YO, Ezequiel Zamora
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YO, Ezequiel Zamora Conversación imaginaria “Ezequiel Zamora Campesino” obra de Rafael de Montijo. Pintor, escultor nativo de Santa Lucía de los Valles del Tuy. Autor: Profesor Manuel Vicente Monasterios Gómez. Miembro correspondiente de la Academia de la Historia Del Estado Miranda por el Municipio Rafael Urdaneta. - Valles del Tuy- Febrero del año 2011 Prologo Dr. Fermín E. Luque O. EL GENERAL EZEQUIEL ZAMORA CARA A CARA ANTE LA HISTORIA Esta nueva obra del profesor Manuel Vicente Monasterios, historiador, humanista y amigo entrañable, nos coloca frente a frente al general Ezequiel Zamora. Tanto esa entrevista imaginaria realizada al caudillo de la Guerra Federal por su conterráneo cueño Manuel Monasterios, sobre la documentación testimonial desprovista de invenciones, como la gentileza del autor al permitirme estas modestas notas; no constituyen pretensiones compartidas de inventar nuevas visiones biográficas en tomo al general del pueblo soberano. Mucho se ha escrito sobre Zamora al igual que lo han hecho sobre la llamada guerra de los cinco años. Pero este trabajo, por encima de toda consideración política, sólo tiene un propósito pedagógico. Conocer más de cerca el pensamiento de una de las figuras más controvertidas y relevantes del siglo XIX, a quien han venido utilizando mediáticamente con veladas intenciones como bandera Facha de la casa natal del General Ezequiel Zamora, Cúa Foto Gladys Zambrano ideológica para arremeter contra principios fundamentales de la democracia, tales como la libertad de prensa y de pensamiento, el Estado de Derecho, la descentralización y la propiedad privada. El propósito está orientado al logro de una verdadera valoración histórica, tanto de la Guerra Federal como de sus protagonistas. Revela una sociedad anarquizada, descompuesta y lacerada por el militarismo fecundador de pillerías y caudillos. La trágica Guerra Federal por encima de sus postulados o de sus esperanzas, incendió a Venezuela y la llenó de cruces sobre más de cien mil tumbas. Por un lado Zamora iza la bandera de la dignidad y la libertad que sintetizó en la consigna: "democracia y federación, tierra y hombres libres", mientras que a su lado marchaban caudillos que ocultaban sus verdaderas intenciones o ambiciones políticas. Allí estaban Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco, tal como se evidencia antes y después de los hechos acaecidos en la Hacienda que sirvió de escenario al acuerdo político conocido como el Tratado de Coche, firmado el 23 de abril de 1863, y que puso fin a la contienda bélica. Falcón y Guzmán Blanco nunca quisieron a Zamora, ni reconocieron a plenitud su autoridad sobre las tropas. Ambos se concertaron para valerse de su ascendencia sobre el ejército federalista y aprovecharse de sus logros y victorias. El General Falcón, cuñado de Zamora (casado con Estefana Falcón), junto con Guzmán Blanco, vacilantes y oportunistas, estando exiliados en Saint Thomas, conformaron una corriente dentro del federalismo distante a la que orientaba el general del Pueblo Soberano, quien se había asilado en la isla de Curazao. Desde esta isla, Zamora no descansa en los preparativos para llevar a cabo sus planes tendentes a derrocar la dictadura conservadora. Al aflorar el año 1858, en diversos lugares del país cundían las insurrecciones y las guerrillas, como sucedía en Portuguesa y Barinas, Calabozo y Yaracuy. Cuando el 20 de febrero de 1859 el comandante Tirso Salavarría al frente de 40 hombres asalta el Cuartel de Coro y proclama la "Federación", al día siguiente sin dilación llega Zamora, desembarca en la Vela de Coro y se dedica a la organización del Ejército Federal de Occidente con el carácter de General de División y Jefe de Operaciones, después de lo cual inicia una exitosa campaña militar. Mientras tanto Falcón quien se auto denominaba "Presidente de la República en Campaña" junto con Guzmán Blanco, vacilan en incorporarse a la lucha y sólo lo hacen después de haber transcurrido cinco largos meses, cuando desembarcan el 24 de julio en Palma Sola, Estado Carabobo. Pero antes, a espaldas de Zamora, habían tratado de negociar con el gobierno conservador, con la supuesta intención de buscar una salida política a la situación en que se encontraba sumido el país, sin necesidad de entablar una contienda armada. Ambos liberaloides estaban en desacuerdo con Zamora y no creían en sus ideales. La prueba más contundente de este aserto está contenida en la información aportada por Luis Level de Goda, quien fue 'enviado por el General Falcón desde la Isla de Trinidad, a entrevistarse con el representante del cínico dictador Julián Castro, el General Carlos Luis Castelli, 'a quien entregó el mensaje cuyo contenido, entre otras apreciaciones, señalaba que "... estoy decidido a entenderme con Castro para que hagamos un arreglo y la paz, agregándole para darle más fuerza a tu aseveración, que no estoy contento con la revolución de Coro y con la conducta de Zamora, quien no contó conmigo para este movimiento ... " Tanto Falcón como Guzmán Blanco trataban de eludir a Zamora, al ver frustradas sus intenciones de convenir con Castro, debido al golpe que derribó a este último. Cada quien andaba por su lado, hasta que Zamora tomó la plaza de Barquisimeto en las propias narices de Falcón, después de lo cual acceden reunirse con el Valiente Ciudadano para ultimar el plan de operaciones. La reunión se efectuó en la Meza de Cabasca, Portuguesa, donde se acuerda que Falcón continúe como "Presidente en campaña" y el General Zamora como Jefe Militar del Ejército Federal, cuya ascendencia sobre los soldados era innegable. Desde esos días comenzó a perfilarse la idea de eliminar a Zamora por considerarlo un rival que estaría por encima de Falcón y Guzmán Blanco. Mucho se ha escrito sobre la guerra federal y sus protagonistas. Sin embargo, aún están por estudiarse la verdadera esencia de sus postulados, sus alcances y consecuencias. Manuel Vicente Monasterios es un investigador apasionado del pasado y presente de su pueblo natal, Cúa. En esta entrevista imaginaria intenta alejar del mito y la leyenda a un personaje que aún, históricamente, está muy cerca y continúa siendo motivo de acaloradas polémicas. Zamora en sus digresiones y comentarios no se juzga a sí mismo, sólo trata de justificar las motivaciones que lo condujeron a la guerra. Es una autodefensa y un análisis autobiográfico sin matices literarios ni históricos. Todos sus parlamentos están desnudos de críticas y análisis, desprovistos de comentarios e interpretaciones. Sólo habla Zamora. El profesor Monasterios al conceptualizar en tiempo y espacio el monólogo del General Zamora, lo deslastra de elementos que en muchos casos han sido fuente de críticas adversas y despiadadas, o por el contrario, de apasionadas alabanzas o lisonjas. Esta obra es una arduo trabajo de sistematización ajustado rigurosamente a la documentación histórica existente sobre la vida de Zamora, desde su infancia, primero en la población de Cúa y después en Caracas, luego su actividad comercial en Villa de Cura y los llanos centrales, hasta que recibió los empujones de la rebeldía que lo llevaron a cabalgar como guerrillero y empuñar las armas en pos de la libertad y la justicia bajo el lema de “tierra y hombres libres”. Y lo que no le permitieron lograr en el campo de las ideas políticas al sentirse execrado y humillado, optó por zambullirse en las aguas turbulentas de la guerra larga, pero que en su himno engloba un grito vengativo como aquellas expresiones: “Yo quiero ver un godo colgado de un farol / y miles de oligarcas con las tripas al sol”. ¿Acaso alzó la bandera de la rabia, el odio o la venganza? Con el personaje se ha querido pasar de la realidad a la ficción, tratando de reconstruir lasa vivencias de un hombre que si no hubiese sido blanco de la bala que le segó la vida en San Carlos, a lo mejor habría cambiado el destino político de Venezuela que en aquellos días lucia un pueblo verdaderamente desconcertado. No fue una mano anónima la que apretó el gatillo del certero balazo que dio en la cabeza del caudillo federal. Dirán que el disparo salió del bando enemigo, pero hay quienes no creemos en ese cuento de caminos, de voces traicioneras, de ambiciones desmedidas, rastreras. Guzmán Blanco no era un hombre a quien le repugnara la traición y la lisonja. ¿Qué hubiese pasado si el General Zamora llega a Caracas al frente del ejército federal ondeando la bandera de la victoria? Esa bala tiene un nombre: Antonio Guzmán Blanco. Difícil tarea esa de plantear un monólogo con un hombre, aunque sea en forma imaginaria, y mucho más, cuando el personaje fue siempre parco de palabras, no tanto como aquél otro caudillo de La Mulera, que ahogó en el oscurantismo al siglo XX venezolano, a quien presentó magistralmente el doctor Ramón J. Ve1ásquez en sus "Confidencias Imaginarias de Juan Vicente Gómez", obra ésta que recordamos por estilo seguido por el profesor Monasterios, sin que ello suponga hacer comparaciones literarias ni históricas. Según el Evangelio de San Juan, Jesús de Nazaret requerido en Betania por Marta la hermana de Lázaro apesumbrada y llena de dolor por su muerte acudió ante Jesús en demanda de ayuda y le pidió que se trasladara a su pueblo donde 10 habían sepultado. Al llegar el Maestro ante la tumba "Jesús gritó con voz muy alta o sonora: Lázaro sal afuera”... "Y al instante el que había muerto salió afuera, ligado de pies y manos con fajas, y tapado el rostro con un sudario. Dijo1es Jesús: Desatade y dejad1e ir”... (Evangelio de San Juan, Cap. XI, 43 y 44.). Traigo a colación este pasaje bíblico para resaltar el hecho de que el profesor Manuel Vicente Monasterios sin presunciones milagreras ni nada por el estiló, pone a caminar de nuevo al General Zamora y le pide que hable.