La Insolación, De Carmen Laforet: Una Novela De Iniciación
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ISSN: 0213-0610, pp. 141-156 LA INSOLACIÓN, DE CARMEN LAFORET: UNA NOVELA DE INICIACIÓN Francisco J. Quevedo García Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Fecha de aceptación: 26 de julio de 2008 RESUMEN En 1963, Carmen Laforet publica La insolación. Después de Nada y de La isla y los demonios, esta autora escribe una novela que tiene como protagonistas a unos ado- lescentes. La obra cuenta las aventuras de estos jóvenes en un pueblo mediterráneo, donde pasan los veranos. La insolación es una fantástica novela de aventuras juveni- les y de aprendizaje de la vida. Palabras clave: novela, adolescencia, aprendizaje. ABSTRACT In 1963, Carmen Laforet publishes La insolación. After Nada and La isla y los demonios, the author writes a novel whose main characters are adolescents. The book is about these teenagers’ adventures in a Mediterranean village where they spend their summers. La insolación is a beautiful youthful adventure novel about life. Key words: novel, adolescence, learning. El Guiniguada, Nº 17 (2008) • Las Palmas de Gran Canaria 141 Francisco J. Quevedo García La insolación, de carmen laforet: una novela de iniciación 1. DE NADA A LA INSOLACIÓN En 1963, ocho años después de haber publicado La mujer nueva (1955), Carmen Laforet saca a la luz La insolación, primer texto de los tres que tenía pro- yectados para componer una trilogía titulada “Tres pasos fuera del tiempo”, compuesta por La insolación, Al volver la esquina y Jaque mate. Determinadas cir- cunstancias personales, algunas de mayor calado y otras que tenían que ver con un contexto que se empecinaba en retrasar la aparición de sus textos1, hicieron que el proyecto se dilatara hasta el punto de que sólo se publicó en vida de Laforet la primera de las entregas. Si bien Al volver la esquina, que había sido tra- bajada bastante por la autora —incluso con galeradas corregidas— antes de su muerte el 28 de febrero de 2004, llegó a las librerías apenas tres meses después, en mayo de 2004, en una edición a cargo de Cristina Cerezales, Agustín Cerezales —hijos de la novelista— y de Israel Rolón Barada, especialista en la obra de Carmen Laforet. Tras el éxito que alcanzó en 1945 con Nada, ganadora de la primera convo- catoria del Premio Nadal en el año 1944, había pasado de ser una joven desco- nocida de veintitrés años a convertirse en gran protagonista de la novelística española de una Posguerra sacudida por la Guerra Civil. Las voces de elogio no se hicieron esperar, había algo de nacimiento de una estrella en el panorama gri- sáceo de la España postbélica. Recogemos de la detallada documentación que, sobre el particular, posee José María Martínez Cachero, estos comentarios rotundos: Cabe decir que la acogida inmediata y menos inmediata que tuvo la novela hicie- ron buenos dichos elogios. Éxito de público, desde luego, que superó tal vez los de La familia de Pascual Duarte y Mariona Rebull; fue el libro más vendido de ese año; mereció en 1948 el académico premio “Fastenrath” y fue llevada al cine en dos ocasiones; añádase que en el otoño de 1945 se iniciaron en el Ateneo de Madrid (entonces llamado “Aula de Cultura”) unos juicios literarios a libros de reciente publicación: el primer libro juzgado fue Nada y la sentencia del tribunal, integra- do por escritores, resultó favorable [...] algunos colegas tuvieron a bien manifes- tarse elogiosamente, caso de Zunzunegui, —para quien “C. L. es la revelación novelesca de estos últimos años”—, Cela —que juzga esta novela “como un intento muy importante y muy logrado de volver el género a sus prístinos oríge- nes”—, o Miguel Villalonga, que se sentía “poseído por su gracia inefable”. Igualmente, escritores de otros géneros, como José María Cossío —que llamó a Nada “admirable libro, amargo y hasta monstruoso”, uno de cuyos mayores méri- tos es “la incomparable energía gráfica del estilo”—, o Eugenio Montes quien, requerido por el periodista Julio Trenas, se expresaba así: “Es una gran novela. Sin duda la mejor novela contemporánea. La he leído con verdadero interés y he 142 El Guiniguada, Nº 17 (2008) • Las Palmas de Gran Canaria Francisco J. Quevedo García La insolación, de carmen laforet: una novela de iniciación encontrado un sólido temperamento de novelista. Lo mejor de Nada es su seria, inteligente observación de la vida; no se da aquí el caso de un novelista que escri- be de memoria, imaginativamente. Nada posee un fondo de realidad humanísimo. (Martínez Cachero 1992: 23-24). El fenómeno Carmen Laforet fue tal que exigió de una mujer con una perso- nalidad bastante introvertida un contacto directo con la fama que no cuajó. Por el contrario, en vez de auparse a la cresta de la ola de una triunfal acogida a su Nada, y aprovechar esa dinámica para presentar en sociedad los nuevos títulos que los lectores entusiastas le solicitaban, se decantó por una vida literaria menos agitada, en alianza con un tono más pausado y silencioso que fue inter- pretado de múltiples maneras. En 1946, apenas un año después de publicarse Nada, contrae matrimonio con el joven escritor y crítico literario de la revista Arte y Letras, Manuel Cerezales, que la había animado precisamente a que pre- sentara su manuscrito al Premio Nadal. De 1946, fecha de su matrimonio, a 1950 da a luz tres hijos, las tres niñas: Marta, Cristina y Silvia. Son datos bio- gráficos éstos que, si se quiere hablar de ese supuesto distanciamiento de Carmen Laforet de la escritura —que nunca fue tal—, hay que tener muy en cuenta y no caer en suposiciones misteriosas, que no han conducido sino a mar- car un antes y un después en la producción novelística de Laforet —Nada y todo lo demás—, cuando sería más apropiado referirse a una obra de conjunto, con constantes temáticas y formales muy enhebradas, sujeta a las distintas etapas que se iban configurando en la novela española. Ahora bien, ese apartamiento favoreció una expectativa por parte de un público que siempre supo de las aptitudes literarias de Carmen Laforet y no se resignaba a sus silencios. En 1952, siete largos años después de su fulgurante éxito con Nada, la autora ofrece a sus lectores su segunda novela, La isla y los demonios, un relato con todos los aditamentos estéticos y temáticos de Laforet, donde no falta la crítica social sin estridencias pero acerada, y en el que incor- pora un sentido homenaje a su niñez y a su adolescencia, tanto a las gentes con las que las compartió como a los espacios que fueron el escenario de estas pri- meras etapas de su vida. Ese lugar, la isla de Gran Canaria, es el marco narrati- vo donde se desarrolla una obra en la que de nuevo, como ocurría con Nada, se pone de manifiesto la relevancia que adquiere en su escritura el rasgo autobio- gráfico; aunque la autora ha manifestado que sus personajes son inventados2, las concomitancias de los argumentos con sus experiencias personales dejan poco margen a la duda, sobre todo en sus tres primeras novelas. Esa relación vital con su obra se hace, si cabe, más acentuada en La isla y los demonios, al observarse en ésta un marcado reconocimiento de una experiencia insular de la que siempre se sintió regocijada. Estas palabras de su hijo Agustín Cerezales lo atestiguan de El Guiniguada, Nº 17 (2008) • Las Palmas de Gran Canaria 143 Francisco J. Quevedo García La insolación, de carmen laforet: una novela de iniciación forma inequívoca: «Carmen no dice adiós a las islas con tristeza, sino con la espléndida sonrisa que aún podemos contemplar en una fotografía [...] Hoy en día, si alguien se asombra de que no quiere volver a la isla donde vive su her- mano Juan y conserva tantas y tan buenas amistades, es posible que mamá le dé la explicación: el recuerdo de aquella tierra, que fue un paraíso sin sentirlo, ocupa un lugar demasiado hermoso en su memoria. Es tan cristalino, comple- to, que sería una verdadera tontería arriesgarlo en la inútil aventura de un reen- cuentro imposible» (Cerezales 1982: 15-16). Se había hecho esperar la segunda novela de Carmen Laforet, pero no defraudó las expectativas que se habían puesto en la autora barcelonesa. La crí- tica no escatimó en elogios y se volvieron a repetir, incluso a incrementar, las alabanzas recibidas años antes cuando se dio a estrenar con Nada. De hecho, era importante que se corroborara que la capacidad técnica de Laforet expuesta en aquella primera entrega ganadora del Premio Nadal, no fuera fruto de una excepcional casualidad creativa, hecho harto improbable tratándose de una obra tan contundente literariamente como lo era Nada. Pero lo cierto es que La isla y los demonios demostró a los incrédulos que no estábamos ante una escritora de barro, sino ante una sólida narradora que manejaba las historias y, sobre todo, las técnicas novelescas con una habilidad prodigiosa; hecho éste que se genera- liza en toda su producción. Recurrimos de nuevo a Martínez Cachero para son- dear la recepción que se produjo en España ante la esperada segunda novela de Carmen Laforet: La isla y los demonios, aparecida en medio de gran expectación en febrero de 1952, a la que hicieron honor tanto los lectores como la crítica; el volumen, que sacó la editorial Destino (número 64 de la colección “Áncora y Delfín”), iba rodeado por una faja que anunciaba: “La segunda novela de la autora de Nada”, y en una de las solapas de la cubierta se presentaba La isla... como “una prueba definitiva de su [de C. L.] excepcional capacidad creadora”. Las reseñas inmediatas que conoz- co, así como otros comentarios posteriores en fecha, confirmaron favorablemen- te dicha expectación [...] ¿Puede afirmarse, como se hizo con el título de una entrevista a la autora, que La isla..