14 SONES Una Historia Oral De La Salsa En Bogotá Marcela Garzón Joya Trabajo De Grado Para Optar Por El Título De Comunicador
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14 SONES Una historia oral de la salsa en Bogotá Marcela Garzón Joya Trabajo de grado para optar por el título de comunicadora social y periodista Director: Mario Jursich Durán Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Comunicación Social y Lenguaje Comunicación Social Bogotá D.C 2009 1 Bogotá, diciembre 7 de 2009 Señor JURGEN HOLBERG Decano Facultad de Comunicación Social Universidad Javeriana Ciudad Estimado decano: Tengo el gusto de enviarle 14 sones: una historia oral de la salsa en Bogotá de la estudiante Marcela Garzón Joya. Como seguramente sabrá, Marcela está terminando la carrera de Comunicación Social y este es su trabajo de grado. Resalto que se trata de un tema al cual, no obstante la inmensa popularidad del género, se le han dedicado poquísimas investigaciones, al punto de que pudiéramos considerarlo un territorio virgen para los académicos. Si tuviera alguna duda o fuera indispensable presentarle información adicional, no dude en comunicarse conmigo. Reciba un saludo cordial, Mario Jursich Director de tesis 2 3 LA SALSA ES LA SALSA ES LA SALSA “Pacheco era consciente de que los jóvenes hispanos traían el ritmo nuestro en la sangre pero que no sabía distinguir entre el merengue, la bomba, la guaracha o el guaguancó. Aún así, Pacheco tenía a dominicanos, cubanos, y puertorriqueños en su orquesta, y juntos tocaban música tradicional bailable cubana a la que añadían su propio sabor. Necesitábamos una palabra para reunir todos estos ritmos. La música cubana volvió a nacer en el extranjero bajo el nombre de salsa”1. Fue muchos años después de que los inmortales cantautores Ignacio Piñeiro y Benny Moré gritaran a vivo pulmón la palabra ¡Salsa! Que ésta misma quedó inmortalizada en el lenguaje mundial. Tanto así que hoy cuando alguien escucha el retumbar de unos tambores y el quisquilleo de unas maracas junto con el estruendo armonioso de una trompeta o de unas claves y un saxofón al ritmo caribeño y tropical, dice: ¡eso es salsa! Y que mejor definición para la salsa que la misma que nos aporta la mismísima reina de la salsa ‗Celia Cruz‘: una palabra para reunir todos estos ritmos. Y luego de algunos años, hacia finales de la década de los 60 podíamos ya decir con claridad que esos ritmos tienen también su nombre propio y son: el guaguancó, el bugalú, el chachachá, el danzón, la timba, el son, el son cubano, el son montuno, la descarga (improvisación instrumental), el mambo y el bolero (los más reconocidos). ―La fusión de los ritmos se convirtió en el escenario salsero por naturaleza que todo buen bailarín quería probar. Así que al bailarín se le reconocía en las tablas, pero no bailando rock & roll, sino salsa‖2. Desde la pista de baile en Broadway de los años 50 la salsa se apoderó de los escenarios rumberos y en su historia poco se ha desasociado del baile. Salvo el latin-jazz que es considerado una vertiente de la música caribeña, todo ritmo caribeño es propio de un estilo particular para bailar. Y es en torno al baile como fenómeno social que se han manifestado 1 CRUZ, Celia. Mi vida. Una autobiografía. Ediciones B. 2004, Barcelona, página 118. 2 ARTEAGA, José. La salsa, un estado de ánimo. Acento Editorial. 2000. Barcelona, página 22. 4 cantidad de expresiones que han pasado a la historia y que han conglomerado distintas personalidades y momentos específicos en una sociedad. Es el baile uno de los asuntos que le competen a esta investigación, desde la perspectiva social que conviene. ―Algunos tipos de música están indisolublemente vinculados al baile, que es pues, entre otras cosas, una forma de expresar con el cuerpo, la relación entre el tiempo y el espacio.‖3Una de las dimensiones importantes de la relación entre géneros es la continuidad de la vida en el tiempo, el baile y el erotismo, que se encuentran intrínsecamente relacionados en importantes expresiones sonoras. Por ello, las danzas-ritos que siempre han existido en numerosas culturas persisten en los inconscientes colectivos y son causa de manifestaciones sociales únicas y locales. En Colombia quienes desde la llegada de la salsa al país se han destacado en el baile han sido los caleños y por su parte, también, los barranquilleros. No hay duda de que son ellos los protagonistas del „swing‟. Los movimientos alrededor del baile han sido muchos: ferias, concursos nacionales e internacionales, de los cuales, los caleños han sido tres veces ganadores. En 1996, en 2002 y en 2008. El baile caleño tiene sus propias características. Aunque la danza salsera posee características universales, los pasos resultan siendo casi únicos de cada región. Por lo mismo es casi inconfundible un bailarín caleño a uno barranquillero e incluso a uno chocoano o bogotano. Y más si se trata de compararse con un extranjero y no latinoamericano. ―La organización humana de los sonidos o la música, mediante el baile, es una forma de organizar, expresar o simbolizar el tiempo, único de cada región.‖4 La música combina muy significativamente diversas dimensiones del tiempo. Por un lado, el tiempo sucesivo se manifiesta de manera más inmediata en la música conformada por tiempos exactos que marcan un ritmo y crean una melodía única e irrepetible cada vez que es interpretada. Así es que se puede decir que alrededor de los sonidos se establecen formas de comunicación que acompañan en una determinada época la cultura de cada región. La salsa se convirtió en el ritmo bailable, en un principio de salón y luego, en la comunión perfecta 3 QUINTERO RIVERA, Ángel G. Salsa, sabor y control. Sociología de la música tropical. Siglo XXI editores, S. de C.V. Segunda edición, 1999. Pág 110. 4 Ibíd, pág 35. 5 para reunir a gentes de cualquier clase a ‗azotar baldosa‘, como lo dice el gran Cheo Feliciano. ―La danza, que desde su origen sanscrito significó ―anhelo de vivir‖, se dignificó y extendió en los tiempos modernos en el Caribe, para alcanzar –a través de la salsa– la conformación de la música bailable más notable y exitosa del continente y quizás de la humanidad‖5. Pero no es únicamente a través del baile que se han conformado expresiones sociales propias de la música del Caribe, pues además, las letras y temáticas de esta música manifiestan momentos y situaciones reales en el tiempo. Jhonny Pacheco le cantó a la vida fácil, Celia Cruz a la felicidad, Rubén Blades a los retos y problemas de vivir, Hector Lavoe a la soledad, Mongo Santamaría le cantó a la música y sin duda todos hicieron alguna vez un homenaje a la misma salsa. ―Son las composiciones de la música caribeña narraciones que inmortalizan algún episodio vivido o recordado por el compositor. Las historias de la salsa son las historias de la vida misma, del andar y del tropezar‖6 Desde que nadie sabía que a lo que Ignacio Piñeiro le decía “échale salsita” se convertiría en el nombre perfecto para llamar ese nuevo ritmo inmortal; los cantautores como él mismo o como Machito, Tito Rodríguez o Dámaso Pérez Prado ya le cantaban a la rumba, a las noches aventureras y a las mujeres negras y bellas. Esos fueron los primeros temas que invocaban los ritmos salseros, en especial, el son montuno, y el guaguancó. Hay que decir que cada ritmo se acopló a distintas temáticas que mantuvieron la línea, al menos, varias décadas. En principió, el guaguancó, que se originó luego de la abolición de la esclavitud en Cuba en 1886 y representó una fusión de varios rituales profanos afrocubanos conocidos como rumbas, en sus variedades, el yambú y la columbia, se caracterizaba por tener bailes muy eróticos y expresivos y le cantaba a la fiesta y a la mujer bella. Su primer exponente fue, por supuesto, el abnegado Mongo Santamaría. 5 ARTEAGA, José. La salsa. Acento Editorial. 1996. Pág 12. 6QUINTERO RIVERA, Ángel G. Salsa, sabor y control. Sociología de la música tropical. Siglo XXI editores, S. de C.V. Segunda edición, 1999. Pág 82. 6 El son montuno también es de un estilo afrocubano y su desarrolló vino a desplegar en la década de los 60. Inspirado en el guaguancó introdujo instrumentos como la conga y el piano y le cantó al amor y a la traición. Sus más grandes exponentes han sido Arsenio Rodríguez, Benny Moré y el infaltable Larry Harlow, que se ocuparía de fusionar este y muchos otros ritmos más. El chachachá y el danzón son géneros derivados más de la danza criolla y se representan con instrumentos de viento, violines y percusión cubana. El chachachá es más un baile de salón influenciado por el danzón pero con una estructura rítmica mucho más bailable que éste. Sus letras narran historias cotidianas y muy bien configuradas, como si fueran novelas. Sus exponentes: Cachao y Miguelito Valdés. La charanga es el ritmo popular por excelencia. Desde su auge, a mediados de la década de los 50, se convirtió en el ritmo que tocaban los músicos en las calles. Con un poco de pachanga, de chachachá y de timba; es folclórico, alegre y fuerte. Le canta a la noche, a la fiesta, y las banalidades. El mambo, originario de África y desarrollado en Cuba es uno de los ritmos más antiguos y famosos desde la década de 1780. No fue inicialmente un baile de salón, pero luego, por la complejidad de sus pasos se fue convirtiendo en el ritmo de concursos por preferencia de los bailarines de salsa. Su ritmo se representa con una pausa fuerte en el movimiento del bailador con el fin de acentuar la síncopa. Sin duda fue Dámaso Pérez Prado quien popularizó este inolvidable ritmo a finales de la década de 1940.