CINE VARIEDADES MUSICA BALLET ESPECTACULOS TEATRO JAZZ CINE EN LOS ESTADOS UNIDOS Dos libretos de Pinter i Escríbe Emir Rodrigue* Monegal Hay pocos talentos tan auténticamente Jor la mano de Pinter, sino aquellos otros originales como el de Harold Pinter. Su que parecen detallar sólo la realidad más teatro, tan conciso y amenazador, tan pe­ neutra. La conversación de netrante, lo ha convertido en una de las con la Bancroft en la cocina es una obra figuras más importantes de la escena con­ maestra del sobreentendido a la Pinter, temporánea. Su labor, menos conocida, co­ como lo son algunas escenas de celos en mo libretista cinematográfico, habrá de que la Bancroft no se anima a manifes- I consagrarlo en un futuro inmediato. He tarse y Finch se escurre sabiamente. Aquí { podido ver estas últimas semanas un par se palpa esa extradimensión que Pinter de películas inglesas que pertenecen a dos consigue agregar hasta las escenas más I directores distintos y se basan en novelas triviales. ajenas pero que tienen libretos de Pinter. Pero donde se ve mejor su mano es en j A ellas aporta el Joven dramaturgo britá- la otra película: THE SERVANT (El cria- j ! nico un estilo propio, sumamente perso­ do), que ha dirigido Joseph Losey. Esta nal. En ambas, la colaboración de Pinter es realmente la historia de una posesión j agrega una extra-dimensión al estudio de diabólica. El protagonista, James Fox, es las relaciones humanas, un doble fondo un joven rico que alquila una casa en que sus historias (algo melodramáticas o uno de .los barrios más elegantes de Lon- | sentimentales) parecían no justificar. Co­ dres. Para servirlo toma un criado, Dirk j mo tantos otros libretistas antes que él, Bogarde, que es el prototipo de la suavi­ Pinter rescata estos films de la agradable dad y la discreción. Poco a poco, el criado i medianía a la que parecieron destinados va manipulando a su amo hasta conver- | y les da vida por la fuerza de su talento tirio en su instrumento. Introduce de ¡ y de su personal visión. criada en la casa a su amante (Sarah Mi­ La más sentimental de las dos películas les) como si fuera su hermana y termina* ! se llama, THE PtJMPKIN EATER, que compartiendo los favores de la muchacha I Montevideo conocerá como Esclava y se­ con el amo. Cuando un día éste descubre ductora. El titulo quiere decir literalmen- a los supuestos hermanos en una situa­ ! te El comedor de zapallos, y se refiere a ción explícita y poco fraternal, empieza a una canción infantil (Peter, Peter, pump- comprender el extremo de su dependencia, i kln eater) sobre un hombre que no sabía Pero es demasiado tarde. La película ter- | dónde alojar a su mujer y la puso dentro mina con una suerte de orgia a la Dolce de un zapallo. Más tarde, sigue la canción, Vita que es tal vez metáfora de cosas Peter tuvo otra mujer y no supo cómo peores. amarla, hasta que al final aprendió a leer Pocas veces Dlrk Bogarde ha estado tan y escribir, y descubrió cómo amarla bien. bien como en este film* pocas veces Losey i Sobre esta canción, ha Anne Bancroft en THE PtJMPKIN EATER ha controlado tan sabiamente la materia escrito una novela que presenta a una cinematográfica. Hay algunas fallas, sobre mujer (Anne Bancroft) casada con un es­ presente pero incluye un largo flashbaek todo en el final, y en la inconvincente critor (Peter Finch) que es crónicamente sobre la historia previa de la protagonista. orgia. Pero ellas no bastan para estropear Infiel. Lo que complica las cosas es que Todo está admirablemente realizado y fo­ un film que realmente explora los abismos ' la protagonista tiene unos seis hijos de tografiado, con un trabajo notable de la del Mal. Lo mejor, sin duda alguna, es el ¡ tres matrimonios distintos y parece dis­ Bancroft que la coloca en el papel de ló­ libreto de Pinter. Toda la relación entre 1 puesta a seguir creciendo y multiplicán­ gica sucesora de la de los años amo y criado crece sin palabras, basada dose. Su drama, pues, es doble: la infi­ treinta y cuarenta. Pero todo serla con­ apenas en pequeñas situaciones lncon- I delidad del marido es sólo una de las vencional si no fuera por el libreto de gruentes, en estallidos inexplicables, en ; caras de su Inadaptación a una vida me­ Pinter. diálogos a contrapelo, como pasaba ya en i nos prollflca. En manos del director Jack Lo que hace Pinter es cargar de amena­ El cuarto o en El encargado. Lo que no i Claytón (que ya habla demostrado su ta­ zas secretas o de palabras no dichas, de se dice, pero se sugiere horriblemente, es lento en Almas en subasta y en Posesión frustraciones y de sueños inconfesables, lo que Importa. El Infierno de la convi­ satánica), esta historia se convierte en un de ternura y terror, los diálogos más sim­ vencia humana está marcado por esa abu­ ejercicio de virtuosismo narrativo. El rea­ ples, los encuentros más convencionales. lia inexplicable que se apodera del joven lizador inglés manipula a la Bancroft, a La película abunda en escenas de bravura y que le hace ir abandonándose en manos Finch, a James Masón (que hace un si­ como la entrada de la Bancroft en Ha- del cria’do. Las complicaciones finales del j niestro marido engañado), a Maggie Smith rrods y su colapso nervioso, o el encuentro argumento (sugeridas sin duda por la no­ (una de las seducidas por Finch) y a un con Masón en el zoo, cuando éste le revela vela de Robín Maugham) resultan ai ca­ elenco numeroso de importantes actores en la forma más desagradable y obscena bo superfluas. Todo podría haber ocurrido , secundarlos, más una turba de chiquillnes posible que su mujer es amante de Finch. igualmente con sólo dos personajes. Al j de número algo indeterminado, a través Pero no son estos pasajes, algo enfáticos fin y al cabo, de eso se trata realmente. de una historia que se desarrolla en el y muy brillantes, los que demuestran me- E. R. M.