ESTUDIOS SEGOVIANOS

TOMO XLVIII La publicación de ESTUDIOS SEGOVIANOS está sufragada por la Excma. Diputación Provincial de . ESTUDIOS SEGOVIANOS

BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE HISTORIA Y ARTE DE SAN QUIRCE

INSTITUTO DIEGO DE COLMENARES EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE SEGOVIA CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Gráf. CEYDE, S.A. - Somosierra, 20 - Segovia I.S.S.N.: 0210-7260 – D.L. núm. 9 - 1958 JUAN LUIS GARCÍA HOURCADE

MEMORIA DEL CURSO ACADÉMICO 2004-2005

La satisfacción de retornar a la sede de la Academia compen- só el inusual retraso en el inicio de curso, que fue inaugurado el día 16 de diciembre por el Académico de Número D. Juan Manuel Santamaría López, con una lección que versó sobre “Imágenes de San Ildefonso en las Artes de la estampa ”.

Como si de una premonición se hubiera tratado, unos meses después esta Academia aceptó la invitación del Ayuntamiento de San Ildefonso-La Granja y celebró la sesión ordinaria del mes de julio en su Salón de Plenos, decidiéndose entonces que el XXVII Curso de Historia de Segovia, a celebrar en los primeros meses de 2006, tuviera como motivo e hilo conductor la historia de la población que nos acogía.

En la sesión del día 2 de enero, se acordó, por unanimidad y sin necesidad de votación, la continuidad de la Junta Directiva del año anterior, con lo que su composición continuó siendo la que se expresa a continuación:

D. José Antonio Ruiz Hernando Director D. Alonso Zamora Canellada Vicedirector D. Juan Luis García Hourcade Secretario D. Rafael Sanfrutos Tesorero D. José Miguel Merino de Cáceres Encargado de Publicaciones D. Juan Manuel Santamaría Bibliotecario y Conserva- dor de la Casa Museo de Antonio Machado

Con el nuevo año 2005 se iniciaron la actividades académicas y el día 14 de enero se celebró la Sesión Solemne de toma de po-

7 JUAN LUIS GARCÍA HOURCADE sesión como Académico de Número de D. Bonifacio Bartolomé Herrero, quien, pleno de rigor histórico y erudición, ilustró a los presentes en la ocasión sobre “Los obispos extranjer os en la Diócesis de Segovia ”.

Una semana después dio comienzo el XXVI Curso de Historia de Segovia, que tuvo como contenido genérico: “Sepúlveda, his- toria, tierras y gentes”. Fue iniciado con una brillante intervención por D. Andrés Díez Herrero sobre la “Historia geológica de Sepúl- veda y sus tierras”; D. Santiago Martín Caballero, presentó “El ya- cimiento arqueológico del Duratón”; D. Javier Alvarado Planas ha- bló de las “Nuevas perspectivas sobre el Fuero latino (1076)” y D. Isidro Bango Torviso disertó sobre “El Románico en Sepúlveda”. Nuestros compañeros D. Alonso Zamora Canellada y D. Ángel García Sanz lo hicieron, respectivamente, sobre “Las murallas de Sepúlveda” y unas curiosas “Preocupaciones ecológicas en Sepúlve- da a principios del s. XVI”. La cercanía familiar permitió a D. José Mª Pérez de Cossío presentar una emotiva y novedosa visión de “Francisco de Cossio” y a Dña. Emma Barral hablar de “Los her- manos Barral”. D. Luciano Reinoso Robledo presentó un panora- ma de “Sepúlveda en la pintura: de Zuloaga a Lope Tablada”, ce- rrando el ciclo el Académico de Mérito, D. Antonio Linaje Conde con “La historia de Sepúlveda: el estado de la cuestión”.

La labor editorial de la Academia estuvo presente en distin- tos actos. En el mes de febrero, publicada en colaboración con la Universidad de Valladolid, se presentó la obra “Vida a través de la muerte. Voces segovianas del siglo XVII”, que supone una nueva incursión en nuestra historia de la aguda y singular mira- da de D. Ronald Cueto Ruiz.

En ese mismo mes se vio cumplido uno de los más perse- guidos empeños editoriales de esta Academia: la edición elec- trónica, en un doble DVD, de la colección completa hasta el nú- mero 101 de la Revista Estudios Segovianos. El interés suscitado entre estudiosos, instituciones académicas y público en general, ha superado las expectativas y ya se ha llevado a cabo una se-

8 MEMORIA CURSO ACADÉMICO 2004-2005 gunda edición. Sin la financiación de Caja Segovia este logro no hubiera sido posible y aquí se lo agrademos públicamente.

Poco tiempo después, cumpliendo con su cita anual, el nú- mero 103 de dicha revista vio la luz en su edición impresa.

Las Actas del Congreso Internacional “Pensamiento y pala- bra: en recuerdo de María Zambrano (1904-2004)”, promovido desde esta Academia y celebrado en mayo de 2004, acaban de ver la luz y ya están prestas a ser presentadas, lo que se hará próximamente.

Tradicionalmente el Aula de esta Real Academia es solicitada para celebrar una parte no desdeñable de los eventos culturales de la ciudad y en el curso 2004 – 2005 el cederla fue nuevamente un placer, sentido como deber y obligación para con la ciudad. Aquí se entregó el Premio Nacional de Folclore “Agapito Mara- zuela” al Nuevo Mester de Juglaría, a cuyos componentes felici- tamos sinceramente.

Con anterioridad a éste premio, había tenido lugar una cele- bración auspiciada por la propia Academia: el día 23 de abril, día del libro y de la Comunidad, en colaboración con el Ayunta- miento se hizo una lectura continuada del Quijote a cargo de es- colares, lectura que fue iniciada por la Académica de Mérito Dña. Manuela Villalpando, continuando con ello su nunca interrumpi- da labor de “cicerone” literario para generaciones de jóvenes se- govianos. En dicho acto se repartieron los primeros ejemplares del cartel conmemorativo del IV Centenario del Quijote con el que esta Academia quiso contribuir a la celebración de dicho centenario y que es obra del también Académico D. Carlos Mu- ñoz de Pablos.

En los meses siguientes sirvió este Aula para la entrega del Premio Europa Andrés Laguna 2004 al Excmo. Sr. D. Francisco Rodríguez , un galardón promovido por el Centro Sego- viano de Madrid; también para que D. José Galache Álvarez hi-

9 JUAN LUIS GARCÍA HOURCADE ciera la presentación pública del segundo tomo de su “Biografía de una ciudad”. La asociación “Amigos del Patrimonio” celebró en esta sede sus “Jornadas Anuales de Patrimonio” y ya en la es- tación veraniega tuvieron lugar los conciertos que acompañaron a los distintos seminarios que constituyeron el VII Curso Internacional de Verano “Nueva Generación Musical”, que por segundo año se celebra en nuestra ciudad.

Pero esta Real Academia no sólo celebra actos culturales. Esta- tutariamente está comprometida con la ciudad y provincia, con su historia, su cultura y su patrimonio histórico y natural. Por ello nunca ha ahorrado el esfuerzo, tiempo y energía de sus miem- bros para participar y colaborar en cuantas ocasiones ha sido re- querida. En el curso del que ahora damos cuenta se han elabo- rado diversos informes. A petición del Ayuntamiento de San Ildefonso-La Granja, para su “Plan especial de protección y me- jora del Palacio de Valsaín”; por encargo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León se redactó el correspondiente sobre las huertas del Clamores y su importancia y consideración histórica en relación a la ciudad y la Comisión técnica de Patrimonio ha recibido, así mismo, consideraciones sobre la rehabilitación de la Casa de la Moneda.

Esta implicación de la Academia ha hecho que representan- tes de la misma participen en los Foros de Cultura, Urbanismo y Patrimonio, así como en el Órgano Asesor del Acueducto, pro- movidos por el Ayuntamiento; también se ha asistido a alguna sesión de la Comisión Provincial de Patrimonio a la que ha sido invitada, aunque sin voto. Por la misma razón, institucionalmen- te se encuentra integrada en la Asociación Biblioteca de Ciencia y Artillería, en el Patronato de la Fundación Juan de Borbón y en el de la Fundación Real Ingenio de la Moneda, de cuyo Comité Científico son miembros tres Académicos.

Todo ello, con el pasar del tiempo, ha propiciado que en es- ta labor de participación y actuación en defensa y conservación de lo más propio y valioso de estas tierras, esta Real Academia

10 MEMORIA CURSO ACADÉMICO 2004-2005 se haya ganado un cierto respeto entre personas, autoridades e instituciones locales. En la base de esta consideración confluyen algunas causas. Una, que siempre se ha mostrado independien- te en sus juicios y apreciaciones. Y otra, que en sus manifesta- ciones ha huido tanto del extremismo como de la ligereza y la falta de fundamentos. Ambas cosas exigen que los dictámenes, informes, escritos o comunicados que desde ella se hacen sean asumidos institucionalmente por unanimidad.

Esta actitud ética es la que ha llevado a la Academia, también este curso pasado, a manifestar su postura crítica en relación a distintos asuntos que atañen a la ciudad y provincia.

En el mes de febrero, tras debatir sobre la situación global de su patrimonio monumental, se remitió a todas las autoridades y partidos políticos un escrito en el que se expresaba “la consta- tación de una inacabable existencia de lamentables ejemplos de ruina o progresivo deterioro”, manifestando una “enorme preo- cupación” por “la conservación e intervención en varios de los más importantes ejemplos del Patrimonio Histórico o Artístico de Segovia”.

Nadie remitió siquiera acuse de recibo y la preocupación que en él se trasmitía, lejos de desaparecer, continuó al punto de que en los meses siguientes, esta Academia debió comprometerse en defensa del Patrimonio monumental y natural con dos acciones que se estimaron inexcusables. La primera se inició con la pro- testa escrita por la actuación que se estaba llevando a cabo en el antiguo convento de capuchinos (Oblatas).

El avance de las obras y el silencio institucional hicieron in- evitable el recurso a otras instancias y en el mes de mayo se re- mitió a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando un in- forme sobre la situación. En el escrito introductorio se desgrana- ban consideraciones que mostraban la sensación de desamparo: “Esta Real Academia ha venido denunciando aquellas interven- ciones en la ciudad que poco a poco la van desfigurando pese a ser

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Monumento Histórico Artístico y Patrimonio de la Humanidad”, “Parece no existir conciencia del valor de la ciudad” y finalmente “ante la gravedad del tema, la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce se dirige a esa docta institución en busca de apoyo”.

La R.A.B.A.S.F. se hizo eco del informe y a su vez emitió du- rísimas consideraciones sobre la situación denunciada. Esta Aca- demia espera y desea la reconducción de este y otros casos, de modo que la integridad y conservación adecuada del recinto amurallado quede salvaguardada.

La segunda actuación tuvo que ver con el paraje natural de- nominado “Siete Arroyos” y la influencia que pueda tener sobre su entorno la licencia concedida para la extracción de agua con fines industriales en el mismo. Ya en el mes de septiembre de 2004 se había remitido un extenso y detallado informe sobre la situación y la preocupación que generaba en esta Academia, pe- ro ante la ausencia de contestación y al tener noticia de que se había solicitado licencia ambiental para la ampliación en nueve fuentes la toma de agua, en un segundo escrito se consideraba que “en momentos en los que está próxima la declaración del Guadarrama como Parque Nacional, parece cuando menos im- procedente ampliar una actividad que, ya cuando sólo se trata- ba de cuatro manantiales, pareció a esta Academia perjudicial para el desarrollo y la conservación de la sierra”.

Una vez más, la falta de respuesta provocó el recurso al Procurador del Común, cuya oficina, tras análisis de la situación, ha aceptado a trámite la queja.

Esta Real Academia lamenta profundamente tener que recurrir en ocasiones a instancias supraprovinciales, y a lo largo de los úl- timos meses ha debatido sobre la conveniencia y posibilidades de que las Academias y Reales Academias de Castilla y León fueran tuteladas de un modo oficial por la propia Junta, en un Instituto de Academias de Castilla y León, lo que quizás permitiría que su voz jugara un papel más acorde con su reconocimiento.

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Una de las fuentes de satisfacción de esta Academia viene siempre de la Casa Museo de Antonio Machado. El discreto mu- seo continúa recibiendo visitantes de todas partes del mundo, que llegan a él y lo recorren con emoción contenida. Los esfuer- zos y desvelos por su mantenimiento son compensados con cre- ces por esta afluencia de seguidores del poeta que frecuente- mente agradecen explícitamente su existencia.

En el curso pasado, la Casa Museo vivió algunos momentos que deben ser recordados. Con ocasión del sexagésimo sexto ani- versario de la muerte de D. Antonio Machado, el 22 de febrero, se presentaron oficialmente, con la presencia de las autoridades locales, las obras que gracias al Plan de Excelencia Turística y al Ayuntamiento se habían llevado a cabo, celebrando un día de puertas abiertas que llenó la casa de colegiales y público visitán- dolo con su nuevo aspecto. Ya por la tarde, la Tertulia de los Mar- tes celebró su tradicional homenaje al poeta.

Poco tiempo después visitó la Casa Museo la Excma. Sra. Ministra de Cultura, que ofreció ayuda institucional para un es- pacio ante el que confesó sentirse emocionada.

Por el momento, la restauración y habilitación del patio inte- rior ya ha permitido su uso en una serie de actividades que ha resultado de gran éxito: sesiones del Festival de Narradores Ora- les que patrocina el Ayuntamiento, algunas actuaciones del Festi- val Titirimundi y conciertos patrocinados por la Fundación Juan de Borbón.

La celebración del día de San Quirce con un inolvidable con- cierto de tango a cargo del Académico D. José Miguel Merino de Cáceres junto a sus compañeros de la Peña Caminito y la velada poético musical con ocasión de la inauguración del Curso de Pintores Pensionados del Palacio Quintanar, constituyeron el ini- cio y el final de las actividades desarrolladas en este nuevo es- pacio cultural para la ciudad.

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En esta edición, la inauguración del Curso de Pintores tuvo lu- gar por vez primera en la sede de la Academia. El curso resultó, de nuevo, un éxito tanto académico como por lo que a su re- percusión en la vida ciudadana se refiere. En la exposición final, en el edificio de la Alhóndiga, se entregaron las medallas de oro, plata y bronce a los alumnos ganadores, que en esta ocasión fue- ron respectivamente, Andrés Alonso Moutas, de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, Ariadna Contreras Díaz, de la Facultad de La Laguna y Mª Ángeles Gomis Rodrigo, de la de Barcelona.

El Curso se Pintores va tomando, año tras año, una impor- tancia creciente y el interés que ha llegado a concitar se puso claramente de manifiesto en las intervenciones y conclusiones de la Reunión de Decanos que se celebró los días 17 y 18 del mes de diciembre, a la que asistieron representantes de todas la Facultades de Bellas Artes de Estado con el fin de tratar sobre el Curso de Pintores y su orientación futura.

La idea central de las mismas fue que Segovia debe ser sede de un lugar de encuentro de estudios en torno al paisaje. Los re- presentantes de todas las facultades se mostraron de acuerdo con esa “centralidad”, señalando la importancia de esta convocatoria también por las consecuencias que puede tener en estos mo- mentos en que se están renovando los currículos universitarios.

Entre las conclusiones se resaltó la importancia de un llama- miento como el realizado desde Segovia, que puede hacer que la ciudad se convierta en un referente que permita a todos aco- gerse a una tradición que respalda la defensa y reivindicación del paisaje.

Las conclusiones de las dos jornadas de trabajo han sido transcritas y se publicarán próximamente.

Finaliza esta Memoria con el obligado, pero no por ello me- nos sincero, capítulo de reconocimientos y agradecimientos.

14 MEMORIA CURSO ACADÉMICO 2004-2005

Quiere esta Academia reconocer y felicitar al joven Borja Sanz Martín, quien tras ganar la Olimpiada Nacional de Física para es- tudiantes de bachillerato, representó a nuestro país, y a Segovia, en la correspondiente fase internacional, consiguiendo una Mención de Honor, lo que supone uno de los mejores resultados obtenidos por un estudiante español a lo largo de la existencia de esta Olimpiada que reúne a los mejores estudiantes del mundo. Creemos que la poca o nula repercusión que este resultado ha te- nido en la ciudad no está acorde con la importancia del premio y cuando tanto y, frecuentemente, tan mal se habla de los jóve- nes, estos ejemplos deben ser, en justa medida, resaltados.

A la Sociedad Filarmónica de Segovia agradecemos la consi- deración hecha de esta Academia como Socio de Honor y un agradecimiento especial a Dña. Mari Carmen Gruber, quien ge- nerosamente ha hecho llegar a esta Academia una copia sonora del acto en el que D. Agapito Albornos fue investido, en 1978, Académico de Mérito de esta Academia de Historia y Arte de San Quirce.

Y cómo no, al Excmo. Ayuntamiento, la Excma Diputación y la Junta de Castilla y León, en especial su Consejería de Cultura, decirles que sin el respaldo y apoyo recibidos no hubiera sido posible el trabajo y la actividad que se acaban de presentar.

Segovia, 4 de Noviembre de 2005

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ARTICULOS

BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA (1120-1742)

Discurso de ingreso en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, leído por su autor en la sesión pública celebrada el día 14 de enero de 2005.

Excmo. Sr. Director, Ilmos. Sres. Académicos, Señoras y Seño- res: No me resulta posible comenzar este discurso sin expresar previamente mi más sincero agradecimiento a los Académicos que componen esta corporación por haberme llamado para par- ticipar junto a ellos en las tareas que desarrolla esta Academia. Como segoviano resulta un evidente motivo de honra pasar a formar parte de esta institución de tan profunda raigambre en la vida cultural segoviana y que desde hace ya tantos años pro- mueve la difusión de nuestro pasado y abandera la defensa de los intereses culturales de nuestra tierra.

Me presento, en fin, ante esta Academia con la voluntad de corresponder a la confianza que sus miembros han depositado en mí de la única manera en la que sé hacerlo, con ilusión y con trabajo.

No han sido escasas en esta institución las ocasiones en las que la alegría por la recepción de un nuevo miembro se ha vis- to empañada por la ausencia del académico que dejó huérfano su sillón. Hoy, afortunadamente, no hay lugar para ese senti- miento agridulce pues la vacante dejada por doña Manuela Villalpando Martínez como Académica de Número, que es la que desde hoy tendré el honor de ocupar, no tiene otra razón que la de su merecida designación como Académica de Mérito.

Sería injusto reducir aquí a unas pocas palabras la inmensa labor realizada por doña Manuela a lo largo de tantos y tantos años de laboriosa dedicación. Su compromiso con Segovia y con la investigación, mantenido incluso en las condiciones más des- alentadoras, ha producido frutos abundantes. Sirvan como testi- gos de este paciente y riguroso trabajo los muchos documentos

21 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO que gracias a su meticulosidad y a su constancia ya no yacerán olvidados nunca más en los depósitos de nuestros archivos.

Manuela Villalpando es historia de Segovia, pero historia vi- va. Al legado que tan generosamente nos ha transmitido se han de sumar todavía, que duda cabe, nuevas aportaciones fruto de su fecundo e inagotable magisterio.

Por último, y desviándome conscientemente del protocolo establecido, quiero expresar desde esta tribuna la alegría que siento por poder contar en este acto con la presencia de mis pa- dres, cuya generosidad, superando los límites de lo razonable, ha amparado a lo largo del tiempo mis, nunca prácticas, inquie- tudes intelectuales.

Cuando me vi en la obligación de escoger un tema para es- te discurso, inmediatamente consideré que el mismo debía abordar algún aspecto de la vida eclesiástica medieval de la ciu- dad de Segovia, por ser éste el ámbito temático, cronológico y geográfico al que he dedicado la mayor parte de mis investiga- ciones. Partiendo de esta obligada premisa surgieron inicial- mente diversas posibilidades de las que poco a poco se fue des- tacando, de un modo natural, el tema que hoy expongo ante us- tedes.

Resulta doloroso señalar que a día de hoy no existe todavía para Segovia un episcopologio que aúne la investigación docu- mental con las aportaciones de la tradición historiográfica. Por lo que respecta a los prelados de la época medieval, la mayoría de los autores se limitan a repetir los datos publicados por Diego de Colmenares en el año, cada vez más lejano, de 1637.

De este modo, he considerado de interés realizar un acerca- miento a los obispos de Segovia a través de un grupo de ellos, el de los prelados extranjeros, singular, claramente distinguible y en buena parte desconocido. Este fenómeno resulta, además, esen-

22 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA cialmente medieval, pues tan solo dos obispos foráneos ejercieron su episcopado en Segovia fuera de los límites de este período.

La diócesis segoviana se creó hacia el año 527 sobre un te- rritorio desgajado de la jurisdicción del obispo de Palencia. En el siglo VIII, tras la invasión musulmana de la península, la dióce- sis quedó desarticulada durante cuatro siglos. El 25 de enero de 1120, fecha de la que en pocos años celebraremos el novecien- tos aniversario, el obispado fue restaurado, reanudándose en el mismo una actividad que se ha prolongado, ya sin interrupción, hasta nuestros días.

En la edad media, como en la actualidad, el obispo constitu- ía la máxima autoridad eclesiástica dentro de cada diócesis. Su posición en la estructura eclesial le convertía en una pieza clave dentro de la iglesia al ser el enlace natural entre la jerarquía ecle- siástica y el clero y los fieles. A este destacado papel en el ám- bito religioso había que sumar durante el medievo una influen- cia, en ocasiones esencial, de los prelados sobre su entorno. En efecto, en aquellos tiempos los obispos constituían un elemento más del complejo sistema de relaciones sociales, políticas y eco- nómicas que conformaban el acontecer diario.

Desde su creación en el siglo VI la sede segoviana ha sido ocupada por un centenar de prelados. La gran mayoría de ellos eran naturales del país, pudiendo destacarse de entre los mismos un pequeño grupo de origen específicamente segoviano. Hasta el siglo XV las circunstancias personales de la mayoría de los obispos resultan totalmente desconocidas. De hecho el nombre de pila es el único dato particular conocido de muchos de ellos. Como se puede comprender, esta situación impide en no pocas ocasiones establecer, ni siquiera a modo de hipótesis, sus res- pectivos orígenes nacionales.

Teniendo en cuenta estas limitaciones resulta posible identifi- car al menos a una serie de prelados, ocho concretamente, que procedentes de otros países ocuparon la sede segoviana. Se trata

23 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO de los franceses Pedro de Agen (1120-c.1148) y Juan de Castell- morum (c.1149-1153), de Vasco de Portugal (1351), nacido presu- miblemente en territorio lusitano, del francés Hugo de Lamanhania (1374-1388), de los portugueses Afomso Correia (1394-1397), Fa- drique de Portugal (1508-1511) y Jerónimo de Mascarenhas (1668- 1672), y del italiano Domingo Valentín Guerra (1728-1742).

Resulta obligado añadir a los obispos mencionados otro más, ignorado por la práctica totalidad de los investigadores. Se trata del italiano Francesco Rafardi (1387-1396), nombrado por el pa- pa romano Urbano VI en pleno cisma de occidente y que nun- ca llegó a ejercer una jurisdicción efectiva sobre la sede sego- viana.

Antes de continuar adelante creo necesario indicar que las únicas características que los eclesiásticos mencionados tienen en común son las de ser extranjeros y haber ocupado en algún momento de su carrera la sede segoviana. Sus sucesivos nom- bramientos fueron realizados en momentos distintos y bajo cir- cunstancias que nada tuvieron que ver entre sí. Partiendo de es- te hecho resulta posible en todo caso ofrecer algunos datos ge- nerales sobre este heterogéneo grupo que permiten obtener una visión de conjunto del mismo.

Como se ha podido comprobar, todos estos obispos proce- dían del entorno geográfico y político que rodeaba a Castilla. Cuatro provenían de Portugal, tres de Francia y uno más de Italia. Cronológicamente dos de los prelados ejercieron su labor en el siglo XII, tres más en el XIV, y los tres últimos, respectiva- mente, en los siglos XVI, XVII y XVIII. La duración de los epis- copados fue muy dispar, pues mientras el más breve de ellos se limitó a unos seis meses, el más prolongado abarcó veintiocho años. La mayor parte de los obispos, concretamente cinco de ellos, acabaron sus días al frente de la sede segoviana, mientras que para los tres restantes su paso por Segovia supuso un esca- lón más en su carrera eclesiástica.

24 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

Resulta interesante señalar que a pesar de haber ejercido su ministerio en momentos y situaciones muy diferentes, no ha lle- gado hasta nosotros queja alguna del comportamiento de ningu- no de estos prelados que se pudiera derivar de su condición de extranjeros y por lo tanto de un posible desconocimiento de la realidad castellana y más específicamente segoviana. Esta cir- cunstancia se debe sin duda al hecho de que cuando accedieron a la sede segoviana acumulaban una amplia experiencia en el reino, que hacía que su integración en la realidad eclesiástica y social del momento fuera plena.

A continuación expondré unas breves notas biográficas de cada uno de los prelados mencionados para ilustrar sus diferen- tes personalidades y sus respectivas actuaciones al frente de la diócesis de Segovia.

Pedr o de Agen (1120-c.1148)

Pedro de Agen nació en la localidad francesa del mismo nom- bre, una pequeña población situada al suroeste del país a medio ca- mino entre Bordeaux y Toulouse. Don Pedro era uno de los cléri- gos de aquellas tierras que el arzobispo toledano Bernardo de Cluny reclutó a instancias de Alfonso VI para implantar la liturgia grego- riana en todo el reino (1). Una vez en Castilla, don Pedro completó su formación en la catedral de Toledo, en donde desarrolló su ca- rrera eclesiástica hasta su acceso a la dignidad episcopal (2).

El 25 de enero de 1120 Pedro de Agen, que hasta ese mo- mento disfrutaba de la dignidad de arcediano en la iglesia de Toledo, fue consagrado obispo de Segovia. De este modo don Pedro se convertía en el primer prelado de la diócesis tras su res- tauración medieval (3).

La creación del obispado, una reivindicación largamente de- fendida por los segovianos, fue celebrada por las autoridades con-

25 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO cejiles con la entrega a su primer rector de importantes donacio- nes y privilegios: la extensa heredad de (4), el territo- rio comprendido entre el alcázar y la puerta de San Andrés con su jurisdicción correspondiente (5), y la exención de tributos para to- dos los bienes episcopales y de la catedral de Santa María (6).

Don Pedro fue el obispo segoviano que más donaciones y pri- vilegios recibió de la monarquía durante todo el medievo. Alfonso I de Aragón, esposo de la reina Urraca, le entregó una heredad entre el alcázar y el río Eresma (7), mientras que la mencionada Urraca le donó las villas de y Turégano (8). Alfonso VII se mostró con él extraordinariamente generoso: le cedió los luga- res de Fregacedos, Gerindote, , Morcheles, , San Pedro de Revenga y el castillo de Calatalifa, y le entre- gó una serna junto al río Eresma y otra junto al río Milanos, dos heredades junto a Calatrava, un palacio en Burgos con medio co- rral, todos los bienes reales en Cogeces de Iscar y Megeces, el diezmo de los bienes regios situados en la diócesis y un tercio de la moneda que se labrase en Segovia (9).

El obispo recibió también de la infanta Sancha, hermana de Alfonso VII, el pueblo de Alcazarén, en Valladolid, y el monas- terio de San Martín de Grajal, entre Zamora y Sahagún (10). La misma doña Sancha benefició también a don Pedro en su testa- mento con nuevas donaciones, encomendándole además que se hiciera cargo de la distribución de todos sus bienes inmuebles conforme a las instrucciones que ya había recibido (11). Estas disposiciones, sin embargo, quedaron sin efecto pues el prelado falleció antes que la mencionada infanta castellana.

Como rector de la diócesis, don Pedro necesitó una década para lograr la plena aceptación de la entidad territorial segovia- na por parte de los arzobispos de Toledo (12). Desde el co- mienzo de su episcopado se planteó además un conflicto con la diócesis de Palencia por la posesión de los arciprestazgos de Peñafiel y Portillo, que vivió una etapa especialmente tensa en-

26 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA tre 1139 y 1144, y cuya resolución definitiva se demoró hasta fi- nes del siglo XII.

Don Pedro apoyó decididamente a los escasos monasterios asentados en su diócesis. En 1133 donó al de Santa María de la Sierra de Sotosalbos la tercera parte de la heredad que po- seía junto al río Pirón y que le había sido entregada por el con- cejo de Segovia (13). Pocos años después desgajaba de esta heredad de Sotosalbos otro territorio, , que entregó a Munio Vela para que lo poblara (14). En 1147 el obispo, de acuerdo con el cabildo catedralicio, donó al mo- nasterio de Santa María de “todos los diezmos de sus heredades” (15). Al año siguiente don Pedro concedió al monasterio de Santa María de Párraces la tercera parte de los diezmos de esa institución y le confirmó la posesión de diver- sas iglesias (16).

Durante su largo episcopado Pedro de Agen desplegó una intensa actividad fuera de su jurisdicción diocesana. En 1130 asistió al concilio nacional de Carrión, presidido por el cardenal Humberto, y en 1139 al II concilio de Letrán, a donde acudió en compañía de los obispos de Avila y Osma (17). Algunos años más tarde, en 1148, don Pedro fue uno de los participantes en el concilio celebrado en Reims. En el marco de esa asamblea el obispo segoviano obtuvo de Eugenio III la confirmación de los límites de su diócesis según los habían definido ya Calixto II e Inocencio II (18). También recibió el encargo papal de entregar a Alfonso VII la rosa de oro que el propio Eugenio III había ben- decido aquel año y que solían portar los pontífices el cuarto do- mingo de Cuaresma como símbolo de la pasión y la resurrección de Cristo (19). Aunque no existe ningún testimonio documental que lo acredite, resulta muy probable que Pedro de Agen, o al menos algún representante suyo, hubiera acudido en 1123 al I concilio de Letrán pues Calixto II, precisamente pocos días des- pués de la celebración de esta asamblea, confirmó los límites de la recién restaurada diócesis de Segovia (20).

27 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

Durante su episcopado el obispo segoviano fue reclamado, al menos en una ocasión, para formar parte de un tribunal ecle- siástico. Ocurrió casi al final de su vida, en 1147, cuando Euge- nio III le designó junto al obispo de Palencia para resolver el pleito que enfrentaba a los obispos burgalés y calagurritano por la posesión de la iglesia de Santo Domingo de la Calzada (21).

Aunque la actividad de Pedro de Agen en el ámbito civil fue bastante limitada, cabe destacar al menos su presencia en León en 1135 en la curia regia convocada por Alfonso VII con motivo de su coronación imperial (22).

La última noticia documentada de don Pedro se encuentra en abril de 1148, tras su asistencia al concilio de Reims. El obispo falleció a lo largo de ese mismo año o como muy tarde a co- mienzos del siguiente, tras haber permanecido veintiocho años al frente de la sede, puesto que en marzo de 1149 ya es posible encontrar a su sucesor rigiendo los destinos de la diócesis.

Juan de Castellmorum (c.1149-1153)

El obispo Juan, al igual que Pedro de Agen, había llegado a Toledo procedente de Francia en la época del arzobispo Bernar- do. Don Juan se había desplazado a la península acompañado de su hermano Pedro, siendo ambos integrantes del gran contingen- te de clérigos francos que se establecieron en Toledo bajo los aus- picios del rey Alfonso VI. El pueblo natal de don Juan era Castell- morum d’Albert, un pequeño núcleo de población cercano a Agen, localidad de procedencia, como se ha visto, de su antece- sor en la sede segoviana (23).

Aunque se desconoce cuándo tomo posesión de la diócesis se- goviana, don Juan aparece por primera vez como obispo de Sego- via en un documento regio datado en marzo de 1149 (24). En tor- no a esta fecha el obispo, como era costumbre, hizo público reco- nocimiento de su sujección y fidelidad al arzobispo de Toledo (25).

28 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

El mes de diciembre de 1149 el obispo segoviano recibió de Alfonso VII el lugar de “Pozolos”, Belmonte de Tajo en Madrid, pa- ra que lo poblase (26). El 12 de febrero de 1150 de nuevo Alfonso VII donaba al obispo “illa Receixada” entre los ríos Tajo y Jarama, y le confirmaba a él y a la catedral de Segovia todas sus posesio- nes, eximiéndolas de cualquier derecho y dominio secular (27). Por último, el mes de diciembre el mismo don Alfonso entregaba al prelado segoviano el castillo de “Cerveira”, situado junto al río Henares, entre Alcalá de Henares y Rivas Vaciamadrid (28).

Durante su episcopado en Segovia don Juan intervino al me- nos en dos tribunales eclesiásticos a instancias del papa Eugenio III. En 1150 el obispo de Coria y el segoviano fueron encargados por el pontífice de resolver el conflicto que mantenían los mo- nasterios de Arlanza, Cardeña, Oña, San Millán de la Cogolla y Silos con el obispo de Burgos por razón del pago de las tercias (29). Dos años después el papa encomendó a los obispos de Salamanca y Segovia la resolución del pleito que mantenían el obispo de Burgos y el abad de Oña a causa del pago de ciertos derechos (30).

Tras el fallecimiento en agosto de 1152 del arzobispo de Toledo, Raimundo, los capitulares toledanos eligieron como su- cesor a don Juan, que de este modo puso fin a un episcopado en Segovia que no llegó a alcanzar los cuatro años. Obtenido su nombramiento del papa Eugenio III en febrero de 1153 (31) y consagrado en su nueva dignidad, don Juan permaneció al fren- te del arzobispado de Toledo hasta su muerte el 29 de septiem- bre de 1166 (32).

Vasco de Portugal (1351)

La consideración de don Vasco como natural de Portugal pro- viene del calificativo “portugalensis” que se le aplica en un lista- do medieval de los obispos de Segovia conservado en el archi-

29 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO vo de la catedral segoviana (33). Esta fuente es la única que, aun- que con reservas, permite adjudicarle a este prelado un origen lusitano.

La primera noticia de don Pedro la encontramos el 30 de ma- yo de 1351 cuando Clemente VI le nombró obispo de Segovia en substitución del difunto Pedro de Cuéllar (34). Según se re- coge en el documento pontificio, en el momento de su acceso a la sede segoviana don Vasco era diácono y ocupaba el arcedia- nato de Alcaraz en Toledo. Este eclesiástico era titular además de otros beneficios, entre los que pueden citarse una canongía en Sevilla y una ración en la catedral de Cuenca (35).

La llegada de Vasco de Portugal a la diócesis de Segovia tie- ne una importante significación puesto que supuso el fin de una larga etapa, que podríamos situar entre 1120 y 1350, en la cual las elecciones episcopales fueron efectuadas por el cabildo de la catedral. Desde 1350, salvo la excepcional elección como prela- do del deán segoviano Alfonso de Frías en 1392, la catedral per- dió de un modo irreversible su tradicional capacidad electiva en favor del pontificado y de la monarquía castellana. De este mo- do, con don Vasco se inauguró una nueva etapa en la cual la elección de los obispos de Segovia se llevó a cabo en instancias muy alejadas geográfica y emocionalmente de la propia diócesis.

Desde comienzos del siglo XIV los receptores de beneficios eclesiásticos mayores, esto es, obispados y abadías, estaban obli- gados al pago de distintas tasas a la curia pontificia. El más im- portante de estos derechos era el de los “servitia communia”, o servicios comunes, de los cuales la mitad correspondían al papa y la otra mitad al colegio cardenalicio. La cuantía de esta tasa era proporcional a la renta anual del beneficio eclesiástico obtenido e inicialmente quedó fijada en un tercio de dicha renta anual ne- ta. También hay que citar los “servitia minuta”, o servicios me- nudos, que eran cinco, cuatro de ellos destinados a los oficiales del papa y el restante a los de los cardenales (36). Apenas dos semanas después de su nombramiento Vasco de Portugal se

30 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA comprometió a pagar a la Cámara Apostólica los mil trescientos veinte florines de los servicios comunes correspondientes a los obispos de Segovia, y los cinco servicios menudos, pero su tem- prana muerte le impidió efectuar pago alguno (37).

Las actuaciones conocidas de este prelado son muy escasas. En las cortes celebradas en Valladolid en 1351 don Vasco obtu- vo de Pedro I una serie de documentos que confirmaban los pri- vilegios de que gozaban los vasallos de la iglesia de Segovia y ofrecían a los mismos protección contra las agresiones de los concejos vecinos (38).

Durante su episcopado don Vasco recibió dos mandatos pon- tificios. El primero consistió en la entrega de la iglesia parroquial de Lillo a su nuevo rector, y el segundo en favorecer la visita que el procurador del cardenal Gil de Albornoz debía realizar al ar- cedianato de Alcaraz, demarcación que como se ha visto había estado bajo la autoridad de don Vasco hasta su acceso a la sede segoviana (39).

Vasco de Portugal permaneció al frente de la diócesis tan solo unos seis meses. Aunque se desconoce el momento exacto de su fallecimiento, éste debió producirse entre noviembre de 1351, fe- cha en la que aparece mencionado por ultima vez, y febrero de 1352, momento en el que su sucesor obtuvo el nombramiento (40).

Hugo de Lamanhania (1374-1388)

Desde los trabajos de Diego de Colmenares en el siglo XVII, la historiografía segoviana ha considerado a este obispo como Hugo de “Alemania”, suponiendo que este apelativo hacia refe- rencia a su nacionalidad (41). El origen de esta adscripción erró- nea se encuentra en el listado medieval de los obispos de Segovia mencionado más arriba, donde el escribano que incluyó la reseña correspondiente a este prelado lo hizo figurar como

31 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

“Hugo de Alimania”, sin duda por la difícil asimilación de su apellido al castellano (42). En realidad Hugo de Lamanhania era francés, y aunque se desconoce su lugar de nacimiento, se sabe que uno de sus hermanos, dedicado al comercio, era natural de Montpellier.

La primera noticia conocida de don Hugo lo sitúa como co- lector pontificio en la península, territorio donde discurrió bue- na parte de su carrera eclesiástica. Su primer nombramiento pa- ra la mencionada actividad fiscal se encuentra en 1358, cuando era arcediano de Madrid. Desde ese momento desarrolló su la- bor ininterrumpidamente hasta 1363, cuando se trasladó por pri- mera vez a Aviñón a rendir cuentas (43). Durante los siguientes años Hugo de Lamanhania debió de continuar con sus tareas re- caudatorias, pues en 1371 se le encuentra de nuevo presentan- do sus cuentas a la Cámara Apostólica (44).

El 21 de julio de 1374 el papa Gregorio IX nombró a don Hugo obispo de Segovia en sustitución del fallecido Gonzalo (45). En ese momento Hugo de Lamanhania era doctor en leyes y poseía una canongía en Narbonne. Dado que era subdiácono, fue autorizado por el pontífice para ser ordenado presbítero con objeto de cumplir los requisitos canónicos necesarios para acce- der a su consagración episcopal (46).

Como su predecesor en la sede había fallecido prematura- mente, la Cámara Apostólica eximió a don Hugo del pago de las tasas que le correspondían tras su acceso a la sede segoviana, aunque debió hacerse cargo de las deudas acumuladas a este res- pecto por sus antecesores (47). Durante su episcopado don Hugo realizó diversos pagos que aunque no pudieron liquidar la totali- dad de la deuda al menos redujeron ésta considerablemente (48).

A pesar de su nombramiento como obispo de Segovia en 1374, la actividad de don Hugo fuera de su diócesis siguió sien- do muy intensa, pues el prelado continuó actuando durante un tiempo como colector pontificio, lo que le mantuvo largos perí-

32 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA odos alejado del gobierno directo de su sede (49). De este mo- do, durante su episcopado la labor de los vicarios pasó a un pri- mer plano, pudiendo citarse entre ellos a Mosén Peyre de Lamanhania, cuya actividad puede documentarse entre 1378 y 1381 (50), al racionero Juan Fernández de Tablada (51), o al ca- nónigo Alfonso Sánchez (52). En todo caso, se pueden mencio- nar algunas actuaciones personales de don Hugo. En 1376, por ejemplo, confirmó ciertas indulgencias a la iglesia de San Andrés del pie del puerto, perteneciente al priorato de Santo Tomé del Puerto (53). Varios años después, en 1384, don Hugo autorizó a los miembros de la catedral de Segovia a obtener otros benefi- cios en la ciudad y en la diócesis para mitigar la situación de ne- cesidad en la que se encontraban (54).

El año 1378, una vez iniciado el cisma de occidente, el obis- po recibió un mandato del rey Enrique II para que no permitie- ra a los eclesiásticos extranjeros que residieran fuera del reino cobrar las rentas de sus beneficios, salvo en el caso de que con- taran con la correspondiente licencia real. Al mismo tiempo el monarca encargó a don Hugo la custodia de las cantidades que hubieran recaudado los colectores pontificios en su diócesis pa- ra el papa romano Urbano VI y le autorizó para nombrar perso- nas de su confianza que terminaran de recoger las rentas papa- les y conservaran lo recaudado hasta que lo reclamara el men- cionado pontífice (55).

El 15 de octubre de 1388 Clemente VII de Aviñón dispuso el traslado de Hugo de Lamanhania a la diócesis francesa de Cavaillon, vacante por el nombramiento de su anterior titular pa- ra la de Cahors (56). Con toda seguridad este traslado premiaba los numerosos servicios que el eclesiástico francés había presta- do a la sede apostólica durante su dilatada carrera y, especial- mente, los catorce años que había permanecido en la sede se- goviana. Don Hugo falleció al frente de la mencionada diócesis de Cavaillon en fecha desconocida, aunque en todo caso antes de diciembre de 1392, momento en el que su sucesor obtuvo el correspondiente nombramiento (57).

33 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

Francesco Rafar di, obispo de la obediencia r omana (1387-1396)

El año 1387, cuando Hugo de Lamanhania se encontraba to- davía al frente de la diócesis de Segovia, el papa romano Urbano VI nombró un obispo para la misma sede, Francesco (58). Eubel identifica a este personaje con el italiano Francesco Rafardi, un franciscano que en 1379 había sido nombrado por Clemente VII de Aviñón obispo de Famagusta en Chipre y en 1380 de Segorbe, aunque en ninguno de los dos casos parece que llegara a tomar posesión efectiva de la sede (59).

El “episcopado” de Francesco en Segovia transcurre sin noti- cias hasta 1396, año en que fue depuesto por el papa romano Bonifacio IX tras haber actuado como embajador de Benedicto XIII de Aviñón (60). Paralelamente a la pérdida de su dignidad episcopal, el prelado fue destituido de sus oficios (61) y sufrió la confiscación de todos sus bienes (62).

En realidad, Francesco Rafardi nunca tomó posesión de la se- de segoviana, ni se personó durante los nueve años que perma- neció en el cargo en la demarcación de la que, al menos nomi- nalmente, era titular. Su nombramiento como obispo de Segovia no tuvo ningún efecto en la vida diocesana y constituyó en rea- lidad una de las pocas repercusiones directas del cisma de occi- dente en la diócesis.

Afomso Corr eia (1394-1397)

Este prelado portugués, citado en las fuentes castellanas co- mo Alfonso Correa, tuvo una dilatada carrera eclesiástica en la que pueden distinguirse dos grandes etapas. La primera, que se desarrolló en Portugal, su reino natal, abarca hasta el año 1385; la segunda se inicia en ese momento con su exilio a Castilla y se prolonga hasta su fallecimiento en 1397.

34 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

La figura de don Afomso comienza a destacar a partir de su nombramiento como obispo de la diócesis portuguesa de Guarda en 1364, cuando ocupaba la dignidad de deán en la propia cate- dral egitaniense (63). Al frente de esta sede, en la que permane- ció dos décadas, el prelado desarrolló sin duda sus actuaciones más relevantes. En el ámbito estrictamente eclesiástico cabe se- ñalar su decidida adhesión tras el cisma de occidente a la obe- diencia aviñonense, representada por Clemente VII, y su abierta oposición al partido favorable al papa romano Urbano VI (64).

Don Afomso participó también activamente en la política y la diplomacia portuguesas del momento. El año 1383 intervino en las negociaciones que condujeron al matrimonio de Juan I de Castilla con Beatriz de Portugal, hija del monarca luso Francisco I (65). Don Afomso, que ocupaba en esos momentos el cargo de canciller mayor de doña Beatriz, permaneció junto a ésta en Castilla. Cuando los procuradores del concejo de Cuéllar, villa cuyo señorío había sido entregado en dote a doña Beatriz, jura- ron públicamente a su nueva señora, el obispo se encontraba en- tre los testigos del acto (66). La muerte del rey Francisco I sor- prendió a don Afomso en la corte castellana. El prelado no du- dó entonces en apoyar las aspiraciones de Juan I al trono luso proponiendo además que la entrada castellana en aquel reino se realizara por Guarda, su sede episcopal, plaza cuya entrega ase- guraba a don Juan (67). De este modo, Juan I tras reunir sus tro- pas en Plasencia accedió a Portugal estableciendo inicialmente su puesto de mando en la mencionada ciudad de Guarda. La de- rrota de Aljubarrota en 1385 significó para Juan I el fin de sus as- piraciones al trono portugués. El triunfo político y militar de Juan I de Avís provocó el exilio a Castilla de un buen número de no- bles y eclesiásticos portugueses significados por su apoyo al ban- do perdedor. Entre ellos se encontraba Afomso Correia.

Se abría de este modo una nueva etapa en la vida del prela- do que discurriría enteramente en Castilla. La cercanía de don Afomso a la reina Beatriz, de quien como ya se ha dicho era can- ciller mayor, libró al obispo de las penurias que sufrieron la ma-

35 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO yor parte de los portugueses exiliados en Castilla. La integración de Afomso Correia en el entorno de la corte queda patente por ejemplo en su señalada participación en Toledo en 1391 en el fu- neral celebrado por Juan I (68). A pesar de todo lo indicado, la situación financiera de don Afomso no debía ser muy desahoga- da, pues junto al gobierno de su sede episcopal había perdido todas las posesiones y rentas que poseía en Portugal. La espera- da compensación por tal situación se demoró casi una década, pues no llegó hasta el 4 de noviembre de 1394, fecha en la que fue nombrado obispo de Segovia por Benedicto XIII de Aviñón, a instancias sin duda de su protectora Beatriz de Portugal (69).

Un mes después de acceder a la sede segoviana don Afomso se comprometió, por medio de procuradores, a abonar a la Cámara Apostólica los mil trescientos veinte florines de los ser- vicios comunes y los cinco servicios menudos correspondientes a los prelados segovianos, y se hizo cargo del pago de las can- tidades no abonadas por sus antecesores (70). Durante su epis- copado el obispo realizó tan solo dos pagos, que dejaron sin li- quidar una gran parte de las tasas (71).

La única actuación conocida de don Afomso en la diócesis segoviana se encuentra en 1396 cuando nombró notario “en la dicha nuestra yglesia e obispado” a Antón Sánchez, hijo de su criado Juan Fernández de Sepúlveda (72). Poco tiempo después, concretamente el 15 de mayo de 1397, el prelado portugués fa- llecía tras un breve episcopado que no llegó a alcanzar los dos años y medio (73).

Fadrique de Portugal (1508-1511)

Aunque no resulta posible afirmar con absoluta certeza la na- cionalidad portuguesa de don Fadrique, su familia estaba ligada directamente a la de Avís, reinante en Portugal desde 1385. Fadrique era hijo de Alonso de Portugal, conde de Faro, y de Ma-

36 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA ría de Noronha, condesa de Odemira (74). Educado en la uni- versidad de Salamanca, Fadrique de Portugal fue un estrecho co- laborador de los Reyes Católicos, para quienes desempeñó im- portantes misiones políticas y diplomáticas. Una muestra eviden- te de la cercanía del prelado a la reina Isabel la encontramos en 1504 cuando participó como testigo tanto en el testamento regio (75) como en el codicilo unido posteriormente al mismo (76). Don Fadrique había iniciado su carrera episcopal en Calahorra, sede riojana de la que se hizo cargo entre 1503 y 1508, y donde permaneció hasta su traslado a la diócesis de Segovia.

El 22 de diciembre de 1508 Fadrique de Portugal fue nom- brado obispo de Segovia por el papa Julio II (77), aunque no to- mó posesión de su nueva diócesis hasta el 13 de marzo de 1509, por medio de su procurador el canónigo cordobés Antonio Mora (78). Este nombramiento puso fin en la sede segoviana a una va- cante que se había prolongado durante dos largos años, concre- tamente desde el fallecimiento del obispo Juan Ruiz el 26 de ene- ro de 1507 (79).

La actividad desarrollada por don Fadrique en la diócesis de Segovia durante su permanencia al frente de la misma resulta po- co conocida. Cabe destacar en todo caso el apoyo que prestó al cabildo catedralicio en su intención de trasladar la catedral des- de su emplazamiento original junto al alcázar hasta el solar co- rrespondiente al desocupado convento de Santa Clara. En efec- to, el año 1510 el prelado avaló ante Fernando el Católico la pe- tición realizada en este sentido por los capitulares (80). Al año siguiente don Fadrique autorizó la compra por la catedral del mencionado convento de Santa Clara a las clarisas del monaste- rio de San Antonio (81). En todo caso este proyecto no se llevó a efecto en aquel momento pues, como es bien sabido, en Segovia la construcción de una nueva catedral no comenzó has- ta 1525, en un contexto social y político bien distinto.

Don Fadrique fue también un decidido defensor de la Inma- culada Concepción de la Virgen, dogma que no sería definido

37 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO hasta 1854 por Pío IX. El prelado, en reverencia a este misterio, dotó la celebración de una misa rezada en la catedral segoviana (82).

Tras ocupar durante casi tres años la dignidad episcopal en Segovia don Fadrique fue nombrado obispo de Sigüenza el 29 de octubre de 1511 (83). En aquella sede permaneció hasta 1532, año en que fue designado arzobispo de Zaragoza, cargo en el que culminó su brillante carrera eclesiástica.

Fadrique de Portugal murió en Barcelona el 6 de enero de 1539 y su cuerpo fue sepultado en la catedral de Sigüenza, den- tro de la capilla de Santa Librada cuya renovación él mismo ha- bía promovido. En su testamento el arzobispo dispuso la entre- ga a la catedral de Segovia de quinientos ducados (84). El cabil- do segoviano recibió también diversos ornamentos litúrgicos pertenecientes a don Fadrique de los que actualmente se con- servan un terno, una capa pluvial y un frontal de altar (85).

Jerónimo de Mascar enhas (1668-1672)

Este prelado, de novelesca trayectoria vital rescatada hace apenas una década con elegancia e ironía por Ronald Cueto, na- ció en el seno de una familia perteneciente a la alta nobleza lu- sa (86). Don Jerónimo era hijo de Jorge Mascarenhas, marqués de Montalvao y conde de Castelnovo, quien sería virrey de Brasil, y de Francisca de Vilhena. El futuro prelado pasó parte de su infancia en Africa, en los establecimientos portugueses de Mazagán y Tetuán, de los que su padre fue gobernador. Ya en Portugal realizó sus estudios universitarios primero en Évora y más tarde en Coimbra, donde obtuvo el título de doctor en teo- logía. A su evidente capacidad intelectual el futuro prelado su- maba reconocidas dotes para la pintura (87). El apoyo de su po- derosa familia motivó que la carrera eclesiástica de don Jerónimo se consolidara con rapidez. En 1633 accedió a una canongía en

38 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA la mencionada ciudad de Coimbra, desde donde se trasladó a Lisboa seis años después.

El año 1640 se inició en Portugal una rebelión contra la mo- narquía española, que gobernaba el país desde la anexión reali- zada por Felipe II en 1580. Este conflicto finalizó en 1668 tras la firma del tratado de Lisboa que sancionaba definitivamente la in- dependencia portuguesa bajo la soberanía de la casa de Bragan- ça. El levantamiento portugués tuvo importantes consecuencias en la trayectoria vital de don Jerónimo. Decidido defensor de los derechos de la casa de Austria en Portugal se vio obligado a tras- ladarse en 1641 a España junto a su hermano Pedro y a un se- lecto grupo de nobles y eclesiásticos portugueses. Como era de esperar, la corte de Madrid dispensó una cálida acogida a un exi- liado de tanta significación y procuró compensar en la medida de lo posible a don Jerónimo por los oficios, bienes y rentas que ha- bía perdido en Portugal. De este modo, fue nombrado sucesiva- mente capellán real, miembro del Consejo de Estado, caballero de la Orden de Calatrava, de la que llegó a ser definidor general, y oidor del Consejo de Órdenes (88). Su acceso a los círculos po- líticos y cortesanos y el respeto de sus conciudadanos refugiados en España convirtieron además a don Jerónimo en el “propagan- dista por excelencia de los exiliados portugueses en Madrid” (89).

Considerando el estado eclesiástico de Mascarenhas, el rey Felipe IV le había propuesto como obispo de la sede portuguesa de Leiría. De este modo, en 1650 don Jerónimo se presentaba como obispo electo de la mencionada diócesis lusa (90). Sin em- bargo, la tradicional prudencia de la curia romana, poseedora única de la facultad de efectuar el nombramiento, y la desfavora- ble evolución de los acontecimientos políticos en Portugal para la casa de Austria provocaron que el electo nunca lograra ser nom- brado y consagrado para esa sede. Tendrían que pasar casi dos décadas para que don Jerónimo pudiera acceder a la dignidad episcopal. Finalmente Mascarenhas fue propuesto para la sede de Segovia por la reina regente Mariana de Austria, tutora de su hi- jo Carlos II, obteniendo su nombramiento de Clemente IX el 9 de

39 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO abril de 1668 (91). El nuevo obispo cubría la vacante motivada por el traslado al arzobispado de Granada de Diego Escolano y Ledesma, prelado nacido en Madrid y por cuyas venas corría tam- bién sangre portuguesa (92).

De entre las actividades desarrolladas por Mascarenhas a lo largo de sus cuatro años de episcopado se pueden destacar la provisión de casi cincuenta beneficios en todo el obispado (93), la aprobación de las constituciones del cabildo parroquial de la ciudad de Segovia (94), la confirmación de las constituciones de la congregación sacerdotal de Nuestra Señora de la Fuencisla y San Pedro (95), y la fundación en la localidad de de una obra pía destinada a socorrer a los labradores pobres (96).

A pesar de que el episcopado de don Jerónimo discurrió con normalidad, durante su estancia al frente de la sede intervino ac- tivamente en un episodio que produjo un revuelo considerable en la ciudad de Segovia: la búsqueda de las reliquias de San Hie- rotheo, o Jeroteo, en la iglesia de San Gil (97).

La problemática en torno a la figura de San Hierotheo pro- venía de comienzos del propio siglo XVII cuando se intentó eli- minar del breviario la presencia del apóstol Santiago en la pe- nínsula ibérica. Ante la imposibilidad de articular otra defensa, los detractores de tal medida presentaron ante las autoridades eclesiásticas y la opinión pública diversos textos falsificados que documentaban la referida tradición apostólica (98). El jesuita Jerónimo Román de la Higuera redactó entre otras falsificaciones la conocida como cronicón de Dextro, publicado en 1627 y que incluía entre sus personajes a un “Sanctus Hierotheus”, obispo de Atenas y supuesto fundador de la diócesis de Segovia a media- dos del primer siglo de la era cristiana (99).

En 1637 Diego de Colmenares recogió la existencia de San Hierotheo en su exitosa “Historia de Segovia”, contribuyendo a la inmediata difusión del personaje (100). Como era de esperar, la población segoviana acogió de buen grado a una figura que

40 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA aportaba prestigio a la ciudad y antigüedad a la diócesis. Con el paso del tiempo las diferencias entre los defensores y los de- tractores de San Hierotheo se fueron acentuando y tres décadas después, en 1666, aparecieron dos trabajos que recogían los ar- gumentos y aspiraciones de ambos grupos. En efecto, el men- cionado año Gaspar Ibáñez de Segovia publicó un libro en el que denunciaba las falsedades relativas a este personaje (101). La inmediata respuesta llegó de parte del canónigo segoviano Cristóbal de Moya y Munguía, defensor a ultranza de la existen- cia del ficticio prelado griego (102).

Como se puede apreciar, cuando Jerónimo de Mascarenhas accedió en 1668 a la diócesis de Segovia la polémica se encon- traba en pleno apogeo. El nuevo prelado no dudó en aceptar la existencia de San Hierotheo y promovió la búsqueda de sus res- tos en la iglesia de San Gil, lugar donde se suponía que había si- do sepultado. Puesto que, como había demostrado toda su vida, don Jerónimo era persona práctica y de recursos decidió que los rezos para la localización del santo fueran acompañados por ac- ciones más terrenales. De este modo promovió una excavación en la mencionada iglesia de San Gil que, por supuesto, no tuvo resultado positivo alguno y cuyo único logro fue la definitiva rui- na del venerable templo románico (103).

El fracaso cosechado en este asunto y los contratiempos y disgustos que le originaron provocaron en don Jerónimo una te- rrible decepción que probablemente le acompañó hasta el fin de sus días. No puede interpretarse de otro modo el hecho de que su confesor, el capuchino fray José de Madrid, incluyera en el elogio fúnebre del prelado unas sentidas palabras sobre esta cuestión que en el fondo traslucían una negativa a reconocer el fracaso de la iniciativa promovida por el obispo (104).

Don Jerónimo redactó su testamento el 6 de abril de 1672. En ese momento el prelado se encontraba ya tan enfermo que no pudo consignar su firma en el documento (105). De hecho, fa- lleció apenas una semana después, el día 14, en plena celebra-

41 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO ción del jueves santo. Siguiendo sus deseos, don Jerónimo fue enterrado dos días más tarde en la catedral de Segovia, institu- ción que heredó su pontifical y el resto de elementos de su ca- pilla y oratorio (106).

Domingo V alentín Guerra (1728-1742)

Con este prelado se completa el grupo de los eclesiásticos extranjeros que accedieron a la sede episcopal de Segovia des- de su restauración medieval.

Domingo Valentín Guerra nació en la localidad napolitana de Ariano Irpino el 14 de febrero de 1660 y, aunque de familia es- pañola, se crió y educó en Italia (107). Su ordenamiento sacer- dotal se produjo tardíamente, en 1706, cuando contaba con cua- renta y seis años de edad. Dos años más tarde obtuvo en Roma el doctorado en derecho.

La relación de don Domingo con la diócesis segoviana, que se prolongó a lo largo de tres décadas, se inició el 26 de enero de 1711 cuando obtuvo las prebendas de deán y canónigo en la ca- tedral de Segovia. En el momento de acceder a estos beneficios se encontraba en Roma y desde allí escribió al cabildo segoviano para informarle de su acceso a los mismos (108). El nuevo deán permaneció en su cargo catorce años, hasta su nombramiento en 1725 como primer abad de la recién creada colegiata de la Santísima Trinidad de San Ildefonso (109).

El año 1714 el deán segoviano fue nombrado confesor de la reina Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V, cargo que le ligaría hasta su fallecimiento a la corte española. El futuro pre- lado era una persona que había recibido una esmerada educa- ción y poseía una gran cultura, pues no en vano dominaba cua- tro lenguas, pero su nombramiento produjo cierta sorpresa pues, en palabras del marqués de San Felipe, “a todos pareció perso-

42 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA na de muy moderadas prendas para tan alto empleo” (110). No existe en realidad tal contradicción. Los promotores de su nom- bramiento buscaban sin duda una persona que pudiera estable- cer una afinidad inmediata con la reina, y esto parecía asegura- do por su cultura y su origen italiano, pero que al mismo tiem- po permaneciera al margen de las intrigas cortesanas.

La obligación de permanecer en la corte atendiendo las ne- cesidades espirituales de la reina impedía a don Domingo cum- plir con sus responsabilidades como deán y canónigo en la ca- tedral de Segovia, de modo que el 3 de septiembre de 1715 ob- tuvo de Clemente XI una licencia que le eximía de la obligación de residir en la mencionada ciudad (111).

El año 1724 Felipe V obtuvo de Benedicto XIII la autoriza- ción para erigir una colegiata, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, en el recién creado Real Sitio de San Ildefonso (112). La nueva comunidad constaría de un abad, doce canónigos, seis racioneros y cuatro capellanes acólitos. En 1725, como ya se ha indicado, el monarca, a quien correspondía la elección de abad, escogió para este cargo a don Domingo. Ese mismo año Felipe V consiguió para su protegido el nombramiento de arzobispo de Amida “in partibus”, con lo que revestía al nuevo abad de la dignidad arzobispal.

La colegiata de la Santísima Trinidad había sido separada de la diócesis de Segovia, quedando por tanto al margen de la autoridad de los rectores del obispado. Su jurisdicción “nullius diocesis” se extendió además de al Real Sitio de San Ildefonso a las poblacio- nes de Navas de Riofrío, Palazuelos, Revenga, Sonsoto, Tabanera, y Valsaín. De inmediato se planteó la cuestión del desti- no del diezmo y el resto de impuestos eclesiásticos de estos luga- res, asunto que quedó resuelto en 1726 mediante la firma de un acuerdo entre el arzobispo Guerra y la catedral de Segovia (113).

El obispo segoviano Baltasar de Mendoza y Sandoval falleció el 4 de noviembre de 1727. En una muestra más del aprecio que

43 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO sentía por don Domingo, el rey Felipe V presentó para la digni- dad vacante al arzobispo, que obtuvo su correspondiente nom- bramiento el 8 de marzo de 1728 (114). El nuevo prelado tomó posesión de su sede el día 16 de abril por medio de su procu- rador el maestrescuela y canónigo Manuel de Uzieda (115).

El primer asunto que reclamó la atención del nuevo obispo fue la búsqueda de un sustituto que se encargara de atender los asuntos ordinarios de su diócesis, pues su presencia en la corte le impedía despacharlos personalmente. El primer candidato propuesto fue el deán de la catedral de Segovia, Francisco Sarriegui. Aunque éste llegó a actuar como provisor y goberna- dor del obispado hubo de hacer frente a una cerrada oposición del cabildo catedralicio a su designación, que le obligó a recha- zar finalmente la propuesta del obispo Guerra (116). En su lugar fue nombrado José Francisco Magdaleno, un vallisoletano que junto a su cargo de gobernador de la diócesis recibió el nom- bramiento de obispo de Teos “in partibus”. José Francisco se en- cargó del gobierno del obispado hasta el fallecimiento de don Domingo, tras el cual fue nombrado obispo de Coria. Con su traslado a la sede cauriense Magdaleno accedió definitivamente a un cargo que llevaba desempeñando de un modo efectivo des- de hacía más de una década.

Al comienzo del episcopado de Domingo Guerra la situación en la diócesis era ciertamente tensa. Como se ha visto, el cabil- do catedralicio había rechazado abiertamente la designación del deán Sarriegui y recibió al gobernador Magdaleno con notable frialdad. A pesar de estos malos presagios, la actitud positiva de todos los interesados contribuyó finalmente a despejar el hori- zonte. El obispo titular, haciendo gala de su carácter conciliador, evitó cualquier roce con su substituto y supo mantener una re- lación de abierta colaboración con la institución capitular; el obispo auxiliar, por su parte, consiguió ganarse con su actuación el respeto del cabildo; y los capitulares, por último, viendo que en nada quedaba menguada su jurisdicción, terminaron acep- tando la situación impuesta.

44 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

En 1737 don Domingo decidió construir una capilla en la ca- tedral en honor de San Frutos, patrón de la diócesis de Segovia (117). El cabildo acogió positivamente la iniciativa y negoció con el ayuntamiento la cesión del terreno necesario para su cons- trucción. La prolongación de los trabajos durante diez años, im- pidió a su promotor ver terminada la nueva capilla.

Así pues, durante un período de catorce años Domingo Valentín Guerra dirigió los destinos de la diócesis de Segovia, li- mitando su participación personal en los asuntos de su sede a aquellos cuya relevancia y significación demandaban la presen- cia del titular del obispado. El gobierno directo de la diócesis quedó, como ya se ha visto, en manos del obispo de Teos. Esta situación se mantuvo hasta el fallecimiento de don Domingo el 29 de mayo de 1742, a los ochenta y dos años de edad (118).

La desaparición de Domingo Valentín Guerra supuso para la diócesis de Segovia algo más que una pérdida estrictamente per- sonal. Sin que ningún contemporáneo fuera consciente de ello, su muerte puso punto y final a una realidad cuando menos sin- gular, la de la presencia de prelados extranjeros en la diócesis de Segovia. Aunque diluido por su discontinuidad, este fenómeno se había prolongado nada menos que seis siglos, desde los tur- bulentos tiempos de la reina Urraca hasta los indudablemente más refinados, pero no mucho menos violentos, del primer mo- narca de la dinastía Borbón.

La historia no deja de tener caprichos ante los que al histo- riador sólo le cabe inclinarse con rendida admiración. A la ima- ginación más fértil le hubiera resultado difícil cerrar el selecto cír- culo de los prelados foráneos de la diócesis segoviana de un mo- do tan completo como lo hicieron los dos últimos de esta estir- pe, uniendo su propia realidad con los orígenes más remotos de la diócesis que regían. Jerónimo de Mascarenhas a través de su apasionada búsqueda de los restos materiales del irreal fundador

45 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO de su linaje. Domingo Valentín Guerra con la construcción en la catedral segoviana de una capilla en honor a San Frutos, el le- gendario eremita bajo cuyo patronato y protección camina la diócesis de Segovia desde el medievo.

Que el esbozo aquí presentado de las vidas de estos hijos adoptivos de Segovia, aunque realizado apenas con algunos li- geros trazos, sirva de sencillo, pero sentido, homenaje a estos eclesiásticos que aunque llegaron a nuestra ciudad por circuns- tancias que sobrepasaban su propia voluntad terminaron fun- diéndose, literalmente, con esta tierra o llevándose cuando me- nos a Segovia dentro de sí de un modo indeleble.

Muchas gracias.

46 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

NOTAS

* Mi intención inicial era la de publicar este discurso tal y como fue leído en la sesión académica celebrada en la iglesia de San Quirce el 14 de enero de 2005, pero diversas razones me han decidido a modificar el texto original. Entre estas razones quiero destacar la existencia de alguna omisión de ineludible sub- sanación que me fue señalada, con todo el cariño y desde su profundo cono- cimiento de la Segovia barroca, por D. Ronald Cueto Ruiz, a quien quiero ha- cer expreso aquí mi agradecimiento. (1) “In this, as in the question of the liturgy, Alfonso VI worked closely with the papacy. The fact that a number of sees, with his consent, were occu- pied by Frenchmen is another sign of his openness to northern influences”, J. F. O’CALLAGHAN, “The integration of Christian into Europe: The role of Alfonso VI of León-Castile”, Santiago, Saint-Denis and Saint Peter. The recep- tion of the Roman Liturgy in León-Castile in 1080, Nueva York, 1985, p. 113. (2) “de eadem civitate (Agen) Petrum, qui fuit iuvenis nutritus in ecclesia Toletana, postea archidiaconum, postea episcopum Secobiensem”, R. JIMÉNEZ DE RADA, De rebus Hispaniae, libro 6, capítulo 26. (3) “El día de S. Paulo en mes de janero ordenaron en Segovia a D. Pedro el primer bispo que y fue, era MCLVIII”, Anales Toledanos primeros, ed. E. FLÓREZ, España sagrada, theatro geográphico-histórico de la iglesia de España. Tomo XXIII, continuación de las memorias de la santa iglesia de Tuy y colec- ción de los chronicones pequeños, publicados e inéditos, de la historia de España, Madrid, 1767, p. 387. (4) Archivo de la Catedral de Segovia (ACS), B-329, f. 22 r-v. (5) ACS, B-329, f. 21 r. (6) ACS, colección diplomática, 1-1-bis. (7) ACS, colección diplomática, 1-3. (8) ACS, B-329, f. 2 r-v. (9) ACS, colección diplomática, 1-7, 1-8, 1-9, 1-11, 1-16, 1-17; y B-329, ff. 3 r-v, 3 v, 4v-5r, 6v-7v, 9 r-v, 12r-13r. (10) ACS, colección diplomática, 1-15; y B-329, f. 16 r-v. (11) ACS, colección diplomática, 1-20. (12) Biblioteca Nacional (BN), manuscritos, 19.345, f. 10 r. (13) Archivo Municipal de Segovia (AMS), pergaminos, carpeta VI, nº 4. (14) Archivo Diocesano de Segovia (ADS), pergaminos, nº 3.

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(15) D. de COLMENARES, Historia de la insigne ciudad de Segovia y com- pendio de las historias de Castilla, Segovia, 1637 (reed. Segovia, 1969-70), XVI- VII, vol. I, p. 272. (16) Archivo General de Palacio (AGP), patronatos, San Lorenzo, legajo 1.680. (17) D. de COLMENARES, Historia..., XIII-X, vol. I, p. 216. Este historiador confunde el concilio ecuménico con otra asamblea convocada por Pascual II en 1112 a la que hace acudir al obispo Gelón de León y a Pedro de Agen. (18) ACS, colección diplomática, 9-1-bis. (19) Archivio Segreto Vaticano (ASV), registri vaticani, 9, ff. 190v-191r. (20) ACS, colección diplomática, 1-4. (21) L. SERRANO, El obispado de Burgos y Castilla primitiva desde el siglo V al XIII, Madrid, 1935, III, p. 188, doc. 108. Es posible que el papa nombrara a los obispos de Segovia y Palencia para el mismo tribunal eclesiástico bus- cando un acercamiento entre ambos prelados, pues su relación era muy tensa a causa de la disputada posesión de los arciprestazgos de Peñafiel y Portillo. (22) A. GARCÍA Y GARCÍA, “Concilios y sínodos en el ordenamiento jurí- dico del reino de León”, El reino de León en la alta edad media. I. Cortes, con- cilios y fueros, León, 1988, pp. 431-432. En el escueto relato de la coronación incluido en la crónica de Alfonso VII no se recoge sin embargo la presencia del obispo de Segovia, M. PÉREZ GONZÁLEZ, Crónica del emperador Alfonso VII, León, 1997. (23) F. J. HERNÁNDEZ, “Los mozárabes del siglo XII en la ciudad y la igle- sia de Toledo”, Toletum, 69 (1982-1983), pp. 70-72. (24) J. del ÁLAMO, Colección diplomática de San Salvador de Oña (822- 1284), Madrid, 1950, I, doc. 204. (25) BN, manuscritos, 13.074, f. 41 r. (26) ACS, B-302-bis, f. 5 r. (27) ACS, colección diplomática, 2-3 y 7-3. La exención concedida a las propiedades episcopales y capitulares se ha conservado en una confirmación de Alfonso X de 1273 en la que por error del escribano la concesión de Alfonso VII aparece dirigida al obispo Pedro de Agen. (28) ACS, colección diplomática, 2-4. (29) L. SERRANO, El obispado..., III, p. 189, doc. 109. (30) L. SERRANO, El obispado..., III, pp. 192-193, doc. 112. (31) BN, manuscritos, 13.022, ff. 22 r-v, 24r-25r.

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(32) J. F. RIVERA RECIO, La Iglesia de Toledo en el siglo XII (1086-1208), I, Roma, 1966, p. 199. (33) “Cui successit Velasci portugalensis”, ACS, B-248, f. 46 r. (34) ASV, registri vaticani, 206, f. 7 r. Se informó del nombramiento a Pedro I, al arzobispo de Toledo, al cabildo catedralicio de Segovia, al clero y a los ha- bitantes de la ciudad y la diócesis, y a los vasallos de la iglesia segoviana, id., f. 7 r-v. (35) E. SÁEZ; J. TRENCHS ODENA, Diplomatario del cardenal Gil de Albor- noz. Cancillería pontificia (1351-1353), Barcelona, 1976, pp. 61-62, doc. 72; y p. 64, doc. 75. (36) Q. ALDEA, “Tasas de beneficios consistoriales”, Diccionario de histo- ria eclesiástica de España, IV, Madrid, 1975, pp. 2.532-2.536. (37) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 22, f. 111 v. La deu- da fue asumida por su sucesor Pedro Gómez Gudiel. (38) ACS, colección diplomática, 12-17 y 12-18. A. UBIETO ARTETA, Colección diplomática de Riaza (1258-1457), Segovia, 1959, pp. 23-25, doc. 13; pp. 25-26, doc. 14; y pp. 26-29, doc. 15. (39) E. SÁEZ; J. TRENCHS ODENA, Diplomatario..., p. 69, doc. 81; y p. 97, doc. 111. (40) Diego de Colmenares indica erróneamente que “en veinte y uno de abril de mil y trescientos y cincuenta y tres años nuestro obispo don Basco, de- án y cabildo autorizaron los traslados de muchos privilegios de nuestra ciudad que hoy permanecen en su archivo, siendo ésta la noticia última que hasta aho- ra hemos hallado del obispo don Basco de Portugal”, Historia..., XXV-II, vol. I, p. 492. El error de este autor se produce al adjudicar a don Vasco en 1353 un documento que en realidad pertenece al obispo Fernando Sarracín y está fe- chado en 1315, AMS, leg. 528. (41) D. de COLMENARES, Historia..., XXVI-IV, vol. I, p. 515. (42) ACS, B-248, f. 46 v. (43) J. ZUNZUNEGUI ARAMBURU, “La Cámara Apostólica y el reino de Castilla durante el pontificado de Inocencio VI (1352-1362)”, Anthologica Annua, 1 (1953), pp. 161-162. (44) J. ZUNZUNEGUI ARAMBURU, La Cámara..., p. 166. (45) ASV, registri avignonesi, 193, ff. 66v-67r. Se informó del nombramien- to a Enrique II, al arzobispo de Toledo, al cabildo catedralicio de Segovia, al clero y a los habitantes de la ciudad y la diócesis, y a los vasallos de la iglesia de segoviana, id., f. 67 r-v. (46) ASV, registri vaticani, 285, f. 115 v.

49 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

(47) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 35, f. 190 r. (48) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 41, ff. 69 v y 293 r. (49) En febrero de 1375 don Hugo se encontraba en Aviñón rindiendo cuentas de su tarea como colector pontificio en el reino de Castilla y León, ASV, instrumenta miscellanea, 2.884. (50) ACS, colección diplomática, 13-15. ADS, pergaminos, nº 8. (51) D. de COLMENARES, Historia..., vol. I, p. 527, nota 16. (52) ACS, D-1.293, sin foliar. (53) AGP, patronatos, San Lorenzo, legajo 1.680. (54) ACS, colección diplomática, 14-7. (55) ACS, colección diplomática, 13-16. (56) ASV, registri avignonesi, 254, f. 370 r-v. (57) C. EUBEL, Hierarchia catholica medii aevi sive summorum pontifi- cum, S. R. E. cardinalium, ecclesiarum antistitum series ab anno 1198 usque ad annum 1431 perducta, Monasterii, 1913, p. 179. (58) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 48, f. 86 r. En este archivo no se conserva el nombramiento para Segovia de Francesco Rafardi, si- no el registro correspondiente a su compromiso de pago de los servicios co- munes en razón de su acceso a la dignidad episcopal. (59) C. EUBEL, Hierarchia..., p. 443. (60) ASV, registri vaticani, 315, f. 53 r-v. (61) ASV, registri lateranensi, 43, ff. 157v-158r. Francesco ocupaba en el momento de su destitución el cargo de “litterarum apostolicarum scriptor”. (62) ASV, registri lateranensi, 71, ff. 148v-149v. Entre las propiedades que le fueron confiscadas se pueden citar dos casas en Roma cerca de Castel Sant Angelo. (63) C. EUBEL, Hierarchia..., p. 235. Diego de Colmenares indica que don Afomso “estudió derechos en París; donde recibió grado de dotor, y por sus le- tras y virtud fue oidor de Rota, de donde vino para obispo de la ciudad de La Guardia en Portugal, su patria”, Historia..., XXVII-XI, vol. I, p. 542. (64) C. OLIVERA SERRANO, Beatriz de Portugal. La pugna dinástica Avís- Trastámara, Santiago de Compostela, 2005, pp. 74 y 238. (65) L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, “Capitulaciones matrimoniales entre Castilla y Portugal en el siglo XIV (1373-1383)”, Hispania, VIII (1958), p. 554. C. OLI- VERA SERRANO, Beatriz..., p. 82.

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(66) C. OLIVERA SERRANO, Beatriz..., p. 208. (67) P. LÓPEZ DE AYALA, Crónica de Juan I, ed. Cayetano Rosell, Madrid, 1877, año 1383, cap. XI, p. 85. (68) C. OLIVERA SERRANO, Beatriz..., p. 107. En el funeral se encontraba también presente el obispo de Segovia, Gonzalo González de Bustamante. (69) ASV, registri avignonesi, 280, f. 37 r-v. Se informó del nombramiento a Enrique III, al arzobispo de Toledo, al cabildo catedralicio de Segovia, al cle- ro y los habitantes de la ciudad y la diócesis, y a los vasallos de la iglesia se- goviana, id., ff. 37v-38r. (70) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 49, f. 110 r. (71) ASV, camera apostolica, obligationes et solutiones, 53, ff. 87 r y 116 v. (72) ACS, colección diplomática, 14-12. (73) “Cui (successit) donpnus Alfonsus qui fuit episcopus de La Guardia qui obiit idus madii anno domini millesimo CCCº XCº VIIº”, ACS, B-248, f. 46 v. (74) J. GUTIÉRREZ ANDRÉS, “Portugal, D. Fadrique de”, Biografía ecle- siástica completa, XIX, Madrid, 1864, pp. 113-114. (75) “Yo don Fadrique de Portogal, obispo de Calahorra, fuy presente por testigo al otorgamyento que la reyna donna Ysabel nuestra sennora fizo deste testamento y ge lo vy fyrmar y lo vy sellar con su sello y lo firmé de my nombre y sellé con my sello. El obispo de Calahorra”, V. GONZÁLEZ SÁNCHEZ, El tes- tamento de Isabel la Católica y otras consideraciones en torno a su muerte, Madrid, 2001, p. 43. (76) “Yo don Fadrique de Portogal, obispo de Calahorra, fui presente por testigo al otorgamiento que la reyna nuestra sennora hizo deste codiçilo y ge lo vy firmar e otorgar e firmé aquí my nombre e lo sellé con my sello. F. el obispo de Calahorra”, V. GONZÁLEZ SÁNCHEZ, El testamento..., p. 52. (77) ASV, registri lateranensi, 1.214, ff. 175r-176r. Se informó del nombra- miento a la reina Juana, al arzobispo de Toledo, al cabildo catedralicio de Segovia, al clero y los habitantes de la ciudad y la diócesis, y a los vasallos de la iglesia segoviana, id., ff. 176r-177v. (78) ACS, acta capitular de 13 de marzo de 1509. (79) “Cui successit dopnus Johannes de Medina doctor in utriusque qui obiit VII kalendas februarii anno MºDºVIIº qui sepultus est in Medina del Campo”, ACS, B-248, f. 47 r. (80) AMS, leg. 19-8. (81) ACS, F-31.

51 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO

(82) J. GARCÍA HERNANDO, “Apuntes para la historia mariana de Segovia. Un capítulo de la devoción inmaculista de su catedral”, Estudios Segovianos, XII (1960), pp. 300 y 356. (83) G. VAN GULIK, C. EUBEL, Hierarchia..., III, p. 296. En el Archivio Segreto Vaticano no se conserva el registro correspondiente al nombramiento de don Fadrique para la sede seguntina. (84) D. de COLMENARES, Historia..., XXXVI-XVI, vol. II, p. 166. (85) G. RAMOS DE CASTRO, “Terno y capa de don Fadrique de Portugal”, El arte en la época del tratado de Tordesillas, Valladolid, 1994, pp. 260-261. J de VERA; L. F. de PEÑALOSA, “VIII Exposición de arte antiguo. Heráldica y gene- alogías segovianas”, Estudios Segovianos, VIII (1956), p. 45, nº 175 (frontal de altar). (86) R. CUETO RUIZ, “The transports and travails of D. Jerónimo de Masca- renhas, a portuguese exile in seventeenth-century Castile”, Portuguese, Brazilian and African Studies. Studies Presented to Clive Willis on his Retirement, Warmins- ter, 1995, pp. 151-167. El mismo autor ya ofreció una semblanza de este prelado en su libro Pánfilos y “Cucos”: historia de una polémica segoviana, Madrid, 1984, pp. 115-140. Dos reseñas biográficas de Mascarenhas, con errores de importan- cia, en: Biografía eclesiástica completa, XIII, Madrid, 1862, p. 423; y Diccionario de historia eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, 1987, p. 472. (87) “Mascareñas (el ilustrísimo señor D. Gerónimo) pintor y obispo de Segovia. Dice Palomino que se exercitaba por diversión en la pintura con acier- to e inteligencia. Palom”, J. A. CEÁN BERMÚDEZ, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Tomo tercero, L-O, Madrid, 1800, p. 96. (88) R. CUETO RUIZ, The transports..., pp. 153-154. (89) R. VALLADARES, La rebelión de Portugal 1640-1680. Guerra, conflic- to y poderes en la monarquía hispánica, Valladolid, 1998, p. 176. (90) Puede encontrarse a Mascarenhas titulado obispo electo de Leiría en el encabezamiento de dos de sus obras: Viage de la sereníssima reyna D. María-Anna de Austria, segunda muger de D. Phelipe IV deste nombre rey ca- tólico de España, hasta la real corte de Madrid desde la imperial de Viena, Madrid, 1650; y Apología histórica por la ilustríssima religión y ínclita cavalle- ría de Calatrava, su antigüedad, su extensión, sus grandezas entre las milita- res de España, Madrid, 1651. (91) R. CUETO RUIZ, The transports..., p. 155. (92) R. CUETO RUIZ, The transports..., p. 160. (93) Fray J. de MADRID, Afectuosa e immortal pyra que a los gloriosos ma- nes, a la esclarecida memoria del Ilustríssimo Príncipe y Reverendísimo Señor

52 OBISPOS EXTRANJEROS AL FRENTE DE LA DIÓCESIS DE SEGOVIA

Don Gerónimo de Mascareñas, obispo de Segovia, erige su catedral iglesia, epi- cedio sacro, que sirviéndose de su voz, la de la escuela toda de las virtudes, di- xo fr. Iosehp de Madrid, religioso capuchino y lector jubilado de teología, Madrid, 1672, p. 13. (94) Constituciones del cabildo parrochial que se compone de los curas pro- pios y benefiçiados desta ciudad de Segovia y sus arrabales, Segovia, 1669. (95) Constituciones de la congregación sacerdotal de Nuestra Señora de la Fuencisla y señor San Pedro, Segovia, 1669. (96) R. CUETO RUIZ, The transports..., p. 156. (97) R. CUETO RUIZ, Pánfilos y “Cucos”..., pp. 115-140. (98) M. QUINTANILLA, Nota adicional. Párrafos V a X, en D. de COLME- NARES, Historia..., vol. I, p. 100. (99) “Sanctus Hierotheus natione Hispanus, (quem a Paulo conversum dis- cipuli sui Dionysii gloria clarum fecit) ad Hispanias se contulit. Prius episcopus Atheniensis, post Segoviae in Arevacis episcopus sanctitate mirandus habetur”, R. CARO, Flavi Luci Dextri V. C. omnimodae historiae quae extat fragmenta cum chronico M. Maximi et helecae ac S. Braulionis Caesaraugustanorum epis- coporum, Sevilla, 1627, f. 42 r-v. (100) D. de COLMENARES, Historia..., IV-(V a X), vol. I, pp. 90-94. (101) G. IBÁÑEZ DE SEGOVIA, Discurso histórico por el patronato de San Frutos contra la supuesta cáthedra de San Hierotheo en Segovia y pretendida autoridad de Dextro, Zaragoza, 1666. (102) C. de MOYA Y MUNGUÍA, Tratado apologético en favor de la cáthe- dra de San Hierotheo en Segovia. Historias e historiadores de estos reynos, la verdadera cáthedra en Segovia por tradición antigua de su santa iglesia pro- bada y aprobada por el ordinario de la dicha ciudad contra el discurso histó- rico que sacó a la luz D. Gaspar Ibáñez de Segovia y Peralta, cavallero de la Orden de Alcántara, marqués de Agrópoli, señor de la villa de Corpa, Madrid, 1666. (103) De la numerosa documentación conservada sobre este asunto pue- de destacarse, en lo que se refiere a la excavación en la iglesia de San Gil, la “Relación diaria de las fervorosas diligencias que hicieron los segobianos para allar el tesoro escondido de el santo cuerpo de su primer obispo el divino Hierotheo desde 3 de mayo de 1669 asta fin de 1670”, ACS, F-33. (104) “Assistido de gravíssimos fundamentos determinó este ilustre, y doc- to cabildo, que se buscassen las reliquias de su primer obispo San Hieroteo. Comunicó su resolución con nuestro difunto. Rindiola a su dictamen, y halló en él aprobación, asistencia, medios. O que es ardua la empressa!. O que mu- chos la contradizen!. Qué importa?. No mira a la gloria de Dios, a la exaltación

53 BONIFACIO BARTOLOMÉ HERRERO de la fe, a la veneración de un santo, de los primeros, y más célebres de la igle- sia?. Pues alto a buscar esta dicha, que a lo menos se descubrirá el zelo, si se malograre la inquisición. Malogrose, dirán acaso o el maligno, o el indevoto: aún huyen las reliquias santas, aún se esconden a nuestra vista. Qué respon- deremos a esto?. Que se ponga los ojos en los pecados de la república, y no hará estrañeza que se niegue Dios a nuestros deseos. Pero al elogio de nues- tro príncipe, qué perjuycio puede causar el que las reliquias no se descubran?. O ya que no se ayan descubierto a su solicitud, cómo puede negarse que se han descubierto a su mérito?. A la primera azadonada, que animó su assisten- cia deve dársele por conseguida la gloria de inventor del cadáver sacro”, Fray J. de MADRID, Afectuosa..., p. 19. (105) R. CUETO RUIZ, The transports..., p. 161. (106) Su laude se encuentra en la vía sacra. La inscripción contenida en la misma puede encontrarse en J. de VERA, “Piedras de Segovia. Itinerario herál- dico y epigráfico de la ciudad”, Estudios Segovianos, II (1950), pp. 414-415. (107) Ronald Cueto Ruiz presenta una semblanza biográfica del prelado en Pánfilos y “Cucos”..., pp. 195-203; y una síntesis de su carrera eclesiástica en “Una biografía inédita de don Baltasar de Mendoza y Sandoval, obispo de Segovia (1699-1727)”, Estudios Segovianos, XIII (1961), p. 459, nota 56. (108) ACS, acta capitular de 21 de marzo de 1711. (109) ACS, acta capitular de 11 de junio de 1725. (110) R. CUETO RUIZ, Pánfilos y “Cucos”..., p. 195. (111) ACS, H-128. Inocencio XIII confirmó esta licencia en 1724, ACS, ac- ta capitular de 1 de septiembre de 1724. (112) M. BARRIO GOZALO, Estudio socio-económico de la iglesia de Segovia en el siglo XVIII, Segovia, 1982, pp. 37-38. (113) ACS, H-89. (114) ACS, F-39. (115) ACS, G-72 y F-126. (116) ACS, L-138. (117) R. CUETO RUIZ, Pánfilos y “Cucos”..., pp. 198-222. (118) “Episcopo fato cedenti die 29 maii anno 1742”, ACS, B-94, f. 657 r.

54 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA: ALGUNAS PRECISIONES SOBRE UN PROCESO POCO Y MAL CONOCIDO (1814-1862)

A la buena memoria del segoviano don Manuel González Herrero hombre honesto, amigo excelente

Me propongo en las páginas que siguen ofrecer un relato his- tórico de los últimos años de la pañería segoviana, principal- mente para proporcionar a los historiadores de la sociedad y la economía segovianas algunos subsidios que les puedan facilitar sus investigaciones y sus análisis. Pero como no escribo solo pa- ra esos estudiosos de la historia económica, sino también para un público más general, incluiré en mi relato no solamente el examen de los grandes hechos económicos, sino todos aquellos sobre los que dispongo de información y que, sin ser quizá tan relevantes, pudieran ser del interés de los historiadores locales; por esta misma razón añado al final algunos apéndices docu- mentales.

Para comprender mejor lo que fue y significó en la historia ciudadana de Segovia la definitiva extinción y fin de la varias ve- ces centenaria industria textil, me parece conveniente comenzar haciendo breve memoria de lo que fue y representó desde sus orígenes, allá por el siglo XIII, hasta el suceso que determinó su agonía y muerte por consunción, es decir la infausta francesada que comenzó en 1808. Y para no irme muy lejos a buscar una fuente, evitando de paso la prolijidad, repetiré aquí en alguna parte lo que dije en uno de mis libros más recientes (1).

Hubo una circunstancia histórica que hizo peculiar a Segovia respecto de otras capitales castellanas de similar entidad: la in- dustria textil, que la convirtió en la primera ciudad fabril de to-

57 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA dos los reinos de Castilla y León, y que extendió su nombre por todo el orbe. Por eso a la Segovia de los siglos XV al XVIII los historiadores hemos dado en llamarla la Segovia de los paños. Y sobre este punto tengamos presente la afirmación reciente del profesor García Sanz Bquizá quien, en nuestros días, más y me- jor se ha dedicado a este tema-, cuando afirmaba que el conoci- miento de la industria textil segoviana sigue siendo muy parcial. Subsisten grandes sombras sobre los aspectos fundamentales de la misma: casi nada se sabe del periodo medieval; respecto de los si- glos modernos, son muy puntuales los conocimientos precisos, y se ignora casi todo de aspectos tan fundamentales como la geo- grafía y características del mercado de paños; la coyuntura pro- ductiva de los siglos XVI y XVII; y, ya para el siglo XIX, es com- pleto el desconocimiento sobre el proceso que desembocó en la desaparición total de esta actividad secular en la ciudad. La di- mensión social de la pañería Bsalarios de los operarios, forma de vida de éstos, fortuna de los empresarios, sus relaciones con el po- der municipal, sus estrategias familiares...- por el momento sólo puede ser imaginada, pero no documentada. Por todo ello, se puede afirmar que la historia de la industria pañera segoviana, entendida como una reconstrucción completa, está por hacer (2).

Refiriéndose a la célebre industria textil, el cronista segovia- no por excelencia, Diego de Colmenares, afirmaba en 1637:

De esta abundancia y fineza de lanas, ayudada de la na- turaleza de estas aguas para labrarlas, y teñirlas, nació sin duda la opulenta fábrica de los paños, que a nuestra Ciudad ha dado tanta riqueza, y celebridad en todas las Naciones del mundo, siendo en todo él tan estimados sus fi- nísimos paños; cuyo trato, y fábrica industriosa pide trata- do particular para exemplo de Repúblicas... (3).

Porque fue en la ciudad de Segovia en donde por vez pri- mera durante el periodo medieval se documenta la actividad de la industria textil. Una actividad industrial que, respecto de la fa- bricación de paños y de sombreros, había alcanzado fama en to-

58 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA do el Reino durante el siglo XIII, y por eso las Cortes de Jerez de 1268 ya se hacen eco de ese renombre y regulan los precios y aranceles de los paños de lana ya entonces conocidos como segovianos (4). Lamentablemente, es muy poco lo que sabemos de esa primera etapa bajomedieval.

Es bien conocido, en cambio, que desde fines del siglo XV (5), la industria pañera segoviana alcanzó un auge notabilísimo, hasta el punto de convertirse la ciudad, a partir de 1550, en la primera capital industrial de los reinos de Castilla. Esta industria se sustentaba sobre una inmensa cabaña de ovejas merinas tras- humantes que, tras su paso por los numerosos esquileos de la zona, producían una lana finísima que alcanzó justa fama en to- da Europa. Además, al éxito de la propia industria de la fabrica- ción de paños -realizada por una masa laboral de tejedores, apartadores, cardadores, pelaires, tintoreros, tundidores...- se su- mó la aparición de una verdadera nobleza urbana basada en el comercio, que difundió los productos segovianos por todo el or- be conocido, desde la América hispana hasta los mercados de Flandes e Italia: fueron los mercaderes y hacedores de paños, a los que el cronista barroco Diego de Colmenares llamaba seño- res de los paños.

Toda esta riqueza industrial y comercial, que también flore- ció en otras ciudades castellanas -en especial la de Cuenca- lla- mó desde época temprana la atención de la Corona, preocupa- da tanto por organizar el mejor desarrollo de las actividades pro- ductivas, cuanto de gravarlas con los correspondientes impues- tos. Así, las primeras ordenanzas dirigidas a los fabricantes de paños de lana, dadas por pragmática de los Reyes Católicos y da- tadas en 1489 y 1491, debieron regir también en Segovia, pues- to que en 1495 se comisionó al corregidor de la ciudad para que averiguase qué personas habían vendido paños sin tundir ni mo- jar, lo que contrariaba dichas ordenanzas (6). Tampoco debieron ser muy receptivos los fabricantes segovianos respecto de las or- denanzas dadas en 1500, puesto que dos años después los Reyes les solicitan que las examinen, las discutan, y envíen al Consejo

59 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA su parecer respecto de las modificaciones que consideren con- venientes (7). Finalmente, las primeras Ordenanzas generales del obraje de paños serán promulgadas en Sevilla el 1 de junio de 1511, y tendrán consecuencias importantes tanto en el obraje co- mo en la comercialización de las piezas fabricadas, ya que entre otras cosas dispusieron el aumento de la calidad de los paños, de dieciochenos para arriba - siendo esos paños finos, los vein- tidosenos a treintenos, los que dieron celebridad y fama a la pro- ducción segoviana-.

En todo caso, esas normas, al establecer un modo de pro- ducción muy preciso para lograr las calidades apetecidas, forza- rán a la industria textil segoviana, hasta entonces totalmente ar- tesanal e inmersa en el domestic system, a pasar rápidamente al verlag system, es decir del telar en casa a la fábrica con varios te- lares Bbien en un mismo edificio, bien en régimen de subcon- tratación-. De hecho, la producción textil segoviana estuvo des- de entonces en manos de los mercaderes hacedores de paños, que eran quienes poseían el capital necesario para comprar la la- na en grandes cantidades y a buen precio, para encargar los te- jidos a los talleres de los menestrales, y para enviarlos luego a los mercados foráneos. De hecho, muchos de esos mercaderes no poseían ni un solo telar, y en realidad eran fabricantes sin fá- bricas. Por eso, las Ordenanzas de 1511 significarán también, como ha señalado Paulino Iradiel, la victoria de los mercaderes fabricantes sobre los gremios de artesanos (8).

Vale la pena que examinemos con algún detenimiento todo el conjunto de la fabricación propio de esta importantísima in- dustria segoviana, que corre desde la misma obtención de las la- nas en el esquileo, hasta su venta en ferias y mercados. Tras la reconquista de estas tierras hacia el 1088, se reabrió una red de caminos y vías pecuarias de antiquísimo origen, claramente pre- rromano y utilizado por los romanos para construcción de cal- zadas. Se favorecía así la movilidad de los rebaños, primero de unos términos a otros -trasterminancia- y, poco a poco, entre los diferentes reinos peninsulares. Las cañadas serán, pues, las

60 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA vías por las cuales los rebaños de ovejas merinas van a desarro- llar el fenómeno de la trashumancia en busca de pastos de in- vierno o verano. En el año de 1273, el Rey Don Alfonso X insti- tucionaliza toda esta amplia organización ganadera creando el Honrado Concejo de la Mesta, cuyo fin era la protección de to- do lo relacionado con la cabaña merina de la Corona de Castilla, y que integraba la red de cañadas, que desde el siglo XIII al XIX ha sido la principal infraestructura ganadera peninsular.

La Ciudad y Tierra de Segovia gozaba de una posición estra- tégica dentro de la red de cañadas de Castilla, con el paso de tres cañadas principales y numerosísimos cordeles, veredas, coladas, etcétera (la categoría depende de la anchura de la vía) que par- tían desde la cañada principal a las poblaciones, ranchos de es- quileo y dependencias ganaderas. La cañada más cercana a la ciudad -que por cierto era cabeza de una de las cuadrillas del Honrado Consejo de la Mesta- es la llamada Soriana Occidental, más conocida en esta zona como cañada de la Vera de la Sierra por discurrir en esta zona de la provincia: cruza las tierras sego- vianas desde Villacastín a Riaza, uniendo las provincias de Ávi- la, Segovia y Soria. Más que camino, y en gran medida debido a la anchura fijada para ella -90 varas castellanas, o sea 75,22 me- tros- la cañada constituía un pastizal alargado para la manuten- ción de las ovejas merinas en tránsito. Pero solamente era obli- gado guardar tales anchos de vía cuando la cañada atravesaba por tierras cultivadas, mas no cuando cruzaba montes comuna- les y terrenos baldíos (9).

Así, la Ciudad y el resto de sus aldeas serranas conjugaban dos circunstancias muy favorecedoras para su economía: la ri- queza de pastos -debida a la abundancia de aguas de riego- y la coincidencia del período de esquileo junto al paso de los reba- ños por sus tierras. A lo largo de la cañada de la Vera de la Sierra se encuentra la mayor concentración de ranchos de esquileo de toda la península, por las circunstancias antes mencionadas. Para dar una breve noticia sobre la industria del esquileo, seguiremos cuanto nos dice el benemérito don Antonio Ponz en su Viaje de

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España (10). Conviene comenzar advirtiendo que las cabañas de merinas solían tener por término medio unas 10.000 cabezas, y que a su frente se encontraba un mayoral experimentado, auxi- liado por unos cincuenta pastores -rabadanes, compañeros, ayu- dadores, sobrados, zagales, gañanes, según su cualificación pro- fesional-. Estos grandes rebaños acudían a los esquileos segovia- nos en los primeros días de mayo, a la vuelta de los invernade- ros, prolongándose las labores de cortar el vellón durante unas tres semanas -el clima era factor crucial, habida cuenta de la de- licada salud de la oveja después de esquilada-, en jornadas que corrían de las seis de la mañana a las cinco de la tarde. No es del caso relatar por menor el proceso del esquileo, en el que, bajo la dirección del factor, intervenían diversos oficios, como los liga- dores, los esquiladores -que cortaban la lana de doce reses dia- rias por término medio-, los moreneros, los recibidores, los vello- neros, los apiladores, las vedijeras, los pellejeros, etcétera.

Una vez cortada, apilada y seleccionada la lana, era el turno de los apartadores, también pertenecientes a la Fábrica segovia- na, que eran los expertos en seleccionar la calidad de las lanas según la parte de la res de la que procedían: según Ponz,

la primera es de los costillares; es a saber, la parte que em- pieza quatro dedos más abaxo del espinazo, hasta donde empieza la barriga, y desde el juego del brazuelo, que lla- man entreespaldilla hasta el juego de la pospierna , o va- cío, y esta primera suerte se llama refina . La segunda es la que se saca de la entreespaldilla, lomo, partes de tabla del pescuezo, y seco de las ancas, lo que llaman fino . La ter- cera suerte se saca de la barriga, tabla de pescuezo, que co- rresponde al seco , que quiere decir desde la cruz hasta de- trás de la oreja; porque lo que sigue hasta el nacimiento de la escarola , o astas, es el reseco, y el corte de pospierna. Lo restante hasta el nudillo, en la barriga del carnero, toda la que está alrededor del meano , y la que está entre las teti- llas, que llaman obrezuela , si está limpia, pertenece a una quarta suerte; pero si está puerca de sudor, u otra inmun-

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dicia, no es de recibo. También la colilla estando limpia; la babilla (babilla es la mitad de la pierna desde la cola al nudillo), y asimismo el copete , pertenecen a esta quarta suerte. Las caídas , que es la lana entre las piernas, no son de recibo. Este modo de apartar, que llaman recibo sego- viano, en que se omiten muchas menudencias, es propio de la pericia de los de Segovia (11).

El siguiente destino de la lana esquilada era precisamente el del lavadero, que no siempre se encontraba en la propia ciudad: hay testimonios de su existencia en muchas villas y aldeas de la Tierra. El propio Ponz nos da también cumplida noticia de esta industria auxiliar de la textil, en que intervenían otros oficios co- mo el tinero mayor (que graduaba la temperatura del agua y di- rigía toda la operación), el ayudante, cuatro duques (dos de ellos ahuecadores), dos aguadores, el echapella, dos poceros, el boca, los trasboca y los cañariegos, los raberos, el pedrero ma- yor, y los arcadores o arcaduces (12).

No todas las lanas lavadas y limpias eran utilizadas en los te- lares segovianos, ya que algunos mercaderes segovianos adqui- rían mucha cantidad de ella para enviarla a otros grandes mer- cados pañeros (las ferias de Medina y de Burgos, las de Brujas y Florencia...), lo que se llamaba entonces navegar lanas (13). Las protestas de sus colegas fabricantes por esta extracción, que en- carecía notablemente el producto, fueron constantes, y ya en las cortes de Toledo de 1462 se solicitó la aplicación de las leyes que prohibían exportar más de los dos tercios de las lanas pro- ducidas en Castilla -lo que obviamente apenas se respetaba-. En este negocio, que un memorial de 1515 cifra en 4.600 toneladas de lana navegadas cada año por cuenta de un centenar y medio de mercaderes segovianos, se ocupaban entonces unas mil per- sonas (14). La preocupación de los hacedores de paños por la es- casez y carestía de lanas fue una constante en la industria textil segoviana, y los conflictos habidos por esta causa -por ejemplo con los mercaderes de Burgos, que casi monopolizaban el mer- cado lanero-, muchos.

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Respecto de las lanas destinadas a ser tejidas en la misma Segovia, eran hiladas por mujeres (hordideras) en sus propias casas de la ciudad y sobre todo de las aldeas de la Tierra; las en- miendas a las Ordenanzas de 1500 se refieren ya a ellas, dispo- niendo que los ovillos hilados tuviesen cuarenta varas bien me- didas. La lana ya hilada llegaba así a los telares de los tejedores, agrupados en la cofradía de San Frutos (15); pero notemos que los grandes mercaderes eran con frecuencia también propietarios de los telares, aunque a veces se titulasen modestamente tejedo- res, sin ser verdaderamente menestrales en modo alguno (16). Las Ordenanzas del obraje de paños de 1511 regulaban la an- chura y longitud de las piezas tejidas, así como sus diferentes ca- lidades, que se estimaban según el número de hilos que llevaba su trama, desde los treintaydosenos (3.200 hilos), a los catorce- nos (1.400 hilos).

Una vez tejida la pieza, y aprobada su calidad por los vee- dores del Gremio, pasaba a ser tratada por los pelaires o carda- dores. Si se trataba de un paño fino (al menos veinticuatreno), primeramente los pilateros le desborraban y despinzaban, es de- cir le quitaban con meticuloso cuidado toda paja o impureza. Luego los bataneros le aplicaban la batanadura, que compren- día cuatro fases: lavarlo, escurrirlo, darle cuerpo y aclararlo, uti- lizando para ello agua, aceite, goma y jabón; a estas operaciones se llamaba infurtir el paño. Por fin, mediante la carda y la per- cha el paño mojado era cardado por haz y envés dejándolo ya en perfección. Finalizadas estas labores, que eran supervisadas y aprobadas por los veedores de este Gremio, la pieza de paño era entregada a los tundidores, cuya función era la de igualar el pa- ño tundiéndolo sobre unos tableros y descabezándolo con sus ti- jeras, para luego someterlo a la aprobación de sus respectivos veedores.

Preparado ya el paño en cuanto a su soporte físico, era en- tregado a los tintoreros; oficio, por cierto, muy ligado en sus orí- genes a los propios mercaderes hacedores de paños, debido qui- zá al capital necesario para montar la infraestructura y adquirir

64 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA los materiales necesarios para desarrollar esta industria, que ya regulan con cuidado las ordenanzas de 1500. Eran precisos lo- cales amplios y luminosos, bien provistos de agua -por eso solí- an estar inmediatos al Acueducto, de cuyo caz desviaban el lí- quido mediante cerbatanas-, y con numerosas cubas para reali- zar los tintes de las piezas. Tampoco eran baratos los productos químicos, ni era fácil su adquisición: solamente los tintes vege- tales como la rubia o granza, y el zumaque, se cultivaban en Segovia (y también en La Mancha, Andalucía y Levante); mien- tras que el pastel, la roja, el brasil y la grana era importados de Italia o traídos de América. Las sustancias fijadoras o mordientes preparaban el paño para que recibiera mejor el tinte: el alum- bre, junto al ferrete o sulfato de cobre, la cendra, el tártaro y la agalla, eran las más habituales. El trabajo de los tintoreros esta- ba también sujeto al control y aprobación de los veedores del respetivo gremio.

Por fin, tras ser cuidadosamente dobladas por los apuntado- res, las piezas de paño segoviano quedaban listas para su co- mercialización por sus propietarios, los poderosos mercaderes hacedores de paños, que eran los que en realidad controlaban to- das las labores textiles, desde la compra de la lana en bruto has- ta su venta en las ferias -como la célebre de Medina- o en el ex- tranjero -los paños segovianos llegaron a ser apreciadísimos en toda Europa-. Este gremio mercantil será también el que cons- tantemente denuncie las faltas y fraudes, e inste de la autoridad regia, con su mayor conocimiento e intereses, las reformas con- venientes.

Hacia 1580, la ciudad contaba con unos seiscientos telares y quince batanes, y producía aproximadamente más de 16.000 pie- zas de paño de a 40 varas de longitud (33,4 metros) en cada año, nada menos. Son los días de gloria de los grandes mercaderes y hacedores de paños, los que crearían la imagen del segoviano como un hombre económico, esto es, un gran empresario. Como lo fueron Antonio de Navacerrada (que fabricaba 350 paños anualmente, con un giro comercial de siete millones y medio de

65 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA maravedís), Juan de Ximena, Antón de Mesa, Andrés Serrano, Diego de Escalante (que cada uno fabricaba más de 200 paños anualmente), los González de San Salvador, los Dávila el Antiguo, los Meléndez de Ayones o los Terán de Molledo -todos ellos formarían ilustres estirpes industriales y mercantiles, pron- to ennoblecidas-. Hacia 1561, casi el sesenta por ciento de la po- blación segoviana -3.279 vecinos- estaba dedicada o dependía económicamente de la industria textil (17).

Tras una época de auge más o menos constante, que conclu- ye aproximadamente en 1598 -coincidiendo con una gran peste que asoló la ciudad-, la industria pañera segoviana comenzó a partir de 1610-1627 un lento declive, como denunciaron varios ar- bitristas, y señaladamente Damián de Olivares en sendos memo- riales datados en 1620 y 1621. Del ideal preferentemente indus- trial de la sociedad segoviana se pasó luego al ideal comercial y ganadero -la venta directa de las lanas finas-, y así los grandes mercaderes fabricantes se irán dedicando a otras actividades más lucrativas, quedando la fabricación de paños en manos de fabri- cantes de menor caudal, y de pequeños tejedores metidos a em- presarios. A mediados del siglo el número de telares se verá re- ducido a la mitad de los que funcionaban en 1590, y los merca- dos de venta de los paños serán ya los peninsulares -Madrid, Valladolid, Salamanca-, como ha descrito García Sanz (18). Pero a lo largo de todo el siglo XVII serán varios los intentos de revi- talización de la Fábrica segoviana, y uno de ellos será el origen, en 1673, del Sello Real de Paños -al que he dedicado atención en mi repetido estudio-. Ciertamente, el denostado reinado de Don Carlos II supuso un periodo de reflexión propicio a las reformas, iniciadas en 1680 con la creación de la Junta de Comercio; Sego- via aún mantenía entonces un centenar y medio de telares, la cuarta parte de los que funcionaban un siglo antes.

Ya en la siguiente centuria, los monarcas de la Casa de Bor- bón se distinguirán por su reformismo mercantilista -eliminación de barreras internas, reformas tributarias y monetarias, fomento del comercio-, cuyas manifestaciones en la industria textil de

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Segovia serán la institución de la Diputación vitalicia de la Fábri- ca (1708), las nuevas Ordenanzas (1733), el establecimiento de las primeras industrias sujetas al factory system -la Real Compañía de Paños Superfinos (1762-1779), su continuación en la Real Fábrica de Paños de don Laureano Ortiz de Paz (1779-1878)-, la creación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País (1780), o las últimas Ordenanzas textiles (1789). Junto a estas ini- ciativas, en general liberalizadoras -tímidamente liberales- de mercados y gremios, se observa también un creciente proteccio- nismo para fomentar la producción nacional frente a los tejidos extranjeros: así los numerosos privilegios y exenciones concedi- das a los fabricantes en 1779, 1781 y 1787 (19). Hagamos justicia a dos pañeros segovianos caracterizados por sus iniciativas para mejorar la fabricación: don Juan de Buenlabrar, que en 1723 in- tentó instalar en Segovia telares de paños superfinos; y don José Ramiro, que en 1733 fabricó nuevas clases de paño, y que más tarde sería uno de los impulsores de la Real Compañía (20).

A pesar de cuanto he expuesto, en realidad, como bien se- ñalaba hace muy pocos años el profesor García Sanz, y recorda- ba yo al principio de este estudio, es poco lo que sabemos acer- ca del conjunto de aquella pujante realidad industrial. Ni siquie- ra sabemos de las cifras de producción de paños durante los si- glos XVI y XVII, aunque algunos autores han procurado calcu- larlas sobre estimaciones más o menos ajustadas (21). Para el si- glo XVIII sí sabemos más cosas, ya que tanto Larruga como la Real Sociedad Económica de Amigos del País han publicado ci- fras de producción pañera de aquellos cien años. En todo caso, y como contribución al estudio de la Fábrica de paños segovia- na, ofrecí en mi aludido estudio sobre el Sello Real de Paños el producto de mis propias investigaciones, hechas en los protoco- los notariales de Segovia -y más exactamente las cuenta del Real Sello (1707-1740) y las cuentas de la refacción del aceite a favor de dicha Fábrica (1763-1782)-, como subsidio para formar la im- prescindible estadística de producción de paños segovianos du- rante el siglo XVIII y comienzos del XIX (22).

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Durante el siglo XVIII la industria textil segoviana se había recuperado y era sin duda próspera, ya que se estima la pro- ducción media anual en algo menos de la mitad de la alcanzada a finales del siglo XVI, su época de mayor auge. La instalación de industrias fabriles modernas -la Real Compañía en 1763, la Real Fábrica de Ortiz de Paz en 1779- supuso una notable inno- vación tecnológica basada en el maquinismo. Pero quizá la no- vedad llegaba ya tarde a Segovia: apenas existían en la ciudad ya los gruesos capitales necesarios para construir e instalar las máquinas, y tampoco trabajadores especializados para manejar esas máquinas. De hecho, a estos últimos hubo que traerlos del extranjero: uno de los principales especialistas fue el irlandés Dowling, a quien dedicaré algunas líneas porque su presencia y actividad en Segovia son desconocidas por los especialistas.

John Dowling era un irlandés católico, y pertenecía a la Royal Society of Dublin. Vino a España hacia 1750, de orden y con sueldo del Rey Don Carlos III -seguramente por mediación del diplomático don Bernardo del Campo, de quien fue más tarde corresponsal asiduo (23)-, y se manifestó como un maquinista polifacético que construyó todo tipo de artilugios, como un ba- tán y una máquina para lustrar lana en la fábrica de Guadalajara, molinos harineros y la maquinaria de la fábrica de limas de la Real Fábrica de Cristales de San Ildefonso -en cierto documento le vemos titularse ingeniero hydráulico por su Magestad de las Fábricas del Reyno, Director de las Limas, Herramientas y Acero en el Real Sitio de San Ildefonso- (24). En verdad era un especia- lista en el hierro y el acero, y había logrado calidades de este metal superiores a las de Réamur. En 1761 construyó allí una má- quina pulidora movida por la fuerza hidráulica del río Cambrones, que tenía un movimiento doble, directo y circular, y accionaba una suma de cien pulidores, cada uno de los cuales hacía el trabajo de dos hombres y rebajaba así en gran medida los costes de producción de los cristales segovianos -esta má- quina de Dowling aparece representada en la Enciclopédie diri- gida por Diderot-.

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Poco después concibió para Segovia una máquina para fri- sar paños y ratinas, que sufragó nominalmente la Real Fábrica Antigua de Paños, como se menciona en la escritura de funda- ción del mayorazgo de don Laureano Ortiz de Paz (25). La rati- na o retina era una clase de paño de lana cruzada, parecida al de grana pero menos fina y de tejido más delgado, con liga- mento de sarga de tres o tafetán, muy velluda y muy espesa, y cuyo pelo se sometía a la máquina de frisar, que disponía en bo- lillas los pelos que cubrían la superficie de la tela, llamándose a esta operación ratinaje; se empleaba para vestidos de invierno de señoras y eclesiásticos, cortinajes y toallas (26). La máquina se construyó efectivamente en 1769, tuvo un coste de 20.000 reales, y debe de ser la misma que luego hallamos instalada en el Caserón del Agua. Pero Dowling estaba encargado por el Rey no solamente de construir e instalar la máquina, sino de introducir en Segovia la fabricación de esa nueva clase de paño, y para ello trajo en su compañía a dos sobrinos suyos, bien entendidos en materia de fabricación textil: pero en esto último los esfuerzos del irlandés se estrellaron ante la apática realidad segoviana, co- mo se quejaba a su protector el Marqués de Múzquiz:

por mi proprio honor no puedo menos de hacer presente a V.E. la poca o ninguna asistencia para ello que encuentro entre los Yndividuos de dicha Fábrica, pues tres años hase que la Máquina está servible; el primer año hicieron media docena de piezas de Ratinas poco más o menos (y no de mala calidad, siendo las primeras); en el segundo año hi- cieron tres o quatro de mucha peor calidad; y en el último año ninguna. Las dos piezas que imbiaron de la Fábrica a la Máquina en presencia de V.E. y mía a fines del mes pa- sado de Agosto, no eran otras sino dos piezas del año ante- cedente, cuyo grano les havían mandado quitar, mojándo- las, perchándolas y tundiéndolas de nuevo, para persuadir a V.E. que continuaban a darle gusto en hacer Ratinas, conforme havían prometido.Solicitó entonces Dowling al ministro que uno de sus sobrinos quedase encargado de la fabricación, comprometiéndose hacer una docena de pie-

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zas de paño y otras tantas de ratinas para que, durante la próxima jornada regia en San Ildefonso, V.E. y la Corte las vean, ...y yo prometo a V.E. que no serán como paños y ra- tinas de Segovia, sino como tales de Ynglaterra. Y criticaba: lo que no puede suceder nunca con la gente que ai en aquella Fábrica, ni de otra manera se puede combencer a aquellos dueños (tan satisfechos) que no saven palabra de lo que hacen, sin embargo de lo mucho a que se atreven quando hablan con V.E. ... ya que las mejores Máquinas sirven de poco si no ai gente que las sepa manejar, y esto no se aprecia en quatro días como pretenden en Segovia, y más por gente dura de edad y sin gusto (27).

Parece que de nada sirvieron por entonces los esfuerzos de Dowling, aunque sí a la postre, ya que hacia 1830 la máquina de retinar se usaba normalmente por la mayoría de los fabricantes segovianos.

Y no fueron esos los únicos intentos de introducir el maqui- nismo en Segovia: son de recordar también la máquina de hilar construida e instalada en la Casa Grande en 1788 por don Tomás Pérez de Estala, yerno de Ortiz de Paz y conocido maquinista de S.M. Esta máquina se movía por la fuerza de las aguas del Eresma. Parece que Pérez de Estala intentó años después, entre 1814 y 1819, introducir una máquina de vapor para hilar y car- dar, lo que supondría que fue Segovia la ciudad pionera en la in- troducción del vapor en España, con mucha antelación a las co- nocidas experiencias catalanas (28).

Pero ciertamente, al estudiar el panorama textil de la Segovia del Setecientos, no debemos menospreciar el estado de corrupción y los constantes fraudes y adulteraciones. Nos han llegado buenos testimonios de todo ello, aunque sólo me voy a referir a una de las más caracterizadas denuncias, que fue presentada en 1751, y que me parece es hasta ahora desconocida. En 1719 los gremios de fabricantes solicitaron la confirmación de una sentencia ejecu- toria que habían ganado en 1675 contra los mercaderes, a los que

70 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA se prohibía vender paños si no estaban vareados, es decir al por menor, estando obligados además a presentar las muestras en la Casa del Sello, a declarar sus adquisiciones y sus existencias, y a declarar los paños que sacasen de Segovia para vender fuera; al propio tiempo, la sentencia prohibía a los fabricantes revender otros paños que no fueran los que ellos mismos hubiesen fabrica- dos. Pero esa ejecutoria estaba en desuso desde muchos años an- tes, debido a una concordia suscrita por las partes en 1711, que sólo duró hasta 1719, calmándose de nuevo los contendientes en 1730, para reiniciar los pleitos en 1746. Debido a este último pro- ceso, en la primavera de 1751 el ministro don José de Carvajal y Lancaster, por medio del Consejo de Castilla, solicitó un informe detallado al corregidor don José de Velarde y Enríquez. En dicho informe, enviado a Madrid el 7 de agosto de 1751 (29), el corregi- dor recomendaba la intervención de la regia autoridad para paci- ficar a los dos gremios en liza, y advertía de que

los comerciantes ricos, que lo solicitan como en interés de to- do el Gremio, y pretestando el bien público, es porque tienen más arbitrio para trampear la ley en la parte que les com- prende, y de afianzarla en la que obliga a los mercaderes, para librarse de estos competidores en el negocio de las com- pras para reventas, no teniendo ellos que dar cuenta alguna a los mercaderes, al paso que estos deven presentar a los Diputados de la Fábrica las muestras de los paños vareados...

Y es que la guerra entre ambas partes se había intensificado mucho cuando cierto dia del año de 1750,

los mercaderes, valiéndose de espías, sorprendieron a un fabricante que sacaba algunas piezas de paño compradas para revender en una feria, y le denunciaron. Esta sorpre- sa, nunca esperimentada asta entonzes por el Gremio de Fabricantes, enconó mucho más a los dos Gremios...

Sin embargo, ambos bandos tenían intereses espúreos, según acredita el corregidor Velarde en su informe:

71 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

Por otros manejos de los mercaderes para conseguir sus fi- nes, reynan también extraordinarias discordias entre los yndividuos de la Fábrica. La restitución de las muestras, la justificación de las comisiones, y el haver de llevar a las Casas del Sello para su reconozimiento los paños que se compran en virtud de ellas, sobre ocasionar mucho emba- razo, algún coste, y tal vez perjudiciales retardos, da moti- vo a continuas altercaciones, ya por la misma especulación de los unos, ya por las trampas que intentan los otros. Los fabricantes pobres miran la instancia de los ricos como perjudicial a sus intereses, porque tira a privarles de aque- lla parte de fomento que recivían de los mercaderes, quie- nes les anticipan dinero para echar más paños. Y aunque los ricos alegan que los mercaderes abusan de las antici- paziones con pactos ilícitos y satisfacen los restos con géne- ros de su tienda a precios subidos, imposibilitando la per- fección de las maniobras, no les deve sufragar esta razón respecto de que está en sus manos el no aprovar los paños...

Afirmaba el corregidor que la Fábrica común (o Antigua) no había mejorado a pesar de la tolerancia experimentada sobre las reventas de paños desde 1746 -ya que las cifras de producción se mantenían en unos 4.500 a 5.000 paños anuales-, y advertía del peligro de dar la razón a los fabricantes ricos, porque desti- nan por lo regular todas sus adquisiciones a colocar a sus hijos en más noble esfera o profesión, y por consiguiente vienen a ser los pobres el único plantío, digámoslo así, de la Fábrica. En con- clusión, tras criticar los nombramientos endogámicos en la Diputación de la Fábrica, el desempeño económico de los vee- dores de los Gremios -cuya abolición proponía-, y las trampas constantes en las calidades de los paños, el corregidor recomen- daba al Consejo de Castilla el envío a Segovia de una persona inteligente -un práctico forastero- para examinar el estado de la Fábrica y proponer medidas para su reforma, habida cuenta de que le resultaban sospechosos todos los de la profesión que me puedan dar las luzes correspondientes.

72 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA

Y efectivamente el ministro Carvajal y Lancaster prestó la de- bida atención a las denuncias del corregidor, y comisionó a otro inmigrante irlandés, don Diego Nangle -administrador general de Correos en 1754, oficial de la Secretaría de Estado con el minis- tro Wall- para examinar el estado de la Fábrica segoviana, y pro- curar su arreglo. El extenso informe de Nangle está fechado en Madrid a 30 de septiembre de 1751, y confirma punto por pun- to las afirmaciones del corregidor: los fabricantes ricos, que do- minaban la Diputación y con ella el Real Sello, imponían graves cargas y multas a los mercaderes, y cometían graves fraudes - porque su utilidad consiste más en la cantidad de lo que se fa- vrica que en la calidad-; mientras estos estaban secretamente en tratos con los fabricantes pobres, y los fraudes sobre la calidad de los paños eran muy habituales, ya que aquellos proporciona- ban a estos plomos reutilizados para ponerlos en paños adulte- rados que se enviaban a otras ferias y mercados. También la im- portante labor de los veedores de los Gremios se consideraba absolutamente corrupta. Las medidas de arreglo propuestas por Nangle eran de carácter liberalizador, a imitación de los obser- vado en Inglaterra y Holanda, es decir que se aboliesen la Diputación, los veedores y hasta los Gremios, dejando al fabri- cante en la mayor libertad de acción, y proporcionando a la re- pública un fomento tan grande en sus fábricas como causa la li- bertad ... porque todo lo que sea restringir en manera alguna la libertad de comerciar lícitamente en las manufacturas de las fá- bricas proprias es muy perjudicial a ellas.

La libertad de fabricar y comerciar no llegó entonces, pero ya vemos que a mediados del siglo XVIII el liberalismo económico era una aspiración ya sentida por los industriales como Nangle, y por los políticos como el ministro Carvajal Lancaster y el co- rregidor Velarde.

Digamos ahora algo acerca de la llamada Real Fábrica Anti- gua de Paños (30), que no era sino una evolución del antiquísi- mo Gremio de Mercaderes, Fabricantes de Paños y Tintoreros, caso interesante de oficios diversos agrupados en una sola cor-

73 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA poración profesional, que surge primeramente como cofradía re- ligiosa, bajo el patronato del Espíritu Santo y de San Mauricio - aunque también se tituló de San Frutos (31)-. Notemos que los poderosos hacedores de paños, impropiamente llamados merca- deres y con mayor justicia señores de los paños, eran en realidad la aristocracia industrial y comercial de la ciudad, la patronal pa- ñera, puesto que ellos eran los que encargaban por su cuenta la manufactura de los paños, subcontratando cada fase de la pro- ducción con los distintos artesanos. Colmenares les dedica repe- tidos encomios, llamándolos

verdaderos padres de familias, que dentro de sus casas y fuera, sustentan gran número de gentes; muchos de ellos a doscientas y muchos a trescientas personas; fabricando por manos ajenas tanta diversidad de finísimos paños; empleo comparable con la agricultura, y muy importante en cual- quier ciudad y reino (32).

Notemos que, a diferencia de cualquier otra actividad indus- trial o comercial ordinarias, esta de los señores de los paños no fue nunca un demérito nobiliario o social para alcanzar hábito en alguna de las Órdenes Militares, ni para lograr cargos y ofi- cios públicos de importancia, entonces reservados a nobles y ca- balleros.

Sus primeras ordenanzas gremiales fueron aprobadas por el Emperador en Toledo el 23 de noviembre de 1538 (33), propo- niéndose su reforma y modernización en 1783 (34). Su sede ra- dicaba en el desaparecido monasterio de San Francisco, sito en el corazón del Arrabal Mayor, en cuya capilla mayor se reunían regularmente los días de Año Nuevo y pascua del Espíritu Santo -en esta ocasión, a la junta precedía un almuerzo de hermandad con un menú que detallan y limitan las propias ordenanzas-. El domingo de Cuasimodo acudían a la Catedral a echar piedra con sus limosnas en lucido cortejo precedido de trompetas, atabales y pífanos. Fue, sin duda alguna, el más importante y poderoso de los gremios segovianos, y también el más rico.

74 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA

Parece que este gremio se extinguió como tal -o más bien se transformó-, con motivo del establecimiento de la llamada Diputa- ción de la Fábrica de Paños de Segovia que, instituida oficialmen- te a consecuencia de la real cédula de 7 de julio de 1708, fue an- te todo el gremio de los fabricantes para defensa de sus intereses patronales, sometido a una estrecha vigilancia política, puesto que sus sesiones, que pasaron a celebrarse en el edificio del Real Sello de Paños, donde se elegían los doce diputados vitalicios que la go- bernaban (35), eran siempre presididas por el corregidor o en su defecto por el alcalde mayor o por el intendente general de Rentas Reales de la provincia; y solían asistir también varios regidores del Ayuntamiento. Las sesiones quedaban reflejadas en actas autoriza- das mediante escribano público. En la última sesión de cada año, que se celebraba en la postrera semana de diciembre, se nombra- ban los oficios de la Fábrica para el año siguiente; estos eran, en 1767, 1785 y 1796 (36), los de diputados (tres), comisarios, exami- nadores (dos), y sobreveedores de los Gremios (que entonces eran los de tintoreros, tundidores, apartadores, pelaires, y tejedores). Porque es notable el hecho de que la Diputación vitalicia de la Fá- brica adquiriera enseguida ciertas competencias sobre los gremios propiamente de los artesanos del obraje de la lana, que en su se- de celebraban sus reuniones durante el siglo XVIII, con asistencia de los diputados de la Fábrica; mientras que sus respectivos vee- dores eran recibidos en el Ayuntamiento mediante una certificación del secretario de la Fábrica.

Pero la que ya se denominó Fábrica Antigua de Paños a par- tir del establecimiento en 1763 de la novedosa Real Compañía de Paños Superfinos -llamada, luego del 1779, Real Fábrica de Pa- ños Superfinos de Ortiz de Paz (37)-, era como digo una patronal textil que agrupaba a todos los fabricantes particulares, incluso a los accionistas de la de Ortiz de Paz. Y así sus miembros se va- lieron de ella para adquirir y sostener algunas instalaciones co- munes que mejorase y abaratasen la producción , de cuyos asun- tos sabemos algunas cosas por menor gracias al interesantísimo libro en el que se asentaban todas las noticias atinentes a ellos, que hoy se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Sego-

75 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA via (38). Estas iniciativas pro comun, iniciadas en la segunda mi- tad del siglo XVIII, tuvieron gran importancia, y resultan absolu- tamente desconocidas, por lo que voy a glosarlas por menor. Del aludido libro nos consta que la Fábrica fue propietaria al menos desde 1781, de un batán de cinco pilas (el batán tercero, según su posición sobre el río Eresma), y que además tuvo arrendados varios batanes más: el batán propiedad de los señores Marqués del Arco y Conde de los Villares, desde 1782 al menos (batán pri- mero); el batán de don Calixto de Riofrío, desde 1764 (batán úl- timo, que luego adquirió don Laureano Ortiz de Paz); y el batán propiedad de don José Entero y Velasco, desde 1780 (batán se- gundo). Estos arrendamientos solían ser por tiempo de ocho años prorrogables, y por una renta de entre 1.400 y 2.200 reales ánuos -la renta dependía del número de pilas-, pero la explotación de estos batanes la hacía la Fábrica mediante el subarriendo de ellos a diversos bataneros, obligados al pago de una renta anual de unos 400 a 500 reales -cobrando por derechos 10 reales por ba- tanar cada pieza de paño común, y 12 reales por los paños trein- tenos y capas-. Notemos que, con toda probabilidad, esas adqui- siciones y arriendos son anteriores a los años de 1780, que es cuando se abrió el libro que nos sirve de guía.

Además de los batanes propio y arrendados, la Fábrica po- seía desde antes de 1781 una prensa situada en una casa alqui- lada en la calle de Perucho (a Santa Eulalia, propiedad de doña Teresa de Velasco, heredada luego por su hijo don José Entero), que arrendaba a terceros por plazos de hasta nueve años, y una renta anual de 220 reales; otra prensa colocada en otra casa al- quilada en la calle de San Antón (también a Santa Eulalia, pro- piedad de don Silvestre Díaz de Torres), que se arrendaba en condiciones semejantes (39); y por último una tercera prensa si- tuada en una casa propia adquirida en 1790, que estaba enfren- te de la puerta principal de la iglesia parroquial de Santa Eulalia. Además, la Fábrica proporcionaba en algún caso vivienda a los arrendatarios de las prensas. A juzgar por las reclamaciones y rentas vencidas, ninguno de estos negocios era muy rentable pa-

76 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA ra los prensadores, pero la Fábrica necesitaba de su industria y daba facilidades para su permanencia.

Finalmente, la Real y Antigua Fábrica de Paños segoviana -ta- les títulos se le dan en el libro que estoy glosando- poseía dos máquinas de retinar. La primera estaba instalada en el llamado Caserón del Agua, en donde además había una máquina de car- dar -y hacia 1786, estas instalaciones también se arrendaban a terceros por tiempo de seis, y renta anual de 2.000 reales-. La se- gunda, llamada nueva retina o retina de sangre, se hizo ex no- vo en 1786 por la Fábrica, y estaba colocada en una casa de la calle de la Muerte y la Vida, arrendándose a terceros por plazo de cuatro años, y abonando la Fábrica al arrendatario 550 reales (100 ducados) en cada año, y cada fabricante al prensador tres reales por cada pieza de paño retinada.

Estas adquisiciones y otras obras realizadas en sus respecti- vos batanes, prensas y retinas, pudo realizarlas la Fábrica con sus rentas propias, o bien tomando diversas cantidades a censo, por ejemplo los 40.000 reales obtenidos en 1790 de la obrapía de ni- ños expósitos de la Catedral. En cuanto a sus operarios y de- pendientes, resulta que la Fábrica contrataba a un maestro es- molador de tijeras y a un relojero, entre otros dependientes.

Y con estos prolegómenos hemos llegado al momento histó- rico al que quería yo llegar, esto es, a la primavera de 1808, en que dio comienzo uno de los más amargos periodos de la histo- ria de España, es decir la invasión napoleónica y la terrible gue- rra que la siguió a causa de la enérgica reacción española. Las tropas imperiales ocuparon Segovia por vez primera el 17 de ju- nio de 1808 y, tras varios abandonos circunstanciales, salieron de la ciudad definitivamente el 31 de mayo de 1813. La francesada tuvo graves consecuencias en Segovia y su provincia: las cons- tantes exacciones de dineros y de suministros de grano y gana- do, arruinaron a la ciudad y al campo, y la acción de los guerri- lleros patriotas causó una enérgica y sangrienta represión por parte de los franceses. La industria textil no pudo dejar de verse

77 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA muy afectada por esta terrible situación bélica, como denota el número de fabricantes en ejercicio en 1813, que era un treinta por ciento menor que el de 1802.

Y, sin embargo de tantísimas desgracias caídas sobre personas y bienes entre 1808 y 1814, que perjudicaron gravísimamente la economía nacional, la producción de las fábricas de paños sego- viana no parece haber sufrido un declive excesivo, a juzgar por las cifras alcanzadas durante los primeros años de la postguerra, en comparación con las obtenidas antes de la guerra, publicadas por Quintanilla (40): según una relación de 1813 (41), y un me- morial interesantísimo de don Felipe Ledesma, diputado decano de la Real Fábrica de Paños en 1838 (42), a quien sigue y com- plementa el erudito Madoz (43), la cifras de fabricantes, telares, producción y mano de obra empleada fueron las siguientes:

Años Fabricantes Trabajador es Telar es Paños 1801 87 ? ? 2347 1802 87 ? ? 2482 1813 70 ? ? 2743 1815 90 1.600 obreros 300 mujeres 214 4271 1816 82 1.400 obreros 296 mujeres 202 4043 1817 80 1.350 obreros 274 mujeres 189 3799 1818 78 1.120 obreros 230 mujeres 167 3341 1847 ¿19 ? ? ? 60 1848 ¿17? ? ? 50

Es decir, que hasta los años de 1820 las piezas fabricadas fue- ron aproximadamente las mismas 3.000 a 4.000 que, con poca variación, se habían venido produciendo en Segovia desde antes

78 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA de 1700 (44). Para el año de 1818, el decano Ledesma calculó un movimiento económico todavía importante en aquellas postri- merías de la Segovia de los Paños: durante el cuatrienio aludido (1815-1818), las lanas consumidas en los telares costaron unos doce millones de reales; el aceite y el jabón empleados, unos dos millones, y los jornales, diecisiete millones; por lo que el bene- ficio resultante de la venta de toda la producción, a razón de 48 reales cada vara de paño, resulta un beneficio para los fabrican- tes segovianos de seis millones de reales (45).

Por su parte, la Real Fábrica de Paños Superfinos de Ortiz de Paz intentó modernizarse, y con gran esfuerzo económico adqui- rió máquinas y las instaló en su edificio de la Casa Grande, sobre el arroyo Clamores, llegando a producir unas 800 piezas anuales de esos paños de lujo. Pero un incendio ocurrido el 17 de enero de 1820, seguramente provocado (46), que pudo ser sofocado a duras penas, dio al traste con las nuevas máquinas y con gran par- te del edificio. Se perdieron allí grandes sumas de dinero, y otras en la restauración del edificio, por lo que aquella fábrica entró en decadencia. A mediados del siglo XIX, solamente se fabricaban allí unas 75 piezas de paños finos, y cantidad de hilazas y paños bastos (47).

Sin embargo, la crisis económica ya había alcanzado el sec- tor textil: las lanas merinas finas, cuyo precio no había dejando de crecer desde 1800 a 1811 (desde los 131 a los 225 reales por arroba), descendieron mucho en los años de 1812 a 1814 (entre 111 y 128 reales por arroba), para, tras un relativo aumento en los años de 1815 a 1818, caer a partir de 1820 hasta los 74 rea- les por arroba -cifras que ni siquiera permitían amortizar los gas- tos de las cabañas mesteñas-. La llegada a los mercados británi- cos de las lanas sajonas, también de calidad pero mucho más ba- ratas, fue la causa de esta caída. Y, aunque el mercado de lanas castellano subió al menos en un cincuenta por ciento a partir de 1834, ya era demasiado tarde para Segovia: aquellos malos años determinaron la creciente ruina de muchos ganaderos, siendo paradigmático el caso del segoviano Marqués de Lozoya (48).

79 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

A partir de 1820, a la crisis económica se añadió la crisis po- lítica, tras el golpe de estado de los liberales doceañistas, que transcurrió entre el desgobierno, el despilfarro y el cierre de los mercados americanos -sumidos en una cruenta guerra civil que produjo al cabo su independencia política-, y que concluyó en 1823 con el golpe de estado de los absolutistas y la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis. La guerra, la inseguridad y el au- mento de los gastos militares no han sido nunca terreno abona- do para la confianza y la tranquilidad que ante todo requiere la inversión de capitales. Y así la ruina de la Fábrica segoviana de- bió de ser muy rápida, a juzgar por los testimonios del decano Ledesma y de Madoz, que afirman que ya en 1825 casi estaba re- ducida a la nulidad.

Sin embargo, algunos fabricantes no se resignaron, y movi- dos además por la vista de tantas víctimas como en los operarios causaba la miseria, formaron en 1826 una sociedad para el es- tablecimiento de una nueva fábrica dotada de máquinas de hilar y cardar, que se ubicó en un sitio idóneo en la colación de San Lorenzo, sobre el río Eresma, cuyas aguas proporcionaban la fuerza motriz -según Lecea, en el mismo lugar que ocupó en 1861 la Fábrica de Loza de don Marcos Vargas (49)-. Pero, cuan- do el edificio ya estaba construido y aderezado, y sus máquinas comenzaban a trabajar, un tremendo incendio -seguramente pro- vocado, como lo fue el de la Casa Grande en 1820- destruyó to- do en la noche del 2 de agosto de 1827, dejando sólo las pare- des ennegrecidas por las llamas, y llevando a la ruina a algunos de los fabricantes y capitalistas segovianos -precisamente los que tenían más iniciativa y deseaban la modernización- (50).

En el año de 1836, el entonces jefe político de la provincia, don Zenón de Asuero, se preocupó mucho por la revitalización de la industria textil segoviana. Reunió a todos los fabricantes, y de esa reunión salió el proyecto de reorganizar la anterior so- ciedad textil y reconstruir la fábrica incendiada en 1827. La Real y Antigua Fábrica solicitó de la Reina Gobernadora que por el Real Patrimonio se facilitasen gratuitamente de los pinares de

80 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA

Valsaín todas las maderas necesarias para el edificio y la maqui- naria; pero Su Majestad no lo tuvo a bien y negó la gracia. Esta negativa condenó la viabilidad del proyecto, que hubo de ser abandonado (51).

La guerra carlista iniciada en el otoño de 1833 no contribuyó a mejorar la economía española en general y segoviana en par- ticular, pues consumió enormes cantidades de dinero y distrajo los esfuerzos productivos de todo el país. Para colmo, Segovia sufrió directamente las desgracias de la contienda, pues la ciu- dad fue tomada al asalto y saqueada por la división carlista del general Zariátegui el 4 de agosto de 1837 (52), y de nuevo fue ocupada, aunque con menor daño, por la división del general Conde de Negri en abril de 1838 (53).

A partir de 1838, nuestras noticias acerca de la evolución de la industria textil segoviana son algo más precisas, ya que se ha con- servado el último libro de actas de la Real y Antigua Fábrica de Paños, si bien sus relatos son escuetos (54). La Fábrica se gober- naba por entonces mediante un diputado decano (don Felipe de Ledesma), cuatro diputados apoderados (don Tomás Gilarranz, don Frutos Barbero, don Casimiro Tejero y don Manuel Solana), un diputado tomarrazón (don Francisco Gilarranz), un secretario (don Pedro Méndez Bustos), un celador fiscal, y un tesorero, es- tos dos últimos empleados a sueldo, que todos se reunían para sus juntas generales y particulares en una sala situada en la misma ca- sa propia de la calle de la Muerte y la Vida en que la Fábrica te- nía instalada una retina. En junta general anual -a la que no solía concurrir ya el jefe político o gobernador civil- se renovaban por mitad los cargos directivos, mediante elección. El derecho a for- mar parte de la Fábrica se perdía por el transcurso de un año sin labrar ni fabricar paños (plazo ampliado a tres años desde 1842).

Los nombres conocidos de los entonces fabricantes (1838- 1862) son, a más de los ya citados, los siguientes: don Matías Mo- reno, don Dionisio González, don Luis Darín, don Manuel Anto- nio Cubero, don Félix Marazuela, don Roque Barbero Torres, don

81 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

Pedro Tovar, don Marcos Quirós, don Estanislao Govea, don Ma- nuel Riber Llorente, don Tomás García Carril, don Gabriel Lloren- te, don Manuel Baeza, don Miguel Berrocal, don Celestino Baeza, y don Luis Baín. Las viudas de los fabricantes podían pertenecer a la Fábrica, continuando con la industria de sus maridos difuntos, y así lo solicitó y obtuvo en 1839 doña María Herranz, viuda de Berrocal. Y el número de fabricantes era, en 1841, de 19 en total. En todo caso, para el conocedor de las élites segovianas de la épo- ca, basta esta simple enumeración para notar que el nivel social de los pañeros segovianos no era ya el altísimo que alcanzaron durante los siglos XVI y XVII -cuando fungían mercaderes de grueso giro, como Antonio de Navacerrada y otros ya citados an- tes-, pero ni siquiera el relativamente distinguido del siglo XVIII: no, es obvio que nos encontramos sólo ante unos pequeños in- dustriales, casi artesanos, lo que nos viene a confirmar el mero examen de sus declaraciones de rentas. Notemos que varios de ellos -Tovar, Barbero, Riber- eran al mismo tiempo factores de la- nas: y algún otro -Baeza-, pequeño comerciante.

Los acuerdos de las juntas generales de la Fábrica en todo es- te periodo, tomadas por un número reducido de individuos, son de escaso alcance, y parecen obedecer a una actitud resignada, la de ir tirando, no sin dejar de hacer constar reiteradamente en las actas las miserables actuales circunstancias de esta Fábrica: así, elecciones periódicas de diputados y apoderados; tasas so- bre los paños infurtidos (10 reales por cada pilada de paños ca- torcenos, 15 reales si fuesen dieciochenos); prohibición de in- furtir por medias piladas o cuartos (1838); contratación y despi- do del maestro esmolador (1838); autorización a la Fábrica de Ortiz de Paz para infurtir sus paños en los batanes de la Fábrica Antigua (1839); cuestiones fiscales menores; protestas por su- puestas irregularidades en la elección de diputados y otros car- gos; adquisición en Madrid de cartones para las prensas; supre- sión del cargo de tesorero (1840); reducción del salario del fiscal (1840); venta de las tres calderas, maderas y hierros que se esta- ban echando a perder en los batanes (1840); nombramiento de prensadores y arriendo de las prensas de San Antón; incorpora-

82 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA ción de nuevos fabricantes (los últimos, don Juan Govea y don Celestino Baeza, fueron admitidos en 1841 y 1842, respectiva- mente); contratación de nuevo fiscal y nuevo prensador (1843); denuncias contra don Celestino Baeza por poner paños en los telares sin abonar las cédulas a la Fábrica (1843) (55); despedi- das de los fabricantes don Matías Moreno y don Juan Govea (1844); arreglos del reloj de San Francisco, que la Fábrica en to- dos tiempos ha contribuido a sostener, como tan interesante a es- tos dilatados Arrabales, y abono del salario del relojero (1845); quejas por el defectuoso modo de retinar los paños (1846); tasas por retinar (6 reales cada paño de trece ramos; 2 reales por lim- piarlos después de infurtidos; 12 reales por infurtir una jerga; y 2 reales por prensar cada paño, en 1846 y 1847); tasas por bata- nar paños de Nieva (10 reales los dieciochenos y 8 reales los ca- torcenos, en 1846); etcétera.

Mayor relevancia parecen tener algunos sucesos menciona- dos en las actas, como la rotura de las dos retinas en 1839, que hubo que reparar a mucho coste -la obra de las ruedas de agua, árbol y linterna la realizó en 1840 el maestro carpintero Antonio Santiuste al precio de 1300 reales-; y la consiguiente suspensión de los pagos de los antiguos censos a la obrapía de niños expó- sitos de la Catedral, en tanto en cuanto no se enajenasen algu- nas de sus fincas -aunque en realidad solamente se ofrecieron en pago algunos medios paños, que los canónigos no aceptaron-. Estos impagos provocaron una demanda judicial en 1841 que causó el embargo de los bienes de la Fábrica. Sólo gracias a la reiterada generosidad de uno de los fabricantes, don Manuel Tejero, pudo superarse el trance, aunque a duras penas y que- dando la Fábrica igualmente empeñada, hasta que muerto dicho fabricante al poco tiempo, la Fábrica y su viuda acordaron la en- trega del batán primero, entrando por San Lorenzo camino de la máquina quemada, en pago de la deuda, que ya había crecido hasta los 32.490 reales.

A pesar de la actitud pesimista y resignada ante la postración económica y social de Sego via, todavía en 1842 se verificó un

83 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA intento de renovación de la industria textil, que fue el último por cierto. Varios fabricantes adscritos a la Fábrica Antigua, entre ellos los señores don Celestino Baeza, don Pedro Méndez Bus- tos, y don Mariano Baeza, constituyeron una nueva sociedad fa- bril titulada Sociedad Fabril de los Sres. Martín Orejas, Baeza y Compañía. Pero, iniciada la producción y puestos en sus telares los primeros paños, cuando el celador-fiscal de la Fábrica Antigua se presentó en los locales de la nueva sociedad para re- caudar las habituales tasas por la producción de paños, se le res- pondió con una negativa, bajo la alegación de que la nueva in- dustria no necesitaba utilizar ni el nombre (rotulata, así se de- nomina) ni ninguna de las instalaciones de la Fábrica Antigua, por lo que la sociedad no estaba dispuesta a abonar derecho al- guno a la vieja corporación. Enterada ésta de la respuesta, no so- lamente no se opuso a sus pretensiones, sino que en su nombre el diputado decano don Martín Antonio Cubero se ofreció por escrito a los socios aludidos, poniendo a su disposición su nom- bre, oficinas e instalaciones, y manifestando los deseos corpora- tivos de lograr la más perfecta armonía entre ambas, intercam- biándose luego una correspondencia lisonjera para ambas par- tes. Y es que era muy notorio a todos los fabricantes segovianos que si la nueva empresa triunfaba y salía adelante, sería muy en beneficio de todos ellos, y de esta industria textil en general (56).

Efectivamente, de la nueva sociedad fabril, llamada común- mente La Segoviana, presidida por Méndez Bustos, nos propor- ciona noticias muy significativas su coetáneo Madoz:

Un nuevo esfuerzo han intentado los segovianos en 1842: reunida una sociedad de los antiguos fabricantes, han fundado un establecimiento de nueva planta en la ribera del río, próximo al incendiado [en 1827], con maquinaria de hilar, cardar, tundir, perchar y batanar, aprovechando un salto de agua capaz de mover cuanto sea necesario; y comprando una casa para colocar los telares, tintes y otros enseres, tuvieron los fundadores la gloria de verlo realiza- do... (57)

84 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA

La iniciativa de la Sociedad Fabril Martín Orejas, Baeza y Com- pañía, esta competencia industrial, en fin, movieron a los diputa- dos de la Fábrica Antigua a considerar la posibilidad de sustituir las máquinas de uno de sus dos batanes -las de ambos estaban prácticamente inútiles-, por otra nueva semejante a las de la nue- va sociedad fabril, y que pudiese abrazar hasta cuatro pilas. Los presupuestos de construcción presentados por los maestros de al- bañilería, carpintería y herrero sumaban 11.000 reales; pero sus compañeros fabricantes, a pesar de estimar su funcionamiento más ventajoso y económico, y atendida la poca favricación y el vas- tante valor de su construcción, declinaron acometer esta novedad. Las máquinas viejas del batán tercero fueron reparadas mediante una derrama general de todos los fabricantes, y un grueso antici- po de la Fábrica de Ortiz de Paz y Compañía, para atender al pa- go de los costes de hacer tres pilas nuevas en cada batán, presu- puestados por el maestro Mauricio Martín en 6.400 reales (58).

Estos crecidos gastos movieron a la Fábrica a considerar la posibilidad de desmontar dos de las prensas -las situadas en las calles de Perucho y de San Antón -, para ahorrar la renta de los edificios que ocupaban, pues la poca fabricación aconsejaba conservar solamente una, que sería la instalada en el edificio que la Fábrica poseía frente a la iglesia de Santa Eulalia; y, además, también en dicho año de 1844 se acordó suprimir el cargo y sa- lario del tesorero -cuyas funciones asumiría en adelante el dipu- tado tomarrazón-, y despedir al maestro esmolador de tijeras.

Pero como la decadencia de la Fábrica continuaba, y se pro- dujo un nuevo pleito puesto contra la corporación por el admi- nistrador de la obrapía de niños expósitos de la Catedral, hubo de tomarse la decisión de enajenar la casa, cerca, prensa y reti- na que la Fábrica poseía cerca del nuevo puente de Santa Eulalia, que fue tasada por el arquitecto Zúñiga. La venta no lle- gó a hacerse por entonces, pero en 1846 se acordó por la Fábrica arrendar la casa retina de la Fábrica, a excepción de la sala en que se celebraban las juntas; enajenar la máquina de la prensa; ceder el reloj de San Francisco al Ayuntamiento (59); y suprimir

85 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA el cargo y salario del celador-fiscal (aunque al fin quedó sola- mente reducido al 15% de los beneficios que se obtuviesen du- rante aquel año). Pero la situación era ya tan grave -hasta la cam- panilla de plata que regulaba el uso de la palabra durante las se- siones fue vendida entonces-, que el propio decano don Felipe de Ledesma dimitió del cargo y se despidió como fabricante.

Pocos meses más tarde, ya en 1847, también se puso en arrien- do la casa propia de la Fábrica frente a la iglesia de Santa Eulalia. Con la venta del hierro de la prensa que se había desbaratado en San Antón, la Fábrica adquirió e hizo montar una máquina de va- por para mover la prensa sobreviviente -la de Santa Eulalia-, a cu- yo acuerdo solamente se opuso el señor Bahin porque tenía vapor en su casa. Pero la obra se hizo y se puso en funcionamiento en- seguida, fijándose las tarifas de uso para los fabricantes en 48 rea- les por cada paño entero que se prensase (38 reales se daban al prensador por su trabajo, y los otros 10 reales correspondían a la Fábrica); y para los forasteros un real y medio por vara de paño prensado.

La junta general del 29 de enero de 1848 fue la última que pudiéramos llamar ordinaria, puesto que durante los siguientes doce años ya no se celebraron más juntas, ni particulares ni ge- nerales, como acredita el vacío entre ambas fechas en el Libro de Acuerdos que nos viene sirviendo de guía.

Mientras tanto, tampoco la nueva fábrica mecánica estableci- da en 1842 pudo salir adelante; aunque, según nos informa Madoz, aquel establecimiento,

... montado sobre un sistema poco económico, no pudieron continuar algunos socios, y pasaron las acciones a capita- listas forasteros, que continúan la fabricación con bastan- te crédito y trabajan unas 200 piezas de paños y bayetas anualmente (60).

Sería ya el 7 de diciembre de 1860 cuando se convoque de nuevo a junta general de la Fábrica Antigua, y a las tres de la tar-

86 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA de de aquel día se reunieron en la casa de don Frutos Barbero los señores don Pedro Tovar, don Celestino Baeza, don José de Álvaro, don Casimiro Tejero García, don Roque Barbero Torres y don Pedro García Carril; habiéndose avisado también por cédu- las escritas a los restantes fabricantes segovianos, que lo eran don Manuel Riber Llorente, don Dionisio González, don Juan Rico, don José Villar y don Vicente Barbero Torres -pero no a don Tomás Gilarranz, por residir fuera de la ciudad-. En total, componían entonces la Fábrica sólo los citados trece fabricantes. En primer lugar, los asistentes procedieron a elegir nuevo deca- no presidente, por defunción de don Pedro Méndez Bustos, re- cayendo el cargo en don Celestino Baeza; nuevos diputados apoderados, que lo fueron don Casimiro Tejero y don Roque Barbero; y nuevo secretario, don Pedro García-Carril.

Pero el motivo de esta reunión no era el de reanudar el des- pacho de los asuntos ordinarios, sino el de escuchar una propo- sición presentada por don Anastasio Fernández, apoderado y re- presentante en Segovia de don Melitón Martín, vecino de Madrid, que ofrecía comprar las cinco fincas urbanas propiedad de la Fábrica, que se enumeraron así: dos batanes caídos en la ribera del río Eresma; dos casas retinas, la una junto a la puente de la Muerte y la Vida, parroquia de Santa Eulalia, y la otra en el ca- mino que sale de esta ciudad para el Real Sitio de San Ildefonso; la casa prensa frente a la Yglesia de Santa Eulalia, a la derecha, subiendo por la calle del Mercado... incluyendo las pertenencias de las mismas fincas. Para ello, el proponente ofrecía el precio de 23.000 reales, pagados en dos plazos, subrogándose en el censo que las gravaba, de 40.000 reales de capital y 1200 de ré- dito anual (61), con sus atrasos.

Era don Melitón Martín Arranz (1820-1886) un financiero se- goviano muy distinguido: en 1828 emigró a Inglaterra con su pa- dre, diputado liberal, y no regresó a España hasta 1840, ya con- vertido en ingeniero civil. Fue desde entonces director de la fá- brica del gas de Madrid; ingeniero jefe del ferrocarril de Aranjuez a Albacete; constructor de varios puentes en las inmediaciones de

87 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

Madrid, de cuatro sifones del Canal de Isabel II, y del túnel-puen- te del Gállego (en el Serrablo aragonés); autor de varios proyec- tos de ferrocarriles; organizador de la minería en Asturias y Bélmez; y, en fin dueño de una notable fortuna, empresario la- borioso y escritor distinguido, lo que le valió el ingreso en la Real Academia de Ciencias. En Segovia fundó la fábrica de loza y aco- metió otros proyectos en beneficio de su patria chica, y la ciudad le correspondió dedicándole una de sus calles (62). Volviendo a nuestro asunto, parece ser que, detrás de esta oferta de adquisi- ción, existía el proyecto de fundar un nuevo establecimiento fa- bril -así lo indica el acta de la sesión que comento-.

Los fabricantes, considerando la total y absoluta decadencia en que había venido a parar la Fábrica segoviana, acordaron aceptar la oferta, aunque aumentando el precio hasta los 26.000 reales, abonados en monedas corrientes de oro y plata con es- clusión de todo papel moneda, la mitad a la firma de la escritura de compraventa y la otra mitad seis meses más tarde; subiendo un poco el límite de las deudas y sin derecho a saneamiento por evicción -toda vez que la Fábrica no era propietaria de ningún otro inmueble-. Tras varias negociaciones, las partes fijaron el precio definitivo en 24.500 reales, y así la escritura de compra- venta de las cinco fincas citadas se firmó por los representantes de ambas partes en Segovia el 31 de enero de 1862, ante el es- cribano Deogracias Sanz y Gil (63).

Cobrados los primeros importes convenidos, lo primero que hizo la Fábrica, en sesión de 12 de abril de 1862, fue la de re- embolsar con ellos los anticipos que habían hecho en 1844 al- gunos señores fabricantes para la reparación de dos pilas y la construcción de otras tres en los dos batanes de su propiedad, y la composición de la retina del Caserón del Agua. Acto seguido acordó la Fábrica la enajenación de los efectos de su propiedad que permanecían en la retina del Caserón (vendida al carpinte- ro Luis Santiuste por 200 reales), y de la prensa de vapor situa- da en Santa Eulalia. El 12 de agosto del mismo año la Fábrica se reunió de nuevo para conocer el estado de los pagos de las deu-

88 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA das particulares, que sumaban 3.453 reales; y para decidir el des- tino de los fondos restantes, que sumaban 21.648 reales.

Para ello se requirieron los dictámenes de los letrados sego- vianos don Juan Rivas Orozco, don Carlos de Lecea y don Ángel de la Mata Majuelo, que se mostraron contestes en que esa su- ma debería distribuirse entre los individuos que vivan aún y que se hallen reconocidos como tales fabricantes en los libros o asien- tos de la Sociedad, con esclusión de los herederos de los antiguos fabricantes, procediendo luego, en parecer de Rivas Orozco, a la disolución de la propia Fábrica (64). Sin embargo los trece fa- bricantes -don Juan Sabas Bautista había sustituido a don Dioni- sio González-, temerosos de sufrir alguna mala consecuencia le- gal, acordaron por mayoría solicitar del Juzgado de Primera Instancia de Segovia que se publicase debidamente la situación, pudiese acudir a defender su supuesto derecho cualquier intere- sado o causante de los antiguos fabricantes, y en definitiva se au- torizase por el propio Juzgado el proyectado repartimiento.

Así lo hizo el decano presidente el 11 de octubre de 1862, así se publicaron los edictos por orden del Juzgado -Gaceta de Ma- drid del 16 de octubre de 1862, y Boletín Oficial de la Provincia de Segovia del 20 del mismo mes y año-, y así, sin haberse opues- to nadie, el Juzgado autorizó, por auto de 2 de diciembre de 1862, el reparto del tesoro corporativo entre los trece últimos fabrican- tes, a razón de 1.632 reales cada uno, y sin perjuicio de tercero de mejor derecho. No obstante, por la intervención del ministerio fiscal el juez obligó a todos ellos a prestar fianzas de las cantida- des recibidas, en tanto durase el plazo legal para que un tercero pudiese iniciar acciones. Esta resolución judicial, inmediatamente llevada a efecto, puso definitivo final a la secular Fábrica de Paños de Segovia.

¿Cómo pudo llegar a ocurrir este desastre?. Pues porque, se- gún Madoz -a quien siguen la mayor parte de los autores, como Lecea-, a los segovianos

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les ha faltado dirección, les ha faltado apoyo y hasta la suerte se ha rebelado contra ellos: cuando todas las fábri- cas del reino trabajan incesantemente para mejorar sus manufacturas, introduciendo nuevas máquinas para com- petir con los estranjeros, los segovianos han creído de bue- na fe que la antigua fama de sus paños era bastante para conservarles el aprecio de los consumidores, y sin adelan- tar nada en su elaboración, antes adulterándolos para po- der competir en los precios, han derrotado sus capitales... (65)

Ciertamente, la falta de calidad de los paños segovianos, los fraudes constantes en la fabricación, la reticencia de la mayor parte de los fabricantes segovianos a la innovación tecnológica - la maquinaria-, que fue causa de un sistema económicamente in- viable, parecen ser las causas principales de la ruina de la Fábri- ca segoviana.

Y, sin embargo de estas graves responsabilidades, no parece del todo exacto culpar a todos los fabricantes segovianos en cuanto a su supuesto fatal apego a una tradición industrial an- tieconómica, habida cuenta de los reiterados intentos de algunos notables fabricantes segovianos que no se conformaron con el derrumbe de la pañería -son palabras del profesor García Sanz (66)- para establecer en Segovia (1761, 1786, 1817, 1827, 1836, 1842) las nuevas máquinas que hubieran modernizado -abara- tando costes de producción y mejorando la calidad de los pro- ductos-, y quizá salvado, aquella fabulosa industria textil que dio fama y riqueza durante siglos a la ciudad del Acueducto. La ma- la suerte -las guerras, los sabotajes-, y la falta de apoyo de las instituciones públicas -como la negativa regia a ceder maderas en 1836-, tuvieron también su parte en estos sucesos; como tam- bién la tuvieron sin duda las evoluciones de los mercados lane- ros foráneos, que hundieron los mercados laneros castellanos.

Así, de manera tan desastrada y con tan poca gloria -achaque habitual de las sociedades mercantiles fracasadas o quebradas-,

90 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA acabó para siempre la institución que, nacida mucho antes de 1500 como Gremio de Mercaderes, Hacedores de Paños y Tinto- reros bajo las advocaciones del Espíritu, Santo, San Mauricio y San Frutos, regulada en 1538, reformada en 1708 y regida luego por las Ordenanzas de 1733 y 1789, había proporcionado el sus- tento durante siglos a muchos miles de familias segovianas, y ha- bía producido la celebridad de la ciudad y su pujanza industrial y económica. Desde diciembre de 1862, aquella Real y Antigua Fábrica de Paños de Segovia fue ya historia.

Concluyamos este comentario sobre la que fue la gran indus- tria segoviana por excelencia, la que hizo grande a Segovia y la que sufragó las vidas de sus gentes y la construcción de sus mo- numentos, recordando las palabras de su cronista Colmenares:

este verdadero Vellocino de Oro se ha continuado tan per- petuo... opulencia incomparable en durable continuación; en despojo provechoso de lana, leche y carne; en comercio y ocupación de personas... (67)

que ya nos resultan amargas al conocer en qué vino a parar tanta opulencia tan solo doscientos años más tarde.

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APÉNDICES

Documento 1

1813. Relación presentada por la Real Fábrica Antigua de Paños al Ayuntamiento de Segovia, de los señores fabricantes y de su producción respectiva. AMS, legajo 920, documento 14.

Razón de los Paños y Ramos que se han fabricado en todo el año próximo pasado de 1813 por los individuos de esta Antigua Fábrica, que con distinción son los siguientes:

Fabricantes Paños Ramos D. Antonio Alonso 14 176 D. Andrés Rodríguez 121 176 D. Alfonso Montejo 65 850 D. Ángel Montero 73 919 D. Antonio Barbero Martín 70 910 D. Antonio Carril 56 748 D. Alejo Cortés 10 88 D. Antonio Gil Arranz 12 149 D. Antonio Pasqual 5 39 D. Antonio Barbero Hernández 25 292 D. Antonio José García 26 338 D. Andrés González 1 13 D. Vicente Nieto 62 779 D. Vicente Quiroga 19 243 D. Clemente de Pedro 19 243 D. Carlos Bustillos 2 26 D. Dionisio Alonso 94 1222 D. Domingo Rozas 14 164 D. Estevan Vela 21 268 D. Eusebio Rodríguez 46 595 D. Felipe Padillo 48 588 D. Fernando Arranz de la Torre 49 590

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Fabricantes Paños Ramos D. Fernando Pérez 28 364 D. Francisco Bueno 68 814 D. Felipe Cubero 57 741 D. Francisco Herrero 7 53 D. Felipe Exido 7 89 D. Felipe Benito 26 328 D. Francisco Gil 5 65 D. Gabriel Morillo 25 320 D. Ignacio Gil 11 143 D. José Ramiro 129 1398 D. Juan Ramiro 14 179 D. José Lázaro 77 1001 D. Juan Cubero e hijo 170 2210 D. Justo Alonso 17 211 D. José Entero 155 2006 D. Juan Mosácula 40 502 D. José Ortiz 24 312 D. Juan Labrador 13 169 D. Juan Solana 14 147 D. José River 45 585 D. José Álvaro 24 312 D. Juan Gil 5 42 D. Juan Antonio Navas 13 169 D. Juan Montero 1 13 D. Luis Bustillos 209 2717 D. Luis del Arne 9 104 D. Marcos Quirós 22 272 D. Melchor Andrés 27 351 D. Manuel Tejero 163 2105 D. Manuel Pardo 67 817 D. Melchor Orejas 118 1513 D. Mauricio de la Fuente 7 91 D. Manuel de Torres 12 126 D. Manuel Baeza 19 247 D. Manuel de la Fuente 3 39

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Fabricantes Paños Ramos D. Manuel Ruiz 13 39 D. Manuel de San Miguel 46 598 D. Mariano González 13 141 D. Manuel Dorado 1 13 D. Manuel García 1 10 D. Nicolás Láinez 1 13 D. Pedro Méndez de Robles 68 788 D. Ramón González 41 533 D. Santiago de la Torre 9 108 D. Salvador Carvajosa 2 26 D. Tomás García 34 409 D. Tomás Pérez 19 216 D. Tomás de Torres 12 144 Total 2.743 34.6022

Documento 2 1843, febrero, 1. Inventario y entrega de la Casa Retina del Caserón, con sus llaves y puertas usuales y corrientes, pero sin ningún marco ni vidriera. Libro de Acuerdos 1838-1862, folios 110v-111. Primero, de la máquina de Retinar Paños con su corcho bue- no, y dos llaves de majar los tornillos. 21. Dos corchos; uno muy viejo y otro algo mejor, este con sus cavezales y tornillos. 31. Dos linternas con sus usillos, estas de repuesto. 41. Dos cabezales de yerro sueltos, muy malos. 51. Dos ruedas de rodeta, muy malas. 61. Una varra grande, buena, y un azadón. 71. Tres tableros para poner los paños, con sus amillos.

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Documento 3

1843, febrero, 1. Inventario de la sala de juntas de la Casa de la Fábrica en la calle de la Muerte y la Vida, 1843. Libro de Acuerdos 1838-1862, folio 111.

1. Retrato de Nra. Reyna D0 Ysabel 20 con su marco dorado y cristal. 2. Retrato de la Reyna D0 María Cristina de Borbón con mar- co dorado y cristal. 3. Retrato de Fernando 71 con marco dorado. 4. Retrato de Carlos 31 con marco dorado. 5. Retrato de Carlos 41 con marco dorado (siendo Príncipe). 6. Retrato del Beato Alonso Rodríguez con marco pintado. 7. Quadro grande de la Virgen de la Fuencisla, marco dora- do. 8. Quadro pequeño de la Virgen de la Fuencisla, marco pin- tado y cristal. 9. Quadro pequeño de Sn. Frutos, marco pintado y cristal. 10. Dos mesas con sus tapetes de vayeta verde, y una con dos cajones. 11. Un sofá con doce sitiales, todos con asientos de damas- co encarnado, y de nogal. 12. Seis sillas de paja el asiento, grandes (6). 13. Un banco de madera de pino con su respaldo. 14. Dos puertas vidrieras de la ventana de la sala. 15. Un brasero de cobre, caja de pino y badila de yerro.

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16. Un juego de tinteros de cristal blanco de 3 piezas, tinte- ro, salvadera y obleera. 17. Estera en la sala; y 4 ruedos malos en la sala. 18. Una estufilla de metal dorado. 19. Tres quadros de trofeos, un catafalco en la subida de la escalera. 20. Una vidriera puesta en la ventana de la escalera.

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NOTAS

(1) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, La Casa del Sello de Paños (Segovia, 2003), págs. 73-95. (2) Ángel GARCÍA SANZ, “Segovia y la industria pañera, siglos XVI al XIX”, en las Actas del Congreso Segovia 1088-1988 (Segovia, 1991), páginas 381-408; la cita en la página 383. (3) Diego de COLMENARES, Historia de la Insigne Ciudad de Segovia (Madrid, 1637), página 263. (4) Cortes de los antiguos Reinos de León y de Castilla, edición de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1861, tomo I, página 66. Miguel GUAL CA- MARENA, “Para un mapa de la industria textil hispana en la Edad Media”, en Anuario de Estudios Medievales, IV (1967), página 114. (5) Los registros fiscales de alcabalas demuestran que el inicio de ese au- ge data de 1481-1491, y que alcanza su punto álgido en el quinquenio 1580- 1585: AGS, Expedientes de Hacienda, legajo 11. Para una visión de conjunto, véanse Jean Paul LE FLEM, “Vrais et fausses splendeurs de l=industrie textile se- govienne (vers 1460-vers 1650)”, en Produzzione, commercio e consumi dei panni di lanna nei secoli XII-XVIII (Florencia, 1976). (6) AGS, RGS, 1495, folio 437: Madrid, 18 de marzo de 1495. (7) AGS, Consejo Real, legajos 31-35: Madrid, 21 de noviembre de 1502. María Soterraña MARTÍN POSTIGO, “Expediente para reformar las ordenanzas de paños”, en Estudios Segovianos, XV (1963), documentos, página 410. Traslado de las ordenanzas de 1500, en AMS, legajo 40, números 22-23. (8) Paulino IRADIEL. Evolución de la industria textil castellana en los siglos XIII-XVI. Factores de desarrollo, organización y costes de la producción manu- facturera en Cuenca (Salamanca, 1974). (9) Sobre la libertad de tránsito por las cañadas, véase Fermín MARÍN BA- RRIGUETE, La configuración institucional del Honrado Concejo de la Mesta: Los ReyesCatólicos y los privilegios ganaderos, en Gonzalo Anes Álvarez, y Ángel García Sanz, A. (coordinadores): Trashumancia, Mesta y vida pastoril (Valladolid, 1994), págs. 67-89; en particular las págs. 73-80. (10) Antonio PONZ, Viage de España (Madrid, 1787), tomo X, páginas 188 a 201. (11) Ibidem, páginas 221-222. (12) Ibidem, páginas 222-226. (13) Ramón CARANDE ha estudiado los protocolos notariales desde 1518 a 1550 en “Telares y los paños en el mercado de lanas de Segovia”, en Pro-

97 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA duzzione, commercio e consumo dei panni di lana (nei secoli XII-XVIII), (Florencia, 1976). (14) AGS, Cámara de Castilla (Pueblos), legajo 19. (15) Sobre este gremio segoviano véase Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Subsidios y Fuentes para la historia de los Gremios de Segovia”, en Estudios Segovianos, 103 (2003), págs. 51-105. (16) AMS, legajo 455, folio 50: carta de poder dada por Gome Fernández de la Lama, tejedor y vecino de Segovia, a un bachiller salmantino, para que en su nombre cobrase 150.000 maravedís que le debía el obispo de Palencia (Segovia, 9 de noviembre de 1503). Pero bien sabemos que el tal tejedor, era en realidad un caballero perteneciente a la primera nobleza local. (17) VV.AA., Historia de Segovia (Segovia, 1987), págs. 173-174. (18) Ángel GARCÍA SANZ, “Segovia y la industria pañera...”, op. cit., pági- nas 398-399. (19) Francisco Javier MOSÁCULA MARÍA, “Real Fábrica de Paños Superfinos de la Compañía y Fábrica Real de Ortiz de Paz”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Historia Moderna, 13 (2000), págs. 273-318; la cita en las págs. 281-282. (20) De ambos hace memoria Eugenio LARRUGA, Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio y minas de España... (Madrid, 1797- 1793), 45 vols; de la industria Segoviana tratan los tomos XI y XII. Las men- ciones de ambos fabricantes en el tomo XII, págs. 39 y 85. (21) La estimación de la producción pañera durante el siglo XIX se debe a Ángel GARCÍA SANZ, en sus trabajos “La economía en la Edad Moderna”, en la obra colectiva Historia de Segovia (Segovia 1987), páginas 159-188; y “Segovia y la industria pañera, siglos XVI al XIX”, en Actas del Congreso Segovia 1088-1988 (Segovia, 1991), páginas 381-408. No obstante, debemos tomar sus estimaciones con precaución, ya que las piezas de paños finos de la Fábrica antigua o tradicional obedecían al patrón de treinta y siete varas y tres cuar- tas, mientras que las piezas de paños superfinos de la Real Compañía y de la Fábrica de Ortiz de Paz medían solamente dos varas y tres cuartas. (22) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, La Casa del Sello de Paños (Segovia, 2003), págs. 92-94. (23) El burgalés don Bernardo del Campo Pérez de la Serna, I Marqués del Campo (1728-1800), diplomático junto a Ricardo Wall, ministro plenipotencia- rio en Gran Bretaña, permaneció en Londres desde 1749 a 1758, volvió allí co- mo ministro plenipotenciario y embajador entre 1783 y 1788. Después sería em- bajador en Francia (1795-1798). Didier OZANAM, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle (Madrid, 1998), págs. 205-206.

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(24) Sobre Dowling puede consultarse AHN, Estado, leg. 2927, exp. 281, y AHN, Hacienda, libro 10.844. También Gonzalo MARTÍN GARCÍA, La industria textil en Ávila durante la etapa final del Antiguo Régimen. La Real Fábrica de Algodón (Ávila, Diputación Provincial, 1989), pág. 329, donde se citan varios de los trabajos de Dowling en España. Ya en 1795 le encontramos al servicio de la Real Armada, ocupado en los sistemas para fabricar velas de sebo. (25) AHPSg, Protocolo 2800, folios 368-441; que, además, fue impresa en 1787. Parcialmente transcrita por Francisco Javier MOSÁCULA MARÍA, “Real Fábrica de Paños Superfinos de la Compañía...”, op. cit., pág. 299. (26) Rosa María DÁVILA CORONA, Montserrat DURÁN PUJOL y Máximo GARCÍA FERNÁNDEZ, Diccionario histórico de telas y tejidos (Salamanca, 2004), pág. 166. Con el tiempo, en Segovia se llamó retina a la propia máqui- na de frisar esos paños, y también a la casa en que estaba instalada. (27) Toda esta correspondencia en AHN, Estado, legajo 2927, expediente 281 (4 documentos). (28) Explica este episodio, y otros trabajos de Pérez de Estala, el repetido Francisco Javier MOSÁCULA MARÍA, en su artículo “El mayor establecimiento industrial de Segovia: la Fábrica de Ortiz de Paz (III)”, en El Adelantado de Segovia, 17 y 22 de abril de 2005. (29) AHN, Estado, legajo 2928, expediente 57 (4 documentos). (30) Los párrafos que siguen se fundan en las noticias de mi estudio “Subsidios y Fuentes para la historia de los Gremios de Segovia”, op. cit. (31) AGS, RGS, V (17 de mayo de 1499). (32) Diego de COLMENARES, op. cit., capítulo XLIV. (33) Han sido transcritas y publicadas por el Marqués de LOZOYA, op. cit., páginas 129-135. (34) Memorias de la Real Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País, I (1785), páginas 268-410. (35) Creo que no se ha prestado la suficiente atención, por parte de los es- tudiosos de la industria pañera segoviana, al hecho de que el Rey nombrase en 1708, al tiempo de instituir la Fábrica como una especie de sindicato patronal, a doce fabricantes como Diputados vitalicios de esa institución, lo que suponía de iure y de facto entregarles el control absoluto de la producción segoviana. Asunto este que por su trascendencia bien merecería un estudio y una refle- xión más profundos, que no es del caso acometer aquí. (36) AMS, 1187-25 (año de 1767), 1186-70 (año de 1785) y 475-21 (año de 1796).

99 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

(37) Sobre este establecimiento, véanse los trabajos de Francisco Javier MOSÁCULA MARÍA, “Real Fábrica de Paños Superfinos...”, op. cit.; y los publi- cados en la prensa segoviana, antes citados. (38) AHPSg, Judicial, legajo J-564, folios 1 al 88. (39) Un inventario de esta industria en AHPSg, protocolos del escribano Joaquín Bustillo, septiembre y diciembre de 1796. (40) Mariano QUINTANILLA, “La fabricación de paños a comienzos del si- glo XIX”, en Estudios Segovianos, X (1959), págs. 534-536. (41) AMS, legajo 920, documento 14. (42) AMS, legajo 1221, documento 59, que contiene las cifras de produc- ción de 1815 a 1818. Las copió al pie de la letra el economista Madoz, quien sin duda tuvo acceso a ese relevante escrito. (43) Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., vol dedicado a Segovia, pág. 216. (44) La producción textil de la Fábrica segoviana entre 1706 y 1782 osciló siempre entre las 1.376 (1729) y las 5.805 (1765), pero se mantuvieron habi- tualmente en torno a las 3.000 a 4.000 piezas: las tablas anuales las he publi- cado en mi estudio La Casa del Sello de Paños, op. cit., págs. 92-94. (45) AMS, legajo 1221, documento 59; lo copió todo Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216. (46) Corrió entonces la voz de que el incendio lo provocaron algunos obre- ros textiles, preocupados por la posibilidad de que las nuevas máquinas causa- sen la desaparición de puestos de trabajo -una clásica acción de sabotaje lud- dista, que ya se había observado mucho antes en las fábricas británicas-. Sin em- bargo, considerando la pacífica apatía de los menestrales segovianos contempo- ráneos, yo me inclino a pensar que más bien, aunque los ejecutores fuesen efec- tivamente obreros, el impulso debieron darlo otros fabricantes aterrados por la dificultad de competir con los mejores paños fabricados por las nuevas máqui- nas. Recordemos que ya en 1780 los miembros de la Fábrica Antigua solicitaron al Consejo de Castilla la derogación de los privilegios dados a Ortiz de Paz, cu- ya subsistencia miran como la raíz de su ruina. Y así, si el traidor fue Bellido, el impulso, soberano... (47) Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216. (48) Ángel GARCÍA SANZ, “Las tribulaciones de un noble castellano en la crisis del Antiguo Régimen: don Luis Domingo de Contreras y Escobar, V Marqués de Lozoya (1779-1838)”, en Historia económica y pensamiento social. Estudios en homenaje a Diego Mateo del Peral (Madrid, 1983), págs. 263-281. (49) Carlos de LECEA GARCÍA, Recuerdos de la antigua industria segovia- na (Segovia, 1897), págs. 59-60.

100 EL FINAL DE LA REAL Y ANTIGUA FÁBRICA DE PAÑOS DE SEGOVIA

(50) AMS, legajo 1221, documento 59, (51) AMS, legajo 1221, documento 59; lo copió todo Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216. (52) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, ”4 de agosto de 1837: Zara- tiegui en Segovia”, en Estudios Segovianos, núm. 87, tomo XXXI (1990), págs. 3-79. Con las piezas de paño requisadas a los fabricantes se uniformó el recién creado Batallón de Voluntarios de Segovia. (53) Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA GILA, ANotas sobre el paso por Segovia de la expedición carlista del Conde de Negri, en abril de 1838”, en Estudios Segovianos, núm. 92, tomo XXXVI (1995), págs. 93-108. (54) AHPSg, Judicial, legajo J-564, Libro de Acuerdos de la Fábrica de Pa- ños (1838-1862), que consta de 276 folios, comenzando en el folio 89. (55) Este suceso, aunque menor, no deja de ser curioso porque parece que medió cierta picaresca en la conducta de Baeza, que intentó legitimar dos pa- ños fraudulentos y defraudar los derechos de la Fábrica. Baeza dejó de perte- necer a la Fábrica a título particular, aunque siguió fabricando como socio de la nueva sociedad fabril La Segoviana: AHPSg, Judicial, legajo J-564, Libro de Acuerdos de la Fábrica, folios 124v-127v. (56) AHPSg, Judicial, legajo J-564, Libro de Acuerdos de la Fábrica, folios 111v-114. (57) Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216. (58) AHPSg, Judicial, legajo J-564, Libro de Acuerdos de la Fábrica, folios 114-121, 123, 124, 130. (59) El expediente de la cesión en AMS, leg. 1232-1. (60) Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216. (61) Se trata del viejo censo de la obrapía de niños expósitos de la Cate- dral, que ya en 1860 estaba adscrito a la Beneficencia Provincial. Sobre este asunto, véase Concha CARRETERO ALCÓN y Susana VILCHES CRESPO, Catálogo de la Sección de Obras Pías del Archivo de la Diputación Provincial de Segovia (Segovia, 1996), documento número 1798. (62) Mariano SÁEZ Y ROMERO, Las calles de Segovia. Noticias, tradiciones y curiosidades (Segovia, 1918), págs. 114-115. (63) AHPSg, Protocolo 9.788. (64) Las cuentas y los recibos de pagos, así como los dictámenes de los le- trados, se conservan originales en AHPSg, Judicial, J-564. (65) Pascual MADOZ, Diccionario, op. cit., pág. 216.

101 ALFONSO DE CEBALLOS ESCALERA Y GILA

(66. Ángel GARCÍA SANZ, “ASegovia y la industria pañera, siglos XVI al XIX”, op. cit., página 405. (67. Diego de COLMENARES, op. cit., página 263.

102 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO

TRES ESCULTORES SEGOVIANOS: ANICETO MARINAS, EMILIANO BARRAL Y TORIBIO GRACIA

DISCURSO APERTURA CURSO 2005 - 2006

Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades, compañeros acadé- micos, Sras. y Sres.

Me corresponde presentar este curso académico 2005-2006 por el orden de ingreso en esta institución.

Sean mis primeras palabras en memoria, homenaje y recuer- do de quien en aquel entonces presidía esta academia, D. Felipe de Peñalosa, defensor incansable de los valores artísticos y gran amigo.

El tema a comentar aquí es el de la escultura realizada por los artistas segovianos Aniceto Marinas, Emiliano Barral y Toribio García. Artistas que dejaron su huella en la ciudad y que abrieron nuestros ojos a nuevos caminos y comportamientos plásticos.

Pretendo exponer con ellos, primero, dos diferentes maneras de hacer escultura con artistas familiares al público aquí presen- te, y cerrar este escrito con el comentario del trabajo de un es- cultor que, para el grupo de mi generación, con su labor didác- tica, callada y ejemplar, nos marcó la dirección más apropiada para el desarrollo de nuestras aficiones artísticas y con sus tra- bajos de restauración y creativos contribuyó al mantenimiento y permanencia de los monumentos de nuestra ciudad.

Aniceto Marinas nace en Segovia en 1866 y muere en Madrid en 1953 y Emiliano Barral ve la luz en Sepúlveda en 1896 y mue- re joven en 1936 en el frente de Madrid.

Ambos artistas fueron bien dotados por la naturaleza para la escultura.

105 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO

Marinas, de larga vida plagada de éxitos, con numerosas y magníficas producciones, se encuentra marcado por el sello de la tradición académica. Vive en el tiempo de las grandilocuentes realizaciones de cuadros de historia. Sus creaciones de realismo naturalista decimonónico, que exaltan episodios y personajes de nuestra historia, se implican, a principios del siglo XX, con las in- venciones modernistas e incorporan las experiencias de la im- presión subjetiva y personal. Conocemos que Marinas era con- trario a “admitir en arte el afán de extranjerizarnos” y que nun- ca visitó París. Sin embargo percibimos que su obra es coinci- dente con las de los escultores parisinos de aquellos años.

Barral es hijo y nieto de canteros, oficio que influirá grande- mente en su trabajo. Autodidacta, en su formación, sus obras se distinguen, sobre todo, por la soberbia calidad de sus retratos. En sus viajes a París se relaciona con diversos artistas cuyas obras producen efectos en sus formas donde se aprecian reflejos tam- bién de lo mediterráneo como consecuencia de sus diversas re- laciones y de su viaje a Italia.

En cuanto a materiales, ambos emplean los tradicionales del bronce, la madera y la piedra y las técnicas del modelado y la talla.

Para mayor comprensión de lo expuesto pasaremos a expli- car lo que diferencia al “modelador” del “tallista”: hay dos ma- neras de hacer escultura, por adición, sumando materiales o por substracción restando material. Llamamos modelar a la primera y tallar a la segunda. El modelador es el escultor que usa los pro- cedimientos de trabajo que, partiendo de una armadura susten- tante, va dando forma con barro. Sale al espacio ampliando la forma que, teóricamente, puede crecer hasta el infinito. El es- cultor tallista es el que restando material, penetra en la piedra en busca de la definición de la forma.

Marina sale hacia fuera, al espacio exterior, y Barral escarba hacia el interior del bloque. Ambos usan los procedimientos tra-

106 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS dicionales de hacer escultura: los de fundición en bronce y los del entallado en madera o piedra, directo en el caso de Barral y con el auxilio del sacador de puntos, en Marinas.

Marinas responde a la definición de modelador y Barral a la de tallista.

Aniceto Marinas desde temprana edad muestra su habilidad para el modelado. Estudia Bellas Artes en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid y, posteriormente, amplía estudios be- cado en la Academia de Bellas Artes de España en Roma. Se en- tiende así que en su larga trayectoria artística, el espíritu de sus creaciones se mantuviera fiel a la tradición clásico – académica. No obstante intentaré mostrarles, a través de la interpretación de su obra, que Marinas, en realidad antepone la vitalidad, apasio- nada por la acción, a las nobles formas estilísticas.

Los primeros trabajos de Marinas nos muestran las facultades del joven artista. Son fragmentos de copias de estatuas que pue- den contemplarse actualmente en el Salón de Plenos del Ayunta- miento de Segovia.

En una visita que realizamos en los años ochenta a este ayun- tamiento en busca de los bienes muebles de la antigua Escuela Municipal de Artes y Oficios hallamos, entre ellos, los primeros trabajos en barro sin cocer, de Aniceto Marinas. Estaban deposi- tados en un altillo de la calle Escuderos, expuestos a merced de los agentes atmosféricos, algunas piezas tienen su huella, ante la posibilidad de su deterioro los trasladamos a la Casa de los Picos, que como Vds. saben, es la heredera de la antigua municipal.

La larga vida de este artista está repleta de magníficas y nu- merosas producciones. La limitación de nuestro tiempo de ex- posición nos obliga a seleccionar las más conocidas y próximas a nosotros.

Comenzaremos por el monumento a los Héroes del Dos de Mayo, situado en el centro del jardín del Alcázar segoviano. En

107 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO este monumento se exaltan los conocidos acontecimientos ocu- rridos en Madrid en esa fecha. Consta de una base escalonada sobre la que se eleva un elemento prismático central que en los relieves, más pictóricos que escultóricos, en su entorno y en las figuras del coronamiento en bronce, narra plásticamente las ac- ciones de aquellos días. Una figura en piedra, representando a Clio con el libro de la Historia bajo el brazo, se dispone a escri- bir cuanto ve y preside, adelantada, la obra. Marinas que, en es- ta figura tiende, quizás por su formación académica, a recordar- nos los valores de un cierto sabor clásico, en los bronces del ele- mento central se aleja de esos valores, acercándose a los de la impresión, expresivos y dramáticos.

¿Debemos hacer una lectura del desarrollo del arte griego desde lo arcaico a lo helenístico? O ¿ pensar en las influencias in- evitables producidas por el estilo de Rodin, el artista más influ- yente de su tiempo?...

El proceso tradicional seguido por los escultores para la cre- ación del modelo orientado a su fundición en bronce es el si- guiente: se fija la idea en bocetos... se modela la figura en barro en su tamaño real, vaciándola en escayola, material débil, fácil- mente destruible, que en esta primera parte soporta la forma creada. La escultura en este momento se hallará presta para ser reproducida en materiales que permitan su permanencia en el tiempo, bronce, madera o piedra. Decía Miguel Ángel, a propó- sito de estos procedimientos, que “ el barro era la vida, la esca- yola la muerte y el mármol la resurrección”. El barro que pre- senta la apariencia de la frescura vital por su color, flexibilidad y blandura... la escayola que, en el proceso, vulgariza el modelo con su blancura funeraria y el mármol o el bronce que, como forma renacida y terminada, se ajusta plenamente al símil “resu- rrección”.

El procedimiento de fundición en bronce era, con preferen- cia, el que utilizaba Marinas en sus trabajos. Modelador fácil y exacto, escultor concienzudo de excelente oficio, realiza sola-

108 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS mente el modelo en barro que por su ductilidad, permite la fija- ción directa de las impresiones. El color, la brillantez y la fres- cura del barro hacen bien visible el modelado original, siendo propiedades de estos materiales que reciben, fácilmente, la ex- presión de lo vital. Los temas y contenidos de esta composición plástica, en los relieves y figuras del coronamiento, se adaptan perfectamente, a la manera de expresión de nuestro escultor: composiciones históricas, expresiones de movimiento, tratamien- tos pictóricos de las formas relacionables, con posibilidad de múltiples lecturas... Las composiciones dinámicas, meticulosa- mente detalladas, con pliegues texturales, por la incidencia de la luz, multiplican la sensación de movimiento y se acercan a lo po- pular y apasionado de lo romántico. Los elementos punzantes de formas hirientes, penetran el espacio que rodea la forma y apun- tan a la expansión del volumen.

Responden los bronces perfectamente a lo ya definido como escultor-modelador.

La escultura que sostiene el libro de la Historia, tallada en piedra blanca, relacionada con las antiguas tradiciones, bien compuesta, de modelado blando y carnoso tomado del natural e interpretada con el mayor verismo nos recuerda las formas esta- bles de la serenidad clásica. El movimiento giratorio de la figura sugiere y ata, con la dirección de la mirada, las partes uniéndo- las en un todo. Esta figura exenta, reproducida por el sistema de puntos, se halla completa en su concreción pétrea.

En la escalera principal que da acceso a la planta superior de la Diputación Provincial de Segovia se encuentra instalada la es- cultura de Aniceto Marinas, “Hermanitos de leche”. Esta escultu- ra, que fue seguramente regalada por el artista a dicha corpora- ción en agradecimiento de las ayudas económicas recibidas en el pasado, capta la realidad natural primando sobre ella la im- presión de la figura pensante. Completan la composición ele- mentos que acusan un cierto carácter naturalista, anecdótico y sentimental.

109 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO

Esta escultura, realizada en escayola, sirvió de modelo para la reproducción en mármol, existente en el jardín de la Biblioteca Nacional de Madrid. En ella comprobamos como con el método mecánico de reproducción del sacado de puntos, la obra pierde la frescura que se consigue con la talla directa, dan- do como resultado formas frías e impersonales.

Siempre he considerado que esta obra era idónea para ser fundida en bronce por su similitud, la figura central, con el Pensa- dor de Rodin. En una visita, realizada por el fundidor segoviano, maestro Capa, a la Diputación Provincial, con la intención de so- licitar del entonces presidente la posibilidad de hacer una repro- ducción del retrato de Blas Zambrano, aproveché la coincidencia de la visita para proponer también la fundición de Hermanitos de leche. Se aceptó la propuesta y la obra fue fundida.

Nuestro deseo era que la escultura se ofreciera para ser ins- talada en un jardín público. La realidad es que hoy se encuentra colocada en una residencia de ancianos, en ¡Es una pena que esta hermosa obra no sea disfrutada públicamente, en un lugar más a propósito!

Muy diferente es el estado de la figura de Velázquez que pre- side la fachada principal del Museo del Prado de Madrid.

Para mi es lo mejor de Marinas y de lo más completo. El ar- tista ha creado esta figura que representa al gran pintor sentado, con la paleta y el pincel en tenso reposo. Se dispone a materia- lizar la idea que ha concebido en su mente. En un instante se aprestará a concretarla, pintándola... ¡Saldrá de su paleta el color de Las Meninas o la actividad del pincel nos dará, con su gesto, el disfrute de la bellísimas producciones velazqueñas?... En bron- ce oscuro, de mayor tamaño que el natural, la cabeza, concen- trando el máximo cuidado, como rectora de todas las acciones a realizar. Una forma horizontal, la golilla, independiza y une a la vez, cabeza y cuerpo... Esta bella escultura de modelado gene- roso y potencia plástica, llena de sugerencias y detalles, el espa-

110 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS cio rodeándola y perforando puntualmente la solidez de la ma- sa, conjuga armoniosamente lo lleno con lo vacío.

Hemos comentado brevemente algunas obras del escultor Aniceto Marinas que muestran consigo los residuos de un tiem- po pasado en el que se debatieron los estilos ordenados, conju- gados con los realistas plagados de historia y literatura. El Arte Nuevo con sus reblandecimientos vegetales, de líneas sinuosas, se implicaba con la visión del mundo de la impresión subjetiva. Marinas se deja llevar, la mayoría de las veces, por lo sensitivo hacia la expresión conmovida que contrasta con las formas del pensamiento ideal. Su facilidad para el modelado le permitió re- flejar los múltiples estados del movimiento en una misma forma, percibiéndose, a la vez, en ella, sensaciones de lo instantáneo y la sucesión imprecisa de instantes.

Una preciosa cabeza en barro cocido de este artista, de es- pléndido modelado y viveza de expresión, estuvo expuesta en aquella sala de exposiciones que con tanto acierto había creado, en el Hospital de Viejos, en los aledaños de la plaza de Medina del Campo, la Diputación segoviana.

La cultura es un cultivo. Toda obra de arte tiene sus antece- dentes: la figura central del monumento a Galdós, del Retiro de Madrid, esculpida por Victorino Macho, la de Rubén Darío de Barral, las figuras reclinadas de Henry Moore están inspiradas po- siblemente por las esculturas recostadas en los extremos de los frontones clásicos. ¿Existirían los Osos de Barral sin las formas ani- malísticas de Mateo Hernández?... ¿Y los Esclavos de Miguel Ángel sin su asistencia al descubrimiento del Laoconte, en 1506 en Roma?... Marinas, en su Piedad, recrea la pose de la parte superior del cuerpo del Éxtasis de Santa Teresa, del Bernini, serenando la expresión barroca, produciendo la impresión de apacible belleza.

Emiliano Barral. La obra de Barral es de un realismo vigoroso y sintético. Lo modernista julioantoniano está presente en varios de sus retratos. En las obras de mayor entidad, influido por los movi-

111 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO mientos de vanguardia, intenta la síntesis entre lo realista y la re- presentación simultánea, purificando y reduciendo las formas natu- rales a lo geométrico. En los retratos Barral observa con mirada pro- funda para captar la psicología del modelo. La piedra, su material preferido, presenta la concreción y la frescura de la talla directa. Delimita las formas con precisas líneas, facetas y planos soñando con la definición geométrica... crestas que crean luces y sombras.

Son varias las esculturas de Barral depositadas en esta acade- mia: el busto en piedra del poeta Antonio Machado que recibe al visitante en el jardín de la casa-museo, el retrato de Mariano Grau, el de la hija de Álvarez Cerón, el de Julián María Otero... éste último es una cabeza realista de rasgos pronunciados, ex- presiva y dramática. Tallada en madera patinada, original por la forma en que está concebida, posando al modo de la del Bautista sobre la bandeja. Esta forma se repite en la obra de este artista con insistencia en una serie que va desde Rosendo Ruiz y Bagaza a las varias repetidas de Pablo Iglesias. En Barral la muerte se ha- ce presente, en la cabeza yacente de Pablo Iglesias, en la masca- rilla de Remigio Cabello... Por contraste, la vida se representa en otros retratos y en figuras que exaltan la maternidad y la activi- dad del trabajo. La mirada triste de Julián María Otero difiere de la profunda y seria de Blas Zambrano, Quintanilla o Teófilo Her- nando. En algunos bustos de mujer se insinúa la sonrisa. La ca- beza de Siva, de rotundo modelado, sonríe claramente.

En el monumento a Daniel Zuloaga, situado en el jardín del museo del mismo nombre, Barral crea en un bloque de piedra, donde no hay concesiones a la penetración del espacio, un re- trato expresivo que acentúa los rasgos del modelo, captando la vida y reflejando con fidelidad el personaje. Una base igualmen- te cerrada y prismática, grabadas sus caras con rejos de puntero, con una labor canteril meritoria, completa la obra.

El retrato de Blas Zambrano, tallado en granito, patinado en os- curo, de líneas duras y precisas que delimitan los planos, creando fuertes zonas de luz y de sombra, y que, a posteriori, se denomi-

112 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS nó clarividentemente, “Arquitecto del Acueducto”, es un gran acierto. Se significa en él la introversión, la firmeza de gesto y la rotundidez de la forma. Resume el realismo de los bustos roma- nos... su hálito clásico... los contenidos de la antigua cultura me- diterránea... Podemos disfrutarlo en el vestíbulo de la Diputación Provincial, propietaria del mismo.

En 1989 fue cedido a esta Academia un busto de Barral que representa a la hija de Don Marcelino Álvarez Cerón. Realizado en 1924 en escayola imitando bronce. Sirvió de modelo para la- brar el de mármol existente hoy, en el Museo de Arte Contempo- ráneo de Madrid.

También el busto de Segoviana, en basalto, tallado por el ar- tista en 1924, es una muestra de la diferencia existente entre la la- bra directa de la piedra por la mano del artista hasta su total ter- minación, a la labor realizada por encargo a un especialista con el método del sacado de puntos.

Después de su viaje a Italia, nuevamente en Segovia, nuestro artista realiza el panteón de la familia Cernuda-Pedrazuela. En este monumento funerario, sito en el Cementerio de Segovia, no- tamos que toda la composición, contiene, significándose, la sen- sación de sentimiento que se percibe y transmite al contempla- dor. Vemos en ella un cierto distanciamiento de lo realista. El ar- tista idealiza el modelo, simplificando los volúmenes, ritmándo- les, tratando las partes arquitectónicas con una vigorosa técnica de cantería. Estos trabajos son una espléndida muestra de la la- bor, fresca y natural, de la talla directa de la piedra.

La última obra en la que colabora Barral es en el monumen- to que se erigió a Pablo Iglesias, en un espacio importante del Parque del Oeste de Madrid. Complejo hoy desaparecido. En él intervinieron Santiago Esteban de la Mora, arquitecto, Emiliano Barral como escultor y el pintor Luis Quintanilla.

El conocimiento de esta obra me viene dado por el docu- mento periodístico facilitado por el amigo César Gutiérrez. Este

113 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO documento incluye la noticia gráfica, con la vista general del conjunto monumental, insertada en la primera página del diario EL Socialista de Madrid de fecha 3 de Mayo de 1936, día de su inauguración. Con diseño de carácter racionalista, de arquitectu- ra porticada, integraba las esculturas de Barral y desarrollaba, ba- jo los pórticos, un poema pictórico del pintor Quintanilla.

De este monumento, lamentablemente destruido, nos queda para admirar la gran cabeza de Pablo Iglesias, afortunadamente recuperada, que presidía el monumental conjunto.

En un extremo de la fotografía periodística vemos situado el grupo dinámico de “los trabajadores en marcha”, forma en pie- dra, de gran tamaño, en la que permanecía aquel impulso “de avance”, sentido por Barral, ante la escultura de la Victoria de Samotracia en su visita al Museo del Louvre de París. En una par- te del mismo monumento, en la forma de “Las Herramientas”, Barral prescinde de lo imitativo.

Escribe mi compañero de academia Juan Manuel Santamaría que Emiliano Barral “rebasa el concepto meramente plástico al incorporar el sentido del espacio útil”. Para un mejor conoci- miento de la vida de este escultor consúltese la biografía escrita por el citado académico.

Es verdad que este artista en sus últimas obras se nos pre- senta abierto a las nuevas tendencias. ¡ Lástima que su prematu- ra desaparición nos haya privado de nuevas interpretaciones!

Yo me pregunto ¿ vista la cantidad de obras en propiedad de nuestras instituciones cómo no existen unas salas museísticas dedicadas a exponer este importante legado? Citaré algunos ar- tistas, instituciones propietarias y coleccionistas:

Berruguete y otros artistas en la Diputación segoviana.

Marinas y Barral-Diputación, San Quince y Museo Provincial.

114 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS

Los Zuloaga, Fernando Arranz, Valentín de Zubiaurre, Este- ban Vicente y Julio López Hernández en San Quince y familia Zuloaga.

Don Toribio, López Tablada y Unturbe en el Ayuntamiento, San Quirce y otros.

Los becados del Paular con obras depositadas en varias ins- tituciones y museos. Aquí estarían representadas todas las pri- meras figuras de la actualidad artística española.

Se podría solicitar la colaboración de Caja Segovia, los seño- res Vaquero Turcios y Marcos Martín Blanco, con parte de sus importantes colecciones, y la de los profesionales plásticos. ¡ Se- ría una llamada atractiva para captar visitantes hacia Segovia!

Sras. y Sres. ¡ El cochinillo y el cordero en soledad no lo es todo!... Recomendémonos también el cuidado de los paisajístico y monumental... de lo ambiental... de los humos, suciedad y rui- dos polucionantes.

Hablemos ahora de nuestro querido maestro D. Toribio Gar- cía de Andrés que nace en Segovia en 1875 y muere en ella en 1973.

Estudia en las Escuelas de Artes y Oficios de Segovia y en la Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Resulta imposible enumerar las obras de una vida tan inten- sa y dilatada, así pues solamente me referiré a las más emble- máticas.

Se inicia como escultor labrando piedra en la Catedral de la Almudena de Madrid. Las huellas de su trabajo quedaron impre- sas en capiteles de la cripta.

Su carrera artística sufre un paréntesis al ser llamado a filas para participar como combatiente en la Guerra de Cuba. Pasados

115 JOSÉ Mª. GARCÍA MORO unos años, vuelto a Segovia, se le concede una pensión para asistir a la Exposición Universal de París en 1900. En 1901 ha eje- cutado “El Favorito”, una obra que muestra la delicadeza de su modelado y sus facultades para la escultura. El Ayuntamiento de Segovia es el propietario de la sensitiva obra que da idea de la correspondencia generosa de los artistas con las instituciones se- govianas que les apoyaron. Esta obra fue fundida en bronce no hace muchos años e instalada en la Plaza de Guevara de la ca- pital. La Academia de San Quirce, donde nos encontramos, es también propietaria de un boceto escultórico y un busto.

La restauración de la iglesia de San Esteban, una de las pri- meras que se realizaron en la ciudad... las cresterías, pináculos y claustro de la Catedral... la mayoría de las iglesias románicas sa- ben del trabajo de este artista.

Punto y aparte merecen las restauraciones realizadas por D. Toribio en el Alcázar de Segovia. La sala llamada del Cordón fue el inicio de su intervención en este monumento. En los años cua- renta tengo la fortuna de ser elegido por él como aprendiz en la restauración del Salón del Trono, en su friso y en la puerta con yeserías. Más tarde, con él y sus hijos, restauramos el friso de la Sala de la Galera bajo la dirección de los conservadores del mo- numento, Sres. Marqués de Lozoya, Felipe de Peñalosa y Javier Cabello Dodero. La última restauración que efectuamos bajo la dirección de la familia de D. Toribio, yo como oficial y Emilio García Calvo como ayudante, fue la colocación del artesonado y restauración del friso de la Sala de “Las Piñas”.

D. Toribio colabora con el ceramista Daniel Zuloaga en mu- chos de sus trabajos... Con arquitectos, en las decoraciones de fachadas de edificios del moderno estilo... En el Regimiento y Academia de Artillería, retablos, escudos, arte funerario etc.

Su labor como enseñante no tiene precio, profesor del Insti- tuto de Enseñanza Media y de la Escuela Municipal de Artes y Oficios donde estudiaron, en aquellos años, artistas que hoy fi-

116 TRES ESCULTORES SEGOVIANOS guran en las primeras líneas del arte creativo plástico. Multitud de artesanos supieron de su magisterio y con su labor renova- dora conservaron la belleza de este ciudad para el disfrute ciu- dadano. Si Segovia es quien es se debe en parte a muchas de es- tas personas anónimas que con su esfuerzo y trabajo vivieron en ella y para ella.

La medalla concedida a este maestro ejemplar, Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo, se quedó corta para premiar su es- fuerzo y dedicación durante tantos años a nuestra querida Sego- via.

117

PAZ GÓMEZ DE PABLOS

RESEÑA LITERARIA DE “MANANTIAL” (1928-1929)

La primera época de Manantial, años 1928-1929 se sitúa en el primer tercio de siglo, años en los que nuestra literatura mues- tra un panorama ecléctico y donde la diversidad estética es la no- ta dominante, por los continuos movimientos y géneros que se suceden.

Resulta muy interesante bucear en unos años de estudio tan críticos y como decía E. De Zulueta (Historia de la crítica es- pañola. Biblioteca Románica Hispánica. Estudios y ensayos, 90. Madrid. Gredos, 1974. 2ª edic. aumentada) “de fascinante inte- rés”, para poder desentrañarlos de forma minuciosa, empapán- dose de sus avatares y continuos trasiegos.

Manantial nace en Segovia como un intento serio de publi- cación literaria en abril de 1928. Había tenido como predeceso- ra a otra revista que editó la Universidad Popular de Segovia un tiempo antes llamada Universidad y Tierra. También nace alen- tada por los intelectuales y amigos de la Universidad Popular, los mismos que se reunían en la tertulia que tenía lugar en el des- aparecido Café de La Unión (Marqueríe, Martín y Gómez o el propio A. Machado, residente, entonces, en Segovia, Cáceres, Ál- varez Cerón, Julián Mª Otero...).

Las pretensiones o anhelos que esta joven revista llevaba consigo eran diversos. Por un lado quería ser estandarte de la in- quietud poético-literaria y cultural que se cocía en la ciudad, y en concreto, en ese circulo de poetas y profesores de la Universi- dad Popular.

Por otro lado, les animaba el establecer un foco de cultura en nuestra capital como aglutinante de toda la región castellana , sobre todo de Valladolid o de Burgos, con sus respectivas revis- tas literarias Meseta y Parábola. Todo esto sin olvidar el deseo de

121 PAZ GÓMEZ DE PABLOS funcionar como una especie de cordón umbilical entre las in- quietudes localista y el círculo intelectual madrileño de entonces, que a menudo visita nuestra ciudad en calidad de conferencian- tes y tertulianos (E. Jiménez Caballero, La Gaceta Literaria. Nº 47. 1 Diciembre, 1928).

Estamos en unos años favorables y luminosos, culturalmente hablando, para la ciudad de Segovia, por el interés interno y, so- bre todo, como digo, por las visitas de intelectuales y artistas no sólo españoles, sino también universales: Waldo Frank, Dos Pa- ssos, los pintores Ben Silbert y Fronkee, así como excelentes y fa- mosos músicos. Estas conexiones obtuvieron continuación de for- ma más intensa a través de Fronkee y su esposa, que estable- ciéndose en Segovia, crearon un club-tertulia entre los años 1933- 1936 al que acudían entre otros A. De Foxá, D´Ors, Alberti, Cela...

Pero hay un objetivo primordial para Manantial desde que nace: intentar ser por encima de todo una revista local o localis- ta pero con aires universales y sin fronteras comunicativas. Si le- emos el nº 1 de la Segunda Época de la revista (1959), el que fuera director de esta Primera Época, M. Álvarez Cerón, así nos lo explica.

La revista contiene un total de 104 textos de autores que se podrían catalogar en tres categorías: Locales o desconocidos (27), como Álvarez Cerón, Cáceres, Otero, Quintanilla, Mariano Grau, Marqués de Quintanar...; De cierta importancia (14), J. Mª Alfaro, César Arconada, Alfredo Marqueríe, M. Jean Baruzi, Juan Lacomba, Adolf Schulten... y por último, Autor es de pri- mera fila como Baroja, Juan de Contreras, hermanos Machado, Unamuno, Gómez de la Serna, G. Diego, o María Zambrano.

Manantial es, por el número de sus colaboraciones, una re- vista esencialmente poética, aunque en sus páginas se dan igual- mente cita la novela, la narrativa corta, ensayos, pintura y arte. Casi todos los escritores que se asoman a las páginas de Manan- tial, escribían también para otras Revistas, algunas de índole lo-

122 RESEÑA LITERARIA DE “MANANTIAL” (1928-1929) cal como Meseta y Parábola; y otras, “de las grandes” como La Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, la Revista de las Espa- ñas; o diarios como El Sol o La Nación.

Es, por lo tanto, muy interesante tener en cuenta la labor que en esta época desempeñan este tipo de publicaciones para la Literatura. Muchos de los autores que empezaban lo hicieron por esta vía, a veces desde su región y al amparo de algunas de es- tas publicaciones (no olvidemos que el Nobel García Márquez nos recuerda una y otra vez sus comienzos como “narrador de historias” en El Espectador, (de Bogotá); pero otros, ya consa- grados (Gómez de la Serna, Unamuno, los Machado, Jarnés...) tampoco dejaron de estampar su firma con inéditos poemas, apuntes de ensayos, notas y comentarios para sumarse a una la- bor que resultaba como señala el propio Gómez de la Serna “muy actual y del momento” (Poesía española. 2ª época. Ma- drid, agosto-septiembre 1964: Número extraordinario dedi- cado a las revistas de poesía).

No puede pasarse por alto el considerar cómo en determina- dos momentos de la Historia hay lugares o regiones que brillan o intentan hacer brillar la luz de la cultura, manteniendo en as- cuas un interés por aglutinar y reunir a hombres de letras, arte o ciencia, bajo publicaciones o empresas literarias que suponen un tremendo esfuerzo, pero que ahí están, para dar cuenta, preci- samente, de su empeño: en este caso, el empeño de una pe- queña ciudad como Segovia con Manantial, como lo fue el ca- so de Burgos o Valladolid con Parábola o Meseta, respectiva- mente, dentro del panorama cultural castellano; y como lo ha si- do, sin duda, el de otras provincias y otras gentes en diferentes momentos de nuestra historia cultural.

Lo triste es que estos pequeños y modestos destellos pasen inadvertidos a la hora de hacer balance, donde sólo lo grande y las grandes empresas editoriales pasan a engrosar las páginas de Historias de la Literatura o de importantes trabajos de investiga- ción.

123 PAZ GÓMEZ DE PABLOS

Es cierto que en el caso de Manantial su vida fue muy breve (en esta primera época), pero esto le otorga, si cabe, mayor mé- rito dada su intensa labor . El hecho de que en esos siete núme- ros y en un período -que casi se puede considerar de iniciación- se vislumbren nombres tan relevantes como los que acoge, me parece todo un logro. A los “más pequeños”, qué duda cabe, les sirvió de oportunidad y también de anhelo para ver publicados sus escritos, que es gran cosa cuando se está empezando.

Aunque ya he mencionado la relevancia que cobra el que- hacer poético, el género ensayístico es uno de los más benefi- ciados: nombres como Jiménez Caballero, Giner de los Ríos, Jarnés, Zambrano, T. Ortega... son lo suficientemente significati- vos como para dar cuenta de la calidad literaria de esta publica- ción.

Es importante observar el desfile de figuras que aquí se dan cita. Sin duda una de las notas más sobresalientes de la Revista es su eclecticismo estético. Frente a otras Revistas del momento, como por ejemplo Carmen –donde domina no sólo un determi- nado género literario sino también una visión estética más o me- nos homogénea-, aquí el camino se abre en diversos brazos y los géneros son múltiples. Pero también esa heterogeneidad estética, ese panorama multicolor está presente. Son unos años críticos, en este sentido, donde se están dando cita varios movimientos artís- ticos y literarios, como recuerda E. De Zulueta, (Historia de la crítica española : Madrid. Gredos. 1974)): “Este es un tiempo conflictivo, epigonal, y a la vez de apertura a un futuro azaroso que es, todavía, en parte, nuestro presente y nuestro futuro”.

La posibilidad de perspectivas que ofrece la realidad está confirmada con sólo echar un vistazo a las diferentes colabora- ciones que alberga la Revista: desde los hombres del 98, con su peculiar visión de la realidad y la sobriedad estética, hasta las ex- periencias novísimas de los vanguardistas; volviendo a la clásica perfección en lenguaje y formas de escritores como los del 27 (ahí está Gerardo Diego con ese magistral uso de la palabra, de-

124 RESEÑA LITERARIA DE “MANANTIAL” (1928-1929) jando constar la singular eficacia y el poder mágico de este ins- trumento).

Nos encontramos con aspectos bibliográficos muy interesan- tes al analizar los textos incluidos, de forma que algunos apare- cen extraídos de una obra principal, otros se presentan editados pero con variantes respecto a la publicación final, y, por último, están aquellos que ni siquiera se han editado después en las obras completas de sus respectivos autores. Veámos algunos ejemplos para consignar este aspecto de interés literario y biliográfico.

El texto titulado “Una descripción de Pío Baroja”, se in- cluye en su novela Camino de perfección. Madrid. Caro Ragio, 1913. El texto no presenta ningún tipo de variante.

Los Poemas, de Carmen Conde, sin embargo, no se recogen en ninguno de sus libros poéticos editados. Por su estilística for- mal, probablemente se adscriban a alguna de las Vanguardias del momento. Los rasgos que ya presentan están, luego, presentes en su obra posterior como aparece estudiado en dos obras esencia- les: Emilio Miró, La poesía de C. Conde. Madrid, Esograf, 1967. Dámaso Alonso, “pasión de C. Conde” en Poetas españoles contemporáneos. Biblioteca Románica Hispánica. Estudios y Ensayos, 6. Madrid. Gredos, 1965. 3ª edic. aumentada.

Las tres colaboraciones de Juan de Contreras, Marqués de Lozoya, se acogen a los tres formatos bibliográficos menciona- dos: Inédito es su texto Del tesoro de la catedral segoviana. El retrato de D. Francisco Gutiérrez de Cuellar en la capi- lla de Santiago. Sin embargo su estudio sobre Un platero se- goviano del S. XVI: Antonio de Oquendo, quedaba ya recogi- do en su publicación Algunas notas sobre plateros segovia- nos del S. XVI. Madrid. Fototipia de Hauser y Menet,30. 1926. Y, por último aparece una colaboración poética “El forjador”. El poema aparece publicado en su libro Poemas (1913-1931), pero el editado en la Revista contiene variantes. La larga tradi- ción del Marqués de Lozoya como poeta, cuando escribe este

125 PAZ GÓMEZ DE PABLOS texto, está ya consolidada con títulos como Poemas arcaicos (1913), Poemas de añoranzas(1915), Poemas (1921)...

Sin olvidar que la R.A.E. le había otorgado en 1920 el Premio Fastenrath de Poesía.

R. Gómez de la Serna firma la colaboración Letanía al Acue- ducto que, siendo un extracto de diversos capítulos (II, V, VII, XIV, XX y XXIII) de su novela El secreto del acueducto. Edic. Guillermo de Torre. Madrid. Edhasa, 1963 (que reproduce fiel- mente la 1ª edición), sin embargo se nos presenta con variantes respecto a la mencionada novela. Todo el texto es una reflexión sobre el coloso fantástico de piedra, en el que el autor ha vol- cado toda su imaginación y audacia estilística y formal para con- feccionar un ramillete de piropos dedicados al majestuoso mo- numento.

El autor de primera fila que más colaboraciones inserta en Manantial es el director de otra revista, La Gaceta Literaria, E. Jiménez Caballero. Algunos van dedicados a nuestra ciudad co- mo el titulado Signos para Segovia, con cariñosa dedicatoria. Se recoge en sus publicaciones posteriores y llama la atención el papel relevante que le otorga a la ciudad de Segovia en un mo- mento cultural (primer tercio de siglo) brillante y ecléctico y don- de nuestra ciudad y, naturalmente, Manantial tienen mucho que decir y aportar a este momento crucial para las letras y la cultu- ra en general. Otro texto suyo, Valores en madrugada. Bosco, también recogido en su bibliografía posterior, da muestras de su especial gusto estético por el lenguaje y sus múltiples juegos, con una asociación final genial: la de Quevedo. (Véase al res- pecto La Gaceta Literaria. Vaduz/ Liechtenstein. Topos Verlag. 1980. Reimpresión anastática de la edición de Madrid 1927- 1932. Vol I. Enero 1927 a diciembre de 1929. Vol. II. Enero a di- ciembre de 1930).

También documentada se encuentra la colaboración de F. Gi- ner de los Ríos La Iglesia de San Millán, que ya había apare-

126 RESEÑA LITERARIA DE “MANANTIAL” (1928-1929) cido en el ensayo Ilustración Artística. Barcelona, 4 de marzo de 1889.

Benjamín Jarnés incluye el texto Trebol que no se rastrea en su producción ensayística ni anterior ni posterior editada. El te- ma se centra en Goethe o el problema de la creación artística.

Aunque los hermanos Machado aportan varios textos a la Revista, señalaremos uno de A. Machado, que está en prosa ti- tulado Sobre el porvenir del teatro. Este artículo lo recoge Aurora de Albornoz en su libro A. Machado. Antología de su prosa. Madrid. Cuadernos para el diálogo, 1970. Vol. II (págs. 225-228). No es la primera vez que el autor se pronuncia acer- ca del teatro (Juan de Mairena, capítulos XI, XIII, XX, XXI, XXXIV), y en el caso del texto que nos ocupa observamos có- mo el autor se muestra esperanzado por el futuro del teatro pe- ro “espera muy poco de los innovadores que sólo acuden a la escena sin más propósito que la novedad”.

También otro autor del 98 visita las páginas de Manantial: M. De Unamuno, con dos poemas que pertenecen a su etapa del des- tierro. Los vemos recogidos posteriormente en sus Obras com- pletas. Poesía. Madrid. Escelicer. 1961. Edic. de Manuel García Blanco. Tomo IV. Resulta chocante el primer poema (sin titulo), de corte muy vanguardista; mientras que el segundo, aborda un tema recurrente en otros poemas de El Cristo de Velázquez. Esa do- ble visión, artística y realista, que el poeta nos presenta del tema ha sido muy estudiada por el profesor Manuel Alvar en su libro Estudios y ensayos de la Literatura Española Contemporá- nea. Biblioteca Románica Hispánica. Estudios y ensayos, 154. Ma- drid. Gredos, 1971 (apartado: Unidad y evolución en la lírica de Unamuno, págs. 113-138).

Por último, la reseña de la gran pensadora María Zambrano, Ciudad ausente, que aparece en el libro España, sueño y ver- dad. Cap. IV: Un lugar de la palabra: Segovia. Pág. 193. Dedicado a la memoria de J. Fco. De Cáceres y Julián Mª Otero. El texto se

127 PAZ GÓMEZ DE PABLOS recoge en nuestra Revista con variantes. Es un bellísimo texto, plenamente literario, de matices poéticos, donde la autora nos sorprende con esa audaz mezcla de la reflexión intelectual y su gran sensibilidad, sabiamente fundidas en una pluma de espíritu exquisito.

El período en el que Manantial vive se podría resumir en unas palabras que Gustavo Correa (Antología de la Poesía Es- pañola. 1900-1980. Madrid. Gredos.1980) trae a colación: “El período que va de 1928 a 1936 se puede considerar como de cul- minación y madurez de los poetas que se iniciaron en el perío- do anterior, y de plenitud de expresión para poetas que se ha- bían iniciado a principios de siglo, como Unamuno o Juan Ra- món”.

En definitiva, una diversidad de estilos, formas y tratamiento del lenguaje, así como visiones de conceptos o revisión crítica de los mismos, que dan una perspectiva enriquecedora y nada sim- plista a esta Revista que no se decidió por un esquema o patrón único, sino que optó por mostrar esa visión variopinta, esa pa- norámica estética y cultural del momento, siendo así fiel espejo que reproduce la realidad literaria de estos años. Los hombres que escriben hacia el final de estos años veinte han recogido, por un lado, la ya riquísima tradición poética del siglo: el Modernismo; y, por otro, las teorías avanzadas y transgresoras de las Vanguardias: R. Gómez de la Serna, G. Caballero, Jarnés... El maridaje de ambas influencias producirá una literatura de eleva- dos quilates y extraordinaria seguridad expresiva.

Me gustaría apuntar unas palabras de uno de los colabora- dores de Manantial, B. Jarnés (Rúbricas. Nuevos ejercicios. Biblioteca Atlántico. Madrid. 1931), acerca de la labor de las re- vistas nuevas. Él decía que “las revistas nuevas tienen una im- portante función: 1) son la antesala de los novicios, ayudan a ta- sar, a comparar,; 2) constituyen verdaderos libros colectivos que con su generosidad y persistencia sostienen a sus colaborado- res”.

128 RESEÑA LITERARIA DE “MANANTIAL” (1928-1929)

Sin embargo, esta misma simpatía le ayuda a definir certera- mente sus defectos: “1) a veces no son expresión de su región o de su provincia, sino fruto de importación; 2) deberían ser obra de largo aliento, escaparate y no muestrario; 3) tienen vida de- masiado corta”.

Al amparo de estas palabras de Jarnés me atrevo a hacer unos juicios sobre nuestra Revista. Es cierto que Manantial al- berga en sus páginas a muchos novicios, sobre todo esos jóve- nes y desconocidos poetas y escritores locales, pero también a otros escritores que hoy ocupan un lugar destacado en nuestra Literatura, sin ir más lejos el caso de María Zambrano o Carmen Conde, y que estos primeros pasos literarios pueden servir un poco de tasa –como decía Jarnés- para medir una evolución y un estilo a lo largo de su trayectoria como escritoras.

En ese primer defecto que Jarnés señala que pueden llegar a caer las nuevas revistas creo que Manantial se cubre muy bien las espaldas. Nuestra Revista recoge nombres consagrados en las letras hispánicas que han atravesado nuestras fronteras, y tam- bién otros autores extranjeros, pero no pierde de vista el aire lo- calista que la alienta, y esto en dos sentidos: uno, para dar cabi- da a esos poetas y escritores lugareños; el otro, porque aunque aparezcan firmas importantes –como digo- sabe recoger alusio- nes, escritos o poemas que tienen por protagonista a Segovia o la tierra castellana, y en esto sí que mantiene un aire fresco y un sello inconfundible como lo es su lugar de gestación y floreci- miento.

Estamos, por tanto, ante una Revista corta en vida pero de ta- jante intensidad y fuerza como para cerrar esta crítica con un ba- lance personal y profesional positivo porque siempre es intere- sante descubrir, y más cuando ese descubrimiento lleva consigo una información y unos conocimientos disfrazados de amenidad que ponen notas de color a la experiencia personal que cada uno tiene de este gran y apasionante conflicto llamado Literatura.

129

M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO

LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR DE Su relación con los arquitectos y maestros de cantería de la Catedral de Segovia.

La iglesia de los santos Justo y Pastor de Otero de Herreros se halla ubicada en una pequeña colina, un otero, dominando el entorno de la sierra de Guadarrama en su vertiente noreste, a modo de atalaya vigía. Se sitúa a 21 Km. de Segovia y su térmi- no está cortado por las vías de comunicación que unen la capi- tal de la provincia con Madrid, así como por la Cañada Real, vía pecuaria de singular importancia para una economía eminente- mente ganadera. El caserío se distribuye a los pies de la iglesia siguiendo un trazado quebrado para evitar las corrientes de aire, que descienden por las vaguadas profundas de las torrenteras de la vecina sierra, provocando que la acción del viento sea cons- tante, a veces, con fuertes ráfagas, de las que la tradición popu- lar se protege retranqueando las líneas de fachada o disponien- do de un espacio vallado, previo a la casa, colocando la puerta de acceso a cubierto de esa contingencia meteorológica.

La elección del lugar y la fecha del inicio de su emplaza- miento están suficientemente documentadas (1) y justificadas en función del clima. El antiguo pueblo, Ferreros, ocupaba una hondonada fría y húmeda, al oeste del lugar actual, lo que pro- piciaba dolencias pulmonares en invierno, en tanto que en ve- rano, la humedad y el calor facilitaban la proliferación de insec- tos y el padecimiento de fiebres palúdicas y otras enfermedades periódicas.

Bajo un escaso suelo arcilloso afloran las rocas: granitos, gneis y calizas, que han determinado, junto a la madera del ar- bolado de los sotos, las técnicas tradicionales constructivas ba- sadas en mampostería y madera.

El emplazamiento actual se produce desde 1480, documenta- do por Don. Carlos de Lecea en la obra citada, aunque no ha po- dido determinarse documentalmente el proceso en que se origi-

133 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO na el cambio de residencia; parece que debe ponerse en relación a un movimiento generalizado en la comarca en búsqueda de condiciones de vida de más calidad, hecho constatable en Villa- castín, en donde, entre 1550-1569 se produce un fuerte incre- mento de su vecindario al incorporarse a esa localidad los veci- nos de Navalpino, Mainel y otras aldeas y alquerías que quedan abandonadas al facilitar el Concejo suelo gratis para su vivienda en condiciones fiscales muy ventajosas (2).

Ferreros era tierra de señorío, propiedad de los marqueses de Segovia, que tenían su casa solariega en (3). El Concejo local, no obstante, gozaba de cierta autonomía, preocu- pándose los señores del cobro de impuestos por el uso de pas- tos, molinos etc…, quedaría por determinar, si el nuevo empla- zamiento se asentó sobre terrenos del común o de señorío, así como el periodo de tiempo que hubo de transcurrir hasta el abandono total del antiguo pueblo.

En el caso de Villacastín, los últimos vecinos en abandonar Navalpino y Mainel fueron los curas propios, manteniendo el culto en las iglesias locales hasta quedarse definitivamente sin fe- ligreses (4).

Es previsible que el proceso de asentamiento en Otero de Herreros y el abandono de la iglesia parroquial de Ferreros, bajo la advocación de San Pedro Apóstol fuera similar aunque tardío porque la distancia que separa ambos emplazamientos se salva en veinte minutos de camino. Por otra parte, el cambio de mora- da requiere una modificación de la mentalidad, más asumible por las generaciones jóvenes, mientras que existirían reticencias por parte de las personas de edad, o con una cierta consolidación de su estatus social: vivienda, aperos, corrales, ganado…

La consagración de la cabecera de la iglesia de los Santos Justo y Pastor, no se ha podido documentar, pero la iglesia está casi concluida en 1564 (5) celebrándose culto con normalidad.

134 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR

BREVE DESCRIPCIÓN DE LA FÁBRICA

El templo, dominando el caserío, es una iglesia de una sola nave, con transepto saliente, torre a los pies en el lado de la epís- tola, capilla bautismal embutida en el muro al lado de la torre, sacristía adosada al brazo sur del crucero, una antigua sacristía sagrario unida al tramo recto del polígono de la cabecera en el lado del evangelio y tribuna elevada a los pies, con dos puertas, una bajo el coro, en el hastial oeste, y otra en el tramo central de la iglesia en el muro norte protegida por un pórtico.

La disposición de la puerta de acceso en el costado norte y el cementerio en el lado sur, son irregularidades respecto a la orientación habitual de los templos góticos a la vez que genera una cierta dificultad litúrgica en los ritos fúnebres, obligando a sacar el féretro por la misma puerta y rodear el templo para lle- gar al cementerio, o bien salir por la puerta oeste, salvando unos escalones, lo que resulta aún más incómodo e igualmente con- trario a la liturgia. Este hecho parece obedecer a la climatología, a la direccionalidad del viento, su persistencia y la fuerza con que se hace sentir, lo que justifica la breve introducción sobre ese hecho climático, expuesta con anterioridad.

La cabecera es un modelo característico de las iglesias parro- quiales desde finales del siglo XV que se difunden en la región a lo largo del XVI, por obra de Rodrigo Gil de Hontañón: Villacastín, Vegas de Matute, El Salvador y San Miguel en Segovia y aún más alejadas, en otras provincias como Fontiveros en Ávi- la o Valdefintas en Zamora, cuya capilla mayor y primer tramo de la nave presentan cubriciones publicadas por A. Casaseca Casaseca (6) idénticas a las de la iglesia de San Justo y Pastor de Otero. La iglesia de Valdefintas (Zamora), es considerada por el mencionado autor como una de las primeras de testero ochava- do, entre las proyectadas por Rodrigo Gil de Hontañón en 1536, con claves vegetales de elementos pingantes (7), estructura de terceletes en semi estrella, también presentes en la iglesia de Otero en esos mismos tramos.

135 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO

Cada uno de los paños de la cabecera está reforzado, en los ángulos, por contrafuertes exteriores. La nave, consta de cabece- ra y tres tramos: transepto, central, ligeramente alargado, y tribu- na El tramo central continua la nave hacia los pies desde la capi- lla mayor y el transepto, ya descritos; la bóveda central es uno de los tipos frecuentemente empleados por Rodrigo Gil, para cubrir espacios alargados; se forma mediante terceletes, arcos concavo- convexos que se unen en las claves de los arcos fajones, un po- lígono central, en este caso un rombo, y elementos semicircula- res que descansan sobre los arcos formeros, dando lugar a una estructura en forma de ocho y que repite en las naves laterales de la iglesia de Villacastín (8). Las claves son historiadas, simila- res en los temas, a algunas de las proyectadas por Rodrigo Gil en las iglesias del entorno. El tercer tramo se corresponde con el co- ro alto o tribuna, repite la bóveda del transepto, aunque compri- mida por cubrir un espacio más reducido, con claves lisas, sin de- coración., y se alza sobre una bóveda de crucería, abierta sobre arco escarzado, muy bajo, similar a los de Villacastín o .

La disposición alternante de las bóvedas, crea un eje longi- tudinal que arranca en la cabecera, y se ve reforzado por la ali- neación de claves, que de este a oeste recogen los nervios co- nopiales, a la vez que la presencia de una bóveda diferente, en el tramo central, da movilidad a la cubrición rompiendo la mo- notonía, sin distorsionar el ritmo constructivo y estético.

SOPORTES DE LAS BÓVEDAS

Los pilares que soportan las tensiones arquitectónicas enfati- zan los ritmos alternantes de las bóvedas: los nervios de la bó- veda de la cabecera poligonal descansan sobre pilares cilíndri- cos, sin nervaduras, rematados en nacela, solución frecuente en obras de Rodrigo Gil de Hontañón, aunque en opinión de A. Casaseca” fueron usados por Juan Gil de Hontañón” en Salaman- ca y Segovia (9).

136 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR

Los pilares comunes a la bóveda del transepto y la central, presenta alternancia de nervios cilíndricos y prismáticos dando un perfil mixtilíneo cóncavo convexo, arrancando a diferentes al- turas en la base, y recogidos en ménsulas para hacer descansar las nervaduras de las bóvedas.

La alternancia de soportes se mantiene desde la cabecera hasta los pies del templo, en una cadencia rítmica que aligera la monotonía de los entre paños de los muros

La cabecera no tiene ventanas, recibe la luz de las abiertas en los testeros norte y sur de los brazos de la cruz, espacios éstos, cu- biertos con bóveda de medio cañón decorada con casetones, obras de Bartolomé de Pedraja y Julio Gutiérrez (10) la del lado de la epístola en 1605, y de Pedro de Brizuela la del Evangelio en 1615 (11), siendo también Pedro de Brizuela trazador de la obra de la sacristía nueva, cubierta con bóveda de lunetos. La antigua sacris- tía sagrario adosada a la cabecera en el tramo recto del lado nor- te, tiene una bóveda gótica de crucería simple cuyos nervios apo- yan en mensuras dispuestas en los ángulos a modo de veneras convexas, acanaladas que parecen quedar suspendidas en el aire al no haberse dispuesto la columna de apoyo; su puerta actual ha quedado reducida a un angosto paso en el espacio que deja libre el retablo del Santísimo Cristo del Crucero. Esta sala quedó refor- mada al disponerse el mencionado retablo horadando el muro pa- ra transformarla en camerino y abriendo una ventana adintelada, obras que han quedado fechadas en el exterior: “SIENDO CURA EL D… FRANCISCO AMADOR HICIERON ESTA OBRA A ONRA Y GLORIA DE DIOS JOSÉ SÁNCHEZ Y SU MUJER CASILDA GON- ZALEZ Y LIMOSNAS DE ALGUNOS DEBOTOS. AÑO DE 1762”

FASES DE CONSTRUCCIÓN Y AUTORÍA

La fecha de inicio de la fábrica no ha podido documentarse con exactitud, porque si bien el archivo parroquial se encuentra

137 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO en buen estado, el libro de cuentas más antiguo, aunque incom- pleto en su inicio, es de 1577. En un estudio, sin publicar, reali- zado por Alberto Botsein Sánchez en 1984, cita cinco “libros de fábrica”, debiendo de referirse a los libros de cuentas o de visi- tas, en los que se hacen balance de gastos e ingresos a los ma- yordomos y sacristanes del la iglesia, pues en ninguno de ellos aparecen contratos, trazas etc. que hagan referencia a la fábrica, sino los pagos que se realizan a quienes intervienen en ella, ba- jo los ambiguos términos “obra de la dicha iglesia” especificán- dose lo realizado sólo en contadas ocasiones.

Se viene afirmando (12) que el uso de diferentes materiales, permite establecer una cierta sucesión de los trabajos, no obs- tante el uso de variados tipos de piedra obedece a las tipologías que pueden encontrarse en el entorno, en tanto que un estudio pormenorizado de los libros de cuentas facilita establecer una se- cuenciación de las diferentes fases en la construcción.

Del primer libro de cuentas- incompleto- se pueden identifi- car las partes que ya están constuidas en 1577, fecha en que se efectúan cuentas a Julio Gómez mayordomo de ese año, especi- ficandose:

“Que pagó a Alonso Postigo seis fanegas de cal que trajo pa- ra el sagrario, seis reales. De noventa y dos tejas que se han traido de Francisco Cubo de Pedroso, para el sagrario, a cuatro reales cada una, trescientos setenta y dos reales. Que pagó a Justo Blasco, vecino del lugar de Otero de Herreros por el aderezo que hizo en el sagrario de la dicha iglesia y de correr para aderezarle en favor de la dicha iglesia ciento noventa reales” A. O. P. Libro de cuentas de 1577.

La Capilla Sagrario es la adosada a la Capilla Mayor, por lo tan- to: la cabecera ya está concluida en 1577, más aún, ya está con-

138 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR sagrada, razón por la cuál se hace apremiante disponer y ade- centar el lugar donde debía quedar la reserva sacramental, abo- nándose un precio mayor “por correr”.

Este mismo año se hace un pago importante por un retablo que se había encargado en 1573, lo que permite adelantar las fe- chas al menos en dos años, retablo que se está realizando para la capilla del sagrario bajo la advocación de la Inmaculada.

“se le resta de su cargo cuatro mil nuevecientos setenta y cuatro maravedíes que al parecer pagó a Alonso Castella- nos pintor, vecino de este lugar, los cuales acabó de pagar por pintar un retablo de la advocación de Ntra Sra.de la Concepción que pintó para la dicha iglesia y lo demás se dió de limosnas de los vecinos del dicho lugar para la di- cha pintura...con una carta de pago para pagar a Alonso Castellanos que consta en poder de Diego de Morales cura de la dicha iglesia fecha de veintiuno de marza de mil qui- nientos setenta y tres” Libro de cuentas de 1577.

En el año 1578 se ordena que “se haga un cofrecillo para el Santísimo Sacramento, que sea de nogal y dorado y una cortina de tafetán para dentro de l.a capilla...que sea reforazo el pilar de la capilla y que se haga una cargüela para las crismeras...un guardapolvo ante el retablo de la capilla de la Concepción con su barra y se aderece” A.P.O. Libro de cuentas de 1578.

Estos datos confirman que la capilla de la Concepción es la capilla sagrario. La construcción del retablo mayor en 1657, casi un siglo despues, obligarán a remodelar este espacio, cerrar la puesta de acceso y abrir una nueva al lado del retablo del Cristo del Crucero.

En el año de 1577 de hacen averiguaciones sobre lo que se le debe a Juan del Camino, vecino de El Espinar habitante de Ve- gas de Matute, en relación con las obras realizadas por él en la iglesia de Otero:

139 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO

“Cuentas que se hacen con Juan del Camino, cantero, ve- cino de El Espinar, habitante de Vegas de Matute sobre lo que se le debe de la obra de cantería que hizo en esta igle- sia de Otero...a diez y siete dias del mes de mayo de dicho año de mil quinientos setenta y siete días el dicho señor León, canónigo, visitador de esta iglesia y este obispado, ante mí el presente notario, ante testigos , prosiguiendo la dicha visita de la dicha iglesia de san Justo del Lugar de Otero de Herreros, parecen ante mí, Juan del Camino, maestro de cantería, vecino del lugar de El Espinar y Diego de Morales, cura propio, provedor de la dicha iglesia para que de ajustado perpetuamente, in memoriam y para cla- ridad de la cuenta pusose organización y guardaron la ob- servación de lo hecho en la dicha iglesia...lo que la dicha iglesia debe a Juan del Camino de la capilla nueva colate- ral, como del remate de los pies de la iglesia, del arreglo de antepechos y de un arco para la tribuna y bóvedas y la puerta de la torre que hizo Juan del Camino en dicha igle- sia, lo cual dicha cuenta presentes las ambas partes cono- cida... hizo y averiguó del tenor siguiente. Primeramente como averiguó el mismo que el dicho Juan del Camino tiene de haber la dicha iglesia seiscientos cin- cuenta y cinco mil maravedies por razón de la capilla nue- va colateral y del remate de los pies de la dicha iglesia que él realizó según confesión y declaración de las dichas par- tes , que está tasado por parciales ante el señor provisor... Item, así mismo, su merced el dicho señor visitador averi- guó y liquidó que el dicho Juan del Camino tenía de haber de la dicha iglesia mil quinientos setenta y cuatro ducados de a trescientos setenta y cinco maravedies cada uno que montan quinientos y noventa mil doscientos cincuenta maravedies por razónde la tore y antepechos y de un arco para la tribuna y bóvedas y puerta de la torre, que hizo en la dicha iglesia, según su merced contó por confesión y de- claración de las partes y que ello está tasado por RODRI- GO GIL veedor de las obras de cantería que lo tasó ante

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Fernando Martinez de Hiniesta, provisor de dicha iglesia ante el doctor Juan Vega Galiano, notario...tiene dado y pagado a Juan del Camino los maravedies siguientes: (1569) Primeramente que hasta ventisiete dias del mes del de abril del año de mil quinientos sesenta y nueve, mil cua- trocientos noventa y dos maravedies. (1570) Juan del Camino recibió de la obra del año del se- tenta del mayordomo Justo Blasco, tres mil cuatrocientos maravedies. (1571) Juan del Camino recibió del año del 71, siendo ma- yordomo de la Iglesia, Juan de María, cincuenta y seis mil doscientos cuarenta y cuatro maravedies. (1572-73)... recibió del año de 72 y 73 siendo mayordomo de la Iglesia Pedro Sancho cincuenta y cinco mil ciento se- tenta y dos maravedies. (1574 a 1577)...que recibió para cuenta de la obra de pascua de Flores del año de mil quinientos setenta y cuatro años hasta la pascua de flores de este presente año de mil qui- nientos setenta y siete años, siendo mayordomo de la iglesia Juan Gómez , setenta y dos mil cincuenta y seis maravedí- es...los dichos Juan del Camino y Diego de Morales cura pro- pio, por lo que les toca lo aprobaban y tenían por bien, lo asentían por bueno, lo consintieron, Juan Tabernero, Juan Gómez, Pedro Vaquero, Julio Minguez, vecinos del dicho lu- gar de Otero de Herreros, y el dicho señor visitador y el di- cho Diego de Morales cura propio lo firmaron de sus nom- bres y por el dicho Juan del Camino, dijo que no sabía es- cribir lo firmaron los dichos Juan Tabernero, Juan Gómez y Bartolomé Galicia” . (Libro de cuentas del año 1577)

Juan del Camino es citado como maestro de cantería en rela- ción con la ampliación de la iglesia de Vegas de Matute en 1570, para la que presentó trazas (13), trazas que revisó Rodrigo Gil, fueron rechazadas y nuevamente proyectadas por el propio Gil

141 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO de Hontañón, lo que no impidió que el cantero fuera Juan del Camino. Así pues la iglesia de Otero hay que fecharla entre: 1544 fecha en que el maestro de cantería Juan del Camino, está traba- jando en la Iglesia de San Eutropio del Espinar, y el 1570 año que presenta trazas para la obra de Vegas, culminando ésta en 1574, aunque debió de continuar trabajando en la iglesia de Vegas, por- que al hacer las cuentas en Otero, se le reconoce “vecino de El Espinar y habitante de Vegas de Matute”.

En el documento antes trascrito se señala lo que se debía al maestro cantero señalando la obra del mismo:

1.- Las bóvedas, excepto la plementería de la tribuna. 2.- Capilla nueva colateral, (la sacristía vieja, capilla sagrario o capilla de la Concepción, que es como se cita en diversas ocasiones) 3.- Arco de la tribuna y nervaduras de la bóveda superior. Se finalizará años después, según documentación del propio archivo. 4.- Remate de los pies de la iglesia. 5.- Torre, (el primer tramo), porque su terminación está do- cumentada posteriormente). 6.- Capilla embutida parcialmente en el muro sur, adosada a la torre, (inacabada), y convertida en capilla bautismal.

En 1577 quedan por rematar los elementos citados, torres, tri- buna y capilla bautismal. Los brazos del crucero no se aborda- rán hasta los primeros años del siglo XVII.

Juan del camino falleció el 1578, antes de la “pascua de flo- res”, porque ese año, al hacer las cuentas se cita una partida “ de aderezar el quicio de una puerta” (14), que recibe personalmen- te, en tanto que al revisar los débitos atrasados, se cita a Antón Millo como receptor del montante de una carta de pago de” Juan del Camino y sus testamentarios.” (15). La precariedad económi-

142 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR ca de la iglesia hace que cada año se hagan pagos a cuenta a los herederos de Juan del Camino, alcanzándose el finiquito en el 1611, (16) cuarenta años después de abandonar la obra de la igle- sia en Otero.

En 1584, aún no está rematada la bóveda del tramo final (17), especificándose de donde han de arbitrarse recursos y se solici- ta de Diego de Morales, cura propio del lugar, que obligue a cumplir las mandas de difuntos, testamentarios y aniversarios co- municando al obispo en nombre de quienes incumplan, bajo du- ras penas. La situación económica fue siempre muy precaria siendo habitual que se realicen trasvases de partidas porque las deudas eran apremiantes llegando incluso a ordenar que la cam- pana mayor sea traída desde la ermita de la Virgen de la Adrada, a causa de la imposibilidad económica de hacer frente al gasto que implicaría la adquisición de una campana nueva (18).

Entre 1584 y 1586 queda vacante la Sede Episcopal, parali- zándose las obras dedicando pequeñas partidas a la adquisición de libros, cantorales corporales…

El año 1588 se nombra a Bartolomé de Pedraja , (19) para culminar la plementería de la tribuna, trabajando en la iglesia en- tre 1588 y 1594, documentándose en las cuentas del año siguien- te las obras realizadas por este maestro cantero: (20) casco de la capilla alta en la tribuna, y las medias naranjas, lo del crucero y otras cosas. Este término, medias naranjas, debe de hacer refe- rencia a las bóvedas superior e inferior de la tribuna, puesto que las bóvedas de los brazos del crucero están documentadas poste- riormente. En lo referente a “lo del crucero”, pudo haber iniciado los trabajos de la capilla norte de la cruz, porque no vuelve a ci- tarse ese tramo del edificio, si bien en el 1605, se trabaja en el pór- tico, adosado en el exterior a este tramo, y lo lleva a cabo, entre otros su hijo, Abel de Pedraja.

Bartolomé de Pedraja falleció en 1594 (21), siendo su hijo y heredero Pedro de Pedraja quien recibe el finiquito de la obra a

143 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO condición de que culmine el aderezo (22) de la tribuna, sin lo cuál no se hará efectivo el pago.

El año 1594 se decide vallar el cementerio anexo al lado sur de la iglesia porque “llegan muchos bueyes y otros animales y en- sucian mucho todo aquello de tal manera que está de ordinario muy indecente” (23).

De nuevo las obras sufren un estancamiento provocado por dificultades económicas, aumentan los réditos de ciertos présta- mos, se producen cambios en las mayordomías sin haberse acla- rado las cuentas, faltan cartas de pago, se hacen cargos a favor de los testamentarios de Juan del Camino, tan escasos, que el fi- niquito se alargará en el tiempo hasta 1611, después de cuaren- ta años de su intervención en la construcción de la Iglesia. Estos hechos obligan a desviar partidas donadas para la construcción de un retablo, con el fin de hacer frente a las deudas y la modi- ficación de las fórmulas de contratación de las futuras obras eli- minándose la tasación a posteriori por el concierto antes de que comiencen las obras, concertándose con “quienes más barato lo hagan y a comodidad de las iglesias” (24).

En 1597 constan pagos a Francisco de Elvira, carpintero, para materiales, madera, tablas y clavos para la obra del archivo: un ar- ca para guardar libros, (debe de tratarse el existente en la sacris- tía vieja), una librería (25) y unos bancos, así como, por el ador- no de las campanas y una escalera.

La penuria económica llega a ser tal, que el señor obispo or- dena traspasar dinero de la Cofradía del Rosario a las arcas ge- nerales de la iglesia, dada la imposibilidad de acabar con las deudas de cantería, que aumentan, a causa de los intereses (26).

Hasta 1602, se realizan obras menores, citándose a Antón Gil de Vegas y a Julio Barroso de Abades en relación con trabajos en la torre, siendo en esa fecha cuando se ordena adecentar la tri- buna,” atento a la necesidad que la dicha iglesia tiene de una ba-

144 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR randa y escaleras y suelo para la tribuna, lo mandó, cualquiera deuda que la iglesia tenga” (27).

Los compromisos adquiridos por los herederos de Juan del Camino en 1577 en orden a rematar la obra inconclusa que dejó su padre, han sido incumplidos, por lo que se decide que el cura “Diego de Morales nombre un oficial, lo reparen y aseguren a cuen- ta de lo que se les debe a los herederos de Juan del Camino” (28).

Al rematarse el campanario, se aborda la compra de una cam- pana grande, encargada al maestro campanero de Ávila, Sebastián de la Torre (29), así como pagos por el transporte, ejes que ha- cen los herreros del pueblo, abrir una ventana en la torre, made- ras para sujetar las campanas, subir la campana a la torre etc.

Este mismo año se menciona la colocación de tres cabrios en la capilla mayor, en donde trabajan Francisco Sarri y Antón Serrano, carpinteros, a quienes se hacen unos pagos ese año; su intervención, no fue sino, el cambio de unos maderos de sopor- te del tejado y el entarimado del suelo de sobre la bóveda, obra llevada a cabo por otro carpintero Miguel Ramos (30).

Junto a los carpinteros trabaja una cuadrilla de canteros nombrándose a Rodrigo de Solana, Julio Gutiérrez, Julio Guerra y Abel Pedraja, hijo de Bartolomé de Pedraja. Están trabajando en el pórtico de la iglesia, adosado a la capilla norte del brazo del crucero. Así pues, ese tramo del crucero fue iniciado por Bartolomé de Pedraja (ver nota a pie nº 12), las obras debieron de pararse, para reiniciarse entre 1602 y 1605, fecha en que se aborda el portal y el levantamiento del suelo escalonado del presbiterio, para lo que se encarga una gran partida de piedra. Esta obra obliga a cerrar la puerta de la sacristía vieja y abrir otra en el tramo del crucero recién construido, provocando polvo y suciedad lo que levanta el disgusto del Señor Visitador, que se lamenta de que en la custodia entra el polvo (31) ordenando la limpieza de corporales, sabanillas, crismeras etc. acompañado de medidas disciplinarias.

145 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO

En las cuentas de 1611, quedan definitivamente liquidadas las deudas con los herederos del primer cantero Juan del Camino, (32) merced a la donación de Pedro Izquierdo, lo que va a per- mitir un cierto saneamiento de las finanzas y con ello abordar la construcción del resto de la fábrica, crucero sur y sacristía, el púl- pito y otros elementos imprescindibles para las liturgias ordina- rias, de fiesta mayor, y ciclos de navidad y cuaresma.

El púlpito, adosado en la confluencia del crucero norte y la crujía central, se instala en el 1613, lo que confirma que el tra- mo norte de la cruz ya está concluido. Su autor es el arquitecto Domingo Fernández quien remata la coronación por lo que per- cibe trescientos treinta y dos reales (33).

Se instala la pila del bautismo, en la capilla construida al efecto, adosada al lado de la torre, La pila pudo haberse trasla- dado desde la antigua parroquia de san Pedro, pues no existen pagos por su fabricación, únicamente por su colocación (34).

En el año 1615 se constata la presencia de Pedr o de Brizuela para abordar las obras del crucero sur, procurando que la obra sea pareja a la del tramo norte (35) y la construcción de la sacristía nueva. El arquitecto es citado al hacérsele un pago de “cien rea- les que pagó a Pedro de Brizuela, vecino de la ciudad de Segovia, trazador de las obras reales y veedor general de ellas y diez reales de su camino y noventa de las trazas, condiciones y tanteo de va- lorear la obra que se ha de hacer en la dicha iglesia (36).

Las obras se hicieron públicas en Ávila y Segovia:”El dicho cu- ra y el mayordomo fueron a Ávila a hacer pregonar y poner edictos para las posturas de la obra de la iglesia y dijo hicieron los dichos señores en Ávila y Segovia” (37) y en Madrid, en donde no sólo se pregona la obra sino que se intenta adquirir recursos para la mis- ma, documentado en las cuentas del misma año: “mas del señor vi- sitador, cura y oficiales de su trabajo que existió y tuvo en gira Ma- drid cinco días sobre sacar provisiones para la obra de dicha igle- sia… de hacer pregonar la obra para que viniesen a hacer bajas”.

146 LA IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUSTO Y PASTOR

Ese mismo año, se cita de nuevo a Pedro de Brizuela, con mo- tivo de una nueva visita:“del encargo que hizo de las trazas de la iglesia a dicho Pedro de Brizuela cuando vino a sacar las trazas de ellas y de cuando se trasladó a la Fuencisla, cuando se remató la obra”.

Un año mas tarde, consta el remate de la portada, aunque úni- camente se cita la obra de albañilería y no al autor del proyecto, por lo que nada se puede aducir al respecto.

El tres de marzo de 1619, Pedro de Brizuela vuelve a visitar la obra para la supervisión de la cimentación (38) estando tres dí- as, como consta por un abono realizado ese mismo año.

La obra se adjudicó al maestro cantero Sebastián Gutiérrez, maestro de cantería, de quién no se han encontrado datos sobre su procedencia, puede aventurarse que se trata de algún parien- te de Julio Gutiérrez que trabajó en el lado norte del crucero, pe- ro no existe documentación que lo avale, aunque no es desca- bellado pensar que así sea dado el interés por que resulte acor- de con lo ya construido, y por tanto alguien de la misma fami- lia, conocedor del sistema constructivo, puede hacerse cargo de la obra. Según las cuentas de los años sucesivos, hubo de termi- narse en uno o dos años, pues no vuelve a mencionarse hasta 1644 en que se cierra el portal de la iglesia, dedicando partidas importantes a objetos de platería, ropa y objetos litúrgicos,. En el 1646 se efectúan pagos por la intervención en el tejado de la sa- cristía, sin determinarse si se trata de un retejado, cosa habitual en las partidas de gastos de la iglesia, desde 1594, a causa de los destrozos que realiza el fuerte viento que caracteriza esta zona. En 1657 se realiza el retablo mayor, obra de los entalladores de la familia “de Prado” se encala la sacristía y se ponen vidrieras en la sacristía y la tribuna, quedando concluida la fábrica.

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AUTORÍA

Cuando en 1577, se llevan a cabo las cuentas con Juan del Ca- mino, las obras concluidas hasta 1569 en que va a Vegas para re- alizar la ampliación de la iglesia son: la capilla mayor, el cuerpo de la iglesia, parte de la torre, la capilla del bautismo y las nerva- duras de las bóvedas del coro y la superior de la tribuna. Las obras tienen como veedor a Rodrigo Gil de Hontañón, tal co- mo se ha documentado, quién además tasa lo construido. La fi- gura de veedor, es habitual en obras de cierta envergadura, se tra- ta del arquitecto que realiza las visitas facultativas. Normalmente, es el propio realizador de las trazas, siendo sustituido por otros si se requiriera una opinión cualificada ante cualquier contingencia, como sucedió en las obras de la catedral de Segovia al verse obli- gado a abandonar las mismas el propio Rodrigo Gil, (39) siendo habitual, igualmente que el arquitecto tase las obras de cantería, y fije los montantes que han de abonarse al maestro cantero.

Juan del Camino, es un maestro habilidoso que presentó tra- zas para la iglesia de Vegas, tal como tiene documentado María Moreno Alcalde en su obra ya citada. Podría pensarse que pudo ser el tracista de la obra que nos ocupa, si bien resulta bastante improbable dado que él mismo declara “no firmar por no saber escribir”, así como la percepción de haberes mediante terceros cuando se trata de partidas importantes o en presencia de testi- gos que avalen las cuentas, extremos constatados por la docu- mentación de archivo aportada.

Parece más adecuado atribuirla a Rodrigo Gil de Hontañón , en calidad de veedor y tasador de la misma, como se ha documentado, a lo que se deben de sumar otros factores tales como: la similitud con las obras trazadas por él, en la zona: Villacastín, (1529), Vegas (capilla de santo Tomás en 1541), ampliación de la iglesia (1570), y la ya citada de Valdefintas en Zamora, con la que tiene una gran si- militud, pudiendo establecerse como fechas posibles el intervalo en- tre 1541 y la década de los sesenta, en que ya está concluida la par- te atribuible al arquitecto, siendo 1577, cuando tasa la obra.

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Existe un argumento político que sumar al documental y al es- tilo, y es la pertenencia de Otero al Señorío de los Tovar, Señores de Segovia de Vegas de Matute, para quienes trabaja Rodrigo Gil, cuestión nada casual si consideramos que la capilla de los Mejía Tovar de Villacastín, es obra de éste arquitecto y ambas familias están directamente emparentados por matrimonio. La considera- ción de la argumentación expuesta, avala la autoría de Gil de Hontañon, a falta de los primeros folios del libro de cuentas, que hubiera podido documentar de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Otero.

El tramo norte de crucero, es obra realizada por Bartolomé de la Pedraja (ver nota nº 19) y concluida por Julio Gutiérrez. Bartolomé de la Pedraja, trabajó en la catedral de Segovia a las órdenes de Rodrigo Gil y abandonó la obra catedralicia en 1578 “para marcharse a otras fábricas” (40).

El brazo sur y la sacristía nueva, tal como se ha recogido en las notas de archivo extraídas de los Libros de cuentas del Archivo Parroquial de Otero de los años 1615 y 1619, son obras de Pedr o de Brizuela , lo que viene a corroborar la vinculación de esta iglesia con los arquitectos de mayor calado entre los par- ticipantes en la construcción de la catedral de Segovia.

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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

ARCHIVO PARROQUIAL DE OTERO (A. P. O.), Libro de cuentas 1577 a 1670 CASASECA CASASECA, A. “Rodrigo Gil de Hontañón . Rascafria 1500. Segovia 1577”J. L. Y C. 1988. COLMENARES, D.”Historia de la insigne ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla” Segovia 1970 CORTON DE LAS HERAS, Mª T. La construcción de la catedral de Segovia (1525- 1607). Segovia 1997 LAMPÉREZ ROMEA, V. “La arquitectura española en los siglos XVI a XIX” B. S. C. E. T. V. 1911, 1912 LECEA Y GARCÍA, C.” La comunidad y tierra de Segovia” Segovia 1983 MARTÍN MARTÍN, F.”Datos sobre Villacastín”.Segovia 1991 MARQUÉS DE LOZOYA.” Historia del arte Hispánico” Barcelona 1934 MORENO ALCALDE, M. “La arquitectura gótica en la tierra de Segovia” Segovia 1999 ORTIZ DE LA TORRE. “Sobre los arquitectos Juan y Rodrigo Gil Gil de Hontañon y Juan de Rasines. Archivo español de arte XIV. 1941 SIMSOM O. “La catedral gótica” Madrid 1980 TORRES BALBÁS L.”Arquitectura gótica” Ars Hispaniae. T. VII Madrid 1952 VILLALPANDO, M. y VERA, J.” Nota para un diccionario de artistas segovianos del siglo VXI” E. S. T. IV 1952 Villalpando y Díaz de Miguel, M. D.”Aportaciones a la historia de Villacastín” E. S. T. XXIV 1972 YARZA LUANCES, J. “Historia del arte hispánico” Madrid 1980

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NOTAS

(1) “al que en atención al sitio que habían mudado y al que desamparaban llamaron Otero de los Herreros”. Lecea y García ,C.-“Monografías segovianas” pag. 72. (2) Martín Martín, Félix.- “Datos sobre Villacastín” Segovia 1991. (3) Moreno Alcalde, Mª; La arquitectura gótica en la tierra de Segovia. Ed. Caja Segovia 1999. (4) Martín Martín, Félix.- Op. Ci..t. (5) “bóveda de crucería con diagonales terceletes y combados semicirculares unidas a otros que forman conopios y que van a las claves de los arcos y liga- zones uniendo los terceletes. El testero un hemiexágono con bóveda de crucería que dibuja una semi estrella”.- A. P. O. Libro de cuentas de 1477. (6) Casaseca Casaseca, A: “Rodrigo Gil de Hontañ,on. Rascafria 1500. Sego- via 1577”J. C. Y L. 1988. (7) Casaseca casaseca, A, Op. cit. pag. 1167. (8) Moreno Alcalde, María. Op. cit. pag. 123. (9) Casaseca Casaseca, A, Op. Cit. pag. 123. (10) “se descargó de trece mil seiscientos setenta reales que había pagado Julio Gutiérrez, maestro de cantería por la obra que había hecho de la iglesia…más se descargó de setenta reales que Lázaro Núñez había pagado al dicho Julio Gutiérrez de una ventana que abrió en la Capilla nueva y asentó que estaba puesto en los contratos. A. P. O. Libro de visitas de 1606. (11) “ mas ciento diez reales que pagó al trazador de las obras reales y vee- dor general de ellas los veinte reales de su camino y noventa de las trazas con- diciones y tanteo de valorear la obra que ha de hacerse en la dicha iglesia. A. P. O. Libro de visitas de 1615 (12) Moreno Alcalde, M. Op .cit., pag. 288. (13) Moreno Alcalde, María. Op. cit. pag. 308. (14) A. P. O. Libro de cuentas de 1578. (15) A. P. O. Libro de cuentas de 157. (16) “Parece que se descarga de veintidós mil trescientos veintiocho marave- díes que parece por carta de pago de Julio Ibáñez y Alonso Flores, cura de la iglesia de San Eutropio del lugar de El Espinar como testamentarios y sucesores de Juan del Camino difunto, que los pagó Julio Izquierdo vecino del lugar en su

151 M.ª ELISA HERRERO VOZMEDIANO nombre del dicho Julio Miguel con que se le acabó de pagar todo lo que la igle- sia del dicho lugar le debía la dicho Juan del Camino. A. P. O., Libro de cuen- tas de 1611. (17) “…para el año que viene de la limosna que se hace de la sisa, habrá ca- si cien mil maravedíes, se prosiga acabar la bóveda de la tribuna, para lo cual dio licencia. A. P. O. Libro de cuentas 1584. (18) “Item. contó y sumó que en la iglesia del dicho lugar de Otero de los Herreros, siendo tan principal no hay mas que una campana y un esquilón y que en la ermita de Nuestra Sra. de la Adrada anexa a dicha iglesia hay dos campanas buenas en ella, asentó que para el ornato del dicho lugar conviene que se quiten las campanas de la ermita y pásenlas a dicha iglesia.” A. P. O. Libro de cuentas de 1578. (19) “Mas, se le hacen cargo al dicho mayordomo de setenta y siete mil qui- nientos veinte maravedíes los cuales dio a Bartolomé Pedraja maestro de can- tería a cuenta de lo que la iglesia de San Justo y Pastor le debe” A. P. O. Libro de cuentas de 1588. (20) “Otro sí recorrió las cuentas de las obras que en la dicha iglesia hizo Bartolomé de la Pedraja y de la tasación del dicho cura y otras personas del pueblo, pareció que las obras que el susodicho hizo en el casco de la capilla alta y en la tribuna y que pasó en concierto de le dar y pagar nueve cientos ducados…Item que hubo de pagar al susodicho de ciertas demasías que hizo en la dicha iglesia como fue las medias naranjas, lo del crucero y otras cosas” A. P. O. Libro de cuentas de 1595. (21) “ item trescientos cincuenta reales que el dicho Julio Blasco pagó a Diego de Morales, en virtud del poder que tenía del dicho Bartolomé de la Pedraja de dicha cuenta, y a Pedro de Pedraja su heredero que está presente…que el dicho Bartolomé de Pedraja murió antes de la paga y el poder no estaba aprobado por sus herederos” A. P. O. Libro de cuentas de 1594. (22) “alcanza el cargo y descargo a los herederos de Bartolomé de Pedraza y a la dicha iglesia por mil seiscientos maravedíes y los dichos herederos están obligados a enlucir la pared que está por encima de la tribuna y debajo, y que lo han de hacer antes de que les paguen dicho alcance” A. P. O. Libro de cuen- tas de 1595. (23) A. P. O. Libro de cuentas de 1594. (24) A. P. O. Libro de cuentas de 1595. (25) “otro sí, mandó que se haga un estante donde se pongan todos los libros de canto y misal”. A. P. O. Libro de cuentas de 1597. (26) “…la Cofradía del Rosario tiene sobrado mucho dinero…que se aplique a la dicha iglesia” A. P. O. Libro de cuentas de 1597.

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(27) A. P. O. Libro de cuentas de 1602. (28) A. P. O. Libro de cuentas de 1602. (29) “cuatrocientos setenta reales que pagó a Sebastián de la Torre, campa- nero de la ciudad de Ávila de la hechura y metal del esquilón “A. P. O. Libro de cuentas de 1605. (30) “ veinticuatro reales que pagó a Miguel Ramos para el entarimado del te- cho de la capilla mayor” A. P. O. Libro de cuentas de 1605. (31) A. P. O. Libro de cuentas de 1609. (32) Parece que se descargó de veintidós mil trescientos veintiocho maravedí- es que parece, por carta de pago de Pedro Ibáñez y Alonso de Flores, cura de la iglesia de San Eutropio del Espinar como testamentarios y sucesores de Juan del Camino, maestro de cantería, difunto, que los pagó Pedro Izquierdo, cirujano, vecino del dicho lugar, en su nombre Julio Miguel, con que se le acabó de pa- gar todo lo que la iglesia del dicho lugar debía al dicho Juan del Camino, can- tero” A. P. O. Libro de cuentas de 1611. (33) “Mas se le carga de trescientos treinta y dos reales que paga a Domingo Fernández, arquitecto vecino e Segovia de la coronación del púlpito que ha he- cho” A. P. O. Libro de cuentas de 1613. (34 “Mas cuatro reales que pagó a Andrés Sarri de aderezar la pila del bau- tismo y encalarla y de unas piedras que tenían abiertas en el casco de la tribu- na y de aderezar la escalera y que le ocupó un día”A. P. O. Libro de cuentas de 1613. (35) Moreno Alcalde, María. Op. cit. pag 298. (36) A. P. O. Libro de cuentas de 1615. (37) A. P. O. Libro de cuentas 1615. (38) “Item. ciento cincuenta reales que pagó a Pedro de Brizuela, vecino de Segovia, aparejador de las obras reales por los días que estuvo en este lugar a hacer abrir y sacar cimientos de la capilla y sacristía que mostró carta de pago de tres de marzo de 1618” A. P. O. Libro de cuentas de 1619. (39) Cortón de las Heras, Mª Teresa.:”La construcción de as catedral de Segovia (1525-1607). (40) Cortón de las Heras, Mª Teresa. Op. Cit. Pag 190.

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ANTONIO LINAGE CONDE

LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL EN SEPÚLVEDA: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

Para Luisi y Juan-Antonio Herrero, mantenedo- res de la hospitalidad y la cortesía sepulvedanas.

Es un Erard de mesa, grande, solemne, macizo. Le viene bien el marrón oscuro. Cerrado resulta demasiado dependiente de las líneas rectas en su plano rigurosamente rectangular. Pero cuan- do se le abre, la alegría del marfil y la alternancia blanquinegra del teclado son una evasión, hasta de barroquismos juguetones.

Inmediatamente después de su fabricación en el último cuar- to del ochocientos, fue traído a una villa castellanovieja, Sepúlve- da, y allí ha permanecido, aunque cambiando de domicilio va- rias veces. Rústicamente encuadernadas en tela están las partitu- ras que en él se tocaron. Un librito (1), algunas cartas, recuerdos en torno y el propio ambiente, nos permiten reconstruir su bio- grafía (2).

En 1886, un médico militar británico destinado en Birmania, Anthony Carrol, pidió y obtuvo del Ministerio de la Guerra el en- vío a su lejano puesto de un piano de cola Erard. El afinador lon- dinense Edgar Drake fue encargado de llevárselo e instalárselo. Sin que le chocara demasiado lo singular del caso: “¿Para qué?. ¡Cuántas veces me he formulado esa pregunta respecto a otros clientes míos. ¿Para qué querría una dama de la alta sociedad que no distingue a Händel de Haydn comprar un Broadwood de mil ochocientos veinte, y que se lo afinaran todas las semanas, aunque nunca lo tocara nadie? ¿Y cómo se explica que un juez quiera que armonicen el suyo cada dos meses, y admito que, aun innecesario es maravilloso para mi economía, y sin embar- go no conceda el permiso para celebrar el concurso anual de

157 ANTONIO LINAGE CONDE piano del condado? Con todos mis respetos, la conducta del doc- tor Carroll no me parece tan descabellada. ¿Ha oído usted algu- na vez las Invenciones de Bach? La idea de vivir ocho años en la selva sin la música de Bach me parece espantosa”. Pero no iban por ahí los vericuetos cavilosos de los superiores castrenses del doctor melómano. Sino que había a la fuerza que complacerle pues su permanencia en una avanzada del territorio de los shan. era vital para la coyuntura allí entonces del Imperio. Imperio cu- yas luces y sombras, alternando de las voluntades de los gran- des a las mentalidades de los pequeños, nos retrata bien la no- vela que nos cuenta el traslado de aquel instrumento musical, más complejo que el del protagonista de nuestra evocación a Sepúlveda, El afinador de pianos, de Daniel Mason (3).

Mediado el siglo nació en el lugar Juan Sanz Lagarto. Toda la vida le llamaron Pedrete, por haberse llamado Pedro su padre. Un indicio de la perpetuación de los recuerdos en aquella calma solemne de la provincia que dijo y noveló Balzac. Juan fue sa- cristán de la iglesia de Santiago, parroquia hasta 1868, cuando pasó a ser auxiliar de San Justo, la única que quedó. Estos sa- cristanes de la edad contemporánea eran una figura curiosa- mente intermedia entre el clero y el pueblo. El cronista del veci- no Cantalejo, Francisco Fuentenebro Zamarro, autor de una mo- nografía de su historia local como pocas habrá en Europa e in- explicablemente inédita aún, ha exaltado sus saberes tradiciona- les con un acopio de datos cuyo rastreo asombra, reconstruyen- do incluso la vida de algunos, en ciertos casos particularmente ilustrados, haciendo de notarios apostólicos y en consecuencia autorizantes de testamentos, maestros que a veces fueron los únicos en el lugar y poseedores de libros (4). En sus días juve- niles allí mismo, Emiliano Barral esculpió a uno de ellos, ¿Fruc- tuoso o Juanito?, en unos rasgos impresionantes de tanta senci- llez como vigor. Yo recogí las memorias de otros, como Bonifacio y Elías. Y de aquella vieja casta, alcancé a conocer na- da más que a uno, el señor Salvador, piadoso, lo cual no era el caso de todos, tomándose la única libertad de poner los billetes

158 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS de lotería, que era su único vicio, debajo de la imagen de San Antonio en su iglesia de San Bartolomé; en la primera etapa de su vida director de la banda y encargado del reloj público. Deja- da aparte la recepción de las sagradas órdenes, estos sacristanes occidentales se han comparado, en cuanto a su cultura, estado social y funciones, al clero casado de las iglesias orientales, en las cuales la teología está en manos de los seglares o de los mon- jes célibes entre los que se recluta el episcopado.

Sanz Lagarto hizo una buena boda dentro de su medianía. La esposa, Ricarda Saínz Pardo, vino de la sierra madrileña, concre- tamente de Miraflores. Sus padres eran de Aranda de Duero y de San Pedro del Romeral en el valle del Pas. Dentro de los movi- mientos interiores de la población, entonces tuvo lugar una bas- tante nutrida emigración pasiega a uno y otro lado de la sierra central castellana (5). En Sepúlveda fueron influyentes, soliendo adoptar en las reñidas elecciones disputadas por las banderías locales un partido contrario al de la mayoría del pueblo. Una vez fueron apedreados los balcones de uno de ellos, quien guardó una de las piedras mostrándola a los visitantes como indicio de la barbarie indígena. En el Museo Cerralbo de Madrid hay otra que tiene la misma historia. De la preparación de las urnas ha- cían parte coplas en que se ponía en solfa, con uno u otro sig- no, a los candidatos. Nos han llegado estas dos: Al señor Sánchez Toledo/ le apoyan hombres formales./ Al Conde de la Corzana/ ladrones y criminales. Y Viva el sol, viva la luna,/ viva la luna de enero,/ viva don José de Oñate/ con todos sus compañeros.

Pedrete decidió dejar la sacristanía para hacerse recaudador de contribuciones, un puesto al que la fortuna de su cónyuge le dio acceso. Tuvieron un hijo, Juan Sanz y Saínz-Pardo, a quien los paisanos llamaban Juanito Lagarto por el cuarto apellido pa- terno. Le enviaron a estudiar a Valladolid, al colegio de San Fernando, dirigido por un francés, Carlos Lacome, con alguna fa- ma de anticlerical, pero que elevó el establecimiento a un nivel tal que no faltaba quien dijera con algún fundamento ser el me- jor de Europa. Tras algunos cursos de Drecho, Juanito se retiró

159 ANTONIO LINAGE CONDE al pueblo natal, donde vivió solitario y ocioso, entregado a la pa- sión de escribir, poesías y artículos variados (6). “Hubiera podi- do ser (7) el Rodenbach de su Sepúlveda”, escribió en una rese- ña- necrología el erudito Mariano Quintanilla (8).

Volviendo a los papeles de música de nuestro sacristán, hay que convenir ser un mundo tan amarillento aunque no muy an- tiguo, que hasta los nombres y las señas de los proveedores tie- nen, no sólo el encanto de lo antañón sino también el interés de lo histórico avalorado por su pertenencia a unos tiempos defini- tivamente idos y radicalmente diversos. Así el papel pautado de la imprenta burgalesa de Villanueva; las ediciones donostiarras de Erviti, y las madrileñas de Pablo Martín y de Romero; también en la Villa y Corte los almacenes de Mintegui y Hermoso, el de música que yuxtapuesto a una fábrica de pianos tenía un tal Eslava en el número nueve de la calle Ancha de San Bernardo, y la librería de Hermoso “frente a las Covachuelas”. Sin que pu- diera faltar la indefectible sugestión de París: el Magasin des De- moiselles, rue Lafitte 51, un número cercano a las casas donde nacieron Napoleón III y Monet y tuvo su sede la Banca Rots- child; “Ambrosio Vollard tuvo su tienda en distintos números de esta calle”, nos recuerda todavía la Guía Azul. Este mundo leja- no y ensoñado hacía parte de aquella villa recatada tras de un espacio y un tiempo que precisamente la invitaba a soñar.

Un panorama finisecular y r ecóndito

Sepúlveda tuvo quince parroquias. Ello no es razón para des- orbitar su población. Lamentablemente, su demografía nos resul- ta apenas conocida hasta la edad contemporánea. Comparando don Antonio Domínguez Ortiz las diez de Úbeda con la única de Cádiz decía ser el dato una demostración de la índole castellana de la primera. Se ha sugerido si las parroquias de la repoblación sepulvedana y aledañas serían personales y no territoriales, pero no parece posible, aunque sí la hipótesis de alguna fundación

160 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS personal de las iglesias parroquiales y un cierto predominio de esas familias en la feligresía. En Toro, lugar de densidad parro- quial pareja, y ello hasta tiempos recientes, se decía que la juris- dicción de cada una no llegaba a la sombra de su torre.

El único historiador sepulvedano entre los siglos XIX y XX, el canónigo Eulogio Horcajo Monte de Oria, apuntó la máxima cota demográfica de la Villa en quince mil habitantes. Es una fan- tasía. La creencia popular es que la Plaza estuvo donde ahora el Cementerio Nuevo. La realidad inmediata es que éste se edificó sobre el solar de la Casa de Caridad y Hospicio de San Cristóbal. Pero es cierto que, a ambos lados de la cumbre llamada de la Somosierra en que se asienta, una y otra ladera están vacías, des- poblados los territorios parroquiales de San Juan, Santa Eulalia, quizás algo San Martín, de dudosa localización, y San Pedro, que era también la sede del Cabildo de Clérigos. La Revuelta de San Juan se llama una curva de la carretera decimonónica y al cons- truirla aparecieron sus sepulcros; en el solar de la vecina Santa Eulalia se levantó por entonces un formidable frontón de piedra, no utilizado por la relativa lejanía al casco actual, sin siquiera re- matar el suelo; y San Pedro se aprovechó para el temprano Cementerio Viejo, ya en el XIX. En cambio la Plaza actual que- da extramuros, siendo el castillo que cierra la muralla uno de sus lados, sobrepuesta a él una fachada con el móvil de emplazar un balcón para presenciar las fiestas y el reloj antes citado llamado de la Villa, formidable el escudo de los días de Carlos II que os- tenta, ahí Flandes, Borgoña, Milán, las dos Sicilias, Austria y el Tirol. Extramuros queda la parroquia de San Bartolomé, como las que hubo de San Gil y Santo Domingo, lo que no implica una cronología posterior, pues en concreto la antigüedad románica de San Bartolome es un botón de muestra de la manera genéri- ca de formación de las ciudades medievales amuralladas.

La visión elegíaca que los sepulvedanos han tenido de su pa- tria chica en los dos últimos siglos se fundamentaba en una reali- dad impotente para crear nuevos medios de vida compensatorios

161 ANTONIO LINAGE CONDE de la extinción de otros arcaicos, con las consecuencias de la dis- minución inexorable del vecindario (9), resultando forzada la emi- gración, y la decadencia de la articulación social, pero no tenía de- masiada base en el estiaje estadístico de su padrón, que venía sien- do muy secularmente reducido y nunca debió llegar a cifras pletó- ricas. Una aspiración que no llegó ni a ser tomada en cuenta fue la del ferrocarril, que tuvieron Aranda (10) y Segovia. Cuando al fin llegó por Aranda también la línea de Madrid a Burgos, “el Directo”, pasó más cerca, y se hizo un apeadero en Turrubuelo. Pero ya eran otros tiempos y su valoración no puede pasar de simbólica, preci- samente cuando ya los símbolos mismos también tramontaban. El término era pequeño y abundaba el terreno rocoso. Por eso había pocos labradores de secano. Más importancia tenía el ga- nado lanar pastoreado. Los hortelanos cultivaban las riberas del Duratón y del Caslilla. Era una gozada ver la sucesión de sus pe- queñas parcelas, como alfombras. ¿Se nos deja decir que eran em- blemáticas la frambuesa, la grosella y unos llamados limoncillos que botánicamente venían a ser una gigante grosella verde raya- da de amarillo? Los días de Santiago y de la Virgen de Agosto se recorría el caz para comprobar el buen orden de los riegos. De la próspera industria lanera de otrora, cuando Segovia puede ser llamada retrospectivamente el Manchester de su tiempo, no que- daba sino algún taller familiar. Otro lamento era por la sombre- rería que hubo en la antigua iglesia de San Andrés. La compla- cencia en la obra bien hecha mantenía los viejos oficios artesa- nales, de la madera, el hierro, el cuero, el barro. Las especialida- des de la confitería parecían tener sus secretos. La densidad de ociosos era subida, aunque se exageraba, llegándola a entroncar con los días forales, por otra parte caprichosamente interpretados. ¿No dijo Charles Nodier que los regímenes jurídicos locales pro- pios alimentan la literatura fantástica? El comercio irradiaba a la tierra. Los jueves y los sábados eran días de mercado. Además ha- bía uno muy concurido el día de Santiago, aunque no tanto co- mo el de San Pedro, en el que se contrataban los agosteros para la siega. La Guía de Forasteros le mencionaba esa fecha con los de Pamplona, Coria y Salamanca.

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La supresión de los mayorazgos fue un golpe decisivo para el mantenimiento del tono de la vida antigua, la permanencia de las casas un tanto tributaria de la indivisión de las haciendas y a su vez un freno al absentismo de los propietarios de la tierra y su marcha a la ciudad, en nuestro caso Madrid casi con exclusividad. Una de ellas se llamó de los Cencerreros, la románica de los Gil de Jibaja pasó a patio de vecindad. En cambio fue una época muy favorable a los administradores. Y seguía recibiéndose en la Villa una cierta parte de la cosecha de la comarca, traída en sacos por los renteros o arrendatarios, almacenada en graneros por los tra- tantes de grano e incluso comercializada en el mercado loca. De ahí el nombre de Plaza del Trigo, frente por frente en ella la nue- va casa consistorial y la cárcel del partido (11). En los días de la Reconquista, la repoblación de Sepúlveda llevaba consigo la esperanza del paso de la sierra central, al otro lado de la cual estaba Toledo. La llamada Acción de Sepúlveda, a fines de noviembre de 1808, días antes del paso de Somosierra por Napoleón, la llave de Madrid, pudo haber sido una batalla previa, pero no alcanzó ese rango, aunque el ejército francés no entrara en la Villa entonces (12), y resultó inoperante por la reti- rada del español a Segovia (13). Sin embargo, esa mera posibili- dad, al fin y al cabo hecha visible sobre el terreno, nos hace re- flexionar en torno a la permanencia de los condicionamientos geográficos (14) y el valor de la tierra que sigue inmóvil. incluso cuando las técnicas parecen haber dejado atrás en aras de sus progresos espectacuares los planteamientos muy anteriores (15). En cambio las correrías carlistas no tuvieron otro significado que los episodios en que consistieron, siendo el alcance de Sepúlve- da por las mismas una mera consecuencia de su geografía con- tingente. Riotaliso relató la entrevista romántica del jefe carlista Valmaseda con María Salinas, en el llamado por eso el Jardín de la Señora, cabe la Puerta del Azogue o el Ecce Homo, frente a la iglesia de San Justo y separada por la Subida a Trascastillo de la Casa del Moro- llamada así por la cabeza de uno sobre un alfan- je entre los escudos de la fachada- a la que pertenecía. El re- cuerdo de unos amores juveniles ablandó al guerrero, haciéndo-

163 ANTONIO LINAGE CONDE le abdicar de su programa de tres horas de saqueo y tres de de- guello. El infatigable y sorprendente general Gómez pasó tam- bién cerca. Pero el carlismo tuvo escaso predicamento en la zo- na. Yo oí a las viejas sólo canciones del otro bando: Viva Carlos sin cabeza,/ viva Cabrera sin pies,/ viva doña Margarita/ con el pellejo al revés. Y por los caminos de la exaltación liberal: Cuan- do Espartero se pone/ de pechos en el balcón/ hasta los pájaros di- cen:/ ¡Viva la Constitución! Que enlazó con la superación de los dos bandos en un cambio radical: En el puente de Alcolea/ la ba- talla ganó Prim/ y por eso le cantamos/ en las calles de Madrid. Estando también representado más que canora recitadoramente el tránsito más gris a la mera política: Con tal gentileza y gracia/ que yo de admirar no acabo/ saluda González Bravo/ a la joven democracia.

La presencia de estas canciones es un buen indicio para cali- brar la llegada al lugar de las noticias y los cambios del país en tor- no. Ya que no el tren, el enlace con coches de caballos a Segovia y Madrid no esperó a la motorización. Los hidalgos se adaptaron a la vida burguesa muy lenta y restrictivamente, valorándose la vi- da de rentas por encima de los lucros industriales y mercantiles. Era alta la densidad de sombreros de copa en las procesiones. Atanasio Oñate y Salinas acompañó al exilio a los Borbones, en la restauración fue Inspector General de los Reales Palacios, y se cre- aron para él los títulos de Conde de Sepúlveda y Vizconde de Nava de la Asunción (16). De su hijo José, militar de caballería muerto sin sucesión, diputado por el distrito, queda en la Villa su rica bi- blioteca, abundante en encuadernaciones palatinas y bienas edi- ciones francesas (17). Valentín Sánchez de Toledo, de la familia de los Proaños, radicada en la Casa del Moro, fue gobernador de Barcelona, en los días del conflicto de Verdaguer con el obispo Morgades y la inauguración del Cremallera de Montserrat. Francis- co de Cossío Martínez Fortún le definió como el último de los grandes señores. De los Cossío era la mansión trasera al castillo, con otro solar cántabro en Tudanca, habiendo sido señores de El Barrio o San Miguel de Neguera, junto al cañón del Duratón. En esa casa nació Francisco, apellidándose su padre Cossío Salinas

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González de Sepúlveda. Los estudiosos de su literatura la definen como de la nostalgia.

Decisiva para el porvenir del pueblo fue la construcción de la carretera a Segovia, que enlazaba con la que llamábamos de Francia, o sea la de Madrid a Irún, el quilómetro Setenta de la primera un símbolo de la salida de la patria chica. Fueron inge- nieros vizcaínos los que hicieron el Puente Grande. La vecina Pedraza quedó en cambio a alguna distancia de esa vía, que pa- só por La Velilla, determinando para ella un mayor aislamiento. En cambio preservó mejor su casco antiguo, con muchas menos casas del ochocientos. Pues la construcción en Sepúlveda fue pródiga entonces. Una parte de la Plaza se estrechó, para hacer sitio a dos filas de casas nuevas. Quizás pueda verse en ello un signo del cambio de los tiempos, la utilidad y el empuje crema- tístico de otros ricos usurpando los fueros de la anchurosidad procesional y municipal. A raíz de la segunda guerra mundial, Nicolás Dimitrescu, embajador de Rumanía en Madrid que se ha- bía quedado sin cargo al romper su país las relaciones con España y no quiso volver a él, uno de esos hombres selectos su- mergidos en las despiadadas mareas del siglo XX, avecindado al- gún tiempo en Pedraza, se quejaba de ese exceso de casas de- cimonónicas en Sepúlveda.

Al rasero apisonador del nuevo régimen sobrevivió la Comu- nidad de Villa y Tierra, con sus pueblos divididos en ochavos, preservándose sus aprovechamientos forestales. Sus orígenes re- montaban por lo menos a la repoblación y el Fuero. Yo he re- cogido el recuerdo del último funcionario que tuvo ad hoc, el tío Juan de Villa y Tierra. Luego el cargo quedó absorbido en los del municipio. Su sede fue cedida al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción. La consecución de éste resultó de trascendencia más representativa que provechosa, pues su escaso número de asun- tos no repercutía demasiado en la economía local. Pero para la vieja Villa equivalía al mantenimiento del rango, casi un símbo- lo, la señal de que algo quedaba del esplendor y la alcurnia de antaño. Hay que tener en cuenta que los partidos judiciales eran

165 ANTONIO LINAGE CONDE la única división menor en la nueva organización del país no en- cuadrada en la muy absorbente provincial. Una excepción fue la dictadura de Primo de Rivera, durante la cual había un delegado gubernativo en cada cabeza de partido. A las gentes del foro se las llamaba en la Villa los curiales. Pero se vivía en una apren- sión continua de su supresión. Riaza estaba muy cerca y el man- tenimiento de los dos juzgados parecía un lujo. A esos fines de siglo, dispuesta ya en la Plaza la madera para las novilladas anuales, el temor se hizo concreto. Se decidió la supresión de las fiestas, si las nubes no se despejaban. Y llegó un telegrama: “Juzgado queda en Sepúlveda”. La intervención decisiva había si- do la del Ministro de la Gobernación, Venancio González, quien invocó estar todavía calientes las cenizas del primer Conde de Sepúlveda. Pasando yo muchos años después por Zamora me encontré con una calle que llevaba el nombre de aquel para nos- otros benefactor personaje. En cambio el distrito electoral estvo algunas veces en Riaza.

El monte Los Comunes, la principal riqueza de la Comuni- dad, estaba muy próximo a Riaza. Juan II había concedido a los vecinos de ésta su pleno aprovechamiento conjunto. Riaza, no sólo contra Sepúlveda sino también contra la Comunidad de Fresno de Candespino, pretendió la copropiedad. El Tribunal Supremo falló en su contra en 1910. Es curioso que el primero de sus resultandos se remonta al año mil setenta y seis, notando expresamente la cronología también de la era hispánica. El abo- gado carlista Barrio Mier, autor de un manual de historia jurídi- ca, defendió a Sepúlveda. El municipio publicó la sentencia y la encuadernó lujosamente. En las innumerables y varias ediciones del Derecho civil español común y foral, de Castán Tobeñas, se cita la doctrina de ese fallo al tratar de la comunidad de bienes. En el siglo XX se llegó a una división.

Fernando VII había confirmado todavía el Fuero. En vísperas del Código Civil, el Supremo sostuvo su vigencia en sendos plei- tos a propósito de la troncalidad, procedentes de los partidos de Ágreda y Priego de Cuenca. Indagar en si quedó subsistente por

166 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS la referencia del Código a las provincias y territorios en que sub- sistía derecho foral, sería una cuestión bizantina, de la que yo sin embargo me ocupé en tiempos (18). Un ilustre juez de la Villa en la preguerra, excelso poeta, Juan Becerril y Antón-Miralles, le citó en una sentencia pero a guisa de adorno doctrinal.

De la década de los ochenta es el Cementerio Nuevo. Naturalmente con mucha piedra, la rosada del vecino Villar, em- blemática del lugar y alrededores (19). Es curioso que la Enciclo- pedia Espasa dice ser interesante por lo suntuoso (20). En los en- tierros, la subida del clero hasta el cementerio era el máximo lu- jo. Sólo entonces se terminaban los versículos del Miserere.

Por entonces un impresor arandino se estableció en Sepúlve- da. Una imprenta que se mantuvo hasta entrada la mitad del siglo siguiente y que tuvo su pequeña historia naturalmente (21). Del periódico El Sepulvedano se publicaron nada más seis números (22). A fines de siglo, Sepúlveda tuvo su libro de Geografía Médi- ca, como entonces era corriente. Algo anterior es el Teatro Bretón, de repercusión en el imaginario colectivo local. Periódicamente le visitaban cómicos de la legua, y su escenario era también el de los aficionados (23) de la vecindad, una evasión sin puertas a su campo. En aquellos días, un juez de primera instancia, Francisco Alcón, trabajó en una obra de Bretón precisamente, Marcela, o ¿a cuál de los tres?

Tenemos la sensación de que el anarquismo, alimentado por las lecturas progresistas de la época, tales las de la Biblioteca Sempere, penetró allí antes que el socialismo, aunque con me- nos efectividad. Ya en el novecientos se constituyó la sociedad llamada Los Gatos, que recibía Tierra y libertad de Barcelona. El socialismo tuvo también sus coplas: No desoigas la voz socialis- ta/ que te llama a pelear,/ que el Partido Socialista Obrero/ en sus brazos te recibirá. El anticlericalismo estaba bien representado, cubriendo una gama más extensa que el republicanismo burgués su desembocadura en la República, un liderato del Partido Radi- cal Socialista. Se divertían leyendo La religión al alcance de to-

167 ANTONIO LINAGE CONDE dos, de Ibarreta, por cierto un libro totalmente olvidado- yo con- fieso nada saber de su autor- pero que por la influencia ejercida en aquellos ambientes cuenta en la historia de las mentalidades.

Hay quintos que tienen que ir a Cuba y a Filipinas por cua- tro años. A la vuelta, no era raro que arrastraran alguna huella de su sacrificio en la salud, contando del acecho de los mambi- ses y tener que beber orines en alguna ocasión, por falta de agua; no nos hace pensar su recuerdo en las torturas de nuestro tiempo. A los del siglo XX les tocó ir a África. De la guerra an- terior al otro lado del Estrecho, de la decimonónica con los re- celos siempre preocupantes que traía el viento de allá, llegaron también canciones: De que vieron los moritos/ las banderas de Isabel/ tiraron las espingardas/ y se echaron a correr. Y Prim otra vez, antes: ¡Viva Prim!, ¡Viva España! / que en España se cría el valor./ ¡Viva Prim! ¡Viva Prim! ¡Viva Prim, general español! Una de las dos calles muy estrechas formadas al hacerse la Plaza más angosta se llamó de Tetuán. Ya a fines de siglo tuvo eco la muer- te inesperada y alarmante del comandante militar de Melilla: No te vaya a suceder/ lo que al general Margallo./ Por defender la bandera/ cayó muerto del caballo. De Cuba lo que vino fue una habanera, que ha llegado a emblemática, mecida por el oleaje de aquellos vapores la música y la letra, entre la picaresca erótica y el romanticismo, como tantas otras, y haciendo posible una se- gunda lectura:

Una negra se bañaba y era una hermosa mañana y el cielo estaba de azul Quisiera por un momento ser dueño de tus pendientes para decirte al oído lo que mi corazón siente.

Negras las noches sin luna, negro que da mucho espanto si se van las ilusiones,

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negro es no tener fortuna, pero más negro es querer sin esperanza ninguna.

El Cabildo de Clérigos, que nos ha legado unos estatutos me- dievales a cual más sabrosos y sin que ni siquiera haga falta le- erlos entre líneas, no sobrevivió a la desamortización. El Cabildo es un lindero que figura de cuando en vez en los libros del Registro de la Propiedad. En 1868 las cinco iglesias subsistentes, algunas a medias y tras avatares intermedios isabelinos, eran pa- rroquias. Ese año quedó sólo San Justo, siendo auxiliares Santia- go y San Bartolomé. El Salvador permaneció para el culto de al- gunas cofradías. La Virgen de la Peña como santuario sometido especialmente a la jurisdicción del Obispo de Segovia. De esa manera el censo levítico de la Villa fue de cinco, a saber el pá- rroco o “Cura Mayor”, un coadjutor para cada iglesia auxiliar, y dos capellanes. Ahora es uno sólo (24)el que se ocupa de la Villa y siete parroquias rurales más. La noticia oral más antigua que yo alcancé a oir fue la de la esplendente iluminación de toda la Villa el día 8 de diciembre de 1854 -o el siguiente, por la detención gu- bernativa de la Bula-, para festejar la definición ese mismo día por Pío IX en Roma del dogma de la Inmaculada Concepción.

Las devociones populares, sobre todo femeninas, se mani- festaban en abundantes procesiones, novenas y triduos a las ad- vocaciones de la Virgen y a los santos. Una fotografía del altar mayor de la Virgen de la Peña esos días, obra maestra el retablo barroco desposado pintiparadamente con el ábside románico, nos impresiona por su magnificencia dispuesta para la liturgia, una encarnación plena de la majestad romana. Del cabildo que- daba además el recuerdo de llamarse así las misas de difuntos y los entierros en los cuales, además del celebrante y los dos mi- nistros asistentes, diácono y subdiácono, había dos más, uno a cada lado, con capa pluvial y empuñando un cetro de plata. Alguien llamó esas funciones de tres en ringle- aludiendo a su colocación en una parte de la misa, uno tras otro- y dos con po-

169 ANTONIO LINAGE CONDE rra. Vísperas sólo se cantaban en las fiestas (25) de las cofradías y de los titulares de las iglesias, pero en éstas casi sin ninguna concurrencia de fieles.

Al terminar la centuria quedaban en Sepúlveda seis cofradías. La de la Virgen del Buen Suceso casi se extinguió en ese mismo siglo, quedando nada más un recuerdo de sus pasados cultos en su fiesta septembrina en San Bartolomé. Antes habían desapare- cido la de Ánimas y la de San Antonio. De las subsistentes, la Virgen de la Peña era distinta. No tenía ningún carácter funerario, sino cultual, la novena y la fiesta de la patrona, con dos afama- dos sermones, que del quince de agosto, por mor de los trabajos del campo, se trasladó al veintinueve de septiembre. Tenía la par- ticularidad elitista de que los gastos iban corriendo sucesivamen- te a cargo de los hermanos a quien cada año correspondía por turno. Esos cargos continuamente renovados tenían una nomen- clatura militar, maestre de campo, capitán, alférez, sargento. La del Señor o el Santísimo Sacramento era la más espléndida en el cul- to del Corpus y su octava y algo más elevada socialmente; la de Plagas- o la Veracruz y las Cinco Llagas- era la de índole más ca- ritativa, encargada del hospital y la cárcel; la del Carmen, antigua de tejedores, había quedado más ligada a la devoción femenina; la de San Marcos era sobre todo de los hortelanos del arrabal de Santa Cruz; la de la Transfiguración, que tuvo ermita propia, se llamaba corrientemente de por haber sido los fundado- res, Diego de Jaramillo e Inés de Santillana, señores de este pue- blo aledaño. Pero todas asistían solemnemente a los entierros de los hermanos, con el pendón y el “santo cristo”, una campana de mano y las insignias o varas de mando de los oficiales o cofrades (26), y hasta que se municipalizó el servicio se daban sepultura entre sí. A cada difunto se le decían dos “oficios”, o sea misa pre- cedida del canto de uno de los nocturnos de los maitines, como en la diócesis era costumbre, y que en el lenguaje común se lla- maban la vigilia, denominación tambièn litúrgica por su hora teó- rica en el breviario (27), y al titular vísperas y misa solemne. Había dos casas que servían de sede a las hermandades. Naves de plan-

170 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS ta baja con bancos y mesas de pino y un pequeño estrado para los rezos y las imágenes habitualmente cerrado. Allí se merenda- ba, se daba vino en unos vasos de plata del siglo XVIII, se repar- tían las llamadas colaciones de pan y de queso, y se encomenda- ba a los muertos. Precisamente la sencillez del marco y de la es- cena daban una hondura más trascendente a esa conjunción de los que eran en la continuidad de los que fueron dentro de la con- vecinalidad que habia sido el destino de su paso por la tierra.

La atención de Plagas a la cárcel llevaba consigo la asistencia a los condenados a la última pena. Por eso hubo de hacerlo al pos- trero ejecutado públicamente en la Villa, el día 2 de julio de 1889, aunque de fuera llegaron otros llamados hermanos de la Paz y Caridad de imponente apariencia macabra. Todavía la Picota da nombre a una de sus calles, y el episodio tuvo lugar en el cerro ho- mónimo. Era un joven pastor de Navares, reo de doble violación y asesinato. Yo llegué a tiempo de recoger de los mayores el relato, algunos detalles patéticos y otros sombríamente pintorescos, y la le- yenda que aseguraba ser un inocente que se había echado la cul- pa por salvar a su padre, hasta la exaltación de la cara de santo con que decían anduvo el camino del cadalso El gentío que acudió a presenciar el terrible espectáculo no se había conocido nunca en el lugar. Del suplicio anterior, muchos años atrás, yo sólo pude oir ecos desdibujados. La cabeza del reo fue colgada junto al Puente de Talcano, en el cañón del río Duratón. Se llamaba el Corzo. Con el Canas habían asesinado a unos recaudadores en el camino de la Pedriza, pues de allí eran, a la Villa, que por ese puente pasaba pre- cisamente. El Canas se negó a declarar, diciendo que lo que no ha- blaba la lengua no lo pagaba el cuello. La ejecución de Guijarro fue algo anterior a la última que tuvo lugar en Segovia, ésta en 1894. Se trató del crimen del Francés, en una casona del barrio de San Millán que hasta su conversión en hotel mantuvo a partir de en- tonces un aspecto algo misterioso y muy cerrado.

Pero sin dejar las cofradías podemos cambiar radicalmente de panorama, en cuanto ya hemos visto los festejos confraternales y éstos nos llevan a los del pueblo sin más, los principales “Los

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Toros”, el último domingo de agosto o primero de septiembre, curiosamente no respondiendo a ningún pretexto religioso, aun- que la corporación celebraba una misa solemne en la Virgen de la Peña. Un párroco de mediados del siglo XX les llamó por eso “Los Santos Toros”. Cossío al describirlos dijo de la gran capaci- dad de la Villa para las fiestas. Y hay que convenir en ello. Sobre todo por la plena participación de todo el vecindario y forasteros en ellas, la antítesis del espectáculo que se contempla, por eso paradójicamente la máxima sencillez en su programa.

La dulzaina y el tamboril eran los instrumentos que encendí- an el baile y animaban las calles con su revolada los días de las fiestas. Julián el Cojo fue un dulzainero entre los dos siglos. Agapito Marazuela recogió algunas piezas suyas en su Cancione- ro popular segoviano. Por entonces llegó la banda municipal de viento con un precedente hacia 1860.

Algunas sonadas fiestas de fuera atrajeron a algunos privile- giados de la Villa. Nos consta del centenario de Calderón, en 1881 y del de 1892 que se llamó el de Colón. Desfiles vistosos en la Villa y Corte, para contemplados parsimoniosamente, un mundo distinto de las concentraciones masivas hodiernas. Y Lagartijo en la plaza. Pero si esas salidas eran pocas y para pocos, sus ecos llegaban al lugar. Por eso las revistas que con el piano en cues- tión nos han llegado nos dejan reconstruir aquel imaginario.

Las artes ilustrando las letras

Para formarnos una imagen de una publicación periódica, encuadrándola en su contexto social y valorando su repercusión en el imaginario colectivo, nos es preciso ponderar la relación de las gentes- o sea sus lectores- con el lugar que habitaban.

Salta a la vista que las circunstancias en este ámbito han cam- biado tanto como para ser necesario al historiador de hoy estar

172 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS continuamente en guardia si quiere evitar la extrapolación e in- cluso el anacronismo. Es evidente nuestra menor permanencia en nuestras residencias en la tierra. Los viajes se han hecho co- rrientes, las ausencias tienen lugar tan a menudo que han entra- do en la cotidianidad, se han generalizado bastante las llamadas segundas viviendas, y tienden a la rareza quienes durante todas las vacaciones, éstas ordinarias igualmente, siguen en sus domi- cilios. Ésta es una de las causas, aunque no la primera, del de- bilitamiento de la entraña local. No tanto como la transmisión instantánea de las noticias y las imágenes, determinante de la mayor presencia en el mundo de cada uno de los grandes even- tos lejanos y las personas y situaciones llamativas a gran escala, mayor que los contactos de carne y hueso con los prójimos del entorno inmediato, llegándose en definitiva al imperio de lo vir- tual sobre lo tangible.

Muy distinto el estado de cosas a fines del ochocientos en nuestros pueblos y ciudades, los cuales desde luego no eran una excepción en el ancho mundo. Los viajes eran escasos y raros. En una charla dada a fines de los cincuenta del siglo pasado en un curso de verano del Instituto Católico de París, el viejo arzobispo André Blanchet pudo hablar de diocesanos de la capital y casi ve- cinos de la periferia de la misma que no habían ido nunca al cen- tro. Un síntoma de la experiencia andariega de los habitantes del interior era haber visto “un puerto de mar”. El grado supremo consistía en “pasar el charco”, o sea atravesar el Atlántico, el an- tiguo mar tenebroso. Para viajar era necesario hacerse un aven- turero o ser económicamente poderoso, estar en posesión del es- píritu ambulatorio. El otro capítulo era de quienes habían de de- jar en busca del sustento la tierra donde habían nacido.

Sin embargo, nada de común tenían a ese respecto esos nues- tros abuelos todavía románticos con aquellas gentes de otras eda- des o culturas a quienes ni siquiera preguntarse por lo que había más allá de sus correrías inmediatas y necesarias para su desarro- llo elemental se les ocurría. El vapor y el ferrocarril no sólo habí- an supuesto cambios materiales en el transporte de las personas

173 ANTONIO LINAGE CONDE y las mercancías, sino en las representaciones mentales de los que salían, a veces despertadoras de ciertas inquietudes en los que se quedaban. Se nos dirá que sólo de la burguesía privilegiada que podía cultivar su imaginación. Pero sin negarlo, hemos de conve- nir en que a los desheredados de la cultura les llegaba algún eco de sus ámbitos. Ha sido siempre en efecto poderosa la difusión de la lectura entre las masas analfabetas por el intermedio de la minoría letrada. Tanto que no hay que exagerar, en detrimento de ese fenómeno, la índole de Biblia de los iletrados que se ha di- cho era la escultura medieval y su complicado simbolismo.

Volviendo a los lectores en nuestros pueblos de las postri- merías decimonóncias, hacían parte de un mundo que ya de- mandaba información de otras patrias y otros climas, curioso de las gentes y los paisajes a quienes nunca iba a ver, sabedor ge- néricamente de las diferencias de su ambiente cotidiano y los fo- ráneos y por lo menos dispuesto en una buena proporción a co- nocer noticias- no sólo evenemenciales- y comentarlas sin prisa, dejando por supuesto la puerta abierta a la imaginación. Y ni que decir tiene que las revistas, ya con profusión de las ilustra- das, eran la mejor y más asequible cantera de esas apetencias. Yo recuerdo la complacencia con que uno de tantos ociosos de tertulia, bastante más de medio siglo atrás, relataba la vuelta al mundo de un telegrama en tres minutos, para conmemorar una efemérides del telégrafo mismo.

Esa ventana abierta a un mundo diverso del que se tenía a la vista, entre presentido, conocido de lejos, imaginado en una buena medida y a la postre mantenedor del encanto exótico de lo desconocido, era una de las amenidades que llenaban el tiem- po de unas gentes que, además de tener acceso al ocio, no se habían empeñado, como ahora nuestros contemporáneos, en re- nunciar a él. De ahí que en las revistas de su lectura abundasen también las maneras ya más inmediatamente dirigidas a evitar la monotonía de las horas sucediéndose a sí mismas, los pasatiem- pos que sin rebozo solía llamarse su rúbrica. Un despliegue con- solatorio y estimulante de las habilidades del hombre, de cual-

174 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS quiera potencialmente. Que se emparejaba con la satisfacción de la curiosidad mediante el variopinto viajar sobre los textos im- presos- ilustrados o no- entre los hombres a la vez iguales y dis- tintos de allende las montañas, las fronteras y los mares.

Y no podemos olvidarnos de otro papel decisivo, el de la fo- tografía, como difusora de una amplia materia al servicio de esas inquietudes sedentarias. También al de las bellas artes, mucho an- tes de que los discos llevaran igualmente la música a la soledad.

Lo indiscutible es que la reconstrucción de cualquier pano- rama hemerogáfico de entonces habrá de tener en cuenta tanto el texto y la imagen como al lector y al espectador. Hemos de evocar la delectación calmosa de aquellos nuestros antepasados en hacer suyos los detalles de un lienzo reproducido, la fotogra- fía de un acontecimiento o el retrato de unos personajes. Como su dialéctica conversadora en torno a un artículo de opinión, una toma de postura política o intelectual, el entreabrirse de un avan- ce de la ciencia, otro de los señuelos fecundos para comunicar la realidad con la fantasía y los temores con las esperanzas. Ahí el encanto agridulce de las tertulias de rebotica.

El dato indiscutible es que la lectura era abundante en aquellos lugares, sobre todo la de novelas y la de la prensa. Un peatón de correos tenía entonces a su cargo ocho pueblos, y no tan próxi- mos, a saber los tres Castros- Jimeno, de Fuentidueña y Serracín-, los tres Navares -de Ayuso, de Enmedio y de las Cuevas-, Castrillo y Urueñas. Aldeas mucho más aisladas y pequeñas que la Villa. Y sin embargo “el papel” que era corriente llamar a las publicaciones periódicas, engrosaba su cartera en una proporción notable.

En todo caso, una ojeada atenta y sin prejuicios a ese mundo, libre sobre todo de las añagazas de nuestra soberbia vacua, ésta carente de más fundamento que la barbarie tecnificada, nos con- vencerá de no haber sido tan pobre ni falto de horizontes, y en el caso concreto español tampoco inferior al de los otros países de la vieja Europa.

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En 1899 apareció una nueva revista, “Alrededor del Mundo”, dirigida por Wanderer (sic). Era semanal. La redacción estaba en Madrid, Montera 12. Su formato era más reducido que las gran- des ilustradas, el folio menor. La portada- siempre un retrato fe- menino-estaba en color, pero no tenía grabados, aunque sí nu- merosas ilustraciones tipográficas. Costaba el número veinte cen- tímos, y diez reales la suscripción trimestral.

A pesar de su título no era de viajes. Pero dos de sus seccio- nes se llamaban “Viajes ilustrados por España” y “Viajes ilustrados por el extranjero”. Otras eran “Descubrimientos científicos” y “Costumbres y misterios de los animales”. Acaso la que más podría relacionarse con los gustos actuales de la mayoría era la titulada “Tertulias aristocráticas de Madrid, quién las compone y lo que se hace en ellas, y otros artículos curiosos sobre la vida en el gran mundo”, por el célebre cronista de salones Monte-Cristo. El “Averiguador universal” se nutre de las más peregrinas preguntas y respuestas. De ellas había un concurso regular. Lo más caracte- rístico era la profusión de informaciones breves sobre toda clase de curiosidades singulares. En la sección de “Recetas y recreos”, las primeras no eran culinarias, sino de lo más variopinto. De vez en cuando presentaba rompecabezas, sombras chinescas y pro- blemas de ajedrez. La parte literaria comenzó con los Recuerdos de mi vida, de Víctor Balaguer, y las Memorias de un escritor festivo, de Luis Taboada.

Basten algunos epígrafes como botón de muestra: Las uñas y el diagnóstico, ¿Traen guerra las exposiciones?, Gente que vi- ve de sus narices, Un disipador de nieblas, La tisis y los cana- rios, Quitamanchas para diamantes, Los problemas de los ri- cos, Cosas raras de las cucarachas, Una raza de sordomudos, Clubs extravagantes, Algunas manos célebres, Un insecto que hipnotiza, Puente militar sobre globos, Reyes que han sido ro- bados, Cómo duermen algunos soberanos, El automóvil sub- marino, La sociedad española de Los Trece, La fuerza que se gasta en el piano.

176 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

“La Ilustración Moderna” era una revista muy diferente. Apareció en 1891. Las partituras de sus páginas musicales fueron separadas por el dueño de nuestro piano para hacer parte de las interpretadas habitualmente en éste. Los editores eran Espasa y Compañía. Se subtitulaba “semanario dedicado a las familias, re- dactado por distinguidos literatos nacionales e ilustrado por re- putados artistas nacionales y extranjeros”. Y además: “viajes, lite- ratura, ciencias, artes, música, modas”. Bajo estos longíncuos enunciados, el contenido real respondía a las exigencias de un público lector culto, de una cierta sensibilidad estética, gusto por las artes y las letras y alguna inquietud por los destinos del mun- do entorno que iban corriendo. A propósito de dos de sus epí- grafes, “Mesa revuelta” y “Recreos instructivos”- charadas (28) y logogrifos sobre todo; parece no se habían inventado aún los cru- cigramas o palabras cruzadas- podría decirse que toda la revista “Alrededor del mundo” era una ampliación algo más variada.

Comenzaba con una “crónica” que era la revista de política in- ternacional. Algunos números contenían semblanzas de persona- jes de la época, bajo el epígrafe de “siluetas modernas”. Seguían un cuento, un relato de viaje, un poema y la entrega de una no- vela larga. Ésta última- a fin de cuentas inserta plenamente en el género que, en virtud de esa circunstancia material, se había lla- mado precisamente novela por entregas desde los primeros años del siglo- puede sin embargo considerarse precursora de las co- lecciones periódicas de novela corta, aquel generoso diluvio que oceánicamente apareció en los primeros de la centuria siguiente, con una sorprendente profusión de la que apenas se habla fuera de las grandes series de difusión nacional, pero habiendo muchas otras locales y profesionales. En la localidad de Puente Genil apa- recieron dos. Baste el detalle.

Esta revista guardaba un equilibrio entre la imagen y el es- crito. Cada número tenía cuatro grabados, algunos a doble pági- na o página entera, además de las ilustraciones del texto. Se usa- ba a veces el color. En cuanto a los temas, además de las vistas de ciudades y paisajes, predominaba el costumbrismo, estando

177 ANTONIO LINAGE CONDE también representado el género histórico. Algunas escenas están reclamando argumentalmente el desarrollo narrativo. Respon- diendo al género de la ilustración de libro, pese a su autonomía.

Y ahora pedimos la venia para hacer una consideración gené- rica. Para el lector separado de la fecha de un texto por unos even- tos sucedidos posteriormente a él pero que ya le son conocidos, y que están relacionados con alusiones o presagios- éstos cumplidos o no- contenidos en el texto en cuestión, esa modificación de las circunstancias induce a reflexionar sobre los avatares del destino y las secuelas de la condición humana. Así, leemos en una de esas crónicas anónimas (29) el año 1894: “Esta guerra pendiente siem- pre sobre Europa continúa siendo la ruina, como no ignoran nues- tros lectores, de las primeras potencias. Los gastos militares pesan sobre sus presupuestos como una carga abrumadora, que por aña- didura crece a cada año (sic) de una manera espantable. A este propósito, ha dicho el Times que el rey de Dinamarca, en conver- sación que tuvo con un hombre de estado español, había mani- festado que el czar (sic) y el emperador de Austria se hallaban dis- puestos a hacer esfuerzos para dismimuir las cargas militares; que el rey de Italia no haría, a buen seguro, oposición a este propósi- to; que España es nación esencialmente pacífica, y que tanto Austria como España desean un largo período de paz. Sería muy de desear que fuese verdad tanta belleza. [...] Ésta sigue siendo la paz armada”. Así las cosas, ¿cómo no evocar nosotros al leerlo aho- ra una fecha de veinte años después?

En ese año vemos colaboraciones poéticas, por ejemplo, de Salvador Rueda y Adelardo López de Ayala, además de un vi- llancico de Lope de Vega bellamente enmarcado, y colaboracio- nes narrativas del jesuita Luis Coloma, Alfonso Daudet y León Tolstoi. El folletón era Lucha de voluntades (Los Rumiassincs), de Enrique Greville (con ilustraciones de Mariano Foix).

Uno de los artículos del humorista Melitón González se titula- ba Africanistas, pero no se refería exclusivamente ni en primer plano a los militares. Criticaba ni más ni menos que a cuantos se

178 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS apuntaban “al coleccionar personal para la embajada que ha de pasarle la cuenta al Sultán”, a saber: “Sensible ha sido, en verdad, que el respetable padre Lerchundi (30) no haya formado parte de ella, pero este contratiempo se ha podido subsanar gracias al gran número de africanistas que han aparecido de improviso en el Veloz-Club y la Peña, en la platea del Real y en la puerta de las Calatravas”, para concluir que “los africanistas de pega, subafri- canistas y tal vez microafricanistas, que cualquier cosa se les pue- de llamar, no pasan de cazadores de codornices en Tánger y...pes- cadores de lo que buenamente se puede en Madrid”. El mismo es- critor, en Salón-Melilla, criticaba la parsimonia del presupuesto mi- litar en la partida de las pensiones: “Luego vendrían los extranje- ros y hablando de nuestras costumbres escribirían: A los soldados españoles que se distinguen en campaña se les condena a implorar la caridad pública”. Cualquier aporte a la presencia de la vecindad islámica y norteafricana, a la índole concreta de esa constante en cualquier trance de nuestra historia, es revelador. Esos artículos es- taban ya muy cerca de la tragedia a las puertas de Melilla que pa- só a la citada copla popular de duradera huella:

No te vaya a suceder lo que al General Margallo; por defender la bandera cayó muerto del caballo.

Notemos los títulos de algunos grabados: Concierto al aire li- bre, de H.Havenith; Un café a principios de siglo, de J.Jiménez Aranda; Un bautizo en la época del Directorio, de E.H.Kafmerer; La misión de Jesús, de Luis Graner; ¡A tu salud, papá!, de A.Schröder; Ls primeras rosas, de W.de Czachorski; Salida de la iglesia, de Francisco Pradilla (31); Cita olvidada, de L.Blume-Siebert; Dulces ensueños, de A.Raudnitz; La oración del torero, de A. Viniegra; Estío en invierno, de Apeles Mestres. Significativa es la inclusión en los textos literarios de La Walkiria y Sigfrido de Ricardo Wagner.

Muchas pretensiones gráficas tenía “Hispania”, aparecida en Barcelona en 1899 también. Era mensual y la editaba Hermegildo

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Miralles (32). Los directores eran Ezequiel Boixet (literario) y Francisco Miguel y Badía y José Pascó (artísticos).”Exclusivamente consagrada a las artes y a las letras”, presumía su primer número. Las obras completas de José-María de Pereda, por otra parte uno de sus colaboradores, se anunciaban en todos los números (33).

Lo deliciosamente característico de esta publicación eran las ilustraciones de los relatos y poemas. Éstos se imprimían en un fondo de color, del cual la ilustración ocupaba todo el resto (34). Algunas portadas son de Ramón Casas y Joaquín Mir. Sólo recor- damos haber visto un texto en catalán, el poema de Verdaguer al obispo Morgades. Había sido escrito en 1882, al ser nombrado el destinatario para la sede de Vich. Se reprodujo en un número que se le dedicó íntegramente al ser trasladado a Barcelona. Es curio- so que, en el intervalo, Morgades había tratado duramente y sus- pendido a divinis al propio Verdaguer, pero ya se había hecho la paz. Ahora bien, entre los colaboradores en castellano, encontra- mos escritores que destacaban más en su otro idioma, como Raimundo Casellas.

Lo mismo que en “La Ilustración Moderna”, se daba mucha relevancia a Wagner. También es significativa la presencia de ar- gumentos del Extremo Oriente, como La serpiente de ocho cabe- zas, y el cuento japonés El espejo. Colaboradores en la narrativa eran, entre otros, Jacinto-Octavio Picón, Blanca de los Ríos, el Conde de las Navas y Manuel Bueno; en verso, Cristóbal de Castro, el murciano Ricardo Gil y Enrique Menéndez y Pelayo. También escribían eruditos, como José Cotarelo y José-Ramón Mélida, y ensayistas como el singular y a la postre olvidado Pom- peyo Gener (35), o el costumbrista leonés Julio Puyol.

Citamos de los grabados, un tanto al azar: Los cuentos de la abuela, de Brull; Pintores de brocha gorda, de Salvador Martínez Cubells; Granadina, de TR.Pichot; La partida de los reclutas, de G.Clairín; En el baño, de A.Calbet; L’escolá, de Mas y Fondevila; La siega del arroz en la Albufera de Valencia, de A. Fillol.

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Una serie de reportajes traducidos del inglés- John nada más el autor- se titulaban La China moderna. Cartas de un diplomá- tico a su familia; otros, La India inglesa en fotografía. Paquetes de cartas y fotografías de un tal Luis, violadas por un cartero de Barcelona y encontradas casualmente en la calle por Antonio Cortón. Alfonso de Mor informaba extensamente de la Exposi- ción de París.

En gran folio, de Montaner y Simón, salía mensualmente en Barcelona, desde 1882, La Ilustración Artística, “de literatura, artes y ciencias, redactada por los más notables escritores nacionales, profusamente adornada con una magnífica colección de graba- dos”. Y desde luego los grabados eran su especialidad, predomi- nando pues la imagen. Aunque abierta a los demás ámbitos, tal a las “Murmuraciones europeas” de Emilio Castelar, quien escribía, por ejemplo, a 12 de enero de 1891: “¡Y que acostumbran los in- novadores a pararse alguna vez en escrúpulos de monja! Un cier- zo de la estepa cruza por las tierras de Occidente. Y así como el glacial soplo suyo hiela el individualismo, destruye en consecuen- cia más inmediata, la propiedad. Todos los colectivistas y todos los anarquistas ululantes hoy por los clubs provienen de Rusia. Mal re- galo, peor que un reúma o cualquier otro achaque proveniente de la humedad o del frío, mal regalo ese retroceso barbarísimo a las tribus primitivas, que forman hoy un haz de imperio allí con sus mujichs y sus popes y sus espías merced al despotismo. Pero si ca- lamitosa resulta en la economía social esta plaga egipcia del co- lectivismo, aun resulta peor la filosofía pesimista puesta por Tolstoi en romance o novela”. ¿Podríamos establecer alguna conexión en- tre estas valoraciones del ex-presidente de la República y ciertos vaticinios algo otrora del ultramontano Donoso Cortés?

Colaboraban también el mismo Mélida, José Echegaray, Ed- mundo de Amicis, el zóologo Brehms, Emilia Pardo Bazán (36), el crítico de arte Yxart, el literario Juan Fastenrath y el viajero Eduardo Toda (37). No publicaba versos. Y, si bien insertaba cuentos (38), su presencia casi monopolizadora en la narrativa era la novela por entregas. Así, El anillo de Amasis, de lord Lytton;

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Vizcondesa, de León Barracano; o El marido de Jacobita, de Andrés Thuriet. Insertaba regularmente una variada “sección americana”, a cargo de distintos colaboradores. La coincidencia en el señuelo oriental se manifiesta, por ejemplo, en el cuento Nirmahal, de Luis Gallet, ilustrado por Rochegrose.

Entre los grabados elencamos ejemplificatoriamente, La con- fesión, de Huberto Herkomer; La lancha perdida, de Souza Pin- to; En la playa, de D-F.Miralles; Entre prenderos, de José Beinllure; Titiritero árabe, de Francisco Eisenhut; Antes de las re- gatas, de Percy Tarrant; Recuerdos, de Dionisio Baixeras; Lectu- ra, de Juan Llimona; La antesala de un ministro, de Luis Jiménez Aranda; Los jugadores, Abrevando el ganado y Maniobras de di- visión, de José Cusachs; Taller de tapices, de Josè Miralles Darmanin; y Héroes anónimos, del filipino Juan Luna. Creemos que los títulos son representativos tanto de los gustos burgueses pero igualmente de las preferencias populares como de una cier- ta inquietud social y de las puertas o al menos ventanas abiertas a la imaginación.

Por supuesto que los anuncios son acaso el apartado más ri- co como fuente histórica de las que el periodismo nos depara. Es abrumador el predominio de los farmacológicos y aledaños, ya estudiados espléndidamente por el historiador de la medicina Luis Sánchez Granjel. Notemos, por ejemplo, en la estética, que en es- te caso en la salud apenas: “Pureza del cutis. La leche antifélica”, y muy prometedores en cambio en el ámbito de la segunda los “Verdaderos granos de salud del doctor Francit. -Querido enfer- mo: Fíese usted a mi larga experiencia. [...]”. Evocaciones trágicas nos suscita este otro reclamo: “Enfermedades del pecho. Jarabe pectoral de P.Lamouroux Antes, farmacéutico. 45, calle Vauvilliers, París”. El Papel Wlins era equivalente.

Al “Blanco y Negro” no hace falta presentarlo todavía. Iba por el año sexto en 1896. Su número 296, a 26 de septiembre de aquél, fue el más próximo a la fiesta de San Miguel, celebración en Sepúlveda, tres días después, de la de la Virgen de la Peña.

182 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

Nos parece instructivo echarle una ojeada, para tener una idea de lo que simultáneamente leían aquellos sepulvedanos de an- taño.

En él se publicaba una de las “Escenas Madrileñas” de Méndez Bringa, Bajando del tranvía. También era de Méndez Bringa la portada, todavía sin color, respondiendo pues literalmente al títu- lo de la revista. Mas no era costumbrista, sino bélica. En acecho estaban, sí, unos combatientes en la manigua durante la guerra de Cuba.

A esta contienda se dedica también una página gráfica: la de- fensa del poblado de Dimas, una lancha cañonera vigilando la costa norte de Pinar del Río, y el interior de un bohío. Extensa- mente se informa de los voluntarios de Asturias. Y de la botadura del crucero Cristóbal Colón. Luis Royo Villanova, entre dibujos ca- ricaturescos y satíricos de Cilla, firmaba el comentario político de la semana, A ocho días vista. Naturalmente que se mostraba lite- ralmente animoso y hasta desafiante, al enfocar las expectativas de las luchas ultramarinas. Pero entre líneas se le pueden leer la iro- nía amarga y un pesimismo que resultaba realista.

En aquel entonces, dos años antes del desastre definitivo, en Filipinas la potencia terrible, ya lo apuntamos atrás, no eran los Estados Unidos, embargados por la amenaza a Cuba, sino el Ja- pón (39), que iba dejando caer algunas andanadas. Así empeza- ba el articulista: “No puede decirse que lo de Filipinas traiga co- la, porque tiempo hace que los japoneses se cortaron la coleta, mas el interés del Japón por la rebelión tagala parece ya tan cier- to e indudable como el interés de los yankees (sic) por los in- surrectos cubanos”. Y descargaba sobre los dos su justificada ira patriótica de esta guisa: “Los yankees, que han engrasado en oro sus pringosos cuchillos de matarife. Los japoneses (40) que, co- mo Gedeón en la peluquería, se han cortado el pelo al rape y luego quieren sacarse la raya a la europea”.Sin embargo, a la vis- ta del doble frente previsible, a los dos extremos, el de Oriente y el de Occidente, sólo podía mantenerse sereno recurriendo al

183 ANTONIO LINAGE CONDE absurdo, a saber: “Claro es que no hemos de apenarnos por gue- rra más o menos aquí donde siempre las guerras las tuvimos a pares, y aun si fuéramos a conferenciar con el general No Importa (no con esos generales que piensan y hablan como frai- les descalzos) él nos diría que esta guerra flamante es ahora muy conveniente y útil, sirviendo como de contrapeso al gravamen de la otra, añadiendo acaso que podemos ir a gusto en el ma- chito, puesto que el machito lleva una guerra en cada alforja, y no hay peligro, por consiguiente, ni de que las alforjas den una vuelta ni de que venga abajo el jinete”.

Pero...Unamuno tituló Paz en la guerra su novela histórica del sitio de su Bilbao. Nos acordamos de ella al ver otras pági- nas de este número: Manchegas del Tomelloso, en la serie de tí- pos populares españoles de la portada interior; Celos, un ro- mance de Eladio Giralda; El paso del torrente, un cuento de Eduardo Sánchez de Castilla; En la valla, dibujo de Federico- sin más- de una dama con sombrilla; El cuarto poder, serie de cari- caturas por Mecachis de supuestos directores de periódicos. Él mismo, en Las nuevas patentes de abogado, criticaba con la mis- ma arma las minutas de los letrados de la época. Chilindrinas es un acertijo de Melitón González.

Y también aquí a cual más reveladores los profusos anuncios. Uno a toda página, contiene todas las partidas del “detalle del equipo de 5.000 pesetas”, de los Sucesores de Blas de Ondátegui, subdividido en ropa blanca de uso, pañuelos, géneros de punto, ropa de casa, y varios. Bien demenuzado y glosado daría para to- do un artículo erudito, evocador de aquella cotidianidad.

Y ya habían llegado los discos: “Gran rebaja en el precio. El fonógrafo para todos. (El Pigmeo, con real privilegio). Por las grandes contratas que se han hecho para su venta en el extranje- ro, se ha conseguido rebajar su precio a 15 pesetas, con tres ani- llas grabadas. Las anillas suplementarias a una peseta una. Habla, canta, ríe, llora, silba, toca y estornuda. Se oye con claridad a quince pasos de distancia. Sorprendente novedad, instrucción y

184 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS diversión. Luis E.Dotesio, editor de música. Bilbao”. Otro anun- cio, éste de los breves, que se llamaban telegráficos, decía curio- samente: “Música gratis. Se regala una bonita composición a to- do el que mande sus señas al editor J.Erviti. Apartado número 17. San Sebastián”.

También inserta su reclamo un “almacén de accesorios para velocípedos. Peugeot; J.G.Girod; Postas 25 y 27”. En Claudio Coello 46 se anunciaba una “agencia fúnebre militar”. Están pre- sentes los motores, turbinas, maquinarias inglesas y máquinas de vapor.

Uno de los anuncios telegráficos se apoya con demasiada os- tentación en las limitaciones a la libertad de testar del Código Civil, entonces todavía reciente: “Joven ilustrado, heredero forzo- so, siguiendo brillante carrera especial, solicita viuda o solterona rica. Proposiciones: Lista Coreos, cédula número 5.450.056”. Este otro se nos antoja más galdosiano, incluso también podría ser muy barojiano: “Señora viuda desea caballero o señora para vivir familia. Ofrécese acompañar señoritas. San Bernardo 29, 2º”.

Y de Madrid a la España septentrional y atlántica. El 28 de agosto de 1880 había empezado en “La Ilustración Gallega y Asturiana” un artículo en varias entregas del doctor López de la Vega- seudónimo- sobre El verano en Galicia y Asturias, con es- te párrafo- luego del único verso, como lema, de Martínez de Padin: ¡Salve, de Dios privilegiada hechura!: “Cuando el sol se oculta en el azulado seno del Occidente, y las aves se recogen a sus nidos para entregarse al tranquilo sueño de la inocencia, y las flores languidecen sobre sus tallos, dejando el ambiente de la noche saturado de sus dulces emanaciones, Galicia suspira amante por las almas tristes, por los que viven ávidos de la sa- lud que han perdido, por los que ansían gozar de los hermosos panoramas, de las nacaradas riberas, de los frondosos valles, de las aterciopeladas colinas, de las rías majestuosas, de las reso- nantes cataratas y de todas las variadas y sorprendentes alterna- tivas en fin, de una naturaleza que participa de todos los inci-

185 ANTONIO LINAGE CONDE dentes geológicos y pintorescos que son el encanto y la delicia de las almas sentimentales, para brindarlas (sic) una hospitalidad tierna, expansiva, sencilla y fraternal, haciéndose así simpática a sus mismos detractores”.

Esta revista había empezado en 1879. Ya encuadernado el to- mo, se abría previamente con un índice y con la lista de los pa- trocinadores en España, Ultramar, repúblicas hispanoamericanas y el extranjero (=Estados Unidos, Francia y Portugal).

El contenido era naturalmente regional. Cada número empe- zaba con la revista de la actualidad de la decena, daba noticias de Galicia y Asturias, e insertaba semblanzas de personajes locales, como los diputados y senadores. En gallego publicaba poesías, como las de Rosalía de Castro- colaborador era también su mari- do Manuel Murguía- y Eduardo Pondal, y algún relato. Tenía tam- bién estudios literarios, como el de Milá y Fontanals sobre la po- esía gallega; folklóricos, entre ellos de Machado Álvarez; y de via- je, tal uno muy extenso De Madrid a Oviedo, de Rafael-María de Labra. En la miscelánea e incluso en las noticias locales, el tono resulta a menudo reivindicativo de mejoras, obras y otras cosas. En los grabados, casi todos regionales, domina el costumbrismo. Otra de sus rúbricas se titulaba “Boletín de la Emigración”.

Así empezaba el día ocho de noviembre del citado año la re- vista decenal: “El acontecimiento más notable de estos últimos días, por lo que se refiere a las relaciones de Galicia con el ex- tranjero, es la llegada a nuestras costas del buque imperial Livadia,trayendo a su bordo al Gran Duque Constantino. No ha- ce doscientos años que la venida a Occidente de algún Kniaz o Príncipe ruso era un acontecimiento extraordinario para los paí- ses de aquende el Rhin. [...] Hoy Rusia es una de las potencias de primer orden que más intervienen y con más eficacia en la política europea; los que indagan lo porvenir la creen destinada a uno de gloria, futura rival de Inglaterra en Asia, quizá domi- nadora de la India, antagonista de China en el Extremo Oriente, representante de una mitad del cristianismo, que resucitará en

186 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

Santa Sofía el Imperio de Oriente, como el de Alemania resucitó en un banquete en Versalles”.

Hace poco teníamos a la vista, en la Sociedad Bilbaína- jugo- sas por cierto las observaciones comparativas que recordándola en el Ateneo de Madrid hizo Unamuno- las colecciones comple- tas de “La Ilustración Artística” y “La Ilustración Española y Ameri- cana”. Y a su vista, en aquel casino viviente, e ininterrumpido des- de 1839, aunque no dejaran de salpicarle los eventos de la gran historia, pensábamos nosotros en el intenso fluir del pasado de nuestros abuelos que se desprendía de aquellas páginas y sus co- rrespondientes láminas, precisamente en aquel recinto, donde tantas vivencias de toda índole se entrecruzaron. Entre la historia y la unamuniana intrahistoria si queremos. Que algunas partituras de las que sonaron en nuestro piano fueran sacadas de una de es- tas revistas, como dijimos La Ilustración Moderna, es la prueba más decisiva de la correlación entre uno y otro ámbito.

Varia música para un instrumento. El apr endizaje

Una buena parte de estas partituras (41) están copiadas a ma- no (42). Hay alguna falta de ortografía, tanto en castellano como en latín (43). Esa manuescritura es el caso de todas las didácti- cas.

Tal la Colocación de las notas más usadas en la llave o clave dispuestas así para su conocimiento, que se desarrolla en las Notas que ocupan las cinco líneas. Ejercicio para conocer perfec- tamente las cinco notas de las líneas del pentagrama, las Notas que ocupan los cuatro espacios. Ejercicio para conocer estas no- tas, y el Ejercicio para conocer bien las cinco notas que se en- cuentran debajo del pentagrama (44). El texto literario se va in- tercalando en el musical: “Estas leciones y las siguientes, además de estar escritas en la llave de do, sirven para el primer tiple y para formar un dúo. [...] Clave es un signo que se pone al prin-

187 ANTONIO LINAGE CONDE cipio de toda lección o pieza de música y algunas veces en el discurso de ellas para determinar el nombre que se ha de dar a cada nota y el sonido que representa. [...] A parte (sic) de esta lección, el maestro deberá decir al discípulo a qué nota se debe marcar el tiempo. [...] Para hacer bien los medios suspiros, no se ha de detener la nota más que el tiempo necesario para nom- brarla. Antes de estudiar esta lección, es necesario observar las corcheas que deben cantarse al tiempo de medir el compás a medio suspiro. [...] Adagio quiere decir todavía más despacio. [...] La posición del violín queda a la responsabilidad del maestro. El violín consta de cuatro cuerdas, las cuales al aire se llaman bor- dón, tercera, segunda y primera. [...] Para ejecutar los picados, se cuidará que la lengua y los dedos se muevan al mismo tiempo. Para ejecutar los ligados se atacará la primera nota con energía, dando impulso al aire con vigor, aflojando la embocadura para que las demás salgan con derecho e igual fuerza. Se cuidará de estudiar lo mismo el primero que el segundo en las lecciones restantes., tomando respiraciones enteras sólo donde haya silen- cio y medias donde se indiquen las comas. [...] Sonido aumenta- do, sonido disminuido, sonido filado. Analizar una nota de mu- cha duración pasando del piano al fuerte y dar fuerte al piano se llama filar (45)”.

El lamento eter no de los cantos latinos

Las partituras sacras nos devuelvan a aquel mundo entraña- ble, que nosotros llegamos a conocer, de la liturgia latina, uni- versal en el espacio y en el tiempo. Lo actual es tan distinto que a veces tenemos una irracional sensación de asombro al recapa- citar en que estamos vivos y todavía alcanzamos aquello en las dimensiones de lo ordinario y repetido, igual por doquier, lo úni- co. A su servicio se crearon piezas excelsas, tanto en el grego- riano y sus variantes (46) como en la polifonía. Pero la modes- tia del canto llano de aquellos sacristanes de las ciudades y las aldeas poseía el mismo valor desde aquella otra óptica.

188 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

Esto pensábamos y sobre todo sentíamos ante el Modo de responder al prefacio por todos los tonos en que puede cantarse: sol menor, fa menor, mi menor, re menor, do menor, el Modo de responder a las oraciones, y el Allegro para el evangelio último, éste un divertimento sonoro ad libitum para la terminación de la misa. En un papel violeta, tras el epígrafe “religioso, violín”, sin copiarse de los textos sino alguna palabra, está la música ade- cuada para los del ordinario de ella, con las guías oportunas, a saber “andante, orquesta, a tempo, allegro, acellerato en cres- cendo, solo de bajo, menos, grave, più mosso, el texto quoniam, allegro, credo, allegro, orquesta, voces, solo tenor, crescendo, or- questa, voces, despacio et incarnatus. El sanctus igual al quito- llis (sic). El benedictus a la señal que está en los diez y siete com- pases últimos del laudamus y el agnus igual al incarnatus”.

Una titulada Misa de Segovia es la manifestación acostumbra- da de aquel cantollanismo, cuyos pormenores diferenciales y su relación con el gregoriano estricto convendría conocer, en cuan- to ha sido el paisaje sonoro de la vida religiosa de las genera- ciones que nos precedieron, tan intrincada en su cotidianidad y los eventos decisivos de sus vidas. En una Misa de sexto tono se indica: “Se tocan la (sic) gloria, credo, sanctus y agnus como los kiries. Allegro para el ofertorio”. Otra se titula Misa. Tenor, bajo, órgano, con las indicaciones luego de maestoso, Benedictus an- dantino. En una Misa a dos voces y coro, un encuadernador ha cortado la parte superior y no se puede leer el nombre del au- tor: maestoso los kyries; en el gloria, allegreto, adagio (=qui to- llis) y allegreto(=quoniam);en el credo, allegreto, largueto (=in- carnatus), allegreto (=et resurrexit), andante en el sanctus y el benedictus, y allegreto en el agnus (47). De J-E.de Benito es una Misa a cuatro voces y coro. Seguido se copia una Misa compues- ta para dos tiples o dos tenores titulada de dúo por la facilidad de hacerse éste, aclarándose lo que sigue: “Los agnus se tocan co- mo los dos primeros kiries (sic). El allegro que antecede a éste con el andantino y larghetto (48) que sigue son los intermedios para esta misa, el primero para el ofertorio, segundo para el ca- no (sic) y tercero para el (sic) postcomunio”.Estas otras partitu-

189 ANTONIO LINAGE CONDE ras ya están impresas (49). La Misa a dos o tres voces con órgano (50) o para pequeña orquesta es de José-Ramón de Prado. De J.Raventós, la Misa a solo de tiple o tenor, con piano u órgano obligado (51). Pasando del misal al breviario, sólo encontramos a mano el Himno Ave maristela (sic) con acompañamiento de órgano para tres tonos: por sol, segundo por la y tercero por fa. Ese himno se cantaba allí en las vísperas del Carmen.

Otras piezas no son litúrgicas. De Nicolás González Martínez (52) es un Villancico de navidad para el tiempo de alzar a tres voces y órgano. Esta es parte de la letra: Hermoso lucero le vino a anunciar, y magos de Oriente buscándole van. Delante se pos- tran del rey de Judá: de incienso, oro y mirra tributo le dan. Y la estrofa de tiple y tenor: Su madre en los brazos meciéndole está y quiere dormirle con dulce cantar, un ángel responde al mismo compás: Gloria en las alturas y en la tierra paz. A mano, el Motete al Santísimo, de L.Bordese, es el latino Bone pastor, panis vere. Un Villancico al Santísimo, de M.H.E., es para tiple o tenor, bajo y órgano: “Andante”, ¡Oh, sagrado convite!, recuerda las es- cenas de amor y piedad con que Cristo ofreciendo su cuerpo y su sangre nos vino a salvar. “Moderato”. Cantemos tu gloria, la fren- te humillando, Señor, recordando tu inmensa bondad. Salvarnos, hombres, a ti lo debemos, y así celebramos tu inmen- sa bondad, [...] Tu nombre en sus preces, tristezas y llanto, pro- nuncia con santo, grandioso fervor, y pues sucumbiste con santa agonía, espera y confía sereno tu amor. Para las mismas voces está impreso un Alabado a tres con órgano, de E. Martínez Peñalver: ¡Oh, admirable sacramento!, de la gloria dulce prenda, tu nombre sea alabado en los cielos y en la tierra. Y Tú, pura con- cepción, María de gracia llena, sin pecado original, por siempre alabada seas. En el dominio instrumental, volviendo a la misa pero fuera de su liturgia, una Elevación muy fácil para órgano, de Cosme-José de Benito (53).

Estos testimonios nos están denotando la penetración en la música sacra de aquel dolce stil nuovo que se popularizó con Lorenzo Perosi y viajó entre Ratisbona y Roma, en definitiva la

190 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS presencia de la piedad romántica sin detrimento de la perma- nencia del canto llano. Un elemento que se tenía en cuenta in- cluso fuera de los ámbitos eclesiásticos. Así de la “Crónica de la Música (54)” nos encontramos una Plegaria para las misiones, la cual consiste en el primer versículo del tan popular salmo Miserere, en latín y castellano, aunque éste abreviado y adapta- do; un ¡Ave María1 Recuerdo a la memoria de Schubert, de R.Taboada; la Prière du matin, de C.de Sidorowitch, y un curio- so y contingente Himno al Papa, letra de Narciso Serra y músi- ca de L.Juarrauz y H.González, a saber El año veintinueve (55) es ya de tu papado, la guerra que te mueve un rey ciego y frené- tico [...].

Parece sorprendente, pero no lo es, una Marcha para proce- sión sobre motivos de “El secreto de una dama”, de Francisco Asenjo Barbieri (56). A veces aquellos sacristanes, incluso dentro de la iglesia, se iban por aires jubilosos un tanto profanos, sin detenerse ni ante algún parecido con la Marsellesa. Mucho más fuera de los templos. La pieza en cuestión se explaya sin timi- deces que “esta marcha sirve para schotisch”, y enumera los ins- trumentos adecuados, a saber requinto, flautin, clarinete, trom- pas, fiscornos o cornetas de llaves, cornetines, trombones, bom- bardinos o figles, bajo, bombo, redoblante y caja.

Los air es bailables

Sus partituras también están a veces copiadas a mano. Así las polkas Scherzande, para piano, de C-H.Le Corbeiller; La rosa ne- gra; Mi Luisa, de J.Corrales; Bull Dock, de J.Blasco (C); Stellina, de J.Ascher; Carmela, de Juan Cansino (57); La niña (C), de Eduardo Ximénez, y La perla de E.Verguilla (58). La cameladora, de B.de Martín Alba, tiene esta letra de José Raventós: Cuando un hombre quiero que se fije en mí, pongo cara tierna, gracioso mohín, y no hay quien resista tal tren de batir [...]Como se maneje con habili- dad, la mujer del hombre siempre triunfará. Está dedicada a la

191 ANTONIO LINAGE CONDE srta.Elisa Güell. Las dedicatorias son muy frecuentes en estas pie- zas profanas, sobre todo a mujeres y éstas siempre solteras. Cuando no las hay, la llamada Sección Musical (=Hojas de album) de La Ilustración moderna, que hace constar ser editada por Espasa y Compañía, las dedica a los suscriptores (59). Así las ma- zurkas Boyra (Neblina), de A.Vives (60), Hoja de álbum. Tiempo de mazurka, de Juan Romaní (61), Pepita de Luisa Gisbert, como ¿Te gustará? de A.Mora, que se dice expresamentre “fácil” edita- das por Erviti, y La extremeña, escrita por José Erviti, dedicada a sus discípulos (62). A mano hay una Polka Mazurka, sin título, La azucena, polka mazurka de El Trovador, y además, de ese géne- ro mixto, las tituladas La dalia verde, Friquete(C) arreglada por J. Miralls, y El brujo y La bruja,de Ignacio Carrillo (63). Se copió igualmente El clavel azul, “schotisch con elegancia”, mientras que editado por Erviti nos encontramos el schotisch La infancia de A.Mora. Y claro que el vals no podía faltar. Ahí manuscritos El tu- lipán gris y Varsoviana, además del vals polka La napolitana, la tanda de valses editada por “La Correspondencia” Espinas y rosas, de J.Blasco (64), otra de Florentino Lahoz La verdad de los artis- tas (65), y el vals español Mazzantini, de O.Granado, editado por Erviti, como El trapecio de E.Verguillas, dicho expresamente para piano, igual que Celia. Vals español (IM) de J-T-Villar (66); José Lemoine arregló un Vals para piano sobre motivos de “La Mando- lina”. Recuerdos de Roma es de E. Paladilhe (67). Sin separación con las piezas de baile manuscritas que hemos enumerado se en- cuentran, de otros géneros musicales, La Dolorita; Marien, de Jos.Gung L.; y Gavattes de Seb. Bach (sic).

De la autoría del citado Erviti , son los pasodobles ¡¡¡Se la cor- tó, “torero”, a Rafael I.; Sangre torera, y El Espartero “flamencos”, y El centenario de Colón, “español”. De su editorial, Viva Navarra, jota para piano de A.Milpager, y otra jota de este mismo autor, Viva el carnaval. También el galop de E.Maschke El correo amo- roso. Hay del mismo género Staccato (IM), de Carl Hause. ¡Alza Pilili... son unas seguidillas de José-María llurba. A La Ilustración Moderna pertenecen el zortcico para piano Atoz onera (Ven aquí)

192 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS de Victoriano Balerdi, y una Danza rústica de C.Sadurní. Paspié (IM) es de C.Martínez Imbert.

Te adoro, niña, es una “danza para piano (68)”, de Pablo Hernández. La letra de Ángela Grassi : Te adoro, niña, como se adora del sol espléndido la tibia luz, cual mira el naúfrago la hermosa playa que surge rápida del mar azul. Sigue con la que- ja por la falta de correspondencia, e insiste becquerianamente cual yo te adoro se adoran, niña, las perlas nítidas del lago azul, las avecillas del bosque umbrío, las nubes diáfanas del aúreo tul.

De ronda, una parcela entonces de mucha significación en la cultura espiritual, son de la misma procedencia La ronda de C.Martínez Imbert, Gondolera para piano de Luis Arnau, y Serenata de G.Sadurní, además de Serenata para piano (C) de J- G.Miralles. En otra Serenata (C) de Miguel Marqués, la letra de Carlos Coello comienza de esta manera: ¿Es posible, dueño her- moso, que descanses en el lecho, sin que turben tu reposo los sus- piros de mi pecho?

La ilusión de la escena

Con una atractiva portada arlequinesca de Marco, tenemos Las golondrinas, de Usandizaga, letra de Martínez Sierra. Editada la partitura por Renacimiento, con su logotipo de la dama del si- glo de oro en su sillón. Pero por su cronología posterior enten- demos que fue ya una adquisición de Ríotaliso sin llegar a per- tenecer a su padre.

Muy anteriores son dos cavatinas, Il desir che il ciel m’inspira, y Giusto ciel, deh’ più sereno. La primera, de Il posto abbandona- to de Xaverio Mercadante; la segunda (69) de Elisa y Claudio. Aquélla se deja arrastrar por el impulso lírico: Il desir che il ciel m’inspira per pietà non render vano [...] Il cielo si pieghi ai preghi d’amor. La segunda se sumerge de entrada en el argumento dra-

193 ANTONIO LINAGE CONDE mático: Miei cari figli ah voi dormite ignari da vostra sorte?. Encontramos también Guzmán el Bueno (C), ópera española en un acto de Tomás Bretón y A.Arnao; y el “cuarteto favorito de Los puritanos, arreglo de Peters para piano (C), La sensitiva (=La sen- sibilidad;sic). De los dos actos de Marina, de Emilio Arrieta con letra de Francisco Camprodón, nada más estan las seguidillas, cantadas por los señores Salas y Cabrero y el coro. en una reduc- ción de J. Moré (70). A mano está copiada La chatte. Merveilleuse fantaisie (sic) sur l’opera de Grisar Bar Katterer.

A mano se ha copiado la zarzuela en un acto (71), con acom- pañamiento de piano, El hombre es débil, sin que se indique el nombre del autor. La que vive en la cocina y trabaja en el fogón, en horrible chamusquina tiene siempre el corazón. Arreglando la espetera o batiendo el dulce flan, no hay sensible cocinera que no piense en su galán. Así empieza. Tenemos una reducción de J.Rogel de Magyares de J.Gaztambide, con letra de D-L.Olona, en edición de piano, y además la introducción del segundo acto y una canción bailable cantada por los señores Salas y el coro, y una jota de El dúo de la africana de M.Fernández Caballero con letra de Miguel Echegaray (72), todo ello editado por Zozaya (73), también editor de, La caza del oso o el tendero de comesti- bles, en un acto, de F.Chueca con letra de Jackson Veyan y Sierra. Consta de preludio, mazurka de La perdiz, coro de cazadores y vals, canción del cordon bleu, pasacalle y escena de don José, schotisch, mutación, dúo, canción montañesa, baile montañés y final.

Del lugar ocupado por la zarzuela en este mundo nos da idea un conjunto que lleva en tinta el sello editorial de Erviti, empe- zando con unas Recreaciones 24, 21, 1,2,3, y 4, el Dúo de tiples de San Franco de Siena de Arrieta, y la Romanza de Martha de Flotow, para seguir con la ya citada zarzuela La caza del oso, y las tituladas El chaleco blanco, igualmente de Chueca, El año pa- sado por agua, cuya autoría comparte con Valverde, y El mona- guillo de Marqués

194 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

La vena patriótica

El desastre del Noventa y Ocho se ha relacionado con otros tres eclipses coetáneos de países latinos, a saber la derrota ita- liana en Abisinia, y las retiradas de Francia en el Sudán y de Portugal en África Central ante Inglaterra. Pero en ninguno de esos casos la consecuencia fue la desaparición del imperio colo- nial ultramarino, como en el de España, ausente del reparto de la Conferencia de Berlín de 1885, salvo la presencia infinitesimal en el occidente africano. Ese cotejo con las otras potencias de entonces nos explica la susceptibilidad nacional, que por otra parte ya en la guerra de Marruecos del siglo XIX tenía motivos para sentirse desplazada del concierto mundial, y de ahí la tras- cendencia que en el imaginario colectivo se la dio. Ello tuvo su repercusión en la música, como estos papeles nos muestran sin- tomáticamente. Precisamente aquí nos encontramos la marcha militar para piano de José Bracamonte Toma de los Castillejos.

La popularización del correspondiente militarismo a veces re- sulta ingenua. Prueba de ello es la Copla sin título que nos to- pamos, El cuerpecito de guardia donde voy de centinela tiene más duro el tablao que duritas son mis penas, un cotejo por cier- to escasamente romántico. La ilustración militar es el título a cual más prosáico de un pasadoble del músico mayor del Real Cuerpo de Alabarderos, Leopoldo Martín, “dedicada al Ejército”. Vemos un desfile de caballería en la agigantada letra capital que inicia la portada (74). De Juan Gay (75) es La canción del sol- dado (IM).

Patria y libertad, es un “himno nacional para canto, con acompañamiento de piano (76)”, de J.Márquez, dedicado al bata- llón de cazadores de la Mariana. La letra de A.Cruz nos especifi- ca su talante liberal revolucionario, por la alusión guerrera a la septembrina: ¡Viva España que noble y valiente [...] Antes, sí, que la patria se vea, de despótica grey invadir, cual los héroes que vie- ra Alcolea por ser libres sabremos morir.

195 ANTONIO LINAGE CONDE

A un episodio concreto, el desembarco alemán en nuestra Micronesia, resuelto mediante un arbitraje del papa León XIII, responde la “polka guerrera para piano”, pero titulada también pasodoble (77), A todos los españoles, ¡Vivan las Carolinas espa- ñolas! . Al Noventa y Ocho se refiere ya Malditos yankees, de Ángel Custodio Pintado (78).

De casa y de Oriente

De Felipe Pedrell tenemos(IM) dos armonizaciones (79), a saber un Romance popular del tratado de vihuela Orphenica lyra, que es el tan conocido Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada, y una Canción popular del siglo XV, De musica li- bri septem de Salinas: ¿A quién contaré yo mis penas, mi lindo amor?.Esta es la presencia antigua.

La salerosa (IM) es una canción española, “tiempo de fan- dango”, de Cristóbal Oudrid, con dos letras, una de Manuel Cano y Cueto y otra de Manuel del Palacio: Son mis ojos dos puñales de Albacete. Cuando miran zalameros dan fatiguitas de muerte. Otra “canción española” es La moza de temple (IM) de José Inzenga, con letra de Asenjo Barbieri. De Ignacio Carrillo (80) es Malagueña para piano: Va una partía por la Sierra Morena y el capitán se llama José María.

No sabemos si la Alborada gallega para piano de Pascual Veiga, con letra de Francisco-María de la Iglesia, se habría con- siderado subversiva en la última dictadura, como otras de su gé- nero, que a veces acompañaban a Els segadors en ciertas asam- bleas. La cantó el día de año nuevo de 1887 el orefeón coruñés El Eco, en un concurso convocado por la sociedad El Gran Pensamiento (81). Hay que tener en cuenta el prestigio entonces en todo el país de lo septentrional. Bien lo ha sabido captar Jover Zamora, dando lo debido a la novela en su investigación historiográfica. Esa prestancia se extendía incluso al veraneo pa-

196 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS ra los privilegiados. Desde Sepúlveda, Santander era la ensoña- ción del mar, y a partir de León, en la frontera de Galicia, empe- zaba lo exótico.Por eso no nos extraña encontrar copiada a ma- no ¡A noite!, que se titula melodía gallega, de Eduardo Dorado, para canto y piano o piano sólo, la letra de José Paña: Mentras deitada estàs nò leito, en xa de feito morendo estou.

De la seducción oriental, que empezaba en el alhambrismo, no hay nada que decir.La Ilustración publicó de Granados Marcha oriental y Canción morisca, y dos Orientales de M.Doménech Español; la Crónica, un “capricho oriental” de Bretón, La odalisca.

La constante r omántica

Nos aparecen nombres egregios y felizmente todavía no olvi- dados. La Ilustración nos trae Canción de primavera, de Robert Schumann, y De una sonata del Adour, de Franz Schubert. En li- teratura, Je pense à toi quand le soleil se lève, de Alfredo de Muset, la música de J.Malalts: y de Lamartine Le retour, a su vez de Jacinto E.Tort Daniel: Ruisseau dont mes pleurs troublaient l’onde [...] qui vous cherche, à travers ses larmes, a vos bords jadis plein des charmes demande en vain le passé. El italiano es adoptado por E.Morera en la “melodía” Lasciali dir, a saber t’ho dato tutto il canto, la gioventù, l’amore, voglio morir ti accanto, voglio mo- rir con te. Del ya citado Adios(C) es una melodía para piano de J-G.Miralles. Gustavo Lange subtitula “recuerdo” sus Ecos del pa- sado(C). De Juan Gay son unos Cantos misteriosos (IM).

Para piano o harmonium es una Romanza sin palabras(C) de A.López Almagro. La música de G.Lamote de Grignon es para una poesía de Metastasio, Pei campi, que comienza fra argentee nuvole la luna candida sorge e abandonasi in seno al ciel. D’amore mormora baciando i floridi nativi margini, y termina ai suoni mistici che intorno s’alzano un eco languido risponde: amor. Música y letra de E.Lladó en Delusioni (82), también en

197 ANTONIO LINAGE CONDE italiano: una gentil fanciulla che amor per me sentiva; la sorte fu cattiva! ben presto ella morí.

Tenemos dos nocturnos. El monasterio entre las colinas(C), de M.Chulvi, se prestaría a divagar en torno a la buena prensa en el romanticismo de la nostalgia monástica, incluso dentro de la otra de sus dos corrientes ideológicamente enemiga de su ám- bito. Hay que recordar su presencia en Los miserables de Víctor Hugo. María(IM) es de Luis Arnau. No nos parece exagerado que incluyamos aquí también los minuetos, dos expresamente para piano, uno de Agustín de León Yáñez y otro de Emilio Villalta, y el titulado Miniaturas de Emilio Villalta (83). Incluso las dos Marchas fúnebres, una de A.Mora (84) y otra de B.de Monfort(C). Precisamente en Sepúlveda la banda municipal tenía alguna en su repertorio. Curiosamente sólo se interpretaban en los entierros de sus músicos, y ¿en los de los indigentes que mo- rían en el hospital? Los económicamente poderosos no estima- ban un lujo a su medida y categoría tal presencia.

Otras composiciones acaso no tengan una connotación ro- mántica tan definida. Así, de C.Martínez Imbert Gavota(IM) y Juguete musical(IM); el capricho de V.Costa Nogueras, Charla infantil (IM), y la ilustración para piano Roberto el diablo de J.Ascher (85)

La ventana a las Antillas

Los partidarios de la resistencia a ultranza para mantener la soberanía española en Cuba alegaban tratarse de un territorio tan propio como cualquier otra provincia. Salta a la vista la inexac- titud de esta afirmación. Pero ello no puede implicar una des- hispanización extrapolatoria de aquellas Antillas, cuya índole tan hispana se mantuvo e incluso en ciertos ámbitos acaso se incre- mentara después de su pérdida política. Tampoco de Nueva Zelanda, todavía hoy en la Commowealth monárquica, se puede

198 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS decir sea tan británica como la isla metropolitana. Y la habanera sería la mejor prueba de lo que decimos, lo sigue siendo.

Pero no es el único género de los que estos papeles nos ofre- cen que quiso localizarse a esa otra orilla. Así, de Josè Inzenga es una “polka.mazurka de salón(C)”, La perla de La Habana. Copiado a mano (86) tenemos el “tango cubano” Guayaba, sin indicación de autor (87).

Manuscrita está también la que allí se dice “zarzuela (88), tan- go, habaneras” Entre mi mujer y el negro, con escasa letra que empieza como tengo la cara negra.

Y ya podemos pasar a las entrañables habaneras. Nos en- contramos, editadas por Erviti, Una broma y Chicago, la prime- ra de A.Milpager y la segunda del propio José Erviti, como tam- bién otra para piano En la manigua. Eslava (89) por su parte dio a luz Mi delirio, de Pablo de M.Perlado (90). La letra es de D.Benito M.Alba: Cuando en la noche la blanca luna, su luz de- rrama sobre la mar, si me amas, niña, por mi fortuna, junto a la luna venme a buscar.

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Yo confieso que al examinar este repertorio he sentido una profunda nostalgia de los hombres y los tiempos por él evoca- dos. Por su capacidad de ilusión y de asombro sobre todo. Por su posibilidad de deleitarse sosegadamente con esos mensajes del espíritu cuya llegada era de por sí una parcela de felicidad. Cotejada su situación con la nuestra, yo me acuerdo de una con- versación mantenida en la Salamanca agónica del principio de la guerra civil, entre el rector Unamuno y el escritor griego Nikos Kazantzakis. Ése dijo a éste que el hombre moderno había pro- gresado tanto que no había sabido digerir su progreso. ¿Qué ha- bría dicho ahora?

199 ANTONIO LINAGE CONDE

Estando cabe este pìano, en un atardecer, a la vista el paisa- je de la llanura más allá de los meandros encajados de los ríos sepulvedanos, un contertulio, mirando hacia los pueblecillos en ella dispersos, opinó que las gentes que en ellos quedaban, por cierto muy pocas, al disponer de la televisión que los enlazaba audeovisualmente con el mundo, estaban en posesión de una vi- da mucho más grata que la de sus antecesores, quienes a esa misma hora no tenían recurso alguno para evadirse de la mono- tonía repetida de su ambiente. Ni que decir tiene que mi opinión no coincide. Tampoco la de los psiquiatras.

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El piano y las partituras, a la muerte de su padre, fueron he- redados por Ríotalis o, el escritor de quien dijimos.

Juan Sanz y Saínz-Pardo, a lo largo de su no muy dilatada vi- da de célibe, mantuvo un concepto idealista de la mujer. Algún otro rasgo suyo puede emparentarse con ése, como cierta visión idílica de la vida campesina. Todo ello inmerso en una constan- te romántica que es su nota definitoria. Hecha compatible, por su ideología liberal y republicana, con una crítica social muy re- alista. Creyéndose cerrado al modernismo, que acaso le parecía en nuestras latitudes una trivialización de la literatura, no justifi- cada como en otras por la penumbra ambiental. Pero decimos meramente que lo creía, pues de tratarse de algo profundo no se habría rendido, como lo hizo, a “la inspiración divina” del “can- tor heleno” Salvador Rueda. Por otra parte esta ambivalencia re- sulta menor si paramos mientes para cotejarla con la más honda que vivió entre la tradición y la modernidad. Un dilema muy co- mún en el romanticismo, como ya apuntamos, y sobre todo en los países latinos, donde de alguna manera la Iglesia Católica era depositaria de los valores que suscitaban a la vez la nostalgia de los progresistas románticos y su repudio ideológico.

200 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

No vamos a repetir aquí lo que ya en otro lugar dijimos del pa- so por la tierra de este espíritu selecto. En cuanto tiene de repre- sentativo de un medio de comunicación hace ya tiempo herido en el ala y ahora en inexorable tramonto, el correo, vamos a transcri- bir una carta suya. Está escrita desde San Sebastián a un amigo (91).En la Sepúlveda interior de entonces, ver un puerto de mar se- ñalaba un hito prestigioso en la vida de sus gentes. Apunto el da- to para dar idea de que una estancia como la donostiarra era algo a tener en cuenta. Y en consecuencia a comentarlo a quienes en el lugar se habían quedado sin esperar a la oralidad del retorno.

Lleva el membrete “Café Oriental.-Ángel López y C.ª”, buenas mayúsculas sombreadas de color azul y haciendo elegantemen- te arco. Datada el 3 de septiembre de 1930, dice así:

Querido amigo Antonio (92): Te deseo salud y a la familia y a Petrita y la suya; yo bien a Dios gracias.

Después de estar dos días en Burgos, llegué a ésta ayer por la tarde. Burgos es un relicario castellano antiguo, bien conservado. La catedral, que no creo haya otra mejor en el mundo, me asustó, y atónito por su grandeza la vi al anochecer cuando llegué, y vién- dola sin luz y casi dormida, me decía: -Aquí, en esta paz que tie- ne todos los silencios de los campos castellanos y su soberbia, debí- an enterrar a todos los grandes castellanos-. Después, desde el Casino Burgalés, que está casi frente a ella, río por medio, acom- pañado por un señor de la fonda, la vi a la luz de la luna. Parecía más pequeña, pero más espiritual. Y pásmate de mi fortuna: en la terraza del casino tocaba en su guitarra aires de Castilla Saínz de la Maza. Dos cosas grandes que parecían querer obsequiarme con su grandeza. En fin, cosa que no volveré a ver y que debo a este viaje improvisado. Qué distinto es estar ahora en ésa oyendo ha- blar de cochinerías políticas y respirando el flamenquismo de estos días de toros (93).

De San Sebastián, qué decirte. A mí siempre me pareció una mujer hermosa que, recién bañada y aseada, ofrenda su belleza

201 ANTONIO LINAGE CONDE pagana al que la ve por primera vez. No hay en España pobla- ción como ésta. No ves un papel por el suelo, no ves un mendigo, no oyes una blasfemia ni una palabra de mal gusto. En tu viaje de novios, ven aquí, y te alegrarás. Músicas, teatros, lo mejor de Madrid, y mujeres hasta el desgueve (sic), sobre todo las del país, que son como para quedarse a vivir aquí.

Se me olvidaba decirte que hoy fui a la redacción de La Voz de Guipúzcoa, periódico republicano de ésta. Les lei algunos ar- tículos de los que tú me has puesto en limpio y probable publi- quen Paganismo y Las viejas. Ya entro allí como Pedro por su ca- sa y son muy amables conmigo.

Sin más, muchos recuerdos a tu madre y familia y a Petrita, su madre y hermanas y madrina y tú un abrazo de tu amigo que e.t.m. J.Sanz Saínz-Pardo.

Las señas de mi domicilio en ésta son: Hotel Guría, calle de Aldomar nº 12. Escríbeme diciendo lo que ocurra en ésa.

Es evidente que no solamente el medio postal, sino el con- tenido de una carta tan ordinaria, nos hace de composición de lugar de unos tiempos radicalmente distintos de los que vivimos. Baste tener en cuenta la relación del remitente con el periódico local y el personal de la fonda. Cinco días más tarde, en el mis- mo papel timbrado, el autor envió un texto para leer en un ho- menaje a celebrar en el pueblo natal a una religiosa franciscana de la Divina Pastora, sin que se haya conservado la otra carta que presumiblemente le acompañaría, y dice así:

Señoras, señores, noble y querido pueblo de Sepúlveda: Tengo el honor de representar en este hermoso acto del homenaje a Sor Montserrat a la comisión organizadora. En su nombre, mi pri- mer deber es dar las gracias a mi nobilísimo pueblo. Todas las clases sociales han contribuido a que este homenaje sea digno de Sepúlveda. Vuestros corazones agradecidos nos han ayudado en esta nobilísima empresa de gratitud, de cariño a la que todos

202 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS amamos por su bondad, humildad. ¿No sabemos todos lo que Sor Montserrat ha hecho a nuestro pueblo? Su gran obra social y pe- dagógica, ¿no la hemos visto durante más de treinta años a esta santa mujer poner en el alma inmaculada y pura de los niños de nuestro pueblo la idea de Dios, idea que luego en la vida les sal- vará? ¿No la hemos visto acallar con risas y besos las lágrimas de nuestros pequeñines? ¡Cuántos hombres de Sepúlveda que lu- chando por la vida andan por el mundo serán buenos y honra- dos por acordarse de lo que a sus almitas infantiles les enseñó Sor Montserrat cuando iban a su escuela de párvulos! Sepulvedanos, nosotros nos honramos tributando este merecido homenaje a Sor Montserrat, y gritad conmigo lo que nuestros corazones nos man- dan: ¡Viva Sor Montserrat! ¡Viva Sepúlveda!

Tres años después, Ríotaliso descansaba en el altanero cemen- terio de su pueblo. Un jovencísimo cantero, Juan Vicente López, estrió la piedra de su lápida, la cantada por Antonio Machado al responder al busto que le había hecho el escultor sepulvedano Emiliano Barral: y tu cincel me esculpía en una piedra rosada que lleva una aurora fría, eternamente encantada [...] Juan Vicente fi- gura en el censo de los artistas segovianos. Su vida fue larga y aunque no dio los frutos que habrían podido esperarse permane- ció fiel a la piedra, la segunda mitad de ella en Madrid. En la tum- ba del escritor nos ha dejado la obra maestra que es su efigie. Vista de lejos parece mirarnos con ironía. Pero al acercarnos nos damos cuenta de que esa impresión es superficial, determinada por los poblados bigotes, siendo así que nos sumerge en un mundo hondo de ternura, compasión, leve melancolía, como una pretensión vana de contener el sentimiento. Tres años después, el autor hacía el servicio militar en Ceuta, y al mismo destinatario le escribía dos cartas también reveladoras de un mundo definitiva- mente ido. La primera, a 6 de febrero de 1936, lleva el membrete también generoso del “Bar Recreo. Café y billares. Ceuta, Libertad 6. Teléfono 228”:

Querido Antonio: Verdaderamente que el no tener noticias tuyas hasta hoy me había preocupado y hasta había pensado es-

203 ANTONIO LINAGE CONDE cribirte nuevamente para haberte llamado...no sé el qué. Pero en fin, no creas que por eso dudaba de tu amistad y mucho menos pensar (sic) que te habías olvidado de los amigos que, como tú sa- bes, te recuerdan y te siguen queriendo donde quiera que estén.

Ya veo que estás en plena lucha política y veo lo bien que de- muestras una vez más a ésos que ya aseguraban la muerte de Linage que sigues vivo y con la suficiente autoridad por tu talen- to para hacer comprender al pueblo que sus directores pueden ser los que le enseñan y ponen luz en la sombra y no los que comer- cian vilmente con la mentira. Que nuestro esfuerzo no sea estéril y podamos celebrar nuestro triunfo.

Me parece perfectamente tu plan de director de escena, y muy bien y muy escogidas las obras que representáis. Que siga el éxi- to. Felicito a todos tus cómicos, que ya sé que tienen gran acier- to en sus respectivos papeles.

Mi vida militar, ya la conoces perfectamente. Nunca creí que pudiera llegar a conseguir lo que he conseguido. Visto mi verda- dero traje.Mi vida en casa del coronel y sin tener que ir absolu- tamente para nada al cuartel, y además con mi única y agrada- ble ocupación de trabajar en la escultura y con una modelo co- mo la hija del coronel que es una preciosidad. Ceuta bastante in- teresante artísticamente y muy divertida. Puedes creerme que vi- vo feliz.

De los amores del amigo Margüello (94) ya estaba enterado. Yo veo que ahí va a tener un pan como unas hostias (95).

Por hoy nada más. Ahora quisiera dedicar mis recuerdos a los amigos, pero temo no acordarme de todos, y no quiero que si faltara alguno en mi cita se molestara por eso. Tú ya sabes quién (sic) y ten para ellos mi cariñoso recuerdo.

Saluda a tu esposa y da besos al simpático José Luis y tú reci- be un fuerte abrazo de tu amigo Juan Vicente.

204 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

Tu próxima carta, que espero la reciba más pronto que ésta, puedes dirigirla a: Plaza de África 11. Pabellón del Coronel.

Pasadas ya las elecciones de febrero, el 24 de abril volvía a escribir, esta vez sin membrete:

Mi querido amigo: Supongo que ya te dirían mis padres que recibí tu carta y que me alegró mucho tu merecidísimo y nuevo cargo en la Diputación. Mucho agradezco tus buenos deseos al querer que sean restablecidas nuevamente las becas y celebraría doblemente, más si se confirmara tu promesa, por tener la segu- ridad ahora más que nunca de que pudiera ser yo uno de los be- neficiados.

Tu actitud con la A.A.S.S (96) me parece acertadísima. Está visto que ahí no se puede hacer nada que se salga de la vulgari- dad, y cuando se intenta hacer una obra más humana y educa- dora, bien claro lo tienes, en lugar de ver el valor de ésta y agra- decer al que quiere hacer luz en la sombra, son tan... ciegos y desagradecidos que creen que el mayor fracaso está en su orga- nizador al no permitirle representar esas obras. ¡Pobrecillos! Yo sé que no te preocupan estas cosas porque ves bien palpable lo que persiguen, pero que no conseguirán nunca.

Mi vida transcurre igual; con las nuevas ocupaciones y siem- pre pensando en ser libre para volver a vivir nuestra vida.

Ahora estoy algo optimista porque se habla con alguna seguri- dad de un próximo permiso de dos meses. De ser cierto esto- que creo que sí- me tendréis con vosotros pasando las fiestas.

Ahora licencian a todos los reclutas que hayan cumplido los veintidos años en los meses enero, febrero y marzo, pero yo como no los he cumplido ni los cumpliré hasta agosto, no me corres- ponde ese licenciamiento. ¡Es la única vez que he sentido ser más joven! Pero qué se va a hacer...Otros (sic) con peores destinos que el mío les será más penoso el servicio y por lo tanto sentirán más

205 ANTONIO LINAGE CONDE deseos de cumplir. Yo- como te he dicho otras veces- nunca supu- se llegara a conseguir la colocación que disfruto, que creo debe ser buena- no porque lo pueda decir yo sino por la envidia que me tienen otros, que es donde más claro lo veo al compararme con ellos.

En fin Antonio, ya son pocos los meses que me van quedando y pronto volveremos a tener nuestras charlas, que yo animaré es- ta vez con mil cosas graciosas que uno ha vivido en estas tierras de Marruecos.

Por hoy nada más. Perdona si me he retrasado algo más en contestarte. Saluda a tu mujer, da besos al simpático Josè Luis y tú un fuerte abrazo que hago extensivo para todos los amigos del que os quiere y no os olvida, Juan Vicente.

Y también las piedras tienen su documentación sucesiva. Unas veces, aunque más concisa que cualquier texto escrito, más elocuente. Otras veces a rastrear con la ayuda de las otras fuen- tes. La carta anterior fue escrita menos de tres meses antes del estallido de la guerra civil. Frustración pues de los planes en ella contenidos. Pasada la misma el autor volvió al taller de cantería que su padre tenía en la Villa, en el que se había sabido elevar al menester escultórico.Testimonio de las piedras que es más contundente, pero más parsimonioso que el de los textos. La biografía de ellas es por lo menos tan rica, pero se nos entrega más dificílmente.

Esta reflexión nos lleva a la Sepúlveda de principios del siglo XX. Esa incapacidad de su burguesía para adaptarse a las exi- gencias de las nuevas fuentes de riqueza no tuvo un paralelo en lo que a los inventos y mejoras de la vida cotidiana se refería. Era como si los nuevos detentadores del poder económico hu- bieran querido prolongar en su tiempo la manera sedente de vi- vir de sus predecesores hidalgos. Una vía sin salida, desde lue- go, pero que conoció su momento de realidad vigorosa. Así, en 1904, al inaugurarse la fuente de la Plaza. Y la electricidad no se

206 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS hizo tampoco esperar, despertando incluso dinamismo en aque- llos capitales adormilados.

En la pendiente sobre el río Caslilla había un desmonte que sólo gracias a lo ilimitado de los esfuerzos que entonces se gasta- ban, había sido cultivado alguna vez. El mismo alcalde de la traí- da de aguas, Braulio Abad (97), se propuso allanarlo en una ex- planada. No se hicieron esperar los críticos escépticos, llegando a la copla: Quién que no sea un atún/ o tendero de Campillo (98)/ pensará hacer un jardín/ en donde sudó betún/ el difunto Serenillo. Incluso ya avanzada la obra se pronosticaba su mal re- cuerdo: En tiempos de Braulio Abad se hizo esta barbaridad. Pero no fue así. Sino que la que se llamó Plaza de la Violeta fue desde un principio una realidad grata en su espaciosidad, noblemente pétreo su ovalo respondiendo al estilo del lugar muy visible en el lienzo de Zuloaga de 1908. Haciendo pensar en el Cementerio Nuevo de un cuarto de siglo antes. Fue al principio un desahogo para los carros y caballerías que acudían al mercado los jueves y los sábados. Y andando el tiempo allí estuvo el taller de cantería de que hemos dicho, de donde salió la tumba de Ríotaliso.

Mediado el siglo se convirtió en discoteca, la primera y única que con ese nombre tuvo el lugar, aunque no fue ésa su denomi- nación inicial, sino sencillamente la de baile, como los precedentes locales menos generosos de espacios. Y discoteca era en 1994, cuando en la calle del Espinacar, por cierto topónimo de origen des- conocido, había una cafetería llamada Samoa, hermosa y espléndi- damente decorada con vagas nostalgias de los Mares del Sur. El em- presario de ambas era el mismo, Juan-Antonio Herrero. Y en esa fe- cha acogió favorablemente la idea de conmemorar el centenario de la muerte de Robert Louis Stevenson en aquella isla lejana. Consigno el evento a guisa de ejemplo de cómo entre las piedras, documen- tos también, aunque de lectura menos asequible y enigmas más abundosos, van y vienen los hombres, las cosas, las vivencias.

Teníamos a la vista las celebraciones de aquel centenario en Escocia. Jekyll or Hyde?, se titulaba interrogativamente la exposi-

207 ANTONIO LINAGE CONDE ción del City Art Center, de Edimburgo, mientras a través del país «The Kidnapped Challenger» seguía la ruta de David Balfour. El Royal Bank of Scotland emitió un billete en el que el escritor de- jaba perderse en el vacío su melancolía soñadora entre la silue- ta de su ciudad natal y su mansión Vailima en Samoa. La arpista Savourna Stevenson estrenó en la abadía de Melrose su compo- sición Emigrant Journey. Y hasta el Institute of Civil Engineering organizó un ciclo de conferencias sobre los ingenieros de la fa- milia de Robert-Louis, su padre uno de ellos. Hubo también un festival de cine. El Stevenson Club, fundado en 1920, tuvo su banquete del centenario. Y a la otra orilla, en la Universidad de Yale, la Biblioteca Beinecke estuvo a la altura de su riqueza, la mayor, en manuscritos y bibliografía stevensonianos. Mientras que en Monterrey, adonde el escritor había ido en pos de su Fanny, hubo un programa apretado de exciting events and tours. En Samoa se cantó un requiem entre ramos de cocotero. El British Council editó un cartel monumental y El País tuvo la muy feliz idea de hacer incluir referencias al escritor en los argumen- tos de sus relatos de verano. Omitimos las referencias a las la- bores editoriales y bibliográficas despertadas por la fecha.

El hito sepulvedano fue naturalmente más modesto, pero tam- bién entrañable. En Samoa se comió el cordero asado de la tierra con ensalada de la huerta, regado con vino de tres diócesis, blan- co segoviano de Santiuste de San Juan Bautista, clarete uxamen- se de Aranda, y palentino de la Ribera del Duero, titulado Dehesa de los canónigos precisamente. Nos permitimos la concesión de bautizar el whisky de los Canónigos de Edimburgo, el ron del Cofre del Muerto, y la bebida de coco de La Botella Endemoniada, aunque no podía faltar el té de las peñas del cañón del Duratón. Además de unos entremeses de Polinesia y un postre de La Isla del Tesoro. El ceramista Manuel Gómez Zía hizo un cartel.

En La Violeta habló Carlos Fernández Shaw, anriguo embaja- dor de España en Samoa. Antonio Pereira leyó un cuento suyo en torno a una isla. Yo evoqué mis viejas lecturas. También in- tervino el novelista segoviano Ignacio Sanz, quien la víspera, el

208 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

27 de noviembre, había publicado en “El Norte de Castilla” el ar- tículo Stevenson en Sepúlveda: “Estoy seguro de que algunos de sus personajes habrían gustado del paisaje ascético del Duratón, con sus tajos cortados a cuchillo, sus altas choperas y sus bui- tres. ¿Se imaginan ustedes a John Silver imponiendo el rigor de su carácter por los encañonados meandros del río? También Castilla ha sido tierra de piratas y forajidos, de bandidos y aven- tureros, tierra de almirantes y sirenas”. Se publicó un folleto ti- tulado Tusitala o el placer de contar. En fin, una página más en la historia del recinto, fruto de una conexión insospechada y ca- sual, demostrativa de cómo el azar cuenta en la historia, pues de lo pequeño a lo grande no hay solución de continuidad: “El mundo está trenzado de caminos, a veces reales, a veces imagi- narios, que conducen a lugares exóticos que unen entre sí sen- timientos y voluntades dispersas”. Si podemos asegurar que a Ríotaliso le habría complacido el enriquecimiento de los trabajos y los días de su pueblo con esta página de fantasía, y también a quienes se deleitaron interpretando al piano de su padre las par- tituras que han sido nuestro argumento (99).

209 ANTONIO LINAGE CONDE

NOTAS (1) JUAN SANZ Y SAÍNZ-PARDO, Crónicas y poesías (Segovia, 1934) (2) ”Como todos los papeles, también estos libros impresos en Nueva York o en San Daniele del Friuli, son documentos de la melancolía- la melancolía de esas existencias vertidas sobre folios, fichas y bibliografías que los herederos ceden a algún chamarilero y acaban, en el mejor de los casos, eternizadas en alguna nota a pie de página”; Claudio Magris, Conjeturas sobre un sable (Barce- lona, 1994) 21 ¿Había oculto en él un fajo de billetes y un afinador se lo llevó? (3) (2002). En una novela india en inglés, la inmensa de Vikram Seth, Un buen partido (Barcelona, 1995), leemos por cierto: “-De todos modos- pregun- tó Meenakshi- ¿cómo sabes que hay algo romántico entre ellos?. -Él la invita constantemente a todas esas recepciones diplomáticas- dijo su madre-. Es se- gundo secretario del consulado alemán. Incluso finge que le gusta Rabindrasangeet. Es increíble. -Querida, no eres justa- dijo el juez Chatterji-. Kakoli también ha demostrado un repentino interés por tocar las partes de pia- no de las canciones de Schubert. Si tenemos suerte, hasta puede que se im- provise un concierto esta noche” (p. 404). Más accidentada la historia del «Piano de Siena» (4) ”La iglesia estaba a oscuras, semivacía, el señor Beniamino encendía las velas. Así que todavía estaba vivo, y ni siquiera había envejecido mucho. Quizás por la vida que llevaba, y que él le había envidiado siempre; es más, a lo mejor todavía estaba a tiempo, en cuanto hubiera despachado el resto de sus asuntos, de hacerse sacristán. Así, por libre, sin ninguna pretensión y sin que pretendieran tampoco de él que se hiciese devoto, pero dispuesto a hacer todo lo que hiciera falta por la devoción de los demás. Preparar el altar, ex- tender la sabanilla blanca y llenar de agua las vinajeras, encender y apagar las velas y poner los avisos parroquiales en la puerta, luego beberse un vasito de vino con alguien en el café de enfrente y marcharse a casa- qué vida más ple- na, igual, profunda”. Esta descripción es de la iglesia del Sagrado Corazón de Trieste: Claudio Magris, Microcosmos (Barcelona, 1999) 314. (5) En un caso, acabaron en Sepúlveda después de una generación inter- media en Guadalix de la Sierra. (6) Hemos tratado de él en La repercusión local de las corrrientes litera- rias. El escritor sepulvedano Ríotaliso (1879-1933), en “Religión y Cultura”, núm.139 (1984,3) 227-36. (7) En aquella villa, siempre suspirando por las glorias pasadas, aunque de ellas no se tuviese una visión real, herida por la necesidad de la emigración, con más oriundos en Madrid que en ella misma, de imposible o negada adap- tación a las corrientes de la prosperidad y la renovación de los nuevos tiem- pos, la frustración de sus valores sigue exigiendo la melancolía en su evoca- ción. El escritor Francisco de Cossío la dejó a los seis años, habiendo perdido

210 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS a sus padres tuberculosos, permaneciendo doce en Valladolid sin volver a ella. Escribió sobre la misma páginas bellísimas, pero tampoco llegó a su Roden- bach. El torero Victoriano de la Serna, con dotes artísticas llamativas, empezó en los ruedos tarde, no se esmeró lo que habría podido, y terminó antes de tiempo. El escultor Emiliano Barral murió joven en el frente de Madrid. Sus her- manos Martín y Alberto se exiliaron, y el primero fue víctima en el Brasil de una neurosis esterilizante. (8) ”Universidad y Tierra” 1 (1934) 34-5. (9) Un censo de vecinos pecheros de 1533 da 443 para Sepúlveda. Cuéllar, luego mucho mayor, aparece con 380, y Cantalejo, que también la superaría, na- da más que con 126. La vecina y rival Riaza con 404, en este caso no mucha di- ferencia con la proporción posterior. Otros pueblos segovianos arrojan unas cifras que, proyectadas al futuro, suponen haber padecido menos sangría que Sepúlveda: , 301; , 286; , 220; Turégano, 191. En cambio no podemos decir lo mismo de Pedraza, con 232, y de , con 175. Pero estos datos son fiscales, por lo cual no reflejan toda la realidad y resul- tan muy diferentes a poca distancia cronológica. Así, en 1587, una relación dio- cesana de las pilas bautismales y vecinos, da para Sepúlveda 399, pero para Cuéllar con Escarabajosa 686, para Fuentepelayo 378, para Aguilafuente 268, pa- ra Turégano 244 y para Riaza 316. Segovia cuenta 1306. Y en sus cercanías, Villacastín 950, El Espinar y anejos 600, Santa María de Nieva y Ortigosa 460, Carbonero y su barrio Fuentes 294, Otero de Herreros y su anejo Pedroso 270, y y su anejo Moñico 262. En el vecindario general de España de 1717 Sepúlveda figura con 150, Cuéllar con 200, Cantalejo con 112 y Turégano con 51. Pedraza, con 160; comparativamente, su descenso fue abrumador no mucho des- pués (como el de la inmediata Orejana, con 110). . En todo caso la vecindad se- pulvedana disminuyó mucho en los últimos siglos bajomedievales y de la mo- dernidad, teniendo que pensar el historiador en una decadencia de la industria y una incapacidad para sustituir lo extinto o compensar lo aminorado. El contraste es prodigioso con Cantalejo, que triplicó su población en el XVIII, en virtud de la inmigración de parados y hospicianos y su dedicación a la fabricación de trillos y su venta ambulante y el trato de ganado. De 1768 a 1786, fechas respectivas de los censos del conde de Aranda y de Floridablanca pasó de 866 habitantes a 1448. (10) En la línea de Valladolid a Ariza. (11) El intervencionismo económico del franquismo, con la creación del Servicio Nacional del Trigo, puso fin a ese paisaje humano. Aunque yo sí co- nocí aún correr materialmente el trigo en el pavimento románico de la Virgen de la Peña, a la que se seguían llevando en grano ofrendas el dia de su fiesta, finalizada ya la recolección. (12) Los mapas oficiales de las campañas napoleónicas de ese territorio no incluyen Sepúlveda, acaso considerando que quedó fuera de la acción que lleva su nombre. El general Savary no se dirigió a ella desde , sino desde

211 ANTONIO LINAGE CONDE más al norte, Carabias. El emperador sí pasó por Biceguillas. Aquí estaba el en- lace de Sepúlveda con el camino real, hito en la geografía postal por lo tanto. (13) Puede verse nuestro artículo Geografía, historia militar, historia. En torno a Sepúlveda en la guerra de la independencia, en “Militaria. Revista de cultura militar” 7 (1995=Congreso de la Asociación Internacional de Museos de Armas y de Historia Militar, IANAM; 1993”) 303-12. (14) Es instructiva la formidable introducción científica de Hernández Pa- checo al primer tomo de la Historia de España dirigida por Menéndez Pidal. (15) Así las cosas, no nos puede sorprender la vitalidad bélica, aunque sor- da, por la inactividad del frente de Somosierra, de Sepúlveda en la guerra ci- vil. Desde entonces acá no se ha detenido precisamente el progreso de las ar- mas. Pero aun así, ha habido demostraciones palmarias de cómo la infantería y la lucha en la tierra siguen siendo necesarias para ganar las guerras de veras. (16) Aquí está enterrado el poeta Gil de Biedma, de su familia. (17) Hemos tratado de ella, y de la que en los días republicanos tuvo el Círculo Radical Socialista, en Dos bibliotecas de Sepúlveda, de la Restauración a la República, en “El Museo de Pontevedra” 52 (1998-Homenaje a José Fil- gueira Valverde) II, 367-84. (18) La Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda del pasado al futuro, en el “Homenaje a Juan Berchmans Vallet de Goytisolo” (Madrid, 1990) V, 279-361. (19) En Aldeonsancho se nota su índole mixta entre esta manera y la del siguiente Cantalejo de ladrillo. (20) Y menciona el panteón de los Condes de Sepúlveda. El artículo es de Ángel Dotor y Municio. (21) La hemos evocado en La imprenta perenne y entrañable, en el pro- grama “Semana Santa; Sepúlveda, 2003) sin paginación. (22) El llamado La Picota, no pasó de un programa de fiestas. (23) En una de esas funciones, en este caso de verano, se conocieron los padres del citado poeta Gil de Biedma. (24) Venido de Polonia. (25) Siempre el día anterior, o sea las que se llamaban litúrgicamente pri- meras vísperas. Las segundas, cuyo nombre no correspondía por lo tanto al len- guaje común, eran desconocidas en esta época. (26) Los que no tenían cargos se llamaban hermanos. (27) Pero hay testimonios de que no siempre fue así, al menos en ciertos casos, sino que la llamada vigilia se separaba de la misa, y a la hora mañane- ra se decían los laudes, o sea a la suya, a diferencia pues de los maitines a los

212 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS que, de una u otra manera, en ningún caso se los respetaba. Por ejemplo, del párroco del vecino Cantalejo, Pedro García Berrueco, que murió en 1529, sa- bemos que le dijeron vigilia de nueve lecciones- o sea los tres nocturnos de los maitines- y letanía en su funeral, y en el novenario misas y vigilia solemne por la tarde y laudes por la mañana. Y Juan de Ortega Vázquez, uno de sus sucesores, muerto en 1606 ordenó en su testamento una misa cantada del Espíritu Santo y vigilia. Estos maitines no de difuntos no los hemos llegado nosotros a conocer. Otro párroco de Cantalejo, Diego Gil de Jibaja, dispuso a 15 de diciembre de 1708 que “si falleciere a hora que se pueda decir misa, se le diga cantada, y si no lo fuere, se digan vigilia y otro día siguiente la misa”. La vigilia en las exequias cuando éstas eran por la tarde se mantuvo en la Sepúlveda de mi tiempo, con invitatorio, el cual se omitía en los demás lla- mados oficios posteriores al entierro. En unos aranceles cantalejanos de 1726, se fijan ocho reales en los oficios de honras y cabo de año “en los que dicen dos vigilias, una por la tarde y otra por la mañana antes de misa, sin invitato- rio”, y en el novenario de misas siguiente a la defunción se alude al canto de una vigilia semidoble. Ésta consistía en un solo nocturno. Los que se llamaban oficios de honras eran los dos con esta vigilia que era costumbre cantar a los difuntos además del de entierro, siempre seguidos de la misa. Ellos y el pri- mer aniversario o cabo de año eran el mínimo habitual. Pero cuando los ani- vesarios se prolongaban en los años sucesivos o se decían otros oficios co- rrientes por algún muerto, consistían igualmente en uno solo de los tres noc- turnos sin el invitatorio. El novenario de misas a veces se concentraba en me- nos días. Se pensaba que el alma en el purgatorio esperaría menos si la llega- ban antes los sufragios. (28) Llegamos a tiempo de oír al entrañable Pedro Ocón de Oro su extra- ñeza por no cultivarse éstas en nuestros días. Él mismo no lo hizo. (29) Más bien editoriales. (30) Sobre éste remitimos a nuestro artículo ad vocem en el “Dictionnaire d’histoire et geographie eclésiastiques” y a nuestra comunicación al Congreso de Historia de la Frontera de Alcalá la Real en 2005. (31) Éste era responsable de la parte artística de “Alrededor del Mundo”. (32) Algunas de estas revistas son notables por sus encuadernaciones in- dustriales de estilo modernista. La contraportada del primer número de ésta es un anuncio de las mismas, a saber “encuadernaciones y tapas para las obras editadas por los señores Montaner y Simón. Taller de encuadernación de Hermegildo Miralles, Barcelona”. (33) Ocupando el resto de la página, por ejemplo, otro anuncio literario, A Regería, de Narcís Oller, y los vinales de las firmas riojanas López Heredia, y otras de Manzanares, y las malagueñas (old brandy, coñac puro de vino) de Jiménez y Lamothe.

213 ANTONIO LINAGE CONDE

(34) Llevaba también algunas acauarelas, adheridas al papel sólo por un extremo. (35) ENRIC UCELAY-DA CAL, El imperialismo catalán. Prat de la Riba, Cambó, D’Ors y la conquista espiritual de España (Barcelona, 2003) 270-9. (36) Véase PILAR SÁNCHEZ CUESTA, La lusofilia de doña Emilia Pardo Bazán, en el “Homenaje universitario a Dámaso Alonso reunido por los estu- diantes de Filología Románica. Curso 1968-1969” (Madrid, 1970) 143-60; la ma- teria de este estudio son sus colaboraciones en “La Ilustración Ibérica” y “La Ilustración Artística”. (37) Un diplomático, conocido luego por haber conseguido la restauración arquitectónica y monástica de Poblet. (38) Por ejemplo, de Manuel Martínez Barrionuevo. (39) Nuestros militares estudiaban entonces todos los aspectos relevantes con vistas a un enfrentamiento del ejército japonés. Algunas huellas del bushi- do se tuvieron a la postre en cuenta al organizar en el siglo siguiente la Legión Extranjera en África. (40) En la guerra rusojaponesa de 1905, el movimiento predominante en la opinión española fue rusófilo. Se recuerda en Vigo la acogida a los marinos de un buque suyo que hizo escala en el puerto camino del teatro de opera- ciones. Para los países europeos vecinos puede verse la novela La batalla, del marino de guerra y académico francés Claude Farrère, aunque el argumento gi- ra en torno al drama nipón entre la espada y la pared, o sea la encrucijada de lo autóctono y lo foráneo. (41) En algunas está indicada la procedencia: “Se vende en el Almacén de pa- pel de Cano; Concepción Jerónima 27, Madrid”, y “Burgos, Imprenta de Villanueva”. (42) Para aprovechar el papel, por mor de un error, en algunos casos que- dan unas líneas al revés, con el título luego vuelto a copiar. Unas señas parisi- nas de que antes dijimos, el Magasin des Demoiselles de la calle Lafitte, están copiadas varias veces, añadiéndose luego , para identificar esa revista, “18, an- née nº 3”, y también otra dirección: París, Typographie Hennuyer, rue du Boulevard 3, y ( no descartamos una mala lectura) “prseide à Gunner”. (43) Tolis, quiries (aunque en esta transcripción de la palabra griega yo en- tiendo no la hay). (44) Sigue Y [...] encima [...]. (45) Scherzo español, allegro se añade. (46) El canónigo Francisco Aguirre Cuervo (puede verse la noticia que le dedica la Enciclopedia Asturiana y mi artículo en el Congreso de la abadía de Alcalá la Real de 2004) me hablaba, por ejemplo, de una pequeña peculiaridad del sacristán de la catedral de Oviedo en el sanctus de difuntos.

214 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

(47) Al final están ornadas las iniciales M.I., quizás del copista, (48) Unas líneas atrás hemos transcrito este vocablo con otra ortografía, De no decir otra cosa nos vamos ateniendo al original. (49) La primera de que vamos a decir en la Calcografía Eslava: “A 2 voces, 28 reales; a 3, 32; con orquesta, 40. Tanto las tres voces como las partes de or- questa se venden aparte y los papeles sueltos”. No vamos a indicar los precios en todos los casos en que aparecen. Pero sí hay que notar que comparativa- mente siempre nos resultan elevados. Muchos años después, en los días de las novelas cortas de aparición periódica, había algunas que valían cinco céntimos. (50) Aunque luego se dice “para piano u órgano”. (51) Almacén de música y fábrica de pianos de B.Eslava; Ancha de San Bernardo 9, Madrid; reales 24. (52) A Romero, editor; Preciados 1, Madrid; 8 reales. (53) Romero, 5 reales. (54) Administración: Campomanes 8, Madrid. En lo sucesivo TC a conti- nuación del título indicará esta editorial. (55) O sea 1875. Perdidos ya por Pío IX los Estados Pontificios. (56) ”Propiedad”; Madrid, calle del Correo nº 4, Almacén de música de C.Martín; 8 reales. (57) Biblioteca de La Correspondencia de España; gratis a los suscriptores. A Carmen Barrionuevo y Ruiz Soldado. (58) Editada por Erviti. (59) En lo sucesivo indicaremos su pertenencia a ella por la sigla (IM). (60) A su amigo J. Salvat y Crespí. (61) A María de las Mercedes Molina y Ribó. (62) Con otras tres suyas y Viva Navarra, de que diremos, constituyen el “Repertorio de música escogida para piano por varios autores”; J.Erviti, Lope de Vega 7, Madrid, cada pieza a 2 o 3 pesetas. (63) Publicadas por su amigo Félix Ochoa de Alda. (64) Dedicada la obra a María V.Bosch de la Presilla. En la contrapartada se anuncian las obras de L-M-Gottschalk. (65) A su discípula Adelaida Cañado. (66) A Celia de Maldonado de Miguel (67) No consta el editor pero sí el precio de 4 reales.

215 ANTONIO LINAGE CONDE

(68) Hace parte de un conjunto (editado por Eslava, cuando estaba en Arenal 18), titulado por algunas de ellas Impresiones del alma. Poesías musica- les, para piano o canto y piano, de M.Perillán, las letras de P.Buxó. Anuncia la polka fantástica El arroyo, la mazurka La infancia, y el “pensamiento poético en forma de mazurka” El retrato de una niña. (69) Cantada, se nos dice en el encabezamiento, por Letizia Cortesi, como la primera (dedicada por el editor a Mª-Cª Coll de Coll) por G.Spontini. Aquélla “se hallará en los almacenes de música Mintegui y Hermoso, en Madrid”; ésta ”en la librería de Hermoso frente a las Covachuelas. 12 reales”. (70) 4 reales para canto y 3 para piano. (71) Preludio, canción de tecla-tecla, dúo, allegro, tecla, orquesta, allegret- to, tecla, orquesta. Moderato es la única indicación de esta índole. Consta de cuatro números. Los protagonistas son Luciano y Pascual. (72) 6 pesetas; las dos piezas anteriores 12 y 10 reales. (73) Carrera de San Jerónimo 34, Madrid; el precio es de 13 reales, pero la suma de los precios de las piezas separadas ascendería a 49’50. En la contra- portada se anuncian arreglos para banda. (74) De una dedicatoria manuscrita, el endiablado encuadernador sólo nos permite leer “amigo Pepe, te remito este pasodoble en prueba de cariño que [...]”. (75) ”A mi queridísimo maestro Carlos G.Vidiella”. (76) Gran almacén de música de Casimiro Martín, editor; Correo 4, Madrid. (77) Del mismo editor que la composición de Márquez; precio fijo de 2 pe- setas, y 3 para banda. (78) Publicado en Nuevo Mundo, 4-5-1898. (79) La primera “conforme a la cifra de dicho tratado”; la segunda “armo- nizada para cuarteto y transcrita para piano”. (80) A mi distinguida discípula Patrocinio Alarcón y Plaza; 7’50 pesetas. (81) Editada en La Coruña por el almacén de música de Canuto Berea y Compañía; 38, calle Real.En la contraportada se anuncian otras obras gallegas, de Adalid, Baldomir, Berea, Chané, Cinna, Lens, Montes, Piñeiro, Santos, y Veiga, que son para canto y piano, piano sólo, y banda militar, aunque éstas no son militares sino serenatas, alboradas. aires populares (un pasodoble) y la rapsodia Nos muiños de Peirayo de Santos. (82) Dedicada a Elisa Alamán; la anterior a la también doncella F.Ribas- las abreviaturas a veces llegan a un prosaísmo deprimente, aunque en este caso quizás no se quería dejar del todo identificada a la destinataria.

216 LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL: UN PIANO Y SUS PARTITURAS

(83) IM las tres piezas. (84) Consta el precio, una peseta, pero no la editorial. (85) Romero, almacén de música e instrumentos; Preciados 14, Madrid; 16 reales. (86) En la zarzuela El hombre es débil, leemos: Yo no voy a Puerto Rico en un cascarón de nuez, porque siendo tan chiquito nos vamos a fondo en él. (87) La adornada firma J.L.M. parece de la copia. (88) ”Más vivo” es una indicación. (89) Anunciando en la calle del Arenal, dentro del título Amor y danza o álbum del diablo para piano con letras, las “canciones habaneras” La españo- la, La sonámbula, Flor de un día y Ecos del alma; la mazurka (=redova) Mi amor, la polka-mazurka Mi morena, y La perla del Turia. (90) ”A mi discípula la srta. Ramona Polo”. (91) Antonio Linage Revilla. Sobre éste hemos escrito De unas memorias con membrete de las Milicias de la República, en el volumen “Entre nubes de incienso” (Segovia, 2002) 99-115 y 137-40. (92) Hemos normalizado la puntuación, en el original muy parsimoniosa, a tenor de un tono coloquial que pide la oralidad habitual en la relación entre remitente y destinatario (93) Alude a las citadas fiestas de la Villa, que se celebraban el último do- mingo de agosto o el primero de septiembre. (94) Victorino Margüello, pintor nacido cerca de Peñafiel, avecindado en Sepúlveda. (95) Alude a la profesión de los padres de la novia. (96) Parece referirse a un grupo teatral de Sepúlveda. (97) Ese mismo año, 1904, cantó misa un hijo de éste, Guillermo Abad de La Serna. Por padecer una cojera, su padre le hizo ordenar a título de patri- monio, lo que implicaba su permanencia en la Villa. Los ornamentos de su can- tamisa se conservan en el camarín de la Virgen de la Peña. Vivió largos años, desempeñando una labor litúrgica decisiva en los días de la escasez de clero. (98) Alude a la profesión y los orígenes en ese barrio del alcalde en cues- tión. (99) El instrumento y las partituras estudiados aquí son propiedad de la Fundación Arlu, de la arpista María Rosa Calvo Manzano.

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JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA. ANÁLISIS MORFOLÓGICO Y EVOLUTIVO

“Efte fortifsimo fitio, que la naturaleza formó in- expugnable, efcogio Hercules, nueftro fundador, para vna Ciudad, propugnáculo entonces de lo mejor de Efpaña” (1)

Es claro el interés estratégico del enclave en que se asienta la ciudad de Segovia, lo que justifica plenamente la existencia de un primer asentamiento prerromano. En el año 218 a.c. los ro- manos penetran en la Península quedando nuestra ciudad in- cluida, hacia el año 27 a.c. en la Península Citerior, una de las dos provincias en que los romanos dividieron inicialmente His- pania (Ulterior y Citerior).

Apoyando la hipótesis de un primitivo asentamiento romano, tenemos las estructuras aparecidas durante las obras de restaura- ción que realizamos en 1983 en el adarve de saliente del Alcázar; las excavaciones llevadas acabo en el curso de aquellas sacaron a la luz partes importantes del antiguo basamento de la fortaleza, fundaciones que los expertos calificaron como obra romana (2). La presencia del colosal acueducto, en una ciudad en la que la ausencia de otros vestigios arquitectónicos de carácter romano es manifiesta, no se justificaba más que con la pretérita existencia de un establecimiento militar, adecuadamente fortificado y de im- portancia pareja a la de la monumental puente Seca. Por la im- portancia de esta y la sólida construcción de los restos aparecidos, Segovia habría sido una importante plaza en la Hispania Citerior, confirmándose así las antiguas hipótesis sobre la existencia de un emplazamiento castrense de cierta entidad en época romana.

Hacia el año 410 d.c. comenzó la entrada de los pueblos bár- baros en Hispania y en el 494 se asentaron en su solar los visi-

221 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ godos, instituyendo un orden nuevo. Durante esta etapa, y tras la conversión al cristianismo de Recaredo, se erigió el obispado de Segovia, hacia el año 527 d.c., de cuyo posterior desarrollo y presunta disolución tras la invasión sarracena, apenas tenemos noticias (3).

En el año 711, musulmanes provenientes del norte de África invadieron la Península; como consecuencia, los habitantes del territorio comprendido entre la Sierra y el Duero huyeron hacia el norte, quedando la zona en gran medida despoblada. Este va- cío demográfico fue ocupado por un asentamiento de población bereber; de todas las distintas etnias que traspasaron el estrecho de Gibraltar (árabes, sirios, eslavos, bereberes …), fue a estos úl- timos a los que se les asignaron las peores tierras del nuevo te- rritorio conquistado.

Este hecho provocó un descontento generalizado y, conse- cuentemente, una serie de revueltas que fueron aprovechadas por el joven rey leonés Alfonso I para acoger en sus dominios a toda la población cristiana que huía de los bereberes. De esta manera creó una línea defensiva de tierra yerma entre sus terri- torios y los musulmanes difícil de atravesar: la llamada “tierra de nadie”.

A pesar de esta caída demográfica, debió quedar una peque- ña minoría cristiana que permaneció en la ciudad de Segovia. Según el marqués de Lozoya, las tierras segovianas no quedaron del todo despobladas, basándose en pruebas arqueológicas que demuestran que los templos románicos se levantaron junto a las necrópolis visigodas, lo que probaría la continuidad de los asen- tamientos cristianos durante los siglos VIII y IX. Así, esta mino- ría se convirtió en la comunidad mozárabe, dato fundamental para la comprensión del origen de la iglesia de San Martín, en- tre otras.

En el siglo X los condes castellanos iniciaron una tímida la- bor de repoblación, a la que puso fin el caudillo musulmán Al-

222 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA manzor. Aún así, Segovia se convirtió en el s. XI en importante centro de colonización de las tierras ahora ocupadas por los cris- tianos. Tras la toma de Toledo (1085) el rey Alfonso VI, ayuda- do por su yerno Raimundo de Borgoña, acometió la consolida- ción del territorio y la repoblación de la zona, formada por gen- tes libres, que gozaban de primas reales y se organizaban en concejos. Este afianzamiento territorial sería apoyado por una modalidad arquitectónica común en todos los reinos cristianos, el estilo románico.

Sin embargo, el nuevo estilo, aun con múltiples puntos en común, no se desarrolló por igual en todos los pueblos. Debido a la mezcolanza cultural de los nuevos pobladores, el románico segoviano se vio fuertemente influenciado por una importante tradición mozárabe, aún perdida la cadena transmisora, estable- ciéndose una convivencia que continuó en los siglos XII y XIII. Igualmente llegaron a la provincia influencias aragonesas y bur- galesas, penetrando de norte a sur como camino de transmisión y por el este las de Soria; luego, por el noroeste, se introdujo la influencia de Sahagún y el románico de ladrillo leonés. Todas es- tas corrientes se fusionaron con la estética mudéjar, de presencia no suficientemente justificada en la zona (4).

En los albores del siglo XII la arquitectura románica se im- puso de manera generalizada en los reinos cristianos. El románi- co fue un estilo que de inmediato se identificó con la prospera nobleza castellano-leonesa; sobria, recia, áspera, monástica,… e inmediatamente el aspecto de las ciudades como Segovia tomó tintes del nuevo estilo emergente.

Bien que tardiamente, el románico tuvo un extraordinario arraigo en toda la provincia de Segovia, como lo demuestra el hecho de que se siguieran elevando edificios conforme a esta es- tética, cuando ya el estilo gótico estaba introducido en Castilla. La anacrónica construcción del claustro de Santa María de Nieva, en tiempos de Catalina de Lancaster, es singular muestra de ello.

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LA IGLESIA DE SAN MARTÍN.

La iglesia de San Martín es una de las más singulares de Sego- via e, indudablemente, la de morfología más compleja. Situada en el centro del peñón rocoso en que se asienta la vieja ciudad amu- rallada, con un pronunciado declive topográfico hacia el sur, tenía una privilegiada ubicación dentro de la compleja y dispar trama urbana. A mitad del camino de la principal arteria de la ciudad, la calle Real, que enlaza el mercado mayor y el Azoguejo, en su en- torno fluía la mayor vitalidad de la ciudad. Rodeada de mansiones señoriales y casas fuertes, la vecindad del palacio real la llevó en su tiempo a asumir un importante papel en la vida religiosa de la comunidad cristiana segoviana, viniendo a ser la iglesia más im- portante y rica de la ciudad. Hoy, el entorno urbano de San Martín encierra gran parte de la historia segoviana de todas las épocas y no cabe duda de que, en el aspecto artístico, conforman ambos un conjunto del máximo interés.

Señalemos cómo, tradicionalmente y de forma generalizada, se ha considerado la iglesia de San Martín como un notable tem- plo románico; clasificación correcta, por supuesto, bien que efec- tuada apresuradamente y sin mediar un detenido estudio morfo- lógico del edificio. Así, aunque lo románico sea lo más destaca- ble en su aspecto global, es manifiesto la presencia de otros mo- dos y etapas históricas, tanto en la configuración de la planta co- mo en la concepción espacial, bastante poco románicas ambas.

Numerosos edificios religiosos por toda la Península nos ha- blan de comportamientos similares, dentro de un proceso de evolución y crecimiento a lo largo del tiempo, en función de las necesidades de la comunidad que lo ha utilizado, tales como la litúrgica, el acrecentamiento poblacional, los condicionantes cul- turales y estéticos del momento,… por eso hemos de considerar todos estos factores para la correcta lectura del monumento.

Las etapas que más claramente han dejado su impronta en San Martín son la mozárabe, la románica y la barroca, siendo la

224 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

225 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ mozárabe, por su condición de original, la más significativa e in- fluyente de las tres, aún cuando exteriormente sea la menos ma- nifiesta. Como ahora veremos en detalle, la composición original del templo, la concepción del espacio interior y la metrología del núcleo primitivo responden claramente a un planteamiento mo- zárabe; y es por ello que, podemos afirmar que el origen de San Martín está más vinculado a la manera de hacer oriental, que a lo románico occidental. Así hemos de entender que se trata de un edificio de concepción mozárabe, que posteriormente fue adaptándose a las nuevas necesidades, en función de los diver- sos condicionantes socioculturales de las épocas en que se des- arrollaron las sucesivas etapas constructivas.

EL TEMPLO PRERROMÁNICO

El primitivo núcleo de San Martín parece corresponder al si- glo X, encuadrado en esa oscura etapa, pobre y modesta, previa a la definitiva repoblación de la ciudad por Alfonso VI, siendo presumiblemente sus artífices mozárabes de aluvión; parece aventurado atribuir a la población local capacidad suficiente pa- ra la construcción de un templo como el que nos ocupa. En to- do caso, y siguiendo el principio de la “permanencia de los lu- gares de culto en el solar”, cabe la posibilidad de que este tem- plo mozárabe estuviera construido sobre un anterior santuario visigodo, que, a su vez, se hubiera edificado sobre un antiguo ara o lugar de culto prerromano, teniendo en cuenta la perma- nencia, hasta no hace muchos años, de dos berracos celtibéricos de piedra berroqueña en la vecina plaza de las Sirenas (5).

Todo esto no son sino hipótesis, ante la falta de documentos, pero lo que sí es incuestionable es el perfume mozárabe del tem- plo primero: por su disposición en planta; por su morfología es- tructural; por sus proporciones y por su técnica constructiva, se trata indudablemente de una obra de arquitectura anterior a lo ro- mánico y seguramente relacionada con la primera repoblación.

226 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

227 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

La voz “mozárabe” procede del árabe mustarib, arabizado. La doctrina coránica establece muy claramente que “El Islam pre- dominará y así nada se elevará sobre él”; sin embargo, bajo cier- tas condiciones, generalmente fueron respetadas las creencias re- ligiosas de la “gente del Libro”, es decir, de judíos y cristianos. Así, los cristianos gozaron de bastante tolerancia para practicar su culto, pero en los lugares de predominio de la población mu- sulmana no podían hacer ostentación de sus creencias y ritos. De esta manera se les permitía la plena posesión de sus iglesias y propiedades, pero no la construcción de nuevos templos, y sí tan solo la reparación de los ya existentes. Por ello, no es extraño ver cómo, en determinadas áreas, el llamado arte mozárabe vie- ne a ser un consorcio de elementos tradicionales latino-godos y de otros árabes, que se desarrollaron hasta el siglo XII, cuando las invasiones musulmanas, almorávides y, especialmente almo- hades, llegaron a borrar de la sociedad arabizada española cual- quier vestigio de las tradiciones judías y cristianas.

Resulta ocioso por demás proponer un modelo arquitectóni- co único para las llamadas iglesias de repoblación del siglo X, profusamente estudiadas por Gómez Moreno (6). Morfológica- mente tienen notables similitudes tipológicas con Bizancio y po- demos aventurar su procedencia sarracena por el sur, o goda por el norte, con evidente influencia oriental. El sello bizantino se manifiesta en los esquemas de las plantas, las formas de above- damiento, la compartimentación espacial y la tendencia ascen- sional del espacio. Los esquemas planimétricos más repetidos son tanto los basilicales, con elementos orientalizantes que re- cuerdan basílicas áfrico-sirias tardorromanas, como los de cruz griega, quizás por la influencia de construcciones visigodas de tradición hispánica, o de la “nea eclesia” bizantina.

Estas iglesias de repoblación tienen en común un marcado interés por la compartimentación espacial en celdas, rectangula- res o cuadradas, de pequeño tamaño, debido probablemente a la jerarquización del rito, propio de la liturgia hispánica, así co- mo a los escasos medios y conocimientos técnicos. Esta frag-

228 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA mentación del espacio interior, tiene adecuada respuesta al ex- terior en su alzado y volumetría, de manera que el cuerpo cen- tral sobresale del conjunto en altura y el resto de los espacios lo anillan o cinchan alrededor, en una suerte de apiramidamiento. Estos cuerpos, construidos sobre el crucero, son del todo nove- dosos, así como sus modos de sustentación y cubrición, con va- riedad de soluciones para ello. Los grandes cimborrios centrales, referencian el espacio desde el exterior, vertiendo luz hacia el in- terior mediante huecos abiertos en las distintas caras, algo que alcanzará su máxima expresividad en el románico zamorano de finales del siglo XII.

Las cabeceras suelen ser de dos tipos: cuadradas o circulares. Los presbiterios cuadrados acostumbran a cerrarse con bóveda de arista y disponen columnas de apeo en los ángulos; los circulares suelen trazarse en planta de herradura y se cubren con bóvedas de gajos (Mazote). Caso más raro es el de los presbiterios cua- drados cubiertos por bóveda de cascos, como la que encontra- mos en el cimborrio de Mazote, de difícil solución constructiva. A veces encontramos unas cámaras de notable entidad a los pies del templo, a modo de contra-ábsides, rectos al exterior y circu- lares al interior, con sentido funerario (Mazote, Peñalba); repiten el esquema del ábside principal y así, por su situación, la entra- da al templo se realiza por el lateral sur. Igualmente los cimbo- rrios se cubren de esa manera, si bien no son extrañas las bóve- das de arista. Cuando presentan nave de crucero, los brazos se cubren con bóveda de cañón, a veces rematados en los extremos con exedras gallonadas.

El arco ultrasemicircular fue de generalizada utilización por los mozárabes, llegando a ser un referente claro de toda la ar- quitectura de repoblación, hasta el punto de haber sido frecuen- te la identificación de estas formas con su arquitectura. Sin em- bargo se puede comprobar cómo, con anterioridad, ya había si- do profusamente utilizado por los visigodos en sus templos, bien que tan sólo con sentido constructivo y rara vez como directriz planimétrica. Era este producto de un sistema de construcción de

229 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ tradición tardorromana, con leve ultrasemicircularidad que no sobrepasaba 1/3 del radio con trasdós que caía en perpendicu- lar al sobrepasar la línea del centro. El mozárabe, sin embargo, era consecuencia de lo cordobés, anterior a lo califal, con ultra- semicircularidad de 1/2 del radio y concordancia de intradós y trasdós.

Por último, dentro de la arquitectura mozárabe, cabe reseñar el generalizado uso de la columna, con tendencia al modelo co- rintio con basa ática, frecuentemente utilizando elementos de acarreo. Así los soportes son columnarios (Mazote, Escalada) o mixtos con núcleo central cuadrado (Lebeña). Igualmente fue habitual el uso de columnas adosadas en la embocadura de los ábsides (Peñalba, Mazote, Escalada, Lebeña) y en la formaliza- ción de los iconostasios, hoy perdidos casi en su totalidad.

En el caso de la iglesia de San Martín, lo que se conserva del núcleo originario lo constituye un cuadrado, dividido en nueve compartimentos mediante cuatro pilares cruciformes centrales; un esquema muy sencillo que responde claramente al modelo mozárabe anteriormente descrito. Pero debemos señalar que es- te modelo, al parecer procedente del mundo musulmán vecino, hunde sus raíces formales en el lejano Bizancio.

La relación de las construcciones de repoblación y las igle- sias bizantinas es meramente tipológica y parece poco probable que los constructores mozárabes de la Península, conocieran o tuvieran influencia directa de los modos de hacer bizantinos. Pero sí es coherente que, a través de los musulmanes (por el sur), o de los godos (por el norte), llegaran a la Península estos modelos de segunda mano, siendo adoptados por la comunidad mozárabe. Reforzando esta idea encontramos las mezquitas tole- danas del Cristo de la Luz y de las Tornerías, con idéntica orga- nización en planta, cuadrada dividida en nueve espacios, y cuyo prototipo, según Chueca, hay que buscarlo en las iglesias bizan- tinas de la dinastía de los Commenos (7). Lojendio nos comenta así estas similitudes tipológicas:

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“La parte mas antigua es, sin duda, el núcleo central, que es de estructura cuadrada y esta dividido por columnas en nueve compartimentos, al modo que está también la famo- sa iglesia del Cristo de la Luz de Toledo. Esta estructura ha de considerarse fundamentalmente prerrománica, de ese arte que tanto se considera visigótico o mozárabe, como ar- quitectura de repoblación (8).”

Sin embargo hay que considerar que tanto la mezquita de Bab al-Mardum (c. 999), como la de las Tornerías (S.XI), son construcciones más tardías que los templos mozárabes de plan- ta centralizada (Lebeña, Bamba o San Martín). En todo caso en- tendemos que tal tipología debió ser tomada de la lejana Bizancio y, aun a falta de ejemplares anteriores que lo atesti- güen, debió ser bien conocida y empleada por los musulmanes en pequeños oratorios, siendo de esta manera como los mozá- rabes la conocieron y asimilaron como propia.

El origen de las iglesias de planta central de este tipo, bien que con precedentes probablemente sirios, hemos de buscarlo en Armenia, en los últimos años del siglo VI (9), donde se desa- rrolla el modelo con innumerables variantes. Perdura durante los siglos siguientes con leve evolución, experimentando un vigoro- so renacimiento en el siglo X cuando, en el área del mar de Már- mara, se expande profusamente. Morfológicamente, la planta del núcleo primitivo de la iglesia segoviana responde, según Kraut- heimer, a una tipología bizantina de Periodo Medio (864-1204 d.c.).

Es en esta época cuando eclosionan las tipologías de planta bizantina: la cruz griega atrofiada, el octógono con cúpula, el oc- tógono cruciforme, la iglesia ambulatoria, la planta de cruz ins- crita…, etc. De todas ellas la más repetida a lo largo de todo el Imperio, y por tanto la mas difundida, es la nea-eclesia: de cruz griega inscrita en un cuadrado, cubierta con bóveda de arista o cañón en los espacios secundarios y cúpula en el central, espa- cio por tanto jerarquizado. También al exterior, donde existe un

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234 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA juego de volúmenes pesados y compactos que se escalonan en función de su importancia funcional y formal.

Este es precisamente el esquema al que responde San Martín de Segovia: pequeña, alta, encerrada en el perfil de un cuadra- do, con un núcleo compuesto por nueve elementos en el pue- den distinguirse los brazos de una cruz. Los nueve espacios ge- nerados por los cuatro pilares están cubiertos por bóvedas de di- ferente formulación. Llamó poderosamente la atención de Lampérez la forma de abovedamiento, que desde el punto de vista constructivo resulta perfecta por la disposición alternativa de cañones y aristas (10). Ello es el resultado de emplear un ca- ñón que recorre el perímetro de la planta, de modo que en las esquinas se produce la intersección de dos cañones perpendicu- lares, dando lugar a bóvedas de aristas. De aristas es igualmen- te la solución adoptada por el espacio central, excesivamente re- ducido para disponer una estructura cupuliforme (11).

En cuanto a la cubierta de la iglesia mozárabe, no es difícil imaginar que estaría conformada por un sencillo tejado a cuatro aguas, cabalgando sobre la planta cuadrada; sobre ella, y mar- cando el espacio central, un pequeño torreoncillo, conformando una suerte de cimborrio, con cubierta a cuatro aguas también, que sería el antecedente de actual torre. Los ábsides, por su parte, se cubrirían a tres aguas, el central, y a dos aguas los laterales.

Atendiendo al retallo que aparece en la fachada meridional, en correspondencia con la tercera línea de pilares, podemos de- ducir que en ese lugar doblaban los muros del templo. Además dichos pilares no son tales, sino los restos de un muro, continuo en origen, al que abrirían los ábsides en arcos de los que el cen- tral sería de mayor entidad. Sin embargo poco sabemos de la for- malidad de estos ábsides. Antonio Ruiz opina que existiría un único ábside (12), pero nosotros nos inclinamos más por la exis- tencia de tres, de manera similar a Mazote, Bamba o Lebeña, re- metidos los laterales como en el caso de estas dos últimas; serí- an estos los equivalentes a la prótesis y el diacónicon. En el cur-

235 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ so de las obras que realizamos en la iglesia en 1975, llevamos a cabo una pequeña exploración arqueológica en la base del cim- borrio románico (en la nave de crucero), buscando el posible áb- side central sin que aparecieran cimentaciones que informaran del posible carácter circular del mismo y sí tan solo restos, muy deteriorados, de un muro recto en la parte de mediodía; a norte y saliente tan solo piedras sueltas, todo ello revuelto por la eje- cución de sepulturas posteriores, que también aparecieron re- movidas (13). En consecuencia nos inclinamos a pensar en un presbiterio cuadrado para la nave central e igual disposición pa- ra las cámaras adyacentes y, puestos a elucubrar, imaginamos una cúpula gallonada cubriendo el presbiterio y bóvedas de aris- ta en las capillas colaterales.

Los cuatro pilares que compartimentan el espacio interior son cruciformes con codillos, construidos con fábrica mixta, de sillar en las partes bajas, y ladrillo en las superiores. Sobre ellos vol- tean los arcos que, en el espacio central, sostienen los paños del cimborrio (hoy convertido en torre, como hemos señalado), al tiempo que apean las bóvedas de las naves laterales, todas rea- lizadas en ladrillo sobre cimbra continua. Este carácter com- puesto de los pilares es una aportación mozárabe y son simila- res a los de Lebeña, pero más complejos aunque sin columnas. Las que aparecen actualmente en la segunda línea de pilares, en las caras interiores, parece que fueron añadidas en época romá- nica, como veremos más adelante; también las tuvieron los pila- res de la primera fila, pero fueron eliminadas al colocar la tribu- na coral gótica.

El espacio interior presentaba unas cualidades espaciales bas- tante distintas a las que podemos apreciar hoy en día. En cual- quier caso es sencillo imaginar el esquema original: cada una de las nueve partes claramente identificables y cuya referencia sería el espacio centralizado, en contraposición al desarrollo longitu- dinal que le imprime en la actualidad el ábside de la nave cen- tral. El volumen conformado originalmente resultaría más com- pacto y cerrado, con escasa iluminación, debido a la parquedad

236 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

237 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ y menudencia de los huecos, característica esta que denota un marcado primitivismo en la construcción.

En cuanto al aparejo del templo original, se pueden observar, aun hoy, muros de esta etapa mozárabe. Serían en su mayoría de ladrillo, muy sencillamente empleado, con elementos que no res- ponden a una homologación fabril, si bien los hay de gran tama- ño; durante la reforma románica se intercalaron en su fábrica si- llares de dispar tamaño, posiblemente en sustitución de partes da- ñadas. Los muros de mediodía, sin embargo, están construidos a base de grandes sillares en la parte baja, luego fábrica de hormi- gón sobre encofrado en la zona intermedia y finalmente ladrillo con sillares intercalados anárquicamente en la parte más alta. Las bóvedas son todas de ladrillo, volteadas sobre cimbras, y segura- mente estuvieron enlucidas; los revocos que presentan algunas, con despiece simulado, parecen corresponder a época bajome- dieval, siendo otros claramente barrocos y no faltando alguna vil- mente descarnada. Se conserva buena parte del cornisamiento del bloque inicial, con excepción del frente de saliente, si bien no parece que corresponda al momento mozárabe, sino más bien a un románico primerizo. La cornisa es de billetes de tres filas y los canes son parecidos a los del cimborrio de Jaca, algunos simila- res a los clásicos mozárabes, pero ahora con rollos sobre direc- triz recta, a 45º, y no en curva cóncava como aquellos.

Como referencia más cercana a la primitiva planta mozárabe de San Martín ya hemos señalado las iglesias, presumiblemente coetáneas, de Santa María de Bamba (14) y Santa María de Lebeña, en las que encontramos importantes similitudes tipológicas.

El primero de los casos, Santa María de Bamba, o Wamba, es, como San Martín, un ejemplo claro de planta de cruz inscrita bi- zantina. Compartimentación espacial, cubrición con bóvedas, con la particularidad de que en este caso, los empujes de las arquerías son contrarrestados con estribos de influencia asturiana. Además la proporción entre naves es bien distinta. Responde a un esquema de tradición occidental presentando un marcado sentido longitu-

238 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

239 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ dinal; las naves laterales son algo más estrechas que la central, en una proporción de 2/3, de manera que desaparece el esquema de planta cuadrada, adoptando un cierto sentido longitudinal.

La relación de San Martín de Segovia con Santa María de Bamba, cobra especial relevancia no solo por las similitudes morfológicas de ambos templo, sino por la circunstancia de la mención de un “Frunimius episcopus Segovienses sedis”, en una escritura de Alfonso IV del Archivo de la catedral de León (15), según nos relata Manuel Carriedo Tejedo: posiblemente este Frunimio de Segovia “fue uno de esos obispos (“in partibus infi- delius”) que se documentaron al frente de sedes que todavía se encontraban en territorio musulmán, o en plazas que no habían sido repobladas oficialmente, sitas en “tierra de nadie”, pero que los cristianos ya veían próximas a alcanzar” (16). Con fecha de 15 de junio de 938 aparece nuestro Frunimio residente en un monasterio de la localidad de Wamba, estimando Carriedo que el tal monasterio de Wamba no sería exclusivamente el simple refugio de un obispo, sino que tuvo carácter de sede-monaste- rio, bien que en 950 se trasladase a Simancas (17).

Por su parte, Santa María de Lebeña, presenta un tipo arqui- tectónico cruciforme, muy desarrollado por los godos, pero que aparece vinculado a oriente desde el siglo X. La compartimenta- ción espacial es evidente. Las capillas laterales están, como en San Martín, cubiertas con cañones y la elevación de la nave central es tres veces su anchura. Sin embargo, el esquema de cruz inscrita en cuadrado no tiene respuesta al exterior. Solo se eleva el espa- cio central, quedando el resto como un cerco bajo y uniforme. La planta responde al esquema bizantino, pero no así el alzado.

Análisis metrológico

Para entender adecuadamente la arquitectura debemos apo- yarnos en la medición creadora, la cual, ya de por sí, nos puede

240 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA aportar información importante a la hora de datar los edificios. Además, solo podremos entender adecuadamente la conceptua- lidad del edificio y sus similitudes con otros paralelos, si lo ana- lizamos desde su metrología original. Por ejemplo, dos claustros monásticos pueden ser muy distintos en tamaño, y aun así ser idénticos en cuanto a su concepción proyectual, dependiendo del módulo constructivo utilizado en cada caso. Por eso no se puede entender conceptualmente un edificio midiéndolo con nuestro actual sistema de medición, el métrico decimal.

En el caso de San Martín identificamos perfectamente como unidad creadora del núcleo primitivo de la iglesia el pie mozá- rabe, de valor 33.2786 cm (18) y, de acuerdo con él, el trazado generador muestra una lógica aplastante. Se genera a partir de una cuadrícula de 18 pies de lado (19), en la que se apoyan los ejes de los pilares y las caras interiores de los muros perimetra- les, estos de 3.5 pies de espesor. De esta forma el replanteo de la traza resultaba ciertamente fácil: un esquema planimétrico muy sencillo, para una construcción muy primitiva. El conjunto mozárabe original se disponía según un cuadrado de 61 pies de lado, más un cuerpo de ábsides en ligero escalón a saliente, so- bresaliendo el central otros 18 pies, en total 79 pies de largo. El interior venía a ser un cuadrado de 54 pies y el ábside central otro de 16.25 pies de lado, igual dimensión que el espacio cen- tral del cuadrado base de los nueve compartimentos. Se trata de una típica composición ad cuadratum, característica del mundo romano y de la alta Edad Media.

Comparado San Martín de Segovia con Santa María de Lebe- ña y Santa María de Bamba, vemos que se trata de un templo considerablemente mayor. En el caso de Lebeña la cuadrícula ordenadora mide 12 pies (20) (1/3 menos que la de San Martín), el cuadrado base 36 pies de lado al exterior y 32 al interior, y el ábside central sobresale otos 12 pies. En el caso de Bamba te- nemos un rectángulo base de 52 x 35 pies, siendo el muro peri- metral de tan sólo 2.5 pies, pero estando reforzado por contra- fuertes; la nave central mide 13.5 pies a eje de pilares y las late-

241 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ rales 8.25 pies (de eje de pilar a cara de muro), lo que totaliza un ancho interior de 30 pies. Así el ancho interior en la iglesia de Bamba es de 30 pies, en Lebeña 32 pies y en San Martín 54 pies, valores que están en la relación de 1; 1.06 y 1.8. En cuan- to a las dimensiones del espacio central, que condiciona el an- cho de la nave mayor, en Lebeña es de 12 pies, en Bamba 13.5 y en Segovia 18, lo que da una relación de 1; 1.125 y 1.5.

En lo referente a las elevaciones, en la iglesia segoviana tene- mos una altura de 45 pies para el espacio central y de 32.50 pies para los satélites lo que, sobre los 16.25 pies de lado de los cua- drados base, supone una proporción cercana a la triple en el pri- mer caso (2.77) y exactamente dupla en el segundo. Efectuando la medición sobre la “campata”, es decir, sobre los ejes de la cua- drícula base, la proporción sería de 45/18 = 2.5. En el caso de las otras iglesias comparadas, encontramos las siguientes relaciones: Bamba, nave central relación o ratio 2.8; nave lateral, ratio 3 en sentido N-S y ratio 2 en sentido E-W. Lebeña: ratio 3 para la nave central y 1.9 y 1.75 para las laterales (tramos oriental y occidental.

En todos los casos vemos que se trata de proporciones de gran esbeltez, con valores que no se repetirán en la arquitectura románica y muy excepcionalmente en la gótica. La catedral de Ávila, la más esbelta de la Península, tiene una proporción triple en la nave central gótica, proporción a la que no llega la catedral de Reims y quizás tan solo es superada por Beauvais con 3.4.

EL TEMPLO ROMÁNICO

El románico segoviano es marcadamente tardío, no encon- trándose en la capital obras anteriores a los últimos años del si- glo XI. Este arte, que se introduce y difunde en España como un sistema arterial a través del Camino de Santiago, llega primero a las poblaciones más importantes de la mano de artistas itineran- tes, que trasmiten sus conocimientos a artesanos locales que in-

242 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA corporan acentos particulares. Así llegan a la provincia de Segovia las influencias aragonesas y burgalesas, penetrando des- de el norte; por el este las de Soria y más tarde por el noroeste las de Sahagún y el románico de ladrillo leonés. Todas estas co- rrientes se fusionan con las tradicionales de la población mozá- rabe segoviana, dando como resultado una enorme variedad de soluciones arquitectónicas y decorativas.

Durante el siglo XII, con la amenaza musulmana ya lejana, es cuando se produce el momento constructivo de mayor vitalidad. Las pequeñas aldeas pierden su carácter provisional y se conso- lidan, al tiempo que las villas y poblaciones importantes experi- mentan un notable crecimiento demográfico y económico. Se construyen nuevos templos, se amplían los ya existentes, se les añaden las características galerías porticadas, nuevas naves (igle- sia de San Andrés), torres, capillas, etc. todo dentro de un tenaz románico. Un románico que se desarrollará con tanta intensidad que hasta el s. XV no se producirá la eclosión del gótico, en ma- nos de Juan Guas, e igualmente será entonces cuando tenga lu- gar un despertar auténticamente mudéjar.

Ampliación de núcleo mozárabe

Tras la ocupación de Segovia en 1088 por parte de Alfonso VI, se repueblan y reconstruyen los arrabales de la ciudad, mar- cando el inicio de una intensa actividad constructiva. Es lógico pensar en esta época como un periodo de estabilidad política y económica, a la que inevitablemente asociamos un aumento de la población, aunque mucho tardaría en cuajarse el peñón roco- so. Debido a este crecimiento demográfico el pequeño templo mozárabe de San Martín no podría satisfacer la necesidad de cul- to de sus feligreses, y por tanto sería urgente una ampliación del mismo. Y ello habida cuenta de que San Martín vendría a con- vertirse en la parroquia más importante intramuros, centro de la vida religiosa de Segovia, en la que se celebrarían los más des-

243 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

244 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA tacados actos religiosos de la ciudad, y en consecuencia necesi- taría de un espacio litúrgico acorde con su relevancia.

Pero no pensemos que la ampliación de nuestra iglesia se de- bió exclusivamente al aumento de población en la ciudad. A medida que la Reconquista avanzaba los nuevos territorios tení- an que consolidarse y a esta tarea acudieron gentes de diversos lugares y culturas: gallegos, aragoneses, riojanos, vascos y “fran- cos”, atraídos por primas y privilegios reales; nuevos pobladores que se mezclaron con los mozárabes y bereberes que ya habita- ban Segovia durante la etapa anterior. Ante esta diversidad cul- tural se hizo necesario un nexo unificador, unos criterios comu- nes que establecieran un carácter propio a la nueva Hispania cristiana. Es por ello que Alfonso VI (1065-1109) recogió el mo- vimiento unificador carolingio impulsado por Cluny y liderado en aquellos momentos por Gregorio VII (1073-1085) que, como sabemos, intentaba homologar la liturgia en toda la Europa, algo que condicionaría de manera decisiva la configuración arquitec- tónica de los templos (21). Impulsor de la reforma en Castilla fue el “Concilio de Burgos”, celebrado en 1080, el cual, desde el punto de vista arquitectónico, prescribía reformas en las cabece- ras de numerosos templos existentes, ya que lo cerrado de los ábsides, muchos de ellos en planta de herradura, y los iconosta- sios del siglo X, y de hasta bien avanzado el XI, impedían a los fieles la contemplación del rito de la consagración eucarística: deberían abrirse los ábsides hasta el semicírculo, dar la mayor amplitud posible a los arcos triunfales y eliminar los iconostasios. Así, debemos entender que el espacio litúrgico de San Martín no sería el apropiado y debía cambiarse.

No obstante, prácticamente nada sabemos del proceso de cambio litúrgico en nuestra ciudad, en la que no se restauraría el obispado hasta 1120, treinta y dos años después de su repobla- ción. Sabemos que entre 1107 y hasta la llegada de Don Pedro de Agen la administración eclesiástica de Segovia estuvo en manos del arzobispo de Toledo, Bernardo de Sedirac, bien que actuan- do este como arcediano (22); es de suponer que sería durante es-

245 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ te período transitivo cuando se llevaría a cabo la rehabilitación de los viejos lugares de culto y, en consecuencia, donde debemos encuadrar la transformación estructural de la iglesia de San Martín.

La renovación románica

La transformación del viejo templo mozárabe en otro románico suponemos sería una operación larga y compleja, habida cuenta de lo accidentado del solar de asiento y de lo variado del resultado fi- nal. En una primera campaña se llevaría a cabo la transformación de la cabecera, seguramente a principios del siglo XII, durante la referida etapa transitiva; en un segundo momento, ya en la segun- da mitad de esta centuria, se llevaría a cabo la construcción de la torre e, inmediatamente después, posiblemente incluso alcanzando el siglo XIII, la adición de los pórticos costaneros.

Esta compleja secuencia renovadora es la razón de la apari- ción de algunas irregularidades de la planta, tales como rebajes, resaltos y modificaciones de algunos muros. Y ello no solo se de- be a los lógicos errores de ejecución, sino también a la adapta- ción de dos distintos módulos constructivos; una delicada labor de encaje, para conseguir adecuar las nuevas ampliaciones a la construcción original, compaginando dos diferentes tramas com- positivas.

Primera campaña románica: transepto, cabecera y torre

En la primera ampliación, por tanto, se construyeron el tran- septo y la cabecera; la nueva liturgia exigía un desarrollo longi- tudinal del espacio interior y había que ampliar la iglesia hacia oriente. La ampliación partió de los nueve cuadrados que con- formaban el núcleo mozárabe, derribando los primitivos ábsides; sobre su solar se dispuso una nave transversa, a la que se ado- saron los nuevos. Será esta una nave crucero alineada con el

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247 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ cuerpo de naves, tanto por influencia de Jaca y Frómista, como por lo abrupto del terreno que no facilitaba un desarrollo cruci- forme.

La nave transversa, de tres tramos, se cubrió con bóveda de cañón, disponiendo en el central un cimborrio: sobre un ochavo conformado por trompas, se apoya la cúpula, esférica, reforzada por dos nervios que se cruzan en el centro “de clara raigambre musulmana, fórmula ya vista en las torres de El Salvador de Sepúlveda y de la ermita de ” (23). La fá- brica es en su mayor parte de ladrillo, empleando la piedra úni- camente en las partes bajas del hastial de mediodía y en las cor- nisas del exterior. De estas se ha perdido la del cimborrio, al ser reformado en época barroca, quedando tan solo las de los bra- zos del crucero, que son marcadamente diferentes de las del cuerpo mozárabe; son de sencilla moldura en caveto, apoyada sobre canes de decoración muy elemental, bien que gran parte de estos es de reposición moderna. En el hastial sur se abrió du- rante la reforma barroca un óculo y dos grandes ventanas, al tiempo que otras dos similares en el paño central de la nave.

La cabecera se amplió a todo el ancho del frente oriental, co- rrespondiendo un ábside a cada nave, los laterales ligeramente más estrechos que el central, 14 pies, frente a los 17 de aquel, en valores del interior. Este es más prominente no solo en di- mensiones, sino también por el desarrollo del rectángulo del presbiterio que, con 20 pies, rebasa a los otros en 3 pies. Esta je- rarquía responde al cambio de liturgia mencionado anteriormen- te, que obliga a un tratamiento longitudinal del espacio. Luego, durante la reforma realizada en el siglo XVII, se suprimió el áb- side central reemplazándolo por una poco agraciada cabecera rectangular, si bien, atendiendo a la morfología de los ábsides menores, podemos imaginar como sería el desaparecido.

Exteriormente los ábsides se articulan en dos cuerpos super- puestos, separados por un baquetón: en el superior se abren los huecos de iluminación, cobijados por arcos de medio punto so-

248 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA bre columnas y taqueado en el guardapolvos, mientras que el in- ferior se modula con una arquería ciega, de labra mas torpe, sin arquivoltas y con guardapolvos sencillo; la del ábside norte se encuentra semienterrada y notablemente dañada, en tanto que la del sur fue restaurada hace medio siglo con escasa fortuna (24). Las ventanas se disponen de una manera un tanto peculiar ya que, en lugar de disponerse en el centro y a 60º, lo hacen con un desvío de 15º con relación a eje del ábside. Suponemos que en el ábside central se abrirían tres vanos, correspondiendo el central con el eje de la nave y simétricos los laterales, y la com- posición exterior respondería en líneas generales a la de los áb- sides menores, aunque probablemente no tan sencilla.

De igual manera la torre parece haber sido construida en el si- glo XII, en paralelo al crucero. Tiene la singularidad de ser de las pocas que hay en la ciudad construidas en ladrillo, junto con las de San Lorenzo y San Andrés y los cuerpos superiores de la de San Sebastián. Aunque su aspecto actual es el de una imagen ba- rroca, debido al chapitel, se trata de una construcción en la onda mudéjar con elementos del románico culto, como son los maine- les de los ventanales. Originalmente tendría una sencilla cubierta de madera a cuatro aguas, como todas.

Su recia fábrica de ladrillo, cabalga sobre los cuatro pilares centrales, sobre el viejo cimborrio mozárabe, remetidos sus para- mentos medio pie con relación a los de aquel (25).Consta de tres cuerpos con idéntica composición en cada frente. El inferior en- globando el antiguo cimborrio mozárabe, aunque remodelado es- teriormente, con una dimensión de 21 pies mozárabes en cada cara, lo que equivale a poco más de 25 pies castellanos; en su parte baja se abren las antiguas ventanas, también remodeladas y hoy ocultas en parte por las cubiertas; sobre ellas una pareja de ventanas de cumplido tamaño, de medio punto peraltado y do- blado, con mainel de caliza de orden corintio, en la primera do- bladura de los arcos. En el siguiente cuerpo, tras un casi imper- ceptible releje, se repite el tema de la doble ventana, en tanto que el superior, tras retallar 1/3 de pie, muestra cuatro huecos más pe-

249 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

250 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA queños, abiertos también con arcos de medio punto, enmarcados con sencillos alfices de medio pie. Cada cuerpo está separado del anterior por una imposta de ladrillo de esquinilla en dos hiladas, con gruesos tendeles que no llegan a los extremos y comple- mentadas con otras que organizan un pequeño vuelo.

La introducción de la torre implicó la construcción de una es- calera de acceso al campanario. Es esta de caracol y se ubica en el muro de poniente, aprovechando el regruesamiento que sufrió este al construirse la portada románica principal, durante la mis- ma campaña constructiva. En cuanto a la portada de mediodía, a pesar de los arcaísmos que muestran alguna de sus partes, nos in- clinamos a pensar que se abriría en época posterior, posiblemen- te coincidiendo con la elevación del pórtico. Probablemente se trate de la romanización de un primitivo paso mozárabe, tal y co- mo han apuntado algunos, bien que resulta extraño debido al gran desnivel que separa el templo del nivel de calle Real. Habría que pensar entonces en la existencia de una escalera, antece- dente de la que existió hasta la reforma del atrio realizada en el siglo XIX.

Segunda campaña románica: atrio y pórticos

Los pórticos costaneros son los elementos más característicos y diferenciadores del románico segoviano, además de ser de gran importancia por su incidencia urbana. No en vano el pórtico es uno de los elementos que, de manera decisiva, más ha contri- buido al aislamiento de las iglesias respecto de la trama urbana, generando un espacio abierto a su alrededor, que generalmente se convierte en plaza.

Conceptualmente tendría su remoto origen en la stoa, con su carácter asambleario y de reunión y, aunque seguramente surge con fines funerarios, acaba convirtiéndose en el lugar de reunión de los parroquianos, donde se debaten problemas de la colecti-

251 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ vidad. Es, en cierto modo, una simplificación del claustro mo- nástico: sería como un claustro civil, donde se reunía el concejo para tratar temas de interés particular de la comunidad, al no existir todavía edificios destinados a las reuniones populares. Ruiz Hernando señala la perfecta adecuación del atrio a la fun- ción de reunión, demostrada por la curiosa tendencia actual de los fieles de “permanecer allí a la salida de la misa en animada charla”. En definitiva, la función del atrio es la equivalente a la de los soportales de una plaza, donde las gentes pueden charlar al abrigo de un espacio cubierto.

Los atrios son siempre posteriores a las iglesias y suelen estar orientados a mediodía (La Trinidad, San Clemente, Santo Tomás); pocas veces también a poniente (San Juan, San Esteban, San Lorenzo, El Salvador), y excepcionalmente a norte y a sur (San Millán, San Andrés (26)). El caso de San Martín es totalmente atí- pico, ya que cuenta con pórticos en tres de sus costados.

Parece probable que, en San Martín, el nartex de poniente fuera la primera adición que recibiera la iglesia. Se conforma co- mo un amplio espacio cúbico abovedado, que hace las veces de monumental antesala del templo, todo ello realizado en piedra caliza de excelente labra. A derecha e izquierda se abren los atrios norte y sur mediante dos arcos apuntados, sin molduras y apoyados directamente sobre el muro. La bóveda es de crucería, con ojivos de sección románica y arcos de cabeza muy leve- mente apuntados, que descansan sobre unos canecillos antropo- mórficos adosados al muro del templo y en capiteles con moti- vos vegetales que, a su vez, apoyan en columnas antropomórfi- cas adosados al muro de poniente del nartex. Se abre al exterior mediante una portada, abocinada con espléndidas arquivoltas, que constituye la más grande entre las románicas de la ciudad. La portada está flanqueada por estatuas que representan a los cuatro profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel); junto con los atrios configura el más importante conjunto de escultura ro- mánica en la ciudad.

252 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

Por lógica edificatoria es de suponer que el primero de los atrios en construirse fuera el del costado norte: habida cuenta del fuerte desnivel del terreno en que se levantó la iglesia, es fácil pensar que la fachada sur quedaría notablemente elevada sobre la calle, por lo que sería más sencillo construir el atrio norte y después ir avanzando por el oeste para, finalmente, tras estable- cer una plataforma niveladora sobre el escarpe, terminar de ro- dear la iglesia con el atrio de mediodía.

Los órdenes arquitectónicos son de canon corto, con colum- nas de doble fuste sobre basas sencillas y arcos de medio punto. Los del lado norte, de arista viva y moldura envolvente con ta- queado y los del lado sur también con las aristas vivas, pero sin molduras ni guardapolvos. Los capiteles forman una serie muy notable, con iconografías de todo tipo: bestiarios, acantos, geo- métricos…, pero algunos se encuentran muy deteriorados y otros han desaparecido. En el pórtico sur fueron repuestos en el siglo XIX diversas piezas, con copias de otras del monasterio de Silos. También hay que resaltar la cornisa de canecillos historiados y con distintos motivos decorativos, de carácter figurativo y geo- métrico, y metopas con florones.

La construcción de los atrios configuró la definitiva ocupa- ción del templo, la cual se inscribe en un rectángulo de 164.5 x 109 pies, lo que arroja una proporción sesquiáltera.

El pórtico norte debió tener una vida corta ya que en el si- glo XV fue ocupado por capillas privadas, perdiendo así su fun- ción asamblearia, aunque no la funeraria. La edificación de estas capillas comportaría una obra compleja, con la excavación del subsuelo del atrio y la construcción de un recio muro de con- tención. Luego, el adecentamiento y adecuación de las mismas se prolongaría hasta el siglo XVII.

La primera capilla, a partir del crucero, se construyó como sa- cristía, uso que vino a recuperar tras la demolición en el siglo pasado de la nueva al mediodía. Tiene planta rectangular y está

253 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

254 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA cubierta por una bóveda de medio cañón. Bajo la bóveda hay un rótulo que dice: “Esta capilla y panteón de los Excmos. Sres. Marqueses de Miranda de Ebro, compró para sí y los sucesores en su mayorazgo el Licenciado Antonio de Junguito y su mujer do- ña Ginés Gimilio Vera. Año de N. Sr. Jesucristo de 1668”.

A continuación viene una anodina estancia que tiene en una de sus esquinas un arranque de bóveda gótica y que en la ac- tualidad está destinada albergar las instalaciones.

La más interesante de la serie es la siguiente, la capilla de los Herrera. Presenta una portada del gótico flamígero, formada por un arco carpanel de cinco centros con conopio, recuadrado con alfiz y decoración de cardinas en las jambas. En las enjutas es- cudos con las armas de los Herrera y Barros todo ello en deli- cadísima talla en piedra blanca. Tradicionalmente se ha atribui- do su construcción a Juan Guas, presentando similar estructura y composición que las portadas del Monasterio del Parral, la de los del Campo, en la Trinidad y las desaparecidas de los Cáceres en San Francisco. El retablo de la capilla es una de las piezas más importantes de la escultura gótica española del siglo XV, con se- pulcros labrados en alabastro.

La última capilla es la de San Ildefonso, actual museo. Hay una inscripción de los fundadores que dice :”Esta capilla fundó Alonso Moreno, Tesorero que fue del real ingenio de la Casa Baxa de la Moneda de esta ciudad. Costó en su sitio 180.000 Mrvds. Falleció a uno de agosto del año 1569”.

A esta época pertenecen también los arcosolios sepulcrales y hornacinas abiertos en los muros de las naves laterales y los áb- sides, algunos de ellos en la onda artística de Juan Guas, maes- tro hispanoflamenco tan vinculado a nuestra ciudad.

255 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

EL TEMPLO BARROCO.

Aunque pueda parecer excesivo el salto del románico al ba- rroco, este viene motivado por la escasa relevancia de los estilos intermedios (gótico y renacimiento) en la génesis arquitectónica de la iglesia de San Martín. Sin embargo sí es interesante fijar nuestra atención en este último período, ya que en su tiempo cambió manera notoria la fisonomía de la iglesia, fundamental- mente en su aspecto externo.

En primer lugar señalemos la adición del chapitel de pizarra de la torre, a mediados de siglo XVII. Este elemento conformó un hito característico de San Martín, que hace que sea visible desde toda la ciudad. El chapitel sustituyó la antigua cubrición a cuatro aguas, en un intento de darle más relevancia y esbeltez al campanario. Desde su adición hasta hoy ha sufrido numerosas reparaciones, en la última de las cuales, no excesivamente afor- tunada, se le eliminó un curioso barandal metálico que poseía en la parte inferior y que le aportaba un sello muy característico.

En segundo lugar hay que reseñar la mutilación de la antigua cabecera románica: se derribó el ábside central y en su lugar se coloco una nueva cabecera recta al exterior. Este elemento en- jarja con los muros preexistentes del ábside, pero se amplia en altura y dimensiones hacia oriente, imprimiendo mayor desarro- llo longitudinal al interior de la iglesia y afectando notoriamente su aspecto exterior. Desde el exterior a simple vista se distinguen los muros románicos de la antigua cabecera, no así en el interior que quedan ocultos tras un revestimiento unificador. En cual- quier caso esta intervención presenta graves problemas de re- planteo; los nuevos muros están claramente girados, con un es- viaje de 1,6º respecto del eje horizontal.

Las obras fueron realizadas por los maestros de obras Juan Carretero y Lorenzo de Rioseco, como figura en la escritura del 8 de mayo de 1667. La demolición se llevó a cabo con motivo de la catorcena de 1668 y el mismo año se encargó el retablo

256 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA mayor a los artesanos José Vallejo Vivero y Juan de Pardo; el do- rado y pintura del retablo fue hecho por el dorador segoviano Francisco Ximénez de Ocaña.

A finales del siglo XVIII tuvo lugar otra intervención que cambió de forma sustancial el aspecto exterior de la iglesia: la construcción de una sacristía en la cabecera, adosada al ábside sur, pieza nada agraciada y que, afortunadamente, fue demolida hace unos años.Tras un acuerdo del 3 de Mayo de 1792 la junta parroquial acordó lo siguiente: “...Que siendo la sacristía suma- mente húmeda de forma que los ternos y demás ropas que se ha- llaban en las cajonerías para su guarda y custodia estaban muy deteriorados por dicha humedad y que cada día se iban deterio- rando más, para evitar estos perjuicios, se hizo presente a los fe- ligreses, si los parecía conveniente, hacer una nueva sacristía en la parte más cómoda”... “Convinieron todos, sin voto en contra, en que se ejecutase dicha sacristía”... “Se pidió ayuda a los feli- greses, a fin de que, de ese modo, fuese menor la cantidad en que se empeñase la iglesia”.

Poco después comenzaron las obras. En 1795 se rediseñó el proyecto por los maestros Lorenzo Ciudad y José Anselino, que trabajaban en el Real Sitio de San Ildefonso, incluyendo dos fuentes exteriores. El Arquitecto fue don Juan Pla de la Torre.

La última intervención de relevancia en la morfología de la iglesia tuvo lugar en el siglo XIX, y afectó al atrio sur, que fue remodelado. Santos Sancristobal nos da información precisa so- bre las obras de reforma y ampliación, de acuerdo con los datos del archivo parroquial:

”En 1866 se comenzó la obra de completar los arcos del atrio Sur del templo, pidiéndose permiso al Obispado el 13 de febrero. Como se trataba de una obra de envergadura, y que afectaba a una de las zonas más importantes de la ciudad, se inició también un expediente ante el Ayunta- miento y ante el Gobierno Civil. El coste de la obra se tasó

257 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

258 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

en 91.000 reales, y al año siguiente se determinó arreglar el pavimento interior de todo el atrio. Durante el curso de los trabajos surgieron dificultades, y hubo que adaptar la terminación del proyecto a la junta de Obras Públicas. Finalmente, después de múltiples papeles y trámites, el maestro de obras Basilio Hidalgo concluyó la obra en ma- yo de 1871 en la cantidad de 10.748 pts., sobre el precio iniciado. Parte de esta cantidad la dieron los feligreses y parte la dieron diferentes corporaciones.”

La ampliación mencionada correspondió a los cinco arcos más próximos a la cabecera. La solución adoptada no se puede calificar de neorrománica, sino de clara imitación de lo original, ya que se incorporaron réplicas de los antiguos, realizados con gran perfección, hasta el punto de que hoy día apenas se pue- den distinguir de los originales.

259 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

NOTAS

(1) COLMENARES, Diego de, “Historia de la Insigne Ciudad de Segovia y Compendio delas Historias de Castilla”. (2) MERINO DE CÁCERES, J. M., “La Fábrica del Alcázar de Segovia”, Patro- nato del Alcázar de Segovia, Madrid 1991, pp. 18-20. () Ver CARRIEDO TEJEDO, Manuel, “Dos Obispos de Segovia en el siglo X: Fruminio de Wamba (927) e Ildereo de Simancas (960)”, EE. SS. Nº 102, Segovia 2002, pp. 47 – 78. (4) Ver RUIZ HERNANDO, José Antonio, “La Arquitectura de Ladrillo en la Provincia de Segovia, siglos XII y XIII”, Excma. Diputación Provincial de Sego- via. Segovia, 1988. (5) Según un dibujo de Bourgeois, grabado por Perdoux, de hacia 1820, es- tos berracos, las populares marranas o puercos, se encontraban afrontados a los pies del pretil del cementerio de la iglesia. Luego fueron situados a la puer- ta de la capilla de Viejos, cuando albergó el Museo Provincial. Más tarde se ubi- caron delante de la torre de Lozoya y recientemente han sido trasladados al Museo Provincial, en la Casa del Sol. El tramo de la Calle Real que discurría frontero a la iglesia de San Martín era conocido como Calle del Puerco. (6) GÓMEZ MORENO, Manuel, Iglesias Mozárabes. Arte Español de los Siglos IX a XI, Centro de Estudios Históricos, Madrid 1919. (7) CHUECA GOITIA, Fernando, “Historia de la Arquitectura Española. Edad Antigua y Edad Media”, Editorial DOSAT, Madrid 1965, pág. 110. (8) LOJENDIO, L.M. y RODRÍGUEZ, A. “Castilla/2”. La España Románica, Madrid, 1979., pág. 255. Equivoca aquí Lojendio el sistema estructural de San Martín, ya que los soportes no son columnas, como en la mezquita toledana, sino pilares cruciformes con codillos. (9) Ver KRAUTHEIMER, R., Arquitectura Paleocristiana y Bizantina, Edicio- nes Cátedra, S.A. Madrid 1984, pág. 381 y ss. (10) Vicente LAMPÉREZ Y ROMEA, Historia de la Arquitectura Cristiana Es- pañola en la Edad Media, Madrid 1908, Tomo Primero, pp. 431 y 515. (11) Ruiz Hernando sugiere la pretérita existencia de un cimborrio, presumi- blemente cupuliforme, algo que no creemos posible. Ello entra en colisión con la presencia de los codillos en los ángulos interiores del prisma base, lógicos apeos de una bóveda de aristas. Ver RUÍZ HERNANDO, José Antonio, La Arqui- tectura de Ladrillo en la Provincia de Segovia, Siglos XII y XIII, Segovia 1998, págs. 25 y 149. (12) Op. Cit. Pág. 25

260 LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEGOVIA

(13) La investigación que llevamos a cabo entonces fue muy superficial, ac- tuación precautoria para no destruir restos que en un futuro pudieran ser ade- cuadamente estudiados por expertos. (14) Ya Gómez Moreno llama la atención sobre esta similitud, aunque sin in- cidir en el tema. Op. Cit., pág. 196. (15) Archivo Catedral de León, Tumbo de León, ff. 384v-386r (16) CARRIEDO TEJEDO, Manuel, “ Dos Obispos de Segovia en el siglo X: Fru- minio de Wamba (927) e Ildereo de Simancas (960)”, EE. SS. Nº 102, Segovia 2002, pág. 53. (17) Ibidem. (18) El “pie mozárabe” no es una unidad de medida única, sino que presenta valores diferentes, bien que siempre en el entorno de los 32 y 33.5 cm, muy simi- lar al pie carolingio de valor 32.19 cm. Claramente derivan ambos del pie visigo- do, cuyo valor aproximado era de 33.33 cm, bien diferente del que más adelante será de generalizada utilización en Castilla, el pie castellano, de valor 27.86 cm. (19) Curiosamente, el otro edifico mozárabe que se conserva en Segovia, la torre de la iglesia de San Millán, está construida también según un cuadrado de 18 pies de lado, bien que de valor algo menor, 32.045 cm. Ver J. M. MERINO DE CÁCERES, “La torre mozárabe de la iglesia de San Millán de Segovia”, EE.SS. NÚM. 104, Segovia 2004, pp. 19-41. Por otra parte, la nave central de San Cebrián de Mazote, en Valladolid, mide igualmente 18 pies (5.97 m). (20) Siempre sobre el módulo metrológico del pie mozárabe, de valor 0.3327 m. (21) El cambio del rito mozárabe o hispano al romano, supuso en el reina- do de alfonso VI un importante progreso. Se inició a partir de 1074, a petición del papa Gregorio VII, no sin grandes dificultades ante la oposición de muchas diócesis. El papa tuvo que enviar al cardenal legado Ricardo para conseguirlo, con la ayuda de la reina Constanza, segunda esposa de Alfonso VI, y los nu- merosos monjes cluniacenses que vinieron con ella. (22) Para una mejor comprensión de lo que supuso el cambio de rito en la ciudad de Segovia, remitimos al lector al trabajo de Juan Pablo RUBIO SADIA, “Raíces cluniacenses del breviario de Segovia. El oficio de Todos los Santos”, publicado en este mismo número de Estudios Segovianos. (23) Ruíz Her nando, José Antonio , La Arquitectura de Ladrillo en la Pro- vincia de Segovia, Siglos XII y XIII, Segovia 1998, pág. 149 . Dice este autor que la cúpula es de ocho paños, seguramente confundido por la decoración barroca. (24) En el curso de estas obras, sobre proyecto de J.A. Arenillas Asín de 1965, fue demolida la inoportuna sacristía que se había adosado al ábside sur en épo- ca barroca.

261 JOSÉ MIGUEL MERINO DE CÁCERES - MARÍA REYNOLDS ÁLVAREZ

(25) Es curiosa la existencia de un encamisado de medio pie, también de la- drillo, en la parte inferior de la torre, para apoyo de las armaduras de madera de las naves. No hemos conseguido descubrir el arranque de este forro, ocul- to por las bóvedas de las naves, pero muy posiblemente su cara exterior esté pañeando con la original del cimborrio. (26) Quedan restos del pórtico norte, que aparecieron en el curso de las obras que llevamos a cabo en 1974. Este pórtico debió ser ocupado durante la reforma barroca para albergar la nave del evangelio; posiblemente la nave de la epístola fuera en origen también un pórtico costanero.

262 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN

JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS TRABAJANDO EN SEGOVIA

Entre los pocos plateros de origen extranjero, que vinieron a trabajar a Segovia en el siglo XVIII, se encuentra Juan Antonio Uñón Velasco (1), nacido en Génova hacia 1751 (2), y activo en dicha ciudad castellana, por lo menos desde 1790 hasta 1801 (3).

Era hijo de Juan Uñón, natural de Milán, y de Rosa Velasco, nacida en Génova. Se casó en la iglesia de San Martín de Segovia con Gabriela Gil, el día 10 de agosto de 1790 (4), en cuya pa- rroquia residía.

Escasean las noticias documentales de su actividad artística, pues tan solo tenemos constancia escrita de la realización de seis ramilletes, una campanilla, y la figura de un Cristo dorado para una cruz de altar de la iglesia de San Andrés de Segovia, que hi- zo, junto a diversas reparaciones de las piezas de plata de este templo, para la Fiesta Catorcena de 1790. Lamentablemente, las que realizó nuevas, no se han conservado. No obstante, sabemos que por los seis ramilletes cobró 3.139 reales, de los que 2.320 co- rrespondían a las 116 onzas y una cuarta de plata, que se com- praron para la ocasión, razón de 20 reales por onza, como era lo habitual entonces; y los 819 restantes pertenecían a su trabajo, pues la hechura de estas obras se ajustó a 7 reales por onza la- brada. La campanilla importó 327 reales, de los cuales 240 fueron el valor de las 12 onzas y 3 reales que pesó; y los 87 restantes, de la hechura, también a 7 reales por onza. Por su parte, el Cristo Crucificado de la cruz altar, cuyo peso era de 4 onzas menos una cuarta, costó en total 161 reales. Al menos, los ramilletes pasaron por el contraste y marcador de Segovia, Lorenzo Cantero, el 25 de agosto de 1790, quien recibió 13 reales por tal operación (5).

Sin embargo, hasta nuestros días han llegado once ramilletes, una salvilla y un juego de sacras, que se encuentran en la capi-

265 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN lla del cementerio de Segovia; así como dos vinajeras, en el con- vento de San Vicente el Real de esta misma ciudad, de los que no hay documentación expresa.

Todas estas obras presentan su marca personal, acompañada de la de localidad de Segovia, y de la personal del marcador Lorenzo Cantero, salvo las vinajeras que carecen de esta última, quizás porque iría impresa sobre la desaparecida salvilla, con la que formaría juego.

La marca de Juan Antonio Uñón Velasco consiste en repro- ducir su primer apellido, dispuesto en una sola línea, dentro de contorno rectangular, con un pequeño casetón superior para el rasgo de la ñ: UÑON; la de localidad está compuesta por una ca- beza femenina, muy esquemática, encima de acueducto de dos arquerías dobles sobre 81 (6); y la personal de Lorenzo Cantero (quien ocupó el cargo de contraste marcador desde 1781 hasta 1809, sin cambiar el punzón), que está formada por su apellido, en dos líneas, dentro de un perfil rectangular: CAN / TERO (7).

En el convento de San Vicente el Real de Segovia se encuen- tran unas espléndidas vinajeras de estilo rococó (lám. 1). Se tra- ta de dos jarritas de tipo periforme, recorridas por aristas al sesgo. El pie circular está formado por cuatro segmentos conopiales en la base, un cuerpo convexo con estrías helicoidales y un peque- ño cuello troncocónico. El asa es de cartela en ese, compuesta por dos ces contrapuestas. La tapa con charnela, de perfil sinuoso y superficie estriada, con remate de A y V, respectivamente.

Las marcas que portan estas vasijas demuestran que fueron hechas en Segovia por Juan Antonio Uñón Velasco, y aunque so- lamente está documentado entre 1790 y 1801, es probable que es- tas piezas las ejecutara un poco antes, pues presentan una gran calidad, dentro del más puro lenguaje rococó. No llevan marca personal del marcador, pero por estas fechas lo era Lorenzo Cantero, quien al lado de su marca, ponía la de localidad con cronológica fija (1781-1809), que sí llevan estas vinajeras (8).

266 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS

LAMINA 1. JUAN ANTONIO UÑON. Vinajeras (h.1781-1790). Convento de San Vicente el Real, Segovia.

Son de una calidad extraordinaria, que sitúan a este platero a la altura de los mejores interpretando en Castilla el lenguaje ro- cocó, ya que acude a los perfiles mixtilíneos y asimétricos con maestría excepcional, como se puede apreciar en las estrías heli- coidales de sus cuerpos, en la rocalla de las tapas y en el pie de contornos; sin descuidar la elegancia y esbeltez de su estructura.

Procedente del antiguo Hospital del Espíritu Santo de Sego- via, se encuentran en la capilla del cementerio de este lugar un juego de sacras , labrado asimismo por Juan Antonio Uñón, qui- zás entre 1790 y 1801. La sacra central (lám. 2) es de tipo marco y forma vertical, con perfil interior cuadrilobulado, compuesto

267 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN por cuatro cartones en ce, que enmarcan el texto litúrgico per- teneciente a las palabras de la Consagración, sobre papel prote- gido por cristal. El campo aparece decorado con motivos geo- métricos de tipo cuadrangular, cartones, rosetas y diversos ele- mentos vegetales relevados sobre fondo de madera sobredorada. Dos angelitos sosteniendo un acueducto de cuatro arquerías ba- jo cruz de doble travesaño y paloma del Espíritu Santo confor- man el copete superior central; mientras que abajo finaliza en un querubín sobrepuesto. Descansa sobre dos garras.

LAMINA 2. JUAN ANTONIO UÑON. Sacra central (1790-1801). Cementerio Municipal, Segovia.

268 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS

Las laterales (lám. 3), asimismo de tipo marco y forma vertical con perfil interior cuadrilobulado, compuesto también por cuatro cartones en ce, que enmarcan los respectivos textos litúrgicos del Lavabo y Evangelio de San Juan. El campo es semejante al de la sacra central, descansando igualmente sobre dos garras.

Como están bien marcadas, sabemos que fueron hechas en Segovia por Juan Antonio Uñón de Velasco, probablemente entre 1790 y 1801.

Se puede apreciar en ellas cómo se funden elementos saca- dos de la tradición castellana, como las garras de las patas, con otros quizás introducidos en Segovia por Damián de Castro, co- mo las orejetas salientes y la decoración muy abultada, tal y co- mo se puede apreciar en el juego de la catedral segoviana, rea- lizado por dicho platero cordobés en 1769 (9), convirtiéndose és- te en el modelo a seguir por los artífices segovianos durante el último cuarto del siglo XVIII. De cualquier modo, las sacras de Uñón, siguen de cerca el modelo que hizo Bernardo Corral en 1785 para la iglesia segoviana de Santa Eulalia (10). Ambos jue- gos se encuentran inmersos dentro de la estética rococó, aunque el de Uñón resulta un poco tardío.

La presencia en el copete de la paloma sobre la cruz de do- ble travesaño y el acueducto, indican que pertenecieron al des- aparecido hospital segoviano del Espíritu Santo, aunque ahora se guardan en el cementerio municipal de Segovia.

Asimismo en la capilla del cementerio segoviano se encuen- tran once ramilletes de plata, sobre alma de hierro, realizados igualmente por Juan Antonio Uñón, entre 1790 y 1801. Ocho (lám. 4) son más grandes que los tres restantes (lám. 5), pero to- dos muestran un marcaje triple en el jarrón (cabeza femenina en- cima de acueducto de dos arquerías dobles sobre 81, CAN / TE- RO y UÑON; repetidas a veces las dos primeras), aunque tres de ellos están un poco deteriorados;

269 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN

LAMINA 3. JUAN ANTONIO UÑON. Sacra lateral (1790-1801). Cementerio Municipal, Segovia.

Los once están formados por un jarrón de flores, variadas y muy carnosas, con dos asas laterales. No obstante, la vasija en los ejemplares grandes está formada por alto pie troncopiramidal, con decoración grabada de malla reticulada; cuerpo periforme que muestra adornos relevados de acueducto de cuatro arquerí- as bajo cabeza femenina, cruz de doble travesaño, y la paloma del Espíritu Santo; siendo las asas de cartela en ce. En los tres pe- queños la vasija es algo diferente, pues el pie está compuesto por triple moldura gallonada y escalonada; el cuerpo presenta fondo punteado; el acueducto, que es de tres arcos, ha perdido la ca- beza femenina; y las asas laterales son más grandes, estando com- puestas por tres cartelas vegetales en ce, superpuestas.

270 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS

El marcaje completo permite afirmar que los once ramilletes fueron realizados en Segovia por Juan Antonio Uñón Velasco en- tre 1790 y 1801, pues no nos olvidemos que son estas las fechas en las que aparece documentado en Segovia este platero de ori- gen genovés (11).

LAMINA 4. JUAN ANTONIO UÑON. Ramilletes (8). 1790-1801. Cementerio Municipal, Segovia.

271 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN

Desde el primer cuarto del siglo XVIII es frecuente encon- trarse con ramilletes en la platería segoviana, como lo prueba la documentación, pues la iglesia de Santa Eulalia de Segovia tenía cinco en 1715 (12); la de San Andrés contaba seis en 1720 (13); y en general, casi todas las parroquias de la ciudad poseían va- rios ejemplares.

Se empleaban para adornar los altares portátiles que se poní- an en el exterior de los templos para engalanar las calles en las fiestas del Corpus Christi y Catorcena, así como en algunas cele- braciones de ciertas cofradías, como la del Santísimo Sacramento. En líneas generales, no existen grandes diferencias estructurales entre los conservados en los distintos templos segovianos.

No deben confundirse con los floreros, aunque ambos tipos tengan forma de jarrón, pero los ramilletes son piezas planas, que solo admiten una visión frontal, ya que están compuestos por un armazón de hierro, al que se fija una lámina de plata por delante. Además los floreros no suelen tener asas y sus flores no se elevan tanto como las de los ramilletes. Por otra parte, estos últimos, con frecuencia, muestran algún elemento decorativo que alude a su propietario, como una custodia para la cofradía de la Minerva o Santísimo Sacramento, como los de la iglesia de San Miguel; el triángulo trinitario en los ejemplares de la iglesia de la Santísima Trinidad; una cruz en aspa para los de la parro- quia de San Andrés; y en este caso, la paloma del Espíritu Santo sobre cruz de doble travesaño y acueducto, que hacen referen- cia a su primitivo propietario, el Hospital del Espíritu Santo de Segovia, desde donde pasaron al Ayuntamiento segoviano, en- contrándose ahora en el cementerio municipal.

La pureza de líneas de los tres más pequeños anuncian la lle- gada del lenguaje neoclásico, dando a entender que se hicieron quizás algo más tarde que los ocho grandes, pero siempre en el período que va desde 1790 a 1801.

272 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS

LAMINA 5. JUAN ANTONIO UÑON. Ramilletes (3). 1790-1801. Cementerio Municipal, Segovia.

Por último, también es obra suya una salvilla, que asimismo se encuentra en el cementerio de Segovia (lám 6). Es de tipo ovalado, de borde sinuoso, formado por cuatro segmentos conopiales. La orilla sobreelevada muestra decoración grabada de hojas y rosetas. El perfil interior de la orilla describe un óvalo; y el fondo del asien- to es liso, donde tiene las tres marcas. Estas indican que fue reali- zada en Segovia, por Juan Antonio Uñón, entre 1790 y 1801 (14).

Este modelo, típicamente rococó, tuvo mucho éxito en la pla- tería segoviana, existiendo numerosos ejemplares semejantes,

273 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN sobre todo para juegos de vinajeras, que fueron realizados du- rante el último cuarto del siglo XVIII, e incluso se hicieron algu- nas salvillas parecidas en los inicios del siguiente. Las hojas y ro- setas de la decoración de la orilla, que están dispuestas a modo de guirnaldas, acercan esta obra a la estética neoclásica.

En definitiva, aunque se conservan pocas obras de Juan Antonio Uñón, son lo suficientemente importantes como para apreciar la calidad de sus creaciones, con piezas tan excelentes como las vinajeras rococó del convento de San Vicente el Real de Segovia. Es en este lenguaje artístico en el que mejor se ex- presa, aunque se observan algunos atisbos neoclásicos, propios de los últimos años del siglo XVIII en algunas de sus obras.

LAMINA 6. JUAN ANTONIO UÑON. Salvilla (1790-1801). Cementerio Municipal, Segovia.

274 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS

NOTAS

(1) F. J. MONTALVO MARTIN, La platería segoviana de los siglos XVIII y XIX. Madrid 1998. Vol. I., p. 482. Tesis doctoral inédita dirigida por don José Manuel Cruz Valdovinos. Universidad Complutense de Madrid. (2) ARCHIVO MUNICIPAL DE SEGOVIA (AMS). Padrones. Parroquia de San Martín. 2-4-1791. Figura como platero, casado con Gabriela Gil. Contaba en- tonces con 40 años. Tenía a su cargo a Domino Corral, menor de edad, hijo de Gabriela Gil y su anterior marido el platero Bernardo Corral, ya difunto. (3) AMS. Padrones. Parroquia de San Martín. 29-5-1801. Aparece menciona- do, pero no indica más datos. (4) ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN MARTIN DE SEGOVIA. Matrimonios 1758-1851, fol. 103. A veces se cita a su madre como Rosa Jardiota; y a sus progenitores como vecinos de Génova, dando a entender, que aunque su pa- dre había nacido en Milán, debió establecerse en Génova, donde vivía la fa- milia antes de partir para Segovia. Gabriela Gil era viuda del también platero Bernardo Corral González, que había fallecido el 12 de abril de 1786. (5) ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN ANDRES DE SEGOVIA. Cuentas de Catorcena 1720-1832. Año de 1790. Transcribimos todo el texto porque con- sideramos que es fiel testimonio de la riqueza de plata que tenía este templo, y lo importante que ha sido siempre la Fiesta Catorcena en las catorce parro- quias segovianas, que la celebran alternativamente, desde 1410 hasta la actua- lidad. Quenta de las composturas que se han hecho en las piezas de plata de la ygle- sia de S. Andrés, que por menor su coste es como sigue: Primeramente la lámpara grande se ha blanqueido, se ha bruñido, se la han hechado dos tuercas nuebas, se ha desarmado y armado; y ttodo su coste es ochenta r. Ytem la lámpara chica se ha blanquecido, se ha bruñido, se ha desarmado y armado; su coste quarenta y cinco r. Ytem seis candeleros redondos se han blanquecido, se han bruñido, y se han desabollado y compuesto; su coste ciento veinte r. Ytem las Palabras se han blanquecido, se han bruñido, se han hechado ba- rias tuercas y tornillos, y tres engarces de piedra nuebos; su costte cuarenta r. Ytem los dos Ebangelios se han blanquecido, han bruñido (sic), se han des- abollado, se han soldado la cruz de uno, y al otro unas ojas, y se le han he- chado algunas tuercas nuebas que le faltaban; todo su coste es de cuarenta y ocho r.

275 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN

Ytem seis ramos chicos se han soldado por barias partes, que estaban hechos pedazos; haviéndose hecho ocho tuercas y tornillos nuebos; su coste es de ochen- ta r, Ytem un platillo de binageras y sus dos binageras se han blanquezido y se han bruñido; y a la una se le ha soldado un gozne nuebo; su coste doce r. Ytem un yncensario se ha blanquecido y bruñido, y se ha puesto un broche nuevo; su coste diez y seis r. Ytem a una nabeta se le ha segado el pie y se le ha soldado, porque estaba mui tuerta; se le a blanquezido y bruñido; su coste doze r. Ytem la cruz de altar se ha blanquezido y bruñido; y su coste doze r. Ytem la custodia se ha desarmado, se han hechado algunas tuercas y torni- llos a los engastes de las piedras, se an desarmado todos los serafines y sobre- puestos blancos, se han blanquecido y bruñido, y se han limpiado el dorado y se bolbió a armar; su coste de ttodo ello es de quarenta r. Ytem la cruz de manga se han puestto ocho pasadores gordos para asegurar el medio, se han soldado las dos coronas de en medio, se han hechado quatro remattes nuebos porque estaban rotos, se ha blanquecido, y se ha bruñido; su coste con la plata cien r. Ytem las dos baras del Santísimo se han desabollado todos los cañones, se han soldado los que estaban rotos, y a un cañón se le ha hechado una pieza nue- ba, se le ha soldado un tornillo, y a la otra se le ha hecho la copa nueba, con aumentto de onza y media de platta; su coste de todo, blanquezer y bruñir es de ciento veinte r. Ymporta esta quenta setecientos veinte y cinco r. de vellón, salvo error. Segovia y agosto veinte y seis de mil setecientos noventa. (Con otra letra: Yttem se aumentta a estta quentta el balor y echura de una campanilla que se hizo para el alttar, de platta; que pesa doze onzas y ttres r. y a veintte r. de su balor de cada una y siette r. de echura por onza, ymporta ttres- zienttos veintte y siette r.). (Con otra letra: Yttem ttambién se hizo un Christto de platta que se puso en la cruz de alttar; que pesa 4 onzas, menos quarta, y a 20 r. por la echura y de ha- berla dorado, importa tto (sic) zientto sesentta y un r.). (Con otra letra: Importa de ttodo esta quentta, con lo de la vueltta un mill dos- zienttos ttreze r. de vellón, salbo herror. Segovia y agosto 27 de 1790). ———- Confieso yo, Gabriela Gil, muger de Juan Antonio Uñón, maestro platero en esta ciudad, que de orden de dicho mi marido, por hallarse ausente, he recivi- do del Sr. D. Gerónimo Durán, cura de dicha yglesia, tres mil ciento treinta y

276 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS nuebe r. de vellón, importe de seis ramilletes de plata que en mi casa se han fa- bricado para dicha iglesia; que pesan ciento y diez y seis onzas y una quarta de plata; y por el trabajo, a razón de siete r. por onza, valiendo dicha plata a la de veinte r., cuyas cantidades importan la que va referida; y para que cons- te, por no saber firmar, rogué a un testigo que lo hiciese a mi nombre; Segovia y septiembre 21 de 1790 (Firmado y rubricado Antonio Barrios). ———— Seis ramos de plata nuevos pesan catorze marcos, quatro onzas y dos ocha- vas, acen onzas ciento diez y seis y quarta. En el contraste, Segovia y agosto 25 de 1790. Derechos 13 r. (Firmado y rubricado Lorenzo Canter o). ———— Confieso yo, Gabriela Gil, muger de Juan Antonio Uñón, maestro platero en esta ciudad, que de orden de éste, por hallarse ausente, he recivido del Sr. D. Gerónimo Durán, cura de la de S. Andrés de ella, un mil y setenta r. de vellón, importe de diferentes cosas de plata que en mi casa se han hecho y compuesto de dicha iglesia, según la memoria adjunta de 27 de agosto de este año, con de- claración que de ella se revajan ciento cuarenta y tres r. que pesó la campani- lla de plata vieja de dicha yglesia; y por no saver firmar, y de ser cierta dicha orden de dicho mi marido, rogué a un testigo lo hiciese a mi nombre. Segovia y septiembre 21 de 1790 (Firmado y rubricado Antonio Barrios). (6) F. J. MONTALVO MARTIN, “Marcas de localidad, cronológicas y de mar- cadores en la platería segoviana de los siglos XVIII y XIX” en J. RIVAS CAR- MONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2004. Murcia, 2004, pp. 342 y 346. (7) IBIDEM, p. 351. (8) E. ARNAEZ, Orfebrería religiosa en la provincia de Segovia en los siglos XVIII y XIX. Madrid, 1985, pp. 453-454; fig. 223-224. Esta autora no acierta a clasificarlas adecuadamente, pues aunque dice que las vinajeras llevan la mar- ca de localidad de Segovia sobre 81, y una personal que se lee UNON, las in- cluye en el catálogo de obras del platero madrileño Benito Lázaro, el cual tan sólo hizo la salvilla sobre la que apoyan. Reconoce la historiadora que no ha podido identificar al artífice de estas jarritas, que no es otro que Juan Antonio Uñon Velasco. (9) F. J. MONTALVO MARTIN, La platería religiosa de la catedral de Segovia, Madrid 1983, pp. 203-205; fig. 264-266. Memoria de licenciatura inédita dirigi- da por don José Manuel Cruz Valdovinos. Universidad Complutense de Madrid. E. ARNAEZ, o. c., pp. 476-478; fig. 254 y 257. (10) E. ARNAEZ, o. c., p. 207. Atribuye estas obras a Lorenzo Cantero, pero es obvio que las realizó Bernardo Corral, como lo demuestra su marcaje y la documentación. F. J. MONTALVO MARTIN, La platería segoviana … 1998, p. 353; fig. 391.

277 FRANCISCO JAVIER MONTALVO MARTÍN

(11) E. ARNAEZ, o. c., p. 209. Menciona cuatro ejemplares del tamaño mayor, indicando que están marcados, pero reproduce mal la marca del autor y es inca- paz de identificarla. IBIDEM, p. 373; fig 183. Aquí hace referencia a uno comple- to de los pequeños, acompañado de una fotografía, pero sin que aprecie marca alguna. También cita otro que ha perdido el jarrón. En ambos casos no hace atri- bución alguna de su autoría, quizás porque no ha visto las marcas, pero están bien marcados, por lo que obviamente fueron hechos por Juan Antonio Uñón. (12) ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA EULALIA DE SEGOVIA. Libro de in- ventarios 1706-1858. Inventario del 26 de febrero de 1716. “Mas cinco rami- lletes de plata que dieron unos devotos esta Catorcena este año de 1715; que pe- san veinte i tres onzas i tres r. de plata”. (13) ARCHIVO HISTORICO NACIONAL (AHN). Clero nº 12849. Iglesia pa- rroquial de San Andrés de Segovia. Libro de inventarios 1579-1762. Inventario de 30 de septiembre de 1720. “Seis ramilletes de plata de buena echura, me- dianos con sus jarras unidas con ellos y pies de yerro…” (14) E. ARNAEZ, o. c., p. 208. Aunque ha visto las marcas, no ha identifica- do la de Juan Antonio Uñón, incluyendo esta pieza en el catálogo de obras de Lorenzo Cantero, pero éste tan sólo interviene aquí como marcador.

CATALOGO DE OBRAS CONSERVADAS

VINAJERAS (2) Segovia. Hacia 1781/1790. Juan Antonio Uñón. Convento de San Vicente el Real de Segovia. Plata torneada, fundida y relevada. 12,5 cm. de altura; 5 cm. de diámetro de pie; y 6 cm. de anchura máxima. Marcas en el exterior del pie de ambas: ca- beza femenina encima de acueducto de dos arquerías dobles sobre 81 y UÑON. Burilada larga y estrecha en el interior del pie de ambas. JUEGO DE SACRAS. Segovia. Entre 1790 y 1801. Juan Antonio Uñón. Ce- menterio Municipal de Segovia. Plata torneada, relevada, calada y dorada, papel impreso, cristal, y madera. Sacra central: 49 x 46,5 cm. Sacras laterales: 36 x 28 cm. Marcas en la zona inferior de todas ellas: cabeza femenina encima de acueducto de dos arquerí- as dobles sobre 81, CAN / TERO y UÑON; repetida la primera. RAMILLETES (once). Segovia. Entre 1790 y 1801. Juan Antonio Uñón. Ce- menterio Municipal de Segovia. Plata torneada, repujada, cincelada y recortada, sobre alma de hierro. 42,5 x 23,5 cm., ocho de ellos; y 30 x 13,2 cm., de los tres restantes. Algunos dete-

278 JUAN ANTONIO UÑÓN VELASCO, UN PLATERO GENOVÉS rioros, pues uno de los ocho grandes ha perdido las flores de arriba y la base del jarrón; mientras que dos de los pequeños están partidos. Marcas en el ja- rrón de todos ellos: cabeza femenina encima de acueducto de dos arquerías dobles sobre 81, CAN / TERO y UÑON; repetidas a veces las dos primeras. SALVILLA. Segovia. Entre 1790 y 1801. Juan Antonio Uñón. Cementerio Municipal de Segovia. Plata moldeada, torneada y grabada. 22,5 x 16,8 x 2 cm. Marcas en el centro del asiento: cabeza femenina encima de acueducto de dos arquerías dobles so- bre 81, CAN / TERO y UÑON. Burilada larga, ancha y regular en el borde del reverso.

279

FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS (II)

II. CARACTERIZACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LOS REGIDORES SEGOVIANOS (1638-1711)

Teóricamente los estudios prosopográficos constan de tres niveles. El primero se ocupa de elaborar listas nominales de los miembros de los grupos sociales a los que se refiere el estudio. Una paciente labor de búsqueda nos llevó a la elaboración del listado de los regidores que habían desempeñado su oficio en nuestra ciudad, desde cuando se comenzaron a realizar los Li- bros de Actas del Ayuntamiento, hasta la desaparición del oficio como tal. El segundo nivel de estudio consiste en establecer las diferentes genealogías familiares de estos individuos. Y el tercer nivel prosopográfico, consiste en la confección de un dicciona- rio biográfico lo más completo posible de cada individuo y su fa- milia, en donde se especifican sus actividades sociales, econó- micas, culturales, etc.

Este artículo intenta reunir los tres niveles de estudio proso- pográficios, pues no en todos los casos hemos encontrados datos suficientes como para elaborar un pequeño bosquejo biográfico de los individuos a que se refiere nuestro trabajo, pero, por su- puesto, si en todos aquellos en los que los documentos estudia- dos han sido esclarecedores. El orden que seguimos en esta re- lación se debe a la fecha de ingreso en el Ayuntamiento. La cifra que acompaña a cada nombre corresponde al número de orden correspondiente al ÍNDICE DE REGIDORES que precede a este trabajo. Teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos la in- formación de que disponemos procede únicamente de los testa- mentos, puede suceder que, debido a muertes prematuras, exis- tan algunos anacronismos, es decir, que los datos aquí expuestos no sigan un orden cronológico correlativo, pero de todos modos las diferencias no son tan importantes como para que notemos una falta de continuidad. Las fuentes fundamentales son los tes-

283 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA tamentos y los inventarios de bienes (1), auque también se recu- rre a otros documentos notariales y a fuentes bibliográficas, co- mo son El Nobiliario de Segovia, Las Noticias Genealógicas del. Linaje de Segovia, La Historia de la Insigne Ciudad de Segovia, y la Revista Estudios Segovianos.

236º. FERNANDO ROSALES DE AGUILAR.- Ingresó en el Ayuntamiento como regidor el día 28 de agosto de 1638 en lugar de Alonso González de la Cruz y 7 años después renunciaba su oficio el día 20 de noviembre de 1645 en Pedro Meléndez Ayones.

Fue bautizado en Segovia en el año 1606 y contrajo matrimo- nio en Madrid en 1644 con Antonia María de Salcedo. Fueron sus padres Alonso Rosales y Aguilar y Elena de Heredia; sus abuelos por parte paterna Alonso Rosales y Mariana de Aguilar y, por par- te materna, Pedro de Heredia y Mariana de Zuazola. Por línea pa- terna procedía de la villa de El Espinar (Segovia) donde siempre estuvieron conceptuados como hidalgos. En los vecindarios se le cita como licenciado, ingresó en los Nobles Linajes en el año 1625 y ejerció como alcalde de los hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid y como Oidor en la Chancillería de Granada.

237º. ALONSO GONZÁLEZ DE LA CRUZ.- Estuvo anterior- mente en el Ayuntamiento y ya hemos hablado de él más atrás. En esta ocasión se hizo con un oficio de nueva creación y ciertas preeminencias que tuvo que renunciar. Cuatro años después re- nunció en su hermano, Pedro González, el día 30 de julio de 1642.

238º. ANTONIO DEL SELLO Y CONTRERAS.-Heredó el ofi- cio de regidor de su padre, Antonio del Sello, el día 30 de ene- ro de 1639 y tras 6 años de ejercicio renunció el día 2 de di- ciembre de 1645 en Alonso Santander y Mercado. Fue recibido

284 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS en los Nobles Linajes en el año 1630 y nombrado caballero de Alcántara en 1638. El hecho de estar emparentado con los Bermúdez de Contreras, tenientes de alcalde del Alcázar por el conde de Chinchón, y el de renunciar el oficio en Alonso de Santander y Mercado, teniente de alcalde en la Casa de Moneda Vieja por el conde de Chinchón, nos hace pensar que dicho con- de era el propietario encubierto de varios oficios de Regimiento que distribuía entre sus deudos, allegados y sirvientes. De este modo se aseguraba la influencia sobre el Ayuntamiento en be- neficio propio y en el de la Corona, pues siempre fue valedor de los intereses del monarca.

Hijo de Antonio del Sello y María Fernández de Miñano, y nieto de Antonio del Sello y Francisca Bermúdez, y de Juan Fernández de Miñano y Aldonza de Contreras. Familia de regi- dores de larga tradición, hidalgos de sangre, legítimos y limpios de mala raza, tenían hacienda en la villa de donde estaban exentos de tributos como consta en los padrones del lugar. Contaban con muchos actos positivos de hidalguía co- mo eran hábitos militares por parte de los Bermúdez de Contre- ras y por los Fernández de Miñano.

Algunos testigos dudan de la limpieza del pretendiente al há- bito de caballero de Alcántara, porque dicen que poseyeron cier- tas casas en la plaza Mayor de Segovia que antes habían perte- necido a un judío llamado Juan Zipote que había sido penado por el Santo Oficio de Valladolid. Esto provocó que los infor- mantes se trasladasen a la Catedral y una vez allí comprobaron la existencia de un “sambenito” en la pared del trascoro que de- cía: Juan Zipote, platero, vecino de Segovia, cristiano nuevo de judío, quemado en 1488. Hechas las averiguaciones necesarias, se llegó a la conclusión de que la falta de limpieza no tocaba al pretendiente, pues según los testigos no había quedado descen- dencia del dicho Zipote. Por esta razón se vendieron sus casas a un tal Juan de Béjar, pero al tener éstas un censo perpetuo con el Cabildo de 2.600 mrs. y 8 gallinas de renta anuales y querer Juan de Béjar reconocerlo, tomó la propiedad el Cabildo y se las

285 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA vendió con dicha carga a Francisco del Sello, cuarto abuelo del pretendiente. Estas cortapisas venían atizadas por parte de los enemigos de la familia (2).

239º. JUAN SÁNCHEZ BACHILLER.-Poco sabemos de este regidor. Se le cita por primera vez en los Libros de Actas el día 2 de enero de 1640. Creemos que sustituyó a Francisco de Mercado y Peñalosa, pero no lo podemos asegurar al no haber encontra- do su título de regidor. Cinco años después, el día 29 de diciem- bre de 1645 renunció el oficio en Jerónimo de Virués.

El único dato que conocemos sobre su actividad es que era procurador de causas.

240º. ALONSO DE AGUILAR Y ROSALES.-Este caballero in- gresó el día 15 de septiembre de 1640 gracias a un acrecenta- miento de regidores que hubo por estas fechas. Permaneció en el oficio durante once años y el día 23 de diciembre de 1651 re- nunció su oficio en Sancho de Villalva Villafañe. Tenía el título de licenciado y era miembro de los Nobles Linajes de Segovia. En 1649 alcanzó el hábito de caballero de Santiago. Era alcalde de los hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid.

Nació en Segovia en 1623 y fue bautizado en la parroquia de San Miguel. Era hijo de Fernando de Aguilar y de doña Juliana de Aguilar (este matrimonio eran primos carnales entre si) y nie- to por parte paterna de Alonso Rosales, natural del Espinar, y de doña Mariana de Aguilar. En el Espinar estaban inscritos en los “Libros de Elecciones” por parte del estado mayor, distinción an- tigua entre nobles y pecheros. Por parte de su abuelo esta fami- lia procedía de Toledo donde eran reconocidos como de noble linaje y cristianos. La familia de Segovia también estaba conside- rada como noble y limpia. Tanto su padre como un primo suyo llamado Alonso Rosales de Aguilar, eran regidores de Segovia y

286 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS miembros de los Nobles Linajes, y éste último era además oidor de la real Chancillería de Granada. La Junta de Nobles Linajes se juntaba en la parroquia de Santísima Trinidad y la de los peche- ros se celebraba en el convento de Corpus-Christi y los miem- bros de esta familia, según los informantes, eran de los que iban a la Trinidad (3).

Este caballero reedificó el convento de Dominicas en el año 1650, razón por la cual figuran sus armas en la fachada de dicho convento y tenía allí capilla de enterramiento.

En el año 1643 Alonso de Aguilar era el poseedor del mayo- razgo que había fundado Pedro de Aguilar y cumplió con la obli- gación de hacer inventario antes de tomar posesión de sus benefi- cios. Este mayorazgo anteriormente había pertenecido a su padre, Fernando de Aguilar y desde la muerte de éste en 1631 hasta 1643 había estado en manos de varios administradores. Este mayorazgo, que estaba constituido fundamentalmente por juros y censos, ha- bía incluido entre sus propiedades unas casas que habían pertene- cido al conde de Humanes, cuyo precio fue de 12.000 ds. por lo que el principal de este mayorazgo alcanzaba la cantidad de 40.494.028. mrs. El mayorazgo había rentado en este tiempo 7.994.780 mrs. después de pagar todos los gastos (4), cantidad que quedaba como bienes libres a disposición de Alonso de Aguilar.

241º. GASP AR DE GUZMÁN.-No hemos encontrado el títu- lo de regidor pero sabemos que era un oficio de nueva creación. Se le cita en los Libros de Actas el día 15 de agosto de 1641 y al día siguiente cedió el oficio en calidad de teniente a Luis Jerónimo de Contreras.

Conde Duque de Olivares, caballero cortesano y valido del rey Felipe IV, le fue concedido un oficio de regidor en cada una de las ciudades con voto en Cortes, con la calidad de que podía nombrar teniente que los sirviese.

287 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

242º. LUIS JERÓNIMO DE CONTRERAS.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 16 de agosto de 1641 en sustitución de Gaspar de Guzmán. Caballero de Santiago, del Consejo de Ha- cienda, I conde de Cobatillas y vizconde de Laguna de Contreras. Ejerció el oficio con calidad de teniente de regidor nombrado por el Conde Duque de Olivares. Veinticinco años después lo renun- ció en Martín de Contreras.

Nació en la ciudad de Segovia el año 1595. Fueron sus pa- dres Juan Jerónimo de Contreras, hijo de Jerónimo Antonio de Contreras y María González Bernaldo, y doña Marina Velázquez, hija de Luis de Salinas y Manuela Velázquez. Casó con doña Beatriz de Villarroel y tuvieron a Antonio Manuel de Contreras y Villarroel, caballero de Calatrava, II conde de Cobatillas, que ca- só con doña Bernarda de la Torre y Pomar, baronesa de San Juan —castillo del reino de Aragón—, con quien tuvo una hija llama- da Victoria Bernarda de los Reyes y Contreras, que heredó los tí- tulos y el mayorazgo. No hemos encontrado su testamento, pe- ro sí el de su hijo junto con una relación de bienes y rentas per- tenecientes al mayorazgo (5) de los condes de Cobatillas en el año 1690.

En esta relación se especifica que faltan los bienes de Madrid, Valcarnicero y el censo contra la marquesa de Robledo de Chavela. En primer lugar se citan las rentas en dinero comenzan- do por un censo sobre la villa de Laguna de Contreras de 220 rs.; una huerta de árboles frutales en el mismo lugar; el aprovecha- miento de pesca del río Duratón a su paso por dicha villa y la ca- za de su territorio; 20 gallinas cada año por el alza y baja de las alcabalas y 16 gallinas, cántara y media de miel y una arroba de queso por las elecciones, todo ello en la villa de Laguna de Contreras; en el término de Cobatillas 950 rs. del arrendamiento de las tierras de pasto y labor; una huerta de frutales y la regalía de caza y pesca en el mismo término; los pastos de la dehesa de Aldeanueva arrendados al obligado de las carnicerías por 5.300 rs.; el esquileo que hay en la dehesa de Pellejeros, 1.100 rs de arriendo más lo que rinde el arriendo de la dehesa por cuatro no-

288 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ches en que pasta el ganado vacuno en la feria de San Juan; las casas principales de la parroquia de San Pablo (6) que rentaban 1.100 rs.; 1.000 rs. que pagan los renteros de Abades por los pas- tos del término de Perocojo; 55 rs. por una casa en Cuéllar; y el valor del fruto de 240 obradas de viñas en , junto con una casa con su lagar y bodegas. Todas estas heredades rentaban 9.725 rs., 36 gallinas, 1,5 cántara de miel y una arroba de queso. Los contratos de arrendamiento eran de 6 años de duración. Acto seguido se citan las rentas en especie que se recaudaban en las heredades que tenía en los lugares de , Abades, Etreros, Cuéllar, Hontalvilla, Gomezserracín, Villoria, San Cristóbal de Cuéllar, Vallelado, Laguna de Contreras, Navalagamella y Barran- quera, recogiendo 912 fanegas de pan por mitad trigo y cebada. Después se citan lo que producían los alquileres de los molinos que poseía en los lugares de Perocojo, Cobatillas, Perales, Villoria y Laguna de Contreras, que sumaban entre todos 241 fanegas de trigo. A esto había que sumar 77.800 mrs. de renta cada año por las tercias reales de laguna de Contreras, Navas de las Cubas y Muñoveros. Por último se citan los bienes raíces que no rentaban nada al ser de uso de los miembros de la familia: la casa de la plaza de Capuchinos, en Segovia; el palacio de Laguna de Contreras, dos palomares y una casa accesoria; la casa que llaman de la Torre junto con una accesoria, en Cuéllar; la casa de Vallelado y la de Abades. Las rentas anuales sumaban 978.222 mrs, lo que supone un capital de 19.564.440 mrs. Como se ha dicho más atrás estas son las rentas que produ- cían los bienes del mayorazgo en el año 1690, época en la que la rentabilidad de la tierra había bajado ostensiblemente. La des- población de las zonas rurales y la caída de la natalidad a lo lar- go de todo el siglo, influyó de forma decisiva en la rentabilidad de la tierra. La escasez de mano de obra subió los salarios de los jornaleros del campo y bajó el precio de los arrendamientos de las parcelas, con lo que la rentabilidad se vio seriamente ame- nazada, quedando, incluso muchas tierras sin cultivar. Muestra de lo que acabamos de decir es la bajada del precio del arren- damiento de las tierras de pasto y labor del término de Cobati-

289 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA llas, que al cumplirse el contrato ajustado en 950 rs., se tuvo que arrendar nuevamente con una renta de 800 rs., es decir, sensi- blemente inferior a la mantenida hasta entonces. Pero no es es- te el único caso. Otro ejemplo nos lo ofrece el arrendamiento de las tierras de Etreros, que arrendado en 220 fanegas de pan por mitad, tuvo que ser ajustado un nuevo contrato con los antiguos renteros a razón de 200 fanegas en especie. Lo que no varió fue el tiempo de duración de los contratos, que siguieron oscilando entre seis y ocho años como ya venía siendo habitual desde co- mienzos del siglo XVII.

243º. PEDRO GONZÁLEZ DE LA CRUZ.-Sucedió en el ofi- cio a su hermano Alonso González de la Cruz el día 30 de julio de 1642 y fue sustituido por José de San Román el día 1 de abril de 1645. Domiciliado en la parroquia de El Salvador era miem- bro de una rica familia de ganaderos que había hecho negocios con la lana y con la fabricación de paños y su mercaduría. En el año 1639 fue admitido como caballero del hábito de Santiago.

Fueron sus padres Francisco González, hijo de Rodrigo González y de Catalina de la Cruz, y doña Francisca González, hija de Pedro González Lobo y María González de Tapia. La no- bleza de sus padres y abuelos está fuera de toda duda y se jus- tifica por innumerables actos positivos de nobleza, entre los que se encuentran los hábitos de caballeros de órdenes que poseían diferentes miembros de la familia. Sus sobrinos Juan y Francisco de Miñano y González, eran caballeros de Santiago y Calatrava respectivamente; Diego de Tapia Serrano, caballero de Santiago, era hijo de una hermana de su abuelo materno; Pedro de Contreras, caballero de Calatrava, y don Antonio de Contreras, del Consejo de su majestad, también eran parientes del persona- je que nos ocupa. La varonía del apellido González de su padre y de su madre, y también la de su abuelo paterno y sus abuelos maternos, es la misma para todos, por lo que se tuvieron que ca- sar todos ellos con dispensa. La nobleza de doña Catalina de la

290 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Cruz, le venía por su hermano Alonso de la Cruz, regidor y al- calde de la Hermandad, familiar del Santo Oficio y miembro de los Nobles Linajes de Segovia.

Durante el siglo XVI un gran número de gente se vio atraída por la industria pañera segoviana y los beneficios que les repor- taba fueron punto de partida de algunos privilegios de hidalguía. Según el historiador y cronista Diego de Colmenares, había en Segovia por aquellas fechas más de 150.000 cabezas de ganado lanar y del laboreo de sus lanas nació la opulenta fabrica de pa- ños que tanto lustre y riqueza aportó a esta ciudad. Los Gonzá- lez, familia de origen hidalgo de la parroquia de El Salvador, ejercieron durante varios siglos el laboreo de las lanas y queda- ron inscritos en los censos y padrones con al apelativo de mer- caderes y ganaderos.

Colmenares hace retroceder el origen de esta familia hasta los tiempos de la Repoblación llevada a cabo por Fernán Gonzá- lez y por la reina doña Urraca. En el año 1103 cita al conde Pedro González y en el 1136 al conde Rodrigo González. Hay quien hace descender del mismo tronco a los González y a los Contreras y, según estos, la familia de los Contreras, condes de Cobatillas y con el tiempo marqueses de Lozoya, descenderían de un González: Diego González de Contreras que casó con do- ña Angelina de Grecia nieta del Rey de Hungría.

Los datos más antiguos que nos aportan los documentos par- ten de una tal Benito González que estaba avecindado a principios del siglo XV en la parroquia de El Salvador. Este caballero tuvo un hijo llamado Rodrigo González que casó con doña María González. Este matrimonio compraron muchas propiedades en el lugar de Abades y que en tiempos de Colmenares poseía su cuar- ta nieta doña Francisca González, madre de nuestro personaje. Pedro González y María González tuvieron a Benito González que casó con doña Catalina Martínez Bernaldo. De este matrimonio na- ció Pedro González Bernaldo que casó con Isabel de Otero y tu- vieron a Francisco González que casó con Francisca García Lobo.

291 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

De aquí nació Pedro González Lobo que casó con María González de Tapia y tuvieron a Francisca González que casó con su tío ter- cero Francisco González, padres del personaje que nos ocupa.

Francisca González, su madre, murió en el año 1653 y en su testamento deja mejorado en el tercio y quinto de sus bienes a su hijo Alonso González de la Cruz, regidor de Segovia, casado con Margarita de la Varillas. Al morir éste le sucedió en el mayo- razgo su hermano Pedro González.

Pedro González, caballero de Santiago, comenzó en el año 1608 y a la edad de 20 años, a servir a su majestad en la Armada Real, en Lombardía y en la Carrera de Indias, en la compañía del capitán don Bernardino de Lugo. Fue nombrado alférez y tuvo al mando una compañía en la ciudad de Murcia. Con ella pasó a Lombardía y participó en la defensa de la Valtelina, en el so- corro del fuerte de Bornio, en la campaña de Aycuás y en el si- tio de Berrua, donde guardando un reducto con 12 soldados fue herido en un brazo. De vuelta a Segovia fue nombrado capitán de su Milicia en el año 1632 y por sus servicios el Rey le hizo gracia y donación del hábito de caballero de Santiago en el año 1639. Poco tiempo después también participó en la Guerra de Cataluña que comenzó en el año 1640.

A lo largo del siglo XVII miembros de esta familia se empa- rentaron con los Contreras, condes de Cobatillas; con los Melén- dez Ayones, ricos fabricantes de paños ennoblecidos, con los Riofrío, con los Miñano y con los Aguilares, señores de y Canillas.

Siendo soltero, Pedro González, tuvo un hijo con una mujer casada, llamado como él, Pedro González. El día 16 de octubre de 1640 solicitaba al Rey su legitimación para que pudiera here- dar todos sus bienes y ser admitido en los cargos y oficios rea- les, concejiles y públicos, y para que pudiera gozar de su no- bleza y demás honores y calidades que gozaban los hijos legíti- mos, de manera que fuera tenido por tal aunque fuera “bastardo

292 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS y adulterino”. Dicha legitimación se concedía mientras no perju- dicase a los hijos legítimos y de legítimo matrimonio (7).

El día 1 de marzo de 1649 solicitaba permiso al Rey para ins- tituir mayorazgo de todos sus bienes en su hijo bastardo y le era concedido siempre y cuando dejase a los demás hijos y nietos que no sucedieran en el mayorazgo, cierta cantidad para su sus- tento y siempre que no tuviera en ese momento, o más adelan- te, otro hijo varón legítimo, pues en este caso sería éste el be- neficiado y no podría usar de la facultad real en perjuicio del le- gítimo (8).

Sus bases económicas consistían en un mayorazgo que había heredado de su tío Juan González Lobo, cuyo principal ascendía a 10.000 ds. empleados en un censo de 15.000 rs. y en un juro de 95.000 rs. sobre las alcabalas de Segovia. A parte de esto, tenía co- mo bienes libres 128.461 rs. de principal empleados en juros que rentaban 6.752 rs. al año; 14.700 rs. de principal empleados en censos; 142.419 rs en dinero que había adelantado a su hijo; 52 escrituras de pequeñas propiedades rústicas repartidas por los lu- gares de Revenga, Madrona, Juarrillos, Hontoria, Navas de Riofrío y Tres Casas, consistentes en casas, huertas, tierras de labrantío, cercas, prados y encerraderos de ganado valoradas en 46.030 rs.; 8.000 ovejas valoradas a 18 rs. cada una, que era su precio de ta- sación, suman 144.000 rs.; y las casas principales de la parroquia de El Salvador, con sus accesorias, valoradas en 28.310 rs., lo cual hacía un total de 507.920 rs., es decir, 17.269.280 mrs., distribuidos el 64% en censos, el 7,4% en tierras, el 23,2% en ganado y el 9,4% en bienes inmuebles. Con todo este capital fundó un mayorazgo en favor de su hijo bastardo que lo heredaría junto con el otro ma- yorazgo de 10.000 ds., lo que significa un total de 21.019.280 mrs. A todo esto hay que añadir un esquileo de ganado con sus casas de vivienda, encerraderos, corrales y una cerca anexa con una ca- sa donde vivían los carreteros que no está tasada en el inventario. Lo único que dejaba fuera del mayorazgo, eran los bienes mue- bles de la casa de Segovia y Revenga, con la salvedad de una ta- picería de siete paños de las Artes Liberales, las joyas de oro y pie-

293 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA zas de plata labrada, que ordenaba se vendieran para que su pro- ducto se emplease en aumentar el mayorazgo.

También se mencionan deudas a favor y en contra sin espe- cificar las cantidades, pero llama la atención que muchas de es- tas deudas correspondían a vecinos de Segovia y de Flandes, lo que nos indica que tenía contactos comerciales con esta centro manufacturero flamenco, posiblemente exportación de lana al norte europeo e importación de productos manufacturados de lujo para los mercados de Segovia. También dejaba ordenado que se echaran las cuentas con los mayorales de los ganados que tenía de Extremadura y la Montaña y con todos sus pastores, pues tenía muchas más cabezas de ganado de aquellas 8.000 que dejaba a su hijo en su herencia, pero su intención era que todas las que subiesen de ese número se vendieran.

Ya vimos más atrás, al tratar sobre los rebaños de los Bermúdez de Contreras, que en la primera mitad del siglo XVII se consideraba como la cabaña ideal y más rentable, la que es- taba constituida entre ocho y diez mil cabezas de ganado. No se- rá así en tiempos posteriores, en que el ganado se concentrará en muy pocas personas con un gran número de cabezas, pero de momento estos rebaños se fijaban en las cifras señaladas. El rebaño que Pedro González deja a su hijo estaba formado por 1077 horros machos (9), 234 moruecos (10), un rebaño de 70 ovejas de hombro, un rebaño de hombro y chapa de 348 ovejas y 152 borregos, un rebaño de riñón de 665 ovejas y 148 borre- gos, un rebaño de aguja de 642 ovejas, 120 borregos y 148 ove- jas serranas, un rebaño de 682 ovejas y 169 borregos, otro de 635 ovejas y 155 borregos, otro más de 768 ovejas y 172, otro de 872 ovejas y 139 cabras repartidas entre todos estos rebaños men- cionados. Con todo lo referido iban incluidos 24 perros, 24 po- llinos, 24 cencerros, 12 mantas, 12 calderos, 12 alforjas y 12 cos- tales que es el hato redondo del ganado y dos mulas para el uso de los mayorales. Habiendo hecho la quinta de los borregos y cabras, que a uso de pastoría quiere decir que se valoran tres por dos, sumaban 7.718 cabezas de ganado, más otras 272 cabezas

294 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS que se añadieron porque se debían, sumaban en total las 8.000 cabezas que dejaba a su hijo.

Como solía ser habitual, cuando uno de estos caballeros mo- ría sin descendencia legítima, solía dejar numerosas mandas tes- tamentarias a sus parientes y servidores y también era corriente que invirtiese importantes sumas para la salvación de su alma, bien fundando capellanías de misas o bien financiando obras pí- as a favor de los más necesitados. En último caso, la Iglesia po- día verse beneficiada al ser el destino de los bienes de estos ca- balleros, pues ante la posibilidad de la extinción de sus descen- dientes por línea directa, Pedro González ordenaba deshacer el vínculo y vender todos estos bienes mencionados con el fin de comprar la capilla mayor de la Iglesia del El Salvador para su en- terramiento. En este caso, aunque pide autorización para que le herede su hijo bastardo y le es concedida, se cumple en parte esta norma general de dejar abundantes mantas testamentarias a los parientes, amigos y servidores. La naturaleza de estas man- das es, fundamentalmente, de dinero en metálico o a censo pa- ra los parientes religiosos; bienes mubles de casa para los fami- liares casados como pueden ser cuadros de pintura, tapices o muebles; objetos de adorno para su persona a los familiares sol- teros como joyas para las hembras y armas o vestidos para los varones. Indudablemente, tampoco faltan los socorros para los criados y servidores, traducidos en cantidades de dinero líquido para casar a sus hijas o la condonación de deudas.

Dispuso ser sepultado en la capilla de Nuestra Señora de la Asunción de la parroquia del El Salvador, que pertenecía a su fa- milia, y para la salvación de su alma dejaba encargado de dije- ran 5.000 misas en diferentes iglesias y conventos de la ciudad. En lo relativo a la pompa funeral lo dejaba a disposición de sus testamentarios, aunque recomendándoles toda la discreción que fuera posible, y sin prescindir del acompañamiento de cuatro co- fradías de las que era cofrade.

295 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

244º. DIEGO DE GRIJALVA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 3 de marzo de 1643 en lugar de Manuel Martínez de Salcedo y 5 años después, el día 5 de diciembre de 1648 renunció el ofi- cio en Luis Daza y Velasco.

Fue procurador en Cortes en el año 1646 y recibió un hábi- to de caballero de Santiago.

245º. JOSÉ DE SAN ROMÁN.- De profesión escribano y de- positario general del Ayuntamiento, ingresó como regidor el día 1 de abril de 1645 en sustitución de Pedro González de la Cruz y permaneció como tal hasta el día 17 de marzo de 1649 en que fue sustituido por Juan Calvo Cereceda. Aparece domiciliado en la parroquia de San Sebastián y desde el año 1616 figura como caballero recibido en los Nobles Linajes.

De este caballero conocemos el inventario de sus bienes (11) que hizo al morir su esposa, la señora doña Ana Sanz, con el fin de repartir las legítimas maternas entre los siete hijos que tuvo el matrimonio. En las capitulaciones matrimoniales acordaron que él llevaría 200 ds. de arras y ella aportaría una dote de 1.500 ds., aunque en realidad solamente fueron 1.200 ds. La fortuna inicial de José de San Román en el momento de casarse fue de otros 200 ds.

Estos 1.600 ds. (600.000 mrs.) de sus comienzos se vieron au- mentados hasta la cantidad de 46.262.558 mrs., que sumaba el cuerpo de hacienda en el momento en que falleció su esposa. Esta fortuna estaba constituida de la siguiente forma: el 1,2% en bienes muebles, es decir, 594.710 mrs.; en joyas de oro y en pla- ta labrada 526.787 mrs. (1,1%); 1.886.014 mrs. en dinero (4,1%); en juros 1.070.071 mrs. (2,3%); en ganado 8.110.020 mrs. (17,6%); y en deudas a favor 34.074.956 mrs. (73,7%), aunque también te- nía 26.391.911 mrs. (57%) de deudas en contra. Este apartado de deudas nos puede ayudar para hacernos una idea del volumen

296 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS de negocio que administraba este caballero. De todos modos, descontando las deudas en contra, la dote de su esposa y el ca- pital inicial, este matrimonio había reunido 19.347.047 mrs. en bienes gananciales.

El rebaño de ganado estaba formado por 10.048 ovejas y bo- rregas y por 3.037 borregos, carneros y moruecos, que hacían en total 13.085 cabezas de ganado, tasándose cada cabeza al precio habitual de 18 rs. por cabeza. A esto había que sumar una yegua valorada en 34.000 mrs. y dos mulas tasadas en 68.000 mrs. Los juros que poseía estaban fundados sobre los millones de la ciu- dad de León y sobre las alcabalas de Segovia. Sobre el apartado de deudas no hace ninguna referencia a su origen pero bien po- dían estar motivadas como consecuencia del ejercicio de su pro- fesión de depositario general del Ayuntamiento. Por último cabe destacar que entre el dinero en metálico se incluye una partida de 130.186 mrs. que había adelantado a uno de sus hijos para el viaje a Indias, lo cual nos muestra el fenómeno que ya hemos observado en otros miembros de la oligarquía segoviana, que in- cluía entre los diversos medios de hacer fortuna: su formación en las universidades, el ingreso en el ejército o el viaje al Nuevo Mundo, además de a los países europeos, para iniciarse en el mundo de los negocios.

Entre los bienes muebles cabe destacar los cuadros de pintu- ra que poseía, todos ellos de carácter religioso, excepto dos que eran de carácter profano: Una tabla de La Visitación de N.ª S.ª, valorado en 17.000 mrs.; un cuadro de El Martirio de Santa Úrsu- la (20.400 mrs.), un lienzo que representaba La Disputa de los Doctores (6.800 mrs.), La Escala de Jacob (10.200 mrs.) un cua- dro de San José (3.400 mrs.) y dos tablas de las estaciones, una del invierno y otra del verano, las dos valoradas en 10.200 mrs.

246º. FRANCISCO FERNÁNDEZ DE MIÑANO Y CONTRE- RAS.- Sucedió en el Regimiento a su padre, Antonio Fernández

297 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA de Miñano, el día 31 de octubre de 1645 y tras 19 años de per- manencia en el oficio lo renunció el día 6 de abril de 1664 en su sobrino Antonio Fernández de Miñano.

Ingresó en los Nobles Linajes en el año 1630 y vistió el há- bito de caballero de Calatrava en el año 1642 en consideración a la muerte valerosa de Juan Fernández de Miñano ocurrida en el ataque a Holanda en el año 1641, razón por la que le fue con- cedido a Antonio Fernández de Miñano un hábito de cualquiera de las tres órdenes militares para su hijo Francisco.

Fue bautizado en la parroquia de San Pablo en el año 1626. Hijo de Antonio Fernández de Miñano y Jerónima González, am- bos naturales de Segovia, y nieto, por parte paterna de Juan Fernández de Miñano y de Aldonza de Contreras y, por parte materna, de Francisco González y de Francisca González, todos ellos naturales de Segovia, nobles y limpios de toda mala raza.

Procedía esta familia del lugar de Miñano (Vitoria), siendo el primero en llegar a nuestra ciudad Pedro Fernández de Miñano, su tercer abuelo. Se dedicaron al trato de lanas y emparentaron con la rica familia ganadera segoviana de los González de El Salvador y con la linajuda familia de los Contreras.

247º. PEDRO MELÉNDEZ AYONES Y TURÉGANO.- Sabe- mos que ingresó en el Ayuntamiento el día 20 de noviembre de 1645 en lugar y por renunciación de Fernando Rosales de Aguilar. Renunció su oficio 31 años después en su hijo Tomás Meléndez Ayones González. Procedía de una rica familia de fabricantes de paños y estaba avecindado en la parroquia de Santa Eulalia don- de fue bautizado en 1608, lo que no fue óbice para que ingresa- ra en la Junta de Nobles Linajes en 1627 y posteriormente como regidor en el Ayuntamiento.

Hijo de Tomás Meléndez Ayones Pérez de Villalobos y de María de Turégano, nieto de Pedro Meléndez Ayones y Lazarena

298 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Pérez de Villalobos y bisnieto de Rodrigo Meléndez, señor de Ayones —el primer miembro de esta familia que llegó a Sego- via—, y de María García Tresguerras. Casó, en la parroquia de Santa Columba el 29 de septiembre de 1635, con doña Isabel González de Ávila, natural de Segovia y bautizada en la parro- quia de Santo Tomás el 19 de marzo de 1614, hija de Francisco González de Espinosa, de la parroquia de Santo Tomás, y de María Dávila González, de la parroquia de El Salvador. Este ma- trimonio tuvo dos hijos: Pedro y Tomás. El primero, Pedro, ca- ballero de Santiago, casó en primer matrimonio con doña María del Busto y en segundo con María Jacinta; y el segundo, Tomás, casó con Mariana de Salcedo y Reinoso.

Esta familia era originaria del lugar de Ayones (Asturias) cer- ca de Oviedo. El primero que se estableció en Castilla fue Ro- drigo Meléndez, hidalgo, señor de Ayones. Como muchas fami- lias hidalgas del norte de España, se estableció en Segovia atra- ído por los oficios de la lana a principios del siglo XVI y en una de sus casas de la parroquia de El Salvador, poseían lonja y tin- te para el laboreo de las lanas sin poner las manos en su fabri- cación sino ejecutando la dirección de la empresa.

En el informe que se llevó a cabo cuando Pedro Meléndez Ayones y González, hijo de nuestro regidor, ingresó como caba- llero de Santiago, se afirma que tanto el pretendiente como sus antepasados por ambas líneas son limpios de toda mala raza, cris- tianos viejos y nobles hijosdalgos de sangre al fuero de España, pues tanto Pedro, su padre; Tomás, su abuelo; y Pedro, su bis- abuelo, estaban recibidos en la Junta de Nobles Linajes de Segovia. Manifiestan los testigos que los miembros de esta familia no habían ejercido oficio vil ni mecánico, ni habían sido merca- deres ni cambistas; aunque era público y notorio que Pedro Meléndez Ayones y Turégano, nuestro personaje, había adminis- trado las lanas de sus ganados por medio de capataces y mayor- domos y había tenido granjería de fábrica de paños en el arrabal de Segovia. Esta fábrica era atendida por maestros y oficiales asa- lariados y estaba ubicada en la parroquia de Santa Eulalia. Sin em-

299 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA bargo, sus casas principales estaban situadas en el recinto amura- llado de la ciudad, donde vivía con su familia, con lustre y faus- to de criados, teniendo coche de cuatro mulas y concurriendo a las funciones públicas de estimación junto a los demás caballeros, como regidor de la ciudad que era. Decían que en la fábrica te- nía maestros y oficiales de cardadores, pelaires, tundidores, tinto- reros y tejedores, de cuyos oficios había gremios en Segovia, pe- ro preguntados los testigos sobre si había gremio de fabricador de paños, contestaron que no lo había al no estar considerada esta ocupación como oficio, pues, la granjería de paños, la practicaban personas de la misma calidad que don Pedro, como algunos ca- nónigos de la Catedral, señoras viudas y caballeros de primera ca- lidad, y en caso de que esta ocupación no fuera lícita y decente, el Obispo no hubiera consentido de ninguna manera que la hu- biesen desempeñado los canónigos como queda dicho (12).

Su abuelo Pedro, fabricador de paños que fue sepultado en la parroquia de San Millán donde tenía capilla de enterramiento, tuvo tres hijos con Lazarena Pérez de Villalobos: Tomás, Pedro y Manuel. De éste último sólo sabemos que litigo su hidalguía en 1608; de Pedro, que casó con María Diez y tuvo un hijo llamado Jacinto —cabeza de la otra rama de la familia que en el siglo XVII también estaba en el Ayuntamiento— y de Tomás nos ocu- paremos a continuación. Repartió su fortuna por partes iguales entre su hijo Tomás y su nieto Jacinto, ya que su hijo Pedro ha- bía fallecido y de aquí parten las dos ramas de la familia exis- tentes en Segovia en la época que nos ocupa.

Por el testamento de Tomás Meléndez Ayones Pérez de Villa- lobos sabemos que se trata de un nuevo rico, con ocupaciones propias de la burguesía segoviana, que reclama para sí un en- tierro pomposo, pero que su dedicación industrial y comercial queda delatada al solicitar el acompañamiento de diversas co- fradías, algo común a los miembros de su clase, como ya hemos visto más atrás. Otro de los detalles que delatan su pertenencia a la burguesía segoviana es el amplio y lujoso vestuario que en- contramos relacionado en su inventario de bienes, donde no fal-

300 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tan las telas de importación, cambray (13), ruán (14), anjeo (15), tafetanes, sedas y damascos y sobreros con penachos de plumas blancas y de colores. Por supuesto no podían faltar algunas ar- mas entre sus pertenencias, pero las justas para hacer ostenta- ción de caballero, pero no porque se dedicara al oficio de las ar- mas. Como todos los que habían hecho fortuna con la fabrica- ción y el comercio de paños, dejaba numerosas mandas testa- mentarias a hospitales, cofradías, pobres, y, en definitiva, a todas las instituciones benéficas de la ciudad. Este señor compró para su entierro la capilla del Santísimo Sacramento, en la Sacristía de la iglesia de Santa Eulalia, por valor de 4.000 rs. Mejoró en el ter- cio y quinto de sus bienes a su hijo Pedro, además de dejarle las legítimas correspondientes a dos hermanos suyos religiosos.

Como del trato de lanas estaba pendiente por cobrar mucha cantidad de dinero y convenía por el momento que la hacienda no se dividiera, sino que estuviera por el plazo de tres años to- da ella junta para sacar mejor rendimiento de la misma, nom- braba por administrador de su fortuna a su hijo Pedro por este tiempo “por la gran confianza y satisfacción que le tengo” y ro- gaba a sus hijas que lo aceptaran sin discusiones al ser lo mejor para todos.

Pedro Meléndez Ayones y Turégano recibió una sólida for- mación que le pagó su padre como colegial mayor del Arzobispo de Salamanca. Ya en el seno familiar debió de haber una cierta preocupación por la cultura, pues el primer caso que nos en- contramos en que un miembro de la burguesía segoviana goza- ba de una biblioteca formada “por 12 cuerpos de libros de dife- rentes historias y algunos otros libros más grandes y pequeños” (16). También poseía numerosas obras de arte de pintura, todas ellas de carácter religioso y dos guitarras, por lo que podemos suponerle cierta inquietud artística y musical.

Por las cuentas y particiones (17) de la fortuna de su padre podemos saber como estaba distribuida la hacienda de un fabri- cante de paños segoviano de altos vuelos. El cuerpo de hacien-

301 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA da sumaba 27.346.060 mrs. repartidos de la siguiente manera: en dinero en metálico (18), joyas de oro y plata labrada, 1.508.065 mrs., es decir, el 5,6% (dinero 927.038 mrs. [3,4%], joyas de oro 70.006 mrs. [0.3%] y plata labrada 511.021 mrs. [1,9%]); en mate- riales de fábrica (19), 13.436.241 mrs. (49,1%); en deudas a favor, 4.498.603 mrs. (16,4%); en censos, 4.509.753 mrs. (16,5%); y por otros conceptos, 3.393.698 mrs. (12,4%). Entre las deudas a favor figuran 148.614 mrs. (0,5%) de préstamos bajo prenda y 234.107 mrs. (0,9%) de préstamos sin prenda. Las deudas en contra as- cendían a 8.752.855 mrs. (32%), por lo que la cantidad de bienes gananciales a repartir entre marido y mujer era de 18.593.205 mrs. y por tanto tocaban a 9.296.602 mrs. cada uno. Como los here- deros, a cuenta de sus legítimas, habían recibido la cantidad de 2.677.200 mrs., sumaban lo que tenían que repartir entre los cin- co hermanos 11. 973.802 mrs. Su hijo Pedro, que es el que nos interesa, recibió la mejora de tercio y quinto, su legítima paterna y las legitimas de sus hermanos religiosos, en total 7.172.915 mrs.

A la muerte de su madre, María de Turégano, la fortuna de ésta ascendía a 7.792.716 mrs. de los que había que descontar los gastos quedando para repartir 5.554.954 mrs.; lo que reparti- do entre cuatro hermanos, pues el hermano religioso había fa- llecido, tocaban a 1.269.436 mrs. cada uno. Pedro cobraba tam- bién la legítima de su hermana religiosa, con lo que heredó de su madre subía a la cantidad de 2.538.872 mrs. Si a esto suma- mos lo que había heredado de su padre, 7.172.915 mrs. hacía un total de 9.711.787 mrs. la fortuna inicial de nuestro personaje.

En la información que hicieron cuando su hijo solicitó vestir el hábito de caballero de Santiago, se había trasladado a vivir al centro amurallado de la ciudad y allí vivía con todo el lujo que requería vivir mezclado entre los más principales caballeros de Segovia.

Según las cuentas y particiones (20) que se realizaron, cuan- do murió Pedro Meléndez Ayones el día 15 de mayo de 1676, mejoró en el tercio y quinto de sus bienes a su hijo Tomás con

302 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS la condición de que tenía que vincularlo. Su hijo Pedro había re- cibido 12.000 ducados al casarse, y su padre puso como condi- ción que tenía que vincularlo, pero Pedro no aceptó, por tanto esta cantidad entra en el reparto de bienes. El cuerpo de bienes ascendió a 82.491.430 mrs., se bajaron por diferentes conceptos 14.946.794 mrs., por lo que quedaron para repartir entre los dos hermanos 67.544.636 mrs. El tercio y quinto subió a 31.520.830 mrs, por lo que tocaron a su hijo Tomás 48.326.461 mrs. y a su hijo Pedro 19.001.303 mrs.

Como vemos por la evolución de su fortuna fue un hábil ne- gociante que supo aumentar su caudal de forma considerable. Su dedicación a la fabricación y venta de paños, al trato de lanas, al comercio en general y a la cría de ganado hizo posible este au- mento. También gozaba de algunos juros y censos además de te- ner algunas propiedades rurales en Martín Muñoz de las Posadas.

Era su propiedad el edificio que hoy en día conocemos co- mo Casa Grande donde tenía la fábrica de paños, tinte, oficinas, el esquileo y los encerraderos del ganado. En la escritura de de- nomina como casa del Campillo de San Antonio a la que estaba anexas otras tres casas accesorias y un jardín. Esta propiedad ha- bía sido del regidor Luis de Contreras Girón y en la escritura de venta se valoraron en 28.000 reales.

Al ingresar como regidor se compró unas casas principales en el recinto amurallado en la plazuela de la Trinidad, en las que ha- bía vivido el regidor Luis de San Millán y Avendaño (donde hoy en día está la casa parroquia) y en el año 1650 costaron 66.000 rs., es decir, 2.244.000 mrs. El oficio de regidor de le había com- prado a Fernando Rosales de Aguilar en 1645 por 7.000 ducados.

El ganado de toda la cabaña, formada por 5.053 cabezas se tasó en 4.812.530 mrs., siendo el precio de 5020 ovejas a 27 rs. y 3 cuartillos, el de 7 carneros a 60 rs. y el de 26 morruecos 60 rs. Poseía 11 censos y dos juros, que le reportaban unas rentas de 108.797 rs. anuales.

303 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

248º. ALONSO SANTANDER Y MERCADO.- De este caba- llero solamente sabemos que ingresó en el Ayuntamiento como regidor el día 2 de diciembre de 1645 en lugar de Antonio del Sello Bermúdez de Contreras y que 2 años después renunció su oficio en Francisco Frutos del Río.

Fue recibido en la nómina de caballeros de los Nobles Linajes en el año 1640.

249º. FRANCISCO FAUSTO FERNÁNDEZ CABRERA Y BO- BADILLA.-Sucedió en el oficio de alférez mayor a su padre Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla el día 24 de diciem- bre de 1645. Desempeñó el cargo durante 22 años y el día 20 de enero de 1667, lo renunció en Francisco de Avendaño y de la Lama que lo ejerció en calidad de teniente.

Marqués de San Martín de la Vega, Conde de Chinchón, Gen- til-hombre de Cámara de S. M. y procurador en Cortes por Segovia, son algunos de los muchos títulos y cargos que ocupó este caballero cortesano.

250º. PEDRO DE CHAVES GIRÓN Y DE LA HOZ.-Aparece en los libros de actas del Ayuntamiento como regidor el día 29 de diciembre de 1645 en sustitución de Jerónimo de la Hoz Arias y Virués y permaneció como tal hasta el día 11 de enero de 1649 en que fue sustituido por Antonio Álvarez de Sepúlveda. Figura como caballero recibido en la Junta de Nobles Linajes desde el año 1625.

Fueron sus padres don Juan de Chaves Girón, natural de Ayllón (Segovia) y doña María de la Hoz de Tapia, natural de Segovia. Casó con su prima carnal doña María Jerónima Carrillo de Mendoza y Chaves, natural de Cañavares (Cuenca) con quien tuvo cinco hijos: Francisco de Chaves Girón, el mayor, caballero

304 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS de Calatrava y regidor de Segovia, que casó con doña Bernarda de Contreras y fallecida ésta con María de Salcedo; Luis Carrillo de Mendoza, caballero de Calatrava, vecino de Ávila, que casó con María de Aguirre; María de Chaves Girón, casó con Antonio Bermúdez de Contreras, regidor de Segovia; Teresa de Chaves Girón, casó con Juan de Espinosa Núñez, regidor de Segovia; y Antonio de Chaves Girón.

Los padres de su mujer eran don Luis Carrillo de Mendoza, natural de Cañavares (Cuenca) y Francisca de Chaves, natural de Ayllón. Por parte de esta familia estaba considerados como no- bles, limpios de sangre y cristianos viejos, deudos descendientes del conde de Priego, segundón de la Casa de los Mendoza.

En la información que se llevó a cabo para proceder al in- greso de la orden de Calatrava (21) de sus hijos Francisco y Luis se dice que en Sepúlveda, de donde procede el apellido de la Hoz, se les tiene por hijosdalgo de sangre y como tales estaban asentados en los Libros de Repartimientos de puntos de la villa, porque todos los que son vecinos de la villa o tienen hacienda en ella, se asientan en los libros de hijosdalgos; y cuando moría el poseedor de la hacienda sin dejar hijo varón que estuviese re- cibido por hijodalgo, siendo de la villa, se le hacía información, pero si era de otro lugar, se le obligaba a litigar la nobleza a no ser que fuera de casa de mucho lustre poseedora de Título o de Grande de Castilla. Pedro de Chaves Girón y de la Hoz heredó la hacienda que, Juan de la Hoz y Tapia, regidor de Segovia y hermano de su madre, tenía en la villa y no se le hizo informa- ción para admitirle en los Libros por ser hijo de Juan de Chaves que tenía hacienda en el término de Sepúlveda y estar recibido ya en los Libros. Heredó a Juan de la Hoz Tapia porque el úni- co hijo varón que tuvo este señor, llamado Pedro, murió soltero y su hermana Felipa, aunque casó con Jerónimo de la Hoz Arias y Virués, regidor de Segovia, no tuvo hijos de este matrimonio.

En Segovia todos los testigos estuvieron de acuerdo en que era una familia cuya nobleza no se podía poner en duda, bue-

305 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA nos cristianos y limpio de toda mala raza de judíos, moros o conversos, por lo que nunca habían sido penados por el Santo Oficio. Tanto Pedro de Chaves como su padre Juan de Chavez eran miembros de la Junta de Nobles Linajes y habían desempe- ñado en ella cargos como el de alcaldes de la Hermandad del es- tado de los hijosdalgos. Además, Pedro de Chaves estaba empa- rentado por una tía abuela suya con los Contreras, familia noble segoviana cuyos miembros estaban en posesión de títulos de no- bleza y vestían hábitos de ordenes militares. Pero el acto positi- vo más decisivo era el de que era uno de los 16 cofrades de la cofradía del Moyo en la iglesia de San Martín, reservada exclusi- vamente para caballeros y cuyas plazas de cofrade eran heredi- tarias en las familias que la formaban.

En el lugar de Ayllón para afirmar su nobleza se decía que los Chaves descendían de Francisco de Chaves, uno de los ca- balleros más nobles que había en Castilla y prueba de ello era que habiendo en Ayllón la cofradía del Santísimo Sacramento, de la cual solamente podían ser cofrades los sacerdotes o los caba- lleros de hábito, a él se le admitió sin tener dicho hábito por ser tan notoria su nobleza.

En su testamento declara tener un mayorazgo por varonía de los Chaves aunque desconocemos todo sobre él, no sabemos ni donde radicaban sus bienes ni la naturaleza de los mismos. También declara haber vendido el mayorazgo que poseía su mu- jer en el lugar de Cañaveras y del importe de la venta él había tomado prestado la cantidad de 21.000 ds. en diferentes em- préstitos y con ello había entregado a su hijo Francisco cierta cantidad de ganado ovejuno y un esquileo con sus cercas y ca- sas en el barrio del Mercado de Segovia, y demás de esto, le ha- bía comprado 50 fanegas de pan de renta en el lugar de la Mata. También declara haberse gastado con él unos 7.000 ds. en las dos bodas de su hijo y en el entierro de la primera mujer. Es de suponer que el mayorazgo de su varonía lo heredaría su hijo pri- mogénito.

306 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Con su hijo segundo se había gastado en las pruebas del há- bito de caballero y su boda unos 3.000 ds. A este hijo le corres- pondía un mayorazgo que había fundado doña Catalina de la Mata, cuyos bienes radicaban en el lugar de Villoslada y a los que había que sumar unas casas principales en la parroquia de San Esteban de Segovia. Este mayorazgo estaba reservado para los hijos segundos de la Casa de la Hoz, por esta razón lo había gozado su padre, Juan de Chaves, como marido de María de la Hoz, sobrina de la fundadora e hija segunda de la Casa; después le había disfrutado él mismo; y ahora, el siguiente en la sucesión, sería su hijo segundo Luis de Chaves Girón y de la Hoz Carrillo de Mendoza (22). Este hijo también heredó el usufructo de otro mayorazgo que había fundado don Alfonso Téllez Girón, ante- pasado de su padre, y que era incompatible con el mayorazgo de los Chaves. Este mayorazgo lo había disfrutado don Luis Carrillo de Mendoza, su suegro, como marido de Francisca de Chavez, su tía, hermana de su padre, y por muerte de ésta toca- ba la sucesión a su hijo Luis.

Por lo que se deduce, la mayoría de los bienes familiares es- taba amayorazgados, así que ordenaba que todas las cantidades adelantadas a sus hijos en concepto de legítimas, se incluyeran a la hora de hacer las cuentas y particiones de sus bienes para repartir entre sus cinco hijos por partes iguales. Una vez reuni- das estas cantidades mejoraba a su hijo menor, Antonio de Chaves, en el tercio y quinto de sus bienes, con la condición de que se le habría de pagar en alhajas y bienes de casa. Posible- mente los únicos bienes libres de la familia.

No hemos visto el inventario de sus bienes, pero en su tes- tamento se mencionan algunas obras de arte que debieron de te- ner un importante valor, si no material, al menos espiritual. Se menciona una escultura del Ecce-homo y una pintura de San José y la Virgen, ambas obras traídas de Roma y de “gran estimación y reconocimiento”, una lámina de San Francisco con reliquias y una pintura en tabla de Nuestra Señora del Pópulo.

307 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Ordenada ser enterrado en el monasterio del Parral en la ca- pilla del Evangelio contigua a la capilla Mayor, que era del ma- yorazgo de la Hoz, del cual era poseedor, en la misma sepultu- ra donde estaba enterrada doña Jerónima Carrillo de Mendoza, “mi prima y mi muy amada mujer”.

251º. JERÓNIMO DE VIRUÉS.-A este personaje ya le hemos mencionado más atrás con el nombre de Jerónimo de la Hoz Arias y Virués. En esta ocasión es un mero trasmisor del oficio para que el oficio de Juan Sánchez Bachiller pase a manos de Pedro de Chaves Girón.

252º. LOPE DE ZUAZO.- Sucedió a su padre Francisco de Zuazo y Suárez el día 9 de febrero de 1646. Solamente sabemos de él que era escribano y tesorero de millones.

En su testamento (23) se declara vecino de Segovia en la pa- rroquia de San Román. Solicita ser enterrado en la capilla de sus padres en el convento de San Francisco. Deja el entierro en ma- nos de sus testamentarios rogándoles la mayor moderación que sea posible. Manda al convento de los premostratenses todos los bienes que tenía de la manda que le había dejado Gonzalo de Cáceres. Nombraba como heredero a su sobrino Gabriel Arévalo de Zuazo, caballero de Calatrava y capitán de corazas de Badajoz, con obligación de hacer mayorazgo de los bienes raíces y censos.

253º. FRANCISCO FRUTOS DEL RÍO.- Regidor desde el 25 de noviembre de 1647, en sustitución de Alonso Santander y Mercado, hasta el 22 de noviembre de 1654, en que renunció el oficio en su hijo Pedro Frutos del Río. Estaba domiciliado en la parroquia de San Quirce y fue recibido en la Junta de Nobles Linajes en el año 1648.

308 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

No hemos encontrado su testamento, pero en el inventario de bienes (24) del regidor Francisco Osorio Asenjo, quien se ca- só con su viuda, doña Mónica Muñoz de Inestrosa, se mencio- nan los bienes de Francisco Frutos del Río que administraba Francisco Osorio. Entre los bienes que se citan figura cierta can- tidad de ganado, sin especificar el número de cabezas, tierras de labor en el lugar de Nieva, donde tenía labradas 50 obradas de tierra de trigo, cebada y centeno y 11.856.320 mrs. de principal empleados en juros que reportaban unas rentas anuales de 592.816 al 5%. Estos juros estaban impuestos sobre los millones de Salamanca, sobre el servicio ordinario y extraordinario de León, sobre el primer 1% de Segovia y sobre el derecho de la media anata.

Francisco Frutos del Río era natural de la villa de Corpa, don- de nació en el año 1592; estuvo casado en primeras nupcias con doña Juana de Prado y fallecida esta señora se casó por segun- da vez con doña Mónica Muñoz de Inestrosa, nacida en 1626 en Belmonte (Cuenca). Al menos tuvo siete hijos: Pedro, Francisco, Catalina, Francisca, Mónica, Mariana e Isabel Frutos del Río. Creemos que los cuatro primeros fueron de la primera esposa y las tres últimas de la segunda.

Pedro, casó con una hermana de su madrastra, doña Gabriela Muñoz de Inestrosa, y desempeño el oficio de regidor en con- fianza hasta que en las particiones de los bienes de su padre le fue adjudicado el oficio a su hermana Isabel. Francisco, entró en religión en el convento de Nuestra Señora de de pre- mostratenses, renunciando a sus legítimas a condición de que sus hermanos pagasen al monasterio la cantidad de 600 ds. Catalina recibió 16.000 ds. a cuenta de sus legítimas repartidos en las dis- tintas dotes que recibió para efectuar sus tres matrimonios; casó en primer matrimonio con Miguel Vargas, con quien tuvo un hijo llamado Antonio y recibió 10.000 ds. de dote; casó por segunda vez con Luis de Monrroy y recibió 40.454 rs. de dote; y celebró sus terceras nupcias con Alonso Osorio de Guadalajara y recibió 25.546 rs. de dote; este dinero lo reclamó el único hijo que tuvo

309 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA en su primer matrimonio. Francisca, casó con Antonio de Cepeda y Cáceres. Mónica y Mariana entraron en religión en el convento de Santa Isabel y renunciaron sus legítimas en su madre. E Isabel, casó con Antonio de Peralta y Cascales y recibió en dote 20.000 ds. a cuenta de los cuales recibió el oficio de regidor valorado en 88.000 rs. y otros 4.000 ds. más, con la obligación de vincular es- tos 12.000 ds. y los 8.000 ds. restantes como bienes libres.

Podemos aventurar que los rebaños de Francisco Frutos del Río debieron de ser bastante importantes, pues sino no se con- cibe que pudiera dotar a dos de sus hijas con 36.000 ds. (13.500.000 mrs.), sin incluir la dote de Francisca que no se men- ciona en los documentos (25). Como vimos más atrás al tratar de los bienes de Francisco Osorio Asenjo, que se casó con doña Mónica Muñoz de Inestrosa al quedar viuda de Francisco Frutos del Río, la administración y venta de lanas de los ganados re- portaban unos 15.181.816 mrs. anuales.

Entre sus bienes tenemos que incluir 303 libros “grandes y pequeños todos ellos diferentes” y uno grande titulado: Teatro del Orbe de la Tierra con sus mapas, de Abraham Oertels.

254º. JUAN BERMÚDEZ DE NA VACERRADA.- Heredó el oficio de su tío Blasco Bermúdez de Contreras el día 27 de junio de 1648. Permaneció 18 años en el Ayuntamiento y el día 27 de febrero de 1666, renunció su oficio en su sobrino Antonio Bermúdez de Navacerrada.

Estaba avecindado en la parroquia de San Miguel y fue reci- bido en los Nobles Linajes en el año 1630. Ocupó el cargo de te- niente alcaide del alcázar de Segovia y su hacienda principal ra- dicaba en el lugar de Valisa.

Sabemos que fue caballero de Santiago. Hemos encontrado el expediente de Juan Bermúdez de Contreras, nacido en 1607 en la parroquia de San Martín y armado caballero de Santiago

310 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

1626 —pero no sabemos si se trata de la misma persona o si eran primos—, cuyos padres fueron Blasco Bermúdez de Contreras y Catalina de Monsalve; abuelos paternos Juan Bermúdez de Contreras y María Ruiz y, por parte materna, Alonso Ruiz y Antonia de Montalvo. Lo que sí es cierto es que los Bermúdez de Conteras emparentaron por matrimonio con los Navacerrada, ricos fabricantes de paños.

Los Bermúdez de Contreras tenían muchos enemigos y en la información que se llevó a cabo para efectuar el ingreso en la orden de Santiago se recibieron muchas cartas anónimas efec- tuando denuncias de falta de limpieza de sangre. Las dudas sur- gían por la abuela María Ruiz, a la que se la suponía descen- diente de los Ximénez de la villa de Pedraza, a quines se tenía por conversos. Un Bermúdez de Contreras, Canónigo de la cate- dral, estaba enemistado con todo el Cabildo y el capitán Juan Bermúdez de Contreras, ambos hermanos del padre de Juan, Blasco Bermúdez, tenía grandes enemigos entre los ganaderos pertenecientes al Consejo de la Mesta.

Los Bermúdez tenían hacienda en Pedraza y en Sepúlveda, en los lugares de , Santa Marta, Castroserna, y , Oteruelo y el Guijar.

255º. LUIS DE GUZMÁN BECERRA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 14 de octubre de 1648 en lugar de su padre Luis de Guzmán Becerra. Siete años después lo renunció en Jerónimo de Aldana, el día 21 de diciembre de 1655.

Más atrás ya hemos hablado de su padre y abuelo y a ellos nos remitimos a la hora de aportar más datos sobre esta familia.

256º. PEDRO PEREX MALDONADO.-Este caballero desem- peñó el oficio de regidor en régimen de alquiler. Sucedió en él

311 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA a Tomás de Osorio el día 21 de noviembre de 1648 y cinco años después, el día 20 de diciembre de 1653 lo renunció en Antonio de Prado y Santiago.

Era natural de Pedraza donde nació en el año 1616, siendo hijo de Pedro Perex Maldonado y de Jerónima de Salcedo. Casó en dicha villa en el año 1633 con Rufina de Ortes y fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1646.

257º. LUIS DAZA Y VELASCO.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 5 de diciembre de 1648 en sustitución de Diego de Grijalva. Este señor desempeñó el oficio en alquiler durante 2 años y después lo renunció en Francisco Manuel de Peñaranda el día 15 de marzo de 1650. Este caballero vistió el hábito de Santiago

258º. ANTONIO ÁLVAREZ DE SEPÚLVEDA.- Sucedió en el cargo a Pedro de Chaves el día 11 de enero de 1649 y el día 3 de noviembre del mismo año lo renunció en Tomás Meléndez Ayones.

Este caballero estaba domiciliado en Valladolid, donde ejer- cía el oficio de Contador de la Chancillería

259º. JUAN CALVO CERECEDA.-Ingresó en el Ayuntamien- to en lugar de José de San Román el día 11 de enero de 1649. Tuvo algunos problemas para poder tomar posesión ya que el Ayuntamiento quería consumir el oficio al ser mercader fabri- cante de paños. Como él había pagado íntegramente el precio del oficio a su dueña, doña Margarita de las Varillas, viuda de Alonso González de la Cruz, y además había pagado las costas de expedición del título, el Consejo de la Cámara envió una car-

312 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ta al Ayuntamiento obligando a que le recibieran como regidor y en caso de negarse el corregidor de Segovia, enviarían al co- rregidor de Arévalo para que lo hiciera en su lugar. Renunció su oficio once años después, el día 13 de marzo de 1660 en Francisco de Vargas de la Hoz, marido de una hija de su mujer que había tenido con un primer marido antes de casar con él. Estaba domiciliado en la parroquia de Santa Columba donde fi- guraba como ganadero.

La única referencia a sus bases económicas que poseemos es la que nos indica él mismo en su testamento (26) en que decla- ra dedicarse a la cría de ganado, aunque también era mercader hacedor de paños adelantando la materia prima a los trabajado- res de las sucesivas tareas de fabricación del paño y terminando la última labor en su casa. Al menos, eso es lo que nos hace su- poner el hecho de que tuviese un tundidor en su casa emplea- do a su servicio (27).

De sus pertenencias solamente se mencionan una espada y cuatro pinturas de La Historia de Jacob que deja para su amigo Juan Arroyo. Sin embargo si podemos afirmar que se trataba de un hombre honrado y con muy buenos sentimientos. Lo prime- ro, porque según declara él mismo “el día de la rebaja de la mo- neda de vellón, pedí a Antonio de Herrera 600 reales y quiero que se le satisfaga la pérdida”. Esto quiere decir que, aunque él había pedido prestados 600 reales, en realidad solamente había recibido la mitad, es decir, 300 reales, pues ambos desconocían en este momento que se había producido la devaluación de la moneda. Legalmente parece ser que tenía las de ganar, sin em- bargo ordenaba que se compensase a Antonio de Herrera la pér- dida producida. En cuanto a sus buenos sentimientos y su con- dición caritativa valga el siguiente ejemplo: sabemos que se ca- só con doña Felipa de Cintillos, señora viuda de un primer ma- trimonio con el señor Juan de Liaño, con el que había tenido dos hijos: Juan y María de Liaño. No tenemos conocimiento de que él tuviera hijos legítimos con su mujer, sin embargo, adoptó un niño que abandonaron en la puerta de su casa, cuyo nombre era

313 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Juan Jeroteo, y que en el momento de su muerte tenía dos años de edad, y al haber muerto su esposa, había contratado a un ama de cría para que cuidara y alimentara a dicha criatura. Rogaba encarecidamente a Francisco de Vargas y a María de Liaño su mujer, es decir, la hija de su fallecida esposa, que se hi- cieran cargo del niño y mirasen por él. Para ayuda del remedio del niño dejaba una manda de 100 ds. para soportar los prime- ros gastos hasta que se arreglase la situación de Juan Jeroteo. Igualmente dejaba numerosas mandas a los pobres de Segovia, a los presos de la cárcel, a los hospitales y a diversos conven- tos. Ahora bien, como casi todos los regidores, también tenía al- go que esconder, y, para el descargo de su conciencia, dejaba otros 100 ducados a disposición de su confesor, para que los emplease en lo que le tenía encomendado sin necesidad de te- ner que presentar cuentes a nadie y para que lo hiciera tal y co- mo lo tenían tratado.

Ordenaba ser sepultado en la iglesia de San Clemente en la sepultura donde estaba enterrada su mujer, en la capilla del Santo Cristo, que era propiedad de su esposa y de su primer ma- rido. Para ello solicitaba permiso a los hijos de su mujer: Juan y María, a quienes dejaba por sus herederos. En caso de que estos no aceptasen esta petición ordenaba ser enterrado en la villa de Cercedilla, de donde era natural, en la capilla que allí tenían sus padres en la iglesia de San Sebastián. Dejaba encargado que di- jeran 2.000 misas para la salvación de su alma y en cuanto al en- tierro lo dejaba a disposición de sus testamentarios, pero con la condición de que lo celebraran con arreglo a la calidad de su persona.

260º. TOMÁS MELÉNDEZ AYONES.- Aparece en los Libros de Actas del Ayuntamiento el día 3 de noviembre de 1649 por renunciación de Antonio Álvarez de Sepúlveda. Desempeñó el oficio durante 26 años y el día 8 de junio de 1675 lo renunció en su hijo Tomás Antonio Meléndez Ayones. Estaba domiciliado en

314 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS la parroquia de San Facundo en la que figura como caballero, aunque sabemos que estaba vinculado a los negocios de la fa- bricación del paño. Fue recibido en la Junta de Nobles Linajes el año 1646 y desempeñó el oficio de alcalde de la Hermandad de los hijosdalgo.

Ya vimos más atrás como esta familia era originaria de Asturias. El primero en llegar a Segovia fue su bisabuelo Pedro Meléndez, señor de Ayones, que casó con María García de Tresguerras. De este matrimonio nacieron dos hijos, uno de ellos, Pedro, casó con Lazarena Pérez de Villalobos y tuvieron tres hijos. Tomás, el ma- yor, cabeza de la otra rama de la familia, Manuel, difunto, y Pedro, el tercero, que casó con María Diez. Éste murió antes que su pa- dre, por lo que su hijo Jacinto, nacido en 1597, heredo a su abue- lo, junto con su tío Tomás, por partes iguales. Jacinto Meléndez Ayones casó con la señora Inés González de Espinosa y tuvieron seis hijos, uno de ellos el personaje que nos ocupa.

Jacinto Meléndez se dedicaba a la fabricación de paños y en el momento de redactar su testamento el cuerpo de su hacienda subía a 4.843.684 mrs., pero las deudas en contra ascendían a 5.044.240 mrs., por lo que no hubo bienes gananciales. Él había aportado 1.870.000 mrs de la herencia de su abuelo, pero esta cantidad se vio reducida a 1.453.542 mrs. al satisfacer las deudas pendientes, por lo que tocaron cada uno de sus seis hijos a 242.297 mrs.

Esta fue la cantidad con la que comenzó Tomás Meléndez Ayones y la que multiplicó a lo largo de su vida.

Nació en el año 1618 en Segovia en la parroquia de El Salvador. Casó en 1639 con doña Antonia Jacinta Fernández de la Peña, bautizada en la parroquia de Santa Eulalia de Segovia en 1621, hija de Martín Fernández de la Peña, natural de Burgos, y de doña Andrea del Hierro y Portillo, de Segovia. Este matri- monio tuvo tres hijos: Tomás Antonio, caballero de Santiago, que casó con doña Francisca de Contreras Girón; Jacinta y María, que

315 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA ingresaron como religiosas en el convento de San Antonio el Real. Siguió viviendo en la parroquia de El Salvador hasta el año 1673 en que se trasladó a la parroquia de San Facundo.

Aquejado de una grave enfermedad y ante la imposibilidad de redactar su testamento, dio poder a su mujer para que lo hi- ciera en su nombre (28). En él dispone que su esposa herede el remanente del quinto de sus bienes para que los utilice libre- mente. Ordena ser enterrado en la iglesia del convento de San Francisco en la sepultura donde estaban enterrados sus padres y expresa la voluntad de que le entierren “sin pompa funeral de autoridad, ni se toquen clamores altos, sino bajos como por un hombre pobre y humilde”.

Junto con el poder para testar también concede a su esposa autorización para fundar mayorazgo de sus bienes (29). A través de este documento conocemos las bases económicas de esta fa- milia que eran muy importantes. En primer lugar sabemos que cuando se casó, Tomás aportó al matrimonio 16.000 ds., de los cuales 1.500 se los prometió en arras a su mujer; y ésta trajo en dote 14.000 ds. más otros 9.500 ds. que posteriormente heredo de su madre. O sea, que el matrimonio comenzó con 39.500 ds. A partir de este momento la fortuna se vio incrementada cons- tantemente y a la hora de su muerte, cuando se fundó el mayo- razgo, se podía calcular en unos 100.000 ds. aproximadamente, es decir unos 37.500.000 mrs.

Esta cantidad estaba constituida por el oficio de regidor de Segovia; las casa principales en la parroquia de San Facundo; una casa en el barrio de El Salvador, donde había vivido la fa- milia hasta el año 1673, con su tinte, cerca, corredores, alberca y obradores, incluyendo dos mercedes de agua, es decir, una ins- talación fabril con todo lo necesario para el obraje de los paños; el mesón del Hierro, sito en la calle de San Francisco junto al Azoguejo; un horno para cocer pan en la calle de la Plata; una casa en las cuatro calles (30); una casa en la calle de la Almuzara; dos juros sobre los millones de Segovia y ocho censos sobre par-

316 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ticulares, cuyos principales ascendían a 24.542 rs. y sus rentas a 1.259 rs. anuales; un molino harinero de tres ruedas en el río Cega en el lugar de Lastras de Cuéllar; otro molino de dos rue- das también en el río Cega en el lugar de Torre de Cuéllar; un tercer molino de una rueda en el río Milanos, todos ellos con su casa de vivienda; 896 obradas de tierra de pan llevar repartidas en 32 escrituras en los lugares de Puente de Coca, Bernuy de Coca, Villa Gonzalo de Coca, Ciruelos, Villeguillos, y en los lu- gares pertenecientes a la tierra de Olmedo de Puras, Almenara, El Llano y la Fuente; 93 aranzadas de viñas repartidas en 11 es- crituras en los mismos lugares; 23 escrituras de tierras, linares, cercas y prados en el lugar de y sus barrios de la Aldehuela y Cabanillas, que en total hacían 61 obras; en el tér- mino de la Higuera y la Mata de Pirón, cuatro escrituras de 22 y 1/4 obradas de las mismas características; 86 y 1/4 obradas de tierra de pan llevar y linares repartidas en 13 escrituras en y Tizneros; 83 y 1/2 obradas de tierras similares a las an- teriores repartidas en 17 escrituras en Hontoria y Juarrillos, 12 obradas de tierra en dos parcelas en Revenga; y 15 obradas en tres parcelas en término de Navas de Riofrío. De todos esto bienes, que como hemos dicho sumaban unos 100.000 ds., —el 2,2% en juros y censos y el 97,8% restante en bienes raíces— doña Antonia Jacinta se reservaba para sí 16.000 ds.; otros 12.000 ds. para dotar a su nieta mayor y 16.000 ds. pa- ra su hijo para que usara libremente de ellos para dotar a sus otros hijos. O sea, que restando estos 44.000 ds., en realidad se amayorazgaban los 56.000 ds. restantes.

Lo que rentaban estos bienes lo sabemos por la escritura de capitulación matrimonial (31) que suscribieron Luis de Contreras Girón y Tomás Meléndez al casar a sus hijos Francisca y Tomás Antonio. En dicha escritura Tomás Meléndez se comprometía en- tregar a su hijo 4.000 ds. al contado, para sufragar los primeros gastos de la boda e instalación de la casa y toda la hacienda que poseía en la jurisdicción de Coca, que rentaba 360 fanegas de tri- go cada año libres de impuestos, pues el diezmo lo pagaban los

317 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA renteros por condición expresa del contrato de arrendamiento; 46 aranzadas de viñas y 13 de majuelos con dos casas con sus bodegas; el molino de Lastras de Cuéllar, que rentaba 150 fane- gas de trigo, 18 arrobas de tocino y dos pavos; el molino del río Milanos, en , arrendado en 42 fanegas de tri- go y 12 gallinas; y tres juros que rentaban en total 4588 rs. Todos estos bienes se valoraban en 24.000 ds que junto con los 4.000 ds., que le dieron en dinero, sumaban 28.000 ds. Todo ello a cuenta de la legítima, paterna o materna, que primero le tocase. En arras entregaba a doña Francisca 2.000 ds. y si muriese Tomás Antonio dejando viuda a su esposa, la dejaba una renta de 400 ds. de alimentos anuales.

Por lo que se deduce de estos documentos, desde el año 1639 en que se casaron Tomás Meléndez y su mujer, hasta el año 1655, fueron amasando una pequeña fortuna con los beneficios que les proporcionaba la fabricación de paños. A partir de este año, co- mienzan a incrementar sus bienes y empiezan a invertir en pro- piedades raíces rústicas dando un vuelco a su dedicación profe- sional. A lo largo de la década de 1660 y en los primeros años de la década siguiente, comprarán todas las tierras, viñas y linares que hemos relacionado más atrás, y lo que es más importante, en 1673 dejarán la casa de El Salvador, para instalarse en el recinto amurallado de la ciudad, y se la arrendarán a un fabricante de pa- ños para que la explotase por su cuenta y riesgo. Posiblemente, todo esta estrategia de abandonar las actividades manufactureras, estuviese encaminada al buen casamiento de su hijo Tomás Antonio, pues en 1670 casaba éste con doña Francisca de Contreras, hija de don Luis de Contreras Girón Suárez de la Concha, señor de Lozoya, y fruto de este matrimonio nacería don Luis de Contreras Girón, primer marqués de Lozoya. De este mo- do podemos apreciar como confluyen en un mismo título, cuatro familias segovianas cuyos miembros habían desempeñado el ofi- cio de regidor de su Ayuntamiento, como son los Suárez de la Concha, los Chaves Girón, los Contreras y los Meléndez Ayones. En cierto modo este ejemplo también nos puede servir para com-

318 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS prender el camino que seguían las familias burguesas adineradas para encumbrar a sus hijos en el estamento caballeresco.

En su testamento, que hizo su esposa en su nombre, dejó en- cargado se diese a diferentes personas de su estimación, deudos y extraños, en memoria de lo que les había apreciado en vida, un to- tal de más de 50 mandas testamentarias en las que se muestra muy generoso, pues incluye diversas obras de arte como son unas lá- minas de cobre repujado con marcos de ébano que representaban una El Nacimiento de Cristo y la otra La Adoración de los Reyes, un cuadro de La Virgen de los Siete Cuchillos, un Ecce-homo pin- tado en lienzo, o un cuadro de Nuestra Señora de la Anunciación pintado en un espejo; varias joyas de oro y diamantes; un reloj de plata de bolsillo, que era el que él usaba ordinariamente; un rosa- rio guarnecido en oro, piezas de vajilla de plata labrada como pla- tos fuentes y azafates; ornamentos religiosos como los que deja pa- ra el convento de la Trinidad, consistentes en un terno de damas- co blanco bordado en oro, casulla, estola, dalmántica, manípulos, bolsa corporal, capa y paños de facistol y frontal para el altar ma- yor; 14.060 rs. repartidos en 24 mandas distintas; más la fundación de una capellanía de misas y un patronato de legos. Llama la aten- ción una donación que hace de 3.200 tejas para construcción de la ermita del Santo Ángel de la Guarda, la ermita del actual cemente- rio, que se estaba construyendo por estas fechas. Por supuesto tam- bién deja numerosas mandas para diferentes conventos e institu- ciones benéficas de la ciudad y cierta cantidad de dinero en metá- lico para los pobres. También asegura el futuro de sus hijas reli- giosas poniendo a censo la casa de El Salvador y el mesón de la calle San Francisco, para que las quedase una renta de por vida de 100 ds. a cada una, aunque la manda más importante es para su nieta Antonia Josefa Meléndez, que la dejó 12.000 ds. para ayuda de su dote cuando mudase de estado.

261º. FRANCISCO MANUEL DE PEÑARANDA.-Ingresó co- mo regidor el día 15 de marzo de 1650 en lugar de Luis Daza y

319 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Velasco. Desempeñó el cargo en régimen de alquiler durante 11 años y el día 14 de noviembre de 1661 lo renunció en Manuel Ximilio.

Pertenecía a una familia de pañeros y mercaderes de lanas y había sido recibido en los Nobles Linajes en el año 1634.

262º. ANTONIO DE CONTRERAS.- Caballero de Calatrava en 1634, colegial del Mayor de Oviedo en Salamanca y miembro de los Consejos de la Cámara y de Hacienda de S. M. Ingresó en el Ayuntamiento el día 4 de noviembre de 1651 gracias a un acre- centamiento de oficios que se produjo, ocupando el asiento más antiguo por decisión de la mayoría dada la calidad de su perso- na. Desempeñó el oficio durante 19 años y el día 23 de enero de 1672 lo renunció en Antonio Manuel de Contreras.

Nació en Segovia y falleció en ella el día 29 de septiembre de 1670. Fueron sus padres Jerónimo Antonio de Contreras —hijo de Juan de Contreras, caballero de Santiago, y de doña Aldonza de Contreras— y doña María González Bernaldo de Quirós —hija de Benito González y de Isabel Bernaldo de Quirós—. Estaba domi- ciliado en la parroquia de San Pablo, donde figura como licen- ciado.

Tanto sus padres como sus abuelos eran naturales de Segovia, tenidos por hidalgos, limpios de toda mala raza y cristianos vie- jos reconocidos por todos. Tenía sus casas en la plazuela de San Pablo y era suya la capilla Mayor de la iglesia del mismo nombre. Luis Jerónimo de Contreras, I conde de Cobatillas era sobrino su- yo, hijo de su hermano mayor, Juan Jerónimo de Contreras. De esta casa y familia era también don Francisco de Contreras y Rivera, caballero de Santiago, comendador de Hinojosa y co- mendador Mayor de León, Presidente de Castilla y colegial del Mayor de Oviedo en Salamanca, primo segundo del personaje que nos ocupa.

320 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Por parte de los González de El Salvador se menciona como parientes a Alonso González de la Cruz, regidor de Segovia, y a su hermano Pedro González, colegial mayor del de Santa Cruz de Valladolid, primo segundo de don Antonio de Contreras. Y por esta rama, los Bernaldo de Quirós tenían la casa solariega en San Cristóbal, arrabal de Segovia, donde estaban incluidos entre los vecinos nobles y limpios. Hay que tener en cuenta que los González y los Contreras estaban vinculados a Segovia desde los tiempos de la repoblación de la ciudad (32).

263º. SANCHO DE VILLALVA VILLAFAÑE.- Heredó el oficio de regidor de su padre, Diego de Villalva, el día 23 de diciem- bre de 1651 y después de tan sólo tres años de permanencia en el Ayuntamiento, renunció el oficio en Sebastián de Ortega Lara el día 3 de octubre de 1654. Estaba domiciliado en la parroquia de San Martín y ya en el año 1648 figuraba en la nómina de ca- balleros de los Nobles Linajes.

En su testamento (33) declara estar en posesión del vínculo de su tío Pedro de Aguilar, derecho que había adquirido al falle- cer el anterior usufructuario su primo Alonso de Aguilar y Rosales, caballero de Santiago. Tras la administración de su pri- mo, los bienes del mayorazgo ascendían a la cantidad de 40.494.028 mrs. empleados en juros y censos fundamentalmente. Esta cantidad había sufrido varias mermas como consecuencia de la mala administración realizada por Sancho de Villalva. Por ejemplo, el conde de Oñate había redimido un censo de 40.000 rs. y Sancho de Villalva en vez de volverlo a emplear sacó esta cantidad del convento de Santa Cruz la Real donde estaba en de- posito y se lo había gastado en saldar deudas pendientes; por otra parte, no era ésta la única merma en el mayorazgo, pues él mis- mo declara tener empeñados una taza, una cadena y unos boto- nes de oro, valorado todo ello en más de 3.600 rs. También tenía varios pleitos entablados como consecuencia de la mala cobran- za de algunos censos del mayorazgo por valor de 18.000 rs., y no

321 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA es de extrañar, pues, como veremos, la buena administración no era una de las virtudes de este caballero. Se llega a la conclusión de que debía de ser como su padre, un caballero que solamente se preocupaba de gastar y vivir placenteramente, dejando, al igual que su progenitor, numerosas deudas a su muerte. Hasta el punto que aún le quedaban por pagar deudas pendientes de las que había dejado su padre y que a él le había sido encomenda- da su liquidación. Prueba del abandono de sus negocios es que como él mismo declara, existían unos censos que le reportaban 36.000 mrs. de renta “y estos censos nunca los he hallado y siem- pre los he cobrado”. Lo cual quiere decir que se limitaba a cobrar lo que buenamente le pagasen pero sin llevar un control ni re- gistrar en un archivo todos los papeles y las escrituras de los cen- sos que administraba.

Además de este mayorazgo, que sin ninguna duda sería el principal, debía de tener otro de menor cuantía heredado por parte de su madre, al menos así lo declara en su testamento.

Hijo de Diego de Villalva y de María de Aguilar y Avendaño, Sancho de Villalva murió soltero y sin hijos. Dejó como herede- ra de sus mayorazgos a su hermana María y de los bienes libres a sus tres hermanas: María, Jacinta e Isabel, por partes iguales. Los bienes libres debían de ser escasos, pues de su padre había heredado 775.220 mrs. en bienes libres, pero como es fácil su- poner los habría gastado antes de empeñar los bienes de mayo- razgo que antes se han mencionado. En el inventario solamente se mencionan unos pocos bienes muebles como dos escritorios, uno de ellos de ébano guarnecido de plata y seis sillas, tres ta- pices de figuras, un cuadro de San Francisco y una cruz de oro con perlas, lo demás se reduce a las armas propias de un caba- llero, los jaeces de caballo, algunos trajes de vestir y diferentes sobreros de plumas, una golilla y un perro de muestra.

Dejaba un amplio memorial de deudas que se caracteriza no sólo por tratarse de deudas en dinero, sino también por tener en su poder, y por tanto con la obligación de devolver a sus verda-

322 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS deros dueños, una serie de objetos que muestran la dedicación de este caballero a la vida placentera. Por ejemplo, declara tener en su poder cuatro caballos ajenos —ya vimos más atrás, en la información que se hizo cuando su padre fue admitido como ca- ballero de Santiago, que los testigos declararon la afición por la monta de caballos que tenía esta familia—; también manda de- volver cuatro arcabuces y armas características para la practica del ejercicio de la caza; y por último, algo que le honra y le dis- tingue como un hombre culto y preocupado por la lectura, pe- ro que vuelve a ratificar su dedicación al ocio y al placer, tam- bién manda devolver el libro de la Historia de Castilla, a Francisco de Segura y el de la Historia Pontifical, a Antonio de Ortega.

Se desprende, también, que debía de ser uno de los pocos regidores que acudían de forma cotidiana al Ayuntamiento y por lo tanto tenía encomendadas varias comisiones como la de los reparos de los puentes de la ciudad y la administración del pa- tio de comedias, que por entonces se celebraban en el patio del Hospital de la Misericordia.

Dispuso ser sepultado en la capilla Mayor del convento de las Dominicas y dejó en manos de su hermana María todo lo re- lativo al entierro, suplicándola que, antes de entrar en gastos, de- jase pagadas todas sus deudas y después de pagadas, si queda- ba algo para decir misas, se pagasen las que se pudiesen decir al precio de dos reales por la salvación de su alma y la de sus padres.

264º. LUIS DE CONTRERAS GIRÓN.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 11 de enero de 1652 en sustitución de Pedro de Verástegui y tras 28 años de permanencia renunció el oficio el día 1 de mayo de 1680 en su nieto Pedro de Contreras Girón. Estaba domiciliado en la parroquia de San Juan y pertenecía al estamento caballeresco, aunque no hemos encontrado su ingre-

323 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA so en la Junta de Nobles Linajes, vestía el hábito de caballero de la orden de Alcántara desde el año 1639.

Nació en Segovia y fue bautizado en la parroquia de San Juan en 1602. Fueron sus padres Juan de Contreras, hijo de Manuel de Contreras y de doña Catalina de Porres, naturales de Segovia, y doña Eugenia de Chaves Girón, hija de Manuel de Chaves y Ana Girón, naturales de Ayllón.

En la información que se llevó a cabo por parte de la orden de Alcántara se llegó a la conclusión de que los apellidos de Contreras y Porres, de los abuelos paternos, eran muy antiguos, estimados y de calidad, y tanto nuestro personaje como sus an- tepasados pertenecieron a los Nobles Linajes. Estas informacio- nes las corroboraron los testigos comprobando en los libros de Elecciones del Ayuntamiento, que en 1616 se había elegido al- calde de la Hermandad por los hijosdalgo a Juan de Contreras, padre del pretendiente y en 1637 desempeñó esta vara el mismo interesado. El abuelo paterno tenía en la iglesia de San Juan la capilla de entierro y sus armas, estando sus casas principales jun- to a la iglesia parroquial. Por parte de los Porres, su abuela pa- terna, la capilla estaba en un lateral de la iglesia de Santa Eulalia, en el lado de la epístola, bajo la advocación de San Cristóbal.

Sobre la familia de Ayllón también se informó que eran no- bles, limpios y cristianos viejos, pues descendían de Bernardo Téllez Girón, alcalde de la fortaleza de la villa, y figuraban en los padrones de la moneda forera y en los del servicio real ordina- rio y extraordinario de los años de 1602, 1612, 1614 y 1616 (34).

Ante la gravedad de la enfermedad que le llevó a la tumba se vio obligado a hacer el testamento por poder que dio Pedro de Santa Gadea, canónigo, Francisco de Contreras, arcipreste, Luis de Contreras Suárez, I marqués de Lozoya, su nieto, y Tomas Antonio Meléndez, el marido de su nieta Francisca. En él disponía ser enterrado en la capilla Mayor de la iglesia de San Juan que era de su propiedad y dejaba como herederos de sus

324 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS bienes libres a sus cuatro nietos: Luis, Pedro, Juan y Francisca de Contreras que eran hijos legítimos de Juan de Contreras Girón, caballero de Calatrava, su hijo, y de doña Antonia Suárez de la Concha, que ya habían fallecido.

Los herederos hicieron donación intervivos a uno de ellos, Pedro de Contreras Suárez, de la parte que les correspondía a ca- da uno de la herencia de su abuelo, ya que era el único que que- daba soltero y sin medios para vivir con arreglo al lustre y de- cencia que requería su calidad; por eso le donaban cada uno la parte que les correspondía sobre el oficio de regidor y sobre las seis casas que poseía su abuelo en la calle de la Herrería Vieja y en la plazuela de la Rubia, que eran las que había heredado su abuelo de los bienes libres de Pedro de Verástegui.

Como viene siendo habitual, el hecho de tener su fortuna in- vertida bajo las rígidas normas del mayorazgo, el problema de estos caballeros era el de falta de liquidez, por lo que se veían obligados a pedir prestado y a mantener un excesivo número de deudas. Así lo reconoce en un memorial que acompaña a su tes- tamento (35) en el que dice tener deudas por valor de 8.900 rs. por adelantos que le habían hecho los acreedores para el go- bierno de su casa. Del mismo modo ordena que se pague a sus cinco criados los salarios atrasados, además de ciertas mandas, por la satisfacción con que le habían servido. Se observa, lo que también suele ser habitual en esta época, que en la mayoría de los casos, al estar los criados mantenidos, se les pagaba el sala- rio de toda una vida al servicio de su señor al final de la vida de éste, y en virtud de su comportamiento así era la manda gracio- sa que dejaba a cada uno. Generalmente, a los de más edad y que más tiempo llevaran sirviendo su casa, se les solía dejar una pensión vitalicia, e, incluso, se les cedía un lugar para vivir en caso de que no pudiesen seguir al servicio de los herederos.

Poco podemos decir sobre el inventario de sus bienes. Desconocemos la naturaleza de los mismos, pero desde luego los bienes libres de casa no eran muy abundantes. Tenía cierta

325 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA cantidad de bienes empleados en plata labrada, equivalente a 7.177 rs. y el mobiliario suficiente para decorar una habitación, pero no más, razón por la cual nos inclinamos a creer que vivi- ría en casa de alguno de sus nietos y sus pertenencias se limita- ban a las de uso más íntimo. Se enumeran un bufete, diez sillas, una mesa, y varias obras de pintura (36).

265º. ANTONIO DE PRADO Y SANTIAGO.- No hemos en- contrado en título de regidor de este caballero. Se le cita por pri- mera vez en los Libros de Actas del Ayuntamiento el día 20 de diciembre de 1653, fecha en la que sustituyó a Pedro Perex Mal- donado. Ejerció el oficio en régimen de alquiler durante 9 años y el día 2 de mayo de 1662 lo renunció en Cristóbal Antonio de Requena.

Solamente sabemos de él que estaba domiciliado en la pa- rroquia de Santísima Trinidad.

266º. SEBASTIÁN DE ORTEGA LARA.- Sucedió en el oficio a Sancho de Villalva Villafañe el día 3 de octubre de 1654. Desempeñó el oficio en régimen de alquiler durante 7 años y, el día 11 de junio de 1661, lo renunció en Juan Golfín de Carvajal.

Este caballero fue alguacil mayor de la Inquisición y fue re- cibido en los Nobles Linajes en el año 1670.

267º. PEDRO FRUTOS DEL RÍO.- Heredó de su padre, Francisco Frutos del Río, el oficio en confianza el día 22 de no- viembre de 1654 y tras 10 años de ejercicio lo renunció el día 5 de septiembre de 1664 en su cuñado Antonio de Peralta y Cascales, ya que le había tocado a su hermana en las cuentas y particiones que se hicieron a la muerte de su padre.

326 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Hijo de Francisco Frutos del Río y de doña Juana de Prado, casó con la hermana menor de la segunda esposa de su padre, doña Gabriela Muñoz de Inestrosa. No tenemos constancia de que este matrimonio tuviera algún hijo, ni tampoco lo que apor- tó cada cónyuge el matrimonio. Si sabemos que a cuenta de la legítima de su padre le habían tocado 4.000 cabezas de ganado y 4.000 ds. en dinero y en esta cantidad ciframos sus bases eco- nómicas. A juzgar por el inventario de sus bienes no debió de poseer mucho más, pues en él solamente se citan seis cuadros pequeños de pintura, muy pocos muebles y escasas pertenencias en lo que se refiere a ropa blanca y menaje de cocina. De estas pertenencias dejaba como única heredera a su esposa, a quien dejaba a su cargo todo el aparato y pompa funeral, confiando que lo hiciera cumplidamente como merecía la calidad de su persona.

En su testamento (37) ordenaba ser sepultado en la capilla que poseía Francisco Asenjo, “mi cuñado y mi padre”, en la igle- sia de Santísima Trinidad, en la misma sepultura donde estaba enterrado su padre y, en caso de que este caballero no diese per- miso para ello, pedía ser enterrado en la iglesia de San Martín en la sepultura que quisiesen sus testamentarios una vez pagados los derechos correspondientes.

Llama la atención el trato que dispensa a Francisco Asenjo, regidor de Segovia, como cuñado y padre. Éste caballero, se ha- bía casado con su madrastra, doña Mónica Muñoz de Inestrosa, al quedar ésta señora viuda de Francisco Frutos del Río. De ahí el apelativo de padre. Pero se da la circunstancia de que Pedro Frutos del Río se había casado con la hermana de su madrastra, doña Gabriela Muñoz de Inestrosa, por lo que por esta vía Francisco Asenjo era cuñado de su esposa y por consiguiente concuñado suyo. Sirva de ejemplo este caso de la endogamia, no sólo familiar sino también corporativa, que se producía entre los miembros del Concejo segoviano.

327 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

268º. PEDRO PEREX MALDONADO.- No hemos encontra- do el título de regidor. Se le cita en los Libros de Actas por pri- mera vez el día 5 de diciembre de 1655, desempeñó el oficio du- rante 21 años y el día 22 de junio de 1676 lo renunció en su hi- jo Pedro Perex Maldonado.

Familia originaria de Pedraza, donde estaban considerados hidalgos y limpios, por haber desempeñado diferentes cargos honoríficos alguno de sus miembros. Pertenecían a la cofradía de San Sebastián, a la que solamente pertenecían caballeros, y prue- ba de ello es que uno de sus miembros era el Condestable de Castilla, señor de la villa.

Era hijo de Pedro Perex Maldonado y de Rufina de Ortes y nieto, por parte paterna, de Pedro Perex Maldonado y Juana de Salcedo y, por parte materna, de Pablo de Ortes y María de Castro. Fue caballero de Santiago en el año 1671.

269º. JERÓNIMO DE ALDANA.-Ingresó en el Ayuntamiento el día 21 de diciembre de 1655 en lugar de Luis de Guzmán y tras 16 años de profesión renunció el oficio el día 10 de enero de 1671 en Francisco de Azcárate.

Casó con doña María de Elorriaga, hija de Domingo de Elorriaga y de doña María de Navacerrada, difunta, por lo que su hija quedó como heredera de sus bienes. Por tanto, María de Elorriaga aportó el matrimonio 18.000 ds. de dote, es decir, 198.000 rs., 34.840 rs. de la dote que su madre había aportado al matrimonio y 163.160 rs. de bienes gananciales de María de Navacerrada, lo que hacía un total de 196.160 rs. De este matri- monio entre Jerónimo de Aldana y su mujer no tenemos cons- tancia de que quedara ningún hijo.

Al no haber encontrado el testamento de Jerónimo de Alda- na, conocemos pocos datos sobre su persona y antecedentes fa- miliares, pero presumimos que pudiera descender de Cuéllar,

328 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS donde tenía unas casas de morada, y estar licenciado en medici- na, o, al menos, dedicarse al ejercicio de tan noble profesión. Sólo así tendrían explicación los 150 libros de medicina de dife- rentes autores que se inventariaron a la hora de su muerte.

Independientemente de que practicase o no la medicina, sus bases económicas, según el inventario de sus bienes (38), se lo proporcionaba la explotación ganadera que poseía. Tenía un es- quileo en el lugar de Torrecaballeros donde se contabilizaron 5.462 cabezas de ganado que fueron valoradas en 106.605 rs. De forma pormenorizada el ganado estaba formado por 1.098 cor- deros y corderas, que se tasaron a 19 reales cada uno, 20.868 rs; 371 carneros borros a 32 rs. la unidad, 11.680 rs.; 392 carneros borros a 19,5 rs. por cabeza, 7.644 rs.; 191 moruecos a 19,5 rs. la res, 3.724 rs.; 2.972 ovejas a 19,5 rs. cada una 57.753 rs.; 180 ove- jas viejas a 16,5 rs. sumaban 2.970 rs; 41 cabras a 19,5 rs. la ca- beza, 799 rs.; y 18 perros, 12 pollinos, 6 calderos, 6 mantas, 6 costales, 6 alforjas y 6 sogas que se tasaron a 19,5 rs. cada uni- dad, 1167 rs.

Como el ganado estaba por esquilarse, se pregonó por los si- tios habituales de la ciudad para que pujasen todos aquellos que les interesase comprar la lana. El día 16 de mayo de 1670 don Francisco Fernández de Zuazo ofreció por la lana y añinos 72 rs. cada arroba de vellón que pagaría al contado. Acto seguido se pregonó este precio por los mismos sitios y el día 7 de junio del mismo año, Andrés de Ocharrátegui, mercader, ofrecía 73 rs. y un cuartillo cada arroba de vellón y pagaría 30.000 rs. cuando se entregase la lana, 2.000 rs. para San Miguel de septiembre y, el resto, el día 1 de marzo de 1671, con condición de que la lana se le habría de dar libre de gastos. La lana se remató en ésta úl- tima postura y como eran 844 arrobas de lana, el total ascendió a 61.643 rs.

También poseía censos cuyos principales ascendían a 387.000 mrs. y sus rentas a 26.076 mrs. anuales, es decir, 12.150 rs. em- pleados en porcentajes que oscilaban entre el 5,88% y el 7,14%.

329 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

En la tasación de bienes (39) que se realizó a continuación se valoraron los diversos bienes de la siguiente manera: ropa blanca, 6.627 rs.; pinturas, 8.591 rs.; escultura, 5.950 rs.; vestidos, 14.455 rs.; cobre, 2.291 rs.; madera, 6.752 rs.; arcas libros y otros objetos, 8.078 rs.; caballo, 1.500 rs.; plata, 6.174 rs.; casas 3.100 rs.; el oficio de regidor, 74.000 rs.; y deudas, 200 rs. Todos estos bienes de casa ascendían a 137.728 rs. A los que había que su- mar 52.500 rs. en que se valoró la plata y joyas que tenía empe- ñadas en el tesoro de la Catedral de Segovia. De este modo se puede cifrar toda su fortuna en 370.616 rs., es decir, 12.600.944 mrs. Correspondiendo 112.918 rs. a bienes de casa, es decir, el 30,46%; el 0,83% a bienes inmuebles, 3.100 rs.; el 19,98% al ofi- cio de regidor, 74.000 rs.; el 0,05% a deudas, 200 rs.; el 3,28% a censos, 12.150 rs.; y el 45,40% al ganado, 168.248 rs.

Si separamos los bienes de casa, estos sumaban 112.918 rs. distribuidos del modo siguiente: 6.627 rs. en ropa blanca (5,86%), 29.371 rs. en pintura, escultura, muebles y objetos de decoración (26,92%), 58.674 rs. en plata labrada y joyas (51,96%), 2.291 rs. en cobre y menaje de cocina (2.02%) y 14.955 rs. en vestidos y ar- mas (13,24%).

Como hombre culto, pues se le supone con estudios de me- dicina, su casa estaba decorada con gran cantidad de pinturas y de obras de arte. Se han contabilizado 62 cuadros de pintura: 21 de ellos al óleo y los 41 cuadros restantes eran láminas o graba- dos. Entre esta colección cabe destacar 12 cuadros de paisaje con escenas del Viejo Testamento, uno de batallas, 3 de tema mito- lógico, dos sin especificar y el resto de tema religioso represen- tando santos, santas y seres celestiales. Todas las láminas eran de tema religioso, algunas de ellas eran de chapa de cobre repuja- do y otras iban montadas sobre tabla. A parte de todo esto, tam- bién se mencionan cuatro esculturas de bulto redondo de carác- ter religioso y dos escaparates del mismo tema. Como era cos- tumbre entre estos caballeros, también tenía una cámara de ma- ravilla donde atesoraba objetos pintorescos, exóticos y de lo más variado. Entre ellos cabe destacar: un escritorio de concha de

330 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tortuga, un pomo a modo de calabaza de vidrio con reliquias, varios estuches de concha y de coral, una sarta de ámbar, diver- sas piedras de diferentes colores, unos cocos guarnecidos de pla- ta, diferentes piezas de barro finamente labrados y decorados de los más variados tamaños, muchas piezas de vidrio labrado con incrustaciones de oro y plata, joyas de coral, una caja de plata de tomar tabaco, etc.

270º. DIEGO DE AGUILAR Y ZUAZO.- Ingresó en el Ayun- tamiento el día 19 de enero de 1657 en sustitución de su padre, Antonio de Aguilar y 7 años después renunció su oficio en su hermano Antonio de Aguilar y Zuazo.

Estaba avecindado en la parroquia de San Martín y era señor de las villas de Encinas y Canillas. Fueron sus padres Antonio de Aguilar, caballero de Santiago y regidor de Segovia, y Francisca González; y sus abuelos, por parte paterna Diego de Aguilar, re- gidor de Segovia, y Manuela Arévalo de Zuazo, y, por parte ma- terna, Alonso González y Beatriz Arévalo de Zuazo. Este caba- llero debió de morir soltero y sin descendencia, razón por la cual tanto el oficio de regidor como el señorío de las villas de Encinas y Canillas pasaron a su hermano Antonio.

271º. FRANCISCO V ARGAS Y DE LA HOZ.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 3 de enero de 1660 en lugar de su suegro don Juan Calvo Cereceda. Estaba domiciliado en la parroquia de San Esteban de Segovia.

Casó con doña María de Liaño y no tenemos conocimiento de que este matrimonio tuviera hijos que les heredasen. Es uno de los pocos casos en que el matrimonio hace testamento (40) conjuntamente dejándose como herederos el uno al otro, inclu- so hasta en el caso de que el que quedare vivo se casase y tu- viese hijos con el nuevo cónyuge. Quedando sin descendencia,

331 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA ambos dejaban como herederos de sus bienes al Hospital de la Misericordia, incluyendo el título de regidor que María de Liaño había aportado al matrimonio como dote. Este es el único caso que conocemos de que una institución fuera la propietaria de un oficio de Ayuntamiento.

Según declara Francisco Vargas y de la Hoz poseía bienes ra- íces y muebles libres de mayorazgo en Segovia, en Armuña y en otras partes, aunque no podemos precisar la naturaleza de los mismos.

Ordenan ser enterrados sin pompa y ninguna clase de vani- dad en la capilla de San Pedro Mártir del convento de Nuestra Señora de la Soterraña de la villa de Santa María de Nieva y en caso de que hubiera problemas para el traslado de los cuerpos, elegían como lugar de enterramiento la Sacristía de la iglesia de San Esteba de Segovia.

Ambos hacen diversas mandas testamentarias a algunos con- ventos de Segovia y a sus hermanos, la mayoría de ellos religio- sos en las distintas ordenes a las que benefician con sus dona- ciones.

272º. DIEGO SERRANO DE TAPIA.- Sucedió en el oficio de regidor a su padre Diego de Tapia Serrano, el día 26 de marzo de 1660 y 13 años después, lo renunció en Luis de Contreras Suárez, el día 24 de mayo de 1673.

Estaba recibido como caballeo de los Nobles Linajes y llegó a vestir el hábito de caballero de Alcántara en el año 1658. Nació en Segovia en 1632, hijo de Diego de Tapia Serrano, caballero de Santiago y familiar del Santo Oficio, y María Bernaldo, ambos de Segovia. Fueron sus abuelos paternos Andrés Serrano, regidor de Segovia y Beatriz González y maternos, Juan de Bonilla y Ana Muñoz Bernaldo, todos ellos naturales de Segovia.

332 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

En la información que se llevó a cabo cuando su ingreso en la Orden de Alcántara se manifiesta que son nobles y limpios y que siempre que en Segovia han habido fiestas públicas y jue- gos de cañas, han salido ellos junto a los demás caballeros. Su varonía es el apellido Serrano, pero su padre adoptó el apellido Tapia por una abuela y se le puso en primer lugar al ser hijo se- gundo, como suele habitualmente suceder.

Esta familia tenía capilla de enterramiento en la iglesia de San Andrés de Segovia.

273º. LOPE ARÉV ALO DE ZUAZO.- Ingresó en el Ayunta- miento el día 24 de mayo de 1660 en lugar de su padre Francisco Arévalo de Zuazo y renunció al año siguiente el día 17 de sep- tiembre de 1661 en su hijo Manuel Arévalo de Zuazo.

Estaba avecindado en la parroquia de San Román e ingresó en los Nobles Linajes en el año 1609 y vistió el hábito de caba- lero de Santiago en el año 1625. Fue bautizado en la parroquia de San Juan de los caballeros. Fueron sus padres Francisco Arévalo de Zuazo, caballero de Santiago, natural de Antequera (Málaga) y Juan de Figueroa (Sevilla); sus abuelos paternos Lope Arévalo de Zuazo, regente de Navarra, y Juan de Segura, y sus abuelos maternos, Jerónimo de Montalvo y Juana de Figueroa.

La nobleza de esta familia está fuera de toda duda. Su bis- abuelo Francisco Arévalo de Zuazo fue caballero de Santiago, Comendador de Carrizosa y Capitán General de Granada; uno de sus hijos llamado Miguel fue degollado por los turcos en la cos- ta y llevaron el cuerpo sin cabeza a su padre a Granada en 1582; a otro hijo, Gabriel, gentil-hombre de S. M., le degollaron los in- gleses en 1588 cuando la Armada Invencible.

Lope Arévalo de Zuazo, el caballero que nos ocupa, casó con Petronila Tenorio y Arista, y tuvo al menos un hijo llamado Ma-

333 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA nuel que nació en Valladolid y que le sucedió en el oficio de re- gidor de Segovia.

274º. ANTONIO DEL SELLO BERMÚDEZ DE CONTRE- RAS.- El día 31 de mayo de 1661 sucedió en el oficio de regidor a Sancho de Villalva Villafañe y un año después lo renunció en Juan Golfín de Carvajal. Este regimiento fue desempeñado bajo contrato de arrendamiento.

Se le cita como caballero recibido de los Nobles Linajes en el año 1630 y en el año 1638 vistió el hábito de caballero de la or- den de Alcántara. Hijo de Antonio del Sello Bermúdez y de María Fernández de Miñano y nieto, por parte paterna, de Antonio del Sello y Francisca Bermúdez y, por parte materna, Juan Fernán- dez de Miñano y Aldonza de Contreras.

El abuelo paterno fue regidor y tuvo su hacienda en el lugar de Carbonero el Mayor. Por parte de la familia del Sello se du- daba de su limpieza de sangre, pues se sabía que poseían unas casas que habían pertenecido a un tal Juan Zipote, cristiano nue- vo y platero de profesión, que había sido quemado en 1488. Dichas casa, por falta de herederos de Juan Zipote habían pasa- do a ser propiedad el Cabildo y éste se las había vendido a Fran- cisco del Sello, cuarto abuelo del personaje que nos ocupa.

Los Bermúdez tuvieron entierros en la iglesia de San Sebas- tián, parroquia a la que habían pertenecido al ser criados del Conde de Chinchón.

275º. ANTONIO ENRÍQUEZ DE TAPIA.- Heredó el oficio de regidor, al fallecer de repente su hermano Gabriel Enríquez de Tapia, caballero de Santiago, el día 2 de enero de 1661. Desempe- ñó el cargo durante 37 años y el día 22 de marzo de 1698 lo re- nunció en Diego de Tapia Serrano. Estaba domiciliado en la pa-

334 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS rroquia de San Juan (en el actual palacio de los marqueses de la Floresta) y en el año 1648 aparece recibido en la nómina de ca- balleros de los Nobles Linajes.

Los más antiguos testimonios de esta familia los encontramos en tiempos de Enrique IV en que actúa como regidor de Segovia un tal Gómez de Tapia. Este caballero tuvo un hijo llamado Gabriel de Tapia, regidor de Segovia como su padre.

Gabriel Gómez de Tapia aparece de forma habitual sin el apellido Gómez en las referencias que hemos encontrado hacia su persona, pero creemos que se trata del mismo caballero. En el año 1512 fue uno de los caballeros que se dispuso a pasar a Italia con el Gran Capitán y quizá por eso fue nombrado capitán de las Ordenanzas de Castilla que intentó introducir en todas las ciudades del Reino el Cardenal Cisneros. Con las inquietudes que en el año 1516 se originaron en Castilla a la muerte del rey Católico y debidas a la ausencia del príncipe Carlos, resolvió el Cardenal formar ciertas milicias compuestas por vecinos de las principales ciudades a las que dio el nombre de Ordenanzas. Nuestro personaje aparece citado en la que se formó en Valladolid compuesta por 600 hombres (41). Tuvo la tenencia del castillo de la Mota por don Diego de Cárdenas, primer duque de Maqueda y adelantado mayor del reino de Granada en 1523. En el año 1541 fundó mayorazgo junto con su mujer, doña Juana Enríquez, y en 1543 obtuvieron para su entierro la capilla del monasterio de los Trinitarios de Segovia. Su esposa era hija de Luis de Herrera Enríquez, señor de Pradenilla y de doña Juana de Herrera y Guzmán, por lo que eran deudos de don Alonso Enríquez, almirante de Castilla y de doña Juan de Mendoza. Tuvieron cinco hijos: Manuel, Gabriel, Diego, Aldonza y Luisa. Los dos primeros no tuvieron sucesión y el tercero, aunque mu- rió soltero en 1599, dejó un hijo natural que fue el que heredó sus bienes. Este hijo se llamó Diego Enríquez de Tapia y fue pa- dre de Diego Enríquez de Tapia, regidor de Segovia, y abuelo de Gabriel Enríquez de Tapia, caballero de Santiago, y de Antonio Enríquez de Tapia, ambos regidores de Segovia (42).

335 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Hijo de Diego Enríquez de Tapia y de doña María de Velasco, naturales de Segovia, fueron sus abuelos paternos Diego Enríquez de Tapia y Manuela del Sello, también naturales de Segovia, y sus abuelos maternos Jerónimo de Carrión Rueda, vecino de Segovia, y Francisca de Velasco, originaria de Medina del Campo (Vallado- lid). Era biznieto de Diego Enríquez de Tapia. Nació en Segovia ha- cia el año 1620 y fue bautizado en la parroquia de San Juan. Casó con su sobrina doña Aldonza del Sello y Contreras, de quien con- fiesa en su testamento (43) haber estado muy enamorado de ella. En la información que se llevó a cabo cuando su hermano Gabriel ingresó como caballero del hábito de Santiago, los testi- gos declararon que tanto su padre como su abuelo paterno eran deudos del Almirante de Castilla y personas de tan gran autori- dad en la ciudad de Segovia, que “componían a los desavenidos” y que su casa era una de las más calificadas de la ciudad desem- peñando sus miembros en repetidas ocasiones la vara de alcaldes de la Hermandad por parte del estado de los caballeros hijosdal- go. Parece ser —decían los testigos—, que el abuelo paterno no fue hijo legítimo y que su abuela, aunque presentada como Manuela Bermúdez, su verdadero nombre era el de Manuela del Sello y que por esta línea, el abuelo de este señora, se dudaba tanto de su nobleza como de su limpieza de sangre. El cambio de apellido de su abuela paterna, tiene su explicación en la obli- gación de adoptar el apellido Bermúdez al ser herederos de los Bermúdez de Contreras, pasando el apellido del Sello a segundo lugar y en cuanto a los orígenes de la familia del Sello, si parece ser cierto que procedían de judíos convertidos en los últimos años del siglo XV pero que en la década de los treinta del siglo siguiente ya estaba plenamente integrados entre la oligarquía se- goviana ocupando puestos de regidor de su Ayuntamiento y sien- do admitidos en la Junta de Nobles Linajes. En lo que no había duda era en la bastardía del su abuelo paterno, pues era de do- minio público que su bisabuelo, Diego Enríquez de Tapia, había muerto soltero, sin poder precisar si su bisabuela era soltera o ca- sada aunque estaba fuera de toda duda el origen noble y limpio de su sangre. Por esta razón el mayorazgo de su bisabuelo había

336 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS pasado a los condes de Ribadavia. Sobre su abuela materna tam- poco había duda sobre la nobleza y limpieza de su sangre, pero no se podía decir lo mismo en cuanto a su abuelo materno. Parece ser que era originario de Carrión de los Condes pasando de ahí a Navas de Zarzuela (Segovia) y después se instaló en la parroquia de Santa Eulalia de Segovia, donde tenía la sepultura. Obligado a litigar su hidalguía fue declarado pechero y aparte de eso, se rumoreaba que era de orígenes judíos, aunque no se pu- do comprobar la existencia de ningún “sambenito” con ese ape- llido, ya que en Segovia, por aquellas fechas, se tenía la costum- bre de “llamar por matrícula” en cada parroquia, a los judíos con- vertidos los días festivos al tiempo del Ofertorio de la misa Mayor, comentando quien venía y descendía de judíos y en ninguna de las catorce parroquias comprobadas venía el apellido Carrión. En lo que no había duda era en la riqueza que disfrutaba su abuelo, pues algunos testigos dijeron que, estando estudiando en Salamanca y Valladolid hacía el año 1607, Jerónimo Carrión na- tural de Segovia era hijo de un hombre muy rico, vestía muy bue- nas vestiduras y estaba alojado en muy buena casa, lo que re- portaba un trato como el recibido por los demás caballeros. Se- gún estos testigos las sospechas provenían de que procedían de un tal Soria que vivía en la parroquia de San Andrés, y al haber estado allí la judería, se les tenía en esa opinión ya que vivían en casa que en tiempos habían sido habitadas por judíos, pero no porque lo fueran (44). Como heredero de su abuelo Jerónimo Carrión, era poseedor de un mayorazgo que estaba compuesto por el oficio de regidor que desempañaba en el Ayuntamiento de Segovia; la casa don- de vivía, en la parroquia de San Juan; otra casa en la plaza Mayor y otras seis casas más en la parroquia de Santa Eulalia, todas ellas alquiladas a diferentes vecinos. A parte de ello, había que incluir toda la hacienda de tierras de pan llevar y viñas que poseía en el lugar de Domingo García. Al morir sin hijos este mayorazgo le heredaba doña Petronila de Zornoza, su sobrina, hija de un pri- mo suyo, como biznieta de Jerónimo de Carrión, y en caso de quedar esta línea sin herederos, lo heredaría la hermana de és-

337 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA ta, doña Catalina de Zornoza, casada con Diego de Tapia Serra- no, regidor de Segovia. Sirva este ejemplo como otra prueba más de cómo se entretejían los lazos de estas familias pertenecientes a la oligarquía segoviana. También poseía como bienes libres una casa en la calle de Muerte y Vida y otras dos en la plaza Mayor, más 22 fanegas de pan por mitad en Carbonero el Mayor. Estos bienes libres se los dejaba a su sobrina Catalina junto con dos juros cuyos principales ascendían 13.500 ds. los cuales los había heredado él de sus hermanos. Como muchos de estos caballeros Antonio Enríquez dejó nu- merosas deudas. La mayoría de ellas se trataba de pequeños préstamos recibidos bien de palabra o bien bajo un recibo fir- mado, aunque tampoco faltaban los préstamos bajo prenda, tan- to en las deudas a favor como en las deudas en contra. En estas fechas la escasez de dinero de plata circulante (solamente circu- laba el vellón) obligaba a recurrir a este tipo de operaciones pa- ra poder efectuar pagos en los que era menester el uso de la pla- ta. Se contabilizan 31.211 rs. de deudas en contra y 13.700 rs. a favor. Indudablemente ordena que se salden todas ellas para el descargo de su conciencia. De estas deudas la mayoría estuvie- ron motivadas por la enfermedad que padeció y la que a la pos- tre le llevo a la tumba. Quizá por su avanzada edad, sufrió una perlesía que le fue afectando progresivamente al lado derecho de su cuerpo, sobre todo al brazo y la mano, por la que se vio precisado a recurrir al auxilio de sus familiares al no poderse va- ler por si mismo. Declara en su testamento: “hallándome balda- do de la enfermedad que padezco, para mi mayor asistencia pe- dí a mis sobrinos, Diego de Tapia Serrano y su mujer y familia, se vinieran a mi casa para cuidar de mi persona y del manejo de mi hacienda”. También fueron en su ayuda sus sobrinas Mariana y María del Sello. Evidentemente, al reunirse tanta gente en su casa, los frutos de su hacienda no daban para atender a todas las personas que se habían reunido, y, a parte de esto, la enferme- dad se alargó en demasía, por lo que se tuvo que recurrir al prés- tamo e incluso, a tener que arrimar sus familiares de sus propias haciendas para poder afrontar los gastos de la casa. Así, ordena-

338 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ba pagar en primer lugar lo que había arrimado su sobrino Diego de Tapia Serrano “ya que me consta que a su crédito ha busca- do diferentes cantidades para mantenerme a mí y a mi familia”.

Ordenaba ser enterrado en la Sacristía del convento de Santa Cruz, en la misma sepultura en que estaba enterrada su mujer, con el hábito de San Francisco, ya que pertenecía a su orden Tercera, a quien dejaba cierta cantidad de dinero en compensación por no haber asistido en los últimos años a sus ejercicios espirituales. Para la salvación de alma mandaba decir 500 misas y rogaba a sus tes- tamentarios que le enterrasen con la pompa y aparato que reque- ría la calidad de su persona “y que paguen mis deudas y los gas- tos tan considerables que por precisos se harán en mi entierro”.

276º. JUAN GOLFÍN DE CARVAJAL.- Compró el oficio de re- gidor a Sebastián de Ortega Lara el día 11 de junio de 1661 y se lo alquiló al día siguiente a Diego del Castillo. Caballero de Cala- trava, era natural de Cáceres aunque vivía en Madrid al ser miembro de los Consejos de Castilla y Guerra, colegial del Mayor de Cuenca, en Salamanca, donde se licenció en leyes.

Hijo de Pedro Alonso Golfín Portocarrero y de doña Leonor de Carvajal, casó con María de Villalva y Aguilar, señora natural de Segovia, viuda de Alonso de Aguilar y Rosales, caballero de Santiago y regidor de Segovia.

Sus bienes no eran muchos: 1.000 ds. de plata que su majes- tad le había hecho merced por la Junta de represalia de los in- gleses, una libranza del Consejo de Guerra, otra del de Castilla, 4.000 rs de plata que le tenían que traer de Orán, la prorrata de sus plazas en los consejos, 700 ds. que le debía un tal Mateo Ma- tías y lo que le correspondiera de sus bienes gananciales. Dejaba debiendo 54.700 rs. a pagar de los bienes relacionados más atrás.

A través de la lectura de su testamento (45) se aprecia que tuvo unas relaciones familiares extraordinarias. Deja a su herma-

339 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA no Alfonso, el mayor, a quien había tenido por padre, hermano y amigo, una tapicería de Flandes y como heredero de sus ser- vicios ante S. M. en los Consejos, siempre y cuando su majestad tuviere a bien hacerle merced de ellos; por otra parte, a sus so- brinos, todos ellos caballeros de órdenes, les dejaba diversas pin- turas y un reloj de pared, además de haberles pagado sus estu- dios en Salamanca, aunque alguno no los había aprovechado.

Resultan muy interesante las razones que arguye cuando reco- mienda a su hermano para que herede sus puestos en los conse- jos. Dice textualmente: “Suplico a S. M., le haga merced de ellos, por el buen celo con el que le he servido en todos mis puestos al Rey y, aunque han corrido muchos negocios por mis manos, tan- to con Felipe IV como con Carlos II, no hago escrúpulo de haber defraudado a la Hacienda Real en nada y si he errado en algo, se- rá como hombre pero no por malicia ni por interés. Y en esta ver- dad confío que Dios ha de perdonarme las culpas y pecados que como ministro y como hombre hubiere cometido”. Desde luego, si esta manifestación es verdadera, nos muestra a través de ella a un hombre honrado a carta cabal, y a juzgar por el poco caudal que deja a sus herederos, no hay más remedio que creer a así fue y que no se valió de sus influencias para enriquecerse ilícitamente.

Prueba de la poca hacienda propia que deja es que el mis- mo declara que al no tener más fortuna que los bienes ganan- ciales, pueden resultar excesivos los gastos del testamento y las mandas que deja, y sobrepasar lo que le correspondía legítima- mente; por esta razón, suplicaba a S. M. y a los señores de su Consejo, hicieran merced a su mujer de los 4.000 rs. de casa y aposento y los 3.000 ds. por una vez que se acostumbraba a dar a sus servidores. Es decir, reclamaba una pensión para su mujer y una gratificación por los servicios prestados.

A su mujer le dedica palabras de agradecimiento por los be- neficios recibidos de su persona y la expresa el amor que le ha- bía unido a ella. Justifica este amor en lo mucho que había mi- rado por su familia satisfaciendo las deudas tanto de su padre,

340 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Diego de Villalva como de su hermano Sancho, que habían sido considerables, y dotando a Isabel Clara, la hermana menor de su esposa, con 12.000 ds. de dote y pagando deudas de esta última por otros 8.000 ds. más. Esta declaración la hacía para que que- dase claro que su mujer no debía nada a sus hermanos y sobri- nos de las herencias de su padre y hermano difuntos, pues al ha- ber corrido con todos los gastos, los frutos del mayorazgo here- dado se podían considerar como bienes gananciales.

Tenía gran número de servidores y criados aunque él sabía que no todos iban a querer continuar al servicio de su mujer y trasladarse a Segovia con ella, pues algunos eran servidores típi- camente cortesanos y no tenía razón de ser que dejasen la Corte. Se cuentan dos gentiles-hombres, que él supone que no segui- rán con su mujer, un paje, un escribiente de cartas, una ayuda de cámara, un criado, un lacayo, a quienes aconseja que conti- núen con María de Villalva, y además de pagarles su salario les deja ciertas mandas en dinero, y un número indeterminado de silleteros y lacayos que manda despedir con el pago de su sala- rio. A todos estos había que añadir un capellán de casa al que le deja sus libros de devoción en romance. El resto de su bibliote- ca la manda dividir en dos partes, una para su esposa y la otra para sus hermanos y sobrinos.

Ordena ser enterrado en el convento de San Bernardo o en el de San Plácido, en Madrid, por ser casas de San Benito, ata- viado con el hábito de San Francisco y encima del el capitular de sarga blanca como religioso profeso que era de la orden de Calatrava, “pues es puesto en razón que pues me he honrado pa- ra con el mundo con su insignia, sea reconocido en la muerte honrándome con su hábito de San Bernardo y San Benito”. Excu- saba todo género de ostentación en su entierro y se mandaba de- cir 5.000 misas rezadas, lo más rápidamente posible, repartidas por los diversos conventos existentes en Cáceres.

Unos años después, en el inventario de bienes que se hizo a la muerte de su esposa, subía el cuerpo de hacienda a 275.125

341 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA rs. (9.354.250 mrs.) entre lo que hay que incluir 71.190 rs. (25,9%) de deudas a favor de rentas de censos, casas y peque- ños préstamos, 51.697 rs (18,9%) en plata labrada y joyas de oro, entre las que hay que destacar dos relojes de plata, y 9.036 rs. (3,3%) en obras de arte de pintura y escultura. El 41,9% restante lo formaban los bienes mubles de casa. Lo más interesante es que tanto los cuadros de pintura como la pintura vienen tasados, constituyendo 7.490 rs. la pintura y 1.546 rs. la escultura. La pin- tura es fundamentalmente de carácter religioso, excepto dos cua- dros de paisaje en perspectiva y dos retratos, uno de Felipe IV y otro de la Reina Madre; sin embargo la escultura es toda ella de carácter religioso (46).

277º. DIEGO GÓMEZ DEL CASTILLO.-Desempeñó el oficio por alquiler que le había hecho Juan Golfín de Carvajal desde el día 12 de junio de 1661 hasta el día 10 de noviembre de 1665, en que le sustituyó Juan de Villalva. Este caballero desempeña- ba la profesión de abogado.

Era natural de Peñafiel y solamente sabemos el nombre de su madre, doña Elena Agustín del Castillo. Casó en primeras nup- cias con doña Ana Manrique de Lara, con la que no tuvo hijos, pero le dejo como heredero de todos sus bienes. De segundo matrimonio casó con doña Ana de Vargas con la que tuvo cinco hijos: Pedro, Bernardo, Diego, Francisca y Antonia. Esta señora había aportado al matrimonio una dote de 1.000 ds. y él se los mandaba devolver junto con otros 500 ds. más en prueba del mucho amor que la había profesado. Dedica a ambas esposas frases elogiosas a sus virtudes y el gran amor que había sentido hacia ellas.

Sus bases económicas se las proporcionaba el ejercicio de la abogacía y el trato de lanas. Tenía relaciones comerciales con va- rios sombrereros de Madrid, los que le debían varias cargas de lana de añinos, a 2.000 rs, cada carga, en total 16.450 rs. Desco-

342 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS nocemos el peso de cada carga, pero si sabemos que él com- praba en Segovia la lana a 73 rs. la arroba. Completaba sus in- gresos dedicándose al préstamo con interés y bajo prenda. El ofi- cio de regidor le desempeñaba por alquiler que le había hecho Juan Golfín de Carvajal y pagaba 170 ds. al año por ejercerle.

Deja mandas testamentarias para su madre y sus hermanas monjas y 1.500 rs. al cura de Santa Columba para que cumplie- ra un secreto que le había encomendado con el que lavar su conciencia (47).

Mandaba ser enterrado en la capilla que había heredado de su primera mujer, en la iglesia de San Justo y Pastor y en la misma sepultura donde ella estaba sepultada. Reclamaba la asis- tencia de las ordenes acostumbradas y la presencia de cuatro co- fradías. Para la salvación de su alma pedía le dijeran 1.000 misas rezadas.

Dejaba por herederos a sus hijos por partes iguales y, al ser menores de edad, a su esposa como tutora de sus personas y administradora de sus bienes.

278º. MANUEL ARÉVALO DE ZUAZO.- Sucedió a su padre en el oficio de regidor el día 17 de septiembre de 1661 y lo re- nunció un año después en Francisco Montalvo Arévalo de Zuazo el día 24 de noviembre de 1662.

Ingresó en los Nobles Linajes y fue nombrado caballero de Santiago en 1651. Nació en 1632 estando sus padres de paso en Valladolid, donde desempeñaba su abuelo paterno el cargo de Corregidor. Era hijo de Lope Arévalo de Zuazo; caballero de Santiago y regidor de Segovia y de Petronila Tenorio y Arista.

Hemos encontrado el inventario de sus bienes (48). En él se declara que es caballero de Santiago y regidor de Segovia y que le hereda su hermano Gabriel Arévalo de Zuazo. Parece ser que

343 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA de primeras no se hizo inventario, por lo cual se hacía notar que dejaba en su casa de Segovia 23.200 reales en 350 doblones y 144 reales de a ocho.

Una vez realizado el inventario, que es el que hemos encon- trado, suma el cuerpo de bienes 13.625.964 maravedís, del que se descuentan por gastos 10.294.561 mrs, por tanto, su heredero recibió limpios 3.331.403 mrs (49). Gabriel heredó a Manuel y muerto Gabriel heredó su hija Mariana. Estaban emparentados con los Suárez de la Concha por línea femenina, pues la madre de ambos pertenecía a esta familia.

Por la lectura de los datos que aporta deducimos que tenía ciertas heredades en el lugar de la Moraleja, cuyos frutos renta- ban 1.456.909 mrs., es decir, el 10,70%. También recibía de in- gresos por los oficios que desempeñaba y por lo que le propor- cionaba el hábito de caballero, la cantidad de 5.805.738 mrs. (50) (42,60%); en censos tenía empleada la cantidad de 2.983.500 mrs.(21,90%); en dinero líquido se encontraron en su domicilio 1.825.066 mrs.(13,39%); en plata labrada, 1662 onzas, que a ra- zón de 13 reales la onza, suman 21.612 rs., es decir, 734.825 mrs. (5,40%), en bienes muebles y menaje de casa 154.682 mrs. (1,13%); declara tener deudas a favor por 665.244 mrs. (4,88%). Si consideramos la plata labrada como menaje de casa, el por- centaje subiría al 6,53%.

El inventario no es todo lo exhaustivo que debería de ser, es decir, se le nota escaso de elementos en comparación a otras ca- sas similares, además, no se mencionan casas principales; por tanto, deducimos que vivía en las casas principales de la familia y los bienes que se enumeran son los que de entre todos los que hubiera en la casa, eran de su exclusiva propiedad.

279º. MANUEL XIMILIO ASTARA.- Ingresó en el Ayunta- miento el día 14 de noviembre de 1661 en lugar de Francisco Manuel de Peñaranda. Ejerció el oficio en régimen de alquiler

344 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS durante 6 años, y el día 10 de abril de 1667, le renunció en Igna- cio de San Millán y Avendaño. Estaba domiciliado en la parro- quia de San Martín —en la casa que perteneció a los del Río y en la que vivieron los Junguito Astara, frontera, calle por medio, a la Casa de los Picos— en la que tenía su despacho de escri- bano, profesión que se vio obligado a renunciar al ingresar co- mo regidor.

Hijo de Alonso Ximilio y de Mariana de Astara de Junguito murió soltero y sin hijos. Había heredado el oficio de escribano de su padre y al ingresar como regidor en el Ayuntamiento le re- nunció en su cuñado, Bartolomé Fernández, marido de su her- mana Ana Ximilio.

Según el inventario de sus bienes (51) tenía las casas princi- pales junto con otras 10 accesorias en la calle Real, en la parro- quia de San Martín, al lado de la puerta del mismo nombre, ha- ciendo esquina con la calle del Saúco y frente a la Casa de los Picos. Estas casas se las había comprado a doña Antonia Josefa del Río y Sotomayor en 1659. Tenía, además, una casa con su co- rral y huerta junto al postigo de San Matías, tres casas en la calle de Perucho, siete escrituras de tierras en Martímiguel y una casa con su pajar, tres en , y unas cercas y prados en Navas de Riofrío. Un oficio de escribano, 18 censos a su favor cuyos principales ascendían a 25.483 rs. y dos censos perpetuos, uno de 600 mrs. de renta y el otro de 750 mrs. y dos gallinas. A parte de estos bienes se dedicaba también al trato de compra y venta de lana, razón por la cual tenía adelantados 70.461 mrs. a 15 vecinos de Otero de Herreros, La Lastrilla, Torrecaballeros y Espirdo, para que se lo entregasen en lana. El préstamo a parti- culares le debía de reportar pingües beneficios, pues además de adelantar capital a los ganaderos como hemos visto, tenía presta- das ciertas cantidades de reales a 30 vecinos de Segovia, cuya su- ma ascendía a 192.252 rs. En plata labrada tenía inventariados 163 marcos y 1.111 rs. lo que hacía un total de 9.815 rs. más 7.385 rs. que se encontraron en metálico. Las deudas eran insignificantes, pues solamente debía 2.000 rs. por 80 varas de sarga y tenía em-

345 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA peñadas piezas de plata cuyo peso era de 48 marcos, es decir, 3.072 rs. Desconocemos el valor de las casas, de los bienes mue- bles y los diferentes bienes raíces rústicos que poseía, pero el va- lor del resto de su fortuna ascendía a 305.396 rs. (10.383.464 mrs.), lo cual significa que tenía empleado en censos el 8,34%, en compra de lana el 23,07%, en préstamos el 62,95%, en plata la- brada el 3,21% y en dinero el 2,41%. Esto nos indica claramente que su más importante fuente de beneficios era la que le produ- cía el préstamo a particulares, bien fuera en forma de censos, por adelanto a los ganaderos o por recibos. Sin embargo no practica- ba el préstamo bajo prenda auque él si recurría a esta clase de préstamos para obtener liquidez en momentos determinados.

Según el inventario el amueblamiento de su casa presentaba el lujo que viene siendo habitual en las casas de los demás regi- dores. A parte de varios bufetes y escritorios, sillas, almohadas de estrado, camas ricamente ataviadas, vestuario y menaje de co- cina, se relacionan 1.650 arrobas de lana, un coche de calle con dos mulas, 15 tapices de historias diferentes, 15 cuadros de ba- tallas y de fábulas, 7 de paisajes, 12 bodegones, 12 cuadros de carácter religioso y 12 láminas sin especificar.

De todos estos bienes funda un mayorazgo separando el usu- fructo de la escribanía para su hermana Ana y su cuñado, Bartolo- mé Fernández, con la condición de que a la muerte de estos pa- sase otra vez al mayorazgo. El primer llamado a su mayorazgo era su hermana Ginesa, que según su propia declaración, cuando se habían repartido los bienes a la muerte de sus padres, habían da- do la parte correspondiente a Ana y su marido y él había admi- nistrado las otras dos partes, es decir, lo que la había tocado a Ginesa y lo que le había correspondido a él. Por esta razón deja- ba a Ginesa como heredera, pero en caso de extinguirse esta lí- nea, el siguiente llamado a suceder en el mayorazgo sería su her- mana Ana y sus sucesores.

Ordenaba ser enterrado en la iglesia de San Martín en el en- tierro donde estaban sepultados sus padres. Para la salvación de

346 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS su alma ordenaba se dijeran 4.000 misas y el entierro lo dejaba a disposición de sus testamentarios.

280º. MANUEL ANTONIO DE SALCEDO.-Comenzó a ejer- cer como regidor el día primero de marzo de 1662 en sustitución de su padre, Antonio de Salcedo; 18 años después, el día 17 de junio de 1680, renunció su oficio en José Medrano.

Es de suponer que estuviera domiciliado en la plaza de San Esteban, donde estaban las casas del mayorazgo de los Salcedo. Fue admitido en los Nobles Linajes en el año 1647, desempeñó como familiar del Santo Oficio y vistió el hábito de caballero de Santiago.

La fortuna de esta familia procedía de la fabricación y venta de paños. Sus orígenes son oscuros, pues se les tuvo por moris- cos e, incluso, por gitanos. La realidad es que su inmensa fortu- na les hizo emparentar con familias nobles como los San Millán y los Suárez de la Concha. Por parte de Mariana de Arteaga, su abuela, se dudaba de la limpieza de su sangre, pues estaba em- parentada con Diego Suárez, conocido como “el gallo de la pa- sión”, judío convertido; además estaba emparentado por esta lí- nea con el médico Andrés Laguna. Lo cierto es que tanto los San Millán como los Suárez de la Concha, en la segunda mitad del siglo XVII, estaban lo suficientemente ennoblecidos y vestían tantos hábitos de caballero de ordenes, que pocas trabas se po- dían poner a su nobleza por muy oscuros que fueran sus oríge- nes y el de sus fortunas.

281º. CRISTÓBAL ANTONIO DE REQUENA.-Desempeñó el oficio de regidor en alquiler durante 21 años. Ingresó el día 2 de mayo de 1662 en sustitución de Antonio de Prado y Santiago y renunció el oficio el día 16 de enero de 1683 en su hermano José Luis de Requena.

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282º. FRANCISCO MONTALVO ARÉVALO DE ZUAZO.- Su- cedió en el oficio a Manuel Arévalo de Zuazo el día 24 de no- viembre de 1662 y lo renunció 7 años después en Juan Ruiz de Ucieda el día 29 de octubre de 1669.

Fue caballero de la orden de Santiago y paje de S. M. Nació en Segovia. Fue hijo de Antonio Gómez de Montalvo, familiar del Santo Oficio, natural de Sevilla y de María Arévalo de Zuazo, de Segovia. Abuelos, por parte paterna, Gómez de Montalvo y Figueroa, natural de Granada, e Inés de Tapia; y por parte ma- terna, Francisco Arévalo de Zuazo, caballero de Santiago, natu- ral de Segovia, y Juan de Figueroa, natural de Sevilla. Ésta seño- ra era hermana del abuelo materno, Gómez de Montalvo.

283º. DIEGO TERÁN DE MOLLEDO.- Ingresó en el Ayun- tamiento el día 18 de marzo de 1664 en sustitución de Francisco Serrano Tapia y tras 16 años de ejercicio lo renunció en Juan Saenz de Vitoria el día 17 de junio de 1680.

En el título se le cita como natural de Santander, aunque ori- ginario de Segovia. En el vecindario de 1586 aparece Juan de Molledo Terán, avecindado en la parroquia de Santa Eulalia y se le cita como hacedor de paños. Bien es verdad que en 1594 apa- rece en los libros de los Nobles Linajes, por lo que hay que pen- sar que se trataría de un fabricante y mercader de paños flore- ciente. Este señor, bisabuelo de Diego, estuvo casado con Catalina Monjaraz. De este matrimonio nació Juan Terán de Molledo y Monjaraz, nacido en Segovia en 1603, que se casó con Isabel González, y que fue recibido en los Nobles Linajes en 1626. Tuvieron a Juan Terán y González, nacido en Segovia en 1629, ca- ballero de Santiago y secretario de Cámara y Estado de Castilla, que contrajo matrimonio con Francisca Fernández de Somoza. Entre otros, tuvieron a Diego Terán de Molledo, personaje que nos ocupa, recibido en los Nobles Linajes en 1648, caballero de Santiago en 1655, Ayuda de Cámara de S. M. y a quien hicieron pruebas mayores de Oficial del Santo Oficio.

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No sabemos nada de la naturaleza de sus bienes, aunque es fácil imaginar que viviera de los gajes que le proporcionaran sus oficios cortesanos.

284º. ANTONIO FERNÁNDEZ DE MIÑANO.-El día 6 de abril de 1664 sustituyó en el oficio de regidor a su tío Francisco Fernán- dez de Miñano y Contreras. Desempeñó el oficio en confianza o en régimen de alquiler, y 11 años después, el día 30 de diciembre de 1675 lo renunció en su hijo Antonio Ignacio de Miñano.

Fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1648 y llegó a vestir el hábito de Alcántara en el año 1660.

Nació en Segovia y fue bautizado en la parroquia de San Juan de los Caballeros en el año 1629. Hijo de Antonio Fernández de Miñano y Contreras, caballero de Santiago, y de Jerónima Gonzá- lez, ambos naturales de Segovia. Nieto, por parte paterna, de Juan Fernández de Miñano y Aldonza de Contreras, y por parte materna, de Francisco González y Francisca González, todos ellos naturales de Segovia.

Familia lo suficientemente ennoblecida por estas fechas co- mo para tener entre sus miembros a varios poseedores de hábi- tos de caballero, pero su varonía, originaria de la Montaña, labró su fortuna en Segovia dedicándose al trato de lanas y a la fabri- cación de paños. Después, al emparentar con los González de El Salvador, ricos ganaderos, y con los Contreras, se ennoblecieron.

Su domicilio estaba en la plazuela de San Juan de los Caba- lleros y esta familia tenía capilla de enterramiento en la Catedral, en la capilla de la Concepción, de la cual era patrón su tío, el ca- pitán de mar y tierra de las Galeras de la Plata, Pedro Fernández de Miñano y Contreras.

Sobre los bienes de fortuna de la familia ya hemos hablado más atrás, al tratar de su padre y abuelo.

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285º. ANTONIO DE AGUILAR Y ZUAZO.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 23 de mayo de 1664 en lugar de su herma- no Diego de Aguilar y Zuazo. Permaneció en el oficio durante 29 años y el día 16 de enero de 1693 lo renunció en su hijo Antonio de Aguilar Zuazo y Torquemada. Domiciliado en la parroquia de la Santísima Trinidad, figuraba en ella como ganadero. Era caba- llero de Santiago y señor de las villas de Encinas y Canillas.

Hijo de Diego de Aguilar, regidor de Segovia y doña Manuela Arévalo de Zuazo. Fueron sus abuelos paternos Antonio de Aguilar e Isabel de Cascales, naturales de Segovia, y sus abuelos maternos Lope Arévalo de Zuazo, natural de Segovia, y Juana de Segura, natural de Málaga. En el año 1643 se casó con su prima, doña Francisca González, hija de Alonso González de la Cruz, re- gidor de Segovia, y de su primera esposa doña Beatriz Arévalo de Zuazo y tuvo 8 hijos con ella más uno póstumo que nació poco después de su fallecimiento, ya que en el momento de su muer- te su esposa se encontraba embarazada: Diego, Alonso, Antonio, Francisco, Manuel, Gaspar, Manuela y Beatriz de Aguilar.

Los bienes del mayorazgo paterno consistían en el señorío solariego de las villas de Encinas y Canillas; las casa principales en que vivía en la parroquia de la Santísima Trinidad; un censo sobre una casa que poseía en la calle Real de 5.000 mrs. de ren- ta anual; las casas, huertas, corrales, tierras de pan llevar y lina- res que poseía en los lugares de Trescasas, Sonsoto, Rosales, Gallococeado y Escarabajosa; y censos a su favor cuyos princi- pales eran de 5.558.204 mrs. y sus rentas de 423.965 mrs. al año. A todo esto había que sumar el mayorazgo que su esposa había heredado de su padre Alonso González de la Cruz y cuyos bien- es ascendían aproximadamente a unos 23.000 ds. El mayorazgo de su padre estaba valorado en 18.750.000 mrs, de este modo el total de los mayorazgos era de 32.933.204 mrs.

Dejaba como heredero del mayorazgo de la familia y el seño- río de Encinas y Canillas a su hijo Diego, el mayor; y, al segundo, Alonso, le mejoraba en le tercio y quinto de sus bienes con la con-

350 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS dición de que se vinculasen. Parece ser que estos hijos murieron sin descendencia, pues años después quien aparece como señor de las villas de Encinas y Canillas es su hijo tercero, Antonio de Aguilar y González, que casó con doña Francisca de Torquemada y tuvieron, al menos, un hijo llamado Antonio que fue el primer conde de Encinas. De esta línea saldría en las siguientes genera- ciones los marqueses del Reino y los de la Fresneda (52).

A su testamento (53) le siguen una serie de poderes que otor- ga doña Francisca González como tutora de sus hijos, en que va tomando posesión de los bienes, del señorío, de un censo en la villa de Retortillo de 210 ds. de renta, un lagar y un molino, y de todo el ganado lanar tanto estante como trashumante que pose- ía el difunto. También dejaba ordenado que se vendiesen las la- nas de sus ganados para sufragar los gasto del entierro.

Dispuso ser enterrado en el monasterio del Parral en la capi- lla del Capítulo, que era el enterramiento de la familia y para la salvación de su alma dejo encomendado se dijeran 2.000 misas rezadas.

El oficio de regidor le renunció en su hijo Diego, pero por alguna razón este no llegó a desempeñarle y quien le sustituyó fue su nieto Antonio, hijo de Antonio de Aguilar, su hijo tercero, y de Francisca de Torquemada.

286º. JUAN ESPINOSA NÚÑEZ.-Sustituyó en el oficio a Luis de San Millán el día 19 de junio de 1664 y fue sustituido por su hijo Juan Espinosa Reoyo 22 años después, el día 18 de junio de 1686. Se trata de un mercader hacedor de paños que estaba do- miciliado en la parroquia de El Salvador. Ingresó en la nómina de caballeros de los Nobles Linajes en el año 1679 y su majestad le hizo merced de un hábito de una de las tres órdenes militares que él no llegó a disfrutar, dejándoselo a su hijo en su testa- mento (54).

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No sabemos nada de sus antecedentes familiares pero en la cesión que hizo de su oficio de regidor en su hijo, se especifica que tanto éste último como sus padres y demás ascendientes eran hijosdalgos notorios y todos habían sido cristianos viejos limpios de toda mala raza de moros, judíos, ni de los antigua- mente convertidos a la fe católica, pues se les tenía por nobles y así se les tiene reputados.

Casó en un primer matrimonio con doña Isabel de Reoyo con la que tuvo dos hijos: Juan y María, ésta última renunció sus legí- timas en su padre al ingresar como religiosa profesa en el con- vento de San Antonio el Real de Segovia. Esta señora llevó al ma- trimonio una dote de 5.000 ds., y, poco después, al morir su ma- dre, doña María de Argenmanes, heredó 500 ds. más. Declara que durante este matrimonio había habido unos 16.000 ds. de bienes gananciales, de los cuales la mitad correspondían a los hijos ha- bidos con esta mujer. Él había ofrecido a su esposa en arras la cantidad de 1.000 ds. justo la cantidad que declara haberse gasta- do con ella el día de su entierro. De segundo matrimonio casó con doña Isabel Fernández de Berrio, con la que no tuvo suce- sión pero le dejó como heredero de sus bienes. Casó una tercera vez con doña Teresa de Chaves y Mendoza, hija del regidor Pedro Chaves Girón y de la Hoz, quien la dotó con 2.000 ds. que nun- ca llegó a pagar. Con esta señora tuvo tres hijas: Josefa, Jerónima y Mariana, ésta última había fallecido y renunciado su legítima en su padre. En las capitulaciones matrimoniales se acordó que si ha- bía un hijo varón éste sería mejorado en el tercio y quinto de sus bienes y en caso de ser hembra, solamente se la mejoraría en el quinto. Juan Espinosa tomó la decisión de emplear el quinto de sus bienes en renta y dejársela a las dos hijas habidas con esta se- ñora, pues su propósito era que profesasen como religiosas en al- gún convento de Segovia. Josefa y Jerónima se heredarían recí- procamente y a la muerte de ambas, la renta o el capital pasaría a favor del hijo primogénito tenido con su primera esposa. A és- te hijo le mejoraba en el tercio de sus bienes más la legítima de su hermana de padre y madre, María, que había renunciado a ella,

352 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS pero con la condición de que si con el quinto de sus bienes no hubiese suficiente para dotar el ingreso en religión de sus her- manas Josefa y Jerónima estaría obligado a aportar lo que faltase.

Sus bases económicas eran las que le producían la fabricación y venta de paños. Tenía unas casas principales con su tinte y to- do lo necesario para la fabricación y trato de los paños en la pa- rroquia de El Salvador, que hacía esquina con la plazuela y la ca- lle Larga (actual calle de Ochoa Ondátegui), siendo colindantes con las de Pedro González y los Ochoa (55). También tenía otra casa con tinte y todo lo necesario para la fabricación de paños, en la parroquia de San Clemente, frontera al convento de San Francisco; otra casa en la plaza del Azoguejo, junto a los arcos del Acueducto, lindera con la iglesia de Santa Columba; otra casa que hacía esquina en la plazuela del convento de San Gabriel y otra en el barrio del Mercado. A parte de estos bienes raíces urbanos, poseía un colmenar con 9 colmenas, 40 arrobas de tierra en el término de San Medel, 14 obradas en el de , una tierra y una viña en Garcillán y la mitad de un molino en el río Cega que rentaba 38 fanegas de trigo al año. Además tenía tres censos cuyos principales ascendían a 12.000 rs., un regimiento de los an- tiguos de la ciudad y un oficio de alguacil mayor de la Cruzada.

La tasación de bienes (56) dio como resultado 223.640 rs. (55,89%) en bienes muebles e inmuebles, 12.000 rs. (2,99%) en censos, 145.000 rs. (36,23%) en deudas a favor y 19.500 rs. (4,87%) de objetos de plata empeñados, lo que hacía un cuerpo de hacienda de 400.140 rs. (13.604.760 mrs.). Los bienes muebles se valoraron de la siguiente manera: tasación de las tapicerías, 22.900 rs. (32,88%); tasación de las colgaduras y vestidos, 12.643 rs. (18,15%); tasación del cobre, 2.491 rs. (3,57%); tasación de lá- minas y pinturas, 11.016 rs. (15,81%); muebles, cofres y objetos de madera, 20.590 rs. (29,57%). Todos estos bienes muebles su- ponen un 17,39% del total. A continuación se valoraron los bien- es inmuebles urbanos, siendo su tasación la siguiente: las casas principales de El Salvador 70.000 rs., la casa-fábrica de San Clemente 56.000 rs., la casa de la plaza del Azoguejo 14.000 rs.,

353 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA la casa de la plazuela del convento de San Gabriel 5.000 rs., y la casa de Santo Tomás 2.000 rs., lo que hace un total de 154.000 rs., es decir, el 38,49% del total del cuerpo de hacienda. Como se puede apreciar no están tasados los bienes raíces rústicos y los oficios públicos. De todos modos se observa claramente que el principal de su hacienda estaba constituido por la inversión en bienes inmuebles urbanos, pero con la particularidad de que dos estos inmuebles estaban dedicados a la actividad fabril que se constituye como la principal fuente de ingresos de este caballero.

Lo más interesante del inventario de bienes de este caballe- ro es que en él se va describiendo cada habitación de la casa con todos los objetos que contenía, lo cual nos sirve de gran ayuda para intentar reconstruir la distribución y la decoración de estas mansiones.

La casa era de dos plantas. La planta baja se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas: en una de ellas se encontra- ba la lonja, el tinte, los talleres, los escaparates para la exposición al público de los productos fabricados, dos salas de recibimiento y dos cuartos contadores donde posiblemente trabajaría el perso- nal encargado de la administración de la fábrica; y en la otra par- te, se ubicaban dos dormitorios, un camarín y el Oratorio. Separando ambas partes un pasillo o corredor de distribución que servía para dar unidad al conjunto. La planta superior constaba de cinco habitaciones, siendo una de ellas el dormitorio principal de la casa, tres salas de estar y una cámara de maravillas.

La primera sala del piso de abajo estaba decorada con 8 cua- dros de la Historia de Jacob, un retrato del Rey y otro de la Reina y 21 sillas de baqueta colorada; en la segunda sala había 4 cua- dros de paisaje grandes, un cuadro de la Historia de Jacob, otro de la Virgen de la Fuencisla con sus cortinas, dos espejos, dos es- caparates de conchas con sus mesitas, dos escritorios de ébano y concha, otro de ébano y marfil con su contador y su mesa, un ro- dapié de estrado, dos bufetes grandes y dos pequeños, un cua- dro de San Pablo, otro de San Juan y otro del Ángel de la Guarda,

354 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS dos pinturas en tabla de N.ª S.ª con el Niño, dos cuadros peque- ños, una lámina que representaba un bodegón y 10 taburetes al- rededor de un bufete de nogal; en la tercera sala otros dos cua- dros de la Historia de Jacob, uno de N.ª S.ª de la Concepción, otro de la Encarnación de N.ª S.ª, otro de Cristo Resucitado, un rodapié de estrado, 5 sillas de terciopelo encarnado, una cama grande de granadillo con su colgadura, cielo, goteras de hilo de oro y cortinas de damasco, dos espejos, cuatro bodegones, dos amazonas, una arquita y un dosel con un relicario; en uno de los dos contadores 15 cuadros de los infantes de Lara, un escritorio de nogal antiguo, un banco con respaldo de nogal, un relicario con un agnus dei, una escultura de bulto redondo de la Virgen con el Niño, un bufete de nogal y tres taburetes de baqueta; en el otro contador un cuadro de Cristo en el momento de clavarle en la Cruz, un Ecce-homo, un cuadro de San Onofre, un grabado de papel más pequeño del mismo santo, 4 paisajes con figuras de ermitaños, un Santo Cristo de bulto en la Cruz, un escritorio de nogal, 4 mapas grandes de las cuatro partes del mundo, 9 mapas más pequeños, 4 cofres, 3 taburetes, un escritorio de nogal una arquita, un espejo y una Cruz de reliquias; en los escaparates que dan a la calle un reloj de bronce con campanilla, una Cruz pe- queña de cristal, un Niño Jesús, 6 barros finos, cuatro jícaras (57) de la China con pies de plata y 4 platillos de Talavera finos; en la alcoba una cortina de bayeta encarnada y una tapicería de 6 pa- ños de la Historia del rey David; en la lonja cinco arcas y en ellas un gran surtido de piezas de tela de diferentes calidades y tama- ños, así como manteles, servilletas, sábanas y fundas de almoha- da, en otro aposento o sala de espera 8 sillas de baqueta negras con clavos dorados; en el camarín 4 paisajes con figuras de er- mitaños, una sibila, un dosel de terciopelo encarnado y blanco con goteras de oro y con un Cristo en la Cruz bordado en él, dos relicarios de Nuestro Señor y la Virgen a los lados, una lámina de cobre repujado, dos cuadros de batallas, un cofre, un escritorio con su contador, 32 cuadros pequeños que representan distintas naciones del mundo, 13 copas grandes, 6 vasos grandes de vidrio y 6 pequeños, 3 jarras, 4 servilletas, una fuente, dos bolas de vi-

355 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA drio pintadas, dos lunetas muy grandes, 4 frascos muy grandes, 2 garrafas, 4 redomas, 37 barras grandes y 6 tazas de Talavera; en otro aposento un bufete de nogal, 4 taburetes, 8 colchones, 6 mantas y una colcha; en el Oratorio un dosel de raso liso con un galón de oro y plata con goteras de tafetán azul, un cuadro de N.ª S.ª San José y el Niño, un cáliz con su patena de plata y una bolsa de corporales bordados en oro sobre raso blanco, un misal encuadernado en tabla con dos acericos de damasco carmesí pa- ra poner el misal, un frontal de brocado blanco con labores azu- les y doradas guarnecido de galones de oro y plata con sus es- cudos de armas, una casulla a juego con lo anterior, otro frontal de raso amusco con guarnición de plata, otro más de raso de flo- res moradas con guarnición mas una casulla a juego con sus ma- nípulos, dos albas de bocadillo con puntas, dos vinajeras de pla- ta, una campañilla de alquimia, un retrato del Rey en su menor edad, una alfombra ordinaria, unas sábanas de altar y un bufeti- llo de nogal, dos espejos, una lámina de la Virgen, San José y el Niño con San Juan dándole una cesta de frutas, una lámina en ta- bla de Cristo Crucificado, una lámina con piedra ágata de N.ª S.ª de la Concepción, una lámina de cobre repujado de San Roque, una de Salvador, otra de su madre, otra de la Virgen y el Niño, otra de N.ª S. de la Concepción, otra de San Juan Bautista, otra de Santa Úrsula y otra de San Francisco de Paula, dos láminas de cobre de Santa Catalina, 8 láminas de cobre de diferentes santos, 4 láminas de cobre de diferentes paisajes, 10 láminas de cobre de diferentes santos, dos láminas de hoja de plata una de la Virgen el Niño y San Juan y la otra de San José y el Niño, cuatro lámi- nas de plata de paisajes, una vitela de N.ª S.ª de la Soledad, 8 gra- bados de papel que representan paisajes diferentes, 12 vitelas bordadas de seda, una lámina de un Ecce-homo en sobrerelieve, dos láminas grandes esquinadas de El Salvador y su Madre bor- dadas de oro con sus vidrieras, un Santo Cristo de escultura an- tes de morir en la Cruz, una Virgen del Carmen de bulto con su vestido de camelote pardo y capa blanca, un relicario, 21 vitelas de seda, un bufete grande de nogal y una Cruz de ébano con re- liquias y remates de plata.

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En el pasillo o corredor dos alfombras, un brasero de nogal con vacía de azófar y dos cuadros grandes de dos reyes.

En la primera sala del piso superior 6 cuadros de amazonas, un Santo Cristo, un bodegón, 7 sillas de baqueta y un bufete de no- gal; en el dormitorio principal una cama bronceada grande con cortinas de damasco encarnado con su cielo de terciopelo azul, 3 cuadros de batallas, otro de San Elías, dos espejos grandes, dos es- critorios con sus contadores, dos cuadros de amazonas, dos bode- gones, un escritorio de ébano, 24 almohadas de estrado de tercio- pelo, 4 sillas de baqueta, un bufete de nogal, dos paisajes con fi- guras de ermitaños, un retablo de la Virgen con el Niño en tabla y una cortina de damasco encarnado con una cenefa de terciopelo bordada de oro y seda; en la tercera sala un Santo Cristo con 12 ángeles, un Santo Cristo en la Cruz antes de expirar, un cuadro de San Francisco, dos retratos de reyes, dos arcas, dos cofres, dos cua- dros de amazonas, dos cuadros de dos Pontífices y dos silla; en la cuarta sala dos escritorios con sus mesas, un espejo, un cuadro de San Antonio con el Niño, un cuadro de la Virgen del Carmen, dos retratos pequeños, un cofre, un bufete, dos sillas y 3 tapices de di- ferentes historias ordinarias; en la cámara de maravillas 13 copas de Venecia, 7 vidrios de Venecia, 6 vasos de vidrio grandes y 12 pequeños, 6 cantimploras de vidrio, 3 jarras de vidrio, 4 salvillas de vidrio, una fuente de vidrio y dos bolas de vidrio pintadas.

Cabe destacar un atlas de 10 tomos, impreso en Flandes, en el que venían representados los mapas de todos los países del mundo conocido.

Don Juan Espinosa Núñez se mandaba enterrar en la iglesia de El Salvador sin ninguna clase de pompa y con toda discre- ción. Para la salvación de su alma mandaba decir 2.000 misas re- zadas en diferentes iglesias y conventos de la ciudad.

287º. ANTONIO DE PERALTA Y CASCALES.- El oficio de re- gidor era de su esposa. Ingresó en el Ayuntamiento sustituyen-

357 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA do a su cuñado Pedro Frutos del Río el día 8 de julio de 1664 y a su muerte le renunció en su hijo Alonso de Peralta y Cascales, quien tomó posesión del oficio el día 5 de julio de 1698.

Era natural de la villa de Simancas pero se había afincado en Segovia hacía el año 1645 aproximadamente y estaba domiciliado en la parroquia de la Santísima Trinidad. Era hijo del capitán Andrés Martínez de Peralta, natural de Simancas y de doña Fran- cisca Cascales, natural de Segovia. Los miembros de esta familia eran tenidos por hijosdalgo de sangre al fuero y costumbre de España, sin raza de villanos ni mezcla de sangre judía, mora o conversa. El interesado gozó de los primeros honores como al- calde de la Hermandad del estado de los hijosdalgo y pertenecía al Junta de Nobles Linajes de Segovia que era el acto distintivo de más lustre y honor de la ciudad. Estaba en su cabeza la casa y ma- yorazgo de los Cascales, afincada en Segovia desde principios del siglo XVI, la cual heredó por muerte de su madre que era hija de Juan Cascales de Guadalajara y de doña Beatriz de Argote, por tanto era sobrino del regidor Diego Cascales y Argote. Por este mayorazgo era patrón de la capilla Mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de Segovia.

Los Peralta pretendían tener origen real de la Casa de Nava- rra, Se decían descendientes del Condestable de Navarra, Pierre de Peralta, hijo del infante don Pedro y nieto de Carlos el No- ble.

Casó en primer lugar con doña Juana de Aguilar y Zuazo, hi- ja de Diego de Aguilar y Cascales, regidor de Segovia, señor de las villas de Encinas y Canillas, y de doña Manuela Arévalo de Zuazo, por tanto era cuñado de Antonio de Aguilar y Zuazo, re- gidor y señor de las villas de Encinas y Canillas a la muerte de su padre. Cuando se casó en el año 1645 sus suegros ya habían fa- llecido por lo que su cuñado Antonio le ofreció en dote 6.000 ds. vellón en dinero y los alimentos de dos años estimados en unos 2.000 ds. Antonio de Peralta dio en arras a doña Juana 2.000 ds. De este matrimonio tuvo tres hijos: Antonio, Francisca y Manuela

358 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS de Peralta y Aguilar, y por el testamento de doña Juana, que mu- rió en Simancas en 1652, dejó mejorado en tercio y quinto a su hija Francisca sin hacer cuentas y particiones entre los otros dos hijos. Francisca de Peralta y Aguilar casó con Pedro de Virués, ve- cino de Segovia y caballero de Santiago, y le ofreció Antonio de Peralta en dote 3.000 ds., 1.000 ds. en dinero y 2.000 ds. en al- hajas, y por vía de alimentos 300 ds. anules de por vida. Pero co- mo falleció Francisca a los tres años de casarse, Pedro de Virués sólo devolvió las alhajas al haberse gastado el resto. María de Peralta, su otra hija, entró en religión en el convento de la Madre de Dios de Olmedo y se pagó su dote con lo que la correspon- dió de la legítima materna. A su hijo Antonio, cuando se casó con doña María Francisca del Sello, le ofreció el término del Abad don Blasco y el de Orejuela, que están en Etreros, cuyo arrendamien- to reportaba unos ingresos de 300 fanegas de pan, 2.000 rs. en dinero y 40 gallinas cada año y con esto quedó satisfecho de su legítima materna. Pero como Antonio de Peralta y Aguilar murió en 1684 dejando una hija llamada María Antonia de Peralta Aguilar y del Sello, después de su muerte la dejaba como here- dera de todos sus mayorazgos que eran el de Diego Martínez de Peralta, su padre, del Consejo de S. M. en la Chancillería de Charcas, y el de Alonso Cascales de Guadalajara.

En su segundo matrimonio, casó con doña Francisca Gonzá- lez de Zuazo, viuda de Antonio de Aguilar y Zuazo, su cuñado, caballero de Santiago, que era hija de Alonso González de la Cruz, regidor de Segovia, y de Beatriz Arévalo de Zuazo, habien- do precedido dispensación de Su Santidad por ser primas her- manas la primera mujer y la segunda. Durante este matrimonio, que duro 3 años, llevó a cabo la administración de los ganados de su esposa y los hijos de ésta. De este matrimonio quedó una hija llamada Sicilia de Peralta que se casó con Francisco Briceño, vecino y regidor de Arévalo. La legítima de esta hija estaba en po- sesión de Antonio de Aguilar y Zuazo, caballero de Alcántara y regidor, su hermano de madre, hijo del primer matrimonio de és- ta, quien estaría obligado a presentar cuentas de ella.

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Aún se casó una tercera vez con doña Isabel Frutos del Río, hija de Francisco Frutos del Río, regidor de Segovia, y de doña Mónica Muñoz de Inestrosa, y se capituló con doña Mónica, que a la sazón estaba casada con Francisco Asenjo Osorio, regidor, que había de dar en dote a su hija 20.000 ds., 8.000 ds. en el ofi- cio de regidor que ejercía, 3.000 ds. en dinero, 4.000 ds. para emplear en censos, 3.000 ds. en un juro en el 1.º y 2.º 1% de Segovia, 19.000 rs. en colgaduras y 8 sillas a juego y 3.000 rs. en dinero. Las arras que él ofreció fueron de 4.000 ds. De este ma- trimonio tuvo 8 hijos: Alonso y Rodrigo, caballeros de Calatrava, Juan, Andrés, Fernando, Mónica, Teresa e Ignacia Peralta y Cascales. Declara que los 20.000 ds. de la dote de este matrimo- nio le fueron pagados íntegramente. Su hija Mónica se casó con Juan de Brizuela, hija de Juan Ruiz de Brizuela, regidor, y de Mariana Fernández, y la ofreció en dote 6.000 ds. También de- clara que en el año 1685 puso los hábitos de Calatrava a sus hi- jos Alonso y Rodrigo y se gastó con ellos 4.000 ds., y poco des- pués, cuando Rodrigo entró de paje de S. M. para ponerle cuar- to, vestidos y otras cosas se gastó otros 1.000 ds. más. Sigue di- ciendo en su testamento (58) que siente especial amor y predi- lección por sus hijos Alonso y Rodrigo y por esta razón y para que pudiesen pasar su vida con el lustre que se merecían les de- jaba mejorados en el tercio y remanente de quinto de sus bien- es por partes iguales además de sus legítimas.

Tenía el patronazgo sobre una obra pía para casar huérfanas que había fundado un tío suyo en la iglesia de San Salvador de Simancas y sobre unas capellanías de misas y otras memorias. Como la mayoría de estos caballeros dejaba un memorial de deudas en manos de su confesor para el descargo de su con- ciencia.

Del remanente de sus bienes, una vez cumplidas las disposi- ciones adelantadas, dejaba por herederos a su nieta María de Pe- ralta y Aguilar y del Sello, hija de su hijo Antonio; a su hija Manue- la, fruto del primer matrimonio, religiosa; a Sicilia, hija del segun- do matrimonio, casada con Francisco Briceño; a Alonso, Rodrigo,

360 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Juan, Andrés, Fernando; a Mónica, casada con Juan de Ucieda, a Teresa e Ignacia, todos hijos del tercer matrimonio, por partes iguales después de sacar la mejora de tercio y remanente de quin- to hecha a Alonso y Rodrigo.

Desconocemos el tipo de propiedades que poseía este caba- llero. Él mismo declara que no dispone de muchos bienes, razón por la cual pide que se celebre su entierro con toda moderación, incluso va más allá diciendo: “si les pareciere —a sus testamen- tarios— se me entierre de secreto, lo hagan por excusar de gas- tos y por los pocos medios en que me hallo”. En el inventario y tasación de sus bienes (59) se menciona una partición de tierras en él término redondo de Salvador, unos libros de administración de obras pías, que es de suponer que por este trabajo obtendría algún beneficio, y unos censos cuyos principales ascendían a 22.370 rs. que producían unas rentas de 1.117 rs. anuales, dos tí- tulos de caballero despachados por S. M. para los hábitos de la orden de Calatrava de sus hijos, el título de regidor de Segovia, y algunos testamentos y capitulaciones matrimoniales que hacían mención a bienes y derechos que correspondían a él o a sus hi- jos. La tasación de bienes solamente se refiere a los bienes mue- bles de casa. Es interesante al venir los precios de todos los ob- jetos, sobre todo de las obras de arte, que tenía en gran cantidad. El total del cuerpo de bienes sube a 36.567 rs. (1.243.278 mrs.) distribuidos de la siguiente manera: en colgaduras y telas borda- das 9.216 rs. (25,20%), en ropas y vestidos 6.856 rs. (18,75%), en pinturas 4.148 rs. (11,35%), muebles 5.646 rs. (15,44%), menaje de cocina 1.342 rs. (3,67%), ropa blanca 1.062 rs. (2,90%), el coche 1.800 rs. (4,92%),la plata 1.130 rs. (3,09%) y varios (14,68%).

Lo más interesante sin duda son las pinturas. Se cuentan 100 cuadros de diferentes géneros: 13 retratos de reyes de la Casa de Austria, 13 cuadros de paisaje de jardines y otros 23 cuadros más de paisaje muy pequeñitos, 10 cuadros de batallas, un cuadro de N.ª S.ª del Carmen y dos de la Virgen de la Soledad, una cruz de latón, una tabla de las palabras de la consagración, una tabla de San Juan Evangelista, un cuadro de San Ildefonso, otro del rey

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David y uno del Niño Jesús, 15 láminas de alabastro en bajorre- lieve todas ellas de carácter religiosos, 7 láminas de cristal talla- do también de carácter religioso, 5 láminas en grabados de pa- pel de los Apóstoles y 6 cuadros de dioses mitológicos. También hay que destacar los ornamentos religiosos que tenia en el Oratorio como un frontal de altar, una casulla de tafetán, un cá- liz con su patena de plata, un misal, un alba y un amito.

Ordenó ser enterrado, con el hábito de San Francisco, en la capilla Mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de la cual era patrón. Para la salvación de su alma solamente encargó se dije- ran 400 misas, lo cual nos puede indicar la poca disposición de bienes con la que contaba en el momento de su muerte.

288º. ANTONIO DE TAPIA MERCADO.- No hemos encon- trado el título de regidor de este caballero. Aparece en los Libros de Actas en la sesión correspondiente al día 2 de enero de 1665 y no hemos encontrado más datos de él.

289º. GABRIEL ARÉVALO DE ZUAZO.-Tampoco hemos en- trado el título de regidor de este caballero, pero sabemos que sustituyó a Antonio de Peralta y Cascales el día 10 de enero de 1665 y que no le sustituyó nadie al morir en 1692, razón por la cual este oficio quedó vaco en el año 1743. En el año 1787, S. M. hizo merced de él, previa petición, a don Agustín Ricote Diez de León.

Nació en Madrid y fue bautizado en la iglesia de San Miguel en 1631, caballero de Alcántara, capitán de corazas en Flandes, general de los ejércitos de Badajoz, general de artillería y sargen- to mayor de Segovia y regidor de ella. Hijo de Francisco Arévalo de Zuazo y Montalvo, caballero de Santiago, nacido en Jerez de los Caballeros, pero bautizado en la iglesia de San Miguel de Segovia, y de María Suárez de la Concha. Fueron sus abuelos pa-

362 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ternos Manuel Arévalo de Zuazo, caballero de Santiago, natural de Segovia y corregidor de Jerez de los Caballeros, y Bárbara de Montalvo, natural de Granada; sus abuelos maternos Antonio Suárez de la Concha y Antonia Suárez de la Concha, ambos na- turales de Segovia.

Familia de las más antiguas de Segovia en la que se podían contar entre sus miembros más de diez hábitos de caballero de órdenes concedidos desde el reinado de Felipe II. Por parte de los Suárez de la Concha se había ganado Carta Ejecutoria de hi- dalguía en la Chancillería de Valladolid en 1653, en la que se prueba que este linaje desciende de la casa solariega de Suárez de la Concha, en el valle de Carriedo, en la Montaña, y se prue- ba en ella la nobleza hasta el quinto abuelo de muestro perso- naje.

Esta vuelve a ser una prueba más de lo fácil que era conse- guir con dinero falsas pruebas de nobleza y labrarse unos oríge- nes familiares a la medida de los intereses del solicitante. Ya he- mos hablado más atrás de los Suárez de la Concha y no hay nin- guna duda de sus orígenes de judíos conversos. Esta familia se ennobleció gracias a la participación de uno de sus miembros, Cristóbal Suárez de la Concha, como capitán en la Batalla de Lepanto y por cuya valiente actuación salió reconocido con la merced de un oficio de regidor. Años después, Sebastián Suárez de la Concha y Montalvo, logró el señorío de la villa de Lozoya, lugar donde radicaban la mayoría de sus posesiones. Este caba- llero, según declara en su testamento, gastó una gran fortuna en lograr la Carta Ejecutoria, algo que no consiguió en vida, y que por fin vio hecho realidad su hijo Antonio en el año 1653.

Hemos encontrado el testamento, hecho por su esposa por el poder que se la dio, y el inventario de bienes de Gabriel Arévalo de Zuazo y Suárez de la Concha (60). En dicho docu- mento declara estar casado con doña Paula Josefa Flores y Pereda con quien tuvo una hija llamada Mariana Arévalo de Zuazo y Florez, a quien declara heredera de sus bienes. Ordena

363 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA ser sepultado en la capilla de San Miguel del convento de San Francisco de Segovia, en el lado de la Epístola, que es propia de los Zuazos. El acompañamiento del cadáver fue muy ceremo- nioso: la cruz de la parroquia de San Román, de donde era feli- grés, 18 sacerdotes y los conventos de la Merced, la Victoria, San Agustín, el Carmen, San Francisco y la Trinidad, 12 pobres vesti- dos de luto y con hachas encendidas, los Niños de la Doctrina y las cofradías de las Angustias y de las Ánimas de San Miguel.

Doña Paula, su mujer, declara que del capital de la dote de doña María Suárez de la Concha, madre de su marido, se había consumido y gastado para el hábito de caballero, la mitad del ca- pital de un censo que estaba vinculado.

En el inventario de sus bienes se dice que las casas princi- pales estaban situadas en la parroquia de San Román, pero no podemos especificar de cuales se trata al no tener suficientes ele- mentos de juicio para identificarlas.

Estaba en posesión del mayorazgo de Antonio Suárez de la Concha, cuyos bienes raíces se situaban en , , Escarabajosa, , Pedrazuela, Canencia, parte de un lavadero de lanas y casas en Segovia. to- das estas propiedades estaban sin tasar, a lo que habría que su- mar la fortuna que si había sido tasada al morir Antonio Suárez de la Concha que ascendió a 56.729.485 mrs. Bien es verdad que su esposa se llevó la cantidad que la correspondía y su hijo Juan otro tanto, pero a María, la madre de Gabriel, le correspondie- ron 12.136.057 mrs. al ser mejorada en el tercio y quinto de los bienes de su padre, más los bienes raíces del mayorazgo. Así que estos bienes los disfrutó Gabriel y a su muerte pasaron a su hija Mariana.

De todos modos, en el inventario de sus bienes se citan ju- ros y censos por valor de 4.410.150 mrs. de principal, empleados a diferentes porcentajes, cuyos réditos suponían unos ingresos de 126.640 mrs., teniendo en cuenta que uno de los censos es-

364 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS taba subrrogado, es decir, sin emplear, y ascendía su principal a 1.911.000 mrs.

La decoración de las habitaciones principales de la casa es la propia de una familia acomodada. Se cita una tapicería fina, de 8 paños, de la Historia de Hércules, de Bruselas, otra de estofa de 7 paños, de fuentes y otra de 9 paños de boscaje. A esto hay que sumar 12 reposteros con las armas de los diferentes apelli- dos de la familia. Siguiendo con el arte de la casa se citan 14 pin- turas “que llaman despojos”, lo que nos hace suponer que se tra- tase de bodegones representando reses despiezadas y restos de mesa puesta; 8 cuadros del Rapto de Helena, 9 cuadros de naví- os y 22 cuadros más de diferentes temas y tamaños. En el Oratorio se citan 18 láminas de diferentes temas, todos ellos re- ligiosos, un Cristo de bulto de cuerpo entero; un San Francisco de cuerpo entero muy primoroso; una talla de San Pedro Alcántara, una Cristo de plata y cruz de ébano; 3 cuadros de pin- tura, uno de San Francisco, otro de N.ª S.ª de la Soledad y otro de Santo Tomás;, dos relicarios de plata; una tabla pintada con Cristo, la Virgen y San Juan; una cuadro de N.ª S.ª; un cuadro de San Jerónimo; un cuadro de N.ª S.ª de la Fuencisla y todos los ornamentos y ropas liturgicas necesarios para decir misa.

Se enumera una vajilla de plata de numerosas piezas, con sus armas grabadas, cuyo peso era de 2126 onzas. Si tenemos en cuenta que por las mismas fechas, en el inventario de bienes de su hermano Manuel, se había valorado la onza de plata a 13 rea- les, podemos valorar esta vajilla en 27.638 rs. es decir, 939.692 mrs.

Además de ello, los muebles necesarios como mesas, bufe- tes, camas con colgaduras, sillas, todos de maderas nobles; al- fombras turcas y un gran número de almohadas de telas lujosas para el Estrado; un reloj de pared; y se citan varios escaparates en la Cámara de Maravillas cuyo contenido era cierto numero de cristales de varios colores, un Cristo de coral, varios baudilios (61) de plata y piedras preciosas, diferentes “piedras beçares” (62), 4 cajas de tabaco, pomos de plata, un búcaro de palta y

365 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA multitud de objetos de adorno curiosos de plata y otros materia- les de lujo.

Por ultimo, no podían faltar todos los aderezos para montar a caballo, armas de caballero, varios caballos de montar, un tiro de 6 mulas y dos coches con los aderezos de verano e invierno.

290º. FERNANDO DEL RÍO Y LA HOZ.-Ingresó en el Ayun- tamiento el día 9 de febrero de 1665 en lugar de su suegro Fran- cisco Osorio Asenjo, quien le alquiló su oficio por dos años hasta que estuvo en disposición de ejercerlo su hijo Francisco Asenjo Osorio. Estaba avecindado en la parroquia de San Quirce (63). Fue admitido en la nómina de caballeros de la Junta de Nobles Linajes en el año 1653.

Los miembros de esta familia eran tenidos por nobles e hi- josdalgo de sangre y de ascendencia tan antigua que no se sabía su origen, pero siempre habían desempeñado oficios en el Ayuntamiento y tenidos por gente principal entre los que no fal- taban los hábitos de caballero de las órdenes militares. Nunca habían sido castigados por el Santo Oficio, ni mucho menos te- nidos por sospechosos en la fe, antes bien eran tenidos por gen- te muy temerosa de Dios y muy buenos cristianos. También se decía de ellos que nunca habían desempeñado el oficio de mer- caderes, ni cambistas, ni cualquier otro oficio vil o mecánico. Colmenares en su Historia nos aporta muchos datos de miem- bros de esta familia. Desde el reinado de Enrique IV ocupaban cargos de relevancia en la Corte cuando ésta estaba en Segovia. Rodrigo del Río era guarda mayor del rey en los bosques de Valsaín aunque viene citado como Rodríguez del Río. Este señor era patrón de la capilla de Santa Catalina en la iglesia de San Martín que había fundado su padre Gonzalo Rodríguez del Río Machuca. A finales del siglo XV tuvieron una participación muy activa en la vida política tanto nacional como municipal. En 1476 dos miembros de esta familia participaron en una revuelta con-

366 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tra Andrés Cabrera en el bando del marqués de Villena. De esta época ya existen denuncias sobre las desavenencias con la fa- milia Lebrón que con el tiempo les costará el destierro de Segovia. En este momento se cuentan tres regidores del Ayunta- miento con este apellido: Juan, Diego y Gonzalo, todos ellos con un rasgo común que les caracteriza, su carácter extremadamen- te violento y pendenciero que les llevó a tener problemas con la justicia por delitos económicos y de sangre. En 1498 se condenó a Diego del Río a suspensión del oficio de regidor por tres años por causa de llevar salarios y gratificación excesivos y malversa- ción en la administración en los bienes de propios de la ciudad. Es notorio el intento de los miembros de esta familia por enri- quecerse a través del ejercicio de sus funciones como regidores del Ayuntamiento, a juzgar por los innumerables problemas que tuvieron con la justicia. También tuvieron muchos pleitos con las personas a las que tenían arrendadas sus propiedades en el lu- gar de Muñoveros, donde les calificaban de ser personas de ma- la fe con muchos odios y enemistades. Es precisamente en esta época cuando se unen los apellidos del Río y la Hoz al casar Hernando del Río y Ana de la Hoz, cuyas casas principales fue- ron fundadas en la parroquia de San Quirce (64).

También se tienen noticias de que Juan y Gonzalo del Río fueron los regidores de Segovia que proclamaron Reina de Cas- tilla a Isabel la Católica en día 13 de diciembre de 1474.

Esta violenta y problemática vida de vecindad continuó en el siglo XVI. Un tal Jerónimo del Río tuvo un pleito con su herma- no Fernando y a través de él, según Alonso de Aguilar y Rosales que es quien informa al respecto, sabemos que el padre de es- tos, Juan del Río tuvo que abandonar Segovia ya que un caba- llero llamado Lebrón dio una cuchillada a un hermano suyo que le cortó la cabeza. La justicia declaró enemigos a los Lebrón y los del Río y dio sentencia en la que mandó que cualquier pariente del muerto, dentro del cuarto grado, pudiese matar a Lebrón. Juan del Río así lo hizo y le cortó la cabeza y, en compañía de su madre, se paseó por la ciudad con la cabeza del muerto en-

367 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA ganchada en una lanza y por esta causa tuvieron que salir de la ciudad con destino hacia Burgos (65).

Fueron sus padres Juan Manuel del Río y la Hoz y doña Ana María de Peñaranda. Casó en primer matrimonio con doña Ana Francisca Asenjo Osorio, y le ofrecieron en dote 12.500 ds. en di- nero y alhajas. Tuvo una hija llamada Ana Francisca que casó con Juan de Ortega Lara. Esta hija heredaba los dos mayorazgos (66) que disfrutaba este caballero cuyos bienes y rentas estaban en los lugares de Muñoveros, , Lobones, Zamarramala, , Revenga y Escalona, construidos a base de tierras y vi- ñas por valor de 280.822 mrs. Además la dejaba un censo que te- nía contra el duque de Medinaceli de 8000 ds en plata y 150.000 mrs de réditos, otro contra Antonio de Aguilar y Zuazo sobre los términos de Sonsoto y Trescasas, 90 fanegas de pan por mitad en Zamarramala y 200 fanegas de pan por mitad en Escalona. A par- te de esto la dejaba las casas principales de Segovia y las que te- nía en Muñoveros y Veganzones y Bernardos. Declara haber ven- dido unos bienes que poseía en la villa de Alcazarén y haber in- vertido su producto en mejorar las casas principales.

Se casó en segundo matrimonio con doña Andrea Ortega Lara ( no sabemos el grado de parentesco que podría tener esta señora con su yerno, pero posiblemente se tratase de una hermana), na- tural de Navalcarnero, y se le ofreció en dote los bienes raíces que esta señora poseía en dicha villa. Él le dio en arras 4.000 ds., lo cual nos puede indicar que en este momento su fortuna ascendía, al menos, a 40.000 ds. si es verdad que no se podía dar en arras una cantidad superior al 10% de la hacienda que se poseyera.

Ordenó ser sepultado en la capilla de Santa Catalina de la iglesia de San Martín, que la había fundado su sexto abuelo don Gonzalo Rodríguez del Río. Solicita en su testamento (67) se le entierre con un nutrido acompañamiento y con la pompa fune- ral acorde a la calidad de su persona. Para la salvación de su al- ma encargó se dijeran 2.000 misas rezadas repartidas por las dis- tintas iglesias de la ciudad.

368 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

291º. JUAN DE VILLAL VA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 10 de noviembre de 1665 en lugar y por renunciación de Diego del Castillo. Permaneció durante 20 años y el día uno de julio de 1685 lo renunció en Francisco de Ortega Lara y Villalva. Estaba domiciliado en la parroquia de San Juan y estaba recibi- do en la nómina de caballeros de los Nobles Linajes desde el año 1.666. También vestía el hábito de caballero de Santiago.

En las pruebas que se hicieron para vestir el hábito de caballero de Santiago se dice que esta familia es muy calificada y que varios miembros poseen ya hábitos de ordenes militares. La familia Villalva, originaria de Ávila, es muy antigua y califica- da y son todos descendientes de un mismo tronco, disfrutando de las exenciones que gozan los hijosdalgo como consta en los libros de suertes de fieles y en los padrones de la moneda fore- ra que son las distinciones que hay en dicha ciudad (68).

En su testamento (69) se declara hijo de Juan González de Villalva y Ana Jivaja Cabeza de Baca, hija del gobernador de Guatemala Juan de Jivaja, natural de Madrid. Sin embargo estos datos no se corresponden con los que aporta al expediente de su hábito de caballero de Santiago. En este documento dice que sus padres son Gil de Villalva, nacido en Arequipa (Perú) aunque ori- ginario de Ávila, y de doña Ana de Jivaja, natural de Guatemala y originaria de Madrid. Él mismo nació en Arequipa y vivió allí has- ta que murió su padre en que se vinieron a España. Parece ser que en América vivían de las haciendas que allí disfrutaba su pa- dre. De todos modos, una vez casado con su esposa, su prima do- ña Isabel Clara de Villalva, natural de Segovia, se trasladó otra vez a la ciudad de Arequipa y allí nacieron sus dos hijos: Diego y Sancho de Villalva.

Era heredero del mayorazgo de Pedro de Aguilar por parte de su mujer, que lo había heredado, a su vez, por muerte de su hermana María de Villalva, viuda de Alonso de Aguilar y Rosales y por segunda vez de Juan Golfín de Carvajal, ambos regidores de Segovia. Precisamente, Juan de Villalva reclama los bienes de

369 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

María de Villalva, una vez fallecida ésta, por el derecho que co- rrespondía a Isabel Clara de Villalva, su mujer (70).

Los bienes que reclama son los siguientes: 64.000 rs del oficio de regidor que había pertenecido a Sancho de Villalva y lo habí- an vendido a Sebastián de Ortega Lara; tres juros, dos sobre las alcabalas de Segovia y uno sobre las de Ávila, cuyas rentas as- cendían a 130.118 mrs. anuales, pero estaban hipotecados en 44.780 mrs. por unos censos que habían pedido; tres censos que rentaban 36.300 mrs. anuales; un censo que se le había prometi- do en dote al casarse con su mujer de 600 ds. de principal del que se debían 300 ds. de réditos; una casa mesón en Segovia llamada de Correos; una cerca y un palomar que tenían en : también reclamaba los bienes libres que María de Villalva había heredado de su primer esposo que eran otros tres juros cuyas ren- tas ascendían a 131.982 mrs. anuales; 36.350 rs. que la corres- pondían del valor de una casa en la parroquia de San Martín y la sexta parte de unas casas en Toledo y otras en la calle de Barrionuevo en Segovia. A todo esto había que sumar los bienes libres propios de María de Villalva que eran los siguientes: ropa blanca 4.589 rs., cama y vestidos 4.802 rs., cobre 737 rs., pinturas 7.490 rs., esculturas del Oratorio 1.546 rs., madera de cofres y de- más 2.386 rs., oro, plata y joyas 37.747 rs., deudas de censos y pe- queños préstamos 52.947 rs., una tapicería de las Fuerzas de Hércules, 10.000 rs., la hacienda que tenía en Cabañas 17.500 rs., y el arrendamiento de los bienes que tenía 16.024 rs., lo que ha- cía un total de 160.111 rs. Más 200 fanegas de trigo que debían los renteros de Mozoncillo, Añe, Carbonero, Cabañas y el molino; 214 fanegas de cebada de los mismos renteros; 2.983 rs. de un censo, 3000 ds. que había cobrado de ayuda de costa del entie- rro de Juan Golfín que lo pagaba la Cámara de S. M. al ser miem- bro de su Consejo, 30.000 rs en dinero. A todos estos bienes se declara acreedor, como bienes libres de María de Villalva, ya que él había asumido todas las deudas que había dejado su cuñada.

De todos modos su situación económica no debía de ser muy acomodada, pues había recurrido a empeñar la plata labrada pa-

370 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS ra poder pagar los gastos de dos hábitos de caballeros de órdenes para sus dos hijos. A la hora de su muerte, pide que se celebre su entierro con moderación “debido a los pocos medios en con que me hallo” y se dijeran solamente 500 misas para la salvación de su alma, recomendando a sus herederos que en, caso de necesidad, vendieran la plata labrada que poseía para poder satisfacer los gastos de entierro. Dispuso ser depositado en la capilla mayor de la iglesia de San Juan, que pertenecía a la familia de los Contreras —con los que no sabemos el grado de parentesco que le pudiera unir a ellos— a quienes se lo pedía encarecidamente.

A su esposa le dedica palabras de amor y admiración hacia las cualidades de su persona y la deja la tutoría de sus dos hijos, que eran menores de edad, aunque la educación de estos se la enco- mienda a sus hermanos, que vivían en Ávila, “confiando que la crianza de los niños será como se espera de su buena educación”.

292º. ANTONIO BERMÚDEZ DE NAVACERRADA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 27 de febrero de 1666 en lugar de su hermano Juan Bermúdez de Navacerrada y tras 27 años de pro- fesión, renunció su oficio el día 16 de mayo de 1693 en su hijo Antonio de Navacerrada y Contreras.

Hijo de Antonio de Navacerrada Mampaso y Ana Bermúdez de Contreras, nació en Segovia y fue admitido en los Nobles Linajes en el año 1630, desempeñó el cargo de teniente alcaide del alcázar y vistió el hábito de caballero de Santiago. Nieto por parte paterna de Antonio de Navacerrada, regidor, y Antonia de Mampaso, ambos naturales de Segovia; y por parte materna, de Juan Bermúdez de Contreras, teniente de alcaide del alcázar y caballero de San Juan, y de María Ruiz Ximénez. Estaba avecin- dado en la parroquia de la Catedral al vivir en el alcázar.

Familia perteneciente a los Nobles Linajes por ambas ramas, aunque como hemos visto más atrás, Antonio de Navacerrada, su

371 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA abuelo, debía su fortuna a la fabricación y venta de paños. Su hacienda estaba radicada en las aldeas de Agejas y Cabañas don- de poseía tierras de pan llevar. También sabemos que se dedi- caba a la ganadería, tenía dinero invertido en censos y juros y trataba en lanas.

En su testamento (71), que lo redacta estando en buen esta- do de salud y en su sano juicio, declara que desea ser sepulta- do en el convento de Nuestra Señora de la Merced, en la capilla que tiene en el Claustro de dicho convento, donde están ente- rrados sus padres, tíos, hermanos y demás parientes. Deja todo lo relativo a su entierro a su esposa, doña María de Chaves, a quien ruega encarecidamente que lo haga con el menor aparato y pompa que sea posible, ya que declara no tener medios para ello por los empeños y deudas que deja, “y que lo primero es dar satisfacción a los acreedores, antes que hacer gastos super- fluos”. Debían de ser tantas sus deudas y tan pocos sus dineros, que solamente encarga 200 misas por su alma, pero con la con- dición de que primero se paguen las deudas y si no sobra dine- ro que no se diga ninguna misa. Según se desprende de la lec- tura de su testamento, para la conciencia de este caballero era más importante la liquidación de sus deudas que los sufragios y las misas. Por un memorial de deudas que acompaña a su testa- mento, sabemos que debía, al menos, la cantidad de 131.790 re- ales, es decir, 4.480.860 maravedís.

Declara estar casado desde hacía 27 años con doña María de Chaves, hija de Pedro de Chaves, con la que tuvo 3 hijos: Antonio, Ana y Jerónima Bermúdez de Navacerrada y Chaves, dejando a su hijo varón como heredero de su casa y mayorazgo. Sobre su esposa declara tener muy buena satisfacción de ella y la nombra tutora de sus hijos, ya que ha demostrado el mucho cariño que siente por ellos.

Su intención era haber dejado hechas algunas mandas, tanto a su mujer como a algunos deudos y parientes, pero dada su pe- nosa situación económica y “considerando lo mucho que estoy

372 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS debiendo y que es primero pagar, les pido me perdonen y reci- ban mi buena voluntad”.

Deja como herederos a sus tres hijos a la vez que ruega a su hijo Antonio que cuide de sus hermanas y procure darlas esta- do, recomendándoles que sean muy obedientes a su madre, al- go que confía que así será.

293º. MARTÍN DE CONTRERAS.- Ejerció como teniente de regidor del oficio que tenía el Conde Duque de Olivares. Sustituyó en él a su suegro, Luis Jerónimo de Contreras I Conde de Cobatillas, el día 26 de junio de 1666 y permaneció en el car- go durante 46 años, hasta que el día 16 de mayo de 1712 re- nunció dicho oficio en el Marqués de Astorga.

Martín Rodrigo de Contreras y Guillamás, nació en Segovia el día 11 de noviembre de 1641, ingresó en la cofradía del Moyo en 1643 y fue caballero de Calatrava en 1662. Hijo de Lorenzo de Contreras, nacido en La Paz (Perú), pero originario de Segovia, y de Teresa de Guillamás, natural de Madrid. Fueron sus abuelos paternos Pedro de Contreras y Ulloa, natural de La Paz y Bernarda de Zúñiga, de Guadalajara. Abuelos maternos, Sebastián de Guill- más (Ávila) y Ana Luisa de Cassanate (Zaragoza). Bisabuelos pa- ternos, Basco de Contreras y Teresa de Ulloa, ambos de La Paz. Terceros abuelos paternos, Rodrigo de Contreras, conquistador y Gobernador de Nicaragua, y María de Peñalosa, ambos naturales de Segovia (72).

El primero de esta familia que pasó a Indias fue Rodrigo de Contreras, que fue a Nueva España. Al llegar a Perú el licencia- do Gasca para castigar el levantamiento de Carvajal, Rodrigo de Contreras se incorporó a su ejército haciendo grandes y señala- dos servicios, por los que le fue concedida una encomienda de indios cerca de la ciudad de La Paz. Asentado allí tuvo su des- cendencia, entre otros a Basco de Contreras, padre de Pedro de

373 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Contreras, abuelo de Martín, quien casó con Bernarda de Zúñiga, quien estando ya viuda, trajo a España a sus hijos ya que el ma- yor, Lorenzo de Contreras, había heredado el mayorazgo de Perocojo, lugar situado apenas media legua de la ciudad de Segovia. Este mayorazgo había pertenecido a su tercer abuelo Rodrigo de Contreras, el conquistador, antes de que se fuese a Indias.

Lorenzo de Contreras, padre de Martín perteneció a la cofra- día del Moyo, cofradía radicada en la iglesia de San Martín y a la cual solamente pertenecían los 16 caballeros más calificados de la ciudad de Segovia. Muerto su padre en 1643, Martín ingreso en dicha cofradía.

Casó, Martín de Contreras, dos veces. Primero con Felipa de Contreras, hija de Luis Jerónimo de Contreras, I conde de Cobati- llas y de Victoria de Villarroel, y tuvieron cinco hijos: Antonio, que heredó a su padre; Manuel, capitán de infantería; Pedro, colegial del mayor del Arzobispo de Salamanca; Teresa, casada en Medina del Campo; y María Victoria, monja en las Descalzas Reales de Madrid. De segundas nupcias casó en 1688 con Ignacia Enríquez, hija del Conde de Montenuevo, con quien no tuvo descendencia.

Sus casas principales estaban en la plazuela de San Juan, “ca- sas muy antiguas y que tienen buena fachada y puerta de pie- dra, con armas labradas y torres a los lados”. Tenían entierro pro- pio en la capilla mayor de la iglesia de San Juan de los Caba- lleros.

294º. FRANCISCO DE A VENDAÑO Y DE LA LAMA.- Te- niente de alférez mayor, sustituyó a Francisco Fausto Fernández de Cabrera, Conde de Chinchón y alférez mayor, el día 20 de enero de 1667. Ejerció como tal durante 17 años, hasta que el día 2 de mayo de 1684, renunció en Mateo Ibáñez de Segovia, pero este caballero no fue admitido y tomó posesión el nuevo Conde

374 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS de Chinchón, Julio Sabeli, casado con la heredera del Conde, que no llegó a ejercer ya que estaba domiciliado en Italia. Como se sabe, el Ayuntamiento había llegado a una concordia con el Conde de Chinchón, por la cual no podía ejercer, como tenien- te de alférez mayor, nadie que no fuera el heredero en el mayo- razgo del Conde Chinchón. Esta fue la razón por la que no fue admitido como tal Mateo Ibáñez de Segovia, lo que no sabemos es porqué llegó a ejercer Francisco de Avendaño si tampoco era el heredero del Conde. Posiblemente, la causa fuera por ignorar los regidores dicha concordia en el momento en que tomó po- sesión de teniente de alférez Francisco de Avendaño, ya que la misma se había efectuado en el año 1593, pero en 1684 si lo tu- vieron en cuenta.

Nació en Segovia y fue bautizado en la parroquia de San Sebastián en 1602, fue caballero de Calatrava en 1639, admitido en los Nobles Linajes en 1663 y desempeñó el oficio de tenien- te de alcaide del alcázar por el Conde de Chinchón. Familia de las más nobles y antiguas de Segovia —según Colmenares— que, por el apellido de la Lama, eran deudos del Duque de Medinaceli. Hijo de Diego de Avendaño y de Águeda de San Millán Avendaño, ambos naturales de Segovia, y nieto, por par- te paterna, de Francisco de Avendaño y Águeda de Avendaño, y por parte materna, de Martín de Avendaño y Mariana de San Millán, todos ellos naturales de Segovia.

Casó en primeras nupcias con Antonia de Contreras Girón, y de los 4000 ducados que se le prometieron en dote solamente se le habían abonado 3000 ds. Con esta señora tuvo 3 hijos: Diego, Beatriz y María; de segundo matrimonio, con María de Peralta y Cascales, tuvo a Martín y Clara.

En su testamento (73) declara su deseo de ser enterrado en la Sacristía del convento de San Francisco, donde tenía los en- tierros familiares, en la sepultura donde estaba enterrada Antonia de Contreras, su primera mujer. Dice ser parroquiano de la Cate- dral, ya que habitaba en el alcázar. Deja el entierro y los sufra-

375 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA gios en manos de su hijo Diego, a quien encarga que ordene de- cir 500 misas por los familiares difuntos y otras 500 por la salva- ción de su alma.

Deja un memorial de deudas y para el descargo de su con- ciencia. Lo más destacable es una declaración que hace sobre una petición de un censo de 6000 ducados. Resulta que al pedir la facultad para tomar dicho censo, además de falsear el valor de los bienes hipotecados, ocultó que dichos bienes estuvieran li- bres de cargas. A la hora de la muerte se arrepentía de ello ya que no quería perjudicar a su hijo teniendo que pagar el mayo- razgo lo que no debía.

295º. FRANCISCO ASENJO OSORIO.- El día 19 de febrero de 1667 sustituyó como regidor a su cuñado Fernando del Río y la Hoz, que lo había desempeñado durante dos años en alquiler. Desempeñó el oficio durante 37 años hasta que el día 9 de fe- brero de 1704 le renunció en su hijo Francisco Bernardo Asenjo y Zamora.

Hijo y nieto de regidores fueron sus padres Francisco Osorio Asenjo y Mónica Muñoz de Inestrosa. También se le conoce co- mo Francisco Antonio Asenjo Muñoz y Zamora. Nació en Segovia, siendo vecino de la parroquia de la Santísima Trinidad, en el año 1655 y falleció en el lugar de Nieva en 1693. Además de regidor gozó del oficio de tallador mayor de la Casa de Moneda. Como heredero del mayorazgo de los Zamora fue pro- pietario de la Casa del Sello y precisamente fue él quien en el año 1675 se la arrendó a la antigua fábrica de paños de Segovia.

Casó en Segovia en el año 1684 con Mariana Herrera de Peñalosa, hija de Diego de Herrera de Peñalosa y de Beatriz María de Inojosa y Montalvo. En sus capitulaciones matrimonia- les (74) se llegó al acuerdo de que ella aportaría al matrimonio la cantidad de 3000 ducados (1.122.000 mrs.) empleados en un

376 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS censo de renta en dinero y otro de renta de pan por mitad trigo y cebada. Él por su parte, ofrecía de arras la cantidad de 2000 ducados que entraban en la décima parte de su fortuna, por lo cual hay que suponerle una fortuna superior a 7.500.000 mrs. en bienes libres en el momento de contraer matrimonio. En caso de fallecer Francisco sin sucesión, su hermano Diego, sucesor en sus mayorazgos, se comprometía a pagar a la viuda una renta de 300 ducados anuales por los días de su vida, pero en caso de te- ner descendencia, sería ésta la que tendría que pagar a su cuña- do Diego una renta de 200 ducados anuales de por vida.

En su testamento (75), efectuado por su esposa por poder que se la había otorgado ante el escribano de Santa María de Nieva Félix Vázquez de Figueroa el día 18 de noviembre de 1693, se di- ce que aunque murió en el lugar de Nieva se le trajo a Segovia enterrar en la capilla que poseía en la Sacristía de la iglesia de la Santísima Trinidad. No fue muy exigente en lo que al acompaña- miento de su cadáver se refiere, pues lo único que hay que des- tacar es que solicitó la presencia de la capilla de músicos de la Catedral. En cuanto a los sufragios únicamente encargó 500 mi- sas y ofrenda.

Cuando murió llevaba casado con Maria de Herrera 9 años y, según declara ella en el testamento, había aportado 4000 duca- dos de dote, lo que hemos visto más atrás que no es cierto, pues en las capitulaciones se acordaron solamente 3000 ducados, lo cual hay que entender como un intento por parte de Mariana de Herrera de asegurarse su viudedad con 1000 ds. más, posible- mente, por no haber sido ordenado el pago de una renta vitali- cia, sino solamente la devolución de la dote y sus legítimas.

En este documento se dice que Francisco Asenjo gozaba tres mayorazgos: 1º) El que fundó Antonio de Zamora e Isabel de Dueñas, sus bisabuelos, que constaba de un censo sobre la villa de Riaza de 2.220.000 mrs. y sus rentas anuales 111.000 mrs., en la huerta situada en el Prado del Baño con su casa y otras tres casitas en la parroquia de Santo Tomás (76); 2º) el que fundó

377 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Francisco Asenjo Osorio, su abuelo, cuyos bienes consistían en las casas principales de la parroquia de la Santísima Trinidad, el oficio de regidor y en 53.557 rs. de los 6000 ducados en que se tasó el oficio de tallador mayor de la Casa de Moneda (77); y 3º) el que fundó Rodrigo de Zamora, tío de su bisabuelo, que con- siste en pan de renta en el arrabal de Zamarramala y en los lu- gares de Valseca y Encinillas, y en las casas donde vivía un tal Manuel Lobo, en el mesón del Aceite y en una serie de censos de los que no se especifican sus cantidades.

Entre las mandas que dejó hay que destacar un cofre de cha- rol y nácar que donó al santuario de la Virgen de la Fuencisla, para que en él se guardasen los vestidos y joyas de esta santa imagen, lo cual prueba la devoción que sintieron todos los miembros de esta familia por la patrona de la ciudad de Segovia. Además de diversas mandas a centros asistenciales y de caridad, también declara sentir gran devoción por la Virgen de la Soterránea, a quien donó un broche de oro, perlas y esmeraldas para su adorno.

Muchas de las mandas que hace consisten en obras de arte de pintura. Así se cita una lámina de Santa Ana, otra de Nuestra Señora, otra del Niño Jesús, una lámina de N.ª S.ª de la Fuencisla con reliquias y los retratos de sus padres y abuelos paternos.

Según un memorial de deudas que dejó en poder de su con- fesor, declara tener algunas pequeñas deudas en contra que or- dena pagar inmediatamente para el descargo de su conciencia y una deuda a favor de 70.000 rs. que le debía Antonio del Valle, vecino de Flandes, lo cual prueba contactos comerciales con el norte europeo. Parte de esta deuda, unos 15.000 rs., se había pa- gado en muebles importados desde allí.

296º. IGNACIO SAN MILLÁN Y AVENDAÑO.-Sucedió en el oficio de regidor a Manuel Ximilio el día 10 de abril de 1667 y

378 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tras 28 años de ejercicio lo renunció en su hijo Luis de San Millán Ponce de León el día 16 de octubre de 1694. Recibido en los Nobles linajes en 1630 llegó a vestir el hábito de caballero de Calatrava en 1646.

Nació en Segovia en el año 1626 en la parroquia de San Pa- blo. Fue hijo de Luis de San Millán Avendaño, caballero de Santiago y regidor de Segovia, y de María de León, ambos natu- rales de Segovia. Nieto por parte paterna de Antonio de San Millán, regidor de Segovia, y de María de Avendaño ambos de Segovia; y por parte materna de Diego de León, natural de Sego- via y Cecilia Daza, natural de Cuéllar.

Ya hemos hablado más atrás de su padre y abuelo y aunque sus orígenes y los de su fortuna no estaban del todo claros —se habían dedicado a la mercaduría—, en esta época estaban reco- nocidos como caballeros. Los lazos que habían establecido con familias como los Avendaño y los León y Heredia les habían consolidado dentro del grupo de la nobleza.

297º. JUAN GONZÁLEZ DE VELASCO.-De este caballero no hemos encontrado su título. Sabemos que ingresó en el Regimien- to el día 14 de junio de 1667 en lugar de Sebastián de Ortega Lara y que permaneció 16 años en el Ayuntamiento. El día 14 de ene- ro de 1683 renunció su oficio en Isidoro Garma de la Puente.

Aparece recibido en la nómina de caballeros recibidos de los Nobles Linajes en el año 1670.

298º. JUAN RUIZ DE UCIEDA.- Tomó posesión de su cargo de regidor el día 29 de octubre de 1669 en sustitución de Anto- nio de Montalvo Arévalo de Zuazo y 10 años después lo renun- ció en Antonio de Montalvo Arévalo de Zuazo el día 16 de sep- tiembre de 1679. Desempeñó el oficio en régimen de alquiler,

379 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA posiblemente hasta que su sucesor tuviera edad de tomar pose- sión del oficio. Posteriormente, entre 1679 y 1682 compró el ofi- cio que poseía Francisco Vargas de la Hoz, posiblemente cuan- do dejó de ejercer este oficio alquilado, pues, cuando funda ma- yorazgo en el año 1682, incluye un oficio de regidor como suyo propio. Por tanto, debió de continuar en el oficio sin solución de continuidad hasta 1730 en que le renunció en su hijo. De este modo su estancia como regidor fue de 48 años.

Natural de Segovia, hijo de Antonio Ruiz de Ucieda y de María Marcos García, ambos naturales de Segovia. Su padre ganó en la Chancillería de Valladolid por información ad perpetuam rei me- moria, el reconocimiento de su hidalguía de sangre en 1653. Nieto de Lucas de Ucieda y de Francisca Ruiz de Amarita; y bisnieto de Diego de Ucieda, natural de Ucieda, en el Valle de Cabuérniga en las montañas de Burgos, hoy provincia de Santander; que pasó a vivir a Segovia donde contrajo matrimonio con Leonor López. La hidalguía le fue reconocida por ser apellido de casa-solar conoci- do. Aparece recibido en los Nobles Linajes en el año 1670.

Vivía en el arrabal, posiblemente en la parroquia de El Salvador, donde poseía unas casas principales con su tinte. También poseía un oficio de procurador del número aunque no lo ejercía, al menos así lo afirma en su testamento (78).

Estuvo casado en primer matrimonio con María Fernández del Valle con quien tuvo 6 hijos: Juan, su heredero en el mayo- razgo; Diego, capitán de caballos en Flandes, Gante, al servicio del mariscal de campo Jusepe Enciso; Manuel; Pablo; María Antonia; y Mariana Ruiz de Ucieda, religiosa franciscana en Segovia. En segundas nupcias casó con Beatriz Enríquez del Castillo, a quien donó 2000 ducados de arras, y con quien no tu- vo descendencia.

Fundó mayorazgo (79) de tercio y quinto de sus bienes a fa- vor de su hijo Juan por valor de 2000 ducados de renta al año, más el oficio de regidor y una casa que tenía que comprar. Ama-

380 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS yorazgaba toda la hacienda raíz de tierras de pan llevar, viñas, ma- juelos, casas, bodega y lagares que poseía en el lugar de Moraleja de Coca, que en vida de su mujer había comprado a Francisco Manuel Arévalo de Zuazo en el año 1681, excepto 18 obradas de tierra y majuelo que se reservaba para sí. En total aplicaba al ma- yorazgo la cantidad 176.100 reales en que se tasó esta hacienda; 5170 reales de renta al año sobre la sisa del vino, como corres- pondía a la escritura de 103.400 reales de principal al 5%; las ca- sas principales con tinte y huerta que estaban situadas en la pa- rroquia de El Salvador, tras la iglesia en dirección al Cerrillo, cu- ya renta era de 1975 reales al año y cuyo valor ascendía a 60.500 reales de vellón; sobre un censo de 100.000 reales de principal al Comercio de Segovia; y sobre el oficio de regidor perpetuo que había comprado a Francisco de Vargas por 88.000 rs. La suma to- tal de estos bienes ascendía a la cantidad de 548.000 reales (50.000 ducados o 18.632.000 mrs.) cantidad que al 4% rentaba los 2000 ducados prometidos. Si este mayorazgo suponía el tercio y quinto de su fortuna, podemos suponer que su fortuna total al menos ascendía a la cantidad de 1.174.285 rs. o 39.925.713 mrs.

Su hijo Juan quedaba obligado a vender las casas de El Salva- dor y con su importe más las legítimas que le correspondieran, tendría que comprar unas casas principales en el casco de la Ciudad. El mayorazgo quedaba gravado con 500 ducados de ren- ta al año por vía de arras a Mónica Peralta y Cascales en aten- ción a su mucha calidad y nobleza, virginidad y otras prendas. En el caso de que este mayorazgo quedase sin sucesión las ren- tas que produjesen dichos bienes serían para el Hospital de la Misericordia para curar pobres, para fundar una obra pía y para pagar a un capellán que confesase a los pobres.

La razón de fundar este mayorazgo no era otra que la próxi- ma celebración del matrimonio de su hijo Juan con Mónica Peralta y Cascales. Juan Ruiz de Ucieda, como todavía no había comprado una casa en el recinto amurallado, tuvo que poner ca- sa a la joven pareja y adelantar a su hijo 96.000 rs. a cuenta de sus legítimas.

381 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Al proceder a la lectura de su testamento se aprecia como las familias adineradas “compraban” honor y nobleza casando a sus hijos con señoritas de familias nobles con pocos recursos. Juan Ruiz de Ucieda para casar a su hijo Juan con Mónica Peralta y Cascales —hija de Antonio de Peralta y Cascales, regidor de Segovia, y de Isabel del Río— se ve obligado a fundar un ma- yorazgo convenientemente dotado y asegurar una pensión vita- licia a su nuera, a cargo de los bienes del mayorazgo, para en caso de que enviudara. Todo ello se hace en atención a su mu- cha calidad y nobleza, además de su virginidad y otras prendas.

Por la información que poseemos, se deduce que, además de las bases económicas citadas más arriba, cobraba rentas por el alquiler de inmuebles de su propiedad y se dedicaba a efectuar operaciones de préstamo; también debía de efectuar transaccio- nes comerciales relacionadas con la joyería.

Fallecido Juan Ruiz de Ucieda, su hijo Juan formalizó una es- critura de transacción y concordia con la segunda esposa de su padre Beatriz Enríquez del Castillo, en la que se la entregaba los 2000 ds. de arras que se la habían prometido en las capitulacio- nes matrimoniales, la décima parte de los bienes del difunto, las joyas y vestidos de su uso, las mandas que la dejó el fallecido, el lecho cotidiano y la parte correspondiente de los bienes ga- nanciales.

Ordenó ser enterrado en la iglesia de la Santísima Trinidad, en la capilla de los Cascales, dejando el entierro y sufragios a dispo- sición de sus testamentarios. Su entierro debió de ser relativa- mente discreto y solamente encargo que se dijeran 500 misas pa- ra la salvación de su alma. Lo que si dejó fueron numerosas man- das, tanto a familiares como a hospitales e instituciones benéficas.

299º. FRANCISCO DE AZCÁRA TE.- Ingresó en el Ayunta- miento el día 10 de enero de 1671, en lugar de Jerónimo de

382 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Aldana, y renunció su oficio después de 11 años de ejercicio en su sobrino Pedro de Elorriaga, el día 14 de abril de 1682.

Según declara en su testamento (80), estaba domiciliado en la parroquia de San Martín, iglesia en la que desea ser enterra- do, pues en ella poseía la capilla de Nuestra Señora de la Con- cepción. El entierro le deja a disposición de sus testamentarios pero les ruega que sea lo más templado posible excusando toda pompa y vanidad.

Declara estar casado con Feliciana Martínez de Guevara, hija de Toribio Martínez, capitán de infantería española, y de Isabel Vélez de Guevara. Parece ser que tenía a tres sobrinos suyos: Pedro, Antonio y Úrsula de Elorriaga en su casa criándoles como a hijos propios, por lo que ruega a su esposa que les mantenga como tal y continúe en su oficio de madre con ellos. En atención a ello le donaba una tapicería de 10 paños de la historia de Jacob.

Cuando se casaron ella llevó en dote 1500 ducados y 4000 rs. de alimentos anuales, sin embargo, no dice nada de lo que él aportó al matrimonio, aunque debió de ser poco, al menos así lo reconoce, pero como los últimos años habían sido muy bue- nos para la ganadería, reconoce haber aumentado su fortuna en pocos años en unos 4000 ducados. También declara tener en su poder ciertos bienes de sus suegros y de unos tíos de su mujer.

Era hijo de Pedro Manuel de Zárate y de Ana María González, de quien no había heredado más que deudas. Se deduce que era un hombre muy meticuloso en sus cuentas y profundamente re- ligioso. Esto último quizás le venía de familia pues es de desta- car el gran número de familiares que cita como miembros de la iglesia, tanto secular como conventual.

En el inventario (81) de sus bienes se citan numerosas obras de arte de pintura y escultura, además de ricas tapicerías. Tam- bién gran cantidad de piezas de vajilla de plata labrada, todo ello

383 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA sin tasar. En las obras de arte se citan obras de tipo religioso y profano, predominando los temas de paisaje, mitológicos, el re- trato, la pintura de historia y religiosa, tanto en lienzo como en tabla. Llama la atención la preferencia por el tema de Cristo ata- do a la columna, del que se citan varias tablas pintadas. Del te- ma mitológico se citan temas de Cupido, Venus, Júpiter y sibilas. Retratos de Felipe II, Felipe III, los 7 Infantes de Lara y otros sie- te personajes de la Reconquista. También se citan varias escultu- ras del Ecce-homo y de la Virgen.

El amueblamiento resulta lujoso y de maderas nobles. Su ves- tuario elegante y variado, en el que predominan las prendas de color y las pieles, además de telas finas y lujosas como tafetanes y rasos. No faltan las armas de caballero, los aderezos de mon- tar a caballo y todo lo que distinguía a un caballero.

Además de las casas principales en la parroquia de San Martín, tenía casa, tierras y viñas en Cantimpalos, en Escalona, Aldea del Rey, Espirdo y Torrecaballeros. La mayoría de las par- celas son de muy pequeñas proporciones, pues no superan las 2 obradas, muchas de ellas arrendadas a labradores. El precio de las tierras según sus escrituras, ascendía a la cantidad de 26.793 rs. También declara tener deudas a favor por 73.201 rs. y 2530 rs. del valor de la lana guardada en sacas. El oficio de regidor le había comprado por 8500 ducados, es decir, 93.500 rs. Sus reba- ños estaban formados por 8541 cabezas de ganado lanar: 1453 carneros, 1769 corderos, 305 orros, 176 moruecos, 2 cabras, 2765 ovejas y 61 mansos, además de diferentes pollinos, perros, cal- deros mantas y todo lo necesario para los pastores. También po- seía censos a favor, tanto en dinero como de tierras arrendadas. No podemos facilitar el toral de su fortuna al no tratarse de una tasación de bienes, sino solamente un inventario, por lo que mu- chas partidas vienen sin tasar.

A este caballero le heredaron sus sobrinos.

384 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

300º. MA TEO IBÁÑEZ DE SEGOVIA.-El día 30 de junio de 1671 sustituyó a Francisco de Riofrío y Arévalo en un oficio vi- talicio y 37 años después le renunció en Francisco de Torres y Riofrío el día 12 de marzo de 1707.

Originario de Segovia, nació en Madrid donde su padre des- empañaba el cargo de tesorero general de S. M., en el año 1633 y fue bautizado en la parroquia de San Martín. Fueron sus padres Mateo Ibáñez de Segovia y Arévalo, caballero de Calatrava y del Consejo de Hacienda, natural de Segovia, y Elvira de Peralta y Cárdenas, natural de Madrid. Sus abuelos paternos, Juan Ibáñez de Segovia, caballero de Calatrava, y Mariana Arévalo Sedeño, y abuelos maternos, Luis Peralta Cárdenas, gentil-hombre de boca de S. M. y caballero de Calatrava, y Juan de Peralta, todos ellos naturales de Segovia.

Fue el cuarto hijo del matrimonio y no contrajo matrimonio, pero tuvo un hijo natural llamado Carlos Ibáñez de Segovia. Fue señor de Pradenilla y teniente de alférez mayor de Segovia, pe- ro no fue admitido por el Ayuntamiento como tal basándose en una concordia que tenía hecha el Ayuntamiento con el Conde de Chinchón, bajo la cual solamente podía ser nombrado teniente de alférez mayor el hijo primogénito del Conde y su heredero en el mayorazgo. Bien es verdad que en el periodo comprendido entre 1667 y 1684 había desempeñado como teniente de alférez mayor Francisco de Avendaño y de la Lama, pero se conoce que en esta ocasión la Corporación no se dio cuenta de la existencia de dicha concordia; sin embargo, en el año 1684, cuando Julio Sabeli, Conde de Chinchón y alférez mayor le nombró como su teniente, la Ciudad hizo uso de la antigua concordia.

Ya vimos más atrás como las bases económicas de los miem- bros de esta familia eran las provenientes a la actividad agrope- cuaria y considerados como unos ganaderos de inmensa fortuna.

385 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

301º. ANTONIO MANUEL DE CONTRERAS.- Regidor de Segovia desde el día 23 de enero de 1672, fecha en la que sus- tituyó a su tío Antonio de Contreras, y renunció su oficio 71 años después en su nieto Fernando de Sada y Contreras el día 29 de octubre de 1743.

Conde de Cobatillas, Vizconde de Laguna de Contreras, Barón consorte de San Juan Castillo, del Consejo de Hacienda de S. M. y caballero de Calatrava, son los títulos que ostentaba este caballe- ro. Nació en Madrid en 1643, hijo de Luis Jerónimo de Contreras, I Conde de Cobatillas y corregidor de Madrid, y de Victoria de Villarroel, Baronesa de San Juan Castillo; nieto por parte paterna de Juan Jerónimo de Contreras y Marina Velázquez de Velasco, y por parte materna de Álvaro de Villarroel e Isabel de Peralta.

En su testamento (82) ordena ser enterrado en el convento de Capuchinos, detrás del oratorio —del cual gozaba el patro- nato—, especificando que su entierro se hiciera con toda humil- dad y excusando todo lo que condujera a vanidad. Ordenaba de- cir solamente 500 misas ya que se encontraba con deudas y de- seaba antes su satisfacción que sus sufragios.

Estuvo casado con Bernarda de la Torre y Pomar, baronesa de San Juan Castillo, del reino de Aragón, con la que tuvo una hija llamada Victoria Bernarda de los Reyes y Contreras a la que declara sucesora de su casa y mayorazgo. Por las declaraciones de su testamento este caballero debió de estar profundamente enamorado de su esposa, pues la dedica elogiosas palabras so- bre la calidad de su persona y por todas las virtudes que reunía tanto como esposa, como madre y como buena cristiana. Por es- ta razón la dejaba de renta de por vida mientras permaneciese viuda, el producto de dos juros sobre el derecho de las lanas, cu- yas rentas ascendían a 221.500 mrs. anuales, recalcando que era en compensación de lo que había menoscabado de su dote.

En la toma de posesión (83) por parte de su heredera de los diferentes mayorazgos de que disfrutaba Manuel Antonio de

386 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Contreras se citan el mayorazgo que fundaron Juan de Contreras e Isabel de Cáceres en las dehesas de Aldeanueva y término re- dondo de Cobatillas con el que fundó Gabriel de Contreras en el termino de Perocojo; el que fundaron Jerónimo Antonio de Contreras y Virués y María González Bernaldo en el término de Revilla, hacienda de Valseca, patronato de la parroquia de San Pablo de Segovia y las casas principales de dicha parroquia; y el que fundó Mariana Velázquez de Velasco en Cuéllar junto con el que fundaron Antonio de Contreras —del Consejo de S. M.— y María de Amezquita y Guzmán, su mujer, del Vizcondado de la villa de Laguna de Contreras, patronato y casa del convento de Capuchios de Segovia, el regimiento de Segovia y un juro de 1000 ducados de renta en los millones de Segovia.

A la toma de posesión de alguno de estos bienes se opuso Martín de Contreras, entablando el pleito correspondiente; aun- que creemos que no consiguió su propósito, pues María Victoria de los Reyes y Contreras tomó posesión de todos los mayoraz- gos de su padre como hemos visto más atrás. Según este caba- llero el mayorazgo que habían fundado Juan de Contreras e Isabel de Cáceres sobre el término de Aldeanueva y el de Cobati- llas, se había hecho de conformidad de que todos los llamados a la sucesión fuesen varones, excluyendo a las hembras y los va- rones que de ellas descendiesen. La sucesión de estos bienes se había hecho siempre por línea de varón hasta Antonio Manuel de Contreras en quien acababa la línea, ya que le heredaba su hija y por tanto el mayorazgo quedaba vacante y él como su más inmediato sucesor por exclusión de las hembras.

Al hablar más atrás de su padre, Luis Jerónimo de Contreras, I conde de Cobatillas, citamos las rentas pertenecientes a los ma- yorazgos (84) que poseía en el año 1690, auque se especifica que faltan algunos bienes, con todo y eso las rentas ascendían a 978.222 mrs., lo que suponía un capital de 19.564.440 mrs. em- pleado al 5%.

387 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

302º. LUIS DE CONTRERAS SUÁREZ.- Sucedió en el Regi- miento al abuelo de su esposa Diego de Tapia Serrano el día 24 de mayo de 1673 y después de 35 años de ejercicio renunció su oficio en su hijo Pedro de Contreras Girón el día 30 de octubre de 1708.

Nació en Segovia y fue bautizado en la parroquia de San Pablo en 1648. Caballero de Calatrava en 1666, fue recibido en los Nobles Linajes en 1670, I Marqués de Lozoya, título concedi- do en 1686 con el Vizcondado de Santa Cruz de Castillejo, Gentil-hombre de Cámara de S. M. y regidor de Segovia. Fueron sus padres Juan de Contreras, caballero de Calatrava, y Antonia Suárez de la Concha, ambos naturales de Segovia; sus abuelos paternos Luis de Contreras Girón, caballero de Alcántara, y Juana de Orozco; y sus abuelos maternos Antonio Suárez de la Concha, señor de Lozoya, y Francisca de Peñalosa. Esta varonía es muy lustrosa y conocida en Segovia y por ello han gozado de oficios de nobleza en la ciudad y pertenecido a los Nobles Linajes. Su limpieza, cristiandad y legitimidad es notoria.

Estuvo casado con María Teresa de Tapia y Contreras, su prima carnal, hija de Francisco de Tapia Serrano y de Eugenia de Contreras, con quien tuvo cuatro hijos: Juan, Ventura, Pedro y Eugenia, religiosa. En el momento de hacer las capitulaciones matrimoniales (85), su padre había muerto y le representó su abuelo Luis de Contreras Girón, corregidor y adelantado de León, Burgos y Palencia y superintendente de las rentas reales; su madre, Antonia Suárez de la Concha era monja profesa en el convento de San José de Carmelitas. Como los contrayentes eran primos tuvieron que pedir dispensa a Santo Padre. La novia lle- vó de dote 47.000 rs. y Luis de Contreras, el abuelo de ambos, se comprometió a pagar una pensión anual de alimentos de 200 ducados. Por su parte, Luis de Contreras, el contrayente, daba a la novia 2000 ds. de arras.

Dio poder (86) a su hijo Juan de Contreras Girón para testar en su nombre y en él dice que quiere ser enterrado en la capi-

388 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS lla mayor del convento de San José de Carmelitas Descalzos. Su entierro fue el propio de un personaje de su categoría social, lle- no de vistosidad y barroquismo. Encargó se dijeran por su alma 3000 misas, algo ya inhabitual por estas fechas.

En este poder declara como sus herederos a su hija Ventura de Contreras, mujer de Pedro de Chaves, y a sus hijos Juan y Pedro de Contreras Girón. Mejora en el tercio y remanente de quinto de sus bienes libres a su hijo Pedro, en atención a su calidad y a los pocos medios con que de halla para que lo pase con el lustre que requiere su persona.

Su hijo Juan tomó posesión de los mayorazgos siguientes: El que fundaron Luis de Contreras y Ana de Cuevas; el del canóni- go Juan de Contreras; el que fundaron Alonso de Barros y María Alonso; el de Jorge Herrera y María Vivero, el de Juan de Herrera e Isabel Salazar; el de Antonio Suárez de la Concha y el de Diego López Losa. Los bienes que se especifican son: Las casa princi- pales de la calle de la Almuzara, donde tenía su residencia, per- teneciente al mayorazgo de Diego López Losa; el título de Marqués, tres censos que en total sumaban 406.000 mrs. de ren- ta y una casa en la plaza Mayor, junto al Ayuntamiento, del ma- yorazgo de Luis de Contreras y Ana de Cuevas.

En su testamento (87) se describe el acompañamiento del en- tierro y los sufragios además de las mandas a centros benéficos y asistenciales. Como solía ser habitual, también aseguran la ve- jez de sus criados más fieles y al resto les deja ciertas cantidades de dinero y algunos vestidos.

Por el inventario de sus bienes podemos saber que disponía de una casa bellamente decorada a base de obras de arte de pin- tura, tapices y colgaduras, muebles de maderas nobles y todo lo necesario para el confort. Se inventarían 47 obras de pintura, de ellas 13 son de tema religioso, el decir, el 27,65% y 34 (72,35%) de tema profano, especialmente paisajes y de historia. También poseía una imagen de vestir de Nuestra Señora con su vestido de

389 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA chamelote azul guarnecido de galón de plata y con su corona de plata. Tenía tres tapicerías: una de 8 paños de columnas, otra de 8 paños de la historia de Abrahán y otra de montería de 6 pa- ños.

Sus bases económicas procedían del ejercicio de la agricultu- ra y la ganadería, fundamentalmente. Suponemos que la gana- dería de vacuno la explotaba directamente, no así las tierras de labor que debía de tenerlas puestas a censo. También se dedi- caba al préstamo usurario y al alquiler de bienes inmuebles ur- banos.

En la tasación de bienes el cuerpo de hacienda asciende a 16.497.061 mrs., o lo que es lo mismo 485.207 rs. distribuidos de la siguiente manera: Bienes de casa 106.099 rs. (21,90%), deudas de censos, prestamos y rentas 233.813 rs. (49,90%), ganado va- cuno 27.160 rs. (5,60%), grano vendido y por vender 105.438 rs. (21,73%) y tierras 4350 rs. (0,90%). La tasación de los bienes de casa asciende a 106.099 rs. distribuidos de la siguiente forma: Joyas 19.923 rs. (18,30%), plata 36.983 rs. (34,85%), madera 3528 rs. (3,32%), pinturas 3564 rs. (3,35%), cobre 1186 rs. (1,11%), ro- pa blanca 5121 rs. (4,85%), colgaduras 10.244 rs. (9,65%), tapices 12.300 rs. (11.60%) y coches y aderezos de caballo 13.250 rs. (12,50%).

Cuando murió María Teresa de Tapia se hizo inventario de sus bienes que ascendieron a 3.097.935 mrs. y perteneció a ca- da uno de sus cuatro hijos 774.358 mrs. de legítima. Su hija Ventura, cuando casó con Pedro de Chaves, se la dotó con 8000 ducados; a Eugenia por entrar en el convento 1000 ducados y a su hijo Juan, cuando casó con Francisca Bernarda Ortega Lara le dio 28.000 rs. a costa de sus legítimas.

En el reparto de sus bienes tocaron a cada uno de sus hijos las cantidades siguientes: a Pedro, mejorado en tercio y rema- nente de quinto 9.638.084 mrs., a Juan 3.280.154 mrs. y a Ventura 3.157.962 mrs.

390 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

303º. JERÓNIMO ANTONIO DE TORDESILLAS CEPEDA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 14 de mayo de 1675 en lugar de su abuelo Jerónimo Antonio de Tordesillas y Vega y tras 16 años de permanencia renunció el oficio en su hermano Rodrigo de Tordesillas y Cepeda, el día 23 de junio de 1691.

Marqués de San Felices, caballerizo de S. M. y regidor de Segovia, hijo de Rodrigo de Tordesillas, caballero de Alcántara, del Consejo de S. M. y Oidor de la Chancillería de Valladolid, y de Juana de Brizuela y Gamboa. En su testamento (88) dice que de- sea ser enterrado en la capilla mayor de la iglesia de San Nicolás, que es de su casa y mayorazgo, ordena se digan 2000 misas y ruega encarecidamente que el entierro se haga con la menor pompa y aparato que sea posible. Al estar soltero y sin hijos nom- bra como heredero a su hermano Rodrigo.

Ordena a su hermano y heredero que termine de cumplir lo que faltare del testamento de sus padres y que pague to- das sus deudas antes que nada. Deja a sus criados y criadas de confianza excelentes mandas de por vida y al resto cier- tas cantidades de dinero, pero con la condición de que se pa- guen trascurridos dos años desde su fallecimiento, pues pri- mero había que liquidar todas sus deudas.

Por la posesión de los mayorazgos que hizo su hermano Rodrigo de los mayorazgos que disfrutaba el difunto, sabemos que eran suyas las casa principales en la parroquia de San Nicolás y el patronato de su capilla mayor; el patronato de la capilla del Santo Cristo en la parroquia de San Román; la hacienda raíz sita en el arrabal de Zamarramala, la de Mozoncillo, Garcillán, el término de Castellana y parte de su molino, y diferentes juros. Jerónimo Antonio de Tordesillas había sido el I Marqués de San Felices, re- gidor de Segovia y tesorero mayor del Alcázar de Segovia, títulos y oficios que también heredó su hermano Rodrigo. También se da cuenta de que era heredero de los mayorazgos que en Valladolid y Cigales había fundado Juan Calderón y en la villa de Olmedo Pedro Gutiérrez de Santander, con todo lo demás a ellos agregado.

391 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

304º. TOMÁS ANTONIO MELÉNDEZ AYONES.- Sustituyó a su padre Tomás Meléndez Ayones el día 8 de junio de 1675, y 37 años después, fue sustituido por su nieto Pedro Arias Dávila y Virués, el día 12 de septiembre de 1712.

Estaba domiciliado en la parroquia de San Facundo, y era se- ñor de Redonda y Otones, fue admitido en los Nobles Linajes en 1683, caballero de Santiago en 1683 y Gentil-hombre de boca de S. M.

Pedro Meléndez Ayones y su mujer María Diez de Losada, bisabuelos de Tomás Antonio, fundaron mayorazgo que heredó su hijo Jacinto Meléndez Ayones. Jacinto Casó con Inés González de Espinosa y tuvieron a Tomás Meléndez Ayones González. És- te casó con Antonia Jacinta Fernández de la Peña y tuvieron dos hijas y un hijo: Tomás Antonio Meléndez Ayones.

Tomás Antonio Meléndez Ayones nació en 1650 y fue bauti- zado en la parroquia de El Salvador. Casó con Francisca Teresa Contreras Girón, hija de Juan de Contreras Girón, caballero de Calatrava, y de Antonia Suárez de la Concha, señora de Lozoya.

En su testamento (89) declara que quiere ser enterrado con el hábito de su orden de Santiago, en la capilla que poseía en el convento de los Huertos, de la orden de los premostratenses, y cuya advocación era a Nuestra Señora de los Afligidos, a los pies de las sepulturas de sus padres. Ruega que no se le entierre “con pompa ni vanidad, ni se toquen clamores altos de regidor, sino bajos como por un hombre humilde y pobre”, tampoco quiere que vayan pobres con hachas encendidas ni ningún tipo de apa- ratosidad. Sin embargo, en lo que no repara en gastos es en los sufragios, pues encarga se digan por su alma 3000 misas. Por la lectura de la introducción que hace en su testamento, deducimos que se trataba de un hombre profundamente religiosos y con un miedo enorme a ser condenado al infierno, pues insiste en su condición de cristiano:

392 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

“Y que pudiera ser, lo que Dios no quiera ni permita, que fuere tal mi desdicha, que no obstante que mis padres, co- mo católicos me hicieron bautizar, no recibiese la gracia ac- tual del bautismo por falta de alguno de los requisitos subs- tanciales, suplico cuan humilde y encarecidamente puedo a Dios Nuestro Señor, que los ardientísimos deseos que en este instante tengo de ser cristiano y en que en toda mi vi- da espero reiterar con su divino favor y ayuda, suplan aquel defecto y que me valga el bautismo fláminis en que desde ahora por mi voluntad me bautizo, doliéndome de la mala suerte pasada si me hubiese sucedido y estimando la buena que habré tenido si se dignase Su Divina Magestad de reconocerme por hijo y agregado a su Iglesia”.

Declara sentir un profundo amor hacia su mujer y como prueba de ello dice que de sus bienes gananciales se la dé un censo perpetuo de 330 fanegas de pan y 32 gallinas que pagan los vecinos de Hontanares de renta al año y las legítimas de sus hijas Rosa Catalina —hija segunda— y Juan Jacinta —hija terce- ra—, religiosas, que las habían renunciado en él al entrar en re- ligión. Aparte de esto también la dejaba el remanente del quin- to de sus bienes.

Este matrimonio tuvo 6 hijos: Antonia Josefa —la mayor— su- cesora en el mayorazgo, viuda de Francisco Arias Dávila y Virués, con quien tuvo un hijo llamado Pedro Arias Dávila y Virués, que había recibido en dote 21.000 ducados; Ángela Micaela —hija quinta— casada con Diego José Suárez Lugo y Zapata, vecino de Medina del Campo, dotada con 18.000 ducados en bienes raíces que poseía en Escalona; Manuela Olalla —hija cuarta— y Leonar- da Teresa —hija sexta— eran doncellas y vivían en su compañía, las mejoraba en el tercio de sus bienes.

Declara que es poseedor del mayorazgo que fundó su bis- abuela María Díaz, el cual consiste en ciertas alhajas; gozaba también el mayorazgo de Antonia Portillo, consistente en dife- rentes casas, tierras, viñas y prados en el término de Otones y

393 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA unas casas principales en la calle Real parroquia de San Martín; las casas principales de San Facundo; también declara haber re- cibido los bienes libres de casa de sus padres, que ascendían a 40.000 ducados; un censo en Carbonero el Mayor de 20.000 du- cados de principal y 200 ds. de renta, otro de 30.000 rs. de prin- cipal y 1500 rs. de renta y un juro de 34.971 mrs. de renta. De este modo poseía los bienes libres siguientes: El término redon- do de Redonda que se compone de tierras de labor, prados mon- tes y un pinar; en unas casas grandes con sus pane- ras, bodega y demás; otra casita en el mismo lugar con panera, bodega, una viña de moscatel, un colmenar y un cercado junto a la casa; y una heredad de tierras y viñas en Marazoleja y Juarros de Ríomoros. También poseía un censo de 22 fanegas de pan y 8 ds. en dinero cada año; un censo de 330 fanegas de pan y 32 gallinas de renta; un censo de 1600 rs. de principal y todos lo bienes muebles de casa, trigo, cebada y centeno que tenía en sus paneras.

En su testamento declara que jamás ha tenido trato ni con- trato de comercio de lanas, mercaderías, ni de otro género de los que se comercian en Segovia, ni por el sólo ni en compañía de algún socio, prueba evidente del abandono de los negocios y ac- tividades de riesgo por parte de las segundas generaciones de los miembros de la burguesía segoviana, en su camino al ascen- so social y al ennoblecimiento. También hace una declaración que por su curiosidad copiamos al pié de la letra:

“Hallándome en la villa de Martín Muñoz, en la iglesia del convento de franciscanos descalzos, donde está la imagen de Nuestra Señora del Desprecio, sabiendo el milagro tan prodigio- so que había hecho con un niño que se llamaba Manuel Ortiz, que su madre había muerto en el parto, siendo tan pobres como son y vivir con sus abuelos, no hallando quien los socorrieses ni quien de limosna quisiese hacerlo, siendo la abuela mayor de 58 años y achacosa, y habrá 12 años que parió la última vez, se fue a N.ª S.ª del Desprecio y la ofreció su nieto diciéndola: “Señora o dad providencia para que este niño se crie, o llevátele y quí-

394 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tame este martirio que no hallo quien le dé de mamar”, e inme- diatamente N.ª S.ª le dio leche abundantemente entramnos pe- chos con lo cual le crió hasta los 26 meses”.

Tomás Antonio y su mujer se trajeron a este niño a su casa y le criaron en ella.

En el inventario de sus bienes se relacionan censos por valor de 445.650 reales, es decir, 15.152.100 mrs.; 42 pequeñas fincas de tierra de labor y viñas en los lugares de Valverde, Hontoria, Juarrillos, La Higuera, Espirdo y Torrecaballeros; el mesón del Azoguejo, la casa de San Facundo, una pastelería en la plaza Mayor, 3 molinos, una casa en las cuatro calles, la Venta del Horno, un oficio de regidor, un hábito de Santiago y la plaza de gentil-hombre de boca de S. M. y dos hábitos más de caballero de órdenes que le hizo merced Carlos II.

La concesión de censos a su favor era una manera de hacer- se con la propiedad de la tierra en caso del impago de los rédi- tos y del principal de los mismos, ejemplo de ello lo vemos bien claro en el inventario de bienes de este caballero, en el que se especifica que un censo de 10.000 rs. no se había pagado y co- mo consecuencia de ello se había ocupado la propiedad de di- ferentes tierras de labranza en Aguilafuente.

La casa, como viene siendo habitual entre los miembros de esta oligarquía segoviana se encuentra bellamente decorada a base de muebles de maderas nobles, obras de arte de pintura y toda clase de colgaduras, tapicerías y alfombras. Se han contabi- lizado 44 cuadros de pintura entre los que hay que destacar 14 de paisaje, 10 bodegones, 4 pinturas de historia y 16 cuadros de tema religioso; con respecto a las tapicerías se inventarían una tapicería de 12 paños de fábulas —valorada en 12.980 rs.— otra de Santa Susana y otra de 6 paños de la historia de Noé.

En la tasación, cuentas y particiones que se hacen entre su viuda, Francisca Teresa de Contreras Girón, y sus herederas An-

395 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA tonia Josefa, Manuela Olalla y Leonarda Teresa, ya que Ángela Micaela se daba por satisfecha con la dote que había recibido al casar y las dos hijas religiosas habían renunciado sus legítimas, el cuerpo de bienes asciende a la cantidad de 32.350.072 mrs. entre los bienes libres y los de mayorazgo, distribuidos de la si- guiente manera: Coches mulas y armas 491.690 mrs, (1,51%), cuadros y tapices 905.000 mrs. (2,80%), plata y oro 2.477.632 mrs. (7,65%), menaje de casa y ropa blanca 599.029 (1,90%), ves- tidos y colgaduras 683.417 mrs. (2,50%), bienes en Marazoleja 2.080.463 mrs. (6,57%), deudas de pan y maravedís 3.475.102 mrs. (10,80%) y el término de Redonda 21.051.600 mrs. (66,27%). Del cuerpo de bienes se consideraron bienes gananciales 13.007.803 mrs., por lo que podemos deducir que la fortuna de este caballero fue en continuo aumento a lo largo de su vida.

305º. ANTONIO DE T APIA Y PORRES.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 23 de noviembre de 1675 en lugar de Alonso de Tapia y Porres. Solamente sabemos de él que fue ca- ballero de Alcántara. El oficio quedó vacante en 1752.

306º. ANTONIO IGNACIO DE MIÑANO.-Se le cita por pri- mera vez en los Libros de Actas el día 30 de diciembre de 1675 en lugar de su primo Antonio Fernández de Miñano. Permaneció en el Ayuntamiento 59 años y el día 3 de abril de 1734 renunció su oficio en su yerno José de la Torre y Despuig.

Nació en Madrid por estar su padre representando a Segovia en las Cortes y fue bautizado en el año 1662. Fue investido con el hábito de caballero de Calatrava en el año 1684. Hijo de Francisco Fernández de Miñano, cabalero de Calatrava, y de Clara María de Sepúlveda, ambos naturales de Segovia; y nieto, por parte pater- na de Antonio Fernández de Miñano, caballero de Santiago, y de Jerónima González, y por parte materna, de Diego de Sepúlveda y de Clara de Proaño, naturales de Sepúlveda (Segovia).

396 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

307º. TOMÁS MELÉNDEZ AYONES GONZÁLEZ.-Sustituyó a su padre, Pedro Meléndez Ayones, el día 22 de junio de 1676 y 5 años después renunció su oficio el día 22 de noviembre de 1681 en su hijo Pedro Meléndez Ayones Reinoso. Fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1640.

Hijo de Pedro Meléndez Ayones y de Isabel González de Ávi- la. Nieto por parte paterna de Tomás Meléndez Ayones y de Ma- ría de Turégano, y por parte materna, de Francisco González y de María Dávila. Casó con Mariana de Salcedo Reinoso, hija de Antonio de Salcedo, regidor de Segovia, y tuvieron 9 hijos: Pedro, Antonio, José, Félix, Joaquín, Manuel, Ana y Manuela.

Cuando estudiamos a su padre más atrás no habíamos en- contrado su testamento, sin embargo, por el testamento de su mujer, Mariana de Salcedo, sabemos que Tomás, el personaje que nos ocupa, murió en 1681 sin hacer testamento; pero si hi- zo inventario de sus bienes, y, a través de este documento, sa- bemos la fortuna que tenía su padre al morir en 1676 y su pro- pia fortuna.

El testamento de Mariana de Salcedo lo hizo por poder su hi- jo Pedro Meléndez Ayones Reinoso. Fue enterrada en la capilla familiar en la Sacristía de la iglesia de Santa Eulalia. Se especifi- ca que “por el tiempo tan caluroso en el día en que murió dicha señora, mi madre, fue sepultada de noche”. Los funerales se hi- cieron al día siguiente en las iglesias de Santa Eulalia y en la de la Santísima Trinidad, donde eran feligreses.

Tomás Meléndez Ayones González y Mariana de Salcedo se casaron en 1661 siendo la dote que ella aportó al matrimonio de 2000 ducados, la misma cantidad que le dio su marido en arras. Al morir Tomás en 1681 ella quedó como depositaria de sus bienes.

Sabemos que se dedicaban a la fabricación y venta de paños, además de ser dueños de cierto número de reses de ganado ove-

397 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA juno, bienes inmuebles urbanos y algunos juros y censos. Eran los dueños del edificio que hoy en día se conoce con el nombre de Casa Grande, donde tenían fábrica de paños, esquileo y en- cerradero de ganado. Poseían también varias casas alquiladas y las casa principales de la familia estaban situadas en la parroquia de la Santísima Trinidad, en el edificio en el que hoy en día es- tá la casa parroquial. En el testamento de Mariana de Salcedo también se da cuenta de que se habían recibido 45.946 rs. de ré- ditos del dinero que vino de Indias, lo cual nos pone en cono- cimiento de que tenían comercio con el Nuevo Mundo.

En las cuentas y particiones que se hicieron para repartir la herencia de Pedro Meléndez Ayones, el padre de Tomás, se in- ventariaron 5.237.723 mrs. de bienes de casa, sin especificar, y 1.993.900 mrs. de vajilla de plata. Entre estos bienes figuran cua- dros, tapices, los ornamentos del Oratorio, ropas y el menaje de la casa en general. Las deudas que se debían a la hacienda co- mo consecuencia de su actividad comercial y manufacturera as- cendían a 74.013.386 mrs.; se especifican deudas por ventas de ovejas, por venta de géneros, por el alquiler de casas-taller a te- jedores y trabajadores del paño, censos y préstamos en dinero. Una vez efectuado el reparto entre los dos hermanos le tocaron a Tomás 48.326.461 mrs.

El patrimonio de Mariana de Salcedo era de 139.977 rs., es de- cir, 4.759.218 mrs., así que si sumamos esta cantidad a la fortuna que había recibido Tomas de su padre, el capital de éste caballe- ro ascendería, al menos, a 53.085.679 mrs. Lo que no sabemos es como se repartió esta cantidad entre sus numerosos hijos.

308º. PEDRO PEREX MALDONADO.- Ingresó en el Ayun- tamiento el día 22 de junio de 1676 en sustitución de su padre Pedro Perex Maldonado. Desempeñó su oficio de regidor du- rante 17 años y después lo renunció en Gonzalo de Artacho Bonifaz el día 20 de junio de 1693.

398 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

No sabemos prácticamente nada de este caballero. Era natural de la villa de Pedraza y allí tenía su hacienda, pero no podemos decir nada al respecto de ella. Deducimos que debió de morir siendo relativamente joven y con hijos pequeños, pues Gonzalo de Artacho, quien le sucedió en el oficio desempeñó éste en ré- gimen de alquiler durante 16 años y después lo renunció en quien suponemos que es su hijo y homónimo, Pedro Perex Maldonado.

309º. FRANCISCO DE CHAVES GIRÓN.-Sucedió en el oficio de regidor a su suegro Manuel de Salcedo y Arteaga, el día 26 de enero de 1678. Este oficio era vitalicio, es decir no estaba perpe- tuado, lo cual quiere decir que no se podía dejar en herencia, pe- ro se podía vender siempre y cuando cumpliera los requisitos exi- gidos a la hora de efectuar la renuncia del mismo. Permaneció en el Ayuntamiento durante 28 años y después lo renunció en su hi- jo Pedro de Chaves Girón y Salcedo

Originario de la ciudad de Segovia, nació en la villa de Cañavares (Cuenca), de donde era natural su madre, en el año 1636. En 1668 ingresó como caballero de la orden de Calatrava. Hijo de Pedro de Chaves y de la Hoz, natural de Segovia, y de María Jerónima Carrillo de Mendoza, natural de Cañavares (Cuenca). Este matrimonio eran primos carnales, por lo que tu- vieron que pedir dispensa a Su Santidad. Nieto por parte pater- na de Juan de Chaves, natural de Ayllón (Segovia), y de María de la Hoz Tapia, natural de Segovia; y por parte materna, de Luis Carrillo de Mendoza, natural de Cañavares, y de Francisca de Chaves, natural de Ayllón (90).

La nobleza de los Chaves estaba reconocida en la villa de Ayllón de donde eran originarios, y donde por ser un linaje muy antiguo se les llamaba los “hidalgos rancios” de Ayllón.

Pedro de Chaves y de la Hoz, era el poseedor de la hacien- da que había pertenecido a Juan de la Hoz Tapia, regidor de

399 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Segovia, siendo las casa principales del mayorazgo, las que es- tán en la parroquia de San Martín junto a la puerta de la mura- lla, es decir, la conocida como Casa de los Picos. La abuela pa- terna de nuestro personaje, María de la Hoz, era hija de Pedro de la Hoz, corregidor de Córdoba, el cual fue nieto de Juan de la Hoz, hermano de Francisco de la Hoz, caballero de Santiago y Camarero del emperador Carlos V, como aparece en su sepul- tura de la iglesia del monasterio del Parra, fundación de Alonso González de la Hoz, regidor de Segovia y secretario del rey Fernando el Católico y su embajador en Aragón. Esta capilla es patronato de Pedro de Chaves y de la Hoz padre de Francisco.

Por el apellido Carrillo de Mendoza eran descendientes por varonía de la Casa de Mendoza, deudos de los Condes de Priego.

En el protocolo donde hemos encontrado el testamento (91) de Francisco de Chavez Girón, primero viene el testamento de su esposa, María de Salcedo y San Millán, y en él ordena ser en- terrada en la capilla que poseían sus padres en la iglesia del con- vento de San Agustín. A continuación viene el documento de re- nuncia del oficio de regidor a nombre de su hijo Pedro de Chaves Girón y Salcedo, gentil-hombre de boca de S. M. Por úl- timo encontramos el testamento de nuestro personaje.

En este documento expresa el deseo de ser enterrado en la iglesia del convento de San Agustín, junto a su mujer, “mi queri- da y amada esposa que está en el cielo”.

Estuvo casado de primer matrimonio con Bernarda de Con- treras, con quien tuvo a Bernarda Inés de Chaves y Contreras, que casó con Francisco de Ortega Lara y Aguilar, y tuvieron una hija llamada Francisca de Ortega. Enviudada su hija, se volvió a casar con Gaspar Márquez de Bracamonte, marqués del Arco, con quien tuvo otra hija llamada María Márquez.

De segundo matrimonio estuvo casado con María de Salcedo y San Millán y tuvieron a Pedro, el primogénito y heredero de

400 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS sus mayorazgos, casado con Ventura de Contreras; Manuel; Luis; Cecilia, casada con Francisco Treviño, y a Úrsula de Chaves Girón, esta última religiosa. Mejoraba en el tercio y quinto a sus hijos Manuel y Luis y declaraba que tenía en su casa a su nieta Francisca Ortega, y ordena que no se la cobre nada de alimen- tos y que la mantenga su hijo Pedro con él hasta que se case, pues éste era el modo de mostrarla el mucho cariño que sentía por ella.

Su hijo Pedro, como heredero de sus mayorazgos, tomó po- sesión de las casas principales, que llaman Casa de los Picos, pertenecientes al mayorazgo de la Hoz, el que fundó Alonso Téllez Girón de la Hoz y el que fundó María de Arteaga y de la Torre, viuda de Antonio de Salcedo, y sus agregados.

En el inventario de bienes, como viene siendo habitual entre los miembros de esta oligarquía segoviana, se mencionan nume- rosas obras de arte, tanto de tema religioso como de tema profa- no (92). La decoración de su casa se supone suntuosa, a base de bellos muebles de maderas nobles y protegida de la crudeza del clima segoviano con toda clase de tapicerías, colgaduras y alfom- bras. Los bienes suben a la cifra de 3.461102 mrs., repartidos de la siguiente manera: Rentas de juros, censos y casas 562.832 mrs. (16,26%), trigo y cebada 1.067.872 mrs. (30,85%), tapices 429.658 mrs. (12,45%), vestidos y ropa blanca 163.030 (4,75%), cobre 43.758 mrs. (1,26%), pinturas 105.706 mrs. (3,05%), muebles 144.364 mrs. (4,17%), plata y oro 743.342 mrs. (21,47%) y mulas y coches 200.600 mrs. (5,79%). De este cuerpo de hacienda se des- contaban 1.125.106 mrs. y quedaban para repartir 2.235.996 mrs. Mejoraba en tercio y quinto a sus hijos Manuel y Luis 1.043.464 mrs., por lo que quedaba para repartir entre los cuatro hermanos 1.192.532, tocando a cada uno la cantidad de 298.133 mrs.

310º. FRANCISCO ANTONIO DE MONT ALVO ARÉVALO DE ZUAZO.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 16 de septiem-

401 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA bre de 1679 en lugar de Juan Ruiz de Ucieda y 18 años después renunció su oficio en Luis María de Montalvo Arévalo de Zuazo el día 10 de abril de 1697. Por la coincidencia de apellidos cre- emos que la cesión fue de padre a hijo.

Paje de S. M., y caballero de Santiago en 1646, nació en Segovia. Hijo de Antonio Gómez de Montalvo, natural de Sevilla, y de María Arévalo de Zuazo, natural de Segovia. Nieto por parte de padre de Gómez de Montalvo y Figueroa, natural de Granada, y de Inés de Tapia y Vargas, natural de Sevilla; y por parte de madre, de Francisco Arévalo de Zuazo, caballero de Santiago, natural de Segovia, y de Juana de Figueroa, natu- ral de Sevilla.

311º. PEDRO CONTRERAS GIRÓN.- Sustituyó en el oficio de regidor a Luis de Contreras Girón el día 7 de mayo de 1680 y un año después renunció el oficio en Diego de Peñalosa López de Herrera, el día 6 de septiembre de 1681.

Por su testamento (93) sabemos que era hijo de Juan de Contreras Girón, caballero de Calatrava, y de Antonia Suárez de la Concha, difuntos. Era gentil-hombre de boca de S. M. y esta- ba en posesión de una merced de hábito de caballero de una de las tres órdenes militares que renunciaba en su sobrino Pedro de Contreras, hijo de Luis de Contreras. Su hermano Luis de Contreras era señor de la villa de Lozoya y estaba casado con Maria Teresa de Tapia. Era cuñado de ambos Tomás Antonio Meléndez Ayones, caballero de Santiago y regidor, que estaba casado con Francisca de Contreras Girón.

En dicho documento declara tener unos pocos bienes entre los que cita seis casas en la plaza del Peso de la Rubia, que de- ja a su hermano Luis, y el resto son ropas y objetos personales de su uso.

402 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

312º. JOSÉ MEDRANO BARNUEVO.- Presentó su título de regidor en el Ayuntamiento el día 17 de junio de 1680, ya que ejerció el oficio en régimen de alquiler, en lugar de Manuel Antonio de Salcedo Reinoso. Doce años después, el día 22 de noviembre de 1692, lo renunció en el hijo de éste, Antonio de Salcedo Reinoso.

Sabemos que fue admitido en la nómina de caballeros de los Nobles Linajes en el año 1673, pero carecemos de más datos so- bre este caballero.

313º. JUAN SAENZ DE VITORIA.- Sustituyó como regidor a Diego Terán de Molledo el día 17 de junio de 1680 y 9 años des- pués renunció el oficio, el día 19 de abril de 1689, en su hijo José Francisco Saenz de Vitoria.

314º. DIEGO PEÑALOSA LÓPEZ DE HERRERA.-Ingresó en el Ayuntamiento el día 6 de septiembre de 1681 en lugar de Pedro de Contreras Girón y 27 años después lo volvió a renun- ciar en Pedro de Contreras Girón, sobrino y homónimo del an- terior. Este oficio era de carácter vitalicio.

315º. PEDRO MELÉNDEZ AYONES REINOSO.-Sustituyó a su padre, Tomás Meléndez Ayones González, el día 22 de no- viembre de 1681. Permaneció en su puesto de regidor durante 47 años y transcurrido este tiempo lo renunció en su sobrino Pablo Meléndez Ayones Reinoso.

Caballero de Calatrava, caballerizo de la Reina, alguacil del Santo Oficio de la Inquisición y regidor de Segovia, fue hijo de Pedro Meléndez Ayones González y de Mariana de Salcedo Rei- noso. Cumplió los 25 años en 1688, fecha en la que tomó pose-

403 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA sión de los mayorazgos que había fundado su abuelo Pedro Meléndez Ayones, así que debió de nacer hacia el año 1663. Nieto de Pedro Meléndez Ayones y de Isabel González, ambos naturales de Segovia, y por parte materna de Antonio de Salcedo y Arteaga, caballero de Santiago y regidor de Segovia, y de Ana de Reinoso, natural de Zamora.

Cuando ingresó como caballero de Calatrava se especifica que Ayones no es apellido, sino la denominación de la Casa Solar primitivos del apellido Meléndez, sito en el paraje de Ayones, cerca de la villa de Luarca, en Asturias, y lo usaban jun- tos para distinguirse de otros Meléndez.

Heredó las casas principales de la parroquia de la Trinidad y la Casa Grande, lugar donde tenía instalada la fábrica de paños y el esquileo y encerradero de ganados.

En su testamento (94) ordena ser enterrado en la capilla de Santo Tomás Apóstol en la Sacristía de la iglesia de Santa Eulalia, que pertenecía al vínculo que fundó su abuelo Pedro Meléndez Ayones. Ordenó un entierro decente, pero sin pompa, y sepul- tado con el hábito de carmelita descalzo. Se le dijeron 500 misas y las de San Vicente Ferrer y San Gregorio.

Dejó diversas mandas a hospitales, a los presos y a distintos conventos de Segovia. Como era el único y último heredero del mayorazgo que había fundado su abuelo, ordenó que se vendie- ran todos sus bienes con el fin de quitar las cargas y censos en contra que tenía dicho mayorazgo y una vez libre de cargas, ha- cía agregación del vínculo, empleándose en renta cierta y segu- ra, a favor de Manuel Meléndez Ayones Reinoso, su hermano, y en el de Pablo Meléndez Ayones Reinso, su sobrino, hijo de su hermano Félix Meléndez Ayones Reinoso, caballero de Alcántara, difunto, y de Rosa Sanz Merino Dávila, para que gozasen las ren- tas de dicha fundación por mitad. En caso de extinción de algu- na de estas partes se heredaría la una a la otra.

404 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Renunció el oficio de regidor en su sobrino Pablo, inmedia- to sucesor en sus mayorazgos.

316º. PEDRO DE ELORRIAGA Y AZCÁRATE.- Según su tí- tulo de regidor, ingresó en el Ayuntamiento el día 14 de abril de 1682 en lugar de su tío Francisco de Azcárate. Ejerció durante 55 años y después renunció el oficio en Francisco de Arezcun el día 14 de diciembre de 1736, aunque éste no tomó posesión hasta el 7 de mayo de 1746.

Era parroquiano de la de San Martín, donde estaba avecin- dado y había sido recibido en la nómina de caballeros de los Nobles Linajes en el año 1671.

En su testamento (95) declara que desea ser sepultado en la parroquia de San Martín, en los entierros suyos propios que te- nía en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, con el há- bito de San Francisco y que se celebrara entierro mayor con asis- tencia de las órdenes religiosas acostumbradas. Encargaba decir 300 misas y las de San Vicente Ferrer. Como viene siendo habi- tual en la mayoría de los regidores segovianos, declara tener un confesor en quien deposita toda su confianza para que adminis- tre el memorial de mandas que dejase. Entre estas mandas figu- ra una del oficio de Caballerizo de S. M. que le había hecho Carlos II y se la dejaba a su sobrino Luis de Velicia; también de- jaba a su criada Maria Salcedo todos los bienes de entrecasa y ropa blanca y una casa de las que poseía.

Declara tener de bienes libres el oficio de regidor perpetuo y que le renunciaba en Esteban Bonifaz Escobedo Godínez y Brochero, su sobrino, Conde de Santibáñez, vecino de Segovia. También tenía en calidad de bienes libres la merced de un há- bito de una de las tres órdenes militares, que le había concedi- do el rey Carlos II (desconocemos los motivos por los cuales no tomó posesión de este hábito, aunque posiblemente la causa

405 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA fuera por tener orígenes poco claros y que no resistirían una in- vestigación tan exhaustiva como las que se efectuaban para el in- greso en dichas órdenes), y que se la dejaba a su sobrina Antonia Bonifaz Escobedo, hija del Conde de Santibáñez. También eran bienes libres la casa en la que vivía en la parroquia de San Martín, otras 5 casas en la parroquia de Santa Columba, en la ca- lle de San Francisco, y diferentes tierras y viñas en la villa de Cantimpalos.

Era poseedor de dos mayorazgos: El de los Alegrías y Otao- las, cuyas propiedades consistían en la hacienda raíz en el lugar de Escarabajosa, el molino del Cubo y una casa mesón, todo ello en dicho término; y el que fundó María de Azcárate, su abuela, con la casa, lagar, bodega, cubas, viñas y tierras que poseía en el lugar de Aldea del Rey. Declaraba sucesor de estos mayoraz- gos a su sobrino Esteban Bonifaz, conde de Santibáñez.

Una preocupación que también es común a todos los miem- bros de la oligarquía segoviana, es la de la satisfacción de todas sus deudas, lo cual ruega encarecidamente que se haga sin dila- ción. También declara tener en su casa a dos criadas con más de 30 años de antigüedad a su servicio, afirmando que le habían asistido con toda fidelidad a pesar de no tener asignado salario alguno, por ello rogaba a su heredero que las atendiera “como si yo mismo fuera” ya que eran pobres y quedaban desampara- das. Igualmente, declara haber recogido y criado desde niña a una huérfana llamada Rafaela Prieto y ordena que no se la co- bre nada por su manutención, además de dejarla una de las ca- sas que tenía en la calle de San Francisco.

Nombraba como heredero de sus bienes a su sobrino Este- ban Bonifaz Escobedo, Conde de Santibáñez.

317º. ISIDORO GARMA DE LA PUENTE.-Regidor desde que sustituyó a Juan González de Velasco el día 14 de enero de 1683

406 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS y tras 39 años de ejercicio renunció el oficio en su hijo Isidoro Castor Garma de la Puente el día 7 de febrero de 1722.

Era caballero de Calatrava, alguacil mayor del Consejo de Aragón y Marqués de Pesadilla. Fue, también, diputado del Reino en 1683, por lo que tuvo que desempeñar previamente el cargo de procurador de Cortes, pero ignoramos la fecha en que esto se produjo. Posiblemente fue procurador por otra ciudad en las que se celebraron en el año 1665, pues los diputados del Reino se fueron eligiendo entre los procuradores de este año mientras vi- vieron.

Por la venta del esquilero y cabaña que esta familia poseía en Ortigosa del Monte efectuada por su hijo Joaquín en el año 1745, sabemos algunos datos sobre el personaje que nos ocupa (96).

Isidoro Garma de la Puente compró el día 4 de abril de 1701, al licenciado don Felipe Arroyo Sancho, una casa con sus paja- res, esquileo, rancho, encerraderos y una cerca plantada de fres- nos y álamos, en precio y cuantía de 15.000 rs. de vellón. Durante su vida usó de estas instalaciones para el esquileo de sus gana- dos y cabaña fina leonesa. El día 16 de febrero de 1715 hizo ma- yorazgo ante Gabriel Álvarez, escribano de Madrid, a favor de su hijo primogénito Isidoro Garma de la Puente. El mismo día otor- gó testamento dejando como herederos a sus hijos: María Rosa, Francisca Isidoro, Joaquín, María Josefa, María de la Encarnación Garma de la Puente. Las dos primeras fruto de su primer matri- monio con doña Mariana Francisca de Chenique y el resto con su segunda esposa doña María Antonia de la Quintana Argentales y Velasco.

Falleció, el marqués de Pesadilla, el día 20 de abril de 1717 y se hizo partición de bienes entre sus herederos. Después de varios pleitos entre los mismo, en 1722, le tocaron de hijuela a su hijo Joaquín la cantidad de 150.083 rs., como uno de los cin- co herederos.

407 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

A continuación aportamos datos de sus hijos y herederos. Ma- ría Rosa Garma de la Puente, su hija mayor, tenida con su prime- ra esposa, casó con don Rodrigo de Zepeda y Castro, caballero de Santiago, del Consejo de S. M. en el Real de las Órdenes. Francisca Garma de la Puente, su hija segunda, mujer de don Isidoro Garma de la Puente, su primo carnal, por tanto sobrino del marqués de Pesadilla, primer teniente de Guardias de S. M. De sus hijos Isidoro y Joaquín, tercero y cuarto respectivamente, tenidos con su segunda esposa, hablaremos más adelante, pues fueron regi- dores. María Josefa Garma de la Puente, su hija quinta, casó con don Diego de Abarca Maldonado, del Consejo de S. M., Contador mayor en el de la Santa Cruzada. Y, por último, María Encarnación Garma de la Puente, religiosa de la Piedad o Concepción Bernarda de Pinto, Madrid. Ésta renunció sus legítimas en sus hermanos Joaquín y María Josefa.

Las cuentas y particiones de los bienes del marqués de Pesadilla se efectuaron el día 5 de junio de 1722. Su fortuna as- cendía a la cantidad de 1507.439 rs. De ellos, 750.415 rs., fue- ron repartidos entre sus hijos en cinco partes iguales, por lo que tocaron a cada uno 150.083 rs. Los 757.024 rs. restantes, hasta completar su fortuna, le correspondieron a su esposa, do- ña María Antonia de Argentales y Velasco, entre ellos la caba- ña y esquileo, valorada en 274.833 rs. Las 9784 cabezas de ga- nado se valoraron en 234.816 rs., la casa, esquileo, huertas y molino en 30.000 rs., los pertrechos inherentes a la ganadería 2.022 rs., y los 7.995 rs. restantes en deudas. De todos modos, de estos 274.833 rs., la marquesa tenía que dar a su hijo Joa- quín 109.000 rs.

El día 19 de febrero de 1720 la marquesa hizo testamento y dejó por herederos a sus cuatro hijos: Isidoro, Joaquín, María Josefa y María de la Encarnación. Ésta última renunció su parte en sus hermanos Joaquín y María Josefa. El día 9 de enero de 1726, se protocolizaron las cuentas y particiones de la fortuna de la marquesa ante el escribano de Madrid, Gabriel Navarro. Dejó a su hijo Joaquín todos sus bienes, por lo que su legítima y me-

408 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS jora ascendían a la cantidad de 666.254 rs. en diferentes bienes y entre ellos 270.552 de los frutos de la cabaña ganadera.

318º. LUIS DE PROAÑO MALDONADO.- Sustituyó como re- gidor a Jerónimo de Virués el día 14 de enero de 1683 y 30 años después renunció el oficio a Antonio de Peñalosa Machuca el día 21 de junio de 1713. Desempeñó el oficio en régimen de alquiler.

Este caballero nació en Sepúlveda en el año 1635 y fue inves- tido con el hábito de caballero de Santiago en 1653. Era hijo de Diego de Proaño Maldonado, natural de Aranda de Duero y de Juliana de Proaño, de Sepúlveda. Familia reputada por nobles y cristianoviejos, sin mezcla de sangre de moros ni judíos, cuyos miembros habían desempeñado oficios por el Estado de los Hijosdalgos en la villa de Sepúlveda. Debieron de llegar algunas denuncias al Consejo de Ordenes sobre la falta de limpieza de una de sus abuelas y preguntado Juan de Chaves Girón, residente en Segovia pero con muchas propiedades en la villa de , di- jo que eran faltas de razón. Además de falta de limpieza se la acu- saba, entre otras cosas, de que “hacia bailar las monedas encima de la mesa” y a su abuelo de dedicarse a la compraventa de trigo y cebada.

Tenían entierros en la Iglesia de San Justo de Sepúlveda y en la de Santa María de la villa de Maderuelo. La casa principal de la familia estaba en el barrio de San Millán.

319º. JOSÉ LUIS DE REQUENA.-Ingresó en el Ayuntamien- to el día 16 de enero de 1683 en lugar de su hermano Cristóbal de Requena y desempeñó el oficio de regidor en régimen de al- quiler durante 7 años. El día 13 de junio de 1690 lo renunció en Antonio de Requena Osorio.

Este caballero era natural de Ávila donde radicaba su mayo- razgo.

409 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

320º. JULIO SABELI.- No hemos encontrado su título de al- férez mayor, pero parece ser que al no haber sido admitido co- mo teniente del mismo Mateo Ibáñez de Segovia, en sustitución de quien lo había ejercido hasta entonces, Francisco de Avendaño y de la Lama, tomó posesión de dicho oficio como he- redero que era de los condes de Chinchón. Veinticuatro años después, pero sin haber aparecido en todo este tiempo por el Ayuntamiento de Segovia, ya que este caballero —que era Príncipe de Alvano— vivía en Roma (Italia), le sustituyó como tal el Marqués de Almonari el día 4 de febrero de 1708.

321º. FRANCISCO ORTEGA LARA Y VILLALVA.- Sustituyó en el Regimiento a Juan de Villalva el día 4 de julio de 1685 y dos años después renunció el oficio el día 7 de enero de 1687 en Andrés de Chumategui. Este caballero fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1670.

322º. JUAN ESPINOSA REOYO.-Ingresó en el Ayuntamiento el día 18 de junio de 1686 en sustitución de su padre Juan Espinosa Núñez y tras 5 años de ejercicio renunció el oficio el día 23 de abril de 1691 en Tomás Ramírez Plaza.

Hijo de Juan Espinosa Núñez y de Isabel de Reoyo, estaba avecindado en la parroquia de El Salvador, donde tenía las casas principales dotadas con todo lo necesario para el tinte y la fabri- cación de paños. Estaba casado con Ana de Segura y Virués, a quien declara palabras de amor y de elogio hacia su persona. Estaba emparentado con Antonio Ignacio Fernández de Miñano, caballero de Santiago y regidor. Su padre le había dejado la mer- ced de un hábito de caballero de una de las tres órdenes milita- res, pero no sabemos porque causa no llegó a investirse como tal.

De la lectura de su testamento (97) deducimos que se dedi- caba también al trato de lanas, pues ordena que se paguen cier-

410 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS tas deudas por el “lavaje de lanas” y a los cardadores y aparta- dores. Su padre le había mejorado en el tercio de sus bienes, lo cual supone que tuvo que heredar al menos unos 4.000.000 mrs. aproximadamente. De todos modos no sabemos la fortuna de es- te caballero, pues en su inventario de bienes solamente se in- ventarían los bienes de casa, cuya cantidad asciende a 24.139 rs. repartidos de la siguiente manera: Cuadros 3.825 rs. (15,84%), muebles 8.120 rs. (33,63%), cobre 617 rs. (2,55%), plata 2.087 rs. (8,64%), armas 610 rs. (2,52%) y tapices y colgaduras 8.880 rs. (36,78%). También se mencionan cierto número de sacas de la- na, 2.000 rs. en dinero y 122 fanegas de pan por mitad trigo y cebada. En el cercano lugar de tenía dos ca- sas, 174 obradas de tierra en diferentes pedazos, un corral con colmenas y una huerta, todo ello arrendado a diferentes perso- nas. Por el testamento de su padre sabemos que sus casas prin- cipales estaban valoradas en 70.000 rs., aunque en el documen- to al que aquí nos referimos no se dice nada al respecto.

Lo que sí resulta interesante y viene bien detallado son los numerosos cuadros que poseía, 41 de ellos de tema religioso: Vírgenes, santos, Cristo y 10 cuadros de la historia de Jacob; 46 obras de tema profano: 19 paisajes, 3 cuadros de historia, 12 bo- degones y 12 mitológicos; dos esculturas de Cristo crucificado y dos cuadros bordados en oro de la Virgen y Santa Ana.

Deja diferentes mandas para sus trabajadores y criados de ca- sa, toda su ropa de vestir para los pobres del lugar de Bernuy y ordena que se paguen todas sus deudas pero después de com- probar su autenticidad.

Ordenó ser enterrado en la capilla que poseía en la iglesia de El Salvador y que le dijeran 3.000 misas, una cantidad bastante grande para lo que era habitual por estas fechas. Posiblemente estuviera motivado por la falta de herederos. Nombraba como heredera a su esposa para que hiciera “lo que la tenía comuni- cado”, pero con la condición de que pagara todos los años cier- tas cantidades a sus dos hermanas religiosas. Es de suponer que

411 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA le ordenase que lo invirtiese en rentas fijas, pues especificaba que una vez fallecidas sus hermanas, las rentas pasasen a su es- posa para su disfrute mientras viviera.

323º. ANDRÉS DE CHUMA TEGUI.- Este regidor ejerció el oficio en régimen de alquiler. Sustituyó a Francisco Ortega Lara y Villalva el día 7 de enero de 1687 y 19 años después fue sus- tituido por Juan de Contreras Girón, el día 7 de abril de 1706.

Este caballero había sido recibido en la Junta de Nobles Lina- jes en el año 1672.

324º. JOSÉ FRANCISCO SÁENZ DE VITORIA.-Ingresó en el Ayuntamiento el día 19 de abril de 1689 en sustitución de su pa- dre Juan Sáenz de Vitoria y después de 42 años de ejercicio re- nunció su oficio en Juan Manuel de Tordesillas y Torres Salazar el día 26 de mayo de 1731.

Este caballero fue investido con el hábito de Santiago posi- blemente después de haber ejercido como diputado del Reino en 1707. Es de suponer que previamente hubiera sido elegido pro- curador en Cortes por Segovia.

325º. ANTONIO DE REQUENA Y OSORIO.-Sustituyó en el oficio de regidor a su tío José de Requena el día 13 de junio de 1690 y tras 21 años de profesión renunció el oficio en su her- mano Cristóbal de Requena y Osorio.

326º. TOMÁS RAMÍREZ PLAZA.- Ingresó en el Ayuntamien- to el día 23 de abril de 1691 en lugar de Juan Espinosa Reoyo y

412 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

22 años después fue sustituido por Juan Manuel Bravo de Men- doza el día 27 de mayo de 1713.

Tenemos referencias de que este caballero se dedicaba a la manufactura de paños lo cual no fue óbice para que fuera ad- mitido en la Junta de Nobles Linajes en el año 1688.

327º. RODRIGO DE TORDESILLAS Y CEPEDA.-Sustituyó a su hermano Jerónimo Antonio de Tordesillas y Cepeda el día 23 de junio de 1691. Este oficio quedó vaco en el año 1752, pero el día 21 de febrero de 1789 lo reclamó un heredero llamado Anto- nio de Tordesillas y Victoria.

Aparece recibido en los Nobles Linajes en el año 1675 y here- dó de su hermano el título nobiliario de Marqués de San Felices. Tomó posesión de los mayorazgos que poseía su difunto herma- no cuyos bienes eran las casas principales de la parroquia de San Nicolás de Segovia, el patronato de su capilla mayor y el de la ca- pilla del Santo Cristo de la iglesia de San Román, la hacienda raíz sita en el arrabal de Zamarramala y sus términos, en Mozoncillo, en Garcillán y el término de Castellana con parte de su molino y diferentes juros. También heredó el oficio de regidor perpetuo y el de tesorero del alcázar de Segovia. En Valladolid y en la villa de Cigales heredó los mayorazgos de los Calderones y en la villa de Olmedo el de Pedro Gutiérrez de Santander, con todo lo a ellos agregado como patronatos, capillas, censos, juros y heredades.

328º. MELCHOR BONIFAZ GODÍNEZ.-Ingresó en el Ayun- tamiento el día 5 de enero de 1692 en lugar de su padre Esteban Bonifaz y 8 años después renunció su oficio el día 9 de febrero de 1700 en su hijo Esteba Bonifaz.

Fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1670. Estaba do- miciliado en la parroquia de San Facundo donde tenía las casas

413 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA principales de su mayorazgo, fronteras con las del Conde de Puñoenrrostro, junto al convento de Nuestra Señora de los Huer- tos, con una puerta trasera que daba a la calle de la Herrería.

Era hijo de Esteban Bonifaz, regidor de Segovia y de Catalina de Asenjo Osorio, hija del regidor Francisco Asenjo Osorio. Para darnos cuenta de la endogamia conciliar existente baste decir que Gonzalo de Artacho era sobrino suyo y Pedro de Elorriaga, era su cuñado, ambos regidores de Segovia. Nieto de Lázaro Bonifaz y de Antonia Godínez. Un bisabuelo suyo, fue señor de Santibáñez, razón por la cual su hijo Esteban Bonifaz será nom- brado Conde de Santibáñez.

Casó con Mariana de Elorriaga, difunta cuando extendió su tes- tamento (98), y tuvieron dos hijos: Esteban y Juan de Dios Bonifaz.

Disfrutaba de un mayorazgo que comprendía las casas prin- cipales, el oficio de regidor y una serie de bienes que no se es- pecifican. Tenía dos escrituras por valor de 4.000 ducados de principal y 200 ducados de réditos contra las sisas de Segovia, los bienes muebles y raíces del Lugar de Nieva y el censo sobre el Peso del Aceite de Segovia.

La casa donde vivió se la supone bellamente decorada a base de muebles de madera de nogal con incrustaciones de hueso y concha. Se mencionan bastantes pinturas, entre ellas 27 cuadros de paisaje —cuatro de ellos representando las estaciones del año—, y 14 de carácter religioso, a lo que hay que añadir una escultura ta- llada en madera de Nuestra Señora de la Concepción. También se menciona una tapicería de 10 paños de la historia de Jacob y Raquel. Como es habitual entre los miembros de su clase, en su domicilio poseía un oratorio con todo lo necesario para el culto di- vino.

329º. JUAN DE UCIEDA.- Sustituyó a su padre, Juan Ruiz de Ucieda, en el oficio de regidor el día 22 de marzo de 1692 y 38

414 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS años después renunció su oficio en su hijo Francisco de Ucieda Peralta y Cascales el día 8 de agosto de 1730.

Aparece recibido en los Nobles Linajes en el año 1670 y fue elegido procurador en Cortes por Segovia en las que se celebra- ron en el año 1712.

La fortuna paterna procedía del ejercicio de las manufacturas del paño y del comercio de los mismos, a la par que también se dedicaba al comercio de joyería Heredó de su padre un mayo- razgo de 2.000 ducados de renta al año cuyos bienes estaban in- vertidos en la hacienda raíz de tierras y viñas, casas, bodega y lagar en el lugar de Moraleja de Coca; un censo sobre la sisa del vino, otro sobre el Comercio de Segovia; las casas principales con su tinte en el barrio de El Salvador y el oficio de regidor. El total del capital invertido ascendía a la cantidad de 50.000 duca- dos, es decir, 18.632.000 mrs.

Casó con Mónica de Peralta y Cascales, hija del regidor Anto- nio de Peralta y Cascales. Al contraer este matrimonio quedó obligado, entre otras cosas, a vender las casas de El Salvador y comprar otras en el recinto amurallado. Como consecuencia de ello se avecindó en la parroquia de San Sebastián, comprando las casas donde hoy en día tiene su sede la Excelentísima Diputación Provincial.

330º. ANTONIO DE SALCEDO REINOSO.-Sustituyó a José Medrano como regidor el día 22 de noviembre de 1692 y tras 53 años de servicio fue sustituido a su vez por Diego de Sierra y Cienfuegos el día 18 de diciembre de 1745.

Era hijo del regidor Manuel Antonio de Salcedo Reinoso y primo del también regidor Pedro Meléndez Ayones. Fue admiti- do en los Nobles Linajes en el año 1688. Posiblemente estaría avecindado en la parroquia de San Esteban donde tenía su fa- milia las casas principales del Mayorazgo

415 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

331º. ANTONIO DE AGUILAR ZUAZO Y TORQUEMADA.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 16 de enero de 1693 en susti- tución de su padre Antonio de Aguilar y Zuazo y 22 años des- pués renunció el oficio en su hijo Gabriel de Aguilar y Zuazo el día 31 de enero de 1719.

Heredó el título de Conde de Encinas de su padre y fue ad- mitido en los Nobles Linajes en el año 1689.

332º. ANTONIO DE NAVACERRADA Y CONTRERAS.-Pre- senta el título de regidor en el Ayuntamiento en la sesión co- rrespondiente al día 16 de mayo de 1683 sustituyendo a su pa- dre Antonio Bermúdez de Navacerrada y 25 años después lo re- nunció en Antonio del Sello el día 5 de marzo de 1718.

333º. GONZALO DE ARTACHO BONIFAZ.- Ejerció el oficio de regidor en régimen de alquiler durante 16 años. Sustituyó a Pedro Perex Maldonado el día 20 de junio de 1693 y fue susti- tuido por el hijo y homónimo de aquel el día 8 de mayo de 1709.

Este caballero había ingresado en los Nobles Linajes en el año 1670.

334º. LUIS DE SAN MILLÁN PONCE DE LEÓN.-Sustituyó a su padre Ignacio de San Millán y Avendaño el día 16 de octubre de 1694 y solamente desempeñó el oficio durante un año pues el día 12 de julio de 1695 lo renunció en su cuñado Francisco Nicolás de Castro Gallego.

Este caballero fue admitido en la Junta de Nobles Linajes en el año 1686. Enfermo de gravedad dio poder a su tío Francisco de Aguilar y Zuazo para que hiciese su testamento (99) y última voluntad.

416 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

En este documento declara que quiere ser enterrado en el convento de San Gabriel de franciscanos descalzos, que era fun- dación de su casa y mayorazgo y del cual era patrono. Su mayor preocupación es que se liquiden todas sus deudas, una vez efec- tuado esto nombra como su heredera a su madre doña Manuela de Aguilar y Zuazo.

Hijo de Ignacio de San Millán Ponce de León y de Manuela de Aguilar y Zuazo, estaba domiciliado en la parroquia de San Román. En la ceremonia de su entierro le acompañaron 9 sacer- dotes, dos cofradías, 6 órdenes monásticas, 12 pobres y los Niños de la Doctrina. Ordenó ser sepultado con el hábito de San Fran- cisco y que diesen limosna a los pobres en el día de su entierro. Para la salvación de su alma encargó se dijeran 2.000 misas.

Entre las mandas que dejó a sus familiares y criados destaca la de su criada Antonia de la Peña, a la que por llevar muchos años en su casa dejó ordenado que se la entregue todo lo que necesi- te. También dejó dispuesto que se surtiese de ornamentos a su pa- rroquia de San Román ya que estaba muy necesitada de ellos.

335º. FRANCISCO NICOLÁS DE CASTRO GALLEGO.- In- gresó en el Ayuntamiento como regidor en sustitución de su cu- ñado Luis de San Millán Ponce de León el día 12 de julio de 1695 y ejerció como tal durante 15 años. Trascurrido este tiempo re- nunció el oficio el día 13 de mayo de 1710 en Lorenzo Mateu de Villamayor.

Este caballero ejercía como escribano del Consejo de Cámara de S. M. y vestía el hábito de caballero de Santiago

336º. FRANCISCO SUÁREZ DE LA CONCHA.- Heredó el oficio de regidor de su padre Juan Suárez de la Concha el día 16 de marzo de 1697 y le renunció 16 años después, el día 11 de febrero de 1713 en Martín de Avendaño y de la Lama.

417 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Fue admitido en la Junta de los Nobles Linajes en el año 1681, era caballero de Santiago desde el año 1685 y II Marqués de la Fresneda.

Nació en Segovia en 1662 y fue bautizado en la parroquia de San Martín. Hijo de Juan Suárez de la Concha Suárez de la Concha, regidor de Segovia y caballero de Calatrava, y de Leonor de Tinoco, natural de la villa de Madrid. Nieto por parte paterna de Antonio Suárez de la Concha y Arreo, regidor de Segovia y de Antonia Josefa Suárez de la Concha. Esta señora era sobrina de su esposo, hija del hermano de éste Pedro Suárez de la Concha y de María del Castillo. Nieto por parte materna de Fernando de Tinoco, caballero de la orden de Cristo, y de Violante Correa, am- bos naturales de Lisboa (Portugal). El rey Felipe IV había nom- brado a Fernando Tinoco “fidalgo” de su Casa y caballero de la orden de Cristo en el año 1642.

En la información que se siguió para su ingreso en la orden de Santiago, además de afirmarse su nobleza y la limpieza de su sangre, se dice que no tiene ocupación ni oficio ninguno, que se crió con toda decencia conforme a su calidad en casa de su pa- dre y que éste no se sabe tenga otra ocupación más que la de Gentil-hombre de Casa de S. M., ni otra que desdiga su nobleza.

Tenía capilla de entierro en el convento de Santa Cruz la Real de Segovia, cuya advocación estaba dedicada a San Pedro Mártir. Estaba domiciliado en la parroquia de San Martín, en la calle Real, “en una casa grande de fachada de sillería con balcones y rejas de hierro y en cuyo interior había un patio grande portica- do”.

337º. LUIS MARÍA MONT ALVO ARÉVALO DE ZUAZO.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 10 de abril de 1697 en susti- tución de su padre Antonio de Montalvo Arévalo de Zuazo. No sabemos por quine fue sustituido. Es posible que este oficio que-

418 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS dase vacante y sin cubrir, algo muy habitual a lo largo del siglo XVIII en el Regimiento de Segovia.

Solamente sabemos de él que era caballero de Calatrava.

338º. DIEGO DE TAPIA SERRANO.-Desempeñó el oficio de regidor en régimen de alquiler durante 13 años. Sustituyó en el oficio a Antonio Enríquez de Tapia el día 22 de marzo de 1698 y fue sustituido a su vez por su hijo, Diego José de Tapia Serrano —quien también desempeñó el oficio en régimen de alquiler—, el día 28 de julio de 1711.

339º. ALONSO DE PERALTA Y CASCALES.- Aparece citado como regidor en los Libros de Actas a partir del día 5 de julio de 1698, en sustitución de su padre, Antonio de Peralta y Cascales. Este oficio le desempeñó hasta el año 1736, fecha en la que pa- só a desempeñar el oficio de teniente de alférez mayor de la Ciudad por el serenísimo príncipe don Felipe de Borbón. Por tanto el oficio de regidor quedó vacante en 1752, al no haber confirmado su poseedor la intención de sacar el título, pero en el año 1756 volvió a ocuparle Rafael Daza Serrano Tapia.

Alonso de Peralta y del Río Cascales y Muñoz había ingresa- do en la Junta de Nobles Linajes en el año 1680, vestía el hábi- to de caballero de la orden de Calatrava desde el año 1685, des- empeñó el oficio de Gentil-hombre de boca de S. M. y en el año 1707 le tocó la suerte de Diputado del Reino.

Nació en Segovia y fue bautizado en la parroquia de Santísima Trinidad en el año 1666. En esta misma parroquia te- nía su capilla de enterramiento, donde fue sepultado cuando murió. En la laude que cubre su sepultura, además de los cargos y oficios que hemos citado más atrás, se dice de él que era Señor de los Otones, del Salvador, Abad don Blasco y Orihuela.

419 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Hijo de Antonio Martínez de Peralta, regidor de Segovia, na- tural de Simancas, y de Isabel del Río Muñoz, natural de Segovia y bautizada en la parroquia de San Nicolás en 1647. Nieto por parte paterna de Andrés Martínez de Peralta, natural de Simancas, y de Francisca de Cascales y Argote, natural de Segovia, bautiza- da en la Trinidad en 1595. Y por parte materna de Francisco Fru- tos del Río, regidor de Segovia, natural de Corpa (1592) y de Mónica Muñoz de Inestrosa, nacida en Belmonte (Cuenca) en 1626; señora que al quedar viuda de este caballero volvió a casar con el también regidor segoviano Francisco Asenjo Osorio. Todos los antecedentes familiares son de origen hidalgo, cristiano-viejos y sin mezcla de judíos, moros o villanos. Su padre, instalado en Segovia desde el año 1645, había desempeñado el oficio de al- calde de los caballeros y pertenecía a los Nobles Linajes, prueba de su distinguida nobleza. Por parte de los Cascales se les tenía por una de las más antiguas familias de Segovia, pues su abuela, Francisca Cascales, era hija de Juan Cascales de Guadalajara y de Beatriz de Argote, a cuyo mayorazgo pertenecía el patronato de la capilla mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad.

Casó con Antonia Josefa Meléndez Ayones y Contreras con quien tuvo, al menos, tres hijos: Juan Alfonso, Fernando y Antonia de Peralta y Cascales; ésta última casada con Manuel Campuzano, Conde de Mansilla. Al contraer matrimonio se hizo inventario de los bienes de su esposa, pero en la fecha en que se redacta este testamento, parece ser que faltaban ciertos bienes (100) por valor de 2.000 ducados, sin que se pudiera justificar esta falta —que pu- do ser por equivocación del administrador o como fuere— y no se pudo cobrar ya que dicho servidor era muy pobre.

Cuando casaron Alonso de Peralta y Antonia Josefa Meléndez en 1702, su esposa aportó al matrimonio los bienes que había he- redado de su padre, Tomás Antonio Meléndez Ayones, caballero de Santiago y regidor y los que la correspondieron como conse- cuencia del reparto de los bienes que la correspondieron a la muerte de su primer marido, Francisco Arias de Ávila y Virués, también regidor de Segovia. Todo ello sumó la cantidad de

420 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

212.629 rs.: 163.864 rs. en bienes raíces y muebles y 48.775 rs. en que se tasaron 3.585 onzas de plata en joyas. A esto hay que su- mar lo que esta señora recibió a la muerte de su madre, Francisca Teresa de Contreras, que ascendió a la cantidad de 193.079 rs. Sin embargo, Alonso de Peralta no llevó ninguna clase de bienes al matrimonio, solamente aportó el oficio de regidor que había he- redado de su madre y la legítima que le correspondió a la muer- te de ésta, que sumó la cantidad de 20.636 rs.

Se le supone muy devoto de la Santísima Virgen N.ª S.ª de la Soledad, a quien declara deber infinitos favores, además de ser miembro de la Esclavitud de dicha Señora. En hacimiento de gra- cias pide que se cante una Salve en el convento de San Juan de Dios donde tenía su sede dicha cofradía y fundaba un censo por valor de 72 reales de renta para que se siguiera celebrando una fiesta la víspera de Navidad, tal y como lo había hecho durante los últimos años de su vida (101).

El oficio de regidor que ejercía —que previamente lo había ejercido su padre— lo había heredado de su madre, Isabel del Río, su verdadera poseedora, pues se trataba del oficio perpetuo que había pertenecido a su abuelo materno, Francisco Frutos del Río, y había sido adjudicado a dicha señora en las cuentas y par- ticiones que se habían efectuado a la muerte de su abuelo, por valor de 30.000 rs. Según declara el propio Alonso de Peralta, có- mo el mayorazgo que gozaba y poseía, no tenía adscrito ningún oficio de regidor, “teniendo por cierto que, según los medios que Dios N.º Sr. me ha dado sin merecerlo, quedaban los suficientes bienes como para hacer pago a su mujer de todos los bienes aportados al matrimonio”, una vez descontados éstos, ordenaba vincular dicho oficio de regidor para que lo heredase su hijo pri- mogénito, Juan Alfonso de Peralta y Cascales, y para ello le me- joraba en el tercio y quinto de su bienes hasta la cantidad de 30.000 rs., para que el oficio quedase sujeto al mayorazgo.

Su hijo mayor, Juan Alfonso se había casado con su prima carnal, Felipa de Peralta y Cascales, hija del hermano de don

421 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Alonso, Rodrigo de Peralta y Cascales, paje que fue del rey don Carlos II, Gentil-hombre de cámara del elector Duque de Baviera y Teniente General de sus tropas, Barón de la ciudad de Louvignies, Gobernador de la Plaza de Charleroi (Flandes), ma- riscal de Campo de los reales ejércitos de Felipe V y caballero de Calatrava, y de doña Isabel Teresa Antonia de Cassina, hija de los condes de Ubesein, en Flandes. Este matrimonio tuvo una hija llamada Ana María, nieta del personaje que nos ocupa y a la pos- tre su heredera, ya que tanto Juan Alfonso como su otro hijo lla- mado Fernando, fallecieron antes que su padre.

Alonso de Peralta falleció el día 7 de julio de 1746, a las 11 de la mañana. Por estas fechas aún vivía su mujer, Antonia Josefa Meléndez Ayones, por lo que ordenó se la devolvieran los bien- es aportados al matrimonio. Quedaron como herederas de sus bienes libres su hija Antonia, Condesa de Mansilla y residente en Santander, y su nieta Ana María, hija de Juan Alfonso, el primo- génito. Ana María también quedó como sucesora en sus mayo- razgos: el que había sido fundado por Diego Martínez de Peralta, Oidor del reino de Chile y después en la ciudad de La Plata, en 1584; el de Alfonso Cascales de Guadalajara y el de María de Mesa, éste último consistente en un patronato de obras pías. Por parte del mayorazgo de los Cascales le correspondían las casas principales de la parroquia de la Trinidad (Actual palacio de Mansilla, sede del Colegio Universitario Domingo de Soto), sus cocheras y paneras, una casa nueva mandada construir por don Alonso para su hijo primogénito y ciertas rentas.

En el inventario de sus bienes (102) se tasaron 33.908 rs. en ropa blanca (4,60%); 113.401 rs. en joyas de oro, plata y dia- mantes (13,06%); 3.372 rs. en menaje de cocina (0,38%); 42.536 rs. en pinturas del camarín y el oratorio (4,90%); 23.548 rs. en amueblamiento y carruajes (2,71%); 16.814 rs. en vestidos (1,93%) y 9950 rs. por un caballo, dos mulas y sus guarniciones (1,14%). Las rentas del mayorazgo de los Peralta (103) ascendí- an a la cantidad de 45.304 rs; las rentas del mayorazgo de Antonia Josefa Meléndez (104) ascendían a 72.546 rs.; la hacien-

422 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS da raíz de Fuente de Coca rentaba 9.374 rs., el total de estas ren- tas significaba el 14,60%; varios efectos de Antonia Meléndez de su dote valorados en 21.982 rs. (2,53%); la hacienda raíz del lu- gar de Saornil (Ávila), valorada en 273.431 rs. (31,51%); 164.071 rs. en dinero metálico (18,90%); y 31.500 rs. del oficio de regidor (3,63%).

A continuación vienen las cuentas y particiones entre las dos herederas, su hija Antonia de Peralta y Cascales y su nieta Ana María de Peralta y Cascales. El cuerpo de hacienda sumaba la cantidad de 721.778 rs. (24.540.452 mrs.), de lo que había que descontar por varios conceptos la cantidad de 272.089 rs., así los bienes gananciales habidos en el matrimonio fueron 246.969 rs, tocado cada uno a 123.484 rs. Una vez hecha la liquidación de lo que había aportado cada esposo al matrimonio, las herederas de don Alonso, su hija y su nieta, cobraron 88.553 rs. cada una, y a su esposa, la correspondieron 492.264 rs.

La suntuosidad de su casa es la propia de los miembros de la clase a la que pertenecía y de similar decoración (105). Cabe destacar que disponía del servicio de tres criados, varios coche- ros y lacayos, un ama de cría y tres criadas más, una de ellas de nacionalidad flamenca. A todos ellos les dejó diversas mandas en dinero además de pagarles sus correspondientes salarios. Entre las diferentes mandas que dejó a sus parientes se citan un cua- dro de San Jerónimo, otro de la N.ª S.ª de la Soledad, otro de N.ª S.ª de la Anunciación y otra del Tránsito de su Divina Majestad.

Entre las cantidades que se restan del cuerpo de hacienda an- tes de efectuar el reparto de los bienes, cabe destacar varias par- tidas. En primer lugar se incluyen 1587 rs. que se debían a los “oficiales de su casa”. ¿Quiere decir esto que tenía artesanos de al- guna clase de industria trabajando para él? En segundo lugar ca- be destacar los 8340 rs. que se pagaron a los criados para la sa- tisfacción de sus salarios. En tercer lugar llama la atención los 3.600 rs. que se emplearon para la manutención de la casa du- rante cuatro meses, cantidad que nos puede servir para hacernos

423 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA una idea sobre los gastos que se producían en el hogar como con- secuencia de la vida cotidiana: 10.800 rs. al año, o lo que es lo mismo: 29,58 rs. diarios. Por último, se cita lo que pagaba por el diezmo del trigo y la cebada, impuesto que suponía el 10% de la producción y que se pagaba a la Iglesia: 1435 rs., lo que supone unos ingresos de 14.4350 rs. como mínimo por estos conceptos.

Ordenó ser sepultado en la capilla mayor de la iglesia de Santísima Trinidad, de la que era patrono además de ser feligrés de dicha parroquia. No quiso que su entierro fuera demasiado dispendioso, aunque si dejó encargado que se dijeran 2000 mi- sas repartidas por diferentes conventos de la ciudad para la sal- vación de su alma. De todos modos los gastos derivados del en- tierro y funeral fueron cuantiosos: 22.944 rs., a lo que habría que sumar 28.012 rs. en mandas a extraños y 4.477 rs. en mandas a familiares, en total: 55.431 rs.

340º. ESTEBAN BONIF AZ.- Sustituyó a su padre en el Regimiento, Melchor Bonifaz Godínez, el día 9 de febrero de 1700, y tras 35 años de ejercicio renunció su oficio en su primo Diego de Artacho el día 12 de marzo de 1735.

Hijo de Melchor Bonifaz Escobedo Godínez, regidor de Sego- via, y de María de Elorriaga. Nieto por parte paterna de Esteban Bonifaz, regidor, y de Catalina Asenjo Osorio, también pertene- ciente a una familia de antigua tradición en el Regimiento. Casó con Manuela de las Peñas, hija del licenciado Manuel de Peñas, abogado de los Reales Consejos y Corregidor de Tordesillas y de Manuela Gálvez, difuntos; señora que aportó al matrimonio 141.394 rs. de vellón y 3.163 rs. de plata doble. Él le ofreció a ella en arras 4.000 ducados, con lo que le podemos calcular una fortuna diez veces mayor en el momento de casarse, es decir, de unos 40.000 ducados.

Estaba domiciliado en las casas de su mayorazgo, sitas en la parroquia de San Facundo, y era Conde de Santibáñez del Río,

424 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS título que le había sido concedido por Carlos II a Diego Godínez y Brochero en el año 1688.

Entre los años 1747 y 1750, su hija y heredera, Antonia Boni- faz Escobedo Godínez y Brochero, Condesa de Santibáñez, hizo inventario de sus bienes. Solamente se especifican los bienes muebles, consistentes en 23.764 rs. en alhajas de oro y plata (25,17%); 3713 rs. por las pinturas de la antesala, el estrado y la alcoba (3,93%); maderaje y escritorios 5.204 rs. (5,51%); cobre 1467 rs. (1,55%); vestidos y tapices 10.978 rs. (11,63%); ropa blan- ca 9279 rs. (9,83%); coche y mulas 5100 rs. (5,40%); y 34.887 rs. en deudas a favor (36,95%). Según se especifica en este docu- mento con estos bienes no se alcanzaba para satisfacer lo que ha- bía aportado Manuela de las Peñas, su mujer, al matrimonio. Pero sabemos que además de las casas principales de San Facundo, con fachada principal a la calle Ancha (actual calle Colón) y co- lindantes con las casas del conde de Puñoenrrostro, tenía pose- siones en Salamanca, Buitrago y ciertos patronatos, capellanías ju- ros y censos. También gozaba de tierras de pan llevar en los tér- minos de Armuña, Pinilla y Pascuales, pertenecientes al mayo- razgo de Diego Bonifaz, que estaba arrendadas con contrato de 8 años, pagando al año 35 fanegas de trigo y otras 35 de cebada, todas ellas puestas en Segovia.

Su hija y heredera estaba casada con Antonio de las Peñas, lo que nos hace pensar en este caballero como en un cercano pa- riente por parte de su madre. No dejaron descendencia, por lo que el condado de Santibáñez pasó, a su muerte, a poder de Gon- zalo de Artacho Bonifaz. Esteban Bonifaz y Manuela de las Peñas habían adoptado al padre de Gonzalo Artacho, es decir, a Diego Artacho, y se habían comprometido a pagarle alimentos, por lo que este derecho lo heredó Gonzalo con el Condado (106).

341º. FRANCISCO BERNARDO ASENJO ZAMORA.-Ingresó en el Regimiento el día 9 de febrero de 1704 en lugar de su pa-

425 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA dre, Francisco Asenjo Osorio. Permaneció en ejercicio durante 53 años y el día 17 de septiembre de 1757 renunció el oficio en Ber- nardo de Aliza y Ortega Lara.

Caballero de Santiago y coronel de los reales ejércitos, nació estando su familia de paso en Madrid, en el año 1685. Hijo de Francisco Asenjo Osorio, regidor de Segovia, y de Mariana Luisa de Herrera, ambos naturales de Segovia. Fueron sus abuelos pa- ternos Francisco Asenjo Osorio, regidor de Segovia, y Mónica Muñoz de Intestrosa, y sus abuelos maternos Diego de Herrera de Peñalosa, caballero de Calatrava, y María de Hinojosa y Mon- talvo. Familia segoviana de larga tradición como regidores, todos ellos recibidos en los Nobles Linajes, habiendo desempeñado muchos de ellos cargos de justicia por el estado noble. Emplea- ban el apellido Zamora por haber heredado un mayorazgo, pero su verdadero apellido era el de Asenjo Osorio, a cuyo mayoraz- go estaba adscrita la capilla de la Sacristía de la Santísima Trinidad como enterramiento de la familia.

El mayorazgo de los Zamora había sido fundado por el po- deroso linaje de hombres de negocios de ese apellido en el siglo XVI. Rodrigo de Zamora, fundador del mayorazgo, fue un rico cambista que además fue balanzario de la Casa de Moneda Vieja. A su muerte pasó a su sobrino, Antonio de Zamora. Un hijo de éste llamado Antonio de Zamora Osorio, regidor de Segovia, pro- curador en Cortes y tallador mayor de la Casa de Moneda, fue el siguiente en la sucesión del mayorazgo. Este caballero casó con Isabel de Dueñas y Asenjo y tuvieron a Juan de Dueñas, que fue regidor depositario, y a Antonio de Zamora Osorio, que siguió con el oficio de regidor depositario tras renunciarle en él su her- mano. Aunque casó con Andresa Astara de Junguito, esta línea quedó sin sucesión.

De este modo el mayorazgo pasó Francisco Asenjo Osorio y Zamora, regidor de Segovia, perteneciente a los Nobles Linajes, familiar del Santo Oficio y tallador mayor de la Casa de Moneda. Este caballero pasó a Indias donde logró ciertas encomiendas de

426 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS indios y de donde trajo una lámpara de plata que donó a la Virgen de la Fuencisla. Casó con Catalina de Arrellano con quien tuvo cuatro hijos, Francisco, sucesor en el mayorazgo; Mónica; Catalina, esposa de Esteban Bonifaz y Godínez, caballero de Alcántara y regidor; e Isabel.

Francisco Asenjo Osorio Zamora y Arellano fue también regi- dor de Segovia, miembro de los Linajes y tallador mayor de la Casa de Moneda, casó en segundo matrimonio con Mónica Mu- ñoz de Inestrosa y tuvieron cinco hijos: Ana, casada con Fernan- do del Río y la Hoz, Francisco, el siguiente en la línea de suce- sión, Diego, Manuela y Juana.

Francisco Asenjo Osorio, regidor de Segovia y tallador mayor de la Casa de Moneda, fue el sexto en la sucesión del mayoraz- go. Precisamente, uno de los bienes pertenecientes a dicho vín- culo, era la casa conocida como Casa del Sello por estar en ella instalado el sellado de paños y fue durante su vida cuando se arrendó a la fábrica de paños para cumplir con esta función. Casó con Mariana Luisa de Herrera y tuvieron a Francisco Bernardo Asenjo Zamora, el personaje que nos ocupa.

Casó en 1717 con Francisca Ignacia de Cáceres y Cepeda, se- ñora de Lobones, con quien no tuvo descendencia, por esta ra- zón el mayorazgo pasó a la línea de su tía Ana Asenjo, casada con Fernando del Río y la Hoz, cuya hija, Francisca Ana del Río, esposa de Juan de Ortega Lara, fue la siguiente en la posesión de este mayorazgo de los Zamora. A ésta última la sucedió su hi- ja María Eugenia Ortega Lara, que casó con Gaspar de Alayza y Zuazo, y tuvieron a Bernardo de Alayza Ortega Lara, regidor de Segovia, señor de Castrejón y maestrante de Ronda, quien suce- dió en los mayorazgos a la muerte de Francisco Bernardo Asenjo Zamora.

Por la lectura de su testamento (107) sabemos que estuvo profundamente enamorado de su “muy amada esposa”, razón por la cual ordenó ser sepultado junto a ella en la capilla del ma-

427 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA yorazgo de los Cáceres en la iglesia del convento de San Fran- cisco, a pesar de disponer de entierros propios en la capilla de la Sacristía de la Iglesia de la Santísima Trinidad.

Como suele ser habitual entre los miembros de la oligarquía segoviana que mueren sin herederos directos, la mayoría de sus bienes libres los empleó en obras pías y fundaciones religiosas para la salvación de su alma y la de su difunta esposa. La devo- ción que los miembros de esta familia tributaron a Nuestra Señora de la Fuencisla, queda patente con la fundación de una capellanía de misas cantadas en el Santuario, que se debían de celebrar los 52 sábados del año.

Declara que había tenido y criado desde niño a Melchor de Contreras, hijo de sus primos Luis de Contreras, marqués de Lozoya, y de María Luisa de Peralta, y en el momento de su muer- te aún vivía con él en su casa; por el cariño que le profesaba ha- bía hecho ciertas diligencias para que vistiera el habito de caba- llero de la orden de San Juan y dejaba 10.000 ds. para que se pa- gasen los 26.000 rs. que costaba el pasaje y para cubrir el resto de gastos que se ocasionasen a la hora de realizar las pruebas ne- cesarias para ello.

Una de las características comunes a la mayoría de los miem- bros de la oligarquía es la de intentar dejar permanente memo- ria de su paso por este mundo. Las fundaciones asistenciales, las mandas testamentarias a instituciones educativas y las obras de caridad para con los pobres, son buena prueba de ello. Dentro de este tipo de legados destinados a efectuar una buena obra, a la vez que dejar un recuerdo permanente y motivo de agradeci- miento, podemos incluir la donación que de ciertos caudales hi- zo a la ciudad de Segovia a través de su Ayuntamiento. En con- sideración a los muchos años que tuvo el honor de ser uno de sus capitulares y al afecto que declara haber tenido al pueblo se- goviano, parecer ser que en los últimos años de su vida había estado en la villa y corte de Madrid, a su propia costa, con el fin de obtener la confirmación de los privilegios que a lo largo de

428 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS la historia habían hecho los reyes a la Ciudad. Los gastos que le habían ocasionado estas gestiones ascendían a la cantidad de tre- ce o catorce mil reales y como el Ayuntamiento se hallaba in- merso en grandes gastos y crecidos empeños, le perdonaba di- cha cantidad más todos los salarios de los años atrasados que se le debían por el ejercicio de su función. También donaba 6.000 reales para ayuda de principiar los gastos correspondientes a los apeos de los alijares, términos y mojoneras de la ciudad. Según su propia declaración consideraba a esta labor como una de las importantes de todas las que tenía pendiente de hacer la ciudad, pues significaba la garantía para poder conservar sus propios y sus rentas. Terminaba esta declaración rogando a sus compañe- ros de Consistorio aceptasen dicha donación y que le perdona- sen cualquier omisión que hubiera podido tener a lo largo de los muchos años que había ejercido como regidor y en todos aque- llos asuntos en los que hubiera actuado como comisario.

Para poder sufragar todos estos gastos dejaba ordenado que se vendiera su cabaña ganadera con todo lo a ella anejo, y con el dinero que sobrase se fundase una capellanía para casar huér- fanas o para entrar éstas en religión.

La cabaña se vendió en pública subasta con todas sus perte- nencias, incluidos los pastos de Extremadura, los de la montaña y los de los puertos de Segovia. Estaba formada por 12 rebaños que hacían un total de 10.691 cabezas: 8485 ovejas y 2206 car- neros, después de haber sido apartadas las piaras de los pasto- res, las tuertas, manías y achacosas. A ello había que sumar 180 cabezas más tras regular 22 jacos con su manta respectiva, cos- tal, alforjas y soga cada uno por 5 cabezas; 39 perros, igualando uno por cabeza y 31 calderos del mismo modo. En total, tras añadir estas pertenencias anejas, ascendía el número de cabezas a la cantidad de 10.871.

Comenzada la subasta se ofrecieron 42 rs. por cabeza por par- te del primer postor, un real más por cabeza ofreció el segundo pos- tor, y, por último, le fue adjudicada al tercer postor que había ofre-

429 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA cido la cantidad de 45 rs. por cabeza, pero con la obligación de de- positar 10.000 ds., es decir, 110.000 rs. de fianza sobre la operación.

Los compradores fueron Rodrigo de Mendoza, marqués de Villagarcía y mayordomo del Rey, y su hermano Mauro, del Consejo de Indias. La entrega de la cabaña se realizaría el día 12 de octubre, momento en el que se entregarían otros 22.000 ds. más y el resto se pagaría por San Juan de Junio. Los comprado- res también se hicieron cargo de los pertrechos que los rebaños tenían en Extremadura y los anticipos hechos a los pastores. Los primeros subían a 16.244 rs, y los segundos a 15.144 rs. La ven- ta llevaba incluida todos los derechos de posesión de las dehe- sas, puertos, pastos, hierbas, entradas, salidas, usos, costumbres y servidumbres, y aguas estantes, corrientes y manantes, todo ello libre de censo y tributo. El precio total de venta fue de 489.195 rs., es decir, 16.632.630 mrs.

Resulta curioso el proceso de la subasta. El comprador exigía la retirada de todas las ovejas viejas, achacosas e imposibilida- des, de tal modo que todo el ganado estuviera de recibo sin pa- decer ningún mal contagioso de viruelas, combalidad u otras en- fermedades que puedan ser descubiertas en el término de la en- trega del ganado. La cabaña debía de ser entregada entre los 12 y 17 de octubre, bien en las cercanías de Segovia, Ávila o Sala- manca, en cualquiera de los tres sitios siempre y cuando fuera el mejor para el ganado y en presencia de los mayorales. Hasta el momento de la entrega todos los gastos correrían a cargo de la testamentaría, obligándose a pagar todas las deudas o hipotecas con que pudiera estar gravada dicha cabaña.

Ordenaba ser enterrado con el hábito de San Francisco pero cubierto por encima con el de su orden, llevando las insignias de caballero de armas según la costumbre. Pedía a sus testa- mentarios que no asistiese música alguna a los actos religiosos procurando ser lo más moderados posibles. Encargaba se dijeran por su alma 6000 misas rezadas con la mayor brevedad posible y las de San Vicente Ferrer.

430 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

342º. PEDRO DE CHAVES GIRÓN Y SALCEDO.- Heredó el oficio de su padre, Francisco de Chaves Girón, e ingresó en el Regimiento el día 5 de febrero de 1706. Permaneció en el cargo durante 13 años y el día 25 de noviembre de 1719 lo renunció en su hermano Manuel Chaves Téllez Girón. Este oficio era de los vitalicios, es decir, no pertenecía en propiedad a su desempe- ñante, por tanto estaba expuesto a perderlo en caso de cometer algún error en la trasmisión del oficio vía renuncia.

Gentil-hombre de boca de S. M., había sido recibido en la Jun- ta de Nobles Linajes en el año 1666. Fue procurador en cortes en el año 1712 y disfrutaba del título nobiliario de Marqués de Quin- tanar.

Hijo de Francisco de Chaves Girón y de María de Salcedo y San Millán, pertenecía a una familia de larga tradición en el Ayuntamiento, pues, como hemos visto más atrás, tanto por línea paterna como materna, sus antepasados habían ocupado regidu- rías desde hacía varias generaciones. Casó con Ventura de Contreras de quien debió de estar profundamente enamorado.

Las causas de su muerte se desconocen, pero desde luego no fue por causa natural, sino como consecuencia de algún acci- dente del que no conocemos más detalles. En una nota que pre- cede a su testamento (108) dice: “Por lo grave e impedido que estoy de mi accidente declaro a mi confesor lo siguiente...” Indica el deseo de ser sepultado en el convento de los Jerónimos y la intención de dejar a su esposa como heredera de todos sus bienes libres una vez satisfechas todas sus deudas.

El testamento es muy breve. Posiblemente fue dictado de pala- bra a su confesor antes de morir. Y, precisamente, dejaba a dispo- sición de éste, cierta cantidad de dinero para realizar unos encargos que le tenía encomendado y para distribuirlo en obras benéficas.

El domicilio de este caballero estaba en la calle Real, parro- quia de San Martín, la famosa Casa de los Picos, perteneciente al

431 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA mayorazgo de la Hoz. La casa estaba bellamente decorada de cuadros y tapices, como solía ser habitual en las casas de las cla- ses adineradas de Segovia de la época. Se citan más de cuaren- ta cuadros todos ellos de carácter religioso (109) y solamente un retrato del rey Carlos II. Los tapices unos eran de carácter reli- gioso: 8 paños de la Historia de la Creación del Mundo, y otros de tipo profano: 8 paños de montería. Como viene siendo habi- tual, también poseía una rica vajilla de plata cuyo peso era de 1507 onzas, que es tasada por los contadores valorando la onza a un escudo, por tanto sumaba 15.070 rs. de plata.

En el inventario de bienes se citan 8630 rs. en pinturas, (8,70%); 13.383 rs. en tapices, (13,50%); 4317 rs. en ropa blanca, (4,35%); 6821 rs. en bienes de casa, (6,88%); 4243 rs. en muebles, (4,28%); 11.302 rs. en caballos, coches y armas, (11,40%); 5206 rs. en vestidos, (5,25%); 18.464 rs. en vajilla de plata (se añaden 2394 rs. más a los 15.070 de plata, al pasarlos a vellón), es decir, el 18,63%; y por último, en dinero y efectos cobrados 29.717 rs. (30%). Todo ello hacía un cuerpo de hacienda de 3.368.830 mrs. Resulta que su esposa había aportado de dote 8.000 ds., él le ha- bía ofrecido en arras otros 2000 ds. y ella había recibido de cier- tas herencias 3.157.952 mrs, así que una vez hechos los descuen- tos pertinentes se dejaba a deber a la esposa la cantidad de 2.025.366 mrs. después de haber cobrado íntegramente los bienes libres de su esposo.

Dejaba a sus criados 130 fanegas de trigo a cada uno. No sa- bemos cuantos criados tenía, pero se contabilizan en el inventa- rio de bienes 1722 fanegas de trigo y 429 de cebada, si éstas eran para repartir entre los criados, podemos suponer que tuviera, al menos, 13 criados, lo que no es de extrañar para esta clase de gente.

En las capitulaciones matrimoniales que se llevaron a cabo cuando se efectuó el matrimonio entre Manuel de Chaves y Fuencisla Orobio Recalde Bravo de Mendoza, se dejó estableci- do que en caso de muerte de Pedro de Chaves, su hermano Ma-

432 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS nuel, heredero de los mayorazgos, pagaría a la viuda de éste, Ventura de Contreras, 600 ducados anuales de las rentas de los mayorazgos.

Dejaba como heredero de sus mayorazgos y del oficio de re- gidor a su hermano Manuel, con el encargo de que cuidara a su esposa “por lo mucho que sabe que la he querido”.

Sepultaron al Marqués de Quintanar en la capilla que poseía en el convento del Parral, dejando todo lo relativo al entierro a disposición de su esposa (110).

343º. JUAN DE CONTRERAS GIRÓN.- Ingresó en el Regi- miento en sustitución de Andrés de Chumategui, caballero que había desempeñado el oficio en régimen de alquiler, el día 7 de abril de 1706. Este oficio pertenecía a su esposa, que le había he- redado de Francisco de Ortega Lara, pues el oficio que había desempeñado su padre, Luis de Contreras, lo heredó Pedro de Contreras, hermano del personaje que nos ocupa. Permaneció en el cargo 22 años y transcurrido este tiempo lo renunció en Francisco Alfonso de Tapia Serrano.

Hijo de Luis de Contreras Suárez, Marqués de Lozoya, y de Teresa de Tapia. Nieto por parte paterna de Juan de Contreras y de Antonia Suárez de la Concha y por parte materna de Francis- co de Tapia Serrano y de Eugenia de Contreras. Casó con Fran- cisca Bernarda de Ortega Lara Villafañe, hija de los marqueses del Arco, con quien tuvo dos hijos: Juan y Luis de Contreras.

Al morir su padre, solamente heredó de bienes libres la can- tidad de 3.280.154 mrs., pues era el sucesor de los mayorazgos de la familia y el grueso de los bienes libres de su padre se los llevó su hermano Pedro. Las bases económicas de su padre eran, fundamentalmente, agrícolas y ganaderas —ganado vacuno es- pecialmente—, aunque también tenían una considerable fortuna en bienes inmuebles urbanos, todo ello perteneciente a los dis-

433 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA tintos mayorazgos que poseía: El de los Contreras, el de los He- rrera, el de los Suárez de la Concha y el de López Losa.

Juan de Contreras Girón, Marqués de Lozoya, Señor de Santa Cruz y Castillejo, Gentil-hombre de Cámara de S. M. y regidor de Segovia, murió fuera de nuestra ciudad, en el Molar, en el mes de abril de 1722, y de allí se condujo su cuerpo a Segovia para ser enterrado en la capilla mayor de la iglesia del convento de San José de Carmelitas Descalzos, de la que era patrón. Se hizo entie- rro mayor con clamores, en el que asistieron las ordenes religio- sos acostumbradas y fue sepultado con el hábito de San Francisco. Había dejado ordenado que se dijeran por su alma 3000 misas y encomendado el reparto de mandas entre amigos, criados y pa- rientes. El testamento le hizo su esposa por poder que él le había concedido para ello, y en él podemos apreciar lo que ya viene siendo habitual entre los regidores segovianos: Una marcada en- dogamia tanto familiar como conciliar. Las leyes prohibían expre- samente que ejercieran oficio de regidor parientes en primer gra- do y en este caso tenemos que decir que el cumplimiento de la ley brillaba por su ausencia, pues su hermano Pedro ejercía el ofi- cio de regidor que había heredado de su padre, su tío Manuel de Chaves Girón de la Hoz, Marqués de Quintanar, era también regi- dor, igual que su cuñado Antonio de Peñalosa Machuca.

Por la lectura de su testamento (111) se le supone un buen creyente y muy devoto de N.ª S.ª de la Concepción. Tenía un su oratorio una imagen de la Concepción, otra de N.ª S.ª del Rosario y otras de Santa Teresa y ruega encarecidamente que estas tres imágenes nunca salgan de ese lugar.

Nombraba herederos de sus bienes a sus hijos, mejorando en el tercio y remanente de quinto a su hijo Juan. También dejaba diferentes mandas a familiares y, por supuesto, no se olvidaba de los criados, sobre todo de los más antiguos en la casa

Resulta que su esposa, murió al año siguiente e hizo testa- mento (112) el día 14 de marzo de 1733, nombrando como su

434 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS heredero a su hijo Luis, por lo que se supone que su hijo Juan había muerto por estas fechas.

Por estos documentos sabemos las rentas que disfrutaban Juan de Contreras Girón y Francisca Bernarda de Ortega Lara, marqueses de Lozoya, por sus respectivos mayorazgos (113):

1. El mayorazgo de Pedro de Aguilar, que poseía la señora marquesa, gozaba de unas rentas de 20.803 rs. y 186 fanegas de trigo y 106 de cebada. Estaba constituido por censos y juros y la casa principal de San Martín (se refiere a la casa que hoy en día se conoce como Torreón de Lozoya), dos accesorias, otra en la Plaza Mayor, otra en Barrionuevo, otra en la calle de San Francisco y otra en el Salvador. También tenía en los lugares de Mozoncillo, Carbonero el Mayor, Aldea del Rey, Añe y Cobos 202 fanegas de Trigo y 118 de cebada, a lo que hay que sumar el molino que lla- maban de los frailes, un esquileo en Santo Domingo del Pirón — libre y malparado—, una casa en Mozoncillo y otra en Añe. Este mayorazgo tenía de cargas contra él la cantidad de 9906 rs.

2. El mayorazgo de López Losa rentaba al año 13.779 rs., 60 fa- negas de trigo y 14 de cebada. Sus cargas ascendían a 8.588 rs. Es- taba constituido por las casas principales donde vivía el Marqués, en la calle de la Almuzara, una casa contigua a ella, otra frente a la Catedral, otra en el Patín, otra en la Plaza Mayor, unas casas principales en Hontoria, cinco casas en el barrio del Mercado, otra en la calle de la Plata, otras dos en Santo Tomás. Además de esto disfrutaba de cinco cercas y del molino de Hontoria y diferentes censos y juros.

3. El mayorazgo de los Herreras y Montalvos rentaba 1.950 rs., constituido por diversos censos, una casa en el lugar de Castillejo —de aquí le venía el Señorío de dicho lugar—, las casas princi- pales del mismo lugar, 34 casas en la ciudad de Valladolid, de las que no tenía noticias sobre ellas ni de sus rentas, el término re- dondo de Santa Cruz en Palencia, unas haceñas en el Pisuerga y diferentes fanegas de trigo en Nava del Rey.

435 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

4. Los mayorazgos de los Contreras y de los Suárez de la Concha que gozaba de unas rentas de 23.645 rs. y 617 fanegas de pan. Sus bienes eran los siguientes: Una casa en la Plaza Mayor, otra en la calle Gascos, otra en la Canaleja, otra en San Millán, otra contigua a ésta, otra en Santa Eulalia, otra en Barrihuelo, otra en la Almuzara, cuatro casas en el barrio de la Parrilla en Segovia, dos en San Lorenzo, dos en el Patín, dos en la calle Real, otra en la Herrería, dos en San Esteban, las casas principales de Marazue- la, las casas principales de la villa de Lozoya, diversos censos y juros, tres cercas en Revenga, dos huertas en la ribera del Eresma, tierras y prados en el Mercado, y las heredades, pastos y prados en la villa de Lozoya. También se citan heredades en Zamarrama- la, la Lastrilla, Agejas, Cojeces de Iscar, villa de Fuentes, Marazue- la, término de Castellana, Abades, Martín Miguel y Valverde. En total 617 fanegas de pan: 336 de trigo y 281 de cebada. Por últi- mo, este mayorazgo tenía 3.372 rs. de cargas.

Según las cuentas del escribano sumaban todas las rentas lí- quidas la cantidad de 43.308 rs. en dinero y 635 fanegas de tri- go, 187 de cebada y 19 de centeno. Se fijaban para gastos de ali- mentos de Luis de Contreras 14.000 rs. al año para su educación, enseñanza, asistencia de capellán, un criado, una criada, un co- chero con un coche y dos mulas, que es lo que correspondía a “la decencia de su clase”.

En las cuentas y particiones (114) se especifica que cuando se casaron en el año 1706 él había prometido en arras 3000 duca- dos, que entonces no suponían la décima parte de sus bienes, y ella llevaría los mayorazgos de los Villafañe y de Pedro de Aguilar, al haber sucedido en ellos a su padre Francisco de Ortega Lara, y los muebles pertenecientes a dichos mayorazgos. Y por bienes libres llevaría 71.000 rs. y 500 fanegas de pan de la herencia de doña Inés de Chaves Girón, marquesa del Arco, su madre, de las rentas de dichos mayorazgos. Juan de Contreras ha- bía heredado de su padre 3.380.174 mrs. más la legítima de su madre que ascendía a 774.358 mrs. Como su hijo Juan falleció en el intervalo en que se hacían las cuentas, y poco después falleció

436 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Francisca Bernarda, su mujer, quedó como único e universal he- redero de los dos Luis de Contreras.

Los bienes de casa ascendían a 6.679.070 mrs. repartidos de la siguiente manera: 279.026 mrs. en muebles (4,17%), 148.472 en pinturas (2,22%), 1.221.984 mrs. en armas y vestidos (18,30%), 1.164.816 mrs. en joyas de oro y diamantes (17,44%), 926.395 mrs. en plata labrada (13,87%), 60.153 mrs en menaje de cocina (0,90%), 314.055 mrs. en ropa blanca (4,70%), 1.675.069 mrs. en coche y mulas (25,07%) y 889.100 mrs. en tapices (13.31%).

A través de estos datos podemos presumir una casa bella- mente decorada, como viene siendo habitual, con todos los lu- jos y comodidades disponibles. Se mencionan varias tapicerías, una de ocho paños de columnas, otra de seis paños de monte- ría y otra de seis paños de la Historia de Hércules, además va- rios tapices viejos y una alfombra de El Cairo. La colección de pintura y escultura es numerosa: 38 obras en total, arte religioso y arte profano en partes iguales. En el arte profano predomina la pintura paisajista, aunque caben destacar dos obras mitológi- cas: El Robo de Elena y el Incendio de Troya. En la pintura reli- giosa además de la variedad de los temas, diferentes santos y santas y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, lo que hay que destacar es la variedad de soportes: se inventarían obras en soporte de tela, retablos de madera, cobre, vidrio y piedra de mármol y ágata. Desde luego la imagen que no falta en ningu- no de los inventarios estudiados en ésta época son los cuadros e imágenes de la Virgen de la Fuencisla.

A los bienes de casa hay que sumar otra serie de bienes li- bres, casas en pueblos, sus muebles y apeos, dinero en efectivo y deudas, y algunas rentas, que hacían un cuerpo de hacienda de 13.055.714 mrs. Una vez hechas las cuentas de los dos cón- yuges y para simplificar, pues como se sabe al final quedó un so- lo heredero, recibió éste en dinero limpio contante y sonante de los bienes libres, una vez sufragados los gastos de entierros, mandas, etc., la cantidad de 9.454.447 mrs.

437 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

344º. FRANCISCO DE TORRES Y RIOFRÍO.-Este es otro de los pocos oficios vitalicios que aún perduran en el Ayuntamien- to. Desde luego en esta época se empieza a perder el interés por los regimientos y ya no resulta tan rentable su desempeño. El precio de los oficios se ha devaluado hasta el tercio del valor que tenían en la segunda mitad del siglo XVII, e incluso, hasta los ofi- cios perpetuos, a veces, se quedan sin cubrir por no formalizar las trasmisiones sus propietarios. Ingresó en el Ayuntamiento el día 12 de marzo de 1707, en lugar de Mateo Ibáñez de Segovia y permaneció en el oficio durante 27 años, hasta que lo renun- ció en Diego de Torres y Riofrío el día 19 de junio de 1734.

Este caballero, vecino de Coria, fue recibido en los Nobles Linajes en el año 1726, sin que podamos aportar más datos de su persona.

345º. MARQUÉS DE ALMONARI.- Este caballero fue quien poseyó el oficio de alférez mayor en calidad de administrador de los bienes embargados a la casa de los Condes de Chinchón, quienes habían disfrutado del privilegio de desempeñar perpe- tuamente dicho oficio. Con motivo de haber tomado partido Julio Sabeli, Príncipe de Albano, en favor del pretendiente al tro- no de España, el Archiduque Carlos, Felipe V como vencedor de la Guerra de Sucesión embargó el Estado del Chinchón. Treinta y un años después, se comprarían los bienes de dicho Estado pa- ra uso y disfrute del príncipe heredero de la Corona de España.

346º. PEDRO DE CONTRERAS GIRÓN.-Ésta es su segunda estancia en el Regimiento. Sustituyó a Diego de Peñalosa el día 30 de octubre de 1708 y después de 26 años de servicio fue sus- tituido por su sobrino Luis de Contreras Girón.

Hijo de Luis de Contreras Suárez, caballero de Calatrava, mar- ques de Lozoya, vizconde de Santa Cruz y Castillejo y regidor de

438 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

Segovia, y de María Teresa de Tapia y Contreras. Al ser hijo se- gundo heredó el título y los mayorazgos de la casa su hermano Juan, por tanto, para que pudiera vivir de acuerdo a su calidad, al morir su padre le mejoró en el tercio y quinto de su bienes li- bres. La fortuna en bienes libres de su progenitor ascendió a la cantidad de 16.497.061 mrs. y una vez realizadas las cuentas y repartos entre sus herederos, le correspondieron a Pedro 9.638.084 mrs.

No sabemos exactamente la naturaleza de estos bienes, pero es de suponer que, dado que su hermano Juan fue el heredero de los títulos y mayorazgos de la familia y por tanto heredó las casas donde había vivido su padre, la parte en bines libres de Juan, el nuevo marqués, se cobrara en los bienes muebles habi- dos en dicha casa, y por tanto a Pedro le corresponderían los ga- nados vacunos que poseía su padre y las heredades inherentes a ellos. Hacemos éste razonamiento basándonos en que su her- mano Juan, a juzgar por su testamento, no poseyó esta clase de bienes, pues no se hace mención a ninguna clase de ganados, por lo que es de suponer que parte de los 9.638.061 mrs. de la herencia se cobrara en ellos.

347º. PEDRO PEREX MALDONADO.-Sustituyó en el oficio a Gonzalo Artacho Bonifaz el día 8 de mayo de 1709, caballero que había desempeñado el cargo en régimen de alquiler, y 27 años después lo renunció en su hijo y homónimo el día 16 de marzo de 1736.

Familia originaria de Pedraza (Segovia), en donde habían desempeñado oficios de república por parte del estado de los ca- balleros y ratificados dichos títulos y reconocimientos por el mis- mo Condestable de Castilla, Señor de la villa. Hijo de Pedro Perex Maldonado Ortés, natural de Pedraza, y de Francisca de Varona, natural ésta última de la villa de Torrejón de Ardoz, y nieto de Pedro Perex Maldonado y de Rufina de Ortés. Nació en

439 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA

Pedraza en el año 1681, habiendo sido bautizado en su casa el mismo día de nacer y puestos los Santos Óleos en la iglesia de Santa María días después.

Formaba parte de los Nobles Linajes de Segovia y fue inves- tido como caballero de Santiago en el año 1699.

348º. LORENZO MATEU DE VILLAMAYOR.- Ingresó en el Ayuntamiento el día 13 de mayo de 1710 en lugar de Francisco Nicolás de Castro y Gallego y 25 años después fue sustituido por Diego de Silva y Herrera y Rivadeneira el día 5 de febrero de 1735.

Caballero de Santiago y del Consejo de S. M., no sabemos los vínculos que le unían con nuestra capital, pues no hemos en- contrado ningún dato al respecto

349º. CRISTÓBAL DE REQUENA Y OSORIO.- Vino a susti- tuir a su hermano Antonio Jerónimo de Requena el día 28 de ju- lio de 1711 y no sabemos por quien fue sustituido, pues el ofi- cio quedó vaco en el año 1752 por no haber presentado nadie los papeles de posesión aun siendo un oficio perpetuo. Hacia mediados del siglo XVIII son muchos los oficios perpetuos que quedaron vacantes al no presentarse ante el Consejo de la Cámara sus propietarios para formalizar la trasmisión de los títu- los. Desde hacía algunos años el oficio de regidor había dejado de ser rentable para aquellos que no lo desempeñaban directa- mente y se servían de las ventajas de su ejercicio.

350º. DIEGO JOSÉ DE T APIA SERRANO.- Desempeñó el oficio en régimen de alquiler, sustituyendo a su padre Diego de Tapia Serrano el día 28 de julio de 1711 y tras 11 años de ejer- cicio fue sustituido a su vez por Isidoro de Samaniego y Castro.

440 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS Si 1645 1647 Reg. Perpetuo Antonio del Sello Bermúdez Si 1650 1661 Reg. Alquilado Luis Daza y Velasco SiSi 1638 1638No 1645Si Reg. Perpetuo 1642 1640 Reg. Perpetuo Alonso González de la Cruz 1645 1640 Oficio acrecentado Reg. Perpetuo 1651 ¿Fco. Mercado y Peñalosa? Reg. AlquiladoSi Oficio acrecentado 1645 1649 Reg. Alquilado Pedro González SiSi 1645Si 1646Si 1645 1647Si Reg. Perpetuo 1648 1654 Juan Sánchez Bachiller 1648Si Reg. Perpetuo 1666 Reg. Perpetuo Reg. Perpetuo 1655 Alonso Santander y Mercado 1648 Francisco de Zuazo y Suárez Reg. Perpetuo Blasco Bermúdez de Contreras 1650 Luis de Guzmán Becerra Reg. Alquilado Diego de Grijalva Si 1649 1675 Reg. Perpetuo Antonio Álvarez de Sepúlveda No 1641Si 1641Si Reg. Alquilado 1642 Oficio acrecentado 1643 1645Si Reg. Alquilado 1648 Reg. Alquilado Alonso González de la Cruz 1645 Manuel Martínez de Salcedo Si 1676 Reg. Perpetuo 1645 Fernando Rosales y Aguilar 1649 Reg. Perpetuo Jerónimo de Virués Si 1649 1649Si Reg. Perpetuo Pedro de Chaves 1651 1672 Reg. Perpetuo Oficio acrecentado Si 1648 1653 Reg. Alquilado Osorio Tomás Si 1639 1645Si Reg. Perpetuo Antonio del Sello 1641 1666 Tte. Regidor Gaspar de Guzmán Si 1649 1660 Reg. Perpetuo José de San Román Nombr e del Regidor T itulo Ingr eso Cese Calidad Oficio Sustituye a 253 Francisco Frutos del Río 254 Juan Bermúdez de Navacerrada 255 Luis de Guzmán Becerra 256 Pedro Pérex Maldonado 257 Luis Daza y Velasco 258 Antonio Álvarez de Sepúlveda 259 Juan Calvo Cereceda 260 Meléndez de la Lama Tomás 261 Francisco Manuel de Peñaranda 262 Antonio de Contreras 249 Fco. Fausto Fdez de Cabrera y Bobadilla250 Pedro de Chaves Girón Si 1645 1667 Alf. Mayor perp. L. Jerónimo Fdez. de Cabrera 237 Alonso González de la Cruz 238 Antonio del Sello y Contreras 240 Alonso de Aguilar y Rosales 241 Gaspar de Guzmán 242 Luis Jerónimo de Contreras 244 Diego de Grijalva 245 José de San Román 246 Francisco Fdez. Miñano y Contreras247 Pedro Meléndez Ayones 248 Alonso Santander y Mercado Si251 1645 Jerónimo de Virués 252 Lope de Zuazo 1664 Reg. Perpetuo Antonio Fernández de Miñano 236 Fernando de Aguilar y Rosales 239 Juan Sánchez Bachiller 243 Pedro González

441 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA Si 1664 1675 Reg. Alquilado Francisco Fdez. Miñano Si 1651No 1654 1653 Reg. Perpetuo 1662 Diego de Villalva Reg. AlquiladoSi Pedro Pérex Maldonado Si 1655 1657 1671 Reg. Perpetuo 1664 Reg. Perpetuo Luis de Guzmán Si Antonio de Aguilar 1661Si 1698 1661Si Reg. PerpetuoSi 1665 Gabriel Enríquez de Tapia 1661 Reg. Alquilado 1662 Juan Golfín de Carvajal 1667Si Reg. Alquilado 1680 Reg. Perpetuo Fco. Manuel de Peñaranda 1664Si Antonio de Salcedo Si 1680 1664Si Reg. Perpetuo 1664 1693 Francisco Serrano Tapia 1664No Reg. Perpetuo 1686 Reg. Perpetuo 1698 Diego de Aguilar y Zuazo 1665 Reg. Perpetuo Luis de San Millán 1743 Pedro Frutos del Río Reg. Perpetuo Antonio de Peralta y Cascales Si 1654 1661 Reg. AlquiladoSi Villafañe Sancho de Villalva Si 1660Si 1660 1680 1660 Reg. Perpetuo 1673Si Reg. Perpetuo 1661 Juan Calvo Cereceda Reg. Perpetuo Serrano Diego de Tapia 1661Si Francisco Arévalo de Zuazo 1661 1661 Reg. Alquilado Juan de Ortega Lara 1662 Reg. Perpetuo Lope Arévalo de Zuazo No 1665 Reg. Perpetuo SiNo 1654 1655 1664 1676 Reg. Confianza Reg. Perpetuo Francisco Frutos del Río Pedro Pérex Maldonado Si 1662 1683 Reg. Alquilado Antonio de Prado y Santiago Si 1652 1680 Reg. Perpetuo Pedro de Verátegui Nombr e del Regidor T itulo Ingr eso Cese Calidad Oficio Sustituye a 285 Antonio de Aguilar y Zuazo 263 Villafañe Sancho de Villalva 264 Luis de Contreras Girón 266 Sebastián de Ortega Lara 267 Pedro Frutos del Río 268 Pedro Pérex Maldonado 269 Jerónimo de Aldana 270 Diego de Aguilar y Zuazo 271 y de la Hoz Francisco Vargas 272 Diego Serrano de Tapia 273 Lope Arévalo de Zuazo 274 Antonio del Sello Bermúdez de Contreras275 Si Antonio Enríquez de Tapia 276 Juan Golfín de Carvajal 277 1660 Diego del Castillo 278 1661 Manuel Arévalo de Zuazo 279 Reg. Alquilado Manuel Ximilio 280 Villafañe Sancho de Villalva Manuel Antonio de Salcedo 281 Cristóbal Antonio de Requena 282 Francisco de Montalvo Arévalo Zuazo283 No de Molledo Diego Terán 284 Antonio Fernández de Miñano 1662286 1669 Juan Espinosa Nuñez 287 Reg. Perpetuo Antonio de Peralta y Cascales 288 Manuel Arévalo de Zuazo Mercado Antonio de Tapia 289 Gabriel Arévalo de Zuazo 265 Antonio de Prado y Santiago

442 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS No 1665 1667 Reg. Alquilado Franciso Osorio Asenjo Si 1667Si 1704 Reg. Perpetuo 1669 Fernando del Río 1679 Reg. AlquiladoSi Francisco de Montalvo Arévalo Si 1675 1675 1691 Reg. Perpetuo 1712 Reg. Perpetuo y Vega Jerónimo A. Tordesillas Si Meléndez Ayones Tomás 1678Si 1706Si Reg. Vitalicio 1680 Manuel de Salcedo y Artiaga 1680 1692Si Reg. Alquilado 1689 Reg. Perpetuo Manuel A. Salcedo Reinoso 1682 de Molledo Diego Terán 1746 Reg. Perpetuo Francisco de Azcárate Si 1665 1685 Reg. Perpetuo Diego del Castillo No 1667Si 1683Si Reg. Perpetuo 1671 1671 Sebastián de Ortega Lara 1682 Reg. Alquilado 1707 Reg. Vitalicio Jerónimo de Aldana Francisco de Riofrío y Arévalo Si 1676Si 1693 Reg. Perpetuo 1680 Pedro Pérex Maldonado 1681 Reg. Perpetuo Luis de Contreras Girón Si 1672 1743 Reg. PerpetuoSi Antonio de Contreras 1675 1734 Reg. Perpetuo Antonio Fernández de Miñano Si 1666 1712 Tte. Regidor Luis Jerónimo de Contreras Si 1675 1752 Reg. Perpetuo y Porres Alonso de Tapia Si 1673 1708 Reg. Perpetuo Serrano Diego de Tapia Nombr e del Regidor T itulo Ingr eso Cese Calidad Oficio Sustituye a 291 Juan de Villalva 292 Antonio Bermúdez de Navacerrada293 Martín de Contreras Si296 Ignacio de San Millán y Avendaño297 1666 Juan González de Velasco 298 Juan Ruiz de Ucieda 1693299 Francisco de Azcárate Reg. Perpetuo Si300 Mateo Ibáñez de Segovia 301 Juan Bermúdez de Navacerrada Antonio Manuel de Contreras 1667302 Luis de Contreras Suárez 303 1694 Cepeda Jerónimo A. Tordesillas 304 Reg. Perpetuo Meléndez Ayones Tomás 305 Manuel Ximilio y Porres Antonio de Tapia 307 González Meléndez Ayones Tomás 308 Pedro Pérex Maldonado 309 Francisco de Chaves Girón 310 Antonio Montalvo Arévalo de Zuazo Si311 Pedro de Contreras Girón 312 José Medrano Barnuevo 1676313 Si Juan Sáenz de Vitoria 1681314 Diego de Peñalosa López Herrera Reg. Perpetuo315 1679 Reinoso Pedro Meléndez Ayones 316 Pedro Meléndez Ayones 1697 Pedro de Elorriaga y Arcárate Si Reg. Perpetuo Juan Ruiz de Ucieda 1681 Si 1708 Reg. Vitalicio 1681 1728 Pedro de Contreras Girón Reg. Perpetuo Meléndez Ayones Tomás 290 Fernando del Río y la Hoz 294 de la Lama Francisco de Avendaño 295 Francisco Asenjo Osorio Si 1667 1684 Tte. Alf. Mayor Fdez de Cabrera Francisco F. 306 Antonio Iganacio de Miñano

443 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA SiNo 1683Si 1684Si 1690 1708 1685Si Reg. Alquilado Alf. Mayor perpetuo 1686 de Lama Si Francisco Avendaño Cristóbal de Requena 1687 1687Si Reg. Perpetuo 1691 1689 Reg. Perpetuo 1706 Juan de Villalva 1690 Reg. Alquilado 1731 Juan Espinosa Núñez Si Reg. Perpetuo Francisco Ortega Lara 1711 Reg. Perpetuo Juan Sáenz de Vitoria 1692Si José de Requena 1700 1692 Reg. PerpetuoSi 1745 Esteban Bonifaz Reg. Perpetuo 1693 José Medrano Si 1709 Reg. Alquilado 1697 Pedro Pérex Maldonado Si 1713Si Reg. Perpetuo 1698 Juan Suárez de la Concha 1700 1752 Reg. Perpetuo 1735 Reg. Perpetuo Antonio de Peralta Melchor Bonifaz Godínez Si 1683 1722 Reg. Perpetuo Juan González de Velasco Si 1692 1730 Reg. Perpetuo Juan Ruiz de Ucieda Si 1698 1711 Reg. Alquilado Antonio Enríquez de Tapia Si 1683 1713 Reg. Alquilado Jerónimo de Virués Si 1691 1713 Reg. Perpetuo Juan Espinosa Reoyo Si 1706 1728 Reg. Perpetuo Andrés de Chumategui Nombr e del Regidor T itulo Ingr eso Cese Calidad Oficio Sustituye a 317 Isidoro Garma de la Puente 318 Luis de Proaño Maldonado 320 Julio Sabeli 321 Francisco Ortega Lara y Villalva 322 Juan Espinosa Reoyo 323 Andrés de Chumategui 324 José Francisco Sáenz de Votoria 325 Antonio de Requena Osorio 326 Ramírez Plaza Tomás 329 Juan de Ucieda 330 Antonio de Salcedo Reinoso 331 Antonio de Aguilar Zuazo Torquemada332 Antonio de Navacerrada y Contreras333 Si Gonzalo de Artacho Bonifaz 334 Luis de San Millán Ponce León335 1693 Si Francisco Nicolás Castro Gallego336 1719 Francisco Suárez de la Concha 337 1693 Reg. Perpetuo Luis Maza Montalvo Arévalo Zuazo338 Si 1718 Antonio de Aguilar y Zuazo Serrano Diego de Tapia 339 Reg. Perpetuo Si Alonso de Peralta y Cascales 1694340 Esteba Bonifaz Antonio Bermúdez Navacerrada Si341 1695 1695 Francisco Bernardo Asenjo y Zamora342 Reg. Perpetuo 1697 Pedro de Chaves Girón y Salcedo 1710343 Ignacio de San Millán Avendaño Juan de Contreras Girón Reg. Perpetuo Si Luis de San Millán Ponce 1704 Si Reg. Perpetuo 1757 Francisco de Montalvo Arévalo 1706 Reg. Perpetuo Francisco Asenjo 1719 Reg. Vitalicio Francisco de Chaves Girón 319 José Luis de Requena 327 y Cepeda Rodrigo de Tordesillas 328 Melchor Bonifaz Godínez Si 1691 1752 Reg. Perpetuo Jerónimo A. Tordesillas

444 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS Si 1711 1722 Reg. Alquilado Serrano Diego de Tapia Si 1711 1752 Reg. Perpetuo Antonio Jerónimo de Requena Si 1707 1734Si Reg. Vitalicio Mateo Ibáñez de Segovia 1710 1735 Reg. Perpetuo Francisco Nicolás de Castro SiSi 1708 1709 1734 Reg. Vitalicio 1736 Reg. Perpetuo Diego de Peñalosa Gonzalo de Artacho Nombr e del Regidor T itulo Ingr eso Cese Calidad Oficio Sustituye a 350 Serrano Diego José de Tapia 344 y Riofrío Francisco de Torres 345 Marqués de Almonari (Administrador)346 Pedro de Contreras Girón Si349 1708 Cristóbal de Requena Osorio 1739 Alf. Mayor perpetuo Julio Sabeli 347 Pedro Pérex Maldonado 348 Lorenzo Mateu de Villamayor

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NOTAS

(1) Estos documentos aportan una amplia información sobre la persona que lo realiza y sus familias. Nosotros hacemos hincapié en los aspectos so- ciales y económicos, pero el lector que quiera ampliar sobre otros aspectos puede recurrir a la lectura de los originales, cuya signatura indicamos a pie de página y el archivo donde se custodían dichos documentos. (2) LARIOS MARTÍN, J., op. cit. tomo IV, págs. 427-243. (3) LARIOS MARTÍN, J. op. cit., tomo I, págs. 20-25. (4) AHPS, P.º n.º 3585. (5) Ibidem, P.º n.º 1894, fols. 189 y ss. (6) Existe un grabado de esta casa reproducido en ESTUDIOS SEGOVIA- NOS, tomo VII, pág. 273. (7) Ibidem, P.º n.º 1405, fols. 586 y ss., ante Alonso Martínez el 27-12-1653. Se abrió este testamento en noviembre de 1654, protocolo n.º 1406. (8) Ibidem, fols. 591 y ss. (9) Éste término se aplica a la oveja que no queda preñada, aunque en és- te caso se aplica a las cabezas de ganado que se conceden a los mayorales y pastores mantenidas a costa del dueño del ganado. (10) Carnero padre o que ha servido para la propagación. (11) AHPS, P.º n.º 1207, fol. 722. Año 1643. (12) LARIOS MARTÍN, J. Op. cit. pags. 324-330. (13) Tela de lienzo blanco muy sutil procedente de la ciudad francesa de su mismo nombre. (14) Tela de algodón estampada en colores que se fabricaba en Ruán, Francia. (15) Tela de lienzo procedente del ducado de Anjou, Francia. (16) AHPS, P.º n.º 1101, fols. 408 y ss., ante Gregorio Martínez el 13-8-1631. Testamento de Tomás Meléndez Ayones Pérez de Villalobos (17) Ibidem, fols. 471 y ss. (18) Se mencionan doblones de a ocho, doblones de oro de a cuatro, do- blones de a cuatro de a dos caras, doblones de a dos escudos, reales de a cin- cuenta y reales de vellón. (19) Entre los materiales de fábrica se mencionan productos colorantes pa- ra el teñido de los paños como rubia, pastel, caparrosa, cendra, zumaque,

446 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS alumbre y añil; las existencias de lana de diferentes calidades; las herramientas necesarias para desarrollar los distintos oficios y la producción de la fábrica con distintas calidades de paños. (20) AHPS, J-2883, año 1690. (21) LARIOS MARTÍN, J., op. cit. tomo I, págs. 553 y ss. (22) En este pasaje podemos apreciar como el uso de los apellidos no era tan rígido como lo es hoy en día. El hecho de exigir el uso de determinados apellidos para poder usufructuar los bienes de los mayorazgos, provoca que según para el fin que sea, así se interpongan unos apellidos a otros. En este caso a su hijo Luis se le menciona siempre con los apellidos de la madre —no así a los demás hermanos que se les nombra con los apellidos paternos—; sin embargo, como para heredar los derechos a este mayorazgo de hijo segundo de la Casa de la Hoz era preceptivo usar este apellido, es la única ocasión que se utiliza el nombre y los apellidos de su hijo segundo Luis de Chaves Girón y de la Hoz Carrillo de Mendoza. (23) AHPS, protocolo n.º 1224, fols. 498 y ss. (24) AHPS, P.º n.º 1659, fols. 1000 v. y ss. (25) AMS, Libro de Actas n.º 1.043, sesión del 5 de julio de 1664. (26) AHPS, P.º n.º 1139, fols. 614 y ss., ante Gregorio Martínez el 30-11- 1659. (27) La labor del tundidor consistía en, una vez extendido los paños sobre una gran mesa, recortar e igualar el pelo de los paños con ayuda de unas gran- des tijeras para que quedara todo por igual y con una aspecto aterciopelado. Esta labor era la última a la que solía someter al producto una vez tejido, ba- tanado y sacado el pelo por los pelaires. (28) AHPS, P.º n.º 1545, fols. 538 y ss., ante Bartolomé Fernández. El 9-6- 1675. (29) Ibidem, fols. 575 y ss. (30) El nudo que forman actualmente las calles de Cronista Lecea y la con- fluencia perpendicular a ella de las calles de la Cabritería y de la Herrería. (31) AHPS, P.º n.º 1663, fols. 25 y ss., el 20-1-1670. (32) LARIOS MARTÍN, J. , op. cit. pág. 409. (33) AHPS, P.º n.º 1139, fols. 687 y ss., ante Gregorio Martínez el 21-12- 1659. (34) LARIOS MARTÍN, J., op. cit. pags. 403-108. (35) AHPS, P.º n.º 1671, fols. 215 y ss., ante Diego Martínez el 1-5-1680.

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(36) Un Santo Cristo de Burgos, La caída de San Pablo, un cuadro de Nues- tra Señora, San José y el Niño, un cuadro de San Juan y otro de la Virgen de la Calle. (37) AHPS, P.º n.º 1181, fols. 454 y ss., ante Gabriel de Olarte el 22-2 1662. (38) Ibidem, P.º n.º 1785, fols. 917 y ss., ante Mateo López el 25-7-1670. (39) Ibidem, fols. 956 y ss. (40) Ibidem, P.º n.º 1542, fols. 931 y ss., ante José Osorio de Ocaña el 20- 12-1666. (41) COLMENARES, D. de, Historia de Segovia, tomo II, cap. XXXVII, pág 175. (42) ROMÁN Y CÁRDENAS, J. op. cit. pág. 242. (43) AHPS, P.º n.º 1894, fols. 543 y ss., ante Pedro Velasco el 7-11-1694. (44) LARIOS MARTÍN, J. Op. cit. Tomo II, págs. 38-51. (45) AHPS, J-3585, ante Agustín de Fuentes en 1673. En las particiones de bienes de su mujer. Año 1686. El testamento se abrió en Madrid el 11-5-1672. (46) Un cuadro de San Segundo, obispo de Ávila, 800 rs.; un cuadro de San Jerónimo, 1000 rs.; dos cuadros, uno del lavatorio y otro de la presenta- ción de N.ª S.ª, 400 rs.; un cuadro en el que está un cautivo bebiendo, 400 rs.; un cuadro de San Eliseo, 150 rs; un cuadro de Cristo en la Pasión, 88 rs.; un cuadro de San Onofre, 24 rs.; un cuadro del Prendimiento de Cristo, 100 rs.; un cuadro de N.ª S.ª con las manos cruzadas y el manto azul, 66 rs.; un cuadro de N.ª S.ª de la Concepción. 150 rs.; un cuadro de la Magdalena, 33 rs.; un país grande en perspectiva, 330 rs.; un país grande en perspectiva, 300 rs.; un cua- dro de N.ª S.ª de la Fuencisla, 150 rs.; un cuadro de Santo Domingo, 30 rs.; dos cuadros, uno de Felipe IV y otro de la Reina Madre, 128 rs.; dos pinturas de lienzo de un Ecce-homo y N.ª S.ª, 88 rs. y 55 rs.; cuatro pinturas en lienzo de Cristo: la Oración en el Huerto, la Clavazón en la Cruz, con la Cruz a Cuestas y atado a la Columna, 200 rs.; quince pinturas de Apóstoles en el martirio a 150 rs. cada una, 2250 rs.; una N.ª S.ª, San José y el Niño, 150 rs.; un lienzo de un Ecce-homo, 55 rs.; una lámina de San Felipe Neri, 50 rs.; dos láminas con sus retablos, 44 rs.; una N.ª S.ª, 55 rs.; un San Faustino, 6 rs.; una Verónica en ta- bla, 24 rs.; una lámina del Nacimiento, 20 rs.; una lámina de N.ª S.ª del Pópulo, 24 rs.; un retablo de N.ª S.ª con sus puertas, 40 rs.; una lámina de Jesucristo, 34 rs.; una lámina de N.ª S.ª del Pópulo, 29; un Sudario, 6 rs.; una N.ª S.ª de Guadalupe, 150 rs.; dos relicarios de agnus de seda, 12 rs. ; dos vitelas de San Ignacio y de San Francisco, 4 rs.; y una N.ª S.ª, 50 rs. Escultura: un Niño Jesús de madera con su peana, 150 rs.; un San Francisco, 200 rs.; dos escaparates con vidriera, uno de la Anunciación y otro del Nacimiento, 100 rs.; un San Bernardo, 250 rs.; una N.ª S.ª de la Concepción; 400 rs.; un Niño Jesús, 300 rs.; una imagen de alabastro de N.ª S.ª del Pilar, 24 rs.; N.ªS.ª de la Concepción de

448 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS alabastro, 24 rs.; una lámina de media talla de metal dorado, 48 rs.; y un cua- drito de alabastro de N.ªS.ª, 50 rs. (47) AHPS, P.º n.º 1359, fol. 121 y ss., ante Francisco de Arredondo. (48) Ibiem, P.º n.º 1278, fol. 537 y ss., ante Antonio de Sandoval. (49) Se hace notar que en este documento las cifras vienen reflejadas en reales y algunas de ellas en maravedís. De todos modos, al convertirlas nos- otros en maravedís hemos notado algunos errores. En el testamento el cuerpo de bienes suma 11.500.366 mrs.; sin embargo a nosotros, multiplicando por 34 mrs el real, nos sale 13.625.964 mrs. (50) En esta cantidad es donde reside el mayor error, pues en el inventa- rio se especifica la cantidad de 170.757 rs., por un valor de 3.663.160 mrs. efec- tuada la multiplicación por nosotros, valorando cada real a 34 mrs., nos salen 5.805.738 mrs. (51) Ibidem, P.º n.º 1594, fols. 681 y ss., ante José Osorio de Ocaña el 29- 41668. (52) VERA, J., “Los González de El Salvador y su capilla en la iglesia se- goviana del mismo nombre”, Estudios Segovianos, tomo XI, pág. 472. Academia de Historia y Arte de San Quirce, Segovia, 1959. (53) AHPS, P.º n. º 1406, fols. 393 y ss., ante Alonso Martínez el 13-8-1656. (54) Ibidem, P.º n.º 1889, fols. 466 y ss., ante Pedro Velasco el 22-5-1686. (55) Posiblemente las casas estuvieran ubicadas en el solar en el que hoy en día está instalado el Instituto de Formació Profesional Ezquile González, an- tigua Escuela de Maestría Insdustrial. (56) Ibidem, fols. 496 y ss. (57) Vasija pequeña, generalmente de loza, con asa, que suele emplearse para tomar chocolate. (58) AHPS, P.º n.º 1675, fols. 182 y ss., ante Diego Martínez el 12-6-1678. (59) Ibidem, P.º n.º 1676, fols. 360 y ss., (60) AHPS, P.º n.º 1278, fols. 466 v. y ss., ante Antonio de Sandoval en 1692. (61) No sabemos a que puede referirse con el nombre de baudilio. (62) Piedra bezar.- Piedra negra de que en algunas partes se hacen piedras muelas de molino (63) Sobre esta casa, actual Archivo Provincial de Protocolos, ver ESTU- DIOS SEGOCIANOS, tomo XXXVI, pág. 179.

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(64) ASENJO GONZÁLEZ, M., Segovia la Ciudad y su Tierra a fines del Medievo. Segovia, 1986, págs. 397-401. (65) LARIOS MARTÍN, J., op. cit., tomo IV, págs. 261-265. (66) AHPS, P.º n.º 1664, fols. 553 y ss. (67) Ibidem, P.º n.º 1676, fols. 111 y ss., ante Diego Martínez el 25-5-1689. (68) LARIOS MARTÍN, J., op. cit. tomo V, págs. 247-262. (69) AHPS, P.º n.º 1793, fols. 423 y ss., ante Mateo López el 21-12-1658. (70) Ibidem, J-3585. (71) Archivo Histórico Provincial de Segovia (AHPS), protocolo n.º 1792, fols. 727 y ss. Ante Mateo López el 23-8-1684. (72) LARIOS MARTÍN, J., op. cit. págs. 412 y ss. (73) AHPS, protocolo n.º 1228, fols. 474 y ss., ante Antonio de Junguito el 28-9-1667. (74) Ibidem, protocolo n.º 1672, fols. 283 y ss. ante Diego Martínez el 28- 5-1684. (75) Ibidem, protocolo n.º 1679, fols. 168 y ss., ante Diego Martínez el 3- 12-1693. (76) Escritura ante Juan de Junguito el 17-7-1592. (77) Escritura ante Diego de Orozco el 21-7-1638, signada ante Eugenio Fernández en cuya escribanía se presentó. (78) AHPS, protocolo n.º 1278, fols. 325 y ss., ante Antonio de Sandoval el 4-1-1692 (79) Ibidem, protocolo n.º 1275, fols. 203 v. y ss. (80) Ibidem, protoclo n.º 1887, fols. 404 y ss., ante Pedro Velasco el 19-12- 1681. (81) Ibidem, fols. 418 y ss. (82) Ibidem, protocolo n.º 1795, fols. 953 y ss., ante Mateo López el 1-3- 1690. (83) Ibidem, fols. 986 y ss. (84) Ibidem, protocolo n.º 1894, fols. 189 y ss. (85) Ibidem, protocolo n.º 1664, fols. 499 y ss. (86) Ibidem, protocolo n.º 1690, fols. 135 y ss., el día 16-6-1706.

450 DICCIONARIO DE REGIDORES SEGOVIANOS

(87) Ibidem, fols. 168 y ss. (88) Ibidem, protocolo n.º 1796, fols. 119 y ss., ante Mateo López el 14-3- 1691. (89) Ibidem, protocolo n.º 1898, fols. 657 y ss., el día 1-10-1701 (90) Ver árbol genealógico de esta familia en ESTUDIOS SEGOVIANOS, to- mo XXXXVI, pág. 309. (91) Ibidem, protocolo n.º 1903, fols. 409 y ss. Ante Pedro Velasco, el 7-11- 1705 (92) Una cabeza de Ecce-homo, una imagen de bulto de N.ª S.ª de la Soledad, una imagen de la Concepción; un cuadro de N.ª S.ª de la Leche; un retrato de Carlos II; una lámina del Descendimiento; cuatro láminas en tabla de Santa Teresa; la Adoración de los Magos; el Nacimiento y N.ª S.ª; dos láminas de alabastro con los doce apóstoloes y Pilatos; una lámina de cobre de N.ª S.ª del Pópulo; N.ª S.ª del Prado de Ciudad Real; un cuadro de la Trinidad; un San Francisco; un cuadro del Santo Cristo con San Francisco y San Jerónimo; seis cuadros grandes de la Primavera; un retrato de Cecilia de San Millán; un retra- to de Felipe IV, dieciocho países; cuatro píses con escenas de animales; cuatro retratos de reyes y diez fruteros. (93) AHPS, protocolo n.º 1672, fols. 388 y ss. Año 1684. (94) Ibidem, protocolo n.º 2700, fols. 4-7. Año 1727. (95) Ibidem, protocolo n.º 2679, fols. 1273 y ss., ante Agustín Moche el 4- 12-1737. (96) AHPS, protocolo n.º 2738, fols. 322-360. Año 1745. (97) Ibidem, protocolo n.º 1909, fols. 645 y ss. Año 1712. (98) Ibidem, protocolo n.º 1896, fols. 1119 y ss. Año 1699. (99) Ibidem, protocolo n.º 1894, fols. 501 y ss. Año 1695. (100) Estos bienes pertenecían al mayorazgo que Antonia Josefa Meléndez Ayones había heredado de su madre doña Francisca de Contreras Girón y con- sistían en cierta cantidad de grano, una tapicería de ocho paños de Flandes y varios cuadros de retratos de emperadores. (101) AHPS, protocolo n.º 2673, fols. 810 y ss. Testamento hecho el 28 de julio de 1732 por don Alonso de Peralta y Cascales. (102) AHPS, protocolo n.º 2692, fols. 223 y ss. Año 1746 (103) Los bienes de este mayorazgo eran los siguientes: Una casa en las Cuatro Calles, una casa en la Trinidad, dos casas en San Lorenzo, una casa pa- lacio frente al convento de San Vicente el Real, tres huertas en San Lorenzo, el

451 FRANCISCO J. MOSÁCULA MARÍA molino de la Presa, el molino del Pico, el molino de la Haceña, unas tierras de pan llevar en el barrio del Mercado, en Roda, en Abad don Blasco en Etreros, en Santa María de Nieva, en y en el lugar de Orvieta, cu- yas rentas se pagaban en especie de trigo y cebada; tierras en el Salvador, en Saornil y en la Higuera, cuyas rentas se pagaban en dinero; y unos censos en Santa María de Nieva. (104) Sus propiedades eran una casa en la Real, otra en la Trinidad, otra en la Herrería Vieja, otra en la Plaza Mayor, otra en la calle del Gabán, otra en la calle de San Agustín, otra en la calle de la Plata, otra en la parroquia de Santa Eulalia y otra en la de El Salvador; el mesón del Azoguejo; varios censos en Roda, Valseca, Carbonero el Mayor y Aabades; y tierras en arriendo pagadas en especie en Carbonero el Mayor, Roda, Juarrillos, La Higuera, Espirdo y Las Lastras (Segovia); tierras cuyo arriendo se pagaba en dinero en Torrecaballeros, la Aldehuela y Cabanillas; el molino del Ladrón (Carboero el Mayor), el moli- no de Alvarado, el molino de Hortigosa; y tierras de pan llevar en los Otones, , Fuentepelayo, Aldea del Rey, Marazoleja, Marugán, Zama- rramala, Escobar de Polendos, Bernardos y Sanchidrián. (105) Sobre las casas de los Peralta y Cascales ver ESTUDIOS SEGOVIA- NOS, Tomo I, pág. 557. Casa situada en la plaza del Platero Oquendo; casa de la calle de San Agustín, 2; y casa de la calle Trinidad (Palacio de Mansilla). (106) AHPS, protolo n.º 3010, fol. 438 y ss. Posesión del condado y mayo- razgo de Santibáñez del Río por parte de Gonzalo Artacho Bonifaz. (107) AHPS, protocolo n.º 2974, fols. 180 y ss. Ante Agustín Álvarez Arintero el 1-4-1752. (108) AHPS, protocolo n.º 1916, fols. 16 y ss. Año 1719. (109) Diez cuadros de la Historia de Jacob; diferentes cuadros de la Virgen: La Concepción, la Soledad, la Fuencisla, N.ª S.ª de los Ángeles, N.ª S. ª del Pó- pulo y la Virgen de la Leche; cuadros de santos y santas como: Santa Gertrudis, Santo Domingo, San Jerónimo, San Onofre, Santa Ana y Santa Teresa; y algu- nas escenas como la Huida a Egipto, el Nacimiento y la Adoración de los Reyes. (110) La casa que hoy en día se conoce como Palacio de Quintanar pre- viamente había pertenecido a los Heredia, señores de Velagómez. En 1700 pa- só por herencia a los marqueses de Quintanar, los Chaves. La fachada de este edificio corresponde a los primeros años del siglo XVI, aunque fue restaurada hacia la mitad del siglo XX. (111) AHPS, protocolo n.º 1968, fols. 2 y ss., fehado el día 7 de enero de 1723. (112) Ibidem, protocolo n.º 1969, fols. 177 y ss.

452 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA. EL OFICIO DE TODOS LOS SANTOS

La liturgia bracarense, como la de otras Iglesias es- pañolas, hunde sus raíces en la tradición aquitana, y, en el interior de esta tradición, revela afinidades con los libros cluniacenses. Pedro-Romano Rocha, S.J. (1926-2005), in memoriam

1. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

La historia del rito romano durante la Edad Media continúa siendo un tema poco estudiado en bastantes diócesis españolas. Las raíces de la liturgia importada en Castilla desde finales del si- glo XI y las diversas expresiones que fue adoptando en su pro- ceso de asimilación nos revelan interesantes aspectos de la vida y de la fe de determinadas comunidades. En estas páginas nos vamos a aproximar al oficio litúrgico de Todos los Santos, tal y como era celebrado en la Iglesia de Segovia durante la Edad Media. Se trata, ciertamente, de una de las fiestas más importan- tes que hallamos en el Santoral del Breviarium Segobiensis, que consta de vigilia y de octava. Además, esta festividad encierra un rico contenido doctrinal y catequético acerca de la santidad de la Iglesia y del misterio de la comunión de los santos. Por otra parte, la comparación de la consuetudo litúrgica de Segovia con la de otras Iglesias o tradiciones nos permite establecer lazos de afinidad y dependencia y, al mismo tiempo, determinar cuáles son sus elementos particulares.

1.1. El rito romano en Segovia

Antes de entrar en nuestro tema, conviene recordar breve- mente algunos datos históricos acerca de la implantación del ri-

455 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B. to romano en la Iglesia de Segovia. Como es sabido, en la his- toria de la liturgia peninsular, el año 1080 señala un momento crucial, puesto que en él se sancionó con carácter definitivo en el reino de Castilla y León la supresión del rito hispano (también llamado, aunque de modo impropio, rito mozárabe). La honda aspiración europeísta del rey Alfonso VI (1065-1109) y su “devo- ción” cluniacense le indujeron a ponerse firmemente del lado de la lex romana, haciendo posible así la voluntad del papa Gregorio VII (1073-1085), quien, desde el inicio de su pontifica- do, había lanzado un apasionado ataque contra la que él califi- caba de Toletanae superstitionis illusio. Estos hechos acontecie- ron cuando Segovia estaba comenzando a ser repoblada y toda- vía no se había restaurado su antigua diócesis de época visigo- da. Aún habría que esperar cuatro décadas para que volviera a contar con un prelado propio.

La primera penetración de rito romano en suelo segoviano nos es desconocida. Debemos considerar, no obstante, que se- mejante proceso debió depender en gran medida de la vincula- ción que mantuvo con Toledo. En efecto, el 8 de mayo de 1107 Alfonso VI donó a la Iglesia primada y a su prelado la ciudad de Segovia y los territorios de Sepúlveda y Candespina (1). De este modo, durante más de una década la administración eclesiástica de Segovia estuvo a cargo del arzobispo don Bernardo (1086- 1125), un monje cluniacense francés procedente de San Orencio de Auch. Dicha administración comprendía lógicamente el pro- grama de construcción y rehabilitación de lugares de culto que debía ir paralelo a la colonización de las tierras segovianas.

Por otra parte, es muy probable que en las décadas com- prendidas entre el inicio del proceso repoblador en Segovia ha- cia el año 1088, a raíz de la conquista de Toledo (2), y su res- tauración episcopal en 1120 existiese una situación ambigua res- pecto del uso de las dos tradiciones litúrgicas. La dotación de los primeros templos, como el de San Salvador de Sepúlveda (3) o el de San Frutos del Duratón (4), no debió resultar una empresa fácil por lo que respecta a los libros litúrgicos. Porque, en medio

456 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA de una precariedad extrema, los códices hispanos no se retira- ron de forma inmediata, sino a medida que podían suplirse con otros códices romanos. Esta situación es tal vez la que refleja el Chronicon mundi de Lucas de Tuy cuando alude al concilio del año 1090 reunido en León. Aquella asamblea conciliar, cuyas ac- tas desconocemos, dispuso que el Oficio divino se celebrase en España no según la práctica romana, sino conforme a la Regla de san Isidoro de Sevilla (5).

Un segundo aspecto fundamental que influyó en la romani- zación litúrgica de la Iglesia de Segovia fue la restauración de su sede episcopal y su condición de diócesis sufragánea de la Iglesia primada. El motivo de la restauración, ciertamente com- plejo, parece estar relacionado con la necesidad de la reina Urraca (1109-1126) de reforzar su autoridad real en la región del Tras-Duero y en la conflictiva ciudad de Segovia mediante la co- laboración del prelado en su gobierno (6). El 25 de enero de 1120 fue consagrado obispo don Pedro de Agen (1120-1149), el cual había sido su arcediano mientras dependió de Toledo. Acerca del nuevo prelado debemos tener en cuenta dos datos: su origen francés y su formación en el ambiente monástico-clu- niacense del cabildo toledano (7). Sin duda, se trataba de una persona de plena confianza para el arzobispo don Bernardo.

1.2. Hacia la fijación de la consuetudo Segobiensis

Este conjunto de datos nos proporciona algunas pistas acer- ca del origen más inmediato de la liturgia implantada en Segovia. En primer lugar, es lógico pensar que los primeros códices de ri- to romano llegaron provenientes de Toledo, incluso después de restaurarse la diócesis. Por lo general, eran las iglesias metropo- litanas las que ejercían su influjo en sus sufragáneas (8). No obs- tante, no podemos descartar otras influencias, relacionadas con los flujos migratorios y con el establecimiento de órdenes reli- giosas en el territorio diocesano. Con todo, en Segovia, al igual

457 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B. que en las demás Iglesias locales, la liturgia romana atravesó por tres fases hasta llegar a su configuración particular: 1º) importa- ción de libros franceses, que sirvieron de modelos; 2º) produc- ción local de códices y proceso de asimilación vital; 3º) codifi- cación o fijación de la costumbre propia. Veamos brevemente cada una de ellas.

En las décadas posteriores al cambio de rito, los libros litúrgi- cos romanos llegaron a la Península procedentes del Mediodía francés. En Toledo este estadio está representado, para el Oficio divino, por dos antifonarios excepcionales: los Mss. 44.1 y 44.2 de la Biblioteca Capitular, ambos de origen aquitano (9). En Segovia, algunos testimonios de este momento son probablemente el frag- mento de misal-sacramentario del siglo XII, y el evangeliario con bendiciones episcopales del siglo XII-XIII (10). La segunda etapa está constituida por el proceso de asimilación vital (11), que dio origen a expresiones litúrgicas particulares en las diversas Iglesias locales. Durante este período, datado de forma convencional en los siglos XI-XII (12), en una misma diócesis coexistieron tradicio- nes rituales diferentes hasta que, en un momento dado, cada Iglesia codificó sus libros presentándolos como propios y diversos de los de cualquier otra Iglesia. A partir de aquí ya no se verifican cambios significativos. De modo que un misal o un breviario del siglo XVI muestra pocas variaciones, excepto en la sección del Santoral, respecto a su antepasado del siglo XIII (13). La culmina- ción de este proceso nos permite hablar de una costumbre o tra- dición litúrgica toledana, compostelana, bracarense o segoviana. Todas ellas “romanas” en su constitución básica, pero fruto de un verdadero esfuerzo de recepción, tanto en la adición de elemen- tos autóctonos, como en la selección y ordenación de los ele- mentos venidos de fuera. En la Iglesia de Segovia este proceso dio origen a la consuetudo Segobiensis, que se contiene, por lo que se refiere al Oficio divino, en los breviarios anteriores al Breviarium Romanum promulgado por el papa san Pío V en 1568 (14). Las rúbricas iniciales de algunos libros confirman este fenómeno. Sirva de ejemplo la que se lee en el breviario Ms. B 272: Incipit brevia- rium secundum consuetudinem ecclesie Segobienssis (f. 1).

458 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA

2. EL OFICIO OMNIUM SANCTORUM EN EL BREVIARIO DE SEGOVIA

2.1. Las fuentes

La Biblioteca Capitular de la Catedral de Segovia (=BCS) cus- todia un estimable fondo de códices litúrgicos (15), que ha sido descrito por el profesor José Janini (16) y que desgraciadamente no ha llamado la atención de los liturgistas. En ella se conservan también un buen número de fragmentos que aún están a la es- pera de ser catalogados. Para nuestro estudio voy a utilizar tres fuentes:

— BCS, Ms. B 288: breviario de Segovia (siglos XIII-XV); Janini, “Códices litúrgicos”, nº 9, 302-303; Id., Manuscritos litúrgicos, 260-261. — BCS, Ms. B 272: breviario de Segovia (siglo XV); Janini, “Códices litúrgicos”, nº 10, 303-304; Id., Manuscritos litúr- gicos, 259-260. — BCS, Impreso E 37: breviario de Segovia (Valladolid, 1527); C. Valverde del Barrio, Catálogo de incunables y li- bros raros de la Santa Iglesia Catedral de Segovia, Segovia, 1930, 324.

El oficio de Todos los Santos lo he trascrito a partir del bre- viario más antiguo, es decir, el Ms. B 288. El Santoral de este li- bro, que reúne secciones de diferentes épocas, data del siglo XIV. Los formularios que aparecen entre [ ] los he tomado del Ms. B 272, con el fin de completar la estructura de las Horas li- túrgicas. La lectura no siempre ha resultado fácil, puesto que en algunas partes la dificulta el desgaste sufrido por el Ms. B 288 a causa del uso. A esto hay que añadir el tamaño reducido del tex- to y las numerosas abreviaturas, sobre todo en la extensa rúbri- ca dada para la celebración de la octava. Los casos de lectura du- dosa o palabras ilegibles los indico con un signo de interroga- ción (?).

459 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

Por lo que respecta a otras fuentes empleadas en el estudio comparativo debo citar las siguientes:

— R.-J. Hesbert, Corpus Antiphonalium Officii, 6 vols., Rome, 1963-1979 (=CAO); de este repertorio de fuentes nos interesan de modo especial dos antifonarios monás- ticos: Saint-Maur-lès-Fossés, de tradición cluniacense (=F; siglo XI) y Silos (=S; siglo XI). — París, Instituto Católico (=ICP), Ms. lat. 1: breviario monás- tico cluniacense copiado en San Pedro de Moissac para uso de Santa María de Arles-sur-Tech (siglo XIII, finales); V. Leroquais, Les bréviaires manuscrits des bibliothèques pu- bliques de France, Paris, 1934, vol. II, nº. 414, 355-358; y más recientemente en G. Lanoë, “Catalogue des manuscrits latins conservés à la Bibliothèque de l´Institut Catholique de Paris”, Revue d´histoire des textes 31 (2001) 314-319. — Toledo, Biblioteca Capitular (=BCT), Ms. 44.1: antifonario- responsorial aquitano (siglo XI); Janini-Gonzálvez, Catá- logo de los manuscritos litúrgicos, nº 165. — BCT, Ms. 44.2: antifonario-responsorial aquitano (siglo XII); Janini-Gonzálvez, Catálogo de los manuscritos litúr- gicos, nº 166. — BCT, Ms. 33.5: breviario notado, tal vez para uso de la abadía canonical de San Vicente de la Sierra en Toledo (siglo XII-XIII); Janini-Gonzálvez, Catálogo de los manus- critos litúrgicos, nº 17. — BCT, Ms. 33.9: breviario de Toledo (siglo XV, segunda mi- tad); Janini-Gonzálvez, Catálogo de los manuscritos litúr- gicos, nº 21. — Braga, Biblioteca Pública, Ms. 657: breviario de Braga, más conocido como breviario de Soeiro (siglo XIV-XV); P-R. Rocha, L´Office divin au Moyen Age dans l´Eglise de Bra- ga. Originalité et dépendences d´une liturgie particulière au Moyen Age, Paris, 1980, 49-378.

460 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA

— Breviario Romano de 1568: M. Sodi-A. M. Triacca (eds.), Breviarium Romanum. Editio princeps (1568), (Monu- menta Liturgica Concilii Tridentini 3), Città del Vaticano, 1999.

En nuestra selección de fuentes están representadas, junto a la Iglesia de Segovia, la tradición cluniacense, la liturgia de Tole- do, las fuentes de origen aquitano que llegaron a la sede prima- da en el período de transición, un breviario atribuido a la abadía canonical de San Vicente de la Sierra y, finalmente, la liturgia bra- carense. La inclusión de Moissac, Toledo y Braga tiene su expli- cación. Como es sabido, en la época del cambio de rito hubo re- laciones entre la abadía cluniacense (reformada en 1047-1048) y las dos sedes metropolitanas peninsulares: el monje Geraldo vino del cenobio francés a Toledo a petición del arzobispo don Ber- nardo para ejercer el oficio de cantor y formar a los clérigos jó- venes (17). De la sede primada pasó a ser en 1096 arzobispo de Braga, cargo que ocuparía hasta 1108. Es muy probable que Geraldo de Moissac y Pedro de Agen, primer obispo de la Sego- via restaurada, conviviesen en Toledo y allí participaran juntos en la primera liturgia romana que se celebró después de 1086.

2.2. Descripción del texto

«Vigilia omnium Sanctorum. Oratio Domine Deus noster multiplica… In die. Or. Omnipotens sempiterne Deus qui nos omnium sanctorum…. Ad vesperas, super psalmos, antiphona In consilio iustorum…, psalmus Confitebor tibi; ant. Pretiosa, ps. Credidi; ant. Euntes ibant, ps. In conver- tendo; ant. Confortatus, ps. Domine probasti; ant. Iusti con- fitebuntur, ps. Eripe me. [capitulum Ecce ego Ioannes vidi alterum angelum… in frontibus eorum]. R Beata vere ma- ter… V. Floribus eius…; hymnus Christe redemptor om- nium; versiculus Mirabilis Deus. Ad Magnificat Salvator mundi salva nos….

461 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

Ad completorium. Sancti Dei omnes qui estis consortes… ps. Cum invocarem. Ad Nunc dimittis. Gaudent in caelis.

Invitatorium Regem regum Dominum venite adoremus quia ipse est corona sanctorum omnium. [hym. Iesu salva- tor…] In I nocturnum ant. Novit Dominus viam iusto- rum…, ps. (?) [Beatus vir]; ant. Mirificavit Dominus sanctos suos…, ps. Cum invocarem; ant. Laetentur omnes qui spe- rant…, ps. Verba mea [vers. Iustorum animae]. Incipit sermo de sollepnitate omnium sanctorum. Lectio I, Legimus in ec- clesiasticis historiis… quia hoc quasi simulacrum omnium videretur esse deorum. R. Tibi laus tibi gloria tibi gratiarum; lect. II, In quo eliminata omni spurcitia… ad ecclesiam in honore omnium sanctorum consecratam conveniret. R. Beata es Maria quae Dominum; lect. III, Ibique missarum sollemniis a praesule sedis apostolicae celebrata… quae per orbem terrarum longe lateque construuntur. R. In conspec- tu angelorum. In II noct. ant. Admirabile est nomen tuum…, ps. Domine Dominus noster; ant. Domine qui ope- rati sunt iustitia…, ps. Domine quis habitabit; ant. Diligite Dominum omnes sancti eius…, ps. In te Domine speravi [vers. Exsultent iusti in]. Lect. IV, Honor et memoria omnium sanctorum… ad superna populorum gaudia pervenire vale- amus. R. Inter natos mulierum non; lect. V, Nunc ergo fra- tres carissimi in omnium sanctorum primordiis nominare, laudare et glorificare… ut Deo per quendam prudentem dictum est. R. Vos estis lux huius mundi; lect. VI, Omnis sa- pientia a Domino Deo est… arenam maris et pluviae guttas et dies saeculi quis dinumeravit. R. O constantia martyrum laudabilis… V. Nobis ergo petimus…. In III noct. ant. Laetamini in Domino et exsultate…, ps. Beati quorum; ant. Timete Dominum omnes sancti eius…, ps. Benedicam Dominum; ant. Domine spes sanctorum…, ps. Exaudi Deus deprecationem [vers. Iusti autem]. Lect. VII, Ipse solus in- vestigare meriti ad dinumerare omnia… Dei sapientiam om- nia posse ac nosse considerabat dicens. R. Sint lumbi vestir precincti; lect. VIII, Qui stellas numeras quarum tu nomina

462 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA solus signa potestates… supra modum ecclesiae investigari ab homine commemorabat dicens. R. Offerentur regi virgi- nes; lect. IX, O altitudo divitiarum sapientiae… ipsi honor et gloria in saecula saeculorum. Amen. R. Concede nobis Domine quaesumus venia… V. Adiuvent nos eorum meri- ta…. [vers. Corpora sanctorum in].

In laudibus, ant. Vidi turbam magnam…, ps Dominus regnavit; ant. Et omnes angeli stabant…; ant. Redemisti nos Deus…; ant. Benedicite Dominum omnes electi eius…; ant. Hymnus omnibus sanctis eius… [cap. Ecce ego Ioannes]; hym. Christe redemptor; vers. Laetamini in Domino et. Ad Benedictus ant. Sanctum est verum lu- men… [or. Omnipotens sempiterne Deus qui nos omnium sanctorum…].

Ad I, ant. [in die tantum] Te gloriosus apostolorum cho- rus…, ps. Deus in nomine.

Ad III, ant. [in die tantum] Beati eritis cum vos [ps. Legem pone, cap. Ecce ego]. R. Laudem dicite Deo… V. Genus electum gens sancta… [vers. Iustorum animae, or. Omnipotens sempiterne Deus].

Ad VI, ant. [in die tantum] Gaudent in caelis. [ps. Defecit, cap. Et audivi numerum signatorum… tribu filiorum Israel] R. Exsultent iusti in conspectu [V. Et delectentur; or. Da quaesumus Domine fidelibus populis…].

Ad IX, ant. [in die tantum] O quam gloriosum est reg- num… [ps. Mirabilia, cap. Et omnes angeli stabant… ado- raverunt Deum] R. Iusti autem [V. Et apud; or. Auxilium tuum nobis Domine placatus…].

Ad vesp., ant. In consilio iustorum et ut supra ant. (?) Fulgebunt iusti et [antiphonae et psalmi ut supra; cap. Ecce ego Ioannes; hym. Christe redemptor; vers. Mirabilis Deus].

463 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

Ad Magn. ant. Beati estis sancti Dei omnes… [or. Omnipo- tens sempiterne Deus]. Per octavas (18), invitatorium Regem sanctorum omnium, hymnus Christe Redemptor omnium. In feria II Diligite, in fe- ria III Timete Dominum, in feria IIII Domine spes sanctorum. Aliis vero diebus dicatur una ex his Sancti qui spirant, Corpora sanctorum, Sancti Dei omnes, responsoriola et ver- sus sicut de martyribus. In laudibus antiphona Iustorum ani- mae, capitulum Sancti per fidem cum reliquis. Ad omnes ho- ras hymnus Iesu salvator. Antiphonae ad benedictus et ad magnificat Absterget Deus, Iustorum est enim, Fulgebunt ius- ti, Isti sunt sancti, Astiterunt iusti, Beati pauperes, Immania, O quam gloriosum, Te gloriosus, Beati eritis cum vos (?) per omnes horas, vero (?) in die per horas diei antiphonae, capi- tula, responsoriola sicut de martyribus. Ad vesperas, antipho- na Beati qui persecutionem, hymnus Christe redemptor. Dominica infra octava, invitatorium Regem regum Dominum, cetera sicut de martyribus praeter hymnum et an- tiphonas et orationes. Ad vesperas antiphona In consilio ius- torum. In octavo die omnia dicatur sicut in ipsa festivitate. In octavo die evangelium Videns Iesus turbas. Per heb- domadam octavarum, lect. I Hodie dilectissimi omnium sanctorum sub una sollemnitatis laetitia celebramus… triumphis ecclesia facta coronatur; lect. II Quorum confes- sio quanto in passione…et pugnantium gloria; lect. III Et martyrii triumphus multiplici passionum… graviora fuere et praemia. Alia die, lect. I Catholica dum mater ecclesia… contumelias cruces et mortem non timere; lect. II Magis ma- gisque roborata …pari et simili calore virtutis; lect, III Ad gerendum certamen… confessionis candida induit virgini- tas. Alia die, lect, I Floribus eius nec rose nec lilia… candi- das vel de passione purpureas; lect, II In celestibus castris pax… et agonis non extenderet; lect. III Ne longum faceret aut aeternum… et exigua vita agones essent et labores». (Ms. B 288, ff. 202v-204v; Ms. B 272, ff. 149-152v).

464 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA

2.3. Análisis

La relevancia de la festividad de Todos los Santos en el bre- viario de Segovia se manifiesta en dos de sus elementos: la vigi- lia y la octava. En relación a la primera, debemos señalar la pre- sencia de salmos no feriales en Vísperas, lo cual encontramos también en el antifonario aquitano BCT, Ms. 44.2, Toledo y Braga. La octava constituye un elemento, en cierta medida, peculiar, pre- sente en el breviario de Toledo, pero que no aparece en Moissac, en los antifonarios aquitanos (BCT, Mss. 44.1 (19) y 44.2), en San Vicente de la Sierra, ni tampoco en Braga (20). Es muy probable que se trate de un elemento recibido de la liturgia toledana, ya que la devoción a esta festividad está patente desde la misma res- tauración de la Iglesia primada, cuya catedral fue consagrada el 18 de diciembre de 1086 en honor de santa María Madre de Dios, san Pedro príncipe de los Apóstoles, san Esteban protomártir y Todos los Santos (21). El breviario toledano da incluso un oficio con todas las Horas canónicas para la vigilia del 31 de octubre.

El leccionario de Maitines se caracteriza por la brevedad de los textos. En efecto, si comparamos el breviario del s. XIV con los posteriores, podemos comprobar que se ha producido una evolución hacia una mayor extensión de las lecturas. Así, por ejemplo, Lect. I-III de B 288 = Lect. I de Impr. 1527. Por otra par- te, las lecciones, a diferencia de Toledo (22), coinciden en bue- na medida con la tradición cluniacense (23):

— Maitines del día: Pseudo-Beda, Homilia 71, PL 94, col. 452 C-453 B (24) — Evangelio: Mt 5, 1ss — Maitines de la octava: Pseudo-Agustín, Sermo 209, PL 39, 2135, 1-2 (25) Pseudo-Beda, Homilia 70, PL 94, 450 B-C — Capitula: Vísperas y Laudes: Ap 7, 2-3

465 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

Tercia (Ms. B 272): Ap 7, 4 Sexta (Ms. B 272): Ap 7, 11

Las lecturas que siguen al primer nocturno, o serie de tres salmos, probablemente de Ambrosio Autperto (26), refieren los orígenes de esta solemnidad, que se remontan a la dedicación del Panteón hecha por el papa Bonifacio IV en honor de la Madre de Dios y de todos los mártires el 13 de mayo de 609. Desde Roma, la conmemoración litúrgica colectiva de todos los santos ese día se extendió por toda la Europa latina, pero fue trasladada al 1 de noviembre por Gregorio IV en el siglo IX (27). En general, el leccionario centra la espiritualidad de este día en el gozo de la Iglesia que contempla el inmenso coro de sus miembros glorificados, aspecto que resalta también la primera antífona de Laudes (cf. Ap 7, 9). Este gozo se desprende igual- mente del patrocinio e intercesión que ejercen a favor de la Iglesia terrena (28). No olvidemos que los santos eran vistos por los fieles, antes que nada, como intercesores que protegen a quienes los invocan. Junto a esto, resalta una concepción triun- fante de la Iglesia, adornada con los méritos de tantos hombres y mujeres de vida heroica. Este aspecto se aprecia especialmen- te en las lecciones de la octava:

Lect. III. Ad gerendum certamen, gloriam triunphalem ins- piravit. O vere beata mater Ecclesia, quam sic honor divi- nae dignationis illuminat, quam vincentium gloriosus mar- tyrum sanguis exornat, quam inviolata confessionis candi- da induit virginitas.

(Para entablar el combate, inspiró la gloria triunfal. Oh Iglesia, madre verdaderamente santa, iluminada por el ho- nor de la bondad divina, adornada con la sangre gloriosa de los victoriosos mártires, vestida de la blanca e inviola- da virginidad de la confesión).

Esta lectura ha inspirado el responsorio Beata vere mater que hallamos en las Primeras Vísperas y que contribuye a dar el to-

466 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA no de la festividad. A su vez, el evangelio tomado de Mt 5 pro- pone a los fieles el sermón de las bienaventuranzas como cami- no concreto para alcanzar la santidad.

Por su parte, el responsorial de Maitines, una de las secciones más importantes del Oficio divino medieval, encierra un conside- rable valor catequético. Tengamos en cuenta que, en la celebra- ción coral, los responsorios eran las piezas cantadas más extensas y adornadas que, en cierto modo, rompían la monotonía de la sal- modia, constituyendo auténticas meditaciones o comentarios mu- sicales de los textos sagrados o de las fiestas celebradas. En los breviarios que estamos considerando el responsorial ha perdido, en parte, su antiguo protagonismo al estar en unos libros desti- nados para el Oficio rezado. No obstante, ha mantenido una ma- yor estabilidad que el leccionario. De hecho, la lista de responso- rios del breviario impreso de 1527 coincide exactamente con la de su antepasado del siglo XIV, lo cual no sucede en el leccionario, como ya hemos visto. Fijémonos ahora en su distribución y pro- cedencia:

Responsorios CAO IV Oficio de procedencia R1. Tibi laus tibi gloria [7764] Santísima Trinidad R2. Beata es Maria [6163] Purificación de Sta. María (29) R3. In conspectu angelorum [6894] San Miguel R4. Inter natos mulierum [6979] San Juan Bautista R5. Vos estis lux huius mundi [7912] San Pablo y Apóstoles R6. O constantia martyrum [7262] Común de varios Mártires R7. Sint lumbi vestri precincti [7675] Común de Confesores R8. Offerentur regi virgines [7312] Común de Vírgenes R9. Concede nobis Domine [6305] Todos los Santos

Como se puede observar, la serie de los responsorios no es específica de esta festividad, sino que está tomada de otros ofi- cios propios o comunes. Sin embargo, la selección responde a

467 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B. una finalidad concreta: presentar de forma jerárquica, por así de- cir, las diversas manifestaciones de la santidad en la Iglesia. La fuente y el origen están en el Dios trinitario, de ahí que el primer responsorio esté tomado del oficio De Trinitate. A continuación se va proponiendo la contemplación de la santidad de la Virgen María, los santos Ángeles, san Juan Bautista, los Apóstoles, los Mártires, los Confesores y las Vírgenes. Se sigue, pues, la orde- nación propuesta por Guillermo Durando (1237-1296) en su Rationale divinorum officiorum (30). El responsorio de cierre en nuestro breviario sí es propio de este día. Quiero llamar la aten- ción sobre esta pieza, cuyo texto no es bíblico, sino que se trata de una composición eclesiástica, próxima al estilo eucológico:

R. Concede nobis, quaesumus Domine, veniam delictorum, et intercedentibus sanctis quorum hodie sollemnia cele- bramus, P. Talem nobis tribue devotionem, ut ad eorum pervenire mereamur societatem. V. Adiuvent nos eorum merita, quos propria impediunt sce- lera; excuset intercessio, accusat quos actio; et qui eis tri- buisti coelestis palmam triumphi, nobis veniam non de- neges peccati. P. Talem. (Te pedimos, Señor, nos concedas el perdón de los delitos y, por intercesión de todos los santos, cuya solemnidad hoy celebramos, danos una devoción semejante, para que merezcamos alcanzar su compañía. Que sus méritos nos ayuden, a quienes estamos cargados con los propios crímenes; que su intercesión exculpe a quienes la acción acusa; y tú que les otorgaste la palma del triunfo celeste, no nos niegues el perdón del pecado).

Esta pieza expresa la súplica que la Iglesia dirige al Señor por intercesión de todos los bienaventurados. En ella se implora el perdón de los pecados, la devoción propia de los santos y el lle- gar a gozar de su compañía en los cielos. Es, pues, un respon- sorio clave que sintetiza la actitud de los fieles y, en cierta me-

468 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA dida, recapitula y orienta el conjunto de sus intenciones y espe- ranzas. Como veremos, su elección resulta bastante peculiar, pues sólo lo encontramos en el breviario BCT, Ms. 33.5. Entre las fuentes monásticas del Corpus de Dom Hesbert, únicamente Silos lo da en idéntica posición (31). ¿Podría ser un influjo de la liturgia silense en Segovia a través del priorato de San Frutos?.

Por lo que respecta al responsorio de Tercia Laudem dicite (32), hay que señalar que es propio de esta festividad. Tanto el antifonario aquitano Ms. 44.2, como el breviario de Toledo lo dan. Braga proporciona también una pieza de recambio (R. Iustorum animae). Sexta y Nona han tomado los responsorios breves del común de varios mártires. Fijémonos, por último, en las antífonas de las Horas menores. Las cuatro son propias y diferentes de las de Laudes. El breviario Ms. B 272 indica explícitamente que sólo se rezan en las Horas menores del día y no durante la octava. Veremos que estas piezas no carecen de importancia en nuestra búsqueda de las raíces del breviarium Segobiensis.

2.4. Comparación

En las tablas comparativas que presento a continuación no si- go un criterio cronológico, sino histórico. La primera columna corresponde a la tradición cluniacense representada por Moissac (33). Siguen el antifonario aquitano (BCT, Ms. 44.2), Toledo y Braga. Por último, doy la lista del breviario atribuido a San Vicente de la Sierra y la de Segovia. El motivo de no haber in- cluido los versículos de responsorio reside en que a menudo no han sido copiados. Normalmente, las piezas que se han tomado de otros oficios se dan únicamente con el incipit del responso- rio (que indicamos con un asterisco *). Las cifras que aparecen a partir de la segunda columna hacen siempre referencia a la se- rie de Moissac, más larga para el Oficio de la noche por tratarse de un libro monástico.

469 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

— Antífonas de Maitines

MOISSAC AQUITANO TOLEDO BRAGA SAN VICENTE SEGOVIA

1. Novit Dominus viam 1 1 1 1 1 2. Mirificavit Dominus 2 2 2 2 2 3. Laetentur omnes (34) 3 3 3 3 3 4. Admirabile est 4 4 4 4 4 5. Dñe qui operati sunt 5 5 5 5 5 6. Diligite Dominum 6 6 6 6 6 7. Laetamini in Dño 7 7 7 7 7 8. Timete Dominum (35) 8 8 8 8 8 9. Dñe spes sanctorum 9 10 9 10 9 10. Beati quos elegisti 10 — — — — 11. Dñe Deus virtutum — — — — — 12. Benedicite Dñm o. angeli — — — — — Ant. ad Cantica 13. Laudem dicite Deo — — — — —

Un breve examen del oficio de Todos los Santos en el con- junto de las fuentes del Corpus de Dom Hesbert (36) permite comprobar que su característica más llamativa es la enorme di- versidad existente entre las diferentes tradiciones litúrgicas. Por lo que respecta a nuestro grupo de códices, debemos señalar, pri- meramente, que la serie de antífonas de Moissac coincide exacta- mente con la del antifonario de Saint-Maur (F). Se trata, pues, de la tradición cluniacense. Ésta ha sido adaptada al esquema secu- lar, que tiene 9 antífonas, en Aquitano mediante el simple proce- dimiento de copiar las diez primeras por el mismo orden. El res- to de fuentes ha hecho prácticamente lo mismo, aunque Toledo y San Vicente han optado por la antífona Beati quos elegisti para concluir el tercer nocturno. Braga y Segovia han guardado fiel- mente el orden cluniacense.

470 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA

— Responsorios de Maitines

MOISSAC AQUITANO TOLEDO BRAGA SAN VICENTE SEGOVIA Benedictus Dñs* 1. Beata es Maria 1* Benedictus Benedicat Tibi Tibi Dñs nos laus tibi* laus tibi* 2. In conspectu angelorum 2* Sancta 1 1 1* et inmac. 3. Inter natos mulierum* 3* 2 2 2 2* Vos estis lux* 4. Petre amas me* 5* 3* 5 3* 3* 5. Beati qui persecution. 6* Vos estis Vos estis Vos estis Vos estis lux* lux lux* lux* 6. Centum quadraginta* O constantia O constantia O constantia O constantia O constantia 7. Sanctissime confessor* 9 9 9 Sint lumbi* Sint lumbi* s.n. 8. Beata vere Mater* 10* s.n. 10 10 10* 10* 9. Sacerdotes Dei 12 12 12 Concede Concede nobis nobis 10. Offerentur regi* Concede* — — — — 11. Beati estis sancti Dei — — — — — 12. Vidi angelum ascend. — — — — —

El responsorial de Maitines es la sección que presenta mayo- res diferencias, apreciables incluso entre Moissac y F, ya que los dos libros cluniacenses coinciden únicamente en cuatro piezas: R5, R8, R11 y R12. Acerca de estas series debemos señalar algu- nos aspectos significativos: ninguna de las dos comienza con un responsorio De Trinitate. F lo hace con una pieza propia de Todos los Santos, Hodie dilectissimi (37), y Moissac con un res- ponsorio de la fiesta de la Purificación de Santa María. No deja de ser llamativo, por tanto, el hecho de que todas las fuentes penin- sulares hayan optado por iniciar la serie con un responsorio de la Santísima Trinidad, siguiendo el esquema de Durando. Probablemente, es este criterio teológico el que se ha tenido al añadir Benedictus Dominus (38) en el espacio interlineal del ma- nuscrito aquitano. La lista de Moissac presenta aún dos piezas in-

471 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B. teresantes (R4 y R7). Petre amas me, dentro de la tradición clu- niacense, es propio encontrarlo en las fiestas de san Pedro (22 de febrero y 29 de junio). El motivo de que aparezca aquí puede es- tar relacionado con el hecho de que precisamente el príncipe de los Apóstoles era el patronus de la abadía. En cuanto a Sanctissi- me confessor, pieza propia de san Benito, no cabe duda de que su aparición se debe a que tanto Moissac como su casa depen- diente, Arles-sur-Tech, vivían según la regla benedictina (39).

Pasemos ahora a comparar la tradición cluniacense y la aqui- tana. Pese a la diversidad existente, se puede apreciar una cier- ta afinidad. En efecto, hasta el quinto responsorio el antifonario aquitano muestra una clara dependencia; tan sólo ha eliminado Petre amas me. Además, Vidi angelum ascendentem, que des- empeñaba la función de cierre en el esquema monástico, con- cluye igualmente la serie responsorial en Aquitano. Por otra par- te, no hay duda de que la lista de nuestro antifonario aquitano ha influido en los breviarios peninsulares, sobre todo en Toledo y Braga, que presentan series bastante afines. No obstante, lo más interesante es la identidad total entre San Vicente y Segovia. Se trata del único caso de afinidad plena. En cuanto al conteni- do, su lista no incluye ninguno de los catorce responsorios da- dos por la fuente cluniacense F, ni tampoco cinco de los del an- tifonario aquitano: Benedictus Dominus, Beati qui persecutio- nem, Centum quadraginta, Sacerdotes Dei y Vidi angelum. Estos datos nos plantean algunas preguntas: ¿cómo justificar la identi- dad entre la fuente BCT, Ms. 33.5 (atribuida a San Vicente de la Sierra) con el breviario de Segovia?. ¿Acaso el primero no será un breviario de Toledo anterior a la codificación de la consuetudo litúrgica diocesana?. No descarto esta posibilidad como hipótesis de trabajo, dada la afinidad que mantiene tanto con el breviario propiamente toledano, como con Segovia. Aunque no hemos de olvidar que el Ms. 33.5 no contiene octava para esta solemnidad.

Fijémonos, por último, en dos piezas que sólo aparecen en San Vicente y Segovia: Tibi laus tibi gloria y Sint lumbi vestri. La primera, tomada del oficio de la Trinidad, tiene su relevancia en

472 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA cuanto que encabeza la serie. Ninguna de las doce fuentes de Dom Hesbert la conoce para la conmemoración de Todos los Santos. La segunda, que sigue a la séptima lectura, aparece en los comunes de Mártires y Confesores (40). Por tanto, la dispo- sición dada por estos breviarios muestra una adaptación particu- lar, que únicamente coincide con la fuente aquitana, en la mis- ma posición, en el responsorio de Mártires O constantia marty- rum (6º) y en el de Vírgenes Offerentur regi (8º). En definitiva, en el responsorial Segovia se halla más próxima a la tradición aquitana que a la cluniacense.

— Antífonas de Laudes y Horas menores

MOISSAC AQUITANO TOLEDO BRAGA SAN VICENTE SEGOVIA

1. Vidi turbam magnam 1 1 1 1 1 2. Et omnes angeli stabant 2 2 2 2 2 3. Redemisti nos Domine 3 3 3 3 3 4. Benedicite Dominum 4 4 4 4 5 5. Hymnus omnibus sanctis 5 5 5 5 4 1. Ant. ad Benedictus 6. Sanctum est et verum 6 6 6 6 6

MOISSAC AQUITANO TOLEDO BRAGA SAN VICENTE SEGOVIA 1. Prima 1. Te gloriosus apostolorum chorus 1 1 1 1 1 1. Tercia 2. Beati eritis cum vos oderint* 2 2 2 2 2* 1. Sexta 3. Gaudent in cælis animæ* 3 3* 3 3 3* 1. Nona 4. O quam gloriosum est 1. regnum* 4 4* 4 4 4

473 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B.

A diferencia de los responsorios nocturnos, el oficio de Laudes es el cluniacense tal como se encuentra en F, Moissac y Aquitano. La afinidad de los breviarios peninsulares con la con- suetudo Cluniacensis adquiere mayor relevancia dada la men- cionada diversidad que se observa en las fuentes de Dom Hesbert. Sin embargo, las raíces cluniacenses se aprecian aún con mayor claridad en las antífonas de las Horas menores, dis- tintas de las de Laudes y que solamente encontramos en F (41). Para el profesor Rocha estas antífonas, citadas en el costumbra- rio de Bernardo de Cluny, podrían pertenecer a la tradición clu- niacense (42).

3. CONCLUSIONES

Nuestro análisis de la estructura y contenido de la conmemo- ración litúrgica de Todos los Santos en el breviario de Segovia nos permite verificar algunos aspectos interesantes. Por un lado, el de su contenido teológico y pastoral. Los formularios litúrgicos pro- ponen la contemplación de la santidad que brota de los distintos carismas o formas de vivir el Evangelio. Esa santidad tiene su ori- gen en la Trinidad divina y constituye un signo de gloria para la Iglesia terrena. Los santos (y los ángeles) son modelos, pero, so- bre todo, poderosos intercesores que ayudan a quienes todavía peregrinan hacia la Jerusalén celeste. Ciertamente, desconocemos la popularidad de este oficio entre los siglos XII y XVI, o si esta- ba circunscrito al ámbito clerical. Pero, incluso en este caso, no debemos olvidar que el Oficio divino constituía el principal, e in- cluso el único, alimento espiritual del clero y que esta doctrina llegaba a los fieles a través de la acción pastoral y catequética.

Por lo que se refiere a las raíces de nuestro breviario, las ta- blas comparativas demuestran la existencia de una afinidad de la tradición aquitana en los responsorios de Maitines, y una de- pendencia de la tradición cluniacense en el leccionario y en las series de antífonas de las Horas menores. Para concluir, volva-

474 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA mos de nuevo a la frase del profesor Pedro Romano Rocha que encabeza este trabajo. Segovia es una de las Iglesias españolas en cuya liturgia pueden rastrearse, incluso en el Santoral, sección menos estable que el Propio del Tiempo, elementos característi- cos de la tradición litúrgica aquitana y, dentro de ella, afinidades con los libros cluniacenses (43). En el caso segoviano, la sede metropolitana de Toledo ha ejercido un notable influjo, que se ha ido intensificando en las últimas ediciones del breviarium Segobiensis.

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NOTAS

(1) A. GAMBRA, Alfonso VI: Cancillería, curia e imperio. Vol. II, Colección di- plomática, León, 1998, nº 188, 478-481; J. F. RIVERA RECIO, La Iglesia de Toledo en el siglo XII (1086-1208), vol. I, Roma, 1966, 75-76.

(2) J. GONZÁLEZ, “Reconquista y repoblación de Castilla, León, Extremadura y Andalucía (siglos XI a XIII)”, en AA.VV., La reconquista española y la repobla- ción del país, Conferencias del curso celebrado en Jaca en agosto de 1947, Zaragoza, 1951, 176. (3) La construcción del Salvador data de 1093 según la inscripción de un si- llar del ábside; I. RUIZ MONTEJO, El Románico de villas y tierras de Segovia, Madrid, 1988, 17. (4) Diego de Colmenares refiere que en el año 1100 “se acabó la fábrica de la iglesia y casa de San Frutos con diligencia del abad don Fortunio y liberali- dad del santo arzobispo don Bernardo”; D. DE COLMENARES, Historia de la in- signe ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla, Segovia, 1637 (reed. Segovia, 1982), cap. XIII, vol. I, 212-213. Dicha fecha consta en una ins- cripción labrada en un sillar junto a la puerta del mediodía; M. DE LA S. MARTÍN POSTIGO, San Frutos del Duratón. Historia de un Priorato Benedictino, (2º ed.) Segovia, 1984, 35-45. (5) “In predicta uero synodo almi sacerdotes de fide catholica colloquentes statuerunt, ut secundum regulam beati Ysidori Yspalensis archiepiscopi eccle- siastica officia in Yspania regerentur”; L. TUDENSIS, Chronicon mundi, cura et studio E. FALQUE (Corpus Christianorum. Continuatio Medievalis 74), Turnhout, 2003, lib. IV, cap. 70, lín. 39-41; A. OLIVAR, “La documentación litúrgica anterior al siglo XII relativa a la parte occidental de la península ibérica”, en IX Centenário da dedicaçâo da Sé de Braga. Congresso Internacional. Actas. Vol. III: Teologia do Templo e Liturgia Bracarense, Braga, 1990, 76.

(6) B. F. REILLY, The Kingdom of León-Castilla under Queen Urraca, 1109- 1126, Princeton, 1982, 141-142. (7) Así lo refiere en el siglo XIII don Rodrigo Jiménez de Rada: “Et de eadem ciuitate [=Agen] Petrum, qui fuit iuuenis nutritus in ecclesia Toletana, postea ar- chidiachonum, postea episcopum Secobiensem”; R. XIMENEZ DE RADA, Historia de rebus Hispanie sive Historia Gothica, cura et studio J. FERNÁNDEZ VALVERDE (Corpus Christianorum. Continuatio Medievalis 72), Turnhout, 1987, lib. VI, cap. 26, lín. 34-36. Sobre el cabildo de Toledo en los primeros años de la restaura- ción puede verse mi trabajo: J. P. RUBIO SADIA, Las órdenes religiosas y la intro- ducción del rito romano en la Iglesia de Toledo, Toledo, 2004, 80-88. Rivera Recio aporta un dato acerca de Pedro de Agen que no he hallado en las fuen- tes, a saber, la afirmación de que don Bernardo, antes de nombrarle arcedia- no, le hizo cantor en Toledo; RIVERA RECIO, La Iglesia de Toledo, I, 79.

476 RAÍCES CLUNIACENSES DEL BREVIARIO DE SEGOVIA

(8) P.-R. ROCHA, “Influjo de los antifonarios aquitanos en el oficio divino de las iglesias del noroeste de la Península”, en: Estudios sobre Alfonso VI y la re- conquista de Toledo. Actas del II Congreso Internacional de Estudios Mozárabes (Toledo, 20-26 mayo 1985), vol. IV, Toledo, 1990, 28.

(9) J. JANINI- R. GONZÁLVEZ, Catálogo de los manuscritos litúrgicos de la Catedral de Toledo, Toledo, 1977, 179-180. Más ampliamente están descritos en: ROCHA, “Influjo de los antifonarios aquitanos”, 30-34; AA.VV., An Aquitanian Antiphoner: Toledo, Biblioteca capitular, 44.2, Ottawa, 1992, vii-xiv. (10) Se trata de los Mss. 2 y 7 respectivamente de la catalogación hecha por J. JANINI, “Códices litúrgicos de la Catedral de Segovia”, Estudios Segovianos 15 (1963) 297, 301. En el segundo caso se hace la siguiente observación: “No hay santoral hispánico. Quizá el códice se escribió en Francia”. (11) En este punto, se ha señalado que todo cambio de rito desde el primer momento de la recepción y transmisión conlleva una adaptación de las fuen- tes importadas; J. JANINI, “Los sacramentarios de Tortosa y el cambio de rito”, Analecta Sacra Tarraconensia 35 (1962) 29. Asimismo, algunos autores acen- túan la lentitud y laboriosidad de esta asimilación aduciendo que en la liturgia cristiana medieval, por ritualizada que pudiera parecernos, el hombre de aquel tiempo volcaba casi inconscientemente su sentimiento religioso; I. FERNÁNDEZ DE LA CUESTA, “La irrupción del canto gregoriano en España. Bases para un re- planteamiento”, Revista de Musicología 8/2 (1985) 241. (12) “En general, se acepta que, entre los cien años que median entre 1081 y 1180, aproximadamente, se produjo el cambio completo de liturgia, pero se desconocen los pormenores de ese proceso”; C. RODRÍGUEZ SUSO, La monodia litúrgica en el País Vasco, t. II, Bilbao, 1993, 699.

(13) ROCHA, “Influjo de los antifonarios aquitanos”, 28-29. (14) En el siglo XVI el breviario de Segovia fue impreso todavía en 1527, 1539 y, tal vez, en 1557; A. ODRIOZOLA, Catálogo de libros litúrgicos, españoles y portugueses, impresos en los siglos XV y XVI, Pontevedra, 1996, 239-241. (15) El erudito benedictino Jean Leclercq, en la crónica de un viaje por di- versos archivos españoles, se refiere a Segovia en unos términos que no res- ponden a la realidad de sus fondos: “À Segovia, il n´y a pas de manuscrits an- térieurs au XVe s.”; J. LECLERCQ, “Les manuscrits des bibliothèques d´Espagne. Notes de Voyage”, Scriptorium III (1949) 140-144.

(16) J. JANINI, Manuscritos litúrgicos de las bibliotecas de España. T. I, Castilla y Navarra, Burgos, 1977, 255-263; ID., “Códices litúrgicos”, 293-321. (17) “Illo autem temporis discursu, dum tantus vir ibidem moraretur, Archiepiscopus venerabilis memoriæ Toletanus domnus scilicet Bernardus, cu- riam Domini Papæ Urbani adivit, et in reditu, cognita sanctitatis ejus opinione, et quia ipse Archiepiscopus ejusdem ordinis erat, ut tantum virum in consortio

477 JUAN PABLO RUBIO SADIA, O.S.B. suo habere posset, Abbatem Moysiacensem et totum conventum precibus et supplicationibus multis attentius obsecravit. Postquam vero Archiepiscopus pe- titionis suæ compos extitit, cum gaudio non mediocri thesaurum pretiosum se- cum ducens, Toletum remeavit, et beato Geraldo chorum Ecclesiæ Toletanæ re- gendum et Clericos edocendos commendavit”; BERNARDO DE COIMBRA, Vita bea- ti Geraldi, en Portugaliæ Monumenta Historica, Scriptores I, Lisboa, 1856, 54. Mucho más escueta es la noticia dada por Jiménez de Rada: “De Moysiaco du- xit beatum Giraldum, quem prius cantorem in ecclesia Toletana, postea fecit ar- chiepiscopum Bracarensem”; XIMENEZ DE RADA, lib. VI, cap. 26, lín. 29-30. (18) El texto que viene a continuación corresponde a una rúbrica referente a los días de la octava. Escrita en letra muy pequeña con numerosas abrevia- turas, se encuentra enmarcada en el f. 204. (19) Este antifonario, que contiene octava para San Martín (f. 138) y San Saturnino (ff. 154v-155), presenta un carácter híbrido en cuanto a su estructura. De hecho, en la fiesta de Todos los Santos da hasta tres oficios para el Matutinum (ff. 130v-135): el primero (solamente con incipit) es claramente se- cular (9 responsorios); el segundo (in extenso) proporciona 10 responsorios, y el tercero, probablemente monástico, da in extenso 15 responsorios. Después de las Laudes del tercer oficio, se copian 19 antífonas, lo cual confirma el ca- rácter de antología o acopio de piezas propio de este libro. (20) La octava de Todos los Santos fue instituida en el siglo XV por el papa Sixto IV (1471-1484); M. RIGHETTI, Historia de la liturgia, vol. I, Madrid, 1955, 968. Posteriormente, quedó incorporada al breviario de la reforma tridentina; SODI-TRIACCA (eds.), 884-894. (21) “Quorum consilio et prouidencia est electus arciepiscopus nomine Bernardus et die prenotato consecrata ecclesia sub honore Sancte Dei genitri- cis Marie et Sancti Petri apostolorum principis et Sancti Stephani protomartiris et Omnium Sanctorum […]”; RIVERA RECIO, La Iglesia de Toledo, I, 70, nota 17. (22) El breviario toledano tan sólo coincide con el breviario B 288 de Segovia en la lect. 1 del día (Legimus in ecclesiasticis historiis…). El resto está estructu- rado en relación con la temática del responsorial, hasta la lect. 9 (Hodie, dilec- tissimi, omnium sanctorum…), que coincide con el inicio de la octava en Segovia.

(23) R. ETAIX, “Le lectionnaire de l´office à Cluny”, Recherches Augustiniennes XI (1976) 128. (24) El breviario de Segovia presenta una variante respecto a Cluny en lect. 5-8. Lect. 6 está tomada de Sir 1, 1-2.

(25) Sobre la autoría de estas homilías véase: E. DEKKERS-A. GAAR, Clavis Patrum Latinorum, (Sacris erudici 3), Steenbrugge, 1961, nº 1.369, 307.

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(26) J. WINANDY, “L´oeuvre littéraire d´Ambroise Autpert”, Revue Bénédictine 60 (1950) 116-117. El Liber tramitis aevi Odilonis abbatis las atribuye al papa san Bonifacio IV (608-615): “Lectiones octo legant de sermone sancti Bonifatii papae Legimus in aecclesiasticis istoriis”; P. DINTER (ed.), Corpus Consuetudinum Monasticarum X, Siegburg, 1980, 184.

(27) H. LECLERCQ, “Toussaint et Trépassés”, en Dictionnaire d´Archéologie Chrétienne et de Liturgie XV, col. 2.679-2.680; RIGHETTI, 964-968. (28) “Hodie, dilectissimi, omnium sanctorum sub una sollemnitatis laetitia ce- lebramus festivitatem […] quorum patrociniis terra laetatur”; Per hebdomadam octavarum, lect. I. (29) Todas las fuentes monásticas del CAO y tres fuentes seculares coinciden en asignar el responsorio Beata es Maria para la fiesta de la Purificación. Sin embargo, se le encuentra también en Navidad y su octava, en la Anunciación y, sobre todo, en la Asunción. Es llamativo que ninguna fuente del CAO lo dé para Todos los Santos. (30) “Quia hoc festum omnium sanctorum est generale, ideo variatur illius of- ficium, prout habetur varietas omnium sanctorum. Prima enim antiphona et pri- ma lectio et primum responsorium de Trinitate cantatur, quia festum est Trinitatis; secundo loco cantatur de beata Maria, tertio de Angelis, quarto de Prophetis, quinto de Apostolis, sexto de Martyribus, septimo de Confessoribus, octavo de Virginibus, nono de omnibus simul”; 1. 7, c. 34, nº 5, citado en: RIGHETTI, 968. (31) CAO II, 597. Entre las fuentes seculares sólo lo da para esta fiesta el an- tifonario de Verona, pero no como cierre; CAO I, 321. (32) CAO IV, 7.079. (33) Así me voy a referir al breviario ICP, Ms. lat. 1, aunque fue copiado pa- ra uso de Santa María de Arles-sur-Tech. (34) CAO III, 3.569. (35) CAO III, 5.151. (36) CAO I, 319-323; II, 595-601.

(37) CAO IV, 6.847. El texto está tomado de: PSEUDO-BEDA, Homilia 70, PL 94, 450 B. (38) CAO IV, 6.249. Se trata de una pieza que pertenece al oficio De Trinitate. Once de las doce fuentes de Dom Hesbert la conocen para dicho oficio.

(39) G. DE VALOUS, Le monachisme clunisien des origines au XVe siècle, t. II, Paris, 1970, 208, 213. (40) F y S la dan solamente en el común de varios Confesores; CAO IV, 7.675.

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(41) CAO II, 599.

(42) P.-R. ROCHA, L´Office divin au Moyen Age dans l´Eglise de Braga. Originalité et dépendences d´une liturgie particulière au Moyen Âge, Paris, 1980, 276, nota 470; ID., “Les sources languedociennes du Bréviaire de Braga”, en: AA.VV., Liturgie et musique (Cahiers de Fanjeaux 17), Toulouse, 1982, 194; BERNARDO DE CLUNY, Consuetudines cenobii cluniacensis, éd. M. HERRGOTT, Vetus disciplina monastica, Paris 1726, 353.

(43) ROCHA, L´Office divin au Moyen Age, 479.

480 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX. MUERTOS EN PAPEL

El hombre ha tenido siempre la necesidad de agruparse, de reunirse con otras personas, de superar el aislamiento y buscar los mismos fines dentro de unas normas establecidas por la co- munidad. Uno de los acontecimientos de mayor impacto para una sociedad es la pérdida física de uno de sus miembros pues la muerte forma parte del ciclo biológico del ser humano.

Cuando un ser querido muere, algo de nosotros también mue- re porque en su alma se lleva todo aquello que vivimos y com- partimos con él. De esta manera el concepto de muerte está es- trechamente vinculado al de vida; son las dos caras de la misma moneda pues para morir hay que nacer. A ello, la religión católi- ca añade que para vivir en la Nueva Vida, en la Resurrección, hay que morir en cuerpo, que no en alma. Para alcanzar la Vida Eterna la Iglesia Católica se ha servido de diferentes medios para guiar a los hombres por el recto camino de la Salvación. Por su parte, el ser humano desarrolla un culto a la muerte que se va a ver proyectado en una vida post-mortem manifestada en unos comportamientos y actitudes que van a ser reflejados en el siglo XIX en dos hitos antropológicos: El cementerio civil y la esquela, género este último de carácter sociológico, iconológico, literario e informativo de gran calado en una determinada clase social. Para analizar la esquela de defunción es necesario conocer sus ante- cedentes así como la finalidad que tuvieron en su origen y en su posterior evolución.

Desde la época romana, donde la esquela se hacía extensi- ble a invitaciones para cualquier acto social, hasta la esquela fu- neraria medieval y su desarrollo hacia la esquela barroca y deci- monónica han compartido el carácter de discurso propio de to- do lenguaje. Todo discurso viene acompañado de una serie de preguntas que buscan respuestas en un espacio social con el ob-

483 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS jeto de definir una identidad propiamente enunciativa que se cir- cunscriba espacial e históricamente. Un discurso que no sólo tie- ne en cuenta la estrecha relación entre el emisor y el receptor si- no que en él confluyen una serie de determinantes que hacen que el discurso sea de una manera y no de otra. La concepción de la vida y de la muerte, la clase social, la actitud de la Iglesia o la espiritualidad de la época son factores que intervienen en el discurso como medio de comunicación entre los hombres.

Este trabajo consta de dos partes fundamentales. La primera de ellas analiza el culto a la muerte en el seno de la religión católica y el ritual post-mortem que se desarrolla en Segovia a lo largo del siglo XIX. A pesar de las diferentes desamortizaciones llevadas a cabo entre el clero segoviano y del crítico momento para la Iglesia, la sociedad segoviana era eminentemente católica. El in- flujo que la Iglesia ejercía sobre la comunidad era de una impor- tancia vital en el quehacer cotidiano el cual venía marcado en nu- merosas ocasiones por el calendario de las fiestas religiosas. La muerte, como acontecimiento que era vivido en privado –agonía y defunción- y en público –velatorio, conducción del cadáver, ofi- cio de sepultura, sufragios y duelo- se celebraba en el seno de la Iglesia Católica, sin embargo un nuevo elemento se introduce en el ritual post-mortem y es la creación de los cementerios civiles. En otras palabras, se comienza a dar cuenta de cada una de las muer- tes al Estado. Este acontecimiento hace que se cambien determi- nadas actitudes ante la muerte que van a estar sujetas a la legisla- ción eclesiástica y civil que estuviera vigente.

La segunda parte del artículo se dedica al análisis de las es- quelas católicas funerarias del siglo XIX conservadas en el Archivo de la Catedral pertenecientes a las colecciones del que fuera deán durante veinte años, Don Tomás Baeza González. Estas coleccio- nes constituyen un amplio fondo documental que nos acercan a la realidad segoviana a lo largo de varios siglos (1). Diferentes lec- turas y consultas han facilitado la inclusión en este artículo de las variadas perspectivas del lenguaje “esquelar”, como la visión ecle- siástica, periodística, la puramente artística, histórica y literaria.

484 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

La muerte para el segoviano del siglo XIX suponía en muchas de las ocasiones el final a una vida de hambre y pobreza, a otros les parecía una terrible tunantada en medio de un brillante por- venir y para otros iba a ser el último acto social pacientemente elaborado a lo largo de toda la existencia. Ahora bien, en todos los casos, la muerte previa administración de los Sacramentos, era el paso necesario para alcanzar la Vida Eterna. La vida en- tendida como peregrinación hacia el Más Allá, en sentido agus- tiniano, se halla muy presente en la concepción de la vida y de la muerte en el siglo XIX. Sin embargo, se intuye cierto malestar provocado por la sola presencia de la muerte. Quizás una mejor calidad de vida, unas relaciones humanas más intensas, una ma- yor preocupación por el cuerpo y el miedo hacia lo desconoci- do, pueden ser factores que poco a poco se introduzcan en la sociedad el siglo XIX para cambiar diacrónicamente determina- das actitudes ante la muerte.

Para el hombre del siglo XIX la sola idea de la muerte con- mueve y estremece. A los supervivientes les cuesta más que en otras épocas aceptar la muerte del ser querido. Es la separación física lo que les lleva a vivir la muerte desde el desgarro de los sentimientos, con un dolor exteriorizado en llantos y rezos, re- flejos del desconsuelo. El adiós al mundo abre las puertas a la Eternidad. Esta sociedad encontró en la prensa un excelente me- dio de difusión para dar a conocer, a través de la publicación de la esquela, el fallecimiento de algún ser querido. La esquela mor- tuoria, recogida en el escaparate periodístico, cumple con el enunciado informativo y divulgativo. La muerte del ser querido llorada en privado se convertía así en muerte pública propia de una determinada clase social, de una espiritualidad concreta y de un momento histórico que comienza a ver la muerte como un acontecimiento espantoso.

485 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

1.-CULTO A LA MUERTE Y RITUALPOST MORTEM

La esquela, además de dar a conocer el óbito de una perso- na, también refleja determinadas normas, costumbres y valores propios del ritual post-mortem que estructuran y definen una cul- tura. Para ello es necesario conocer la legislación vigente, tanto eclesiástica como civil, que regula los rituales que acompañan al fallecimiento, el velatorio, la sepultura y otras honras fúnebres con el objeto de consolar a los vivos y rendir un póstumo ho- menaje a los muertos.

Las prácticas que acompañan a la defunción aparecen refle- jadas en la esquela de manera protocolaria bien con formulis- mos o bien con imágenes iconográficas que reflejan un con- cepto de vida y muerte mediatizado por las directrices de la Iglesia Católica. De este modo desde los Boletines Eclesiásticos se regulan las prácticas mortuorias de aquellos que mueren tan- to en el seno de la Iglesia Católica como los que mueren fuera de ella. Los tratados para “Ayudar a Bien morir” del siglo XIX re- cogen las consideraciones, prácticas y ritual que el sacerdote ne- cesita conocer para ejercer este ministerio así como la literatura homilética necesaria para la sociedad. Este tipo de literatura, no busca entretener, sino convertir, y así guiar a las almas por el recto camino de la Salvación. Finalmente las Reales Órdenes otorgadas en la época nos acercan a una nueva realidad social con la creación de los cementerios civiles y nuevas prácticas en el tratamiento de los cadáveres por motivos higiénicos y de sa- lubridad.

La agonía, la defunción, el velatorio, la conducción del cadá- ver, el oficio de sepultura, sufragios y duelo y finalmente los epi- tafios y decoración de la sepultura son los rituales paradigmáti- cos del culto a la muerte en el siglo XIX. En este culto, la dico- tomía entre lo público y lo privado, se encuentra determinada por la legislación vigente y por la tradición y costumbres im- pregnadas en la sociedad que han pervivido de generación en generación.

486 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

1.-Agonía

El momento de la agonía es el más íntimo y familiar del ritual. Sólo los familiares cercanos y el sacerdote son testigos presen- ciales del último aliento del enfermo. La habitación del agoni- zante se convierte en la antesala a la eternidad y de ella se des- prende un temor reverencial que es respetado por todos los asis- tentes. El sacerdote, como coadjutor de Dios, es solicitado para reconfortar espiritualmente al enfermo y dirigir su alma al cielo.

La familia que solicitaba la presencia del sacerdote deposita- ba en él toda su confianza. Por su parte, el sacerdote se com- prometía a ofrecer la ayuda espiritual en el trance de la muerte con la responsabilidad de que a través de su ministerio, el alma del enfermo sería salvada.

Cuando el sacerdote entraba en la habitación decía ”la paz sea con todos en esta casa” (2). Cuidaba que en la habitación se guardara silencio con el objeto de evitar distracciones al enfer- mo y que no entraran en la habitación nada más que las perso- nas necesarias para el cuidado de su salud espiritual y corporal. El sacerdote también evitaba que se hallasen presentes personas que pudieran suscitar en el enfermo algún tipo de resentimiento o inquietud poco favorable a la salud de su alma. Por el contra- rio, procuraba que a su vista se encontraran imágenes de Cristo Crucificado, de María o de los Santos, intercesores ante el tribu- nal divino (3). Finalmente debía tener agua bendita para hacer uso constante de ella puesto que el enfermo se enfrentaba a su última batalla entre el bien y el mal.

Para los pecadores la muerte se convierte en el mayor tor- mento de la vida (Fig.1). En la habitación del enfermo y delante del sacerdote y del Ángel de la Guarda del agonizante, se pre- senta el demonio haciendo gala de todos los vicios del mundo incluso los de la carne, representados en el cuadro que cuelga de la pared. En esta escena, el lecho de la cama se convierte en lecho de fuego para toda la Eternidad.

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Fig. 1 Habitación del pecador agonizante

En la ilustración de la derecha (Fig.2) el enfermo vuelve sus ojos a Dios y el escenario de la habitación es complemente di- ferente porque el enemigo ha sido vencido y se dispone a salir de la escena. No hay lugar para el pecado y en la habitación to- dos los ornamentos litúrgicos se disponen para la purificación del cuerpo y del alma. Todo está hecho y el lecho de la cama se convierte en la antesala a la Eternidad (4).

Con todos estos elementos bien dispuestos, el sacerdote se acercaba al enfermo con amabilidad y mucho amor, utilizando un tono de voz “pausado y grave pero dulce, afectuoso, natural y sencillo” (5), buscando un ambiente tranquilo y de confianza en- tre el enfermo y el sacerdote. Al igual que se cuidaban las formas, el sacerdote tenía que ser docto y versado en Teología Moral y estar lleno de caridad, pues si no se ama a Dios no se puede amar al prójimo. Si el enfermo había perdido el conocimiento no po- día repetir las oraciones que le ayudasen a bien morir, ni esta- blecer conversación con el sacerdote, por lo que la reconciliación con Dios se limitaba a la administración de los Sacramentos y a las oraciones leídas por el sacerdote (6). Ahora bien, si se en- contraba en su sano juicio podía establecer con él una importan- te comunicación, entre la que se encuentra la profesión de fe, en plenas facultades (7).

488 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Fig. 2 Habitación del agonizante que muere en estado de Gracia.

En poco tiempo, el sacerdote se preocupaba por la conciencia del enfermo exhortándole al sacramento de la Penitencia. En este momento, todos los asistentes salían fuera de la habitación (8). El ministro no sólo le animaba a que se arrepintiera de los pecados cometidos desde la última confesión, sino de todos aquellos co- metidos a lo largo de su vida, especialmente de aquellos que agra- vaban la conciencia (9). Siempre era bueno arrepentirse de tenta- ciones y de pecados olvidados en otras confesiones para huir de los enredos del demonio. “La cama en que está agonizando el pe- cador se ha de considerar como un campo de batalla, en el qual Lucifer, con otros muchos espíritus malignos, puesto invisible al la- do derecho de la misma cama, como dice el Profeta Rey: le da re- petidos assaltos de fortísimas tentaciones , para que el pecador que en vida fue su cautivo por la culpa, no se le escape en la muerte por medio de alguna confessión bien hecha, o de algún acto de verda- dera contricion” (10)

Una vez arrepentido con verdadero dolor de todos sus peca- dos el párroco se disponía a dar el Viático o última comunión, que le proporcionaba el alimento necesario para hacer el viaje de esta vida a la otra en compañía segura y llegar a buen puer- to con toda felicidad (11).

489 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Recibido el Viático el párroco preguntaba si había otorgado testamento. Si no era así, le aconsejaba que lo hiciera para que de este modo, los papeles quedaran bien aparejados “con toda claridad y justicia para evitar pleitos y odios entre los herederos” (12). Confesado, asistido de Viático y dispuestas las cosas terre- nales, el enfermo tenía su alma dispuesta para recibir el sacra- mento de la Extremaunción aunque “en casos urgentes puede darse sin que preceda la confesión, a los destituidos del uso de los sentidos, siempre que haya indicios de vida (...), a los párbulos (....) y a los locos...” (13). Este sacramento fue instituido por Cristo para alivio espiritual y aún corporal de los enfermos. Con él se aumenta la gracia vivificante y las fuerzas para resistir a las tentaciones que se presentan en el trance de la muerte.

Encaminado el enfermo en el camino de la Salvación el sacer- dote aplica las indulgencias y Bulas de Cruzada (14), que serán necesarias junto con las buenas obras realizadas en vida como car- ta de presentación en la eternidad. A una buena vida le corres- ponde una buena muerte. Jaculatorias, oraciones al Santo Ángel de la Guarda y a toda la corte celestial, junto con alguna exhorta- ción de la brevedad de la vida, son las últimas palabras que el en- fermo escuchaba antes de la agonía. Llegado este momento se to- caba la campana de la iglesia parroquial “con tres toques si es hom- bre y dos si es mujer” (15). Las últimas miradas iban dirigidas ha- cia los familiares más cercanos: “Si mira a los circunstantes que es- tán alrededor de la cama, a la mujer, hijos y demás familia, a quienes mucho amaba; a los amigos, con quién antiguamente re- ía, jugaba, conversaba, a los gustos y regalos en que se deleytaba y al mundo todo, en cuyos bienes ciega y locamente idolatraba, ha- lla por experiencia que ya es llegada la triste hora en que todos se han de apartar para nunca más bolverlos a ver” (16).

El sacerdote colocaba una vela encendida en la mano del agonizante, y si éste ya no podía sostenerla, otro lo haría por él. Este símbolo confirmaba su pertenencia a la Iglesia de Cristo desde el momento del Bautismo (17). Posteriormente se ponía en sus manos la imagen de Jesús crucificado “llamando la aten-

490 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX ción del enfermo a contemplar todos los miembros de la imagen” (18). Así y desde la desnudez de la cruz, se recorren la cabeza, brazos, pies, manos, labios y finalmente la llaga del costado (19). La Pasión de Cristo se convierte en paradigma de sufrimiento y consuelo vivificante en el momento de entregar el alma a la eter- nidad. El lecho era rociado con agua bendita a cada instante, como agua redentora y purificadora del cuerpo y del alma.

La respiración agitada, la debilidad del pulso y los ojos vi- driosos sin poder dirigir la mirada, son señales manifiestas de la llegada del esperado final (20).

2.- Defunción

Ante la despedida más desgarradora de la vida, los familiares acompañaban y rezaban, pero era el enfermo el que se enfrenta- ba cara a cara y en solitario con su muerte: “¡Oh que melancolía y turbación se apoderará del moribundo al ver que sus deudos de- rraman lágrimas, que los amigos que le rodean guardan silencio, que ni aliento tienen para hablar!” (21). Son los últimos instantes y “el alma saldrá del cuerpo con la última contracción de la bo- ca y pasará a su eternidad, y el cuerpo se reducirá a polvo” (22).

Para certificar la defunción se acercaba una vela a la nariz o bien un espejo o vaso de cristal junto a la boca. Si la vela no os- cilaba o no aparecía una mancha de vaho en el vaso, el enfer- mo había muerto (23). El recién fallecido comienza su viaje ha- cia la Eternidad y “será luego presentado en el Tribunal del Juez Divino para sacar en él la suerte y darle la final sentencia de su buena o mala eternidad” (24).

3.- Velatorio

Entregado el espíritu, se atendía entonces la preparación del cuerpo. Las campanas anunciaban la muerte. No sólo advertían del

491 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS fallecimiento de un feligrés también recordaban que como aquel difunto había muerto, los oyentes también morirán pues “vendrá un día y en este día vendrá una hora, que será la última para ti” (25). La Iglesia disponía que al fallecer “se taña una de tres veces por cada vez tres clamores y todos no duren más de media hora, la primera vez quando falleciere el difunto, la segunda quando lo lle- baren a enterrar y la tercera al tiempo del enterramiento y no pue- dan tañer más de en su parroquia” (26). En la vivienda y en la ha- bitación todo se vestía de luto. El cuerpo era amortajado y prepa- rado para el velatorio. En la cabecera se colocaba una cruz y alre- dedor unos cirios “porque a la vista de éstos alumbremos los ojos de nuestra ceguedad con el presente desengaño” (27).

Hasta este momento la Iglesia intentaba que la celebración de la muerte tuviera un carácter íntimo y familiar, pero ocurrido el óbito ésta adquiría una personalidad pública. Las puertas de la vi- vienda se abrían a todos aquellos que quisieran dar el pésame a la familia y el último adiós al difunto. De este modo, comenzaba el velatorio dentro del ritual post-mortem. Los familiares recibían las condolencias y el fallecido las oraciones que interceden por su alma. La vida de los parientes más cercanos se vestía de luto. Luto en el interior y luto en el exterior de la persona.

El cuerpo podía y debía permanecer en la casa mortuoria has- ta veinticuatro horas después del fallecimiento (28), siempre que su estado lo permitiera y no hubiese muerto por enfermedad con- tagiosa o en tiempo de epidemia. Si la muerte se producía entre los meses de junio a septiembre, el entonces Obispo de Segovia José Pozuelo y Herrero en el año 1894, invitaba a los alcaldes y jueces municipales y eclesiásticos a que trasladaran los cadáveres al depósito del cementerio inmediatamente después de ocurrir el fallecimiento, antes de que entraran en descomposición (29). En el traslado hasta el depósito los cuerpos debían ser tapados “para evitar así que con sus miasmas se infeste la atmósfera con grave perjuicio de la salud pública y que en el cementerio sean deposita- dos en el lugar respectivo permaneciendo allí antes de darlos se- pultura el tiempo reglamentario” (30).

492 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Esta medida, adoptada tanto por estamentos civiles como eclesiásticos, da respuesta a las nuevas corrientes higiénicas pro- movidas por la Ilustración que ven en la desintegración del cuer- po humano toda una suerte de fenómenos contaminantes como enfermedades contagiosas y febriles. Con los muertos, el aire se contaminaba y de ahí la urgente necesidad de trasladar las inhu- maciones al exterior de las ciudades en pos de una mejor salud pública (31).

Los tratados devocionales para “Ayudar a Bien morir” retra- tan el estado del cadáver “que tendrá ojos y no verá, tendrá ore- jas y no oirá, tendrá lengua y no hablará, tendrá manos y no to- cará y tendrá pies y no andará; un bulto espantoso de quién hui- rán aún los más desconocidos porque les causará horror; un ca- dáver a quien echarán de casa cuanto antes puedan porque su vista los incomoda” (32).

4.- Conducción del cadáver

Dispuesto el cadáver en la casa mortuoria se convocaba a tra- vés de la esquela a los amigos y familiares más cercanos a la conducción del cadáver, entierro y funeral. Era competencia del párroco entrar en la casa mortuoria, bendecir el cadáver, entonar el oficio, levantar y acompañar el cuerpo hasta la iglesia y ce- menterio donde fuera sepultado (33). Si el feligrés tenía dos do- micilios en dos parroquias diferentes, ambos párrocos tenían el derecho a participar de los emolumentos de los funerales y ofi- cio de sepultura que se celebrase en la parroquia del otro domi- cilio (34).

En la esquela de Anselmo Becerril de Blas, fallecido el 21 de noviembre de 1881, la familia invitaba al receptor, en este caso canónigo de la Catedral, a “presidir el duelo con las demás per- sonas designadas” (35). Esta invitación, manuscrita, está firmada por José Becerril, hermano del fallecido y alude al poder adqui-

493 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS sitivo de la familia pues el clero que acompañaba al duelo reci- bía estipendio por parte de los herederos.

Todos los convocados para asistir al entierro acudían a la pa- rroquia del difunto sin que de modo alguno esperasen en las ca- lles o en la casa mortuoria (36). Cuando el párroco llegaba a la vivienda, rociaba el cadáver con agua bendita entre salmos y an- tífonas (37). Si el fallecido pertenecía a una hermandad o cofra- día, éstos podían asistir y acompañar al duelo sin llevar la cruz o insignias de la cofradía (38).

El cortejo fúnebre salía de la casa mortuoria y partía hacia la parroquia del difunto. El trayecto o camino del entierro era fijado por el párroco (39). Abría el cortejo la Cruz Parroquial pero si en él participaba el cabildo de la catedral, era la Cruz Catedral, con exclusión de la Parroquial, la que abría el cortejo (40). Los cadá- veres podían ser conducidos para su enterramiento a cualquier ho- ra del día y nunca durante la noche excepto en caso de tener li- cencia expresa para ello (41). El cadáver era conducido en andas o en “coche fúnebre” propiedad del ayuntamiento (42), de las pri-

Fig. 3 Carruaje funerario.

494 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX meras agencias funerarias o de algu- na parroquia. La fotografía adjunta (Fig. 3) se corresponde con el ca- rruaje funerario de dos ejes conser- vado en el Monasterio de Nuestra Señora de Irache (Lizarra- Estella). Era utilizado por el Ayuntamiento de Olite para el traslado de los féretros de los vecinos de la iglesia al ce- menterio. Estuvo en servicio hasta 1970. Fig. 4 En Segovia se tienen noticias de dos agencias funerarias que ofrecían el servicio de carro fúnebre. Una de ellas “Funeraria de Miguel Barrios” (Fig.4) se encontraba en la calle Real del Carmen nº 20. Su anuncio publicitario responde al formato propio del lenguaje “esquelario” con enmarque de banda negra. En su pu- blicidad ofrecía unos precios económicos para los servicios fu- nerarios: “Esta antigua y acreditada casa, deseando correspon- der al constante favor que el público le viene desde su creación dispensando, ha dispuesto establecer la siguiente económica tari- fa de precios, para los servicios mortuorios: Por conducir en ca- rro fúnebre, al camposanto, el cadáver de una persona mayor, treinta reales. Id. el de un niño, veinte reales” (43).

Mayor información sobre los servicios fúnebres ofrece la “Fu- neraria El Carmen” de José Pérez Villamil situada en la Plazuela de Corpus nº 1: “Esta funeraria cuenta con un completo surtido de cajas mortuorias de madera y metálicas de hierro galvaniza- do, desde las más modestas a las más suntuosas. Coronas última novedad. Carroza de primera para adultos, estilo Luis XV, tirada de cuatro caballos empenachados y con gualdrapas de terciopelo negro y adornados con pasamanería. Carroza de primera para párvulos, estilo Luis XV, tirada por cuatro caballos empenachados con guirnaldas blancas adornados con galón y fleco de oro. Carroza de segunda para párvulos, tallada, tirada por dos caba- llos empenechados y con gualdrapas blancas y galón de oro (...)

495 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Nota: Estas Funerarias no acuden a sus dependencias a molestar a las casas donde ocurre alguna defunción, hasta tanto no se sir- ven pasarle aviso. Servicio permanente” (44).

La conducción del cadáver constaba de dos tramos: De la ca- sa mortuoria a la iglesia parroquial y de ésta al cementerio (45). Por las calles de la ciudad caminaba el cortejo “cubiertos los fé- retros para evitar así que con sus miasmas se infecte la atmósfe- ra con grave perjuicio de la salud pública” (46). Si en su camino hacia el cementerio pasaba el cortejo por otra parroquia ajena al difunto, el párroco de la misma no podía ni impedir el tránsito ni llevar derechos o estipendio alguno (47).

Cuando se llegaba a la parroquia del finado, se hacía la pri- mera parada. El cuerpo se quedaba a la puerta de la iglesia mien- tras los acompañantes presentaban sus oraciones a Dios. En es- ta centuria quedaron prohibidas las misas de cuerpo presente. El viernes 27 de junio de 1894 el Gobernador de la Provincia de Segovia recuerda a los alcaldes la prohibición de este tipo de exequias por prescripción sanitaria. Además “solicita nuestra co- operación para este objeto y en su virtud hemos dispuesto que si en algunas parroquias de esta Diócesis no se cumplen las pres- cripciones sanitarias sobre este punto, se cumplan desde luego, negándose los señores curas al deseo piadoso de las familias de que sus difuntos sean llevados a la Iglesia para hacerles las exe- quias de cuerpo presente” (48).

De este modo, la esquela recoge esta normativa al invitar al receptor a la conducción del cadáver desde la casa mortuoria con calle y número hasta el cementerio: “Suplican a V. se sirva encomedarle a Dios y asistir a la conducción del cadáver a las cuatro de la tarde de hoy 14 desde la casa mortuoria, capuchi- nos 7 a la iglesia de San Miguel y desde allí al Campo Santo” (49). En casos excepcionales como el fallecimiento de niños o perso- nas de importante representación social, la misa de funeral se hacía de cuerpo presente a pesar de lo dispuesto (50).

496 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Ya lo llevan a enterrar “entre el doloroso y fúnebre aparato de luces moribundas que lo rodean de parientes enlutados que tal vez a lo menos en el exterior lo lloran, de amigos que con el ros- tro triste le acompañan y de extraños de los cuales unos le alaban y otros lo vituperan y murmuran. Escucha atentamente aquellos ecos tristes y melancólicos con que el venerable clero ruega por él aún en las calles; aquellos cantos patéticos con que resuenan las bóvedas de la Casa del Señor al ofrecerle por el incruento sacrifi- cio; aquellos lúgubres cánticos, aquellas piadosas oraciones que en sufragio de sus hijos difuntos presentará a su divina Majestad nuestra siempre compasiva madre la Iglesia” (51).

El periódico “El Amigo Verdadero del Pueblo” recoge como testigo excepcional, la conducción del cadáver de Don Félix Lázaro, presbítero y director del periódico. La conducción por las calles de la ciudad de Segovia y el posterior enterramiento, fue- ron narrados de manera pormenorizada por la redacción del pe- riódico utilizando para ello un lenguaje retórico y pomposo. La crónica lo narró así: “Triste y consoladora, por más que estas pa- labras envuelvan dos ideas al parecer incompatibles, fue para Segovia la funeraria pompa con que el cadáver del por títulos mil inolvidable Don Félix Lázaro García, fue conducido al Campo Santo en la desapacible tarde del sábado último (...) Triste como el postrer ¡a Dios! Pero consoladora repetimos y tan consoladora que al contemplar nosotros asombrados las numerosas gentes que silenciosas, tristes, empero resignadas seguían como escolta de honor al fúnebre cortejo; al contemplar nosotros el inmenso con- curso que precedían al féretro conducido en el carro de la Sacramental de San Martín; al contemplar al pueblo todo, pu- diéramos decir sin merecer por ello la nota de hiperbólicos, que acudía espontánea y libérrimamente sin invitación previa a des- pedir a los mortales restos del que supieron en vida cautivarse su afecto y simpatías, dándole el testimonio solemne y auténtico de respetuoso amor, al herir dulcemente nuestro oído las melodiosas notas que lanzaban al viento los instrumentos bélicos de la ban- da de músicos del antiguo colegio de Artillería. ¿Qué es esto pre- guntamos? ¿Venimos a un entierro o a una fiesta?. Conduce ese

497 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS ataúd los fríos e inanimados restos de algún héroe llevados como en triunfo al regio panteón, o por lo menos a un suntuosos y so- berbio mausoleo, o en el carro triunfal en que hace el vencedor su entrada pública para recibir los honores y coronar el triunfo a la usanza romana. Venimos a cumplir con el deber penoso de enterrar la materia, el cuerpo corruptible y grosero, mientras que acaso el alma de Don Félix se cierna y revolee sobre nuestras ca- bezas por presenciar la apoteosis de la Idea que durante su vida ha sostenido con un valor heroico (...)” (52).

No todos los acompañamientos fúnebres se realizaban con la misma solemnidad. A pesar del elogio y acompañamiento al di- funto y familiares “un entierro turba asombrosamente nuestras ideas y quando un sacerdote, revestido de negro, en medio de una multitud de hachas fúnebres y de una familia desconsolada pronuncia con voz lúgubre aquellas terribles palabras: “No en- tréis señor, en juicio con vuestro siervo”, convengamos que se ex- cita en el alma un cierto movimiento, que no se puede definir, y que haciéndonos temer de nosotros mismos, parece que vemos abierta nuestra sepultura” (53).

En la ciudad de Segovia y en el año 1855 se escuchan las pri- meras voces de protesta ante determinadas actitudes en los acom- pañamientos así como en la disposición de los nichos en el ce- menterio:

“Por la milésima vez repito, sin esperanza de ser oído y de que se prevea del oportuno y facilísimo remedio; que continúa en el Campo Santo, la mezcla y falta de la debida separación pa- ra dar sepultura a los sacerdotes. También es sensible el abandono con que desde la iglesia se conducen los cadáveres al Campo Santo, acompañados solamente de sus amigos, y aunque asistan sacerdotes, van sin cruz, ni ropas de iglesia, como simples particulares. Si no a todos, por lo menos a los eclesiásticos debería acompañarse con la cruz y algún sacer- dote con pelliz y estola rezando los salmos penitenciales. Así se hace en Francia atravesando por las calles públicas” (54).

498 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

5.- Oficio de sepultura

Desde la parroquia continuaba el cortejo hacia el cementerio donde esperaba el sepulturero, siendo obligación y derecho del párroco dar sepultura eclesiástica a todos sus feligreses. En una época donde se estaba poniendo en práctica las nuevas orde- nanzas reales sobre inhumación de cadáveres, con la consecuen- te creación de cementerios civiles por motivos de higiene y salu- bridad de las poblaciones, pudo ser frecuente cierta confusión en determinadas competencias por parte de los párrocos así como del personal civil encargado de la custodia y orden en los ce- menterios. De ahí, la abundante documentación eclesiástica exis- tente que recoge y dispone las obligaciones y atribuciones de ca- da ámbito (55).

El párroco no sólo tenía el derecho y deber de dar cristiana sepultura a sus feligreses, su ministerio se hacía extensible a “to- dos los demás que mueren en su colación aunque pertenezcan a otra como los estudiantes, los criados, los peregrinos o los viaje- ros. Es un derecho parroquial de tal naturaleza que constituye al Párroco como único competente y propio debiendo ser ante todo restituido si fuese despojado y pudiendo ser exhumado el cadáver si fuese enterrado en otro sitio y no por el párroco” (56).

Enterrar a los muertos es una obra de misericordia pero dar sepultura eclesiástica a los que estuvieran privados de ella era considerado como una de las penas más graves entre todas las es- tablecidas por el derecho canónico (57). La sepultura eclesiástica se negaba si el fallecido era judío, mahometano, si no había reci- bido el bautismo aunque fuera catecúmeno o hijo de padres cris- tianos, apóstatas, herejes y cismáticos, usureros públicos aunque estuvieran arrepentidos, aquellos que hubieran cometido robos sacrílegos o hubieran violado iglesias, los que mueren en torneos o en desafíos, no sólo público sino también privado, tanto si per- dían su vida en el lugar del desafío como si morían en otra parte a consecuencia de la herida que recibieron en el duelo (58). También señalan aquellos que cuando sobreviene la muerte eran

499 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS sorprendidos sin haber cumplido el precepto de la confesión y comunión pascual; aquellos regulares de uno y otro sexo que en la hora de la muerte retuvieron peculio propio o sin licencia del superior; los suicidas que no padecieran enajenación mental; los ladrones y adúlteros; los pecadores públicos entendiéndose con este término aquellos que hacían juramento en sociedades secre- tas y finalmente los que desempañaban su profesión de manera torpe y deshonesta y los escritores de periódicos impíos (59).

El procedimiento para denegar sepultura eclesiástica debía ser sumarísimo, habida cuenta de la gravedad de la pena espiri- tual. Para ello se tramitaba un expediente donde el párroco da- ba cuenta de la muerte de un feligrés fuera de la comunión de la Iglesia. Este expediente pasaba al Sr. Obispo de la Diócesis o en su defecto al Vicario General o al Arcipreste, que buscaba in- formación a través de testigos y adjuntaba la partida de defun- ción expedida por el facultativo. Con todo ello y finalmente, se decretaba si el cuerpo recibía o no la sepultura eclesiástica. En este último caso la decisión se hacía llegar al Gobernador Civil de la Provincia (60).

6.- Sufragios y duelo

En 1894 el Obispo de Segovia, Don José Ramón Quesada y Gascón, puso especial énfasis en la prohibición de la celebración de exequias fúnebres de cuerpo presente pues al parecer algu- nas parroquias de esta Diócesis no cumplían esta prescripción sanitaria. Por este motivo mandó a los párrocos que se negaran al piadoso deseo de los familiares de celebrar en el interior de las iglesias las exequias de cuerpo presente ya que “el valor de las oraciones y sufragios por los muertos es lo mismo ante los ojos de Dios estando el cadáver presente como ausente” (61). Por este motivo y una vez enterrado el cuerpo, las esquelas invitaban al receptor a recomendar el alma del difunto. Esta misa funeral era celebrada a los días de recibir sepultura. En lugar del cuerpo po-

500 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX día colocarse un túmulo funerario como el que se encontraba en la iglesia de San Miguel (62). Era práctica habitual que junto al cuerpo o en su caso al túmulo funerario, se colocase una foto- grafía del difunto. Sin embargo, la iglesia rechazaba este tipo de práctica y prohibía esta costumbre en todos aquellos lugares donde estuviera extendida (63). Este hábito hace pensar en una de las primeras negaciones de la muerte que se desarrollan en el siglo XIX. La muerte no se acepta y se cubre. En su puesto se coloca la fotografía en vida del difunto en un intento de recor- dar al fallecido con vida porque su muerte no se tolera. Si en otro tiempo fue la pintura el arte que recogía la imagen con vi- da, a partir del siglo XIX fue la fotografía la que recogió de una manera inmediata cada uno de los instantes de la vida y de la muerte.

La fotografía es el medio idóneo para la captación de un ins- tante. Detiene y captura el tiempo en la película fotosensible. Entre un parpadeo y otro, el tiempo ha pasado y el instante es otro. Ese momento captado es único, es el instante que hace que la fotografía sea de esa manera y no de otra. Para Susan Sontag, “fotografiar personas es violarlas pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; trans- forma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbóli- camente” (64). Con la aparición de la fotografía, se extendió la práctica entre las clases acomodadas de fotografiar al difunto an- tes de ser enterrado. En el siglo XIX la fotografía se nos presen- ta como un Memento Mori, permitía mantener la memoria del ser querido y en la mejor situación de la persona real. Este retrato post-mortem viene a suplir el vacío producido por la desapari- ción física. De este modo la fotografía funeraria actualiza en el presente, no sólo un pasado que no volverá, sino el recuerdo de alguien que ya no existe físicamente. A través de la fotografía nos reunimos con el ser querido y como afirma Marga Clark era como un acto de presencia, como un último intento de mante- ner a los muertos entre los vivos. A través de esta minuciosa do- cumentación la fotografía se convierte en una prueba de nuestra propia existencia (65).

501 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Con esta prescripción eclesiástica se celebraba el cabo de año, eso sí, sin fotografía. El cabo de año, como su propio nom- bre indica, era el aniversario celebrado al año del fallecimiento. Por este motivo no se entiende por qué se aplicaba a los días del entierro, salvo que fuera el antecedente de las actuales misas de privilegio, que únicamente se celebran en la Diócesis de Segovia. La práctica de celebrar el cabo de año a los días del óbito des- aparece de las esquelas en 1870 con el fallecimiento de Francis- co Canales Antón cuyo funeral y cabo de año se celebró en la Catedral (66). A partir de 1872 se incorpora en las esquelas la ce- lebración de los aniversarios. Un total de 49 esquelas (3’16%) pertenecen a este tipo de celebración. De José Riber y Puerto, fa- llecido el día 21 de noviembre de 1872 en San Miguel (67) se conservan las esquelas de su primer y quinto aniversario (68).

Finalizado el funeral o sufragio la familia recibía el duelo tan- to en la puerta del cementerio como en la puerta de la iglesia. De ello dan cuenta las esquelas: “El duelo se recibe en la Casa de Dios” (69). Este momento del ritual post-mortem, ya no es un homenaje al difunto, sino que se busca ante todo el consuelo y aliento de los familiares. Comienza a partir de ahora un período donde los vivos tienen que acostumbrarse a la ausencia del ser querido y en definitiva a aprender a amar al muerto desde la vida.

7.- Epitafios y decoración de la sepultura

Sepultado el cuerpo se procedía a la colocación de una losa o al levantamiento de un mausoleo. La elección, examen y aproba- ción de los epitafios en las sepulturas era competencia de la auto- ridad eclesiástica (70). La inhumación se realizaba en nicho o en tierra. Cuando se realizaba en tierra, una cruz de hierro con la identidad del finado y la fecha de defunción, recuerdan la presen- cia y existencia del difunto. Panteones o mausoleos se construían como morada de muertos siempre y cuando fuesen embalsamados (71). En el siglo XVIII se enfatiza la meditación ante la sepultura

502 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX sobre la vanidad de los bienes terrenales y los títulos honoríficos grabados en el mármol de una sepultura. “Todo esto son quimeras (...) y la muerte les abrirá los ojos y solo entonces la conocerán bien la condición” (72). Tanto la aristocracia como la burguesía aspira- ban a grabar en letras de bronce y sobre su sepultura, la condición social conseguida en vida e inmortalizada en muerte: “¿No veis que las Armas y Blasones sobre las sepulturas es honra muerta sin vida, sin otro ser y entidad más que para ser enterrada?” (73).

La imagen (Fig.5) se corresponde con un nicho del Cemente- rio Municipal de Segovia que cuenta con una interesante icono- grafía. El fallecido era alférez alumno de la Academia de Artillería y sus compañeros le dedican su último recuerdo. Fallece en 1871 a los 22 años y de él no se conserva esquela. A la izquierda pue- de apreciarse una calavera alada y a la derecha el reloj de arena alado. Estos atributos junto con el lugar donde aparecen inserta- dos vienen a significar la fugacidad y velocidad del paso del tiempo ante la llegada inminente de la muerte. En la parte cen- tral del nicho se representan varios atributos militares, entre ellos

Fig. 5

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Fig. 6 Vista general del mausoleo

Fig. 7 Sepultura correspondiente a Don Vicente Ruiz y Doña Mónica de la Torre

504 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX un cañón, una bandera, una trompeta, un sable, tambores, fusi- les y la bombeta de Artillería.

Si en siglos precedentes la inhumación en el interior de los templos había unido a miembros de una misma familia de ge- neración en generación, la creación de cementerios civiles apor- taba una nueva mentalidad y actitud en el culto a los muertos y al cementerio. En el Cementerio Municipal de Segovia aún se conservan nichos y sepulturas del siglo XIX, algunas de las cua- les pertenecen a los fallecidos de la colección de esquelas o a di- funtos que, aún no conservándose la esquela, sí se publica su defunción en la prensa local. Tal es el caso de Don Vicente Ruíz y de su mujer Dña. Mónica de la Torre (Figs. 6 y 7)

En algunas ocasiones los epitafios reproducen el nivel socio- económico del finado, de la misma manera que lo refleja la es- quela de defunción. Este status viene reflejado por la profesión que desempeñaba el difunto. En la imagen (fig. 8) se deja cons- tancia de que el fallecido, del que no se conserva esquela, era Coronel Teniente Coronel Primer Jefe del Batallón Reserva de Se- govia, nº 32.

Fig. 8

505 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

En otros epitafios predomina el dolor y el desgarro por el fa- llecimiento del ser querido, como es el caso del siguiente mau- soleo de estilo neoclásico y perteneciente a dos hermanos falle- cidos en 1846 y 1847 (Fig.9). El panteón consta de dos partes; un pedestal donde aparecen inscritas unas dedicatorias de los padres hacia los hijos fallecidos y sobre él un sarcófago con el nombre de los finados con la edad de su fallecimiento. Uno de ellos de cinco meses y un día y otro a la edad de cinco años y doce días. Las dedicatorias dicen así: “Cual guardo yo en mi pe- cho/ por el pesar desecho/ memoria ynestinguible/ de vuestro dul- ce amor/ guardad aquí, hijos míos/ con vuestros restos fríos/ mis lágrimas, emblema/ de mi eterno dolor”. “Cobija bajo tus alas/ esos mis hijos queridos/, pedazos ¡Ay! desprendidos/ de mi triste corazón/ les encomiendo tu guarda/ y por Dios que con anhelo/ cuides de ellos en el cielo que ángeles como tú son”

Hay epitafios que resumen en un limitado espacio pétreo ver- daderos currículum profesionales y laborales. Gran parte de los nichos de esta centuria dejaban constancia de la profesión des- empeñada en vida, en un in- tento de identificación del difunto. El siguiente nicho (Fig.10) en el Cementerio Municipal de Segovia, repro- duce una urna neoclásica sobre el pedestal donde se escribe el epitafio: “Aquí ya- ce el Sr.Felipe? Pardo García Canónigo de la Santa Igle- sia Catedral de esta ciudad, director de la casa de Niños Expósitos de su provincia. Académico de honor de San Fernando, teniente Vicario

Fig. 9 Túmulo funerario

506 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Fig. 10 Nicho del canónigo Pardo García

Castrense. Sus Colegios de ¿? y Vacantes. Caballero Gran Cruz y ¿? de la distinguida Orden de Carlos 3º y otras varias distincio- nes. Esta tumba es el camino que ha debido conducir a la bien- aventuranza como constante bien hechor de la inocencia infor- tunada. Falleció el día 26 de enero de 1846. A los 62 años de edad. Perpetuo”.

Fig. 11

507 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Del nicho de Don Jorge Calvo y González se conserva esque- la. Don Jorge falleció el día 14 de diciembre de 1889 (Fig. 11). De su mujer, Doña Dolores Pérez-Lara se conserva una esquela de gran interés iconográfico y que se estudiará posteriormente. En el nicho del marido resulta curioso que en su epitafio se pueda le- er: “A la memoria del Excmo. Señor D. Jorge Calvo y González de su esposa la señora Dª Dolores Pérez de Lara (...)”. Su mujer falle- ce el día 6 de marzo de 1860, es decir veintinueve años antes que su marido. Al final de la anotación sepulcral se comprende su sig- nificado: “Su hijo les dedica este recuerdo”. Quizás el hijo viera en sus padres el amor eterno. En este pequeño espacio el hijo ha querido dejar constancia de la profesión y condecoraciones de su padre: “El Doctor en Medicina y Cirugía, médico honorario de la Real Cámara. Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Americana de Isabel la Católica, Caballero de la misma Orden y de la de Carlos III, condecorado con la de epidemias y con la de 2ª clase de Beneficencia, Ex – Presidente de la Diputación Provincial de el Consejo de Administración del Monte de Piedad, Caja de Ahorros de otras corporaciones e instituciones de Segovia y Presidente del banco Agrícola de esta Provincia”.

Estos epitafios y dedicatorias a los seres queridos fallecidos re- flejan una nueva actitud ante la muerte. El recuerdo de los muer- tos sigue vivo y se hace necesaria la visita a la sepultura para re- zarles y sentirles más cerca. De este modo y a partir del siglo XIX se visita la tumba de familiar fallecido, se mantiene limpia la se- pultura y se llevan flores en señal de recuerdo. Surge una nueva estética en el culto a nuestros difuntos que se proyecta en nues- tros días, especialmente en la festividad de Todos los Santos. Decoro, colorido y olor son las máximas perceptivas en la orna- mentación de la sepultura tanto para los vivos como para los muertos. Para los vivos, porque visten la corrupción de la muer- te sin ofender a la vista. Para los muertos porque a través de los vivos se mantiene viva su memoria, se ruega y reza por ellos.

En gran parte de las esquelas con ilustraciones aparece abun- dante vegetación con un claro significado iconográfico. La Iglesia

508 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX recomendaba la utilización de plantas odoríferas no sólo para embellecer, también por motivos de salubridad y de respeto a los cementerios (74). Ahora bien, la Sagrada Congregación de Ritos no permitía que bajo la apariencia de piedad con los difuntos, se colgaran coronas mortuorias de las paredes de la iglesia o en oratorios públicos (75).

Las empresas funerarias comienzan a dar sus primeros pasos y ello será aprovechado por comercios que ofrecerán al cliente to- da suerte de productos fúnebres, consuelo de vivos y recuerdo de muertos. Se creará una estética propia y característica de los ce- menterios españoles con su propio lenguaje. Es el lenguaje del de- coro, de la necesidad de visitar a nuestros difuntos, del culto a la tumba y de la inseparable realidad entre la vida y la muerte. Una crónica recogida en “El Adelantado” fotografía el día de Todos los Santos del año 1885: “El día de los Santos estuvo malo, como es de rigor que sucede. Mucho frío, mucho barro y el cementerio cerra- do. Este año los muertos se han quedado tranquilos, sin que oyesen cerca de ellos ningún ruido mundano. Las lámparas y hachones no han alumbrado sus tumbas como otras veces. Las coronas y to- da clase de adornos de sepultura, se han quedado en los comer- cios, esperando otras ocasiones propicias donde poder exhibirse pa- ra que la multitud calcule el valor del recuerdo, la magnitud del dolor que a los vivos causa la pérdida de seres queridos. El cólera, amigo, el cólera (...) Y por la noche, las campanas, toca que toca. No paraban por nada del mundo; dale que dale que le dan, talán, talón, tolón,...” (76).

En Segovia bajo el reclamo “Recuerdo a los que fueron” se anuncia el comercio “La Virgen del Pilar” donde “encontrarán to- da clase de objetos fúnebres como coronas, lámparas, florones, ci- preses, ángeles, cristos y cuanto en estos días acostumbraba el ca- riño de los que viven a poner en los nichos de las personas queri- das, como símbolo de recuerdo” (77). Este anuncio se publica con anterioridad al día de Todos los Santos en numerosas ocasiones. No hay que olvidar las ya mencionadas funerarias Miguel de Ba- rrios y El Carmen que ofrecen todo tipo de servicios y traslados.

509 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Los tejidos en negro, color del luto en nuestra cultura, podían ser adquiridos en el establecimiento “La Aurora”, situado en la ca- lle Juan Bravo nº 25. En él se podían adquirir “gran surtido de gé- neros negros en Gró, Rapsemin y Rasos (fabricación especial para esta casa). Propios para la Semana Santa = Velos, encajes y Blon- das”. (78).

En cuestiones de impresión se encuentran los anuncios de la imprenta y librería de F. Santiuste, situada en la calle Grabador Es- pinosa, nº 1 e Isabel la Católica 5: “En este antiguo y acreditado establecimiento, se halla en venta toda clase de menaje para escu- dos, (...). Se hacen toda clase de impresos, esquelas de defunción, tarjetas, folletines, membretes y prospectos, todos a precios conven- cionales” (79).

2.- LA MUERTE A TRAVÉS DE LA ESQUELA

1.- La esquela: Origen y evolución

En el Diccionario de la Lengua Española se define “esquela” como “aviso de la muerte de una persona que se publica en los pe- riódicos con recuadro de luto. Suele indicar la fecha y el lugar del entierro, funeral etc.”(80). El origen del término “esquela” se en- cuentra en el diminutivo griego skhidé, “hojita”. Las schedas eran papeletas utilizadas a manera de convites pero de ninguna ma- nera estaban relacionadas exclusivamente con las ceremonias de carácter fúnebre y bien podían abordar asuntos de cualquier tipo como un banquete o una fiesta de cumpleaños. Fue en 1732 cuando se registra por primera vez la palabra “esquela” tal y co- mo la identificamos hoy en día vinculada definitivamente con los asuntos mortuorios (81). La esquela cuenta con una larga tradi- ción. Como anuncio público de la muerte nace en el corazón de la pompa fúnebre romana. En Roma, las agencias funerarias co- menzaban el trabajo días antes del fallecimiento que, una vez

510 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX ocurrido, era dado a conocer por pregoneros en plazas y aldeas. Este aviso público de un fallecimiento no se limitó a la comuni- cación verbal sino que se hizo extensible a medios escritos como carteles públicos y correspondencia privada, sólo empleada en funerales de alto rango (82). Posteriormente y durante la Edad Media el pregonero fúnebre continuó siendo el portador de la quinta esencia de las exequias medievales y la Iglesia por su par- te ideó los mortuarium, origen del prototipo de esquela católica. Los mortuarium eran unas grandes cartas de borde negro con la cruz immisa colocada en el ángulo superior izquierdo, los sufra- gios y la trilogía Requiescat in pace (83). Cuando fallecía algún miembro del clero el mortuarium era enrollado y envuelto en un paño negro que era enviado de monasterio en monasterio para dar a conocer el fallecimiento entre los monjes medievales.

Con la aparición de la imprenta en el siglo XV se van a re- producir los llamados “papeles pararreligiosos”, es decir, bulas de indulgencia y esquelas de convite, tanto de bodas, bautizos o misas de difuntos (84). Estas esquelas de convite se pusieron de moda entre los cortesanos del siglo XVII de tal forma que para asistir a estos actos sociales era obligatorio presentar la esquela de convite. De este modo los funerales se volvieron actos socia- les restrictivos y las esquelas se convirtieron en un artículo de lu- jo, signo de distinción entre la alta aristocracia (85).

Si la esquela de convite había sido para la aristocracia un me- dio de reconocimiento social como clase elitista, para la burguesía fue la esquela periodística o aviso de defunción el medio no sólo de informar de la muerte de un familiar sino también una con- ducta de alarde social. En el siglo XIX la esquela se introduce en los periódicos de calidad, convirtiéndose de este modo, en parte integrante de su actividad informativa (86). Este hecho está estre- chamente relacionado con el origen de los servicios de documen- tación periodística surgidos en este siglo. Así, en este origen de la actividad documental confluyen tres hechos de fundamental sig- nificación: La utilización de otros periódicos para elaborar nuevas informaciones, la recopilación y archivo de los ejemplares del pro-

511 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS pio medio y el interés por las informaciones necrológicas (87). La preparación de las semblanzas necrológicas necesitaba la elabora- ción de perfiles biográficos de las personas que acababan de fa- llecer con el objeto de esbozar el retrato del fallecido (88). Estas primeras necrológicas se realizaban sobre personajes importantes que tenían un reconocido papel en la sociedad o personas alle- gadas al periódico, de ahí la indagación en fuentes directas como familiares y amigos para realizar la esquela del finado. El primer gremio profesional que figuró como tal en los mensajes de de- función fue el de los periodistas, empleados del mismo periódico o colegas del oficio (89). Los archivos de prensa que sobre las es- quelas se iban elaborando fueron denominados en EE.UU como “el depósito de las morgue”.

Estas semblanzas necrológicas venían acompañadas en oca- siones de material gráfico que, debido al elevado coste de las ilustraciones, se hizo necesario archivarlas para posibles reutili- zaciones (90)

2.- Las esquelas en las colecciones de Don T omás Baeza González. Don Tomás Baeza González nace el 21 de diciembre de 1816 en Lastras de Cuéllar. Se ordena sacerdote el 19 de diciembre de 1839. Después de cursar estudios de doctorado y aprobar canon- gías en diferentes sedes catedralicias, toma posesión como canó- nigo en la catedral de Segovia el 24 de enero de 1867 y durante veinte años estuvo al frente del cabildo como Deán (91). Su des- velo por la tierra segoviana queda patente en las obras que escri- bió y en las colecciones de carteles de toros, llaves, monedas, no- venas, estampas y esquelas entre otras. Tres sencillos epígrafes del Catálogo de las colecciones segovianas de Don Tomás Baeza re- miten nada menos que un total de 1548 esquelas (92). Esta colec- ción de esquelas constituye una interesante documentación que nos acerca a la realidad segoviana en los conceptos de vida y de muerte en el siglo XIX.

512 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

La primera esquela conservada se corresponde con el día 2 de agosto de 1821 y la última es del día 13 de julio de 1891. A los dí- as, concretamente el 12 de septiembre de 1891, Don Tomás Baeza fallece.

Como se decía, este sacerdote de brillante carrera intelectual, ocupó la canongía en la catedral de Segovia en 1867 y con an- terioridad a esta fecha ya se conservan esquelas en su colección, concretamente 358 (23’12%). El hecho de conservarse estas es- quelas hace pensar en el celo puesto por don Tomás a la hora de recopilar y preservar esta documentación.

El cómputo total de esquelas de la colección de Don Tomás Baeza pertenecientes al siglo XIX y conservadas en el Archivo de la Catedral es de 1.548 de las cuales: 1.182 pertenecen a parro- quias de la ciudad; 97 son esquelas de fallecidos en la provincia; 26 pertenecientes a la ciudad de Segovia pero sin indicar la pa- rroquia; 98 esquelas sin fechar; 15 no localizadas por encontrar- se fragmentadas; 106 son esquelas repetidas y 24 son defuncio- nes pertenecientes a otras ciudades. De este cómputo total de es- quelas, 1.450 se encuentran fechadas y 98 sin fechar y su distri- bución anual es la siguiente:

TABLA 1

AÑO Nº ESQUELAS % AÑO Nº ESQUELAS % 1821 11 0’71 1865 15 0’96 1822 2 0’12 1866 17 1’09 1839 3 0’19 1867 21 1’35 1840 7 0’45 1868 37 2’39 1841 4 0’25 1869 33 2’13 1842 4 0’25 1870 32 2’06 1843 1 0’06 1871 39 2’51 1844 5 0’32 1872 19 1’22 1845 10 0’64 1873 33 2’13 1846 3 0’19 1874 25 1’61

513 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

AÑO Nº ESQUELAS % AÑO Nº ESQUELAS % 1847 9 0’58 1875 37 2’39 1848 20 1’29 1876 43 2’77 1849 21 1’25 1877 30 1’93 1850 16 1’03 1878 47 3’03 1851 10 0’64 1879 39 2’51 1852 7 0’45 1880 42 2’71 1853 3 0’19 1881 44 2’84 1854 13 0’83 1882 84 5’42 1855 6 0’38 1883 59 3’81 1856 11 0’71 1884 54 3’48 1857 21 1’35 1885 50 3’81 1858 22 1’42 1886 49 3’16 1859 24 1’55 1887 74 4’78 1860 32 2’06 1888 74 4’78 1861 19 1’22 1889 69 4’45 1862 18 1’16 1890 57 3’68 1863 12 0’77 1891 1 0’06 1864 12 0’77

Las 1.182 esquelas pertenecientes a las diferentes parroquias de la ciudad de Segovia tienen la siguiente distribución:

TABLA 2

IGLESIA Nº ESQUELAS % Santa Iglesia Catedral 52 4’39 Convento de Santa Isabel 2 0’16 Convento de Santo Domingo 2 0’16 El Salvador 47 3’97 El Seminario 2 0’16 Hospital de la Misericordia 13 1’09 Hospicio 1 0’08 La Lastrilla 1 0’08 Monasterio de San Antonio 2 0’16

514 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

IGLESIA Nº ESQUELAS % Monasterio de San Vicente 1 0’08 San Andrés 90 7’61 San Antonio Abad 5 0’42 San Esteban 131 11’08 San Facundo 4 0’33 San Francisco 24 2’03 San Justo 6 0’50 San Lorenzo 8 0’67 San Marcos 2 0’16 San Martín 221 18’69 San Miguel 291 24’61 San Millán 103 8’71 San Sebastián 28 2’36 Santa Columba 4 0’33 Santa Eulalia 57 4’82 Santa María del Parral 1 0’08 Santísima Trinidad 69 5’83 Santo Tomás 13 1’09 Zamarramala 2 0’16 TOTAL 1182 99’81

Las parroquias de San Miguel, San Martín y San Esteban, son las que cuentan con un número más elevado de esquelas regis- tradas. ¿Son las parroquias más habitadas o quizás eran las feli- gresías de mayor poder adquisitivo y con una mayor necesidad de hacer pública la muerte de un ser querido? Eduardo Martínez de Pisón nos acerca a la realidad segoviana de la población en el siglo XIX (93). En el año 1821 la parroquia de San Miguel con- centraba el 30’03% de los habitantes intramuros (94). Si a esta población se añaden los vecinos de San Martín, los residentes de estos dos barrios ascendía a un 48’46% de la población intramu- ros. Barrios por otro lado, señoriales y céntricos. San Esteban por su parte, contaba con el 11’02 % del vecindario de la ciudad amurallada (95).

515 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

En el caso de la ciudad extramuros, los arrabales más densa- mente poblados era, en la primera mitad del siglo XIX los de Santa Eulalia, San Clemente y San Justo-El Salvador, que contaban con el 51’14 % de la población arrabalera (96), centros por otro lado, de gran actividad comercial e impulsores de la vitalidad urbana.

Es posible que el mayor número de esquelas registradas, tan- to de las parroquias intramuros como extramuros, no sea fruto del azar sino de cierta relación entre el poder adquisitivo del di- funto o de su familia y de la demanda de este género público y social que es la esquela, ya que constituye un complemento so- cial al cual no todos podían acceder. A esta hipótesis hay que añadir otro dato significativo y es el número total de habitantes de Segovia y su provincia. En 1821, Segovia capital contaba con una población de 9.656 habitantes (97). El número de esquelas conservadas de este año es de 11 es decir, un 0’11% de la po- blación En 1843 con 12.562 habitantes (98) se conservan 1 es- quela el 0’007%. En el año 1877 Segovia capital y provincia con- taban con un total de 151.169 habitantes (99). De este año se conservan 74 esquelas, es decir un 0’04% de la población. Teniendo en cuenta que Segovia capital tenía 11.172 habitantes, es decir un 7’39 % de la población total y la provincia un 92’60%. Se debe tener en cuenta que quizás no todas las esquelas im- presas en ese año se conservan, pero aún así es un porcentaje revelador. Los pobres no tenían esquela.

Sin embargo, en la otra cara de la moneda puede decirse que hay determinadas clases sociales que no conciben la muerte sin la esquela, porque ésta ofrece una información que encontrará su eco entre aquellas personas que comparten su mismo status.

3.- La esquela: Estructura y función

En la esquela, el difunto es el verdadero protagonista pero no es el emisor de la información pues son los familiares los que

516 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX hablan, aquellos que trasmiten la identificación del finado con el objeto de invitar al receptor a las correspondientes pompas fú- nebres. Como todo discurso, la esquela posee un lenguaje no só- lo basado en las palabras sino también en la imagen, con una se- rie de códigos que son asimilados por el receptor al lenguaje fu- nerario firmándose un pacto en el imaginario colectivo.

En primer lugar existen varios tamaños de esquelas de lo que se deduce que existían diferentes precios. A mayor tamaño ma- yor costo y notable importancia social. Una considerable parte de las esquelas tenían forman de díptico de forma que la hoja impresa quedaba protegida por otra en blanco que en muchas de ellas no se ha conservado.

La esquela funeraria consta de varias partes y cada una de ellas desempeña una determinada función en el marco de este lenguaje “esquelario” (100). El primer elemento que hay que des- tacar es el marco constituido por una ancha banda negra. Para Eulalio Ferrer (101) la costumbre de graficar las esquelas mor- tuorias con un borde negro tiene como antecedente los ya men- cionados mortuarium medievales, sin olvidar la costumbre ex- tendida posteriormente en el renacimiento de decorar con bor- des, libros, grabados, fotografías y como no, las esquelas de con- vite.

En cuanto a la cruz, la ubicación en la parte superior central de la esquela, marca la importancia concedida al principal sím- bolo de comunión cristiana. Aunque sus formas y tamaños va- rían, la más habitual es la cruz latina. Con este símbolo se da paso al encabezamiento de la esquela, parte en la que se iden- tifica física y socialmente al finado y a los familiares. Seguida- mente la convocatoria, donde los deudos invitan a la celebra- ción de las pompas fúnebres. En tercer lugar, los agradecimien- tos y la última parte de la esquela está dedicada a la despedida del duelo.

517 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

1.-Encabezamiento

Una ancha banda negra enmarca el espacio que se encabeza con una Cruz símbolo que nos habla de la religión profesada por el difunto. Seguidamente se presenta en sociedad al fallecido: “La señorita”, “El señor D.”, “La Señora Dª” o “El señorito”. En ocasiones y seguido al nombre del finado, se enumeran todos los títulos obtenidos en vida así como la profesión que en sus largos o cortos años de actividad ha desempañado. De este mo- do pueden diferenciarse aquellas esquelas que hacen alusión a la profesión y aquellas otras que reflejan un auténtico currícu- lum bien del finado o de algún pariente cercano del fallecido.

a) Esquelas alusivas a la profesión

Las profesiones que aparecen en las esquelas evidencian una clase social media-alta e informan de diferentes trabajos existen- tes en el siglo XIX, tanto en la administración pública como en el ámbito privado.

Don Gregorio Moreno Albertos, fallecido el 18 de enero de 1890 era farmacéutico del Hospital de la Misericordia (102); Don Pedro de Santiyán Carlos fallecido el 11 de abril de 1892 era abo- gado en ejercicio y Diputado Provincial (103); Don Juan Barbero y Robledo era Subdirector de sección de Primera Clase del Cuerpo de Telégrafos (104); Don Restituto Prieto y Mulas fallecido en 1889 como Regente de la Escuela Práctica de la Normal de Maestros y habilitado de Magisterio de esta Provincia (105); Don Sabino de Muncig Barreda fallecido en la parroquia de Santa Eulalia era ayudante 2ª de obras publicas (106); el 24 de sep- tiembre de 1887 fallece Don Felipe Tomé Lázaro, alguacil de Cámara del Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad (107); Don Vicente Franco Arnáez, Conserje de la Real Academia de Artillería (108); Don Antonio Barbero feligrés de Santa Eulalia era Sacristán jubilado de dicha parroquia (109); Don Cayetano de Pedro Yagüe era vecino de la parroquia de San Miguel y fallece el día 28 de di-

518 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX ciembre de 1872. Él era profesor de música y organista de la Santa Iglesia Catedral (110). Don Rafael Gallego y Beraza era profesor de equitación del Colegio de Artillería (111); Don Dionisio González Aguilar desempeñó su trabajo como profesor de músi- ca de los establecimientos provinciales de esta capital (112); y fi- nalmente Don Juan Muñoz García era habilitado del Clero, Cajero del Banco Agrícola y Presidente del Consejo de las Conferencias de San Vicente de Paul de esta ciudad (113).

Una de las profesiones mejor consideradas en el siglo XIX era la de médico y son abundantes las esquelas de fallecidos que des- empeñaron esta profesión en la capital o en la provincia. Así en la esquela de Don Ángel Pascual Rubio, fallecido el día 26 de octu- bre de 1888 se dice que era “licenciado en medicina. Médico y ti- tular que fue de los pueblos de Mozoncillo, Escalona y Aldea Rey, partido unido y después de Carbonero el Mayor y de la villa de Aguilafuente de esta provincia” (114). Don Felipe de Andrés Antón como médico titular de Gallegos (115); Don Santiago García Gutié- rrez era médico titular de Villoslada (116); Don Vicente Llorente Fernández como médico titular de Marazoleja (117) y finalmente Don Manuel Araujo Crespo médico titular de la Villa de Turégano desde el año 1829 (118).

Dentro de este epígrafe también deben señalarse aquellas es- quelas que recogen la última ilusión del finado pues la muerte les impidió culminar sus estudios o aspiraciones. Así Don Luis de Orduña y Odriozola de la parroquia de San Martín, era estu- diante de Derecho y fallece a los 20 años de edad el día 24 de agosto de 1889 (119). El joven Don Antonio Sánchez Gómez, fa- llecido el 19 de junio de 1883 era aspirante de tercera clase a ofi- cial de la Tesorería de Hacienda Pública de esta provincia (120).

No es de extrañar que sea la propia empresa o administración aquella que recuerde a su empleado o compañero fallecido a tra- vés de una esquela. Esta tipología de esquela a modo de condo- lencia introduce la relación o vínculo entre el difunto y la persona o institución que encarga la esquela. Tal es el caso de Don Manuel

519 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Molina y Candelas, Juez de Balanza de la Casa Nacional de Mone- da de la ciudad de Segovia que es recordado por el Sr. Superin- tendente y demás empleados (121). Lo mismo hace el claustro de profesores del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Sego- via ante el fallecimiento de su compañero José Aguirre y Atienza, catedrático propietario de Historia Natural (122). Poco a poco se introduce en la esquela la marca publicitaria de la empresa que manda emitir la esquela. De este modo y valiéndose de la defun- ción, la esquela se convierte en un excelente marco de actuación en la sociedad como medio propagandístico.

b) Esquelas alusivas al currículum

Esta tipología de esquela recoge todos los méritos y condeco- raciones que el finado ha conseguido a lo largo de su vida. Algu- nas esquelas utilizan la abreviatura etc en un intento de enunciar los innumerables méritos y títulos. Todos ellos aparecen inserta- dos en el último certificado de la vida y quizá, el más respetable: La esquela de defunción. Por citar algunos ejemplos, Don Antonio de Ochoa y Álvarez fallecido a los 43 años el día 30 de junio de 1889 en la parroquia de San Millán, era “Comandante graduado, Capitán de Infantería, Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III, condecorado con la Cruz de San Hermenegildo, una ro- ja y dos blancas del Mérito Militar y Medalla de Alfonso XII, con el pasador de Olot, etc, etc,. Académico correspondiente de la His- toria y Director de El Adelantado” (123). Don Joaquín María Casca- jares y Azara fallece el día 7 de enero de 1861 y de su persona se destaca “Teniente Coronel, Capitán de Artillería y Profesor en el Colegio del Arma, condecorado con la Cruz de San Fernando en Segunda Clase” (124).

El último paradigma viene de la mano de la Excma. Sra. Dña. María de los Dolores de Chaves Artacho Contreras y Guillamas, “Condesa Viuda de Superunda, Marquesa de Bermudo. De la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa” (125).

520 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

c) Esquelas de referencia

Lo que se propone en este epígrafe es diferenciar aquellas esquelas que constituyen un referente, no por el difunto, sino por algún familiar cercano que debido a su profesión o a su tí- tulo nobiliario, son para el receptor, una manera de ubicar al fi- nado en el contexto familiar. Para ilustrar esta tipología cabe mencionar al niño Juan José Eugenio Rivas de Llano, fallecido a los veinticuatro días del nacimiento. En la parte de deudos se mencionan “sus desconsolados padres Don Juan Rivas y Doña María de la Gloria de Llano, sus abuelos Don Juan Rivas Orozco y los Excmos. Sres. Marques de Llano, tíos...” (126). Doña Juana Fernández Casado, “viuda de Don Gabino Barbero. Procurador que fue de los Tribunales de esta capital”(127). El niño Jesús Álvarez Barona, fallece a los 12 meses y 16 días 9 de enero de 1889. “Sus desconsolados padres Don Eleuterio Álvarez, Conserje de la Academia de Artillería...” (128). En el marco de esta tipo- logía resulta curiosa la esquela de Doña Felipa de la Noceda López de Mendoza que fallece en 1866 pues, en la parte de los deudos, se diferencia a un hijo del resto de hijos: “El Sr. Provisor y Vicario General del Obispado, hijo, los demás hijos, nietos, so- brinos...” (129). Finalmente cabe destacar la defunción ocurrida el 30 de diciembre de 1887 del “padre del Obispo el Excmo. e Ilmo. Sr. D. Antonio García Fernández”, cuyo nombre, Policar- po García Ortega, sólo aparece en las esquelas tras el de su hi- jo (130).

En esta primera parte de la esquela se deja constancia del día de fallecimiento, la hora y la edad alcanzada en la vida terrenal: “Falleció en esta ciudad el día 30 de enero de 1887. A los 28 años de edad” (131). En cuanto a las horas de fallecimiento suelen se- ñalarse “en punto” y “las medias” horas, pero hay algunos ejem- plos de mayor exactitud como la esquela adjunta (Fig.12) que se- ñala el fallecimiento a las diez y quince minutos (132).

Otras esquelas, sin embargo, no recogen la hora del falleci- miento pero sí el lugar de defunción como es el caso de Don

521 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Fig. 12

Fig. 13

Ramón de Mascaró y del Hierro (Fig. 13) que fallece “el 7 de sep- tiembre de 1884 en el manicomio de San Baudilio de Llobregat” (133).

Para cerrar esta primera parte de la esquela o encabezamien- to, resta señalar la utilización en la mayor parte de esquelas de las conocidas siglas R.I.P (Requiescat in pace); Q.E.P.D (Que en paz descanse) ó D.O.M. (Dominus). Aunque en este período es- tudiado no es habitual encontrar mensajes de consuelo y espe- ranza o pasajes evangélicos, sí hay algunas esquelas que aprove- chan el encabezamiento para transmitir un mensaje de consuelo como “Beati Mortui, Qui in Domino moriuntur” (“Bienaventura- dos los muertos que mueren en el Señor”) (134); “Rapta est spon- sa; durum quidem, sed tolerabile, quia sustulit ille, qui dedorat” “Nolo ergo plorare, reddidi enim depositum, quod mihi creditum erat” (“Le fue arrebatado la esposa, cosa dura, dura ciertamente pero tolerable porque el que me la quitó, es el que me la dio”. “Por tanto, no quiero llorar porque devolví el depósito que se me

522 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX había dado anteriormente”)(135). “Unus ergo est omnibus introi- tus ad vitam et similis exitus” (Porque todos tienen una sola en- trada a la vida y un semejante fin”) (136). “Statutum est homini- bus semel mori” (“Está establecido que los hombres mueran una sola vez”) (137).

2.-Convocatoria

A continuación son los deudos, que asumen el papel de emi- sores, los que entran en escena. El orden seguido es cuestión de protocolo: Viudo/a, hijos/as, padres, el confesor espiritual, nie- tos, familiares políticos, testamentarios y amigos. Todos ellos, sin que nadie se olvide, invitan al considerado lector a encomen- darse a Dios por el eterno descanso del alma del difunto así co- mo a la asistencia en primer lugar, al entierro, para dar cristiana sepultura al cuerpo sin vida de aquel, que abandona la ciudad de los vivos para descansar en la ciudad de los muertos y en se- gundo lugar, la convocatoria o llamada al funeral y demás oficios que habrían de celebrarse en beneficio del alma del finado.

Cabe por tanto destacar que la primera obligación era ente- rrar el cuerpo y posteriormente preocuparse por la situación del alma. A través de la esquela la familia suplica al receptor que asista a la conducción del cadáver desde la casa mortuoria, es- pecificándose el nombre de la calle y el número, hasta el ce- menterio: “Suplican a V. se sirva encomendarla a Dios y asistir a la conducción del cadáver, desde la casa mortuorio calle de la Cintería números 1 y 3 al Cementerio, hoy 4 a las cinco de su tar- de; y mañana 5 a la Misa de Entierro....” (138). El ritual post- mortem, como ya se ha expuesto, excluía la celebración de la misa funeral de cuerpo presente. El cadáver y acompañamiento salía de la casa mortuoria hasta la puerta de la parroquia a la que pertenecía el difunto y desde allí se dirigía hacia el Campo san- to. Generalmente la casa mortuoria es aquella donde vivía el di- funto. Ahora bien, existen varias esquelas donde se deja cons-

523 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS tancia de la instalación de la casa mortuoria en la vivienda de al- gún familiar cercano. En efecto, el joven Eduardo López González, fallece con 9 años de edad y “su desconsolado padre D. Vicente, tíos, primos y demás parientes, suplican a V. se sirva encomendarle a Dios y asistir a la conducción del cadáver desde la casa de su Sr. tío D. Sancho Pedro” (139), o el caso de Don José García Martín cuyo cuerpo fue velado en la casa de su hijo político D. José Antonio Aguado, sita en la Plazuela del Conde Alpuente (140). En el caso de Don Manuel Demetrio Rodríguez, la casa mortuoria fue el Hospital de la Misericordia, concreta- mente la denominada Sala de Distinguidos (141).

3.- Agradecimientos

Como todo favor tiene su recompensa, los deudos agradecen por adelantado la asistencia a la última despedida de aquel que abandona las riquezas de la tierra en pos de las riquezas del cie- lo. Las fórmulas empleadas responden a un mismo protocolo: “de que recibirán favor”, “en lo que recibirán singular favor”, “suplican a V. se sirva favorecerles con su asistencia a este acto fúnebre”, “en lo que recibirán un señalado favor”, “en lo que re- cibirán especial merced”, “participan a V. tan sensible pérdida y le ruegan tenga presente al finado en sus fervorosas oraciones”, “esperando que V. se dignará favorecerla con su asistencia”, “ruegan a V. se sirva encomendarle a Dios” y “Suplican a V. muy encarecidamente, la encomiende a Dios en sus oraciones a cuyo singular favor le vivirán agradecidos”. Y las hay verdaderamen- te conmovedoras en las que se utiliza un lenguaje retórico y en ocasiones desgarrador: “ (...) que ha tenido un verdadero senti- miento al saber la muerte de su muy apreciable compañero...” (142); “La asistencia de V. será un acto de caridad cristiana y un obsequio a su familia” (143); “Comunican esta desgracia a los amigos y esperan unan sus oraciones a los que en medio del do- lor se dirigen al Dios misericordioso”(144); y por último, “(...) de- jando a su familia en el mayor desconsuelo” (145).

524 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

4.- Duelo

Finalmente y a pie de esquela se informa de cómo y dónde ha de despedirse el duelo. El duelo o pésame era recibido en la puerta del templo; en la Capilla del Palacio Episcopal si se trata de un obispo o algún miembro del clero, en el cementerio o en la Iglesia. La esquela de la Excma. Señora Dña. Cristina Losa Guerrero, mujer del Gobernador Civil de esta Provincia, falleci- da el día 24 de marzo de 1890 a las cinco y media de la tarde después de recibir los Santos Sacramentos, informa que el due- lo se despide en la iglesia y cementerio y además, “se suplica el coche” (146) ruego que ya hace alusión al status social del di- funto. Solamente en una esquela se ha encontrado la petición expresa –manuscrita- de invitar al receptor al acompañamiento del duelo: “Al participar a V. tan dolorosa pérdida le suplica se digne presidir el duelo con las demás personas designadas” (147).

En definitiva todo este análisis responde a un tipo de esque- la estandarizado en cuanto a su forma que no en su contenido. Es cierto que se emplean de manera muy generalizada fórmulas convencionales dentro de una lógica definida de antemano por las imprentas. Ahora bien, no es menos cierto que es en la es- quela donde se aprecia que no sólo es importante tener una bue- na muerte, sino que además hay que hacer del entierro un acto de especial relevancia social. Esta importancia viene de la mano del tamaño de la esquela, de los títulos honoríficos obtenidos en vida o de la profesión. En definitiva, del currículum paciente- mente elaborado a lo largo de toda la existencia y que en el mo- mento de la muerte debe ser mostrado a la sociedad con la cer- teza de ser elogiado humana y profesionalmente.

En este género “esquelar” existen dos tipologías que deben ser tratadas como un género en sí mismas porque responden a unas características muy concretas y con un tratamiento “espe- cial”: La esquela infantil y las esquelas institucionales.

525 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

4.-La esquela infantil

En primer lugar la esquela infantil carece del recuadro negro de enmarque y en la parte del encabezamiento en lugar de la cruz, siempre aparece una ilustración de niños ángeles o peque- ñas arquitecturas que presentan al infante fallecido “El niño Evaristo Puerta y Cabrero. Ha fallecido el día 10 de febrero de 1887, a la edad de 5 años y 6 meses” (148). Una de la fórmulas más empleada es “ha subido al cielo”, expresión que no deja du- da del corto camino recorrido entre la cuna y la sepultura. Más conmovedora es la expresión “Ha pasado a mejor vida” emplea- da en el fallecimiento de la niña María de la Visitación García Rodríguez el 28 de noviembre de 1885 (149).

En segundo lugar la presenta- ción de los deudos y para ello se emplean adjetivos como “sus afligi- dos padres” o “sus desconsolados pa- dres”, que reflejan el dolor de los fa- miliares y desde la aflicción suplican la asistencia a la Misa de Ángeles así como al enterramiento del fallecido. En el caso de la muerte de los niños y por los datos que aportan conta- das esquelas, sí parece que se cele- brara la Misa de Ángeles de cuerpo presente con la posterior conduc- ción al cementerio, aunque no era la práctica habitual. En la esquela in- Fig. 14. A.C. Ref. 1472 y 1473. 17,50x11,50 cm. fantil de la niña Segunda Burgos Muñiz (Fig. 14) cobra especial rele- vancia la tipografía empleada para dar a conocer el óbito. En es- te caso los nombres de los afligidos padres parecen derramar lá- grimas, a diferencia de la tipografía empleada en el resto de la es- quela. En el encabezado se observa la Cruz y el anagrama de María entrelazados con las palmas como símbolo de Salvación.

526 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

En la cabecera de la esquela de la niña María de la Asunción Martínez Olalla (Fig. 15) se representa un monumento funerario de estilo clasicista en un evocador paraíso de abundante vegeta- ción. En la del niño Evaristo Puerta (Fig.16) se destaca el nom- bre de los padres como parientes más cercanos del difunto. En la cabecera, un ángel engarza una guirnalda de flores en una Cruz desnuda símbolo de la Resurrección.

5.- Esquelas institucionales

Si la esquela es un medio para informar sobre decesos tam- bién es un medio de ensalzar las muertes de todas aquellas per- sonas que dieron su vida por la patria o por un determinado

Fig. 15 A.C. Ref. 1249. L-049 Fig. 16 A.C. Ref. 1179. L-049 16,50x9,50 cm. 20,50x13 cm.

527 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS partido político. El lenguaje empleado es completamente dife- rente al que se viene analizando hasta ahora. Es un lenguaje exaltado, idealizado y politizado que rinde homenaje a todos aquellos que defendieron con su vida unos ideales y valores en los que creían. Los enfrentamientos entre constitucionalistas-li- berales y absolutistas o carlistas tras la muerte del monarca Fernando VII, llevan a la ciudad de Segovia a continuas revuel- tas creándose un ambiente de inseguridad y desconfianza en el panorama político.

La esquela (Fig. 17) es un auténtico túmulo a modo de urna funeraria donde evoca el reposo de los restos de los difuntos tal y como reza en la corona laureada “Honor a las cenizas de los Libres”. En el frontal del pedestal se puede leer: “La Milicia Nacional de Segovia de acuerdo con su Ilustre Ayuntamiento, ce-

Fig. 17 A.C. Ref. L-395 29,50x21 cm.

528 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX lebra el viernes 4 de agosto a las diez en punto de la mañana en la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, un Aniversario solemne por las Almas de sus difuntos compañeros que en igual día del año de 1837 combatieron, derramaron con su sangre y murie- ron defendiendo la Constitución y la Libertad de la Patria. Espera del patriotismo de V. se servirá concurrir a tan piadoso ac- to, uniendo sus votos a los de la Milicia Nacional para que des- cansen en la mansión de los Justos”.

Fuera del margen establecido por la esquela se puede leer la petición de uniforme negro convocándose la reunión a las nue- ve y media de la mañana en las Casa Consistoriales.

En el encabezamiento de la esquela (Fig 18) irrumpe una glo- ria de banderas, cañones, clarines y tambores junto con los es-

Fig. 18 A.C. 26x16,50 cm.

529 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS cudos de los diferentes pueblos de España, todo ello bajo la co- rona real.

En el texto de la esquela, la Diputación Provincial de Segovia “identificada con los sentimientos de la inmortal Reina Gobernadora” Isabel II, invitan a las exequias por las almas de aquellos que perecieron en Bilbao por defender la Patria. El tex- to no puede ser más ilustrativo en este epígrafe de esquelas ins- titucionales con un sentimiento ultrapatriótico: “ (...) El monstruo de la humanidad....el enemigo de los derechos del hombre se po- drá cebar con los sacrificios cruentos de los que han quebranta- do y deshecho los esfuerzos inútiles de sus bárbaras huestes: pero el Español patriota y relijionario viendo que su aflicción es supe- rior a todos los consuelos humanos, se postra a los pies de los al- tares, y humillado ante el trono del Altísimo, pide por el eterno descanso de los que con tantas coronas cívicas han sabido dar generosamente su vida por la Patria”

Esta esquela (Fig. 19) reproduce el mismo grabado de cabece- ra que la anterior (Fig. 18). Este ejemplo junto con otros conser-

Fig. 19 A.C. Ref. 643. L-049 21x25 cm.

530 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX vados en la colección confirman la reutilización llevada a cabo por las imprentas a la hora de trabajar con grabados en el género “es- quelar”. La imagen muestra un frondoso jardín con sauces y ene- bros que envuelven el ambiente de luto. Un ángel melancólico se acoda en el pedestal que rememora a los difuntos que dieron su vida en la tercera guerra carlista (1872-1876). Una guerra que en- frentó al pretendiente Carlos VII con los gobiernos de Amadeo I y de Alfonso XII. El funeral se celebró en la Santa Iglesia Catedral el día 27 de marzo de 1876 a las diez y media de la mañana.

De la misma manera que instituciones públicas rinden home- naje a un colectivo de personas fallecidas en frentes de guerra por diferentes motivos políticos, también hay un último recuerdo hacia personas individuales que pertenecían a una determinada ideología como es el caso de Don Salvador Saulate Matesanz (Fig. 20). Los Demócratas-Progresistas de esta ciudad se definen como correligionarios y amigos del finado, estableciéndose de este mo- do una relación entre el difunto y el que emisor de la esquela

Fig. 20 A.C. Ref. 943. L-144 Fig. 21 A.C. Ref. 732. L-049 26x20 cm. 26x20 cm.

531 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

El fallecimiento de la Reina Mª Mercedes de Orleans, mujer y prima hermana del Rey Alfonso XII (Fig. 21) se dejó sentir en la ciudad de Segovia, Movida de este triste sentimiento la Diputación Provincial de Segovia acordó celebrar el día 2 de julio de 1878 un funeral por el eterno descanso de su alma en la parroquia de San Martín. La esquela es de enorme sencillez y sobriedad.

6.- Temas iconográficos de la esquela

La mayor parte de las 1.548 esquelas conservadas, responden a un sencillo modelo de impresión aunque revelan diferentes ta- maños. Todas ellas responden al modelo tradicional de esquela, con banda negra de enmarque, la cruz inmisa, y su lógica es- tructura de encabezamiento, convocatoria, agradecimientos y duelo. Ahora bien, un número reducido de esquelas deben ser destacadas por la riqueza iconográfica de sus grabados. Una ico- nografía que refleja un determinado concepto de muerte y de vi- da propia del siglo XIX. Estas esquelas recogen la información social del finado y sus familiares pero además están acompaña- das de unos símbolos iconográficos que, o dulcifican la muerte o la presentan desoladora y atormentada. Algunos de estos sím- bolos cuentan con una larga tradición en la cultura cristiana y otros son propios de este período romántico que ve en la muer- te la desgarradora desaparición física, manifestada en una trági- ca emoción de llantos, lamentos y rezos. Esta pérdida física se proyecta en un culto post-mortem que viene marcado por el lu- to y el culto a las tumbas. En opinión de Philippe Ariés “esta exa- geración del luto en el siglo XIX tiene sin duda una significación. Quiere decir que a los supervivientes les cuesta más que en otro tiempo aceptar la muerte del otro. La muerte temida no es en- tonces la muerte de uno mismo, sino la muerte del otro” (150). Desde esta perspectiva la muerte presenta su cara más dramáti- ca y poco a poco este rechazo la convertirá en maldita y a la que nadie quiere nombrar.

532 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Fig. 22 A. C. Ref. 930 y 931. L-144. 25x19,50 cm.

La esquela (Fig.22) se encuentra enmarcada en una ancha banda negra y el icono de la Cruz en la cabecera es de mayor tamaño que las habituales. La tipografía empleada en el nombre de la difunta la convierten en verdadera protagonista junto con el apellido del marido “De Sanz” que es otra de las fórmulas em- pleadas en la clase social acomodada.

Por lo que se refiere al contenido iconográfico, en la parte superior a la izquierda, el reloj de arena formado por huesos de esqueleto, marca el paso del tiempo que además es veloz y fu- gaz porque es un reloj de arena alado. Los tratados de la época para ayudar a bien morir recogen este sentido perecedero y pa- sajero de la vida:

533 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

“Todo el tiempo lo baraja, sin que la fortuna pueda ser más que una instable rueda que ya sube, que ya baja. Hoy es tumba, hoy es mortaja lo que ayer pompa y salud; porque en la vicisitud del caduco humano ser lo que carroza fue ayer, mañana será ataúd” (151)

Todo acaba con el tiempo y “la muerte viene corriendo ha- cia nosotros más veloz que una posta, en tanto que nosotros, por nuestra parte, corremos también con extraño afán hacia la muerte” (152). La meditación sobre el “tiempo” tanto en el Barro- co como en el siglo XIX no es un grito apocalíptico donde todo se termina con la llegada de la muerte. Al contrario, es una lla- mada a la conversión “Hijo mío, dice el Espíritu Santo, procura sobre todo emplear bien el tiempo; mira que nada hay más pre- cioso, que es el mayor don que puede hacer Dios a un hombre mortal (...) y tú hermano mío, ¿en qué empleas el tiempo? ¿A qué diferir siempre a mañana lo que puedes hacer hoy?. Mira que el tiempo pasado ha desaparecido enteramente, y no es ya tuyo; mi- ra que tampoco está en tu poder el que ha de venir, y que sólo tie- nes el presente para obrar bien” (153). De este modo, cuando llegue la hora de la muerte, ya no es tiempo de prepararse sino de estar preparados. Lo hecho, hecho está.

Unido a este concepto de tiempo se encuentra también la iconografía de la guadaña que siega súbitamente la vida en cual- quier momento de nuestra existencia. Su acción no respeta ni an- cianos ni jóvenes, ni sanos ni enfermos; nadie puede resistirse a su poder. “La muerte a nadie perdona, a todos procura cortar la vida con su insaciable y fiera guadaña; ella con igual paso se mete en los palacios de los potentados que en las chozas de los po- brecitos, nadie puede resistirla cuando Dios, que tiene contados nuestros días, le da poder para cortarlos” (154).

534 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

A la derecha de la esquela la corona de los elegidos que sólo se alcanza con la llamada de la muerte y junto a ella la flor corta- da y florecida. Para el significado de la flor, Job nos dice “El hom- bre, nacido de mujer, corto de días y harto de inquietudes, brota como una flor y se marchita” (155). La flor ya ha sido cortada y ahora sólo queda, que como el cuerpo humano, se consuma.

En la parte inferior de la esquela se representa una antorcha encendida que nos recuerda que “a candela de tu vida se va acabando”(156). La vida, como el fuego, se consume y desva- nece.

En esta esquela (Fig. 23) la banda negra ha reducido su ta- maño y se decoran con roleos. La Cruz griega que encabeza la esquela se alza sobre un pie ricamente decorado. Hay que des- tacar las cuatro calaveras con las dos tibias cruzadas que se en- cuentran en la intersección de las bandas en clara alusión al des- tino físico del cuerpo. “Considera que tierra eres y que en tierra

Fig. 23 A. C. Ref. 1548. L-449. 50x18 cm.

535 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS te has de convertir (...) Ved ahí lo que es el hombre: un poco de polvo que el menor viento dispersa” (157). En tratados para ayu- dar a tener una buena muerte no sólo se medita sobre la condi- ción del hombre, también la sociedad entonaba unas coplillas moralizantes que recuerdan al hombre su condición de humana:

“Hombre quién eres: soy tierra y aún bien atroz. De dónde vienes: de la tierra arenosa. Por dónde has venido: por la tierra fragosa. En dónde estás: en la tierra peligrosa. A dónde vas: a la tierra temerosa. ¿Qué llevas?: una gran carga de tierra cenegosa” (158)

A pie de esquela se dedica un espacio al receptor que es in- vitado a los servicios fúnebres, al Sr. D. Eduardo Baeza.

La iconografía de esta esquela (Fig. 24) refleja una interesante concep- ción de la muerte en el Romanticismo. Para em- pezar el fondo negro de la esquela llena el espa- cio y en él irrumpe la im- presionante lápida pétrea con la calavera y las ti- bias cruzadas, que anun- cia la identidad del fina- do. El culto a las tumbas de los cementerios que se inicia en el siglo XIX aparece reflejado en esta esquela. La sepultura adornada con flores fres- cas y plantas de hoja pe- renne como es la hiedra, Fig. 24 A. C. Ref. 1416. L-049. 26x20 cm. responde a unas caracte-

536 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX rísticas estéticas y de decoro propio del culto post-mortem. Por otro lado se conjuga el carácter efímero y pasajero de la esquela y la condición de permanencia de la lápida en la que a modo de epitafio se graba en piedra la identidad del finado.

A la izquierda una mujer vestida con ropaje de amplios y vo- luptuosos pliegues porta en una de sus manos una antorcha que consume la llama de la misma manera que se apaga la vida. En la otra mano porta la corona de los elegidos que proyecta su sombra sobre la lápida. Esta representación quizás pudiera ser la alegoría de la Esperanza, virtud teologal a la cual se identifica por- que porta el estandarte de la Resurrección que quizás pudiera ase- mejarse con la corona como símbolo de Vida. Cristo fue corona- do de espinas y a través de su muerte alcanzó la Resurrección. Del mismo modo el difunto es coronado porque ha sido elegido para formar parte del Reino de los Cielos, en definitiva, llamado a la Vida Eterna.

A la derecha y junto a la lápida se encuentra una Cruz sobre pedestal que da idea del reposo eterno bajo la Religión cristiana. La corona de rosas que se engarza en la Cruz simboliza el triun- fo de la Vida sobre la Muerte; la corona de espinas –símbolo de la Pasión- se convierte en la corona de la Salvación. La Cruz se alza en una profusa vegetación donde destaca la hiedra que tre- pa y la abraza. En este caso la hiedra simboliza la inmortalidad del alma después de la muerte, y es junto con la anémona una planta de carácter funerario.

Esta esquela (Fig. 25) no pertenece a una imprenta segovia- na y las pompas fúnebres no se celebraron en Segovia, desco- nociéndose la ciudad donde es emitida la esquela. Su texto apa- rece enmarcado en una sencilla arquitectura neoclásica que evo- ca el concepto de mausoleo. Junto a ella y sentado sobre un re- loj de arena se halla un niño ángel en actitud recogida y tempe- ramento reflexivo. En una de sus manos porta la guadaña y su otro brazo descansa en una antorcha consumida de la que solo brota un espeso humo.

537 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Fig. 25 A. C. Ref. 1485. L-449. 10,50x13,50 cm.

Fig. 26 A. C. Ref. 238. L-395. 20,50x13 cm.

538 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Al fondo y en segundo plano unos altos árboles - quizá ci- preses - ubican la esquela en un espacio abierto, un cementerio.

La riqueza iconográfica de esta esquela (Fig. 26) refleja inte- resantes alusiones a los conceptos de vida y muerte; mundo te- rrenal y mundo celestial.

En primer lugar y en la parte superior se encuentra una mu- jer desgarrada por el dolor agitándose en violentos movimientos. La mujer está arrodillada ante el ataúd abierto que deja ver el ca- dáver amortajado del difunto. En esta escena subyace la no acep- tación de la muerte de la otra persona, pérdida que se exteriori- za en un dolor exaltado canalizado en llantos, lamentos y rigu- roso luto en todos los ámbitos de la vida. El cadáver amortajado muestra el espejo del hombre “vamos a topar con aquella tan triste hora en que ya no tendremos sobre la tierra otros bienes que algunos palmos de cementerio; ya no habitaremos otra casa que la estrechez de un ataúd; ya no tendremos otras galas que una pobre mortaja; ya no tendremos otra compañía que la soledad, ni otra luz que las tinieblas” (159).

En segundo lugar y recogido en un amplio lazo se observan diferentes atributos correspondientes a importantes dignidades, tanto civiles como eclesiásticas: La tiara papal, la corona real, el báculo episcopal y el libro del letrado, que aluden al sentido de- mocrático de la muerte que no respeta a las grandes riquezas, porque “la hora funesta de la muerte trastorna y termina todas las grandezas, los títulos de nobleza y las pompas del mundo” (160). La muerte despoja al hombre de todos los bienes de este mundo y sólo las virtudes y las buenas obras nos siguen a la eternidad. Con este carácter igualitario se presenta la muerte, en- carnada en un presumido esqueleto que espera con su guadaña a que llegue el tiempo de cada ser humano. Es la hoz de la muerte sentada en una arquitectura nobiliaria y un globo terrá- queo que alude al fin de la gloria del mundo. Sobre la guadaña posa una lechuza que en este contexto es el atributo de los ma- los presagios. A ella hay que añadir el murciélago, considerado

539 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS en la tradición bíblica como animal impuro, amante de las tinie- blas de parajes solitarios y ambos animales son nocturnos. En tercer y último lugar vuelven a representarse las vanidades del mundo junto con una calavera, atributo alusivo a la muerte en tanto que incita a la meditación sobre el mundo ultraterrenal. Cerca de esta calavera, un pequeño reptil identificable con una lagartija, se arrastra por el suelo no buscando la luz, que en la iconografía simboliza a Cristo, sino que adquiere un significado negativo, por ser considerado en el Levítico, como inmundo (161). Finalmente, una cruz por la que resbalan unas gotas de sangre hace alusión a la Pasión de Cristo. La sangre derramada por Él tuvo como objeto la Salvación del hombre.

De esta esquela (Fig. 27) hay que destacar el masivo empleo del color negro y la utilización de tipografía en color blanco. La esquela está enmarcada por una inapreciable cenefa decorada con relojes de arena alados, atributo de la fugacidad del tiempo.

La esquela (Fig. 28) pertenece al Dr. D. Fermín Bellido y Uguet, canónigo de la Catedral Metropolitana de Zaragoza. Está enmarca- da en la banda negra que alberga una cruz latina donde se inscri- be la noticia del fallecimiento. La corona de los elegidos hace alu- sión a la llamada de Cristo al Reino de los Cielos, mientras que en la parte inferior, el reloj de arena alado y las guadañas cruzadas re- cuerdan la fugacidad del tiempo y la llegada imparable del fin de la vida.

En esta esquela (Fig.29) el ángel, con sus alas desplegadas, porta en una de sus manos la antorcha consumida por el paso del tiempo, mientras que en su otra mano, lleva una corona que bien puede identificarse con el laurel como símbolo de la Vida Eterna o bien con el mirto en alusión al luto. Sobre esta escena se encuentra una mujer que llora la muerte del ser querido ante su túmulo funerario. El mausoleo, de arquitectura clásica, está parcialmente cubierto con un paño mortuorio. En el suelo, el re- loj de arena alado, una calavera y la guadaña. En cuanto a la ico- nografía vegetal, un ciprés y un sauce, nos recuerda el símbolo

540 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Fig. 27 A. C. Ref. 139 y 140. L-449. 100x14 cm.

Fig. 28 A. C. Ref. 491. L-049. 26,50x50 cm. Fig. 29 A. C. Ref. 309. L-395. 21x13 cm.

541 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS del luto y de la muerte. La hiedra que trepa y une las dos esce- nas nos recuerda la esperanza en la Vida Eterna, porque la muer- te es el comienzo de la Nueva Vida. La escena da idea del re- poso eterno bajo la religión cristiana.

En cuando a la iconografía animal, una golondrina que ale- tea cerca del túmulo funerario simboliza la Encarnación de Cristo y la Resurrección. En el nacimiento de las dos palmas que en- vuelven las escenas posa una lechuza, ave de mal agüero.

El contenido necrológico de la esquela (Fig. 30) evidencia la clase social a la cual pertenecía la joven difunta. Una mujer de riguroso luto, se acerca a la tumba que reza “Aquí descansa” pa-

Fig. 30 A. C. Ref. 309. L-395. 21x13 cm.

542 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX ra depositar una corona mortuoria. Sobre el frontal de la sepul- tura descansa un paño mortuorio. Todo el espacio aparece am- bientado en abundante vegetación como el sauce, la hiedra y la flor en todo su esplendor que una vez cortada, se marchita y muere, en recuerdo de la vanidad y caducidad de las cosas te- rrenales frente a la muerte.

En la parte inferior de la esquela aparece una lápida con la imagen de la Cruz, símbolo del descanso eterno en el regazo de Dios.

La banda negra de enmarque ha sido sustituida por la rica ve- getación que, a modo de cenefa, recuerda la costumbre aristo- crática en la utilización de marcos decorativos en las invitaciones.

Del fallecimiento de Dª Petra Velasco de Baeza, se conserva la esquela de su fallecimiento y entierro así como la esquela que invita a la asistencia al cabo de año que ha de celebrarse por el descanso de su alma a los cuatro días de recibir sepultura. La es- quela del fallecimiento es sencilla. Una Cruz desnuda se alza so- bre la calavera y las tibias. Cristo, con su Resurrección triunfa so- bre la muerte, que pierde todo su poder. En pie de esquela se introduce el espacio destinado para el receptor de la esquela.

De mayor riqueza iconográfica es la esquela adjunta (Fig. 31) que se corresponde con la esquela de invitación emitida por los familiares de la fallecida. La banda negra es sustituida por un marco bellamente decorado en el que aparecen representadas las dos tibias cruzadas que se enlazan como ramilletes. En la ca- becera una calavera sobre la que descansa la Cruz. En la escena central un ángel se aferra a la urna funeraria cubierta con un pa- ño mortuorio. La frase “Beati Mortui, Qui in domino Moriuntur” es decir, “Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor” alude sin duda alguna a una muerte celebrada como Vida en el seno de la Iglesia Católica. Confesión reforzaba por la abreviatu- ra q.s.g.h, “que en santa gloria se halla”.

543 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

Fig. 31 A. C. L-449. 26x17,50 cm.

Las esquelas (Fig. 32 y 33) pertenecen al fallecimiento del Excmo. e Ilmo. Sr D. Francisco de la Puente O.P., Obispo de la diócesis de Segovia. Hizo entrada en su diócesis el 31 de Diciem- bre de 1846. Fue preconizado como obispo de Segovia el 3 de Julio de 1848 y el día 5 de Octubre de este mismo año, tomó po- sesión (162). El Obispo fallece el día 15 de noviembre de 1854 y será el día 17 a las nueve y media de la mañana, cuando se da cristiana sepultura en la S. I. Catedral. Las exequias u honras fú- nebres fueron celebradas el día 12 de diciembre en la seo sego- viana. En ambas esquelas, de entierro y de exequias, se utiliza la misma iconografía. En primer lugar los tres atributos episcopales: La mitra, el báculo y el pectoral. En segundo lugar un cáliz con

544 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Fig. 32 A. C. L-449. 10,50x15,50 cm.

Fig. 33 A. C. L-449. 11x15,50 cm. la hostia pues Cristo resucitado se hace presente en la Eucaristía. En tercer lugar la Cruz símbolo de Cristo y finalmente dos pal- mas cruzadas que simbolizan la Salvación o el triunfo sobre la muerte.

El Excmo. E Ilmo. Sr. D. Fray Joaquín Briz O.P. tomó posesión como Obispo de la diócesis de Segovia el día 20 de junio de 1832 y falleció el día 23 de enero de 1838 (163). La esquela (Fig. 34) no es del fallecimiento sino de la celebración de las exequias fúne-

545 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS bres a celebrar el día 22 de febrero en la S. I. Catedral. La corona está compuesta por rosas y espigas de trigo en alusión al pan eu- carístico. En su interior se encuentran los atributos episcopales. Entre ellos, la mitra como ornamento de honor con las ínfulas, que simbolizan el Antiguo y el Nuevo Testamento; el báculo como símbolo de su gobierno pastoral y la Cruz como pastor de Cristo.

La ermita del Santo Ángel de la Guarda y su devoción perte- necían al territorio y feligresía de El Salvador. Los mayordomos de la devoción invitan mediante esta esquela al funeral por el al- ma de D. Policarpo Gómez, cura párroco que fue de dicha igle- sia (Fig. 35) La corona de laurel es símbolo inconfundible de la victoria sobre la muerte o de la Vida Eterna. Simboliza la eterni- dad porque sus hojas siempre están verdes. El cáliz con la forma consagrada hace alusión a la presencia eterna de Cristo bajo las especies de pan y vino.

De similares características, la Venerable Esclavitud del Santísi- mo Cristo en el Sepulcro de la parroquia de San Justo “acompa-

Fig. 34 A. C. L-449. 23x17 cm. Fig. 35 A. C. L-449. 19x12 cm.

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Fig. 36 A. C. Ref. 688 L-049. 20x26 cm.

ñada de su Hermana la Venerable Congregación de la Encarna- ción del Divino Verbo, establecida en la de Santa Eulalia”, cele- braron una misa por “el alma de su Esclava mayor Doña Vicenta de la Torre y González” (164).

La escena representada (Fig. 36) parece reflejar el momento de desconsuelo vivido en la casa donde se vela al difunto. El féretro, con el paño mortuorio, se encuentra rodeado por cuatro hacho- nes de luz. Junto a una pequeña mesa se ha dispuesto el acetre con el agua bendita y un ramo de laurel para asperjar al difunto y hacer uso continuo de ella; sobre la mesa se encuentra el óleo sa- grado en clara alusión al fallecimiento en el seno de la Iglesia Católica y finalmente un libro indicando las oraciones que por él rezaron en el último puerto de la vida, el puerto de la muerte.

Una mujer cubre su rostro con el objeto de mostrar su dolor. En este caso no hay ninguna alusión a la muerte macabra, pues aparece simplemente el féretro tapado. La muerte no se enseña, sólo se rodea y no se acepta porque poco a poco se convierte en tabú.

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“¿ Qué acaba de morir?. ¡Ah! No lo creo; si la vengo de hablar en este instante, si aún su melancólico semblante en mis pupilas retratado veo; dulce como la pinta mi deseo como le quiere el corazón amante. (...)Pues ya no la verás. ¡Horrible arcano! ¿Cómo siendo tan larga la distancia se une tanto la vida con la muerte?” (165).

En esta esquela (Fig. 37) la banda negra es sustituida por una cenefa de hojas y fru- tos que parece corresponder- se con la encina y la bellota respectivamente. Este árbol es considerado en la tradición cristiana como un símbolo salvífico pues con su madera se habría construido la cruz de Jesús. En el grabado de la cabecera se evoca un cemen- terio romántico donde parece reinar el silencio. Un hombre, vestido con traje de época y con la cabeza descubierta en señal de respeto, ocupa sus Fig. 37 A. C. Ref. 044 y 045 L-449. pensamientos ante un mauso- 22,50x15 cm. leo de arquitectura clasicista.

“Aún en región tan sombría muéstrase el alma serena que la muerte no da pena cuando la verdad la guía. Allá bullicio, aquí calma y triste melancolía.

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Allá el placer de la orgía Y aquí el batallar del alma. Yo arrodillado a sus pies y ella más muerta que viva con la frente pensativa recostada en un ciprés (...) ¡Y ven tu a mi noche oscura! ¡Qué entre tus negros crespones llore yo mis ilusiones al pie de su sepultura!” (166)

En esta esquela no hay ninguna alusión a símbolos cristianos sin embargo, la disposición de la vegetación tiene un alto con- tenido catequético. En un primer plano y delante del mausoleo se alzan árboles secos y troncos quebrados, símbolo de la muer- te y la corrupción opuesto a la abundante vegetación que se en- cuentra detrás del panteón. En otras palabras con la vida viene la muerte pero tras la muerte se alcanza la Vida Eterna.

Al pie de éste nace un mirto como símbolo, en este caso, de amor eterno. Quizás lo más significativo de esta esquela es la ac- titud del hombre ante el túmulo funerario. En el siglo XIX, cuan- do surge y se exige el culto a la tumba, la visita al cementerio trae consigo el recuerdo y la memoria del difunto. Según Philippe Ariés, este culto moderno a los muertos es un culto del recuerdo ligado al cuerpo, a la apariencia corporal (167). La desaparición fí- sica de la persona provoca en el hombre del siglo XIX la “no acep- tación” de la muerte, la propia y la ajena, que trae consigo una nueva sensibilidad hacia los muertos. Se hace necesaria la visita a la tumba como lugar de encuentro y de recuerdo porque se echa en falta a la otra persona. Como muestras de este sentimiento se llevan flores y se mantiene la tumba con limpieza y decoro.

En esta esquela (Fig. 38) la banda negra se ha sustituido por una especie de moldura que evoca un marco decorativo. De es- te modo, se dulcifica la invitación al último acto social que va a ser expuesto en la antesala a la eternidad. En la parte superior y

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Fig. 38 A. C. Ref. 1019. L-144. 24,50x18 cm. a la izquierda una corona de gloria se entrelaza a la cruz desnu- da símbolo de Resurrección. Junto a ella una lechuza, animal nocturno y necrófilo, presagia la muerte. En cuanto a la vegeta- ción empleada, sauces y cipreses son símbolos de luto, mientras que el laurel, alude a la eternidad. La misma vegetación aparece a la derecha junto con el reloj de arena alado y la calavera, y a pie de esquela se incorpora la guadaña. A ambos lados unos án- geles ajenos a la mirada del lector adoptan diferentes actitudes. Uno de ellos cubre su rostro como gesto de consternación; el otro acoda sus brazos en actitud suplicante y de oración.

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Fig. 39 y 40 A. C. Ref. 431. L-049. 14x8 cm.

El señor Don Domingo de Contreras y Mencos, fallece el día 2 de junio de 1868 (168) y su esposa emite una esquela en la que se rememora el fallecimiento así como la invitación al fune- ral de cabo de año a celebrar en la parroquia de San Martín. Las imágenes (Fig. 39 y 40) pertenecen al anverso y reverso de la mencionada esquela que puede destacarse como única en cuan- to a estilo y formato.

En el anverso (Fig. 39) y en cabecera, la cruz desnuda con la corona de gloria nos recuerda la esperanza en la Resurrección de aquellos que duermen en el Señor. Una cruz que se alza en me- dio de un cementerio con cipreses y sauces. En la parte inferior

551 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS junto con el reloj de arena alado y la guadaña, una antorcha ha consumido su llama y sólo queda de ella un espeso humo de la misma manera que se ha consumido la vida “porque mis días pa- san y desaparecen como el humo; y mis huesos como leño al fue- go se secan y reducen a polvo, anunciando mi muerte” (169).

En el reverso (Fig.40) una cruz veteada simulando mármol se alza sobre un doble podio en el que aparecen grabados mensa- jes de esperanza para los vivos que están tomados del Antiguo Testamento. La inscripción reza así:

“Señor. Tened piedad de mi según vuestra infinita miseri- cordia” Salmo 50,V.1º “Amparad Sr. mi alma bajo la sombra de vuestras alas”. Salmo 112,V. 1º y 2º. “Alabad al Señor todos vosotros que sois sus siervos. Alabad el nombre de Dios. Que el nombre del Sr. sea bendito y ala- bado de generación en generación hasta el fin de los siglos. Los justos brillarán como el sol en el reino de los cielos”.

Ligado al culto a las tumbas se desarrolla un tipo de catequi- zación, tanto en las esquelas como en los epitafios, que busca el consuelo de los vivos. Para ello se recurren a pasajes del Antiguo o del Nuevo Testamento, seleccionados por lo general por los fa- miliares, con el objeto de encontrar en la propia sepultura o en la esquela la confortación y cierta serenidad ante la muerte de un ser querido.

El escudo nobiliario colocado en la parte inferior, hace clara alusión al linaje de los Lozoya.

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7.- La publicidad de la muerte en la pr ensa local

Para Eulalio Ferrer, los primeros avisos de defunción apare- cieron de manera esporádica en las gacetas comerciales del siglo XVIII (170). La alta sociedad de principios del siglo XIX no veía con buenos ojos que la muerte de un ser querido fuese publica- da en la prensa. En opinión de Antonio Belmonte (171) fueron los burgueses quienes sedientos de encontrar un espacio como clase social, vieron en este medio un excelente vehículo de au- torreconocimiento como clase. Poco a poco y a lo largo del siglo XIX la esquela insertada en un medio periodístico se convirtió en un lenguaje de gran calado en determinadas clases sociales y con una difusión masiva a la vez que elitista. La prensa segoviana del siglo XIX también se hace eco de este desarrollo en el lenguaje “esquelario”, incluso los anuncios publicitarios de algunas em- presas se ven influenciados por este tipo de códigos (Fig. 41 y 42), tanto en el formato como en la utilización de la banda negra de enmarque, propia del lenguaje “esquelario” (172).

Las defunciones que aparecen en la prensa varían en función del periódico local. Así ”El Adelantado de Segovia”, en sus pri- meros años publicaba las esquelas en la sección de anuncios y cuando se trataba de personas cercanas a la redacción del pe- riódico se insertaba una nota necrológica con la semblanza bio-

Fig. 41 Fig. 42

553 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS gráfica del finado. El día 12 de diciembre de 1879 fallece Don Salvador María Sanz y Trigueros, Presidente de la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País y el periódico recoge así su semblanza: “El día 12 del actual cumplimos con el doloro- so deber de acompañar a su última morada el cadáver de nues- tro malogrado amigo y maestro Don Salvador María Sanz, sin fuerzas, ante el pesar que nos agobia, para recoger nuestro espí- ritu y poder formular un artículo necrológico, vamos a insertar íntegro el que antes de ayer publicada la Revista de la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País y que desde luego, ha- cemos nuestro en todas sus partes (...)” (173). No todas las ne- crológicas son extensas, también existe abundante documenta- ción de cortos retratos de la muerte: “(...) El Excmo. Sr. D. José Moreno Nieto, alma de ángel y corazón de niño, ha bajado al se- pulcro en una edad que aún podía prestar a la patria grandísi- mos servicios” (174) ó “Ha subido al cielo a los dos años de edad el niño Ignacio Rodríguez Escorial, hijo del Cajero de la Sucursal del Banco de España Don Ignacio Rodríguez. Reciban los afligi- dos padres nuestro sentido pésame” (175).

En estas condolencias las expresiones “ha bajado al sepul- cro”, “acompañar a su última morada el cadáver”, “una grave enfermedad le ha conducido al sepulcro”, “costernado nuestro corazón”, “séale la tierra leve” o “ha pasado a mejor vida” refle- jan las muestras de dolor ante la pérdida de un ser querido, es- pecialmente en ciudades de pocos habitantes como Segovia. En una nota que inserta la redacción a sus suscriptores se informa “Rogamos a los señores anunciantes que se fijen en la cabecera de nuestro periódico donde se dice que los anuncios insertos en la cuarta planta, serán a diez céntimos la línea. En la tercera y primera a precios convencionales”. Quizás las esquelas también estuvieran sujetas a esta tarifa de precios que variaban en fun- ción de la plana donde fueran insertadas.

En “El Adelantado” de 18 de febrero de 1887 se inserta la es- quela del señor Don José María de Ochoa y Álvarez (Fig. 43) que fue Ex Presidente de la Excma. Diputación provincial, Ex -

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Alcalde del Ayuntamiento de esta ciudad y Jefe de Fomen- to. Esta esquela ocupa toda la primera plana del periódico. Junto a los deudos o familia- res cercanos del finado se une a su dolor “la Redacción de El Adelantado”.

En ocasiones y en casos de personas de especial rele- vancia social, la prensa se convierte en el escaparate de la crónica diaria. En ella se da buena cuenta de las personas que desarrollan una grave en- Fig. 43 fermedad, su evolución, em- peoramiento y defunción. Tal fue el caso de la Excma. Sra. Dª Mónica de la Torre, viuda del jefe del Partido Liberal de la provincia de Segovia, Don Vicente Ruiz. La prensa, en su sección de crónica, anunciaba que “desde hace algunos días se encuen- tra postrada en cama por grave enfermedad” (176). En los días sucesivos se tiene un seguimiento médico-informativo sobre su estado de salud hasta que, al mes y dieciséis días después se pu- blica su esquela de defunción y una emotiva semblanza de su biografía y personalidad. En este mismo espacio, de crónica so- cial, la familia agradece el interés mostrado por la evolución de la enfermedad y a su vez pide disculpas a todas aquellas perso- nas que no hubieran recibido la esquela de defunción (177). Las esquelas de defunción podían ser enviadas por correo o bien personalmente por medio de personas encargadas de ello. En al- gunas de las esquelas se inserta después del duelo, “No se re- parten esquelas”.

Se conservan algunos de los sobres del correo de la muerte (Fig.44), con el nombre del destinatario. De mayores dimensio-

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Fig. 44

Fig. 45

Fig. 46

556 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX nes y con un elegante realce en el papel es el siguiente sobre (Fig. 45 y 46) que cuando se abre se convierte en esquela de de- función (Fig. 47). Estas imágenes no pertenecen a la colección de Don Tomás y son del año 1948 (178) sin embargo, su inser- ción en este artículo responde al interés inherente al documen- to, que conserva aún, a mediados del siglo XX, algunas de las características de las esquelas decimonónicas.

Algunas de las esquelas que se conservan también fueron pu- blicadas en la prensa local segoviana como es el caso de Don Hi- pólito Finat y Ortiz (Fig. 48 y 49) Don Hipólito, Diputado a Cortes por Segovia, fallece en Peterborough (Inglaterra) el 12 de agosto de 1885. Su funeral se celebró en la parroquia de San Miguel de esta ciudad tal y como informan la esquela de defunción enviada a familiares y amigos –a la izquierda- y la esquela publicada en prensa, a la derecha.

Esta duplicidad entre esquela de invitación y esquela publi- cada en prensa se observa en otras defunciones. Entre varios ejemplos se puede citar el de Don Joaquín de Posada Aldáz (179) fallecido el día 22 de diciembre de 1886. Su esquela se conserva y a su vez fue publicada en el Adelantado (Fig. 50).

En otros casos se conserva la esquela en la colección, su pu- blicación en prensa (Fig. 51) y los agradecimientos por parte de los familiares, también en prensa (Fig.52). De José de Arévalo y Benito se conserva esta trilogía (180).

Junto a algunas de las esquelas se incluyen semblanzas bio- gráficas que ofrecen todo tipo de detalles. La esquela de Don Julián Antón y Marinas pertenece a la colección (181). Fallece en la parroquia de San Miguel y la necrológica en la prensa enfati- za la edad, el momento, la hora exacta y las condiciones del fa- llecimiento como si estos datos hicieran de la muerte una entre- ga más valiente a la eternidad, con buena dosis de exaltación y sentimentalismo:

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Fig. 47 Fig. 48 A. C. Ref. 1116 L-144. 26x20 cm.

Fig. 49 El Adelantado de Segovia. Fig. 50 El Adelantado de Segovia. 8 de octubre de 1885 23 de diciembre.

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“¡Qué bueno nos le ha llevado Dios!. Sit nomen Domini be- nedictum. El jueves 7 de los corrientes, en punto de la me- dia noche, se ha servido el Señor llevar para sí al Presbítero Licenciado en Sagrada Teología Don Julián Antón Marinas, a los treinta años, diez meses y veinte y un días de edad. Nacido en el pueblecito de Tabanera La Luenga, de este partido de Segovia, de padres cristianos, fervorosos y honrados labradores (...) Honda impresión y sentimiento ha causado su prematura muerte a todos los que le cono- cían como lo patentiza la afluencia a Palacio de clérigos y seglares a visitarlo y preguntar por él, singularmente desde el 27 de Diciembre en cuyo día recibió el Santo Viático, a cuyo acto, a pesar de su mucha ancianidad y achaques y de la llovizna que se cernía, asistió su Excelencia sin más abrigo en la cabeza que el solideo. ¡Mirad como lo amaba! (...) pero todos se hallan muy resignados con la voluntad de Dios, con el consuelo de haberle asistido desde los pri- meros días de su enfermedad, de que nada le ha faltado en lo espiritual y corporal, que sus funerales celebrados en la parroquia de San Miguel ayer que han sido muy solemnes y concurridísimos (...)” (182). El medio periodístico se convierte en testigo de excepción en determinados fallecimientos. La prensa local del siglo XIX narra con todo tipo de detalles la enfermedad, defunción y entierro de personas con un reconocimiento social, bien por títulos nobilia- rios bien por el trabajo desempeñado en vida. De este modo y a través de la prensa la sociedad podía seguir con total fidelidad cualquier tipo de información necrológica. El periódico El Amigo Verdadero del Pueblo narra la enfermedad y defunción de Don Félix Lázaro García, párroco de El Salvador y sus agregadas de Santa Eulalia y San Lorenzo y a la vez Director del periódico. La crónica ofrecida por la prensa narra los acontecimientos como si estuvieran produciéndose en cadena narrativa. El lector intuye que todos los datos ofrecidos son de obligada necesidad para co- nocer la verdad de los hechos, como si fueran a tener valor his- tórico y como todo acontecimiento, irrepetible.

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Fig. 51 El Adelantado de Segovia. Fig. 52 El Adelantado de Segovia. 6 de junio de 1880. 10 de junio.

Así, el 14 de abril de 1869, se informa a los suscriptores del periódico de la grave enfermedad de Don Félix: “desde tres días, así en que la tarde de hoy 13 a las seis y media, hubo necesidad de administrarle a toda prisa el Sagrado Viático, habiéndose veri- ficado con la pompa y gravedad que la venerable congregación sacerdotal tiene acordado para con sus hermanos en cosas de es- ta naturaleza, si bien la pequeña lluvia que en aquella hora caí- da, aceleró tan sublime como grandioso acto. Rogamos a nuestros suscriptores pidan al Dios de las misericordias les conceda la sa- lud si le conviene” (183). A los días la redacción del periódico in- forma del fallecimiento de Don Félix, utilizando para ello un len- guaje de fuerte contenido sentimental: “Consternado nuestro co- razón en estos momentos, y llena el alma de profunda amargura, apenas podemos tomar la pluma para dar noticia a nuestros lec- tores de un tristísimo acontecimiento. El dignísimo Párroco del Salvador y Director de nuestro periódico, el Sr. D. Félix Lázaro García, que según manifestamos en el número anterior se halla-

560 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX ba gravemente enfermo, ha fallecido a las diez y media de la no- che anterior, a la edad de 61 años. Después de haber sufrido con ejemplar resignación y verdadero velar, dignos de un buen sacer- dote y propios de su carácter, las molestias de su corta pero peno- sa enfermedad, ha visto acercarse la hora de la muerte con áni- mo tranquilo y frente serena. El Señor le ha concedido hasta los últimos momentos el uso de las facultades intelectuales (...) y nos queda también la firme confianza de que su alma estará ya go- zando las inefables delicias de la gloria. ¡Sea así!” (184).

8.- Conclusiones

A lo largo de la historia, la muerte ha sido fuente de inspi- ración en todas las artes y objeto de investigación en todas las ciencias. El hombre es objeto de su propia reflexión para dar respuesta a cuestiones sobre la concepción del mundo, el sen- tido de la vida, la fe y el conocimiento. Para ello, el ser huma- no se ha servido de diferentes lenguajes que no han consegui- do dar respuesta a estas cuestiones sino que han reforzado, complementado y enfatizado la relación existente entre la cues- tión y la reflexión, manifestada a través en su propio lenguaje. Por este motivo las cuestiones surgidas en torno a la muerte pueden y deben ser analizadas desde diferentes puntos de vis- ta. Cada perspectiva aporta su genialidad reflexiva a través de un lenguaje que permite su lectura e interpretación particular y de relación con el resto de enfoques. Buscar y relacionar estas perspectivas ha sido uno de los objetos fundamentales de este artículo. No se puede entender el culto a la muerte y su ritual sin interpretar los tratados que recogen las disposiciones para “ayudar a bien morir”, la legislación civil y eclesiástica y la pren- sa, que actúan como espectadores de excepción. Los tratados no tenían por objeto entretener al lector sino convertirle y guiar- le por el recto camino de la Salvación. Este objetivo ha perma- necido invariable en los textos de los siglos XVIII y XIX, sin em- bargo en la centuria decimonónica cambia la actitud ante la

561 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS muerte que comienza a ser temida y respetada. Estas actitudes llevan al hombre a querer “domesticar” (185) no su muerte, si- no la “muerte del otro”. En el siglo XVIII la muerte era teatral y descarnada, se escenificaba y se celebraba. Ahora bien, junto a estas actitudes que vienen acompañadas de una tremenda ale- gría de vivir, hay que destacar que la muerte también se medi- taba. El hombre se preocupaba por tener una buena muerte, es- to es, dejar bien dispuestas las cosas terrenales para posterior- mente y cuando llegase el momento del fallecimiento se saldan las cuentas con la eternidad y entregar su alma en estado de gracia. En estos momentos, parientes, amigos, vecinos y deudos rezaban junto al lecho mortuorio. Esta habitación era un espa- cio público y abierto a todo aquel que quisiera acompañar en este crítico momento. Sin embargo, en el siglo XIX aunque se mantiene este ceremonial en la habitación del enfermo, se re- duce en primer lugar el número de asistentes reservándose úni- camente a los familiares más cercanos. Por tanto se convierte en una ceremonia mucho más privada e íntima. En segundo lugar si en el Barroco preocupaba la muerte propia, en el siglo XIX se introduce una nueva actitud y es la preocupación por la “muerte del otro”. En los siglos XVII y XVIII la desaparición y separación física del ser humano formaba parte del ciclo bioló- gico y todo el ceremonial en torno a él venía previsto por la costumbre. Sin embargo en el siglo XIX, a pesar de anhelar una pompa fúnebre de notoria publicidad y entidad en el seno de la comunidad, se despertaba una nueva actitud de rechazo, an- gustia y desolación ante la pérdida de un ser querido. No se me- ditaba sobre la propia muerte sino que se temía la muerte de la otra persona. Esta actitud producía una inquietud que había que controlar, de ahí que se hable de “muerte domesticada” en el sentido de someter el yugo de la muerte a la victoria del re- cuerdo. Se desarrolla entonces el culto a la tumba y al cemen- terio con un nuevo lenguaje que permite la comunicación con las personas fallecidas y a su vez es consuelo de vivos. El hom- bre para hablar de la muerte y para “domesticarla” no sólo alza sus plegarias y cree firmemente en la Vida Eterna si no que ade-

562 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX más, busca paradigmas, fetiches y en definitiva una serie de ob- jetos que por su alto valor sentimental se convierten para el que los posee en un símbolo. A través de estos símbolos se reme- mora y se hace presente el pasado. Esta es la función que cum- plía y cumple la fotografía del difunto, el lenguaje de las flores, los epitafios y la esquela de defunción. Para evitar cualquier ti- po de abusos y supersticiones la Iglesia prohibía unas prácticas y aceptaba otras pues para el creyente sólo Cristo se presenta a la humanidad como verdadero Salvador y Redentor del mundo.

Dentro de este lenguaje mortuorio que surge en el siglo XIX, la esquela ocupa un lugar significativo pues para aquellas per- sonas que sólo tenían el recuerdo de la persona que había falle- cido, la esquela se convertía en un símbolo, en la rememoración tangible de aquel que físicamente no volverá a estar presente en esta vida. Esta visión es legítima en las esquelas que se enviaban por correo, en aquellas otras que se repartían de mano en mano y en las esquelas publicadas en la prensa local. La esquela como símbolo, como lenguaje “esquelario” e informativo y como artí- culo de lujo en la ciudad de Segovia del siglo XIX, es fruto de una determinada concepción de la muerte característica de esta centuria, con sus peculiaridades y su singularidad.

El lenguaje “esquelario” utilizado en la estructura de este gé- nero es común en la cultura cristiano-occidental del siglo XIX. La función de este género era informar e invitar a dar el último adiós a la persona fallecida así como acompañar a la familia más cercana en estos momentos de dolor. Ante la muerte se viven ex- periencias límites y surge entonces la funeralia o reglas de eti- queta relacionadas con todos los actos fúnebres (186) para in- tentar en la medida de lo posible acompañar sin molestar y con- solar sin abrumar. En el lenguaje “esquelario” se buscan las pa- labras correctas para evitar así caer en expresiones absurdas, de ahí la utilización de formulismos, incluso la palabra “muerte” apenas es utilizada en este lenguaje siendo sustituida por el ver- bo “ha fallecido”. La palabra “muerte” se convierte poco a poco en un término que no se puede nombrar. Por otro lado y lenta-

563 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS mente se introducen en las esquelas versículos de la Biblia o ex- presiones de fuertes convicciones religiosas

Si esta esquela, como invitación privada era insertada y pu- blicada en la prensa local, la muerte era llorada en el lecho y co- mentada en la calle, pues se convierte en un acontecimiento pú- blico. El interpelado es un muerto con quien se habla en la con- ciencia y en el recuerdo de aquellos que siguen vivos. Cuando una persona muere nadie se atreve a enunciar juicios inciertos o falsos testimonios sobre su persona. Todo serán elogios y aplau- sos para celebrar su paso por la tierra. Da la sensación que la muerte hace a la persona respetable porque cuando uno muere, muere para siempre y este protagonismo del difunto y de su úl- timo homenaje convierte la muerte en algo irrepetible y solemne. En este aspecto radica la diferencia entre la esquela de invitación enviada a familiares y amigos y la esquela insertada en la prensa que suele venir acompañada de una semblanza necrológica si la persona tiene cierta relevancia social. En estas necrológicas se presenta en sociedad al nuevo difunto con un entusiasmo elo- giador perteneciente al ritual post-mortem. La biografía, siempre en positivo, recoge todos los títulos y acontecimientos que han ocurrido a lo largo de su vida. Las buenas obras, el celo en el tra- bajo, la ayuda prestada a los demás, su gran corazón y don de gentes, suelen ser algunas de las alabanzas que reproducen la personalidad del difunto. Es una manera de desear que el finado goce de la Vida Eterna porque lo que se siembra en esta vida se recoge en la Otra. Y es que el ser humano, especialmente en una sociedad católica como la del siglo XIX, necesita creer y cree que sus difuntos gozan de Vida junto a Dios y además desde la Gloria cuidan y protegen a los que continúan en esta vida. Ahora bien, no todos podían celebrar su muerte con la pompa fúnebre que desearan. Los pobres, no tenían esquela y se conserva un poema publicado en el periódico “Seminario Cristiano y Literario” que re- coge cómo era la muerte de un pobre:

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“El Duelo de un pobre” Ese lloro lastimero ya huérfanos y pobres ¡ay! tendréis. ¡ay! Que llega a mis oídos; Cubrid el lívido cadáver yerto esos ayes y gemidos que hay en la tierra y solo la desdicha que dando están a deshora con el sudario tosco que doblando lo que anuncian saber quiero; resuenan las campanas, anunciando que mi espíritu padece que aquel que os engendrara ya está muerto. y ya mucho me entristece Ea, valor; cerrad, cerrad sus ojos esa voz aterradora. Que solo os halláis al pie del lecho (...)¿Es un huérfano que implora vuestra cuna cubrió mugriento lecho la pública caridad?. Aliñad de la muerte esos despojos. ¿Por qué su mendicidad No esperéis que os consuelen los validos no socorre el poderoso? ni el entierro anheléis con pompa vana ¿Esa queja del que llora solo veréis la caridad cristiana ese lúgubre lamento de otros pobres que acude a estos gemidos. es de algún rico opulento Dad el Adiós postrero en tierra puestos porque aún vive codicioso?. ¡ah! de rodillas al querido padre Padre mío, ya habéis muerto que a la huesa en que yace vuestra madre y sin amparo quedamos lúgubre procesión lleva los restos. vuestra pérdida lloramos; Y el fúnebre canto al punto con pena aguda, aflictiva; del Miserere se oyó nuestro infortunio es ya cierto y a rezar me puso yo y harto amargo el desconsuelo por el alma del difunto. que tan solo es Dios y el cielo Mas entonces el conjunto la esperanza nuestra estriba. de los lamentos crecía (...) Llorad, cuitada que perdido habéis pues que próxima tenía el bien mayor las más completa dicha la casa del desconsuelo que hay en la tierra y solo la desdicha y tomé el laúd y el duelo ya huérfanos y pobres ¡ay! Tendréis. canté con melancolía (187).

A pesar del carácter igualitario de la muerte es diferente mo- rir con la seguridad de celebrar un entierro lo más lujoso posible como póstumo homenaje, a tener un funeral donde las cuitas son la única pertenencia personal. Los tratados de devoción del siglo XIX enfatizan que nuestra felicidad o desdicha eterna reside en los actos de nuestra vida. De nada servirán los títulos nobiliarios, los escudos sobre las puertas o grabados en el epitafio. Cuando llega la muerte todo se abandona y lo único verdaderamente im-

565 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS portante es tener el alma en estado de gracia. Aún así, la esque- la de defunción puede ser el último pecado de vanidad para el difunto que ostenta títulos y condecoraciones, sin embargo para su familia, se convertirá en un reconocimiento social, heredero del status del fallecido. Buena muestra de la importancia que ad- quiere la posición social ha quedado manifiesta en las esquelas de referencia. Esta importancia social viene de la mano del tama- ño de la esquela, de su inserción en la prensa y cómo no, del contenido curricular añadido a la nota de defunción. Esta noto- riedad social también quedaba manifiesta en el cortejo fúnebre que acompañaba al féretro para dar al cuerpo cristiana sepultura y en el número de misas oficiadas por el alma del difunto.

En esta publicidad de la muerte comienzan a dar sus prime- ros pasos las agencias funerarias que se encargaban de preparar un entierro acorde a las exigencias del cliente. Nuevos comercios ofrecen a los vivos todo tipo de objetos que decoren y adornen la sepultura de los muertos. Esta estética es la belleza de la muer- te, aquella que comienza a ser temida y precisamente por este temor no se la nombra y se comienza a decorar.

Poco a poco decaen las representaciones descarnadas y cru- das de la muerte en la historia del arte y se introducen nuevos escenarios como cementerios, criptas o temáticas realistas en en- tierros y funerales (188). Esta influencia en la nueva concepción de la pintura decimonónica deja su impronta en la iconografía “esquelar”. Como se decía en páginas anteriores, la mayor parte de las esquelas responden a un prototipo tradicional que viene marcado por la banda negra y la cruz en la cabecera. Sin em- bargo existe un reducido número de esquelas que deben ser destacadas por su riqueza iconográfica. Este discurso iconográfi- co tiene un valor añadido y es la pervivencia de la cultura ba- rroca junto a la nueva estética romántica. Los relojes de arena alados, las calaveras, la candela ardiendo, la llama consumida, el humo, las naturalezas muertas y el esqueleto con la guadaña, son iconografías propias de la cultura barroca que a diferencia de la Edad Media, elevó el tono dramático en sus representacio-

566 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX nes. El tema de la vanidad del mundo caracterizado por los atri- butos de poder como coronas, libros, cetros, mitras y demás ri- quezas terrenales, son temas de larga tradición en la cultura cris- tiana (189). Sin embargo se introducen nuevas iconografías que responden al despertar romántico. En primer lugar se introduce el cementerio dentro de la esquela. Un cementerio frondoso en vegetación, con la Cruz como símbolo de la fe profesada por el difunto, con lápidas, mausoleos de arquitecturas clásicas y epi- tafios. En este tipo de representación se halla presente el culto a los cementerios con las visitas a las tumbas de los fallecidos.

En este discurso aparecen una serie de animales necrófilos como la lechuza que augura malos presagios o el murciélago, considerado como animal impuro y amante de las tinieblas y de los parajes solitarios como un cementerio (190).

En cuanto a la vegetación hay que destacar el empleo de ár- boles propios del paisaje de los cementerios como cipreses y sau- ces, símbolo de luto y de muerte. El enebro encarna la eternidad, la encina y la bellota son símbolos salvíficos, la hiedra la inmor- talidad del alma y el laurel la eternidad. La flor cortada en su me- jor momento de esplendor representa la caducidad de la vida, la corona de rosas el triunfo de la Vida sobre la muerte, mientras que las espigas de trigo aluden al pan eucarístico. Finalmente la anémona –popularmente conocido como Chrysanthemum o cri- santemo- que siempre se ha asociado al colorido de los cemen- terios y su imagen fúnebre está muy implantada en el imaginario colectivo. Es una planta perenne, de origen chino, que florece en el otoño y que encuentra su mejor momento en el mes de no- viembre, mes de los difuntos (191).

Esta vegetación que aparece representada en las esquelas y que o bien dulcifica o bien atormenta la actitud ante la muerte puede ser analizada desde dos perspectivas tanto en la esquela como en los cementerios. En primer lugar las flores tienen una función decorativa y es más correcto elegir flores que no se des- hojen pues no es correcto que los pétalos ensucien la sepultura.

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Cementerio de Jemenuño (Segovia)

En segundo lugar los arbustos que se representan y que son ha- bituales del paisaje del cementerio como cipreses, robles, ali- bustres, enebros o sauces pertenecen a la familia de las conífe- ras y tienen una característica en común: Son de hoja perenne a excepción del roble, cuya hoja no cae hasta que no ha florecido la nueva. Además la madera del roble es incorruptible, caracte- rística que comparte con el alma del ser humano. Del ciprés, el alibustre o la thuya hay que decir que son árboles que se adap- tan a la forma que se desee. Baste recordar que son altos y es- pigados apuntando al cielo, como si estuvieran buscando la unión con Dios. En ambos casos, tanto en las flores como en los arbustos se busca una estética del decoro donde la limpieza de la sepultura y la visita al cementerio juega un papel primordial

568 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

Cementerio de Marugán (Segovia)

en el culto a la tumba pues significa que se cuida, se mantiene, se visita y sobre todo se recuerda.

La muerte es la última y más dolorosa batalla de la vida pe- ro para un cristiano constituye el mayor triunfo. Su continua pre- sencia en la vida hace de ella una auténtica metafísica escatoló- gica que hay que pensar y meditar para proyectar la vida hacia la Vida Eterna. “Yo os aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me ha enviado, tiene la vida eterna, no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vi- da. Os aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán” (192).

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NOTAS

(1).- Estoy especialmente agradecida a Don Bonifacio Bartolomé Herrero por las facilidades en la consulta del Archivo Catedral y por las orientaciones en la redacción de este artículo. La elaboración del índice que pacientemente reali- zó de las 1.548 esquelas así como su clasificación, ha hecho posible este estu- dio. (2).-J. CISNEROS. El amigo fiel hasta la muerte. Arte de ayudar a bien morir, igualmente útil a los sanos para vivir bien y a los enfermos para bien morir y principalmente a los Párrocos para desempeñar con fruto suyo y de los mori- bundos tan difícil como interesante y angélico ministerio. Burgos, 1848, p. 29. (3).- J. CISNEROS op.cit., pp.33-34. (4).- Ilustraciones extraídas de San A.Mª LIGORIO. Preparación para la muerte o consideración sobre las verdades eternas útiles a los fieles para medi- tar y a los sacerdotes para el púlpito. Barcelona, 1891. (5).- J. CISNEROS, op.cit., p.28 (6).- J. CISNEROS, op.cit., p. 27. En algunos casos si el enfermo no podía ha- blar, pero aún conservaba la razón, el sacerdote le decía que confesase por se- ñas. Esta noticia ha sido recogida de las Consideraciones para ayudar a bien morir, conservadas en el Archivo del Convento Capuchino de Sarriá, en Barcelona. Así por ejemplo, el enfermo cogía la muñeca del religioso capuchi- no. Se le decía un pecado y si había caído en él, el enfermo apretaba la mu- ñeca y si no había pecado, no hacía ningún movimiento. (7).-J. CISNEROS, op.cit., pp. 30-32 (8).- J. CISNEROS, op.cit., p. 40. (9).- J. CISNEROS, op.cit., p. 38. (10).- M. DÍAZ. Último instante entre la vida y la muerte, considerado a la luz de los desengaños, que el pecador moribundo concebirá, haciendo reflexión sobre su vida passada, sobre su estado presente y sobre su suerte futura. Madrid, 1763, pp.254-255. (11).- J. CISNEROS, op.cit., p. 42. A los niños que aún no habían confesado no se los podía dar Viático, pero si previamente solicitaban confesión sí podí- an recibir la comunión. (12).-J. CISNEROS, op.cit., p. 42 (13).- J. CISNEROS, op.cit. pp. 43-45. (14).- J. CISNEROS, op.cit., p.36. Si había peligro de muerte no se esperaba este momento.

570 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

(15).- G.Mª VERGARA MARTÍN. Derecho consuetudinario y economía po- pular de la provincia de Segovia. Madrid, 1909, p. 44. Este también es recogi- do por la Encuesta del Ateneo (1901-1910) por G. HERRERO GÓMEZ y C. ME- RINO ARROYO en Costumbres populares segovianas de nacimiento, matrimo- nio y muerte. Segovia, 1996, p. 137. (16).- M. DÍAZ, op.cit., pp. 236-237. (17).- J. CISNEROS, op.cit., p 190. (18).- J. CISNEROS, op.cit., pp.191-192. (19).- J. CISNEROS, op.cit., pp. 193-195. (20).-San A.Mª LIGORIO, op.cit., p. 88. “Cómo va creciendo por momentos las congojas, cómo se sofoca, cómo le va faltando la respiración, cómo va corrien- do un frío sudor por todo su cuerpo, cómo va perdiendo sus fuerzas y sentidos, la más terrible de todas es que se halla muy próximo a la muerte”. (21).-San A. Mª LIGORIO, op.cit., p. 90. (22).- San A.Mª LIGORIO, op.cit., pp.17-18. (23).- A. VALLCENDRERA Y PONS. Preparación para la muerte o sea el alma deseosa de salvarse. Dedicando un triduo a aprender la importante ciencia de morir en gracia del Señor. Barcelona, 1871, p. 305. (24).- M. DÍAZ, op.cit., p. 286. El juicio individual y final se halla presente en todos los tratados para aprender a bien morir. (25).- San A.Mª LIGORIO, op.cit., p. 52. (26).- A.P.Sta.Eulalia. Sínodo Diocesano que celebró el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Fr. Francisco de Araujo, Obispo de Segovia y del Consejo de su Magestad. Año de 1648. Copia del año 1787, fol. 126. (27).- J. ELÍAS GÓMEZ, op.cit., p. 128. (28).- Boletín Oficial del Obispado de Segovia (BOOS), 1878, nº 3, p.30. (29).- BOOS, 1894, nº 27, p.395. Esta orden fue dada por el Gobernador de la Provincia de Ávila Don Ricardo Medina Vítores el 6 de agosto de 1894 y el Obispo de Segovia la hace extensible a toda la Diócesis. (30).- BOOS, 1894, nº 27, p. 395. (31).- F. ARIÉS, Historia de la muerte en Occidente. Ed. El Acantilado, 28. Barcelona, 2000, p.107. (32).- A. VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., p. 107. (33).- BOOS, 1878, nº 3, p.31. (34).- BOOS, 1878, nº 3, p.31.

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(35).- A.C. Ref. 871 y 872. L-144. (36).- BOOS, 1878, nº 3, p.30. (37).- J. ELÍAS GÓMEZ, op.cit., p. 190. (38).- BOOS, 1878, nº 3, p.31. (39).-BOOS, 1878, nº 3, p. 30. (40).- BOOS, 1878, Nº 3, p. 30. (41).-BOOS, 1878, nº 3, p. 30. (42).- En el “Boletín Oficial del Obispado de Segovia” nº. 30 de 1893 se re- coge la resolución de un recurso de alzada, dejando sin efecto el acuerdo del Ayuntamiento de Villlafranca del Panadés, por el cual se imponía como obli- gatorio el uso del coche fúnebre para la conducción de cadáveres. El Ayuntamiento había puesto a disposición de los ciudadanos un coche fúnebre para el traslado de los cuerpos desde la casa mortuoria al cementerio alegán- dose motivos higiénicos. Sin embargo los habitantes y miembros del clero de Villafranca no recibieron con satisfacción esta medida pues consideraban que atentaba contra el principio de libertad. Incluso el clero se negó a presidir el duelo en los entierros donde se utilizase coche fúnebre. Un caso análogo se vi- vió en la ciudad de Sevilla que fue resuelto por Real Decreto de 2 de julio de 1878 a favor de la libertad en el modo de conducir el cadáver al cementerio. (43).- “El Adelantado de Segovia”. 12 de agosto 1880, p.4. (44).- “El Adelantado de Segovia”. Este anuncio publicitario se inserta desde 1899 en casi todos los periódicos de esta redacción en la página 4. (45).- J. ELÍAS GÓMEZ, Op.cit., p. 192. En el siglo XVIII se hacían tres para- das en el camino. La primera para que el difunto fuese dignamente presenta- do ante el Tribunal de Dios y gozar del eterno descanso de los Santos. La se- gunda parada para “representar que el cuerpo de nuestro Señor Jesu Christo pausó tres días en la tierra”. En la tercera parada se rezaban tres salmos por la absolución del alma ante los pecados cometidos de pensamiento, palabra y obra. (46).- BOOS, 1894, nº 27, p. 395. (47).-BOOS, 1894, nº 3, p.31. (48).- BOOS, 1894, nº 23, p.322. (49).- A.C. Ref. 886. L-144. (50).- Tal es el caso de la Excma. Sra. Dª María de los Dolores de Chaves Artacho y Contreras y Guillamas, Condesa Viuda de Superunda, Marquesa de Bermudo; fallecida el 4 de agosto de 1861 (Ref.276, L-395). Don Rafael Gallego y Berata, profesor de equitación del Colegio de Artillería, fallecido el 6 de ma-

572 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX yo de 1866 (Ref. 345, L-395); Don Cándido Martín Llorente, ex diputado pro- vincial fallecido en 1883 (Ref. 1019, L-144); Braulio García y Fernández de Gamboa, Magistrado de la Audiencia de la ciudad de Segovia (Ref., 994, L-144); fallecido el 30 de mayo de 1883, entre otros ejemplos. En el caso de algunos niños se celebraba la Misa de Ángeles con el cuerpo presente como María de la Asunción Martínez Olalla fallecida a los 19 meses (Ref. 1249, L-049) o la ni- ña Segunda Burgos Muñiz fallecida a los 32 meses (Ref. 1472 y 1473, L-049). (51).-A. VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., pp. 292-293. (52).- “El Amigo Verdadero del Pueblo”. Segovia 21 de abril de 1869, p. 4. (53).- MARQUÉS CARACCIOLO, Pintura de la Muerte. Madrid, 1789, p. 263. (54).- “Seminario cristiano y literario”. Segovia, miércoles 3 de enero de 1855, p. 368. (55).- BOOS, 1878, nº 3, p.31, 1887, nº 18, p.218, 1889, nº 25. A la autoridad eclesiástica le competía conservar las llaves del cementerio, aprobar el nombra- miento del capellán, el examen y aprobación de los epitafios así como lo con- cerniente a la materia espiritual y religiosa. A la autoridad civil le competía te- ner llave del cementerio y todo lo tocante a higiene, policía y orden dentro de los cementerios, así como el control y permiso de los traslados de cadáveres. (56).- BOOS, 1878, nº 3, p.29. (57).- BOOS, 1882, Nº 23, P. 213. (58).- BOOS, 1882, nº 23, pp. 214-215. (59).- BOOS, 1882, nº 23, p. 215. (60).- BOOS, 1882, nº 23, p. 216. (61).- BOOS, nº 23, p. 322. (62)-.Mª. M. SANZ DE ANDRÉS. “Temas iconográficos de la muerte en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Anuario de la Universidad Internacional SEK, nº 9 Santiago de Chile, 2004 p.111. (63).-BOOS, 1896, nº 15, p.278.”Rector cujusdam Ecclesiae Parochialis intra fines Dioceceseos Senogalliensis, de consensu sui Ordinarii, sequens Dubium enodandum Sacrae Rituum Congregationi humillime proposuit, nimirum: An in feretro vel tumulo, dum pro aliquio defuncto exequiae fiunt, tam presente quam absente cadavere, exponi valeat ejuadem defuncti imago; et quatenus ne- gative, an saltem tolerari possit hujusmodi usus, uli viget. Et Sacra eadem con- gregatio, referente infrascripto secretario, exquisita settentia commisionis litur- gicae, reque accurate perpensa, rescribendum censuit: Ad Dubium: Negative quad priman partem: et quoad alteram curandum ut eliminetur abusus”. “El Rector de una iglesia parroquial dentro de los límites de la Diócesis Senogalen- se, con consentimiento de su ordinario propuso humildemente la siguiente du-

573 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS da a resolver por la Sagrada Congregación de Ritos, a saber: Si en el féretro o en el túmulo mientras se celebran las exequias, tanto si está el cadáver presente o ausente se puede exponer la imagen del mismo difunto; y en caso negativo, si se puede tolerar al menos tal costumbre donde está vigente. Y la Sagrada Congregación de Ritos, con la firma del infrascrito Secretario, requerido el pa- recer de la Comisión litúrgica y considerado el asunto con cuidado, juzgó que se había de contestar: A la duda: Negativamente a la primera parte y en cuan- to a la segunda que se elimine el abuso” Las traducciones de los textos en latín así como la consulta en los tratados para ayudar a bien morir, han sido facilitados por el canónigo Don Ángel García García. (64).- S. SONTAG. Sobre la fotografía. Edhasa. Barcelona, 1992, p.24. (65).- M. CLARK, Impresiones ftográficas: El universo actual de la represen- tación. Julio Ollero Editor. Instituto de Estética y Teoría d las Artes. Madrid, 1991, p.132. (66).- A.C. Ref.- 479 y 480, L-049. (67).- A.C. Ref. 535, L-049. (68).- A.C. Ref. 565 y 703, respectivamente, L-449. Don José Riber y Puerto adquirió en el siglo XIX la fábrica de papel situada en La Alameda. Esta fábri- ca después de años de dificultades conoció el éxito de la mano de Don José. Su producción era de papel de fumar. Para una mayor información consultar la obra de J.M. SANTAMARÍA, op.cit., p. 31. (69).- A.C. Ref. 384, L-049. (70).- BOOS, 1878, nº 3, p.1. (71).- BOOS, 1887, Nº 32, P.402. (72).- M. DÍAZ, op.cit., p. 149. (73).- M. DÍAZ, op.cit., p. 162. (74).- BOOS, 1871, nº 7, pp.6-7. (75).- BOOS, 1890, nº 20, p. 253. (76).- “El Adelantado de Segovia”, 5 de noviembre 1885, p. 1. (77).- “El Adelantado de Segovia”, 24 de octubre 1880, p.3. (78).- “El Adelantado de Segovia”, 31 de marzo 1881, p. 4. (79).- “El Adelantado de Segovia”, 2 de marzo 1899. (80).- Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Vigésimo Segunda Edición. Madrid, 2001, p. 985.

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(81).-FERRER, E, El lenguaje de la inmortalidad. Pompas fúnebres. Fondo de Cultura Económica. México, 2003, pp. 162-171. (82).- FERRER, E, op.cit., pp. 157-163. (83).- FERRER, E, op.cit., pp. 166-167. (84).- FERRER, E, op.cit., p.170. (85).- FERRER, E., op.cit., p. 172. (86).- FERRER, E, op.cit., p. 189: Los avisos de defunción publicados en pren- sa fueron gratuitos en un principio pero se empezaron a cobrar a mediados del siglo XIX. Esta nueva política publicitaria en los periódicos había sido promo- vida principalmente en Europa, desde el diario La Presse, fundado en París en 1836 a cargo del editor y empresario Emile de Girardin. (87).- A. GONZÁLEZ QUESADA. “La evolución histórica de la documentación periodística”. Manual de Documentación periodística. Ed. Mª Eulalia Fuentes i Pujol. Madrid, 1995, p. 23. (88).- Para mayor información E. GIMÉNEZ TOLEDO. Manual de Documen- tación para comunicadores. EUNSA. Pamploma, 2004; G.GALDÓN LÓPEZ, Perfil histórico de la documentación en la prensa de información general. 1845-1984. EUNSA. Pamplona. (89).- E. FERRER, op.cit., p. 191. (90).- A. GONZÁLEZ QUESADA, op.cit., p. 23. (91).- J. ESPASA. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Barcelona, 1924. Tomo VII, p. 162. Esta reseña ha sido completada con datos ofrecidos por Bonifacio Bartolomé y la obra de M. de la VEGA Y ARANGO Noticias del insigne segoviano Doctor Don Tomás Baeza González, Deán que fue de la Catedral de Segovia muchos años. Segovia, 1936. (92).- T. BAEZA GONZÁLEZ. Catálogo de colecciones segovianas. Segovia, 1º de agosto de 1890, p. 38. (93).- E. MARTÍNEZ PISÓN, Evolución de un paisaje urbano. Colegio de in- genieros de Caminos, Canales y Puertos. Madrid, 1976. (94).- E. MARTÍNEZ PISÓN, op.cit., p. 243. (95).- Diccionario geográfico de España. Ed. Movimiento. Madrid, nº 15, 1961, p. 567. (96).- E. MARTÍNEZ PISÓN, op.cit., p. 245. (97).- J.A. RUÍZ HERNANDO, La ciudad de Segovia, Segovia, 1986, p. 122. (98).- P. MADOZ, Diccionario geográfico estadístico de España y sus posesio- nes de Ultramar. TomoXIV. Madrid, 1849, pp. 94 y ss.

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(99).- J.A. FOLGADO PASCUAL y J.M. SANTAMARÍA LÓPEZ. Segovia, 125 años, 1877-2002. Segovia, 2002, p. 13. (100).- Expresión empleada por E. FERRER, op.cit., p. 217. (101).- E. FERRER, op.cit., p. 176. (102).- A.C. Ref. 1400, L-049. (103).- A.C. Ref. 1414, L-049. (104).- A.C. Ref. 14128, L-049. (105).- A.C. Ref. 1392, L-049. (106).- A.C. Ref. 1204, L-049. (107).- A.C. Ref. 1221, L-049. (108).- A.C. Ref. 1241, L-049. (109).- A.C. Ref. 387, L-049. (110).- A.C. Ref. 538, L-049. (111).- A.C. Ref. 345, L-395. (112).- A.C. Ref. 962, L-144. (113).- A.C. Ref. 1046, L-144. (114).- A.C. Ref. 1307, L-049 (115).- A.C. Ref. 1038, L-144. (116).- A.C. Ref. 1054, L-144. (117).- A.C. Ref. 1055, L-144. (118).- A.C. Ref. 1061, L-144. (119).- A.C. Ref. 1373, L-049. (120).- A.C. Ref. 1000, L-395. (121).- A.C. Ref. 269, L-395. (122).- A.C. Ref. 329, L-395. (123).- A.C. Ref. 1364, L-049. (124).- A.C. Ref. 266, L-395. (125).- A.C. Ref. 276, L-395. (126).- A.C. Ref. 841, L-144. (127).- A.C. Ref. 1029 y 1030, L-144.

576 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

(128).-A.C. Ref. 1335, L-049. (129).- A.C. Ref. 342, L395. (130).-A.C. Ref. 1245, L-049. (131).- A.C. Ref. 1178, L-049. (132).- A.C. Ref. 994, L-144. (133).- A.C. Ref. 1057, L-144. (134).- Tomado del Apocalipsis 14,13. (135).- A.C. Ref. 307, L395. (136).-A.C. Ref. 116, L-449. (137).- A.C. Ref. 1204 y 1205, L-049. (138).- A.C. Ref. 1031 y 1032, L-144. (139).- A.C. Ref. 1008, L-144. (140).- A.C. Ref. 1132, L-144. (141).- A.C. Ref. 905, L-144. (142).- A.C. Ref. 329, L-395. (143).- A.C. Rec. 903, L-144. (144).- A.C. Ref. 932, L-144. (145).- A.C. Ref. 497, L-049. (146).- A.C. Ref. 871, L-144. (147).- A.C. Ref. 871, L-144. (148).- A.C. Ref. 1179, L-049. (149).- A.C. Ref. 1120, L-144. (150).- P. ARIÉS, op.cit. p. 72. (151).- A.VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., p. 2. (152).- San A. Mª LIGORIO, op.cit., p. 41. (153).- San A.Mª LIGORIO, op.cit., pp. 142 y ss. (154).- A. VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., p. 2. (155).- A. VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., p. 59. (156).- A. VALLCENDRERA Y PONS, op.cit., p. 125. (157).- San A.Mª LIGORIO, op.cit., pp. 17-22.

577 M.ª MERCEDES SANZ DE ANDRÉS

(158).- Biblioteca Universitaria de Barcelona (BUB) Miscellanea religiosa. Tratados Devotos. MS. 152, fol. 58 vto. (159).- San A.Mª. LIGORIO, op.cit., p. 100. (160).- San A.Mª LIGORIO, op.cit., p. 178. En la Edad Media esta iconografía aparece reflejada en las Danzas de la Muerte y en la Rueda de la Fortuna. (161).- Levítico 11, 29-30. (162).- A. GARCÍA Y GARCÍA ESTEVÉZ, “Episcopologio de la Diócesis de Segovia”. Estudios Segovianos XL, nº 97, (1998), p. 310. (163).-A. GARCÍA Y GARCÍA ESTÉVEZ, op.cit., p. 309. (164).- A.C. Ref. 23, L-449. (165).- “El Adelantado de Segovia”, 29 de enero de 1880, p. 3. (166).- “El Adelantado de Segovia”. 24 de agosto de 1882, p. 3. (167).- P. ARIÉS, op.cit., p. 210. (168).- De Don Domingo Contreras y Mencos se conserva su esquela de fa- llecimiento (Ref. 394, L-049) y la invitación a misa en cabo de año celebrada a los tres días (Ref. 395, L-049). (169).- J. CISNEROS,op.cit.,p. 121. (170).- E. FERRER, op.cit., p. 186. (171).- A. BELMONTE. Muertos de papel. La muerte en la historia, la prensa y las esquelas. Imprenta La Mancha. Albacete, 1998. Ap. E. FERRER, op.cit., p. 187. (172).- “El Adelantado de Segovia”, 10 de febrero de 1878 para el anuncio de Servicios Funerarios; el Adelantado de Segovia, 12 de agosto de 1880 para el anuncio de la Funeraria de Miguel Barrios. (173).- “El Adelantado de Segovia”, 20 de diciembre de 1879, p. 3. (174).- “El Adelantado de Segovia”, 2 de marzo de 1882, p. 1. (175).- “El Adelantado de Segovia”, 7 de enero de 1897. (176).- “El Adelantado de Segovia”, 7 de enero de 1897. (177).- “El Adelantado de Segovia”, 18 de febrero de 1897. De Mónica de la Torre no se conserva la esquela de defunción pues fallece en 1897 y la colec- ción abarca hasta 1891. (178).- Esquela que pertenece a Don Juan José Poza. (179).- A.C. Ref. 1172, L-144. (180).- A.C. Ref. 833, L-449.

578 ICONOGRAFÍA Y TIPOGRAFÍA FUNERARIA EN LA SEGOVIA DEL SIGLO XIX

(181).- A.C. Ref. 416, y 418, L-049. (182).- “El Amigo Verdadero del Pueblo”. Segovia, martes 12 de enero de 1869m, nº 16, pp.2-3. (183).- “El Amigo Verdadero del Pueblo”. Segovia, miércoles 14 de abril de 1869. (184).- “El Amigo Verdadero del Pueblo”. Segovia, sábado 17 de abril de 1865, p.1. (185).- Expresión acuñada por Philippe Ariés. (186).- E. FERRER, op.cit., p. 179. (187).- “Semanario Cristiano Literario”, Segovia, 17 de junio de 1854, p. 148. Escrito por Juan Bautista. (188).- De esta pintura decimonónica, cabe destacar la obra de Caspar David Friedrich “Abadía en un robledal” (1809-1810); y a los realistas Leonardo Alenta en “Sátira de un suicidio romántico” (1835) y Gustavo Courbet “El entierro de Ornana” (1850). Durante el romanticismo se halla muy presente la estrecha re- lación entre el amor y la muerte, especialmente cuando se muere por amor. (189).- Esta concepción de la vida y de la muerte se halla muy presente en temas iconográficos medievales como la Rueda de la Fortuna; el Encuentro de los Tres Vivos y los Tres Muertos y las Danzas Macabras. (190).- L. IMPELLUSO. La Naturaleza y sus símbolos. Plantas, flores y anima- les. Ed. Electa. Barcelona, 2003, pp.-191-286. (191).- L. IMPELLUSO, op.cit., pp.11-72 y 73-130. (192).- Jn. 5, 24-25.

579

CESÁREO VILLORIA

LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO

A nadie se le oculta ya la importancia económica del patri- monio artístico e histórico en las sociedades modernas. En unas ocasiones, asociado al turismo, se ha convertido en uno de los motivos principales de los desplazamientos de ocio; en otras, la localización de edificios en sitios estratégicos de las ciudades se convierte en motivo de especulación. En cualquier caso, resulta prácticamente imposible pensar ya en el patrimonio sin su vincu- lación económica. El patrimonio se convierte en el principal atrac- tivo de ciudades como París o países como Italia. El patrimonio histórico y artístico tiene un potencial económico comparable al de otras actividades económicas y, para algunos países, en la me- dida en que está asociado al turismo indisolublemente, adquiere la importancia que éste tenga en las actividades económicas. Por lo demás, en las cambiantes tendencias del turismo se da ya un subsector diferenciado que es el turismo llamado cultural. Los ti- pos tradicionales del turismo de masas se van sustituyendo o co- existen con otras formas menos convencionales que incluyen la inserción del turista en formas de vida tradicionales o en entornos naturales de gran valor ecológico, religioso o histórico, o en el re- corrido de rutas con un gran contenido artístico. Pero los modos de aquel turismo de masas se trasladan al turismo cultural. Si qui- siéramos caracterizar las etapas del turismo en la historia reciente de Europa, nos encontraríamos con un turismo de grand tour, que tenía un carácter de educación de las clases acomodadas en el siglo XVIII y XIX, para pasar al turismo de balneario del siglo pasado y a partir de los años 50 y 60 al turismo de masas. El tu- rismo cultural representaría una inflexión en la tendencia del tu- rismo de masas. Podría pensarse que es un turismo ilustrado o que busca la ilustración, pero no siempre es así, o casi nunca es así. Lo que en todo caso representa es, como decíamos antes, una fuente importante de ingresos para aquellos países o ciudades que albergan un fuerte patrimonio artístico o histórico.

583 CESÁREO VILLORIA

El patrimonio está gestionado por los poderes públicos o por la Iglesia, que son los principales propietarios en España, pero son los poderes públicos quienes lo administran. Esto significa que son estos poderes públicos quienes realizan las inversiones y el mantenimiento del mismo de lo que se beneficia la sociedad civil, principalmente del ámbito del turismo. Ahora bien, la sim- biosis entre los poderes públicos y los intereses empresariales del sector turístico o de la construcción, es una de las causas del creciente deterioro de los bienes del patrimonio de los estados. Este proceso mediante el cual entran en el escenario económico los bienes de patrimonio histórico y artístico, sería uno de los rasgos de la mercantilización. Esta hace referencia al creciente e inevitable carácter de mercancía que tienen todos los objetos y bienes culturales y materiales en la sociedad capitalista. Desde cierto punto de vista, el proceso es inevitable e incluso fatal- mente inevitable, porque al final no es el patrimonio en sí mis- mo lo que cuenta, sino en tanto portador de mercancía, de ri- queza. Por eso no es de extrañar que el patrimonio se convierta en mercancía.

Alguien incluso podría afirmar que nunca ha dejado de ser- lo puesto que al fin y al cabo la actividad artística, constructiva, etc, siempre ha tenido una dimensión económica. Lo singular de las sociedades modernas, sin embargo, es la conversión de toda actividad cultural en una industria, es decir, en algo que se or- ganiza con los mismos criterios que una industria, o si se quiere de la empresa moderna. Surge así el concepto sociológico de in- dustria de la cultura. Este proviene de la tradición del marxismo heterodoxo, de la Teoría crítica (más conocida como Escuela de Francfort). En uno de los libros más iluminadores del siglo XX, La Dialéctica de la Ilustración, Horkheimer y Adorno acuñan es- te concepto sociológico y filosófico para definir lo que se ha da- do en llamar desde entonces cultura de masas, representada por la radio, la televisión, el cine, las revistas ilustradas, etc. La cul- tura de masas tiene como característica primordial la traslación de los patrones económicos industriales a la cultura. En princi- pio, no se puede olvidar que la cultura ha tenido esa compo-

584 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO nente económica puesto que los artistas se han tenido que so- meter a las circunstancias económicas de su tiempo. Históricamente, sin embargo, la actividad artística se ha desen- vuelto entre el carácter aurático, casi sagrado, y el carácter de divertimiento. Eran pues, las instituciones religiosas o los prínci- pes los que sufragaron los gastos de la misma, pero hasta la épo- ca moderna, la actividad artística y cultural en general tenían ese carácter aurático mencionado que irán perdiendo con la apari- ción de la burguesía industrial. Para esta, la cultura aparece co- mo una mercancía más y de ahí la necesidad de someterla a las mismas reglas que rigen para el resto de las mercancías (1). El inicio de este programa de mercantilización lo encontramos en los mencionados fenómenos de la cultura de masas, que, por un mecanismo de resistencia social, se separan de la gran cultura, de la cultura con mayúscula. Adorno y Horkheimer han obser- vado cómo se produce esa resistencia a la asimilación de los pa- trones de la economía industrial en la Universidad, en la ense- ñanza y en la alta cultura en general, cuya garantía sigue siendo el estado:

“Creer que la barbarie de la industria cultural es una con- secuencia del “retraso cultural”, del atraso de la cultura americana con respecto al estado de la técnica, es pura ilu- sión, etc. Era más bien la Europa prefascista la que se ha- bía quedado por detrás con respecto de la tendencia al monopolio cultural. Pero precisamente gracias a ese atraso conservaba el espíritu un resto de autonomía (2) y sus úl- timos exponentes su existencia, por penosa que esta fue- ra. En Alemania, la deficiente penetración de la vida civil por el control democrático había tenido un efecto paradó- jico. Muchas cosas quedaron al margen del mecanismo de mercado que se había desatado en los países occidentales. El sistema educativo alemán- incluidas las universidades-, los teatros que habían adquirido la función de guías en el plano artístico, las grandes orquestas, los museos se halla- ban bajo protección. Los poderes políticos, Estado, muni- cipios, que habían recibido dichas instituciones como he-

585 CESÁREO VILLORIA

rencia del absolutismo, les habían reservado un trozo de aquella independencia respecto a las relaciones de domi- nio consagradas por el mercado que les había sido conce- dida, a pesar de todo por los príncipes y señores feudales hasta bien entrado el siglo XIX. Lo cual reforzó la posición del arte burgués tardío frente al veredicto de la oferta y la demanda y aumentó su resistencia mucho más. Incluso en el mercado, el homenaje a la calidad no explotable y no traducida a valor corriente se transformó en poder de ad- quisición. Gracias a ello honrados editores literarios y mu- sicales pudieron cultivar, por ejemplo, autores que no po- dían aportar mucho más que la estima de los entendi- dos…” (3).

Pero los procesos de acumulación paulatina se han ido de- jando notar desde que los autores escribieron esta obra hasta nuestros días. Aquellos pasan por la modificación de la alta cul- tura para su mejor asimilación como ocurrió con las adaptacio- nes musicales de los clásicos en los años sesenta, o aquella que se realiza todavía hoy de obras de literatura para la televisión o el cine – piénsese que las nuevas generaciones no identifican La Isla del Tesoro, con una obra literaria de Stevenson, sino con una obra para la televisión. Nadie conoce tampoco el origen de la ex- presión “Gran Hermano”, como formando parte de la novela de Orwell 1984, sino como título de un programa televisivo. En el ámbito de los bienes del patrimonio, sin embargo, ha habido re- sistencias a estas asimilaciones. Vinculado a la tutela del Estado, protegido por una legislación, en general, adecuada y restrictiva, en el patrimonio se ha hablado siempre de falta de recursos, pe- ro no de asimilación a las condiciones del mercado. Por lo tan- to el fenómeno de la asimilación es reciente, y afecta de modo particularmente intenso a la arquitectura.

A decir verdad, la arquitectura ha estado expuesta siempre, a lo largo de la historia, a la mixtificación de estilos y a la adapta- ción. El ejemplo más evidente lo representarían las catedrales gó-

586 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO ticas en Europa. Pero la irrupción de la modernidad artística con el principio de libertad de creación, con la desacralización del ar- te, con la introducción de técnicas constructivas agresivas, pro- picia esta asimilación de los modelos antiguos de construcción a los modernos. La arquitectura moderna aparece así como un ar- te de dominio que impone tiránicamente sus criterios a estilos pasados, juega con ellos y llega a destruirlos. No se trata ni si- quiera ya de realizar un cierto juego con los estilos del pasado, sino de esa imposición hegemónica a ellos. Y de este modo, ya no son los imperativos de la conservación los que ahora se tie- nen en cuenta, sino otros en los que lo que se atiende a cómo hacer útil aquel edificio. De modo parecido aunque menos in- tenso, podíamos decir de la búsqueda de rentabilidad de una co- lección de pintura. Los poderes públicos, guardianes antes del valor de la tradición, se han puesto al servicio de esta pretensión de rentabilidad del legado histórico y artístico. La expresión de los poderes públicos y de aquellos que se ocupan de las cues- tiones del patrimonio en general, es “la puesta en valor”. Con es- te galicismo, se quiere hacer notar que hay un patrimonio en el olvido y otro susceptible de ser explotado, habría que añadir, comercialmente.

Ahora bien, este proceso de mercantilización, esto es, de conversión del patrimonio en mercancía, es, sin embargo, irre- versible. La escena que hemos ilustrado de incorporación de los poderes públicos al proceso de mercantilización es el último pa- so que cabía dar en la mercantilización de la vida. Aquellos han abandonado la pretensión de ser guardianes de una humanidad muda, que es la del pasado, para ser un baluarte más de la eco- nomía de mercado de la que esperan obtener beneficios con los que puedan perpetuar el dominio (4).

Por otra parte, la eventual conciencia recta de un gobierno eventualmente justo no puede evitar los altos costes de mante- nimiento del patrimonio artístico e histórico. La provisión de fon- dos en estados como el nuestro para la conservación y restaura- ción es ingente y cualquier gobierno responsable tiene que ase-

587 CESÁREO VILLORIA gurarse de que su patrimonio no venga en ruina por falta de re- cursos para mantenerlo. De manera que entre la explotación mercantil y la necesidad de recursos para su mantenimiento, se dirime el estado actual en el que los poderes públicos abordan la cuestión.

Ahora bien, tanto la mercantilización como la dejación en la conservación y restauración vienen en la destrucción paulatina del mismo. La mercantilización por- que se basa en la operación de adaptación - asimilación - del patrimonio a las exigencias del turismo y con ellos, a las del mercado. Los fenómenos caracte- rísticos de la mercantilización son: las intervenciones en los cas- cos históricos de las ciudades, que incluyen las peatonalizacio- nes indiscriminadas y la falta de respeto por la conservación del carácter específico en la urbanización de los barrios históricos (5)- introducción de materiales y elementos decorativos espurios, estatuaria moderna junto a monumentos tradicionales, etc-, en la idea de que vale lo mismo el original que la copia – véase la sus- titución de la estatuaria original de la catedral de Burgos por otra de fibra de vidrio- la musealización indiscriminada (6), la adap- tación normativa (7), en fin, el fachadismo (8)…. Pero, sobre to- do, se manifiesta esta mercantilización en el deterioro creciente del rigor normativo. De todos estos fenómenos el que conside- ramos más peligroso es sin duda este último. En lo que sigue tra- taremos de analizarlo con el fin de establecer comparativamente las líneas fundamentales de lo que consideramos está en la base de una concepción correcta del patrimonio.

En efecto, nos encontramos con documentos como la Carta de Cracovia, en los que se vierten ideas acerca de la restauración que marcan buena parte de las actuaciones en monumentos his- tóricos o artísticos principalmente. Lo que subyace a esta carta internacional es la ideología según la cual el carácter epocal de las intervenciones en los edificios, en la restauración artística re- lativiza o puede relativizar estas. Así allí en el preámbulo se di- ce: “Cada comunidad, teniendo en cuenta su memoria colectiva

588 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO y consciente de su pasado es responsable de su identificación, así como de la gestión de su patrimonio. Los elementos indivi- duales de este patrimonio son portadores de muchos valores, los cuales pueden cambiar con el tiempo. Esta variabilidad de valo- res específicos en los elementos define la particularidad de cada patrimonio. A causa de este proceso de cambio, cada comuni- dad desarrolla una conciencia y un conocimiento de la necesi- dad de cuidar los valores propios de su patrimonio”. Y añade: “Este patrimonio no puede ser definido de un modo definitivo y estable. Solo se puede indicar la dirección en la cual puede ser identificado. La pluralidad social implica una gran diversidad en los conceptos de patrimonio concebidos por la comunidad en- tera; al mismo tiempo los instrumentos y métodos desarrollados para la preservación correcta deben ser adecuados a la situación cambiante actual, que es sujeto de un pr oceso de evolución contínua . El contexto particular de elección de estos valores re- quiere la preparación de un proyecto de restauración a través de una serie de decisiones de elección crítica. Todo esto debería ser materializado en un pr oyecto de r estauración de acuerdo con unos criterios técnicos y organizativos” (9).

No es ya suficiente que los autores establezcan principios aceptados de forma generalizada para la conservación y restau- ración; en lo anteriormente citado se traslada la nueva ideología de la restauración que se puede sintetizar en la idea de que ca- da pueblo interpreta su pasado de modo diverso y por lo tanto hace con él lo que considere más conveniente. La ideología que esto comporta es que la resturación y conservación es libre. No vale que hablen de “ la preparación de un proyecto de conser- vación a través de una elección crítica”, porque no se establecen los principios de esa elección a no ser aquellos que a continua- ción se detallan con lo que la virtualidad del preámbulo sería cuestionable. El preámbulo funciona así como coartada para una interpretación liberal de la conservación y restauración. Este pa- rece ser el tributo de las cartas internacionales a una interpreta- ción postmoderna de la conservación.

589 CESÁREO VILLORIA

Estos principios, en efecto, suponen la degradación de aque- llos que han inspirado la normativa sobre el patrimonio desde el siglo XIX, que son el principio de conservación en razón de la fidelidad al pasado y el principio no explícito según el cual el pa- trimonio histórico y artístico es conocimiento. Aquí se parte de una concepción más o menos historicista de la historia del arte, en contraposición a aquella otra más reciente que responde a los imperativos de la creciente mercantilización de la vida humana. En lo que sigue, analizaremos el significado de estas dos con- cepciones, así como las consecuencias prácticas que se siguen de ellas, para concluir proponiendo nosotros un modelo propio.

Como decíamos antes la actual legislación sobre patrimonio se asienta en unos pocos principios que se podían resumir a) en la idea de r espeto al hecho ar queológico , histórico o artís- tico , b) en la relación necesaria entre el hecho histórico y ar- queológico y la concienc ia histórica y c) la idea de que el pa- sado en general es conocimiento .

El respeto al hecho histórico configura en primera instancia la conciencia histórica y las ciencias que se ocupan de lo histó- rico. Este respeto no puede decirse que anule a la instancia teó- rica que es la interpretación de los hechos. Aquí, aún no se ha llegado a hacer válido el dictamen de Nietzsche: “No hay hechos, sólo interpretaciones y esto mismo es una interpretación”. Se piensa, en efecto, el hecho como aquello que está ahí, más allá de nosotros, incluso a pesar de nosotros. El descubrimiento del hecho histórico responde así al de un despliegue de la concien- cia que lo administra, pero a la vez que “alimenta”, por así de- cirlo, a esa conciencia, que es lo que subyace en la afirmación que hemos mencionado de Nitzsche. El hecho histórico depen- de de la conciencia histórica pero no se reduce a ella. Sin duda el hecho histórico aparece cuando lo hace la propia conciencia histórica. Solo esta hace significativa la ruina, el monumento o eso que simplificadamente llamamos hecho histórico. Por el con- tarrio, si el hecho histórico depende de la conciencia histórica, entonces el hecho histórico se convierte en epocal. Este fenó-

590 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO meno es lo que parece que se registra en la inspiración de la Carta de Cracovia. Pero junto al hecho interpretado, está la con- sideración de que los hechos históricos aportan conocimiento, conocimiento del pasado y son una realidad más allá de la in- terpretación. En una apreciación superficial sostenida casi du- rante dos siglos, se ha entendido que la historia es maestra de la vida; lo que quería decir que, examinando como fueron nuestros antepasados, podemos evitar la repetición de esos errores en el futuro (10). Con ser cierta la sugerencia del dictamen, es dema- siado general, y por ello, en cierto modo, ineficaz.

Por el contrario, la historia es maestra de la vida porque nos permite conocer el pasado, que nos ha constituido y nos consti- tuye en cierto modo. Todavía ese pasado como lo “ya-sido” de nosotros mismos, opera en nosotros y tiene un doble efecto, nos descubre lo que otros han hecho y lo que nos constituye a nos- otros mismos, i. e., en lo extraño y lo propio de la presencia del otro. Como todo conocimiento, el contenido del mismo es extra- ño y propio a la vez. El pasado de los demás es riqueza y abun- damiento de las creaciones de la especie. En la medida en que nos constituye, es lo puesto por los hombres de una época; en la medida en que va más allá de aquello cuya presencia nos cons- tituye, es lo dado, lo insólito de esto que podemos pensar acer- ca del pasado. El pasado es motivo de reflexión para cada uno de los hombres que han accedido a un nivel determinado de con- ciencia de sí (11). El pasado se imbrica siempre con el presente, ya sea en forma de conciencia o de olvido, en el plano de la his- toria individual y también en el de la historia colectiva, pues, al cabo, nuestra historia individual está siempre marcada por la co- lectiva (12). De manera que la instancia reflexiva de la concien- cia histórica es la clarificación, la ilustración del pasado. Solo es- ta puede incrementar el grado de conciencia de nosotros mismos y puede evitar la barbarie. La historia es maestra de la vida por- que incrementa la conciencia de nosotros individual y colectiva- mente, y en consecuencia puede evitar la incursión en lo no de- seable. El conocimiento del pasado se convierte así en una con-

591 CESÁREO VILLORIA dición necesaria aunque no suficiente de nuestro presente y de nuestro futuro. El conocimiento del pasado es ante todo conoci- miento de la historia de la especie que podemos asimilar al co- nocimiento de nosotros mismos. Además puede acontecer que el conocimiento pueda convertirse en reconocimiento (anagnore- sis), como sucede en las obras de arte relevantes, reconocimien- to de pertenecer a una misma especie de seres conscientes (13).

Ahora bien, si la historia es constitución, ningún propósito que busque la verdad puede desviar el objetivo de que los hom- bres pueden conocerse a sí mismos a través de ella. Esta tarea es prioritaria en la especie sobre cualquier otra consideración; toda otra que vaya en direcciones oblicuas a esta debería aparecer como sospechosa.

En las sociedades modernas aún se conservan estos objetivos en las escuelas y en las universidades, aunque no sabemos si por mucho tiempo ciertamente. El peligro de mercantilización ace- cha no obstante a estos en forma de especulación creciente de modo prematuro, en la drástica separación entre las llamadas ciencias de la naturaleza y ciencias culturales o del espíritu, que crean tipos humanos con diferente sensibilidad. La escuela – y la universidad – que es –son- el –los- último -s- bastión –es- en que la mercantilización de la vida todavía no se ha impuesto, no de- be contribuir a esa escenificación de la barbarie, sino a fortale- cer a aquellos valores que la vinculan con una tradición ilustra- da que atiende al hombre total, que fomenta el conocimiento, más allá de esa separación de saberes. Fomentar en las institu- ciones educativas esa separación contribuye a esa perpetuación del conocimiento entendido en términos instrumentales. En este sentido la sociología más reciente ha acuñado para definir a las sociedades modernas, la expresión “sociedad del conocimiento”. Podríamos interpretar que la sociedad en la que vivimos se ba- sa en el conocimiento y lo persigue como fin. Pero la expresión es ambigua en sí misma, porque no explicita qué se entiende por tal, o lo que es peor, entiende por conocimiento aquel que po- demos definir como instrumental, o conocimiento científico-téc-

592 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO nico que, por lo demás, por extraño que nos pueda parecer, es un conocimiento con un valor ambiguo; por un lado, contribu- ye de modo hasta ahora inédito a la identificación de los fenó- menos naturales y a su control por parte del hombre, y en ese sentido, a su bienestar material; pero, por otro lado, su desplie- gue extraordinario ha hecho posible formas de dominio sobre la naturaleza y sobre los demás hombres como hasta ahora no se habían conocido. La sociedad del conocimiento lo es en su for- ma instrumental y, por ello, en este conocimiento no se avista la auténtica liberación de los hombres, lo que es una consecuencia directa de la atrofia de los conocimientos prácticos y aquellos otros creativos. Ahora bien, esta unidimensionalidad del conoci- miento lo es del hombre mismo (Marcuse).

En efecto, el desarrollo de los conocimientos científico- téc- nicos supone una ideología no explícita, la que hace referencia al uso de los instrumentos del conocimiento para llevar a cabo el doble dominio de los hombres, sobre la naturaleza y sobre los demás hombres. En contraposición a esta hegemonía de los co- nocimientos científico-técnicos, las dimensiones moral y poética del hombre apenas tienen cabida. Debería darse algo así como una revolución humanista para que estos conocimientos desem- peñen un papel de iluminación en la vida de las sociedades mo- dernas. Y es que la vida de estas depende en gran medida de la ciencia y de la técnica. O dicho en otros términos, la ciencia y la técnica y la economía forman parte de un mismo entramado so- cial. Por eso, la vindicación de la historia como conocimiento y del conocimiento de la historia representa un fenómeno atípico; esto es, contribuye a un fin no económico de la sociedad y por ello sospechoso de inutilidad.

Pero la estrategia de la economía de mercado ha descubier- to ante la alternativa de la renuncia al conocimiento de la histo- ria y su futilidad un uso mercantil para la misma, vinculado a la fruición y al divertimiento. El arte y la historia nos sirven para distraernos de aquellas ocupaciones que hacen grave la vida. A este propósito, cabría aquí recordar la frase de Adorno según la

593 CESÁREO VILLORIA cual las gentes piden un arte agradable y una vida dura; cuando lo correcto debería ser pedir lo contrario. De manera que la es- trategia de la mercantilización pasa por la fruición. Así, aquel co- nocimiento que nos debía desvelar los rasgos necesarios para la liberación de los hombres de cualquiera de sus ataduras, sean estas físicas o ideológicas, se sustituye por un objeto de dis- tracción más y de este modo se convierte al mismo tiempo en objeto de intercambio. Esta operación debe entenderse como un ejercicio de sustitución del conocimiento por la fruición. Esta sin duda tiene una componente de valor de cambio mayor que aquel porque atiende a los elementos pasivos de la condición humana es decir a aquellos regresivos y no a aquellos que tiene que ver con la iluminación de esa condición.

En efecto, la mercantilización es un proceso de sustitución de objetos, en tanto estos no valen en sí, sino en tanto lo son de in- tercambio. Todavía Marx consideraba que todo valor de cambio presuponía un valor previo de uso por insignificante que fuera. En la mercantilización el valor de cambio es un poner un valor al objeto. Este poner puede estar históricamente determinado, pero dependería ya de una determinada concepción del ser que constituye un entramado sistemático social.

Por eso, estas operaciones anteriormente descritas, formarían parte de aquello descrito de modo magistral por M. Weber a principios del siglo XX, como sistema social, y que resumió con la expresión de la “jaula de hierro” de las sociedades modernas, y que desde distintas perspectivas filosófico-históricas, se ha vis- to como el entramado de ofuscación (Adorno y Horkheimer), o como el Gestell (Heidegger). Lo cual significa que la posibilidad de eludir el proceso de mercantilización de la vida resulta alta- mente improbable. En lo que sigue, analizaremos la situación que se le presenta a la conservación del patrimonio en el con- texto de la generalizada mercantilización de la vida.

Por un lado, encontramos el sistema social, cuyos rasgos di- ferenciadores, el poder y el dinero, esto es , la vida económica,

594 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO parecen dominar la vida en las sociedades occidentales; por otro, tenemos las instituciones en los estados, que aún se sustraen a la influencia de los mecanismos económicos de mercado, como son los centros de enseñanza, los centros de administración y tu- tela de los bienes culturales y, en Europa, la sanidad. Finalmente, nos encontramos con el mundo de la vida, que se encuentra ad- ministrado por las instituciones, por el ejercicio del poder de los estados y por la dominación de los comportamientos basados en el mercado. Este mundo de la vida se sustrae del dictado de la dominación en algunos aspectos, o bien porque va más allá de los elementos de poder y del dinero, o bien porque aquellos no realizan una dominación perfecta o bien porque aquellos incu- rren en contradicciones inevitables que aparecen como motivo de escándalo para los administrados. Dicho en otros términos, a pesar de la “jaula de hierro” mencionada, existen mecanismos en las sociedades modernas, que, aunque sea en forma de resisten- cia, se sustraen al poder e influencia de los elementos del siste- ma social, bien porque se haya articulado en ese sistema como mecanismo autónomo, y las instituciones lo hayan entendido así, bien porque en el funcionamiento del sistema el peso del mun- do de la vida, se deje notar como realidad independiente de su posible colonización (14). Es en este contexto en el que cabe ha- blar de la historia y del patrimonio como conocimiento.

Ahora bien, como quiera que, por lo demás, no podemos evitar cierta mercantilización de los mismos, se trataría de salva- guardar a este de los excesos de aquella, con el fin de optimizar mediante la conservación los rendimientos de aquel. Por para- dójico que parezca, el patrimonio adquiere su valor de cambio supremo en tanto sea fiel a lo que realmente es, o sea, testimo- nio del pasado; por el contrario, en tanto el patrimonio sucum- be a las exigencias estéticas o constructivas del presente, pierde interés aunque pueda tenerlo momentáneamente porque no ha- ce referencia a aquello que es su fin primordial, que es el cono- cimiento, sino a aquello que cada sociedad tiene y quiere de sí, contribuyendo no a la clarificación de la historia de la especie,

595 CESÁREO VILLORIA sino a su ocultamiento. La conservación conforme al espíritu del pasado con la fidelidad al hecho en su integridad, garantizará que una sociedad cada vez más culta y exigente se vuelque so- bre aquel patrimonio que se haya conservado adecuadamente. En el lado opuesto, las intervenciones que pretenden ser epoca- les y no reproducen sino aquello mismo que nosotros somos - los de nuestro tiempo-, no hacen sino destruir aquello mismo que pretenden convertir en fuente de riqueza. La idea de la in- terpretación epocal del pasado se hace particularmente presente en la arquitectura, que impone siempre sus criterios contempo- ráneos sobre cualquier consideración conservacionista. Se puede decir que la arquitectura renuncia a su historia fascinada por su protagonismo contemporáneo, dejando ahora de los intereses económicos que la mueven.

La conservación del patrimonio debe perseguir sus objetivos si no quiere llegar a la destrucción. Esto debe ser un imperativo moral para las sociedades modernas. Ahora bien, mientras se pretende crear sensibilidades especiales para esta o aquella cosa en la sociedad, no sucede así con lo que hace referencia al pa- trimonio. Por eso en la medida en que pretendemos conservar el patrimonio, se hace preciso crear una sensibilidad con todo lo relativo a él, se hace preciso que las sociedades modernas vean en él el testimonio de lo que culturalmente son. Para tal fin se hace preciso educar en el conocimiento del pasado.

El programa de educación en la conservación del patrimo- nio no puede ni debe ser distinto de la educación en el pasado. No se trataría de estudiar el pasado solamente, sino de crear una sensibilidad con él y con lo que él conlleva como es el arte. Sabemos que el estudio de la historia representa una forma com- pleja de aprendizaje al que se accede cabalmente en los últimos estadios del bachillerato, pero que la inmersión de aspectos par- ciales de la misma se puede realizar en estadios anteriores. Esta inmersión se realiza por vía intuitiva a través del estudio de las artes como la arquitectura, la escultura o la música. El desarrollo conceptual y discursivo de las experiencias artísticas conciernen

596 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO a estadios posteriores del desarrollo intelectual. Pero cuando se ha cultivado mínimamente una relación con el pasado se puede decir que nos acercamos a eso que llamamos educación de la sensibilidad que constituye un pilar esencial del proceso civili- zatorio. La creación de esta sensibilidad con el pasado permitirá a la postre vincular el conocimiento de lo colectivo con lo indi- vidual de la vida de los hombres y podría evitar, o al menos con- trarrestar, el proceso imparable de deterioro al que las socieda- des modernas lo someten.

En igual medida, la conservación del patrimonio rigurosa conforme a las leyes y su espíritu que las instituciones públicas deben promover y tutelar es la mejor garantía no solo que aquél se conserve y por ello se conserve esa fuente de conocimiento, sino de que, por pasmoso que resulte decir esto aquí, su renta- bilidad económica sea perdurable. Las instituciones públicas no pueden entender el patrimonio, incluso aquel natural, como ob- jeto de expolio, de rentabilidad intensa, porque no atiende al objetivo de su conservación que es el conocimiento, pero tam- poco garantiza su valor perdurable en el tiempo. Sólo las insti- tuciones públicas y las de aquellas asociaciones que surgen y se desarrollan en el mundo de la vida pueden evitar la caída en la mercantilización del patrimonio. Esta significa la destrucción lenta, pero inexorable del mismo. Solo la necesidad que tenemos los hombres de conocernos cabalmente también a partir de lo que fuimos, puede evitarnos la incursión en la barbarie de la in- consciencia.

A modo de conclusión diremos que:

a) la simbiosis entre poderes públicos e intereses empresa- riales constituye la causa principal del creciente deterioro de los bienes patrimoniales en las sociedades modernas,

b) La detección de la mercantilización del patrimonio se ma- nifiesta en la intervenciones masivas en los monumentos y en los barrios históricos en los que se aplican criterios industriales,

597 CESÁREO VILLORIA p.ej., en el fachadismo, pero, sobre todo, en el deterioro del ri- gor normativo,

c) Hasta ahora el proceso de mercantilización ha sido frena- do por el papel del estado que limitaba la acción de la sociedad civil ( principalmente económica) en áreas como el patrimonio, la escuela, la universidad. Pero las instituciones del estado se han incorporado también a ese proceso de búsqueda de rentabilidad económica en estos ámbitos también. Lo público queda al servi- cio de lo privado en aras de su rentabilidad. De este modo el proceso de mercantilización resulta creciente y, hasta cierto punto, irreversible.

d) El proceso de mercantilización lo es de sustitución de los objetos en el que el objeto del pasado se sustituye por la bús- queda de un nuevo objeto que conlleva fruición y diversión.

e) Nosotros consideramos, por el contrario, que el patrimo- nio es fuente de conocimiento del pasado y, por ende, de nos- otros mismos.

f) Por eso nuestra propuesta se fundamenta en la necesidad moral de salvaguarda de los espacios públicos por parte del es- tado. Sin ella, los bienes del común como es el patrimonio histó- rico o natural están en peligro de desaparición. Sólo las institu- ciones públicas pueden y deben garantizar la pervivencia del mis- mo. Las instituciones públicas deben aparecer como la garantía pública de que los bienes transindividuales deben preservarse.

g) Este tipo de conservación tiene un doble efecto benefi- cioso: por un lado está su sentido cognoscitivo que nos lleva al autoconocimiento y debería evitar los fenómenos de regresión colectiva e individual; por otro, secundariamente, debería tener un valor económico, un valor perdurable y no inmediato. Sólo desde estas coordenadas tiene sentido la conservación del patri- monio. En otro caso, el peligro de su desaparición acecha y con él el de la barbarie.

598 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO

h) Un modo de contribuir a evitar las consecuencias de la mercantilización es la educación de la sensibilidad.

i) Lo que se pone en peligro es ante todo aquello que hace referencia al conocimiento de nosotros mismos a través de la his- toria. Este conocimiento debe interpretarse como iluminación pa- ra nuestra vida presente y futura. En otro caso, el peligro de la re- gresión acecha la vida de las sociedades.

599 CESÁREO VILLORIA

NOTAS

(1) Adorno y Horkheimer veían en la burguesía el último reducto de una concepción no meramente utilitarista del arte. Y ciertamente no les faltaba ra- zón todavía en ella el arte tenía un valor díficilmente cuestionable y por ello cierto carácter sagrado. Es precisamente la sociedad del capitalismo norteame- ricano el que despliega el concepto de cultura como industria. (2) Subrayado nuestro. (3) M. Horkheimer y Th.W. Adorno, Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta, 1994, 177-8. (4) La izquierda y la derecha, apenas se diferencian en este propósito. La izquierda porque ha perdido el sentido de lo público, incapaz de administrar- lo sin obtener beneficio partidista. La derecha, porque confunde los intereses del estado con los de alguno de los particulares. Presa de la ideología liberal (lockeana), entiende el estado como guardián, no ya de la propiedad, sino de la codicia. (5) Las intervenciones en lo barrios históricos conducen en la práctica a una indiferenciación entre estos y el resto de la ciudad. Se manifiesta este he- cho en la inexistencia de concejalías de patrimonio, en el tratamiento uniforme que se da a estos barrios históricos a través de las concejalías de urbanismo, a pesar de tener la mayoría de estos cascos históricos un plan especial para ellos que, por lo general no se cumple por ser demasiado restrictivo. (6) La musealización contribuye a la descontextualización de los edificios y materiales artísticos. Cuando esta se ha dado por el azar de la historia o por la dispersión se puede justificar, pero no en otro caso. (7) Entiendo por adaptación normativa toda modificación de la legislación con propósitos espurios. (8) Habría otros como la necesidad de cualificación de los bienes cultura- les por parte de organismos estatales o supraestales. Esto que originariamente tiene la finalidad de proteger especialmente el edificio en razón de su título y de su importancia objetiva se convierte en reclamo para atraer a los turistas, ol- vidándose el verdadero objetivo de esa titularidad. En este caso nos encon- tramos con la explotación del título Patrimonio de la Humanidad, que no sir- ve para proteger de modo más exigente el legado histórico, sino para atraer el mayor número posible de turistas. (9) Carta de Cracovia, Preámbulo. Cursivas nuestras, negritas del texto. (10) Esta concepción simplificadora de la historia se mantiene en autores recientes como J. Habermas. (11) No se puede olvidar que la conciencia histórica es una forma de con- ciencia de sí.

600 LA MERCANTILIZACIÓN DEL PATRIMONIO

(12) Esta ineludibilidad del pasado fue puesta de manifiesto por Freud. El olvido opera en nuestra conciencia tan significativamente que termina por dis- torsionarla en forma de neurosis. (13) El reconocimiento es gozo, alegría de reconocernos como juntos, pe- ro a la vez tristeza, estremecimiento de reconocernos como imperfectos, como seres finitos. Algunos autores, p. ej., Adorno, vieron en esta ambivalencia los rasgos de lo sublime. (14) El concepto de colonización del mundo de la vida, como es eviden- te, lo tomamos de J.Habermas. Vid., Habermas, Teoría de la acción comuni- cativa II, versión española de M. Jiménez Redondo, Madrid, Taurus, 451ss.

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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

Santos Y anguas, J., Hoces de la Guar dia Ber mejo, Á. L. y Del Hoyo, J. Epigrafía romana de Segovia y su provincia. Se- govia. Caja de Ahorr os de Segovia y Diputación Pr ovincial de Segovia. 2005. 324 págs., 7 mapas y fotos. ISBN: 84-96145- 44-1; Depósito Legal: SG-160/2005.

El 29 de diciembre de 2005 se presentó en el Salón de Actos de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce el libro Epigrafía romana de Segovia y su provincia fruto de casi tres dé- cadas recuperando uno de los patrimonios culturales menos co- nocidos de Segovia.

El exhaustivo trabajo, se enmarca en un vasto proyecto de es- tudios sobre la antigüedad romana en la provincia de Segovia.

La obra recoge 169 documentos epigráficos, muchos con tex- to, y otros sin texto conservado, y 107 grafitos encontrados en la Cueva de La Griega, Pedraza. Todo este material (276 documen- tos) es de época romana, fechados básicamente entre los siglos I y III d.C.

Se añaden 10 documentos que en algún momento han sido catalogados como romanos en estudios anteriores. Conviene ver el cuadro explicativo de la página 26, en el que se recoge el re- sultado comparativo del corpus que se presenta respecto a otros anteriores, indicando localidades y autores.

El estudio presenta una elaborada ‘Introducción General’, en la que los autores nos adentran, en las vicisitudes del estudio lle- vado a cabo, poniéndonos en antecedentes sobre cuestiones que se desarrollan a lo largo del libro: el territorio de Segovia en épo-

605 SANTOS YANGUAS, HOCES DE LA GUARDIA BERMEJO Y DEL HOYO cas prerromana y romana, los límites y el contenido del corpus; la historiografía de la epigrafía romana de Segovia, cronología, criterios de datación...

El interesante trabajo aporta 23 inscripciones inéditas, corri- ge lecturas en 51 y reconstruye el texto de 1.

Asimismo identifica las nuevas localizaciones de 11 de las inscripciones. Reubica los soportes de 6, desdoblando 5 inscrip- ciones a partir del estudio de los mismos. Suprime del corpus 10 que consideran falsae o fuera de época y elimina 2, editadas an- teriormente, por no ser inscripciones.

En el somero estudio de los ‘Grupos de parentesco’ nos in- troduce en el mundo indígena que conocieron los romanos en Segovia, y que se mantuvo durante bastante tiempo.

En el apartado ‘Sobre Cronología. Alguno criterios de data- ción’, es interesante destacar como se establecen unos criterios basados en la onomástica personal, la paleografía, las fórmulas utilizadas, la iconografía, etc. Siempre, según los autores, crono- logía relativa en la mayor parte de los documentos.

Cierra la Introducción la estructura del corpus, acompañán- dose de una amplia bibliografía.

El Catálogo en sí se presenta por localidades, en orden alfa- bético, no importando para ello si son ayuntamientos o no. Dentro de las localidades se sigue el criterio habitual de des- arrollo de los tipos de inscripciones; esto es, votivas (ordenadas por el nombre de la divinidad), honorarias, jurídicas, funerarias (ordenadas por el nomen del difunto), fragmentos, instrumenta domestica, y soportes anepígrafos y sin texto.

El orden ofrecido en la ciudad de Segovia no es el mismo que para el resto de localidades. Es un orden topográfico en relación a la muralla medieval. Comenzando el recorrido en el Paseo de Isabel II (Paseo del Salón) en dirección al Alcázar, para seguir por

606 RESEÑA BIBLIOGRÁFICA la zona norte hasta los lienzos contiguos al Postigo de San Juan. Se añaden otras inscripciones no localizadas en la muralla.

La colocación de las respectivas fotos al lado de la lectura y trascripción de la inscripción correspondiente, nos parece muy acertada, con ello el estudioso puede comprobar las lecturas pu- blicadas. Las traducciones ayudarán a los no avezados a com- prender el significado de cada documento.

Como podrá comprobar el lector de la obra, se aportan mu- chos datos que ayudarán a configurar una visión más precisa de Segovia y sus gentes en época romana.

Sorprende gratamente la publicación actualizada de la foto de un ara de Duratón (ERSg 17) que ciertos autores creen dedi- cada a una divinidad (inexistente) de nombre Termegista, cuan- do esos autores, especialistas en la materia, no la han compara- do con otras aras más conocidas de Segovia o de la meseta nor- te, con una colocación similar de los elementos onomásticos: di- vinidad, dedicante, fórmula de la dedicación. En este caso: Te- rentia Megiste dedica este ara a las Madres de buena gana.

También es de agradecer el estudio reposado de otra ara, que se expuso en el Torreón de Lozoya en el año 2000 con motivo de la exposición y conferencias sobre ‘Segovia Romana’. Ésta es la dedicada por Valeria Marcela también a las Madres (ERSg 18). Una tercera ara (ERSg 21), que forma parte de la ‘Colección Eugenio Fontaneda’ en el Castillo de Ampudia de Campos (Palencia), tam- bién es estudiada en profundidad y se lee de una manera más re- al a la publicada por los primeros editores.

La reconstrucción del texto que hacen de la placa de bronce aparecida en la calle de Melitón Martín (hoy de la Herrería) fa- cilita la comprensión de los estamentos altos de la sociedad ro- mana de Segovia (ERSg 66). En él aparece un nomen (Mummius) que parece repetirse en las cartelas del acueducto que en 1998 reconstruyera el profesor Geza Alföldy (ERSg 65).

607 SANTOS YANGUAS, HOCES DE LA GUARDIA BERMEJO Y DEL HOYO

Completa la revisión de las inscripciones la recogida de los grafitos encontrados por el equipo de la Dra. Corchón en la cue- va de la Griega, Pedraza (ERSg 170). En cuya Memoria se puede obtener más información.

Finaliza el libro con un amplio conjunto de índices onomás- ticos, de correspondencias de inscripciones publicadas por otros autores, lugares de hallazgos y conservación de epígrafes, etc. Que nos parece de un alto nivel científico, pues los índices ayu- dan siempre a la localización de esa información que se resiste a ser encontrada.

Bienvenida sea esta obra que, por una parte significa una puesta al día, en español, de los estudios epigráficos de la pro- vincia como un todo, y que de seguro dará pie a posteriores es- tudios. Y por otra parte era necesaria. Tan necesaria como la la- bor de los autores que, no nos cabe la menor duda, han revisado personalmente todas y cada una de las inscripciones presentadas.

Juan Pedro Velasco Sayago

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