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Distribución gratuita

ROQUE DALTON, Poesía • PEDRO HERRERA ORDÓÑEZ, El eterno retorno y la espera FERNANDO TINAJERO, De obras, autores y algo más • RUBEM FONSECA, Corazones solitarios  

               editorialcuento Inti Raymi

ue este día y siempre, los hombres y mujeres del planeta abracemos a la naturaleza como madre de la vida, fuente espiritual de todos los pueblos y generadora de los frutos que generosamente nos ofrece. Q Que la humanidad, en este día de la luz perpendicular sobre el mundo, con el respeto profundo que merece la Pacha Mama, con los conocimientos y saberes ancestrales guardados desde lo recóndito de los tiempos, construya en pensamiento, arte y cultura, un mundo de justicia y solidaridad, en el que se perfile el hombre nuevo, levantado tras el ocaso de la noche más larga del año. Universidades y Casa de la Cultura, juntas en su rol histórico de suscitar y de vivir la pluriculturalidad en el rito sincrético que marca la fusión de las culturas, para proyectarla como punto de partida del origen y destino común imborrable de nuestros pueblos, en el devenir circular del tiempo. Que esta Fiesta del Sol y de la Tierra, del hombre y de los ríos, cual cascada de luz nos alumbre para caminar dejando huella de respeto, gratitud y ternura colgada para siempre en el violín del viento.

Camilo Restrepo Guzmán

Colaboran en este número: Casa de la Cultura Ecuatoriana Jorge Basilago, Hans Behr Benjamín Carrión Martínez, Jeovanny Benavides, Dirección de Publicaciones John F. Galindo, Liliana Heker, Miguel Molina Díaz, Humberto Avs. 6 de Diciembre N16–224 y Patria Montero, Patricia Noriega, Dalton Telf.: 2565-808 Ext. 463 Osorno, Ingrid Rojas Contreras, [email protected] Luis Sigüenza, Fernando Tinajero www.casadelacultura.gob.ec Quito–Ecuador NÚMERO CUARENTA Y CINCO · JUNIO 2020 Edición de textos Katya Artieda #Casapalabras Presidente Camilo Restrepo Guzmán Diseño @casapalabras.cce Tania Dávila L. Director casapalabras_cce Patricio Herrera Crespo Portada www.issuu.com Editor Pedro Herrera Patricio Viteri Paredes Al filo del delirio, resina. [email protected]

1 índice

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03 Poemas de Roque Dalton, 46 Selección de poemas inéditos 84 Fernando Tinajero expone poeta y revolucionario salvadoreño de la escritora ecuatoriana Patricia el valor de las obras literarias y la que murió hace 45 años. Noriega. ideología en la literatura.

12 Corazones solitarios, cuento 52 Fragmento de la novela La 88 Patricio Herrera Crespo del gran escritor brasileño Rubem fruta del borrachero, de la escritora estudia la exposición El eterno Fonseca, fallecido hace poco en Río colombiana Ingrid Rojas Contreras, retorno y la espera, del artista Pedro de Janeiro. radicada en Estados Unidos. Herrera Ordóñez.

22 Fragmento de la novela 60 El periodista y escritor 98 Jorge Basilago interpreta la ecuatoriano Miguel Molina Díaz nos Firmamento, de Hans Behr Martínez, vida y obra de la poeta uruguaya da su visión sobre la belleza de la ganadora del Premio La Linares de Idea Vilariño, a cien años de su ciudad de Roma. Novela Breve 2020. nacimiento.

64 La llave, relato de la escritora 28 Capítulo de la novela Crónica 104 El papel de los museos en argentina Liliana Heker. para jaibas y cangrejos, de Dalton época de coronavirus y cuarentena, Osorno, Premio La Linares de conversatorio narrado por Juan Luis 72 Capítulo de la novela Pilares Novela Breve 2020. Sigüenza. de la noche vana, ganadora del Premio de Literatura Miguel Riofrío 32 Poemas del escritor 2019, del escritor ecuatoriano 108 Sonia Manzano colombiano John F. Galindo. Jeovanny Benavides. rinde homenaje a la escultora guayaquileña Yela Lofredo, quien 36 El entierro, relato de la 78 Humberto Montero analiza falleció en Guayaquil en mayo del reconocida escritora mexicana la obra de Miguel Varea, gran artista presente año. Amparo Dávila, que murió en abril plástico ecuatoriano fallecido en de este año en Ciudad de México. abril de 2020.

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2 Roque Dalton (1935 – 1975)

El compromiso con la poesía y la revolución hasta el final Roque Dalton de sus días (1935 – 1975)

El compromiso con la poesía y la revolución hasta el final de sus días.

3 ROQUE DALTON Poesía e insurgencia a 45 años de su muerte

Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como «silver roll» y no como «gold roll»), los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos, los siempre sospechosos de todo («me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño»), las que llenaron los bares y los burdeles de todos los puertos y las capitales de la zona («La gruta azul», «El calzoncito», «Happyland»), los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de la página roja, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de las bananeras, los que lloraran borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos.

4 homenaje

Además, es este siglo obligatorio Como tú que en airada espesura nos reúne, el que regala al ojo la cumbre y el camino, Yo como tú el que pregunta al alma por sus puños finales, amo el amor, el que deja vibrando la fiel liquidación de las preguntas. la vida, El panorama es un cuchillo rudo: uno nace entre el dulce encanto de las cosas todos el paisaje celeste de los días de enero. los hombres y los árboles, pariendo el junco responsable que el huracán También mi sangre bulle penetra: y río por los ojos posee uno la lámpara que con su luz idéntica que han conocido el brote de las lágrimas. descubre donde nace la lágrima Creo que el mundo es bello, digna de ser borrada en lo que nos rodea. que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, Hora de la ceniza el amor, las cosas, Finaliza septiembre. Es hora de decirte el paisaje y el pan, lo difícil que ha sido no morir. la poesía de todos. Por ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises libros hermosos que no entiendo, no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia y me cae sin motivo el recuerdo Hablando para mí del primer perro a quien amé cuando niño.

Desde ayer que te fuiste Como un ángel social de alto velamen, hay humedad y frío hasta en la música. lejano de la angustia y capitán Cuando yo muera, de nueva clorofila, sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, como una flor indomeñable mi bandera sin derecho a cansarse, que falta haríale al maíz en la coronación de su la concreta verdad que repartí desde el fuego, significado, el puño que hice unánime como un lejano caracol que huyó del pecho rojo, con el clamor de piedra que exigió la esperanza. caminaré desde hoy gritando que conozco, Hace frío sin ti. Cuando yo muera, aunque resulte herida cuando yo muera mi bondad y mi sangre. dirán con buenas intenciones que no supe llorar. Porque cual repentino rayo de raíces secretas Ahora llueve de nuevo. uno cae en la cuenta que no respira solo, Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto que hay hermanos dormidos, como hoy. cortadas ramas retoñables, pianos de primer piso, dulces Siento deseos de reír rosas descoloridas sin morir. o de matarme.

5 Ayer

Junto al dolor del mundo mi pequeño dolor, junto a mi miedo el miedo que vencieron los muertos, junto a mi arresto colegial la verdadera cárcel de los junto a mi soledad la vida que recorro, hombres sin voz, junto a la diseminada desesperación que me ofrecen, junto a mi sal de lágrimas los ojos de los que amo la costra secular que sepultó montañas y oropéndolas, diciendo que me aman. junto a mi mano desarmada el fuego, junto al fuego el huracán y los fríos derrumbes, junto a mi sed los niños ahogados danzando interminablemente sin noches ni estaturas, junto a mi corazón los duros horizontes y las flores,

6 Lunes Pero, tempranamente, vine como soy, con manos desangrables, Las seis de la mañana con miedo, partiendo a gritos del reloj: de nuevo con amor, la catedral de luz derribará sus muros con cuatro lunes cada mes. sobre mi caminante corazón Y creo que descansaba. que de no ser por este corazón, Odio como a un burgués la fuga de las sábanas. por este palpitante planeta musical, ya me habría marchado a tratar de morir. No es por el frío, que no existe. Con todo, No es por el miedo al ojo agazapado no querría olvidarme de la risa. donde el farol, anoche, crucificó la sombra. Ni siquiera es por ti, ni por tu sexo que estalla en las manos, tu descubierta gruta Mi dolor recién muerta en el agua.

Es Conozco perfectamente mi dolor: oh indeterminación viene conmigo disfrazado en la sangre que un año azul y roto se merece y se ha construido una risa especial la sensación antigua como mi puño izquierdo para que no pregunten por su sombra. o mi añorada comprensión de los pájaros: el ojo junto al hombro, sin suplicar siquiera, Mi dolor, ah, queridos, la mano hacia la cara de nueva piedra que alzo, mi dolor, ah, querida, la vida que me pide, mi dolor, es capaz de inventaros un pájaro, la miserable savia que reconozco en mí. un cubo de madera de esos donde los niños Habría tenido, digo yo, que venir le adivinan un alma musical al alfabeto, —no al mundo de los títeres, costureros de seda, un rincón entrañable rudas botellas de ginebra como hospitales de la sed, y tibio como la geografía del vino no al mundo que me das o al que te doy, o como la piel que me dejó las manos pan deleznable, campo sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar. para el cuchillo de la mermelada—, habría tenido que venir, repito, Mi dolor tiene cara de rosa, como un desnudo incendio de primavera personal que ha venido cantando. hasta el reseco bosque donde me aterro sin gritar, Tras ella esconde su violento cuchillo, como un rudo torrente para la arena débil, su desatado tigre que me rompió las venas desde como aquel árbol que exige sangre de la tierra antes de nacer dormida, y que trazó los días reclamo de preñez contra la fuga, de lluvia y de ceniza que mantengo. contra la inmóvil lágrima y la potente desesperación… Amo profundamente mi dolor, como a un hijo malo.

7 Muertos

Yo escribí de los muertos sin saber de sus rudas zarabandas nocturnas…

Fue cuando murió mi primer hijo y mi novia murió a su manera y mi madre se quedó sin morir pero no importa porque ya había barrido gritando de sus ojos la luz…

Sin invitación sin desnudez apropiada sin miedo justo a mi medida llegué hasta sus territorios terribles con el cabello roto y el hambre vocinglera:

Reñían horriblemente, como hermanos.

Sus uñas de aire rasgaban sus mejillas y sus pechos de aire y su furia caía sobre los hombros de mis ojos como si la batalla solamente sirviera para insultarme por vivir…

De entre todos ellos

Holgué hacía brillar como una luna su ancha ferocidad que merecía el respaldo del mármol o de la peor espina. Odiar el amor

Golpeaba a los demás y a mi miedo La luna se me murió con más crueldad que un niño, aunque no creo en los ángeles. como si desde el principio del tiempo La copa final transcurre hubiese recibido sin quererlo antes de la sed que sufro. la espantosa encomienda de vengar a Dios. La grama azul se ha perdido huyendo tras tu velamen. Oh, amigos, es duro ver matando a los que descansan en paz, La mariposa incendiando es más grave que quedarse solo su color, fue de ceniza. sabiendo que uno no sirve ni para que lo maten! La madrugada fusila rocío y pájaros mudos. Holgué me dejó escapar aquella noche La desnudez me avergüenza porque era evidente en mi temblor de manos y me hace heridas de niño. el odio por la vida. El corazón sin tus manos Desde el más allá de la muerte sus tenues camaradas es mi enemigo en el pecho. me miraron partir con un desprecio inmenso absolutamente avergonzado de mi respiración.

8 Odiar el amor Pedimos

La luna se me murió Pedimos que nos amen, que nos dejen amar, aunque no creo en los ángeles. pedimos que nos hagan quedarnos solos atados a La copa final transcurre los ángeles, antes de la sed que sufro. que no dejen testigos desde ahora La grama azul se ha perdido esperando la imagen huyendo tras tu velamen. honda de nuestras lágrimas; pedimos que no insistan en herirnos el lugar de la ira, La mariposa incendiando pedimos que las esposas doren el blanco pan su color, fue de ceniza. y nos conviden a la mesa del júbilo, La madrugada fusila que los muchachos y las muchachas rocío y pájaros mudos. recuesten su frescura de musicales líquenes La desnudez me avergüenza sobre la llamarada que nos nació en las voces, y me hace heridas de niño. pedimos la sonrisa desde nuestra lastimadura más presente El corazón sin tus manos y el escudo fraterno desde el opaco miedo es mi enemigo en el pecho. que nos podría suceder; pedimos el abrazo, el ambulante nido para la desangrada palabra que un día descubrimos y que venimos ahora a repartir.

9 Cómo cantarte, patria Por qué escribimos

Cuando la patria nace antiguamente Uno hace versos y ama como la preferida estrella que se mece la extraña risa de los niños, junto al misterio azul del grito primogénito, el subsuelo del hombre que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda, cuando la patria permanece intacta la instauración de la alegría desde el raudal de sangre con que nos parieron, que profetiza el humo de las fábricas. cuando la patria inexpresable canta Uno tiene en las manos un pequeño país, desde el amurallado hueso que oponemos al aire, horribles fechas, muertos como cuchillos exigentes, cuando la patria de aurorales árboles, obispos venenosos, de rojo barro partidario del hombre, inmensos jóvenes de pie de volcanes bramando sin más edad que la esperanza, como la universal unión de las reclamaciones, rebeldes panaderas con más poder que un lirio, alza su diccionario y su martirologio sastres como la vida, desde nuestra garganta denunciada, páginas, novias, cuando la patria es ese prisma puro esporádico pan, hijos enfermos, que nos señala la única posibilidad de amar, abogados traidores nietos de la sentencia y lo que fueron, entonces bodas desperdiciadas de impotente varón, es que desde las geologías interiores madre, pupilas, puentes, surge la clara voz de alba, la profética rotas fotografías y programas. traída a cuentas del futuro y su música. Uno se va a morir, mañana, Porque es la patria punto de partida, un año, básica piedra tumultuaria extendiéndose, un mes sin pétalos dormidos; savia y semilla de la floresta cantadora del hombre, disperso va a quedar bajo la tierra misiva leal hacia aglomeraciones fraternas y y vendrán nuevos hombres ecuménicas. pidiendo panoramas. Así nos surge el canto Preguntarán qué fuimos, y la patria renace junto a cada palabra... quienes con llamas puras les antecedieron, a quienes maldecir con el recuerdo. Bien. Eso hacemos: custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

10 Hay que construir pañuelos con luceros Aída fusilemos la noche para secar las lágrimas del hombre. Hay que llevar al niño Aída fusilemos la noche a su música antigua. y la terrible Hay que volver a fabricar muñecas miseria colectiva. y hay que sembrar maíz en las ciudades. Aquí tenemos estas cuatro manos Hay que dinamitar los rascacielos y tenemos mi voz. y dar lugar para que ascienda el trigo. Nos respaldan tus ojos Hay que hacer instrumentos de labranza y tu suave con los buses urbanos. manera de ir queriéndome. Aída, fusilemos la noche Nos respalda esa sangre proyectada y esa horrible bandera. hasta el cuerpo del hijo. Aída fusilemos la noche Nos respalda esta atmósfera y los negros cañones este pan cotidiano y las bombas atómicas; y estas cuatro paredes fusilemos el odio que tutelan los besos. y la terrible Rompamos Aída esta tormenta amarga. miseria colectiva.

Era hijo del inmigrante estadounidense Winnall Dalton y de la enfermera salvadoreña María Josefa García. Estudió en el Colegio Externado de San José, de los jesuitas, y en 1953 se trasladó a Santiago de Chile para estudiar Derecho, aunque volvió a San Salvador a continuar sus estudios. En 1957, con otros estudiantes salvadoreños, visitó la URSS para participar en un festival internacional de jóvenes en el que conoció a Carlos Fonseca, fundador del FSLN, al poeta argentino Juan Gelman y al poeta turco Nazim Hikmet. Dalton tuvo una clara conciencia izquierdista y revolucionaria desde sus tiempos universitarios que los llevaron a ingresar en el Partido Comunista Salvadoreño a los veintidós años. Su actividad literaria corrió paralela a la militancia revolucionaria y el reconocimiento de su valía como escritor Roque Dalton García coincidió a su vez con las primeras encarcelaciones. Formó parte de la llamada San Salvador, El Salvador, 1935 Generación Comprometida, que reflejó en la novela Pobrecito poeta que era yo, San Salvador, 1975 publicada un año después de su muerte. Fue encarcelado en 1960 y liberado en octubre de ese año, al ser derrocado el presidente José María Lemus, por lo que se exilió a México, Checoslovaquia y Cuba. Finalmente decidió volver clandestinamente a El Salvador para continuar la lucha pero fue asesinado por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la guerrilla a la cual pertenecía en ese momento, junto con el obrero Armando Arteaga, ‘Pancho’, en una casa del barrio de Santa Anita, en San Salvador, bajo la acusación de ser agente de la Central de Inteligencia de EE.UU., y también fue acusado de trabajar para la inteligencia cubana, todas las acusaciones fueron desmentidas después. Entre sus obras poéticas están: Vengo desde la URSS amaneciendo (1957), Mía junto a los pájaros (1958), La ventana en el rostro (1961), Los pequeños infiernos (1964), Taberna y otros lugares (1969), Las historias prohibidas del pulgarcito (1974) y Poemas clandestinos (1981). Le otorgaron el Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959) y el Premio Casa de las Américas (1969). (Tomado de: https://www.escritores.org/biografias/1592-dalton-roque)

11 Corazones solitarios Rubem Fonseca

o trabajaba en un diario popular como reportero de casos po- liciacos. Hace mucho tiempo que no ocurría en la ciudad un crimen interesante que involucrara a una rica y linda joven de la sociedad, muertes, desapariciones, corrupción, mentiras, Y sexo, ambición, dinero, violencia, escándalo. 12 in memoriam

—Solamente hay pequeño ¿Qué nombre quieres usar? comerciante matando socio, pe- Pensé un poco. queño bandido matando a pe- —Nathanael Lessa. queño comerciante, policía ma- —¿Nathanael Lessa? —dijo tando a pequeño bandido. Cosas Peçanha, sorprendido y molesto, pequeñas —le dije a Oswaldo como si hubiera dicho un nom- Peçanha, editor-jefe y propietario bre feo, u ofendido a su madre. del diario Mujer. —¿Qué tiene? Es un nombre —Hay también meningitis, como otro cualquiera. Y estoy esquistosomiasis, mal de Chagas rindiendo dos homenajes. —dijo Peçanha. Peçanha dio unas chupadas —Pero fuera de mi área —dije. al puro, irritado. —¿Ya leíste Mujer? —Peça- —Primero, no es un nombre nha preguntó. como cualquier otro. Segundo, Admití que no. no es un nombre de la clase C. —Me gusta más leer libros. Aquí solo usamos nombres que Peçanha sacó una caja de pu- agraden a la clase C, nombres ros del cajón y me ofreció uno. bonitos. Tercero, el diario rinde Encendimos los puros. Al poco homenajes solo a quien yo quie- tiempo el ambiente era irrespi- ro y no conozco a ningún Na- rable. Los puros eran corrientes, thanael Lessa y, finalmente —la estábamos en verano, las venta- irritación de Peçanha aumenta- nas cerradas, y el aparato de aire ba gradualmente, como si estu- acondicionado no funcionaba viera sacando algún provecho bien. de ella—, aquí nadie, ni siquiera —Mujer no es una de esas yo mismo, usa seudónimos mas- publicaciones en color para bur- culinos. ¡Mi nombre es María de guesas que hacen régimen. Está Lourdes! hecha para la mujer de la clase C, Di otra ojeada al diario, in- que come arroz con frijoles y si clusive en el directorio. Solo ha- engorda es cosa suya. Echa una bía nombres de mujer. ojeada. —¿No te parece que un nom- Peçanha tiró frente a mí un bre masculino da más crédito a ejemplar del diario. Formato las respuestas? Padre, marido, tabloide, encabezados en azul, médico, sacerdote, patrón, solo algunas fotos desenfocadas. Fo- hay hombres diciendo lo que tonovela, horóscopo, entrevistas tienen que hacer. Nathanael con artistas de televisión, corte y Lessa pega mejor que Elisa Ga- —Crimen así ni en Roma, costura. briela. París, Nueva York —decía el edi- —¿Crees que podrías hacer —Es eso justamente lo que tor del diario—, estamos en un la sección De mujer a mujer, nues- no quiero. Aquí se sienten due- mal momento. Pero dentro de tro consultorio sentimental? El ñas de su nariz, confían en noso- poco cambiará. La cosa es cícli- tipo que lo hacía se despidió. tros, como si fuéramos comadres. ca, cuando menos lo esperamos De mujer a mujer estaba fir- Llevo veinticinco años en este ne- estalla uno de aquellos escánda- mado por una tal Elisa Gabriela. gocio. No me vengas con teorías los que da materia para un año. Querida Elisa Gabriela, mi mari- no comprobadas. Mujer está re- Todo está podrido, a punto, es do llega todas las noches borra- volucionando la prensa brasile- cosa de esperar. cho y… ña, es un diario diferente que no Antes de que estallara me —Creo que puedo —dije. da noticias viejas de la televisión despidieron. —Estupendo. Comienza hoy. de ayer.

13 Estaba tan irritado que no Le pregunté si alguien traía Respuesta: Lave la cabeza de pregunté lo que Mujer se propo- las cartas de los lectores a mi su hija con jabón de coco y coló- nía. Tarde o temprano me lo di- mesa. Me dijo que hablara con quele papillotes. Queda igual que ría. Yo solo quería el empleo. Jacqueline, en expedición. Jac- en el peluquero. De cualquier —Mi primo, Machado Fi- queline era un negro grande de manera, su hija no nació para ser gueiredo, que también tiene dientes muy blancos. Queda mal muñequita. Ni tampoco la hija de veinticinco años de experiencia, que sea yo el único aquí dentro nadie. Coge el dinero de las horas en el Banco del Brasil, suele decir que no tiene nombre de mujer, extras y compra otra cosa más que está siempre abierto a teorías van a pensar que soy maricón. útil. Comida, por ejemplo. no comprobadas. ¿Las cartas? No hay ninguna car- Apreciado Dr. Nathanael Yo sabía que Mujer debía di- ta. ¿Crees que la mujer de la clase Lessa. Soy bajita, gordita y tími- nero al banco. Y sobre la mesa C escribe cartas? Elisa inventaba da. Siempre que voy al merca- de Peçanha había una carta de todas. do, al almacén, a la abacería, me recomendación de mi primo. dejan en la cola. Me engañan en Al oír el nombre de mi primo, —Mujer el peso, en el cambio, los frijoles Peçanha palideció. Dio un tienen insectos, la harina de mordisco al puro para con- no es una de maíz está mohosa, cosas así. trolarse, después cerró la Acostumbraba sufrir mu- boca, pareciendo que esas publicaciones en cho, pero ahora estoy iba a silbar, y sus grue- resignada. Dios los está sos labios temblaron color para burguesas que mirando y en el Juicio como si tuviera un Final van a pagarlo. grano de pimienta en hacen régimen. Está hecha Doméstica Resigna- la lengua. En seguida para la mujer de la clase C, da. Penha. abrió la boca y golpeó Respuesta: Dios con la uña del pulgar que come arroz con fri joles y no está mirando a na- sus dientes sucios de die. Quien tiene que nicotina, mientras me si engorda es cosa suya. defenderte eres tú mis- miraba de manera que él ma. Sugiero que grites, debía considerar llena de Echa una ojeada. vocees a todo el mundo, significados. que hagas escándalo. ¿No —Podría añadir Dr. a mi tienes ningún pariente en la po- nombre: Dr. Nathanael Lessa. licía? Bandido también sirve. —¡Rayos! Está bien, está bien Arréglate, gordita. —rezongó Peçanha entre dien- Apreciado Dr. Nathanael Apreciado Dr. Nathanael tes—, empiezas hoy. Lessa. Conseguí una beca de es- Lessa: Tengo veinticinco años, Fue así como pasé a formar tudios para mi hija de diez años, soy mecanógrafa y virgen. En- parte del equipo de Mujer. en una escuela elegante de la contré a este muchacho que dice Mi mesa quedaba cerca de zona sur. Todas sus compañeri- que me ama mucho. Trabaja en el la mesa de Sandra Marina, que tas van al peluquero por lo me- Ministerio de Transportes y dice firmaba el horóscopo. Sandra era nos una vez a la semana. Noso- que quiere casarse conmigo, pero conocida también como Marlene tros no tenemos dinero para eso, que primero quiere probar. ¿Qué Katia, al hacer entrevistas. Era mi marido es conductor de auto- te parece? Virgen Loca. Parada un muchacho pálido, de largos y bús de la línea Jacaré-Cajú, pero de Lucas. ralos bigotes, también conocido dice que va a trabajar horas ex- Respuesta: Escucha esto, Vir- como João Albergaria Duval. Ha- tras para mandar a Tania Sandra, gen Loca, pregúntale al tipo lo bía salido hacía poco tiempo de nuestra hijita, al peluquero. ¿No que va a hacer si no le gusta la la escuela de comunicaciones y cree usted que los hijos se mere- experiencia. Si dice que te plan- vivía lamentándose, ¿por qué no cen todos los sacrificios? Madre ta, dáselo, porque es un hombre estudié odontología?, ¿por qué? Dedicada. Villa Kennedy. sincero. No eres grosella ni cal-

14 do de jilo para ser probada, pero traremos la felicidad. Sé buena, solo chupar una idea de aquí, hombres sinceros hay pocos, vale sé justa, ama al prójimo como a otra de allá, y listo. la pena intentar. Fe y adelante, ti misma, sonríe al tesorero del Un niño rico es robado por firme. INPS cuando vayas a recibir tu los gitanos y dado por muerto. Fui a almorzar. pensión. El niño crece pensando que es un A la vuelta Peçanha mandó Al día siguiente Peçanha me gitano auténtico. Un día encuen- llamarme. Tenía mi trabajo en la llamó y me preguntó si podía tra una moza riquísima y los dos mano. también escribir la fotonovela. se enamoran. Ella vive en una —Hay algo aquí que no me Producíamos nuestras propias rica mansión y tiene muchos au- gusta —dijo. fotonovelas, no son fumetti italia- tomóviles. El gitanillo vive en un —¿Qué? —pregunté. no traducido. carromato. Las dos familias no —¡Ah! ¡Dios mío!, qué idea la —Elige un nombre. quieren que ellos se casen. Sur- gente se hace de la clase C —ex- Elegí Clarice Simone, eran gen conflictos. Los millonarios clamó Peçanha, balanceando la otros dos homenajes, pero no le mandan a la policía a arrestar a cabeza pensativamente, mientras dije eso a Peçanha. los gitanos. Uno de los gitanos es miraba para el techo y ponía boca El fotógrafo de las novelas muerto por la policía. Un primo de silbido—. Quienes gustan ser vino a hablar conmigo. rico de la muchacha es asesinado tratadas con palabrotas y punta- —Mi nombre es Mónica Tutsi por los gitanos. Pero el amor de piés son las mujeres de la clase —dijo—, pero puedes llamarme los dos jóvenes enamorados es A. Acuérdate de aquel lord inglés Agnaldo. ¿Tienes la papa lista? superior a todas esas vicisitudes. que dijo que su éxito con las muje- Papa era la novela. Le ex- Resuelven huir, romper con las res era porque trataba a las damas pliqué que acababa de recibir el familias. En la fuga encuentran como putas y a las putas como encargo de Peçanha y que nece- un monje piadoso y sabio que sa- damas. sitaba por lo menos dos días para cramenta la unión de los dos en —Está bien. ¿Entonces cómo escribir. un antiguo, pintoresco y román- debo tratar a nuestras lectoras? —¿Días? Ja, ja —carcajeó, ha- tico convento en medio de un —No me vengas con dialéc- ciendo el ruido de un perro gran- bosque florido. Los dos jóvenes ticas. No quiero que las trates de, ronco y domesticado ladrán- se retiran a la cámara nupcial. como putas. Olvida al lord inglés. dole al dueño. Son hermosos, esbeltos, rubios Pon alegría, esperanza, tranquili- —¿Dónde está la gracia? —pre- de ojos azules. Se quitan la ropa. dad y confianza en las cartas, eso gunté. Oh, dice la muchacha, ¿qué es ese es lo que quiero. —Norma Virginia escribía la cordón de oro con medalla clave- Dr. Nathanael Lessa. Mi ma- novela en quince minutos. Tenía teada de brillantes que tienes en rido murió y me dejó una pen- una fórmula. el pecho? ¡Ella tiene una medalla sión muy pequeña, pero lo que —Yo también tengo una fór- igual! ¡Son hermanos! ¡Tú eres me preocupa es estar sola, a los mula. Ve a dar una vuelta y te mi hermano desaparecido!, grita cincuenta y cinco años de edad. apareces por aquí en quince mi- la muchacha. Los dos se abrazan Pobre, fea, vieja y viviendo lejos, nutos, que tendrás tu novela lista. (Atención, Mónica Tutsi: ¿qué tengo miedo de lo que me espe- ¿Qué pensaba de mí ese fo- tal un final ambiguo?, haciendo ra. Solitaria de Santa Cruz. tógrafo idiota? Solo porque yo aparecer en la cara de los dos un Respuesta: Graba esto en había sido reportero policial no éxtasis no fraternal, ¿eh? Puedo tu corazón, Solitaria de Santa significaba que fuera una bestia. también cambiar el final y hacer- Cruz: ni dinero, ni belleza, ni ju- Si Norma Virginia, o como fuera lo más sofocliano: los dos des- ventud, ni una buena dirección su nombre, escribía una novela cubren que son hermanos solo dan felicidad. ¿Cuántos jóvenes en quince minutos, yo también después del hecho consumado; ricos y hermosos se matan o se la escribiría. A fin de cuentas, leí desesperada, la moza salta de la pierden en los horrores del vi- todos los trágicos griegos, los ib- ventana del convento reventán- cio? La felicidad está dentro de sens, los o’neals, los beckets, los dose allá abajo). nosotros, en nuestros corazones. chejovs, los shakespeares, las four —Me gustó tu historia —dijo Si somos justos y buenos, encon- hundred best television plays. Era Mónica Tutsi.

15 Un pellizco de Romeo y Julie- ta, una cucharadita de Edipo rey, dije modestamente. —Pero no sirve para que yo la fotografíe. Tengo que hacer todo en dos horas. ¿Dónde voy a encontrar la rica mansión? ¿Los automóviles? ¿El convento pin- toresco? ¿El bosque florido? —Ese es tú problema. —¿Dónde voy a encontrar —continuó Mónica Tutsi, como si no me hubiera oído — los dos jóvenes rubios, esbeltos, de ojos azules? Nuestros artistas son todos medio tirando a mulatos. ¿Dónde voy a encontrar el carro- mato? Haz otra, muchacho. Vuel- vo dentro de quince minutos. ¿Y qué es sofocliano? Roberto y Betty son novios y van a casarse. Roberto, que es muy trabajador, economiza dine- ro para comprar un departamen- to y amueblarlo, con televisión a bordar y hacer crochet. Y más Entregué la carta a Peçanha. color, equipo musical, refrigera- que nada me gusta ponerme un La miró poniendo cara de policía dor, lavadora, enceradora, licua- vestido largo de baile, pintar mis examinando un billete grosera- dora, batidora, lavaplatos, tosta- labios de carmesí, darme bastan- mente falsificado. dor, plancha eléctrica y secador te colorete, ponerme rímel en los —¿Crees que es una broma? de pelo. Betty también trabaja. ojos. ¡Ah, qué sensación! Es una —preguntó Peçanha. Ambos son castos. El casamiento pena que tenga que quedarme —Puede ser —dije—. Y pue- está fijado. Un amigo de Roberto, encerrado en mi cuarto. Nadie de no ser. Tiago, le pregunta, ¿te vas a casar sabe que me gusta hacer esas co- Peçanha puso su cara reflexi- virgen?, necesitas ser iniciado en sas. ¿Estoy equivocado? Pedro va. Después: los misterios del sexo. Tiago, en- Redgrave. Tijuca. —Añade a tu carta una frase tonces, lleva a Roberto a casa de Respuesta: ¿Equivocado, por animadora, como por ejemplo, la Superputa Betatrón (Atención, qué? ¿Estás haciendo daño a al- «escribe siempre». Mónica Tutsi, el nombre es un to- guien con eso? Ya tuve otro con- Me senté a la máquina. que de ficción científica). Cuando sultante que, como a ti, también Escribe siempre. Pedro, sé Roberto llega allí descubre que la le gustaba vestirse de mujer. que este no es tu nombre, pero no Superputa es Betty, su noviecita. Llevaba una vida normal, pro- importa, escribe siempre, cuenta ¡Oh! ¡Cielos! ¡Sorpresa terrible! ductiva y útil a la sociedad, tanto conmigo. Nathanael Lessa. Alguien dirá, tal vez un portero, que llegó a ser obrero-supervisor. —Coño —dijo Mónica Tut- ¡crecer es sufrir! Fin de la novela. Viste tus vestidos largos, pinta tu si—, fui a hacer tu dramón y me —Una palabra vale mil foto- boca de escarlata, pon color en tu dijeron que está calcado de una grafías —dijo Mónica Tutsi—, es- vida. película italiana. toy siempre en la parte podrida. —Todas las cartas deben ser —Canallas, atajo de babosos, De aquí a poco vuelvo. de mujeres —advirtió Peçanha. solo porque fui reportero policial Dr. Nathanael. Me gusta co- —Pero esa es verdadera —dije. me están llamando plagiario. cinar. Me gusta mucho también —No creo. —Calma, Virginia.

16 —¿Virginia? Mi nombre es Respuesta: Pedro. Espero tu Peçanha preguntó: Clarice Simone —dije—. ¿Qué carta, con tus secretos, que pro- —¿Esas cartas también son cosa más idiota es esa de pensar meto guardar en los arcanos in- verdaderas? que solo las novias de los italia- violables de mi recóndita concien- Las de Pedro Redgrave sí. nos son putas? Pues mira, ya co- cia. Continúa así, enfrentando —Extraño, muy extraño —dijo nocí una novia de aquellas real- altanero la envidia y la insidiosa Peçanha golpeando con las uñas mente serias, era hasta hermana alevosía de los pobres de espíri- en los dientes— ¿qué te parece? de la caridad, y fueron a ver, tam- tu. Adorna tu cuerpo sediento de —No me parece nada —dije. bién era puta. sensualidad, ejerciendo los desa- Parecía preocupado por algo. —Está bien, muchacho, voy a fíos de tu mente valerosa. Hizo preguntas sobre la fotono- fotografiar esa historia. ¿La Beta- vela, sin interesarse, sin embar- trón puede ser mulata? ¿Qué es go, por las respuestas. Betatrón? Yo sabía que Mujer —¿Qué tal la carta de la cie- —Tiene que ser rubia, peco- guita? —pregunté. sa. Betatrón es un aparato para la debía dinero al Peçanha cogió la carta de la producción de electrones, dota- cieguita y mi respuesta y leyó en do de gran potencial energético banco. Y sobre la voz alta: y alta velocidad, impulsado por mesa de Peçanha —Querido Nathanael. No la acción de un campo magnético puedo leer lo que escribes. Mi que varía rápidamente —dije. había una carta abuelita adorada me lo lee. Pero —¡Coño! Eso sí que es nom- no pienses que soy analfabeta. Lo bre de Puta —dijo Mónica Tutsi, de recomendación que soy es cieguita. Mi querida con admiración, retirándose. abuelita me está escribiendo la Comprensivo Nathanael de mi primo. Al oír carta, pero las palabras son mías. Lessa. He usado gloriosamente Quiero enviar unas palabras de mis vestidos largos. Y mi boca ha el nombre de mi consuelo a tus lectores, para que sido tan roja como la sangre de ellos, que sufren tanto con pe- un tigre y el romper de la auro- primo, Peçanha queñas desgracias, se miren en ra. Estoy pensando en ponerme mi espejo. Soy ciega pero soy fe- un vestido de satén e ir al Tea- palideció. Dio un liz, estoy en paz con Dios y con tro Municipal. ¿Qué te parece? mis semejantes. Felicidades para Y ahora voy a contarte una gran mordisco al puro todos. Viva el Brasil y su pueblo. y maravillosa confidencia, pero Cieguita Feliz. Carretera del Uni- quiero que guardes el mayor se- para controlarse, cornio, Nova Iguacu. P. S. Olvidé creto de mi confesión. ¿Lo juras? decir que también soy paralítica. Ah, no sé si decirlo o no decirlo. después cerró la Peçanha encendió un puro. Toda mi vida he sufrido las ma- —Conmovedor, pero Carre- yores desilusiones por creer en boca, pareciendo tera del Unicornio suena falso. los demás, Soy básicamente una Me parece mejor que pongas persona que no perdió su ino- que iba a silbar, y Carretera de Catavento, o algo cencia. La perfidia, la estupidez, así. Veamos ahora tu respuesta. la falta de pudor, la bribonería, sus gruesos labios Cieguita Feliz, enhorabuena por me dejaron muy impresionada. tu fuerza moral, por tu fe inque- Oh, cómo me gustaría vivir ais- temblaron como brantable en la felicidad, en el lada en un mundo utópico he- si tuviera un grano bien, en el pueblo y en el Brasil. cho de amor y bondad. Mi sen- Las almas de aquellos que deses- sible Nathanael, déjame pensar. de pimienta en la peran en la adversidad deberían Dame tiempo. En la próxima nutrirse con tu edificante ejem- carta contaré más, tal vez todo. lengua. plo, un haz de luz en las noches Pedro Redgrave. de tormenta.

17 Peçanha me devolvió los pa- Amo a otro hombre. Y él también Mónica Amelia se quedó ro- peles. me ama. Pero no podemos andar yendo una uña y mirando a Mó- —Tienes futuro en la litera- por la calle de la mano, como los nica Tutsi. tura. Esta es una gran escuela. demás, besarnos en los jardines —Tú me dijiste que tu nom- Aprende, aprende, sé aplicado, y en los cines, como los demás, bre era Agnaldo —dijo­ ella. no te desanimes, suda la camisa. tumbarnos abrazados en la are- —Allá afuera soy Agnaldo. Me senté a la máquina. na de las playas, como los de- Aquí dentro soy Mónica Tutsi. Tesio, banquero, vecino de más, bailar en las boites, como los —Mi nombre es Clarice Si- la Boca do Mato, en Lins de Vas- demás. No podemos casarnos, mone —dije. concelos, casado en segundas como los demás, y juntos enfren- Mónica Amelia nos observó nupcias con Frederica, tiene un tar la vejez, la enfermedad y la atentamente, sin entender nada. hijo, Hipólito, del primer matri- muerte, como los demás. No ten- Veía dos personas circunspectas, monio. Frederica se enamora de go fuerzas para resistir y luchar. demasiado cansadas para bro- Hipólito. Tesio descubre el amor Es mejor morir. Adiós. Esta es mi mas, desinteresadas del propio pecaminoso entre los dos. Fre- última carta. Manda decir una nombre. derica se ahorca en el mango del misa por mí. Pedro Redgrave. —Cuando me case, mi hijo, patio de la casa. Hipólito pide Respuesta: ¿Qué es eso, Pe- o mi hija, va a llamarse Hei Psiu perdón al padre, huye de casa y dro? ¿Vas a desistir ahora que —dije. vagabundea desesperado por las encontraste tu amor? Oscar Wil- —¿Es un nombre chino? —pre- calles de la ciudad cruel hasta ser de sufrió el demonio, fue des- guntó Mónica. atropellado y muerto en la Ave- moralizado, ridiculizado, hu- —O bien Fiu Fiu —silbé. nida Brasil. millado, procesado, condenado, —Te estás volviendo nihilista —¿Cuál es la salsa aquí? —pre- pero aguantó la embestida. Si no —dijo Mónica Tutsi, retirándose guntó Mónica Tutsi. puedes casarte, arrímate. Hagan con la otra Mónica. —Eurípides, pecado y muer- testamento, uno a favor del otro. Nathanael. ¿Sabes lo que es te. Voy a contarte una cosa: Yo Defiéndanse. Usen la ley y el sis- dos personas que se gustan? Éra- conozco el alma humana y no ne- tema en su beneficio. Sean, como mos nosotros dos, María y yo. cesito de ningún griego viejo para los demás, egoístas, encubrido- ¿Sabes lo que es dos personas inspirarme. Para un hombre de mi res, implacables, intolerantes e perfectamente sincronizadas? inteligencia y sensibilidad basta hipócritas. Exploten. Expolien. Éramos nosotros dos, María solo mirar en torno. Mírame bien Es legítima defensa. Pero, por fa- y yo. Mi plato predilecto es arroz, a los ojos. ¿Has visto una persona vor, no hagan ninguna locura. frijoles, col a la mineira, farofa y más alerta, más despierta? Mandé la carta y la respuesta chorizo frito. ¿Imaginas cuál era Mónica Tutsi me miró fijo a a Peçanha. Las cartas solo eran el de María? Arroz, frijoles, col a los ojos y dijo: publicadas con su visto bueno. la mineira, farofa y chorizo frito. —Creo que estás loco. Mónica Tutsi apareció con Mi piedra preciosa preferida es Continué: una muchacha. el rubí. La de María, verás, era —Cito los clásicos solo para —Esta es Mónica —dijo Mó- también el rubí. Número de la mostrar mis conocimientos. nica Tutsi. suerte, el 7; color, el azul; día, el Como fui reportero policial, —Qué coincidencia —dije. lunes; película, del Oeste; libro, si no lo hiciera no me respetarían —¿Qué coincidencia, qué? El Principito; bebida, cerveza; col- los cretinos. Leí miles de libros. —preguntó la muchacha Mónica. chón, el Anatón; equipo, el Vasco ¿Cuántos libros crees que ha leí- —Que tengan el mismo nom- da Gama; música, la samba; pa- do Peçanha? bre —dije. satiempo, el amor; todo igualito —Ninguno ¿La Frederica pue- —¿Se llama Mónica? —pre- entre ella y yo, una maravilla. Lo de ser negra? guntó Mónica apuntando al fo- que hacíamos en la cama, mucha- —Buena idea. Pero Tesio e tógrafo. cho, no es para presumir, pero si Hipólito tienen que ser blancos. —Mónica Tutsi. ¿Tú también fuera en el circo y cobráramos la Nathanael. Yo amo, un amor eres Tutsi? entrada nos hacíamos ricos. En la prohibido, un amor vedado. —No. Mónica Amelia. cama ninguna pareja jamás fue

18 alcanzada por tanta locura res- no dejaría de amarte, yo respon- respondió, si no tuvieras dientes plandeciente, fue capaz de per- día. Si estuvieras barrigón y feo continuaría amándote. Entonces formance tan hábil, imaginativa, continuaría amándote, decía ella. me saqué la dentadura y la puse original, pertinaz, esplendorosa Si estuvieras toda marcada de encima de la cama, con un ges- y gratificante como la nuestra. Y viruela no dejaría de amarte, yo to grave, religioso y metafísico. repetíamos varias veces por día. respondía. Si fueras viejo e im- Quedamos los dos mirando la Pero no era solo eso lo que nos potente continuaría amándote, dentadura sobre la sábana, hasta unía. Si te faltara una pierna con- decía ella. Y estábamos intercam- que María se levantó, se puso un tinuaría amándote, me decía. Si biando estos juramentos cuando vestido y dijo, voy a comprar ci- tú fueras jorobada no dejaría de un deseo de ser verdadero me garros. Hasta hoy no ha vuelto. amarte, respondía yo. Si fueras golpeó, hondo como una puña- Nathanael, explícame qué fue lo sordomudo continuaría amán- lada, y le pregunté, ¿y si no tu- que sucedió. ¿El amor acaba de dote, decía ella. Si tú fueras bizca viera dientes, me amarías?, y ella repente? ¿Algunos dientes, mise-

19 rables pedacitos de marfil, valen sociólogos, psicólogos, antropó- rio de lo que yo esperaba, no se tanto? Odontos Silva. logos, especialistas en estadís- tiró sobre el otro como un perro Cuando iba a responder apa- ticas y matemáticos en nuestro rabioso. Agarró sus propios ca- reció Jacqueline y dijo que Peça- staff —dijo Pontecorvo, imper- bellos y comenzó a arrancárselos, nha me estaba llamando. turbable. mientras gritaba: farsantes, esta- En la oficina de Peçanha había —Todo para sacar dinero a fadores, ladrones, aprovechados, un hombre con gafas y patillas. los ingenuos —dijo Peçanha con mentirosos, canallas. Pontecor- —Este es el Dr. Pontecorvo, no disimulado desprecio. vo, ágilmente, se escabulló en que es… ¿qué es usted realmen- —Además, antes de venir dirección a la puerta, mientras te? —preguntó Peçanha. para acá, recogí algunas informa- Peçanha corría tras él arrojándole —Investigador motivacio- ciones sobre su diario, que creo los mechones de pelo que había nal —dijo Pontecorvo—. Como pueden ser de su interés —dijo arrancado de su propia cabeza. iba diciendo, hacemos primero Pontecorvo. —¡Hombres! ¡Hombres! ¡Cla- un acopio de las características —¿Y cuánto cuesta? —pre- se B! —graznaba Peçanha, con del universo que estamos inves- guntó Peçanha con sarcasmo. aire alocado. tigando. Por ejemplo: ¿quiénes —Se la doy gratis —dijo Después, ya totalmente sere- son los lectores de Mujer? Vamos Pontecorvo. El hombre parecía no —creo que Pontecorvo huyó a suponer que es mujer y de la de hielo—. Hicimos una miniin- por las escaleras—, Peçanha, clase C. En nuestras investiga- vestigación sobre sus lectores y, nuevamente sentado detrás de ciones anteriores ya estudiamos a pesar del tamaño reducido de su escritorio, me dijo: todo sobre la mujer de la clase la muestra, puedo asegurarle, sin —Es a ese tipo de gente a la C, dónde compra sus alimentos, sombra de duda, que la gran ma- que el Brasil está entregado, ma- cuántos pantis tiene, a qué hora yoría, la casi totalidad de sus lec- nipuladores de estadísticas, falsi- hace el amor, a qué horas ve la tores, está compuesta por hom- ficadores de informaciones, pa- televisión, los programas de tele- bres, de la clase B. trañeros con sus computadoras visión que ve, en suma, un perfil —¿Qué? —gritó Peçanha. creando todos la Gran Mentira. completo. —Eso mismo, hombres, de la Pero conmigo no podrán. Puse al —¿Cuántos pantis tiene? —pre- clase B. hipócrita en su sitio, ¿o no? guntó Peçanha. Primero, Peçanha se puso Dije cualquier cosa, concor- —Tres —respondió Ponte- pálido. Después se fue poniendo dando. Peçanha sacó la caja de corvo, sin vacilar. rojo, y después violáceo, como matarratas del cajón y me ofreció —¿A qué hora hace el amor? si lo estuvieran estrangulando, uno. Permanecimos fumando y —A las veintiuna treinta la boca abierta, los ojos desorbi- conversando sobre la Gran Men- —respondió Pontecorvo con pron- tados, y se levantó de su silla y tira. Después me dio la carta de titud. caminó tambaleante, los brazos Pedro Redgrave y mi respuesta, —¿Y cómo descubren ustedes abiertos, como un gorila loco con su visto bueno, para que la todo eso? ¿Llaman a la puerta de en dirección a Pontecorvo. Una llevara a composición. doña Aurora, en el conjunto resi- imagen impactante, incluso para En mitad del camino verifi- dencial del INPS, abre la puerta un hombre de acero como Ponte- qué que la carta de Pedro Red- y ustedes le dicen a qué hora se corvo, incluso para un exrepor- grave no era la que yo le había echa su acostón? Escucha, amigo tero. Pontecorvo retrocedió ante enviado. El texto era otro: mío, estoy en este negocio hace el avance de Peçanha hasta que, Apreciado Nathanael, tu car- veinticinco años y no necesito a con la espalda en la pared, dijo, ta fue un bálsamo para mi cora- nadie para que me diga cuál es intentando mantener la calma y zón afligido. Me dio fuerzas para el perfil de la mujer de la clase compostura: resistir. No haré ninguna locura, C. Lo sé por experiencia propia. —Tal vez nuestros técnicos prometo que… Ellas compran mi diario, ¿enten- se hayan equivocado. La carta terminaba ahí. Ha- diste? Tres pantis… ¡Ja! Peçanha, que estaba a un bía sido interrumpida en la mi- —Usamos métodos cientí- centímetro de Pontecorvo, tuvo tad. Extraño. No entendí. Había ficos de investigación. Tenemos un violento temblor y, al contra- algo equivocado. Fui a mi mesa,

20 me senté y comencé a escribir la mente y muerde. Si la dentellada había cometido, palideció, como respuesta al Odontos Silva: no fuera buena, da puñetazos y era su natural. Nervioso, revol- Quien no tiene dientes tam- puntapiés. vió los papeles de su mesa. poco tiene dolor de dientes. Y Estaba en la mitad de la carta —Todo era una broma —dijo como dijo el héroe de la conocida del Odontos Silva cuando com- después, intentando encender un pieza Mucho ruido y pocas nue- prendí todo. Peçanha era Pedro puro—. ¿Estás disgustado? ces, nunca hubo un filósofo que Redgrave. En vez de devolverme —En serio o en broma, me da pudiera aguantar con paciencia la carta en que Pedro me pedía lo mismo —dije. un dolor de dientes. Además de que mandara rezar una misa y —Mi vida da para una nove- eso, los dientes son también ins- que yo le había entregado junto la… —dijo Peçanha—. Esto que- trumentos de venganza, como con mi respuesta hablando sobre da entre nosotros, ¿de acuerdo? dice el Deuteronomio: ojo por Oscar Wilde, Peçanha me entre- Yo no sabía bien lo que él ojo, diente por diente, mano por gó una nueva carta, inacabada, quería que quedara entre noso- mano, pie por pie. Los dientes ciertamente por equivocación, y tros, que su vida daba para una son despreciados por los dicta- que debía de llegar a mis manos novela o que él era Pedro Red- dores. ¿Recuerdas lo que dijo por correo. grave. Pero respondí: Hitler a Mussolini sobre un nue- Cogí la carta de Pedro Redgra- —Claro, solo entre nosotros. vo encuentro con Franco?: Pre- ve y fui a la oficina de Peçanha. —Gracias —dijo Peçanha. Y fiero arrancarme cuatro dientes. —¿Puedo entrar? —pregunté. dio un suspiro que cortaría el co- Temes estar en la situación del —¿Qué hay? Entra —dijo razón de cualquiera que no fuera héroe de aquella obra Todo está Peçanha. un exreportero policial. bien si al final nadie se equivoca, sin Le entregué la carta de Pedro dientes, sin gusto, sin todo. Con- Redgrave. Peçanha leyó la carta «Corações Solitários», sejo: ponte los dientes nueva- y advirtiendo el equívoco que Feliz Ano Novo, 1975

Escritor y guionista de cine brasileño. Se graduó en el área de la abogacía y se especializó en Derecho Penal, en 1948. El 31 de diciembre de 1952 inició su carrera en la policía, como comisario, en el 16º Distrito Policial, en São Cristóvão, en Río de Janeiro. Se dedicó a la enseñanza en la Fundación Getúlio Vargas, de Río de Janeiro, y estudió administración de empresas en las universidades de Nueva York y Boston. Rubem Fonseca logró destacarse en el universo editorial desde los 38 años de vida, cuando publicó Los prisioneros, su primer libro. A partir de allí, su producción literaria nunca se detuvo; en trayectoria se destacan el Premio Pen Club de Brasil, la distinción otorgada por la Asociación de Críticos de San Pablo y los premios Camões y el de Literatura Latinoamericana y del Caribe, Rubem Fonseca Juan Rulfo. Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil, 1925 El collar del perro, El caso Morel, El Gran Arte, Vastas emociones y pensamientos Río de Janeiro, abril 2020 imperfectos, Agosto, Romance negro y otras historias, El hueco en la pared y Mandrake, la Biblia y el bastón, entre otros, son algunas de las obras más famosas de este respetado exponente literario de la lengua portuguesa que se mantenía alejado de los medios de comunicación y se rehusaba a brindar entrevistas por considerar que «se debe leer la literatura prescindiendo totalmente del escritor». Falleció el 15 de abril de 2020.

21 Firmamento PREMIO LA LINARES DE NOVELA BREVE 2020 (FRAGMENTO DE LA NOVELA) Hans Behr Martínez

Otra mañana. Septiembre del 2014. Oficina reservada en la casa blanca

igamos que fue un regalo —replicó el gene- ral Montgomery, que no había escatimado esfuerzo en acudir a la reunión con su traje — azul eléctrico y toda su legión de medallas—, un regalo del cielo, literal. Cayó sobre nues- tras cabezas. ¿QuéD culpa tenemos de ser la nación escogida? ¿Por qué aquel objeto no fue a parar a otro lugar? ¿A Rusia o China? O a algún sitio remoto como el océano Antártico y nadie sabría de esto. No señor. Fue en nuestro territorio. Debido a esto, tuvimos la obligación de tomar decisiones y actuar. ¿Usted qué hubiera hecho?

22 novela

—De momento —dijo el tenía dónde avanzar, carraspeó que se divierten los niños y por científico, o mejor dicho, la voz una, dos veces, y empezó: allí empezamos. robótica que emergía del par- —Lo objetos fueron descubiertos —Décadas de investigación. lante incorporado a su silla de el cinco de julio de 1947 para ser —Por cierto, hasta que rueda— no sabemos lo que haya exactos, ya que cayeron la noche se nos ocurrió la maravillosa caído en otras regiones, pero es- anterior durante una tormenta. idea del cubo Rubik. Fabrica- toy de acuerdo con ustedes. Lo —Eso ya lo sabemos. Prosiga. mos la historia: un rompeca- que cayó aquí les corresponde. —Al principio, dos testigos, bezas mecánico tridimensio- Los hechos acaecidos determina- encontraron dos masas metálicas nal inventado dizque por el ron acciones a tomar, correctas o con la dureza del diamante, con profesor húngaro Ernő Ru- incorrectas. Por último, los que forma de cubo, ocho centímetros bik en 1974, quien había colabo- tomaron esas decisiones fueron por lado. Más tarde se encontró rado con nosotros. 6 cm por cara, los antecesores en el cargo, sus la tercera, envuelta en un mineral la gente lo aceptó, y a través de bisabuelos en la milicia, lo que, flexible, y por roca porosa, tipo Ideal Toy vendimos más de 250 a mi modo de ver, los libera un asteroide. Las masas en mención millones de unidades. Fue el ju- poco de la responsabilidad. cabían en una mano, y el impac- guete del año. ¿Lo ve? Este de- —Estamos atados a ella mi to no las afectó. El meteorito, del partamento de investigación tiró querido Stephen Hawking —re- tamaño de un pequeño camión, abajo los cálculos de todas las plicó el oficial, mientras retorcía debió haber venido a una veloci- empresas de aquel mercado, las sus manos, como si le costara dad de 25 kilómetros por segun- despedazamos. Hicimos concur- continuar con la explicación—, do. Al parecer, y como lo ha he- sos. E indirectamente tuvimos a no podemos lanzar la culpa a cho también el hombre enviando millones de seres trabajando para otros y quedarnos como si nada. sondas al espacio donde, entre nosotros, soñando con sus colo- —Imagino que se está refi- varios temas, cuenta su historia, res día y noche y maquinando riendo al incidente Roswell, uno su música y arquitectura, fue un cómo mierda resolver el artificio, de los primeros puntos del infor- mensaje que recibimos de una y no sólo resolverlo, sino que sea me que recibí. inteligencia superior. Un mensa- rápido y eficaz. Armarlo y desar- —Por supuesto —contestó je de las estrellas. De eso no te- marlo. Llegaron las noticias, en un coronel con menos medallas nemos duda. Es como si uno se Japón un niño, Isikawua, lo armó en su traje, William Patterson, encontrara con el reloj de la fábu- en seis minutos. Otro, en Ecua- pero eso sí, brillantes—. Tiene la de la creación. El reloj no pudo dor, Andresito Suárez, una má- una gran intuición. formarse solo, a través de los quina, dos minutos dos segun- —Bien, vayamos a lo que me años. Alguien debió dejarlo allí. dos. Y así por el estilo. Revisamos compete, fue la razón por la que —¿Un reloj de oro? videos, repetimos movimientos, llamaron. Los seres desintegra- El científico local sonrió. entendimos nuestro ‘artefacto’ y dos o desaparecidos. —Así es. Gracias por hacér- hoy por hoy la humanidad se ha El general de las manos mo- melo notar. Prosigo. En base a un beneficiado. El ejemplo está en la vedizas observó repentinamente estudio minucioso, trabajando tecnología, las redes inalámbricas a uno de los miembros de la mesa en una sala hermética para ma- que sirvieron tanto en la telefonía donde estaban sentados. Hizo nipular los cubos, el hombre lo- celular, en especial el bluetooth; una señal con los ojos, abriéndo- gró adelantos maravillosos. Si no ahora podemos pasar videos y los más de la cuenta, semejante lanzaba sus fucilazos extraños fotografías en un santiamén a al muñeco de un ventrílocuo, aparecía un holograma con sis- cualquier parte del mundo, algo aparte de levantar la cabeza con tema numérico determinado. Lo imposible de haberlo pensado en ligereza como si un niño le hu- fuimos entendiendo, al hologra- la década de los cincuenta. Todo biese propinado un golpe en el ma me refiero. Líneas horizonta- debido a ese ‘objeto’. Y tiene aún mentón. El receptor del mensaje, les, verticales, esferas y rectángu- cosas que no entendemos. un científico local, realizó un mo- los que se juntaban con las líneas —Entiendo. Es lógico. Pero vimiento hacia adelante con su alternadamente. Descubrimos en no creo que para escuchar eso me silla, acomodándose, aunque no el África un juego similar con el hayan hecho venir.

23 —Prosiga doctor, el interés es —Comprendo. ción de moléculas. No ha sido así. como las galletas que guarda un —Ese material no existe en Es un traslado en el tiempo. tonel de metal. la Tierra, lo bautizamos como tri- ¿Recuerda el caso del hombre —Lo que he dicho es un goltio 5762. Los fenómenos fue- que apareció en la isla de She- preámbulo necesario a lo que ron redactados con exactitud por ppey hace algunos años? ¿Lo vendrá. Me remito a julio de 1947. el doctor Robert Miller, ya falle- recuerda? A 70 kilómetros de El primer hombre que encontró cido. Fue él quien despachó a un Londres. Bien, ese es nuestro los restos fue un tal Mac Brazel compañero mientras manipulaba tipo. Fue hallado con su camisa con su hijo. Tuvo su oportunidad el objeto. La víctima fue el doctor blanca y corbata refinada —era histórica. Como buen curioso Brian Duster, quien se esfumó el un dandi por cierto— caminan- revisó los metales alargados, las 12 de diciembre de 1949. do en la playa, boquiabierto e rocas, y manejó el objeto central, indocumentado. Parecía un bo- el cubo, lo giró dos, tres veces, no rracho. Tenía amnesia y no ha- lo recuerda bien, y zuas, un rayo Cayó sobre blaba nada. Emitía sonidos de se disparó repentinamente y des- pájaro. Le pusieron ‘El hombre aparecieron algunas ovejas. nuestras cabezas. pájaro’. Al mes agarró un lápiz —Y su perro Blacky. y un papel y dibujó un piano. —¿Cómo lo supo? ¿Qué culpa Le trajeron uno y tocó muy bien. —Lecturas. Noche y día. Más salsa de mis- —Los científicos de aquella tenemos de ser la terio a la ensalada. Lo re-bauti- época tuvieron el mismo acci- zaron como ‘Piano man’. Publi- dente media docena de veces, nación escogida? caron su foto en los diarios de nunca pudieron domar al potro varios países, nadie lo ubicaba. salvaje —agregó el general de las ¿Por qué aquel Acaparó la atención mundial, medallas limitadas y relucien- su origen era un enigma. Es tes—. Por eso lo de la sala hermé- objeto no fue a más, su ropa tenía materiales de tica. Sin embargo, un apuro, una confección que no se utilizaban acción fallida y zuas, de nuevo parar a otro lugar? hacía más de cinco décadas. Lo el chispazo luminoso que atra- dijeron en la prensa y aquello vesaba paredes y desintegraba a ¿A Rusia o China? enloqueció a todos. Sus huellas quien o quienes estuviesen allí. dactilares no coincidían con nin- —¿Quiere decir que ese objeto O a algún sitio gún registro. Hasta que empezó desintegraba a las personas? a dibujar los símbolos que esta- —Eso fue lo que pensamos al remoto como el ban en el metal flexible. Rayitas comienzo. Un arma letal. ¿Cuál horizontales, verticales, unidas, sería su límite de alcance? No océano Antártico separadas, círculos, rectángulos. lo sabíamos. ¿Un hombre, una y nadie sabría de —Allí caímos en cuenta del ciudad? Fuera de los involucra- embrollo y hablamos con el go- dos que arriesgaban su vida por esto. bierno inglés, tuvimos que con- la ciencia, una vez perdimos a tar la verdad —replicó el otro dos esposas de los generales que oficial—. Era un asunto de alta estaban observando los experi- seguridad. ‘Piano man’ podía mentos. Igual sucedió con una Después hubo un silencio ab- hablar cualquier tontería. Lo en- enfermera de la base. De esta soluto que duró varios minutos. trevistamos. Ya había recuperado última tuvimos que decir que la —Y el compañero Duster el habla. Parecía alguien con re- habíamos trasladado a Londres. apareció hace poco, para nuestra traso mental pero abrió los ojos Muchos periodistas siguieron la sorpresa —sentenció el general cuando le recordamos Roswell. pista, sin efectos, de allí que el Montgomery, agarrándose de Su rostro estaba en las fotografías asunto se nos fue saliendo de las la cabeza—. Pensábamos que la de la época. Era el mismo doctor manos. cosa se quedaba en la desintegra- Duster, no había envejecido, no

24 presentaba una arruga, aunque cultivado en una ciudad que una extensión de su persona. debe haber sobrepasado ya los cuenta con el mejor clima para —¿Nos quiere decir que ‘eso’ cien años. No soy médico, pero el café: Loja. Él aceptó, ¿allí no es está vivo? sospecho que morirá de un mo- que viven un siglo? Dio dos sor- —No precisamente. Actúa mento a otro, así como esos paja- bos, de inmediato su aprobación. semejante a una computadora, ritos que caen repentinamente de Meditó por un momento extenso como si tuviese un chip de me- los árboles. e incómodo debido a la presencia moria al que no tenemos acceso. —Pensábamos que teníamos de los demás en la mesa. No tuvo Mi segunda hipótesis, temible, un desintegrador —insistió el otro remedio que cerrar los ojos. es que ustedes hayan dado en el científico local—. Lo que posee- Luego se expresó. blanco: es un mensaje de seres in- mos es una llave para abrir la —Voy a hablar en pura hi- teligentes. Nos han invitado a ju- puerta del tiempo, lo que siem- pótesis. La primera explicación gar y estamos perdiendo. Si aún pre el ser humano ha deseado y que encuentro es que el meteorito existen, ya deben saber de noso- escrito en innumerables nove- atravesó en algún momento de tros, no dudo que el objeto haya las. Sin embargo, esto trastocó su longeva vida, un agujero de enviado nuestra posición exacta. nuestros planes, en vez de ser un gusano, una especie de túnel que Es probable que estén en camino. arma y una ventaja, es un perjui- aparece de manera inesperada en No sabemos con qué fines. Ese cio. Han pasado casi sesenta años algún lugar del universo, y que cubo puede, a la larga, ser el fin y no hemos podido manejarla co- conecta dos lugares distintos en el de la humanidad. rrectamente. Es como si la ‘cosa’ espacio y tiempo. El meteorito, di- —Hemos logrado ciertos tuviera deseos propios. A lo mu- gamos que artificial, cruzó aquel avances —añadió el general cho la tenemos en ‘pausa’. Por pasadizo y adquirió, de alguna Montgomery, quien de seguro eso lo llamamos, para escuchar forma, la cualidad de transportar se había pasado toda la tarde su explicación coherente, usted a seres vivos en el tiempo. No he anterior lustrando sus estrellas que ha estudiado tanto el tiempo. escuchado, en todo lo que han di- y condecoraciones con zumo de Stephen pidió un café recar- cho que haya transportado cosas, limón—. Lo tenemos controlado. gado, tipo arábico, le dijeron que a lo mucho la ropa con que estaba Lo hemos cubierto con una alea- no lo tenían, sino uno especial, Duster, acaso consideró que era ción de estaño y cobalto. Así se lo

25 El meteorito, del tamaño de un pequeño camión, debió haber venido a una velocidad de 25 kilómetros por segundo. Al parecer, y como lo ha hecho también el hombre enviando sondas al espacio donde, entre varios temas, cuenta su historia, su música y arquitectura, fue un mensaje que recibimos de una inteligencia superior.

puede manipular sin mucho ries- acá en cambio, eran las ideas que go, pero al mismo tiempo per- alimentaban aquel inmenso vo- demos sus cualidades. Es como lumen, ideas cósmicas, una lluvia una pistola dentro de su estuche. de estrellas, ideas que formarían De allí, los rumores crearon el un muro compacto e indetenible, mito de los extraterrestres, de la que arrasaría con todo lo que se nave espacial, de las autopsias a le cruzara en su camino. hombrecitos grises, en fin, noso- —¿Insisto, por qué una tros simplemente le seguimos la pequeña población de Sudamé- corriente. Contratamos testigos rica? falsos, se grabó un par de videos —Es una larga historia. y los soltamos por allí, el resto es Simplemente porque allí, en el historia. Oriente ecuatoriano, se encontra- —La famosa Área 51. ron en unas cuevas, placas me- —Correcto Así es mi estima- tálicas con los mismos códigos. do amigo. Allí tenemos uno de También están en las paredes. Y los cubos, el de mayor tamaño. el cubo tiene un buen ‘compor- Podemos trabajar con los holo- tamiento’ al estar cerca de ellos. gramas. Apenas sabemos el diez Lo confirmó Armstrong, el astro- por ciento de su uso. El otro está nauta, los mismos signos que vio en el Pentágono. Y el tercero en en la luna estaban allí en la cueva una pequeña población de Sud- de Los Tayos. Cada tres meses, américa. un grupo de investigadores acu- —¿Sudamérica? de a la ciudad, Macas, se dirigen —Así es, en la caja fuerte de a las cuevas y realizan, en base a un banco. Lo tenemos monito- lo que sabemos, algunas pruebas. reado. —¿Pruebas distintas a las A Stephen se le abrieron los que han venido realizando? ojos. Una chispa, una idea prime- El general Montgomery ce- riza saltó dentro de ellos. Luego, rró sus labios. Era notorio que en el humor acuoso de sus pupi- fue inoportuno. Miró a sus co- las empezó a formarse, rápida e legas, levantó sus manos e hizo implacablemente, una ola gigan- una mueca de resignación como tesca, así como ocurre en el mar, diciendo qué más queda. Y con- cuando se juntan algunos oleajes, tinuó.

26 —Avances en inteligencia ar- —¡Capishi! Nos olvidamos. tificial, algoritmos. La cueva de Nos ha dado beneficios, pero los Tayos es el lugar perfecto. El podemos encontrar el fin. Nos problema es la radiación que ge- regalaron un perrito. El perrito nera el cubo. Nuestros hombres creció. Se volvió intratable, lo deben trabajar a intervalos de quisimos amaestrar, mordió a los tres meses. entrenadores, y ahora, adulto, es —He leído sobre aquel lugar. un riesgo. No queda otra que re- ¿Qué otros enigmas estarán allá gresarlo a su dueño —replicó el afuera, esperándonos? ¿Cuál es general, sonriendo. el plan a futuro? —¿Para cuándo tienen —Se ha concluido dos cosas. previsto tener la sonda espacial En base a las pérdidas humanas que llevará nuestro pasajero? que hemos tenido a lo largo de —Teniendo en cuenta lo que los años y al peligro que repre- se tomó construir a Curiosity, senta, vamos a deshacernos de más las pruebas requeridas, en los tres cubos. Se construirá una el 2022. sonda, donde se los colocaría. —Estamos a ocho años. Qui- Si logra atravesar el cinturón siera una entrevista con el doctor de asteroides su viaje será sin Duster. regreso. —Por supuesto. —Y nos olvidamos del pro- —Y no quisiera morirme sin blema. ver ese cubo. Tomarle fotografías.

Ha escrito más de una docena de libros. Ganador de algunos reconocimientos, entre los más importantes: Premio Senac por su libro de cuentos Circo (1990), Aurelio Espinosa Pólit por su novela Maratón (2010), Ángel F. Rojas por sus novelas Los senderos de Emaús y Las luces de la felicidad (2000 y 2014 respectivamente), Premio Darío Guevara por su obra juvenil Viaje al cráter Ngorongoro (editorial SM, 2015). Uno de los reconocimientos Prefectura del Pichincha por su libro de cuentos Errantes y embusteros (2013). Ha incursionado en la literatura infantil y juvenil, una de sus obras más significativas es Casita Casona Casuna (Loqueleo, 2019) que cumplirá 10 años en el mercado. Recientemente Des Nouvelles d`Ailleurs publicó de manera digital en Francia su obra El día en que murió el solitario George. Hans Behr Martínez En el 2019 fue uno de los ganadores en la presentación de proyectos artísticos Guayaquil, Ecuador - 1962 y literarios con el IFAIC (Instituto de Fomento de las Artes, Creatividades e Innovación), con su libro de cuentos Fabulosos. Ese mismo año la editorial SM sacó a luz su libro de cuentos Segundo de a bordo. De próxima aparición: El inesperado viaje de Amelia (Editorial Prolipa), y la novela El Custodio (Loqueleo), ambos para público juvenil. Figura en varias antologías nacionales e internacionales, es articulista de la revista de la Casa de la Cultura Núcleo de Loja y trabaja como Administrador de Biblioteca en el Colegio Torremar.

27 Crónica para jaibas y cangrejos PREMIO LA LINARES DE NOVELA BREVE 2020 (FRAGMENTO DE LA NOVELA) Dalton Osorno

28 novela

Códice 2 Calle.- Lo nuestro te lo han mal referido tus en- gañadores de siempre. n el filón de la Planchada se divisaba más Ciudad.- Palabras, simplemente palabras, lan- que la tarde la noche, la tarde era cega- zadas al olvido ¡Eureka!: Olvido debería ser tu real dora y la noche plenamente ciega cubría apelativo. todo cuando ellas arrancaron con sus pen- Calle.- Tú no eres nada de nada, no has sido dencias: nada mía y nunca lo serás en esta bendita tierra, en ECalleja.- ¿No sé por qué contrarías mis habladas? el soñado cielo o en las oscuras tinieblas donde Sa- Ciudad.- ¿Cuánta engañifa brota de tu bocaza, tán te espera con los brazos abiertos. para no decir nada de nada, porque así es tu vida: Ciudad.- ¡Qué horror, Padre y Señor mío: am- víbora de muladar? párame, protégeme y cuídame de esta pécora-peca- Calle.- ¿Qué estás murmurando, lengua serpentina? dora que me quiere lapidar con su rayo palabrero! Ciudad.- ¿Qué te has imaginado, callejuela de Calle.- Y, ¡ya basta!, de pretender acallarme con tu maniblaj, bordionas y azaceles? labia santurrona de manta, escarpias, misa de gallos... Calle.- ¡Caray!, ¿de dónde te afloró esa palabrería: si apenas eres un remedo de aldea malo- liente? Ciudad.- ¿Quién diablos te Ciudad.- Vida y melodías se juntan crees, pelada pendanga? Calle.- ¡Recuerda bien que en casi siempre. este humedal hemos nacido y he- mos de sucumbir por el destino Calle.- Fatal arcano: así lo profetizó la que nos encadena! Ciudad.- ¿Y qué sabes de gitana de melados ojos, también lo nuestra existencia? «Tú no sabes nada de la vida. Tú no sabes nada confirmó Ventair con los signos de su del amor. Eres como un ave a la tarot. (Pero ella jamás debe sospechar deriva que vas por el mundo sin razón», como afirma el bolero que que consulto mi destino con el poeta suena en la rocola de Generoso Martínez. cartomántico Gonzalo Espinel Cedeño). Calle.- ¡Qué manía de andar repitiendo canciones de la Olga Guillot para esto y para aquello! Ciudad.- Vida y melodías se juntan casi siempre. Ciudad.- ¡Gorjea de una vez por todas! Calle.- Fatal arcano: así lo profetizó la gitana de Calle.- ¡Yo no he venido a pedirte el don del ha- melados ojos, también lo confirmó Ventair con los bla: simulada señorona! signos de su tarot. (Pero ella jamás debe sospechar Ciudad.- Y, entonces, ¿qué simulas ahora, mon- que consulto mi destino con el poeta cartomántico daria de fangal? Gonzalo Espinel Cedeño). Calle.- Yo he venido hasta aquí para desmentir Ciudad.- Yo soy la que te llevo en mis entrañas todas tus ignominias, esclarecer mi naturaleza y y te guardo cual castigo de tus fementidos demo- amorrar tu charlatanería de supuesta matrona del nios. regato. Calle.- ¡Caray y hasta traes a los demonios aquí! Ciudad- ¡Qué insolencia, qué desfachatez: ha- Ciudad.- Agüeros de vagabunda de pies descal- blarle así a La Perla de los Mares! zos y ojos saltones que hablaba y hablaba de... Calle.- Entonces, ya es hora, que rebuznen los Calle.- Nada sabes de nuestra existencia, ¿nada? tuyos: digo los cronistas que falsearon tu verdadero Ciudad.- ¡Y tú, acaso, todo lo sabes en verdad! origen; esos viajeros que pintaron tus hechizos con

29 extrañas lenguas; que den cuenta los piratas que te Calle.- Yo no puedo dar crédito a los hijos de saquearon tantas veces; que digan su canto los tro- la selemba infamia que en un suspiro te inventaron vadores que te orlaron con facundia; que exhiban historia, territorio, pobladores y nombradía. sus calcados trazos quienes te diseñaron a su anto- Ciudad- ¡Tanta desfachatez, tanta infamia que jo; que transmitan los nativos en lengua quechua lacera mis oídos! aquella leyenda sangrienta; que lean sus forjadas Calle.- Pero, aquí, ¿quién habla de infamia y actas los que te fundaron tantas veces: que por ve- desfachatez? ces tantas hemos liado la exactitud de las cuentas. Ciudad.- Amorra, mísera tusona de olvidos. Ciudad.- ¡Calla, calleja inmunda, revestida de Calle.- ¡Y ahora hasta mientas los olvidos! estulticia arrogante! Ciudad.- ¡Silencia tu pérfida boca para siempre: Calle.- Tan inmunda e infatuada de la nada eres amén y aleluya! tú, remedo de aldea pestilente, pero callaré por esta Calle.- Abracadabra pata de cabra, lanzó el cir- vez, para que argumenten mis acólitos. Tiene la pala- quero, y como mal agorero nada sacó de su negro bra la primera comadrona, digo doña Cipria- sombrero. na Dueñas de Casanueva, quien todo lo Ciudad.- Ahora me resultas- sabe desde nuestro nacimiento; que te encantadora de culebras, replique el sagaz joyán, guar- moscona marrullera. dador de secretos que deben Calle.- Abracadabra, divulgarse; que griten los Calle.- Nada sabes digo yo, y que se abran pregoneros su proclama las palabras para los de feria; que las marañas de la vida, amoríos, pactos tuyos y para los desaten sus lenguas; que míos de una vez coberteras y canacas y cubriciones, porque así de por todas en esta develen sus andanzas; tierra de nadie. que los chapas, comisa- pequeñísimo es tu entendimiento. Ciudad.- rios y jueces sableado- Pamplinas, hur- res hagan sus consabi- Ciudad.- Yo lo sé todo, porque gadora, ahora dos cálculos. andas alegando Ciudad.- ¡Chito chi- hasta aquí viene la feligresía y que soy la tierra tón, atrevida churriana, de nadie: ¿quién es que ya es tiempo de ajustar todo me lo cuenta. tierra?, ¿y quién es cuentas en honor a la verdad! nadie aquí? Calle.- ¿De qué cuentas y Calle.- ¿A quién le di- cuentos habla la matrona? ces hurgadora? Ciudad.- De aquella felonía que Ciudad.- A ti, víbora pon- tejes contra mí cada noche en tu cuartucho zoñosa de arrabal de precio, porque con el palabrista que te arrejuntas hasta que canta el cobras por esto, también cobras por aquello, por primer gallo en la rinconada. todo lo tuyo cobras y recobras el caire del oficio de Calle.- Nada sabes de la vida, amoríos, pactos los cuerpos. y cubriciones, porque así de pequeñísimo es tu en- Calle.- ¿Acaso no sabes que todo quehacer tiene tendimiento. su recompensa? Ciudad.- Yo lo sé todo, porque hasta aquí viene Ciudad.- Tu precio es el desprecio de la grey la feligresía y todo me lo cuenta. porteña. Calle.- Yo no creo, no he creído y no creeré en el Calle.- Ya dejaste en borrón y cuenta nueva al- ardid de tu charlatanería que a nadie ha convencido cabalas, impuestos, viáticos, permisos, trámites por y a nadie convencerá en la calle de los placeres y en los que recaudas cada día. ¿Cobranzas del concejo? ciudad del río y el estero que también fue vulgo de Ciudad.- Y, ahora, hasta me resultas sabedora cogederas. de términos para maquillar tu jerga de víbora mal- Ciudad.- ¡Albricias y epifanías de desmirlada que diciente. anda dictando cátedra de honestidad y geografía! Calle.- ¡Y, aún, continúas maldiciéndome!

30 Ciudad.- Jerga, verdades y maldiciones que di- tería, vaivén de geografías, corriente de marejadas, cen tu verdad. tantos asentamientos, semántica de alias con gracia Calle.- Empero, ¿tú conoces el sentido exacto de que desgracia la pulida contraseña fraguada por aquella palabra como la horma en el zapato, peque- íberos y lugareños. ña Cenicienta? Ciudad.- ¡Cuántas imprecaciones he de sopor- Ciudad.- ¡Cenicienta!, ¿quién es la verdadera tar, vulgar picaraza de calle 18!, pero sé que arderás Cenicienta? en el averno con tu lengua que a cada instante me Calle.- ¿A quién le caen las cenizas?, si hasta te maldice por envidia. llaman lar de los incendios. Calle.- Gazmoñerías, la matrona del señorío, Ciudad.- Una ínclita ciudad jamás bajará al al- hablando pulidita para esconder su apariencia de bañal de tus vituperios, calleja inmunda, que hasta quimera que arrastra una cola de fuego como la del trocaste tu alias por miedo a reconocerte en la mis- cometa Halley que nunca se ha divisado por estas ma esencia de yiras y padrotes. tierras empedradas de olvidos y dilaciones. Calle.- ¿Qué sabes de ciertos vocablos y su ori- Ciudad.- ¡Aplazamientos y omisiones! gen que te dan origen? Calle.- Vaya, vaya, ¿quién habla de olvidos? Ciudad.- ¿Vocablos y origen? Ciudad.- ¡Y todavía parloteas! Calle.- ¿Qué sabes del significado y procedencia Calle.- Bien sabes que habíamos... de cada término de tu dictado? Ciudad.- Yo, no sé nada de nada de tu infaman- Ciudad.- ¡Términos de mi nombre! te cuento. Calle.- Tu nombre repito: Muy Noble y Muy Calle.- Mira, mira bien, todos se han esfumado Leal ciudad de Santiago de la Culata, tal y como te porque aquí está rayando la madrugada y la gente llamaron los fundadores. arranca con sus quehaceres. Ciudad.- ¿Y con que fantaseas ahora? Ciudad.- Pero creía... Calle.- Nombre o apodo, porque tu remoquete Calle.- ¡Vamos, vamos caminando que el tiempo es como una tela de arañas forjada de mitos y san- nos quedó muy corto!

Poeta, narrador, crítico literario y maestro universitario. Licenciado en Literatura y Castellano por la Universidad Estatal de Guayaquil y máster en Proyectos Educativos y Sociales. Ha publicado el libro de cuentos El vuelo que me dan tus alas (1988) y los poemarios Visión de la ciudad (1996); Palíndromo (1997); Amantazgos (2000), que obtuvo Mención de Honor en la Bienal César Dávila Andrade; No hay peor calamidad, desfachatez, infatuamiento que un poeta enamorado (2003), con el que ganó el Premio Único del VII Concurso Nacional de Literatura M. I. Municipalidad de Guayaquil; y, Duración del esfumato (2017). Fue el compilador de los poemas del libro El zaguán de aluminio (1982) del poeta vanguardista Hugo Mayo. Es Dalton Osorno coautor de la compilación El escote de lo oculto, Antología del relato Jipijapa - 1958) prohibido (2006). Sus relatos aparecen en Antología básica del cuento ecuatoriano de Eugenia Viteri (1998) y 40 cuentistas ecuatorianos de Carlos Calderón Chico (1998). Poemas suyos se encuentran incluidos en Lengua, me has vencido, Antología de poesía bilingüe (2017). Actualmente, ya jubilado, reside en Salinas, Santa Elena, y prepara un libro de narrativa. El 23 de abril ganó el primer premio La Linares de novela breve 2020 con Crónica para jaibas y cangrejos.

31 John F. Galindo POESÍA

La realidad es un asunto menor

todo empieza con un error todos nuestros dolores son dolores perdidos somos seres finitos, como cordones que se enredan o como esas mañanas en las que mi madre airea sus tristezas y piensa en mí. Y también es finita la sed que hay en nosotros; así los objetos y los manantiales y el yo qué sé de todas las cosas (que puede ser dios o un tubo galvanizado sobre un trozo de madera) insistan en creernos deudas los golpes como el saldo en rojo del destino ilustran la posibilidad básica del individuo con respecto a creer que es emocionante:

a. estrenar lavadora b. perder los dedos apostando al fútbol nicaragüense c. prenderse fuego

el destino no te llama por tu nombre; el destino siempre sale de golpe de un callejón vestido con gabardina y al enseñarte lo que esconde descubres un aparato extraño para arrancar conquistas por lo demás, fuera de uno no pasan demasiadas cosas

32 poesía

El capitalismo se ha comido a mi perro

Con el propósito de lamentarme, pongo aquí el ejemplo de una oración escrita sobre la tirilla de la compra que mide 426 kilómetros de largo —la distancia exacta entre este yo y mi yo que ya no existe— y que está escrita en un lenguaje futuro por un lado y por el otro conserva una carta de despedida firmada por mi perro que habita ahora las entrañas de ese monstruo que patrulla nuestras calles por la noche y asesina las esquinas y las sombras

Acabo de realizar la típica compra de un hombre obsesionado con la muerte

Nada poseemos ni aquí ni en ninguna parte —porque el azar nos lo ha quitado todo—, salvo el poder de decir yo salvo la destrucción del yo rendirse en el pasillo de los lácteos extasiarse con el ladrido lejano del mercado

Cuanto más real es el deseo de justicia, más violenta es la rebelión del alma tan solo comparable a un cuerpo vivo que se quema con el fuego

Todos los inicios comienzan con una suposición

Quédate con lo que no existe. Cada piedra es una montaña en el universo de lo mínimo. Lo invisible es un inicio. Hay un final, pero no es aquí. Por el momento duerme. Brilla. La lava se solidifica en algún rincón del pensamiento. Se quema lentamente. Siempre merodeando, siempre en contra. La imagen de la contradicción en la materia es el choque de fuerzas opuestas. La luna llena, la última que vimos juntos, es también una piedra que flota que se entristece y se hace sombra y se rompe ese mecanismo productor del paraíso

Una de las cosas más hermosas de las piedras rotas es la luz que dejan asomar por cada una de sus grietas

33 Un improbable poema de amor escrito en el foso de las serpientes

Un acercamiento inicial puede sugerirnos una idea a partir de la cual intentar este poema:

A. Dios es una motosierra B. Una falla en la máquina C. Una grieta por donde escapar

Con base en lo anterior podemos prescindir de las vísceras, del corazón o de esa cabeza que flota en el río

Quisiera haber sido un hombre bomba; estampar mi piel en las paredes del Senado, cargarme a un montón de enemigos, volver victorioso, dormir abrazando mi cinturón de dinamita soñar con ángeles.

Escribir un improbable poema de amor asomado a la ventana mientras pienso en ti, irremediablemente vencido por la muerte, torturado aún por los fantasmas que dejamos dormidos en aquel espantoso rincón del paraíso donde las serpientes bailan y se hacen hembras, sombras hermosas flores blancas Cadáveres de un tiempo en que no seremos más que otro papel arrugado

34 Tengo que comprar ropa para funerales

A nuestra manera todos somos culpables todos aportamos nuestro pequeño grano de arena para mantener la estabilidad de los mercados y sin embargo nunca hay que necesitar nada que no quepa en una bolsa plástica La búsqueda activa de la nada es perjudicial. La búsqueda lleva al error. Y lo mismo puede decirse respecto a cualquier clase de aire que uno insista en respirar si bien la principal causa del dolor lumbar es no tener flow no debe haber esfuerzo muscular para evitar las sacudidas del mal Las nociones de gracia por posición a virtud voluntaria hablan de la eficacia de la espera y el deseo de los pasadizos de escape y las salidas de emergencia que están dentro del cuerpo que se vela y se entierra

Existir es actuar, quizá comprar, ahora, a partir del momento en que actúo y compro, se me aparece que no me basto a mí mismo. Sufro, deseo, dudo, ignoro, me muevo; son siempre maneras de decir que lo que soy no me satisface, no necesita de mi permiso para ser yo; lo que soy, lo que padezco

Y entonces me desintegro Nombro la belleza del mundo Bailo y me entumezco Y más allá de donde nacen las piedras Saber que la estructura es el fantasma que más allá de toda imprecisión existe una palabra otra certeza en los oscuros bolsillos de dios un dios que ha muerto nada

Ganador del Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia, 2006. Su libro Ventanas de otros días recibió el IV Premio de Impulso a la Poesía Joven Colombiana (2007). Ganador del concurso Nacional de Poesía Relata, Min. Cultura (2012). Su libro Lavar la culpa recibió el Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio en 2016. Su novela Aviones que se estrellan contra todo recibió la Beca Bicentenario de Creación 2019. En 2020 Recibió el Premio del XXX Festival Internacional de Poesía de Medellín. Cuentos y poemas suyos han aparecido en publicaciones nacionales e internacionales y en diversas antologías. Ha publicado los libros Ventanas de otros días (Ediciones UIS 2008), Karaoke John F. Galindo Demon (Ediciones UIS 2012) y [L] (Editorial Cuatro Colectivo Editores Bucaramanga, Colombia – 1978 2013), No hace falta que te digan que te quites (Ambidiestro Taller editorial 2017) y Aviones que se estrellan contra todo (Editorial Lugar Común 2019).

35 El entierro Amparo Dávila

A Julio y Aurora Cortázar

olvió en sí en un hospital, en un cuarto pequeño donde todo era blanco y escrupulosamente limpio, entre tanques de oxígeno y frascos de suero, sin poder moverse ni ha- blar, sin permiso de recibir visitas. Con la conciencia vino también la desesperación de encontrarse hospitalizado y Vde una manera tan estricta. Todos sus intentos de comunicarse con su oficina, de ver a su secretaria, fueron inútiles. Los médicos y las enfer- meras le suplicaban a cada instante que descansara y se olvidara, por un tiempo, de todas las cosas, que no se preocupara por nada. —«Su salud es lo primero, descanse usted, repose, repose, trate de dormir, de no pensar...»—. Pero, ¿cómo dejar de pensar en su oficina abandonada de pronto sin instrucciones, sin dirección? ¿Cómo no preocuparse por sus negocios y todos los asuntos que estaban pendientes? Tantas cosas que había dejado para resolver al día siguiente. Y la pobre Raquel sin saber nada... Su mujer y sus hijos eran acompañantes mudos. Se turnaban a su cabecera pero tampoco lo dejaban hablar ni moverse. —«Todo está bien en la oficina, no te preocupes, descansa tranquilo»—. Él cerraba los ojos y fingía dormir, daba órdenes mentalmente a su secretaria, repasaba

36 relato

todos sus asuntos, se desespera- gran insistencia de su parte. Con- mujer no admitía esas soluciones ba. Por primera vez en la vida se tando las horas, los minutos, es- anticatólicas, y se concretaron sentía maniatado, dependiendo perando que se fuera la mañana sólo a ser padres para los hijos sólo de la voluntad de otros, sin y viniera la tarde, después la no- y a cumplir con las apariencias. poder rebelarse porque sabía que che, otro día, otro, y así... Aguar- Había llegado a serle tan extraña era inútil intentarlo. Se pregun- dando con verdadera ansiedad que ya no sabía qué platicarle ni taba también cómo habrían to- que fuera algún amigo a platicar qué decirle. Ahora ella lo atendía mado sus amigos la noticia de su un rato. Casi a diario les pregun- con marcada solicitud, que él no enfermedad, cuáles habrían sido taba a los médicos con marca- llegaba a entender si era todavía los comentarios. A veces, un poco da impaciencia, cuándo estaría un poco de afecto, sentido del adormecido a fuerza de pensar y bien, cuándo podría reanudar su deber, o tal vez lástima de ver- pensar, identificaba el sonido del vida ordinaria. —«Vamos bien, lo tan enfermo. Como fuera, se oxígeno con el de su grabadora, espere un poco más». —«Tenga encontraba bastante incómodo y sentía entonces que estaba en calma, estas cosas son muy se- ante ella, no porque sintiera re- la oficina dictando como acos- rias y no se pueden arreglar tan mordimientos de ninguna espe- tumbraba hacerlo, al llegar por rápidamente como uno quisiera. cie (nunca había tenido remor- las mañanas; dictaba largamente Ayúdenos usted...»—. Y así era dimientos en la vida), sólo su hasta que, de pronto y sin tocar la siempre. Nunca pensó que le propio yo tenía validez, los otros puerta, entraba su secretaria con llegara a pasar una cosa seme- funcionaban en relación con su una enorme jeringa de inyeccio- jante, él que siempre había sido deseo. nes y lo picaba cruelmente; abría un hombre tan sano y tan lleno Pocos amigos lo visitaban. entonces los ojos y se encontraba de actividad. Que tuviera de Los más íntimos: —«¿cómo te de nuevo allí, en su cuarto del pronto que interrumpir el ritmo sientes?»—, «—¿qué tal va ese hospital. de su vida y encontrarse clavado ánimo?»—, —«hoy te ves muy Todo había empezado de en un sillón de descanso, allí en bien»—, —«hay que darse valor, una manera tan sencilla que no su casa, adonde desde algunos animarse»—, —«pronto estarás le dio importancia. Aquel dolor- años atrás no iba sino a dormir, bien»—, —«tienes muy buen cillo tan persistente en el brazo casi siempre en plena madruga- semblante, no pareces enfer- derecho, lo había atribuido a una da; a comer de vez en cuando mo»— (entonces sentía unos de- simple reuma ocasionada por la (los cumpleaños de sus hijos y seos incontrolables de gritar que constante humedad del ambien- algunos domingos que pasaba no estaba enfermo del semblante, te, a la vida sedentaria, tal vez con ellos). En la actualidad sólo que cómo podían ser tan imbéci- abusos en la bebida... tal vez. De hablaba con su mujer lo más in- les), pero se contenía; lo decían pronto sintió que algo por dentro dispensable, cosas referentes a seguramente de buena fe, ade- se le rompía, o se abría, que es- los muchachos que era necesa- más no era justo portarse grose- tallaba, y un dolor mortal, rojo, rio discutir o resolver de común ro con quienes iban a platicar un como una puñalada de fuego acuerdo, o cuando tenían algún rato con él y a distraerlo un poco. que lo atravesaba; después la caí- compromiso social, de asistir a Esos momentos con sus amigos y da, sin gritos, cayendo cada vez una fiesta o de recibir en su casa. los ratos que pasaba con sus hijos más hondo, cada vez más negro, El alejamiento había surgido a los cuando no iban a clases, eran su más hondo y más negro, sin fin, pocos años de matrimonio. Él no única distracción. sin aire, en las garras de la asfixia podía atarse a una sola mujer, era Todos los días aguardaba muda. demasiado inquieto, tal vez de- el momento en que su mujer se Después de algún tiempo, masiado insatisfecho. Ella no lo metía bajo la regadera, entonces casi un mes, le permitieron irse a había comprendido. Reproches, descolgaba el teléfono y en voz su casa, a pasar parte del día en escenas desagradables, caras lar- muy baja le hablaba a Raquel. A un sillón de descanso y parte re- gas..., hasta que al fin acabó por veces ella le contestaba al primer costado en la cama. Días eternos desentenderse totalmente de ella timbrazo; otras tardaba; otras no sin hacer nada, leyendo sólo el y hacer su vida como mejor le contestaba, él imaginaba enton- periódico, y eso después de una complacía. No hubo divorcio; su ces cosas que lo torturaban terri-

37 blemente: la veía en la cama, en con el pretexto de ver si necesita- completo abandono, acompaña- ba algo. Una noche que no dor- da todavía, sin oír siquiera el tim- mía la oyó sollozar. No tuvo más bre del teléfono, sin acordarse ya dudas entonces, ni abrigó más de él, de todas sus promesas... En esperanzas. Lo entendió todo de esos momentos quería aventar el golpe, no tenía remedio y el fin teléfono y las mantas que le ca- era tal vez cercano. Experimentó lentaban las piernas, y correr, lle- otro desgarramiento, más hondo gar pronto, sorprenderla (todas aún que el del ataque. El dolor eran iguales, mentirosas, falsas, sin límite ni esperanza de quien traidoras, «el muerto al hoyo y el conoce de pronto su sentencia y vivo al pollo», miserables, vendi- no puede esperar ya nada sino das, cínicas, poca cosa, pero de él la muerte; de quien tiene que no se burlaría, la pondría en su dejarlo todo cuando menos lo lugar, la botaría a la calle, adon- pensaba, cuando todo estaba de debía estar, la enseñaría a que organizado para la vida, para aprendiera a comportarse, a ser el bienestar físico y económico; decente, se buscaría otra mu- cuando había logrado cimentar chacha mejor y se la pondría en- una envidiable situación; cuando frente, ya vería la tal Raquel, ya tenía tres muchachos inteligentes vería...). Pálido como un muerto y hermosos a punto de convertir- y todo tembloroso, pedía a gritos se en hombres, cuando había en- un poco de agua y la pastilla cal- contrado una chica como Raquel. mante. Otro día ella contestaba el La muerte no estuvo nunca en teléfono rápidamente y todo se le sus planes ni en su pensamiento. olvidaba. Ni aun cuando moría algún ami- Los días seguían pasando go o algún familiar pensaba en sin ninguna mejoría. —«Debe su propia desaparición; se sen- usted tener paciencia, ésta es tía lleno de vida y de energías. una cosa lenta, ya se lo hemos ¡Tenía tantos proyectos, tantos dicho, espere un poco más»—. negocios planeados, quería tan- Pero él empezó a observar cosas tas cosas! Deseó ardientemente, bastante evidentes: las medicinas con toda su alma, encontrarse en que disminuían o se tornaban en otro día, sentado frente a su es- simples calmantes; pocas radio- critorio dictando en la grabado- grafías, menos electrocardiogra- ra, corriendo de aquí para allá, mas; las visitas de los médicos corriendo siempre para ganarle cada vez más cortas y sin co- tiempo al tiempo. ¡Que todo hu- mentarios, el permiso para ver a biera sido una horrible pesadilla! su secretaria y tratar con ella los Pero lo más cruel era que no po- asuntos más urgentes; la notable día engañarse a sí mismo. Había preocupación que asomaba a los ido observando día a día que su rostros de su mujer y de sus hijos; cuerpo le respondía cada vez me- su solicitud exagerada al no que- nos, que la fatiga comenzaba a rer ya casi dejarlo solo, sus mira- ser agobiante, la respiración más das llenas de ternura... Desde al- agitada. gunos días atrás su mujer dejaba Aquel descubrimiento lo abierta la puerta de la recámara, hundió en una profunda depre- contigua a la de él, y varias veces sión. Así pasó varios días, sin durante la noche le daba vueltas hablar, sin querer saber de sus

38 negocios, sin importarle nada. rrectamente, y también ¿por qué fueran de su gusto. Empezó por Después, y casi sin darse cuen- no? dejar las disposiciones para pensar cuál sería el cementerio ta, empezó, de tanto pensar y el entierro. Quería ser enterrado, conveniente. El inglés tenía fama pensar en la muerte, a familia- en primer lugar, como lo mere- de ser el más distinguido y por rizarse con ella, a adaptarse a la cía el hombre que trabajó toda la lo tanto debía ser el más costoso. idea. Hubo veces en que casi se vida hasta lograr una respetable Allí fue a enterrar a dos amigos y sintió afortunado por conocer su posición económica y social y, no lo encontró mal ni deprimen- próximo fin y no que le hubiera en segundo término, a su gus- te; parecía más bien un parque, pasado como a esas pobres gen- to y no a gusto y conveniencias con muchas estatuas y prados tes que se mueren de pronto y no de los demás. «Ya todo es igual, muy bien cuidados. Sin embargo dan tiempo ni a decirles «Jesús te para qué tanta ostentación, son se respiraba allí una cierta frial- ayude»; los que se mueren cuan- vanidades que ya no tienen sen- dad establecida: todo simétrico, do están durmiendo y pasan de tido», eso solían opinar siempre ordenado, exacto como la menta- un sueño a otro sueño, dejándolo los familiares de los muertos. lidad de los ingleses y, para ser todo sin arreglar. Era preferible Pero para quien lo dejaba todo, sincero consigo mismo, nunca le saberlo y preparar por sí mismo sí tenía sentido que las dos o habían simpatizado los ingleses las cosas; hacer su testamento co- tres cosas últimas que se llevaba con su eterna careta de sereni-

39 dad, tan metódicos, tan puntua- hasta el final. Ya cuando estaba les, tan llenos de puntos y comas. alegre, le gustaba oír canciones Siempre le costó mucho trabajo de Guty Cárdenas, y por más entenderlos las ocasiones en que que le dijeron que dejara la copa tuvo negocios con ellos; eran mi- nunca hizo caso: «Si no fuera nuciosos, detallistas y tan buenos por éstas —decía levantando la financieros que le producían pro- copa—, y una o dos cosas más, fundo fastidio. Él, que era tan de- ¡qué aburrida sería la vida!». Y se cidido en todas sus cosas, que se murió de eso. Él tampoco había jugaba los negocios muchas ve- sido malo para la copa: unos ces por pura corazo- cuantos whiskys para hacer ape- nada, que al tomar tito, una botella de vino en la una decisión había comida, después algún coñac o dicho su última pa- una crema y, si no hubiera sido De pronto sintió que algo labra, que cerraba porque tenía demasiados nego- un negocio y pasa- cios y le quedaba poco tiempo, por dentro se le rompía, ba inmediatamente a lo mejor habría acabado como a otro, no soportaba el pobre Pepe... Pensó también o se abría, que estallaba, a aquellos tipos que en el Panteón Francés. «Tiene su volvían al principio categoría, no cabe duda, pero es y un dolor mortal, rojo, del asunto, hacían el que más parece un cemente- mil observaciones, rio, tan austero, tan depresivo. como una puñalada de establecían cláusu- Es extraño que sea así, pues los las, imponían mil franceses siempre parecen tan fuego que lo atravesaba; condiciones, ¡vaya llenos de vida y de alegría... so- que eran latosos!... bre todo ellas... Renée, Dennise, después la caída, sin Mejor sería pensar Viviane...». Y sonrió complacido, en otro cementerio. «¡guapas muchachas!». Cuando gritos, cayendo cada vez Se acordó entonces estaba por los cuarenta creía que del Jardín, allí don- tener una amante francesa era más hondo, cada vez de estaba enterrada de muy buen tono y provocaba su tía Matilde. No cierta envidia entre los amigos, más negro, más hondo cabía duda de que pues existe la creencia de que las y más negro, sin fin, sin era el más bonito: francesas y las italianas conocen fuera de la ciudad, todos los secretos y misterios de aire, en las garras de la en la montaña, lle- la alcoba. Después, con los años no de luz, de aire, y la experiencia, llegó a saber asfixia muda. de sol (por cierto que el ardor y la sabiduría eró- que no supo nunca ticos no son un rasgo racial, sino cómo había queda- exclusivamente personal. Había do el monumento tenido dos amantes francesas de su tía; no tenía por aquel entonces. Viviane no tiempo para ocu- fue nada serio. A Renée se la parse de esas cosas, no por falta presentaron en un coctel de la de voluntad, ¡claro!; su mujer le Embajada Francesa: contó que lo habían dejado bas- —Acabo de llegar... estoy tante bien). Allí también estaba muy desorientada... no sé cómo Pepe Antúnez, ¡tan buen amigo, empezar los estudios que he ve- y qué bueno era para una copa!, nido a hacer, usted sabe, un país nunca se doblaba, aguantaba desconocido...

40 —Lo que usted necesita es ir y venir de la escuela, los ca- un padrino que la oriente, algo miones siempre iban llenos de así como un tutor... gente sucia y de léperos que la La mirada con que ella acep- asediaban con sus impertinen- tó el ofrecimiento fue tan signi- cias; a veces hasta necesitaba ficativa, que él supo que podría pedir ayuda, ¡y claro que él no aspirar a ser algo más que tutor. podía permitir esas cosas! Renée Y así fue, casi sin preámbulos ni le había gustado mucho, era cier- rodeos se habían entendido. Con to, pero nunca se apasionó por la misma naturalidad con que al- ella. La relación duró como un gunas mujeres toman un baño o año. Después ella empezó a no se cepillan los dientes, aquellas dejarse ver tan seguido, «tengo niñas iban a la cama. Le había que estudiar mucho, reprobé una puesto un departamento chico materia, y quiero presentarla a pero agradable y acogedor: una título de suficiencia, un compa- pequeña estancia con cantina, ñero me va a ayudar...». Cuando una cocinita y un baño. En la ella tenía que estudiar, lo cual estancia había un couch forrado sucedía casi todas las noches, él de terciopelo rojo que servía de pasaba a llevarle una caja de cho- asiento y de cama, una mesa y dos colates o algunos bocadillos; ella libreros. Renée llevó solamente abría la puerta y recibía el obse- algunos libros, una máquina de quio pero no le permitía entrar; escribir y sus objetos personales. «estando tú, no podré estudiar Él le regaló un tocadiscos para y tengo que pasar el examen», le que pudiera oír música mientras daba un beso rápido y cerraba la estudiaba. Ella nunca cocinaba puerta con un au revoir chéri. Él se en el departamento, decía que marchaba entonces un poco fas- no le quedaba tiempo con tantas tidiado en busca de algún amigo clases y se quejaba siempre de para ver una variedad, o a to- que comía mal, en cualquier sitio mar algunas copas antes de irse barato. Los hermanos estudiaban a dormir a su casa... Aquel día le aún, el padre, un abogado ya vie- llevó los chocolates como de cos- jo, litigaba poco. Por lo tanto, de tumbre. Se había despedido, y ya su casa le enviaban una cantidad se iba, cuando notó que llevaba muy reducida para sus gastos. desanudada la cinta de un zapato, Él no había podido soportar que se agachó para amarrársela, pe- Renée viviera así y le regaló una gado casi a la puerta del depar- tarjeta del Diners Club para que tamento. Entonces escuchó las comiera en buenos restaurantes. risas de ellos y algunos comenta- Al poco tiempo tuvo que cam- rios: —«Ya nos trajeron nuestros biarla a otro departamento más chocolates»—. —«¡Pobre viejo grande y, por supuesto, más cos- tonto!»—, decía el muchacho. toso. Ella se lamentaba continua- Después más risas, después... ¡Lo mente de que el departamento que había sentido! Toda la sangre era demasiado reducido, de que se le subió de pronto a la cabe- se sentía asfixiar, de que los veci- za, quiso tirar la puerta y sor- nos hacían mucho ruido y no la prenderlos, golpear, gritar; y no dejaban trabajar... Después tuvo estaba enamorado, era su orgu- que comprarle un automóvil, llo, su vanidad por primera vez porque perdía mucho tiempo en ofendida. ¡Qué buena jugada le

41 había hecho la francesita! Encen- había miles como ella, o mejores. jarles, ¡había visto tantos casos dió un cigarrillo y le dio varias Dennise no significó nada, se de herencias cuantiosas doloro- fumadas. No valía la pena, ha- acostó con ella dos o tres veces, samente dilapidadas! Su ataúd bía reflexionado de pronto, sólo y era mucho, pues todos sus ami- sería metálico, bien resistente y quedaría en ridículo, o a lo mejor gos y casi media ciudad habían grande; no quería que le pasara se le pasaba la mano y mataba pasado sólo una vez por su le- lo que a Pancho Rocha: cuando al muchacho y ¿entonces?, ¡qué cho; tenía la cualidad de ser muy fue a su velorio tuvo la desagra- escándalo en los periódicos! Un aburrida y la obsesión de casarse dable impresión de que lo habían hombre de suposición engañado con quien se dejara, además era metido en una caja que le queda- por un estudiantino, ¡daba risa! larga y flacucha, no tenía nada... ba chica. Pediría una carroza de Sus amigos se burlarían de él Se decidió finalmente por el las más elegantes y caras para hasta el fin de su vida, ya se lo Cementerio Jardín, quedaría cer- que las gentes que vieran pasar imaginaba. Además, toda la fa- ca de su tía Matilde. Después de su entierro dijeran: debe haber milia se enteraría, los clientes todo, ella fue como su segunda sido alguna persona muy impor- que lo juzgaban una persona tan madre, lo había recogido cuando tante y muy rica. En cuanto a la seria y honorable... No, de ningu- quedó huérfano y le dio cariño y agencia funeraria donde sería na manera se comprometería con protección. Ordenaría que le hi- velado no había problema, Ga- un asunto de tal índole. Tomó el cieran un monumento elegante yosso era la mejor de todas. Estas elevador y salió del edificio, esta- y sobrio: una lápida de mármol disposiciones irían incluidas en cionó su carro a cierta distancia y con el nombre y la fecha. Com- el testamento que pensaba entre- esperó fumando cigarrillo tras ci- praría una propiedad para toda gar a su abogado y que debería garrillo. Quería saber a qué hora ; que pasaran allí a la ser abierto tan pronto él muriera salía el muchacho, para estar tía Matilde y a sus hermanos. para darle tiempo a la familia de totalmente seguro. Esperó has- Comprar una propiedad tenía cumplir sus últimos deseos. ta las siete de la mañana; lo vio sus ventajas: como inversión era Los días empezaron a hacér- salir arreglándose el cabello, bos- bastante buena, pues los terrenos sele cortos. A fuerza de pensar tezando... Después ella lo había suben de precio siempre, aun los y pensar se le iban las horas sin buscado muchas veces. Lo llama- de los cementerios; aseguraba sentir. Ya no sufría esperando las ba a su oficina, lo esperaba a la también que sus hijos y su mujer visitas de los amigos; por el con- entrada, lo buscaba en los bares tuvieran dónde ser enterrados; trario, deseaba que no fueran a acostumbrados. Él permaneció no sería nada difícil que acaba- interrumpirlo ni que su secreta- inabordable; ya no le interesaba: ran con que iba a de- ria llegara a informarlo o a con-

Todos los días aguardaba el momento en que su mujer se metía bajo la regadera, entonces descolgaba el teléfono y en voz muy baja le hablaba a Raquel. A veces ella le contestaba al primer timbrazo; otras tardaba; otras no contestaba, él imaginaba entonces cosas que lo torturaban terriblemente: la veía en la cama, en completo abandono, acompañada todavía, sin oír siquiera el timbre del teléfono, sin acordarse ya de él, de todas sus promesas...

42 sultarle cosas de sus negocios. La iguales entre su mujer y sus tres familia comenzó a hacerse conje- hijos; su mujer quedaría como turas al observar el cambio que albacea hasta que los muchachos había experimentado después de hubieran terminado sus carreras tantos días sumido en el abati- y estuvieran en condiciones de miento. Se le veía entusiasmado iniciar un trabajo. A Raquel le de- con lo que planeaba; sus ojos te- jaría la casa que le había puesto y nían otra vez brillo. Permanecía una cantidad de dinero suficiente callado, era cierto, pero ocupado para que hiciera algún negocio. A en algo muy importante. Llega- su hermana Sofía, algunas accio- ron a pensar que estaría madu- nes de petróleos; la pobre nunca rando alguno de esos grandes estaba muy holgada en cuestión negocios que solía realizar. Para de dinero, con tantos hijos y con ellos este cambio fue un alivio, Emilio que casi siempre termi- pues su depresión les hacía más naba mal en todos los negocios dura la sentencia que se cernía que emprendía. A su secretaria sobre él. le daría la casa de la colonia del Comenzó por escribir el tes- Valle: había sido tan paciente con tamento, las disposiciones para él, tan fiel y servicial, tenía casi el entierro las dejaría al final, ya quince años a su servicio... Su que estaban totalmente planea- hermano Pascual no necesitaba das y resueltas. La fortuna —fin- nada, ya que era tan rico como cas, acciones, dinero en efecti- él. Pero su tía Carmen sí, aunque vo— sería repartida por partes era cierto que nunca tuvo gran

43 cariño por aquella vieja neuras- aún el contacto de su cuerpo tan ténica que siempre lo estaba re- generosamente dotado, su olor gañando y censurando; en fin, de mujer joven y limpia, y como así era la pobre y ya estaba tan si hubiera tenido un presenti- vieja que le quedaría sin duda miento, la había estrechado más. poco tiempo de vida, que por lo Cuando la fue a dejar a su menos ese tiempo tuviera todo lo casa, no se quedó con ella; no que se le antojara. se sentía bien, tenía una extraña Tardó varios días en escribir sensación de ansiedad, algo raro el testamento. No quería que na- que le oprimía el pecho, lo sofoca- die se enterara de su contenido ba y le dificultaba la respiración; hasta el momento oportuno. Es- apenas había podido llegar a su cribía en los pocos ratos en que casa y abrir el garaje... Cumpliría lo dejaban solo. Cuando alguien estos deseos, sin avisarle a nadie, llegaba, escondía los papeles en se escaparía. Después de la comi- el escritorio y cerraba con llave el da resultaría fácil: su mujer dor- cajón. Todo había quedado per- mía siempre una pequeña siesta fectamente aclarado para no dar y los sirvientes hacían una larga lugar a confusiones y pleitos, era sobremesa. Él pasaba siempre las un testamento bien organizado y tardes en la biblioteca donde ha- justo, no defraudaría a nadie. Sólo bía una puerta que comunicaba faltaba agregar allí las disposicio- con el garaje, por allí saldría sin nes para el entierro, lo cual haría ser visto. En el clóset de la biblio- en cualquier otro momento. teca tenía abrigo y gabardina... Dos cosas deseaba antes de Cuando regresara les explicaría morir: salir a la calle por última todo, ellos entenderían. En su vez, caminar solo, sin que nadie situación ya nada podía hacerle lo vigilara y sin que nadie en su mal, su muerte era irremedia- casa se enterara, caminar como ble. Se quedara sentado inmóvil una de esas pobres gentes que como un tronco o saliera a ca- van tan tranquilas sin saber que minar, para el caso ya todo era llevan ya su muerte al lado y igual... En aquel momento entró que al cruzar la calle un carro las su mujer: la tarde estaba fría, llo- atropella y las mata, o los que se vía un poco, era mejor irse a la mueren cuando están leyendo el cama. Accedió de buena gana y periódico mientras hacen cola se dejó llevar. Antes de dormirse para esperar su camión; quería volvió a pensar con gran regocijo también volver a ver una vez que al día siguiente haría su últi- más a Raquel, ¡la había extra- ma salida. Se sentía tan emocio- ñado tanto!... La última vez que nado como el muchacho que se estuvieron juntos cenaron fuera va por primera vez de parranda: de la ciudad; el lugar era íntimo y vería a Raquel, vería otra vez las agradable, muy poca luz, la mú- calles, caminaría por ellas... sica asordinada, lenta... A las tres Estaba en la biblioteca, como copas Raquel quiso bailar; él se de costumbre, sentado en su había negado: le parecía ridículo eterno sillón de descanso. No se a su edad, podía encontrarse con escuchaba el menor ruido. Pare- algún conocido, eso ya no era cía que no había un alma en toda para él; pero ella insistió, insistió la casa. Sonrió complacido: todo y ya no pudo negarse. Recordaba iba a resultarle más fácil de lo

44 que había pensado. Eran cerca rato sin rumbo, hasta que se dio de las cuatro de la tarde cuando cuenta de que iba en dirección se decidió a salir. Sacó del clóset contraria a la casa de Raquel y la gabardina, una bufanda de cambió su camino. Al llegar a lana y un sombrero. Se arregló una esquina se detuvo: venía un correctamente y escuchó pega- cortejo fúnebre y ya no le daba do a la puerta, pero no había la tiempo de atravesar la calle. Es- menor señal de vida en aquella peraría... Pasaron primero unos casa, todo era silencio, un silen- camiones especiales llenos de cio absoluto. Bastante tranquilo personas enlutadas, después salió por la puerta del garaje, no siguió una carroza negra, nada sin antes haberse colocado unos ostentosa, común y corriente, gruesos lentes oscuros para no sin galas, «debía ser un entierro ser reconocido. Quería caminar modesto». Sin embargo, detrás solo. La tarde era gris y algo fría, de la carroza, varios camiones tarde de otoño ya casi invierno. llevaban grandes ofrendas flora- Se acomodó la bufanda y se su- les, coronas enormes y costosas, bió el cuello de la gabardina, se «entonces se trataba de algu- alejó de la casa lo más rápido na persona importante». Venía que pudo. Después, confiado, después el automóvil de los aminoró el paso y se detuvo a deudos, un Cadillac negro últi- comprar cigarrillos. Encendió mo modelo, «igual al suyo». Al uno y lo saboreó con gran delei- pasar el coche pudo distinguir te, ¡tanto tiempo sin fumar! Al en su interior las caras desenca- principio les pedía siempre a sus jadas y pálidas de sus hijos y a amigos que le llevaran cigarri- su mujer que, sacudida por los llos, nunca lo hicieron, después sollozos, se tapaba la boca con no volvió a pedirlos. Caminó un un pañuelo para no gritar.

Narradora y poeta. Estudió en San Luis Potosí. Fue secretaria de Alfonso Reyes de 1956 a 1958. Becaria del CME, 1966. Premio Xavier Villaurrutia 1977 por Árboles petrificados. Medalla Bellas Artes 2015, por sus sobresalientes aportaciones al arte y la cultura de México. Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura 2020, otorgado por la Universidad de Guanajuato. Su obra cuentística está considerada entre las más singulares de México durante el siglo XX, y ha sido incluida en diversas antologías icónicas del género, como El cuento mexicano del siglo XX (1964) de Emmanuel Carballo, y Other fires (1986) de Alberto Manguel, entre otras. En 2020 obtuvo el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura por su trayectoria destacada dentro del género cuento. Entre Amparo Dávila sus obras están: Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Árboles Pinos Altos, Zacatecas, México, 1928 petrificados (1977). Falleció el 18 de abril de 2020. Ciudad de México, 2020 (Tomado de: http://www.elem.mx/autor/datos/284)

45 Poemas inéditos

Patricia Noriega Rivera

I

Hay que liberar a la luna contenida en mis ojos Y en los ojos de los gatos que queman al viento La veo diáfana, danzando entre los cabellos de Ilaló, desteje tormentos, su luz ruge como una bestia alucinada. Hay que salvar a la luna, salvarla de mí y de mis ojos que la beben.

46 lírica

II

Te he visto Patricia, has pensado en tu infancia fría, en el color de la muerte. Detrás de tus paredes brillaba el sol, pero tú te revolcabas en la tristeza de un ángel ebrio. Tu aire olía a plumas y a llanto. Estabas sola, he visto tus palabras suicidas, donde figuraban tus huesos callados. Te conozco, he visto la lava de tu averno, pero también la espuma del fénix. Ya no eres más la niña de tiza en el muro de la escuela, después de la lluvia.

III

Las campanas anuncian la melodía de mi pequeño Juan. Él toma las cenizas que siguen intactas en el centro de la casa, coloca fuego en mi herida y la vuelve luz. Él es la esfinge que da paz a mi sangre, con sus cabellos de tierra y su cuerpo de mar.

Sabio pájaro de amor.

IV

Me atreví a amar, aunque lo haya perdido todo, aunque el sonido de mi voz haya muerto. Aunque los pétalos de sombra ya no cubrían el alba.

Me atreví, sí, con mi vestido arrugado, con las predicciones rotas en el zaguán de la abuela. Ya no cantaba al sol de mi ebriedad, pero amé y esa fue mi nueva perdición.

Adentro de mi máscara, tintineaba la lluvia y escuché su tierno llanto aflorar en el silencio. Yo estaba desnuda, solo llevaba un sombrero negro con plumas.

47 Él me espiaba desde lejos, Y en el aire comprimido del túnel se escuchó la voz del viejo Silvio. No sé si era música o alaridos de muerte, lo que intentó estocar la jaula.

Mi memoria era el miedo. Al salir del cine, cuando el cielo era un lobo, profanó mi casa, para siempre. Yo moraba en el bosque con seres no ordinarios. Entonces empezó a aullar, como uno más. Y abrió sus ojos, entrada del tempo y los atravesé. Adentro está el mar, hay guitarras y jaguares. Se escucha música y risas que me llevan al abismo. Y hay sol y lluvia y las palabras están libres en su cielo.

Me atrevía amar, ahora mi esencia es la del lobo me hundí en su espíritu, me abismé en su imagen purísima, los pájaros entraron para embriagarse en mi corazón.

V

Tierra, cuerpo desnudo junto al mar Tierra sin miedo, pero llena de nuestro miedo Tierra Dios, tierra fuego que desviste a sus hijos para purificarlos Tierra, barco blanco que reposa Tierra, tiempo-espacio solo tuyo. Déjame soplar tus arterias, hallar de nuevo los rostros que no he visto, dame mis alas y retira estos pétalos secos. Devuélveme la libertad de perturbarme con la luna. Tierra, perdón por castrar tu cielo, por romper los ríos y la lluvia. Tierra, mi cactus llora porque presiente la muerte, Tierra, rostro en sombra, devuélveme el sol. La soledad es un viento negro que destruye Tierra, limpia el aire enrarecido, contaminado con la frialdad humana. Corazón de la Tierra, sana pronto tus roturas, Volveremos mejores, vestiremos de brillo. Madre.

48 VI VII

Mañana, ¿A dónde voy? cuando el sol haya muerto, Los manicomios y las tumbas están llenos. construiré tus alas negras, Y yo sigo afuera. al compás de un blues sombrío. Corro con mi corazón Daré luz a tus ojos con néctar de Aguacolla, aun latiendo en mi mano. te erigiré en el mismo lugar del escorpión.

49 VIII

En el fondo de una cárcava no soy yo asiéndome a En el cadáver del viento. No soy yo. la muerte, Soy fuego, soy órbita perpetua hablando con las piedras, soy miles de hembras que se erigen en el águila, con las astillas que alguien olvidó encender. para remontarse sobre el pajonal y encontrar la fecundación. En su rostro y en el mío, no soy yo, ni él. Bajo la sombra de una nube gris, Es la luna, no soy yo. maíz de oro que fulgura en un túnel pedregoso. Soy uno y dos cuerpos fracturados en el brazo del amor, somos todos mirando en el cenagal Con la cadencia del tambor soy yo. a dos criaturas pendiendo de un potrillo de madera. Me ilumino y cabriolo con árboles y aves, como una chuquirahua en el cerro.

50 Soy la mujer jaguar, soy anzuelo, cuerno que advierte que el corazón se desprende. Cuerpo de hierro que frena la cascada turbulenta.

En la aurora de magnolia, no soy yo. Soy tierra. Aguardo, sosegada en el tabernáculo. Aprendo a hilar la vida desde mi vientre inútil, con el triste barro que me es.

XIX

Un asiento de piedra es real en esta historia. Un asiento caliente de sol, ojo izquierdo del águila.

El caos es también real, invade miope la ciudad y mi espíritu. Asciende desde los pies, pasa por mis piernas, pliego de nailon de agua, hasta llegar azaroso a una minúscula porción de esencia que me regresa del vientre. Hago puño para no soltarla.

Reposo en la música que martillea las paredes del cráneo, y que convierte a mis cabellos en petirrojos asustados. Led Zeppelin suena en el plano de una realidad lejana. Robert Plant flota en el corazón de un pájaro que se halla, detrás de una vitrina de sangre.

Solo el sonido tentacular de Dyer Maker queda, la banqueta del parque está hecha de humo. Las líneas de la vida son una rayuela antigua, apenas perceptible.

Necedad de poeta, el perderse en las garras de un puma que se lanza al vacío. El sol palidece y sigo conteniendo su esperma, como un acto divino encerrado en el metal de una urna. Sigo aquí, mujer secreto, moléculas rasgadas, fría, colocando velas y cruces, para que vuelvas.

51 La fruta del borrachero

Ingrid Rojas Contreras

52 narrativa

1 que muestra los dientes se puede Ángeles, mirando fijamente esa LA FOTOGRAFÍA decir que está sonriendo. Al prin- maldita fotografía. cipio, la sonrisa parece forzada, osa sentada y encorva- pero cuanto más la observo más da en una silla de plásti- resulta descuidada e irresponsa- co delante de una pared ble. Entre los brazos trae un bul- Llegamos de refugiadas a de ladrillo. Se ve sumisa to con un boquete por donde se los Estados Unidos. «Deben es- con el pelo partido por asoma la cara del recién nacido, tar felices ahora que están a sal- Pla mitad. Casi no se le distinguen rojiza y arrugada como la de un vo», decía la gente. Nos dijeron los labios, aunque por el modo en anciano. Sé que es un varón por que debíamos esforzarnos por el listón azul cosido a la orilla de adaptarnos. Mientras más rápi- la cobijita; enseguida miro aten- do pudiéramos transformarnos tamente al hombre detrás de Pe- en unos de tantos, mejor. Pero trona. Es deslumbrante y tiene el ¿cómo elegir? Estados Unidos cabello afro, y pone el peso de su era la tierra que nos había salva- maldita mano sobre el hombro de do; Colombia, la tierra que nos ella. «Sé lo que hizo», y se me re- vio nacer. vuelve el estómago, pero ¿quién Había principios matemáti- soy yo para decir a quién debía cos para convertirse en un esta- Petrona permitir aparecer en un dounidense: se requería conocer retrato familiar como este? cien hechos históricos (¿cuál fue Al reverso de la foto hay una uno de los motivos de la Guerra fecha de cuando fue impresa. Y Civil? ¿Quién era el presidente porque, cuando hago la cuenta durante la Segunda Guerra Mun- regresiva de nueve meses, con- dial?) y tenías que haber vivido cuerda exactamente con el mes en cinco años ininterrumpidos en que mi familia y yo escapamos de Estados Unidos. Memorizamos Colombia y llegamos a Los Ánge- los hechos, nos quedamos en sue- les, volteo la fotografía para mirar lo norteamericano. Pero, cuando a detalle al bebé, para registrar yo alzaba los pies y mi cabeza cada arruga y cada protuberancia reposaba en la almohada, me pre- alrededor del oscuro orificio de guntaba: cuando mis pies estaban su boca vacía, para precisar si está en el aire, ¿de qué país era yo? llorando o se está riendo, pues Al solicitar la ciudadanía, sé con exactitud dónde y cuán- limé los puntos débiles de mi do fue concebido y así es como acento. Era una manera palpable pierdo la noción del tiempo, pen- en la que yo había cambiado. No sando en que fue culpa mía que supimos nada durante un año. con solo quince años de edad a la Adelgazamos. Entendimos lo niña Petrona se le llenara el vien- poco que valíamos, lo insignifi- tre de huesos, y cuando Mamá cante que era nuestra petición en regresa del trabajo no me busca el mundo. Nos quedamos sin di- pelea (aunque ve la fotografía, nero tras pagar el costo de nues- el sobre, la carta de Petrona diri- tra solicitud, y no teníamos adón- gidos a mí), no, Mamá se sienta de ir. Fue entonces que recibimos a mi lado como si se quitara un la orden de comparecencia, la ve- gran peso de encima, y juntas nos rificación final de antecedentes, quedamos calladas y apenadas en el interrogatorio, la aprobación. nuestro mugriento pórtico frente Durante la ceremonia pro- a la Vía Corona en el Este de Los yectaron un video atiborrado

53 de imágenes de águilas y de ar- empañaba con el vapor. No sabía cuando respiraba». Escribí pá- tillería, y todos hicimos un jura- por dónde empezar, así que hice rrafo tras párrafo acerca de la sal, mento. Cantamos nuestro nuevo como había aprendido a hacerlo como si estuviera loca («Nos la- himno nacional y una vez que en la secundaria. vamos las manos con sal contra terminamos se nos dijo que ya Encabezado («3 de febrero la mala suerte. / Lo único que éramos estadounidenses. El nue- del 2000, Chula Santiago, Los Mamá compraba cuando temía vo grupo de estadounidenses lo Ángeles, Estados Unidos»), un gastar dinero era sal. / Leí en celebraba, pero en el patio a cielo saludo respetuoso («Querida una revista que la sal envasada abierto yo recliné la cabeza. Con- Petrona»), un contenido con vo- contiene huesos molidos de ani- templé las palmeras meciéndose, cabulario sencillo y preciso («Pe- mal, y dejó de darme asco cuan- a sabiendas de que era aquí don- trona, ¿cómo estás? ¿Cómo está do supe que el mar también esta- de yo tenía que imaginar el futu- tu familia?»), cada párrafo con ba lleno de ellos. La arena de la ro, y lo brillante que este podría sangría («Mi familia está bien. / playa también contenía huesos»). ser, pero lo único en lo que podía Estoy leyendo Don Quijote. / Los Al final, todo lo que dije sobre la pensar era en Petrona, en que yo Ángeles es bonita pero no tan sal era como un código secreto. «He llegado al punto —escribí— en que ni siquiera puedo oler la sal». Esta fue mi última frase, no Cualquier muchacha que uno porque quisiera, sino porque ya contrate en esta ciudad va a no tenía nada más que decir. Nunca le pregunté lo único tener vínculos con ladrones. Nada que quería saber: «Petrona, cuan- do nos marchamos, ¿adónde te más ve a Dolores, la de la cuadra fuiste tú?». de abajo, su empleada era parte Cuando llegó la respuesta de una pandilla y le robaron la de Petrona, traté de encontrar mensajes ocultos debajo de la casa, imagínate: ni le dejaron información que ella me ofrecía voluntariamente: lo agradable microondas. del clima, el camino recién pavi- mentado hacia su casa en la inva- sión, las lechugas y los repollos de temporada. tenía quince años, la misma edad bonita como Bogotá»). Lo que Al final no importaba que su que ella tenía cuando la vi por úl- seguía era la frase final, pero en carta fuera tan común y corrien- tima vez. su lugar escribí cómo fue huir te pues todas las respuestas que Encontré su domicilio en la de Colombia, cómo tomamos yo ansiaba ya estaban impresas agenda de Mamá, aunque no un avión, de Bogotá a Miami, en esa fotografía que ella dobló era un domicilio específico, solo después a Houston y finalmente por la mitad y metió entre los un montón de direcciones que a Los Ángeles, cómo recé para pliegues de su carta antes de en- Petrona le había dictado cuando que los oficiales de migración no salivar el sobre y cerrarlo, antes vivíamos en Bogotá: «Petrona nos detuvieran y no nos manda- de entregarlo al cartero, antes Sánchez en la invasión, entre las ran de vuelta, cómo no dejé de de que la carta viajara como lo calles 7 y 48. Kilómetro 56, la casa pensar en todo lo que habíamos hice yo, de Bogotá a Miami, a pasando el árbol de lilas». En perdido. Cuando llegamos a Los Houston, a Los Ángeles, antes nuestro apartamento, me encerré Ángeles hacía un sol imposible y de que llegara y trajera con ella en el baño y abrí la ducha, y es- todo olía a sal del mar. «El olor todo este desastre a la puerta de cribí la carta mientras el baño se de la sal me quemaba la nariz nuestra casa.

54 2 —¿Viste cómo está vestida, Chu- todo el tiempo que valía la pena, LA NIÑA PETRONA la? Tiene un corte de pelo de niño. porque sus ojos eran la fuente de Abrió los ojos como platos su poderío y sus pequeños pies la detrás de sus lentes. Los lentes prueba de su inocencia. a niña Petrona llegó a de Cassandra ocupaban gran La noche antes de que la niña nuestra casa cuando parte de su cara. Tenían armazón Petrona llegara, Mamá formó yo tenía siete años y mi color rosa, eran demasiado gran- tres montoncitos con sus cartas hermana Cassandra, des y le amplificaban los poros del tarot encima de la mesa del nueve. Petrona tenía de las mejillas. Mamá saludó a desayunador y preguntó: «¿Es Ltrece años y había cursado solo Petrona haciéndole señas con la confiable la niña Petrona?». Hizo hasta tercero de primaria. Apare- mano desde la puerta de entrada la pregunta de diferentes mane- ció con su maleta estropeada a la de la casa. Avanzó hacia el jardín, ras, imprimiéndole una diver- puerta de nuestra casa de tres pi- taconeando en los escalones de sidad de tonos hasta que sintió sos, con un vestido amarillo que piedra, con el cabello golpeteán- que había hecho la pregunta del le llegaba hasta los talones. Tenía dole la espalda. modo más claro; después sacó la el cabello corto y andaba con la La niña Petrona contempló a primera carta del montoncito de boca abierta. Mamá a medida que esta se iba en medio, la volteó y la puso de- El jardín se abrió entre noso- acercando. lante de ella. Era la de El Loco. Su tras como un abismo. Cassandra Mamá tenía una belleza natu- mano se detuvo en el aire al con- y yo miramos fijamente a la niña ral. Eso decía la gente. Hombres templar la carta que había voltea- Petrona por detrás de las dos co- desconocidos la detenían en la do al revés. La carta representaba lumnas de la izquierda de la casa calle para halagarla por la impre- a un hombre blanco sonriente y a que se elevaban desde la terraza sionante amplitud de sus cejas o medio paso, mirando pensativo y sostenían el alero del segundo el magnetismo de sus profundos al cielo; en una mano llevaba una piso. El segundo piso sobresalía ojos café. A Mamá no le gustaba rosa blanca y, encima del hom- como una parte dientona. Era sacrificarse por su belleza, pero to- bro, un hatillo dorado. Vestía ma- una casa típica de Bogotá, cons- das las mañanas se levantaba para llas, botas y un aprincesado traje truida para que se asemejara a aplicarse un grueso delineador con holanes. A sus pies saltaba las antiguas casas coloniales, negro en los ojos, y cada mes iba un perro blanco. El hombre no se blanca con ventanas amplias y al salón de belleza para que le hi- daba cuenta, pero estaba a punto herrería negra y un techo de ado- cieran un pedicure, argumentando de caer por un precipicio. be con tejas rojo azulado y en for- ma de medialuna. Formaba parte de una hilera de casas idénticas unidas una a otra por las paredes El nuestro era un reino de mujeres, laterales. Yo no entendí entonces por qué la niña Petrona veía la con Mamá a la cabeza, tratando casa del modo en que lo hacía, pero Cassandra y yo la miramos continuamente de encontrar una cuarta a ella boquiabiertas con el mismo tipo de asombro. La niña Petrona mujer como nosotras, o como ella, una vivía en una invasión. Había in- versión más joven de Mamá, humilde vasiones en cualquier colina alta de la ciudad, tierra del Gobierno y desesperada por salir de la pobreza, tomada por los desplazados y los pobres. Mamá también había cre- para quien Mamá pudiera corregir las cido en una invasión, pero no en Bogotá. injusticias que ella misma había sufrido. Desde detrás de la columna Cassandra preguntó:

55 Mamá recogió el montón de Señora está viendo visiones». Un bello encrespado y le faltaba un cartas, y barajándolas dijo: minuto más tarde, Mamá aven- diente frontal. Mamá decía que —Bueno, ya estamos adver- taba las pertenencias de Julieta a aún tenía la foto de esa mucha- tidas. la calle y jalando a la muchacha cha en nuestro álbum porque era —¿Le decimos a Papá? —le por el cuello de la blusa le dijo: parte de nuestra historia familiar. pregunté. Papá trabajaba en un «No vuelvas, Julieta, no te mo- Incluso las fotos de Papá como distante campo petrolero, en lestes en regresar», empujándola joven comunista estaban ahí para Sincelejo, y yo nunca sabía con hacia fuera y cerrando la puerta que cualquiera las viera. En ellas certeza cuándo tenía él previsto de golpe. Papá vestía pantalones acampa- visitarnos. Mamá decía que Papá Mamá contrataba niñas de- nados y gafas oscuras. Salía con se veía obligado a trabajar lejos pendiendo de la urgencia de su los dientes apretados y el puño porque no había empleos en Bo- situación. Buscaba a jóvenes em- en alto. Se veía sofisticado, pero gotá, pero todo lo que yo sabía pleadas de otras casas y les daba Mamá decía que no nos engañá- era que a veces le decíamos las nuestro número telefónico en ramos, porque en realidad Papá cosas a Papá y a veces no. caso de que conocieran a alguien andaba tan perdido como Adán Mamá se rió. que necesitara trabajo. Mamá de la Biblia en el Día de la Madre. —Da lo mismo. Cualquier conocía historias tristes de fami- El nuestro era un reino de muchacha que uno contrate en lias abatidas por la enfermedad, mujeres, con Mamá a la cabeza, esta ciudad va a tener vínculos el embarazo, desplazadas por la tratando continuamente de en- con ladrones. Nada más ve a Do- guerra, y, aunque solo podíamos contrar una cuarta mujer como lores, la de la cuadra de abajo, su ofrecerles cinco mil pesos al día, nosotras, o como ella, una ver- empleada era parte de una pan- lo suficiente para unas verduras sión más joven de Mamá, humil- dilla y le robaron la casa, imagí- y arroz en el mercado, muchas de y desesperada por salir de la nate: ni le dejaron microondas chicas se mostraban interesadas pobreza, para quien Mamá pu- —Mamá vio la preocupación en en conseguir el trabajo. Yo creo diera corregir las injusticias que mi cara. Su delineador le escurrió que Mamá contrataba a mucha- ella misma había sufrido. espesamente por el rabillo de los chas que le recordaran a sí mis- En la verja, Mamá extendió ojos, que se le arrugaron cuando ma en su juventud, pero nunca su mano firmemente hacia la sonrió. Me picó las costillas con resultaron ser como ella quería. niña Petrona. La niña Petrona era un dedo—. No seas tan seria. Una de las muchachas casi lenta así que Mamá le atenazó la Deja de preocuparte. se roba a Cassandra cuando era mano entre las suyas y se la mo- En el antejardín, Cassandra bebé. vió de arriba hacia abajo con rigi- dijo desde detrás de la columna: Mamá no sabía su nombre; dez. El brazo de la niña Petrona —Esta niña Petrona no va a solo que era estéril. Tal como nos onduló en el aire, suelto y libre durar ni un mes. Mírala, tiene el lo contó Mamá, la joven era «in- como una ola. «¿Cómo estás?», espíritu de un mosquito. fértil como la arena de una pla- dijo Mamá. Petrona apenas asin- Parpadeé y vi que era cierto. ya durante una sequía». Mucha tió y clavó la mirada en el piso. La niña Petrona retrocedió cuan- de la gente a la que conocíamos Cassandra tenía razón. Esta niña do Mamá abrió la reja. había sido secuestrada de forma no duraría un mes. Mamá puso Mamá siempre tuvo mala rutinaria: a manos de la guerri- su brazo alrededor de ella y la suerte con las empleadas. A la úl- lla, siendo retenida por azar y encaminó hacia el jardín, pero, tima, Julieta, la despidió porque, luego devuelta o desaparecida. en lugar de ir por los escalones cuando Mamá en mala hora en- La forma en que casi secuestran de piedra hacia la puerta princi- tró a la cocina, vio que de la boca a Cassandra tuvo un punto di- pal, giraron a la izquierda. Juntas de la niña colgaba un hilillo de vertido en lo que era una historia caminaron hacia las flores al final saliva y cuando esta levantó la demasiado común. En el álbum del jardín. Se detuvieron frente al vista la saliva salpicó adentro de familiar había una fotografía de árbol más cercano a la verja y en- la taza de café de Mamá. Cuando la chica estéril en cuestión. Veía tonces Mamá lo señaló y susurró. Mamá le pidió una explicación, hacia afuera desde el protector Lo llamábamos el borrache- la niña Julieta dijo: «A lo mejor la de plástico de la foto. Tenía el ca- ro. Papá se refería a él por su

56 nombre científico: Brugmansia ar- Quién sabe por qué Mamá que se expusieran por mucho borea alba, pero nadie entendía de decidió sembrar ese árbol en el tiempo al perfume del borrache- qué hablaba. Era un árbol alto de jardín. Quizá lo hiciera por ese ro, que bajaría hasta ellos y los ramas enrolladas, enormes flo- rasgo áspero y antipático que te- marearía un poco, les haría sen- res blancas y frutos café oscuro. nía, o quizá porque siempre decía tir que su cabeza se inflaba como Todo el árbol, incluso las hojas, que no se puede confiar en nadie. un globo, y tras un largo rato los estaba lleno de veneno. Una de En el antejardín Mamá le- haría querer acostarse en la acera sus mitades se inclinaba sobre vantó del suelo una flor blanca, para tomar una siesta. Nada de- nuestro jardín y la otra daba ha- le dobló el tallo y la aventó por masiado grave. cia la acera, soltando una esencia encima de la verja. La niña Petro- Una vez una niña de siete enmelada como un perfume caro na siguió el vuelo de la flor y sus años se comió una flor. y seductor. ojos se quedaron suspendidos —Supuestamente —dijo Mamá tocó una sedosa flor hasta que la vio caer en la acera Mamá—. ¿Pero saben qué les suelta mientras le susurraba a la del vecindario con su sombra de dije? Les dije que debían vigilar niña Petrona, quien veía a la flor las dos de la tarde. Enseguida la más cerca a su muchachita, ¿no? oscilar en su tallo. Supuse que niña Petrona se miró las manos Eviten que meta su sucia nariz en Mamá la estaba advirtiendo so- de las que colgaba su maleta. mi patio. bre el árbol, como lo había hecho Luego de plantar el borra- Durante años los vecinos ha- conmigo: no cortes sus flores, no chero, Mamá se rió como una bían pedido a la Junta Vecinal te sientes debajo de su sombra, bruja y se mordisqueó un lado que cortara el árbol de Mamá. no te quedes cerca de él mucho de su dedo índice. Después de todo, era el árbol cu- tiempo y lo más importante: que —¡La sorpresa que se lleva- yas flores y frutos se utilizaban los vecinos no se enteren de que rán todos los vecinos entremeti- en la burundanga y en la droga le tenemos miedo. dos cuando se paren a espiar! para dormir y violar. Al parecer, El borrachero ponía nervio- Mamá dijo que nada les ocu- el árbol tenía la capacidad excep- sos a nuestros vecinos. rriría a nuestros vecinos, a menos cional de apoderarse de la volun-

57 tad de la gente. Cassandra decía la verja y que daban a la acera ha- puerta de entrada. Yo hice lo mis- que la idea de los zombis venía bían sido cortadas una vez más y mo, pero mantuve la cabeza de de la burundanga. La burun- dejadas en el pasto alrededor del lado para mirar. Mamá tenía su danga era una bebida autóctona tronco como brazos descuartiza- brazo alrededor de la niña Petro- hecha con las semillas del borra- dos. A pesar de todo, el borrache- na y la niña Petrona veía al suelo. chero. Alguna vez se la habían ro florecía, persistentemente, con —Estas son mis hijas —dijo administrado a los sirvientes y sus provocativas flores blancas Mamá cuando se acercaron al a las esposas de los caciques de pendiendo como campanas y su patio de baldosas rojas. las tribus chibchas, con el propó- embriagante fragancia dispersa- La niña Petrona hizo una sito de enterrarlos vivos junto al da cada tarde en el aire. reverencia, juntando sus largas cacique muerto. La burundanga Mamá se había convencido sandalias y abriendo sus rodillas volvía torpes y obedientes a los de que detrás de los atentados a cada lado, estirando su falda sirvientes y a las esposas, quie- estaba la Soltera. Le decíamos como si fuera una carpa. Era raro nes se sentaban a esperar en una así porque tenía cuarenta años ver a una chica seis años mayor esquina de la tumba voluntaria- y seguía soltera y aún vivía con que yo hacer una reverencia. mente, mientras la tribu sellaba su anciana madre. La Soltera vi- Cassandra y yo nos quedamos la salida y los dejaban con comi- vía a un costado de nuestra casa escondidas tras las columnas, la da y agua, que hubiera sido un y siempre la veía en su jardín miramos y no dijimos nada. Ella pecado tocar (ya que su consumo deambulando en círculos, con nos lanzó una mirada, con sus estaba reservado para el cacique los párpados coloreados en un ojos de un color café luminoso, en el más allá). Mucha gente la intenso color púrpura y envuelta casi amarillo. Luego se aclaró la usaba en Bogotá: los delincuen- en un olor de café viejo y de ciga- garganta, con el vestido amarillo tes, las prostitutas, los violado- rrillo mentolado. Muchas veces hasta los tobillos y su gastada res. La mayoría de las víctimas pegué mi oreja a la pared conti- maleta en la mano. reportadas como drogadas con gua a la de la Soltera para saber —Son tímidas —dijo Ma- burundanga se despertaban sin qué hacía durante el día, pero lo má—. Ya se acostumbrarán. recordar que habían colaborado que casi siempre oía eran discu- Caminaron juntas hacia el in- en el saqueo de sus apartamen- siones y el ruido de la televisión terior de la casa, la voz de Mamá tos y de sus cuentas bancarias, que habían dejado prendida. se iba desvaneciendo lentamen- que habían abierto sus billeteras Mamá decía que la Soltera era te, como un tren que va de sali- y entregado todo, pero eso era el único tipo de mujer con sufi- da, diciendo: «Por aquí, ven y te justo lo que habían hecho. ciente tiempo libre como para ir a muestro tu cuarto». No obstante, Mamá se pre- atacar un árbol ajeno. Así que, en Cassandra y yo siempre nos sentó ante la Junta Vecinal con represalia, cuando Mamá barría sentíamos extrañas cuando una un montón de documentos de nuestro patio de baldosas rojas, nueva niña llegaba a la casa, así investigaciones, con un horticul- escobaba la basura a los lados de que nos quedamos en la habita- tor y un abogado, y como la fruta los grandes maceteros de cerámi- ción de Mamá y vimos telenove- del borrachero era algo en que ca y los pinos, hacia el patio de las mexicanas de cabo a rabo, y los expertos tenían poco interés, la Soltera. después Singin’ in the Rain con y porque el pequeño monto de En el fondo del jardín, Cas- subtítulos en el canal en inglés. investigaciones no acordaba en sandra dijo: La película fue interrumpida definir a las semillas como ve- —Rápido, Chula, antes de dos veces en el lapso de una hora nenosas o ni siquiera como una que te vean. por un avance noticioso. Estába- droga, la Junta decidió que no se Cassandra arrastró los pies mos acostumbradas, pero aun así cortara. y deslizó las manos en la direc- nos quejamos. Me estiré la cara Hubo muchos intentos de da- ción de las manecillas del reloj con los dedos y bajé la cabeza ñar nuestro borrachero. De mes alrededor de la columna para se- mientras el locutor comentaba el en mes nos despertábamos para guir escondida mientras Mamá misterioso montón de acrónimos ver afuera de nuestras ventanas y la niña Petrona se acercaban a que parecían estar siempre al al- que las ramas que colgaban hacia los escalones de piedra hacia la cance de la mano —FARC, ELN,

58 DAS, AUC, ONU INL—. Habla- los policías billetes de veinte mil ba sobre las cosas que los acró- pesos. A la policía colombiana se nimos se hacían entre sí, pero a la corrompía fácilmente. Al igual veces mencionaba un nombre. que a los oficiales en las notarías Un nombre simple. Nombre, y en la corte, a quienes Mamá apellido. Pablo Escobar. En aquel siempre pagaba para que se le confuso montón de acrónimos, el abriera paso en las filas y que a simple nombre era como un pez sus diligencias se les diera un lu- saliendo del agua, algo a lo que gar preferencial. Cassandra man- yo podía agarrarme y recordar. tuvo la nariz frente a la televisión Más tarde, nuestra pelícu- y habló como Lina Lamont, la la empezó de nuevo. Volvieron hermosa actriz rubia condenada las canciones, los impermeables por su horrible voz nasal. Decía: amarillos, las sonrosadas caras «Y no pueyo sopoltalo», y nos blancas. Estados Unidos parecía reímos. Lo dijo una y otra vez un lugar limpio y placentero. La hasta que quedamos temblando lluvia pulía la calle chapoteada de risa y caímos rendidas. y los policías eran caballerosos y tenían principios. Era impactante (Traducción del inglés a cargo verlo. Mamá siempre se desha- de Guillermo Sánchez Arreola. cía de las multas coqueteando, Editorial Impedimenta, Madrid, suplicando, y deslizándoles a España, 2019)

Ingrid Rojas Contreras nació y creció en Bogotá, Colombia. Es hija de un intelectual excomunista y una clarividente, descendiente de todo un linaje de adivinos. Ella y su familia emigraron cuando era niña a Estados Unidos debido a la situación de violencia en su país natal. Estudió en el Columbia College Chicago, y sus relatos y ensayos han aparecido en revistas y plataformas de la talla de The New York Times Magazine, Los Angeles Review of Books, Guernica y Electric Literature. En 2015 ganó el Premio Mary Tanenbaum de no ficción, y en 2016 la Missouri Review le otorgó el Miller Audio Prize en la categoría de prosa. La publicación de La fruta del borrachero, su primera novela, no solo Ingrid Rojas Contreras le ha valido un enorme reconocimiento por parte de la crítica (Bogotá, Colombia) y fama internacional, sino que la ha convertido en una de las grandes promesas de la nueva narrativa latinoamericana escrita en inglés. Actualmente es profesora de ficción en la Universidad de San Francisco y también trabaja con estudiantes de instituto inmigrantes como parte de una iniciativa de la San Francisco Arts Commission. Asimismo, es miembro de la Fundación Macondo y colabora habitualmente como columnista de radio.

(Tomado de: http://impedimenta.es/media/blogs/libros/ capitulosPDF/Primeras%20paginas%20LA%20FRUTA%20 DEL%20BORRACHERO.pdf)

59 Roma: en busca de la gran belleza

Miguel Molina Díaz

«Nos anuncia el reino de la vida, el sueño de otra vida, más intensa y más libre»

Jaime Gil de Biedma, Himno a la Juventud

oda crónica sobre Roma es, en realidad, una película. Fui a Roma con la esperanza de convertirme en Marcello Mas- troianni y conquistar Vía Veneto. Fui a Roma para subir a un helicóptero y llevar el monumento de piedra de un Cristo gigante y ver, desde las alturas, las azoteas en donde las mu- Tchachas toman en bikini el sol. Fui a Roma para entrar a la Fontana Di Trevi en compañía de Anita Ekberg. Y fui, además, para triunfar, ya sea como periodista cultural o como protagonista de una película. Es decir, fui a Roma siendo un completo imbécil. Deben saber que al llegar descubrí algo fundamental: nadie va a Roma por primera vez. Tal vez eso es así porque se trata de una ciudad cuyo nombre carga una nostalgia profunda. Es un ímpetu nostálgico que nos pertenece a todos. Un anhelo por el esplendor de un sueño y por un ideal de juventud. Como el anhelo de Jep Gambardella, el prota- gonista de La gran belleza (2013), una obra maestra de Paolo Sorrentino que hace a La dolce vita (1960) de Federico Fellini el gran homenaje que merece. Todo escrito apócrifo sobre Roma es, en realidad, un relato sobre la edad. ¿Qué es, entonces, lo que me une a Jep Gambardella y al Marcello de La dolce vita? Esa es la otra razón que me llevó a Roma como un pere- grino o un loco. Voy años escribiendo un cuento basado en La dolce vita de Fellini y fui a Roma con la intención de descubrir su final. Es decir, fui a Roma creyendo que allí podría cruzar, como los cineastas del neo- rrealismo italiano, la frontera entre la realidad y la ficción. Y es que toda crónica que incluya menciones a películas de Roma es, en realidad, una carta de amor desesperada. La gran belleza narra la cotidianidad de Gambardela (el actor es Toni Servillo), un periodista de

60 crónica

65 años convertido en lo que En- de ceremonias de toda fiesta, quería ser poeta, pero en el fondo rique Vila Matas definiría como convirtiéndose en un ser espec- quería ser poema». Esa es la ló- un Bartleby o un escritor del No. tral cuya jornada termina al ama- gica detrás de esta historia. Creo Lo que sucede es que todo necer. Recuerda en sus diálogos, que fui a Roma por equivocación: sueño que implique la conquis- constantemente, que Flaubert tenía la ilusa creencia de que allí ta de Roma es, a todas luces, un quería escribir una novela sobre me convertiría, ya se los dije, en cuento fallido. Por eso entiendo la nada. Gambardella, creía que Marcello Mastroianni, aunque en profundamente a Gambardella. quería ser escritor, pero en reali- realidad quería ser película. Margarite Duras decía que: «Es- dad quería ser una novela sobre Viajar por el viejo continente, cribir también es no hablar. Es la nada. con poco presupuesto, implica callarse». Gambardella de joven Toda narración cuyo escena- una dieta de barritas energéticas, (cuando era o se parecía a Marce- rio son las calles de Roma es, tén- una mochila con lo básico y bara- lo Mastroianni) escribió una no- ganlo muy claro, una reseña de tos albergues de jóvenes. Aquel vela que tuvo cierto éxito. Desde cine. Jaime Gil de Biedma, al ex- en el que me hospede no era, a entonces, no ha vuelto a escribir plicar las razones de su actividad diferencia de Roma, ni viejo, ni y ha gastado su juventud gozan- poética, dijo que todo se trató de bello, ni mucho menos conmo- do cada noche como el maestro una equivocación: «Yo creía que vedor. Esta clase de lugares son

61 muy extraños porque si bien gráfico. La segunda, una película pueden ser instalaciones nuevas, que ha sido un suceso inmenso son centros de hacinamiento. Por de nuestro tiempo. lo general, lugares mal tenidos. ¿Alguna vez se han pregun- Lo único bueno son los jóvenes tado qué pasaría si alguien le mochileros de todo el mundo arrebatara al Marcello de La dolce que los visitan. vita toda su juventud? Pues, el di- Y este era un viaje que, de rector Sorrentino sí. Gambardella uno u otro modo, estaba atrave- es, de cierto modo, lo que sería sado por un ideal mochilero. Por Marcelo a sus 65 años. Es decir, eso debo decir que todo recorri- Gambardella es la respuesta ave- do por Roma es, en realidad, una jentada a todo lo que yo quise novela cuyo argumento es la ju- ser cuando decidí viajar a Roma ventud, a pesar de que Europa y conquistar el mundo mundano. es vieja y Roma es viejísima. Co- Recuerdo mi primer día en mencé mi recorrido por los Foros Roma. Al caer la noche supe que Imperiales, los jardines del Pala- debía ir, inevitablemente, a Vía tino y el Coliseo. Vi e hice todo lo Veneto. Al llegar encontré una que se puede ver y hacer en tres avenida con restaurantes de lujo días de visita a cualquier ciudad que estaban por cerrar y muy legendaria. Lo que aquí preten- pocos transeúntes. Fue la pri- do contarles no es un recorrido mera gran desilusión del viaje turístico. Quiero hablarles de lo porque, si Vía Veneto no era ya esencial porque, en este punto ya la de La dolce vita, ¿cómo podía deben saberlo, un viaje siempre triunfar en ella? Y, lo más impor- es una búsqueda. tante: ¿cómo podía convertirme Mi pasión por Roma tiene en Marcello Mastroianni? Pro- mucho que ver con el cine. Más bablemente, el hecho de que fue bien, mucho que ver con el neo- lunes de invierno (o eso quiero rrealismo italiano, específica- pensar yo) contribuyó a la deso- mente con La dolce vita y, conse- lación de esa calle. Sin embargo, cuentemente, con La gran belleza. el ambiente es muy distinto al La primera, un clásico cinemato- que yo esperaba. Es mucho más comercial y turístico que cultural y bohemio. Voy años escribiendo un cuento Esa Vía Veneto de mis sue- ños, sin embargo, existe. Solo basado en La dolce vita de Fellini y fui que su lugar es la ficción y, espe- cíficamente, es la película de So- a Roma con la intención de descubrir rrentino. En La gran belleza Gam- bordella es el centro de la fiesta su final. Es decir, fui a Roma creyendo romana. Un periodista, repito, de 65 años, que vive como dandi y que allí podría cruzar, como los carga una nostalgia de románti- co empedernido. El espectáculo cineastas del neorrealismo italiano, la es decadente, la suya es una ju- ventud degradada y desolada. frontera entre la realidad y la ficción. ¿Recuerdan que hace un rato les hablé de una carta de amor desesperada? Gambordella, en

62 el ocaso de su existencia, sigue cada vez más lejos del punto de decer hasta que un ave grande y enamorado de su gran amor de partida. hermosa se posó junto mi mesa. juventud. Todo monólogo sobre Roma Deben saber que toda crónica Toda indagación sobre Roma es, inevitablemente, un exorcis- sobre Roma, misteriosamente, es es, sobre todo, un pergamino mo o un castillo en ruinas. Re- el remake o intenta ser el remake de confesiones patibularias. No cuerdo que después de salir del de una gran película. Mi encuen- puedo ser Marcello Mastroianni. Vaticano caminé por la Vía de la tro con aquella ave es particular- Lo intenté por años, sí. Fui redac- Conciliazione y entré al Museo mente significativo porque en La tor cultural en un gran periódico, de San Ángelo. Se trata del an- gran belleza, la Santa (una vieja, no me compré un terno negro como tiguo mausoleo de Adriano, el la joven niña de Fellini) es acom- los que usaba él y vi películas has- emperador que gobernó durante pañada por hermosas aves mien- ta pulverizarme los ojos. Pero no la radiante juventud del imperio. tras observaba el amanecer sobre podía ser Marcello Mastroianni Los restos de los emperadores Roma. Y es que toda crónica es, porque me parecía más a Jep Gam- emblemáticos eran quemados como los antiguos mausoleos de bordella. en una pira y en esa ceremonia los emperadores romanos, una Es decir, toda rememoración ascendían a los cielos no como conexión entre los habitantes de que suceda en Roma es, en rea- hombres sino como dioses. Esa la realidad y el mundo del Dios lidad, un eufemismo. Tampoco era la apoteosis: la transfigura- del lenguaje. Dicen que Roma, la puedo ser Gambordella porque ción de sus cuerpos humanos eterna, era el sueño más hermoso para llegar a su edad me faltan en seres inmortales que velarían y más sublime de los hombres y algo más de cuatro décadas, aun- por Roma desde el panteón de los dioses. Y todo sueño, como que siempre he aparentado mu- las divinidades. En la terraza del ven, intenta ser una crónica de- cha más edad de la que tengo. Ese castillo, en el que hace siglos los seada de los días. contraste entre lo viejo y lo joven hombres se hacían eternidad, me en Roma es una revelación lumi- senté a descansar y a ver el atar- Barcelona, febrero de 2014. nosa y terrible. Lo viejo no pierde la capacidad de ilusionar y eso hace que la ciudad conserve, pese a su edad, su encanto juvenil. Del mismo modo como sucede con Gambordella o como piensa Gambordella sucede con él. Abogado, periodista y escritor. Ah, Gambordella… Yo tam- Estudió el máster de Escritura bién soy un romántico empe- Creativa en la Universidad dernido. Sigo enamorado de de Nueva York. Entre otros las mujeres que hace años me medios, ha trabajado para La dijeron que no, sigo cumplien- Hora, El Comercio, La República, do los ritos de la sociedad del Mundo Diners. En 2017 espectáculo, asumiendo las po- publicó su poemario Postales ses, buscando ser el centro de la y ha publicado cuentos en fiesta. Peregriné a la Fontana di antologías. Cuaderno de la lluvia Trevi, sin saber que allí no en- es su libro de no-ficción sobre contraría a Anita Ekberg sino Miguel Molina Díaz viajes y desplazamientos; solo soledad. Tengo, como Gam- Quito, 1992 fue publicado para descarga bordella, terror al paso del tiem- gratuita en la cuarentena por la po, a no escribir una novela so- pandemia en 2020. bre la nada, a descubrir que las mujeres que amé con los años serán viejas, tanto como yo, y no tendrá sentido soñar aventuras

63 La llave* Liliana Heker

lla entró en la casa (la puerta de calle estaba abierta, como siempre), encendió la luz y comenzó a subir las escaleras. Venía pensando que lo que necesitaba era dormir (ella iba a meterse en la cama e iba a dormir por lo menos quinientos años). También venía pensando qué cosa bárbara era tener un Edepartamento. Pero eso lo pensaba todas las noches desde hacía cinco meses: desde que había dejado la pensión. Eran las cuatro menos veinte de la madrugada. Acabó de subir los dos pisos. La luz se apagó y ella volvió a encen- derla. Atravesó el pasillo y se detuvo en la puerta C. Abrió la cartera para sacar la llave: no la encontró. Se revisó los bolsillos del tapado y otra vez buscó en la cartera: la llave no aparecía. Ella estaba a punto de preocuparse pero entonces volvió a recordar que esa mañana se había despertado pensando magnolia azul (a veces le pasaba: frases que se le venían de golpe, como pantallazos, el caba- llo se me va de las venas, zapatito platónico, magnolia azul) y haberse despertado así era un buen augurio porque es sabido (ella sabía) que cuando un día empieza bien sigue bien hasta el final, seguro, como la

* Originalmente publicado en la revista El escarabajo de oro, Núm. 44 (enero/febrero de 1972); Las peras del mal, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.

64 cuento

vez que la había despertado el lío Se rió: era tan increíble que ese con la policía, ella se mataba ella siempre supiera lo que hay de risa, esta es una casa decente, que hacer para conmoverlo a qué se creen, chillaba la dueña de Nacho. Hablarle de ella y de su la pensión, y esa misma noche, hermana Úrsula cuando eran en el café del Carmen, ella lo co- chicas, y de su madre, tan belga Ella empezó noció a Nacho y él le escribió el y alta y verdulera si él la viera; poema, algún día la iba a conocer: irían a revolver las los dos a Nueve de Julio, ¿ves?, monedas; muchacha de los ojos azules éste es él: él estudia Medicina y como el tiempo hace versos. No, bárbara, escri- las tomaba a ¿qué pájaros, qué hm... hm te tor, decía él. Escritor, decía ella. fueron a buscar? Y que cuando ella y Úrsula esta- puñados y las Tarira tararira tararira y tremendo, ban aburridas nada de juguetes, hoy declino mi noche por tu ah no: su mamá sacudía el dedo iba dejando pelo solar. belga y las ponía a las dos a pelar arvejas. En la parte de las arvejas caer de a pocas, Además, con lo llena de mo- él siempre se reía. Esa vez le ha- nedas que tenía ella la cartera, bía tocado el pelo: mi pobre y pa- fijándose bien. era más bien natural que no en- tética muchachita, había dicho. Y contrara la llave enseguida, ¿no?; le compró la alcancía. Una escena la noche anterior ya le había pa- Ella dejó de revolver las mo- sado, y la otra también; desde nedas, así nunca iba a encontrar bastante triste, que había roto la alcancía le ve- la llave. Se levantó y encendió nía pasando. Era natural. la luz. La prolijidad ante todo, en realidad; la Ella empezó a revolver las hija mía. Perejil tapioca. Volvió a monedas; las tomaba a puñados sentarse en la escalera y empezó alcancía había y las iba dejando caer de a po- a sacar las monedas una por una cas, fijándose bien. Una escena y a acomodarlas en prolijas pili- hecho cranch y bastante triste, en realidad; la al- tas. Nada del otro mundo, por lo cancía había hecho cranch y los menos las primeras: puras mo- los fragmentos fragmentos rodaron por el piso y nedas de un peso, para el alqui- se mezclaron con las monedas; lo ler más bien no le iba a alcanzar, rodaron por de ahora bien podía ser un casti- ¿verdad? Él, muy patético, muy go. No. ¿Acaso ella hubiera roto golpearse la frente con los puños el piso y se la alcancía de haber encontrado hacía dos meses pero, ¿acaso no mezclaron con otra solución? Por supuesto que se daba cuenta él de que ella no no, con el trabajo que le había podía seguir pagando el depar- las monedas; lo costado que Nacho se la regalara. tamento, sola? Naturalmente él Seguro que la llave estaba abajo se daba cuenta pero qué iba a ha- de ahora bien de todo, siempre ocurría. Revol- cer, ¿acaso lo que estaba muerto vió bien. Que era estúpido, decía podía resucitarse por el alquiler podía ser un él al principio, que en los últimos de un departamento? Ella no tiempos ella no tenía más que ca- sabía si podía resucitarse ni qué castigo. prichos estúpidos, muñequitos y diablos era lo que estaba muerto, alcancías y todas esas pavadas. ella sólo sabía que a la pensión Y que estaba harto. Pero al final, no quería volver: él seguramen- bien que ella lo había convenci- te recordaría que ella odiaba la do. Encendió la luz y se sentó en pensión. Claro que él lo recorda- la escalera. ba; ¿acaso cuando ella le habló

65 del departamento, no le había di- vez?; meses, años que no habían dudablemente, todas las cosas le cho él mismo que lo alquilara sin sido tan felices, hasta una bote- salían redondas hoy: iba a encon- problemas, que él iba a pagar la lla de champagne habían com- trar la llave. Pero dónde. Volvió mitad? Ella sacó una moneda de prado, ¿se acordaba él? Sí, él se a fijarse. No: la cartera ya estaba cinco centavos: suerte. La próxi- acordaba: del champagne y de descartada; los bolsillos también. ma era la llave. No era la llave. los saltos de alegría que ella ha- Trató de hacer memoria; sí, esta- Pero él le había dicho también, bía dado y de tantas otras cosas, ba segura: la llave no había que- si es que ella no recordaba mal, oh, ella ni se imaginaba cómo él dado adentro. Lo recordaba muy que únicamente por ahora vivi- la había amado, él sufría tanto bien porque esa mañana, al salir, ría sola en el departamento, que al decirle esto, ¿ella no se daba había tenido que hacer mil mala- dentro de poco, cuando él acaba- cuenta?, ¿no tenía sensibilidad barismos con el frasquito en una ra de resolver una serie mano y las planillas en la de conflictos internos (no, otra, para cerrar la puer- sin ánimo de ofenderla ta con llave sin que se le él tenía que decirle que cayera el frasquito. Y en ella nunca podría enten- Y que cuando ella y Úrsula el ómnibus tampoco la der qué conflictos), él se había perdido porque no vendría a vivir con ella; y estaban aburridas nada de abrió la cartera: los cator- que se casarían. Sí, cierto juguetes, ah no: su mamá ce pesos los había prepa- que él lo había dicho, y rado antes de salir, cosa él lo pensaba realmente sacudía el dedo belga y de no tener líos después, cuando lo dijo; ¿qué se con el frasquito. Una risa. creía ella?: ¿que él era un las ponía a las dos a pelar Ella recordó que había farsante?; ¿acaso no había pensado que era una risa. aprendido a conocerlo en arvejas. En la parte de las Para qué lo cuidaba tanto todos estos años? (La luz si al final no había niñito se apagó pero ella estaba arvejas él siempre se reía. adentro. Oh, naturalmen- un poco aburrida de en- te ella no había creído que cenderla cada vez, total Esa vez le había tocado el las cosas iban a terminar la llave se iba a notar lo en un frasquito hacía un mismo en la oscuridad). pelo: mi pobre y patética mes, si no, no iba a ser tan Sólo que después él había tonta de llamarlo a Nacho pensado y pensado. Oh, muchachita, había dicho. Y y decirle que lo tenía que en ella naturalmente, y en ver urgente. Parecía tan él mismo, y en todos estos le compró la alcancía. fácil; él había venido al años, ella ni se imaginaba café y todo. Ella estaba cuánto se sufre pensando segura de que las cosas se así, le había dolido el iban a arreglar enseguida, alma de tan al fondo que en cuanto él le mirara los había llegado, podía creerlo ella, ella? Él hundía la cabeza entre ojos, ¿se daba cuenta Nacho qué y había cosas que ella nunca las manos y sufría horrores pero, contratiempo justo ahora? podría entenderlo. Cierto, ella ¿acaso lo que estaba muerto po- No, no podía ser. quizá nunca podría entenderlo, día resucitarse por el alquiler de Sí, ella estaba segura que sí. ella reconocía que era un poco un departamento? Y él estaba seguro que no. estúpida (sacó una moneda que Ella acomodó la última mo- Ella juró que no mentía. Sin- debía ser de diez pesos; ya que- neda sobre la última pilita. Se le- tió que en esa parte él la iba a daban pocas), ella sólo se acor- vantó y encendió la luz. Volvió a mirar, muchacha de los. Con tus daba del primer día que entraron mirar adentro de la cartera; sacó mismos ojos azules, había dicho al departamento; ¿se acordaba él un boleto ajado: si era capicúa él una tarde, se rió, y con mi ge- de lo felices que habían sido esa iba a encontrar la llave. 38383. In- nio, claro. Él le iba a escribir poe-

66 mas como; ella ya no se acordaba y la salvaba. Dos veces, entero, como quién. Ahora otra vez lo el cuento de Hansel y Gretel. O iba a decir. La miraba a los ojos recitar poemas. Muy cerca de mi y lo decía. ¿Acaso lo que estaba ocaso yo te bendigo, vida, porque muerto no podía resucitarse? nunca me diste ni esperanza falli- Pero él había seguido mirándose da. Y todo para qué si el cerdito se las uñas con su cara de siempre y cuidaba. Niños non. Seguro que sólo dijo que mejor discutir me- la llave había quedado en el hotel, nos y asegurarse más: lo antes cuando se cayeron las monedas. posible. Que cuanto más tiempo Ahora recordaba perfectamente la cosa se pone más delicada, él pero no. No era eso, no. Era cómo no tenía que recordárselo jus- se las arreglaba para sacárselo de Ella revisó los tamente a ella, ¿no? No, ella se encima. Cada día más pegajoso. acordaba bastante bien, si a él le Ella se rió: mañana se presentaba muebles y parecía; pero también se acorda- en su despacho. Señor Núñez (de- ba de que mejor esperar un poco, cía), tengo que comunicarle que después el lo había leído en una revista: No nuestro romance ha terminado: se desilusione aún, señora: ¿no ya entregué el frasquito. Ja ja, en- piso. El hombre sucederá que su análisis es pre- tonces él le contestará con mucha maturo?, él había sonreído con cortesía: Bien señorita, queda des- también revisó. un costado de la boca. Ella miró pedida. Lo único que le faltaba a una vez más, y cerró definitiva- ella. No, la llave no podía haber Una risa, al mente la cartera. quedado en el hotel. Núñez la hu- Suerte que era de las que se biera visto, era tan prolijo. final ella se tuercen pero nunca se rompen y Ella decidió que había que la noche misma del café, nomás proceder con orden. Dentro del pasaba la se dio cuenta de que Nacho nun- departamento ya se había visto ca le iba a creer, se le ocurrió lo que no, y el ómnibus también vida gateando de Núñez. Sorpresa que se había estaba descartado. Cuando bajó llevado el gordito, jefecito lindo, tampoco. Nacho la estaba espe- con hombres, miau miau. Tres años seguidos rando. Ella lo había conocido mirándole las piernas. Y peor desde lejos, parado en la esquina, lindos vicios desde que supo lo de Nacho, y se preguntaba para qué diablos así que se peleó con su novio, había insistido tanto en acompa- tenía, eh. Pero grandísimo cerdo, no lo podía ñarla, eran tan sádicos los hom- creer. Ella al principio tampoco, bres. Después habían caminado la llave no la verdad. Pero la cuestión era por Florida hasta la Franco y ahí estaba. recordar dónde había dejado la tampoco había podido perder la llave, no llorar sobre la leche de- llave. A ella le daba una risa bár- rramada, puaj, y además (ella te- bara, se acordó: ir con él y con el nía que reconocerlo) después de frasquito. La familia tipo, había la primera noche la cosa estaba pensado; no, faltaba el otro, el resultando más fácil. Naranjos. primogénito. Se lo dijo a Nacho La clave era pensar en algo. Un pero a él no pareció hacerle mu- jardín con margaritas. Y naran- cha gracia. Después del frasquito jos, no sabía por qué, muchos habían entrado a un café pero ahí naranjos. Una vez, ella vestida no había abierto la cartera por- de tirolesa, con trenzas; otra vez que pagó Nacho. la raptaban los bandidos: al final Sí, la había abierto para sacar venía Nacho, que robó un auto, el pañuelo. Lagrimitas no, había

67 dicho Nacho y dejó la plata sobre Había tomado café, eso sí, pero cuando salió de la oficina? la mesa y se fue. Pero el pañuelo pagó Luis, él también estaba de —Fue al correo a mandarle es una cosa blanda y ella hubiera lo más caballero desde que supo una carta a su madre. oído el ruido de la llave, al caer. lo de Nacho. Todos la amaban a —¿Le escribía la acusada con Después venía la oficina. ¿Se ella, qué maravilla. Así que hasta frecuencia? había peinado ella en la oficina? que salió de la oficina, a las sie- —En los últimos tiempos, sí. Naturalmente se había peinado. te y media, no había perdido la —¿Por qué, señor Fiscal? ¿Se había arreglado la cara? Se llave. La acusada no lo sabía en rea- la había arreglado. Pero mone- ¿Qué había hecho ella lidad porque plata la madre no le das no sacó, de eso estaba segura cuando salió de la oficina? mandaba y lo único que hacía era porque almorzar más bien hacía Bárbaro, esto ya parecía una felicitarla por su decisión tan in- días que no, en fin, estar flaca le novela policial. Señor Fiscal (¿o teligente de dejarlo al Nacho ese, quedaba precioso, había dicho era señor Abogado Defensor?), que los artistas, a la madre, nun- Luis, le daba un aire de heroína. señor Fiscal: ¿qué hizo la acusada ca le habían gustado y algo mejor

68 La pensión es hermosa. Buenos viaje en ómnibus. Viejo estúpido, Aires es hermosa y no pienso para qué había tenido ella que volver nunca más. No. Al fin de contarle lo de la alcancía. No, lo cuentas cuando dejara el depar- de la alcancía se lo había conta- tamento no tenía por qué volver do después, en el hotel. Y ahora a la misma pensión y siempre era sí estaba segura: no había sido mejor que las gallinas. Menos en el café había sido en el hotel mal que a su madre ni se le ocu- donde ella perdió la llave. Por- rría decirle que volviera, pura que al ratito nomás que entraron, felicitación y nada más. Así que Núñez había levantado la cartera en el correo no había perdido la y había dicho qué pesada, enton- llave porque si bien había hecho ces ella le contó la historia de la la cola para el franqueo, estampi- alcancía. Desde el principio, des- llas no llegó a comprar. De puro de la primera vez que la vio en contenta (se acordó) había roto la la vidriera, todo por distraerlo carta en pedacitos y había cami- un poco, que con sus lindos in- nado como mil cuadras sin dar- ventos de las últimas veces para se cuenta. No, sí se había dado hacerle perder la cabeza, él se es- cuenta, pero recién en Parque taba volviendo cada noche más Centenario porque miró el reloj y audaz, a ver si justo ahora se ya era casi la hora de ir a Pater- descuidaba, ahora que el frasqui- nal a encontrarse con Núñez, los to ya estaba bien guardado en la lugares que se le ocurrían a este Franco Inglesa y 10 que pase de caballero para sus citas de amor, ahora en adelante, señora, había se acordó que había pensado, no dicho Nacho (medio en broma, lo vaya a pescar la señora miau, claro), eso corre por su cuenta y y entonces decidió seguir cami- riesgo. Lindo, sí, un nene pareci- nando, que catorce pesos son ca- do a Núñez, peladito y barrigón; torce pesos y el ahorro, hija mía, ella decidió que lo iba a ahorcar es la base de la fortuna. Y era apenas naciera y dijo que enton- una risa porque antes de entrar ces, cuando no le quedaba más al café de Paternal justo pasaba plata, se había armado de coraje un tren y ella volvió a pensar y rompió la alcancía. Núñez se fortuna, ya que los trenes, a ella, había reído, alcancía, qué gra- siempre le traían suerte, desde cioso, había abierto la cartera y chica; a ver si ahora entraba y se revolvía adentro, muerto de risa, se merecía su hija, pero de plata encontraba una fortuna. Se fijó la daba vuelta y ella gritaba no, ni una palabra y pedírsela direc- bien pero no, y para colmo (eso las moneditas no, pero las mone- tamente ella sabía que era impo- lo había pensado después) ella das igual rodaron por el suelo y sible porque entonces la madre tenía que. ¡Claro! Cómo no se le por debajo de la cama, y los dos le iba a escribir que volviera, qué había ocurrido antes. La llave la a gatas, con lo feo que quedaba humillación para ella, después había dejado en el café. Ahora lo Núñez a gatas, magnolia aza- de seis años volver agachando recordaba perfectamente porque franada había pensado ella y se la cabeza y aguantar sus aires de antes de que se fueran, Núñez, acordó que esa mañana se había belga venida a menos que ahora que no tenía cambio para la pro- despertado pensando magnolia le da de comer a las gallinas pero pina, había dicho, a ver vos que azul, eso estaba mal, se había di- antes. Era lindo, sí, darles de co- tenés tantas moneditas. Entonces cho, era como si las cosas se es- mer. Pero limpiar el gallinero no ella había sacado cinco monedas tuvieran volviendo menos lindas era nada lindo, no. Para eso era de un peso y había pensado para y no podía ser, magnolia verde, preferible volver a la pensión. colmo esto, casi la mitad de un pensó, magnolia roja, pero nada

69 sonaba tan alegre como magno- viejo a estas horas? A lo mejor las puertas se parecían. Esta. lia azul. Magnolia azul, azul. Y se le había muerto alguien. Una Ella señaló una habitación con él que seguía gateando para que nieta. El viejo la miraba a ella que el dedo. El hombre abrió, estaba no se perdiera ninguna, viejo ta- tenía la misma edad de su que- desocupada, menos mal. caño, pero la llave seguro que no rida nietecita y era tan rubia, así Ella revisó los muebles y la vio. de rubia era ella: al viejo le caían después el piso. El hombre tam- Ella volvió a encender la luz gruesas lágrimas; después, an- bién revisó. Una risa, al final y se fijó la hora: eran las cuatro y tes de bajar, le regalaba diez mil ella se pasaba la vida gateando veinticinco. Volvió a sentarse. Y pesos. No. El viejo seguía dando con hombres, lindos vicios te- bien, ¿qué iba a hacer ahora que cabezadas; estaba dormido aho- nía, eh. Pero la llave no estaba. ya sabía con seguridad dónde es- ra. Ella también tenía sueño, aca- Ella salió. Ahora sólo le queda- taba la llave? Naturalmente no se baba de darse cuenta. Subió otro ba el café. El primer pálpito era iba a quedar toda la vida ahí, es- hombre, cara de noctámbulo, el que vale y ya que se estaba perando que la puerta se abriera vida insalubre. Qué plato, ¿no?, en el baile se bailaba, ¿no? Tres sola. Sésamo, ábrete. Ella miró la si cuando llegaba al hotel y veía cuadras, no era para tanto; una puerta y se rió. Por supuesto; ella la cama se quedaba dormida. noche bien emocionante al fin de no era tan tonta como para creer Después, a la mañana, no la de- cuentas. Para recordarla cuando en esas fantasías. Se puso de pie: jaban salir: No, señorita: de aquí una era vieja y contársela a los acababa de tomar una decisión. no puede salir si no es acompa- nietos. Ah, sí. Lindas historias Al toro había que agarrarlo por ñada. Pero, señor, si yo vine sola. les iba a contar ella a los nietos, las astas. Después de todo era No importa; igual no puede salir: así le iban a salir. No. La historia divertido. Mi madre, ¿cuántas en el reglamento es el reglamento. de Blancanieves. A los nietos la el mundo se podían dar el lujo Vea una cómo podía solucio- historia de Blancanieves, como la de golpear solas, a esa hora de la nar el problema de la vivienda. abuela de ella. La abuela sí que madrugada, en la puerta de un Era acá. Adiós, hombres solita- no había sido como la madre, se hotel? rios, adiós; se va la hermosa ru- reía tanto. Ella y Úrsula se le sen- Ella bajó los dos pisos, atra- biecita que les alegró el viaje. Ella taban en las rodillas. Úrsula no, vesó el pasillo y salió a la calle. bajó. ella, aunque era la más grande. Ni un alma. Pensó qué cómico si Corrió hasta el hotel y golpeó Por lo rubia. Esta me gusta más Nacho la pudiera ver, él que era la puerta. El hombre tardó bas- porque es tan rubia, cara de án- tan celoso: después de las diez, tante: tenía cara de dormido. gel, mirala. Sí, cara de ángel (su ni la nariz afuera. Oyó pasos y se —Qué quiere —dijo. madre hacía un ruido con la na- dio vuelta. No era Nacho. Claro. —Busco una llave. riz), pero es una vanidosa, ya vas Corrió las dos cuadras hasta el El hombre se frotó los ojos; a ver, ésta, cuando sea grande, se poste. No, no tenía miedo, la cosa no entendía. Ella le contó toda va a quedar sentada esperando al era pensar en algo. Don Pepito el la historia. Había estado hoy ahí, Príncipe Azul. verdulero, recitó: estaba un poco como a las doce, ¿no se acordaba Ella oyó el pitido de un tren. agitada, por la corrida. Don Pe- él?; con una persona mayor, de Ya estaba cerca, se puso contenta. pito el verdulero se metió dentro portafolios. Eso sin duda le daba Cuando eran chicas, ella y Úrsu- un sombrero; el sombrero era de un tono de seriedad al asunto. la siempre querían vivir cerca de paja, se metió dentro una caja; El hombre volvió a frotarse las vías así oían el pitido, a la no- la caja era de cartón, ahí venía los ojos. che. Y la casa mía va a ser grande el ómnibus menos mal, se metió —¿En qué habitación? —dijo. y va a tener un jardín con flores, dentro un cajón; el cajón era de Ella no sabía explicarle en decía Úrsula. Y la mía con jardín pino, se metió dentro un pepino; qué habitación pero si la dejaba y con flores, decía ella, y además el pepino maduró, ella había su- entrar seguro que la encontraría. las paredes van a ser ventanas, bido, y Pepito se salvó. —Entre —dijo el hombre. todas de cristal, y yo voy a ver Pagó el boleto y se sentó. Los Ella atravesó el vestíbulo y los naranjos y las luces del tren otros pasajeros eran un borracho los corredores, con el hombre desde las ventanas y no voy a te- y un viejo, ¿adónde podía ir un atrás. No era tan sencillo: todas ner miedo porque voy a dormir

70 con mi marido. Y mi marido va era ella, Dios mío: todos la soli- No tenía nada de ganas. Culo a ser alto, decía Úrsula, y pianis- citaban. El hombre volvió a son- negro, pensó. Y siguió caminan- ta. Y mi marido más alto todavía, reír. ¿Qué hacía ella a estas horas, do. Y de pronto fue muy cómico y rubio como yo pero con la piel solita? porque ella volvió a recordar que tostada porque va a ser marino; y —Buscaba una llave. esa mañana se había despertado los ojos verdes. Y yo voy a tener Ella salió. Vio una casa con pensando magnolia azul y ha- tres hijos, decía Úrsula, un varón las luces encendidas, unos pasos bía una idea, o una historia, algo y dos nenas. Y yo voy a tener cua- más allá: era una panadería. A es- que le andaba dando vueltas en tro hijos, todos varones así yo soy tas horas debían estar horneando la cabeza y que debía ser muy la única chica de la casa y todos el pan. A veces, ella y Úrsula se cómico. Trató de volver atrás y me quieren a mí más que a nadie. despertaban a la noche y pensa- acordarse. Y se acordó. Y eso le Era allí; por suerte estaba ban que lo más lindo del mundo dio mucha risa porque la historia abierto. Ella hubiera jurado que debía ser estar comiendo pan ca- era un chiste que Nacho le había los bares como ese siempre es- liente recién salido del horno, y contado donde a un hombre le taban abiertos. El hombre del tenían tantas ganas que de sólo tienen que tomar la fiebre y, por mostrador le sonrió; no era una pensarlo se volvían locas. A ella hacerle una broma, en vez del sonrisa muy linda pero al menos le quedaban muchas monedas termómetro le ponen una mag- daba la impresión de que el hom- todavía. Podía golpear a la puer- nolia. Justo una magnolia y justo bre la reconocía, la cosa pintaba ta de la panadería y comprar una en ese lugar. Era tan rara la vida; bien. Bien. Ahora que todo pare- bolsa llena de panes calientes y como si todo se cerrara. La reali- cía marchar viento en popa era comérselos todos mientras veía dad era como círculos, sí. el momento de preguntar por la pasar los trenes hasta que fuera Cruzó la calle. Ya no tenía a llave. ¿Había encontrado el señor de día. donde ir a buscar la llave. Oyó el una llave? No, el señor no había Pero cuando llegó a la puer- pitido del tren y vio que la barre- encontrado ninguna llave, pero ta e iba a golpear se dio cuenta ra estaba bajando. Creo que voy si ella quería quedarse un rato, que no, que era muy raro pero a matarme, pensó. ¿eh, chiquita? Oh, qué valiosa no tenía ganas de comer pan.

Cuentista, novelista y ensayista. Fundó y fue responsable, con Abelardo Castillo, de dos de las revistas de literatura de mayor repercusión en las letras argentinas y latinoamericanas: El Escarabajo de Oro (1961-1974), y El Ornitorrinco (1977-1986). En ficción, publicó las novelasZona de clivaje y El fin de la historia, y cinco libros de cuentos recientemente recopilados bajo el título Cuentos reunidos. Obtuvo, entre otras distinciones, la Mención Única del Concurso Hispanoamericano de Literatura de Casa de las Américas, el Primer Premio Municipal de Novela, el Premio Konex de Platino, el Premio Esteban Echeverría a la Trayectoria, y el Premio a la Trayectoria de la Asociación de Artistas Premiados. Entre 2005 y Liliana Heker 2011 se desempeñó como directora del Fondo Nacional de las Artes. Buenos Aires, Argentina – 1943L Sus cuentos completos han sido traducidos al inglés y muchos de sus relatos se han publicado también en Alemania, Rusia, Turquía, Holanda, Canadá y Polonia. Heredera de la gran tradición cuentística norteamericana, Liliana Heker está considerada como una de las más destacadas narradoras argentinas.

71 Pilares de la noche vana PREMIO DE LITERATURA MIGUEL RIOFRÍO 2019 VII EDICIÓN (NOVELA CORTA)

Jeovanny Benavides

CAPÍTULO I

ra una fría noche de invierno en Buenos Ai- res. Desde las primeras horas de la tarde había caído una lluvia tan in- Etensa que por las principales ca- lles y avenidas de la ciudad era imposible caminar sin mojarse los tobillos. El diluvio me sor- prendió en el trayecto de Puerto Madero hacia la 9 de Julio. Recién allí supe que las estaciones del metro estaban cerradas por una huelga de maquinistas y opera- dores, los autobuses iban reple- tos y, para colmo, los taxis transi- taban ocupados. Todo mal. Para protegerme de la lluvia compré un paraguas que un viento huracanado me arranchó de las manos en un par de minutos, de modo que tuve que caminar más de veinte cua- dras hasta mi departamento, situado en Corrientes y Callao, empapada, malhumorada y con la horrible sensación de que aquella interminable odisea sería el preludio de una recurrente serie de sucesos catastróficos. Cuando llegué no había luz en el edificio y por primera vez la- menté vivir en un quinto piso. Mientras subía por las escaleras, mi ropa se me hacía pesadísima y mis zapatos, empapados también, croaban a cada paso. Llegar por fin a mi departamento fue un gran ali-

72 narrativa

vio, pero como mi teléfono ce- todo estaba a oscuras y un aroma Minutos después llegó la ener- lular no encendía y la televisión a ropa recién planchada se había gía eléctrica. Solo entonces me tampoco, me sentí más sola que adueñado de la sala. La luz podía di cuenta de que había mojado nunca. Afuera, en las calles, las llegar en cualquier momento. Y toda la sala en mi trayecto hasta luces lo encandilaban todo. Des- mientras pensaba en ello me per- el balcón, en mi afán por buscar de mi balcón podía ver cómo la caté de que no me había cambia- la luz de la calle. Si mamá es- gente iba y venía por Corrientes, do de ropa. Fui al baño, me duché tuviera aquí me regañaría muy la avenida que jamás dormía. En a oscuras y me puse la primera fuerte, pero hacía menos de un mi departamento, en cambio, bata que encontré y un abrigo. año un cáncer fulminante me la

73 había quitado para siempre. Me una hermana que ya iba a cum- acodé en el balcón, me acomodé plir tres años. No quise escuchar una toalla sobre mi cabeza, me más y la hice callar mientras le abrigué lo mejor que pude y llo- daba una sopa que sorbía con ré amargamente como cada vez lentitud. que pensaba en ella, es Cuando mamá dejó la clíni- decir casi siempre. Me ca y la enviaron a morir en casa, serví una copa de un porque nos dijeron que su caso Cuando llegué vino que guardaba en estaba perdido, contratamos dos una gaveta. Mientras be- enfermeras que se alternaban en no había luz en el bía cada sorbo, una su- turnos rotativos para que pasa- cesión caótica de los mo- ran las 24 horas del día con ella. edificio y por primera mentos que me trajeron Seguí estudiando en el colegio, hasta aquí se atiborraron aunque no podía concentrarme vez lamenté vivir en mi mente y, como una en nada. Mis dos mejores ami- imbécil, no hacía más gas, Sol y Natalia, me ayudaban en un quinto piso. que preguntarme: ¿por con las tareas y procuraban dar- qué? me ánimos. Sin embargo, cada Mientras subía por las Yo había cumplido día que pasaba me devastaba escaleras, mi ropa se los 18 años en Navidad un poco más. Me gradué con las y ahora tenía frente a mí peores calificaciones. No obs- me hacía pesadísima un futuro incierto. Hacía tante, mamá se alegró y me dijo apenas tres meses ha- que sería una gran doctora. Papá y mis zapatos, bía empezado a cursar no fue a mi graduación ni yo medicina en la Universi- tampoco lo esperaba. Pese a su empapados también, dad Católica, uno de los desprecio, abandono y traición, sueños de mamá que no mamá siempre lo amó. A veces croaban a cada paso. pudo ver cumplido. Mi la encontraba llorando como una padre nos había aban- tonta y yo le decía que no valía Llegar por fin a mi donado hacía tres años, la pena; desde que se fue, ya el meses antes de que apa- simple hecho de recordarlo era departamento fue un reciera el cáncer, aquella inútil. Me decía que sí, pero yo maldita enfermedad con sabía que no me escuchaba. gran alivio, pero como la que lidiamos las dos Mamá había muerto el 20 y que acabó por vencer- de septiembre del año anterior. mi teléfono celular no nos luego de una lenta y Al día siguiente, justo al inicio exhausta agonía. Mi pa- de la primavera argentina, fue encendía y la televisión dre desapareció durante su funeral. Mientras todos mis todo ese tiempo; jamás amigos, familiares y conocidos tampoco, me sentí contestó mis llamadas se organizaban para asistir al ni respondía mis e-mails. espectáculo por el comienzo de más sola que nunca. Supe que se había ido a la estación más bella del año en Punta del Este a disfrutar Plaza Moreno, frente a la cate- de su romance con una dral de la ciudad de La Plata, chica apenas unos años yo preparaba su sepelio desde la mayor que yo. Cada noticia que mañana. recibíamos de él parecía agravar La ceremonia católica se rea- más la enfermedad de mamá. Un lizó en una pequeña iglesia ubi- día, unos cuatro meses antes de cada sobre Diagonal 80; empezó morir, ella me dijo que yo tenía hacia las cuatro de la tarde y fue

74 íntima y muy breve. Asistieron a veces con Sol y Natalia, pero A veces también salía con apenas unas cuantas amigas de mientras estaba con ellas lo úni- Bruno y Martín. En esos paseos mamá, mis dos tíos maternos, co que quería era volver a la interminables por El Bosque y Sol, Natalia y dos chicos, Bruno cama donde había muerto mamá, por República de Los Niños en y Martín, que llevaban años cor- con el único propósito de llorar La Plata, yo les decía que me tejándome sin éxito. Papá se apa- sentía como Alejandra, el perso- reció como un fantasma cuando naje de Sobre héroes y tumbas, al el cura nos daba la bendición y Cada noticia estar con el sabio Bruno y el ado- ordenaba que mi madre tuviera lescente Martín. Me contestaban «el descanso eterno y que brille que recibíamos que en la novela de Sábato, Ale- sobre ella la luz perpetua». jandra iniciaba a Martín en el arte No sé si esa luz perpetua que de él parecía sexual y que acá, en la novela de tanto mencionaba el sacerdote nuestras vidas, bien podría tra- había recaído sobre mi cara, pero agravar más tarse de un trío. Y reíamos. lo cierto es que me secaba las la enfermedad Poco a poco me fui acostum- lágrimas y me restregaba muy brando a una vida sin mamá. So- fuerte los ojos para ver bien, para de mamá. Un brellevar un largo cáncer ayuda. intentar creer, por lo menos, que Al ser sinónimo de muerte, el ser una majadería y desfachatez se- día, unos cuatro humano se va haciendo a la idea mejantes eran posibles. Como si de que el descanso eterno vendrá fuera el tráiler de una mala pelí- meses antes de en cualquier momento. cula de suspenso, recuerdo que Empecé a llorar menos y a me le acerqué, y justo cuando morir, ella me di jo dedicar casi todo mi tiempo en abría los brazos para saludarme ordenar sus libros y souvenirs. le di una cachetada tan fuerte que que yo tenía una En casi todas las fotos aparecía partió sus lentes a la mitad y lo con mi papá, especialmente en hizo estremecer hasta casi caer. hermana que los viajes que había hecho por —¿Y quién te crees, hijo de el interior de la Argentina, Eu- puta? ya iba a cumplir ropa y Estados Unidos. Lo ama- Y entonces, solo entonces, ba con locura y hasta, creo, de alcancé a escuchar que me decía: tres años. No una forma idiota, porque lejos de —Victoria, hija mía, ya cál- odiarlo por irse con otra, lo tra- mate. quise escuchar taba de comprender y pasaba El grito retumbó en toda la horas preguntándose y pregun- iglesia. Lo siguiente que recuer- más y la hice tándome en qué había fallado do fue que me abalancé sobre para que él decidiera marcharse él como un luchador de sumo, callar mientras le de casa. Yo le decía que dejara de y que mientras Natalia y Martín ser tan estúpida, que él era un me sujetaban, mis tíos lo arrastra- daba una sopa perro indigno de su cariño. Sin ban fuera del templo. Después, la embargo, ella me miraba cuan- ceremonia fue una sucesión de que sorbía con do yo decía esto porque sabía gritos, insultos y empujones, un lentitud. que al voltear la página y pensar caos total que mi madre no me- una vida sin él lo que había era recía. Afuera, a papá lo esperaba cáncer y la inminente muerte. La su querida en un Renault Logan durante horas hasta quedarme nada absoluta. negro, junto a una niña de unos dormida. Allí, en sueños, ella me Yo hubiera esperado que an- tres años que supuse sería la her- hablaba, me decía: «Mi Victorita tes de morir, mi madre me hu- mana de la cual me habló mamá. todo va a estar bien», y yo sentía biera tomado de la mano y me Las siguientes semanas fue- cómo me secaba el sudor de la hubiera pedido vengarme de ron de total . Salía frente. papá, pero no; solo me dijo que

75 lo comprendiera y que dejara de no, era capaz de tenerme senta- claro... decíamos esas cosas tener tanto odio en mi corazón. da con él hasta el amanecer; así por decirlas, sin fe, porque sa- Al fin de cuentas, mi madre era que entre bostezos le dije que sí. bíamos que de allí en adelante una santa, pero en este mundo Lo abracé y se fue. Mi tío Mario nada sería lo mismo. los santos solo sirven para com- me dijo que había sido una bue- Papá me dejó instalada en el placer las aspiraciones de los na decisión. departamento de Buenos Aires. cínicos. Al día siguiente papá llegó Pasamos cinco días juntos arre- La víspera de la última Navi- muy temprano y me dijo que glando mis cosas y resolviendo dad, mi tío Mario se presentó con había conseguido un lindo trámites en la empresa de inqui- papá en casa cerca de las nueve departamento en el corazón de linato. Me trataba como a una de la noche. Me dijo que lo escu- Buenos Aires para que yo no tu- niña; incluso, me acompañó a mi chara. Papá habló por horas, me viera problemas en estudiar la primer día en la universidad. Sin dijo que era momento de la re- carrera de medicina en la Univer- embargo, y pese a sus esfuerzos, conciliación, pero yo solo quería sidad Católica de la capital. yo no podía verlo ya más como ir a dormir. Todo pasó muy rápido. Días un padre, sino como un ser ex- Recordé lo que dijo mamá después, ya en Año Nuevo, en traño, ajeno a mis sentimientos sobre la importancia de no guar- una reunión íntima y doloro- y emociones, que me ayudaba dar rencor: que para mí, la vida sa, me despedí de Sol, Natalia, como para hacerse un favor él seguía y que la aprovechara al Bruno y Martín. Claro, nos íba- mismo, tranquilizar su concien- máximo. Por eso supuse que ya mos a ver, claro que la capital cia por dejarme abandonada era momento de continuar sin quedaba a cuarenta minutos tanto tiempo y así tener la calma rencillas. Además, sabía lo terco de distancia, claro que nos jun- necesaria para dormir en paz por que era papá, y si le decía que taríamos los fines de semana, las noches.

76 Una vez que me dejó en el con un hogar feliz. ¿El cinismo departamento, y para completar tenía límites? Pero traté de no su cinismo, se mudó a mi casa en pensar en ello. La Plata. Como mi madre y él Agarré mi celular para en- jamás se divorciaron, la casa le cenderlo de nuevo y comprobar pertenecía legalmente. Eso no me si por fin funcionaba. Encendió, molestaba en lo absoluto, sino el gracias al cielo. Empezó a hacer hecho de que haya metido en ese más frío y entré al departamen- lugar a su amante, ahora ya su to; solo entonces recordé que no mujer, y a la hija de ambos, o sea a había comido nada, pero tam- mi hermanastra. ¡Dios, qué pala- poco tenía hambre. Me senté en bra tan horrible! el mueble grande de la sala y co- En ese sitio en que mis pa- mencé a revisar los mensajes del dres fueron alguna vez felices, teléfono. El primero era de mi en que yo aprendí a caminar y padre y decía: «Mañana a las 12 pasé lo mejor de mi niñez, don- paso por vos para ir a almorzar de a mi madre poco a poco la con Marcela y tu hermana». No, fue consumiendo el cáncer hasta en ese lugar, a mi papá se le ocu- definitivamente no. El cinismo matarla, allí, precisamente allí, rrió empezar una nueva vida no tenía límites.

Escritor, profesor universitario, periodista y editor académico ecuatoriano. Es Doctor (PhD) en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), tiene un Posdoctorado en Historia por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlín (Alemania) y posee un Máster en Edición por la Universidad Complutense de Madrid (España). En noviembre de 2019 ganó el Premio Nacional de Literatura del Ecuador Miguel Riofrío por su novela Pilares de la noche vana. Ha sido ganador del Concurso Internacional de Cuentos convocado por la revista Carátula de Nicaragua en el 2011. Obtuvo un reconocimiento en el certamen de periodismo narrativo ‘Las Nuevas Plumas 2011’, convocado por la Universidad de Guadalajara (México) y fue finalista del Primer Concurso Jeovanny Benavides de Crónicas del Ecuador, organizado por el Centro Internacional de Estudios Manabí, 1981 Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), en el 2014. En el 2005 y en el 2010 fue becario de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y de la Universidad Nacional San Martín de Argentina en el marco de la Cátedra Coetzee, para formarse con el Premio Nobel de Literatura 2015, el sudafricano John Maxwell Coetzee. Ha realizado importantes publicaciones en destacadas revistas académicas hispanoamericanas en las que ha difundido sus ideas en ensayos y artículos sobre la escritura y la crónica periodístico-literaria. Desde el 2012 y hasta la actualidad es profesor titular a tiempo completo de la Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales de la Universidad Técnica de Manabí (Ecuador). Es coautor de los libros El hombre que se convirtió en espejo y otras crónicas, Bajo el cielo de América y Antología de crónicas de Ciespal 2014.

77 Ucronías de Miguel Varea

Humberto Montero

Autorretrato, gráfico

78 homenaje

iguel Ángel Va- rea Maldonado, emancipado del colegio, de la estructura Macadémica primaria, y de la que fuera secundaria para él, se refle- ja suspendido en su generación, en la de los sesenta psicodéli- cos, tardíos en el Ecuador, pero proactivos, presentes y roqueros en Varea: el joven que cursa- ría dos años de universidad en Quito y algo más de un año de grabado calcográfico en Madrid. Luego de eso: su propia escuela, su academicismo y su labor. Algo semejante a lo que forjaría Kurt Schwitters en su mundo one- man-dadaist. Destino inamovible como los destinos de esos tantos que se encarrilaron en su propio tren de una sola estación. El graduado de las acade- mias se libera de sus nombres que lo inscriben como ciudada- no y se designa tan solo como Miguel. Libre en su espacio y li- bre para caligrafiar dibujos en el levitado tiempo de artista. Y es Asuntos difíciles, aguafuerte, 1983 que el tiempo se detuvo para el que siempre insistió ser joven y De esta manera nos llega el anárquico, y que en su obra evo- mundo de Miguel: de expresión lucionó a partir del tiempo que hierática, arte-artesanal en for- él mismo impuso y que escogió ma; caligráfico en edificarlo a su modo. trazo, con su propia Este Miguel poético Esta es la designación que voz interna, la úni- propone la ucronía de Varea, la ca audible; y con despliega narraciones cualidad sincrónica de un tiem- su propia escritura po cero a partir del cual el ser ortográfica, la única extraordinarias fuera del que en él discurre, el Miguel au- posible. Es un mun- tobiográfico, evoluciona en su do libre y confinado orden común que avanza cordura y su locura, ambas dua- en sí mismo, con lidad de mente creativa y pro- tantos habitantes, con el tiempo ajeno al ductora, y se perenniza como tanta compañía y habitante infinito de su espacio, tanta soledad, hecho ordinario, y que no son de su tiempo y de su mundo; y, a la medida del de- por consecuente generación casi miurgo que lo detu- sino propias del orden espontánea, de sus significados, vo, lo crío y que fue formas y estética. capaz de edificarlo. ucrónico del dibujante.

79 Es así que resulta muy fácil conocer a este artista a través de su obra, pues esta ha sido auto- rretratada por el demiurgo que la firma y la refrenda como Mi- guel, y que nos permite conocer un mundo dibujado a imagen y semejanza del autor. Así identificamos el dibujo caligráfico. Un dibujo de plumi- lla fina, iluminado y trazado con meticulosidad oriental; minucio- so en la acumulación de líneas sueltas o visceral en cuanto a las acumulaciones entramadas que dan volumen, que producen sombras como metonimias de una fuente de luz viva: la del de- miurgo, y que, principalmente, describe espacios, volúmenes y sobre todo personajes de la mis- ma naturaleza de su «autodeter- minado» entorno. Este Miguel poético desplie- ga narraciones extraordinarias fuera del orden común que avan- za con el tiempo ajeno al ordina- rio, y que no son sino propias del orden ucrónico del dibujante, y dentro de entramados retóricos o en estampas que conforman por- tadas de historietas que el lector de esos dibujos, observador de la palabra de Varea, pueda ser ca- paz de articular. La poiesis descrita se eleva con la técnica empleada que se percibe en cada dibujo; tan pro- lija en el detalle. Una técnica aca- démica que le permite acumular las tramas que conforman los vo- lúmenes naturalistas del dibujo y con la que es capaz de figurar rasgos estáticos, los hieráticos de rostros, por ejemplo, o de definir movimientos en un tiempo des- criptivo y siempre imperfecto a partir de posturas asimétricas de

Embarazada, tinta, 1978

80 pies volteados o de rostros hen- pictográficas; o para configurar chidos y ahogados en palabras. sitios referentes consigo mismo Así se conforman los perso- (habitaciones, el estudio, su ta- najes en el mundo suspendido de ller) y muchas veces incluyéndo- Miguel Varea. Muy observadores se, autorretratado, como el habi- con quienes los miramos detalla- tante principal de las ucronías de damente, aunque —casi siempre, Varea. y esa es la norma de la excep- En cuanto a la paleta de color ción— silenciosos y atentos a lo que más lo identifica, no es sino que suena en su ambiente. Rock la del tintero. Monocro- clásico, seguro: de Creedence, de mática en la mayoría de los Allman Brothers, de Cream, dibujos, o de color local «A mí me fascina de Canned Heat… O síntesis que tiñe la atmósfera de aditivas de bullicios transeúntes una pintura o de un tex- el mundo de la idealizados en el topos de Varea. to protagónico. Esa música, esos ruidos (tam- Y es que no podría droga, ese hecho bién ucrónicos, suspendidos en el ser de otra manera, el tiempo…), se absorben invadien- color se suspende en de ir a conseguirla, do en los espacios diagramados el grado cero de la es- esa marginalidad, y alterando la presión atmosfé- fera de significación de rica tan perceptible, visualmen- su autor definiendo la esos barrios, esa te, como partículas sonoras que, temperatura de los am- de una manera sinestésica, Va- bientes-sin-tiempo de gente, ese secreto, rea las resuelve con meticuloso cada composición. Am- puntillismo entre los espacios y bientaciones y ambien- ese misterio; esos las formas: auténticas brumas at- tados en los ambientes mosféricas con volumen, tono y de Miguel, siempre de- mundos del centro voz personal. signados con etiquetas Y con lo lleno va el vacío. nominales: «Asunto di- de Quito, San Amplias zonas no tratadas en el fícil», «Bestia de arriba, soporte, sin trazos ni manchas de bestia de abajo», «Los Roque, San Marcos, alguna tinta, y tan solo blancas o dioses», «Herradero», pletóricas de blanco que por lo «Sota de tripas». Mu- Santo Domingo. Esa general determinan consonan- chas de estas comple- cias con lo lleno. Las podemos mentadas con máximas gente donde voy a apreciar en ciertos detalles que que sentencian y que aparecen en las obras, por ejem- devienen como bases cargarme me abre un plo, en varios marcos sin dibujos textuales de estructura: o cabezas con tan solo labios y mundo alucinante». liberadas de expresión. —Apotegmas: «En Esas representaciones figu- este momento nace una rativas pueden ser naturalistas o presencia de lo bello». caricaturizadas, aunque siempre —Adagios: «Los estados con carácter, para lo cual, Miguel emocionales fuertes y profundos Varea incluso agranda y abulta dejan huellas indestructibles en personajes —anónimos en una nuestra memoria». suerte de «carga montón»—, y —Confesiones: «A mí me los acopia en espacios apretados fascina el mundo de la droga, con el fin de generar hipérbo- ese hecho de ir a conseguirla, esa les figurativas o acumulaciones marginalidad, esos barrios, esa

81 Deskarada, tinta sobre cartulina

82 Reunión, gráfico (Fotos tomadas de: https://miguelvarea.com)

gente, ese secreto, ese misterio; —Etopeyas: «Borrachera psi- viene una composición de Mi- esos mundos del centro de Qui- codélica. La gente está alucinan- guel Varea. Son tantas que alum- to, San Roque, San Marcos, Santo do porque está intoxicada y ya bran un mundo alucinante y que Domingo. Esa gente donde voy no ve la realidad como es». develan un temperamento adic- a cargarme me abre un mundo —Definiciones: «La pelona tivo, «drugo o guardado», como alucinante». viene a ser akella vieja ke te lle- él mismo lo designa, de un solo —Metáforas descriptivas re- va sin remedio a la kaja: fetiche habitante en su propia ucronía. sueltas con el solecismo estricto rituado por los llamados deudos. Para saberlo se ha de mirar de Varea: «Somos instantes ke Experiencia trágika». atentamente la obra de este autor duran añísimos en universos ke sincrónico y agudo con el fin de nos hacemos a punte rekorrer Cuánta capacidad descrip- percibir su latente estado de cor- kaminísimos más trillados ke la tiva de rasgos internos, psico- dura y su manifiesta esencia de misma mierda». lógicos, morales contiene una locura sintetizados en la ucronía de —Aforismos: «…Las expe- sentencia de Miguel Ángel Varea un tiempo que, para Miguel Varea, riencias cotidianas. Cuotidianas Maldonado, devela un dibujo de para el que firma Miguel en cada experiencias». Miguel Varea Maldonado, con- obra, habrá sido siempre el mejor.

83 De obras, autores y algo más

Fernando Tinajero

ierta corriente de la crítica, muy en boga en la década de los sesenta, introdujo el concepto de la autonomía del tex- to como uno de sus principios fundamentales. «El texto y nada más que el texto» —se decía dando a esa frase la entonación de un dogma—. No faltaron entonces algunos Cconservadores que, sacándolo de contexto, convirtieron el dogma en un arma contra la sociología de la literatura, porque les olía a comunismo; pero tampoco faltaron algunos intelectuales de la izquierda ‘radical’ de esos tiempos, para quienes el dogma escondía «protervos propósitos de esterilización de las obras literarias». Han pasado los años y con ellos los fervores de esos tiempos: las aguas han vuelto a sus niveles. Ni la sociología de la literatura son un instrumento del demonio, ni el principio de la autonomía del texto es una idea reaccionaria. La primera se propone estudiar las condiciones sociales de la «producción, circulación y consumo de textos literarios» —para decirlo con una de las chatas fórmulas al uso en las ciencias so- ciales—; la otra persigue la «especificidad del texto literario» —según el lenguaje de la corriente aquella—. Una y otra, desde diferentes ángulos y con propósitos distintos, contribuyen al conocimiento de las razones que hacen de la literatura una de las más elevadas manifestaciones de lo humano. (Para mí, no sé si en primero o en segundo lugar, se encuentra la música, pero ese es ya otro tema). Una de las más importantes condiciones de la producción y el con- sumo de las obras literarias es la ideología, tanto la del autor como la del público que recibe la obra literaria. De la primera depende lo que la obra dice; de la segunda, lo que el público entiende que la obra dice. Si he de acoger el criterio de Paul Valéry, el valor de la obra no depen- derá jamás de la primera, sino de la segunda, puesto que es el público lector quien dictará la sentencia definitiva sobre la obra. Será por eso que alguna vez, al terminar una clase en la que yo había hablado apa- sionadamente del Quijote, una alumna me preguntó si ya había leído un libro equis, y mencionó un título que ya he olvidado. Le dije que no, aunque había visto alguna nota de prensa sobre ese libro; y la alumna, con sorpresa real o fingida exclamó: «¡Cómo!¡Pero si ya esbest seller por novena semana consecutiva!», y yo le respondí con el tono más humilde que pude adoptar: «¡Qué pena! Yo sigo hablando de una obra que solo tiene cuatrocientos años de ser la más conocida en lengua castellana».

84 antítesis

bién una función de orden ético, que consiste en usar las nociones de lo bueno y lo malo, lo permi- tido y , lo digno de recompensa y de castigo, las cua- les trabajan siempre en el fondo de todos los seres humanos para justificar su situación social: la del privilegiado, la del comba- tiente o la del profeta; la del co- barde también. Las ideologías nos proveen, de este modo, de los motivos de legitimación de nuestros actos y conductas: tien- den a verse como normas y es frecuente que se pretenda otor- garlas un alcance que supera los límites del tiempo. Pero hay que cuidarse de dejar en el olvido que no hay conciencia humana sin lenguaje: las palabras son, por eso, el nido preferido por las ideologías. Es como si en cada palabra hubiese, por así decir, dos niveles distin- tos: uno es aquel que los diccio- Cuando hablo de ideología mientos lógico-racionales. Son, narios codifican; otro el que sirve me refiero a un concepto que alu- en mayor grado del que podría- a las ideologías para implantar de a las representaciones men- mos imaginar, la expresión de campos semánticos teñidos de su tales de la realidad social que simpatías, temores y anhelos que color particular. De ahí que una percibimos, en las cuales la racio- involucran nuestra situación en misma palabra se presente con nalidad se ve siempre enturbia- el seno de la sociedad a la que matices distintos y pueda trans- da por la presencia de los deseos, pertenecemos; entendiendo que mitir significados diferentes: temores, prejuicios y afectos que tal situación incluye el origen de libertad no suena igual si es pro- todos llevamos con nosotros. En nuestros ingresos y nuestro nivel nunciada por Sartre o por Isaiah nuestro tiempo, sin embargo, la de vida, pero también, y con la Berlin: en cada caso lleva consigo razón instrumental (que es dife- misma importancia, nuestras re- connotaciones diferentes, de las rente de la razón reflexiva) ha lle- laciones personales (familiares, cuales no es ajena la memoria de vado a cabo una drástica reduc- laborales, amicales) tanto como las experiencias vividas y la locu- ción del territorio semántico de los valores al uso, y las fatalida- ra de los grandes anhelos. la palabra ideología, dejándolo des que nos impone la memoria Esta es la razón por la cual apenas en su dimensión política. de nuestra propia vida y de la debe entenderse como legítima la Esta última, no obstante, no es vida de nuestros antepasados, investigación de la ideología en sino la parte visible de una suerte sin que falten los cálculos racio- la literatura, partiendo del prin- de iceberg mental, cuya mayor ex- nales del interés, siempre empa- cipio de que todo texto literario, tensión se encuentra sumergida. ñado con el vaho del deseo. aún el más oscuro en aparien- Ser liberal, socialista o anarquista Aparte de dar al mundo la cia, es capaz de transparentar la no son opciones puramente in- coherencia que requieren los ideología de su autor y de la cla- telectuales que podamos elegir propósitos de cualquier indivi- se en la que su autor se encuen- libremente por simples procedi- duo, las ideologías tienen tam- tra inscrito —teniendo en cuenta

85 sin embargo que muchas veces Imperio Austro-húngaro en las la ideología del texto no coincide dos primeras décadas del mismo exactamente con la que su autor siglo. Este proceder me parece profesa o cree profesar—. Por eso doblemente reprochable: por un he pensado que para investigar lado, quienes así proceden con- la ideología de un texto (y de funden la labor del crítico con su autor) es necesario proceder la del psicólogo (y a veces, con como un detective que busca al la del sacerdote); y por otro, por asesino y trata de descubrirlo de- andar a la caza de las ‘pruebas’, trás de todos sus disfraces (pero pasan por encima de la belleza esta última idea no es más que el que hay en los relatos de Kafka, retoque o modifica- como si ella no existiera, y son ción de otra que en- apoyados en esa tarea por los contré en un texto de malos traductores... En suma: el principio de Moreano). Otra cosa es mirar los textos Sin embargo, literarios desde la perspectiva la autonomía del texto, nunca se debe to- del crítico. Para empezar, la idea mar los textos como misma de literatura nació de la aunque ya ha perdido la simples documentos necesidad de identificar aquellos aureola de los dogmas, para ilustrar la vida textos que no usan un lenguaje de su autor. Esto es, utilitario. Este último encuentra sigue siendo relativamente por ejemplo, lo que su justificación fuera de sí mis- han hecho numero- mo, mientras el lenguaje literario válido. No conozco un sos ‘críticos’ (yo los es autosuficiente. El primero es el llamaría mejor ‘co- lenguaje más frecuente en nues- solo libro que, para ser mentaristas’) que han tra vida cotidiana, tanto si nos escrito sobre Kafka. dirigimos al tendero para pedirle asimilado, disfrutado o No les ha interesado pan fresco, como si consultamos la obra de Kafka, sino las disposiciones de una ley. Una rechazado, requiera la la persona de Kafka, constitución, por ejemplo, cual- y han repetido has- quiera que sea, usa un lenguaje presencia de su autor ni el ta el cansancio la le- utilitario: su justificación está en yenda que Max Brod la organización de un país y el conocimiento de su vida y elaboró sobre él. Y funcionamiento de sus institu- para hacer creíble la ciones bajo el amparo de una se- sus manías. leyenda, han recurri- rie de principios que se suponen do luego a los textos aceptados por todos. para exhibirlos como La literatura, en cambio, usa ‘prueba’ de unas an- un lenguaje diferente. Madame gustias metafísicas en gran parte Bovary, por ejemplo, no requiere imaginarias, o que exceden a los ningún elemento externo para ser reales intereses que tuvo Kafka lo que es: su justificación está en en el judaísmo y el cristianismo; sí misma, en la tersa elegancia de o también como ‘prueba’ de sus su prosa y la precisión de todas conflictivas relaciones familiares sus palabras —virtudes gracias a y amorosas, también exageradas las cuales las torpezas de Emma y o interpretadas en el contexto de su fantasiosa idea del amor, tanto una sociedad latinoamericana de como la menguada inteligencia finales del siglo XX, aunque tu- de Charles, y su crecimiento mo- vieron lugar en una provincia del ral después del trágico desenlace,

86 se convierten en una fuente de A diferencia de los textos, que te también en lo más íntimo de placer estético pocas veces iguala- pueden seguir por sí mismos su quienes han querido ahorcarla. da—. Claro está que además de ese destino de gloria o de fracaso, En mis lejanos tiempos de placer, la novela de Flaubert per- independientemente del destino estudiante de Derecho (antes mite reconstruir una serie de con- de felicidad o desdicha de sus de que tomara la sabia decisión diciones sociales y políticas en la autores, estos últimos son inse- de salvarme de ser un abogado) Francia del Segundo Imperio; y si parables de sus textos. Una vez tuve como profesor de Ciencia alguien quiere, puede rastrear las que han terminado de escribirlos Política (o Teoría del Estado) al huellas de la psicología del autor y publicarlos, quedan atados a doctor Julio Tobar Donoso. Nun- a partir de Emma Bovary (Sartre ellos para siempre. No siquiera ca olvidaré una clase suya, cuan- lo ha hecho en una obra monu- hasta la muerte, sino hasta más do trataba del tema de la respon- mental que quedó inconclusa: El allá de la muerte, hasta siempre. sabilidad política: desarrolló su idiota de la familia). Para disfrutar y enriquecerme tema con una lógica severa y una En suma: el principio de la con los hondos significados de amplia erudición, pero al llegar autonomía del texto, aunque ya Soldados de Salamina, no necesito a la conclusión, como si hondas ha perdido la aureola de los dog- saber quién la escribió; pero si emociones le hubieran conmo- mas, sigue siendo relativamente pienso en José Cercas, necesaria- vido hasta las lágrimas, repitió válido. No conozco un solo libro mente diré de él que es el autor varias veces con una vehemen- que, para ser asimilado, disfruta- de la novela Soldados de Salamina. cia que en él era sorprendente: do o rechazado, requiera la pre- Sucede así con las obras lite- «¡Nuestros actos nos siguen!». sencia de su autor ni el conoci- rarias lo mismo que con los ac- Todos sabíamos en qué acto esta- miento de su vida y sus manías. tos morales. Un acto vale por sí ba pensando el maestro y cuánto Lo que interesa a cualquier lector mismo y produce sus efectos in- le pesaba la memoria en su con- es solamente lo que dice el texto, dependientemente de quien sea ciencia: guardamos por eso un y nadie necesita correr en busca su autor; pero un sujeto moral es respetuoso silencio. Pero no he del autor para preguntarle qué inseparable de sus actos. Robar dejado de recordar esa vehemen- quiso decir aquí o allá.1 Apar- un bien ajeno es un acto moral- te exclamación cada vez que, por te de que esa pregunta es casi mente malo (y legalmente es un cualquier motivo, he tenido que siempre imposible (puesto que la delito), sin importar quién lo eje- pensar en cualquiera de mis tex- inmensa mayoría de los autores cute. Pero aquel que ha robado tos publicados. ¡Qué malos son; ya no se cuenta entre los vivos), algún bien ajeno (y peor cuando cómo quisiera no haberlos publi- es también irrelevante, porque ese bien pertenece a todos los cado! Pero no hay nada que hacer: a nadie le interesa lo que el au- ciudadanos de un país, como ha ¡nuestros libros nos siguen! tor haya querido decir y no dijo, ocurrido y sigue ocurriendo en- sino lo que efectivamente dijo, tre nosotros) llevará ese acto so- Fragmento del libro Las palabras y el viento, aunque no lo haya querido. Por bre su conciencia hasta el fin de que se encuentra en preparación. lo demás, no creo que la literatu- sus días, aunque nunca sea des- ra haya sido escrita para que la cubierto ni juzgado. Claro que entendamos, sino para que dis- muchos han encontrado ya el frutemos con ella. método para acallar la voz de la Pero si hablamos de la auto- conciencia, y suelen vivir como si nomía del texto, tenemos que re- ella no existiera; el único detalle conocer que ningún autor puede que no pueden controlar, sin em- gozar de la misma autonomía. bargo, es que la conciencia exis-

1 Cabe mencionar de paso que este es uno de los errores más frecuentes de los malos profesores de literatura, que, por desgracia, son los más numerosos: creen que el comentario de una obra consiste en poner en claro lo que el autor ‘quiso decir’. ¡Mein Gott! Si el autor quiso decir x y dijo z, peor para él: lo que cuenta es z. Deberían ya aprender que el lector es un intérprete: al leer, interpreta lo que el autor dice. Y tiene todo el derecho de hacerlo.

87 PEDRO HERRERA ORDÓÑEZ El eterno retorno Y LA ESPERA Patricio Herrera Crespo

Rotación al siguiente andarivel, infimedios

stamos en espera. Un virus tuvo la capacidad de paralizar al mundo. Todos quietos. Los proyectos, la curiosidad, la expec- tativa en suspenso. Todo estaba preparado con esmero y pro- fesionalismo, Pedro Herrera Ordóñez volvía a la Casa de la Cultura a los diez años con su arte, con su propuesta construi- Eda en su largo caminar, pues, como él dice: «Soy un artista que andando hace camino». La sala estaba prevista, la mejor, la Joaquín Pinto, con 80 cua- dros en mediano y gran formato. La Casa de la Cultura Ecuatoria-

88 paleta

Castelo, pintó desde pequeño; precisamente guarda en una de las paredes de su estudio un cua- dro que pintó en la escuela. Sus ansias de conocimiento le lleva- ron a las facultades de Comuni- cación y de Artes; estuvo tam- bién en el Conservatorio. Todos sus conocimientos cimentaron su na abría las puertas a El eterno obra, sus sueños puestos al cap- retorno. tar una fotografía, al mezclar la No se pudo exponer el 18 de pintura en un lienzo, o las dos, marzo, el virus cerró las puertas. o moldear una escultura; en ese Sin embargo, el catálogo estaba día a día ha ido construyendo su listo y vamos de la mano de él a arte sin desvíos por cerca de 40 recorrer la muestra de este desta- años. Él lo dice: «Mi género es el cado pintor. surrealismo, es decir, otra forma Pedro Herrera Ordóñez (La de ver el mundo. Ahí está traba- Paz-Carchi 1956), pintor, fotógra- jando el inconsciente. Todos los fo, escultor, ilustrador, autodi- hacedores del género refuerzan o dacta, según Hernán Rodríguez se fundamentan en los sueños».

Ondulaciones, infimedios

89 Soy Pedro Herrera

Queremos rescatar esta expo- sición por lo que vamos a cami- nar junto a ella, destacando va- rias obras y extractos de textos de destacados conocedores de arte, que constan en el catálogo. Co- mienza con sus palabras: «Los re- conocimientos a la trayectoria de los artistas son eslabones que se adhieren a la cadena de nuestro destino de ‘magos y milagreros’. Mis pasos fueron galardonados en la Casa Blanca, el Senado, la Asamblea de los Estados Unidos. Me declararon huésped de honor en Los Ángeles. Recibí el Euge- nio Espejo (premio UNP) en mi país. Soy artista y eso es conclu- sión y consecuencia. »Camino descalzo sobre las tierras fértiles de La Paz, cantón Montúfar, de la provincia del Carchi. Ahí me nutro de la inten- sidad y pureza de los colores, las formas, los aromas. Soy el rojo de las frutillas silvestres, el azul de las violetas sembradas por mi padre, el blanco místico de los cartuchos de mi madre. »Soy la resistencia de las pie- dras del río Apaquí que, apaci- blemente, guardaron Las f lores de mi madre X, infimedios de mis primeros bocetos, rela- cionados todos con la magia del Tanguy, que colgaba de la casa donde fui inquietud, vértigo y anarquía. Soy la energía espiri- tual que recorre y vibra en mis fotografías, pinturas, esculturas y poemas. »Ahí gesté el horizonte de mi ser artista. Desde ahí caminé por el mundo con mi mochila repleta de pinceles, lentes, hojas blancas de papel y sueños. He sido libros, poemas, portadas, diálogos de la memoria, ninfas delirantes de los Viajeros del blues, infimedios sueños, la imagen perdida, ojos

90 «Soy la resistencia de las piedras del río Apaquí que, apaciblemente, guardaron el secreto de mis primeros bocetos, relacionados todos con la magia del Tanguy, que colgaba de la casa donde fui inquietud, vértigo y anarquía.

Escape nocturno, infimedios Soy la energía espiritual que de luz al filo del delirio, manos su obra bajo el título Entre sueños, recorre y modelando mi destino. Soy la su geometría sagrada y su eterno re- geometría sagrada, los códigos, torno y dice: «La cabeza y la bar- vibra en mis la alquimia con la que los magos ba negras y alborotadas, los ojos fabrican la trascendencia de la vivaces —los del cazador capaz fotografías, vida. Soy un artista que ‘andan- de escudriñar en la oscuridad—, do hace camino’. lúcido y sensible, cordial y son- pinturas, »El eterno retorno es mi uto- riente, habla sobre sus recientes pía personal». logros, como ese muchacho que esculturas y iba para grande en los tramos fi- Entre sueños nales de los setenta del siglo an- poemas». terior, que es cuando lo conocí». Marco Antonio Rodríguez Comienza con la fotografía y hace un ensayo sobre el pintor y dice que «el arte de Pedro se le-

91 vantó desde la fotografía. En ella desató su imaginación del modo más intenso para apelar al sub- consciente del espectador, recur- so surrealista asumido por todo artista que se pretende libertario. Imágenes oníricas las suyas —un elemento sugería otro con el cual aparencialmente no guardaba ninguna relación—, idéntico a lo que ocurre en el elusivo mundo de los sueños». Luego se enfoca en el su- rrealismo afirmando que «la creación visual de Pedro Herre- ra sigue los cánones surrealistas, ahora enriquecidos gracias al digitalismo al cual accedió con un acervo excepcional de cono- cimientos (Pedro es un lector voraz y un buscador de oficio). El comportamiento surrealista es intemporal. André Breton lo dijo: ‘Heráclito es surrealista en la dialéctica…, Baudelaire en la moral…, Rimbaud en la práctica de la vida, y en otras cosas…’. ¡Fuera los silogismos, los corola- rios, las causas y los efectos, las demostraciones matemáticas! Pedro nos abre las puertas de los sueños para llegar, junto a su obra, al automatismo, y para ver con él al mundo tal cual es, para hacernos sentir hombres y mu- jeres liberados, atreviéndonos a tomar conciencia de nuestros deseos y, sobre todo, a realizar- los. ¡Basta de oscuridad!, pro- humante del color, de los trazos a manotazos a la sobrevida. Re- clama el ojo de Pedro Herrera y las formas que erigen ideas. tratos. Esculturas. Viaje incesante —mago milagrero—». Sueños sin finales. Historias va- hacia la verdad del arte». Al final de su escrito dice riopintas. Jirones de existencia. Marco Antonio Rodríguez: «El Ojos de días o de noches lumi- Las alucinadas y eterno retorno: caminamos cícli- niscentes. Imágenes perdidas y alucinantes búsquedas camente y en espiral ascendente recuperadas y nuevamente des- hacia aquello que nombramos vanecidas (el polvo que deja una Nuestro recordado amigo destino. A lomo del viento deja- mariposa en los pulpejos de los Hernán Rodríguez Castelo con- mos huellas de nuestros latidos dedos de un niño que por curio- tinúa con un texto sobre Las alu- y sueños, flores fosforescentes sidad la ha capturado). Zonas cinadas y alucinantes búsquedas o incendiadas. Pedro es un tras- oscuras de la mente que se abren de Pedro Herrera, al que lo sitúa

92 más de su extrañeza de criaturas nacidas de una imaginación libre y fantasiosa, son campo de la ex- perimentación que caracteriza la obra de Herrera. Experimenta- ción con los contrastes del objeto con sus fondos —esos cielos pro- fundos de horizontes sabiamente iluminados—, experimentación en la técnica y experimentación cromática. »La técnica es compleja. El ar- tista ha pintado cuadros de man- chas de un gestualismo libre. Las ha fotografiado y las ha impreso sobre la tela. Y ha comenzado la intervención digital. »Y en esa intervención se ha jugado libremente con el color. Con todos los colores propios del trabajo digital, que combina solamente azul, rojo y verde. El resultado es un mundo cromáti- co original, fuerte, con marcado dejo de novedad y actualidad». Más adelante se refiere a los bodegones: «…al parecer sen- cillos —aunque de sencillos no tienen nada: son sofisticados, encaprichadamente originales—, se pasa a toda una serie en que el motivo floral no ha sido sino el territorio de alguna solidez realista desde el que se ha dado el salto a mundos extraños que

Plegaria después del fin, infimedios conjugan nueva naturaleza con alucinantes espacios: ‘Flores cós- micas’. «entre la fotografía y la pintura, ños’ construyó un universo de »Un nuevo salto: a cuadros es un inquieto experimentador símbolos obsesivos, enraizados en que ya sin asidero sólido al- de lo que de esa relación fronte- en el subconsciente y en lo esoté- guno, sumergen al espectador riza puede surgir como nuevas rico o mágico». en un mundo catastrófico, con- realizaciones de arte visual. Ha Su texto corresponde a una vulso». logrado obras de altas calidades muestra donde el artista presenta plásticas y penetrantes incursio- unos bodegones florales. Hernán El espacio herreriano nes en oscuros recovecos de lo se pregunta: «¿Un paso atrás des- humano con sus grandes trabajos de sus posiciones vanguardistas? Bajo este título, complemen- diversamente intervenidos. Pensarlo así sería caer en la tram- tado con Preámbulo de imaginación »En series como ‘Al norte del pa de lo aparentemente decorati- y conocimiento, el escritor y poeta delirio’ o ‘El imperio de los sue- vo: esas composiciones florales, a Galo Rodríguez Arcos dice que

93 «Herrera Ordóñez concentra su gura es átomo del cuerpo uni- nes y estudios del mundo que imagen modelada desde su co- versal. En el arte se aprecia no le rodea. nocimiento de síntesis y sabidu- en lo individual, sino en los »La abstracción, unidad cultu- ría. La antítesis figurativa cum- fragmentos del color del Uni- ral (unión de partes integrales que ple con esta función de finalidad verso. se unen para dar forma a la com- y búsqueda y trata de encontrar »Pedro Herrera Ordóñez, posición pictórica) divisible en entre la multitud el caudal del en su arte, fija colores en el partículas de color siguen el conti- porqué. callejón de las alas de las ma- nuo que se amolda hacia la cromá- »Sus figuras abstractas pro- riposas, nos lleva al encuen- tica en movimiento y en acción». ponen la intuición de infinitos tro entre el tránsito y la unión significantes visuales. La concen- de la mente concreta o de los La imagen perdida tración de imágenes es propie- sentidos y la mente abstracta o dad del cosmos. del espíritu, aunque su verdad En la exposición que bajo el »El artista encuentra su radica en su mente artística ba- título La imagen perdida realizó verdad y la confirma. Toda fi- sada en múltiples investigacio- Pedro en las principales salas de

94 procesadas con la técnica cono- nes de color, una no figuración cida como giclée (palabra que aparentemente arbitraria pero viene del verbo francés gicler sabiamente controlada; imáge- y significa ‘pulverizar’, emitir nes oníricas, desnudos realistas, un chorro a presión, de algún junto a seres imaginarios o en líquido). extraños injertos». »El efecto visual es muy fuer- El baile del color te, incluso impactante, por la intensidad cromática de los lien- Hace algunos años en Ar- zos, con la diversidad de tonos, menia, Colombia, a raíz de una inclusive artificiales (porque, en muestra de Pedro Herrera Ordó- muchos casos, no se hallan en la ñez, el escritor, bloguero y cro- naturaleza), que ahora nos ofrece nista Daniel Ferreira mantuvo la computadora, en gamas ilimi- una larga entrevista con el pintor tadas. de la cual vamos a ensayar unos »Por supuesto, para que es- extractos: tos procedimientos, digamos Dice: «Me mostró un plano electrónicos, adquieran una cate- onírico de la ciudad de Los Án- goría artística, se necesita, por un geles convertida en su cuadro, en lado, el dominio de los progra- un gran ojo de araña. mas que se manejan y, por otro, »Con solo detenerse un poco, una gran dosis de creatividad y en el iris de ese ojo había un efec- un especial sentido de la estética. to que causaba un verdadero Porque si no se dan estas condi- problema óptico: ¿era una ciu- ciones en la medida adecuada, dad a blanco o era una ciudad los resultados nada tienen que negra? En el cuadro, lo blanco se ver con el arte. convertía en negro y esta vacila- »Pedro Herrera es sin duda ción del ojo (como en el defecto un artista que se vale legítima- que hizo posible el cine) adquiría mente de los medios que le ofre- también movimiento, solo que a ce la moderna tecnología para partir de una única imagen es- producir una obra valiosa. Le ha- tática. El globo de ese ojo era un Cromática fractal, infimedios bíamos conocido en el campo de juego cromático que iba hacien- la fotografía: audaz, irreverente, do gradaciones y haciendo en- imaginativo; pero ahora, ha com- trar a la mirada en un territorio la Casa de la Cultura en 1993, binado esta técnica y arte con la enigmático: el baile del color. Rodrigo Villacís Molina destacó técnica y el arte del giclée, para »Le pregunté cómo lograba el registro de sus muestras des- producir una obra muy apre- armar ese movimiento en un pla- de 1993 en diversas ciudades de ciable a la que en esta muestra no cartesiano y Herrera Ordóñez este país, de los Estados Unidos, también ha añadido la escultura explicó lo que me estaba pasan- del Canadá, de Australia y de con algunas piezas en material do al poner mi mirada en una España, así como los títulos de acrílico. de sus técnicas cinéticas: ‘Si te los libros que ha publicado, rela- »En el abanico temático de quedas viendo fijamente, notarás cionados con la naturaleza, y las Herrera, hay flores, bodegones, que los puntos blancos empiezan distinciones que ha obtenido por abstractos y un surrealismo que a cambiarse a negros y se gene- su obra artística. nos recuerda a Dalí. Entonces, ra un movimiento. Una vez que »Pero lo más importante es, yo diría que no son ‘imágenes identificas los puntos negros ya por supuesto, su obra, creativa perdidas’, sino más bien en- no hay posibilidad de detenerse. y diversa: una combinación de contradas en el hontanar de la Todo adquiere movimiento y los fotografía y de pintura digital, fantasía: caprichosas explosio- blancos desaparecen. El cuadro

95 El lado anverso de la puerta, infimedios

96 transmite el vértigo y permite rrido del catálogo de Pedro He- cinación de Van Gogh o el blanco ver cómo la ciudad está estructu- rrera Ordóñez: «Desde los albo- y negro de Picasso. rada. Trabajo mucho en la parte res de la humanidad, la pintura »Mucho menos desde que el cromática porque pienso en la ha desempeñado un importante pintor primitivo intentara atra- forma de trastocar los sentidos. papel en la conformación del par la realidad en las paredes de El predominante de esta obra es mundo. El ojo humano aprendió Lascaux o de Altamira. Fiel a esta el rojo, trabajado en la escala do, a ver con perspectiva en las pin- convicción, Pedro Herrera Ordó- que es grave, una suerte de mu- turas de Leonardo. Cobró con- ñez logró penetrar en los túneles sicalización que tú, si mantienes o pasadizos del arcoíris y ha con- la mirada y quieres escucharlo, seguido atrapar en sus telas, las pues lo vas a hacer. Hay un equi- «El ojo no ve fantasías y los colores que habi- librio dentro de la función y utili- tan en la mitad de los sueños. zación del color’. cosas sino figuras »Esto de algún modo con- »El aspecto más sobresalien- vierte a Herrera Ordóñez en un te en la obra de Herrera Ordóñez de cosas que pintor primitivo. Un pintor pri- es la presencia —en su pintura— mitivo del futuro. Un pintor que del lenguaje de los sueños. No significan otras ha sabido ponerse a tono con la aquel surrealismo bretoniano re- tecnología de nuestro tiempo. formado por Dalí y los europeos cosas, dice »Trataré de explicarme. Es ló- de los años veinte del siglo pasa- gico que uno sienta añoranza por do, sino una mirada arquetípica Ítalo Calvino en un pasado, por algo que se vivió. en línea con las teorías de Jung: Pero Ordóñez, como un pintor pintura onírica poblada de mitos, Las ciudades primitivo que cincelara en las shuar y chamánicos, de patrones paredes del arcoíris, ha logrado arquetípicos y transfiguraciones invisibles. La atrapar en sus telas recuerdos y y ensueños como los que provo- pintura de Pedro nostalgias del futuro. De un fu- ca la ayahuasca del alto Amazo- turo remoto que ya se vivió en nas o el peyote en los desiertos Herrera Ordóñez alguna parte de nuestras célu- del trópico de Cáncer y que pa- las. En alguna parte de nuestros recen confirmar las conclusiones apunta hacia las tiempos. Ese el milagro. La mara- del psicoanálisis sobre los sue- villosa sorpresa de su arte». ños: que la actividad general del cosas que están espíritu y la productividad de la psiquis, cuando dormimos, es detrás de lo que Así hemos caminado consecuencia de lo inconsciente con las palabras de críticos y y de lo consciente. el ojo ve, y a poetas, no todas, pero las más »El ojo no ve cosas sino figu- significativas para conocer a Pe- ras de cosas que significan otras los significados dro Herrera Ordóñez y su obra. cosas, dice Ítalo Calvino en Las Paralelamente vamos admirando ciudades invisibles. La pintura de que podemos su arte en 80 cuadros y escultu- Pedro Herrera Ordóñez apunta ras de las series ‘Geometría sa- hacia las cosas que están detrás hacernos de esos grada’, ‘Bodegones’, ‘Alquimia’, de lo que el ojo ve, y a los signifi- ‘Esculturas’, ‘Ninfas delirantes’, cados que podemos hacernos de hallazgos». ‘Al filo del delirio’ y ‘Códigos’, esos hallazgos». que acompañan a los textos que se diseminan en 100 páginas que Arqueología del futuro ciencia de ser un metalenguaje comprende el catálogo. en el pincel de Velásquez. Nunca Con este título del poeta Iván volvería a ser igual después de Oñate, finalizamos nuestro reco- las pesadillas de Bruegel, la alu-

97 Idea Vilariño, escribir en carne viva

Jorge Basilago

98 centenario

on dolorosa fre- jos de un obrero anarquista con cuencia, el cuerpo inquietudes literarias, fueron los infantil de Idea Vi- primeros accidentes en la historia lariño se transfor- personal de Idea. Aunque hubo ma en una enorme también imponderables más Cllaga que se inflama, supura y oportunos o deterministas, como estalla dejándola en carne viva. los estudios de violín desde la Los baños medicinales alivian temprana infancia y el hecho de sin curar el raro eczema que la que su padre, cada noche, leyese carcome y su nueva piel, del- en voz alta poemas del Siglo de gada y quebradiza, le impone Oro español y del Modernismo un absoluto reposo para evitar latinoamericano a heridas. Durante los días de en- la familia reunida. cierro forzoso, lee como poseída El ritmo, la melo- y escribe cosas terribles, desola- día y la palabra se Su rebelde condición doras: «Sola / sola bajo el agua filtraron así en los que cae y que cae. / (…) / Sola, oídos de la niña, enfermiza —además / sola y triste, lejos de todas las enseñándole a ver- almas, / de todo lo tierno, / de sificar aun antes de del eczema sufría todo lo suave. / Silencio, tristeza, aprender a escribir. de asma y, con el la muerte más cerca / en el mar- De sus lecturas co triste y sin luz de la tarde». iniciales, la fascina- tiempo, desarrollaría Sola; a menudo enferma y ción por los poemas confinada; por turnos desamante de Juan Ramón Ji- afecciones en los o desamada; reservada y escép- ménez, Rubén Da- tica, Idea crecerá mujer y poeta río, José Asunción huesos y la vista— la de aquello que le duele, de todo Silva y los urugua- cuanto atraviesa su alma y su yos Vicente Basso volvió parca, distante carne, porque no halla piel que Maglio y Juan Cun- las proteja. «Mi poesía soy yo», ha fue apenas eso: y sin duda por ello dirá al respecto. «Todo lo demás el resplandor que de mi vida son accidentes», aña- muestra un camino, con una precoz dirá en otras oportunidades. Al pero no la manera fin y al cabo, para quien lleva la de andarlo. «A de- noción de su propia marca existencialista en el costa- cir verdad, nunca do, la vida no puede ser más que sentí influencias de muerte. una cadena de hechos fortuitos nadie», confesaría —a menudo inevitables, siem- mucho después. pre insensatos—, a los que solo «Escribir era un la muerte estructura y da sentido acto privado y ni se me ocurría con su trazo fatal. decir lo de otros o mejorar las cosas acordándome de lo que hacían. Si no, tal vez lo hubie- Accidentes ra hecho mejor», agregó en otra existenciales ocasión. Su rebelde condición en- fermiza —además del eczema Nacer en Montevideo, en sufría de asma y, con el tiem- el frío invierno austral de 1920, po, desarrollaría afecciones en como la tercera de los cinco hi- los huesos y la vista— la volvió

99 parca, distante y sin duda por Accidentes amorosos ello con una precoz noción de su propia muerte. Desde sus Ya en su Diario de Juventud — primeros textos prefirió la den- que reúne anotaciones persona- sidad al volumen y la crudeza a les y poemas sueltos, desde 1937 la erudición. No tenía tiempo ni hasta 1945, aunque se publicó interés en los versos decorativos recién después de su muerte—, y huecos, porque la desbordaba Idea daba cuenta de otros ‘acci- la certeza de que «las cosas son dentes’ que necesariamente atra- a término», que «la fugacidad es vesaron su modo de enfrentar el algo con lo que contar siempre» hecho poético y la vida misma. y que «todo se acaba: el amor, Allí describe, por ejemplo, a la la vida, el mundo…». Del mis- poesía rioplatense de entonces mo modo en que la muerte y la como «miserablemente estanca- soledad no eran para ella obse- da en un pantano, pobre poesía siones sino certezas, el suicidio de provincia, sin originalidad, se le antojó como una al- sin fuerza, sin ningún ternativa aceptable poeta verdadero, aunque jamás ningún inten- consumada. «No sé cómo so, ningún Escribir, nuevo, en tales decirte que no me gustó», ningún condi- deses- ciones, le escribió alguna vez a su pera- sería do, dar tes- amigo Mario Benedetti, en nin- timonio gún de esa referencia al libro La vida, ese revo- angustia luciona- existencial, paréntesis, escrito por rio», todos con la sen- rasgos que sualidad como este último. la Generación único paliativo. del 45, la suya, se Una forma de cerrar la ocuparía de modificar. herida sin perder noción de En otro pasaje, cuestiona «las que la cicatriz volvería a abrir- infinitas frases, argumentos, cir- se, una y otra vez: «No hay cunloquios, razonamientos que ninguna esperanza / de que debe emplear (…) un hombre todo se arregle / de que ceda para decir lo que se puede ver el dolor / y el mundo se orga- en una mirada». Ella, está claro, nice / (…) / Más bien todo el optó por lo que la crítica podría dolor invadirá de nuevo / y no llamar «poesía despojada»; no habrá cosa libre de su macula- solo por su voluntaria economía dura. / Habrá que continuar de recursos lingüísticos, que la / que seguir respirando / que alejaba de la presuntuosidad soportar la luz y maldecir el masculina e incrementaba su sueño. / Que cocinar sin fe / autenticidad, sino porque escri- fornicar sin pasión / masticar bía convencida de que la vida, la con desgano / para siempre esperanza, los sueños y el amor sin lágrimas». eran apenas despojos. De he-

100 cho, en sus poemas, el amor y la Accidentes políticos muerte son casi siempre una sola y misma cosa: para Idea, amar es Según el crítico literario morir un poco, y morir es haber mexicano Christopher Domín- amado. guez Michael, en la poesía com- Y aunque muchos hombres prometida y las canciones polí- pasaron por su vida, solo por ticas de Idea puede hallarse «la uno de ellos experimentó sen- épica ausente en sus poemas de saciones dignas de sus poesías amor y en el resto de sus versos más desoladas: el escritor Juan existenciales». Pero esto tampoco Carlos Onetti. «Era el último es del todo cierto: la mayor par- hombre de quien yo debía ena- te de sus textos comprometidos morarme, era todo lo que yo denotan más su repudio al orden no debía amar», admitió ella social-político-económico vigen- en distintas ocasiones. Él la te, antes que su esperanza en un acusó de crear en torno suyo futuro superador. «Lo van a des- un mito amoroso, solo para hacer / va a volar en pedazos / escribir al respecto. Se cono- al fin reventará como una pompa cieron a comienzo de los años / o estallará glorioso / como una cincuenta, cuando ella acaba- santabárbara», confirma Vilari- ba de iniciarse en la docencia ño, en el cenit de su pesimismo, y poco antes de que Onetti se desde las páginas de su libro Po- casara con Dolly, la mujer que bre mundo. lo acompañaría hasta el final y «Una cosa es la eficacia polí- que toleró sus encuentros (no tica de un poema, y otra es si el tan) clandestinos con Idea sin poema es bueno o no (…). Estoy un reproche. más conforme con las canciones Para la poeta, esa histo- políticas que con algunos de ria con el autor de Los adioses los poemas. Es decir, las estimo —quien llegó a afirmar que más», sostenía la poeta. Otra se- Montevideo «tiene la cara de rie de accidentes —la difusión Idea»— fue un «amor inválido» masiva de la canción popular en al que le faltó «la honda mentira los años setenta; su contacto con / el siempre». Apenas un puña- artistas como Los Olimareños, do de momentos compartidos, Alfredo Zitarrosa y Daniel Vi- gozados, sufridos y odiados a lo glietti; su ideología de izquierda largo de cuarenta años de rela- anarquista y el respaldo a la Re- ción, en medio de los cuales ella volución Cubana, entre otros— la también se casó… con alguien motivó a acercarse a ese universo que no era Onetti. «Tal vez tuvi- creativo en el que dejó un puña- mos solo siete noches / no sé / do de composiciones notables. no las conté / cómo hubiera po- Ella, que jamás prestó aten- dido. / Tal vez no más que seis ción a cuanto la crítica escribía / o fueron nueve. / (…) / Tal acerca de su obra, y que duran- vez, de cuatro o cinco noches te muchos años se negó a recibir como esas / (…) / pueda vivir- premios o reconocimientos, lo- se / como de un largo amor / gró sentirse realizada a partir de toda una vida», arriesgaría Vi- su canción Los orientales. Fue en lariño, en verso, sin demasiada el Estadio Centenario, el día en convicción. que Los Olimareños regresaban

101 al Uruguay tras un largo exilio La aparente contradicción y todo el público coreó entre lá- entre su radical escepticismo y grimas aquella letra: «De todas la militancia por causas sociales partes vienen / sangre y cora- y políticas, desde su perspectiva, je / para salvar su suelo / los no era tal. Admiradora de la fi- orientales / (…). / Porque de- gura romántica y rebelde del Che jaron sus vidas / sus amigos y Guevara —a quien dedicó su poe- sus bienes / porque les es más ma ‘Digo que no murió’ —, Idea querida / la libertad que no tie- explicaba que «uno es más que nen». «No importaba que fuera su yo profundo, que su posición o no fuera mía: la emoción que metafísica; hay otras cosas que tuve esa noche no la he tenido cuentan: el dolor por la tremenda con ningún poema», remarcaba miseria del hombre, el imperati- Vilariño conmovida. vo moral de hacer lo posible por

102 Apenas un puñado de momentos compartidos, gozados, sufridos y odiados a lo largo de cuarenta años de relación, en medio de los cuales ella también se casó… con alguien que no era Onetti.

heim, pero ella rechazó la idea: día se me ocurren las cosas inteli- «Siempre pensé que dentro de lo gentes que podría haber dicho», poco que pueden hacer los artis- se excusaba. Y no hay duda de tas está dar ejemplo de conduc- ello: en las contadas entrevistas ta. Pensaba que por ahí podían que concedió durante su vida andar los dineros que mataban —su memoria registraba apenas en Vietnam o en Granada», argu- tres, fueron no más de siete—, los mentó con firmeza. latiguillos que repite con mayor frecuencia son «no sé cómo expli- carte» o «no sé cómo decirte». Accidentes divinos «No sé cómo decirte que no me gustó», le escribió alguna vez «Es difícil entrevistar a Idea, a su amigo Mario Benedetti, en tal parece que no cree en las pre- referencia al libro La vida, ese pa- guntas, no cree en las respues- réntesis, escrito por este último. Y tas, no cree en nada», escribió la un accidente del destino —¿eso narradora y ensayista mexicana que algunos llaman dios?— qui- Elena Poniatowska. Y ningu- so que los días finales de ambos, na de ambas mentía: cierta vez, en 2009, fuesen casi simultáneos cuando le preguntaron a Vilariño pero en todo diferentes. Mientras cómo imaginaba a dios, hizo un al autor de La tregua lo despidie- enorme esfuerzo antes de aven- ron cerca de diez mil personas, al turar que le veía ojos «malévo- funeral de Idea Vilariño asistió que se derrumbe la estructura los, mezquinos», quizás como apenas una docena; mientras el clasista para dar paso a una so- el ser mortal y miserable que lo testamento de Benedetti ocupó ciedad justa». inventó, para anestesiar la an- las portadas de incontables dia- Poco tiempo antes había gustia existencial de estar solo en rios en todo el mundo, el de Idea dado un ejemplo duro y concre- el mundo. «No existe para mí el apenas abarcaba un trozo de pa- to de sus convicciones. En 1982, problema de dios», enfatizaba. pel manuscrito: «Nada de cruces. con la dictadura uruguaya toda- Por otro lado, le disgustaba No morí en la paz de ningún se- vía en el poder, Idea padecía una la exigencia periodística de defi- ñor. Cremar». situación económica delicada, niciones sobre cualquier tema, a «No abusar de las palabras / producto del recorte intenciona- las que se sentía incapaz o desin- no prestarle / demasiada aten- do de sus horas docentes en la teresada de responder. «Me gus- ción. / Fue simplemente que / la Universidad de la República. Al- ta mucho escuchar las entrevistas cosa se acabó». gunas amistades intentaron pro- que les hacen a los demás, pero ponerla para una Beca Guggen- yo no tengo el don: recién al otro

103 ¿Qué pasará con los Museos luego de la cuarentena? (CONVERSATORIO)

Juan Luis Sigüenza Pardo*

l brote del COVID-19 en Wuhan, China, pone en riesgo la vida de los seres humanos y por ende el desarrollo económico, so- cial, político y cultural del planeta. Por ello, al igual que otras instituciones, los museos se cerraron y se inventaron metodo- logías emergentes para hacer teletrabajo desde los domicilios, Eutilizando recursos tecnológicos básicos, porque nadie estuvo prepara- do para ello. Ante este gigantesco giro universal y al celebrarse un año más de la conmemoración del Día Internacional de los Museos, constituido en mayo de 1977, en la XII Asamblea del ICOM celebrada en Moscú, el Mu- seo de Arte Moderno de la CCE, con el apoyo de la dirección de Comu- nicación Social, realizó el conversatorio denominado ‘¿Qué pasará con los Museos luego de la cuarentena?’, el martes 19 de mayo, a las 17h00, mediante la herramienta digital de Zoom y Facebook Live. El objetivo principal fue conocer cómo las instituciones museísticas han enfrentado y enfrentan el cierre de sus espacios y cuáles son las estrategias o de qué manera se están organizando para la reapertura, una vez que se norma- licen las actividades o se reabran al público. El conversatorio contó con la presencia de más de diez mil espec- tadores y los invitados para este evento fueron profesionales de alto nivel, que se encuentran involucrados y comprometidos con el cuidado y difusión de gran parte del Patrimonio y Paisaje Cultural, entre los que se encuentran directores, historiadores, investigadores, educadores, co- municadores y curadores del patrimonio material e inmaterial del país: Msc. Patricia Noriega, directora de Museos Casa de la Cultura Ecuato- riana y docente universitaria; Msc. Juan Carlos Fernández, presidente de ICOM – Ecuador; Lcda. Patricia Von Buchwal, directora del Museo

* Curador del Museo de Arte Moderno, Coordinador del Conversatorio.

104 museos

Nacional del Ministerio de Cul- la comunidad, utilizando herra- tura; Lcda. Ximena Moscoso, mientas digitales y las platafor- coordinadora del área de Investi- mas virtuales, para llegar con el gación, Museología y Museogra- arte a sus residencias mediante fía del Museo y Parque Ancestral actividades lúdicas y creativas, Pumapungo; Msc. Lucía Durán, investigando sus contenidos so- directora ejecutiva del Museo noros, arqueológicos, colonia- Casa del Alabado; Dr. Patricio les, republicanos, de ciencias, de Guerra, historiador, investiga- naturaleza, etnográficos, entre dor, docente universitario; Msc. otros. Es así que, de la mano de Guadalupe Álvarez, profesora, la tecnología, se puede mostrar curadora, y crítica de arte; Lcdo. las colecciones, con exposiciones Luis Andrés Palma López, coor- virtuales, lanzamientos de libros, dinador del Yaku Parque Museo galerías virtuales de apoyo a los del Agua. artistas, conversatorios y encuen- La situación sanitaria ha sido tros con temáticas diversas. un reto para la creatividad y para El personal de museos, al cumplir con la misión de salva- igual que todas las instituciones, guardar y difundir el patrimonio continúa con el teletrabajo y a la cultural, natural y mixto. Los expectativa de la semaforización museos deben mantenerse como por la emergencia sanitaria. En símbolos de la sociedad, al gene- caso de abrir los espacios de ma- rar productos de acercamiento a nera física, personal responsable

105 y capacitado está trabajando en radores de conocimiento social, planes estratégicos que se con- con marcos teóricos contempo- formarán con personas libres de ráneos. Es necesario que posi- cualquier vulnerabilidad, que biliten accesos a las colecciones contarán con el equipamiento para investigaciones a niveles de adecuado y así cumplir con todas maestrías y doctorados, con el fin las recomendaciones de la OMS. de alimentar los contenidos mu- Las propuestas prácticas son seales y así generar diálogos con importantes, pero es tiempo de otro tipo de iniciativas teóricas y reflexionar por la situación que técnicas. se vive. La pandemia ha alte- Los museos se adaptan a las rado la cotidianidad y hay una medidas sanitarias comunes, crisis general de la gestión cul- para cumplir con lo planificado, tural, hay museos que no se detienen y continúan con corren el riesgo de ce- el trabajo edu-comunicacional de rrarse por la falta de manera virtual. El confinamiento recursos económicos, lleva a hacerse varias preguntas: Debemos direccionar su función social tiene cuánto se ha sembrado en años a la sociedad hacia que ser revisada con anteriores a través de los servi- reflexiones radicales cios educativos y cómo queda la búsqueda de su para poder llegar a una este rol y la temática con las cien- sociedad que atraviesa cias sociales para contribuir de identidad, por medio un trauma social pro- manera real y encontrar resulta- fundo. dos positivos; cuánto se ha con- de los museos. Es Todos los museos tribuido con la activación de pen- han tenido un impacto samiento crítico para desarrollar momento de que los fuerte porque no esta- habilidades y tomas de posturas ban preparados para informadas sobre hechos que se museos se conviertan esta emergencia. La está viviendo; cuáles son las me- crisis ha conducido a didas de retorno seguro de inte- en generadores de presentar propuestas racción con los objetos para evi- superficiales e inmedia- tar los fracasos museográficos; conocimiento social. tas utilizando recursos cómo van a ser las historias luego digitales que estaban de la cuarentena, qué discursos a la mano, buscando se manejarán y cómo va a ser el así llegar a diferentes relato o papel del museo en la co- tipos de públicos. La munidad; cuál es la capacidad de reflexión debe conducir al aná- resiliencia para continuar al con- lisis de las políticas de gobierno siderar esta drástica disminución que afectan claramente al ámbito de ingresos, pérdidas y riesgos social y cultural. Los museos se- de puestos de trabajo que deben guiremos optimizando recursos ser afrontados. mediante el reciclaje del material El internet, las plataformas museográfico, por ejemplo, para virtuales, el mundo telemático enfrentar la falta de recursos. son las herramientas que se han Debemos direccionar a la consolidado y que deben tener sociedad hacia la búsqueda de más peso en este tiempo. La cua- su identidad, por medio de los rentena se levantará, pero no será museos. Es momento de que los posible retomar una normalidad museos se conviertan en gene- en la cotidianidad de los mu-

106 seos. Debemos valernos de estas La situación que atravesamos es herramientas para llegar a los hogares de todo el mundo. La compleja, si desaparecen los museos, experiencia única de estar frente a una obra de arte es irremplaza- con ellos desaparecería la identidad y la ble, pero se convierte en un pro- ceso complejo, por el bienestar memoria histórica. de todos. Se debe trabajar median- te convenios con académicos e culturales. Es momento de utili- instituciones universitarias para zar metodologías para generar continuar con el proceso de in- canales importantes y presentar vestigación, además hacer au- lecturas solidarias de cuidado y togestión, buscar el mecenazgo reciprocidad con la comunidad. empresarial creando redes con Según la presidenta de mesas de diálogo y debate, para ICOM, Suay Aksoy, los museos patrocinar la cultura que es un cerrados nunca han sido tan in- derecho universal y fundamental novadores y accesibles con el uso como bien público para todos los de las redes sociales, las reunio- ciudadanos. nes y conferencias se incremen- La situación que atravesa- tan cada día. Miles de museos mos es compleja, si desaparecen de todo el mundo están cerrados los museos, con ellos se perde- sin saber cuándo volverán a abrir ría la identidad y la memoria sus puertas, la mayoría de los histórica. Es momento de que el trabajadores se encuentran confi- museo marque un hito para el nados, aparte de los trabajadores antes y el después, debe ser una de seguridad y mantenimiento, herramienta que facilite las polí- muchos de los cuales se mantie- ticas culturales y el escenario de nen in situ protegiendo las insti- cómo regresar nos habla de tres tuciones y arriesgando sus vidas. componentes importantes: el pú- No sabemos cuándo se abri- blico, el personal que labora y las rán los museos, pero nos acopla- colecciones. mos creativamente, para atender Los recursos en una visita desde el lugar donde nos encon- real en que el visitante tiene un tramos. Es momento de coope- encuentro con la obra son insus- ración interinstitucional entre tituibles. La sociedad en este mo- museos, con la academia, las mento está abocada a la precari- universidades, la comunidad de zación de la vida, de la política, gestores culturales y artistas, al del trabajo cultural, los artistas igual que historiadores, investi- están buscando la manera de sos- gadores, entre otros, para generar tener la vida. convenios, redes y plataformas Se deben crear ordenanzas y virtuales como estrategias para políticas culturales para la exis- el intercambio y la socialización tencia de fondos comunes que de planes, programas y proyec- lleven a la redistribución me- tos mediante una infraestructura diante un sistema colaborativo cultural sólida a largo plazo que entre diferentes rostros: el mu- promueva las experiencias de la seo, la academia, investigadores, omnipotencia virtual y la viven- comunidad de artistas y gestores cia física en los museos.

107 tributo Yela, estrella de Guayaquil

Sonia Manzano Vela

esulta inconcebible aceptar la idea de que Yela Loffredo de Klein se ha ido hacia la di- mensión del ‘nunca ja- Rmás’, donde todo lo que ha sido, termina por ya no ser: la Vida, en primerísimo término. ¡No!, admitir que ella se fue, sería como aceptar que Guaya- quil se ha quedado sin su ría, sin su Torre Morisca, sin su parque Centenario, sin su Barrio Las Pe- ñas, sin su matriarca legendaria del arte y la cultura: esa misma a la que abordaban múltiples ar- tistas, de cualquier rama y condi- ción, en busca de un apoyo que la solidaria Yela nunca dejó de otorgarles. Ella no se ha ido, su cuna natal sigue meciéndola en sus brazos maternales al vaivén de la música que canta el manso Gua- yas bajo los balcones de casas Esa mujer de la sonrisa pe- ‘pan nuestro’ de la cultura al que olorosas a perfumes ya idos. renne y de la palabra afable, no todo ciudadano ecuatoriano tie- Hermosa, de porte aristo- se ha ido hacia parte alguna: ne irrenunciable derecho. crático, aunque sencilla hasta la su presencia etérea seguirá pa- ¡No!, Yela no se ha ido ni se misma médula del alma, sus ma- seando su condición de heroica irá: ella se quedará en su ciudad nos supieron esculpir el barro, el promotora cultural por el viejo querida como una estrella de su mármol, la piedra, el bronce, la auditorio de la Espol, institución bandera albiceleste; una cuyo plata, para conferirles esa belleza tecnológica a la que supo agre- fulgor esplendente no conocerá sensual que fue la marca de es- garle el valor del arte humanísi- desmayo alguno, porque está tilo de sus obras, como muestra mo, a través de esos ‘Lunes Cul- escrito que «la luz de las estre- de lo cual cabe mencionar la se- turales’ que por años brindó a un llas, cuando estas son en verdad rie escultórica ‘Los Amantes de público numeroso y receptivo, el legítimas, no se apaga, ya que es Sumpa’, cuya calidad estética es que tuvo el privilegio de recibir luz destinada a perdurar eterna- de un nivel insuperable. de manos de la propia artista, el mente».

108 La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, su Cinemateca Nacional Ulises Estrella y Mosfilm, Estudio Cinematográfico de Rusia

FM presentan el estreno de la película Anna Karenina Historia de Vronski del director Karén Shajnazárov

desde el basada en la célebre novela de León Tolstói miércoles 28 Museo de Arte Moderno CCE, Quito hasta el Sala Joaquín Pinto Avs. 12 de Octubre y Patria PRÓXIMAMENTE sábado en la sala Alfredo Pareja Diezcanseco 2 31 Frente al Hotel Tambo Real www.casadelacultura.gob.ec de marzo Entrada libre REVISTA CULTURAL DE LA CCE

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