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Asociación Entre Pinto y El hogar de la misericordia on las 17:47 horas en el hogar de Ca- de quietud y de fe, resucita la atención sarrubuelos (provincia de , de todos los presentes reafirmando ese diócesis de ) que más años de credo… «Estamos sin apenas medios y Salir de los barrotes de la prisión condenaS custodia. Es lunes de un otoño sin ayudas, pero esto sigue existiendo no configura siempre la palabra li- que agota las últimas hojas de un maravi- desde hace nueve años porque actúa la bertad. Tras la condena cumplida, lloso mes de octubre. La casa de acogida Providencia». A veces, es el mejor recurso Isla Merced donde me esperan huele a del corazón, le rebato. «¡Pues eso lo te- llega lo más complicado: volver a paz, a confianza arropada, a lágrimas sa- nemos enorme!», exclama. vivir. Sobre todo para aquellos que nadas. Mendigo de un destino que siempre han perdido cualquier arraigo fa- sorprende, tras el primer paso, me en- miliar. Con ese deseo nace la aso- cuentro en torno a un altar construido Misericordia hecha brisa ciación madrileña Entre Pinto y sobre madera, barro y espinas. en anhelos tristes Valdemoro (ePyV), para cuidar a En pocos segundos, con un solo abrazo, esas personas que necesitan olvidar acaricio unas heridas de salvación que Todo me sabe a Dios, aunque ni si- hablan en el reflejo de ocho deslumbrantes quiera se pronuncie. Para qué hacerlo, el ensordecedor eco de las rejas y miradas. Son Juan, Sindo, Miguel, Juan si es Él quien ha escrito las páginas más recobrar la paz que su alma ansía. Antonio, Martín, Jesús, Mike y Alberto. bellas del poemario que en este hogar se Allí, donde el corazón palpita entre Libres, por fin, del amasijo de cemento, lee en voz alta… Con la respiración a mandamientos de humanidad, condena y soledad donde han pasado los flor de piel, el corazón de cada uno de mansedumbre y ternura, los ofrecen peores inviernos de su vida… «Este pro- estos hermanos quiere desenvolver, con yecto sigue en pie porque a Dios le gusta», un lugar donde volver a escribir su puño y letra, las cargas de un pasado confiesa Mari Carmen Guardia, la pre- que solo arde si reconoce el dolor de su —ya sin miedo— el verbo amar. sidenta de esta asociación y también vo- huella. «Mi condena es de cuatro años y luntaria, con la emoción de sus manos medio», «yo cumplí cuatro, aunque ya tañendo en carne viva. Y, en un silencio estoy en libertad total», «la mía fue de

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un año y medio», «mi condena están pero también son, por lo es de seis», «yo he cumplido sie- que esta morada sigue oliendo te», «la mía fue de cinco», «yo a hogar. «¡Los voluntarios son llevo tres y cumplo en 2019», «y los que mantienen esta casa!», yo estoy en esta casa desde que apunta, desde el fondo de la se abrió»… sala, el capellán. Pablo Morata Así, poco a poco, van des- llegó a Casarrubuelos para tres cansando sobre la mesa que meses, y lleva 22 años. atempera nuestras manos el peso Y aunque él afina las cuerdas de sus penas. En total, más de de los instrumentos en la casa 30 años de condena reunidos en de acogida que me recibe, se menos de cinco metros cuadra- esconde tras la última butaca dos. Más de 30 años cumplidos del teatro para dejar la canción de soledad, rabia, tristeza, deso- en manos de otros músicos… lación, abandono, desamparo y «El director de orquesta mueve perdón. Sobre todo de perdón. la batuta. Y la batuta es el ins- Porque en el reflejo arrepentido trumento que menos pesa. Hay de este segundo mandamiento, que coordinar, sí, pero el pro- el primero es el amor, habita la tagonismo es de ellos», advierte, ternura de un Dios que no mira señalándolos con alegría. «Mí- el pecado cometido, sino la mi- ralos —advierte, con un ges- sericordia hecha brisa en anhelos Alfonso, voluntario de la casa de acogida. to—, ahí se ve el rostro de Jesús: tristes. «Yo, a través de la aso- en la misericordia, en la ternura, ciación ePyV y de las personas en el no juzgar». Es un misterio que están privadas de libertad, que embiste por el quicio de la puedo ver la misericordia de vida, trato de responder. «Sí», Dios», revela Alfonso V. Hidalgo, confiesa el delegado de Pastoral voluntario desde 2014. Penitenciaria en Getafe y ca- pellán de la prisión de Valde- moro, «cuando en la Misa de- «Dios está en la prisión» cimos “Este es el misterio de El 27 de marzo de 2009 fue inaugurada Isla Merced, en Casarrubuelos. nuestra fe”, no es solo el misterio Alfonso lleva la bondad escrita en el sentido que nos supera». en su mirada. Cuando abraza, Así, con la mirada puesta deja en la piel del hermano un en esa Cruz resucitada y resu- surco de ternura para que, si al- citadora, se forjaron, en el año gún día tropieza, lo llene con su 2000, los cimientos de la aso- amor el Dios en quien él tanto ciación Entre Pinto y Valdemoro: confía. «En ellos habita el rostro en la entraña de un grupo de de Dios», revela, tan emocionado voluntarios de Pastoral Peni- como cuando pronuncia el nom- tenciaria que acompañaba al bre de sus cuatro hijos y nietos. capellán para visitar a los in- El club Rotary de Madrid y Sturgar regalaron una furgoneta a la asociación. Y en el brillo de ese juramento, ternos del centro penitenciario antepone el regalo de sus 63 años Madrid III, de Valdemoro. Mo- al clamor de un pasado que da sentido hace latente y patente mucho más cuando tivados por creer que la reinserción era a su creencia presente. «Si estas personas la pobreza, la humillación y el ser esclavo posible, nació en la Delegación de Pastoral son lo más abandonado de la socie- de las pasiones te llevan a romper familias, Penitenciaria de la diócesis de Getafe. dad… El Jesús sufriente ante Pilatos y hogares, hijos, situaciones…». Trabajan en las cárceles de , ante Caifás era el Jesús preso de hoy». Junto a Alfonso, Pilar, Paquita, Mari Valdemoro y . Estando en pri- ¿El mismo que permanece sobre la Cruz?, Carmen Guardia, Felipe, Mari Carmen sión, los internos solicitan el aval, tienen le pregunto. «Ellos son el Dios hablante de las Heras, Cari y Marifrán conforman una entrevista y empiezan a allanar el a los hombres de hoy. Dios está en la el voluntariado presente en este lunes terreno con el taller Vivir sin cadenas, prisión y en todos los hombres, pero se otoñal. Y es por ellos, y de los que no de preparación para la vida en libertad.

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Este «puente de unión», como lo describe El padre Pablo, que permanece a la saliva y decide confesar algo que parece Mari Carmen, les lleva de la prisión a escucha, pone en entredicho la misión sagrado para él: «Está mal decir esto, esta casa y, en función de la situación de la prisión. «Todos cometemos con- pero aquí me siento más querido que penitenciaria, será el número de días ductas antisociales y la cárcel no restituye en mi propia casa». que permanezcan aquí. nada a las víctimas. Una sociedad que Alberto, el abuelo, vino a la casa por se siente pagada porque castiguen al in- 15 días, y lleva desde que abrieron el fractor, yo me planteo qué tipo de so- hogar. Preserva su pasado carcelario, «La cárcel te enferma ciedad estamos construyendo… Tenemos supongo que para no dejarse doler. Es y te destruye» el legítimo derecho a que se nos defienda una institución, y ninguno de sus com- y proteja, sí, y ahora está empezando la pañeros ha escapado a sus propinas y En la casa ríen y lloran de igual manera, alternativa de la justicia retributiva, consejos. Risueño y bonachón, desde la en el mismo lenguaje y con las mismas donde realmente puede haber un en- otra punta de la mesa donde permane- cadencias. Y lo hacen a carcajadas. ¿Acaso cuentro entre víctima e infractor». cemos sentados, aprovecha la coyuntura les quedará algo a lo que temer?, pienso Por tanto, destaca que «hay alternati- para contarme que, cuando era pequeño, para mí. Se saben a salvo, y expresan vas, y se pueden dar pasos, pero…». En jugaba en su barrio con el Papa Fran- constantemente su sentir. No solo con la ese momento, se hace el silencio en la cisco… «Éramos vecinos y lo habré visto palabra, sino también con la sonrisa. Ha- estancia que nos aúna, y todos miran al varias veces. Lo estimo mucho». En el blamos, compartimos la rutina del vivir capellán… «¿Las cárceles?», sugiere, en Año de la Misericordia, fue a verle a y discutimos sobre el poder de curación forma de consulta, «pregúntale a un ca- Roma con un grupo de internos y vo- de la prisión… «La cárcel no cura; todo nario la diferencia que hay entre una luntarios. «Fui con mi bandera argentina, lo contrario… ¡te enferma y te destruye!», jaula de cobre y una jaula de oro». y pasó por mi lado, aunque no pude sa- subraya Jesús, con todo el conocimiento ludarlo». A sus 88 años, este argentino de causa que carga sobre sus espaldas. que cada día pasea en su bicicleta por el Este madrileño cayó preso en Portugal «¿Y por qué ellos y no yo?» pueblo, desea hablar con él, aunque sea por un delito contra la salud pública. un solo minuto… «Sé que, algún día, En su voz, un acento mexicano que res- Martín asiente. Este cacereño, tras volveré a Roma y me encontraré con ponde a los 40 años que vivió allí. En su siete años y un mes de condena en Perú, él», renueva convencido. sentir, un toque de humor que decora llegó a la casa de acogida de la mano de La emoción, que continuamente pide la certeza de lo que piensa: «La cárcel una monja, cuando no tenía a absoluta- paso, perfuma el hogar. Paquita, una de no sirve para un carajo. Está muy mal mente nadie para recibirle. 2.586 días las voluntarias, mira al abuelo, consciente planteada y el que es un poco débil, allá sin recibir un solo abrazo familiar… de que posee algo único. Permanece adentro se viene abajo, se deprime y «Llegué aquí hace cuatro meses y esto atenta y sigilosa, como despierta al alba luego recurre a todo tipo de recursos me cambió la vida. Lo siento como un el suave viento. «Yo me pregunto mucho para evadirse». hogar». De repente, arruga el gesto, traga que por qué ellos y no yo», expresa,

Voluntarios de la casa: Felipe, Alfonso, Paquita, Maria Carmen y Pilar. Alberto, el abuelo, en el Coliseo de Roma.

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descosiendo las tinieblas hi- lito… «Ya les han juzgado rientes que se ciernen sobre y están pagando; ahora toca los internos. Lleva ocho años acompañar esa etapa para de voluntaria, tanto en la que la estancia en prisión cárcel como fuera. sea lo más llevadera posible, Y enseguida vuelve al in- sea una oportunidad de vierno que le hizo caer en conocerse, de reflexionar, aquella casa… «Si no hubiera de cambiar aquellas cosas sido por la muerte de mi que no están bien, de me- marido hace nueve años, yo jorar y de prepararse». no podría estar aquí. Éramos Y cuando se dispone a uno y, al año de irse, hablé hablar de rostros concretos, con dos voluntarias, me ani- arrodilla su corazón ante maron a hacer un cursillo, un misterio que sobrepasa y bendita la hora en que me la plenitud de su nostalgia. apunté. Eso me lo hizo el Alfonso, siempre atento, le Señor, porque me cambió ayuda a sostener sus brazos, la vida totalmente». por si acaso las olas apagan Y, tras poner sus ojos en El capellán, Pablo Maroto, con Juan Antonio. las ascuas que arden a sus el cielo, deja entrever que pies. A los pocos segundos, su principal virtud es la alegría. «Los mientras que el padre celebra la felicidad la madrileña retoma el aire, la nostalgia chicos conmigo se ríen mucho. Yo vengo que tiene porque ha recuperado a un y el recuerdo… porque tengo mono de la cárcel, de ver- hijo, la sociedad lo rechaza». Así que la «Uno de ellos, que ya ha fallecido, dad, estoy deseando que llegue el sábado parábola se repite. «¿Sabes?», incide, marcó mi vida. Fue para mí como el para ir. Lo que hago allí son manualidades embelesada por un amor que sobrepasa buen ladrón que estuvo crucificado junto y, como lo que hacen es para ellos, no el latir dubitativo del mundo, «de todos a Jesús en la Cruz. Los últimos años de veas todos los que tengo». ¿Y por qué lo los que están aquí, ninguno es malo, su vida los vivió aquí, en la casa. Era haces?, le pregunto, aunque todos los ninguno, pero no han tenido demasiadas anciano y no tenía a nadie ni adonde matices que en ella habitan aportan todo posibilidades y no ha habido nadie que ir…», revela, sin reparos por mostrar la lo que su persona es. «Por el corazón. Y les de la oportunidad. Solo es eso». emoción que aquel hermano dejó escrita por fe. Si no tuviera fe...». Y es, entonces, Un sentir que comparte, con los pies en sus mejillas. cuando vuelve a tirarme la pregunta: descalzos frente al mismo sagrario, Ma- «Nunca olvidaré su sonrisa y sus pa- «¿Por qué ellos sí y nosotros no?». rifrán. Voluntaria en el centro peniten- labras amables cuando, sin que aún lo ciario Madrid III, de Valdemoro, y en supiéramos, el cáncer lo estaba devorando ePyV, conserva encendida la llama com- por dentro. Recuerdo que, horas antes Parábola del Hijo Pródigo prometida, trabajadora y fiel que man- de morir, me preguntó si yo creía que tiene con vida —y a salvo— a su alma. Dios le iba a perdonar todo lo que había Cada acto de generosidad, cada pa- «En estos lugares es donde Dios se hace hecho. Con mucha contundencia le dije labra habitada y cada abrazo regalado presente, porque fue el mismo Jesús que sí, que estaba convencida. Creo que en este hogar, son una ofrenda, para quien lo dijo: “Estuve preso y me visi- eso le dio mucha paz y le ayudó a irse quien los da y para quien los recibe. taste”». de este mundo tranquilo». Emocionada, Pilar, también voluntaria, disfruta aban- Un lenguaje que requiere aprender a deja sobre la piel de todos las lágrimas donándose hasta donde la fe le encami- mirar y a escuchar, libre de prejuicios e del que ya habita junto a Dios. na… «La situación que vivimos aquí ideas preconcebidas. Tal y como Marifrán me recuerda a la parábola del Hijo Pró- hace: «Lo que importa es el encuentro digo: un hijo se va, hace todas las picias con la persona, acogerla y acercarte a Camino de vuelta a casa que podríamos hacer cualquiera, pero ella por lo que es, una persona como tú un día se arrepiente, quiere volver para y como yo, con sentimientos, con historia, Miro el reloj por primera vez desde reinsertarse y tiene un padre que le con dudas, con sueños, con pesadillas, que crucé la puerta de entrada, y descubro abraza y le acoge». ¿Y quién sería el con añoranzas, con alegrías, con retos, que han pasado tres horas y veintitrés hermano mayor que se enfada?, le pre- con amigos, con hijos, con padres». Un minutos. Debo despedirme. Juan, agra- gunto, ciñéndome al sentir del Evangelio. compromiso fehaciente que exige, tam- decido, me pide un abrazo y, en su «El hermano bueno es la sociedad. Y bién, prestar atención al ser, y no al de- detalle, el padre Pablo me regala una

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mirada cargada de confianza, al tiempo que manifiesta que la cárcel puede ser «un tiempo de oportunidad» porque «de la muerte, Dios saca la vida». Alfonso, que declama con su resplandor al Jesús del Tabor, del Getsemaní o del Calvario, escribe en mis folios que de la experiencia del dolor y la debilidad pueden brotar frutos hermosos: «Por uno solo, amigo, mereció la pena la crucifixión de Jesús. Al final, dio su vida por muchos. Pero con una sola gota de su sangre, fíjate… 21 siglos viviendo de esa manifestación de amor». Es la hora de partir. A Sindo, que está en libertad total desde hace diez días, la timidez le roba la palabra. Pero no deja de buscarme en cada pausa. Sus manos tatuadas y su dicción entrecortada custodian algún secreto que necesita desatar. «Yo estuve cuatro años preso y nadie de mi familia vino a verme. Nadie. Tengo cuatro hijos y ni una sola visita. De hecho, mi hijo estuvo preso conmigo y, cuando salió, nunca fue a verme». Como a mí, le cuesta contener la emo- ción. La cárcel ha hecho mella en sus sentidos. «¿Cómo se sobrevive a eso?», me pregunta, esta vez clavando sus ojos en el vientre de los míos. En mi espera, cambia el gesto y deja que la vida cuente el final de su historia: «Al día siguiente de salir en libertad, me llamaron para recuperar a mis hijas, y ahí vi cómo Dios salió a mi encuentro», y «por eso le doy gracias, ya que recuperarlas me da de nuevo la vida». Un nudo inque- brantable rompe la quietud de la sala y, sin instrucciones, todos nos prometemos la libertad que nunca tuvimos. Y en la despedida, un agradecido «hasta pronto» que prometo cumplir. Y en lo más hondo de mi ser, Jesús de Na- zaret, recordándome que el amor utiliza a los demás como coartada para que descubran el camino de vuelta a casa. Yo lo he descubierto aquí, en la piel de las cadenas que se han roto por amor y en la misericordia que, brotada en una abatida cruz de madera, vuelve a hacer nuevas todas las cosas… ■

Tejas que los internos pintan en el taller; almacén de comida donada y huerto de la casa de acogida. Carlos González García

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