LA QUIMERA DE AREZZO

RAFAEL AGUSTÍ TORRES

HISTORIADOR DEL MUNDO ANTIGUO Y ESPECIALISTA EN ARQUEOLOGÍA CLÁSICA

MIEMBRO DE LA CLASSICAL SOCIETY & SOCIETY OF ANCIENT LITERATURE (UNIVERSITY OF CAMBRIDGE)

LA QUIMERA DE AREZZO

La Quimera de Arezzo está considerada como uno de los mejores ejemplos del arte etrusco, es una de las más impresionantes esculturas de animales y la obra suprema del bronce etrusco. La estatua está hecha enteramente de bronce con una altura de 78,5 cm y una longitud de 129 cm, fue hallada, junto a una pequeña colección de otras estatuas etruscas de bronce en la ciudad toscana de Arezzo. La estatua de la quimera probablemente formara parte de un conjunto escultórico más grande que recreaba el combate entre la quimera y el héroe Belerofonte y que fue creado, como una ofrenda votiva para el dios supremo etrusco y señor del día, Tinia, como lo atestigua la inscripción en lengua etrusca TINSCVIL “ofrenda perteneciente a Tinia” (TLE 663; Bonfante & Bonfante 2002, no. 26, p. 147) que se encuentra en la pata derecha de la estatua de la Quimera de Arezzo. La fecha de fabricación de la Quimera de Arezzo se estima entre finales del siglo V a.C. y primera mitad del IV a. C., entre 400 y 360 a.C., respectivamente; la escultura, probablemente, fuera encargada por un clan o familia aristocrática o por una próspera comunidad y erigida en un santuario cerca de la antigua ciudad de Arezzo, situada a unos 50 km al sureste de Florencia. La Quimera de Arezzo formaba parte de un grupo de esculturas de bronce que habían sido cuidadosamente enterradas, quizá por razones de seguridad, en algún momento de la antigüedad.

Quimera de Arezzo MITOLOGÍA

Según la mitología griega, la quimera (gr. cabra) era una criatura híbrida de aspecto monstruoso con cuerpo y cabeza de león (a veces alada), cola en forma de serpiente y una cabeza de cabra situada sobre el lomo del león, lo que le daba un aspecto monstruoso y antinatural, la quimera era hija de Tifón y Equidna, procedía de Lycia en Asia Menor y escupía fuego por la boca devastando las tierras de Lycia a un ritmo desastroso. Angustiado por esta situación, el rey de Lycia, Iobates, pidió a un joven guerrero, Belerofonte, que matara a la temida quimera, como favor hacia un rey vecino llamado Proteus. Por razones ocultas, Proteus deseaba la muerte de Belerofonte, así que estuvo de acuerdo con el encargo y la esperanza de que Belerofonte muriera en el intento. Belerofonte, ayudado por su caballo alado Pegaso, fue en busca de la quimera saliendo victorioso de su combate con ella, lo que le valió la mano de la hija del rey Iobates y, además, obtener su reino. Las primeras referencias literarias conocidas del mito de la quimera proceden de Homero (Il. VI, 181-182) y Hesíodo (Teog. 319-325). Esta historia mitológica llevó a muchos historiadores de arte a pensar que la Quimera de Arezzo formaba, originalmente, parte de un conjunto escultórico que incluiría a Belerofonte y a Pegaso. Aunque las escenas votivas a menudo representan historias mitológicas para los dioses, e incluso, hay un orificio redondo en la parte posterior izquierda de la Quimera de Arezzo, que podría sugerir el lugar donde Belerofonte habría herido al monstruo con una lanza, esta lanza, Belerofonte y Pegaso, nunca han sido hallados, por lo que la creencia de que la Quimera de Arezzo formase originalmente de un grupo escultórico más grande no deja de ser, hoy por hoy, una especulación.

Belerofonte y Pegaso enfrentan a la quimera DESCUBRIMIENTO

Tradicionalmente se cree que la estatua de la Quimera de Arezzo fue descubierta el 15 de noviembre de 1553 por trabajadores que realizaban labores de construcción de fortificaciones para la familia Medici en la periferia de la ciudad de Arezzo. Fue hallada fuera de la Porta de San Laurentino (donde hoy se encuentra una réplica en bronce de la estatua como símbolo del distrito de Porta del Foro, uno de los cuatro distritos de la Giostra del Saracino de la ciudad de Arezzo).

La Porta de San Laurentino (Arezzo) con la Quimera debajo del arco central

De este hallazgo se hacen eco los archivos de la ciudad de Arezzo, los cuales en sus “Deliberaciones” de 1551 a 1558, comenzando en la página 102, hablan del descubrimiento del “león encontrado a las afueras de la Porta di San Laurentino”, hay que señalar a este respecto que, debido al estado fragmentario de la estatua en el momento del descubrimiento, se pensó por los restos existentes que se trataba de un “león”, estos archivos nos hablan de la antigüedad y elegancia de este “león”:

“nempe hoc qui viderunt omne admirati sunt et operis antiquitatem et elegantiam”.

Más adelante señalan que la serpiente estaba desaparecida y que nadie había reconocido al “león” como la mitológica quimera: “serpentis in hoc leone signun erat nullum: non fuit ideo arbitratum ese Chimaerae Bellerophontis simulacrum”.

El descubrimiento fue también reportado por Giorgio Vasari en la segunda edición, muy ampliada, de su Vite dei piu´eccellenti pittori, scultori ed architetti, de 1568 (la primera edición de esta famosa obra es de 1550 y editada por Lorenzo Torrentino en Firenze), sin embargo, Vasari, da como año del descubrimiento de la Quimera de Arezzo el año de 1554. En otra obra (Ragionamenti sopra le invenzioni da lui dipinte in Firenze nel palazzo di loro Altezze Serenissime), Vasari informa de que en el mismo año (1554) un fragmento de la cola fue encontrado, entre varias piezas, en Florencia, a una pregunta de un interlocutor acerca de que si la Quimera encontrada era la misma del mito de Belerofonte, Vasari responde:

“Signor si, perché ce n´è il riscontro delle medaglie che ha il Duca mio signore, che vennono da Roma con la testa di capra appiccicata in sul collo di questo leone, il quale como vede V. E., ha anche il ventre di serpente, e abbiamo ritrovata la coda che era rotta fra que´fragmenti di bronzo con tante figurine di metallo che V. E. ha veduto tutte, e le ferite che ella ha addosso, lo dimostrano, e ancora il dolore, che si conosce nella prontezza della testa di questo animale…”.

Giorgio Vasari (1511 – 1574)

Vasari se refiere también, en el texto anterior, a la labor de investigación llevada a cabo para intentar conocer la verdadera identidad de la estatua, esta labor se llevó a cabo analizando testimonios literarios, mitológicos y numismáticos, no pudiéndose excluir que esta búsqueda iconográfica tuviese como finalidad descubrir un modelo que permitiese la restauración correcta de la estatua. Entre el material numismático examinado se encontraban monedas de plata de Sicione, actualmente en la sección numismática del Museo Archeologico Nazionale di Firenze, inv. núms. 35703, 35704, 35705 que, muy probablemente, perteneciesen a las Colecciones Granducales, y que mostraban la imagen de la quimera. La representación tradicional del mito de la quimera representa al héroe Belerofonte cuando se enfrenta al monstruo, bien a su lado o bien montado sobre él, esta iconografía comenzó a aparecer en los vasos griegos a principios del año 600 a.C.

Representación de la quimera en una cerámica apulia (Louvre)

La Quimera fue reclamada rápidamente, por Giorgio Vasari, para que formase parte de la colección del Gran Duque de Toscana, Cosimo I de Medici, quien la colocó en el Palazzo Vecchio en la sala de León X. Cosimo, también colocó los bronces más pequeños procedentes del hallazgo, en su propio “studiolo” (gabinete privado) situado en el Palazzo Pitti, donde, según Benvenuto Cellini en su Autobiografía:

“il duca ricavava grande piacere nel pulirla personalmente con attrezzi da orafo”.

La relación entre Cosimo I de Medici y la Quimera de Arezzo, además de su valor artístico como pieza de colección, tenía también una significación política y propagandística, simbolizaba a las “fieras” que Cosimo había tenido que vencer y domar para construir su reino y su descendencia de antiguos reyes, en un momento de fuerte sentimiento de identidad toscano.

Cosimo I de Medici (1519 – 1574)

Giorgio Vasari posiblemente restauró las patas de la quimera, pero no la cola, por otra parte, se atribuye a Benvenuto Cellini el haber realizado trabajos de restauración en la Quimera de Arezzo, pero esto parece ser una leyenda.

Representación de la Quimera de Arezzo con la inscripción TINSCVIL y sin cola de serpiente. Grabado de Ulisse Aldrovandi, siglo XVII

Representación de la Quimera de Arezzo (sin cola de serpiente) en un grabado de Thomas Dempster en De Etruria Regali Libri Septem (1723)

En 1718, la escultura fue trasladada al Palazzo degli Uffizi y más tarde (1870) junto con la colección restante que Cosimo había confiscado, fue trasladada al Palazzo della Crocetta, sede del Museo Archeologico Nazionale de Firenze (nº. inv. 1) donde hoy en día se expone en la Sala XIV junto a otras grandes piezas etruscas de bronce como el Arringatore; el Museo Archeologico Nazionale di Firenze posee otra quimera (nº. inv. 23) en bronce fundido, parecida a la de Arezzo pero mucho más pequeña (7,7 cm) fechada en el siglo III a.C., y de procedencia desconocida que formó parte de la colección de Cristina de Lorraine. En 1785 la cola de la Quimera de Arezzo fue restaurada por el escultor de la ciudad de Pistoia, Francesco Carradori (o por su maestro, Innocenzo Spinazzi), pero con una restauración errónea ya que se colocó a la serpiente de manera que mordiese el cuerno de la cabra en vez de morder a Belerofonte, con lo cual la serpiente estaría atacándose a sí misma.

Detalle de la Quimera de Arezzo donde se ve la errónea restauración

La Quimera de Arezzo abandonó el Museo Archeologico Nazionale di Firenze por cortos periodos de tiempo debido a exposiciones puntuales como la realizada en la Villa Getty entre el 16 de julio de 2009 al 8 de febrero de 2010, o la realizada en la Royal Academy of Arts de Londres entre el 15 de septiembre al 9 de diciembre de 2012.

ICONOGRAFÍA Y ESTILO

La Quimera de Arezzo presenta una composición muy detallada y compleja que fue pensada originalmente para ser exhibida y vista en un amplio espacio abierto, posiblemente un santuario. Las quimeras, por lo general, expresan dolor en todo su cuerpo, su forma es contorsionada, su boca y rostro muestran la indignación cuando es atacada por Belerofonte, similar a la escultura helenística, la forma y el lenguaje corporal de la Quimera muestran una profunda sensación de dolor emocional, tensión e interés por parte del observador, la forma ilustra el movimiento y la contemplación de ese mismo movimiento, así como la clara tensión y el poder muscular del animal.

La Quimera de Arezzo presenta elementos arcaicos, como la crin esquemática y el hocico leonino similares a los modelos griegos del siglo V a.C., mientras que el cuerpo es de una rigidez austera. Otros rasgos son más claramente realistas, como la acentuación dramática de la pose y la sofisticada postura del cuerpo y de las patas, musculatura y venas, cuerpo tenso de león, intensa expresividad; esta combinación es típica del estilo etrusco de la primera mitad del siglo IV a.C. y por comparación con las representaciones de leones de carácter funerario de esta época, se ha propuesto una datación en torno al 380 – 360 a.C., es de observar, particularmente la melena, muy elaborada (denominada convencionalmente “a fiamma”) y que reproduce bastante fielmente (para esta época) el aspecto natural del monstruo.

Quimera de Arezzo (detalle)

Claramente influenciada por el mito, esta escultura de bronce representa la maestría que los escultores etruscos tuvieron no sólo sobre el medio, sino también sobre el saber mitológico, el historiador del arte A. Maggiani, da detalles de un claro contexto italiota al señalar comparaciones iconográficas procedentes de lugares como Metaponto y Kaulonia en la Magna Grecia. Teniendo en cuenta este contexto italiota, estas tendencias son una clara indicación de la creciente popularidad de la arquitectura y escultura inspirada en los modelos áticos, por lo que se ha generalizado la opinión de que la Quimera de Arezzo fue producida por artesanos italiotas establecidos en la zona norte de Etruria, quizá con talleres en o cerca de las ciudades de Orvieto, Chiusi o Arezzo y creada a finales del siglo V a.C. o en la primera mitad del siglo IV a.C., en apoyo de esto último se esgrimen las características gráficas de la inscripción de la pata derecha de la Quimera de Arezzo que son propias del área septentrional etrusca.

Inscripción etrusca de la Quimera de Arezzo

Quimera de Arezzo (lateral)

Quimera de Arezzo, vista trasera de la estatua

Quimera de Arezzo

MÉTODOS Y MATERIALES

Fue durante el III milenio a.C. que los antiguos fundidores descubrieron que, a través de varios ensayos de prueba y error, el bronce tenía claras ventajas sobre el cobre puro para la fabricación de estatuas artísticas. El bronce permanece en estado líquido durante más tiempo durante el proceso de llenado del molde debido a que su punto de fusión es más bajo, además, el bronce es superior al cobre para la fundición de estatuas debido a su mejor resistencia a la tracción. Los etruscos eran maestros del trabajo del bronce, como lo demuestran los muchos ejemplos repartidos en los museos a lo largo y ancho del mundo, los propios romanos enviaron a Roma miles de estatuas de bronce después de su captura de la ciudad etrusca de Volsini (Plinio: Historia Naturalis XXXIV. 16). Esta maestría era debida a la fuerte tradición etrusca de trabajar el bronce desde tiempos muy antiguos siendo sus piezas objeto de amplia exportación que iba desde el norte de Europa hasta el interior de Grecia (Brown, A. C. 1980, pp. 58-66). El bronce era fácil de obtener para los etruscos, siendo un material privilegiado para la fabricación de estatuillas y una gran variedad de otros objetos, producidos para uso doméstico, decorativo o ritual. Con el bronce, los etruscos alcanzaron un alto grado de experiencia técnica y sofisticación formal dentro de los diferentes talleres regionales, los artesanos etruscos utilizaron todas las técnicas para trabajar el bronce incluyendo la cera perdida, el martilleado, el grabado o el laminado; también pudieron agregar al bronce otros metales como oro, cobre y plata. El trabajo etrusco en bronce se especializó en la producción de candelabros y trípodes, espejos y cistas, las estatuillas para decorar las cimas (siglo V a.C.) y los tallos (siglo IV a.C.) (Torelli, Mario 1985, p. 180) de los candelabros solían ser de gran calidad. Estas estatuillas que representaban a deidades masculinas y femeninas, atletas y guerreros, embellecían diferentes objetos o se ofrecían a los santuarios como exvotos; las Tyrrhena sigilla, así llamadas por Horacio en el siglo I d.C. (Epístola, II, 2) tuvieron una gran aceptación entre los romanos, un producto de tipo artesanal del que no se sabe con exactitud su origen (Torelli, Mario 1985, pp. 132-134). Aunque quedan pocos ejemplares de estatuas etruscas de gran tamaño son, sin embargo, suficientes ejemplos para hacernos una idea de la maestría de los artistas etruscos, entre estos ejemplos podemos destacar, naturalmente, la Quimera de Arezzo, pero también el Marte de Todi, el Brutus Capitolino o el Arringatore, así como recordar el extraordinario trabajo de decoración en cobre del carro de Monteleone.

La Quimera de Arezzo fue realizada con la técnica de la cera perdida, una técnica escultórica originalmente introducida en la Edad del Bronce y que solía utilizarse para trabajar, entre otros metales, el bronce y el oro y de las que existen tres tipos de procedimiento: el modo sólido de fundición, el modo indirecto y el modo directo. El modo indirecto fue el utilizado para crear la Quimera de Arezzo, se trata de elaborar un molde fabricado a partir de un modelo tradicionalmente hecho de cera de abeja, este modelo era recubierto de una gruesa capa de material refractario (co