Los Jinetes De La Cocaína Fabio Castillo
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Los Jinetes de la Cocaína Fabio Castillo Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights Indice Introducción El Destello Verde Esnifando Cocaína Nacen las familias Se Arma el Cartel Los Negocios Los Deportes El lavado de dólares La Extradición La mafia no perdona Mafia y Política ¿Se está ejecutando el Pacto de Panamá? Lista de Narcotraficantes Buques para el contrabando Relación de Aeropuertos clandestinos INDICE Palabra Mas, Palabra Menos CAPITULO l El Destello Verde. 1. La Guerra verde. De Efraín González al Canso Ariza 2. La bonanza marimbera (1972-1978) . 3. La mafia en Macondo 4. Las pistas y las aeronaves 5. La ventanilla siniestra CAPITULO II Esnifando Cocaína 1. La DEA existe 2. La French Connection se nacionaliza 3. Del mambeo al apogeo 4. Del avión a la muía CAPITULO III Nacen las Familias 1. La Organización en el Valle del Cauca A. Los Chemas 2. La Organización en Antioquia A. Escobar o el sino de la violencia B. El Clan Ochoa 3. La organización en Bogotá A. La guerra del 78 B. Coca y mariachis 4. La organización Armenia-Pereira A. A Armenia llegó B. La sociedad cerrada 5. La organización en Leticia 6. La organización en la Costa Atlántica CAPITULO IV Se Arma el Cartel CAPITULO V Los Negocios CAPITULO VI Los Deportes 1. El fútbol 2. El boxeo 3. El automovilismo 4. El ciclismo 5. Hípica y toros CAPITULO VII El lavado de dólares La banca colombiana descubre los paraísos fiscales. El reciclaje del dinero. La convivencia internacional. Las pingües ganancias. Las amnistías. CAPITULO VIII La Extradición La firma y la sanción. La vista gorda. Un nuevo gobierno. El debate a Rodrigo Lara. Niegan extradiciones. Un suicidio y una extradición. Asesinan a Rodrigo Lara. Asesinan a la Corte Suprema. Cambian la Corte Suprema y cae la extradición. CAPITULO IX La mafia no perdona 1. Censura de Muerte 2. Los Perros 3. Testigo incómodo 4. Enrique Parejo y la maña 5. Un defensor vehemente CAPITULO X Mafia y Política 1. Pablo Escobar y Jairo Ortega 2. Carlos Lehder y el Movimiento Latino Nacional . 3. Severo Escobar y el Ospinismo 4. Entre el apoyo y el ejercicio 5. Cambio de táctica: hay más poder en la economía que en la política 6. Narcoguerrilla y Narcomilicia CAPITULO XI ¿Se está ejecutando el Pacto de Panamá? ANEXO No. 1. Grupo de Inteligencia Antinarcóticos Santa Marta Lista de Narcotraficantes ANEXO No. 2 Relación de Buques y lanchas que operan entre el área del Caribe y la costa norte de Colombia para el contrabando de mercancías y narcóticos ANEXO No. 3 Relación de aeropuertos clandestinos BIBLIOGRAFÍA Palabra mas, palabra menos Por FABIO CASTILLO El 9 de agosto de 1986 fue asesinado en Medellín Isaac Guttnan Esternbergef. Era el creador de la máquina de muerte más violenta que haya conocido el país: la escuela de los sicarios de la motocicleta. Ese mismo día desapareció sobre la selva del Guaviare la avioneta en que se transportaba Camilo Rivera González, un veterano traficante de cocaína entre Bolivia y Leticia. Su hermano, Vicente Wilson, también desapareció. Fue localizado seis meses más tarde en Panamá, país en el que se había nacionalizado. Todos eran empleados del Cartel de Medellín. El 17 de noviembre fue baleado el coronel Jaime Ramírez Gómez, testigo clave en el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara, y quien desde cuatro meses antes sabía, por un oficial infiltrado en la organización del narcotraficante Pablo Escobar, que también lo iban a asesinar. Exactamente un mes más tarde las balas impunes de los sicarios arrebataron la vida al valiente director de El Espectador y formidable maestro, Don Guillermo Cano Isaza, mi jefe. Los tres, Rodrigo Lara, Jaime Ramírez y Don Guillermo, tenían un punto en común: la vida la entendieron siempre como una lucha, y desde la trinchera que les fijó el destino, denunciaron con nombre propio, a delincuentes como Escobar, Guttnan y los Rivera. Pero su valentía, derivada del compromiso vital que se habían dado, parece no haber sido medido por la misma sociedad por la cual se sacrificaron: querían advertirle a sus hombres de bien, que los narcotraficantes hablan decidido comprar el país. Colombia, hoy enfrentada a una "multípolarización" de fuerzas violentas, presencia, inerme, cómo los narcotraficantes se han arrogado la administración de justicia, que aplican con sus propios jueces y ejecutan sus propios sicarios, en lo que han dado en denominar con altisonancia guerrillera sus "operaciones militares". Fuerzas políticas independientes han visto diezmar sus dirigentes, en una guerra sucia sin cuartel y sin principios. Desde la izquierda, como la Unión Patriótica, que ha tributado más de 100 de sus 450 asesinados, en un enfrentamiento con el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, como lo denunciara con inusual valentía el ministro Enrique Low Murtra. Así fue acribillado el coordinador nacional de la UP, el exmagistrado Jaime Pardo Leal. Y también desde el otro extremo, han sido asesinados, impunemente, hombres como el controvertido congresista Pablo Emilio Guarín. Todos los estamentos sociales del país tienen algún muerto que llorar. Tras buena parte de ellos se encuentran el dinero y la acción misma de los traficantes de cocaína, que buscan aliarse, a cualquier precio, con quien sirva a sus bajos e insaciables intereses: por lo pronto, adueñarse del único país que parece decidido a no extraditarlos para que sean juzgados donde no pueden amedrentar ni sobornar a sus jueces: los Estados Unidos. Ningún periodista puede tolerar que existan en el país temas tabú, y el de la mafia pretende ser el primero. El trabajo periodístico que hoy presento al veredicto de mis lectores, es producto del seguimiento de la expansión de la mafia durante 10 años y, ante todo, de los documentos oficiales que, en vida, tuvieron la previsión de entregarme Rodrigo Lara y Jaime Ramírez. Tras este libro no hay más que una diáfana intención: la de desnudar ante el país a quienes se pretende en ocasiones exhibir como modernos Robin Hoods, cuando su propia historia los muestra como asesinos inclementes. Para ellos, los mafiosos, los derechos a la vida, a la democracia, a la libertad de prensa y expresión, no son más que mercancías, susceptibles por lo tanto de alquilar. ¿Quieren los colombianos esa suerte para sus hijos? En las páginas siguientes se encuentran elementos de juicio para definir una posición. Dejo este testimonio de agradecimiento a quienes sacrificaron hasta su tranquilidad familiar por apoyarme en la investigación periodística y en la edición de la obra. Por los caídos en la guerra sucia de la mafia, mis amigos: Guillermo Cano Isaza. Rodrigo Lara Bonilla. Manuel Gaona Cruz. Jaime Ramírez Gómez, Darío Velásquez Gaviria. Ricardo Medina Moyano. Hernando Baquero Borda. Alfonso Patino Roselli. Luis Enrique Aldana Rozo. Carlos Medellín Forero. Jorge E. González Vidales. Capítulo I El Destello Verde 1. La Guerra Verde Colombia, país de paradojas, es uno de los mayores productores de esmeraldas en el mundo, y sin embargo solo recibe divisas por su exportación, que apenas superan los US$2 millones anuales. Las minas, a cielo abierto, se encuentran en una zona abrupta y montañosa. En torno a ellas viven centenares de campesinos que aprovechan la oscuridad de la noche para horadar la tierra, sometidos a dos temores: los celadores, unos jinetes armados que disparan antes de preguntar quién es. O que sus propios vecinos descubran que han hallado una gema de valor. En los dos casos, pagarán su suerte con la vida. La explotación ilícita de las minas de esmeraldas en Boyacá, que son patrimonio de la Nación, ha sido la fuente de poder para dos familias, ambas enraizadas en la misma historia política de Colombia. La primera fue dirigida por Efraín González Téllez -- un veterano luchador de la violencia política de la década de los 50s -, catalogado por la prensa como un legendario Robin Hood colombiano. González era buscado por los campesinos boyacenses y santandereanos como su juez supremo. Dirimía en conciencia, y sin trámites ni abogados, cualquier pleito familiar, de tierras e incluso aquellos con ribetes penales. Pero también lo buscaban como su patrono, porque aseguraban que poseía dotes sobre las cuales existe toda clase de leyendas y de mitos: si la policía lo buscaba se transformaba, por ejemplo, en una flor o cualquier otro ser inanimado que despistaba a las autoridades. La recóndita esperanza de los campesinos radicaba en descubrir sus secretos. En un pueblo por esencia religioso, como el constituido por los boyacenses, era muy bien visto que González bajara todos los domingos de la montaña a confesar sus pecados y recibir la absolución del párroco de Chiquinquirá. La otra familia, que trabajó en sociedad con la de González, era la dirigida por Humberto Ariza Ariza, "El Ganso Ariza", un asesino nato (purgó una larga condena en Bogotá), que basó su poder en la fuerza. Durante la época de su reinado en la zona esmeraldífera se asegura que asesinó o mandó hacerlo a más de 800 personas. Efraín González murió en Bogotá el 9 de junio de 1965, luego de un gigantesco operativo que incluyó dos batallones del Ejército y un cañón, bajo la dirección de un militar especialista en lucha contraguerrillera, José Joaquín Matallana. Fue todo un día de lucha contra la destartalada casa de un piso, cuyas paredes tuvo González la previsión de cubrir con colchones para evitar el rebote de los proyectiles. Un sargento, cuatro soldados y un civil murieron, mientras que otros 11 resultaron heridos. El bandolero, como lo denominaban los boletines oficiales, estuvo a punto de burlar tan estrecho cerco, pero terminó derrotado por la cámara de un fotógrafo de prensa que, más por temor que por solidaridad con el operativo, la estrelló contra la cabeza de González.