflexiones, por el influjo de la educacion doméstica, por la predicacion de los pasto- res, ó por la eficaz y victoriosa leccion del ejemplo, solo prohíbe las palabras y acciones exteriores, que caen bajo el imperio de las leyes, en cuanto atacan la religion pública, de la que depende, no menos que de la autoridad del magistrado defendida por ellas, el buen órden y tranquilidad del estado; y en cuanto violan la propiedad mas cara de los ciudadanos, que es la de su creencia y profesion religiosa. La garantía de este derecho que consiste en poder profesar su religion, sin ser puesto en ridículo por causa de ella, sin ser contrariado, ó 402 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 escandalizado por otros cultos extraños, y sin ser contristado ó in- quietado por la seduccion y los sofismas le es igualmente debida por la constitucion que la de los otros derechos naturales y sociales. Daunou mismo que tiene ideas tan exaltadas á favor de la “li- bertad de conciencia y de cultos”, no se atreve á aprobar la opi- nión de aquellas personas que querrian rechazar hasta la idea y la expresión de religion de estado. “Este (dice) es á mi juicio demasiado rigor; un culto profesado por muchos siglos por el mayor número de una nacion, puede tener por su propia naturaleza, y por las costum- bres envejecidas bastante intimidad con la moral pública, para que merezca se le coloque en el número de las instituciones mas con- ducentes á mantenerla”. (Ensayo sobre las garantías individ. cap. 5.). el culto católico profesado de muchos siglos acá por los nuevos estados hispano-americanos reúne á esta ventaja que eminentemente tiene sobre todos los otros de mantener y perfeccionar la moral pública, por sus dogmas y misterios tanto como por sus reglas y máximas, la de contener la única religion, es decir, la única adoracion, mediacion y accion de gracias que Dios acepta de los mortales, probada como tal á los sabios por principios los mas luminosos, á los simples é ig- norantes por los hechos mas perceptibles é irrefragables. Y si es una obligacion de cada particular reconocerla, y confesarla desde el primer momento de su existencia moral, es decir, desde que puede oir el grito de su razon y propia conciencia, lo es igualmente de la socie- dad, ó del cuerpo que la representa, desde el primer instante de su existencia política, ó desde que se reúne para constituirla y ser el eco de la razon y conciencia pública; supuesto que toda obligacion de la sociedad no es sino la reproduccion de las obligaciones personales bajo la misma ley, sus recompensas y penas. El ateismo cívico no es menos incompatible con los deberes de la sociedad, que el individual con los deberes del hombre. XXI

ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839)

De este Prelado se presentan cuatro documentos remitidos du- rante su pontificado (1827-1839) tanto al Gobierno como a la feli- gresía católica relacionados con el asunto de la tolerancia religiosa: 1. Pastoral sobre la interpretación ortodoxa de las Sagradas Escrituras y calidad suficiente del magisterio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana para salvaguardar la pureza doctrinaria evitando que cada quien caiga en la arrojada e injusta (…) pretensión de decidir cada uno el sentido en que debe creer la sagrada escritura, y lo que por consi- guiente deba obrar. Caracas, 14 de junio de 1829.* 2. Contestación del Arzobispo de Caracas al informe de un Cura de la Archidiócesis, la cual se publica para que sirva de preservativo y desengaño contra la herética y fatalísima máxima de que cada uno puede salvarse en su religión, re- petida por D. Guillermo Burke en la Gaceta de esta capital el año de 1811. Caracas, 30 de junio de 1829.**

* Imprenta de G. F. Devisme, calle de la Fraternidad, Nº 21. Caracas. ** Imprenta de G. F. Devisme, calle de la Fraternidad, Nº 21. Caracas. 404 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 3. El Arzobispo de Caracas envía una comunicación al Con- greso en la que hace una serie de observaciones a la Cons- titución. Caracas, 30 de septiembre de 1830.*** 4. Reflexiones sobre el Arzobispo de Caracas y Venezuela que el Dr. Ramón Ignacio Méndez dirige a sus diocesanos sobre varios errores que se propagan en la Diócesis. De esta exposición se seleccionan los acápites correspondien- tes a Tolerancia (p. 87) y la Comunicación del Secretario de E. en el D. del interior y justicia (…) en la que notifica al Arzobispo la vigencia de la ley sobre la libertad de cultos (p. 121).****

*** Actas del Congreso Constituyente de 1830, tomo IV, pp. 293-297. Ediciones del Congreso de la República. Caracas, 982. **** El opúsculo contiene reflexiones sobre tolerancia y cruce de correspondencia entre el Secretario de E. en el D.del interior y justicia sobre la recién promulgada Ley sobre Li- berad de Cultos. Caracas, marzo de 1834, y solicita su revocatoria. Caracas: Imprenta de Damirón y Dupouy. MDCCCXXXIV. NOS, el Dr. Ramon Ignacio Méndez, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Arzobispo de Caracas, &c. A nuestros amados Diocesanos y á los demás fieles existentes en esta nues- tra Archidiocesis salud en el Señor, con la seguridad, satisfacción y todos los otros consuelos de nuesra Santa Fe Católica. La debilidad y atenuación de la Fe en el común de los fieles y aun la deficiencia total en algunas personas de las que componen el rebaño, que el Supremo Pastor ha puesto á nuestro cuidado, después de los tiempos borrascosos que nos han precedido, excita nuestro ministerio para preservar del naufragio á los que vacilan, confirmar á los que se han mantenido constantes en medio de los baibenes, y ofrecer un asilo á los que se han extraviado. Oid pues con docili- dad la voz del pastor de esta parte de la Iglesia universal, la cual no solo calmará vuestras inquietudes en materia del primer interés para vuestra salvación, sino que tambien serenará y tranquilizará nuestro espíritu angustiado hasta lo sumo por vuestra frialdad y apostasia. Los sabios de la antigüedad para dar importancia á las leyes que ponían á los pueblos y demás actos graves é interesantes, procura- ban divinizar su origen con las miras de conciliarles por este medio el respeto y veneración de los hombres: pero los que aparentan ó presumen serlo en nuestros días, y que corren con el nombre de filósofos han apurado sus ingénios para humanizar lo mas divino, la Religion revelada, fuente inagotable de toda la felicidad del género humano, y dádiva misericordiosa del Altísimo. La ficción de los pri- meros era demasiado grosera para que pudiese disimular su engaño, por que siendo falsas sus divinidades no podian dejar de serlo, su 406 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 doctrina, sus máximas y sus misterios; nas no sucede asi con la Re- ligion revelada, que teniendo un origen verdaderamente divino, ha estado constantemente expuesta á embates de la incredulidad de to- dos los siglos, sin que haya jamás padecido menoscabo, trastorno ni alteracion en un solo ápice su admirable y gloriosa doctrina: prueba incontestable de la solidez que caracteriza sus verdades. Sí, mis amados Diocesanos: la Religion revelada, la Religion de Jesucristo, la única Religion verdadera: respetable hasta lo sumo por su autor: sublime por sus misterios: pura en su doctrina: sólida y sencilla en sus máximas: santa en sus leyes, y que prescribe el órden y objeto del culto, y aun mas, que garantiza la grandeza y eternidad del premio con que galardona á sus profesores, subministrándoles los medios y auxilios con que deben contar para conseguir su verdadera felicidad. Esta augusta Religion cuyo admirable plan y estructura so- lamente publicará sin cesar hasta la consumación de los siglos, que no es obra de los hombres, por que excede infinitamente su limitada capacidad: esta Religion suave, dulce, amable, benéfica, deliciosa y consoladora en las desgracias, trasada desde la eternidad, y anuncia- da en tiempo por los Patriarcas y Profetas y aun por el ministerio de los angeles, y últimamente enseñada y sellada por los mismos labios y ejemplo del Verbo eterno humanado, como también por sus Apóstoles, y los sucesores legítimos de estos, combatida desde el primer incrédulo Cain hasta nuestros días: pero siempre firme y uniforme en sus principios é inconcusa en su doctrina, ha tenido que sufrir los ataques combinados de la impiedad filosófica, cuya derrota no ha sido menos vergonzosa que la que experimentaron sus ene- migos en los primeros siglos del cristianismo, por que sostenida por la Iglesia columna y firmamento de la verdad, ha sabido humillarla su arrogancia, confundiendo sus partidarios; y triunfando la verdad que enseña de la seduccion y el engaño, ha deshecho las pestilentes máximas de los diseminadores de esas falsas, abominables y peregri- nas doctrinas. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 407 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Si, mis amados hijos: sí, aquella luz natural, criada en los prime- ros días de la existencia del mundo, descubrió al hombre la hermosa variedad de los cielos y de la tierra, con todas la maravillas que hasta entonces habían sido un tesoro inestimable pero oculto en las tinie- blas de una eterna noche: si á la voz Todo-poderosa del Señor “há- gase la luz,” se presentó á la vista del hombre la belleza de los cielos igualmente que la magestad y pompa de los mas robustos árboles de la tierra con la fertilidad y amenidad de sus campos; discurrid cuantos tesoros infinitamente mas preciosos é inestimables se des- cubrirán á los que están ilustrados con la luminosa antorcha de la luz sobrenatural de la Fé, que solo puede proporcionarnos y hacernos gustar la Religion Católica, Apostólica Romana, la única verdadera y que exclusivamente conserva, enseña y cultiva la revelación, tan íntegra pura sin corrupción ni adicion, como se dignó Dios hacerla á la limitada criatura. No habiendo sido criado el hombre para gozar los bienes de esta vida, que aunque dignos de su admiración y de sus observacio- nes son inferiores á la nobleza y elevación de su alma suspira con un impulso innato por el conocimiento de unas verdades sublimes que son muy superiores á su naturaleza. ¿Quién podrá guiarle en tan difícil y obscura investigación? ¿Y quien le enseñará á apreciar- las dignamente y como se lo merecen? Aquí enmudece la razón, y quedando sin dirección ni consejo, no sabemos ni el objeto de los deseos de nuestra alma, ni cual debe ser el que ocupa nuestro amor. La Fe sola y solo la Fe, luz divina y sobrenatural puede dirigirnos en el conocimiento de estas verdades tan eminentes y divinas. Por tanto el hombre debe desnudarse de los afectos y deseos que emanan de la tierra y edificar en su corazón una misteriosa soli- dad, desde la cual dirigiendo á Dios sus votos llenos de amor de zelo y de respeto, le pida que le comunique su celestial sabiduría. Para poder ver Moyses el sumo bien que el Señor quería manifestarle, 408 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tuvo necesidad de retirarse á lo mas oculto de un desierto,1 y aun arrojar el calzado antes de acercarse á la misteriosa zarsa, por que no era decente, ni convenia pisar un lugar santo con un tosco cal- zado acostumbrado á hollar la tierra. ¿Y una razón entorpecida con los cuidados é ideas del mundo, llena de presunción y de soberbia, podrá ser á propósito para ver los misterios del Señor y conocer sus maravillas? Arroja pues de ti, ó hombre miserable, estos afectos, y humíllate profundamente á la voz de tu Dios para que tu razón adore su bondad y bendiga su omnipotencia. Pero el hombre conservando un rasgo de su primitiva dignidad, siente en su espíritu una noble inclinación á saber las altas verdades: la idea de esta prerogativa le ensoberbece hasta osar entrar en el santuario de los arcanos profun- dos del Altísimo, y sujetar á su débil conocimiento los misterios mas inaccesibles. Pero ¡que vanos y temerarios son sus intentos Sumido en impenetrables tinieblas cada paso le pondrá al borde de un inevi- table precipicio. Modera pues, ó hombre miserable, esa propensión de que tanto te glorias, si es que quieres ver aquella luz que solo puede manifestarte esas verdades superiores á tu alcance. Humíllate y confiesa tu debilidad é ignorancia, si según la excelencia de tu ser quieres dirigir tus pasos al Señor, que entre celestiales resplandores habita el trono de la luz eterna: esta luz dirigirá tus pasos en tan pe- ligrosa ruta; te descubrirá los secretos y revelará los misterios. Mas advierte que éste es un don gratuito del Cielo que se concede sola- mente á los que le aman y se humillan. El Santo Job se lamentaba por que no encontraba este inestimable tesoro: “Sabemos decía:2 el origen de las venas de la planta, el lugar donde se forma el oro, la tie- rra que produce el hierro; pero ¿en donde se halla la sabiduría, y cual es el lugar de la inteligencia?” “¿Quién de los hombres dice el sabio3 puede saber los consejos de Dios? ¿Quién puede pensar lo que Dios

1 Exodi. 3. v. 5. 2 28 3 Sap. 9. v. 13. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 409 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) quiere?” Si nos es tan dificultoso conocer lo que oculta la tierra en sus senos ¿Quién investigará lo que se encierra en los cielos? ¡Quien sabrá Señor lo que vos pensais, si vos no lo manifestais á las criaturas enviándoles desde lo alto vuestra luz celestial! Al espíritu de Dios solamente son accesibles sus secretos y él solo conoce sus caminos: el hombre siempre palpará tinieblas, no sabrá que es lo que ha de creer, cual es su verdadera felicidad, ni el camino que le dirige á ella, si Dios mismo no le enseña esta sublimes verdades. No es por consiguiente dado al espíritu privado el discernir, ni explicar las verdades ó artículos de Fe, como temerariamente pre- tendieron los reformadores. Esto seria subordinar la inteligencia y sabiduría divina al capricho ó pasiones de cada hombre, y serian al fin casi tan diferentes y contrarios los dogmas de una Fe, que á seme- janza de su autor Dios, no tiene alteración diminución ni creciente, como los semblantes de los hombres, y como experimentalmente lo conocieron los nuestros, los mismos corifeos de la pretendida refor- ma. Lutero maldijo a su discípulo Zuinglio por que luego discrepó de la doctrina que le acababa de enseñar, y reprobó la confesión augustana convenida por Felipe Melancton. Miguel Serbet murió en un suplicio á influjo de Calvino, por enseñar tenazmente máximas contrarias á las que había recibido de éste. Cuando no hubiera otra prueba de la verdad que trato de ingerir en lugar del delirio que ha seducido á algunos, que la multitud de errores nuevos y contradicto- rios en que muy pronto incurrieron los protestantes, seria bastante para convencer: cuan arrojada é injusta es la pretensión de decidir cada uno el sentido en que deba creer la sagrada escritura, y lo que por consiguiente deba obrar. El sabio Bosuel ha analizado aque- llos en su obra de las Variaciones, y es tal la demostración con que concluye, que ninguno que tenga libre su criterio puede resistir á ella. Amados Diocesanos, no os dejéis fascinar de tan extravagante intento de él se seguiría necesariamente la conclusión mas ridícula y ofensiva á la santidad y perfecciones de Dios, á saber: que á un mis- mo tiempo puede aceptar dos cultos enteramente contrarios, uno 410 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de ellos intrínsecamente malo: que por que los hombres piensan y proceden según las cavilaciones de su entendimiento y la corrupción de su corazón, le serán igualmente agradables, las extravagancias de la mitología, y los puros y sublimes dogmas del catolicismo: que recibirá con igual semblante las embriagueces y prostituciones de la voluptuosidad que la templanza y austeridades de la vida cristiana y penitente. No caben en cabeza bien concertada los absurdos que nacerían del referido funesto principio. Cuando contradiciéndose groseramente entre sí los escudriñadores de la Magestad insonda- ble, se gloriasen de haber cada uno acertado con la creencia. ¿quien podria asegurar de ella á los fieles sensillos y no pensadores que ob- servasen tan diversas y opuestas máximas de Fe y de Moral? Pero no apurémos el pensamiento que se pierde en el precipicio. Semejantes dislates en tal caso se refundirían contra el mismo Dios, por haber dejado al hombre entregado á su propio juicio. Reflexionad ahora por el solo conocimiento natural de Dios, si puede siquiera conce- birse tamaña blasfemia. Habiéndoos dicho que es temeraria la pretensión de que cada uno puede decidir el sentido de la sagrado escritura; y habiéndose propagado de hecho esta perjudicialísima máxima, con motivo de las traducciones de la Biblia al idioma vulgar sin notas, que se han introducido y repartido graciosamente; y aunque sobre este gravísi- mo punto hemos de tomar particulares providencias, no podemos menos que interrumpir esta instruccion para deciros: que nadie pue- de leer esas traducciones y que con respecto á ellas está vigente la excomunión mayor impuesta en la constitución 19, lib. 1° del Sínodo de esta Diócesis, pues solo están permitidas por los Sumos Pontífi- ces Benedicto XIV y Pio VI las versiones hechas con notas de los lugares obscuros tomadas de los PP. De la Iglesia: que esas mismas versiones que corren bajo el nombre del ilustrísimo Scio. Están en muchos lugares corrompidas, truncas y contrarias á las genuinas de este sabio traductor, que por haberlas hecho con la dicha circuns- tancia están permitidas: que su lectura es tanto mas nociva, é inde- ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 411 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) leble el error, cuanto que éste se ingiere junto con la misma verdad, cumpliéndose entonces lo que San Pedro enseña de los que por sí mismos interpretaban las epístolas de San Pablo…..“In quibus sunt aliqua diffícilia intellectu, quœ indocti et instabiles depravant, sicut et cœteras scripturas, ad suam ipsorum perditionem. En las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, las que adulteran los indoctos é inconstantes como también las otras escrituras para ruina de sí mismos”.4 Es pues indispensable que en medio de tantas tinieblas y tropie- zos haya Dios establecido una guía segura, un maestro y juez infa- lible, perenne y accesible á todos, que enseñe la doctrina de Fe y de costumbres, y decida las controversias que pudiesen suscitarse. En efecto ha sido asi, y no es otro este maestro y este juez infalible que nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, Apostólica Romana. Si, la Iglesia Católica es en donde el Espíritu Santo nos enseña las verdades que deben ser el objeto de nuestra Fe: quien sea Dios y cuales sus misterios: en ella se nos proponen los Sacramentos ocul- tos cuya profundidad no debemos investigar. Es preciso si tenemos el noble orgullo de pertenecer á tan Santa Madre, que sujetemos nuestro limitado discurso á la voz del Cielo que nos habla en ella, y al órgano del espíritu divino, por cuyo medio se digna elevarnos á tan magnifica y saludable creencia; debiendo estar entendidos que entonces será mas meritoria nuestra Fe, cuando conociendo la po- breza de nuestro entendimiento, y desconfiando mas de nuestra débil comprehencion, cautivemos nuestra razón en su obsequio, y confiemos caminar con mas seguridad, siguiendo su bella y santa obscuridad. A la manera que los Israelitas caminaban ciertos de su dirección á la tierra santa, siguiendo la misteriosa nube que en lo alto del dia los defendia de los abrazadores rayos del Sol, y en la noche los alumbraba con hermosa claridad; asi el cristiano debe caminar seguro bajo el misterioso velo de la Fe, que al paso que se interpone

4 Ep. 2, de S. Pedro, cap. 5. v. 15. 412 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 á los rayos de la razón que pudiera ofuscarle, deslumbrarle y perder- le, le ilustra con luz divina en las tinieblas de su ignorancia dándole un conocimiento cierto de su Dios, y una firme persuacion de la verdad de su palabra; por que aunque los misterios de la Religion se nos proponen con oscuridad, la verdad de la revelación no tiene ningún género de oscuridad para nosotros, pues sabemos incontes- tablemente que Dios lo ha dicho, y no podemos dudar de la verdad de sus palabras. Las santas escrituras no lo enseñan asi, y la uniforme y constante doctrina de los siglos, á que debe añadirse, que nuestra misma razón lo conoce cuando hace un uso recto de sus facultados. Podemos pues decir con propiedad, que aunque el misterio revelado quede oculto bajo el venerable velo de una impenetrable obscuridad. Dios que sacó5 la luz del fondo de las tinieblas, alumbra y llena de resplandores celestiales en órden á estas verdades nuestro corazón. El carácter propio de las ovejas del Señor es oir con docilidad y obediencia sus palabras sin excitar dudas, ni disputar sobre las ver- dades que propone: oyen, pero no disputan, dice San Basilio.6 Por un efecto de su inefable bondad, él se ha dignado manifestar al hombre sus adorables misterios; mas no le pide que los penetre ni entienda, lo que le pide es que los crea y los oiga con docilidad y sumision; esta obediencia sin limitación ni reserva es el fundamento de la Fe, según la doctrina del Apóstol7 y es la que distingue á los hijos de Dios de sus enemigos. El Profeta describe este carácter en la docilidad de los Gentiles a la voz del Evangelio. “El pueblo que no conocí me sirvió,8 y apenas oyó mis palabras cuando creyó y se humilló á mis verdades.” Por el contrario fue la dureza e incredulidad de los judíos á las palabras y ejemplos de Jesucristo cuando decía por San Juan:9

5 2°. Ad, cor. 4. v. 6. 6 In P. s. 115. 7 Ad. Rom. 5. 8 Ps. 17. v. 45. 9 Joan. 10. V. 25 et 26. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 413 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) “os hablo pero no me creeis por que no sois de mis ovejas, mani- fiesta su obstinacion y rebeldía”. Las maravillas que el Señor obraba á su presencia suspendían sus ánimos, y excitaban á cada paso su admiración; pero sus corazones resistían la luz y eran rebeldes á sus hermosos resplandores.10 Confiados vanamente en su sabiduría se hicieron ignorantes como los falsos filósofos de quienes habla el Apóstol,11 “que detienen en la injusticia la verdad de Dios”. ¡Espíritus de inconstancia y de ligereza que intentais instruiros de nuevo en las cosas sustanciales de la religion! A vosotros se os puede aplicar lo que decía Tertuliano respondiendo á los hereges de su tiempo:12 “Que habiéndonos hablado ya Jesucristo era inútil el ser curiosos y que nada nos queda que examinar después de es- tablecido ya el Evangelio. Una vez que creemos como se debe, no tenemos que andar solícitos por buscar mas que creer, siendo una de las máximas de nuestra creencia que no queda nada añadir á lo que ya creemos”. Deponed pues esas incertidumbres y creed al Evan- gelio; al favor de esa luz celestial que vuestra malicia puede ofuscar, como dice el mismo Tertuliano; pero que no puede apagar. Ved el desgraciado término de los que dejan de pertenecer al rebaño de Je- sucristo, de aquellos infelices que, como dice S. Juan,13 “amaron mas las tinieblas que la luz”. Incrédulos: por mas que resuene la voz de Dios en nuestros templos, por mas evidentes que sean las señales y los efectos de su celestial doctrina, vosotros no quereis recibirla por que es dura, repugnante é insufrible al perverso afecto y amor propio de que os habeis hecho esclavos. Para rendiros á la doctrina de la verdadera Religion necesitais no de convencer vuestros entendimientos con

10 Job. 24.v.13 11 Ad. Rom. 1°. 18. 22. 12 Tert. de Prescripc. Adver. Heres. Cap. 7 13 Joan. 3. v. 19 414 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 nuevas pruebas como pedís, sino de vencer la dureza de vuestros corazones, y mudar sus desordenados afectos: vuestra lastimosa ceguedad, no nace principalmente de vuestro entendimiento sino de vuestro corazón pervertido, como dice S. Pablo:14 obscuratum est insipiens cor eorum: el amor propio ha tendido un denso velo sobre vosotros y una vana presunción os ha cegado, como cegó al Angel sobrevio, al primer hombre, y á cuantos miserablemente se dejan do- minar de la sobervia; y esa obstinación en que se vive y la insensibi- lidad de las cosas del Cielo debe ser reputada por una de las mayores y mas profundas heridas con que puede castigarla la justicia de Dios. Y vosotras, almas piadosas y puras: porción selecta del reba- ño de Jesucristo que habeís sabido conservar el depósito de la Fe en medio de la contradicción de los hombres y de las astucias con que os han combatido la impiedad y la corrupción: entonad him- nos de alabanzas al Eterno por los auxilios y gracias con que os ha vivificado y conservado ilesas; y ayudadme á implorar las miseri- cordias del Señor sobre esos miserables prevaricadores diciéndoles con Abraham, cuando quiso librar á aquellas ciudades malvadas que iban á ser consumidas por un fuego devorador bajado del cielo á vista de sus abominaciones. “¿Por ventura destruirás al justo con el impío?”.15 Perdonad, Señor, á los desgraciados en atención á los que os han correspondido con fidelidad: haced gracia á los pecadores por los justos dejaos vencer de los que nunca han cerrado sus ojos á vuestras luces. Sí, mi buen Dios, tantas virtudes, tantas oraciones, tantas lágrimas, tantas buenas obras, desarmen vuestra justicia y nos atraigan vuestras misericordias. Permitidme, Señor, que os diga que en medio de tanta corrupción ó impiedad no faltan diez fieles ado- radores vuestros que habrían sido bastantes para detener vuestras iras contra las ciudades nefandas. No permitáis, Dios mio, que por el menosprecio de vuestra Fe, se cumpla en esta Diócesis, á que habeis

14 Rom. 1. 21. 15 Gen. 18. 23. Math. 21. v. 45. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 415 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) dado pruebas de particular amor, aquella terrible pero justa senten- cia que arrastra la nación Judaica por haber desconocido á vuestro hijo y nuestro Redentor Jesus, y que también gravita sobre muchos pueblos antes católicos y hoy dominados de los mas vergonzosos errores…..“ideo dico bobis, quia auferetur à bobis regnum Dei, et dabitur gen- ti facienti fructus ejus….por tanto os digo que os será quitado el Reino de Dios y será dado á un pueblo que haga los frutos de él”.16 Amados hijos mios, para alejar de vosotros tan imponderable desgracia os dirigimos estas nuestras letras con todo el interés y afec- to que nos inspira el ministerio Pastoral que sin mérito desempeña- mos; y para hacerlo hemos elegido este dia en que la Iglesia en todo el orbe celebra la fiesta particular de la SSma. Trinidad, por que que- rémos reuniros á todos al rededor de su augusto trono para renovar la Fe, ó para deponer el error en que se haya incurrido. Adorad el inefable misterio que encierra todos los de nuestra santa Religion, y es la fuente inagotable de nuestros consuelos para la vida y para la eternidad. No le dejareis de comprender por falta de luz en él, sino por que es tanta la que despide de sí, que no es capaz de recibirla la miserable criatura, á semejanza del que cierra los ojos sin contemplar al Sol, por que le ofusca la abundancia de sus rayos. No exigimos de vosotros un indiscreto sino el mas digno y razonable sacrificio que podeis y debeis hacer de vuestro entendimiento, cual es someterle á una Fe, que cuando no tuviera á su favor las garantías divinas que tiene, bastarían para conocerse su exclusiva certeza y necesidad, su rápido progreso y duración, habiendo ella visto nacer y desaparecer hasta los mas pomposos sistemas de Religion que se la han opuesto para sufocarla, y que fueron protegidos y mirados, cuando menos como milagros de la sabiduría y entendimiento humano; y traer lige- ramente á la vista el cuadro espantoso de horrores y atrocidades en que han incurrido los sabios, y los pueblos mas cultos, que no han tenido por guía la revelación divina. Mas cuando os hablo de la Fe,

16 Math. 21. v. 45. 416 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 no llenaría mi deber si no os dijera siquiera: que seria muerta y estéril si no la acompañasen las obras, y que éstas deben ser la divisa de que perteneceis al gremio de la Iglesia Católica. Dadas en nuestro Palacio Arzobispal de Caracas, firmadas, se- lladas y refrendadas en forma, á 14 de Junio de 1829.

Ramon, Arzobispo de Caracas. Por mandado de su Sría. Illma. El Arzobispo, mi Señor.

Dr., José Cecilio Avila, Secretario.

Sin Fe es imposible agradar a Dios.

S. Pab. Á los Heb. cap. v. 6. Imprenta de G. F. DEVISME, calle de la Fraternidad, nº 21.

CONTESTACION Del Illmo. Señor Arzobispo de Caracas al informe de un Cura de la Archidiócesis, la cual se publica para que sirva de Preservativo y desengaño contra la herética y fatalísima Máxi- ma de que cada uno puede salvarse en su religion, repetida por D. Guillermo Burke en la gaceta de esta capital el año de 1811 Caracas, 16 de junio de 1829. Con indecible gozo contesto á V. sobre la consulta que me hace con motivo de haber sido preguntado por uno que tocado del dedo de Dios quiere salir del error en que ha estado de muchos años á esta parte por haber leído en la gaceta de esta capital de 19 de febrero de 1811 un discurso de Guillermo Burke en que se aseguraba que cada uno podía salvarse en su fe y religion. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 417 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Desde que comenzaron á dejarse correr en nuestras prensas erro- res tan estúpidos á que solo se puso, una incitativa por si se quisiesen confutar se comenzó a conocer el mal que iban á producir: la sensa- ción que causó tal asercion y otras de esta naturaleza que se vieron cir- cular en un pueblo tan religioso como el de Caracas parecía sufocaría la llama de este volcán; pero no fué asi según se vé del relato de V. pues esa persona quedó desde entonces inficionada de este mortal contagio que se ha ido robusteciendo á proporción que ha crecido la impiedad. Oh! Y cuanta verdad es que con respecto á muchas persona, no son bastantes las confutaciones mas brillantes para reparar las pérdidas que ha causado una sola proposición descabellada, pues siendo el ca- rácter de las apologías católicas la solidez, gravedad y circunspección, ni siquiera las leen por que solo les agradan la sofistería, la sátira y la chocarrería que son las armas, las flores y los argumentos de los escri- tores impíos: este que es el remedio que se aplica por lo común para curar el mal que causa la libertad de escribir, no tuvo actividad para sanar á su doliente en sus principios, y cuando la llaga estaba fresca, á pesar de haber sido valiente la pluma de la refutación ¡que deberemos decir del otro medio de recoger los escritos después que se ha enve- nenado el corazón? Que es seguramente tan ineficaz y aun mas que el primero de que debemos inferir la necesidad que tienen los legislado- res previsivos de impedir esa facultad de imprimir atolondradamente solo por que huele á la libertad; pues ni las refutaciones que se dén, ni el recogimiento escrupuloso que se haga de los papeles que anden en circulación, ni las penas que las leyes apliquen á los escritores per- versos cuando se dejen descubrir reparan el mal ya causado por cuya razón se aplica con toda propiedad á los libelos impíos la sentencia del Espíritu Santo. “Qui tetigerit picem inquinabitur ab ea”.17 El que tocare la peste se manchara con ella. Asi ha sucedido á la persona de que V. me habla, y lo mismo sucederá siempre á los incautos lectores de escritos irreligiosos. Hablaré pues en el asunto para instrucción de esa persona

17 Ecc. 13. vers. i. 418 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que ha ocurrido á V. y de cualquiera otra que esté afectada del mismo contagio. Al entrar en materia presentando desde luego las razones que hay para creer que fuera de la iglesia romana no hay salvación quiero hacerme cargo de las dificultades que hasta ahora habían alucinado á ese feligres de V. para apartarlo de esta verdad de fe, y en que todavía muchos por desgracia se atrincheran para afirmar que cada uno se salva en su religion; pero como ellas comprenden dos géneros de personas, es decir, aquellas que jamás han conocido á Jesucristo, y las que después de haber obtenido este don precioso voluntariamente se han separado por sus errores de la verdadera iglesia, es preciso hablar con esta distinción. Discurramos pues, por cada uno de sus fundamentos. Acerca de los primeros dicen, que es una especie de blasfemia contra la bondad de Dios persuadirse envie al infierno innumerables almas inocentes que no han tenido otro crímen que el de no haber conocido á Jesucristo; y que por otra parte no parece un delito tan grande ignorar lo que jamás de ha podido adquirir desde la juventud. No obstante estas razones que á primera vista deslumbran y presentan unan lisongera apariencia de equidad, son tan débiles que si se examinan á la luz de aquellas verdades que Dios ha revelado en las santas escrituras, y aun de las que descubre una razón sana y despreocupada, quedaremos persuadidos de su falsedad. Por que á la verdad si cada judio, turco ó infiel puede salvarse en su religion con el mero conocimiento de un solo Dios, en vano los apóstoles y san- tos padres se fatigaron y sufrieron tanto para plantear la fe de Jesu- cristo: en vano tantos mártires entre los mas crueles é ignominiosos tormentos dieron por ella la vida con su sangre, muy fácil les hubiera sido en este caso haberse apartado de esta fe y profesion quitado el riesgo de perderse. Podemos añadir también que en vano Jesucristo se hizo hombre: en vano obró tantos milagros para persuadir era el Mesías y Salvador del mundo: en vano fue crucificado y muerto. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 419 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Nada de esto en la suposición contraria era necesario. Asi raciocina el apóstol de las gentes escribiendo á los galatas:18 si la justicia, dice, es por la ley, se sigue que Jesucristo murió en vano, como si dijera: si la salvación puede adquirirse por el conocimiento de un Dios y la observancia de la ley natural ó escrita, sin duda que el hijo de Dios inútilmente dio su vida por el hombre en el supuesto de no serle indispensable para su salvación. Después de esto ¿Quién no vé que para seguir la errónea opi- nión que refutamos seria preciso entrar en la absurda y atrevida empresa de negar los pasages de la sagrada escritura mas claros y terminantes? Puesto que ésta á cada paso nos enseña que “Jesu- cristo es el Mediador, Redentor Y Salvador del género humano, la victima ofrecida á Dios para ser nuestra proposición por la fe en su sangre”,19 “el sacrificio que nos reconcilia con su Padre, la sangre que lava nuestros pecados, la fe que nos justifica”20 “que sin volver á nacer por el agua y el Espíritu Santo ninguno puede entrar en el reino de los Cielos”:21 “que el que creyere y se bautizare será salvo y el que no creyere se condenará”,22 “y por último que no hay salud en ningún otro, por que no hay otro nombre debajo del Cielo dado á los hombres, en que nos sea necesario ser salvos”.23 De la misma suerte, exige por un requisito indispensable como puede verse en los textos alejados, que la redención se nos aplique por medio de su fe; y por consiguiente nos asegura que todos los que carecen de esta misma fe del Salvador están fuera de la justi- ficacion, que viven en pecado, que son hijos de ira y sujetos á la

18 2. v. 21. 19 Ad. Rom. 3. v. 24. et. 25. 20 Ap. 1. v. 5 et 7. 21 Joan 3. v. 15. 22 Marc. 15. v. 15. 23 Act. 4. v. 12. 420 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 maldición eterna. Siendo por otra parte muy justo y razonable que los que reciben un grande y extraordinario beneficio, conozcan el mismo beneficio y al bien-hechor que lo concedió para honrarlo con significaciones de la mas alta gratitud; y como el de la redención es el mayor de todos el mas estupendo y sublime, era muy debido se reconociese por nosotros, para que no viviésemos y muriésemos ingratos y desconocidos tributándole odio por amor, maldición por bendición, blasfemias por acción de gracias, como los obstinados judíos. Según esto queda ya demostrado que los que no tienen la fe y conocimiento de Jesucristo, están por una consecuencia necesaria excluidos de su herencia: verdad que jamás podrá contrariar, ni la ignorancia de los que inculpablemente no hayan conocido el Evan- gelio, ni la pura y desnuda observancia de los preceptos naturales con el conocimiento del verdadero Dios. En efecto, parece una paradoja bien extraña dudar que el nom- bre de Jesucristo anunciado por el medio rápido y suave de la pre- dicacion de los apóstoles y por una constante y admirable série de sucesores pueda todavía desconocerse, pues como nos asegura el real profeta; “el sonido de ellos se ha divulgado por toda la tierra, y sus palabras hasta los confines del globo”:24 parece imposible que estos hombres se mantengan todavía en una absoluta ceguedad, si advertimos los innumerables medios de que se ha servido Dios para llevar su santo nombre hasta las mas remotas regiones; valiéndose unas veces de la misma ambicion de los hombres, otras de su cruel- dad, otras de la verdadera injusticia y por otros vicios del hombre que el mismo Dios detesta: parece muy extraño en fin, que por el contacto y relaciones que casi todas las naciones infieles mantienen con los católicos y aun los cismáticos no vengan en el conocimien- to de la verdadera fe; sin embargo quiero suponer el caso que se controvierte, y que absolutamente hablando les haya sido ignora- da la venida de Jesucristo. Entonces haría distinción entre los que

24 Ps. 18 v. 4. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 421 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) guiados de la luz de su razón jamás obraron contra la ley natural, y los que llevados de sus pasiones, la mancharon con sus crímenes, y siguiendo lo que enseña santo Tomas, diría: que si hay alguno de esta especie en el mundo, será iluminado especialmente por Dios, y se salvará por la fe de Jesucristo y por el deseo del bautismo. Mas los otros irán al infierno, y los castigará el Señor como á los malos cristianos, á proporción de sus delitos. Pero ya es tiempo de exami- nar la suerte de los segundos no menos infausta y desgraciada que la de éstos, por haberse separado con sus doctrinas perniciosas de la verdadera iglesia. Convencidos los novadores de estos últimos tiempos por las razones alegadas de que sin la fe de Jesucristo muerto por nosotros no puede obtenerse la salvación, escogitaron el especioso y errado sistema de enseñar que ella sola basta con el símbolo de los apósto- les interpretado según su capricho y espíritu privado, aun cuando el hombre se resista á creer otras muchas verdades reveladas no menos interesantes que necesarias; pero los católicos guiados por los prin- cipios ciertos y razonables de la fe, lejos de convenir en este absurdo sostenemos que nadie podrá lograr aquella salvación si no excluye de su fe y condena todos los errores proscriptos por la iglesia, creyendo al mismo tiempo los dogmas ya decididos por ella. Consultemos, desde luego las pruebas y nos convencerámos hasta la evidencia. Aquí se presentan las figuras y sombras con que se bosqueja el magestuoso edificio de la iglesia en el común sentir de los padres y por las cuales consta no puede esperarse salvación fuera de su seno: ella es el cuerpo de Jesucristo25 cuyos miembros son cada uno de los fieles: ella es la casa, el templo, la ciudad el reino de Dios: ella se de- muestra en el arca de Noé. Siendo, pues, Jesucristo el Salvador de su cuerpo místico,26 ¿Cómo podrá tener salud y vida un miembro cor-

25 Coloss. 1. v. 24. 26 Eph. 5. 23. 422 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tado y separado de este mismo cuerpo? ¿Cómo evitará la perdicion eterna el que está fuera de la casa y reino de Dios? ¿No naufragará sin remedio en las aguas del diluvio aquel que ha sido arrojado del arca de seguridad? Por otra parte, escribiendo el apóstol á Tito su discípulo,27 man- da expresamente “huya del hombre herege después de la primera y segunda corrección, sabiendo que el que es tal, está pervertido y peca, siendo condenado por su propio juicio”. Ponderemos estas palabras y alcanzaremos su verdadero sentido. Por ellas se demuestra que el herege está pervertido, que peca y que por su propio juicio ha sido condenado; y es como si dijese: todo hombre que sostiene obstinadamente algún error opuesto á la fe de la iglesia, después que un pastor haya empleado inútilmente sus amonestaciones caritativas, sus instrucciones y reprehensiones reiteradas para reducir á seme- jante hombre á la verdadera fe, es preciso que se rompa todo trato y comercio con éste, y que se huya de él como de una peste pública, ó como de una gangrena28 que viciando con el tiempo todo el cuerpo le hace incurable y causa la muerte: por su obstinación en el error, él pronuncia ya contra sí mismo el decreto de su reprobación eterna. No obstante las luminosas pruebas que suministran estos pasages, discurramos por los inconvenientes en que incurren los que piensan de otro modo. El principal es, condenar de ignorancia y error á toda la anti- güedad que siempre juzgó, no podía el que estaba manchado con el crímen de heregía lograr su salvacion; y he aquí la razón primordial por que con tanto conato se opuso y confutó las heregías; de otra suerte convendríamos en que todos los hereges se habían salvado por que los mas de ellos confesaban a Jesucristo y tenían, aunque no en su verdadero sentido, el símbolo de la fe. Según esto podrían salvarse los arrianos negando la consustancialidad del Hijo con el

27 3. V. 10. 28 2, Ad. Titum. 2. v. 17. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 423 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Padre; los macedonianos suponiendo menor al Espíritu Santo que al Hijo; los nestorianos que establecían dos personas en Jesucristo; los eutiquianos que afirmaban había pasado á convertirse en la mis- ma divinidad la carne de Jesucristo; los apolinaristas que ponían al verbo unido á la humanidad de Jesucristo en lugar del alma racional; los monotelitas que establecían en Jesucristo una sola operación y voluntad; los pelagianos que negaban el pecado original y la necesi- dad de la gracia; los donatistas que afirmaban había perecido ya la verdadera iglesia menos en su secta; los novacianos que negaban el perdon y penitencia á los lapsos. Todos y cada uno de éstos según la falsa opinión que refutamos, diríamos que se salvaron en su heregía; ¿pero una razón sana y despreocupada será capaz de pensar seme- jante de propósito? ¿A que fin entonces esa multitud de concilios ce- lebrados con tanto cuidado y trabajo desde el principio de la iglesia? ¿Por qué causa fueron heridas tantas veces con el rayo del anatema? ¿Por qué se fatigaron con tanto empeño los padres en combatirlas y extirparlas? ¿Por qué muchos de ellos quisieron mas bien preferir los destierros, la muerte y todo género de tormentos que suscribirse á algunas de estas heregías? Y en fin ¿Por qué los católicos huyeron con el mayor horror de la perversión de sus sectarios? Sin duda que todo esto se habrían obrado sin acuerdo, sin provecho, sin utilidad. La razón misma gritaría contra este abuso representando la injuria hecha al prójimo y á la verdadera caridad; pero lejos de eso ella re- clama imperiosamente aquel deber. Para merecer la eterna felicidad no basta la observancia de uno dos ó tres preceptos, si no que es indispensable guardarlos todos, pues como enseña Jesucristo por San Mateo29 “si queremos entrar en la vida eterna hemos de observar los mandamientos,” y San Judas en su epístola canónica30 nos asegura que “el que después de haber observado toda la ley la viola en un solo punto se ha hecho culpable

29 17. V. 17. 30 2. v. 10. 424 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de toda”; desuerte que un adúltero, un ladron por ejemplo no puede salvarse, y es la razón por que desprecia al legislador que es el autor de toda la ley. “A este modo podemos discurrir con respecto á la fe”. Ella es indivisible, es decir ó se cree todo lo que Dios ha revelado y enseña la iglesia, ó no se cree nada. San Pablo dice…“Unus Domi- nus, unum Fides, unum Baptisma”. Un Señor, una fe, un bautismo. Es un error el mas opuesto á la misma fe y á la razón suponer que hay dogmas cuya firme creencia obliga, y otros que se pueden negar, ó repeler. Lo es igualmente y envuelve la mas manifiesta, blasfema contradicción persuadirse, que negando unos dogmas puede tenerse fe divina de otros. El fundamento de la fe es la autoridad de Dios que no puede engañarse ni engañarnos y por esto, tan infalible es cuando por ejemplo revela el misterio de la Santísima Trinidad, la presencia real en la Eucaristía, la necesidad de la confesión auricular, que cuando refiere cualquiera de los hechos ó circunstancias de la sagrada escritura por insignificantes que parezcan. La verdad no es mas ni menos por que sea grande ó pequeña la cosa que se testifica. Por esto mismo el que abraza unos dogmas y resiste otros, no cree ni los mismos que admite, por que asiente á estos con una fe puramen- te humana, pues si lo hiciera como debe por deferir á las autoridad de Dios, que nos consta evidentemente que nos los ha revelado aun- que no los comprendemos, los confesaría todos. No lo hace asi, sino que con la mas audaz temeridad llama y somete al juicio de su razón limitada y corrompida las verdades reveladas por Dios, entresaca y escoge las que quiere creer, y reprueba las otras. Es por consiguiente visto que esta no es fe, sino el resultado del mas fatuo orgullo. La fe verdadera, la que salva, y por la cual han derramado su sangre y sufrido inauditas persecusiones tantos millones de mártires y confe- sores, á quienes el esíritu mas prevenido no puede con razón tildar de ilusos, es la que define San Pablo31 sperandarum substantia rerum, argumentum non apparentium. Es la fe, la sustancia de las cosas que se

31 Heb. 11. V. 1. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 425 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) esperan, argumento de las que no aparecen. Basta solo explorar la simple razón natural para conocer que el Dios verdadero no puede á veces decir la verdad y á veces la mentira, y que sus oráculos no están sujetos al exámen del hombre. A los que estén engañados en esto puede hacérseles la recon- vención de san Agustin á algunos de su tiempo. “Si in Evangelio les decía, quod vultis creditis, quod vultis non creditis, bobis potius quam Evangelio creditis” Si en el Evangelio creis lo que quereis, y no creis lo que no quereis, á vosotros mas bien os creis que al Evangelio. Con razón pues, levanta la voz san Fulgencio para expresar cual ha sido en todos tiempos la fe de la iglesia y la inconcusa doctrina de los demás padres: “cree con toda seguridad, dice este padre”32 “y no dudes un solo momento, que no solamente todos los paganos, sino también los judíos, hereges, y cismáticos, que terminan la presente vida fuera del seno de la iglesia han de ir al fuego eterno destinado para el diablo y sus ángeles; y en otra, parte sigue el mismo santo”33 “persúadete firmemente y sin ningún género de duda que todo he- rege ó cismático, bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, si no ha sido agregado á la verdadera iglesia, aunque haya dado las mas copiosas y abundantes limosnas, y aunque por el nombre de Jesucristo hubiese derramado su sangre de ninguna manera puede salvarse; por que ni el bautismo ni la limosna, ni la muerte misma, recibida por el nombre de Jesucristo, puede aprove- char para la salvación, cuando permanece y dura en el ánimo aquel perverso cisma, ó aquella detestable heregia que conduce a la muerte é infelicidad eterna”. Sentada pues la inconcusa verdad de que fuera de la iglesia, y fe católica nadie se salva, suele también hacerse el argumento que puede haber algunos que creyendo en Jesucristo, estén invencible-

32 Lib. de Fide ad Pet. cap. 28. 33 Cap. 39 426 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 mente imbuidos en algunos errores contra la fe. La respuesta de esta dificultad es sustancialmente la misma que dimos con Santo Tomas en la hipótesis34 de que hubiese gentil que ignorase enteramente á Jesucristo, y cumpliese bien la ley natural. Si se diese pues, un bauti- zado que conociendo á Jesucristo estuviera sin embargo envuelto en algunos errores, por un estado de aislamiento y falta de medios que le constituyese en una total é inculpable ignorancia, pero que cum- pliese los deberes naturales y los revelados, que alcanzase á com- prehender, Dios por uno de los infinitos recursos de su clemencia, omnipotencia, y sabiduría, le proporcionaría la verdadera fe, y se salvaría por ella, no por el error que de cualquier modo que sea es incompatible con la salvación. Figuro una situación semejante de aislamiento é ignorancia por que á no ser tal, nadie es inculpable de su error. Son tan visibles y claros los caracteres divinos del catolicis- mo que con muy pocas luces que se tengan de religion se descubre la falsedad de las sectas, ó por lo menos se entra en grave duda de la verdad de ellas: es indispensable la investigación: á nadie es licita la indiferencia en este particular: y el que por entregarse á ella viviese y muriese en la duda seria de mala fe, y se perdería tan infaliblemente como por la heregía positiva. ¿Quién, por ejemplo, con solo saber que la fe católica romana viene desde Jesucristo, y el protestantismo desde Lutero y Calvino, hombres viciosos de ahora 300 años, no co- noce que aquella es la verdad, y esta la novedad, y la invencion de las mas vergonzosas pasiones para poderse ejecutar con velo de hones- tidad? Lo mismo sucede si se hace el paralelo con las demás sectas. Estas dos cuestiones son mas para las escuelas que para este lu- gar, por que para conocer todo el peso y solidez de las respuestas, es necesario discurrir con exactitud, método, y principios de que carece

34 Hipotesis por que san Pablo hecho cargo de la dificultad de que para creer es necesario que haya apóstoles y predicadores, dice en su carta á los romanos cap. 10, que hasta los últimos confines de la tierra, han llegado las palabras de ellos: y por que no se ha descubierto todavía un pueblo por remoto y bárbaro en que no se haya encontrado alguna noticia aunque confusa del Mesias. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 427 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) el común del pueblo, circunstancia de que se prevalen felónicamente los impíos para propagar máximas irreligiosas, satisfechos, de que en los corrompidos se gravan por que lisonjean sus apetitos, y en los que no los son producen la duda pues no tienen argumentos con que rebatirlas. Es esto tan cierto, que aun cuando esos dogmatizadores volviendo en juicio quieren desengañar á los mismos que pervirtie- ron, no lo pueden conseguir, siendo por lo común la conversión de un ignorante que se ha hecho impío, solo obra de una gracia parti- cular, que por tanto no debe esperarse con frecuencia. Entiendan pues, el pecado en cierta manera irreparable que cometen y el reato que arrastran. Sirva lo dicho para mas fortificar á ese feligres en la detestación de la falsa y herética máxima de que en cualquiera creencia puede encontrarse la salvación. Continúe V. dispensándole su caridad ya que ha sido el Ananías á quien Dios le envió. ¡Ojalá sea él otro Saúlo que dé gloria á la verdad! Debo prometérmelo asi por la paciencia, solidez y eficacia con que le ha instruido, y resuelto sus dudas y por la visible gracia de Dios que le ha favorecido. Se ha conducido V. como un ministro del catolicismo que prodiga la instruccion y hace guerra á la ignorancia. Aplaudo su conducta y por ella le doy las mas afectuosas gracias. Dios guarde á V. muchos años. Ramon, Arzobispo de Caracas. Caracas, 30 de junio de 1829. Siéndonos sobremanera doloroso que algunas almas se pierdan para siempre por el error que rebatimos en la precedente instruc- ción, imprímase ésta, y publíquese en todas las iglesias el primer dia festivo después de su recibo. El Arzobispo.

Imprenta de G.F. Devisme, calle de la Fraternidad, n. 21. 428 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 EL ARZOBISPO DE CARACAS ENVIA UNA COMUNICACIÓN AL CONGRESO EN LA QUE HACE UNA SERIE DE OBSERVACIONES A LA CONSTITUCION35

Observaciones el Soberano Congreso de Venezuela sobre el proyecto de Constitución. Señor: Con la justa franqueza que cualquier ciudadano de Venezuela, y con mayor obligación que otro alguno en procurar el bien general y público, no menos que el honor y gloria que resulta al Congreso del acierto en la muy ardua comisión que desempeña a nombre de los pueblos, y sin olvidar lo que debo a mi conciencia y ministerio; ven- go hoy a ofrecerle las indicaciones a que me da lugar el proyecto de Constitución. Si mis luces no son bastantes para ilustrar al Congreso Nacional, las suplirán mis buenos deseos. Sólo suplico que se sirva ocuparse en su lectura, pesar, y desarrollar mis reflexiones con aque- lla madurez e imparcialidad que preside en tan augustas asambleas. SOBRE EL ARTICULO 9º La razón resiste (…) de dos cultos contrarios, aunque el uno sea público y el otro privado, y ni siquiera puedo concebirlos po- sibles. Desde que se disimula o tolera el privado, se mina verdade- ramente el público que se profesa, y esto es destruir y edificar a un mismo tiempo. Un gobierno justo persuadido de la verdad de su religión, está en la obligación de autorizar y mantener la creencia por todos los medios que están a su alcance y le facilita su poder. Si sus estados son enteramente católicos ¿podrá turbarles la pose- sión del bien que más aprecian, que es la fe con el carácter de única verdadera? ¿Podrá permitir que el trigo se mezcle con la zizaña, y

35 A. H. C. R. , 1830. Tomo VII, fols. 354-369. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 429 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) dar a la verdadera religión rivales, que más tarde o más temprano hayan de oprimirla? Las nuevas sectas que se introducen y tole- ran, dividirán los ánimos. Un gobierno débil, o más que sucedan a otro vigoroso, nos conducirá de tolerancia en tolerancia, de sec- ta en secta, y se llegará al término de que no quede ninguna reli- gión: se descuidarán los deberes, se relajarán los vínculos sociales, y concluiremos por una funesta desunión, que nos conduzca de las opiniones religiosas a los bandos y partidos que desorganicen y destruyan todo el sistema civil, con más facilidad que han destrui- do el religioso, que siempre se mira con un interés de preferencia. La tolerancia, señor, son las armas defensivas de que se valen los sectarios, entre tanto llegan a sentirse con fuerza para usar de las ofensivas, con que vejan, oprimen (…) a los católicos. Así sucedió en Inglaterra y en todos los estados en que se han visto con mayor poderío: su táctica demasiado conocida, es predicar la libertad de conciencia y asesinar a los católicos: encarecer la libertad de opinar, mientras su debilidad no les permite emprender: más, luego que se consideran dueños del campo, ya no permiten a sus alumnos ver una página siquiera de los libros de los católicos que impugnan sus errores. Los últimos fenómenos de esta especie, nos los ha pues- to de manifiesto la revolución francesa. La sangre de las víctimas cristianas que aun humea, y sus entrañas palpitantes, nos anuncian las ventajas que vamos a sacar de nuestra franqueza. No permita el Congreso barrenar la religión católica, en unos pueblos fieles que la profesan como por naturaleza; que están bien hallados con ella; que la aman de corazón, a pesar de algunos individuos extraviados, que tienen buen cuidado de acogerse a ella, (si el señor les hace esta gra- cia), cuando se les acerca el momento de haberse de presentar ante el tremendo juez que la fundó, y los ha de residenciar. 430 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 No pasarían muchos años sin que Venezuela experimentase los males que otras naciones incautas, que han desdeñado su culto para apropiarse los ajenos, que no ha experimentado ni conoce. Y ¿cuán- tos venezolanos desertores del de Jesucristo, no harían la afrenta de sus padres? La novedad unida a la corrupción que campea, y si Dios no lo remedia, irá en aumento (…) de este presagio, que toma mayor (…) se advierte la grande ignorancia que se nota por lo común en los fundamentos de la religión. No son estos unos cálculos aéreos ni formados para aterrar: nuestra población es escasa; supongámosla de setecientas mil almas, dos mil inmigrados heterodoxos en aptitud de tomar las armas y dar la ley, con otros tantos de nuestros espí- ritus ligeros que formarían causa común con ellos, no tanto para sacudir su creencia, cuanto para desahogar sus pasiones, que es un incentivo más poderoso, serían bastante capaces de poner el país en combustión; reúnase a esto un tanto de debilidad en el gobierno, y tendríamos todos los males de las guerras civiles, originados de nuestra imprevisión. No se diga que las sectas son distintas y que no podrán avenir- se; porque el odio hacia la religión católica es uno en todas ellas, y esa unidad las hermana para oprimirnos y destruirnos. Los hijos de Agar no hacen liga con los de Sara, ni los Samaritanos con los Judíos. Si pudiese suceder que la tolerancia de una multitud de cultos extin- guiese toda antipatía entre los diversos sectarios, sería únicamente porque engendra esa fatal indiferencia que casi no se distingue del ateísmo de quien puede llamarse precursora y preparatoria. Yo qui- siera preguntar ¿cuál es el grado de fanatismo que no deba preferirse a los atroces resultados del ateísmo? Mas ya los mismos Voltaire y Rousseau en los varios raptos de razón que tuvieron nos manifes- taron cuanto excedan estos a aquel: y a la pág. 370 del primer tomo del Conservador de París nos presentó ocho millones y medio de víctimas sacrificadas en pocos años en la sola Francia por el ateís- mo. Si se consiguiera esa connivencia figurada, esa falsa paz de la indiferencia o ateísmo, ella conservaría un fuego secreto lentamente ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 431 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) devorador, y no faltarían luego demagogos que le soplasen para sa- car de la desgracia común su utilidad particular, que las indemnizaría ventajosamente del tiempo de disimulo y de hipocresía. Por ser tan repetidos y muy notorios los ejemplares comprobantes de esto, es por demás referirlos. La tolerancia, señor, nunca ha sido sino el efecto del desorden (…) la imposibilidad de corregirle la ha producido, la guerra y la devastación la aconsejaron, cuando los religionarios fueron más que los fieles. No nos encontramos en este estado, y llamar los cultos públicos y privados, es llamar la guerra y hacer desgraciados a los venezolanos. He adelantado estas reflexiones para poder decir con funda- mento al supremo Congreso, “que el artículo 9 como está redactado en el proyecto de Constitución, se contradice y destruye él mismo”. No necesita de reflexionar mucho el que por dar rienda a sus pasio- nes, quiera decir, que está garantizado por el mismo artículo para substraerse de las observancias católicas, a pretexto de que está adic- to y consagrado a otro culto de (…) o privado. La consecuencia aunque injusta está rectamente hilada, y por ella al frente de nuestros templos sin más diferencia que no tener puerta inmediata a la ca- lle, se podrían establecer ………….., en que al tiempo que se cele- bran nuestros augustos misterios, fuesen burlados, si no viéndolo, al menos oyéndolo los fieles desde los mismos templos católicos. De esto y de peores atentados es capaz el espíritu de irreligión, particu- larmente cuando se cree sostenido por la ley. ¿No es muy posible, señor, aunque lo escribo con lágrimas de mi corazón, que a tiempo que en mi iglesia metropolitana, por ejemplo, se predica la presencia real de Jesucristo en la eucaristía, se crucen con las palabras del ora- dor católico, las de un calvinista que en una casa vecina contradice el dogma? Cualquier fiel venezolano quisiera morir primero que pre- senciar o saber tan grande insulto a la fe de nuestros padres, a la úni- ca que es verdadera y en que hay salvación. Me estremezco, señor, 432 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 cuando esto pienso, y enseña más a considerar, que al comenzarse a sacudir las suaves y racionales coyundas de la creencia, no se conoce acaso ni moderación; la impiedad, como para tomar posesión de sí misma, se hace más provocante e imprudente y hace alarde de su propia deshonra. ¡Que contristacion (sic) para los fieles! Con menos motivo murió de dolor el sacerdote Heli. En la primera parte del artículo, se establece la protección, y (…) exclusiva de la religión católica: y para ser consecuentes, es ne- cesario quitar la adición de culto privado con que se socavan los fundamentos de la misma religión. Este culto de tinieblas que se reserva para nuestras casas y habitaciones, rompe el augusto carácter de la unidad de la religión: de esa unidad que según el sentir de San Agustín36 es la forma de todo lo bello; y nos hunde miserablemente en el caos de sectas que serpentean por todos los ángulos de la tierra, y se destruyen mutuamente. El carácter de lo verdadero es ser uno, y este es precisamente ver que hermosea la única religión verdadera, cuyo autor es uno, y la verdad infinita. ¿A qué fin, pues, provocar a estos cultos secretos y tenebrosos? ¿Se ignoran los misterios de Isis de que nos habla Juvenal, ni los de Cibeles y Baco de que nos habla Ovidio37 encargando a las jóvenes que no entrasen en los templos, así querían ser castas? ¿Roma misma no se vio obligada a prohibirlos, y a permitir las fiestas de flora, que Catón no quería turbar, aunque contenían tantos desórdenes y abo- minaciones, sólo porque se celebraban públicamente y al medio día? La diversidad de cultos engendra necesariamente odios inmor- tales, como lo nota Juvenal, hablando de Contos y de Tentyra.38 Dion testifica las frecuentes guerras del Egipto a causa de la multitud de

36 Epist. 3, ad Corlestin. 37 Trist. lib. 2. v. 287. 38 Satir. 15, v. 32-38. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 433 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) cultos.39 los Griegos tenían un odio mortal a la religión de los Egip- cios, y los Persas miraban con tal horror la de los Griegos que en la expedición de Jerjes a la Grecia, consumieron en las llamas todos sus templos.40 Roma pagana prohibía el culto de los dioses extranjeros. “Deos peregrinos ne colunto”.41 Y Tito Livio hace hablar al cónsul Posthu- mio de esta manera. ¿Cuántas veces en el tiempo de nuestros padres no se mandó a los magistrados impedir el ejercicio de los cultos extranjeros, arroja del (…) circo y (…) ciudad a los sacrificadores y los sacerdotes: buscar y quemar los libros de la divinación; y abolir los ritos y sacrificios que no fuesen conformes al uso y prácticas ro- manas? Aquellos hombres sumamente versados en toda especie de derecho divino, que se conocía entonces, y en el humano juzgaban que nada contribuía tanto para destruir la religión, cómo el sacrificar, siguiendo no la costumbre del país, sino los ritos extranjeros.42 Así pensaba y así obraba la sabiduría romana para no dejar contaminar y subvertir su religión. Y ¿será bien que abramos nosotros la puer- ta, y provoquemos a nuevos cultos para arruinar la divina, la única verdadera? El senado romano mandó en el año de 201 de la fundación de esta ciudad, demoler los templos de Isis y Serapis, y desterrar de toda la Italia los adoradores de estas dos divinidades.43 Augusto mandó desterrar a todos los dioses del Egipto a cierta distancia de la ciudad44 y Tibero aún parece haber procedido con mayor severidad.45

39 Lib. 42. Plutarcis de Isiio es ositis sub fiel.- Arnel: algunas gentes. 40 Circ. de leg. 1. 2. cap. 10. 41 Circ. de leg. lib. 2. 42 Tit. Livio lib. 39, cap. 16. 43 Val. Max. lib. 1 cap. 3. 44 Dion Cass. Lib. 53, p. 639. 45 Tacit. annat. t. 1., cap. 85. 434 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Estrechísimos eran por cierto los límites a que estaba circunscripta aun la tolerancia civil entre los Romanos, Egipcios y Persas; y los que quieran imponerse de estos curiosos pormenores para no ser tan francos, pueden consultar a Tito Livio, l. 4. Cap. 30, Dion Cass, l. 5ª. Dionis Halicarn, l, 2, cap. 19.: y la historia eclesiástica del siglo 1º Capit. 1º del hereje Mosheim. San Justino mártir nos hace conocer que entre los paganos se miraban unos a otros como impíos y supersticiosos, porque cada culto particular miraba como sacrílego y absurdo todos los otros cultos; ita ut, dice, in universum impii alii aliis sine qui non cadem colunt sacra. Apol 2º de la edic. de Paris de 1615 pág. 68. La idolatría de aquellos tiempos se asemejaba al protestantismo de los nuestros, porque es- tos se apartan de la verdad aunque por diversos rumbos, afirmando unos lo que otros niegan, y negando otros lo que aquellos afirman; así como los idólatras se alejan del verdadero culto, aunque no de la misma manera, porque cada uno adora lo que otro detesta, como el otro detesta lo que aquel adora: en términos, que así como los idólatras se condenan mutuamente sus falsos cultos, así las herejías de las diversas sectas de protestantes se condenan por el testimonio general de los de su mismo juez. Aquellos, aun cuando conocieron a Dios, no le honraron como Dios, ni le rindieron acciones de gracias, antes se desvanecieron en sus pensamientos como dice el apóstol (ad Rom. 1º 21.) porque el hombre se extravía de tal manera en orden a las cosas de religión, que Sócrates uno de los mas sabios del gentilismo, se vio obligado a hacer esta confesión que era imposible a los hombres el conocerla, si Dios mismo no se dignaba revelarla. (Platón. Diálogo de Alcibiades) en efecto, se ha dignado revelárnosla hasta por medio de su hijo: Novisì- me in diebus istis locutus est nobis in filio. Dios es uno, infinito, eterno y santo; y la religión es también una, universal, perpetua y santa. Toda religión que no se halle investida pues, de estas notas o caracteres es falsa o de invención humana: como todo ser que no sea uno, infinito, ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 435 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) eterno y santo, no puede ser Dios; estas son justamente también las señales distintivas y características de la sociedad religiosa que cono- cemos con el nombre de iglesia católica, apostólica romana. La verdad es una: luego la religión es una, como lo es la verdad y como lo es el mismo Dios: este Dios, autor de la verdad y de la religión, no ha podido dar al hombre dogmas ni leyes que se des- truyan y opongan; esto arguye la unidad de la religión. Siendo Dios inmutable, y habiendo dado al hombre una naturaleza invariable, las relaciones entre uno y otro deben serlo igualmente; la religión, pues, con que deben mantenerse estas relaciones entre el criador y la cria- tura, debe ser una. Las relaciones entre Dios y el hombre envuelven dogmas y de- beres que deben ser unos en todos los tiempos y lugares: luego la religión ha sido una y universal para todos los seres adornados de entendimiento: estos mismos dogmas y deberes han recibido mayor extensión desde que los hombres han tenido delante de los ojos a Jesucristo, modelo de toda perfección. Nuestra naturaleza ha comenzado a existir con sus leyes, que deben extender su duración mientras ella exista: y he aquí la perpe- tuidad de la verdadera religión. Su divinidad, manifiesta su santidad, pues que es la expresión de la voluntad de Dios. El Politeísmo a que se excita por ese culto privado del artículo constitucional, destruye por sus fundamentos la verdadera religión, porque ataca sus caracteres esenciales: esta unidad es propia de la Iglesia católica, que es la que profesa, o según la expresión de San Cipriano, es el asilo de la paz y de la unidad. Su unidad desaparece en ese desarrollo de cultos que sólo admiten los Latiudinaristas: su universalidad en que deja de ser de todos los tiempos y lugares hasta encumbrarse a la cima de los cielos, en donde se consumará el culto inefable que los justos comenzaron a dar al Señor en la presente 436 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 vida; cuyo pensamiento es de San Hilario.46 La universalidad del gé- nero humano es el sujeto a quien se ha dado esta única y universal religión; y toda la división de culto, rompe, divide y destruye esta universalidad de la religión. Es un dogma del cristianismo, que la religión ha comenzado con el hombre: que se ha perpetuado sin in- terrupción, y que se avanza hasta los horizontes de la eternidad: esta admirable uniformidad atestada por todas las naciones, convence que la verdadera religión del género humano ha sido originariamente una, conservada en sus verdades más importantes como una precio- sa semilla a través de todos los siglos y de todas las extravagancias y supersticiones inventadas por los hombres, prueba evidentemente que los padres tenían una misma creencia, un mismo culto y una misma moral: clamemos todos que se confundan y aniquilen con el pábulo que se da a esas opiniones y cultos religiosos con que se trata de intercalar la perpetuidad de la religión verdadera. Admitir pues, diversos cultos es contrariar su perpetuidad, porque toda división debilita y destruye. Tertullano decía, “Es propio del errar el variar: pero cuando en muchos pueblos diferentes se encuentra un dogma, siempre uno y siempre el mismo no se debe mirar como un error, sino como una tradición divina.47 La santidad es sólo propia de la religión cristiana, tomada esta palabra en toda la extensión que corresponda, esto es de una so- ciedad que ha enseñado y proclamado una ley a la cual tienen los hombres obligación de obedecer, porque como decía uno de los antiguos padres “No creais que el esposo divino no haya tenido es- posa: que Jesucristo no tuviese una iglesia, sino hasta después que tomó nuestra naturaleza; la tuvo desde el principio del mundo”. Así es que San Pablo nos dice, que la iglesia tiene por fundamentos, no sólo a los apóstoles, sino también a los profetas y patriarcas, y entre los profetas cuenta al mismo Adán que profetizó el gran misterio de

46 Trac. in Ps. 108. lib. 6., n. 8. opera col. 281. edict. Benedict. 47 De praescript. con Hacret. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 437 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Jesucristo y de su iglesia.48 La creencia uniforme de todos los pue- blos ha sido, que la religión primitiva ha tenido a Dios por autor: el cristianismo entronca con esta creencia primitiva que es la misma religión, o por mejor decir, se identifica con ella; viniendo pues de Dios, es santo como el mismo Dios. Todas las sociedades, o diré mas bien, las divisiones, que toman el nombre de iglesia de Jesucristo, pero, que en el hecho se han se- parado de la congregación de la unidad, no pertenecen a la verdadera iglesia. Podrían a la verdad pertenecerle si el Espíritu Santo pudie- ra dividirse contra sí mismo: pero como ésto es imposible, no la pertenecen;49 y por consiguiente en ellas no hay salvación. Dejo manifestado cuán mortal es la herida que la segunda parte del artículo 9º da a la religión pero no es menor la que recibe el siste- ma civil. Es axioma entre los políticos canonizado por la experiencia de todos los tiempos, y que nosotros con la nuestra propia podemos testificar, que jamás se introducen novedades religiosas sin que se conmuevan, desquicien y arruinen los estados. Llámese en compro- bación a sólo el siglo 16. Cuéntese, si se puede, los trastornos que la Europa padeció desde el momento que se abortaron los errores de Lutero y Calvino. Véase a muchos de los mismos primeros dis- cípulos de estos corifeos, pidiendo la extirpación de sus doctrinas, porque habían envuelto a las naciones en depredaciones, guerras ci- viles y externas. Compárece un siglo antes, con uno posterior, y se observará que en este la pretendida reforma, como una furia con una hacha en la mano y una venda sobre los ojos, trastorna los go- biernos, todo lo derriba y destruye sin levantar nada. El muy crítico y muy imparcial Bearult Bercastel, hablando de sólo Lutero a princi- pio del siglo pasado dijo, que “fue el corruptor de media Europa, y el perturbador de toda ella”. Estanislao el benéfico se complacía en observar, que si la España que si por espacio de doscientos años no

48 Ongen. cap. lib. 6. Vidéndus etiam Clemens. Alex Strom. 49 August. de verbo Domin. Sermo. 2., I. 17. 438 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 había sido inundada en la sangre de sus habitantes como la Francia, la Alemania, Inglaterra, Suiza, Hungría, Polonia, los Países Bajos, etc., procedía únicamente de que en ella se habían excluido total- mente las religiones extranjeras. Señor, del que no respeta la religión no se puede esperar que respete el gobierno. Cuando hay muchas re- ligiones a más de perder todo su influjo por enervarse mutuamente, los sectarios de cada una quieren que en ellos esté el gobierno, y los que no lo consiguen le obedecen con dificultad y a la fuerza. Prueba irrefragable de esto es, que Inglaterra y todas las naciones que des- pués de la unidad de culto han caído en la tolerancia, se han visto precisadas a costear y mantener continuamente un número crecido de tropas, mas que el doble del que antes de las novaciones religio- sas era bastante para conservar el orden y la tranquilidad. Nuestro exhausto erario no está en disposición de entrar en tales empeños: nuestros campos piden los brazos para su cultura; y nosotros no te- nemos derecho para gravar a la posteridad con un tributo militar, de que ella a pesar suyo no podría ya librarse, y tendría demasiada jus- ticia para reconvertirnos, recordando el tiempo en que a la sombra de la única religión, y sin más que una caja guardada que se tocaba el primero de enero, y un ayudante con un sable enmohecido, era bien respetada en nuestros pueblos la autoridad pública. No quiero quitar al Congreso el tiempo que le es tan precioso, deteniéndome en disolver los fútiles argumentos que se repiten de la necesidad de la tolerancia, para el aumento de la población y de la riqueza nacional. En cuanto a lo primero el que está impuesto en las máximas del catolicismo sabe que lejos de oponerse él a la multi- plicación de la especie humana, la fomenta pero de un modo el mas honesto, útil y progresivo, siendo un contraste de la falsa suposición la población de Italia, sin embargo de la grande emigración. El que piensa con cálculo conoce que no está la ventaja de una nación en la excesiva población que cuente, sino en que ésta sea buena, y que no puede serlo si la adquiere repentinamente, porque trastornadas las costumbres del país, no se vería más que una confusión producida ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 439 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) por las diversas creencias, usos y genios de las naciones pobladoras. Si al momento hubiesen de inmigrar en Venezuela cien mil extran- jeros, sería inútil la constitución que se está formando, y antes de diez años tendríamos que recibir otra contraria a nuestro carácter y circunstancias nacionales. En cuanto a lo segundo, evidente es que la riqueza o la verda- dera prosperidad temporal no consiste en que una nación tenga una formidable escuadra, mantenga un innumerable ejército, costee un considerable número de empleados, y giren en ella muchos millo- nes, de pocos individuos, sino que en su seno, bajo leyes equitativas, y magistrados, rectos y benéficos residan la paz, la concordia y la seguridad: que no haya menesterosos, que sus individuos sean mo- rigerados, ilustrados, industriosos y frugales, y en que el gobierno especialmente el republicano, acomodándose a la misma frugalidad cuente, sin hostilizar al pueblo, con la renta bastante para llenar de- centemente sus atenciones. Todo esto podemos conseguir sin la to- lerancia, porque además de que nadie ignora que los extranjeros no han necesitado de ella para venir y establecerse entre nosotros con total garantía personal, el mismo deseo de enriquecer el país obliga a que sea proporcionada la inmigración, porque siendo excesiva, pre- valecerían sus usos, que serían tantos y tan varios, como los lugares de donde viniesen, y nosotros entraríamos en la necesidad de emu- larlos todos, el lujo crecería sin aumentarse nuestras facultades, y la ruina de nuestras agonizantes fortunas sería inevitable. Permítame el Congreso que no obstante la anterior protesta me dilate un tanto, reflexionando sobre que la riqueza no es el primer objeto que debe proponerse una Constitución, olvidando o contra- riando otros mas nobles e interesantes. No se entenderá que quisiera hacer de Venezuela una comunidad de anacoretas, sino hablar según el grado de importancia de las cosas, para que no más degrade y haga dos veces miserables el hipo de las riquezas. Cicerón querien- 440 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 do influir en las leyes de la república, dijo50 “La naturaleza está tan lejos de inclinarnos a las riquezas, que es necesario que la opinión que producen los ejemplos, nos separe de la verdadera inclinación natural, para amarlas”. Séneca dejó a los legisladores y filósofos la siguiente lección. “¿Podía Dios, decía, hacer ver más claramente el poco caso que se debe hacer de las riquezas, que concediéndolas a los más perversos, y negándolas a los más hombres de bien?”51 Pli- nio alaba la frugalidad de los antiguos romanos.52 Salustio dice, “que luego que las riquezas comenzaron a mirarse como cosa honrosa, se tuvo por vergüenza la pobreza, se apagó el ardor por la virtud y la inocencia de las costumbres pasó una censura maligna”, pero ¿para qué seguir aglomerando las sentencias de los mejores republicanos griegos y romanos, que recomiendan la frugalidad y pobreza como creadoras del espíritu público, de la honradez, y del heroísmo? Un obispo católico tiene páginas mucho más sublimes de que tomar ras- gos mas incontrastables e imponentes. Abro, señor, la constitución de todo el género humano, y encuentro que David favorecido de la mas brillante victoria, que le proporcionaba ventajas temporales sin número, se indigna de los que creían que en estas consistía toda la dicha de un pueblo. De ellos dice en el salmo 143 “sus hijos florecen en su juventud, como las nuevas plantas en el campo. Sus hijas están compuestas y adornadas, a semejanza de los templos. Sus graneros están llenos y rebosan de toda suerte de frutos. Sus ovejas son fecun- das y les producen un grande número de corderos; y sus vacas están gordas. Tienen sus muros intactos, y bien cerradas sus ciudades, y en sus calles no se percibe ruido, ni el más mínimo alboroto. Ved de que se glorían los impíos: dichosos dicen ellos el pueblo que goza de todos estos bienes: mas el pueblo verdaderamente dichoso, es aquel que tiene al Señor por su Dios.

50 Lib. I. de leg. 51 De Prov. C. 5. 52 Plin, lib. 1. §, c. 5. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 441 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) No pretendo que la Constitución de Venezuela sea una reunión de máximas religiosas, pretendo sí, que siendo de su resorte directo la felicidad terrena, la promueva de tal modo que lejos de ser indi- ferente o de apartarnos de la eterna, nos incline a ella, aun cuando fuese con un tanto de dispendio de aquella, porque el Congreso tie- ne fe, usa de la razón y sabe que ningún bien nos haría, antes impon- derable mal, si sólo nos proporcionara un momento de hartura de placeres y abundancia que fuese cambiado por una eternidad de des- gracias, o nos indujese poderosamente a ella. Mas afortunadamente y por una de las más relevantes pruebas de la verdad de la religión, como confiesa Montesquieu “la religión cristiana que al parecer no tiene otro objeto, que el de la felicidad de la otra vida, hace también la de esta”. No nos priva de cosa alguna que esté en la esfera de lo decente y justo: lo que manda por el cielo concierne admirablemente a nuestro bienestar temporal; y lo que prohíbe se opone también a los intereses sociales. En vista de todo esto ¿por qué no concebir el artículo de reli- gión en los mismos términos absolutos que le pusieron los primeros fundadores de la república en la constitución federal de Venezuela? Es además sabido que persevera igual o mas fervoroso el voto de los pueblos por ella. Yo y mis reverendos sufragáneos somos los que mejor podemos testificarlo. Estos me comunican sus continuas angustias, por no tener sacerdotes que enviar a los pueblos que no los tienen y los piden sin cesar, y yo no paso día en que no reciba algún reclamo, habiendo correo en que se me repitan y repitan hasta por docena. Por otra parte algo se ha de dar al convencimiento de la verdad. Esta no puede tolerar el error. El Congreso está persuadido de la exclusiva verdad y divinidad del catolicismo, ¿cómo pues sancionar el artículo, permitiendo el culto falso, aunque en secreto? Última- mente, el Congreso se encuentra en la posición más favorable para proceder conforme a aquel principio y convicción: nosotros legis- 442 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 ladores que se veían entre diversas religiones, ninguna verdadera o una de ellas dominante y otras pasivamente favorecidas, por lo que creyeron prudencia, tolerarlas todas. En Venezuela no hay más que una religión, que es la única verdadera, y en cuyo concepto tiene a su favor, aun las teorías de los publicistas protestantes, que hablan- do hipotéticamente no pudieron negar, al menos, la consideración particular que los gobiernos deben a la verdadera. Existe entre no- sotros llenándonos de bienes, y entre ellos la ilustración, desde el descubrimiento de este continente, y aun podemos decir, desde la predicación de San Pedro y San Pablo en España de donde la tra- jeron nuestros mayores. Disimúleme la benignidad del Congreso lo que me he detenido, por descargar mi conciencia y alejar toda suerte de males de mi provincia; y continúe prestándome su atención a las ligeras observaciones que hago a otros artículos. (…)

REFLEXIONES QUE EL ARZOBISPO DE CARACAS Y VENEZUELA DR. RAMÓN IGNACIO MENDEZ DIRIGE A SUS DIOCESANOS SOBRE VARIOS ERRORES QUE SE PROPAGAN EN LA DIÓCESIS Caracas: Imprenta de Damiron y Dupouys. Calle del Sol, Nº 412. MDCCCXXXIV

Tolerancia Ha muchos años que estas dos palabras tolerancia, intolerancia so- físticamente manejadas, son el objeto de los escritos y declamacio- nes de los enemigos de la Iglesia católica, quienes miran á aquella como el vínculo que debe mantener la paz entre las sectas diferentes, y á esta como un rasgo negro y estraño que desperfecciona la obra ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 443 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) del hijo de Dios, que puso por basa de su religión la caridad frater- nal, que tan contraria les parece al espíritu de intolerancia, porque tomando este término en un sentido absoluto, confunden la into- lerancia justa y necesaria de los errores contrarios á la fe católica, que es esencial á la verdadera religión, con la persecución, el odio personal y las violencias que ella reprueba. No sin graves motivos consagro yo la presente reflexión á esta materia: sin embargo de encontrarse sólida y difusamente tratada por todos los apologistas del catolicismo que han impugnado los errores de la nueve filosofía en nuestro siglo. Para hacerlo con algún órden, hablaré primero de la tolerancia civil y política, cuanto juzgue necesario para caracterizarla y distinguirla de la tolerancia eclesiástica, religiosa ó teológica, que es mi verdadero objeto.

Tolerancia civil Llámase tolerancia civil y política el permiso del libre y público egercicio de sus cultos, concedido á una, ó á muchas religiones por un gobierno, que reconoce en el Estado una religión dominante que hace parte de sus leyes53; no porque las juzgue á todas verdaderas é igualmente agradables á la divinidad y útiles á la sociedad, lo que sería un absurdo; sino porque la política le haya dictado como in- evitable esta medida peligrosa sobre todo en un Estado en donde se haya profesado una sola religión, porque destruye la unidad re- ligiosa que es uno de los grandes medios de conservar la unidad política y la tranquilidad pública que le es consiguiente, por lo que ha dicho Montesquieu. “Luego que el Estado está satisfecho de una religion, será una ley muy acertada la que no sufra el establecimiento de otra”.54 Así es que hasta ahora los derechos de los gobiernos rela- tivos á libertad de cultos han sido muy posteriores a la existencia de

53 Diction de Theol de Bergier. 54 Esp. de las ley. lib. 25. Cap. 10. 444 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 hecho en un Estado compuesto de multitud de sectarios diferentes, porque nunca la política ha invocado á la tolerancia como un bien; sino que la ha sufrido como un mal, cuando ya no puede evitarse sin atraer otros mayores á la sociedad. Así lo juzgáron sin duda los ilustres padres de la patria cuando en las primeras constituciones de Venezuela declaráron por religion del Estado, con esclusion de toda otra, la católica, apostólica, romana que habían profesado nuestros mayores, siguiendo así sus propios sentimientos religiosos y la vo- luntad mil veces esplicada, y subsistente aun, de los venezolanos, que desde sus primeros trasportes el año de 1810, hicieron de la religion y de la patria el objeto de sus vivas y aclamaciones. Para justificar pues esa ley de tolerancia de que tantos bienes esperan los que la piden; y que en mi concepto llenaría la medida de nuestros males, seria necesario probar ántes que una porción muy considerable de venezolanos, renunciando á su antigua creencia, había apostatado y hecho prosélitos de las nuevas religiones. Esto no es ciertamente posible; pero si lo es, repetir el argumento tantas veces alegado por nuestros tolerantistas, y que en su concepto es el mas poderoso é incontestable: sin tolerancia, dicen ellos, no hay inmigración, sin inmigración no hay población, y sin esta no pueden progresar la agricultura, el comercio y las artes. Como no escribo una disertación política, no debo entrar en el fondo de esta cuestión que me estraviaria demasiado de mi ob- jeto; séame permitido sin embargo hacer sobre ella algunas ligeras observaciones. No creo desde luego que la libertad de cultos sea el poderoso, el único agente de la prosperidad de Venezuela fundado en una sola prueba; pero de hecho: nosotros hemos visto en otro tiempo á esta misma Venezuela, tan poblada, agricultora, comer- ciante y rica como podía serlo hasta aquella época. (Porque Vene- zuela árbitra de su dicha, no ha de poder, sin implorar los azarosos auxilios de la tolerancia, no solo volver á su antiguo estado, sino arribar á otro mucho mas alto y dichosos sin mas elementos que sus ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 445 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) propios recursos, un buen juicio, y el tiempo ¿Está acaso la felicidad de los Estados en tener una gran población, ó en que, la que se tie- ne, viva pacífica y abundante? El pueblo de la opulenta Londres55 es uno de los mas miserables; muchas veces compran el pan con una sedición popular para no morir de hambre. Tenemos un dato para juzgar con probalidad del resultado que podría tener una ley de tolerancia religiosa en órden á la prosperidad del país. Desde el año de 21 se hallan abiertos nuestros puertos á todas las naciones, y bien ¡en donde están las ventajas perceptibles que nos han venido de esta medida, que puede considerarse como un ensayo de la tole- rancia? ¡Ha tenido aumento la población, la agricultura, el comercio y las artes; ó mas bien, los venezolanos de cuya suerte debe tratarse, han tenido mejoras notables bajo alguno de estos respectos? Cada uno de ellos se responderá á sí mismo. Pero supongamos que el comercio necesite de estrangeros capitalistas, y nuestros campos de colonias agricultoras: la seguridad pública y la buena fe será el mas poderoso atractivo para aquellos, y aun en las naciones heterodojas se encuentran masas enormes de católicos, de donde pueden venir estas, que por la identidad de su religion, tendrán costumbres mas análogas á las nuestras, y un motivo mas para amar y defender un país en que hallan establecidos y respetados los mismos altares de su culto. Ademas, un aumento repentino de población desconcertaría necesariamente la economía social por la desproporcion que se daría entre las necesidades y los medios de subsistir; y para obtener un aumento lentamente progresivo y simultáneo, con el de los recur- sos, basta que el gobierno, dejando á la religion católica su antigua dominacion esclusiva, la deje ejercer su influencia sobre las costum- bres, cuya corrupción es uno de los mas poderosos obstáculos á la población, pues como sabiamente ha dicho Montesquieu.56 “La continencia pública está naturalmente unida á la propagación de la

55 Se entiende el pueblo bajo. 56 Lib. 23. Cap. 2. 446 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 especie humana”. El matrimonio es el único medio conforme con el Evangelio de lograr este fin, y la tolerancia religiosa es un pode- roso inconveniente á la multiplicacion de estas uniones legitimas, ya porque relaja necesariamente los resortes de la moral, debilitando la acción de la religion sobre que se apoyan, por el combate tácito que la hacen las otras religiones, y ya porque la diversidad de creencias lejos de ser un atractivo que las facilite; es por el contrario un obstá- culo que debe detener á todo el que de buena fé profese una religion. ¿Cual es en efecto la mujer católica que se resuelva á ser la esposa de un cismático á quien su fe mira como réprobo, mientras persevera en su secta? Y si las opiniones meramente políticas dividen, á veces hasta cruelmente, á los individuos de una misma familia ¿que fatal influencia no deberá temerse de la divergencia en opiniones religio- sas que son de un interés infinitamente mayor?. Los filósofos que tienen una gran facilidad para concebir sis- temas ideales de felicidad pública; pero cuya realidad no existe sino en su imaginacion, han creido que la tolerancia de todos los cultos es un medio admirable de reunir á todos los hombres, de estinguir sus odios y diferencias en cuanto á religion, y de estrecharlos con los lazos del amor mas puro. Ellos se exaltan al imaginarse el bello espectáculo que presentarían en un Estado los sectarios de todas las religiones tributando pacíficamente sus cultos respectivos á la divinidad, para abrazarse despues animados de una mútua fraterni- dad. Pero la esperiencia ha desvanecido ese fantasma de unión y de felicidad, dejándonos una realidad funesta: las encarnizadas guerras de religión. No es estraño, los hombres fuertemente adheridos á sus creencias, se anatematizan recíprocamente, y con facilidad se con- vierten en enemigos activos y cueles, porque cada secta se cree con derecho y con obligación de defender los intereses de su congrega- ción respectiva. Los individuos mismos que componen el gobierno, si tienen algún celo por su religión ¿podrán en efecto prescindir de mirar con preferencia á los que forman con ellos una especial socie- dad religiosa y de incurrir en las parcialidades que son consiguientes? ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 447 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Tal vez se dirá que no es la concurrencia de muchas sectas en un estado la que ocasiona estos inconvenientes y desastres; sino el espíritu de intolerancia que anima á los sectarios. Mas ¿porque se ve obrar ese espíritu en las naciones tolerantes? ¿No se ha sostenido que la tolerancia es el medio mas eficaz para neutralizarlo? ¿Con que tenemos á la conciliadora y dulce tolerancia causando los mismos efectos que injustamente se atribuyen á la intolerancia católica, que tanto se abomina? ¿Por qué se han visto perseguidos y hasta muy poco ha escluidos de la opción á los destinos públicos á todos los católicos en la tolerante Inglaterra? ¿Por qué costó arroyos de sangre el establecimiento de esta tolerancia en la misma nación, en Alema- nia, Francia etc., en donde los sectarios diferentes no depusieron las armas sino cuando se convencieron de que no era posible estermi- narse? La política, así como las leyes, no deben considerar al hom- bre tal cual pudiera ó debiera ser; sino como regularmente es, y del olvido de éste principio nacen los grandes errores que se cometen cuando se le quiere llamar á una perfeccion de que por lo general no es susceptible, y de que además están muy distantes los mismos no- vadores, que vociferando tolerancia, son regularmente los mas into- lerantes, de manera que la pretendida tolerancia viene á ser para ellos un privilegio exclusivo de no profesar religion alguna, y un derecho de hablar y escribir contra el cristianismo, haciendo odiosos á los que lo profesan, á los que lo defienden, y muy particularmente á sus ministros, sin que sea lícito á ninguno de estos quejarse siguiera de tanto ultrage, sin incurrir en la nota de intolerante y aun de sedicioso. Ahora bien, si es que ha de haber una religion que sirva de basa al edificio social, pues como ha dicho Plutarco, y lo acredita la prácti- ca constante de todos los pueblos de la tierra, mas fácil seria edificar una ciudad en el aire, que una república sin religion: si los mas sabios políticos están de acuerdo en que es infinitamente mejor una sola que muchas: si la católica es no solo la única verdadera, sino también la mas adaptable á todas las formas de gobierno, como que fue re- velada para todo el género humano, siendo este uno de los grandes 448 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 caracteres de su verdad y origen divino, y en fin si Venezuela se halla en posesión tranquila de esta religion: ¿Por qué especie de ceguedad se invoca con tanta ansia al monstruo de la tolerancia á que venga á arrojar entre nosotros nuevas semillas de discordia; cuando esta terrible medida no está indicada por la política? “Todas las innova- ciones, dice un filósofo intachable en la materia, deben ser insensi- bles, nacer de la necesidad, ser inspiradas por una especie de grito público, ó al ménos estar de acuerdo con el voto general. Destruir ó crear repentinamente, es empeorar el mal y corromper el bien. Obrar sin consultar la voluntad general, sin recoger, por decirlo así, los sufragios en la opinión pública; es enagenar los corazones y los espíritus, es descreditarlo todo, aun lo bueno y lo honesto.”57 ¿Según estos principios podría decirse dictada por la política la pretendida ley de tolerancia religiosa, que nuestros pueblos no reclaman que se- ria intempestiva y de ninguna manera indicada por alguna necesidad imperiosa? ¿Se encuentra Venezuela en el caso de la Francia cuando Enrique IV dio el famoso edicto de Nantes? No, Venezuela no tiene para que variar su religion, ni para que recibir en su seno el culto público de otras religiones nuevas que depriman y rivalicen la suya, exitando zelos, dudas y divisiones. Que se diga pues de buena fe: ¿aconseja la política valerse de un solo resorte esperimentado, ó en- trar á manejar muchos complicados y difíciles? ¿Aconseja la política, cuando no hay choques, confragracion de opiniones, rivalidades, ni acontecimientos luctuosos, introducir los cultos religionarios, para tolerarlos después de entrados? ¿Cuáles serán los resultados? Pero estas son cuestiones resueltas ya prácticamente en las na- ciones tolerantes, en donde cada creencia ha tenido, como es natural, su estandarte diferente, para levantarlo en los momentos de guerra ó revolución y formar otros tantos partidos que se chocan y destruyen. Aunque la historia no nos lo dijera, basta conocer el corazón huma- no y lo que en él imperan las ideas religiosas, para que la prudencia

57 Hist. Philoph.&c. T. 7. Pag. 253. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 449 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) del gobierno prevea estos resultados. ¿Por qué se desprecian pues las lecciones de la experiencia? ¿Será acaso por una equivocación en la elección de los medios de obrar el bien? ¿Será que no se teme formar la nube, porque se espera que no descargará sus rayos, sino sobre la posteridad? ¿Pero como suponer tales designios en nombres que por otra parte se han sacrificado generosamente por la patria? ¿Será efectivamente incompatible la religion católica, de suyo intolerante, con las instituciones liberales? Pero seria dar una idea muy poco ven- tajosa del sistema republicano, suponerle incompatible con el mas perfecto sistema religioso, y pues que es preciso declarar la causa, haré el sacrificio de decir, que en mi concepto es la opinión del siglo, y de un siglo que sin saber por qué, se ha decorado á si mismo con el título de siglo de las luces: es la filosofía del siglo 18, que ha llegado á nosotros el siglo 19 despues de haber funestamente ilustrado á la Europa y con particularidad á la Francia su madre desgraciada, si es que los desastres de su revolución pueden ser la obra de una verda- dera ilustración; y nuestros sabios se creerían extrangeros á este siglo, si no emularan á los grandes filósofos que dejaron por herencia á su patria los gérmenes del desórden civil mas espantoso de que hacen mencion las historias. Es en fin, un ciego espíritu imitador, que se ha apoderado de nosotros y que nos empeña en hacer todo lo que en el mundo se ha hecho. En los Estados Unidos del Norte, por ejemplo, no hay religion dominante, porque habiendo adoptado el sistema federal, y teniendo cada estado soberano sus religiones particulares, pareció contradictorio, que el gobierno general de la nación, declara- se á algunas de ellas dominante, es decir, pareció contradictorio por circunstancias singulares preexistentes á su emancipación política, las que aquí no concurren, Sin embargo, los Estados Unidos han de ser en este punto, como en otros muchos nuestro modelo, aunque se prevea que esta medida ha de falsear el edificio social ¡Gran error! Es verdad que los males que necesariamente han de seguirse de la tolerancia concedida á las diversas sectas religiosas por una ley del estado no se hacen sentir tan inmediatamente. Nuestros pueblos 450 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 conservarían todavía por algún tiempo ese carácter dulce, esa mode- ración y respeto al gobierno, que han manifestado en los momentos mas favorables para el crímen; y que no son sino el hábito de la educación religiosa que han recibido, y que obra en ellos, á veces aun sin advertirlo. Pero que corran los años, que la tolerancia, inspiran- do indiferencia por todas las religiones, venga á poner el colmo á la depravación de las costumbres, demasiado adelantada ya y entonces se conocería si es ó no antipolítica aquella ley. Una vez dado este paso temerario, ya no será fácil retroceder: costara entonces grandes sacrificios recuperar lo mismo que ahora tenemos; una sola religion. No presagio fanáticamente; sino recuerdo las terribles lecciones de la historia. Creo pues que sin temor de errar puede asegurarse que la to- lerancia de religiones diferentes en Venezuela está en contradiccion manifiesta con los principios de una sabia política.

Tolerancia eclesiástica Llámase tolerancia eclesiástica, religiosa ó teológica la profesión que hace una secta ó comunión, de las que llevan el nombre de cristia- nas, de creer que los sectarios de otras pueden salvarse sin abjurar su creencia, y que asi los de ámbas pueden sin peligro tolerarse sus errores, comunicarse fraternalmente, y admitirse recíprocamente á la prácticas de sus religiones respectivas. Tal es la tolerancia que los calvinitas han ofrecido á los luteranos aunque en vano, por que estos no han querido admitirla: tal la que unos y otros han negado á los sosinianos en cuya comunión jamás han querido entrar, y tal en fin, la que anima á algunos protestantes moderados que convienen en la posibilidad de salvarse en la religion católica; aunque el resto de ellos la niegan.58

58 Dition. Thcol. de Bergier loc cit. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 451 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) Nada mas contrario desde luego á la religion católica, que esta especie de tolerancia, que puede mirarse como la mas peligrosa de las herejías, ó mas bien, que las abraza á todas igualmente, destruyendo sus dogmas fundamentales, porque si Dios puede ser honrado indis- tintamente por todos los cultos, y si en cualquiera de ellos puede el hombre conseguir su salvación ¿para qué la revelación? Para que un divino mediador, su doctrina, sus milagros y su muerte? Para que la misión dada á los apóstoles, y tantos prodijios obrados para testifi- car la verdad del Evangelio? Para admitir, pues, esta doctrina debe ántes negarse cuanto la escritura y la tradición nos enseña en órden al culto verdadero, y por lo tanto único con que en todos tiempos ha querido Dios ser adorado; y para rechazarla, basta reflexionar que la verdad no puede encontrarse á la vez en dos ó mas religiones diver- sas, porque es una sola é indivisible. Asi pues, si la religion católica es verdadera, necesariamente han de ser las demás falsas, desagradables á Dios é incapaces de conducir al hombre á la vida eterna, y esta es cabalmente la doctrina que profesa y enseña la Iglesia católica. Ba- mos á demostrarlo. El cristianismo no se anunció al mundo como una religion esencialmente nueva y contraria en sus verdades fundamentales, á la revelada que había existido desde Adan hasta Moises, y desde este hasta Jesucristo: sino como la perfeccion y consumación de esta, porque jamás ha habido, ni podido haber mas que una sola religion verdadera, pues para serlo debe ser revelada por Dios, y siéndolo ha de ser una sola, porque Dios es uno, y no puede, sin contradicción, tener dos verdades opuestas. Esta unidad es de tal manera esencial a la religion verdadera, que seria preciso suponer la existencia de dos dioses distintos, cada uno con un órden de verdades diferente, para concurrir en las de dos religiones igualmente reveladas. La intoleran- cia pues, en el sentido de que se habla, es un dogma de la religion católica, fundado en el de la divinidad de su origen: Para impugnar á aquel debe destruirse este. Pero si se concede, que la religion ca- tólica viene de Dios, si Jesucristo, su autor, ha tenido derecho para 452 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 decir: Yo soy la verdad; es inevitable concluir que la intolerancia es en ella un carácter esencial que anuncia la posecion exclusiva en que se halla de la verdad, y que obra de Dios, y sostenida por él, no necesita de condescender con los errores de los hombres para sostenerse. Examinemos ahora si la iglesia católica depositaria de las verdades reveladas está obligada á conservarlas en toda su pureza, condenan- do las doctrinas contrarias á su enseñanza, y separando de su comu- nión á los que con pertinacia y detrimento de la fe las propagan y defienden; porque al fin, una religion que se manifestara indiferente a las opiniones que la combaten, publicaria por este solo hecho su falsedad, la poca convicción de sus prosélitos, y llevaría en sí misma el principio de su destrucción. Que los incrédulos, que los hereges y cismáticos se toleren á veces sus errores, no es estraño, porque profesando unos mismos principios esenciales, sería una monstruosa inconsecuencia dejar de ser tolerantes. Como rehusan someterse á la autoridad visible de la Iglesia que es la que mantiene la unidad de la fe y de la doctrina, adquieren la libertad de pensar de diverso modo que ella, y atribu- yéndose este privilegio, logran también el de no sujetar su juicio á persona alguna en materia de religion. Ademas ellos se toleran recí- procamente, con tal que convengan todos en un articulo de interés común: el de hacer la guerra á la religion católica, de modo que la tolerancia que nos predican no es hija ni del convencimiento, ni de un sentimiento generoso, sino un medio que les es absolutamente necesario: es el punto de apoyo que buscan para sostenerse, y pro- pagar después con impunidad sus errores. Pero los católicos, fundados en las santas escrituras entendidas en el sentido de la Iglesia, profesan principios muy diversos en òrden á la tolerancia de los hereges, y de sus errores. Ellos reconocen la unidad de la Iglesia, y en ella una autoridad visible y decente estable- cida por Jesucristo y encargada de mantener intacto el depósito de la fe y de la doctrina, y creen que todo fiel debe prestar la mas sumisa ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 453 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) obediencia á sus decisiones, so pena de ser escluido de su comunión, y mirado como un sarmiento que quitado de su cépa no se alimenta ya ni recibe el jugo de la vid. La semilla de los errores nació casi jun- tamente con el grano del Evangelio, porque como decía San Pablo á los corintios “Es necesario que haya heregía para que por este medio se conozcan entre vosotros á aquellos, cuya fe está probada”.59 Mas no por eso ha dejado jamás la Iglesia de impugnar las falsas doc- trinas, ni de prohibir severamente á los fieles la comunicación con los hereges; no por odio personal hacia estos; sino para preservar á aquellos del contagio de la impiedad, que se propaga como la gangrena. Así aunque casi naciones enteras se han separado de la unidad católi- ca, la Iglesia ha visto su cisma con el dolor de una buena madre; pero al mismo tiempo firme é inflexible en la defensa del dogma y de la doctrina, ha rehusado toda transacion, en que pudiera quedar man- chada con la nota de tolerante respecto de los errores. Ella no puede tampoco obrar de otra manera, cuando en los libros del nuevo testa- mento, que son su código divino, está tan formalmente recomenda- da y prescripta esta intolerancia; pero de un modo que no destruye la ley de la caridad sobre que está fundada la religion cristiana, cuyo carácter distintivo es el amor de todos los hombres, sin distinción de Judio, Gentil, Griego, Barbaro, Señor ó esclavo, porque Jesucristo ha hecho caer el muro de division que los separaba. Pero este mismo dulce maestro, cuya tolerancia y bondad hácia los pecadores fue un motivo de escándalo para los fariseos; hablando de ellos recomien- da á sus discípulos que se precaban de su fermento, esto es, de su doctrina,60 y esplicándoles el modo de cumplir con el precepto de la correpcion fraterna les dice: que el que por último no oyera á la Igle- sia, sea tenido como si fuese un gentil y un publicano, esto es, como hombre con quien no es licito tratar, pues hablaba aquí á judíos, que miraban con horror á estas dos clases de personas, de quienes huian

59 1.Cor. C. 11. v. 19. 60 Mat. Cap. 16. v. 11. 12. 454 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 para no contaminarse61 El apóstol, cuya caridad generosa no hallaba dificultad en ser anathema por sus hermanos esto es, sacrificado por ellos, como lo entiende aquí San Gerónimo62 quiere no obstante que sea anathema, ó lo que es lo mismo, separado de la comunión de los fieles el que anunciare una doctrina distinta de la que él enseñaba.63 El mismo recomienda á su discípulo Timoteo evite …… con los falsos doctores,64 y escribe á Tito “Huye del hombre herege después de la primera y segunda reconvención, sabiendo que el que es tal está pervertido y condenado por su propio juicio”.65 “Si alguno, dice á los fieles de Tesalonica, no se conformare á lo que ordenamos por nues- tra carta, notadle y no tengáis comunicación con él, para cubrirle de una confusión saludable”.66 “San Juan, llamado con tanta justicia el apóstol de la caridad, se esplica sinembargo en términos aun mas fuerte sobre este punto”. “Si alguno, dice él, en su carta 2ª si alguno viene á vosotros, y no hace profesión de esta misma doctrina, (la de Jesucristo) no le recibáis en vuestra casa, ni le saludéis, porque el que le saluda comunica en sus malas obras”.67 La disciplina de la Iglesia y doctrina de los santos padres han estado siempre en consonancia con estos preceptos divinos, y asi vemos que desde sus primeros años prohibió á sus hijos la sociedad con los hereges, pues en las constituciones que se dicen apostóli- cas; y que aunque no lo sean, bastan para dar á conocer el espíritu de la disciplina en aquellos tiempos, leemos la siguiente: “Escluid y separad de los fieles á los impíos hereges, que no hagan penitencia: negadles la entrada á la Iglesia para que de todos modos se separen

61 Mat. Cap. 18. v. 17. 62 Rom. 93. 63 Gal. Cap. 1. v. 8. 64 1 Tim. Cap. 3°. 65 1 Tim. Cap. 3°. v. 10 ct 11. 66 2ª. Thes Cap. 3 v. 74. 67 2ª Joan Cap. 10 et 11. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 455 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) de ellos, y no tomen parte alguna ni en su comunicación, ni en sus oraciones, porque estos son enemigos insidiosos de la Iglesia, que corrompen la grey é infestan la heredad del Señor”.68 En todos los siglos se han dictado cánones que con igual severidad ordenan esta misma separacion. San Agustin no cree absurda la comparación que hace de los hereges con los leprosos, y dice que con el mismo horror con que se huye de estos para no contagiarse debe evitar á aquellos la Iglesia69 San Ignacio, San Cipriano, San Juan Crisóstomo; San Leon y los demás padres no son ménos severos sobre este punto, porque todos ellos han creido que seria oponerse atrevidamente á Dios, de- jar de condenar lo que el mismo ha condenado. Pero como no basta saber y profesar estas doctrinas si no se cuida de su estricta observancia en la iglesia, la vigilancia y celo con que se debe impedir la propagación de los errores y corregir á los que los siembran entre los fieles, es un deber tan sagrado de los pas- tores que en el Apocalipsis se reprende al Obispo de Pérgamo, no de haber perdido la fe que conservaba; sino de haber tolerado á los Nicolaitas que la corrompían, y por esta culpa se le exhorta á la pe- nitencia.70 Esta obligación se aumenta á proporción que son mayores los peligros y obstáculos que se oponen á su cumplimiento porque cuantos mas esfuersos haga la impiedad para pervertir la fe de los pueblos, tanto mayor debe ser la vijilancia del Pastor sobre su reba- ño. Guardar silencio en los tiempos difíciles, no es sabiduría y mode- ración; sin debilidad y desconfianza, decía san Hilario de Poitiers,71 y san Cirilo de Alejandría exclamaba: “que llámas serán bastante para castigar la neglijencia de un Obispo, que deja propagar el error, y por temor de no atraerse enemigos, cierra sus ojos sobre las novedades

68 Cont. Apost. l. 6 Cap. 18. 69 Quæst. Evangel. Lib. 2 q. 69. Tom. 3º Part. 2ª. 70 Apoc. Cap. 2º. 71 Hil Lib. Cont. const. Nº 1. 456 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 que se introducen en la doctrina”.72 El simple fiel se salva evitando el mal; el Pastor no puede salvarse si no se opone á él. Tales son los fundamentos en que se apoya la Iglesia católica para sostener el espíritu de intolerancia que la ha animado siempre, no solo respecto de las religiones falsas, sino también de todo jénero de errores contrarios á su fe y doctrina; sin que este espíritu de opon- ga en nada á la paz y caridad universal que su divino fundador trajo á la tierra; porque ella no rehusa; ántes bien desea y está dispuesta á re- cibir en su seno á todos los sectarios, quienes como dice san Agustin, nunca han podido tener un verdadero motivo de romper la unión con la Iglesia:73 pero abjurando ántes sus errores, y sujetándose á la fe de sus dogmas y á la practica de su doctrina. De otra manera el reino de Jesucristo estaría dividido, y contra sus designios “el redil de sus ovejas no sería uno solo, ni uno solo su Pastor”. La Iglesia jamás ha transijido, ni puede transijir con los que se separan de su fe ó de su doctrina, porque si fuera permitido desobedecerla en un solo punto de su enseñanza; lo seria igualmente respecto de los otros, pues que dejaría de ser infalible, y entonces su autoridad no seria ya una regla de fe, porque la fe que debe ser invariable, no puede apoyarse sobre una autoridad sujeta al error. Es pues, la intolerancia la que ha con- servado á la Iglesia, en medio de los combates del error en todos los siglos, con los caracteres que le da el símbolo de una santa, católica, y apostólica que la distingue de las sectas siempre errantes y variables, y penetrados sus pastores de esta verdad, han impugnado en todos tiempos las nuevas doctrinas, y clamado sin cesar contra esa funesta tolerancia que ellos no pueden mirar sino como un castigo del Cielo, fundados en estas palabras del apóstol: “Porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos por eso les enviará Dios la Opera-

72 Epist. 6. 73 Lib. 2 Cont. Epist. Parmen Nº 25. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 457 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) ción del error, para que crean á la mentira, y sean condenados todos los que no creyeren á la verdad”.74 He dicho que la intolerancia católica en el sentido que queda establecida en nada se opone á la paz y caridad cristianas y conviene esplicar esta proposición, porque su contraria es como el sagrado á que se acojen los partidarios del tolerantismo para defender su doc- trina con las armas de un falso celo. Ellos pues, reclaman sin cesar la paz que Jesucristo vino á traer á la tierra, y que tanto recomendó á su Iglesia. Pero esta paz no se ha ofrecido sino á los verdaderos hijos del evangelio; y nada mas contrario á ella que arrojarlos contra su voluntad al torbellino de sectas diferentes, obligándolos á formar una sola sociedad civil con hombres separados de ella en opiniones, intereses y sentimientos religiosos, con hombres á quienes, si obe- decen al precepto del Hijo de Dios deben mirar como á Gentiles y Publicanos. El mismo Jesucristo parece que aclaró, ó fijó el sentido en que debía tomarse aquella paz, cuando previendo que su doc- trina, anunciada á los Judios y Gentiles, introduciría la división en las familias, creyendo unos, y resistiendo otros á la fe, nos dijo: “no penséis que haya venido á traer la paz á la tierra: no vine á traer la paz sino la espada.” Porque he venido á separar al hombre de su padre, y á la hija de su madre.75 En cuyas palabras nos prescribe for- malmente la separación, cuando no puede conservarse la unión y la paz sin detrimento de la fé, cuyo vinculo es tan fuerte que nos obliga á romper los lazos mas estrechos de la naturaleza siempre que ellos nos embaracen para seguir con libertad á Jesucristo. Lejos pues, de sus discípulos esa paz terrena, falsa y peligrosa en la que no se con- sulta ni á la piedad ni á la religión, porque ella seria por el contrario el principio de la verdadera desunión, y de una guerra perpetua. Por tanto es el amor mismo de la paz el que hace á la Iglesia intolerante y enemiga inflexible de toda división.

74 2ª. Thess. Cap. 2 v. 10 et.11. 75 Math. Cap. 10 v. 34 et 35. 458 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 En vano la tolerancia invocará también en su favor el sagrado nombre de la caridad, porque esta virtud misma ilustrada y dirijida por la fe, es la que, ordenando y graduando nuestros deberes para con Dios, para con nosotros mismos y nuestros próximos, nos pres- cribe la mas estricta intolerancia respecto de los que se han separado de la doctrina de la Iglesia, porque nuestra intima comunicación con ellos nos espone á un peligro evidente de violar todos estos deberes. El amor de Dios es desde luego la mas agrada y esencia obli- gación que la caridad nos impone: todo otro precepto debe ceder al imperio de esta ley. Pero nosotros no podemos manifestar á Dios nuestro amor exteriormente, sino tributándole el culto que la Igle- sia católica, órganos infalible de su voluntad, nos prescribe como el mas perfecto y puro, como el único que le es agradable. Mas esta Iglesia católica, á quien veneramos y oímos como á nuestra madre y maestra, ha sido siglos há, y es todavía un objeto de odio y desprecio para los sectarios; y ese culto magnífico y solemne con que honra- mos á Dios en nuestros templos, no es á sus ojos sino una miserable superstición, un fanatismo degradante que escarnecen y ridiculizan. ¿No es muy de temerse sobre todo, que la juventud siempre versátil y lijera por no caer en el falso ridículo que la impiedad arroja sobre nuestros actos religiosos, sacrifiquen sus deberes para con Dios ne- gándole, tal vez á pesar suyo, el debido culto?. Aun no ha llegado el caso que tememos, y ya nos es forzoso derramar lágrimas sobre el espíritu de irreligiosidad que con tanta rapidez se va propagando. ¿Adonde irémos á buscar el origen de esta irreligión, si no le en- contramos en la comunicación que dentro y fuera del país hemos tenido tiempo ha con los incrédulos y cismáticos de otras naciones, y en la libre introducción y circulación de tantos libros pestilentes y corruptores que llegan hasta las manos de las mas tiernas jóvenes? Por último ¿será consultar por la verdadera gloria de Dios permitir que al frente de su altar se levanten tantos otros altares, cuantas son las sectas diferentes en que el error se ha dividido? ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 459 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) La caridad para con nosotros mismos no condena ménos la tolerancia de diversas religiones, porque debiendo amarnos según Dios, y solo para él, con preferencia á todos los bienes de la tierra, debemos buscar la justicia que nos hace sus amigos, huyendo de todo lo que pueda hacernos perder esta prenda de nuestra salud. Así el apostol escribiendo á su discípulo Timoteo ántes de recomendarle la vijilancia con que debía conservar y observar la sana doctrina le advierte que cuide de su propia salvación. Attende tibi et doctrinæ. Por consiguiente aunque por la invitación que por una ley de tolerancia hiciéramos á los sectarios á que viniesen á hacer sociedad con no- sotros, naciese de un deseo el mas puro de su conversión: la caridad bien ordenada reprobaría este paso, porque según ella no debemos exponernos á nuestra propia ruina, por salvar á otros. ¿Quién nos ha dado en efecto la seguridad de que no serémos pervertidos por el ejemplo, ó la persuacion? ¿Dónde está la promesa de Jesucristo que conservarémos sin mancilla nuestra fe en medio de los combates del error? Yo la busco; pero no encuentro sino esta amenaza que el señor hace á los presuntuosos: “el que ama el peligro perece en él” Para sostener que la intolerancia es contraria á la caridad, seria preciso condenar ántes la conducta universal de los hombres sensa- tos y justos de todos los tiempos que la han abrazado, como el medio seguro de libertarse á sí mismos y á sus familias de los peligros de la seducción que resulta del trato íntimo con personas corrompidas en sus ideas, y de que casi es imposible preservarse cuando se hallan en- lazados por el interés, la amistad y la sangre. Asi muchos irlandeses católicos salieron de su patria á pedir un asilo en naciones extranje- ras, no tanto para escaparse de la persecución, cuanto para poner a cubierto su fe y la de sus hijos del contajio de las nuevas relijiones: ¿no será mas prudente prevenir ahora estos peligros conservando nuestra intolerancia; que tener que arrostrarlos después con temeri- dad? ¿Como evitar entonces el espiritu de proselitismo con que cada secta persuadida de su creencia procuraría atraer partidarios á su doctrina? De aquí el choque de las opiniones, el gérmen de las dispu- 460 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tas, el furor de los partidos, y por último resultado la conmocion del Estado. ¿Y estaremos obligados á procurar la felicidad de nuestros hermanos con un riesgo tan evidente de perder la nuestra? Las razones que acaban de alegarse prueban además la verdad de la tercera aserción: que la caridad para con nuestros prójimos nos obliga á evitar el establecimiento de cultos diferentes en nuestro suelo; porque siendo el amor de nosotros mismos la medida del que debe- mos profesar á nuestros hermanos, es claro que si consideramos la intolerancia como peligrosa á nuestra fe, costumbres y dicha tempo- ral, estamos obligados, pudiendo hacerlo, á alejar de ellos estos males y peligros si no queremos violar el precepto de la caridad escanda- lizándolos, ó dándoles ocasión de reina espiritual. Esta doctrina es demasiado sabida de todos los católicos para que necesite aquí de los apoyos de la autoridad que en gran número podrían citarse. Pero acaso se dirá que la fe espuesta á los combates del error se hará mas firme y meritoria: que la verdad triunfará siempre, y que las puertas del infierno jamás prevalecerán con la verdadera Iglesia etc., sofismas en que se afecta un olvido absoluto de la debilidad del hombre por una parte y por la otra una maliciosa ignorancia de la verdadera aplicación de aquella divina promesa á la Iglesia universal, y que por consiguiente no excluye la posibilidad de que “nos sea quitado el reino de Dios y trasladado á otra nación mas digna de él.”76 Pero sobre todo, ¿Quién ha dicho que la fé católica necesita todavía de esas, terribles pruebas para afianzarse en el corazón de los Venezolanos? ¿No les es bastante saber que ella salió triunfante de los esfuerzos de los tiranos en trescientos años de sangrienta persecusion? ¿De donde viene la necesidad de sustituir á aquellos horrores, los peligros no mé- nos temibles de la tolerancia, cuando la providencia nos ha concedido el goce tranquilo de una sola religion? Su pérdida irreparable podría ser muy bien el justo castigo de nuestra orgullosa presunción. Yo pre-

76 Math. Cap. 21 v. 43. ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 461 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) guntaría á los defensores de tal sistema, ¿Si, aunque convencidos de la honestidad de sus esposas, ó hijas, las espondrian de intento á los ata- ques asciduos de un joven corrompido y seductor para experimentar asi su fidelidad, ó su honor? Preguntaria á los gobiernos si, por haber recibido de los pueblos testimonios de amor y sumision, deberán des- cuidar las medidas comunes de órden y de seguridad, ó si verían con indiferencia formarse sediciones que amenazasen la tranquilidad del Estado fundados en que la constitución era sabia y benéfica, santas las leyes é intachables los magistrados? Ciertamente que nó. ¿Pues como no se teme abandonar la fé y costumbres de tantas personas débiles é ignorantes al designal combate de hombres versados en una filosofía artificiosa, y tanto mas seductora cuanto que alhaga todas las pasiones del corazón humano? ¿es acaso mas delicada la castidad que la fé, ó la seguridad del Estado mas importante que la salvación de las almas? La fé no admite dudas, dice san Bernardo, y si las tiene deja de ser fé. Su luz se empaña con la mas ligera sombra, y sus eclipses nos ocultan la patria celestial. Una vez apagada esta luz hasta la esperanza de recon- ciliación con Dios queda apagada. Creo haber dicho ya lo suficiente para que los que buscan la verdad de buena fé se convenzan 1. de que la tolerancia de cultos diferentes del católico que hasta ahora se ha profesado exclusiva- mente en este país, no está indicada por la política como una me- dio de prosperidad pública, pues que se ha demostrado que pesan mucho mas los inconvenientes y males, que las ventajas y utilidades que pudiera traer á Venezuela, y porque la ley que la estableciera no sería la espresión de la voluntad general de nuestros pueblos 2. Que la religion católica, siendo como es la única verdadera, es esencial- mente intolerante, y no puede conceder á ninguna otra la tolerancia teológica, ó la posibilidad de salvarse fuera de su seno; por que esto sería convenir en que ella misma era igualmente falsa, y 3. Que es un deber fundado en las santas escrituras la severidad con que la Iglesia prohíbe á los fieles la comunicación con los excomulgados, hereges y cismáticos, como un medio necesario para conservar la pureza 462 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de su fé. Mas como no todos los católicos conocen la estension y circunstancias de este precepto prohibitivo, por conclusión de esta materia lo esplicaré brevemente para que los que respetan la autori- dad de la Iglesia, y aprecian como deben el don de la fé, tengan una regla fija sobre esta materia.

Separacion de los herejes Antes del concilio de Constanza a ningún fiel era permitido comunicar de modo alguno con los excomulgados, sin incurrir en la pena de excomunión menor; pero después de la Bula Ad evitanda scandala en este concilio por Martino V, les ha sido lícito comunicar con ellos, tanto in divinis ó en aquellos actos con que se da culto á Dios, como en las cosas civiles y temporales; con tal que no sean vitandos, esto es, excomulgados nominalmente por un juez compe- tente, y denunciados por tales á los fieles. El objeto de esta gracia fue evitar á las conciencias timoratas la anciedad que les ocasionaba el peligro de incurrir á cada instante en aquella excomunión. Mas esta Bula no autoriza á los fieles para comunicar sobre todoin divinis con los sectarios y cismáticos públicos y notorios, bajo el pretesto de no estar nominalmente excomulgados; pues en este caso ya no existe el motivo que se tuvo para aquella concesión así es que en la incersion que de ella se hizo en el concilio de Basilea se añadió formalmente esta exepción, como consta de las siguientes palabras. “Nisi aliquem ita notorie excomunicationis sententiam constiterit incu- rrisse quod nulla possit tergiversatione celari, aut aliquio modo juris suffragio excusari” El Señor Benedicto XIV reconoce esta ecepcion cuando hablando en su sínodo Diocesano de aquellas provincias en que la tolerancia ha hecho inevitables el trato y familiaridad con los here- ges, después de hacer mencion del privilegio concedido por la ex- presada Bula, añade: ,, Mas no por esto deben juzgar los católicos que les es igualmente lícito comunicar con los hereges en las cosas sagrada y divinas, aunque no estén denunciados: así es que Paulo V ARZOBISPO RAMON IGNACIO MÉNDEZ 463 (Barinas, 1773 – Villeta (Colombia), 1839) después de un detenido exámen definió que de ninguna manera era lícito a los católicos del Reino de Inglaterra concurría á los templos de los hereges, ni intervenir en los ritos que en ellos se practican”.77 Ni excusaría del pecado el pretexto de una asistencia puramente ma- terial á las sociedades religiosas de los cismáticos, sin unirse en espí- ritu á sus oraciones y preces, pues siempre queda esistente el peligro de seducción, y el escándalo que resulta de dar á entender que se autoriza el error, y en fin, por que la comunicación in divinis con los hereges y cismáticos notorios es esencialmente mala y contraria al derecho divino. ,,Comunicar con una Iglesia, dice Bossuet, es á lo menos frecuentar las reuniones con las señales de consentimiento y aprobación que allí dan los otros. Dar estas señales á una Iglesia, cuya profesión de fé es criminal, es prestar su consentimiento al crímen. Si se dice que estas señales de aprobación no se refieren sino á las verdades que se predicaren en esta Iglesia, y al bien que en ella se hiciere, por este medio se podría estar en comunión con los soscinianos, con los deístas, si pudieran estos formar una sociedad, con los Mahometanos y con los judíos, admitiendo lo que cada uno tiene de verdadero, y guardando silencio respecto de lo demás. ¡Que estravio puede ser semejante á este pensamiento!78. Está pues, vigente la antigua disciplina de la Iglesia respecto de los hereges y cismáticos conocidamente tales, y así el católico que toma parte en sus ritos, ceremonias, preces, ó cualquier actos de sus religion peca mortalmente é incurre en excomunion menor. En consecuencia no le es lícito concurrir á los templos de dichos cismá- ticos con el fin de dar culto á Dios, ni para oir sus sermones; y esto aunque se haga por mera curiosidad, ó con el designio de descubrir por este medio sus errores, como literalmente consta del indicado decreto de Paulo V á los católicos de Inglaterra79 Tampoco deben los

77 Lib. 6° Cap. 5 N° 2. 78 Hist. de Variat Lib. 15 N° 48. 79 Essai. Sur la conduite &c. Pag. 181. 464 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 católicos acompañar el entierro de los cismáticos, ni orar con estos por sus difuntos, pues esto sería aprobar su cisma, manifestando que fuera de la verdadera Iglesia hay esperanza de vida eterna80 con mucha mas razón está prohibido á los católicos recibir sacramento alguno, conferido por ministro cismático; á ménos que concurran las siguientes condiciones que señala Benedicto XIV en el lugar ci- tado: 1ª causa muy grave, y y urgentísima é inexcusable necesidad de recibir algún sacramento 2ª que los ministros hereges ó cismáticos á quienes en igual caso y no otro se pidan los sacramentos, hayan sido válidamente ordenados, y los administren con rito católico, sin mez- cla alguna del rito reprobado de sus Iglesias: 3ª que esta comunica- ción in divinis con los cismáticos no sea una protestación externa del falso dogma, y 4ª en fin, que tampoco sea capaz de escandalizar á los demás fieles. Advertiré por último á los católicos, que los sectarios de comuniones diferentes no pueden ser nombrados, ni admitidos por padrinos de sus hijos en el bautismo ó la confirmación, ya por- que esto sería obligar al ministro católico á comunicar con ellos en una cosa sagrada y divina, y ya porque siendo obligación del padrino instruir al ahijado en la doctrina católica, es evidente que un cismati- co no podrá llenar este deber, pues ó había de contradecir su propia doctrina, ó perjudicar la fé de baustiszado. NOTA: Remitidas ya á la prensa estas reflexiones, y cuando me preparaba á tratar del matrimonio de los católicos con los hereges, como continuación natural de la última, he recibido una nota del gobierno en que me participa haberse sancionado por N.N.H.H. Cá- maras, y mandado públicar por el Ejecutivo un decreto en que se de- clara: “no estar prohibida en Venezuela la libertad de cultos”, y pues que en mi contestación á ella consigne mi dolor y mis opiniones sobre este decreto, que ha realizado mis antiguos fundados presen- timientos, creo deber trascribirla aquí literalmente á mis diócesanos.

80 Ibidem. XXII

OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, Edo. Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) Vicario Apostólico de la Diócesis de Mérida*

1. Comunicación del Obispo de Jericó quien pide que se pro- híba en la Constitución cualquier culto religioso que no sea el Católico** 2. Carta Pastoral sobre el Proyecto de Constitución y la Reli- gión (12-10-1830)*** 3. Carta al General Páez sobre la nueva Constitución y la Re- ligión (6-11-1830)**** 4. Exposición del Pbro. José Antonio Rendón al Poder Eje- cutivo en la que defiende la persona del Obispo Arias y pide que no se llegue nunca a expulsarlo*****

* R. P. P. (Roberto Picón Parra), en Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Polar, tomo I, pp. 216-217; y Antonio Ramón Silva, Arzobispo de Mérida, Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida, tomo séptimo, Pontificado del Ilmo. Señor Buenaventura. Edicion a cargo del Pbro. Baltazar E. Porras Cardozo. Caracas, 1983. Es interesante la Introducción a este tomo, obra del Pbro. Baltazar E. Porras, acual Arzobispo de Mérida. ** Archivo Histórico Congreso de la República (A.H.C.R.) 1830. Tomo X, folios 136, 137- 139. *** (A.A.H.) Archivo Arquidiocesano. Mérida. Documentos Oficiales Lasso, Arias, Unda. Anto- nio Ramón Silva, Arzobispo de Mérida, Documentos para la Historia de la Diócesis de Mérida, tomo VII, pp. 109-112. Edición a cargo del Pbro. Pbro. Baltazar E. Porras C., 1983. **** Ibid., pp. 112-115. ***** Exposición del Pbro. José Antonio Rendón al Poder Ejecutivo en la defiende la persona del Obispo Arias y pide que no se llegue nunca a expulsarlo. (12-11-1830. Ibid., pp. 115 y sgtes.)

Comunicación del Obispo de Jericó quien pide que se prohíba en la constitución cualquier culto religioso que no sea el Católico1 Señor. El Obispo de Jericó, Vico. Apco. de la Diócesis de Mérida, por sí y a nombre de su clero, obligado con preferencia a trabajar en la conservación del depósito de la fe divina; cree que faltaría a sus más sagrados deberes si no hiciese la siguiente sencilla representación que con el mayor respeto eleva a la alta consideración de V. E. En el proyecto de Constitución que ha de regir al Estado de Venezuela, en el Título 3, aparece el artículo 9, que dice: La religión de Venezuela es la Católica, Apostólica y Romana, el gobierno la protegerá y no permitirá otro culto público. Parece que se habla de religión dominante, sin excluir otras falsas religiones, cuyos sectarios se reúnen en sus ora- torios a practicar las exterioridades de su culto, y por consiguiente tácitamente se admite la tolerancia religiosa. Dicho artículo por sí solo nos apareja peligros, que desde ahora se divisan con horror. La perversión es en primer lugar un resultado funesto que con sobrada razón debe temerse, porque siendo tanta la ignorancia que cautiva la mayor parte de los ciudadanos, my fácilmente serán alucinados y seducidos por los astutos sectarios. De aquí vienen precisamente la inmoralidad, la relajación, el libertinaje, la discordia, las dispersiones, el trastorno del orden social; el padre reñirá con el hijo, el hijo des- honrará a su padre, el hermano atropellará a su hermano, el amigo abominará a su amigo, el casado romperá el vínculo de su unión, el

1 A. H. C. R., 1830. Tomo X. 137-139 va. 468 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 empleado postergará sus ocupaciones y para decirlo breve; todo será una espantosa confusión. Es bien sabido, señor, que los pueblos de esta diócesis no quieren precipitarse al abismo de tamaños males; acostumbrados a tributar a la divinidad el culto que les es propio detestan hasta el nombre de irreligión. Amaestrado por este principio el colegio electoral de esta provincia, y celoso de llenar sus deberes correspondiendo a la volun- tad de sus comitantes, dio a sus diputados instrucciones por las cuales se gobernasen en el Congreso para hacer pedimentos que a ellos fue- ran conformes, sin extraviarse de manera alguna de las sendas que le señalaron. El artículo 5º de dichas instrucciones dice así: nuestros diputados procurarán que la Constitución honre nuestra religión declarando que la religión católica, apostólica y romana, es la del Estado y que el go- bierno no permitirá otro culto público ni privado. A toda luz se deja comprender el espíritu de dicho artículo y en fuerza de él la Provincia de Mérida y clero tienen un poderoso derecho de reclamar siempre y para siempre la total exclusión de cualquier culto que no esté en con- cordancia con la religión católica, apostólica y romana, única santa, única verdadera, y en la cual solamente puede el hombre conseguir la salud eterna. Tal es el unánime sentir de la provincia de Mérida y clero de su obispado, y bajo de esta condición y no de otra suerte, es que gustosamente se ha separado del antiguo gobierno de Bogotá para unirse al nuevo de Venezuela, y se confirma tanto más en sus cristia- nos pensamientos cuanto que varios sabios políticos escritores, cuya ilustración se hace manifiesta sin los eclipses del fanatismo, han de- mostrado hasta la evidencia que un estado puede progresar ventajosa- mente sin que sea necesario consentir a los extranjeros, que inmigren con objeto de intereses temporales, el ejercicio exterior de su creencia. Inútil sería citarlos, pues ellos circulan con notoriedad y buen crédito. El obispo de Mérida y su clero está persuadido de que no debe callar en materia de tanta importancia y trascendencia. No sólo por OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 469 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) su ministerio, sino también por una porción de la provincia se juzga obligada a sostener por su parte el voto general. Los ritos, las cere- monias y las solemnidades de los que viven apartados del gremio de la Iglesia de Jesucristo son hechos que se traslucen, dogmatizan contra (…) fe mucho más que las palabras (…) de ningún modo sufriríamos (…) dogmatizante menos, menos, debe permitirse por el gobierno el tolerantismo religioso. Mantengamos, señor, con toda nuestra fuerza la pureza y uni- dad de la religión revelada en que hemos sido educados; conserve- mos el arreglo de costumbres que ella inspira, y nunca prevalecerán los enemigos de nuestra independencia. Recordemos sin cesar la respuesta que Achior, uno de los principales oficiales de Olofernes, dio a su amo, cuando le preguntó si sería oportuno asaltar a Betulia: averiguad, señor, le dijo, si el pueblo de esa ciudad está bien con su Dios, porque si él la defiende es inconquistable, aunque vuestros ejércitos sean innumerables. Sean, señor, los pueblos religiosos, católicos, apostólicos y ro- manos, y los veremos concurrir de buena gana con sus personas, con sus caudales y con cuanto tengan cuando los llamen las necesidades públicas; los veremos sujetos a la constitución y leyes del estado; los veremos obedientes al gobierno; y de este modo nuestra patria será feliz a inexpugnable, aunque vengan contra ella mayores ejércitos que los que tenía Olofernes cuando intentó subyugar a Betulia, y dentro de poco tiempo la República venezolana prosperará con au- mentos maravillosos. Pero aun restan, señor, otros fundamentos incontrastables; la tolerancia religiosa no lo tuvo el pueblo de Dios. Los judíos no po- drán tratar, ni comer, ni casarse con las naciones incurcisas [incir- cuncisas] sin fracción de la ley. Al momento que Salomón quebrantó este mandato, idolatró y fue reprobado. Y ¿Merecerá delante de Dios más atención la sinagoga que la iglesia de Jesucristo? 470 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Esta tampoco ha sufrido jamás la tolerancia. Apeles: En los pri- meros siglos del cristianismo dogmatiza la tolerancia religiosa, pero él ha sido condenado inmediatamente con su reprobable sistema por la misma iglesia. En los siglos posteriores Calvino, Rousseau; Voltaire, Brucher, Alembert, Barbey… con todos los deístas han se- guido el mismo sistema, y han sufrido la misma suerte del primer Heresiarca de la tolerancia. Jesucristo nos ha dicho (S. Mateo, cap. 12) que el que no sigue su doctrina es su enemigo: qui non est mecum, contra me est. El mismo S. Mateo dio a sus apóstoles la orden de su divino maestro de retirarse de la casa y ciudad donde no fuese recibida su doctrina. El apóstol S. Juan (Ep. 2. C, 1º) nos dice: que si es contraria doctrina a la de su maestro ni saludarlo: Nec Ave ei Dixerritis. San Agustín (Lib. De Patienta, c. 20) dice: que la iglesia de Jesucristo es la esposa y no pue- de considerarse como herederas a las esclavas, que son las diversas sectas y las arroja fuera de sí. San Cipriano (Lib. 1 ep. 3 a Cornelio) que debemos estar separados de los herejes como ellos lo están de la iglesia, sin familiarizarnos con ellos. Santo Tomás (2.2.1º.11) no sólo los excluye del trato con los católicos; sino que quiere arrojarlos del mundo. San león (Homilia in Nativitate Appostolorum) dice que la verdadera iglesia no puede tolerar las sectas. Y San Pablo escribiendo a Tito le manda evitar toda comunicación con los herejes. Este ha sido el espíritu de la Iglesia Católica, de los tiempos, y de los padres, desde Jesucristo hasta nuestros tiempos y éste permanecerá hasta la consumación de los siglos; y éste debe ser también el espíritu del Soberano Congreso de Venezuela. Por tanto el obispo de la Diócesis de Mérida con su clero, lle- no de confianza pide a V. E. que el artículo de religión se extienda en la constitución en términos patéticos libres de la más mínima ambigüedad, sin dar lugar a siniestras interpretaciones que mañana autoricen el disimulo de la tolerancia de cultos. De lo contrario des- de ahora protesta valerse de todos los recursos que legítimamente le OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 471 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) favorezcan; como también si directa e indirectamente se atacare la inmunidad y libertad de la iglesia. Mérida, agosto 31 de 1830. Señor

Buenaventura Obispo de Jericó Vicario Apostólico

Representación del Obispo Arias al Congreso Constituyente sobre el proyecto de Constitución (19-8-1830). Fuente: A. A. M. “Documentos oficiales Lasso, Arias, Unda”. Folio 287. Exposición al Congreso Constituyente. Señor: El Obispo de Jericó, Vicario Apostólico de esta Diócesis por sí y a nombre de su Clero expone: Obligado con preferencia a trabajar en la conservación del de- pósito de la fé divina, cree faltaría a sus más sagrados deberes, si no hiciese la siguiente sencilla representación que, con el mayor respeto, eleva á la alta consideración de V. E. en el proyecto de Constitución que ha de regir el Estado de Venezuela, en el título 3º aparece el artículo 9º, que dice: “La religión de Venezuela es la Católica, Apos- tólica y Romana. El Gobierno la protejerá y no permitirá otro culto público”. Parece que se habla de religión dominante, sin excluir las otras falsas religiones, cuyos sectarios se reúnen en su oratorio a practicar las exterioridades de su culto, y por consiguiente, tácita- mente se admite la tolerancia religiosa. Dicho artículo por sí solo 472 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 nos apareja peligros que desde ahora se divisan con horror. La per- versión es en primer lugar un resultado funesto, que con sobrada razón debe tenerse; porque siendo tanta ignorancia que cautiva la mayor parte de los ciudadanos, muy fácilmente serán alucinados y seducidos por los astutos sectarios. De aquí vienen precisamente la inmoralidad, la relajación, el libertinaje, la discordia, las disenciones, el trastorno del orden social: el padre reñirá con el hijo; el hijo des- honrará a su padre; el hermano atropellará a su hermano; el amigo abominará al amigo; el casado romperá el vínculo de su unión; el empleado postergará sus ocupaciones; y para decirlo breve: todo será una espantosa confusión. Es bien sabido, Señor, que los pueblos de esta Provincia no quieren precipitarse al abismo de tamaños males: acostumbrados a tributar a la Divinidad el culto que le es propio, detestan hasta el nombre de irreligión. Amaestrado por este principio el Colegio Electoral y celoso de llenar sus deberes, correspondiendo a la vo- luntad de sus comitentes, dio a sus diputados instrucciones por las cuales se gobernasen en el Congreso para hacer pedimentos que á ellas fuesen conformes, sin extraviarse de manera alguna de las sen- das que se les señalan. El artículo 5º de dichas instrucciones dice así: “Nuestros diputa- dos procurarán que la Constitución honre nuestra religión santa; de- clarando que la religión católica, apostólica, romana es la del Estado; y que el gobierno no permitirá otro culto público ni privado” A toda luz se deja comprender el espíritu de dicho artículo y en fuerza de él la Provincia de Mérida tiene un poderoso derecho para reclamar siem- pre y para siempre la total exclusión de cualquier culto que no está en concordancia con la religión católica, apostólica, romana; única santa, única verdadera, en la cual solamente puede el hombre conseguir la salud eterna. Tal es el unánime sentir de la Provincia de Mérida, y bajo de esta condición, y no de otra suerte, es que gustosamente se ha separado del anterior gobierno de Bogotá, para unirse al nuevo OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 473 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) de Venezuela; y se confirma tanto mas en sus cristianos pensamien- tos cuanto que varios sabios políticos escritores, cuya ilustración se hace manifiesta sin las eclipses del fanatismo, han demostrado hasta la evidencia, que un Estado puede progresar ventajosamente sin que sea necesario consentir a los estrangeros que inmigran con objeto de intereses temporales, el ejercicio exterior de su creencia. Inútil sería citarles, pues ellos circulan con notoriedad y buen crédito. El Obispo de Mérida y su clero están persuadidos que no deben callar en materia de tanta importancia y trascendencia; no solo por su ministerio sino también por ser una porción de la Provincia, se juzgan obligados á sostener por su parte el voto general. Los ritos, las ceremonias y las solemnidades de los que viven apartados del gremio de la Iglesia de Jesucristo, son hechos que si se traslucen, dogmatizan contra nuestra fé mucho mas que las palabras; luego, si de ningún modo sufriríamos a un dogmatizante, menos debe permitirse por el gobierno el tolerantismo religioso. Mantengamos Señor, con todas nuestras fuerzas la pureza y la unidad de la Religión revelada en que hemos sido educados; conser- vemos el arreglo de costumbres que ella inspira y nunca prevalece- rán los enemigos de nuestra independencia. Recordemos sin cesar la respuesta que Achior, uno de los principales oficiales de Holofernes, dio a su amo cuando le preguntó sí sería oportuno asaltar a Betulia: “Averiguad, Señor, –le dijo– si el pueblo de esa ciudad está bien con su Dios; ¡porque si El la defiende es inconquistable, aunque vuestros ejércitos sean innumerables”! Sean, Señor, los pueblos religiosos, católicos, apostólicos, roma- nos y los veremos unidos para defender nuestra causa; lo veremos con- currir de buena gana con sus personas, con sus caudales y con cuanto tengan, cuando los llamen las necesidades públicas; los veremos su- jetos a la Constitución y Leyes del Estado; lo veremos obedientes al Gobierno; y de este modo nuestra Patria será feliz e inexpugnable, aunque vengan contra ella mas ejércitos que los que tenía Holofernes 474 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 cuando intentó subyugar á Betulia, y dentro de poco tiempo la Repú- blica Venezolana prosperaría con aumentos maravillosos. Pero aun restan, Señor, otros fundamentos incontestables. La tolerancia religiosa no la tuvo el Pueblo de Dios. Los judíos no po- dían tratar, ni comer, ni casarse con las naciones incircuncisas, sin fracción de la Ley. Al momento que Salomón quebrantó este man- damiento, idolatró y fue reprobado. ¿Y merecía delante de 1 Dios más atención la sinagoga que la Iglesia de Jesucristo? Esta tampoco ha sufrido jamás la tolerancia religiosa Apeles, en los primeros siglos del cristianismo, dogmatiza la tolerancia religiosa; pero él ha sido condenado inmediatamente, con su reprobado siste- ma, por la Iglesia de Jesucristo. En los siglos posteriores, Rousseau, Voltaire, Leclerc Bucher, D’Alembert, Barbeyrac, con todos los deís- tas, han seguido el mismo sistema, y han sufrido la misma suerte del primer heresiarca de la tolerancia. Jesucristo nos ha dicho que el que no sigue su doctrina es su enemigo Qui non est mecum, contra me est (S. Mateo, cap. 12). El mismo Evangelista publica a los Apóstoles la orden de su Divino Maestro, de retirarse de la casa y ciudad donde no fuere recibida su doctrina. El Apóstol San Juan nos dice: que “al de contrario doctri- na á la de su Maestro, ni saludarlo” –Nec ave ei dixeritis. (cap. 2 y 10)– San Agustín dice: que “la Iglesia de Jesucristo es la esposa y no puede tolerar á las esclavas, que son las diversas sectas, y las arrojan fuera de si” (lib. de Pace, cap. 28) San Cipriano: “que debemos estar tan separados de los herejes, como ellos lo están de la Iglesia, sin admitir su familiaridad” (Lib. 1º cap. 3 ad Corn) –Santo Tomás no solo los excluye del trato de los católicos, sino que quiere arrojarlos del mundo (2-2, 10, 11)– San León dice: “que a verdadera Iglesia no puede tolerar las sectas” (Serm de natal Apostolor). San Pablo escri- biendo a Tito, le manda evitar toda comunicación con los herejes. Este ha sido el espíritu de la Iglesia Católica, de los Concilios y de los Padres, desde Jesucristo hasta nuestros tiempos; y este permanecerá OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 475 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) hasta la consumación de los siglos; y este debe ser también el espíritu del soberano Congreso de Venezuela. Por tanto el Obispo de Mérida con su clero, llenos de confianza, piden á V. E. que el artículo de religión se extienda en la Constitución, en términos patéticos, libres de la más mínima ambigüedad, sin dar lugar a siniestras interpretaciones que mañana autoricen el disimulo de la tolerancia de cultos. De lo contrario, desde ahora protestan valerse de todos los recursos que legítimamente les favorezcan, como también si directa ó indirectamente se atacare la libertad é inmunidad de la Iglesia. Mérida, Agosto veintinueve de mil ochocientos treinta.

Buenaventura, Obispo de Jericó.

1.3.22. Carta Pastoral: sobre el proyecto de Constitución y la Religión (12-10-1830). Fuente: A.A.M., “Documentos oficia- les Lasso, Arias, Unda”. Folio 292.

Buenaventura, por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Apos- tólica, Obispo de Jericó, Vicario Apostólico de la Diócesis de Mé- rida de Maracaibo. & A nuestros amados diocesanos y demás fieles existentes en nuestro Obispado: Salud en el Señor. Habiendo sido constituido por Dios atalaya de la Casa de Israel que es la Sacrosanta Iglesia de Jesucristo, seríamos justamente com- prendidos en las amenazas y castigos que nos anuncia por su Profeta Ezequiel, y buscaría de nuestras manos la sangre de las almas de nues- tras ovejas que por nuestro silencio perecieren, si viendo nosotros el mal que les amenaza, no se lo anunciaremos, ni clamáramos con las voces mas esforzadas para que se preservasen de él. La Religión San- ta de Jesucristo, amados Diocesanos, á la que habéis sido llamados, no por méritos vuestros, si solo por la dignación y misericordia de Dios; esta Religión de vuestros padres, en la que habéis sido criados y conservados desde vuestra infancia; esta Religión, digo, que es la 476 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 sola que puede haceros eternamente felices, está á punto de perecer en medio de vosotros por las espantosas novedades de los tiempos presentes, si no os armáis con la constante resolución de perderlo todo, aun la misma vida temporal, antes que renunciar la única y verdadera senda que os puede conducir á vuestra verdadera patria, la gloria celestial: si no conserváis en vuestras almas, con caracteres indelebles la Santísima doctrina de vuestro Divino Salvador y Maes- tro, que os dice: “Nada aprovecha al hombre ser Señor del mundo entero, si su alma llega a perecer”: no hay cosa que pueda reempla- zar esta pérdida irreparable:? Qué aprovechan ahora a Salomón su gloria y sus riquezas, su poder y sus delicias? ¿qué a Alejandro sus grandes conquistas? ¿qué, en fin á Azuero el haber reinado sobre ciento y veinte y siete provincias si sus almas arden para siempre en los infiernos? Nuestra religión Santa, Católica, Apostólica, Romana, es la única que puede salvarnos; y no obstante, esta religión, desde el Congreso de Cúcuta, en medio de un país católico, ha comenza- do a ser atacado por la falsa filosofía: en él se discutió si la religión católica tenía lugar ó como base ó como artículo de la Constitución; y convenido que aun era mas que todo eso, se sancionó que la Cons- titución no se publicase, sino hecha, á nombre del Congreso, una manifestación que declarase y protestase que Colombia en la fé de sus mayores permanecería constante y firme en seguir y defender la Religión Católica, Apostólica, Romana, única verdadera. En su conformidad se mandó que jamás pudiera imprimirse la Constitu- ción, sin llevar a su frente dicha manifestación, y así se verificó en la impresa en Cúcuta: pero, que sucedió después? Se imprimió en Bogotá sin esta manifestación; comenzándose desde el primer Con- greso Legislativo a promover el proyecto de tolerancia religiosa. El murmullo del pueblo se excitó, y contuvo el proyecto á pesar de que falsos filósofos maquinaban cuanto es indecible. Y ved aquí como el pueblo conoce su obligación por la religión católica, y se resiente, aun cuando solo uno ú otro de sus comitentes intente traspasar sus deberes atropellando sus encargos. Ya el zeloso, piadoso y sabio Pre- OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 477 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) lado Illmo. Señor Lazo, en un impreso hizo ver ser vanos los moti- vos políticos de la tal tolerancia; el peligro grande de perversión por la misma tolerancia; y que nuestra obligación de Pastores, ni remota- mente nos permite condescendencias. La parábola de la zizaña que nació dentro del trigo, dormidos los sirvientes fue el fundamento de que se valió principalmente con la respuesta del Padre de familia: Inimicus homo hoc fecit. Es sencilla y clara. Jesucristo dijo a sus Apóstoles que un padre de familia había sembrado buen trigo en su heredad: luego que este brotó, nació también la zizaña. Viendo esto los sirvientes, le preguntaron: Señor ¿no sembraste buen trigo? de donde es que se ha cubierto de zizaña? Y les respondió: habiendos vosotros quedado dormidos el hombre enemigo vino y la sembró. A la verdad, protestar que con la permisión de la tolerancia nos atraeríamos a los estrangeros, sería imputarles ya la torpe nota de ser aquel hombre enemigo, y que refluiría también contra no- sotros, no como dormidos, sino muy despiertos y advertidos. No- sotros obraríamos condescendientes; ello, pidiéndola, que todo es ser causa positiva y moral. También se les imputaría que por bienes temporales; nos despojaban del mayor espiritual que tenemos, y esto sería ya un pésimo comercio que nos pondría en eterna miseria. Por otra parte, sin temor de fraude ó mala fé, no puede concebirse, que directamente se intente tal trueque. Lo contrario es, lo que en casos muy particulares se ha tenido presente para condescender en alíanos familiares y profanas, esperarse prudentemente que ellos abandonen sus falsos cultos. Por lo mismo, oponerse a esa su feliz suerte sería retorcer en su contra la condescendencia que se les concedía. Por lo que hace a nuestro peligro, es mas evidente el mal. Ven- drían a plantar su tolerancia religiosa, no hombres como quiera, y según se dice, adocenados, sino instruidos y de facultades para la ostentación del culto; y acaso muy adheridos a las vanas observan- cias de sus sectas. Nuestros pueblos de contrario, en lo común de su masa, ni tienen instrucción mas que mediana, ni en su moral dejan 478 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de verse arrastrados á la corrupción propensos siempre a la curio- sidad, y llorando siempre de presente miseria. Correrán por todas partes protestantes y diversos sectarios, y los pueblos se expondrán ya porque se les ocupase en servicios aunque mecánicos, ya porque hubiesen de expender frutos o efectos de su trabajo; y vedlos ya aquí en medio de las llamas. Sin que fuese tanto el peligro, y por cosas meramente profanas, vemos reprobada en las Sagradas Escrituras la compañía con los idólatras. Basta por todo Salomón, cuyo espíritu se corrompe por el amor de mugeres estrangeras, y corre precipitado hasta levantar templos a sus mentidas deidades. No nos cansemos. Seríamos con todo el lleno de la expresión el “Hombre enemigo” del Evangelio, á mas de siervos dormidos. Si, siervos dormidos, porque sin duda, no en vano hizo Jesu- cristo esta indicación. Fue para recordarnos la obligación que tene- mos de velar por la conservación y aumento de la religión católica, máximo y primer precepto del Decálogo, que compendiamos en el amor de Dios sobre todas las cosas. El encierra primeramente lo que le debemos por la fé, y dice así: “no tendrás otros dioses delante de mi”, y Jesucristo rebatió al Demonio, diciéndole: adorarás al Señor tu Dios y á El solo servirás”. Sea pues, en hora buena, que nuestros pueblos no fuesen ni asistiesen a los templos de los protestantes o demás sectarios, ni tuviesen otra ingerencia que tolerar permane- ciendo constantes en nuestra religión católica ¿se salvaría asi la honra que debemos a Dios? no puede ser; porque honra no es otra cosa que el ensañamiento que se pretende de alguno con influjo á que los demás conciban el aprecio debido a la persona honrada. De con- siguiente, confiésese que solo un respeto humano y conveniencias temporales es lo que se objeta para posponer el zelo y la honra de Dios, dando prueba de no temerle. Tanto mas vale esta reflección, cuanto que, como es visto, el precepto no sería de sufrir un mal que ya padezcamos, sino de atraérnoslo inconsideradamente. Aquello sucedería si estuviera ya OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 479 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) la tolerancia envejecida entre nosotros; y no obstante, deberíamos trabajar por sacudirla, á ejemplo de los primeros fieles contra el pa- ganismo, triunfando la gentilidad con el escándalo é ignominia de la cruz, según ellos se expresaban. Por la misericordia del Señor, ni comenzado ha todavía, á ex- cepción de uno á otro arrojo vergonzoso de ciertos entierros. Con- cluimos, pues, inculcándoos la máxima moral: que no deben hacerse males, aunque de ellos vengan bienes, siendo solo Dios el que los puede permitir, como que por su omnipotencia hará que resulten para nuestra eterna salvación. Y os anunciamos que hemos repre- sentado y protestado al Congreso actual de Venezuela, á nombre del Clero diocesano y Provincia de Mérida, conforme á las instrucciones dadas a sus Diputados, que la Religión Católica, Apostólica, Romana que hemos confesado siempre y profesado, será conservada y prote- jida, sin que el Gobierno de modo alguno pueda admitir otra. Estas nuestras Letras se circularan y publicaran en nuestra Igle- sia Catedral del 17 de los corrientes, y en las demás Iglesias, el día festivo inmediato á su recibo fijándose en las puertas, después de copiadas en los libros de Gobierno. Dadas en la ciudad de Mérida firmadas y refrendadas á doce de Octubre de mil ochocientos treinta.

Buenaventura, Obispo de Jericó. Vicario Apostólico.

Por mandado de S.S. Illmo-José León Villasmil. Prosecretario. 1.3.23. Carta al General Páez sobre la nueva Constitución y la Religión (6-11-1830). Fuente A.A.M. “Documentos oficiales Lasso, Arias, Unda”. Folio 297. 480 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Escmo. Señor. Los temores y congojas, que por la previsión de lo que había de suceder agitaron mi espíritu desde el momento mismo del pro- nunciamiento de Venezuela, calmaron por un momento mientras leia en el exordio de la constitución. “Nosotros los representantes del pueblo de Venezuela, reunidos en Congreso, á fin de formar la mas perfecta unión, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad do- méstica, proveer á la defensa común, promover la felicidad general, y asegurar el don precioso de la libertad para nosotros y nuestros descendientes, ordenamos y establecemos la presente constitución”. También me alentaba la esperanza de que el Gobierno como católi- co debía cumplir la voluntad y encargo de Dios de proteger su santa fé, Iglesia y religión. Pero desapareció mi confianza, mi corazón se llenó de dolor y mis ojos se cubrieron de lágrimas, cuando leida toda la constitución, no divisé en ella ni la menor sombra de religión cató- lica, apostólica, romana exclusiva, que es la fuente verdadera y única de la perfecta unión, de la justicia, de la tranquilidad, de la defensa, de la felicidad general y de la libertad; sin cuya religión todos estos bienes son aparentes y efímeros. No hay para que buscar en las historias y países remotos monu- mentos que confirmen esta verdad: nuestra moderna República nos los ofrece con abundancia. Luego que el Congreso de Cúcuta guardó silencio en su constitución acerca de la religión católica, apostólica, romana exclusiva; luego que se disimuló la tolerancia civil, comenza- ron á sentirse los males y á desmentirse los bienes prometidos. En- tonces brotó el abismo multitud de logias y maquinaciones contra toda autoridad legítima: entonces la mazonería levantó orgullosa la cabeza hasta hacer se grabasen en los públicos portales sus geroglí- ficos: entonces las blasfemias mas execrables, las heregías mas abo- minables, las obscenidades mas vergonzosas resonaban en los labios de los extrangeros, de los militares, de los paisanos, por las plazas, calles, espectáculos, tertulias, banquetes, &c: entonces las verdades OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 481 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) mas sagradas dictadas por los labios del Espíritu Santo, la formidable cuenta que espera á los hombres después de la muerte, el galardón ó castigo eterno que les está preparado, se oían como espantajos para aterrar á los simples y á los ignorantes: entonces las funciones mas sagradas de la religión se canonizaban de supersticiones: entonces una espantosa nube de libros impíos, seductores, irreligiosos y obs- cenos cubrió la faz de la República y andaban en manos hasta de la mas despreciable mugercilla, con el pretexto de ilustración: entonces las leyes y preceptos mas solemnes de la Iglesia eran despreciados con el apoyo de una libertad mal entendida: entonces la predicación y pastorales de los obispos se vejaban como delirios y caduquera de viejos, y el zelo de los sacerdotes como fanatismo de los monigotes: entonces la malignidad encendió en los corazones de los cristianos el fuego de un odio implacable contra el clero: entonces á la sana doctrina de la veneranda tradición, santos padres y concilios y cá- nones vigentes de la Iglesia se daba el epíteto de doctrinas rancias, indignas de competir con la ilustración del siglo. Así gemia entonces la fé, la moral y la religión. Entonces el gobierno civil experimentó también sus convulciones, guerras intestinas, divisiones; sus leyes desobedecidas, sus decretos despreciados, sus funcionarios asecha- dos, y últimamente, él mismo arruinado. Dígnese V. E. extender la vista á la República y contemplar su estado dos años antes, y mirarla al presente si se parece á lo que era. Y ¿la libertad ó malignidad que disolvió este gran cuerpo, no podrá hacer lo mismo con el pequeño de Venezuela? ¿Y qué será de este mismo Gobierno de Venezuela que ha imitado la conducta del Congreso de Cúcuta en orden á la re- ligión, y ha prestado mayor franquicia al extranjero? Experimentará sin duda los mismos y mayores males. Verá sus leyes despreciadas, sus funcionarios proscriptos: verá acaso representarse en su territo- rio las recientes tragedias de la Francia: verá por último desaparecer su Gobierno como un vapor. Unos aclamarán á los Paezes, otros á los Mariños, otros á los Soublettes, otros á los Monagas, otros á otros, &c, &c, &c; y los mismos que hoy con aclamaciones digan: 482 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 benedictus qui venit in nomine Domini; mañana gritaran con furor: Tolle, tolle, crucifige, crucifige cum. Esto dice un Obispo puesto por Dios para anunciar la verdad. ¡Quiera el cielo que V. E. no sea triste espectador de estas escenas! Impaciente por hallar lo que mi alma anhelaba, pasé adelante, y encontré extramuros de la constitución una alocución, que entre otras cosas encarga á los prelados y sacerdotes promuevan el orden, la moral y la justicia. ¿Pero como podrán conseguir esto, cuando el Gobierno mismo alberga en su regazo el germen del desorden, la inmoralidad, y la injusticia? la tolerancia. En el título 26, artículo 218 dice: “Todos los extrangeros de cualquiera nación, serán admitidos en Venezuela”. Continua diciendo: “que hagan hablar el Evangelio al corazón de los hombres sobre el respeto, veneración y obediencia que deben al soberano Legislador” (falta decir) criador, redentor y salvador de los hombres. A consecuencia de esto comienzo por el Gobierno á predicarle el de S. Mateo que dice: (c. 16, v. 26): “Quid enim pro- dest homini, si mumdum, universum lucretur, animae vero suae de- trimen-tum, patiatur? ¿Aut quam dabit homo commutationem pro anima sua? ¿Qué aprovechará el Gobierno de Venezuela extender su dominación hasta las extremidades de la tierra, gobernar un pueblo numeroso, estar colmado de riquezas y otros bienes temporales, si al fin las almas se condenan? Esto sucederá indefectiblemente abra- zando la tolerancia que esencialmente es contraria al Evangelio, y que destruye la religión católica, única senda que conduce á la eterna salvación. ¿Podrán todas estas cosas pesar tanto como las almas? De ninguna manera. También le inculco lo que dice el mismo Evange- lio: “Filius enim hominis venturus est in gloria Patris sui, cum an- gelis suis, et tune reddet unicuique secun, dum opera ejus”. ys en el capit. 18,, versic. 8 dice: “Si auten manus tua, vel pes tuus scandalizat te, abscide eum, et projice abs te: bonum tivi est ad, vitam ingredi debilem aut claudum, quam duas mañus, vel dúos pedes habentem OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 483 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) mitti iu ignem aeternum. Et si oculus tuus scandalizat te erue eum, et, projice abs te, bonum tibí est cum uno oculto in vi, tam intrare, quam dúos oculos habentem mitti in, gehennam ignis”. Nos man- da el divino legislador Jesucristo sacar el ojo, cortar la mano y el pie, preciosos miembros de nuestro cuerpo, y necesarios para ver, trabajar y andar, y arrojarlos de nosotros, en caso que nos sirvan de escándalo y obstáculo para nuestra salvación, diciéndonos: que mejor nos está entrar en la vida eterna tuertos, mancos y cojos, que teniendo dos ojos, dos manos y dos pies, seamos arrojados al fuego eterno. Según esta infalible verdad, aunque los extrangeros sectarios nos fuesen con ojos, manos y pies, si llegasen á escandalizarnos, si llegasen á hacernos pecar, lo que no se debe dudar; la experiencia lo testifica; “projiciamus eos á nobis”, mejor nos está entrar sin ellos en la vida eterna, que con ellos y todos sus bienes bajar al fuego eterno. Predico también á los que andan desainados en busca de los bienes terrenos con olvido de los eternos, lo que les dice el Espíritu Santo: “Dormierunt somnium suún, ét nihil invenerunt viri divitia- rum in manibus suis”. Correrán en pos de tales bienes y estos huirán de ellos, y si por ventura llegan á alcanzarlos, los gozarán apenas hasta el sepulcro: allí se hallarán con las manos vacias y acaso sus almas en eternos tormentos, en eterna miseria. Dice finalmente: “que manteniendo intacto el precioso vínculo de unión que estrecha á los venezolanos por la religión católica, apos- tólica, romana, den una hospitalidad franca y adhesión cordial á todos los extrangeros, que vengan á aumentar la familia”. Por la generalidad con que se expresa, debe ser adhesión cordial á su trato, á sus costum- bres, á sus dogmas, á su religión: si estos extranjeros son de nuestra misma religión, amen: vengan enhorabuena, pero si de contraria, es una paradoja, una verdadera quimera: es destruir con una mano lo que edifica con la otra: es querer asociar la luz con las tinieblas, la vida con la muerte, á Dios con el demonio; es querer poner en un mismo altar la Arca del testamento y el ídolo Da-gon. Nadie ignora que todas las 484 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 otras religiones tienen una esencial oposición con la católica, y que por consiguiente chocan y se destruyen mutuamente. Estas y otras muchas razones, que omito por no dilatarme, me obligaron á representar al soberano Congreso con fecha 29 de Agosto último á nombre mió, de mi clero y de mis diocesanos se sirviese grabar en su constitución: “La religión católica, apostólica romana, con exclusión de cualquiera otra, es la de Venezuela, y el Gobierno la protejerá y no permitirá ningún otro culto”: haciendo este deber por la conservación de la misma religión como pastor, y por la felicidad y estabilidad del Gobierno como ciudadano. Esta representación acaso no fue recibida (no ha habido contestación) ó no fue atendida. Ahora de nuevo ruego, suplico, insto, clamo al su- premo Gobierno lo que entonces pedí, en mi nombre, de mi clero, de mis diocesanos, y también de todos los venezolanos; y si esto no es asequible pido reverente, pero eficazmente mi pasaporte en obe- decimiento del mismo Evangelio. I c Mateo, (c. 10, v. 14): “Quicumque non receperit vos, nec au- dierit, sermones estros, exeuntes foras de domo vel civi, tate escutite pulverem de pedibusvestis”. Mérida Noviembre 6 de 1830.- Buena- ventura, obispo de Jericó. t. 324 – Nota del Ministro Guzmán al Obispo de Jericó decla- rando vigente la ley de patronato Eclesiástico (21-10-1830), Fuente: A. A. M., “Documentos oficiales Lasso, Arias, Unda”. Folio 303. Estado de Venezuela-Secretaría del Interior-Sección central- Circular Nº 28-Valencia, 21 de Octubre de 1830-20º y 1º. Al R. Obis- po de Jericó, Vicario Apostólico de la Diócesis de Mérida. Tengo la honra de acompañar á S.S.R. copia autorizada de la resolución dada por el Soberano Congreso el 14 del corriente, declarando vigente la Ley del 28 de Julio del año 24 sobre patronato eclesiástico-Soy de V.S.R. con sentimientos de consideración y respeto, muy obediente servidor Antonio L. Gusmán.- OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 485 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) 1.3.25. Contestación del Sr. Obispo a la nota anterior del Ministro Guzmán (12-11-1830). Fuente: A. A. M., “Documentos oficiales Lasso, Arias, Unda”. Folio 303. Señor Secretario del Departamento del Interior.- He tenido el honor del recibir la circular de 21 de Octubre últi- mo que V. S. se sirve dirijirme acompañada con la copia autorizada de la resolución dada por el Soberano Congreso en 14 del mismo mes, declarando vigente la ley de 28 de Julio del año 24 sobre pa- tronato eclesiástico. Esta ley, como no avenida con la Silla Apostó- lica, no la he tenido por válida. En fuerza de este convencimiento, devolví, con aceción de gracias, al Gobierno de Bogotá el título del Deanato de esta Catedral, que generosamente se sirvió enviarme, para no ser comprendido en la formidable sentencia del Evangelio”: Amen, amen, dicovobis: qui non intat per ostium in ovile, sed aliun- de ascendit, Ule fur est et latro. (Joan. 10). Es dogma católico definido por el Concilio de Trento en el ca- non 7, de la Sesion 23: que á la potestad eclesiástica y Canónica toca legítimamente llamar y enviar los ministros de la Iglesia. con lo que contesto la citada circular de V. S.-Dios Guarde a V.S. Mérida, Noviembre 12 de 1830

Buenaventura, Obispo de Jericó.

1.3.26. Exposición del Pbro. José Antonio Rendón al Po- der Ejecutivo en la que defiende la persona del Obispo Arias y pide que no se llegue nunca a expulsarlo (12-11-1830). Fuente: A.G.N. Secretaría del Interior y Justicia 1830. Tomo IV., f. 60-63. 486 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Esposición al Poder Ejecutivo de Venezuela por el Pro. José Antonio Rendón ó el valor de cuatro sellos 5os. Pºr falta de papel sellado el admor. Almarza.

Carta al General Páez sobre la nueva Constitución y la Religión (6-11-1830). Fuente: A.A.M. “Documentos oficiales Lasso, Arias, Unda”. Folio 297. Escmo. Señor. Los temores y congojas, que por la previsión de lo que había de suceder agitaron mi espíritu desde el momento mismo del pro- nunciamiento de Venezuela, calmaron por un momento mientras leia en el exordio de la constitución. “Nosotros los representantes del pueblo de Venezuela, reunidos en Congreso, á fin de formar la mas perfecta unión, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad do- méstica, proveer á la defensa común, promover la felicidad general, y asegurar el don precioso de la libertad para nosotros y nuestros descendientes, ordenamos y establecemos la presente constitución”. También me alentaba la esperanza de que el Gobierno como católi- co debía cumplir la voluntad y encargo de Dios de proteger su santa fé, Iglesia y religión. Pero desapareció mi confianza, mi corazón se llenó de dolor y mis ojos se cubrieron de lágrimas, cuando leida toda la constitución, no divisé en ella ni la menor sombra de religión cató- lica, apostólica, romana exclusiva, que es la fuente verdadera y única de la perfecta unión, de la justicia, de la tranquilidad, de la defensa, de la felicidad general y de la libertad; sin cuya religión todos estos bienes son aparentes y efímeros. No hay para que buscar en las historias y países remotos monu- mentos que confirmen esta verdad: nuestra moderna República nos los ofrece con abundancia. Luego que el Congreso de Cúcuta guardó silencio en su constitución acerca de la religión católica, apostólica, OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 487 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) romana exclusiva; luego que se disimuló la tolerancia civil, comenza- ron á sentirse los males y á desmentirse los bienes prometidos. En- tonces brotó el abismo multitud de logias y maquinaciones contra toda autoridad legítima: entónces la mazonería levantó orgullosa la cabeza hasta hacer se grabasen en los públicos portales sus geroglí- ficos: entónces las blasfemias mas execrables, las heregías mas abo- minables, las obscenidades mas vergonzosas resonaban en los labios de los extrangeros, de los militares, de los paisanos, por las plazas, calles, espectáculos, tertulias, banquetes, &c: entonces las verdades mas sagradas dictadas por los labios del Espíritu Santo, la formidable cuenta que espera á los hombres después de la muerte, el galardón ó castigo eterno que les está preparado, se oían como espantajos para aterrar á los simples y á los ignorantes: entónces las funciones mas sagradas de la religión se canonizaban de supersticiones: entónces una espantosa nube de libros impíos, seductores, irreligiosos y obs- cenos cubrió la faz de la República y andaban en manos hasta de la mas despreciable mugercilla, con el pretexto de ilustración: entonces las leyes y preceptos mas solemnes de la Iglesia eran despreciados con el apoyo de una libertad mal entendida: entónces la predicación y pastorales de los obispos se vejaban como delirios y caduquera de viejos, y el zelo de los sacerdotes como fanatismo de los monigotes: entonces la malignidad encendió en los corazones de los cristianos el fuego de un odio implacable contra el clero: entónces á la sana doctrina de la veneranda tradición, santos padres y concilios y cá- nones vigentes de la Iglesia se daba el epíteto de doctrinas rancias, indignas de competir con la ilustración del siglo. Así gemia entónces la fé, la moral y la religión. Entonces el gobierno civil experimentó también sus convulciones, guerras intestinas, divisiones; sus leyes desobedecidas, sus decretos despreciados, sus funcionarios asecha- dos, y últimamente, él mismo arruinado. Dígnese V. E. extender la vista á la República y contemplar su estado dos años antes, y mirarla al presente si se parece á lo que era. Y ¿la libertad ó malignidad que disolvió este gran cuerpo, no podrá hacer lo mismo con el pequeño 488 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de Venezuela? ¿Y qué será de este mismo Gobierno de Venezuela que ha imitado la conducta del Congreso de Cúcuta en orden á la re- ligión, y ha prestado mayor franquicia al extranjero? Experimentará sin duda los mismos y mayores males. Verá sus leyes despreciadas, sus funcionarios proscriptos: verá acaso representarse en su territo- rio las recientes tragedias de la Francia: verá por último desaparecer su Gobierno como un vapor. Unos aclamarán á los Paezes, otros á los Mariños, otros á los Soublettes, otros á los Monagas, otros á otros, &c, &c, &c; y los mismos que hoy con aclamaciones digan: benedictus qui venit in nomine Domini; mañana gritaran con furor: Tolle, tolle, crucifige, crucifige cum. Esto dice un Obispo puesto por Dios para anunciar la verdad. ¡Quiera el cielo que V. E. no sea triste espectador de estas escenas! Impaciente por hallar lo que mi alma anhelaba, pasé adelante, y encontré extramuros de la constitución una alocución, que entre otras cosas encarga á los prelados y sacerdotes promuevan el orden, la moral y la justicia. ¿Pero como podrán conseguir esto, cuando el Gobierno mismo alberga en su regazo el germen del desorden, la inmoralidad, y la injusticia? la tolerancia. En el título 26, artículo 218 dice: “Todos los extrangeros de cualquiera nación, serán admitidos en Venezuela”. Continua diciendo: “que hagan hablar el Evangelio al corazón de los hombres sobre el respeto, veneración y obediencia que deben al soberano Legislador” (falta decir) criador, redentor y salvador de los hombres. A consecuencia de esto comienzo por el Gobierno á predicarle el de S. Mateo que dice: (c. 16, v. 26): “Quid enim pro- dest homini, si mumdum, universum lucretur, animae vero suae de- trimen-tum, patiatur? ¿Aut quam dabit homo commutationem pro anima sua? ¿Qué aprovechará el Gobierno de Venezuela extender su dominación hasta las extremidades de la tierra, gobernar un pueblo numeroso, estar colmado de riquezas y otros bienes temporales, si al fin las almas se condenan? Esto sucederá indefectiblemente abra- OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 489 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) zando la tolerancia que esencialmente es contraria al Evangelio, y que destruye la religión católica, única senda que conduce á la eterna salvación. ¿Podrán todas estas cosas pesar tanto como las almas? De ninguna manera. También le inculco lo que dice el mismo Evange- lio: “Fi lius enim hominis venturus est in gloria Patris sui, cum an- gelis suis, et tune reddet unicuique secun, dum opera ejus”. ys en el capit. 18,, versic. 8 dice: “Si auten manus tua, vel pes tuus scandalizat te, abscide eum, et projice abs te: bonum tivi est ad, vitam ingredi debilem aut claudum, quam duas mañus, vel dúos pedes habentem mitti iu ignem aeternum. Et si oculus tuus scandalizat te erue eum, et, projice abs te, bonum tibí est cum uno oculto in vi, tam intrare, quam dúos oculos habentem mitti in, gehennam ignis”. Nos man- da el divino legislador Jesucristo sacar el ojo, cortar la mano y el pie, preciosos miembros de nuestro cuerpo, y necesarios para ver, trabajar y andar, y arrojarlos de nosotros, en caso que nos sirvan de escándalo y obstáculo para nuestra salvación, diciéndonos: que mejor nos está entrar en la vida eterna tuertos, mancos y cojos, que teniendo dos ojos, dos manos y dos pies, seamos arrojados al fuego eterno. Según esta infalible verdad, aunque los extrangeros sectarios nos fuesen con ojos, manos y pies, si llegasen á escandalizarnos, si llegasen á hacernos pecar, lo que no se debe dudar; la experiencia lo testifica; “projiciamus eos á nobis”, mejor nos está entrar sin ellos en la vida eterna, que con ellos y todos sus bienes bajar al fuego eterno. Predico también á los que andan desainados en busca de los bienes terrenos con olvido de los eternos, lo que les dice el Espíritu Santo: “Dormierunt somnium suún, ét nihil invenerunt viri divitia- rum in manibus suis”. Correrán en pos de tales bienes y estos huirán de ellos, y si por ventura llegan á alcanzarlos, los gozarán apenas hasta el sepulcro: allí se hallarán con las manos vacias y acaso sus almas en eternos tormentos, en eterna miseria. Dice finalmente: “que manteniendo intacto el precioso víncu- lo de unión que estrecha á los venezolanos por la religión católica, 490 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 apostólica, romana, den una hospitalidad franca y adhesión cordial á todos los extrangeros, que vengan á aumentar la familia”. Por la generalidad con que se expresa, debe ser adhesión cordial á su trato, á sus costumbres, á sus dogmas, á su religión: si estos extranjeros son de nuestra misma religión, amen: vengan enhorabuena, pero si de contraria, es una paradoja, una verdadera quimera: es destruir con una mano lo que edifica con la otra: es querer asociar la luz con las tinieblas, la vida con la muerte, á Dios con el demonio; es querer poner en un mismo altar la Arca del testamento y el ídolo Da-gon. Nadie ignora que todas las otras religiones tienen una esencial opo- sición con la católica, y que por consiguiente chocan y se destruyen mutuamente. Estas y otras muchas razones, que omito por no dilatarme, me obligaron á representar al soberano Congreso con fecha 29 de Agos- to último á nombre mió, de mi clero y de mis diocesanos se sirviese grabar en su constitución: “La religión católica, apostólica romana, con exclusión de cualquiera otra, es la de Venezuela, y el Gobierno la protejerá y no permitirá ningún otro culto”: haciendo este deber por la conservación de la misma religión como pastor, y por la felicidad y estabilidad del Gobierno como ciudadano. Esta representación aca- so no fue recibida (no ha habido contestación) ó no fue atendida. Ahora de nuevo ruego, suplico, insto, clamo al supremo Gobierno lo que entónces pedí, en mi nombre, de mi clero, de mis diocesanos, y también de todos los venezolanos; y si esto no es asequible pido reverente, pero eficazmente mi pasaporte en obedecimiento del mis- mo Evangelio de S. Mateo, (c. 10, v. 14): “Quicumque non receperit vos, nec audierit, sermones vestros, exeuntes foras de domo vel civi, tate escutite pulverem de pedibus vestris”. Mérida Noviembre 6 de 1830.- Buenaventura, obispo de Jericó. OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 491 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) Exposición del Pbro. José Antonio Rendón al Poder Eje- cutivo en la que defiende la persona del Obispo Arias y pide que no se llegue nunca a expulsarlo (12-11-1830). Fuente: A.G.N. Secretaría del Interior y Justicia 1830. Tomo IV., f. 60-63. Esposicion al Poder ejectutivo de Venezuela por el Pro. José Antonio Rendón satisfho. el valor de cuatro sellos 5os. por falta de papel sellado el admor. Almarza. Señor Sería faltar á los debéres de un decidido ciudadano de Vene- zuela q.e debe sacrificarse pr. la essitencia y honor del Estado pr. su entera conservacion y brillo qe la ilustre entre las demas naciones; es el caso, que habiendo trascendido a este Pueblo que su Sria. Illma. el obispo de Jericó actual Vicario Apostolico ha representado al Gbno. de Venezuela á cerca de la gral. essistencia de ntra. Religion, Catolica Apostolica, Romana, y de obstarle los lazos, é irrespeto, y demas ruinas q. sensata y justamente cree sin dudas q. debe acarrear á esta diosesis y demas circumvecinas, el tolerantismo religioso permitido por el Gobierno y que de despreciar sus canonicas reflexiones pide se le libre su pasaporte; si este llega a condescenderle, estoy cierto que llegará el concepto, y desagrado de esta Provincia, y de todos los pueblos de esta Diosesis q. han conocido al dho. Sr. Illmo. á termino de desesperacion segun las reflexiones anteriores. Siendo dho. Illmo. niño de siete á ocho as. se introdujo por su propia voluntad en este colegio Seminario, la solida virtud q. lo trajo á el, llegó a ser tal que aun los estudiantes menos devotos lo respetá- bamos como a un ansiano, su humildad desnuda de toda hipocresía, las ocultas penitencias, que se le observaban, su innata aplicación y de consig.te su notorio aprovecham.to llegada q. fue la noticia, 492 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 y observada pr. El Illmo. Señor Lora (que paz goza) primer digní- simo obispo de esta Diósesis le vistió la veca seminaria siendo el primero q. la usó, y de consiguiente el primer colegial que tubo este seminario; en este empleo siguió sus clases llevándose en todas las q.e cursó las ventajas notorias á los demás condisipulos: hallándose de Vicerrector fue ordenado de Presbit.o á titulo de la catedra de Menores, desp.s sirvió la de Filosofia en dos cursos, y después leyó las de Teologia de Prima y de Visperas en diversos cursos, en estos empleos q.e sirvió con la m.or eficacia y aprovechamiento de sus di- sipulos siendo director espiritual del Colegio, y de muchas personas de fuera, q.e lo solicitaban pr. tal; sin hacer pr. si ni por interposita persona solicitud alguna le vino el nombramiento de Canónigo Ra- cionero de esta Cated. Pr. el Sor. Fernando Septimo, y después por el Gobno. de Bogotá la canogia de Merced qe. actual está sirviendo, en cuyo exercicio aun sin haberlo pretendido le vino de su Santidad el nombram.to de obispo de Jericó, y de auxilio del Señor Lazo qe. lo fue ordinario de esta diócesis en cuya ausencia le llegó de su San- tidad el de Vicario Appco. que exerce. La vida y conducta irreprehensible de este Prelado desde su juventud, en notoria humildad, los continuos exercicios en su mi- nisterio, y las austeras penitencias q.e ha exercido, y exerce con la mayor constancia le han permitido llevarse al general concepto de santo, de quantas personas le han tratado, y le tratan, y a esto se atribuye la elevación en q.e se halla, de manera q.e conocida q.e era la exactitud infatigable del Señor Lazo, los continuos beneficios, y adelantos q.e le mereció toda la Diosesis, y gralmente esta ciudad, que puede decirse sin hipérbole que á no ser por dho. señor todavía se hallaría en los escombros en q.e la dejó el terremoto; con todo, este dignísimo Prelado no ha sido sentido qual debía, pr. la suerte de haber quedado en su lugar el Illmo. Sor Arias que aunq.e no tan emprendedor como el Sor. Lazo, quisá pr. la pobreza en q.e se halla pues solo tiene las cortas rentas de la Canogía que sirve, que á pe- nas le alcanza p.ra un vestuario y manutension pobrem.te. Este Sor. OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 493 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) que debe á toda la Diosesis el concepto de santidad en q.e todos le veneramos, cuyas pruebas dieron principalm.te todos los habitantes de los Llanos en el tiempo qe. pr. comisión del Señor Lazo, y del Sr. Arzobispo de Carácas hizo aquella visita, á penas se sabia que era el Sor. Arias quien la hacia, que á porfia se despoblaron los vecinos de todos los campos aun los mas remotos y lejános, teniendo á mucha felicidad recibir su bendición. Los desafectos de nuestro Gob.no venezolano procuran pr. to- das partes desacreditarlo formando de nimiedades, castillos de vien- to á fin de trastornar la oponion y ser los partidarios de la tirania. Si ven licenciar y separarse de Venezuela á este hombre q. justa ó injustam.te merece á la opinión gral. tan decidido concepto, creo sin duda, que se formará un partido capaz (aunque inerme) de desacre- ditar ál gobno y causarle mas daños, y trastorno q.e el q.e pudieran originarle aguerridos y numerosos exercitos. Los pueb.s católicos no acostumbrados ál tolerantismo del culto pub.co religioso, están creidos q.e esta permisión es, ó viene á ser una guerra continua ó gral. destrucción de nra. Religión Católica, Apostolica, Romana, cuya creencia, ó bien sea fanatismo, en que se hallan con dificult.s y quisá jamás se les persuade de contrario, y bien sabe V. E. lo q.e es un entusiasmo, y á quantos imposibles se atreve una opinión sobre religión de q.e las historias asi eclesiásticas como civiles nos presentan infinitos exemplares. Yo q.e deseo pr. todos los títulos el mejor crédito del Gobno. de Venezuela me considero obligado á dirijirme á su Excelencia con la sinceridad que lo verifico á efecto de que con su acostumbrada prudencia, y sensates del Gobno. obre los efectos que se juzguen legales y conformes. Dios gue. la importante vida de su Excelencia muchos años por el bien del Gobno. y defensa de los dros. de Venezuela. Merida Noviembre 12 en 1830

Jose Ant.o Rendon 494 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 REPUBLICA DE VENEZUELA. Secretaria de E. en el D. del interior y justicia.— Seccion central.— Ramo de negocios eclesiásticos. Caracas 5 de Marzo de 1834, año 5° de la ley y 24 de la independencia.— N° 103.— Circular.

Al M. Reverendo Arzobispo de esta diocesis. Tengo el honor de acompañar á US. Reverendísima copia au- torizada de la ley que el congreso ha dado en 17 de Febrero anterior declarando no estar prohibida en la república la libertad de cultos, y que el P. Ejecutivo ha mandado cumplir y obedecer. Soy de US. Reverendísima atento servidor.

D. B. Urbaneja. El Senado y Cámara de Representantes de la república de Venezuela reunidos en congreso. Considerando. 1º Que la constitución en su art. 218 llama á vivir en Venezue- la á los extranjeros de cualquiera nación. 2º Que la libertad religiosa es una parte esencial de la libertad civil, que la misma constitución asegura á los venezolanos y extranjeros avecindados en la república. Decretan. Art. Único. No está prohibida en la república la libertad de cultos. Dada en Caracas á 17 de Febrero de 1834, 5° de la ley y 24 de la independencia. El presidente del senado. (Firmado) Manuel Quintero.— El pre- sidente de la cámara de representantes. (Firmado) Rufino Gonzales.— OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 495 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) El secretario del senado. (Firmado) J. M. Pelgron.— El secretario de la cámara de representantes. (Firmado) R. Dominguez.— Sala del despacho.— Caracas Febrero 18, 1834, 5° y 24.— cúmplase.— El presidente de la república. (Firmado) Jose A. Paez. Refrendado.— El ministro de E. en el D. del Interior y Justicia. (Firmado) D. B. Urbaneja.

Es cópia. Urbaneja.

Santa Visita Pastoral desde la ciudad de San Luis de Cura á 21 de Marzo de 1834. Al Sr. Secretario de Estado en el despacho del Interior y Justicia. Con el mas acerbo dolor he recibido en este dia en que la Iglesia nos recuerda los intensísimos dolores de la Sacratísima Virgen Maria Nuestra Señora al pie de la cruz. La copia del decreto sobre libertad de cultos de 17 de Febrero último que US. Se ha servido comunicar- me en oficio de 5 de los corrientes; porque si Dios aprobase todos los cultos como lo hacemos nosotros, ó le fuesen todos gratos é indiferentes, en vano nos habría enviado á su Unijénito á establecer una religión, mejor diré á aumentar y perfeccionar la que dio al pri- mer hombre desde el principio del mundo: en vano la inmolación de Jesu-cristo en una cruz, sus tormentos y agonías: en vano todos los misterios de nuestra creencia si es libre al hombre admitir los que guste y desechar los que le desagraden, independizándose de Dios que los ha revelado, y dejado en su Iglesia un juez permanente único intérprete de su soberana voluntad, para fijar todas las incertidum- bres del espíritu humano en materias de religion. Los desvaríos y dislates de toda la sabiduría pagana en la mul- titud de sus falsas deidades y cultos no reconoce otro orijen que la veleidad del entendimiento humano y la falta de sumisión á una autoridad decisiva como la tienen todos los gobiernos para poner fin á todos los negocios y diques á los jénios turbulentos é inquie- 496 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 tos. Si este desórden y confusión hubiese sido del agrado del único Dios verdadero, desde luego habría dejado divagar al linaje huma- no eternamente por todos los errores de la filosofía pagana que le tributaba diversidad de cultos, aun los mas inhumanos y obscenos; pero no: el Dios de clemencia, el Dios de pureza y santidad no puede acomodarse con cultos abominables que desdicen de su magestad y grandeza y ultrajan sus divinos atributos y perfecciones, ¿Y qué se pretende con la libertad de cultos que se concede? ¿Qué se renueven en nuestro suelo los sacrificios cruentos y detestables que abomina la sola razón natural? ¿Qué se ramifique el único verdadero que hay y se confunda hasta no quedar ningún rastro de lo que fue, como se observa sucede con generalidad en las naciones que han teni- do la desgracia de verse en la necesidad de tolerar distintas sectas? ¿Qué se alienten los malcontentos con la Iglesia católica para que la insulten con mas descaro, rompan la unidad que liga á los verda- deros creyentes con trampantojos de doctrinas falsas, peregrinas é inauditas en la Iglesia de Jesu-cristo; y que difundido el espíritu del error, arrastre por la novedad, por el interés, por las pasiones, por la falta de conocimientos en los principios elementales de la religion Católica, Apostólica Romana un número considerable de los que ahora la profesan de buena fe, sin otro exámen que su docilidad á la Iglesia que les habla en nombre y con la autoridad del Señor? ¿Qué el pueblo rudo é incauto dogmatice en materias religiosas y discierna la verdadera de las falsas para adherirse á la que mejor le paresca? ¿Qué se desconcierte e saludable vallado de la unidad de la Iglesia y se deje llevar de todo viento de doctrinas y ejemplos? ¿Qué la pálida y trémula filosofía que huye avergonzada y despavorida de los países en que ha sido conocida, se anide y tome asiento entre nosotros después de los desastres y carnicerías que sabemos ha causado en todo el mundo? ¿Tan mal nos ha ido con la filosofía cristiana que nos trajeron y conserváron nuestros mayores, que querémos entrar á experimentar novedades, solo por un prurito de imitacion en el siglo de las versatilidades y de la inconstancia? Ah! OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 497 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) Ahora bien. Si los males que dejo solamente apuntados tie- nen lugar y se han esperimentado en todos los países católicos, que han abierto la puerta á la libertad de conciencia, madre lejítima de semejantes franquicias y liberalidades ¿Cuáles deberemos espe- rar nosotros en el nuestro, plagado de una corrupción espantosa de costumbres y sin auxilio de pastores que los contengan, pues que el número de los que han quedado, y aun el halagüeño de las esperanzas mas lisonjeras está reducido al mas insignificante para desenmascarar el error, y aun para la precisa administración de los Santos Sacramentos y sostén de los verdaderos principios religiosos y políticos, como lo lamentan los pueblos y lo palpan mas de bulto los corazones piadosos? Yo pues, con aquella enerjía que me da mi ministerio para guar- dar la ciudad santa de Sion: con el fin de evitar la apostasía de una sola de las ovejas que me han sido confiadas: con el de proporcionar á mi país las ventajas que trae consigo la unidad religiosa como se reconoce también en la civil que detesta y castiga las divisiones y par- tidos, me atrevo á interesar al gobierno con el último encarecimiento por medio del mismo ministro que me ha dirijido la comunicación que contesto, á que adunando sus sentimientos con los mios, y es- forzándolos cuanto lo exije lo momentoso de la materia, los trans- mita al congreso soberano para que pesando de nuevo la materia en los consejos de su sabiduría, no solo revoque el sobredicho decreto, sino que ocupe su atención en dar leyes protectoras á la Iglesia de Venezuela á ejemplo de los Macabeos, que después de haber triunfa- do gloriosamente de sus enemigos, convirtieron sus cuidados y des- velos en purificar las cosas santas y renovarlas, exitándose como en acción de gracias á la ejecución de este deber “ecce contriti susnt inimici nostri ascendamus nunc mundare sancta et renovare” 2 y ya que hablo de le- yes protectoras de los cánones, recomendará para que se conserven sus bienes á los monasterios las disposiciones de dos concilios jenerales,

2 Mach. lib. 1.º cap. 4º. 498 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 el 1° de Calcedonia en el cánon 28 que dice: “que los monasterios construidos y establecidos en un lugar con el consentimiento del obispo, sean siempre monasterios, y que se les conserven cuidadosa- mente los bienes que fueren dados: de modo que estas casas jamás vengan á ser habitaciones de seglares:” y el 2° de Nicea que se esplica así: “contribuir á esta mudanza ó permitirla, es á juicio de este con- cilio incurrir en una terrible condenación:” para que á vista de unas decisiones tan claras y terminantes, renovadas por el Tridentino se den las leyes auxiliares en su apoyo que calmarán las inquietudes de sus verdaderos dueños; de todos los que conocen los principios de la justicia universal que los favorece en su posesión y dominio; y se ponga un freno de contención á esos aconsejadores y regaladores de lo ajeno; pues que todos saben muy bien los títulos ó modos con que se adquiere el dominio de las cosas, y que este no se justifica por la usurpación, ni se puede cohonestar por títulos de nueva invención desconocidos del derecho natural de jentes. Si por desgracia mi voz y sentimientos, que son los de la tota- lidad de los venezolanos, quedaren ahogados en el tumulto de las pasiones y en el torbellino de las máximas y principios del siglo de la impiedad y de la irreligión; yo me concentrare al asilo de mi corazón y allí llorará en amargura de mi alma la infausta suerte que la impre- visión de males que son consiguientes, va á ocasionar á mis amados diocesanos en lo espiritual y temporal, un decreto que pon ningún aspecto puede ser favorable á los naturales del país para quienes se dan las leyes; y si, demasiado funesto por el trastorno y desconcierto de las leyes que rijen la Iglesia de Jesu-cristo y las del Estado, mejor diré un semillero y manantial de cuestiones, disgustos y altercados que no podrá ménos de turbar la paz civil y religiosa de la república. Desde este retrete impenetrable yo dirijiré mis lastimeros balidos al pastor Eterno para que apiadado de nosotros según sus grandes misericordias nos consuele y nos abrigue con el escudo de su protec- ción todopoderosa desde el cielo, ya que solicitado respetuosamente sobre la tierra el remedio, no nos ha sido concedido. Entretanto que OBISPO BUENAVENTURA ARIAS (El Arenal, 499 Edo, Mérida 1772 - San Juan de César, Río Hacha (Colombia), 1831) nuestros jemidos, reunidos con los de nuestra grey, penetran hasta el alcázar del altísimo y tiende este sus miradas favorables y propicias sobre nosotros como lo espero lleno de confianza: yo le pido para mi rebaño la fortaleza de ánimo del anciano Eleazar para morir ántes que gustar las viandas inmundas que se nos ofrecen en esos cultos y bajaré gustoso al sepulcro siendo la primera victima si es preciso, sin aprobar ni simular la aprobación de semejantes cultos mancillando mis canas, mi catolicidad, mi pontificado y dejando á la posteridad el mas horroroso y escandaloso ejemplo de perfidia y prevaricación. Dios guarde á US. muchos años.

Ramon, Arzobispo de Caracas.

EL NACIONAL

PERIODICO POLITICO, LITERARIO Y MERCANTIL.

TRIM. 1.) CARACAS 1 DE FEBRERO DE 1834. NUM. 8)

RESUMEN Tolerancia, y libertad de cultos.― Pacificación de la Goagira.― Noticias del Exterior. Islem del Interior.― Bendicion del cementerio.― Traduccion de Virgilio― Hablar sin lengua.― Utilidad de los avisos al público.― Recompensa al capitán Ross.― Avisos.

Este periódico aparecerá en los dias 1, 11, y 21de cada mes. La suscripcion por trimestre nueve reales, los números sueltos, uno y medio reales.

TOLERANCIA Y LIBERDAD DE CULTOS. No se asusten los devotos, ni se lisongeen los reformistas por el titulo de nuestro articulo; parecerán acaso escandalosas para par- tidos extremos y opuestos algunas de nuestras proposiciones, pero quizás al fin quedarémos todos convencidos en lo sustancial de una cuestión que se ha querido hacer tan complicada, y difícil, siendo tan sencilla y fácil, que á nuestro modo de ver está por si misma resuelta. La fatal combinacíon de la vanídadé ignorancia exalta las paciones, engendra odios y hace irreconciliables á los mismos que por diversos caminos propenden á un mismo fin; por no permitir y tolerar que otro piense y vea las cosas de diverso modo, se albordian 502 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 nuestras cabezas y no podemos conocer ni convencernos de lo que positivamente interesa á la patria y religion, de la que sucederá nece- sariamente; y en fin de lo que los fanáticos no podrán evitar, ni los liberales exaltados conseguir, esto es: cambiar el orden de la Providencia, ó sea el Hade ó Naturaleza. Cuando el hombre para pensar se halla en paz con sus pasiones, el entendimiento queda libre para conocer cuanta razón tuvo aquel filósofo cristiano para decir: “los mayores negocios de este mundo son como los juegos de los niños” y añadir, que en el dia en Caracas el clero y las cámaras se ocupan en un negocio que no vale la pena perder el tiempo en él, y este es: la libertad de cultos. No sabemos por qué desgracia hay personas que se empeñan en adelantar los acon- tecimientos, y otro en retardarlos, y a nuestro modo de ver unos ni otros tienen razon, ni lograrán su íntento, porque ambos pecan en contrariar el órden y voluntad del Supremo Hacedor y Señor del Universo. Unos quieren amontonar en la plaza de Caracas tantos hereges y cismáticos que no se pudieran distinguir, ni percibir en nuestra poblacion los creyentes, los hijos de la iglesia católica, á lo que hemos heredado la fé de nuestros padres, y la religion que espe- ramos conserven nuestros nietos pura é ilesa, altravez de los cambia- mentos que reciba el mundo material. Otros quieren que Venezuela vegete en la miseria, ignorancia y abyección; que aleje de su suelo al ciudadano laborioso é industrioso, que viviendo en paz, y ejerciendo virtudes, adora á Dios de un modo diferente, tributándole un culto que habla ó tiene mas relación con el entendimiento que con los sentidos; y considerando á unos y otros, creemos que ninguno tiene razón, sí juzgamos por las cosas como realmente son. ¿Que pobla- ción tiene Venezuela que pueda erigir templos, dotar ministros, y sostener el culto público de los protestantes, de Calvino y Lutero, de Zuinglio y Wicleff? En donde están esos judíos y mahometanos que necesiten sinagogas y mezquitas para adorar á Dios á su modo, y según sus ritos? Y por el contrario, teniendo la República abier- tas sus puertas para recibir á todos los hombres de cualquier pais y EL NACIONAL. PERIODICO POLITICO, LITERARIO Y MERCANTIL 503 religion que sean; habiendo las luces y civilizacion del siglo sumido en el olvido las disputas religiosas: habiendo un Dios de bondad y misericordia querido fijar para nuestra era la época de la fraterni- dad, la época de la caridad en que debemos recoger los frutos de la predicación evangélica que por tantos siglos han malogrado la ge- neraciones que nos han precedido: estando reservado para nuestra era extinguir la persecución religiosa, los tormentos de la Inquisición, la sangre de los mártires, y la hoguera de los hereges; debemos to- dos los hombres tener muy presentes las palabras del discípulo muy amado, las del Evangelista Juan, que con la trémula voz de sus años no se cansaba de repetir a los primeros creyentes: Dileelifralves: dili- gete ad incierna, diligete ad inricem. En esta era, en este siglo señores, se perderá el tiempo disputando lo que abeterno está decretado, lo que las ciencias Divinas y humanas han enseñado, lo que la civilización y franco comercio de las naciones no permiten que retrograde: la to- lerancia, la libertad de cultos. No es posible sin hacernos ignorantes por sistema, afirmar que está bajo el dominio de la Iglesia Romana, ó de la soberanía de los congresos de la República las relaciones del hombre para con su Dios. El modo, el rito, el culto, con que cada uno quiere adorarlo es propio y privativo de cada individuo según la religion á que quiso pertenecer. ¿Qué potestad hay en la tierra, quien es el comisionado del vicio que esté suficientemente autorizado para arrancar del propiciatorio al cristiano penitente, á una tierna filotea de la mesa del altar, del convite celestial? Asimismo, ¿quien será el insolente, el maldito de dios y de los hombres que pretenda embarazar en cualquier lugar de la tierra, al religioso protestante que en el retiro, y recogimiento de sus templos fecunde su alma con las gratas emociones, y consuelos de la Santa Biblia? Por la misma razón ¿quien será tan temerario que pretenda turbar el reposo del austero faquir en medio de la espe- sura de un bosque, o quien intentará usar de la fuerza, para que el humilde musulman, no se prosterne, y cubra su rostro para adorar al Altísimo, delante del sepulcro del Gran Profeta según su creeencia? 504 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 No, nadie lo hará, porque todos saben que en Venezuela y Arabia se adora á un mismo Dios; que el Dios de los cristianos es el Dios de los Iracmanes: Unusest Deus, es el credo universal, éste es el dogma de la razon y de la revelación, ésta es la única verdad que comprueba el materialista y aun el mismo ateo en el devaneo de sus ideologismos cuando admiten la existencia de un ser independiente y operante. Que una también es y será la Iglesia verdadera tircansanrlurncatholicanos et apostolican Erclesiam, prosigue nuestro credo; con solo la diferencia que no debemos forzar ni estrechar á que entren por sus puertas los que no oyeron su voz; y sin negarnos á su trato, comercio y oficio de ca- ridad, nos debemos contentar con creer que están extraviados, rogar á Dios por ellos, y reputarlos como étnicos y publicanos, y ésta es una verdad revelada en aquellas palabras: si exclesiam non audicril, sil libisicutadlonicus et publicanas. Si lo dicho es una verdad reconocida, podemos decir que la ley que se acaba de dar diciendo, que no está prohibida la libertad de cultos, es inútil, y que no tendrá otro efecto inmediato sino contris- tar á los devotos de poco alcance, é irritar á algunos del clero que alcanzan demasiado para sostener una cantinela aunque inútil, mor- tificante á la sociedad. En este estado de cosas parece pues que la patria y religión exigen que no nos ocupemos en pretenderacelerar o retardar lo que segun el órden natural no podemos hacer ni evitar; por esta razon el clero obrará con toda la ilustracion de su buena moral, no tocando la cuestion del culto y tolerancia en el púlpito ni en conversaciones priva- das, porque si es un mal, es imposible que lo atajen con su disgusto; é igualmente los reformistas; los que quieren que la patria marche al galope, deben desistir y dejar de animar á que se realize en el dia lo que creen se hará despues, porque basta al día su propia malicia, ninguno puede añadir un codo a su estatura, y por tanto debemos dejar á la Providencia que haga ó no necesaria esa mezcla y confusion pú- blica de creencias, asi como lo ha hecho en Roma centro y capital del EL NACIONAL. PERIODICO POLITICO, LITERARIO Y MERCANTIL 505 mundo católico: como lo ha hecho en Francia cuyo monarca llevaba por timbre el renombre de cristianismo: y como se está haciendo en fin en todos los pueblos en donde hay una población suficiente que reclama el derecho de ejercer libremente su religion, sin pretender destruir, ó ridiculizar las de otros. Ejemplo son de esta concordia los Estados Unidos del Norte admitiendo obispos é iglesias católicas en medio de un pais poblado de diversas sectas y sismáticos. Ejemplos son los protestantes de Inglaterra declarando á los católicos de Irlan- da, y a los Judios del Reino Unido igualdad de derechos (que antes habia negado el error y preocupacion de los siglos tenebrosos); por tanto la cuestion de cultos y tolerancia es verdaderemente inútil cuando los hombres aman la paz entre sus hermanos como hijos de un mis- mo Dios, y cuando se interesan en la prosperidad y dicha de la patria ó suelo á que quiso la Providencia que perteneciesen.

XXIII

TOMÁS LANDER (Caracas, 1787 – 1845) En su época Lander se constituyó por sus ideas y su constancia en divulgarlas en el principal vocero de los partidarios de la libertad religiosa o libertad de cultos. Una lectura de su pensamiento y de su actuación conduce a concluir que para Lander la tarea de la indepen- dencia se cumpliría en la medida que se desterrara el despotismo en sus dos fuentes tanto en el orden político como en el religioso, que lo representaban en la América hispana la Monarquía y la Iglesia Ca- tólica que se habían asociado para emprender la conquista y dominio de las tierras descubiertas y por descubrirse a partir de 1492. A estos efectos, se encomendó al diputado Lander, conocedor de la materia, preparar el proyecto de exposición de motivos para elevarlo a la consideración del Congreso. Lander recibió este man- dato en 1832 y en 1833. Este proceso tuvo altibajos: en 1832 la Diputación Provincial aprobó el proyecto preparado por Lander y fue a la Cámara de Representantes donde no prosperó. En 1833 la Diputación provincial insistió sobre la cuestión bajo la rectoría de Lander pero a última hora se frenó y no salió oficialmente hacia el Congreso. Sin embargo en esta segunda oportunidad sorpresiva- mente la iniciativa sí prosperó y en la primera quincena de febrero de 1834 fue debatido y aprobado en ambas Cámaras. El 18 del mis- mo mes y año como consecuencia del cúmplase presidencial, se hizo ley de la República.*

* Sobre este particular consultar: El Conciso, Nº 27, Caracas, febrero 17 de 1833; Nº 42, Caracas, marzo 4 de 1833; Nº 47, Caracas, marzo 9 de 1833; Nº 49, Caracas, marzo 14 de 1833; Nº 54, Caracas, marzo 16 de 1833; Nº 57, Caracas, abril 12 de 1833; y, Tomás 508 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 Sobre este asunto se presentan los documentos siguientes: 1. La exposición de motivos aprobada por la Diputación Provincial en 1832. En este documento predomina la orientación social y económica como razón que justifica el proyecto y su autor fue Tomás Lander. 2. La ley de libertad de cultos.

Lander, La Doctrina Liberal, tomo 4, pp. 227-229 (Pensamiento Político Venezolano del siglo XIX, Presidencia de la República). Caracas, 1961. Ley del 18 de Febrero de 1834 declarando no estar prohibida en la República la libertad de cultos

El Senado y Cª. de R. de la Rª de Venezuela reunidos en Con- greso, considerando; 1º Que la Constitución en su artículo 218 llama a vivir en Ve- nezuela a los extranjeros de cualquiera nación: 2ª Que la libertad religiosa es una parte esencial de la libertad civil, que la misma Cons- titución asegura a los Venezolanos y extranjeros avecindados en la República, decretan: Art. Único. No está prohibida en la República la libertad de cultos. Dada en Caracas a 17 de Feb. de 1834, 5º. 24º. –El P. de S. Manuel Quintero.- El P. de la Cª. de R. Rufino González.- el sº. del S. José María Pelgren.- el sº. de la Cª. de R. Rafael Domínguez. Sala del Despacho, Caracas Feb. 18 de 1834, 5º y 24º.- Cúm- plase.- El P. de la Rª José A. Páez.- Refrendada – El ministro de Eº. en el Dº. del I. y Jª. Diego Bautista Urbaneja.

Libertad de cultos *

De todos los goces que las garantías civiles dispensan al hom- bre en sociedad el más precioso es el de la libertad de cultos, porque en él se cifran, el aumento de la población, de la industria, de las luces, y de la riqueza nacional. Es una base del edificio social, y en Venezuela ha llegado a ser ya la única esperanza de seguridad y de conservación. Examinada con los ojos de la razón, la libertad de cultos, está en perfecta consonancia con los impulsos de la naturaleza; nada es más conforme a ella que el amor entre los individuos de una pro- pia especie, y mientras que cada hombre dirige al Ser Supremo sus homenajes y adoraciones de la manera a que es habituado por su educación, los miembros de todas las naciones y de todos los cultos se cambian recíprocamente los productos de su industria, el comer- cio los aproxima, el interés social los dociliza y morigera, y la causa común del género humano viene a ser el objeto de cada uno de sus individuos. De esta universal armonía se forman las naciones y los imperios, y Asia y Europa, África y América componen la gran fede- ración de seres racionales, cuyo lazo es formado por el amor natural, sin que esta fuerza de homogeneidad haya podido ser nunca destrui- da, ni aun por los continuos choques de la tiranía y del fanatismo.

* Presidencia de la República. Pensamiento Político venezolano del siglo XIX. Textos para su estu- dio, N° 4. La Doctrina Liberal. Tomás Lander. Ediciones Conmemorativas del Sesquicen- tenario de la Independencia, pp. 217-222. Caracas, 1961. 512 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 A pesar de este sentimiento íntimo que la naturaleza infunde al hombre social, Venezuela, subyugada todavía por las leyes fanáticas de España, en contradicción perpetua con sus instituciones funda- mentales, y con los votos que proclamó desde el 19 de abril de 1810, despoblada, pobre, envuelta aun en las heterogeneidades que astu- tamente estableció su antigua señora, y cuyos hábitos todavía no es posible sacudir del todo, amenazada con frecuencia de conmociones intestinas, y en fin, aun en la cuna de la civilización, quiere hallar dentro de sí misma los elementos de su fomento y progresos, quiere ser fuerte y poderosa por sus propios recursos, y pretende aumentar su población por el movimiento ordinario y mezquino de sus esfuer- zos, como si el orden de la procreación humana pudiera precipitarse, y como si ésta no guardase un equilibrio necesario y gradual con la prosperidad común. Así lo quiere cuando intolerante niega a los extranjeros que convida a su seno el ejercicio de sus ritos religiosos, y los aleja por esta bárbara interdicción del país mismo que tanto necesita de hombres de industria, de luces y de fuerza moral para continuar la marcha que ha emprendido. Por esta causa, ningún ex- tranjero querría cambiar su culto y sus derechos en el país natal por gozar del fuero de venezolano. Somos muy pequeños para que esta cualidad sea envidiada, si no agregamos­ al interés que pueda inspi- rarles la esperanza de mejorar su suerte, el poderoso estímulo de la religión, de que ningún hombre sensato y honrado quiere apostatar por un cálculo de conveniencia individual. Sólo una ley fundamen- tal que garantice y tolere la creencia, o el culto de los extranjeros inmigrados, puede presentarles halagos risueños que los atraigan al fértil suelo de Venezuela. Lejos de nosotros la mezquina idea que el fanatismo pretende sostener, de que nuestro culto católico, el de nuestros padres, y que será el de nuestros más remotos nietos, sufra el menor detrimento por la inmigración de otros creyentes. ¡Qué! ¿Los venezolanos no deben tener una religión? ¿Y por qué cambiar la que conocimos por otra que ignoramos? Y sobre todo, ¿la cató- lica no es la verdadera, no es la divina y celestial, y contra la que no TOMAS LANDER 513 (Caracas, 1787 – 1845) prevalecerán las puertas del infierno? ¿Qué podemos, pues, temer si Dios está con nosotros? En pocos países se veneran y se observan nuestros dogmas con más inviolabilidad, que entre los católicos de Inglaterra y Norteamérica. En la Cámara de los Comunes de la Gran Bretaña, ocupan hoy un asiento los católicos de Irlanda. No había quinientos mil católicos en los Estados Unidos cuando promulga- ron su independencia, y en el día pasan ya de tres millones. Esto nos testifica que la civilización ha hecho progresos a la par de la libertad, y que las sociedades más bien morigeradas circunscriben sus leyes al espíritu mismo del Evangelio, y al precepto natural y divino “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” La libertad de cultos que debe preceder al casamiento civil, y que lo exige indispensablemente, es la primera necesidad de la patria, el mayor acto de justicia con que sus directores deben honrarla, y por supuesto, el apoyo más sólido de esperanzas racionales relativas a su prosperidad. Cuando se habla de libertad de cultos, se entiende la que debe tener todo habitante de Venezuela, para profesar los principios religiosos que sus padres le enseñaron, y para practicar en sus respectivos templos los ritos y ceremonias con que los cultivan o recuerdan. La patria está desierta. Pocos millares de hombres habitan una numerosa cantidad de millares de leguas, claro es que necesitamos de población. Las familias no emigran adonde no son respetadas, adonde principian por ser vejadas. Hermoso es el clima de la pa- tria y feraces sus tierras; pero con la opresión religiosa que en ella establecieron los abominables reyes de España, coligados con los inquisidores más abominables aún, con esta opresión española que nosotros hemos conservado tercamente, hacemos estériles tan pre­ ciosas ventajas. Vienen y vendrán únicamente los hombres más osa- dos, y vienen sólo a especular para regresarse lo más pronto posible. Vuelva cada uno de nosotros sobre sí mismo, y pregúntese, ¿me apegaría yo a un lugar, cuyas leyes me prohibiesen el libre ejercicio 514 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 de las acciones en que hicieron consistir nuestros padres la sagrada religión que me enseñaron? Seguramente que no, y seguramente lla- maría tiranos a sus legisladores. Pues tan sagrada parece al cristiano la doctrina que su padre le inculcó, como al mu­sulmán, al luterano y al hebreo las que aprendieron de sus mayores El lugar en que el hombre nace determina en lo general la religión en que muere, y nuestros mismos arzobispos y obispos serían esclavos de las falsas divinidades, si hubieran nacido a las márgenes del Ganges, porque allí el tiempo y el ejemplo hubieran hecho inalterables las lecciones recibidas en la infancia. Veamos también la historia de los pocos hombres emprendedores que nos visitan. Regularmente son jóve- nes, porque los viejos viajan poco, de con­siguiente, robustos y apa- sionados; nuestras mujeres son graciosas tienen mil atractivos, y su número es excesivo en comparación de los individuos de nuestro sexo: se tratan, se estiman, y nace aquel sentimiento definido por un sabio: “La amistad embellecida por el placer, o la perfección de la amistad”. Aquí entra el conflicto, ¿quieren unirse legítimamente y darle a la patria los renuevos por que clama, y de que tanto necesita? Pues no lo lograrán. Un sistema intolerante exige que el pundonoro- so extranjero doble las rodillas, se presente a examen de doctrina, re- nuncie lo que sus padres le enseñaron a llamar religión sagrada y, en una palabra, que se convierta. Si se niega, que es lo más frecuente, la respuesta se reduce a decirle: “El canon tal no permite que se unan las cristianas con los herejes”. ¿Cuál es la consecuencia? La venezo- lana y el extranjero continúan amándose, y naturalmente se toman las licencias que impetraron, y con las que pretendieron legitimar su unión, porque la necesidad de la reproducción en la especie humana, es la más violenta de todas las necesidades, cuando se hace sentir por la edad con todas las fuerzas que imprime la naturaleza; hace muchas veces olvidar el interés de la conservación. Así es que vamos poblando nuestros países de hijos bastardos, y de madres virtuosas en la realidad, aunque no adornadas con el título de esposas. ¿Dase un desorden igual causado exclusivamente TOMAS LANDER 515 (Caracas, 1787 – 1845) por las que se llaman leyes eclesiásticas, fuentes que debían ser de moral y de pundonor? Los españoles eran iliberales, pero consecuentes, y nosotros queremos ser liberales conservando sus instituciones. Ellos no per- mitían los enlaces de cristianas apostólicas romanas con hombres de otras religiones, pero prohibían también a esos señores su in- troducción o establecimiento en el país; nosotros los llamamos, los convidamos a poblar una patria desierta, y al llegar les decimos: “No toquéis nuestras mujeres porque sois herejes, o convertíos.” Les de- cimos en sustancia: “No honréis nuestras mujeres, a menos que os resolváis a deshonraros vosotros mismos. O nuestras mujeres deben ser concubinas, o ustedes bastantemente viles para cometer el acto conocido en todos los pueblos civilizados como el más degradante, esto es, la apostasía”. ¿Hay cosa más extravagante? Es impostura decir que la moral se compromete con la libertad de cultos. Los que lo sostienen saben ya, y lo sabe el pueblo entero, que es una mentira ridícula, pues que todas las religiones se concuer- dan en lo relativo a los deberes de padre, de hijo, de esposo, de súb- ditos o ciudadanos; en una palabra, en todo lo relativo a los deberes de la vida social. La equidad, la beneficencia, las buenas costumbres han sido recomendadas y predicadas a porfía por casi todas las sectas antiguas y modernas. A pesar de nuestras leyes opre­soras, tenemos entre nosotros un número considerable de extranjeros, ¿son muchas las causas criminales a que han dado lugar? ¿No les observamos al contrario, como padres, como esposos, como ciudadanos una con- ducta verdaderamente ejemplar? Pero no solamente es impostura decir que la libertad de cultos compromete la moral, sino que muy al contrario, la opresión religio- sa la está comprometiendo visiblemente en Venezuela. Dicen que la indiferencia en materias religiosas es más funesta y perjudicial al cristianismo y a su moral, que todas las herejías e incredulidades de Mahoma, Lutero, Calvino y demás sectarios, ¿y qué es lo que sucede 516 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 abriendo Venezuela sus puertos a los heterodoxos, y no permitién- doles las acciones con que tributan a Dios el culto que aprendieron en su infancia? Que dejan de practicarlas porque carecen de templo y del estímulo del recíproco ejemplo de sus correligionarios, y que tras el abandono de las prácticas, viene el olvido de lo que esencial- mente constituye el sistema religioso que profesaban, y que tras de este olvido viene la indiferencia por toda religión. Tenemos, pues, que por querer que todos profesen nuestros mismos principios reli- giosos, podemos poblar el país de ateístas indiferentes. También es impostura suponer que permitiendo templos a los inmigrados, habrá discordia entre los convecinos. Debe contestárse- les: “Si admitimos una sola religión seremos tiranos aislados en un país desierto; si admitimos dos no más, puede ser que se persigan; pero si admitimos cuatro, seis u ocho, cierto es que viviremos en paz”. Pregúntese a los que hayan estado en Inglaterra o los Estados Unidos, si allí contienden mucho los ciudadanos sobre materias re- ligiosas; allí hay innumerables religiones, una población siempre en aumento, y una paz imperturbable en estas materias, porque si la discordia es el gran mal del género humano, la libertad, o séase, la tolerancia es su único remedio. La libertad de cultos, pues, viene a ser bajo todos aspectos la primera necesidad de la patria; y el mayor acto de justicia con que la representación nacional de Venezuela debe honrarla. Y la Diputación lo pide y reclama de la próxima Legislatura. XXIV

El Nacional. Caracas, 1833–1841

En la parte superior del impreso periódico El Nacional, a que se refiere esta nota y que se reproduce en la parte que concierne al tema de la tolerancia religiosa, al señalar la fecha de la edición, dice: “Caracas 1º de febrero de 1834”, pero un lector de este periódico, colección que está en la Hemeroteca de la Academia Nacional de la Historia, introdujo, debajo de la palabra febrero, la palabra marzo a mano y con carácter correctivo. A fin de contribuir a clarificar la cuestión, subrayo lo siguien- te: para el 1º de febrero la discusión del proyecto de ley sobre li- bertad de cultos no se había iniciado en la Cámara de Diputados, cuerpo legislativo que tenía bajo su responsabilidad la divulgación de los actos legislativos, la Cámara de Representantes lo aprueba el día 8 de febrero, y luego lo hace la del Senado, de modo que los presi- dentes de ambas cámaras la suscriben el 17 de febrero de 1834; y el 18 de febrero el Presidente de la República ordena su cumplimiento. De modo que esta corrección manuscrita que figura en el ejemplar propiedad de la Academia Nacional de la Historia pone las cosas en su lugar, lo que se deduce del propio artículo que ratifica al señalar: Si lo dicho es una verdad reconocida, podemos decir que la ley que se acaba de dar, diciendo, que no está prohibida la libertad de cultos, es inútil, y que no tendrá otro efecto inmediato sino con- tristar a los devotos de poco alcance, e irritar a algunos del clero que alcanzan demasiado para sostener una cantinela aunque inútil, mortificante a la sociedad. 518 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA 1811-1834 En cuanto a la autoría del artículo editorial aludido es atribui- ble al Doctor Domingo Briceño y Briceño que fue el redactor único del indicado impreso. * El doctor Francisco González Guinán con su óptica, al re- ferirse a la aprobación de esta ley en febrero de 1834 sobre libertad de cultos, asienta el siguiente juicio sobre la calidad de dicho artículo editorial y naturalmente sobre el buen juicio que orientó la escritura del mismo, dice que esta ley produjo en el país “(…) graves discu- siones, así en el parlamento como en la prensa y en el seno de los hogares (…) Un periódico de la época, sensato en sus ideas y culto en la expresión de sus doctrinas, El Nacional, apoyó con muy buenos argumentos a la mayoría del Congreso, porque el modo, el rito, el culto con que cada hombre quiere adorar a Dios es propio y privati- vo de cada individuo, según la religión a que quiso pertenecer”. **

* Ver artículo Briceño y Briceño, Domingo firmadoE. N. de S., (Elka Nieschulz de Stoc- khansen), en Diccionario de Historia de Venezuela publicado por la Fundación Polar, tomo I, p. 544. Caracas, 1997. ** Francisco González Guinán, Historia Contemporánea de Venezuela, tomo II, p. 296. Caracas, 1954. (Ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela). SEGUNDA PARTE ÍNDICE Pág. Breve Nota de Presentación ...... 9 VII. Diálogo entre un Cura y un Feligrés ...... 9

VIII. Simón Bolívar ...... 49 – Invitación de Bolívar a los extranjeros de cual- quier nación que sean, para que vengan a estable- cerse en la Provincia de Venezuela ...... 49

IX. Manuel Vicente de Maya ...... 53 – Excomunión Mayor Latæ Sententiæ impuesta a Rafael Diego Mérida el 6 de Diciembre de 1819 53

X. Doctor José Joaquín Hernández ...... 59 – Representación que el doctor José Joaquín Hernández, Protomédico y profesor de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, presenta al Claustro universitario ...... 59

XI. José Suárez Aguado ...... 63 – Sobre el Breve de 13 de septiembre de 1821 de S. S. Pío VII condenando la Sociedad de los Carbonarios, o cualquiera otro nombre que ellos puedan usar...... 63 520 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA (1811-1834) XII. Los Patriotas Mazones (Masones) ...... 73 – La Cátedra del Espíritu Santo convertida en ataque al gobierno de Colombia bajo el nombre de mazones. 1825 ...... 75 XIII. Iris de Venezuela, El Anglo-Colombiano, El Colombia- no y El Conciso ...... 89 – Variedades ...... 91 – Progreso del Fanatismo ...... 94 – La opinión de un Patriota ...... 96 – Otro suscrito por Unos patriotas amantes de la tolerancia ...... 103

XIV. Rafael Lasso de la Vega ...... 105 – Sentimiento Tercero...... 107

XV. Francisco Margallo (Autor) – Miguel Santana (Reimpresor) ...... 123 – La Serpiente de Moisés ...... 125

XVI. José María Vargas ...... 143 – Reflexiones ...... 145

XVII. Miguel Santana ...... 163 1. Colombia defendida por La serpiente de Moisés 165 2. Día que no se contará entre los de Colombia el 18 de marzo de 1826, en que se comenzó a hollar en Caracas la libertad de la imprenta ...... 172

XVIII. Andrés Level de Goda ...... 191 – Cartas de un Alemán (dos cartas)...... 193 ÍNDICE 521

XIX. José de la Natividad Saldanha ...... 221 – Discurso teológico, político sobre la Tole- rancia en que se acusa y refuta el escrito titulado La Serpiente de Moisés ...... 225

XX. Juan Egaña ...... 245 – Memoria Política sobre si conviene en Chile la Libertad de Cultos ...... 247

XXI. Arzobispo Ramón Ignacio Méndez ...... 403 – Pastoral sobre la interpretación ortodoxa de las Sagradas Escrituras y calidad suficiente del magisterio de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana para salvaguardar la pureza doctrinaria evitando que cada quien caiga en la arrojada e injusta ...... 405 – Contestación del Arzobispo de Caracas al informe de un Cura de la Archidiócesis, la cual se publica para que sirva de preservativo y desenga- ño contra la herética y fatalísima máxima de que cada uno puede salvarse en su religión, repetida por D. Guillermo Burke en la Gaceta de esta capi- tal el año de 1811 ...... 416 – El Arzobispo de Caracas envía una comu- nicación al Congreso en la que hace una serie de observaciones a la Constitución. (1830) ...... 428 – Reflexiones sobre el Arzobispo de Caracas y Venezuela que el Dr. Ramón Ignacio Méndez dirige a sus diocesanos sobre varios errores que se propagan en la Diócesis. De esta exposición se seleccionan los acápites correspondientes a To- 522 CONTROVERSIA SOBRE TOLERANCIA RELIGIOSA EN VENEZUELA (1811-1834) lerancia (p. 87) y la Comunicación del Secretario de E. en el D. del interior y justicia (…) en la que notifica al Arzobispo la vigencia de la ley sobre la libertad de cultos (p. 121) ...... 442

XXII. Obispo Buenaventura Arias ...... 465 – Comunicación del Obispo de Jericó quien pide que se prohíba en la Constitución cualquier culto religioso que no sea el Católico...... 467 – Carta Pastoral sobre el Proyecto de Consti- tución y la Religión (12-10-1830) ...... 475 – Carta al General Páez sobre la nueva Cons- titución y la Religión (6-11-1830) ...... 479 – Exposición del Pbro. José Antonio Rendón al Poder Ejecutivo en la que defiende la persona del Obispo Arias y pide que no se llegue nunca a expulsarlo ...... 485

XXIII. Tomás Lander ...... 507 – Exposición de motivos aprobada por la Diputación Provincial en 1832 sobre libertad de cultos ...... 509 – Libertad de cultos ...... 511 XXIV. El Nacional. Caracas, 1º de febrero de 1834 ...... 517 – Tolerancia y libertad de cultos...... 517 PUBLICACIONES ...... 523 BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Colección Bicentenario Palacio de las Academias Bolsa a San Francisco Distribuidora: tlf. 482.27.06

La Vida de Miranda. William Spence Robertson. Boves, Aspectos socioeconómicos de la Guerra de Independencia. Germán Carrera Damas. La Constitución Federal de Venezuela de 1811 y documentos afines. Estudio pre- liminar Caracciolo Parra-Pérez. La Cartera del Coronel Conde de Adlercreutz: documentos inéditos relativos a la historia de Venezuela y de la Gran Colombia. Introducción y notas Caracciolo Parra-Pérez. Confidentes, infidentes y traidores (Venezuela 1806-1814). Juan Carlos Reyes. El marquesado del Toro 1732-1851 (Nobleza y Sociedad en la provincia de Vene- zuela). Inés Quintero. 1812 Documentos para el estudio de un desastre. Rogelio Altez. Sínodos de Mérida y Maracaibo de 1817, 1819 y 1822. Hilarión José R. Lasso de La Vega. Prólogo Fernando Campo del Pozo. Memoriales sobre la Independencia de Venezuela. Narciso Coll y Prat. Estudio preliminar José del Rey Fajardo, S. J. Manual Político del venezolano y apuntamientos sobre la legislación de Colombia. Francisco Javier Yanes. La élite coriana en el proceso de Independencia. El caso de la Familia Garcés. Isaac López. La Universidad de Caracas en los años de Bolívar 1783-1830. Tomo I y Tomo II. Ildefonso Leal. Recuerdos sobre la rebelión de Caracas. José Domingo Díaz. Estudio preliminar Inés Quintero. Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela 1811-1812. Tomo I y Tomo II. Estudio Preliminar Carole Leal Curiel. Testimonios de la época emancipadora. Estudio preliminar Elías Pino Iturrieta. La sublevación de Francisco Javier Pirela. Maracaibo, 1799-1800 (Una nueva perspectiva histórica e historiográfica).Ángel Manzanilla Célis. La Crisis del Mundo Hispánico y sus Implicaciones. Compilación Giannina Olivieri Pacheco y Edgardo Mondolfi Gudat (compiladores). Los curas congresistas. La actuación de los sacerdotes como diputados en los Congresos Republicanos de 1811, 1817, 1819 y 1821. Manuel Alberto Do- nís Ríos. El lector tiene en sus manos la más completa publicación hasta la fecha sobre la tolerancia de Cultos en Venezuela y la controversia que se generó en los escenarios eclesiásticos y laicos entre 1811 y 1834. El autor ofrece en dos tomos los hechos comprobados a favor o en contra sobre el tema y una selección cronológica documental de primer orden. Parte de 1811, cuando el irlandés católico William Burke publicó sobre la Tolerancia de Cultos en la Gaceta de Caracas, iniciando la polémica al arremeter contra el “sentimiento de intolerarismo” y dedicando especial interés a los extranjeros que podían venir al país y contribuir a su engrandecimiento con su “savia vital”; y concluye en 1834 cuando, el 18 de febrero el Gobierno Nacional en un escueto artículo único declara que “No está prohibida en la República de Venezuela la libertad de cultos”. Acompaña esta selección la reacción a la Ley, con las conclusiones y una extensa bibliografía.

Rafael Fernández Heres El autor nació en Tinaquillo, Estado Cojedes, el 11 de julio de 1933. Fue Doctor en Filosofía (Summa Cum Laude) por la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Profesor de las Universidades Central de Venezuela y Católica Andrés Bello y durante treinta años funcionario técnico y Director en el Ministerio de Educación, culminando su carrera en 1982 como Ministro de Educación (1979-1982). Fue Presidente del Consejo Superior de la Universidad Nacional Abierta, Rector de la Universidad José María Vargas y Director fundador del Colegio Universitario Francisco de Miranda. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia (Caracas, 1995-2010), de la que fue Director por ocho años. Miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Historia, de la de Puerto Rico, , Bolivia, Guatemala, Perú, del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil, Honorario de la de Portugal y del Centro de Historia Universitaria Alfonso IX, Universidad de Salamanca. Autor de treinta y siete obras de su especialidad, mencionándose: Memorias de Cien Años: Historia de la Educación en Venezuela 1830-1980; La Educación Venezolana Bajo el Signo de la Ilustración; La Educación Venezolana bajo el Signo del Positivismo; La Educación Venezolana Bajo el Signo de la Escuela Nueva; Catecismo Católicos de Venezuela Hispana (Siglos XVI – XVIII); Convenio Venezuela Santa Sede 1958-1964; Humanismo y Educación en Venezuela (Siglo XX); Escritos del Doctor Rafael Villavicencio; La Instrucción Pública en el Proyecto Político de Guzmán Blanco: Ideas y hechos; Conquista Espiritual de Tierra Firme y; Pensamiento Educativo en Venezuela- Siglos XVI al XX. Representó a Venezuela en numerosos congresos internacionales y recibidos condecoraciones de Venezuela, España, Argentina, Bolivia, Chile, Vaticano, Rumania y Colombia. Le confirieron el Doctorado “Honoris Causa” de la Universidad Católica del Táchira y de la Universidad Rómulo Gallegos, en San Juan de los Morros. Falleció en Caracas el 16 de diciembre de 2010.