ALTERIDADES, 1998 8 (15): Págs. 45-55

Guadalajara vista desde la calzada: fronteras culturales e imaginarios urbanos

RENÉE DE LA TORRE*

Las ciudades son espacios donde se organiza la vida y las formas de asumir su ser y estar dentro de la social de grandes conglomerados de seres huma- ciudad: por un lado, desterritorializan las interac- nos. Pero las ciudades no son nada más una base ciones sociales; pero, por otro lado, confieren nuevos física donde se lleva a cabo la vida de sus habitan- sentidos de territorialización local a la cultura glo- tes, son también referentes de identidad que acti- bal. van memorias históricas a través de relatos, mo- Si la ciudad es el escenario donde se globaliza lo numentos, edificios históricos, leyes municipales, local y se localiza lo global (cf. García Canclini, reglamentos y tradiciones que conforman sentidos 1994), surge la inquietud por entender la manera en particulares mediante los cuales se mira la ciudad, que interactúan estos dos marcos de identidad de y sus habitantes se perciben como pieza fundamen- los habitantes de una ciudad ¿cómo se negocia la tal de ella. heterogeneidad de identidades que buscan la con- En la ciudad cohabitan tanto territorios locales, quista de los usos e imaginarios del espacio urbano? que funcionan como escalas tradicionales de la or- Con el interés de explorar la manera en que inter- ganización de la vida social y de la representación actúan distintas identidades urbanas, se eligió el te- de una colectividad: el barrio, la plaza, el templo, la rritorio de las diversiones juveniles, a través del es- escuela, el mercado, el club, el centro histórico, et- tudio de caso de las fiestas denominadas cétera; pero a la vez está atravesada por flujos cul- danceteríaz, como un lugar de intersección que mar- turales globales a través de los cuales se conforman ca las zonas de diferenciación, conflicto o intercam- nuevas identidades; proceso estrechamente asocia- bio entre culturas disímiles que luchan por conquis- do con la cultura de masas que confiere nuevos ca- tar una categoría legítima de la identidad de su nales y modos de socialidad (Martín Barbero, 1994: ciudad. Por un lado están quienes buscan reivindi- 38). Hoy en día las identidades culturales se consti- car lo local en la lucha por mantener vigentes los va- tuyen también desde comunidades imaginadas1 que lores tradicionales de la ciudad, bajo la expresión de se definen por redes globales de identificación cul- “nuestra moral” y las “buenas costumbres”; y por tural dispersas en el espacio y no contenidas dentro otro lado, aquellos que buscan construir nuevos es- de un espacio físico bien delimitado (Rosaldo, 1994: pacios de expresión de identidades juveniles cuyo 71). Estas nuevas identidades (derivadas de proce- referente comunitario está dado por la globalización sos de identificación generacional, del género, de los de mercancías culturales. Este espacio se ha conver- gustos estéticos, del consumo, de los estilos de vida, tido en los últimos años en un lugar donde las fron- de creencias y rituales no necesariamente anclados teras culturales se encuentran en continua trans- en instituciones tradicionales) están presentes en formación, pero es también un espacio que permite las formas de experimentar y simbolizar la perte- observar las fronteras culturales que marcan los nencia al territorio

* Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Occidente. 1 Este concepto se refiere a que existen comunidades que se constituyen más allá de los lazos cara a cara y de las inter- acciones localizadas en el espacio físico, pero que, sin embargo, están presentes en la imagen de su comunión (Bene- dict, 1993). vista desde la calzada: fronteras culturales e imaginarios urbanos

límites de la identidad de la ciudad. Una de ellas, quedado el centro histórico alrededor del cual vivía la que trabajo en el presente artículo, ha estado repre- burguesía local, formada en general por una pobla- sentada primero por un río y posteriormente por ción criolla; al oriente estaban dos de los barrios in- una calzada que dividía a la ciudad en dos territo- dígenas (Analco, San Juan de Dios) cuyos habitantes rios, y que funcionó como un espejo de la identidad representaban la clase trabajadora de la ciudad. Es- de la ciudad y de sus habitantes. Un espejo cuyo tos barrios tenían su propio centro, su plaza, su efecto es proyectar una territorialización del imagi- templo, a través de los cuales giraba la vida de sus nario hegemónico de lo que la ciudad debe ser y de pobladores. Trece puentes a lo largo del río conecta- cómo debe ser vivida: de los límites entre lo propio y ban los dos polos de la ciudad, permitiendo su trán- lo ajeno; lo permitido y lo prohibido; lo tolerable y lo sito de poniente a oriente. intolerable; lo nombrable y lo innombrable. La geografía simbólica de la ciudad correspondía a una organización concéntrica. La ciudad se organi- zaba en torno a su plaza central que albergaba y Dos testimonios y una ciudad verdadera concentraba los lugares de encuentro y de poder: el templo, el ayuntamiento, sus comercios, sus lugares El carácter de los hijos de Guadalajara es alegre y fran- de recreo y diversión. A su vez cada barrio tenía su co; las mujeres de este privilegiado suelo gozan de fama propia organización alrededor de un espacio central universal por su belleza, ameno trato, carácter ardiente de confluencia de sus habitantes: templo, plaza, can- y apasionado, sentimientos levantados y franqueza en- tina y comercios, formaban en sí mismos un núcleo cantadora... La civilización se ha extendido aquí con referencial para la organización vecinal, un marco de notable rapidez, transformando al pueblo indómito que referencia de las identidades barriales y un lugar de era, a obediente y pacífico. encuentro entre los vecinos. El barrio, como lo seña- Adalberto de Cardona la Martín Barbero, funcionaba como:

Cada arteria que cruzamos vomita del corazón de la ...el gran mediador entre el universo privado de la casa y ciudad grupos de populacho: son los pelados de Guada- el mundo público de la ciudad, un espacio que se es- lajara, célebres entre todos sus semejantes por su tur- tructura en base a ciertos tipos específicos de sociabili- bulencia, su corrupción y energía con que se entregan dad y en últimas de comunicación: entre parientes y en- al vicio. Todos se confunden en una masa asquerosa tre vecinos. El barrio proporciona a las personas algunas sin distinción de edad ni sexo, sucios, casi desnudos, referencias básicas para la construcción de un nosotros, desvergonzados. esto es, de “una socialidad más ancha fundada en los lazos familiares y al mismo tiempo más densa y estable

que las relaciones Soldado francés que visitó Guadalajara2

Estos dos testimonios revelan dos imágenes con- trastadas de una misma ciudad: Guadalajara. En una misma época: mediados del siglo XIX. Así de distinta la percibieron dos viajeros ¿cómo podía una misma ciudad evocar sentimientos tan encontrados? La razón se encuentra en que al primer viajero le to- có la suerte de visitar la cara diurna de la ciudad, la que se encontraba al poniente del otro lado del río San Juan de Dios, y al segundo se le reveló sola- mente el lado oscuro de ella misma, al oriente, don- de no la iluminaba el sol. En el fondo los dos testi- monios nos describían una misma ciudad con dos poblaciones diferentes que se situaban:

Al otro lado del río

Guadalajara se fundó en 1542 por 240 españoles y 64 vecinos que se asentaron al lado poniente del río San Juan de Dios. Durante el Siglo XVIII y XIX, el río cortaba a la ciudad en dos: al poniente había

2 Ambos testimonios fueron tomados de Petersen, 1990: 27.

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formales e individualizadas impuestas por la sociedad burguesa de la ciudad, que impone una forma de (Martín Barbero, 1987: 217). clasificación incluyente-excluyente de la adhesión localizada de la cultura y sus habitantes. Recorde- Esta geografía cultural de las ciudades y sus mos que: “El territorio de nuestras ciudades, por habitantes, mediada por las identidades barriales ejemplo, está constituido por delimitaciones visibles, era muy complementaria, pues el barrio, aunque espaciales, como por instituciones (las municipali- gozaba de cierta autonomía para regir y organizar dades a la cabeza) o por relaciones sociales, hábitos la vida cotidiana, era el mediador e integrador de o creencias que tejen la adhesión localizada, especí- los habitantes a la ciudad, y a la vez la ciudad se fica” (Mons, 1994: 129). alimentaba de estas identidades barriales para con- La Calzada Independencia marcaba la división te- formar su propio marco de referencia de represen- rritorial que, con base en criterios étnicos, económi- tación simbólica del nosotros. Pero transversalmen- cos, de clase, morales y funcionales, trazaba dos te a este modelo de organización social, en ciudades perfectamente demarcadas por una fronte- Guadalajara se distinguían: ra objetivada primero por el cauce del río San Juan de Dios y posteriormente por la Calzada Indepen- dencia que partía a la ciudad en: la de la calzada Dos ciudades y una calzada para acá (al poniente) y la de la calzada para allá (al oriente).5 La frontera, diferenciaba clasistamente a Afuera nada existe, sólo adentro la ciudad en dos poblaciones: “los de la calzada para allá” (“el peladaje”, los pobres, feos e incultos) y “los Caifanes de la calzada para acá” (“la gente bien”, bonita y educada). Es a principios de siglo, durante el porfiriato, y co- Es importante señalar que el lenguaje usado para mo parte de las celebraciones del Centenario de la denominar los dos lados de la calzada tiene una Independencia, que la ciudad cobra una nueva fi- carga valorativa que marca la estratificación entre sonomía: el río es ocultado bajo tierra para dar vida tipos de ciudadanos: un modelo lingüístico que tra- a la Calzada Independencia. Esta avenida, que ori- za sentidos de inclusión-exclusión. “Para acá” pres- ginalmente portaría el nombre de Porfirio Díaz, es- cribe una cercanía y familiaridad con lo que es con- tuvo proyectada para ser una hermosa avenida que siderado como legítimo de la ciudad; “para allá” competiría con las más importantes y bellas del imprime una lejanía, le marca la otredad. De hecho, mundo. Pero en realidad, no sólo no fue bella, sino esta frontera se ha incrustado en el lenguaje coti- lamentablemente fea; fue tan sólo un lugar de trán- diano y en las formas de clasificación social, todavía sito, una tierra de nadie, “un no lugar” (en términos en la actualidad cuando uno de “los de la calzada de Marc Auge) cuya eficacia simbólica era mantener para acá” hace o dice algo no bien visto por sus pai- una frontera cultural3 entre dos poblaciones urba- sanos se les oye exclamar: “estás hasta la calzada”. nas, que soportaba el poder de territorializar un or- Al poniente de la calzada estaban las lindas ave- den social especifico de la ciudad y de sus habitan- nidas arboladas con sus elegantes mansiones, los tes.4 Un poder basado en la clasificación de la monumentos históricos, los antiguos habitantes: población con correspondencia en las fronteras que gente bonita, la burguesía y las clases acomodadas; alimentaban el imaginario de lo propio y lo extraño, en resumen ahí se albergaba a la gente de bien. En de lo local y lo universal, del orden moral del bien y los años sesenta, la fisonomía del lado poniente se el mal, del orden estético de lo bello y lo feo. modernizó: se construyeron modernas avenidas, Esta frontera, aunque imaginaria, ha sido un eje de centros comerciales —al estilo malls—, lujosos ras- la territorialización hegemónica de la identidad cacielos, colonias residenciales al estilo americano,

3 Retomo el concepto de fronteras culturales de Renato Rosaldo ya que nos permite explorar el campo de la cultura vin- culado al espacio de las representaciones sociales. Las fronteras culturales no se limitan a las fronteras físicas, geo- gráficas o políticas, sino a su representación interiorizada y grupalizada a partir de la cual se distinguen las categorías de identidad social. Las fronteras culturales son el lugar donde la interacción produce diferencias y semejanzas, pero son también las arenas de lucha por la simbolización de las prácticas sociales (Rosaldo, 1991). 4 Los no lugares son los espacios característicos de la sobremodernidad definidos como lugares de tránsito y de circula- ción acelerada de personas y bienes. Aunque constituyen el lugar del anonimato, los no lugares pueden producir efec- tos de reconocimiento, ya que se entrelazan e interpenetran con los lugares de arraigo, y nunca se cumplen cabal- mente. Más bien, es en su intersección donde se “reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación” (Auge, 1993: 84-110). 5 En un interesante estudio sobre economía política, Walton (1978) definió la ciudad de Guadalajara como “La ciudad dividida”, pues encontró que la ciudad estaba partida en dos territorios que demarcaban la separación y funciona- miento diferencial de las clases sociales: al oriente la clase obrera y al poniente las clases medias y altas de la ciudad.

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etcétera, que hacían más evidente el rezago del obligado para la constitución e imposición del ima- progreso para el lado oriente. Al oriente de la cal- ginario de un “nosotros” hegemónico, basado en la zada, apenas cruzándola por el centro histórico de conquista de una percepción legítima de la ciudad la ciudad, se ingresaba directamente a la zona roja y un “los otros” excluido de la ciudadanía. o de tolerancia, primero estaban los bares y canti- nas, seguido de los burdeles, para llegar directito a los hoteles de paso, de este otro lado se mante- Guadalajara tienes el alma más provinciana nían los antiguos barrios y todavía más hacia las afueras estaban las reservas de mano de obra de El campo de la diversión es, pues, lugar de intersec- la urbe, sus territorios pelones, empolvados y ción por excelencia en el que confluye... lo que se en- marginales a donde llegaban los migrantes recién tiende por “buenas costumbres” o “nuestros valores”, llegados del campo a la ciudad. que una oficina del Ayuntamiento se encarga de vol- ver objetables y controlables, añadiéndoles una lógi- Esta frontera ha funcionado durante la historia ca económica y fijándoles los límites que tienen que reciente de la ciudad como un espejo de su identi- ver con permisos, impuestos y mordidas dad que, cargado de historias, referentes simbóli- cos e imágenes, conforma una idea homogénea de Fernando González6 lo que es y debe ser Guadalajara. Esta identidad sacrifica la heterogeneidad interna de las partes de Guadalajara, aunque por su extensión poblacional la ciudad y constituye un referente simbólico del y por ser la segunda ciudad en importancia del pa- imaginario a través del cual la ciudad se mira: un ís podría representar una ciudad cosmopolita, para espejo. Lo cual —como lo advierte Rodrigo Díaz— muchos continúa siendo el “rancho grande” consti- no significa que dicho espejo represente cabalmen- tuido en figura mitológica por la época de oro del te lo que la ciudad y su pobladores son, sino que cine mexicano: ciudad con alma provinciana, lugar “devuelven distorsionadas las imágenes que refle- de mujeres recatadas, machos charros, usanzas jan” (Díaz, 1993: 63). tradicionales, fuerte fervor religioso. Para propios y La eficacia real de esta división territorial de la extraños Guadalajara es vista y pensada como una ciudad sobre la vida y percepción de sus habitan- ciudad conservadora, moralista y altamente reli- tes estuvo en gran parte referida al resguardo pu- giosa. Una ciudad que, aunque ha tenido que en- rificador y el mantenimiento de la imagen inmacu- frentar el progreso, no ha perdido su carácter pro- lada de la Perla Tapatía. vinciano. Durante más de un siglo “los de la calzada para Sin embargo, más allá de los deseos de las élites acá”, por supuesto nada más los hombres, podían por mantener este imaginario provinciano y de sus de noche y en penumbra pasar la frontera para constantes y combativas cruzadas “morales”, la transitar en la vida nocturna “de la calzada para modernidad llegó para quedarse en Guadalajara: a allá”. Allá se les permitía consumar sus deseos partir de los años treinta la ciudad se iría trans- sexuales, beber y divertirse hasta el amanecer; formando hacia formas de producción industrial, comportarse como los pelados y confundirse con los flujos migratorios del campo a la ciudad crecie- ellos; incluso salir de madrugada “hasta las mani- ron abruptamente a partir de la década de los cua- tas”. Todo esto, siempre y cuando, los de la calza- renta, y los medios masivos jugaron un papel im- da para allá no traspasaran la frontera hacia el portante en la transformación de los patrones poniente, con excepción de hacerlo como mano de culturales de sus habitantes, para los cuales las obra. De esta manera, la ciudad aseguraba un murallas de preservación de la tradición fueron in- imaginario inmaculado de la vida privada y fami- suficientes. liar de la “gente bien” y de paso garantizaba una Y aunque la Guadalajara provinciana estaba pa- imagen “retocada” de la vida de sus habitantes. riendo a la Guadalajara cosmopolita, la identidad En síntesis se podría definir como un poder de de la ciudad de Guadalajara edificada sobre el territorialización y clasificación social atravesado imaginario del ser provinciano, se sintió debilitada por los deseos encontrados de fundar, anular y re- y amenazada por los cambios en las formas de vi- vitalizar la utopía de un progreso moderno en sin- da. Estos fueron percibidos por la burguesía local tonía con la vida provinciana y criolla de la ciudad. como una amenaza exterior que venía a destruir Esta frontera ha sido a lo largo de la historia de la sus raíces y a invadir el territorio de la ciudad y no ciudad un eje geográfico y simbólico que marca como el fruto de su propio desarrollo urbano. la exclusión y la inclusión de sus habitantes. Un marco de referencia

6 González, Fernando M., “Danceteríaz: o la lucha entre el negocio y la(s) moral(es)” en Siglo 21, 4 de agosto de 1993, pp. 6-7.

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Para combatir esta amenaza, en 1953 —durante según el lado de la calzada había de buenas cos- el gobierno de Agustín Yáñez— se crearon las tumbres a buenas costumbres, y que “la moral” Juntas Municipales de Mejoramiento Moral, Cívi- también era cambiante de un lado a otro. Es por co y Material del Estado de Jalisco, cuya ley se demás decir que había “morales de primera” y “mo- mantiene vigente hasta la fecha. La ley tiene como rales de segunda”, cuya defensa debía ser selectiva. finalidad: “Obtener la cooperación de los particu- lares en estos tres aspectos (cívico, material y mo- ral) de la vida colectiva, sin distinción de ideas so- De la subversión a la conquista ciales, políticas o religiosas”. Se considera que la manera de fomentar el mejoramiento de la socie- En esta ciudad no se puede fajar dad es “atacar y suprimir las causas productoras Ahora el amor es vil subversión Nos de la criminalidad, como los centros de vicio, la quieren restar las fuerzas de amar prostitución, la vagancia, la mendicidad, el pisto- Y no podrán... no podrán... no podrán

lerismo, la inmoralidad oficial, la circulación de Jaime López publicaciones que exacerban los bajos instintos, cuyos factores serán sustituidos por otros positi- vos y de readaptación social, como son los centros Pero a pesar de los intentos de las autoridades y las de diversión y esparcimientos sanos, el deporte y élites de resguardar el lado poniente de la ciudad y en general el fomento cultural”.7 En las juntas de de preservar “su territorio” de las influencias “del mejoramiento había grupos de jóvenes militantes exterior” y de “la otredad”, no era posible contener católicos encargados de visitar periódicamente los la energía liberadora de sus habitantes jóvenes que cines para sacar a los menores de edad que pre- tenían una imagen distinta de sí mismos y de lo senciaban películas para adultos y multar a los que debía ser su ciudad y buscaban opciones y al- cines que lo permitían; lo mismo hacían en los ternativas para el tiempo libre y para divertirse en centros nocturnos y era usual visitar puestos de lo que también consideraban era su territorio. Asi- periódicos en los que quemaban las publicaciones mismo los “antros” nocturnos salieron de su territo- consideradas como pornográficas, en ocasiones rio consignado y empezaron a conquistar el pudieron prohibir o censurar la venta de publica- territorio al poniente de la calzada. Los jóvenes mo- ciones “inmorales”, además de organizar brigadas tivados por nuevas expectativas de recreación y di- que clausuraban centros de diversión que se con- versión dejaron de conformarse con los hábitos tra- sideraban como centros de vicio y prostitución. dicionales que sus padres deseaban perpetuar. Proliferaron discotecas, espacios culturales y expre- Sin embargo, esta estricta ley se mantuvo vi- siones juveniles que rechazaban e innovaban la gente mediante una complicidad equívoca8 entre cultura provinciana. La ciudad creció e imposibilitó los vecinos de los dos territorios de la ciudad. Si seguir manteniendo aquella Guadalajara donde to- del lado poniente estaban prohibidos los prostíbu- dos se conocían (al menos esa es la expresión de la los, del lado oriente eran tolerados: al poniente los añoranza que alimenta el imaginario de los habi- bares y discotecas tenían un horario límite (a la 1 tantes de la ciudad). Si bien el patrón privado fami- a.m.), mientras que al oriente la noche se extendía liar fue durante mucho tiempo la base del tejido so- hasta el amanecer; de un lado en los bares y las cial que regía la reproducción social mediante la discos de moda acostumbran a decidir quién en- introducción de la pregunta “¿de quién es hijo?”, tra y quién no de acuerdo con criterios arbitrarios ligada a la sentencia, “dime con quién andas y de (tales como: si es amigo o conocido del personal, si diré quién eres” este patrón fue desbordado por la anda bien vestido y, en ocasiones, hasta se ha pluralidad de habitantes de la ciudad y su roce co- restringido el acceso a bares de moda por criterios tidiano de propios y extraños. racistas y estéticos), del otro lado, todo mundo te- nía derecho a ingresar a los bares y cantinas. En últimas fechas, la diversión se ha convertido en un lucha campal por el territorio que resguarda La junta municipal objetivaba a través de la las costumbres de la ciudad: un campo complejo aplicación práctica de sus reglamentos, licencias y atravesado por distintos deseos, marcos de valores, permisos lo que consideraba como defensa de de clasificación, y patrones de uso en el cual distin- “nuestros valores morales” y de “las buenas cos- tos actores se enfrentan y confrontan para conquis- tumbres” de los habitantes de la ciudad. Lo que tar el territorio y el valor simbólico de los espacios manifestaba era que lúdicos en

7 La ley se publicó en El Estado de Jalisco, periódico oficial del gobierno, 11 de julio de 1953, núm. 24. 8 El concepto de complicidad equívoca se refiere al mantenimiento de una relación, en la que, a pesar de las contradic- ciones y los conflictos que pueda haber entre actores institucionales, existe de facto una complementariedad funcional entre las partes encontradas (cf. Loaeza, 1988).

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la ciudad. Aquí se juega el derecho a enarbolar el espacios para la interacción de las diferencias y sentido de las nuevas tribus urbanas: ser rockero, evidenciando las fronteras que sustentan el imagi- rapero, heavy metalero, yupi, hippie, setentero, nario de la ciudad. La diversidad cultural ha propi- rastra, cholo o fresa, implica ser reconocido como ciado mayores roces y brotes de intolerancia, de- tal, tener un espacio donde ser, parecer y actuar fensa de identidades ante “lo ajeno”, nuevas de acuerdo con los códigos de estas nuevas iden- fronteras que buscan relegar a las minorías al es- tidades o tribus juveniles.9 En este campo, los pacio de lo privado. habitantes de la ciudad se disputan la conquista del derecho a ser y estar reconocidos con todo y sus rasgos tribales como parte de la ciudad con Donde las fronteras se tocan: danceteríaz todo y sus peculiaridades; en confrontación con el derecho a la permanencia de “la moral” y “las bue- No es el lugar en todo caso el que congrega sino la in- nas costumbres”. tensidad de sentido depositada por el grupo, y sus ri- tuales, lo que convierte a una esquina, una plaza, un En este territorio se juega la posibilidad de un descampado o una discoteca en “territorio propio” clima de tolerancia entre dos sectores que habitan (Martín Barbero, 1994: 40). la ciudad: los que luchan por su derecho conser- vador de “ser y permanecer uno mismo” y los que El debate en torno a las fiestas denominadas “dan- luchan por abrir espacios para conquistar el dere- ceteríaz” expresa los diferentes y contrapuesto cho a poder “convertirse en otro”, sin necesidad de imaginarios que movilizan a distintos actores: veci- camuflajear su propia identidad ni de tener que nos, padres de familia, empresarios, clientes y au- salir de su territorio para poder ser, parecer y ac- toridades municipales a conquistar territorios que tuar como diferente.10 bien podrían estar definidos como los “no lugares”. Danceteríaz fue el nombre de una empresa orga- nizadora de fiestas itinerantes, que promovían: La caída del muro: el rostro “una nueva alternativa de diversión a la gente que desenmascarado de la moral tapatía vive en esta ciudad”. Fueron cinco jóvenes los que decidieron lanzarse a esta aventura de organizar Narciso: ...el colectivo imaginario que funda un noso- fiestas alternativas para los jóvenes de la ciudad. Al tros enamorado de sí mismo... inicio tenían un negocio de luz y sonido que am- Medusa: el otro amenazante, destructor... bientaba fiestas particulares, después vieron que Y sin embargo, Narciso es Medusa cuando la mirada las fiestas de paga era un buen negocio. Lo nove- es exterior; Medusa es Narciso cuando la mirada es doso de su oferta lúdica estribaba en hacer de cada interior, juego de espejos en el que los grupos van fiesta un escenario sorpresa: sin tener un local fijo, construyendo los límites de su identidad en relación se adaptaban construcciones abandonadas (cen- al Otro, a los otros tros comerciales o casas) para recrear ambientes (Reguillo, 1995: 44). novedosos como un viaje futurista con todo y naves espaciales o una cueva psicodélica, que eran re- En las últimas fechas las fronteras culturales tra- creados con la escenografía y la música de van- dicionales de Guadalajara han sido desbordadas, guardia para bailar. Las fiestas se promocionaban como dice Rossana Reguillo, “se han constituido los fines de semana en las plazas comerciales, los nuevos espacios donde las fronteras se tocan y a bares de moda, las discotecas, en los cruces de veces desaparecen”. Éste fue el caso del centro avenidas mediante volantes donde aparecía el telé- Cultural Roxy, de las fiestas danceteríaz y rave, y fono mediante el cual se podía obtener la informa- en últimas fechas de los table dance. Sin embargo, ción del lugar y la hora de la cita. Pero además de el debate por el derecho a la alteridad ha también su novedosa exacerbado las identidades, haciendo cada vez más distantes los

9 La cultura urbana está conformada por diversidad de tribus cuya identidad ya no responde a territorios demarcados espacialmente sino a registros de encuentro entre modos de vida: individuos que se representan como parte de una comunidad imaginaria mediante la existencia común de rasgos culturales, preferencias éticas, estéticas y morales compartidas que traspasan y conectan nuevas redes de identidad que marcan la confusa y compleja geografía territo- rial de las identidades urbanas (Maffesoli, 1990). 10 Iring Fetscher analiza el problema de la tolerancia en un marco de pluralidad de identidades característico de las so- ciedades contemporáneas, como la capacidad social de reconocer la validez y el derecho tanto a la “peculiaridad” como a la “divergencia”. Para este autor los límites de la intolerancia están marcados por la relación que permite la coexis- tencia del derecho a ser y permanecer uno mismo, así como del derecho a poder convertirse en otro. Es en los límites de esta tensión donde se juega la tolerancia (Fetscher, 1994: 21).

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oferta lúdica, Danceteríaz tenía un proyecto social: En el reportaje se manifestaba además una fuer- “Va en contra de elitismos, racismos y discrimina- te inconformidad porque en esas fiestas se vinieran ciones sociales, así como el consumo de drogas”, abajo las murallas que distinguían y separaban la sentenciaban los organizadores en su volantes pa- vida de “la gente normal” y “la gente anormal”, co- ra manifestar su “alternatividad” frente a los bares mo de los de apariencia “normal” y los de aparien- y discotecas de moda en donde la discriminación cia “extraña”. Así lo señalaba el siguiente testimo- es muy frecuente. nio de un joven: Estas fiestas itinerantes resultaron un éxito, a los seis meses de haber iniciado (desde enero has- Había demasiados, muchos... muchos jóvenes de me- ta junio de 1993) lograban convocar hasta 700 jó- lena larga, seudohippies de huarache y morral... de cabello corto, de saco y mocasín. Muchos jóvenes de venes en una fiesta. Pero pronto las autoridades cabeza rapada, de vuelos largos y amplios... de cabelle- municipales, los padres de familia y los medios de ra, de faldas cortas y entalladas... había de todo inclu- comunicación “pusieron el grito en el cielo” y so muchos... (¡un montón! de amantes de su propio alarmaron a la sociedad de lo que ahí decían que sexo: muchos homosexuales) (Ocho Columnas, viernes sucedía. 25 de junio de 1993: 8B).

Otra de las preocupaciones que ahí aparecen es Sexo, drogas y Rock & Roll: que en las danceteríaz se mezclara gente de toda todos para uno y uno para todos clase social: “los niños bien” que van a las discos de moda, con aquellos que frecuentan los tugurios En junio de 1993 se desató una campaña en co- de la calzada para el oriente. Cito: ntra de las fiestas danceteríaz en distintos medios informativos de la ciudad. Con el título de “Dance- Las danceteríaz congregan no sólo a estas minorías (re- teríaz... degeneración y vicio organizados” el perió- firiéndose a homosexuales, lesbianas y drogadictos), dico Ocho Columnas (propiedad de los “tecos” de la sino a gente de toda clase (...), resultó que quienes Universidad Autónoma de Guadalajara) encabezó acuden ahí son personas que frecuentan entre semana un reportaje periodístico publicado en tres partes los centros nocturnos de Mina, Obregón y Gigantes, en —el cual aparecía como anónimo— en el que de- el sector Libertad (éstos son los que están al oriente de nunciaba a dichas fiestas como un lugar donde: la calzada), como los que no salen de las discotecas es de moda ubicados en la zona residencial del poniente y por la avenida López Mateos y Plaza del Sol; lugares Los que ahí se congregan, pueden dar rienda suelta a donde los organizadores invitan regularmente a quie- todos sus instintos y aún a sus desviaciones, pues nes aún no son conocidos clientes de Danceteríaz. circulan drogas de toda clase, se auspicia que homo- sexuales y lesbianas manifiesten sus tendencias, se expende alcohol sin control alguno y no hay, tampo- Los argumentos en contra de las fiestas dancete- co, limitación alguna para el que ahí quiera degene- ríaz nos evidencian la amalgama de sentidos que rarse, siempre y cuando pueda pagar sus excesos de constituyen los imaginarios de la identidad y la al- drogas, sexo y satisfacciones anormales (Ocho Colum- teridad. Nos manifiestan claramente una identidad nas, viernes 25 de junio de 1993: 8B). que se percibe amenazada por la desterritorializa- ción de las conductas, los valores y los individuos, Las fiestas danceterías fueron definidas como en un “no lugar” que se irgue más allá de los con- “eventos clandestinos y criminales”. Clandestinos troles tradicionales de la sociedad: el lugar sin lími- por estar al margen de los controles municipales y tes. sociales; y criminales porque operaban como un Danceteríaz amenazaba con borrar las fronteras “refugio” de “minorías anormales”: lesbianas, que alimentaban un imaginario urbano que permi- homosexuales, drogadictos, prostitutas y “otros” tía ordenar la distinción entre lo moral y lo amoral, (sujetos anormales no identificados). Según el ci- las buenas y las malas costumbres, entre las clases tado reportaje, en dichas fiestas se efectuaban to- sociales, entre los territorios asignados a estas divi- das las perversiones sociales imaginadas: “exhibi- siones, y entre las categorías morales de los indivi- ción de revistas y cintas pornográficas”, duos. Si a esto le aplicamos la usual fórmula: “Di- decoración con “logos psicodélicos, palabras obs- me con quién andas y te diré quién eres” las cenas y hasta dibujos satánicos” “distribución y clasificaciones preestablecidas corrían el peligro de venta de todo tipo de drogas”: mariguana, crack, ser diluidas en tan sólo un “reventón”. LSD, éxtasis, cocaína, etcétera); un solo sanitario para ambos sexos; presencia de homosexuales y lesbianas...

51 Guadalajara vista desde la calzada: fronteras culturales e imaginarios urbanos

Al mismo tiempo revela la imposición de una Desde su origen esta agrupación ha emprendido categoría homogeneizadora sobre los otros: “anor- una exhaustiva campana purificadera de la ciudad males”. Según la propia lógica expuesta en el re- en contra de conciertos de rock y cantantes pop, portaje no existen distinciones ni fronteras entre han encabezado la lucha por la clausura de diver- las categorías que definen las experiencias de sos espacios de diversión juveniles, por la censura identidad del homosexual, lesbiana, alcohólico, de películas, programas de televisión, propaganda drogadicto, degenerado y satánico. Todas aparecen del condón y proyectos de educación sexual. condensadas bajo la misma categoría que homo- Los miembros de estas organizaciones perciben geneiza a la “gente anormal” (cf. González, 1993). una amenaza constante por parte de la cultura de Sin embargo, así como la categoría de “anormal” masas que pone en peligro la integridad de la insti- es suficientemente definida y descrita, la identidad tución familiar. Basadas en el argumento del dere- de los “normales” es totalmente ambigua, se da cho que los padres tienen en la educación de sus por supuesta en su oposición con el “anormal” y hijos, es decir sobre la conducción de valores en el por tanto no requiere ser descrita. Como lo expre- ámbito familiar-privado, señalan que tienen el de- sa el siguiente comentario de Modesto Barrios, un ber de defenderlos en el ámbito de lo público, y de columnista local: “La mezcla de quienes concurren ahí se traslapan las lógicas que delimitan el espa- a Danceteríaz, lesbianas, homosexuales y otros, cio público y privado, ya que sin mayores media- pone en peligro a los jóvenes de cualquier sexo, ciones se tiende a imponer la lógica de la moral pero eso no les importa a los organizadores, que privada sobre la moral pública. sólo buscan enriquecerse rápidamente” (Siglo 21, Esta estrategia no sólo causa controversias so- 22 de junio de 1993: 10). bre la validez de que la moral privada de unos Lo que se manifiesta claramente en los argu- cuantos se imponga al resto de la sociedad, sino mentos en contra de las fiestas es la percepción de que también trastoca los roles y funciones entre que los padres de los “jóvenes normales” sienten funcionarios públicos y padres de familia. amenazada la identidad de sus hijos, por el hecho Alertadas por lo que les decían que ahí sucedía mágico de mantener contacto con las “minorías —porque hasta la fecha no se comprobó—, las mu- anormales”. Como lo expresa la Sra. Maribel Coll, jeres de FAOP se dieron a la tarea de enviar memo- líder del Movimiento Fuerza Alianza Opinión Pú- rándums a los distintos medios informativos de la blica y esposa del actual Presidente Municipal de ciudad, a las autoridades locales, y de establecer Guadalajara, al ser entrevistada por Neus Caba- alianza con la Junta de Mejoramiento Moral. ller: “...es más fácil que lo que está mal contamine Fortalecidas por los reportajes y su impacto en a lo bueno porque a lo bueno le da miedo andar a la opinión pública, estas mujeres decidieron pre- contracorriente” (Siglo 21, 3 de agosto de 1993: 6). sionar al entonces gobernador de Jalisco, Rivera Aceves,12 para que tomara medidas en el asunto de Danceteríaz. No hay que olvidar que, meses antes, ¿Sabe dónde están sus hijos?: esta organización había tenido logros políticos im- de la moral privada a la moral pública portantes a nivel local, habían participado en junio del mismo año en una marcha multitudinaria que A la cruzada en contra de las fiestas se sumaron logró reunir a más de 50 mil ciudadanos —incluido distintos sectores conservadores de la ciudad, en- el mismo gobernador Rivera Aceves— para pronun- tre los más destacables estaba la agrupación ciarse en contra de la violencia en Guadalajara a Alianza Fuerza de Opinión Pública (AFOP). Una raíz del asesinato del cardenal Posadas Ocampo. coalición de grupos formado por líderes de movi- En su carta dirigida al gobernador interino, fe- mientos cívicos de inspiración católica11 en su ma- chada el 5 de julio de 1993, denunciaban la impu- yoría mujeres (madres de familia) de clases aco- nidad al crimen que vivía el estado de Jalisco, y la modadas de la ciudad, que desde marzo de 1993 manera en que Guadalajara: “Se ha convertido en decidieron unir sus fuerzas para combatir: “la un paraíso de delincuentes, porque como aquí no agresión a la moral y los valores fundamentales” se les hace nada, de la sociedad mexicana.

11 Entre los grupos que convergen en AFOP están la Asociación Cívica Mexicana, ¡Dí Basta!, Pro vida, Fúndice, Amiga Mo- ral, Unión Nacional de Padres de Familia, Consejo Mexicano de Derechos Humanos y el Centro de Información Billings. 12 Carlos Rivera Aceves, perteneciente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) ocupó el puesto de gobernador interino del estado de Jalisco en mayo de 1992, debido a que el gobernador electo, Guillermo Cosío Vidaurri, solicitó licencia para aligerar el clima de inestabilidad política propiciado por las explosiones del sector Reforma.

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pueden dar rienda suelta a sus instintos bestiales, complicidad previa de sus agentes, y por el otro se enriqueciéndose a costa de la destrucción moral y planteaba que el ayuntamiento era factor para man- física de otros —especialmente de nuestros jóve- tenerlos fuera de la ley. nes— con la anuencia de las autoridades”; ade- Un representante de la Junta de Mejoramiento más de su denuncia ponían el dedo en la llaga, el Moral, Cívico y Material de Guadalajara contribuía vacío de gobernabilidad que privaba en el estado, a esta ambigüedad señalando que: “Esto no puede señalando que: “ciudadanos somos muchísimos, y seguir ocurriendo en nuestra ciudad. Hay excesos lo que necesitamos a gritos es UN gobernador que tolerables, pero no excesos de esta clase donde jó- haga valer su autoridad”, a continuación exigían: venes de toda edad y estrato social pueden degene- “una repuesta satisfactoria a lodo esto y rarse sin que nadie se los impida” (citado en Ocho HECHOS, por parte de las autoridades”. Lo cual Columnas). ¿Cuáles eran esos excesos tolerables? significaba prohibir las fiestas danceteríaz. Las La cita plantea que los factores que hacen distintos presiones al gobernador fueron efectivas. Este a unos excesos de otros se sustentan en a) que con- mandó llamar a los jóvenes empresarios y, en una fluyen indistintamente jóvenes de diferente edades y reunión a puerta cerrada, les dijo “traen muchos clase social; y b) que no hay quien se los impida, chismes, un grupo de mujeres moralistas me es- con lo cual no queda claro si se refiere a su caracte- tán presionando, no quiero que sigan haciendo rística de itinerante o a la denominación de clan- las fiestas” (citado por los organizadores de las destino. fiestas danceteríaz en la rueda de prensa del 29 Para el jefe de Inspección y Vigilancia de Regla- de junio de 1993). mentos del Ayuntamiento de Guadalajara, señor, La polémica en torno a las fiestas danceteríaz Enrique Navarrete Cervales, no se podía tolerar “la puso en tela de juicio el papel de las autoridades proliferación del vicio, en cualquiera de sus expre- locales frente a lo que es considerado como “alte- siones, mucho menos en lo relacionado con “DAN- raciones al orden público”, o el mantenimiento de CETERÍAZ”, y señalaba que además se comprome- las “buenas costumbres”, lo cual es sumamente tían a “consignar a las autoridades a cualquier ambiguo. empleado que solape el vicio” (entonces ¿eran clan- Por un lado, los voceros de la campaña moralis- destinas o solapadas por los empleados?). Su razo- ta acusaban a las autoridades de solapar y prote- namiento obedecía a las órdenes expresas del pre- ger estos centros de vicio; por otra parte, los em- sidente municipal, pero además agregaba que a presarios de Danceteríaz denunciaban los modo personal se comprometía en la cruzada obstáculos que el Ayuntamien- contra el vicio: “Por convicción to había implementado para moral y formación, yo no estoy que se registrara el negocio, de acuerdo en que la juventud se argumentando que no se pierda en el vicio porque, de tole- podían otorgar los permisos rarlo, estaría preparando la per- para fiestas en casa habitación dición de mis nueve hijos. Ésta y que requerían una licencia de es mi verdad. Lo demás no es establecimiento (salón de even- Nada” (Oficio núm. 00725, diri- tos, restaurant-bar, discote- gido a la Presidenta de AFOP, fe- que) y que, cuando por fin la chada en julio 19 de 1993). Al obtuvieron, aún así les clausu- parecer la lógica que lo movía raban el negocio. Sin embargo, eran sus convicciones persona- añadían que no eran “clandes- les como padre de familia, ver- tinos” ya que “a esos lugares dad frente a la cual ninguna otra iba Tesorería del Ayuntamiento tenía validez. y nos cobraba nuestros im- Por su parte, el responsable puestos por trabajar” (rueda de de la Oficialía Mayor del Ayun- prensa, 29 de junio de 1993). tamiento sostenía que: “El Ayun- Uno de los argumentos co- tamiento no es una institución múnmente usado por las auto- persecutoria de determinados gi- ridades locales para clausurar ros, sino que su deber es que se las danceteríaz era el carácter cumpla estrictamente con la re- clandestino de la empresa. Pe- glamentación ro no quedaba claro el carácter de dicha clandestinidad, pues por un lado se veía que existía cierta

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que hay”. Para él, la “clandestinidad” de las fiestas Danceteríaz veía amenazada su presencia en el se debía a que se les habían negado las licencias escenario urbano de Guadalajara. La polémica en dado que las fiestas “traen consigo alteraciones del torno a su existencia estuvo comandada por las orden público y las buenas costumbres”. La entre- autoridades municipales y gubernamentales y por vistadora preguntó entonces porque se aplicaba los guardianes conservadores del orden y las bue- esta ley de manera rigurosa al caso aludido, cuan- nas costumbres. Los jóvenes, consumidores y do existen centros de prostitución que tienen más agentes de la diversión, no tuvieron un papel des- de treinta años en el mercado. La respuesta del tacado en el debate público, su inconformidad to- oficial mayor fue que “Centros de prostitución no mó su curso en la vida cotidiana: en las quejas hay; no hay prostíbulos en Guadalajara ¿eh? La habituales con los cuates, en la búsqueda de nue- prostitución, si se da, se da en forma ilegal porque vos espacios de diversión, en las innovaciones de no está permitida. Se clausuraron varios cabarets, formas de interactuar entre ellos mismos y en los precisamente por faltas a la moral, a las buenas rincones oscuros de la vida privada. costumbres, y por encontrarse mujeres solas” (En- trevista al señor Romero Paredes, Siglo 21, 5 de agosto de 1993: 7). Ergo, en Guadalajara no existe Reflexión final lo que no está permitido, y si existe no me doy cuenta, así que no existe. Para comprender el impacto que tiene la globaliza- Los organizadores de las fiestas danceteríaz in- ción en la diversidad cultural de las ciudades es terpretaron que la cruzada en su contra se debía necesario atender las desigualdades, los roces in- al afán de las autoridades municipales de mante- terculturales, las batallas emprendidas por distin- ner viva la frontera imaginaria trazada por la Cal- tos actores para conquistar la hegemonía de un zada Independencia, que permite que lo visible se imaginario de identidad de la ciudad. convierta en invisible, que lo inmoral se mida de Las grandes ciudades, como es el caso de Gua- acuerdo al eje espacial en el que tienen lugar los dalajara, contienen una memoria colectiva de sí 13 actos. Así lo argumentaron los empresarios de mismas, un imaginario vivo de su tradición histó- las fiestas: rica, que se objetiva en instituciones, reglamentos, leyes, normas y costumbres y que a la vez se en- Queríamos en cada fiesta dar un ambiente diferente y cuentra incorporada en los imaginarios de identi- no causar la monotonía. El por qué pararlas, no sa- dad de sus habitantes, a partir del cual se autori- bemos, porque yo creo que todo el mundo estamos zan y legitiman proyectos para imprimirle una cansados de ir al mismo lugar, Guadalajara es una forma de ser y parecer a la ciudad y a sus vecinos. ciudad de casi siete millones de habitantes (en reali- Por otro lado, las grandes ciudades tienden a ser dad son menos de cuatro) y te puedo contar con los patrimonios mundiales, lugares que alberguen la dedos de la manos las discotecas y los buenos bares. diversidad de vecinos y de sus rasgos de identidad, Claro, centros nocturnos y prostíbulos hay muchos, donde todos, los unos y los otros, tienen los mis- por qué, porque no afectan a la Junta de Mejoramien- mos derechos de participar y dotarle de sentido a to Moral, porque están de la calzada para allá y no les afecta a sus intereses. Pero si se ponen a ver también la ciudad. sus hijos terminan allá a las cuatro o a las cinco de la En el caso aquí presentado pudimos constatar mañana, cuando dicen que se van a la casa de un cómo la Calzada Independencia ha sido un referen- amigo o a Chapala de fin de semana, terminan allá, te físico-material de un modelo hegemónico de per- en el Guadalajara de Día... porque allá cierran a las cibir y valorar la ciudad, sus habitantes, sus cos- cinco, seis, siete de la mañana, pero no les afectas tumbres y su moral. Este referente físico-simbólico porque no están siendo eventos dentro de sus domi- a lo largo de la historia logró imponerse como espe- nios de status social. Aquí nosotros nos logramos me- jo legítimo para mirar y percibir la ciudad; sin em- ter en todos los estratos sociales y fue lo que ya nos les gustó, y nos están perjudicando y de pasada nos bargo, la misma calzada ha sido también una zona quieren meter cosas raras, de drogas y eso, que no de contacto de la diversidad cultural que nos per- tienen nada que ver” (rueda de prensa, 30 de junio de mite descubrir una sociedad contrastante y en 1993). transformación permanente: el lugar donde se lu- cha por ser diferente.

13 El concepto de memoria colectiva se refiere al marco de percepciones colectivas sobre un pasado vivido y experimen- tado por una grupalidad. La memoria colectiva tiene como función garantizar la permanencia histórica de modelos de vida y de homogeneizar registros culturales de identificación de una comunidad (cf. Halbwachs, 1968).

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DÍAZ, RODRIGO También se nos presenta como una zona móvil de 1993 “Experiencias de la identidad”, en Revista Inter- intersecciones entre distintos mundos de vida que nacional de Filosofía Política, núm. 2 (Madrid). producen diferentes narrativas en torno a un FETSCHER, IRING mismo evento: los modos de divertirse en la ciu- 1994 La tolerancia. Una pequeña virtud imprescindible dad. para la democracia, Barcelona, Gedisa. Esta frontera cultural está amenazada por el GARCÍA CANCLINI, NÉSTOR cruce continuo de categorías de identidad social, 1994 “La desintegración de la ciudad de México y el es un lugar atravesado por el ritmo constante de debate sobre las culturas urbanas”, en VV.AA., los deseos, las acciones, las definiciones y las re- De lo local a lo global. Perspectivas desde la an- presentaciones de los distintos habitantes de la tropología, México, Universidad Autónoma Metro- politana-Iztapalapa, pp. 15-37. ciudad que luchan por hacer valer sus propios GIDDENS, ANTHONY marcos de identidad y encontrar en la ciudad un 1991 Modernity and Self-Identity. Self and Society in the lugar para su expresión. Aunque en la actualidad Late Modern Age, Stanford, Stanford University el paisaje urbano de la ciudad no nos devela esa Press. división de mundos de vida sociales, morales y HALBWACHS, MAURICE clasistas que antiguamente la distinguían inter- 1968 La mémoire collective, París, Presses Universitai- namente y de otras ciudades, la calzada sigue res de France. siendo un referente importante para un sector HANNERZ, ULF tradicional que alimenta un imaginario ideal y 1992 Cultural complexity. Studies in the social organiza- utópico de lo que la ciudad es y debe ser. tion of meaning, Nueva York, Columbia University Press. El caso de Danceteríaz vuelve a evidenciar la LOAEZA, SOLEDAD disputa por el imaginario de la ciudad en donde el 1988 Las clases medias en México, México, El Colegio debate toma como centro de la argumentación la de México. división tradicional representada por la Calzada MAFFESOLI, M. Independencia. Y como Danceteríaz, otras formas 1990 El tiempo de la tribus: el declive del individualismo de disfrutar la noche y valorar la diversión conti- en las sociedad de masas, Barcelona, Icaria. núan siendo lugares de intersección y confronta- MARTÍN BARBERO, JESÚS ción entre las comunidades de pertenencia que 1987 De los medios a las mediaciones. Comunicación, miran al pasado y las nuevas identidades referen- cultura y hegemonía, México, Gustavo Gili. ciales que desean tener cabida en Guadalajara. 1994 “Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación”, en Sociedad, Facultad de Cien- No podemos olvidar que aquí se juega un pro- cias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, blema de moral, pero para resolverlo éste debe núm. 5, pp. 35-48. romper con las murallas imaginarias que imposi- PETERSEN, DIEGO (ed.) bilita la alteridad requerida para una sana discu- 1990 La construcción de Guadalajara en el Siglo XX, sión entre los distintos sectores que conforman la Guadalajara, Cámara Nacional de la Industria de ciudad. La continuidad de esta frontera obstaculi- la Construcción. za una mirada no distorsionada de lo que hoy en MONS, ALAIN día son los habitantes de la ciudad: una población 1994 La metáfora social. Imagen, territorio, comunica- culturalmente heterogénea, que pide a gritos ca- ción, Buenos Aires, Nueva Visión. nales de expresión en el territorio que habita. REGUILLO, ROSSANA 1995 “¿La comezón posmoderna o el pensamiento de la crisis”?, en Cuadernos del departamento de co- Bibliografía municación Iteso, Instituto Tecnológico de Estu- dios Superiores de Occidente, núm. 2, pp. 39-54 AUGÉ, MARC (Guadalajara). 1993 Los “no lugares”, Barcelona, Gedisa. ROSALDO, RENATO 1994 Hacia una antropología de los mundos contempo- 1991 Cultura y verdad. Nueva propuesta de análisis so- ráneos, Barcelona, Gedisa. cial, México, Conaculta/Grijalbo. BENEDICT, ANDERSON 1994 “Ciudadanía cultural en San José, California”, en 1993 Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el VV.AA., De lo local a lo global. Perspectivas desde origen y la difusión del nacionalismo, México, la antropología, México, Universidad Autónoma Fondo de Cultura Económica. Metropolitana-Iztapalapa, pp. 67-88. WALTON, JOHN 1978 “Guadalajara: creating the divided city”, en Way- ne Cornelius y Robert Van Kemper (comps.), Me- tropolitan Latin America. The challenge and the response (Latin American Urban Research, Vol. VI), Beverly Hills, Sage Publications, pp. 25-50.

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