CATASTROFES NATURALES Y TRANSFORMACIONES URBANAS EN LA CIUDAD DE DAROCA EN LOS SIGLOS XV Y XVI

Dr. José Luis Corral Lafuente Universidad de

1. La culminación urbanistica de Daroca: la situación a principios del siglo XV

Fundada por los musulmanes entre fines del siglo VIII y principios del IX', la ciudad de Daroca fue conquistada por Alfonso I a mediados de 11202. Este monarca le concedió un fuero antes de 1133 3 que fue confirma- do y ampliado por Ramón Berenguer IV en 1142 4. En dicho fuero se inci- taba a que nuevos pobladores acudieran a la entonces villa de Daroca y al amplio territorio que se le concedía para poblarlos. La medida jurídica resultó muy efectiva, puesto que enseguida comenzó una afluencia notable de pobladores a Daroca 5, que amplió con- siderablemente su casco urbano, siendo necesario construir nuevas calles y nuevos barrios para dar cabida a los inmigrantes 6. El nuevo espacio que fue preciso urbanizar era en época musulmana una rambla, en torno a la cual se levantaron los nuevos edificios segŭn los modelos establecidos por

ICorral, 1983, 47-48. 2Id., 61-62. 3Agudo, 1992, 7-8. 4E1 fuero de Daroca fue editado por Campillo en 1898 y 1915 y por Esteban Abad en 1978; la más reciente edición, con un estudio lingilistico y concordancias, es la de Agudo (1992). 5Corral, 1983, 76 6Id. 79

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el concejo', quedando el cauce de la rambla, llamada Fondonera, como eje principal de la ciudad, desde entonces conocida como calle Mayor8. La situación urbanística de Daroca cambió completamente, e incluso su topografía; así, en época islámica los geógrafos musulmanes describen a la medina como situada en la falda de una montaria 9, mientras que las pos- teriores descripciones de viajeros cristianos dirán de Daroca que está situada en el fondo de un barranco". Pero pese a esta distinta y, aparente- mente, contradictoria situación, no es que cambiara la ciudad de emplaza- miento a partir del siglo XII -la antigua medina musulmana siguió habita- da, si bien ahora por los cristianos y por los judíos-, sino que se produjo una ampliación, que duplicó el espacio construido y ocupó el fondo del barranco que delimitaba la medina islámica. Esta nueva zona urbana pasó a denominarse la Franquería" y en ella, a ambos lados de la nueva calle Mayor, se ubicaron los pobladores que fueron llegando en la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII, además de la morería, que se instaló en esta zona tras la conquista cristia- na y que con la ampliación de la ciudad quedó anexa a la Franquería". La ciudad de Daroca comenzó a llenarse de edificios religiosos: iglesias que en unos casos sustituían a las antiguas mezquitas" y en otros se construían de nueva planta" y conventos" y hospitales". Fue además necesario ampliar el recinto amurallado para englobar los nuevos

7Este tipo de solares presenta un tamaño de unos 4 metros de fachada por 12 de fondo, lo que da unas manzanas de casas regulares y calles en damero; este sistema es com ŭn a todos los sistemas de repoblación de las ciudades de los siglos XII y XIII. sCorral, 1983, 80. 9E1 geógrafo musulmán AI-Himyarí describía así a la medina de Daroca: "... está situada en la falda de una montaña" (Martín Duque, 1956, 257). top fines del siglo XVII se describía la situación de Daroca de la siguiente manera: "... los primeros pobladores de Daroca, en la elección del sitio, miraron a fabricarla con las comodidades más considerables para la paz y la guerra, colocándola entre colinas bien elevadas..." (Fabro, 1985, 30). 11La Franquería, ubicada a ambos lados de la calle Mayor, ya estaba completada en 1259 (Campillo, 1915, 345, n° 15). 12La morería de Daroca se ubicó en torno a una plaza Ilamada ahora del Rey, nombre que ya se cita en 1717 (Canellas, 1988, 336, n° 2788); allí estaban la mezquita y otros edificios p ŭblicos de la aljama de los mudéjares, en principio extramuros (Ledesma, 1991, 205). 13Las iglesias de Santa María, San Juan y San Miguel se hallan edificadas en plena medina islámica y, segŭn varios los indicios, bajo ellas debió haber sendas mezquitas (Martínez, Corral y Borque, 1987, 21). 14Las iglesias de Santo Domingo, San Martín de la Parra, Santiago, San Andrés, San Pedro y San Lorenzo se levantaron en la zona de la Franquería, en solares fuera de la medina, y no parece que tengan precedentes islámicos (Corral, 1983, 82) 15Daroca contaba con cuatro conventos en el siglo XVI, a los que se añadirán el de capuchinos en el siglo XVII y el convento-colegio de Escolapios en el XVIII. En el siglo XIII había dos comunidades de templarios en torno a las iglesias de San Jorge y Santa Lucía. De los conventos del siglo XVI, el más anti- guo era el de San Francisco, dedicado a San Luis, fundado en 1237 en la zona del arrabal (Beltrán, 1954, 91); en 1266 se fundó el de trinitarios, junto al exterior de la Puerta Baja, sobre la ya existente iglesia de San Marcos (Corral, 1983, 123). En 1381 se fundó el de mercedarios, dentro del recinto amurallado, en la

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DAROCA EN EL SIGLO XV

Tom del Cuervo Fuente de n••n o del Jalue Santa Quiteria Feriel Merellas La Tomta Rambla ••• Ens Altas Fondonení Puerta de La Sisa Puerta Alty Judería Vieja ;

Ennita de Nizeret Torre de Cinco Essuinas

San Cristóbal

Cerro de Sen CristOlal Eras Ct Grajera Cerro de San Jorge Xementerio bulio? D San Jorge

o aMoreria

Murallas Convento de la 1 11 Merced Ct Valcslitnte San Velero Puerta de Velencia Tone de San Vklero Puerta de —› S32 Vslero Burdel ucifl Puerta Baja Aceluit Molinar

Leyenda Convento de Arrabal Trinided Molinos ▪ Iglesias Tintes O Conventos Ens Bajes 011tria O Casadel concejo B5105 Rantlela Cementerios Glizbert Convento de •Otros edificios p blicos San Franciseo ŭ IgltsiaLe 011ería. (Hospitales, estudio, etc.) S.Lizuo

191 JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE barrios que se crearon tras la conquista cristiana". Tenerías, ollerías, moli- nos y baños se mantuvieron, con algunas modificaciones, en el mismo lugar que estaban en época islámica, en un arrabal en la ladera sur del cerro de San Jorge". El rápido crecimiento de los siglos XII y XIII acabó a mediados de éste ŭltimo; un censo de 1230 da para Daroca una población de 926 fuegos de cristianos, a los que habría que unir los de judíos y musulmanes, ade- más de los clérigos y clases marginales, lo que supone una población supe- rior a los 4.000 habitantes 19. Pero a partir de entonces comenzó a dismi- nuir: tras la conquista de en 1236 se abrieron nuevos horizontes a los habitantes de la Extremadura aragonesa; muchos darocenses acudie- ron a conquistar Levante y más de doscientas familias de Daroca y su alfoz se establecieron en la capital valenciana a partir de 1238 20. Las epide- mias del siglo XIV y las guerras con Castilla contribuyeron definitivamen- te a la regresión demográfica; a principios del siglo XIV el n ŭmero de fue- gos se había reducido a 470, a los que sumados los demás grupos comple- tarían una población en torno a los 2.500 habitantes

calle Mayor y cerca de la Puerta Baja (Beltrán, 1954, 91), consagrando a San Blas la iglesia que había sido fundada bajo la advocación de San Lorenzo antes de 1154 (Lacarra, 1985, 54, n° 375); esta iglesia seguía bajo la misma advocación en 1288 (Campillo, 1915, 53, n° 358) y en 1360 (Canellas,1988, 76, n° 559), aun- que poco después quedó en ruinas y el cabildo de Santa María entregó el solar de la iglesia y unas casas a los mercedarios para que construyeran su convento (Canellas, 1988, 90, n° 678). Por ŭltimo, en 1522 se fundó el de dominicas (Beltrán, 1954, 91), al final de la rambla Guzbert, sobre una ermita dedicada a San Lázaro, junto a la cual había una ollería, que ya existía al menos desde principios del siglo XV (Alvaro, 1989, 61). I6Varios hospitales se distribuían por el casco urbano; al menos desde la primera mitad del siglo XIII existía el de San Marcos, sobre el que más tarde se establecerá el convento de trinitarios; además, casi todas las iglesias disponían de su propio hospital; son conocidos los de Santo Domingo, Santiago, San Juan, y dos de Santa María (Corral, 1983, 125). 17Desde hace algunos años vienen realizándose distintas excavaciones arqueológicas en el recinto amurallado de Daroca, con distintos resultados. Hasta el momento, los restos más antiguos han sido halla- dos en el Castillo Mayor; se trata de un conjunto de varias decenas de fragmentos de yeserías datados a principios del siglo XI, en pleno dominio musulmán. Pero la mayor parte de los restos materiales localiza- dos hasta ahora en los distintos puntos excavados datan de los siglos XV y XVI. Por otra parte, los para- mentos fechados mediante documentación y elementos estilísticos se refieren con claridad a los siglos XIV, XV y XVI. No obstante, parece obvio que el recinto murado musulmán se circunscribía a la zona del Castillo Mayor y al cerro de San Cristóbal, sin atravesar la rambla Fondonera; sería a partir del siglo XIII cuando comenzara a fortificarse el cerro de San Jorge y se unieran los dos montes mediante el cerco de murallas que se cerró en las puertas Alta y Baja (Cervera, Corral y Ubieto, 1982 y Corral, 1983, 102-106) I9E1 arrabal todavía se seguirá Ilamando asf en pleno siglo XX; ya existía en época islámica, y allí se encontraban los baños, molinos y algunas industrias contaminantes como las tenerías. Como tal se mantu- vo tras la conquista cristiana (Campillo, 1915, 34, n° 200), y se documentan en la Edad Media varios moli- nos (Majarena, 1989, 13-14, n° 3), calderas de tintes, baños (Campillo, 1915, 345, n° 18) y otras instalacio- nes artesano-industriales, además de varias casas (Campillo, 1915, 46, n° 309 y Canellas, 1988, 34, n° 200 y 46, n° 309). Algunas de las casas del arrabal que estaban junto a la muralla fueron derruidas por orden de Pedro IV para proteger mejor la ciudad en la guerra Ilamada de los Dos Pedros (Campillo, 1915, 491, n° 495). I9Corral, 1983, 79.

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Hacia 1400 la infraestructura urbanística darocense estaba completa; a lo largo del siglo XIV tan sólo se realizaron algunas obras menores, reparaciones puntuales y se completaron algunas iglesias, especialmente con la construcción de torres y portadas"; ante la regresión demográfica no hacía falta construir barrios nuevos, es más, la disminución de poblado- res posibilitaba mayores espacios urbanos; así, la nueva aristocracia surgi- da en la ciudad desde fines del siglo XIII rompió la tradicional igualdad ciudadana, manifestada incluso en la existencia de solares regulares e iguales para todos los repobladores". Esta aristocracia, formada funda- mentalmente por caballeros y baja nobleza, si bien esta ŭltima no tenía derecho a participar en el gobierno municipal", se construyó grandes casas y palacios, alterando con ello la imagen de los edificios de la ciudad, aun- que sin apenas alterar la trama urbana". A comienzos del siglo XV la estructura urbana de Daroca era prácti- camente la misma que la que había quedado dibujada a mediados del siglo XIII, pero si la población no iba a crecer en demasía en términos absolu- tos, nuevas necesidades urbanas iban a provocar cambios urbanos noto- rios en los siglos XV y XVI; a ello se iba a sumar la desaparición de la judería en 149225 y la conversión obligatoria de los moriscos en 1526 26, lo que provocaría ciertas transformaciones urbanísticas.

20Cabanes y Ferrer, 1980, 138-153. 21 Daroca conserva en la actualidad cinco de sus quince iglesias medievales; casi todas ellas tuvieron una torre, la mayoría levantada en los siglos XIV y XV. Las torres de San Juan, San Miguel, San Andrés y Santiago, todas ellas desaparecidas a principios de este siglo, se edificaron en el siglo XIV; la de Santa María, en piedra sillar, fue construida a mediados del siglo XV a expensas de la reina dofia María (Majare- na, 1989, 12), forrando otra anterior de ladrillo (Martínez, Corral y Borque, 1987, 47-48). En el siglo XVI los siete templos parroquiales tenían torre, pues el 7 de febrero de 1568 el concejo de Daroca celebró la fiesta de la llegada de los Corporales, ocurrida en 1239, iluminando con velas de sebo las torres de las "sie- te iglesias" de la ciudad (AMD -Archivo Municipal de Daroca-, Actas 1568, f. 23v.). 22Corral, 1983, 77 y 79 23Esta exclusión se mantuvo hasta el siglo XVIII; la nobleza no pudo nunca acceder a los oficios con- cejiles, que desde el siglo XIV quedaron monopolizados por la caballería villana (Corral, 1981, 173). 24Corral, 1983, 152. 25La floreciente judería de Daroca, una de las principales del reino de Aragón en el siglo XIII, sufrió una despoblación total a principios del siglo XV, tras las predicaciones de Vicente Ferrer; en 1414 fue saqueada por los cristianos y quedó abandonada varios años (Motis, 1990, 145), hasta que se volvió a poblar en 1443 (Motis, 1991, 144). Algunos cristianos se instalaron en ella tras la huida de los judíos y a su regreso siguieron viviendo allí (AMD, Actas 1462, f. 20v.). Se despobló definitivamente en 1492; de Daro- ca partieron unos 150 judíos de los aprox ŭnadamente 200 que había; el resto se convirtió al cristianismo y siguió viviendo en la ciudad (Mañas, 1992, 8). 26La conversión obligatoria provocó una reforma urbanística en la morería y la demolición de la mez- quita mudéjar, cuyo solar se transformó en una plaza (AMD, Actas 1526, f. 64). En Daroca se convirtieron más de 300 mudéjares al cristianismo, la totalidad, entre 1526 y 1528 (Mañas, 1991, 8) y siguieron viviendo en la ciudad hasta la expulsión definitiva de los moriscos en 1610.

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2. Los problemas de las inundaciones

Daroca está ubicada en el valle medio del , a una altitud entre los 770 y 790 metros, lo que le confiere unas características climáticas extre- mas". Las precipitaciones medias anuales se sit ŭan en torno a 470 mm, si bien en arios secos ha llovido por debajo de 200 mm y en años lluviosos se han colocado por encima de los 600 mm28 El régimen de precipitaciones es además muy irregular en su distribución a lo largo del ario; especialmente dañinas son las frecuentes tormentas que cada año, sobre todo en los meses de verano, descargan en pocos minutos grandes cantidades de agua". Los musulmanes fundaron la ciudad en la ladera sur del cerro de San Cristóbal, adaptando la trama viaria de forma excelente a las característi- cas topográficas del terreno. Dos calles principales, las actuales de la Gra- jera y Valcaliente, ocupan el fondo de los dos pequefios barrancos que desaguan. en la rambla Fondonera, actual calle Mayorn con este sistema, el agua procedente de las fuertes tormentas era evacuada rápidamente fuera de la medina, sin que hubiera graves riesgos de inundación". La expansión urbana propiciada por la conquista cristiana y la afluen- cia rnasiva de repobladores provocó el rápido crecimiento del casco urba- no e hizo necesario habilitar el barranco de la rambla Fondonera, hasta mediados del siglo XII yermo, para construir los barrios de los nuevos pbbladores que acudían a Daroca al abrigo de las condiciones favorables contenidas en el fuero de 114232.

27Sierra, 1963, 14-16. Un trabajo sobre documentación para el estudio del clima en el valle del Ebro de Giménez Soler (1923, 119), Ilega a la conclusión de que ha variado poco desde la Edad Media a nues- tros días. 28Schmitt, 1945, 794. 29Las precipitaciones tormentosas primaverales y veraniegas son de una gran intensidad horaria; la cantidad de agua recogida en un sólo día, a veces en apenas unos minutos, suele ser extraordinaria, con frecuencia por encima de los 50 litros por metro cuadrado (Ferrer y Mensua, 1956, 71). El 8 de junio de 1989 durante un espacio de 10 minutos una tormenta descargó 21 litros por metros cuadrado; entre los meses de mayo y septiembre son frecuentes todos los años precipitaciones de intensidad superior a los 5 litros en 10 minutos. Esta virulencia, unida a la falta de cobertura vegetal en muchas laderas, provoca unos arrastres de tierra realmente cuantiosos; en 1449 el concejo tuvo que enviar unos peones para limpiar la tierra acumulada en la zona de la torre del Cuervo, en la zona alta del recinto amurallado, pues la tierra acumulada era tanta que "se podía entrar a pie Ilano por encima de la muralla" (AMD, Actas 1449-1450, f. 66). 30Corral, 1983, 55. 31La parte alta de la ciudad no presenta nunca problemas de inundación, salvo los daños causados en el propio pavimento de las calles. En este sector, el sistema de evacuación de aguas torrenciales es real- mente extraordinario, hasta tal punto que la adaptación de la red viaria diseñada por los musulmanes a las características del terreno es prácticamente perfecta. La adecuación del urbanismo musulmán a los cursos de agua es bien conocida (Epalza, 1988); el caso más espectacular es sin duda el de la ciudad magrebí de Fez, cuyo plano se basa en el sistema para conducir el agua a la ciudad y en la distribución de este agua por todas las casas (Burckhardt, 1982, 209). En la Península Ibérica hay muchas ciudades musulmanas basadas en estos modelos, como por ejemplo Játiva (González Baldovf, 1988, 25). 32E1 Fuero de 1142 declara a los pobladores de Daroca libres e ingenuos y les exime de los tributos de montazgo y portazgo además de concederles otros privilegios judiciales (Agudo, 1992, 77-90)

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DAROCA EN EL SIGLO XVI

Torre del CuIrvo o del Jaiue Fvente de Santa Qviteria Rautla de Ferial àla Mine. blvrallas La Tomta ss Berbaeana Ens Altas de la Mina.

Puerta de Sisa Puerta Alta La Müne Rueva Sin Marcial Ennita de Nateret 41) Torre de Cineo Estuines

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La ampliación sólo era posible hacia el fondo de la rambla, puesto que hacia las escarpadas laderas y cortados del cerro de San Cristóbal era inviable su urbanización". Pero esta solución conllevaba graves riesgos, debido a que los nuevos barrios se construían en el fondo de un barranco atravesado por frecuentes y fuertes avenidas de agua. La rambla Fondonera es la ŭnica salida hacia el río de una amplia cuenca de unos cinco kilómetros de longitud en sentido norte-sur por unos seis en dirección este-oeste; es decir, en ella se colecta una cuenca de unos 25 kilómetros cuadrados muy bien definida entre el altiplano del Campo de Romanos y el valle del Jiloca, de suelos arcillosos y poco permeables que no tienen capacidad para absorber y filtrar los grandes aguaceros que descargan las intensas tormentas veraniegas. Toda esa cuenca, comparti- mentada a su vez en mŭltiples pequerios barrancos, confluye en la rambla Fondonera, encajada entre las laderas de los cerros de San Jorge y San Cristóbal, que de vez en cuando se convierte en un verdadero río, aunque sólo sea por unas horas34. Los problemas provocados por las avenidas de agua de las tormentas comenzaron a ser frecuentes y cada vez más graves, especialmente confor- me los darocenses fueron completando la ampliación de la ciudad y se vie- ron obligados a encerrarla en un amplio cinturón de murallas Las mura- llas defendían a la ciudad de posibles agresiones de enemigos, pero a la vez se convertían en una barrera peligrosa, puesto que las murallas, que coronaban los dos cerros, se unían en el fondo del barranco y allí forma- ban verdaderas represas de contención de las aguas procedentes de las tormentas. Durante los siglos XII y XIII las inundaciones ya existían, pero fue- ron quizás solucionadas sin demasiadas complicaciones; es probable que las condiciones climáticas de estas dos centurias, sin apenas catástrofes naturales, contribuyeran a que los darios de las inundaciones fueran poco relevantes".

33E1 cerro de San Cristóbal tiene una altitud superior a los 920 metros, mientras que las casas ubica- das a mayor altitud en esa ladera se sit ŭan en tomo a los 800 metros; presenta un desnivel superior al treinta por ciento en algunos lados, con cortados rocosos de más de treinta metros de altura. En suma, por encima de la curva de nivel de los 800 metros, la ladera del cerro es inhabitable. La ciudad se ubica entre dos cerros, ocupando una zona de falla tectónica, muy abundantes por toda la cuenca del Jiloca, en las que se instala la red hidrográfica (Bomer, 1960, 400). 34Todavía en la actualidad, pese a la construcción de la Mina y pese a los diques de contención cons- truidos en los barrancos a principios del este siglo, sigue anegándose la calle Mayor durante las tormentas veraniegas; suele bajar Ilena de agua, "de acera a acera", con un caudal con altura superior a los 25 centi- metros. 35Parece seguro que el clima en Europa sufrió un empeoramiento, al menos en lo que se refiere al aumento de precipitaciones, a partir del siglo XIV (Alexandre, 1987, 708); sin duda, las precipitaciones fueron más torrenciales y las temperaturas con mayores contrastes. Es muy probable que en ello influyera la deforestación que las sistemáticas e intensas campañas de roturación dejaron a Europa occidental sin buena parte de sus bosques en los siglos XII y XIII. La disminución de la masa forestal provoca un régi-

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Pero en el siglo XIV la situación comenzó a cambiar de forma noto- ria. Desde entonces, los desastres causados por el "aguaducho" o "luco", como llamaban los darocenses a las riadas de la rambla Fondonera, fueron atenazando la vida de la ciudad y convirtiéndose en un peligro constante. En 1392 una gran riada destruyó todas las defensas de la rambla Guzbert, que era la continuación de la rambla Fondonera cuando esta salía de la Puerta Baja, en dirección hacia el río Jiloca, donde desaguaba; el concejo se vio obligado a construir en dicha rambla un muro de argamasa de un metro de alto por más de medio metro de ancho para proteger huertos y corrales, cuyas tapias habían sido derribadas por la velocidad y la fuerza del agua36. Desde entonces, con el cinturón de murallas totalmente cerrado, es decir, con el cauce de la rambla Fondonera cortado en dos puntos, los desastres por inundaciones fueron en aumento. Todos los años había que limpiar las calles, especialmente la calle Mayor, varias veces, y retirar grandes cantidades de piedra, tierra, barro, cañas y maderas que se acu- mulaban tras las riadas de las tormentas37. Lo más dañado eran sin duda las puertas; tras una tormenta, el conce- jo se veía obligado a enviar a dos o más peones a limpiar los alrededores

men de precipitaciones muy irregular y una mayor variación térmica. En la propia ciudad de Zaragoza se han documentado frecuentes inundaciones y crecidas del río Ebro en los siglos XIV y XV (Falcón, 1981, 108-110). 36Los destrozos causados por el agua en 1392 fueron reparados a costa del concejo que abonó 900 sueldos a Johan de Luna, maestro de hacer argamasas, por "una fila de argamasa de cinco palmos de alto y tres de ancho" y diversas reparaciones en tapias y huertos (AMD, Actas de 1423, pergamino de encua- demación). 37Las menciones a la reparación de las calles de la ciudad tras las riadas de las tormentas son constan- tes; especialmente graves eran los destrozos causados en la calle Mayor y en las calles de Valcaliente y la Grajera, las tres más importantes de la ciudad y las tres construidas sobre el cauce de barrancos. En junio de 1462 una gran torrnenta obligó al concejo a reparar la calle de Valcaliente y algunas casas, pues el agua había entrado en varios patios y había dejado la calle en muy mal estado (AMD, Actas 1462, f. 30). En 1566 se produjeron muchas quejas por parte de varios vecinos porque algunos que vivían en la Grajera echaban tierra cuando llovía (quizás amontonándola delante de sus casas para evitar que el agua entrase en sus patios) y que el agua arrastraba esta tierra hasta la calle Mayor; el concejo acuerda en el mes de septiembre de ese año que se ponga remedio a esta situación, y que se eviten "los barrancos" que el agua de las tormentas hace en la calle Grajera, mediante remedios como la colocación de "estacadas o como sea" (AMD, Actas 1566, f. 61v.). La calle Mayor era con mucho la más perjudicada, puesto que como ram- bla principal recibía las aportaciones de todas las demás, con lo que su caudal de agua en días de tormenta era realmente muy elevado. La calle Mayor tenía aceras empedradas a ambos lados, pero la calzada era de tierra, si bien se reparaba y arreglaba constantemente; entre la calzada y las aceras había dos cunetas que servían de canales de desagtie. La actual pavimentación a base de adoquinado no se instaló hasta princi- pios del siglo XX. A lo largo de esta calle se acumulaban grandes cantidades de tierra y otros materiales tras una tormenta, sobre todo en las dos puertas, la Alta y la Baja, y en la confluencia de la calle Mayor con las calles de la Grajera y Valcaliente, donde en ocasiones había que retirar depósitos de arena de más de medio metro de altura; en junio de 1469 el concejo ordenó arar la zona baja de la calle Mayor y hasta más abajo del convento de la Trinidad por el "grant danyo por la arena que por las aguas rapinosas se ple- ga", estableciendo que cada vecino frontero debe pagar una cantidad para realizar estos trabajos de lim- pieza (AMD, Actas 1469, f. 33); en 1551 el concejo gastó 100 sueldos en "emparejar la calle Mayor a causa del aguaducho y en repararla" (AMD, Actas 1551, ff. 42-42v.).

197 JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE de las puertas de la tierra acumulada, que casi siempre impedía que las puertas de madera de la ciudad pudieran abrirse o cerrarse". A veces, los darios causados fueron realmente espectaculares; en 1462, tras una gran tormenta caída a mediados de junio, las puertas de madera que cerraban la Puerta Baja fueron arrancadas de cuajo por la violencia de la riada o "aguaducho" y hubo que ir a buscar las hojas de madera al huerto de los frailes, ubicado varios cientos de metros aguas abajo". Más violenta aŭn fue una tormenta de junio de 1503, que arrancó las puertas de madera de la Puerta Baja, las llevó hasta el río Jiloca, a más de un kilómetro, y desde allí fueron arrastradas hasta los pueblos de Man- chones y , a seis y ocho kilŭmetros respectivamente de distancia; hasta allí tuvieron que ir unos peones por encargo del concejo a recoger las puertas y volver a colocarlas en su lugar4°. Muchos edificios de Daroca sufrían también la virulencia de las ave- nidas de agua; las casas de la calle Mayor, convertida en un verdadero río tras una tormenta, eran las más afectadas. Lo más frecuente era que los patios y tiendas de esta calle, donde se ubicaba la práctica totalidad del comercio permanente de Daroca, se inundaran, con los consiguientes per- juicios que ello causaba a sus propietarios 41 . A principios de agosto de 1502 se vinieron abajo varias casas y tiendas en la calle Mayor como con-

38En 1449 hubo que limpiar la Puerta Baja, también llamada Fondonera, porque a causa de la tierra depositada por las tormentas no se podía cerrar ni abrir (AMD, Actas 1449, f. 380); en 1467 se pagaron tres sueldos a un tapiador para sacar la arena de la Puerta Baja (AMD, Actas 1467, f. 143); en 1472 hubo que trabajar varios días durante el mes de noviembre para quitar la tierra acumulada en la Puerta Baja, para que pudieran salir las aguas (AMD, Actas 1472, f. 83); en 1493 fue necesario arreglar la Puerta Baja para que corriera el agua y para que se pudiera abrir y cerrar y se desescombró toda la zona exterior de la muralla que estaba colmatada de arena (AMD, Actas 1493, ff. 105 y 106v. y 107); en 1497 tuvieron que estar trabajando dos hombres con dos bestias durante dos días completos para poder dejar la Puerta Baja limpia de tierra (AMD, Actas 1497, f. 88); en 1558 estaba totalmente lleno de lodo todo el entorno de la Puerta Baja (AMD, Actas 1558, f. 64v.). La zona de la Puerta Alta también resultó muy afectada: en 1462 se pagaron 45 sueldos a Martín Vizcaíno para obrar una pared o muro de contención de argamasa para proteger una zona de la muralla en la Puerta Alta, junto a una torre conocida como Torre Roldán, a fin de desviar las aguas que iban a parar directamente allí (AMD, Actas 1462, f. 138v.); en 1500 hubo tanta acu- mulación de tierra que fue preciso limpiar la Puerta Alta porque los carros no podían entrar en la ciudad (AMD, Actas 1500, f. 91) y en 1522 hubo que allanar la tierra acumulada (AMD, Actas 1522, f. 132 v.). 39Las Puertas se las Ilevó el aguaducho, arrancándolas de cuajo, y el concejo encargó su recolocación al maestro carpintero Mahoma de Cuéllar, mudéjar darocense, que asentó las puertas por 3 sueldos y 8 dineros (AMD, Actas 1462, f. 132v.) 49E1 concejo encargó a Jaime Colón que sacara las puertas del río, hasta donde las había arrastrado la corriente de agua, por 3 sueldos y 18 dineros y 4 sueldos más por llevarlas desde Machones y Murero, has- ta donde habían llegado, a la ciudad (AMD, Actas 1503, f. 40v. y 62). 43Los daños causados por las avenidas a los vecinos, sobre todo a los de la calle Mayor, son constan- tes; en algunos casos tan grandes que hubo que derribar casas enteras, puesto que el estado en que habían quedado era tan penoso que se hacía imposible mantenerlas en pie (AMD, Actas 1551, f. 44v.). Por otra parte, los materiales usados en la construcción de las casas medievales, sobre todo tapial, tampoco eran demasiado consistentes.

198 CERRO S. CRISTOBAL 940 920- 900- 880- CERRO S. JORGE rn 860 cn 860- C/ MAYOR 840- 840 820 820- -800 800- cn 780- -780 0 760- DAROCA -760 740- -740

cn UBICACION DE LA CIUDAD DE DAROCA: CORTE TOPOGRAFICO JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE secuencia de una gran tormenta". En 1551, también en los primeros días de agosto, se hundieron varias casas en la calle Mayor, causando tan graves perjuicios a sus duerios que algunos de ellos no pudieron pagar la recons- trucción de sus casas y el concejo se vio obligado a hacerlo a su costa". Pero la mayor catástrofe por motivo de las inundaciones tuvo lugar a mediados de julio de 1575, ya construida la Mina"; la riada fue de tal viru- lencia y calibre que derribó una gran cantidad de casas en la calle Mayor, y la práctica totalidad fue afectada; esta inundación dio lugar a la leyenda del Ruejo, una de las más conocidas de la ciudad de Daroca".

42E1 concejo se vio obligado a ordenar la reparación de estos destrozos, en parte a costa de los veci- nos, desde la calle Mayor hasta el río Jiloca (AMD, Actas 1502, f. 26v.). 43Esta tormenta de principios de agosto de 1551 debió ser terrible; además de las numerosas casas afectadas, se produjeron cuantiosos daños en las camicerías altas y en las bajas, ubicadas respectivamente junto las puertas Alta y Baja, lo que indica que la calle Mayor fue afectada en su totalidad. Fue preciso desescombrar la Puerta Alta y reparar las carnicerías, lo que costó nada menos que 270 sueldos, indicador claro de que dichos locales, propiedad del concejo, quedaron totalmente destruidos. Tras la tormenta el barro acumulado en las calles de la ciudad era tanto que se gastaron 250 sueldos en la limpieza de todas las vías pŭblicas. El agua causó también graves destrozos en la rambla Guzbert, que tuvo que ser arregla- da, una vez más, a costa del concejo (AMD, Actas 1551, ff. 34v., 35, 42, 42v., 43, 44, 44v., 46 y 49); esta mis- ma rambla, que corría paralela al camino de desde su salida de la ciudad por la Puerta Baja casi hasta el río, había sido reparada tan sólo tres años antes con un coste de 165 sueldos (AMD, Actas 1548, f. 30v.). 44Fue tan grave esta riada que al día siguiente de la misma, ocurrida el 14 de julio de 1575 (Blasco, 1870, 208), se reunía con carácter de urgencia el concejo para tratar los daños. El día 17 de julio, en una nueva reunión, se decía : "Attendiendo que por las muchas aguas y las avenidas de los aguaduchos hayan venido a la ciudad y estén muchas cassas en la presente ciudad para derribar, que es perjuicio de los veci- nos de la ciudad y de los mismos amos de las casas que por querer muchas personas... que por cuanto die- ron poder y facultad a los señores justicia y regidores que son y serán que puedan todos o la mayor parte de ellos hacer derribar las cassas o cassa o rafes o pedagos de cassas que les parecerá intimado que los hayan a sus amos a esto a los de los mismos amos de las cassas esto mismo... En lo que el señor justicia propuso que se había ronpido la Mina y que había venido tan grande que había hecho mucho daño a los vecinos de la ciudad y se les habían hundido las casas de agua y que habían venido muchos vecinos de por ayudar, reparar y sacar agua y reparar con un valuarte o cequia en la Mina para defensión del camino y ayudar a sacar el agua para los que son pobres a costa de la ciudad, todo el concejo confor- me. Lo remitió a los señores justicia y regidores o a la mayor parte de ellos"; vistos los destrozos causados, el concejo ordenó derribar aquellas casas que estaban en mal estado a causa del aguaducho y ayudar a los pobres a reconstruir sus viviendas (AMD, Actas 1575, ff. 117-.117v.-118) 45Esta leyenda recoge lo sucedido el día 14 de julio de 1575, cuando tuvo lugar la más terrible de las tormentas que recuerda la historia darocense. Segŭn esta leyenda, las puertas de madera de la Puerta Baja estaban cerradas cuando comenzó a llover; allí fueron acumulándose maderas, carros, cañas y todo tipo de materiales de construcción que estaban depositados en las vías p ŭblicas, creándose una gran represa natu- ral que impedía la evacuación de las aguas hacia el río Jiloca. La situación, siempre segŭn la leyenda, empezó a ser crítica cuando el agua acumulada Ilegó hasta la altura de los primeros pisos de las casas de la parte baja de la calle Mayor. Entonces se produjo "el milagro"; una gran piedra de molino, el Ruejo, fue sacado de su lugar en un molino sito cerca de la Puerta Alta y arrastrado por la corriente chocó contra las puertas con tan virulencia que destruyó la parada que se había formado en ellas, con lo que las aguas pudieron salir de la ciudad, pasando el peligro. Este acontecimiento tuvo lugar el día de San Buenaventu- ra (en la actualidad se celebra el día 15 de julio), con lo cual se le consideró protector de la ciudad. La gran piedra o ruejo estuvo algunos años en el río, hasta donde la arrastró la corriente; el concejo la colocó en la calle Mayor, a la altura del actual nŭmero 80, donde todavía se conserva un mural de cerámica con la efi- gie de San Buenaventura. Hace unos años, el ayuntamiento de Daroca lo trasladó a una nueva ubicación, sita frente a la Puerta Baja, al comienzo de la antigua rambla de Guzbert, actual Paseo de la Constitución. Un librito anónimo recoge esta tradición, señalando que las aguas Ilegaron a alcanzar una altura de dos metros y medio en la actual calle Mayor (Anónimo, 1982, 21).

200 CATASTROFES NATURALES Y TRANSFORMACIONES URBANAS...

Prácticamente no hubo edificio que se librara de los darios causados por las lluvias torrenciales; en 1489 la calle del burdel se inundó y fue pre- ciso pagar a unos peones para que sacaran el agua y dejaran la calle libre de tierra y barro46. En 1502, en los meses de junio y septiembre, se inunda- ron las carnicerías altas de la ciudad, ubicadas en la calle Mayor, cerca de la Puerta Alta". Los perjuicios causados por las inundaciones obligaron al concejo a realizar permanente trabajos para evitar en lo posible los darios que se causaban; en 1502 se estableció una concordia entre el concejo y los canó- nigos de Santa María para realizar una obra que dividiera las aguas que procedentes de la zona del castillo Mayor, es decir de las laderas del cerro de San Cristóbal, llegaban hasta la plaza de Santa María 48; pero no fue suficiente, puesto que unos arios después, en agosto de 1518, una gran tor- menta, que llegó a anegar el puente sobre el río Jiloca, dejó la plaza ubica- da entre la iglesia de Santa María y la casa del concejo llena de piedras y arena que arrastró el agua desde la cuesta del castillo". Todavía en 1540 otra gran tormenta de agua y granizo, caída el 9 de agosto, inundó la igle- sia de Santa María50. La gran riada de agosto de 1551 derribó la vieja iglesia de San Blas, que había sustituido a la primitiva de San Lorenzo, en la calle Mayor, cer- ca de la Puerta Baja; el concejo pidió ayuda para la reconstrucción al padre general de la Orden de la Merced, cuyo convento estaba adjunto a esta iglesia".

46AMD, Actas 1489, f. 91. El burdel medieval estaba situado junto a las murallas, entre la Puerta Baja y la puerta de San Valero, donde ocupaba una casa junto a uno de los torreones de la muralla (AMD, Actas 1449-1450, f. 378); las casas del burdel estaban en tal mal estado que el concejo decidió venderlas en 1484 y hacer uno nuevo en otro lugar (AMD, Actas 1484, f. 17). El nuevo burdel se instaló también junto a la Puerta Baja, pero al otro lado, entre ésta y la Puerta de Valencia; en agosto de 1488 el concejo darocen- se ordenaba hacer los ŭltimos pagos de la obra del burdel nuevo, que en ese año estaba ya acabado (AMD, Actas 1489, f. 30v.). El edificio del viejo burdel medieval fue vendido por el concejo en 1485 por 600 sueldos (Campillo, 1915, 194, n° 1523). 47AMD, Actas 1505, ff. 42v. y 46v. 48AMD, Actas 1502, f. 30v. 49Esta tormenta fue muy perjudicial; hubo que reparar las tapias del Campo del Toro, ubicado en el exterior de la Puerta Alta, que habían sido destruidas por las aguas; algunas casas se hundieron. Las nue- vas obras que hubo que realizar en el entorno de la iglesia de Santa María fueron sufragadas en sus dos terceras partes por el concejo y el tercio restante con fondos de la propia iglesia, con un coste de 23 suel- dos y 4 dineros (AMD, Actas 1518, ff. 54, 55, 55v. y 104). 50ACD -Archivo Colegial de Daroca-, Cuentas fábrica 1540, f. 10. La actual iglesia fue construida de nueva planta a partir de 1586. La iglesia medieval tenía un claustro y era más pequeña que la actual; el claustro, ubicado en el lado norte de la iglesia, tenía una puerta hacia el templo y estaba en una posición ligeramente elevada, por lo que era frecuente que el agua procedente del claustro penetrara en la iglesia por esta puerta. 51AMD, Actas 1554, ff. 98v.-99.

201 JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE

3. Soluciones a los problemas

Las constantes inundaciones, el hundimiento de casas, la acumulación permanente de tierra y barro en las calles y en las puertas de la ciudad a lo largo de los arios motivaron al concejo darocense a buscar soluciones defi- nitivas para evitar tantos perjuicios causados por las avenidas causadas por las precipitaciones tormentosas. El propio concejo era consciente de que en caso de no poner remedio a estos darios, la ciudad iría decayendo y su economía se vería muy dariada, especialmente porque las consecuen- cias de las tormentas retraían la afluencia de visitantes a las famosas y con- curridísimas ferias de Daroca. Los problemas iban en aumento conforme la ciudad necesitaba de nuevas infraestructuras; a mediados del siglo XVI la situación llegó a ser tan crítica que el concejo comenzó a plantearse la necesidad de hacer algunas obras para acabar con tan dariinas riadas. La principal dificultad la constituía el "aguaducho" o "luco" que dis- curría por la rambla Fondonera o calle Mayor. El concejo, reunido en las casas de la ciudad el 30 de junio de 1551, a la vista de los graves darios que causaba el "aguaducho", acordó que se estudiara cómo eliminarlo. Aquel verano de 1551 varias tormentas, y de gran virulencia, azotaron Daroca, y ello forzó al concejo a escribir a varios maestros de obras para que vinie- ran para tratar de ofrecer soluciones al problema; el 25 de noviembre uno de ellos visitaba Daroca y varios más fueron llamados para que acudieran a inspeccionar el terreno y plantear los trabajos a realizar para evitar estas inundaciones". En el verano de 1555 la situación era ya insostenible y el concejo optó por dar una salida al "aguaducho" para que no siguiera arrasando los edi- ficios de la calle Mayor. El 16 de junio el concejo delegó en el justicia de Daroca para que urgentemente estudiara si el "aguaducho se podía echar fuera de la calle", y que hablase con clérigos e hidalgos a fin de que tam- bién estos grupos privilegiados, exentos de cargas fiscales, contribuyeran a. sostener los costes que iban a acarrear las obras. El propio justicia, en uso de las atribuciones conferidas, nombró para este asunto una comisión de seis miembros". Esta comisión trabajó con suma diligencia y rapidez, puesto que ape- nas dos semanas después de constituirse ya estaba en Daroca quien iba a dirigir la construcción del gran t ŭnel que diera salida a las aguas que hasta entonces atravesaban la calle Mayor; se trataba del ingeniero y arquitecto

52AMD, Actas 1551, f. 44v. 53AMD, Actas 1555, f. 43.

202 Leyenda — Civvas de nivel .== Barrancos iniportantes Cvenca de 1 ruri1 Fondonera Vinel d.e 1 Mina Murallas de Daroca =1Casco

LA CUENCA DE LA RAMBLA FONDONERA JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE francés Pierres Bedelm, quien el 2 de julio de 1555 se encontraba en Daro- ca inspeccionando el terreno". Pierres Bedel ofreció una solución realmente espectacular; iba a ser muy costosa, puesto que por vez primera en Europa se pretendía acome- ter la construcción de un t ŭnel de unos 600 metros de longitud por 6 metros de anchura y 7 de altura, además de una canalización excavada al aire libre de setecientos metros de longitud por 15 metros de altura y 14 de anchura en algunas zonas56. El concejo de Daroca, pese a tantas dificultades como se presentaban, decidió llevar adelante el proyecto de Pierres Bedel. Las obras previas de preparación dieron comienzo el 26 de julio" y el 20 de septiembre de 1555 se organizó una solemne procesión que se dirigió hasta el lugar donde se iba a dar el primer golpe de pico que iniciaba la excavación de tan magna obra". El tŭnel de la Mina se inició por los dos lados a la vez y durante cuatro arios y medio dos brigadas de trabajadores fueron horadando la montaña, bajo el cerro de San Jorge, hasta que el día 7 de febrero de 1560 ambas brigadas se encontraron". Toda una serie de obras accesorias se siguieron realizando durante algunos arios más, hasta que se estimó finalizada la obra en 1570 60. La Mina se construyó, pero no se tuvo en cuenta la magnitud de las tormen- tas, y pese a la propia Mina, Daroca se volvió a inundar en 1575, en la gran tormenta del día de San Buenaventura, debido a que el dique para desviar las aguas desde la rambla Fondonera hacia la boca de la Mina no fue lo suficientemente sólido como para contener tan gran avalancha de agua. La gran tormenta del 14 de julio de 1575 obligó al concejo de Daroca a hacer una nueva presa o barbacana de piedra y argamasa más consistente y de mayor altura que la anterior61.

54Pierres Bedel fue natural de la localidad francesa de Usbues; trabajó en varias ciudades aragonesas y obras suyas son, además de la Mina de Daroca, la catedral de Albarracin y el acueducto de "Los Arcos" de (Dominguez y Corral, 1987, 71 y Sebastián, 1962). 55Pierres Bedel cobró 200 sueldos por ir a Daroca a inspeccionar la obra (AMD, 10.8.1, Aguaducho, f. 2). 56E1 volumen de trabajo realizado en la obra de la Mina fue extraordinario; se excavaron y removie- ron más de cien mil metros c ŭbicos de tierra y piedras y se evacuaron más de dos mil millones de kilos de escombros; para ello trabajaron una media de 40 trabajadores diarios durante 15 años (Corral, 1990, 8-10). El coste total de la Mina ascendió a la elevadisima cantidad de 576.299 sueldos y 3 dineros; el concejo de Daroca tardó más de cien años en pagar toda esa cantidad de dinero (Dominguez y Corral, 1987, 69). Para entender esa cantidad baste señalar que en 1557, mientras se estaba construyendo la Mina, el presupuesto del concejo de Daroca era de 48.125 sueldos de ingresos y 33.7642 de gastos (AMD, Actas 1557, 111); al año de acabar la Mina ascendía el presupuesto municipal a 121.889 sueldos de ingresos y 118.302 de gastos (AMD, Actas 1563, ff. 137-137v.). 57Corral, 1990, 9. 58Blasco, 1870, 206. 59Anónimo, 1982, 19. 60Corral, 1990, 11. 6IAMD, Actas 1575, ff. 117-117v.

204 CATASTROFES NATURALES Y TRANSFORMACIONES URBANAS...

Antes de la existencia de la Mina, el "aguaducho" entraba por la Puerta Alta a la calle Mayor y atravesaba, con las consecuencias ya cono- cidas, toda esta calle. Como esta situación ya era conocida, cuando, tras la conquista cristiana, se comenzó a construir la calle Mayor, se adaptó esta calle al curso del barranco de la rambla Fondonera y se le dio una anchura absolutamente extraordinaria para lo que era habitual en las calles de las ciudades medievales europeas62. Además de esta gran anchura, la calle Mayor fue empedrada parcial- mente, al menos desde el siglo XVI63, lo cual servía para sanearla, dar mayor fluidez a la circulación de las aguas y evitar los barrizales que eran habituales en las calles de tierra y que las hacían intransitab1es64. Las puertas Alta y Baja, bajo cuyos arcos pasaba el "aguaducho", son también anormalmente anchas; el vano de la Puerta Alta tiene 5 metros y medio, mientras que la Baja presenta una anchura de nada menos que 9 metros y medio66. A fin de solucionar, al menos parcialmente, los problemas que ocasio- naban las aguas en la Puerta Alta, el concejo de Daroca optó a principios del siglo XVI por cambiarla de ubicación. En 1502 se compraban dos casas junto a la Puerta Alta vieja a fin de construir allí la nueva 66; en 1504 ya estaba construida la nuevag, quedando la vieja probablemente con el uso exclusivo de vano de desagile". Estas obras motivaron una total remodela-

62La calle Mayor de Daroca tiene una longitud de unos 620 metros; la Puerta Alta se encuentra a 775 metros de altitud y la Baja a 755, con un desnivel absoluto de 20 metros, es decir, una pendiente del 32%. La anchura de esta calle oscila entre los 10 y los 15 metros, seg ŭn los tramos, siendo los más frecuentes de una anchura de 10 metros, incluyendo las aceras. En la Europa medieval, las calles tenían una anchura entre los 2 y los 6 metros, destacando algunas calles de Rouen (Francia) con 11 metros (Leguay, 1981, 25). La calle Mayor de Daroca, a causa de su función de rambla, es una de las calles medievales más anchas de Europa. 63En 1516 ya se empedraba la plaza de la Colegial (ACD, Libros de Fábrica 1516, f. 14v.). En 1569 el concejo de Daroca decidía seguir con el empedrado de la calle Mayor (probablemente sólo las aceras); tras discutir varias opciones, se decidió repasar el empedrado entre el cantón de la Grajera (esquina con la calle Mayor) y la plaza de San Pedro; para esta obra se trajeron 600 piedras (AMD, Actas 1569, ff. 49-49v.- 50). 64La calle Mayor debió de empedrarse sólo en las aceras; todavía en las fotografías existentes de esta calle de principios del siglo XX aparece con el lecho de tierra y ŭnicamente las aceras empedradas. En las ciudades medievales europeas, las noticias sobre pavimentaciones no van más allá del siglo XIII (Leguay, 1981,40). 65No es habitual encontrar puertas medievales de semejante amplitud; las puertas son lógicamente el punto más débil del recinto amurallado de una ciudad y habitualmente su anchura nunca supera los 4 metros. Es probable que la Puerta Baja de Daroca, por la necesidad de evacuar las aguas torrenciales, pre- sente el arco de mayor vano de entre todas las puertas medievales. 66AMD, Actas 1502, f. 18v. 61A principios de 1504 se ordenaba allanar la tierra del exterior de la Puerta Alta nueva, Ilamada tam- bién Somera (AMD, Actas 1504, 16v.). 68La Puerta Alta vieja sólo se conocía hasta hace poco por la documentación; en el verano de 1992 y en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas dirigidas por Luis A. Majarena, se localizaron sus res- tos; se hallan empotrados en la muralla, a unos 10 metros de la actual Puerta Alta. Se conservan algo más de dos metros de altura de los torreones de sillares que flanqueaban la vieja puerta y el arranque del arco

205 JOSE LUIS CORRAL LAFUENTE ción de la zona de la Puerta Alta, con la construcción de nuevas torres y el abandono de otras69. La desviación de las aguas por la Mina propició también una serie de mejoras urbanísticas en la zona exterior de la Puerta Baja. Poco después de concluir la Mina se construyó una gran fuente'°, la conocida como de los Veinte Caños, con abrevadero al principio de la rambla de Guzbert" y se culminó este' sector con la urbanización de un paseo arbolado que corría paralelo a la rambla y que arrancaba de la fuente junto a la Puerta Bajan. Junto a toda esta serie de remedios urbanísticos y arquitectónicos, el concejo darocense acudió también a la disposición de ordenanzas y estatu- tos que sirvieran para mantener la ciudad limpia de basuras y otros mate- riales que pudieran causas perjuicios en caso de riadas. La gran tormenta del 14 de julio de 1575 causó tal impacto que inmediatamente después de la inundación el concejo dictó varios estatutos destinados a mantener lim- pias las calles73, los alrededores de la Mina" y la rambla Guzbert".

central. El vano aparece anegado por tierras procedentes de aluviones de distintas riadas, lo que indica que durante algŭn tiempo coexistieron las dos puertas; en una vista de Daroca de 1563, dibujada por Antón Wyngaerde, se pueden observar todavía las dos puertas; en un dibujo de Pier María Baldi, de 1668, parece que ya sólo estaba en uso la nueva. 69La Puerta Alta vieja estaba flanqueada por dos torreones de sillares y a ella acudía la rambla de for- ma directa; la construcción de una nueva puerta a principios del siglo XVI provocó el abandono de la vieja como lugar de acceso a la ciudad, y hubo que cambiar la dirección de los caminos y construir varias barba- canas de argamasa para conducir las aguas hacia la puerta vieja para dejar exenta la nueva. La calle Mayor también modificó su trazado; antes de 1503 nacía, lógicamente, en la puerta vieja, pero desde la construc- ción de la nueva su traza cambió en varios metros, desviándose del curso natural de la rambla Fondonera. La publicación de la excavación arqueológica por Luis A. Majarena dejará claros todos estos cambios urbanísticos. 70La moda de embellecer las ciudades europeas e hispanas con fuentes se generalizó en los siglos XV y XVI; Calatayud edificó una fuente de 11 caños (La Fuente, 1982, 180-185); Teruel también construyó varias fuentes en estos dos siglos (Buesa, 1980, 62). Barcelona realizó la fuente de Santa Ana en el siglo XV (Claramunt, 1985, 1417). En Italia, algunos municipios de la Umbría construyeron fuentes, pero al igual que en Daroca, las más monumentales se realizaron al exterior del casco urbano, junto a las puertas (Nessi, 1971, 117). 7iMartínez, Corral y Borque, 1987, 87. 72E1 Paseo, hoy Ilamado de la Constitución, se construyó entre 1620 y 1630 (Corral, 1983, 152). 73E1 concejo señalaba que "...muchos vecinos echan basura a las calles y cuando corren las aguas se enrunan las calles... (Se ordena) que no se eche tierra ni piedras ni basura en las calles so pena de diez sueldos por carga y 5 sueldos por cesta de tierra (AMD, 10.7.1, Libro de Estatutos, ff. 35v.-36-36v.). El estatuto dedicado a mantener limpia la ciudad de materiales cuyo arrastre pudiera tapar la puerta baja y facilitar la acumulación de agua, tal y como había ocurrido el clia 14 de julio de 1575 se Ilama "Estatuto de los carros y otras maderas que no puedan tenerlos en las calles p ŭblicas de la ciudad", y dice: "Attendido y considerado haverse visto y verse de cada día por experiencia el danyo y perjuizio notable que de tener y haver vigas, olrnos, carros, cercillos y otros géneros de fusta en la calle mayor y principal de la presente ciudad y en las otras calles, plagas y callejones que a dicha calle principal tienen acudidas las aguas a las cassas, guertas, monesterios y hotros heredamientos de los vezinos y habitadores de dicha ciudad, les ha venido y viene experiengia haver demostrado el orden y remedio para obrar y quitar tan noble danyo y perjuizio. Por tanto, por obrar y quitar dicho danyo y por bien com ŭn y ŭtil de dicha ciudad y de los vezi- nos y havitadores de aquella, estatuymos y ordenamos ad inperpetuum que ning ŭn vezino ni havitador de dicha ciudad, que es ni por tiempo sera, pueda tener ni tenga en la dicha calle mayor ni en las otras calles,

206 CATASTROFES NATURALES Y TRANSFORMACIONES URBANAS...

Por ŭltimo, los darocenses realizaban constantemente rogativas para pedir a Dios o bien lluvia o bien que cesaran las perjudiciales inundacio- nes. En época de sequías se realizaban procesiones rogatorias" y misas". Cuando las nuebes tormentosas comenzaban a formarse sobre la Sierra de Santa Cruz, los clérigos de Santa María subían a la torre de esta iglesia para "escantar los nublos"", y que así se alejara el peligro de tormenta; a esta tarea el concejo contribuía con 75 sueldos anuales". Con todas estas obras realizadas en los siglos XV y XVI la ciudad de Daroca logró resolver el principal problema causado por las catástrofes naturales, las riadas, que si bien no se solucionaron completamente, parte del aguaducho seguirá discurriendo por la calle Mayor, acabaron siendo tan sólo una molestia que se repetiría todos los veranos pero que gracias al tŭnel de la Mina ya no constituirían una amenaza permanente y letal para la propia existencia de la ciudad.

placas ni callejones a la dicha calle annexas y contiguas en las quales siquiere en el discurso dellas dentro la limitación y asignación de y hasta donde sea visto Ilegar y que ha Ilegado el agua que baxa en las abeni- das por la calle mayor principal de dicha ciudad y esto a pena de sesenta sueldos jaqueses, pagaderos por el duenyo que dichas viga o vigas, carro o otro genero de fusta dentro y en dicha calle mayor y principal y en las otras calles a ella anexas dentro de dicha designación tendrán, dividideros en partes, la tercera a la bolsa comŭn dicha ciudad, la otra tercera a el juez executante dicha pena y la otra tercera parte a el acus- sante..." (AMD, 10.7.1., Libro de Estatutos, ff. 313-313v.). 74"Estatuto donde se han de hechar las tierras: ...a la ciudad le causaba gran dano por no estar bien cargada y arrimada la tierra argamasa que está en defensa principal de la Mina ...y que las tierras que se saca de la ciudad por la puerta o postigos altos que se descarga junto a la argamasa de la Mina hasta 20 varas apartada de dicha argamasa so pena de 70 sueldos más 20 sueldos más por cada carga" (AMD, 10.7.1., Libro de Estatutos, ff. 314-314v.). 75Sobre el mantenimiento de la limpieza de la rambla Guzbert ya se había promulgado un estatuto con fecha 21 de enero de 1417, Ilamado "Estatuto contra los que echan basura o tierra en la rambla Guz- bert" (AMD, 10.7.1, Libro de Estatutos, ff. 36-36v.-37). 76En 1467 se realizaron tres procesiones en el mes de mayo para pedir Iluvia (AMD, Actas 1467, f. 31). 77En 1542 se abonaron 26 sueldos a los clérigos de la iglesia de Santo Domingo "para las misas del trueno" (AMD, Actas 1542, f. 86). 78Esta tarea se realizaba tradicionalmente desde lo alto de la torre de Santa María; en 1495 el concejo repará a su costa unas maderas para que los clérigos de esta iglesia pudieran subir a la torre (AMD, Actas 1495, f. 79v.). En 1508 la subida a la torre de Santa María tuvo que volver a ser reparada, y con tal motivo los clérigos "escantaron los nublos" desde la torre de San Valero, ubicada en el recinto amurallado, junto a la iglesia del mismo nombre, para volver a realizar esta tarea a Santa María una vez reparada la torre (AMD, Actas 1508, ff. 22 y 103v.). 79En 1497 el concejo pagaba 20 sueldos por "escantar los nublos" a los clérigos Ilamados "nubleros" (A/vID, Actas 1467, f. 134v.). Esta cantidad subi6 poco después a 75 sueldos (AMD, Actas 1496, f. 166) y así se mantuvo a lo largo del siglo XVI (AMD, Actas 1555, ff. 88v.-89).

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