TRABAJOS DE PREHISTORIA 50, 1993 , pp. 249-262

LAS JOYAS ORIENTALIZANTES DE VILLANUEVA DE (CACERES)

ORIENTALIZINC JEWELLERY FROM VILLANUEVA DE LA VERA (CACERES)

ANTONIO GONZALEZ CORDERO (*) MANUEL DE ALVARADO GONZALO (**) JOSE LUIS BLANCO FERNANDEZ (***)

RESUMEN

En este trabajo abordamos el estudio de una serie de Palabras clave: Alta . Piezas aúreas. Técnica y piezas fabricadas en oro inscritas en la temática orientali­ morfología. Estudio analítico. Período Orientalizante. zante, descubiertas recientemente en Villanueva de la Vera Key words: Northern Extremadura. Golden pieces. Technique (eáceres). ami morphology. Analithic study. Orientalising periodo Su original configuración, estilo, técnica y cualidad, puesta en relación con el entorno del hallazgo, muestran hasta qué punto existen desarrollos locales de la orfebrería que hasta ahora sólo parecía que podía tener lugar en núcleos de profundo enraizamiento colonial. INTRODUCCION

Hacia el siglo VIII a. c., los pueblos que ABSTRACT habitan en la región extremeña entran en una fase de transformación en sus esquemas socio­ In this artic/e we tackle the study of a series of pieces culturales, posiblemente a expensas del influjo made of gold and which belong to the Orientalising period. ejercido por los pueblos colonizadores que pro­ They have recently been found in Villanueva de la Vera cedentes de las costas del Mediterráneo Oriental, (Cáceres). se asientan en el sur de la Península Ibérica. Their original shape. style. technique and quality. related Este proceso que nace en primer lugar del to ¡he environment of this interesting find shows the local intercambio de artículos de comercio e industria development of the craftsmanship in precious metals. which que se establece entre los colonos y la población previously only seemed to take place in centres of deep indígena es a la vez el responsable de la asimila­ colonial roots. ción de una serie de prácticas que alcanzan todas las esferas de la vida de aquéllas gentes; pero mientras que, en algunos casos, donde el contacto es más directo se llega casi a una (*) el Antonio Concha, 76, 611 C. 10300 Navalmoral aculturación, en otros se mantienen unos rasgos de la Mata (eáceres). de continuidad con respecto a períodos prece­ (U) el Adriano, 9, 4 Q I. 6800 Mérida (Badajoz). dentes. (*U) Avenue de la Porte Brunet, 2.75019 París. Conjuntos como el de las joyas de Villa-

(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas http://tp.revistas.csic.es Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) 250 Antonio (;onzález Cordero, Manuel de Ah'arado Gonzalo y .José Luis Blanco Fernández nueva de la Vera que aquí presentamos consti­ siguiendo un orden relativo a su valor material tuyen un ejemplo válido de lo que acabamos de y funcional. señalar, más que una evidencia que sumar a otras ya conocidas. Su valor intrínseco, las cualidades físico-químicas, la forma en que l. La placa o arracada fueron concebidas, las circunstancias que rodean su descubrimiento, etc. aportan nuevos testimo­ De todos los objetos, una gran placa de­ nios sobre el momento en que las técnicas corada o arracada de oro (Lám. 1) se presenta orientalizantes hacen acto de presencia en la como el más valioso de los hasta ahora recu­ Península, al mismo tiempo que nos ayudan a perados, pues reune en sí misma complicados conocer las vías por las que se introducen y otros elementos de gran arraigo dentro de la orfe­ aspectos relacionados con la metalurgia del oro. brería oriental a través de los cuales, el orive Los hallazgos tuvieron lugar por separado nos muestra su depurada técnica y el gusto y de forma casual cada vez que se llevaban a por la ornamentación recargada. Dichos ele­ cabo tareas de roturación en una tierra conocida mentos van montados sobre una banda de como La Cañada de Pajares en Villa nueva de la forma rectangular alargada, cuyo anverso y Vera (Cáceres) (1). Además de las joyas se reverso han sido dispuestos desigualmente con recogieron gran cantidad de objetos consistentes los dos extremos cortados en semicírculo. en bronces, hierros, vidrios, cerámicas, etc. que En el anverso, un hilo sogueado enmarca­ agrupados dentro de un contexto cronológico do por dos lisos delimita el perímetro de la muy amplio, representan de forma bastante lámina. En su interior se inscriben veintidós completa la secuencia de ocupación de un yaci­ parejas de crecientes con discos astrales sepa­ miento que abarca desde el Bronce Final a la rados por crecientes lisos enfrentados. Los es­ Edad del Hierro (2) (Fig. 1). pacios libres intermedios y el perfil de los motivos están rellenos por un granulado den­ samente distribuido. ESTUDIO DESCRIPTIVO: TECNICA En el reverso, dos prótomos flanquean y MORFOLOGIA una cresta de palmetas y treinta y ocho pares de flores. Dicha cresta se compone de arriba a Para obtener una mejor visión de los ha­ abajo de una orla de hilos enrollados sobre llazgos y apreciar el notable valor cultural que una cápsula a modo de jaulillas, de la que encierran analizaremos algunas de las piezas nace una palmeta de cuenco muy cerrada con volutas vueltas hacia el interior. De la lengüeta (1) Las piezas que aquí se detallan y otras que se resultante sobresale un vástago retorcido y los reservan para un posterior estudio fueron encontradas por brazos más abiertos de otra palmeta. Del ába­ D. Manuel Andrés González durante los trabajos agrícolas co en que se insertan los extremos de la última desarrollados a lo largo de varios años en una tierra de su palmeta surgen a la vez pares de flores de loto propiedad situada en la Cañada de Pajares, una finca perteneciente al término de Villanueva de la Vera (Cáceres). con collarín de muelle por cáliz. . Dado el interés y el valor que estas tenían, aconsejamos Los remates de los extremos se componen al descubridor que las ofreciera, según lo establecido por la de unos prótomos o cabezas construidas a Ley del Patrimonio Histórico Español, a la Junta de partir de una fina lámina repujada y soldada Extremadura, hasta que ésta decidiera sobre su valor y destino. por sus bordes, de modo que deja su interior Realizadas las oportunas gestiones en 1989, dicho orga­ hueco; sobre las mismas hay dibujado un ros­ nismo dictaminó a favor de la compra de las mismas, tro casi imperceptible que guarda una expre­ encargando su adquisición a la Consejería de Educación y sión severa; en él se aprecian unos ojos alar­ Cultura, quien desde entonces las custodia. En un futuro se espera que pasen a formar parte de los gados bajo un prominente arco supraciliar, fondos del Museo provincial de Cáceres, donde hay deposi­ una nariz ancha y unos pómulos aplanados, tados otros objetos que D. Manuel Andrés ha ido donando. enmarcado todo dentro de un óvalo cerrado (2) De la Edad del Hierro en concreto, tuvimos ocasión por unos bucles característicos del peinado hat­ de examinar en otro tnibajo un lote de material procedente de una necrópolis que se perfila como un apéndice de la hórico. cultura meseteña de El Raso y Cogotas (González el alii, A través del cuello se engasta en una 1990). columna de dos fustes. Del superior sobresalen

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• ORFEBRERIA • VIDRIO • CERAMICAS ~ BRONCES • E~IGRAFIA

Fig. l. Mapa con los hallazgos del periodo Orientalizante en Extremadura y detalle de la ubicación topográfica del yacimiento de Villanueva de la Vera. A: Jarros, B: Braseros, C: Thymiaterias, O : Figuras, E: Fíbulas, F: Placas, G: Varios. El mapa ha sido elaborado a partir de los datos extraidos de la obra de M. Almagro Gorbea (1977) y del archivo de los autores. 1. Cañada de Pajares (Villanueva de la Vera); 2. ; 3. Monfragüe (Torrejón el Rubio); 4. ; 5. El Moroquil (Madroñera); 6. Cañamero; 7. El Risco (); 8. El Torrejón de Abajo (Sierra de Fuentes); 9. Sierra del Aljibe (Aliseda); lO. El Castillejo (); 11. El Terral (); 12. Medellín; 13. Mengabril; 14. Siruela; 15. Mérida; 16. Segura de León; 17. La Codosera; 18. Cerro de San Cristóbal (Badajoz); 19. Zarza de Alange; 20. Valdegamas (Don Benito); 21. Capilla; 22. Almorchón; 23. Cogolludo (Orellana La Vieja); 24. Medina de las Torres. las volutas típicas de los capiteles eólicos y en se preparó un «fondo» compuesto por dos el inferior un agujero delata el lugar donde se placas o bandas de espesor variable (entre engarzaba una cadena u otro elemento. Ambos 3/100 y 1/100), que servirían de soporte por fustes están estriados y separados en su perfil un lado a la de los dibujos granulados y por longitudinal por sartas de gránulos. otra para unir las ramas de la armadura. El­ Para el montaje de todos los elementos, fondo juega un papel importante en la cons-

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(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas http://tp.revistas.csic.es Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) ' . , ~ ti> o g N N N <" ;¡.. "' ;¡.. iD .., .., .., "' = = = = ~ tI>, ti> ti> ti> O 'T1 C'l Q. e Q. Q. C'l Q. o o o O' o e = = N '"­ 1:1:1 o ..., "' "' "' '" .., ¡¡; "', r n = ;; o ~o '< - """ 3. 2. co; i ado; ór puj th e a h R o 2. d oto. a l a; in e d e d a ll o n p ores nr co fl o y a e m e o ll t Orl e ó u 1. Pr M 1. C) 8. ) B ce, r o. ga d n a Abaco; e 7. nul de a r g to ados; 4. ; Pun r puj a r e 5. lun os l as; te e n trí e i es n d ó y i Crec o . n 3 nserc ; I ari l ll a 6. tr Co as . 4 o ago; t c s co; Di Vás li . . 2 5 eó l o; te d tas; pi lu ea u Ca Vo sog 3. 4. o o; a; t Hil e rin u a g 1. ll n A) Le Co 1. . m á L IR . .

(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas http://tp.revistas.csic.es Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) LAS .JOYAS ORIENTALlZANTES DE VILLANUEVA DE LA VERA (CACERES) 253 trucción de las joyas que presentan un espesor clasificación además de proporCIOnarnos una o un volumen, pues contribuye, haya o no visión distinta pero conjugable de sus orígenes. una placa superior o «alto» de decoración, a la solidez de la pieza. El «alto» es normalmen­ La placa te la parte visible del aderezo, y caso de existir Por una parte, los ornamentos festoneados sería la placa que lleva los decorados granula­ de filigrana y repujados están presentes en el dos. Frecuentemente soldado por los extre­ tesoro de Serradilla (Cáceres) (Almagro Gor­ mos, la soldadura se disimula con la presencia bea, 1977: 226), y por otra nos orientan hacia de hilos sogueados, etc. A veces es más peque­ el Mediterráneo donde son especialmente ca­ ño que el fondo y no lo cubre enteramente racterísticos en Tharros, en Cartago, en Etruria como en las placas del Carambolo. Normal­ y en ciertas joyas de Rodas, donde en algunas mente la placa que hace de «fondo» es más tumbas de este enclave de las Cícladas, encon­ espesa que la placa del «alto». En nuestro tramos calcos exactos de la lámina soporte en caso, no hay 10 que en otras piezas se llama forma de bandas o diademas. A veces la simi­ fondo-obturación, dado que presenta decora­ litud es tan grande que el festón sogueado de ción en las dos caras. enmarque aparece fielmente reproducido. Ilus­ En lo referente a la manipulación por el traciones con este tipo de láminas pueden en­ orfebre, señalar que en el análisis se observan contrarse en los catálogos de joyería antigua estrías del bruñido en los bordes para eliminar de Marshall (1911: Lám. XII-XIII), De la Fer­ las marcas de percutores o martillos y porosi­ té (1956: Lám. IV) y Higgins (1962: Lám. dades abundantes que dejan suponer una fu­ XIX y p. 105), quienes las designan con el sión previa del metal para llegar a la aleación. nombre de «pale gold band» Hay además señales de que la soldadura de los motivos arborescentes debió hacerse apo­ - Granulado yada de plano sobre el horno de forma uni­ La técnica del granulado ha gozado de forme. No sería posible de otro modo consi­ gran celebridad y tradición en el Mediterráneo, derar que de esta pieza haya sido soldada a datando su conocimiento de mediados del ter­ soplete cada árbol, porque la placa no habría cer milenio. Había sido utilizada en la orna­ podido soportar tantos recalentamientos sin mentación de joyas del célebre tesoro de Pría• traer a la superficie la plata escabuyendo el mo encontrado por Schliemann en Troya, y oro hacia la parte más alejada de la llama. Es joyas egipcias de Daschur, durante la XII di­ un problema que se presenta cada día cuando nastía (Blázquez, 1978: 226) y en las ciudades se intentan reproducir joyas antiguas sobre de la costa de Palestina, donde comienza a ser una «peluca» de joyero. El fuego que han aplicada frecuentemente a partir del segundo debido de emplear para homogeneizar la sol­ milenio a. C. dadura en el momento de fusión ha debido Es una técnica que se presenta por sí sola conseguirse con brasas de carbón vegetal ani­ al orive desde los primeros intentos de fundido madas por la traida de aire con las toberas de metal sobre un lecho de carbón vegetal del procurando eliminar la llama para evitar la que salen directamente los gránulos formados. fusión de las partes que componen la aleación Por ello, no es forzosa la copia de otros luga­ y el distendimiento de una placa respecto a res, aunque la coincidencia de decoración de otra. ciertos productos de importación en talleres Sobre su concepción resulta muy arries­ del occidente les haya impulsado a perfeccionar gado aún emitir un juicio seguro, pues desco­ y exagerar la abundancia de gránulos. nocemos si la pieza se compuso como joya Sabemos que obtendrá su popularización única o en conjunto con otra o varias más. En probablemente un milenio más tarde de la estas circunstancias, el contraste particular de mano de mercaderes jonios, rodios o chiprio­ los contenidos tecno-morfológicos (placa y gra­ tas, pero al igual que otras técnicas, su depu­ nulado) por un lado y los iconográficos (cre­ ración y perfeccionamiento las alcanzará en ciente y disco astral, árbol de palmetas y lotos, los talleres etruscos, quienes le imprimen un prótomos, rosetas) por otro, constituye el úni­ sello particular barroquizante, en el que aúnan co sistema capaz de aportar indicios para su una excelente artificiosidad y gusto.

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En joyas como las de Villanueva, no pue­ existen precedentes de representaciones lunares den explicarse las labores sin reparar en los en determinadas joyas y probablemente en las modelos del mundo itálico; en ambos casos, estelas-guijarro del Bronce. los diferentes dibujos y motivos van recalcados En el mundo púnico hay una perduración por filas de pequeños gránulos que aprovechan de la tradición de símbolos lunares como ates­ los resaltes del repujado. A pesar de ello hay tiguan los ejemplares de Villaricos, Herrerías detalles que las diferencian, como el recarga­ (Almería), Cádiz, las terracotas de la necrópolis miento decorativo, la irregular distribución de del Puig des Molíns (Ibiza) y las estelas de los los gránulos o el grosor de los mismos, que tofet cartagineses en Túnez; sin embargo, la no alcanza el grado de miniaturización de las pervivencia es mucho mayor. Un documento piezas de Etruria. como «Las Etimologías», nos confirma el uso Fenómeno semejante se verifica en algunas que se hace de los amuletos en forma de luna piezas del tesoro de Aliseda, por lo que hemos allá por el s. VII (San Isidoro de Sevilla, XIX, de admitir, como ya señaló Blanco (1956: 32) 31, 7), en tanto que otros trabajos ilustran que hay una interpretación de motivos del sobre su pervivencia secular dentro del univer­ repertorio oriental, en los talleres occidentales so de creencias populares (Ramón, 1952: 28). promovida por artesanos de extracción local, no.fenicios, pues estos últimos habrían aplica­ - Las rosetas do la técnica, tal y como se usaba en Oriente. Los remates de hilos enrollados sobre una cápsula de cada uno de los árboles de la arra­ - Creciente y disco astral cada cuentan con escasos paralelos dentro del No hay una opinión concreta que traduz­ mundo orientalizante. En la Península, sólo ca el significado iconológico del disco inserto tres ejemplares poseen este tipo de decoración, en el centro del creciente, pues mientras algu­ un pendiente y la diadema de Aliseda (Mélida, nos autores como P. Cintas (1946: 94) creen 1921: 418), y otro pendiente extremeño sin que se trata de una fusión del planeta Venus procedencia concreta (Blázquez, 1963: 9-10, con la Luna, otros mantienen que lo corriente Lám, III) y la diadema de Jávea (Mélida, es que el disco represente al sol, a una estrella 1905). Fuera de la Península, esta técnica ha o a la misma luna llena. La forma de lengüeta sido utilizada por los etruscos con el añadido que adopta el astro en la lámina de Villanueva, a veces, de una sarta de gránulos en cada uno parece derivar de la forma circular original de los alambres de la roseta. que apreciamos en enclaves púnicos y etruscos; aunque lo curioso es observar el paralelismo - El árbol de palmetas y lotos de la misma con los amuletos acorazonados Tal vez son los motivos más comunes y presentes en joyas, terracotas y esculturas en abundantes. Sus esquemas están presentes en piedra, algunas de las cuales son muestras de el arte oriental casi desde sus orígenes, su la perduración de estos motivos a lo largo de simbolismo incluye un carácter sacro. los siglos (3). Estéticamente cada representación del ár­ De yacimientos como Aliseda (Cáceres), bol sagrado varía sensiblemente una de otra, proceden amuletos lunares y acorazonados de dependiendo de la vía de difusión. Por ejem­ semejante diseño a los que aquí nos ocupan, plo, la palmeta adoptada en Fenicia es de aunque en el primer caso son de bulto redon­ procedencia chipriota (Dussaud, 1908: 102), do. quienes a su vez retuvieron elementos de la Así pues, el origen de estos objetos tiene cultura egipcia, abstrayéndolos y esquemati­ una probada antigüedad, y aunque su difusión zándolos. parece haber correspondido a los Fenicios, no La utilización tanto de las flores como de debemos olvidar que en la Península Ibérica las palmetas no se ciñe a ningún material con­ creto. Aparecen sobre madera, sobre sellos de (3) De los bustos de la Dama de Baza, la Dama de piedra (Mallowan, 1966: 414 y 200), sobre mar­ Elche o la Dama del Cabezo Lucero cuelgan collares con amuletos acorazonados (bulas o bullas), aunque la evolu­ files (Blanco, 1960: Figs. 31-32), gemas (Board­ ción temporal les ha dotado de una mayor riqueza y man, 1968: Lám. 14, 22, 24 Y 30), bronces complejidad. (Gjerstad, 1948: Lám. 1-111), e indudablemente

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sobre oro y plata. Su celebridad fue tal que las dos caras representadas en la arracada sean llegó a desvirtuar el significado original, la imagen de alguna diosa, pues carecemos de convirtiéndose poco a poco en un motivo de medios directos de identificación, a no ser que relleno. En este sentido la joya de Villanueva concedamos el valor de atributos a las flores pasa por ser un modelo clásico, en el que el de loto asociadas a ella. En ese caso, nos orfebre tuvo que reproducir con volumen, lo hallaríamos ante una representación de una que normalmente veía en grabados y repuja­ diosa equivalente a la «Quadesh-Ashtart­ dos. Esa dificultad adicional obligó a cerrar la Anat», mejor conocida por Astarté, con nu­ primera palmeta y a disponer la restante de merosos paralelos en Oriente y en la misma forma que no difuminara la concepción origi­ Península Ibérica, donde la encontraremos des­ nal ni tampoco la solidez y adherencia. de el primer momento de la colonización. Así El valor de su elaboración radica también se explica que, en un período relativamente en la fidelidad que rinde al canon peninsular, corto, se produzca por parte de la población en el que se evidencia una resistencia a utilizar autóctona una asimilación de deidades forá­ toda palmeta que no sea la de cuenco (Blanco, neas, en su mayor parte procedentes del pan­ 1960: 21). Una muestra pueden ser los marfiles teón semita. Una de las razones que puede de la Cruz del Negro, inspirados en modelos explicar esta aceptación es que los comercian­ samaritanos, la diadema de la Peña Negra de tes hayan utilizado representaciones cuyo ám­ Crevillente (Blázquez, 1983: 360), la joya de bito de creencias y cosmos litúrgico se identi­ Galera, la arracada de Baiao, etc. En otro fiquen de una manera lo más aproximada plano de la comparación podemos situar a los posible con los cultos que existían de antemano prototipos de Sines, donde de la esfera del en la Península. pendiente nacen doce flores de loto (Blázquez, Algunas de las nuevas deidades sufrirán 1978: 227) y particularmente a dos piezas del un proceso evolutivo y sincrético, como la tesoro de Aliseda, en concreto al cinturón y a diosa «Shepesh» sirio-cananea de los bronces un pendiente. El primero por la combinación del Berrueco (Salamanca) y Calzadizos de Ca s­ de palmetas y grifos como elemento decorativo trofrío (Avila) (Blázquez. 1957: 85), o las y el segundo por sus cuatro elementos -flores « Potnia-Theron» del bronce Carriazo (Sevilla) de loto, palmetas de cuenco, lengüeta y corona y el tesoro de Serradilla (Cáceres) (Almagro de hilos enrollados- que se repiten en la joya Garbea, 1977: 502). Otras en tanto conservarán de Villanueva. su pureza original, en una línea más clásica Prótomos que sintoniza con las imágenes de Villanueva; las más características se hallaron en Caram­ El modelo iconográfico de Villanueva pue­ bolo (Sevilla) (Chicarro, 1964: 105), en Galera de considerarse como la representación de un (Granada), Cástulo (Jaén) (Blanco, 1963: 67) personaje femenino con un peinado inspirado y Pozo Moro (Albacete). en imágenes egipcias de la diosa Hathor di­ En cuanto a la utilización de las cabezas fundido por todo el Mediterráneo (4). como remates, podemos citar numerosos ejem­ No podemos afirmar con rotundidad que plos, pues es habitual recurrir a los mismos. Si nos remontamos al Minoico Medio (1700- (4) Hathor con el tiempo se identifica con Isis, resul­ tando en sus funciones específicas estrictamente análoga a 1600 a. C.), los encontramos en extremos de la Ischtar mesopotámica y a la Astarté fenicia. No tiene collares, en pendientes (Higgins, 1962: Lám. 4 por consiguiente nada de particular que reuna en sí todos y 16) o repasar la orfebrería etrusca, donde se los elementos de la fecundidad y que encarne de hecho las utiliza en fíbulas, pectorales o brazaletes, al­ concepciones generales en el Próximo Oriente atribuidas a la gran Madre que desde el Neolítico aparece arraigada gunos como el de la necrópolis de Vetulonia en las sociedades agrícolas como protectora de los cultivos, (Carducci, 1962: Lám. 3, 5 y 7) con cabezas de la fecundidad y se enlace en determinadas regiones con tocadas del típico peinado hathórico. Por últi­ el culto solar (Blázquez, 1957: 158-159). En todas las mo, señalar que la columna a la cual se unen zonas adyacentes a este fenómeno la asimilación de estas ideas se ilustra perfectamente y las mismas figuritas de las imágenes, resulta de la esquematización de diosas locales de la fecundidad aparecen tocadas con el una palmera, cuyas copas están simbolizadas peinado hathórico. por las volutas de un capitel eólico, cuya evo-

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(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas http://tp.revistas.csic.es Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) 256 Antonio (jonzálcz Cordero, Manuel de Ah'arado Gonzalo y José Luis Blanco Fernández lución desdc modelos más puros puede obser­ varse en modelos tirsenos (Riis, 1953: Lám. 62, fig. 91). !~ ' . .\ Con estas consideraciones resulta muy di­ fícil decidir si la pieza tuvo un carácter utilita­ rio o funcional por 10 que hay que recordar que otras, entre las que se incluyen algunos torques y armas, como el puñal con la hoja e dorada de Belmeque (Perea, 1990: 278), pare­ 8 cen haber sido concebidas como objetos de valor votivo, ritual o de prestigio. Queda por 0ÍO!!!L=:~_.~. "!"'_ . ~ _____a.¡2 cml. tanto un margen de duda sobre el uso o desti­ no que tuvo, ya que si tenemos en cuenta la primera finalidad, parece posible por su factura Fig. 2. Diversas piezas de oro de Villa nueva de la Vera y esa conformación de pieza bifacial, que se (Cáceres): A. Nazem; B. Lámina con un rostro tratase de una gran arracada circular que em­ en relieve; C. Placa con grifo. parejada con otra u otras más, colgaría de ambos lados de la cabeza a modo de pequeños rodetes mediante una cadena sujeta por encima (Mélida. 1921: 417). Este ser mitológico, for­ del pabellón auricular. Sin embargo, detalles zado por el reducido espacio en el que se ve como la perfecta equidistancia entre las flores obligado a trabajar el artista y los instrumentos de loto que impiden una posterior curvatura que éste debió de emplear, presenta una acen­ sugieren otra conformación. tuada esquematización. Si miramos la pieza desde un sentido La cabeza casi ovalada debemos suponer opuesto, esto es, los árboles con sus ramas de que es de ave, aunque por el modo en que lotos hacia arriba, reteniendo la placa en la está trazada, no permite precisar con certeza que se insertan las representaciónes astrales de su naturaleza, si bien cabe descartar que se crecientes y disco, obtendremos una visión cos­ trate de una rapaz, pues el pico se curva lige­ mológica, en la que dichos árboles con palme­ ramente hacia arriba. Del pico abierto surge tas sustentan la bóveda celeste. En este caso, una lengua toscamente marcada. El ojo, de los prótomos estarían relacionados con una forma almendrada y grandes dimensiones, se divinidad de tipo astral y cerraría el ciclo de inserta en el centro de la cabeza ocupando la vida que estaría representado en su totali­ una buena parte de ésta. Un atributo intere­ dad. Sería tal vez un atisbo creíble de la con­ sante, por su escasez dentro de la iconografía cepción teológica del universo tartésico. ibérica, es la protuberancia frontal levemente destacada por la limitación del marco, y tras ésta una oreja puntiaguda, únicamente percep­ 2. Placa con Grifo tible bajo una lente. El cuello, separado por un collarino de la cabeza, se alarga hacia el Otra pieza representativa en el contexto cuerpo mediante un haz de líneas tubulares. arqueológico de Villanueva es una placa de La simplificación del tronco plantea dificulta­ oro de apenas 18 mm. de long. por 14 mm. de des de identificación, aunque es de suponer ancho, decorada con un animal mítico (Fig. que se trate de un felino, al menos las garras 2. C). La lámina, casi un pan de oro, ha sido de las extremidades están perfectamente mo­ repujada desde el anverso hasta marcar una deladas. serie de aspas, gránulos y un pequeño rectán­ Los restantes atributos decorativos utili­ gulo en el que se inscribe el referido animal. zados en la placa, son un granulado desorde­ Fue taladrada en sus ángulos para facilitar la nado y aspas como las reproducidas en la inserción de pequeños clavos con los que fijarla diadema de la Peña Negra. Ambos sirven de a un tejido o cuero, tal y como puede obser­ relleno al marco de la pieza. En concreto, varse en el cinturón de Aliseda, donde anima­ estas aspas o cruces de San Andrés sugieren les semejantes también se encuentran presentes un arraigo en las tradiciones de trabajo del

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oro más antiguas, o bien un contacto cultural 3. Nazm y otras piezas aúreas más fuerte con la Meseta o el norte de la Península, donde su empleo es mucho más De la misma procedencia que la arracada frecuente que en las piezas de características y el grifo son otras piezas, en concreto un típicamente orientalizantes de otros yacimien­ nazm o nazem y algunas láminas de oro de tos puramente tartésicos tamaño tan ínfimo que resulta difícil su re­ Aunque el grifo de Villanueva no acusa construcción (Fig. 2. A y B). la perfección de otros ejemplares, pueden ad­ Del nazm sabemos que apareció en el vertirse ciertas semejanzas con otras del entor­ interior de una urna de barro arrancada y no peninsular, aproximándose iconográficamen­ rota por la reja de un arado. Tiene forma de te a las reproducidas en placas de marfil como aro ligeramente amorcillado y es tan sencillo las descubiertas en el túmulo del Bencarrón y como los que penden de la nariz y orejas de Santa Lucía (Sevilla) (Blanco, 1960: 110); en las figuritas de barro de las necrópolis del ambas localidades, tanto la disposición de la Puig des Molins o el de Medellín. cabeza, como el collarino, la estructura tubi­ Entre las otras láminas de oro, resalta forme, etc., coinciden con la de Villanueva. una sobre la que hay grabada una cara muy Es, sin embargo, el mundo oriental, el que de esquemática y un círculo con un punto inscrito en el centro y otra con un granulado muy fino nuevo ofrece verdaderos paralelos, incluidos que recuerda técnicas itálicas. los de aquellos grifos que poseen prominencia frontal. Al respecto pueden cotejarse vanas obras (Bisi, 1965: 25; Marshall, 1911: Lám. XIV, fig. 1.234 y Lám. XXVII). ESTUDIO ANALITICO DEL MATERIAL El uso que se le dio a la pieza parece claro, una vez hemos podido comprobar la Los análisis llevados a cabo sobre sendas coincidencia de módulo y función con las pla­ muestras extraidas de la arracada y el nazem fueron efectuados en dos laboratorios diferen­ cas que forman el cinturón del tesoro de Ali­ tes arrojando ambos unos resultados casi idén­ seda, donde se conjugan escenas del héroe ticos, sobre todo en el percentil de metales mítico Gilgamés luchando con un león y otros elementales que los integraban. grifos alados. Así pues, este tipo de imagen, La primera muestra de la placa, sometida tanto la de Aliseda como la de Sines (Portu­ a un análisis superficial espectrométrico de fluo­ gal), tiene una misión esencialmente decorativa. rescencia de rayos X por el Departamento de El hecho de haberlas usado en ajuares funera­ Bienes Muebles del ICRBC, reveló un conteni­ rios (Brandt, 1973: 78), les otorga también do equivalente al 66,75 % de oro, un 28,00 % cualidades profilácticas que convierten en ta­ de plata, un 5,20 % de cobre y un 0,05 % de lismán a aquello que las porta. otros que no se especifican. La joya posee numerosas características La otra muestra, extraida del nazem, en­ de producción local, avaladas por las particu­ viada a uno de los laboratorios técnicos del laridades estilísticas y el escaso cuidado que' el C.N.R.S. (5) arroja resultados paralelos con orive mantiene en la adecuación del canon un 66,72 % de oro, 24,80 % de plata, 3,25 % que rige las representaciones de estos animales; de cobre, 1,35 % de estaño, 0,28 de hierro y tal vez por desconocimiento de éste o porque un 0,06 % de otros metales o metaloides que imita a partir de copias ya deformadas. Hay tampoco se especifican en el análisis (Fig.3). que tener presente que los motivos que llegan En ambos casos, el oro empleado era del a occidente a través del comercio fenicio de tipo 1b según las categorías de Stuttgart, ha­ los ss. X al VIII a. C. no son ya imágenes biendo sufrido un proceso de aleación con fieles a sus prototipos iniciales, sino que se otros metales, hasta crear una variedad deno- presentan bajo formas diversas, resultantes de la evolución figurativa producto del tiempo y (5) Los trabajos de análisis metalúrgico del nazem han corrido a cargo de Renaud Miskosky y Bernard Figé las corrientes artísticas predominantes (Brandt, del Instituto de Paleontologie Humaine, 20 Rue René 1973: 78). Panhard, 75013 París.

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descienden por las caras de la montaña hacia la plataforma sobre la que se asienta La Vera y el valle del Tiétar; en estos tramos donde se produce un cambio en la pendiente los mate­ . rMnM riales con mayor peso y densidad se van de­ il!J PLACA cantando y pasan a formar los depósitos o placeres, donde se recogen las pepitas. Tanto en el análisis de las piezas, como en el que posteriormente se hizo de las cerá­ micas del yacimiento, pudo determinarse un origen filoniano para el oro utilizado en Villa­ nueva. En el caso de las cerámicas, la presencia de « pailletes» de arrastre de tipo fluvial y Fig. 3. Gráfico comparativo de los contenidos metálicos algunas minipepitas detectadas al realizar una de la placa o arracada y el nazem. separación de elementos previa a un análisis de termoluminiscencia (6), confirman la exis­ tencia en las inmediaciones del lugar donde se minada oro claro; parámetro que no explica hallan los restos arqueológicos de uno de estos su origen geológico, sino de acrisolación, ya filones, presumiblemente en una diabasa rica que las cantidades de cobre que contienen las en cuarzo que, como consecuencia de una in­ piezas, no existen en la naturaleza en un mi­ tensa meteorización, se ha transformado en neral aurífero, e implican un uso técnico vo­ arcillas. Sobre esas arcillas aprovechadas para luntario. Si se tiene en cuenta que el oro funde la fabricación local de vasijas, se habría reali­ a 1.063° y que un simple añadido de un 4 % zado previamente un trabajo de cernido y ba­ de cobre hace bajar la temperatura de fusión teado para separar el oro que entrase en com­ a 855°, se obtiene una de las primera ventajas posición. Si tenemos en cuenta que en la zona de éste trabajo técnico. La misma misión tiene existen, además, otras vetas de minerales que la adición de plata que hace descender un contiene." casiteritas, arsenopiritas, calcopiritas poco más la temperatura de fusión y le da y galenas, a veces en paragénesis con el oro, el una mayor flexibilidad para el martillado y el laboreo es posible que se tradujera en una estirado, trabajo que según el barrido del es­ actividad industrial de fundición, alrededor de pectrógrafo, fue hecho en frío despues del mar­ la cual se instaló un taller. tillado. Las pruebas de esta afirmación no se re­ El estaño tiene otro cometido parecido a miten sólo a datos especulativos de índole geo­ la plata y sirve además de reductor, extrayendo lógica, sino que dentro de un pequeño radio el oxígeno durante la combustión, cuando pro­ en torno al lugar donde se produjo el hallazgo de las piezas de oro, recogimos dos toberas de bablemente se añade también el oro. arcilla adaptadas con el propósito de regular De esta similitud, una de las primeras la entrada de aire en los hornos durante la conclusiones que se extrae es que ambas piezas, combustión, varios punzones y agujas espe­ y las restantes por añadidura, tienen un origen cialmente diseñados para el trabajo de grabado común, que bien puede localizarse en el área repujado sobre planchas de metal, un plato de de Villanueva de la Vera, siendo varios los balanza, un carrete de trefilar fabricado en argumentos, aparte de los relacionados con bes y un parahuso cilíndrico de arenisca, con las cualidades estéticas de las piezas, que ava­ una escotadura sobre la que se enrollaban hilos lan esta hipótesis. El primero puede ponerse en relación con la existencia de filones de (6) Los análisis de Termoluminiscencia han sido efec­ cuarzo lechoso muy duros con intrusiones de tuados por ARCHEODAT A, Empresa privada de Franci­ vetas auríferas presentes en el macizo paleo­ ne Wolf, Rue de Saints P.eres, 7505 París, en el laboratorio zoico de Gredas. Estos filones, demasiado cor­ d.e la Universidad de Rennes. Los resultados fueron poste­ normente contrastados por cromatografia al carbono en tos para ser explotados con garantía de renta­ el departamento de Química y Física de la Facultad de bilidad, son erosionados por los arroyos que Ciencias de Puerto Real (Cádiz).

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(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas http://tp.revistas.csic.es Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) LAS JOYAS ORIENTALlZANTES DE VILLANUEVA DE LA VERA (CACERES) 259 de metal para fabricar cadenetas, con muestras en un único taller las piezas extremeñas, pero de roce de elemento cortante en el lateral tal afirmación es fácilmente puesta en tela de derecho y en la cara delantera. juicio a tenor de los resultados en porcentajes Por otra parte, es lógico deducir que, a de aleación, al menos entre los que conocemos expensas de una mayor disponibilidad de re­ de Villanueva de la Vera y Aliseda (Nicolini, cursos metalíferos, se desarrollara una activi­ 1990: 32); en esta última por ejemplo, el mayor dad metalúrgica en Villa nueva, donde un arte­ índice de plata no sobrepasa en contenido el sanado orienta su producción hacia piezas que 21 % y ésto, tan sólo en un ejemplar de sortija son del gusto de una sociedad en plena evolu­ el resto de los que corresponden a la variedad ción que demanda nuevas formas. Ese cambio 1b de oro quedan por debajo del 15 % de en la moda repercute también en la orfebrería, plata y el 3 % de cobre, para ir descendiendo donde se pasa de fabricar pesadas y macizas en las otras variedades de 2b y 2a hasta el joyas a otras de menor peso, laminares, huecas, 2 % de plata. recargadas, etc, con la firma iconográfica de Son datos que apuntalan una vez más la oriente. idea de un taller instalado en las faldas de Los talleres locales por tanto no desapa­ Gredos, pues porcentajes de plata y cobre tan recen, sino que continuan si cabe más diversi­ altos como los detectados en las piezas de ficados y cada vez más especializados. Hallaz­ Villa nueva son algo inusual en el panorama gos, como los del depósito de Cabezo Araya de la orfebrería peninsular, tanto, que consti­ (Cáceres), compuesto por numerosas piezas de tuyen unas señas de identidad propias de un bronce y un lingote de oro, parecen demostrar orive que, más que alterar la ley del metal que, si antes orfebres y broncistas eran la principal, pretende corregir los defectos a que misma persona, en la etapa orientalizante ya puede dar lugar la fusión de un metal con se puede hablar de una especialidad indepen­ características particulares. Puede incluso ser diente de otras actividades metalúrgicas, debido una manifestación de arcaismo en la manufac­ al aumento de la producción, a la diversidad, turación de joyas, si recordamos que en la a la dificultad de nuevos tipos y variantes, fabricación de torques como los de Lebucao pero sobre todo a la aparición de técnicas más (Portugal), se emplean con frecuencia hasta complejas que, como es logico, «sólo pudieron un 50 % de pista y un 10 % de cobre, no adquirirse a través de una relación personal obstante, dado que los cobres aleados con entre artesanos locales y extranjeros. Así cobra cargas superiores al 3 % de la pieza son nu­ sentido una producción de características y merosos, debemos pensar también en la posi­ personalidad peculiares, sin necesidad de recu­ bilidad de un añadido con el fin de aumentar rrir a supuestas importaciones que los talleres la solidez de la obra, más que a corregir los fenicios no reflejan, salvo en casos concretos» fuertes contenidos de plata. (Perea, 1990: 280). Son muy pocas las piezas que se acercan Desde hace algún tiempo se ha puesto de en contenidos de aleación a los de la arracada relieve, gracias al estudio microanalítico de las y el nazem de Villanueva, pudiendo delimitarse soldaduras sobre piezas con decoración de fili­ un área de aproximación porcentual, en el grana y granulado, la procedencia de un taller cuadrante medio portugués; piezas como las indígena de las piezas del tesoro de Aliseda, y de Baiao y Afife, elevan su porcentaje de plata no de Cádiz, como se señalaba tradicional­ al 25 y 30 %, y el de cobre al 2,5 %. Las de mente (Perea, 1990: 280). También se apuntó Sines y el Alto Alentejo registran de 20 a la falta de homogeneidad en las piezas del 25 % de plata y de 4 a 5 % de cobre. También citado tesoro, pero se probaron elementos de encontraremos parecidas proporciones en pie­ conexión con las de Segura de León (Enriquez zas de Trayamar, Almuñecar y Cádiz, pero el et alii, 1985) y Serradilla. Ambas no serían del número con respecto a otros registros generales mismo taller, pero es seguro que proceden de en la misma área es cuantitativamente menor un área con la misma filiación artesanal, en la que en el cuadrante lusitano. que participa sin lugar a dudas Villanueva. Es probable que estemos en ciernes de Resulta tentadora la idea de concentrar hablar de una organización artesanal regular-

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mente definida hacia la mitad oeste peninsular, de los ritos posibles de enterramientos, rela­ en la que se observan unos rasgos que atañen cionados con la cremación de cadáveres y su a las técnicas de aleación, a la iconografía, ulterior deposición en recipientes cerámicos o evidentemente relacionados con el fenómeno metálicos, una costumbre que tendrá conti­ oriental, pero anclados también en las tradi­ nuación en la zona hasta el s. IV o III a. C. ciones metalúrgicas anteriores. Baste señalar (González el alii, 1990: 139). como colofón que las joyas que normalmente Sin embargo, los hallazgos en estas cir­ aparecen en enclaves coloniales como Cádiz o cunstancias impiden un tratamiento riguroso Trayamar son siempre de reducido tamaño y del asunto, pues cabría situar por el contexto técnica cuidada, en las que prima, según la el arranque de este rito funerario en los últi­ opinión de A. Perea (1990: 279), «el detalle mos compases del Bronce Final y pensar que iconográfico, de sentido mágico o religioso, se establece una coexistencia con otro ritual, sobre lo ornamental». Esta autora entiende también de incineración, pero con una fórmula además, que esas diferencias entre lo colonial diferente. Al respecto nos ilustra un túmulo y lo indígena radican más en lo conceptual. en de Minchones, donde se reco­ Por poner un ejemplo «ninguna de las grandes gió el primer jarro de Villanueva. En este joyas que tradicionalmente han definido la or­ lugar, según testigos presenciales, el objeto en febrería tartésica, como arracadas, diademas, cuestión, se halló revuelto entre un nivel de cinturones o brazaletes tiene paralelo en la tierra y cenizas reposando sobre un enlucido producción fenicia peninsular; todas son de artificial de cantos rodados. Nada se recuerda gran tamaño y complejidad compositiva donde sobre estructuras o paramentos de delimitación sólo el detalle ornamental e iconográfico forma o cobertura, por lo que hemos de suponer que parte del repertorio oriental» (Perea, 1990: tanto el ajuar como el difunto fueron deposi­ 279). tados sobre un zócalo previo a la instalación de la pira, para servir de ustrinum crematorio. El estado de fusión y deterioro que presentan VALORACION FINAL muchas de las piezas, derretidas o soldadas a veces unas con otras vendría a corroborar esta Un aspecto interesante que quedaría por práctica. dilucidar sería el fin para el que se reservaron Otra de las cuestiones que nos queda por estas piezas, es decir, si proceden realmente de conocer y que podría resolverse en el curso de un hábitat o de enterramientos arrasados. Al las actuales excavaciones, sería la de la orga­ respecto podemos decir que ambos espacios nización y estructuración social de los enterra­ han sido detectados en nuestro trabajo de pros­ mientos de cara a identificar posibles rangos y pección y, aunque nuestro conocimiento sobre jerarquías. En este sentido lo que sí parece los mismos alberga grandes lagunas derivadas acertado apuntar es que, al igual que en Alise­ de la ausencia total de excavaciones, hemos da (Almagro Garbea, 1977: 220), las joyas de podido recabar un caudal de información que Villanueva pudieron adornar a un personaje amplía nuestra visión sobre el sustrato en que femenino, con un estatus especial, quizá un debió desarrollarse el horizonte definido por personaje perteneciente a una clase con presti­ los objetos descritos. gio político o casta sacerdotal; algo, si no es En lo concerniente a las necrópolis, hemos especular demasiado, cercano a lo que se re­ podido localizar varias sepulturas con estruc­ flejará en la iconografía del mundo ibérico, en turas tumulares, donde lo único sobresaliente, las populares esculturas de «Damas». aparte del montículo en sí, son una serie de La cronología del conjunto puede fijarse cercos de piedra para la contención de la tie­ gracias a la gran variedad de objetos con los rra. En relación con ellas se encontraron di­ que contamos, en la segunda mitad del s. VII versas piezas que pueden catalogarse de ofren­ a. C. y principios del s. VI a. C. Sólo una das, en el caso de una copa de bronce y de panoplia de objetos como una punta de lanza elementos de ajuar, en el del nazem de oro. y algunas cerámicas podrían retraer las fechas Este dato nos pone en antecedentes sobre uno a fines del s. VIII a. C. pero estos quedan

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netamente separados, según lo que hemos ex­ los pueblos del suroeste de Portugal y la costa puesto de aquéllos que se hallan imbuidos onubense. dentro de la cultura tartésica orientalizante. La segunda coincidiría aproximadamente Otro problema que hemos intentado re­ con la posterior Vía de la Plata, en la que solver aquí es la procedencia de los objetos y algunos autores creen ver un viejo camino el material con que estan fabricados. Al res­ tartésico que comunicaría el Norte de la Pe­ pecto hemos aducido pruebas que testimonian nínsula con las zonas mineras del sur de An­ una labor de artesanos locales, orientada sobre dalucía (Blázqucz, 1974: 95; Almagro Gorbea, todo a la confección de joyas, para cuya ela­ 1977: 229). boración, ya hemos visto que la zona cuenta En ambos casos, Extremadura aparece con bastantes recursos que explican, en parte, como una región de transición, donde deter­ la elección del asentamiento. minados núcleos actuarían como agentes difu­ Esta dinámica, en la que se relacionan los sores de productos coloniales. Un claro ejem­ importantes yacimientos minerales con asenta­ plo lo constituye Medellín, cuya actuación mientos del Bronce Final al Período Orientali­ como centro redistribuidor (Almagro Gorbea; zante, fue especialmente significativa para Ex­ 1977: 500), resultaría comprensible por su es­ tremadura (Fig. 1) si se compara con otras tratégica situación, entre la Baja Andalucía y regiones peninsulares en estos mismos períodos las zonas más apartadas de la Alta Extrema­ e incluso en posteriores. En ello harán hincapié dura papel que, en nuestra opinión, desempe­ las fuentes antiguas, cuando se refieran a los ñaría de forma parecida el núcleo de Villanue­ placeres del «aurifer Tagus» (7) y de algunos va de la Vera conectando las áreas menciona­ de sus afluentes, bastando echar una ojeada al das con la Meseta. mapa metalogenético de Extremadura para con­ De este modo pareée entonces comproba­ firmar la veracidad de dichos asertos y consta­ da, durante el Período Orientalizante, la exis­ tar el gran potencial mineral de éstas áreas. tencia de una red comercial y de contactos Por último interesa considerar por la im­ entre la costa y el interior. Así se explica la portancia que tiene de cara a las relaciones penetración de mercancías de este comercio culturales y comerciales, el trazado de las vías oriental, tales como vidrios, joyas, bronces, de difusión y comunicación. etc., al norte del mediodía peninsular. Recientemente Alvarez y Gil (1988), han En la ruta del Norte, el hecho de que los diseñado, a través del análisis de yacimientos caminos converjan en la dirección de Villa­ y restos materiales, la existencia de una serie nueva, se debe a condicionantes propios del de vías prerromanas en Extremadura, algunas terreno, siendo el más importante por su altura de las cuales parecen remontarse a la etapa de y continuidad el Sistema Central, que obliga a las colonizaciones. La más importante según los que quieran acceder al Este de la Meseta a ellos, une la Meseta con la desembocadura del penetrar por el valle del Tiétar, para bordear Guadiana a través de una depresión producida las laderas meridionales de Gredos y así fran­ por la falla de (8) poniendo los Ju­ quearlo por el peligroso paso de Talaveruela, gares que encuentra a su paso en relación con o el más accesible de El Pico. (7) Strabón, «Geographica», III, 2-5; Plinio, «Natu­ Volvemos por tanto, sobre la importancia ralis Historiae», XXXIII, 78, XXXIV, 55-158 que desempeñó Villanueva en esta ruta, en la Recientemente se han puesto al descubierto junto al que se comprueban los parametros de la ac­ río Erjas, canales y estanques para la decantación de oro tuación colonial de asimilación de una pobla­ revuelto con aluviones, para cuya disgregación se recurrió al procedimiento de «arrugia o ruina montium». Las ex­ ción quizá a través de fórmulas religiosas e plotaciones, que datan al menos del s. I a. c., están siendo ideológicas. La ausencia aparente de fortifica­ continuadas en la actualidad. ciones rechaza el carácter hostil de unas gentes (8) A lo largo de la falla de Plasencia se localizan que parecen verdaderamente impregnadas e in­ yacimientos mineros de oro y casiterita a los que hay que tegradas en el ámbito colonial. El hallazgo de unir otros de naturaleza arqueológica, baste citar los nom­ bres de Azougada, Sagrajas, Aliseda, Araya, Alconetar, arracadas, jarros rituales, cuentas de collar, etc., para darnos cuenta de la importancia que pudo vidrios, braseros, cerámicas, etc. anuncian la desempeñar este camino natural. existencia de un núcleo de población impor-

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tante desde el que, a su vez, se difunden obje­ - (1975): Tar/esso.\ y los orígene.\ de la colonización fenicia tos como la figura etrusca y el ungüentario de en Occidente. Acta Salmanticensia. S5. Salamanca. vidrio de El Raso (Fernández, 1986: 559) u - (1978): Arte de la Edad de Los Metales . .. Arte Orien­ talizante, Fenicio y Cartaginés». His/oria del Arte His­ otros objetos dispersos por las provincias de pánico. I: 201-358. Alhambra. Madrid. Avila, Salamanca y Toledo. El mismo F. Fer­ - (1983): .. Panorama general de la presencia fenicia y nández (1986), reconoce la perduración de este púnica en España... I Congo In/. di S/udi Fenici (' camino, por el que habrían de llegar más tarde Punici. 11: 311-373. Consiglio Nazionale delle Richerche. Roma. las cerámicas campanienses encontradas en la BOARDMAN, J. (l96R): .. Archaic greek gems. School and necrópolis de El Raso. anis/ in /he six/h and early./if/h cen/uries B. e» Thames En resumen, todos los puntos tratados and Hudson. London. aquí, orfebrería, yacimientos, vías, recursos geo­ BRANDT, M. M. V. (1973): «La iconograt1a del grifo en la lógicos, etc. nos muestran hasta qué punto Península Ibérica». Pyrenae, 9: 7-151, Barcelona. CARDlJCCI, C. (1962): .. Bijoux e/ orfebrerie an/ique. Ori e esta región quedaba vinculada a la órbita tar­ argenti del/' Italia antica». Milano. tésica, y más concretamente a esas factorías CJNTÁS, P. (1946): .. Amule/es puniques». Institut des Hautes donde artistas venidos de oriente mostrarían Etudes de Tunis. Túnez. una nueva línea en el trabajo del bronce, mar­ COCHE DE LA FERTE, E. (1956): .. Les bijoux an/iques». Presse Universitaires de France. Paris. fil, oro, etc. a artesanos que posteriormente DUSSAUD, R. (1908): «La protohistoire orientale, et quel­ generalizarían esos modelos y técnicas. ques éléments décoratifs Chypriotes». Revue de L'Ecole Al modo de ver de algunos investigadores, D'Antropologie de Paris, VI: 185-197. Paris. sólo ciudades con un profundo enraizamento ENRiQUEZ NAVASCUES, J. J. Y RODRíGUEZ DfAz, A. (1985): colonial pudieron desempeñar ese papel, pero .. La pieza de oro de Segura de León y su en/orno arqueológico». Editora Regional de Extremadura. Ba­ lo cierto es que el hallazgo de herramientas dajoz. propias de orive y el tratamiento de muchas FERNÁNDEZ F. (1986): .. Excavaciones arqueológicas en el de las piezas apunta hacia desarrollos locales Raso de Candeleda». Institución Gran Duque de Alba. como parece documentarse ya en Villanueva Avila. de la Vera. GJERSTAD E. (1946): .. Decorated Metal Bowl from Cyprus». Opuscula. Archaeologica. IV: 60-98. Acta lns­ ti/Uli Romani Regni Sueciae, XIII. Estocolmo. GONZÁLEZ, A.; HERNÁNDEZ, M.; CASTILLO, J. Y TORRES, N. (1990): «Las necrópolis del Cardenillo y de Pajares BIBLIOGRAFIA en y Villa nueva de la Vera (Cáce­ res), la influencia meseteña al Norte de Extremadura». S/udia Zamorensia, XI : 129-160. Zamora-Salamanca. ALMAGRO GaRBEA, M. (1977): El Bronce Final y El Periodo HIGGINS, R. A .. (1962): «Greek and Roman Jewellery». Orientalizante en Extremadura. Bibliotheca Praehistorica Methuen's hand books of Archaeology. London. Hispana, XIV. Madrid. MALUQUER DE MOTES, J. (1957): «Metalurgia tartésica: El ALVAREZ A. y GIL, J. (1988): .. Aproximación al estudio Bronce Carriazo». Zephyrus, VIII: 157-168. Salamanca. de las vías de comunicación en el primer milenio antes MALLOWAN, M. E. L. (1966): .. Nimrud and its remains». de Cristo». Trabajos de Prehistoria, 45: 305-316. Ma­ The University Press. Aberdeen. drid. MARSIIAl.I., F. M. (1911): «Catal/ogue of the jewellery. BISI, A. M. (1965): «11 grifone: Storia di un motivo icono­ Greek. E/ruscan and Roman in the Department of An¡i­ gráfico nell' Antico Oriente Mediterráneo» Studi Semi­ qui/ies». British Museum. London. tico, 13: 3-275. Roma. Mf:LIDA, J. R. (1921): «El tesoro de Aliseda, Cáceres». BLANCO, A. (1956): .. Orientalia: Estudio de objetos fenicios Bole/ín de la Real Academia de la Historia. LXXXIX: y orientalizantes en la Península». Archivo Español de 415-426. Madrid. Arqueología, XXIX: 3-51. Madrid. NICOLINI, G. (1990): «Techniques des ors anriques». Picardo - (1960): «Orientalia 11». Archivo Español de Arqueología, Paris. XXXIII: 3-43. Madrid. - (1963): «El ajuar de una tumba de Cástulo». Archivo PEREA, A. (1990): «Orfebrería Prerromana. Arqueología Español de Arqueología, XXXVI: 40-69. Madrid. del Oro». Consejería de Cultura, Dirección General de BLÁzQuEz, J. M.a (1963): «Las joyas orientalizantes extre­ Patrimonio, Comunidad de Madrid. Madrid. meñas del Museo Arqueológico Nacional». Zephyrus, RAMÓN FERNÁNDEZ-OXEA, J. (1952): «Amuletos lunares XIV: 5-16. Salamanca. en Cáceres». Revista de Dialectología y Tradiciones Po­ - (1974): «Figuras animalísticas turdetanas». Homenaje a pulares, VIII, 3: 24-44. Madrid. Pío Beltrán. Anejos del Archivo Español de Arqueología, Rus, P. J. (1953): «An introduction to etruscan art". Ejnar VII: 87-103. Madrid. Munksgaard. Copenhaguen.

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