Mundoclasico.com jueves, 6 de septiembre de 2007

DVD - RESEÑAS Cinematográfico

RAÚL GONZÁLEZ ARÉVALO

El film-ópera es un género híbrido que, como todos los Giuseppe Verdi: Rigoletto, melodrama en híbridos, no termina de satisfacer a nadie, lo que no quita tres actos (1851). Libreto de Francesco para que de vez en cuando ofrezca productos altamente Maria Piave. Dirección artística, Jean- Pierre Ponnelle. Escenografía, Gianni recomendables. Ahí están el de Losey o Quaranta. Vestuario, Martin Schlumpf. algunos trabajos de Zefirelli, y sin duda será interesante Luciano Pavarotti (Duque de Mantua), Ingvar Wixell (Rigoletto y Conde de ver La flauta mágica que ha ideado Kenneth Brannagh Monterone), Edita Gruberova (Gilda), (en inglés, ahimè!). Entre los resultados más interesantes Ferruccio Furlanetto (Sparafucile), Victoria de esta particular fusión entre cine y ópera, que tuvo su Vergara (Maddalena), Fedora Barbieri (Giovanna), Bernd Weikl y Louis Otey punto álgido entre mediados de los sesenta y de los (Marullo), Remy Corazza (Borsa), Roland ochenta fundamentalmente, se encuentra precisamente Bracht (Conde de Ceprano), Kathleen Kuhlmann (Condesa de Ceprano). Coro de este Rigoletto. la Ópera Estatal de Viena. Orquesta Filarmónica de Viena. Riccardo Chailly, Ante todo la versión musical: estupenda. Riccardo Chailly director. Montaje de vídeo: Petra von Oelffen y Sandrine Cavafian. Grabado en es un gran director de Verdi y éste es uno de los registros Mantua, Cremona, Sabionetta, Parma y que lo ponen de manifiesto. En esta ocasión sabe Acquanegra del 25 de abril al 30 de mayo aprovechar al máximo la legendaria belleza de sonido de la de 1982. Banda sonora grabada en Viena, Wien-Film, Rosenhügel, del 17 al 23 de Filarmónica de Viena, suntuosa e incisiva, con unos tempi diciembre de 1981. 1 DVD de 116 minutos que exaltan el drama a la vez que permiten la expansión de duración. Producción de Unitel para 00440 073 4166. lírica. En definitiva, una gozada. Distribuidor: Universal Pavarotti ha sido, a mi juicio, uno de los dos grandes que han frecuentado el ‘Duque de Mantua’ durante el último cuarto del siglo XX (imposible olvidar a Kraus). Y en mi opinión ofrece aquí el mejor retrato de los tres oficiales (interesantísimo con Bonynge para Decca en 1971, con Levine en 1993 para DG no puede competir con el recuerdo de sí mismo): la voz sigue en plenitud, el intérprete está más matizado que nunca y parece que el papel haya sido escrito para él, tal es la facilidad e incluso la espontaneidad de su canto. Salvo algunas risotadas superfluas, alcanza las más altas cotas en este papel, me resulta imposible destacar una sola escena. Ingvar Wixell no alcanzará nunca a un MacNeil o un Cappuccilli, pero es un estupendo protagonista por la sobria intensidad que sabe transmitir a tan complicado personaje (ojalá hubiera más cantantes así). Sólo reprocharía ciertas appoggiatura para atacar los agudos. Por otra parte, el disco le permite además afrontar el ‘Conde de Monterone’ y acercar aún más el evidente paralelismo que se establece con ‘Rigoletto’, siendo una propuesta muy interesante. Vaya por delante que para ‘Gilda’ prefiero el peso vocal de una Sutherland y el acento de una Scotto. Pero no es menos cierto que Edita Gruberova es una soprano ligera de gran talento y excepcional técnica que ha trabajado especialmente la caracterización italiana. El control de la voz en todo el registro empuja a la vocalista a alcanzar niveles que sólo puedo calificar de virtuosos ('Caro nome' es el mejor ejemplo). A su favor juegan además dos factores: el primero, que la coloratura verdiana del personaje difiere de la escritura belliniana o donizettiana, en el que la aproximación típica de la escuela alemana con agilidades (semi)aspiradas -que encuentro fastidiosas en el repertorio italiano- son más evidentes; el segundo, que la insigne cantante, salvo puntualmente, no da muestras de ese amaneramiento extremo que se ha convertido en marca de la casa en la última fase de su carrera: la simplicidad expresiva del dúo final es la mejor opción que podía tomar. Ferruccio Furlanetto es un buen ‘Sparafucile’, especialmente atento al fraseo. No puedo decir lo mismo de la ‘Maddalena’ de Victoria Vergara, el punto débil del reparto con una interpretación que deja indiferente. Por el contrario, la participación de Fedora Barbieri como ‘Giovanna’ es un impagable golpe de genio. Muy buena también la breve intervención de Bernd Weikl (con los rasgos de Louis Otey en la pantalla), mientras que Kathleen Kuhlmann llama más la atención por su aspecto que por su canto. Ahora, la película: en una época en la que prima lo visual, con grandes divos que imitan (y a veces sólo se quedan en eso) a las rutilantes estrellas del celuloide, una propuesta como la presente no puede dejar de parecer envejecida: los gestos ampulosos, ralentizados, limitados en su gama, que tan efectivos resultan vistos desde el patio de butacas, pierden fuerza y pueden resultar exagerados con tantos primeros planos, donde salta a la vista la distancia con la técnica de interpretación de cine exclusivamente. No ayudan precisamente las generosas formas de Pavarotti para encarnar a un galán empedernido, ni la escasa fotogenia de la Gruberova como cándida e incauta jovencita. Mejores son los resultados con Wixell. Sin embargo, el espectador que accede a este producto sabe que no es éste el aspecto que debe buscar y valorar más: por el contrario, apreciará poder ver de cerca las interpretaciones de estos magníficos cantantes con técnica de cantantes. Y disfrutará más aún de las estupendas propuestas de Ponnelle, con la lujosa fotografía de Pasqualino de Santis: imposible no pensar en Muerte en Venecia de Visconti (no en vano trabajó en ella) con el final sobre el lago de este mago que se llevó el Oscar a la mejor fotografía por el Romeo y Julieta de Zeffirelli. No es la única influencia cinematográfica destacada presente en la cinta: la más sugerente resulta, a mi juicio, el Satiricón de Fellini, evidente modelo para la orgía del primer acto. Desde el punto de vista estrictamente cinematográfico resulta lo más conseguido sin duda alguna, sin que otros escenarios puedan competir, ya sean en el interior del Castillo de Mantua o en el Teatro Farnese de Parma. El acoplamiento de la banda sonora sobre el montaje cinematográfico no puede evitar pequeños desajustes, nada en comparación con las posibilidades que ofrece el cine respecto a una convencional toma en teatro, por muy bueno que sea el director (y aquí para mí sólo hay un genio, el mítico ). El DVD ofrece además la ventaja de los subtítulos (en italiano, inglés, alemán, francés, español y chino) sobre el anterior soporte en vídeo. Lástima que el sonido resulte en ocasiones más distante de lo deseable, sobre todo por lo que se refiere a las voces. Por lo demás, la presentación es tan cuidada como podíamos esperar de Deutsche Grammphon, que está haciendo un gran trabajo al poner de nuevo en circulación -gracias a su acuerdo con la productora muniquesa Unitel- no sólo los grandes films-ópera, sino también las míticas retransmisiones desde el Metropolitan. Es una labor que la sitúa con gran ventaja sobre las demás discográficas que cultivan también el mercado del DVD. En fin, les recomiendo que aprovechen las rebajas veraniegas.

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