Una Mirada a La Pintura De Fernando De Szyszlo
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Artes ◀ Una mirada a la pintura de Fernando de Szyszlo A look at the painting of Fernando de Szyszlo Juan Gustavo Cobo (Colombia) Escritor [email protected] Resumen Abstract Este escrito explora la influencia de This paper explores the influence of pre- los mitos prehispánicos en la obra de historic myths in the work of Fernando De Fernando De Szyszlo. La fuerza expresiva Szyszlo´s work. The expressive power y mítica de las inquietudes universales and mythical universal concerns that que aquejaban a las civilizaciones plagued the lost civilizations of South perdidas de América del Sur, sobreviven America, survive in the work of the Peru- en el trabajo del maestro peruano. vian artist. Palabras clave: arte prehispánico, pintura, Keywords: prehispanic art, painting, Peru- artistas peruanos, escultura vian artists, sculpture PARA CITAR ESTE ARTÍCULO / TO CITE THIS ARTICLE COBO, J. G. (2014). UNA MIRADA A LA PINTURA DE FERNAN- DO DE SZYSZLO. Poliantea, 10(19), pp. 289-294. POLIANTEA | p. 291-298 | Volumen X | número 19 | julio-diciembre 2014 | 291 111 Book Poliantea 19.indb 291 5/21/15 4:38 PM ▶ Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo - Juan Gustavo Cobo Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo A look at the painting of Fernando de Szyszlo Juan Gustavo Cobo (Colombia) Escritor [email protected] ¿De qué noche primordial brota esta pintura? ¿En qué oscura energía se nutre para extender ese fondo sombrío sobre el cual asoman, se insinuan o se recortan esas formas hirientes o aguzadas o esos colores, en ocasiones sutiles y delicados o en otras plenos de fosforescencias submarinas o trans- parencias propias de los espejismos del desierto o quizá de las atmósferas andinas. Pero hay más: la costa, la sierra o la selva del Perú, dos mil años antes de llamarse así, se unirían en peregrinaje hasta el Chavin de Huantar para adorar al ídolo de piedra donde felino, serpiente y pájaro, alucinógenos y sangre, confluían en esos ojos fríos y sus cuatro colmillos cruzados, como recuerda Mario Vargas Llosa, para suplicar protección contra la muerte, los desastres naturales o las guerras tribales. Ya allí escalinatas, terrazas, orato- rios, aposentos, túneles, niebla y color se conjugaban en la ceremonia, en el ritual propiciatorio, en el sacrificio, que ahora, no hay duda, la pintura de Fernando de Szyszlo evoca, convoca e invoca solo con la magia de sus pin- celes, en esas cartas astronómicas o sensores subterráneos que son sus óleos. Siglos de piedra, cordilleras andinas, templos del Sol, santuarios de vír- genes, fortalezas inexpugnables ensambladas a mano, el Imperio inca, con su centro en el Cuzco, solo duraría siglo y medio, pero culturas preincas también nutren el imaginario del pintor, llámense nazca o paracas, con sus 292 | POLIANTEA | p. 291-298 | Volumen X | número 19 | julio-diciembre 2014 111 Book Poliantea 19.indb 292 5/21/15 4:38 PM ▶ Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo - Juan Gustavo Cobo Artes ◀ mantos de plumas, de orquestados camina y los ojos son de plomo. “La colores, o esos tejidos de figuras in- tierra se niega / A sepultar a su señor quietantes y cruel mitología que aún / Como si se avergonzara del cadáver nos sorprenden. Con razón el poeta de quien la amó”. Emilio Adolfo Westphalen, en una Una historia de más de diez mil brillante interpretación de la muestra años, donde el Tahuantinsuyo repre- del pintor en 1963 en torno al poe- senta apenas unos cien años, ha nu- ma quechua sobre la muerte de Ata- trido a Szyszlo y, en ella, culturas y hualpa, que tradujo, entre otros, J. M. civilizaciones prehispánicas atraen Arguedas, hace ver cómo Szyszlo se con sus nombres y sus logros. Desde sumergió con su lengua ya formado el mítico Machu Picchu hasta la de- en una abstracción lírica plenamente solada Cajamarca. Mochicas, chimús, contemporánea en aquel pasado —su aimaras, nazcas, chancas, puquinas y herencia— en la traición y muerte muchos otros pueblos. Es coheren- de ese hijo del dios Sol, dios él mis- te que Szyszlo haya dedicado pági- mo, donde la pintura se hizo elegia- nas inteligentes tanto a la cultura de ca para dolerse de un mundo ya sin Chancay como el arte de Paracas, tal centro y una naturaleza desquiciada como consta en su libro Miradas furti- donde el arcoíris es negro, la sangre vas. Paracas, que en quechua significa Serie Mar de Lurín, 1994 POLIANTEA | p. 291-298 | Volumen X | número 19 | julio-diciembre 2014 | 293 111 Book Poliantea 19.indb 293 5/21/15 4:38 PM ▶ Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo - Juan Gustavo Cobo Serie Sol Negro, 1993 ‘arena que cae como lluvia’, lo mismo donde “una forma erguida, totémica que Camino a Mendieta, playa del Pa- se eleva agresiva o lenta”. cífico, o Mar de Lurín, nos anclan la Pero todos sus trabajos, como los obra del pintor en sitios concretos y que ahora se exponen en la Durban circunstancias específicas. Allí insta- Segnini Gallery, conservan su fuerza lará sus noches estrelladas, sus soles expresiva y su carga mítica reinsta- negros, sus recintos en penumbra, y lando en un mundo desacralizado el como lo dijo Damián Bayón en Pensar temor ancestral ante lo incompren- con los ojos, “oscuros, densos, traba- sible —la muerte misma, el fin de dos de composición” y recorridos por civilizaciones— y abriendo, en esas una “luz violeta, negra, fosforecida ceremonias soterradas, un cruce im- cuya materia se organiza en amplias placable de relámpagos de luz y san- pinceladas dirigidas como hierbas que gre. Como la describió Mario Vargas peina un viento abstracto”. Más tar- Llosa, “Una ceremonia que parece a de, los cuadros se tornarán verticales, veces de inmolación o sacrificio y que 294 | POLIANTEA | p. 291-298 | Volumen X | número 19 | julio-diciembre 2014 111 Book Poliantea 19.indb 294 5/21/15 4:38 PM ▶ Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo - Juan Gustavo Cobo Artes ◀ Mesa ritual, 1986 se celebra sobre un ara primitiva. Un Enrique Molina —y que nos atraen e rito bárbaro y violento, en el que al- intrigan— tratando de apoderarnos guien se desangra, se desintegra, en- de su enigma reconocible pero ci- trega y también, acaso, goza. Algo, frado en el idioma secreto de la más en todo caso, que no es inteligible, alta pintura. Que dice y, la vez, calla. que hay que llegar a aprehender por Aquella que Octavio Paz, en 1959 la vía tortuosa de la obsesión, la pe- ya señaló al hablar de un Szyszlo sadilla, la visión”: “más dueño de sí, más libre y osa- do, pero que sigue siendo el mismo: Clarividencias oníricas, que se aso- difícil, austero, violencia y lirismo a man a a las profundidades que ex- un tiempo”. ploraron sus poetas cercanos, el hilo negro de Vallejo, la incandescencia Tenemos así un pasado que in- del deseo en César Moro, el pasa- cita con su peso milenario y una ac- jero de la habitación 23 que exaltó ción contemporánea que lo revive y POLIANTEA | p. 291-298 | Volumen X | número 19 | julio-diciembre 2014 | 295 111 Book Poliantea 19.indb 295 5/21/15 4:38 PM ▶ Una mira a la pintura de Fernando de Szyszlo - Juan Gustavo Cobo expone a la vista. Que también con- el alba límpida. Porque, en realidad, mina al espectador a participar de esa el negro es quien domina. fiesta que es a la vez un duelo. Espesor Sus formas son cuerpos libres de de una materia oleaginosa, transpa- entrelazarse y confundirse o de armar- rencias y veladuras, redondeles o sig- se —dientes, cuñas, espinas— en épi- nos, que nos atrapan en su decuso, en cas batallas contra ellas mismas. Pero su lento desplazamiento por la mente atrás el espacio se dilata y el horizonte o la retina. Inmersión en la materia traza con nitidez sus límites en franjas prima. En el volcánico fuego primor- que evolucionan y sufren metamorfosis dial y su ignición súbita. de pictórica densidad o de levitación Asombro, perplejidad, sigi- abisal. Pero hay algo más alto y tras- lo, enunciación que calla y claridad cendente que nosotros mismos. Lo nu- enmascarada en los días de ceniza minoso y terrible de que habló Rilke, o previos al carnaval, a las fiestas y ro- la dorada caverna que talló Rembrandt merías de esos trajes deslumbrantes como un templo en la penumbra para y abigarrados en sus collares de oro venerar lo inaccesible. Pero este espacio y plata, en sus suntuosos encajes, en es americano, en la vastedad de la na- la gravedad acompasada de su trans- turaleza —océano, cordillera— o esas currir que vuelve cada año, para así celdas claustrales, en fría piedra, que abolir el tiempo y mantener viva la nos encierran con nosotros mismos y tradición. Del barro popular a la pale- nuestros fantasmas de vieja data. ta nutrida en Tiziano y el claroscuro. Todo ello proveniente de un país Pintura feliz en su despliegue y consagrado al sol, como escribió Cé- agónica en sus postrimerías, Szyszlo sar Moro, “en la costa fertil en culturas se mantiene en su sitio, ya conquis- mágicas, bajo el vuelo majestuoso del tado. Resiste y perdura y vuelve a lu- divino pelícano tutelar”. De ese Perú, char, ante cada nueva tela, para que de claridades vueltas sombras tangi- los colores —rojo, violeta, azules, ver- bles, donde Fernando de Szyszlo ha des, marrones y amarillos— canten hecho más grávida la luz del miste- y resplandezcan antes de que el sol rio. Ese espacio, por cierto ilusorio, vuelva a caer o la luna se esfume en donde por fin podemos vivir.