Historia De Lucha De La Mujer Venezolana © María Del Mar Álvarez © Fundación Editorial El Perro Y La Rana, 2010 Centro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21
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1 Historia de lucha de la mujer venezolana © María del Mar Álvarez © Fundación Editorial El perro y la rana, 2010 Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21. El Silencio. Caracas-Venezuela, 1010. Telfs: (0058-212) 7688300 / 7688399 Correos electrónicos [email protected] [email protected] Páginas web: www.elperroylarana.gob.ve www.ministeriodelacultura.gob.ve Diseño de la colección: Mary Rada Edición al cuidado de: Vanessa Chapman Arlette Valenotti Joyce Ortíz Hecho el Depósito de Ley Depósito legal lf 40220099004877 ISBN: 978-980-14-0865-9 Impreso en Venezuela Historia de lucha de la mujer venezolana María del Mar Álvarez Biblioteca Aportes para el debate sobre la mujer Convencidas y convencidos de que uno de los objetivos del proyecto socialista debe ser, indiscutiblemente, la incorporación del tema de la posición y condiciones de la mujer en el debate sociopolítico nacional, a fin de generar canales efectivos que cooperen con su integración, revisión y análisis de las múltiples realidades que la afectan, la Fundación Editorial el perro y la rana ha concebido la Biblioteca Aportes para el debate sobre la mujer. En tal sentido, con nuestro pequeño esfuerzo esperamos contribuir al objetivo del actual proceso venezolano que consiste en transformar antiguas estructuras a través de las cuales sea posible darle un viraje definitivo a la relación hombre-mujer, permitiendo redimir a esta última de una historia que no solo la ha condenado a la sombra y silenciado sus demandas, sino que también ha desmerecido e invisibilizado su participación activa, comprometida y determinante en todos los procesos de cambios sociales, económicos y políticos del país y del mundo. Es por ello que la Biblioteca Aportes para el debate sobre la mujer se propone colaborar en la discusión, concientización y sensibilización sobre esta materia, publicando textos que servirán para el análisis del papel femenino y su lucha inagotable e histórica por alcanzar su emancipación, lograr sus reivindicaciones y rescatar los espacios que les fueron vedados; siendo nuestra aspiración la divulgación de estos materiales en todos los espacios y habitantes posibles, desde mujeres y hombres de las diversas regiones de nuestro país hasta consejos comunales, comunidades, universidades e instituciones que cobijan el vasto territorio nacional. Agradecimientos A Esperanza Vera, por su aporte escrito, en el cual volcó sus conocimientos y recuerdos para construir la historia de las mujeres. A América Bracho, que me aclaró dudas históricas con su obra. A Yolanda Jaimes, quien contribuyó con sus recuerdos a esta historia. A mis hijos: Yanira, por su gran colaboración, y Alberto, quien transcribió, conjuntamente con mi amigo y camarada Emilio Cruz, las noticias periodísticas sobre las mujeres del diario Ahora. A mi hermana Aura, quien ha esperado ansiosa este libro. A mi yerno Jorge Arellano, que brindó su aporte técnico. A Doris Acevedo y Alba Carosio, por toda su ayuda. A María Elena Sánchez, por la transcripción de este libro. Y a aquellas personas que de una forma u otra han estado pendientes de esta historia. 9 Introducción El interés de sistematizar la vida y lucha de la mujer vene- zolana, destacar su importancia y ubicarla en la historia de Venezuela, me llevó a escribir sobre esta situación oculta de las mujeres. En la primera parte, analizo brevemente las causas sociales y económicas que originaron su discriminación y explico la subor- dinación de la mujer al hombre. Esta situación se inicia en Venezuela con la conquista y la colonización española. Nuestras indígenas son sometidas a costumbres diferentes y a un derecho y una religión que les son impuestos, transformando hasta el presente la sociedad venezo- lana. Las esclavas negras arrancadas de África también van for- mando parte de esa nueva sociedad. Después de la Independencia, en los períodos presidenciales, la historia continúa siendo masculina, pero unas pocas mujeres logran darse a conocer. Se destacan igualmente algunas primeras damas. A mediados de 1800, nuestras mujeres van despertando y se van convirtiendo en periodistas, poetisas y novelistas, por supuesto, ni una crítica a sus “tareas cotidianas”no podía ser distinto, pero el hecho de incursionar en el ámbito público ya era un grito femenino de libertad. En el siglo XX, bajo los presidentes Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, se ilumina nuestra historia con el surgi- miento de organizaciones de mujeres que luchan contra la opre- sión y reclaman su derecho al voto. 11 Historia de lucha de la mujer venezolana De allí a la política: en esa década del sesenta, las mujeres demuestran su interés en construir un mundo mejor. Muchas pierden la vida en ese intento probando que eran tan valientes como los hombres. A finales de los sesenta tienen una claridad absoluta, se defi- nen como feministas y surgen una serie de organizaciones hasta el año 2000, desde donde se lucha por la igualdad jurídica y social entre hombres y mujeres. La Constitución de 1999 declara esa igualdad y hoy tenemos nuestro Ministerio del Poder Popular para Asuntos de la Mujer. 12 Capítulo 1 Consideraciones generales El análisis de la situación de las mujeres, en cuanto a su dis- criminación social y la relación de subordinación al hombre, ha generado inquietudes respecto a su origen y los siglos en que ha permanecido dicha situación. Carlos Castillo del Pino nos expone, con respecto al tema, lo siguiente: ... en lo que respecta a la génesis de la condición de la mujer, en nuestra cultura, cabe señalar tan sólo, como lo dije, algunas conjeturas evi- denciales, quizás por el hecho de que todavía persisten, con algunas atenuaciones, las circunstancias originarias. En este sentido es presu- mible que el valor “fuerza” representara el mayor valor en una con- dición históricamente precisa. Que asimismo el cuidado de la prole fuera una función primordial, pero subsidiaria, en la medida en que el sustento, inclusive de la madre, dependiera del varón. Que la división de funciones contrajese a cada cual a su mero papel dentro del micro- grupo familiar o del clan. Y no es desdeñable el hecho de que, para unas condiciones precisas del hábitat primitivo, la desigualdad bioló- gica y funcional de la mujer respecto del varón —embarazo y parto, sobre todo— deparase su mayor vulnerabilidad. Todas estas facetas, según pienso, debieron constituir circunstancias que provocaron la diferenciaión progresiva de la mujer y del varón con su correspon- diente estatuto de juicios de valor...1 1 Carlos Castillo del Pino. Cuatro ensayos sobre la mujer. Edit. Alianza, Madrid, 1973, pp. 65-66. 15 Historia de lucha de la mujer venezolana En relación con la desigualdad de la mujer, debemos añadir que el hombre y la mujer son “igualmente diferentes”: la única diferencia entre ellos es el sexo; las otras diferencias las va esta- bleciendo el género como construcción histórico-social que crea esos valores. La conformación de la estructura social capitalista surge con la consolidación de la propiedad privada y la división de la socie- dad en clases sociales, concentrando el poder en la clase domi- nante, específicamente en el hombre; se conforma así una socie- dad patriarcal, de forma piramidal. El poder se encuentra en su vértice y la subordinación llega hasta su base en la cual se con- centra la mayor exclusión y la discriminación hacia las mujeres. Éstas se encuentran integradas en todas las clases sociales, con- solidando así dicha estructura con su trabajo de ama de casa (no considerado trabajo). Se ha ocultado que la mujer produce riqueza, de la cual se apropia especialmente la clase dominante y en general se benefi- cia toda la organización patriarcal de la sociedad. Se invisibiliza el trabajo femenino, quedando integrado a la estructura económica. La discriminación, la exclusión y la subordinación de las mujeres son parte de la estructura económico-capitalista que ha perdurado y se ha justificado por ser considerada esa situación inherente a su sexo, por los valores presentes en una construcción histórico-social llamada género; de igual manera, lo es también la consideración de que el hombre debe ejercer el poder social, en especial sobre la mujer. La historiografía invisibiliza a la mujer. En tal sentido la narrativa histórica está referida principalmente a la actividad política, destacando a los hombres, mayoritariamente sus actores principales. La referencia hacia ellas, casi siempre, está dirigida a las esposas, hijas o madres de nuestros presidentes y figuras des- tacadas del mundo político. La historia no penetra ese ámbito privado del hogar, donde las mujeres cumplen ese deber ser que se considera propio de su 16 María del Mar Álvarez sexo; en cambio, “se ha ocupado principalmente de la vida pública donde las mujeres, en efecto, han tenido una presencia restrin- gida y responde su conducta al valor social de que el modelo ideal del ser humano es el hombre...”2 La historia ignora también a las clases sociales, a las(os) excluidas(os), sus necesidades y problemas y cómo se insertan en el llamado ámbito público. Oculta igualmente la discriminación étnica, invisibilizando a las(os) afrodescendientes e indígenas, ignorando su aporte en nuestro proceso histórico-social y, para entender el porqué de la historia no escrita de las mujeres, debe- mos ir a las raíces históricas de su discriminación y subordina- ción, explicadas por Federico Engels: El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas de la casa, la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple ins- trumento de reproducción (...) esta baja condición de la mujer ha sido gradualmente retocada, disimulada (...) pero no, ni mucho me- nos, abolida...3 Explica Federico Engels “... cómo la filiación se establecía a través de la mujer...”4.