Jóvenes, Música Y Lo Barrial
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IX Congreso Argentino de Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Misiones, Posadas, 2008. Jóvenes, música y lo barrial. Capriati, Alejandro José. Cita: Capriati, Alejandro José (2008). Jóvenes, música y lo barrial. IX Congreso Argentino de Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Misiones, Posadas. Dirección estable: https://www.aacademica.org/000-080/103 Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite: http://www.aacademica.org. Título de la ponencia: Jóvenes, música y lo barrial. Autor: Capriati, Alejandro José ([email protected] ) Doctorando en Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha obtenido el título de Licenciado en sociología con diploma de honor (UBA) donde ejerce actualmente la docencia en la materia Psicología Social (carrera de sociología). Ha participado en proyectos UBACyT y de la Comisión Nacional de Salud Investiga del Ministerio de Salud de la Nación. Es becario doctoral del CONICET con sede en el Instituto Germani bajo la dirección de la Dra. Kornblit. Palabras claves: jóvenes – música – etnografía Jóvenes, música y lo barrial Introducción En la presente ponencia se reflexiona en torno al barrio y la dimensión barrial a la hora de pensar las prácticas culturas de los sujetos jóvenes.1 A pesar de la carencia de no abordar lo barrial en el proyecto de investigación, en el transcurso de los primeros meses del trabajo de campo la dimensión barrial fue emergiendo progresivamente.2 En una de las primeras charlas en el barrio uno de los entrevistados se definía como músico de barrio. Las pintadas en casas y paredones de los nombre de las bandas de rock improvisaban un catálogo alternativo y paralelo a las disquerías comerciales. Lo barrial se presentaba como un enigma en el cual se jugaban diversas cuestiones. En primer lugar, revisamos conceptos en torno a los jóvenes y la música. Luego, identificamos aportes y limitaciones de diferentes teorías en torno a lo barrial y detallamos el paradigma de lo barrial (Gravano, 2003). Finalmente, exploramos la circulación de términos sobre el llamado “rock barrial” y compartimos una serie de herramientas para abordar lo barrial. Algunos lineamientos generales. La categoría “juventud” emerge y se consolida en el transcurso del siglo veinte. Existe un relativo consenso sobre las transformaciones sociales y culturales que contribuyeron a la visibilización de la juventud entre las décadas del treinta y el sesenta en los países occidentales. Hall y Jefferson (2000) dieron forma, a mediados de los setenta, a una de las explicaciones clásicas para comprender la consolidación de la juventud como actor social. Los autores ingleses identificaban diversos factores: la existencia de un mercado 1 La misma tiene como objeto las prácticas y representaciones de lo que denominamos analíticamente “músicos amateurs”: aquellos jóvenes que se juntan a tocar música rock pero no lo hacen de un modo “profesional”. 2 La carencia inicial de lo barrial obedecía, entre otras cuestiones, a la prolífica circulación de discursos en torno a los jóvenes y el rock denominado “chabón o barrial”. y una industria orientada hacia el consumo de los jóvenes, la expansión de los medios de comunicación, las consecuencias de la guerra en las experiencias de los chicos y las familias, la prolongación de la educación secundaria y superior, y la multiplicación de estilos distintivos a partir de la ropa y la música. Décadas más tarde, y retomando dicha explicación, Feixa (1999) señalaba entre los factores la emergencia del Estado de bienestar, la crisis de la autoridad patriarcal, el nacimiento de un mercado para los jóvenes, la consolidación de los medios de comunicación de masas y la modernización de ciertas costumbres puritanas y conservadoras. Una serie de convergencias históricas como el crecimiento de la capacidad adquisitiva de los jóvenes, la llegada de los inmigrantes y la visibilización de estilos juveniles espectaculares (teddy boys, rockers, punks, etcétera) contribuyeron al desarrollo pionero de los estudios sobre subculturas en Gran Bretaña, específicamente en el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham. Las investigaciones sobre subculturas alimentaron la multiplicación de los llamados “Estudios Culturales”. Diversos intelectuales de la talla de Raymond Williams, William Hoggart, Thompson se propusieron abordar la cultura en términos materiales. Como señala Grüner: “iniciaron, por esas fechas, un movimiento de toma de distancia del marxismo dogmático dominante del Partido Comunista británico, para adoptar lo que ellos mismos llamaron una versión “compleja” y crítica de un marxismo culturalista, más atento a las especificidades y autonomías de las antiguas “superestructuras”, incluyendo el arte y la literatura” (2005:17)” La denominación “estudios culturales” da cuenta de un abanico heterogéneo de disciplinas que acentuaron la complejidad y la importancia de la cultura y abordaron con seriedad temáticas de la vida cotidiana que hasta entonces eran menores y triviales: “Los estudios culturales son un campo interdisciplinario en el cual han convergido ciertas preocupaciones y metodologías; la utilidad de esta convergencia es que nos ha permitido comprender fenómenos y relaciones que no estaban accesibles a través de las disciplinas existentes” (Turner, 1998:11) (traducción propia) La perspectiva de los pioneros de Birmingham acentúa la dinámica procesual de los procesos de dominación cultural. El concepto de “hegemonía” expresa esta nueva configuración. Según Raymond Williams, la hegemonía siempre es parcial y está expuesta a procesos de lucha y negociación. Los procesos de resistencia son englobados como “contra hegemonía”. En términos generales, estos autores conciben a los agentes humanos como activos y constructores de su propia historia. La cultura no se reduce a un reflejo residual de la base económica. Como reseña Hall (1980), tanto en Williams como en Thompson, la cultura contiene sentidos y valores, que emergen de diferentes grupos sociales y clases. A través de la cultura los agentes procesan y entienden sus propias condiciones de existencia. El camino recorrido por la Escuela de Birmingham ha conocido aportes y desvíos. Entre sus aportes cabe destacar la re-problematización de la resistencia cultural en la sociedad de masas. Estos estudios abordaron los fenómenos culturales con una constante preocupación política por los procesos de construcción hegemónica y contra hegemónica. En esa búsqueda, la obra de Gramsci y su orientación marxista no ortodoxa sobre la producción cultural constituyó un insumo valioso para explorar la cotidianeidad de la clase trabajadora frente al auge de la cultura de masas. En este contexto, emergen los primeros estudios sobre subculturas juveniles. La compilación titulada Resistance through rituals. Youth subcultures in post-war Britain, publicado en los setenta, se indagan las subculturas juveniles y sus relaciones con la cultura de clase y las culturas parentales (Hall y Jefferson, 2000). Criticando las visiones sobre la juventud homogénea e interclasista, abordaron las subculturales como respuestas simbólicas de los jóvenes de las clases subalternas ante las contradicciones irresueltas de la cultura parental y de clase. El término cultura juvenil no permitía comprender las relaciones complejas con las redes sociales compartidas con el mundo adulto ni con las instituciones educativas. Las subculturas juveniles, en cambio, brindaban una visión estructural, relacional y compleja de la idea de clase a partir de la superposición de la cultura parental, la cultura dominante y el grupo de pares. Los ámbitos de sociabilidad de los propios jóvenes se distinguen a través del estilo (Clarke, 1983) a partir de específicas articulaciones de la vestimenta, las salidas, la música y el lenguaje. Sin embargo, como los mismos autores reconocían, la espectacularidad de ciertas expresiones de las subculturas juveniles no debía esconder otros procesos como la escuela y el trabajo que atravesaba tanto a los jóvenes que eran parte de una subcultura como a aquellos otros que no eran parte de ninguna subcultura. Otra arista, luego criticada, fue la separación entre subculturas como “estructuras colectivas compactas” (jóvenes de clase obrera) y la contracultura como “medios difusos más individualizados” para las experiencias de clase media (Feixa, 1999:83). La convergencia de los estudios culturales y la etnografía brindó uno de los más lúcidos análisis en la obra de Paul Willis. En un trabajo ya clásico, Aprendiendo a Trabajar (1997), abordo desde una perspectiva etnográfica la cultura escolar en un barrio obrero de Inglaterra bajo una matriz materialista. La peculiaridad de la investigación de Willis, como señala Auyero, es la combinación de un estudio etnográfico con problemas teóricos vinculados con los diversos enfoques de la reproducción social. Como sintetiza el propio Willis: “Pretendo sugerir que la cultura obrera contraescolar sustentada sobre el grupo informal y una serie infinita de contactos entre los grupos que comunican lo que es mejor y más relevante, cambia su fuerza generada sin resultados previsibles, al menos en lo que se refiere a