Problemàtica viva

Secretariado Diocesano de Pastoral Familiar Nº 138 Arzobispado de Barcelona Octubre 2019

La renovación de la pastoral matrimonial

La vocación de todo ser humano es amar y ser amado. Todo el mundo necessita ser amado sin condiciones y corresponder de la misma manera; cuando no se da esta relación nos sentimos incompletos y no realizados. Dios ha creado el matrimonio para satisfacer esta necesidad. La mútua entrega sólo se puede hacer en una relación de amor. Éste es el único ambiente en el que la vida puede ser acogida también sin condiciones. La buena noticia es que éste es el plan de Dios. Cuando una pareja entiende el don del sacramento del matrimonio y su llamada a crear una escuela de amor dentro de la família, los efectos positivos se extienden a su alrededor.

La historia no se para y menos cuando tiene asignaturas pendientes. En los últimos tiempos hemos visto muchos cambios que han comportado retos a la integridad de la vida familiar: dilemas morales, aumento del acceso a la pornografía y las adicciones, confusión sobre el papel y responsabilidades de los pedres y esposos, y abusos y heridas que deforman las expectativas sobre el matrimonio. Ha pasado el tiempo en que los modelos de amor familiar eran absorbidos de los padres, abuelos o amigos, y que no había opción fuera del matrimonio. Quizás había poca preparación al matrimonio porqué se asumía que la mayor preparación era la que se recibía en casa.

El panorama ha cambiado radicalmente. El desamor familiar se expresa en una tasa de divorcios tremendamente alta. Cada año hay en España del orden de 150.000 bodas (200.000 hace 10 años) y los divorcios son del orden de 100.000 (el doble que hace 10 años). En España hay 14 millones de familas y desde que se aprobó la ley del (1982) ha habido más de 8 millones, lo que quiere decir que más de la mitad de las familias han sufrido el dolor del divorcio. Los casados por la Iglesia se divorcían en el mismo porcentaje. Este hecho devalúa la percepción de la gracia del Sacramento del matrimonio y aumenta la sensación de inconveniente derivada de la imposibilidad de divorcio dentro de Iglesia. Por todo ello, el porcentaje de matrimonios por la Iglesia ha caído del 76% en el año 2000 al 22% en el año 2016. Nuestra diòcesis no es una excepción dentro de este panorama.

Detrás de estas cifras se esconde el dolor de sus consecuencias. Y cuando hay hijos, éstos pueden quedar marcados por un sufrimiento que debilita su autoestima y su capacidad futura de amar sin condiciones.

Muchos jóvenes sienten la valentía de amar y su preocupación más importante es si este amor durará. Intuyen que la atracción física y el enamoramiento no son suficientes para garantizar el futuro. No saben donde encontrar una escuela de amor, testimonio y apoyo. El día a día, que es donde se lleva a la práctica el amor, se convierte en la fosa de un sueño, a menudo aún demasiado idealista. En su singladura, se queda en uniones de hecho que encajan mejor con su necesidad de probar su relación durante un tiempo, “a ver si funciona”. Si después de convivir se separan, la ruptura equivale afectivamente a un minidivorcio. En la subsiguiente relación, las reservas a la entrega aún seran más grandes. El Señor se encarga de hacer madurar en el corazón de la pareja el deseo de una relación definitiva, pero cuando se casan, muy pocos reciben el testimoni vivo y vibrante de la belleza del plan de Dios para el matrimonio. Confían en una esperanza de felicidad, pero cuando aparecen las dificultades, la tensión y los sacrificios no previstos, aunque hayan contraído matrimonio por la Iglesia, si el mensaje recibido no ha calado en un cambio de vida y no se han vinculado a la comunidad cristiana, también se separan. Y con un sentimiento de fracaso muy grande; ni tan siquiera se atreven a decirlo o pedir ayuda a los que los acompañaron.

La Iglesia sale al encuentro de todas aquelles parejas, en camino o desechas, allà donde se encuentren para llevarlas también donde necesitan estar, cerca de Cristo. En este proceso ambivalente, no es infrecuente que parejas que se han casado civilmente se acerquen a la Iglesia para “bendecir” su unión. Sienten la necesidad

de fortalecer o “salvar” su matrimonio y llaman a las puertas de la Iglesia. Sería un error creer que, “como ya están casados”, necesitan una preparación menor que la que se ofrece a los que todavía no lo están. Si hacen una buena preparación, estas parejas se convierten en testimonios de la radical diferencia entre vivir sin o con la gracia del Sacramento del matrimonio. La pastoral familiar tiene que plantearse seriamente cómo dirigirse a aquelles parejas para invitarlas a hacer un itinerario de prepación al sacramento del matrimonio en el que puedan sentir la llamada de Dios a convertirse en imagen de su amor.

En su exhortación Amoris Laetitia, el Papa dedica un amplio apartado a tratar la guía de los prometidos en su camino de preparación al matrimonio. En los momentos actuales se pide un mayor compromiso de toda la comunidad cristiana y el testimonio personal de las familias acompañantes.

En linea con lo que propone el Papa, sentimos la necesidad de una renovación de la pastoral matrimonial en nuestras comunidades. Es necesario encontrar la manera de incorporar vínculos relacionales y de confianza al proceso de evangelitzación que permitan a las parejas descobrir el amor de Cristo como la roca donde asentar su compromiso y la comunidad cristiana com el lugar donde crecer y madurar como familia. Es necesario que se ejerciten en la práctica de las virtudes del respeto, la sinceridad, el perdón, la humilidad, sin las que la vida en común queda fuera de nuestre alcance. Es necesario ofrecer procesos de acompañamiento lo suficientement largos y personales para interiorizar la voluntad de entrega sin reservas, verificarla, captar las propias limitaciones y abrirse a la gracia de Dios. Es necesario una Iniciativa específica para los casados civilmente integrada en estos planteamientos. Es necesario que nos preguntemos como tirar adelante todo este reto, seguros de la oportunidad de renovación que comporta.

En la Audiencia General del 24 de octubre de 2018 el Papa hizo un comentario muy claro sobre esta necesidad que, salvando la seriedad de nuestros Cursillos Prematrimoniales, nos interpela directamente:

Antes de recibir el sacramento del matrimonio, es necesario una preparación esmerada, diría un CATECUMENADO, porqué está en juego la vida en el amor, y con el amor no se hace broma. No se puede definir como “preparación al matrimonio” tres o cuatro conferencias dadas en la parroquia; no, esto no es preparación: esto es falsa preparación. Y la responsabilidad de quien lo hace recae sobre él: sobre el rector, sobre el obispo que tolera estas cosas. La preparación tiene que ser madura, y es necesario tiempo. No es un acto formal; es un sacramento. Pero es necesario prepararlo como un auténtico CATECUMENADO. El Señor trabaja en el corazón de las personas el deseo de fidelidad. Nuestra naturaleza humana es capaz de una vida tan bonita, pero sólo si la recibe como un don y como una tarea. Es necesario que la fidelidad de Dios entre en nuestras vidas y las contagie. Es necesario que construyamos sobre su roca que son las bienaventuranzas. Cristo es quien con su fidelidad nos puede liberar de nuestro corazón adúltero y darnos un corazón fiel. En Él y sólo en Él, la dureza de nuestro corazón se puede ablandar en favor de un amor sin reservas ni replanteamientos hasta el final.

La salud y la prosperidad de la vida familiar tienen un impacto positivo sobre la vida de muchos otros que pueder acercarse a Cristo y a los sacramentos. Los que están implicados en la preparación al matrimonio tenemos una enorme oportunidad de ayudar a los prometidos y los jóvenes matrimonios y darles testimonio de una atractiva visión del matrimonio que quizás nunca habrían imaginado.

Preguntas: ‐ ¿Conoces alguna iniciativa de reforma de la pastoral prematrimonial adoptada en otros lugares para afrontar estos retos? - ¿Qué reforma nos vemos capaces de impulsar en nuestra diócesis? ‐ ¿Qué papel tienen que jugar los ejercicios espirituales en un itinerario de preparación al matrimonio? ¿Y en el acompañamiento personal y comunitario desde la amistad? ¿Y el trabajo sobre la práctica de las virtudes?

Bibliografía: - Película: Una historia de un amor verdadero, 2009. Fragmento de 7’: https://www.youtube.com/watch?v=IKjrgR4qkiA - Libros: Exhortación apostólica Amoris Laetitia del Papa Francisco sobre el amor en la familia. - Moviments i associacions de pastoral familiar i vida: http://www.pastoralfamiliarbcn.cat/index.php?aam_media=8468

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