Mónica Puig y su dedicación de oro para

Nota del editor: Contenido redactado por Carlos Morell Caballero, abogado licenciado y escritor deportivo. Obtuvo un bachillerato en la Universidad de Syracuse y un J.D. de la Universidad Interamericana en la que fundó la Asociación de Asuntos Jurídicos del Deporte y fue Director Asociado de la Revista Jurídica.

(AP / Charles Krupa)

Con la contundencia que caracterizó su participación, la puertorriqueña Mónica Puig Marchán conquistó la primera medalla de oro para Puerto Rico en unos Juegos Olímpicos. Su victoria además se da en un contexto en que venció durante el torneo a cuatro jugadoras posicionadas entre las veinte mejores en el mundo, incluyendo dos clasificadas en el “top 5”, convirtiéndose además en la jugadora de menor clasificación en alcanzar y ganar una final olímpica.

La gran Mónica se unió a Charlotte Cooper (1900), Dorothea Lambert (1908), Marguerite Broquedis (1912), (1920), (1924), (1988), (1992), (1996), (2000), (2004), Elena Demetieva (2008) y (2012), como las campeonas en la historia del tenis olímpico en sencillos femenino. La disparidad de años entre Wills y Graf, se debe a que el tenis no fue parte de las Olimpiadas durante muchos años. Con el triunfo, Puerto Rico se une a Gran Bretaña, Rusia, Alemania (Alemania Occidental), Francia, Bélgica y los Estados Unidos, como países que han logrado medallas en la historia de este evento.

(AP/ Vadim Ghirda)

Entre las muchas cosas que trae la gesta de Mónica, una es recordarnos que la definición de lo que es ser puertorriqueña(o) no debe ser muy técnica ni mecánica. Puig es una boricua de padre cubano, madre puertorriqueña, que aunque nació en Puerto Rico ha hecho su vida en Estados Unidos, donde también se ha desarrollado como jugadora. Sin embargo, lo anterior nunca fue impedimento para que Puig Marchán reafirmara desde los comienzos de su carrera que su convicción siempre ha sido representar a Puerto Rico.

Con lo anterior en mente, ha llegado al medallero siempre que nos representa en competencias como los Juegos Centroamericanos, Panamericanos y ahora los Olímpicos. Sus lágrimas salen tanto por la emoción de darle un triunfo a Puerto Rico, como cuando pierde, ya que siente que nos ha fallado. El deseo y el orgullo Mónica de representarnos hace que constantemente se ponga el uniforme nacional en torneos que no acumulan puntos para su beneficio en los tan mencionados “rankings” del tenis.

Y es que ella con su palabra y acción demuestra que por Puerto Rico lo da todo. Gracias Mónica por regalarnos tantas emociones durante tu participación en las Olimpiadas de Río de Janeiro.