Tampico Viejo, El Puerto Ha Dsido Cuna De Establecimientos Con Mercancía Na- Cional Y Extranjera De Primerísima Calidad
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Del viejo río Del viejo río Juan Jesús Aguilar Primer premio estatal de literatura para el adulto mayor Categoría: Memoria Del viejo río © Juan Jesús Aguilar Primera edición 2013 ISBN: 978-607-8222-39-1 Gobierno del Estado de Tamaulipas Ing. Egidio Torre Cantú Gobernador Constitucional del Estado de Tamaulipas Mtra. Libertad García Cabriales Directora General del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes Jurados: Arturo Castillo Alva Francisco Ramos Aguirre Arturo Zárate Ruiz Imagen en portada basada en la fotografía: Un juguete de Santos Reyes al autor del libro, tal como hoy se encuentra Autor: Juan Jesús Aguilar López Derechos exclusivos de la presente edición reservados para todo el mundo. Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA) Calle Francisco I. Madero N° 225, Zona Centro Ciudad Victoria, Tamaulipas (C.P. 87000) Teléfono ITCA: (01-834) 1534312 Ext. 101 Teléfonos Dirección de Publicaciones: (01-834) 3181005 al 09 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la portada, viñetas e iconografías, puede ser reproducida, almacenada o transmi- tida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, quími- co, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin consentimiento por escrito del editor. A la memoria de Juanito Aguilar [*† 1973] porque le fue negada la memoria … ciudad tejida en la amnesia, resurrección de infancias, encarnación de pluma, ciudad perra, ciudad famélica, suntuo- sa villa, ciudad lepra y cólera hundida… Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire. Carlos Fuentes, voz de Ixca Cienfuegos. Sinopsis de familia os veracruzanos. Un hombre de Orizaba (1899) Dy una mujer de Córdoba [1908]. Él fue hijo de un abogado prominente. Ella, hija de una mujer eman- cipada. Ambos económica y socialmente distantes. Él, obligado a pasar por El Rhin —giro mixto después lla- mado El Submarino, propiedad de la señora Juana Pon- ce Contreras. Bellísima mujer, ojos y cabellera de miel. Madre de seis vástagos: Marina, Ángela y Rosaura Var- gas Ponce; Raymundo, Constancia e Isabel León Ponce; mi abuelo materno se llamó Jesús León, era joyero. Y la sexta hermana de mi madre fue Josefina Morante Pon- ce… Rafael e Isabel se conocieron en El Rhin. El licenciado Agustín Aguilar Namorado casó con Teresa Muñoz Guevara. Primero tuvieron una hija; Te- resa (perdió la razón por no dejarla casar con un mili- tar). Después el varón, Agustín (abogado famoso como su padre). Siguieron Carlos (abogado, escritor y poeta); Ismael (ingeniero civil); Dolores (sin pena ni gloria); Ricardo (bohemio de cepa); Luz del Carmen (adicta a los sueños); Soledad (religiosa de Las Carmelitas Des- calzas); Luis (un militar de academia); María (casó con 13 Pedro Lavalle); Concepción (asistente clerical); Rafael (pianista del Conservatorio, pintor de la Academia de San Carlos, fotógrafo reconocido) y por último Caroli- na Aguilar Muñoz (pianista). Los 14 hermanos tuvie- ron maestros de piano y de pintura desde niños. Las mujeres, todas, además de bordado. Hacia 1922, en plena Guerra Cristera, Rafael e Isa- bel casaron a escondidas por la iglesia, lo indispensable por su catolicismo. Jamás amasaron fortuna. Se unie- ron años después por lo civil, en tierra tamaulipeca, siendo testigos los hijos mayores. No obstante las di- chas y desdichas que suelen experimentar los pobres, vivieron hasta el último de sus días, como Edith Piaff, en una suerte de la vie en rose. Cuentan mis hermanos mayores y decía mi madre que la nuestra fue familia non grata a los hermanos de mi padre y la abuela. Era prole incómoda de las tías, sólo porque Rafael había casado con plebeya, emigran- do al noreste de México, y fue desheredado desde me- diados del siglo XX. Vivimos exiliados de los parientes de mi padre, nos asilamos en el puerto de Tampico. Mis padres fundaron patria chica y familia: Rafael (1928, na- ció en la ciudad de México y muere en Tampico, 1988); Dolores (es en el buen sentido de la palabra, buena); unos gemelos (que vivieron días); Agustín (excelente dibujante, casado, murió su primera hija, tiene cuatro y un varón); Ismael (murió de neumonía a los 10 me- ses); Luz del Carmen (que hoy atiende a su hermana mayor y al menor, que soy yo); Isabel (madre libre con una hija); Rosa María (viuda con tres hijos y una hija); Francisco Javier (separado), con una hija y dos hijos, y 14 por último quien esto escribe, con tres hijos facturados y separado desde 1999. Hubo gemelos primos, sobrinas y parientes cerca- nos. Sin duda que hay fertilidad en la sangre de Agui- lares y Leones. Rafael Aguilar Muñoz, muere el 2 de octubre de 1949 en Tampico. Isabel León Ponce, muere el 16 de julio de 1967 en Tampico. 15 Primera parte 2011 después de Cristo, usted artiré estos relatos antes de la tercera edad (A de P la TE) y después de la tercera edad (D de la TE). Voy del pasado distante al presente inmediato, el futu- ro no existe. Mañana es un proyecto inalcanzable. Será como un huapango barloventeño de la tradición, el clá- sico, donde la relación de los hechos pierde continuidad aunque el contexto paradójicamente cuadre. Son gra- cias del cantar de juglaría en hojas volanderas. Iremos conversando de acuerdo vaya cayendo este memorial. Las fechas son saltadas con citas, apostillas y notas de autor a pie de página. Signos explicatorios para guía y comprensión del lector. No nos vamos a perder, se los prometo. Hace aproximadamente dos meses, D de la TE, fue la última vez que estuve en la Ciudad de México. Pude haber dicho hace más o menos 40 días, pero es menos largo. Estudié allá [1965-1971] y allá casé por primera y última vez. Amo el DF. Qué cosas. Pasados 29 años de pareja, vino la separación, en Tampico, donde llegó el último amor, mi última cruzada del vivir para vivir. Vi- vir por vivir fastidia el sentido a la biografía. Regresar 19 a la biología me es fatal, me siento en la prisión del aire del amor furtivo. Sensación extraña que no me arredra. Dice Borges que la mazmorra es negra, y que por algu- na grieta se colará una luz, y aunque el camino sea fatal como la flecha, en esa luz está Dios, que espía1. La mujer sin pareja es oruga nostalgiosa de la crisálida y del insecto alado. Es para Arreola: «el ca- pullo vacío que caza a la mariposa que representa al espíritu… padece un sentimiento de pérdida que satis- face cuando aniquila al hombre»2. Para mí la esposada es una guisa de capulina bella y elegante que nos lleva dentro, y al consumar la cópula nos traga. No soy misó- gino, más bien soy misógamo por terror a la rutina. El amor eterno es metáfora de la muerte, de ahí el miedo al morir y al amor absoluto. He escrito algunas historias de grandes amores en mi vida; en realidad tan solo uno, repartido en la vehe- mencia de mujeres extraordinarias, impactándome con solamente un detalle físico o de trato. Esta, por ejemplo: Nadie sabe dónde comienza el Callejón del Chat, pero termina en cualquier lugar, y esto todos lo sa- ben. Puede ser tan largo como el universo y tan an- cho como la libertad, lo que se dice muy ufano y muy 1 Este es el poema de Jorge Luis Borges: El porvenir es tan irrevocable / Como el rígido ayer. No hay una cosa / Que no sea una letra silenciosa / De la eterna escritura indescifrable / Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja / De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida / Es la senda futura y re- corrida. / El rigor ha tejido la madeja. / No te arredres. La ergástula es oscura. / La firme trama es de incesante hierro. / Puede haber una luz, una hendidura. / El camino es fatal como la flecha. / Pero en las grietas está Dios, que acecha. 2 Juan José Arreola / y ahora la mujer… p. 16. 20 limitado. Justo al tamaño de la imaginación cúbica de la mitología de los ciegos Homéricos. Es un pasillo de gatos, de cachorros jóvenes y viejos que retozan en los desechos de la esperanza y del deseo secular. Nadie sabe bien a bien qué es, eso se siente en los maullidos, óyese en los ronroneos. Hay un rincón que mira al cielo, desde donde comienza hasta donde termina el infinito; allí se han encontrado y se refu- gian Lulú y Batpoet. Lulú es una gata hermosa de ojos grisáceos y aroma a jazmín, alguien le puso un cascabel atado al cuello con un listón de papel legal. Batpoet es en rea- lidad un Catpoet de Cheshire encantado por azares del destino —esto es una prueba de la existencia del Callejón del Chat. Una noche en que cruzaba el ciberespacio de los corazones solitarios, Batpoet fue tirado de su nube por una brisa de rayos solares que humedecía sus ojos, y esa noche de vuelo sin destino, cayó sobre el tejado caliente de casa madrileña, en directo a la ha- bitación de una mujer alada con sabor a hechizo, de plumas iluminadas de luna llena y por Dios, siendo tragada por la gata Lulú de noche en noche. Con barbas y voz de Júpiter tonante durante el día, en Tampico, entre hombres mortales con una in- saciable sed de inmortalidad, el pequeño Batpoet era un tipo inmortal para sí mismo y le secaba una sed de ser mortal. En cuanto se palpó tendido sobre la altísima mar de aire durante su noche infinita, lue- go de haber cruzado el océano más pacífico de los Atlantes, se miró en el fondo de los ojos de la mujer alada, quien buscando a Venus, asomaba a su ventana apuntando la vista al cielo, y temerosa de quedar a la deriva, aleteó con dificultad hasta tomar altura y así tratar de regresar a su noche, pensando que debía haberla traspasado.