UNA VERSION PRIMITIVA DE LO PROHIBIDO, DE BENITO PEREZ GALDOS*

El manuscrito de la novela Lo prohibido de Pérez Galdós se halla en la Casa-Museo en Las Palmas. Como se reconocerá, es un manuscrito larguísimo, siendo en gran parte el texto que el autor mandó a la imprenta para hacer construir la pri­ mera edición de Lo prohibido que salió en 1885 con más de setecientas páginas. El manuscrito cuenta con más de 1.500 pá­ ginas, de las cuales un poco más de 1.200 sirvieron para la primera edición. El papel que usaba Galdós para su manus­ crito equivale al tamaño que hoy llamamos 'A5'. Las 300 pá­ ginas restantes del manuscrito comprimen en su mayor par­ te dos versiones preliminares de la novela. De estas 300 pági­ nas hemos podido destacar 70 páginas que corresponden a una primera versión de Lo prohibido (esta versión la llamare­ mos ’IM’). Casi todas las otras páginas corresponden a parte de una segunda versión. Esta segunda versión es el tema de un estudio aparte.1* El breve estudio que presento ahora se enfocará en las 70 páginas de la primera versión de Lo pro­ hibido. La razón de que tengamos una versión primitiva de una

* Ponencia presentada en el Coloquio mencionado en p. 137. 1 James Whiston, The Early Stages of Composition of Galdos’s ’Lo prohibido' (London: Támesis, 1983). Contiene también el texto de la primera versión. novela galdosiana se debe a que Galdós se valía de un método de composición que era como sigue: después de componer su versión preliminar empezaba la versión posterior mirando como modelo la página correspondiente de la versión ante­ rior. Cuando terminaba la página, y por tanto concluía con su modelo también, tachaba la primera versión con tres o cuatro rayas gruesas, volvía la hoja de ésta y usaba la página virgen para la próxima página de su versión posterior. Esta primera versión de Lo prohibido debía de tener, a primera vista, 103 páginas: así queda numerada la última página. Pero es casi seguro que la numeración de Galdós está equivocada. Hay una laguna aparente de 12 páginas entre las numeradas '20' a '33'. Pero lo más probable es que Galdós equivocó un ’2’ por un ’3’, siguiendo el número '20' con el número '31', y así la laguna es de 2 páginas y no 12; de modo que el número total de páginas de que originalmente consta­ ba la primera versión debe ser de 93 y no 103 páginas. A pesar de que sólo tenemos 70 páginas restantes de las origi­ nales 93, es todavía posible sacar, por un análisis del manus­ crito, algunas conclusiones sobre el arte de novelar de Galdós. Pero antes, sería conveniente describir el contenido del ma­ nuscrito de esta primera versión de Lo prohibido. Casi la totalidad del manuscrito tiene que ver con la Pri­ mera Parte de la novela: solamente las tres últimas páginas (1M 101-103) —y éstas en forma de apuntes— tienen relación con la Segunda Parte. Y no sólo se concentra Galdós en la Primera Parte sino que hace del 50 °/o del manuscrito una primera versión de los dos primeros capítulos de la novela. Aquí vemos una técnica de Galdós, quien mientras iba aden­ trándose en su tema, no precisaba escribir descripciones de­ talladas y circunstanciadas: se valía cada vez más de apun­ tes, terminando para la descripción de la Segunda Parte de la novela con lo que Robert J. Weber ha llamado un «estilo telegráfico».2 El resultado de esta técnica, pues, es que las

2 Robert J. Weber, The 'Miau' Manuscript oj Benito Pérez Galdós, (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1964), p. 16. páginas 1-83 de 1M corresponden estrechamente a la dirección general de los seis primeros capítulos de la edición impresa de Lo prohibido. Desde la página 1M 83 hasta la última pági­ na (1M 103) es difícil ver contactos muy estrechos entre la pri­ mera versión y la edición impresa. ¿Cuáles son las diferencias más interesantes entre esta versión primaria de Lo prohibido y la edición impresa? El esquema onomástico empleado en 1M merece atención. En él vemos otra vez la inclinación del autor hacia los nombres significativos. La primera página de 1M tiene dos nombres de familia que aparecen en frases que Galdós posiblemente con­ sideraba como título para el primer capítulo. Las dos frases, que encabezan la página, son «Nosotros los Mas»3 y «Noso­ tros los Buenos». Y aun es posible que Galdós pensara en una de estas frases como título de la novela misma: el título que tenemos es un rompimiento con la tendencia de Galdós, hasta Lo prohibido, de dar un título epónimo a sus novelas de vida contemporánea. El nombre 'Mas’ hubiera encapsulado bien el ambiente de la sociedad materialista donde el dinero y las posesiones tienen tanta importancia, y donde leemos entre los apuntes de Galdós para la Segunda Parte de la Novela: «todos gastan más de lo que tienen» (1M 101). Sin embargo fue «Bue­ no» el nombre escogido para el nombre de familia del prota­ gonista en la versión posterior, con la adición del apellido «de Guzmán», consiguiendo así un doble valor irónico: como Jua- nito Santa Cruz en Fortunata y Jacinta, el narrador de Lo prohibido no es un protagonista ni moral ni heroico, al estilo antiguo español. En la primera versión Galdós ensayó otros cinco apelli­ dos para el protagonista: Onís (1M 7), Nefas (1M 10), Falfán (1M 16), Regís (1M 20) e Ibero (ibíd). Tres de estos nombres demuestran otra vez la inclinación consistente de Galdós hacia el «nombre significativo». «Nefas» (que en latín significa «mal­

3 Las citas del manuscrito siguen exactamente lo que escribió Gal­ dós sin llamar la atención a faltas de ortografía, a menos que éstas ofrezcan dificultades para la comprensión del texto. dad») no se usó posteriormente más que para denominar a los antiguos socios del protagonista en Andalucía, los Hijos de Nefas (I, 38).4 También Galdós pudo haber pensado en las connotaciones reales del apellido Regís cuando consideraba este nombre para su protagonista. El nombre Ibero: ¿fue re­ chazado por el autor en esta etapa de su carrera por ser de­ masiado «significativo»? El nombre Falfán, usado ya para un personaje menor —el marqués de Falfán de los Godos en Los cien mil hijos de San Luis— tiene un sonido onomatopéyico para indicar a una persona cómica y sentenciosa, y por eso no habría sido muy apto para el protagonista de Lo prohibido. En la página 1M 16 hallamos un esbozo de algunos nom­ bres de bautismo que Galdós apuntaba como parte de su es­ quema onomástico en Lo prohibido. Los nombres de dos de las primas de protagonista se cambiaron posteriormente. La mayor, María Luisa en el esbozo, llega a ser María Juana, nombre más español o por lo menos no tan francés como Ma­ ría Luisa. La segunda prima se llama Elena por toda la pri­ mera versión, aunque en los apuntes en esta página (1M 16) Galdós emplea también el nombre Eloísa. Al rechazar el nom­ bre Elena, quizás no quería Galdós utilizar un nombre ya em­ pleado para la heroína de La sombra. El ambiente de salón y de amorosa que domina la Primera Parte de la novela congenia mejor con el nombre Eloísa que tiene connotacio­ nes francesas y amorosas. También Galdós pudo tener en cuenta las asociaciones religiosas del nombre Eloísa: tanto en 1M como en la versión final, la querida del narrador es al­ go beata, como leemos en 1M: «Ella era religiosa, iba á misa, hacía novenas, y pedía para los pobres» (1M 99). (El nombre de Camila también figura en el esbozo y no fue cambiado). En 1M el narrador tuvo dos primos, que se llamaban Víc­ tor y Constantino. El mayor, Víctor, estuvo destinado a desem­ peñar un papel importante en la Segunda Parte de Lo prohi­

4 Las citas son de la primera edición de Lo phohibido (Madrid: La Guirnalda, 1885), (número de volumen y página) con acentuación mo­ dernizada. bido, volviendo rico de Cuba, con el resultado de que su fami­ lia se enriquece y «triunfan algún tiempo» (1M 101). Pero esta idea fue rechazada por Galdós. El nombre del segundo primo Constantino pronto llegó a ser Raimundo, mientras que el nombre Constantino se trasladó en la segunda versión al ma­ rido de Camila; ambos felices cambios porque son más aptos para sus dueños respectivos: en la fidelidad inquebrantable del marido de Camila, y en el caso de Raimundo, el nombre con sus connotaciones francesas, va bien con la asociación que tiene este personaje con el ambiente de salón y alta cocina de la Primera Parte de la novela. Quizá el empleo más significativo de todos los nombres en Lo prohibido está en el nombre del mismo protagonista. En el bosquejo de nombres escrito en 1M 16, el autor escri­ bió «Prot. Raimundo Falfán», y debajo, el nombre (con un signo de interrogación) «¿Constantino?». Parece que las le­ tras «Prot.» son una abreviación para la palabra protagonis­ ta’. Sin embargo, tanto el nombre Raimundo como Constanti­ no fueron reemplazados en la segunda versión por el nombre Juan. El nombre completo concebido por Galdós, pero usado solamente una vez, era Juan Antonio y esto en una página de la segunda versión que fue rechazada. Galdós empleó el nom­ bre Juan a lo largo de la segunda versión. Se puede ver, pues, que Galdós tardó mucho tiempo en cambiar el nombre de su protagonista de Juan a José María. Es posible que no pudiera decidir hasta la última versión de la novela si el narrador era o no era un don Juan. Por consiguiente este cambio en apa­ riencia tan sencillo es, a mi ver, muy significativo: el prota- gonista/narrador no es mujeriego como era su padre, ni un promiscuo como su sucesor novelítico Juanito Santa Cruz, quien, de un modo apocado, es un don Juanito decimonónico. En efecto, en una ocasión en la segunda versión el narrador se dirige a sí mismo y se llama «Juanito», pero Galdós tachó la palabra cuando la página fue incorporada en el manuscrito que se mandó a la imprenta. En cuanto a la primera versión, es evidente que Galdós llegó al final sin tener noción clara del nombre que debiera dar a su narrador: en la página 1M 93 Galdós pone una ’X’ donde debe figurar su nombre y más ade­ lante en la misma página pone «Constantino» como nombre del narrador. Galdós construyó su primera versión de Lo prohibido con dos recursos narrativos: a saber, bosquejos de la mayo­ ría de los personajes más importantes de la Primera Parte, y apuntes para el desarrollo del argumento. El personaje que recibe más atención en esta versión primaria es Eloísa (lla­ mada Elena en 1M) con un total de 18 páginas de las 70 exis­ tentes dedicadas a ella, a sus relaciones con su marido, Pepe Carrillo, o con el narrador. En términos generales podemos decir que la concepción del personaje de Elena se altera poco a lo largo de las tres versiones de Lo prohibido. Hay que re­ cordar, no obstante, que no sólo se trata del personaje de Elena, sino también de la percepción de su carácter por parte del narrador, ya que Galdós empleó a un protagonista/narra- dor desde la primera versión. A principios de 1M Elena está percibida de una manera sencilla: Las perfecciones físicas que desde el primer día admiré en ella no eran nada en comparación de los tesoros espirituales que iba descubriendo en ella. Un gusto esquisito en las artes, un instinto artístico y literario de primer orden, un sentido admirable para juzgar todas las cosas, un corazón que pa­ recía responder con eco seguro á las buenas acciones... un acierto grande para distinguir el bien del mal... Creedme. Era ideal (1M 33-34).

Este trozo nos da una muestra interesante del procedimen- to creativo de Galdós en esta novela si lo comparamos con la versión en el manuscrito que se mandó a la imprenta (este manuscrito, lo hemos llamado ’PM’). (Las palabras y frases que he subrayado, las añadió Galdós al tomar en cuenta el he­ cho de que el narrador está escribiendo sus memorias y por ende su descripción de Eloísa tiene que ser enfocada por la lente de la desilusión amorosa. Las palabras entre corchetes son palabras tachadas por Galdós). empecé á [notar] creer que sus [galas físicas] hechizos per­ sonales eran simplemente el engaste de mil galas inestima­ bles del orden espiritual. [Su rostro] Figurabaseme que su rostro tenía no sé que expresión de dolor tranquilo, ó bien, cierto desconsuelo por verse condenada á la existencia terres­ tre. Parecía estar diciendo con los ojos: «¡que lástima que yo sea mortal!» Al menos así me lo hacía ver mi exaltada admiración. Pronto observé en ella un gusto esquisito en las artes, un sentido admirable para juzgar de todas las cosas, sin pedantería, ni sabiduría, tan natural y peregrinamente co­ mo cantan los pájaros, sin entender de música. [Mostraban también un sentido práctico que me parecía rarísimo] Igual admiración me producía el sentido práctico que á mi parecer mostraba en las cuestiones y disputas (PM 42).

Si comparamos esta versión con la edición impresa (I, 27- 28) encontramos otros cambios hechos en las galeradas para reforzar la verosimilitud de la forma empleada por Galdós en esta novela. Las impresiones que recibe el narrador de las ideas de Elena sobre asuntos políticos y religiosos son igualmente en­ fáticas en 1M, y suavizadas posteriormente cuando Galdós escribía la versión para la imprenta. Se lee en 1M: Volviendo á Elena, una de las cosas que mas me encantaba en ella era oirla hablar con admirable sensatez de todas las cosas. Sin duda tenía una inteligencia de primer orden. Re­ cuerdo una conversación que tuvimos sobre materias religio­ sas, otra sobre política. En ambas, sin mostrar pedantería, ni aun esa erudición que tan mal sienta en bocas femeninas, me encantaba por su profundo juicio (1M 69).

En la edición para la imprenta leemos lo siguiente: expresaba lo que sentía, claro, sincero y con gracia. Y lo que ella sentía parecíame trasunto fiel del sentimiento general; no chocaba por su originalidad ni por su vulgaridad. En suma, era lo que yo sentía y pensaba. Observé que sus ideas religiosas venían a ser poco más o menos como las mías, débiles, convencionales y completamente adaptadas al tem­ peramento tolerante, a este pacto provisional, [en que] vivi­ mos para poder vivir (PM 140).

El destino final de Elena sufre pocos cambios desde la primera a la última versión: en la última página de 1M lee­ mos: «Elena se entrega a varios para que le den dinero» (1M 103). La grotesca idea de que «por último se entrega al de la Propaganda Católica» (ibíd.) fue omitida en las versiones pos­ teriores: omisión feliz por parte de Galdós en una novela que se muestra libre de todo espíritu de partido. Pepe Carrillo es un personaje que sólo tiene papel en la Primera Parte de la novela y, ya que el 95 °/o del texto de 1M se dedica a esta Primera Parte, Carrillo tiene un correspon­ diente papel de importancia en la primera versión. Desgracia­ damente, de las páginas que tienen que ver con el carácter de Carrillo falta una (1M 63). Sin embargo, es posible trazar el perfil moral de Carrillo en un aspecto importante: la relación que existe entre él y el amante de su mujer, es decir el prota- gonista/narrador. La actitud del narrador hacia Carrillo, tanto en 1M como en la edición impresa, es una mezcla de admiración y de des­ pecho. Antes y después de su intriga amorosa con Elena, el narrador reconoce los buenos rasgos del carácter de su rival. A pesar de esto, en la misma página en que leemos una obser­ vación del narrador que Carrillo «no parecía tan poca cosa como su suegro decía» (1M 62), leemos también: «Erame im­ posible discernir qué clase de persona era Carrillo. A veces me parecía un frívolo». El despecho del narrador hacia Carri­ llo proviene de su suposición tácita de que está enterado de las relaciones amorosas entre el narrador y Elena, y además que debe saber que el dinero para sus gastos tiene su origen fuera del presupuesto de la casa: Imposible que Carrillo dejase de comprender que sus rentas no podían dar para tanto. Pero ella le había comprado dos caballos, un faetón, y él tan contento. — Y el hombre que tal toleraba, cuando echaba párrafos conmigo, se las echaba de muy moral, y me sermoneaba, intentando hacerse pasar por un modelo de probidad! (1M 92).

Conviene observar que los gastos detallados aquí son pa­ ra cosas de lujo para el uso personal de Carrillo. En la ver­ sión posterior, el dinero se gasta en un periódico y en una ins­ titución en pro de los huérfanos. Por cambios como estos, po­ demos ver cómo Galdós ha complicado la cuestión moral des­ pués de la primera versión. Hay un aspecto de la vida doméstica de Pepe y Elena en 1M que no llegó a ver la luz en la versión final de Lo prohi­ bido: la razón de la desatención que sufre la vida de familia en aquella casa. En 1M se sugiere que el abandono del hogar por parte de Carrillo se debe a una vida ligera, mientras que en la edición impresa está causado por sus actividades filan­ trópicas: buen ejemplo, éste, del modo en que Galdós compli­ ca la cuestión moral, haciendo difícil que el lector forme un juicio dogmático. Hay cuatro ocasiones en 1M en que pode­ mos ver que Galdós está deliberando sobre la cuestión de la moralidad sexual de Pepe Carrillo. Encontramos por primera vez un indicio de los posibles desvarios de Carrillo en unos apuntes para el desarrollo del argumento de la novela en 1M 65: «Quejase ella de que su marido tiene distracciones. —En cuanto tiene dinero empieza á hacer de las suyas», en donde la frase «hacer de las suyas» también sugiere que Pepe ha vuelto a las andadas de antes. No obstante, hay cierta vaguedad en la expresión «tiene dis­ tracciones» que nos revela la indecisión de Galdós en este mo­ mento. En la siguiente página del manuscrito encontramos otra frase ambigua, en una conversación entre el narrador y Ele­ na, cuando ésta dice de Carrillo: «Desde que tiene dinero [...]5 está un poco distraído» (1M 66). Otro indicio de que Carrillo no es el marido modelo viene en una página posterior. Aquí tampoco se puede averiguar precisamente en lo que estaba pensando Galdós cuando emplea la palabra «decentes»: «Ha­ blábamos [es decir, el narrador y Elena] de hombres decentes y de los que no lo son. Sus reticencias claramente ponían a Carrillo en el lugar mas desventajoso» (1M 71). El cuarto in­ dicio sobre la cuestión de la moralidad de Carrillo lo encon­ tramos entre los apuntes para la descripción de la muerte de

5 A partir de esta cita inclusive, los paréntesis no indican materia tachada por Galdós. Carrillo: «Era infiel a su mujer?» (1M 99). El punto de inte­ rrogación revela que Galdós había decidido posponer la con­ testación hasta la próxima versión de su novela. El hecho de que la duda fue aclarada posteriormente a favor de Carrillo demuestra otra vez que Galdós no deja que su lector se con­ tente con un juicio fácil y partidario. Otro ejemplo del desarrollo más complejo de un tema desde la primera a la última versión, puede verse en la acti­ tud de Carrillo hacia el narrador, la cual se vuelve todo ren­ cor y odio, durante la escena en que muere Carrillo. En efec­ to, las circunstancias de esta escena en la primera versión son muy melodramáticas. Pepe cae gravemente enfermo cuando el narrador y Elena le están llevando a los baños que el mé­ dico ha prescrito. Mientras yace moribundo en una fonda mi­ serable en el camino, Carrillo le dice al narrador que sabe del «negocio sucio» (1M 99) en que éste está implicado con el marqués de Fúcar: «Carrillo moribundo pinta las infamias que he he [sic] hecho con Fúcar en las contratas. Horrible ironía en la cara de aquel hombre» (1M 100). En la misma pá­ gina leemos: «Cuando Carrillo muere siente hacia mí una an­ tipatía horrible». Al modificar mucho esta escena en las ver­ siones posteriores, Galdós quitó todo el elemento melodramá­ tico, haciendo hincapié más bien en la perplejidad del narra­ dor sobre los ambiguos sentimientos de Carrillo hacia él, ter­ minando (en el último párrafo de la tercera sección del Ca­ pítulo XIII) con la convicción del narrador de la lealtad y amistad de Carrillo. Podemos decir del narrador, como de sus relaciones con Carrillo, que las versiones posteriores de Lo prohibido tenían el efecto de hacer de él un personaje de moralidad más com­ pleja. En 1M es de carácter muy dudoso, en su vida comercial asociándose con Fúcar en un «negocio sucio», pero aun más en su moralidad sexual, como se verá por la cita siguiente: Sospecho algo en Elena, la vigilo y veo entrar al marques de Fúcar. Indignación. Viene Ray [sic], a pedirme dinero y le insulto, le llamo borracho. Corro allá resuelto á hacer una escena. Elena me aplaca. Enredóme con ella otra vez. Gastamos juntos el dinero de aquel viejo asqueroso (1M 102).

La mísera depravación sugerida en esta cita nos ofrece un ejemplo interesante de cómo podía Galdós emplear un bos­ quejo algo melodramático como el que acabamos de ver, para convertirlo después en una escena trágica y justiciera en la última versión de la novela: el narrador recibe el plazo final del dinero que le permite pagar honradamente sus enormes deudas, de manos de Eloísa, quien lo ha recibido del odioso Sánchez Botín a cambio de sus favores meretricios. La meta a que inconscientemente se dirige el narrador/ protagonista de Lo prohibido —la idea de la amistad verdade­ ra como alternativa a la conquista sexual— no se prevé en la primera versión. Otra vez se nos da una penetración intere­ sante en el proceso cerebral de Galdós si nos fijamos en las relaciones entre el narrador y el matrimonio Miquis al final de la primera versión. Aquí, igual que con las relaciones entre el narrador y Carrillo, tendía a predominar primero en la esté­ tica de Galdós la idea de confrontación en vez de reconcilia­ ción. Así, en la penúltima página de 1M, el narrador dice: «su maridito [es decir, Constantino] me revienta» y en la úl­ tima página: «le digo [es decir, a Camila] que su marido es un quídam», sin ningún indicio de los sentimientos de amistad del narrador y su deseo de reconciliación que iban a prevale­ cer en la versión final de la novela. En efecto, la primera de las dos conclusiones alternativas en ÍM prevén al narrador co­ mo «rechazado por todos» (el subrayado es mío). El otro des­ tino que aguarda al narrador (tampoco usado en la edición impresa) fue que «me llevan á un manicomio» (1M 103); pero este destino se reservó para el final de la próxima novela de Galdós, Fortunata y Jacinta. En un manuscrito que pretende ser la primera versión de una novela con dos partes iguales, nos sorprende ver que casi la totalidad de 1M tiene que ver solamente con la Primera Par­ te. Igual que con la composición de Miau, la pauta que se si­ guió aquí fue la de una composición detallada en las primeras etapas de la versión, seguida por un estilo más condensado en las etapas posteriores. Parece que Galdós se contentó con de­ jar a una inspiración futura la mayor parte del segundo vo­ lumen de su novela. En cuanto a los bosquejos de los perso­ najes que encontramos en 1M, sin duda el más interesante es el de Pepe Carrillo, cuyo carácter sospechoso fue modificado y hecho más complejo en las versiones posteriores. Vemos por la primera versión que el tema de la amistad que preva­ leció en la edición impresa no fue previsto entonces. Así, pues, la actitud un tanto negativa de la primera versión fue ajusta­ da después para abarcar un punto de vista más espiritual, o por lo menos no insistente tanto en conseguir una victoria por medio de la confrontación. Lo más importante es que es­ tas sencillas páginas nos permiten ver al autor en los primeros momentos de la creación literaria y ver cómo de principios tan elementales pudo construir su novela Lo prohibido: una crónica compleja de vida madrileña de la década ochenta del siglo pasado. James Whiston University of Dublin