Stroud, B. Hume (Español).Pdf
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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS Colección: FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA Serie: TEXTOS FUNDAMENTALES Director: Di< I.I.ÓN OLIVÉ Secretaria: MTRA. COKINA YTI¡KBE BARRY STROUD HUME Traducción de ANTONIO ZIRIÓN IIP* UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO México, 1986 Título del original en inglés: Hume Editado por Routledgc & Kegan Paul Ltd., 1977 Primera edición en español: 1986 DR © I9b6 , Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria. 04510, México, D.F. DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES Impreso y hecho en México ISBN 968-837-141-6 Para Sarah, amante de los libros PREFACIO Intento ofrecer en este libro una interpretación comprensiva de la filosofía de Hume y exponer y discutir sus problemas centra• les dentro del marco de esa interpretación general. Pero en vis• ta de que Hume tuvo cosas importantes que decir acerca de casi todas las cuestiones de interés humano, esta tarea tuvo que verse limitada en diversos respectos. No digo nada, por ejemplo, acerca de religión, lo cual constituye una seria omisión sise tiene en cuenta que este tema fue importante para Hume tanto filosófica corno, en otro senti• do, personalmente, a lo largo de toda su vida. No me ocupo de ninguno de sus escritos filosóficos sobre economía. De su política discuto solamente los aspectos más generales de la teoría de la sociedad y el gobierno. Ignoro su detallado tratamiento de pa• siones o emociones particulares, aunque examino con cierta amplitud el papel de lo que llama "pasiones" en la producción de la acción humana y, por ende, en la moralidad. No digo nada tampoco acerca de sus escritos históricos, aunque en la interpretación general que ofrezco podrá apreciarse que la uni• dad que forman con su obra filosófica es mucho más estrecha de lo que se ha supuesto usualmente. Con todo, estas limita• ciones temáticas eran necesarias para poder tratar más deteni• damente aquellas partes de la filosofía de Hume que deben considerarse fundamentales. En la discusión de estas partes centrales no intento dar un tratamiento exhaustivo de las opiniones de Hume ni de los te• rnas filosóficos en cuestión. Mi propósito es en todas partes ilustrar y apoyar la interpretación general aplicándola en casos particulares, y mostrar así cómo pueden comprenderse y eva• luarse mejor las opiniones de Hume sobre aquellas cuestiones fundamentales. Si, por parciabnente que sea, tengo éxito, es• pero que resulte patente cuánto hay de erróneo o extraviado en 8 PREFACIO lo que ha venido a ser la erudición convencional acerca de Hume y de los defectos de sus opiniones. No insinúo que estas opiniones sean en última instancia defendibles, o siquiera ple• namente coherentes, sino que, si no lo son, debemos llegar a comprender la verdadera fuente de sus fallas y no conformar• nos con diagnósticos superficiales o en boga. He hallado que muchas de las objeciones a Hume que se han difundido yerran el tiro por no profundizar lo suficiente, porque generalmente atacan sólo fragmentos pequeños y aislados de lo que dice, sin tomar en cuenta el marco teórico más general que da su senti• do a esos fragmentos particulares. Pero no he sobrecargado el texto con extensas referencias a críticos y comentadores, ni he intentado documentar sistemáticamente lo que me parece de• fectuoso en otras interpretaciones. Me concentro en presentar y apoyar mi propia comprensión de Hume. Creo que en lo que sigue he conseguido limpiar un poco el vaho acumulado sobre varias ventanas diferentes de la filosofía de Hume, pero tengo plena conciencia de que en la mayoría de los casos no he llegado demasiado lejos en el esclarecimiento de lo que yace en los más oscuros retiros interiores. Tengo única• mente la esperanza de que en adelante será más fácil y fructífero continuar las investigaciones escolares y filosóficas sobre algunas de las líneas que he esbozado pero no explorado totalmente. He intentado, además, señalar algunas conexiones entre el tratamiento que hace Hume de tópicos particulares y discu• siones más recientes sobre esos mismos tópicos u otros rela• cionados con ellos; pero tampoco en este respecto traté de abarcarlo todo ni lo conseguí. Ello resulla imposible en vista de la posición especialmente prominente que ocupa Hume en la filosofía occidental. Una guía exhaustiva de las discusiones que se dan en la filosofía del siglo veinte sobre los problemas de Hume y sus sucesores, sería una guía casi exhaustiva de la filosofía del siglo veinte. En un vasto y especulativo capítulo final, trato de indicar en términos generales aquellos aspectos de la filosofía de Hume que hoy en día están, o que convendría que estu• vieran, más vivos para los filósofos. Procuré en todas partes que el texto fuera inteligible para principiantes o virtuales principiantes en filosofía, y que ofre• ciera a la vez algo de interés para los estudiosos de Hume y los fRI-.l -U.'IO 9 filósofos que se ocupan de los problemas que discutió. Creo sa• ber cuan difícil es satisfacer simultáneamente estas diferentes exigencias, pero los miembros de los grupos respectivos podrán juzgar por sí mismos en qué medida conseguí satisfacerlas. Como todo estudiante de filosofía, he pasado mucho tiem• po leyendo y pensando acerca de Hume o sus problemas de una u otra manera, y me resulta difícil señalar con precisión las influencias específicas sobre mi actual comprensión de él. Mi mayor deuda es indudablemente la que tengo para con los escri• tos de Norman Kemp Smith. Todo estudioso de Hume está, o debería estar, en deuda con él. El hecho de que la revoluciona• ria obra histórica de Kemp Smith sobre Hume nunca recibiera en el mundo filosófico la amplia aceptación que merecía, debi• do en gran parte a que la filosofía misma no estaba preparada para ella, constituye una nueva evidencia, si acaso es necesaria, de la íntima conexión entre la filosofía y el estudio de la histo• ria de la filosofía. El rígido empirismo analítico de la primera mitad de este siglo no pudo apreciar la importancia filosófica de lo que Kemp Smith acertadamente identificaba como el na• turalismo filosófico de Hume, y tendió por ello a negar su exis• tencia. Resultará obvio que mi propia interpretación debe mucho a Kemp Smith, pero creo que, en parte sobre la base de su obra, he podido presentar una interpretación naturalista más sistemática y consistente, y, en muchos casos, discutir cuestiones importantes de interpretación y valoración aten• diendo a una crítica filosófica más pormenorizada y reciente que la que tenía Kemp Smith a su alcance. Mi verdadera deuda con él no puede por tanto medirse por las infrecuentes 4 referencias a él que se hallarán en lo que sigue. La admirable biografía de E. C. Mos.mer fue también im• portante para mi comprensión. Esta obra es invaluable para el estudio de los escritos de alguien cuya persona está tan inme• diatamente presente en su obra filosófica, aunque en lo que en este libro digo sobre la filosofía de Hume no hago ninguna referencia directa a esos agradables rasgos humanos. Incluyo una bibliografía que contiene muchas otras obras que me pare• cen interesantes y útiles; pero eso no indica suficientemente mi deuda para con otros autores que lian escrito sobre Hume, deuda que rae alegra poder reconocer aquí, aunque sólo sea de una manera global e impersonal. 10 fRKKACIü He impartido ciases -y seminarías sobre Hume durante va- ríos años en Berkeley, y en i 97-1 en Oslo, y ugradezco a esos pa• cientes auditorios su benévola respuesta y sus titiles críticas y sugerencias. Quisiera agradecer también a la sub-facuitad de filosofía de Oxford la hospitalidad que me brindó cuando esta• ba empezando a escribir el libro. Durante ese año en Oxford tuve además la fortuna de poder discutir el Tratado de Hume en las clases de fohn Passmore, y de proponer a la foivett So- ciety algunas ideas sobre el escepticismo de Hume. Para tratar el tema de la filosofía moral de Hume, teiiia que hallé muy difícil, me fueron de provecho la comunicación epistolar y las discusiones con Giibert Harman y una extensa discusión de años con Philippa Fool y Derek Parfit. Sus escritos también me enseñaron mucho sobre filosofía moral. Dagfinn F^llesdal y Bernt Vestre leyeron partes de cierta versión del texto y me hicieron comentarios y sugerencias que contribuyeron a mejorarlo. De la sagacidad y la perseverancia de fean Austin me beneficié más de lo que pudo sugerirle a ella la aparente inconclusión de nuestras discusiones sobre Hume; y de las conversaciones y los escritos de David Pears aprendí, sobre Hume y sobre filosofía, más de lo que, me temo, pondrá de manifiesto lo que sigue. En Berkeley, me fueron de especial utilidad un artículo de Paul Grice y fohn Haugeland y las discusiones con ellos sobre las opiniones de Hume acerca de la identidad personal. Siempre me ha enseñado algo la inteligente respuesta de Bar• bara Winters en las conversaciones que hemos tenido sobre casi toda la filosofía de Hume y sobre mi manera de entenderla. Las discusiones sobre Hume (y casi todo lo demás) que he soste• nido a través de los años con Thompson Clarke, Michael Fre- de, fohn Searle y Hans Sluga, han tenido efectos más profun• dos que los que, estoy seguro, cualquiera de nosotros podría ahora identificar, y le estoy agradecido a cada uno de ellos por eso y por su estímulo. Aprecio especialmente la penetración y la sensibilidad de Thompson Clarke, quien, aun sin proponer interpretaciones de partes específicas de la filosofía de Hume, ha contribuido a mi comprensión filosófica más de lo que este libro, o algún otro mejor, podría haber evidenciado. BARRY STROUD í EL ESTUDIO DE LA NATURALEZA HUMANA Juzguemos las cosas morales así como juzgamos ias cosas naturales:* Se considera generalmente que David Hume es un filósofo pu• ramente negativo — el escéptico prototípico cuyo principal propósito y logro consistió en reducir las teorías de sus predece• sores empiristas al absurdo que desde el principio estaba implícitamente contenido en ellas.