Memorias Del General Don Francisco Espoz Y Mina. Tomo 1
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MEMORIAS DELCEXERAL DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA. (c) 2008 Ministerio de Cultura INDICE DEL TOMO PRIMERO. pág. Sucesos del año de 1808 1 Sucesos de los años de 1809 y 1810 17 Siguen los sucesos de 1810 10 Sucesos del año de 1811 19 Sucesos del año de 1812 204 T. I. 21 (c) 2008 Ministerio de Cultura (c) 2008 Ministerio de Cultura MEMORIAS DEL GENERAL DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA, ESCRITAS POR EL MISMO. PUBLÍCALAS SO VIUDA DOÑA JUANA MARIA DE VEGA, condesa de Espoz y Mina. MADRID, IMPRENTA T ESTERBOT11MA DE M. RITADBNETKA, Salon del Prado, número 8. 1851. (c) 2008 Ministerio de Cultura (c) 2008 Ministerio de Cultura Siguiente (c) 2008 Ministerio de Cultura ít^^Z/- " ^€<S/r¿r7^ /Y t/Z^fi^ût (c) 2008 Ministerio de Cultura * • '.' ,; \ % víMiiUí. o ; Ytiwwh i;siw..î MI\A I . • • • ^V^^TK'.mi ^Ï\/*;.' f-jiHoi'ít soñado onlrHos ¡\r i*. ,i -••* - •.'-,•<•?*;> ' M W : f !;:• "N •-. I^>"»--'Î: -^ ". vi-:.'/.?" f v^ivà^V^^/: \¿Í»fi¿-;-v -•".••*.''••".. 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La patria, el peligro de la patria, cuya libertad é independencia fueron ata cadas por un hombre que se burlaba de toda palabra y fe, cuandoggu religiosa observancia podia ser un obstá culo para llenar sus ambiciosas miras, inflamó la sangre pura de los buenos hijos de ella, y todos corrieron á las armas, resueltos á no soltarlas de la mano hasta dejar (c) 2008 Ministerio de Cultura Anterior Inicio Siguiente VI vengadas las injurias que se la hacían cada dia ; y allí me encontré entre ellos. Así como la suerte hizo mu chos desgraciados, que en nuestras primeras empresas fueron víctimas de su celo patrio y de la cruel conducta de los inicuos invasores franceses, yo la debí una espe cial distinción : por su influencia pude sobrevivir á los golpes y heridas que recibía en los combates, y merced á esto y á la ayuda y consideración que debí á mis com pañeros , me vi elevado en la nueva carrera á una cate goría superior. «Pero esto mismo fué un presente que la suerte me hizo de bien fatales resultados para el resto de mis días. Cuan do mas debía prometerme un vivir tranquilo , ya que la patria habia acabado con sus enemigos en virtud de es fuerzos de sus hijos, y todos ellos debíamos considerar llegada la hora del descanso apetecido, tuvieron prin cipio las particulares vicisitudes de mi vida, que han sido desde entonces y durante el resto de ella, en el es pacio de veinte y dos años, tantas, tan complicadas y azarosas, que, aniquiladas ya mis fuerzas por efecto de ellas, conozco llega apresuradamente el término de mi penosa existencia. No me estremece; y si algún senti miento acibara mi memoria, es la de dejar en la orfan dad á una sensible criatura, á cuyos cuidados, á cuyo esmero y cariño he debido tantos consuelos en mi agi tado vivir ; y la de haber sido causa de qué perdiera la felicidad de que gozaba en la compañía de sus padres, y que pudiera haber disfrutado todavía unida â otro hom- (c) 2008 Ministerio de Cultura vn bre digno de ella, que no la habria ocasionado tantos años de martirio cuantos han sido para ella los de nues tra union. No poseo bien ninguno de fortuna de que poder ha cerla donación : toda la riqueza de mi propiedad, con que he contado en mi vida, la que he procurado conser var , y con la que creo morir, es la de aparecer siempre ante mis contemporáneos y ante el mundo entero, en las páginas de la historia, como un español honrado, como un buen hijo de la patria, amante de su independencia, de su libertad, de toda su felicidad. La lectura de los apuntes de mi vida, que como única herencia de que puedo disponer lego á la amable compañera que me de paró el cielo, para que pueda publicarlos si lo estimase, la hará conocer el fondo de aquellos mis sentimientos, que jamás me abandonaron al tiempo de obrar en todas las circunstancias en que me he hallado ; y podrá decir con orgullo que, si bien estuvo unida á un hombre que por falta de suficiente saber en la dirección de los nego cios graves que tuvo á su cargo en diversas épocas, pudo haber cometido errores, que es condición inseparable de la desdichada humanidad, jamás obró con bajeza, nun ca con miras de interés material propio, dolo, fraude ni injusticia á sabiendas ; ni en ningún tiempo tuvo mas am bición de ninguna clase que la de cooperar con todas sus fuerzas y medios al bienestar y gloria de su amada pa tria. Deposito este papel en manos de la amistad para ser (c) 2008 Ministerio de Cultura vin presentado á mi buena esposa después de mi desapari ción , y cuando se crea que el darla conocimiento de él no podrá causar ningún trastorno en su delicada salud. — Barcelona, 18 de setiembre de 1836. FRANCISCO ESPOZ Y MINA. Y en cumplimiento de la voluntad de mi esposo pre sento al público estas Memorias según él mismo las dejó arregladas. Después de su muerte he recibido aviso de varios puntos en que existen papeles que contienen al gunos hechos de su vida pública ; he procurado recoger los , y reunidos que sean y examinados, si resultase que contengan alguna circunstancia notable que no esté com prendida en las Memorias, ó cualquiera particularidad que merezca darse á luz, se hará por medio de apéndi ces á la conclusion de la obra. JUANA MAMA VEGA DE MISA. (c) 2008 Ministerio de Cultura MEMORIAS Bit CKKEfUL DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA. SUCESOS DEL ASO BE 1808. VIVÍA yo en el seno de la mas profunda paz y una tran quilidad perfecta, cuando las revueltas y convulsiones de la patria, en los principios del año de 1808, vinieron á robarme esta felicidad de que gozaba. Muerto mi padre, Juan Esteban Espoz, quedé yo, á la edad de quince años, á la cabeza de nuestra pequeña hacienda patrimonial, á cuyas labores habia sido apli cado desde muy niño, y cuyos productos eran el princi pal sosten de la familia. Mi madre, María Teresa Hundain, habia tenido siete hijos, y de ellos, en aquel año de 1808 vivíamos cuatro: mi hermana Vicenta, que vivía en la casa ; otra hermana Simona, casada en Pamplona con D. Baltasar Sainz, ad ministrador de la casa de Misericordia de aquella ciudad; T. I. I (c) 2008 Ministerio de Cultura 2 MEMORIAS DEL GENERAL otro hermano eclesiástico, llamado D. Clemente Espoz, vicario del hospital general civil de la propia ciudad ; y yo, el menor de todos cuatro, que contaba entonces veinte y cinco años y medio. También tenia en aquel tiempo en Pamplona un sobrino, Damado Javier Mina, que estudiaba filosofía, de edad de diez y siete años, de quien hablaré mas adelante. El lugar de mi nacimiento, Idocin, cuya población se compone de solo once casas, confundido en el valle de Ibargoiti, perteneciente á la merindad de Sangüesa, del reino de Navarra, dista tres leguas y media de la capi tal de este, y otro tanto camino, poco mas ó menos, de la ciudad de Sangüesa. Siempre que podia hacer treguas con las precisas fae nas del campo pasaba á Pamplona á ver á mis hermanos Clemente y Simona y á mi sobrino Javier Mina, y ca sualmente me hallé en aquella ciudad el dia 9 de febre ro de 1808 : ¡ dia de constante recuerdo para mí, porque en él fué cuando la rueda de mi estrella, dejando el car ril trillado y suave que llevaba, giró de través y marchó en otra dirección escabrosa, sin haber podido parar desde entonces el ímpetu de su carrera, á pesar de ha ber tropezado en miles de embarazos y sufrido en ella todos los contratiempos de espantosas tempestades y fu riosos huracanes ! La causa de este efecto fué el haber visto entrar en aquel dia en la plaza de Pamplona una columna de cuatro mil hombres de tropas francesas al mando del general d'Armagnac. Amaneció esta columna á las puertas de la ciudad con sorpresa del vecindario y cxtrañeza de las autoridades, que carecían de toda noticia de su venida. El Virey, mar- (c) 2008 Ministerio de Cultura Anterior Inicio Siguiente DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA. 3 quésde Vallesantoro, pidió al general francés razón de la autorización y objeto con que se habia introducido fur tivamente en país extraño con tanto número de hombres armados, y díjose de público que la contestación fué pre sentar el pasaporte ú órdenes que llevaba del generalí simo de España, príncipe de la Paz, para ser admitido en la plaza ; y fuera ó no fuera así, entraron los cuatro mil hombres con un aire de orgullo insoportable á mi vista. De muy mal aspecto se miró por todos la llegada de tales huéspedes cuando nadie esperaba semejante vi sita : yo volví á mi lugar aquel mismo dia, haciendo mil reflexiones sobre lo que habia visto, y participando de la desconñanza que observé en las gentes de Pamplona sobre la conducta ulterior que podrían desplegar los franceses, prevalidos de nuestra apática imprevisión ; y á fe que no se pasaron muchos dias sin que bien á las claras manifestasen sus dañadas intenciones por un acto de vil traición.