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BASILIO Y LOS BAGAUDAS.

Serafín Olcoz Yanguas** Manuel Medrano Marqués** (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 184

RESUMEN

Los bagaudas controlaron y defendieron territorios plenamente romanos donde la ad- ministración imperial carecía de capacidad operativa y la población estaba a merced de los bárbaros. El poder oficial tuvo amplios vacíos en provincias muy romanizadas y los ha- bitantes de esos territorios netamente romanos ocuparon ese espacio con liderazgos loca- les que en el siglo V representaron miembros de la jerarquía eclesiástica local, quienes aglutinaban a milites cristianos (o bagaudas) que suplían las carencias del ejército imperial. Sin embargo, se produjeron pactos entre el poder romano oficial y los pueblos bárbaros, como es el caso del egregius Basilius con los suevos, que convirtieron a estos bagaudas en rebeldes ante los gobernantes imperiales y, por tanto, en elementos a combatir. Tras desa- parecer el imperio, dominados estos territorios por los pueblos germanos, los hispanorro- manos buscaron o crearon señas de identidad propias y se convirtieron en los nuevos vas- cones que, con el paso del tiempo, dieron lugar a un espacio político y cultural en el que surgió el Reino de .

Palabras clave: Bagaudas, Basilio, Hidacio, Tarazona, milites cristianos, obispo Silvano, Reino de Pamplona.

ABSTRACT

The bagaudae controlled and defended territories fully Roman where the imperial ad- ministration lacked operative capacity and the population was defenseless against the bar- barians. The official power didn’t dominate wide areas in counties very romanized and the inhabitants of those territories highly Romans occupied that space with local leaderships that in the V century was the local ecclesiastical hierarchy, who agglutinated Christian mili- tes (or bagaudae) that replaced the incapability of the imperial army. However, the pacts between the official Roman power and the barbarians, like it is the case of the egregius Basi- lius with the they converted to these bagaudae in rebellious before the imperial rulers and, therefore, in elements to disable. After disappearing the empire, dominated these te- rritories for the Germans, the Romans of looked for or they created own signs of identity and they became the new Vascones that, with the step of the time, they gave place to a political and cultural space in which the Kingdom of Pamplona arose.

Keywords: Bagaudae, Basilius, Hydatius, Tarazona, Christian milites, bishop Silvanus, King- dom of Pamplona.

Fecha de recepción: 11 de julio de 2009. Fecha de aprobación: 24 de septiembre de 2009. (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 185

TVRIASO XIX pp. 183-240 ISSN: 0211-7207-2007

a presencia de bagaudas en suæ, Aracellitanorum frangit insolentiam las fue recogida en Bacaudarum. Mox nonnullorum invidia el cronicón de Hidacio de Li- perurgente, ad urbem Roman sacra præcep- mia (~388-~470).1 Sus escasas tione revocatur.5 L y lacónicas frases son la única información de la que se dispone al res- 3. [Año 449 (entre febrero y julio)] pecto y, como compensación a esta limi- Basilius ob testimonium egregii ausus sui tación, cabe destacar que tienen la cer- congregatis Bacaudis in ecclesia Tyriasone canía y la frescura que sólo pueden foederatos occidit, ubi et Leo ejusdem eccle- ofrecer unas páginas escritas pocos años siæ episcopus ab isdem, qui cum Basilio después de que ocurrieran los aconteci- aderant, in eo loco obiit uulneratus.6 mientos que, además, fueron relatados por alguien que los vivió desde un lugar privilegiado en la provincia hispana de 4. [Año 454] Per Fredericum, Theodori- Gallæcia y que desempeñó una labor im- ci regis fratrem, Bacaudae Terraconenses 7 portante en los últimos años del impe- cæduntur ex auctoritate Romana. rio romano de Occidente.2 Dada la patente escasez de noticias re- El obispo Hidacio dedicó varias fra- lacionadas con los bagaudas, a estos cua- ses a cada uno de los años de los que tro párrafos se les ha venido añadiendo trató en su crónica y, de los 253 párrafos uno más, siguiendo el criterio de buen de los que se compone, sólo en cuatro número de los investigadores que han de ellos citó sucesos expresa y literal- estudiado este tema y que creyeron en mente protagonizados por los bagaudas, la existencia de una referencia implícita además, circunscritos en un corto perío- a los bagaudas en la segunda y última do de escasos catorce años (441-454).3 frase en la que Hidacio nombró a Basi- lio. Para ello, es necesario considerar a 1. [Año 441] Asturius Dux utriusque éste como un dirigente de los bagaudas militiæ ad Hispanias missus, Tarraconen- de las Hispanias8 y, por tanto, el nexo de 4 sium cædit multitudinem Bacaudarum. unión entre los participantes en los dos acontecimientos acaecidos en 449, 2. [Año 443] Asturio magistro utrius- entre el mes de febrero y el final de este que militiae gener ipsius successor ipsi mitti- año, tanto en la iglesia de Tarazona (Za- tur Merobaudis, natu nobilis, et eloquentiæ ragoza, Aragón) como en los del territo- merito vel maxime in poematis studio, vete- rio de la ciudad de Zaragoza (Zaragoza) ribus conparandus, testimonio etiam prove- y en la toma de la ciudad de Lérida (Lé- hitur statuarum. Brevi tempore potestatis rida, Cataluña).9 185 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 186

5. [Año 449 (julio)] Rechiarius, men- ción de los acontecimientos, y no cues- se Iulio ad Theodoricum socerum profectus, tionarse si esta quinta cita del cronicón Cæsaragustanam regionem cum Basilio in de Hidacio trataba realmente acerca de reditu depraedatur. Inrupta per dolum Iler- acontecimientos relacionados con los ba- densi urbe acta est non parua captiuitas.10 gaudas y si objetivamente éstos estuvie- ron vinculados a los suevos, aunque Con ello, la historiografía reciente fuese débilmente.15 Es más, incluso se ha no sólo estableció una conexión entre venido avanzando hacia el extremo con- los bagaudas y los suevos, a través de Ba- trario y se ha llegado a proponer la exis- silio, sino que, para que ésta tuviera tencia de una relación mucho más estre- consistencia, también tendió un puen- cha entre los bagaudas y los suevos.16 te entre los bagaudas y quién provocó la muerte del obispo de Tarazona. A Quizá vaya siendo hora de revisar, pesar de que este último acontecimien- una vez más, la escasa información que to, de haber ocurrido así, cuestionaba ofrece la fuente más antigua que se dis- el sentido y el significado de toda la in- pone acerca de los bagaudas que inter- formación transmitida tanto por las an- vinieron en la Tar raconense, a mediados tiguas leyendas que atribuían el carác- del siglo V, esto es, la crónica que escri- ter cristiano de los bagaudas11 así como bió el obispo Hidacio, con el propósito por los primeros trabajos realizados de hacerlo sin ninguna idea preconce- acerca de este tema en la Antigüedad, bida y sin el exceso de equipaje corres- como es el caso de la crónica de San Isi- pondiente a cualquier tipo de corrien- doro, obispo de Sevilla (599-636), que te ideológica en la que enmarcarla de trata acerca de los bárbaros –Godos, antemano, por respetable que sea, y, Vándalos y Suevos– que actuaron en la sobre todo, sin cambiar su discurso dia- península Ibérica y en la que se resume crónico, mas bien al contrario, ponien- y citan los acontecimientos relativos a do más énfasis en él de lo que hasta éstos que, por cierto, ya habían sido re- ahora se ha venido haciendo. Todo ello, cogidos en el cronicón de Hidacio.12 por supuesto, sin olvidar a quienes ya Aunque cabe destacar que San Isidoro dedicaron tiempo e interés para inten- no hizo ninguna referencia a los bagau- tar desentrañar este misterio aunque das ni tampoco citó a Basilio13 como in- sea guardando cierta distancia para evi- tegrante de la comitiva de Requiario tar caer en la tentación de partir de sus (448-456), ya que el santo sólo indicó conclusiones y, sobre todo, de sus crea- que este rey de los suevos contó con el tivas aportaciones para así poder darle apoyo de su suegro, el rey de los visigo- prioridad al resultado del examen de dos, Teodorico I (418-451), para reali- lo que las primeras fuentes decían por zar sus citadas correrías por la región sí mismas acerca de estos bagaudas. de Zaragoza y la captura de la ciudad de Lérida.14 Aproximación que motiva la conve- niencia de revisar la interpretación vi- Por tanto, en la historiografía re- gente de la relación entre Basilio y los ciente se optó por cuestionar y desacre- bagaudas, antes de analizar lo que lite- ditar estas fuentes antiguas, aduciendo ralmente escribió Hidacio, con objeto una posterior cristianización y mitifica- de saber cuántas frases hacen realmente 186 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 187

referencia a los bagaudas en su croni- pesar de las distintas aportaciones o cón. Así, una vez aclarado ésto, se estará matices que se han venido realizando, en disposición de revisar y comprender aún no se ha logrado una explicación mejor lo que Hidacio nos trasmitió satisfactoria, ni mucho menos unáni- acerca de los bagaudas en las Hispanias me, acerca de quién pudo ser Basilio, de mediados del siglo V. Lo que llevará ni de quienes fueron los federados que a relacionarlo con el cisma del obispo mandó asesinar entonces. calagurritano, Silvano, y, todo ello, con la fundación de la fortaleza altomedie- Para identificar el origen de Basilio val de Sajrat Qais o castro de Silvano, se han propuesto cuatro posibilidades como antecedente de la sede episcopal bien dispares entre sí: que se tratase de de Pamplona (Navarra) y, por tanto, de un militar romano,19 un caudillo bagau- los orígenes culturales, políticos y reli- da escogido entre éstos20 y, por tanto, giosos de lo que acabó siendo el reino un indígena o hispano-romano de la de Pamplona. Finalizando este trabajo Tar raconense, un militar visigodo21 o un con el repaso de las referencias a los ba- general suevo22 o, al menos y con segu- gaudas en las provincias romanas de las ridad, un colaborador de éstos,23 ha- Gallias e Hispanias, antes de presentar biéndose revisado todas las opciones las correspondientes conclusiones. sin haber llegado a otra conclusión que la de que existió una evidente rela- ción entre Basilio y «sus» bagaudas.24 INTERPRETACIÓN VIGENTE DE LA RELACIÓN ENTRE BASILIO Y Por otra parte, tampoco se ha acaba- LOS BAGAUDAS do de aclarar quiénes eran los federados asesinados en Tarazona, dando por Esta relación clave para el conoci- hecho que con esta denominación se miento de este fenómeno de la Anti- trataba de un adjetivo sustantivado, güedad Tardía queda establecida en la como se viene haciendo en la historio- primera parte de la tercera frase de Hi- grafía moderna al tratar acerca de los dacio en cuestión, que quienes la han foederati,25 pero sin detenerse demasiado estudiado consideraron que supuesta- en identificar a quién debían estar aso- mente expresaba grosso modo que Basi- ciados éstos por medio de un tratado o lio congregó a los bagaudas y que, en la foedus. Tan sólo algunos se atrevieron a iglesia de Tarazona, éstos mataron a considerar que los asesinados estaban unos federados.17 implícitamente federados al imperio romano y, sin más, dedujeron que se tra- A partir de esta línea de interpreta- taba de bárbaros germánicos,26 no lle- ción no es de extrañar que mayoritaria- gando a especificar más. Aunque tam- mente se haya considerado a Basilio bién hubo algunos que llegaron a como el caudillo o dirigente de los ba- identificar entre éstos a los visigodos27 gaudas que mataron a unos federados o incluso a los hunos.28 en la iglesia de Tarazona o incluso, ge- neralizando el contexto de la noticia Sin embargo, conviene destacar que aportada por Hidacio, en el ataque y cuando Hidacio se refiere a los bárba- conquista de esta ciudad.18 Si bien, a ros que se asentaron en las Hispanias, 187 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 188

en el siglo V, los identifica siempre ría procederse: primero intentando ver como tales o por su nombre propio y, qué dijo Hidacio y luego interpretando en ningún caso, emplea nombres gené- el resultado preliminar, ampliando el ricos basados en su relación coyuntural espectro de su contexto pero, siempre, con el imperio romano de Occidente empezando por la traducción lo más li- para referirse a ellos.29 Además, en el teral posible del texto de partida. cronicón de Hidacio éste sólo utiliza una palabra derivada del verbo foedero Afortunadamente, así parece que se en dos frases y nunca lo hace como ad- procedió en las dos honrosas ocasiones jetivo sustantivado: una en la frase de en las que se aportaron las siguientes Basilio y los bagaudas en cuestión y dos propuestas de la traducción íntegra de veces más en la frase: [Año 456] Per au- la frase que relaciona explícitamente a gustum Avitum Fronto comes legatus mitti- Basilio con los bagaudas: tur ad Suevos. Similiter et a rege Gothorum Theudorico; quia fidus Romano esset impe- [T-1974] Basilio pour donner une preuve rio, legati ad eosdem mittuntur, ut tam se- de sa remarquable audace, après avoir regrou- cum quam cum Romano imperio, quia uno pé les Bagaudes tue des fédérés dans l’église de essent pacis foedere copulati, jurati foederis Tarazona; Léon, évêque de cette église, y mo- promissa servarent. Remissis legatis utriusque rout, blessé par les gens de Basile.31 partis atque omni juris ratione violata, Suevi Tar raconensem provinciam quae Romano im- [T-1977] Basilio para dejar escarmiento perio deserviebat, invadunt.30 Por tanto, no de hasta qué extremo se atrevía a llegar en ha lugar a considerar que los federados defensa del prestigio de su autoridad, con- que murieron en Tarazona fueran unos centrados los bagaudas, ordenó la ejecución foederati, visigodos u otro tipo de barbari, de los federados dentro de la iglesia de Tara- quedando su posible identificación com- zona. En el mismo lugar León, Obispo de pletamente indeterminada, siguiendo dicha Iglesia, fue herido y falleció a conse- esta línea de aproximación. cuencia de las heridas.32

Por otro lado, llama la atención que Desgraciadamente las apreciables di- gran parte de la heterogeneidad de in- ferencias entre estas dos versiones prin- terpretaciones asociadas con Basilio y cipales no han contribuido a aclarar la sus relaciones con los bagaudas, así como oscuridad en la que nos habían sumer- las de éstos con los suevos o los vascones gido las interpretaciones extractadas de etc., se ha venido realizando extrayendo la frase de Hidacio sino que simple- parte de la información aportada por mente se han añadido a ellas, corrobo- Hidacio, sacándola de su contexto ori- rando la opinión de que nos encontra- ginal, sumergiéndola en otros contex- mos ante un callejón sin salida.33 tos más o menos elaborados e interesa- dos y, a partir de esta nueva ubicación, Así que parece más que convenien- ofreciendo unas interpretaciones extra- te hacer borrón y cuenta nueva para poladas que incluso llegaron a contra- volver a empezar por el principio. Esta decir lo expuesto en el texto de la cró- vez, desprendiéndose de todo tipo de nica de partida. Esto es, trabajando al prejuicio o de predisposición que tu- revés de como la lógica dice que debe- viese por objetivo lograr que el texto 188 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 189

de Hidacio sirva a determinados intere- dad, egregii es un calificativo que se re- ses políticos, sociales, religiosos o perso- fiere a la dignidad ecuestre o al desta- nales y, con el simple interés de cono- cado nivel social del caballero o egregius cer la información que, por sí mismas, Basilius. Lo que permite, aunque se pueden ofrecer las propias fuentes, desconozcan los tres condicionantes prestando especial atención a su flujo sociales del prestigio de Basilio: origen, principal de información así como a nacimiento y fortuna, aventurar que todos los matices secundarios aporta- Basilio formaba parte de la aristocracia dos por el cronicón del obispo de Aquæ romana de la Tarraconense y que Hida- Flaviæ.34 Una vez hecho esto, será el mo- cio intercaló una frase para destacar el mento de enriquecer el contexto de abuso de poder cometido por este ca- estas noticias e incluso compararlas y ballero, detallando a qué se atrevió y completarlas con las de otros lugares y que lo hizo así como prueba o demos- otras épocas, desde unas u otras pers- tración pública de las prerrogativas co- pectivas, todas y cada una de ellas res- rrespondientes a su dignidad como petables y respetadas de antemano. egregius. Con lo que se justificaría que dicha frase estuviese entre comas: Basi- lius, ob testimonium egregii ausus sui [est], LA MENCIÓN DE HIDACIO A congregatis Bacaudis in ecclesia Tyriasone BASILIO Y LOS BAGAUDAS foederatos occidit.

En la primera parte de la frase Basi- Una vez resuelto el significado y pro- lius ob testimonium egregii ausus sui congre- pósito del primer predicado anidado, gatis Bacaudis in ecclesia Tyriasone foedera- queda pendiente por traducir la ver- tos occidit, hay un sujeto, que es Basilio, sión simplificada de: Basilius* congregatis y cinco verbos: ausus sui [est],35 congrega- Bacaudis in ecclesia Tyriasone foederatos oc- tis [sunt],36 [sunt]37 y occidit, por tanto, se cidit. En ella, su verbo principal es occi- trata de una frase compleja y compues- dit, esto es, mata o mató, en tercera ta por cinco predicados anidados. persona del singular, lo que concuerda con que el sujeto sea Basilio y sólo que- El primero de estos predicados se da por ver a quién o a quiénes mató. corresponde con «[Basilio] se atrevió Esta información la ofrece el comple- a», tal como correctamente fue consi- mento indirecto que, a su vez, es un derado en la versión [T-1977], mien- predicado: congregatis Bacaudis [sunt], o tras que en la [T-1974] se confundió el sea, Basilio* mató a los bagaudas que es- verbo con el sustantivo audacia: ausum. taban reunidos, concretando por medio A pesar de ello y dado que, desde el de otro predicado que éstos eran los fe- punto de vista semántico y teniendo en derados o los que tenían un tratado cuenta que la traducción no tiene por que les había asociado a la iglesia de qué ser completamente literal, no pare- Tarazona:38 in ecclesia Tyriasone [sunt] fo- ce haber gran diferencia entre ambas ederatos. Esta traducción coincide con el versiones. Sin embargo, la [T-1974] da hecho de que, en la crónica de Hida- lugar a considerar egregii como el adje- cio, todas las menciones que se hacen a tivo calificativo de ausum, esto es «des- los bagaudas, incluida la aquí presenta- tacada audacia» mientras que, en reali- da, son para poner de manifiesto que 189 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 190

fueron derrotados o asesinados: cædit jor en español, queda así: «Basilio, co- multitudinem Bacaudarum, frangit insolen- mo prueba o demostración pública de tiam Bacaudarum, Bacaudæ Terraconenses sus prerrogativas como egregius se atre- cæduntur.39 Hecho que, además, pone vió a matar a los Bagaudas asociados a la de relieve el enfoque subjetivo del obis- iglesia de Tarazona que allí estaban reu- po Hidacio con respecto a los bagaudas. nidos, cuando su obispo, León, murió como consecuencia de las heridas que Luego la primera parte de la única allí le ocasionaron [accidentalmente] los frase que explícitamente relaciona a acompañantes de Basilio».41 Basilio con los bagaudas sería «Basilio, como prueba o demostración pública de sus prerrogativas como egregius se atrevió a matar a los reunidos Bagaudas LOS BAGAUDAS EN EL CRONICÓN que estaban asociados a la iglesia de Ta- DE HIDACIO razona» y, dado que el verbo ser vuelve a estar implícito, conviene concretar la Una vez que se ha visto que Basilio puntualización de acuerdo con ello: Ba- no dirigió a los bagaudas de Tarazona silius, ob testimonium egregii ausus sui [est], queda patente que éstos tampoco pu- congregatis Bacaudis [sunt], in ecclesia Ty- dieron resucitar para poder acompa- riasone [sunt] foederatos, occidit. ñarle en sus correrías depredadoras por la Tar raconense, formando parte de la La segunda parte de esta frase no comitiva sueva de Requiario. Con lo ha planteado problemas tan graves en su traducción tradicional pues hace re- que, por disolución, se resuelve el enig- ferencia a que los hechos recién relata- ma planteado acerca de la «alianza dos acaecieron «cuando León, el obis- efectiva entre bárbaros y bagaudas en po de su iglesia [de Tarazona], murió Hispania, a mediados del siglo V», en este lugar [la iglesia de Tarazona] como un hecho «que no tiene paralelo como consecuencia de las heridas que en el occidente romano y que constitu- le ocasionaron los mismos que acom- ye una excepción en el movimiento»,42 pañaban a Basilio». De lo que se dedu- al considerar que éstos estuvieron aso- ce que el asesinato de los bagaudas reu- ciados a los suevos. Por tanto, la des- nidos, así como las heridas de muerte cripción del comportamiento de estos que recibió el obispo de Tarazona, ocu- bagaudas deja de ser algo excepcional y rrieron en esta iglesia y no en la ciu- vuelve a parecerse al resto de los rela- dad, ni en sus alrededores. Además, se tos de acontecimientos conocidos en puede asegurar que el obispo fue heri- los que intervinieron los bagaudas. A do involuntariamente ya que de otro esta conclusión debiera haberse llega- modo Hidacio no habría destacado el detalle de que falleció debido a las he- do mucho antes. Particularmente, al ridas recibidas en el citado tumulto, no haberse encontrado otra explica- pues ésta fue también la causa de la ción para la posible asociación entre muerte de los bagaudas.40 bagaudas y suevos que la «operativa y funcional» de un comportamiento Por lo que la frase completa, adap- anómalo o excepcional que, además, tándola ligeramente para que suene me- todavía dejaba zonas oscuras.43 190 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 191

Asimismo, con este resultado no sólo La expansión de los suevos en se restablece la credibilidad y se recupe- la península Ibérica ra la confianza perdida en la crónica de San Isidoro de Sevilla44 sino que tam- En el otoño de 409 cruzaron los Pi- bién recobran sentido las leyendas me- rineos cuatro pueblos germánicos: los dievales y la historiografía hispana que, vándalos asdingos y los suevos, que ha- hasta principios del siglo XX, recogió el bían convivido en el Este de Europa, carácter cristiano de los bagaudas45 y, por los vándalos silingos y los alanos. Tras tanto, se abre una nueva o, mejor dicho, el acuerdo alcanzado con los romanos, se recupera una antigua perspectiva en 411, los suevos se instalaron en la desde la que poder analizar estos acon- parte occidental de la Gallæcia, provin- tecimientos,46 pasando su carácter so- cia hispana en la que también se asen- cioeconómico,47 nacionalista48 [más o taron los vándalos asdingos, mientras menos vigente]49 e incluso funcional50 a que los alanos lo hicieron en las pro- un plano más que secundario. vincias de Lusitania y Carthaginense, y los vándalos silingos en la Bætica, que- Sin embargo, no es el aspecto religio- dando libre de bárbaros sólo la franja so de los bagaudas51 la clave que ayuda a costera del Mediterráneo de las provin- entender quiénes eran y por qué actua- cias Carthaginense y Bætica así como ron así, sino su relación con la jerar- toda la Tarraconense. quía eclesiástica cristiana en tanto que ésta se convirtió en una estructura Esta distribución inicial duró poco complementaria e incluso alternativa a pues los alanos se impusieron sobre los la de la administración del imperio ro- suevos y los asdingos e intentaron mano de Occidente,52 particularmente tener acceso al Mediterráneo, como en aquellas regiones periféricas en las también hicieron los silingos. Mientras que la capacidad operativa de ésta tanto, los visigodos que habían saquea- había mermado en gran medida. Ello do Roma, en el verano de 410, se ha- explica el que sólo hubiera bagaudas en bían instalado en el valle del Ródano, territorios de provincias altamente ro- al sur de las Gallias, en 412, y, tras manizadas y que aún estaban bajo el haber roto sus relaciones con el impe- control imperial romano, como las rio romano, sufrieron el acoso de éste zonas más alejadas de la Lugdunense y Ta- y se vieron obligados a cruzar los Piri- rraconense53 o que ocupaban una zona es- neos, instalándose en la Tar raconense, tratégica como el paso de la Narbonense concretamente en la ciudad hispana de por los Alpes, pero en unos momentos Barcelona (Barcelona, Cataluña), tres en los que éste casi había desaparecido o años después. Allí permanecieron se encontraba en serias dificultades y hasta el mes de septiembre, en que fue bajo la amenaza bárbara.54 asesinado su rey, Ataulfo (410-415), y fue reemplazado por Sigérico (415), Ahora se está en condiciones de em- que sólo gobernó durante una semana, prender la revisión diacrónica y con- siendo también eliminado y reemplaza- textualizada de las cuatro únicas refe- do por Valia (415-418), que fue quien rencias que Hidacio hizo acerca de los intentó llevar a su pueblo al norte de bagaudas de las Hispanias. África, cruzando las provincias Carthagi- 191 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 192

nense y Bætica, aunque no logró atrave- (409-441), aprovechó para hacerse con sar el estrecho. Entonces, llegó a un el control de toda la Gallæcia, a costa de pacto con el imperio romano para obte- los intereses de los hispano-romanos. ner provisiones y un lugar para asentar- Esta situación llevó a la intermediación se en las Gallias a cambio de aniquilar a del obispo Hidacio para lograr un los silingos, primero, e inmediatamen- acuerdo entre los representantes del im- te después a los alanos, cuyos supervi- perio romano, los suevos y los hispano- vientes acabaron uniéndose a los ván- romanos, pues la Iglesia era la única ins- dalos asdingos, de modo que en 418, titución con la estructura y la capacidad cuando los visigodos completaron su operativa suficiente como para lograr misión y retornaron a las Gallias, don- un pacto como el alcanzado en 433. de fundaron el reino de Tolosa o Tou- louse (Midi-Pyrénées, Francia), sólo Cinco años después, la enfermedad quedaron estos vándalos y los suevos de Hermerico le hizo apoyarse en su hi- asentados principalmente en la provin- jo y futuro heredero, Requila (441-448), cia Gallæcia. quien continuó el proyecto de expan- sión sueva y, ese mismo año, comenzó a Al año siguiente, los vándalos ataca- hacerse con el control de la Bætica, don- ron y sitiaron a los suevos en su territorio de derrotó al ejército imperial que le de la actual provincia de León (Castilla y salió a su encuentro. Al año siguiente, León) a la vez que intentaron conquistar en 439, se apoderó de Mérida y, en 440, la ciudad sueva de Braga (Portugal), completó su conquista de la Lusitania, pero éstos recibieron el apoyo de los tras haber sitiado Mértola (Alentejo, romanos y los vándalos dieron media Portugal), donde se entregó sin luchar vuelta y, en 420, invadieron la Bætica. el conde Censorio, que había sido en- Al año siguiente, las tropas imperiales viado en calidad de legado imperial.55 intentaron recuperar el control sobre esta provincia pero fueron derrotados En 441, tras morir Hermerico en Mé- por los vándalos que allí permanecie- rida, la expansión sueva continuó con la ron, expandiéndose también por la conquista de la ciudad de Sevilla (Anda- Carthaginense, hasta que, en 429, deci- lucía) antes de que Requila completase dieron abandonar la península Ibérica su periplo de victorias por la Bætica y la y pasar al norte de África. Entonces, los Carthaginense y así incrementase la ame- suevos aprovecharon las circunstancias naza que se cernía sobre el futuro de los y penetraron por el territorio recién hispano-romanos de la Tar raconense que, abandonado por los vándalos aunque hasta entonces casi se habían visto libres éstos, para asegurar su retaguardia, die- del dominio bárbaro. ron media vuelta y les derrotaron en las cercanías de Mérida (Badajoz, Ex- Estas circunstancias56 debieron hacer tremadura), antes de continuar con su que parte de estos hispano-romanos de- definitiva marcha hacia África. cidieran apoyarse en los bagaudas cris- tianos para defender la Tarraconense y, Una vez que los suevos fueron el de paso, liberarse del pesado yugo al único pueblo bárbaro que quedó en la que les sometía la administración impe- península Ibérica, su rey, Hermerico rial que, además, parecía incapaz de de- 192 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 193

fenderles frente a la expansión de los aquellos obispos que apoyaban a los ba- suevos.57 Lo que explica por qué, en gaudas o que, simplemente, no veían el 441, fue enviado a las Hispanias el gene- beneficio de un enfrentamiento extre- ral Asturio58 y por qué éste dio priori- mo con la jerarquía católica. dad y centró sus operaciones militares en recuperar el control imperial en la Se ha propuesto identificar el terri- Tar raconense, matando a una multitud torio de los aracelitanos con dos luga- de bagaudas, antes que enfrentarse a los res bien distintos y distantes de la ac- suevos que depredaban sin ningún obs- tual geografía navarra debido a que táculo el resto de la península Ibérica. tienen un cierto parecido toponímico y que, además, se supone que ambos Los bagaudas aracelitanos estaban integrados en las Vasconias:63 el despoblado medieval de Araciel,64 si- No hay ninguna noticia de lo acaeci- tuado en la orilla derecha del río Alha- do a lo largo de 442, quizá porque lo ma, afluente del Ebro por su margen derecha y límite de las diócesis episco- más destacado de ese año en la penín- pales de Calahorra y Tarazona,65 y Ara- sula Ibérica fue la epidemia de peste quil o sus cercanías,66 al oeste de Pam- generalizada que, según la apocalíptica plona y en las inmediaciones o en la visión de Hidacio,59 asoló no sólo a ésta propia mansio Aracaeli;67 habiéndose sino a todo el mundo romano. Lo que descartado una tercera opción por es- permite pensar que no hubo operacio- tar situada fuera de la provincia Tar raco- nes militares destacadas en las Hispa- nense.68 Hasta la fecha, ambas ubicacio- nias en general ni en la Tar raconense, nes siguen estando vigentes69 y tan sólo en particular. Por tanto, tras la exitosa se ha avanzado en el reconocimiento campaña militar de Asturio en 441, de que los bagaudas derrotados en el te- debió imponer la legalidad imperial en rritorio de los aracelitanos, fuese éste la mayor parte de esta provincia roma- cual fuese, no tenían por qué ser origi- na pero no en su totalidad ya que, en narios de él.70 Además, ante esta com- 443, regresó a la península Itálica, sien- plicación, sólo se ha llegado a propo- 60 do reemplazado por medio de la lle- ner una curiosa solución en la que 61 gada de su yerno, Flavio Merobaudes. ambos lugares responden a cada una de estas cuestiones, como parte de una Hidacio hizo hincapié en la breve- misma solución para las dos.71 dad de la estancia de Merobaudes en la Tar raconense, dando a entender que Más adelante se retoma y desarrolla justo tuvo el tiempo suficiente para des- el caso de la «insolencia de los araceli- baratar «la insolencia de los bagaudas tanos» ya que requiere que antes se aracelitanos» y que, antes de lo previs- aporte información procedente de to, fue revocado y tuvo que cancelar su otro contexto. Concretamente convie- campaña y regresar a la península Itáli- ne seguir el orden diacrónico acerca ca, en el mismo 443, siguiendo órdenes de las noticias relativas a la provincia directas del emperador romano de Oc- Tar raconense en la crónica de Hidacio cidente, Valentiniano III (424-455),62 in- que, a pesar de que no traten explícita- fluido, quizá, por una parte de su corte mente de los bagaudas sí que hacen re- que sería más proclive al proceder de ferencia expresa a las Vasconias.72 193 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 194

La alianza de suevos y visigodos bajo de allende los Pirineos y a éstos les con- el imperio romano de Occidente venía tener un aliado poderoso en la península Ibérica.76 Así que Requiario El hecho de que entre 443 y 446 no emprendió negociaciones diplomáticas se mencione ninguna actividad de los con Teodorico I que acabaron en una bagaudas en la Tar raconense y que, este alianza que fue sellada aceptando en último año, cuando llegan tropas impe- matrimonio a la hija de éste. Este acon- riales para restablecer su control en la tecimiento lo consignó Hidacio como península Ibérica se dirijan a otras pro- antecedente del saqueo que Requiario vincias, sienta las bases para pensar que realizó en las Vasconias,77 en el mes de Merobaudes, a pesar de su inesperado y febrero del año 449,78 por lo que no precipitado retorno a la corte de Raven- queda más remedio que pensar que lo na (Emilia-Romaña, Italia), logró res- hizo en el otoño del año anterior y que taurar la paz en la Tar raconense y acabar seguramente fue ella quien se desplazó con las disensiones entre las que habían a Gallæcia.79 vuelto a destacar los bagaudas aracelita- nos. Al menos, temporalmente. Cabe destacar que en esta noticia no se menciona a los bagaudas para nada, En 446 apareció en las Hispanias el lo que prueba que Hidacio tenía pleno general Vito al frente de un gran ejérci- conocimiento de quiénes eran éstos y to imperial, acompañado de tropas visi- de sus relaciones con el territorio de los godas interesadas en los beneficios que vascones, así como de cuándo y cómo pudieran obtener de la propia campa- habían intervenido cada uno de éstos ña, cometiendo abusos a su paso por en acontecimientos dignos de ser reco- las provincias Bætica y Carthaginense. Has- gidos en su crónica. Esta reflexión no ta que llegaron las tropas de Requila y es gratuita ya que, en la siguiente noti- derrotaron a los visigodos, poniendo cia de este mismo año, Hidacio citó ex- en fuga al aterrado ejército imperial, plícitamente a los bagaudas sin nom- que tuvo que refugiarse en la Tar raco- brar a los vascones80 ni a su territorio.81 nense mientras los suevos saquearon las De ahí que traerla a colación no sólo citadas provincias.73 ha sido conveniente para revisar las re- laciones entre los vascones y los bagau- En agosto de 448 falleció Requila y das, como se abunda más adelante, su hijo, Requiario, tras hacerse cargo sino también para sentar las bases con del reino de los suevos y de asegurar in- las que poder interpretar las de éstos mediatamente sus posiciones en las an- con el resto de habitantes de la Tar raco- tiguas provincias Bætica y Carthaginense, nense, incluida la jerarquía de la Iglesia se dispuso a hacerse con el control de católica, así como con los suevos y sus la Tarraconense para así completar sus aliados visigodos. planes de dominio sobre toda la Hispa- nia peninsular, seguramente siguiendo Acabada esta digresión, conviene re- instrucciones imperiales,74 como se ve cuperar el hilo conductor de las noti- más adelante.75 En cualquier caso, para cias que vuelven a citar literalmente a ello necesitaba contar con la neutrali- los bagaudas ya que, a pesar de las sona- dad o incluso el apoyo de los visigodos das victorias de Merobaudes y de su 194 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 195

suegro Asturio, este movimiento rebel- quisieran ponerse al servicio de los sue- de todavía no había sido completamen- vos por mucho que parte de la jerarquía te aniquilado en la Tar raconense y se de la Iglesia católica de la Tar raconense vuelven a tener noticias suyas en este viese con buenos ojos este cambio y el mismo 449, después del mes de febre- supeditarse al dominio temporal de un ro y antes del mes de julio. rey católico, como era el caso de Re- quiario.84 También cabe la posibilidad Basilio o la quinta columna de la de que la Iglesia fuese neutral o que in- Tarraconense que apoyó a los suevos cluso prefiriese mantener una relación más directa con la administración impe- El caballero romano Basilio debía rial y que la reunión con Basilio fuese ser un alto dignatario de la provincia parte de un ardid preparado por éste. Tar raconense que ante el acuerdo alcan- zado por los suevos con los visigodos, En cualquier caso, aprovechándose decidió ponerse de parte de aquéllos de sus prerrogativas, Basilio mató a es- para facilitarles el acceso y el control de tos bagaudas y sus tropas también se ex- la Tar raconense, como si de una quinta cedieron en la matanza pues hirieron columna hispano-romana se tratase. mortalmente al propio obispo León. Lo que, como se ha visto, no debía estar previsto que ocurriera así pues segura- Además, es más que probable que mente suevos y visigodos, así como la esta operación contase con el respaldo corte de Rávena, no debían querer tener imperial pues, tras ella, desde la corte problemas con la jerarquía eclesiástica de Rávena no se emprendió ninguna de la Tar raconense, de ninguna manera. acción contra los suevos, lo que tam- bién explicaría el movimiento de Basi- La inexistencia de asociación entre lio en Tarazona para tratar de poner los bagaudas y los suevos de su parte o, al menos, desactivar a los bagaudas82 federados en la Iglesia de Ta- Tras la interpretación presentada razona y, como se verá más adelante, acerca de la tercera cita explícita que probablemente vinculados con los arace- Hidacio hizo de los bagaudas, ha que- litanos. De modo que no fue la adminis- dado patente que éstos no estaban lide- tración imperial y los hispano-romanos rados por Basilio y que, por tanto, tam- afectos a ella quienes fueron traiciona- poco tuvieron relación con los suevos dos por Basilio, sino los que aún estan- o, mejor dicho, como se acaba de ex- do muy romanizados y siendo cristia- poner, sí que la tuvieron pero debió ser nos no querían estar bajo el dominio de frontal oposición a su presencia en bárbaro y tampoco les importaba mu- la Tar raconense. cho dejar de depender del emperador romano de Occidente debido al aban- Posiblemente, la inesperada muerte dono con el que percibían su adminis- del obispo León pudo ser el detonante tración en la Tar raconense. que motivó el viaje que, en el mes de julio, llevó a cabo el rey de los suevos Es posible que Basilio, por media- para visitar a su suegro y rey de los visi- ción del obispo León, intentase conven- godos, Teodorico I, allende los Pirineos, cer a sus bagaudas83 pero que éstos no como se ha visto que constató Hidacio. 195 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 196

Una vez solventadas las repercusiones El final de los bagaudas de políticas que esta muerte pudo causar y la Tarraconense reorganizados los planes de suevos y visi- godos, Requiario retornó a la Tar raconen- Así como el origen de los bagaudas se, donde se le unió su fiel Basilio y jun- de la Tar raconense está relacionado con tos depredaron la región de Zaragoza. la expansión del reino suevo por las Hispanias, consentida por la administra- Cabe destacar que Hidacio señaló ción imperial, su final también está vin- que Lérida cayó en sus manos a trai- culado a la decisión del imperio roma- ción y sin que se hubiesen visto afecta- no de recuperar el control sobre toda das sus defensas, lo que coincide con el la península Ibérica, apoyándose en sus perfil asignado a Basilio en Tarazona y aliados visigodos. De modo que los his- el efecto que su posición en la socie- pano-romanos partidarios de cierta au- dad hispano-romana debió causar en tonomía u obligados a tener que orga- los ilerdenses que, por ello y para su nizarse así, amparándose en el apoyo desgracia, confiaron en él y gran nú- de parte de la jerarquía eclesiástica, que- mero de ellos acabaron como cautivos daron relegados, al menos, en 454. de los suevos. No hay noticias de lo que pudo ocu- rrir en la provincia Tar raconense entre También hay que señalar el hecho ya 450 y 453, ambos inclusive. Todo pare- referido de que en la crónica de San Isi- ce indicar que tras la campaña de Re- doro, éste no mencionase a Basilio ni a quiario de 449, esta provincia volvió a los bagaudas, seguramente porque en su la normalidad y a estar bajo el control historia de los bárbaros le interesaba imperial. Sin embargo, tras el asesinato destacar las acciones de los suevos y, so- del general Aecio por el emperador Va- bre todo, que éstos contaron con el lentiniano III, en la primavera de 454, apoyo, tácito, al menos, de los visigodos. la situación sufrió un nuevo cambio. El Así, el santo dejó completamente al mar- emperador decidió recuperar el con- gen los problemas internos existentes trol personal sobre todo su imperio, entre las dos facciones de los hispano-ro- particularmente en las provincias de manos de la Tar raconense, una más cerca- las Hispanias, donde renovó el pacto na a la administración imperial y otra con los suevos y a donde envió un ejér- más autónoma o superviviente pero que cito visigodo, al frente de Federico, contaba con el apoyo de la jerarquía hermano de Teodorico II (453-466) y, eclesiástica o, al menos, de parte de ella. por tanto, ambos cuñados de Requia- rio,85 para acabar definitivamente con De hecho, como se verá más adelan- los bagaudas de la Tarraconense, según te, los obispos de las diócesis orientales se ha visto que constató Hidacio. de esta provincia, desde Zaragoza hasta el Mediterráneo, es posible que estuvie- sen claramente a favor de la administra- ción imperial. Dato que además ayuda a entender el reducido ámbito de las operaciones de Requiario llevadas a cabo el año 449 en la Tar raconense. 196 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 197

EL FINAL DEL REINO SUEVO da de Teodorico II en la península Ibé- EN LAS HISPANIAS rica, al frente de un fuerte ejército de vi- sigodos y bajo la autoridad imperial, En marzo de 455 fue asesinado Va- para aniquilar el reino de Requiario.87 lentiniano III, víctima de los vengado- res de Aecio. Le sucedió el aristócrata y La derrota militar de los suevos se cónsul Petronio Máximo (455), que fa- produjo en las cercanías de Astorga lleció a finales de mayo, como conse- (León), el 5 de octubre, y la mayoría de cuencia del tumulto ocasionado en éstos huyeron, como fue el caso del pro- Roma ante el inminente saqueo que pio Requiario que se refugió en Oporto acabaron realizando los vándalos el se- (Portugal), quizá para intentar huir por gundo día de junio. Ante el vacío de mar. Teodorico II continuó su devasta- poder, Teodorico II se las arregló para dora campaña por territorio suevo, con- que el general Avito, que había sido quistando y saqueando la ciudad de enviado a su corte de Tolosa por Petro- Braga, a finales de dicho mes, donde no nio Máximo, en busca del apoyo de los respetó a los hispano-romanos, ni a los visigodos, fuese elevado al gobierno clérigos, ni a las mujeres o a los niños y del imperio romano de Occidente por tampoco a los lugares sagrados de la una asamblea de representantes de la Iglesia católica en las que éstos se refu- aristocracia provincial de las Gallias y giaban, como destacó Hidacio, que aceptada en Roma, finalmente.86 acabó la descripción de este saqueo pa- rafraseando al evangelista Mateo.88 Estos cambios movieron a Requiario a violar los tratados que había manteni- Finalmente Requiario fue apresado do con el imperio romano y a lanzarse a y, entonces, la mayoría de los suevos la conquista de toda la península Ibéri- que habían huido tras la primera gran ca, volviendo a asaltar la Carthaginense, derrota se entregaron a los visigodos, que había restituido a Roma en el pac- siendo ejecutados buen número de to de 453, a principios de 456. Enton- ellos aunque no fue el caso de su rey, ces, el emperador Avito, que ya había que quedó preso. Concluyendo en es- alcanzado un acuerdo con el empera- tas circunstancias, según describió Hi- dor de Oriente, Marciano (450-457), dacio,89 el reino de los suevos en las His- envió sendos legados a los reyes de los panias.90 suevos y de los visigodos para que resta- bleciesen la paz acordada, pero Requia- El retorno de los visigodos a las Gallias y rio hizo caso omiso y optó por enfren- la restauración del reino suevo tarse al imperio romano de Occidente e invadir la Tar raconense, saqueándola a En diciembre de 456 Teodorico II continuación. Avito volvió a emprender ajustició a Requiario y a continuación acciones diplomáticas, reenviando lega- marchó a la Lusitania, quedando el dos a los godos y a los suevos, pero Re- convento de Braga a merced de los la- quiario reaccionó volviendo a saquear la drones y salteadores.91 Entretanto, en la Tar raconense y regresando a Gallæcia con región extrema de la Gallæcia una parte numerosos cautivos. Lo que, a princi- de los suevos eligieron como nuevo rey pios del otoño de 456, motivó la entra- a Maldras (456-460), que era un noble 197 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 198

suevo pero originario de Marsella (Pro- Tras abandonar completamente las vence-Alpes-Côte d’Azur, Francia),92 Hispanias, dejando la provincia Gallæ- dando lugar a una nueva dinastía regia cia inmersa en una guerra civil,98 Teo- o, mejor dicho, a una guerra civil entre dorico II no pudo desentenderse de distintas facciones que lucharon por el ella pues la recuperación del control control del reino suevo93 y que no tuvie- de parte de la Lusitania por los partida- ron éxito hasta el año 465, en el que Re- rios de Maldras, tras la muerte de Fran- mismundo (463-469), consiguió impo- tán, hizo que le enviase delegaciones ner una soberanía unificada, contando diplomáticas para intentar contener su con el beneplácito de los visigodos,94 nuevo proceso de expansión. Después pues llegó a casarse, ese mismo año, con del fracaso de estas gestiones, Teodori- una esposa que le había preparado Toe- co II tuvo que enviar un ejército para dorico II y así se recuperó una situación recuperar la Bætica, en julio de 458, y similar a la que ya habían tenido ambas al no lograrlo, el propio Teodorico II monarquías cuando, en 448, Requiario en persona tuvo que acudir al frente se casó con la hija de Teodorico I.95 de su ejército, en 459, para completar esta misión.99 Mientras tanto, en la península Itáli- La renovación del pacto de los visigodos ca, el 16 de octubre de 456, Avito había con el imperio romano sido derrotado por Ricimiero, hijo de un príncipe suevo y de una hija del visi- Este año 459, el emperador Mayo- godo Valia, y en su lugar, en la primave- riano renovó el pacto que Teodorico II ra del año siguiente, había sido elevado había hecho con Avito, lo que hizo po- a emperador romano de Occidente el sible la realización de cambios en la senador Mayoriano (457-461). Tan sólo Gallæcia y que Mayoriano emprendiese pocos meses después de que, en Cons- una campaña contra los vándalos del tantinopla (Estambúl, Turquía) y a norte de África. Ésta debía partir por principios de 457, hubiese sido nom- mar desde las costas de la Carthaginense brado León I el Tracio (457-474) empe- 96 y, para ello, en el mes de mayo de 460, rador de Oriente. el emperador llegó a la Tarraconense, que seguía bajo su control,100 y, tras Estas noticias le llegaron a Teodori- pasar por la ciudad de Zaragoza se diri- co II cuando estaba hibernando en gió hacia el Mediterráneo aunque no Mérida, haciéndole cambiar de planes llegó a embarcar en Cartagena (Mur- y tomar la decisión de regresar a las cia), como tenía previsto, ya que los Gallias para asegurar su reino.97 En los vándalos fueron avisados del inminen- primeros días de abril de 457, Teodori- te ataque de los romanos. De modo co II envió a buena parte de sus tropas que Mayoriano tuvo que regresar a la a depredar Astorga y Palencia (Castilla península Itálica, deshaciendo el cami- y León), donde hicieron numerosos no que acababa de hacer, siendo ésta la cautivos civiles e incluso eclesiásticos, y última vez que un emperador romano la rica región agropecuaria de la Tierra estuvo en la península Ibérica.101 de Campos (Castilla y León), mientras él siguió el camino de regreso a las Ga- Ricimiero mató al emperador Mayo- llias con el grueso de su ejército. riano, en el mes de agosto de 460, po- 198 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 199

co después de que éste hubiese regre- a la diócesis de Calahorra sino a otra y sado a Roma, y fue reemplazado por que lo había hecho sin contar con la Libio Severo (461-465), bajo la tutela aprobación de su obispo. del citado Ricimiero.102 Durante su go- bierno, la Tar raconense siguió depen- Además, Ascanio añadió que, según diendo del imperio103 y no fue hasta se le había quejado el obispo de Zara- después del asesinato de Teodorico II, goza,109 el citado obispo de Calahorra a manos de su hermano, Eurico (466- había realizado dicha consagración re- 484), cuando con éste comenzó a des- cientemente, sólo y sin contar con la plegarse la presencia y el dominio de preceptiva asistencia de los obispos co- los visigodos en la Tar raconense y en el marcanos110 ya que éstos habían tenido resto de las Hispanias, que se completó en cuenta las reiteradas advertencias y tras la disolución del imperio romano la solicitud del zaragozano para que se de Occidente, acaecida en el año 476.104 alejasen del calagurritano,111 en su vano intento por impedir esta segunda con- sagración irregular. EL SUPUESTO CISMA DEL OBISPO SILVANO Desafortunadamente Ascanio no aclaró en qué sede había consagrado En 465, el obispo metropolitano de Silvano al segundo obispo y sólo pun- Tarragona, Ascanio, escribió una carta tualizó que se trataba de la sede112 para al Papa, Hilario (461-468),105 solicitando la que había sido destinado el primero su arbitrio para responder como mere- al que el propio Silvano había consa- cía el proceder del obispo de Calaho- grado irregularmente e incluso contra rra, Silvano.106 la propia voluntad del interesado113 en una sede también inédita. Ascanio expuso como antecedente el hecho de que siete u ocho años antes, En el año 465,114 al no haber recibido Silvano hubiese consagrado a un obispo aún una respuesta del Papa y con moti- sin contar con la preceptiva solicitud de vo de solicitar la confirmación papal del la población,107 ni con la imprescindible reciente nombramiento del nuevo obis- aprobación del obispo metropolitano po de Barcelona, Ascanio le dirigió una de Tarragona, y a pesar de estas irregu- segunda carta a San Hilario solicitándo- laridades el nuevo obispo acabó siendo le que, de paso, le comunicase la resolu- aceptado entre los obispos de la Tar raco- ción que le había solicitado acerca del nense, saldándose la cuestión con una reincidente e irregular proceder del fraternal amonestación del obispo me- obispo de Calahorra, especificando que, tropolitano a Silvano. además, el obispo metropolitano conta- ba con el apoyo de casi todos sus obis- A continuación, Ascanio expuso que pos y explícitamente con el apoyo impe- el obispo de Calahorra108 había reinci- rial del dux Tarraconensis.115 dido y había consagrado a otro presbí- tero sin contar con la preceptiva apro- El Papa tampoco respondió enton- bación del metropolitano y, esta vez, ces sino que sometió las acumuladas pe- además, lo había hecho con el agravan- ticiones de Ascanio al criterio del síno- te de que este presbítero no pertenecía do romano celebrado 19 de noviembre 199 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 200

de 465 y, tras su debate, en el que se rea- creado por la coexistencia de dos obis- firmó la necesidad de que se respetasen pos en la misma sede, sino de la ocupa- los cánones, resolvió que procedía per- ción, por parte del segundo, de la sede donar al obispo Silvano, a condición a la que había sido destinado el prime- de que éste no volviese a reincidir, así ro120 y que, por tanto, aún no había como aprobar las consagraciones reali- sido ocupada por éste. Sin embargo, zadas irregularmente siempre que los en la documentación conservada, en escogidos para ello cumpliesen con las ningún momento se da a entender que condiciones requeridas por el derecho hubiese fallecido el primer obispo sino vigente, debido a las dificultades del todo lo contrario. momento. Por una parte, Ascanio detalló que, Además, en su carta decretal expedi- antes de 465, la situación de este obispo da el día 30 de diciembre,116 el Papa se había regularizado a pesar de que añadió que los hechos relatados por As- había sido consagrado contra su volun- canio no estaban tan claros como éste tad, lo que, además, explicaría que no los había expuesto ya que también estuviese entonces a favor de Silvano, había recibido en descargo del proce- viéndose éste obligado a consagrar a der de Silvano el apoyo que a éste le ha- un segundo obispo para lograr sus fi- bían dado los honorati y possessores de las nes, y, por otra parte, consta que el ciudades de Tarazona, Cascante (Nava- Papa aprobó las dos consagraciones he- rra), Calahorra, Varea-Logroño (La chas por Silvano y no tendría necesi- Rioja), Tricio (La Rioja), Herramélluri dad de haber procedido así, aproban- (La Rioja)117 y Briviesca (Burgos).118 do a los dos obispos, si el primero ya hubiese fallecido. Las dos ordenaciones episcopales irregulares realizadas por Silvano, cuan- Además, la queja del obispo Ascanio do menos, conllevaban una reestructu- indicaba claramente que el segundo obis- ración o reorganización de su diócesis po había sido consagrado por Silvano en e incluso podían suponer una posible la sede para la que había sido destinado ampliación.119 Sin embargo, dada la es- el primero, tras haberse regularizado su casez de detalles acerca de las sedes a situación, y no para la que inicialmente las que dichas consagraciones afecta- había sido consagrado por Silvano.121 ron no ha sido fácil aclarar su alcance De ello se deduce que se trataba de dos hasta ahora y, por tanto, comprender sedes distintas y que el metropolitano las repercusiones que pudieron tener había decidido que el primer obispo para el rango jerárquico de las Iglesias consagrado por Silvano se trasladase a de la Tar raconense y, en particular, para una sede que debía estar vacante y que, la diócesis de Calahorra. justo entonces, ésta es la que fue ocupa- da por el segundo obispo consagrado Es cierto que cabría considerar la por Silvano, creándose así el conflicto. posibilidad de que el segundo obispo Además, la decisión final del Papa con- consagrado por Silvano hubiera cubier- duce a pensar que ambos obispos per- to la vacante dejada tras el fallecimien- manecieron en ambas sedes y para to del primero ya que la queja de Asca- saber de cuáles se trataba hay que retro- nio no trataba acerca del conflicto traerse al año 443. 200 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 201

La insolentia de los bagaudas, extendieron y progresaron gracias a su Sajrat Qais y el castro Silbaniano colaboración con los romanos y a su in- tegración en el imperio. A pesar de A diferencia de la matanza de gran estar situados o, precisamente por ello, número de bagaudas llevada a cabo por en una región periférica y estratégica Asturio, en 441, no consta que en 443 por su control del acceso entre el valle se repitiese la masacre cuando el suce- del Ebro, la meseta del Duero, el océa- sor y yerno de éste, Merobaudes, desba- no Atlántico y los pasos pirenáicos occi- rató la insolencia de los bagaudas arace- dentales que comunicaban las Hispa- litanos. Lo que lleva a pensar que éstos nias con las Gallias.125 se organizaron y se hicieron fuertes en la zona de la Tar raconense en la que po- Del mismo modo que la distinción dían interrumpir la comunicación en- entre el ager y el saltus es una falacia in- tre suevos y visigodos que podría ame- ventada por la historiografía y no res- nazar su romanidad. Al hacerlo al ponde a una distinción de la diversidad margen de la organización imperial, territorial de los vascones. Las fuentes esta reafirmación de los hispano-roma- antiguas se refieren al ager como el te- nos se convirtió en una amenaza para rritorio de los vascones y no como la el propio imperio que podía temer sus zona llana en contraposición de la posibles consecuencias autonomistas, montañosa o boscosa que se identifica separatistas o incluso secesionistas. con las referencias al saltus. Esto no quiere decir que en el territorio de las Sin embargo, más que a destronar a Vasconias en el que predominaba la un posible tirano local,122 del que no agricultura, no se diese un proceso de consta su nombre ni alguna referencia a romanización diferente del que se dio su existencia, cabría pensar que la ope- en las zonas montañosas, de carácter ración llevada a cabo por el cristiano ganadero principalmente. Si bien esta Merobaudes consistió en desmontar una distinción no es exclusiva del territorio organización local y paralela a la impe- de los vascones sino común a cualquier rial, que habría sido creada por los ba- otro territorio igualmente romanizado, gaudas en territorio de Araceli, al ampa- como es el caso del Sistema Central de ro de la iglesia católica, seguramente del la Península Ibérica, por ejemplo.126 obispado de Calahorra pero sin contar con el apoyo metropolitano de la Tar ra- La lucha entre las distintas facciones conense, leal a la administración imperial. del imperio romano de Occidente que, según las circunstancias, se apoyaban Esta hipótesis es consistente con más en su propia administración o en que, cada vez, queda menos en pie la la paralela de la Iglesia católica, expli- distorsionada idea de la ausencia de ro- caría por qué, en el mismo año 443, manización en el territorio de los vas- Merobaudes fue llamado con urgencia cones123 y se pone de manifiesto que, a la corte de Rávena y, tras desmontar entre los siglos I a. C. y V d. C., esto es la organización de los bagaudas araceli- desde las guerras Sertorianas124 y hasta tanos, no acabó ni con éstos ni con el los años inmediatamente posteriores al resto de los bagaudas de la Tarraconense final del impero romano de Occidente, de los que se volvió a tener noticias fueron uno de los pueblos que más se pocos años después. 201 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 202

En 449, la política imperial debió baron en el año 449 con los bagaudas ver con buenos ojos la coalición entre de la Tar raconense. Lo que explica la ne- suevos y visigodos e incluso, una opor- cesidad imperial de acabar con éstos, tunidad para rebajar el poder que la en 454, con la ayuda de los visigodos y aristocracia hispano-romana de la Ta- como, en esta ocasión, la campaña mili- rraconense, entre los que se encontra- tar conllevó su erradicación definitiva, rían algunos obispos, podía estar adqui- cabe pensar que la única forma en que riendo en detrimento de los intereses esto pudo lograrse fue por medio de la imperiales. De ahí que no reacciona- complementaria negociación con todos sen ante la devastación llevada a cabo los obispos de los que dependían los ci- por los suevos en las Vasconias, en el tados bagaudas, quienes, junto a las aris- mes de febrero, con lo que, además, se tocracias locales, debieron renunciar a garantizaba la comunicación entre As- controlar la Tar raconense manteniendo turica y Burdigala, esto es, en la princi- su romanidad pero al margen de la ad- pal vía de comunicación entre los sue- ministración imperial. vos y los visigodos. El apoyo de los visigodos a los intere- En este contexto se entiende el in- ses imperiales para acabar con los inten- tento del egregio romano Basilio, por tos expansionistas de los suevos en la intentar convencer a los bagaudas fede- Tarraconense, del año 456, debió con- rados en la iglesia de Tarazona para que ducir a Silvano a consagrar un obispo no se opusieran a la inminente opera- en Araceli, fortaleciendo así la presen- ción de limpieza que los suevos planea- cia de la administración romana, gra- ban llevar a cabo en la Tar raconense y, al cias a la jerarquía eclesiástica, en una no lograrlo, que en el tumulto no sólo zona estratégica desde la que se con- falleciesen los bagaudas sino que invo- trolaba el paso por la principal vía de luntariamente las tropas de Basilio hi- comunicación por la que transitaban riesen mortalmente al obispo León que, los mejores aliados imperiales del mo- como ataque a una destacada dignidad mento, esto, es los visigodos. eclesiástica suponía un grave contra- tiempo para los planes imperiales y obli- Estos acontecimientos del año 456 o gó a Requiario a desplazarse hasta Tou- del 457, debieron realizarse sin contar louse para asegurarse de que, a pesar con la aprobación del obispo metropo- del contratiempo, el apoyo visigodo se- litano de Tarragona y en detrimento guía en pie y de que el poder imperial de los obispados con intereses en las no los iba a movilizar en su contra cuan- cercanías de Pamplona, esto es, de los do penetrasen por la Tar raconense. obispos de Zaragoza y Tarazona pero no así del calagurritano. Lo que llevó a A pesar de las correrías de los suevos que, una vez recuperada la normalidad por la región de Zaragoza y de que, con en la Tarraconense y seguramente, apro- la ayuda de Basilio, Requiario pudiera vechando el fallecimiento del obispo hacerse con la ciudad de Lérida a trai- que debía haber ocupado la vacante ción y sin necesidad de conquistarla mi- dejada por León en Tarazona, en 449, litarmente, logrando un gran botín y es más que probable que el sínodo buen número de cautivos, tampoco aca- episcopal de la Tar raconense decidiese 202 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 203

devolver las diócesis a la situación ante- Araceli, donde debió permanecer la se- rior a la de la consagración del obispo de episcopal creada por el calagurrita- que temporalmente había estado en no, quizá dependiendo de él, incluso, Araceli gracias a su irregular consagra- durante algunos años más, seguramen- ción por Silvano. te hasta que se produjo la invasión visi- goda de la Tar raconense y los nuevos go- Además, así se acababa de regulari- bernantes acabasen por desplazarla a la zar la situación de este obispo, cuya con- ciudad de Pamplona, como parte de su formidad con la nueva situación es más siempre inacabado programa para do- que comprensible, y, de paso, tanto la minar el territorio de los vascones. región próxima a Pamplona, que volvía a carecer de obispado propio y a depen- Los años previos a la caída del impe- der seguramente del obispo de Zarago- rio romano de Occidente hicieron re- za o del de Tarazona, como la propia surgir los valores indígenas como solu- sede episcopal de Tarazona pasaban a ción a la desesperada búsqueda de las manos de obispos menos afectos a los señas de identidad, reflejo de un pasa- intereses de Silvano. Lo que también do real o reinventado, de los hispano- explicaría por qué éste no encontró romanos que ya no se veían reflejados entonces mejor solución que la de con- en el escaso futuro del decadente impe- sagrar un nuevo obispo en Tarazona, rio y que, sin embargo, tampoco querían aún teniendo que hacerlo con un pres- formar parte de los nuevos reinos bár- bítero de otra diócesis, seguramente de baros en los que aquél estaba degene- la de Zaragoza, y que lo hiciese contan- rando. Esta transformación debió ser do con el apoyo de los principales re- consecuencia de un proceso lento pero presentantes de la aristocracia hispano- continuo y del que es una prueba la re- romana tanto de la diócesis de cuperación de los nombres de regiones Calahorra como de la de Tarazona.127 que existían con anterioridad a la lle- Quizá porque éstos, además, tenían in- gada de los romanos a la península tereses en la zona de Pamplona y que- Ibérica,128 como las referencias a las rían que siguiesen también indirecta- Vasconias o Autrigonia, en la misma cró- mente bajo el control del obispo nica de Hidacio, entre otras. calagurritano, al que apoyaron fiel- mente, y que la región de Araceli no La Historia de la Humanidad mues- volviese a depender de Zaragoza direc- tra numerosos ejemplos de cómo, tras la ta ni indirectamente o, mejor dicho, de caída de cada imperio, surgieron nue- los que junto con el obispo de ésta y vos reinos que recuperaron o, mejor los que hacían causa común con él, in- dicho, pretendieron recuperar una cluido el dux o representante imperial idea más o menos romántica o distor- en la Tarraconense, perjudicasen sus in- sionada de anteriores organizaciones tereses locales. políticas, étnicas o incluso tribales con las que justificar el mito de su nueva La decisión del Papa mantuvo en su forma de organización o lo que se ha lugar a los dos obispos consagrados por denominado como el mito de las na- Silvano, esto es, al segundo en la sede ciones.129 Por ello, no es de extrañar episcopal de Tarazona y al primero en que las Vasconias resultantes de la desa- 203 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 204

parición del imperio romano en las Seguramente la elección del castro Hispanias y las Gallias conllevase la cre- de Silvano, que todavía identificaba el ación de un nuevo espacio político y topónimo del vado existente sobre el río cultural130 que «adaptaron la percep- Araquil en el siglo XI, debió obedecer al ción étnica – no era ya un calco de la valor religioso, cultural y político que existente en época prerromana – y la implicaba para esta monarquía pamplo- utilizaron como un elemento de legiti- nesa, como ancestral signo de identi- 135 mación e identidad».131 dad que fue preferido, incluso, al de la iglesia y sede episcopal de Pamplona, quizá, porque el origen de ésta136 evoca- En esta aproximación el resurgi- ba reminiscencias de la invasión de los miento de las identidades indígenas visigodos que la impusieron como tal.137 fue conformando la alternativa con la que los hispano-romanos fueron reem- Además, la historiografía ha recogi- plazando al imperio que desaparecía e do la tradición acerca del control visi- hicieron frente a los reinos bárbaros godo del obispado de Pamplona, entre en los que no querían integrarse ni ad- el siglo VI y la invasión musulmana del mitir su dominación.132 Sin necesidad VIII, más o menos intermitente,138 lo de que por ello haya que considerar la que encaja con la hipótesis recién ex- romántica idea de que hubo una parte puesta acerca del origen visigodo de del territorio de los vascones que fue esta sede episcopal de las Vasconias. irreductible y refractaria a la romaniza- ción, capaz de sobrevivir a seis siglos de Es más, a partir de ella se podrían lle- aculturación y que resurgió como con- gar a conciliar puntos de vista hasta secuencia de la desromanización de los ahora enfrentados acerca de la presencia vascones de legendaria y casi mítica visigoda y el obispado de Pamplona en singularidad e independencia.133 dicha época, así como de su enfrenta- miento con los vascones, al ser éstos los De confirmarse estas hipótesis, se últimos hispano-romanos de las Vasconias que, tras la caída del imperio romano de podría relacionar la ubicación del te- Occidente se opusieron al dominio visi- rritorio de Araceli en el que demostra- godo y a quienes con posterioridad tam- ron su arrogancia los bagaudas con la bién intentaron dominarlos. del vado y el castillo de Silvano o Silva- niano, ubicado a la orilla del río Ara- quil, en el valle de Garaño y conocido LOS BAGAUDAS EN LOS en época califal como la fortaleza de SIGLOS III Y V Sajrat Qais.134 Lugar escogido por el pri- mer monarca pamplonés de la dinastía La primera noticia que se conoce Jimena, Sancho Garcés I (905-925), de los bagaudas data de finales del siglo para erigir la iglesia que iba a conver- III, en las Gallias, que son las provin- tirse en su panteón familiar hasta que cias romanas en las que los bagaudas rea- fue destruida en la campaña de castigo parecen a principios y mediados del que Abd al-Rahman III llevó a cabo en siglo V. Época esta última en la que 924 y en la que sólo consta que se des- también figuran los bagaudas en las truyesen dos iglesias: la de Sajrat Qais y crónicas de la Tarraconense, haciendo la de la cercana ciudad de Pamplona. así extensivo su ámbito a las Hispanias. 204 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 205

El problema detectado en la historio- les de fines del siglo III los bagaudas grafía acerca de la asignación de fuentes aparecían como «demonios, simbolis- históricas coetáneas que no tratan acer- mo de las potencialidades negativas del ca de los bagaudas de la Tar raconense y adversario «político», enemigo impío que, mezcladas con las que sí lo hacen, de la legalidad y de los dioses».143 Per- generan confusión y desvirtúan o inclu- cepción que, si se considera a los ba- so imposibilitan su estudio y conoci- gaudas como milites cristianos144 y se tie- miento, también se da en la historiogra- ne en cuenta lo expuesto acerca de los fía relativa a los bagaudas de las Gallias, bagaudas de la Tar raconense, encaja con viéndose agraviadas, además, con la adi- que posteriormente algunas figuras ba- ción de la información procedente de gaudas comenzaron a ser veneradas en fuentes tardías en las que ya no queda el valle francés del Loira, «según se claro si los hechos descritos en ellas co- desprende de la Vida de San Martín de rresponden o no a los bagaudas.139 Tours: debió circular una leyenda que presentaba a los bandidos locales como A pesar de estas dificultades se pue- justicieros (asimilados a mártires)», de den exponer las principales cuestiones y igual modo que también se relaciona relaciones existentes entre los bagaudas esta victoria sobre los bagaudas con «el que aparecieron en las mencionadas martirio de San Mauricio y sus compa- épocas y diversos espacios geográficos ñeros cristianos de la legión Tebana,145 periféricos140 del imperio romano de Oc- por haber rechazado sacrificar a los cidente. Particularmente si se recupera dioses paganos en el momento de com- el carácter cristiano de los bagaudas.141 batir a los bagaudas de la Galia», con la tradición medieval merovingia favora- Los bagaudas del siglo III, en las Gallias ble a estos rebeldes, según la cual «los fundamentos del monasterio de Saint- En la primavera de 285, el empera- Maur-des-Fossés eran los restos de una dor Diocleciano (284-305) tuvo noticia pretendida Fortaleza de los bagaudas de que Aeliano y Amando habían for- (Documentos sobre el Castrum Bacau- mado un ejército en las Gallias, se ha- darum,146 Vida de San Babolán)», o con bían sublevado y habían saqueado cam- la tradición medieval legendaria asocia- pos y ciudades. La noticia acerca de la da a la represión gala de Maximiano a derrota de estos bagaudas fue recogida fines del siglo III, «como es el relato de en el panegírico de quien les venció: la destrucción de los bagaudas de la Maximiano. El destino de estos jefes ba- ciudad de Amboise» (Indre et Loire, gaudas, que llegaron a emitir sus pro- Francia).147 pias monedas, se desconoce pero su proceder se corresponde con la etimo- Es posible que los cristianos bagau- logía más antigua con la que se asoció das que debieron apoyar la insurrec- a los bagaudas: tiranos locales142 o usur- ción de Aeliano y Amando fuesen el úl- padores del imperio. timo intento de los romanos de esta región de las Gallias por buscar una so- La victoria imperial sobre los bagaudas lución de autogobierno, que defendie- galos no fue celebrada con emisiones se el estilo de vida romano de los ciu- monetarias pero para las élites imperia- dadanos de dicha región, amenazado 205 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 206

por las incursiones bárbaras y la inde- ron hacia la península Itálica, viéndose fensión en la que les había dejado la obligados a ceder el botín obtenido a administración imperial. los bagaudas que controlaban el paso de los Alpes.148 De esta forma, reapare- También es posible que, no muchos cen las noticias acerca de los bagaudas años después y ante el recuerdo de que y, esta vez, no hacen referencia a la los cristianos habían sido capaces de or- existencia de ningún jefe o candidato a ganizarse e incluso de apoyar una insu- tirano como alternativa al régimen im- rrección con el fin de alzar un tirano perial sino a un contingente militar frente a los intereses imperiales, se des- local capaz de impedir el paso a un encadenasen las famosas y últimas gran- ejército en un lugar estratégico, como des persecuciones emprendidas contra el de los Alpes.149 los cristianos en el imperio romano, concretamente por el propio Dio- Nuevamente las invasiones bárbaras cleciano. Del mismo modo que la adop- y la debilidad imperial debió forzar la ción del cristianismo como religión ofi- reorganización de los romanos intere- cial del imperio también influyese en el sados en mantener su romanidad aun- acercamiento de la jerarquía eclesiásti- que no para tratar de hacerse con el ca a la administración imperial y esto, a control imperial, como había ocurrido su vez, también polarizase a parte de hacía poco más de un siglo, sino para los cristianos en esta dirección. poder sobrevivir ante la difícil coyuntu- ra en la que se encontraban inmersos. Los bagaudas del siglo V en las Gallias No quedando claro si estos bagaudas e Hispanias fueron eliminados el mismo 408, cuan- do Constantino III fortificó sus posicio- A finales del año 406 cruzaron la nes en los Alpes, como parte de sus frontera oriental del río Rhin parte de preparativos para la entrada en la pe- los suevos, vándalos y alanos que pene- nínsula Itálica, que acabó realizando traron en las Hispanias, en 409. Duran- en 410, o si, de alguna otra forma, per- te el año 407 y parte del 408, estos bár- manecieron activos hasta el año 417.150 baros asolaron la región septentrional y occidental de las Gallias hasta que el La segunda cita expresa a los bagau- recién escogido en Britannia como fu- das en el siglo V, en las Gallias, data de turo emperador romano, Constantino los años 435-437. Esto es, en un mo- III (407-411), logró arrinconarlos al mento en el que los visigodos que se oeste de las Gallias, antes de dirigirse habían asentado en estas provincias ro- hacia Arlés (Bouches du Rhône, Pro- manas, en 418, y que, desde 425, ha- vence Alpes Côte d’Azur, Francia) y es- bían invadido la Narbonense, se decidie- tablecer allí su capital, como usurpa- ron a asediar la ciudad de Narbona, en dor del imperio, en mayo de 408. 435. Esta vez, los bagaudas reaparecie- Pocos meses antes, a finales de 407 o ya ron en la Gallia Lugdunense a las órde- en 408, las tropas enviadas por el que nes del caudillo Tibatton, que, en 437, aún era emperador de Occidente, Ho- fue capturado mientras que otros jefes norio (395-423), para acabar con la in- bagaudas fueron ajusticiados o hechos surrección de Constantino III se retira- prisioneros tras su derrota a cargo del 206 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 207

general romano Litorio, subordinado producto de una reacción de ciertos li- del general Aecio, que con la ayuda de derazgos locales que se oponían a la caballería huna reprimió esta revuel- aquéllos ligados a Roma. Aunque esta ta armoricana y liberó Narbona del interpretación no resuelve todos los asedio visigodo. problemas del fenómeno bagáudico, presenta algunos aspectos que permi- En 446, el poeta Merobaudes le dedi- ten entender mejor el caso que nos có un panegírico a Aecio, en el que ocupa. En las regiones periféricas del menciona la victoria de éste sobre los sistema romano, y dadas una serie de bagaudas, pudiéndose tratar de las accio- condiciones (intervención germana, nes acaecidas cerca de una década antes progresiva deslegitimación del poder o de la nueva y breve reaparición de central romano, existencia de lideraz- éstos.151 Esta revuelta tenía que haber gos locales descontentos), podría arti- sido reprimida militarmente por los ala- cularse un movimiento destinado a nos de Goar, siguiendo instrucciones modificar su relación con el Imperio y, imperiales de Aecio. Sin embargo, los sobre todo, con sus representantes en bagaudas contaron con el apoyo de San la zona», como un paso más del dete- Germán, obispo de Auxerre (Yonne, Bor- rioro del dominio político romano.156 goña, Francia) que se desplazó hasta Rá- vena y negoció con el propio Aecio una Por último, cabe destacar la aparen- tregua. Aunque de nada sirvieron estas te evolución en el significado con el negociaciones ya que, en julio de 448, que usó la palabra bagauda, positivo, en poco antes de la muerte de San Ger- los siglos III y IV, mientras que peyora- mán, se produjo una nueva revuelta en- tivo para los autores romanos del siglo cabezada por Tibatton152 y, esta vez, sí V157 y que podría explicarse si se consi- que fue aniquilada militarmente por los dera a éstos como proclives a la admi- alanos de Goar, aunque se desconoce el nistración imperial y contrarios a los destino de este cabecilla y de los bagau- romanos que querían seguir siéndolo a das que le acompañaban.153 pesar del abandono de ésta y de la amenaza que para su forma de vida su- El nexo común entre los bagaudas ponía el dominio bárbaro. del siglo V de las Gallias y las Hispanias es que aparecieron en provincias muy romanizadas y en las que sus habitantes CONCLUSIONES no querían perder su romanidad,154 a pesar de la decadente e inminente des- Desde que Aeliano y Amando se su- aparición del imperio romano de Occi- blevaron contra la administración impe- dente.155 Esto es, ante la ausencia de su rial formando un ejército que actuó en administración, su ejército o del pro- las Gallias, parece evidente que el térmi- pio emperador romano. Pudiéndose no bagaudas designa a fuerzas sociales generalizar la explicación acerca de que se organizan de forma autónoma que los bagaudas de las Gallias «son el para suplir le debilidad del poder de producto de la progresiva deslegitima- Roma, que no les preserva de ataques ción del poder romano, ante el asenta- bárbaros. Su equiparación con la figura miento de los germanos, y serían el de «tiranos locales» pone de manifiesto 207 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 208

que se trata de movimientos en lo que, gaudas federados en la Iglesia de Tara- sin duda, las autoridades de esos territo- zona (seguramente vinculados con los rios alzados en armas apoyaban la insu- aracelitanos), favoreciendo así los inte- rrección. Con los sucesos posteriores reses de sus aliados suevos en buena este carácter se muestra aún más claro. parte de la Tarraconense, durante 449.

Los bagaudas siguieron actuando a De esta forma, se recobra el carác- comienzo del siglo V en las Gallias, si ter cristiano de los bagaudas, subyacen- bien en ese momento parece aún más te tanto en las leyendas medievales de claro su objetivo de autodefensa ante la Europa meridional, como en la his- invasiones bárbaras y el deseo de seguir toriografía hispana. Fuentes que eran manteniendo un orden romano que se complementarias a las crónicas de la estaba perdiendo por culpa de una es- Antigüedad y cuya credibilidad no se tructura imperial muy debilitada. había cuestionado hasta principios del siglo XX. Con lo que se ha recuperado Un nuevo elemento se introduce con una antigua perspectiva desde la que fuerza en la consideración de esta reali- poder analizar estos acontecimientos, dad social: cuando en la revuelta que re- pasando su carácter socioeconómico, fleja el panegírico de Merobaudes a Ae- nacionalista e incluso funcional, a un cio los bagaudas cuentan con el apoyo plano más que secundario. Sin embar- activo de San Germán, obispo de Auxe- go, no es el aspecto religioso de los ba- rre, para obtener una tregua, se intro- gaudas la clave que ayuda a entender duce una cuestión de gran interés. Y quiénes fueron y por qué actuaron co- ésta es la vinculación de esas gentes con mo lo hicieron, particularmente a me- la jerarquía eclesiástica o parte de ella. ¿Son los bagaudas milites cristianos? Se- diados del siglo V, sino su relación con guramente, en este momento, sí. la jerarquía eclesiástica cristiana, en tanto que ésta se convirtió en una es- tructura complementaria e incluso al- La revisión crítica de la información ternativa a la de la administración del que ofrece la crónica de Hidacio acer- ca de los bagaudas, así como de las in- imperio de Occidente. Particularmen- terpretaciones que se han hecho de te en aquellas regiones periféricas en ella, ha permitido concluir que a éstos las que la capacidad operativa de ésta sólo se hace referencia en los cuatro había mermado en gran medida. Lo párrafos en los que figuran explícita- que explica que sólo hubiera bagaudas mente, aclarándose, además, cuál fue en territorios de provincias altamente la relación que tuvieron con el egregius romanizadas y que aún estaban bajo el Basilius. Siendo éste un caballero ro- control imperial, como las zonas más mano de elevado rango social que, alejadas de la Lugdunense y Tarraco- aprovechándose de ello, mató a los ba- nense, o que ocupaban una zona estra- gaudas asociados a la iglesia de Tarazo- tégica como el paso de la Narbonense na. Basilio fue un alto dignatario de la por los Alpes, pero en unos momentos provincia Tarraconense que, contando en los que ese control casi había desa- muy probablemente con el respaldo parecido o se encontraba en serias difi- imperial, desactivó a los cristianos ba- cultades y bajo la amenaza bárbara. 208 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 209

Por lo que cabe destacar que los ba- que, además, provocó la inesperada gaudas se desenvolvieron en provincias consecuencia de que dichos ciudada- muy romanizadas y que no se trató de nos romanos llegaran a ser vistos por reacciones de gentes en las que la ro- los gobernantes imperiales como una manización sólo había dejado una leve amenaza rebelde a la que había que so- capa superficial, sino todo lo contrario. focar, aunque fuese con mayor clemen- El derrumbe progresivo de la adminis- cia que la aplicada al sometimiento de tración imperial y su creciente inefica- los pueblos bárbaros ya que, en el fon- cia como defensa de los valores de do, se trataba de conciudadanos roma- Roma y de los intereses de sus ciudada- nos luchando, aunque fuese a su modo, nos, generaron un vacío de poder que por seguir siendo precisamente eso: ro- los habitantes de estos territorios llena- manos. ron con liderazgos locales: «tiranos», en el siglo III, y altos representantes de La fortaleza que fueron adquirien- la jerarquía eclesiástica provincial, en do los suevos y visigodos frente a un el siglo V, que se opusieron a la presión imperio romano en decadencia, forzó política y demográfica de los pueblos a éste a eliminar el peligro que ciuda- germanos y las nuevas costumbres y danos romanos de algunos territorios formas de vida que acarreaban. Pre- podían llegar a representar si con los sión que, a veces, era favorecida por bagaudas reclamaban cierta autonomía acuerdos de éstos bárbaros con el e incluso la rebelión que les llevara a la poder imperial y en contra de los inte- secesión o independencia del poder reses de los romanos que vivían en las imperial. La desactivación o desmilita- regiones fronterizas y estratégicas afec- rización de los bagaudas no debió ser tadas. Lo que dio lugar a luchas de po- de carácter estrictamente bélico ni pro- deres encontrados entre los propios dujo matanzas puntuales ni generaliza- ciudadanos romanos, conduciendo en das sino que debió lograrse por medio el siglo III al sometimiento de un in- de la negociación, sin duda bajo la coer- tento más por instaurar nuevos tiranos ción de las tropas visigodas al servicio en las Gallias, mientras que, a media- imperial, con la jerarquía eclesiástica dos del siglo V, llevó a que dichos ciu- que hasta entonces los había manteni- dadanos romanos se organizaran al do. Seguramente, con la promesa de amparo de la jerarquía eclesiástica que los bárbaros respetarían los intere- local, federada con milites cristianos o ses de los ciudadanos romanos que ha- bagaudas que suplían las carencias de bitaban en sus respectivas diócesis, a la un ejército imperial cuyos gobernantes, vez que sus obispos pasaron a desem- a veces, sucumbieron a pactos con los peñar un papel más importante aún si bárbaros para lograr su propia supervi- cabe, en la organización y gestión de vencia, como el que debió ocasionar el estos territorios. En este contexto se apoyo que Basilio dio a los suevos, por enmarca la actuación autónoma del ejemplo, aún a costa de acarrear nefas- obispo calagurritano, Silvano, así como tas consecuencias para los intereses de su influencia en los antecedentes de la los ciudadanos afectados y paradójicos posterior diócesis de Pamplona, que beneficios para los bárbaros que hábil- parece que pudieron estar vinculados mente lograban el apoyo imperial. Lo con la organización del estratégico te- 209 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 210

rritorio que había sido defendido por * Departamento de Ciencias de la Antigüedad. los bagaudas aracelitanos, en el valle de Universidad de Zaragoza. Garaño. Lo que explicaría que su re- Correo electrónico: [email protected] cuerdo fuese clave para asentar las ** Departamento de Ciencias de la Antigüedad. bases ideológicas de la monarquía Universidad de Zaragoza: [email protected] pamplonesa de principios del siglo X, proporcionando quizá una vinculación 1. La antigua ciudad romana de Aquæ Flaviæ con la fundación de la fortaleza Alto Me- se trata de la actual localidad portuguesa de Chaves, en el distrito de Vila Real que, a su vez, dieval de Sajrat Qais o castro de Silvano. está en la provincia tradicional de Tras-os-Mon- De modo que los últimos romanos de tes e Alto Douro, limítrofe por el norte con la esta región que, en los años previos a la provincia española de Orense (Galicia). En el caída del imperio de Occidente, hicie- siglo V, Aquæ Flaviæ pertenecía a la antigua pro- vincia romana de Gallæcia en la que se originó ron resurgir los valores indígenas como el reino suevo que hubo en las Hispanias, tras solución a la desesperada búsqueda de haberse instalado este pueblo en el noroeste de señas de identidad propias, reflejo de la península Ibérica desde finales de la primera un pasado real o reinventado, de los his- década del siglo V (Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo de España. Primeras incursiones de pano-romanos que ya no se veían refle- los visigodos», en Ramón Menéndez Pidal jados en el escaso futuro del decadente (dir.), España visigoda 414-711 d. J.C., Historia de imperio y que, sin embargo, tampoco España, t. III, reedición de 1963, Madrid, Espasa querían formar parte de los nuevos rei- Calpe, 1976, pp. 20-29; Casimiro TORRES RODRÍ- GUEZ, El reino de los suevos, serie Galicia Histórica, nos bárbaros en los que aquél estaba La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, degenerando, acabaron convirtiéndose 1977, pp. 44-55; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍ- en los nuevos vascones que, con el paso NEZ, «La monarquía sueva en el S. V: Aspectos de los siglos dieron lugar en las Vasco- políticos y prosoprográficos», Studia Historica. nias a un nuevo espacio político y cultu- Historia Antigua, 4-5, ejemplar dedicado a Marcelo Vigil, (Salamanca, 1986-1987), pp. 205-213; Pa- ral en el que acabó fundándose el reino blo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «El reino suevo de Pamplona. de Hispania y su sede en Bracara», Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, Se- des Regiae Ann. 400-800, n. 25, (Barcelona, 2000), pp. 403-404).

2. Torres expuso que la crónica de Hidacio cubría el período que va entre 379 y 468, ambos incluidos, esto es, desde donde acabó la de San Jerónimo hasta poco antes del momento de la muerte del obispo. Aunque Flórez, en su edi- ción crítica de este cronicón, había corregido la última fecha, ampliándola a 469, aclarando que comenzó su obispado el año 427, con el que co- mienza la segunda parte de su cronicón y que éste se prolongó hasta poco antes de su muerte. Corrección que tuvo en cuenta Moreno a pesar de la errata de imprenta que le llevó a datar el final de la crónica en el año 369. Mientras que Sayas se limitó a subrayar que Hidacio vivió en la época en la que ocurrieron los acontecimien- tos (Enrique FLÓREZ DE SETIÉN HUIDOBRO, «Ida- cio ilustrado, con notas, correcciones, y distri- bución más exacta que en ediciones anteriores. Añadidos dos cronicones inéditos fastos idacia- 210 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 211

nos y tablas de olimpiadas, consulados y años de Alfred Baudrillart et alii (dirs.), Dictionnaire d’- la fundación de Roma, reducidos a los de Cris- Histoire et de Geographie Ecclesiastiques, t. IV, París, to: todo con nuevas observaciones», en España Letouzey et Ané, 1930, c. 878; Abilio BARBERO y Sagrada, t. IV, Apéndice III, reedición de 1749, Marcelo VIGIL, Sobre los orígenes sociales de la Recon- Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1859, pp. quista, reedición de 1965, Barcelona, Ariel, 1974, 289, 292, 301 y 303; Casimiro TORRES RODRÍ- pp. 42, 44 y 47; Edward Arthur THOMPSON, «Re- GUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., p. 18; Juan vueltas campesinas en la Galia e Hispania bajo José SAYAS ABENGOECHEA, «A propósito del libro imperial», reeditado en A. GARCÍA BELLIDO et de J. C. Sánchez León, Los Bagaudas: Rebeldes, alii, Conflictos y estructuras sociales en la Hispania Demonios, Mártires: Revueltas campesinas en antigua, reedición de 1952, Madrid, Akal, 1977, Galia e Hispania durante el Bajo Imperio, Jaén, p. 70; José ORLANDIS, «Bagaudia hispánica», Re- 1996», Hispania Antiqua, 23, (Valladolid, 1999), vista de Historia del Derecho, 2, Volumen dedicado al p. 413; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico: profesor Manuel Torres López, (Granada, 1977- Chronica (379-469)», Cadernos Ramón Piñeiro, 1978), pp. 38-39 y 42; Claudio SÁNCHEZ-ALBOR- VI, (La Coruña, 2004), pp. 6 y 13; Esteban MO- NOZ MEDUIÑA, En torno a los orígenes del feudalismo. RENO RESANO, «La derrota de los Bacavdae Arace- llitani (443 d.C.) por Flavio Merobaudes en la Tomo III. Los árabes y el régimen prefeudal carolin- Crónica de Hidacio», Merindad de Tudela, 14, gio. La caballería musulmana y la caballería franca (Tudela, 2006), p. 26). del siglo VIII, primera edición de 1942, Mendoza (Argentina), 1979, p. 46; Antonino GONZÁLEZ 3. Las citas del cronicón de Hidacio se reprodu- BLANCO, Urbano ESPINOSA RUIZ y José Mª SÁENZ cen de acuerdo con la edición de la citada obra GONZÁLEZ, «La población de La Rioja durante del P. Flórez, de mediados del siglo XVIII (Enri- los siglos oscuros (IV-X)», Berceo, 96, (Logroño, que FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. 345-385). 1979), pp. 98-99; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- lagvrris Ivlia, Calahorra, Colegio Oficial de Apa- 4. Ibidem, p. 363; Alain TRANOY, Hydace. Chroni- rejadores y Arquitectos Técnicos de La Rioja, que, t. I, Paris, Les editions du Cerf, 1974, pp. 1984, pp. 262 y 265-267; Juan José SAYAS ABEN- 138-139; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémi- GOECHEA, «Consideraciones históricas sobre Vas- co…», ob. cit., pp. 90-91. conia en Época Bajoimperial», en La formación de Álava. Congreso de Estudios Históricos, Vitoria- 5. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 363; Gasteiz, 27 de septiembre al 2 octubre 1982, Vitoria, Alain TRANOY, Hydace…, ob. cit., pp. 138-139; Diputación Foral de Álava, Departamento de Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. Publicaciones, 1984, pp. 481-510, reeditado en cit., pp. 90-91. Juan José SAYAS ABENGOECHEA, Los vascos en la antigüedad, Madrid, Cátedra, 1994, p. 366; Juan 6. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 365; Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una leyenda sobre los Alain TRANOY, Hydace…, ob. cit., pp. 142-143; Bagaudas cristianos en la Alta Edad Media. El Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. nombre Bacauda en la onomástica personal eu- cit., pp. 96-97. ropea de los siglos VI y VII», Studia Historica. 7. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 369; Historia Antigua, n. 2-3, (Salamanca, 1984-1985), Alain TRANOY, Hydace…, ob. cit., pp. 148-149; p. 300; Raymond VAN DAM, Leadership & Comu- Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. nity in Late Antique Gaul, Oxford, 1985, p. 52; cit., pp. 104-105. Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vascones y la Bagaudia. Asimilación y resistencia a la romani- 8. Lambert, Barbero y Vigil, Thompson, Or- zación en el Norte de Hispania», en IV Cursos de landis, Bravo, Sánchez-Alboernoz, González, Es- Verano en San Sebastián, Vitoria, 1985, pp. 189- pinosa y Sáenz, Espinosa, Sayas, Lázaro, Larrea, 236, reeditado en Juan José SAYAS ABENGOECHEA, Sánchez, Van Dam, Larrañaga, García, Bláz- Los vascos en la antigüedad, Madrid, Cátedra, quez, Sáinz, Castellanos, Sánchez, Escribano y 1994, pp. 382 y 385; Juan José SAYAS ABENGOE- Fatás, Besga, Martín, Ubric, Arce, Moreno y Lo- CHEA, «De historiae Vasconiae rebus controver- ring, Pérez y Fuentes consideraron que Basilio, sis», Príncipe de Viana, Anejo 6, Actas del Primer al mando de una partida de bagaudas, dio muer- Congreso General de Historia de Navarra, (Pamplo- te a varios bárbaros federados en la iglesia de na, 1987), pp. 89-124, reeditado en Juan José Tarazona, donde también hirieron de muerte al SAYAS ABENGOECHEA, Los vascos en la antigüedad, obispo León (A. LAMBERT, s. v., «Ascanius», en Madrid, Cátedra, 1994, pp. 220-221; Juan José 211 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 212

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Lambert, Sánchez-Albornoz, Barbero y Vigil, 758-759; Juan José LARREA CONDE, «El obispado Orlandis, González, Espinosa y Sáenz, Espinosa, de Pamplona en época visigoda», Hispania Sayas, Lázaro, Larrea, Sánchez, Van Dam, Bravo, Sacra, XLVIII, 97, (Madrid, 1996), pp. 140-141; Larrañaga, Blázquez, Sáinz, Castellanos, Escri- Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebel- bano y Fatás, Besga, Arce, Moreno, Loring, des, demonios, mártires. Revueltas campesinas en Ga- Pérez y Fuentes, y Días, Martínez y Sanz supusie- lia e Hispania durante el Bajo Imperio, Jaén, Uni- ron que a Basilio le acompañaron estos bagau- versidad de Jaén, 1996, pp. 22, 65 y 69; Santiago das en sus correrías junto a Requiario por la CASTELLANOS GARCÍA, «Calagurris cristiana. Sobre provincia Tarraconense, en el año 449 (A. LAM- el concepto ideológico de civitas en la Antigüe- BERT, s. v. «Ascanius…», ob. cit., c. 878; Claudio dad Tardía», Kalakorikos, 2, (Calahorra, 1997), p. SÁNCHEZ-ALBORNOZ MEDUIÑA, El reino de Asturias 60; Santiago CASTELLANOS GARCÍA, «Tradición y (Orígenes de la nación española), t. 1, Oviedo, evolución en los sistemas sociales tardoantiguos: 1972, pp. 101-102; Abilio BARBERO y Marcelo el caso del Alto Ebro (siglos V-VI)», Antigüedad y VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. cit., pp. 42 y 44; Cristianismo, 14, (Murcia, 1997), p. 201; Juan José ORLANDIS ROVIRA, «Bagaudia…», ob. cit., José SAYAS ABENGOECHEA, «A propósito del li- pp. 39, 41-42; Claudio SÁNCHEZ-ALBORNOZ, En bro…», ob. cit.,p. 411; Mª Victoria ESCRIBANO torno a los orígenes…, ob. cit., p. 46; Antonino 212 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 213

GONZÁLEZ BLANCO et alii, «La población…», ob. 142-143; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémi- cit., p. 99; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, co…», ob. cit., pp. 96-97. ob. cit., pp. 262-263 y 266-267; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Consideraciones históricas…», 11. Hipótesis que fue expuesta por Van Dam ob. cit., p. 366; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, y recogida por Sánchez, Sanz y Lázaro, relacio- «Una leyenda sobre los Bagaudas…», ob. cit., p. nándola con la Legión Tebana, como contra- 300; Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., p. punto a quienes consideraron que los bagaudas, 52; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vasco- liderados por Basilio, fueron quienes habían nes…», ob. cit., pp. 375, 382-383, 385, y 399; matado al obispo de Tarazona. Además, Sán- Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «De historiae Vas- chez reforzó esta hipótesis con la existencia de coniae…», ob. cit., p. 220; Juan José SAYAS ABEN- las leyendas medievales que consideraban a los GOECHEA, «La actitud de los vascones…», ob. bagaudas como cristianos y que esta tradición ya cit., p. 437; José ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. debía existir en los medios eclesiásticos de los cit., pp. 38 y 40-41; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, siglos VI y VII, que bien pudieron tener acceso «Ciudades, obispos…», ob. cit., p. 28; Koldo LA- a obras en las que la Iglesia mostraba una acti- RRAÑAGA ELORZA, «En torno al caso…», ob. cit., tud benevolente y humana hacia los bagaudas pp. 184-185; José Mª BLÁZQUEZ, La sociedad del (Vita Germani) y de las obras de otros autores Bajo Imperio…, ob. cit., p. 57; Koldo LARRAÑAGA eclesiásticos que se habían ocupado de los ba- ELORZA, «Un tema controvertido…», ob. cit., gaudas tardoromanos. Además, destacando que pp. 230 y 232; Eliseo SÁINZ RIPA, Sedes el antropónimo Bacauda lo llevaron obispos, in- episcopales…, ob. cit., pp. 80-81; Santiago CASTE- cluso en Toledo, estando documentado así a LLANOS GARCÍA, «Aproximación a la historia…», principios del mismo siglo VI, y que la historio- ob. cit., p. 121; Víctor Manuel SANZ BONEL y grafía española y francesa del siglo XIX habían Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemática ba- recuperado, admitiendo la filiación cristiana de gauda…», ob. cit., pp. 759-760; Juan José LA- los bagaudas de la península Ibérica, como tam- RREA CONDE, «El obispado de Pamplona…», ob. bién habían recogido Sanz y Lázaro (Cristóbal cit., pp. 140-141; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los RODRÍGUEZ ALONSO, Las historias de los godos, ván- bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. 22-23, 62-65 y dalos y suevos de Isidoro de Sevilla, León, Centro 69; Santiago CASTELLANOS GARCÍA, «Calagurris de Esudios e Investigación «San Isidoro», 1975, cristiana…», ob. cit., p. 60; Santiago CASTELLA- pp. 312-313; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una le- NOS GARCÍA, «Tradición y evolución…», ob. cit., yenda sobre los Bagaudas…», ob. cit., pp. 293- p. 201; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A propó- 298 y 300-301; Raymond VAN DAM, Leadership…, sito del libro…», ob. cit., pp. 412-414; Juan José ob. cit., pp. 53-55; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, SAYAS ABENGOECHEA, «De vascones a romanos para volver a ser vascones», Revista internacional «Los vascones…», ob. cit., pp. 395-396; Víctor de estudios vascos, XLIV, 1, (San Sebastián, 1999), Manuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemática bagauda…», ob. cit., pp. 759- p. 178; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y Guillermo ÁNCHEZ EÓN FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, ob. cit., 760; Juan Carlos S L , Los bagaudas: re- pp. 120 y 150; Armando BESGA MARROQUÍN, Do- beldes…, ob. cit., pp. 21, 69, 75, 83-84, 93, 98- muit vascones…, ob. cit., p. 113; Javier ARCE, Bár- 106, 114-117 y 119-120; Víctor Manuel SANZ baros y romanos…, ob. cit., pp. 131-132, 161-163, BONEL, «La aportación pagana, Querolus y Ruti- 165-166 y 266; Esteban MORENO RESANO, «La de- lio Namanciano, al carácter cristiano de los ba- rrota…», ob. cit., pp. 30-31 y 33; Urbano ESPINO- gaudas», Aragón en la Edad Media, 14-15, ejem- SA RUIZ, «Civitates y Ter ritoria…, ob. cit., p. 69; plar Homenaje a la Profesora Carmen Orcástegui Mª Isabel LORING GARCÍA et alii, La Hispania tar- Gros, t. II, (Zaragoza, 1999), pp. 1.485-1.486). dorromana…», ob. cit.,p. 102; Pablo de la Cruz DÍAZ, Celia MARTÍNEZ y Francisco Javier SANZ, 12. Rodríguez realizó una comparación entre Hispania Tardoantigua y Visigoda, en Historia de los pasajes recogidos por este cronista y los ya España V, Alfredo Alvar Ezquerra (dir.), Jaime expuestos del obispo Hidacio. Así lo destacaron Alvar Ezquerra et alii (coords.), Tres Cantos, también Sanz y Lázaro, entre otros (Cristóbal Istmo, 2007, p. 289). RODRÍGUEZ ALONSO, Las historias…, ob. cit., pp. 24-49 y 100; Víctor Manuel SANZ BONEL y Gonza- 10. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. lo LÁZARO GRACIA, «La problemática bagau- 365-366; Alain TRANOY, Hydace…, ob. cit., pp. da…», ob. cit., p. 760). 213 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 214

13. Sayas creyó que la consideración de Basi- NEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemática lio como general romano tenía su fundamento bagauda…», ob. cit., pp. 759; Juan Carlos SÁN- en la versión de la crónica de San Isidoro de Se- CHEZ LEÓN, Los bagaudas…, ob. cit., pp. 22-23, villa, en la que aquél fue suplantado por los visi- 64-65 y 69; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A godos como aliados de los suevos (Juan José propósito del libro…», ob. cit., pp. 412-413). SAYAS ABENGOECHEA, «A propósito del libro…», ob. cit., p. 413). 16. Arce creyó que los bagaudas estaban com- puestos por población local y miembros de los 14. Sánchez aportó la idea de que San Isidoro ejércitos suevos (Javier ARCE, Bárbaros y roma- omitió el capítulo de la muerte del obispo León, nos…, ob. cit., pp. 131-132 y 160-162). no sólo porque se tratase de una versión resu- mida de la crónica de Hidacio sino porque su- 17. También conviene tener en cuenta las in- puso que intencionadamente el santo tuvo inte- terpretaciones casi olvidadas de quienes, a me- rés en manipular lo acaecido para que fuese diados del pasado siglo, consideraron que Basi- acorde con la citada tradición existente entre lio no mató a los foederati con ayuda de los medios eclesiásticos visigodos que consideraban bagaudas, sino que a quienes mató fue precisa- a los bagaudas como cristianos. Aunque Sán- mente a los bagaudas que se habían refugiado chez, consideró que esta tradición no tenía un en la iglesia de Tarazona, muriendo también el origen hispano sino que se basaba en la adop- obispo León, a causa de las heridas que le oca- ción de la leyenda europea que se había trans- sionaron los soldados del general romano Basi- mitido oralmente desde Italia, entre las clases lio. Sánchez recogió las hipótesis expuestas por cultas y dirigentes de la aristocracia civil y ecle- investigadores de los que, entonces, eran Países siástica (Cristóbal RODRÍGUEZ ALONSO, Las histo- del Este, como Varady, que consideraró que Ba- rias…, ob. cit., pp. 312-313; Juan Carlos SÁNCHEZ silio y quienes le acompañaban eran visigodos, LEÓN, «Una leyenda sobre los Bagaudas…», ob. dando muerte tanto al obispo León como a los cit., pp. 300-301; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, bagaudas, considerados como cristianos que «Los vascones…», ob. cit., pp. 395-396; Víctor mantenían una estrecha relación con la Iglesia Manuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, o como Engelmann que también planteó que el «La problemática bagauda…», ob. cit., p. 760; hecho de que los bagaudas y el obispo fueran Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: asesinados en Tarazona podría indicar algún rebeldes…, ob. cit., pp. 69, 83-84, 93 y 98-106). tipo de posible conexión entre el cristianismo y los bagaudas. Por su parte, Caro y Torres no ci- 15. Cabe destacar el sano ejercicio de autocrí- taron estos trabajos pero llegaron a conclusio- tica realizado por Sayas, quién revisó sus plante- nes parecidas, sin establecer esta relación entre amientos iniciales y presentó dudas bien razo- los bagaudas y la iglesia, ni tampoco citar a los nadas acerca de la escasa relación que pudo federados para nada. Mientras que D’Abadal, existir entre los bagaudas y los vascones, a la vez Caro y Lacarra, al igual que Engelmann y Vara- que también expuso que la debilidad de la co- day, creyeron que los bagaudas fueron asesina- nexión entre los bagaudas y los suevos, a través dos por Basilio en el interior de la iglesia de Ta- de Basilio. Hipótesis, esta última, que también razona y De La Fuente, Sanz y Torres también, recogieron Van Dam, Larrañaga, Sanz y Lázaro, aunque éstos también concretaron que Basilio y Sánchez, aunque no desarrollaron ninguna al- era un general romano o, en el caso de Varaday, ternativa al respecto (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, un caballero visigodo. Finalmente Sayas creyó «Una leyenda sobre los Bagaudas…», ob. cit., p. que Torres, Caro y Abadal, que habían expues- 300; Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., p. to hipótesis en esta línea, habían naufragado 52; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vasco- (Vicente DE LA FUENTE, La Santa Iglesia de Tara- nes…», ob. cit., pp. 375, 382-383, 385, y 399; zona en sus estados antiguo y moderno, España Sa- Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «De historiae Vas- grada, t. XLIX, tratado LXXXVII, Madrid, Im- coniae…», ob. cit., p. 220; Juan José SAYAS ABEN- prenta de José Rodríguez, 1865, p. 82; José Mª GOECHEA, «La actitud de los vascones…», ob. SANZ ARTIBUCILLA, Historia de la Fidelísima y Vence- cit., p. 437; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «En tor- dora ciudad de Tarazona, t. I, Madrid, Imprenta no al caso…», ob. cit., pp. 184-185; Koldo LA- de Estanislao Maestre, 1929, pp. 183-185; Erika RRAÑAGA ELORZA, «Un tema controvertido…», ENGELMANN, «Zur Bewegung der Bagauden im ob. cit., pp. 230 y 232; Víctor Manuel SANZ BO- römsichen Gallien», en Hellmut Kretzschmer 214 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 215

(ed.), Vom Mittelalter zur Neuzeit: zum 65 Geburs- romanos…», ob. cit., p. 178; Mª Victoria ESCRI- tag von Heinrich Sproemberg, de la serie Forschun- BANO PAÑO, Los godos en Aragón, Zaragoza, Caja gen zur Mittelalterlichen Geschichte, t. I, Berlin, de Ahorros de la Inmaculada de Aragón, 2000, Rütton & Loening, 1956, p. 384; László VARADY, p. 33; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y Guillermo «Zur Klarstellung der zwei Hydatius-Stellen», FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, ob. cit., pp. Helikon, n. 2, (1962), pp. 259 y 262; Ramón D’A- 120 y 150; Armando BESGA MARROQUÍN, Domuit BADAL DE VINYALS, Dels visigots als catalans. La his- vascones…, ob. cit., p. 113; Rosa Mª SANZ SE- pània visigòtica i la catalunya carolíngia, t. I, Bar- RRANO, «Sive paganis sive gentiles: El contexto so- celona, Edicions 62, 1969, pp. 40-41; Julio CARO ciocultural del paganismo hispano en la Tardo- BAROJA, Etnografía histórica de Navarra, t. I, Pam- antigüedad», Gerión, XXI, 7, (Madrid, 2003), p. plona, Aranzadi, 1971, p. 80; José Mª LACARRA 35; Purificación UBRIC RABANEDA, La Iglesia…, DE MIGUEL, Historia política del Reino de Navarra ob. cit., p. 88; Javier ARCE, Bárbaros y romanos…, desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, ob. cit., pp. 161-162 y 266; Esteban MORENO RE- t. I, Pamplona, Aranzadi, 1972, p. 21; Manuel SANO, «El período tardoantiguo…», ob. cit., p. TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., p. 275; Esteban MORENO RESANO, «La derrota…», 31; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una leyenda ob. cit., p. 31; Urbano ESPINOSA RUIZ, «Civitates y sobre los Bagaudas…», ob. cit., p. 300; Juan José Ter ritoria…», ob. cit., p. 69). SAYAS ABENGOECHEA, «A propósito del libro…», ob. cit., pp. 412-413). 19. D’Abadal y Torres Rodríguez, siguiendo a De La Fuente, consideraron que Basilio era un 18. Barbero y Vigil consideraron que Basilio y general romano, opción que también consideró sus bagaudas atacaron Tarazona. Opinión que Torres López aunque amplió el espectro a un también asumieron Orlandis, González, Espino- conde, general o gobernador que defendía la sa y Sáenz, Bravo, Espinosa, Sayas, Van Dam, ciudad; siendo romano o hispano al servicio de García, Larrañaga, Sáinz, Sánchez, Escribano y Roma. También pudo tratarse de un forajido o Fatás, Besga, Sanz, Ubric, Arace y Moreno a lo alguien convertido en ello tras haber desertado largo del tiempo. Sin embargo, Torres conside- del ejército romano, como propuso Sánchez. ró que Basilio no logró hacerse con la ciudad y Mientras que Moreno recogió la opinión de Es- que, por eso, Requiario tuvo que ir a ver a su cribano y Fatás y la inédita de Sanz. Aunque suegro en busca de apoyo militar (Abilio BARBE- aquéllos añadieron que Basilio era un miembro RO y Marcelo VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. cit., de la aristocracia local, al mando de un ejército p. 42. Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los privado auxiliado por bagaudas, que pudo dis- suevos…, ob. cit., pp. 121-122; José ORLANDIS, putar el poder en la ciudad de Tarazona al obis- «Bagaudia…», ob. cit., p. 41; Antonino GONZÁ- po León, suponiendo que éste fuese entonces LEZ BLANCO et alii, «La población…», ob. cit., p. su primera autoridad civil. Argumento, este últi- 99; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Las revueltas mo, que también postularon Ubric, Arce y Mo- campesinas del alto valle del Ebro a mediados reno (Vicente DE LA FUENTE, La Santa Iglesia…, del siglo V d.C. y su relación con otros conflic- ob. cit., 1865, p. 82; Ramón D’ABADAL, Dels visi- tos sociales contemporáneos. (Una revisión de gots…, ob. cit., p. 40; Manuel TORRES LÓPEZ, «El los bagaudas)», Cuadernos de Investigación. Histo- reino suevo…», ob. cit., p. 31; Casimiro TORRES ria, 9, fasc. 1, (Logroño, 1983), p. 226; Urbano RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., p. ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 262 y 121; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: re- 266-267; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Consi- beldes…, ob. cit., p. 58; Mª Victoria ESCRIBANO deraciones históricas…», ob. cit., p. 365; Ray- PAÑO y Guillermo FATÁS CABEZA, La Antigüedad mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., p. 52; tardía…, ob. cit., pp. 120 y 150; Purificación Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vasco- UBRIC RABANEDA, La Iglesia…, ob. cit., p. 88; Ja- nes…», ob. cit., p. 382; José ORLANDIS, Época Vi- vier ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., pp. 162- sigoda…, ob. cit., p. 39; Luis A. GARCÍA MORENO, 163; Esteban MORENO RESANO, «El período tar- Historia de la España visigoda…, ob. cit., p. 59; doantiguo…», ob. cit., p. 276; Esteban MORENO Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «En torno al caso…», RESANO, «La derrota…», ob. cit., p. 31). ob. cit., p. 184; Eliseo SÁINZ RIPA, Sedes episcopa- les…, ob. cit., p. 80; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, 20. Thompson consideró a Basilio como un Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. 35 y 69; jefe de los bagaudas, como también hizo Bravo, Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «De vascones a aunque éste también consideró la posibilidad 215 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 216

de que fuese visigodo (Edward Arthur THOMP- Abilio BARBERO y Marcelo VIGIL, Sobre los SON, «Revueltas campesinas…», ob. cit., p. 70; orígenes…, ob. cit., pp. 42; José ORLANDIS, «Ba- Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Ciudades, obis- gaudia…», ob. cit., pp. 38 y 41; Antonino GON- pos…», ob. cit., p. 28). ZÁLEZ BLANCO et alii, «La población…», ob. cit., p. 99; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Conside- 21. Sánchez, como Bravo y Varady, consideró raciones históricas…», ob. cit., p. 365; Koldo LA- el posible origen visigodo de Basilio, a quien Va- RRAÑAGA ELORZA, «En torno al caso…», ob. cit., rady, además, calificó de caballero o señor, co- p. 184; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Un tema mo la base en la que se sustentaba su caudillaje controvertido…», ob. cit., p. 230; Santiago CAS- sobre unos bagaudas cristianos o que colabora- TELLANOS GARCÍA, «Aproximación a la histo- ban con éstos y que los visigodos que acompa- ria…», ob. cit., p. 121; Víctor Manuel SANZ ñaban a Basilio fueron quieres dieron muerte al BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemá- obispo de Tarazona. Motivo que creyó que fue tica bagauda…», ob. cit., p. 759; Santiago CASTE- el que llevó a San Isidoro de Sevilla a realizar la LLANOS GARCÍA, «Tradición y evolución…», ob. manipulación de su crónica (László VARADY, «Zur cit., p. 201; Víctor Manuel SANZ BONEL, «La Klarstellung…», ob. cit., p. 259; Gonzalo BRAVO aportación pagana…», ob. cit. p. 35; Esteban CASTAÑEDA, «Ciudades, obispos…», ob. cit., p. MORENO RESANO, «La derrota…», ob. cit., p. 31; 28; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una leyenda Urbano ESPINOSA RUIZ, «Civitates y Ter ritoria…», sobre los Bagaudas…», ob. cit., p. 300). ob. cit., pp. 69 y 76).

22. Sirago creyó que Basilio era un general de 26. Sáinz añadió el calificativo de germánicos al Requiario (Vito Antonio SIRAGO, Galla Placidia e de los federados muertos en Tarazona, como la trasformazione politica dell’ Occidente, Louvain, también los había identificado Sirago. Algo pare- Publications Universitaires, 1961, p. 354). cido hizo Moreno al considerar que los barbari, otrora hostes, pasaron a ser foederati. Bravo expuso 23. De esto último no hay duda, de acuerdo que estos federados podían ser suevos o visigo- con la última de las citas que Hidacio recogió dos. Finalmente Bernárdez destacó explícitamen- acerca de los acontecimientos de 449 (Javier AR- te que no se trataba de los bagaudas sino de tro- CE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 163). pas auxiliares del Imperio (Vito Antonio SIRAGO, 24. Sánchez, Sayas, Sanz y Lázaro, así como Galla Placidia…, ob. cit., p. 354; Gonzalo BRAVO Arce revisaron las adscripciones hechas hasta CASTAÑEDA, «Ciudades, obispos…», ob. cit., p. 28; entonces sin decantarse por ninguna de ellas. Eliseo SÁINZ RIPA, Sedes episcopales…, ob. cit., p. 80; Aunque Sayas acabó descartando que Basilio Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. fuese un romano en contra de los mismos ro- cit., p. 97; Esteban MORENO RESANO, «El período manos y Arce se decantó a favor de considerarle tardoantiguo…», ob. cit., pp. 275-276). un aliado, si no un general de Requiario, de los suevos, y que actuó en su nombre (Juan Carlos 27. Torres consideró que no podían ser otros SÁNCHEZ LEÓN, «Una leyenda sobre los Bagau- que los visigodos y sospechó que, como una quin- das…», ob. cit., pp. 300-301; Juan José SAYAS ta columna, cabía la posibilidad de que estos visi- ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., pp. godos se pusieran al servicio de Requiario cuando 395-396; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «De his- éste intentase atacar Tarazona, cosa que supuso toriae Vasconiae…», ob. cit., p. 220; Víctor Ma- que después hizo y fracasó en el intento. Tam- nuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La bién asociaron con los visigodos a estos federa- problemática bagauda…», ob. cit., p. 760; Javier dos Bravo, Espinosa, Van Dam, García y Sánchez. ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 163). Supuesto que también hicieron Escribano, Sayas y Fatás, Ubric, así como Arce aunque éstos consi- 25. De La Fuente, Lambert, Barbero y Vigil, deraron que los visigodos tenían la misión de Orlandis y González, Espinosa y Sáez, Sayas, La- defender Tarazona, llegando Sayas a abundar en rrañaga, Castellanos, Lázaro, Sanz, y Moreno esta hipótesis, añadiendo que la defendían tanto consideraron que los asesinados en Tarazona de los suevos como de los bagaudas (Casimiro fueron unos federados, sin preocuparse de TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. quiénes podía tratarse en esta ocasión (Vicente cit., p. 120; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Las re- DE LA FUENTE, La Santa Iglesia…, ob. cit., p. 82; vueltas campesinas…», ob. cit., p. 226; Urbano A. LAMBERT, s. v. «Ascanius…», ob. cit., c. 878; ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 262 y 216 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 217

266-267; Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. cas…», ob. cit., p. 365; Armando BESGA MARRO- cit., p. 52; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de la QUÍN, Domuit vascones…, ob. cit., pp. 111-112; España visigoda…, ob. cit., pp. 57 y 59-60; Juan Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, cit., p. 97). ob. cit., pp. 22-23; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A propósito del libro…», ob. cit., p. 413; Mª 32. Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los Victoria ESCRIBANO PAÑO, Los godos en Aragón…, suevos…, ob. cit., p. 120. ob. cit., p. 33; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y Gui- 33. Sayas consideró que «el debate había al- llermo FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, ob. canzado su punto de llegada, al no contarse con cit., p. 120; Purificación UBRIC RABANEDA, La Igle- nuevos estudios significativos» (Juan José SAYAS sia…, ob. cit., p. 88; Javier ARCE, Bárbaros y roma- ABENGOECHEA, «Protohistoria e historia de los nos…, ob. cit., pp. 162-163). vascones. Balance historiográfico (1983-2003)», Vasconia, 34, (San Sebastián, 2005), p. 105). 28. Varady planteó la posibilidad de que se tratase de hunos sin considerar en la extrava- 34. Sanz y Lázaro propusieron que debían gancia que supondría la presencia de hunos en «encontrarse hipótesis que salgan desde las mis- las Hispanias (László VARADY, «Zur Klarstellung…», mas fuentes, sin perder el horizonte de otro ti- ob. cit., p. 259). po de información, y no buscar confirmaciones a esquemas previos» (Víctor Manuel SANZ BO- 29. Arce destacó este proceder de Hidacio pa- NEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemática ra justificar que los bagaudas no eran bárbaros o bagauda…», ob. cit., p. 761). grupo de bárbaros, sin darse cuenta de que por esta misma razón los federados muertos en Ta- 35. Se trata del verbo semideponente ausus razona no podían ser visigodos (Javier ARCE, sum, aunque la parte del verbo sum se ha omiti- Bárbaros y romanos…, ob. cit., pp. 160-161). do en la frase.

30. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 36. Nuevamente el verbo sum se ha omitido 371; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», en la frase. ob. cit., pp. 110-111. 37. El verbo sum se ha omitido en la frase. 31. Sayas realizó una traducción al español de la versión francesa [T-1974] que había sido pu- 38. El verbo federar no sólo se usa con la pre- blicada una década antes: «Basilio, para dejar posición cum, sino también con in, como lo mues- una prueba de su destacada audacia, después tra, por ejemplo, el texto de Livioen el que los de haber reagrupado a los bagaudas, mató a los Samnitas solicitaron un pacto de amistad: foedere federados en la iglesia de Tarazona; León, obis- in societatem accepti. TITO LIVIO Ab Urbe Condita, po de esta misma Iglesia, murió herido por las libro VII, n. 19: Res bello bene gestae ut Samnites quo- gentes de Basilio». Además, se puede considerar que amicitiam peterent effecerunt. Legatis eorum comiter una versión de ésta, con ligeras variantes sintác- ab senatu responsum; foedere in societatem accepti. ticas que no afectan a su semántica, la versión de 39. Sánchez destacó que en las fuentes anti- Besga: «Basilio, para demostrar su extraordina- guas sólo «los evocan en el momento de su re- ria audacia, tras haber agrupado a los bagaudas, presión», como aquí ocurre en todas las citas mata a unos federados en la iglesia de Tarazona; del cronicón de Hidacio. Sin embargo, nadie se León, obispo de esta Iglesia, murió allí, herido había percatado de que si esto no fuera así, se por las gentes de Basilio». Lo mismo se puede trataría de una anomalía importante y digna de decir de la versión de Bernárdez, con la salve- ser destacada entre las fuentes que tratan acer- dad de que está en gallego: «Coma testemuña ca de los bagaudas (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, destacada do seu atrevemento, Basilio, da con- Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 23). gregación Bagauda, extermina os federados na igrexa de Tyriasso. Neste mesmo lugar morre 40. Mientras que Sanz y Lázaro destacaron el León, bispo desta igrexa, ferido polos que esta- hecho de que las heridas mortales ocasionadas ban con Basilio». Pero no es exagerado concluir al obispo León fueran producidas de forma ac- con que las tres son variantes de [T-1974] (Alain cidental y que, además, se podría aventurar que TRANOY, Hydace…, ob. cit., p. 143. Juan José el obispo desempeñó entonces un papel impor- SAYAS ABENGOECHEA, «Consideraciones históri- tante en los acontecimientos previos al fatídico 217 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 218

accidente (Víctor Manuel SANZ BONEL y Gonzalo nos es sumamente interesante si los relaciona- LÁZARO GRACIA, «La problemática bagauda…», mos con autores como Orosio y Salviano de ob. cit., p. 759). Marsella, así como con las posteriores leyendas hagiográficas, ya que en todo momento parece 41. Sirvan estas líneas como muestra de since- quedar claro que los bagaudas encuentran aco- ro agradecimiento por la habitual ayuda presta- modo entre las fuentes eclesiásticas y, algo más da, supervisando la traducción del latín, por el tarde, entre la alta jerarquía, sobre todo con el P. Daniel Gutiérrez Vesga, O.C.S.O., prior y bi- uso en la onomástica alto medieval» (Víctor Ma- bliotecario del monasterio de La Oliva (Carcas- nuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La tillo, Navarra). problemática bagauda…», ob. cit., p. 743; Víc- ANZ ONEL 42. Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: tor Manuel S B , «La aportación paga- rebeldes…, ob. cit., p. 64. na…», ob. cit., p. 1.486).

43. Sayas destacó el acierto de Sánchez ante 47. Bravo, siguiendo el camino iniciado por el excepcional comportamiento de unos bagau- Thompson, diluyendo a los bagaudas entre mul- das aliados con suevos, a pesar de que esta alian- titud de revueltas de todo tipo, época y lugar, y za dejaba zonas oscuras por aclarar (ibidem, pp. seguido por Barbero y Vigil, revisó las diferen- 23 y 64; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A pro- cias existentes entre los movimientos originados pósito del libro…», ob. cit., pp. 412 y 414). entre los disidentes religiosos, las insurreccio- nes campesinas apoyadas por los pueblos ger- 44. La inexistencia de asociación entre bagau- mánicos y las revueltas de los bagaudas, conside- das y suevos, permite recuperar la credibilidad rando a éstas como un movimiento social y de la crónica de San Isidoro pues éste no ocultó económico, compuesto por personas que actua- ninguna información al no citar a Basilio ni a ban fuera del sistema, no relacionados con los los bagaudas sino que éste era consciente de que pueblos germánicos o que incluso fueron some- los bagaudas no tuvieron nada que ver con la tidos por éstos. Bravo también destacó el apoyo historia de los bárbaros, concretamente de los del imperio romano que tuvieron los latifundis- suevos. Quizá se le pueda reprochar al santo tas contra los que supuso que, de forma genéri- que no citase la relación entre los suevos y Basi- ca, se enfrentaron los bagaudas, incluyendo a los lio, seguramente porque de haberlo hecho así de la Tar raconense. Aunque también fue Bravo habría tenido que mencionar a los bagaudas y quien posteriormente cuestionó la validez de la no podía hacerlo si no quería enmarañar el re- aproximación socioeconómica para explicar el lato de los acontecimientos, citando un fenóme- fenómeno subyacente a los bagaudas si a ésta no no o movimiento, que no tenía nada que ver se le añadía la característica fundamental de la con los bárbaros. Sayas prefirió calificar de fe- incidencia que tuvo el asentamiento de los pue- nómeno e incluso de fenómeno social en vez de blos germánicos en las Gallias e Hispanias, como movimiento al hablar de los bagaudas, porque federados o no de los romanos. La incidencia creyó que éstos carecían de la consolidación ne- de la faceta socioeconómica en los bagaudas, cesaria para ser considerados como un movi- asumida por Espinosa y Escribano y Fatás, entre miento (ibidem, p. 411). otros, también fue recogida como una de las 45. Esta corriente historiográfica también se re- principales líneas de investigación en las revisio- avivó en los comienzos de la segunda mitad del nes de conjunto que realizaron Sanz y Lázaro, siglo XX, en autores de la Europa del Este (Lás- Sánchez y Sayas, por ejemplo (Edward Arthur THOMPSON, «Revueltas campesinas…», ob. cit., zló VARADY, «Zur Klarstellung…», ob. cit., p. 259). pp. 68-70; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Las re- 46. En el estudio historiográfico realizado por vueltas campesinas…», ob. cit., pp. 220, 223-224 Sanz y Lázaro reflejaron que «Del Renacimiento y 230; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Acta Bagau- hasta 1930 se mantendrá vigente la visión hagio- dica (I): Sobre quiénes eran «bagaudas» y su gráfica heredada del medievo, sin que se pro- posible interpretación en los textos tardíos», Ge- pongan nuevos análisis. La historiografía espa- rión, 2, (Madrid, 1984), pp. 256 y 263-264; Urba- ñola, también, mantuvo el mito de que los no ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 264- bagaudas tarraconenses fueron elementos cris- 265; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «La Bagauda tianos». Además, Sanz concluyó su trabajo di- Hispana y la identidad de los Posesores de la Ta- ciendo que «definir a los bagaudas como cristia- rraconense (Puntualizaciones sobre la teoría so- 218 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 219

cial)», en Segundo Coloquio Sobre Historia de la socioeconómicas y nacionalistas vasconas que se Rioja, Logroño 2-4 de octubre de 1985, v. 1, Logro- han venido empleando para explicar los movi- ño, Universidad de La Rioja, 1986, pp. 198-200; mientos de bagaudas tanto en la Tarraconense Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Los Bagaudas: vieja como en las Gallias, a mediados del siglo V, re- y nueva problemática», en Actas 1er Congreso Pe- cogió que, en este último caso, también se han ninsular de Historia Antigua. Santiago de Composte- propuesto similitudes, que no relaciones, con el la, 1-5 de julio de 1986, v. 3, Santiago de Compos- también independiente pueblo de los bretones. tela, Universidad de Santiago de Compostela, Aunque añadió, como destacó Sayas, que estos 1988, pp. 190-193; Víctor Manuel SANZ BONEL y movimientos respondían a un proceso de desro- Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La problemática ba- manización más que al de la pervivencia y rei- gauda…», ob. cit., pp. 744-748; Juan Carlos SÁN- vindicación de culturas prerromanas, concreta- CHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. mente vasconas. Posición que había sido 40-50; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y Guillermo recuperada y mantenida por Larrañaga incluso FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, ob. cit., p. después de que Sayas la hubiese matizado tanto 120; Ángel MARTÍN DUQUE, «Del espejo pro- como para casi abandonarla, pero sin llegar pio…», ob. cit., p. 917; Juan José SAYAS ABENGOE- hasta este extremo, finalmente (Claudio SÁN- CHEA, «Protohistoria e Historia…», ob. cit., p. CHEZ-ALBORNOZ, El reino de Asturias…, ob. cit., 104; Urbano ESPINOSA RUIZ, «Civitates y Ter rito- pp. 36-37 y 101; Claudio SÁNCHEZ-ALBORNOZ, En ria…», ob. cit., pp. 67-68). torno a los orígenes…, ob. cit., pp. 45-46; Abilio BARBERO y Marcelo VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. 48. Sánchez-Albornoz sospechó la participa- cit., pp. 32-33, 40-46, 50-51 y 92-94; José ORLAN- ción de los vascones en las campañas de los ba- DIS, «Bagaudia…», ob. cit., pp. 39-42; Juan José gaudas hispanos, relacionándola con un posible SAYAS ABENGOECHEA, «Consideraciones históri- antecedente de la expansión vascona acaecida cas…», ob. cit., pp. 342-343; Juan José SAYAS, en el siglo V, tanto hacia la depresión de las «Los adivinos vascones y la Historia Augusta», provincias vascongadas, primero, como al norte Veleia, Anejo 1, ejemplar dedicado a Symbolae de los Pirineos, después de que los visigodos se Ludovico Mitxelena septuagenario oblatae, (Vitoria, instalasen en Pamplona. A esta hipótesis le fue- 1985), pp. 593-606, reeditado en Juan José ron añadidos los problemas socioeconómicos SAYAS ABENGOECHEA, Los vascos en la antigüedad, por los que atravesaba el decadente imperio ro- Madrid, Cátedra, 1994, pp. 257-278, en p. 274; mano en dicho siglo, siendo así también asumi- Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vasco- da por Barbero y Vigil, quienes ampliaron su nes…», ob. cit., p. 381; Juan José SAYAS ABENGO- ámbito a los cántabros sin mencionar que en el ECHEA, «De historiae Vasconiae…», ob. cit., pp. territorio de éstos no se dio el fenómeno de los 205-206, 210-211 y 213; Juan José SAYAS ABENGO- bagaudas. La propuesta del origen vascón de los ECHEA, «La actitud de los vascones…», ob. cit., bagaudas fue recuperada y desarrollada por Or- pp. 430-431; José ORLANDIS, Época Visigoda…, landis, acuñó el término de bagaudia vascona, ob. cit., pp. 39-40; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, pese a que Arce se lo achaque a Bravo errónea- «En torno al caso…», ob. cit., pp. 182-186; mente y añadió el argumento de que, en el Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Un tema controver- siglo VII, los vascones desempeñaron acciones tido…», ob. cit., pp. 234-240; Víctor Manuel parecidas a las atribuidas a los bagaudas a me- SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La pro- diados del V, destacando la frase de San Isidoro blemática bagauda…», ob. cit., pp. 748-749; de Sevilla acerca de que los vascones Terraconen- Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: sem provinciam infestatum, y que, a mediados del rebeldes…, ob. cit., pp. 24-27, 37, 50-56, 61, 71-77 siglo VI y bajo el liderazgo de Froya, los vasco- y 80; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A propósi- nes devastaron el valle Medio del Ebro y pusie- to del libro…», ob. cit., pp. 414-415; Ángel MAR- ron sitio a Zaragoza. Larrañaga y Martín, al TÍN DUQUE, «Del espejo propio…», ob. cit., pp. igual que Sayas también se decantó por la pro- 916-917; Javier ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. puesta de Sánchez-Albornoz aunque Sayas pun- cit., p. 159; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Pro- tualizó que no consideraba que la participación tohistoria e Historia…», ob. cit., pp. 104-105). de vascones entre los bagaudas de la Tar raconense estuviese relacionada con una posible expan- 49. Sayas pasó de creer que existía una clara sión posterior de éstos a mediados del siglo V. participación de los vascones a desechar la par- Finalmente al resumir Sánchez las tendencias ticipación de los de la zona meridional y media 219 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 220

de su territorio por su similitud con el resto de 1992, p. 215; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los ba- los empobrecidos habitantes de la Tar raconense gaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. 25-26). o de Hispania y que no se integraron entre los bagaudas de la Tar raconense. Además, cuestionó 51. Así fue expuesto por Van Dam, Sánchez y la participación de la escasa población existente por Sayas, al referirse o citar las fuentes que entre los vascones de la zona montañosa que es- consideraban el olvidado carácter religioso de taban poco romanizados y a los que les supuso los bagaudas (Raymond VAN DAM, Leadership…, dotados de cierta independencia y rebeldía, al ob. cit., p. 53; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los ba- menos, no como el principal contingente que gaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 75; Juan José SAYAS se integró entre los citados bagaudas sino como ABENGOECHEA, «A propósito del libro…», ob. uno más entre los que también habría que in- cit., p. 411). cluir a los empobrecidos, romanizados y cristia- nizados de las zonas meridional y central de su 52. Torres destacó la importancia de la organi- territorio, sin considerar un posible expansio- zación eclesiástica en la antigua provincia roma- nismo de éste. Concluyendo con que los bagau- na Gallæcia, como la única organización, quizá, das congregados en Tarazona bien pudieron ser que perduró bajo el dominio de los suevos. «Era vascones, suposición que está reforzada por la la organización eclesiástica, cuyos obispos ocu- referencia a los aracelitanos, de supuesto origen paban las capitales de los conventos jurídicos ro- vascón. Aunque, después, Sayas, casi retractán- manos y las poblaciones importantes». Además, dose, expuso sus dudas acerca de la participa- Torres, señaló el peso que los obispos tenían en ción de vascones entre los bagaudas de la Tar ra- la corte imperial de Roma, así como que había conense, señalando que la crónica de Hidacio no obispos partidarios de ésta, como el cronista Hi- ofrece precisiones geográficas ni menciona la dacio, mientras que otros obispos servían a los etnia ni la entidad administrativa a la que perte- intereses políticos de los bárbaros, en este caso, necían los bagaudas que intervinieron en la Ta- de los suevos (Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El rraconense, en general, y los que lo hicieron en reino de los suevos…, ob. cit., pp. 73-77). el territorio de los aracelitanos, en particular. 53. Sánchez destacó la especificidad de la ge- Últimamente Arce destacó que los vascones no ografía de las revueltas de los bagaudas. Sin em- tuvieron ninguna relación con los bagaudas ni bargo, no cayó en la cuenta de que se trataba contra el poder romano (Juan José SAYAS ABEN- de provincias muy romanizadas, sin presencia GOECHEA, «Consideraciones históricas…», ob. de bárbaros y con gran peso del cristianismo y, cit., pp. 342-343; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, en vez de ello, se decantó por explicaciones pró- «Los vascones…», ob. cit., pp. 376-385 y 398; Ja- ximas a las aproximaciones nacionalistas, identi- vier ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 164). ficando en dichas regiones periféricas el carác- 50. Sánchez consideró la existencia de esta ter de los bretones y vascones (Juan Carlos nueva vía a partir de la propuesta de Van Dam, SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., acerca de la influencia de los liderazgos locales pp. 25-26 y 52). como respuesta a la desaparecida autoridad im- perial para restablecer la romanidad, y los mati- 54. Sánchez, siguiendo a Van Dam, ya señaló ces que acerca de ella introdujo Drinkwater, re- que las revueltas de los bagaudas coincidieron saltando que la aparición de los bagaudas fue normalmente con la amenaza germánica (Ray- debida al fracaso del sistema de patronazgo más mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 30 y que a su éxito en un contexto de invasiones bár- 37; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: re- beldes…, ob. cit., p. 63). baras y guerras civiles (Raymond VAN DAM, Lea- dership…, ob. cit., pp. 25-56; John DRINKWATER, 55. Ramón D’ABADAL, Dels visigots…, ob. cit., p. «Patronage in Roman Gaul and the problem of 27; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», the Bagaude», en Andrew Wallace-Hadrill (ed.), ob. cit., pp. 21-27; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, Patronage in ancient society, t. I, London-New El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 46-49 y 57-69; York, Routledge, 1989, p. 200; John DRINKWA- Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. TER, «The bacaudae of the fith-century gaul», 260-261; Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. en John Drinkwater y Hugh Elton (eds.), Fith- cit., pp. 37-46; José ORLANDIS, Época Visigoda…, century gaul: A crisis of identity?, Cambridge, The ob. cit., pp. 21-35; Luis A. GARCÍA MORENO, His- Eress Sydicate of the University of Cambridge, toria de la España visigoda…, ob. cit., pp. 36-56; 220 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 221

Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, Revueltas internas y ob. cit., pp. 34-35; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y penetraciones bárbaras en el Imperio, Colección His- Guillermo FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, toria del Mundo Antiguo, 64, Madrid, Akal, 1991, ob. cit., pp. 120-121; Javier ARCE, Bárbaros y ro- pp. 38-43; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO, Los godos manos…, ob. cit., pp. 137 y 159-162; Mª Isabel en Aragón…, ob. cit., pp. 20-30; Javier ARCE, Bár- LORING GARCÍA et alii, La Hispania tardorroma- baros y romanos…, ob. cit., pp. 31-90, 102-131, na…, ob. cit., pp. 97-98). 134-137 y 172; Mª Isabel LORING GARCÍA et alii, La Hispania tardorromana…, ob. cit., pp. 78-92 y 59. [Año 442] Cometæ sidus apparere incipit 96-97; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tar- mense Decembri: quod per menses aliquot visum, sub- doantigua…, ob. cit., pp. 274-288. sequentis in pestilentia plagæ quæ fere in toto orbe dif- fusa est, præmisit ostentum (Enrique FLÓREZ, «Ida- 56. Arce, siguiendo a Van Dam, relacionó la cio…», ob. cit., p. 363; Manuel TORRES LÓPEZ, aparición de los bagaudas en la Tar raconense con «El reino suevo…», ob. cit., p. 30). los intentos de expansión de los suevos (Ray- mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., p. 51; Ja- 60. Van Dam destacó la importancia de que vier ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 163). los bagaudas fuesen derrotados siempre por ejércitos venidos de fuera, argumento con el 57. Previamente, Van Dam había relacionado la que resaltó el apoyo local que dichos bagaudas aparición de los bagaudas en los siglos III y V, co- tuvieron en todas las ocasiones de las que se mo reacción a las invasiones bárbaras (Raymond tiene constancia, tanto en el siglo III como en VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 30 y 37). el V (Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., 58. Asturio llegó a ser cónsul, como recogieron pp. 31, 52 y 55). Torres, Rodríguez y Moreno, siguiendo el croni- cón de Hidacio, aunque, teniendo en cuenta la 61. Moreno, previamente Sirago y sobre todo corrección en la data propuesta por Flórez, su Bodelón, recogió algunos datos biográficos nombramiento ocurrió en 449 y no en 450. Por acerca del poeta, orador, político, militar y pa- otra parte, según Escribano y Fatás, Asturio era tricio Flavius Merobaudes (~-450) al presentar magister utriusque militiæ per Gallias o sea coman- los resultados de su estudio sobre la victoria de dante en jefe de la Prefectura de las Gallias, con- éste frente a los bagaudas aracelitanos, entre los siderando que el centro de operaciones para que destaca su origen bético, aunque con ante- esta campaña pudo ser Zaragoza. Dato que con- pasados de origen galo. A pesar de que Torres cuerda con la información proporcionada por le había supuesto originario de Barcelona. Bo- Torres Rodríguez acerca de que el mando del delón destacó la protección que el general magíster utriusque militiæ per Gallias incluía las Aecio dispensó a su poeta, Merobaudes, que le Hispanias. Además de éstos, Moret, Torres Ló- dedicó un panegírico, y el que el padre de éste, pez, Torres Rodríguez, Orlandis y Loring, Pérez también llamado Merobaudes, hubiese destaca- y Fuentes, entre otros, describieron con mayor do como político y militar. También señaló su o menor detalle el proceso de expansión sueva ferviente y ortodoxa religiosidad como cristia- por la península Ibérica y la derrota de los ba- no, quizá incluso antipriscilianista (Vito Anto- gaudas en la Tar raconense sin establecer ninguna nio SIRAGO, Galla Placidia…, ob. cit., pp. 355-357. relación entre ambos acontecimientos o, como Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los hizo Arce, vinculando a los bagaudas con los suevos…, ob. cit., p. 88; Serafín BODELÓN GARCÍA, propios suevos (José MORET, Anales del Reino de «Merobaudes: un poeta de la Bética en la corte Navarra, t. I (Libros 1-5), 1766, edición anotada de Rávena», Helmántica, LII, 157, (Salamanca, e índices dirigida por Susana Herreros Lopete- 2001), pp. 51-54, 61, 65-68; Esteban MORENO RE- gui Pamplona, Gobierno de Navarra, Departa- SANO, «La derrota…», ob. cit., pp. 26-28). mento de Educación y Cultura, Institución «Príncipe de Viana», 1987, n. 126; Enrique FLÓ- 62. Sánchez apuntó que «el Estado romano REZ, «Idacio…», ob. cit., pp. 362-263; Cristóbal adoptó una actitud paternalista hacia los rebel- RODRÍGUEZ ALONSO, Las historias…, ob. cit., pp. des vencidos y, en la represión de las revueltas, 100, 313 y 315; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino alternó la dureza con la clemencia, sin estar suevo…», ob. cit., pp. 27-29 y 31; Casimiro TO- siempre interesado en reprimirla completamen- RRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., te» (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: re- pp. 69-89 y 131; José ORLANDIS, Época Visigoda…, beldes…, ob. cit., p. 59). 221 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 222

63. Moret interpretó esta expresión como la 64. Lacarra, siguiendo a Catalán, consideró la manifestación de la expansión previa de los vas- posibilidad de que también pudiera localizarse cones por las vecinas regiones de Álava y la Bu- en el despoblado de Araciel (Corella-Alfaro), reba. Mientras que Sánchez-Albornoz consideró cuya existencia documental data de principios que ésta se produjo tras haber participado los del siglo XII, en tiempos de Alfonso I el Batalla- vascones en los bagaudas de la Tarraconense y dor (1104-1134), pero no con anterioridad. Ubi- haber sido derrotados directamente por los ro- cación por la que también se decantó Orlandis, manos, primero y, a través de sus federados visi- al que siguió Espinosa y, después, también lo godos, después y definitivamente. Sin embargo, hizo Goñi, aunque añadió al argumento de pro- Sánchez-Albornoz no tuvo en cuenta que la re- ximidad con Tarazona el demérito para Huarte- ferencia a las Vasconias es previa a la aniquila- Araquil de ser una zona ganadera, no agrícola y ción de los bagaudas y que, por tanto, no justifi- escasamente poblada, al contrario de la agrícola ca su razonamiento. La supuesta expansión de y fértil llanura en la que se encuentra Corella. los vascones que se podría deducir de esta ex- Sayas también se decantó por esta ubicación, presión fue asumida por Tovar a pesar de que aunque como se verá más adelante, luego se de- también fue puesta en duda por diversos auto- cidió por la ubicación de Huarte-Araquil. Mien- res, como recogió Sayas, compartiendo este tras que Pérex retomó la propuesta de Oralan- punto de vista y señalando que el plural del tér- dis, por el mero hecho de que los bagaudas mino empleado por Hidacio se trataba de un fuesen congregados en Tarazona posteriormen- mero reflejo mecánico similar a expresiones te y se mantuvo a favor del despoblado de Ara- como las Gallias, Hispanias, etc. Martín Duque ciel, situándolo correctamente entre Corella y se ciñó a constatar cómo, entre los siglos VI y Alfaro pero, como también hizo Sayas, en la ori- VIII, las distintas fuentes identificaron como lla equivocada del Alhama, pues el yacimiento Vasconia a lugares tan distintos como Aquitania, romano y medieval se encuentra en la margen Navarra o incluso las provincias vascongadas, derecha de este río. Además, Pérex se inclinó a sin aclarar si este hecho se debía a una expan- identificar en Corella la ubicación de la ciudad sión de los vascones, originarios de Navarra, o citada por Plinio. Escribano y Fatás también se no. Finalmente Martín Viso señaló que el terri- decantaron por Araciel y Moreno, además, des- torio de los várdulos, como el de los cántabros, tacó el hecho de que Araciel debía tratarse de no formaba parte de las Vasconias pues así los una «ciudad muy pequeña y, casi seguro, sin de- distinguía Hidacio: Cantabriarum et Varduliarum fensas», con lo que intentó justificar lo adecua- loca martima. Además, Martín Viso también se- do de este lugar con uno falto de suficientes tro- ñaló que tras el término geográfico de las Vas- pas romanas o visigodas como para evitar el conias se sumergen realidades políticas internas comienzo de la revuelta. Sin embargo, este argu- diversas (José MORET, Anales del Reino de Nava- mento también podría aplicarse a otras zonas, rra…, ob. cit., n. 126; Enrique FLÓREZ, «Ida- como por ejemplo, al valle de Garaño (Bernar- cio…», ob. cit., p. 371; Claudio SÁNCHEZ-ALBOR- do CATALÁN, «De como Araciel no es el Huarte- NOZ, El reino de Asturias…, ob. cit., p. 37; Araquil hoy existente», Boletín de la Comisión de Antonio TOVAR LLORENTE, «Sobre las palabras Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, vascones y euskera», Oihenart. Cuadernos de lengua y (Pamplona, 1925), p. 83; Bernardo CATALÁN, literatura, 4, (San Sebastián, 1985), p. 249; Juan «De como Araciel no es el Huarte-Araquil hoy José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. existente (continuación)», Boletín de la Comisión cit., pp. 381-382; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, «La actitud de los vascones…», ob. cit., pp. 430- (Pamplona, 1926), p. 13; José Mª LACARRA DE 431 y 436-437; Ángel MARTÍN DUQUE, «Del espe- MIGUEL, Historia política…, ob. cit., p. 21. José jo propio…», ob. cit., pp. 916 y 918-920; Iñaki ORLANDIS, «Bagaudia…», ob. cit., p. 41; José MARTÍN VISO, «La configuración de un espacio GOÑI GAZTAMBIDE, Historia de los obispos de Pam- de frontera: Propuestas sobre la Vasconia Tar- plona, Siglos IV-XIII, t. I, Pamplona, Eunsa e Ins- doantigua», en Urbano Espinosa Ruiz y Santia- titución «Príncipe de Viana», 1979, p. 41; Urba- go Castellanos García (eds.), Comunidades locales no ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. y dinámicas de poder en el norte de la Península Ibéri- 262-263; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vas- ca durante la Antigüedad Tardía, Logroño, Uni- cones…», ob. cit., p. 388; Mª Jesús PÉREX AGO- versidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, RRETA, «En torno a la localización de Aracilus 2006, pp. 108, 124 y 126). (Navarra)», Hispania Antiqua, 14, (Valladolid, 222 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 223

1990), pp. 136-137; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, ABENGOECHEA, «Ad census accipiendos de ciudades «Un tema controvertido…», ob. cit., pp. 231- vasconas y la legatio censualis de un pamplonés», 232; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y Guillermo Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, ob. cit., p. 2, (Madrid, 1989), p. 142; M.ª Jesús PÉREX AGO- 120; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Protohisto- RRETA, «En torno a la localización…», ob. cit., p. ria e Historia…», ob. cit., p. 104; Esteban MORE- 135; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Un tema con- NO RESANO, «El período tardoantiguo…», ob. trovertido…», ob. cit., pp. 231-233; Juan Carlos cit., pp. 270 y 275-276; Esteban MORENO RESA- SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., NO, «La derrota…», ob. cit., pp. 25 y 30-31 y 33; p. 36; Julia PAVÓN BENITO, Poblamiento altomedie- Urbano ESPINOSA RUIZ, «Civitates y Ter ritoria…», val navarro. Base socioeconómica del espacio monár- ob. cit., p. 68). quico, Pamplona, Ediciones Universidad de Na- varra, 2001, p. 173; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, 65. El río Alhama es el límite oriental de la «Idacio Lémico…», ob. cit., p. 91; Javier ARCE, diócesis de Calahorra, desde el siglo V (Eliseo Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 164). SÁINZ RIPA, Sedes episcopales…, ob. cit., p. 88). 67. Aracaeli figura como una mansio en el itine- 66. Sánchez-Albornoz sólo acertó a localizar rario 34 de Antonino Augusto Caracalla, deno- Aracelli en los confines occidentales de la anti- minado De Hispania in Aequitania, en el tramo gua Vasconia, desde 1929, mientras que Barbe- 455 conocido como Ab Asturica Burdigalam, en- ro y Vigil la ubicaron en los alrededores de tre Oeasso (Irún, Guipúzcoa) y Curnonium (Los Huarte-Araquil basándose en la existencia del Arcos, Navarra), como bien identificaron San- río Araquil que le daba el nombre a la localidad tos, Emborujo y Ortiz de Urbina y Pavón, sin y a todo el valle. Hipótesis que siguió Torres. concretar su ubicación pero situándola en el lí- Algo parecido hizo Sayas, aunque inicialmente mite occidental de los vascones con los autrigo- se había decantado por Corella pero la descartó nes. Aunque corrigiendo la localización de Cur- y retomó la ubicación de Huarte-Araquil, como nonium en Los Arcos, como ya hicieron Pastor y también hizo Pérex. Sin que ninguno de ellos Felones, Armendáriz y Andreu. Sayas añadió tuviese en cuenta que, como se ha visto, duran- que fue este itinerario romano el seguido por te la Edad Media, a este río se le conocía como Requiario en febrero de 449, del que se trata Arga. Larrañaga circunscribió la actuación de más adelante, con lo que consolidó la identifi- los bagaudas de la Tarraconense en territorio de cación de Aracaeli con Huarte-Araquil, y ambos los vascones o en el límite de éste, en el que su- lugares con el de los aracelitanos. Sanz y Lázaro puso que estaba Tarazona, añadiendo que los realizaron una espléndida revisión de las fuen- bagaudas procedían de dicho territorio tal y tes que, de forma más parca, también recogió como ya había propuesto Sayas, con sus preven- Sayas con posterioridad sin citarles, por cierto. ciones incluidas. Cabe añadir que últimamente Mientras que Pérex no tuvo duda en identificar Sánchez y Pavón también se decantaron por la Aracaeli con Huarte-Araquil, aunque distin- zona de Huarte-Araquil y que, sorprendente- guiendo ésta de la citada por Plinio y sin rela- mente y sin ninguna justificación, Arce, como cionarlo con el lugar en el que se produjo la de- también hicieron Bernárdez y Van Dam, la situó rrota de los aracelitanos, ya que éste lo situó en en las cercanías de Pamplona y al oeste de ésta Corella (Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los vas- pero en la localidad de Arbizu (Claudio SÁN- cones…», ob. cit., pp. 385, 387-388 y 395; Juan CHEZ-ALBORNOZ, El reino de Asturias…, ob. cit., p. José SAYAS ABENGOECHEA, «Ad census accipien- 101; Abilio BARBERO y Marcelo VIGIL, Sobre los orí- dos…», ob. cit., p. 142; Mª Jesús PÉREX AGORRE- genes…, ob. cit., pp. 41-42, 44 y 46; Casimiro TO- TA, «En torno a la localización…», ob. cit., pp. RRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., 135-137; Juan SANTOS YANGUAS, Amalia EMBORU- p. 89; Claudio SÁNCHEZ-ALBORNOZ, En torno a los JO SALGADO y Estíbaliz ORTIZ DE URBINA ÁLAVA, orígenes…, ob. cit., p. 46; Juan José SAYAS ABENGO- «Reconstrucción paleográfica de autrigones, ca- ECHEA, «Consideraciones históricas…», ob. cit., ristios y várdulos», en Gonzalo Ruiz Zapatero y pp. 364-365; Raymond VAN DAM, Leadership…, Martín Almagro Gorbea (coords.), Paleoetnología ob. cit., pp. 51-52; Juan José SAYAS ABENGOE- de la Península Ibérica. Actas de la Reunión celebra- CHEA, «Los vascones…», ob. cit., pp. 388-391; da en la Facultad de Geografía e Historia de la Uni- Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «De historiae Vas- versidad Complutense. Madrid, 13-15 diciembre de coniae…», ob. cit., pp. 218-223; Juan José SAYAS 1989, v. 2, Madrid, 1992, pp. 455-457; Julia PA- 223 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 224

VÓN BENITO, Poblamiento altomedieval…, ob. cit., 69. Orlandis, Bravo, Emborujo, García, Larra- pp. 173 y 327-328; Víctor PASTOR ABÁIGAR y Ro- ñaga, Martín Duque y Martín Viso contempla- mán FELONES MORRÁS, Los Arcos, Panorama, 33, ron viables tanto el despoblado de Araciel, en Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamen- Corella, como Huarte-Araquil o un lugar cerca to de Educación y Cultura, 2004, pp. 14-17; Ja- de Pamplona, como la ubicación de la derrota vier ANDREU PINTADO, «Algunas consideraciones de los Aracellitani. Sanz y Lázaro ofrecieron un sobre las ciudades romanas del territorio vascón compendio de quienes habían tratado esta y su proceso de monumentalización», Espacio, cuestión, sin decantarse por ninguna de estas Tiempo y Forma. Serie II, Historia Antigua, 17-18, dos posibles ubicaciones e incluso de otras (Madrid, 2004-2005), pp. 253, 255-257, 292 y menos afortunadas. Lo mismo que, de forma 295; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Protohisto- más reducida, también hizo Larrañaga para aca- ria e Historia…», ob. cit., p. 99; Javier ARMENDÁ- bar dejando abiertas ambas posibilidades aun- RIZ MARTIJA, «Bases arqueológicas para la locali- que amplió la zona de Araquil a toda la comarca zación de la ciudad vascona de «Curnonium» de La Barranca (José ORLANDIS, «Bagaudia…», en Los Arcos (Navarra)», Trabajos de Arqueología ob. cit., p. 41; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Las de Navarra, 19, (Pamplona, 2006), pp. 85-86; Ja- revueltas campesinas…», ob. cit., pp. 225-226; vier ANDREU PINTADO, «Ciudad y territorio en el Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «La Bagauda Hispa- solar de los «vascones» en época romana», en na….», ob. cit., p. 202; Mª Isidora EMBORUJO Javier Andreu Pintado (coord.), Navarra en la SALGADO, «Bagaudia y Priscilianismo: dos fenó- Antigüedad: propuesta de actualización, Pamplona, menos contemporáneos», Príncipe de Viana, Institución «Príncipe de Viana», 2006, pp. 184- Anejo 7, Actas del Primer Congreso General de Histo- 186, 193-194 y 204). ria de Navarra. 2 Comunicaciones, 22-27 septiembre de 1986, (Pamplona, 1987), p. 399; José ORLAN- 68. Por completitud, hay que añadir a estos DIS, Época Visigoda…, ob. cit., p. 39; Luis A. GAR- dos lugares de la geografía navarra la existencia CÍA MORENO, Historia de la España visigoda…, ob. en suelo hispano de un tercer topónimo pareci- cit., p. 57; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Un tema do pero que fue descartado por todos los que lo controvertido…», ob. cit., pp. 231-232; Víctor tuvieron en cuenta, debido a que se ubicaba Manuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, fuera de la Tar raconense y, por tanto, lejos de «La problemática bagauda…», ob. cit., pp. 757- todas las referencias en las que se cita a los ba- 758; Ángel MARTÍN DUQUE, «Del espejo pro- gaudas de Hispania. Torres y, después Sayas, pio…», ob. cit., pp. 914 y 916; Iñaki MARTÍN concretaron que además de Araciel y de Huar- VISO, «La configuración de un espacio…», ob. te-Araquil, también existió la localidad Arecilium, cit., p. 107). entre los cántabros, en la línea Segisama-Pisora- ca-Blendius, en Aradillos (Cantabria) y, por tan- 70. Esta distinción fue establecida por Sanz y to, fuera del ámbito de actuación de los bagau- Lázaro, hasta entonces nadie se lo había plante- das de la Tar raconense. Explicación que fue ado e incluso se habían identificado ambos lu- recogida explícitamente por Pérex, Larrañaga, gares como si de uno mismo se tratase, como Sanz y Lázaro y Moreno al revisar las propuestas hicieron, por ejemplo, Barbero y Vigil, o inclu- hechas acerca de la localización de los aracelita- so Orlandis, que recalcó explícitamente que se nos (Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los trataba de un único y mismo lugar, y a quien si- suevos…, ob. cit., p. 89; Juan José SAYAS ABENGOE- guieron Sayas y Emborujo, llegando Sayas a acu- CHEA, «Los vascones…», ob. cit., pp. 384-387; Mª ñar la expresión Bacaudarum Aracellitanum o Ba- Jesús PÉREX AGORRETA, «En torno a la localiza- caudae Aracellitani (Abilio BARBERO y Marcelo ción…», ob. cit., p. 135; Koldo LARRAÑAGA ELOR- VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. cit., pp. 41-42; José ZA, «Un tema controvertido…», ob. cit., p. 232; ORLANDIS, «Bagaudia…», ob. cit., pp. 40-41; Víctor Manuel SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Consideraciones GRACIA, «La problemática bagauda…», ob. cit., históricas…», ob. cit., p. 364; Juan José SAYAS pp. 757-758; Javier ANDREU PINTADO, «Algunas ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., p. 383; consideraciones…», ob. cit., pp. 253, 255-257, Mª Isidora EMBORUJO SALGADO, «Bagaudia y Pris- 292 y 295; Javier ANDREU PINTADO, «Ciudad y te- cilianismo…», ob. cit., p. 399; Víctor Manuel rritorio…», ob. cit., pp. 184-186; Esteban MORE- SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La pro- NO RESANO, «La derrota…», ob. cit., p. 30). blemática bagauda…», ob. cit., pp. 757-758). 224 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 225

71. Andreu también propuso que el lugar de de Requiario como parte de su política para origen y el de la derrota de los aracelitanos ganar la adhesión de la población hispano-ro- eran dos lugares distintos y propuso que este úl- mana de su reino suevo, considerando que Re- timo debía situarse en Corella, dando por he- quiario actuó entonces bajo las órdenes impe- cho que actuaron en el entorno de Tarazona, si- riales, mientras que Torres Rodríguez amplió guiendo a Pérex, aunque a diferencia de ésta y dicha política a la estrategia global de Requiario siguiendo a Sayas pero sin citarlo, Andreu tam- para hacerse con el control de toda la Hispania bién propuso que su origen era Huarte-Araquil, peninsular, ganándose a la población hispano- lugar en el que creyó que coincidían tanto la romana gracias al apoyo de parte de la jerar- cita de Plinio como la mansio del itinerario de quía de la Iglesia católica, entre los que no estu- Antonino. Es más, Andreu, citando recientes vo el cronista Hidacio, partidario del imperio noticias de prensa acerca del yacimiento ar- de Occidente. Además, Torres Rodríguez con- queológico de Santa María de Zamarce (Huar- cretó la información aportada por la crónica te-Araquil), propuso éste como el lugar del que del obispo Hidacio acerca de que Requiario, eran originarios los bagaudas que fueron derro- nada más acceder al trono, emprendió una ope- tados en Corella (Abilio BARBERO y Marcelo ración de saqueo y devastó la región al oeste de VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. cit., pp. 41-42; José Gallæcia, hacia el extremo occidental de la Ta- ORLANDIS, «Bagaudia…», ob. cit., pp. 40-41; rraconense, sin encontrar resistencia y sin llegar a Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Consideraciones entrar en las Vasconias. A lo que se podría aña- históricas…», ob. cit., p. 364; Juan José SAYAS dir que quizá Requiario se adentró por los pri- ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., p. 383; meros tramos de la calzada Ab Asturica Burdiga- Mª Isidora EMBORUJO SALGADO, «Bagaudia y Pris- cilianismo…», ob. cit., p. 399; Víctor Manuel lam y que seguramente la afirmación de Torres SANZ BONEL y Gonzalo LÁZARO GRACIA, «La pro- Rodríguez de que las operaciones de saqueo no blemática bagauda…», ob. cit., pp. 757-758; Ja- tuvieron oposición hasta penetrar en las Vasco- vier ANDREU PINTADO, «Algunas consideracio- nias es parte del citado misticismo que desgra- nes…», ob. cit., pp. 253, 255-257, 292 y 295; ciadamente enturbia la memoria de los vasco- Javier ANDREU PINTADO, «Ciudad y territorio…», nes. Por último, señalar que Arce consideró que ob. cit., pp. 184-186). las dudas planteadas acerca de la idoneidad de Requiario, al convertirse en rey de los suevos, 72. Esta clara distinción de Hidacio llamó la no se debían a su conversión al catolicismo sino atención de Sayas cuando rectificó y, como se ha a su posible origen ilegítimo (Manuel TORRES visto, optó por considerar que los bagaudas no LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., pp. 29-30; eran vascones aunque con ello no quería decir Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los que éstos no hubiesen participado en sus revuel- suevos…, ob. cit., pp. 86-88, 91, 111-117, 120 y tas junto con otros contingentes de población 123; José ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. cit., procedentes de otras zonas (Juan José SAYAS pp. 36 y 40-41; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., p. 395). «El reino suevo…», ob. cit., pp. 404-405; Mª Vic- toria ESCRIBANO PAÑO y Guillermo FATÁS CABEZA, 73. Hidacio lo cita como Vitus magíster utrius- La Antigüedad tardía…, ob. cit., 121-122; Javier que militiæ pero parece ser que podría tratarse ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 131; de Avito que años después fue emperador (En- Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tardoanti- rique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 364; Cristó- gua…, ob. cit., p. 288). bal RODRÍGUEZ ALONSO, Las historias…, ob. cit., pp. 100 y 313; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino 75. En la frase de Hidacio que se ha visto al suevo…», ob. cit., p. 29; Casimiro TORRES RODRÍ- analizar el uso que hizo de los pactos en su cróni- GUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 63, 89- ca, se ha presentado una, datada en 456, según 90 y 130; José ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. Flórez y en 455 según Bernárdez, en la que explí- cit., pp. 35-36; Mª Isabel LORING GARCÍA et alii, La Hispania tardorromana…, ob. cit., p. 99; Pablo citamente se pone de manifiesto que los suevos de la Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tardoantigua…, devolvieron los legados romanos y, violando todo ob. cit., pp. 287-288). juramento, invadieron la Tar raconense que seguía obedeciendo al Imperio. (Enrique FLÓREZ, «Ida- 74. Torres López, a quien siguieron Díaz, Mar- cio…», ob. cit., p. 371; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, tínez y Sanz, asoció la conversión al catolicismo «Idacio Lémico…», ob. cit., pp. 110-111). 225 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 226

76. Torres López, a quien siguieron Torres yas, García, Larrañaga, Castellanos y Loring, Pé- Rodríguez y Sayas, señaló que las acciones béli- rez y Fuentes consideraron que el saqueo de Re- cas de Requiario en la Tar raconense requerían el quiario en las Vasconias se produjo durante su apoyo de los visigodos para asegurar que éstos no viaje de ida hacia Toulouse y antes de que se ce- acabarían volviéndose contra él y federándose lebrase el matrimonio que garantizaba la posi- con los romanos. Por otra parte, como señaló To- ción de los visigodos. Además, Sayas llegó a vin- rres Rodríguez, a Teodorico I le interesaba un cular el itinerario de este supuesto viaje de pacto con los expansionistas suevos para tener Requiario con la calzada romana Ab Asturica un aliado que le parase las posibles amenazas Burdigalam y que así hubiese pasado por el men- que le pudieran llegar de los vándalos del norte cionado territorio aracelitano, lo que facilitaría de África y así poder concentrarse en su defensa su ubicación en el valle del río Araquil y lo ubi- ante el posible ataque de los hunos, quienes fi- caría lejos de Corella. A pesar de que si Requia- nalmente le mataron (Manuel TORRES LÓPEZ, «El rio precedía de la Baetica, como expuso Sayas, reino suevo…», ob. cit., pp. 30-31; Casimiro Casi- éste no era el camino más corto, sino el que pa- miro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, saba por las inmediaciones de Corella. En cual- ob. cit., pp. 116-120; Juan José SAYAS ABENGOE- quier caso, Sayas cambió de idea y se sumó a los CHEA, «Los vascones…», ob. cit., p. 394). que creyeron que el saqueo a las Vasconias se produjo en el supuesto viaje de regreso, como 77. El límite oriental del reino suevo, al co- ya hiciera Moret. Hipótesis ésta que también mienzo el reinado de Requiario, en 448, llegaba adoptó Jiménez, añadiendo que el viaje de ida hasta la Autrigonia o Austrogonia, según Torres o lo hizo en 448, como ya había expuesto Orlan- Díaz. De modo que la invasión de las Vasconias dis y después hicieron Martín y Arce, añadiendo significaba su incursión en la parte limítrofe de este último la posibilidad de que la sede de Teo- la provincia Tar raconense (Casimiro TORRES RO- dorico I pudo haber sido Burdigalia (Bordeaux, DRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 49- Aquitania, Francia), en vez de Toulouse, Aunque 50 y 79-80; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La también hubo quienes vincularon este aconteci- monarquía sueva…», ob. cit., p. 212; Pablo de la miento con el del viaje del mes de julio, como Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «El reino suevo…», ob. fue el caso de Sirago, Torres Rodríguez y de Ji- cit., pp. 405-406; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍ- meno, quien, además, mitificó el término de las NEZ, «Extremis mundi partibus. tardo- Vasconias extendiéndolo al de «las dos Vasconias». antigua: periferia geográfica e integración polí- Sin embargo, la posibilidad de que el viaje de la tica», en Urbano Espinosa Ruiz y Santiago hija de Teodorico I a Gallæcia se realizó en el Castellanos García (eds.), Comunidades locales y otoño del año 448 viene avalada por la forma dinámicas de poder en el norte de la Península Ibérica en la que lo citó Hidacio, como primera noticia durante la Antigüedad Tardía, Logroño, Universi- del año 448, del mismo modo que hizo, como dad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, se ve más adelante, con la muerte del empera- 2006, p. 202; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispa- dor Mayoriano, como primera noticia del año nia Tardoantigua…, ob. cit., p. 290). 461, habiendo fallecido éste en agosto del año 78. Rechiarius, accepta in conjugium Theodoris Re- 460 (José MORET, Anales del Reino de Navarra…, gis filia, auspicatus initium Regni, Vasconias depræ- ob. cit., n. 126; Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. IRAGO datur mense Februario (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», cit., p. 365; Vito Antonio S , Galla Pla- IMENO URÍO ob. cit., p. 365; Cristóbal RODRÍGUEZ ALONSO, Las cidia…, ob. cit., p. 388; José Mª J J , historias…, ob. cit., pp. 100 y 313; Juan Carlos Historia de Pamplona, Pamplona, Aranzadi, 1974, ODRÍGUEZ LONSO SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 27; Cristóbal R A , Las p. 147; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémi- historias…, ob. cit., pp. 100 y 312-313; Manuel ORRES ÓPEZ co…», ob. cit., pp. 96-97; Pablo de la Cruz DÍAZ T L , «El reino suevo…», ob. cit., p. et alii, Hispania Tardoantigua…, ob. cit., p. 288). 31; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 116-117; Urbano ESPINOSA 79. Hidacio sólo señaló un viaje de Requiario RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., p. 266; Juan José para visitar a su suegro, en julio de este año, por SAYAS ABENGOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., lo que habría que pensar que fue la hija de Teo- pp. 394-395; José ORLANDIS, Época Visigoda…, dorico quien se desplazó a la península Ibérica, ob. cit., p. 41; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia posiblemente a Braga. Sin embargo, en la histo- de la España visigoda…, ob. cit., p. 59; Juan José riografía reciente, Torres López, Espinosa, Sa- SAYAS ABENGOECHEA, «La actitud de los vasco- 226 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 227

nes…», ob. cit., p. 436; Koldo LARRAÑAGA ELOR- ca. 457 y 465. El caso del obispo Silvano», en ZA, «En torno al caso…», ob. cit., p. 186; Ana Mª Calahorra: Bimilenario de su fundación. Actas del I JIMÉNEZ GARNICA, «Alianzas y coaliciones germá- Symposium de Historia de Calahorra, Madrid, Mi- nicas en el reino visigodo de Toulouse (siglo nisterio de Cultura, Subdirección General de V)», Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia An- Arqueología y Etnografía, 1984, p. 268; Gonzalo tigua, t. II, (Madrid, 1989), pp. 199-200 y 203- BRAVO CASTAÑEDA, «Ciudades, obispos…», ob. 205; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Un tema con- cit., p. 29; Purificación UBRIC RABANEDA, La Igle- trovertido…», ob. cit., p. 230; Juan Carlos sia…, ob. cit., pp. 140 y 154; Xoan BERNÁRDEZ SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., VILAR, «Idacio Lémico…», ob. cit., pp. 114-115). p. 147; Santiago CASTELLANOS GARCÍA, «Calagu- rris cristiana…», ob. cit., p. 60; Juan José SAYAS 83. De La Fuente, como lo recogió Sanz, con- ABENGOECHEA, «De vascones a romanos…», ob. sideró que los bagaudas eran hispano-romanos cit., p. 148; Javier ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. católicos y creyó que «los bagaudas habían sido cit., p. 161; Iñaki MARTÍN VISO, «La configura- congregados allí a pretexto de una confedera- ción de un espacio…», ob. cit., p. 108; Mª Isabel ción» (Vicente DE LA FUENTE, La Santa Iglesia…, ANZ RTIBUCILLA LORING GARCÍA et alii, La Hispania tardorroma- ob. cit., p. 82; José Mª S A , Histo- na…, ob. cit., pp.101-102). ria…, ob. cit., p. 184).

80. Hidacio no citó en ningún momento a los 84. Torres López señaló que la conversión de- vascones como un pueblo distinguible entre los bió ocurrir en el momento de acceder al trono romanizados habitantes hispano-romanos de la suevo o poco antes y que tenía el objetivo políti- Tar raconense. co de ganarse la adhesión de los principales his- pano-romanos de su reino, obispos incluidos, 81. Sayas señaló este detalle aunque, como que podían haber visto en ello un impedimento muchos otros, no acertó a la hora de interpre- para seguir al recién fallecido y gentil Requila. tar el contexto de la siguiente noticia en que se Acercamiento entre el monarca suevo y las per- menciona a los suevos pero ya no a los bagaudas sonas destacadas entre los hispano-romanos que y consideró que a éstos se les mencionó implíci- también consideraron Loring, Pérez y Fuentes. tamente (Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Los Sin embargo, Torres Rodríguez consideró que vascones…», ob. cit., p. 395). Requiario, además, pretendió enfrentarse al im- perio romano y tratar de expandir su reino a 82. Torres creyó que el romano Basilio y sus toda la península Ibérica (Manuel TORRES aliados suevos contaron con el respaldo de la LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., pp. 30-31; administración imperial para acabar con los ba- Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los gaudas de la Tar raconense. También consideró suevos…, ob. cit., pp. 111-117; Mª Isabel LORING que algunos de éstos se habían refugiado en la GARCÍA et alii, La Hispania tardorromana…, ob. iglesia de Tarazona, sin éxito, pues allí los mató cit., pp. 100-101). Basilio. Sin embargo, dada la precisión con la que describió los acontecimientos Hidacio, 85. Los problemas por los que atravesó el im- cuesta creer que los bagaudas se hubiesen refu- perio romano de Occidente permitieron al giado en sagrado y que el obispo no lo hubiera reino suevo de Requiario vivir relativamente al registrado así en su crónica, como así hizo al re- margen de su control, particularmente tras la latar las consecuencias del saqueo de Braga en muerte de su suegro, Teodorico I, acaecida el 456, como creyeron, por ejemplo, D’Abadal, La- año 451, luchando junto a los romanos en la ba- carra, Thompson, Bravo y Ubric. Del mismo talla de los Campos Catalaúnicos (Châlons en modo que también cuesta creer que, como cre- Champagne, Marne, Francia), en la que derro- yó Escribano, se tratase de un refugio fortifica- taron a los hunos de Atila, y del asesinato de su do para los foederati (Enrique FLÓREZ, «Ida- hijo Turismundo (451-453) y la ascensión al tro- cio…», ob. cit., p. 372; Ramón D’ABADAL, Dels no suevo del hermano de éste, Teodorico II, de visigots…, ob. cit., pp. 40-41; José Mª LACARRA DE nuevo, fiel aliado del imperio romano. Lo que MIGUEL, Historia política…, ob. cit., p. 21; Ma- explica la renovación de los acuerdos de Re- nuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., quiario con los romanos realizada en el mismo p. 31; Edward Arthur THOMPSON, «Revueltas 453. Aunque, tras el asesinato de Aecio, Valenti- campesinas…», ob. cit., p. 470; Mª Victoria ES- niano envió un legado a Requiario para renovar CRIBANO PAÑO, «La iglesia calagurritana entre los acuerdos. La opinión de Torres Rodríguez 227 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 228

es algo diferente ya que, además, creyó que Re- DÍAZ MARTÍNEZ, «La monarquía sueva…», ob. quiario se había hecho con el control de la Ta- cit., p. 213; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de rraconense y de la Carthaginense que previamente la España visigoda…, ob. cit., pp. 60-62; Pablo de había sido devuelta por su padre, Requila. De la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «El reino suevo…», ob. modo que supuso que las devolvió al control cit., p. 410; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lé- imperial tras la renovación del pacto, en 453 mico…», ob. cit., p. 115; Pablo de la Cruz DÍAZ (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 367; et alii, Hispania Tardoantigua…, ob. cit., p. 291). Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., pp. 31-32; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El 90. Arce relacionó la el final de los bagaudas reino de los suevos…, ob. cit., pp. 124-134; Pablo con el del reino de quienes creyó que fueron de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La monarquía sue- parte de sus integrantes y aliados: los suevos. va…», ob. cit., pp. 212-213; Urbano ESPINOSA Confundiendo la fecha en la que Teodorico II RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 294-295; José OR- acabó con este reino, pues puso 459 en vez de LANDIS, Época Visigoda…, ob. cit., p. 41; Luis A. 456. De este modo, Arce prorrogó dos años el GARCÍA MORENO, Historia de la España visigoda…, período en el que hay constancia de la actividad ob. cit., p. 60; Mª Isabel LORING GARCÍA et alii, La de los bagaudas en la Tar raconense, a pesar de las Hispania tardorromana…, ob. cit., pp. 100-105; pegas que a esta aproximación ya expuso Sán- Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tardoanti- chez (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Sobre el final gua…, ob. cit., p. 289). del bagaudismo en Galia e Hispania», Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, 3, (Ma- 86. Hidacio creyó que entonces fue conside- drid, 1990), p. 252; Javier ARCE, Bárbaros y roma- rado como emperador de Roma el que hasta nos…, ob. cit., pp. 165-166). entonces era el emperador romano de Oriente, Marciano (450-457), lo que quiere decir que 91. Thompson, así como Barbero y Vigil, Es- Avito no fue aceptado por todos, inicialmente. cribano, Bravo y Sanz, incluyó entre los bagau- Aunque, en septiembre, Avito le envió legados das a los causantes de los disturbios acaecidos con la intención de ser reconocido por Marcia- en Gallæcia, en la región portuguesa de Braga, no (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 370; en 456, concretamente, tras la toma de esta ciu- Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. dad en la que murió Requiario a manos de los cit., pp. 108-109). visigodos del rey Teodorico II, aliado de Roma. Acontecimientos que, como pusieron de mani- 87. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. fiesto Orlandis, Espinosa, Sayas y Díaz, nada tu- 369-371; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémi- vieron que ver con los bagaudas de la Tar raco- co…», ob. cit., pp. 106-111. nense, aunque este último ni mencionó a los 88. Bernárdez señaló la equiparación de la bagaudas, al tratar acerca del final del reinado devastación de Braga con la destrucción de Je- de Requiario, y Orlandis identificó a los bagau- rusalén, que hizo Hidacio parafraseando a das con los vascones paganos, aunque Sayas ma- Mateo XXIV, 15 (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», tizó el supuesto paganismo de los vascones (Abi- ARBERO IGIL ob. cit., p. 372; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio lio B y Marcelo V , Sobre los orígenes…, Lémico…», ob. cit., pp. 114-115). ob. cit., pp. 39-40, 46-47, 50 y 92; Edward Arthur THOMPSON, «Revueltas campesinas…», ob. cit., 89. Regnum destructum et finitum est Suevorum. p. 70; José ORLANDIS, «Bagaudia…», ob. cit., pp. Bernárdez interpretó esta frase de Hidacio co- 36-38 y 41; Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «Las re- mo una demostración de que éste no escribió vueltas campesinas…», ob. cit., pp. 224-226; Mª su crónica al final de su vida, aduciendo que el Victoria ESCRIBANO PAÑO, «La iglesia calagurrita- reino de los suevos le sobrevivió y duró hasta na…», ob. cit., p. 268; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- casi 130 años después de la muerte de Requia- lagvrris…, ob. cit., p. 263; Juan José SAYAS ABEN- rio. Mientras que Torres y Díaz lo interpretaron GOECHEA, «Los vascones…», ob. cit., pp. 373-374; como el final de su dinastía (Enrique FLÓREZ, Gonzalo BRAVO CASTAÑEDA, «La Bagauda Hispa- «Idacio…», ob. cit., pp. 372-374; Manuel TORRES na…», ob. cit., pp. 200-201; José ORLANDIS, Época LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. cit., p. 33; Casi- Visigoda…, ob. cit., pp. 37-38 y 41-42; Gonzalo miro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, BRAVO CASTAÑEDA, «Los Bagaudas…», ob. cit., pp. ob. cit., pp. 127-144; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- 192-193; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «A propó- lagvrris…, ob. cit., pp, 267-268; Pablo de la Cruz sito del libro…», ob. cit., pp. 414-415; Pablo de la 228 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 229

Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «El reino suevo…», ob. cit., 94. Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», pp. 407-408; Rosa Mª SANZ SERRANO, «Sive ob. cit., pp. 33 y 36-37; Casimiro TORRES RODRÍ- paganis…», ob. cit., p. 35). GUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 147- 178; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La mo- 92. Torres, Díaz, Martínez y Sanz creyeron narquía sueva…», ob. cit., pp. 214-226; José que, en vez de referirse a Marsella, Hidacio men- ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. cit., pp. 42-45; cionó a Masilas, el supuesto nombre del padre Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La monar- de Maldras que no había forma de saber de quía sueva…», ob. cit., pp. 219-220; Pablo de la quién se trataba (Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «El reino suevo…», ob. reino de los suevos…, ob. cit., pp. 156-157; Pablo de cit., p. 410; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispa- la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La monarquía sueva…», nia Tardoantigua…, ob. cit., pp. 302-303. ob. cit., p. 216; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, His- 95. Legatos Remismundus mitit ad Theudoricum, pania Tardoantigua…, ob. cit., p. 300). qui similiter suos ad Remismundum remittit cum ar- 93. Ante la llegada de los visigodos, desertó morum adjectione, vel munerum, directa et conjuge de éstos Agiulfo y se fue a vivir a Gallæcia, como quam haberet (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. destacó Bernárdez y en contra de lo expuesto cit., p. 381; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lé- mico…», ob. cit., pp. 136-137). por Torres Rodríguez y Orlandis acerca de que

Teodorico II intentó que Agiulfo, un cliente 96. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. suyo, se hiciese cargo del reino de los suevos 372-374; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino sue- pero éstos no lo aceptaron y lograron aclamar a vo…», ob. cit., pp. 33 y 35; Casimiro TORRES RO- uno de sus próceres, Maldras, que logró mante- DRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., p. 145; ner un reino suevo disminuido pero indepen- Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., p. diente. Este Agiulfo, de origen warno, según esta 295; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de la España noticia de Hidacio, fue quien degolló a Cen- visigoda…, ob. cit., pp. 62-63; Xoan BERNÁRDEZ sorio, en 448, en Sevilla. Habiendo sido Censo- VILAR, «Idacio Lémico…», ob. cit., pp. 116-119. rio el legado que Avito envió a los suevos, en 432, para que éstos hicieran las paces con los 97. Torres creyó que Teodorico II tuvo cono- hispano-romanos locales y el que retornó al año cimiento de estos adversos acontecimientos con siguiente a Rávena sin completar el trabajo, que anterioridad, sin embargo, el relato de Hidacio finalizó el propio Hidacio. De nuevo, en 437, da a entender que fue a principios de 457 (En- Aecio, volvió a enviar a Censorio como su lega- rique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. 374; Casi- do ante los suevos, siendo capturado sin lucha, miro TORRES RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, en 440, tras el sitio al que Requila sometió a la ob. cit., p. 144; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio ciudad de Mértola. Por su parte, Agiulfo, murió Lémico…», ob. cit., pp. 118-119). en junio de 457, en Oporto, tras haber intenta- 98. En el mes de junio falleció Agiulfo y los do hacerse con el control del reino suevo y suevos, divididos entre los seguidores de Mal- haber sido derrotado por las tropas de Teodori- dras y los de su nuevo rival, Frantán, trataron de co II, tras su regreso de Lusitania (Enrique FLÓ- hacer las paces con los hispano-romanos de Ga- REZ, «Idacio…», ob. cit., pp. 359, 361-362, 365 y llæcia, viéndose envueltos en la citada guerra 371-373; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino sue- civil que perduró hasta 465. Torres creyó que vo…», ob. cit., pp. 28-29 y 33; Casimiro TORRES parte de las tropas de Teodorico II se quedaron RODRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. acantonadas en León (Castilla y León). De la 134-156; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La misma opinión fue Escribano a pesar de que monarquía sueva…», ob. cit., pp. 213-215; José esto no se deduce de la crónica de Hidacio ni ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. cit., pp. 41-43; de la de San Isidoro y así fue considerado por Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de la España visi- García (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. goda…, ob. cit., pp. 63-64; Pablo de la Cruz DÍAZ 375; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», MARTÍNEZ, «El reino suevo…», ob. cit., p. 410; ob. cit., p. 33; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. reino de los suevos…, ob. cit., pp. 145-157, 164 y cit., pp. 80-81, 84-85 88-89, 96-97, 116-117 y 120- 182; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO, «La iglesia ca- 121; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tardo- lagurritana…», ob. cit., p. 266; José ORLANDIS, antigua…, ob. cit., pp. 288-289 y 291-292). Época Visigoda…, ob. cit., p. 43; Pablo de la Cruz 229 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 230

DÍAZ MARTÍNEZ, «La monarquía sueva…», ob. DÍAZ et alii, Hispania Tardoantigua…, ob. cit., pp. cit., pp. 216-219; Luis A. GARCÍA MORENO, Histo- 293-294 y 300-301). ria de la España visigoda…, ob. cit., pp. 62-63; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémico…», ob. 102. Torres López dató este acontecimiento cit., pp. 120-121; Pablo de la Cruz DÍAZ et alii, erróneamente en 463 en vez de hacerlo en 460 Hispania Tardoantigua…, ob. cit., pp. 299-300). (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. 378- 379; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», 99. Los excesos de los partidarios de Maldras ob. cit., p. 35; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El en Gallæcia hacen que los hispano-romanos de reino de los suevos…, ob. cit., pp. 167-172 y 177- esta provincia se pongan en su contra. Por su 178; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. parte, Frantán debió morir en 457 o principios cit., p. 295; José ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. de 458 (Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., p. cit., p. 44; Pablo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La 376; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», monarquía sueva…», ob. cit., pp. 22-23; Luis A. ob. cit., pp. 33-34; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, GARCÍA MORENO, Historia de la España visigoda…, El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 159-161; Pa- ob. cit., p. 66; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio blo de la Cruz DÍAZ MARTÍNEZ, «La monarquía Lémico…», ob. cit., pp. 128-131). sueva…», ob. cit., pp. 214-216 y 219; Luis A. 103. Torres creyó que el imperio romano de GARCÍA MORENO, Historia de la España visigoda…, Occidente sólo dominaba la Tar raconense nomi- ob. cit., pp. 63-64; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Ida- nalmente y que eran los visigodos de Teodorico cio Lémico…», ob. cit., pp. 122-123; Pablo de la II quienes lo hacían, aunque aparentasen hacer- Cruz DÍAZ et alii, Hispania Tardoantigua…, ob. lo en nombre del imperio (Casimiro TORRES RO- cit., pp. 292 y 299-300). DRÍGUEZ, El reino de los suevos…, ob. cit., p. 174). 100. Escribano recogió el dato presentado por 104. Enrique FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. García acerca de que la llegada de Mayoriano a 379-385; Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino sue- la Tar raconense, en 460, dio lugar a la creación vo….», ob. cit., p. 38; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, de una autoridad civil y militar para esta fronte- El reino de los suevos…, ob. cit., pp. 179, 181-183; riza provincia imperial, el dux Tarraconensis (Mª Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. SCRIBANO AÑO Victoria E P , «La iglesia calagurrita- 269-270; José ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. na…», ob. cit., p. 266). cit., pp. 44-45; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de la España visigoda…, ob. cit., p. 66-69; Mª Vic- 101. Tras conocerse la noticia de la restaura- toria ESCRIBANO PAÑO, Los godos en Aragón…, ob. ción del pacto entre visigodos y romanos en Ga- cit., pp. 36-38; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio llæcia, Maldras fue asesinado en febrero de 460, Lémico…», ob. cit., pp. 128-147; Urbano ESPI- produciéndose luego un enfrentamiento entre NOSA RUIZ, «Civitates y Ter ritoria…», ob. cit., p. los partidarios de dos señores de la guerra sue- 69; Mª Isabel LORING GARCÍA et alii, La Hispania vos: Requimundo (459-463) y Frumario (460- tardorromana…, ob. cit., pp. 107-118. 464), respectivamente. Tras la muerte de este último, en 464, fue elegido Remismundo como 105. Thiel dató la primera carta entre 463 y nuevo rey de los suevos, cabiendo la posibilidad 464, Espinosa y Sáinz en 463, Rodríguez en 464, de que éste no sea otro que Requimundo (Enri- Escribano y González en 465 si bien, éste último que FLÓREZ, «Idacio…», ob. cit., pp. 376-377; consideró posible que fuera en los años inme- Manuel TORRES LÓPEZ, «El reino suevo…», ob. diatamente anteriores, mientras que Mañaricúa cit., pp. 33-38; Casimiro TORRES RODRÍGUEZ, El había datado los acontecimientos relatados en reino de los suevos…, ob. cit., pp. 162-166, 173- ésta, en 457, lo que viene a ser algo muy similar 175 y 203-204; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagv- a que la carta datase del año 465, como señaló rris…, ob. cit., p. 295; José ORLANDIS, Época Visi- Rodríguez. Sin embargo, Espinosa adelantó la goda…, ob. cit., pp. 43-44; Pablo de la Cruz DÍAZ primera consagración episcopal hacia 455 o MARTÍNEZ, «La monarquía sueva…», ob. cit., pp. 456, e incluso Larrañaga la llevó al período que 218-222; Luis A. GARCÍA MORENO, Historia de la va entre los años 454 y 457. Sin embargo, en la España visigoda…, ob. cit., p. 65; Mª Victoria ES- segunda carta de Ascanio, que parece datar del CRIBANO PAÑO, Los godos en Aragón…, ob. cit., pp. año 465, según Espinosa, se menciona que hace 34-35; Xoan BERNÁRDEZ VILAR, «Idacio Lémi- algún tiempo que se había enviado la primera y co…», ob. cit., pp. 122-125; Pablo de la Cruz que quizá no había llegado debido a la negli- 230 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 231

gencia del portador o a las dificultades del viaje, obispo. Aunque el progresivo crecimiento de las de lo que podría deducirse que no habría pasa- iglesias y la clericalización de la Iglesia fue limi- do un año sino, como mucho, unos meses (An- tando la participación popular que casi acabó res- dreas THIEL, Epistolae Romanorum Pontificum ge- tringiéndose a los influyentes honorati, previamen- nuinae et quae ad eos scripta sunt. A San Hilario te escogidos. Además, Espinosa destacó las usque ad Pelagium II, t. I, A S. Hilario usque ad S. interrelaciones existentes entre los obispos y la Hormisdam, Brunsbergae, in Aedibus Eduaardi aristocracia local (Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvr- Peter, 1868, pp. 155-157; Andrés MAÑARICÚA NUE- ris…, ob. cit., pp. 280-282, 285-286 y 291-292). RE, «Al margen del himno I del «Paeristepha- non» del poeta Prudencio», Berceo, 9, (Logroño, 108. El hecho de que Ascanio calificase a Ca- 1948), pp. 507-508; Ildefonso RODRÍGUEZ RODRÍ- lahorra como «situada en la parte más lejana de GUEZ DE LAMA, «¿Es de origen apostólico la dió- nuestra provincia» coincide con la referencia cesis visigoda de Calahorra?», en Calahorra: Bi- hecha a que, en 448, los límites de Gallæcia lle- milenario de Su Fundación. Actas del I Symposium de gaban hasta la Autrigonia, que ya formaba parte Historia de Calahorra, Madrid, Ministerio de Cul- de la Tar raconense y que, al sur del río Ebro, tura, Subdirección General de Arqueología y fuese Calahorra la ciudad más próxima a dicha Etnografía, 1984, pp. 342 y 344; Mª Victoria ES- frontera, de entre las más importantes de esta CRIBANO PAÑO, «La iglesia calagurritana…», ob. provincia romana, como lo recogieron Espinosa cit., pp. 265 y 267; Antonio GONZÁLEZ BLANCO, y Larrañaga, siguiendo a Risco (Manuel RISCO, «Los orígenes cristianos de la ciudad de Calaho- «Silvano», en España Sagrada, t. XXXIII, Ma- rra», en Calahorra: Bimilenario de Su Fundación…, drid, Imprenta de Pedro Marín, 1781, p. 145; p. 243; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., p. cit., pp. 272-273 y 278; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, 277; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «En torno al «Un tema controvertido…», ob. cit., p. 172; Eli- caso…», ob. cit., pp. 177-181). seo SÁINZ RIPA, Sedes episcopales…, ob. cit., p. 86). 109. González creyó que el sacerdote consa- 106. Silvano es el segundo obispo conocido de grado obispo por Silvano en esta ocasión, hasta entonces había pertenecido al obispado de Za- la diócesis calagurritana, el primer obispo del ragoza puesto que fue éste quien se quejó al que se tiene constancia fue Valeriano, a princi- obispo Ascanio y quien intentó evitar su consa- pios del siglo V. A pesar de que hubo quienes, gración como obispo (Antonio GONZÁLEZ BLAN- como González, opinaron que pudo haber CO, «Los orígenes…», ob. cit., p. 243). otros antes que él y que, incluso, su inmediato antecesor pudo ser Eurico o Genaro, aunque, al 110. Espinosa destacó que, en la primera carta menos, se desechó la leyenda que le acreditaba de Ascanio, éste señaló que el obispo de Zaragoza un origen apostólico a la sede calagurritana (An- hubiese instado con frecuencia a todos los obis- drés MAÑARICÚA NUERE, «Al margen…», ob. cit., pos próximos a Silvano para que no le apoyasen y p. 512; Antonio GONZÁLEZ BLANCO, «Los oríge- que, sin embargo, en la segunda carta de Asca- nes…», ob. cit., pp. 237-238; Ildefonso RODRÍGUEZ nio, éste escribió que contaba con casi todos los RODRÍGUEZ DE LAMA, «¿Es de origen…», ob. cit., obispos de la Tar raconense, de lo que se deduce pp. 335-341 y 344-345; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- que algunos apoyaban a Silvano (Urbano ESPINO- lagvrris…, ob. cit., pp. 251-257; Koldo LARRAÑAGA SA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 272 y 287-288). ELORZA, «Un tema controvertido…», ob. cit., p. 174; Eliseo SÁINZ RIPA, Sedes episcopales…, ob. cit., 111. Mañaricúa interpretó que mientras no lle- pp. 71-75 y 85-88; Santiago CASTELLANOS GARCÍA, gó la respuesta papal a la primera carta, los de- Calagurris Tardoantigua. Poder e ideología en las ciu- más obispos de la Tar raconense se abstuvieron de dades hispanovisigodas, Murcia, 1999, p. 30; Iñaki comunicarse con Silvano. Sin embargo, en dicha MARTÍN VISO, «Organización episcopal y poder en carta, Ascanio dice que el primer obispo al que la Antigüedad Tardía y el Medievo (aiglos V-XI): había consagrado Silvano había regularizado su las sedes de Calahorra, Oca y Osma», Iberia, 2, situación y no da a entender ninguna informa- (Logroño, 1999), p. 153). ción que de pie a tal interpretación (Andrés MA- ÑARICÚA NUERE, «Al margen…», ob. cit., p. 508). 107. Espinosa destacó que era larga la tradi- ción, recogida en los cánones, que requería el 112. Mañaricúa expuso que la sede a la que acuerdo del pueblo y del clero para elegir a un estaba destinado el obispo, que había sido con- 231 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 232

sagrado en 457 por Silvano y que ya había regu- Ascanio y el Papa, así como las asociadas a éstas, larizado su situación, podía tratarse de Oca (Vi- databan del año 465, excepto Espinosa, que, si- llafranca de Montes de Oca; Burgos), como ha- guiendo a Thiel, consideró que la segunda carta bían sugerido sin probarlo diversos autores. también podía ser del año 464 y el resto de 465, y Nada dijo Mañaricúa de cual fue la sede que Rodríguez que consideró que la corresponden- ocupó dicho obispo en 457, quizá porque consi- cia de 465 databa de 495, lo que es un error de- deró que se trataba de la misma sede episcopal bido a que el Papa Hilario falleció en 468 (An- que estaba en discordia poco antes de 464 y que dreas THIEL, Epistolae Romanorum…, ob. cit., pp. consideró probable que fuese la de Oca, la anti- 157-170; Antonio GONZÁLEZ BLANCO, «Los oríge- gua ciudad de Auca, y sólo comentó que la hi- nes…», ob. cit., p. 243; Ildefonso RODRÍGUEZ RO- pótesis de la posible escisión de la diócesis cala- DRÍGUEZ DE LAMA, «¿Es de origen…», ob. cit., pp. gurritana con respecto de la metropolitana de 343-344; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO, «La iglesia Tarragona, que había expuesto Lambert, no pa- calagurritana…», ob. cit., p. 265; Urbano ESPINO- recía sustentarse suficientemente en el texto de SA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. 273-276). la carta. Escribano recogió la propuesta de Ma- ñaricúa y añadió la de Thompson que, basándo- 115. Escribano, Espinosa y Martín destacaron se en las quejas del obispo de Zaragoza, supuso el apoyo del dux Tarraconensis, Vicente, al obispo que la sede ocupada en 457 dependía de esta metropolitano de Tarragona como oposición al ciudad. Espinosa consideró que las dos consa- apoyo de las autoridades locales que el obispo graciones realizadas por Silvano fueron hechas de Calahorra recibió de los honorati y possessores consecutivamente en la misma sede pero sin de- del que se trata más adelante. Además, Espinosa cantarse por ninguna. Larrañaga cuestionó que, señaló que este Vicente, después de haber sido en caso de tratarse de Oca, era extraño que los citado como dux Hispaniarum, aparece como miembros relevantes de su comunidad cristiana quasi magíster militum y, más tarde, figura a las no figurasen entre los que escribieron a San Hi- órdenes de Eurico en su invasión de la Tar raco- lario, apoyando a Silvano. Sin embargo, para nense, falleciendo pocos años después, en 476. Sáinz no cupo ninguna duda acerca de que la Ubric, además, señaló que fue Vicente quien mo- sede en cuestión era la de Auca. Mientras que vió a Ascanio a que volviese a escribir al Papa, so- Escribano y Fatás consideraron que la sede para licitando la confirmación de la consagración del la que consagró un obispo Silvano era la de Tara- obispo Ireneo como sucesor del recientemente zona pero datando estos hechos en 458 en vez de fallecido Nundinario, obispo de Barcelona, y hacerlo en 465. (A. LAMBERT, s. v. «Ascanius…», posible padre de aquél, con lo que, como reco- ob. cit., c. 878; Andrés MAÑARICÚA NUERE, «Al gió Ubric, la sucesión episcopal de esta sede se margen…», ob. cit., pp. 507-508; Mª Victoria ES- estaría convirtiendo en hereditaria. También re- CRIBANO PAÑO, «La iglesia calagurritana…», ob. cogió el detalle que había destacado Rodríguez cit., p. 267; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, acerca de que Ireneo debía volver a su sede de ob. cit., p. 273; Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «En procedencia y que debía elegirse al nuevo obis- torno al caso…», ob. cit., pp. 175-176; Eliseo po de Barcelona entre los sacerdotes de esta SÁINZ RIPA, Sedes episcopales…, ob. cit., pp. 86; diócesis y de acuerdo con los cánones vigentes Iñaki MARTÍN VISO, «Organización episcopal…», (Luis A. GARCÍA MORENO, «Vicentius Dux Pro- ob. cit., p. 160; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO y vinciae Tar raconensis: Algunos problemas de la Guillermo FATÁS CABEZA, La Antigüedad tardía…, organización militar del Bajo Imperio en Hispa- ob. cit., p. 150). nia», Hispania Antiqua, 7, (Valladolid, 1977), pp. 79-80; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO, «La iglesia 113. Este añadido parece confirmar que el calagurritana…», ob. cit., p. 271; Ildefonso RO- primer obispo confirmado por Silvano, tras re- DRÍGUEZ RODRÍGUEZ DE LAMA, «¿Es de origen…», gularizarse su situación con respecto al obispo ob. cit., pp. 340-344; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- metropolitano y los demás obispos de la Tar raco- lagvrris…, ob. cit., pp. 291-292 y 298-300; Iñaki nense, se había puesto en contra de los intereses MARTÍN VISO, «Organización episcopal…», ob. de Silvano y a favor de quienes se quejaban ahora cit., pp. 158 y 160; Purificación UBRIC RABANEDA, ante el Papa. La Iglesia…, ob. cit., pp. 103 y 107; Purificación UBRIC RABANEDA, «La adaptación de la aristocra- 114. Todos consideraron que la segunda carta cia hispanoromana al dominio bárbaro», Polis, y el resto de la correspondencia entre el obispo 16, (Alcalá de Henares, 2004), pp. 199-202; Mª 232 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 233

Isabel LORING GARCÍA et alii, La Hispania tardorro- zonas «vacías» de organización eclesial, segura- mana…, ob. cit., pp. 121-122). mente hacia territorios aún no cristianizados del ámbito cántabro o vascón, en los que habría 116. Mañaricúa cometió una errata y dató el fundado una nueva diócesis, y que debían ser concilio de 465 en diciembre en vez de hacerlo ambicionados por el obispo de Zaragoza o que en noviembre (Manuel RISCO, «Silvano…», ob. éste, al menos, no quería que a costa de ellos se cit., p. 143. Andreas THIEL, Epistolae Romanorum…, ampliase la diócesis calagurritana y así mante- ob. cit., pp. 155-170; Andrés MAÑARICÚA NUERE, ner el rango de la zaragozana. Espinosa puso de «Al margen…», ob. cit., pp. 506-507; Antonio manifiesto cómo se había amoldado la jerarquía GONZÁLEZ BLANCO, «Los orígenes…», ob. cit., pp. eclesiástica para adaptar sus ámbitos geográfi- 243-244; Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cos e interdependencias a los de la administra- cit., pp. 271-276 y 282-285). ción imperial. También creyó que Roma había perdido el control efectivo de la zona occiden- 117. La identificación con la antigua ciudad de tal de la Tar raconense, en beneficio de los visigo- Libia ya fue realizada por Risco y recuperada por dos de Teodorico II, desde el año 456 y militar- Espinosa, últimamente (Manuel RISCO, «Silva- mente desde el 460, siguiendo la opinión de no…», ob. cit., p. 138; Urbano ESPINOSA RUIZ, Ca- Thompson. Situación de desamparo imperial lagvrris…, ob. cit., p. 275; Mª Angustias Villacam- en beneficio de los visigodos que todavía no se pa Rubio, «Fuentes literarias», en Pedro Álvarez daba, como puso de manifiesto Larrañaga. Ade- Clavijo (coord.), Libia: la mirada de Venus. Cente- más y a pesar de ello, Espinosa señaló que con nario del descubrimiento de la Venus de Herramélluri la romanidad carente de sentimiento imperial (1905-2005), Logroño, Instituto de Estudios Rio- que tenían los habitantes de esta región, a quie- janos, Gobierno de La Rioja, Consejería de Edu- nes supuso prematuros colaboradores de los vi- cación, Cultura y Deportes, 2006, pp. 103-104). sigodos, justificó la falta de oposición que en 118. Esta carta pudo llegarle al Papa tras la cele- ella encontraron las tropas de Eurico cuando la bración del sínodo, según comentó Larrañaga y invadieron, en contra de la opinión de Risco recogió Ubric (Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «En que creyó que Calahorra estaba incluida en el torno al caso…», ob. cit., p. 173; Purificación grupo de ciudades cercanas a Pamplona y Zara- UBRIC RABANEDA, La Iglesia…, ob. cit., pp. 103-104). goza que entonces fueron conquistadas. Final- mente Larrañaga creyó que eran más plausibles 119. González creyó que esta reestructuración las hipótesis de Lambert o Espinosa, en detri- y reorganización podía tener que ver con los pro- mento de la hipótesis de Escribano y que las cir- blemas relacionados con los patronazgos o con cunstancias a las que se refería el Papa podían los de las iglesias propias, concluyendo con que, ser las invasiones de los bárbaros, como ya seña- en cualquier caso, era un signo de la transfor- ló Risco, o incluso la inestabilidad previa de las mación que estaba sufriendo la Iglesia calagu- revueltas de los bagaudas o la posterior de las in- rritana en la que, cada vez, tenía más peso el cursiones de los visigodos, como ya había seña- monacato y su desarrollo rural que el decaden- lado Espinosa anteriormente. Finalmente Ubric te de las ciudades. Aspectos que fueron destaca- constató las hipótesis de Espinosa y Escribano, dos y desarrollados por Escribano, quien consi- así como las dudas que sobre ambas había plan- deró las irregulares ordenaciones que hizo teado Larrañaga, concluyendo con que, en Silvano como una solución a la demanda de cualquier caso, la actuación del obispo Silvano personal religioso para atender las necesidades tenía un trasfondo que iba más allá de lo estric- de las iglesias particulares erigidas bajo el patro- tamente religioso. Resumen que fue tenido en nazgo de los possessores que conllevaría la atomiza- cuenta por Villacampa, proponiendo la comple- ción de la diócesis calagurritana, y a quién siguió mentariedad en vez de la disparidad que podría Castellanos. Espinosa y Martín consideraron existir entre todas las propuestas (Manuel que el potencial cisma se debía a un posible in- RISCO, «Silvano…», ob. cit., pp. 145-147; A. LAM- tento del obispo de Calahorra por la preemi- BERT, s. v. «Ascanius…», ob. cit., c. 877; Antonio nencia sobre el más antiguo de Zaragoza, sin GONZÁLEZ BLANCO, «Los orígenes…», ob. cit., que por ello intentase eludir la jerarquía metro- pp. 243-244; Mª Victoria ESCRIBANO PAÑO, «La politana o la de Roma. Es más, siguiendo a iglesia calagurritana…», ob. cit., pp. 269-271; Lambert, expuso que Silvano debió intentar Urbano ESPINOSA RUIZ, Calagvrris…, ob. cit., pp. ampliar el área de influencia calagurritana en 276-280, 286-301 y 308; Koldo LARRAÑAGA ELOR- 233 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 234

ZA, «En torno al caso…», ob. cit., pp. 188-190; beria, entró por primera vez en el territorio de Urbano ESPINOSA RUIZ, Vareia enclave romano en los vascones, después de cruzar el Ebro en Cala- el Valle del Ebro, Exposición VAREIA, marzo de horra, en el año 76 a. C., pone de manifiesto, 1990, Logroño, 1990, pp. 22-23. Urbano ESPINO- como ya expusieron Olcoz y Medrano, que SA RUIZ, «El siglo V en el Valle del Ebro: arqueo- hasta entonces los vascones no se habían exten- logía e historia», Antigüedad y Cristianismo, 8, dido al sur de este río, como posteriormente hi- (Murcia, 1991), p. 282; Santiago CASTELLANOS cieron, ocupando su margen derecha desde Ca- GARCÍA, Calagurris Tardoantigua…, ob. cit., p. 42; lahorra hasta Alagón (Zaragoza). Hipótesis que Iñaki MARTÍN VISO, «Organización episcopal…», coincide con el tipo celtibérico al que correspon- ob. cit., p. 101; Purificación UBRIC RABANEDA, den la mayoría de las inscripciones paleohispáni- «Obispos y bárbaros en la Hispania del siglo V», cas que se han hallado en la Rioja Baja tal y en Santos Crespo Ortiz de Zárate y Ángeles como Olcoz, Luján y Medrano revisaron recien- Alonso Ávila (coords.), Scripta Antiqva. In hono- temente (Serafín OLCOZ YANGUAS y Manuel Mª rem Ángel Montenegro Duque et José Mª Blázquez, MEDRANO MARQUÉS, «Tito Livio: Castra Aelia y el Valladolid, 2002, pp. 789-791; Purificación límite meridional del ager vasconum, antes y des- UBRIC RABANEDA, La Iglesia…, ob. cit., pp. 102- pués de Sertorio», en Navarra: memoria e imagen. 108 y 116; Mª Angustias Villacampa Rubio, Actas VI Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, «Fuentes…», ob. cit., pp. 102-106). septiembre de 2006, vol. I, Pamplona, Eunate, 2006, pp. 64-65; Serafín OLCOZ YANGUAS, Eugenio LU- 120. De aquí dedujeron Risco y Lambert que JÁN MARTÍNEZ y Manuel Mª MEDRANO MARQUÉS, el primero debía haber fallecido y haber dejado «Inscripciones paleohispánicas sobre cerámica de vacante su sede. Aunque esta suposición no pu- La Rioja: una revisión de conjunto», Kalakorikos, do basarla en la documentación existente. Opi- 12, (Calahorra, 2007), pp. 115-134). nión que convenció a Larrañaga y a Ubric (Ma- nuel RISCO, «Silvano…», ob. cit., pp.137 y 141; A. 125. Martín también destacó la posición estra- LAMBERT, s. v. «Ascanius…», ob. cit., c. 877; Kol- tégica de este territorio para explicar el proceso do LARRAÑAGA ELORZA, «En torno al caso…», ob. de militarización en que se vieron envueltas sus cit., p. 172; Purificación UBRIC RABANEDA, La Igle- élites (Iñaki MARTÍN VISO, «La configuración de sia…, ob. cit., p. 102; Urbano ESPINOSA RUIZ, «Ci- un espacio…», ob. cit., pp. 133 y 135). vitates y Ter ritoria…», ob. cit., p. 69). 126. Larrrea señaló que esta división no co- 121. El propio Risco destacó este detalle, aun- rresponde al período romano clásico y que de- que ello no le condujo a variar su opinión de ben interpretarse como un topos literario, como que el primer obispo consagrado por Silvano después recogió Martín relacionando esta su- hubiese fallecido con anterioridad a la segunda puesta dicotomía con su aplicación a otras zonas consagración irregular (Manuel RISCO, «Silva- peninsulares de montaña frente a las de llanura. no…», ob. cit., p. 142). (Juan José LARREA CONDE, La Navarre du IVème au XIIème Siècle. Peuplement et societé, en Bibliothèque du 122. Arce consideró que la insolencia de los Moyen Âge, n. 14, Paris, De Boeck Université, bagaudas aracelitanos podía referirse a un posi- 1998, pp. 119-122; Iñaki MARTÍN VISO, «La confi- ble intento por apoderarse de un enclave fun- guración de un espacio…», ob. cit., p. 104). damental o, incluso, por haber querido crear un tyrannus, un usurpador, en la línea que ex- 127. Ubric señaló que el apoyo de los aristó- puso Van Dam (Javier ARCE, Bárbaros y roma- cratas de Tarazona, ya destacado por Larrañaga, nos…, ob. cit., p. 164). podía indicar que Silvano también contaba con el respaldo del obispo de Tarazona (Koldo LA- 123. Martín revisó las nuevas aportaciones RRAÑAGA ELORZA, «En torno al caso…», ob. cit., que contradicen esta equivocada y fuertemente p. 173; Purificación UBRIC RABANEDA, «La adap- arraigada tradición legendaria, carente de base tación…», ob. cit., pp. 197-212). histórica o arqueológica (Iñaki MARTÍN VISO, «La configuración de un espacio…», ob. cit., 128. Este hecho ya fue puesto de manifiesto pp. 103-111). por Orlandis, aunque sólo tuvo en cuenta regio- nes que fueron recuperadas en el siglo VI, co- 124. La constatación documental de que, mo fue el caso de Celtiberia, expresión utilizada según Tito Livio, Sertorio, tras abandonar Celti- en el II concilio de Toledo del año 531 o Carpe- 234 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 235

tania que también fue utilizado en dicho conci- construcción de las Vasconias en esta época, en lio y en el tercero, del año 589, destacando que caso de que se abandonase la mítica indepen- reemplazó al de la provincia Carthaginense, o la dencia de los vascones, que les supone aislados aparición a finales del siglo VI de la provincia incluso de la romanización. (Patrick J. GEARY, de Cantabria. Orlandis señaló que también se The myth of nations…, ob. cit., pp. 104-105 y 119- recuperaron otras regiones ancestrales cuya lo- 120; Iñaki MARTÍN VISO, «La configuración de calización no era muy segura como la Oróspeda un espacio…», ob. cit., p. 125). o la Sabaria. Además, citando a Orlandis: «El hecho que acabamos de señalar revela que el 130. Martín revisó las condiciones en las que resurgimiento indígena, que puede comprobar- se dio la restauración del caso vascón, señalan- se en los siglos V-VII, no se reducía a la reapari- do que no hay constancia de hubiese existido ción de la vieja terminología para designar a una unidad política interna entre los vascones, gentes y territorios. Muchos pueblos de Hispa- del mismo modo que tampoco se han encontra- nia, al amparo de los vacíos de poder produci- do restos materiales que puedan asociar con dos por el declinar de la autoridad romana, re- una cultura o urheimat vasca. Tampoco hay cons- cobraron una virtual independencia y volvieron tancia de que los vascones hablasen una misma a vivir y regirse por sí mismos. Se ha hecho ya lengua que se pudiera identificar con su eje de amplia referencia al comportamiento de los ga- identidad, constatando la fuerte latinización laicos como grupo popular, en su difícil convi- que se dio en su territorio en época romana y a vencia con los suevos. Esto consta más aún de los la que habría que sumar la preexistencia de ele- vascones, que entre los siglos VI y VII parece que mentos indoeuropeos, de cuya consta material se desplazaron hacia el oeste, penetrando en tie- es un reflejo la revisión de las inscripciones pa- rras de la depresión vasca, solar de várdulos y ca- leohispánicas sobre cerámica halladas en Nava- ristios. Los vascones siguieron independientes rra que presentaron Olcoz, Luján y Medrano. durante toda la época visigoda y constituyeron Además, Martín planteó la posibilidad de que un problema crónico, con el que debieron en- esta etnogénesis vascona tuviera un origen forá- frentarse hasta última hora los reyes toledanos». neo y que, en realidad, estuviese describiendo Si bien esta afirmación de Orlandis habría que una amalgama de pueblos sin un claro significa- matizarla con los comentarios hechos acerca de do étnico y que tenían en común su carácter re- la patente romanización de los vascones, como belde frente a la invasión e intento de dominio expuso Martín, y precisamente retomar su le- que llevaron a cabo los pueblos bárbaros (Iñaki gendaria independencia como una prueba de MARTÍN VISO, «La configuración de un espa- la reacción de su romanidad y de su interés por cio…», ob. cit., pp. 126-130; Serafín OLCOZ YAN- no formar parte del nuevo reino visigodo. En la GUAS et alii., «Inscripciones paleohispánicas…», línea del resurgimiento de los valores indíge- ob. cit., pp. 87-102). nas, considerando ya su romanización, también 131. Iñaki MARTÍN VISO, «La configuración de se pueden incluir los comentarios de Arce rela- un espacio…», ob. cit., p. 129. tivos a que los vascones no formaron parte de los bagaudas y que aquellos no reaparecieron 132. Los aristócratas de la Tar raconense hicie- hasta el siglo VI. Así como la explicación dada ron frente a la invasión visigoda, aunque fueron por Geary acerca del mito de las naciones du- derrotados por ésta, según Van Dam que, a su rante la transición de la Antigüedad a la Edad vez, se basó en la crónica de San Isidoro: «Euri- Media, fundado en los orígenes tribales y pre- co, que había sido elevado por el crimen, al rromanos que entonces se recuperaron (José punto se lanzó furioso a la guerra. Después de ORLANDIS, Época Visigoda…, ob. cit., pp. 51-52; apoderarse de Pamplona, invade Zaragoza y se Patrick J. GEARY, The myth of nations. The medieval adueña de toda la España superior. Aniquiló origins of Europe, Princeton, New Jersey, Prince- también en un ataque de su ejército a la nobleza ton University Press, 2002, pp. 104-106; Javier de la provincia tarraconense, que le había ofre- ARCE, Bárbaros y romanos…, ob. cit., p. 164; Iñaki cido resistencia» (Cristóbal RODRÍGUEZ ALONSO, MARTÍN VISO, «La configuración de un espa- Las historias…, ob. cit., p. 227; Raymond VAN cio…», ob. cit., pp. 125-126). DAM, Leadership…, ob. cit., p. 53).

129. Las hipótesis de Geary, aunque éste no 133. Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: lo hizo así, también podrían trasladarse a la re- rebeldes…, ob. cit., pp. 49-50; Juan José SAYAS 235 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 236

ABENGOECHEA, «De vascones a romanos…», ob. Los vascos en la antigüedad, Madrid, Cátedra, cit., pp. 147-184; Patrick J. GEARY, The myth of na- 1994 p. 285; Ángel MARTÍN DUQUE, «El señorío tions…, ob. cit., pp. 119-120; Juan José SAYAS episcopal de Pamplona hasta 1276», en La Cate- ABENGOECHEA, «Protohistoria e Historia…», ob. dral de Pamplona, Pamplona, Caja de Ahorros de cit., p. 105. Navarra, 1994, t. I, pp. 72-80 y t. II, pp. 222-225, reeditado Príncipe de Viana, 227, Homenaje a Án- 134. Barbero y Vigil recuperaron en 1965 la gel Martín Duque, (Pamplona, 2002), p. 793; Rol- identificación de la mansio de Aracaeli con Huar- dán JIMENO ARANGUREN, Orígenes del cristianismo te-Araquil y la ubicación que en sus alrededores en la tierra de los vascones, Pamplona, Pamiela, se había propuesto para la fortaleza de Sajrat 2003, pp. 32-35; Iñaki MARTÍN VISO, «La configu- Qais, aunque no relacionaron ambos lugares ración de un espacio…», ob. cit., p. 135). con el castro Silvaniano o el vado de Silvano ni dedujeron las hipótesis que aquí se han expues- 137. En esta línea se podría incluir a Larraña- to. (Abilio BARBERO y Marcelo VIGIL, Sobre los orí- ga, que consideró el origen visigodo del obispa- genes…, ob. cit., p. 85; José GOÑI GAZTAMBIDE, do de Pamplona, aunque datándolo algo más Historia de los obispos…, ob. cit., p. 41). tarde, entre los años 586 y 589. Larrañaga tam- 135. Olcoz propuso la identificación del castro bién matizó que esta fecha podría corresponder Silbaniano o de Silvano con la fortaleza de Sajrat a la de la refundación de esta sede episcopal y Qais, ubicada en el valle de Garaño, en la margen no a la de su primera fundación, que pudo ser anterior. Por su parte, Larrrea expuso las difi- derecha del río Araquil (Serafín OLCOZ YANGUAS, «En torno a la ubicación del castro Silbaniano y cultades que encontraba para la asistencia de de la fortaleza de Sajrat Qais», en prensa). obispos pamploneses antes del III concilio de Toledo así como en la posibilidad de que el ori- 136. Los orígenes de la sede episcopal de Pam- gen del obispado de Pamplona podía tener plona permanecen oscuros y no hay constancia mayor antigüedad a la de la conquista visigoda. documentada de su existencia con anterioridad Por último, añadir que Martín también conside- al III concilio de Toledo, del año 589. Sin em- ró que «la inserción del territorio en el regnum bargo, se le ha supuesto una antigüedad mayor propició que se estableciese, mediante el instru- y así, por comparación con las de sus alrededo- mento del obispado, una conexión con la autori- res, Goñi consideró que debía datar del «Bajo dad centralizada, permitiendo así la participación Imperio o en el período de independencia pa- de las élites sobre todo pamplonesas en la articu- cífica de los vascones antes de que Leovigildo lación política del reino» [visigodo de Toledo] ocupase parte de su territorio». Hipótesis que (Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «Sobre el obispado no convenció a Sayas, quien consideró que la pamplonés en época visigoda», Hispania Sacra, sede pamplonesa no era anterior al citado con- XLIX, 99, (Madrid, 1997), pp. 300-301; Juan José cilio toledano. Posteriormente Jimeno realizó LARREA CONDE, «De nuevo en torno a los prime- una revisión de las hipótesis mantenidas hasta ros siglos del obispado de Pamplona», Hispania entonces, acercándose a la suposición que ex- Sacra, XLIX, 99, (Madrid, 1997), pp. 320-321; puso Martín Vázquez, antes de acabar el siglo Koldo LARRAÑAGA ELORZA, «A vueltas con los obis- IV, aunque adelantando su fundación a finales pos de Pamplona de época visigoda: Apostillas a del siglo III o, a lo sumo, en las primeras déca- una réplica», Hispania Sacra, L, 101, (Madrid, das del IV. Todo ello sin mayor justificación que 1998), pp. 41-45; Iñaki MARTÍN VISO, «La configu- la expuesta por Goñi ya en su día o la que, últi- ración de un espacio…», ob. cit., p. 135). mamente, presentó Martín Viso (José GOÑI GAZ- TAMBIDE, Historia de los obispos…, ob. cit., pp. 46 y 138. Así lo consideraron Caro y Barbero y Vi- 51; Juan José SAYAS ABENGOECHEA, «Algunas con- gil, entre otros que citó Larrrea así como Mar- sideraciones sobre la cristianización de los vas- tín Viso y para quienes la sede pamplonesa estu- cones», Príncipe de Viana, 174, (Pamplona, vo bajo control visigodo en los siglos VI y VII, 1985), pp. 45 y 56; Juan José SAYAS ABENGOE- confirmando la presencia visigoda en Pamplona CHEA, «Paganismo y cristianismo entre los vasco- por la asistencia de su obispo a los concilios his- nes, una cuestión debatida», en Studien zur Ges- panos y considerando que no era tal, intermi- chichte der Römischen Spätantike. Festgabe für tentemente, cuando no figuran en ellos, con las Professor Johannes Straub, Atenas, 1989, pp. 222- dificultades que esta posible relación puede en- 233, reeditado en Juan José SAYAS ABENGOECHEA, trañar al implicar que la sede fue puesta y re- 236 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 237

puesta por las armas visigodas. Tras lo cual, Lar- relaciones establecidas entre los bagaudas y la rrea, siguiendo a Martín Duque, expuso que el información transmitida por la comedia Quero- comportamiento absentista del obispado de lus o por el poema de Rutilio Numaciano, De re- Pamplona, el mayor de la Tar raconense que, a su ditu suo, tal como, por ejemplo, había conside- vez, era la provincia más absentista de las Hispa- rado Sánchez, podían no ser tales. Del mismo nias, con respecto a los concilios visigodos enca- modo que Sánchez descartó acontecimientos jaba con el del comportamiento de la Iglesia Ta- que erróneamente se atribuyeron a los bagaudas rraconense, en los siglos VI y VII, tratando de de las Hispanias en los años 456 o 460, por explicar las razones de su absentismo, supuesta- ejemplo (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Sobre el mente sobrevalorado por la historiografía. Sin final…», ob. cit., pp. 251-258; Juan Carlos SÁN- embargo, Larrañaga retomó la posible vincula- CHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. ción entre la intermitencia de la asistencia epis- 17-19; Víctor Manuel SANZ BONEL, «La aporta- copal pamplonesa a los concilios y la inestabili- ción pagana…», ob. cit., pp. 1.473-1.486). dad política debida al siempre fallido intento de los visigodos por dominar a los vascones. 140. La caracterización de periféricos para los Besga recogió ambas posturas sin aportar nin- espacios geográficos en los que aparecieron los guna novedad a excepción de afirmar que no bagaudas fue identificado por Korsunsky, como se- cabía duda acerca de la conquista visigoda de ñaló Sánchez, posteriormente (Juan Carlos SÁN- Pamplona por Eurico, en la que insistió Lar- CHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 37). rrea, previamente (Julio CARO BAROJA, Etnogra- 141. Véase la referencia hecha a la conclusión fía…, ob. cit., pp. 81-83; Abilio BARBERO y Mar- de Sanz en su último trabajo relacionado con los celo VIGIL, Sobre los orígenes…, ob. cit., p. 79; bagaudas (Víctor Manuel SANZ BONEL, «La apor- Juan José LARREA CONDE, «El obispado de Pam- tación pagana…», ob. cit., p. 1.486). plona…», ob. cit., pp. 123-125; Koldo LARRAÑA- GA ELORZA, «Sobre el obispado…», ob. cit., pp. 142. Paænio, hacia 380, interpoló el texto de 279-317; Juan José LARREA CONDE, «De nuevo en Eutropio para explicar la palabra bakaudai a los torno…», ob. cit., pp. 319-326; Koldo LARRAÑA- lectores de la parte oriental del imperio: tyranni GA ELORZA, «A vueltas con los obispos…», ob. epikhoroi. Sánchez inicialmente y siguiendo a cit., pp. 35-62; Iñaki MARTÍN VISO, «Organiza- Van Dam lo tradujo como rebeldes del campo y, ción episcopal…», ob. cit., pp. 156-157; Arman- después, como rebeldes locales. Últimamente do BESGA MARROQUÍN, Domuit vascones…, ob. Sánchez revisó las diferentes etimologías pro- cit., pp. 118-120; Ángel MARTÍN DUQUE, «El se- puestas para bagaudas, señalando que la mayo- ñorío episcopal…», ob. cit., p. 793; Iñaki MAR- ría de los filólogos e historiadores contemporá- TÍN VISO, «La configuración de un espacio…», neos se decantan por la de origen celta que ob. cit., pp. 119-120). significa guerreros (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 291. Ray- 139. Sanz destacó que a la parquedad y laco- mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 30-31; nismo de las fuentes relativas a los bagaudas se Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una nota sobre las añadía el grave problema de la interpretación monedas atribuidas a Amandus y Aelianus, cau- de las fuentes que no los citan y que en la histo- dillos de los bagaudas en el siglo III d.C.», Stu- riografía se entremezclan con los que sí lo ha- dia Zamorensia Historica, 7, (Zamora, 1986), pp. cían. Particularmente Sanz señaló cómo deter- 429-431; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagau- minadas lecturas de las fuentes acerca de los das: rebeldes…, ob. cit., pp. 15-17, 31-34, portada bagaudas fueron incorporadas a las de todo tipo y contraportada). de momento o movimiento de inestabilidad so- cial, con las consecuencias que tiene para la 143. Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: comprensión de este fenómeno. Además, Sanz rebeldes…, ob. cit., p. 16. señaló que la incorporación de fuentes tardías que presentan una ausencia total de claras refe- 144. En contra de lo expuesto por Van Dam y rencias a los hechos descritos hacían imprescin- después por Sánchez, que era de la opinión de dible la realización de una depuración previa que «los bagaudas no constituyeron un movi- de estas fuentes para determinar su posible con- miento armado de cristianos, como pudo serlo tenido histórico y evitar el carácter tendencioso el de los Circumcelliones del Norte de África» y de algunas de estas obras. Así, concluyó que las a quien siguió Sayas, Sanz propuso recuperar la 237 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 238

visión de los bagaudas como cristianos o milites gráfica asociada por Sánchez a los bagaudas en de Cristo, que se había recogido en la historio- las regiones de Armórica y Vasconia –sic, en sin- grafía española hasta principios del siglo XX gular– (ibidem, p. 26). (Raymond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 53-54; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: 150. Sánchez consideró que Constantino III rebeldes…, ob. cit., p. 75; Juan José SAYAS ABENGO- debió acabar con los bagaudas o que éstos perma- ECHEA, «A propósito del libro…», ob. cit., p. necieron con cierta autonomía, hasta la total pa- 411; Víctor Manuel SANZ BONEL, «La aportación cificación de las Gallias, llevada a cabo por el pa- pagana…», ob. cit., p. 14869. tricio Constancio, el año 417 (ibidem, pp. 17-18).

145. Según Van Dam, Sánchez y Sanz y Láza- 151. Las dos posibilidades fueron consideradas ro, esta leyenda se fraguó a mediados del siglo V, por Sánchez como posibles y sólo pudo determi- lo que contrasta con la hipótesis de la cristianiza- nar que se trataba de una victoria de Aecio ante- ción llevada a cabo con el relato de los aconteci- rior al 1 de enero de 446 (ibidem, pp. 19-21 y 64). mientos de los bagaudas en las Gallias e Hispanias expuesta por Sánchez, suponiendo que en el 152. Sánchez comprobó el error cometido siglo V se tergiversaron los acontecimientos rea- entre quienes creyeron identificar monedas re- lizados por los bagaudas en el siglo III en las Ga- lacionadas con los bagaudas del siglo V (Juan llias, cunado en una de las versiones de la Pasión Carlos SÁNCHEZ LÉON, «Sobre las monedas atri- de San Mauricio se reemplazó a los bagaudas buidas a los bagaudas armoricanos en el siglo V que debían ser masacrados por la Legión Teba- d.C.», Hispania Antiqua, 6, ejemplar Homenaje a na por meros cristianos, y que en el propio siglo Marcelo Vigil (II), (Valladolid, 1988), p. 200). V y VI se tergiversaron los de las Gallias e Hispa- nias (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Una leyenda 153. Sánchez destacó que cuando los alanos de sobre los Bagaudas…», ob. cit., pp. 293-298; Ray- Goar debían reprimir la revuelta de los bagaudas mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 53-56; de las Gallias, en 445, San Germán de Auxerre Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Los Bagaudas y la intervino a favor de éstos, en julio de 446, y se circulación de Orosio en la Edad Media. El ciclo produjo la citada tregua que, debe ser una erra- hagiográfico de la Legión Tebana», Hispania An- ta y tratarse de julio de 448. Además, Sánchez tiqua, 13, (Valladolid, 1986-1989), pp. 192-194 y consideró la posibilidad de que entre estos años 196-197; Víctor Manuel SANZ BONEL y Gonzalo y 451, los armoricanos hubiesen logrado cierto LÁZARO GRACIA, «La problemática bagauda…», grado de independencia e incluso haber sido ob. cit., p. 759; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los considerados como federados del imperio. Por bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. 99-100). su parte, Castellanos, sólo dató la intermedia- ción de San Germán cuando éste regresaba de 146. Es posible que este castro de los bagaudas su segundo viaje a Britannia y antes de su muer- fuese algo similar al que pudo existir en Araceli. te, ocurrida en 448 (Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, De ser así, se explicaría la erección de sendos Los bagaudas: rebeldes…, ob. cit., p. 22; Santiago monasterios sobre los cimientos de ambos cas- CASTELLANOS GARCÍA, «Obispos y murallas. Patro- tros, siendo el de Araquil el destruido por las cinio episcopal y defensa urbana en el contexto tropas musulmanas de 924 en Sajrat Qais o cas- de las campañas de Atila en las Galias», Iberia, 1, tro de Silvano. (Logroño, 1998), pp. 172-173).

147. Sánchez supuso que esta leyenda «forma 154. Sánchez creyó que «el objetivo fundamen- parte del proceso de heroización positiva llevado tal de los Bagaudas parece ser liberarse del a cabo con los bagaudas» (Juan Carlos SÁNCHEZ orden imperial opresivo y colocarse al margen LEÓN, «Una leyenda sobre los Bagaudas…», ob. del Estado y de la sociedad romanos («separatis- cit., pp. 293-298; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, «Los mo social»), aunque este objetivo parece confun- Baguadas y la circulación…», ob. cit., pp. 189- dirse en las fuentes a veces con acciones políticas 197; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: re- autonomístas o separatistas». Sirago consideró beldes…, ob. cit., p. 17). que las revueltas perseguían defender los fines 148. Ibidem, p. 17. propios de quienes las realizaron, bien contra los germanos o contra la organización imperial 149. La presencia de bagaudas controlando el que era incapaz de defenderles. Thompson, en- paso de los Alpes cuestiona la localización geo- fatizando su aproximación social más que políti- 238 (183-240) 09-Tvriaso 19 13/9/10 20:47 Página 239

ca, consideró que si Aeliano y Amando hubiesen conense «no habían sido objeto de una reciente vencido podían haber cambiado los miembros romanización, sino que ésta disponía de raíces de la clase dirigente en Armórica pero no su na- profundas y bien arraigadas e incluía el desarro- turaleza. Bravo consideró que los bagaudas tuvie- llo de la gran propiedad». Además, parece que ron intereses autonomistas o separatistas. A pesar asumió la explicación social que dio Van Dam de éstos y otros testimonios aportados por Sán- acerca de los bagaudas, al menos para las Gallias. chez, éste creyó que las fuentes no permitían Eso sí, teniendo en cuenta las limitaciones o de- considerar a los bagaudas como un movimiento ficiencias que en ella encontró Drinkwater cuan- exclusivamente político o con reivindicaciones do revisó su trabajo y a las que ya se ha hecho re- nacionales (autonomistas o separatistas), decan- ferencia (Iñaki MARTÍN VISO, «La configuración tándose por considerar que su motivación fue la de un espacio…», ob. cit., pp. 107-108). falta de integración en el mundo romano y su necesidad de liberarse de un orden imperial 157. Arce creyó que no había relación entre opresivo. Sánchez también expuso que no había los bagaudas de las Hispanias, del siglo V, y los base para considerar a los bagaudas como usur- del siglo III, de las Gallias para los que creyó padores imperiales o incluso para considerar muy razonable las explicaciones que acerca de que su movimiento hubiese tenido un carácter ellos había expuesto Van Dam. Mientras que nacionalista. (Vito Antonio SIRAGO, Galla Placi- Sánchez expuso la evolución de la percepción dia…, ob. cit., p. 369; Edward Arthur THOMPSON, de los bagaudas a lo largo del tiempo y desde «Revueltas campesinas…», ob. cit., p. 76; Gonza- perspectivas fieles al imperio romano, para la lo BRAVO CASTAÑEDA, «Revueltas internas…», ob. que éstos eran demonios o bajo la perspectiva cit., pp. 44 y 52; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los cristiana que los llegó a equipar con mártires, bagaudas: rebeldes…, ob. cit., pp. 61, 71 y 74). aunque Van Dam y Sánchez desautorizaron esta 155. Hay que recordar que los Bagaudas no última tradición, considerándola como parte de fueron declarados formalmente enemigos del una posterior e interesada adaptación de la His- Imperio y que su represión no fue celebrada en toria por parte de la jerarquía católica (Ray- las monedas imperiales (ibidem, p. 42). mond VAN DAM, Leadership…, ob. cit., pp. 16, 28, 53-56; Juan Carlos SÁNCHEZ LEÓN, Los bagaudas: 156. Martín destacó el hecho de que las áreas rebeldes…, ob. cit., pp.33-34; Javier ARCE, Bárbaros en las que aparecieron los bagaudas de la Tar ra- y romanos…, ob. cit., pp. 166-167).

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