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Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones♣ Adrián Alzate García♦

Resumen El presente artículo pretende ofrecer una mirada a las sociedades políticas surgidas en los Estados Unidos de , a partir de un enfoque que trata de rescatar la especificidad del problema societario como una dimen- sión de análisis de gran valor para el estudio de los fenómenos asociativos del siglo XIX colombiano. Bajo esta idea, se hace un seguimiento a cinco sociedades político-eleccionarias de las décadas de 1860 y 1870, en función de una pregunta sobre las fidelidades políticas y la construcción de consensos societarios. Tal examen, apoyado preferentemente en prensa de la época, permitirá ilustrar cómo el panorama asociativo del período puede ser más complejo, mutable y conflictivo de lo que usualmente muestran las aproxi- maciones teóricas e historiográficas recientes sobre el tema.

Palabras clave: Estados Unidos de Colombia (1863-1886), historia política, sociabilidades modernas, asociaciones políticas, partidos políticos.

♣ Artículo recibido el 15 de marzo de 2010 y aprobado el 02 de mayo de 2010. Artículo de investigación científica que recoge aspectos esenciales del tercer capítulo de la tesis de maestría “Asociaciones, Prensa y Elecciones. Sociabilidades modernas y participación política en el régimen radical colombiano (1863- 1876)”, dirigida por el profesor Luis Javier Ortiz Mesa. Este trabajo contó con el apoyo financiero de la Dirección de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, DIME, y formó parte del proyecto de investigación “La Guardia Nacional y los Ejércitos Federales de los Estados Soberanos de la Confederación Granadina y los Estados Unidos de Colombia, 1855-1885”. ♦ Sociólogo de la Universidad del Valle y estudiante de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Dirección de contacto: [email protected]

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp. 43-64 44 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones

Abstract This paper examines the political societies that emerged in the United States of Colombia, adopting an approach which argues that the specifically societal dimension can be of great value in the study of the societal nature of general associative phenomena of 19th century Colombia. From this perspective, five political-electoral societies are analysed from the 1860s and 1870s, with special attention paid to political loyalties and the construction of societal consensus. This examination, supported where possible by press sources of the time, illustrates how the associative panorama of the period can be seen as more complex, mutable and conflictive than it is usually understood by recent theoretical and historiographic approximations on the subject.

Key words: United States of Colombia (1863-1886), political history, mo- dern sociabilities, political associations, political parties.

Introducción el segundo lo ha hecho con estudiosos como Alonso Valencia Llano, Gilber- Las asociaciones políticas del siglo to Loaiza, Orlando Pardo Martínez, XIX colombiano han llamado la aten- Patricia Londoño y Gloria Mercedes ción de no pocos investigadores durante Arango de Restrepo2. Aunque disímiles las últimas décadas. Desde el decenio en sus inquietudes y puntos de parti- de 1970 hasta tiempos recientes, la his- toriografía sobre el período ha conocido numerosos trabajos al respecto, intere- de Colombia y otros ensayos, Bogotá, El Áncora sados en su mayoría en revelar el papel Editores, 1994. Gutiérrez Sanín, Francisco, Curso de dichas organizaciones en algunos y discurso del movimiento plebeyo (1849-1854), Bogotá, IEPRI, 1995. Uribe, María Teresa y Ló- de los principales procesos políticos pez, Liliana María, Las palabras de la guerra: un de la época, entre ellos la llamada “re- estudio sobre las memorias de las guerras civiles volución del medio siglo”, entre 1847 en Colombia, Medellín, La Carreta Editores, 2006. y 1854, y la experiencia federativa de 2 Véanse al respecto: Valencia Llano, Alonso, los Estados Unidos de Colombia, entre Estado Soberano del Cauca: federalismo y Rege- neración, Bogotá, Banco de la República, 1988. 1863 y 1886. El primer momento ha Loaiza, Gilberto, “La masonería y las facciones despertado la atención de historiadores del liberalismo colombiano durante el siglo XIX. como Gustavo Vargas Martínez, Jaime El caso de la masonería de la Costa Atlántica”, Jaramillo Uribe, Francisco Gutiérrez Historia y Sociedad, (13), Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2007. Pardo Martínez, 1 Sanín y María Teresa Uribe , mientras Orlando, Los Pico de Oro: la resistencia artesanal en Santander, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 1999. Londoño, Patricia. Religión, 1 Véanse al respecto: Vargas Martínez, Gustavo, cultura y sociedad en Colombia: Medellín y Antio- Colombia 1854: Melo, los artesanos y el socialis- quia, 1850-1930, Bogotá, FCE, 2004. Arango de mo, Bogotá, Oveja Negra, 1972. Jaramillo Uribe, Restrepo, Gloria Mercedes, Sociabilidades católi- Jaime, “Las sociedades democráticas de artesanos y cas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia, la coyuntura política y social colombiana de 1848”, 1870-1930, Medellín, Universidad Nacional de Jaramillo Uribe, Jaime, La personalidad histórica Colombia, 2004.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 45 da, los estudios de estos autores han concebir dichas organizaciones como coincidido en reconocer, para ambos formas de relación social basadas en los períodos, la existencia de fuertes fenó- principios modernos de igualdad, vo- menos asociativos de carácter cultural, luntad, individualidad, participación po- cívico, científico, político y religioso, lítica y opinión pública, atributo que las impulsados por las reformas liberales convierte en objetos por excelencia para en materia de libertad de asociación, el análisis de la modernidad política en así como por las contingencias políticas experiencias republicanas tempranas y sociales de la época. Las sociedades como la del siglo XIX colombiano. Tal políticas, en este marco, respondieron a perspectiva dota a las asociaciones en la necesidad de los partidos de organizar cuestión de un protagonismo central en sus bases, promocionar sus programas el desarrollo de fenómenos relacionados y candidatos, y movilizar sus públicos con la participación electoral, la movili- hacia las urnas. Así lo hicieron, del lado zación popular en apoyo a partidos, can- liberal, asociaciones como las Socieda- didatos y gobernantes, y la formación de des Democráticas, las Sociedades Repu- públicos en los discursos modernos de blicanas y las Sociedades Eleccionarias, la ciudadanía, la soberanía y la voluntad y del lado conservador, grupos como las popular, entre otros asuntos. Los estu- Sociedades Populares y Filopolitas, las diosos de las asociaciones políticas, in- Sociedades Católicas y Las Asociacio- dependientemente de su afinidad con el nes del Sagrado Corazón de Jesús, en enfoque mencionado, han dado amplio las que solían converger la defensa de la reconocimiento a este papel, arrojando religión y la militancia política. importantes luces sobre la generalidad de sus complejas y múltiples funciones. Algunas de las aproximaciones más Sus miradas, no obstante, conservan recientes a las sociedades políticas todavía importantes vacíos. Algunas de decimonónicas, entre ellas las de Gil- las particularidades del funcionamiento berto Loaiza3 y María Teresa Uribe, de estas sociedades, por ejemplo, han han compartido una postura más o tendido a pasarse por alto o a darse por menos cercana a la perspectiva de las obvias, presentándose, a veces, como sociabilidades modernas. Este enfoque, características propias e inseparables desarrollado inicialmente por Francois de su rol como organizaciones políticas. Furet y Maurice Agulhon, y más adelan- Esto ha dado lugar a que la especificidad te por Francois-Xavier Guerra4, propone de las labores asociativas haya queda- do, en algunos estudios, relegada a un

3 Véase también: Loaiza, Gilberto, Manuel Ancízar y su época: biografía de un político hispanoameri- cano del siglo XIX, Medellín, Editorial Universidad Vi-llage. The People of the Var from the French de Antioquia, 2004. Revolution to the Second Republic, Cambridge, Cambridge University Press, 1982. Guerra, 4 Véanse a propósito: Furet, François, Pensar la François-Xavier, Modernidad e independencias, revolución francesa, Barcelona, Ediciones Pretel, estudios sobre las revoluciones hispánicas, México, 1980. Agulhon, Maurice, The Republic in the FCE – Editorial MAPFRE, 1993.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 46 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones segundo plano, especialmente en refe- problemas de la fidelidad partidista y la rencia a cuestiones como las bases de las construcción de consensos en las socie- fidelidades partidistas, la sistematicidad dades políticas de los Estados Unidos de de su respaldo político y su capacidad Colombia, a partir del estudio de cinco de acción como comunidades sólidas y experiencias asociativas de las décadas coherentes. de 1860 y 1870. Poco se ha indagado, en este sentido, Las décadas de 1860 y 1870. por los límites y condicionantes de la Actores, balances y conflictos lealtad asociativa a un partido o figura política; las causas y manifestaciones de poder de los eventuales virajes políticos de Las décadas de 1860 y 1870 repre- las organizaciones; o las dificultades sentaron para los Estados Unidos de de una asociación para concertar las Colombia un período de constante agita- voluntades de sus miembros y llegar a ción política, fruto de múltiples disputas una decisión consensuada, un asunto por el poder político regional y nacional fundamental bajo la perspectiva de las libradas entre fracciones adscritas a los sociabilidades modernas, según la cual partidos liberal y conservador, cuyas la capacidad de una organización polí- diferencias internas durante el período tica para construir una opinión conjunta intensificaron las luchas políticas e a la cual adherir de manera unánime hicieron más complejos los balances y militante, constituye un requisito regionales y sub-regionales de poder. del que depende su existencia misma En el liberalismo, predominante en el como grupo5. Circunstancias como éstas gobierno nacional desde su victoria exigen el desarrollo de nuevas miradas en la guerra civil de 1859-18626, el que profundicen en los aspectos más bando radical de específicos de los roles y funciones de se vio inicialmente contrapesado por el las asociaciones en cuestión, con el fin mosquerismo, liderado por el general de ofrecer aproximaciones más ricas caucano Tomás Cipriano de Mosque- y detalladas sobre la complejidad del ra, y más adelante por el liberalismo fenómeno asociativo del siglo XIX independiente, encabezado por Rafael colombiano. Tal consideración es la Núñez7. El partido conservador, por su que anima el presente artículo, cuyo objeto es ofrecer un acercamiento a los 6 Sobre esta guerra, consúltese: Uribe, María Teresa y López, Liliana María, La guerra por las soberanías: memorias y relatos en la guerra civil 5 Véase al respecto: Guerra, François-Xavier, de 1859-1862 en Colombia, Medellín, La Carreta Modernidad, pp. 90 y 270 González Bernaldo, Editores, 2008. Pilar, “Pedagogía societaria y aprendizaje de la nación en el Río de la Plata”, Annino, Antonio y 7 A propósito de estas divisiones, véase: Delpar, Guerra Francois-Xavier, (coords.), Inventando la Helen, Rojos contra azules: el Partido Liberal nación: Iberoamérica, siglo XIX, México, FCE, en la política colombiana, 1863-1899, Bogotá, 2003, p. 572. Procultura, 1994, pp. 199-206.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 47 parte, conoció cerca de seis variantes, neral caucano ordenó, el 29 de abril de entre ellas una corriente intransigente 1867, la clausura del Congreso, hecho y ultramontana, liderada por Miguel que acarrearía su deposición9. Mos- Antonio Caro; un círculo pragmático quera sería apresado el 23 de mayo, y pactista, dirigido desde el centro del reemplazado en su cargo por el radical país por Carlos Holguín; y una variante , y poco después juzgado aislacionista y “pro-federalista”, enca- y condenado al destierro por el Senado. bezada por el gobernador antioqueño Pedro Justo Berrío8. Tras los sucesos de 1867, el radica- lismo logró controlar el gobierno na- Muchos de estos bandos no alcan- cional por cerca de una década, tiempo zarían mayor coherencia regional sino durante el cual consolidó su dominio en hasta después de 1867, cuando el radi- los estados de Boyacá y Santander, al calismo propinó un golpe de estado al tiempo que extendió su influjo a Cun- entonces presidente Mosquera. El golpe dinamarca, Cauca, Panamá, Bolívar y tuvo lugar en un contexto de gran ten- Magdalena, estados en los que permane- sión entre el mandatario y los radicales cería en constante conflicto con los libe- del Congreso, a raíz de la expedición rales mosqueristas. Los conservadores, en el Legislativo de dos decretos de que controlaban el estado de Antioquia orden público que limitaban la facultad desde 1864, lograron dominar también del presidente para intervenir en las el Tolima, y hacerse a posiciones im- contiendas de los estados. El malestar portantes en Boyacá, Cundinamarca, de Mosquera con los congresistas se in- Santander y el sur del Cauca10. La región tensificaría a causa de la censura por los cundinamarquesa sería controlada mo- últimos dos actos sumamente polémicos mentáneamente por el conservatismo, del primero: la firma de un contrato para cuando la zozobra política que siguió desarrollo interno con una compañía al 23 de mayo de 1867 permitió la lle- inglesa, que cargaba al fisco con una gada de Ignacio Gutiérrez Vergara a la deuda casi imposible de condonar, y la gobernación del estado. No obstante, compra secreta de un vapor de guerra el afán del mandatario por afianzar para el gobierno peruano, para entonces el dominio regional de su partido le en contienda con España. Exacerbado acarrearía, hacia mediados de 1868, un por el proceder del radicalismo, el ge- duro conflicto con la Legislatura estatal que culminaría con su deposición, el 10

8 González, Fernán, Partidos, guerras e Iglesia en la construcción del Estado Nación en Colombia (1830-1900), Medellín, La Carreta Editores, 2006, 9 Parra, Aquileo, Memorias de , p. 91. Sobre el “federalismo conservador” de Pedro Bogotá, Editorial Incunables, 1983, pp. 485-493. Justo Berrío, consúltese: Villegas, Luis Javier, Las vías de legitimación del poder: la administración 10 Park, James William, Rafael Nuñez and the presidida por Pedro Justo Berrío en el Estado Politics of Colombian Regionalism, 1863-1886, Soberano de Antioquia, 1864-1873, Bogotá, Col- Baton Rouge, Louisiana State University Press, cultura, 1996. 1985, pp. 24-35.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 48 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones de octubre del mismo año, a manos de a principios de 1876 dio la victoria al una alianza entre liberales cundinamar- aspirante del radicalismo13. queses y fuerzas del presidente radical Santos Gutiérrez11. La polarización entre parristas y nuñistas, el creciente desprestigio de las El balance regional de fuerzas de administraciones radicales, y la fuerza fines de la década de 1860 habría de de la reacción católica contra la reforma sufrir importantes alteraciones hacia educativa, impulsó a los conservadores mediados del decenio siguiente. El a redoblar sus esfuerzos organizativos, centralismo gradual impuesto por los así como a contemplar la opción armada gobiernos nacionales del radicalismo, como un recurso posible para desplazar sumado al carácter cada vez más oli- al liberalismo del gobierno nacional. Tal gárquico y excluyente asumido por idea tendría especial acogida en el sur esta fracción, despertaría por igual la del Cauca, donde desde años atrás las animosidad de liberales disidentes y vertientes más ultramontanas del par- conservadores. Mientras los primeros tido, apoyadas por clérigos y obispos, terminarían por engrosar las filas del venían motivando a sus bases hacia una liberalismo independiente, los últimos suerte de “cruzada religiosa” contra el optarían por congregarse en torno a gobierno liberal del estado. Apoyada la reacción católico-conservadora a la por Antioquia y Tolima, la reacción del reforma educativa de 1870, de espíritu conservatismo caucano habría de des- centralizador, laico y secularizante, encadenar, hacia mediados de 1876, una instaurada durante el gobierno de Eus- guerra civil contra el gobierno nacional torgio Salgar (1870-1872)12. Para 1875, de Aquileo Parra14. Si bien los liberales el bando independiente había ganado lograron sofocar, al cabo de un año, la la fuerza necesaria para disputarle al rebelión conservadora, ésta consiguió radicalismo el control de la nación, tal y como habría de demostrarlo en las 13 elecciones presidenciales de ese año. Sobre las tensiones y conflictos que rodearon esta contienda electoral, véase: Posada Carbó, Disputada entre el radical Aquileo Parra Eduardo, “Elecciones y guerras civiles en la Co- y el liberal disidente Rafael Núñez, la lombia del siglo XIX: la campaña presidencial de contienda de 1875 fue tan reñida que 1875”; El desafío de las ideas: ensayos de historia intelectual y política en Colombia, Medellín, Ban- ninguno de los candidatos pudo obtener co de la República – Universidad EAFIT, 2003. la proporción de votos necesaria para Giraldo Restrepo, Paula Andrea, “La percepción vencer. Empatada, la elección tuvo de la prensa nacional y regional de las elecciones que ser resuelta por el Congreso, que presidenciales de 1875 y sus implicaciones en la guerra civil de 1876”, Ortiz, Luis Javier, (coord.), Ganarse el cielo defendiendo la religión, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2005. 11 Parra, Aquileo, Memorias, pp. 509-510 y 520- 14 532. Ortiz, Luis Javier, Fusiles y plegarias. Guerra de guerrillas en Cundinamarca, Boyacá y Santander, 12 González, Fernán, Partidos, guerras e Iglesia. 1876-1877, Medellín, Universidad Nacional de pp. 86-93. Colombia, 2004, pp. 25-44.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 49 agudizar la crisis del radicalismo hasta Los límites de la fidelidad un punto letal, facilitando la llegada al partidista poder, en 1878, del general caucano Ju- lián Trujillo, líder militar del liberalismo Buena parte de las tareas de las so- independiente, fracción que controlaría ciedades políticas del período tuvo por el gobierno nacional hasta bien entrada propósito sostener, tanto en la prensa la década de 1880. como en las urnas, un partido, fracción o figura política concreta. Esta labor La agitación y el conflicto político de soporte, particularmente común en que caracterizaron los años en cuestión asociaciones de amplio influjo político ofrecieron un ambiente propicio para como las sociedades democráticas, la proliferación de asociaciones polí- involucraba más que un simple compro- ticas, encargadas de apoyar desde las miso eleccionario con los candidatos de localidades y provincias los objetivos determinado bando, y envolvía también políticos y electorales de los diversos un esfuerzo relativamente sostenido por bandos en disputa. Durante este período, defender y legitimar ante la opinión el las sociedades democráticas adquirieron programa de un partido, la gestión de una importancia crucial para los círculos un gobernante o los actos de algún líder del liberalismo, que se sirvieron de su partidista. Dicho apoyo podía hacerse vasto influjo político-eleccionario para efectivo de diversas formas, según las apuntalar su dominio regional y sub-re- circunstancias políticas de cada mo- gional. Las democráticas llegaron a ser tan importantes para los liberales que mento. En determinadas ocasiones, por en estados como el Cauca, hacia 1868, ejemplo, una sociedad podía manifestar se les consideraba indispensables para su apoyo a un mandatario a través de las actividades regionales del partido15. una congratulación pública por sus Un valor análogo habría de tener para el aciertos políticos y administrativos, o conservatismo las sociedades católicas, mediante una nota dedicada a exaltar que contribuyeron de manera decisiva a sus dotes personales, políticas o mili- 17 la reorganización de las filas partidistas tares . En circunstancias de conflicto durante la primera mitad del decenio de o de fuerte agitación política, por su 1870, tiempo durante el cual ayudaron a parte, este respaldo podía materializarse cohesionar sus bases, unificar sus fuer- en manifiestos de apoyo, declaraciones zas y hasta disponer los ánimos para la públicas de lealtad, compromisos de rebelión que estallaría en 187616. defensa, ofensivas periodísticas contra

15 Delpar, Rojos contra azules, p. 224. 17 Véase, por ejemplo, la felicitación elevada en 16 Véase al respecto: Arango de Restrepo, Gloria abril de 1876 por la Sociedad Democrática de Buga Mercedes, “Estado Soberano del Cauca: asociacio- al gobernador del Cauca, César Conto, a propósito nes católicas, sociabilidades, conflictos y discursos de sus “aciertos” en materia de educación popular. político-religiosos, prolegómenos de la guerra de Cf. El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de 1876”, Ortiz, Luis Javier, (coord.), Ganarse el cielo. abril de 1876.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 50 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones los adversarios de turno18 y, bajo cir- La Democrática de Cali fue una de cunstancias extremas, ofrecimientos de las asociaciones políticas más impor- apoyo armado19. tantes en el Cauca durante las décadas de 1860 y 1870. Conformada en muy El respaldo de una asociación a un buena parte por miembros de la élite partido o figura política, no obstante la política y militar de la región, esta aso- sistematicidad de sus declaraciones de ciación mantuvo estrechos vínculos con apoyo, la fortaleza de los compromisos los poderes públicos del estado y de la adquiridos o la calidad de la colabo- ración prestada, nunca estuvo exento nación, lo que sumado al amplio presti- de cambios. Las particularidades del gio popular del que gozaban algunos de 20 conflicto político durante el período, sus principales miembros , le confirió con sus siempre cambiantes balances un gran influjo político y eleccionario. A de poder, hicieron de las fidelidades lo largo de los años en cuestión, la So- partidistas un campo particularmente ciedad funcionaría como uno de los más variable. Las orientaciones políticas importantes centros de coordinación de de una sociedad, así como sus lazos los trabajos del liberalismo caucano, con un bando, unos candidatos o unos dirigiendo los esfuerzos de numerosas gobernantes en particular, podían rede- asociaciones políticas y eleccionarias, y finirse por múltiples razones, entre ellas poniendo al servicio de sus candidatos afinidades personales; solidaridades un caudal de votos que, en no pocas caudillistas; relevos de liderazgo en las ocasiones, serviría para asegurarles asociaciones; cambios de rumbo en las cómodos triunfos en las urnas. administraciones seccionales y naciona- les; amenazas políticas y eleccionarias Finalizada la guerra de 1859-1862, y hasta intereses en torno al control la Democrática de Cali mantuvo una de cuotas burocráticas, tal y como lo estrecha relación con el general Tomás ejemplifica la trayectoria política de C. de Mosquera, quien ocuparía la la Sociedad Democrática de Cali entre presidencia de la nación entre 1863 y 1867 y 1875. 1864, y luego entre 1866 y 1867. Mu- chos miembros de la asociación habían combatido junto al general en la pasada 18 Véanse a propósito las manifestaciones suscri- contienda, lo que había creado fuertes tas por la Sociedad Democrática de Bogotá y el Directorio Liberal de Cundinamarca, en apoyo a lazos políticos y afectivos entre éste y las autoridades liberales del Estado durante los momentos previos al 10 de octubre de 1868. Cf. La Empresa, Cúcuta, octubre 3 y 16 de 1868.

19 Así ocurriría, por ejemplo, con las sociedades 20 Era el caso, por ejemplo, de su presidente David democráticas de Cali y Popayán al estallar la Peña, una de las figuras más reputadas del libera- guerra de 1876. Para hacer frente a la insurrección lismo caucano durante los años en cuestión. Cf. conservadora, ambas asociaciones organizarían Castro, Beatriz, “El caudillo radical David Peña, diversas partidas armadas en defensa del gobierno protagonista de una cruenta toma de Cali en 1876”, liberal del Cauca. Cf. Valencia, Estado soberano Credencial Historia, (9), Bogotá, septiembre de del Cauca, p. 235. 1990.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 51 aquéllos21. Los vínculos de la asociación la soberanía popular” y la “suerte de la con el mandatario se sentirían con sin- república”. Tales circunstancias habían gular fuerza durante su último período forzado al presidente a “dar la voz en presidencial, en medio del conflicto alto a esa turba de conspiradores”, de- entre éste y el Congreso, cuando los clarando cerradas las sesiones del Legis- democráticos se comprometieron públi- lativo y salvando con ello “la causa na- camente a defender al general en caso cional que le confiaron los pueblos”, en de que la tensión entre ambos poderes una maniobra del más alto patriotismo23. desencadenase algún trastorno del orden La reacción del radicalismo había sido público22. Acorde con su compromiso, aún menos decorosa que sus primeras la Democrática se solidarizó con Mos- maniobras contra el general, haciéndole quera durante los meses siguientes al 23 parecer un bando “intruso”, “traidor” y de mayo de 1867. A menos de un mes “criminal”. Adjetivos análogos serían del golpe, la dirigencia de la asociación empleados en el segundo manifiesto, emitiría dos extensos manifiestos en emitido el 12 de junio, en referencia apoyo a la conducta del mandatario, a Santos Acosta y a su posesión como justificando sus acciones contra el presidente, un acto “ilegal” e “inconsti- Congreso y condenando los procederes tucional” que había sido realizado “de la e intenciones de los radicales. noche a la mañana, y sin haber ocurrido ninguno de los casos previstos por la Publicado el 5 de junio de 1867, el Constitución [para que éste] pudiera primero de estos manifiestos presentaba constitucionalmente declararse en ejer- una interpretación particularmente apo- cicio de tales funciones”24. Varios meses logética del conflicto entre Mosquera y después, al conocerse la sentencia de el Legislativo. Según éste, el Congreso destierro de Mosquera, la asociación no había hecho más que agredir al publicaría una protesta que daría cuenta entonces presidente, cuyo gobierno se de la vigencia de su solidaridad con el había visto seriamente entorpecido a depuesto mandatario. Se trataba de un causa de los actos promovidos por el voto de reprobación al exilio ordenado radicalismo en materia de orden públi- por el Senado, una corporación que para co. Aunque Mosquera, de acuerdo con la Sociedad carecía de legitimidad para el documento, había reaccionado de juzgar al general. Integrado en su ma- manera conciliatoria a tales agresiones, yoría por “cómplices” del 23 de mayo, los radicales habían persistido en sus esta entidad había actuado más como hostilidades mediante la censura de un “tribunal revolucionario” que como sus actos, dando cuenta con ello de una un órgano legislativo, lo que hacía ile- actitud amenazante contra “la causa de

23 Boletín de la Sociedad Democrática, Cali, 5 de 21 Valencia, Estado soberano del Cauca, pp. 74 junio de 1867. y 130. 24 Boletín de la Sociedad Democrática, Cali, 12 de 22 Valencia, Estado soberano del Cauca, p. 74. junio de 1867.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 52 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones gítima una sentencia que ya por sí sola político del radicalismo; y finalmente, era completamente ilegal, pues no tenía las tensiones partidistas derivadas de la respaldo jurídico en la Constitución o en formación, hacia 1869, de una “Liga” alguna de las leyes vigentes25. entre mosqueristas y conservadores afines a un nuevo mandato presidencial El respaldo de la Sociedad al gene- del caudillo caucano. ral Mosquera, sin embargo, habría de sucumbir ante los nuevos balances de El giro político de la Sociedad poder que seguirían a la instalación del comenzaría a sentirse con fuerza a me- radicalismo en el gobierno nacional. Ya diados de 1868, cuando corrió el rumor en septiembre de 1867, dos meses antes de un probable regreso de Mosquera de de sentenciarse el destierro del caudillo, su exilio en Lima. El 13 de julio, poco un periódico bogotano notificaba que el antes de la fecha prevista para el arribo general radical Eliseo Payán, entonces del caudillo al puerto de Buenaventura, gobernador del Cauca, se había dado la Democrática elevó un voto de censura a la tarea de “neutralizar” las influen- a las intenciones de Mosquera, consi- cias mosqueristas que pesaban sobre derando que su regreso representaba la asociación26. Si bien los esfuerzos no sólo un desacato a lo dictado por el de Payán no tuvieron éxito inmediato, Senado en 1867, sino también una seria como lo prueba la protesta arriba cita- amenaza contra la paz y la estabilidad da, la Democrática no tardaría mucho públicas. Temiendo que el general pro- en inclinarse hacia el bando radical. moviese una insurrección a su arribo, la Diversos factores contribuirían a este asociación comisionó a Tomás Rengifo giro: de un lado, el creciente ascenso en y Benjamín Núñez para que salieran al la Sociedad de líderes radicales como encuentro del caudillo, y le notificaran David Peña, Benjamín Núñez, y el ya “que el partido liberal [estimaba] in- mencionado general Payán, que coinci- conveniente y perniciosa para el país, dió con el afianzamiento sistemático del su vuelta al seno del estado, porque radicalismo en la región caucana27; de ella [implicaba] la turbación de la paz otro lado, el interés de los democráticos pública de que se disfrutaba, con más por amparar sus carreras políticas y bu- el riesgo inminente de la pérdida del 28 rocráticas bajo el poderoso ascendiente mismo partido” . Los comisionados, adicionalmente, debían advertir a Mos- quera que la asociación había decidido negarle cualquier auxilio en caso de que 25 “Protesta que la Sociedad Democrática de Cali aprobó unánimemente en la sesión ordinaria y insistiese en su propósito de internarse pública del 16 de noviembre de 1867”, Biblioteca en el estado29. Si bien el general caucano Nacional de Colombia, Fondo Anselmo Pineda, V. terminaría por postergar su regreso al 1025, pza. 28.

26 El Republicano, Bogotá, 7 de septiembre de 1867. 28 La Paz, Bogotá, 31 de julio de 1868. 27 Valencia, Alonso, Estado soberano del Cauca, pp. 72, 127 y 132 29 La Paz, Bogotá, 31 de julio de 1868.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 53 país –que sólo tendría lugar en 1871-, En adelante, y hasta mediados de la el temor por las consecuencias de su década de 1870, la asociación actuaría retorno calaría profundamente en los como portavoz de los intereses y aspi- círculos afectos al radicalismo, cuyas rantes del liberalismo radical. Tras su inquietudes renacerían un año después adhesión a Salgar en 1869, la Sociedad a causa de la formación de la mencio- apoyaría las candidaturas nacionales nada “Liga”. de los radicales Manuel Murillo Toro, en 1871, y Santiago Pérez, en 1873, Promovida por el conservador quienes serían presentados por la Demo- Carlos Holguín, la “Liga” de 1869 sos- crática como las personas más “conspi- tendría la candidatura presidencial de cuas” para ejercer la presidencia de la Mosquera en oposición a la del radical nación, dadas sus trayectorias públicas, Eustorgio Salgar. La coalición partidista “honradez política”, compromiso con que entrañaba este nuevo bando causó las instituciones liberales y, especial- alarma en el radicalismo, temeroso de mente, afinidad con los gobiernos de una fragmentación en el electorado libe- los “beneméritos ciudadanos” Salgar, ral que vulnerara su predominio político Gutiérrez y Acosta32. Al lado de este nacional. Este temor contagiaría a la apoyo en las urnas, la Sociedad brinda- Sociedad Democrática de Cali, que ya ría amplio respaldo público a las labores desde fines de 1868 había estrechado de los diferentes mandatarios del radica- lazos con el gobierno nacional del radi- lismo. En abril de 1872, por ejemplo, la 30 cal Santos Gutiérrez . Ante la amenaza asociación suscribió una nota en home- eleccionaria de la “Liga”, la asociación naje a la memoria del recién fallecido ex caleña optó por cerrar filas en torno presidente Gutiérrez, donde destacaba a la candidatura Salgar. Realizada en su actitud de “severo demócrata”, su nombre de la unidad del partido liberal, “alma de antiguo romano” y sus “virtu- y justificada en virtud de la “obligación des cívicas a lo ateniense”33. En mayo de que tenemos de ser liberales antes que ese mismo año, varios de sus miembros afectos a un hombre, por grande y elevaron una felicitación a Murillo Toro 31 meritorio que él sea” , la adhesión al por su reciente elección como presi- aspirante radical representaría la con- dente de la república, ofreciéndole sus firmación oficial de la alianza política servicios en calidad de defensores “[del] y eleccionaria de la Sociedad con los buen nombre y la gloria de la causa li- gobiernos del radicalismo. beral, [de] la federación y [de] la unión

30 Véase a propósito la correspondencia cruzada, en noviembre de 1868, entre el mandatario radical y varios delegados de la Democrática, a propósito de 32 El Progreso, Cali, 14 de septiembre de 1871. El la “oportuna” intervención del Ejecutivo nacional Diario de Cundinamarca, Bogotá, 12 de agosto en los sucesos del 10 de octubre. Cf. El Caucano, de 1873. Cali, 17 de diciembre de 1868. 33 El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 8 de abril 31 La Paz, Bogotá, 8 de enero de 1869. de 1872.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 54 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones colombiana”34. Poco tiempo después, la El fervor nuñista se contagiaría Democrática emitió un reconocimiento rápidamente por la asociación. Para al ex presidente Salgar, donde destacó principios de 1876, la Sociedad se su “esmerado acierto” en la dirección encontraba tan inclinada hacia el libe- de los destinos del país, y le agradeció ralismo independiente, que ordenó a sus por responder a la confianza depositada representantes en el Congreso apoyar a por los pueblos en su administración35. Núñez en la resolución de la contienda presidencial. La instrucción no fue bien La posición política de la Democráti- recibida por varios congresistas, que si ca, no obstante lo anterior, experimentó bien eran allegados a la Democrática, un nuevo giro en medio de la contienda también eran convencidos partidarios electoral de 1875, cuando decidió apo- del radicalismo. Fiel a sus inclinaciones yar la candidatura disidente de Rafael originales, la mayoría de los repre- Núñez. La Sociedad caleña acogió la sentantes caucanos optó por apoyar candidatura independiente por iniciativa la candidatura Parra, lo que desató la de David Peña, quien influenciado por indignación de la Sociedad, que tildó a mosqueristas como Juan de Dios Ulloa sus congresistas refractarios de “incon- y Belisario Zamorano, vio en el aspi- secuentes” y “traidores”. Algunos de es- rante una figura propicia para unificar al tos representantes llegarían incluso a ser liberalismo caucano frente a las crecien- expulsados de la asociación, tal y como 36 tes ofensivas del partido conservador . ocurrió con José María Barona Pizarro. Estas, sin embargo, no parecieron ser Según se desprende de un documento las únicas influencias que pesaron sobre emitido por la Democrática el 19 de Peña. Según el testimonio dado por un febrero de 1876 –dos días antes de que liberal caleño a un periódico radical de concluyeran las votaciones en el Con- Buga, Peña demostraba por Núñez una greso-, Barona Pizarro había llegado al admiración casi delirante, y sólo había ente legislativo gracias al apoyo de la bastado que desde la Costa Atlántica Sociedad, que decidió incluirlo en su lis- le fuese recomendada su candidatura ta de candidatos al juzgarlo “digno, apto para que éste la acogiera como propia, y consecuente” para representar ante convirtiendo al aspirante en “ídolo de ese cuerpo los “principios republicanos 37 su acendrado fanatismo” . liberales” profesados por la asociación. No obstante, señalaba la Democrática, los elevados atributos del representante 34 El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 7 de mayo se habían visto rápidamente contradi- de 1872. chos, pues éste, “en vez de llevar en su 35 El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 28 de mayo conciencia fijos los deseos y el querer de de 1872. sus comitentes para representarlos en el

36 Valencia, Estado soberano del Cauca, pp. Congreso”, se había “consignado todo 172-173. entero al círculo oligarca de Bogotá”. 37 El Caucano, Buga, 29 de mayo de 1875. Tal actitud, concluía la asociación, no

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 55 sólo era “incongruente” sino también concierto de las voluntades, no obstante, “desleal”, ya que Barona Pizarro había era un objetivo muchas veces esquivo, ganado su curul gracias al influjo de difícil de cumplir y en ocasiones impo- los democráticos caleños, y no debía sible de alcanzar. Múltiples motivos, su elección ni a Manuel Murillo Toro, entre ellos rivalidades estamentales, ni a Santiago Pérez, ni a cualquier otro conflictos por apoyos eleccionarios, de “[los] oligarcas a cuyo servicio se ha competencias entre círculos partidistas, puesto, exhibiéndose así ingrato, torpe, e incluso tensiones entre ideales aso- servil y traidor”38. ciativos e intereses políticos concretos, podían polarizar las filas de una deter- La difícil construcción del minada sociedad, introduciendo divi- consenso siones y disputas que tornaban su curso conflictivo, dificultaban la construcción El desacuerdo entre los democráti- de consensos, minaban su fuerza como cos caleños y sus representantes en el comunidad política y, en determinadas Congreso en 1876, ofrece una pequeña circunstancias, impulsaban su fractura pero ilustrativa pista sobre un problema y hasta su desaparición. Así lo demues- que, al igual que la fragilidad de las fi- tran las problemáticas experiencias de delidades partidistas, puso en riesgo la asociaciones como la Sociedad Repu- sistematicidad de los trabajos político- blicana de Artesanos, de Palmira; la eleccionarios de no pocas asociaciones Sociedad Unión Liberal, de Cartagena; durante el período: la dificultad de las la Sociedad de la Juventud Unida y la mismas para actuar sostenidamente Sociedad Unión de Artesanos, ambas como una comunidad sólida y unificada. de Bogotá. El consenso en las opiniones, la unani- midad en los compromisos y la cohesión entre sus componentes, constituían re- ferentes prácticos y discursivos de gran La Sociedad Republicana de Arte- importancia para una asociación, cuyos sanos fue establecida hacia fines de la actos e iniciativas debían aparecer ante década de 1860 con el fin de acercar la opinión pública como resultado de a las “masas ignorantes” al ejercicio acuerdos entre voluntades homogéneas, de la soberanía popular, “[hacién- o cuanto menos como expresión de sen- doles] comprender [...] los derechos timientos y opiniones mayoritarias39. El que la Constitución concede a cada

38 El Diario de Cundinamarca, Bogotá, 11 de marzo de 1876. nes publicadas en marzo de 1865 por la Sociedad El Porvenir de Bogotá; en diciembre de 1868 por 39 Esta condición resultaba especialmente imperiosa la Sociedad Democrática de Cali, y en abril de en contextos de luchas eleccionarias, cuando las 1875 por la Sociedad Democrática de Buga. Cf. asociaciones debían promocionar sus candidatos El Tiempo, Bogotá, 15 de marzo de 1865; La Paz, presentándose ante la opinión como cuerpos com- Bogotá, 5 de enero de 1869; y El Caucano, Buga, pactos y unánimes. Véanse a propósito las adhesio- 24 de abril de 1875, respectivamente.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 56 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones ciudadano”40. Como muchas de las marzo, la Sociedad publicó una comu- asociaciones políticas del período, la nicación anunciando una fractura en sus sociedad en cuestión contaba con un filas, producto de graves desacuerdos en público heterogéneo, compuesto por ar- torno a la conveniencia de la educación tesanos, militares y funcionarios públi- política de las masas. De acuerdo con cos. Esta convergencia de estamentos, la nota, aquellos que consideraban in- si bien permitía a la asociación figurar conveniente dicho objetivo, incapaces como un organismo incluyente, plural de convencer a los demás, se habían y democrático, también envolvía un separado de la asociación e instalado poderoso incentivo para el conflicto y la una nueva con el nombre de Sociedad división. Desacuerdos programáticos y Democrática41. rivalidades por el control de los puestos públicos de la localidad terminarían por Fundada por iniciativa de David polarizar a la Sociedad entre un bando Peña, la Democrática de Palmira se en- “de élite”, conformado por militares y cargó de absorber la disidencia de la So- empleados del gobierno, y uno “subal- ciedad Republicana, que no era otra que terno”, que reunía las fracciones más aquella fracción de la misma integrada 42 populares de la asociación. por militares y funcionarios públicos . Poco después de su secesión, comenta Las primeras disputas entre ambos el referido documento, los democráticos bandos surgirían hacia principios de iniciaron una difamante campaña de 1868, cuando algunos miembros de prensa contra sus antiguos coasociados, la asociación protestaron contra la tendiente a deslegitimar sus trabajos permanencia de David Peña, cercano a políticos mediante amenazas y palabras los cuadros “de élite” de la Sociedad, “sucias” y “descorteses”. Los ataques en la jefatura municipal de Palmira. de la nueva asociación trascendieron el Al parecer, existía cierto descontento campo de los lenguajes, e incluyeron de los sectores más populares de la además desmanes y agresiones directas Republicana con la conducta de Peña, a contra los miembros de la Republicana. quien acusaban de apuntalar su posición Así lo denunciaban los artesanos en política en la localidad con el apoyo de el mismo documento, donde se daba “gamonales de mala fe”, adversos a su cuenta de una reciente invasión al re- objetivo de educar a los sectores popu- cinto de las sesiones de la Sociedad, lares como actores políticos soberanos. perpetrada por “algunos gamonales de Las protestas resultaron infructuosas y mala ley encabezados por el presidente sólo lograron intensificar la polarización de la Democrática, señor Manuel María entre ambos bandos. Finalmente, el 6 de Victoria, y por el vicepresidente, Juan

41 “Una representación – Sociedad Republicana de 40 “Una representación – Sociedad Republicana de Artesanos”. Artesanos”, Palmira, 6 de mayo de 1868. Biblioteca Nacional de Colombia, Sala 1ª, doc. 14670. 42 Valencia, Estado Soberano del Cauca, p. 31.

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E. Conde”43. Poco después de conocerse sólo con las ideas sino también en las estas denuncias, la Sociedad Democrá- urnas, factores que llevaron a la Juven- tica haría oficial su organización como tud Unida a incorporar fines y prácticas entidad política, aprobando un estatuto análogos a los de cualquier sociedad cuyo preámbulo manifestaba un enfá- político-eleccionaria. tico interés en educar al pueblo en sus derechos y garantías políticas, así como Las disputas en la asociación comen- en brindarle las herramientas necesarias zaron tan pronto sus integrantes propu- para que hiciese un uso efectivo de su sieron apoyar a un candidato para las soberanía44. Parecía como si la disputa elecciones presidenciales de 1873. Los programática inicial sólo hubiera servi- nombres del mosquerista José María do de pretexto para justificar una rivali- Rojas Garrido y del radical Santiago Pé- dad que, en el fondo, era más estamental rez aparecieron desde un principio como que ideológica. los más afectos a la asociación, lo que no tardó en despertar la rivalidad entre Las disputas surgidas en la Sociedad los aliados de uno y otro bando. Ante de la Juventud Unida obedecieron a tal circunstancia, y considerando que diferencias y rivalidades distintas a las ambos aspirantes eran igualmente aptos anteriores. La asociación, encabezada para ocupar la primera magistratura de por Julio A. Corredor, se había funda- la nación, las directivas de la Sociedad do a principios de 1873 por jóvenes prefirieron dilatar la selección de su liberales tanto del bando liberal como candidato, confiados en que el tiempo del ala mosquerista, reunidos con el podía despejar la “atmósfera política” y propósito original de debatir cuestiones sosegar las “pretensiones de círculo”46. filosóficas, difundir el ideario empirista Algunos miembros de la Juventud, y racionalista, y combatir el fanatismo entre ellos el mismo Corredor, trataron religioso45. Tales objetivos, sin embar- de zanjar la disyuntiva proponiendo la go, habrían de experimentar importan- elección de un aspirante distinto a los tes cambios, dada la intensidad de las anteriores, aunque esto significase la luchas partidistas del período, así como adopción de un candidato exclusivo la necesidad de apoyar a su partido no de la Sociedad. Esta última sugerencia no tuvo mayor acogida, y al final los asociados se vieron forzados a decidir, 43 “Una representación – Sociedad Republicana de Artesanos”. por votación, cuál sería el aspirante a apoyar. Los resultados, favorables a la 44 Estatuto de la Sociedad Democrática de Palmira, candidatura radical, no fueron aceptados aprobado definitivamente en la sesión del día 10 de marzo de 1868, Bogotá, Imprenta de Echeverría por los mosqueristas. Alegando que eran Hermanos, 1868. mayoría, y que la elección había sido

45 Uribe, María Teresa y Álvarez, Jesús María, Cien arreglada por el radicalismo, varios de años de prensa en Colombia, 1840-1940, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2002, p. 231. El Racionalista, Bogotá, 26 de febrero de 1873. 46 El Racionalista, Bogotá, 26 de febrero de 1873.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 58 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones los partidarios de Rojas optaron por [...] a la frente de los que allí abogamos separarse de la Juventud. Uno de ellos, por la candidatura Pérez”, y forzar la incluso, publicó una hoja suelta en la disolución de la comunidad excitando que acusaba a sus rivales de apelar “a la deserción de sus miembros menos intrigas repugnantes y fraudes viles y cercanos al radicalismo. Según lo dicho bajísimos” para garantizar el triunfo de por el acusado en su defensa, si bien su candidato, entre los que se encontra- eran ciertos los rumores de su distancia ba el haber engrosado las filas afectas al inicial con el candidato radical, a quien radicalismo con “una multitud de niños en cierto momento consideró contrario a que entienden tanto de política como de los principios de la asociación, también jeroglíficos”47. lo era el hecho de que su parecer sobre el mismo había cambiado al conocer, re- Buena parte de la hoja, de acuerdo cientemente, las opiniones del aspirante con una nota publicada en El Racio- en materia de libertad de conciencia nalista a fines de febrero, tenía por y de culto. Su apoyo a Pérez era, por objeto cuestionar la “coherencia” de tanto, fruto de una decisión meditada, la postura política del dirigente de la y no el resultado de la venta de su voto asociación. Corredor, quien ya había como quería hacerse creer. Además, sido acusado por el liberal antioqueño puntualizaba Corredor, si fuera cierto Camilo Antonio Echeverri de vender que el voto de la asociación se había su voto a los sostenedores de Santiago puesto en venta, lo más natural sería que 48 Pérez , era señalado por el disidente se hubiera hecho cualquier insinuación de haber cambiado repentinamente, y a la parte contraria en búsqueda de una sin mayor explicación, sus preferencias oferta mayor a la supuestamente ofre- eleccionarias. En un principio, asegura- cida por el bando radical. Dado todo ba el documento, Corredor se mostraba esto, el autor de la mencionada hoja no singularmente adverso a la candidatura podía calificarse sino de “calumniador” de Pérez, a quien reprochaba por ser y “perjuro”, y debía hacerse merecedor un católico fervoroso. El dirigente, sin del repudio de la Sociedad entera49. embargo, se había convertido de un mo- mento para otro en un activo promotor Las desavenencias suscitadas a pro- del aspirante radical, lo que no dejaba de pósito de la elección de una candidatura parecer un sospechoso acto de “incon- podían conducir a disputas mucho más secuencia” política. Tales acusaciones, complejas que las anteriores, como lo a juicio de Corredor, no sólo eran equí- ilustra el caso de la Sociedad Unión vocas sino también malintencionadas, Liberal. Fundada a principios de 1869, pues sólo buscaban “arrojar una mancha la Unión Liberal tenía como propósito unificar los trabajos eleccionarios del liberalismo cartagenero, por lo que 47 El Racionalista, Bogotá, 26 de febrero de 1873.

48 El Racionalista, Bogotá, 19 de febrero de 1873. 49 El Racionalista, Bogotá, 26 de febrero de 1873.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 59 sus filas recogían por igual a radicales, de 1869. En un principio, comenta el aliados del aspirante presidencial Eus- corresponsal, la Unión Liberal suscribió torgio Salgar, y mosqueristas, afines a la con aparente unanimidad la candidatura candidatura híbrida de Tomás Cipriano Mosquera. El ala radical, liderada por de Mosquera. Según el testimonio de un grupo de empleados del gobierno un corresponsal del periódico barran- federal, no tardó en manifestar su in- quillero El Boliviano, las primeras conformidad con dicha decisión, y al tensiones en el seno de la asociación poco tiempo amenazó con separarse de surgieron como resultado del descon- la sociedad y fundar una nueva asocia- tento de un conjunto de sus miembros ción en apoyo a Eustorgio Salgar. Las con el carácter “exclusivista” de sus intenciones de los salgaristas alertaron directivas. Alegando que la Unión Li- a tal punto al resto de coasociados que beral se encontraba controlada por un incluso la Unión de Artesanos, dándose pequeño círculo, varios de sus coaso- cuenta “del mal principio sentado de ciados fundaron una sociedad paralela que era lícito establecer a cada momento denominada Unión de Artesanos. A nuevas sociedades”, declaró que dejaría pesar de estar conformada por miem- de operar como asociación política y no bros disidentes, la nueva asociación no reconocería otra sociedad que la Unión rompió lazos con la Unión Liberal, más Liberal. Temiendo una fractura en la bien operó como una especie de junta organización original, los mosqueristas adscrita a la primera. Los conflictos trataron de persuadir a sus adversarios entre ambas organizaciones se desata- para que no trabajaran de manera inde- ron al momento de designar candidatos pendiente, haciendo un llamado general para miembros de la municipalidad de a la unión y proponiendo incluso formar Cartagena. La Unión de Artesanos se una nueva asociación que estuviese por adelantó a proclamar su propia lista encima de las rencillas partidistas51. de aspirantes, e intentó imponerla a la otra sociedad. La lista fue acogida por El llamado a la unión pareció surtir la Unión Liberal, pero su imposición efecto, pues los radicales desistieron por parte de una junta paralela sembró momentáneamente de sus impulsos se- una semilla de discordia, al tiempo que paratistas. La asociación se reorganizó sentó el preocupante precedente “de de nuevo bajo el nombre de Sociedad que podían establecerse [...] sociedades Liberales de Bolívar, y aún sin deci- preparatorias para acordar lo que debía dir a qué candidato apoyar, acordó la adoptarse en la Sociedad general”50. publicación de un periódico político- eleccionario, El Sufragio, a cargo de los Los conflictos se hicieron mayores al salgaristas Felipe S. Paz y Antonio del momento de designar el candidato de la Real, y del mosquerista C. Benedetti. Sociedad para la elección presidencial Los radicales vieron en la fundación de

50 El Boliviano, Barranquilla, 5 de mayo de 1869. 51 El Boliviano, Barranquilla, 5 de mayo de 1869.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 60 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones

El Sufragio una gran oportunidad para Por último, el caso de la Sociedad retomar sus trabajos a favor de Salgar, Unión de Artesanos pone en evidencia por lo que Paz y del Real se aprestaron los conflictos que pueden surgir a raíz de a publicar el primer número sin dar los contrastes entre unos ideales concre- cuenta a la asociación ni al último de tos de práctica asociativa, y un entorno los redactores. La publicación salió político particularmente adverso a los a la luz proclamando el apoyo de los mismos. La Sociedad, también conoci- liberales de Bolívar a la candidatura da como La Alianza por el nombre de Salgar, lo que causó gran indignación su periódico, fue fundada en Bogotá a en el bando mosquerista. Los afectos principios de octubre de 1866, y tuvo a Mosquera, entre los que se hallaba como objeto primordial propender por el mismo corresponsal, protestaron la unión de los artesanos capitalinos, abiertamente contra el proceder de los fomentando la fraternidad por encima redactores radicales, a quienes acusaron de las viejas divisiones partidistas. de ser sólo una minoría disidente empe- Este propósito de integración venía ñada en oponerse a cualquier esfuerzo acompañado de un interés por educar por lograr la unión del partido liberal a sus miembros como actores políticos cartagenero. Muestra de esta condición independientes y autónomos54, capaces minoritaria, aseguraba el colaborador de mantenerse al margen de cualquier de El Boliviano, era el hecho de que manipulación por parte de las fuerzas en la última reunión de la Sociedad, políticas tradicionales, acusadas por convocada para elegir los candidatos la Sociedad de fomentar la división por Cartagena para la Legislatura del entre los artesanos y desviarlos de su estado, “la lista mosquerista triunfó con lucha por sus intereses estamentales. una inmensa mayoría, pero antes de que En correspondencia con tal aspiración, la Sociedad aprobara su elección, los La Alianza promovería una ruptura con salgaristas se retiraron dejándola sin 52 todo vínculo formal de carácter partidis- quórum” . Tal situación, anotaba el ta, mediante una práctica eleccionaria corresponsal, había dejado sumamente destinada a respaldar candidatos “pro- debilitados a los aliados de Paz, quien bos” y “honrados” de cualquier bando, seguramente no los volvería a convocar, siempre y cuando no hicieran parte de pues “él sólo tuvo seis votos y está tan listas de partidos, ni fueran sospechosos triste que no habla sobre esto”53. Una de “traficar en política”55 . vez neutralizada la disidencia radical, la Unión Liberal volvería a reunirse La zozobra que acompañó el gol- para aprobar, finalmente, su lista de pe radical a Mosquera, sumada a la aspirantes, compuesta en su totalidad consecuente reorganización de fuerzas por candidatos mosqueristas.

52 El Boliviano, Barranquilla, 5 de mayo de 1869. 54 La Alianza, Bogotá, 1 de octubre de 1866.

53 El Boliviano, Barranquilla, 5 de mayo de 1869. 55 La Alianza, Bogotá, 20 de octubre de 1866.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 61 partidistas en Cundinamarca, afectaría nueva politización de la Sociedad, sus considerablemente los intereses auto- fundadores incorporaron a su regla- nomistas de la asociación. Entre mayo mento una disposición que ordenaba a y agosto de 1867, según testimonios de sus miembros sufragar únicamente por La Alianza, la Sociedad se vio sometida candidatos que fueran artesanos o agri- al ataque sistemático de “traficantes en cultores. Dicha medida, a juicio de los política”, interesados tanto en deslegiti- redactores del periódico, no era más que mar sus esfuerzos asociativos, como en un “dique” a los “traficantes en políti- aprovecharse de ella para sus propios ca”, sin el cual “muchos ambiciosos que intereses políticos. Conscientes de que no tienen otro comercio que la política”, la polarización partidista comenzaba habrían buscado medios de “formarse a permear la asociación, y con el fin círculos para obtener votos, sino de de contener la infiltración de agentes la Sociedad en masa, por lo menos de políticos en su seno, las directivas de una gran parte de ella, lo cual vendría La Alianza –entre las que figuraban a viciarla, puesto que se convertiría en Felipe Roa Ramírez, Antonio Cárdenas instrumento de los mismos hombres de y Ambrosio López, reconocida figura quienes ha tratado de separarse”58. Esto, de la Sociedad Democrática de Bogotá sin embargo, no sería suficiente para hacia fines de la década de 1840- im- contener la nueva crisis que habría de pusieron como requisito de ingreso afectar a La Alianza hacia fines de mayo la declaración de un juramento, en el del mismo año, cuando comenzaron a que cada miembro se comprometía a revelarse serios conflictos entre la aso- “cumplir [...] fielmente con los deberes ciación y varios de sus miembros. Sería de socios, conducentes a realizar la el caso, por ejemplo, de Rafael Tapia, a unión de los artesanos, para no volver quien se acusaría de buscar, a través de a ser escalera o instrumento de ningún “proposiciones subversivas”, la diso- traficante en política [...]”56. Dicha me- lución de la Sociedad, bajo el pretexto dida, sin embargo, no tendría el efecto de que ésta “no trabajaba de acuerdo deseado. Para mediados de agosto, las con los intereses de un partido”. Esta disputas políticas habían invadido la misma persona, según una denuncia de sociedad hasta el punto de forzar a sus La Alianza, había logrado “inducir a uno fundadores a disolverla57. de los miembros de la junta [directiva] para que trabajara en las elecciones por En enero de 1868, tras dos reunio- los miembros de su partido”, e incluso nes preparatorias, la Sociedad Unión había “reunido diez firmas inclusive la de Artesanos reanudó oficialmente suya, y protestado contra la Sociedad y sus labores. Empeñados en evitar una el periódico que le sirve de órgano”59.

56 La Alianza, Bogotá, 1 de agosto de 1867. 58 La Alianza, Bogotá, 21 de marzo de 1868.

57 La Alianza, Bogotá, 15 de agosto de 1867. 59 La Alianza, Bogotá, 28 de mayo de 1868.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 62 Una mirada a las asociaciones políticas colombianas de las décadas de 1860 y 1870. Fidelidades, rivalidades, conflictos internos y mutaciones

El de Tapia no sería el único caso presidía su caja de ahorros. Sánchez, alarmante de disidencia. Junto a éste, quien previamente había sido denuncia- había un señor Díaz, “empleado res- do por la apropiación indebida de unos petable de la Sociedad”, quien había enseres de la Sociedad, sería acusado de publicado en el periódico conservador volver la espalda a sus responsabilidades La Prensa una nota en la que aparecía en la Unión de Artesanos, para luego “como presidente de una reunión de convertirse en presidente de una “socie- muy distinto carácter”. Uno de sus dad antagonista”63. Algo similar ocurriría coasociados, de apellido Olaya, sería con el segundo caso, el de un miembro acusado de renegar contra la asociación, que renunciaría a la asociación para a pesar de haber accedido a la munici- afiliarse a una junta “adversaria”, cono- palidad bogotana con su apoyo eleccio- cida como la Sociedad Suprema, desde nario60. Otras personas, si bien no se donde se dedicaría a respaldar al gober- mostraron disidentes de la Sociedad, sí nador Gutiérrez Vergara en su “guerra” terminarían por contravenir sus princi- contra la Asamblea cundinamarquesa64. pios rectores. Así ocurrió, por ejemplo, La polarización política que derivaría con los señores Vásquez, Monroy, del enfrentamiento entre el mandatario Lugo, Carrizosa, Romero y Silvestre, conservador y la Legislatura del estado, muchos de ellos integrantes de la junta resultaría particularmente nociva para directiva de La Alianza, quienes luego la Sociedad. Incapaz de contener la po- de firmar el reglamento de la Sociedad, litización de sus miembros, La Alianza con su juramento incluido, “votaron optaría por suspender una vez más sus y trabajaron en la última elección por actividades. En el último número de su listas de partido, procedimiento que se periódico, publicado el 7 de noviembre opone al espíritu de [la asociación]” 61. de 1868, la asociación anunciaría un Tales acciones les valdrían a estos nue- receso indefinido, motivado por “la in- ve miembros la expulsión definitiva de seguridad y los temores de guerra” que La Alianza, después de una acusación embargaron al estado tras los sucesos pública como “perjuros” y “desleales”62. del 10 de octubre65. El borrascoso año terminaría sin alguna noticia nueva de Cuatro meses después de emitirse la Sociedad o de su publicación. esta sanción, se darían a conocer dos casos más de deserciones de miembros Conclusiones “politizados”. El primero de ellos, Cruz Sánchez, había sido cofundador de La El examen de las experiencias pre- Alianza, integraba su junta directiva y cedentes supone, más que un acerca-

60 La Alianza, Bogotá, 28 de mayo de 1868. 63 La Alianza, Bogotá, 15 de septiembre de 1868.

61 La Alianza, Bogotá, 28 de mayo de 1868. 64 La Alianza, Bogotá, 15 de septiembre de 1868.

62 La Alianza, Bogotá, 28 de mayo de 1868. 65 La Alianza, Bogotá, 7 de noviembre de 1868.

Historia y Sociedad No. 18, Medellín, Colombia, enero-junio de 2010, pp.43-64 Adrián Alzate García 63 miento anecdótico al complicado curso sus bandos integrantes, o las simpatías de algunas asociaciones en los Estados políticas y personales de sus miembros. Unidos de Colombia, un llamado de Una propuesta análoga se despren- atención sobre la necesidad de equi- de del examen de las cuatro últimas librar las miradas habituales sobre la experiencias –las cuales merecen con- generalidad de las sociedades políticas trastarse con otros casos, más cercanos del período, con enfoques complemen- al conservatismo y a sus asociaciones tarios que reparen en los aspectos más políticas y religiosas, por ejemplo-, específicos y particulares del fenómeno que invita a pensar las cuestiones del asociativo. Tales perspectivas no sólo consenso y la unanimidad, primordiales permitirán enriquecer los estudios tanto para la teoría de las sociabili- más panorámicos sobre las sociedades dades modernas como para la misma políticas, sino también brindarán la retórica asociativa del período, como posibilidad de hacer aún más inteligible un problema mucho más complejo de la complejidad de las mismas, en tanto lo que, en uno y otro sentido, suele objetos de una historia social de la po- presentarse. Valdría la pena, en este lítica. El acercamiento a instituciones sentido, contrapesar las preguntas por como la Sociedad Democrática de Cali el concierto, la cohesión y la homoge- entre 1867 y 1875 –un caso cuya ejem- neidad de la opinión, con interrogantes plaridad no lo exime de ser comparado sobre el conflicto, las desavenencias y y contrastado-, por ejemplo, muestra las tendencias centrífugas, que permitan que el problema asociativo político concebir las sociedades políticas menos del siglo XIX colombiano amerita ser como espacios de unanimidad teórica pensado en términos de una permanente y discursiva, y más como escenarios de tensiones, competencias, desacuer- mutabilidad, concibiendo las sociedades dos y, eventualmente, rupturas. Un implicadas como comunidades sus- acercamiento al fenómeno asociativo ceptibles de redefinir una y otra vez el decimonónico desde una perspectiva sentido de sus acciones y los objetos de como ésta, tendría la ventaja de revelar sus fidelidades, sin abandonar en algún la práctica societaria como una forma momento su rol como organizaciones de relación social en la que convergen políticas y eleccionarias. En el contexto fuerzas y actores heterogéneos y rivales, aquí considerado, este carácter mutable que deben luchar entre sí por imponer podría obedecer a un constante proceso su opinión como la legítima, es decir, de adaptación de las asociaciones a los como aquella que ha de aparecer ante frecuentes cambios en los balances de el público como la voluntad unánime y poder regionales y sub-regionales, que concertada de la organización. Se trata, trasladados al campo societario pudie- una vez más, de situar la mirada sobre la ron estimular alteraciones en las expec- especificidad del fenómeno asociativo, tativas políticas y burocráticas de un en busca de una imagen más amplia, grupo, los equilibrios de fuerzas entre rica y contrastada.

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