Procesos De Visibilización De La Comunidad Tehuelche Camusu Aike (Provincia De Santa Cruz, Argentina)
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DE LA “EXTINCIÓN” A LA AUTOAFIRMACIÓN: PROCESOS DE VISIBILIZACIÓN DE LA COMUNIDAD TEHUELCHE CAMUSU AIKE (PROVINCIA DE SANTA CRUZ, ARGENTINA) A Dissertation submitted to the Faculty of the Graduate School of Arts and Sciences of Georgetown University in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy in Literature and Cultural Studies By Mariela Eva Rodríguez, M.A. Washington, DC April 27, 2010 Copyright 2009 by Mariela Eva Rodríguez All Rights Reserved ii DE LA “EXTINCIÓN” A LA AUTOAFIRMACIÓN: PROCESOS DE VISIBILIZACIÓN DE LA COMUNIDAD TEHUELCHE CAMUSU AIKE (PROVINCIA DE SANTA CRUZ, ARGENTINA) Mariela Eva Rodríguez, M.A. Thesis Advisor: Joanne Rappaport, Ph.D. Dissertation Committee: Gwen Kirkpatrick, Ph.D. Dissertation Committee: Claudia Briones, Ph.D. ABSTRACT En la provincia de Santa Cruz se ha generalizado la idea de que “no hay indios” como consecuencia de dos presupuestos: que los tehuelche (considerados como los “indios argentinos”) se extinguieron y que los mapuche son ilegítimos (migrantes recientes de otras provincias o de Chile). Dispositivos estatales y científicos construidos sobre prejuicios civilizatorios, nacionalistas y racistas confluyen en una formación discursiva según la cual dicha extinción fue resultado de un proceso de mestizaje degenerativo. Tales dispositivos justificaron la enajenación de sus territorios, las tareas de “rescate” de los “últimos indios puros” y su apropiación como patrimonio de la patria y de la ciencia. A partir de un corpus conformado por crónicas de viajeros, documentos de archivo, informes científicos, observaciones etnográficas, memoria oral, entrevistas y iii conversaciones entre el 2007 y el 2009, este trabajo examina los procesos de invisibilización-visibilización de los pueblos originarios en Santa Cruz rastreando la agencia indígena a partir de un caso paradigmático: el pasaje de Camusu Aike desde “reserva tehuelche” vigilada a “comunidad” autónoma. En este proceso de lucha por el reconocimiento como pueblos preexistentes e interlocutores válidos converge el activismo indígena, empresas petroleras, normativas jurídicas, gestión estatal y una antropología comprometida. FROM “EXTINCTION” TO SELF EMPOWERMENT: PROCESSES OF VISIBILIZATION OF THE TEHUELCHE COMMUNITY CAMUSU AIKE (PROVINCE OF SANTA CRUZ, ARGENTINA) In the province of Santa Cruz the idea that “there are no more Indians” has been generalized as a consequence of two presuppositions: first, the idea that the tehuelche people (considered as “Argentinean Indians”) have been extinguished, and second, that the mapuche people are illegitimate (recent migrants coming from northern provinces or from Chile). State and scientific dispositifs built on civilizatory, racist and nationalist prejudices converged in a discursive formation according to which the supposed extinction was the result of a process of degenerative miscegenation (mestizaje). Such dispositifs justified the dispossession of their territories, enterprises that were oriented to “rescue” the “last pure Indians”, and the appropriation of their cultural practices and iv bodies as a patrimony both of the fatherland and science. From a corpus conformed by travel chronicles, archival documents, scientific reports, ethnographic observations, oral memory, interviews and informal conversations that took place between 2007 and 2009, this work examines the processes of invisibilization and re-visibilization of indigenous people in Santa Cruz. It tracks the indigenous agency focusing in a paradigmatic case: the passage of Camusu Aike from a disciplined “tehuelche reserve” to an autonomous “community”. The process of fighting for their recognition as pre-existing people and as a valid interlocutor exhibits a convergence of indigenous activism, oil exploitation enterprises, juridical norms, state policies and a committed Anthropology. v Dedico esta tesis a la memoria de Tommy (mi papá, que emprendió su viaje mientras transitaba la etapa final de la escritura), a mi hija Violeta (mi pulsión de vida) y a la lucha de los tehuelche, mapuche y mapuche-tehuelche (“indios”, “indígenas”, “paisanos”, “descendientes”, “entreverados”) de Santa Cruz. Quisiera agradecer en primer lugar a los miebros del comité doctoral: A mi directora Joanne Rappaport, por sus lecturas minuciosas, comentarios reflexivos que me llevaron a reelaborar y reescribir cada uno de los capítulos, por su guía y consejos durante el proceso de doctorado, por su estímulo para llevar adelante una antropología comprometida orientada hacia la colaboración, por comprender y empatizar con maneras alternativas de pensar la antropología fuera de Estados Unidos y, particularmente, por su cariño y atención desde nuestro primer encuentro, cuando acababa de enviar mi solicitud al programa de doctorado de Georgetown y supe que quería trabajar junto a ella. A Claudia Briones, a quien orientó las primeras etapas de mi trabajo de campo durante la licenciatura en Ciencias Antropológicas y aún continúa siendo mi directora en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y en otros proyectos de investigación. Gracias por ayudarme a ordenar esas primeras intuiciones y por haber abierto mundos alternativos a partir de reflexiones que conjugan experiencias propias y vi ajenas, lecturas en castellano e inglés, compromiso con la tarea académica así como con la lucha de los pueblos indígenas, un estricto sentido ético y una sincera valoración de los aportes individuales en el trabajo colectivo. A Gwen Kirkpatrick, por su acompañamiento como Directora de Estudios Graduados, por sus aportes desde la literatura y los estudios culturales que enriquecieron esta tesis desde un enfoque interdisciplinario y, particularmente, por su paciencia ante mi carácter apasionado. Hago extensivo el agradecimiento a Alfonso Morales Font, Chair of the Spanish and Portuguese Department, por haber valorado mis inquietudes intelectuales y socorrerme en situaciones críticas burocráticas y económicas durante esta larga etapa como estudiante. Agradezco finalmente a las entidades que financiaron mi doctorado e investigación: a la Graduate School por la beca de estudios (Fellowship Award 2002- 2007), de trabajo de campo (Graduate School Research Travel Grant 2006) y de viaje para asistir a conferencias (Conference Travel Grant, 2003, 2003, 2004, 2006 y 2007), al CONICET por la beca de Formación Mixta para completar la maestría y parte del doctorado (2003-2005 y 2005-2007), y a la Sección Cultura y Poder de Latin American Studies Association (LASA) por la beca de viaje para asistir a uno de los congresos (2007). A los indígenas con los que he estado trabajando desde que volví a Argentina en el 2006, sin cuyo apoyo esta investigación no hubiera sido posible. Les agradezco por haberme permitido comprender desde otras lógicas y cosmovisiones, por leer mis manuscritos e vii influir en la reorientación continua de mi investigación, compartir reflexiones, discusiones conceptuales, estrategias políticas y por abrirme las puertas de su casa, sus memorias, inquietudes, deseos y proyectos futuros. La comunicación frecuente, casi cotidana, ha permitido forjar relaciones de amistad que no sólo se expresan a través de manifestaciones de cariño, sino también mediante críticas constructivas mutuas. En este lugar privilegiado se encuentran Dora Manchado, Ramón Epulef, Myrta Pocón, Celia Rañil, Sergio Nahuelquir, Juan Millanahuel, Fernando (Pocholo) Martínez e Isabel Murga. A aquellos que me hospedaron en diversas ocasiones: a Ramón Epulef, Elena Mac Coll y Blanca Huichaman; a Virginia López, su hija Claudia Macías y su yerno Roberto Pocón; a Manolo Quintillán, a Florencio Huilinao, Adelina Huenchunao y a sus hijos Carlos, Belén y María José Huilinao. A la familia Murga-Berra con quienes me relacioné intensamente durante el primer año de mi trabajo de campo: a Julia Zapa, Marcela y Víctor Murga, Faustino y Tato Benítez, Juan y Florindo Berra y a sus respectivas familias. Extiendo mis agradecimientos a las personas vinculadas a las comunidades, con quienes he interactuado con diversos grados de intensidad: Ricardo y María Eva Pocón; Cecila Huenquitripay; Chito, Javio, Gabriel, Maribel, Polo, Tita y Martín López; Elena y Pedro Constancio; Julia, Víctor, Miguel Ángel, Ángel, Bety y Angélica Mac Coll, Loly Huichaman; Sonia, Josefina, Ricardo y José Manco; María Manchado; Silvana Casas y Martín Puñalef, Clementina Macías y su hijo, Nilda Mellado Pichihueche, Visitación Lonkon, Mercedes y René Muñoz, Zulema Balcázar, Iris Cabezas, Carlos Cayuqueo, viii Clemente Huenchunao, Mónica y Juan Lienllan, María y Judith Millanahuel, Lidia Villagrán, Quico Leguillan, Felicindo Segovia Yatel, Jorge Alvarado Yatel; José, Pablo, Adela y Margarita Yatel; Toribio, Amalia, Reimundo y Domingo Cabrera; Nancy Voght; Lidia y Marina Epulef; Oscar Antillanca; Griselda Gómez; José, Florinda, Gumersindo, Ángela, Rogelio y Emanuel Limonau; Orfelino, Celestino, José y Doralisa Millaqueo, entre otros. Entre mis interlocutores del mundo académico agradezco a mis compañeros del Grupo de Estudios en Aboriginalidad, Provincias y Nación (GEAPRONA), un paraguas que abarca subgrupos diferentes articulados entre sí, una sumatoria de voluntades inquietas que alberga centrípetamente a todos aquellos que participaron en algunos de los tantos proyectos colectivos diaspóricos, varios de los cuales se encuentran radicados hoy en la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN): Claudia Briones, Morita Carrasco, Ana Ramos, Walter Delrio, Diana Lenton, Axel Lazzari, Paula Lanusse,