American Psycho BRET EASTON ELLIS
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Bret Easton Ellis American Psycho BRET EASTON ELLIS American Psycho Traducción de Mariano Antolín Rato Título original: American Psycho Traducción: Mariano Antolín Rato 1ra edición en esta colección: septiembre 2000 © 1991 by Bret Easton Ellis © Ediciones B, S.A., 2000 Bailén, 84 – 08009 Barcelona (España) www.edicionesb.com Printed in Spain ISBN: 84–406–9880–1 Depósito legal: B. 23.365–2000 Impreso por LIBERDÚPLEX Constitució, 19 – 08014 Barcelona Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. Versión digital: avellano / enero 2007 1 Bret Easton Ellis American Psycho Ésta es una novela y por lo tanto todos los personajes, situaciones o diálogos que en ella aparecen –a excepción de algunas esporádicas referencias a personas, productos y lugares por todos conocidos– son imaginarios y no se refieren a nadie en particular ni pretenden dañar los intereses de ninguna entidad. * * * Para Bruce Taylor * * * Tanto el autor de estas Memorias como estas Memorias mismas son, naturalmente, novelescos. No obstante, individuos tales como el autor de estas Memorias no sólo pueden existir en nuestra sociedad, sino que por fuerza deben existir, si se consideran las circunstancias bajo las que, por lo general, esta sociedad nuestra se desenvuelve. He querido presentar ante el público, más claramente que de costumbre, uno de 1os personajes de nuestro reciente pasado. Representa a una generación que todavía vive entre nosotros. En el fragmento que se titula «El subsuelo», este personaje se presenta a sí mismo, expone sus puntos de vista e intenta, como puede, aclarar las razones por las que surgió y no tenía más remedio que surgir en nuestro ambiente. En el fragmento siguiente vienen ya las verdaderas «memorias», y en ellas refiere algunos acontecimientos de su vida. FIODOR DOSTOIEVSKI Memorias del subsuelo * * * Uno de los mayores errores que cometen las personas es creer que las buenas maneras son sólo expresión de ideas felices. Hay toda una gama de comportamientos que pueden expresarse con buenas maneras. De esto se ocupa la civilización: de hacer las cosas con buenas maneras y no del modo opuesto. Uno de nuestros errores fue el movimiento naturalista roussoniano de los años sesenta, cuando la gente decía: «¿Por qué no puedo decir lo que se me pasa por la cabeza?» En la civilización debe haber ciertas restricciones. Si todos siguiéramos nuestros impulsos sin cortapisas nos mataríamos los unos a los otros. JUDITH MARTIN Miss Buenas Maneras * * * Y mientras las cosas se caían a pedazos, Nadie prestaba mucha atención. TALKING HEADS 2 Bret Easton Ellis American Psycho Inocentes PERDED TODA ESPERANZA AL TRASPASARME» está garabateado con letras rojo sangre en la fachada del Chemical Bank cerca de la esquina de la calle Oncecon la Primera Avenida y está escrito con caracteres lo bastante grandes como para que se vea desde el asiento trasero del taxi cuando éste avanza– a sacudidas entre la circulación que deja Wall Street y justo cuando Timothy Price se fija en las palabras se detiene un autobús, con el anuncio de Les Misérables en el costado, tapándole la vista, pero a Price, que trabaja con Pierce & Pierce y tiene veintiséis años, no parece que le importe porque le dice al taxista que le dará cinco dólares si sube el volumen de la radio – «Be My Baby» suena en la WYNN– y el taxista, negro, no norteamericano, así lo hace. –Tengo recursos para dar y vender –está diciendo Price–. Soy creativo, soy joven, no tengo escrúpulos, estoy motivado a tope, soy ingenioso a tope. En esencia lo que digo es que la sociedad no puede permitirse el lujo de prescindir de mí. Soy una buena inversión. –Price se tranquiliza, continúa mirando por la sucia ventanilla del taxi, probablemente la palabra «MIEDO» de un grafiti escrito con un spray en la fachada de un McDonald's de la esquina de la Cuarta con la Séptima–. Lo que quiero decir es que se mantiene el hecho de que a nadie le importa un pito su trabajo, que todo el mundo odia su trabajo, que yo odio mi trabajo, que tú me has dicho que odias el tuyo. ¿Qué puedo hacer? ¿Volver a Los Ángeles? No es una alternativa. Me cambié de la Universidad de California en Los Ángeles a la de Stanford para soportar esto. ¿Quiero decir que soy el único que piensa que no gana el suficiente dinero? –Como en una película, aparece otro autobús, otro cartel de Les Misérables remplaza a la palabra..., no es el mismo autobús porque alguien ha escrito la palabra «BOLLERA» encima de la cara de Eponine. Tim suelta bruscamente–: Tengo un piso aquí, tengo una casa en los Hamptons, por el amor de Dios. –Los padres, tío. Es por los padres. –No me la compré gracias a ellos. ¿Quiere subir el volumen de una jodida vez? –Esto no puede sonar más alto –puede que diga el taxista. Timothy lo ignora y continúa irritado: –Podría soportar el vivir en esta ciudad si les pusieran Blaupunkt a los taxis. Puede que hasta sistemas sintonizadores dinámicos ODM In o ORC n. –En este punto la voz se le ablanda–. Cualquiera de ellos. Son modernos, amigo mío, modernísimos. Se quita del cuello el walkman de aspecto muy caro, y sigue quejándose. –Odio quejarme, de verdad que lo odio, de la basura, los desperdicios, la enfermedad, de lo sucia que está esta ciudad y tú sabes y yo sé que es una pocilga... –Sigue hablando mientras abre su nuevo attaché Tumi de piel de becerro que compró en D.F. Sanders. Mete el walkman dentro del attaché junto a un teléfono plegable portátil inalámbrico tamaño cartera (antes tenía un NEC 9000 Porta portátil) y saca el periódico de hoy–. En el de hoy, sólo en el de hoy..., vamos a ver..., modelos estranguladas, bebés tirados desde el techo de los edificios, niños asesinados en el metro, una reunión comunista, un jefe de la Mafia liquidado, nazis... –recorre las páginas con excitación–, jugadores de béisbol con sida, más porquería de la Mafia, atascos, vagabundos sin casa, diversos maníacos, enjambres de maricones llenando las calles, madres de alquiler, la supresión de una serie televisiva, niños que consiguen entrar en un zoológico y torturan y queman vivos a varios animales, más nazis..., y el chiste es, la gracia final es, que todo eso pasa en esta ciudad..., no en otro sitio, exactamente aquí, te traga, espera un momento, más nazis, atascos, atascos, vendedores de bebés, mercado negro de bebés, bebés con sida, bebés yanquis, un edificio que cae encima de un bebé, un bebé maníaco, atascos, un puente que se hunde... –Deja de hablar, respira a fondo y luego dice tranquilamente, con los ojos fijos en un mendigo de la esquina de la Segunda con la Quinta–: Ése 3 Bret Easton Ellis American Psycho hace el número veinticuatro de los que he visto hoy. Llevo la cuenta. –Luego pregunta, sin echar ni un vistazo–: ¿Por qué no llevas el blazer de estambre azul marino y los pantalones grises? –Price lleva un traje de lana y seda con seis botones de Ermeregildo Zegna, una camisa de algodón con puños franceses de Ike Behard, una corbata de seda de Ralph Lauren y zapatos de cuero de Fratelli Rossett! El Post es una auténtica mierda. Hay un artículo medianamente interesante sobre dos personas que desaparecieron de una fiesta a bordo del yate de un personaje medio conocido de Nueva York mientras el barco daba la vuelta a la isla. Los restos de sangre y tres copas de champán rotas son las únicas pistas: Se sospecha que hubo violencia y la policía cree que el arma que utilizó el asesino fuera quizás un machete, porque en la cubierta se encontraron varias rayaduras y cortes. Por el momento no han encontrado los cuerpos. No hay sospechosos. Price se puso a soltar su rollo habitual a la hora de almorzar y luego siguió con él durante el partido de squash y continuó desvariando mientras tomaba unas copas en Harry' s, adonde fue después, tomó tres J&B con agua, mucho más interesado por la cuenta de Fisher de la que se ocupa Paul Owen. Price no se quiere callar. – ¡Enfermedades! –Exclama, con la cara tensa de dolor–. Ahora hay esa teoría de que si coges el virus del sida por tener relaciones sexuales con alguien que ya está infectado, entonces puedes coger cualquier cosa, sea por el virus per se o no..., la enfermedad de Alzheimer, distrofia muscular, hemofilia, leucemia, anorexia, diabetes, cáncer, esclerosis múltiple, fibrosis quística, parálisis cerebral, dislexia; por el amor de Dios..., ¿se puede coger dislexia por culpa de un cono... –No estoy seguro, tío, pero no creo que la dislexia sea un virus. –¿Quién sabe? No están seguros. Que lo demuestren. Fuera de este taxi, en las aceras, palomas negras e hinchadas revolotean por encima de los restos de perritos calientes de delante de un Gray's Papaya mientras unos travestis miran ociosamente y un coche de la policía patrulla en silencio en dirección prohibida por lila calle de dirección única y el cielo está bajo y es gris y en un taxi que se ha detenido al lado de éste, un tipo que se parece mucho a Luis Carruthers saluda a Timothy con la mano y cuando Timothy lo devuelve el saludo, el tipo –pelo muy repeinado hacia atrás, tirantes, gafas de montura de asta– se da cuenta de que no es quien él ;reía que era y vuelve a su ejemplar de USA Today.