Marguerite Yourcenar Entre Grecia Y Oriente
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MARGUERITE YOURCENAR ENTRE GRECIA Y ORIENTE VICENTE TORRES MARIÑO UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE LENGUAJES Y ESTUDIOS socioculturales Torres Mariño, Vicente Marguerite Yourcenar, entre Grecia y Oriente / Vicente Torres Mariño. – Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, CESO, Ediciones Uniandes, 2008. 170 p.; 17 x 24 cm. ISBN: 978-958-695-335-1 1. Yourcenar, Marguerite, 1903-1987 – Crítica e interpretación 2. Filosofía griega – Influencia 3. Filosofía oriental – Influencia 4. Autoras francesas – Siglo XX I. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales II. Universidad de los Andes (Colombia). CESO III. Tít. CDD 843.912 SBUA Primera edición: abril de 2008 © Vicente Torres Mariño © Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales y Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales - CESO Carrera. 1ª No. 18ª- 10 Edificio Franco P. 3 Teléfono: (571) 3 394949 – 3 394999. Ext: 3330 – Directo: 3324519 Bogotá D.C., Colombia http://faciso.uniandes.edu.co/ceso [email protected] Ediciones Uniandes Carrera 1ª Nº 19-27 Edificio AU 6 Teléfono: 3 394949 - 3 394999 Ext. 2133 - Fax: Ext: 2158 Bogotá D.C., Colombia http://ediciones.uniandes.edu.co [email protected] ISBN: 978-958-695-335-1 Cubierta: Marguerite Yourcenar en Petite Plaisance. Cortesía de Yvon Bernier. Corrección de estilo: Guillermo Díez Diseño, diagramación e impresión: Legis S.A. Av. Calle 26 Nº 82-70 Bogotá, Colombia Conmutador: (571) 4 255255 Impreso en Colombia - Printed in Colombia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial. Para Rondy, el Discípulo, el Maestro CONTENIDO INTRODUCCIÓN ...................................................................................... 1 CAPÍTULO I LAS DOS FUENTES .......................................................... 5 CAPÍTULO II LA DESAPARICIÓN DEL YO ............................................... 33 CAPÍTULO III LOS ESPEJOS DEL TIEMPO ................................................ 65 CAPÍTULO IV EL DON OSCURO DE LA MUERTE ....................................... 91 CAPÍTULO V LOS ROSTROS SAGRADOS ................................................. 111 CAPÍTULO VI MÍSTICA Y SABIDURÍA .................................................... 129 CRONOLOGÍA......................................................................................... 149 BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................... 153 INTRODUCCIÓN Este libro es el resultado de varios años dedicados al estudio de la obra de Mar- guerite Yourcenar que de cierta manera culminaron con la realización de una tesis doctoral en la Universidad de París. “De cierta manera”, pues nuestras pers- pectivas sobre un autor –o sobre cualquier ser– al cual nos acercamos apasionada- mente no dejan de cambiar con el curso del tiempo, se enriquecen y transforman a medida que avanzamos en la vida. Tratándose de una materia tan viva como la literatura, es necesario incluso en ocasiones, recorrer el camino que va de la tesis a la antítesis. En el curso de una existencia se dan encuentros que nos determinan y nos cambian para siempre. Fue ése el caso cuando el azar puso en mis manos, por vez primera, un libro de la única mujer que hasta aquel entonces había sido admitida en el misógino recinto de la Academia Francesa. Siguiendo una vieja costumbre que consiste en asociar un texto a un oráculo, abrí cualquier página de Memorias de Adriano, en la magnífica traducción de Julio Cortázar. El mensaje era el siguiente: Una parte de cada vida, y aun de cada vida insignificante, transcurre en buscar las razones de ser, los puntos de partida, las fuentes. Mi impotencia para descubrirlos me llevó a veces a las explicaciones mágicas, a buscar en los delirios de lo oculto lo que el sentido común no alcanzaba a darme. Cuando los cálculos complicados resultan falsos, cuando los mismos filósofos no tienen ya nada que decirnos, es excusable volverse hacia el parloteo fortuito de las aves, o hacia el lejano contrapeso de los astros. El hallazgo de este fragmento perturbó mi espíritu por algún tiempo. Pero el mismo pasaje proveía pistas y claves para la búsqueda de nuestros orígenes, que no ha dejado de obsesionar a los seres humanos de todos los tiempos. El puente –¿acaso lo percibía yo conscientemente?– entre Grecia y Oriente estaba ahí tra- zado. Comencé de manera febril la lectura de todo lo que Yourcenar había es- crito, establecí contacto con la Société Internationale d’Études Yourcenariennes, en donde encontré materia crítica de valor inestimable, asistí luego a coloquios internacionales, y tuve la gracia de conocer y crear lazos de simpatía con las tres biógrafas de Yourcenar: Josyane Savigneau, Michèle Sarde y Michèle Goslar. Mi pasión por los viajes adquiría también un sentido nuevo: visité, por ejem- plo, varios lugares en Grecia que sirvieron de inspiración a la autora, recorrí Vicente Torres Mariño durante algunas noches de invierno la ciudad de Brujas, en pos de las huellas de Zenón, el médico alquimista de Opus nigrum, y en las calles desiertas y estrechas de aquella Venecia del norte, tras las frías brumas, podía imaginar el rigor de la Inquisición en el siglo XVI y las inclemencias de la persecución de un hombre inteligente y libre que pagó con su vida el haberse opuesto al dogma católico reinante por aquel entonces en el renacimiento flamenco. Cuando los límites de un libro –ya de por sí inmenso en posibilidades y perspectivas– se dilatan hasta abarcar lugares reales, sucede una especie de precipitación semántica gracias a la cual se producen milagros secretos en la comprensión de una obra. Suele acaecer que un descubrimiento lleve a otro. Cuando decidí indagar acerca de los autores griegos y de las corrientes místicas orientales que habían tenido una influencia visible en la escritura de Yourcenar, hallé tesoros que contribuían a perfeccionar la escultura intelectual y espiritual de cualquier ser. Valga como ejemplo la recurrencia del budismo zen, su presencia casi invisible en personajes como el Nathanael de Un hombre oscuro, lo que me llevó a abrazar durante algunos años esta forma de sabiduría, cuyos frutos se prolongan aún en el momento en que escribo estas líneas. El aporte de este libro a la esfera crítica yourcenariana consiste en el acerca- miento de las dos grandes fuentes que alimentaron el pensamiento y la obra de la escritora: Grecia y Oriente mantienen, en efecto, toda una interpenetración en la que el logos y la pasión por la mística y por lo oculto constituyen los fundamen- tos sobre los que se construye esta obra de sabiduría. Desde esta perspectiva se abordan aquí la problemática del yo, la visión del tiempo y de la muerte, los cultos y los ritos, el papel que desempeñan las religiones occidentales y las corrientes místicas orientales en la visión yourcenariana del mundo. He recurrido, a manera de ilustración, a abundantes citas, cuyo objetivo es mostrar al lector las resonancias de un tema en las diferentes obras –de ficción y de crítica– de la autora. Era necesario dejar a Yourcenar expresarse por sí misma y no relegarla a la penumbra a través de las confabulaciones en las que todo crítico, inevitablemente, termina por instalarse. Por lo demás, amplio ha sido el debate sobre la relación que existe entre la vida del creador y su obra, animado por un Occidente que ama las dicotomías y cultiva las separaciones. No creo que sea pertinente deslindar las vicisitudes de una vida de la complejidad de la creación. A pesar de que los personajes escapan, a partir de cierto momento, de los designios del escritor, y evolucionan hacia la autonomía, haciendo suyo el libre arbitrio que les asignan las leyes propias de gravitación de la literatura –invalidando así la gracia actorial–, instauro aquí Introducción un constante diálogo entre las afirmaciones de los personajes y su creadora; en un pensamiento implacablemente unificador y lúcido que excluye grandes contradicciones, circula, entre aquéllos y ésta, una gran empatía y una innegable solidaridad respecto a la visión cultural del mundo. El lector tendrá, por otra parte, la ocasión de establecer un hilo conductor –en ocasiones subterráneo– entre la obra novelada, la obra crítica y las declaraciones de la autora. Quiero agradecer en este espacio a todos aquellos sin quienes la realización de este libro habría sido imposible: a Philippe Berthier, quien me convirtió a las órdenes literarias; a Rémy Poignault, por su apoyo sin condiciones desde la presidencia de la Société Internationale d’Études Yourcenariennes; a Laure Châtelain y a Frédéric Olry, que me ofrecieron asilo en el seno de su hogar durante los largos períodos de investigaciones en Francia. Debo señalar igualmente la acción decidida de los servicios culturales de la Embajada de Francia en Bogotá, en lo que respecta a la difusión de la obra de Yourcenar en Colombia, y el estímulo permanente por parte de Carl Langebaek, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Y claro está, a mis estudiantes, que se convirtieron