Juan Carlos Fernández Serrato

Monterey Pop y el idilio hippy: cine-rock y construcción del imaginario rebelde*

1. Cuando Donn Alan Pennebaker dos en 1966 o 65 Revisted [D. A. Pen- (Evanston, Illinois, 1925) filmó en 1960 nebaker], una hora de grabaciones pu- el revolucionario Primary su importan- blicadas en 2007, junto a la reedición cia en la historia del cine documental de ) fueron un acierto quedó decidida. Casi podría decirse al recoger al Dylan eléctrico justo en que la obra de Pennebaker se levanta el momento en el que se convierte como una de las más atentas miradas a en un icono pop y cambia para siem- la crisis cultural postmoderna, desde la pre la imagen de la música folk nor- ilusión de J. F. Kennedy, el primer polí- teamericana. Pennebaker documentó tico de la era pop, hasta la frivolité de la a otros mitos del rock’n’roll a lo largo alta pastelería de (Chris de su carrera de cineasta: Hegedus, D.A. Pennebaker, 2009); pero, con especial perspicacia y manejando tras el acierto histórico de las primarias descartes de (Jimi Plays demócratas de 1960, será a través del Monterey, 1986), John Lennon junto a documental rock como Pennebaker fi- Yoko Ono en el histórico concierto de jará su mirada más profunda sobre uno 1969 de la Plastic Ono Band en Toronto, de los polos fundamentales del cambio Alice Cooper, David Bowie o uno de los cultural que se abre hacia la década estandartes del tecno-pop de los años 1950. ochenta, Depeche Mode (en la también Las tempranas películas sobre Bob ejemplar 101). Sin embargo, es en su Dylan (Dont Look Back [D. A. Penne- obra documental sobre los dos gran- baker], filmada en 1965 y estrenada des festivales de la era hippy, Monterey dos años después, Pop (1968) y Diary (1994), [, 1972], rodada en 1966, donde Pennebaker ofrece un retrato Something’s Happening [Edgar Beatty, ideológico más articulado de lo que fue 1967], sobre materiales también filma- la contracultura norteamericana de los

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años sesenta vista con ojos de creyente. de grabación como instrumento musi- de festival, fue un encargo de los orga- Por su dispersión y su montaje acu- cal), descubrió a artistas luego señeros nizadores, dado el prestigio que obtuvo mulativo, no deja de como , llevó a la cima a Jimi con su trabajo en Dont Look Back, sobre ser un testimonio musical y con cierta Hendrix, casi un desconocido para el Bob Dylan. Por entonces, Pennebaker importancia histórica, dada la trascen- público norteamericano por entonces, estaba considerado como uno de los dencia del acontecimiento, pero repite, normalizó la incrustación de la música documentalistas más innovadores y, con menor fortuna, el planteamiento tradicional hindú en el pop occiden- desde luego, había sido capaz de ver la fílmico ensayado en Monterey Pop. tal con la presencia del sitarista Ravi importancia de las transformaciones Shankar, incluso atendió a la música musicales del pop a mediados de los 2. El festival de Monterey (Califor- pop africana al incorporar al cartel al sesenta, las que elevaron los géneros de nia) ha sido considerado como uno de trompetista de jazz sudafricano Hugh la música de masas mucho más allá de los eventos clave en la eclosión de la Masekela y su concepto de fusión mu- un fenómeno comercial fabricado para contracultura del verano del amor. La sical, anticipo de lo que andando el teenagers o una muestra descontrolada reunión de las principales figuras del tiempo iba a llamarse world music. de rebeldía confusa. Su mirada com- naciente pop hippy en una celebración El documental de Pennebaker, que prensiva era lo que buscaban Pariser y colectiva que duró tres días (del 16 al solo recogió en el montaje final a trece Taylor para convertir el underground en 18 de junio) de 1967 y cuyos beneficios de las treintaidós formaciones musica- un gran negocio y a su servicio pusie- fueron donados a organizaciones de ca- les que actuaron durante los tres días ridad, supuso en sí mismo un síntoma del rechazo de las estrellas del nuevo Bob Dylan. Fotografía de Jerry Schatzberg negocio al sistema capitalista y, contra- dictoriamente, el escaparate (fue el pri- mer macrofestival de la historia que al- canzó difusión mundial) que convirtió las músicas underground en una indus- tria cultural más que rentable para el sistema económico de mercado. De he- cho uno de los impulsores del festival fue , líder de The Mamas and The Papas y coautor de uno de los mayores éxitos de ventas de la historia del pop, la canción California Dreamin', hit-single de 1965; pero no hay que ol- vidar que también fueron responsables de la celebración del festival el produc- tor Alan Pariser y el publicista Derek Taylor. Monterey dio el espaldarazo comer- cial a la tercera renovación generacio- nal en el rock’n’roll norteamericano, consagró la psicodelia, el folk rock y el blues rock como los grandes géneros del discurso musical pop anglosajón hasta la llegada del punk rock a finales de los setenta, marcó el fin del domi- nio que desde comienzos de la década de los sesenta venían ostentando los sonidos británicos (los propios Beatles ya habían asimilado las lecciones de la psicodelia norteamericana en Rubber Soul y Revolver, antes de entregar a co- mienzos de 1967 el revolucionario Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band que desvelaba las posibilidades del estudio

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ron la mejor tecnología de grabación de contenido. Lo que se nos ofrece es un tos y escenas ofrecidas en el montaje la época. alegato, un testimonio comprometido, final construye un universo de sentido La selección musical presente en el un producto fílmico inspirado por el en todo acorde con lo que los músicos filme resulta sumamente interesante: mismo espíritu hippy que anima a los representan en tanto agentes textua- junto a desconocidos como Janis Jo- músicos y a los asistentes al festival. La lizadores de una nueva cultura, de un plin y, en cierto modo, Jimi Hendrix mirada de Pennebaker no es la mirada nuevo discurso simbólico: la era pop (aunque venía recomendado por Paul distanciada de un profesional del docu- y el espíritu libertario y hedonista del McCartney y ya gozaba de cierta popu- mento audiovisual, ni la mirada crítica hippismo. laridad en Gran Bretaña) o músicos ex- de un intelectual que analiza mientras Desde el punto de vista de la orga- perimentales que se habían estrenado observa, para comunicar más tarde un nización de los motivos temáticos, el no hacía mucho en el panorama musi- objeto reescrito desde una perspectiva documental combina dos registros: por cal rock, como Jefferson Airplain o Con- diferente a la de su creación primera. una parte el documento de lo que ocu- try Joe And The Fish, aparecen limpios El cineasta se complace en cada plano rre entre los asistentes al evento y por iconos de folk-pop universitario, como en la operación de identificar la cámara otra el registro de las actuaciones mu- Simon & Garfunkel, estrellas del mains- con lo que está registrando. sicales. No siempre son coincidentes tream californiano como The Mamas Si bien es cierto que se mantiene ambos en cuanto a la visión del espíritu and The Papas, históricos del combate el enfoque espontáneo (la cámara al hippy que proyectan las imágenes del cuerpo a cuerpo del rythm & blues britá- hombro se utiliza con profusión) del montaje final. nico, como & , documentalista que sabe encontrar el En cuanto a la descripción del am- o exitosos vendedores de la rebeldía momento que hay que grabar, no lo es biente que rodeaba al festival de Mon- mod, como . El equilibrio en- menos que, especialmente en el regis- terey, el film deja claro desde su mismo tre éxito de ventas, prestigio y riesgo de tro de las actuaciones musicales, el en- comienzo que se trata de que el aconte- lo nuevo permite que en Monterey Pop foque busca traducir en el movimiento cimiento sea algo así como un idilio pas- se construya una imagen compleja de de cámara la esencia musical de lo que toril desarrollado en un locus amoenus. la nueva cultura musical hippy, que va se está representando en el escenario Tras los títulos de crédito, la primera de lo accesible para el mercado musical y la personalidad de quienes ejecutan secuencia se abre con un par de chicas masivo a lo difícil () o a lo las canciones (primerísimos planos del sonrientes sentadas en una valla de ma- provocador (Hendrix, The Who), aun- rostro extático de Hugh Masekela, los dera, una de ellas, contenta, proclama que siempre apostando en la selección planos de detalle de los pies de Janis a cámara que allí solo espera encontrar de temas por la innovación musical. No Joplin taloneando en un nerviosismo «buenas vibraciones que pueden estar se puede negar que los organizadores apasionado que acompaña la desga- flotando por todas partes»¹. A conti- creían en la renovación de los estilos rrada interpretación de la cantante, las nuación, Pennebaker construye un do- pop y en la capacidad de la psicodelia manos virtuosas de Ravi Shankar, por cumento más que sintomático de esa para impulsar un movimiento cultural ejemplo). Los planos que recogen el mirada interpretante y cómplice. Gente con miras más amplias que la simple ambiente del público son más reposa- joven y guapa paseando por el césped fabricación de hits de con los pies consumo rápido. descalzos, ro- La mirada empá- pas floreadas tica de Pennebaker Monterey dio el espaldarazo comercial a y melenas la- logró captar los mo- cias, un artista tivos centrales del la tercera renovación generacional en el construyendo ideario hippy y ofre- rock’n’roll norteamericano, consagró la una especie cer una película de de escultura factura muy ajustada psicodelia, el folk rock y el blues rock como con cuerdas, a estos principios en troncos y te- su misma textualidad los grandes géneros del discurso musical pop las de colores, fílmica. El grafismo anglosajón hasta la llegada del punk rock a chicos y chicas de , que compar- radicalmente infor- finales de los setenta ten bocadillos, malista con su trazo viejos autobu- manuscrito y el mon- ses pintados taje yuxtapuesto de estética psicodé- dos, con pocas acrobacias técnicas, una de dibujos naif y psicodélicos (el de los lica anuncian desde el inicio del film mirada más objetivista en el foco, si se Merry Pranksters de Ken Kesey aparece una total identificación entre forma y quiere, aunque la selección de momen- expresamente), en contraste con planos

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Jimi Hendrix. Fotografía de Jerry Schatzberg del trabajo serio y frenético en el mon- vitados, John Phillips espera al pie para mole impetuosa de Bob The Bear Hite. taje de los escenarios o en las oficinas recibir a los pasajeros, sin duda ilustres Los planos del público solo recogen de organización con un John Phillips luminarias pop. Las escenas se suceden gente sentada que mueve rítmicamente (líder de The Mamas and The Papas) al bajo la música del himno hippy por ex- sus cabezas al son del boogie, alguna teléfono, como un ejecutivo de espec- celencia, San Francisco (be sure to wear modelo de la jet set pop y poco más. La táculos más, pero sin quitarse su gorro some flowers in your hair), el único cámara se muestra atenta, pero sin au- de piel. Un jefe de policía pacta con los éxito del cantante norteamericano dacias. Como en el siguiente registro, el organizadores un acontecer tranquilo Scott McKenzie, y canciones de The de los dulces Simon & Garfunkel, filma- del festival. Más tarde un hippy bromea Mamas and The Papas; tras el cierre de dos bajo la luz roja. con un policía de a pie, haciendo como la escena con el aterrizaje del Boeing, El foco solo empieza a dejarse llevar que le arranca su placa y el policía son- se abre la grabación propiamente dicha por la emoción en la siguiente actua- ríe complacido. La cámara, que todo lo de las actuaciones con la interpretación ción, la del cantante y trompetista jazz ve, impone. Las imágenes de alegría se- del otro himno de la era hippy, Califor- sudafricano Hugh Masekela. Sobre una rena, paz campestre y paseos relajados nia Dreamin’. textura de jazz, sostenida por ritmos de gente guapa y estilosa (algunos fa- La siguiente actuación se sale un mezcla de blues-rock con sincopados mosos del mundo pop, como , poco de este mundo idílico de flores en africanos, Masekela canta con libertad bellísima bajo una enorme pamela, Da- el pelo y ropajes de fantasía: Canned tribal, sin respetar las líneas suaves vid Crosby visiblemente colocado y fe- Heat ofrecen blues eléctrico, áspero y del pop, modulando con la voz impro- liz al comprobar el sonido groovy que primitivo, interpretado con pintas que visaciones libres y expresando en un ofrece el montaje o los componentes de más que hippies representan chicos rostro abierto al grito expresiones que The Mamas and The Papas) solo se ve buenos sureños, en especial el guitarra dejan ver su apasionamiento, la trans- rota por un símbolo que rompe la sere- solista con su pelo pulcramente cortado figuración interna que está sintiendo al nidad del locus amoenus, un avión que a navaja y peinado con raya al lado, interpretar(se). La cámara se muestra cruza el paisaje celeste con estruendo. gafas de pasta de estudiante aplicado fascinada por el rostro de Masekela, Vienen en él algunos de los artistas in- y algo inocentón que contrasta con la lo enfoca en primerísimo plano y deja

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En el interludio antes de la siguiente actuación —llueve en Monterey— los jóvenes acampados corren a refugiarse de la tormenta de verano. Hay un para- lelismo evidente entre la tormenta mod de The Who y el chubasco en las áreas de camping, probablemente no bus- cada por Pennebaker, pero muy signifi- cativa para la construcción del sentido global del film. retornan en su actuación al mundo de los sue- ños con un tema instrumental de largo recorrido. Música evocadora de viajes cósmicos dentro de la mente. Música de LSD, música para abrir las puertas de la percepción. Música aventurera, pero complaciente. aparece después, el ritmo alegre de la negritud, sin comple- jos, el afroamericano caliente y funkie, no más posturas decentes de cantante Jimi Hendrix. Fotografía de Jerry Schatzberg melódico, de amores románticos, el cuerpo se mueve libre, orgulloso de sí que se mueva en el cuadro fijo, trans- sobre los zapatos y su boca se contrae y mismo. mitiendo una sensación de esponta- se expande en besos, reclamos, quejas, Y llega Jimi Hendrix, el clímax del neidad, de apertura a la casualidad, sin gritos. film, con una interpretación intensa, constreñir el ritmo de la interpretación Tras la Joplin, Eric Burdon y sus descontrolada, caprichosa, a ratos chu- con una filmación demasiado planifi- Animals ofrecen una deriva de lescamente desganada, siempre téc- cada. Todo en la secuencia de Masekela rithm’n’blues psicodélico, con chirri- nicamente virtuosa, mientras toca la muestra los flecos de lo imprevisto. dos de violín eléctrico, sinfónicamente guitarra de espaldas y canta, mascando Con Jefferson Airplain, la psicodelia pretencioso, y expresiones adustas, chicle, un éxito de 1966 de The Troggs, se hace con el discurso. El tejido textual concentradas, casi rozando un mal Wild Thing. Recortándose sobre un del film ya había incluido imágenes es- viaje de ácido. fondo de negra oscuridad, iluminado troboscópicas, deslumbres borrosos de Continúa la andana británica, esta por luces anaranjadas, con ropajes ex- luces de colores, desde el principio de vez con una muestra de gamberrismo travagantes, Hendrix derrocha desafío los títulos de crédito y como contra- mod a cuenta de The Who. Aquí ya no y sexualidad. Los músicos de la Jimi punto en la filmación de las actuacio- hay atisbo de paz y amor, ni viajes por Hendrix Experience apenas pueden nes; ahora los claroscuros de la ilumi- mundos de ensueño, es el orgullo hoo- seguir al guitarrista enloquecido que nación de la actuación de los Airplane ligan, la rebeldía juvenil hecha de anfe- igual imita el sonido de un avión ca- potencian el sentido onírico de las tamina y violencia de clase. Acaban su yendo en barrena que inserta una cita imágenes, de nuevo fascinadas por el actuación con el número habitual. Pete en la canción punteando unos compa- rostro, esta vez más frío, más de diva, Townshend rompe en mil pedazos su ses de Strangers in the Night. Hendrix, de Grace Slick, la cantante del grupo. guitarra golpeándola contra el suelo, con su cinta en el pelo, su camisa ana- La emotividad que transmiten las Roger Daltrey, el cantante, voltea el mi- ranjada de poeta romántico y sus pan- imágenes sigue in crescendo cuando crófono como si estuviera a punto de talones ceñidos de terciopelo rojo es pe- aparece Janis Joplin, otra explosión de lanzar una piedra al público con una ligro, es droga, es sexo, es desarreglo de sentimiento libre, de desagarro esta honda. Keith Moon desarma a pata- los sentidos, es ruido, es caos. Las caras vez. Una mujer rota por el deseo, cla- das la batería. La intensidad macarra, de algunas chicas del público, sorpren- mando amor en un blues estremece- protopunk, no cuadra con el poncho didas, parecen atemorizadas cuando el dor, la afirmación de una femineidad tornasolado de Daltrey ni las ropas flo- guitarrista finge fornicar con su gui- fuerte, que se deja llevar casi por la readas, ni con los sueños hippies de un tarra empujándola a golpes de pelvis histeria cuando sus pies tiemblan de mundo regido por «buenas vibraciones contra el amplificador. La violación de impaciencia, taloneando desesperados en el aire»². la guitarra continúa con golpes sobre

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el escenario, al estilo Townshend, que en las melodías de sus canciones. En el El film deja traslucir el ideario hippy rompen la guitarra. Luego deposita los crescendo final, Shankar se emociona, de retorno a los valores naturales, que restos con cariño en el entarimado y los la velocidad de sus dedos aumenta, las tendría su máxima expresión en la crea- besa como un amante celoso arrepen- sonrisas de los espectadores acaban en ción de las comunas rurales, aunque su tido, mientras ruge el amplificador con un gran aplauso, con larga ovación y origen estuvo en las comunas urbanas pitidos de feedback, los rocía con gaso- jóvenes saltando de sus asientos. Los de San Francisco que, como la más re- lina y le prende fuego, arrodillándose a aplausos no cesan durante muchos mi- presentativa de todas, los Diggers de su lado. La demostración de bestialidad nutos, el público puesto en pie, Shankar Emmett Grogan, surgieron hacia fina- simulada se refleja de distinta manera también es un mito pop. Con los planos les de 1965 para organizar todos los en el público, algunos están atrapados de detalle de las manos batiendo pal- impulsos sobre acciones sociales comu- por la potencia simbólica del espectá- mas, se cierra el film. nitarias que empezaron a desarrollarse culo, todos asombrados de la pérdida espontáneamente en la ciudad. Pero de control del artista. El diablo del blues 3. «La poesía idílica encuentra su expre- la relación más intensa con el idilio y ha visitado el rock, entre acordes sobre- sión ejemplar en Teócrito (siglo III a. de la égloga renacentista es que el comu- saturados, crujidos y chisporroteos. C.), que fijó sus caracteres y temas, por nitarismo reposa en una idea de amor Esto ha sido demasiado, la siguiente ejemplo, la oposición entre ciudad y absoluto y así aparece en los Puntos so- intervención es de nuevo de los pacífi- campo, la idealización del paisaje rural, bre el Amor en las comunas basadas en cos, beatíficos, Mamas and Papas. Sus la evasión de la historia en un refugio el Amor, en Pleno Florecimiento, mani- voces armonizadas sirven de fondo a tranquilo y, sobre todo, una blanda sen- fiesto fundacional de los Diggers: una nueva excursión de la cámara por sualidad […]» (Marchese y Forradellas, «1. Todos sentimos amor hacia todos el camping soleado: parejas jóvenes 1986: 305). los seres sensibles. 2. Todos sentimos caminando abrazados, besos junto a la Sorprende encontrar en Monterey la apertura de la desnudez del amor furgoneta, chicas monas con sombrero, Pop una recreación del idilio entre be- y de la liberación total de cualquier viajes de ácido bajo las mantas por llos pastores y pastoras sin rebaño, pero neurosis (hang-up) de origen square. donde se cuelan los papeles impregna- eso es lo que nos ofrece Pennebaker en 3. Todos hemos llegado a ese estado de dos de LSD, algunos rostros muestran esos interludios que pretenden mostrar iluminación de conciencia esclarecida ya el cansancio de tres días de paz, el ambiente en el que se vivía el primer conocido por los chinos como yung- amor y rock. macrofestival de impacto universal de huo. Un estado que se puede definir La desolación de una bota abando- la era pop. El clima de «blanda sensuali- como liberación de cualquier relación nada en una plaza del aparcamiento dad» es perceptible en cada plano gene- posesiva o morbosa con las cosas. 4. de automóviles abre la secuencia de la ral descriptivo del film y la exaltación Todos sentimos una sensible y apasio- larga interpretación de Ravi Shankar, del ruralismo, aunque menos evidente nada comprensión hacia los errores y jóvenes haciendo autoestop, somnolien- (falta un regodeo de la cámara en el pai- los defectos ajenos». (Apud. MAFFI, tos excursionistas que se desperezan en saje, pero el campo abierto, el bosque 1972: 75-76). los sacos de dormir, globos de colores amable, están siempre rodeando a los Sin embargo, el filme de Pennebaker se recortan bajo un cielo gris, un chico hippies de acampada) es inevitable por resulta más plano en la representación lleva un pequeño mono al hombro con la imposición al realizador que se justi- de estos planteamientos de idealismo la leyenda LOVE pintada en rojo sobre fica por el recinto elegido para celebrar radical amoroso, su factura es más con- la frente peluda del animal, más jóve- el festival. tenida al centrarse en una visión «blan- nes con cara de agotamiento, sentados, damente sensual» de la bondad y la más tarde a refugio de la lluvia que amistad que parecen reinar en el cam- vuelve de nuevo. Caras de éxtasis, los pamento de Monterey, construyendo ojos cerrados, moviéndose al ritmo de Monterey Pop es una en su discurso un mundo aparte, ese la tabla y el sitar, algunos parecen me- refugio tranquilo al margen de la his- ditar o rezar, fingiéndose yoguis, otros égloga virgiliana, toria, donde los jóvenes de la era pop parecen poseídos por el espíritu de la donde las ninfas se abandonan a la molicie, los paseos música; Shankar y sus acompañantes calmados, los bailes, las caricias y las interpretan entre aplausos con sonri- son bellas modelos drogas psicodélicas. Monterey Pop es sas complacidas, pero su concentración recogidas en una égloga virgiliana, donde las ninfas serena en lo que están haciendo queda son bellas modelos recogidas en prime- muy lejos de los violentos arrebatos de primeros planos ros planos de rostros suaves y relajados, Hendrix o The Who, tanto como del donde dominan las sonrisas, las flores balanceo bonachón de Mamas and Pa- de rostros suaves y en el pelo y las mejillas coloreadas con pas mostrando un ingenuo placer pop relajados dibujos alegres. Los jóvenes ataviados

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con aristocrática rurali- chas ocasiones, aunque dad en sus vaqueros y nunca llegara al grado sus camisas de diseños de paroxismo creativo y originales, pastorean arrebato avasallador de calmados a las chicas Janis. El LSD inspiraba o descansan con la mi- las letras de los Jeffer- rada ociosa. Entreme- son Airplain. Las an- dias, algún universitario fetaminas y el alcohol, formal o los trajines de otra vez, a The Who y los montadores del esce- sus violentos himnos nario nos recuerdan que de orgullo generacio- estamos en la segunda nal. En el peligro de es- mitad del siglo XX y que tas actuaciones radica ese refugio de buenas el potencial subversivo vibraciones es el fruto del rock de los sesenta, del esfuerzo y el carác- en ese encaje chirriante ter emprendedor de los Jimi Hendrix. Fotografía de Jerry Schatzberg dentro del idilio que nuevos capitalista-idea- intenta construir el do- listas. Las oficinas de la organización La contención de los buenos chicos cumental de Pennebaker. La paz y el bullen de actividad, los teléfonos no pa- educados del rock de égloga queda rota amor no parecen tener cabida cuando ran de sonar y en el plano la cámara se por los chicos malos del desorden y el Hendrix o The Who arrancan chispas vuelve del revés para burlarse un poco ruido. A los primeros les vale con la ma- de las guitarras y dejan que el caos ate- o para reafirmar, quizá, cómo andan rihuana. A los demás no tanto. morice a los pastores buenos. de cabeza los jóvenes empresarios del No hay duda de que la droga ocupa una El sentido desestabilizador, transgre- amor y la bondad. El misticismo new posición central en la cultura under- sor, del rock no está encerrado en las age también ayuda a dar ese toque de ground: al principio como componente bucólicas, casi versallescas, maneras paz y vida retirada que quizá sonrojara artístico, como instrumento para am- de la juventud que asiste a Monterrey, a Fray Luis. pliar el mundo de la experimentación sino precisamente en las proyecciones Las actuaciones musicales escogidas literaria o de otro tipo, como ilumina- estéticas de ese sentimiento anárquico para el filme ya son otra cosa. Mamas ción individual, a través de la expe- de vida al límite, de tensión constante and Papas, Simon & Garfunkel, Coun- riencia —y por consiguiente de las pá- de la libertad, la pasión y las emocio- try Joe & The Fish, casan bien como ginas— de Ginsberg, Kerouac, Corso, nes desencadenadas por el espíritu de banda sonora del idilio estilizado que Ferlinghetti, Clellon Holmes, McClure, la música del cuerpo cuando posee a nos ofrece Pennebaker. Sin embargo, etc.; luego como real y auténtico com- los artistas sobre el escenario. El sudor Hendrix, The Who, Janis Joplin, Eric ponente social de estratos cada vez de sexo primitivo de Otis Redding o la Burdon & The Animals, en parte Je- más amplios de jóvenes, en busca de furia postadolescente de Keith Moon. fferson Airplane, representan el lado nuevos planos comunicativos y vitales Los aullidos a la luna de Masekela. El peligroso, la apertura sin límites de (MAFFI, 1972: 37). taconeo histérico de Joplin. La tozuda las drogas, psicodélicas o no. Masekela Se suele citar que Jimi Hendrix pre- rítmica de Wild Thing. El caos y el des- y Otis Redding juegan en liga aparte, tendía que su música fuera como una orden que tanto intenta disimular la son la negritud, la fisicidad de la mú- droga, como una de esas ácidas con- cámara de Pennebaker constituyen el sica para el cuerpo, la pasión pre-hippy, ciousness-expanding drugs, capaz de reto más radical de la juventud con- la danza ancestral en la era de la tec- generar estados alterados de la mente tracultural, como una revolución anar- nología audiovisual, los instrumentos con su simple audición. Hendrix, a quista con guitarras armadas y voces y los micrófonos amplificados, son la quien la heroína, culto de los hipsters desafinadas. representación del hombre que libera del jazz de los cincuenta, atraía más Un halo de fascinación rodea a estos sus emociones y lleva el ritmo en la que las alucinaciones psicodélicas, se jóvenes bárbaros y los primeros pla- sangre por naturaleza racial. En parte, representa a sí mismo como la pasión nos en los que el foco se centra en la y su blues campesino lle- desbocada, la libertad en estado puro. expresividad de caras drogadas, arre- vado al rock de metrónomo represen- El alcohol sin medida empujaba a la molinadas por el ritmo o desencaja- tan también esa raíz olvidada por los Joplin en sus cabalgadas apasionadas das por la pasión liberada, que a veces extremos de las sofisticadas melodías sobre los blues más desagarrados que duele (Janis) y otra daña (Hendrix), pa- pop y las cacofonías distorsionadas de se hayan cantado nunca o a Eric Bur- recen indicar que ese mismo discurso la guitarra de Hendrix. don, su correlato masculino en mu- irracionalista arrastra al realizador a la

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empatía. Pennebaker también se deja espacio de negocio (la cultura juvenil Entre los resquicios, la guitarra distor- poseer por el espíritu del ritmo de la como producto para ser consumido sionada de Hendrix, la voz desgarrada tribu, pero son momentos de pasajero exclusivamente por los jóvenes, en de Joplin, el caos punk de The Who, descontrol, casi siempre se impone cuanto marca de identidad de algo que por muy sujetos que sigan estando a la sobre su plan documental una visión podríamos denominar una juvenilidad lógica de la comunicación espectacular, amable, políticamente correcta, de un eidética), convirtieron las propuestas dejan en el aire una pregunta aún por hippismo de picnic de fin de semana. del underground político y estético en responder: ¿rebelión, qué rebelión?  Solo casi al final del documental, bajo un escaparate de la festividad. la lluvia, en los planos que recogen a La idealización bucólica de Monterey Notas los jóvenes cansados que se refugian Pop se convierte, así, en una estrategia *Los retratos de Bob Dylan y Jimi Hendrix bajo las mantas y se reconcentran so- de glorificación que por su misma re- que ilustran este ensayo son obra de Jerry bre sí mismos mientras se pasan un conducción de la fiesta al espacio de Schatzberg. Agradecemos a Schatzberg (y a papel secante impregnado de LSD, pa- lo simbólico, por su intento simpático su asistenta Paola Mojica) la cesión de esta recen anunciar el otro lado del flower- de hacer tolerable como serio lo que y otras imágenes de iconos del rock que power. Los insertos de colores satura- resulta per se la negación de toda se- ilustran el Cuaderno. Para más información dos y nebulosos son otro indicio de riedad, traduce el estado de fiesta a sobre la vida y obra del fotógrafo y cineasta la posibilidad de acceso a un mundo un código de aceptabilidad cultural: neoyorquino véase . (Nota de la edición.) tran solapados y donde las reglas de la tocrático culto a la ociosidad. Un deje 1 «Good vibrations can be floating everywhere.» razón no sirven para orientarse, pero de mala conciencia se deja oír en los 2 «Good vibrations in the air.» son pequeños flashes, guiños estéticos ruidos de los tubos que entrechocan, a una psicodelia plástica, a un abstrac- las voces que ordenan, los esfuerzos de Bibliografía cionismo deshilachado de artista un- los operarios en el montaje de los esce- GIL CALVO, Enrique (1991). Estado de fiesta. derground. narios, la satisfacción por la perfección Madrid, Espasa-Calpe. Lo que queda en el poso ideológico técnica de los equipos de sonido, por LIPOVETSKY, Gilles y SERROY, Jean (2010). de la filmación de Pennebaker no es, el correcto ajuste de la ecualización, la La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad en cambio, una propuesta programá- frenética actividad de las oficinas de desorientada. Barcelona: Anagrama. tica de cambio social, sino un registro contratación, la diplomacia pop en la MAFFI, Mario (1972). La cultura uderground. de lo que Enrique Gil Calvo (1991) ha recepción de las estrellas rock que ba- Barcelona: Anagrama. denominado «estado de fiesta», la su- jan de los aviones, como ejecutivos pe- MARCHESE, Angelo y FORRADELLAS, Joa- blimación de la juventud no como un ludos, que cambiaron el traje de sastre quín (1986). Diccionario de retórica, crítica y paso iniciático de la infancia a la edad por el jersey de cuello alto. terminología literaria. Barcelona: Seix Barral. adulta, sino como un estado social que Pennebaker trabaja su empatía con MARTEL, Frederic (2011). Cultura Mains- aspira a su permanencia por encima del las propuestas estéticas del hippismo tream. Cómo nacen los fenómenos de masas. tiempo y de las contingencias sociales. naciente desde los códigos culturales Madrid: Taurus. El hippismo más autoconsciente supuso que rechaza el movimiento under- el intento de romper con la familia tra- ground de Ashbury Park. Monterey Pop, dicional, la sociedad capitalista y el arte la película, es al fin y a la postre un institucionalizado en pos del estableci- dispositivo que, por su misma intencio- Juan Carlos Fernández Serrato miento de relaciones libremente con- nalidad de acto celebratorio, convierte (La Línea, Cádiz, 1961) es profesor sentidas, ajustadas al cambio perma- en espectáculo un difuso ambiente de asociado de Teoría e Historia de la nente sobre la idea central de goce pla- rebeldía. Pero Pennebaker no trastorna Comunicación y de la Información centero, el reparto comunal de bienes la intencionalidad de Monterey Pop, el en la Universidad de Sevilla (Depar- tamento de Periodismo I). Doctor en para liberar al hombre de la esclavitud festival, el dispositivo fílmico es lo que Teoría de la Literatura y de las Artes de las obligaciones de la subsistencia y es por su fidelidad al documentalismo por la Universidad de Granada, sus la libre expresión de la creatividad sin cinematográfico, deja ver con toda la líneas de investigación se centran en sujeción a normas de género, para que ingenuidad de los primeros tiempos, las culturas pop, las fronteras entre los discursos de masas y los discur- la proyección simbólica de los vínculos una cultura naciente que ya se presenta sos de élite y las relaciones entre sociales, la cultura, dejara de ser una como espectacularizada en su puesta de escritura y visualidad. Ha publicado imposición educadora y pudiera con- largo ante la sociedad, como un simu- sobre interculturalidad, culturas vertirse en una acción liberadora de la lacro de la paz y el amor comunitario postmodernas, hipertextualidad y li- teratura contemporánea comparada. potencialidad de lo humano. En cam- de los Diggers de San Francisco con- Actualmente prepara un libro sobre bio, los procesos capitalistas de mer- centrado en píldoras consumibles en la las culturas pop. cantilización aplicados sobre un nuevo fiesta del fin de semana.

JULIO-DICIEMBRE 2012 L’ ATALANTE 65