Edgardo Rodríguez Juliá
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Edgardo Rodríguez Juliá (específicamente su ‘El Cerro Maravilla’) explica cómo el uso en aquéllas de testimonios, comentarios, noticias de prensa, fotos, resulta en "un texto cuya finalidad es ... la construcción de la ‘transver- salidad’ cultural de las ‘megalópolis’ latinoamericanas (252).” En resumen, una excelente contribución a la crítica de la literatura hispa- noamericana, especialmente importante por lo que nos revela sobre textos poco conocidos. Julio Rodríguez-Luis Universidad de Wisconsin-Milwaukee ---------- A. Fernández Insuela, Mª del C. Alonso García, Mª Crespo Iglesias, Mª Martínez-Cachero Rojo y M. Ramos Corrada (eds.), Actas del ‘Homenaje a Alejandro Casona (1903-1965)’. Congreso Internacional en el centenario de su nacimiento. Oviedo: Nobel, 2004. Un conjunto de treinta y tres ensayos dan debida cuenta de la elevada calidad científica del Homenaje, celebrado en la tierra natal del dramaturgo, en no- viembre de 2003. Se pueden señalar cuatro grupos, de acuerdo con los conte- nidos sobre los que versa cada colaboración. En un primer bloque, cabe compendiar aquellos estudios que ofrecen el retrato más humano y personal de Alejandro Casona. Al hablar de él, resue- nan en el imaginario común ecos de exilio, viajes y cartas. José Rodríguez Richart, –de quien surgió la feliz idea de organizar el congreso, además de haberle dedicado cuarenta años de investigación al celebrante–, con ‘La trayectoria literaria de Alejandro Casona en su contexto’, se acerca a la per- sona y a su perfil de creador. Para ello tiene en cuenta varias misivas. Las cartas, además, escriben líneas de la protohistoria de algunas de sus piezas más conocidas. Así, el maestro Manuel Aznar Soler, en ‘Epistolario entre Alejandro Casona, Adrià Gual y Margarita Xirgu (1929-1933)’, a través de catorce cartas, reconstruye la historia del estreno de La sirena varada, desde el proyecto inicial hasta su estreno en el Teatro Español de Madrid, el 17 de marzo de 1934. Juan Aguilera Sastre —‘Noticia y polémica de un estreno frustrado: La dama del alba en Madrid (1946)’— se centra en la relación que mantuvieron Casona y Rivas Cherif. Gracias a varias epístolas que el último les escribe a algunos de sus amigos (Martínez Saura, Julio Reyes, entre otros), el estudioso señala los avatares del frustrado estreno de La dama del alba. Y también, las cartas testifican las amistades fieles que tenía el drama- turgo, allende los mares. Tal deducción se infiere de los artículos de Roger González Martell y Jorge Domingo Cuadriello, ‘Alejandro Casona y Luis Amado Blanco: dos asturianos unidos por la amistad y el teatro’ y ‘Alejandro Casona y su relación con Cuba’, respectivamente. Este último analiza varias 127 de las misivas enviadas al pedagogo Herminio Almendros, exiliado en la isla cubana. Un segundo conjunto lo formarían los trabajos que se centran en, quizá, varias de las facetas más desconocidas del dramaturgo. El conjunto ayuda a comprender mejor muchas de sus ideas estéticas e, incluso, saber el porqué de la creación de algunas de sus obras dramáticas. Me estoy refiriendo a aquellos que no son textos teatrales. José Luis García Martín, con ‘Alejandro Casona y la poesía española de los años veinte’, se ocupa de dos textos poéticos del autor: El peregrino de la barba florida (1926), que remite al Valle de las Comedias bárbaras, y La flauta del sapo (1930), de marcado sello futurista. José Luis Campal Fernández, en ‘Alejandro Casona, prologuista’, analiza ocho prólogos que el escritor creó para diferentes obras. Antonio Fernández Insuela, en ‘Sobre política y periodismo en Alejandro Casona’, ofrece algu- nos datos nuevos sobre su perfil político, inferidos a partir de sus colabora- ciones periodísticas. Mª del Carmen Alfonso García, ‘La literatura y la crítica literaria en las colaboraciones periodísticas de Alejandro Casona’, emprende un recorrido por las publicaciones periódicas que el autor realiza en Sudamé- rica, a través de la American Liteary Agency (ALA). Para ello, tiene en cuenta los temas literarios tratados, así como las resonancias que permitan comprender mejor la riqueza de varias de sus creaciones teatrales. Miguel Ramos Corrada, en ‘Alejandro Casona en la revista Asturias del Centro Asturiano’, aborda las relaciones que el dramaturgo mantuvo con el Centro Asturiano de Buenos Aires, en particular, a través de su participación en la revista Asturias. El tercer apartado es el más sustancioso en cuanto al número de colabora- ciones, dado que se ocupa del estudio temático-formal de varias piezas dra- máticas de Casona. El trabajo de Mª José Conde Guerri, ‘Importancia de Alejandro Casona en la alta comedia en España’, sitúa la creación teatral del asturiano en el contexto de la escena española. Articula su análisis en función de dos objetivos: delimitar la comedia de Casona frente a la de Benavente y, en segundo lugar, señalar cuáles fueron sus aportaciones a la ‘alta comedia’. Estrechamente relacionado con él está el de Emilio Peral Vega: ‘El concepto de farsa en el teatro de Casona’. Juan Mª Díaz Taboada, ‘El reto de Casona a los cien años’, se ocupa de cuatro obras del homenajeado, organizadas en dos grupos: Otra vez el diablo y La sirena varada; La dama del alba y La barca sin pescador. Establece la diferencia entre ellos y subraya la evolución que presentan las últimas frente a las primeras. Al tratar de la producción dramática de Casona, surgen interrogantes en torno a su ubicación en el teatro social de la época, su compromiso con la función educadora del mismo y la consideración de si es el suyo un teatro de evasión o no. Responden a estas preguntas los siguientes trabajos: ‘Imágenes femeninas entre la realidad y el deseo: La sirena varada (1934) y La dama del alba (1944), de Alejandro Casona’ (Pilar Nieva de la Paz); ‘“Nadie entre que sepa geometría”: pedagogía y regeneración en el teatro de Casona’ (Ana 128.