(IPRMACION EN PAGINAS MEMORES) FOTOS CUEVAS Y TRUUO CHIRIBITAS TAURINAS Si Un Es ¡CALOR, CALOR! Bueno.» Por MARTINEZ DE LEON Dotro Arrimarse Al Toro Es Muy Sano
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5 £ M A N A R i O GRAFICO DE LOS TOROS Núm. 1112 & 12 octubre 1965 ^ Dilección y Redacción: Ave nida del Generalísimo, 142 - Tel. 235 22 40 ^ Precio: 10 ptas. (IPRMACION EN PAGINAS MEMORES) FOTOS CUEVAS Y TRUUO CHIRIBITAS TAURINAS si un es ¡CALOR, CALOR! bueno.» Por MARTINEZ DE LEON dotro Arrimarse al toro es muy sano. es Calienta mucho. mepri Puede ser que ar valiente, a veses, no le paresca tan sana dichas calorías por exseso de "leña" resibida. Pero a la Fiesta le va de durse. ¡ Qué duda cabe! Sí en generaf er calor es vida/ en par• ticular pa la fiesta de toros es la vida misma. En la plasa han de estar calien• tes er toro, er torero, er piso, er pú• blico... • Es que si no, no es fiesta de toros. Antiguamente, cuando el empresario componía libremente los carteles y no los apoderaos, solía colocarse entre dos maestros exquisitos a un modesto va• liente con un año de fonda sin pagar. Era la mecha. En er primer quite, er va• liente a seca se acordaba der fondista y cardeaba la plasa. Er calor ensendía ar público, siempre agradesío a estos ímpetus, aunque sean rudos. Er público calentaba a los exquisitos maestros. (Ar toro —ar toro de entonses— no había que calentarlo, sino apagarlo.) Y ya es• taba la corría echando jumo hasta er finá. Debo arvertir a los jóvenes afisionaos actuales que antiguamente ningún tore• ro se enfadaba temiendo que acabaran con su toro por lanse de más en er qui• te. Afortunadamente, había toro de so• bra pa to lo que se quisiera. Hase unos años nuestra Fiesta anda• ba argo fría. Er torito frío y la faena templada sólo en er torito helao, la ha• ría tiritar. Le fartaba calor y se lo die• ron. Fue uno de Parma del Río, con un armiar de pelos en ía cabesa. jY cómo cobra er gaché de la calefacción por "elementos". Pero ¿no habéis notao en la temporá que camina hacia las tablas, pa doblar junto al estribo, sierto calor- sillo en los frioleros diestros de antes? SOLO ¿Y no les gus• ta er calor en GARVEY los toros? Po a mí sí. SUPERA A Creo que los toros sin calor, GARVEY POIVOM ni es Fiesta ni es na. OARVEV BOOEQAS DE SAN PATRICIO JEREZ —Está bien que nos lleve de 'doiiié*ticOS ' ^JSB^^ÍML OSELITO ¡pero esto me parece demasiado. En reciente fecha ha publi• I cado nuestro amigo y compa• ñero Guillermo Sureda Molina un librito que titula "De El Viti a Santiago Martín", breve y jugoso, en que dice el tore• ro salmantino cosas interesan• tes. Tanto, que, en lugar de la corriente nota elogiosa del nue• vo libro, preferimos obsequiar a nuestros lectores con uno de sus capítulos. > LA CORNADA ES ALGO QUE ^fti^ ENTRA EN EL PROGRAMA rSS • Contrapunto: La foto de arnba nos muestra un Viti alegre, tranquilo, descansan, do un tiempo atrás al sol de Mallorca. La otra foto, una ambulancia. En ella el torero va camino del sana• torio. Lleva una cornada sufrida en la plaza de la misma ciudad y bajo el mismo sol i-A. C^OCxIDAl V che que no conoce el bautizo dei —¿Vamos a la finca? toros. Santiago soñaba desde niño En Pozos de Hinojo le dan a uno yes. El campo de Castilla, con to• agua. Doña Lucía, la señora de Ma• —Vamos. con ser dueño de una gran finca, En ias dos fotos de arriba: ganas de levantarse temprano. da su grandeza y toda su miseria, nuel Francisco Garzón, mujer ma• La finca es para Santiago su por razones sentimentales, para él El Viti al dejar el avión que lo Desde la cama se oye el canto de con toda su monotonía y toda su ravillosa, nos ha preparado el de• mayor ilusión, su mejor juguete, el siempre muy importantes, situada trajo de Mallorca herido y en la los galios, el cloquear de las galli' belleza, nos abre sus brazos. sayuno : galletas, pan, jamón y cho• sueño de su vida. "El Palancar" cerca de su pueblo natal..y cerca clínica madrileña. Por contraste, ñas, el piar alegre de los pájaros Bajamos. Sobre la mesa nos es• rizo. Al poco rato aparece Santia• tiene más de mil hectáreas de ex• de Pozos. Ahora la tiene. Y en esa en las otras dos fotos El Viti variopintos. Los tordos están sobre pera una humeante taza de café go Martín, pantalón de pana cane• tensión. Le costó a Santiago mu• finca-se pasa el torero casi todas aparece feliz durante su última las tejas de las casas. Bajo nues• con leche de cabra, leche fuerte y la, botos camperos, camisa vaque• cho dinero —no importa cuánto—, sus horas de descanso. estancia de vacaciones en Palma tra ventana pasan ahora, camino gustosa, que sabe a retama y a can• ra, puesta ya su gorrilla de visera. ganado a fuerza de arrimarse a los La finca de Santiago Martín se del trabajo, varias yuntas de bue• tueso, a jaramillo y a campo, le- ellos veo asomar la sombra de la se gana mucho menos envidia. Aquí, tocios quieren a E\ reando. que to. Viti y todos le admiran. El sol pi• ca fuerte todavía. Un gavilán des Santiago se ríe también dP u cribe perezosamente cjrculos sobre na gana. Porque Santiago ^ nuestras cabezaj. A Jo lejos, las mucho, hora es ya de decirio ? vacas andan cansinas en busca de ne siempre que una cosa y h e hierba. gracia, siempre que tiene P e Vamos andando un buen rato Esa fama de hosco y seco QUT^' por la fjnca. Pienso que en cada ne El Viti es algo que picaq^^ metro cuadrado de ella hay ente• ridicula, por injusta y supenv ? rrados un buen número de mule- Santiago Martín, que lo diean , tazos, una gran cantidad de peli• que de veras le conocen es gro, innumerables sudores y malos hombre cordialísimo y siunam ^ ratos. Pienso que esta finca, como todas las fincas que han podido agradable. Es un hombre dT"' comprar los toreros, ha sido ad• tacto exquisito, del que ha dado1"1 quirida a costa de grandes, enor• todos sus verdaderos amigos ' * mes sacrificios. ¿Cómo no va a numerables pruebas. Buena pr¿eb quererla Santiago con toda su al• de lo que digo es que, aquí en Ira ma, con todo su corazón? Basta guntía, y allí, en Vitigudino. en su verle para darse cuenta hasta qué pueblo natal, todos, absolutamente punto ese amor es cierto. Basta todos le quieren, le admiran y man, verle mirar sus tierras, acariciar tienen con el torero lazos de autén• sus cercados, oirle dar órdenes a tica amistad- Ir con Santiago Mar• sus empleados, basta estar ahí con tín por las calles de Vitigudino. co él unos minutos, andar junto a él, mo yo he ido tantas y tantas veces oírle, para darse uno cuenta del amor que el torero siente por ese es una de las experiencias más con^ amplio pedazo de tierra salman• movedoras que pueda un tener. To• tina. dos le saludan, con todos habla, to. —No, no puedo negarlo. Yo soy dos se interesan por su salud, por hombre de campo. Y conste que sus próximas corridas, por sus ac• me gusta también la ciudad. Pero tuaciones pasadas, a todos sonríe cuando estoy en ella muchos días, y a todos trata con una carapecha- me ahogo y necesito volver a este nía y una sencillez realmente ma• campo y respirar este aire seco y ravillosas. ¡Cuántas veces, viendo puro. ¿Tú sabes lo sano que es es• todo esto, me he preguntado a mi Este es el palacio, restos de una pasada grandeza. Tíéne dos hermosos to y lo bien que está uno aquí, sin escudos de piedra en amte>s lados. En el patio hay inscripciones romanas mismo si ese es el chico que para ruidos, sin paso de peatones, sin tantos resulta "un misal cerrao"! extiende a ambos lados de la ca• Quien no haga eso, no transmite cines, sin luces de neón? ¡Qué poco, qué poquísimo conoce rretera y su dueño la está cercan• ninguna sensación seria y honda al Sobre una loma lejana está el la gente a Santiago Martín! do con pilares de granito unidos aficionado. pajar. Desde allí se divisa toda la —Este es el Palacio. con hilos de alambre. Frente a —Pero hay toreros que están finca, que abarca todo el horizon• nosotros, una bandada de perdi• arriba... te, todo cuanto la vista puede al• La casa es grande, de planta ba ja y un piso, ancha. Tiene dos her• ces levanta el vuelo con el susurro —Todo el que está arriba, en el canzar. Desde aquí, la finca se ve aleteante de sus alas. A Santiago, mosos escudos de piedra en amboL toreo, es por algo, no te quepa la dividida en diversos sectores de co• cazador de buena estirpe, se le en> menor duda. lor. Aquí el verde de los trigales. lados de su amplia puerta y otro candilan los ojos. Más abajo, la cebada y la avena. sobre ella. Esos escudos, en efecto —¿Tienes miedo al ridículo? —El domingo se abre la veda e Allí, los cercados de los pastos, don• parecen ser los restos de una pa iremos a cazar. —Tengo más miedo al ridículo de estarán los toros bravos. A lo sada grandeza. Dentro del Palacio, que a la cornada. El que le den a Santiago, al volante del "Land lejos, las encinas. En aquel lado, en el patio, hay unas inscripcione: uno una cornada, es cosa del to• el ocre del campo recién arado.